Amberes, y su mitología centenaria

Resulta difícil explicar qué supuso la medalla de plata conquistada por nuestro fútbol en los Juegos Olímpicos de Amberes, sin una breve inmersión histórica.

Desde la guerra napoleónica, los españoles alternaron lentas y costosísimas ascensiones, con bajadas a tumba abierta por el tobogán de una idiosincrasia tan autodestructiva como pendular. Afrancesados y fernandinos, liberales y absolutistas, isabelinos y carlistas, librepensadores y católicos romanos de misa diaria, monárquicos y republicanos, adalides de la modernidad y caciques apegados al agro, masones y limosneros, cortesanos y buscavidas, burgueses y proletarios, magnates del diezmo y contrabandistas irreductibles… Cien años de conflicto en conflicto, de algarabía inútil e ideales ensopados en sangre, entre bellos discursos, arengas rancias y retroceso económico, hasta el marasmo que supusiera la crisis del 98.   

Aquel bofetón de realidad se tradujo en misantropía, desazón y dudas identitarias. El sueño imperial desaguaba en pesadilla. Perdido el tráfico mercantil con la perla antillana, Cádiz languideció como esas damas solteras de alta cuna que acumulan arrugas hasta la setentena, sin dejar nunca de ser “niñas”. Incluso una cabeza tan bien amueblada como la de Unamuno, apenas lograría sobreponerse a sus eternas contradicciones. El Cid ya no cabalgaba victorioso. “Una nación que sólo ayer se arrancó las plumas”, ponía en evidencia al solar de Felipe II, Juan de Austria, Fernando e Isabel La Católica, según se dijo en el mismísimo Congreso. De Cuba y Filipinas ya no llegaban quintales de ron, melaza, cajas de tabaco, mantones y dinero a espuertas, sino mutilados famélicos, carcomidos por la derrota, el paludismo, tanta y tan intemporal injusticia, o ataques de disentería. El viejo imperio, embebido en doradas nostalgias, casi ni acertó a poner un pie sobre el estribo del maquinismo. Sólo Cataluña, Vizcaya, y en mucha menor medida Oviedo, acabarían generando una burguesía emprendedora, vista con gran recelo desde posiciones ultramontanas.

Las secuelas de 1898, o parte de ellas, alcanzaron hasta el estallido de la I Guerra Mundial, en 1914. Para colmo, una tremenda gripe iba a llevarse a 200 ó 230.000 compatriotas, mayoritariamente jóvenes, en tres brotes distribuidos durante dos años. Siega temprana estando el país tan necesitado de innovación, por más que desde determinados ámbitos se quisiera ver entre tanto féretro y nubes de incienso, algo parecido al alivio demográfico. Aun con 20 millones de habitantes, España sólo era capaz de proporcionar trabajo productivo a un tercio, mientras vascos, levantinos y catalanes transformaban la neutralidad en negocio, proveyendo y transportando hasta la Europa en conflicto toda suerte de artículos. Aquella burguesía incipiente iba a sextuplicar su fortuna en apenas dos años, como en una noche loca de tapete y ruleta. Con riesgo, es verdad. No sólo ante el bloqueo a mar abierto de los países beligerantes, sino por culpa de unas reivindicaciones sociales no atendidas, que al gangrenar derivarían en reyertas pistoleras, ajustes de cuentas y huelgas salvajes. Aunque el cine o la literatura apenas lo hayan retratado, Barcelona y su periferia se anticiparon al Chicago de la Ley Seca, por su matonismo, insidias alambicadas entre prohombres de cuello blanco, compra y venta de voluntades e incapacidad policial, durante los años 10 y el devenir de los 20.

Cartel de la Séptima Olimpiada moderna.

Del “¡Hasta que sean fuego las estrellas!”, grito anarcosindicalista, se pasó a la dictadura de Primo de Rivera, o “dictablanda”, según juicio de no pocos historiadores. Aquella dictadura con una mano enguantada en seda y la otra en hierro, fue real, mientras lo de incendiar el firmamento no iba a pasar de sueño. Y muy real, también, sería la nueva incertidumbre subsiguiente al armisticio germánico.

Gran parte de aquellos negocios oportunistas perdieron toda su razón de ser en una Europa nueva. Los talleres de armas y fábricas de munición, las de pertrechos, la guarnicionería, ya sin soldados a quienes proveer de botas, o sin demanda de aislantes en cuero para la artillería. Cerraron, también, muchos telares especializados en tejer mantas caballunas o uniformes militares. Otros supieron salir adelante, aferrándose a un nuevo y espectacular concepto del consumismo. Después de tanta tribulación, muchos hombres y mujeres parecieron volverse locos, entregados a la morfina, el descorche de banalidad y una vida vampírica tachonada de vicios al por mayor, ya no inconfesables, sino practicados en público. Cierto que nuestras ciudades nunca fueron París, ni la Babilonia berlinesa, que nuestros nuevos ricos, más que ante la morfina sucumbieron al gusto por el alarde jactancioso, como encender su puro con un billete de 50 ó 100 pesetas en el Casino, para pasmo de camareros y queridas con pisito. Por nuestros pagos, y excepto tres o cuatro locales del Paralelo barcelonés, la fiesta siguió restringida a casas de lenocinio donde los caballeros se cedían la vez, obsequiosos: “Por favor, usted primero, don Cosme, que tiene enferma a su señora esposa y querrá volver pronto a casa”.

España pudo haberse enganchado definitivamente al tren del progreso, reconvirtiendo su industria obsoleta en otra de reconstrucción, pero ni los poderes públicos ni quienes ya se habían hecho de oro tuvieron cabeza para ello. Tan sólo algunas familias, como los De la Sota, con su patriarca convertido en “sir” por agradecimiento de la corona británica ante una ayuda ni mucho menos desinteresada, o los March, diversificaron ganancias admirablemente. Los vizcaínos, sin desatender el negocio naval e invirtiendo en compañías aseguradoras, mercantiles y financieras. Los mallorquines al timón de su Banca y no perdiendo de vista el filibusterismo que antaño tanto margen les proporcionara. Pero el país mayoritariamente encaraba un nuevo descenso por el tobogán. Lo intuían muchos obreros, parte de los intelectuales, la generación del 98, disconforme con casi todo, y en cierto modo hasta la cúpula militar, mientras la política seguía sin reducir el tremendo analfabetismo nacional. Si los maestros vivían en la miseria, ¿a quién iba a tentar la docencia? “Dios proveerá, hijos míos”, clamaban desde su púlpito los presbíteros, mientras en las sedes episcopales bien pudiera especularse sobre si el lobo soviético acabaría disgregándoles el rebaño. Una nueva incertidumbre, o si se prefiere la misma de siempre, asolaba el corazón de nuestros ancestros. El Rif parecía en pie de guerra, otra vez. La prensa sensacionalista, cuando casi todas las cabeceras se empeñaban en serlo, aseguraba que cualquiera con buen oído escucharía el repique de tambores desde Tarifa, si soplaba viento sur. No, 1920 no llegaba precedido buenos augurios.

Por eso, sin duda, y a falta de mejores noticias, aquella medalla de plata supo a gloria.

Manuel de Castro, periodista, impulsor en la construcción de Balaídos y uno de los más implicados entes la creación del Real Club Celta, podría haber llevado al Registro de la Propiedad Intelectual “la furia española”.

Y por supuesto, no faltaron quienes para hacerla más atractiva la sazonasen con algún aroma mitológico. El Olimpo, además de otorgar respetabilidad, ennoblece incluso las derrotas. Ensalza el dolor, antes que el placer de la victoria. ¿Acaso no era legítimo endiosar lo terrenal, bajo una antorcha sagrada?

Aquella gesta hispana tuvo en Manuel de Castro, periodista gallego habitualmente emboscado tras el seudónimo de “Hándicap”, un único bardo. Y merced a su ocurrencia cobraría cuerpo el mito de la furia española.

En realidad, hacia 1920 casi todo el fútbol europeo sería visto hoy como exhibición furiosa. Su reglamento, muy permisivo con los contactos, la contundencia de aquellas botas blindadas, el peso de los balones y una técnica individual todavía rupestre propiciaba los choques repetitivos, el patadón sin contemplaciones y las carreras largas, sustentadas en la potencia, antes que en cualquier atisbo de finta. Puesto que podía cargarse a los porteros, éstos salían a despejar de puño con ambas rodillas por delante, o forzando piruetas muy próximas a las artes marciales. Máxime cuando atacantes y defensores caían sobre blando. Porque había, sobre todo en los países meridionales, dos modelos futbolísticos: el de quienes jugaban sobre césped, y el de cuantos competían en campos de tierra endurecida. Por cuanto respecta a España, el norteño, englobando las regiones gallega, asturiana, cántabra, vasca y catalana, y el levantino, andaluz y madrileño. Uno rápido, fuerte y directo; otro afiligranado, con cierta pausa para la elaboración y técnica ligeramente superior. O sea que, tras inscribir al equipo nacional para los Juegos Olímpicos, nuestra Federación tuvo que dilucidar por cuál de esas fórmulas se decantaba.

Tomando como referencia el reparto de títulos nacionales, es decir quienes solían erigirse campeones de Copa, llevaban ventaja los clubes norteños. Algo normal, considerando que sólo dos capitalinos (Madrid y Gimnástica) habían asomado por las finales. Un vistazo al palmarés hasta 1920, ahorra explicaciones. El Athletic Club lucía 8 títulos, incluyendo el de 1902, cuando Bilbao F. C. y Athletic concursaran bajo la denominación de Vizcaya. Le seguían Madrid (5 títulos), Barcelona (4), los iruneses, bajo el nombre de Racing y Real Unión (2), Arenas Club de Guecho y Club Ciclista de San Sebastián (predecesor de la Real Sociedad), con uno. A las finales tan sólo habían llegado, además de los citados, Vigo Sporting, C. D. Español de Barcelona, Basconia, España de Barcelona y la ya citada Gimnástica. El fútbol gozaba de mucho más arraigo por la vertiente norte, pero de ahí a suponer que el Madrid no contaba con elementos capaces de cumplir a plena satisfacción en un elenco nacional, mediaba amplio trecho. Finalmente, el criterio federativo, expresado por su triunvirato técnico (Berraondo, Paco Bru y Julián Ruete) se tradujo en la elección de hombres norteños, argumentándolo así: “Puesto que se va a competir sobre hierba, llevemos futbolistas acostumbrados a jugar sobre ella”. No hubo otras razones para que el grupo expedicionario lo compusieran 5 jugadores de la Real Sociedad, 4 del Athletic, 3 del Barcelona y Vigo Sporting, 2 del Real Unión y Arenas de Guecho, y uno del Racing ferrolano.

Ya estaba el equipo físico, rápido, atlético, con hombres muy altos para la época (Eguizábal, Belauste o Arrate) y contundentes (Patricio Arabolaza). Sólo faltaba aguardar la ocasión. Y ésta llegó ante Suecia el 1 de setiembre, en un campito menor de Amberes, como era el de Boschuil. Los nórdicos se habían adelantado en el minuto 25 por mediación de Dahl y a España le costaba acercarse a las proximidades del portero Zander. Poco después del descanso, Sabino Bilbao envió un pase a su compañero en el Athletic Club, el medio centro José Mª Belausteguigoitia, y éste, luego de chocar con varios adversarios, acabaría empujado el balón hasta las redes. “Hándicap” ya tenía inspiración para su oda en prosa: «Un verdadero “goal” hercúleo», escribió. Y no contento, adornaría la jugada con lo que nadie pudo escuchar desde la grada: el grito improbable de Belauste a Sabino Bilbao Líbano, «¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!».

El gol de furia, raza y pundonor estaba servido. La cerrazón de Juan Martín “El Empecinado” y “El Cura Merino”, pigmeos ante un inmenso ejército napoleónico, volvía a imponerse a la lógica. Los últimos de Filipinas, asediados en una iglesia medio en ruinas. Ese individualismo crónico, tan nuestro, convertido en virtud teologal. La fuerza sobre cualquier destreza. El puño, antes que el cerebro. Manuel de Castro González (Vigo, 9-VIII-1885 – 27-VIII-1944) acababa de pasar a la historia de nuestro fútbol cantando un gol libérrimamente, y con derecho a patentar lo de “la furia española”, término que si no verbalizase, nació inspirándose en su crónica.

También Belauste pasó a la historia, con un gol que ni siquiera iba a resultar determinante. Debería haberlo hecho con más razón Patricio Arabolaza, autor del primer tanto para “la roja”, ante Dinamarca, justo el atardecer de nuestro debut internacional. Suyo, incluso, fue el primer gol anulado a España, media hora antes, según parece sin gran justicia. Pero así son las cosas. El ser humano prefiere a menudo recrearse en leyendas, antes que reverenciar la verdad. Guillermo Tell, el Mannken Pis, Robin Hood o Martín Fierro, podrían atestiguarlo sin hubieran existido. Al menos Manuel de Castro llevó consigo parte de aquella gloria cuando, a los 59 años, el tranvía del puerto vigués lo arrollase junto a los jardinillos de Eijo Garay.

Parte de los componentes de “La Furia”, nombre con que sería designada nuestra selección nacional durante muchos años por países de Hispanoamérica.

Cualquiera que haya jugado alguna vez al fútbol, incluso partidos de solteros contra casados, sabe que es imposible deslizar parlamentos heroicos a falta de aliento. Belauste, con sus 90 kilos y a sólo 5 centímetros de los dos metros, basaba su estrategia en el poderío físico. Pero una vez de retorno, nadie, entre sus compañeros, aseguró haberle oído pronunciar la frasecita. Como mucho, algunos lo dejaron en “¡Sabino, Aurrera!”; o sea “Sabino, adelante”. Pero a medida que el invento de “Hándicap” se hacía célebre, otros irían corrigiéndose. Ricardo Zamora, sabedor de lo que significaba convertirse en mito, aseguró tiempo después que Belauste dijo, palabra por palabra, lo que Manuel de Castro dejara escrito. Ni el propio Belauste se atrevió a tanto, al ser entrevistado por la revista cubana “Carteles” (1937): “Estando yo en posición ventajosa para anotar, y viendo que Sabino avanzaba con la pelota, le dije simplemente: ¡A mí, Sabino, que los arrollo! Después rodamos tres o cuatro por el suelo”.

Ese gol habría valido de poco, si el también atlético Chomin Gómez-Acedo no hubiese anotado otro en el minuto 80. O sin el fallo del sueco Olsson, al lanzar fuera un penalti. Clasificados para una semifinal de consolación -la derrota ante Bélgica por 3-1 en el segundo encuentro convertía la plata en máximo objetivo-, los nuestros aún tuvieron que derrotar a Italia (2-0) y Holanda (3-1), para erigirse en subcampeones. Belauste ya no volvió a marcar y sólo disputó el partido definitivo ante los neerlandeses, detentando la capitanía, como ante Dinamarca y Suecia. Además, el verdadero artífice del éxito español sería Félix Sesúmaga (F. C. Barcelona), pues suyos fueron los dos goles endosados a Italia, y otro par de los que encajase el holandés Mac Neill. Con 4 tantos fue el máximo goleador hispano, y hoy su nombre apenas sugiere algo a nadie. Las puertas del Olimpo se le cerraron injustamente.

Belauste, un medio centro gigantesco que solía incorporarse al ataque. “Hándicap” no hubiese podido elegir mejor protagonista para tipificar la furia combativa.

Sobre la furia no menor con que se empleaban otros elencos, baste algún dato. Si los suecos unieron a su fuerza varios brotes de marrullería, el choque contra Italia ya derivó hacia un no va más. Ricardo Zamora y Bedini II fueron expulsados, por agredirse a puñetazo limpio. Pagaza hubo de abandonar el campo en brazos de las asistencias. Los demás, doloridos, magullados, cubiertos de pellizcos y moretones, con tantas ganas de festejar el triunfo como la ocasión requería; alegres y al mismo tiempo reivindicativos con respecto a la dolosa pasividad arbitral que aquellos Juegos venían poniendo en solfa. Y puesto que en el elenco figuraba un bromista contumaz como “Pichichi”, en seguida irían urdiendo un plan.

Sólo tuvieron que improvisar una especie de estandarte para encabezar el cortejo, vestir con sotana a Belauste, quien por su estatura y rostro enjuto ofrecía una formidable estampa de mosén decimonónico, y ensayar miradas hieráticas mientras caminaban, muy serios, en perfecta formación. Tras un Belauste esparciendo oraciones en lengua vasca, inmóvil en su camilla y con ambas manos sobre el pecho, Pagaza se hacía el muerto. “La gente nos preguntaba qué era aquello y nosotros les decíamos que el funeral de un compañero, caído ante los italianos. Algunos hasta se acercaban a don Paco, a quien convencimos para cerrar el desfile, transmitiéndole su pésame. Casi se nos escapaba la risa”, narraron luego los jugadores del Athletic Club, por las tertulias bilbaínas. La seriedad duró hasta alcanzar la primera taberna, cuando Pagaza se puso en pie gritando: “¡Milagro, milagro!”, mientras los demás coreaban: “¡Con nosotros no pueden ni holandeses ni italianos!”.

Furia, quizás. Pero sobre todo ganas de pasarlo bien y ese sentido del humor necrófilo, que suele evaporarse una vez consumida la juventud más pletórica.       

José Mª Belausteguigoitia Landaluce (Bilbao 15-V-1889 – México D. F. 4-IX-1964), desde su regreso de Amberes no volvería a disputar ningún otro partido representando a España. Estuvo entre los convocados para los Juegos de París (1924), más por agradecimiento que en respuesta a sus méritos. Ya nada quedaba en él, capaz de recordar al “León de Amberes”, apelativo que iba a pasear hasta su muerte, aquejado de un cáncer pulmonar. Con 35 años y en muy baja forma, al haberse despegado un tanto del fútbol, el dúo Paragés – Pentland, seleccionador y técnico para la efeméride, prefirieron no alinearle. Veinte años en el Athletic, 7 títulos Regionales y otros tantos de Copa, se iban por la puerta de atrás, aun inscribiendo su nombre con moldes de oro en la historia rojiblanca. Porque tantos años después, junto a “Piru” Gainza sigue siendo el futbolista con más entorchados coperos. Su biografía al margen del balón, además, merece sobradamente alguna pincelada.

Sexto entre los 12 hermanos componentes de una familia con ascendencia en la villa alavesa de Llodio, estudió Derecho en Salamanca y como todos los de su generación en el Athletic nunca pudo vivir del fútbol. Dos de sus hermanos, “Pacho” y Ramón, lucirían junto a él la camiseta rojiblanca, aunque con mucha menos fortuna. Otro de ellos, Federico, le arrastró por la senda política hasta convertirlo en destacado militante nacionalista. Amigo personal de Sabino Arana Goiri, fundador del P.N.V., Federico llegó a ser hombre importante dentro de aquella organización, sin que el propio José María quedase muy atrás, no en vano figuró una vez como candidato a las Cortes. Nadie en Vizcaya era ajeno a su ideología, y por ella hubo de exiliarse temporalmente en Francia (1922), cuando uno de sus discursos levantara ampollas en el despacho de Gobernación, ante su “encendida visceralidad”. Algo después, muchos se sorprendieron al encontrar su nombre entre los escindidos del P.N.V. para legalizar Acción Nacionalista Vasca, hijuela izquierdista y laica, más radical y reivindicativa en sus anhelos nacionales. Un paso en falso, del que poco tardó en desdecirse. Su profundo catolicismo chocaba con la iconoclastia de amplias capas en ese nuevo proyecto.

Casado con una sobrina del celebrado pintor Ignacio Zuloaga, al estallar la Guerra Civil quiso pasar a zona “nacional”, infructuosamente. Volvía a encontrarse incómodo entre los aliados del Lehendakari Aguirre. La cacería de curas y el marxismo recalcitrante no iban con él. Para entonces, además, habían empezado a verlo como mito de otro Olimpo: un nacionalista vasco convertido en referente de la furia española, cuando el credo vizcaitarra propugnaba desandar senderos de confraternización histórica. Afrenta en toda regla a esa nueva España naciente, caudillista y vertical, sustentada en el axioma de “Una, Grande y Libre”. Así que como tantos miembros del P.N.V. acabaría poniendo rumbo a México, tras esquivar la cárcel. Y si desde allí pudo ver a su sobrina Ibone, representando a la nación azteca en una piscina Olimpiada londinense (1948), y a Iker, también sobrino, como regatista a vela en Tokyo (1964), no tendría ocasión de alcanzar el nuevo desfile de este último en los Juegos de México (1968), cuando todo el país se preparaba para organizar su primer Mundial de fútbol.

Belauste, de cualquier modo, no fue el único mito consagrado durante aquellos días de agosto y setiembre en Amberes. Ricardo Zamora, sin la ayuda de Manuel de Castro, aunque a lomos de la prensa internacional, acabaría arrebatando el cetro al mismísimo Júpiter. Sus vuelos y alardes efectistas, la sensación de aplomo que transmitiera, y aquel gesto con que solía aceptar el asombro del graderío, no dejaban a nadie indiferente. “En Inglaterra jugaría poco -sentenció Mr. Pentland una vez, cuando alguien le preguntara por “El Divino”-. Allí los porteros paran balones, y quien busca espectáculo saca entrada para el teatro o el circo”. Pentland sabía de fútbol más que nadie por nuestros pagos, pero le costaba entender que en un futuro ya tangible ese deporte iba a devenir en supremo espectáculo. Zamora, en realidad, fue un adelantado. Quienes más lo criticaban serían los mismos detractores de Jacinto Quincoces, el mejor defensa europeo durante unos años. “Qué manía tiene de jugar la pelota -dijeron de él-. Los defensas a despejarla, como Ciriaco. Para hacer cosas bonitas ya están otros”. El “foot-ball” evolucionaba a toda velocidad, aunque algunos tuviesen problemas para entenderlo.

Ricardo Zamora Martínez, caricaturizado en su doble función de futbolista divo y buen redactor periodístico.

Zamora, en cambio, sí lo vio venir. Muy consciente de lo que representaba habitar en el Olimpo, tan pronto puso un pie en Barcelona pidió más dinero a su presidente. Si no le pagaban de verdad, estaba dispuesto a cambiar de acera. Los dioses, ya se sabe, son ambiciosos, y Ricardo Zamora Martínez, el primer mito auténtico del fútbol universal, impuso su amenaza aun siendo muy joven. Luego cambió de acera, consciente de que la economía del Club Deportivo Español no era tan fuerte como la “culé”, desanduvo el camino cuando los “pericos” tiraron la casa por la ventana, y pulverizó cualquier récord crematístico, ya talludito, al ingresar en el Madrid. “Ricardo, ¿eres partidario del profesionalismo?”, le preguntaron mientras se debatía respecto a si en España iba a ser posible profesionalizar el deporte rey. Respondió sin inmutarse: “Bueno, ¿qué te parece si hablamos en serio?”. Para entonces ya era profesional magníficamente retribuido. Entre prima de fichaje, mensualidades y distintos “bolos” festivos, salía al año en lo económico cuatro o cinco veces mejor que un abogado de éxito, o cualquier buen médico. Todo ello sin contar con las magníficas vistas atribuibles a quien mora por encima del bien y el mal. Algo después, esa condición de tótem le llevó a ser mal mirado desde las dos facciones contendientes en nuestra Guerra Civil. Suele ocurrir con los mitos, al obligárseles a elegir entre el conmigo o contra mí.

Zamora, tal vez inconscientemente, se convirtió en asidero de unos compatriotas tanto o más atribulados que hoy, un siglo después, y con no menos necesidad de aferrarse a algo, para sentirse alguien. Pichichi, en cambio, pudo haber llegado a otros Juegos Olímpicos como ídolo, de no mediar la primera Gran Guerra. Pero salió de Amberes dejando un regusto amargo, como hombre corriente y con pies de barro.

Había hecho lo más difícil; trascender de Rafael Mª Miguel Moreno Aranzadi, su identidad registral, universalizando el apodo, o anotar el primer gol del viejo San Mamés, antes que campo mítico un templo balompédico. Agigantar su figura de metro y medio, haciendo que los niños de un Bilbao creciente soñaran imitarle. O dejar sentado que en un fútbol físico también la astucia servía para domeñar al adversario. Su mismo padre, alcalde de la villa durante los primeros años del siglo XX, sería reconocido en la calle no como Joaquín Moreno, sino por “el aita de Pichichi”. Entre 1914 y 1918, mientras Europa se desangraba, lo había sido todo en el fútbol nacional. Cuatro veces campeón de Copa, tres de ellas consecutivamente, y otras cinco veces en el Regional Vizcaíno, parece anotó 83 goles en 89 partidos, cuando al no existir un torneo de Liga se disputaban muchísimos encuentros menos de lo que andado el tiempo sería habitual. Pero si el nacimiento de la selección española le llegó tarde, también lo hizo coincidiendo con uno de sus peores estados físicos. Acababa de casarse y entre preparativos de boda y larga luna de miel, se sabía muy fuera de forma. A tal punto que, de entrada, rechazó acudir a los Juegos Olímpicos. Tuvo que ser el Sr. Argüello quien, con mucha paciencia y sin regatear ningún argumento, le hiciese mudar de opinión. Aunque de todos modos tampoco es que en Amberes aportase mucho. Su poca presencia física, unida a un gusto contumaz por las francachelas, había ido haciendo mella en su organismo. Disputó los 5 partidos olímpicos anotando un gol en su última comparecencia, el del 3-1 definitivo ante Holanda, a los 72 minutos. Y aquel tanto, en cierto modo, constituyó anticipo de su retiro.

“Pichichi”. Para él Amberes fue broche sin especial brillo, antes de convertirse en mito imperecedero.

Ya jugador fuera de tiempo, cosecharía duras críticas de su público, a grito limpio: “¡Estás acabado, viejo! ¡Retírate!”. Sin entenderlas, y por no seguir escuchándolas, acabaría anunciando un adiós a medias, puesto que pensaba hacerse árbitro. Muy pocos, aunque cueste creerlo, confesaron echarlo en falta por San Mamés. El aficionado futbolístico siempre fue volátil, olvidadizo y cicatero. Más antaño, si cabe, cuando a los astros del balón podías encontrártelos en el café, compartiendo palco, paseando tranquilamente o a la sombra de cualquier árbol, en amigable compañía junto a una jarra de chacolí. Como árbitro, además, no dio la talla. Le faltaba temperamento, o si prefiere autoridad. Así que a los 29 años ya era exfutbolista y árbitro en retiro.

Fue su óbito prematuro lo que hizo de él un ídolo. A la incredulidad inicial, cuando se extendiera el eco de su fallecimiento, víctima del tifus, sobrevino una manifestación de duelo imponente. Casi todos los bilbaínos, mujeres, niños, interesados por el “foot-ball” o quienes nunca dieron un puntapié a nada, se echaron a la calle cuando desfilaba su féretro, en marzo de 1922. Partía así de este mundo el primer medallista olímpico en Amberes.

Otros compañeros suyos junto a la antorcha tampoco tuvieron suerte. Silverio, Sesúmaga o Patricio Arabaloaza, fallecerían igualmente en plena juventud. Artola y Eguizábal perdieron la vida durante aquella barbarie incivil orquestada en 1936. El último superviviente fue Sabino Bilbao, tío de Plácido, otro futbolista que también tuvo ocasión de lucir en rojiblanco, además de imponer su arrancada en el Guecho, Indauchu, Real Valladolid, Recreativo de Huelva, Arenas guechotarra, Boston Beacons de los Estados Unidos, Estepona y Melilla. Sabino Bilbao, coprotagonista en una jugada poco exquisita, pero a la postre mítica, se fue para siempre en Guecho, durante 1983. Y a tenor de la evolución que iría experimentando nuestro equipo nacional, desde la lucha espartana al toque primoroso, cabe decir que con él se apagaban, quién sabe si para siempre, los pebeteros de una furia extemporánea.




Un siglo en números

Como todo buen aficionado al fútbol en general y a la Selección, muy en particular, sabe, nuestro equipo nacional cumple este año 2020 un siglo de historia. Una historia en la que no ha faltado de nada. Desde que aquellos valientes pioneros pusieran una pica en Flandes, para colgarse la medalla de plata en los Juegos de Amberes, en lo que supuso el origen de la Selección Española de Fútbol, hace ahora justamente cien años, hasta los últimos vaivenes sufridos por el combinado patrio, con el despido del seleccionador Robert Moreno y la agitada rentrée de Luis Enrique, interrumpida, a su vez, por la pandemia que aún nos asola, lo cierto es que los aficionados al conjunto nacional no nos podemos quejar. Porque hemos tenido prácticamente de todo. Una meritoria e inesperada medalla de plata olímpica en nuestro debut, que no sirvió precisamente como precedente de éxito, décadas de fracasos sonados, una Guerra Civil, otra Mundial, partidos perdidos inexplicablemente, decisiones arbitrales incomprensibles, un cuarto puesto mundialista, más pifias garrafales de nuestras figuras, una Eurocopa en mitad de la nada, eliminatorias perdidas, goles fallados a puerta vacía, una decepción tras otra, un subcampeonato europeo que sonó a flor de un día… una vida, en fin, llena de penalidades casi permanentes, compensadas con creces a partir del año 2007, con el inicio de lo que podríamos denominar el quinquenio prodigioso, cuando se lograron otras dos Eurocopas y nuestro primer Campeonato del Mundo, de forma consecutiva. Tres títulos que significaron todo un hito en el balompié mundial, con un fútbol y una calidad de muy difícil parangón, que nunca pudimos imaginar y que auparon a nuestro equipo a lo más alto de la historia de este deporte. Como ven, no nos ha faltado de nada.

El número especial de Cuadernos de Fútbol que tienen ustedes delante, ofrece a todos sus lectores una destacada colección de artículos de primer nivel sobre los inicios y trayectoria del combinado español, con un rigor histórico difícilmente alcanzable hoy por hoy, en cualquier otro medio de divulgación futbolística. Por este motivo, lo que yo les traigo aquí son los números de este siglo de fútbol internacional. La estadística, los datos y las curiosidades de estos cien años de trayectoria de nuestra Selección. Lo que el maestro Félix Martialay hubiera denominado ‘el esqueleto de la Historia del equipo español’.

Con todos ustedes, un siglo completo resumido en números.

DATOS Y CURIOSIDADES

MAYORES GOLEADAS EN CASA

PARTIDO

AÑO

COMPETICIÓN

España  13 – Bulgaria  0

1933

Amistoso

España  12 – Malta  1

1983

Campeonato de Europa

España  9 – Portugal  0

1934

Campeonato del Mundo

España  9 – Albania  0

1990

Campeonato de Europa

España  9 – Austria  0

1999

Campeonato de Europa

España  9 – San Marino  0

1999

Campeonato de Europa

España  8 – Chipre  0

1999

Campeonato de Europa

España 8 – Liechtenstein  0

2016

Campeonato del Mundo

España  8 – Francia  1

1929

Amistoso

España  7 – Chipre  0

1971

Campeonato de Europa

España 7 – Malta 0

2019

Campeonato de Europa

MAYORES GOLEADAS FUERA

PARTIDO

AÑO

COMPETICIÓN

Tahití  0 – España  10 (campo neutral)

2013

Copa Confederaciones

Liechtenstein  0 – España  8

2017

Campeonato del Mundo

México  1 – España  7 (campo neutral)

1928

Juegos Olímpicos

San Marino  0 – España  6

1999

Campeonato de Europa

San Marino  0 – España  6

2005

Campeonato del Mundo

Azerbayán  0 – España  6

2009

Amistoso

Bulgaria  1 – España  6 (campo neutral)

1998

Campeonato del Mundo

Irlanda  0 – España  5

1931

Amistoso

Bélgica  0 – España  5

1957

Amistoso

Irlanda del Norte  0 – España  5

2002

Amistoso

Nueva Zelanda  0 – España  5 (campo neutral)

2009

Copa Confederaciones

MAYORES DERROTAS EN CASA

PARTIDO

AÑO

COMPETICIÓN

España  2 – Escocia  6

1963

Amistoso

España  0 – Hungría  3

1981

Amistoso

MAYORES DERROTAS FUERA

PARTIDO

AÑO

COMPETICIÓN

Italia  7 – España  1  (campo neutral)

1928

Juegos Olímpicos

Inglaterra  7 – España  1

1931

Amistoso

Brasil  6 – España  1

1950

Campeonato del Mundo

Países Bajos  5 – España  1   (campo neutral)

2014

Campeonato del Mundo

Italia  4 – España  0

1942

Amistoso

Portugal  4 – España  0

2010

Amistoso

Portugal  4 – España  1

1947

Amistoso

Inglaterra  4 – España  1

1955

Amistoso

Alemania  4 – España  1

2000

Amistoso

Argentina  4 – España  1

2010

Amistoso

Austria  3 – España  0

1960

Amistoso

Gales  3 – España  0

1985

Campeonato del Mundo

Inglaterra  3 – España  0

2001

Amistoso

Brasil 3 – España  0

2013

Copa Confederaciones

PARTIDOS CONSECUTIVOS SIN PERDER

PARTIDOS

PERÍODO

35

Del partido nº 527 al 563 (desde el 15-11-06 al 24-06-09) RÉCORD MUNDIAL

31

Del partido nº 390 al 422 (desde el 09-07-94 al 28-01-98)

27

Del partido nº 663 al 690 (desde el 27-06-16 al 15-10-18)

26

Del partido nº 599 al 626 (desde el 12-11-11 al 30-06-13)

25

Del partido nº 495 al 521 (desde el 20-06-04 al 27-06-06)

PARTIDOS CONSECUTIVOS SIN GANAR

PARTIDOS

PERÍODO

10

Del partido nº 241 al 250 (desde el 23-01-80 al 18-02-81)

6

Del  partido nº 233 al 238 (desde el 13-12-78 al 09-12-79)

6

Del partido nº 322 al 327 (desde el 18-11-87 al 11-06-88)

PARTIDOS CONSECUTIVOS SIN RECIBIR UN GOL

PARTIDOS

PERÍODO

PORTEROS

MINUTOS

7

Del partido nº 546 al 552  (desde el 18-06-08 al 15-10-08)

Casillas y P. Reina

714

7

Del partido nº 364 al 370 (desde el 19-02-92 al 27-01-93)

Zubizarreta y Buyo

690

7

Del partido nº 498 al 504 (desde el 08-09-04 al 08-06-05)

Casillas

684

PARTIDOS CONSECUTIVOS SIN MARCAR

PARTIDOS

PERÍODO

MINUTOS

3

Partidos nº 368, 369 y 370 (desde el 23-09-92 al 18-11-92)

396

3

Partidos nº 297, 298 y 299 (desde el 27-03-85 al 26-05-85)

361

PARTIDOS CONSECUTIVOS MARCANDO

PARTIDOS

PERÍODO

40

Del partido nº 663 al 702 (desde el 01-09-16 al 18-11-19)  2ª MEJOR MARCA HISTÓRICA

20

Del partido nº 68 al 87 (desde el 26-01-47 al 10-06-51)

15

Del  partido nº 99 al 113 (desde el 17-03-54 al 13-03-58)

15

Del partido nº 308 al 322 (desde el 07-06-86 al 18-11-87)

15

Del partido nº 548 al 562 (desde el 26-06-08 al 20-06-09)

MÁS VICTORIAS CONSECUTIVAS

VICTORIAS

PERÍODO

15

Del partido nº 548 al 562 (desde el 26-06-08 al 20-06-09)  RÉCORD MUNDIAL

12

Del partido nº 564 al 575 (desde el 28-06-09 al 08-06-10)

9

Del partido nº 15 al 23 (desde el 21-12-24 al 22-05-27)

9

Del partido nº 538 al 546 (desde el 17-11-07 al 18-06-08)

MÁS DERROTAS CONSECUTIVAS

DERROTAS

PERÍODO

3

 

Partidos 55, 56 y 57; 67, 68 y 69; 127, 128 y 129; 330, 331 y 332; 356, 357 y 358

MÁS EMPATES CONSECUTIVOS

EMPATES

PERÍODO

3

 

Partidos 72, 73 y 74; 142, 143 y 144; 244, 245 y 246; 368, 369 y 370; 396, 397 y 398; 406, 407 y 408; 471, 472 y 473

MÁXIMOS GOLEADORES EN UN PARTIDO

JUGADOR

GOLES

PARTIDO

Chacho

6

España 13 – Bulgaria 0 (1933)

Lángara

5

España 9 – Portugal 0 (1934)

G. Rubio

4

España 8 – Francia 1 (1929)

Zarra

4

España 6 – Suiza 3 (1951)

Tejada

4

España 6 – Irlanda del Norte 2 (1958)

Santillana

4

España 12 – Malta 1 (1983)

Rincón

4

España 12 – Malta 1 (1983)

Butragueño

4

Dinamarca 1 – España 5 (1986)

Butragueño

4

España 9 – Albania 0 (1990)

Raúl

4

España 9 – Austria 0 (1999)

F. Torres

4

Tahití 0 – España 10 (2013)

MÁS GOLES MARCADOS CONSECUTIVAMENTE

JUGADOR

GOLES

RACHA 

G. Rubio

9

Partido nº 31 (3 goles), partido nº 32 (4 goles) y partido nº 33 (2 goles)

Lángara

9

Partido nº 47 (5 goles), partido nº 48 (2 goles) y partido nº 49 (2 goles)

Kubala

8

Partido nº 109 (1 gol), partido nº 110 (1 gol), partido nº 111 (3 goles), partido nº 112 (2 goles) y partido nº 113 (1 gol)

Raúl

8

Partido nº 431 (1 gol), partido nº 432 (4 goles) y partido nº 433 (3 goles)

Chacho

7

Partido nº 46 (6 goles) y partido nº 47 (1 gol)

Zarra

7

Partido nº 85 (1 gol), partido nº 86 (4 goles) y partido nº 87 (2 goles)

D. Villa

7

Partido nº 551 (1 gol), partido nº 552 (2 goles), partido nº 553 (1 gol), partido nº 554 (1 gol), partido nº 555 (1 gol) y partido nº 556 (1 gol)

MÁS PARTIDOS CONSECUTIVOS MARCANDO

JUGADOR

PARTIDOS

RACHA  (partidos ininterrumpidos)

D. Villa

6

Partidos nº  551, 552, 553, 554, 555 y 556

Zarra

5

Partidos nº 78, 79, 80, 81 y 82

Kubala

5

Partidos nº 109, 110, 111, 112 y 113

Campos

4

Partidos nº  60, 61, 62 y 63

Di Stéfano

4

Partidos nº 117, 118, 119 y 120

Pirri

4

Partidos nº 186, 187, 188 y 189

Carlos

4

Partidos nº 351, 352, 353 y 354

Raúl

4

Partidos nº 485, 486, 487 y 488

D. Villa

4

Partidos nº 559, 560, 561 y 562 y nº 577, 578, 579 y 580

D. Silva

4

Partidos nº 669, 670, 671 y 672

Sergio Ramos

4

Partidos nº 688, 689, 690 y 691.

MÁS GOLES MARCADOS A ESPAÑA

JUGADOR

PAÍS

GOLES

Peyroteo

Portugal

7

Coppée

Bélgica

4

Lineker

Inglaterra

4

Vargas

Chile

4

MÁS GOLES A ESPAÑA EN UN SÓLO PARTIDO

JUGADOR (PAÍS)

GOLES

PARTIDO

Lineker (Inglaterra)

4

España 2 – Inglaterra 4 (1987)

Coppee (Bélgica)

3

Bélgica 3 – España 1 (1920)

Bican (Austria)

3

España 4 – Austria 5 (1936)

Palmeiro (Portugal)

3

Portugal 3 – España 1 (1956)

Mudie (Escocia)

3

Escocia 4 – España 2 (1957)

Healy (Irlanda N.)

3

Irlanda N. 3 – España 2 (2006)

C. Ronaldo (Portugal)

3

Portugal 3 – España 3 (2018)

SELECCIONADORES CON MÁS PARTIDOS DIRIGIDOS

SELECCIONADOR

PARTIDOS

PERÍODO

Vicente Del Bosque

113

20-08-08 al 27-06-16

Ladislao Kubala

68

Del 15-10-69 al 18-06-80

Javier Clemente

62

Del 09-09-92 al 05-09-98

Miguel Muñoz

59

Del 27-10-82 al 17-06-88

Luis Aragonés

54

Del 18-08-04 al 29-06-08

DEBUTANTES

MÁS JOVEN

MÁS VIEJO

MÁS GOLEADOR

Zubieta (debutó el 26-04-36, con 17 años, 9 meses y 10 días)

Puskas (debutó el 12-11-61, con 34 años, 7 meses y 10 días)

Chacho (logró 6 goles en su partido debut, España 13 – Bulgaria 0) 21-05-33

TRAYECTORIA EN LOS MUNDIALES

URUGUAY 1930

No participó

ITALIA 1934

Eliminado en cuartos de final

FRANCIA 1938

No participó

BRASIL 1950

Cuarta posición

SUIZA 1954

No se clasificó

SUECIA 1958

No se clasificó

CHILE 1962

Eliminado en la primera fase

INGLATERRA 1966

Eliminado en la primera fase

MÉXICO 1970

No se clasificó

ALEMANIA 1974

No se clasificó

ARGENTINA 1978

Eliminado en la primera fase

ESPAÑA 1982

Eliminado en la segunda fase

MÉXICO 1986

Eliminado en cuartos de final

ITALIA 1990

Eliminado en octavos de final

ESTADOS UNIDOS 1994

Eliminado en cuartos de final

FRANCIA 1998

Eliminado en la primera fase

COREA – JAPÓN 2002

Eliminado en cuartos de final

ALEMANIA 2006

Eliminado en octavos de final

SUDÁFRICA 2010

Campeón

BRASIL 2014

Eliminado en la primera fase

RUSIA 2018

Eliminado en octavos de final

TRAYECTORIA EN LAS EUROCOPAS

FRANCIA 1960

Renuncia en cuartos de final

ESPAÑA 1964

Campeón

ITALIA 1968

No se clasificó

BÉLGICA 1972

No se clasificó

YUGOSLAVIA 1976

No se clasificó

ITALIA 1980

Eliminado en la primera fase

FRANCIA 1984

Subcampeón

ALEMANIA 1988

Eliminado en la primera fase

SUECIA 1992

No se clasificó

INGLATERRA 1996

Eliminado en cuartos de final

BÉLGICA – HOLANDA 2000

Eliminado en cuartos de final

PORTUGAL 2004

Eliminado en la primera fase

AUSTRIA – SUIZA 2008

Campeón

POLONIA – UCRANIA 2012

Campeón

FRANCIA 2016

Eliminado en octavos de final

MÁS PARTIDOS EN FASES FINALES

DE MUNDIALES

PARTIDOS

JUGADOR

17

Casillas y Sergio Ramos

16

Zubizarreta

15

Xavi

14

F. Torres, Iniesta y Puyol

13

Busquets, Piqué y Xabi Alonso

12

Hierro, Julio Salinas, Luis Enrique y D. Villa.

11

Raúl

10

Camacho y Fábregas

DE EUROCOPAS

PARTIDOS

JUGADOR

16

Fábregas e Iniesta

15

Sergio Ramos y D. Silva

14

Casillas

13

F. Torres

12

Xabi Alonso

11

Xavi

10

Busquets, Gordillo, Jordi Alba y Piqué

MÁS GOLES EN FASES FINALES

DE MUNDIALES

GOLES

JUGADOR

9

D. Villa

5

Butragueño, Hierro, Morientes y Raúl

4

Basora, Míchel, F. Torres y Zarra

3

Caminero, Diego Costa y Julio Salinas

DE EUROCOPAS

GOLES

JUGADOR

5

F. Torres

4

D. Villa

3

Alfonso, Fábregas, Morata y D. Silva

MÁS PARTIDOS JUGADOS CONSECUTIVAMENTE

PARTIDOS

JUGADOR

PERÍODO

86

Zubizarreta

Del partido nº 299 al 384 (del 26-05-85 al 02-06-94)

51

Gordillo

Del partido nº 241 al 291 (del 23-01-80 al 24-06-84)

46

Arconada

Del partido nº 235 al 280 (del 14-03-79 al 16-11-83)

39

Sergio Ramos

Del partido nº 595 al 633 (del 02-09-11 al 05-03-14)

36

Míchel

Del partido nº 325 al 360 (del 23-03-88 al 25-09-91)

35

Iniesta

Del partido nº 604 al  638 (del 03-06-12 al 23-06-14)

32

Etxeberría

Del partido nº 421 al 452 (del 19-11-97 al 02-09-00)

31

Di Stéfano

Del partido nº 106 al 136 (del 30-01-57 al 10-12-61)

31

Camacho

Del partido nº 252 al 282 (del 18-02-81 al 18-01-84)

GOLES “CENTENARIOS” A FAVOR

GOL

JUGADOR

PARTIDO

AÑO

100

Luis Regueiro

España 13 – Bulgaria 0

1933

200

Zarra

España 6 – Suiza 3

1951

300

Di Stéfano

Chile 1 – España 4

1960

400

Pirri

España 7 – Chipre 0

1971

500

Juanito (Gómez)

España 2 – Yugoslavia 1

1982

600

Andrinúa

Suiza 1 – España 1

1988

700

Sergi

España 1 – Polonia  1

1994

800

Raúl

Italia  2 – España  2

1998

900

Morientes

Irlanda 1 – España 1

2002

1000

D. Villa

España 4 – Liechtenstein 0

2006

1100

Xabi Alonso

España 2 – Argentina 1

2009

1200

Jordi Alba

Bielorrusia 0 – España 4

2012

1300

D. Silva

España 8 – Liechtenstein 0

2016

1400

Morata

España 7 – Malta 0

2019

GOLES “CENTENARIOS” EN CONTRA

GOL

JUGADOR

PARTIDO

AÑO

PORTERO

100

Ghiggia (Uruguay)

Uruguay 2 – España 2

1950

Ramallets

200

Bene (Hungría)

España 2 – Hungría 1

1964

Iríbar

300

Herrera (Colombia)

Colombia 1 – España 1

1981

Arconada

400

Fernández (Francia)

España 1 – Francia 2

1991

Zubizarreta

500

Grande (Canadá)

España 2 – Canadá 1

2005

Pepe Reina

600

Okriashvili (Georgia)

España 0 – Georgia 1

2016

De Gea

EQUIPOS CON MÁS JUGADORES APORTADOS A LA SELECCIÓN

EQUIPO

JUGADORES

PRIMERO

ÚLTIMO

F. C. Barcelona

98

Samitier, Sesúmaga y R. Zamora (1920)

Sergi Roberto (2016)

Athlétic Club

93

Acedo, Belauste y Pichichi (1920)

Núñez (2019)

Real Madrid

85

Monjardín (1922)

Ceballos (2018)

Atlético de Madrid

75

Fajardo, Luis Olaso y Pololo (1921)

Saúl (2016)

Valencia C. F.

61

Cubells (1925)

Gayá (2018)

Real Sociedad

45

Arrate (1920)

Odriozola (2017)

MÁS AÑOS COMO INTERNACIONAL

AÑOS

JUGADOR

PERÍODO

17

R. Zamora

1920-1936

17

Casillas

2000-2016

16

Suárez (*)

1957-1972

15

Gento

1955-1969

15

Xavi

2000-2014

15

Sergio Ramos

2005-2019

14

Herrerita (*)

1934-1947

14

Camacho

1975-1988

14

Zubizarreta

1985-1998

14

Hierro

1989-2002

14

Cañizares

1993-2006

14

Puyol

2000-2013

13

Gamborena

1921-1933

13

Amancio

1962-1974

13

Iríbar

1964-1976

13

Pirri

1966-1978

13

Quini

1970-1982

13

Pepe Reina

2005-2017

13

D. Villa (*)

2005-2017

13

Iniesta

2006-2018

13

D. Silva

2006-2018

(*) Estuvo varios años sin acudir a la Selección.

TODOS LOS PORTEROS DE LA SELECCIÓN

PORTERO

PARTIDOS

GOLES

PROM.

