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RESUMEN:

Habíamos dejado a José Luís Núñez arramblando con casi todo el mercado nacional ( Bakero, Begiristáin y López Rekarte de la Real Sociedad, Julio Salinas y Eusebio del Atlético de Madrid, Miquel Soler y Valverde del Español, Unzué y Goikoetxea de Osasuna, Serna del Sevilla, Manolo Hierro del Valladolid, y de propina el brasileño Aloisio,

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José Luis Núñez Clemente (Baracaldo, 1931). 2ª parte

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Habíamos dejado a José Luís Núñez arramblando con casi todo el mercado nacional ( Bakero, Begiristáin y López Rekarte de la Real Sociedad, Julio Salinas y Eusebio del Atlético de Madrid, Miquel Soler y Valverde del Español, Unzué y Goikoetxea de Osasuna, Serna del Sevilla, Manolo Hierro del Valladolid, y de propina el brasileño Aloisio, del internacional de Porto Alegre ). Con la ayuda de estos valiosos mimbres, y la carta blanca que le concede el presidente, permitiéndole imponer su idiosincrasia futbolística en todas las categorías del Club, desde la base hasta la primera plantilla, Johan Cruyff va a transformar el Barça, y también su historia. No se consigue la Liga en su primera campaña, la 88-89 – que va a parar, por cuarto año consecutivo, al Real Madrid de los Butragueño, Hugo Sánchez, Michel, Martín Vázquez y compañia -, pero el equipo  mostrará un aspecto muy diferente al habitual, desplegando un juego alegre y vistoso, acompañado por un evidente incremento de la producción goleadora. Tampoco se revalida el título de Copa del Rey obtenido en la temporada  anterior, pero a cambio la tercera Recopa va a ir a parar a las vitrinas del Museu, tras vencer en la final de Berna – veintiocho años después del gran trauma de la tarde de los postes cuadrados – a la Sampdoria genovesa por dos goles a cero.

Sin embargo José Luís Núñez, por vez primera en su mandato, va a encontrarse con una oposición organizada que pone en tela de juicio tanto su gestión como su estilo presidencialista. Algún tiempo atrás ya se había formado el denominado «Grup d´Opinió Barcelonista ( GOB ), que lanzó un «Manifiesto Blaugrana», muy crítico con la Junta nuñista, y en esta ocasión si van a llevarse a cabo las elecciones, a diferencia de lo ocurrido en los años 1981 y 1985, cuando al no presentarse ningún contrincante, Núñez fue automáticamente refrendado en el cargo al contar con suficiente número de firmas. Ahora sí hay un rival, el joven Sixte Cambra, procedente de una familia de rancio abolengo barcelonista. Cambra va a polarizar en torno a su persona toda la corriente opositora al nuñismo, tras la retirada de la carrera electoral de candidatos como el mítico ex-jugador de los años 60 Josep María Fusté.

La campaña electoral, dura, reñida  y muy politizada, tendrá su desenlace el día 1 de Abril de 1989, coincidiendo con un Barça-Madrid en el Camp Nou, decisivo para el título de liga ( y en el que Cruyff hizo debutar a su fichaje sorpresa, el veterano jugador paraguayo Julio César Romero, «Romerito», que prácticamente acababa de bajar del avión y ni siquiera había entrenado con sus nuevos compañeros ). Las urnas volvieron a dar el triunfo a Núñez, que obtuvo 25.441 votos frente a los 17.609 sufragios cosechados por Cambra, quien algunos años después – a semejanza de lo ocurrido en 1978 con Nicolau Casaus – va a terminar integrándose en la directiva nuñista, en calidad de vicepresidente.

Fortalecido por el claro respaldo electoral, la sensible mejoría del primer equipo y una situación financiera muy favorable, Núñez va a acudir de nuevo al mercado para reforzar a una plantilla que emitía ya muy buenas vibraciones, pero a la que aun le faltaban auténticos cracks que marcasen la diferencia. A este respecto, el Club volverá a abordar una operación supermillonaria, que sólo tenía parangón en los últimos tiempos con la contratación de Diego Armando Maradona siete años atrás, en 1982. Se trataba del fichaje del defensa holandés del PSV Eindhoven Ronald Koeman, aunque este jugador – parafraseando la famosa frase referente al Barça –  era «más que un defensa», sin duda alguna el mejor en su puesto, todo un líder y una garantía en la zona de retaguardia, amén de un pasador sensacional y un extraordinario realizador a balón parado, convirtiendo en goles para su equipo gran cantidad de golpes francos y máximos castigos gracias a su terrorífico disparo, algo que los socios y seguidores barcelonistas tendrían muy pronto la oportunidad de comprobar.

