Fútbol y Guerra Civil en Cartagena (II)
Empezando por la familia Sanz Cabo, diremos que, el patriarca, Mariano Sanz Zabala, moriría en 1914. Su mujer, Cándida Cabo, fallecería en plena guerra civil, en mayo de 1938, habiendo visto morir a cuatro de sus hijos; Dolores, que nacería muerta, Emilio, de un infarto fulminante, Mariano, de tuberculosis, y Nicolás, también de una afección cardíaca. De ninguno de ellos tuvo su muerte relación con la guerra, ya que morirían en la década de los años 20 del siglo pasado. Además, también fallecería Amalia Sanz Zabala, hermana de Mariano, en 1926.

La familia posee, actualmente, y entonces, un panteón familiar en el cementerio de Nuestra Señora de los Remedios. Allí, en los bombardeos de 1938, de los cuales varios afectaron a parte importante del barrio de Santa Lucia y alrededores, incluido el camposanto mencionado, destruyeron totalmente el enclave de descanso eterno de la familia Sanz Cabo.

Familia Sanz Cabo al completo. Mariano Sanz Zabala y Cándida Cabo, acompañados de sus hijos Miguel, Pablo, Nicolás, Librada, Mariano y Emilio. Colección Pablo Sanz Martínez

Colección Pablo Sanz Martínez
Además, acabada la guerra, o al menos posterior al citado bombardeo, fallecerían las hermanas del patriarca, Mariano Sanz Zabala, Providencia, y Paca, (en la foto superior, con sus sobrinos nietos, Pablo Sanz Guitián y María Luisa Sanz Guitián, hijos de Pablo Sanz Cabo), no habiendo podido establecer donde se le dio sepultura la quinta hermana, María del Amor Sanz Zabala, madre de Mariano Anselmo Castillo Sanz. Este nombre, que a priori no despierta inquietud en el lector, debería. El citado Mariano Castillo es padre de José Carlos Castillo García Tudela, primer cartagenero en ser internacional con la selección absoluta de España, además de jugador del FC Barcelona en la consecución del primera liga (1928/29).

La plantilla del FC Barcelona 1928/29, campeón de la primera liga, con Castillo. Lo situamos en la fila media, en el centro
También vestiría las elásticas de Atlético de Madrid, CE Sabadell y Girona. Enrolado en el Red Star francés, dejó el fútbol en activo para volver a España por un asunto familiar grave, que no hemos podido precisar. Una vez en España, fue condenado a seis años de cárcel, de los que finalmente cumpliría un semestre. Para los años 40 del pasado siglo, José Carlos establecería su residencia definitiva en Colombia, donde participaría en las negociaciones del “no” fichaje de Alfredo Di Stefano por el FC Barcelona. En el país cafetero fallecería en 1981.
Posteriores al bombardeo, cuando ya la sinrazón de la guerra había acabado, una década después, serían enterrados, en 1949, Pablo Sanz Cabo, tras su fallecimiento por complicaciones cardíacas, y lo mismo pasaría con Miguel, en 1951, a causa de la diabetes que padecía. Del linaje de Pablo Sanz Cabo, se encuentran también enterrados en el panteón familiar, su mujer, María Luisa Guitián Carlos- Roca, y su hijo, Pablo Sanz Guitián. Los Carlos-Roca tendrán protagonismo en otra parte de la historia que también desarrollaremos.


Enterramientos de Pablo y Miguel Sanz Cabo, en 1949 y 1951 respectivamente. Archivo Municipal de Cartagena.
La última en fallecer, ya en la España democrática, fue Librada Sanz Cabo, la única fémina de la familia. Casada en 1906 con el librepensador e ingeniero de minas, Pepe Tapia Martínez, tuvieron tres hijos; Pepe, Caridad y Anita. De Anita, su marido, Manuel Fernández Truchaud, casados en 1934, es quien descubre el macabro y espeluznante estado del panteón tras los bombardeos a finales de 1938. Sabemos, por testimonios familiares, que la destrucción del enclave familiar llegó a tal magnitud, que Manuel recogería los huesos de los ya enterrados hasta entonces (Emilio Sanz, Mariano Sanz- hijo y padre-, Amalia, Nicolás, etc.) y el cuerpo de Cándida, al que se le había dado sepultura el 10 de mayo de 1938. Él mismo, se encargaría de reconstruirlo. Todo hace intuir, por las medidas del panteón, que nada tiene que ver el estado actual, con el anterior a 1938.

Enterramiento de Cándida Cabo Lagorio. Archivo Municipal de Cartagena.

Pepe Tapia, su esposa, Librada Sanz, y sus tres hijos. Colección Pablo Sanz Martínez.

Boda de su hija, Caridad, con Pedro Martínez. Archivo Municipal de Cartagena.

Estado actual del panteón familiar. Fondo José Mª García.
Respecto a Pablo Sanz Cabo, se le imputaría, por ambos bandos, la pena capital, aunque por suerte nunca sería ejecutada. Miguel Sanz Cabo y Pablo Sanz Cabo, cuando la guerra está en sus primeros albores, marchan a Francia, advertidos y buscado por ambos bandos. A Pablo, una falsa acusación de los directivos de una inmobiliaria cartagenera, CISA, le pudo costar caro, además de la búsqueda y posterior captura que los anarquistas querían realizar con la persona de Pablo, tras “salvar de la quema” a varios militares en los juicios sumarísimos, rompiendo la inhumana regla que decía, que de cada 10 represaliados, uno debía morir. El revanchismo, en este caso, venía dado, también, por la defensa de Pablo, como abogado, de los adquirientes de las Casas Baratas que, proyectando en primer término, 1500 viviendas, construirían únicamente 49, en esta fase. Pablo Sanz defendería a los acreedores, es decir a los propietarios de las casas que nunca se construirían. Unos, por defender a trabajadores o gente humilde, y otros, por ser de la alta alcurnia cartagenera, pusieron en el punto de mira a integrantes de la familia Sanz Cabo.
La saca de los 49 es uno de los mayores fusilamientos que se llevaron a cabo en Cartagena durante la guerra civil. Éste, se hizo buscando justificación en el bombardeo sobre Cartagena de la madrugada del 18 de octubre de 1936, en donde, fallecería, entre otros, Juan Madrid Méndez, el jugador de fútbol cartagenero que era la promesa de entonces del fútbol local y que ya lo analizamos en el primer capítulo. Recordamos que, Cartagena, como base naval de la República, recibiría entre 80 y 117 bombardeos durante la contienda civil.


Uno de los fusilados en la saca de los 49, José Barreda Terry, y la placa que recuerda el infame suceso en el Cementerio de los Remedios.
Uno de los fusilados será el infante José Barreda Terry, en la saca de la muerte, que es defendido por Pablo Sanz Cabo. A estas casi 50 víctimas, no se les daría sepultura hasta octubre de 1939. Otro protagonista, sin quererlo, de esta relación, será Eduardo Pérez Trillo, al que dedicamos también unas líneas en este trabajo, ya que sería tesorero del Cartagena FC.
Pablo también sería conocido en la ciudad por ganar el pleito que, en 1932, anuló los despidos a los trabajadores de la Maestranza del Arsenal. Éstos, tras su defensa, pasarían a ser indefinidos, es decir, plantilla del astillero. Tanta fue la repercusión del hecho, que el mismo Ayuntamiento de Cartagena organizó un acto en reconocimiento del abogado cartagenero.

Cartagena, a través de su alcalde, agradece a Pablo Sanz su intercesión para con los trabajadores del Arsenal, en 1932. Colección Pablo Sanz Martínez.
Meses antes de la guerra, en mayo de 1936, unos republicanos asaltarían el domicilio del comandante Armando Sánchez Fuensanta. Pablo defendería los intereses del militar, querellándose contra los responsables.
Este totum revolutum en cuanto a la defensa de los intereses judiciales de personas tan variopintas, le hacía no posicionarse de un lado concreto, por lo que él, y su hermano Miguel, fueron objeto de persecución.
De la familia Sanz Cabo, jugarían al fútbol Emilio, Pablo y Miguel Sanz Cabo, además de ser directivos estos dos últimos. Además, también disputaría algún partido, el padre de José Carlos Castillo García Tudela, que como hemos dicho es Mariano Anselmo Castillo Sanz.