Iker CASILLAS

167

93

0.56

Andoni ZUBIZARRETA

126

99

0.79

Luis Miguel ARCONADA

68

63

0.92

José Ángel IRÍBAR

49

42

0.86

Santiago CAÑIZARES

46

26

0.56

Ricardo ZAMORA

46

42

0.91

David DE GEA

41

34

0.83

Antonio RAMALLETS

35

50

1.43

José Manuel REINA

35

20

0.57

Víctor VALDÉS

20

9

0.45

Ignacio EIZAGUIRRE

18

31

1.72

MIGUEL ÁNGEL González

18

9

0.50

CARMELO  Cedrún

13

20

1.54

Kepa ARRIZABALAGA

10

4

0.40

Salvador SADURNÍ

10

8

0.80

José Francisco MOLINA

9

3

0.33

Francisco BUYO

7

2

0.29

José VICENTE

7

9

1.29

José ARAQUISTÁIN

6

6

1.00

Gregorio BLASCO

5

1

0.20

Miguel REINA

5

3

0.60

Javier González URRUTICOECHEA

5

6

1.20

Juan Carlos ABLANEDO

4

2

0.50

Guillermo EIZAGUIRRE

4

9

2.25

Alberto MARTORELL

4

6

1.50

José María JÁUREGUI

3

9

3.00

Antonio Jiménez, TONI

3

0

0.00

ABEL Resino

2

3

1.50

Juan ALONSO

2

3

1.50

Antonio BETANCORT

2

1

0.50

Mariano GARCÍA REMÓN

2

1

0.50

PAU LÓPEZ

2

0

0.00

José Casas, PEPÍN

2

2

1.00

RICARDO López

2

1

0.50

Juan ACUÑA

1

1

1.00

Daniel ARANZUBÍA

1

0

0.00

Fernando ARGILA

1

1

1.00

Sergio ASENJO

1

1

1.00

José BAÑÓN

1

2

2.00

CÉSAR Sánchez

1

4

4.00

Pedro CONTRERAS

1

0

0.00

Juan Antonio DEUSTO

1

2

2.00

DIEGO LÓPEZ

1

0

0.00

José María ECHEVARRÍA

1

2

2.00

Juan Miguel García, JUANMI

1

0

0.00

KIKO CASILLA

1

1

1.00

Raimundo Pérez LEZAMA

1

2

2.00

Julen LOPETEGUI

1

0

0.00

José Luis Fdez. MANZANEDO

1

0

0.00

Juan José NOGUÉS

1

1

1.00

José Manuel OCHOTORENA

1

0

0.00

José PÉREZ

1

0

0.00

Sergio RICO

1

1

1.00

José TRÍAS

1

1

1.00

Manuel VIDAL

1

0

0.00

TODOS LOS PENALTIS LANZADOS POR LA SELECCIÓN

JUGADOR

LANZADOS

MARCADOS

FALLADOS

David VILLA

14

9

5

Fernando HIERRO

11

11

0

José Miguel González, MÍCHEL

11

9

2

Fernando TORRES

8

5

3

SERGIO RAMOS García

7

5

2

XABI ALONSO Olano (1)

7

6

1

Daniel Ruiz-Bazán, DANI (2)

5

4

1

Emilio BUTRAGUEÑO

5

3

2

Juan Antonio SEÑOR

5

2

3

RAÚL González

5

3

2

Agustín GAÍNZA

4

3

1

Cesc FÁBREGAS

4

0

4

Domingo ZALDÚA

4

4

0

Francisco José CARRASCO

3

2

1

José Martínez, PIRRI

3

3

0

Josep GUARDIOLA

3

3

0

Andoni GOICOECHEA

2

2

0

CÉSAR Rodríguez

2

2

0

David SILVA

2

2

0

Félix QUESADA (3)

2

1

1

Gaizka MENDIETA

2

2

0

Jesús María SATRÚSTEGUI

2

1

1

Juan Gómez, JUANITO

2

2

0

Ladislao KUBALA

2

2

0

Aitor BEGUIRISTÁIN

1

1

0

Álvaro MORATA

1

1

0

Andrés INIESTA

1

1

0

Antonio Muñoz, TONI

1

1

0

Carlos LAPETRA

1

0

1

DONATO Gama

1

1

0

Enrique Castro, QUINI

1

1

0

Enrique COLLAR

1

1

0

Francisco BIENZOBAS

1

1

0

Francisco CAMPOS

1

1

0

Guillermo GOROSTIZA

1

0

1

Isidro LÁNGARA

1

1

0

JAVI MORENO Varela

1

0

1

José CLARAMUNT

1

1

0

José IRARAGORRI

1

1

0

Juan Castaño, JUANELE

1

0

1

Juan MATA

1

1

0

Julen GUERRERO

1

1

0

LUIS Aragonés

1

0

1

Luis SUÁREZ

1

1

0

Manuel Sánchez, MANOLO

1

1

0

Mariano ARRATE

1

1

0

Miguel Porlán, CHENDO

1

 0

1

Roberto LÓPEZ UFARTE (4)

1

1

0

Roberto SOLDADO

1

0

1

Rubén BARAJA

1

0

1

Santiago CAZORLA

1

1

0

Severino GOIBURU

1

0

1

VENANCIO Pérez

1

0

1

VICENTE Rodríguez

1

1

0

  • El penalti fallado por Xabi Alonso, lo había transformado inicialmente, pero el árbitro lo mandó repetir.
  • El penalti fallado por Dani, lo había transformado inicialmente, pero el árbitro lo mandó repetir.
  • Uno de los dos penaltis marcados por Quesada, lo había detenido previamente el portero, pero el árbitro lo mandó repetir y el segundo intento lo convirtió en gol.
  • López Ufarte lanzó otro penalti con la Selección, que falló. Pero no tuvo validez, pues el árbitro ordenó repetirlo.

No se tienen en cuenta los penaltis lanzados en las tandas de desempate.

JUGADORES CON MÁS PARTIDOS

169

SERGIO RAMOS

167

Iker CASILLAS

133

XAVI Hernández

130

Andrés INIESTA

126

Andoni ZUBIZARRETA

125

David SILVA

115

Sergio BUSQUETS

113

XABI ALONSO

110

Cesc FÁBREGAS

Fernando TORRES

102

Gerard PIQUÉ

RAÚL González

100

Carles PUYOL

97

David VILLA

89

Fernando HIERRO

81

José Antonio CAMACHO

80

Santi CAZORLA

75

Rafa GORDILLO

70

JORDI ALBA

69

Emilio BUTRAGUEÑO

Carlos MARCHENA

68

Luis ARCONADA

66

José Miguel González, MÍCHEL

64

PEDRO Rodríguez

62

LUIS ENRIQUE Martínez

Miguel Ángel NADAL

60

Joan CAPDEVILA

VÍCTOR Muñoz

56

Raúl ALBIOL

Álvaro ARBELOA

JULIO SALINAS 

Carlos Alonso, SANTILLANA

SERGI Barjuán

54

ABELARDO Fernández

Rafael ALKORTA

53

Joseba ETXEBERRÍA

MÍCHEL SALGADO

51

David ALBELDA

JOAQUÍN Sánchez

49

José Ángel IRÍBAR

48

Manolo SANCHÍS Jr.

47

Pep GUARDIOLA

Iván HELGUERA

Fernando MORIENTES

46

Santi CAÑIZARES 

Juan Carlos VALERÓN

Ricardo ZAMORA

MÁXIMOS GOLEADORES

59

David VILLA

44

RAÚL González

38

Fernando TORRES

35

David SILVA

29

Fernando HIERRO

27

Fernando MORIENTES

26

Emilio BUTRAGUEÑO

23

Alfredo DI STÉFANO

22

JULIO SALINAS

21

José Miguel González, MÍCHEL

SERGIO RAMOS

20

Telmo ZARRA

17

Isidro LÁNGARA

Álvaro MORATA

PEDRO Rodríguez

16

LUIS REGUEIRO

José Martínez, PIRRI

XABI ALONSO

15

Cesc FÁBREGAS

Carlos Alonso, SANTILLANA

14

Santi CAZORLA

Andrés INIESTA

Luis SUÁREZ

13

Estanislao BASORA

Julen GUERRERO

12

Paco ALCÁCER

Joseba ETXEBERRÍA

ISCO Alarcón

LUIS ENRIQUE Martínez

XAVI Hernández

11

ALFONSO Pérez

AMANCIO Amaro

Ladislao KUBALA

10

DANI Ruiz-Bazán

DIEGO COSTA

Agustín GAÍNZA

Juan MATA

Álvaro NEGREDO

Poli RINCÓN

9

GASPAR RUBIO

MANOLO Sánchez

NUESTROS RIVALES         

Todos los equipos a los que se ha enfrentado la Selección Española en sus cien años de historia.

PAIS

JUGADOS

GANADOS

EMPATADOS

PERDIDOS

G. F.

G. C.

ALBANIA

7

7

0

0

29

2

ALEMANIA

11

4

4

3

12

12

ALEMANIA FEDERAL

12

3

3

6

12

17

ALEMANIA ORIENTAL

3

0

2

1

0

1

ANDORRA

1

1

0

0

4

0

ARABIA SAUDÍ

3

3

0

0

9

2

ARGELIA

1

1

0

0

3

0

ARGENTINA

14

6

2

6

19

18

ARMENIA

6

6

0

0

16

1

AUSTRALIA

1

1

0

0

3

0

AUSTRIA

16

9

3

4

43

22

AZERBAYÁN

1

1

0

0

6

0

BÉLGICA

23

12

6

5

46

22

BIELORRUSIA

4

4

0

0

10

1

BOLIVIA

2

2

0

0

5

1

BOSNIA-HERZEGOVINA

8

6

2

0

18

7

BULGARIA

5

4

1

0

23

2

BRASIL

9

2

2

5

8

14

CANADÁ

2

2

0

0

4

1

C. E. I.

1

0

1

0

1

1

CHECOSLOVAQUIA

12

4

1

7

11

15

CHILE

11

8

2

1

25

10

CHINA

2

2

0

0

4

0

CHIPRE

8

7

0

1

35

5

COLOMBIA

3

1

2

0

4

3

COREA DEL SUR

6

4

2

0

16

5

COSTA DE MARFIL

1

1

0

0

3

2

COSTA RICA

3

2

1

0

9

3

CROACIA

8

4

1

3

15

9

DINAMARCA

17

12

3

2

34

15

ECUADOR

2

2

0

0

6

0

EGIPTO

1

1

0

0

2

0

EL SALVADOR

1

1

0

0

2

0

ESCOCIA

13

6

4

3

23

20

ESLOVAQUIA

6

4

1

1

15

6

ESLOVENIA

2

2

0

0

5

2

ESTADOS UNIDOS

5

4

0

1

10

3

ESTONIA

2

2

0

0

6

0

FINLANDIA

8

5

2

1

16

5

FRANCIA

35

16

7

12

63

37

GALES

6

3

2

1

11

7

GEORGIA

3

2

0

1

3

1

GRECIA

10

7

2

1

19

10

HAITÍ

1

1

0

0

2

1

HONDURAS

2

1

1

0

3

1

HUNGRÍA

13

5

5

3

21

18

INGLATERRA

27

10

4

13

32

45

IRÁN

1

1

0

0

1

0

IRAK

1

1

0

0

1

0

IRLANDA

26

15

7

4

54

18

IRLANDA DEL NORTE

18

11

5

2

38

11

ISLANDIA

9

6

2

1

10

6

ISLAS FEROE

4

4

0

0

17

4

ISRAEL

6

5

1

0

13

3

ITALIA

37

11

15

11

40

43

JAPÓN

1

1

0

0

1

0

LETONIA

4

3

1

0

9

0

LIECHTENSTEIN

8

8

0

0

39

0

LITUANIA

6

5

1

0

14

2

LUXEMBURGO

6

6

0

0

15

0

MACEDONIA

7

7

0

0

20

4

MALTA

8

8

0

0

37

3

MARRUECOS

3

2

1

0

6

4

MÉXICO

8

6

2

0

16

4

NIGERIA

2

1

0

1

5

3

NORUEGA

8

5

2

1

12

4

NUEVA ZELANDA

1

1

0

0

5

0

PAÍSES BAJOS

12

5

1

6

17

18

PANAMÁ

1

1

0

0

5

1

PARAGUAY

4

2

2

0

4

1

PERÚ

3

3

0

0

7

3

POLONIA

10

8

1

1

27

8

PORTUGAL

37

17

14

6

77

44

PUERTO RICO

1

1

0

0

2

1

REPÚBLICA CHECA

5

4

1

0

6

1

RUMANÍA

18

7

6

5

28

19

RUSIA

7

4

3

0

13

5

SAN MARINO

4

4

0

0

26

0

SERBIA

1

1

0

0

2

0

SERBIA Y MONTENEGRO

2

0

2

0

1

1

SUDÁFRICA

4

3

0

1

8

5

SUECIA

15

7

5

3

25

16

SUIZA

20

15

4

1

46

17

TAHITÍ

1

1

0

0

10

0

TÚNEZ

2

2

0

0

4

1

TURQUÍA

11

6

4

1

17

5

UCRANIA

5

4

1

0

10

3

UNIÓN SOVIÉTICA

4

2

1

1

5

3

URUGUAY

10

5

5

0

16

8

VENEZUELA

4

4

0

0

13

2

YUGOSLAVIA

19

9

5

5

23

18

TOTAL

702

413

158

131

1411

636

LOS SELECCIONADORES

Relación completa de todos los técnicos con los que ha contado nuestro equipo nacional y sus respectivas estadísticas.

TÉCNICO

DIRIGIDOS

GANADOS

EMPATADOS

PERDIDOS

G. F.

G. C.

NÚM.

Francisco Bru

5

4

0

1

9

5

1 a 5

Berraondo, Castro y Ruete

2

2

0

0

5

1

6 y 7

Castro, Díaz y Mateos

3

3

0

0

9

1

8 a 10

Cernuda, Colina y Parages

4

1

1

2

3

2

11 a 14

Cabot, Castro y Mateos

11

10

0

1

21

6

15 a 25

José A. Berraondo

5

1

3

1

12

12

26 a 30

José Mª Mateos

16

10

3

3

48

19

31 a 46

Amadeo Gª Salazar

12

6

2

4

29

16

47 a 58

Eduardo Teus

6

3

2

1

15

10

59 a 64

Jacinto Quincoces

2

1

1

0

6

4

65 y 66

Luis Casas Pasarín

1

0

0

1

0

1

67

Pablo Hdez. Coronado (2 etapas)

5

1

0

4

5

10

68 y 69

137 a 139

Guillermo Eizaguirre (2 etapas)

19

8

6

5

40

35

70 a 85

103 a 105

Alcántara, Iceta y Quesada

3

1

2

0

9

6

86 a 88

Ricardo Zamora

2

1

1

0

6

0

89 y 90

Pedro Escartín (2 etapas)

13

7

4

2

21

13

91 a 96

130 a 136

Luis Iribarren

3

1

1

1

6

4

97 a 99

Ramón Melcón

2

0

1

1

2

3

100 y 101

Luis Miró

1

1

0

0

3

0

102

Manuel Meana

12

7

3

2

35

16

106 a 117

Costa, Gabilondo y Lasplazas

12

8

0

4

35

21

118 a 129

José Villalonga

22

9

5

8

35

28

140 a 161

Domingo Balmanya

11

4

3

4

11

9

162 a 172

Eduardo Toba

4

1

2

1

5

4

173 a 176

Artigas, Molowny y Muñoz

4

2

1

1

3

3

177 a 180

Ladislao Kubala

68

31

21

16

98

59

181 a 248

José E. Santamaría

24

10

8

6

31

22

249 a 272

Miguel Muñoz

59

30

15

14

101

58

273 a 331

Luis Suárez

27

15

4

8

55

28

332 a 358

Vicente Miera

8

4

2

2

11

7

359 a 366

Javier Clemente

62

36

20

6

126

43

367 a 428

José A. Camacho

44

28

9

7

105

37

429 a 472

Iñaki Sáez

23

15

6

2

44

11

473 a 495

Luis Aragonés

54

38

12

4

99

32

496 a

549

Vicente Del Bosque

113

86

10

17

252

78

550 a 662

Julen Lopetegui

20

14

6

0

61

13

663 a 682

Fernando Hierro

4

1

3

0

7

6

683 a

686

Luis Enrique Mtnez.

10

8

0

2

28

10

687 a 696

Robert Moreno

6

4

2

0

20

3

697 a

702

 




Amberes 1920. La Plata de la furia. La primera medalla y muchas fiestas

1. Controversia en las olimpiadas: ¿se acepta a los perdedores de la gran guerra?

El mundo deportivo             

Año XV – Número. 749; 19 Agosto de 1920

Los alemanes deben ser admitidos? He aquí la opinión de un deportista francés tan caracterizado como Geo André sobre la exclusión de Alemania en los Juegos Olímpicos. Desde que oficialmente hemos reanudado nuestra relación con nuestros antiguos enemigos los alemanes, siempre he protestado contra su política ridícula y nefasta que consiste en excluir a estos últimos de toda participación común, tanto en nuestra vida comercial como en nuestra vida deportiva. Al firmar la paz no hemos debido hacerlo como un acto sin consistencia. En materia deportiva creo que hemos errado el camino. Siempre he considerado nefasta nuestra política que excluye a los alemanes de todas nuestras competiciones. De esta manera hemos creado un espíritu de molestia y un embrollo general que no facilitan ciertamente la expansión en la humanidad entera de esa idea de fraternidad que, vulgarizada, debía hacer más por  la vida a los habitantes del planeta. Por otra parte, era tonto proceder de esta manera cuando los acontecimientos habían de hacer, poco a poco, inexistente este estado de cosas, que por ello nos veríamos obligados a abandonar el camino por el que con tanta irreflexión nos hemos lanzarlo. Proceder como lo hemos hecho era ir directamente al fracaso. Tengamos, pues, más amplio punto de vista y no establezcamos, deportivamente hablando, ninguna distinción entre Alemania y las otras naciones. De ello no podríamos salir sino ganando; nuestras relaciones serían menos prósperas y favoreceríamos con ello la concordia que tan necesaria es después de una época de seis años tan desordenada y tan caótica. ¿Por qué no aprovechar la coyuntura  de los Juegos Olímpicos de Amberes para conceder a los Imperios centrales el lugar que ellos desearían ocupan, renovando con este acto el gesto de los creadores de las Olimpiadas, que permitían la participación de sus enemigos gracias a la tregua Olímpica?

Geo /André.”

Después de que se cancelara la VI edición de los Juegos Olímpicos Berlín 1916 por la I Guerra Mundial, el fin de la contienda llegó al mundo del deporte con la VII Olimpiada: Amberes 1920, ya que Coubertaín decidió que la de la capital alemana, aunque no se disputasen Juegos, contaba como Olimpiada.
El mundo estaba fracturado después de que la primera Gran Guerra dividiera el mundo occidental en dos bandos. Precisamente los países pertenecientes al bando derrotado, los Imperios Centrales, se quedaron fuera de la Olimpiada por decisión del Comité Olímpico Belga.
Vencedores y derrotados no querían coincidir en Amberes, por lo que el barón de Coubertain, de vuelta tras combatir en las filas galas, tuvo que decidir entre penalizar al bando perdedor o respetar el espíritu olímpico. Y evitó tomar por él mismo esa decisión mandando a los belgas decidir, algo con un final previsible ya que Bélgica había sido arrasada por las fuerzas alemanas y austro-húngaras.
Alemania, Austria, Hungría, Polonia, Rumanía, Bulgaria y Turquía no participaron por la resaca bélica. Tampoco Rusia, en plena Guerra Civil después de la Revolución Bolchevique que transformaría al país en la Unión Soviética.
Además, Bélgica se encontraba arrasada cuando Amberes fue elegida como sede, poco más de un año antes del inicio. Lo hizo cuando el COI la eligió por delante de Budapest, ciudad que se vio sin posibilidades al pertenecer a una de las naciones perdedoras en la guerra.

Fuente: Joaquín Anduro

Eisenberg y Lanfranchi,  a raíz de esta polémica, comentaban en su obra “FIFA 1904-2004 un siglo de fútbol”: Después del armisticio, las federaciones de los países vencedores reclamaron la realización de un congreso que excluyera a las potencias centrales vencidas. El barón de Laveleye, segundo vicepresidente, propuso entonces una modificación del artículo primero de los estatutos, donde de allí en más quedarían enumeradas las federaciones afiliadas, y Alemania, Austria y Hungría ya no figurarían (septiembre de 1919). Los representantes de los neutrales, que estaban en desacuerdo, se reunieron para reclamar el derecho a jugar contra los equipos que ellos quisieran. Vencedores y neutrales se reunieron en Anvers, el 27 de agosto de 1920, en ocasión de los Juegos Olímpicos, y se decidió dejar en libertad de acción a los neutrales, aunque las federaciones de los vencedores rechazarían todo partido con ellos si jugaban contra los vencidos.

El diario As escribe: No asistieron Alemania, Austria, Hungría, Turquía, Bulgaria, Polonia y la Unión Soviética, por haber sido los agresores en la guerra, pero en cambio participaron por primera vez Argentina, Brasil, Checoslovaquia, Yugoslavia, Nueva Zelanda y Finlandia.

Fuente: https://as.com/masdeporte/juegosolimpicos/historia/amberes_1920.html

2. La inauguración narrada por la prensa española

El sábado, en el Estadio se celebró el acto solemne de la apertura  Olimpiada, desfilando por delante de los reyes de Bélgica y del cardenal Mercier. 1.731 atletas. Pertenecientes a 27 países diferentes. Se calcula que asistieron al acto más de cien mil personas, entre ellos trescientos periodistas, a los cuales se colma de atenciones. El desfile de las delegaciones atléticas y de deportistas resultó emocionante. El grupo español se componía de sesenta concursantes. Lo presidían el doctor Bartrina, que paseó la bandera española por todo el estadio.  Aguilar, de Madrid, y García Alpina, presidente de la F. A. C. Todos los equipos fueron vitoreados, especialmente  los Estados Unidos, Francia, Italia, Suecia, España y Dinamarca. Terminado el acto, al descender los reyes de la tribuna, fueron objeto de una ovación delirante, entonando la multitud el himno nacional. Los atletas se entrenan en el Stadium, quejándose  muchos de ellos de deficiencias en las pistas. El Comité belga procura satisfacer  a todo el mundo. Interesante dice un querido colega: de Bruselas, entérense de ello nuestros lectores: Entre los deportistas se habla mucho del lugar en que se verificará la Olimpiada  de  I924, entre las que está Barcelona.

La Vanguardia Edición del viernes, 20 agosto 1920, página 4

DEPORTES –  RELIGIOSAS – MILITARES

Vida Deportiva

DESDE AMBERES

LA VII OLIMPIADA

La ciudad

La población ha vestido sus mejores galas. Múltiples banderas empavesadas flamean alegremente bajo un cielo azul pálido. Mástiles, bellamente decorados, soportan leyendas y atributos del sport. Juguetones gallardetes.  La nota de color es brillante de veras. En la gran avenida frontal á la magna estación, la ciudad expresa al forastero la bienvenida.

BIENVENU WELCOME SALVE

Una multitud enorme, llegada de todas las partes del mundo, se apretuja en las aceras,

Mientras, que por el arroyo circulan veloces gran número de vehículos, adornados en su mayoría con las banderas de las naciones que hacen acto de presencia en la séptima reunión olímpica moderna. La cruz de Suecia y las estrellas de América véanse por todas partes. Sobre cada pecho están prendidos los colores ó escudos de la nación respectiva.

Los españoles se reconocen por sus boinas ó por la cinta gualdo roja del sombrero.

La nunca bastante ponderada humana intervención de don Alfonso XIII en tristes momentos para esta hospitalaria Bélgica, ha venido a borrar, si algún rencor guardaban los belgas á España.

¡Alabado sea Dios y bendita la Majestad Católica! Por el aspecto general de la ciudad, diríase que Amberes se ha encontrado tan alejada de la gran guerra como nosotros mismos. Bullicio, animación, músicas y cantos; escaparates con las más estupendas. Comercios de tabaco mostrando las más exquisitas y variadas clases del nocivo producto, que tanto preocupa, por el momento, á los españoles espléndidas instalaciones, con grandes cristales y ricos mármoles, desde las más preciadas clases de pescado tomen nota los ediles municipales de Barcelona—. Confiterías y pastelerías las hallamos no una sino dos en cada esquina. Amberes es, sin duda, una bella y moderna ciudad, aunque sus orígenes sean remotos. No encontramos hoy mayormente en un centro cosmopolita.

Amberes es una de las ciudades de Europa que mayor culto presta á los grandes hombres. Los monumentos cuéntense por docenas. No hay plazuela ni calle importante que no ostente una de esas artísticas manifestaciones de agradecimiento y recuerdo á pretéritos ciudadanos tomen nota también el Ayuntamiento y corporaciones barcelonesas. Una de las cosas que más llaman la atención es el gran número de banderas que por doquier ondean, v no ya de ornamentación de fiesta callejera.

No hay Banco, Sociedad, comercio ni industria que no tenga la bandera izada y como quiera que sean muchas las empresas extranjeras aquí localizadas, e1 conjunto de los diferentes pabellones produce un efecto magnífico, sin los tonos vivos de los diferentes colores, destacándose sobre los sobrios de las construcciones urbanas y el verde de los árboles  ó parterres. Como son numerosas, las delegaciones del Comité Olímpico Belga, la bandera alba olímpica, son cinco círculos entrelazados—simbolismo de la unión de los pueblos por el deporte viene á colmar tan bello conjunto polícromo-.

En la place Verte, hoy domingo ha habido inusitada animación, á causa de un concurso musical. Las bandas y coros no han cesado de ocupar el lugar allí emplazado. El desfile de las bandas concursantes ha contribuido al gran bullicio reinante en la ciudad. No hay que decir que los hoteles todos están repletos. Restaurants. Tabernas no como las de España rebosan clientes. Relativamente la vida no es cara si consideramos la depreciación de la moneda que usamos, 12 francos por una buena comida no es nada del otro jueves. Las habitaciones son un poco más subidas de precio: 15 francos por una cama bien puesta es precio medio. El tabaco, como en todo tiempo en este bendito país, está á precios irrisorios. Estoy fumando, una marca de tabaco creada de momento, a Estadio; veinte cigarrillos emboquillados en corcho cuestan 85 céntimos.

Con motivo de la inauguración oficial del Estadio, celebrada ayer, toda la familia real, junto con el eminentísimo Cardenal Mercier, se trasladaron á esta ciudad. No hay que decir el entusiasmo con que fueron recibidos por este pueblo admirable que en cortísimo tiempo ha organizado perfectamente sus servicios nacionales.

En el estadium

Un servicio especial de tranvías, desde la típica «place verte», nos conduce al lugar del emplazamiento del estadio. Multitud de vehículos desfilan rápidos, adornados con banderas. Numerosos autocares transportan gran número de espectadores. Los atletas norteamericanos tienen un público numerosísimo, al igual que los suecos.

El emplazamiento del Stadium está en las afueras, en la parte Sud de la ciudad. Su fábrica es sencilla y sobria. Para nosotros meridionales tal vez un poco pesada, demasiado maciza. La feliz circunstancia de haberse decidido el Comité de nuestro futuro certamen mundial de Industrias eléctricas á levantar unos locales destinados, como los de referencia, para competiciones de destreza. En la parte central de la tribuna principal, bajo el palco real, SM nos ha designado ¡puesto á los periodistas. Es la una y media v casi todos los nuestros de la representación mundial la prensa es una Babilonia. Los más variados ¡lenguajes son empleados en este recinto.

José M. Có de Trióla

Inauguración del Estadio

Por fin en el grandioso desfile de la inauguración de una Olimpiada, España ha estado bien representada. Todos debemos estar satisfechos, pues aun ‘prescindiendo de los resultados técnicos en las pruebas, lo cierto es que nuestro país concurre por primera vez a una Olimpiada, no con ánimo de conquistar los primeros premios, sí solamente con afán de clasificarse del mejor modo posible y á aprender, á aprender mucho con objeto de que la próxima que se efectúe sea en nuestro Montjuich, sea donde sea, pero que por la experiencia de un ensayo podamos organizar ó concurrir, con todos los  medios necesarios, de dirección, técnicos y atletas.

El Stadium de Amberes está ya oficialmente inaugurado. Hoy sábado por la mañana, en la grandiosa catedral, se ha celebrado con toda solemnidad un oficio: de difuntos por el eterno descanso de los atletas fallecidos durante la guerra, siendo celebrante el cardenal Mercier, quien pronunció una emocionante alocución. Puntualmente, á las dos de la tarde, llega el rey y la familia real, acompañados de todos los atletas, personalidades belgas y representantes de los países que concurren á la Olimpiada, siendo recibidos en el Stadium por el barón Pierre de Cuobertín. con los miembros del Comité Ejecutivo de la VII Olimpiada, entre ellos el señor marqués Villamejor, presidente del Comité Olímpico Español, que es á quien se debe, en su mayor parte, que España haya concurrido á esta Olimpiada.

A su aparición en el palco real, son aclamados por la multitud que ocupa las tribunas y parte de las gradas del Stadium, de dimensiones superiores al .público concurrente.

Ejecutado el himno nacional, da comienzo el desfile de 1.731 representantes de todos los deportes de los 27 países concurrentes, siendo cada grupo presidido por la bandera de su nación y de su Comité respectivo.

Rompe el desfile con grandes aclamaciones Australia con 15 concursantes, v le siguen Brasil, con 21; Canadá, 32; Chile, 4; Dinamarca, 100; Egipto. 24: España, 60; Estonia, 18; Estados Unidos, 305: Finlandia, 41; Francia, .81; Gran Bretaña, 92; Gracia, 21; Holanda, 27; India, 8; Italia, 22; Japón, 20; Luxemburgo, 3; Mónaco, 8; Noruega, 32: Nueva Zelandia, 4: Sud África, 39; Portugal,4: Suecia, 193; Suiza, 38; Checoslovaquia, 70. y Bélgica. 303.

El grupo de norteños, castellanos y catalanes, que representan á España, es aclamado por todas partes. Lo presiden Álvaro Aguilar y Bartrina, secretario del Comité Olímpico de Madrid, y el que estas líneas escribe, en su calidad de presidente del Comité Olímpico de Cataluña.

Es portador del cartel anunciador de la nación el futbolista Arrate, siguiéndole la bandera llevada por él atleta Izaguirre. Sigue un grupo de 16 atletas vistiendo pantalón blanco y camiseta encarnada con nuestro emblema, y luego 22 futbolistas acompañados por Bru y Lemmel, otro de 4 de tenistas y 14 nadadores.

Arrate con el cartel e Izaguirre abanderado
Fuente: inaguración+olimpiada+amberes+1920&sxsrf=ALeKk006YqakClB97ZJhuHQBoQQbzrjlAg:1590326341981&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwiY9MKly8zp

Quizás el grupo nuestro que constantemente recibe aplausos y demostraciones de cariño, no llevaba la uniformidad de muchos otros, en los que sus componentes, más bien hombres, parecían autómatas, pero demostraban las cualidades típicas de nuestra gente, con su vitalidad, su gran entusiasmo é interés, y llevando bien mancada en su conciencia lo que representaba en momentos tan solemnes como estos.

J. García Alsina.

Amberes, 14 de agosto de 1920.

El heraldo deportivo Año VI. —No. 194 25 octubre 1920

La lista de participantes por países es la siguiente

Australia 5, Bélgica, 64, Canadá, 16 Chile 25,  Dinamarca, 23 Egipto,  22 España, 16 Estados Unidos 128,  Finlandia 36, Francia 82, Gran Bretaña 53, Grecia 12 Holanda, 20 Italia 47, Indias 4,  Japón 12, Luxemburgo 6, Mónaco 2 Noruega 17, Nueva Zelanda 2 África del Sur 14, Suecia 69, Suiza 16, Checo-Eslovaquia 20, Estonia  9

3. Fútbol, competición y fiestas….

El torneo de fútbol prolegómenos

Después de ocho años de pausa debido a la Primera Guerra Mundial, el fútbol retornó al escenario mundial en Bélgica, donde se izó por primera vez la bandera olímpica con sus famosos cinco anillos. El torneo aumentó a 14 naciones participantes, incluido el primer país no europeo: Egipto. Los egipcios perdieron solamente por 2 a 1 en el partido de apertura contra Italia. Sin embargo, la sorpresa de primera plana fue la eliminación de Gran Bretaña en la primera jornada, tras caer derrotada por 3 a 1 frente a Noruega. El dueño de casa Bélgica, que se había clasificado ex oficio en la primera jornada, necesitó sólo un 3 a 1 contra España, pese al futuro astro español Ricardo Zamora entre los postes ibéricos, para seguir adelante. A continuación, los belgas se impusieron a Holanda por 3 a 0 en las semifinales. En su primera participación en una competición internacional, Checoslovaquia demostró que estaba en condiciones de conquistar el título y fue sumando goles (15 a 1) y victorias en su marcha hacia la final. Sin embargo, los checos no pudieron ratificar su condición de favorito en la final, pues abandonaron el terreno de juego en señal de protesta por la expulsión de Steiner en el minuto 39. Bélgica, que iba ganando 2 a 0, fue declarado campeón olímpico. Robert Coppee y Henri Larnoe habían anotado en los minutos seis y treinta. Fue necesario disputar un torneo de desempate por la medalla de plata. Francia había rehusado jugar, pues gran parte de sus jugadores habían retornado a casa. Es así que Italia, Noruega, España y Suecia tuvieron que disputar un torneo eliminatorio para enfrentar a Holanda por el segundo puesto. España obtuvo la plaza y derrotó a los holandeses por 3 a 1. El sueco Herbert Karlsson fue el máximo goleador con siete tantos, habiendo obtenido cinco de ellos en el 9 a 0 contra Grecia.

Los futbolistas “se transforman en las vedettes de los Juegos Olímpicos”  (Eisenberg i Lanfranchi, 2004: 66), un comentario a raíz de los juegos olímpicos de Amberes en su obra FIFA, 1904-2004 un siglo de fútbol.

El Heraldo deportivo en su edición del 25 de agosto de 1920, crónica firmada por Ruíz Ferry, se hizo eco de una polémica que afectó a la selección de Bélgica de fútbol. Como comenta Félix Martialay en su libro “¡¡ Amberes allí nació la furia española!!”(2000:84), Ferry fue encargado de las tareas periodísticas del C.O.E, un cargo que abandonó antes de partir a Amberes, de ahí ciertas críticas que vislumbramos en el siguiente artículo.

Tratábase de los detalles de la presentación del equipo español en el saloncito-biblioteca del marqués de Villamejor. Y se habló del uniforme. El asunto estaba ya resuelto por los señores Kossak y Reparaz, debidamente autorizados para ello. Cuando pedimos la descripción del maillot se nos mostró un dibujo que representaba exactamente el escudo clásico de Bélgica y que discrepaba de éste solamente en los colores; en efecto, en el escudo belga el león dorado va sobre fondo negro; en el maillot del equipo español el fondo era rojo. El «motivo» león sobre fondo de color liso es, á la vez, el que forman los escudos históricos de las provincias de Brabante, de Flandes Oriental y de Limburgo… Hicimos observar que nos parecía peligrosa y acaso indelicada esa excesiva semejanza de emblemas, pero, ya era tarde para que los españoles llevasen, sola y sencillamente, sus dos fajas rojas, separadas por la faja gualda. Todo estaba hecho. El Dr. García Alsina acaba de referirnos en Barcelona un episodio de que aún no teníamos noticia y que vale la pena de ser referido. Él justifica estas líneas. Entre Bruselas y Amberes existe una rivalidad que deja tamañitas las supuestas rivalidades castellano catalanas. Los «bruselenses» habían visto con enojo que los directivos del fútbol belga compusieran su equipo olímpico, dando absoluta mayoría (9 ó 10 jugadores) á los futbolistas de Amberes. Este enojo produjo la organización de una ruidosa protesta, con instrumentos de todo género, desde el pito sencillo hasta el klaxon y el cencerro. Dicha protesta se preparó para estallar en el momento en que los jugadores belgas saltasen al campo. Por legítima cortesía, los primeros que pisaron el terreno de juego fueron los españoles, que lucían, naturalmente, el famoso jersey rojo con el león belga. Cuando los espectadores vieron apuntar el primer tanto, se dieron cuenta del error padecido, pero el equipo español estaba ya moralmente lastimado. El Dr. García Alsina nos afirma que por este incidente hemos perdido el primer puesto en fútbol en la VII Olimpiada. Y el que suscribe lamenta haber previsto, con dos meses de adelanto, la posibilidad de que la renuncia á nuestros colores nacionales fuera causa de contrariedades…

R. Ruiz FERRY

4. La selección preparación para el torneo. El nacimiento de la leyenda por Luis Javier Bravo (CIHEFE)

Después de varios intentos fallidos en Olimpiadas precedentes, el 21 de mayo de 1920 la Asamblea de la Real Federación Española de Fútbol decide enviar un equipo nacional a competir a los Juegos Olímpicos de Amberes. En ese mismo día se designa también un comité técnico compuesto por Francisco Bru, como director técnico, José Berraondo y Julián Ruete, más el masajista Manuel Lemmel.

El 1 de junio la Federación convoca a 25 jugadores, según recoge Luis Javier Bravo en su artículo «Probables contra posibles» para CIHEFE. La selección inicia por el norte de España una gira de preparación bastante anárquica, pues los jugadores abandonaban o se incorporaban a la gira según sus posibilidades -hay que recordar que por entonces los futbolistas no eran profesionales y dependían de sus estudios y del permiso en sus respectivos trabajos-.

El primer partido de preparación, al que faltaron más de la mitad de los convocados según narra Luis Javier Bravo, se disputó en Vigo el 11 de julio frente a un combinado de equipos gallegos. Le siguieron diversos partidos por el norte -todos ellos disputados entre los convocados y jugadores que se reclutaban por la zona-. La gira concluye el 8 de agosto.

Finalmente, los 22 jugadores escogidos para la Olimpiada de Amberes 1920 fueron:
– Eizaguirre, Arrate, Carrasco, Artola y Silverio (Real Sociedad)
– Zamora, Samitier, Sancho y Sesúmaga (Barcelona)
– Belauste, Sabino, Pichichi y Acedo (Atleti Club de Bilbao)
– Otero, Moncho Gil y Ramón González (Real Vigo Sporting)
– Vallana y Pagaza (Arenas)
– Eguiazábal y Patricio (Real Unión)
– Vázquez (Racing de Ferrol)
– Ramón Encinas (Fortuna de Vigo)

La selección sin embargo parte de Irún rumbo a Bruselas (ciudad en la que debutaban en los Juegos) sin Ramón Encinas al no recibir permiso de su empresa. La Federación intentó incluir a última hora otro jugador, pero el COE no lo admitió por encontrarse fuera de plazo.

Fuente : http://www.furiaroja.com/historia-seleccion/decada20/nace-la-leyenda.html

La visión del Barón Pierre de Coubertín al organizar los juegos era la de un gran campus universitario, una fiesta deportiva Internacional. Los españoles ciertamente la disfrutaron, ya en la concentración preolímpica en Irún. Dicen que el delantero Belauste, organizó una noche “una partida de bandoleros” con los futbolistas enmascarados, organizaron un asalto a todas las tabernas de Fuenterrabía.

El combinado español acompañado del equipo técnico Paco Bru, sus ayudantes Ruete y Berraondo y los delegados españoles del Comité Olímpico Bartrina y Aguilar, se alojaron en el hotel industria de Amberes.

Los juegos Olímpicos de Amberes supusieron el debut de la selección española de fútbol en un gran torneo. El gol de Patricio ante Dinamarca, la aparición del que después sería considerado “el divino” el guardameta Ricardo Zamora, el apelativo de la furia con el gol de Belauste ante Suecia caracterizaron y dieron cuerpo al primer éxito del combinado español, consiguiendo una medalla de plata, un éxito que no se volvió a repetir hasta el campeonato de Europa de selecciones disputado en Madrid el año 1967.

El periódico la voz de Galicia relataba:

Les costó dinero ir a Amberes. El fútbol era un pasatiempo, algo para entretenerse, una experiencia inolvidable.

De hecho, nada tenían que ver la concentración que se realizó en los barracones cedidos por el ejército belga y en hotel Industrial de Amberes. Después de cada partido, había tiempo para que el cuerpo técnico, encabezado por Paco Bru, acudieran a los cabarets más sonados del lugar. Cada triunfo era una celebración, pero incluso una derrota también servía de excusa para atiborrarse de comida y disfrutar de unas horas libres por el extranjero.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/deportes/2016/05/02

El Heraldo deportivo edición 29 agosto 1920 realizó una crítica a las políticas deportivas del gobierno por su dejadez en el desarrollo del deporte en España augurando malos resultados en Amberes

España ha figurado en el concierto semi-europeo celebrado en la bella ciudad belga y, como suponíamos, ha desempeñado correctamente su cometido. Hay todavía quienes alimentan ilusorias esperanzas acerca de la actuación de nuestros representantes en lo que falta de programa. No nos preocupa este asunto ni nos interesa. Contrarios al internacionalismo deportivo, hemos colaborado, muy débilmente, con nuestras tenues fuerzas, á la ida de un equipo español á Amberes, con la vista puesta en España única y exclusivamente. Lo hemos dicho repetidas veces y no quedaremos peor por repetirlo aún: Aceptamos la asistencia de españoles á la VII Olimpiada como pretexto, excusa, reclamo, punto de partida para una campaña intensa, constante, permanente, en favor de la educación física de los españoles. Hemos insistido para obtener de la flatulenta bolsa de nuestro erario nacional una subvención que permita ir á Amberes, para sentar el precedente (ese precedente que sirve de jurisprudencia en España) de que el Estado ha llegado á interesarse por el movimiento deportivo español, base, si se dirige bien, de la regeneración física de una parte de la actual juventud española. No queremos desperdiciar la ocasión para volver á repetir que nos son en absoluto indiferentes los fenómenos atléticos.

5. La competición

Suecia  e Italia sufrieron la ‘furia española’ camino de la medalla de bronce en una serie de partidos dominados por el juego sucio y la abundancia de faltas. Un bronce que se convertiría en plata después de que Checoslovaquia se retirase de la final del torneo con Bélgica, acusando a la selección local de amañar el partido. Los checoslovacos fueron expulsados

El equipo español que se enfrentó a la anfitriona Bélgica:
De pie de izquierda a derecha. : Belauste, Acedo, Zamora, Artola, Arabolaza, Pichichi, Arrate, Eguiazábal, Vázquez, Sancho, y Bru (seleccionador) Agachados de izquierda a derecha: Lemmel, Vallana, Pazaga.

Fuente: e.com/search?q=1920+amberes&tbm=isch&ved=2ahUKEwjn35S1tsrpAhUCNxoKHTQ4CTcQ2-cCegQIABAA&oq=1920+amberes&gs_lcp=CgNpbWcQDDIGC

Ricardo Zamora “el divino”

Belauste

Pichichi

Verdaderamente podemos hablar de un gran equipo no sólo de Zamora sino también el magnífico goleador del Athletic “Pichichi”, Sabino, Belauste, Arabolaza que dio nombre al trofeo al pundonor y el gran jugador del FC. Barcelona Pepe Samitier. Un equipo muy joven de los 20 años de Zamora, los 18 de Samitier, y los más veteranos cuyas edades oscilaban entre los 27 y 28 años, todos ellos noveles en actuaciones internacionales, alguno nunca había salido de España, un hecho que derivo no sólo en una buena actuación deportiva sino que también se generó entre los jugadores un gran ambiente de ahí las continuas fiestas que se organizaban.

Imágenes obtenidas:

https://www.google.es/search?q=hotel+industria+imagenes+de+amberes+1920&tbm=isch&ved=2ahUKEwiygPCFiMfpAhUOXxoKHZMeCzMQ2-cCegQIABAA&oq=hotel+industria+i

6. Dinamarca nos espera

El primer partido, el día 28 de agosto, nos enfrentó a Dinamarca, favorita pues había sido subcampeona en 1908 y 1912. Un dato sumamente curioso es que el equipo español haciendo gala de una gran deportividad lanzó tres hurras por Dinamarca antes del inicio del encuentro; los daneses no respondieron. Zamora salió a hombros y Belaúste se dio a conocer por los gritos de ánimo que profería a sus compañeros. Cuentan las crónicas que un jugador francés militante del Real Unión de Irún, René Petit, bajó al vestuario a felicitarles y hacerles conscientes que habían derrotado a una de las selecciones favoritas.

La celebración fue apoteósica a base de brindis y vítores gritando los apellidos más largos de los jugadores.

Fuente: Google.es/search?q=hotel+industria+imagenes+de+amberes+1920&tbm=isch&ved=2ahUKEwiygPCFiMfpAhUOXxoKHZMeCzMQ2-cCegQIABAA&oq=hotel+industria+imagenes+de+amberes+1920&gs_l

Las celebraciones se cebaron en el estado físico de los jugadores españoles que vieron como la anfitriona Bélgica les superaba claramente por 3 goles a 1. Curiosamente en esta competición se empleaba un sistema de competición llamado Bergvall, consistía en dar una segunda oportunidad a aquellos equipos que habían sido eliminados por los finalistas, así que la selección pudo continuar su camino.

7. A por la medalla contra Suecia

Nos tocó enfrentarnos a Suecia, un equipo que había anunciado su retirada pero que a última hora cambió de opinión ante las protestas del seleccionado español, que aún estaba digiriendo uno de los ágapes festivos. Ante la amenaza de retirada se les concedieron 24 horas más de descanso para afrontar el decisivo encuentro.

La  dureza de los nórdicos fue exagerada, iban a por los nuestros incluso sin balón, lejos de amilanarse los nuestros también respondían con dureza. El enorme Belauste (1,93 m.) se dedicaba a insultar a los suecos en euskera.

No tuvimos un buen inicio pues el resultado era adverso hasta que llegó uno de los episodios que se guardan como oro en paño en los anales de la selección. Una falta al borde del área fue botada por Sabino en dirección a Belauste que anteriormente había llamado su atención al famoso grito “a mí el pelotón Sabino que los arrollo a todos”. El vasco entró con la pelota en la portería del rival rodeado de suecos que nada pudieron hacer ante el ímpetu del nuestro.

Acedo nos puso en ventaja pero la emoción continuó hasta el minuto 87 de partido, otro de los hitos poco conocidos de nuestro combinado, el colegiado señalo un penalti favorable a los suecos que en caso de transformarse hubiera supuesto el empate. Aquel día la portería la ocupaba otro mítico jugador, pepe Samitier. Antes del lanzamiento se dedicó a base de artimañas a molestar al lanzador nórdico paseándose por delante de él, ante las amenazas de expulsión por mantener esta actitud se le ocurrió lanzar piedrecitas al balón; el sueco lanzó el balón fuera y terminó el encuentro o la batalla con ocho suecos en el campo y siete españoles, el resto lesionados.

En el minuto 87 hay penalti para Suecia y Samitier se cruzó por dos veces delante del delantero cuando este tomaba carrerilla para lanzarlo. Luego se dedicó a lanzar piedrecitas y pedazos de barro al balón” (Carreño, F., 2012)

Un relato del encuentro

“Belaúste, el capitán de la furia española” (13 octubre 2018) diario Marca

Era el tercer encuentro que la selección española disputaba en la Olimpiada de Amberes. Atrás quedaban los partidos contra Dinamarca y Bélgica y los hombres de Paco Bru se enfrentaban a Suecia. Se jugó en el Estadio Antwerp de Amberes el día 1 de septiembre de 1920 y arbitró el italiano Mauro. Nuestra selección vistió camiseta y pantalón blanco y Belauste lució el brazalete de capitán, como ya lo hiciera en el primer encuentro frente a Dinamarca.

Marcó primero Suecia por mediación de Dahl, pero el histórico gol de Belauste igualaba la contienda. Fue una falta que lanzó Sabino en el minuto 50 y que José María pidió al grito de «a mí el pelotón Sabino que los arrollo». Recibió el balón al pecho y se lanzó hacia la portería con un ímpetu inusitado. Sus 95 kilos y su 1,93 de estatura lo avalaban. Se llevó por delante a todo sueco que se oponía y al final, pegados a la red, estaban Balauste unos cuantos suecos y el balón. El árbitro no quiso problemas y concedió el gol. Treinta minutos más tarde Acedo conseguía el gol de la victoria.