Pero Koeman no iba a venir solo…Junto a él llegará también al club blaugrana otro de los grandes jugadores europeos del momento, el danés Michael Laudrup. Laudrup, un mediapunta con una clase y una visión de la jugada excepcionales, no había podido triunfar plenamente en el correoso fútbol italiano, y ya hacía tiempo que figuraba en la agenda de Cruyff. Estos dos refuerzos, sin embargo, no van a ser suficientes para que el Barça gane la Liga, un título que ya se le venía resistiendo durante varios años ( el Real Madrid se hará con el Torneo de la Regularidad por quinta temporada consecutiva ), y tampoco irá mejor en las competiciones continentales, ya que los catalanes serán eliminados prematuramente en la Recopa, y también derrotados en la Supercopa de Europa por el gran Milan de Arrigo Sacchi. Tan sólo quedaba la Copa, como tantas otras veces, para salvar el curso, pero en este caso se va a conquistar nuevamente, y nada menos que frente a todo un Real Madrid, que es vencido en Mestalla por 2 goles a 0. Es muy posible que este triunfo sobre el eterno rival salvase la cabeza de Johan Cruyff, que ya empezaba a ser cuestionado por amplios sectores de la afición, pero su trascendencia va a ser mucho mayor, ya que marcará un cambio de ciclo dentro del fútbol español, poniendo fin a la hegemonía del Madrid de la «Quinta del Buitre» y pasándole el testigo al que pocos años más tarde sería bautizado como el «Dream Team»

La temporada 90-91  verá por fin un nuevo triunfo liguero del Barça, en cuyas filas eran novedad el sevillista Nando ( prestado por el club hispalense ) y un impetuoso pero semidesconocido delantero búlgaro llamado Hristo Stoitchkov, amén de las reincorporaciones de los cedidos Jon Andoni Goikoetxea y el canterano Albert Ferrer. Los de Cruyff van a ser desde el principio del campeonato muy superiores al resto de los equipos, y además lograrán sobreponerse a todas las adversidades ( la seria lesión de Koeman, la larga sanción a Stoitchkov por pisar al colegiado Urizar Azpitarte en el transcurso de un Barça-Madrid de la Supercopa de España, e incluso la grave dolencia cardíaca de su propio entrenador, que tendrá que ser intervenido quirúrgicamente de urgencia para implantarle un marcapasos ). Mediada la campaña va a producirse un hecho que tendrá una enorme trascendencia de cara al futuro: el debut en el primer equipo de otro joven canterano, natural de Santpedor y de nombre Josep Guardiola, llamado a empuñar la batuta de la afinada orquesta barcelonista desde el centro del campo. Y la victoria en la Liga y el entusiasmo que esta generó,  obrará el milagro de que la derrota en la final de la Recopa ante el Manchester United por 1 a 2 ( con tantos del ex-barcelonista Mark Hugues ) pase casi desapercibida.

Llegamos así a la campaña 91-92, a cuya finalización tendría lugar en Barcelona uno de los acontecimientos más importantes de la bimilenaria historia de la Ciudad Condal: la celebración de los XX Juegos Olímpicos. El Barça la encaró reforzando aun más su plantilla, con la inclusión del holandés Witschge, el mallorquín Nadal, el castellanoleonés Juan Carlos y el regreso del cedido Cristóbal. Resultó, empero, un curso bastante más difícil y exigente que el anterior, aunque el Barça volvería a ganar la Liga por segundo año consecutivo, en una última jornada de infarto donde la inesperada derrota del Real Madrid en Tenerife le brindó un título al que por su excelente juego ya se había hecho acreedor. Y no menos emotiva iba a ser la Copa de Europa ( todavía no bautizada como Champions League, y en la qué únicamente se podía participar si se era vigente campeón de la Liga de su país o de la propia competición continental ). Un providencial gol in extremis de Bakero en Kaiserslautern les permitió a los blaugranas seguir adelante, hasta llegar a la gran final. Se disputó esta el 20 de mayo de 1992, en el londinense y mítico Estadio de Wembley, y ante un viejo conocido, la Sampdoria italiana. El partido resultó muy igualado, y se llegó a la conclusión del tiempo reglamentario con el marcador inicial. Fue en la prórroga, concretamente en el minuto 112, cuando el Barça, por obra y gracia de un libre indirecto fusilado por Ronald Koeman, logró espantar para siempre todos sus fantasmas – el de Berna en 1961, o el de Sevilla en 1986 – y proclamarse por vez primera campeón del principal torneo europeo, rubricando una temporada triunfal en la que a nadie le importaba ya quién ganase la doméstica Copa del Rey.

