Gensana, un as malogrado
De Fernando Cuesta FernándezDesde que existe el puesto de defensa central, el Barça siempre ha tenido a alguno de los mejores futbolistas españoles del momento cubriendo esa demarcación. De Biosca a Cubarsí, nos encontramos con Garay, Olivella, Gallego, Migueli, Alexanko, Nadal, Abelardo. Puyol o Piqué, y aun nos dejamos algún nombre ilustre en el tintero. Y, desde luego, sería imperdonable olvidarnos de Gensana, que llegó muy pronto a ser uno de los más destacados centrales en los últimos años 50 y primeros 60 del siglo pasado, aunque una desgraciada lesión y sus secuelas, nunca superadas del todo, le obligaron a retirarse cuando todavía le quedaba mucho fútbol en sus botas.
Central, por supuesto
Hoy en día no habría dudas para ubicar a Enric Gensana i Merola (Lleida, 3 de junio de 1936-Barcelona, 28 de septiembre de 2005) en una determinada posición. Sería, si o sí, uno de los dos centrales. Su exuberante físico y su insultante dominio del juego aéreo así lo prescribirían, y aunque durante su forzosamente breve pero intensa carrera se movió por esa zona, ocupándose de las tareas propias del lugar, raramente lució a la espalda el dorsal número “5”, con el que por aquel entonces se distinguía a quien era el eje de la zaga, porque en el equipo de su vida, el Barça, esa teórica demarcación la cubrían futbolistas como Biosca, Brugué, Rodri, Garay y Olivella, y a Gensana le tocó actuar en la mayoría de las ocasiones como medio defensivo o de cierre, formando pareja ora con Vergés, ora con Segarra.

Un triunfador precoz
Fue un talento precoz. Y es que todo en su vida se desarrolló con rapidez. A los 18 años debutaba ya con el Lérida -entonces se llamaba así- en Segunda División. Recién cumplidos los 20 llegaba al Barça, y un año más tarde (aun no tenía 21) ya era internacional con la Selección Absoluta. Pero inauguraría los 26 con una grave lesión que ya iba a hipotecar el resto de su carrera, para retirarse prematuramente a los 30, e irse al otro barrio a los 69, él, que parecía un castillo inexpugnable para los delanteros contrarios, aunque para los imprevisibles avatares de la existencia humana no lo fuera tanto… Con un físico realmente privilegiado para la época -medía 1,86-, casi les sacaba la cabeza a la mayoría de sus compañeros de equipo.

20 partidos con el conjunto de la Terra Ferma fueron suficientes para que el Barça le echara el lazo. Corría la temporada 56-57, y el entrenador Domingo Balmanya, el entrañable Mingu, daba la alternativa a varios jóvenes pero suficientemente preparados futbolistas: Olivella, Vergés, Coll, Gensana….No jugará demasiado -12 partidos de Liga y 5 de Copa-, aunque bastan para llevarle a la Selección y convertirle en campeón de Copa. Con el combinado nacional “B” debuta el 8 de diciembre de 1956, cuando solamente lleva disputados siete encuentros en Primera División. El choque se celebra en Cagliari, la capital de la isla de Cerdeña, y se salda con triunfo mínimo español por 0 a 1, marcado por su compañero de equipo Justo Tejada, y la siguiente alineación: Carmelo; Olivella, Campanal, Valero; Vergés, Gensana; Tejada, Pepillo, Peiró, Del Sol y Collar.
Algunos meses más tarde -el 26 de mayo de 1957 en Madrid, Estadio “Bernabéu”- es ya integrante de la Selección “A”, en partido de clasificación para el Mundial de Suecia de 1958, pese a que España ya no tenía posibilidades de acudir a dicha cita, eliminada en la fase previa por segunda vez consecutiva (en 1954 lo había sido por la mano inocente de un muchacho italiano, que sacó la papeleta de Turquía en lugar de la nuestra, tras un desempate en Roma que no decidió nada). Jugaron esa tarde: Ramallets, J.C. Quincoces, Garay, Segarra; Verges, Gensana; Basora, Kubala, Di Stefano, Mateos y Gento, y España se impuso a Escocia por 4 a 1, con goles de Mateos, Kubala y Basora (2). Y culminará esa gran temporada como rookie con la conquista de la Copa del Generalísimo de 1957, en la famosa -y única hasta ahora- final barcelonesa, disputada en un ya decrépito Estadio de Montjuic frente al RCD. Español.

