Entrevista a Ángel María Villar (parte 1): 30 años de presidencia de la RFEF
De Víctor Martínez PatónEl número de septiembre de 2020 de los Cuadernos de Fútbol está íntegramente dedicado al centenario de la Selección española de fútbol, y qué mejor manera de encabezarlo que con una larga entrevista con el presidente más importante que la RFEF ha tenido en estos cien años. Y no solo por haber sido quien más tiempo ha dirigido el máximo organismo de nuestro fútbol, sino porque con él se ha conseguido el máximo logro de nuestra historia: ganar el Mundial, hazaña de la que ahora se cumplen diez años.
Conocí personalmente a Villar en 1997, en la sede de la RFEF en Alberto Bosch. Y recuerdo muy bien que la impresión que me generó fue muy parecida a la que he vuelto a tener ahora al hablar con él: el presidente del fútbol español era una persona sencilla, inteligente, y muy amable. Yo apenas tenía 15 años, pero recuerdo muy bien su respuesta a un comentario mío sobre un tema que no recuerdo: “¡cómo vienen los jóvenes!”, dijo entre risas. Desde aquella vez siempre que nos cruzamos fue igual de amable conmigo, por lo que despertó en mí un aprecio que fue alimentado por Félix Martialay, que siempre hablaba de Villar con respeto, consideración, y hasta con cariño: “es muy buena persona”, decía don Félix. Hoy yo tengo la misma edad con la que él empezó su presidencia de la RFEF, y al concederme esta entrevista Villar vuelve a ser tan amable como lo fue aquella primera vez.
El presidente más laureado del fútbol español fue futbolista antes que presidente. ¿Tiene algún recuerdo particular de sus 22 partidos como internacional?
Recuerdo perfectamente todos mis partidos internacionales, pero es que tengo un recuerdo muy vivo de toda mi etapa como jugador, y no solo de la primera división, también me acuerdo muy bien de cuando siendo muy niño jugaba en el barrio a dar con el balón a las persianas de las puertas de entrada del campo de San Mamés.
Piense que el campo estaba muy cerca de mi casa, tanto que podía ver el fútbol sin moverme de allí. Y un detalle, en esa casa tan futbolera fue donde yo nací, porque mi madre dio a luz en casa con la ayuda de mi abuela Sofía, que era comadrona.
Y tenga en cuenta que antes de llegar a internacional absoluto jugué en los infantiles y juveniles del Athletic, en regional preferente con el Galdácano y con el Guecho en tercera división. Después en el año 1971 fiché otra vez por el Athletic, y jugué 345 partidos oficiales entre Liga, Copa y competiciones europeas.
En la categoría absoluta de la Selección española jugué 22 veces, y tengo recuerdo muy claro de todos los partidos. Me acuerdo muy especialmente de mi primer partido, cuando debuté contra Turquía el 17 de octubre de 1973 en Estambul en un amistoso para celebrar el 25 aniversario de la Federación Turca. Y también del último partido el 9 de diciembre de 1979: lo jugamos en Limasol y ganamos a Chipre por 3-1, en el que metí un gol a pesar de jugar lesionado. Para aquel último partido yo no había sido inicialmente convocado, pero me llamó Julián del Amo y me dijo que Kubala me necesitaba, así que me presenté en Madrid. Yo insistía en que no podía jugar porque estaba lesionado, pero el caso es que jugué y hasta marqué el primer gol de España. Con esa victoria nos clasificamos para la Eurocopa de 1980.
También me acuerdo muy bien de mi participación en el grupo de clasificación en el Europeo de 1976 de Yugoslavia y la ya citada de Italia de 1980. Fue muy importante la clasificación para el Campeonato del Mundo de 1978 de Argentina, porque España no se había clasificado para las fases finales anteriores de 1970 y 1974. Desde 1978 nos hemos clasificado a todas.
Fíjese que jugar un partido internacional es muy especial, lo primero por la belleza y la responsabilidad que supone representar a tu país. Y además, porque supone que para el seleccionador nacional, en mi caso Ladislao Kubala, eres uno de los mejores de tu profesión en ese momento.
En definitiva, le aseguro que tengo recuerdos muy entrañables de todas mis etapas como futbolista.
¿Cree que influyó en su labor como presidente el haber jugado con España?
