El primer partido del Valencia CF

  1. Introducción

Los primeros años de la historia del fútbol valenciano son bastante complicados de seguir. La absoluta falta de detalles en la prensa diaria de la provincia no ayudan en demasía, eso cuando no se dan alegres olvidos en las pequeñas crónicas con que nos deleitaban los plumillas de la época y en las que se daban someros resúmenes de los partidos en cuestión, o simplemente, no habían ido a ver el susodicho encuentro y, por tanto, te encuentras con que el partido ha sido anunciado pero no tenemos la certeza de si se ha jugado o no.

A esta “maravillosa” situación que se encuentra el historiador deportivo o el curioso que busca datos nuevos, hay que añadir el hecho de que la Historia del futbol valenciano carece de una extensa bibliografía que haya investigado las primeras décadas del siglo XX. Y esto, aunque parezca mentira, incluye a un equipo con el arraigo popular y el renombre del Valencia CF

  1. Los antecedentes

En opinión de quién esto escribe, los escritores e investigadores de la historia del Valencia CF beben de una misma fuente que es el libro “Bodas de Oro del Valencia CF” de José Manuel Hernández Perpiñá.

Esta obra, que es la primera gran recopilación de partidos y datos del club valencianista, es un fantástico trabajo del mayor de la saga de periodistas, pero que, como todo lo que concierne a la búsqueda de datos históricos, está llamada a ser revisada y superada. Esta revisión no se ha producido hasta el momento, y eso debería implicar que nos preguntásemos si los datos que el señor Hernández Perpiñá expuso en su libro pudieran tener algún error y que dicho error haya podido permanecer oculto hasta el día de hoy.

Así que no es mi intención, cargar las tintas contra el autor de este trabajo si no recordar que es función del investigador, no dar por supuestas todas las fuentes de las que bebe y tener una mezcla de curiosidad y ambición por mejorar lo que ya se ha publicado.

  1. El primer partido del Valencia

Como el lector sabe, el actual Valencia CF se funda en 1919, concretamente, el 18 de marzo queda aprobado el Reglamento que había sido presentado en el Gobierno Civil el día 5 del mismo mes. Mientras que el 4 de abril se elige la primera Junta Directiva que toma como presidente del club a Don Octavio Augusto Milego Díaz.

El 14 de mayo de 1919, el “Diario de Valencia” publica en su cuarta página un resumen del campeonato Valencia (así aparece en prensa en todas y cada una de las noticias sobre el torneo) que era la fase con la que se decidía el finalista provincial del Campeonato Regional.

En este artículo, se da el resultado de los seis partidos jugados, y que el Gimnástico FC (foto incluida del vencedor, todo hay que decirlo ) había resultado vencedor del campeonato. Añadiendo que el próximo domingo lucharían en Castellón los equipos Gimnástico y Valencia y que el vencedor jugaría contra el campeón de Castellón.

La primera sorpresa es que no nos consta noticia alguna de que el Valencia hubiera jugado ningún partido anterior en toda su historia, ¿cómo puede ser que este equipo jugara una especie de final sin haber aparecido en todo el torneo? Pues ahí tenemos una incógnita para resolver y que no debería caer en saco roto.

La segunda sorpresa es que el día 14 de mayo es miércoles. El domingo siguiente es día 18 de mayo. ¿Qué dicen los historiadores? ¿Qué dice el propio club? Que el primer partido del Valencia fue el 21 de mayo de 1919 en Castellón (Libro Oficial del Centenario del Valencia CF, página 312) (Bodas de Oro del Valencia CF, página 29).

Pues toca confirmar o desmentir en Castellón, la información que nos dan desde “Diario de Valencia”, y allá que nos vamos:

“El partido que mañana se jugará en el nuevo campo de Castalia es el final del campeonato local de Valencia entre los equipos “Gimnástico” que ya apreció la afición castellonense su hermoso juego en marzo pasado jugando con el Castalia y el veterano “Valencia” (sic) campeón de la vecina capital y que en anteriores campeonatos han llegado a jugar las semifinales de España”

“Este partido que estaba anunciado a las seis de la tarde se jugará a las cinco con el fin de que el numeroso público que allí se congrega pueda asistir a la procesión de la virgen de Lidón” (Heraldo de Castellón, 17 de mayo de 1919, página 2)

Evidentemente, el artículo estaba muy equivocado respecto al Valencia que se presentaba en la capital castellonense. Pero, nos confirma la noticia que ha dado “Diario de Valencia” tres días atrás: El día 18 de mayo hay anunciado un partido entre Gimnástico y Valencia

Y, por si había alguna duda de la intención de disputar el encuentro el día 18, he aquí lo que dice “Diario de Valencia” el mismo día del partido:

“Esta mañana saldrán para Castellón los equipos valencianos Gimnástico y Valencia, para luchar por la tarde en dicha población.

Les deseamos buen viaje y auguramos una buena tarde a la afición castellonense”. (Diario de Valencia, 18 de mayo de 1919, página 4)

Eso sí, para que nada nos sorprenda, ya que hemos tenido bastantes sustos, la prensa castellonense (Heraldo de Castellón y El Clamor) no hace referencia alguna al encuentro en días posteriores, pero nuestra intuición dice que se disputó porque la procesión a la que se refería el artículo de “Heraldo de Castellón” se celebró con magnífico tiempo y, como no, “Diario de Valencia” sale al rescate del acontecimiento en su número del 20 de mayo:

“El Valencia y el Gimnástico han jugado en Castellón el anunciado partido final de partidos locales para el campeonato regional.

Actuó de juez el señor Castelló, presidente de la Federación de Castellón, y los equipos debido al cansancio del viaje, estuvieron apáticos casi todo el partido.

