Historia de la Eurocopa (II). España 1964.

Eurocopa201Para la segunda edición de la Copa de Europa de Naciones se produce un considerable aumento de inscripciones. Hasta doce países que no disputaron la Eurocopa de 1960 solicitan su participación en el torneo, lo que obliga a jugar una ronda clasificatoria previa a los octavos de final. El sistema de competición se mantiene igual. Eliminatorias a doble partido hasta conocer los cuatro semifinalistas, de entre los que se designará la sede para la fase final. Para la primera ronda, con 29 selecciones inscritas, son declarados exentos la Unión Soviética como campeona vigente y Austria y Luxemburgo por sorteo. En los trece emparejamientos resultantes apenas hay sorpresas. Tal vez, la eliminación de Inglaterra, futura campeona mundial, que sale goleada de París. El choque entre Bulgaria y Portugal necesitará de un desempate en Roma, para dar el pase a los búlgaros, mientras la eliminatoria Albania-Grecia no llegará a jugarse. Los griegos se habían retirado por motivos políticos. Finalmente, Suecia, Dinamarca, Hungría, España, Bulgaria, Francia, Albania, República de Irlanda, Irlanda del Norte, Alemania Oriental, Holanda, Yugoslavia e Italia, lograrán pasar el corte.

Estas trece selecciones forman, junto a las tres exentas, el bombo para el sorteo de los octavos de final. La gran sorpresa de esta ronda, sin duda, la protagoniza Luxemburgo al dejar en la cuneta a Holanda, aun habiéndose jugado ambos partidos en suelo holandés. Empate a uno en Ámsterdam y victoria por la mínima en Rotterdam, con dos históricos goles para el fútbol luxemburgués de Camille Dimmer. Por su parte, España debe sudar sangre para deshacerse con muchos problemas de Irlanda del Norte (1-1 en Bilbao y 0-1 en Belfast), mientras a Dinamarca le tocaba la perita en dulce, Albania, favorecida en primera ronda por el abandono griego. El 1-0 de Tirana resultó estéril. Los nórdicos habían goleado (4-0) en el choque de ida. Suecia dejaba en la cuneta, en una eliminatoria emocionante, a una gran Yugoslavia, subcampeona de Europa. Cero a cero en Belgrado y victoria mínima para los suecos en Malmoe (3-2). Una solvente Francia también seguía adelante a costa de Bulgaria. Aunque había perdido en Sofia con un tanto de Diev, superaba la eliminatoria en París al imponerse  por tres goles a uno. Muchos más problemas encontró Hungría ante los sorprendentes alemanes del Este. Tras vencer en Berlín (1-2), apenas lograría rascar un empate a tres en Budapest. Mientras, la República de Irlanda también avanzaba no sin sobresaltos. Había empatado sin goles en Viena e igualaba a dos en Dublín en el minuto 87. Un penalti transformado por Cantwell, a falta de un suspiro para el final, metía a su selección en el bombo de cuartos. Por último, en la eliminatoria más interesante de esta ronda, los campeones soviéticos dejaban fuera a Italia. A la victoria en Moscú (2-0) lograrán añadir un empate en el Olímpico de Roma (1-1), suficiente para obtener el billete.

En los cuartos de final, Dinamarca vuelve a tener la suerte de cara. De nuevo, el bombo le obsequia con el contrincante más sencillo, sobre el papel, de los ocho clasificados: Luxemburgo. Sobre el papel, porque los correosos habitantes del Gran Ducado serán un hueso durísimo de roer. Tanto, que terminarán forzando un desempate. Al 3-3 de la ida, en Luxemburgo, responderán con un 2-2 en Copenhague. En el partido definitivo, jugado en Ámsterdam, un solitario gol de Madsen (que también había marcado los otros cinco tantos de su equipo en la eliminatoria), terminaba definitivamente con el sueño del pequeño país centroeuropeo. Mucha menos oposición encuentran los españoles en su cruce contra la República de Irlanda. Cinco a uno en Sevilla y cero a dos en Dublín, sirven para meter a España entre los mejores cuatro conjuntos del Continente. La URSS sigue mostrándose firme en la competición, convirtiéndose en el principal favorito para revalidar el título. Contra Suecia, en Solna, arranca un valioso 1-1. Dos semanas más tarde, en Moscú, con un cómodo 3-1, sella su pase para las semifinales del campeonato. El último duelo de cuartos, Francia-Hungría, deparará gran emoción. En la ida, jugada en Colombes, los magiares parecen sentenciar la eliminatoria (1-3), pero un gol de Combin, recién iniciado el choque de vuelta en Budapest, anima inesperadamente el emparejamiento. Finalmente, Sipos y Bene, ya en la segunda mitad, rubricarán la trabajada clasificación húngara.

A primeros de mayo de 1964, la UEFA había decidido que fuera España el país que organizaría las semifinales. Se establece que en Madrid se juegue el choque entre los anfitriones y el ganador del Francia-Hungría y que en Barcelona se dispute el cruce entre Dinamarca, la primera selección clasificada para semifinales, y el vencedor del URSS-Suecia. La semifinal  jugada en el Bernabéu entre España y Hungría es agotadora y apasionante. Tras empate a uno en el tiempo reglamentario y mucho sufrimiento, Amancio Amaro, a los 113 minutos, lograba meter al combinado español en la primera final de su historia. Como ocurriera cuatro años atrás, los soviéticos no encontrarán muchos obstáculos en su penúltimo partido del torneo. Favorecidos por la benevolencia del azar, los daneses se habían deshecho de Malta, Albania y Luxemburgo, para meterse nada menos que en unas semifinales de Copa de Europa. Pero Voronin, Ponedelnik e Ivanov no le dejarán llegar más lejos. Como era de esperar, los campeones soviéticos defenderán en Madrid el título conquistado en París.

Y en la final, que ha entrado en el libro de oro de la historia de nuestro fútbol, pocos desconocen lo que ocurrió. España se alzaba con la primera corona de su trayectoria internacional, al vencer al gigante soviético y vigente campeón, por dos tantos a uno. El cabezazo de Marcelino, a falta de cinco minutos para la conclusión, que significaba el título para nuestro equipo, ha pasado a los anales del deporte español. ¡Campeones de Europa!

 

FASE FINAL ESPAÑA 1964

SEMIFINALES

ESPAÑA  2 – HUNGRÍA  1

Pereda (35’) y Amancio (113’).

Bene (88’).

UNIÓN SOVIÉTICA  3 – DINAMARCA  0

Voronin (19’), Ponedelnik (40’) e Ivanov (88’).

TERCER Y CUARTO PUESTO

HUNGRÍA  3 – DINAMARCA  1

Bene (11’) y Novak (107’, pti y 110’).

Bertelsen (82’).

FINAL

Madrid (Santiago Bernabéu), 21 de junio de 1964.

ESPAÑA      2 – UNIÓN SOVIÉTICA      1

Pereda (5’) y Marcelino (84’).

Khusainov (8’).

ESPAÑA: Iríbar; Rivilla, Olivella, Zoco, Calleja; Fusté, Suárez; Amancio, Pereda, Marcelino y Lapetra.

UNIÓN SOVIÉTICA: Yashin; Shustikov, Shesternev, Voronin, Mudrik; Anichkin, Korneiev; Chislenko, Ivanov, Ponedelnik y Khusainov.

ÁRBITRO: Arthur Holland (Inglaterra).

GOLEADORES FASE FINAL

2

Pereda (España) y Bene y Novak (Hungría).

1

Bertelsen (Dinamarca), Amancio y Marcelino (España) e Ivanov, Khusainov, Ponedelnik y Voronin (Unión Soviética).

