RESUMEN:

Con frecuencia cuando el barcelonismo recuerda la temporada 1960/61 se centra casi exclusivamente en la final perdida ante el Benfica en Berna. En efecto, fue su asalto frustrado a la Copa de Europa, sin embargo, no dejaba de ser el lógico colofón a un año convulso con el que el club inició un prolongado periodo

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Cuando el Barcelona estuvo a punto de ser expulsado de la Copa de Ferias (I parte)

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Con frecuencia cuando el barcelonismo recuerda la temporada 1960/61 se centra casi exclusivamente en la final perdida ante el Benfica en Berna. En efecto, fue su asalto frustrado a la Copa de Europa, sin embargo, no dejaba de ser el lógico colofón a un año convulso con el que el club inició un prolongado periodo oscuro y lleno de despropósitos. El fracaso deportivo no solo fue el reflejo de una pésima gestión que empezó con el cambio de entrenador por la mala marcha en Liga y que siguió con la dimisión de la directiva azulgrana; también hay que añadir que bajo ese ambiente enrarecido el equipo protagonizó unos graves incidentes en la Copa de Ferias que pudo costarle la expulsión de la competición. El gran trabajo de Francisco Román, presidente de la Federación Catalana de Fútbol y miembro del Comité Organizador de la Copa Ciudades en Feria fue decisivo para que el CF Barcelona pudiese competir en la edición 1961/62.

LOS ANTECEDENTES

La Copa de Ferias nació desplazada en el panorama futbolístico europeo por el éxito económico y deportivo de la Copa de Europa de Clubs Campeones de Liga. También influyó su heterogéneo Comité de Ejecutivo compuesto por representantes presenciales de la FIFA y la propia UEFA aunque la verdadera toma de decisiones correspondía a las federaciones nacionales junto a miembros de los ayuntamientos de los equipos participantes. Por eso la UEFA no recoge en su historial esta competición pues no era responsable ni de la organización ni de su realización.

Tras una primera edición con bastantes fallos de organización y previsión de fechas que la prolongó durante tres temporadas, el Comité Ejecutivo de la Copa de Ferias trató de superar esos problemas.

En primer lugar comprobó que la participación de clubs, aunque enmascarados como selecciones locales, dinamizó mejor el desarrollo del torneo. De hecho, de los cuatro semifinalistas en 1958 tres eran ciudades representadas por clubs: Lausana con el Lausanne-Sports, Birmingham con el Birmingham FC y Barcelona con el CF Barcelona. Así pues, para la segunda edición permitió que las federaciones participantes inscribiesen directamente clubs que competirían conjuntamente con selecciones de ciudades. Repitieron CF Barcelona, Inter de Milán, Birmingham City y Lausanne-Sports así como el Chelsea sustituyó a la selección de Londres y el Hannover 96 a la selección de Frankfort.

En segundo lugar, aunque agrupaba a los participantes por zonas y otros criterios, la competición se desarrolló desde la primera ronda ya por eliminatoria directa a doble partido, suprimiendo así la liguilla de la fase de grupos.

Y en tercer lugar, amplió el número de participantes de 12 a 16, abriendo la puerta a Olympique de Lyon (Francia), Union San Gil (Bélgica) y Újpest Dózsa (Hungría) además de permitir un segundo representante italiano, la Roma. También fue novedad la selección de Belgrado que ocupaba la vacante que había dejado Viena al haber renunciado a disputar ya la primera edición de la competición.

Con ello logró que la II Copa de Ferias se extendiese a lo largo de dos temporadas, y pese a haber reducido un curso, lo cierto es que no era un buen balance: ¡30 partidos en dos años!

De cara a la tercera edición repitieron prácticamente todos los representantes salvo que Inglaterra cedió una plaza, la de Londres, en beneficio de Escocia, que fue para el Hibernian de Edimburgo. El Comité Ejecutivo se comprometió a jugar todas las eliminatorias en un solo curso porque la UEFA apretaba y fuerte: había creado la Copa de Europa de Clubs Campeones de Copa, la Recopa, a imagen y semejanza de la Copa de Europa de Clubs Campeones de Liga. Con ello la Copa de Ferias quedaba relegada a un escalón más bajo todavía.

