Zoco, ejemplar.
De José López CarreñoSi ustedes leen habitualmente la sección de CIHEFE de “Cuadernos” es porque les entusiasma el fútbol. Y, por supuesto, conocían sobradamente a nuestro futbolista. Pero si preguntan por Zoco a algún familiar, amigo o a quien tengan al lado –no necesariamente avezados seguidores en materia futbolística-, lo más probable es que también sepan identificarlo, pues Zoco, por sí solo, ocupa un lugar de privilegio en la historia del balompié español.
Hace unos meses, escribíamos en estas mismas páginas sobre el fallecimiento del portero Antonio Betancort, otro héroe del equipo madrileño de las décadas de los años 60 y 70.
Ignacio Zoco Esparza, se ha reunido ya con su compañero, así como con Ramón Moreno Grosso, integrantes de aquel Real Madrid que todos tenemos en nuestra memoria. Ignacio falleció el pasado 28 de septiembre. Considero que hay que ser siempre agradecidos, por lo que significa para muchos aficionados españoles y rememorar a otro de nuestros futbolistas que va unido indefectiblemente a nuestra infancia. De este gran futbolista ya está casi todo escrito, si bien, no por ello, debemos dejar de continuar resaltando su dilatada y exitosa trayectoria deportiva.
Al producirse estas pérdidas, uno tiene la sensación de que con ellos se despeñan trozos de un tiempo pasado y que, además, entornan la puerta dejando en el aire, una irremediable sensación de orfandad. Son hombres buenos. Estimados. Como Zoco.
En sentido figurado, cuando somos jóvenes, los bolsillos de los pantalones los tenemos llenos de vanidad, soberbia, orgullo y otras lindezas; con los años, y según la vida nos va domando, estos bolsillos se van vaciando (sí, sí, comprueben cómo los tienen en la actualidad), y rellenándose, paulatinamente de comprensión, paciencia, gratitud, etcétera. En el caso del navarro, desde que vivía en la pensión de Doña Carmen La Pasiega, en Madrid, no creo que sus bolsillos hayan contenido nunca ni una pizca de aquellos pecados, y sí, y hasta los topes, de compañerismo, lealtad, fidelidad, entrega, respeto, cariño, por citar sólo algunas virtudes.
Ocurre a veces, que aunque no conozcas personalmente a alguien, por la lectura de sus actos, hechos y trayectoria puedes llegar a saber que se trata de una persona buena. Sí es verdad que el firmante de este artículo llegó a estar cerca de él en alguna ocasión en Ciudad Real hace unos años cuando su hijo jugó -creo recordar- una o dos temporadas en el equipo de la capital. Con la humildad y sencillez por bandera, tuvieron a bien la familia Zoco disfrutar tranquilamente de la gastronomía manchega, motivo por el que estimé no molestarle para solicitarle un autógrafo, que seguramente me habría concedido.
De Ignacio Zoco bien podría escribirse un amplio libro biográfico porque documentación donde bucear hay más que de sobra. Nació el 31 de julio de 1939, recién finalizada la Guerra Civil, en la localidad de Garde, encuadrada en el Pirineo navarro.
Su primer equipo fue el Roncesvalles de Pamplona, que pertenecía a la Parroquia de San Agustín, si bien jugó después en otro equipo pamplonica de la Parroquia de San Francisco denominado Esperanza. En este conjunto, nuestro jugador se tuvo que denominar para el público como Zoco II dado que al llegar ya había en el equipo otro Zoco, si bien no eran ni siquiera parientes, sólo la coincidencia del apellido. Se da la circunstancia de que no le dejaban marchar del primero y tuvo que comprar su baja por el elevado precio de 2 pesetas…
Posteriormente fichó por el Oberena. Según él mismo relata en los papeles de mi archivo, quien le dio el empujón definitivo fue un entrenador llamado Marcelino Tellería, que lo ascendió del Juvenil al equipo de Tercera División, a finales de los años 50. Allí nunca cobró, la prima por fichar fue un abono de tendido de Sol para las 8 corridas de San Fermín, cuyo precio en aquel entonces era de 425 pesetas.
