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  El más laureado entrenador del Barça y próximo técnico del Bayern de Munich cierra con broche de oro esta serie de artículos dedicados a glosar las diez personalidades más importantes e influyentes de la historia blaugrana, siempre a nuestro modesto juicio. Y se trata de la única de ellas que se mantiene todavía en

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Josep Guardiola i Sala (Sampedor, 1971)

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  El más laureado entrenador del Barça y próximo técnico del Bayern de Munich cierra con broche de oro esta serie de artículos dedicados a glosar las diez personalidades más importantes e influyentes de la historia blaugrana, siempre a nuestro modesto juicio. Y se trata de la única de ellas que se mantiene todavía en plena actividad ( Cruyff y Núñez disfrutan desde hace años de un retiro dorado, por más que el holandés haya ostentado últimamente ciertos cargos, más honoríficos que reales ), pues el Noi de Santpedor, a sus escasos cuarenta y dos años recién cumplidos, no ha dicho aun  – ni muchísimo menos – su última palabra. Dada su calidad de figura indiscutible e indiscutida, de icono sacralizado del barcelonismo, de hombre providencial  por encima del Bien y el Mal, Guardiola volverá  a Can Barça con casi total seguridad, y allí llegará hasta dónde  se lo proponga, pudiendo darse el caso de que fuera   el primero en recorrer todos los peldaños del Cursus honorum blaugrana, desde recogepelotas a presidente. De él – y por supuesto también de los socios barcelonistas – depende.

          Pep Guardiola representa como nadie la quintaesencia del barcelonismo catalán y catalanista, dicho sea sin el menor matiz peyorativo, únicamente en atención a sus actos y declaraciones públicas. También puede decirse que en muy contadas ocasiones habrá habido otra personalidad blaugrana que concitase tamaña unanimidad – unanimidad en lo positivo, se sobreentiende – , y tal vez habría que remontarse hasta los remotos tiempos de Joan Gamper para encontrarla. En las lineas que siguen intentaremos explicar las razones de ese insólito fenómeno, completamente atípico en una sociedad deportiva que históricamente ha mostrado una peligrosa tendencia al fraccionamiento y las querellas fratricidas.

          Va a nacer Josep Guardiola i Sala el 18 de Enero de 1971, en la localidad barcelonesa de Santpedor, perteneciente a la comarca del Bages, y próxima a Manresa, en una zona que ha dado al Barça una figura tan mítica como la de Estanislau Basora, fallecido no hace mucho, y también algunos destacados jugadores como Jordi Vila, miembro del legendario equipo de las «Cinco Copas», que lo ganara todo en la temporada 1951-52, Isidre Flotats un pegajoso marcador de los años 50, Antoni Camps, un magnífico extremo izquierda procedente del RCD. Español, al que una tonta lesión cortó de raíz su carrera, impidiéndole llegar todo lo arriba que sus condiciones apuntaban, allá por el año 1963, o Lluís Pujol, «el Ratolí», cuyo hat-trick en «La Romareda le valió al club su tercera Copa de Ferias, en Septiembre de 1966.

          Santpedor tiene hoy algo más de siete mil  habitantes, y hace cuatro décadas era bastante más pequeña. Pep va a venir al mundo en el seno de una familia humilde, siendo su padre un albañil llamado Valentí Guardiola,  y su madre Dolors Sala. Es el penúltimo de cuatro hermanos, dos chicos y dos chicas. Sus inicios con el balón son los típicos de cualquier niño de su edad y su época, en la calle y en el colegio, la Salle de Manresa, donde no tardará en convertirse en el mejor del patio debido a su gran técnica, y pese a contar entonces con un físico más bien endeble. Fichó por el Barça con 13 años, en junio de 1984, procedente del Gimnastic de Manresa, y seguramente la primera vez que los barcelonistas vieron su rostro fue en una fotografía tomada al finalizar la tanda de penalties contra el Goteborg sueco, que clasificó al Barça para la tristemente célebre final de la Copa de Europa de 1986, celebrada en Sevilla ( ocasión en la que la misma suerte les resulto esquiva a los blaugranas, perdiendo el título ante el Steaua de Bucarest ), una imagen en la que se observa a un pequeño recogepelotas  abrazando a Víctor Muñoz, el autor del tanto decisivo, con el rostro transido de emoción. Y es que Pep Guardiola ya era un culé con todas las de la ley a los 15 años, mientras se formaba como persona y como futbolista en las modélicas instalaciones de La Masía.

