
Durante el verano de 1939, en España centenares de miles de varones, fuere por obligación(1), por esquivar problemas o por prudente seguidismo, lucían en despachos oficiales, por la calle o en el café sus camisas azules bordadas en rojo. Al otro lado del Atlántico, durante el invierno austral, Areso, Zubieta o Lángara, llevaban el disfrute…