EL PAPEL DE ESPAÑA

La penosa imagen ofrecida por nuestro combinado patrio en el recién concluido Campeonato del Mundo de Chile, con eliminación en fase de grupos incluida, había tenido una primera consecuencia directa: la fórmula H3C (Helenio Herrera-Hernández Coronado) no iba a continuar al frente de la nave española ni un minuto más. La Federación Española decide el cese de ambos recién aterrizados de Chile y nombra nuevo seleccionador al cordobés José Villalonga, que acaba de hacer campeón de la Recopa de Europa al Atlético de Madrid. Dos Copas de Europa y dos Ligas más, dirigiendo al Real Madrid, dan lustre al palmarés de este joven (42 años) y exitoso entrenador. Para nuestra primera eliminatoria en la nueva edición del Campeonato de Europa, la lista de Villalonga es una verdadera revolución. Se carga de un plumazo a oriundos, nacionalizados y gran parte de las veteranas (y venidas a menos) vacas sagradas del vestuario. En su lugar, decide citar a un grupo de jugadores jóvenes, con escasa experiencia en Primera División, cuya convocatoria es tildada por los medios casi como de suicidio. Rumanía es nuestro rival en primera ronda y la nueva tropa de Villalonga, sorprendentemente, se la merienda en un excepcional partido, en noviembre de 1962. Vicente; Pachín, Rodri, Glaría, Calleja; Paquito, Adelardo; Collar, Veloso, Guillot y Gento, se desmelenan en el Santiago Bernabéu con el mejor encuentro de la Selección en mucho tiempo y endosan a los rumanos un 6-0, que deja vista para sentencia la eliminatoria. Tres semanas después, en el choque de vuelta en Bucarest, un confiado y autocomplaciente equipo español se ve superado por los rumanos (3-1), añadiendo a la eliminatoria una emoción inesperada. Juegan los mismos que en Madrid, salvo Pachín y Adelardo, sustituidos respectivamente por Rivilla y el debutante Amancio. Un oportuno gol de Veloso, en la segunda mitad, dejaba la cosa en un susto. Se había superado la primera ronda, pero la imagen ofrecida devolvía a la cruda realidad el maltrecho prestigio de nuestra Selección.

El combinado nacional de Irlanda del Norte será nuestro contrincante en el cruce de octavos de final. En el mes de mayo de 1963 se juega en San Mamés el choque de ida. Otra lamentable actuación de los chicos de Villalonga siembra de dudas y oscuros nubarrones nuestro futuro en la competición. Con un nefasto resultado de empate a un tanto, nos jugaremos en Belfast el pase a la siguiente ronda. Dos semanas más tarde, el conjunto español toca fondo. En un amistoso disputado en Madrid ante Escocia, que sirve para echar el telón al curso 1962-63, España es superada claramente por un buen conjunto escocés, que con un bochornoso 2-6 endosa al equipo español la derrota más amplia de su historia jugando como local. Villalonga debe reaccionar. El equipo, en plena crisis, no responde y ya se habla de su posible destitución como seleccionador. En octubre se disputará el encuentro de vuelta en Belfast y parece sumamente arriesgado jugársela sólo con los jóvenes jugadores con los que viene contando. Decide, pues, repescar para la causa a los veteranos Gento, Del Sol y Suárez, estos dos últimos, ya figuras destacadas del Calcio. El 30 de octubre, en el Windsor Park, tiene lugar el partido de vuelta. Vibrante y emocionante partido de vuelta. Pepe Villalonga sale con: Pepín; Rivilla, Olivella, Zoco, Reija; Del Sol, Suárez; Pereda, Félix Ruiz, Zaldúa y Gento. José Casas, Pepín, el pequeño gran cancerbero del Betis, es el héroe de la tarde. Con una actuación colosal mantiene a raya a la envalentonada línea delantera local. A los 65 minutos, un providencial tanto de Paco Gento, nos catapulta directamente a los cuartos de final. Con emoción, sustos, nervios y un juego peor que mediocre, estamos entre los ocho mejores conjuntos del Continente.

Para la última eliminatoria antes de la fase final, cuyo país organizador aún se desconoce, toca de nuevo viaje a las Islas Británicas. La República de Irlanda es el compañero de fatigas con quien nos jugaremos el pase a las semifinales del torneo. En marzo de 1964, en un entregado Sánchez Pizjuán de Sevilla, Villalonga dispone un once prácticamente nuevo. Sólo cuatro supervivientes del compromiso de Belfast repiten en la alineación. Juegan: Iríbar; Rivilla, Olivella, Zoco, Calleja; Fusté, Villa; Amancio, Pereda, Marcelino y Lapetra. Iríbar, Villa y Fusté se estrenan como internacionales absolutos. Cuando todos esperan otra decepcionante actuación del conjunto nacional, la Selección se destapa con un sensacional partido, metiendo pie y medio en la fase final. Cinco goles a uno es el resultado definitivo, después de unos primorosos (y sorprendentes) noventa minutos. Al mes siguiente, en Dublín, se confirma la mejoría del equipo. Notable mejoría. Dos golazos del debutante Peru Zaballa rubrican la victoria española y la clasificación para las semifinales del campeonato. Tras diez encuentros dirigidos y un sinfín de dudas, Villalonga ya ha dado, al fin, con su equipo.

Como en la edición de 1960, una vez conocidos los cuatro semifinalistas, la UEFA debe designar al país que albergará la fase final. Reunido en Madrid, en el mes de mayo, el Comité Ejecutivo elige a España  como sede para la disputa de las semifinales de esta segunda Copa de Europa de Naciones. España-Hungría, en Madrid y Unión Soviética-Dinamarca, en Barcelona, son los duelos resultantes. Nuestro seleccionador, haciendo caso omiso a las presiones mediáticas que tratan de imponerle el equipo, da una lista con el brillante bloque que disputó los cuartos de final. Son sus jugadores de confianza y, con ellos, pretende dar a la sufrida afición española el mayor regalo en 44 años de historia futbolística internacional: Iríbar (Atlético de Bilbao) y Sadurní (Barcelona), porteros; Calleja y Rivilla (At. Madrid), Gallego (Sevilla), Olivella (Barcelona), Reija (Zaragoza) y Zoco (Real Madrid), defensas; Del Sol (Juventus de Turín), Fusté (Barcelona), Paquito (Valencia) y Suárez (Inter de Milán), centrocampistas; Amancio (Real Madrid), Lapetra, Marcelino y Villa (Zaragoza) y Pereda y Zaballa (Barcelona), delanteros. El 17 de junio, en un abarrotado Santiago Bernabéu, España se ve las caras con un potente equipo: la escuadra húngara del gran Florian Albert, uno de los mejores conjuntos de Europa. El ambiente es extraordinario, casi desconocido para nosotros. El conjunto local empieza bien, muy bien, dominando la situación y llegando con peligro al área de Szentmihalyi. A la media hora, un centro de Suárez lo cabecea a la red Chus Pereda, héroe injustamente olvidado de nuestra Selección. El gol es fruto de lo ocurrido hasta entonces. España está desarbolando a Hungría y es merecedora de este resultado. Pero en la segunda mitad, empieza a pagarse el enorme derroche de la primera. Hace mucho calor y poco a poco, Hungría va haciéndose con el control. Superior física y técnicamente, acaba acorralando a los nuestros, que no ven el momento del pitido final. Iríbar se muestra casi inexpugnable. Casi, porque a los 88 minutos, no puede detener el remate cruzado de Bene, que supone el empate. ¡Y en qué momento! La prórroga se presume durísima para un conjunto español sin fuelle, ante un equipo magiar mucho más entero. Así es. Hungría achucha y pone contra las cuerdas a España. Todos se temen lo peor. Faltan apenas ocho minutos para el final del tiempo extra. Si persistiera el empate, habría sorteo con moneda para designar al finalista. La sombra de la eliminación a manos de Turquía hace justo una década, se va apoderando del estadio, cuando hay córner a favor de España. Lo bota Lapetra. Toca Fusté. El balón llega a Amancio, que no se lo piensa. Derechazo imparable, salvador e histórico. ¡¡A la final!!

El 21 de junio de 1964 -una de las fechas inolvidables de nuestro fútbol- la selecciones de España y de la Unión Soviética saltan al césped del Santiago Bernabéu para disputar la finalísima de la segunda edición del Campeonato de Europa. En el recinto madridista no cabe un alfiler, con más de 120.000 almas que no se han visto en otra igual. En el palco, la plana mayor del Régimen, con Franco a la cabeza, deseosos de demostrar a los comunistas cómo se juega al fútbol en la Europa libre. A las órdenes del inglés Arthur Holland, ambos técnicos, José Villalonga y Konstantin Beskov, disponen sus equipos de gala: Iríbar; Rivilla, Olivella, Zoco, Calleja; Fusté, Suárez; Amancio, Pereda, Marcelino y Lapetra, vestidos completamente de azul, defienden el escudo de España. Yashin; Shustikov, Shesternev, Voronin, Mudrik; Anichkin, Korneiev; Chislenko, Ivanov, Ponedelnik y Khusainov, con camiseta roja y calzón blanco, esperan lograr la segunda Eurocopa consecutiva para la CCCP. En un inicio trepidante, impropio de finales de este calado, a los ocho minutos ya se han logrado dos tantos. Uno por equipo. A los cinco, Pereda se aprovecha de un rechace en el área soviética, para fusilar a Yashin y, tres más tarde, Khusainov, desde fuera del área, ayudado por el único desliz de Iríbar en toda la tarde, iguala la contienda. El partido, sin dueño, es intenso, emocionante, vibrante. La pelota va de área a área constantemente, para entusiasmo del público y desasosiego de las defensas. El empate persiste al descanso.