Sin ninguna duda. Mi actividad como jugador en todas las categorías del fútbol español, y por supuesto en la Selección, me dio un conocimiento significativo de parte del fútbol sin la que mi labor como presidente de la RFEF no habría sido en absoluto igual.
Normalmente un exfutbolista opta por ser entrenador, pero usted optó rápidamente por ser directivo.
Efectivamente. Y recuerdo que ya mis compañeros del Athletic siempre me decían que cuando dejara de ser jugador iba a ser dirigente y no entrenador.
Desde muy joven me gustaba defender a mis compañeros, y por ejemplo acompañaba a los capitanes del equipo para discutir con los directivos cada temporada los derechos de los jugadores de la plantilla. Así que llegó un momento en que me di cuenta que debía estudiar Derecho, dejé mis estudios de Químicas en que estaba matriculado y empecé la carrera de Derecho en la Universidad de Deusto con el único fin de estar más preparado para poder defender mejor a mis compañeros. Recuerdo incluso que les hacía a mis compañeros la declaración de la renta, les redactaba las cartas que querían mandar a los directivos, etc.
Incluso siendo todavía futbolista estuvo en la fundación de la AFE en 1978. ¿Qué recuerdos tiene de aquello?
Sí, yo fui uno de los que en 1978 constituyó la AFE, y llegué a ser vicepresidente. También estuve en la primera huelga de los futbolistas profesionales en marzo de 1979, que tenía cuatro objetivos: abolir el derecho de retención, que se nos considerara trabajadores por cuenta ajena, que se nos diese de alta en la Seguridad Social, y tener un régimen fiscal especial.
Al poco tiempo de la huelga se dictó el Real Decreto 318/1981, de 5 de febrero, que nos reconocía como trabajadores por cuenta ajena, y acordaba la obligación de los clubes de darnos de alta en la seguridad social. Aquellos días apasionantes, reivindicativos, de unidad de los jugadores fueron de mucha actividad. Fuimos a hablar los representantes de los jugadores con varios ministerios, y conseguimos al final nuestros objetivos.
Con solo 38 años llegó a la presidencia de la RFEF. ¿Qué Federación y qué fútbol español se encuentra a su llegada? Si tuviera que destacar tres objetivos que marcaron su acción presidencial, ¿cuáles serían? ¿Y cree que cumplió con ellos?
Sí es cierto, llegué a la presidencia con 38 años, pero no se olvide que desde 1981 y hasta que fue elegido presidente de la RFEF fui presidente de la Federación Vizcaína de Fútbol, era joven pero tenía experiencia de gestión.
Mi primer programa electoral de julio de 1988 abarcaba 26 objetivos. Unos eran más importantes que otros, unos de más contenido que otros, y unos más urgentes que otros. Pero todos ellos eran importantes, y por eso me comprometí a cumplir con todos ellos. Y eso hice, cumplí íntegramente mi programa electoral. Y no solo lo digo porque lo recuerde bien, sino porque tengo en casa el programa y de vez en cuando me gusta releerlo.
Después gané otras siete elecciones consecutivas, y no le exagero si le digo que he cumplido todos los programas electorales que confeccioné para cada una de esas elecciones.
De esos objetivos, ¿había alguno por encima de los demás?
Sin duda. Mi objetivo principal como presidente era conseguir éxitos deportivos, y a ello dediqué todos mis esfuerzos durante los 30 años de presidente. Para conseguirlo diseñé organigramas específicos que permitieran dotar de una organización estable a las selecciones nacionales, dediqué todos los recursos económicos, humanos y materiales que me fue posible.
Y humildemente creo que ese objetivo con el que me presenté a la presidencia en 1988 se ha cumplido. Y no piense solo en el Mundial de 2010 o las Eurocopas de 2008 y 2012, piense también en la medalla de oro en Barcelona 1992, la de plata en Sydney 2000, el mundial sub-20 de 1999. Y a eso súmele, por ejemplo, dos campeonatos del mundo consecutivos de fútbol sala en 2000 y 2004, y siete campeonatos de Europa (1996, 2001, 2005, 2007, 2010, 2012 y 2016). Pero no quiero olvidarme de las decenas de títulos que hemos ganado con las selecciones inferiores, que en gran medida servían para construir un modelo que fue el que nos llevó a los mayores éxitos. En particular tres campeonatos de Europa sub-21 (1998, 2011 y 2013), 8 campeonatos de Europa sub-19 (1995, 2002, 2004, 2006, 2007, 2011, 2012 y 2015) y otros 7 campeonatos sub-17 (1991, 1997, 1999, 2001, 2007, 2008 y 2017). Y en el fútbol femenino ganamos la Eurocopa sub-19 en dos ocasiones (2004 y 2017).
