Respuesta a Arrechea sobre “La primera carta del Madrid FC”

Introducción

Hace muchos años vengo preguntándome cómo puede ser que haya tan poca documentación sobre el origen del fútbol en Madrid. No en vano, ya en octubre de 2013 llamé a un artículo sobre la cuestión “La aguja del pajar”, porque parece que encontrar nuevas informaciones sobre el particular es una verdadera aguja en un pajar.

Es cierto que, aunque las informaciones sigan siendo escasísimas, la proliferación de hemerotecas virtuales tanto nacionales como extranjeras está permitiendo progresar en la investigación histórica, también del origen del fútbol en Madrid. Consecuencia directa de esos avances son unos trabajos que publicaré a partir de octubre en que pretendo analizar todo el desarrollo de los años remotos, actualizando y ampliando todo lo previamente publicado en diversas ocasiones y que serán una futura historia del fútbol madrileño.

Una de esas agujas que he podido encontrar es precisamente la carta que el 29 de abril de 1902 publicó el The Greenock Telegraph and Clyde Shipping Gazette, firmada por Julio Rubaudonadeu Fernández, a la que Fernando Arrechea ha dedicado su artículo “La primera carta del Madrid FC”, publicado en el nº 121 de los Cuadernos de Fútbol.

Al margen de que sobre ella hablaré cuando estudie la temporada 1901-02 en los artículos referidos, creo que puede ser de interés para el lector presentar en un artículo independiente cuál es la interpretación que yo hago de la carta, diferente de la de Arrechea, y que me permite seguir insistiendo en las conclusiones a las que llegué en mi anterior artículo titulado “Documentación inédita de la historia del Real Madrid. Concurso de football (mayo de 1902)” (Cuadernos de Fútbol, nº 87, mayo de 2017).

Análisis de la carta

La carta lleva a confusión porque comienza: “Los abajo firmantes, …”, cuando solamente firma Julio Rubaudonadeu, quizá intentando darle oficialidad a algo que pudo ser un acto individual. Para ello habría que encontrar la carta, para poder saber si lleva un membrete del club o hay más firmas, además de la ya conocida. En la prensa británica tan solo aparece la de Rubaudonadeu.

A su vez, la carta lleva el remite del domicilio u oficina del autor, cuando las bases del Concurso de los Festejos de Mayo, publicados en Heraldo del Sport el 12 de abril (5 días antes de la carta), en la base 1ª, señalan que las inscripciones deben hacerse dirigiéndose al domicilio del presidente, lo mismo que los estatutos del club, en el artículo 21º, que tiene fecha de presentación en el Registro Civil del día 18 del mismo mes (1 día después de la carta), señalan que el domicilio social del club es el del presidente, calle de Alcalá, nº 48. Se puede decir que la fecha de los estatutos es un día posterior a la presentación de los estatutos en el Registro Civil, y por tanto, no están vigentes, pero se me hace difícil pensar que no estuviera pensado y estuviese en vigor “de facto” con anterioridad. Incluso se me ocurre una maldad, que Rubaudonadeu escribiese la carta durante el día 17, lo comentase a otros socios, y la junta directiva incluyese el artículo 21 “con calzador” en el último minuto para evitar nuevos actos de socios que se pudiesen considerar “lobos solitarios”, lo cual igualmente dejaría la carta de Ribaudonadeu fuera del registro de correspondencia del club. Pero no creo en esta posibilidad dado que ya en las bases del Concurso aparecía como domicilio del club el del presidente y que algo tan serio como unos estatutos no se cierran en el último momento. O si, que de todo hemos visto.

Todas las gestiones con el Ayuntamiento de Madrid vienen realizadas por el presidente del club, Juan Padrós, como así reza en la correspondencia que el ayuntamiento madrileño dirigía al club y que ya pudimos ver en el trabajo “Documentación inédita de la historia del Real Madrid Concurso de football (mayo de 1902)”.

https://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2017/05/documentacion-inedita-de-la-historia-del-real-madrid-concurso-de-football-mayo-de-1902/

¿Por qué entonces dejar que un socio firme y envíe desde su domicilio un documento a la prensa, sin siquiera ejercer un cargo en la junta directiva vigente? Una junta directiva con tanta actividad como tuvo en esos meses y que no daba pasos en falso en su sistema organizativo, todo estudiado al milímetro.

No he encontrado noticia en la prensa madrileña de la existencia de dicha carta o de opiniones de miembros del club acerca del tema “Ibrox Park” o el profesionalismo. Si hay un texto en La Vanguardia (Política extranjera. Revista de la prensa. 12 de abril de 1902, pág. 4) http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1902/04/12/pagina-4/33387131/pdf.html?search=ibrox que habla de que la catástrofe de Ibrox Park se produjo por culpa de los apostadores y habla de la decadencia de Roma, los gladiadores y el vil dinero. Cinco días antes de la carta de Rubaudonadeu, La Vanguardia se expresaba en dichos términos, yo diría que idénticos. Rubaudonadeu pudo leer el diario barcelonés, dada su ascendencia catalana por parte de padre (posiblemente por su ascendencia y por su actividad política el diario estuviera presente en el domicilio familiar) y por su propia afición al pelotón sentirse atraído por el artículo, dándole épica al escrito, y terminar aventurándose al envío. Propio de un adolescente, pudo perfectamente actuar por su cuenta y riesgo. Quizá también queriendo anotarse algún punto dentro del club o por la propia actividad que su familia llevaba en la sangre y que no se detenía ante nada, puro impulso.

Casi al comienzo del trabajo se dice: “… le llamó especialmente la atención la carta que recibieron del Madrid Foot-ball Club”. Julio Rubaudonadeu no era miembro de la junta directiva, por tanto, salvo que haya una entrevista o un documento de alguien que representase a la dirección del club que atestiguase que le fue encomendada esta tarea, no puede considerarse como escrita y enviada por el club, siempre bajo mi punto de vista.

Finalizando, una carta que va firmada por un socio de un club, que no tiene cargo en la directiva ni es vocal de la misma, no puede dársele oficialidad. Desde luego no es la primera carta firmada por un presidente del Real Madrid, ni por un directivo, por tanto, bajo mi humilde opinión, esta no puede considerarse la primera carta en la historia del Real Madrid.

Considero que, si alguna carta es la primera enviada por el club, son las que envió al alcalde madrileño Alberto Aguilera con el fin de organizar el Concurso de foot-ball de mayo. Al menos, con la documentación de la que ahora mismo disponemos.




La primera carta del Madrid FC

Heraldo del Sport, 15 de marzo de 1902.

Heraldo del Sport, 15 de marzo de 1902.

El 5 de abril de 1902 se produjo una tragedia en el Ibrox Park de Glasgow (Escocia) al derrumbarse una tribuna durante un partido Escocia-Inglaterra. Fallecieron veinticinco personas y hubo más de quinientos heridos.

Estado en el que quedó la tribuna del Ibrox Park tras el colapso.

Estado en el que quedó la tribuna del Ibrox Park tras el colapso.

Las autoridades de Glasgow recibieron cartas de condolencia de diversa procedencia, pero a la prensa británica[1] le llamó especialmente la atención la carta que recibieron del “Madrid Foot-ball Club”.

La carta, fechada en la calle Fuencarral, 31, el 17 de abril de 1902, decía:

“Al Lord Mayor de Glasgow, Escocia.

Los abajo firmantes, miembros del Madrid Foot-ball Club, profundamente conmovidos, desean expresar su máxima tristeza por la calamidad acontecida el sábado día 5, en el Ibrox Park, en el campo de fútbol, en la ciudad de Glasgow, y nuestras más sentidas condolencias hacia las familias de las numerosas víctimas, solicitando a su Señoría que actúe como intérprete de nuestro grial en este terrible accidente.

Nosotros amamos apasionadamente el ejercicio físico, pero odiamos todo lo parecido al gladiador romano. Aborrecemos a los jugadores profesionales y apostar, somos adictos a este deporte en aras de la relación educativa. No somos partidarios del malestar entre jugadores, lo cual degenera y desmoraliza al pueblo. Nosotros abogamos por los partidos como un vínculo moral entre personas y como un medio de desarrollo físico, el cual debería ser empleado para buenas acciones. Nuestro lema es: “Ni vencidos ni conquistadores”. Cuando los Azules han ganado un partido, dejan que los Rojos ganen otro. Somos hermanos.

Somos los más obedientes servidores de su Señoría.

Julio Rubaudonadeu Fernández”.

The Greenock Telegraph and Clyde Shipping Gazette, 29 de abril de 1902.

The Greenock Telegraph and Clyde Shipping Gazette, 29 de abril de 1902.

La carta llamó la atención de algunos periodistas británicos por su condena del profesionalismo y de las apuestas en el deporte, sobre todo por proceder precisamente de España. Un país del que no poseían una imagen muy acorde al “fair play”, ni a la afición a otro “deporte” que no fuera la tauromaquia.

“Hemos tenido el hábito de referirnos al “acoso a los toros” de España como brutal, y ha sido una conmoción descubrir que uno de nuestros pasatiempos favoritos es observado con la misma sensación en Madrid. Debemos, tal vez, llegar rápidamente a la conclusión que a los españoles les gusta algo más excitante que el fútbol como diversión. En su condena al profesionalismo en todos los eventos, el sentimiento del Madrid Foot-ball Club apelará a mucha gente en este país.” (The Courier, 29/04/1902).

Pero si a los periodistas británicos de 1902 les llamaban la atención estos aspectos vinculados a sus prejuicios hacia España, a nosotros, en 2020, nos los deben llamar otros.

El Madrid FC se había fundado pocos meses antes, en octubre de 1901 (Martínez Patón & Bravo Mayor, 2013) bajo la presidencia de Julián Palacios. El 6 de marzo de 1902 se había formado una nueva Junta Directiva, con Juan Padrós como presidente.

El 18 de abril de 1902 (por lo tanto, el día después del envío de la carta a Glasgow), el Madrid FC presentaba su documentación en el Gobierno Civil para su inscripción en el Registro de Asociaciones, inscripción aprobada el 26 de abril.

Estamos hablando, por lo tanto, de los primeros pasos de la entidad y de su primera carta conocida.

El 20 de abril, antes de que fuera aprobada la inscripción en el Registro de Asociaciones, el presidente Padrós enviaba una carta al alcalde, Alberto Aguilera, con el fin de que le fuera concedida al Madrid una subvención de doscientas cincuenta pesetas para la organización del Concurso de Foot-ball en los festejos de la Jura Real y para tratar pormenores acerca de la organización de este (Bravo Mayor, 2017). Fue la segunda carta del Madrid FC.

No debe sorprender la dura condena del profesionalismo y de las apuestas en la misiva a Glasgow. Hablamos de una época de sportsmen, de caballeros imbuidos por el espíritu del regeneracionismo, del higienismo, del ejercicio físico como modelo educativo y de vida.

Eran herederos de Thomas Arnold, de la Escuela de Rugby y su “Muscular Christianity”. Coetáneos de Pierre de Coubertin y su defensa casi fanática del amateurismo en el deporte y en los renacidos Juegos Olímpicos. También, de Narciso Masferrer y su Federación Gimnástica Española.

El sport, para aquellos jóvenes, era una vía para acercar a España a Europa, elevando la salud y “mejorando la raza” (expresión hoy políticamente incorrecta, entonces muy en boga).

El sport, en general, era su motivación, no el foot-ball. El fútbol fue el deporte que escogieron los regeneracionistas del ámbito deportivo español porque eran defensores del modelo inglés, del deporte al aire libre. En el caso de la ciudad de Barcelona está muy estudiado el proceso intelectual liderado por Narciso Masferrer Sala (Madrid, 1867-Barcelona, 1941) y la Federación Gimnástica Española que llevó a escoger el balompié como el deporte a promocionar, frente a otros que ensayaron como el gouret (hockey) o el riscat (juego del rescate o marro) (Torrebadella & Arrechea, 2015; Arrechea, 2015).

Parece probable una cierta influencia mutua en el ámbito español, no cabe olvidar nunca que el periodista y divulgador deportivo Masferrer era madrileño de nacimiento y había sido uno de los fundadores de la Sociedad Gimnástica Española en 1887, antes de trasladarse a Sevilla y después a Barcelona.

Prueba fehaciente del espíritu polideportivo de estos pequeños grupos de jóvenes sportsmen, y en particular del Madrid FC, es que el club blanco consideró, en noviembre de 1903, cambiar de nombre y de objetivos, pasando a llamarse Madrid Sport Club y dedicándose a todos los deportes, empezando por una sección de tenis. Estos planes no prosperaron, aunque el Madrid FC (ya Real Madrid CF) sí sería un club polideportivo muchos años después, con secciones de un gran número de deportes.

El Mundo Sportivo, 11 de noviembre de 1903.

El Mundo Sportivo, 11 de noviembre de 1903.

Asimismo, destacamos la expresión “Ni vencidos ni conquistadores” (“nuestro lema”). El primer lema del Madrid.