En la reanudación, la Selección española toma el mando y se lanza con empeño y ardor en pos del triunfo. Crea varias ocasiones claras ante Yashin, se le anula un gol a Pereda, pero el marcador no se mueve. Corre el reloj y el cansancio empieza a hacer mella. Mal asunto otra prórroga. España ya necesitó de un tiempo extra para deshacerse con muchos apuros del potente conjunto húngaro, mientras los soviéticos vivían una plácida jornada de semifinales ante la cándida Dinamarca. ¿Se podrá tumbar al gigante ruso? Minuto 84: Chus Pereda decide que ya está bien de incertidumbres. El delantero del Barcelona, que abrió el marcador en la semifinal y también hizo el primer gol en la tarde de hoy, recibe en la derecha un servicio de Suárez. Con un espectacular regate, se deshace de Mudrik y manda la pelota al corazón del área (¿ven por qué no ha sido valorado como se merece?). Allí, cualquier delantero del mundo hubiera rematado el servicio con el pie. Cualquiera, menos Marcelino, que no podía dejar escapar la oportunidad de justificar su fama de gran cabeceador. Mete la cabeza, en un complicado escorzo, y conecta un cabezazo seco y colocado que vale todo un Campeonato de Europa. Yashin, temido, admirado y mitificado antes del partido, sólo puede hacer la estatua, en lo que se convertirá en uno de los fotogramas legendarios de nuestro fútbol. Al rato, míster Holland pita el final. ¡¡¡Campeones de Europa!!! Olivella, el gran capitán, recoge la copa y la muestra exultante al Continente. No es para menos. España acaba de conseguir su primer título internacional en 44 años de vida futbolística. Nada menos que durante los próximos 44 más, será el único consuelo que tendrá el fútbol español en lo que a Selección absoluta se refiere.




Historia de la Eurocopa (I). Francia 1960.

Con el nacimiento de la UEFA en el año 1954 surgió, casi de inmediato, la idea de la creación de un campeonato internacional entre las mejores selecciones europeas, al estilo de la Copa América o del propio Campeonato del Mundo. El principal impulsor del proyecto, el francés Henri Delaunay, había presentado un borrador con las bases del torneo a cada una de las 33 federaciones asociadas que, sin embargo, no pusieron pocas trabas. La dificultad de encontrar fechas libres en el calendario, las reticencias de los clubes a ceder a sus mejores jugadores para más partidos internacionales… Países como Alemania Federal, Italia o Inglaterra deciden no participar  y tan sólo 17 federaciones nacionales terminan apoyando el proyecto. Un número que obligaba a adoptar el sistema de copa, con eliminatorias desde los octavos de final, amén de un enfrentamiento previo entre dos conjuntos elegidos por sorteo, para completar el cuadro con los 16 equipos participantes en la primera Copa de Europa de Naciones, nombre oficial del torneo. El 28 de septiembre de 1958, en el estadio Lenin de Moscú, se juega el primer partido del recién creado torneo. La Unión Soviética y Hungría se ven las caras en los octavos de final, con victoria local por tres tantos a uno. El extremo izquierda moscovita Anatoli Ilyin, a los 4 minutos, inauguraba la cuenta goleadora del campeonato. Ya en 1959 tienen lugar todos los demás emparejamientos, incluida la eliminatoria previa entre Irlanda y Checoslovaquia, resuelta favorablemente por esta última. Con las 16 selecciones dispuestas, el reglamento del torneo establecía, pues, eliminatorias a doble partido hasta alcanzar las semifinales. Una vez conocidos los cuatro semifinalistas, la UEFA designaría a uno de ellos para albergar la fase final. En los octavos de final, la URSS también terminaría imponiéndose a Hungría en Budapest para sellar su pase a cuartos. Checoslovaquia, España, Rumanía, Francia, Austria, Yugoslavia y Portugal siguen el mismo camino de los soviéticos en primera ronda (en detrimento de Dinamarca, Polonia, Turquía, Grecia, Noruega, Bulgaria y Alemania Oriental, respectivamente). Los cuartos de final depararán el pase a semifinales de tres favoritos: Francia, Yugoslavia y Checoslovaquia y la clasificación sin sudar de la URSS, tras el abandono de España. Una vez establecidos los cuatro semifinalistas, sería Francia, país de nacimiento de Delaunay, la sede elegida para albergar la fase final en el verano de 1960.

La primera semifinal, disputada el 6 de julio en París, otorga a la competición el primer gran partido de su historia. Francia se imponía a Yugoslavia por cuatro goles a dos, a falta de un cuarto de hora. Pero en una soberbia reacción final, los Plavi remontan brillantemente para meterse en la final del torneo y enmudecer el Parque de los Príncipes. La otra semifinal, jugada en Marsella el mismo día, tiene mucha menos historia. Los soviéticos confirmarán su papel de favoritos con una concluyente victoria sobre los checos por tres a cero.

En primera final de la hoy popularmente conocida como Eurocopa, existe mucha mayor igualdad. Al término de los 90 minutos reglamentarios un empate a uno entre la Unión Soviética y Yugoslavia campea en el marcador parisino. Se necesita de un tiempo extra para dilucidar el campeón. La URSS tiene más fuelle y fortaleza física. Yugoslavia, técnicamente superior, juega mejor y dispone de las ocasiones más claras. Pero bajo los palos soviéticos emerge la figura de un colosal Yashin. Cuando faltan 7 minutos para la conclusión de la prórroga, Viktor Ponedelnik acierta a cabecear un centro de Meshki para, de manera definitiva,  desnivelar el marcador. La primera Copa de Europa de Naciones ya tenía dueño.

FASE FINAL FRANCIA 1960

SEMIFINALES

YUGOSLAVIA-FRANCIA 5-4 Galic (11’), Zanetic (55’), Knez (75’) y Jerkovic (77’ y 78’).

Vincent (12’), Heutte (43’ y 62’) y Wisnieski (52’).UNIÓN SOVIÉTICA-CHECOSLOVAQUIA3-0Ivanov (35’ y 58’) y Ponedelnik (64’).

 

TERCER Y CUARTO PUESTO

CHECOSLOVAQUIA-FRANCIA 2-0 Bubnik (58’) y Pavlovic (88’).

 

FINAL

UNIÓN SOVIÉTICA

2

Yashin; Tchekeli, Kroutikov, Maslenkin; Voinov, Netto; Ivanov, Metreveli, Ponedelnik, Bubukin y Meshki.YUGOSLAVIA

1

Vidinic; Durkovic, Miladinovic, Jusufi; Zanetic, Perusic; Matus, Sekularac, Jerkovic, Galic, y Kostic. GOLES0-1, Galic (43’); 1-1, Metreveli (49’); 2-1, Ponedelnik (113’).ÁRBITROArthur Ellis (Inglaterra). CIUDAD Y FECHA París, 10 de julio de 1960. Parque de los Príncipes.

 

GOLEADORES FASE FINAL

2

Heutte (Francia), Ivanov y Ponedelnik (Unión Soviética) y Galic y Jerkovic (Yugoslavia).

1

Bubnik y Pavlovic (Checoslovaquia), Vincent y Wisnieski (Francia), Metreveli (Unión Soviética) y Knez y Zanetic (Yugoslavia).

EL PAPEL DE ESPAÑA

Después del varapalo sufrido por la Selección española en la fase clasificatoria para la Copa del Mundo de Suecia, en la que ha sido incapaz de eliminar a escoceses y suizos con un equipo plagado de figuras del balón, el equipo nacional español afronta su primera participación en la recién creada Copa de Europa de Naciones. Manolo Meana, el seleccionador de la debacle premundialista, ha presentado su dimisión y la Federación opta por un Comité Técnico para llevar las riendas en la nueva aventura del combinado patrio. Luis Costa, Ramón Gabilondo y José Luis Lasplazas son los hombres designados, que, a su vez, van a contar para el puesto de entrenador con el afamado y polémico Helenio Herrera, a la sazón, míster del FC Barcelona.