Al final quedó vencedor el Gimnástico, campeón valenciano por un tanto a cero” (Diario de Valencia, 20 de mayo de 1919, página 4)

Según señala el propio Hernández Perpiñá, la alineación del equipo valencianista fue la siguiente: José Marco, Amador Peris, Julio Gascó, Fernando Marzal, Pepe Llobet, Antonio Ferré, Luis Fernández, Umbert, Alfonso Martínez Ibarra, Aliaga, Gómez Juaneda, mientras que por el Gimnástico FC salieron al campo: Calvo, Amador Sanchis, Ventura, Figueroa, Tapp, Marco, Casimiro Cimadevilla, Morris, César Cimadevilla, Silvino y Escudero. Como apunta el “Diario de Valencia”, el árbitro del encuentro fue José Castelló Soler, prohombre de la sociedad castellonense y posterior Gobernador Civil de Álava y Burgos

Así, en esta sencilla nota, debería quedar claro que el primer partido del Valencia CF, no se disputó el 21 de mayo, si no que fue tres días antes. La historia empezó un 18 de mayo de 1919. Lo que vino a continuación es ya conocido y lo comentaremos en otra ocasión……………

Fragmento de “Diario de Valencia”, del 20 de mayo de 1919

  1. Fuentes

Heraldo de Castellón

El Clamor (Castellón)

Diario de Valencia

Bodas de Oro del Valencia CF (José Manuel Hernández Perpiñá)

Libro Oficial del Centenario. Valencia CF




“En slip tots els homes són iguals; no hi ha classes socials”. El deporte como espacio de confrontación político-cultural en la Gandia republicana, 1933-1936

«En slip tots els homes són iguals; no hi ha classes socials». El deporte como espacio de confrontación político-cultural en la Gandia republicana, 1933-1936

Este eslogan que encabeza el título de este artículo se popularizó entre los socios y socias del Club de Natación y Sports de la ciudad valenciana de Gandia durante la Segunda República española. Este lema y esta asociación deportiva constituyen, sin lugar a dudas y según la feliz definición de Joan M. Monjó (CATALÀ: 1983, Prólogo), el “retrato de una generación”. Retrato de sus esperanzas de transformación socio-cultural a través de la extensión de una determinada perspectiva del papel que debía desempeñar la cultura física en la sociedad, muy alejada del ocio mercantilizado que suponía un balompié encaminado ya hacia la profesionalización más o menos profunda incluso en sus escalones más inferiores aunque ya se había iniciado en las divisiones superiores.

La historiografía especializada en la historia del deporte en España, afortunadamente en una ascendente y progresiva producción, ha incidido en la visión del deporte como reflejo de la sociedad en la que se inserta y se desarrolla. Por ello, estudiar la sociabilidad deportiva en los años treinta también conlleva adentrarse en la complejidad de unos años intensos en España y en Europa.

La democracia republicana instalada en abril de 1931 supuso la emergencia pública de líneas que se habían ido forjando en los años de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Era una sociedad todavía en tránsito entre las manifestaciones culturales más tradicionales como el teatro o, en el caso del deporte para el espacio humano que nos ocupa, la pelota valenciana con la modernidad que provenía de Europa o los Estados Unidos como la radiofonía, el cinematógrafo o el deporte. Todo ello en un contexto concreto de expansión de las cabeceras periodísticas que se convirtieron en espacios en los que se dirimieron un combate simbólico entre los procesos de secularización y la Iglesia Católica así como entre las diversas culturas políticas del liberalismo democrático republicano, los nacionalismos catalán y vasco y la diversidad de propuestas obreras (socialismo, comunismo, anarquismo). (SEONAE, SÁIZ: 1996)

Estas cuestiones, han sido abordadas en las grandes ciudades o en espacios muy concretos con características socio-políticas y culturas propias (como Cataluña o Euskadi, especialmente). Sin embargo, se ha minusvalorado su importancia en las ciudades medias o agrociudades que estaban recibiendo la transmisión de la cultura de masas del mundo urbano, y, al mismo tiempo, difundiéndola en los entornos rurales. Es el caso concreto de Gandia, una ciudad valenciana de unos 16.000 habitantes en 1935 que ejercía de centro administrativo, político y económico de su Partido Judicial (casi coincidente con la comarca de La Safor), con un relevante comercio de agricultura de exportación a través de su puerto con incrustaciones industriales. Esta estructura económica que había creado una sociedad diversificada y plural, con un amplio abanico de portavoces periodísticos y acompañada de una vida asociativa muy relevante entre el catolicismo social, el liberalismo democrático republicano, el socialismo y el anarquismo, hegemónico entre los obreros portuarios del Grau en su versión anarcosindicalista de los Sindicatos de Oposición. Un microscopio de la España de los años treinta desde el que, desde la base local, se puede entrever los debates y polémicas de una sociedad en ebullición.

1.La introducción del fútbol: modernidad, juventud e identidad social en los años veinte.

A pesar que el puerto marítimo de Gandia pertenecía a una compañía inglesa, el fútbol se desarrolló muy tardíamente. De hecho, no ha sido posible encontrar ninguna noticia anterior a la década de los veinte. La ausencia de constitución de sociedades deportivas (generalísticas o con la inclusión del fútbol) seguramente se relaciona con la intensa crisis de las dos primeras décadas del siglo XX que afectó al comercio de la pasa y de la naranja. La recuperación producida a partir de los veinte provocó un relevante crecimiento demográfico (inmigración) y económico, con una preponderancia del comercio y de la exportación, que convirtió a Gandia en una ciudad con una creciente diversificación social y urbana y con un sensible aumento de la juventud universitaria proveniente de estos grupos sociales emergentes.

Así se entiende que hasta 1922 no se fundara la primera asociación futbolística, el Gandía Foot-Ball Club patrocinado por la Secció de Deports de la Sociedad La Conca de Zafor, una asociación cultural dirigida por jóvenes, que defendía un regionalismo valenciano (y en valenciano) conservador-católico. Simultáneamente aparecía la Sociedad Gandía Sporting-Club, un proyecto ambicioso que unía fútbol con el tenis y el skating ring y una cabecera periodística propia. Ambas fueron obra del “burgués ilustrado local” (BAHAMONDE: 2011, 94). Una cabecera deportiva gandiense así recordaba los primeros pasos del balompié, “que había importado de la capital jóvenes aficionados y estudiantes”.[1] Cronológicamente se sitúan en los procesos de modernización social de los medios urbanos presente, entre otros indicadores, en el incremento y heterogeneidad del asociacionismo. De hecho, los inicios de la década de los veinte presentan la fundación de clubs en ciudades valencianas similares a Gandia (Alzira, Ontinyent, Xàtiva…).

Desde sus inicios el fútbol, el principal deporte local, representó en Gandia algo más que una práctica deportiva. Aunque los dos clubes estaban dirigidos por la élite burguesa, y al menos el segundo también sus jóvenes jugadores formaban parte de la misma, en su breve vida durante los años de la Dictadura primorriverista y al igual que sucedió con otras pugnas societarias en los pueblos valencianos (por ejemplo, las bandas de música), la rivalidad sobrepasó los límites deportivos-societarios para convertirse en socio-política en unos años en los que no se disponía de cauces democráticos (partidos, elecciones) y se ejercía un férreo control sobre las asociaciones.