¿Podría ser una traducción algo libre (la frase literal en inglés dice “Neither vanquished nor conquerers”) de la frase célebre en la España del siglo XIX “Ni vencedores ni vencidos”?

Tal vez, pero eso pertenece al terreno de la especulación.

La frase “Cuando los Azules han ganado un partido, dejan que los Rojos ganen otro. Somos hermanos” es asimismo significativa y alude a un modelo futbolístico alejado de la competitividad.

El párrafo del himno madridista de 1952 “Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano”, parece tener un antecedente directo cincuenta años antes.

Otro aspecto por estudiar es la autoría de la carta. ¿Quién era el firmante de la misiva, Julio Rubaudonadeu Fernández?

Pues se trataba de un joven nacido en Madrid el 21 de agosto de 1884, que había estudiado el Bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros de la capital (finalizando en 1899) y que, precisamente en 1902, estaba en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central cursando Ingeniería Industrial, estudios que abandonaría en 1903.

Su familia era mucho más célebre que él, ya que su padre y su tío fueron destacadas figuras en el ámbito de la política, concretamente de los sectores republicano, federalista, masón, ateo e izquierdista.

El padre de nuestro protagonista era Julio Rubaudonadeu Corcellés (realmente nacido en 1843 como Julio Rubau Donadeu, tanto él como su hermano José decidieron unir sus apellidos formando uno sólo) y era natural de Figueras (Gerona). Era hijo de Ignacio Rubau Casadevall, uno de los fundadores del Partido Republicano Español en 1838 y liberal que había destacado en el combate contra los carlistas.

A los quince años Julio Rubaudonadeu (padre) emigró a Barcelona junto a su hermano José, que llegaría a ser diputado y secretario de Estanislao Figueras en su etapa como presidente de la Primera República Española, en 1873.

En 1863 se instala en Madrid y participa en la vida política de la capital, tomando parte activa en los procesos revolucionarios, incluso en las barricadas, como el 22 de junio de 1866.

En 1867 fundaba un taller litográfico en el que imprimieron toda suerte de proclamas revolucionarias, el 28 de septiembre de 1868 tomó parte del asalto al cuartel de San Gil.

El protagonismo de los hermanos Rubaudonadeu era tan grande en los sectores revolucionarios madrileños, que la reunión para fundar la sección española de la Primera Internacional, con presencia del revolucionario y anarquista italiano Giuseppe Fanelli, tuvo lugar en su casa (calle de la Luna, número 1).

En 1871 Julio Rubaudonadeu contraía matrimonio civil (de los primeros celebrados en Madrid) con la joven toledana María Fernández Cabeza. Fruto de esta unión nacerían nuestro protagonista, Julio, y otros siete hijos, ninguno de ellos bautizados y varios de ellos portadores de nombres de pila muy llamativos (“Danton Figueras Terradas”, “Julio Juárez Washington”), el nombre completo del autor de la primera carta del Madrid FC era Julio Arístides Abderramán Rubaudonadeu y Fernández.

Como no podía ser de otra manera, los hermanos Rubaudonadeu tuvieron mucho protagonismo en los sucesos revolucionarios acaecidos en Madrid el 11 de febrero de 1873, en los que se proclamaría la Primera República. José Rubaudonadeu salvó la vida del exministro Laureano Figuerola en el fragor de la batalla.

Tres años más tarde Figuerola sería nombrado presidente de la Junta Directiva de la Institución Libre de Enseñanza, proyecto pedagógico krausista sin el que no se entienden los inicios del deporte en Madrid.

El krausismo era un sistema filosófico caracterizado por el intento de conciliar el racionalismo con la moral, entre los preceptos básicos del krausismo español se encontraban la secularización, la pedagogía y el universalismo.

Tras la caída de la Primera República Julio Rubaudonadeu Corcellés se centró en sus negocios, pasando de la litografía a los curtidos y después a la construcción, aunque sin abandonar jamás su compromiso político republicano (Bernadás, 1893).

Falleció en Madrid en enero de 1913, recibiendo, en consonancia con sus ideas y creencias, un funeral “fuera de toda religión positiva” (El Nuevo Régimen, 20 de febrero de 1913).

Su hermano José falleció en 1916.

Pero entonces, Julio Arístides Abderramán Rubaudonadeu Fernández, ¿era un destacado jugador o directivo del Madrid FC en abril de 1902?

No podía ser directivo dada su juventud, tenía apenas diecisiete años y estaba en la universidad.

Aunque sí fue uno de los primeros socios del club (podían acceder a serlo los mayores de quince años) y jugador habitual (aunque generalmente en uno de los equipos suplentes y casi nunca en los partidos “serios”, los disputados contra otras sociedades) en 1902 y los inicios de 1903.

Tenemos acreditada su presencia (a veces como “Rubaudonadeu”, en ocasiones como “Rubau”) en muchos de los partidos de “azules contra rojos” (a los que él aludía en su carta) que el Madrid FC celebraba los jueves y domingos.

Más difícil es encontrarle en partidos importantes, como en el “Concurso Madrid” de 1902.

Si jugó algún partido del llamado “Concurso de bandas” organizado por el Madrid FC entre los equipos madrileños (Moncloa, New, Moderno, Retiro, Español, el propio Madrid), concretamente el 14 de diciembre de 1902 jugó el Madrid 1-1 Moncloa.

Temporalmente, podemos ubicar sus participaciones en partidos entre abril de 1902 (precisamente en la etapa de la carta y de la oficialización del club) (Heraldo del Sport, 15/04/1902) y enero de 1903 (El Cardo, 30/01/1903), parece que actuaba indistintamente en cualquier posición, aunque la mayoría de las ocasiones en defensa.

Heraldo del Sport, 15 de abril de 1902.

Heraldo del Sport, 15 de abril de 1902.

Heraldo del Sport, 31 de mayo de 1902.

Heraldo del Sport, 31 de mayo de 1902.

A partir de enero de 1903 desaparece de las alineaciones, fue una época de cambios en su vida (también abandonó la universidad) y parece que el fútbol dejó de ser una prioridad para él.

Si podemos afirmar que su ideología estaba en la línea marcada por su padre y su tío. En 1919 fue noticia (El Pueblo, 16/11/1919) por conceder a los obreros en calefacción y ascensores cincuenta mil pesetas y un solar, a fin de que construyeran su taller colectivo. En la noticia se vinculaba esta iniciativa a la tradición republicana y de izquierdas de la familia Rubaudonadeu.

Su impronta en la historia del club parecía haber sido nula, pese a ser uno de los primeros socios y jugadores es casi imposible encontrarle en cualquiera de los numerosos libros sobre el Real Madrid publicados.

Además, en las escasas ocasiones en las que aparece, lo hace con su apellido mal escrito (en el listado de los “67 pioneros” que se publicó en la colección Cien años del Real Madrid, aparece como “Ribadonadéu”) (Salazar, 2001, p.9). En otras muchas obras ni aparece.

Podemos atribuir este olvido a una cierta intencionalidad política, o simplemente a la falta de rigor que ha acompañado a la historiografía del deporte español desde sus inicios. Nos inclinamos por la segunda opción.

No podemos saber si la carta a Glasgow fue una iniciativa individual de Rubaudonadeu, o si fue algo consensuado con la directiva de la entidad. Pero sí podemos extraer información interesante de la misma, sobre el ambiente y la ideología imperante en aquel grupo de amigos que era el Madrid FC de 1902.

Asimismo, podemos extraer otras conclusiones sobre el carácter heterogéneo y transversal de la entidad en su nacimiento. En el primer Madrid FC había españoles y extranjeros, madrileños y recién llegados de otras provincias, personajes de la nobleza y de la burguesía, monárquicos liberales y republicanos de izquierdas.

El mismo espíritu heterogéneo y plural puede hallarse en otros clubes de la época, como el FC Barcelona, club fundado bajo el paraguas de la Federación Gimnástica Española y Narciso Masferrer. Los primeros estatutos del club azulgrana (1902) contenían la expresión “Esta Sociedad no podrá tener nunca carácter político, ni tendrá otros periódicos que los deportivos.”

No estaba la política presente en el ánimo de los pioneros de estos clubes. Su interés era el sport, la regeneración, la salud.

Podemos especular sobre la coincidencia de la presencia de varios catalanes (como los hermanos Padrós) o personas de origen catalán (como Rubaudonadeu) en estos primeros pasos del Madrid FC, aunque no podamos extraer deducciones al respecto.

Asimismo, no podemos omitir (sin sacar más conclusiones que la mera coincidencia, por ahora) el origen familiar de Narciso Masferrer Sala (nacido en Madrid en 1867, pero cuyo padre, Tomás Masferrer Bataller, era de Figueras como los hermanos Rubaudonadeu), ni su ideología republicana y federal en su juventud madrileña (en su madurez evolucionaría a posiciones conservadoras y monárquicas).

Otro personaje importante en el periodismo deportivo (Barcelona Sport, Los Deportes) y el ambiente regeneracionista barcelonés de Masferrer, Josep Llunas Pujals (Reus, 1852-Barcelona, 1905), tenía una larga trayectoria política en el anarcosindicalismo y era tipógrafo de profesión (Torrebadella, 2017).

Parece que la influencia de los nuevos movimientos políticos, sindicales y filosóficos en el primer deporte español del siglo XIX podría haber sido mayor de lo estudiado hasta la fecha.

En Francia sí está ampliamente documentado el debate entre diferentes concepciones del deporte (como la que encarnaba el diputado socialista Paschal Grousset, “Philippe Daryl”, defensor de una visión social, popular y comunitaria del sport, enfrentada a la visión elitista, competitiva y “versallesca” de Pierre de Coubertin). El odio de Coubertin hacia Grousset era de dominio público («El señor Paschal Grousset es un hombre al que desprecio y con el que no quiero tener ninguna relación») (Durry, 1997; Arrechea, 2018).

En los ambientes krausistas españoles (Francisco Giner de los Ríos, la Institución Libre de Enseñanza) Grousset despertaba muchas más simpatías que Coubertin.

Buena prueba de ello es el testimonio de uno de los representantes españoles en el Congreso de La Sorbona de 1894, el profesor krausista Adolfo González Posada (Oviedo, 1860-Madrid, 1944).

Sobre Coubertin, dijo: «Francamente, yo esperaba encontrarme con un sportman (en lo físico) y me llevé un gran chasco. El barón de Coubertin, persona finísima, que con tanto entusiasmo defiende los juegos del sport, es un hombre de corta estatura, y que bajo ningún concepto se asemeja a un atleta» y, añadió: “representa el movimiento favorable a la atlética en ciertas esferas aristocráticas».

Mientras que, sobre Grousset, afirmó: «antiguo miembro de la Commune, deportado creo en Nueva Caledonia, diputado socialista hoy por París, representa ese mismo renacimiento [deportivo] en la burguesía y en el pueblo acaso» (González Posada, 1894; Arrechea, 2018).

Grousset fue el principal promotor del fútbol en Francia, pese a ser defensor de los juegos y deportes tradicionales franceses frente a los “sports” ingleses, con el foot-ball hizo una excepción y en su Encyclopédie des Sports (1892) hizo un gran esfuerzo por su divulgación.

Consideraba que tenía una raíz popular y grupal, y que podía arraigar en todas las clases sociales.

En España, tanto la Institución Libre de Enseñanza, como la Federación Gimnástica Española, llegarían a idéntica conclusión (probablemente influidos por Grousset).

El fútbol español tiene sus orígenes en el krausismo y el regeneracionismo y la fundación de los primeros clubes consolidados es fruto de una reflexión intelectual que desembocó en una elección por el fútbol, frente a otros deportes que también se ensayaron y valoraron como opción.

FUENTES

Arrechea, F. (2015, noviembre). Orígenes, nacimiento y consolidación del FC Barcelona. Cuadernos de Fútbol, 70, CIHEFE.

Arrechea, F. (2018). España y los Juegos Olímpicos. Madrid: CIHEFE.

Bernadás, A. (1893). Biografías republicanas. Julio Rubaudonadeu. Madrid: Sucesores de Rivadeneyra.

Bravo Mayor, L. J. (2017, mayo). Documentación inédita de la historia del Real Madrid. Concurso de football (mayo de 1902). Cuadernos de Fútbol, 87, CIHEFE.

Durry, J. (1997, 17-20 de septiembre). Tissié et Coubertin. En Congreso Pierre de Coubertin et l´Olympisme. Question pour l´avenir. Le Havre.

González, L. M. (1976). Historia del Real Madrid. “Grandes Clubs Españoles”. Coleccionables de As Color. Madrid: AS.

González Posada, A. (1894, agosto). La enseñanza en París a vista de pájaro. La España Moderna, 58, pp. 5-32.

Martínez Patón, V. & Bravo Mayor, L. J. (2013, octubre). La aguja del pajar: el origen del fútbol en Madrid. Cuadernos de Fútbol, 27, CIHEFE.

