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RESUMEN:

Por las filas del Barça han pasado centenares de futbolistas de las más variadas características y nacionalidades, y unas docenas de ellos han sido incluso merecedores del calificativo de cracks, debido a su clase y calidad fuera de serie, pero pueden contarse con los dedos de una mano aquellos que por sí solos fueron capaces

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Ladislao Kubala (Budapest 1927 – Barcelona 2002)

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Por las filas del Barça han pasado centenares de futbolistas de las más variadas características y nacionalidades, y unas docenas de ellos han sido incluso merecedores del calificativo de cracks, debido a su clase y calidad fuera de serie, pero pueden contarse con los dedos de una mano aquellos que por sí solos fueron capaces de  variar el rumbo del club, haciendo historia en el sentido más pleno de la palabra. Ladislao Kubala Stecz, Laszi Kubala, fue uno de ellos, el hito legendario, la viga maestra sobre la que se sustenta el fabuloso Barça de los años 50 del pasado siglo, dando inicio a su crecimiento imparable y a su gran proyección internacional.

          Kubala, un verdadero portento físico, un atleta completo que posiblemente habría  sobresalido en cualquier otro deporte, se hizo futbolista a caballo entre su Budapest natal y su Checoeslovaquia de origen, en los azarosos y difíciles días de la Segunda Guerra Mundial y la Postguerra. A finales de los años 40, y viendo el sesgo que iban tomando los acontecimientos en los países que habían caído tras el «Telón de Acero» ( según la histórica expresión acuñada por  Sir Winston Churchill ), decidió escoger la libertad, y huyó temerariamente de Hungría  en dirección hacia la vecina Austria, estableciéndose finalmente, y en muy precarias condiciones, en Italia. Casi por casualidad se libró de perecer en la Tragedia de Superga, el terrible accidente aéreo que en 1949 le cortó las alas al maravilloso Torino que capitaneaba Valentino Mazzola ( el malogrado club piamontés le había invitado a unirse a ellos en un desplazamiento del que ya no regresaron ). Inhabilitado por la FIFA a instancias de la Federación Húngara, que le consideraba un prófugo, acabó enrolándose en el Hungaria, un equipo formado por futbolistas procedentes de diversos países de la Europa del Este ( no sólo magiares, sino también checos, rumanos o yugoeslavos ), que en 1950 recaló en España, jugando diversos partidos amistosos, tanto contra la Selección Nacional – que se preparaba para tomar parte en el Campeonato Mundial que se celebraría aquel año en Brasil – como contra diversos conjuntos españoles. En uno de estos partidos, disputado concretamente en el campo barcelonés de Sarriá contra el titular del terreno, Josep Samitier, a la sazón Secretario Técnico del Barça, quedó fascinado por su enorme talento, y se apresuró a ficharlo para los azulgranas, adelantándose al Real Madrid, a cuyos responsables también había encandilado el juego del joven futbolista centroeuropeo.

          Kubala va a suscribir contrato con el Barça junto a su cuñado y preparador del Hungaria, el eslovaco Fernando Daucik, que pasaría a ocupar inmediatamente el banquillo azulgrana. Serios problemas burocráticos le impedirán alinearse con sus nuevos compañeros durante todo el Campeonato de Liga 1950-51, teniendo que contentarse con jugar una serie de partidos de carácter amistoso. Finalmente, las trabas de despacho serían vencidas gracias a los buenos oficios de Samitier y de la Federación Española de Fútbol, y Laszi incluso obtendrá sin dilación la nacionalidad de su nuevo país de acogida, pudiendo debutar oficialmente en el torneo copero del 51, el día 29 de abril, en Nervión frente al Sevilla, equipo al que marcaría su primer gol, de penalty, en el encuentro de vuelta. El Barça acabaría adjudicándose brillantemente aquella competición al derrotar en la Final, celebrada como era entonces costumbre en el recientemente inaugurado  campo del Real Madrid – que aun no se llamaba «Santiago Bernabéu» -, a la Real Sociedad por 3 tantos a 0.

          La siguiente temporada, la 51 – 52, va a ser sin duda alguna su mejor campaña. Marca en ella 39 goles en 28 partidos oficiales, y se proclama Campeón de Liga, de Copa del Generalísimo y de la Copa Latina. Es la mítica temporada de «las Cinco Copas», y el campo de Les Corts se queda pequeño para ver actuar a un futbolista que rompía moldes cada domingo. Kubaja practica un juego que nunca se había visto hasta aquel momento entre nosotros. Haciendo gala de una insuperable condición física, su prodigiosa técnica y gran dominio del balón le permiten ser un eficacísimo rematador con ambas piernas y con la cabeza, dotándole  de una excepcional visión de la jugada. Kubala aporta una nueva forma de ejecutar las faltas, imprimiéndole a la pelota un efecto mortífero que burla a las defensas contrarias y sorprende a los porteros, nada que ver con el clásico chupinazo que se acostumbraba en nuestro fútbol. Lanzando penalties y engañando al guardameta, se muestra también como un consumado maestro, y cuando es preciso dormir los partidos, sabe cubrir el esférico gracias a su corpulencia, y esconderlo como nadie yéndose a la banda o junto al corner, para desesperación de unos adversarios incapaces de arrebatarle el cuero sin violar el reglamento.