Al día siguiente un periódico holandés refiriéndose al ímpetu empleado por José María en el encuentro puso a su crónica el título de «La furia española». Acababa de acuñarse una frase que sigue vigente 98 años después y su inspirador José María Belausteguigoitia Landaluce. Había nacido el 3 de septiembre de 1889 en Bilbao y desde los 15 años pertenecía al Athletic, el único equipo en el que militó hasta su retirada en 1924.

Fuente: https://www.marca.com/blogs/ni-mas-ni-menos/2018/10/13/belauste-el-capitan-de-la-furia-espanola.html

Aquella noche los moratones y el hecho de que al día siguiente esperaba Italia aconsejaron no salir. Pero cuando al día siguiente se batió a los transalpinos por 2-0 el festejo se hizo obligatorio, casi. El mismo no se quiso perder ni Pagaza, que salió del campo en camilla, pues tampoco el encuentro había sido de guante blanco. A Zamora y al italiano Bedini los expulsaron por liarse a puñetazos, por ejemplo.

Entierro…ficticio

El ingenio español echó mano de la necrofilia de la época. A alguien se le ocurrió fingir un entierro. Se improvisó un estandarte para encabezar el cortejo. Belauste se caracterizó como cura, y caminando tras él, salmodiaba solemnemente supuestos rezos en vasco. Luego, los jugadores, con gesto serio, portando las parihuelas en las que iba el inmóvil Pagaza. Tras el cortejo, Paco Bru y sus ayudantes. A quienes preguntaban se les decía que era un futbolista español, caído en el partido. Muchos daban el pésame a don Paco y se agregaban al cortejo. La broma duró hasta que en el primer bar, Pagaza se levantó ayudado por sus compañeros y comenzó la celebración. Pero el partido siguiente, ante Holanda, se lo tomaron tan en serio como todos los demás y con un 3-0 conquistaron la medalla de plata. El único triunfo del fútbol español hasta la Eurocopa de 1964.

La historia, de acuerdo a la inveterada costumbre española de apreciar el dolor más que el placer, suele explayarse en las batallas sobre el césped. Queden estas líneas para señalar que quienes conquistaron la primera medalla del deporte español no respondían al viejo arquetipo del español, mitad monje y mitad soldado. Más bien, aunaron el placer y el deber.

El dolor les llegó después, cuando la Guerra Civil afectó a todos salvo a quienes murieron en plena juventud, como Pichichi, Sesúmaga, Silverio o Patricio Arabolaza. Algunos fallecieron en el exilio como Belaúste o Vallana. Otros, durante la contienda, como Eguiazábal o Artola; la vida de Zamora corrió peligro y no fue muy bien visto por ninguno de los dos bandos. El último superviviente, Sabino, el del pelotón, falleció en Getxo, en 1983.

Fuente: https://www.google.es/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fhistoriadelfutbolenimagenes.blogfree.net%2F%3Ft%3D972635%26st%3D

8. Paco Bru, el artífice del éxito, una vida de fútbol

Futbolista, periodista, arbitro, entrenador, directivo; Paco Bru el seleccionador que consiguió el primer éxito para el fútbol español era todo un polifacético

Como si de un personaje de Homero se tratara, la bruma de la leyenda cubre muchos pasajes de su odisea vital. Dicen los pocos privilegiados que lo sostuvieron entre sus manos que, tiempo atrás, un libro narró con todo lujo de detalle.

La rocambolesca historia de Paco Bru; libro que, según cuentan, se convirtió rápidamente en codiciada pieza de coleccionista antes de desaparecer, sin dejar rastro, de todas las librerías de viejo. No es para menos: las andanzas de Francisco Bru Sanz discurrieron constantemente entre la épica mitológica y quimérica de las leyendas. Todas las versiones, sin embargo, coinciden en lo más importante: el motor de esa extraordinaria y rocambolesca vida fue el fútbol.   

Un perfil del seleccionador lo escribe Miguel Ángel Ortiz (2018). No sabemos si nació en Madrid o en Filipinas, lo cierto es que sus inicios en el mundo del fútbol se circunscriben a la ciudad de Barcelona, concretamente en los alrededores del velódromo de la Bonanova. Antes de dedicarse al fútbol era un consumado atleta teniendo en su poder varios records de lanzamiento de disco.

Con 16 años, en 1902 debutó en el equipo F.C. Internacional consiguiendo el trofeo “copa Torino”. En 1906 fichó por el F.C. Barcelona, una época de amateurismo donde los jugadores se costeaban todos los gastos e incluso vendían las entradas. Pasó a la historia como integrante del Barcelona de las 10 copas. Posteriormente se enroló en el R.C.D Español, consiguiendo ser campeón de Cataluña en 1915; posteriormente regresó al F.C. Barcelona.

Siempre supo que era infinitamente mejor jugarlo que contarlo. No disfrutaba lo mismo pateando el pelotón con palabras. Aún así, al retirarse, Paco Bru decidió convertirse en cronista para Mundo Deportivo. Una manera de seguir cerca de su pasión.

En 1916, le enviaron al estadio del Atlético de Madrid para cubrir el segundo partido de semifinales de Copa entre el Real Madrid de Bernabéu y el F.C. Barcelona de Alcántara. En la ida, en el estadio del Español, habían vencido los blaugranas por dos goles a uno. En la grada se comentaba el dudoso segundo tanto culé. Bru se atusaba el frondoso mostacho y respondía con la excesiva dureza que habían empleado los blancos. A pocos minutos del inicio, el tema de conversación cambió: el F.C. Barcelona anunció que saltaría al campo con nueve hombres porque el tren que traía a Vinyals y Massana no llegaba a la hora.

Arbitro

En su primer partido oficial como referee, un calentito Universitari contra Atlético de Sabadell, Paco Bru decidió cambiarse entre los futbolistas. Cuenta la leyenda que, tras enfundarse la elegante chaquetilla, sacó un Colt y comenzó a cargarlo con exasperante lentitud. En su etapa de jugador había aprendido una valiosa lección: al referee no le bastaban el silbato y las amonestaciones verbales para impartir justicia en un match. Los pitidos no amedrentaban a una turba enfurecida, no evitaban linchamientos ni tormentas de piedras.

Una vez cargado el Colt, guardó el revólver en el bolsillo de la chaquetilla negra. Miró al personal advirtiéndoles que quería tener la fiesta en paz. Y fue uno de los partidos más plácidos de su carrera como árbitro. Las leyendas, no obstante, cuentan su propia historia y la de aquel partido dice que Paco Bru no dudó en desenfundar cuando el juego se descontroló. Disparó al aire. «Podemos hacer dos cosas», dicen que dijo, «o terminamos con el partido otro día o mañana unos cuantos salimos en las necrológicas».

Inicios como entrenador

Poco antes de retirarse, en 1914, Paco Bru comenzó a dar los primeros pasos como míster. Y lo hizo a lo grande: entrenando a las Spanish Girl’s Club, el primer equipo femenino en España. Contratado por la Federación Femenina contra la Tuberculosis de Barcelona, se comprometió a preparar, en solo 45 días, a un grupo de chicas para que jugasen partidos benéficos.

Aunque algunos periódicos se habían decantado por apoyar el deporte femenino, otros sectores sociales veían en aquellas niñas futbolistas a unos marimachos. Bru les impartió conferencias tácticas para familiarizarlas con las reglas, además de prepararlas físicamente. Exigió que jugasen en pantalones cortos nada de ropitas remilgadas y que se duchase En una entrevista para la revista Estampa de 1929, afirmó: «El fútbol era —y es— la síntesis de todos los deportes. Y desde las seis de la mañana ya echábamos al campo a correr a pie, a lanzar peso y disco, hacer ciclismo y pruebas de salto. Así podíamos luego realizar alardes de resistencia, como jugar, por ejemplo, en un mes, 15 y más partidos».

Lo físico se convirtió en un pilar sobre el que edificó su filosofía de entrenador. Tras su fugaz paso por el fútbol femenino, su debut como míster no pudo ser mejor: en 1920 se convirtió en el primer seleccionador español. En un principio se decidió que serían tres los encargados: José A. Berraondo, Julián Ruete y él; pero, a las primeras de cambio, Bru se quedó solo al frente del proyecto con sus dos fieles escuderos: Lemmel como mano derecha, e Isidro como utillero.

El Gobierno se negó a ayudar económicamente, y hubo objeciones de muchos jugadores para acudir a los partidos de entrenamiento previos al torneo, como Belauste y Arrieta que habían terminado a trompazos el último derbi vasco. Sin embargo, Paco Bru era un hombre curtido en mil batallas, y aquella no le iba a amilanar.

Confeccionó un equipo potente, luchador, sólido, con una base de jugadores vascos. «Sin vascos no hay selección española», le dijo a Ruete. En Bélgica se jugaba en hierba, y los jugadores del norte estaban acostumbrados a bregar, a los pases bombeados y al derroche físico. Si perdían, no sería por falta de físico. Hizo oídos sordos a las críticas por no seleccionar a ningún madrileño. Aguantó el chaparrón por la convocatoria de Ricardo Zamora. Y su actitud convenció al Marqués de Villamejor, presidente del C.O.E., para avalar el proyecto con 125.000 pesetas de su bolsillo.

Su larga carrera como entrenador en España había comenzado en 1933 dirigiendo al Nacional Madrileño. Las dos siguientes campañas las vivió al frente del Real Madrid, con el que ganó dos Copas del Rey. Durante la Guerra Civil, de vuelta en Catalunya, entrenó al Girona dos temporadas antes de volver a la capital al acabar el conflicto. Tras un año a los mandos de un mermado Real Madrid, fichó por el Granada. Su periplo como entrenador culminaría tras una temporada en el Málaga y otra en el Córdoba.

Con casi 60 años, se retiró uno de los primeros grandes hombres de fútbol que lo había sido todo: jugador, árbitro, cronista, seleccionador, entrenador, tesorero, directivo. Y que lo había visto todo: el fútbol había cambiado de noble sport a negocio multinacional al mismo tiempo que él envejecía. Él se había formado como equipier hinchando balones, parcheándolos y recosiéndolos. Él había sido uno de los pioneros que, a finales del siglo XIX, había hecho oídos sordos a las críticas de la Asociación de Padres Púdicos de Barcelona por jugar a aquel impúdico sport en pantalones cortos. Él había crecido con aquel football romántico en el que, tras los partidos, los jugadores se reunían en la Chocolatería Aribau o en Can Culleretas o en la cervecería Moritz. Nada de eso quedaba ya.




Las primeras imágenes de la selección española de fútbol

No existe ningún archivo histórico de la Selección española de fútbol en que poder consultar datos, fotografías e imágenes de nuestro equipo nacional, así que no podemos estar seguros de cuáles eran las imágenes más antiguas conocidas hasta la fecha. Sin embargo, podemos afirmar con rotundidad que nadie sabía que pudieran existir imágenes en vídeo de la Selección española en Amberes.

El magnífico hallazgo se debe a D. Juan Luis Díaz Serdio: unas breves imágenes del partido de España contra Suecia, jugado el 1 de septiembre y que terminó con victoria española por 2-1. Sí, el famoso partido del “Sabino a mí, que los arrollo”…

Como muy bien precisa el Sr. Díaz Serdio, aunque el narrador identifica estas imágenes con el partido disputado contra los Países Bajos por la medalla de plata, no hay duda de que son del partido de Suecia porque se ve a los suecos fallando un penalti que no fallaron los neerlandeses.

A la espera de que las autoridades competentes creen ese archivo histórico de la Selección española campeona del mundo, presentamos aquí nosotros estas imágenes, esta joya, recuperada gracias a D. Juan Luis Díaz Serdio:

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Para acompañar a estas imágenes reproducimos la crónica completa escrita por Félix Martialay del partido contra Suecia, extraída de su obra ¡Amberes! Allí nació la furia española (RFEF, 2000, pp. 267-272).

Crónica del España – Suecia, por Félix Martialay

Entre el vaivén de las fechas, el me retiro de uno y el me retiro del otro, lo cierto es que el estadio Olímpico, estaba prácticamente vacío. Según unas fuentes, había 1.500 espectadores; según fuentes suecas, 3.000. La diferencia de cifras podía ser desconcertante desde un punto de vista absoluto, pero desde el relativo era irrelevante. El vacío era enorme. El cemento se enseñoreaba del estadio. Por ello extrañaba que los cronistas españoles hablaran de expectación máxima y un lleno en el estadio del Antwerp, de Amberes, claro. Lo que sí ocurría es que las opiniones estaban muy divididas. Unos estaban con los suecos por aquello de que seguían en la competición; otros, con España a la que consideraban perjudicada por el cambio de opinión de los suecos. Pasión en el campo y pasión en las gradas. Demasiada tensión.

Los suecos eran unos gigantes de dibujo. Altos, rubios, esbeltos pero muy musculosos. Hacían gala de su fortaleza y se jactaban de que iban a hacer valer esa superioridad física. Por su parte, los españoles, advertidos de esa prepotencia, salían ceñudos. Enfadados. Dispuestos a todo. Legal o ilegal.

Eran las cuatro y media de la tarde cuando aparecieron los equipos en el campo conducidos por el árbitro italiano señor Giovanni Mauro. Las alineaciones eran las siguientes:

España (camiseta roja y pantalón blanco): Zamora; Vallana, Arrate; Samitier, Belauste (capitán), Sabino; Pagaza, Sesúmaga, Patricio, Pichichi, Acedo.

Suecia (camiseta y pantalón azules): Zander; Lund, Nordenskjöld (capitán); Öijermark, Wicksell, Gustafsson; Bergström, Olsson, Karlsson, Dahl, Sandberg.

Actuaba como juez de línea de España, D. Manuel Castro, Handicap.  Un solo debut en el equipo español: Sabino.

Apenas silba el señor Mauro el comienzo del partido, cuando rueda Samitier a consecuencia de un empujón del extremo Sandberg. Y, poco después, Vallana. Los suecos imponen una violencia terrible. Van descaradamente al bulto, abusando de su fortaleza física. Los empujones, las cargas a destiempo, las zancadillas y los agarrones se sucedían con una frecuencia inusitada. Cunde la sorpresa entre los españoles. ¿Qué es aquello? Y el señor Mauro deja hacer todo. No quería enterarse de nada. Aquello sólo se solucionaba expulsando a medio equipo sueco, y no estaba el horno para bollos después de aquella retirada tan aparatosa como frustrada de los nórdicos. Posiblemente, el señor Mauro pensaba que la protesta sueca se había centrado en la actuación del árbitro del partido con Holanda, y él no quería actuar.

Pronto los españoles empiezan a ponerse al corriente de la situación. Y comienzan también a repartir leña. No se asustan de aquellos gigantones, de poca técnica, pero con mucha violencia y mala intención.

Belauste y Arrate, que tienen parecidas proporciones que los suecos, son los que dan la réplica con más ardor. Arrate asusta con sus entradas y empujones. Y Belauste, con unos gritos descomunales de ánimo, asusta al miedo con sus tacos, tanto con los de las botas como los que salen de su boca. Y eso que Belauste era un dandy.

Dominan ligeramente los suecos. Y en aquel lío de pies por alto y jugadores caídos viene el gol sueco. Gustafsson cruzó el balón hacia el lado izquierdo. Se desplazó Samitier a la izquierda, siguiendo al interior Dahl. Pero el mago llegó un poco tarde. Zamora no se decidió a salir. Se quedó clavado bajo el travesaño, cuando lo lógico era interceptar la trayectoria del balón. Saltó Dahl y cabeceó sin apenas fuerza. La pelota, con un efecto rarísimo, fue cruzada al ángulo. El portero español ya no pudo hacer nada. El balón llegó a la red. ¡Gol! Cero a uno. Iban veinticinco minutos de la primera parte.

El señor Fielpeña, en su libro Los sesenta partidos de la Selección Española de Fútbol, recogía la siguiente confesión de Zamora con respecto a este gol:

Me metieron el gol que me ha causado mayor pena y más sensación dolorosa de mi vida. No quiero echar la culpa a nadie, porque realmente, el culpable fui yo. El avance sueco vino por la derecha. Samitier se corrió hacia el interior, viendo venir el centro. La pelota llegó bombeada y Dahl, interior izquierda, saltó antes que «Sami» y, más que remate, hizo un cambio con la cabeza que resultó un balón colocado al ángulo, que no pude detener. Yo debí prever aquella jugada; a mí no me debió engañar aquel sueco; aunque hubiera sido una torpeza, estaba obligado a salir a seis u ocho metros para despejar el centro. Me dijeron después, para consolarme, que Samitier me había tapado la jugada. En cualquier caso, aquel tanto es uno de los que me han hecho más daño en mi vida futbolística y fui yo el único culpable.

El gol encorajinó a los españoles. Se lanzaron ciegos al ataque. Prendió la furia y eran un alud incontenible. La meta de Zander pasaba por enormes apuros. Llueven allí los balones y son, ahora, Patricio y Acedo los que se juegan el tipo en entradas pavorosas.

Y para más acicate de los españoles, los suecos, una vez marcado el gol, no cesaban de proferir palabras injuriosas contra sus contrarios hispánicos, que, si bien no las entendían, las adivinaban por las muecas despectivas y los gestos burlescos con que iban acompañadas. La barrera que se formó ante Zander era para asustar al más valiente. Y por ello los suecos consideraban ganada la pelea.

Un gol histórico de verdad

Así se llegó al descanso. En la caseta, los españoles, llenos de moraduras, parecían leones enjaulados. Nadie se quejaba de los golpes, sino que estaban deseando comenzar de nuevo para que supieran los suecos lo que era bueno. Y lo supieron…

De salida se inició la batalla. Los puños jugaban tanto como los pies. El público, al ver que los españoles acribillaban a los suecos, les empezaron a jalear. Curiosa psicología la de los públicos. Habían pasado de una admiración bobalicona hacia los musculosos suecos a una especie de odio –quizá la envidia de tanta belleza y fortaleza– que se ponía al servicio de los españoles.

Aquel apoyo del público jaleando y aplaudiendo todas las acciones hispanas fue como la puntilla. Hacían falta pocos ánimos para que los españoles sacudieran como martillos. Se iba descaradamente a por el hombre. Aun los que no tenían el balón estaban enzarzados en el bonito juego de segarse mutuamente los tobillos. El señor Mauro no se enteraba de nada. Seguía minuciosamente el balón, pero como si vigilara la bola de cuero, sin mirar cómo y por qué se movía. Y mucho menos lo que pasaba en sus inmediaciones.

A los cinco minutos llegó el más famoso gol de la historia del fútbol español. Lund dio un descarado manotazo al balón apenas a dos metros del área grande. Mauro señaló la falta. Se dispuso a sacarla Sabino. Cuando ya corría para chutar se oyó el vozarrón de Belauste, que iba corriendo como un bólido: «¡A mí, Sabino, que los arrollo a todos!». Se había formado casi una barrera de suecos. El balón bombeado suavemente por el bilbaíno fue al pecho de Belauste. Siguió éste corriendo, llevando pegado a su pecho el balón. Y entró en la red con la pelota. Allí cayó enredado en las mallas con cuatro suecos: tres que llevaba arrastrando, colgados de su camiseta y piernas, y Zander, que quiso salirle al paso. ¡Gol! ¡Gol! Empate a uno.

Ese gol salvaje, de furia indomable, de corazón y valor, fue coreado con una ovación. Un tanto que se hubiera anulado inmediatamente de haber sido unos años después, pero que emocionó en aquel tiempo por su bravura. Y eso que, entonces, los goles se metían con portero incluido.

Belauste desapareció enterrado por sus compañeros, que acudían a abrazarle. Y el gigantón bilbaíno casi lloraba como un niño al estrechar a sus camaradas.

La entidad y transcendencia de este gol bien merece una detención, sobre todo, habida cuenta que, recientemente, se ha intentado falsear hasta la famosa frase de Belauste.

En primer lugar, el testimonio de D. Manuel Castro Handicap, testigo directísimo de toda la acción y que muy bien pudo registrar tanto la imagen como el sonido. Decía en su libro:

Yo, que estoy actuando de linesman, temo que este match se malogre por la violencia excepcional del juego.

Como el ambiente no es neutral, ni menos legal, «barro» cuanto puedo con el banderín, imitando a mi «camarada» sueco del out opuesto. Todo ello sin hacer caso a las amenazas del público escandinavo. Había que ponerse a tono.

Creemos que el descanso va a servir para calmar los ánimos de los jugadores, pero es todo lo contrario. España, al reanudar el partido, como obedeciendo a una consigna, arremete en forma tan imponente que a los dos minutos logra un freekick frente a una línea lateral del área de penalty.

Sabino va a ejecutar el castigo, y José Mari, situado, en actitud retadora, entre suecos, en la boca del goal, grita: «¡Sabino, a mí el pelotón que los arrollo!». Y, efectivamente, Sabino lo envía por alto, un sueco pretende alcanzarlo; pero surge la corpulencia de Belauste con tal «entrada» y con tan formidable cabezazo al pelotón, que éste y varios suecos ruedan dentro de la portería.

Un verdadero «goal hercúleo».

Ricardo Zamora, por su parte, en sus mencionadas Memorias –las reproducidas en Blanco y Negro treinta años después de la originales de ABC–, narró así ese gol:

Pero una patada de Gustafsson en el rostro de Sabino, no hubo más remedio que castigarla. El freekick dispúsose a tirarlo el mismo jugador y se oyó el vozarrón potente de Belauste: «¡A mí, Sabino, que los arrollo!». Así fue. Recogido el pelotón por el centro medio español, internóse éste a velocidad endemoniada. Wicksell, Lund, Nordenskjöld y Öijermark trataron de oponérsele, pero la furia del vasco era un huracán. Tres de los enemigos rodaron bajo él, aprisionado quedó Zander, el portero. Mientras, Belauste se introdujo en la misma red y de allí no salió hasta que el del pito señaló el centro del campo.

El señor Fielpeña, en su obra citada, escribió:

Y apareció el famoso gol de Belauste, a los cinco minutos. Sabino sacó un golpe franco. Belauste se metió en el área y le gritó a su compañero de club: «¡A mí, Sabino, que los arrollo a todos!». Sabino bombeó hacia él. Belauste paró con el pecho y se lanzó hacia la puerta, rodeado de contrarios, para caer enredado en las cuerdas junto con varios suecos.

D. Ramón Melcón en su Historia de los 80 encuentros internacionales, escribía:

Belauste, conductor del conjunto hispano, animaba a todos, y en ocasión de lanzarse un golpe franco contra los suecos, gritó al que iba a sacar el castigo: «¡Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo!». Y, en efecto, lo mismo que un alud, con el balón pegado al pecho entró el coloso bilbaíno en la puerta sueca, arrastrando materialmente a los contrarios, que colgados de él pretendían cortarle el paso…

Don Francisco Bru, seleccionador nacional, en unas memorias recogidas en julio y agosto de 1959 por D. Ramón Melcón en el vespertino madrileño El Alcázar decía:

Mil veces, millones de veces se ha comentado desde entonces el glorioso gol que haría posible la victoria de España, el que a partir de su consecución, hizo al mundo balompédico entero hablar con admiración y respeto de «la furia española». Se castigó al equipo sueco con un golpe franco que se preparó a lanzar Sabino. Belauste, lanzándose como una tromba al remate, gritó: «¡A mí, Sabino, que los arrollo!». Y, en efecto, Belauste se apoderó del esférico, arrolló a cuantos adversarios le salieron al paso, y, con el pecho, le llevó al fondo del marco de los violentísimos atletas escandinavos.

El señor Lemmel, masajista de la Selección que, en aquel encuentro, por mor de la violencia estaba en la banda, yendo y viniendo, calmando dolores y poniendo tafetanes, explica así el famoso gol:

A los siete minutos Acedo corre la pelota y mete por el ángulo el primer goal para España y no habían transcurrido aún dos minutos cuando logramos el segundo de la victoria. Fue una cosa bárbara y enorme. Al tirarse un free-kick contra Suecia, se oye el vozarrón de José Mari que dice: «Tíramelo a mí, que los arrollo». Y dentro de la puerta fueron a parar, junto con la pelota, en revuelto pelotón, los suecos y españoles que encontró Belauste frente a sí al dar la soberbia acometida.

La cosa no parece tener duda. Lo certifican un vigués, dos barceloneses, un murciano y dos madrileños. Uno de ellos, en el campo como jugador; dos, en la banda, como juez de línea uno y como masajista el segundo; otro, en el banquillo de España, como seleccionador. Todos lo escucharon desde sus trompas de Eustaquio acostumbradas a oír no sólo el idioma español. Pero ninguno con conocimientos de vascuence… Y habida cuenta que, en un estadio capaz para 35 mil personas, solamente había tres mil, las voces de los jugadores se oían con total nitidez.

Ahora, Acedo

Lo que pasó después del gol sobrepasa los límites de la narración de un partido de fútbol. Acaso se pareciese más a la lucha libre. El señor Lemmel tenía que correr de un lado para otro a poner vendas y esparadrapos en los jirones que cortaban los tacos. Era un continuo entrar y salir de los jugadores para ser atendidos en las bandas.

Y para colmo se oyó una voz en español, de uno de los jugadores, que bramaba: «¡Al hombre, al hombre!… ¡Nada de balón!». Aquello fue ya el delirio. Así, mientras el balón estaba en un extremo del campo, en el otro había un montón de cuatro o cinco jugadores a puñetazos y patadas.

En medio de aquella batalla campal, escapa Acedo a todo gas. Patricio corre a su altura gritando como loco para que le pase el balón y arrastrando la pierna derecha, que apenas si puede articular. Se cierra la defensa sobre el ululante Patricio; se adelanta Zander, esperando el centro, y entonces el extremo español larga con la izquierda un zambombazo terrible que sacude violentamente las mallas. ¡Gol! ¡Gol! Dos a uno en el marcador. Era el minuto ochenta.

Los españoles se abrazan jubilosos, dan saltos, chillan, se tiran al suelo dando grandes gritos. Los suecos casi llegan a agredirse entre ellos. Tal es la rabia que les posee. Pero falta diez minutos. Una eternidad…

Los suecos se abalanzan contra el marco de España. Belauste y Sabino se repliegan para ayudar a Vallana y Arrate. Atrás, Zamora está fenomenal. Hace unas paradas magistrales cuando ya hasta el público gritaba el gol.

La violencia sueca ya no tiene límites. Sabino sale despedido de un patadón y un rodillazo simultáneos. Queda tendido en la hierba, retorciéndose por el dolor; sale a por él el señor Lemmel y le tiene que retirar. Pero el sueco agresor es sacado en parihuelas con una clavícula rota.

Aquello indigna a Arrate. Y en cuanto llega a su zona un sueco con el balón, va a patearlo. No era algo extraño en ese partido. El plantarle las dos botas en el pecho a un contrario no era, ni con mucho, lo más violento que se había visto. Pero el señor Mauro pareció despertar en ese momento. ¡Y señaló el punto de penalty! Penalty era, claro; pero como ese pateo pectoral había habido docenas a lo largo de los minutos de juego.

Todos los jugadores españoles se arremolinaron alrededor del italiano. Se le chilló desaforadamente. Hasta hubo algún que otro zarandeo al trencilla. Pero el italiano no se volvió atrás. Siguió marcando el punto fatídico. ¡Y todo eso a tres minutos del final!

La prórroga se ve venir. Pero ¿se podría resistir? Desde luego que no. Ninguno de los veinte puede con la zamarra. Y, si acaso, los suecos están algo menos averiados. Así pues, se hace imprescindible que no haya gol. Sea como sea.

Así lo entiende Samitier. Y va al punto letal. Se pone junto al balón. Lo coge y va muy decidido hacia el árbitro. Se lo enseña. Lo mira el señor Mauro, pero no encontrando nada anormal, ordena que lo vuelva a colocar en su sitio. Lo pone allí. Olsson se adelanta para lanzar el castigo, pero antes de que llegue al balón se le cruza Samitier. Olsson tiene que volver a tomar carrerilla. Cuando va a llegar a chutar se vuelve a interponer el barcelonista. Olsson empieza a ponerse nervioso. El señor Mauro amonesta a Samitier y le amenaza con la expulsión si vuelve a interponerse. Se aleja el medio hispano, pero desde tres metros comienza a lanzar pellas de barro y piedrecitas al balón. El esférico se balancea en el punto blanco. Olsson está descompuesto. Hace señas al árbitro, pero éste, con gesto imperioso, le ordena que acabe ya de una vez. Se precipita el sueco, se azara, y chuta mal. El balón se va fuera, a dos metros del poste izquierdo de Zamora.

Se abrazan los jugadores españoles y bailan alborozados. Samitier, muy serio y ceremonioso, fue a Olsson y le tendió la mano mientras le felicitaba. El sueco, estupefacto, estrechó la mano del mago con un gesto de asombro.

Esos trucos del Langosta eran muy conocidos por sus compañeros. Normalmente esas manipulaciones del balón le servían para colocar una piedrecita ante la pelota; una piedra lo suficientemente pequeña para que no se viera, pero sí lo bastante grande para que desviara la trayectoria del tiro. Entonces, claro, había piedrecitas en el campo, que no era la cuidada alfombra de años después.

Unos instantes más tarde, el árbitro pitaba el final. En el campo quedaban en pie siete españoles y ocho suecos. Los demás estaban caídos por las bandas o siendo atendidos en el vestuario.

La entrada al vestuario fue otra lucha. Ahora ya sin balón. Los jugadores de ambos bandos se enzarzan en una pelea cruenta, sin que valgan las órdenes de directivos y seleccionadores. La Policía tuvo que intervenir para separarlos.

Allí se consagró definitivamente la furia española. Todos los jugadores salieron del campo cantando camino del hotel. ¿Lesiones? No, ya no dolían. Ahora a divertirse. Mañana Dios diría…

La crónica enviada a ABC por el señor Rubryk albergaba los siguientes párrafos:

Menos jugar, de todo se hizo. Raro fue el momento en que no había por tierra dos o tres jugadores. A una carga fuerte se contestaba con otra más todavía, que era replicada con otra violentísima, y duplicada con una brutal. Sonaban los huesos. La leña se daba por ambos lados, sin consideración, siendo lo milagroso el que no hubiese habido graves accidentes.

Empezaron los suecos apuntándose un tanto. Quisieron mantener la ventaja haciendo juego violento. Este fue el toque de generala. De nuestro equipo sale una voz: «Al hombre!», y al hombre se fue. Y a esa raza fuerte, a esos atletas, los vencimos por fuerza y resistencia. Dos tantos nos apuntamos, cuyo honor correspondió a Belauste, que materialmente falto de facultades hizo prodigiosos milagros atacando (llegaron a dejarle el campo libre) y defendiendo. Yo no vi fútbol; pero vi lo que difícilmente se volverá a ver en un campo.

Una consideración final. Los suecos salieron del campo «tonsurados y apaleados»; bien les estuvo. Debieron haber mantenido su palabra y no haber dado motivos a que surgieran desagradables incidentes. Porque si llegaron a creerse por un momento que a España se la trataba de cualquier manera, en el partido vieron con pruebas lo equivocados que estaban.

La opinión del señor Lemmel, tan activo en ese encuentro, manifestada en el semanario barcelonés Fútbol, era la siguiente:

En el partido metió Suecia el primer tanto y a partir de aquí empezó a funcionar la línea de medios. Los suecos rodaban continuamente por el suelo. Sabino y Samitier, a pesar de sus estilos diferentes, acosaban furiosamente a los extremos; en el centro, el trío interior de delanteros suecos a grandes saltos se echaban sobre Belauste para salir rebotados, trompicados. Los suecos acabaron materialmente agotados; a uno se le rompió la clavícula y otros seis apenas podían tenerse en pie. Este ha sido el partido más sucio, duro y fuerte que he visto en mi vida. La culpa de ello la tuvo el árbitro, un señor italiano, que dejó se dieran de golpes los jugadores para que así acabaran todos reventados y al siguiente día el que resultara vencedor jugaría con Italia en malas condiciones. Aún hay otra hazaña de este referee: faltaban escasamente dos minutos cuando nos castigó con un penalty injusto, para que se prorrogara el partido lo reglamentario, o sea, media hora más de juego. ¡Los hay frescos!… De los nuestros salieron contusionados Arrate, Sesúmaga y Patricio.

La calibración del señor Lemmel de la actuación del señor Mauro como árbitro del partido no la había percibido nadie. Ninguno de los comentaristas, que se hicieron cruces de aquella violencia y de la pasividad arbitral, cayó en la cuenta de aquella actuación maquiavélica del italiano para dejar despejado el camino a la selección de su país. Fuera quien fuera, debió pensar el trencilla, llegaría para el arrastre… Esta consideración del masajista español demuestra su perspicacia y su penetración. Ninguno de los periodistas ejercientes o de los posteriores cronistas de la gesta de Amberes se dio cuenta de lo que fue evidente para el señor Lemmel, quien en esas opiniones sobre los partidos de España se mostró muy por encima, periodísticamente hablando, de la mayoría de los profesionales de la pluma que han hablado de estos Juegos Olímpicos.

Ricardo Zamora consignó aquel partido épico en sus recuerdos de la siguiente forma:

Aunque teníamos la consigna de comer pronto y poco, para estar ligeros, me parece que aquel día, muy nerviosos, apenas si probamos bocado. No sabíamos exactamente el equipo, porque Bru y Argüello no habían querido decírnoslo por la noche. Por fin, en el Stadion, donde estábamos a las tres, nos dijeron la alineación. No hubo la menor discusión ni protesta.

Cuando salimos al terreno había bastante público, sin llegar al lleno ni mucho menos. Los suecos, favoritos, por su clase y su talla atlética, fueron más aplaudidos que nosotros. En la caseta se había discutido mucho acerca de la manera de llevar aquel partido, y, exasperados todavía por las informalidades de los rivales, teníamos una autorización relativa para emplearnos por todos los procedimientos que nos autorizase el árbitro, dentro de la mayor dureza. Así se vería en donde estaba la fuerza, si en suecos o en españoles. El arbitraje estaba a cargo de un italiano, y éste nos favoreció algo, porque su criterio meridional no podía ser tan rígido como el de un inglés o un noruego. Además, en una de las líneas corría con la banderita el amigo Manolo de Castro, que, naturalmente, había de favorecernos en aquello que le fuera posible.

Comenzó la lucha a un tren rápido y con una dureza impresionante, impuesta por los suecos. Aunque no lo hubiéramos querido, teníamos que aceptar la batalla con toda la violencia de aquellos hombres, cinco o seis por lo menos de la talla de Belauste. El árbitro castigó al principio algunas cargas bruscas; pero, viendo, luego, que eso era precisamente lo que buscábamos los dos bandos con la misma saña, nos dejó cierta libertad para darnos los golpes más terribles que yo he presenciado en mi vida. Con sinceridad lo declaro; ni antes ni después he actuado en un match donde tuviéramos tanta libertad para producirnos violentamente y donde esa autorización se tomara sin regateos, yendo siempre al cuerpo a cuerpo al mismo tiempo que al balón. Pero un dato quiero precisar: allí más que mala intención, había un afán decidido de deshacernos, de pulverizarnos.

En semejantes condiciones eran constantes las caídas, los dolores agudos cuando se perdía una patada… y una pierna se la encontraba. Tan pronto eran ellos como nosotros los que atacaban; pero en nuestra defensa Arrate imponía un respeto absoluto y Vallana estaba segurísimo. Delante, no es menester repetirlo, Belauste, con su pañuelo atado por las puntas, colocado a modo de gorro, era una verdadera muralla, ayudado por Sabino, más valiente que nunca, y Samitier, formidable de acierto. Pero sobre todos, Belauste, que, al mismo tiempo que jugaba, saltaba, brincaba y corría, daba voces de aliento a todos, que nos sabían a gloria, y gritos terribles a los contrarios, capaces de asustar a un regimiento.

Tras narrar el gol ya consignado en sus Memorias, seguía el meta internacional:

¡Con qué emoción seguí luego la marcha del juego! Los delanteros y los medios se volcaron sobre el campo sueco, cuyos defensas se defendían con un coraje sin igual, y, a pesar de todos los esfuerzos, llegamos al descanso con aquel 1-0 en contra y una rabia indecible en el pecho. Porque ellos, convencidos de su triunfo, salían jactanciosos, altivos, arrogantes.

En la caseta, en vez de mostrarnos decaídos, nos animamos con los compañeros y directivos, y convinimos en redoblar nuestros esfuerzos, haciendo un alarde de entusiasmo, de furia, como nunca se había desplegado.

Apenas salimos al campo, Belauste dio la señal de ataque. Fue el suyo un gesto hercúleo que decidiera a los demás al sacrificio. Creo que el árbitro, asombrado de tanta fiereza, se metió el pito en el bolsillo y nos dejó sacudirnos a nuestro antojo. Una verdadera batalla campal; una pelea brutal de hombres contra hombres. A veces recuerdo que la pelota había salido del terreno de juego y en el suelo continuaban varios hombres dándose patadas sañudamente. En un avance rapidísimo de los suecos, Arrate se fue recto contra el delantero centro y a pocos metros de la puerta chocaron con terrible violencia, pecho contra pecho. No he oído nunca tan claro el ruido de huesos rotos, tronchados, ni he visto una caída tan a plomo como la de aquellos dos valientes. Acudimos, pensando que estaban destrozados, porque la sensación había sido trágica, y, al acercarnos a Arrate nos preguntó el enorme Mariano: «¿Tiene algún golpe, o así, el sueco ese?». Porque el donostiarra, levantándose ágilmente, hizo un gesto de resignación y volvió a su puesto para batirse con la misma rudeza.

Todo esto había sido nada más empezar; porque a los cinco minutos el árbitro castigó a Suecia con un golpe franco no muy lejos del área de penalty. Entonces llegó ese instante decisivo, culminante, de aquel partido. Fue Sabino a lanzar la falta, y Belauste, situado al lado contrario, le gritó de un modo terrible, que todos pudimos oír: ¡Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo! Dicho y hecho; el esférico fue al pecho –no a la cabeza– de nuestro gigante, y José Mari inició un sprint rodeado de enemigos, con la pelota clavada en el pecho, que concluyó en la meta, en medio de un revoltijo de hombres que se golpeaban furiosos. ¿Cuántos fauts se producirían en aquella «histórica» jugada? Me parece que el primero que no quiso hacer la averiguación fue el italiano que juzgaba la terrible contienda aquella.

A partir del empate se jugó con verdadero furor. Hoy semejante espectáculo se suspendería siempre. Los suecos ya no se recataban para tirarnos hachazos formidables, hasta que de uno de los nuestros partió el grito: «¡Al hombre!», y aquello fue una caza salvaje. A mí me tocó también algún regalo de aquellos energúmenos, que querían el goal a toda costa. Pero resultó lo contrario; diez minutos después Acedo escapó por el extremo, logró internarse un poco y, cuando todo el mundo esperaba su centro y hasta el portero, contagiado de la emoción, estaba un par de metros fuera del marco, el extremo atlético disparó cruzadísimo, un poco alto, un balón que al portero se le fue por encima de las manos, precisamente por estar fuera de la meta. La pelota entró por el ángulo opuesto, y aquello fue una explosión en los dos campos; los suecos, echándose unos a otros la culpa de lo que sucedía; nosotros, entregados a demostraciones de alegría extraordinarias: revolcarnos por el suelo, golpearnos furiosamente, dar saltos de altura, cabriolas inverosímiles…

El final, un terrible e inacabable final de media hora, fue a tono con las circunstancias. Pero tres minutos antes de concluir, cuando ya creíamos nuestro el partido, Mauro, el árbitro, nos castigó –con razón, con la misma razón con que antes pudo hacerlo veinte veces a ellos y a nosotros– con un penalty, que fue la sacudida de emoción más terrible de aquella tarde. En medio de un silencio sepulcral, se adelantó Ohlson, el interior derecha, preparándose para disparar. El único que no se contagió entonces del sobresalto fue Samitier, que siempre en broma, se dirigió al sueco con ademanes vivos, como queriéndole explicar algo. En vista de que el hombre había emprendido dos veces la carrerilla, y Sami, en el momento preciso, se cruzaba como el que lleva mucha prisa, el árbitro le amonestó. Así y todo, no se estuvo quieto. Se fue a un lado, se puso en cuclillas y desde allí, además de gestos y voces, tiraba trozos de barro al balón, escondiéndose tras los compañeros. Cuando al fin Ohlson tiró el penalty, el hombre estaba descompuesto y el esférico salió a dos metros del poste, con gran regocijo español. De tal modo, que Samitier, siempre en broma, se adelantó a Ohlson, le tomó la mano y le felicitó efusivamente. Fue un último gesto, que demuestra nuestro buen humor.

Luego, Sabino, uno de los que más bravamente entraban, despreciando el peligro, chocó con un delantero. Cayeron los dos como muñecos. Al levantarse, el sueco llevaba una clavícula fracturada; Sabino continuó como si tal cosa.

En los minutos restantes la lucha fue épica. Belauste vino a la defensa y su corpulencia y la de Vallana y Arrate impusieron el respeto suficiente para conservar el triunfo más resonante de los que conquistamos a tanta costa. A tanta costa, como que sólo quedaban en el campo siete suecos y ocho españoles. Los demás estaban en la enfermería.

Pero la contienda no había concluido en el campo. Al ir al vestuario nos insultaron por señas y nosotros, por señas, les respondimos. Ya en el pasillo ellos hacían un gesto con los dedos como si afilaran la punta a un lápiz, y por nuestra parte la contestación, por señas también, se podía traducir a todos los idiomas. Con lo que, como era forzoso, llegamos a las manos. Tanta actividad tomó aquella batalla dentro de los pasillos y vestuarios, que tuvo que intervenir la policía para aplacar los ánimos y separarnos, y cuando, una hora después, dejamos el Stadion, ya se habían marchado los suecos. Nosotros íbamos casi todos cojeando o quejándonos de algún dolor, pero más contentos que si nos hubiera tocado el gordo. Argüello estaba más feliz que nunca, y, a pesar de nuestras lisiaduras, reíamos a mandíbula batiente. Nadie se acordaba de que al día siguiente teníamos que jugar un nuevo y dificilísimo partido: contra Italia.

Por la noche, al meternos en la cama, nos dimos cuenta de lo que había sido el partido contra los suecos. Nadie podía moverse, y a la mañana siguiente, cuando nos reunimos, procedentes de los distintos hoteles donde nos hospedábamos, todo eran lamentaciones y quejas. El pobre Lemmel se pasó la mañana de unos a otros, dándonos masaje, para desentumecer aquellos músculos que no querían obedecernos.

Había, a pesar de todo, un excelente humor y un deseo unánime de salir a jugar contra los italianos, que eran los enemigos que ahora nos correspondían, por vencedores de los noruegos.

Aquella mañana la Prensa nos colmaba de elogios y, si la expectación por presenciar el encuentro final, Checoslovaquia – Bélgica, era enorme, la curiosidad por nuestro partido era extraordinaria. Porque ya nos habían descubierto, los belgas y casi todos los cronistas se inclinaban por el triunfo de «la furia española». Una sola reseña nos indignó: la que decía que nuestro juego no era fútbol, sino un alarde de fiereza, que tenía su reflejo en las plazas en donde las mujeres aclamaban y besaban a los más famosos toreadores. Se pensó hasta en ir a pedir explicaciones al redactor… taurino, pero como el partido de la tarde era, de momento, lo más importante, se aplazó hasta después.




Probables contra posibles ante los JJOO de Amberes 1920

En este artículo pretendo mostrar de manera simple como fue el camino de la naciente selección española desde el momento que fueron preseleccionados en Asamblea federativa una serie de jugadores hasta el momento que abandonan España camino de Amberes para participar en la Olimpiada, a través de una serie de encuentros que enfrentaron a los preseleccionados y una serie de jugadores que completaron los equipos. Si alguien desea conocer ampliamente el asunto, con dimes y diretes, le recomiendo consultar el libro «Amberes allí nació la furia española» de Félix Martialay.

 La prensa de la época no prestó la atención que yo hubiera deseado, en buena parte porque era época estival y, teniendo en cuenta que son partidos de entrenamiento, en las propias disputas tampoco las crónicas son lo suficientemente detalladas. La existencia de errores es evidente cuando hemos encontrado alineaciones en las que figuran jugadores lesionados o que han abandonado el barco con anterioridad y aparecen en ellas.

 En la Asamblea del Fútbol Nacional celebrada el 1 de junio de 1920 se tomó la decisión de elegir a los siguientes veinticinco jugadores que formarían la primera convocatoria de la selección:

Zamora (portero), Samitier, Sancho, Sesúmaga, Vicente Martínez y Alcántara (Barcelona)

Eizaguirre (portero), Arrate y Silverio (Real Sociedad)

Otero y Ramón González (Real Vigo Sporting)

Encinas (Fortuna de Vigo)

Vallana y Pagaza (Arenas)

Torres (Deportivo de La Coruña)

Meana y Villaverde (Sporting de Gijón)

René Petit y De Miguel (Real Madrid)

Belauste, Sabino y Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Eguiazábal y Patricio (Real Unión)

Ricardo Álvarez (Racing Club de Madrid)

El Comité Técnico elegido es el formado por los señores Berraondo, Ruete y Bru. Como Director Técnico estuvo D. Francisco Bru y D. Manuel Lemmel fue su auxiliar y masajista.

Se organizó una excursión por el norte de España con partidos en diferentes sedes y con un calendario concreto que según llegaba el momento era constantemente modificado. Así, la gira comenzó en Vigo, donde se disputaron un par de encuentros, y donde figuran muchos jugadores de clubes gallegos para poder completar los equipos pues muchos de los preseleccionados no se presentaron.

Vigo, 11 de julio

Al primer partido acudieron menos de la mitad de los jugadores seleccionados por el sr.Bru. El resto de participantes fueron reclutados por D. Manuel Castro «Handicap», periodista del Faro de Vigo, entre jugadores de equipos gallegos, futbolistas veraneantes en Galicia con o sin permiso de sus clubes y algún futbolista estudiante de Medicina.

Probables – Posibles 0-2

11-julio-1920: Coya

Probables: Zamora (Barcelona), Otero (Real Vigo Sporting), Encinas (Fortuna de Vigo), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Torres (Deportivo de La Coruña), De Miguel (Real Madrid), Sesúmaga (Barcelona), Ramón González (Vigo Sporting), Paco González (Real Madrid), Brand (Sevilla)

Posibles: Hernández Coronado (Real Madrid), Fernández (Vigo Sporting), Rey (Fortuna de Vigo), Herminio (Sevilla), Balbino (Fortuna de Vigo), Hermida (Fortuna de Vigo), Moncho Gil (Vigo Sporting), Cruces (Fortuna de Vigo), Chiarroni (Vigo Sporting), Vázquez (Racing de Ferrol), Pinilla (Deportivo de La Coruña)

Goles: 0-1, Vázquez; 0-2, Cruces

Árbitro: Manuel Lemmel

Vigo, 13 de julio

Probables – Posibles 4-0

13-julio-1920: Coya

Probables: Zamora (Barcelona), Rey (Fortuna de Vigo), Daniel (Comercial), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Torres (Deportivo de La Coruña), De Miguel (Real Madrid), Sesúmaga (Barcelona), Vázquez (Racing de Ferrol), Paco González (Real Madrid), Brand (Sevilla)

Posibles: Hernández Coronado (Real Madrid), Juanito Clemente (Fortuna de Vigo), Herminio (Sevilla), Hermida (Fortuna de Vigo), Abad (?), Balbino (Fortuna de Vigo), Moncho Gil (Vigo Sporting), Lozano (Pontevedra), Chiarroni (Vigo Sporting), Cruces (Fortuna de Vigo), Pinilla (Deportivo de La Coruña)

Goles: 1-0, Vázquez; 2-0, Vázquez, 3-0, Vázquez; 4-0, Paco González

Árbitro: Manuel Lemmel

Después, la preselección debería continuar su camino por Asturias donde debieron jugar otro par de partidos, uno en Oviedo y otro en Gijón, pero ambos fueron suspendidos. Las fechas fueron para Oviedo el 18 de julio y para Gijón el 20 del mismo mes.

En Bilbao, al no detenerse la gira en Asturias, se adelantó la estancia. Del 25 de julio inicial se adelantó al 20. Aquí si se encuentra todo el grupo seleccionado.