Salazar, B. de (Dir.) (2001). Cien años del Real Madrid. Madrid: AS.

Sinova, J. (Ed.) (2002). El Diario del Real Madrid. Madrid: El Mundo del Siglo XXI, Unidad Editorial, S. A.

Torrebadella, X. (2017). Narciso Masferrer y del deporte en la encrucijada del regeneracionismo, el nacionalismo y el problema social en la España de principios del siglo XX (1897-1920). Cuadernos de Fútbol, 90, CIHEFE.

Torrebadella, X. & Arrechea, F. (2015). Los Orígenes de una Ciudad Olímpica. La vida gimnástica-deportiva en la Barcelona decimonónica. Madrid: CIHEFE.


[1] The Courier, 29/04/1902; The Greenock Telegraph and Clyde Shipping Gazette, 29/04/1902; The Edinburgh Evening News, 28/04/1902; Dundee Evening Post, 28/04/1902; The Scottish Referee, 2/05/1902; Cheltenham Chronicle, 3/05/1902.




125 años de fútbol en la ciudad de Murcia

Las investigaciones por datar el año exacto del origen del fútbol en una localidad se encuentran con la dificultad de que la documentación que ha llegado hasta nosotros es muy escasa, por lo que han surgido teorías de todo tipo para elegir una fecha concreta. Si nos circunscribimos a la Región de Murcia, hay quien considera que en Lorca ya se jugaba a este deporte en 1895 por una fotografía en la que aparecen tres palos que se asemejan a una rudimentaria portería de fútbol. Asimismo, la tradición oral indica (sin que se aporte ningún tipo de documentación original que lo demuestre) que en Águilas comenzó a jugarse al fútbol en 1896, y es por ello que en 1996 se celebró el centenario del fútbol aguileño. No deja de ser una fecha aleatoria, sobre todo porque hay fundadas sospechas de que los primeros partidos de fútbol debieron disputarse antes de aquel año.

La novedad a la hora de trazar la historia del origen del fútbol en la Región de Murcia es la aparición de los programas de la asignatura de gimnástica higiénica de los cursos tercero y cuarto de bachillerato del Instituto Provincial de Murcia correspondientes al curso escolar 1894-1895, elaborados por el profesor de gimnasia Francisco Medel y que fueron impresos en un cuadernillo. Este documento tiene una gran importancia histórica, pues demuestra que el primer intento de propagar el deporte del fútbol en la ciudad de Murcia se remonta a 1894, y no a 1903 como se creía hasta ahora, en función de la información reflejada en la prensa de la época.

La historia sobre el nacimiento del fútbol en la ciudad de Murcia se ha construido tradicionalmente sobre el testimonio oral plagado de incorrecciones que dos deportistas de principios del siglo XX, Abelardo Font y José Girón, realizaron a un periodista del diario La Verdad en el año 1924. Este relato fue copiado en 1941 por Luis Peñafiel (Fielpeña) en su obra Historial del Murcia F.C., y posteriormente ha sido reproducido en cadena por decenas de autores, quienes le han dado presunción de veracidad, pese a que no existe ninguna fuente original que lo sustente.

Font y Girón vinculan el origen del fútbol en Murcia con sus primeros recuerdos, y es por ello que manifiestan que este deporte fue introducido “allá por el año 1902” por un joven inglés que debería llamarse Edward (lo castellanizan a Eduardo) Coolk, y que posteriormente fue el profesor de gimnasia Francisco Medel quien lo popularizó gracias a su influencia social. Este testimonio es erróneo, porque como se demostrará a continuación, Medel, quien fue el verdadero introductor del fútbol en la ciudad de Murcia, conocía este deporte, al menos desde la década anterior, e incluso tenía previsto enseñar su práctica a los alumnos del Instituto Provincial durante el curso 1894-1895. Es decir, que en Murcia el fútbol se conoce desde hace 125 años.

Veamos los testimonios copiados en cadena que consideran equivocadamente a Coolk como el introductor del fútbol en Murcia.

Font y Girón, 1924

Font y Girón, 1924

Fielpeña, 1941

Fielpeña, 1941

Aullón, 1983

Aullón, 1983

Como se puede apreciar los tres textos coinciden en los aspectos básicos. Según Font y Girón un estudiante inglés llamado Eduardo Coolk llegó a Murcia en el año 1902 y se matriculó en el colegio San Antonio. Afirman que hasta su llegada el fútbol no era conocido en la ciudad, y que fue este alumno quien enseñó el juego a sus compañeros. Asimismo, manifiestan que el profesor Francisco Medel “acogió con simpatía y entusiasmo el nuevo deporte”. La interpretación que hace Fielpeña es aún más contundente, pues no tiene reparos en presentar a Francisco Medel como un completo desconocedor del deporte del fútbol, e incluso afirma que Coolk le entregó el primer reglamento que llegó a Murcia, algo que no es cierto.

De entrada si echamos un vistazo a la relación de alumnos matriculados en el colegio San Antonio entre los años 1896 y 1904 podemos comprobar como no hay ningún estudiante llamado Edward (Eduardo) Coolk, o con un nombre parecido.

El nombre de Edward (Eduardo) Coolk no aparece en la relación de alumnos matriculados en el colegio San Antonio entre 1896 y 1904. No se conservan listados posteriores

El nombre de Edward (Eduardo) Coolk no aparece en la relación de alumnos matriculados en el colegio San Antonio entre 1896 y 1904. No se conservan listados posteriores

Hay una prueba irrefutable que demuestra que Medel conocía el reglamento del fútbol, al menos desde la década anterior: el cuadernillo en el que se recoge el extenso programa lectivo que elaboró el profesor para impartir a los alumnos de tercero y cuarto de bachillerato del Instituto Provincial de Murcia durante el curso 1894-95, y que incluye una lección (la 49) dedicada a la enseñanza de las reglas básicas para la práctica del tenis y el fútbol.

Primera página del programa de “gimnástica higiénica” de los cursos tercero y cuarto de bachillerato correspondiente al curso 1894-1895

Primera página del programa de “gimnástica higiénica” de los cursos tercero y cuarto de bachillerato correspondiente al curso 1894-1895

En la lección 49 del programa se aprecia que Francisco Medel tenía previsto explicar a sus alumnos el reglamento y las nociones básicas del fútbol durante el curso escolar

En la lección 49 del programa se aprecia que Francisco Medel tenía previsto explicar a sus alumnos el reglamento y las nociones básicas del fútbol durante el curso escolar

La información recogida en el programa escolar puede hacer pensar que Medel consideraba el fútbol como un mero entretenimiento exótico que podría despertar la curiosidad de sus alumnos. Esto no es cierto ya que el profesor se mostró como un firme defensor de la práctica de deportes como el tenis o el fútbol por el beneficio que causaban a la salud de los estudiantes, y así lo corroboró en un artículo publicado en Las Provincias de Levante hace 125 años. En concreto el 10 de septiembre de 1894. Por tanto, no fue un estudiante inglés quien trajo el primer reglamento a la ciudad de Murcia, ni mucho menos quien enseñó a Medel el deporte del fútbol en 1902.

Artículo publicado por Francisco Medel en el diario Las Provincias de Levante el 10 de septiembre de 1894, en el que defiende los beneficios de la práctica del fútbol

Artículo publicado por Francisco Medel en el diario Las Provincias de Levante el 10 de septiembre de 1894, en el que defiende los beneficios de la práctica del fútbol

Así pues, fue Francisco Medel y no Eduardo Coolk el pionero del fútbol en la ciudad de Murcia. Tal vez el alumno ni siquiera se apellidara así, ya que los errores de los periodistas de los años 20 a la hora de transcribir los apellidos extranjeros eran más que frecuentes. Al final de este artículo se hablará de la hipotética relación de este joven con el desarrollo del fútbol en Murcia durante la primera década del siglo XX.

Francisco Medel Asensi nació en Alicante. A mediados de la década de 1880 se trasladó a Madrid para inscribirse en la Escuela Central de Profesores y Profesoras de Gimnástica. Este centro había sido creado tras una ley promulgada el 9 marzo de 1883 y tenía por objeto formar a los docentes destinados a los institutos, escuelas normales de maestros y maestras, y demás establecimientos de enseñanza. Durante su estancia en la escuela de profesores Medel practicó varios deportes, destacando en esgrima, especialmente en las disciplinas de sable y florete. En marzo de 1887 participó en la fundación de la Sociedad Gimnástica de Madrid. El 25 de junio de 1889 obtuvo el título de profesor oficial de gimnasia tras superar el examen de reválida realizado en la propia Escuela Central de Gimnástica de Madrid con la calificación de sobresaliente. El título fue expedido por el Ministerio de Fomento el 16 de enero de 1893. Aquel mismo mes fue destinado al Instituto Provincial de Valencia como catedrático de gimnasia, donde estuvo por espacio de poco menos de año y medio hasta su cese, que se produjo a finales de junio de 1894.

El 1 de septiembre de 1893 se publicó una Real Orden firmada por el ministro de Fomento, Segismundo Moret, que establecía la gimnástica higiénica como asignatura obligatoria en los institutos provinciales desde el primer curso. En consecuencia se hizo necesaria la presencia de un profesor de gimnasia en el Instituto de Murcia. En un principio, y de forma provisional, se nombró a Francisco Moreno Giménez, director del Gimnasio Higiénico, pues no se dispuso de tiempo suficiente para encontrar una persona que acreditara la titulación requerida para impartir las clases durante el curso 1893-1894. Moreno Giménez desarrolló su labor como profesor de gimnasia desde enero de 1894 hasta la finalización del curso escolar. Posteriormente sería sustituido por Francisco Medel, quien logró la plaza en el concurso convocado a tal efecto.

Medel trasladó su residencia a Murcia a principios del verano de 1894. Le acompañaron su esposa, Carmen Vázquez Rubio, quien años más tarde ejercería ocasionalmente como profesora de gimnasia, y su hijo, Eduardo. La familia aumentaría con el nacimiento de otros cinco vástagos: Francisco, Joaquín, Aurora, Salvador y Carmen. El 12 de julio tomó posesión como profesor numerario de gimnástica del Instituto Provincial de Murcia. También impartiría clases en el colegio de los Sagrados Corazones y en el colegio San Antonio. Su trabajo en el instituto se desarrollaba entre las 7:30 y las 8:30 de la mañana. Según el horario que le había sido asignado, los alumnos de primer y segundo curso debían asistir los lunes y los jueves, los de tercer curso los martes y los viernes, y los de cuarto curso, los miércoles y los sábados, aunque este último día lo reservaría para realizar excursiones.

El profesor pudo constatar que en la ciudad de Murcia la práctica deportiva era más bien escasa. Tenían una cierta aceptación la gimnasia y la esgrima, deporte este último que tenía a un nutrido grupo de seguidores entre los representantes de los estratos más elevados de la sociedad. También se organizaban carreras ciclistas, aunque de forma muy esporádica. Desde el punto de vista del espectador, uno de los entretenimientos más populares eran las peleas de gallos, por aquel entonces consideradas como un deporte.

La actividad laboral de Medel no se limitó a su trabajo como profesor de gimnasia. Desde su llegada a Murcia mostró un afán desmedido por enseñar cualquier deporte a las personas que estuvieran interesadas en aprender, o en perfeccionar sus conocimientos. Su sólida formación y su hiperactividad le convirtieron en un breve lapso de tiempo en la mayor personalidad de la ciudad en materia deportiva.

El primer gran problema que encontró Medel a la hora de impartir su asignatura en el Instituto Provincial fue la incomprensión de los padres de mentalidad más conservadora, quienes entendían que la gimnasia era una materia prescindible para la formación académica, y que incluso podría entrañar riesgos para la salud de sus hijos, especialmente por las largas marchas a pie a parajes alejados de la ciudad. Ante esta situación a Medel no le quedó más remedio que establecer una comunicación fluida para convencer a estos padres de que las dos excursiones mensuales que tenían que realizar obligatoriamente los alumnos, en cumplimiento de la Real Orden de 1 de septiembre de 1893, eran beneficiosas para éstos. El profesor concibió la prensa como un medio rápido y eficaz para lograr esta comunicación. De modo que no solo escribió varios artículos defendiendo las distintas actividades de su asignatura, sino que una vez iniciado el curso escolar publicó regularmente resúmenes de estas excursiones con el objetivo de tranquilizar a los progenitores.

Entre septiembre y octubre de 1894 Francisco Medel utilizó el diario Las Provincias de Levante para dar explicaciones sobre los beneficios de su asignatura

Entre septiembre y octubre de 1894 Francisco Medel utilizó el diario Las Provincias de Levante para dar explicaciones sobre los beneficios de su asignatura

La realización de estas marchas conllevaba otro aspecto que consideramos importantísimo en el presente estudio. Tal y como indica Medel en la introducción de su programa de gimnasia, los juegos (entre ellos el fútbol) serían efectuados en el campo, aprovechando que los alumnos podían disponer de un amplio espacio al aire libre para practicarlos, lo que era imposible en Murcia, ya que la ciudad se hallaba completamente rodeada por la huerta. Por consiguiente las excursiones cumplían una doble función: por un lado los alumnos realizaban las obligatorias marchas a pie, y por otro lado, el destino era un lugar en el que se podían desarrollar los juegos recogidos en el programa escolar.