Sirvan estas líneas para presentar una visión global del panorama europeo de competiciones de clubs. Para completarlo hay que recordar que hasta ahora el Real Madrid había sido el vencedor de las cinco Copas de Europa disputadas y el CF Barcelona, la primera como representante de la Ciudad Condal, el de las dos ediciones de la Copa de Ferias. En otras palabras, los títulos europeos no habían salido de España y esto empezaba a preocupar a la UEFA, que no ocultaba su interés en abrir la relación de clubs en su palmarés.

EL PARTIDO DE LA VERGÜENZA

Aprovechando el hecho de que Copa de Europa y Copa de Ferias tenían diferente organizador, el CF Barcelona –el húngaro Ujpesti Dózsa también compitió en los dos torneos ese año- encaraba la temporada 1960/61 con dos frentes internacionales abiertos y dispuesto a triunfar en ellos. No hace falta puntualizar que el objetivo prioritario era la Copa de Europa con el aliciente de desbancar a su eterno rival sin renunciar a mantener su hegemonía en la Copa de Ferias, algo que se presentaba bastante accesible si se miraba el potencial de los participantes. En el plano nacional, el potencial de la plantilla azulgrana le permitía aspirar a firmar su tercera liga consecutiva, un hito hasta entonces no alcanzado por ningún club español.

Y empezaron irresistibles: en Liga cuatro victorias en cuatro partidos, en Copa de Europa salvaron la primera ronda con dos victorias sobre el modesto Lierse belga… hasta que llegaron los primeros contratiempos. En las jornadas 5ª y 7ª, dos salidas y dos derrotas cediendo el primer puesto al Real Madrid al que a partir de ese momento vio cómo se alejaba cada vez más. En la Copa de Ferias se deshizo de la Selección de Zagreb, que en realidad era el Dynamo de dicha ciudad, vigente subcampeón yugoslavo con ciertos apuros, pues tras empatar en la ida, en la vuelta los visitantes se pusieron con un preocupante 0-2 solventado con una eficiente reacción barcelonista con goles de Luis Suárez, Eulogio Martínez, Gensana y Czibor.

En noviembre se disputó la histórica y polémica eliminatoria Real Madrid-CF Barcelona (2-2 y 1-2) en la que se destronaba a los blancos, convirtiéndose el CF Barcelona en el aspirante con más posibilidades para hacerse con el máximo título europeo. Cierto es que el Real Madrid se vengó en Liga con un 3-5 en el Camp Nou lo que invitaba al barcelonismo a centrarse en Europa y dejar de lado del título nacional de Liga.

Entonces, en pleno diciembre llegó la segunda eliminatoria de la Copa de Ferias. Esta vez el rival era presuntamente mucho más fácil ya que el Hibernian de Edimburgo era un equipo de la zona media de la liga escocesa que además no contaba con ningún jugador internacional en esos momentos. Esa temporada habían protagonizado un comienzo de temporada desastroso: los ocho primeros partidos de Liga fueron ocho derrotas. Luego fueron enmendando la situación y en las siguientes ocho jornadas sumaron 10 puntos: 4 victorias, dos empates y dos derrotas. Para el Hibernian no hubo primera ronda en la Copa de Ferias dado que el Lausana, su rival, se retiró de la competición.

Debió jugarse la ida el 14 de diciembre de 1960 en Edimburgo, pero aquella noche la niebla impidió que se disputase el encuentro. Así decía el acta: Los cuartos de final, que debían ser jugados el 14 de diciembre de 1960 han sido aplazados por el árbitro alemán señor Malka, de Dusseldorf, debido al mal tiempo y a la intensísima niebla reinante. La firmaban el propio árbitro, Johannes Malka, Harry Swan por el Hibernian y Antonio Juliá de Campmany por el Barcelona.