Probables – Posibles 2-0

20-julio-1920: San Mamés

Probables: Zamora (Barcelona), Otero (Real Vigo Sporting), Arrate (Real Sociedad), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Eguiazábal (Real Unión), Pagaza (Arenas de Guecho), René Petit (Real Unión), Patricio (Real Unión), Alcántara (Barcelona), Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Posibles: Eizaguirre (Real Sociedad), Vallana (Arenas), Encinas (Fortuna de Vigo), Artola (Real Sociedad), Belauste (Athletic Club de Bilbao), Sabino (Athletic Club de Bilbao), Moncho Gil (Real Vigo Sporting), Sesúmaga (Barcelona), Vicente Martínez (Barcelona), Vázquez (Racing de Ferrol), Argüelles (Sporting de Gijón)

Goles: 1-0, Sesúmaga; 2-0, Patricio

Árbitro: Ibarreche

Bilbao, 27 de julio

Probables – Posibles 2-0

25-julio-1920: San Mamés

Probables: Zamora (Barcelona), Sauca (Irrintzi), Gorostiza (Baracaldo), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Eguiazábal (Real Unión), Pagaza (Arenas), Sesúmaga (Barcelona), Patricio (Real Unión), Matías (Real Sociedad), Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Posibles: Eizaguirre (Real Sociedad), Vallana (Arenas), Tasio (Fortuna Sport de Bilbao), Artola (Real Sociedad), Belauste (Athletic Club de Bilbao), Sabino (Athletic Club de Bilbao), De Miguel (Real Madrid), Pichichi (Athletic Club de Bilbao), Carmelo (Deusto), Laca (Athletic Club de Bilbao), Argüelles (Sporting de Gijón)

Goles: 1-0, Matías; 2-0 Patricio

Árbitro: Ibarreche

Finalmente, el partido que debía disputarse en San Sebastián fue trasladado a Irún que es donde se encontraba el grueso de la expedición olímpica española que debía trasladarse a Amberes.

San Sebastián, 1 de agosto. Se jugó en Irún.

Probables – Posibles 3-1

1-Agosto-1920: Amute

Probables: Zamora (Barcelona), Vallana (Arenas), Arrate (Real Sociedad), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Eguiazábal (Real Unión), Pagaza (Arenas), Sesúmaga (Barcelona), Patricio (Real Unión), Vázquez (Racing de Ferrol), Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Posibles: Eizaguirre (Real Sociedad), Carrasco (Real Sociedad), Emery (Real Unión), Artola (Real Sociedad), Belauste (Athletic Club de Bilbao), Sabino (Athletic Club de Bilbao), Moncho Gil (Real Vigo Sporting), Pichichi (Athletic Club de Bilbao), Vicente Martínez (Athletic Club de Bilbao), Matías (Real Sociedad), Silverio (Real Sociedad)

Goles: 0-1, Vicente Martínez; 1-1, Vázquez; 2-1, Patricio; 3-1, Acedo

Árbitro: Chopeitia        Jueces de línea: Bru y Berraondo

San Sebastián, 3 de agosto. Igualmente se disputó en Irún el día 8.

Probables – Posibles 3-4

8-Agosto-1920: Amute

Probables: Eizaguirre (Real Sociedad) (sustituido por Muguerza en la segunda parte), Otero (Real Vigo Sporting), Arrate (Real Sociedad), Emery (Real Unión), Belauste (Athletic Club de Bilbao) (sustituido por Sancho en la primera parte), Eguiazábal (Real Unión), Pagaza (Arenas), Sesúmaga (Barcelona), Patricio (Real Unión), Pichichi (Athletic Club de Bilbao), Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Posibles: Zamora (Barcelona), Carrasco (Real Sociedad), Vallana (Arenas), Artola (Real Sociedad), Sancho (Barcelona), Sabino (Athletic Club de Bilbao), Moncho Gil (Real Vigo Sporting), Ramón González (Real Vigo Sporting), Vázquez (Racing de Ferrol), Matías (Real Sociedad), Silverio (Real Sociedad)

Goles: 1-0, min.2′: Pagaza; 2-0 Sesúmaga; 2 penales Vázquez y otro Arrate. Desconozco los autores de los otros dos goles

Árbitro: Chopeitia

Finalmente, los jugadores seleccionados para la Olimpiada fueron:

Zamora, Samitier, Sancho y Sesúmaga (Barcelona)

Eizaguirre, Arrate, Carrasco, Artola y Silverio (Real Sociedad)

Otero, Moncho Gil y Ramón González (Real Vigo Sporting)

Vallana y Pagaza (Arenas)

Belauste, Sabino, Pichichi y Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Eguiazábal y Patricio (Real Unión)

Vázquez (Racing de Ferrol)

Son 21 los jugadores que partieron de la estación de Irún cuando la lista podía ser de hasta 22. El hecho es que Ramón Encinas no encontró permiso en su empresa para desplazarse durante tanto tiempo y en la excursión por tierras vascas, concretamente en Bilbao, hubo de abandonar y regresar a Vigo no llegando a ser sustituido. Se intentó solucionar incluyendo en la lista a otro jugador pero el COE no la admitió por encontrarsefuera de plazo.

Observemos que de la lista inicial a la definitiva hay notables diferencias. De la lista inicial se «caen» hasta nueve jugadores:

Vicente Martínez y Alcántara (Barcelona); Ramón Encinas (Fortuna de Vigo); Torres (Deportivo); Meana y Villaverde (Sporting de Gijón), René Petit (Real Madrid / Real Unión); De Miguel (Real Madrid) y Ricardo Álvarez (Racing Club de Madrid)

René Petit debió abandonar su deseo de convertirse en internacional español al ser llamado a filas por Francia. Jugó dos partidos con Francia en Amberes. Hasta 1927 no consiguió la tan deseada nacionalidad española a pesar de vivir en España de pequeño y sentirse español.

José Torres abandonó España con dirección a Cuba donde continuó jugando

Ricardo Álvarez fue descartado por las sospechas que recaían sobre él de ser semiprofesional

De Miguel fue el máximo exponente del desprecio a los jugadores de la Región Centro por parte del trío técnico

Meana y Villaverde no llegaron a acudir a la preselección

Vicente Martínez y Alcántara no fueron de los más destacados en la gira encontrandose en el camino con otros jugadores que parece dieron más la talla

y cinco se suman a la lista definitiva:

Carrasco y Artola (Real Sociedad); Moncho Gil (Real Vigo Sporting); Pichichi (Athletic Club de Bilbao) y Vázquez (Racing de Ferrol)

Entre estas dos listas, la inicial de laAsamblea y la definitiva entregada al COE, muchos de los jugadores utilizados y que no aparecen en ellas como preseleccionados fueron tenidos en cuenta por el señor Bru, que era quién los citaba para probarlos. No cabían todos. Practicamente ninguno de ellos tuvo una nueva oportunidad de ser internacional.

Zamora, Sancho y Sesúmaga participaron en todos los encuentros y Meana, Villaverde y Ricardo Álvarez no llegaron a disputar ningún entrenamiento.

De los treinta jugadores preseleccionados y después seleccionados fueron utilizados veintisiete antes de cerrar la lista. Veinticuatro jugadores no preseleccionados ni seleccionados fueron también utilizados en los partidos de entrenamiento.

Vázquez acabó como máximo goleador de la gira con siete tantos reconocidos, uno de ellos de penalty. Hay que recordar que hay dos goles donde no están ubicados los autores por no reflejarlos la prensa. Marcó en cuatro de los cinco partidos que jugó. Una vez en Amberes tan solo disputó un partido y un balón al poste fue su único bagaje.




Pin, el sportinguista que no quiso viajar

Pin01Para los medievalistas (¡!) del fútbol español – no se asusten, no somos más que dos conocidos y otros dos o tres que deben andar agazapados en el anonimato- la temporada 1926-27 es algo así como el churrigueresco para los expertos en arte, del de verdad, claro.

Y Pin fue una de esas volutas enriquecedoras del momento. ¿Que quién era Pin? Pues se llamaba José Orderes Cuesta. Nació en Gijón el 28 de enero de 1909 y murió, también en Gijón, el 21 de diciembre de 1969. Desde los 16 años hasta bien cumplidos los 34 jugó en el Sporting de su alma. Aparte del balón, manejaba el soplete como los ángeles soldadores. Su puesto era de interior o extremo izquierda. Dependía del compañero que le tocara a su lado en la delantera… Pero fuera en un puesto o en otro tenía una clase excepcional que hacía que todos los veranos se acercaran por las oficinas del club no pocos “patrones de pesca” con buenos duros para el club y para Pin. Eran los tiempos de profesionalismo recién estrenado, con demasiados agujeros, como para que Pin abandonara su ciudad, su equipo y su trabajo en la fábrica. En un equipo grande del momento hubiera sido famoso en toda España. Aún así lo fue, pero con sordina, sólo para conocedores.

De la temporada citada, tan rica en acontecimientos, que posiblemente dieran pasto para un libro voluminoso, basta con detenerse en el mes de mayo. Con tres partidos internacionales en el calendario. Uno de ellos el mismo día en Bolonia contra Italia y en Madrid contra Portugal. El tercero era contra Francia en París.

Huelga decir que la lista inicial del trío seleccionador –Manuel de Castro “Handicap”, José María Mateos y Ezequiel Montero- quedó hecha trizas, porque después de la final Arenas de Guecho-Real Unión de Irún, se quedaron sin medio equipo.

Así que sobre la marcha intentaron recomponer un once presentable. La boda de Juanín, el padrinazgo en otra boda de Pasarín, la lesión de Carmelo, la enfermedad de Errazquin, Olaso sin permiso militar…

Pero llegó el caso Piera y Samitier para alegrarles la vida a los seleccionadores. El Barcelona había contratado un partido amistoso con el equipo Motherwell de Escocia que coincidía con el partido de París. Por lo que enviaron un telegrama a la Federación notificando que ambos jugadores estaban lesionados y no podrían ir a Francia. Pero como sus lesiones no eran muy graves, podían contar con ellos para el encuentro de Bolonia. Era un cuento tan burdo que no se lo creyó nadie.

Angustia en los seleccionadores y frenesí en la Federación que llamó al irundarra Sagárzazu. Tan súbita llamada le pilló sin pasaporte. “No se preocupe, usted métase en el tren y ya le llevaremos a París el pasaporte en regla”. Y Sagárzazu, ni corto ni perezoso cruzó por las vías, por detrás de la gendarmería, y montó en el tren.

Pin02Se ganó en Colombes en un partido bronquísimo. Zamora, un ídolo en Francia, se encontró con un público volcado en su contra. Así cuando Boyer le da un codazo que le noquea y mete gol, el público ovaciona la jugada y abuchea a Zamora que está sin sentido y sangrando por el mentón. El árbitro, dio válido el gol. Zamora, en medio de una bronca monumental, tuvo que retirarse. Le suplió Vidal, el meta del Athletic de Bilbao. Era el minuto 49. Poco tiempo después, Félix Pérez es entrado por tres franceses que caen sobre él. Queda desvanecido y con el brazo derecho colgando. Es retirado y llevado a un hospital en donde le escayolan el antebrazo.

Mientras, en Barcelona, el equipo azulgrana empataba a dos con el Motherwell con actuaciones sobresalientes de los “lesionados” Piera y Samitier, éste último marcó los dos goles “culés”. Y eso sí, el club mandó un telegrama a los seleccionadores: “Piera y Samitier, mejorados, salen para Bolonia”.

El seleccionador Mateos, muy rígido ante la indisciplina, tiene muy claro que Piera y Samitier se volverán a Barcelona sin jugar. Lo de “más vale honra sin barcos…”, del almirante Méndez Núñez, estaba aún en vigor. Y desesperadamente manda unos telegramas. Uno a Vigo, reclamando al interior Chicha; otro a Gijón pidiendo a Pin. Ninguno de ellos llegó a la inauguración del Estadio del Littoriale. Sí lo hizo Alfonsito Olaso con el permiso militar en regla.

Lo de Chicha fue una pena, porque hubiera culminado su carrera futbolística con el entorchado de internacional. El telegrama de la Federación le pilló en el mar, navegando; era pescador. Cuando volvió a Vigo ya se había jugado el partido.

Pin03Lo de Pin fue otra historia. Fue miedo a lo desconocido. Tenía que salir de su Gijón, él solo. Llegar a Irún. Ir a París y allí transbordar a Bolonia. Mucho viaje, con dos países por medio y sin saber idiomas.

Simplemente renunció. Y puso una pueril disculpa: no le había llegado el telegrama a tiempo para tomar el tren. Mentira evidente pues el telegrama llevaba la hora de las 19,45; el primer tren lo tenía a la 19,30 por lo que era imposible tomarlo. Pero tenía otro tren a la 20,30 y otro a las 21,10. En este último viajaba el presidente de la Federación, marqués de Someruelos, para hacer el enlace en París hacia Bolonia.

Pin cometió un segundo error, se enroló en la jira del Sporting con dos partidos, uno en San Sebastián, contra la Real Sociedad, y otro en París ante el Red Star. Que una cosa era París con sus compañeros y otra él solo.

La Federación le impuso una sanción. Nadie protestó. Pin cumplió el castigo y el Sporting acató la penalidad.

El caso Piera-Samitier-Barcelona ocupó centenares de hojas de papel de barba con recursos, certificados falsos, alegaciones, protestas, cartas de influyentes personajes futbolísticos y políticos… Hasta hubo una votación en la Asamblea de fin de temporada. Mateos se mantuvo firme. Hubo suspensión para Piera y Samitier y una multa de 10 mil pesetas para el Barcelona.

Por cierto, se perdió en Bolonia por 2-0, con Stanley Rous –futuro presidente de la FIFA- como árbitro.

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El gol en propia puerta: autogol (II)

Bien ¿y qué necesidad tenía yo de enredarme en este ovillo del autogol?, preguntarán los lectores.  La explicación se hace necesaria.

Un día entre los días, revisando la Selección Española llegué al partido celebrado en Lisboa el 10 de enero de 1928. Se empató a dos con Portugal. Según mis notas, el orden de los goles fue el siguiente: José Manuel Martins (penalti, 25’), Zaldúa (penalti, 30’), Goiburu (58’) y Vallana (propia puerta, 89’).

Era el segundo autogol internacional del arenero Perico Vallana, ya que el primero, celebérrimo, fue en los Juegos Olímpicos de Paris, ante Italia, que nos echó del torneo.

Pero, hete ahí, que mi amigo, y sin  embargo colaborador de esta revista, Víctor Martínez Patón  me echó en cara mi error, afirmando que tal gol que empataba el lance de Lisboa fue logrado por el interior derecha portugués João dos Santos. Y para apoyar su tesis me envió varios recortes de periódicos portugueses e incluso fotocopia de la página de un libro de la historia de la Selección lusitana. En todos constaba que el goleador del minuto 89 había  sido Dos Santos.

Inquieto por mi posible error me pregunté el por qué del mismo. Tenía que existir un origen para que teniendo, en su día, ante mí todas esas fuentes que manejaba Víctor Martínez Patón hubiera consignado el tanto como autogol de Vallana. Era como tirar piedra contra mi tejado. Y alguna rata habría entre las tejas para que yo las apedreara…

A medida que repasaba documentos se me iba  cayendo la cara de vergüenza. ¡Qué unanimidad en darle el gol a João dos Santos!

Hasta que llegué al diario bilbaíno “Excelsior” de la fecha siguiente al encuentro con Portugal. Aquí envío la reproducción de su portada. En la columna de salida y en su base se puede leer lo siguiente: “Pero el partido no habría de terminar con la victoria española. Faltaba minuto y cuarenta y nueve segundos cuando Portugal consiguió el tanto del empate definitivo. Un cambio de juego permite a Manuel Martins, extremo izquierda apoderarse del balón; centra y Zaldúa, cruzándose, no puede evitar que la pelota llegue al lugar peligroso. João dos Santos remata en el momento en que se le interpone Vallana para despejar la situación; y el balón tropezando en la pierna del defensa español sale desviadísimo, pero flojo, penetrando en la meta de Zamora sin que éste, desorientado por el rebote, pueda impedir el tanto. El entusiasmo de la muchedumbre es delirante”.

Perfecto, pero ¿por qué hacer caso a “Excelsior” y no a esos muchos que daban el gol a João dos Santos? Sencillamente por lo del propio tejado. Un periódico de Vizcaya, de Bilbao, no puede achacar un gol a Vallana, natural de Las Arenas, que éste no haya marcado de forma evidente. Pero con mayor motivo si resulta que Vallana es uno de los más señalados colaboradores de dicho diario, como puede comprobarse en la reproducción del diario. Los enviados especiales de “Excelsior” –firmantes de la crónica- tuvieron que ver muy clara la influencia de Vallana en el desvío que dejó a Zamora en berlina. Y más teniendo a Perico Vallana de compañero de redacción. A buen seguro que le preguntaron si había sido él y recibieron respuesta afirmativa del defensa español.

Para mayor abundamiento, al día siguiente y en el mismo “Excelsior” se publicaban dos fotos de la desdichada jugada del arenero. Bien podían haber negado lo escrito la víspera echándole la culpa al empedrado o a las prisas por telegrafiar la crónica… Pues no. También remito la página del diario bilbaíno y una ampliación de las fotos citadas, en cuyo pie puede leerse lo siguiente: “El gol del empate portugués. Primera fase: la pelota ha salido rebotada del pie de Vallana, en el momento en que Zamora se lanzaba a recogerla. Segunda fase: El balón pasa sobre las manos del goal-keeper español, toma efecto de parábola y termina justamente en la red”.

La participación de Vallana no fue pasiva, sino que metió el pie con tan mala fortuna que desvió el tiro, que se aprestaba a recoger Zamora, elevó el balón y éste cayó como una “vaselina” perfecta dentro de la red, saltando sobre Zamora.

La fotografía también señala el gesto crispado del defensa español y el de sorpresa de Zamora en su mirada hacia atrás.

¿Por qué, pues, la mayoría de la prensa da como autor al portugués? Desde su lugar vieron cómo João dos Santos chutaba, sin advertir la sutil y desdichada intervención del arenero; el jugador portugués alzó los brazos jubiloso apuntándose a la gloria de salvar a su selección de una derrota a domicilio. Naturalmente, ningún cronista portugués iba a arrebatarle esa gloria. Acaso ningún periodista español –de los que advirtieran la verdad- quiso cargar sobre Vallana lo que todos otorgaban al lusitano.

Lo cierto es que el gol en propia puerta tiene mil padres falsos y una sola verdad. A veces ésta es dificilísima de hallar, pero está. En algún lado, pero está. De un mismo hecho hay que comprobar quince, veinte o las versiones que hagan falta hasta que la unanimidad sea aplastante o, de entre ellas, surja la discrepancia que haga buscar más y más. Ello no empece para que todos los estadísticos hayan colocado un gol a Joāo dos Santos. Y no lo marcó.

El explicar esto quizá haya valido la pena tomarse el trabajo de escribir estas líneas.




1971: España al borde de la descalificación

El 27 de octubre de 1971 la selección absoluta española estuvo al borde de una muy merecida descalificación. No de la eliminación deportiva, sino de la descalificación con convocatoria indebida o suplantación de personalidad. De hecho, sólo la incapacidad de nuestro conjunto para imponerse a la Unión Soviética, y obtener sólo un empate ante la débil Irlanda del Norte en el Bootheferry Park, tres meses más tarde, evitó el ridículo. Por una vez, y no dejaba de ser curioso, los malos resultados nos ahorraban el bochorno.

Las cosas sucedieron así. El 9 de mayo de 1971 nuestro seleccionado inició ante Chipre su andadura en el torneo de clasificación para IV Copa de Europa de Selecciones Nacionales, cuya final tendría lugar durante el año siguiente en Bélgica. El futbol chipriota, entonces, podía equipararse al de nuestra 3ª División. Sus precarias instalaciones deportivas, con terrenos sin césped y apenas capaces de acoger a 3.500 espectadores, constituían si no el mayor obstáculo, como mínimo el más denostado, por aquello de las posibles lesiones. Hasta tal punto existía en Chipre convicción de inferioridad, que cuando alguno de sus conjuntos (Atlético Limasol, por ejemplo, o APOEL de Nicosia) debía enfrentarse en la primera ronda de competición europea a clubes de primer rango, tipo Real Madrid, acordaba disputar en terreno adversario sus dos choques, el de ida y vuelta, a cambio de la recaudación en el primero de ellos y un porcentaje sobre los derechos televisivos. Un modo no peor que otros de resolver el balance económico anual. Pues bien, España, dirigida por Ladislao Kubala, se impuso en Nicosia 0-2 -tantos de Pirri en el primer tiempo y José Luis Violeta en el segundo-, justo en el partido que servía para el debut con la roja del durísimo Gregorio Benito.

Tres semanas después, el 30 de mayo, la URSS, vistiendo de blanco, nos derrotaba por 2- 1 en el estadio Lenin. Lo de la vestimenta, por cierto, tuvo su miga. Molestos con la calidad del alojamiento ofrecido en territorio soviético, y al parecer con el trato dispensado, nuestros federativos se empeñaron en lucir la clásica camiseta roja y pantalón azul. Una manera tonta de incordiar, ya que la URSS jugaba con una primera equipación igualmente roja, sirviendo de fondo a las iniciales C. C. C. P. Como era lógico, los soviéticos exigieron que el equipo visitante respetara sus colores. Algo de todo punto incuestionable. Pero a la postre, luego de varios dimes y diretes, la cerrazón hispana los hizo saltar de blanco. España, esa tarde, no estuvo nada bien, y a su vuelta los enviados especiales afilaron sus lápices con no poca acritud. La tensión, entre una cosa y otra, casi se mascaba ante el partido de vuelta, celebrado en el Sánchez Pizjuán sevillano el miércoles 27 de octubre del mismo año. Y allí alguien cometió un error mayúsculo.

Para empezar, Kubala tuvo que olvidarse de varios habituales en sus convocatorias, al hallarse lesionados Pirri, Hita, José Eulogio Gárate y Carlos Rexach, a los que habría de unirse en el último instante José Ángel Iribar, titular indiscutido bajo el marco. Los tres porteros inscritos por la Federación Española ante la U.E.F.A. para ese partido eran Miguel Reina (Barcelona), José Ángel Iribar (At Bilbao) y Roberto Rodríguez Aguirre, “Rodri” (At Madrid). Al caer Iribar la víspera del choque, se llamó a toda prisa a Rodri, ausente en la convocatoria, puesto que hace 45 años, con la comprensible excepción de fases finales en Mundiales o Eurocopas, los seleccionadores sólo desplazaban a dos guardametas. Pero hete aquí que por desidia, despreocupación, comodidad o arriesgada gracieta, no se convocó al Rodri “colchonero”, sino a su homónimo José Rodríguez Domínguez, cancerbero del Sevilla C. F.

José Luis Pérez Payá, Presidente de la FEF a quien los malos resultados salvaron de un lío monumental. En la imagen presidiendo la Comisión Permanente de la FEF durante 1971, cuando dio el visto bueno a la inscripción de varios “paraguayos” fraudulentos. En líneas generales, fue el suyo un mandato para olvidar.

José Luis Pérez Payá, Presidente de la FEF a quien los malos resultados salvaron de un lío monumental. En la imagen presidiendo la Comisión Permanente de la FEF durante 1971, cuando dio el visto bueno a la inscripción de varios “paraguayos” fraudulentos. En líneas generales, fue el suyo un mandato para olvidar.

Por esos años, “Rodri” fue abreviatura o denominación deportiva muy en boga. Sirvan de ejemplo Francisco Eduardo Rodríguez Campoy (Alicante 20-VIII-1934), centrocampista en el Lorca, Hércules, Betis, Elche, Badalona y Albacete; Francisco Rodríguez Gallego (Rabal, Orense, 20-IV-1942) centrocampista también en el Orense, Lugo, Sabadell, Huesca, Mahón, Europa barcelonés y Langreo; Agustín Rodríguez Arteagabeitia, con varias campañas en el Ortuella vizcaíno; José Rodríguez Martínez (Córdoba 8-XII-1942), defensa de la Balona y durante 7 ejercicios pegajoso marcador en el club de El Arcángel; José Rodríguez Allen (Lorca 24-I-1945) en el Artiguense, Gavá, Badalona, Calella y Calvo Sotelo; o José Mª Rodríguez Ardura (Granollers, 1-VI-1946) atacante en el club de su localidad natal, San Andrés, Español, Olot y Levante, varios de esos equipos en diferentes etapas. Y todavía, puesto que la relación resultaría indigerible, hubo más “Rodris” modestos en el Don Benito de Badajoz, Moraza bilbaíno, Juvencia de Trubia asturiano, Ferroviarios de Mora la Nueva, Gavá, Siero, Lérida, Samboyano y Melilla, Mérida Industrial, el ya extinto C. D. Badajoz, Jaén, Alicante, Alzira y Olímpico de Játiva, Moscardó Madrileño, Linares, Sabadell y Gimnástico de Tarragona, Júpiter, Plus Ultra y Aragón, Amorebieta, Levante, Villafranca… Poniendo foco sólo sobre los porteros, ejercían también, junto al sevillano y el “colchonero”, Rodrigo Robles Custodio (Villafranca de los Barros, Badajoz, 19-VII-1941) valladar de la Metalúrgica y durante 9 campañas en el Badajoz; o Andrés Rodríguez Serrano (Barcelona 18-VIII-1941), Barça amateur, Sabadell, Santander, Igualada, Levante, Zaragoza, Valladolid, Xerez y Barbastro. Demasiados mimbres para un solo cesto. Tantos, que o bien se pensó nadie repararía en la diferencia del Rodri preinscrito y el convocado, o aún peor, optaran por la comodidad -el del At Madrid hubiera debido tomar un vuelo a la carrera-, haciéndose, de paso, con el fácil aplauso de los sevillistas a “su hombre” en el propio Sánchez Pizjuán.

Rodri Aguirre, en el At Madrid.

Rodri Aguirre, en el At Madrid.

Fuera como fuese, desde los altavoces del estadio se anunció, minutos antes de que el balón rodase, la sustitución del lesionado Iribar por el algabeño José Rodríguez Domínguez, solicitándose para él, como es lógico, una sentidísima ovación.

Los soviéticos, empero, venían prevenidos. Las quejas españolas por su teórica deficiente atención, sin considerar que los estándares de calidad en el bloque distaban mucho de semejarse a los occidentales, y que las cosas allí llevaban sus propios ritmos, por fuerza debieron escocer. Y si a ello se unía la afrenta con los colores, se antoja evidente que la tan cacareada puntillosidad burocrática de los “comisarios políticos” luciera, si cabe, con más celo que de ordinario.

España -de rojo-, aún dominando durante casi todo el encuentro, jugando bien, pero con poca profundidad, no pudo pasar del empate a cero ante los muy disciplinados soviéticos, otra vez con su segunda equipación blanca, como correspondía al visitante. Marcial Pina sustituyó al contundente e incansable Antón a falta de 15 minutos para el pitido final, buscando más ideas en la zona ancha y alguna oportunidad de armar su tremendo disparo desde fuera del área. Nikolaev, seleccionador de la URSS, dio entrada a Kiselev y Shevchenko, con la decidida intención de mantener el resultado inicial.Rudakov, el guardameta visitante, altísimo, sobrio y sin aspavientos, fue inexpugnable por alto y agilísimo a ras de césped. Probablemente el más destacado de los 25. Rodri, el Rodri sevillano, no tuvo que saltar al campo por lesión de Reina. “Menos mal” -escribió en “AS” Gerardo García-. “Sólo hubiera faltado eso, después de partir con tantas bajas”. En realidad el periodista pensaba que al no precisarse su concurso, España quedaba libre de hipotéticas acusaciones sobre alineación indebida. Y ni muchísimo menos era así, toda vez que para el árbitro, la UEFA y la posterior documentación de nuestra Federación, presidida por el antiguo futbolista José Luis Pérez Payá, el suplente de Reina fue Roberto Rodríguez Aguirre. O sea, el “colchonero” que vio el choque por la tele, desde su casa en Madrid.

Rodri Domínguez, el sevillano. Como puede apreciarse ni siquiera guardaban el menor parecido físico.

Rodri Domínguez, el sevillano. Como puede apreciarse ni siquiera guardaban el menor parecido físico.

El propio Félix Martialay, en su volumen “Todo sobre la Selección Española”, al beber de documentación oficial federativa recoge en ese partido, el 191 de los nuestros hasta el momento, y bajo el epígrafe “Otros seleccionados”, a José Ángel Iribar Cortajarena (lesionado conforme se dijo), Roberto Rodríguez Aguirre (el Rodri del At Madrid), Gregorio Benito Rubio (R Madrid), Enrique Álvarez Costas (Barcelona) y José Francisco Rojo Arroitia, “Rojo I” (At Bilbao). Del otro Rodri, el del Sevilla, quien realmente estuvo en el banquillo del Ramón Sánchez Pizjuán, ni rastro.

Pero a los soviéticos no les pasó desapercibido aquel cambiazo. Algunos de sus emisarios o acompañantes hablaban muy bien nuestra lengua, y la megafonía del estadio los puso alerta. Una vez de regreso parece siguieron efectuando indagaciones, hasta contar con pruebas, incluidas evidencias fotográficas. Y a pesar de ellas, prudentemente prefirieron esperar. Llevando ventaja sobre España y a tenor de su superioridad con respecto a Irlanda del Norte y Chipre, su clasificación para la fase final europea como campeones de grupo se antojaba no necesitada de subterfugios.

Desde las páginas de “As Color”, el 2 de noviembre de 1971 Gerardo García efectuaba sus particulares cuentas de la lechera. Si el Rodri sevillano hubiese tenido que suplir a Reina, si España hubiera vencido a la URSS y derrotase en Belfast a Irlanda el 16 de febrero de 72, la Federación Soviética podría haber exigido se descalificase a nuestra selección, aun habiéndose proclamado campeona en la liguilla, invocando la doctrina UEFA. Porque el otro choque todavía pendiente, ante Chipre, en Granada, se entendía resuelto de antemano. El buen periodista, como otros compañeros de profesión, pasó de soslayo un hecho diferencial. La Federación Española había actuado dolosamente, suplantando, a sabiendas, la personalidad de un futbolista convocado. Y ante tal situación, jugara o no algún minuto el interfecto, ya existía irregularidad muy seria, perseguible a instancia de parte.

El 24 de noviembre, nuestros muchachos se deshicieron de los chipriotas por 7-0, conforme estaba previsto, con goles de Pirri en dos ocasiones, Quino también por partida doble, el cántabro Javier Aguilar, Enrique Lora y Rojo I. Pero en Irlanda del Norte, caídos ya del caballo hacia la fase final en Bélgica, la roja volvió a dar otra de arena, al igualar Morgan el tanteador inaugurado por José Francisco Rojo. La Federación Soviética no necesitó denuncias para clasificarse y, por una vez, la incapacidad de nuestro once nacional ahorró muchas explicaciones, si no la mismísima dimisión, al presidente federativo o sus allegados más próximos.

Con respecto a los involuntarios protagonistas del sainete, vayan siquiera unos párrafos. Roberto Rodríguez Aguirre (Logroño 14-XI-1942), At Madrid, Pontevedra en condición de cedido por los “colchoneros”, nuevamente At Madrid, Celta y Rayo Vallecano, había heredado del argentino Madinabeytia la custodia del marco en el estadio Vicente Calderón. Era un portero seguro, ágil y sobrio. Tras su retirada ejerció algún tiempo como secretario técnico en la entidad rojiblanca. Internacional juvenil el 30 de marzo de 1961, internacional militar en 8 ocasiones y aficionado en 13 oportunidades, no tuvo el honor de estrenarse como absoluto. Un hijo suyo (Madrid 11-VI-1969), surgido igualmente de las categorías inferiores atléticas, también lució el apodo paterno bajo los palos, en el Móstoles, Moscardó y Sporting de Gijón. El precoz José Rodríguez Domínguez (La Algaba, Sevilla, 2-IV-1946), saltó al primer equipo sevillista la campaña 1964-65 desde su filial, para recalar en el Deportivo Alavés luego de 10 campañas en el Sánchez Pizjuán, alternando rachas de indiscutible titularidad con otras de intermitente suplencia. Ágil, no demasiado alto, aunque bastante seguro, dio la impresión de quedar algo por debajo de lo mucho que prometiera durante su etapa juvenil. Ocho veces internacional en dicha categoría, otras 6 veces como aficionado y dos con la selección Promesas, más adelante denominada Sub-23, tampoco llegó a debutar con la absoluta. Durante el verano de 1978, con 32 años, puso fin a su andadura profesional.

Rudakov en una de sus felices intervenciones ante España. Por increíble que parezca, evitando que marcasen los nuestro ahorró múltiples quebraderos de cabeza al presidente de la Federación Española.

Rudakov en una de sus felices intervenciones ante España. Por increíble que parezca, evitando que marcasen los nuestro ahorró múltiples quebraderos de cabeza al presidente de la Federación Española.

Ninguno de los dos “Rodris” volvió a asomar por las convocatorias de Ladislao Kubala. Ni para los siguientes partidos oficiales o con ocasión de una suma de amistosos. Cabría pensar que el gato escaldado huía del caldero hirviente. José Ángel Iribar y Miguel Reina Santos se antojaban inamovibles, salvo cuando el zarauztarra tuvo que ausentarse por fuerza mayor. Entonces se apelaría al ya fallecido Juan Antonio Deusto (febrero de 1973, ante Grecia, en choque de clasificación para el Mundial de Alemania ´74), a Mariano García Remón (amistoso ante Holanda, en mayo del 73), y a la misma pareja para otro amistoso ante Turquía, en octubre de igual año. A partir de ahí, Deusto, tiempo atrás suplente de Iribar en el cuadro de San Mamés, acabaría arrinconando al cordobés Reina, hasta el afianzamiento de Miguel Ángel González (R Madrid) como suplente del mítico “Chopo”.

Enorme chapuza, por lo tanto, cuyas víctimas-un par de buenos cancerberos- acabaron siendo los menos culpables.

Por cierto que durante algún tiempo se cruzaron animadas discusiones entre periodistas deportivos de la época, lucubrando sobre cuál de los dos “Rodris” habría cobrado dietas y primas de internacional por aquel partido en Sevilla; si el Rodri que calentó banquillo, o su colega inscrito, al que no le quedó sino animar desde casa. Pues bien, parece que a quien se hizo liquidación fue al sevillano y sevillista. Un documento que habría valido su peso en oro para los soviéticos, si alguno de nuestros atacantes hubiese sido capaz de perforar la portería del acertado Rudakov.




España en los mundiales sub’20: Turquía 2013

Aprovechando los huecos que la convocatoria para el Mundial sub’20 de Colombia dejó en el grupo habitual del 92, varios de los alumnos más aventajados de la generación de 1993 (y alguno, como Gerard Deulofeu, de la del 94) tuvieron la oportunidad de conquistar el Campeonato de Europa sub’19 ya en 2011, adelantándose un año a lo que dictaba su edad. Dado el nivel de un grupo que había sido subcampeón europeo sub’17 en 2010, y con la experiencia adquirida por esos jugadores en Rumanía 2011, era evidente que España partía como gran favorita para ganar también el título juvenil de 2012, y no falló a los pronósticos.

Exenta de la primera ronda de clasificación (al igual que Inglaterra y Francia, pues las tres eran las mejores en el ranking juvenil europeo), la selección española se ganó el billete para la fase final del Campeonato de Europa sub’19 de 2012 en la Ronda Élite jugada en Italia a finales de mayo de ese año. Tras derrotar con muchos apuros a Armenia (2-1, con un gol del malagueño Juanmi en el descuento), España tuvo que remontar un gol inicial de la selección anfitriona para poder sumar su segunda victoria, también por 2-1; gracias al resto de marcadores de las dos jornadas y a los criterios de desempate de la UEFA, que priorizaban el resultado en el enfrentamiento directo, ese triunfo ante Italia aseguró a los españoles el liderato del grupo. En el partido contra Bélgica, ya intrascendente, España se impuso nuevamente por 2-1 para cerrar esa fase sin mácula.

El 3 de julio dio comienzo en Estonia la fase final del Europeo sub’19 de 2012. España arrancó con una victoria por 2-1 sobre Grecia y luego disputó un bonito e igualado duelo con Portugal en el que los lusos terminaron consiguiendo el 3-3 definitivo en el descuento, un resultado que clasificaba matemáticamente a los dos equipos ibéricos para el Mundial sub’20 del verano siguiente. El triunfo en la tercera jornada por 2-0 ante Estonia le sirvió a la selección española para acabar en el primer puesto del grupo, lo que implicaba enfrentarse a la potente selección francesa en semifinales. El partido resultó espectacular, como correspondía a las dos mejores generaciones juveniles europeas de aquel año, y finalizó con un trepidante 3-3: Francia, que se había adelantado, empató a dos en el descuento, dando paso a una intensa prórroga en la que Paul Pogba neutralizó el gol de Gerard Deulofeu para llevar el duelo a los penaltis. Ahí surgió la figura de Kepa Arrizabalaga: el guardameta del Athletic detuvo dos lanzamientos galos y clasificó a España para la final. Grecia, la gran sorpresa del torneo, también opuso resistencia en el partido por el título, pero la selección española acabó derribando el muro heleno y se llevó el triunfo gracias a un solitario gol de Jesé Rodríguez en el minuto 80. Españoles, griegos, franceses, ingleses, portugueses y croatas serían, junto a los anfitriones turcos, los representantes del viejo continente en el Mundial juvenil de 2013.

Con esta victoria, España confirmaba su dominio casi tiránico en el fútbol europeo: acababa de ganar su segunda Eurocopa absoluta consecutiva (con Mundial de por medio incluido), era la vigente campeona continental sub’21 y había conquistado el título sub’19 en 2011 y 2012. Sólo la sub’17, que sumaba dos fiascos seguidos en las fases de clasificación, evitaba el pleno. Pero, en medio de un comprensible ambiente de euforia, y como todo lo que sube tiene que bajar, España recibió el primero de los muchos sopapos que estaban por venir en agosto de aquel mismo 2012, durante los Juegos Olímpicos de Londres. La selección masculina de fútbol, una de las grandes bazas de medalla de la delegación española, fracasó estrepitosamente: pese a contar con dos campeones del mundo absolutos, Javi Martínez y Juan Mata (que, junto a Jordi Alba, se incorporaron a la concentración olímpica después de ganar la Eurocopa), y otro buen puñado de jugadores que habían demostrado su gran nivel en el Europeo sub’21 y el Mundial sub’20 del año anterior, España se fue de Gran Bretaña a las primeras de cambio y sin conseguir marcar un solo gol en un grupo aparentemente sencillo, con Japón, Honduras y Marruecos como rivales.

La pobre imagen y los malos resultados cosechados dejaron a los pies de los caballos tanto los futbolistas como al seleccionador Luis Milla, que fueron criticados por su empeño en acudir desde Glasgow a la ceremonia inaugural en Londres pese a que el día anterior habían perdido el primer partido contra Japón y a los dos días se jugaban el pase contra Honduras. Un asunto quizás menor pero que la eliminación agravó de cara a la opinión pública, que sintió que la delegación futbolística española no había afrontado los Juegos con la seriedad y profesionalidad debidas. En la RFEF tampoco gustó el mal papel del equipo y el contrato de Milla, que expiraba tras la cita olímpica, no fue renovado. Julen Lopetegui pasó entonces a ser el principal responsable de las selecciones inferiores (supervisadas siempre por Ginés Meléndez), haciéndose cargo tanto de la sub’19 como de la sub’21.

Aunque parecía necesario contratar más personal, ya que tras la retirada de Meléndez de los banquillos sólo quedaban como entrenadores “de campo” en la RFEF Lopetegui y Santi Denia, la Federación esperó hasta bien entrado el 2013 para firmar a Luis De la Fuente y a Albert Celades. De la Fuente (con experiencia en las categorías formativas de Athletic y Sevilla, los clubes en los que jugó como profesional) asumiría la dirección de la sub’19 y Celades (un futbolista retirado poco tiempo antes y recién titulado como técnico, perfil que la RFEF llevaba seleccionando desde 2008) empezaría con la sub’16, aunque ambos estarían disponibles para ayudar allí donde se les necesitara. Y se les necesitó pronto, porque la sub’21 se había clasificado fácilmente para la fase final del Europeo 2013, que terminaba apenas tres días antes del inicio del Mundial sub’20 de Turquía: aunque esta vez ningún jugador en edad sub’20 subió a la sub’21, Lopetegui iba a ser el seleccionador en ambas citas y, lógicamente, alguien tendría que hacer la preparación del equipo mundialista mientras el guipuzcoano dirigía a la sub’21 en Israel.

Un amistoso contra Paraguay disputado en Benidorm (Alicante) a mediados de mayo, saldado con victoria española por 3-1, terminó de perfilar la convocatoria para el Mundial sub’20, que se dio a conocer el día 31 de ese mes. Los veintiún jugadores quedaron citados el 6 de junio en Madrid para ponerse a las órdenes de Meléndez y Celades, y se desplazaron dos días más tarde a San Pedro del Pinatar (Murcia) para disputar un torneo amistoso contra las también mundialistas Uzbekistán (a la que ganaron por 3-2) y Chile (con la que empataron 4-4) antes de poner rumbo a Turquía el día 17. Mientras Lopetegui guiaba a la sub’21 a un nuevo título europeo en tierras israelíes, la peor noticia de la concentración premundialista fue que Kepa Arrizabalaga, el portero titular de esta generación, llegó a Las Rozas con una lesión lumbar que le tendría varios meses fuera de los terrenos de juego, por lo que tuvo que ser sustituido por el madridista Rubén Yáñez. La convocatoria definitiva estuvo formada por los siguientes jugadores:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

Daniel Eduardo SOTRES Castañeda 21/05/1993 Racing de Santander

2

DF

Javier MANQUILLO Gaitán 05/05/1994 Atlético de Madrid

3

DF

José Luis GAYÀ Peña 25/05/1995 Valencia CF

4

DF

DERIK Osede Prieto 21/02/1993 Real Madrid

5

DF

Israel PUERTO Pineda 15/06/1993 Sevilla FC

6

MC

José Gómez CAMPAÑA 31/05/1993 Sevilla FC

7

DL

RUBÉN GARCÍA Santos 14/07/1993 Levante UD

8

MC

Jesús Joaquín Fernández Sáenz de la Torre, “SUSO”

19/11/1993

Liverpool FC

9

DL

Francisco Alcácer García, “PACO ALCÁCER” 30/08/1993 Getafe CF

10

DL

JESÉ Rodríguez Ruiz 26/02/1993 Real Madrid

11

MC

Juan BERNAT Velasco 01/03/1993 Valencia CF

12

DF

Diego Javier LLORENTE Ríos 16/08/1993 Real Madrid

13

P

Adrián ORTOLÁ Vañó 20/08/1993 Villarreal CF

14

MC

Ager AKETXE Barrutia 30/12/1993 Athletic de Bilbao

15

MC

SAÚL ÑÍGUEZ Esclápez 21/11/1994 Atlético de Madrid

16

MC

ÓLIVER TORRES Muñoz 10/11/1994 Atlético de Madrid

17

DL

Gerard DEULOFEU Lázaro 13/03/1994 FC Barcelona

18

MC

DENIS SUÁREZ Fernández 06/01/1994 Manchester City

19

DL

JAIRO Samperio Bustara 11/07/1993 Racing de Santander

20

DF

Jonathan CASTRO Otto 03/03/1994 Celta de Vigo

21

P

Orlando Rubén YÁÑEZ Alabart 12/10/1993 Real Madrid

La lista apenas variaba con respecto a la del Europeo sub’19 de 2012: sólo 5 de los 18 convocados para la fase final de Estonia no acudieron al Mundial, y dos de ellos eran los lesionados Kepa y Álex Grimaldo. No obstante, las grandes expectativas que muchos de esos jugadores levantaron un año antes no se habían traducido en minutos en Primera división. Algunos como Manquillo, Puerto, Llorente, Saúl y Óliver Torres habían debutado pero de manera casi testimonial; Bernat, Campaña y Suso (éste en el Liverpool), con más experiencia al máximo nivel, no habían tenido demasiada continuidad, y Paco Alcácer no había brillado como goleador en su cesión al Getafe. Sólo Rubén García (que no había estado en Estonia) y Jonny Castro parecían importantes ya para sus equipos, mientras que Jesé Rodríguez, Gerard Deulofeu o Jairo Samperio, que también habían debutado en Primera, destacaron esa temporada en Segunda. En cualquier caso, el grupo era más que interesante y, aunque en la preparación dejó dudas sobre su nivel defensivo, llegaba a Turquía como uno de los principales favoritos al título. De todos sus componentes, de momento sólo han alcanzado la internacionalidad absoluta Paco Alcácer (10 partidos), Juan Bernat (7) y Gerard Deulofeu (1), pero probablemente haya otros cuatro o cinco jugadores con opciones reales de lograrlo en un futuro no demasiado lejano.

En un hecho sin precedentes en un mundial FIFA de cualquier categoría masculina, tanto Brasil como Argentina se habían quedado fuera de la Copa del Mundo sub’20 de Turquía 2013 en el clasificatorio sudamericano. Brasil sólo había faltado anteriormente al Mundial de Japón 1979 y su ausencia significaba que, por tercera edición consecutiva, el campeón vigente no podría defender su título; mientras que la cantera argentina continuaba transitando por la senda de irregularidad en la que había entrado desde la salida de Hugo Tocalli de la AFA. Los debutantes en esta edición eran Grecia, Cuba y El Salvador, siendo también noticia la presencia de Irak, fiel pese a todas las complicaciones a su periódica cita con los mundiales sub’20, a los que acude puntualmente cada 12 años. El sorteo de la primera fase se celebró en Estambul el 25 de marzo de 2013 y agrupó a los veinticuatro participantes de esta manera:

GRUPO A

(Estambul, Kayseri)

GRUPO B

(Kayseri, Estambul)

GRUPO C

(Trebisonda, Rize, Gaziantep)

GRUPO D

(Gaziantep, Trebisonda)

GRUPO E

(Antalya, Bursa)

GRUPO F

(Bursa, Antalya)

España

Portugal

Turquía

México

Inglaterra

Uruguay

Francia

Nigeria

Colombia

Malí

Egipto

Croacia

EE.UU.

Rep. Corea

Australia

Grecia

Irak

Uzbekistán

Ghana

Cuba

El Salvador

Paraguay

Chile

Nueva Zelanda

Turquía seleccionó siete ciudades, repartidas por todo su extenso territorio, para acoger los partidos de la Copa del Mundo sub’20 de 2013, que se jugó entre el 21 de junio y el 13 de julio. Encuadrada en el típico “grupo de la muerte” con tres selecciones de gran potencial (como demostrarían luego los resultados), España disputó la primera fase en el feudo del Galatasaray, un nuevo Ali Sami Yen que presentó un desangelado aspecto en todos los encuentros, pues alrededor del 90% de sus casi 50.000 butacas estuvieron vacías. Y es que la escasez de público en todos los campos fue sin duda la nota más negativa del campeonato: los datos oficiales sitúan a la cita turca como la peor edición mundialista sub’20 de todas las que cuentan con registros de asistencia (que son todas las disputadas salvo la primera, Túnez 1977), con una afluencia total de 302.000 espectadores (un millón menos que en Colombia 2011) y una media de sólo 5.821 por encuentro. Un gran fiasco en un país generalmente loco por el fútbol pero que en aquellas jornadas tenía otras preocupaciones más importantes que atender, como las protestas sociales contra el gobierno de Tayyip Erdogan que tenían en la Plaza Taksim de Estambul su foco principal. Unas protestas con graves disturbios puntuales que, en cualquier caso, no afectaron al normal desarrollo del campeonato, que se inició cuando los ánimos empezaban a enfriarse.