Medel advirtió en el programa que aprovecharía las excursiones para llevar a cabo los juegos expuestos en el mismo

Medel advirtió en el programa que aprovecharía las excursiones para llevar a cabo los juegos expuestos en el mismo

Además de la incomprensión de algunos padres, el profesor encontró un segundo problema a la hora de impartir su asignatura: el de las reticencias de sus propios alumnos. Medel era extremadamente exigente. Un vistazo al programa nos hace pensar que el aprobado no debió ser nada sencillo para unos jóvenes que no estaban habituados a hacer ejercicio. El primer y segundo curso de bachillerato constaban de 40 lecciones de las que 26 eran prácticas. En tercero y cuarto de bachillerato la exigencia era mayor. El programa constaba de 64 lecciones (53 eran prácticas, incluyendo las siete últimas que eran de formación militar). Hay un dato esclarecedor sobre el nulo interés que tenían los alumnos por cursar esta asignatura. La entrada en vigor del plan de estudios impulsado por Alberto Bosch en julio de 1895 convirtió a la gimnasia en una materia no obligatoria. Ningún alumno del Instituto Provincial se matriculó en la asignatura impartida por Medel mientras ésta fue optativa.

En este documento se refleja el contenido de algunas de las 64 lecciones del programa de Gimnástica Higiénica elaborado por Francisco Medel para tercero y cuarto de Bachillerato

En este documento se refleja el contenido de algunas de las 64 lecciones del programa de Gimnástica Higiénica elaborado por Francisco Medel para tercero y cuarto de Bachillerato

El curso académico se inició a principios de octubre. El 12 de noviembre, y siguiendo el programa previsto, el diario Las Provincias de Levante publicó un artículo enviado por Medel en el que el profesor ofrecía detalles de la primera excursión, cuyo destino fue el santuario de la Fuensanta, reflejando para tranquilidad de los padres, que “todos los alumnos regresaron con muy poco cansancio y muy animosos”. Posteriormente este diario informaría de excursiones a lugares como el convento de los Jerónimos, las faldas de la Cresta del Gallo, la localidad de Monteagudo, los alrededores de la plaza de toros, o lugares indeterminados de la huerta.

El análisis de la información que aparece en la prensa permite comprobar que, efectivamente, Medel aprovechaba las explanadas que encontraba en el lugar de destino de las marchas a pie para desarrollar los juegos y deportes previstos en el programa escolar. En consecuencia, el 14 de diciembre Las Provincias de Levante informó que el profesor llevó a sus estudiantes a los alrededores de la plaza de toros y que allí realizaron diversos ejercicios corporales y los juegos llamados los pilares y el ratón y el gato, “siendo muy del agrado de los alumnos”. Asimismo, el 19 de enero de 1895 este periódico indica que los alumnos de Medel recorrieron cinco kilómetros, además de haber efectuado “los juegos del embudo-volante, la pelota vertical, los zancos, el tejo francés y el paso”, correspondientes a las lecciones 38 y 39 del programa escolar.

Noticia publicada el 19 de enero de 1895 en Las Provincias de Levante (imagen de abajo), en la que se demuestra que Medel cumplía el programa de la asignatura (imagen de arriba)

Noticia publicada el 19 de enero de 1895 en Las Provincias de Levante (imagen de abajo), en la que se demuestra que Medel cumplía el programa de la asignatura (imagen de arriba)

Lamentablemente las noticias sobre las excursiones desaparecen en las semanas siguientes. La última información es la que se publicó el 8 de marzo, en la que solo se refleja que el día anterior los alumnos de primer curso hicieron una excursión a la huerta en la que recorrieron diez kilómetros en tres horas al paso militar. A partir de entonces, por algún motivo que desconocemos, Medel dejó de colaborar en Las Provincias de Levante.

Así pues, la pregunta que surge y que no podemos responder es la siguiente ¿llegó Medel a impartir a sus alumnos la lección 49 en la que tenía explicar la descripción del campo de fútbol, la colocación de los jugadores, las reglas para practicar el fútbol, el número de jugadores, y los objetos y fines de este deporte? Atendiendo a la demostrada escrupulosidad con la que el profesor cumplía su programa es probable que esa lección se impartiera y tal vez un rudimentario balón de fútbol rodara por algún descampado cercano a la huerta de Murcia durante el curso escolar 1894-1895, lo cual si ocurrió ni siquiera mereció una breve reseña en la prensa de la época, pero este hecho no se puede demostrar fidedignamente, más allá de la mera hipótesis. Lo que ha quedado claro es que la primera referencia sobre el interés por fomentar la práctica del fútbol en la ciudad de Murcia data de septiembre de 1894 y que Francisco Medel fue el introductor de este deporte.

En el curso siguiente el papel de Medel como profesor de gimnasia quedó postergado a un segundo plano. Como se ha reflejado con anterioridad, la entrada en vigor del plan de estudios impulsado por Alberto Bosch en julio de 1895 convirtió a la gimnasia en una asignatura optativa y los alumnos literalmente “huyeron” de esa materia. Durante los años en los que Medel ejerció como profesor de gimnasia en Murcia se produjeron numerosas reformas de los planes de estudios de segunda enseñanza, fiel reflejo de la alternancia política del periodo de la Restauración. Estos cambios afectaron de forma especial a la materia de gimnasia, pues en unas ocasiones fue una asignatura optativa, en otras ocasiones fue obligatoria en determinados cursos, e incluso, tras la aprobación de la Real Decreto de 20 de julio de 1900, llegó a convertirse en una materia obligatoria para los alumnos de todos los cursos.

Al margen de su trabajo como profesor, la labor de Medel fue fundamental para el desarrollo del deporte murciano en la última década del siglo XIX. Ya en septiembre de 1894 había comenzado a impartir lecciones de esgrima. En abril de 1896 fue nombrado director técnico del Club Velocípedo Murciano. Además, a partir de este año reanudó su labor como articulista de prensa con el objetivo de difundir de forma teórica sus conocimientos. En mayo de ese año fue nombrado corresponsal de la revista deportiva La Regeneración Física, una publicación que prestaba una atención especial a la gimnasia, mientras que en 1897 se convirtió en corresponsal en Murcia de la revista catalana Los Deportes. A partir de 1899 este medio comenzó a publicar con cierta regularidad noticias futbolísticas. De este modo se puede afirmar, con total seguridad, que antes del final del siglo, Medel (quien recibía la revista todas las semanas) no solo conocía perfectamente el reglamento del fútbol, sino que estaba al tanto de las novedades que se producían en este deporte.

Asimismo cabe destacar su faceta de inventor. El 15 de julio de 1897 la Academia de Medicina de Murcia informó favorablemente “de la utilidad y valor higiénico” de la plancha dorsal y el cinturón gimnástico inventados por Medel. Por la plancha dorsal le fue concedida la medalla de bronce en el noveno congreso internacional de Higiene celebrado en Madrid en abril de 1898. También inventó un dinamómetro para apreciar la fuerza de tracción y abducción branquial.

El papel de Medel como profesor de gimnasia adquirió una gran importancia tras la entrada en vigor del Real Decreto de 20 de julio de 1900 que modificó el plan de estudios de segunda enseñanza. La reforma introducida por el ministro murciano Antonio García Alix convertía a la gimnasia en una asignatura obligatoria para los alumnos de todos los cursos. Según esta reforma los profesores de educación física debían impartir 18 horas semanales. Se desconoce si Medel realizó un programa escolar similar al del curso 1894-1895.

En el año 1902 el fútbol había arraigado en varias ciudades españolas. En el mes de mayo se celebró en Madrid la primera competición nacional: la Copa de la Coronación, como parte del programa de actos lúdicos y deportivos que se elaboró con motivo de la coronación del Rey Alfonso XIII. Esta competición no alcanzó un gran éxito, pero su celebración sí fue divulgada por los periódicos de provincias (entre ellos los de Murcia) a través de la información proporcionada por las agencias. Durante el verano de este año se celebró, también en Madrid, la asamblea del profesorado oficial de educación física. En las sucesivas reuniones se discutió cuál debía ser el camino a seguir en el futuro. Se hizo una llamada a los presentes para que realizaran actividades que motivaran a los alumnos, e incluso quedó implícita la posibilidad de llevar a cabo algún tipo de innovación. Así lo explica el periódico Los Deportes el 13 de julio de 1902. “Hasta ahora en materia de educación física, hemos ido tumbo tras tumbo, hasta caer en ciertos abismos de donde es difícil levantarse…si los profesores de gimnástica comprenden cuál es su misión deben dedicarse ante todo y sobre todo a cumplir dos fines principalísimos: el de hacer un culto de su enseñanza, atraerse a los alumnos para que practiquen con gusto las clases, excursiones, etc., se aficionen y dediquen a los deportes, se persuadan por ellos mismos de la bondad de tal enseñanza, llevando esa persuasión a sus familias, trabajando con afán y sin desalientos en consolidar su unión con los demás compañeros”.

De la lectura de este artículo se desprenden varias dudas: ¿se dieron órdenes expresas a los profesores de gimnasia para que enseñaran en profundidad nuevos deportes a sus alumnos?…¿una de las formas de “consolidar la unión con los demás compañeros” sería el fomento de la práctica de algún deporte de equipo, más allá de enseñar las reglas básicas del mismo? Estas noticias adquieren sentido porque se ha constatado que las primeras noticias publicadas por la prensa sobre la celebración de partidos de fútbol en Murcia y en Alicante datan de enero de 1903 y porque los iniciadores de este deporte en ambas ciudades fueron los profesores de gimnasia de ambos institutos, Francisco Medel Asensi y José Muñoz Gomis.

Esta vez Medel se lo tomó muy en serio. El 31 de octubre de 1900 el profesor había inaugurado el Gimnasio Modelo. Este dato es importante porque según informan tres diarios murcianos, el 18 de enero de 1903 los alumnos de este gimnasio acudieron a la plaza de toros “para ejercitarse en el juego del foot-ball”. La situación no era ni mucho menos extraña, pues ante la falta de lugares adecuados para practicar deportes al aire libre, era habitual utilizar la plaza de toros para la celebración de pruebas gimnásticas. La actividad debió gustar a los jóvenes, pues se acordó que todos los domingos acudieran a practicar “ejercicios de foot-ball”.

El 25 de enero los alumnos del gimnasio de Medel volvieron a utilizar la plaza de toros como un improvisado campo de fútbol. Sería la última vez que se ejercitarían en aquel lugar, pues a partir de la semana siguiente los estudiantes del Instituto Provincial acondicionarían una explanada llena de piedras, situada a más de cuatro kilómetros de su centro educativo, en concreto junto al campo de tiro de Espinardo. El motivo del traslado se fundamentó en que estos alumnos realizaban prácticas de tiro, de modo que la posibilidad de disponer junto a aquel lugar de una explanada que podía ser utilizada como un campo de juego para practicar varios deportes, entre ellos el fútbol, era de gran ayuda para el profesor. Es decir, que Medel enseñó la práctica del fútbol al unísono a dos grupos diferentes: los alumnos de su gimnasio y los estudiantes de quinto de bachillerato del Instituto Provincial.

Los jóvenes disputaron varios partidos en Espinardo, siempre bajo el arbitraje del profesor, pero este intento por consolidar el fútbol apenas se extendió poco más de dos meses. En concreto hasta finales de marzo de 1903, cuando Medel constató que por mucho empeño que pusieran sus alumnos, aquel lugar no reunía las condiciones mínimas para organizar partidos de fútbol contra equipos de otras localidades, como el que pretendían celebrar contra un equipo de Lorca. En última instancia el profesor realizó una petición al alcalde de Murcia para que construyera un campo de deportes. No tuvo éxito, y el fútbol ya no volvería a la ciudad hasta los primeros meses del año 1905.

Al principio de este artículo se ha analizado el papel de Eduardo Coolk, a quien Font y Girón presentan como estudiante del colegio San Antonio. Es posible que fuera quien reintrodujo el fútbol a principios de 1905. La información que ha llegado hasta nosotros nos permite interpretar que Coolk, quien debía tener entre 10 y 12 años, pudo trasladarse a Murcia a mediados o a finales de 1904. Su interés por difundir la práctica del fútbol entre sus compañeros despertó las simpatías de Francisco Medel, quien debió entender que se presentaba una gran oportunidad para popularizar este deporte entre sus alumnos más jóvenes. Fielpeña recoge en su obra sobre la historia del Real Murcia el relato de un partido de fútbol disputado en el patio del colegio San José, cercano a la plaza de toros, entre los alumnos del colegio San Antonio y el colegio San José. De acuerdo con esta información, aquel encuentro fue el punto de partida para que los alumnos aspiraran a retos mayores bajo la tutela de Medel. De Eduardo Coolk nada más se supo.

