RESUMEN:

Este artículo versa sobre la explosión del equipo alemán del Borussia Mönchengladbach durante la década de los 70 del pasado siglo. En pleno nacimiento de la columna vertebral del victorioso Bayern de Múnich, la escuadra renana fue capaz de ser su más firme obstáculo para dominar la Bundesliga.

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Borussia Mönchengladbach: La alternativa al Bayern Múnich de los 70

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El punto de inflexión del Borussia Mönchengladbach, club que buscaba promocionar a la recientemente creada Bundesliga, tiene lugar en el año de 1964. Hennes Weisweiler, quien fuera un aguerrido defensa en equipos como el Colonia, se convierte en el técnico de una escuadra muy joven.

Lejos de seguir su estilo como profesional en el campo, el nuevo míster apuesta por un fútbol ofensivo, donde la verticalidad es constante, además de ser un modelo vistoso que garantiza el espectáculo, permitiendo la sucesión de ocasiones en ambas porterías.

Promociona el ascenso de jóvenes como Jupp Heynckes, quien pronto muestra un gran olfato goleador, además de compenetrar sus características con el otro atacante destacado, Herbert Laumen. Entre sus mediocampistas, Günter Netzer, nacido en vísperas del final de la II Guerra Mundial, se perfilaba como una más que futurible estrella europea. Uno de sus compañeros en la zona de creación sería el incombustible Herbert Wimmer, destinado a ser uno de los iconos de Gladbach, siendo fiel a los colores durante toda su trayectoria profesional.

El objetivo de llegar a la primera categoría nacional se cumple en la siguiente temporada. Los éxitos tardarán todavía en llegar, estando lejos de oponentes con más experiencia competitiva como el Nuremberg, Colonia, Werder Bremen, etc. No obstante, el potencial de un conjunto cuya media de edad apenas sobrepasa los 21 años se intuye prometedor.  

Weisweiler hace debutar al disciplinado Berti Vogts, quien sería recordado una década después por su marcaje a la gran estrella holandesa, Johan Cruyff, en la final de la Copa del Mundo de 1974.

Una hegemonía en disputa

En su exhaustivo estudio de la historia del fútbol bávaro, Uli Hesse no duda en datar el germen de una gran rivalidad en la campaña de 1970/71. Bayern Múnich y Gladbach se disputan el campeonato durante todo el torneo, alejados de otros rivales como el Hertha de Berlín con amplio margen de puntos. Finalmente, serán los segundos quienes se alcen con el título, merced a la derrota muniquesa en su visita a Duisburgo. El núcleo de los campeones es muy similar al de años anteriores, pero con añadidos de calidad como el defensa Ludwig Müller o el extremo izquierdo Ulrik Le Fevre, futbolista danés con sobresaliente disparo.

Las similitudes entre los dos clubes resultan notables en aquel tiempo. Ascendidos el mismo año, con plantillas con mucha proyección cuando sus jugadores alcancen la madurez, pronto se aclimatan a la Bundesliga, destacando por sus altos registros goleadores, siendo la tónica que cada curso deportivo mejoren los resultados de su anterior edición, sin peligrar nunca que cualquiera de los dos caiga a puestos de descenso.

Con todo, el Bayern es el primer en alzar un entorchado en 1969, con el Borussia ocupando el tercer puesto, empatado a puntos con el Eintracht Braunschweig. Los muniqueses comenzaban a tejer sus planes a través de la creatividad de Franz Beckenbauer. Pese a las dudas iniciales de su técnico, Zlatko Cajkovski. Beckenbauer iría variando de demarcación; con fama de buen delantero en sus años de formación, el entrenador yugoslavo iría descubriendo las dotes de organización de su jugador a medida que lo iba retrasando su posición, sobresaliendo como líbero.

Tschik, como se conocía popularmente al estratega balcánico, contaba asimismo con quien estaba destinado a ser la referencia ofensiva de Alemania Occidental durante toda la década: Gerd Müller, quien marca 38 tantos el mismo año del primer título del Gladbach. Otro de los talentos promocionados era Sepp Maier, quien ya había alcanzado la internacionalidad en la meta bávara cuando contaba con apenas 22 años (1966).  

