Recordando a Argoitia, comodín de la delantera del Athletic de los años 60
De Fernando Cuesta Fernández
El pasado 24 de octubre nos dejaba Argoitia, una leyenda del Athletic de Bilbao de los años 1960, década en la que brilló como titular en la delantera de los Leones, siendo responsable de buena cantidad de goles para el conjunto de San Mamés, en cuya plantilla figuró durante 12 temporadas, llegando a disputar tres finales de Copa -1966, 1967 y 1969-, marcando en una de ellas la del 67, y dando la asistencia que propició el triunfo en la disputada dos años mas tarde, frente al Elche. Fue subcampeón de Liga en la campaña 69-70, y el único lunar de su magnífica carrera sería no haber conseguido la internacionalidad en la Selección Absoluta, premio que si lograrían sus tres compañeros de tantas tardes, Antón Arieta, Fidel Uriarte y Chechu Rojo.
Aunque lo era de pura cepa, José María Argoitia Acha (Galdácano, Vizcaya, 18 de enero de 1940) no era sólo el clásico jugador norteño, esforzado y tesonero, impetuoso y acometedor, habituado a fajarse en auténticos lodazales y a adoptar la lluvia y el barro como si fueran una segunda piel. Rubio y apuesto, y de robusto físico (1,77 de altura y 75 kilos de peso ), dominaba una jugada personalísima, el “diábolo”, que décadas más tarde atribuiríamos erróneamente al variado repertorio estilístico de algunos ases brasileños de importación, cuando un chavalete como él ya la practicaba con éxito treinta años antes. Durante casi una década no hubo vanguardia del Athletic que no contase con los valiosos servicios del de Galdácano, y aunque nunca fue un gran goleador, su presencia siempre infundía respeto en los contrarios, alcanzando unas estadísticas realizadoras muy dignas para aquellos durísimos años 60 donde el gol parecía casi cosa de magia, y sus 67 dianas en 305 partidos oficiales no son precisamente moco de pavo…
El cachorro se convierte en león
Vizcaíno de la cosecha del 40, como tantos otros chavales de su entorno José Mari Argoitia creció soñando con jugar algún día en el Athletic, mientras admiraba primero a Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza, y más tarde a Arteche, Marcaida, Arieta o Uribe, con los que acabaría compartiendo entrenamientos, vestuario y alineación al clarear los Felices Sesenta. Se va a iniciar en el aurinegro Basconia de Basauri, en la temporada 57-58, militando en el grupo Norte de la Segunda División. Al año siguiente ya juega la mitad de los partidos, y anota algunos goles, y en la campaña 59-60 es indiscutible con los de Basoselay, de manera que el Athletic le echa el lazo.

Se estrena con los Leones el 2 de octubre de 1960, con derrota por 3 a 1 en el “Sánchez Pizjuán” ante el Sevilla de los Ruiz Sosa, Achucarro, Agüero, Diéguez, Rivera, Antoniet, Pereda y Szalay, un equipazo, aunque tampoco estaban mal sus diez compañeros de aquella tarde (Carmelo, Rentería, Etura, Canito, Mauri, Iturriaga, Aguirre II, Uribe, Areta III y Koldo Aguirre). Pero en ese curso tan sólo volverá a saltar al campo en dos ocasiones, y se pasa la temporada siguiente, 61-62, absolutamente en blanco por culpa de la Mili, un obligado paréntesis que -al igual que ocurría entonces con millones de españolitos- también cortaba en seco la progresión de muchos prometedores futbolistas. De modo que, para salir de dudas acerca de su valía, una vez licenciado el Athletic va a cederlo a otro club bilbaíno, el Indauchu, a la sazón en Segunda División, limadas ya ciertas asperezas surgidas entre ambas sociedades en los últimos años 50. Pero únicamente permanecerá en “Garellano” tres meses (9 partidos y 3 goles), pues un Athletic sumido en los últimos lugares de la tabla, con 4 negativos, lo reclama urgentemente. Vuelve al equipo para un encuentro ante el recién ascendido Córdoba, en “El Arcángel”, y resulta talismán, pues los rojiblancos triunfan por 1 a 2, e inician su escalada hacia posiciones más acordes con su glorioso historial, aunque finalizarían ese campeonato décimos y con 2 negativos, una clasificación poco decorosa, en una flojísima temporada en la que van debutar también otros jugadores legendarios: Iribar, Chuchi Arangúren y Fidel Uriarte.
Titularísimo con los de San Mamés
Pero, a despecho de la irregularidad del Athletic de esos años, Argoitia va a ser desde ese momento, y durante muchas temporadas -prácticamente una década entera- referencia insoslayable en el ataque, alineándose en los cinco puestos de la delantera, aunque con preferencia en banda derecha, con los números “7” y “8” a la espalda, porque el resto de dorsales van a ser monopolizados por el pequeño de los hermanos Arieta (Antón), Uriarte, y el mayor de los Rojo, Chechu. 24 partidos y 9 goles ese curso 62-63, siendo prácticamente un debutante, 23 presencias (y 8 tantos) en el siguiente, 28 en el 64-65, con tan sólo 3 dianas (una de sus campañas más flojas), para mejorar ligeramente en la temporada 65-66 (29 choques, 4 goles ). En ella el Athletic, tras 8 años de ausencia, vuelve a acceder a un final de Copa, su torneo fetiche, aunque con bajas muy importantes en defensa y un once jovencísimo, pero no tendrá ninguna opción ante un Zaragoza donde los Magníficos se encuentran todavía en plena forma, y tan sólo la portentosa actuación de Iribar les libra de una goleada de escándalo. Para Argoitia constituye la primera de las tres finales que va a disputar a lo largo de su carrera.
Cumplirá su mejor temporada en la 1966-67, con 32 partidos y 16 goles, uno de ellos, aunque inútil, en una nueva final copera frente al Valencia (1 a 2), para lograr su récord de partidos jugados, aunque no de tantos, en la siguiente -42 encuentros y 5 dianas-, y por fin a la tercera irá la vencida, pues el Athletic vuelve a coronarse campeón del Torneo del KO en 1969, con el simpático y excelente Elche de los Araquistáin, Ballester, Iborra, Llompart, Lezcano, Vavá y Asensi como adversario, gracias a un solitario gol de Antón Arieta cuando ya el partido daba sus últimas boqueadas y se encaminaba hacia la prórroga. Estos fueron los once leones que reverdecieron viejos laureles: Iribar; Sáez, Echeberría, Arangúren; Igartua, Larrauri; Argoitia, Uriarte, Arieta, Clemente y Rojo. 40 partidos y 9 goles fueron el registro personal del delantero de Galdácano.
Casi campeón de Liga con Ronnie Allen
Tampoco resultó mala la siguiente campaña, 69-70, pues en ella el Athletic -dirigido como en los tiempos heroicos previos a la Guerra Civil por un mister inglés, en este caso Ronnie Allen- estuvo a punto de conquistar el Campeonato Nacional de Liga, que no entraba en sus vitrinas desde la ya lejana temporada 55-56 (ese año hizo doblete, a las órdenes de Daucik), manteniendo hasta el pitido final una reñida pugna con el Atlético de Madrid, que fue quien finalmente se llevaría el gato al agua. Y también se quedó con la miel en los labios en la Copa, a las puertas mismas de la final, al ser derrotado en La Catedral por el Real Madrid con un 0-2 que superaba la renta que se traía del Bernabéu, donde había vencido por 0 a 1. Un buen año, pues, en el que Argoitia disputó 35 partidos entre todas las competiciones, anotando 9 goles.