La ausencia de Coolk en la relación de alumnos matriculados en el colegio San Antonio entre 1896 y 1904 es una prueba de peso para demostrar que fue imposible que introdujera el fútbol en la ciudad en 1902, pero además la descripción de Font y Girón no guarda ninguna relación con los acontecimientos que sucedieron en 1903; en cambio sí tiene muchas similitudes con lo que ocurrió en 1905.

–          En el relato se afirma que los equipos vestían de rojo y azul (se refiere a que la camiseta era blanca con bandas diagonales rojas y azules). Sin embargo según aparece en la edición de El Diario de Murcia del día 26 de marzo de 1903 en aquel momento vestían de blanco y rojo. En cambio, según informa El Liberal el 26 de abril de 1905, en este año sí vestían tal y como indican Font y Girón

–          Los autores del testimonio original citan a 19 jugadores como los primeros practicantes del fútbol en la ciudad. Nada se sabe de ellos en 1903. Curiosamente casi todos estos jóvenes jugaron en 1905 un partido en la plaza de toros que causó una gran expectación ya que se promocionó como un acto de las fiestas de abril y atrajo a miles de espectadores.

–          Los recuerdos de Font y Girón saltan desde 1903 a 1908 y no se detienen en 1905, pese a que la actividad futbolística que se desarrolló a principios de este año fue conocida por muchísimas más personas que en 1903, lo que demuestra que ubican equivocadamente en ese año los acontecimientos que en realidad se produjeron en 1905.

De todo esto se deduce que Font y Girón fueron ajenos a los primeros escarceos que se produjeron en 1903 con unos cuantos alumnos del Instituto Provincial y del gimnasio Modelo. Su memoria futbolística se inicia con la llegada a Murcia de Eduardo Coolk que ellos sitúan equivocadamente en 1902, cuando debió producirse hacia 1904. Las noticias sobre la estancia del estudiante británico en Murcia sólo se basan en dos relatos orales: el de Font y Girón en 1924, y el de Alfonso Guillamón Conesa, quien en la década de 1960 aseguró que lo había conocido personalmente. El resto de las informaciones que se han publicado sobre Coolk parten de la interpretación que otros autores han realizado sobre estos testimonios, o sobre el relato de terceras personas que dieron credibilidad a los mismos.

Ya se ha comentado anteriormente que en 1905 se celebró en la plaza de toros un encuentro de fútbol incluido en el programa de las hoy conocidas como Fiestas de Primavera. Se disputó el 26 de abril y enfrentó a dos equipos de la ciudad bajo el arbitraje de Francisco Medel. Se trata del partido más importante que se jugó en Murcia en la primera década del siglo XX. Según el diario El Liberal este enfrentamiento atrajo a unas 5.000 personas. Aún teniendo en cuenta que las estimaciones de la prensa debieron ser exageradas, a Medel también le cabe el honor de ser el organizador del primer partido de fútbol que registró una asistencia masiva de espectadores, como así reconoce en su hoja de servicios. Fue un final agridulce para el profesor de gimnasia porque al término del encuentro se produjeron incidentes de cierta importancia entre los jugadores de ambos equipos, lo que motivó que Medel, abochornado por la imagen ofrecida ante el numeroso público, arrojara la toalla y se alejara definitivamente del fútbol.

Imagen más antigua que se conserva de un partido de fútbol jugado en Murcia.  El escenario es la plaza de toros y el año podría ser 1903, atendiendo a que uno de los dos equipos no lleva banda diagonal en la camiseta. Es muy probable que el árbitro fuera Francisco Medel, de quien describen que solía ir provisto de un bombín.  FOTO: Archivo Pedro García

Imagen más antigua que se conserva de un partido de fútbol jugado en Murcia. El escenario es la plaza de toros y el año podría ser 1903, atendiendo a que uno de los dos equipos no lleva banda diagonal en la camiseta. Es muy probable que el árbitro fuera Francisco Medel, de quien describen que solía ir provisto de un bombín. FOTO: Archivo Pedro García

El 31 de agosto de 1911 Francisco Medel cesó como profesor del Instituto Provincial de Murcia tras pedir el traslado al de Almería. Aquel hombre que durante más de una década y media había sido la mayor personalidad de la ciudad en materia deportiva se marchó hastiado por la incomprensión de los políticos locales, con los que tuvo numerosos desencuentros que omitimos porque no guardan relación directa con la temática de este artículo. El profesor Medel fue un hombre avanzado a su tiempo e injustamente olvidado con el paso de las décadas. Hoy en día sigue siendo un perfecto desconocido en Murcia, pese a que fue la persona que introdujo el fútbol en la ciudad, y pese a que su papel fue decisivo para que el deporte dejara de ser una actividad marginal.




Introducción: todos los caminos llevan a Masferrer

Muchas de las personas que en los últimos años se han dedicado a estudiar la historia del deporte y de la educación física en España han constatado el mismo fenómeno: entre los nombres de los pioneros, hay uno que aparece continuamente, casi obsesivamente, desde finales del siglo XIX hasta 1940. Ese nombre, ese hombre, es Narciso Masferrer Sala (Madrid, 1867-Barcelona, 1941).

Masferrer es una referencia obligatoria, central, en cualquier intento de reconstruir y comprender la historia del ciclismo, del fútbol, de la gimnástica, del motociclismo, del automovilismo, de la natación, del olimpismo, del atletismo, etcétera, etcétera, en España. La cronología de su vida y obra incluida en este número monográfico puede dar una idea de la ubicuidad, la hiperactividad, la longevidad y la persistencia de su tarea de apostolado deportivo. Esta se inicia en 1886, cuando con apenas 19 años se estrena como periodista deportivo en una publicación madrileña de la época, y tan solo se cierra con su enfermedad y su fallecimiento en abril de 1941, poco antes de cumplir los 74 años.

Hemos utilizado la palabra “apostolado” con toda la intención. No se trata de una metáfora gratuita, ni de una hipérbole hija de la admiración. Sus contemporáneos ya lo consideraron de forma unánime como el apóstol del deporte español, y lo hicieron con pleno conocimiento de causa y de forma totalmente justificada. Se puede decir sin exagerar que Masferrer dedicó su vida (al menos en su faceta pública) a implantar y a difundir la práctica deportiva en España. No por capricho o por afición; ni siquiera por simple interés, dada su condición de editor y periodista deportivo, sino por algo mucho más grave y trascendental: para regenerar a España. Tal y como suena.

Nuestro hombre, como cualquier persona culta, inteligente y sensible de su época, vivió en permanente zozobra por el destino incierto de su país, a la vista de las inmensas carencias, desequilibrios y tensiones que atravesaban la sociedad española de finales del XIX y primeras décadas del XX. Una preocupación más que justificada, a la vista de cómo acabaron en 1939 aquellos lustros de desastres coloniales, inmoralidad y corrupción política, guerras africanas, alzamientos militares, tentaciones dictatoriales, violencia social y tensiones territoriales.

En 1898, cuando se consuma la catástrofe final del imperio español de ultramar, Masferrer tiene 32 años. Él, como muchísimos otros, ve venir la deriva del régimen de la Restauración; intuye el desmoronamiento de la precaria paz social; presencia en primera línea el surgimiento del catalanismo político; resiente profundamente las carencias de una sociedad y de un estado miserables, arcaicos, semianalfabetos, atrabiliarios, dislocados y exhaustos. Los intelectuales de la época: Generación del 98, regeneracionistas, anarquistas, socialistas, etc., predicarán múltiples soluciones para todos estos males. En contraste con las diversas utopías políticas que proclaman ideólogos de uno y otro signo, la propuesta regeneradora de nuestro hombre es simple, diáfana, práctica y relativamente barata: hay que deportizar España. Tal y como lo ven él y un puñado de compañeros suyos de cruzada (la gran mayoría catalanes), la implantación masiva de las prácticas deportivas proporcionará la base para la regeneración física de una sociedad castigada por todo tipo de enfermedades y por una altísima mortalidad, y la cura para los malestares psicológicos que afligen a gentes de todas las clases sociales. “Mens sana in corpore sano”, predica Masferrer a machamartillo. La redención de los ciudadanos, palabra que aparece continuamente en sus escritos, pasa necesariamente por que estos abracen el deporte en cualquiera de sus modalidades, preferiblemente al aire libre.

En realidad se trata de una propuesta en plena sintonía con las proclamas de los grandes impulsores del deporte en la Europa finisecular, a la que Masferrer –sin duda– quiere acercarse. Como Coubertin en las décadas de 1880 y 1890, por citar un ejemplo, Masferrer cree sinceramente en la cultura deportiva como bálsamo sanador de una sociedad que estima a la deriva. Se trata, sin duda, de una visión ingenua desde una perspectiva social y política amplias, complejas, pero en realidad parcialmente efectiva. No debe confundirse la propuesta sociodeportiva de Masferrer con una utopía redentista. En realidad nuestro hombre no era ni utópico ni redentista, sino un incansable trabajador que aspiraba a construir una sociedad más justa y sana, más parecida a la europea occidental del cambio de siglo. En este sentido, se puede considerar que la victoria de Masferrer, aunque póstuma, ha sido completa. Nuestro hombre soñó toda su vida con una España deportiva de arriba abajo, es decir, desde la monarquía hasta el más humilde de los obreros, cuyo síntoma principal sería la presencia internacional del deporte de élite español en pie de igualdad con el del resto de naciones civilizadas. Misión cumplida, don Narciso: España es desde hace años potencia deportiva global, y hoy en día en el país no hay pueblo mediano que no tenga polideportivo con piscina, instalaciones en las que se ejercitan diariamente millones de personas de ambos sexos y de todas las edades. Por no hablar de los cientos de miles de actividades al aire libre, organizadas o no, colectivas o individuales, que tienen lugar cada día por las calles, carreteras, caminos y montes del país.

Si aceptamos de una vez por todas que el proceso de deportización ha constituido un fenómeno material y espiritual extraordinariamente importante para el país, y si constatamos la centralidad de Narciso Masferrer en este proceso, llama la atención el semianonimato en que se ha mantenido su memoria hasta hace bien poco[1]. De hecho, este monográfico es el primer intento de aproximarse a su vida y a su obra de una manera más o menos sistemática. Se podrían señalar varias razones para este olvido, empezando por la relativa juventud y falta de pedigrí académico de la historiografía social del deporte en España, al menos en comparación con el mundo anglosajón; pero también la propia trayectoria de Masferrer y su significación (o falta de significación) política.

Tal y como apunta Xavier Torrebadella en su artículo recogido en este monográfico, Masferrer fue “el amigo de todos”, en el sentido de que, fueran cuales fuesen sus convicciones personales, siempre procuró mantenerse formalmente alejado de cualquier forma de lucha política, ya que siempre creyó firmemente que el deportivismo tenía que ser un movimiento interclasista y no partidista. O sea que, aparte de manifestarse sin estridencias como hombre de orden, enemigo de toda fórmula rupturista, y de alguna corta veleidad de activismo (concretamente en la facción democrática del Partido Liberal liderada por José Canalejas), Masferrer se mantuvo al margen de las luchas de partido de cualquier signo e intentó mantener buenas relaciones con cualquier fuerza o proyecto que pudiera contribuir a su ideal deportizador. Esta actitud no beligerante en materia política, hasta cierto punto oportunista, seguramente le salvó la vida al inicio de la Guerra Civil, cuando por su condición de hombre de orden se convirtió en blanco objetivo de la violencia revolucionaria (véase el artículo de este monográfico sobre su actividad en el ámbito del ciclismo). Y como hombre de orden que era, durante el conflicto se decantó irremediablemente hacia el bando franquista, el cual lo rescató en 1939 para liderar la reconstrucción del ciclismo en España, papel que solo pudo desempeñar hasta diciembre de 1940, cuando la enfermedad determinó su retirada definitiva.

Una consecuencia de todo esto es que Masferrer haya tenido la desgracia de que ninguna corriente política o ideológica lo haya reivindicado: su vinculación con el franquismo (y anteriormente, su condición de monárquico y sus buenas relaciones con la dictadura de Primo de Rivera) lo han hecho aborrecible y digno de olvido a ojos de las diversas izquierdas españolas y catalanas; y por otra parte, su condición de catalán no catalanista, aunque al mismo tiempo de madrileño de nacimiento pero de sensibilidad cien por cien catalana, lo han invisibilizado a ojos de ambos nacionalismos en competencia en Cataluña: el catalán y el español.

