RESUMEN:

Con el fallecimiento del ex guardameta Josechu Araquistáin, el pasado día 28 de septiembre, en la localidad guipuzcoana de Elgoibar, ya tan sólo resiste Pirri -y espero que por muchos años todavía- de los once españolitos que conquistaron para el Real Madrid una inesperada Copa de Europa, La Sexta, el 11 de mayo de 1966, en el luego tristemente célebre Estadio Heysel de Bruselas y ante el Partizan de Belgrado, entonces vigente campeón liguero de la extinta Yugoslavia.

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Josechu Araquistáin, el penúltimo de La Sexta

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Titular en la Real Sociedad e internacional

José Araquistáin Arrieta había nacido en la cercana Azkoitia, el 4 de marzo de 1937, en plena Guerra Civil. Su para la época muy aventajada complexión física -180 centímetros de altura y 75 kilos de peso- parecían ideales para ocupar el puesto de guardameta, aunque, como muchos otros futuros cancerberos, empezó jugando en otro lugar, pero un día tuvo que ponerse a atajar balones y ya no se movería de allí. Tras pasar por  los equipos del Colegio del Pilar y el Elgoibar, la Real Sociedad le va a enrolar en su conjunto juvenil, pero entrenando durante la semana con la primera plantilla, cediéndole luego al Eibar, que militaba en la Segunda División. En la temporada 56-57 se asoma tímidamente al once titular txuri urdin, disputando un partido de Liga, concretamente en Balaídos, en la jornada número 13, el 2 de diciembre de 1956, con victoria realista por 2 a 3, y este equipo: Araquistáin; Irulegui, Ansola, Elizondo; Echarri, Peporro; Querejeta (de nombre Elías, y posteriormente famoso productor de cine), Larrabeiti, Laguardia, Sarasqueta y Paz. Pero en la campaña siguiente ya puede considerársele como el dueño del marco donostiarra, con 21 presencias ligueras, registros que superaría ampliamente en los cursos posteriores, y que le llevarían a la Selección Española, primero en los llamados equipos “B” y “Promesas”, y finalmente con la Absoluta.

España, 1959.

Debutaría en ella el 17 de julio de 1960, en Santiago de Chile, en un amistoso frente al combinado del país andino y con ocasión de una gira de la que entonces nadie conocía aun como La Roja, que era precisamente el apelativo de sus rivales chilenos. Ese día Araquistáin saltó al campo ya iniciado el encuentro, y en sustitución nada menos que del mítico Antoni Ramallets. Venció España por 1 a 4, con goles de Di Stefano (2), Pereda y Peiró, y estos fueron sus otros diez compañeros: Rivilla, Garay (Santamaría), Pachín; Segarra (Vidal), Vergés; Pereda, Luís Suárez (Eulogio Martínez), Di Stefano, Peiró y Collar.

Fichaje por el Real Madrid, trofeo “Zamora”, y mundialista

Como guardameta destacaba por su valentía, agilidad y colocación, virtudes que no estaban en absoluto reñidas con la espectacularidad, pues muy pronto se hicieron célebres sus contundentes despejes de puños, que a decir de los que tuvieron la suerte de verle en acción desplazaban la pelota hasta el mismísimo centro del campo. No era extraño, por lo tanto, que los principales clubes españoles se interesasen por él. En 1960 el Real Madrid -donde ya declinaba la estrella de otro paisano suyo, Juanito Alonso, natural de Fuenterrabía- había fichado al portero del RCD. Español José Vicente Traín, que despacharía una estupenda temporada 60-61, llegando también a debutar con la Selección Absoluta. Pero el arquero catalán se va a lesionar en un dedo, teniendo que ser intervenido quirúrgicamente en su mano, y entonces es cuando los blancos miran hacia el Norte, y a cambio de 6 millones de pesetas y las cesiones de cuatro jugadores (el sueco Simonsson, el futuro magnífico Villa, Raba y Eguskiza) se hacen con los valiosos servicios de Araquistáin, en un traspaso económicamente muy relevante para la época, y cobrando Josechu de ficha medio millón (el doble que en la Real).

Araquistaín de puños.

Araquistaín llegó a la capital en tren, y el Madrid tendrá el detallazo de regalarle un “600”, cuando aun no tenía el carné de conducir.  En el Santiago Bernabéu va a caer de pie. Titular indiscutible en la meta, ganará el Trofeo “Zamora” (encajando tan sólo 19 goles en 25 partidos), y va a proclamarse  campeón de Liga y también de Copa, en cuya final una parada suya, deteniendo el penalti lanzado por el sevillista y ex merengue Enrique Mateos, resulta decisiva, aunque no logrará el triplete al ser derrotado el Real Madrid en la final de la Copa de Europa disputada en Amsterdam frente al Benfica, 5 a 3 a favor de un conjunto lisboeta donde ya hacia estragos el gran Eusebio. 