Pero en los días anteriores a la final de Wembley, José Luís Núñez llegó a amagar con su posible dimisión, algo que el golazo de Koeman y el multitudinario recibimiento a los nuevos reyes de Europa en la Ciudad Condal hizo pasar muy pronto al olvido. Y no terminarían ahí los días felices para el barcelonismo, que en el mes de agosto vería como la Selección Olímpica Española conquistaba también por vez primera la Medalla de Oro, derrotando a Polonia en el Camp Nou, con el concurso de cuatro jugadores de la casa: Ferrer, Guardiola, Paqui y Pinilla. Los aficionados culés, sin duda alguna, estaban viviendo los mejores momentos de toda su vida, y el Barça era unánimemente reconocido como el mejor equipo del mundo, desbancando al Milan de Silvio Berlusconi y sus  tres mosqueteros holandeses, Van Basten, Gullit y Rijkaard.

A diferencia de temporadas pasadas, el equipo apenas sí se reforzó con vistas a la campaña 92-93 ( únicamente con un modesto jugador nacional, Pablo Alfaro ). Ya se había acuñado el término «Dream Team» para referirse a aquel Barça de ensueño, tomándolo prestado del mundo del Baloncesto, que había denominado así al fabuloso equipo estadounidense que se proclamase Campeón Olímpico en Barcelona-92, liderado por el legendario Michael Jordan, pero en este curso habrá de todo un poco, sonrisas y lágrimas. Las primeras vinieron dadas por la obtención de la tercera Liga consecutiva, un hito hasta entonces nunca alcanzado. El equipo seguía jugando como los ángeles, pero también perdía puntos, y llegó nuevamente a la jornada decisiva codo con codo junto al Real Madrid, que otra vez se jugaría el título en tierras tinerfeñas, mientras que el Barça tendría que superar en el Camp Nou a la Real Sociedad. No fallaron los azulgranas…, y tampoco lo hizo el Tenerife, que volvió a derrotar a los blancos, sirviéndoles la Liga en bandeja a los catalanes, ya amigos para siempre. Y también se vivió un momento feliz al conquistar por primera vez la Supercopa de Europa, derrotando al Werder Bremen alemán, Campeón de la Recopa. Pero las lágrimas vinieron con la inesperada eliminación en la flamante Champions a pies del CSKA de Moscú, en el propio feudo barcelonista, así como con la caída frente al Real Madrid en las semifinales de la Copa del Rey, después de traer un buen resultado del partido de ida. Sin embargo, nada de ello era suficiente para que se encendiesen las alarmas en Can Barça. Tanta era la tranquilidad reinante – por lo demás, insólita en el lugar – que a Núñez volvió a faltarle rival en las preceptivas elecciones presidenciales, y el dia 7 de Enero de 1993 fue refrendado de nuevo, tras presentar 18522 firmas avalándole.

Núñez y Cruyff vieron  necesario, eso sí, volver a reforzar el equipo en algunos puestos clave. Y el gran fichaje de cara a la temporada 93-94 va a ser del delantero brasileño Romario, procedente del PSV holandés. Junto con él vendrán dos buenos jugadores nacionales, el tinerfeñista Quique Estebaranz y el sportinguista Ivan Iglesias. Romario va a ser la sensación del torneo, dando continuas muestras de su clase desde el primer momento, y proclamándose máximo goleador del campeonato. Su gran noche de gloria tendría lugar en el propio Camp Nou, con un concluyente 5 a 0 al Real Madrid, resultado al que colaboró el carioca con un hat-trick, el primero de ellos marcado tras su inolvidable «regate de cola de vaca» al merengue Alkorta. Aun así, toco sufrir una vez más – y ya iban tres….-, sólo que esta vez el conjunto a batir no fueron los del Santiago Bernabéu, sino un sorprendente Deportivo de La Coruña, que presidido por Augusto César Lendoiro y entrenado por Arsenio Iglesias, había reunido un magnífico equipo, en el que destacaban los brasileños Mauro Silva y Bebeto y el gallego Fran.