A todo ello se le añaden los éxitos deportivos de nuestros clubes: campeones de Europa, campeones del mundo de clubes, campeones de la Liga de Europa, de las Supercopas europeas… Han sido años dorados también para el fútbol español de clubes.
¿Y qué supuso para el fútbol español la construcción de la Ciudad del Fútbol en Las Rozas?
Era uno de aquellos 26 objetivos que le he dicho que me marqué desde el principio: la construcción de una ciudad deportiva. Cuando yo era jugador de la selección nacional absoluta tuve que entrenarme a veces en campos de barro y algunas veces incluso en parques. Sabía que eso no podía seguir igual.
Porque además le diré que en la consecución de todos esos títulos que hemos señalado, ha tenido un papel muy importante el contar con una ciudad deportiva como la que construimos en Las Rozas, que es modelo en todo el mundo, y de la que estoy profundamente orgulloso. Porque da estabilidad a los jugadores, que siempre se entrenan en el mismo sitio, y eso ayuda mucho a generar dinámicas de grupo muy positivas.
Y algo muy importante que no quiero dejar de señalar: de los 38 millones de euros que costó más o menos su construcción, el 30% de los fondos provinieron de dinero público y el 70% de dinero privado. Y un detalle fundamental: ese 30 % de dinero público se había generado a su vez a través del fútbol, porque procedía de las quinielas.
Y en cuanto a la parte administrativa o estructural de la propia RFEF, ¿qué objetivos tenía?
En este sentido diferenciaría una vertiente interna y una vertiente externa. Internamente quería que todos los estamentos del fútbol participaran en la junta directiva de la RFEF: clubes de primera, segunda y tercera; presidentes de federaciones territoriales; presidente del comité técnico de entrenadores; presidente de comité técnico de árbitros, y a los jugadores, representados por tres miembros de la AFE. Todos, absolutamente todos tenían que estar en la junta directiva.
Por otro lado siempre tuve muy claro que había que ayudar a las federaciones autonómicas y al fútbol aficionado. Eso era para mí una prioridad que desarrollé tanto como pude. Fíjese que el 60% de los presupuestos de las federaciones regionales dependía directamente de la RFEF, lo que les permitió aumentar notablemente sus respectivos presupuestos. En muchos casos gracias a esa financiación pudieron adquirir sus domicilios sociales o construir numerosos campos de fútbol. Y todo ello intentamos siempre que fuera con fuentes de financiación privada y no pública, por ejemplo llevando a la selección absoluta a jugar partidos por toda España. La multiplicación de la inversión en el fútbol aficionado y las federaciones autonómicas fue exponencial durante mi mandato.
Y en lo que llamo la vertiente externa, tenía muy claro que además de la estrecha colaboración que teníamos con muchas federaciones extranjeras, España y su federación tenían que estar representados en las organizaciones que toman las decisiones que afectan al fútbol español. Tuve la suerte de poder representar a la RFEF 20 años en el comité ejecutivo de la FIFA y 26 años en el comité ejecutivo de la UEFA, y en ambas llegué a ser vicepresidente primero. De esta última tuve el honor de actuar como presidente durante un año cuando sancionaron a Platini.
¿Algún otro de esos objetivos que quiera destacar?
Sí, desde luego. Ya le he dicho que los 26 objetivos de 1988 eran todos importantes, y tampoco crea que he cambiado mucho mi acción presidencial a lo largo de los años, al margen de los cambios evidentes que se fueron haciendo necesarios para adaptarnos a los tiempos y a las circunstancias que se nos iban planteando. Pero mis objetivos fundamentales siempre fueron los mismos.