Ese mismo día se confirmó el 27 de diciembre para que se jugase en Barcelona en espera de que ambos clubs propusieran para el partido aplazado una nueva fecha que aprobasen el Comité de la Copa de Ferias y las dos federaciones nacionales implicadas.

Así pues, la vuelta se tradujo en la ida y lo que los escoceses temían que se convirtiese en un varapalo económico pues podrían perder por goleada y desmotivar a su público para el segundo partido, fue todo lo contrario. El sorprendente 4-4 en el Camp Nou dejaba la eliminatoria abierta. Los escoceses se pusieron 0-2 antes de los veinte minutos. Luego Kocsis restableció el empate pero en los minutos 74 y 75 Preston y Baker volvieron a distanciar al Hibernian por dos goles. En el 84 Kocsis y en el 87 Evaristo fijaron el resultado que obligaba a ganar en Edimburgo.

Un triunfo en Easter Road, el campo del Hibernian, no debía ser una hazaña memorable, sino más bien un trance necesario para poner las cosas en su sitio. Sin embargo, al hecho natural con que los seguidores escoceses apoyan a su club se añadían otros factores, como la gran racha de resultados que el Hibernian había logrado entre diciembre y enero –ocho partidos consecutivos sin perder en liga y superadas las dos primeras rondas de Copa, incluido un 15-1 sobre el modesto Peebles Rovers-. Mientras que en Barcelona ya se había apagado la euforia por haber eliminado al Real Madrid en la Copa de Europa y la realidad era que el equipo ocupaba el cuarto puesto en la clasificación liguera a ¡15 puntos! del Real Madrid. En la jornada 16ª el empate en casa ante el Atlético Bilbao le costó el puesto al entrenador Ljubiša Broćić –entonces se quedó a ocho puntos del líder- y fue sustituido por Enrique Orizaola, que más bien empeoró los resultados.

Así pues de los pronósticos que se dieron en su momento a mediados de diciembre para el partido que luego sería aplazado no quedaba nada. Todo se presentaba más igualado.

Portada del programa oficial del partido Hibernian FC-FC Barcelona del 22 de febrero de 1961.

Justo cuatro días antes del partido contra el Barcelona el Hibernian vio cómo se rompía su racha triunfal al caer en campo del Celtic por 2-0. Eso no debilitó los ánimos de los seguidores del Hibs que llenaron hasta la bandera el Easter Road. Y no salieron defraudados porque su equipo dio la talla ante un Barcelona muy comprometido con el triunfo ya que ahora su objetivo era lograr un histórico doblete europeo, porque el modesto Spartak Hradec Králové esperaba en marzo para los cuartos de final de la Copa de Europa.

Encabezamiento de la crónica El Mundo Deportivo del 23 de febrero de 1961

El encuentro empezó mal para los españoles que recibieron a los 11 minutos el primer gol. Sin embargo su reacción fue contundente y antes del descanso Eulogio Martínez y Kocsis voltearon el resultado y la eliminatoria.

Pero la segunda parte, al jugar de manera más conservadora, se complicó cuando el Hibernians logró la igualada en el minuto 73. Ese resultado llevaba a un partido de desempate en Barcelona –como habían acordado previamente ambos clubs- con lo que todavía no se encendieron las alarmas en el equipo barcelonista hasta que… en el minuto 84 el árbitro sancionó con penalti una jugada en el área visitante. Transformado en gol por el veterano Kinloch subía al marcador el 3-2. ¡El Barcelona quedaba eliminado!