Después de algunos tropiezos  ( como por ejemplo una  inesperada goleada en La Romareda, 3 a 6, tras la cual el equipo se conjuró para conseguir una espectacular remontada ), se llegó de nuevo a la última jornada dependiendo de lo que hiciese el rival, que recibía en Riazor al Valencia, mientras que el Barça se enfrentaba al Sevilla en el Camp Nou. Triunfo claro azulgrana en Barcelona ( 5 a 2 ) y todos los ojos puestos en lo que acontecía en La Coruña, donde el marcador inicial se prolongó hasta el último minuto, cuando el Valencia fue sancionado con un máximo castigo en contra. La gran estrella blanquiazul, Bebeto, declinó la responsabilidad de lanzar un penalty que podía suponer el primer título liguero para los gallego, teniendo que asumirla el defensa serbio Djukic, quien ante el estupor general marraría el lanzamiento, detenido por el guardameta González, cuya milagrosa parada le va a significar al Barça la consecución de su cuarto entorchado de Liga consecutivo.

Esto ocurría el sábado 14 de Mayo de 19994, y al miércoles siguiente el Barça tenía de nuevo otra cita con la historia. Tras una excelente trayectoria, se había clasificado también para la final de la Liga de Campeones, a disputar en el Estadio Olímpico de Atenas. El rival era nada menos que el Milan, ahora dirigido por Fabio Capello. Ya no actuaban con los lombardos su magnífico trío de holandeses, pero nombres como Maldini, Donadoni, Desailly, Boban o Savicevic imponían bastante respeto. Además, los italianos llevaban muchos días preparando el choque, mientras que el Barça parecía no haber bajado aun de la nube, tras el título conseguido in extremis el sábado anterior. El partido va a tener un solo color, el rojinegro ( aunque el Milan vistió de blanco ). Los de Capello fueron superiores en todos los terrenos, y no dejaron opción a los pupilos de Cruyff, en cuyas filas no se alineó Laudrup, que parecía haber perdido el favor de quien fuera antaño su máximo valedor. El concluyente 4 a 0 final venía a marcar el final de un ciclo triunfal, el del «Dream Team», y el inicio de un nuevo tiempo de incertidumbre en Can Barça.

Y efectivamente, el varapalo de Atenas va a tener sus consecuencias. Saldrán del club una serie de nombres importantes ( Zubizarreta, Goikoetxea, Julio Salinas, el citado Laudrup….), en un claro proceso de desmantelamiento de una plantilla irrepetible. Y también las relaciones entre Cruyff y Núñez van a ir deteriorándose, hasta llegar a un punto de no retorno. Las nuevas incorporaciones – Hagi, Abelardo, Eskurza, Lopetegi, Escaich, Korneiev, José Mari….-no acaban de funcionar, y surgen graves problemas de disciplina en la persona de Romario, que se había proclamado Campeón del Mundo con Brasil en Estados Unidos, y tardó la friolera de 23 días en incorporarse a los entrenamientos, no teniendo Cruyff más remedio que utilizarlo debido a varias bajas por lesión, en lugar de apartarlo del equipo como castigo, aunque mediado el campeonato se volvería a su país de origen. La política de fichajes va a ir distanciando progresivamente a entrenador y presidente, y la irregular marcha del conjunto no hace más que acentuar dicho divorcio. El Barça no puede revalidar su título de Liga ( muy al contrario, sufrirá dolorosas «manitas» en El Sardinero y – lo que es peor – el Santiago Bernabeu ), y tampoco llegará muy lejos en la Copa ni en la Champions. Únicamente conseguirá clasificarse para la Copa de la UEFA muy a última hora, poniendo el cierre a una temporada para olvidar, que se se saldará con la marcha de leyendas como Koeman, Stoitchkov, Eusebio o Txiki Begiristáin.