Por ejemplo, uno de los temas importantes fue el cambio profundo de formato que introdujimos en la Copa del Rey, en la Supercopa, en la 2ª División B y en la 3ª División. Y creamos una competición que para mí era simbólicamente muy importante: la Copa de la RFEF, que concebimos como un campeonato de España para el fútbol aficionado. Por otro lado también creamos nuevas competiciones de selecciones territoriales no profesionales que permitieron competir a las diferentes federaciones autonómicas. Estas competiciones habían existido en el pasado, pero nosotros las recuperamos.
Además de todo ello también le dimos un nuevo formato al Campeonato de España de juveniles para que tuviera más importancia y fomentamos tanto el fútbol femenino como el fútbol sala para ayudar a su desarrollo, que cuando yo llegué a la presidencia era muy incipiente.
En la relación con otros estamentos, suscribimos convenios de colaboración con la Liga de Fútbol Profesional y la Liga Nacional de Fútbol Sala, apoyamos siempre a la Asociación de Futbolistas Españoles, y establecimos una colaboración estrecha con el Comité Olímpico Español, a cuyo comité ejecutivo pertenecí durante varias legislaturas.
Al margen de esto, el crecimiento del fútbol en estos años ha sido notabilísimo, en todos los aspectos: el número de clubes, equipos, jugadores y árbitros se ha multiplicado sin cesar. A modo de ejemplo, la Escuela Nacional de Entrenadores ha emitido unos 130.000 carnés de entrenadores con Mariano Moreno y Ginés Meléndez de directores.
Son cifras casi increíbles, pero ciertas. Imagínese cómo ha cambiado el fútbol, que el primer control antidopaje se hizo en España a los pocos meses de llegar yo a la presidencia.
Y por supuesto no solo en el fútbol masculino: el desarrollo del fútbol femenino ha sido espectacular, en 2015 nos clasificamos por primera vez para la fase final de un Campeonato del Mundo con Ignacio Quereda de seleccionador nacional. Y en el fútbol sala, como ya le he recordado, fuimos dos veces campeones del mundo y siete de Europa, constituimos la Liga Nacional de Fútbol Sala y hasta integramos a su presidente en la junta directiva de la RFEF. Y no me olvido de la selección nacional de fútbol playa, que jugó su primer partido en 1996.
Por último, durante mi mandato se han celebrado 19 partidos benéficos a favor de la AFE, hemos constituido un fondo de garantía para pagar a los jugadores y hemos apoyado la creación del sindicato de jugadores de fútbol-sala.
Usted también le dio mucha importancia a los árbitros
Por supuesto. Pero no es que yo les diera mucha importancia, ¡es que son muy importantes! Quizá la decisión más relevante que llevé a cabo fue la de realizar un cambio estructural del Comité Técnico de Árbitros para intentar colocar al arbitraje donde siempre se mereció estar. Y precisamente por ello me importó mucho aumentar tanto como pude los honorarios de los árbitros y sus asistentes.
¿Hubo algún fracaso en su gestión?
En el deporte, como en la vida, considero que no hay fracaso cuando haces todo lo que puedes por conseguir un resultado. Si pones todo lo que pones y a pesar de eso no lo consigues, no es un fracaso. Siempre di de mí mismo lo más posible, tanto en aquellas cosas que salieron bien como en las que no salieron bien, por lo que no me gusta hablar de fracaso.
Dicho eso, hay dos cosas que lamento no haber conseguido para el fútbol español: un título de campeones del mundo con la selección absoluta femenina y la organización de un gran torneo de fútbol masculino. Presentamos candidatura para la Eurocopa de 2004 que terminó organizando Portugal y para el Mundial de 2018, que se celebró en Rusia. Fueron dos desencantos porque lo intenté con todas mis fuerzas pero no lo conseguí.
Y le añado un comentario sobre algo que se criticó mucho durante mi mandato: se decía que no explicaba suficientemente las cosas que hacía. Pero es que yo siempre entendí que mi trabajo como presidente consistía en tomar decisiones y ejecutarlas. En otras palabras, no se trataba tanto de explicar como de ejecutar. Y fíjese hasta qué punto llevé esa máxima que en los treinta años de presidencia yo no pedí que se convocara ni una sola rueda de prensa, ni una. Siempre creí que a un presidente se le debe juzgar por lo que ejecuta, por lo que hace. A un hombre no hay que calificarlo, son los hechos los que lo califican. Pues eso.