Culminará esa gran temporada 61-62 siendo convocado para la Selección Española que iba a tomar parte en el Campeonato del Mundo que se celebraría en Chile, tan sólo dos años después del terrible terremoto que devastó la zona central del país en el que precisamente había debutado Araquistáin como internacional con el equipo “A”. España es eliminada en la fase de grupos, y el guipuzcoano va a jugar solamente el último partido, sustituyendo a otro legendario guardameta vasco, Carmelo Cedrún. El adversario en Viña del Mar fue nada menos que Brasil, vigente campeón mundial y que revalidaría su título días después. Los nuestros jugaron ese día su mejor partido en tierras chilenas y se adelantaron con un gol del colchonero Adelardo, pero dos tantos de Amarildo, relevo de un lesionado Pelé, nos apearon de la competición. Esta fue la alineación en su despedida del combinado nacional, tras seis presencias: Araquistáin; Rodri, Echeberría, Gracia; Vergés, Pachín; Collar, Adelardo, Puskas, Peiro y Gento.

Temporadas de suplencia

Pero a partir de ese cenital 1962 las cosas comenzaron a torcerse para Araquistáin. Pese al gran rendimiento del guipuzcoano, Vicente regresaría a la titularidad después de su grave lesión, y prácticamente va a monopolizar la portería en el curso 62-63. En la campaña siguiente el entrenador Miguel Muñoz hará rotaciones en el marco, y el de Azkoitia jugará más, aunque fue el barcelonés quien se puso bajo los tres palos en una nueva final de la Copa de Europa, la disputada en el Prater vienés con el Inter de Helenio Herrera y Luis Suárez como contrincante, que acabaría también con derrota madridista.

En ese verano del 64 Vicente va a abandonar el Real Madrid, y parece que el sol puede volver a salir para Araquistáin, pese a la irrupción de otro serio rival para la meta, el canario Antonio Betancort. De hecho, comienza la temporada 64-65 jugando, pero una inoportuna lesión -todas lo son- producida en la séptima jornada, en el Bernabéu y ante el Real Zaragoza, le va a apartar de nuevo del equipo, y por mucho tiempo, pues Betancort rendirá a plena satisfacción, llegando incluso a estrenarse con la Absoluta, y eso que por ahí andaba un tal Iribar…

Araquistáin lesionado.

Campeón de Europa con los yeyés en el 66

Sin embargo Josechu llevará siempre su suplencia con disciplina y profesionalidad, manteniéndose preparado y a punto para cuando sus servicios sean reclamados. Y su oportunidad va a  llegar en la primavera de 1966, y supondrá el que seguramente haya sido su mayor momento de gloria, una nueva final de la Copa de Europa, la competición-fetiche del Real Madrid, aunque esta vez saldada con triunfo. Betancort  seguía intratable en la meta blanca, pero en la ida de las semifinales, en la Villa y Corte y  ante el Inter, su verdugo de dos años antes, el meta canario va a sufrir un tirón muscular recién iniciada la segunda mitad. La reglamentación del torneo no permitía entonces ni siquiera cambiar al portero en caso de lesión, de modo que el bueno de Antonio no tendrá más remedio que resistir más de media hora infiltrado, con un vendaje improvisado y arrastrando la pierna, aunque por fortuna el planteamiento defensivo de HH, el famoso Catenaccio, impedirá que los negriazules le pongan en serios  apuros.

Real Madrid 1965-1966.

Para la vuelta, y de cara a conservar el 1 a 0 favorable del primer partido, Muñoz echa mano de Araquistáin, y el Madrid se clasifica para el encuentro decisivo al empatar 1-1 en San Siro. El 11 de mayo  de 1966 el estadio bruselés de Heysel, dos décadas más tarde escenario de muy luctuosos acontecimientos, albergará la gran final entre el Real Madrid y el Partizan de Belgrado, representante entonces de la extinta Yugoslavia. Los blancos presentan un once formado  íntegramente por futbolistas nacidos en España: Araquistáin; Pachín, De Felipe, Sanchis; Pirri, Zoco; Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento. Tras una primera parte más bien anodina, los balcánicos se adelantan al poco de iniciada la reanudación, a la salida de un córner, lo cual espolea a los blancos, que mediado el periodo, y en tan sólo cinco minutos, van a remontar el marcador adverso con goles de Amancio, en una gran jugada personal del delantero gallego, y Fernando Serena, de una colosal volea desde fuera del área. Es La Sexta, un triunfo inesperado para un equipo donde ya no estaban los grandes ases de antaño como Di Stefano, Puskas o Santamaría, con Gento como único vestigio del glorioso conjunto pentacampeón.