Más tarde, ya fichó por el Osasuna, que lo cedió al Iruña donde jugó 13 partidos. En la Temporada 59-60 debutó en Oviedo, en la jornada 17ª en Primera División, donde el equipo navarro perdió frente a los asturianos por 2 a 1. La alineación de aquel encuentro fue la formada por Eusebio, Larrainzar, Ciaurriz, Zubiaurre, Marañón (que marcó el gol), Zoco, Manceñido, Ruiz, Areta, Glaría y Cerdán. Arbitró el Sr. Gardeabázal.
Aquella temporada de 1959-60 el Osasuna descendió a Segunda División retornando a Primera en la temporada de 1961-62.
Muy pronto, llegó a la Selección española B, haciendo el debut oficial en Grenoble (Francia) el 2 de abril de 1961 en encuentro disputado en el estadio Stade Muncipal. La alineación de España fue la compuesta por Pesudo, Miera, Bartolí (capitán), Calleja, Zoco, Iturriaga; Aguirre, Félix Ruiz, Zaldúa (Marcelino 32’), Adelardo y Bueno.
España ganó por 0 a 2 con goles de Aguirre (14’) y Marcelino (68’).
Casi seguidamente, debutó con la Selección A, el 19 de abril de 1961, frente a Gales, en el estadio de Ninian Park, de Cardiff, en partido valedero para la VII Copa del Mundo de Chile 1962, en la fase de clasificación, primera ronda, partido de ida. A las órdenes del árbitro belga Marcel Raeymaeckers, España (con camiseta y pantalón azul) formó con Ramallets (capitán), Foncho, Santamaría, Calleja, Zoco (todavía estaba en la plantilla de Osasuna en Segunda División), Gensana, Aguirre, Del Sol, Di Stéfano, Suárez y Gento.
Como datos complementarios diremos que el seleccionador era Pedro Escartín y el entrenador Miguel Muñoz. España venció por 1 a 2 con goles de Foncho y Di Stéfano.
Aquel encuentro fue el nº 131 de la Selección Española, debutando Foncho, Calleja, Zoco y Aguirre; según mis cálculos, fueron los debutantes 288 a 291 de la historia del combinado nacional.
Con la selección española jugó 25 partidos y en 1 estuvo de suplente (el nº 133 de España contra Argentina el 11-6-61); actuó 3 veces de capitán y marcó un gol, el 1 de diciembre de 1963 frente a Bélgica en amistoso disputado en Mestalla. España perdió 1 a 2 y el navarro marcó el del empate a los 22 minutos. Supuso, según mis cálculos, el gol nº 332 en la historia de la Selección.
El éxito más importante a nivel de Selección fue cuando se España se proclamó Campeona de Europa de Selecciones el 21 de junio de 1964 al vencer a la Unión Soviética. Aquella mítica alineación fue la formada por Iribar, Rivilla, Olivella (capitán), Calleja, Zoco, Fusté, Amancio, Pereda, Marcelino, Suárez y Lapetra.