          Con Kubala en sus filas, el Barça va a ser prácticamente invencible durante el bienio 51-53, conquistando tres campeonatos consecutivos de Copa y dos de Liga. Pero en Octubre de 1952 todo el barcelonismo se va a estremecer cuando a su gran estrella  le diagnostican un serio proceso tuberculoso tras una revisión rutinaria. Incluso algunos médicos  pronostican que el ídolo tendrá que abandonar el futbol a consecuencia de su grave enfermedad. Sin embargo, otros galenos piensan que el mal tiene cura con un tratamiento adecuado: aire puro de montaña, reposo y buenos alimentos, y las altas instancias del club toman la decisión de que Kubala pase una larga temporada en Monistrol de Calders, cerca del Montseny, donde su recia constitución hará el resto y el futbolista se recuperará con insólita rapidez, estando ya en condiciones de reaparecer en el mes de Febrero, concretamente el día 22 y ante el Racing de Santander en los Campos de Sport del Sardinero, a tiempo para conducir a su equipo directo hacia otro Doblete.

          La siguiente temporada, la 53-54, estará marcada por el polémico fichaje de Alfredo Di Stefano por el Real Madrid, tras un culebrón político-deportivo que todavía hoy levanta ronchas. A efectos prácticos, este hecho va a suponer que el cetro de la supremacía del fútbol español pasará del Barça al club de la capital, que con la Saeta Rubia en sus filas obtiene su primera Liga en 21 años. Además, en un partido de Copa disputado en San Mamés frente al Athletic de Bilbao, Kubala sufrirá una gravísima lesión ( rotura del ligamento lateral interno y del menisco de la rodilla derecha ), que le impedirá estar en la Final contra el Valencia – la cuarta consecutiva para los azulgrana – , que se llevará los levantinos gracias a un sorprendente 3 a 0.

          Kubala continuará siendo la referencia ineludible del Barça en las siguientes temporadas, aunque nuevas lesiones comienzan a pasarle factura. Son tiempos de sequía de títulos para los culés, a excepción de la Copa de 1957, poco después de la cual se inaugura el Camp Nou, a cuya construcción el delantero  ha  contribuido en no poca medida. Llegan nuevos cracks – el uruguayo Villaverde, el guaraní Eulogio Martínez,  el brasileño Evaristo…-, e incluso empieza a hablarse de deskubalizar el Barça, parafraseando el proceso de Desestalinización que por aquellos días estaba teniendo lugar en la URSS. Ciertos sectores de la afición blaugrana  consideraban que la dependencia del equipo con respecto a Laszi era perjudicial para este, aunque otro amplio grupo le apoyaba incondicionalmente. El cisma en el seno del barcelonismo va a estallar cuando el mediático Helenio Herrera tome las riendas del equipo en la primavera de 1958. Herrera apostará por el joven Luís Suárez como  nuevo líder en el campo, y la grada se dividirá dramáticamente entre suaristas y kubalistas. HH, sin embargo, no prescindirá drásticamente del as hispanohúngaro, aunque le sustituirá a menudo, para los compromisos en campo contrario, por un jugador de un perfil muy diferente al suyo, el leridano Enric Ribelles.

          Son tiempos difíciles para Kubala, que llega a plantearse incluso su marcha del Barça, a medida que observa como su peso específico dentro del equipo disminuye a ojos vista. En los triunfos del bienio 58-60 su papel ya no es, ni muchísimo menos, tan determinante como antaño, aunque la fulminante salida de Herrera, a raíz de la derrota ante el Real Madrid en las semifinales de la Copa de Europa, en Abril de 1960, parece concederle un ligero respiro. Pero tras el gran trauma que supuso la Final de Berna del 61, cuando los postes de sección cuadrada del Wandorfstadion se negaron a que el Barça se coronase como nuevo Rey de Europa sucediendo a los pentacampeones merengues, Laszi va a tomar la dolorosa decisión de colgar las botas. El Camp Nou y toda Barcelona le rendirán un multitudinario y sentido homenaje la noche del 30 de Agosto de 1961, en un partido contra el Stade de Reims francés donde le acompañaron en la tripleta central barcelonista sus amigos y rivales Ferenc Puskas y Alfredo Di Stefano. Acto seguido pasará a dirigir la Escuela de Futbolistas, un lejano precedente de La Masía, con la que el flamante  presidente blaugrana Enric Llaudet pretendía potenciar la cantera aprovechando la experiencia de un maestro tan cualificado, número 1 de su  promoción en el Curso Nacional de Entrenadores.