Real Madrid, 1966. Heysel.

Resurrección  levantina

Pero en la temporada siguiente, una vez restablecido Betancort, el arquero grancanario va a recuperar su lugar bajo palos, y ya Araquistáin jugará muy poco. Y para mayor inri  al Bernabéu arriba un nuevo competidor, el gigantesco guardameta asturiano Junquera (1,92), que le arrebatará incluso la titularidad al insular. Josechu tiene ya 31 años, y aunque no sea una edad demasiado avanzada para su puesto, y quedándole todavía  un par de años de contrato, no se resigna a figurar como tercer portero, y acepta la oferta del Elche, cuyo marco defendía entonces un jugador bastante más veterano todavía, Pazos.

En Altabix permanecerá por espacio de tres temporadas, actuando bastante en las dos primeras y ya menos en la última, tras sufrir una lesión en el cuádriceps y coincidiendo con el primer descenso del cuadro franjiverde, después de 12 maravillosas temporadas en la élite, llegando incluso a disputar la final de Copa de 1969 frente al Athletic de Bilbao, por entonces el Rey del Torneo del KO, y que vencería a los de la Ciudad de las Palmeras por 1 a 0, gol marcado por Antón Arieta en los últimos compases del choque. Aquella histórica noche del 15 de junio de 1969 Araquistáin defendió el marco ilicitano, y fueron sus compañeros Ballester, Iborra, González; Lezcano, Llompart; Serena, Curro, Vavá, Asensi y Casco.

Ya repuesto de sus problemas físicos, va a ser un antiguo compañero en las filas del Real Madrid, el francés Lucien Muller, quien le lleve al C.D. Castellón, en cuyo banquillo se sentaba el técnico alsaciano de cara a la campaña 71-72. Después de todo un cuarto de siglo lejos de la Primera División, el club albinegro lograría por fin el ansiado ascenso esa temporada y Araquistáin va a ser un fijo en la portería hasta que una nueva lesión le impida disputar las seis últimas jornadas, siendo sustituido por Mendieta, el padre de Gaizka. Y una vez en la máxima categoría ambos guardametas vascos se alternarán en el marco, hasta que en el campo burgalés de El Plantío, y encontrándose Araquistáin en el banquillo junto al también ex-madridista Ortuño, ambos son expulsados por el colegiado aragonés señor Bueno, al parecer por dirigirse a él de manera insultante. El Comité de Competición le impondrá 3 partidos de suspensión, y entonces el club de Castalia le solicitará al Real Madrid -con el que el presidente Emilio Fabregat mantenía excelentes relaciones-  la cesión del meta cántabro Corral, inédito con los blancos, pero que en La Plana va a convertirse en indiscutible. A partir de ese momento Josechu y Mendieta padre   seguirán alternándose, pero ahora en la suplencia, y Araquistáin ya únicamente disputaría un partido, y precisamente  contra el Real Madrid, a causa de lo que ahora llamaríamos ”Cláusula del Miedo”, que impedía la alineación del cedido Corral. De modo que en esa temporada tan brillante para el conjunto castellonense -que se clasificaría en quinta posición, llegando hasta la  final de Copa contra el Athletic y cayendo por 2 a 0- no podrá repetir en el partido decisivo, y ya con 36 años rechazará una ventajosa oferta del Sabadell, colgando los guantes para dedicarse a los negocios (una fábrica de pinturas junto a un cuñado suyo), y practicar otra de sus pasiones, la caza de jabalíes.

C.D. Castellón.

Su palmarés madridista es impresionante, pues en siete temporadas de estancia en la entidad blanca consiguió seis campeonatos de Liga (61-62, 62-63, 63-64, 64-65, 66-67 y 67-68), una Copa del Generalísimo (1962), y la Joya de la Corona, la Copa de Europa de la edición de 1965-66. Lamentaría, no obstante, no haber jugado más con el Real Madrid, donde se alineó solamente en 97 partidos oficiales sumando todas las competiciones. Nunca se consideró inferior a otros arqueros con los que coincidió, aunque si reconocería que su carácter pudo significar cierto obstáculo en su carrera. En cierta ocasión, durante el descanso de un encuentro amistoso, camino del vestuario, incluso llegó a las manos con el mismísimo Alfredo Di Stefano, que le culpó de un gol, aunque aquel gran directivo y magnífico diplomático que fue Raimundo Saporta selló para siempre la paz entre ambos temperamentales jugadores. Una vez retirado, y durante toda una década, Araquistáin va a ser ojeador del Real Madrid, club al que, en la ultima entrevista que concedió antes de su fallecimiento- consideraba como “su padre” (la “madre” era la Real Sociedad, naturalmente)

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