RESUMEN:

No son frecuentes los casos de hermanos que juegan en la misma posición, pero los Machado da Silva brasileños lo hacían, en el eje de la delantera, y ambos muy bien, manteniendo un tórrido idilio con el gol. Y durante varios años capitanearon las vanguardias de sendos equipos de la misma ciudad, Valencia CF y

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Wanderley: el hermano pequeño de Waldo

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No son frecuentes los casos de hermanos que juegan en la misma posición, pero los Machado da Silva brasileños lo hacían, en el eje de la delantera, y ambos muy bien, manteniendo un tórrido idilio con el gol. Y durante varios años capitanearon las vanguardias de sendos equipos de la misma ciudad, Valencia CF y Levante UD, que llegaron a enfrentarse en unas cuantas ocasiones durante la primera y breve etapa del cuadro granota en la  máxima categoría, aunque precisamente a causa de la demarcación que ocupaban  los duelos personales durante el partido entre los dos hermanos eran prácticamente imposibles, pues cada uno miraba hacia la portería contraria, y eran los defensores quienes se encargaban de frenar sus ímpetus. Pero, por esas ironías que a veces tiene el destino futbolístico, ya en el ocaso de su carrera compartieron vestuario, el del Hércules de Alicante, y hasta en algunos encuentros formaron parte del mismo once, en su línea atacante.

DE RÍO A LEVANTE

Wanderley era cuatro años más joven que Waldo, y había nacido también en Niterói, cerca de Rio de Janeiro, un 3 de junio de 1938. A diferencia de su hermano mayor, el pequeño no se unió al Fluminense (club del que Waldo continúa siendo, casi sesenta y cinco años después de su marcha,  máximo goleador histórico), sino que se integró en otra prestigiosa institución carioca, Vasco da Gama, donde va a destacar hasta el extremo de ser convocado por la Selección Olímpica, y representar a Brasil en los Juegos de Roma de 1960, junto a un ilustrísimo, Gerson de Oliveira. Era un centro delantero de menor corpulencia y fortaleza que su hermano, pero más rápido y hábil, de ahí que a veces, ya avanzada su carrera,  fuera alineado incluso como extremo, preferentemente por la  izquierda.

El fútbol español estaba a punto de cerrar sus puertas a los jugadores extranjeros en aquel verano del 62, pero aun pescó algunas buenas piezas. Una de ellas fue Wanderley, facturado con destino a Elche, para vestir de franjiverde. En aquel momento sólo se permitían dos fichas de foráneos, y en Altabix una era indiscutiblemente para Juan Ángel Romero, el paraguayo estrella del equipo. Y por allí andaba también otro guaraní recién llegado, Juan Carlos Lezcano, de características muy diferentes a las del brasileño,  pues era un todoterreno que aportaba trabajo en el medio campo y buena llegada arriba. Este va a ser el elegido finalmente para quedarse en la plantilla como titular, y a Wanderley empezaron a darle largas, pues entrenar, entrenaba, pero de jugar, nanay. Hasta que un día le comunicaron la decisión del club, y para que no se deprimiese del todo ni le consumiera la saudade, le propusieron una solución de compromiso: irse al Levante, que militaba en Segunda División pero quedaba cerca, y además era de la misma ciudad donde su hermano Waldo estaba triunfando en toda regla.

GOLEADOR GRANOTA

Y para Vallejo, desplazado igual que una maleta, se fue el bueno de Wanderley, debutando ya en la segunda vuelta de la temporada 62-63. El Levante era un clásico aspirante al ascenso, pero siempre se quedaba en puertas. Sin embargo en aquella ocasión había formado un gran equipo –Rodri, Calpe, Pedreño, Alustiza, Castelló, Currucale, Vall, Domínguez, Gento III, Haro, Serafín, Torrents…- y finalmente lo logró, aunque con muchos sudores, derrotando al Deportivo de La Coruña en una promoción a cara de perro, y los goles de Wanderley -consiguió 11 en 14 partidos, comenzando por el del día de su presentación, que supuso los dos puntos- tuvieron bastante que ver con la hazaña. Pero marcar en Primera estaba bastante más caro, como pronto iba a comprobar. Y aunque se dio el gustazo de mojar en su primer derbi valenciano. mientras que su hermano -con quien vivía, pues no estaba casado- se quedaba aquella noche en blanco, tan sólo levantó los brazos en señal de júbilo en siete oportunidades, habiendo participado en 22 encuentros.