España dispone de un equipo extraordinario, nutrido casi en su totalidad por los dos mejores conjuntos del momento: el Real Madrid, que, implacable, acaba de lograr su cuarta Copa de Europa consecutiva, y el FC Barcelona, que acostumbra a conquistar todo lo demás. Una Selección con un amplio historial de fatalidades y decepciones, pero con la que nadie quiere cruzarse pues es considerada una de las principales aspirantes a levantar este primer título continental. Una vez realizado el sorteo para la primera eliminatoria, la desconocida selección polaca será nuestro rival en los octavos de final. La designación del contrincante español no hace ninguna gracia en las entrañas del Régimen y se medita nuestra retirada del torneo. La condición de nación satélite del gigante soviético, el gran enemigo comunista, tiene la culpa. Felizmente, el deporte termina primando sobre cualquier consideración política y el domingo 28 de junio de 1959, en el estadio Slaski de la ciudad de Chorzow, España disputa su primer partido en una Eurocopa. Juegan: Ramallets; Olivella, Garay, Gracia; Segarra, Gensana; Tejada, Mateos, Di Stéfano, Suárez y Gento. Es decir, siete jugadores culés, tres madridistas y el bilbaíno Garay (que firmará en breve por el Barça). El resultado del choque (2-4) es concluyente para España. Dos tantos de Suárez y otros dos de Di Stéfano ilustran la superioridad española y sirven para encarrilar cómodamente la eliminatoria. Para la vuelta, disputada en el Bernabéu el 14 de octubre, Kubala entra en el puesto de Mateos y repiten los otros diez. El trámite se despacha con otro desahogado marcador y con los goles de Di Stéfano, Gensana y Gento se pone rumbo a los cuartos de final, casi sin despeinarnos.

En el mes de diciembre tiene lugar el sorteo para los emparejamientos de cuartos. El azar caprichoso quiere que sea la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas nuestro contrincante. No hay un solo precedente de enfrentamientos entre ambas selecciones ni siquiera, entre clubes de los dos países. La eliminatoria tiene miga. Es sin duda, la más atractiva de la ronda y la que despierta mayor interés. La selección de los Yashin, Netto, Metreveli, Ponedelnik o Ivanov, medirá sus fuerzas con la de los Ramallets, Suárez, Puskas, Di Stéfano o Gento. De lo mejorcito que puede verse ahora mismo por Europa. Las federaciones de ambas naciones acuerdan disputar la ida el 29 de mayo en Moscú y la vuelta, el 9 de junio en Madrid. La expectación es enorme y varias semanas antes del primer choque, el estadio Lenin ha vendido ya todas las entradas. Cuando todo está listo para el encuentro de ida, las listas de convocados hechas públicas, el árbitro designado y las aficiones preparadas, la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes recibe la orden por parte de las más altas instancias gubernamentales de retirada de nuestro equipo. Mandato que es trasladado, de inmediato, a la Federación Española. Varios ministros, que no vieron con buenos ojos la visita de la selección polaca a nuestro país en la ronda anterior, han convencido a Franco de la poca conveniencia de la entrada en España del principal exponente del comunismo maligno. Inmediatamente, el presidente de la Federación Española, Alfonso de la Fuente Chaos, busca alternativas, intentando evitar por todos los medios la retirada de la competición. Consciente de las importantes represalias por parte de la UEFA que el abandono pudiera ocasionar (¿se imaginan al Real Madrid y al FC Barcelona fuera de las competiciones europeas la temporada siguiente?), don Alfonso trata de dar con la solución. Propone a su homólogo soviético, Valentin Granatkin, varias alternativas: jugar los dos partidos en Moscú, disputar la vuelta en un estadio neutral o, incluso, ambos choques en campo imparcial. La respuesta del dirigente ruso en todos los casos es la misma: NET (no). La federación soviética no acepta ninguna  de las propuestas alternativas y además, exige una importante indemnización económica por los daños y perjuicios ocasionados.

El asunto se resuelve definitivamente con nuestra Selección obligada a abandonar una competición con muchas posibilidades de haber podido conquistar y nuestra Federación recibiendo una sanción económica por parte de la UEFA. Consciente, quizá, de la buena predisposición mostrada por la RFEF para solucionar el incidente, el castigo Uefo no pasó de ahí. Escaso consuelo para nuestro fútbol. Más aún, cuando pocas semanas después, se vio a Igor Netto, capitán de la URSS, levantar la Copa de campeones sobre el césped del Parque de los Príncipes. ¿Hubiera podido hacer lo mismo de haberse jugado aquella eliminatoria?

Eurocopa01




España en los mundiales sub’20: URSS 1985

Después de haber sido la única selección europea que conseguía disputar los tres primeros mundiales juveniles, España falló en la cuarta cita. En el Campeonato de Europa sub’18 de 1982 el equipo de Pereda no fue capaz de sumar ningún punto ante Bulgaria, Polonia y Bélgica, por lo que los Juan Carlos Ablanedo, Ricardo Serna, Eloy Olalla o Miguel Pardeza no pudieron viajar a México el verano siguiente. Allí, Brasil obtendría su primer título mundial sub’20 gracias a la actuación de hombres como Jorginho, Dunga o Bebeto, aunque el mejor jugador y máximo goleador fue Geovani Silva, que luego tendría una buena carrera pero no tan destacada como la de algunos de sus compañeros. Otros futuros grandes futbolistas presentes en aquel campeonato fueron Marco van Basten, Toni Polster, Luis Islas, Óscar Dertycia, Rubén Sosa, José Luis Zalazar, Tab Ramos o Wilfred Agbonavbare, por citar algunos de los más conocidos para los aficionados españoles. Con más de un millón de personas en las gradas, el de México 1983 fue un gran Mundial sub’20 en todos los aspectos.

La no clasificación de los juveniles para ese campeonato fue un pequeño jarro de agua fría para un fútbol que estaba a punto de recibir un mazazo aún mayor. En lo que nos ocupa, el fiasco de España’82 supuso el nombramiento de Miguel Muñoz como nuevo seleccionador absoluto pero no implicó más cambios en el organigrama técnico de la Federación Española, por lo que Jesús Pereda se mantuvo al frente de la sub’18. Después de otro irregular papel en el Europeo juvenil de 1983 (tras eliminar a Países Bajos en la ronda previa, se perdió con Inglaterra, se ganó a la URSS y se empató con Escocia para quedar otra vez fuera de la lucha por el título), el Campeonato de Europa sub’18 de 1984 se presentaba como un nuevo examen para el fútbol base español. En el horizonte, el Mundial sub’20 de Chile 1985, primero que acogería Sudamérica.

Llegar no fue sencillo. En marzo, en la eliminatoria de acceso a la fase final del Europeo, hubo que deshacerse de un duro rival: Francia. Tras perder por 1-0 en la ida, disputada en la localidad gala de La Rochelle, con un gol en el descuento, en la vuelta en Gijón los juveniles españoles se vieron nuevamente por detrás en el marcador a la media hora de juego. Por suerte, el equipo se rehízo rápidamente y la remontada se culminó en la segunda parte con un gol de Goyo Fonseca. Con el 3-1 final, España obtenía su clasificación para el campeonato a celebrar a finales de mayo en la Unión Soviética.

Encuadrada en el grupo D del Europeo junto a Suiza, Hungría y Checoslovaquia, la selección española disputó sus partidos en Minsk, la capital bielorrusa (el resto de grupos se repartieron por Leningrado, Kiev y Moscú). El torneo empezó bien, con una victoria con remontada ante Suiza (2-1), pero la derrota por idéntico marcador frente a la selección magiar en la segunda jornada dejó a los españoles con escasísimas opciones de acabar líderes de grupo y acceder a semifinales. En la última jornada no hubo milagro y ni siquiera se pudo pasar del empate con Checoslovaquia (1-1), selección con la que también se igualaba a tres puntos en la clasificación, quedando Hungría en primera posición.

Afortunadamente, los criterios de desempate favorecieron a España: la diferencia de goles era mejor que la de Checoslovaquia, con lo que los de Pereda obtenían la segunda plaza del grupo, y los cuatro tantos marcados clasificaron a España para el Mundial juvenil, ya que en otro grupo Bulgaria también sumaba tres puntos y una diferencia de goles de 0, pero con sólo tres dianas. Hungría (campeón final del Europeo), la URSS, Polonia e Irlanda como semifinalistas, e Inglaterra, que con cuatro puntos había sido la mejor segunda de los cuatro grupos, completarían la representación europea en Chile 1985.

Sólo que al final ni el Mundial fue en Chile ni esas fueron las seis selecciones europeas presentes en el torneo. Con la amarga y estresante experiencia del cambio de sede del Mundial’86 demasiado reciente, la FIFA controló al milímetro los preparativos chilenos para acoger el torneo juvenil y a finales de 1984 consideró que no había garantías suficientes de que el campeonato pudiera desarrollarse con normalidad. Pese a las protestas del régimen de Pinochet, el 15 de noviembre de 1984 se oficializaba el intercambio de ediciones entre Chile y la URSS: los soviéticos organizarían el Mundial sub’20 de 1985 y los sudamericanos el de 1987, cerrándose así la rotación continental iniciada en Túnez 1977. Más tarde, Polonia renunciaría a participar y la UEFA repescó a Bulgaria.