Los hermanos Pablo, Miguel y Emilio, jugaron al fútbol, al igual que su primo, Mariano Castillo. Archivo Municipal de Cartagena.
Pablo, una vez en Francia, y enterado del fusilamiento de Barreda Terry, donde se había encontrado con su hermano Miguel, decide volver a España, y se instala en Burgos. Dentro de la dudosa legalidad de los encarcelamientos, el que se pretendía con Pablo era ilegal. Se le quería aplicar la ley de fugas, por lo que hubo que demostrar que no había sido así. Depuesto de su cátedra de francés, que la ostentaba desde 1928, le sería devuelta. A su vuelta a España, es detenido y encarcelado en Burgos, donde permanece casi dos meses. Lo librará del fusilamiento una maniobra familiar. Su tío Joaquín, coronel de infantería en excedencia, se presentó en el penal, cargado de condecoraciones y cuadraturas castrenses, a interesarse por el reo Pablo Sanz.
El desistimiento definitivo por Pablo Sanz, vendría al recibir la orden directa en Burgos, del general responsable de la 6º región militar, cartagenero de nacimiento, José López Pinto Berizo, al que había recurrido en ayuda su suegra María desde Sevilla, alegando que Pablo Sanz Cabo, su yerno, era el único sustento de toda esa extensa familia, quince mujeres más el pequeño Pablo, esgrimiendo que sus dos únicos hijos (de María) varones habían fallecido como mártires nacionales de la causa en los primeros días de la contienda, abocándola, por tanto, con su exigua pensión, a ser la única mantenedora de la familia. Los fallecidos serían Ramón Carlos-Roca y Carlos-Roca, y su hermano Francisco Javier, hijos de Ramón y la citada María. Ambos, el primero comandante de ingenieros de la Armada, y el segundo, alférez de navío, serían fusilados a bordo del crucero España número 3, el 15 de agosto de 1936, junto a Carlos de Miguel Roncero, el que fuera presidente del Cartagena FC, del que ya nos ocupamos en el primer capítulo. Junto con ellos, también caería Rafael Guitián Carlos-Roca, que es hermano de la mujer de Pablo Sanz Cabo. Rafael Carlos-Roca del Villar, alumno de la escuela de ingenieros de montes, también sería fusilado al comienzo de la guerra civil, junto a Alfonso Torres, su primo José Luis Terry, y el arcipreste Pedro Gambín, entre otros, en el Puerto de la Cadena.
No sería la única vez que el citado general mediara en favor de Pablo. Lo haría de nuevo, cuando éste, en 1938, fue trasladado a Salamanca, zona menos controlada, con viles intenciones. Meses antes, él mismo se había autodenunciado para que se abriera una causa contra él, para demostrar que nada tenía que esconder. En la sentencia absolutoria aparecen muchísimos nombres que, digamos, dan la cara por el Sr. Sanz Cabo, entre ellos, el de José García Vaso Linares, el abogado y político cartagenero, que se encontraba, en la época, en las antípodas políticas de los Sanz Cabo.12 páginas, escritas a mano, que no tuvieron más remedio que dar por cerrada la auto denuncia de Pablo.

Sentencia, con el fallo de absolución de Pablo Sanz Cabo. Colección Pablo Sanz Martínez.
Respecto a Miguel Sanz Cabo, sobre los años 20 del siglo pasado se enamora locamente de Salud Cano, conocida cupletista española, aunque modificando su apellido por Ruiz. Tendrán dos hijos, Fe y Luis. Viven juntos, en concubinato concupiscente, es decir, sin contraer matrimonio. Hasta el estallido de la guerra civil, y su huida a Francia, así serán las cosas. Tras el comienzo del conflicto bélico, como hemos visto, Pablo volverá a España, pero Miguel se quedará algún tiempo más en el país galo.

Estancia de Miguel Sanz Cabo en Perpiñán. Colección Marifé Higueras.
Una vez ya terminado el conflicto, su deseo es volver a España, auspiciado también por las necesidades por las que estaba pasando su familia y casi obligado por las continuas reprimendas de su hermano Pablo, ya en España, que era quien mantenía económicamente a la familia. Sigue un sabio consejo, y decide casarse, ya que facilitaría las cosas a su regreso a la España franquista. Organizan una boda por poderes, es decir, que uno de los contrayentes no está físicamente en la ceremonia, si no que ha concedido a un apoderado, su papel de novio. En este caso, lo haría un sobrino de Miguel, José, hijo de Librada y Pepe Tapia. Como padrino de este enlace actuaría el hermano del novio real, Pablo Sanz. La boda sería una autentica tragicomedia, ya que los gritos de “Que se besen” harían la risa para el público. Recordamos que la novia “se casaba” con su sobrino político. Por tanto, hubo que recurrir por parte de Pablo Sanz Cabo, al soborno de los asistentes para que guardaran silencio, con el lógico cabreo del párroco.

Salud Ruiz con sus hijos, Luis y Fe. Colección Pablo Sanz Martínez.
Ya en España, Miguel sería exonerado de cualquier responsabilidad tras acabar la guerra. En su vuelta a España, sería investigando y absuelto, tal y como demuestra su sentencia absolutoria

Sentencia de absolución de Miguel Sanz Cabo. Colección Marifé Higueras.
Una vez hecho el análisis de la familia Sanz Cabo, que debemos agradecer inmensamente a Pablo Sanz Martínez, nieto de Pablo Sanz Cabo, su predisposición para con este autor, con el fin de enriquecer este estudio, con casi un sinfín de fotografías y documentos familiares, nos ocuparemos de otros protagonistas. Por las investigaciones de José Ignacio Corcuera, al que este autor agradece su implicación en este artículo, hoy sabemos que la FEF, una vez acabada la Guerra Civil, dirigió circulares a todas las territoriales, con el fin de que éstas le comunicaran al superior organismo, los clubes que habían “sobrevivido a la guerra”, invitándolas a informarle de jugadores y directivos muertos o asesinados, lógicamente pertenecientes al bando sublevado. El objetivo era hacer un homenaje colectivo, que nunca se llevaría a cabo, y publicar una memoria con todos los nombres, que tampoco.
Nuestra siguiente figura relacionada con el balompié cartagenero y con la guerra civil, es Eduardo Pérez Trillo. Natural de Manila (Filipinas), vendría a Cartagena, junto a su familia, en las oleadas de emigrantes procedentes del país asiático, tras el Desastre del 98, cuando España perdió sus posesiones en ultramar, como Cuba o la propia Filipinas. A bordo del vapor León XIII, llegaría a Cartagena por las gestiones de su cuñado, Guillermo Lacave Díez, casado con la hermana de Eduardo, Pilar.

Eduardo Pérez Trillo. Colección Eduardo Pérez Trillo Blanco.

Guillermo Lacave Díez. Colección Eduardo Pérez Trillo Blanco.

Mercedes Sánchez Fuster. Colección Eduardo Pérez Trillo Blanco.
Eduardo Pérez Trillo, es hijo del médico D. Juan Pérez Andrés, español, natural de San Lorenzo del Escorial, y de Ana María del Pilar Calixta Trillo Figueroa y López Gadea, de origen pinoy. Guillermo, siendo alférez de navío, sería condecorado en el mentado conflicto por la toma de Maragondón, un municipio de la provincia de Cavite, con la cruz roja del mérito militar. Tras el enfrentamiento de 1898, sería destinado a Fernando Poo, en Guinea Ecuatorial. El propio Guillermo, se encargaría de la educación de Eduardo, una vez establecida la familia en Cartagena. Años después, fijarían su residencia en la calle Andino, y del matrimonio con Mercedes Sánchez Fuster nacerían seis hijos.