La prensa, medio de comunicación esencial para la consolidación social del fútbol, de la ciudad reflejó esta dinámica conflictiva con cierta insistencia. El primer partido entre ambos equipos el día 20 de mayo de 1923 provocó una invasión del campo y la intervención de la Guardia Civil.[2] En el mes de diciembre se advertía que “no vayamos a poner el fútbol en asuntos políticos”.[3] Además, se percibe un absoluto apoyo desde el Ayuntamiento y la prensa hacia el Gandía F.C. y una desatención hacia el Sporting, conformado con una mayoría de jóvenes universitarios e hijos de propietarios de comercios. En 1930, una vez desaparecidos ambos, un nuevo equipo adoptó el nombre de Sporting, compuesto nuevamente por hijos de la gran burguesía comercial, el grupo social dominante gracias al crecimiento exportador de los años veinte. De hecho, su primer y efímero nombre sería el de “Comercial”. En ese momento, la animadversión adquiere tintes específicamente sociales. En la prensa local se señalaba que “cierto sector de público, azuzado por elementos que tienen interés de crearle una atmosfera desfavorable, llenó a sus jugadores [del Sporting] de improperios y groserías (…)”, principalmente la expresiva calificación de sus futbolistas como els senyorets, incluso atacando el público a sus jugadores.[4] Más tarde, uno de sus jugadores afirmaba que “perdonamos a nuestros contrarios que sin tener en cuenta que en el futbol no hay distinción de clases, por este motivo únicamente protestan”.[5] Y, por último, en otra crónica periodística se criticaba que el público protestara sin interrupción al nuevo Sporting y finalizaba con “No comprendemos la tirria que hay contra este equipo”.[6] De hecho, la cabecera republicana El Momento era manifiestamente anti-Sporting.

El fútbol ya planteaba debates político-culturales, siendo rechazado en su discurso público por el socialismo local ya que “la sirena de los deportes, comentados y fomentados exageradamente por la mayoría de la Prensa (me refiero a los deportes como los toros, boxeo y futbol profesional) la que aparta a la mayoría de los jóvenes obreros de Gandía de la Organización Obrera”.[7] Asimismo, el integrismo católico también combatía el balompié ya que consideraba a la pelota como un deporte “español, más noble y no tan violento”. En las Escuelas del Ave-María, sustentadas en la pedagogía del padre Andrés Manjón, se vanagloriaban a finales de 1930 que se había “sustituido la fiebre peligrosa del balompié por el españolísimo y más conveniente juego de pelota”.[8]

La prensa señala reiteradamente que el fútbol se había convertido en un deporte eminentemente juvenil, una manifestación de una incipiente cultura autónoma de la juventud en la que la modernidad provenía del mundo anglosajón, de Gran Bretaña para el fútbol; de los Estados Unidos de América para el cine, la música o la moda. En suma, “un elemento de identidad de una nueva generación” (DOMINGUEZ: 2011, 84). Pero también, en el contexto europeo, después de las destrucciones humanas de la I Guerra Mundial, la juventud encarnaba los propósitos de regeneración de las naciones y de sus sociedades caminaba conjuntamente con los deseos de reconstrucción del mundo prebélico que había desembocado en la Gran Guerra. En el caso español, el regeneracionismo ya había asentado con fortaleza después de la derrota en la guerra hispano-norteamericana de 1898 y confluían, con distintos discursos y objetivos, también el obrerismo como la intelectualidad de la Institución Libre de Enseñanza. Uno de sus caminos, como se manifestaba públicamente, era el deporte.

La evolución demográfica de España había construido una sociedad fundamentada en la juventud. Y esta, y no solamente su sector masculino, estaba inmersa en la sociedad de masas de la Europa de entreguerras, en la que el deporte (entre otros) desempeñaba un papel primordial. En 1923 un cronista escribía asombrado que: “De Carcagente a la capital, apenas si existe pueblo de la línea férrea que no ostente junto a la estación o en sus proximidades el correspondiente campo adecuado, moderno palenque de la inquieta juventud (…)”.[9] En 1929, bajo los plataneros del paseo principal de la ciudad se podía ver a la hora de la siesta a grupos de jóvenes que “Por ser jóvenes ¿cómo no? Se habla de deportes (…)”.[10] Y en 1935 que “en la actualidad no hay corrillo ni peña de café donde no se habla ya de deporte, aparte de esto, la práctica del deporte se lleva a efecto por un 80% de la juventud gandiense”.[11]

La importancia y popularidad cotidiana del deporte, especialmente del fútbol entre la juventud, no fue desapercibida por la Iglesia Católica, ya que constituía un mecanismo más de atracción y de socialización en unas décadas en las que avanzaba incontenible la secularización, sobre todo en las zonas urbanas. De este modo, la crisis del fútbol de club a finales de la década de los veinte, cuyo motivo ignoramos, se contrapuso a su pervivencia y consolidación alrededor del patrocinio de los Escolapios del Campo Borjiano y de los equipos amateurs que jugaban allí. Es más, reflejo de esta relevancia, cuando a finales del mes de agosto de 1936, durante la Guerra Civil, José Poblador (“Pancho Villa”) y sus milicianos detuvieron un autobús con significados derechistas gandienses que estaban siendo trasladados a València para evitar que pudieran ser asesinados y procedieron a su fusilamiento, se indultaron a tres jóvenes, uno de ellos por ser hermano de un famoso futbolista gandiense. (CALZADO, MARTÍ: 2017, 191)

Una preponderancia juvenil que no se circunscribía al género masculino. Ya en la década de los veinte se repite la imagen de la presencia de mujeres jóvenes en los campos de fútbol, aunque dentro de unos arquetipos masculinos (URÍA: 2014): “El pasado domingo, […] con bastante espectadores entre los que se encontraban muchas y simpática señoritas de la localidad”[12]  y de su creciente afición como la anécdota de finales de 1928 cuando “unas jovencitas que se han privado del cine, teatro y futbol” entregaban esos ahorros a la leprosería de Fontilles[13]

2.El Club de Natación y Sport, 1933-1936. Más que deporte

Gandia01En mayo de 1930 se fundaba el Club Deportivo Gandía (CDG). A pesar de su nombre, optó por una atención casi exclusiva por el fútbol, por participar en las competiciones oficiales y, por ello, por contratar a futbolistas extralocales pseudo-profesionales, preferentemente del norte peninsular, produciendo cotidianas chanzas en las calles gandienses:

¡Oigan! Si alguno de ustedes se tropieza por casualidad, con unos tíos así de grandes que llevan boina, no se alarmen se trata de unos cuantos vascos que tiene contratados el Gandía para la presente temporada. (…) La canción de moda: ¡Mamá yo quiero un vasco![14]

Con la contratación de jugadores foráneos como el veterano Cañavera (exjugador del Gimnástico, club decano de Valencia y del Real Madrid) el CDG se proclamó campeón del Campeonato Regional de 2ª Categoría, Grupo Sur en la Temporada 1934-1935 y ascendió al Campeonato Regional Valenciano. El CDG fue apoyado sin fisuras por Revista de Gandía, órgano de la Derecha Regional Valenciana (proyecto aglutinador de las derechas del que se inspiraría la CEDA de Gil Robles), si bien la cabecera también recogía en menor grado otras noticias deportivas locales o comarcales. También el resto de cabeceras periodísticas gandienses siguieron las vicisitudes competitivas y societarias del Club. En 1934 inauguró una Escuela Militar en la que, además se enseñaba prácticas de tiro.