Más o menos por esas fechas se producía el relevo al frente de la Federación Española de Fútbol: José Luis Roca sustituyó a un Pablo Porta al que un oportuno decreto del Gobierno impidió volver a presentarse a la reelección. Puede que ese cambio de presidente tuviera algo que ver en que durante la temporada 1984/1985 no se concertaran amistosos de la selección juvenil: tan solo se jugaron los partidos correspondientes a la fase de clasificación del nuevo Campeonato de Europa sub’18, que dejaba de ser un torneo anual para pasar a celebrar sus fases finales cada dos años, acomodándose a la periodicidad del Mundial juvenil. Así las cosas, la única ocasión en la que se mezclaron jugadores de las dos últimas camadas juveniles (es decir, la única vez en la que se probó un posible equipo mundialista sub’20, que debería estar formado por jugadores nacidos a partir del 1 de agosto de 1965) fue ya durante la primera semana de junio de 1985, cuando España acabó en tercera posición del famoso torneo “Espoirs” de Toulon pero sin cruzarse con ninguna otra selección clasificada para el Mundial.

Con esa única y escasa referencia, el 2 de agosto Chus Pereda anunció su convocatoria para el Campeonato Mundial Juvenil. La principal ausencia era la del madridista Rafael Martín Vázquez, una de las grandes figuras del grupo, por una inoportuna lesión muscular. Los mundialistas continuarían la recién iniciada pretemporada con sus equipos y sólo se concentraron con la selección a partir del día 12 de agosto en la localidad burgalesa de Medina de Pomar, la misma que había visto nacer al seleccionador. Esta localización generó alguna que otra crítica; no obstante, Pereda defendió la elección de su pueblo natal por su tranquilidad y por tener un clima veraniego similar al que España se encontraría en la URSS.

Durante unos exiguos seis días, el equipo nacional juvenil entrenó, disputó algún partidillo contra equipos aficionados de la zona y tuvo incluso tiempo para disfrutar de las fiestas patronales de la cercana Villarcayo, cerrando la estadía en Medina con un encuentro amistoso ante la también mundialista México. Con todo el pueblo volcado con su ilustre paisano, los norteamericanos amargaron la fiesta de despedida al vencer por 1-2; además, Jesús Pereda fue expulsado del campo que desde 1984 lleva su nombre. Cosas que pasan. Por lo menos durante la concentración no se produjo ninguna baja, de modo que los jugadores españoles que disputaron el Campeonato Mundial Juvenil de la URSS 1985 fueron los citados inicialmente:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

Juan Carlos UNZUÉ Labiano 22/04/1967 Osasuna

2

MC

MARCELINO García Toral 14/08/1965 Sporting de Gijón

3

DF

César González López, “MENDIONDO” 25/06/1966 Atlético de Madrid

4

MC

Rafael PAZ Marín 02/08/1965 Sevilla FC

5

DF

Pedro AROZARENA Redín 24/02/1966 Osasuna

6

DF

José TIRADO Castilla 04/11/1965 Sevilla FC

7

DF

Francisco FERREIRA Colmenero 22/05/1967 Athletic de Bilbao

8

DF

Íñigo LIZARRALDE Lezcano 06/08/1966 Athletic de Bilbao

9

MC

José Aurelio GAY López 10/12/1965 Real Madrid

10

MC

FERNANDO Gómez Colomer 11/09/1965 Valencia CF

11

MC

Mohamed Ali Amar, “NAYIM” 05/11/1965 FC Barcelona

12

MC

Juan Manuel Sánchez Baró, “JUANMA” 04/11/1966 CD Málaga

13

P

Julen LOPETEGUI Argote 28/08/1966 Real Madrid

14

DL

Jon Andoni GOIKOETXEA Lasa 21/10/1965 Osasuna

15

DL

Manuel PEÑA Escontrela 18/12/1965 Real Valladolid

16

DL

Francisco LÓPEZ LÓPEZ 19/11/1965 FC Barcelona

17

DL

Sebastián LOSADA Bestard 03/09/1967 Real Madrid

18

DL

Francisco Javier Cabral Román, “FRANCIS” 03/11/1965 Cadiz CF

Viendo la nómina de convocados se entiende mejor que el equipo llegara tan lejos en el torneo: hasta seis jugadores (Lopetegui, Rafa Paz, Patxi Ferreira, Fernando, Goikoetxea y Losada) llegarían a debutar con la absoluta y casi todos los componentes de esta selección disfrutaron luego de largas carreras profesionales. Tan sólo Juanma (que casi no dispuso de oportunidades en Málaga), López López (que apenas contó en el Barcelona y tampoco pudo destacar en Oviedo) y Francis (que no jugó demasiado en Primera ni con el Cádiz ni con el Español) pueden resultar algo menos conocidos para la mayoría de aficionados. Aunque la trayectoria posterior de los jugadores no puede explicar una buena (o mala) actuación en un Mundial juvenil, sí indica que se trataba de un grupo de muy buen nivel. Su calidad y la necesaria pizca de suerte en momentos puntuales suplieron con creces las carencias de esa preparación premundialista de menos de una semana.

El formato del Campeonato Mundial Juvenil de la URSS 1985 no presentaba ninguna novedad con respecto al que se venía usando desde 1981. Lo más destacable era que las autoridades de la Unión Soviética habían decidido descentralizar el desarrollo del campeonato, por lo que los grupos se repartieron entre cuatro repúblicas distintas: las capitales de Armenia, Georgia, Bielorrusia y Azerbaiyán fueron las elegidas, disputándose también en ellas los partidos de cuartos de final. Para la madre Rusia quedaban las semifinales, que se celebrarían en Moscú y Leningrado (hoy San Petersburgo), y la gran final, que tendría lugar en el moscovita Estadio Lenin (hoy Luzhniki). El sorteo de la primera fase se realizó el 27 de abril de 1985 y estos fueron sus resultados:

GRUPO A

(Ereván)

GRUPO B

(Tiflis)

GRUPO C

(Minsk)

GRUPO D

(Bakú)

Bulgaria

Brasil

URSS

Inglaterra

Colombia

República de Irlanda

Australia

México

Túnez

Arabia Saudita

Canadá

Paraguay

Hungría

España

Nigeria

China

En este Mundial juvenil no habría, como en otros anteriores, un árbitro de cada país participante y algunos más para completar la nómina, sino que se siguieron otros criterios para seleccionar a los veinticuatro colegiados. Pero sí hubo, en cualquier caso, un trencilla español: el cántabro Victoriano Sánchez Arminio, destinado inicialmente al grupo C, dirigió el URSS-Australia de la primera jornada y actuó como juez de línea en otros dos encuentros; luego, la buena actuación de la selección española le hizo regresar a casa tras esa primera fase.

El torneo daría comienzo el 24 de agosto y la FIFA organizó los viajes de los equipos, de modo que tanto España como la mayoría del resto de selecciones llegaron el día 20 a Moscú procedentes de Ámsterdam. La aerolínea neerlandesa KLM era patrocinadora del evento desde 1979 y se encargaba de esos desplazamientos colectivos, pero su papel se limitaba a los vuelos de entrada y salida en el país anfitrión y siempre desde y hacia Schiphol. Los viajes internos corrían por cuenta de la organización local y España empezó pronto a sufrir los problemas de la rígida burocracia soviética, que no había previsto vuelos a Georgia hasta el día siguiente, con lo que la selección llegó a Tiflis el día 21, dos jornadas después de salir de Madrid. Pasar dos días sin entrenar después de una breve concentración de menos de una semana en plena pretemporada no parecía presagiar nada bueno acerca del rendimiento que ofrecerían los juveniles españoles en el campeonato, pero el equipo fue creciendo con el paso de las jornadas hasta alcanzar el mayor éxito logrado hasta entonces por una selección nacional en un Mundial juvenil o absoluto.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de la URSS 1985, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de la URSS 1985, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

En las horas previas al debut, Jesús Pereda manifestó su contrariedad por el hecho de que sus jugadores parecían estar demasiado acostumbrados al rígido 4-4-2 que imperaba en la mayoría de clubes, lo que le obligaba a usar ese esquema en detrimento del más ofensivo 4-3-3 que el técnico burgalés había utilizado en otras citas juveniles. Además, la convivencia en el hotel de Tiflis con la selección de Arabia Saudita le hizo sospechar que varios de aquellos futbolistas sobrepasaban con creces la edad juvenil. Por todo ello, el seleccionador español no las tenía todas consigo de cara a un partido que el resto del planeta daba a su equipo por ganado de antemano.