Su presidencia fue de casi 30 años, ¿marcaría etapas diferentes? ¿Qué definirían estas etapas, sus objetivos o los equipos de personas con las que los llevó a cabo?
Pues fíjese que yo esas etapas creo que no están definidas por ninguno de los criterios que usted dice sino por las diferentes normas de derecho positivo aprobadas por el Estado, cuya administración siempre ha ejercido un gran intervencionismo sobre las federaciones deportivas nacionales y en particular sobre la RFEF.
Los ejemplos son numerosísimos, pero baste recordar la Ley 10/1990 del Deporte, a la que siguieron nuevas leyes, nuevos reales decretos, la creación de la Liga de Fútbol Profesional con personalidad jurídica o la reconversión obligatoria de los clubes en SAD. Todos ellos han sido cambios muy profundos en el deporte en general y en el fútbol en particular que no han venido del deporte sino de la política estatal.
Yo siempre he sido un profundo defensor de la independencia de la RFEF frente a los poderes públicos, lo que no siempre facilitó mi labor como presidente. Pero estaba convencido de que debía ser así, y por ello aposté siempre.
¿Qué Federación y qué fútbol español dejó al salir de la presidencia?
Lo primero que quiero decirle es que no puedo responder a esta pregunta en singular, es totalmente necesario hablar en plural. Yo no era el único que trabajaba en la Federación, pero sí tuve la gran suerte de dirigir a este grupo humano de directivos, de empleados, seleccionadores, jugadores, a un número importante de personas que pusieron su granito de arena para conseguir los grandes éxitos que consiguió el fútbol español.
Volviendo a su pregunta, le respondo recuperando los objetivos de los que ya hemos hablado. Dejamos una Federación muy activa y líder en el fútbol mundial, avalada por los grandísimos éxitos que tuvimos en los campeonatos de Europa y del mundo tanto de clubes como de selecciones a todos los niveles. Con sus dirigentes en los grandes órganos internacionales al máximo nivel, como las comisiones internacionales.
Con unas competiciones nacionales vistas y seguidas no solo en España sino en el mundo entero. Con muchos jugadores que formaban parte de los equipos ideales de Europa y del Mundo. Con grandes árbitros y con grandes entrenadores nacionales e internacionales.
En resumen, ese fútbol español que es referente en todo el mundo es el que dejamos al salir de la RFEF.
¿Qué dejó pendiente el presidente Villar que no pudo terminar?
Ya le he dicho que lamento no haber sido campeones del mundo de la categoría absoluta del fútbol femenino, y tenía un plan preparado para conseguir el título que lamentablemente no pude desarrollar. Espero no obstante que dentro de poco España sea campeona del mundo también de fútbol femenino.
Si ahora volviese a empezar, ¿qué haría diferente?
No nombraría a algunas personas para determinados puestos. Pero dicho eso, quiero insistir en que tuve en todo momento un magnífico equipo humano de directivos y empleados que trabajaron con lealtad, con entusiasmo y acierto por el bien del fútbol español.
¿Cuál fue su posición en relación con las selecciones autonómicas? ¿Hubo en algún momento posibilidad real de que Cataluña o el País Vasco llegaran a ser admitidas en la UEFA?
No solo aceptamos totalmente las selecciones autonómicas, sino que como ya le he dicho creamos competiciones específicas para ellas. Considero que en cierta medida son la base para otras competiciones y participaciones de nuestras selecciones nacionales.
A nivel internacional se ha permitido que las selecciones autonómicas jueguen con selecciones extranjeras, y de hecho han sido varias las selecciones que lo han hecho. Pero siempre con una condición: que no fuera en fechas en que jugaba la selección absoluta. Por ello solían elegir jugar en Navidad.
Aunque en algunos momentos todas las federaciones territoriales organizaron sus selecciones, actualmente ya solo juegan partidos amistosos de profesionales la Federación Catalana y la Federación Vasca. Pero durante mi mandato ni una ni otra solicitaron formalmente la inscripción en UEFA ni en FIFA. La federación se ha mantenido unida, y sin ninguna duda es algo de lo que también estoy muy orgulloso.