El único rayo de luz en un panorama tan sombrío procede de la irrupción de una hornada de brillantes canteranos, la que se dará en llamar «la Quinta del Mini», cuyos más eximios representantes son Ivan de la Peña, Albert Celades, Toni Velamazán, Juan Carlos Moreno y los hermanos Óscar y Roger García Junyent. De ellos se esperaba que viniese la tan necesaria renovación ( un deseo que finalmente no llegó a cumplirse ). Pero, por si acaso, se vuelve a recurrir al mercado, y de ese modo se incorporarán de cara al curso 95-96 jugadores tan destacados como el croata Robert Prosinecki, el bosnio Meho Kodro, el rumano Gica Popescu o el portugués Luís Figo, amén de una gran promesa nacional, el bético Ángel Cuellar. Con ellos en el equipo las cosas van a mejorar, aunque no lo suficiente. Europa seguirá siendo esquiva, y en los torneos domésticos, Liga y Copa del Rey, el Barça va a mantener un pulso con el Atlético de Madrid, que a la postre se decantará en ambos frentes a favor del cuadro colchonero. Y será precisamente tras la conclusión de un crucial choque liguero ante los del Vicente Calderón, cuando estalle la crisis, largamente larvada. Cruyff va a ser destituido ( Mayo de 1996 ), y cuando el vicepresidente Joan Gaspart le comunique la decisión, se vivirán momentos muy tensos y  desagradables en la zona de vestuarios del Camp Nou. Terminará la temporada en el banquillo Charly Rexach, y de esa forma se pondrá también fin a largos años de amistad entre  el holandés y el Noi de Pedralbes. Y el caso saltará incluso a los tribunales, enturbiando aun más las agitadas aguas de Can Barça.

Para dirigir a este Barça en la encrucijada, Núñez va a optar por un veterano técnico inglés de gran prestigio, Bobby Robson, avalado por su trayectoria en el fútbol británico, neerlandés y luso. El desembolso económico para formar un equipo capaz de competir en todos los frentes va a ser considerable, destacando el carísimo fichaje de un joven delantero brasileño de tan sólo 20 años, Ronaldo, que militaba a la sazón en el PSV Eindhoven, habitual vivero de cracks para el Barça. Ronaldo va a convertirse nada más aterrizar en la Ciudad Condal en la gran estrella del equipo, cautivando a la afición con su potencia, su velocidad y sus goles. Pero no va a estar solo. Con el vienen también su compatriota Giovanni, un fino delantero procedente del mítico Santos, los portugueses del Oporto Vitor Baia y Fernando Couto, el frances Laurent Blanc, el hispanoargentino Juan Antonio Pizzi, el nigeriano Emmanuel Amunike y el asturiano Luís Enrique, que militaba en el Real Madrid y al que el club blanco, incomprensiblemente, dejó en libertad. Se registra también el regreso de un hombre muy querido por las masas culés, el búlgaro Hristo Stoitchkov, tras su breve paso por el Calcio.

El Barça va a despachar una gran temporada 96-97, a la que sólo le faltará para ser redonda la consecución del Campeonto de Liga, que se marcha a las vitrinas del Real Madrid. Ronaldo, que deja en la retina del aficionado un ramillete de tantos sensacionales, se va a proclamar máximo goleador, y el equipo triunfará tanto en la Copa del Rey – con épicas eliminatorias contra los blancos y sobre todo frente al Atlético de Madrid, y una final de infarto contra el Betis – y en la Recopa. Pero la presencia del astro brasileño en las filas barcelonistas va a ser efímera. Núñez y sus representantes no llegarán a un acuerdo para la renovación de su contrato, y el Inter de Milán se meterá por en medio, abonando íntegramente su cláusula de rescisión y llevándoselo para San Siro. Mas pese a semejante mazazo, Núñez va a salir muy bien librado de otra consulta electoral, la que le enfrenta el 27 de Julio de 1997 al empresario inmobiliario Ángel Fernández, y que se saldó con un resultado que no admitía dudas: 24025 votos para el presidente, frente a los 5209 del aspirante, en cuya condidatura, por cierto, figuraba un joven abogado de ideas independentistas y de nombre Joan Laporta i Estruch.