La apertura democrática que supuso la Segunda República trasladó a la totalidad de la sociedad española las distintas visiones, proyectos y culturas políticas de presente y futuro. Y el deporte, como otras manifestaciones culturales de la sociedad de masas, no fue ajeno a esta dinámica. En julio de 1933 se creaba el Club de Natación y Sports de Gandia (CNS), que se expandió con rapidez de los ocho socios fundadores a los 542 en 1934, conformado por hombres y mujeres adolescentes y jóvenes, casi en su totalidad estudiantes o trabajadores, de la ciudad y de la barriada obrera portuaria del Grau. El CNS se incluye en un marco general español y europeo más amplio de asociaciones que defendían un deporte amateur y de masas con un trasfondo de transformación personal y socio-política frente al deporte competitivo, mercantilizado y federado.

Gandia02En su fundación y posterior desarrollo destaca la figura de Damián Català Sanmartín, hijo de una familia burguesa gandiense. Durante sus estudios médicos en Barcelona, como otros tantos valencianos, se socializó alrededor del anarquismo. En la República, además de su faceta periodística y deportiva, formó parte del libertario Ateneo de Divulgación Social, de las Juventudes Libertarias y del sindicato de estudiantes izquierdista Federación Universitaria Española (FUE). Aunque pacifista a ultranza, combatió durante la Guerra Civil, primero como miliciano y posteriormente como Comisario del Ejército Popular. Apasionado boxeador (fue Campeón del Peso Mosca en el Campeonato Español Universitario de Boxeo de 1932) su anarquismo individualista impregnó decisivamente al CNS.

Si bien el Club presentaba una masa social heterogénea políticamente, un grupo de sus principales dirigentes eran estudiantes universitarios de la clase media y media-alta de la ciudad, hombres como mujeres pertenecientes a la FUE que en Gandia adoptaría un marcado carácter libertario, al contrario que en la mayoría del Estado en el que predominó el componente comunista-socialista. Estaban junto a alumnos y alumnas del Instituto de Enseñanza Media caracterizado por la “laïcitat i la renovació pedagògica, i amb un professorat jove i compromés amb la República, règim que pretenia transformar la societat mitjançant l’educació”[5] (GARCÍA FRASQUET: 2010, 187) El activismo de este grupo, constante y público a través de su participación en la prensa local, define el CNS. Con todo, tampoco siguió las tradiciones culturales libertarias respecto al deporte (NAVARRO: 2004, 338-342)

Esta preponderancia ideológica es perceptible en el apoyo de la Comisión Gestora frentepopulista desde marzo de 1936, que suprimió la subvención de 2.000 pesetas al Club Deportivo para dotar al Club de Natación a cambio de su magisterio deportivo en las escuelas y el Instituto, única manifestación de una cultura deportiva institucional desde 1931. También en la movilización por la República de sus integrantes masculinos en los frentes de combate durante la guerra y sobre todo de sus mujeres en la política educativa a lo largo de la contienda. Además, cuando en la posguerra se intentó su reorganización, el Ayuntamiento la rechazó en primera instancia por ser “de tendencia roja” y se prohibió a sus miembros toda actividad que no se encauzara a través del Frente de Juventudes, Educación y Descanso, SEU o Falange (ÁNGEL: 1983, 18). La legalización no sería efectiva hasta 1952, bajo el nombre de Club Natación y Deportes.

Siempre según Damián Català, la ausencia de diversidad deportiva del Club Deportivo y su pseudo-profesionalismo estuvieron en la base de la creación del CNS: “Lo que sucedía aquí, es que no había más deporte que el fútbol”.[16] Y ese fútbol constituía una práctica competitiva al servicio del poder económico y eminentemente pasiva:

Ellos tienen los ojos puestos en la consecución de un triunfo, de un campeonato. Miran con insistencias a las gradas, a la caseta colocada a la entrada del campo. Para ellos, es más Club y más digno de elogio aquel que más número de socios tiene, el que más tribunas levanta o el que mejor puede remunerar a sus jugadores…,[17]

Damián y este grupo de estudiantes libertarios del Club de Natación preconizaban una cultura física, en el que el deporte era concebido como una actividad popular, participativa y amateur: “Nosotros aspiramos […] a que los onces se conviertan en once mil, aunque en las gradas hayan media docena escasa de espectadores…,”[18] La IV Vuelta a Pie de Gandia (1933) se ensalzaba por constituir un “espectáculo deportivo, propio de nuestros tiempos, popular y absolutamente desligado de toda obligación pecuniaria. Espectáculo abierto a todo el mundo, rico y humilde, grandes y chicos”.[19]

El CNS buscaba crear y difundir una cultura física ocupada por “atletas en activo”, por lo que, más que los títulos, los campeonatos obtenidos por una minoría o incluso los records (“Es muy interesante batir records, pero no lo es todo”) lo realmente importante era la concepción del deporte como un “arma constructiva” (de hecho aparece de manera más repetido el concepto de “cultura física” que de deporte). Una cultura física concebida como “complemento pedagógico” de la enseñanza pública para formar una “Juventud nueva con moral nueva” gracias al “cerebro y el músculo”.  Por ello, desde el CNS se efectuarían diversos llamamientos para que en el Colegio de Segunda Enseñanza (futuro Instituto) habilitado en el edificio incautado a la Compañía de Jesús se instalara una Piscina Municipal y se instauraran clases de educación física:

Y es que Gandia le apoya el perfecto derecho de ver desarrollarse rápidamente el árbol de la cultura y recoger bien presto (…) sus dos principales frutos: el intelectual y el físico.[20]

Una concepción integradora del deporte para hombres y mujeres, que pretendía forjar jóvenes sanos físicamente y “conscientes” socialmente. La imagen del Gimnasio instalado a finales de 1934 en una calle céntrica de la ciudad refleja este ideario: actividades físicas para hombres y mujeres, pero también una biblioteca. Esta concepción socio-deportiva condujo a una extensión del Club en la comarca de La Safor.