En esta ocasión, el grupo audiovisual Atresmedia ofreció por laSexta los partidos de España, así como otros de los más destacados a través de su canal Nitro (ya desaparecido). Además de la televisión en abierto, en Turquía también regresó a una Copa del Mundo sub’20 el arbitraje español: el navarro Alberto Undiano Mallenco acudió a su tercer mundial juvenil (ya había estado en Canadá 2007 y Egipto 2009), acompañado esta vez por los asistentes Raúl Cabañero Martínez y Roberto Díaz Pérez del Palomar. El trío español sólo dirigió el Nueva Zelanda-Uruguay de la fase de grupos y el Francia-Turquía de octavos de final, y en ambos partidos tuvo ocasión de poner a prueba la principal innovación que la FIFA quiso testar en tierras otomanas: el spray evanescente para marcar la distancia de las barreras. Una simple pero eficaz solución que no tardó en hacerse oficial en el fútbol adulto.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de Turquía 2013, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de Turquía 2013, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

La Copa del Mundo sub’20 de Turquía 2013 comenzó para España el 21 de junio, lo que obligó a Julen Lopetegui a perderse las celebraciones por el título europeo sub’21 logrado el día 18 en Jerusalén, pues tuvo que embarcarse de inmediato hacia Estambul para poder dirigir al menos un par de entrenamientos antes del debut. El atareado técnico español confió la titularidad en la portería a Dani Sotres, colocó a Bernat en el lateral zurdo (puesto al que todavía se estaba adaptando), mantuvo en el centro del campo al trío que tan buen rendimiento había dado en el Europeo sub’19 del verano anterior, formado por Campaña, Saúl y Óliver Torres, y encargó las labores ofensivas a Deulofeu, Jesé y Suso, cuya constante movilidad fue un quebradero de cabeza para la defensa estadounidense, adelantada hasta límites casi suicidas. El equipo que dirigía el exjugador del Betis Tab Ramos, plagado de futbolistas de origen hispano, salió dispuesto a presionar a España muy arriba, pero eso implicaba dejar unos espacios atrás que la velocidad de Jesé y Deulofeu no tardó en explotar: a los cinco minutos, el del Barça llegó a un balón larguísimo por banda derecha, levantó la cabeza y se lo puso al madridista, que entraba por el segundo palo y remató a la red con una suave volea llena de calidad. A partir de ahí, Estados Unidos pasó a controlar la posesión y España, bastante cómoda, lo fio casi todo al contragolpe. Aunque los estadounidenses también rondaron con cierto peligro la meta de Sotres, las ocasiones más claras eran para los atacantes españoles, que pudieron ampliar la ventaja antes de la media hora pero fallaron en el último remate.

Parecía claro que España rompería el partido en cualquier momento y lo hizo al borde del descanso: en el minuto 42, Deulofeu recogió una bola suelta cerca de la esquina izquierda del área, se fue de un defensor y mandó un precioso disparo con efecto al palo largo, imposible para Cropper; dos minutos después, el lateral derecho Manquillo apareció como una flecha por su banda y, tras sentar a su par con un recorte, cedió para que Jesé batiera por bajo al meta del Southampton. Con el partido sentenciado, en los primeros minutos de la reanudación España se adueñó del balón y trató de bajar el ritmo, aunque con la vista siempre puesta en los desmarques de Jesé y Deulofeu. Así, al cuarto de hora, un excelente pase de Campaña dejó al barcelonista completamente solo frente a la salida desesperada de Cropper, al que burló sin problemas para marcar a puerta vacía. El choque estaba ya completamente decidido y sólo un bellísimo zurdazo a la escuadra del centrocampista estadounidense Luis Gil rompió la plácida monotonía de esa última media hora. España sumaba con mucha autoridad sus tres primeros puntos y mejoraba el marcador de Francia, que en el primer partido había vencido a Ghana por 3-1.

21/06/2013

Primera jornada del Grupo A.

EE.UU.

(1)

Cropper; Yedlin, Stanko, Torre, Ocegueda; Trapp, Joya, Luis Gil, García (-56, Cuevas), Villarreal (-72, Mikey López); Hernández (-46, Rodríguez).

ESPAÑA

(4)

Sotres; Manquillo, Puerto, Derik (-74, Llorente), Bernat; Campaña (-70, Rubén García), Saúl Ñíguez, Óliver Torres; Deulofeu, Suso, Jesé (-76, Paco Alcácer).

Goles

0-1 Jesé (ESP, min. 5); 0-2 Deulofeu (ESP, min. 42); 0-3 Jesé (ESP, min. 44); 0-4 Deulofeu (ESP, min. 61); 1-4 Luis Gil (USA, min. 77).

Árbitro

Bakary Gassama (GAM).

Tarjetas

Manquillo (ESP, min. 20); Puerto (ESP, min. 52); Villarreal (USA, min. 64); Joya (USA, min. 75); Ocegueda (USA, min. 87); Mikey López (USA, min. 90+2).

Estadio

Ali Sami Yen Arena (Estambul). 4.133 espectadores.

Presuponiendo tal vez que, al contrario que Estados Unidos, Ghana entregaría el balón y se metería atrás para buscar las contras, Julen Lopetegui prescindió de Campaña en el once para retrasar a Suso y dar entrada a Denis Suárez, con la idea de que el mediapunta vigués aportara su imaginación en campo rival. La cosa no pudo salir mejor: tras un inicio igualado, a los trece minutos Denis se escapó por la izquierda, dribló a su defensor y le puso un balón de gol a Jesé, cuyo desmarque a la espalda de los centrales ghaneses le permitió rematar sin oposición para subir el 1-0 al marcador. Pero el gol no le sentó bien a España, que, aunque había planteado el partido para tener la posesión, al verse por delante prefirió volver al guión del primer día. Ghana no tocaba con la claridad de ideas de Estados Unidos y el contraataque hispano se antojaba arma suficiente como para cerrar el duelo en cualquier momento; sin embargo, al cabo de media hora de juego Sotres había tenido que intervenir más que su colega ghanés, España no generaba excesivo peligro a la contra y, en general, los africanos parecían ganar confianza a cada minuto.

El partido estaba en un punto peligroso y, tras el paso por vestuarios, el técnico español no tardó demasiado en retirar a Jesé para dar entrada a Campaña y reorganizar la parcela central. Justo entonces Ghana disfrutó de dos clarísimas ocasiones, pero enseguida España pasó por fin a controlar más el balón y, tocando con seguridad, los de Lopetegui dejaron que el reloj fuera avanzando sin buscar más opciones ofensivas que el pase largo hacia la carrera de un desacertado Deulofeu. Ante una selección ghanesa extrañamente apática en los últimos minutos, España supo manejar el partido e incluso dispuso de un par de oportunidades que los recién incorporados Jairo y Rubén García no supieron materializar. Con esa victoria por la mínima, la selección española alcanzaba su primer objetivo, que no era otro que certificar su clasificación para octavos antes de enfrentarse a Francia.

24/06/2013

Segunda jornada del Grupo A.

ESPAÑA

(1)

Sotres; Manquillo, Puerto, Derik, Bernat; Saúl Ñíguez, Suso, Óliver Torres; Deulofeu (-74, Jairo), Denis Suárez (-87, Rubén García), Jesé (-54, Campaña).

GHANA

(0)

Antwi; Nketiah, Attamah, Lartey, Baba; Duncan, Acheampong, Salifu, Aboagye (-74, Assifuah); Narh (-68, Odjer), Boakye.

Goles

1-0 Jesé (ESP, min. 13).

Árbitro

Benjamin Williams (AUS).

Tarjetas

Attamah (GHA, min. 78); Boakye (GHA, min. 81).

Estadio

Ali Sami Yen Arena (Estambul). 4.120 espectadores.

España afrontó el tercer partido con la tranquilidad de saber que un empate le bastaba para acabar liderando el grupo, de modo que Lopetegui introdujo varios cambios para reservar a los apercibidos y dar minutos a jugadores como Gayà, Paco Alcácer o Rubén García. Francia, que no podía contar con su estrella Paul Pogba por sanción, sumaba cuatro puntos y estaba ya virtualmente clasificada al menos como tercera, así que salió a esperar a España con el objetivo de cazar una contra que le diera el primer puesto. Pero, casi por primera vez en el torneo, España se mostró capaz de mover el balón con serenidad y criterio y, tras una primera intervención salvadora de Sotres ante Thauvin, las ocasiones no tardaron en llegar. La superioridad hispana se concretó en el minuto veintitrés, en una preciosa acción de Jesé por la derecha que Paco Alcácer culminó con un zurdazo que tocó en un defensa y se volvió inalcanzable para el meta francés. Con Óliver Torres a los mandos, el equipo español siguió dominando el partido casi a placer, aunque sin llegar a la puerta contraria prácticamente hasta el borde del descanso, cuando Jesé entró caracoleando por la izquierda y largó un disparo raso que Areola desvió a la cepa del poste.

Presionando más arriba y mostrándose mucho más incisiva con balón, en los primeros minutos del segundo tiempo Francia rondó con peligro la portería de Dani Sotres, pero entonces el central Kurt Zouma no fue capaz de cortar un pase largo y Jesé, entrando ahora por el carril central, aprovechó el regalo para batir con pasmosa tranquilidad a Areola. El cuarto gol del grancanario en tres partidos relajó a España, que decidió bajar una marcha al encuentro y esperar acontecimientos. Como en el otro partido Ghana iba venciendo a Estados Unidos, Francia acabaría en segunda posición tanto si empataba como si perdía, así que tampoco hizo mucho por buscar la igualada, aunque Kondogbia y Sabaly, en dos acciones aisladas, estrellaron sendos disparos en los palos que pudieron cambiar el rumbo del encuentro. Llegados al descuento, una buena combinación entre el entonces sevillista Geoffrey Kondogbia y Yaya Sanogo permitió a Vion recortar distancias, pero ya no hubo tiempo para más.

27/06/2013

Tercera jornada del Grupo A.

ESPAÑA

(2)

Sotres; Castro, Llorente, Derik, Gayà; Campaña (-46, Suso), Saúl Ñíguez, Óliver Torres; Jesé (-89, Aketxe), Paco Alcácer, Rubén García (-77, Denis Suárez).

FRANCIA

(1)

Areola; Foulquier, Zouma, Umtiti, Digne; Lemina (-73, Sabaly), Kondogbia, Veretout, Ngando (-60, Bosetti); Sanogo, Thauvin (-78, Vion).

Goles

1-0 Paco Alcácer (ESP, min. 23); 2-0 Jesé (ESP, min. 56); 2-1 Vion (FRA, min. 90+1).

Árbitro

Jonas Eriksson (SUE).

Tarjetas

Lemina (FRA, min. 28); Umtiti (FRA, min. 81); Suso (ESP, min. 90+2).

Estadio

Ali Sami Yen Arena (Estambul). 7.511 espectadores.

La selección española fue la única que completó la fase de grupos con pleno de victorias. Otros equipos con buen rendimiento fueron Portugal, Colombia y Croacia, aunque era difícil considerarlos como únicos favoritos porque había también otras selecciones con peores resultados pero con potencial para estar arriba, como Francia, Chile, Uruguay o México. La mayor sorpresa la dio Irak, que lideró su grupo con 7 puntos después de empatar 2-2 con Inglaterra y vencer por 2-1 a Egipto y a Chile, mostrando un juego poco ordenado pero acompañado de un infinito espíritu de lucha. Todo lo contrario que la selección inglesa, que, pese a poder contar esta vez con su equipo de gala, liderado por Ross Barkley y Harry Kane, no fue capaz de superar la primera criba, dejando de nuevo una pobre impresión. Como anécdota curiosa de la primera fase, Grecia y Paraguay empataron a todo en cabeza del grupo D y un sorteo determinó que los europeos pasaran en primera posición.

Nuevamente el camino de España se presentaba lleno de complicaciones: el primer rival en las eliminatorias sería la selección mexicana, en cuartos de final esperaba el vencedor del Nigeria-Uruguay y en el horizonte de semifinales se dibujaba un hipotético cruce con Colombia, otro de los gallitos del torneo. México había llegado a Turquía como una de las principales favoritas al título (un tercio de sus convocados habían sido campeones del mundo sub’17 en 2011), pero dos derrotas en los dos primeros partidos ante Grecia y Paraguay le obligaron a golear a Mali para pasar a octavos de final como una de las mejores terceras de grupo. Así que el 2 de julio los norteamericanos saltaron al Ali Sami Yen dispuestos a borrar de la memoria su decepcionante actuación hasta entonces, y vaya si se notó: apenas se habían jugado cien segundos de partido cuando López envió un centro lejano y muy pasado desde la derecha que, con muy poco ángulo, Arturo González enganchó maravillosamente de volea en el segundo palo para batir a Sotres.

Con el marcador a favor, México cedió la posesión a una España que, con la principal novedad de Paco Alcácer en la punta de ataque, nunca pareció capaz de superar la organizadísima defensa rival. Jesé y Deulofeu se pegaron a las bandas para buscar opciones de peligro, pero faltaban los espacios de otras tardes y las ayudas defensivas de los mexicanos se encargaban de todo lo demás. De hecho, España no creó ninguna ocasión clara en toda la primera parte y México estuvo a punto de ampliar la diferencia al filo de la media hora, primero con un zurdazo al larguero de Espericueta y luego, después de un grave error español en la salida del balón, con un disparo franco de Corona que detuvo el meta cántabro. España necesitaba arriesgar más si no quería volverse a casa y Julen Lopetegui sólo esperó cinco minutos de la segunda parte para retirar a un central, Puerto, y meter a Suso. La entrada del jugador del Liverpool le dio vivacidad al juego español, pero México se reorganizó pronto y empezó a buscar el segundo gol, que estuvo a punto de llegar en una ocasión del bullicioso Jesús Corona que Sotres desbarató con maestría.

Quedaban menos de veinte minutos y a España parecían agotársele las ideas; entonces, como tantas veces ocurre en el fútbol, una acción a balón parado rescató a los de Lopetegui: Denis Suárez, que había entrado por Deulofeu, peinó en el primer palo un córner botado por Suso y Derik entró completamente solo por el segundo para poner el empate en el marcador. El gol le cambió la cara a España, que pasó a dominar con claridad y a gozar de buenas oportunidades, especialmente en las botas de Paco Alcácer y de Denis Suárez, que envió un remate al palo. Pero, cuando la prórroga se antojaba ya inevitable, llegó la aparición de Jesé Rodríguez: el madridista, desactivado por la defensa rival durante todo el encuentro, condujo hacia la frontal del área buscándose un hueco para el disparo y su forzado derechazo tocó en un central, despistando al guardameta Richard Sánchez y colándose irremisiblemente en la portería. Era el primer minuto del tiempo añadido y, con la entrada de Llorente para recomponer la defensa, España no tuvo problemas para aguantar la última embestida mexicana y sellar su pase a cuartos de final.

02/07/2013

Octavos de final.

ESPAÑA

(2)

Sotres; Manquillo, Puerto (-51, Suso), Derik, Bernat; Campaña, Saúl Ñíguez, Óliver Torres; Deulofeu (-68, Denis Suárez), Paco Alcácer (-90+2, Llorente), Jesé.

MÉXICO

(1)

Sánchez; Abella, Fuentes (-90+2, Morales), Marín, Hernández; Van Rankin, Espericueta, González (-83, Luna), López (-61, Zamorano); Bueno, Corona.

Goles

0-1 González (MEX, min. 2); 1-1 Derik (ESP, min. 74); 2-1 Jesé (ESP, min. 90+1).

Árbitro

Alireza Faghani (IRN).

Tarjetas

Van Rankin (MEX, min. 53); Saúl Ñíguez (ESP, min. 62).

Estadio

Ali Sami Yen Arena (Estambul). 7.211 espectadores.

Los octavos de final depararon alguna que otro resultado llamativo. Por ejemplo, Irak sorprendió a Paraguay y, tras un vibrante partido, aprovechó la expulsión de Tony Sanabria para llevarse la victoria en la prórroga por 1-0. También fue noticia la eliminación de Colombia a manos surcoreanas: por detrás en el marcador desde el primer cuarto de hora, los sudamericanos lograron empatar en el minuto 94 y dominaron la prórroga, pero no marcaron más goles y en los penaltis los asiáticos se impusieron por 8-7. Grecia, subcampeona de Europa, vio cómo Uzbekistán se aprovechaba de una expulsión en la segunda parte para romper el empate y conseguir un 3-1 final que clasificaba por primera vez a los uzbecos para cuartos de final de un Mundial sub’20. Y, en otro partido con desenlace inesperado, Ghana remontó en los últimos diez minutos un 1-2 de Portugal para llevarse el duelo por 3-2. El resto de enfrentamientos se resolvieron, más o menos, según lo previsto: Francia apabulló 4-1 a la anfitriona, Chile se impuso por 2-0 a Croacia y Uruguay venció a Nigeria por un ajustado 2-1, gracias a un gol de penalti de Nico López en el minuto 84. Los uruguayos, con ocho jugadores subcampeones mundiales sub’17 en 2011, viajarían a Bursa para enfrentarse a España en la siguiente ronda.

Mostrando muchos problemas para llevar el peso del partido, la celeste había sufrido para eliminar a una Nigeria que jugó con un hombre menos desde la primera mitad, así que no fue ninguna sorpresa que España se adueñara del esférico desde el pitido inicial. Tras un par de cabezazos charrúas que llevaron algo de peligro a la meta de Sotres, España estuvo a punto de adelantarse a los veinte minutos con una genialidad de Deulofeu, cuyo intento de gol olímpico se topó con el portero De Amores y el larguero. El partido estaba abierto, con acercamientos constantes para ambos equipos, aunque a todos les faltaba una pizca de acierto en el último toque. Jesé y, sobre todo, Deulofeu y Manquillo tuvieron buenas oportunidades, pero no acertaron en sus remates; mientras tanto, los sudamericanos cargaban la mayoría de sus ataques por banda izquierda, donde Laxalt y Nico López se unían para agobiar a Manquillo.

La segunda mitad arrancó por los mismos derroteros, con oportunidades más claras para España y aproximaciones inquietantes de Uruguay, que aprovechaba las pérdidas españolas en la parcela central para lanzar a sus delanteros. Sin embargo, el paso de los minutos fue cargando de tensión y responsabilidad a los jugadores, sabedores de que, tal y como estaba el partido, un gol podría resultar decisivo. Uruguay se echó atrás y Lopetegui decidió reactivar al equipo introduciendo a Paco Alcácer y retrasando a Suso al centro del campo. El cambio movió a un desaparecido Jesé a la zona izquierda, y el canario enseguida rondó el gol en un remate que se le escapó fuera tras un nuevo centro de Manquillo. El seleccionador uruguayo reaccionó introduciendo al delantero Diego Rolán, pero la proximidad del minuto noventa frenó los ataques de ambos bandos. La última ocasión, en el descuento, fue para Uruguay, con un cabezazo de espaldas de Rolán que Sotres logró sacar cuando ya se colaba, volando hasta aterrizar junto al poste. Por desgracia, el portero español se rompió la nariz al caer y tuvo que ser sustituido por Rubén Yáñez para el tiempo extra.

En la prórroga, España siguió fiel a su idea de tocar y tocar, pero no era capaz de abrir la defensa rival que comandaba el hoy atlético José María Giménez. Por el contrario, en uno de sus escasos ataques, Uruguay forzó un córner que De Arrascaeta botó magistralmente y que Felipe Avenatti, el jugador más salto del Mundial con su 1’96, cabeceó sin oposición en el primer palo, batiendo a Yáñez y provocando el delirio en una grada que se decantaba claramente por el lado celeste. Era el minuto 103 y a partir de ahí el reloj voló. Aturdida por el golpe, España sólo creó peligro a base de centros lejanos y jugadas a balón parado. En una de ellas llegó la ocasión más clara, en un cabezazo que Israel Puerto, con todo a favor, quiso colocar demasiado y terminó enviando fuera. Otro remate de Derik que tampoco encontró portería y un par de disparos lejanos de Suso fueron las últimas balas desperdiciadas por el equipo español antes de despedirse de la Copa del Mundo sub’20 de Turquía 2013.

06/07/2013

Cuartos de final.

URUGUAY

(1)

De Amores; Guillermo Varela (-109, Velázquez), Giménez, Silva, Rodríguez; País, Cristóforo (-98, Avenatti), Acevedo (-78, Rolán); Laxalt, De Arrascaeta, Nico López.

ESPAÑA

(0)

Sotres (-91, Yáñez); Manquillo, Puerto, Derik, Bernat; Campaña (-68, Paco Alcácer), Saúl Ñíguez, Óliver Torres; Suso, Jesé, Deulofeu (-87, Denis Suárez).

Goles

1-0 Avenatti (URU, min. 103).

Árbitro

Roberto García Orozco (MEX).

Tarjetas

Saúl Ñíguez (ESP, min. 89); Giménez (URU, min. 115).

Estadio

Atatürk Stadium (Bursa). 7.035 espectadores.

Por cuarta vez en las últimas cinco ediciones, España se iba de un Mundial sub’20 en cuartos de final. Quizás la nota más destacada de la actuación en Turquía fue que, a diferencia de lo que venía siendo habitual en todas las selecciones españolas, este equipo parecía tener serios problemas para dominar los partidos desde la posesión: a pesar de que en las eliminatorias tuvo el balón más del 65% del tiempo, apenas supo crear ocasiones desde el juego; de hecho, sus momentos más brillantes en el torneo llegaron al contragolpe, algo lógico teniendo en cuenta las características de sus jugadores más decisivos, Jesé y Deulofeu. El bajón en el rendimiento de ambos con el paso de los partidos (cada vez estuvieron mejor defendidos) y una constante sensación de vulnerabilidad atrás, con muchas pérdidas en la salida del balón, terminaron lastrando a un grupo de mucha calidad pero demasiado tierno todavía como para competir por el título mundial.

En el resto de eliminatorias de cuartos de final, Francia siguió con su paso firme goleando por 4-0 a Uzbekistán; Ghana doblegó a Chile por 4-3 en un vibrante partido que llegó a la prórroga con 2-2 y que los africanos terminaron llevándose con un gol de Assifuah cumplido ya el minuto 120; mientras que Irak escribió una nueva página en su heroica historia al vencer a la República de Corea en la tanda de penaltis por 5-4, después de otra prórroga no apta para cardiacos (Irak hizo el 3-2 en el minuto 118 y Corea empató en el 122). Los iraquíes se tomaban así la revancha de la final continental del año anterior, en la que habían caído ante los surcoreanos desde los once metros. Con su carismático portero Mohammed Hameed, la tremenda influencia en el juego (y a balón parado) del lateral izquierdo Alí Adnan y el admirable espíritu de equipo que transmitía en todos sus partidos, Irak se había convertido en el protegido de los aficionados neutrales, pero su cuento de hadas acabó en semifinales y de una forma bastante cruel: Uruguay empató en el minuto 87 el gol inicial de Adnan y, tras una emocionante prórroga, los sudamericanos lograron el triunfo por 7-6 en la tanda de penaltis. Por su parte, Francia se deshizo con muchas dificultades de Ghana por 2-1, con un doblete de Florian Thauvin, y se clasificó para su primera final mundialista sub’20. En el partido por el tercer puesto, los africanos no tendrían problemas para derrotar por 3-0 a Irak.

La final, disputada el 13 de julio de 2013 en un Ali Sami Yen de Estambul que presentó menos de media entrada, no dejó mucho fútbol. Franceses y uruguayos jugaron con cautela, evitando el fallo, y ambos consiguieron su propósito. El 0-0 no se movió en las dos horas de partido y finalmente fue la selección francesa la que consiguió la victoria en la tanda de penaltis por 4-1, gracias al acierto del guardameta Alphonse Areola (cedido esta temporada al Villarreal por el PSG), que detuvo dos lanzamientos. En la que era sólo su cuarta participación en un Mundial sub’20, Francia se hacía con el único título masculino que le faltaba a su federación.

En cuanto a los galardones individuales, Paul Pogba fue elegido Balón de Oro, posiblemente más por la fama que ya entonces tenía el poderoso centrocampista francés que por sus actuaciones durante el torneo, que fueron buenas pero no espectaculares. En cualquier caso, tampoco hubo ningún jugador que destacara claramente por encima del resto. El atacante uruguayo Nico López (que esta temporada milita en el Granada) recibió el Balón de Plata y el centrocampista ghanés de 18 años Clifford Aboagye (que también pertenece al club nazarí) el de Bronce. Ebenezer Assifuah, delantero de Ghana que ahora juega en el Sion suizo, se llevó la Bota de Oro con seis goles; por detrás de él, tanto el portugués Bruma (hoy en la Real Sociedad) como Jesé Rodríguez anotaron cinco tantos: el luso consiguió la Bota de Plata por haber dado dos asistencias, una más que el grancanario, que se tuvo que conformar con la Bota de Bronce. Y quizás por aquello de que el ganador del premio se decide antes de la final, el Guante de Oro al mejor portero fue para el uruguayo Guillermo De Amores.

España recibió el premio al Fair Play por su actuación en Turquía, escaso consuelo para un equipo que, sin saberlo, iba a cerrar temporalmente la participación española en los mundiales sub’20 y, por ello, esta larga serie de artículos. Dirigida ya por Luis De la Fuente, la sub’19 llegó a las semifinales del Europeo en aquel mismo verano de 2013, pero la generación del año siguiente cayó en Vigo ante Alemania en la Ronda Élite del Campeonato de Europa de 2014 y se quedó fuera tanto de la fase final como de la Copa del Mundo sub’20 de Nueva Zelanda 2015. Así que España ha faltado a un mundial juvenil por primera vez desde Argentina 2001, rompiendo una racha de seis presencias consecutivas (récord para la selección española) que, esperemos, sólo haya sufrido una interrupción aislada. Los recientes éxitos de la selección absoluta no se explican por las buenas actuaciones en torneos sub’20, pero parece evidente que codearse con las mejores canteras de Europa y competir a buen nivel en las citas mundiales implica que los pocos juveniles que lleguen arriba estarán entre los mejores del planeta de su respectiva generación; y que eso siga ocurriendo temporada tras temporada sólo puede ser una buena señal para el futuro. Después del título europeo sub’19 logrado este verano en Grecia, toca seguir trabajando para que la próxima generación pueda estar presente en la Copa del Mundo sub’20 de Corea del Sur 2017.

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Fuentes consultadas:

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

http://blogs.as.com/siempre_cantera/

http://recuerdosdenigeria.blogspot.com.es

http://www.marcadorint.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios As, El Mundo Deportivo, El País, Marca.




Domènec “Mingu” Balmanya: 1956-1958. Segunda parte

Balmanya201La temporada 56-57 terminó en Can Barça con un magnífico sabor de boca para los socios y aficionados del club blaugrana, debido a la brillante conquista de la Copa del Generalísimo y la «Pequeña Copa del Mundo» de Caracas. Cundía por fin el optimismo, después de varios años de «vacas flacas», y la inminente inauguración del nuevo campo, el magnífico estadio cuya construcción se estaba ya finalizando a marchas forzadas en los límites del término municipal de Barcelona con el de Hospitalet de Llobregat, junto a la Travesera de Les Corts, no hacía sino aumentar esa agradable sensación. Volvía el Barça Triomfant

Para encarar, pues,  una temporada que se presagiaba victoriosa, Domènec Balmanya va a contar con los siguientes efectivos: Ramallets, Estrems, Olivella, Brugué, Biosca, Gracia, Segarra, Gensana, Vergés, Flotats, Bosch, Basora, Hermes González, Villaverde, Ribelles, Kubala, Evaristo, Eulogio Martínez, Luís Suárez, Sampedro, Coll y Tejada. Eran baja algunos nombres cargados de historia como Seguer o Manchón. Pero sin duda el gran acontecimiento de la campaña, posibles títulos aparte, lo va a constituir la culminación de la gran obra que tenía ilusionado a todo el barcelonismo. el nuevo campo. Pero no adelantemos acontecimientos…

PRIMERA RONDA

El calendario había dictaminado que en la primera jornada, a disputar el día 15 de septiembre de 1957, abrieran el fuego los dos equipos que habían cerrado la Liga anterior, Barcelona y Sevilla, aunque ahora en el nuevo feudo blaugrana, pero debido al compromiso sevillista en la Copa de Europa, el partido se va a aplazar hasta el 10 de octubre, de modo que el estreno del campeonato 57-58 se producirá el 22 de septiembre en «Mestalla», frente a un Valencia reforzado por los brasileños Walter y Machado, un encuentro en el que los catalanes fueron mejores pero la contienda acabó en tablas, con sendos tantos del veterano Pasieguito y el recién llegado Evaristo. Balmanya presentó la siguiente alineación: Ramallets; Olivella, Brugué, Segarra; Vergés, Gensana; Basora, Villaverde, Eulogio Martínez, Evaristo y Tejada. Llamaba la atención nuevamente la ausencia de Kubala, aun no recuperado del todo de una intervención quirúrgica para corregir una osteopatía dinámica del pubis, realizada el mes de julio anterior.

El día 24 de septiembre, festividad de la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona, va a tener lugar el brillante acto de inauguración del nuevo campo del «Club de Fútbol Barcelona» (como se le llamaba oficialmente durante la práctica totalidad del régimen franquista), que al no poseer tampoco un nombre concreto – no lo tendrá  hasta 1965, cuando se le bautice con la aséptica denominación de «Estadio del Club de Fútbol Barcelona» -, muy pronto va a ser conocido a nivel popular como el «Camp Nou», y así se le sigue llamando hoy, aunque ya haya cumplido los 58 años de existencia. Ese día, que amaneció despejado y radiante en Barcelona, se van a celebrar diversos actos y solemnidades, folclóricas y religiosas, pero el plato fuerte lo constituirá un encuentro internacional amistoso entre el primer equipo del Barça y una selección de Varsovia, con el morbo que siempre proporcionaba en aquellos años el enfrentarse a un conjunto de «tras el Telón de Acero», ya que los contactos deportivos eran prácticamente inexistentes, aunque el arranque de las competiciones internacionales del Viejo Continente (Copa de Europa y Copa de Ferias, y más tarde la Recopa) irá haciéndolos más habituales a lo largo de los años 60.

El partido, iniciado a las cinco de la tarde y que concluirá con el triunfo de los azulgranas por 4 goles a 2, va a tener también su pequeña anécdota. No es que se amañase el resultado, pero al parecer – según declaraciones posteriores del propio Balmanya – se llegó a un acuerdo con los polacos, a través del intermediario que los había contratado, su compatriota Jules Ukrainczyk, para que el primer gol del nuevo campo fuese marcado por un jugador barcelonista, a lo que los eslavos van a acceder, a cambio de una pequeña compensación económica. Fue el paraguayo Eulogio Martinez quien abrió el marcador del nuevo estadio, y lo celebrará lanzándose al interior de la red que acababa de batir en señal de alegría. Los tantos restantes serían obra de Tejada, Sampedro y Evaristo, y este fue el equipo que presentó el cuadro catalán en tan señalada fecha: Ramallets; Olivella ( Gracia ), Brugué, Segarra; Vergés ( Flotats ), Gensana ( Bosch ); Basora ( Hermes González ), Villaverde ( Sampedro ), Eulogio Martínez ( Ribelles ), Kubala ( Evaristo ) y Tejada. Como dato curioso, señalar que  Ladislao Kubala, seguramente el gran responsable de haber dejado pequeño al viejo «Les Corts», obligando a la construcción de un recinto moderno y de mayor capacidad,  a punto estuvo de no poder ser alineado, al no hallarse del todo recuperado de su operación.

Y en la tercera jornada (que para el Barça era en realidad la segunda), los de Balmanya van a conseguir un resultado espectacular a domicilio, al superar en el «Insular» a una Union Deportiva Las Palmas diezmada por una seria epidemia de gripe con un insultante 0 a 7, obra de Basora y Villaverde (dos cada uno), Evaristo, Tejada y Martínez. En la cuarta, todavía con un partido menos, se estrena el flamante «Camp Nou» en partido oficial – 6 de octubre – y el Jaén se lleva seis golitos (6 a 1), marcados por Tejada y Martínez, ambos por partida doble, Villaverde y Kubala – que por fin reaparecía en partido de competición  – . Por fin, el día 10 de octubre, se va a disputar el encuentro aplazado de la primera jornada, en el que el Barça se deshará sin demasiados apuros de un Sevilla que no era el de la temporada anterior ni muchísimo menos. 3 a 0, con goles de Tejada, en dos ocasiones, y Villaverde, y la anécdota para la historia de recibir la primera visita de Franco en el coliseo barcelonista.

Al finalizar esta jornada, la clasificación va a quedar de la siguiente manera: líderes el Real Madrid y el Barcelona con 7 puntos, tercero el Español con 6, y a continuación un grupito formado por Athletic de Bilbao, Atlético de Madrid, Osasuna, Celta y Jaén con 5. Y en la fecha siguiente duelo por todo lo alto, porque se enfrentarían Madrid y Barça en el «Bernabéu», los dos grandes favoritos para la consecución del título.

Balmanya va a encarar el choque con ciertas precauciones, alineando a Flotats como teórico extremo derecho, con el «7» a la espalda, aunque asignándole su clásica misión de «secante» de Alfredo Di Stefano. A las órdenes del colegiado aragonés señor Rey Martínez, ambos equipos presentaron las siguientes formaciones: por el Real Madrid, Domínguez; Atienza, Santamaría, Lesmes; Santistéban, Zárraga; Kopa, Marsal, Di Stefano, Rial y Gento, y por el Barcelona, Ramallets; Olivella, Brugué, Segarra; Verges, Gensana; Flotats, Villaverde, Eulogio Martínez, Evaristo y Kubala. Fueron muy superiores los «merengues», que vencieron a los azulgranas por 3 goles a 0, marcados por Kopa, Rial y Di Stefano, e incluso se hicieron merecedores a un resultado más abultado. El Madrid se afianzaba en el liderato, dejaba al Barça a dos puntos, y le tomaba una importante ventaja en el tanteador particular de ambos equipos.

La sexta jornada lo dejó todo como estaba. El Barça venció con muchos apuros a la siempre difícil Real Sociedad, merced a un solitario gol de Segarra, mientras que los blancos triunfaban en Jaén por 0 a 2. Osasuna era sorprendente tercero, empatado con el Barça a dos puntos del líder, y por detrás empezaba a enseñar las uñas el Atlético de Madrid, esta temporada dirigido por Daucik. Y precisamente fueron los rojiblancos madrileños los mayores beneficiados al finalizar la siguiente jornada, la séptima, pues el Barça cayó en Gijón, derrotado por un Sporting «matagigantes» (3 a 2, con tantos de Evaristo y Tejada ), el Madrid no pudo pasar de un empate a cero en Las Palmas, y el Osasuna dobló la rodilla en Vigo. Eran líderes los de Bernabéu (12 puntos), seguidos por Atlético de Madrid y Español con diez, mientras que el Barça caía a la cuarta plaza, con 9.

En la octava fecha  los de Balmanya ascendieron un puesto en la clasificación gracias a su clara victoria sobre un Athletic en horas bajas (3 a 0, con dos goles de Kubala y otro de Evaristo). El Madrid se deshacía apuradamente, igual que le había ocurrido al Barça poco antes, de una correosa Real Sociedad, y Atlético de Madrid y Osasuna hacían tablas en «San Juán». El Barça se mantenía a tres puntos del Real Madrid. Pero va a reducir la ventaja de los blancos a uno solo siete días más tarde, porque mientras que los azulgranas vencen en «Zorrilla» al Valladolid por 1 a 2 (ambos obra de Eulogio Martínez), el Madrid cae también en «El Molinón» ante de Sporting gijonés, contundentemente derrotado por 3 a 0. Ahora el Barça es segundo, a un único punto del Real Madrid, y empatado con Atlético y Español.

Concluye el primer tercio del campeonato con la décima jornada. Se mantienen las mínimas distancias entre madridistas y culés, pero van a aflojar «colchoneros» y «periquitos». El Real Madrid aplasta a un desconocido Athletic de Bilbao por 6 a 0, la tarde del maravilloso gol de Marsal a Carmelo, mientras que el Barça solventa el primer verbi barcelonés jugado en el «Camp Nou» al derrotar al Español por 3 a 1 en un gran partido, con tantos de Evaristo, Tejada y Kubala.  El Atlético de Madrid, por su parte, tan sólo pudo sacar un empate en su visita a un Sevilla que se debatía sorprendentemente en los últimos lugares de la tabla. Los números del Barça no son nada malos: 7 victorias, 1 empate y 2 derrotas (una de ellas en el dificilísimo desplazamiento al «Bernabéu»), con 26 goles a favor y 11 en contra, para un total de 15 puntos, un ritmo que de mantenerse podría valerle el título.

Simultáneamente con la Liga, el Barça va a retornar a una Copa de Ferias donde no había jugado desde aquella primera eliminatoria contra la Selección de Copenhague en la temporada 55-56. El 23 de octubre de 1957 se enfrenta al Birmingham City en la ciudad británica, donde cae derrotado por 4 a 3, marcando los tantos azulgranas Tejada, Evaristo y Eulogio Martínez. El 13 de noviembre los ingleses rinden visita al flamante «Camp Nou», y el Barça se impone gracias a un solitario gol de Kubala. Es necesario, pues, acudir a un tercer partido de desempate, que se celebra el 26 de noviembre en la localidad suiza de Basilea – un lugar que luego volvería a cruzarse en la historia barcelonista -, y allí los pupilos de Balmanya derrotan a los británicos por 2 a 1, con dianas de Evaristo y Kubala.

Sin embargo, el segundo tercio liguero no puede comenzar peor para los intereses catalanes. El Celta, uno de los equipos revelación de la temporada, les va a derrotar en Vigo por un contundente 4 a 0, en un partido donde los celestes marcaron férreamente a las estrellas visitantes, y consiguieron sus goles en fulgurantes contraataques. Por su parte, el Real Madrid vencía en «Zorrilla» al Valladolid con un solitario gol de Di Stefano, y el Atlético de Madrid hacía tablas en el «Metropolitano» frente a un Valencia en posición de colista, que casi durante un par de meses se vio obligado a jugar todos sus partidos como visitante, en campo contrario, puesto que su terreno de juego de «Mestalla» había quedado provisionalmente inservible debido a la gran riada del Turia del 14 de octubre,  que devastó la ciudad,  ocasionando numerosas víctimas mortales y enormes pérdidas materiales (luego le tocaría disputar una serie consecutiva de choques en campo propio, remontando posiciones hasta terminar finalmente cuarto)

La jornada duodécima tampoco fue muy favorable para el Barça, pues en ella su desventaja respecto al Real Madrid va a aumentar a cuatro puntos. El visitante de turno del «Camp Nou», el Atlético de Madrid, se va a llevar un punto tras un bronco partido que merecieron ganar los «colchoneros»  y que finalizó con empate a dos. Kubala hizo los dos goles azulgranas, uno de ellos al trasformar un penalti, y Luís Suárez fue expulsado. Los blancos, con 20 puntos,  se distanciaban de sus dos perseguidores, Barça y Atlético, que se quedaban con 16. No obstante, esa considerable ventaja se va a ver aminorada a a semana siguiente, cuando el Real Madrid  caiga también en Vigo (2-1), el Atlético venza con facilidad al Jaén en el «Metropolitano» (4 a 1), y el Barcelona puntúe en Zaragoza (1-1, con gol de Bosch) Los blancos son líderes, con dos puntos de ventaja sobre sus rivales ciudadanos, y tres sobre Barça y Celta, que estaba despachando una magnífica primera vuelta.

La fecha número 14 del campeonato va a ser beneficiosa para los intereses azulgranas, puesto que Real Madrid y Atlético se dejarán un punto cada uno al empatar a cero en el «Bernabéu» en un partido que levantó una gran expectación. Como el Barça derrota sin complicaciones a Osasuna en el «Camp Nou» (3 a 0, con goles de Tejada, 2, y Eulogio Martínez) y el Celta no pasa tampoco de la igualada en su visita a «Atocha», las posiciones en cabeza van a quedar de la siguiente manera: líder el Real Madrid con 21 puntos, segundo y tercero Atlético de Madrid y Barcelona con 19, y cuarto el Celta con 18.

Finaliza la primera ronda el domingo 29 de diciembre de 1957, dejando las cosas absolutamente igualadas, como si todos los partidos anteriores no hubieran servido de nada. El Real Madrid cae en Zaragoza en un mal encuentro de los «merengues» (3 a 1), mientras que el Barça apabulla a domicilio al Granada en «Los Cármenes» (0 a 4, obra de Martínez, Kubala, Tejada y Basora), y el Atlético por su parte se deshace de la Real Sociedad, tan defensiva como siempre, en el «Metropolitano», por un ajustado 2 a 0. El Celta se descuelga al perder sorprendentemente ante el Sporting de Gijón en «Balaídos». Triple empate en cabeza, a 21 puntos, con celtiñas y españolistas tres puntos abajo.

Balmanya202SEGUNDA RONDA

Se inicia la segunda vuelta de la competición con un cambio de líder. El Barcelona, triunfador en Sevilla por 1 a 2, desplaza a un Real Madrid que vuelve a tropezar en su salida, esta vez en «San Juan» ante Osasuna, que le vence por 1 a 0, aunque el Atlético mantiene el tipo, eso sí, con muchos apuros, derrotando en su feudo madrileño a un animoso Sporting por 3 goles a 2. El Barça realizó un gran partido en un «Nervión» que pronto sería jubilado. Arza por los locales y Tejada marcaron en el primer tiempo, y Kubala consiguió el gol de la victoria culé en la reanudación. Fue expulsado el paraguayo Hermes González, un jugador que no va a tener ninguna suerte en su paso por el club azulgrana. Barça  – líder por mejor cociente general – y Atlético de Madrid encabezaban la tabla, y les sigue el Real Madrid a dos puntos.

Inmediatamente después de las fiestas navideñas van a celebrarse elecciones presidenciales en el Barça. Tan sólo se presentan dos candidatos, el presidente en ejercicio, Francesc Miró-Sans, y el ex-directivo Antoni Palés, un industrial del ramo de la panadería al que Miró había destituido a causa de sus críticas a la política económica y al presidencialismo que a su juicio mostraba el máximo mandatario blaugrana. Los comicios tienen lugar el día 7 de enero de 1958, y Miró-Sans, beneficiado por el «efecto Camp Nou»,  bate fácilmente a su adversario por 158 votos a 55 (tan sólo tenían derecho al sufragio los socios compromisarios; ya se habían acabado las alegrías de las anteriores y atípicas elecciones de 1953…)

La jornada 17 va a traer otro cambio de líder. El Barça es incapaz de derrotar a un Valencia en pleno proceso de  recuperación en el «Camp Nou». Kubala inauguró el marcador, pero el brasileño Machado empató para los levantinos. El Madrid derrota fácilmente al Granada por 4 a 0 en el «Bernabéu», pero el gran triunfador del domingo fue el Atlético de Madrid, que se impuso en el siempre complicado «San Mamés» al Athletic por 1 a 2, encaramándose así a la cabeza de la clasificación.  El Barça era segundo, a un punto, y el Madrid tercero, a dos, con el Celta ya descolgado, cuarto a cinco del líder.

El gran derrotado de la jornada 18 va a ser el Real Madrid, batido por el colista Sevilla en «Nervión» (3 a 2), mientras que los «colchoneros» aplastaban a un flojísimo Valladolid en el «Metropolitano», 7 a 0, y el Barça pasaba más apuros de los previstos para imponerse a una Unión Deportiva Las Palmas que causó una buena impresión en el «Camp Nou», aunque finalmente sucumbiría por 2 a 0, marcados por Kubala y Evaristo. Atlético y Barcelona, primero y segundo respectivamente,  mantenían sus posiciones, con sólo un punto de diferencia, pero el Madrid se alejaba a cuatro de los rojiblancos, que parecían haber vuelto por sus antiguos fueros..

Sin embargo las distancias se van a acortar de nuevo en la jornada siguiente, la decimonovena, demostrando que se estaba disputando un campeonato muy igualado. Caen los dos primeros, y el gran beneficiado va a ser el tercero en discordia, el Real Madrid. El Atlético es goleado en «Sarriá» por el Español, 4 a 1, con un hat-trick del argentino Coll, un resultado demasiado amplio pero no del todo imprevisible, mientras que el Barça volvía de vacío de su visita a uno de los conjuntos que pugnaban por no perder la categoría, el Jaén, que derrotó a los catalanes por un mínimo pero suficiente 1 a 0, tras un pésimo partido azulgrana.

Al domingo siguiente, 2 de febrero de1958, se va a disputar el primer Barça-Real Madrid en el «Camp Nou», y los madridistas se convertirán en los primeros en llevarse los dos puntos del nuevo coliseo barcelonista. Los blancos despacharán un partido perfecto,  imponiéndose con todo merecimiento a los locales gracias a los tantos de Marsal y Rial. Arbitró el señor Ortiz de Mendíbil, del colegio vizcaíno, y estas fueron las alineaciones que presentaron ambos equipos: por los azulgranas, Ramallets; Segarra, Brugué, Gracia; Bosch, Gensana; Evaristo, Kubala, Martínez, Suárez y Tejada, y por los «merengues», Alonso; Marquitos, Santamaría, Lesmes; Santistéban, Zárraga; Kopa, Marsal, Di Stefano, Rial y Gento. El Atlético de Madrid, vencedor por un apretado 2 a 1 sobre el Celta en la capital, continuaba como líder, con el Real Madrid a dos puntos y los blaugranas ahora en tercera posición, a tres. No había sido un buen segundo tercio de Liga para los de Balmanya, con menos puntuación y menor producción  goleadora que en el tercio inicial.

La tercera y  última parte de la competición se inicia con la jornada 21, que va a presenciar un nuevo cambio en la cabeza. Ahora será el Atlético de Madrid el principal damnificado, al perder claramente en Las Palmas por 3 a 0. El Real Madrid, el nuevo líder, venció sin grandes problemas al Jaén en el «Bernabéu» (3 a 0), y el Barça logró  un magnífico resultado en el siempre difícil campo de «Atocha», al derrotar a la Real por 1 a 2 en un encuentro muy competido, con goles de Hermes González y Tejada, y una gran actuación de Kubala. Los blancos encabezaban la clasificación con 29 puntos, los mismos que el Atlético de Madrid, con el Barça tercero a un punto de ambos. La emoción estaba servida.

La jornada 22 dejó las cosas tal como estaban, ya que los tres primeros clasificados resolvieron sus compromisos con victoria. Muy ajustada la del Real Madrid ante Las Palmas, 2 a 1 en el «Bernabéu», con dos goles de Gento, amplia la del Atlético en «La Romareda» (0 a 3), y rutinaria la del Barça sobre el Sporting de Gijón en el «Camp Nou», un partido marcado por la niebla y que no pasaría a la historia. Vergés, Tejada y Kubala hicieron los tres tantos azulgranas.

Llegamos así a la jornada vigesimotercera, donde de nuevo va a producirse un cambio de líder, desbancando el Atlético al Real Madrid.  Los blancos no pueden pasar del empate en «Atocha» (2-2), y los rojiblancos aprovechan la visita de Osasuna al «Metropolitano» para adelantarles, al vencer a los navarros por 4 a 1, El Barça tenía un desplazamiento muy difícil a «San Mamés», y va a volverse de vacío, y con un fuerte correctivo, pues los «leones» le derrotarán por 4 a 1  en un gran partido que decantarían a su favor en el segundo tiempo. Arteche hizo tres de los goles rojiblancos, y Tejada consiguió el que a la postre sería el del honor para los azulgranas, que con este resultado quedaban a tres y a dos puntos de Atlético y Real respectivamente.

Abramos un paréntesis para reseñar que el 5 de marzo de 1958 se disputa en la capital del Reino Unido el partido de ida de la final de la primera edición de la Copa de Ferias, entre la Selección de Londres y el Barcelona. Esta fue la formación que puso en liza Balmanya, vistiendo los colores y en representación de la Ciudad Condal: Estrems; Olivella, Gensana, Gracia; Vergés, Ribelles; Basora, Villaverde, Martínez, Evaristo y Tejada. El partido terminó con un magnífico resultado de cara a la vuelta, empate a dos, siendo los autores de los tantos catalanes Martínez y Tejada.

Siete días más tarde del último partido liguero, y como ya venía siendo habitual, va a producirse un nuevo cambio de líder. El Atlético sólo puede traerse un punto de su visita a «Los Cármenes» (2 a 2), mientras que el Real Madrid se impone con claridad al Sporting en el «Bernabeu» (4-0). Y como quiera que el Barça aplasta en la Ciudad Condal al colista Valladolid por 7 a 1, con goles  de Evaristo (3), Kubala (2), Ribelles y Villaverde, se coloca a dos puntos de los equipos madrileños, conservando aun  algunas aspiraciones.