          Tras militar en  todas las categorías inferiores del Club, Guardiola debutó en partido oficial con el Barça en la División de Honor el 16 de diciembre de 1990, frente al Cádiz CF en el Camp Nou, aun sin haber cumplido los veinte, y simultaneó el primer equipo y el filial durante lo que restaba de temporada, para pasar definitivamente a formar parte de la plantilla profesional  blaugrana a partir del verano de 1991. Suya va a ser la camiseta número  4, el puesto sobre el que pivotaba la creación del juego barcelonista. Johan Cruyff había confiado en el turolense Luís Milla para ocupar dicha demarcación, cometido que cumplió satisfactoriamente entre 1988 y 1990, pero sus pretensiones económicas terminaron por distanciarle de su mentor. Milla acabaría fichando por el máximo rival, el Real Madrid, pero al técnico holandés no pareció preocuparle demasiado su marcha, ya que declaró que tenía en la recámara a otro jugador que veía el fútbol con un horizonte más lejano aun que el centrocampista aragonés. Este jugador clarividente no era otro que Pep Guardiola.

         No tardó en convertirse en director de orquesta del que muy pronto sería conocido como Dream Team, término acuñado para referirse al equipo norteamericano de Baloncesto que asombró precisamente en los juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, liderado por Michael Jordan. Desde la posición de medio centro demostró unas grandes dotes de inteligencia, visión futbolística y liderazgo, ordenando y organizando  el juego blaugrana, y abasteciendo de balones a unos compañeros llamados Laudrup, Stoichkov, Romario, Julio Salinas o Txiki Begiristáin. Junto a ese excelente trato de balón, su acusada personalidad y su indudable carisma hicieron de él la prolongación de Johan Cruyff sobre el campo, y tras la retirada de Jose Mari Bakero – en los albores de la temporada 96-97 – le llevaron, lógicamente, a ostentar la capitanía del equipo.

         En 1992 ya es doble campeón de Liga, pero ese año va a ser también el de su consagración, puesto que el Barça conquistará por fin la Copa de Europa, competición que perseguía desde hacía tres décadas, y Pep, formando parte de la Selección Olímpica Española, va a ganar asimismo la Medalla de Oro en los Juegos de Barcelona. Cierra así un curso dificilmente mejorable, en el que consigue también el Trofeo «Bravo», galardón que distinguía al futbolista más prometedor de Europa, elegido entre los más brillantes menores de 21 años. Por supuesto, no tarda en debutar con el combinado español absoluto, cosa que ocurre  el 14 de octubre de 1992, ante Irlanda del Norte en Belfast, ( 0-0),  en partido valedero para la fase clasificatoria del Mundial de Estados Unidos de 1994.

         Sin embargo hay un capítulo que parece resistírsele, y es el gol. Guardiola va a ser a lo largo de toda su carrera un futbolista muy poco realizador, hasta el punto de no anotar su primer tanto en la máxima categoría hasta el 8 de octubre de 1994, frente al Atlético de Madrid en el Camp Nou, de un disparo desde fuera del área ( anteriormente había marcado uno en la Copa,  al Valladolid y en el Nuevo Zorrilla ). Pero evidentemente no era esa su función en el equipo, sino la de organizar y distribuir, y dicho cometido lo cumplió a las mil maravillas, suscitando el interés de los más poderosos clubes italianos, que llamaron infructuosamente a las puertas del Barça, buscando su contratación a golpe de talonario.

         Convertido en el referente del juego blaugrana,  y en un personaje mediático, que rompía moldes, hasta el extremo de participar en desfiles de modelos o recitales poéticos, proyectando una imagen muy alejada de la tradicional del futbolista español, aunque su papel dentro del conjunto va a ir disminuyendo paulatinamente, sobre todo a partir de la llegada del holandés Louis Van Gaal al banquillo barcelonista, acompañado de numerosos jugadores de origen neerlandés, la mayoría de los cuales  habían sido pupilos suyos en aquel magnífico aunque efímero Ajax de mediados de la década de los años 90.  Y los Ronaldo, Figo, Rivaldo, Kluivert , Luís Enrique o incluso el fugaz Ivan de la Peña,  van a polarizar las miradas de los aficionados culés. También las lesiones le van a jugar una mala pasada, ya que se pasará en blanco casi toda la temporada 97-98, siendo sustituido por otro canterano, Albert Celades. Este contratiempo va a impedirle acudir al Mundial de Francia ( en USA-94 sí que estará presente )                                             .