Los seis hijos del matrimonio Pérez-Trillo Sánchez; Juan, María Dolores, Pilar, Eduardo, Ana y Mercedes. Colección Eduardo Pérez Trillo Blanco.
Eduardo Pérez Trillo, sería tesorero en la Junta Directiva del Cartagena FC que presidiría Luis Vial y Diestro, el mismo que sería alcalde de Cartagena tras la Guerra Civil y se encargaría, como máxima autoridad municipal, de las depuraciones en la ciudad departamental. Eduardo, guardaba en sacas de lona las recaudaciones de los partidos para, cuando tocaba, pagar a los jugadores su asignación correspondiente. Cuando contaba con 50 años de edad, y siendo empleada de la Sociedad Española de Construcciones Navales, la Navantia de hoy, estando afiliado a Renovación Española, fue detenido a los pocos días de la sublevación y, conducido a la cárcel de San Antón. Sería condenado a 6 años y un día de prisión, pero, en represalia por el primer bombardeo que sufrirá la ciudad el 18 de octubre de 1936, serían fusilados en la tapia del cementerio Ntra. Señora de los Remedios, él y 48 caballeros más.

Eduardo Pérez Trillo, en el centro, afiliado a Renovación Española, en la parte izquierda, y en la derecha, siendo tesorero del Cartagena FC. Archivo Municipal de Cartagena y Colección Eduardo Pérez Trillo Blanco.
La extensa biografía, y la fotografía de Eduardo Pérez Trillo han sido rescatadas del libro que escribiría su hijo Eduardo, “Un trompeta para la República”. La otra pasión de Eduardo era el ajedrez y, junto con un grupo de amigos, fundaría el Círculo de Ajedrez “Capablanca”, del que también era miembro José María Arnao Alix, director de la cárcel de San Antón. Según relata en la obra, sabiendo que, a algunos compañeros de partido los habían detenido, él seguía haciendo su vida normal. La policía secreta, iría buscar a Eduardo a su domicilio. Avispado su hijo, se fue de casa por la puerta de atrás con la intención de avisar a su padre de que la policía lo esperaba. Como no tenía nada que esconder, Eduardo se personaría en su domicilio, y acompañaría a los agentes a someterse a las preguntas del señor comisario, bajo la promesa de que sería un rato. De hecho, hasta le indicaron que no cogiera mudas de ropa. La realidad, es que nunca volvería a su hogar.

Condena de Eduardo Pérez Trillo, de 6 años y un día de prisión mayor. Archivo Municipal de Cartagena.

Pieza de la condena a Eduardo Pérez Trillo. AGRM.

Angelillo.
En el mentado libro, ¡Lo que son las cosas!, Eduardo hijo desvela la causa real de la muerte de un jugador cartagenero que destacó en su época, Angelillo, del que la prensa siempre habló de grave enfermedad del extremo zurdo. Tras su periplo por el Efesé, marcharía a Castellón, donde también maravillaría con sus jugadas para, al cabo del tiempo, volver a Cartagena, donde se enrolaría de nuevo en el Cartagena FC. De repente, desapareció de las alineaciones y, el 21 de junio de 1942, se le hizo un homenaje en un partido recaudación para su enfermedad, ya retirado del fútbol. El origen de la muerte de Ángel Pérez Jiménez estuvo en el Molinete, centro de la vida alegre de la Cartagena del siglo pasado. No pudo superar una fuerte enfermedad venérea y, sin penicilina ni antibióticos, sin cobrar, porque “si no juegas, no cobras”, y sin seguro médico, fallecería escasos dos meses después.

Extracto del expediente de Eduardo Pérez Trillo, integrante de la saca de los 49. Archivo Municipal de Cartagena.
Agradecer a Eduardo Pérez Trillo Blanco, su predisposición a aportar, para este estudio, datos y documentos gráficos para la parte correspondiente a su abuelo Eduardo.
Quien sería vocal de la directiva cartagenera, elegidos el 28/1/1926, junto con, entre ellos Eduardo Pérez Trillo, sería Antonio Egea Larrosa, vocal del Cartagena FC. Nos centraremos en él, en las siguientes letras.

Elección de nueva directiva, con Antonio Egea Larrosa. Archivo Municipal de Cartagena.
En el documento de la territorial de la Región de Murcia, rescatado por Corcuera, aparecen ocho nombres, a saber: Alfonso Torres López y José Mediavilla Sánchez, presidentes de honor del Cartagena FC, y Carlos de Miguel Roncero, presidente del Efesé en la temporada 1934/35. De los tres, ya nos ocupamos de sus biografías en la primera parte de Fútbol y Guerra Civil en Cartagena. Además, están anotados los nombres del ya mencionado Eduardo Pérez Trillo, Antonio Egea Larrosa, Ramón de Navía Osorio Castropol, Gustavo Martínez Schmidt y Mariano Ibáñez Iglesias.

Archivo Municipal de Cartagena.
El abogado Antonio Egea Larrosa, lorquino de nacimiento, vendría al mundo el 13 de abril de 1888. Su madre, sería Teresa Larrosa, y su padre, Alfonso Egea. Tendría tres hijos, con Dolores Pérez; Alfonso, Teresa, y Emma, la prolífera poetisa cartagenera. Nacida Emma en 1932, se casaría con el escritor y abogado, Eugenio Martínez Pastor.

Emma Egea Pérez.
Seis años después, Emma empieza a sufrir los síntomas de una enfermedad rara, llamada síndrome de Kükelberg-Weander, una patología neurológica que, a la postre, la dejará fatídicamente paralizada. Es durante el proceso de la enfermedad cuando recurrirá a la poesía. Emma, morirá sin descendencia.
Respecto a su padre, fue socio de número del Cartagena FC, es decir, con un sillón numerado en la grada del Almarjal, cuyo valor era de 250 pesetas. Afiliado a Unión Patriótica y, además, contador de fragata, sería asesinado en el paraje de Hoya de los Gatos, en Baños y Mendigo, en el Puerto de la Cadena, entre las Ventas de La Paloma y La Virgen, junto con Alfonso Torres López y José Maestre Zapata, a los que ya desentrañamos en el primer capítulo de Futbol y Guerra Civil en Cartagena.

Mitin de Unión Patriótica, en 1928, celebrado en el Teatro Circo.
A ellos, se les sumaría el arcipreste cartagenero Pedro Gambín. De Egea Larrosa, junto con Alfonso Torres, y del presidente del sindicato agrícola del Campo de Cartagena, Luis Malo de Molina, serían las gestiones para que el agua del Taibilla llegara a Cartagena, entre otras localidades de la Región de Murcia.

Relación de caballeros fusilados en el Puerto de la Cadena.

Lápida instalada en el lugar del fusilamiento de los ocho caballeros.

Recorte de prensa de la comunión de Caridad, hija de Alfonso Torres, oficiada por el arcipreste Pedro Gambín. Los caballeros serían fusilados juntos.

Personalidades locales y provinciales de Unión Patriótica. Fondo Diego Victoria Moreno.
No hemos podido identificar, en las diferentes fotografías disponibles, es decir, tanto la foto superior, como una anterior de un mitin de Unión Patriótica, a Antonio Egea Larrosa. Se ha buceado en la hemeroteca, consultando casi la totalidad de la obra de Emma, por si en alguna obra hubiera una fotografía de su padre, ya que, su fusilamiento en 1936, cuando ella tenía 4 años, fue un golpe duro para la familia. Descartado esto, y como decía, sabiendo que murió sin descendencia, se indagó en su familia política. Su marido, Eugenio Martínez Pastor, es hermano de Manuel Martínez Pastor, un prestigioso abogado cartagenero que falleció hace algo más de dos años. Su hijo, del mismo nombre, dirige ahora el despacho, al quien también se ha dirigido el autor de este artículo, sin éxito. Por tanto, cerramos este capítulo intuyendo que Antonio Egea Larrosa está en la foto superior, como lo están Eduardo Pérez Trillo, Alfonso Torres y José Mediavilla.
En 1925, contemporáneo en el tiempo a la construcción del Estadio de El Almarjal, se aprobaría por parte de la directiva del Cartagena FC, la modificación del artículo referente a los socios, ampliándolo, para que, en lo sucesivo, existirían socios honorarios, protectores de número y propietarios de primera y segunda categoría.
Los socios propietarios, tendrían una tribuna, por valor de 500 pesetas de entonces. Entre los que adquirieron estas ubicaciones privilegiadas en el campo de fútbol, se encontrarán Alfonso Torres, Carlos Ávalos, Luis Vial, Antonio Sintas, o el propio Antonio Egea Larrosa, que sería fusilado el 15 de agosto de 1936 en el puerto de la Cadena.