De cualquier modo, Cajkovski fue sustituido por su compatriota Branko Zebec justo antes de conseguir la Bundesliga. Si bien logra mantener el gusto por la posesión del esférico de su predecesor y añade una mayor disciplina defensiva, Zebeck vería como el Gladbach lograba su segundo campeonato local consecutivo, el cual se les escapa a ellos en el último suspiro. Además, ya habían incorporado a nombres como el joven Rainer Bonhof, destinado a ser crucial tanto para el Borussia como para la selección absoluta.

Es un momento clave y que pudo cambiar la tendencia del fútbol bávaro en aquella época. Nadie hasta ese momento había alcanzado el bicampeonato, lo cual colocaba a los pupilos de Weisweiler en una posición de discutir no solamente al Bayern en su país, sino también en Europa, si bien ahí las andaduras de ambos conjuntos fueron divergentes, aunque por pequeños detalles en la mayoría de las ocasiones.

Al filo de la gloria

Sin excesivos problemas en la primera ronda, el Gladbach eliminó al modesto EPA Larnaca con un balance global de 16 goles a su favor en ambos partidos por cero en contra. La eliminatoria contra el campeón inglés, el Everton, sería bien diferente, presidida por la igualdad en los dos encuentros. La vuelta en Goodison Park tendría las destacadas intervenciones del portero Wolfgang Kleff para mantener un empate a uno en el marcador que llevó a la primera tanda de penaltis en la historia de la competición.

De forma ajustada, el Borussia perdería por 5-4, errando su último lanzamiento. Con todo, su segunda participación sería incluso más amarga para los defensores del título de la Bundesliga. Tras superar al irlandés club Cork Hibernians, el Borussia se colocó en una inmejorable posición para su duelo con el Inter de Milán al batir a lo transalpinos por 7-1.

El estadio Bokelberg presencia a los locales ejercer un profundo dominio sobre una escuadra de gran trayectoria como la del Inter, experta en el famoso arte del catenaccio. Incluso el legendario entrenador del Manchester United, Matt Busby, presente aquel día en la ciudad alemana, escogió al Borussia como firme candidato al título.

De cualquier modo, la UEFA terminó anulando dicho resultado por un incidente extradeportivo. A la media hora de juego, alguien en la grada arrojó a Roberto Bonisegna una lata de coca-cola vacía. Las protestas del Inter de Milán llevaron a la decisión de cambiar el orden de los choques, siendo la ida en Italia, donde los nerazzurri se impusieron 4-2. El partido en Alemania tuvo que repetirse con empate a 0. El hecho de que el combinado italiano consiguiese llegar a la final ante el Ajax de Johan Cruyff habla de lo realmente cerca que estuvieron de alcanzar el cetro continental.

La andadura del Bayern es inversa en ese sentido. Antes de triunfar en el campeonato doméstico, el equipo de Múnich tiene la oportunidad de darse a conocer en El Viejo Continente a través de la final de la Recopa de 1967, frente al Glasgow Rangers. Si bien el conjunto escocés tenía más experiencia, una ventaja innegable para los pupilos de Tschik era el paso delante de un Beckenbauer que ya había disputado una final del campeonato del mundo el año anterior. Junto con el habilidoso extremo escocés Willie Johnston, sería “el Káiser” el jugador más destacado en un disputado choque, ejerciendo las funciones de central creativo, donde Maier salvó un mano a mano decisivo ante Roger Hynd.

Con un clásico 4-2-4, un prudente Bayern en su primera gran cita, logró imponerse en la prórroga con un habilidoso remate de Franz Roth, la otra gran referencia en ataque del equipo junto a Müller. Después del Borussia Dortmund, era el segundo equipo teutón en triunfal a nivel continental, encontrando, sin saberlo, su gran punto de ruptura en la competida hegemonía con el Gladbach.

Se intuye desde el principio una gran importancia de la directiva de Múnich con respecto a la Copa de Europa. Tras la prematura eliminación ante el Saint-Etienne en 1970, se cesa a Zebec.

Pulso en la Bundesliga y un campeón europeo

Gerd Müller fue explotando sus características, especialmente una gran potencia en su tren inferior, para disparar su marca goleadora (40 tantos) en la Bundesliga alzada por el Bayern en 1972. Era el comienzo de una racha de tres campeonatos consecutivos, batiendo la marca del Gladbach, aunque los segundos logran la Copa de 1973. Netzer, héroe en dicho duelo por su gol definitivo ante el Köln, ficha ese mismo verano por el Real Madrid, quedando el Borussia sin el centrocampista que mejor organizaba sus vertiginosos contraataques por sus medidos pases largos, aunque la relación con su técnico había estado plagada de altibajos.   