Aspiraciones que van a sufrir un duro frenazo, prácticamente ya definitivo, en la siguiente jornada, la vigesimoquinta, al perder en «Sarriá» frente al Español por 2 a 1. Merecido triunfo blanquiazul, aunque el tanto de la victoria lo marcó Olivella en propia puerta. Evaristo hizo el gol del Barça. El Atlético de Madrid, por su parte, también se dejó un punto en su feudo ante el Sevilla, mientras que el Real Madrid asaltaba y conquistaba una plaza tan difícil como «la Catedral», derrotando a domicilio al Athletic por 0 a 2, con goles de Rial y Marsal, en un partido donde su superioridad fue manifiesta. Así quedaba la clasificación: Real Madrid con 36 puntos, Atlético con 35, y Barça ya descolgado con 32. El título parecía cosa de los dos grandes rivales madrileños.

Y se va a decantar a favor de los blancos en e transcurso de la siguiente jornada donde el Real Madrid vence con más problemas de los previstos al colista Valladolid, que convirtió un claro 5-0 en un  mucho más decoroso 5-3, en un partido en el cual Di Stefano y el blanquivioleta Badenes anotaron sendos hat-tricks. La derrota del Atlético en «Mestalla» (2-0), parecía dejar expedito el paso hacia el triunfo final para los madridistas, que ya aventajaban a los «colchoneros» en tres puntos, a falta de tan sólo ocho por disputar, aunque los del «Bernabéu» tendrían aun que visitar el «Metropolitano» en la penúltima jornada. La triste victoria del Barça sobre el Celta en  el «Camp Nou», merced a un solitario gol de Gensana, parecía ya del todo intrascendente.

La jornada 27 va a dejar las cosas igual en lo tocante a los dos primeros clasificados, pero sentenciará ya definitivamente la suerte de un Barça que veía incluso peligrar un subcampeonato que podía valerle para disputar la Copa de Europa si el Real Madrid revalidaba de nuevo su título. Los blancos vencieron en «Sarriá» (2 a 4, con tres goles de Marsal), y los azulgranas cayeron precisamente ante el Atlético en la capital, en un partido que las crónicas de la época describen como entretenido y muy disputado, y en el que Tejada hizo el gol catalán. Y el domingo siguiente, pese a golear al Zaragoza (5 a 1: tres de Evaristo, más Ribelles y Tejada), será el último partido de Balmanya como entrenador azulgrana, mientras que los dos rivales de la capital solventaban sus compromisos con sendas victorias y proseguían su pugna, que finalmente – y tal como se preveía – iba a decantarse a favor del Real Madrid, que cantará el «alirón» precisamente en el feudo de su eterno rival, al empatar a uno en el encuentro decisivo. El Barça finalizará de nuevo como tercer clasificado, y aunque el Madrid conquistó la III Copa de Europa, sería el Atlético quien obtuviese plaza para el torneo continental

Según declaración del propio Helenio Herrera en su libro de memorias titulado «Yo», los directivos barcelonistas ya le habían contactado en el mes de febrero, pero él les dio largas porque todavía se debía a su club,  el  Belenenses lisboeta. Sin embargo, para finales de abril va a aceptar  trasladarse a Barcelona y hacerse cargo del equipo inmediatamente, aun cuando  faltaban todavía varios partidos para concluir la temporada, concretamente dos jornadas de Liga, el choque de vuelta de la final de la Copa de Ferias, y la Copa del Generalísimo. «El Mundo Deportivo» publica en su edición de 23 de abril de 1958 una nota facilitada por el «delegado de prensa del C. de F. Barcelona», uno de cuyos puntos dice lo siguiente: «aceptar la dimisión presentada de su cargo de don Domingo Balmanya, agradeciéndole los servicios prestados y sus reiteradas pruebas de afecto y vinculación a nuestro club». La retórica habitual y políticamente correcta, por supuesto, que en eso muy poco ha cambiado el fútbol…

Herrera había llegado a la Ciudad Condal por vía aérea en la tarde del viernes 18 de abril, hospedándose en un céntrico y lujoso hotel. Firma su contrato, que le unía al Barça para las dos siguientes temporadas, y el domingo presenciaría el Barcelona-Zaragoza, para ver en acción a sus nuevos pupilos, y especialmente al brasileño Evaristo, al que no conocía. su fichaje va a costarle al Barça nada menos que 1.200.000 pesetas de la época, compensando económicamente a Os Belenenses, y también a su anterior club en España, el Sevilla, con el que el técnico hispanoargentino todavía estaba bajo contrato, aunque suspendido por la Federación durante dos años (obstáculo que también la junta presidida por Miró-Sans consiguió orillar… )

Balmanya no va a asistir a la toma de posesión de Herrera (según propia confesión, se le recomendó que no acudiera, de modo que no pudo despedirse oficialmente de los jugadores, ni ceder el testigo a su sucesor). En sus declaraciones a «El Mundo Deportivo» (en la edición del 23 de abril de 1958 ), indicó que se iba satisfecho y con la cabeza alta. Añadió que consideraba muy complejas las causas de los males del Barça, que según su criterio afectaban a junta directiva, socios, público, jugadores, técnicos e inclusive a la prensa. También pensaba que todavía no se había «digerido» el nuevo estadio. Leyendo entre líneas era evidente su disgusto con alguno o algunos de los componentes de la directiva. Una directiva que en un principio, cuando comenzaron a surgir rumores acerca del relevo en el  banquillo, desmintió el fichaje de Helenio Herrera y reiteró públicamente su confianza en el entrenador gerundense, unas palabras que – como ya sabemos por larga experiencia – son casi siempre la antesala de un cese anunciado.

El balance de Domènec Balmanya como entrenador del Barça puede resumirse de la siguiente forma: había dirigido al equipo en 69 partidos oficiales, logrando 39 victorias (un 56,52 % del total), 13 empates y 17 derrotas, marcando los azulgranas a sus órdenes  174 goles y encajando 87. En su haber figuraban un título de Copa (1957), una «Pequeña Copa del Mundo» (1957), dos terceros puestos en la Liga, y la clasificación para la final de la primera edición de la Copa de Ferias, cuyo encuentro de ida se disputó mientras ocupaba aun el banquillo, lográndose un resultado que dejaba en franquía la consecución del torneo. Puede decirse, por lo tanto, que su experiencia había sido más positiva que la de sus dos inmediatos predecesores en el cargo, Sandro Puppo y Franz Platko, que habían dejado su palmarés barcelonista en blanco, aunque el gerundense había contado con dos temporadas de confianza en lugar de una sola, pero con un equipo en formación que explotaría muy poco después con Helenio Herrera en el banquillo, superando por dos veces en el Torneo de la Regularidad al Real Madrid de las 5 Copas de Europa.

CERCA DE MEDIO SIGLO MÁS DE FÚTBOL

Balmanya había nacido en una provincia fronteriza, y en algunos momentos su vida va a transcurrir a caballo entre España y Francia. Esto sucede nuevamente, sin ir más lejos, una vez que se desvincule del Barça. Volverá a Sete, la ciudad occitana donde actuó como futbolista durante parte de nuestra Guerra Civil, en esta ocasión  para dirigir al equipo local un par de temporadas. Dos años más tarde, en 1960, regresa a España, haciéndose cargo del Valencia, al cual en su segunda campaña, la 61-62, lleva hasta la final de la Copa de Ferias, que acabarían por conquistar los «ches» a principios de la siguiente campaña, precisamente frente al Barça (6 -2 y 1 a 1), tras haber sido aplazado el choque decisivo a consecuencia de la disputa del Campeonato Mundial en Chile, aunque quien se sentaría entonces en el banquillo levantino sería el técnico argentino Alejandro Scopelli.

Durante el curso 62-63 realizará las funciones de secretario técnico en el RCD. Español, que ese año actuaba en Segunda División, aunque va a conseguir el ascenso tras una reñida promoción contra el Mallorca. Viajero incansable, en la siguiente temporada, 63-64, le encontramos en Sevilla, al frente del Betis. Los verdiblancos contaban con un gran equipo (Pepín, Grau, Ríos, Colo, Martínez, Bosch, Lasa, Ansola, Luís, Molina, los jóvenes Rogelio y Quino…), y van a ser la gran revelación del torneo, clasificándose en tercer lugar tras Real Madrid y Barcelona. No seguirá sin embargo en «Heliópolis», aunque tampoco saldrá de Andalucía. El Málaga se beneficia de su magisterio, y cuajará también una gran campaña, al final de la cual ascenderá a la División de Honor tras superar en la promoción al Levante. En aquel equipo figuran futbolistas de la talla de Américo, Montero, Pepe Arias, el marroquí  Ben Barek, el internacional Chuzo, Benítez, Aragón, el veterano Pepillo, el malogrado Pedro Berruezo, el vasco Otiñano o el mítico Manolo Velázquez, cedido por el Real Madrid.

Pero tal vez el mayor triunfo de toda su larga carrera como entrenador lo va a lograr en la temporada 65-66. Bajo su batuta, y en el último año del viejo «Metropolitano», el Atlético de Madrid  se proclamará brillante campeón de Liga, un título que no conseguía desde el ya lejano 1951, por delante del Real Madrid «Ye-yé» y el Barça. Allí se reencontró con sus viejos conocidos Colo y Luís Aragonés (el otro jugador fichado del Betis, el infortunado Miguel Martínez, permanecía en estado de coma en un hospital, víctima de una cruel e implacable enfermedad), y con un ramillete de excelentes futbolistas: Madinabeitia, Rivilla, Griffa, Calleja, Glaría, Ufarte, Jones, Cardona, Mendonça, Adelardo o Collar.

Ha llegado a la cumbre, y los máximos rectores de nuestro fútbol deciden ofrecerle la dirección del combinado nacional, que acababa de ofrecer un muy discreto rendimiento en el Campeonato del Mundo de 1966, en Inglaterra, donde cayó en la primera fase, con derrotas ante Argentina y la RFA, y un triunfo por la mínima frente a la débil Suiza. Balmanya va a estar al timón de la selección  hasta mayo de 1968. Su objetivo será clasificar a España para la fase final de la Eurocopa que se disputa en la primavera del 68, y tratar de revalidar el título conquistado brillantemente ante la URSS en Madrid, cuatro años antes.

Debuta en el banquillo del combinado nacional el 23 de octubre de 1966, en Dublín ante la República de Irlanda (0-0). Va a dar la alternativa a una nueva generación de destacados futbolistas (Osorio, Sáez, Canós, Tonono, Rifé, Gárate, Grosso, Vavá, Marcial, Velázquez, José María…), pero no logrará su propósito, pues los entonces campeones del mundo, Inglaterra, se cruzan en el camino de los nuestros y les eliminan, impidiéndoles optar a mayores cotas. Balmanya dirigirá a la Selección Española en un total de 11 ocasiones, obteniendo un balance de cuatro victorias, tres empates y cuatro derrotas (tres de ellas infligidas por Inglaterra). Le va a sustituir en el cargo el doctor Eduardo Toba, que también fracasará en el objetivo de clasificar a nuestro equipo nacional para una cita aun más importante, el Campeonato del Mundo de 1970, que se celebraría en México.

En ese punto de su carrera, Balmanya acepta una jugosa oferta del presidente del Barcelona, Narcís de Carreras, para convertirse en  secretario técnico del club azulgrana, con Salvador Artigas de entrenador. Durante su gestión el Barça realizó dos fichajes «de campanillas»: el ariete del Real Zaragoza Bustillo, y el centrocampista del RCD. Español Marcial, ambos internacionales. Cesará en su cargo al dimitir Carreras y toda su Junta Directiva, a causa de los malos resultados del equipo. Con la temporada 70-71 ya comenzada, es contratado para tratar de enderezar el rumbo de un Real Zaragoza donde aun sobrevivían los últimos «magníficos», Santos y Villa, y que amenazaba con irse a pique. Pero no lo va a conseguir, será destituido después de ocupar su banquillo durante doce partidos, y el equipo maño, tras quince años ininterrumpidos en la máxima categoría, ganando títulos nacionales e internacionales, se irá irremisiblemente al pozo de la Segunda División.

En 1972, y después de tomarse un año sabático, Balmanya se comprometerá de nuevo con un conjunto de Segunda, el Cádiz, que deseaba fervientemente cambiar de categoría. No lo logrará en  sus dos temporadas de estancia en la Tacita de Plata, pero va a poner las bases de un equipo que pocos años más tarde dará por fin el gran salto. De aquel cuadro amarillo a sus órdenes va a salir  un fenomenal jugador, Migueli, al que seguramente «Mingu» recomendó encarecidamente a su querido Barça. Pondrá punto final a su carrera como técnico – al igual que ya había hecho como jugador – en el Sant Andreu barcelonés, donde va a ser relevado precisamente por su antiguo compañero César Rodríguez en la temporada 75-76, logrando el Pelucas salvar del descenso al equipo cuatribarrado.

Pero una despedida tan poco airosa no puede hacer borrar su dilatado currículo como técnico y profesor de la Escuela Nacional de Entrenadores. Y esa sabiduría, atesorada a lo largo  de muchas décadas de dedicación al fútbol, la continuará derramando a través de las ondas de la radio en calidad de comentarista, casi siempre al lado del entonces popularísimo José María García. Toda una vida consagrada por entero al deporte-rey, y que se apagará definitivamente el 14 de febrero de 2002, en la Ciudad Condal, al fallecer víctima de un infarto con 87 años de edad, encontrándose todavía en plena lucidez.  A título póstumo se le concedió la Medalla de Plata al Mérito Deportivo, que venía a unirse a otras muchas distinciones a las que se había hecho acreedor por su buen hacer profesional

NOTA. Para la elaboración de este artículo se han manejado las siguientes obras:

HISTORIA DEL CAMPEONATO NACIONAL DE LIGA. Enrique y Nicolás Fuentes. EFSA. Ibérico Europea de ediciones. 1970

YO. MEMORIAS DE HELENIO HERRERA. Editorial Planeta 1962

CRÓNICAS DEL BARÇA. Antoni Closa. El Observador de la actualidad. 1991

Revista BARÇA

Diario EL MUNDO DEPORTIVO




España en los mundiales sub’20: Egipto 2009

Tras la eliminación en la Copa del Mundo sub’20 de Canadá 2007, casi todo fueron buenas noticias para la selección española en sus distintas categorías masculinas. Apenas dos semanas después de aquella decepcionante derrota en los penaltis ante la República Checa, la sub’19 se alzaba en Austria con un nuevo Campeonato de Europa juvenil, al ganar a Grecia en la final con jugadores de la talla de Sergio Asenjo, César Azpilicueta, Javi Martínez, Dani Parejo o Aarón Ñíguez. Un mes más tarde, la sub’17 alcanzaba un brillante (a la par que amargo) subcampeonato mundial en Corea del Sur, con David De Gea, Ignacio Camacho y Bojan Krkic, entre otros, como principales referentes de un equipo que en la final cayó frente a Nigeria en la tanda de penaltis. Y a mediados de octubre, tras un año francamente difícil tanto en lo deportivo como en lo mediático, Luis Aragonés dio por fin con la tecla y, un poco por convencimiento y un poco obligado por las circunstancias, presentó en Dinamarca el embrión del equipo que estaba a punto de escribir las páginas más gloriosas de la historia del balompié nacional.

Entre medias, la RFEF incorporó a Fernando Hierro como director deportivo para, entre otras cosas, conducir el relevo generacional que debía acometerse en el organigrama técnico de la federación: Iñaki Sáez ya había comunicado su decisión de jubilarse al acabar la temporada, al cumplir los 65 años, mientras que Juan Santisteban finalizaba su contrato precisamente en junio de 2008, a los 72 años de edad, y había dudas sobre la conveniencia de su continuidad. Además, sobre la mesa de Hierro estaba también la renovación de Luis Aragonés más allá de la Eurocopa de Austria y Suiza, asunto bastante complejo a comienzos de 2008 porque el “Sabio de Hortaleza” había declarado públicamente que no quería seguir al frente de la absoluta pero, al mismo tiempo, parecía esperar una propuesta federativa para continuar en el cargo. Ese incómodo tira y afloja con Luis se mantendría hasta la misma víspera de la final de Viena e incluso tendría su epílogo durante las celebraciones por el título, aunque para entonces ya se sabía que el seleccionador abandonaría su cargo.

Pero regresemos a los juveniles. Entre el 18 y el 23 de octubre de 2007 la nueva selección sub’19 disputó en Alcoy (Alicante), Alzira y Alginet (Valencia) la primera ronda clasificatoria para la fase final del Campeonato de Europa de 2008, donde se pondrían en juego las plazas continentales para el Mundial sub’20 de 2009. España inició ese cuadrangular derrotando a Albania por 2-0, pero luego un inesperado 0-0 ante Liechtenstein complicó las cosas a los de Ginés Meléndez. Por suerte para España, Serbia también tropezó ese día ante Albania y el 1-1 obtenido ante los serbios en la tercera jornada fue suficiente para pasar a la siguiente ronda. Ya en 2008, tras ganar la Copa del Atlántico en Gran Canaria (superando a Canarias, Ucrania y Francia) y derrotar a Portugal en un amistoso en Ceuta, la selección española viajó a finales de mayo a Armenia para disputar una Ronda Élite que superó sin demasiadas complicaciones, pues venció 3-1 a Ucrania, 3-0 a Turquía y 4-2 a los anfitriones. El equipo, formado en buena medida por una combinación de campeones europeos sub’19 y sub’17 del año anterior, se mostró muy superior a sus rivales y se plantó en la fase final de la República Checa dispuesto a conseguir el tercer título consecutivo para España.

Sin embargo, en el mes de julio todo fue distinto. Después de dos años sin conocer la derrota, la selección española sub’19 cayó ante Alemania por 1-2 en el debut en el torneo, y luego los nervios y la falta de acierto en ataque contribuyeron a que Hungría también ganara a los de Meléndez por 0-1. Sin opciones ya de luchar por el campeonato, en la tercera jornada España fue capaz al menos de golear a Bulgaria (4-0) para conseguir el último billete para el Mundial del año siguiente. Con España, viajarían a la Copa del Mundo sub’20 de Egipto 2009 la nueva campeona de Europa, Alemania, además de Italia, República Checa, Hungría e Inglaterra.

Aquel verano de 2008, marcado por la victoria en la Eurocopa absoluta, comenzó una nueva era para las selecciones inferiores, en cuyo staff técnico sólo continuó Ginés Meléndez. Aparte de la confirmación del secreto a voces que era la llegada de Vicente del Bosque al banquillo de la absoluta, durante esos meses se produjeron más incorporaciones a la RFEF: Juan Ramón López Caro se hacía con el puesto de Iñaki Sáez en la sub’21, que por primera vez en ocho años parecía tener encarrilada su clasificación para la Eurocopa de la categoría, Luis Milla llegaba para encargarse de las selecciones sub’19 y sub’20 (relegando a Meléndez a la sub’17) y Aitor Karanka se ocuparía de los “benjamines” de la sub’16. Se confirmaba así el adiós de Juan Santisteban, que tras veinte años en la Federación se despidió de su querida sub’17 con un nuevo título continental, el segundo consecutivo y el sexto en su brillante carrera (séptimo si incluimos el sub’19 que había ganado en 2007). La del sevillano es una figura poco reivindicada pero imprescindible para entender el crecimiento de las selecciones inferiores españolas durante esas dos décadas.

Como evidenciarían también sus contrataciones posteriores, para reemplazar la veteranía de Sáez o Santisteban Fernando Hierro apostaba por jóvenes exfutbolistas de escasa (o nula) experiencia en los banquillos pero con una gran preparación teórica adquirida en la Escuela Nacional de Entrenadores, dirigida precisamente por Ginés Meléndez. Sólo rompía el molde López Caro, con una buena trayectoria en divisiones inferiores y con experiencia (no muy destacada, eso sí) en el primer nivel en equipos como Real Madrid, Levante y Celta, aunque en su caso se buscaba un perfil más habituado al trato con jóvenes promesas para esa difícil etapa intermedia entre el fútbol base y la élite que es la categoría sub’21. Pero los nuevos seleccionadores no empezaron con demasiado buen pie: aunque en 2009 todos consiguieron llevar a sus equipos a la fase final de sus respectivos Campeonatos de Europa, ninguno logró pasar a semifinales, dejando además una pobre impresión (salvo quizás la sub’17 de Meléndez, a la que simplemente le faltó acierto y, aunque empató sin goles sus tres partidos, logró al menos clasificarse para su Mundial). Ante semejante panorama, la Copa del Mundo sub’20 se presentaba como una importante prueba para el nuevo modelo y sus responsables.

Con la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 en el horizonte, la FIFA había redoblado su apuesta por el continente africano al conceder la organización de los mundiales sub’20 y sub’17 del año 2009 a Egipto y Nigeria, respectivamente. Pero la confianza depositada en esos países obligaba también a realizar algunos cambios sobre los planteamientos habituales y así, en mayo de 2008, al tiempo que designaba a Colombia como sede del Mundial sub’20 de 2011, la FIFA confirmó que la edición de 2009 tendría que celebrarse a finales de septiembre y no en junio o julio como venía siendo norma para evitar roces con los clubes. El sofocante calor del verano egipcio obligaba a realizar un cambio de fechas que, como se temía, impidió a varias selecciones contar con algunos de sus mejores jugadores.

España no fue ajena a esos problemas. Olvidados ya los dos amistosos disputados en Las Rozas en el mes de abril precisamente contra Egipto (saldados con una victoria por 2-0 para cada bando), durante el verano de 2009 fue creciendo entre los aficionados el interés por saber cómo resolvería la RFEF el conflicto generado por las fechas del Mundial sub’20. Se especulaba con concesiones federativas como las realizadas en 2003 para no convocar a jugadores que ya estuvieran asentados en Primera división, y era especialmente entendible el caso del Atlético de Madrid, que contaba en su primera plantilla con Sergio Asenjo y David De Gea, los dos mejores guardametas españoles en edad sub’20. Al mismo tiempo, surgía el eterno e irresoluble debate sobre la conveniencia de que esos jóvenes futbolistas que ya empezaban a hacerse un hueco entre los mayores se perdieran alrededor de un mes de competición para jugar otro torneo contra chicos de su edad. En esa discusión salía a menudo el nombre de Bojan Krkic, precoz delantero del F.C. Barcelona y referente en las categorías inferiores españolas, que de la sub’17 había dado el salto directamente a la sub’21 (con una polémica y accidentada parada en la absoluta) y que, tras una temporada en la que no había progresado como se esperaba, veía cómo el Mundial sub’20 podría suponer un trampolín para su carrera pero también un nuevo obstáculo para afianzarse en un equipo, el dirigido entonces por Pep Guardiola, que venía de lograr un histórico triplete.

Finalmente, pese a las quejas más o menos soterradas de los clubes, el 10 de septiembre de 2009 se publicó una lista de convocados en la que, salvo De Gea, aparecían los mejores jugadores disponibles, con Bojan Krkic, Sergio Asenjo (titular en ese momento en el Atlético) y el capitán César Azpilicueta a la cabeza. El equipo nacional juvenil quedó concentrado en Las Rozas el lunes 14; sin embargo, el destino es caprichoso y las pruebas médicas obligaron a la RFEF a descartar ese mismo día a Bojan, aquejado de una lesión muscular sufrida en el primer partido de Liga, y a llamar en su lugar al murcianista Kike. La ausencia del ariete del Barça desató una fea tormenta mediática en la que se puso en duda el diagnóstico y el tratamiento de los doctores y se acusó a la Federación de plegarse a las presiones del F.C. Barcelona, mezclando la dolencia del chaval de Linyola con sus problemas para acudir con la absoluta durante el año anterior y con el militante independentismo catalán del entonces presidente culé Joan Laporta.

Mientras se discutía enconadamente el compromiso del jugador y su club con la selección española, el equipo de Milla sufrió un nuevo revés con la lesión durante los entrenamientos de Joselu Sanmartín, el delantero del Celta que se perfilaba como principal referencia ofensiva de España tras la baja de Bojan. Como el barcelonista, Joselu podría estar recuperado para los partidos de la fase eliminatoria, pero los técnicos prefirieron llamar a un sustituto que pudiera ayudar al equipo desde el principio y así fue como se incorporó al grupo el gallego Iago Falque, otro subcampeón mundial sub’17 que había sido habitual en la sub’19 y que ese año militaba en el Bari cedido por la Juventus. Durante esa agitada concentración de una semana España venció por 1-0 a Honduras en un amistoso al que faltaron Asenjo, Domínguez y Jordi Alba, que fueron liberados unos días para que pudieran jugar los compromisos europeos de sus respectivos clubes. Una vez reunida de nuevo, la selección española voló hacia El Cairo (vía Luxor) el lunes 21 con Luis Milla como seleccionador, López Caro como ayudante y estos futbolistas:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

Sergio ASENJO Andrés 28/06/1989 Atlético de Madrid

2

DF

César AZPILICUETA Tanco 28/08/1989 Osasuna

3

DF

JOSÉ ÁNGEL Valdés Díaz 05/09/1989 Sporting de Gijón

4

DF

Álvaro DOMÍNGUEZ Soto 15/05/1989 Atlético de Madrid

5

DF

Alberto Tomás BOTÍA Rabasco 27/01/1989 Sporting de Gijón

6

MC

MARCOS GULLÓN Ferrera 20/02/1989 Villarreal CF

7

MC

AARÓN ÑÍGUEZ Esclápez 26/04/1989 Celta de Vigo

8

MC

ANDER HERRERA Agüera 14/08/1989 Real Zaragoza

9

DL

Enrique García Martínez, “KIKE” 25/11/1989 Real Murcia

10

MC

Daniel PAREJO Muñoz 16/04/1989 Getafe CF

11

MC

JORDI ALBA Ramos 21/03/1989 Valencia CF

12

DF

Andreu FONTÀS Prat 14/11/1989 FC Barcelona

13

P

Tomás MEJÍAS Osorio 30/01/1989 Real Madrid

14

DF

Víctor LAGUARDIA Cisneros 05/11/1989 Real Zaragoza

15

DF

DÍDAC VILÀ Rosselló 09/06/1989 RCD Espanyol

16

MC

Oriol ROMEU Vidal 24/09/1991 FC Barcelona

17

MC

Francisco Mérida Pérez, “FRAN MÉRIDA” 04/03/1990 Arsenal FC

18

DL

Óscar DE MARCOS Arana 14/04/1989 Athletic de Bilbao

19

DL

IAGO FALQUE Silva 04/01/1990 AS Bari

20

DL

Emilio NSUE López 30/09/1989 Real Sociedad

21

P

Diego MARIÑO Villar 09/05/1990 Villarreal CF

Cabe destacar que diez de los veintiún convocados habían estado a las órdenes del propio Milla en los Juegos Mediterráneos de Pescara 2009, disputados en el mes de julio y en los que España obtuvo la medalla de oro al derrotar en la final a Italia; de hecho, varios jugadores cogieron el tren del Mundial sub’20 gracias a ese torneo y a su buen inicio de temporada, pues no habían participado en la fase clasificatoria el año anterior. En total, hasta once jugadores habían debutado ya en Primera división (además de Fran Mérida en el Arsenal) y casi todos ellos parecían piezas importantes para sus equipos en ese comienzo de temporada. Por otra parte, sorprendía la presencia de Oriol Romeu, el benjamín del grupo, no por el llamamiento en sí (bastante razonable dado su nivel y la ausencia por lesión del colchonero Ignacio Camacho) sino porque había sido expulsado en el último partido del Europeo sub’19 de 2009 y no podría participar hasta la última jornada de la primera fase. Las bajas en ataque mermaban su potencial goleador, pero aun así se trataba de un equipo de un más que aceptable nivel, aunque luego la evolución de muchas de estas promesas no haya sido la esperada: a 20 de agosto de 2015 sólo Jordi Alba (35 partidos), César Azpilicueta (10) y Álvaro Domínguez (2) han conseguido debutar con la absoluta española, mientras que Emilio Nsue ha acabado representando a Guinea Ecuatorial.

En Egipto 2009 habría dos selecciones debutantes en una Copa del Mundo sub’20, Tahití y Venezuela, y ambas fueron a parar al grupo de España. Los oceánicos habían sorprendido a Nueva Zelanda en su clasificatorio continental y se convertían en la primera nación polinesia en disputar un mundial juvenil; por su parte, Venezuela había concluido el Sudamericano sub’20 (celebrado en su país) en cuarta posición, superando a Colombia y Argentina. Obviamente, la ausencia de la albiceleste era la gran noticia del campeonato: después de conquistar cinco de los siete mundiales anteriores, la nueva Argentina de Sergio Batista se quedaba fuera en la fase clasificatoria por primera vez desde 1987 (su ausencia en 1993 se debió a una sanción de la FIFA por la conducta antideportiva mostrada en Portugal 1991). También era destacable el regreso de Sudáfrica a un Mundial sub’20 (no se clasificaba desde 1997), así como la presencia de Trinidad y Tobago, que sólo había acudido anteriormente al de Portugal 1991 y en esta ocasión había dejado fuera a México, la otra víctima ilustre de unos clasificatorios cada vez más igualados en todos los continentes. El sorteo de la primera fase se había celebrado la noche del 5 de abril en el marco incomparable del milenario templo de Luxor, y definió estos grupos:

GRUPO A

(El Cairo, Alejandría)

GRUPO B

(El Cairo)

GRUPO C

(Suez, Ismailía)

GRUPO D

(Ismailía, Suez)

GRUPO E

(Port Said, Ismailía, Alejandría)

GRUPO F

(Alejandría, Port Said)

Egipto

Nigeria

EE.UU.

Ghana

Brasil

Hungría

Trinidad y Tobago

Venezuela

Alemania

Uzbekistán

Costa Rica

E.A.U.

Paraguay

España

Camerún

Inglaterra

Rep. Checa

Sudáfrica

Italia

Tahití

Rep. Corea

Uruguay

Australia

Honduras

La organización egipcia sólo programó partidos en cinco ciudades, todas ellas (salvo Suez) en el fértil y superpoblado delta del Nilo, usando dos estadios tanto en El Cairo como en Alejandría. Uno de los recintos de la capital, el estadio Al Salam, era de césped artificial, y precisamente en ese campo propiedad del ejército egipcio disputaría España sus tres duelos de la primera fase. A pesar de que el campeonato se celebró entre el 24 de septiembre y el 16 de octubre para evitar, como ha quedado dicho, el tórrido calor veraniego, las temperaturas rondaron (o superaron) los treinta grados en casi todos los encuentros. Los problemas con el caótico tráfico egipcio también fueron abundantes, aunque no pasaron del terreno de la anécdota y no tuvieron incidencia real en el desarrollo del torneo. En cuanto al público, los datos oficiales dicen que en Egipto 2009 se volvió a batir el récord de afluencia total a un Mundial sub’20 con casi 1’3 millones de espectadores, aunque las cifras de varias sedes parecen algo infladas y la selección local reunió a más de 65.000 personas en cada uno de sus partidos, factores que sin duda tiran hacia arriba de los números.

Debido a la coincidencia de fechas con las competiciones nacionales y europeas y al alto precio exigido por FIFA y sus intermediarios en un momento en el que la crisis empezaba a golpear duramente a todos los sectores (y tal vez también porque el inesperado éxito de la absoluta había disminuido el interés de los espectadores españoles por las categorías inferiores de la selección), en esta edición ninguna televisión generalista accedió a comprar los derechos de emisión del Mundial sub’20. Con el torneo ya en marcha, laSexta acabó comprometiéndose a retransmitir los partidos de eliminatorias que jugara España, pero sólo Eurosport ofreció el evento en su integridad para nuestro país. En cuando a la representación arbitral española, en Egipto 2009 volvió a correr a cargo de trío formado por el navarro Alberto Undiano Mallenco y sus asistentes Fermín Martínez Ibáñez y Juan Carlos Yuste Jiménez, que repetían presencia al estar en el grupo de colegiados preseleccionados por la FIFA para actuar en Sudáfrica 2010. En esta ocasión los españoles dirigieron dos partidos de la primera fase y una semifinal.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de Egipto 2009, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de Egipto 2009, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Nadie dudaba de que España tendría un plácido arranque en la Copa del Mundo sub’20 de Egipto 2009. La escasa información disponible dificultaba evaluar el nivel real del contrincante, pero no parecía que la selección tahitiana que dirigía el exguardameta internacional francés Lionel Charbonnier (y que, a modo de preparación para su histórico debut mundialista, disputaba la liga de su país como un equipo más) pudiera estar en condiciones de hacer frente a las promesas españolas. Por si acaso, Milla apostó por su once de gala y planteó el 4-3-3 que se había impuesto en la Federación desde el triunfo en la Eurocopa de 2008, con Gullón como mediocentro y Parejo y Fran Mérida como interiores; por delante, el zurdo Aarón Ñíguez partiría desde la derecha y Jordi Alba aportaría profundidad por la izquierda, quedando el puesto de delantero para Emilio Nsue. Y pronto quedó claro que la ilusión tahitiana no podría compensar sus grandes lagunas tácticas.

Tras una primera ocasión de Tahití, aprovechando un error de Asenjo en una salida, España se dedicó a mover el balón con rapidez y a aprovechar las facilidades de una defensa demasiado adelantada. A los diez minutos, Aarón Ñíguez recogió un rechazo del portero Hauata para marcar el primer gol, y tres minutos después el propio Aarón dobló la ventaja tras escaparse por velocidad y controlar un balón largo de Asenjo que se tragó la defensa. Nada más sacar de centro, Tahití perdió la bola y Aarón regaló el tercer gol a Nsue, que también hizo el cuarto pasada la media hora, después de haber marcado otro que fue anulado. Sin apretar el acelerador, sólo a base de buscar diagonales a la espalda de la defensa, España sumó un buen número de oportunidades más y dejó claro que Tahití sería sin mucha discusión el peor equipo del campeonato.

Así las cosas, los de Milla bajaron el pistón en la segunda parte. La entrada de Ander Herrera por un tocado y amonestado Aarón hizo que España dejara de buscar tan a menudo los desmarques de ruptura. El partido se transformó en un aburrido rondo y sólo en el último cuarto de hora volvieron a ocurrir cosas en torno a la meta tahitiana. Primero Fran Mérida largó un fuerte disparo desde fuera del área que se coló por el centro de la portería, y poco después Kike hizo el 6-0 al culminar una buena internada de Azpilicueta. A cinco minutos para el final el delantero murcianista realizó una gran jugada individual dentro del área que finalizó con calidad para subir el séptimo tanto al electrónico, y al borde del noventa Ander Herrera cerró la escandalosa goleada al aprovechar el enésimo pase largo que rompió la endeble línea de fuera de juego planteada por Tahití. El 8-0 se convertía en la mayor victoria española en un Mundial sub’20 y, tras la sorprendente derrota de Nigeria ante Venezuela en el otro partido del día, dejaba a España en una inmejorable posición para terminar liderando el grupo.

25/09/2009

Primera jornada del Grupo B.

ESPAÑA

(8)

Asenjo; Azpilicueta, Botía, Fontàs, José Ángel; Gullón, Parejo, Fran Mérida; Aarón (-46, Ander Herrera), Nsue (-66, Kike), Jordi Alba (-73, De Marcos).

TAHITÍ

(0)

Hauata; Faatiarau, Ludivion, Teriitau, Warren; Alvin Tehau, Bourebare (-83, Benson), Rochette (-55, Atani), Teaonui Tehau (-50, Kamoise), Lorenzo Tehau; Chong Hue.

Goles

1-0 Aarón (ESP, min. 11); 2-0 Aarón (ESP, min. 15); 3-0 Nsue (ESP, min. 17); 4-0 Nsue (ESP, min. 32); 5-0 Fran Mérida (ESP, min. 74); 6-0 Kike (ESP, min. 79); 7-0 Kike (ESP, min. 86); 8-0 Ander Herrera (ESP, min. 89).

Árbitro

Mohamed Benouza (ALG).

Tarjetas

Rochette (TAH, min. 25); Aarón (ESP, min. 45+1).

Estadio

Al Salam Stadium (El Cairo). 10.540 espectadores.

Milla prácticamente repitió alineación en la segunda jornada, con la única novedad del central Laguardia por Fontàs, en lo que se preveía que iba a ser la gran prueba de fuego para calibrar las verdaderas aspiraciones españolas en este Mundial. El partido se jugó a las cuatro de la tarde y con más de treinta grados de temperatura, y lo cierto es que las sensaciones que dejó España no fueron demasiado buenas, puesto que una Nigeria desordenada y no muy brillante pero con una imperiosa necesidad de puntuar dominó claramente durante bastantes tramos. Sólo Sergio Asenjo evitó que los africanos se adelantaran en el marcador en los primeros minutos, salvando un mano a mano con Ighalo y desviando un buen disparo de Osanga. Pese a la superioridad técnica y numérica de la selección española en el centro del campo, hubo que esperar hasta el minuto veinticinco para empezar a ver algo del ataque español. Los de Milla, eso sí, aprovecharon bien su momento: pasada la media hora, Marcos Gullón habilitó a Fran Mérida con un pase elevado sobre la adelantadísima defensa nigeriana y el centrocampista del Arsenal superó por alto a Okafor en su precipitada salida. De ahí al descanso, un par de acercamientos por ambos bandos y la sensación de que a Nigeria sólo le faltaba algo de calma en sus acciones para rentabilizar su dominio.

La segunda parte se inició por los mismos derroteros, con Asenjo manteniendo a raya a los atacantes nigerianos y con el árbitro belga De Bleeckere cobrando un protagonismo inesperado: primero perdonó la segunda amarilla a Parejo y luego, sin que nadie supiera muy bien por qué, anuló un tanto nigeriano tras un saque de esquina aparentemente limpio. Para entonces Milla ya había introducido a Fontàs para reforzar el centro del campo, pero el equipo español no encontraba salidas claras y Nigeria seguía creando ocasiones, como un disparo de Salami que se estrelló espectacularmente en el larguero. El empate parecía simple cuestión de tiempo, pero en una acción aislada el recién incorporado Ander Herrera cayó derribado en el área rival y el colegiado señaló la pena máxima. Fran Mérida tomó la responsabilidad y se desquitó de su fallo en la tanda de penaltis de la final del Mundial sub’17 de Corea del Sur 2007, precisamente ante Nigeria, transformando el lanzamiento a lo Panenka. Era el minuto 83 y a efectos prácticos el partido terminó ahí, aunque para los libros queden la posterior expulsión de Salami por un manotazo al bigoleador español y un disparo de Kike al larguero que estuvo a punto de hacer aún más injusto el marcador final.

28/09/2009

Segunda jornada del Grupo B.

NIGERIA

(0)

Okafor; Lawal, Adejo, Edet, Orelesi; Osanga, Obiora, Ikande (-44, Ibrahim), Ohawuchi (-62, Salami); Fatai (-46, Aluko), Ighalo.

ESPAÑA

(2)

Asenjo; Azpilicueta, Botía, Laguardia, José Ángel; Gullón, Parejo (-73, Ander Herrera), Fran Mérida (-88, Kike); Aarón (-62, Fontàs), Nsue, Jordi Alba.

Goles

0-1 Fran Mérida (ESP, min. 33); 0-2 Fran Mérida (ESP, min. 83)(p).

Árbitro

Frank De Bleeckere (BEL).

Tarjetas

Parejo (ESP, min. 47); Fran Mérida (ESP, min. 51); Aluko (NIG, min. 53); Botía (ESP, min. 55); Jordi Alba (ESP, min. 68); Ander Herrera (ESP, min. 80); Ighalo (NIG, min. 82). Expulsado Salami (NIG, min. 84) por roja directa.

Estadio

Al Salam Stadium (El Cairo). 7.955 espectadores.

Después de la preceptiva visita turística a las pirámides de Giza, España se enfrentó en la tercera jornada a Venezuela con el liderato del grupo B en juego. Aunque se esperaba un duelo vibrante, al tener la clasificación para octavos ya garantizada ambos seleccionadores dieron descanso a jugadores tocados y apercibidos, y los de Milla se mostraron claramente superiores desde el inicio. Con Parejo algo más liberado que en días anteriores. la selección española se adueñó pronto del balón y generó un buen puñado de ocasiones antes de que, a los doce minutos, el centrocampista entonces del Getafe transformara un libre directo para abrir el marcador. Después de recibir ese tempranero mazazo, la vinotinto (que tras sorprender a Nigeria en el primer partido también había goleado 8-0 a Tahití) pareció conformarse con ocupar la segunda plaza del grupo, todo un éxito para un equipo debutante que había llegado como una de las cenicientas del torneo.

España dominaba sin apuros y creaba peligro en cada uno de sus ataques, y antes de la media hora ya había doblado su ventaja al transformar Aarón Ñíguez un penalti cometido sobre Parejo. A partir de ahí el ritmo decayó y, aunque Venezuela tuvo alguna opción de engancharse al partido, los españoles no tuvieron problemas para controlar el juego también en la segunda parte. Además, a falta de un cuarto de hora Ander Herrera culminó su gran tarde rematando desde dentro del área una buena pared con Fontàs, y el choque concluyó sin más sobresaltos. Aunque parecía faltarle cierta consistencia, España cerraba la primera fase con pleno de victorias y sin haber recibido un solo gol, lo que necesariamente le convertía en firme aspirante al título.

01/10/2009

Tercera jornada del Grupo B.

VENEZUELA

(0)

Romo; Morales, Salazar (-73, Rojas), Velázquez, Pernía; Ágnel Flores (-52, Parra), Francisco Flores, Pérez, Orozco; Fernández, Del Valle (-64, Lezama).

ESPAÑA

(3)

Asenjo; Azpilicueta, Domínguez, Laguardia, Dídac; Romeu, Parejo (-69, Fontàs), Ander Herrera (-79, José Ángel); De Marcos, Kike, Aarón (-46, Iago Falque).

Goles

0-1 Parejo (ESP, min. 12); 0-2 Aarón (ESP, min. 26)(p); 0-3 Ander Herrera (ESP, min. 77).

Árbitro

Joel Antonio Aguilar Chicas (SLV).

Tarjetas

Salazar (VEN, min. 14); Domínguez (ESP, min. 41); Dídac (ESP, min. 54); Parra (VEN, min. 54); Fontàs (ESP, min. 83).

Estadio

Al Salam Stadium (El Cairo). 7.220 espectadores.

Ninguna otra selección logró pasar a octavos con el expediente inmaculado. En una edición sin sorpresas negativas destacadas (que Inglaterra cayera en esta primera fase era una tradición siempre que el torneo se celebrara en plena temporada, pues al equipo le faltaban sus mejores jugadores), la igualdad entre las teóricas favoritas de cada grupo había sido la tónica predominante y sólo España logró sumar los nueve puntos en disputa. Pero, más allá de puntuaciones, las buenas sensaciones transmitidas por selecciones como Brasil, Ghana, Uruguay, Alemania o incluso la anfitriona Egipto las colocaban entre las favoritas al título. Precisamente una victoria de Egipto sobre Italia en la última jornada había hecho acabar a los europeos en la tercera posición del grupo A, con cuatro puntos, y el desarrollo del resto de grupos convirtió a Italia en el rival de España en octavos de final.

Consciente de su superioridad sobre el papel pero, al mismo tiempo, con la inquietud propia de quien en el fondo esperaba un rival bastante más asequible, España confiaba en su mayor adaptación al césped sintético del estadio Al Salam para superar a una limitada pero incómoda selección italiana que estaba formada casi por los mismos hombres que habían perdido contra los de Milla, en casa y en el descuento, la final de los Juegos del Mediterráneo en el mes de julio. Pero, fieles a su historia y estilo tradicional, en aquella cálida tarde cairota los jóvenes transalpinos supieron cortocircuitar los planes españoles, tapando bien a Parejo y a Fran Mérida y obligando a los centrales a asumir demasiadas responsabilidades en la creación de juego.

La tela de araña italiana obtuvo su primer premio al filo de la media hora, cuando Botía llegó muy tarde en una entrada a Mazzarani y fue expulsado inmisericordemente por el argentino Baldassi. Milla reaccionó retrasando a Oriol Romeu al centro de la zaga y, dado que Italia no cambió su defensivo plan pese a estar con uno más, en el descanso dio entrada a Ander Herrera para tratar de gestionar mejor la posesión. Con el zaragocista España ganó fluidez y pareció mejor organizada, pero a los diez minutos de la reanudación Italia robó un esférico en campo hispano y Mazzarani envió un buen pase a Mattia Mustacchio, que se aprovechó del desorden defensivo español para sortear el fuera de juego y superar a Asenjo con un golpeo no muy ortodoxo. Los de Milla encajaron bien el golpe y en la jugada siguiente Aarón estuvo a punto de empatar con un gran disparo que Fiorillo desvió al travesaño. Poco después fue Nsue quien pudo batir la meta italiana, pero no acertó con su remate. Entonces, en el mejor momento de España, llegó el segundo mazazo: una cadena de errores defensivos a cada cual más grosero convirtieron un balón largo sin aparente peligro en un regalo que Mazzarani recogió en el área pequeña para batir a Sergio Asenjo.

Pese a la hercúlea tarea que parecía tener por delante, con un 0-2 en contra, un jugador menos y sólo media hora para buscar el empate, la selección española apretó los dientes y sacó a relucir su mejor fútbol. Sólo cinco minutos después de encajar ese segundo y absurdo gol, Ander Herrera le robó la cartera a Albertazzi dentro del área italiana, el defensa le agarró ostensiblemente del pantalón y Aarón Ñíguez transformó a lo Panenka el claro penalti que metía a España en el partido. La inercia era positiva, pero la entrada de Kike por Mérida desmontó la superioridad española en el centro del campo y el duelo se convirtió en un desaconsejable correcalles al que España sólo sobrevivió gracias a Asenjo. Así hasta que, a cinco minutos del final, Aarón forzó una nueva pena máxima, esta algo más dudosa: él mismo se encargó de lanzarla, pero en esta ocasión optó por un disparo raso y Fiorillo le adivinó perfectamente las intenciones, despejando el esférico y acabando con las esperanzas españolas. Un par de minutos después, con España volcada pero sin ideas, Mustacchio se escapó por la izquierda por enésima vez en esa segunda parte y, con un fuerte chut cruzado, puso el definitivo 1-3 en el marcador.

05/10/2009

Octavos de final.

ESPAÑA

(1)

Asenjo; Azpilicueta, Botía, Laguardia, José Ángel; Romeu, Parejo, Fran Mérida (-67, Kike); Aarón, Nsue, Jordi Alba (-46, Ander Herrera).

ITALIA

(3)

Fiorillo; Crescenzi (-69, Bruscagin), Bini, Albertazzi, Mazzotta; Della Penna (-82, Bonaventura), Calderoni, Mazzarani, Sciacca (-53, Romizi), Mustacchio; Misuraca.

Goles

0-1 Mustacchio (ITA, min. 55); 0-2 Mazzarani (ITA, min. 61); 1-2 Aarón (ESP, min. 66)(p); 1-3 Mustacchio (ITA, min. 87).

Árbitro

Héctor Walter Baldassi (ARG).

Tarjetas

Mustacchio (ITA, min. 20); Romeu (ESP, min. 24); Crescenzi (ITA, min. 51); Sciacca (ITA, min. 52); Fran Mérida (ESP, min. 64); Albertazzi (ITA, min. 65); Bruscagin (ITA, min. 73); Laguardia (ESP, min. 89); Aarón (ESP, min. 90+1). Expulsado Botía (ESP, min. 28) por roja directa.

Estadio

Al Salam Stadium (El Cairo). 6.150 espectadores.

España terminaba en octavos de final su periplo por tierras egipcias, dejando una imagen irregular en su juego y muchas dudas sobre la madurez y el nivel real de algunas de sus teóricas estrellas. Un nuevo fiasco a sumar en la cuenta del nuevo equipo técnico de la RFEF, que empezaba a despertar algunos recelos entre los aficionados (muchas de esas opiniones negativas, también hay que decirlo, parecían mediatizadas por el pasado madridista de los nuevos seleccionadores). Por lo demás, la Copa del Mundo sub’20 de Egipto 2009 perdió en esa misma ronda al equipo anfitrión, que cayó 0-2 ante casi 82.000 personas frente una sorprendente Costa Rica, que se había colado en las eliminatorias como la cuarta mejor tercera. También quedaron fuera de la competición Venezuela, que perdió 1-2 con Emiratos Árabes Unidos, y Nigeria, que fue superada 3-2 por Alemania con un gol en el descuento. Además, Brasil derrotó 3-1 a Uruguay, Corea del Sur no tuvo problemas para vencer 3-0 a Paraguay, Ghana superó en la prórroga a una luchadora Sudáfrica (2-1) y Hungría eliminó a la República Checa desde los once metros, después de que el partido acabara con 2-2.