Y sus temores se confirmaron aquella tarde del 24 de agosto, puesto que el 4-4-2 no terminó de funcionar por culpa de la presión saudí y del pobre desempeño de Fernando, Nayim y Francis (principal artífice de la clasificación un año antes), que no tuvieron su día más afortunado con el balón en los pies. Arabia, muy voluntariosa y, en ocasiones, dura, casi no puso a prueba a Unzué; España, con un juego lento y deslavazado, creó unas pocas oportunidades que no supo concretar. Tal vez el colegiado canadiense se equivocara al no señalar dos posibles penaltis a favor de España, pero no podía decirse que el 0-0 final fuera un resultado demasiado injusto. Eso sí: complicaba mucho las opciones españolas de acceder a cuartos de final.

24/08/1985

Primera jornada del Grupo B.

ARABIA S.

(0)

Al-Solaimani; Abu Dawod, Al-Maghlouth, Al-Habashi, Al-Saud (-79, Al-Roomi); Al-Saleh, Al-Razgan, Al-Bishi; Ibrahim, Hathal Al-Dosari, Mehaisen Al-Dosari.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Nayim, Juanma (-73, Gay); López López (-76, Goikoetxea), Francis.

Goles

Árbitro

Antonio Evangelista (CAN).

Tarjetas

Ibrahim (KSA, min. 29); Al-Saud (KSA, min. 29); Mendiondo (ESP, min. 31); Francis (ESP, min. 85); Hathal Al-Dosari (KSA, min. 87).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 25.000 espectadores.

Curiosamente, Pereda afrontó el segundo partido, teóricamente el más difícil, con más optimismo. Creía que su equipo se sentiría mucho más cómodo defendiendo y saliendo a la contra ante una selección como Brasil, que sí quería el balón, que viéndose obligado a llevar la iniciativa como ante Arabia, y otra vez estaba en lo cierto. Con un marcaje individual a los habilidosos atacantes brasileños y la entrada del delantero Peña para trabajar casi más en defensa que en labores ofensivas, España controló bien a su rival en la primera parte y Unzué apenas tuvo que intervenir. Pero, al comienzo de la segunda mitad, el lateral derecho Luciano inauguró el marcador tras una gran jugada individual y hubo que cambiar de planes.

Consciente de que necesitaba sacar algo positivo de aquel partido, España se abrió un poco y estuvo a punto de igualar la contienda en un cabezazo de Gay que se estrelló en el poste. Sin embargo, poco después llegaría la jugada desgraciada del encuentro: un balón largo que los defensas españoles consideraron que se perdería por la línea de fondo acabó rebotando en el banderín del córner y Balalo, más atento, lo recogió y enfiló hacia la portería, sorteando a los zagueros hispanos que regresaban a la desesperada y batiendo, a la segunda, a Unzué. A partir de ahí España pasó a dominar claramente la posesión, pero no pudo recortar distancias. Con cuatro puntos, Brasil se clasificaba matemáticamente para cuartos, mientras que la sorprendente victoria de Arabia Saudita sobre Eire por 1-0 en el otro partido del día dejaba en una precaria situación a la selección española.

27/08/1985

Segunda jornada del Grupo B.

BRASIL

(2)

Taffarel; Luciano, Henrique, Luis Carlos, Dida; Silas, Tosin (-78, Marçal), Joao Antonio; Muller, Gerson (-73, Izael), Balalo.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Nayim (-46, Juanma) Gay; Peña (-58, Losada), Francis.

Goles

1-0 Luciano (BRA, min. 50); 2-0 Balalo (BRA, min. 65).

Árbitro

Jamal Al-Sharif (SYR).

Tarjetas

Fernando (ESP, min. 25); Gerson (BRA, min. 29); Luciano (BRA, min. 48).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 20.000 espectadores.

Costaba mucho ser optimista de cara a esa tercera jornada. Arabia Saudita sólo necesitaba un punto ante la ya clasificada Brasil para acceder a cuartos de final y los más agoreros daban por hecho ese conveniente empate, entre otras cosas porque el seleccionador árabe era un técnico brasileño, Oswaldo Sampaio, que acostumbraba a pasar largos ratos con el entrenador de Brasil, Gilson Nunes, en el hotel en el que se alojaban los cuatro equipos del grupo. Las escasas opciones españolas pasaban por vencer a la República de Irlanda y esperar una derrota (cuanto más abultada, mejor) de Arabia para poder enjugar la diferencia de tres goles que existía con respecto a los saudíes. Como esta vez los partidos sí se jugaban a la misma hora, Pereda hizo lo que tenía que hacer y sacó un once netamente ofensivo para que, al menos, la eliminación no llegara porque España no hubiera hecho sus deberes.

Con un atrevido 3-5-2 que, en función de las necesidades, se convertía en un 4-3-3, los españoles salieron con ganas de cumplir su parte del trabajo y rápidamente se pusieron por delante gracias a un gol del capitán Fernando Gómez Colomer. Con España dominando y buscando continuamente la portería irlandesa, Sebastián Losada dobló la ventaja en el minuto 35. Casi al mismo tiempo, Brasil se adelantaba en el otro estadio de la capital georgiana y España pasaba a estar virtualmente clasificada. Sin embargo, no iba a resultar tan sencillo. En cinco minutos fatídicos al comienzo de la segunda parte, un error de Unzué y una mano de Tirado dentro del área permitieron a Irlanda, que no se jugaba nada, empatar el partido.

Quedaba algo más de media hora para recobrar esa diferencia de dos goles que, si nada cambiaba en el otro encuentro, se necesitaba para superar a Arabia Saudita, y España demostró que quería pelear. Peña, que antes había tenido una clara oportunidad para hacer el 1-3, avisó con un disparo al larguero, y poco después Fernando aprovechó un libre indirecto dentro del área para renovar las esperanzas españolas. Con los resultados de ese instante, España sólo necesitaba un gol más para clasificarse y a eso se aplicó todo el equipo, aunque el ansiado cuarto tanto no llegó hasta el minuto 85. Losada clavó entonces un misil en la escuadra y la alegría española se contuvo hasta que desde el estadio del Lokomotiv de Tiflis llegó la confirmación de que el 1-0 para Brasil era ya definitivo. Con los mismos puntos (tres) y la misma diferencia de goles que Arabia Saudita (cero), España pasaba a cuartos de final del Mundial sub’20 de 1985 por haber marcado tres tantos más que los saudíes.

29/08/1985

Tercera jornada del Grupo B.

IRLANDA

(2)

Kelly; Purcell, Kelch, O’Shea (-16, Bolard), Patrick Dolan; Murray, Collins, Russell, Swan (-73, Bayly); Eamonn Dolan, Mooney.

ESPAÑA

(4)

Unzué; Arozarena, Rafa Paz, Tirado; Marcelino, Gay, Fernando, Juanma, López López (-46, Peña); Losada, Goikoetxea (-63, Francis).

Goles

0-1 Fernando (ESP, min. 3); 0-2 Losada (ESP, min. 35); 1-2 Mooney (IRL, min. 51); 2-2 Kelch (IRL, min. 56)(p); 2-3 Fernando (ESP, min. 61); 2-4 Losada (ESP, min. 85).

Árbitro

Jesús Díaz Palacios (COL).

Tarjetas

Collins (IRL, min. 58).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 9.800 espectadores.

Resultaba una curiosa casualidad que la forma de acceder a esos cuartos de final prácticamente calcase la manera en la que, un año antes y también en la URSS, España se había clasificado para el Mundial, así como que su rival fuera a ser precisamente Bulgaria, la selección a la que entonces se había superado por el mayor número de goles a favor. Repescada para el Campeonato del Mundo por la renuncia de Polonia, la selección juvenil búlgara había derrotado a Túnez y empatado luego con Colombia y Hungría para acabar en primera posición del grupo A (colombianos y húngaros empataron a todo y un sorteo determinó que Colombia pasara como segunda de grupo). Esa primera plaza concedía a Bulgaria el privilegio de no tener que moverse de su sede para disputar la primera eliminatoria, así que fue España quien tuvo que embarcarse rumbo a Ereván, la capital armenia.

La siempre peculiar organización soviética distribuyó a la pequeña expedición española en nada menos que tres vuelos distintos, convirtiendo un desplazamiento de menos de 300 kilómetros en toda una odisea. Sin embargo, según contaban los enviados especiales de los medios informativos, los directivos de la Federación Española no sólo no se quejaron a la FIFA por esos problemas sino que se dedicaron a disfrutar sin complejos ni medida con cuantos agasajos y prebendas eran obsequiados. Sirva como ejemplo la dura crítica de la corresponsal de ABC en la URSS, Paloma Avilés, al bochornoso comportamiento de los dirigentes de la RFEF.