Seguiría en esa misma línea en la temporada 70-71 (34 alineaciones, aunque sólo 4 goles), pero iba a ser protagonista de una acción que daría la vuelta a España, influyendo decisivamente en una matización efectuada por el máximo organismo reglamentario, la International Board, a la Regla XI, la del fuera de juego. El 17 de enero de 1971 jugaban en San Mamés el Athletic de Bilbao y la Unión Deportiva Las Palmas. Corría el minuto 46, sin inaugurarse todavía el marcador, cuando se produjo una jugada para la historia. La realizó Argoitia, cedió el balón a un compañero, y salió del terreno de juego para no quedar en off-side, regresando a él unos instantes más tarde sin recibir permiso explícito del colegiado, interceptando el balón,y enviándolo al fondo de las mallas canarias por toda la escuadra. Fue lo que dio en llamarse después el “telegol”, una acción tan polémica, que fue muy protestada por los amarillos, aunque el árbitro, el señor Camacho, concedió finalmente validez al tanto.
Sestao, Santander y mutis
La temporada 71-72, empero, va a significar su canto del cisne. Ya cumplidos con creces los treinta, su participación desciende muchos enteros (disputo sólo 15 encuentros, la mayor parte saliendo desde e banquillo, sin llegar a ver portería), y al finalizar el curso pondrá punto y final a una estancia de doce temporadas en el Athletic, firmando por el Sestao, de Tercera División. Es premiado como mejor jugador del cuadro verdinegro, pero no terminará en Las Llanas la campaña 72-73, pues una condición de su contrato con la entidad sestaoarra le daba la posibilidad de quedar en libertad para fichar por otro club si la oferta era ventajosa, y a falta de diez partidos para concluir la competición va a contestar positivamente a la llamada del Racing de Santander, el equipo de los Bigotes, que volvería a Primera tras once años alejado de la élite, y cuyo entrenador era su antiguo compañero Maguregui.
Pero con los montañeses tan sólo podrá jugar 5 partidos, a causa de una lesión producida frente al Nástic de Tarragona en los viejos Campos de Sport de El Sardinero, y entonces decidirá despedirse definitivamente del fútbol a la aun temprana edad de 33 años. Se le recordará por su magnífico rendimiento, y también por esa dichosa jugada, luego bautizada como “lambretta”, y que les hemos visto hacer más una vez a malabaristas como Djalminha y Neymar, consistente en levantar el balón desde detrás, y pasarlo sobre uno mismo y el contrario, es decir, haciendo un doble sombrero, una pirueta más bien circense que suele dejar ojipláticos a los espectadores cuando sale bien.
Argoitia va a trabajar con posterioridad en las categorías inferiores del Athletic, en Lezama, y realizará labores de ayudante de José Luís Mendilibar en 2005, para convertirse más tarde en representante institucional de un club cuyos colores defendió siempre bravamente nada menos que en 305 ocasiones, anotando 67 goles, una buena marca para aquel aguerrido tiempo de patatales, cerrojos e impunidad defensiva.







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