Ramón de Navia-Osorio Castropol y su esposa, Amparo Aguirre Girón. Fondo familia Navía Osorio.
Otro socio propietario (con tribuna asignada) del Cartagena FC, sería Ramón de Navía Osorio y Castropol. Nacido el 9 de febrero de 1877, en Priorio (Oviedo), se casaría con Amparo Aguirre Girón, matrimonio del cual nacerían 5 hijos: José María, Mª Concepción, Eduardo, Mª Paz y Mª Luisa. De tradición derechista y católica, ingresaría en la Armada Española muy joven. Su padre, José María de Navía Osorio y Campomanes, sería el X marqués de Santa Cruz de Marcenado. Su madre, sería María Josefa Castropol Trelles.

Ramón de Navia-Osorio Castropol. Fondo familia Navía Osorio.
Siendo guardiamarina, sobrevivió a la batalla naval de Santiago de Cuba, a bordo del crucero Almirante Oquendo, llegando a La Coruña, a bordo del vapor Alicante, en la primera expedición de supervivientes tras el conflicto de 1898.

Repatriación de Ramón Navía Osorio Castropol. BNE.
La curiosidad, casualidad o destino, marcó a esta familia desde tiempo antes. En la placa de caídos que se muestra a continuación, aparecen los nombres de Lazaga y Rodríguez Bárcena; dos familias de marinos se unían después por una cuestión nupcial. La abuela materna, Dª Margarita Lazaga de Baralt, se casaría con Manuel Rodríguez Bárcena. Dos linajes “condenados” a encontrarse. Además, Ramón Navía Osorio Castropol, nuestro protagonista, conoció y estuvo con el padre de la abuela Margarita, en la guerra mencionada, en el crucero acorazado Oquendo

Esquela de caídos en la Guerra de Santiago y Cuba, en el monumento de Héroes de Cavite, que existe en el Puerto de Cartagena. Fondo familia Navía Osorio.

Manuel Rodríguez Bárcena, y sus tres hijos. Fondo familia Navía Osorio.
Para julio del año 1900, sería promovido a alférez de Fragata, prestando parte de su servicio en el crucero Nueva España. En 1902, se encuentra destinado en el buque Lepanto, como alumno de la escuela de Torpedos. En 1916, sería nombrado auxiliar del estado mayor del apostadero de Cartagena. En septiembre de este mismo año, sería condecorado, por parte del gobierno francés, con la medalla de plata, de Salvamento, siendo ya teniente de navío, y estando embarcado en el cañonero Temerario, por las labores de socorro al crucero auxiliar Eros. En 1921, sería nombrado segundo jefe interino del Estado Mayor del Departamento de Cartagena. Ya en 1924, ostentaría el cargo de jefe de la estación torpedista de Cartagena.

Invitación oficial de Filipinas a Ramón Navía Osorio, a una cena el 14 de octubre de, en el Palacio de Malacañang, residencia del presidente del gobierno filipino. Fondo familia Navía Osorio.
Sus relaciones con otros países, como la de Japón o Filipinas, lo llevaron a que el gobierno español lo autorizara a llevar la cruz de cuarta clase del Sol Naciente de Japón. En el rotativo ABC, del 3 de mayo de 1927, se observa una fotografía de la dotación del Blas de Lezo, donde se identifica a Ramón, tras terminar el banquete con el que los agasajó la colonia española en China

Ramón Navía Osorio, entre otros oficiales españoles, rodeados de sus homólogos japoneses. Fondo familia Navía Osorio.

Ramón Navía Osorio, entre ciudadanos españoles, en Japón. ABC.

Ramón Navía Osorio, con la dotación del crucero Blas de Lezo, en Manila. Fondo familia Navía Osorio.
Ya en época republicana, a comienzos de 1933, sería nombrado comandante del crucero “Méndez Núñez”. A mediados de 1933, sería destinado como mando de la flotilla de Destructores de Cartagena, alcanzando el grado de contraalmirante el 27 de diciembre de 1934. Para 1935, que era segundo jefe de estado mayor, se decretó que fuera él, de forma interina, quien despachara los asuntos de esta jefatura.
En los primeros albores de la sublevación del 18 de julio de 1936, se sumaría a ella, actuando intensamente en la preparación del golpe de estado, siendo jefe del Estado Mayor de la Marina. En primer término, ésta fracasaría en Cartagena, siendo arrestado, no sin antes haber intentado que toda la flota a su mando zarpara del puerto. Se puso en contacto con los cónsules de Alemania e Inglaterra, pero no pudo abandonar Cartagena. Aun habiendo sido absuelto por el delito de sedición, fue fusilado en una saca de presos el 20 de octubre de 1936, en el campo de deportes del Arsenal Militar.

Relación de Caídos por Dios y por España, perteneciente al Archivo Municipal de Cartagena.

Amparo Aguirre Girón, de luto riguroso, tras la muerte de Ramón Navía Osorio. Fondo familia Navía Osorio.
Desde estas líneas, dejar constancia de las aportaciones, y agradecimiento por ello, de la familia Navia- Osorio Rodríguez de Aballe, concretamente por parte de Alfonso, José Ramón, Luis, Álvaro, María del Socorro y Margarita, tanto gráficas como documentales.
Gustavo Martínez Schmidt nacía en Cartagena el 24 de diciembre de 1888. Hijo de Pascual Martínez y Clara Schmidt, familia dedicada al vidrio, elegiría la profesión de su padre, la de maestro. Vecino del castizo barrio de Santa Lucía, de la calle Molina, se casaría con Salvadora Gómez Ugartamendía, y tuvieron cuatro hijos; Carlos, José, Carmen y Gustavo, siendo este último, a la postre, el conocido dibujante Martz Schmidt. Su hijo Gustavo, profesional del humor gráfico, trabajaría en la editorial Bruguera durante buena parte de su vida laboral. Colaboró, en obras que hoy los españoles recuerdan; Don Danubio, El Doctor Cataplasma, o el profesor Tragacanto y sus clases que es de espanto. “Heredaría” el dibujar a Doña Urraca, tras la muerte de su creador, Miguel Bernet.

Detención de Gustavo Martínez Schmidt. Archivo Municipal de Cartagena.

Gustavo Martínez. Archivo Municipal de Cartagena.
Cada año, desde la proclamación de la Segunda República en 1931, fue creciendo la tensión, encontrando su punto álgido durante la Cuaresma, entre católicos, y a su vez procesionistas, y lo republicanos, lo que hizo que la animadversión entre ellos también aumentara. En 1932, por ejemplo, se produce un incendio en la toalla de la cruz que porta en su trono la Stma. Virgen de la Piedad. En 1933, por citar algún incidente, durante la procesión del Viernes Santo, se arroja un gato al paso del tercio de la Agonía. Llegamos a 1936, y se produce “La Llamada”, que no es más que un Cabildo donde se decide si sacar o no, las procesiones a la calle. Con el acuerdo afirmativo, la tradición cartagenera dice que hay que marchar al Ayuntamiento en busca del cheque municipal. Al paso de este cortejo, habría una manifestación de corte izquierdista. Produciéndose una gran tumulto de gente, e incluso algún forcejeo, solo resulta roto, que sepamos, el clarinete, de uno de los músicos que acompañaba a la comitiva camino del consistorio municipal. El 30 de marzo de 1936, se decide, con las cofradía presentes, en una reunión, no sacar las procesiones a la calle para 1936. El Jueves Santo, 9 de abril, había sido convocada una manifestación de izquierdas, precisamente en uno de los días más importantes para los cristianos y procesionistas. Esto fue entendido por los segundos como una ofensa, que se encontraron con los izquierdistas en plena calle Mayor de Cartagena, donde habría una refriega, con centenares de personas, lanzamientos de botellas y sillas incluido. Por este altercado, serían detenidos, entre otros, José Mediavilla Sánchez, desarrollado en el primer capítulo, y Gustavo Martínez Schmidt.