Conscientes de la enorme injusticia de este olvido, pero también de la grave laguna que suponía para la historiografía del deporte en España, un grupo de estudiosos e historiadores del deporte decidimos aprovechar la fecha del 26 de abril de 2017, coincidiendo con el 150 aniversario de su nacimiento, para organizar un seminario académico dedicado a su memoria. La idea partió de uno de los más acérrimos masferrerianos, Fernando Arrechea, y la iniciativa estuvo a cargo de quienes esto firman. Fue así como el día indicado pudimos celebrar el seminario en el Museu Melcior Colet de la Secretaria General de l’Esport de la Generalitat. Inauguraron el acto Oriol Marcè, vicepresidente del Consell Català de l’Esport, y Alberto Aragón, coordinador del Centre d’Estudis Olímpics i de l’Esport Joan Antoni Samaranch de Barcelona. Presentaron comunicaciones en torno a la figura de Masferrer los historiadores Xavier Pujadas, y Xavier Arranz, de la Universitat Ramon Llull; Xavier Torrebadella, de la Universitat Autònoma de Barcelona; Fernando Arrechea, doctor por la Universidad Católica de Murcia, y Bernat López, de la Universitat Rovira i Virgili. El acto contó con el apoyo de la Càtedra URV-Repsol d’Excel·lència en Comunicació. El presente monográfico recoge la mayoría de estas aportaciones, con el deseo y la esperanza de que sirvan para colocar a la figura de Masferrer en la agenda académica, pero también (y aunque sabemos que esto es mucho pretender) en la agenda político-ciudadana.

 

Bernat López*

Universitat Rovira i Virgili

 Xavier Pujadas*

Universitat Ramon Llull

*Editores del número monográfico sobre Narciso Masferrer

 


[1] Seguramente la primera obra académica en que se reivindicó la figura de Masferrer es el libro pionero de Xavier Pujadas y Carles Santacana L’esport és notícia (Diputació de Barcelona-Col·legi de Periodistes de Catalunya, 1997).




Narciso Masferrer y el deporte en la encrucijada del regeneracionismo, el nacionalismo y el problema social en la España de principios del siglo XX (1897-1920).

Introducción

La conjunción del deporte contemporáneo con la política propiamente dicha, es decir, cuando el deporte entra en las fauces de los intereses del Estado, tiene su especial configuración en el contexto de la Primera Guerra Mundial. En el caso de España, aunque el país permaneció ajeno a los sucesos beligerantes, también puede decirse que el deporte tomó carta de naturaleza a partir de la coyuntura internacional de entreguerras. Sin embargo, en Cataluña el deporte adquirió unos matices nacionalizadores en los que ya se entreveía el alcance social e ideológico del catalanismo político. Sin duda alguna, es en la prensa de la época donde podremos localizar los rasgos que proyectaron que el deporte entrara cada vez más en las redes políticas, una trayectoria que tuvo su punto álgido en el periodo de la II República.

Sin embargo, el deporte pretendidamente apolítico tenía sus apóstoles, que, sin tomar partido por opciones políticas determinadas, se invistieron de un discurso regeneracionista, modernizador y democrático, que trataba de esquivar las confrontaciones ideológicas. Entre estos apóstoles del deporte quizás deberíamos, ya de una vez por todas, reconocer a la figura omnipresente de Narciso Masferrer y Sala, sin duda alguna la persona que más protagonismo encarnó en los albores del deporte moderno en España, por lo que debería ser recordado en todo el país como la figura más importante y trascendente de la historia del deporte.

De aquí que el objetivo de este trabajo sea el insistir más en la impronta y trascendencia de Narciso Masferrer, aportando una inédita interpretación y valoración de su decisiva influencia en el deporte español de finales del siglo XIX y principios del siglo XX (1897-1920). Por lo tanto, vamos a relacionar las iniciativas de Narciso Masferrer con los momentos históricos, en especial con los sucesos políticos, los cuales siempre marcaron el devenir de los acontecimientos deportivos, y que a la sazón, Narciso Masferrer siempre supo moldear en provecho de la causa de la regeneración y modernización de la sociedad española. Nos detenemos en 1920, año de especial significación que da lugar a la primera participación olímpica del deporte español, que al mismo tiempo coincide con la retirada de Masferrer de la dirección de El Mundo Deportivo, para concentrarse y encargarse de la dirección de la sección deportiva de La Vanguardia y de la revista Stadium, entre 1920 y 1929, última etapa de su labor como periodista deportivo.

Metodológicamente el trabajo se sustenta en el análisis histórico de raíz constructivista, principalmente elaborado a partir de las redacciones deportivas dirigidas por Narciso Masferrer (Los Deportes, El Mundo Deportivo, Stadium y La Vanguardia) y la localización de artículos de opinión, en los que Masferrer expresa rasgos de su pensamiento ideológico o político. De igual modo, hemos utilizado otros estudios que sirven para contextualizar y reforzar el momento en cuestión.

Narcís Masferrer i Sala. Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya. Fons Anc1-585 / Josep Maria Sagarra i Plana. Código de referencia ANC1-585-N-14259

Narcís Masferrer i Sala. Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya. Fons Anc1-585 / Josep Maria Sagarra i Plana. Código de referencia ANC1-585-N-14259

Narcís Masferrer y la forja del deporte en España

Masferrer nació en Madrid en 1867, el mismo año en el que moría el Conde de Villalobos (Francisco Aguilera y Becerril), reconocido como el primer apóstol de la gimnástica en España (Torrebadella, 2017). Así que las casualidades del destino hicieron que Masferrer remplazara a este reconocido gimnasiarca, pero en este caso, como el más importante apóstol que ha tenido España en el deporte.

La llegada de Masferrer a Barcelona a principios de 1895 marcó una inflexión en el desarrollo del deporte español. Coincide con los episodios de las crisis colonial y finisecular. Barcelona es una ciudad poderosamente rica, ostentosa, ociosa y clasista, cuya vida rutinaria se enzarza con las miserias sociales y la lucha obrera. La debacle política y financiera de 1898, metafóricamente hablando, hace de Barcelona una ciudad rabiosamente descontenta consigo misma y con la política española. La coyuntura social y política es compleja, y principalmente en la juventud, la desazón y las frustraciones son contingentes con la vida de la misma ciudad. Este es el caldo de cultivo del que Narciso Masferrer aprende, pero también, en esta coyuntura encontró las principales dificultades para sus ambicionados e idealistas proyectos.

En primer lugar hemos de destacar la promoción de Masferrer en la creación –el 3 de abril de 1897– de la Asociación Catalana de Gimnástica (1897), que puso los cimientos de una obra de edificación regeneracionista, y que, junto al órgano portavoz de Los Deportes (1897-1910), el cual también lo fue, oficiosamente, de la Unión Velocipédica Española (UVE), de la Federación Gimnástica Española (FGE, 1898-1909) y de otras entidades, inició desde Barcelona la más brillante trayectoria personal en el deporte español.

En la sesión inaugural de la Asociación Catalana de Gimnástica (en los salones del Fomento del Trabajo Nacional), la palabra de Narciso Masferrer es la que puso en acción la causa de los intereses nacionales de la educación física, ante el abandono que el gobierno mostraba (Trapecio, 1897):

Pondero la importancia y trascendencia de la educación física; censuro la supresión de la Escuela Central de Profesores de Gimnástica; abogo por su reapertura y por la realización de los propósitos del legislador organizando la enseñanza y ordenando los ejercicios en todos los establecimientos del Estado, y manifiesto la opinión de que el abandono de los gobiernos de España de la educación física de la juventud da lugar a que su ejército, arrojado como el primero, sienta diezmarse por las influencias de climas insalubres, cuales los de nuestras colonias, privándose de combatir con el denuedo que le inspira el patriotismo y la índole de la raza. Invito a todas las clases sociales a que presten su apoyo a las asociaciones gimnásticas para la regeneración del pueblo, y termino saludando a nuestros hermanos de allende los mares (La Asociación Catalana de Gimnástica, 1897, p. 11).

Como veremos, Masferrer se ganó la confianza y el respeto de influyentes personas, no siempre afines políticamente. Uno de los primeros fue la amistad que mantuvo con Josep Llunas i Pujals (1852-1905), que fue el promotor de la revista Barcelona Sport y luego se unió a Los Deportes, fundada y dirigida por Masferrer. Llunas fue un destacado libertario de signo catalanista que participó activamente en las primeras organizaciones del anarquismo catalán (Vicente, 1999)[1]. Aun y las diferencias de criterio que mantenían, creemos que las ideas de Llunas en torno a la cuestión social influenciaron a Masferrer. Años atrás, Llunas se había destacado por su activismo anarquista, fue muy querido y apoyó todas las causas de las luchas obreras cuyo signo fuese contrario a toda violencia. Pero además fue un regeneracionista íntegro cuyo desvelo por la educación física no tuvo límites y colaboró animosamente con la FGE.

Estas primeras instituciones construidas en la coyuntura del destaraste finisecular y la pérdida del orgullo nacional encumbraron a Los Deportes y a Masferrer a promover, en la encrucijada de los discursos del regeneracionismo, a una generación propia de prohombres (Torrebadella, 2014) que luchaban para que “la regeneración física” llegase a todas las regiones de España (Masferrer, 1897). Masferrer dirigió Los Deportes hasta finales de 1902, cuando pasó a ocupar la presidencia de la UVE (Masferrer, 1903).

Pensamos que la FGE fue un proyecto de Masferrer, un proyecto que tuvo el apoyo de amigos-políticos de destacado renombre; entre éstos cabe citar al manifiesto José Canalejas Méndez (1854-1912) y a Rafael Rodríguez Méndez (1845-1919), político del Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux (Masferrer, 1919). Aunque políticamente enfrentados, Canalejas y Rodríguez Méndez eran liberales y republicanos. No obstante, muy pronto surgieron las desavenencias en el seno de la entidad. Primeramente, no se podía dirigir desde Madrid un movimiento deportivo que tenía a Barcelona (y Cataluña) como principal baza en la promoción y desarrollo de todo cuanto acontecía. De aquí que la FGE fuese después de su constitución dirigida desde Barcelona. En segundo lugar, se encontraba el estímulo asociacionista del fútbol, puesto que muchos de los clubes no deseaban pertenecer a la FGE, que, como acertadamente menciona Artells (1972), no era bien recibida entre los sectores simpatizantes con el emergente catalanismo político.

No obstante, otra faceta directiva de Masferrer estaba en el ciclismo (López, 2010), del que puede decirse que fue el primer deporte organizado en España. El entusiasmo por este deporte le llevó a ostentar cargos (vocal, secretario general, vicepresidente) en la junta directiva y también a presidir en varias ocasiones la entidad (1902-1904/1911-1913/1939-1940). El desarrollo del ciclismo como deporte y como industria desembocó en la primera práctica física de masas que socialmente cambió los estándares de la movilidad urbana, sobre todo en Barcelona (Pernau, 2003). Después de la dirección de Los Deportes y de varios ensayos periodísticos de corta duración (Vida Deportiva, El Cardo, Arte y Sport) Masferrer encontró lo que andaba buscando, un periódico sencillo y popular que diera noticia de todo cuanto se relacionaba con la educación física y deportiva del país. Masferrer iniciaba, puede decirse que desde ese momento, una cruzada personal por la conquista deportiva de todo el país (López, 2016).

El Mundo Deportivo se creó después del fracaso de dos iniciativas deportivas de altos vuelos. La primera de ellas fue la citada FGE, y la segunda, la sociedad barcelonesa de Sportsmen’s Club (1903-1905). Así, la idea del nuevo proyecto tenía una única misión: llevar la propaganda deportiva más allá de Barcelona. Con lo cual surgió una agrupación de voluntades convocadas por Masferrer que buscaban este propósito. Cabe destacar entre estos a José de Togores, Joaquín Cebeira, Jaime Grau, Federico Casanovas, Antonio Viada, Miguel Arteman, Manuel F. Creus, Alfonso Almasqué, Puig, Armadá, Font Valencia, Udo Steinberg, José J. Martí (Un Suplente), Adolfo Revuelta, Cano y Garrido. Esto llevó a la fundación el 1 de febrero de 1906 de El Mundo Deportivo, que seguía como modelo el periódico deportivo L’Auto-Vélo de París (Pujadas y Santacana, 1997; Sainz de Baranda, 2013).

El Mundo Deportivo nace por voluntad y decisión de unos cuantos entusiastas resueltos y decididos por el sport, que estudiando bien el asunto, tras largas deliberaciones han entendido que en materia del sport procede, antes de aventurarse en temerarias empresas —muchas de las cuales fracasaron tras titánicos esfuerzos—, realizar una activa propaganda emprendiendo una campaña seguida, continuada, tenaz, sin desmayos ni interrupción alguna, alentando a todos, excitando a todos, amparando toda idea, todo propósito, que tienda a difundir y enaltecer las aficiones a los ejercicios físicos de que tan necesitada está la juventud española, salvo una mínima excepción tan insignificante! que casi puede considerarse poco menos que nula.

