La mirada de Belausteguigoitia.
De Enrique BallesterosMirar el pasado de un hombre extinto que sólo veía su propio presente es una de las sensaciones más intensas que un relator en video puede sentir. Hay que hurgar, hay que conectarse con el personaje a través de múltiples señales. Así nos ocurrió a la historiadora Zyanya Salcedo y a mi cuando entramos a la casa de Doña Nekane, hija menor del León de Amberes, José María Belausteguigoitia.
De inmediato encuentras esa huella que dejan los personajes de esta envergadura. Las fotos, los objetos, y la mirada. Sí, en esa mirada que él mismo pintó en un autorretrato encuentras el nexo con el pasado y con su personalidad congruente. Ni su propia hija, mucho menos nosotros podíamos hablar con plena certeza sobre el fubolista y su mito. Sólo la hija podía dar pincelazos de un perfil muy íntimo en donde el futbol iba y venía. Mientras el retrato iba mostrando a un gran hombre, íntegro y recto, un atleta natural, un ferviente creyente, un nacionalista vasco y perseguido de un régimen intolerante que lo hizo huir para establecerse en México. Belauste nunca utilizó la fama ni el mito del futbolista en su nuevo hogar, mantuvo un bajísimo perfil en el mundillo del futbol mexicano. Curiosamente, doña Nekane se hizo esposa de un futbolista mexicano, el arquitecto Héctor Ortiz, campeón con el Zacatepec y mundialista en 1950.
Hicimos hablar a la hija, quien con alegría plena nos llevó por los rincones de su casa. Ahí encontramos la esencia de nuestro personaje y así lo presentamos.