Gustavo Martínez Schmidt. Colección familia Martínez Schmidt.
Como curiosidad, diremos que Nicomedes Gómez Carrión, es suegro de Gustavo Martínez Schmidt. El mentado Gustavo, se casaría con una de las hijas de Nicomedes, Salvadora. Gómez Carrión será, a la postre, padre de Nicomedes Gómez Sánchez, fundador de la imprenta del mismo nombre, sita en el callejón de Zorrilla, donde nacería el insigne marino cartagenero Isaac Peral y Caballero.

Registro con la fecha de fusilamiento de Gustavo. Archivo Municipal de Cartagena.
Gustavo sería fusilado la madrugada del 13 de octubre de 1936. Fue sacado de su casa, con la excusa de “dar un paseo”. Su familia se refugiaría en casa de la abuela María, en El Albujón, hasta el final de la contienda.

Donativo de Gustavo Martínez al Cartagena FC. Archivo Municipal de Cartagena.
Como socio de número del Cartagena FC, lo que en la práctica era asegurarse un sillón numerado en la grada del Estadio Cartagenero los días de partido, con valor de 250 pesetas, contribuiría, con sus donativos, a la adquisición de jugadores para el primer equipo del Efesé.
En esta parte, hemos contado con la contribución de Gustavo Martínez Schmidt Salamanca, nieto de nuestro protagonista. Agradecerle, desde aquí, sus aportaciones para este estudio

Casimiro Bonmatí Azorín. Fondo familia Bonmatí Carrión.
Para terminar este capítulo, nos detendremos en la figura de Casimiro Bonmatí Azorín, que nacería en una familia de tradición republicana, en Cartagena, el 22 de septiembre de 1901, y fallecería en la misma ciudad el primero de mayo de 1966. Sus padres, serían Severino Bonmatí, natural de Hondón de las Nieves (Alicante), y Carmen Azorín, nacida en Novelda, de la misma provincia.
Se licenció en Medicina en 1925, en la Universidad de Barcelona, para después especializarse en dermatología, y fundar el Patronato Antituberculoso de Cartagena. Ingresará, con el número uno, en el Cuerpo de Inspectores Municipales de Sanidad del Distrito de Murcia y, en 1934, en el de Médicos Dermatólogos del Estado. Fue director del Dispensario Antivenéreo, presidente de la Cruz Roja y de la Asociación Española contra el Cáncer de Cartagena. Perteneció, a la Academia Española de Dermatología y Sifilografía, y a la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia, siendo el primer médico perteneciente a este organismo que ejercía fuera del municipio de Murcia, habiendo nacido o no en la capital del Segura.

Casimiro Bonmatí, médico en 1925, en el último año de carrera, en Barcelona. Fondo familia Bonmatí Carrión.

Anuncio de la consulta médica de Casimiro Bonmatí, para 1929. Archivo Municipal de Cartagena.
Casado con Adelina Limorte Mira, nacida en Hondón de las Nieves (provincia de Alicante), tendrían cuatro hijos, siendo Enrique el mayor, que fallecería a los seis años. Al pequeño, nacido años después de la muerte del primogénito, también se le pondría como nombre Enrique, por el enorme parecido entre ambos. Cuando el pequeño Enrique vino al mundo, Casimiro tendría 12 años y Carmen, 10. La foto inferior, fechada en los inicios de los años 50 del siglo pasado, fue realizada en Hondón de las Nieves, pueblo natal de Adelina y de Severino, esposa y padre de Casimiro Bonmatí, respectivamente.

Casimiro y Adelina rodeados por sus hijos. A la izquierda; Casimiro, a la derecha, Mª Carmen, y delante, Enrique. Fondo familia Bonmatí Limorte.
Casimiro fue un fantástico divulgador científico; impartiría conferencias, realizaría charlas de divulgación, y publicaría ensayos, artículos periodísticos, etc. En total, más de doscientos trabajos sobre medicina, arte, sociología y educación.
Fue autor de libros como “Higiene pública de Roma”, “Un trabajo de retaguardia”, y “Arte, ciencia y felicidad”. El último ejemplar mentado, contó con prólogo del doctor Gregorio Marañón. Casimiro Bonmatí, tiempo atrás a su publicación, ofreció una conferencia en el casino cultural de Elche. Marañón le enviaría una carta, expresándole que, un paciente, le había comunicado la excelsa ponencia de Bonmatí. Tras leer el contenido de ésta, Casimiro seguiría el consejo Marañón, tras leerla éste, y la publicaría, con su prólogo. Conseguiría entrar en el círculo médico y político del doctor Marañón, además de trabajar codo con codo con el cardiólogo, también cartagenero, Luis Calandre.

Adelina y Casimiro, en su casa de Cartagena, a principio de los años 60 del pasado siglo. Fondo familia Bonmatí Limorte.
Por si fuera poco, todo lo anteriormente expuesto, Casimiro Bonmatí también sería un prolífero político. En la década de los años 20 del siglo pasado, una vez instalado en Cartagena, fundará el primer Comité Revolucionario Republicano. Tras el frustrado levantamiento de Jaca, de diciembre de 1930, en favor de la República, con la intención de derrocar a Alfonso XIII, se convierte en uno de sus grandes líderes locales. Se convertirá en concejal en las elecciones municipales de 1931, por el partido Republicano Radical Socialista, aunque más tarde militaría en el partido Acción Republicana, de Manuel Azaña. Su afán docente, le lleva a liderar las Misiones Pedagógicas, que promulgaban la idea de la cultura; entre otras cosas, llevar la lectura y la escritura a todos los rincones de España, ya que, se afirmaba en prensa, cosas tan duras como reales; “Nuestros campesinos tienen el cerebro seco como la tierra que cultivan”. Aun siendo de ideas republicanas, Casimiro Bonmatí asistió a la salida de Alfonso XIII, hasta 1931 rey de España, por el puerto de Cartagena, hacia el exilio, una vez proclamada la II República Española. Con la muchedumbre exaltada, el jefe del dispositivo policial le preguntó a Casimiro Bonmatí qué cuál tenía que ser la actuación correcta. Casimiro le diría qué la obligación de la policía era que el rey machara intacto, qué no le pasara nada. Durante la guerra civil, fue militarizado y ocuparía el cargo de capitán médico de la marina.
Estaría cuatro veces preso, una comprendida, entre el 6 de mayo de 1939 hasta el 11 de agosto del mismo año, para volver a ingresar en la prisión el 19 de agosto, y volver a salir en libertad el 8 de octubre.

Escrito de libertad para Casimiro Bonmatí, en 1939. AGRM.
En 1940, volverá a entrar como reo, otros dos meses, desde el 25 de mayo al 23 de julio, en la prisión habilitada “Las Agustinas”. El nombre, lo había heredado del convento de la orden mentada, Primero, sería usado como almacén durante la guerra, y posteriormente, como cárcel. Años después, en 1945, volvería al presidio, aunque solo serán 48 horas.

Cartilla con el ingreso en prisión, en 1940, de Casimiro Bonmatí. AGRM.
Según su hijo Enrique, que oyó contar un testimonio familiar, acabada la contienda civil, fue detenido, acusado, entre otras cosas, al parecer, de «excesivo celo atendiendo a heridos y enfermos republicanos». Adelina, esposa de Casimiro, empezó a inquietarse, ya no solo por su destino tras un posible juicio, sino por temor a una ejecución sin juicio previo. Esa preocupación le llevó a contactar con un primo suyo, Enrique Alcaraz, por ser sobrino del Obispo de Badajoz (José María Alcaraz Alenda). Fue él quien, tras confirmar que el Dr. Casimiro Bonmatí era «una persona de orden, además de republicano», finalmente intercedió para que fuera excarcelado a la mayor brevedad.