A pesar de los buenos resultados, la presencia de Robson en el banquillo barcelonista va a ser breve. El Ajax de Amsterdam había deslumbrado a Europa entera con una reedición del fútbol total desplegado un cuarto de siglo atrás con los Cruyff, Neeskens, Keizer, Rep, Haan, Krol y compañía, y su responsable técnico, Louis Van Gaal, será el elegido por Núñez para pilotar la nave azulgrana. Ya no va a tener a sus órdenes a Ronaldo, pero se le proporcionarán otros dos excelentes delanteros brasileños, Sony Anderson y sobre todo Vitor Borba, «Rivaldo», llamado a convertirse en la nueva estrella del equipo. A los recién llegados se les unirán jugadores como los holandeses Hesp – un fichaje realmente modesto para la portería, pero muy rentable -, Reiziger y Bogarde -, el balcánico Ciric  o el francés Dugarry. Pero Van Gaal no va a sintonizar desde el primer momento con la prensa, a causa de su carácter adusto y estrictamente profesional, muy poco dado a cultivar las relaciones públicas, aunque bajo su batuta el equipo completará una campaña irreprochable en Liga y Copa, consiguiendo de nuevo el «Doblete» treinta y nueve años después del último, que databa de 1959, con Helenio Herrera en el banquillo. También se gana la Supercopa de Europa, ante el Borussia de Dortmund, un éxito que sabe a poco debido a la temprana eliminación en la Champions, donde el Barça cae a las primeras de cambio.

Pero en el famoso «entorno» del Club se estaban empezando a producir movimientos que acarrerían en un futuro más o menos próximo trascendentales consecuencias. Nuevamente se forma un grupo opositor organizado, cuyos miembros se denominan a sí mismos como «El Elefante Azul» ( L´Elefant Blau ). Entre ellos hay tanto ilustres veteranos  – el antiguo gerente de Montal, Armand Carabén – como ambiciosos jóvenes ( por ejemplo, el antes mencionado Joan Laporta, o un ejecutivo de raigambre culé llamado Sandro Rosell  ). Movilizando amplios sectores de la opinión barcelonista, las gentes del Elefant Blau van a conseguir el apoyo necesario para plantear una moción de censura a la Junta de Núñez, posibilidad contemplada en los Estatutos del Club. Este hecho, insólito en otras latitudes futbolísticas nacionales, tendrá lugar con motivo de un trascendental Barça-Madrid (  3 a 0 para los blaugranas  ), el 7 de Marzo de 1998. No va a salir adelante ( votaron el 44,02 % de los socios con derecho a sufragio,  respaldando la gestión de Núñez y su junta 24863, y rechazándola 14358), pero certificará que la fractura social del barcelonismo es un hecho incontrovertible e irreversible, a pesar del dulce momento deportivo por el que atravesaba la entidad.

Dulce momento deportivo al que iba a sumarse muy pronto a una efeméride histórica. El 29 de Noviembre de 1999 el Fútbol Club Barcelona cumpliría su Centenario, sus primeros 100 años de vida, y había que celebrarlo por todo lo alto, superando en brillantez a los aniversarios de 1924, 1949 y 1974. Durante un año la Administración Núñez organiza y programa un brillante rosario de actos  deportivos, sociales, culturales y artísticos, entre los que destaca un espectacular encuentro entre el Barça y la Selección Brasileña de fútbol, sin duda alguna el combinado nacional con más gancho en aquel momento para cualquier aficionado al Deporte Rey, por más que el vigente Campeón del Mundo fuese la extraordinaria Francia de Zinedine Zidane. Mientras tanto, el Barça ha vuelto a ganar la Liga correspondiente a la temporada 98-99, aunque la Champions League siga resistiéndosele. Mas, pese a los indudables éxitos, la figura de Van Gaal no goza en absoluto de las simpatías del entorno barcelonista, y entre otras cosas se le critica que está llenando la plantilla de holandeses ( pues a instancias suyas se ha fichado a los hermanos De Boer, a Cocu, a Zenden, a Kluivert e incluso al finlandés Jari Litmanem, también antiguo pupilo suyo en el Ajax )