Los cuartos de final fueron tremendamente igualados. En el primer partido, el único que no llegó a la prórroga, Ghana venció por 3-2 a Corea del Sur con dos goles de Dominic Adiyiah, que ya había marcado el tanto de la victoria en los octavos y empezaba a postularse como estrella del torneo. En los otros tres duelos, Hungría superó 3-2 a Italia tras empatar a uno en los primeros noventa minutos, Brasil ganó a Alemania por 2-1 con un gol en el primer minuto de la prórroga y Costa Rica logró el 2-1 definitivo ante EAU en el descuento del tiempo extra. Las semifinales enfrentarían a dos de los favoritos iniciales, Ghana y Brasil, con las dos grandes sorpresas del torneo, Hungría y Costa Rica. En el primer duelo la selección africana dominó claramente a la europea y, aunque los húngaros no bajaron los brazos y recortaron distancias en los últimos minutos, Ghana terminó venciendo por 3-2. En la otra semifinal, arbitrada por Undiano Mallenco, Brasil tuvo muchos problemas para superar la poblada defensa tica, pero un solitario gol de Alan Kardec en la segunda parte fue suficiente para colocar a la canarinha en la séptima final mundialista sub’20 de su historia.

El viernes 16 de octubre de 2009 pasó a la historia de los mundiales juveniles. Justo después de que Hungría superase a Costa Rica en los penaltis para alzarse con la tercera posición, en el mismo Estadio Internacional de El Cairo (y, como en el partido por el bronce, con Undiano como cuarto árbitro), Ghana derrotó a Brasil también desde los once metros y se convirtió en la primera selección africana que conquistaba un Mundial sub’20. La final no fue muy vistosa: el orden y la fortaleza física de los africanos bastaron para contener las escasas intentonas de Brasil, que no supo aprovechar la expulsión del central Daniel Addo en el minuto 37 y fue incapaz de romper el 0-0 inicial. En la tanda de penaltis los brasileños se colocaron con ventaja de 3-2 tras las tres primeras rondas, pero fallaron sus dos siguientes disparos (marcando el quinto hubieran ganado el Mundial) y Ghana logró forzar la muerte súbita. En el sexto lanzamiento el brasileño Alex Teixeira tampoco pudo superar al meta Agyei y Emmanuel Agyemang-Badu anotó a continuación para entrar en la historia. Después de treinta y dos años y diecisiete ediciones, los Mundiales sub’20 coronaban por fin a un equipo africano, pero los tiempos en los que esa victoria hubiera hecho proclamar a los expertos que el futuro del fútbol estaba en África ya habían quedado atrás.

En cuanto a los premios individuales, la principal figura ofensiva del equipo campeón, el delantero Dominic Adiyiah, se llevó el Balón de Oro al mejor jugador, superando en las votaciones a los brasileños Alex Teixeira y Giuliano. Adiyiah también obtuvo la Bota de Oro al máximo goleador gracias a sus ocho tantos, muy por delante del mediapunta húngaro Vladimir Koman (5 goles) y de Aarón Ñíguez, que empató a cuatro goles y dos asistencias con el venezolano Yonathan Del Valle pero se llevó la Bota de Bronce por haber disputado menos minutos. También anotaron cuatro goles, aunque dieron menos asistencias, el brasileño Alan Kardec, el venezolano Salomón Rondón y el ghanés Ransford Osei. Además, en Egipto 2009 la FIFA y Adidas comenzaron a entregar oficialmente un premio al mejor guardameta del Mundial sub’20: el grupo de estudios técnicos de la FIFA otorgó el primer Guante de Oro al costarricense Esteban Alvarado por sus grandes actuaciones en la fase eliminatoria, que contribuyeron en buena medida al histórico cuarto puesto de su selección.

El gran campeonato realizado por Adiyiah, que entonces pertenecía al Fredrikstad noruego, le valió el fichaje por el AC Milan, pero en Italia no tuvo oportunidades y su carrera jamás despegó: tras pasar por las ligas de Serbia, Turquía, Ucrania y Uzbekistán, hoy juega en Tailandia. Si su remate en el último minuto de la prórroga de los cuartos de final del Mundial 2010 no se hubiera topado con la mano del uruguayo Luis Suárez quizás ahora estaríamos hablando de un nombre mítico para el fútbol africano, pero las cosas fueron como fueron. Como si de una maldición de las Pirámides se tratara, tampoco los demás premiados en Egipto han volado todo lo alto que podía esperarse: tal vez por las fechas o tal vez porque la del 89 no fue una gran cosecha, lo cierto es que ese campeonato celebrado en otoño no nos descubrió a ninguna gran figura mundial.

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Fuentes consultadas:

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

http://recuerdosdenigeria.blogspot.com.es

http://siemprecantera.blogspot.com.es

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios As, El Mundo Deportivo, El País, Marca.




Biblioteca Martialay: Chacho: Seis goles para la Historia

No ando muy versado en permanencia de records, pero creo que éste es de una persistencia inigualable. Casi tres cuartos de siglo sin que nadie remonte la goleada de Chacho parece cosa de “meigas”. Y más en un deporte que, como el fútbol, ha tenido una subida de niveles que lo de anteayer parece pura chatarra. Pero ahí está, como la Puerta de Alcalá, esa plusmarca de Chacho con seis goles en un partido internacional. Y jugando en lo que hoy se llama centrocampista y en aquellos tiempos, interior. Izquierda, para más señas. Chacho inicio y terminó una goleada a la Selección de Bulgaria de 13 goles. 13-0 fue el resultado. Otro record que se antoja gigantesco en estos tiempos en los que un gol es una hazaña para figurar en los anales.

Pero hablaba de”meigas”. Chacho – Eduardo González Valiño- era un hombre con al menos dos “meigas” de vieja estirpe galaica. Una, torva y siniestra, de enorme potencia; otra, bondadosa, de bizcocho y miel, que andaba la pobre un tanto apabullada por la anterior. Así pues, Chacho iba de una a otra con una intermitencia impredecible. Cuando le poseía la mala bruja, Chacho era una sombra abúlica  que huía el balón como de una lesión de menisco, que era entonces el summun de las lesiones. Pero cuando tenía el influjo del hada benéfica, era él también un mago de difícil parangón. Su pierna izquierda era como una varita mágica que ponía el balón dónde y como quería; su fútbol era una ciencia exacta, pura trigonometría esférica. Y sus cañonazos, como fabricados por la casa Krupp. Por algo le llamaban el “futbolista Cagancho”, porque como el afamado matador de toros, podía pasar de la lluvia de almohadillas a ser llevado en volandas hasta su cortijo. Algo así como Curro Romero, para que les suene a ustedes…

La “meiga” buena hizo que el seleccionador D. José María Mateos –que pasaba de la unidad de líneas al surtido variado de los colorines de camisetas al por mayor- se quedara sin interior izquierda; porque Padrón ya estaba viejo, Larrínaga, el del Racing de Santander, no había dado la talla y el oventense Galé, por el que había optado en los últimos partidos, se había lesionado. La matraca que le habían dado los cronistas gallegos al seleccionador, porque no contara con Chacho en el último partido de Balaídos contra Portugal, y los buenos partidos del interior del Deportivo de La Coruña, influyeron para que el señor Mateos lo incluyera ante Bulgaria, que venía a darle el espaldarazo de terreno internacional al campo de Chamartín del Madrid FC. Un campo supermoderno que había costado ¡millón y medio de pesetas!, que había avalado el presidente madridista D. Luis de Urquijo, marqués de Bolarque.

Muchos estrenos: Bulgaria, nuevo en esta plaza que también era internacionalmente nueva, Chacho, el jugador coruñés del claroscuro, y la lluvia que dejó el campo como un Riazor en su salsa para gloria del debutante.

El partido comenzó y a los seis minutos Chacho empezó la cuenta en el viejo marcador de debajo del reloj de Coppel. Pero, además, tocado por su bruja buena, Chacho iba y venía, armaba el equipo, tapaba las goteras del veterano Gamborena, que ya no estaba para esas aguas ni esos trotes, y enfilaba la puerta de Dermonsdki hasta dejarle tan exhausto que hubo que sustituirle antes del descanso. Chacho le marcó tres goles seguidos. Luego se tomó un descanso para que el chiquito Regueiro  demostrara que era el jefe y Elícegui hiciera honor al apelativo de “el expreso de Irún” marcando tres goles. Después, Chacho recobró la varita refulgente y metió otros tres, uno de ellos cerrando la cuenta de “un gol para cada uno y dos para el seleccionador”, como dijeron en el vestuario, que entonces se llamaba caseta. Pero esta es otra historia que acaso merezca ser narrada.

Chacho al que la “meiga” buena le regaló un record, que aún se mantiene para estímulo de “galácticos” metrosexuales, le castigó la “meiga” torva con un penalti a capón con el que, a medias con un poste del Metropolitano, envió a su Athletic de Madrid a Segunda División.

Lo dicho, cosas de records y de “meigas”. Y Chacho en medio.




Estadística de resultados en Eurocopas y Mundiales.

Desde 1930, cuando se celebró el Primer Campeonato del Mundo, y 1960, año de la Primera Eurocopa de Naciones, se han disputado  un total de 1.071 encuentros, 836 correspondientes a Mundiales, y 235 más a Eurocopas, con  variedad de resultados, como veremos a continuación.

Con respecto a la Eurocopa, como la conocemos todos, o Campeonato de Europa de Naciones, se celebró por primera vez en 1.960, si bien en aquella edición y en la de 1964 se denominó Copa de las Naciones.

Estadisticas01

En breves líneas indicaremos que la Eurocopa, a lo largo de su historia, ha tenido diversas modificaciones. En las ediciones de Francia en 1960 y España en 1964, se disputaba mediante un sistema de Copa, hasta que cuatro naciones jugaban la Fase Final en el país asignado. Posteriormente, en las ediciones de Italia en 1968, Bélgica en 1972 y en Yugoslavia en 1976, las naciones disputaron una fase de clasificación distribuidos en ocho grupos, donde los diferentes Campeones de grupo se enfrentaban en una fase de cuartos de final, hasta quedar los cuatro semifinalistas de la Fase Final. Desde 1980, Campeonato celebrado en Italia, la Fase Final ya tuvo lugar la disputa con el formato de distintos grupos de naciones cada uno.

Por ello, en las primeras cinco ediciones, únicamente, como Fase Final, se disputaron 4 partidos en cada campeonato, a excepción de la de 1968, donde el campeón se alzó con el trofeo después de un partido de desempate entre Italia y Yugoslavia, al haber empatado 1-1 en la primera final.

Como apreciarán por el cuadro estadístico adjunto, se han celebrado desde Francia en 1960, y hasta la edición de Polonia/Ucrania en 2012, un total de 235 encuentros, repartidos en 14 ediciones.

El primer partido se jugó el 6 de julio de 1960 entre Francia y Yugoslavia, y el último ha sido el correspondiente a la final del 1 de julio de 2012, de grato recuerdo para España cuando venció a la selección italiana.

Tomando como referencia el calendario del año, todos los partidos disputados están comprendidos entre un 5 de junio cuando Italia y la Unión Soviética empataron a cero goles (1968), y un 10 de julio en la Final del Campeonato entre la Unión Soviética y Yugoslavia (1960), con victoria para la primera por dos goles a uno.

60

64

68

72

76

80

84

88

92

96

00

04

08

12

TOTAL

0-0

1

3

1

3

5

3

4

2

2

24

1-1

1

3

3

2

2

5

1

3

3

5

28

2-2

1

1

3

5

3-3

1

1

2

1-0

1

1

3

3

4

2

6

5

5

6

7

43

2-0

1

2

2

5

2

3

5

2

7

4

33

3-0

1

1

1

1

4

3

3

2

16

4-0

2

2

5-0

2

1

3

2-1

1

2

2

3

1

1

2

5

8

7

4

6

42

3-1

1

1

1

2

1

1

1

2

1

11

4-1

1

2

1

4

5-1

6-1

1

1

3-2

1

1

3

1

1

3

1

3

2

16

4-2

1

1

1

3

4-3

1

1

5-4

1

1

TOT

4

4

5

4

4

14

15

15

15

31

31

31

31

31

235

Así, tenemos que el partido con más goles a lo largo de las catorce ediciones fue, precisamente, el primero que se disputó en Copa de Naciones, celebrado en el Parque de los Príncipes de París, el 6 de julio de 1960 entre Yugoslavia y Francia, con victoria de los yugoslavos por cinco goles a cuatro, en total 9 goles. Desde entonces, ningún partido ha finalizado con tantos goles, ni ha vuelto a repetirse este marcador.

Como podrán comprobar también, únicamente se ha producido dos veces el resultado de 4-0, ambos en el Campeonato de Polonia y Ucrania de 2012, teniendo como idéntico protagonista a la Selección de España. El detalle es:

14 de Junio de 2012: España 4 – 0 Irlanda.

1 de Julio de 2012: España 4- 0 Italia.

Estadisticas02

Por otra parte, el resultado de 2-1 ha sido frecuente en casi todas las ediciones, a excepción de 1968 y 1976; siendo en 1988, con 8 encuentros, el resultado más repetido en un Campeonato.

Y como en los Mundiales, los partidos finalizados con resultados de 1-0, 2-1 y 2-0 son los más frecuentes en los totales de la estadística. Si los sumamos, 43 partidos de 1-0; 42 de 2-1, y 33 de 2-0, obtenemos 118 encuentros, lo que representa el 50% del total computado; es decir, la mitad exacta de los partidos disputados acaban en los resultados citados anteriormente.

En cuanto al resultado de 5 a 1, todavía es inédito en la Eurocopa.

Con respecto a los Mundiales, veinte torneos se han celebrado desde que en Uruguay en 1.930 se disputara el primero. El Congreso de la FIFA, en sesión celebrada en Amsterdam el 26 de mayo de 1928 decidió organizar una competición donde pudieran estar representadas todas las asociaciones naciones afiliadas. Su aprobación final llegó posteriormente en Barcelona, en un Congreso celebrado en Mayo de 1929.

Y así, desde que el 13 de julio de 1930, cuando Francia ganó a México por 4 goles a 1, y hasta el 13 de julio de 2014 (curiosa coincidencia en el día) con motivo de la Final del Campeonato de Brasil con victoria de Alemania sobre Argentina por un gol a cero, un total de 836 partidos repartidos en esos veinte campeonatos se han venido celebrando con diversidad de formatos competitivos a lo largo de su historia.

Tomando como referencia el calendario del año, todos los partidos disputados en los Mundiales están comprendidos entre la fecha de un 27 de mayo cuando Italia venció a Estados Unidos por 7 a 1 (en 1934), y la del un 30 de Julio en la Final del Campeonato (1966) entre Inglaterra y la República Federal de Alemania, con victoria para los ingleses por 4 a 2.

1
9
3
0
1
9
3
4
1
9
3
8
1
9
5
0
1
9
5
4
1
9
5
8
1
9
6
2
1
9
6
6
1
9
7
0
1
9
7
4
1
9
7
8
1
9
8
2
1
9
8
6
1
9
9
0
1
9
9
4
1
9
9
8
2
0
0
2
2
0
0
6
2
0
1
0
2
0
1
4
TOTAL
0-0 2 4 3 3 5 6 7 4 5 3 4 3 7 7 7 70
1-1 1 2 1 3 2 2 5 2 7 9 7 5 8 10 5 7 4 80
2-2 3 4 1 2 1 3 7 2 3 2 2 30
3-3 1 1 1 1 4
4-4 1 1 2
1-0 4 2 2 2 4 6 3 8 6 7 9 10 15 10 12 15 13 17 12 157
2-0 1 4 3 3 4 5 2 6 1 4 8 6 5 4 10 13 6 4 89
3-0 3 1 1 2 1 2 2 3 2 2 5 3 6 3 5 3 5 49
4-0 3 1 2 1 1 1 1 1 1 3 1 2 2 2 2 24
5-0 2 1 1 2 6
6-0 1 2 1 1 5
7-0 2 1 1 4
8-0 1 1 1 3
9-0 1 1 2
2-1 1 4 4 2 1 4 6 9 2 5 6 5 5 10 10 12 8 7 11 15 127
3-1 2 2 2 2 1 3 7 4 2 1 7 3 2 2 4 3 4 5 3 5 64
4-1 1 1 3 4 2 1 5 3 1 2 1 2 2 28
5-1 1 1 1 1 2 1 7
6-1 2 1 1 1 1 1 1 1 9
7-1 1 1 1 3
8-1 0
9-1 0
10-1 1 1
3-2 5 2 2 2 3 1 2 3 2 1 4 2 4 1 3 2 39
4-2 1 1 3 3 1 1 1 1 1 1 1 15
5-2 1 1 2 1 1 1 1 8
6-2 0
7-2 1 1
4-3 1 1 2
5-3 1 1
6-3 1 1 2
7-3 1 1
8-3 1 1
5-4 0
6-5 1 1
7-5 1 1
TOTAL 18 17 18 22 26 35 32 32 32 38 38 52 52 52 52 64 64 64 64 64 836

Si bien cada lector puede extraer los datos y las curiosidades de resultados que considere oportunas, podemos indicar las siguientes:

El primer resultado de 0-0 no se produjo hasta el Campeonato de 1958 de Suecia, cuando Brasil empató con Inglaterra; es decir, tuvieron que transcurrir 6 Mundiales para que se diera un resultado tan habitual en el fútbol.

Dos resultados que se han repetido siempre a lo largo de la historia de los Campeonatos  Mundiales: el 2-1 y el 3-1. En todas las ediciones, al menos una vez, este resultado se ha producido. El primero, en 127 ocasiones; precisamente, en el reciente Mundial de Brasil de 2014 ha sido cuando más veces se ha dado, hasta en 15 ocasiones. En cuanto al segundo, 3-1, en menor número total (64 veces) si bien se ha venido igualmente repitiendo Mundial a Mundial.

Por otra parte, el resultado de 1-0 también ha  sido prácticamente frecuente en todos los Mundiales, salvo en el de 1938 que no hubo ninguna victoria con esos guarismos. Verán que en el Mundial de 2010 este resultado, 17 veces, ostenta el récord de repetición en la historia.

Estadisticas03

En cuanto al 3-0, después de 8 campeonatos sucesivos produciéndose (desde 1958 a 1986), en el de 1990 no se dio ningún resultado así. Después, ha seguido siendo habitual en cada edición.

Los partidos finalizados con resultados de 1-0, 2-1 y 2-0 son los más repetidos en los totales de la estadística. Si los sumamos, 157 partidos de 1-0; los 127 de 2-1; y los 89 de 2-0, tenemos un total de 373 encuentros, lo que representa el 45% de los computados, es decir, en tres resultados se reúnen casi la mitad del total de partidos.

Como resultados espectaculares, podemos citar el de 10 goles a 1 del encuentro celebrado en el Mundial de España el 15 de junio entre Hungría y El Salvador; el de 8 goles a 3 del Mundial de Suiza 1954 entre Hungría y la República Federal de Alemania; el de 7 goles a 5, también del Mundial de Suiza, entre Austria y Suiza; o el de 6 goles a 5 del Mundial de Francia de 1938 entre Brasil y Polonia.

Sobre los finalizados en 6-1, España ha visto las dos caras de la moneda; perdió el 13 de julio de 1950 ante Brasil; y ganó el 24 de junio de 1998 ante Bulgaria (aunque de poco le sirvió, como sabemos). Y respecto de los 7-1 igual le ocurre a Brasil: conoció la cara el 9 de julio de 1950 goleando a Suecia, y comprobó recientemente la cruz el 8 de julio de 2014 ante Alemania.

Para finalizar, si reunimos Mundiales y Eurocopas en sus resultados más repetidos, vemos en el cuadro siguiente que, de mayor a menor frecuencia, los resultados en un Campeonato y otro coinciden en relevancia.

Resultado

Mundiales

Eurocopas

1-0

157

43

2-1

127

42

2-0

89

33

1-1

80

28

0-0

70

24

3-0

49

16




Ángel Caballero: un seleccionado singular

En 2007 Félix Martialay publicó “Todo sobre todas las selecciones”, imprescindible prontuario acerca de las selecciones nacionales inferiores, desde Sub-15 hasta Sub-23, incluyendo los cuadros olímpico y militar. Entre sus 799 páginas de apretada tipografía, con miles de alineaciones y decenas de miles de futbolistas, casi todos citados mediante filiación completa, no figura Ángel Caballero. Y debería hacerlo, puesto que fue convocado por el seleccionador nacional juvenil, Eusebio Martín, para el partido que España disputó ante Italia, en Sevilla, el 2 de marzo de 1963.

AngelCaballero01Ángel Caballero Saiz (Burgos 19-IX-1944), medio más potente que técnico, jugaba entonces en el Juventud Círculo Católico de la capital burgalesa, un clásico en la 3ª División castellana. Henchido de ilusión llegó a Madrid, donde habría de ejercitarse durante unos días con sus coyunturales compañeros. Ensayo de jugadas, disparos a balón parado, rondos, achiques defensivos, ensamblaje táctico entre líneas… Lo imprescindible para que el seleccionador pudiera hacerse una idea sobre los mimbres con que contaba y armara el cesto.

Entonces, como hoy, cada jugador llevaba sus botas. Sin embargo la Federación Española prestaba, para entrenar, un chándal y zapatillas de lona con refuerzo de goma en la puntera. Playeras, en suma, aunque durante los 60 y primeros 70 fuesen ascendidas a “botas de baloncesto”. Pues bien, una de las que a él le tocaron, sobreviviente a múltiples ejercicios, carecía de cordón para abrocharla. Inútilmente revolvería todo el vestuario con ayuda del utillero, en busca de una cuerda y así apañarse. No la había. “Ni cuerda, ni cinta para sujetar medias, ni nada” -gruñía el responsable del material- “Aquí no hay nada”. Al fin tuvo que empalmar dos trozos de cordón y saltarse varios ojales, puesto que seguía sin lograr la longitud necesaria. Otros tiempos, qué duda cabe.

El estado del material federativo en el arranque de los 60 dejaba mucho que desear. Aquella era otra España, irreconocible para los juveniles de hoy.

El estado del material federativo en el arranque de los 60 dejaba mucho que desear. Aquella era otra España, irreconocible para los juveniles de hoy.

España alineó en el estadio Sánchez Pizjuán a Rodri; Castellano, Martos, Aranguren; Santi, Roberto; Cruz, Pirri, Landa, Uriarte y Gonzalo. Fidel Uriarte Macho, que como “Chuchi” Aranguren ya había debutado con el primer equipo de San Mamés, era el gran capitán de aquel conjunto. Puesto que no podían efectuarse sustituciones, a excepción de la del guardameta y aún ésta mediando lesión del titular, sólo se vestían de corto 12. Y a él le tocó ser espectador, junto a los más adelante futbolistas de muchos quilates Bartolomé Llompart (pilar de un gran Elche durante 12 años, junto a Pazos, Ballester, Iborra, Canós, Lico, Marcial, Curro, Lezcano, Vavá, Asensi, un Ángel Romero ya en horas bajas, o Casco), Arieta II (internacional absoluto y sucesor de su hermano en el Athletic bilbaíno, por más que colgase las botas defendiendo los intereses del Hércules, luego de 10 campañas vistiendo de rojiblanco), Joaquín Sierra “Quino” (también internacional senior y estrella bética antes de recalar en el Valencia, despedirse en el Cádiz y luchar por los derechos de sus compañeros desde la presidencia de AFE), o el asturiano Ángel Abelardo (Valencia C. F. y Sporting de Gijón). Cuando el árbitro suizo Karl Keller señaló el final de la contienda, los italianos se dieron por satisfechos con el empate a dos. Once días más tarde, en el campo romano de Flaminio, eliminaban a los nuestros imponiéndose por un apretado 3-2.

Liquidación de dietas por desplazamiento a la concentración de Madrid, ante el partido contra Italia. Expedida a favor de Ángel Caballero.

Liquidación de dietas por desplazamiento a la concentración de Madrid, ante el partido contra Italia. Expedida a favor de Ángel Caballero.

Sorprende que España pudiese caer con un elenco tan apañado, máxime si lo comparamos con el equipo adversario, donde únicamente “Giggi” Riva, estandarte del mejor Cagliari, alcanzaría el estrellato. Incluso Bercellino, autor de los dos tantos en Sevilla y del inaugural en Roma, quedaría un tanto diluido entre los grandes. Buena parte de los nuestros, en cambio, encontraron en el fútbol bastante más que un porvenir. Rodri sucedería al valenciano Mut bajo los 3 palos del Sevilla, y luego aún defendió el marco de Mendizorroza, cuando se decía que el Deportivo Alavés era un Barça de 2ª. Francisco Castellano, primero con Guedes a su lado y después formando pareja con Niz, Felipe o Germán, se eternizó en el viejo Insular de Las Palmas. También Aranguren fue otro eterno en el Athletic, como el ya comentado Fidel Uriarte o Santi, Santiago Gutiérrez Calle, en Santander. Pirri llenaría varias páginas de oro en el Real Madrid, entre la sexta Copa de Europa y el tránsito a la masiva incorporación de extranjeros. Landa, por su parte, si bien dejara  sentado que nuestra máxima categoría no le quedaba grande, tal vez apuntase más de lo que pudo dar en el Real Valladolid o el Betis. Antonio Gonzalo, en fin, gran esperanza del fútbol catalán, habría de quedar difuminado, quién sabe si por aquello de que toda regla debe incluir la excepción. Uno por uno, los españoles habrían de acreditar a posteriori más que sus oponentes. Pero la categoría juvenil englobaba a jóvenes desde 15 hasta 17 años, y los azzurri siempre han sido selección muy competitiva. Mientras numerosas Federaciones componían conjuntos con adolescentes prometedores y chicos un poco más curtidos -Rodri o Quino, por ejemplo, sólo contaban 16 años-, Italia solía elegir a quienes frisaban la edad límite reglamentaria.

Sin haber debutado como internacional, pero no por ello insatisfecho, Ángel Caballero regresó a Burgos. Lo natural hubiese sido acabar en el seno del ya extinto Real Burgos, por aquella época en 2ª División, puesto que en la cantera burgalesa no abundaban precisamente los preseleccionados nacionales. Sin embargo hubo de permanecer dos temporadas más en el Juventud, probablemente porque su directiva buscara resolver problemas financieros traspasándolo. Y entre el pido y no doy, a los mandamases del Burgos se les agotó la paciencia.

Durante el verano de 1965, sin cumplir aún los 21, puso proa hacia el mar, suscribiendo la cartulina del Rayo Cantabria, filial de un Racing que por imperativo franquista seguía llamándose Real Santander. Para entonces ya se había asegurado un rinconcito en la historia del fútbol burgalés, pues formó parte del equipo que jugara el último partido oficial en Zatorre (26-IV-1964), zanjado con victoria ante el Europa Delicias por 1-0. Y a punto estuvo de redondear la anécdota, inaugurando las nuevas instalaciones de El Plantío. Se le adelantó el Burgos (13-IX-1964) derrotando 2-0 a la bilbaína Sociedad Deportiva Indauchu. Él y sus compañeros del Juventud sólo pudieron disputar el segundo choque, una semana más tarde. Pero eso sí, redoblarían el triunfo burgalés con un 4-0 ante el Astorga.

Los de la capital cántabra fueron días de esperanza. Cada campaña solían ser varios los jóvenes llamados a dar el salto desde 3ª División hasta la categoría de plata, donde competía el primer equipo santanderino. Sin embargo habrían de ir pasando los meses, huérfanos de oportunidades. Tampoco ayudaba que la directiva racinguista, en su deseo de escalar a la máxima categoría, depositase golosamente sus pupilas en hombres ya contrastados. Pero sí tendría, en cambio, ocasión de participar en “Volver a vivir”, la coproducción hispano-italiana que Mario Camus, con Raf Vallone en el papel principal, rodase en las instalaciones del viejo Sardinero.

Era una película sobre fútbol, en cuyo metraje abundaban lances de partidos reales. Pero claro está, también hacía falta filmar secuencias de entrenamientos, y éstas con Vallone impartiendo órdenes, corrigiendo posiciones o arengando a sus huestes. Escenas no de entrenamientos reales, sino recreadas exprofeso, para cuyo concurso se abrió el portillo a los jóvenes del Rayo Cantabria.

Programa de mano sobre la cinta rodada en el viejo Sardinero. Su fotogénica tribuna lucía espléndida en blanco y negro.

Programa de mano sobre la cinta rodada en el viejo Sardinero. Su fotogénica tribuna lucía espléndida en blanco y negro.

“Una experiencia tan curiosa como divertida, y además nos pagaron muy bien”, reconocía Ángel, recién cumplida la setentena. “Después, en el cine, quedaba ese morbo de ver si habrían dado por bueno tal o cual plano, donde te filmaron de lleno. Por cuanto a mí respecta, salía en varias tomas fugaces”.

Sin advertirlo siquiera, el antiguo preseleccionado juvenil empezaba a fraguar su más que singular biografía futbolística.

En 1967, con 22 años, suscribía la ficha del Real Valladolid. Durante la semana y siguiendo sucesivamente órdenes de Molinuevo, Orizaola y Barrios, entrenaba junto a De la Cruz, Docal I, Lizarralde, Aguilar, Álvarez, Quique, Salvi, Melo, Román, Molina, Lorenzo, Lasa, Gatell o Lariño, componentes de la primera plantilla. Y los domingos se alineaba con el Europa Delicias, feracísimo vivero del que iban a surgir figuras tan destacadas como Cardeñosa. “Compartía pensión con Quique, que era leonés, Alberto, asturiano, y Melo, extremeño. Los tres serían fichados por el At. Madrid. Más que amigos parecíamos hermanos, puesto que siempre andábamos juntos. Eso es lo mejor que deja el fútbol: la relación personal, el recuerdo de unos años magníficos y tanta ilusión compartida. Porque los buenos propósitos dejan mucho mejor sabor de boca cuando se comparten”.

Fueron dos temporadas en el antiguo Zorrilla, llegando a debutar como blanquivioleta durante la segunda, el 16 de febrero de 1969, obteniendo un valioso empate en El Clariano ante un siempre animoso Onteniente. Después otra campaña junto al Ebro, vistiendo la camiseta del ya desaparecido Club Deportivo Logroñés. Y desde allí hacia México, en compañía de Docal I (José Antonio Docal Nates; Laredo, Cantabria, 7-XII-1944), contratados por el Oro de Guadalajara. Allí se encontraron con Ángel Suárez Martínez, murciano de Aljúcer que había lucido su cabellera pelirroja por toda nuestra geografía como futbolista del Barcelona Aficionado, Puigreig, Condal, Gimnástico de Tarragona, Cartagena, Betis, Cádiz, Celta de Vigo y Badajoz: “!Anda!, dijimos. ¿Y éste qué hace aquí?. Encima jugando de delantero centro”.

Suárez (28-VIII-1939) se había iniciado como interior de ataque o ariete, llegando a sumar en tal demarcación 22 goles durante la temporada 1960-61, para gozo del Cartagena y su hinchada. Y aunque el Betis lo adquiriese como complemento atacante, Ferdinand Daucik, siempre propenso a los experimentos, quiso sacarle más provecho situándolo en la zona ancha e incluso como defensa central. Semejante ocurrencia habría de perjudicarle mucho, pues no en vano para el puesto de central debía competir con Eusebio Ríos, a la sazón uno de los mejores en nuestra liga, en tanto la zona ancha bética pertenecía a Martínez, malogrado infaustamente tras fichar por el At. Madrid. Al Real Club Celta había llegado como centrocampista y lo mismo a Badajoz, cedido durante una campaña por los vigueses. Sólo al desembocar en México, rondando la treintena, pudo reencontrarse con el dorsal número 9. Lo que ni Docal ni Caballero sabían es que un año antes hubiese dejado la camiseta celtiña para vestir la áurea, y que en el viaje le hubiesen acompañado otros dos españoles: Iborra, hijo del guardameta barcelonista que se exiliara tras el periplo “culé” de 1937, y Fernández.

Escudo del Oro de Guadalajara, fundado en 1923. Después se convertiría en Oro de Jalisco, para concluir desapareciendo con dicha denominación.

Escudo del Oro de Guadalajara, fundado en 1923. Después se convertiría en Oro de Jalisco, para concluir desapareciendo con dicha denominación.

México acababa de cerrar su Mundial del 70, el que pasaría a la historia por un “gol” de Pelé que nunca entró y las deslumbrantes demostraciones de la “canarinha”. Brito, Carlos Alberto, Clodoaldo, Gerson, Rivelino, Tostao, Pelé y Jairzinho, sobre todo Jairzinho, extremo vertical, con regate y gol, levantaban de sus asientos una y otra vez a los espectadores. En aquella fase final parece nació la más adelante muy socorrida “ola”. Y desde luego se degustó un fútbol de ensueño, sólo repetido 40 años después por el F. C. Barcelona de Pep Guardiola. Pero el balompié mexicano, claro está, tenía poco que ver con el de Brasil.

“El Oro era propiedad de españoles. Nos pagaron 550.000 ptas. y estuvimos de maravilla. -recuerda Ángel-. El presidente regentaba dos restaurantes, donde nos hacían sentir en casa. Su modo de entender el juego, con poco desgaste, me permitía brillar con potencia y entrega. Cuando observaron mi tiro de media distancia acabaron adelantándome un poco, ejerciendo labores de enlace. Entonces pude practicar más frecuentemente el disparo a puerta. Se me dio bien aquello, no voy a negarlo”.

Bastante más que bien, ateniéndonos a cuanto sobre él se escribiera en la prensa mexicana.

“Caballero, por lo que pudo verse, es un elemento, combativo, tenaz y decidido; no es el tipo de jugador que se achica ante los tropiezos; el hombre perseveró, prodigó su ir y venir durante todo el juego, tocó el balón como para demostrar que sabe su negocio, y terminó anotando un golazo que fue la puntilla de los freseros”.

(La noche que Docal y él se presentaban con el Oro)

“Un golazo de Ángel Caballero redondeó la victoria de casa. Ocurrió en el último minuto de juego, cuando recibió el servicio de Brambila y desde 30 metros tiró y colocó el balón en el ángulo superior derecho”.

(Con ocasión de un triunfo ante Irapuato por 3-1)

“Sólo se salvó Caballero, quien posee colocación, toque de balón y buen disparo a gol, aún cuando su marcaje es deficiente”.

(Al caer por 2-0 ante los Tiburones Rojos de Veracruz, complicándose el futuro)

Concluido el campeonato, la entidad fue adquirida por mexicanos y hubo liquidación de efectivos. A él le propusieron renovar, pero sin españoles al mando ni Docal a su lado, se le hizo cuesta arriba. Al fin y al cabo había ido allí acompañando al amigo. Si no contaban con el ariete de Laredo, tampoco es que él pintara mucho.

Quien sí permaneció en México fue Suárez, a quien por el color de su cabello todos llamaban “Panocha”. El Oro, poco después, se convertiría en Jalisco. Y Ángel Suárez, tras colgar las botas, se hizo árbitro, pitó en la 1ª División azteca e incluso degustó el internacionalato. Como árbitro, precisamente, viajaría a España durante 1981, para dirigir en Cartagena un partido amistoso entre los locales y el Slovan de Bratislava. Por supuesto volvió a tomar el avión de vuelta, pero en 1990 decidió volver a nuestra tierra con carácter definitivo. Lástima que le desvalijaran el coche y aquellos cacos se llevasen parte del dinero acumulado al otro lado del océano.

Testimonio goleador de Caballero en el Oro mexicano.

Testimonio goleador de Caballero en el Oro mexicano.

Caballero, mientras tanto, había acompañado a su amigo Paco Docal en el retorno. Y casi inmediatamente supo que Trapattoni, andado el tiempo prestigioso entrenador adornado con 20 títulos, pero en ese momento forjándose en los banquillos, estaba configurando en Madrid un equipo para el campeonato estadounidense, cuyos gestores o capitalistas, según se aseguraba, eran de Canadá. Como tenía familia en Madrid, introdujo las botas en una bolsa deportiva diciéndose que además de rendirles visita, bien podía probar fortuna.

No era extraño que algún equipo norteamericano disputase “bolos” invernales por nuestros pagos, o que planificasen el futuro probando a distintos futbolistas. Tres años y medio antes, allá por diciembre de 1967, Puskas había acampado en las inmediaciones de Madrid, armando otro equipo. Se aseguró contaba con los españoles Rey, Arranz y Antonio Collar, y aunque los tres se alinearan ante equipos del cinturón madrileño, lo cierto es que acabaron integrándose en otros conjuntos de la North American Soccer League.

Ángel Caballero Saiz en la actualidad.

Ángel Caballero Saiz en la actualidad.

En la prueba hizo lo que sabía, causando buena impresión, puesto que le hablaron de fichar. No queriendo engañarles, habló muy claro: “Miren, les dije, me faltan unos meses para acabar la carrera de perito industrial, tengo novia y me casaré tan pronto empiece a trabajar. Así que si viajo a los Estados Unidos será sólo por dinero”. Entonces le ofrecieron 1.100.000 ptas. al cambio, con todos los gastos de residencia cubiertos. Un señor capitalito para 1971, cuando por medio millón más se podía comprar un piso de 90 metros cuadrados, los buenos oficinistas con implicación acreditada liquidaban en torno a las 12.000 mensuales y pocas, muy pocas dependientas de comercio, superaban los 8 billetes de a 1.000. Todo ello sin contar con los rumores sobre una posible devaluación de nuestra moneda, cuyo primer efecto sería redondear al alza aquella cifra. “Pero ofrecían, nada más. Sin anticipos, avales ni depósitos. Vamos, que en esas condiciones firmarles el contrato hubiese sido un puro ejercicio de fe. Y sabiendo que aquellos equipos se deshacían con la misma facilidad que los montaban…”

Su prudencia ni mucho menos estaba de más, porque hasta nuestra prensa deportiva llegaban ecos de operaciones similares, resueltas mediante espantada. “O sea que como ni ellos ni yo dimos nuestro brazo a torcer, me vine a Laredo, montando una inmobiliaria. Y hubo boda, claro. Más tarde me hice también perito judicial. El futbol se había acabado”.

Al menos así lo creía, aunque el veneno del balón continuara encharcándole las venas. Por eso, porque seguía envenenado, con otros cinco laredanos de pro -Paco Llama, Borja Calle, Felipe Manjares, Carlos San Román y Víctor Gutiérrez- a los que acabaría uniéndose el presidente del club local, puso en marcha el Primer Torneo Juvenil Villa de Laredo, celebrado los días 14, 15 y 16 de agosto de 1981. Hoy, al borde de su XXV edición, sería imposible citar a cuantos con su presencia lo dignificaron: Andrinúa, Luis Enrique, Juanele, Pardeza, Sanchís, Solana, Urzáiz, Kike Burgos, Castillejo, Julen Guerrero, Pep Guardiola, “Chuchi” Macón, Iván De la Peña, Garitano, Arnau, Guillermo Amor, Arpón, Luis García, el guardameta Juanmi… Eso por cuanto respecta a jugadores, porque también se darían cita técnicos como Vicente Miera, Gregorio Benito, Nicolás Estéfano, Toni Grande, Chechu Rojo, “Chus” Pereda, Luis Fernández, Amorrortu, José Ángel Iribar, Teodoro Nieto, Iñaki Sáez, Nando Yosu o Paco Gento, quien además efectuó el saque de honor, junto a Pereda, en la 1ª edición del torneo.

El Torneo Juvenil de Laredo organizado entre otros por Ángel Caballero, se convirtió en todo un referente de dicha categoría.

El Torneo Juvenil de Laredo organizado entre otros por Ángel Caballero, se convirtió en todo un referente de dicha categoría.

Como si no tuviera bastante con el torneo, se animó a sacar licencia de Agente FIFA -representante de futbolistas, para entendernos-, creando Anchusport en sociedad con el ya desaparecido “Chus” Pereda, internacional durante su militancia en el Barcelona y seleccionador nacional de distintas categorías inferiores. No estaba mal para quien creyó haber dejado el fútbol en 1971.

“Ahora, mirando hacia atrás con perspectiva, observo que mi momento estuvo en México. Si me hubiese quedado, quién sabe qué pudo ocurrir. Pero no me arrepiento de  mis decisiones. Al fin y al cabo, pocas cosas resultan tan improductivas e inútiles como parchear el pasado. La vida siempre está ahí delante”.

Para él, plenamente activo a los 70, liderando un negocio y en la directiva de la Asociación Española de Agentes de Futbolistas, sin la menor duda. El fútbol, que fue y continúa siendo eje en su vida, le ha regalado infinidad de relaciones y afectos, a la par que unos cuantos recuerdos materiales no menos cargados de cariño. Como esa camiseta con el 3 a la espalda que sudase Luis De la Fuente durante la última final de Copa ganada por el Athletic, ante el Barcelona, en el año del doblete. Título, por cierto, tras cuyo pitido final Diego Armando Maradona habría de ensombrecer la fiesta, desatando una monumental tangana.

Sirvan pues estas líneas no sólo como reparación de un olvido, sino a modo de reconocimiento hacia quienes, exultantes, recibieron en su día la convocatoria de un seleccionador nacional. Y ello cualquiera que fuese la meta a donde llegaran corriendo sobre el césped, forjasen o  no biografías singulares. Porque todos, durante unas cuantas horas, se sintieron acariciados por la gloria. Algo, reconozcámoslo, al alcance de muy pocos.




España en los mundiales sub’20: URSS 1985

Después de haber sido la única selección europea que conseguía disputar los tres primeros mundiales juveniles, España falló en la cuarta cita. En el Campeonato de Europa sub’18 de 1982 el equipo de Pereda no fue capaz de sumar ningún punto ante Bulgaria, Polonia y Bélgica, por lo que los Juan Carlos Ablanedo, Ricardo Serna, Eloy Olalla o Miguel Pardeza no pudieron viajar a México el verano siguiente. Allí, Brasil obtendría su primer título mundial sub’20 gracias a la actuación de hombres como Jorginho, Dunga o Bebeto, aunque el mejor jugador y máximo goleador fue Geovani Silva, que luego tendría una buena carrera pero no tan destacada como la de algunos de sus compañeros. Otros futuros grandes futbolistas presentes en aquel campeonato fueron Marco van Basten, Toni Polster, Luis Islas, Óscar Dertycia, Rubén Sosa, José Luis Zalazar, Tab Ramos o Wilfred Agbonavbare, por citar algunos de los más conocidos para los aficionados españoles. Con más de un millón de personas en las gradas, el de México 1983 fue un gran Mundial sub’20 en todos los aspectos.

La no clasificación de los juveniles para ese campeonato fue un pequeño jarro de agua fría para un fútbol que estaba a punto de recibir un mazazo aún mayor. En lo que nos ocupa, el fiasco de España’82 supuso el nombramiento de Miguel Muñoz como nuevo seleccionador absoluto pero no implicó más cambios en el organigrama técnico de la Federación Española, por lo que Jesús Pereda se mantuvo al frente de la sub’18. Después de otro irregular papel en el Europeo juvenil de 1983 (tras eliminar a Países Bajos en la ronda previa, se perdió con Inglaterra, se ganó a la URSS y se empató con Escocia para quedar otra vez fuera de la lucha por el título), el Campeonato de Europa sub’18 de 1984 se presentaba como un nuevo examen para el fútbol base español. En el horizonte, el Mundial sub’20 de Chile 1985, primero que acogería Sudamérica.

Llegar no fue sencillo. En marzo, en la eliminatoria de acceso a la fase final del Europeo, hubo que deshacerse de un duro rival: Francia. Tras perder por 1-0 en la ida, disputada en la localidad gala de La Rochelle, con un gol en el descuento, en la vuelta en Gijón los juveniles españoles se vieron nuevamente por detrás en el marcador a la media hora de juego. Por suerte, el equipo se rehízo rápidamente y la remontada se culminó en la segunda parte con un gol de Goyo Fonseca. Con el 3-1 final, España obtenía su clasificación para el campeonato a celebrar a finales de mayo en la Unión Soviética.

Encuadrada en el grupo D del Europeo junto a Suiza, Hungría y Checoslovaquia, la selección española disputó sus partidos en Minsk, la capital bielorrusa (el resto de grupos se repartieron por Leningrado, Kiev y Moscú). El torneo empezó bien, con una victoria con remontada ante Suiza (2-1), pero la derrota por idéntico marcador frente a la selección magiar en la segunda jornada dejó a los españoles con escasísimas opciones de acabar líderes de grupo y acceder a semifinales. En la última jornada no hubo milagro y ni siquiera se pudo pasar del empate con Checoslovaquia (1-1), selección con la que también se igualaba a tres puntos en la clasificación, quedando Hungría en primera posición.

Afortunadamente, los criterios de desempate favorecieron a España: la diferencia de goles era mejor que la de Checoslovaquia, con lo que los de Pereda obtenían la segunda plaza del grupo, y los cuatro tantos marcados clasificaron a España para el Mundial juvenil, ya que en otro grupo Bulgaria también sumaba tres puntos y una diferencia de goles de 0, pero con sólo tres dianas. Hungría (campeón final del Europeo), la URSS, Polonia e Irlanda como semifinalistas, e Inglaterra, que con cuatro puntos había sido la mejor segunda de los cuatro grupos, completarían la representación europea en Chile 1985.

Sólo que al final ni el Mundial fue en Chile ni esas fueron las seis selecciones europeas presentes en el torneo. Con la amarga y estresante experiencia del cambio de sede del Mundial’86 demasiado reciente, la FIFA controló al milímetro los preparativos chilenos para acoger el torneo juvenil y a finales de 1984 consideró que no había garantías suficientes de que el campeonato pudiera desarrollarse con normalidad. Pese a las protestas del régimen de Pinochet, el 15 de noviembre de 1984 se oficializaba el intercambio de ediciones entre Chile y la URSS: los soviéticos organizarían el Mundial sub’20 de 1985 y los sudamericanos el de 1987, cerrándose así la rotación continental iniciada en Túnez 1977. Más tarde, Polonia renunciaría a participar y la UEFA repescó a Bulgaria.

Más o menos por esas fechas se producía el relevo al frente de la Federación Española de Fútbol: José Luis Roca sustituyó a un Pablo Porta al que un oportuno decreto del Gobierno impidió volver a presentarse a la reelección. Puede que ese cambio de presidente tuviera algo que ver en que durante la temporada 1984/1985 no se concertaran amistosos de la selección juvenil: tan solo se jugaron los partidos correspondientes a la fase de clasificación del nuevo Campeonato de Europa sub’18, que dejaba de ser un torneo anual para pasar a celebrar sus fases finales cada dos años, acomodándose a la periodicidad del Mundial juvenil. Así las cosas, la única ocasión en la que se mezclaron jugadores de las dos últimas camadas juveniles (es decir, la única vez en la que se probó un posible equipo mundialista sub’20, que debería estar formado por jugadores nacidos a partir del 1 de agosto de 1965) fue ya durante la primera semana de junio de 1985, cuando España acabó en tercera posición del famoso torneo “Espoirs” de Toulon pero sin cruzarse con ninguna otra selección clasificada para el Mundial.

Con esa única y escasa referencia, el 2 de agosto Chus Pereda anunció su convocatoria para el Campeonato Mundial Juvenil. La principal ausencia era la del madridista Rafael Martín Vázquez, una de las grandes figuras del grupo, por una inoportuna lesión muscular. Los mundialistas continuarían la recién iniciada pretemporada con sus equipos y sólo se concentraron con la selección a partir del día 12 de agosto en la localidad burgalesa de Medina de Pomar, la misma que había visto nacer al seleccionador. Esta localización generó alguna que otra crítica; no obstante, Pereda defendió la elección de su pueblo natal por su tranquilidad y por tener un clima veraniego similar al que España se encontraría en la URSS.

