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No suele ser muy habitual, cuando hablamos sobre un club de fútbol, el glosar la personalidad de alguien que no sea jugador, técnico o dirigente, pero constituye un acto de elemental justicia el hacer una excepción con Rossend Calvet i Mata – un nombre tal vez no muy conocido por las más jóvenes generaciones de

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Rossend Calvet: el superfuncionario del Barça (Barcelona, 1896-1986)

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No suele ser muy habitual, cuando hablamos sobre un club de fútbol, el glosar la personalidad de alguien que no sea jugador, técnico o dirigente, pero constituye un acto de elemental justicia el hacer una excepción con Rossend Calvet i Mata – un nombre tal vez no muy conocido por las más jóvenes generaciones de culés – , a causa de  lo mucho que este hombre hizo por el Fútbol Club Barcelona, jugándose literalmente el tipo por defenderlo en un contexto muy peligroso, y trabajando siempre desde la sombra para asegurar su supervivencia. Calvet fue un funcionario providencial en la coyuntura más azarosa que vivió el Barça, la de la Guerra Civil Española, y sus desvelos jugaron un papel trascendental para el futuro de la entidad, razón por la cual  todos los barcelonistas le deberían estar eternamente agradecidos.

          Calvet vino al mundo en Barcelona, en 1896, tan sólo tres años antes de la fundación del club al que consagraría su vida. Destacado atleta en las disciplinas de Fondo y Cross ( se proclamó varias veces Campeón de España,  ganando en 1920 la primera edición de una prueba que se convertiría en clásica, la «Jean Bouin»  ), así como uno de los pioneros del periodismo deportivo español, desde 1917 va a trabajar en las oficinas del Barça, del que llegaría a ser Secretario Técnico y Secretario General. Y es ahí donde la figura de Calvet comienza a ser providencial. En Julio de 1936 estalla la Guerra Civil, y las actividades del club van a quedar seriamente tocadas, puesto que se interrumpen bruscamente, o mejor dicho no se reanudan, las competiciones de ámbito nacional, y una mayoría de socios, envueltos en la vorágine bélica, dejan de abonar sus cuotas. Ante tan graves problemas, y en la primavera de 1937, justo cuando una pequeña guerra civil  en el seno del bando republicano brota en las calles de Barcelona, haciendo de la Ciudad Condal un lugar aun si cabe más inhóspito, el club va a aceptar una oferta para realizar una gira por México ( que después se prolongaría también a los Estados Unidos )

          Un antiguo jugador de béisbol barcelonista radicado en el país azteca, un empresario llamado Manuel Mas Soriano, se pone en contacto con el guardameta azulgrana Iborra, y le hace llegar un interesante ofrecimiento ( viaje y estancia pagados y una importante cantidad en metálico ). El club se encuentra entonces regido provisionalmente  por un Comité de Empleados, pues su directiva ha sido víctima de las terribles y luctuosas circunstancias por las que atraviesa el país, con la muerte del presidente Josep Sunyol en el frente de Guadarrama, y el desplazamiento de los tradicionales dirigentes barcelonistas, pertenecientes a las clases «poseedoras», debido al momento revolucionario. La expedición, compuesta por 20 personas, va a partir de Barcelona por vía marítima en mayo de 1937. Rossend Calvet irá al frente de ella, en calidad de delegado, junto con el entrenador, el irlandés Patrick O. Connell, el cuidador y encargado de material Modesto Amorós, el masajista Ángel Mur Navarro – al igual que el propio Calvet procedente de la sección de Atletismo del club – y los futbolistas José Iborra, Joan Babot, Ramón Zabalo, Josep Argemí, Fernando García, Domènec Balmanya, Josep Escolà, Martí Ventolrá, Miquel Gual, Félix Los Heros «Tache», Juli Munlloch, Esteve Pedrol, Joaquín Urquiaga, Juan Rafa, Josep Pagés y Josep Bardina.

          Los detalles del viaje y la gira darían material suficiente para escribir no una sino varias novelas. Aquí nos limitaremos a reseñar que la excursión se prolongó por espacio de cinco meses, y que en el aspecto deportivo se saldó con un balance de 14 partidos disputados, con diez victorias y cuatro derrotas. Varios jugadores aprovecharon la oportunidad  para no retornar a España, algunos quedándose en México y otros pasando a Francia una vez de vuelta al Viejo Continente. El detalle romántico fue la historia de amor surgida entre el extremo derecho internacional barcelonista Martí Ventolrá y una sobrina del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, que terminó felizmente en boda  ( tres décadas más tarde, concretamente en 1969,  un hijo del matrimonio, José, llegaría a jugar contra el combinado nacional español,  formando parte de la selección azteca ). En el aspecto económico, la gira arrojó un beneficio neto  de 12.900 dólares USA, cantidad que fue previsoramente ingresada por Calvet en un banco de París, y que una vez finalizada la contienda le vendrían muy bien al Barça para afrontar su laboriosa reconstrucción.

          De regreso a la zona republicana, aun habría de prestar Rossend Calvet otros dos señalados servicios a la entidad barcelonista. El primero de ellos,  cuando las bombas de la aviación franquista destruyeron el local social del Barça, entonces emplazado en el primer piso de la casa número 333 de la calle Consell de Cent. en la noche del 16 de marzo de 1938. El conserje Josep Cubells, otros empleados y el propio Calvet, pusieron manos a la obra para rescatar de entre los escombros del edificio trofeos, banderines, fotografías y documentos de un incalculable valor, salvando así, con riesgo de sus vidas, buena parte de la historia del Barça. Y algunos meses después, en Enero de 1939, cuando las tropas nacionales entraron en Barcelona, una vez hundida la resistencia republicana, Rossend Calvet saldría también gallarda y valerosamente en defensa de los intereses del club de sus amores cuando los militares triunfantes pretendían ocupar el campo de Les Corts para instalar en él un parque móvil. La vehemente elocuencia de Calvet convenció al oficial al mando de la valiosa y casi sagrada naturaleza de aquel recinto deportivo, y de ese modo pudieron salvaguardarse tanto el terreno de juego como las gradas, y en el mes de Junio todo estuvo listo para que volvieran  a abrirse las puertas del coliseo barcelonista. En los primeros meses de la Guerra ya había hecho algo similar, oponiéndose a su incautación por la CNT, como cabeza visible del Comité de Empleados arriba mencionado, que había venido a llenar el vacío de poder que atravesaba la entidad.

          Calvet sería durante largos años asesor jurídico del Barça, responsabilizándose de numerosos escritos y recursos dirigidos a las autoridades deportivas españolas, siempre con la mira puesta en defender a capa y espada los intereses del club. Tan integrado estaba en él, que contraería matrimonio con la hija de Manuel Torres, cariñosamente conocido como «L´Avi Torres», el Portero Mayor del campo de Les Corts, toda una institución para la gent blaugrana, y a quien se rindió un muy merecido homenaje en Septiembre de 1954, con motivo de un partido contra el Stuttgart alemán, en el cual se inauguró la iluminación nocturna del estadio. Allí, en el propio campo, nacería su hijo Rossend Calvet i Torres, que también llegaría a ostentar un cargo de gran responsabilidad en el club, al frente de sus secciones deportivas. Jubilado desde mediados de los 60, y distinguido como Socio de Mérito ( un honor al alcance de muy pocos barcelonistas ), falleció cuando estaba a punto de cumplir los 90 años, en 1986.

  

 

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