Extracto del artículo publicado en el diario ABC el 01/09/1985

Extracto del artículo publicado en el diario ABC el 01/09/1985

Con la baja ya conocida de Nayim, con problemas de rodilla desde el duelo ante Brasil, España volvió a su 4-4-2 habitual. Enfrente, un talentoso equipo búlgaro con varios de los jugadores que conformarían su maravillosa selección absoluta de comienzos de los noventa: Krassimir Balakov y Emil Kostadinov, que ya habían dejado muestras de su clase durante los primeros partidos, complicaron mucho las cosas a los de Pereda y quién sabe lo que habría ocurrido aquel 1 de septiembre de 1985 si Lyuboslav Penev, lesionado en la segunda jornada, hubiera estado disponible para su seleccionador. Aprovechando el marcaje individual de la defensa española, los cinco atacantes de Bulgaria intercambiaban constantemente sus posiciones para sembrar el desconcierto en la zaga rival, aunque no llegaron a crear ocasiones de gran peligro. El partido estaba igualado, pero España se adelantó a la media hora con una extraordinaria volea de Marcelino García Toral desde fuera del área y se llegó al descanso con la sensación de que ganaba el mejor equipo.

Sensación que cambió tras el paso por los vestuarios. Como ante Brasil e Irlanda, España encajó un gol nada más salir, obra esta vez de Kostadinov, que remachó un pase de la muerte del extremo Maznilkov. La selección española empezó a acusar el calor, los nervios y el cansancio y Bulgaria estuvo muy cerca de conseguir el segundo gol; pero, en uno de los escasos ataques hispanos, Gay fue claramente derribado dentro del área y Fernando transformó el penalti. Casi a continuación llegó la otra jugada clave del partido: una mala cesión de Lizarralde desde el centro del campo sorprendió a Unzué y acabó dentro de la portería española, pero el colegiado inglés Joseph Worrall anuló el tanto a instancias de uno de sus linieres. No queda claro, a tenor de las crónicas, si se señaló un fuera de juego posicional de Balakov o una posible obstrucción de éste al portero español, pero la controvertida decisión sacó a Bulgaria del encuentro y España controló bien los veinte minutos finales, alcanzando por primera vez las semifinales de un Campeonato del Mundo sub’20.

01/09/1985

Cuartos de final.

BULGARIA

(1)

Jilkov; Kalkanov (-70, Kirov), Pachov, Vassev, Dotchev; Petkov, Ivanov (-46, Kalaydjiev), Balakov; Maznilkov, Kostadinov, Mikhtarski.

ESPAÑA

(2)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Gay, Juanma (-76, Rafa Paz); Losada (-85, Francis), Goikoetxea.

Goles

0-1 Marcelino (ESP, min. 33); 1-1 Kostadinov (BUL, min. 47); 1-2 Fernando (ESP, min. 67)(p).

Árbitro

Joseph Bertrand Worrall (ING).

Tarjetas

Pachov (BUL, min. 60); Ferreira (ESP, min. 61); Losada (ESP, min. 80); Jilkov (BUL, min. 80); Rafa Paz (ESP, min. 90).

Estadio

Hrazdan (Ereván). 20.500 espectadores.

Los equipos procedentes de los grupos B y C coparon la penúltima ronda. Brasil barrió a Colombia por un contundente 6-0: aunque el marcador al descanso era de 0-0, los dos primeros goles brasileños al poco de comenzar la segunda parte acabaron con la resistencia de los jugadores colombianos. Por su parte, Nigeria se convirtió en la primera selección africana que accedía a semifinales de un Campeonato del Mundo Juvenil al doblegar por 2-1 a México, que había ganado sus tres partidos anteriores pero que se vio sorprendido en la primera parte por el ímpetu de los africanos y no fue capaz de culminar la remontada en la segunda. Al finalizar el encuentro, los mexicanos la emprendieron a golpes con los árbitros e incluso durante el vuelo de vuelta a Moscú insultaron a oficiales de la FIFA, lo que les acarreó duras sanciones (el guardameta Héctor Quintero, que agredió a un juez de línea, fue castigado con un año sin jugar). Y en Minsk, la URSS se llevó el duelo comunista ante la sorprendente China gracias a un solitario gol anotado en el primer minuto. Los chinos jugaron mejor pero su inocencia en el remate les impidió igualar el marcador, por lo que serían los anfitriones quienes se medirían a España en la semifinal de Moscú.

Como venía siendo habitual, el traslado a la capital rusa no fue sencillo. Retrasos varios, largas esperas a pie de pista bajo un sol de justicia y problemas con las comidas marcaron esos dos días, en los que apenas hubo lugar para entrenamientos. Nuevamente, como en Australia 1981, se tuvo que echar mano de las habilidades culinarias de residentes españoles, siendo en esta ocasión la corresponsal de ABC la encargada de preparar las ya tradicionales tortillas de patatas. En lo estrictamente deportivo, Jesús Pereda temía más la potencia física de los jugadores soviéticos que su nivel futbolístico, así que planteó el partido desde una defensa individual y con constantes ayudas, especialmente en las bandas.

El plan estuvo a punto de irse al traste en la primera jugada: España sacó de centro, Fernando perdió el balón y Tatarchuk finalizó la fulgurante acción con un disparo que se estrelló en el larguero apenas doce segundos después del pitido inicial. La URSS aprovechó esa inercia para encerrar a una España que esperaba pacientemente para salir al contraataque, pero el gol local parecía mucho más cercano y acabó llegando cerca del descanso, cuando Marcelino derribó a Medvid dentro del área y Khudojilov transformó el penalti. Por suerte, las tornas cambiaron en los segundos cuarenta y cinco minutos. Con un rival cada vez más cansado, los centrocampistas españoles pasaron a marcar el ritmo del encuentro y las ocasiones empezaron a llegar. En una de ellas, en el minuto 70, el meta soviético no supo atrapar un fácil balón centrado por Marcelino y Losada, muy atento, lo cabeceó en plancha al fondo de las mallas. De ahí al final se intensificó aún más el dominio español, pero no hubo forma de volver a batir la meta de la URSS y se llegó al tiempo extra.

Una prórroga que no pudo disputar Nayim, cuya reaparición apenas duró media hora: una de las muchas entradas contundentes que se vieron en el partido lo envió de nuevo a la caseta, esta vez con el tobillo dañado. Con ambos equipos muy al límite de sus fuerzas, los locales tomaron la iniciativa y, tras avisar con un par de claras oportunidades bien desbaratadas por Unzué, consiguieron ponerse otra vez por delante nada más comenzar los últimos quince minutos, cuando Medvid se escapó por la izquierda y su centro al segundo palo lo cabeceó cruzado Ivanauskas. España se volcó entonces en busca del empate y fue a encontrar su premio cuando todo parecía ya perdido. Con el tiempo cumplido y la bola en poder de la URSS, un mal pase soviético en el centro del campo generó un robo de balón que acabó en los pies de Gay. Con la defensa rival descolocada, el madridista largó lo que parecía un pésimo y lejano disparo raso pero que en realidad fue un magnífico pase interior a Goikoetxea, que estaba completamente desmarcado en el punto de penalti y batió por alto al portero Kutepov. De forma casi increíble, España anotaba el 2-2 sin tiempo para nada más.

En la tanda de penaltis, Francis transformó con convicción el primer lanzamiento hispano y Unzué detuvo el de Medvid, pero Tirado falló el segundo y se restableció una igualada que, gol a gol, se mantuvo hasta el quinto turno. Entonces Fernando hizo gala de una calidad y sangre fría extraordinarias para colocar su disparo en la escuadra izquierda, imposible para Kutepov; acto seguido, Unzué detuvo el mal disparo de Tatarchuk y certificó la clasificación española para la gran final. Mientras los jóvenes soviéticos y los 60.000 espectadores presentes en las gradas (la cifra oficial de 37.000 se queda bastante corta) se preguntaban cómo podía habérseles escapado ese partido, el portero de Osasuna salía del campo a hombros de sus compañeros.

04/09/1985

Semifinal.

ESPAÑA

(2)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Gay, Juanma (-55, Nayim) (-83, Francis); Losada, Goikoetxea.

URSS

(2)

Kutepov; Kolotovkin, Chedia, Moj, Horilyi; Ivanauskas, Skliarov (-91, Savchenko), Medvid, Khudojilov; Tatarchuk, Kuzhlev (-68, Bubliauskas).

Goles

0-1 Khudojilov (URSS, min. 38)(p); 1-1 Losada (ESP, min. 70); 1-2 Ivanauskas (URSS, min. 107); 2-2 Goikoetxea (ESP, min. 120+1).