José María Alenda, obispo de Badajoz.
Esto, forjaría una amistad entre el obispo Alcaraz y Casimiro Bonmatí, tanto que cada mes de agosto, la familia Bonmatí Limorte iba a visitarlo a su casa de verano en Aspe. Enrique, comprendería el porqué de la amistad del clérigo y su padre tras preguntar a su tía María. La familia Bonmatí Limorte era agasajada, en la residencia de D. José María, con una excelsa merienda, ya que el reverendo contaba con servicio doméstico.
Casimiro era un convencido republicano, heredado de su padre, Severino Bonmatí, que contrajo matrimonio con Carmen Azorín. A Severino Bonmatí Vicedo, le tocó en suerte realizar el servicio militar en Cartagena, en la Marina. De carácter inquieto, buscaría “algo que hacer”, y se pondría a trabajar en la contabilidad de la Confitería Cañizares, que se encontraba en la esquina de la Calle Duque con Montanaro. Casimiro Cañizares Poveda, dueño de la confitería, se casaría, tras quedar viudo de María Girao, con Concepción Vicedo Cañizares, tía carnal de Severino, ya que ella, y la madre de Severino, Remedios, eran hermanas. Al morir Concepción Vicedo en 1910, deja en herencia la confitería a Severino.
Perito mercantil de profesión, marchaba a Novelda asiduamente, a una academia, para conseguir el título de dicha profesión.

Severino Bonmatí, padre de Casimiro.

Publicidad de Confitería Cañizares.
En la vertiente futbolística de Casimiro, encontramos la fundación del CD Los Tigres, a principios de 1932, de la mano de personalidades como José Carreño o Juan Buendía, y bajo la presidencia, tiempo después de Casimiro Bonmatí. El mencionado Juan Buendía sería quien, 8 años después, fusionaría al equipo felino con el Plus Ultra Lisvert, para formar la Unión Deportiva Cartagenera, actual Cartagena FC. Curiosamente, contra el equipo del Lisvert, sería el primer partido de la vida futbolística del equipo blanquiazul, en 1932. Quinquillas y Bafalliú eran los buques insignia de los albiazules. Sin campo de fútbol propio, sus primeros encuentros los jugaría en el Stadium Cartagenero.

El equipo del CD Los Tigres, con autoridades y la madrina de los Cruzados Rojos. Fondo familia Bonmatí Carrión.

El escudo del CD Los Tigres.
Realizando un plano detalle del banderín mostrado en la foto, podemos ver la inscripción “Los CR – CD Los Tigres”. Los CR son, sin género de duda, los Cruzados Rojos. La fecha del partido será el 26 de marzo de 1933, y el banderín, será un obsequio que Los Cruzados le harán a los felinos. Ramo de flores en mano, se encuentra la señorita Carmen Carrión Medina, elegida por entonces madrina de los Cruzados Rojos, junto a Casimiro Bonmatí, presidente del equipo. Dicho obsequio, estuvo expuesto, los días de antes del partido, en la Camisería Romero, en la Calle Mayor de Cartagena. El encuentro sería arbitrado por el ex jugador del Cartagena FC, Lucio Jauregui.


Fachada de la Camisería Romero.
No tardaría el ayuntamiento cartagenero en cederle un espacio a este conjunto. Se le prestaría lo que debió ser, y nunca fue, el Parque de Recreos, la actual Casa de la Juventud, esquina de Juan de la Cosa, con Paseo Alfonso XIII, entonces Paseo de la Libertad. Quedando impracticable durante la Guerra Civil, el terreno sería usado por el Ejército de Tierra, por la Sociedad de Cazadores de Cartagena, y también por el Frente de Juventudes de la Falange. El CD Los Tigres sería considerado el equipo de la República.

Rondalla en el Campo de Los Tigres. Fondo José Ibarra Bastida.
Por último, hacer extensible el agradecimiento sincero a Enrique Bonmatí Limorte, hijo de Casimiro, y a la nieta de éste, Mª Ángeles Bonmatí Carrión, por haber surtido al autor de este estudio de documentos gráficos y testimonios familiares que, sin duda, han engrandecido este documento.
De hecho, una vez acabada la contienda, sería nombrado director del astillero, bajo una empresa nacional, el “Consejo”, o Consejo Ordenador de las Construcciones Navales Militares, Luis Vial y Diestro, quien ya había sido gerente del mismo, además de presidente del Cartagena FC, y alcalde de la ciudad.
Carlos de Miguel, presidente del Cartagena FC en la temporada 1934/35, sería uno de los detenidos en los buques prisión “Río Sil” y “España nº3”. A bordo del segundo, el que era Capitán de Infantería de Marina, sería fusilado el día 15 de agosto de 1936, a unas 5 millas al sur de Cartagena, en alta mar.
Alfonso Torres López, sería alcalde de Cartagena durante 7 años, todos ellos bajo la Dictadura de Primo de Rivera. Ferviente defensor de la restitución de la provincia de Cartagena, pertenecería a Unión Patriótica y a Falange. Su obra por Cartagena fue mucha y buena. Apostó por el pavimentado de la ciudad e inauguró fuentes públicas. De su época, serán las benéficas instalaciones de la Casa de la Misericordia y la Casa del Niño. Además, proyectó las casas baratas, hoy Ciudad Jardín, para los más necesitados, y promovió el crecimiento de la ciudad a través de su ensanche. Suyas fueron las gestiones para que, a Cartagena, Murcia, y a otros municipios de la Región, y a la propia base naval, llegara el agua del Taibilla. Sería nombrado presidente honorífico del Cartagena FC.
José Maestre Zapata es, además de empresario y abogado, hijo de José Maestre Pérez, quien llegaría a ser gobernador del banco de España, y Ministro de Abastecimientos, además de Fomento (en dos épocas distintas). Durante siete años, obtuvo escaño en el Congreso de los Diputados. Maestre Pérez estaba considerado uno de los grandes terratenientes de la época, tanto en la ciudad como en la provincia de Murcia. Su hijo, Maestre Zapata, es dueño de los terrenos donde el Sporting Club Cartago primero, y después el Cartagena FC, jugarían sus partidos. Por esta labor, sería nombrado por parte del Sporting, presidente de honor y, tiempo después, presidente efectivo. Para 1925, el propietario del terreno de juego, conocido como Plaza de España, decide no arrendarle el campo de fútbol al Cartagena FC, lo que desembocaría en la construcción del Almarjal.
Días después, correría la misma suerte, José Mediavilla, el 24 de septiembre, en el pueblo de la Torre de Nicolás Pérez, perteneciente a la diputación de Perín. Mediavilla, que había sido alcalde de Cartagena, era delegado jefe de la sección de minas de la Fábrica de Productos Químicos, además de Cónsul de Bélgica en Cartagena. Como Alfonso Torres, también perteneció a Unión Patriótica. Sería nombrado presidente honorífico del Cartagena FC. A pesar del telegrama recibido desde Madrid en Cartagena, en el que se especificaba que su vida había de respetarse por su carácter consular, éste sería fusilado en el citado paraje.
Cartagena sufrirá entre 80 y 117 bombardeos, según números de Miguel Puchol o Pedro María Egea Bruno. En el primero de todos, en la madrugada del 18 de octubre de 1936, resultaría muerto, mientras dormía, Juan Madrid Méndez “Madriles”, jugador promesa del fútbol cartagenero. Tras jugar en los Diablos Rojos, Gimnástica Abad, Isaac Peral, Molinos Marfagones, y Naval, entre otros, en donde coincidiría con el abuelo de la saga de los Cordero Sánchez, José Llamas, el Cartagena FC se fijaría en él. Tan solo disputaría con el primer equipo de la ciudad 3 partidos, hasta que una bomba sesgó su vida.
Eugenio Acha Arana, nació el 12 de febrero de 1902 en Sopuerta (Vizcaya). De profesión armero, jugaría varias temporadas en el Lagún Artea, en el Racing Reinosa, y en el Baleares, entre otros, antes de recalar en el Cartagena para la temporada 1926/27. Jugaría dos temporadas en el Efesé, y lo disputaría prácticamente todo. Participaría en 44 partidos con la elástica albinegra. Como curiosidad, el día de su debut en Cartagena, sería la despedida de Dioni Conesa, una de las primeras leyendas del futbol cartagenero. Una vez acabado su periplo por Cartagena, volvería a su tierra. En 1934, estaría preso 16 meses en la cárcel de Pamplona, tras los sucesos de 1934 en Éibar. Por esta implicación, se pedía para él y otros encausados, la pena de muerte. Sería liberado el 23 de enero de 1936. Voluntario de guerra, fue apresado por las tropas franquistas y enviado a prisión el 29 de agosto de 1937. Trasladado en el buque Almirante Cervera a Santander, sería ajusticiado casi 7 meses después, el 26 de marzo de 1938. Sus restos descansan en el cementerio de Ciriego, Santander, junto a los de otros fusilados. La inmensa mayoría de los datos aportados en este párrafo, se deben agradecer a Estibalitz González Solozábal, sobrina nieta de Eugenio Acha Arana.
No hace mucho, en la ciudad de Cartagena, se ha afirmado, sin ningún rubor, que la Guerra Civil paró el fútbol. Esto es fácilmente desmontable, ya que, la ciudad de Cartagena convocó múltiples partidos en favor de las milicias, de las mujeres antifascistas o del taller de confección de ropa, entre otros.
El 20/9/1936, se celebra otro envite entre Radio comunista y Juventud Socialista Unificada
Cuando la contienda lleva prácticamente un año, se siguen disputando encuentros:
El 28/11/1937 se enfrentarán los equipos Selección Levantina – Selección Norte. Dos semanas después, harán los propio, el equipo de las JSU y el Destacamento de Artillería de las Cenizas