         Sorprendentemente, en los primeros meses de 2001, con Llorenç Serra Ferrer en el banquillo – que poco después sería sustituido por Charly Rexach debido a la defectuosa marcha del equipo – va a anunciar su marcha del Barça, que se hace efectiva el 11 de abril de 2001. Atrás quedaban 379 partidos oficiales ( de los cuales el Barça ganó 224, hizo tablas en 82 y fue derrotado en 73) y 13 goles, mientras que sus numeros con la Seleccion Absoluta se resumían en 47 encuentros y 5 tantos ( curiosa esta relativa efectividad goleadora ). También actuó en 7 ocasiones con la Selección de Cataluña ( no reconocida oficialmente ), siendo su capitán en varias de ellas.

         . Tras tantos años en la órbita blaugrana, Pep Guardiola va a marcharse por fin rumbo a Italia, aunque no a uno de los grandes del Calcio. Su destino fue el Brescia, donde militaría durante las temporadas 2001-02 y 2002-03, con una breve estancia ( 8 partidos ) en la A.S. Roma de Fabio Capello. Su etapa transalpina, que transcurrió con más pena que gloría, será recordada fundamentalmente por un episodio extradeportivo relacionado con el turbio mundo del dopaje: su doble positivo por una sustancia prohibida denominada Nandrolona, aunque acabaría siendo absuelto de todos los cargos por el Tribunal de Apelación de Brescia. Entre 2003 y 2005 formará parte del Al-Ahli SC. Doha, de Qatar, poniendo fin a su carrera como futbolista en activo en 2006, a los 35 años de edad, en las filas del Dorados de Sinaloa ( México ). Entre medias formó parte de la candidatura del publicista Lluís Bassat a las elecciones presidenciales del Barça celebradas el 15 de junio de 2003, comicios en los que resultó elegido Joan Laporta. De haber ganado Bassat, Guardiola hubiera sido su director deportivo.

         De regreso a Barcelona, y tras haber realizado el curso de entrenador, se hace cargo de la dirección del filial barcelonista, el Barça B, militando en Tercera División, con vistas al curso 2007-08, y conseguirá ascenderlo a Segunda B al final de esa temporada. Temporada que, por cierto, va a ser muy negativa para el primer equipo del Barça, que no logrará alzarse con la victoria en ninguna de las competiciones donde participa, y habrá de pasar incluso por el humillante trance de formarle pasillo de honor en el Estadio «Santiago Bernabéu» a un Real Madrid, que acababa de proclamarse Campeón de Liga, y que golearía a los blaugranas por 4 a 1. Joan Laporta, el presidente barcelonista, decide tomar medidas drásticas, y prescinde del entrenador Frank Rijkaard y de dos de las estrellas del equipo, Ronaldinho y Deco ( a Samuel Eto´o no se le pudo encontrar equipo, y debieron de «tragárselo» un año más ). Laporta apuesta por el enorme talento emergente de Lionel Messi y, tras barajar la candidatura de Marco Van Basten, sorprende a propios y a extraños al apostar por un técnico joven y inexperto. Claro que ese técnico se llama Pep Guardiola. Palabras mayores.

         Con las novedades del explosivo lateral derecho brasileño Dani Alves – fichado al Sevilla a precio de oro -, Gerard Piqué ( recuperado del Manchester United a cambio de una cantidad relativamente modesta ) y el canterano Sergio Busquets, va a arrancar la temporada 2008-09, un curso histórico. Los inicios no son nada buenos, pues el Barça es derrotado en el primer partido de liga por el Numancia, en el terreno soriano de «Los Pajaritos», y no consigue pasar del empate en su segundo compromiso, frente al Racing de Santander en el Camp Nou. Pero, cuando cierto runrún comenzaba ya a hacerse oir, en la tercera jornada, aprovechando la visita a «El Molinón» – el mismo campo donde el Barça de Cruyff había cantado el «Alirón» en 1974 – , va a surgir el Barça imperial que todos los culés anhelaban, apabullando al Sporting por 1 a 6. Es el principio de una temporada de ensueño, donde la delantera formada por Lionel Messi, Samuel Eto´o y Thierry Henry, tres jugadores muy diferentes entre sí pero sin duda alguna extraordinarios, van a dar auténticas exhibiciones cada semana, asistidos por Xavi e Iniesta, hasta culminar en un resultado histórico: el 2 a 6 del Bernabéu, en un encuentro perfecto donde el Barça sentencia la Liga.