Así se entiende que el CNS desplegara sus actividades en deportes alternativos al fútbol como la natación, el atletismo o el boxeo (en menor grado, el tenis y el frontón) y también deportes de equipo como el baloncesto, el rugby o el wáter-polo, al mismo tiempo que patrocinaba el excursionismo natural o patrimonial-histórico. Todo ello desde la dirección de campeonatos y concursos de ámbito “regional” que prácticamente ocupaban la anualidad como “Croos-country”; Ciclismo, Marcha, Natación (Travesía al Puerto) o Vuelta Pedreste. Además de esta programación deportiva, el CNS constituía una activa asociación al servicio de la sociedad con la construcción y mantenimiento de un puesto de salvamento en la playa de Gandia, y, sobre todo, proyectando una línea educativa muy definida con la colaboración con las colonias escolares y las clases de gimnasia que impartía en el Colegio de Segunda Enseñanza, en los centros públicos de enseñanza primaria y en las colonias junto al establecimiento de una galería de helioterapia en el Instituto y las escuelas.

Esta dicotomía de visiones de la finalidad del deporte en la sociedad se trasladó y se difundió gracias a la explosión periodística que supuso el régimen democrático republicano. La justificación del semanario socialista El Popular para incluir una página exclusivamente dedicada al deporte en 1933 argumentaba que “Viendo en la simpatía y complacencia que en ésta se ve todo lo que se refiere al deporte y, particularmente, al fútbol”, se introducía una “Página Deportiva” dirigida por Damián Catalá, concebida como “una invitación al señor Vercher [redactor de la página homónima de Revista de Gandía] para discutir, desde los respectivos periódicos, este tema y otros muchos”. Así, mientras que Revista de Gandía apoyaba al fútbol semiprofesional; la cabecera republicana El Momento recogía la actualidad del CNS.

En definitiva, una visión del deporte y del papel que debía desempeñar en una sociedad democrática que contrasta vigorosamente con el Club Deportivo y su fútbol competitivo y pseudo-profesional. A esta dicotomía se debe sumar, aunque tan sólo constituyera una expresión aislada pero que contiene una profunda relación con la cultura europea de los años treinta, una perspectiva fascista desde el interior de la Derecha Regional en la que equiparaba la decadencia histórica de la España imperial y de la “raza española” a la unión entre unas determinadas ideas políticas reformistas como “[…] Afrancesados. Reformistas (…) Progresistas (…) Pacifismo” y un sistema de vida basado en “el señoritismo en boca, con el del bar y el café. Con el vicioso y el de cabaret” para preconizar la práctica deportiva como medio de reconstrucción nacional e imperial “Deporte para servir a España. Deporte para conseguir hombres en servicio de España. Deporte, medio que mejorará nuestra raza”.

2.1.Ciudadanas y transgresoras: la mujer en el CNS

Gandia03La Constitución republicana convirtió, por primera vez en la historia española a la mujer en ciudadanas con plenos derechos políticos. La historiografía sobre la Segunda República, sin lugar a dudas con límites y problemas, señala el aumento de la visibilización pública y la participación política, social, cultural de la mujer, incluso en los pueblos. Acompañadas de cambios de imagen, al menos entre una minoría, gracias a la influencia de los medios de comunicación de masas (cine, revistas ilustradas). Entre ellos, la mujer deportista, «una forma de emancipación, un símbolo de independencia y superación cultural» (Rivero Herraiz, 2003: 208). En torno a estos cambios y a los factores que lo producían (cine, teatro, revistas ilustradas, moda…) se produciría una intensa confrontación entre el catolicismo, el republicanismo liberal y las culturas de la izquierda revolucionaria sobre el modelo de mujer.

En Gandia, este contexto general también alcanzó a la práctica deportiva. Damián Català y el CNS defendían abiertamente la participación de la mujer, una mujer moderna y cosmopolita que cambiaba “la lectura de la Vida de Genoveva de Brabante, por la de los libros de Freud y Marañón, a la conquista de laurel deportivo, de la cultura y de la libertad merecida”.[21] Por ello la práctica deportiva formaba parte de la reciente ciudadanía femenina: “Abierto ya para la fémina actual,[…], lo que hasta hace poco constituía terreno vedado para ella, el horizonte de la política, de la universidad y de los negocios, ha entrado también, y con pie firme por cierto, en el campo del deporte”.[22] De este modo, además de la anecdótica celebración de un partido femenino entre el Valencia F.C. y España F.C., las jóvenes gandienses participaron activamente en el CNS, tanto como deportistas como ocupando espacios de gestión. En 1934, estaban inscritas 76 socias, con un vocal femenino en su junta directiva y una Comisión Atlética Femenina. Aunque participaron activamente en el resto de disciplinas, destacaron en baloncesto, con la constitución de tres equipos.

Frente a esta creciente introducción femenina en el deporte, los discursos públicos del catolicismo se mostraron abiertamente contrarios al mismo desde criterios de moralidad propios debido al vestuario femenino. En una crónica periodística de 1925 alrededor de un partido de fútbol femenino se podía leer que la mujer “acaba de sacrificar, en aras de un deporte, buena parte de pudor. Se exhibieron, según patentizan las fotografías aludidas, vestidas idénticamente que los que practican el deporte que nos ocupa”[23] y a la apelación de una supuesta diferenciación de género respecto a la “sensibilidad” y “buen gusto” femeninas calificando a las mujeres futbolistas de “masculinizadas y hombrunas”. Y criticándolas basándose que no debían “salir de los cauces por donde nos arrastran la madre naturaleza, la estética, las sanas costumbres y la moral cristiana”[24] Aunque esta mujer deportista también tenía unos límites dentro del discurso de sus defensores. El propio Damián Catalá, imbuido del esencialismo de Marañón, mantenía que existían unas prácticas deportivas exclusivamente femeninas como la danza, la natación y el montañismo y que “no debe, no «puede» practicar ningún deporte violento.”[25] Al mismo tiempo, este deporte femenino se circunscribió a las zonas urbanas y principalmente a las clases medias.