Por ahí, pues, tiene un frente abierto Núñez – en cuya Junta, por ciento, se halla presente su hijo José Luís -. pero no es el único. El «Elefant Blau» sigue acosándole, y en 1999 va a promover una auditoria externa para que se de a conocer la situación patrimonial real del Club, que según ellos arrastraba una deuda de 14.000 millones de pesetas. Y tampoco los vecinos del barrio de Les Corts, donde está enclavado el Camp Nou, se muestran muy complacientes con el sempiterno mandatario barcelonista, ya que con su oposición van a acabar echando abajo su ambicioso plan «Barça 2000», que proponía la potenciación de los aledaños del estadio como zona de ocio. Dicho proyecto  lúdico-comercial – en un principio apoyado por el PSC, la fuerza política que controlaba el Ayuntamiento de Barcelona – contemplaba la creación de una serie de establecimientos hosteleros – bares y restaurantes -, salas de cine, pabellones temáticos  e incluso aparcamientos, que se calculaba que podrían atraer anualmente a más de 7 millones de visitantes. Los colectivos vecinales, sin embargo, van a posicionarse en su contra de manera abiertamente beligerante, ya que entendían que semejante afluencia de personas y vehículos colapsaría permanentemente el barrio y traería un sinfín de inconvenientes y problemas. La batalla  va a librarse durante buena parte del año 1999 y primeros meses del 2000, desde el preciso momento en que se hace público el proyecto y se abre el plazo de alegaciones, y enfrentará en términos muy duros a Núñez con los representantes vecinales.

Todo ello, sumado al natural desgaste de 22 años en el poder, va a terminar de convencer a Núñez de que ha llegado el momento de arrojar la toalla y hacer mutis por el foro. De ese modo, en Mayo del 2000 anuncia sorprendente que ha decidido dimitir y convocar inmediatamente elecciones a la presidencia del Barça, cuando aun le restaba algo más de un año para concluir su mandato ( y en señal de solidaridad con el hombre que tanto había confiado en él, a pesar de un aluvión de críticas, presenta también su dimisión el entrenador Louis Van Gaal ). Núñez va a escenificar a lo grande su despedida, rodeándose de todos los trofeos que las distintas secciones profesionales del Barça habían conquistado bajo su égida, nada menos que 140, de los cuales 27 correspondían al Fútbol, 26 al Baloncesto, 50 al Balonmano y 37 al Hockey sobre Patines. Se inicia acto seguido la campaña, en la que finalmente se enfrentarán dos candidatos: por una parte el también sempiterno vicepresidente nuñista y su auténtico «brazo derecho», el empresario  hotelero Joan Gaspart, y por otra el prestigioso publicista Lluis Bassat, un hombre de gran reputación profesional pero ajeno por completo al mundo del fútbol, salvo a nivel de simple aficionado, que con un programa de profunda renovación del Club va a aglutinar en su persona a toda la oposición al Nuñismo.

Los comicios se celebran el día 23 de Julio de 2000, en un clima muy enrarecido a causa del llamado «Caso Figo», ya que el jugador portugués – en aquellos momentos sin duda la estrella del equipo – va a involucrarse en otra campaña electoral, la del máximo rival y archienemigo barcelonista, el Real Madrid, donde el candidato opositor al presidente Lorenzo Sanz, el empresario Florentino Pérez, se ha comprometido a ficharle, pagando íntegramente su elevada cláusula de rescisión ( 10000 millones de pesetas más el IVA ). El Real Madrid acababa de ganar la Champions League, derrotando claramente al Valencia en la final española de París, pero esa victoria de poco le va a servir a Sanz, que será superado en las urnas por Pérez y su «Efecto Figo». En Barcelona, sin embargo, se impondrá la lógica. Con una participación del 49,34 % de los socios con derecho a voto, Joan Gaspart se proclamará nuevo presidente al recoger 25.181 sufragios, frente a los 19.791 que apoyaron a Bassat. La impresión general era que había triunfado la continuidad, el Nuñismo después de Núñez.