         Pero no iba a ser el Torneo de la Regularidad el único título cosechado en esa campaña, ni muchísimo menos. El primero en caer cronológicamente en el saco blaugrana sería la Copa del Rey, tras derrotar de manera clara y contundente en la final, disputada en Mestalla, al Athletic de Bilbao por 4 a 1. Y el broche de oro se pondría en el Olímpico de Roma, donde el Barça superaría al Manchester United de los Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney, Tévez y compañia por un claro 2 a 0, con tantos de Samuel Eto´o y Lionel Messi. El Barça conseguía así el «Triplete» ( vencer en las dos competiciones domésticas y en la máxima continental ), algo que ningún otro club español había logrado hasta aquel momento. Y ello, en el primer año de Guardiola como entrenador de Primera División, con la única experiencia previa de una campaña en Tercera, lo nunca visto.

         La temporada 2009-2010 traería la sustitución de Samuel Eto´o por el sueco Zlatan Ibrahimovic ( que a la postre sería una de las operaciones más desafortunadas de la historia barcelonista ) y el fichaje del central ucraniano Chygrynskiy – que tampoco echaría raíces en Can Barça -. Apenas comenzada, los de Guardiola conquistarían la Supercopa de España ( frente al Athletic de Bilbao ) y la Supercopa de Europa ( ante el Shaktar Donetsk ), y rematarían los triunfos logrados en el año natural 2009 con la victoria en el Mundialito de clubes – que venía a sustituir a la antigua Copa Intercontinental -, derrotando en Abu Dabi al Estudiantes de La Plata argentino por 2 goles a 1. Por cierto, que en estos meses  nace también una nueva estrella, el delantero canario Pedro Rodríguez Ledesma, antes conocido como «Pedrito», que es capaz de marcar tantos en todas las competiciones en las que participa el equipo, es decir, en seis. Siendo también seis los títulos conquistados en este insuperable 2009, acuñándose el término «Sextete» para resumir tanta orfebrería levantada, algo insólito hasta ese momento en el mundo del fútbol. Sin embargo, tanto la Copa del Rey como la Champions League le serían esquivas a los blaugranas, eliminados por Sevilla e Inter de Milán respectivamente, resultando muchísimo más dolorosa esta última, ya que se producía en semifinales y privaba al Barça de acceder a la gran final, a disputar en el mismísimo «Santiago Bernabéu», con todo lo que esto significa para los culés, que ya se veían coronándose en el feudo de su eterno rival y archienemigo. Tendrían que consolarse con un nuevo triunfo en la Liga, obtenido también con gran suficiencia, y confirmando su envidiable hegemonía sobre el fútbol español.

         De cara a la campaña  2010-11, la gran novedad la constituyó el fichaje del delantero valencianista David Villa ( también va a ingresar el argentino Javier Mascherano, procedente del Liverpool ), en tanto que Ibrahimovic – que nunca llegó a congeniar con Pep – Thierry Henry y Touré Yayá abandonaban el Barça. En Madrid, un antiguo conocido de la afición blaugrana, el portugués  Jose Mourinho, toma las riendas del equipo blanco, tras triunfar en Portugal, Inglaterra e Italia, ganando ligas en los tres países y sendas Champions con Oporto e Inter. Sin embargo, en su primer enfrentamiento con el Barça, en el Camp Nou, el 29 de noviembre  de 2010, va a salir estrepitosamente derrotado por 5 a 0, con tantos de David Villa ( 2 ), Xavi, Pedro y el joven Jeffren. La temporada se saldará con el tercer triunfo consecutivo de los blaugrana en la Liga y su cuarta Champions en el nuevo Wembley londinense, otra vez frente al Manchester United, que sucumbió por 3 goles a 1, marcados por Pedro, Messi y Villa. El planeta futbolístico se rinde ante el juego del Barça, y algunos incluso se atreven a calificarlo como el mejor equipo de la Historia. Y se señala a Guardiola como el máximo responsable de tamaña explosión de talento.