3.Conclusiones

Sport Club León (Grau-Gandia, 1936)

Sport Club León (Grau-Gandia, 1936)

Los buenos registros conseguidos principalmente en natación y atletismo (campeonatos universitarios, records regionales en velocidad y medio fondo, natación) y en torneos celebrados en la Ciudad Condal se unieron al marcado sesgo izquierdista del Club de Natación que ya había participado en la Copa Ernst Thälmann (Barcelona, 11-13 de abril de 1936) organizada por el Comitè Català pro Esport Popular para propiciar la invitación a su participación en la I Olimpíada Popular de Barcelona, alternativa antifascista a la Olimpíada del Berlín del nazismo. Se formó en Gandia un Comité Local de la Olimpiada Popular para preparar la expedición: en la modalidad de Atletismo compuesto por el Club de Natació, la sección deportiva local de la FUE y de la Federación Cultural Deportiva Obrera de inspiración comunista; en Baloncesto con el CNS y la FUE; en Natación solamente el CNS y en Fútbol el equipo del “León” compuesto por jóvenes obreros portuarios.

Alrededor de 40 atletas, la gran mayoría adolescentes, llegaban a Barcelona en la noche del 17 de julio de 1936. En el Estadio de Montjuïc permanecieron encerrados y sin comida mientras se combatía en las calles de Barcelona hasta que consiguieron días después volver a Gandia en la que encontraron a sus familiares angustiados ya que desde Radio Barcelona se había informado que se habían sumado a los milicianos que habían partido hacia Zaragoza. Después vendría la guerra y una larga posguerra en la que las propuestas de cultura física del Club de Natación y Sports no tendrían cabida. (CATALÀ: 1983, 63-73).

Antonio Calzado Aldaria (Universitat de València)

Bernat Martí i Pellicer (Arxiu Històric de Gandia)

4.Referencias

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[1] J.B. (1948, 14 de febrero). “Futbol retrospectivo”. Monduber, s/p.

[2] Plátano (1923, 26 de mayo). “Nota de Sport”. Revista de Gandía, p. 5.

[3] J.P. (1922, 26 de diciembre). “Vida Deportiva. Futbol”. Las Provincias, p. 2.

[4] Chamarrus (1930, 14 de agosto). “Deportes”. Bayren,  p. 7.

[5] J.R.B. (1931, 10 de septiembre). “De futbol. ¡No guardamos rencor!”. Bayren, p. 5.

[6] Linier (1930, 28 de agosto). “Deportes”. Bayren, p. 7.

[7] Roig (1928, 14 de abril). “A la juventud obrera”. El Popular, s/p.

[8] s.a. (1930, 9 de agosto). “Noticias”. Revista de Gandía, p. 7; s.a. (1930, 12 de noviembre). “¿Qué son las Escuelas del Ave-María?”. El Serpis, p. 7, respectivamente

[9] José Mª Capsir (1923, 10 de marzo). «El balompié», Revista de Gandía, Portada, p.2 y 3.

[10] Emilio Conca (1929, 13 de julio). «Ensayos». Bayren,  p. 6.

[11] 3 R.R.R. (J. Herrero) (1935, 4 de marzo). “Al lector deportista”, El Momento, s/p.

[12] s.a. (1930, 20 de marzo”). “Deportes. Futbol”. Bayren, p. 7.

[13] s.a. (1928, diciembre). “Recaudado por limosnas”. Fontilles, p. 224.

[14] Lasiaper (1935, 16 de septiembre). “A tiro de…lápiz”. El Momento, s/p.

[15] “laicidad y la renovación pedagógica, y con un profesorado joven y comprometido con la República, régimen que pretendía transformar la sociedad mediante la educación”.

[16] Luis. G. Davis (octubre 1935). “Polisportiva”, Rutas. Órgano Oficial del Automóvil Club Aero-Club y Club Náutico de Valencia, 18.

[17] Català, D. (1933, 22 de febrero). “El Gandia campeón, ¿nada más…?”. El Popular, s/p.

[18] Ibid.

[19] s.a. (1933, 23 de octubre). “Comentemos”, El Momento, s/p.

[20] s.a. (1933, 6 de noviembre). ”El Colegio de Segunda Enseñanza y la posible Piscina Municipal”, El Momento, s/p.

[21] Catalá, D. (1933, 6 de enero). “Sección deportiva. La mujer moderna y el deporte”, El Popular, s/p.

[22] Ibid.

[23] Rio, M.T. (1925, 21 de noviembre). M. T. Rio. «Se dice…¡Oh el foot-bal!», Revista de Gandía, s.p.

[24] de Val, J. (1926, 1 de mayo). Revista de Gandía, s/p.

[25] Català, D. “Sección deportiva…,



Tributo a Waldo

Escribo estas líneas pocas fechas antes de que salga a la luz Cuadernos de Fútbol de Marzo. Precipitado por la premura de tiempo para su publicación, no debo dejar pasar la oportunidad de rendir tributo a la figura de un gran futbolista que se nos acaba de marchar: WALDO. Con decir su nombre, para todos los que ya peinamos canas, los pajarillos de la memoria comienzan a revolotear y a extraer de nosotros los mejores recuerdos de aquellos tiempos que ya no volverán.

Cada uno de los lectores tendrá su propia vivencia del delantero centro del Valencia durante aquellos años sesenta. En estos días se recordarán los datos estadísticos y la historia de los logros conseguidos por Waldo Machado Da Silva. No soy el más adecuado para detallarlos, pero, por parte del firmante de este artículo, decirles que todavía tengo muy presente la fecha de 2 de julio de 1967.

Aquel día se jugaba la Final de la Copa de España. La disputaban en el estadio Santiago Bernabéu, el Valencia y el Atlético de Bilbao. Fue un día de mucho calor, y desde Manzanares, con mi padre (José López Cava –Jolopca-) partimos para Madrid, pasando por Alcázar de San Juan, para unirnos a su cuñado Justo López Parra –mi tío Jaro- ex jugador del Real Madrid, Racing de Santander y Real Jaén, entre otros, y a mis primos Justo y Luis Miguel.

Por razones laborales, mi padre, que era representante de fútbol, se movía por el Santiago Bernabéu como por su casa. Su amistad con el Presidente, con Miguel Malbo, o con Miguel Muñoz, hacía todo mucho más fácil. Con los valencianistas le ligaban vínculos por muchas razones. Era íntimo del gerente Vicente Peris, así como del entrenador, Edmundo Suárez, Mundo. Por otra parte, mediante sus gestiones se habían llevado a cabo los traspasos al equipo de la capital del Turia, del portero Abelardo y el medio, Poli, que jugarían aquella tarde de titulares.