Tanda de penaltis

(ESP 4-3)

1-0 Francis (ESP), 1-0 Medvid (URSS), para Unzué; 1-0 Tirado (ESP), para Kutepov, 1-1 Khudojilov (URSS); 2-1 Marcelino (ESP), 2-2 Ivanauskas (URSS); 3-2 Gay (ESP), 3-3 Moj (URSS); 4-3 Fernando (ESP), 4-3 Tatarchuk (URSS), para Unzué.

Árbitro

Hernán Silva Arce (CHL)

Tarjetas

Ferreira (ESP, min. 25); Tatarchuk (URSS, min. 51); Medvid (URSS, min. 51); Khudojilov (URSS, min. 70).

Estadio

Lenin (Moscú). 37.000 espectadores.

Brasil, que no había sufrido demasiado para vencer a Nigeria por 2-0, sería el rival en el histórico partido por el título, y el seleccionador español confiaba en que su equipo mejorara las prestaciones ofrecidas en el duelo de la primera fase. Según Pereda, Brasil había tenido mucha suerte en sus dos goles de aquella tarde en Tiflis y, con un poco más de orden y concentración, el juego técnico de los brasileños podía ser perfectamente contrarrestado por sus chicos, a pesar de la importante baja del central Patxi Ferreira por acumulación de tarjetas. Todo ello sin dejar de reconocer la teórica superioridad de una selección, la canarinha, que llegaba a la final con pleno de victorias, trece goles marcados y sólo uno encajado.

Así pues, con su 4-4-2 habitual, con Arozarena en el lugar del sancionado Ferreira y la entrada de Rafa Paz en el centro del campo como principales novedades, a las siete de la tarde (hora local) del 7 de septiembre de 1985 la selección sub’20 saltó al césped del Estadio Lenin de Moscú para jugar la primera final mundialista del fútbol español en categoría juvenil o absoluta. Tras una primera (y clara) oportunidad para Sebastián Losada, Brasil se adueñó del balón y ambos equipos comenzaron a desempeñar el papel que se les había asignado en todas las previas: los sudamericanos atacaban sin descanso, con un fútbol vistoso y alegre, y España se defendía como podía, con sus clásicos marcajes individuales y un portero, Juan Carlos Unzué, en estado de gracia. El navarro detuvo unos cuantos disparos relativamente sencillos, salvó milagrosamente tres ocasiones inmejorables de Dida, Balalo y Muller, y vio cómo Gerson estrellaba un fácil remate en el poste, todo eso sólo en la primera parte. En medio del vendaval brasileño, la producción ofensiva española se limitó a un disparo de Gay en el minuto 41 que, eso sí, golpeó en la cruceta.

Al descanso bien podía decirse que España tenía suerte de mantener el 0-0 inicial, pero también era cierto que ese resultado era precisamente el que se buscaba. Porque, tal y como había esperado Jesús Pereda, en la segunda parte el juego brasileño cayó unos cuantos enteros y España pudo, por fin, sacudirse la presión. La incesante lluvia dificultaba los avances de Brasil y el partido se volvió más igualado y algo más bronco. Por desgracia, Mendiondo vio su segunda tarjeta amarilla en una de esas acciones divididas, dejando a España con diez. Faltaba media hora y el equipo español tuvo que volver a encerrarse, aunque esta vez sufría bastante menos que en la primera parte e incluso generaba cierto peligro a la contra. En los últimos minutos llegaron las ocasiones más claras para ambos bandos: muy cansado, Losada culminó mal una situación de dos contra uno y, acto seguido, fue Muller quien no atinó a controlar un balón delante de Unzué. La final se iba a la prórroga y la superioridad numérica de Brasil parecía una baza decisiva para ese tiempo extra.

Y lo fue, sobre todo porque Brasil acertó a marcar casi en la primera jugada. Balalo botó un córner muy abierto, un centro pasado y bombeado que uno de sus compañeros (elijan entre Muller, Gerson o Tosin, pues ninguna crónica se pone de acuerdo y las imágenes de Youtube no tienen la calidad que uno desearía) devolvió de cabeza al corazón del área para que el central Henrique, totalmente solo en el borde del área chica, engatillara el balón suelto y batiera por fin a Unzué. España intentó rehacerse del golpe y durante unos minutos consiguió rondar la meta de Claudio Taffarel, pero no fue capaz de terminar ninguna jugada y, poco a poco, las interrupciones y el cansancio fueron apagando la chispa de los diez jugadores españoles. En la segunda parte de la prórroga apenas quedaban fuerzas para nada más; con mucho oficio, Brasil supo manejar el partido para asegurarse la victoria y reeditar así el título conseguido dos años antes en México. Por primera vez, una selección conseguía ganar dos veces el Campeonato del Mundo Juvenil y lo hacía, además, en ediciones consecutivas.

07/09/1985

Final.

BRASIL

(1)

Taffarel; Luciano, Henrique, Luis Carlos, Dida; Silas (-99, Marçal), Tosin, Joao Antonio; Muller, Gerson (-94, Antonio Carlos), Balalo.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Arozarena, Tirado, Mendiondo; Marcelino (-77, Nayim), Fernando, Gay, Rafa Paz; Losada, Goikoetxea (-66, Francis).

Goles

1-0 Henrique (BRA, min. 92).

Árbitro

David F.T. Syme (SCO).

Tarjetas

Dida (BRA, min. 23); Tirado (ESP, min. 27); Mendiondo (ESP, min. 38); Henrique (BRA, min. 60); Luis Carlos (BRA, min. 77). Expulsado Mendiondo (ESP, min. 61) por doble amarilla.

Estadio

Lenin (Moscú). 41.000 espectadores.

España regresó a casa más de veinticuatro horas después de la final (última cortesía de la organización), con el lógico dolor de la derrota pero con la satisfacción de haberlo dado todo y haber conseguido un éxito sin precedentes. Además, traía bajo el brazo los primeros premios individuales conseguidos por futbolistas españoles en un Mundial juvenil. Aunque hasta siete jugadores terminaron el campeonato con tres goles marcados, Sebastián Losada había obtenido la Bota de Oro al máximo goleador (parece que ser el más joven de los siete le hizo merecedor del primer premio) y Fernando Gómez Colomer recibió la Bota de Plata (la de Bronce fue para el nigeriano Monday Odiaka, quedando el mexicano Alberto García Aspe y los brasileños Gerson, Muller y Balalo sin galardón en esta categoría). Por su parte, Juan Carlos Unzué logró el Balón de Bronce al acabar tercero en las votaciones para elegir al mejor jugador, y fue además designado mejor portero del campeonato. El Balón de Oro recayó en el brasileño Silas, siendo el de Plata para su compatriota Gerson.

Los premiados, como siempre, correrían luego distinta suerte: mientras que Silas, sin llegar a ser una grandísima estrella, disputó los Mundiales de 1986 y 1990, Gerson apenas jugó cinco partidos con la absoluta brasileña antes de que su carrera quedara trágicamente interrumpida por el VIH (aunque él nunca llegó a confirmar que padecía SIDA, la noticia saltó a los medios en 1992 y el delantero acabó falleciendo en 1994 por una enfermedad que suele afectar a personas inmunodeprimidas). Serían dos de sus compañeros no premiados, Muller y Claudio Taffarel, quienes más brillarían con la canarinha, disputando tres Mundiales cada uno (1986, 1990 y 1994 el delantero; 1990, 1994 y 1998 el guardameta) y ganando el de 1994.

Sebastián Losada muestra la Bota de Oro. Imagen extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Sebastián Losada muestra la Bota de Oro. Imagen extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Por parte española, Fernando, aunque fue el gran referente del Valencia durante muchos años, tan solo jugó ocho partidos con España entre 1989 y 1992 (siendo convocado para Italia’90). Unzué, pese a su sólida carrera posterior (Osasuna, Barcelona, Sevilla, Tenerife), no llegó a debutar con la absoluta; y Losada (Real Madrid, Espanyol, Atlético, Celta) sólo jugó un partido en 1995, meses antes de retirarse hastiado del fútbol profesional a sus veintisiete años. Fue Jon Andoni Goikoetxea (Osasuna, Real Sociedad, Barcelona, Athletic) el miembro de este grupo que más carrera hizo a nivel absoluto, ya que disputó 36 partidos entre 1990 y 1996 y jugó el Mundial de EE.UU. 1994, en el que marcó un célebre gol a Alemania. En cualquier caso, aunque ninguno llegara a ser una grandísima figura internacional, todos los convocados dejaron su huella en la historia de nuestro fútbol: sólo ellos pueden presumir de haber sido los primeros en disputar una final de un Mundial (no militar) con la camiseta de la selección española.

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Fuentes consultadas:

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.

 

En memoria de Manuel Peña Escontrela (1965-2012).