         Porque el Pep entrenador es un verdadero obseso de su trabajo, un estudioso y un perfeccionista a tiempo completo, alguien consagrado al fútbol en cuerpo y alma, que vive los partidos con enorme intensidad. Su filosofía futbolística se define por el excelente trato del balón, el toque y la hiperposesión como irresistible fórmula ofensiva y recurso para minimizar daños. El Barça tiene la pelota en su poder, la monopoliza, la lleva de un lado para otro, apoyado en la sobresaliente calidad de todos sus jugadores, la mayoría de ellos educados desde la más tierna infancia en ese sistema, desgasta física y psíquicamente a su adversario en un rondo interminable, y cuando se presenta un hueco, los puntas – o quienes estén en ese momento ocupando dicha posición – penetran o reciben, y  definen . Todo el mundo sabe cómo juega el Barça, que siempre marca su propio ritmo e interpreta el mismo guión,  sea quien sea el rival, esperando pacientemente la ocasión para asestar sus zarpazos, pero casi nadie acierta a desactivar su letal entramado.

         Sin embargo, en realidad Guardiola no ha inventado nada, aunque lo ha perfeccionado, sublimándolo. El juego del Barça tiene unas inequívocas señas de identidad: el denominado «Futbol Total» que practicaban el Ajax de Amsterdan y la Selección Holandesa – la célebre «Naranja Mecánica –  en la primera mitad de la década de los 70, bajo la batuta de Johan Cruyff en el campo y con Rinus Michels y Stefan Kovacs en el banquillo. Michels va a exportar la fórmula al Camp Nou, pero esta va a tardar bastante tiempo en cristalizar. No será hasta la vuelta de Cruyff en 1988, ahora como técnico, cuando los automatismos se van a imprimir indeleblemente en las mentes y las piernas de una magnífica generación de  jugadores que formarán el «Dream Team», y las ulteriores experiencias de Louis Van Gaal y Frank Rijkaard, maestros forjados en la misma facultad futbolística, no harán sino reforzar ese estilo innegociable, ese modelo que bajo la égida de Guardiola se revelará poco menos que imbatible.

         Y además, «el Pep» se va a revelar como un motivador de primerísimo orden, y algunos de los detalles que han trascendido desde la intimidad del vestuario blaugrana así lo confiman,  emparentándole directamente con una personalidad tan carismática y legendaria como Helenio Herrera, tal vez el primer técnico mediático que en el fútbol ha sido. Igual que  HH, Guardiola es capaz de galvanizar a los suyos, de convencerlos de que pueden derrotar a cualquier rival siendo ellos mismos, manteniéndose fieles a una filosofía mamada casi desde la cuna. Por todo ello sus triunfos le han encumbrado al Olimpo culé, suscitando esa rara unanimidad de la que prácticamente nadie ha podido gozar en la más que centenaria existencia del club, un club con una permanente vocación cainita, y cuya propia grandeza ha sido a menudo su peor enemigo.

         De este modo, Pep Guardiola va a ir renovando su contrato de temporada en temporada, aunque había acumulado el crédito suficiente como para hacerse acreedor a un plazo mucho más dilatado,  a pesar de la propia naturaleza del fútbol, siempre a expensas de los resultados. Así ocurrió en la campaña 2011-12, pero iba pasando el tiempo, los meses caían uno tras otro en el calendario, y no terminaba de producirse la noticia que todos los culés estaban esperando: la ansiada renovación del gran timonel de la nave. Incluso llegó a superarse el momento en el que la «fumata blanca» – ¡ Habemus Pep ! – acostumbraba a aparecer en años anteriores, y el barcelonismo empezó a sospechar que un Guardiola que no soltaba prenda respecto a su futuro podía muy bien abandonar el club a finales de temporada.

         Temporada que, por cierto, no estaba discurriendo por idénticos  derroteros que en campañas precedentes. La Liga la comandaba con insultante autoridad el Real Madrid de Mourinho, a golpe de records y con Cristiano Ronaldo como gran figura, y los blancos la dejarían prácticamente sentenciada al vencer en el Camp Nou por 1 a 2 en la jornada 35. Fue aquella una «semana trágica» para el barcelonismo, ya que el Chelsea apeó también a los blaugranas de la Champions League, tras empatar un partido que se les había puesto en franquía a los de Guardiola al inicio de la segunda parte, con 2 a 1 a su favor en el marcador – en Londres el resultado había sido de 1 a 0 a favor de los Blues – y un penalty contra los británicos, que Messi fallaría finalmente.