A media mañana, llegamos al hotel de concentración del Valencia, situado en el Escorial, desde donde se divisaba a lo lejos el Monasterio. En la puerta, nos estaba esperando el entrenador. Para los niños que éramos mis primos y yo, que conocíamos a los futbolistas a través de los cromos, de nuestros ojos fluían estrellitas de admiración. Allí estaban todas las figuras, entre ellas el brasileño Waldo, atleta, de imponente figura, esperando a disputar la final a partir de las ocho de la tarde.

El partido lo ganaron los valencianos por dos goles a uno, con goles de Jara y Paquito, consiguiendo Argoitia el del Atlético. El espectáculo que se formaba entonces convertía el encuentro en un gran acontecimiento; por aquellos años, con anterioridad a la final de los “mayores” se disputaba la de juveniles, lo que hacía todavía más vistosa la tarde de fútbol, junto con un desfile de banderas como antesala de la gran final para entretener “al respetable”, como se decía entonces para referirse al público asistente.

Acabó la final y accedimos al vestuario de los campeones de la mano de Mundo. El Valencia, aquel día, utilizó el que estaba situado a la izquierda, según se abandonaba el terreno de juego, al final del túnel. Recuerdo que en la parte donde se producía la bifurcación de las escaleras del equipo local y visitante, que daban acceso al campo de fútbol estaba situada la estatua de Alberto Machimbarrena y Sotero Aranguren, pero eso es otra historia. Allí estaban los futbolistas, dando rienda suelta a su alegría… Sol, Roberto, Guillot, Mestre…., Mundo eufórico, y nosotros encantados, como testigos de primera fila, de aquellos momentos de gloria.

Para la historia queda la fotografía de grupo que nos hicimos con Waldo, máximo goleador de la Liga aquella temporada, con la toalla asida de su cintura, apenas acabada la reconfortante ducha.

Qué fácil es escribir sobre recuerdos.

Descanse en Paz.

Waldo01




La Copa Hidráulica de 1939. Primer trofeo valencianista de la posguerra.

La guerra civil española hacía escasos meses que había finalizado. Sin embargo, durante la contienda, la actividad futbolística no se había detenido durante aquellos tres años por todos los puntos de nuestra geografía.

Antes de que la temporada de 1939-1940 diera comienzo continuaron celebrándose partidos amistosos de preparación así como torneos organizados por diversos estamentos regionales.

Uno de ellos fue el que traemos este mes a Cuadernos de Futbol. Se trata de la Copa Hidráulica, torneo que fue organizado por la Federación Valenciana de Fútbol, denominado así por aquellas cosas del comercio y la industria en tierras valencianas, y cuyo trofeo fue donado por el aficionado D. Ramón Ferragut.

Este torneo, aunque alcanzó la categoría de Campeonato Regional, pasó prácticamente inadvertido para la prensa del momento, y en él compitieron los equipos de la capital del Turia, Valencia F.C. y Levante F.C., así como el Hércules F.C., como representante de Alicante. Aquellos encuentros sirvieron para preparar la temporada que habría de comenzar en poco tiempo así como para tener a prueba a jóvenes jugadores con el fin de que, si demostraban condiciones, fueran incluidos en sus plantillas.

El torneo triangular fue celebrado en su totalidad en Valencia, disputándose los encuentros en el campo de Mestalla.

Los partidos fueron los siguientes:

16 de julio de 1939. Valencia F.C., 3 – Hércules F.C., 2.

Arbitró el Sr. Sanchís Orduña.

VALENCIA: Carmona; Melenchón, Juan Ramón; Salvador Blasco, Iturraspe, Prats; Domenech, Amadeo, Martínez Catalá, Gaspar Rubio y José Richart.

HÉRCULES: Pérez; Del Pino, Maciá (Múgica); Salvador, Paquillo, Salas; Adrover, Tatono, Perdomo, Tormo y Aparicio.

Goles: 1-0 Amadeo, 24’; 2-0 Martínez Catalá, 41’; 2-1 Aparicio 48’; 2-2 Perdomo 65’; 3-2 José Richart 76’.

Juan Ramón, jugador del Valencia (fuente: Ciberche)

Juan Ramón, jugador del Valencia (fuente: Ciberche)

17 de julio de 1939. Levante F.C., 6 – Hércules F.C., 0.

 Arbitró el Sr. Monterde.

LEVANTE: Valero; Calpe, Alepuz; Paredes, Llácer, J. Rubio; Ruano, Puig II, Martín, Pizá y Botella.

HÉRCULES: Marín; Del Pino, Múgica; Salvador, Medina, Salas; Adrover, Perdomo, Betancourt, Cervera y Aparicio.

Los goles fueron marcados por Martí –cuatro-, Ruano y Puig II.

19 de julio de 1939. Valencia F.C., 1 – Levante F.C., 1.

Arbitró el Sr. Donat.

VALENCIA: Carmona (Calleja); Melenchón, Juan Ramón; Bertolí, Iturraspe, Prats; Domenech, Amadeo, Martínez Catalá, Gaspar Rubio y José Richart.

LEVANTE: Valero; Calpe, Alepuz; Paredes, Llácer, Rubio; Ruano, Puig II, Balaguer, Pizá y Botella.

Goles: 1-0 Iturraspe, de penalti, 40’ (alguna fuente da como goleador a Amadeo). 1-1 Ruano.

Después de estos tres encuentros, la clasificación del torneo quedó así:

EQUIPO

PJ

G

E

P

GF

GC

PUNTOS

LEVANTE

2

1

1

0

7

1

3

VALENCIA

2

1

1

0

4

3

3

HÉRCULES

2

0

0

2

2

9

0

Según expresa la clasificación, el campeón debía ser el Levante por tener mejor “goal average” pero el Valencia reclamó dicha circunstancia. Entendía que, al no constar en el reglamento del torneo que el campeón lo sería por este motivo, al estar empatados a puntos, debería jugarse un partido de desempate. Al final, pese a las protestas del equipo levantino, el Valencia logró de la Federación el encuentro adicional, que se jugó el 23 de julio de 1939.

El resultado fue de Valencia F.C., 6 – Levante F.C., 0.

Arbitró el Sr. Tamarit.

VALENCIA: Garcerán; Melenchón, Juan Ramón; Bertolí (Blasco), Iturraspe, Prats; Felipe Ferrer, Cuenca, Martínez Catalá, Gaspar Rubio y Domenech.

LEVANTE: Valero; Calpe (Balaguer), Alepuz; Paredes, Llácer, J. Rubio; Ruano, Puig II, Martín, Pizá y Botella.