Con todo, las mejores actuaciones del Borussia son en la copa de la UEFA, donde Heynckes se dispara hasta los 12 tantos, siendo el máximo anotador, empatado con el holandés Jan Jeuring. Símbolo del poderío bávaro en aquellos días, el Gladbach tiene que batir a dos compatriotas, tanto Colonia como Kaiserslautern. En un embarrado Anfield, pierden 3-0 la ida de la final, aunque se quedan muy cerca de forzar el tiempo extra con un doblete del propio Heynckes en la vuelta. Si el Liverpool corta la posible primera UEFA del club, su rival de Múnich vivirá una pesadilla deportiva similar con un poderoso conjunto proveniente de los Países Bajos.

Desde comienzos de esta década, Udo Lattek era el encargado del banquillo de un Bayern en alza, además de ser clave en el fichaje de dos hombres decisivos para el futuro del equipo: Paul Breitner y Uli Hoeness. Pasan sin apuros las dos primeras rondas de su debut en Copa de Europa hasta su visita el 7 de marzo de 1973 a Ámsterdam. Allí, el revolucionario Ajax, creado por Rinus Michels y continuado por Stefan Kovacs, ha introducido conceptos tan novedosos como los intercambios de posición de sus jugadores. Con su presión constante, los holandeses se impondrían 4-0. En su estudio sobre la transformación ejercida por el balompié holandés, David Winner rememora que el propio Sepp Maier expresó su frustración por aquel encuentro, ratificación de un 5-0 ya infligido por el Ajax en un partido amistoso celebrado el año anterior.

Resulta curioso que Gladbach y Ajax de Ámsterdam no se cruzasen en toda la década, pese a que ambos frecuentaron siempre competiciones europeas. En partidos preparatorios del mes de agosto de 1971, los holandeses se impusieron en un emocionante 4-3, cobrándose la revancha los bávaros con un 3-1 posterior, si bien sendas ocasiones fueron amistosos.

Con todo, pese a esa primacía del Ajax con tres Copas de Europa consecutivas y la eclosión de la apodada “Naranja Mecánica”, la progresión de Alemania Occidental se antojaba asimismo de suma importancia. Baste destacar la brillante conquista de la Eurocopa de 1972, donde el once ideal escogido por la UEFA habla claramente de la inyección que Bayern y Gladbach habían hecho al combinado dirigido por Helmut Schön: siete de dichos jugadores militaban en uno de esos dos clubes.

Igual que le había sucedido al Borussia en su debut ante el Everton, el Bayern se enfrentará a una fatídica tanda de penaltis al ser sorprendido en la vuelta por el campeón sueco Atvidaberg (igualan el 3-1 de Múnich). No obstante, Maier se erige en salvador con sus intervenciones, justo a tiempo para que vivan un duelo cargado de significado socio-político: medirse ante el campeón la Alemania Oriental, el Dinamo Dresde. El Bayern pasa en dos partidos centrados en la ofensiva (4-3 y 3-3, respectivamente). Irónicamente, ese tipo de encuentros alocados eran especialidad del Gladbach, destacando su derrota 5-4 ante el Borussia Dortmund en la campaña 1965/66, considerado uno de los mejores choques de aquella campaña.

El Bayern terminará llegando a la gran final que se celebrará en Bruselas ante el Atlético de Madrid. Sin embargo, no podrá permitirse descanso en el campeonato doméstico, puesto que el Borussia Mönchengladbach será un perseguidor implacable durante toda la segunda vuelta. El sábado anterior a su gran cita europea, los muniqueses logran imponerse 1-0 en un duelo bronco con el Offenbach, aprovechando así el fallo del Gladbach ante el Fortuna Düsseldorf.

La exigencia de la presión del Borussia pudo haber cambiado la historia europea del Bayern y, por el camino, haber beneficiado la del Atlético de Madrid. El conjunto español había logrado que su Federación aplazase su duelo ante el Oviedo, mientras que su homónima institución bávara negó esa opción a su representante en la competición continental.