Por la cultura física, por la soñada y tan cacareada regeneración física, luchamos sin cesar; este es nuestro fin primordial, como también contribuiremos por otra parte con todos nuestros alientos a propagar la excelencia de los ejercicios físicos, la práctica de todos los deportes, de toda clase de juegos (Nuestros propósitos, 1906).

El Mundo Deportivo se funda en 1906, momento en el que Solidaritat Catalana (1906-1909) se presentaba como la alternativa catalanista unitaria en contra del gobierno centralista de Madrid. La política en Cataluña quedaba fragmentada en dos grandes bloques ideológicos, nacionalistas catalanes y nacionalistas españoles. Es en este momento cuando Masferrer inicia una vuelta por España y establece vínculos con lo que cree que debería ser la unidad de todo el deporte español (Torrebadella, 2015). Las tensiones entre los políticos del nacionalismo catalán y el gobierno de Madrid iban en aumento, a raíz de la polémica Ley de Jurisdicciones. En este conflicto El Mundo Deportivo se manifestaba satisfecho de la presencia de “nuestros ciclistas” en la multitudinaria manifestación promovida por Solidaritat Catalana del 22 de mayo de 1906 en el Passeig de Sant Joan contra la ley de Jurisdicciones[2], los cuales lucían camisas con las barras catalanas y la típica barretina (Arteman, 1906; Serra, 1906). No obstante, esta manifestación, que no era más que un grito unánime a favor de la democracia y de la libertad de expresión, también proclamaba la solidaridad entre las regiones de España, algo que desde El Mundo Deportivo se intentaba lograr a través del impulso regeneracionista que cohabitaba con un modelo deportivo moderno y europeizante. La dirección de Masferrer en El Mundo Deportivo entre 1906 y 1920 fue un período significantemente productivo para incardinar socialmente una cultura física, base tangible sobre la que se fraguó el boom del asociacionismo deportivo de los años veinte.

El Mundo Deportivo trató siempre de desvincularse de los debates políticos, y también de las cruentas luchas sociales que azotaban especialmente a Barcelona, una situación que no siempre fue fácil y comprendida (La Redacción, 1920a). A ello también se han referido Pujadas y Santacana (1997), al situar a El Mundo Deportivo como la primera plataforma del deporte dirigida a construir una acción pública de utilidad social y económica, afirmación que podía visibilizarse en la movilización de la Gran Semana Deportiva de 1907 (Torrebadella, 2015) y en las campañas pro olimpismo promovidas entre 1913 y 1924 (Finestres y Llauradó, 2002; Pujadas, 2006; Torrebadella y Arrechea, 2016, 2017).

Días después de la amplia movilización ciudadana, entre el 25 y el 28 de mayo de 1906, se emprendía la caravana automovilística Barcelona-Madrid, en ocasión de la boda real de Alfonso XIII (Marial, 1906), que trasciende en Barcelona a raíz del atentado frustrado que planeó el culto industrial sabadellense Mateo Morral (Masjuan, 2009). Al cabo de un año, como ya hemos adelantado, la organización la Gran Semana Deportiva de Barcelona ponía las bases del turismo deportivo:

Estamos interesados en ello todos los amantes del sport; si triunfamos, si conseguimos nuestro objeto, esto es, atraer a miles los turistas tanto del extranjero como de España, que no por ser españoles dejan de ser turistas, habremos conseguido tres cosas a cual más importantes: que se implanten con carácter periódico las fiestas deportivas en Barcelona; que acudan nacionales y extranjeros a visitar nuestra bella capital sin prejuicios ni prevenciones ridículas que no deben existir y a que por el natural y lógico espíritu de imitación, en las demás ciudades de España se siga nuestro ejemplo y sean por fin las fiestas de sport las que aparezcan en primer término y las que alcancen más grande éxito y revistan mayor importancia. Entonces podrá felicitarse España de ser una nación que se preocupa de los grandes problemas que afectan a la cultura física, hasta el presente poco menos que desconocidos y abandonados (Masferrer, 1907, p. 2).

Mientras Barcelona padecía la Semana Trágica en el verano de 1909, en El Mundo Deportivo se presentaba la iniciativa de crear una Federación Española de Clubs de Foot-ball, la cual venía auspiciada también por Narciso Masferrer, junto a sus amigos Hans Gamper, presidente del Futbol Club Barcelona, y Emilio Coll, presidente de la Sociedad Gimnástica Española de Madrid (Gamper, Coll y Masferrer, 1909). Del impulso de esta Federación no se descartaba que en un futuro surgiese la idea para constituir una “Federación Atlética Española”:

Así, pues, la Federación Española de Clubs de Foot-ball, una vez que tuviera jurisdicción sobre todas las sociedades que practican el foot-ball, podría excitarlas a practicar las carreras a pie, los cross-country, la natación, etc., etc., y desarrollados estos deportes en la medida que se juzgara oportuna, llamar entonces a concurso a todas las entidades dedicadas en España a la práctica de ejercicios atléticos y constituir fuerte y vigorosa la Federación Atlética Española (Masferrer, Gamper, Coll y Muga, 1909, p. 1).

Con el estímulo de haber impulsado la creación de la Federación Española de Clubs de Foot-ball, Masferrer tuvo que comprometerse con el nuevo ambiente de entusiasmo generado (Masferrer, 1909; Mensa, 1909). En 1909 la inclinación del FCB hacia la Lliga Regionalista (Artells, 1972; García-Castell, 1968) sitúa también a Masferrer en la cuerda de un proyecto común, en el que participó como vicepresidente durante el corto mandato de Otto Gmelin –del 14 octubre de 1909 al 17 de noviembre de 1910–, al substituir a la primera presidencia de Gamper.

Esta vinculación con el FCB dejó olvidado para siempre un proyecto tan querido por Masferrer como fue la FGE. En este momento álgido del lerrouxismo perdía una institución que había intervenido, según Artells (1972, p. 33), “en el primer intento deliberado de control, unificación y vigilancia del deporte catalán”.

Al llegar a 1911, Masferrer propone la idea de unir a los elementos periodísticos de Barcelona (Pujadas y Santacana, 1997). En este mismo año se había iniciado otro importante rotativo, la revista Stadium (1911-1930), dirigida por Ricardo Cabot[3]. La iniciativa cuenta con el apoyo de Masferrer, que días más tarde desde la paginas de El Mundo Deportivo invita a crear el Sindicato de Periodistas Deportivos (SPD), del cual Masferrer es elegido presidente (Masferrer, 1911; Navarro, 1917). Entre sus objetivos se encontraban la difusión popular del deporte y la participación futura en los Juegos Olímpicos (Finestres y Llauradó, 2002). Ese mismo año también se creaba la Federación de Sociedades Deportivas (FSD), en cuyos estatutos se mencionaba como objeto “procurar la buena armonía y unión entre todas las sociedades deportivas, la organización de fiestas y concursos anuales y arbitrar recursos para su realización” (Citado en Pujadas y Santacana, 1995)[4]. Para Narciso Masferrer, la entidad tenía dos objetivos más: la reivindicación de un estadio olímpico y la preparación de los Juegos de 1916 (Federación de Sociedades Deportivas de Barcelona, 1916). De aquí que Masferrer propusiera la creación de un Comité Olímpico Catalán, que asumiese las competencias del inexistente COE (Finestres y Llauradó, 2002; Pujadas y Santacana, 1990; Torrebadella y Arrechea, 2016).

Puede decirse que desde entonces el vínculo profesional y emocional entre Josep Elias Juncosa (1880-1944) y Narciso Masferrer es del todo crucial para liderar las políticas reivindicativas del movimiento olímpico catalán: “Elias es un perfecto regionalista de toda su vida, que cree firmemente en el resurgir de nuestra región y en la hegemonía sobre las demás españolas, y es un perfecto colaborador de la misma obra cultural que aquí es la mayor fuerza” (Masferrer, 1912, p. 1). De la unión de la Federación de Sociedades Deportivas (FSD) y del Consejo de las Olimpiadas Catalanas nació en Barcelona el 21 de enero de 1922 la Confederación Deportiva de Cataluña (CDC) (Corbinos, 1921).

Entre todos estos personajes fue Josep Elias, persuadido por Narciso Masferrer, el que tomó la responsabilidad e iniciativa de conseguir tales objetivos. Su compromiso propagandista le llevó de inmediato a publicar varios artículos en los que reclamaba y animaba a una participación española a los Juegos de Estocolmo de 1912:

És una llàstima que comptant amb elements valuosíssims, la nostra manca d’organització no ens permeti concórrer a la gran festa atlètica mundial, donant fe de vida entre les demés nacions que, d’Europa i de totes les parts del món, aniran a defensar la supremacia esportiva. Hora fora que acabéssim les rivalitats dels clubs i regionals, i que els homes de bona voluntat treballessim per la unió de tots els atletes del nostre país, primer cap a la possibilitat d’una Unió Nacional que triés l’equip que representés el nostre país a la V Olimpiada. Així sia (Corredisses, 1912, p. 1).

Masferrer fue amigo de José Canalejas y Méndez, político regeneracionista y fundador del partido Liberal-Demócrata en 1902, cuya ideología se ubicaba en la izquierda democrática y que propugnaba la separación de la Iglesia y el Estado. No obstante, el asesinato de este último, el 12 de noviembre de 1912, siendo presidente del Consejo de Ministros, dejó una profunda huella en Masferrer. Canalejas fue recordado en la fiesta de homenaje a Masferrer realizada en el Frontón Condal el 1 de diciembre de 1912. Masferrer decía de él que era el único político que estaba verdaderamente encariñado con “cuanto afecta y se relaciona con la cultura física” (El homenaje a Masferrer, 1912, p. 2).

En este homenaje, que reconocía a “la figura bienhechora de Masferrer como precursor, iniciador, organizador y director del movimiento deportivo español; de esta acción regeneradora que conduce a España a una época de grandeza y esplendor” (Navarro, 1917: 235-237), recibió el apoyo unánime del deporte español, que aclamó con entusiasmo los tres “hip, hip, hip, ¡Hurra!” que Gamper lanzó en honor de Masferrer (El homenaje a Masferrer, 1912).

Así se recordaba la figura de Canalejas en El Mundo Deportivo:

Canalejas fue siempre un decidido partidario de la educación física. Colaboró con sus grandes talentos e iniciativas a favor de la creación de la Escuela Central de Gimnástica.

Cuando se fundó la Federación Gimnástica Española, Canalejas y Méndez fue su primer presidente, quien se encariñó de tal manera con los fines que la entidad nacional perseguía que concurrió a todas las Juntas, celebrándolas en el despacho de su suntuoso palacio de la calle de las Huertas (Canalejas, 1912, p. 1).

Canalejas murió meses antes de que Cataluña pudiera ver aprobada en las Cortes la Mancomunidad, que había prometido el político español a Prat de la Riba. En esta época Masferrer otorgó todo su apoyo a las reivindicaciones del deporte catalán que emanaban de la Lliga Regionalista y, especialmente, de su amigo Josep Elias Juncosa. En aquella época, la visión “imperialista” de Prat de la Riba también tenía repercusión en Masferrer, que sabía que en la apuesta regeneracionista de la educación física, Cataluña había de tener un liderazgo fundamental (Torrebadella y Arrechea, 2016).

Un año más tarde, desde las páginas de El Mundo Deportivo, Masferrer activó los intereses deportivos y nacionalistas del movimiento olímpico catalán (Pujadas y Santacana, 1990; Finestres y Llauradó, 2002; Torrebadella y Arrechea, 2016, 2017).

Una inédita y utópica iniciativa política del deporte

En 1914 la crisis surgida a raíz de la Primera Guerra Mundial (PGM) condujo a una unificación de la prensa deportiva; es decir, las dos grandes revistas del momento, Stadium y El Mundo Deportivo, se hermanan en la Editorial Deportiva S. A. (1914-1920) y ambas se reestructuran, se modernizan y se convierten en semanarios (Pujadas y Santacana, 1997, 2012)[5].

Mientras se desarrolla la PGM y en España se problematizan las desigualdades sociales, se organiza el sindicalismo obrero de signo revolucionario, se enquista la guerra del norte de África, se proclaman las primeras huelgas generales y el caciquismo político y las oligarquías urden sus complicidades con la Monarquía, el deporte sigue una evolución ascendente, puede decirse que al margen del conflicto armado que destruye Europa. El deporte español también se manifiesta ideológicamente neutral, aunque a nivel periodístico es difícil mantenerse al margen de participar en opciones aliadófilas o germanófilas. El principal posicionamiento viene del mismo Alfonso XIII (González-Aja, 2011) y de importantes sectores del ejército, que se declaran germanófilos. En Barcelona, El Mundo Deportivo no se escondía de declarar su apoyo incondicional al bando aliado (Masferrer, 1917a). Aun así, El Mundo Deportivo trató siempre de evitar posiciones partidistas.