Los jugadores del team del Sport Club son los siguientes: Portero: Mervin Naftel; Zagueros: Macla Arlan, Rolando Browne; Medios: Miguel Sanz, Walter Brown, Rogelio Abad; Delanteros: D.Sánchez, Graham, Benson Lindsay, A. Wandosell.




















































El vocablo se seguiría usando a lo largo del tiempo, tal y como demuestra el recorte inferior, extraído del Diario La Verdad, del 3/7/1942
Mucho se ha escrito sobre la “propiedad” del vocablo, palabra, grito de guerra Efesé, que fue adoptado por la afición cartagenera y ha sido objeto de cántico a lo largo de la historia. Lo que empezó como una burla desde Murcia, al imitar el seseo cartagenero al decir “FC”, el cartagenero, lo ha hecho propio desde antaño. No es menos cierto, que es, hoy día, objeto de discordia entre los propios cartageneros. Y se explica. El “Efesé”, como algo tangible, diremos que es el Cartagena FC, fundado en 1919. Este equipo, como ya fue demostrado en este artículo para CIHEFE, 









El Cartagena FC, campeón regional
El diario murciano El Tiempo, publica el 12 de marzo un artículo sobre el actual Campeonato Regional, que se está celebrando en Alicante, en sustitución del anterior en el que proclamado Campeón el Cartagena FC, fue invalidado por una denuncia del Natación y admitida por la Federación Levantina, mandó repetir dicho Campeonato. Añade que la Federación Nacional debería castigar al Comité Alicantino por contradecir a esta Federación en sus acuerdos, trasladando la Federación Levantina a Murcia o Valencia.
La Federación Levantina muestra su disconformidad con esta resolución y entra en conflicto con la Nacional ratificando dichos partidos y a su campeón Deportivo Aguileño, en reunión celebrada el sábado 3 de abril.
La nota, aparecida en el diario “La Tierra” el 16/9/1919 es una de las múltiples pruebas. Lo que sí ocurre en la ciudad, y más concretamente desde 2019, fecha del ficticio centenario, es afirmar con rotundidad que el Cartagena FC actual, es CENTENARIO y, por lo tanto, el mismo club que el fundado en 1919. Esto, se hace, no asumiendo que la entidad desapareció en 1952. Después de una ardua investigación, el resultado nos llevó a poder afirmar que el Cartagena FC actual no es centenario, ya que sus razonamientos están basados y apoyados en dos argumentos banales, carentes de sostén.
He aquí el primer argumento, pero de ninguna forma tiene absolutamente nada que ver el Cartagena Foot Ball de 1919 con el actual Cartagena FC. Esta es la primera premisa, falsa a todas luces, sobre la que se sostiene el centenario.
Si vamos al libro original de la Federación Murciana de fútbol en 1924 los clubs inscritos no tenían ningún número federativo asignado, como se ve en la foto. Cuando decimos “numerosas pruebas”, es que así es. El libro original de la temporada 66/67, tampoco asigna número federativo. Presente está el CD Cartagena (que había cambiado de nombre cinco años antes y abandonado su fundacional, el de Unión Deportiva Cartagenera). Hemos de tener en cuenta que estos libros constituían entonces la única documentación oficial de la Federación murciana
Para demostrar que la numeración no guarda vinculación alguna con la fecha de fundación, hay cuantiosos ejemplos. Empezando por que los números federativos se concedieron por temas de influencia (El Real Murcia obtendría el 1 y el Cartagena FC el 2), podemos poner un ejemplo cercano, de la tierra. La Deportiva Minera, fundada muchísimos años antes que el CD La Manga, obtiene el número federativo 1034, y el conjunto de La Manga del Mar Menor obtiene el 1016. El conjunto minero se funda cuando La Manga no existía ni como población y, sin embargo, los de El Llano del Beal tienen mayor número federativo que el CD La Manga.
El mismo Muñoz Calero dirige un telegrama a la gestora, indicándole la negativa.
En esa asamblea, el 5 de agosto de 1952, el Cartagena FC comunica su DISOLUCIÓN como entidad a la Federación Española de Fútbol
A partir de este momento, el Cartagena FC ya no existe como club. Igual que no dudamos la existencia del Cartagena FC, sí que se niega la desaparición del Efesé, aunque haya un telegrama de disolución.
Llega el día de marras. El 11 de agosto. El dinero no ha llegado. La Gestora lanza un comunicado agradeciendo el esfuerzo y comunicando que no ha sido posible reunir el dinero. Por lo tanto, vuelven a poner en liza los acuerdos del día 5. ¿Cuáles son? El telegrama de disolución. Aun así, con el club disuelto, la gestora sigue trabajando en pro del fútbol de Cartagena, para buscar una solución, para no dejar sin fútbol El Almarjal.
Se celebra esa asamblea. Y es ahí, donde por primera vez, se oye el nombre de un club fundado en 1940, la UD Cartagenera. Siempre había competido en categorías regionales y, su presidente, Juan Buendía, con muy buen criterio, hace saber a los allí presentes que su equipo tiene los derechos federativos abonados, por lo que podría competir sin problema alguno. Tras aceptarse de buen grado esta alternativa, el “traspaso de poderes” es una realidad

Por si había algún género de dudas, son varias las veces que se publica la siguiente reseña “EL CARTAGENA HA DESAPARECIDO”
La actividad en la UD no para. Se hace con un nuevo local en la Calle Mayor, número 35, donde se ubicaba anteriormente Sederías Senet. La captura de la publicidad de la Sedería está extraída del libro de Juan Ignacio Ferrándiz “Comercios Antiguos de Cartagena y su publicidad”. Aunque no había vinculación entre el Cartagena y la UD Cartagenera, la directiva del segundo, lanza un comunicado para desligarse de los acuerdos que el extinto Cartagena hubiera podido contraer con entidades, jugadores, etc.
Lo de que no existía vinculación alguna no lo dice quien escribe, sino Juan Jorquera del Valle, insigne cartagenero, en una carta que más abajo se reseña.
Dos, la captura de año de fundación y desaparición según CIHEFE (Centro de Investigaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español). Para este organismo, el Cartagena CF también desaparece en 1952
Y la última, con la que se cierra este estudio. El Anuario de la Temporada 1951-52 de la Federación Murciana de Fútbol. También se ha argumentado por ahí que la UD Cartagenera era “filial” del Cartagena FC, y por ello se intentó también justificar el centenario, ya que sería el equipo filial el que siguió compitiendo, hasta que se le pudo cambiar el nombre. Solo hay que leer. Pone CD Naval.