El primer duelo en Heysel fue un choque que iría, paulatinamente decantándose del lado rojiblanco. El Bayern intentó tomar recaudos defensivos con Georg Schwarzenbeck intentando marcar a uno de los mejores delanteros en aquellos momentos de Europa, José Eulogio Gárate. Irónicamente, aquel alto defensa sería el salvador en Bruselas de los suyos al lanzar un certero disparo desde fuera del área para remontar el 1-0 logrado por Luis Aragonés de falta directa en la prórroga. Fue un tanto agónico que cambió las tornas, puesto que el formato de aquellos días exigía una repetición de la final donde los muniqueses aprovecharon el golpe psicológico para imponerse 4-0.

En la Recopa de ese mismo curso, el Borussia paso con solvencia sus eliminatorias hasta encontrarse en semifinales con un histórico europeo: el AC Milan. Una escuadra veterana y con campeones entre sus filas que logró imponerse al talento juvenil de los bávaros por 2-0 en San Siro. De cualquier modo, un tempranero gol del Gladbach al poco de comenzar la vuelta alimentó las esperanzas de remontada. No obstante, el asedio no terminó dando resultado para los germanos, quienes reclamaron al árbitro español Franco Martínez unas manos en el área de los transalpinos, además de no enseñar roja a Karl-Heinz Schnellinger tras lesionar con una entrada expeditiva a Christian Kulik, alemán de origen polaco que era uno de los pilares de la media del Borussia en aquella década. Ante la ausencia de Heynckes, la última gran oportunidad vino de las botas del delantero Bern Rupp. Esto privó de otro duelo entre Alemanias, Federal y Democrática, al batir el Magdeburgo a los lombardos en la gran final.

El duelo que no pudo ser

El Borussia Mönchengladbach logró dominar la Bundesliga con claridad en la campaña 1974/75. Jupp Heynckes, en plena madurez de su juego, es el máximo goleador con 27 tantos. Alemania es uno de los grandes focos de atención de las personas aficionadas al fútbol por su reciente campeonato Mundial, logrado ante la mismísima Holanda de Cruyff, nuevamente, con un peso sobresaliente de jugadores procedentes de Bayern y Gladbach.

Weisweiler está en su último año dirigiendo a la escuadra que lleva forjando todos estos años. Antes del parón invernal, dejan al Bayern a siete puntos de distancia, lo cual ayuda cara a preparar su participación en la copa de la UEFA, donde dejan verdaderas exhibiciones. Fichado en 1972, es el momento de mayor crecimiento del futbolista danés Allan Simonsen, quien alcanzará la distinción del Balón de Oro en 1977.

El Borussia tiene una participación internacional sobresaliente incluyendo partidos como su visita a Zaragoza o el triunfo ante sus compatriotas del Colonia en semifinales. Heynckes, tentado el pasado verano por el Bayern, no solamente se ha mantenido en Gladbach, se convierte en el gran protagonista de la final ante el FC Twente. Holandeses y alemanes seguían marcando el ritmo del fútbol en aquella década, si bien el dominio de los de Weisweiler es incontestable, pese a empatar a cero en la ida. Lo resuelven 5-1, destacando el hat-trick de Heynckes.

Cabe subrayar la capacidad del conjunto para encontrar nuevos jóvenes que suplan el talento que ficha por otros clubes, sobresaliendo Uli Stielike, quien debuta en la Bundesliga en 1973 y ya era titular indiscutible en el enfrentamiento ante el Twente. Sobresaldría por su polivalencia en defensa y centro del campo, algo que le haría fichar por el Real Madrid en 1977.

A quien sí se llevó directamente aquella campaña el club español fue a Paul Breitner, Comodín del Bayern tanto para el lateral izquierdo como por su polivalencia en el centro del campo, donde recuperaba muchos balones, su ausencia debilitó a los muniqueses, quienes vieron cómo Udo Lattek y Beckenbauer iniciaban un distanciamiento que terminó con la sustitución del primero por Dettmar Cramer, uno de los miembros del staff técnico de la Mannschaft que había logrado el campeonato el anterior verano.

El nuevo entrenador buscó que Müller retrasase su posición, algo que va en consonancia con el interés de la directiva del Bayern por hacerse con Heynckes. Con un núcleo consolidado formado por nombres como Maier, Uli Hoeness, dueño de la banda derecha, o el propio Beckenbauer, la plantilla del defensor de la Copa de Europa era ideal para torneos cortos de eliminatoria, si bien incapaz de seguir marchas como la del Gladbach, el cual le aventajó en dieciséis puntos al final de la Bundesliga.