Goles: 1-0 Cuenca, 7’; 2-0 Domenech, 9’; 3-0 Cuenca, 39’; 4-0 Martínez Catalá, 44’; 5-0 Rubio, 63’; 6-0 Iturraspe, 87’. En alguna que otra fuente la información varía en algunos nombres de los goleadores así como en los minutos de consecución.

Al finalizar el encuentro, entregó la Copa el hijo del General del Ejército Antonio Aranda, acompañado por el Presidente de la Federación Valenciana de Fútbol, D. Antonio Cotanda. Este trofeo significó para el club blanco de Valencia  su primer trofeo de la posguerra.

Pese a las buenas expectativas que se tenían para la temporada 1939-40, el Valencia quedó clasificado en octavo lugar de la Liga de Primera División (compuesta por 12 equipos) siendo superado por el Hércules que obtuvo la sexta plaza. Por su parte, el Levante, en el grupo 3º de la Segunda División, quedó campeón de liga, disputando la fase final de ascenso junto con los otros campeones de grupo, no logrando ascender.




Obituario: Fernando Peralt Montagut (1937-2017)

FernandoPeralt01El pasado 30 de abril falleció en Valencia Fernando Peralt Montagut, hombre que dedicó gran parte de su vida la historia del fútbol valenciano y en especial a la del Valencia CF.

Colaborador del semanario valenciano Los Deportes trabajó junto a uno de los primeros historiadores deportivos de la ciudad como fue José Manuel Hernández Perpiñá.

En 1979 Fernando Peralt publicó su primera obra Y la Liga sigue en su cuarta edición recogiendo el relevo de su maestro Hernández Perpiñá quien había iniciado esta serie de publicaciones.

Con la Historia del Levante UD en 1989 Fernando Peralt inició su período más prolifero marcando una línea de trabajo entre la investigación histórica, la producción periodística y el soporte estadístico. Unas características que se vieron reflejadas a lo largo de su obra. Junto a la documentación extraída de sus interminables visitas a las hemerotecas se aportaban los relatos y narraciones de los protagonistas que habían vivido los acontecimientos más relevantes. Durante esos años recorrió las ciudades y pueblos de la Comunidad Valenciana para poder ilustrar su trabajo con el testimonio más directo.

Como es lógico, entre sus publicaciones destacan las dos relacionadas con el Valencia CF, si bien, nunca dejó de lado el fútbol más modesto y sin dudar podemos señalar que su Historia del fútbol valenciano fue su trabajo más complejo. Con más de mil páginas se recoge la información de los clubs valencianos que habían militado en categoría nacional hasta el momento. Hoy es una obra referencial y, pese a que las investigaciones más recientes han podido profundizar mejor en algunos aspectos, su aportación a la historiografía valenciana es inestimable.

Personalmente guardo un entrañable recuerdo de él. Lo conocí en su época más productiva, siempre liado con sus publicaciones, en un ajetreo interminable que suponía la realización de cada obra.

Y por encima de historiador, fue una gran persona. Descanse en paz.

Bibliografía de Fernando Peralt Montagut:

(1979) Y la liga sigue (cuarta edición, continuación de la obra de José Manuel Hernández Perpiñá).

(1989) Historia del Levante UD

(1990) Historia del Valencia CF

(1994) Historia del Valencia CF – 75 Aniversario

(1994) Historia del Onteniente CF

(1994) Historia del Villareal CF

(1995) Historia del CD Onda

(1995) CD Buñol – 75 Aniversario

(1995) Historia del fútbol Valenciano

(1996) Historia del Hércules CF

(1997) Historia del Gandía CF – 50 Aniversario




Reseña: El fútbol en Valencia y provincia 1910-2014

Ante esta obra de Dani Paller y Paco Múgica,editada por Sólido Ediciones, lo primero que el lector está obligado a reconocer es que se trata de una obra monumental, dicho sea en los diversos sentidos del término.

En un volumen que excede notablemente los hábitos editoriales españoles, a través de las 1.044 páginas que ocupa los autores hacen una revisión exhaustiva de todos los clubes valencianos que hayan participado al menos en la tercera división de Liga.

Organizados alfabéticamente por municipios, se hace una breve exposición histórica de cada uno de los 55 clubes valencianos que se presenta como antesala de una ficha en que se indican los principales datos del club: nombre completo, fecha de fundación, dirección, etc.  A continuación se reproduce en un cuadro toda la trayectoria del club temporada a temporada: categoría, partidos jugados, ganados, empatados y perdidos, goles a favor y en contra, puntos y puesto en la clasificación.

La gran virtud de este cuadro es que no se limita a las temporadas que el club ha militado en tercera división o superiores, sino que completa todas las temporadas aunque hayan sido de divisiones inferiores, de tal modo que la información del club de referencia es completa.

La voluntad de exhaustividad de los autores les lleva a tomar una decisión que a priori es conceptualmente discutible pero que en su caso yo entiendo como virtuosa. Dado que la unidad de referencia que utilizan para construir su obra es el municipio, en aquellos en los que ha habido varias sociedades todas ellas quedan explicadas en torno a la sociedad actual. Ejercitando la idea manifestada por el socio de honor del CIHEFE, Gustavo Bueno, en la entrevista publicada en el número 1 de los Cuadernos de Fútbol, el fútbol es cosa de ciudades, por más que estas participen a través de sociedades. Por ello Palero y Múgica muy oportunamente hacen un repaso por todas las sociedades habidas en cada uno de los municipios representados, pero sin mezclarlos en ningún momento y señalando claramente cuáles fueron unas y cuáles otras.

La explicación de todos los clubes viene acompañada de fotografías del estadio y de la plantilla actual, y en muchas ocasiones se recoge también una colección de fotografías históricas, algunas de las cuales son sencillamente deliciosas.

Que el trabajo de los autores ha sido tan monumental como su obra se puede demostrar con muchos aspectos, pero acaso uno muy claro es el de que han conseguido que cada uno de los municipios tenga la presentación del alcalde y de uno de los concejales. Futbolísticamente irrelevante, demuestra sin embargo muy a las claras que Palero y Múgica no han dejado nada al azar y que han hecho un enorme trabajo.

Resulta en consecuencia este “El fútbol en Valencia y provincia 1910-2014” una obra de referencia inexcusable para todos los aficionados y estudiosos de la historia del fútbol valenciano y español, tal como muy certeramente señalan en sus respectivos prólogos el seleccionador nacional Vicente del Bosque y el presidente de la RFEF Ángel María Villar.