Sin embargo Gibraltar sí entró en la FIFA y la UEFA
El caso de Gibraltar es muy particular, pues para entrar en la UEFA se valieron de los estatutos que estaban vigentes en 1997, momento en que solicitaron su ingreso. Con los estatutos actuales, aprobados en 2001, sería imposible que se inscribieran porque el artículo 5 limita el acceso a los Estados independientes reconocidos por la mayor parte de los miembros de la ONU[1].
Como es sabido, y a pesar de sus estatutos de entonces, la UEFA negó su entrada como miembro a Gibraltar, que presentó recurso ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo de Lausana, que el 7 de octubre de 2003 dictó un laudo en virtud del cual se obligaba a la UEFA a aceptarlo como miembro[2].
A pesar de ello, y tras ser aprobado su ingreso provisional por el comité ejecutivo de la UEFA el 8 de diciembre de 2006, el congreso celebrado el 27 de enero de 2007 lo rechazó por 48 votos en contra y 3 a favor. De ese congreso recuerdo una intervención brillante del representante suizo: “mi país es un estado confederal, y si permitimos que las partes que integran los Estados entren a la UEFA, los que desapareceremos somos nosotros”.
Así que nuevamente la Federación de Gibraltar recurrió ante el TAS, que dictó un segundo laudo en 2011 en el mismo sentido que el primero, por lo que la UEFA no tuvo otra posibilidad que aceptarlo como miembro, lo que hizo provisionalmente su comité ejecutivo el 1 de octubre de 2012 y de forma definitiva en el congreso celebrado en Londres el 24 de mayo de 2013.
No obstante quiero recordar que en ese congreso había 54 votos, que hubo 53 favorables al ingreso de Gibraltar y 1 en contra, que fue el de España. También votamos en contra de su ingreso en la FIFA, lo que tuvo lugar el 13 de mayo de 2016 igualmente tras un laudo del TAS dictado el 27 de abril de 2016[3].
Usted ha sido vicepresidente de la UEFA y vicepresidente de la FIFA, ¿qué suponen esos puestos a nivel personal?
Efectivamente, y dicho sea con toda modestia, he sido vicepresidente primero de las dos instituciones más importantes en el mundo del fútbol: la UEFA y la FIFA. Y no se llega a esos puestos simplemente por ser presidente de la RFEF, porque lo primero que tienes que hacer es darte a conocer entre los representantes de las federaciones nacionales de otros países para que te voten en el congreso de la UEFA. Y tienen que saber cómo piensas, qué predisposición tienes con el fútbol, cuál es tu pensamiento respecto de los temas importantes.
En términos generales, acceder a un cargo de una institución internacional, ya sea en el ámbito público o privado, es extremadamente difícil porque son puestos muy exigentes y deseados por mucha gente. Me lo marqué desde el principio como un objetivo porque sabía que era bueno para el fútbol español, así que trabajé con mucho esfuerzo para conseguirlo. Y después conseguí algo que es incluso más difícil que llegar, que es mantenerse.
Por supuesto en esas altas instancias, como en todo en la vida, tienes que estar siempre dispuesto a ayudar, a colaborar, a echar una mano. Y muy importante, tienes que demostrar que los compañeros pueden contar contigo en las alegrías y en las penas, que sobre todo estas últimas a veces son demasiadas y muy duras. Si mientes o si no eres leal, sabes que nunca te van a reelegir. Y yo he estado 26 años en el comité ejecutivo de la UEFA y 20 en el de la FIFA, muy pocas personas en la historia del fútbol han estado tanto tiempo en esos puestos de alta representación internacional.
Para mí es un gran honor haber pertenecido a esas dos instituciones, de las que soy un absoluto defensor. Pero al margen de lo que suponga para mí personalmente, lo importante es lo que ha supuesto para el fútbol español.
Entre 2015 y 2016 ejerció como presidente de la UEFA, sustituyendo a Platini. ¿Cómo fue su relación con él?
Sí es cierto eso, es el cargo más importante en el mundo del fútbol al que ha accedido un español en toda la historia. Pero yo nunca quise utilizar el título de presidente por respeto a Michel Platini, con quien a día de hoy sigo en contacto.
Mi relación con Platini es un buen ejemplo de cómo se desarrollan las relaciones en estos estamentos internacionales. Él se presentó a las elecciones de la UEFA en 2007 frente a Lennart Johansson, que era presidente desde 1990. Yo apoyé e hice campaña por Johansson y perdimos, pero al día siguiente me llamó Platini y me ofreció una vicepresidencia, que acepté con sumo agrado. Ese mismo día le prometí absoluta lealtad, y así me he comportado.