En el Parque de los Príncipes, tendrían la oportunidad de oro para salvar la temporada ante el potente Leeds United, el cual venía de apear en semifinales al Barcelona de Johan Cruyff y Johan Neeskens. Nuevamente Schwarzenbeck recibió la misión de un marcaje individual del gran atacante rival, Joe Jordan. Con jugadores muy técnicos como el escocés Peter Lorimer o el irlandés Johny Giles, la posesión de la pelota fue británica durante buena parte de la final.

Lejos de aquellos planteamientos ofensivos que llevaron a su ascenso una década atrás y le hacían muy similar al Borussia, el equipo alemán buscó un conservadurismo defensivo, dando muchas oportunidades a los ingleses, quienes vieron anulado un gol y reclamaron un posible penalti.

En su análisis de aquel duelo, el periodista Axel Torres subraya el ejercicio de supervivencia del Bayern, mermado por lesiones como la de Björn Andersson en una de las primeras jugadas, permitió la resolución final con tantos de Franz Roth y Ger Müller a poco del pitido final.

Eso permitió a los campeones aspirar a defender su corona otra vez, además de ser un éxito para el balompié teutón, puesto que tendría dos representantes. Es aquí donde estuvo muy cerca de producirse un enfrentamiento europeo que habría permitido al Gladbach cuestionar la hegemonía continental de su gran adversario deportivo, de la misma forma que lo estaba haciendo en el torneo doméstico.

Udo Lattek, quien había salido con tanta polémica del club muniqués, fue el sustituto de Weisweiler. Debe incorporar pocas modificaciones a una escuadra que tiene muy adquiridos los automatismos de las últimas temporadas, los cuales permiten que tengan un balance goleador de 66 tantos a favor por 37 en contra. Vuelven a dominar la Bundesliga desde su arranque, mostrándose mucho más fiables que un Bayern en el que pesan ausencias como Breitner, volviendo a afrontar la pausa invernal con ocho puntos de desventaja sobre el indiscutible líder.

Con el respaldo que da su prestigiosa copa de la UEFA del curso anterior, el Borussia logra vencer en eliminatorias ante rivales de prestigio como la Juventus de Turín. En cuartos de final se medirán con el campeón español, el Real Madrid, el cual contaba entre sus filas con dos de los iconos de la Alemania campeona de 1974: Paul Breitner y Günter Netzer.

Indudablemente, se trató de una de las eliminatorias más intensas de aquella edición. Henning Jensen, el otro gran fichaje procedente de Dinamarca junto a Simonsen del Borussia en aquella época, fue muy complicado de controlar por la zaga blanca. Para evitar los desbordes de Simonsen en la banda, Miljanic, colocó a Camacho, sin que ello tampoco impidiese un vertiginoso ritmo de ataques por las bandas, sobresaliendo los centros de Bonhof, cuyas notables actuaciones en estos enfrentamientos pudieron ser la llave de su fichaje por el Valencia en 1978.

Si bien el Borussia dominó el primer tiempo con un cómodo 2-0, Breitner mandó un centro que Roberto Martínez finaliza con un cabezazo a las redes antes de expirar los 45 minutos. En la segunda parte, como reconocería el propio Lattek ante los medios, Pirri, capitán de su rival, espolea una remontada que convierte el duelo del Santiago Bernabéu en un obstáculo formidable para sus intereses.

Al final del segundo encuentro, Miljanic calificaría como “máquina futbolística” a su oponente. Stielike encontraría a Heynckes para un temprano gol que permitió a los alemanes soñar con el pase a semifinales. Se habrían medido, precisamente, al Bayern de Múnich. Sin embargo, aquella primera parte vertiginosa no se saldó con un margen mayor para los visitantes, algo que el Madrid aprovechó mediante la conexión del veterano Amancio con Santillana. El 1-1 clasificaba a los locales, si bien la segunda parte fue dramática.

Van Der Kroft, colegiado holandés del encuentro aquel 17 de marzo, anulo dos tantos al Gladbach. El primero un fuera de juego muy discutible de Jensen. El segundo, un remate de Wittkam que no fue concedido por señalar uno de los linieres falta previa. Lattek no quiso hacer declaraciones al finalizar el duelo, siendo una de las mejores actuaciones del Borussia en la máxima competición continental.

