
De vez en cuando, el terremoto de la sospecha parece sacudir los cimientos de nuestro fútbol. A veces basta una conversación de café, una suma de conjeturas o el rumor malintencionado, para disparar presunciones. Otros supuestos se escudan en llamadas telefónicas y contactos personales. Basta que al menos uno de los clubes contendientes se juegue…