EL RELATO DE LOS HECHOS EN LA PRENSA BARCELONISTA

En un intento de equidistancia periodística Carlos Pardo, en la página 2 de El Mundo Deportivo explicaba: McLeod, internado en el área, cayó derribado, según los escoceses por Garay, y por resbalar él mismo arrastrando en la caída al barcelonista según la versión española que podríamos sacar del encuentro. En el mismo artículo apuntaba: Solamente es objetivo consignar que en dos ocasiones anteriores de falta a delanteros escoceses en el área pitó faltas indirectas, lo que a primera vista, parece confirmar que el árbitro alemán hila bastante delgado, en lo que entre líneas fatídicas sucede.

En la crónica cuyo encabezamiento se cita en el presente artículo se narraba así la jugada: Adelanta McLeod y Garay se interpone cayendo ambos, decretando el árbitro falta grave. Y sigue la narración: El castigo origina una serie de incidencias por lo dudoso de la falta, que duran algunos minutos, siendo al final Kinloch el que convierte aquel en gol, que había de ser del triunfo, pues aun cuando hasta el final, que se prolongó hasta cinco minutos, el Barcelona intentó el nuevo empate, que no llegó por la gran defensa de los escoceses se hartaron de batallar, aunque con dureza excesiva. […] Cuando el árbitro señaló el final del casi dramático encuentro, el público dedicó una entusiasta y prolongada ovación a sus jugadores. No podemos decir lo mismo sino todo lo contrario en relación a los españoles y casi podríamos añadir a los acompañantes.

En otro fragmento de la crónica la narración cobra un carácter más partidista pues queda en evidencia que hay una clara omisión de protagonistas en el relato: Garay perseguía a McLeod que entraba en el ángulo del área, cayeron ambos al suelo, arrastrado el vasco por el escocés, salió despedido el balón en peligro hacia fuera y el alemán decretó un penalti, tan inatendido por todos que los azulgrana no quisieron aceptarlo por bueno, como no se aceptaba desde la fría tribuna por los también sorprendidos espectadores. Continuaba con un fragmento que merece pasar a la antología del mal periodismo: Retrocedió el árbitro hasta el centro del terreno, entraron en este los fotógrafos, tras ellos surgieron prosopopéyicamente los policías, que consiguieron poner orden momentáneo expulsando a los invasores. Omite que el árbitro retrocedió hasta el centro acosado por los jugadores del Barcelona hasta el punto que tuvo que intervenir la policía para poder ejecutarse la falta. El cronista barcelonista completaba la narración ignorando de nuevo el comportamiento de los azulgranas: Lanzó el castigo Kinloch, con dureza y colocación, se reprodujeron las escenas desagradables y hubo una nueva invasión de fotógrafos y de policías y se necesitaron un par de minutos para restablecer la calma de nuevo.

ASÍ LO CONTARON EN MADRID

Antonio Valencia, subdirector del periódico Marca en la ficha del partido relata la jugada del tercer gol escocés: ochenta y cuatro minutos y medio. Escapada del McLeod, que dribla a un medio y se interna en el área, perseguido por Garay. Cuando ha perdido el balón y casi el equilibrio, Garay le entra, rodando los dos por el suelo. Ante la estupefacción de los españoles, el árbitro decreta penalti, que al cabo de una serie de incidentes que relatamos en la crónica transforma imparablemente Kinloch en el tanto de la victoria.

Y así nos cuenta esos incidentes: “El árbitro señaló penalti ante la indignación de los jugadores del Barcelona y la alegría general de la parroquia. Para esta era como si el propio Papá Noel les mandase el regalo correspondiente a la fecha en que debió haberse jugado este encuentro aplazado. Medrano y varios jugadores azulgranas se comían al árbitro a empujones. Escuadras de de “policemen” invadieron el terreno de juego para poner orden, mientras los jugadores escoceses se sentaban en el césped con la tranquilidad de ver el final de la película. Dos o tres minutos de interrupción se sucedieron hasta que Kinloch tiró el castigo imparablemente.

Como se puede comprobar, el periodista madrileño enfoca la información más ajustada a los hechos.

El semanario Marca Gráfico añadió estas secuencias gráficas para documentar los hechos:

Segarra se acerca al árbitro mientras un policía le retiene por el hombro

Medrano y Foncho se encaran hacia el árbitro. Otro azulgrana es frenado por un jugador del Hibernian.