         El 27 de abril de 2012 Guardiola comunicó públicamente su decisión, largamente meditada,  de abandonar el banquillo barcelonista al final de la temporada, y sus palabras surtieron el efecto de un auténtico terremoto entre la inmensa masa de socios y seguidores culés. Pep se despediría del público del Camp Nou, y de toda la Gent Blaugrana el 5 de mayo, en el trancurso de un ya intrascendente encuentro liguero ante el Español ( 4 a 0 ), que se convirtió en un cariñoso homenaje al técnico que había llevado al Barça a vivir su época más gloriosa. «No me perderéis nunca», fueron sus últimas palabras. Aun le restaba por disputar la final de la Copa del Rey, que se jugó en el Estadio Vicente Calderón de Madrid el 25 de mayo, y en la que el Athletic de Bilbao no fue enemigo para un Barça que no quiso hacer demasiada sangre de un rival que ya perdía por 3 a 0 – resultado final – antes de llegarse la media hora de juego. Su balance será muy dificilmente igualable: 14 títulos ganados de 19 posibles ( 3 Ligas, 2 Copas del Rey, 3 Supercopas de España, 2 Champions League, 2 Supercopas de Europa y 2 Mundialitos de Clubes ), con un 72,63 % de victorias, y 441 goles a favor por 130 en contra.

         ¿ Las razones de su marcha ? Ha habido muchas especulaciones acerca de los auténticos motivos de su salida  del club, pero la razón última sólo la conoce él; lo demás son únicamente conjeturas, elucubraciones con mayor o menor fundamento. Cansancio por la gran presión y exigencia que conlleva el cargo, deseo de conocer y vivir otras culturas futbolísticas, sensación de que la hegemonía barcelonista en España y Europa podía estar difuminándose ( el espectro del famoso «fin de ciclo» )…Todo eso puede haber pesado en su ánimo, así como otro aspecto que también se ha barajado, y que es su particular grado de sintonía – o ausencia de ella – con Sandro Rosell y su directiva, siendo él una apuesta personal – y muy arriesgada – del anterior presidente, Joan Laporta, ya por entonces enfrentado abiertamente al actual mandatario y antiguo vicepresidente deportivo suyo

         La directiva  que preside Sandro Rosell va a hacer público inmediatamente el nombre del sustituto de Guardiola en el banquillo azulgrana, designación que recayó en su íntimo amigo el ampurdanés Francesc «Tito» Vilanova, ayudante suyo durante los cinco años en los que había pertenecido al staff técnico barcelonista. Pep decide tomarse un año sabático fuera de los banquillos, a pesar de tratarse sin duda alguna del entrenador con más pretendientes de todo el mundo. Se traslada con su familia a Nueva York, y se establecen en un exclusivo y lujoso apartamento, al lado mismo de Central Park. Allí irá perfeccionando su inglés y deshojando la margarita – ¿ Inglaterra, Italia…?- hasta que el pasado 16 de enero, un par de días antes de su 42 cumpleaños, va a conocerse  el compromiso del de Santpedor por el Bayern de Munich, en sustitución del actual entrenador de los bávaros, Jupp Heynckes, después de las muchas especulaciones que lo situaban en la Premier League o la Serie A italiana. Guardiola firmará por el club alemán un contrato por tres años, con una astronómica remuneración ( se habla de la cifra de 17 millones de euros por cada temporada )

         No cabe duda de que la próxima edición de la Liga de Campeones va a tener el gran morbo de un posible enfrentamiento Barça-Bayern. Los alemanes – derrotados últimamente en dos finales – muy previsiblemente reforzarán su equipo para plantar batalla no sólo a los blaugranas sino también al Real Madrid. pero, pase lo que pase en los terrenos de juego, las puertas de Can Barça seguirán abiertas de par en par por si un dia su hijo pródigo desea regresar, y no precisamente para ocupar de nuevo el banquillo…No en balde estamos hablando del mismo hombre que, con sólo 21 años, pronunció una frase histórica desde el balcón de la Generalitat, al ofrecer a sus aficionados la primera Copa de Europa, ganada en Wembley el 20 de Mayo de 1992: «Ciutadans de Catalunya, ja la tenim aquí» 

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