Como ejemplo le contaré que cuando los fiscales suizos vinieron a interrogarle a él y al presidente de la FIFA Joseph Blatter en la casa de la FIFA en Zúrich me quedé hasta el final del interrogatorio para hacerles compañía e intentar echarles una mano. De hecho retrasé un día el vuelo de regreso a Madrid para poder estar con ellos. Más adelante declaré a su favor tanto en la FIFA como en el TAS, porque para mí ambos son inocentes.
Después, cuando llegué a ser la máxima autoridad de la UEFA, intenté por todos los medios ayudar a Platini defendiendo su inocencia e hice todo lo posible para que volviera nuevamente como presidente de la UEFA. Lamentablemente no pudo ser. Al margen de ello, desde el primer día de mi gestión en funciones de presidente estuve en contacto con él permanentemente, y por supuesto le invité a todos los actos de la UEFA y a todos los partidos del Europeo de Francia, jugara Francia o no. Aquel verano lo visité con mi mujer en su estancia de veraneo.
¿Destacaría algo concreto de esa etapa al frente de la UEFA?
Sin duda alguna el Campeonato de Europa de Francia, fueron días tan agotadores como apasionantes. Me levantaba todos los días a las 6 de la mañana en París y me acostaba a la 1 o 2 de la madrugada. Solo la responsabilidad que sientes y lo apasionante del trabajo que estás desarrollando te permite mantener ese ritmo de trabajo.
Tenga en cuenta que en la celebración de un campeonato de ese tipo se juntan dos tipos de responsabilidades: la más alta en la organización y la más alta en la representación. Y a mayores, no dejaba de ser el presidente de la RFEF, con las responsabilidades que eso suponía.
Tenía reuniones a diario con los altos empleados de la UEFA, y por supuesto estaba permanentemente pendiente del teléfono. Pero además recibía a los jefes de estado y de gobierno de los países intervinientes, lo que supone un altísimo honor pero también una altísima responsabilidad. Como ejemplo le pondré que el presidente de la República Francesa nos recibió en el Elíseo, en su estancia de trabajo.
Y como presidente de la RFEF era lo mismo, despachaba todos los días. Cuando España jugaba sus partidos siempre nombraba a una persona de la UEFA para yo poder representar a la RFEF. Tras la eliminación de España volví dos días a Las Rozas e inmediatamente después regresé a Francia.
¿Por qué finalmente no optó a la presidencia de la UEFA en 2016?
Lo pensé mucho, medité mucho si presentarme o no a la presidencia de la UEFA. Hubo varios presidentes de federaciones extranjeras que me animaron a que me presentara, y sé que contaba con su apoyo. Y le diré más, fíjese que yo partía de una posición preferente en una hipotética carrera electoral porque estaba ejerciendo de presidente y eso me podía haber beneficiado mucho, pero nunca utilicé mi puesto para hacer campaña.
Por otro lado hubo dirigentes del fútbol español que me pidieron que me volviera a presentar a la presidencia de la RFEF, y al final me decidí por quedarme en España antes de empezar siquiera la lucha por la presidencia de la UEFA.
¿Cómo influyen en su labor en la presidencia de la RFEF? ¿Qué beneficios ha tenido para el fútbol español su presencia en instituciones internacionales?
Influyen en la labor del presidente de la RFEF muy favorablemente, al menos en dos sentidos. En primer lugar porque se conoce más al fútbol al que representas, por lo que se le quiere más y sobre todo se le respeta más.
Y en segundo lugar porque estás en los órganos que toman las decisiones que después como federación nacional vas a tener que cumplir, por lo que estar en esos órganos te permite influir en esas decisiones que tanto te afectan.
[1] Art. 5: « Membership of UEFA is open to national football associations situated in the continent of Europe, based in a country which is recognised as an independent state by the majority of members of the United Nations, and which are responsible for the organisation and implementation of football-related matters in the territory of their country ».
[2] http://jurisprudence.tas-cas.org/Shared%20Documents/410.pdf
[3] http://jurisprudence.tas-cas.org/Shared%20Documents/3776.pdf