La policía protege al árbitro cuando los jugadores se dirigen al vestuario, no sin increparle alguna palabra.

DECLARACIONES DE LOS PROTAGONISTAS

En El Mundo Deportivo se recogían los comentarios de algunos jugadores barcelonistas:

Orizaola (entrenador): La verdad, en mis experiencias futbolísticas la de esta noche ha sido inédita. No recuerdo decisiones arbitrales tan parciales como la presente.

Segarra: En los quince años que llevo jugando al fútbol, jamás fui testigo de tamaña injusticia. Tanto mis compañeros como yo hemos reaccionado de la forma lógica. Estábamos sulfurados y nos sobraba razón. Considero que el Hibernian no nos ha eliminado sobre el campo. El arbitraje ha sido un factor esencial.

Medrano (que jugó en lugar de Ramallets): Lo verdaderamente trascendental es que hemos sido eliminados sin causa y razón alguna. Ha sido un crimen el penalti decretado. Hasta entonces llevábamos el encuentro con brillantez e ilusión. Queríamos ofrecer este triunfo a los aficionados azulgranas y barceloneses.

Gensana: El resultado lo considero anormal. Las causas podrían definirse en un solo culpable: el árbitro.

Al día siguiente, a su regreso a Barcelona los jugadores ampliaron sus declaraciones:

Garay: A McLeod no llegué siquiera a rozarle. El fue a un balón que le adelantaron, lo perdió, resbaló, cayó, pero sin hacer teatro. Medrano recogió tranquilamente el balón y en esto el árbitro decretó penalti. Nuestra sorpresa e indignación no es para describir. El Mismo McLeod quedó sorprendido y su gesto quiso decir “yo no tuve la culpa, son cosas del fútbol”. Pero no solamente en este aspecto nos perjudicó sino en otros. Pregunta a Vergés, por ejemplo.

Vergés: Sencillamente que en la jugada del segundo gol que encajamos fui desplazado descaradamente por Baker en el momento mismo en que iba a despejar el balón de cabeza. Al no poderlo hacer, la pelota fue a Preston y este la alojó en las redes. Protesté, pero ¡para qué! El árbitro ni se dignó a escucharme. Luego la jugada del penalti que se sacó de la manga. Fue lamentable.

Medrano: Garay, lo vi perfectamente, no tocó al extremo que perdió la estabilidad a causa de la velocidad que llevaba al pretender hacer un quiebro con el cuerpo. Al instante creí que el árbitro tocaba falta del jugador escocés por obstrucción o fuera de juego. Nunca pensé en el penalti.

Pero quien puso en guardia a todos fue Francisco Román, que actuaba como delegado del CF Barcelona en Edimburgo: ¿El penalti? No fue tal penalti. El árbitro estuvo mal. Desde luego, haré un informe del partido y de la actuación arbitral…

-¿Situación del Barcelona ante la próxima Copa?

-Según el reglamento es el Comité quien prescribe la actuación o concurso de los clubs en el Campeonato. Por lo tanto, hasta la próxima reunión del Comité no podrá saberse si el Barcelona jugará o no esta Copa. Con todo, yo creo, yo desearía que el Barcelona la jugara. Es más, yo deseo que sean dos equipos españoles que intervengan en la misma.

Un día más tarde, el 24 de febrero, Marca publicaba unas declaraciones del árbitro Johannes Malka. El texto decía así:

         El colegiado alemán, que lleva dirigidos 4 encuentros internacionales e interciudades, declaró: “Esta es la primera vez que he sido atacado y protegido por la policía”. Luego dijo: “Fue un mal partido, pero de ello puede culparse a los españoles, Pude haber dado por terminado el partido, pero no quise. Ahora lo que deseo es olvidar todo”. Malka enviará un informe a la FIFA,

         Al preguntársele si estaba dispuesto a dirigir otro partido al Barcelona, Malka, tras sonreír, replicó: “Sí, por supuesto, pero me pondría espaís en las botas, me haría con una pistola, y si tuviera que pitar penalti, me aseguraría de que una patrulla de policías estuviese cerca de mí antes de señalarlo”.