          Pero a los pocos meses Laszi tiene que dejar el puesto, reclamado urgentemente por el propio Llaudet para hacerse cargo de la preparación del primer equipo barcelonista, tras la renuncia del técnico Luís Miró. Dirigiendo desde el banquillo a hombres que  solamente seis meses antes eran sus compañeros, Kubala despacha una campaña muy decorosa ( subcampeones de Liga y finalistas de la Copa de Ferias, con la decisión de dicho torneo aplazada hasta principios de la siguiente temporada debido al Mundial de Chile ). Ratificado para la temporada 62-63, los resultados le irán dando la espalda, hasta el extremo de cesar en su cargo tras una maratoniana reunión con Llaudet. Sintiéndose todavía futbolista en su fuero interno, Kubala se ofrece al presidente para volver al terreno de juego y de ese modo intentar galvanizar a una desorientada plantilla, pero su proposición es rechazada.

          En Septiembre de 1963 va a sorprender a propios y a extraños cruzando la Diagonal y fichando por el RCD. Español, el eterno rival ciudadano del Barça. Las cañas se trocarán en lanzas, y el barcelonismo le hará blanco de todas sus diatribas e improperios, considerándole poco menos que un auténtico traidor. Pero afortunadamente el tiempo casi todo lo cura, y la distancia hará el resto, pues tras colgar las botas definitivamente al final de la temporada 63-64, y dirigir a los españolistas desde el banquillo durante el curso siguiente, Kubala emprenderá la Aventura Americana, concretamente en el Soccer USA, donde entrenará al Toronto. En 1968 regresa a España, y se hace cargo de un casi desahuciado Córdoba, al que, si bien no consigue salvar de un descenso anunciado, al menos consigue dotar de un juego vistoso, esmaltado por algunas resonantes victorias. Con semejante bagaje, la Federación Española de Fútbol le va a ofrecer el puesto de Seleccionador Nacional, tras el fracaso que había supuesto no  clasificarse para el Mundial de México-70. Kubala debutará al frente del combinado español el 15 de Octubre de 1969, en La Línea de La Concepción, con un triunfo por 6 a 0 frente a Finlandia. Una serie de amistosos saldados con buena nota ante rivales prestigiosos – Alemania, Italia…- hace concebir esperanzas de que la Selección, los popularmente conocidos entonces como Kubala Boys, será capaz de volver a conseguir algo sonado, pero no logrará  entrar en la fase final de la Eurocopa del 72,  ni tampoco en la del Mundial a celebrar en la RFA en 1974, después de un adverso desempate contra Yugoeslavia disputado en Frankfurt. En cambio sí se clasifica España para el siguiente Mundial,  Argentina – 78, donde caerá en la primera ronda tras tropezar ante la teóricamente debil Austria y no pasar del empate frente a Brasil – el partido del célebre fallo del betico Cardeñosa – . Y al finalizar la Eurocopa del 80, donde tampoco España brilló a gran altura, abandonará la Selección después de diez años largos en el cargo ( record absoluto hasta hoy mismo ).

          Josep Lluís Núñez le convence para tomar las riendas del Barça de cara a la temporada 80-81, pero el equipo, a pesar de los refuerzos de Quini y Alexanko, tiene un arranque de Liga fatal y es estrepitosamente eliminado de la Copa de la UEFA por el Colonia, y Kubala pronto será sustituido  por…Helenio Herrera.

          Más tarde probará suerte en el exótico fútbol saudí, y también en el paraguayo, y de vuelta a España logrará ascender a Primera División a un Málaga en el que  actúan  dos ilustres  veteranos llamados Juán Gómez, Juanito, y Boquerón Estéban. Su último servicio en los banquillos será como Seleccionador Adjunto en los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, donde el combinado nacional obtuvo brillantemente la Medalla de Oro, con una extraordinaria generación de futbolistas entre la que destacaban los Guardiola, Alfonso, Luís Enrique o Kiko. En 1993 va a recibir otro merecidísimo homenaje en el Estadio de Montjuich, y también tendrá el honor de presidir la Agrupación de Veteranos del FC. Barcelona. Internacional por tres países ( Hungría, Checoeslovaquia y España ), así como por la Selección de la FIFA, su brillante palmarés personal y colectivo le convierte en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, quizás con el único lunar de no haber podido disputar nunca un Campeonato del Mundo. Aquejado de una grave enfermedad degenerativa, fallecerá en Mayo de 2002 en Barcelona, rodeado del unánime respeto de todo el fútbol español, al que tantos momentos memorables había brindado.

         

 

 

 

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