La «Era Gaspart» rebasa ya el marco temporal de nuestro estudio, pero va a configurarse como uno de los momentos más críticos de toda la historia del Barça, tanto en lo deportivo y lo económico como en lo social e institucional. El hotelero recibe un club con una razonablemente buena salud económica, y dilapidará todo ese capital en menos de tres años, viéndose obligado a presentar su dimisión a principios de 2003, tras un calamitoso partido en el Camp Nou frente al Sevilla. Gaspart, que se había encontrado con las arcas llenas gracias al dinero pagado por Florentino Pérez al llevarse a Figo, va a gastar la friolera de 33.144 millones de las antiguas pesetas ( 199,2 millones de euros ) en una serie de costosísimos fichajes – Overmars, Petit, Alfonso, Christanval, Rochemback, Geovanni, Saviola, Riquelme…- que fracasarán sin paliativos ( tal vez con la única excepción de Saviola, aun así carísimo ), y con los que el Barça no va a conquistar un solo título, pero se va a endeudar enormemente. Por el banquillo del Camp Nou pasarán Llorenç Serra Ferrer, Charly Rexach, de nuevo Louis Van Gaal, y finalmente Radomir Antic,  pero el lamentable juego del equipo no va a mejorar. Tan sólo podemos registrar un dato positivo, pero que en aquel momento nadie – o casi nadie – acertó a valorar: el fichaje de un pequeño futbolista argentino de trece años llamado Lionel Andrés Messi.

¿ Balance final del Nuñismo? El constructor nunca sintonizó con determinados y muy influyentes sectores de la sociedad catalana, tanto a nivel político como en su vertiente civil. Jamás fue santo de la devoción de las fuerzas nacionalistas – que consideraron que durante su presidencia hizo todo lo posible por frenar la catalanización del club, iniciada en tiempos de Agustí Montal hijo -, ni, por supuesto, de la Izquierda, para la que no era más que un gran especulador del suelo, un empresario sin escrúpulos, únicamente interesado en forrarse. Sus maneras – personalistas, autoritarias, en ocasiones lacrimógenas – no puede decirse que llegaran a enamorar, ni siquiera a sus partidarios, que no eran pocos, pero,  objetivamente hablando, su dilatada gestión va a ser muy beneficiosa para la entidad. Primero a nivel deportivo, porque bajo su mandato se cambió la tradicional dinámica perdedora del Club, y se consiguieron triunfos hasta entonces nunca alcanzados – la Copa de Europa, sin ir más lejos -, así como numerosos títulos, tanto en fútbol  ( cuatro ligas consecutivas ) como en las otras secciones profesionales del Club, a las que situó también en primera línea europea. En lo económico es evidente que consiguió salvar al Barça de una bancarrota anunciada, le encauzó por la senda de los superavits, aumentó espectacularmente su patrimonio, ampliando varias veces el Camp Nou, construyendo el Miniestadi, inaugurando el Museu y creando la Escuela de Jugadores en La Masía, y evitó que tuviera que constituirse en Sociedad Anónima Deportiva, escapando así al control de sus propietarios de siempre, los socios. Y hablando de socios, en 1978 estos eran 78000, y al dimitir Núñez en el 2000 superaban ya la cifra de 106.000, y pagaban por sus abonos menos dinero que en cualquiera de los otros grandes clubes europeos. Y en cuanto al número de peñas, se  pasaría de tan sólo 96 en 1978, a más de 1300 al alborear el siglo XXI, con predominio incluso de las de fuera de Cataluña, y con multitudinarios encuentros anuales ( las trobadas internacionales ). Institucionalmente, el Barça se erigió como la principal entidad catalana, con proyección universal, hecho expresamente reconocido en 1992, cuando la Generalitat le otorgó su máxima distinción, la Creu de Sant Jordi.

Esos son sus poderes. Desde entonces, Josep Lluís Núñez se ha mantenido discretamente apartado del club al que dedicó buena parte de su vida, y sí ha  recobrado cierto protagonismo a su pesar en los últimos tiempos, las razones no han sido precisamente de índole deportiva, sino de otra naturaleza muy distinta y harto socorrida en la España de las recientes décadas: los juzgados. Pero eso, sencillamente, corresponde a otro negociado, y aquí nos hemos limitado a situar a su persona y a su obra en el contexto del Fútbol Club Barcelona, llegando a la conclusión de que, si bien la historia del club blaugrana será la que emita finalmente su veredicto – de hecho ya lo está emitiendo -, este no será precisamente negativo…

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