ASÍ LO VIO LA PRENSA BRITÁNICA

Hugh McIlvanney en The Scostsman: Herr Malka, el árbitro alemán, fue atacado por los jugadores del Barcelona y brutalmente golpeado sobre el césped después que el Hibernian hubo marcado a causa de un penalti el gol que eliminó al campeón español fuera de la Copa Ciudades en Feria. El árbitro corrió como un hombre que teme por su vida mientras cuatro jugadores, dirigidos por Suárez, el internacional interior izquierda, se lanzaban furiosamente hacia él tan pronto como el penalti de Kinloch penetró en la meta.

El árbitro fue derribado sobre la hierba, y sus perseguidores estaban a punto de darle una buena paliza, cuando docenas de policías surgieron sobre el campo con el fin de rescatar a herr Malka. También se revolvieron contra los obsesionados jugadores españoles hasta que por fin se logró dispersarlos. Todavía entonces Suárez, Garay, Segarra y algunos otros intentaron agredir al oficial. Algunos jugadores del Hibernian que intentaron apaciguarlos fueron también empujados.

Transcurrieron más de siete minutos antes de que el juego pudiera ser restablecido… A la terminación del partido, herr Malka, prudentemente, se situó a poca distancia de donde estaban los protectores “policemen”. Uno de sus jueces de línea tuvo menos suerte, y uno de los jugadores españoles le dio una buena patada cuando se dirigía hacia el vestuario.

Tal fue el vergonzoso final del más vergonzoso episodio que el fútbol profesional escocés ha visto en la memoria de vivos.

El árbitro Malka y sus dos jueces de línea no llegaron al hotel hasta una hora y media después de su deprimente experiencia en Easter Road. Aunque la cara gris ceniza de herr Malka denunciaba bien a las claras su estado de ánimo, no dudó en conceder una entrevista, Dijo que haría un completo informe con destino a la FIFA, pero que no podría dar el nombre de ningún jugador determinado que le pateara o golpeara, aparte del del portero Medrano, que en realidad estaba más nervioso que agresivo. Añadió que después de haber arbitrado más de cuarenta encuentros entre internacionales e interciudades, “era la primera vez había sido atacado necesitando la protección de la policía”. El árbitro fue ciertamente empujado, derribado y pateado por un jugador del Barcelona, mientras que el juez de línea fue también derribado y pateado, según dijo, por el delantero centro del Barcelona, Martínez.

El Daily Record: Los hinchas escoceses contemplaron asombrados que cuando el Hibernian lograba superar el empate con los españoles, estos desencadenaron sobre el campo un verdadero motín. Solo la intervención de la policía pudo salvar al árbitro alemán. Uno de los directivos de la Copa Ciudades en Feria dijo: “Me parecía estar más en Sudamérica que en Escocia”.

El defensa barcelonista Foncho permanecía ante el semicírculo de hombres de azul con los puños levantados, como si estuviera dispuesto a lanzarse contra todo el grupo. El entrenador del Hibernian se unió a la policía sobre el campo. Después de muchas gesticulaciones y esfuerzos y ordenados los 22, el juego continuó.

Dentro del vestuario, la tensión continuó aún después del partido. El árbitro pidió un médico, acudiendo el del Hibernian. El del Barcelona solicitó acudir también, pero no se lo consintieron hasta después, lo cual hizo. La policía formó un sólido callejón para ver desfilar al Barcelona hacia el autobús. El equipo, que salió antes que el árbitro, se dirigió al tren. Herr Malka viajó en el mismo, solo que algunos coches más lejos y sin que lo supieran los españoles.