Tras dominar al campeón portugués, el Benfica, el Bayern Múnich, sin esperanzas en la Bundesliga, aunque remontaron hasta el tercer puesto, se concentró en una semifinal igualmente reñida ante el Real Madrid. Dentro del marco del fútbol ficción, hay pocos interrogantes más fascinantes que aquel hipotético duelo entre los dos grandes dominadores del fútbol bávaro en aquella década. Quizás fue la gran oportunidad para la generación de Heynckes, puesto que el Bayern empezaba a dar síntomas de agotamiento, aunque mantenía su competitividad intacta.

Müller sobresalió con un gol clave en la ida que, como curiosidad, no fue captado por la televisión, puesto que se estaba repitiendo una ocasión muy peligrosa favorable al conjunto español. Con el primer tiempo a punto de expirar, un pase largo de Schwarzenbeck llevó a una disputa del 9 del Bayern con el defensa madridista Benito, cuyo despeje permitió al goleador batir con un disparo raso a Miguel Ángel. El 1-1 dio confianza a los muniqueses para la vuelta, La conexión Beckenbauer-Müller fue esencial para certificar su tercera final consecutiva.

El fin de una época

En Glasgow, el Bayern volvió a alcanzar la Copa de Europa, igualando el éxito precedente del Ajax. Fue otra final muy disputada ante el Saint-Etienne. Franz Roth marcó, como en anteriores ocasiones, en una instancia decisiva.

El Borussia Mönchengladbach lograría en el curso futbolístico 1976/77 su tercera Bundesliga consecutiva, en una temporada que certificó el paulatino declive de un Bayern de Múnich que había logrado en pleno auge de su adversario prevalecer en la Copa de Europa.

Ese mismo año fue la mejor campaña del Gladbach en el único formato que parecía resistírseles. En esta ocasión, quien no pudo alcanzar las semifinales anheladas fue el Bayern de Múnich, derrotado en cuartos de final por estrecho margen ante el Dinamo de Kiev. Es decir, existió realmente la posibilidad de dos semifinales europeas entre las dos instituciones que hubieran podido marcar su rumbo histórico posterior. Por su lado del cuadro, el Borussia sí logro batir al campeón ucraniano, lo cual les permitió, al fin, aspirar a la anhelada copa que se disputaría en el Olímpico de Roma.

Se habían producido ya cambios significativos, como una cesión de testigo de la portería, entre Wolfgang Kleff y Kneib, quien se convertiría en el guardameta titular. Lattek tenía la oportunidad de mantener la primacía del fútbol de su país, aunque el gran interés del duelo en la capital italiana era que un nuevo equipo inscribiría su nombre como ganador en la Copa de Europa. Tanto el Liverpool de Kevin Keegan como el Borussia de Simonsen aspiraban a mejorar el palmarés de sus clubes.

Tras unos primeros veinte minutos de tanteo inicial, las inoportunas molestias de Herbert Wimmer privaron a Lattek de una de sus piezas clave. Bonhof tuvo una oportunidad clara con un fuerte disparo fuera del área que chocó en la madera defendida por Clemence. No obstante, a partir de ahí dominaron los jugadores del Liverpool, abriendo el marcador tras fallo de la zaga defensiva del Borussia.

Irónicamente, de la situación de desventaja vinieron los mejores momentos de los bávaros. Simonsen logró el empate con un lanzamiento colocado al poco de la reanudación. El partido se convirtió en uno de esos encuentros de ida y vuelta que tanto complacían a Weisweiler, destacando otro cabezazo del danés y una gran ocasión de Stielike.

Justo entonces llegó el tanto en córner del Liverpool, quien recupero los mandos de la final en una brillante actuación. El epílogo de la final llegó cuando uno de los símbolos del dominador de la Bundesliga en aquellos años, Vogst, se vio obligo a arrollar a un incisivo Keegan que se perfilaba para marcar, permitiendo a sus oponentes culminar con una pena máxima que selló el 3-1 del desenlace.

En lugar de ser el Gladbach, el heredero del Bayern de Múnich en el trofeo del Viejo Continente sería el propio Liverpool. Tras años de firme pulso entre los dos colosos bávaros, como ha descrito con acierto Simon Hughes, desde finales de la década se intuye el germen de la “Red Machine” que va a dominar el Viejo Continente.