Posteriormente, ya en 1962 fichó por el Real Madrid, disputando 538 partidos (434 de ellos oficiales), ganando 7 Ligas, 2 Copas del Rey 1 una Copa de Europa. Precisamente. debutó en encuentro de Copa de Europa el 5 de septiembre de 1962 contra el Anderlecht en el estadio Santiago Bernabéu, donde marcó el primer gol de los blancos, con empate final a tres goles. En el encuentro de vuelta los belgas eliminaron a los merengues con gol de Jurion (que jugaba con gafas, pueden ver el artículo en el número 62 de estos Cuadernos de Fútbol). En aquella vuelta, Zoco hasta llegó a participar de portero durante unos minutos al lesionarse Vicente y necesitando ser atendido en la banda. Qué miedo le entraría a Miguel Muñoz que durante aquellos largos minutos estuvo detrás de la portería al lado de Zoco…
Zoco fue el portador eterno del número 6 en la camiseta del Real Madrid. En aquellos años su puesto era la línea media formada junto a su compañero Pirri, que lucía el número 4. Sabrán ustedes, permítanme recordarlo, que antiguamente las alineaciones de los equipos estaban formadas por el portero (número 1) dos defensas (los números 2 y 3), tres medios (los números 4, 5 y 6) y cinco delanteros (del 7 al 11) hasta que uno de esos centrocampistas retrocedió a la defensa por lo cual el medio del campo quedó reducido a los números 4 y 6, pasando el nº 5 como defensa central. Por eso, la defensa de cualquier equipo la componían los número 2, 5 y 3. De igual manera que nos sabemos de memoria a estos dos jugadores, Pirri y Zoco, recordarán otras parejas que permanecen unidas en la historia del fútbol español como Igartua-Larrauri, Paquito-Roberto, País-Violeta, Adelardo-Iglesias o Lico-Llompart, por citar algunos.
Por otra parte, en su trayectoria con el Real Madrid, ocupa lugar privilegiado en sus vitrinas, entre otros éxitos, el entorchado de Campeón de la Copa de Europa de 1966 (el Madrid de los Ye-Yés, recordarán) al vencer al Partizán de Belgrado el 11 de mayo de 1966.
Recuerdo con especial cariño el gol que marcó Zoco al Chelsea en la final de la Recopa de 1971, cuando en el último minuto, Bonetti, avasallado por cinco madridistas nada pudo hacer por el evitar el certero lanzamiento del medio merengue, que servía para empatar a 1 gol aquella final. Un poster casero con la instantánea de aquel momento presidió durante mucho tiempo mi habitación. Lástima que en el partido de desempate, los ingleses vencieron por 2 a 1. Fue el último encuentro de Gento con el Real Madrid. En aquel Chelsea destacaban, entre otros el citado Bonetti, Osgood o Houseman.
Igualmente, debemos recodar la Final de Copa de España de 1974 frente al Barcelona, un caluroso 29 de junio, cuando el Real Madrid venció por un contundente 4 a 0, que sirvió para superar la derrota en la Liga que acababa de finalizar… Zoco jugó los últimos minutos con el brazalete de capitán, cedido por Grosso, recogiendo la Copa de Campeón.
El 28 de agosto de 1974, se celebró el partido homenaje a Ignacio Zoco enfrentándose a los griegos del Panathinaikos. Sirvió además como presentación del equipo para aquella temporada que comenzaba. Jugaron Miguel Ángel, José Luis, Benito, Camacho, Pirri, Zoco (Vitoria), Aguilar, Grosso, Del Bosque, Netzer y Macanás. Vencieron los locales por 3 a 0 con goles de Pirri, Aguilar y Netzer. Aquella noche, en el hotel Eurobuilding se celebró una cena en su honor. Zoco recibió la Cruz de Caballero de Isabel La Católica entregada por el Secretario Nacional de la Delegación Nacional de Deportes.
Como curiosidad, por aquellos días, se rumoreó que Iribar podría ser traspasado al Barcelona por 52 millones de pesetas.
Zoco expresó en su retirada que se iba del fútbol con la satisfacción de haberlo pasado bien. Nuestro jugador igual estaba para salvar un gol debajo de los palos, que para rematar un balón entre una muralla de defensores o para servir a su equipo de manera incansable. De complexión física fuerte, tuvo una limpia ejecutoria, rectitud deportiva, y gran entrega por los colores que defendió a la largo de su carrera.
Fue Delegado de Deportes de la Comunidad Foral de Navarra, Delegado del primer equipo del Real Madrid, y Presidente de la Asociación de Veteranos hasta sus últimos días.
Discúlpeme su familia si he podido olvidar algún dato relevante, si bien, como siempre, escribimos desde la total admiración y respeto.
No quisiera escribir más así. Se me van mis futbolistas y yo no puedo hacer nada.
Hasta siempre, Zoco.