Los directivos españoles han felicitado a los vencedores: “Hemos ganado la Copa desde que se fundó. Justo es que ustedes la ganen también”. Preguntados si les preocupaba alguna futura actuación disciplinaria con el club, el vicepresidente del Barcelona se encogió de hombros de manera muy expresiva y muy española: “Creemos que no. Todo ha sido cuestión de nervios”.

Alec Young en The Scottish Daily Mail: “La batalla de Easter Road”.- Mientras que la afición al fútbol crece más y más, igualmente parecen extenderse las complicaciones que trae consigo. Temperamentos violentos, excitadas multitudes que vocean, grandes cantidades de dinero de por medio… todo esto aumenta en gran manera la tensión.

Ahora, la talla de Estar Road. El juego está ya próximo a los últimos minutos. El Hibernian obtiene un penalti. Los del Barcelona se precipitan a protestarle al árbitro. Pero la decisión es firme…

Con este resultado termina una de las grandes atracciones de dinero y también con el de que la reputación española haya caído un poco más bajo”.

RECAPITULACIÓN DE LOS HECHOS

Posiblemente la versión de Antonio Valencia en Marca sea la más fiable y sobre ella se puede reconstruir mejor los acontecimientos deportivos y extradeportivos:

El Barcelona estaba ganando un partido que se complicó cuando el rival, a base de entrega y orgullo, logró igualar. No era mal resultado porque con el empate quedaba la opción de un tercer partido que además estaba acordado que se jugase en Barcelona. Pero todo se vino al traste cuando el árbitro sancionó con penalti una jugada fortuita en el área barcelonista. Para los españoles fue una decisión injusta, aunque en un comentario de El Mundo Deportivo se señalaba que previamente el árbitro ya había sancionado al Barcelona con dos libres indirectos dentro del área y que ante esta tercera, presionado por el público, optó por conceder el penalti.

Entonces los jugadores barcelonistas acosaron al árbitro hasta el centro del campo protestando, llegando a intervenir la policía para que la falta se pudiese ejecutar. Una vez consumado el 3-2 de nuevo los jugadores españoles reaccionaron incluso de manera más violenta contra el juez que necesitó de nuevo de la intervención de las fuerzas de orden público. El partido pudo reanudarse y completarse, incluidos unos cinco minutos de prolongación para compensar el tiempo perdido durante los incidentes. Finalizado el partido, los jugadores del Barcelona manifestaron verbalmente su descontento con la decisión del penalti.

Esta reconstrucción deja en evidencia el relato de la prensa británica malintencionado y con signos claramente hispanófobos: señalan a Luis Suárez como director de las protestas y agresiones con la intención de cargar sobre el mejor jugador barcelonista y recientemente premiado con el Balón de Oro de France Football toda la responsabilidad; denuncian que tiraron al suelo y patearon al árbitro, pese a que no hay ninguna foto, ni en la prensa británica ni en la española, que  confirme ese hecho; ponen en voz de un  supuesto directivo de la Copa de Ferias un frase xenófoba como “Me parecía estar más en Sudamérica que en Escocia” sin citar su nombre ni su cargo. Descartando que lo hubiese dicho Francisco Román el otro sospechoso de haber hecho tal comentario era Stanley Rous, aunque no consta en ninguna crónica que se hubiese desplazado para asistir a tal partido.

Posiblemente la mejor prueba de que el relato británico es totalmente falso la confirme la actuación arbitral. Todo da a entender que los jugadores barcelonistas se extralimitaron en sus protestas llegando a empujar al árbitro, eso sí, sin llegar a derribarlo. Pero este no llegó a expulsar a ningún jugador, quizá sobrepasado por la situación. Y después del 3-2, recrudecidas las protestas españolas, el árbitro no suspendió el partido y, es más, lo prolongó cinco minutos, tiempo en el que el Barcelona estuvo buscando el empate. Al final, en el supuesto informe que debía enviar a la FIFA tampoco dio nombres de jugadores.

Continuará

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