Peor le irá en la temporada siguiente 1964-65. Actúa también en 22 choques, pero solamente obtiene cuatro dianas. El club de los Poblados Marítimos pasaba grandes apuros para mantenerse -a pesar de algún resultado espectacular, como un insólito 5 a 1 al Barça en Vallejo, con doblete del brasileño- y no pudo eludir la promoción, en la cual fue superado por el Málaga, poniendo fin a aquella maravillosa aventura codeándose entre los grandes. Tendrían que pasar 40 largos años hasta que los colores azulgranas de Orriols volvieran a medirse con lo mejorcito de nuestro fútbol, pero afortunadamente esa nueva experiencia iba a ser mucho más prolongada y fructífera…

EN LA ROSALEDA

De nuevo en Segunda, Wanderley no va a cuajar una buena campaña 65-66, pero al año siguiente alcanzará sus mejores registros goleadores: 19 tantos en 28 partidos. Es una de las estrellas del equipo, y al finalizar el curso será traspasado junto con su compañero de ataque Pons y el guardameta Catalá al C.D. Málaga, que después de perder la categoría que había ganado precisamente  frente al Levante, había vuelto a recuperarla al año siguiente, configurándose como el gran equipo-ascensor de los años 60 junto con el Deportivo de La Coruña, en lo que parecía ser el sino de los conjuntos vestidos de blanco y azul.

En la Costa del Sol el papel de Wanderley, de entrada, no iba a ser tan lucido como en Valencia. En sus dos primeras campañas no puede decirse que fuera titular indiscutible,  pues interviene  solamente en la mitad del campeonato, con una dura competencia por parte de los paraguayos Cabral y Fleitas, que se movían  también como hombres en punta. Va a ser de nuevo tras otro descenso cuando se convierta en asiduo. En esa Liga 69-70, en la cual los malacitanos ascendieron una vez más, y en el último partido, tras Sporting de Gijón y Español -un ilustre trío-, jugará con asiduidad gracias a la marcha de Sebastián Fleitas al Real Madrid. 28 presencias y 13 goles, destacando el póker que le endosó al Español en La Rosaleda el 30 de noviembre de1969, la tarde del debut del legendario Sebastián Humberto Viberti, que fue el autor del tanto restante.

LOS MACHADO DA SILVA SE REUNEN

Pero al finalizar la campaña la directiva del Málaga va a darle la baja,  al igual que le ocurría más o menos por las mismas fechas en Valencia a su hermano Waldo. Pesa, indudablemente, la edad, pues Wanderley tiene 32 años, mientras que Waldo cuenta ya con 36. Y, lo que son las cosas, ambos van a buscar acomodo para sus últimas andanzas futbolísticas en el mismo club, otro recién ascendido -en este caso a Segunda-, el Hércules de Alicante, con lo cual se establecerán no demasiado lejos de la Ciudad del Turia. Aunque no llegan en muy buen momento.  Esa temporada 70-71 los herculanos conocerán nada menos que a cinco técnicos -el primero de ellos César Rodriguez,  y el último Sandor Kocsis-, y se salvan por los pelos. Y tampoco el rendimiento de los hermanos Machado da Silva va a estar en consonancia con su fama, pues Waldo se alineará sólo en 19 partidos (con el magro balance de un gol), mientras que Wanderley lo hará únicamente en 9 ocasiones, sin ver puerta en ninguna de ellas. Van a conseguir, eso sí, coincidir en la misma formación  sobre el campo en varias ocasiones. Algo es algo…

Los dos, visto lo visto, deciden cortar por lo sano. Waldo se establecerá en Valencia capital hasta su fallecimiento en 2019, mientras que Wanderley lo hará muy cerca, en la localidad de Massanassa. Allí se casará con una chica que regentaba una farmacia, y va a vivir completamente al margen de su antigua profesión deportiva hasta el momento de su muerte, acaecida el 5 de marzo de 2020. Cuentan los que le conocieron, y reconocieron, que no quería ni acordarse de lo que había sido en sus años mozos. Pero nosotros sí que le recordamos, como uno de esos escasos  jugadores que animaron con sus destellos de genialidad un tiempo tan anodino para el fútbol español como fueron los años 60.  Y es que 71 tantos en 180 partidos no estaba pero que nada mal para esa época de secano goleador,..

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