Durante unos exiguos seis días, el equipo nacional juvenil entrenó, disputó algún partidillo contra equipos aficionados de la zona y tuvo incluso tiempo para disfrutar de las fiestas patronales de la cercana Villarcayo, cerrando la estadía en Medina con un encuentro amistoso ante la también mundialista México. Con todo el pueblo volcado con su ilustre paisano, los norteamericanos amargaron la fiesta de despedida al vencer por 1-2; además, Jesús Pereda fue expulsado del campo que desde 1984 lleva su nombre. Cosas que pasan. Por lo menos durante la concentración no se produjo ninguna baja, de modo que los jugadores españoles que disputaron el Campeonato Mundial Juvenil de la URSS 1985 fueron los citados inicialmente:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

Juan Carlos UNZUÉ Labiano 22/04/1967 Osasuna

2

MC

MARCELINO García Toral 14/08/1965 Sporting de Gijón

3

DF

César González López, “MENDIONDO” 25/06/1966 Atlético de Madrid

4

MC

Rafael PAZ Marín 02/08/1965 Sevilla FC

5

DF

Pedro AROZARENA Redín 24/02/1966 Osasuna

6

DF

José TIRADO Castilla 04/11/1965 Sevilla FC

7

DF

Francisco FERREIRA Colmenero 22/05/1967 Athletic de Bilbao

8

DF

Íñigo LIZARRALDE Lezcano 06/08/1966 Athletic de Bilbao

9

MC

José Aurelio GAY López 10/12/1965 Real Madrid

10

MC

FERNANDO Gómez Colomer 11/09/1965 Valencia CF

11

MC

Mohamed Ali Amar, “NAYIM” 05/11/1965 FC Barcelona

12

MC

Juan Manuel Sánchez Baró, “JUANMA” 04/11/1966 CD Málaga

13

P

Julen LOPETEGUI Argote 28/08/1966 Real Madrid

14

DL

Jon Andoni GOIKOETXEA Lasa 21/10/1965 Osasuna

15

DL

Manuel PEÑA Escontrela 18/12/1965 Real Valladolid

16

DL

Francisco LÓPEZ LÓPEZ 19/11/1965 FC Barcelona

17

DL

Sebastián LOSADA Bestard 03/09/1967 Real Madrid

18

DL

Francisco Javier Cabral Román, “FRANCIS” 03/11/1965 Cadiz CF

Viendo la nómina de convocados se entiende mejor que el equipo llegara tan lejos en el torneo: hasta seis jugadores (Lopetegui, Rafa Paz, Patxi Ferreira, Fernando, Goikoetxea y Losada) llegarían a debutar con la absoluta y casi todos los componentes de esta selección disfrutaron luego de largas carreras profesionales. Tan sólo Juanma (que casi no dispuso de oportunidades en Málaga), López López (que apenas contó en el Barcelona y tampoco pudo destacar en Oviedo) y Francis (que no jugó demasiado en Primera ni con el Cádiz ni con el Español) pueden resultar algo menos conocidos para la mayoría de aficionados. Aunque la trayectoria posterior de los jugadores no puede explicar una buena (o mala) actuación en un Mundial juvenil, sí indica que se trataba de un grupo de muy buen nivel. Su calidad y la necesaria pizca de suerte en momentos puntuales suplieron con creces las carencias de esa preparación premundialista de menos de una semana.

El formato del Campeonato Mundial Juvenil de la URSS 1985 no presentaba ninguna novedad con respecto al que se venía usando desde 1981. Lo más destacable era que las autoridades de la Unión Soviética habían decidido descentralizar el desarrollo del campeonato, por lo que los grupos se repartieron entre cuatro repúblicas distintas: las capitales de Armenia, Georgia, Bielorrusia y Azerbaiyán fueron las elegidas, disputándose también en ellas los partidos de cuartos de final. Para la madre Rusia quedaban las semifinales, que se celebrarían en Moscú y Leningrado (hoy San Petersburgo), y la gran final, que tendría lugar en el moscovita Estadio Lenin (hoy Luzhniki). El sorteo de la primera fase se realizó el 27 de abril de 1985 y estos fueron sus resultados:

GRUPO A

(Ereván)

GRUPO B

(Tiflis)

GRUPO C

(Minsk)

GRUPO D

(Bakú)

Bulgaria

Brasil

URSS

Inglaterra

Colombia

República de Irlanda

Australia

México

Túnez

Arabia Saudita

Canadá

Paraguay

Hungría

España

Nigeria

China

En este Mundial juvenil no habría, como en otros anteriores, un árbitro de cada país participante y algunos más para completar la nómina, sino que se siguieron otros criterios para seleccionar a los veinticuatro colegiados. Pero sí hubo, en cualquier caso, un trencilla español: el cántabro Victoriano Sánchez Arminio, destinado inicialmente al grupo C, dirigió el URSS-Australia de la primera jornada y actuó como juez de línea en otros dos encuentros; luego, la buena actuación de la selección española le hizo regresar a casa tras esa primera fase.

El torneo daría comienzo el 24 de agosto y la FIFA organizó los viajes de los equipos, de modo que tanto España como la mayoría del resto de selecciones llegaron el día 20 a Moscú procedentes de Ámsterdam. La aerolínea neerlandesa KLM era patrocinadora del evento desde 1979 y se encargaba de esos desplazamientos colectivos, pero su papel se limitaba a los vuelos de entrada y salida en el país anfitrión y siempre desde y hacia Schiphol. Los viajes internos corrían por cuenta de la organización local y España empezó pronto a sufrir los problemas de la rígida burocracia soviética, que no había previsto vuelos a Georgia hasta el día siguiente, con lo que la selección llegó a Tiflis el día 21, dos jornadas después de salir de Madrid. Pasar dos días sin entrenar después de una breve concentración de menos de una semana en plena pretemporada no parecía presagiar nada bueno acerca del rendimiento que ofrecerían los juveniles españoles en el campeonato, pero el equipo fue creciendo con el paso de las jornadas hasta alcanzar el mayor éxito logrado hasta entonces por una selección nacional en un Mundial juvenil o absoluto.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de la URSS 1985, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de la URSS 1985, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

En las horas previas al debut, Jesús Pereda manifestó su contrariedad por el hecho de que sus jugadores parecían estar demasiado acostumbrados al rígido 4-4-2 que imperaba en la mayoría de clubes, lo que le obligaba a usar ese esquema en detrimento del más ofensivo 4-3-3 que el técnico burgalés había utilizado en otras citas juveniles. Además, la convivencia en el hotel de Tiflis con la selección de Arabia Saudita le hizo sospechar que varios de aquellos futbolistas sobrepasaban con creces la edad juvenil. Por todo ello, el seleccionador español no las tenía todas consigo de cara a un partido que el resto del planeta daba a su equipo por ganado de antemano.

Y sus temores se confirmaron aquella tarde del 24 de agosto, puesto que el 4-4-2 no terminó de funcionar por culpa de la presión saudí y del pobre desempeño de Fernando, Nayim y Francis (principal artífice de la clasificación un año antes), que no tuvieron su día más afortunado con el balón en los pies. Arabia, muy voluntariosa y, en ocasiones, dura, casi no puso a prueba a Unzué; España, con un juego lento y deslavazado, creó unas pocas oportunidades que no supo concretar. Tal vez el colegiado canadiense se equivocara al no señalar dos posibles penaltis a favor de España, pero no podía decirse que el 0-0 final fuera un resultado demasiado injusto. Eso sí: complicaba mucho las opciones españolas de acceder a cuartos de final.

24/08/1985

Primera jornada del Grupo B.

ARABIA S.

(0)

Al-Solaimani; Abu Dawod, Al-Maghlouth, Al-Habashi, Al-Saud (-79, Al-Roomi); Al-Saleh, Al-Razgan, Al-Bishi; Ibrahim, Hathal Al-Dosari, Mehaisen Al-Dosari.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Nayim, Juanma (-73, Gay); López López (-76, Goikoetxea), Francis.

Goles

Árbitro

Antonio Evangelista (CAN).

Tarjetas

Ibrahim (KSA, min. 29); Al-Saud (KSA, min. 29); Mendiondo (ESP, min. 31); Francis (ESP, min. 85); Hathal Al-Dosari (KSA, min. 87).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 25.000 espectadores.

Curiosamente, Pereda afrontó el segundo partido, teóricamente el más difícil, con más optimismo. Creía que su equipo se sentiría mucho más cómodo defendiendo y saliendo a la contra ante una selección como Brasil, que sí quería el balón, que viéndose obligado a llevar la iniciativa como ante Arabia, y otra vez estaba en lo cierto. Con un marcaje individual a los habilidosos atacantes brasileños y la entrada del delantero Peña para trabajar casi más en defensa que en labores ofensivas, España controló bien a su rival en la primera parte y Unzué apenas tuvo que intervenir. Pero, al comienzo de la segunda mitad, el lateral derecho Luciano inauguró el marcador tras una gran jugada individual y hubo que cambiar de planes.

Consciente de que necesitaba sacar algo positivo de aquel partido, España se abrió un poco y estuvo a punto de igualar la contienda en un cabezazo de Gay que se estrelló en el poste. Sin embargo, poco después llegaría la jugada desgraciada del encuentro: un balón largo que los defensas españoles consideraron que se perdería por la línea de fondo acabó rebotando en el banderín del córner y Balalo, más atento, lo recogió y enfiló hacia la portería, sorteando a los zagueros hispanos que regresaban a la desesperada y batiendo, a la segunda, a Unzué. A partir de ahí España pasó a dominar claramente la posesión, pero no pudo recortar distancias. Con cuatro puntos, Brasil se clasificaba matemáticamente para cuartos, mientras que la sorprendente victoria de Arabia Saudita sobre Eire por 1-0 en el otro partido del día dejaba en una precaria situación a la selección española.

27/08/1985

Segunda jornada del Grupo B.

BRASIL

(2)

Taffarel; Luciano, Henrique, Luis Carlos, Dida; Silas, Tosin (-78, Marçal), Joao Antonio; Muller, Gerson (-73, Izael), Balalo.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Nayim (-46, Juanma) Gay; Peña (-58, Losada), Francis.

Goles

1-0 Luciano (BRA, min. 50); 2-0 Balalo (BRA, min. 65).

Árbitro

Jamal Al-Sharif (SYR).

Tarjetas

Fernando (ESP, min. 25); Gerson (BRA, min. 29); Luciano (BRA, min. 48).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 20.000 espectadores.

Costaba mucho ser optimista de cara a esa tercera jornada. Arabia Saudita sólo necesitaba un punto ante la ya clasificada Brasil para acceder a cuartos de final y los más agoreros daban por hecho ese conveniente empate, entre otras cosas porque el seleccionador árabe era un técnico brasileño, Oswaldo Sampaio, que acostumbraba a pasar largos ratos con el entrenador de Brasil, Gilson Nunes, en el hotel en el que se alojaban los cuatro equipos del grupo. Las escasas opciones españolas pasaban por vencer a la República de Irlanda y esperar una derrota (cuanto más abultada, mejor) de Arabia para poder enjugar la diferencia de tres goles que existía con respecto a los saudíes. Como esta vez los partidos sí se jugaban a la misma hora, Pereda hizo lo que tenía que hacer y sacó un once netamente ofensivo para que, al menos, la eliminación no llegara porque España no hubiera hecho sus deberes.

Con un atrevido 3-5-2 que, en función de las necesidades, se convertía en un 4-3-3, los españoles salieron con ganas de cumplir su parte del trabajo y rápidamente se pusieron por delante gracias a un gol del capitán Fernando Gómez Colomer. Con España dominando y buscando continuamente la portería irlandesa, Sebastián Losada dobló la ventaja en el minuto 35. Casi al mismo tiempo, Brasil se adelantaba en el otro estadio de la capital georgiana y España pasaba a estar virtualmente clasificada. Sin embargo, no iba a resultar tan sencillo. En cinco minutos fatídicos al comienzo de la segunda parte, un error de Unzué y una mano de Tirado dentro del área permitieron a Irlanda, que no se jugaba nada, empatar el partido.

Quedaba algo más de media hora para recobrar esa diferencia de dos goles que, si nada cambiaba en el otro encuentro, se necesitaba para superar a Arabia Saudita, y España demostró que quería pelear. Peña, que antes había tenido una clara oportunidad para hacer el 1-3, avisó con un disparo al larguero, y poco después Fernando aprovechó un libre indirecto dentro del área para renovar las esperanzas españolas. Con los resultados de ese instante, España sólo necesitaba un gol más para clasificarse y a eso se aplicó todo el equipo, aunque el ansiado cuarto tanto no llegó hasta el minuto 85. Losada clavó entonces un misil en la escuadra y la alegría española se contuvo hasta que desde el estadio del Lokomotiv de Tiflis llegó la confirmación de que el 1-0 para Brasil era ya definitivo. Con los mismos puntos (tres) y la misma diferencia de goles que Arabia Saudita (cero), España pasaba a cuartos de final del Mundial sub’20 de 1985 por haber marcado tres tantos más que los saudíes.

29/08/1985

Tercera jornada del Grupo B.

IRLANDA

(2)

Kelly; Purcell, Kelch, O’Shea (-16, Bolard), Patrick Dolan; Murray, Collins, Russell, Swan (-73, Bayly); Eamonn Dolan, Mooney.

ESPAÑA

(4)

Unzué; Arozarena, Rafa Paz, Tirado; Marcelino, Gay, Fernando, Juanma, López López (-46, Peña); Losada, Goikoetxea (-63, Francis).

Goles

0-1 Fernando (ESP, min. 3); 0-2 Losada (ESP, min. 35); 1-2 Mooney (IRL, min. 51); 2-2 Kelch (IRL, min. 56)(p); 2-3 Fernando (ESP, min. 61); 2-4 Losada (ESP, min. 85).

Árbitro

Jesús Díaz Palacios (COL).

Tarjetas

Collins (IRL, min. 58).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 9.800 espectadores.

Resultaba una curiosa casualidad que la forma de acceder a esos cuartos de final prácticamente calcase la manera en la que, un año antes y también en la URSS, España se había clasificado para el Mundial, así como que su rival fuera a ser precisamente Bulgaria, la selección a la que entonces se había superado por el mayor número de goles a favor. Repescada para el Campeonato del Mundo por la renuncia de Polonia, la selección juvenil búlgara había derrotado a Túnez y empatado luego con Colombia y Hungría para acabar en primera posición del grupo A (colombianos y húngaros empataron a todo y un sorteo determinó que Colombia pasara como segunda de grupo). Esa primera plaza concedía a Bulgaria el privilegio de no tener que moverse de su sede para disputar la primera eliminatoria, así que fue España quien tuvo que embarcarse rumbo a Ereván, la capital armenia.

La siempre peculiar organización soviética distribuyó a la pequeña expedición española en nada menos que tres vuelos distintos, convirtiendo un desplazamiento de menos de 300 kilómetros en toda una odisea. Sin embargo, según contaban los enviados especiales de los medios informativos, los directivos de la Federación Española no sólo no se quejaron a la FIFA por esos problemas sino que se dedicaron a disfrutar sin complejos ni medida con cuantos agasajos y prebendas eran obsequiados. Sirva como ejemplo la dura crítica de la corresponsal de ABC en la URSS, Paloma Avilés, al bochornoso comportamiento de los dirigentes de la RFEF.

Extracto del artículo publicado en el diario ABC el 01/09/1985

Extracto del artículo publicado en el diario ABC el 01/09/1985

Con la baja ya conocida de Nayim, con problemas de rodilla desde el duelo ante Brasil, España volvió a su 4-4-2 habitual. Enfrente, un talentoso equipo búlgaro con varios de los jugadores que conformarían su maravillosa selección absoluta de comienzos de los noventa: Krassimir Balakov y Emil Kostadinov, que ya habían dejado muestras de su clase durante los primeros partidos, complicaron mucho las cosas a los de Pereda y quién sabe lo que habría ocurrido aquel 1 de septiembre de 1985 si Lyuboslav Penev, lesionado en la segunda jornada, hubiera estado disponible para su seleccionador. Aprovechando el marcaje individual de la defensa española, los cinco atacantes de Bulgaria intercambiaban constantemente sus posiciones para sembrar el desconcierto en la zaga rival, aunque no llegaron a crear ocasiones de gran peligro. El partido estaba igualado, pero España se adelantó a la media hora con una extraordinaria volea de Marcelino García Toral desde fuera del área y se llegó al descanso con la sensación de que ganaba el mejor equipo.

Sensación que cambió tras el paso por los vestuarios. Como ante Brasil e Irlanda, España encajó un gol nada más salir, obra esta vez de Kostadinov, que remachó un pase de la muerte del extremo Maznilkov. La selección española empezó a acusar el calor, los nervios y el cansancio y Bulgaria estuvo muy cerca de conseguir el segundo gol; pero, en uno de los escasos ataques hispanos, Gay fue claramente derribado dentro del área y Fernando transformó el penalti. Casi a continuación llegó la otra jugada clave del partido: una mala cesión de Lizarralde desde el centro del campo sorprendió a Unzué y acabó dentro de la portería española, pero el colegiado inglés Joseph Worrall anuló el tanto a instancias de uno de sus linieres. No queda claro, a tenor de las crónicas, si se señaló un fuera de juego posicional de Balakov o una posible obstrucción de éste al portero español, pero la controvertida decisión sacó a Bulgaria del encuentro y España controló bien los veinte minutos finales, alcanzando por primera vez las semifinales de un Campeonato del Mundo sub’20.

01/09/1985

Cuartos de final.

BULGARIA

(1)

Jilkov; Kalkanov (-70, Kirov), Pachov, Vassev, Dotchev; Petkov, Ivanov (-46, Kalaydjiev), Balakov; Maznilkov, Kostadinov, Mikhtarski.

ESPAÑA

(2)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Gay, Juanma (-76, Rafa Paz); Losada (-85, Francis), Goikoetxea.

Goles

0-1 Marcelino (ESP, min. 33); 1-1 Kostadinov (BUL, min. 47); 1-2 Fernando (ESP, min. 67)(p).

Árbitro

Joseph Bertrand Worrall (ING).

Tarjetas

Pachov (BUL, min. 60); Ferreira (ESP, min. 61); Losada (ESP, min. 80); Jilkov (BUL, min. 80); Rafa Paz (ESP, min. 90).

Estadio

Hrazdan (Ereván). 20.500 espectadores.

Los equipos procedentes de los grupos B y C coparon la penúltima ronda. Brasil barrió a Colombia por un contundente 6-0: aunque el marcador al descanso era de 0-0, los dos primeros goles brasileños al poco de comenzar la segunda parte acabaron con la resistencia de los jugadores colombianos. Por su parte, Nigeria se convirtió en la primera selección africana que accedía a semifinales de un Campeonato del Mundo Juvenil al doblegar por 2-1 a México, que había ganado sus tres partidos anteriores pero que se vio sorprendido en la primera parte por el ímpetu de los africanos y no fue capaz de culminar la remontada en la segunda. Al finalizar el encuentro, los mexicanos la emprendieron a golpes con los árbitros e incluso durante el vuelo de vuelta a Moscú insultaron a oficiales de la FIFA, lo que les acarreó duras sanciones (el guardameta Héctor Quintero, que agredió a un juez de línea, fue castigado con un año sin jugar). Y en Minsk, la URSS se llevó el duelo comunista ante la sorprendente China gracias a un solitario gol anotado en el primer minuto. Los chinos jugaron mejor pero su inocencia en el remate les impidió igualar el marcador, por lo que serían los anfitriones quienes se medirían a España en la semifinal de Moscú.

Como venía siendo habitual, el traslado a la capital rusa no fue sencillo. Retrasos varios, largas esperas a pie de pista bajo un sol de justicia y problemas con las comidas marcaron esos dos días, en los que apenas hubo lugar para entrenamientos. Nuevamente, como en Australia 1981, se tuvo que echar mano de las habilidades culinarias de residentes españoles, siendo en esta ocasión la corresponsal de ABC la encargada de preparar las ya tradicionales tortillas de patatas. En lo estrictamente deportivo, Jesús Pereda temía más la potencia física de los jugadores soviéticos que su nivel futbolístico, así que planteó el partido desde una defensa individual y con constantes ayudas, especialmente en las bandas.

El plan estuvo a punto de irse al traste en la primera jugada: España sacó de centro, Fernando perdió el balón y Tatarchuk finalizó la fulgurante acción con un disparo que se estrelló en el larguero apenas doce segundos después del pitido inicial. La URSS aprovechó esa inercia para encerrar a una España que esperaba pacientemente para salir al contraataque, pero el gol local parecía mucho más cercano y acabó llegando cerca del descanso, cuando Marcelino derribó a Medvid dentro del área y Khudojilov transformó el penalti. Por suerte, las tornas cambiaron en los segundos cuarenta y cinco minutos. Con un rival cada vez más cansado, los centrocampistas españoles pasaron a marcar el ritmo del encuentro y las ocasiones empezaron a llegar. En una de ellas, en el minuto 70, el meta soviético no supo atrapar un fácil balón centrado por Marcelino y Losada, muy atento, lo cabeceó en plancha al fondo de las mallas. De ahí al final se intensificó aún más el dominio español, pero no hubo forma de volver a batir la meta de la URSS y se llegó al tiempo extra.

Una prórroga que no pudo disputar Nayim, cuya reaparición apenas duró media hora: una de las muchas entradas contundentes que se vieron en el partido lo envió de nuevo a la caseta, esta vez con el tobillo dañado. Con ambos equipos muy al límite de sus fuerzas, los locales tomaron la iniciativa y, tras avisar con un par de claras oportunidades bien desbaratadas por Unzué, consiguieron ponerse otra vez por delante nada más comenzar los últimos quince minutos, cuando Medvid se escapó por la izquierda y su centro al segundo palo lo cabeceó cruzado Ivanauskas. España se volcó entonces en busca del empate y fue a encontrar su premio cuando todo parecía ya perdido. Con el tiempo cumplido y la bola en poder de la URSS, un mal pase soviético en el centro del campo generó un robo de balón que acabó en los pies de Gay. Con la defensa rival descolocada, el madridista largó lo que parecía un pésimo y lejano disparo raso pero que en realidad fue un magnífico pase interior a Goikoetxea, que estaba completamente desmarcado en el punto de penalti y batió por alto al portero Kutepov. De forma casi increíble, España anotaba el 2-2 sin tiempo para nada más.

En la tanda de penaltis, Francis transformó con convicción el primer lanzamiento hispano y Unzué detuvo el de Medvid, pero Tirado falló el segundo y se restableció una igualada que, gol a gol, se mantuvo hasta el quinto turno. Entonces Fernando hizo gala de una calidad y sangre fría extraordinarias para colocar su disparo en la escuadra izquierda, imposible para Kutepov; acto seguido, Unzué detuvo el mal disparo de Tatarchuk y certificó la clasificación española para la gran final. Mientras los jóvenes soviéticos y los 60.000 espectadores presentes en las gradas (la cifra oficial de 37.000 se queda bastante corta) se preguntaban cómo podía habérseles escapado ese partido, el portero de Osasuna salía del campo a hombros de sus compañeros.

04/09/1985

Semifinal.

ESPAÑA

(2)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Gay, Juanma (-55, Nayim) (-83, Francis); Losada, Goikoetxea.

URSS

(2)

Kutepov; Kolotovkin, Chedia, Moj, Horilyi; Ivanauskas, Skliarov (-91, Savchenko), Medvid, Khudojilov; Tatarchuk, Kuzhlev (-68, Bubliauskas).

Goles

0-1 Khudojilov (URSS, min. 38)(p); 1-1 Losada (ESP, min. 70); 1-2 Ivanauskas (URSS, min. 107); 2-2 Goikoetxea (ESP, min. 120+1).

Tanda de penaltis

(ESP 4-3)

1-0 Francis (ESP), 1-0 Medvid (URSS), para Unzué; 1-0 Tirado (ESP), para Kutepov, 1-1 Khudojilov (URSS); 2-1 Marcelino (ESP), 2-2 Ivanauskas (URSS); 3-2 Gay (ESP), 3-3 Moj (URSS); 4-3 Fernando (ESP), 4-3 Tatarchuk (URSS), para Unzué.

Árbitro

Hernán Silva Arce (CHL)

Tarjetas

Ferreira (ESP, min. 25); Tatarchuk (URSS, min. 51); Medvid (URSS, min. 51); Khudojilov (URSS, min. 70).

Estadio

Lenin (Moscú). 37.000 espectadores.

Brasil, que no había sufrido demasiado para vencer a Nigeria por 2-0, sería el rival en el histórico partido por el título, y el seleccionador español confiaba en que su equipo mejorara las prestaciones ofrecidas en el duelo de la primera fase. Según Pereda, Brasil había tenido mucha suerte en sus dos goles de aquella tarde en Tiflis y, con un poco más de orden y concentración, el juego técnico de los brasileños podía ser perfectamente contrarrestado por sus chicos, a pesar de la importante baja del central Patxi Ferreira por acumulación de tarjetas. Todo ello sin dejar de reconocer la teórica superioridad de una selección, la canarinha, que llegaba a la final con pleno de victorias, trece goles marcados y sólo uno encajado.

Así pues, con su 4-4-2 habitual, con Arozarena en el lugar del sancionado Ferreira y la entrada de Rafa Paz en el centro del campo como principales novedades, a las siete de la tarde (hora local) del 7 de septiembre de 1985 la selección sub’20 saltó al césped del Estadio Lenin de Moscú para jugar la primera final mundialista del fútbol español en categoría juvenil o absoluta. Tras una primera (y clara) oportunidad para Sebastián Losada, Brasil se adueñó del balón y ambos equipos comenzaron a desempeñar el papel que se les había asignado en todas las previas: los sudamericanos atacaban sin descanso, con un fútbol vistoso y alegre, y España se defendía como podía, con sus clásicos marcajes individuales y un portero, Juan Carlos Unzué, en estado de gracia. El navarro detuvo unos cuantos disparos relativamente sencillos, salvó milagrosamente tres ocasiones inmejorables de Dida, Balalo y Muller, y vio cómo Gerson estrellaba un fácil remate en el poste, todo eso sólo en la primera parte. En medio del vendaval brasileño, la producción ofensiva española se limitó a un disparo de Gay en el minuto 41 que, eso sí, golpeó en la cruceta.

Al descanso bien podía decirse que España tenía suerte de mantener el 0-0 inicial, pero también era cierto que ese resultado era precisamente el que se buscaba. Porque, tal y como había esperado Jesús Pereda, en la segunda parte el juego brasileño cayó unos cuantos enteros y España pudo, por fin, sacudirse la presión. La incesante lluvia dificultaba los avances de Brasil y el partido se volvió más igualado y algo más bronco. Por desgracia, Mendiondo vio su segunda tarjeta amarilla en una de esas acciones divididas, dejando a España con diez. Faltaba media hora y el equipo español tuvo que volver a encerrarse, aunque esta vez sufría bastante menos que en la primera parte e incluso generaba cierto peligro a la contra. En los últimos minutos llegaron las ocasiones más claras para ambos bandos: muy cansado, Losada culminó mal una situación de dos contra uno y, acto seguido, fue Muller quien no atinó a controlar un balón delante de Unzué. La final se iba a la prórroga y la superioridad numérica de Brasil parecía una baza decisiva para ese tiempo extra.

Y lo fue, sobre todo porque Brasil acertó a marcar casi en la primera jugada. Balalo botó un córner muy abierto, un centro pasado y bombeado que uno de sus compañeros (elijan entre Muller, Gerson o Tosin, pues ninguna crónica se pone de acuerdo y las imágenes de Youtube no tienen la calidad que uno desearía) devolvió de cabeza al corazón del área para que el central Henrique, totalmente solo en el borde del área chica, engatillara el balón suelto y batiera por fin a Unzué. España intentó rehacerse del golpe y durante unos minutos consiguió rondar la meta de Claudio Taffarel, pero no fue capaz de terminar ninguna jugada y, poco a poco, las interrupciones y el cansancio fueron apagando la chispa de los diez jugadores españoles. En la segunda parte de la prórroga apenas quedaban fuerzas para nada más; con mucho oficio, Brasil supo manejar el partido para asegurarse la victoria y reeditar así el título conseguido dos años antes en México. Por primera vez, una selección conseguía ganar dos veces el Campeonato del Mundo Juvenil y lo hacía, además, en ediciones consecutivas.

07/09/1985

Final.

BRASIL

(1)

Taffarel; Luciano, Henrique, Luis Carlos, Dida; Silas (-99, Marçal), Tosin, Joao Antonio; Muller, Gerson (-94, Antonio Carlos), Balalo.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Arozarena, Tirado, Mendiondo; Marcelino (-77, Nayim), Fernando, Gay, Rafa Paz; Losada, Goikoetxea (-66, Francis).

Goles

1-0 Henrique (BRA, min. 92).

Árbitro

David F.T. Syme (SCO).

Tarjetas

Dida (BRA, min. 23); Tirado (ESP, min. 27); Mendiondo (ESP, min. 38); Henrique (BRA, min. 60); Luis Carlos (BRA, min. 77). Expulsado Mendiondo (ESP, min. 61) por doble amarilla.

Estadio

Lenin (Moscú). 41.000 espectadores.

España regresó a casa más de veinticuatro horas después de la final (última cortesía de la organización), con el lógico dolor de la derrota pero con la satisfacción de haberlo dado todo y haber conseguido un éxito sin precedentes. Además, traía bajo el brazo los primeros premios individuales conseguidos por futbolistas españoles en un Mundial juvenil. Aunque hasta siete jugadores terminaron el campeonato con tres goles marcados, Sebastián Losada había obtenido la Bota de Oro al máximo goleador (parece que ser el más joven de los siete le hizo merecedor del primer premio) y Fernando Gómez Colomer recibió la Bota de Plata (la de Bronce fue para el nigeriano Monday Odiaka, quedando el mexicano Alberto García Aspe y los brasileños Gerson, Muller y Balalo sin galardón en esta categoría). Por su parte, Juan Carlos Unzué logró el Balón de Bronce al acabar tercero en las votaciones para elegir al mejor jugador, y fue además designado mejor portero del campeonato. El Balón de Oro recayó en el brasileño Silas, siendo el de Plata para su compatriota Gerson.

Los premiados, como siempre, correrían luego distinta suerte: mientras que Silas, sin llegar a ser una grandísima estrella, disputó los Mundiales de 1986 y 1990, Gerson apenas jugó cinco partidos con la absoluta brasileña antes de que su carrera quedara trágicamente interrumpida por el VIH (aunque él nunca llegó a confirmar que padecía SIDA, la noticia saltó a los medios en 1992 y el delantero acabó falleciendo en 1994 por una enfermedad que suele afectar a personas inmunodeprimidas). Serían dos de sus compañeros no premiados, Muller y Claudio Taffarel, quienes más brillarían con la canarinha, disputando tres Mundiales cada uno (1986, 1990 y 1994 el delantero; 1990, 1994 y 1998 el guardameta) y ganando el de 1994.

Sebastián Losada muestra la Bota de Oro. Imagen extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Sebastián Losada muestra la Bota de Oro. Imagen extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Por parte española, Fernando, aunque fue el gran referente del Valencia durante muchos años, tan solo jugó ocho partidos con España entre 1989 y 1992 (siendo convocado para Italia’90). Unzué, pese a su sólida carrera posterior (Osasuna, Barcelona, Sevilla, Tenerife), no llegó a debutar con la absoluta; y Losada (Real Madrid, Espanyol, Atlético, Celta) sólo jugó un partido en 1995, meses antes de retirarse hastiado del fútbol profesional a sus veintisiete años. Fue Jon Andoni Goikoetxea (Osasuna, Real Sociedad, Barcelona, Athletic) el miembro de este grupo que más carrera hizo a nivel absoluto, ya que disputó 36 partidos entre 1990 y 1996 y jugó el Mundial de EE.UU. 1994, en el que marcó un célebre gol a Alemania. En cualquier caso, aunque ninguno llegara a ser una grandísima figura internacional, todos los convocados dejaron su huella en la historia de nuestro fútbol: sólo ellos pueden presumir de haber sido los primeros en disputar una final de un Mundial (no militar) con la camiseta de la selección española.

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Fuentes consultadas:

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.

 

En memoria de Manuel Peña Escontrela (1965-2012).




Biblioteca Martialay: La siesta de un árbitro inglés mientras suenan los himnos

PartidoZaragoza01

Zaragoza se vistió de fiesta para recibir su primer partido internacional. Tan de fiesta que a los franceses, en el viejo Torrero, se les encasquetaron ocho goles.

Fiesta completa.

Pero no empezó con cuerpo de jota, no. Tras los JJOO de Ámsterdam, tan catastróficos, dimitió el seleccionador Berraondo. Le sustituyó, en solitario, José María Mateos, que, “en trío”, ya había ejercido el cargo. Pero ahora, como los buenos toreros, estaba solo en el ruedo. Y fue el primero –que conste- que pensaba que la Selección tenía que ser el “España F,C.” Y funcionar como un equipo de club. Bajo la camiseta roja no quería “colorines”, uno de aquí, otro de allí…

Zamora, por supuesto. La defensa del Madrid: Quesada y Urquizu. Los medios alas del Madrid, Prats y José María Peña, con el eje españolista Solé. La parte derecha de la delantera del Madrid, con Lazcano, Triana y Gaspar Rubio, y la izquierda del Español, con Padrón y Bosch. Con dos equipos: Madrid y Español de Barcelona esperaba aglutinar un conjunto casi acoplado de entrada. Pero…

Se lesionó Urquizu. Tin Bosch, en el partido Español – Arenas de Guecho, fue a por el árbitro con torvas ideas agresivas y la Federación le suspendió por tres meses. Solé también caía lesionado. Padrón, comunicó que no podía ir porque estaba muy “malito” debido a que en el cuartel le habían puesto la inyección antitífica y se mareaba al intentar ponerse de pie. Triana pasaba un bache de forma que era un socavón. Y Zamora, en el entrenamiento que se hizo ya en Zaragoza, se retiró echándose mano a la muñeca y dando los gritos teatrales de dolor que solía lanzar Zamora en tales circunstancias.

Los maliciosos periodistas titularon: “Conspiración españolista. Todos los blanquiazules fuera de combate. O se levanta el castigo a Bosch o no jugará ninguno”

No era verdad. Zamora se puso en manos del masajista del Iberia de Zaragoza, Esteban Plattko, hermano del “oso rubio” de Alberti y del Barcelona, que lo dejó como nuevo en unas horas.

Pero el embolado se había trasladado al área del Seleccionador. E hizo un verdadero “puzzle” a base de encaje de bolillos. El ala izquierda españolista la cambió por la donostiarra: Paco Bienzobas y Yurrita.  Prescindió de Triana pero metió a Goiburu que había pasado mucho tiempo jugando con Lazcano en el Osasuna, lo que garantizaba su entendimiento. Y ya que el centro de gravedad había pasado del azul y blanco españolista al de la Real Sociedad, metió en el centro de la medular al donostiarra Marculeta. También echó mano de esos colores para suplir a Urquizu llamando a Quincoces, del Deportivo Alavés.

El “España F.C.” sin colorines, se cambiaba de bicolor en pentacolor.  Pero con una cierta coherencia en su previsible entendimiento en hombres que se conocían.

Resuelta la papeleta del equipo quedo por consignar la pincelada de pintoresquismo.

Corrió a cargo del árbitro inglés designado por la FIFA. No se sabe si por devoción a la Virgen del Pilar – que Rimet era un creyente fervoroso- o por echar un ojo al colegiado, el presidente de la FIFA presidía el encuentro franco hispano.

El árbitro se llamaba, nada menos, que Albert James Prince Cox, nacido en Portside el 8 de agosto de 1890. Era capitán retirado de la RAF, con brillante hoja de servicios en lo que entonces de llamaba “la Gran Guerra”, sin saber la que estaba por llegar… Venía de arbitrar en Viena un Austria – Italia que había sido una batalla campal. Los italianos salieron, antes que lo dijera el Duce Mussolini, a “vincere o morire”. Con razón. Porque los austriacos  se negaron a poner la bandera italiana en el mástil del estadio junto a la bandera local. Y la banda de música en vez de interpretar el himno italiano tocó una marcha fúnebre. ¡Oh, los felices, románticos, locos y pacíficos años veinte…!

Total, que el capitán Prince Cox llegaba a Zaragoza con todas las cautelas ante un enfrentamiento entre dos países de tradicionales malas relaciones excelentes.

Y cuando empezaron a sonar los himnos de los países contendientes, se declaró neutral. Y mientras los jugadores se ponían más o menos firmes, él optó por tumbarse en el césped. Quizá pensó que si había otra marcha fúnebre convenía adoptar la postura adecuada: yacente.

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Alguien interpretó la actitud del colegiado como un enfado porque entre los himnos previstos no figuraba el del Reino Unido. Pero no deja de ser chocante que un militar, aunque en situación de retirado, cometiera tal desafuero de cortesía y respeto a algo tan sagrado para un hombre de la milicia como unos himnos nacionales.

Para completar la información de aquella tarde del 14 de abril de 1929 en Torrero, hay que dar las alineaciones de los contendientes:

ESPAÑA (roja /azul): Zamora (cap.): Quesada, Quincoces; Prats, Marculeta, Peña; Lazcano, Goiburu, Gaspar Rubio, Paco Bienzobas, Yurrita.

FRANCIA (azul/blanco): Henric; Vallet, Bertrand; Dauphin, Banide, Villaplane; Dutheil, Lieb, Nicolas (cap), Veinante, Galley.

Goles: 1-0 Bienzobas (7’); 2-0 Rubio (35’); 3-0 Rubio (57’); 4-0 Bienzobas (pen, 65’); 5-0 Goiburu (62’); 6-0 Rubio (77’); 7-0 Goiburu (80’); 8-0 Rubio (84’); 8-1 Veinante (87’). Quesada falló un penalti.

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Dos añadidos. Uno: El capitán francés era Paul Nicolás (Red Star) y no Jean Nicolas (Rouen); la confusión viene del hecho de que el centro de la delantera de Francia lo ocuparon sucesivamente los dos Nicolas, el segundo fue el componente de la “delantera ametralladora” de los “bleus” en los años 30. Dos: quede para mejor ocasión el contar por qué Veinante le encajó ese golito al “divino” Zamora.




Historias de la Selección (VI). La primera derrota contra Portugal (26 de enero de 1947).

Seleccion01Durante la primera mitad de la década de los cuarenta, los enfrentamientos entre selecciones nacionales andaban de capa caída. Acontecimientos infinitamente más relevantes sacudían las entrañas del Viejo Continente y los ejércitos, los tanques, los bombardeos y los campos de concentración, infaustos protagonistas todos de la II Guerra Mundial, mantenían en un tristísimo segundo plano el interés por los partidos internacionales. Las ediciones de la Copa del Mundo que debieron disputarse en 1942 y 1946 no pudieron llevarse a cabo y el mundo entero miraba con pavor otro tipo de enfrentamientos entre naciones, verdaderamente atroces y en fatídicos campos de batalla. Nuestro país, ajeno al conflicto mundial, pero malherido todavía por las secuelas del suyo propio y aislado internacionalmente, tampoco estaba para mucho fútbol y por todo ello, el equipo nacional sólo pudo disputar nueve partidos entre 1941 y 1946. Había jugado su último compromiso antes de la contienda civil en mayo de 1936 y hasta enero de 1941, con un empate a dos en Lisboa, no reanudaría su marcha en el terreno internacional.

Tras ese primer choque de la posguerra, en el que se estrenan nuevos colores en la indumentaria nacional, mucho más adecuados a los gustos del Régimen (camiseta azul y pantalón blanco), se consigue derrotar a los lusos en Bilbao, a Suiza en Mestalla y a Francia en Sevilla. Se logra un elogiable empate en Berlín, frente a la Alemania Nazi y se sucumbe con rotundidad en Milán, ante una poderosa Italia, todavía campeona del mundo, en abril de 1942. Dos partidos más frente a nuestros vecinos portugueses (con empate y victoria) y un compromiso en Madrid con la República de Irlanda, saldado con derrota, ya en 1946, es el escaso bagaje internacional del equipo español en este convulso lustro.

Por cercanía física y afinidad política, cuatro de estos nueve partidos internacionales se han disputado contra Portugal y no es casualidad. La rivalidad entre ambos países trasciende lo meramente deportivo y cada enfrentamiento hispano-luso resulta todo un acontecimiento entre ambas naciones. Más aún, si el choque en cuestión se adereza con el morbo de saber si esa será la ocasión en la que, por fin, Portugal derrotará a España. De los dieciséis partidos anteriores entre españoles y portugueses, desde que se vieran por primera vez las caras allá por diciembre de 1921, los nuestros han vencido en doce, concediendo tan sólo cuatro empates. Las ganas de revancha lusa, pues, son lógicas. “¡Ahora o nunca!”, se corea con fervor, patriotismo y optimismo por las calles de Lisboa varios días antes al señalado 26 de enero de 1947.

Después de probar a tres seleccionadores distintos desde 1941, con resultados insulsos y paso efímero, la Federación recurre para el puesto de técnico nacional al madrileño Pablo Hernández Coronado, cuya andadura por el banquillo patrio, con una segunda entrega que vivirá en 1962, no será mucho más enriquecedora. Uno de esos hombres de fútbol multifuncionales muy propios de la época (cocineros todos antes que frailes), había sido portero, árbitro y escritor deportivo, antes de su nueva experiencia profesional. Para su estreno como seleccionador, dispondrá un equipo con numerosas novedades (cinco debutantes, más Lezama, portero suplente, que jugará en la segunda parte), experimento que resultará un verdadero fracaso. Histórico fracaso. Con la base del Athlétic Club (o Atlético de Bilbao, como se le denomina en la época), líder del Campeonato Nacional de Liga, don Pablo pone en liza a Bañón; Querejeta, Curta; Gonzalvo III, Bertol, Nando; Iriondo, Panizo, Zarra, César y Gaínza. Lezama, Aparicio, Ipiña, Epi, Arza y Belmar, esperan su oportunidad en el banquillo. El portero, la dupla defensiva y dos de los tres volantes, Bertol y Nando, demarcaciones de relevancia en cualquier equipo, hacen su puesta de largo con el combinado nacional. Quizá no fuera el mejor momento.

Por su parte, el técnico local, João Joaquim Tavares da Silva, uno de los grandes nombres del fútbol luso del pasado siglo, sí cuenta con sus mejores jugadores y forma un once con lo más granado del país del fado. Tavares, otro pluriempleado del fútbol, periodista, entrenador y árbitro, había dirigido en 1932 un España-Yugoslavia en Oviedo (el día del debut del gran Isidro Lángara) y pasará a la historia del fútbol portugués como el seleccionador capaz de vencer por vez primera a España y de lograr el primer triunfo luso lejos de sus fronteras, con una victoria en Irlanda (0-2) sólo cuatro meses después del partido que hoy nos ocupa. Un catastrófico 0-10 ante Inglaterra, poco después, precipitará su hasta luego al banquillo lusitano. Hasta luego, pues volverá a tomar las riendas de la nave portuguesa algunos años después. El caso es que Tavares se deja de ambages y sale con todo, como decimos ahora: Capela; Cardoso, Feliciano; Amaro, Moreira, Francisco Ferreira; Correia, Araujo, Peyroteo, Travassos y Rogerio.

En un Estadio Nacional de Jamor hasta los topes, con casi sesenta mil entregados e ilusionados aficionados y a las órdenes del inglés Harry Wiltshire, las escuadras de Portugal, con camisa roja y calzón blanco, y de España, que viste de blanco y negro, inician su decimoséptimo enfrentamiento futbolístico de la historia. Asisten el ministro de Educación Nacional, el embajador de España y el general Morcardó. La expectación, como siempre que se miden ambos contendientes, es enorme. ¿Será hoy por fin el día en el que la escuadra portuguesa derrote a las huestes hispanas? Pues parece que no. Que hoy tampoco. A los cincuenta segundos exactos, Rafa Iriondo ha perforado ya las redes de Capela y ha dejado mudo el recinto lisboeta. Cuatro minutos más tarde, el capitán español, César Rodríguez, tiene una ocasión meridiana para hacer el 0-2, pero falla lo que no acostumbra y su papel en el partido será, desde entonces, de mero figurante. El suyo y el del resto del equipo. Lo bueno le ha durado a España tan sólo estos cuatro minutos. Todo lo demás, deriva en desastre, para gloria de los portugueses. Roberto Bertol, uno de los nuevos, se hunde estrepitosamente como medio centro y termina arrastrando a todo el grupo; Panizo y César, pierden el control de la pelota, ante el empuje, la intensidad y el coraje local y nuestros delanteros se quedan sin suministro. A la media hora, Araujo empata el partido y lleva la justicia al marcador. Portugal está avasallando a España y sólo la gran actuación de José Bañón bajo los palos, ha impedido ya que domine también en el marcador. Pero todo llega. A los 41 minutos, de nuevo Araujo, ahora aprovechando un despiste defensivo en cadena, adelanta a su equipo y convierte el Estadio Nacional en una fiesta. Al rato, míster Wiltshire manda a descansar a los veintidós protagonistas.

Al regreso de los vestuarios, todos esperan la reacción de española, pero lo que llega, a los dos minutos, es la lesión de Bañón, el mejor del equipo. Su sustituto, Raimundo Pérez Lezama,  va a acusar en exceso los nervios del debut y su desafortunada actuación será la puntilla para España. Doce minutos después de su estreno, no reacciona a tiempo a un disparo de Travassos, que se convierte en el 3-1. Nadie termina de creérselo. España ha perdido el control del partido hace mucho tiempo y lo mejor que puede pasarle es que la tortura termine cuanto antes. Portugal está realizando su mejor faena en muchos años y su enfervorizado y asombrado público puede disfrutar como nunca. Lejos de una posible acción de los Zarra, Panizo, César o Gaínza, que achuchara el marcador en los instantes finales, el que no falla es Travassos que, de nuevo, consigue superar a Lezama a falta de dos minutos para el pitido final. El triunfo portugués es un hecho y fiel reflejo de lo que se ha visto durante noventa minutos en el césped de Jamor: un conjunto convencido de la victoria, con orgullo, intensidad, presión y pasión, frente a otro desdibujado, desacertado en todas sus líneas, sin capacidad de reacción y de entendimiento con su nuevo seleccionador, seguramente, principal artífice del desaguisado.

El 4-1 sobre España sigue siendo uno de los resultados más importantes y recordados del fútbol lusitano en toda su andadura internacional. Un marcador con el que, al fin, Portugal pudo sacarse esa histórica espina tras diecisiete enfrentamientos en veintiséis años contra la Selección vecina. En nuestro país, en cambio, la desilusión fue enorme y durante mucho tiempo se habló de esa derrota. Una de las más sonadas del fútbol español de la posguerra.

CONTEXTO HISTÓRICO

El año en el que la selección portuguesa de fútbol derrotaba por vez primera en su historia a su homónima española, acontecieron en el mundo hechos destacados como los que siguen:

Manuel Rodríguez Sánchez, Manolete, uno de los grandes mitos del toreo y símbolo social de la España de los cuarenta, muere el 29 de agosto tras ser corneado la tarde anterior por el toro Islero, en la plaza de Linares.

Vincent Auriol es elegido primer presidente de la IV República Francesa.

Anastasio Somoza se alza con el poder en Nicaragua.

George Marshall, secretario de Estado estadounidense, promueve un programa de reconstrucción para Europa, que será conocido popularmente como el Plan Marshall.

La India y Pakistán se independizan del Reino Unido.

Se decide en la ONU la división de Palestina en un estado judío y otro árabe.

Se presenta en París la primera colección de Christian Dior.

El Valencia CF gana la Liga, tras una enconada disputa con el Athlétic y el Real Madrid, la Copa del Generalísimo, al imponerse en la prórroga al Español por dos tantos a cero. Zarra logra el Pichichi y Lezama el Trofeo Zamora.

ALGUNOS ILUSTRES PERSONAJES NACIDOS EN 1947:

David Bowie, Ángel Nieto, Florentino Pérez, Glenn Close, Johan Cruyff, Carlos Santana, Arnold Schwarzenegger, Stephen King y Paco de Lucía.

PERSONAJES  DESTACADOS FALLECIDOS EN 1947:

Al Capone, Henry Ford, Ernst Lubitsch, Manuel Machado y Manuel Rodríguez, Manolete.