La reina de los tristes destinos, María Isabel Luisa de Borbón, Isabel II para los amigos, reinó en España durante 35 años, aunque, de facto, gobernaría alguno menos, ya que accedió al trono cuando era prácticamente una niña. Tras estos siete lustros, se produciría en España una renovación de linaje real, ya que llegaría, por primera y única vez hasta la fecha, un integrante de la Casa Saboya, que gobernaría con el nombre de Amadeo I. El cambio en la corona no fue casualidad, ya que Fernando VII, antes de morir, aboliría la Ley Sálica, que impedía a las féminas acceder al reinado de España. Tras el largo reinado de Isabel, llegaría la revolución de 1868, que llevaría consigo (de momento) la “destitución” de la Casa Borbón del trono de España. Amadeo I pertenecía a la Casa Saboya, pero fue casi el único que aceptó el cargo de rey; ¡Qué cosas! Desde un primer momento contaría con el rechazo frontal de carlistas, republicanos y las familias acaudaladas pro borbónicas; además de no saber hablar el idioma español. Cosas del destino, el primer suelo ibérico que pisa Amadeo sin todavía ser rey es Cartagena, proveniente de Italia, para marchar dos días después a Madrid.
El rey eclecto, sería testigo de la inestabilidad política, en un país que ni siquiera era el suyo, y con un idioma que no dominaba. En su bienio de reinado, fueron hasta 6 los gobiernos que tendría el país. Entre liberales, radicales y constitucionalistas, se le hizo un trago amargo su estancia en España. Tan amargo que incluso, la noche del 18 de julio de 1872, sería objeto de un atentado, cuando paseaba junto con su esposa. Tras este, del que salieron ilesos, pronunciaría su célebre frase: «Ah, per Bacco, io non capisco niente. Siamo una gabbia di pazzi — “No entiendo nada, esto es una jaula de locos”. A todos estos desmanes, hemos de sumarle que España se encontraba inmersa en la tercera guerra carlista, además de tener en liza la Guerra de Cuba, en el que sería el primer intento de los nativos cubanos de independizarse de España.
Dentro de los federales, vamos a encontrar a un grupo de “intransigentes”, liderados por Roque Barcia y el general Juan Contreras, de los que saldría la idea de constituir un Comité de Salud Pública en Madrid, con el objetivo claro de sacar adelante, cuanto antes, la Constitución Federal. Tras el retraso en las formas y en el tiempo del gobierno, los intransigentes desarrollan el propósito de una serie de insurrecciones federales, en varias ciudades del territorio español. Para la Región de Murcia, el encargado será Antonio Gálvez Arce, “Antonete Gálvez”, labrador y político español. Los levantamientos se llevarán a cabo en el verano de 1873.En algunas ciudades, esta insurrección fue rápidamente sofocada, pero en Cartagena, triunfaría desde su proclamación. No había tiempo que perder, y en la ciudad departamental, lideran el levantamiento Pedro Gutiérrez de la Puente y Manuel Cárceles.
Los hechos de Cartagena llevan, casi de la mano, la caída del gobierno de Pí y Margall, en beneficio de Salmerón. En los días posteriores, se producirán levantamientos en otras ciudades, pero la totalidad de ellos, excepto el de Cartagena, caerían a los pocos días después.
Durante el asedio centralista, los cantonales cartageneros intentarían expansionar el territorio insurrecto en localidades cercanas como Lorca, Orihuela, Águilas, etc. Como medida de propaganda, se editaría un periódico llamado “El Cantón Murciano”, e incluso, se llegaría a acuñar moneda propia, de cinco pesetas y diez reales, que serían conocidas como duros y medios duros cantonales. Por si esto fuera poco, durante el cantón de Cartagena se aprobó el divorcio, cosa que se aceptaría en España durante la II República, casi 60 años después. La primera suspensión de la convivencia entre un hombre y una mujer sería dictada en la ciudad departamental en septiembre de 1873, entre el escribiente de la fragata “Numancia” y su ya ex esposa, cuya sentencia de divorcio fue publicada en el diario cantonalista y se adjunta a este trabajo. El hecho más trágico, además del sitio y asedio de Cartagena, fueron los bombardeos que sufriría la ciudad durante mes y medio. El más conocido, por ser una de las mayores fatalidades de esta guerra, es la voladura del Parque de Artillería. Otro episodio de peso, fueron los combates navales, cruentos sobre todo para la escuadra cantonal.
El 11 de enero de 1874, la plaza de Cartagena se rendiría a las tropas gubernamentales y acabaría con el sueño cantonal. Los líderes de esta utopía huirían a Orán, por entonces colonia francesa, en el buque Numancia, perteneciente a la flota cantonal. En 1909 se disputarán en Cartagena dos partidos entre el Sport Club Cartagena y el Oranais, en el que es considerado, hasta la fecha, el primer partido intercontinental jugado en suelo europeo. La colonia de cartageneros y alicantinos residentes en Orán, propiciaron estos encuentros. ¿Quién sabe si los cantonales que huían en 1874, serían ancestros de estos que vendrían a jugar a Cartagena, 35 años después?
Los primeros vestigios de football en la ciudad de Cartagena los encontramos para la navidad de 1902. Suponemos que empezaron algún año antes con aquel deporte viril e inglés, pero no tenemos constancia de ello, al menos hasta la fecha. La primera noticia aparece en el diario “El Porvenir”, el 29 de diciembre de 1902. No es casualidad que sea durante las vacaciones de Pascua, ya que quienes empezaron a jugar al fútbol en la ciudad, que sepamos, son hijos de familias de la burguesía cartagenera, que cursaban estudios en Liceos y Universidades del extranjero. Algún año después, centramos la búsqueda en figuras como Miguel Sanz, estudiante en el Liceo de Foix (Francia), e hijo del comerciante, alcalde de Cartagena y profesor de francés, Mariano Sanz Zabala. Su pasión por las letras galas llevaría a sus hijos al extranjero, donde aprenderían, entre otras materias, economía y matemáticas, lo que desembocaría en que, Miguel Sanz Cabo, con 16 años, fuera el primer presidente del Sport Club Cartagena. Por ello, podemos afirmar que su padre, Mariano, fue el primer mecenas del fútbol local conocido.
Sabemos que se jugaron estos dos partidos porque éstos fueron reseñados en el periódico “Hampshire Telegraph”, rotativo de temática naval. Los “matchs” se llevaron a cabo los días 6 y 7 de noviembre de 1873 y la nota fue publicada el 29 de noviembre de 1873. La presencia inglesa en la ciudad ya era notable, e igualmente en la ciudad vecina de La Unión, donde se explotaban minas. Por tanto, no es descartable la participación de la colonia inglesa de la comarca en los partidos mentados, como, por ejemplo, los trabajadores de la fundición San Jorge, la cual no se podía llamar de otra manera, ya que es el patrón de Inglaterra, al igual que Santiago lo es de España.
Basicamente, la nota viene a decir que la contienda civil entre los gubernamentales y los cantonales, que estaban sitiados en Cartagena, era cada vez más feroz. Chicarro, al mando de la flota española, había marchado a Alicante a por provisiones y a repostar carbón. Cita también que la flota gubernamental se paseaba por el puerto de Cartagena a diario, como parte del asedio a Cartagena por mar, para impedir la entrada de provisiones para los cantonales. Mientras, éstos, se dedicaban a pegar tiros, pero sin llegar a alcanzar ningún objetivo. Literalmente, relata que el objetivo de Chicarro es matar de hambre a los intransigentes, y con ello, al pueblo de Cartagena. Confiaba el escritor, que Cartagena estuviera al borde de una crisis y esperaba que se rindiera en breve.