Baluarte de la zaga azulgrana
Al año siguiente ya se consolida del todo en el once titular azulgrana (30 partidos entre todas las competiciones), y obtiene su segundo título, la primera edición de la Copa de Ciudades en Feria (1955-1958). Pero antes había sido premiado como mejor jugador en un prestigioso torneo celebrado en Caracas y denominado “Pequeña Copa del Mundo”, en el que el Barça salió también triunfador. Gensana es ya una espléndida realidad: un defensor noble, limpio y de gran calidad, que se impone por sus condiciones físicas excepcionales, nunca por su dureza. Y precisamente las lesiones van a ser su cruz, cortando en seco una carrera fulgurante. Pero no adelantemos acontecimientos…Señalemos que además de magnífico jugador de contención, se incorpora con mucho peligro al ataque -algo entonces nada habitual- , y su aventajada estatura le permite conseguir no pocos goles en inapelables remates de cabeza (un par de docenas con el Barcelona, a lo largo de su no muy dilatada trayectoria, y dos con la Selección).

Campeón de Liga y Copa en la campaña 58-59, a las órdenes de Helenio Herrera, y nuevamente vencedor en el Torneo de la Regularidad en la temporada siguiente, en la que el Barça vuelve a ganar la Copa de Ferias en su segunda edición (1958-1960). Gensana ya es reconocido entre los mejores centrales del Continente, y ahora con el estupendo escaparate que supone el tomar parte en la Copa de Europa, aunque a los blaugrana se les escape la final del 61 frente al Benfica lisboeta, por culpa de unos condenados postes cuadrados empeñados en rechazar hasta cuatro balones. Con 25 años, el ilerdense se encuentra en la cima de su carrera, y tiene ante sí la perspectiva de consagrarse definitivamente en el Mundial de 1962 -al que por fin va a acudir España-, a celebrar en un Chile que aun se encuentra cicatrizando las heridas del terrible Terremoto de Valdivia de 1960. Pero…
Una retirada prematura
Una inoportuna lesión -siempre lo son-, sufrida en Grecia en el transcurso de una gira, le impide acudir al país andino, y ahí van a comenzar sus problemas. Aunque juega con cierta frecuencia en la temporada 62-63 (y un gol suyo es crucial para que el Barça llegue a la final de Copa, que conquistará en el propio “Camp Nou” frente a un todavía bisoño Real Zaragoza), ya no es el de antes. Y al año siguiente su participación será ya testimonial -Olivella cubre el eje de la defensa a plena satisfacción, tanto en el Barça como en la Selección Española-, reduciéndose a únicamente 4 partidos de Liga, en alguno de los cuales saltará al campo con un notable sobrepeso. Está a punto de cumplir los 28, pero puede decirse que como futbolista de élite ya está acabado. De hecho, no volverá a enfundarse la casaca azulgrana, y en la temporada 64-65 va a ser cedido a Osasuna junto con Montesinos y Zaldúa, para reforzar a los navarros, que atravesaban por una delicada situación en Segunda División. Los más optimistas esperan que pueda recuperar el nivel anterior, o al menos acercarse a él, pero sus expectativas se verán defraudadas.
Juega una docena de partidos con los rojillos, que al final consiguen la permanencia, y vuelve a reintegrarse a la disciplina barcelonista, junto a los otros dos futbolistas que estaban a préstamo, pero ahora, en lugar del primer equipo va a unirse al filial Condal, recién ascendido a la Categoría de Plata. En aquel equipo, donde despuntaban jóvenes como Rodés, Borrás, Rexach, Más, Pujol, Martí Filosía o Felíu, Gensana va a aportar su experiencia en las temporadas 65-66 y 66-67, actuando en una treintena de encuentros, hasta que -coincidiendo con el descenso condalista a Tercera- abandone definitivamente la práctica del fútbol. Deja atrás un palmarés envidiable, que pudo haber sido aun mejor de no mediar tantos quebrantos físicos: 2 Ligas, 3 Copas del Generalísimo y 2 Copas de Ferias, con más de 250 partidos disputados y 23 goles, habiendo sido 10 veces internacional “A” y 4 “B”. Con posterioridad va a dedicarse a sus negocios particulares, y a cultivar otra de sus grandes pasiones, la caza, falleciendo en Barcelona, también a edad muy temprana -69 años- el 28 de septiembre de 2005.