Borussia y Liverpool vuelven a medirse en semifinales en una especie de final anticipada. A pesar de caer 2-1 en Bökelberg, el vigente campeón le dio la vuelta a la eliminatoria con un contundente 3-0 en la vuelta. El triunfo británico ante el Brujas semanas después volvió a avalar lo realmente cerca de la gloria que había estado aquella generación, aunque ya iba expirando aquel ambicioso proyecto deportivo gestado desde los días de Weisweiler.

Con todo, quedaría tiempo para un último asalto en la Bundesliga. Mientras que el Bayern Múnich esta relegado en mitad de la tabla, el Gladbach mantiene el ritmo al Colonia, empatados a 48 puntos y cediendo solamente por diferencia de goles en contra (ambas escuadras igualaron la cifra de 86 goles a favor).

Si bien Heynckes se despide del club, encuentran un nuevo gran talento en Lothar Matthäus, un joven centrocampista que ayuda al club a obtener una nueva UEFA en 1979. Allan Simonsen, justo antes de embarcarse al Fútbol Club Barcelona, marca el gol decisivo en el partido de vuelta ante el Estrella Roja.

Vidas paralelas

Irónicamente, Matthäus se convertiría en uno de los máximos exponentes del Bayern Múnich tras su fichaje en 1984. Desde la marcha de Beckenbauer en 1977 a la aventura estadounidense en el Cosmos de New York, nadie había podido cubrir esa cuota de liderazgo hasta la irrupción del joven talento del Gladbach. En esos mismos momentos, el Inter de Milán da una gran inyección económica a los muniqueses, mediante la compra de uno de los grandes goleadores de la Bundesliga, Karl-Heinz Rummenigge, figura del club desde su irrupción como promesa 1974 y futuro recambio de la Vieja Guardia del Bayern. El ariete sobresalió en el famoso 7-0 que el Bayern infligió a su gran rival local en 1979.

Tanto el Gladbach como el Múnich fueron los grandes regeneradores de la selección alemana, siendo el punto álgido la Eurocopa de 1972, con Müller en plenitud de forma y Netzer compartiendo la función distribuidora con Beckenbauer, dotando de una cantidad de registros muy amplia a los teutones en el campo.

Irónicamente, Netzer sería el gran perjudicado en el Mundial disputado de su país, no volviendo a jugar tras la derrota ante Alemania Oriental por 1-0. Segundos de grupo por detrás de sus compatriotas en primera fase, dentro de un clima de crítica severa de los medios de comunicación por el rendimiento, veteranos periodistas como Raimund Hinko recordarían el liderazgo de la facción de los jugadores de Bayern, encabezados por Beckenbauer y Müller, para que el seleccionador Helmut Schoen diera un cambio al enfoque del seleccionado. Con todo, la impronta del Gladbach siguió siendo clave por el papel de Vogts en el duelo decisivo ante Holanda.

Investigadores como Uli Hesse han incidido en que esta década y la explosión deportiva en Alemania Federal colocaron los cimientos para que el Bayern Múnich fuera convirtiéndose en un coloso a nivel mundial. En esos años, ninguna escuadra le planteó más obstáculos deportivos que el Borussia Mönchengladbach, dejando algunos partidos memorables que sirvieron de escaparate para la joven Bundesliga: por ejemplo, el 4-3 con el que se impusieron los muniqueses ante el Gladbach o el severo 5-0 que le infligieron los segundos al poco de aterrizar con su primera Copa de Europa obtenida ante el Atlético de Madrid.  

La influencia del Borussia fue muy importante en España, destacando el papel de jugadores como Netzer en el Real Madrid, a quien luego seguirían Breitner y Stielike, junto con otras incorporaciones como Simonsen para el Barcelona o Bonhof en el Valencia. A nivel técnico, destacar la presencia de Jupp Heynckes, exitoso en distintos conjuntos como Tenerife, Bilbao, Madrid… y terminando, irónicamente, por ser laureado como director técnico de su gran Némesis deportiva durante la década de los 70.

Por ello, aunque hoy en día Der Klassiker (El Clásico) de la Bundesliga es el enfrentamiento entre Dortmund y Múnich, no conviene olvidar la grandeza que tuvieron las épicas luchas entre estos dos proyectos deportivos, planteándose el apasionante interrogante de qué hubiera sucedido de haberse llegado a dos semifinales de Copa de Europa, posibilidad que estuvo muy cerca de ocurrir.

Referencias

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