En Cataluña se vive un crecimiento del nacionalismo político que lideran los círculos económicos, culturales y deportivos, simpatizantes de la Lliga Regionalista. El discurso del catalanismo político inunda los quehaceres de la sociedad catalana y, lógicamente, también del deporte, el cual adquiere matices claramente ideológicos. Así sucede por ejemplo con asociaciones tan emblemáticas como el CADCI o la misma Joventut Republicana de Lleida.

Como ya se ha estudiado, el deporte español también fue estimulado a raíz de los sucesos de PGM (Simón, 2014; Torrebadella, 2017). Tanto es así que quienes en España prestaban atención al deporte sabían perfectamente cuál sería el desarrollo que tendría al finalizar contienda. Un aspecto clave de la normalización pasaba por la reanudación de los Juegos Olímpicos, eso sí, no en Berlín, tal y como estaban programados para 1916.

El Álbum histórico de las sociedades deportivas de Barcelona (Navarro, 1917) es una muestra del reconocimiento alcanzado por Masferrer, el cual es invitado a escribir el prólogo de la obra que recoge la historia de las entidades que han protagonizado el avance del deporte moderno. Cabe destacar sobre todo al Sindicato de Periodistas Deportivos y a una exultante Federación de Sociedades Deportivas de Barcelona (1916), que incluso llegó a publicar el Calendario deportivo para 1917, un completo programa en el que se presentaban todas las (150) competiciones deportivas previstas en Barcelona, desde enero hasta diciembre.

De todos modos, las preocupaciones sociales latían también en el mundo del deporte, que no podía permanecer al margen de una realidad que afectaba al desarrollo productivo de toda una ciudad. La crisis de 1917, generada por el desgobierno de la Restauración, las discordias ante las Juntas de Defensa, el auge del nacionalismo catalanista, la huelga general revolucionaria de agosto y la ambigüedad ante la PGM, marcó muy significativamente la visión del Masferrer. Es a partir de esta crisis que El Mundo Deportivo inició una ficticia campaña política pro regeneración.

En una sociedad excesivamente fragmentada, la lucha de clases no actuó sobre las bases burguesas e ideológicas del deporte hasta el período de la II República. Antes de esta época, las masas proletarias no vieron en el deporte ningún atractivo; sencillamente, un balón de fútbol era un lujo inalcanzable para un joven asalariado. Aun así, Masferrer deseaba llevar la cultura física y el deporte a todas las clases subalternas (Torrebadella, 2015), gentes que estaban rabiosamente enfrentadas con la cultura dominante y también con el deporte, que era percibido una de las tantas excentricidades de moda.

Tras esta crisis, la nueva iniciativa regeneracionista que promueve Masferrer es la que desea también confraternizar al mito de las dos Españas (la liberal y la conservadora) enfrentadas (Juliá, 2004), y que en Cataluña tenía una especial significación ante las aspiraciones de autogobierno (De Riquer, 2013). Por un lado, había que oponerse a las disputas internas entre los conservadores de Maura (germanófilos) y las manifestaciones de la izquierda obrera, que amenazan constantemente con la huelga general. La crisis política es insostenible, y todos tratan de sacar beneficios de la bélica coyuntura internacional.

El 1 de enero de 1918 El Mundo Deportivo sorprendió con la noticia de liderar una opción política, tratando de encaminar una candidatura deportiva de Barcelona para las elecciones generales de diputados a las Cortes. Así aparecía un llamamiento dirigido al mundo del deporte que alentaba a unirse en un mismo ideal de regeneracionismo, liderando un “Partido Regenerador”. Se trataba, pues, de una nueva opción que hiciera frente a la inepta politiquería con la que venía gobernándose España. Por el singular interés del texto de este llamamiento, lo reproducimos íntegramente y no vamos añadir más comentarios, puesto que el texto es sumamente explícito:

En pleno periodo de renovación. Nuestros candidatos a diputados a Cortes. El Mundo Deportivo invita a todos nuestros lectores, por medio de un plebiscito, a designar a cinco deportistas a quien poder proclamar nuestros candidatos a diputados a Cortes por la circunscripción de Barcelona en las próximas elecciones generales.

Un plebiscito. ¿Por qué no? Por dos veces consecutivas la Federación de Sociedades Deportivas ha designados aquellos candidatos que le han parecido afines a sus ideas, para que fueran favorecidos con el voto de los deportistas residentes en nuestra ciudad. Últimamente los deportistas de Bilbao, que juntamente con los de Madrid y con los nuestros marchan al frente del movimiento que a favor del sport se opera en España, han redactado un manifiesto electoral recomendando a sus candidatos.

En Madrid un amigo nuestro se presentó como candidato a concejal sin más programa político que su brillante historia deportiva y su amor y aficiones por el sport.

Desde hace mucho tiempo, desde aquellos días en que colaborábamos en Los Deportes y en la obra santa que santamente persiguiera la Federación Gimnástica Española, la entidad nacional que ha hecho más política en pro del fomento de la cultura y de la educación física, se ha venido abogando en la prensa profesional singularmente por la creación —ilusoria ayer, factible, tal vez, hoy— de crear [sic] el partido regenerador, constituido por los deportistas españoles, enamorados, verdaderamente enamorados del próspero porvenir de la Patria.

¿Por qué no? ¿Acaso no se constituyen a la hora presente juntas de defensa de los sacratísimos ideales que sustentan infinidad de españoles?

¿Por qué no reunir a todos los deportistas españoles bajo los pliegues de una misma bandera, bajo el régimen perfectamente organizado de un partido —reñido absolutamente con la política actual— pero encariñado absolutamente con una verdadera política de renovación que nosotros hemos denominado siempre con el nombre de regeneración? Es preciso, se hace eminentemente preciso y necesario que, ya que nadie nos defiende, que nos defendamos nosotros mismos. Los gobiernos que se vienen sucediendo en la manipulación del Estado español no se han preocupado jamás de lo que afecta a nuestros ideales. En pleno siglo XX está por promulgar la ley que haga obligatoria la gimnástica desde las escuelas de párvulos a las facultades superiores y desde los seminarios a los cuarteles. Sin una educación física perfecta, en la que estén comprendidas todas las ramas del deporte, es imposible pedirle a nuestro pueblo que derroche energías que no logró atesorar en períodos de paz, cuando más en períodos de guerra tan cruentos como los que se registran en estos días, que transcurren tan aciagos.

Hemos de imponer nuestra voluntad, poniéndola al servicio de una causa generosa y altruista. Tenemos hombres que sabrían sacrificarse por rendir servicio a esa noble causa.

Nuestra juventud, la que se ha educado en nuestros gimnasios y en nuestros campos de juego, hállase en gran parte inscripta en las listas electorales. En Barcelona, donde han brotado siempre los primeros chispazos, las más atrevidas iniciativas, pudiéramos hacer un tanteo de nuestras fuerzas.

El Mundo Deportivo, próxima ya la fecha en que se ha de acordar la elección de diputados a Cortes, invita a todos sus lectores e invita asimismo a nuestros colegas diarios y profesionales de Barcelona a que, siguiendo nuestro ejemplo, inviten a los suyos para entre todos, designar a cinco de los deportistas de Barcelona a quienes pudiéramos proclamar nuestros candidatos a diputados a Cortes.

No tenemos por qué citar nombres, porque todos los que se designen nos parecerán buenos, siendo deportistas de buena cepa y porque todos están en la mente de nuestros amigos que no olvidan las meritorias acciones de los que ponen todos sus entusiasmos al servicio de nuestra causa; pero acaso ¿no serían dignos, entre otros mil, de representarnos en la Cámara popular, elevando sus voces en defensa de nuestros grandes ideales, hombres de la talla de los marqueses de Alella y de Alfarrás, el doctor Fábregas, los señores Marsans Peix (don Luis), Bertrand (don Eusebio), doctor Farnés, Foronda (don Mariano), Conde de Churruca, López Díaz de Quijano (don Eusebio), Morató Senesteve, Conde de Fígols, Marqués de Villanueva y Geltrú, Bastos, Garriga Nogués, Rialp (don Claudio), Barón de Güell, Sagnier, Tallada, Boet (don Andrés), Torres Ullastres, Puig y Sais, Coma y Mas, Sedó (don Arturo), Vidal y Riba, Cabot (don Ricardo), Rosés (don Gaspar), La Llave (don Diego), Ferrer (don Enrique), Macaya (don Alfonso), Elías y Juncosa, Riba (don Victoriano), Camps (don Juan), Ballvé de Gallart, Miró (don Juan), Ramos (don Ricardo), Moxó de Sentmanat (don Francisco), Urrutia (don Manuel), Llorens (don Pablo), Llopart (don Adolfo y don Rafael), AlmiraIl, Mateu (don Damián), Ráfols (don Enrique), Bosch Labrús (don Pedro), Satrústegui, García Alsina y otros cien que recordamos, más por sus hechos y por su obras que por lo ilustre de sus apellidos?

Pues ¡manos a la obra! A partir de este número, en todos los demás que se publiquen hasta el día de las elecciones de diputados a Cortes publicaremos un boletín en el que cada uno de nuestros lectores podrá anotar (por una sola vez) los nombres de aquellos candidatos a quienes de entre los hombres dedicados a la propaganda del deporte votaría para que representasen a la masa deportiva, en el seno de la Representación Nacional, a aquellos a quienes desearía ver revestidos de la investidura parlamentaria, a aquellos, en fin, en quienes confiaría que hiciesen resonar su voz en el Congreso, abogando por el fomento y difusión de todos los deportes. Claro está que nuestros candidatos no llegarán —por nuestros votos, al menos— a las Cortes, pero sabremos, al menos, quiénes serían los verdaderos candidatos a directores del movimiento, quienes en horas de renovación laborarían de nuevo en pro del Partido Regenerador, y puesto que nadie se preocupa de lo más esencial, que es atesorar fuerzas para soportar los embates de la vida, que seamos nosotros, los deportistas españoles, los que hagamos sentir nuestras quejas fundadas, para que lo que hasta hoy ha sido holganza sea, a partir de mañana, fuente de actividades, energías y… de verdaderas renovaciones prácticas y saludables (Masferrer, 1918a, p. 1).

La iniciativa fue recogida en la prensa deportiva del momento (Madrid-Sport, España Sportiva y Stadium). Desde Madrid, el periodista Cruz y Martín (1918) hablaba de las incompatibilidades de la política con el deporte, admitiendo que por ahora eran inconciliables. Por otro lado, Francisco de A. Canto (1918) aplaudía sin reparos en Stadium la iniciativa de Masferrer.

Así, finalmente, los candidatos de El Mundo Deportivo elegidos a Cortes fueron: Mariano de Foronda, presidente del Real Aero Club de Cataluña; Eusebio Bertrand Serra (1877-1945), presidente de la Cámara Sindical del Automóvil; Luis Marsans Peix, presidente del Real Polo Jockey Club; Damián Mateu Bisa, presidente del consejo de administración de La Hispano-Suiza; y Francisco de A. Ribas y Serra, vocal asesor del Real Automóvil Club de Cataluña. Sin embargo, hay que saber que nunca estos personajes representaron a El Mundo Deportivo ni al deporte, sino a sus aspiraciones políticas personales, en el jugoso juego de las disputas del poder.

Formato de la papeleta para el voto en el plebiscito de El Mundo Deportivo, impresa en El Mundo Deportivo, 1 de enero de 1918.

Formato de la papeleta para el voto en el plebiscito de El Mundo Deportivo, impresa en El Mundo Deportivo, 1 de enero de 1918.

Mariano de Foronda (1873-1961), teniente coronel, marqués de Foronda, fue el director de la Exposición Internacional de 1929. Eusebio Bertrand Serra (1877-1945), diputado a Cortes (1907 a 1923), el mayor empresario textil de Catalunya, fue miembro fundador de la Lliga Regionalista, junto a Prat de la Riba y Francesc Cambó. Luis Marsans Peix, diputado en el Congreso (1919-1923), fue empresario y político vinculado al partido Liberal Conservador, de adscripción monárquica. Damián Mateu Bisa (1863-1935), empresario y político, fue fundador en 1918 de la Federación Monárquica Autonomista, que finalmente se vinculó a la Lliga Regionalista. Francisco de A. Ribas y Serra (1872-1929) fue un destacado empresario y filántropo.

Así, con estas iniciativas, desde un periódico humilde y popular, un hombre de la credibilidad de Masferrer sabía reunir para el deporte un ejército de potentados ciudadanos (el establishment del deporte catalán) que siempre estaban dispuestos a colaborar con todo tipo de iniciativas. La más prometedora de ellas, sin duda alguna, fue la apuesta de Barcelona para albergar los Juegos Olímpicos de 1924, candidatura que recibió el apoyo de todos estos y otros prohombres. Ya conocemos que finalmente los Juegos fueron otorgados a París. La delegación española volvía a participar en unos JJOO, pero esta vez, bajo el régimen de una Dictadura (la del general Miguel Primo de Rivera), que puso evidentes limitaciones al desarrollo de signo catalanista. Masferrer y sus amigos, en este sentido, quedaban anulados ante las disposiciones que nombraban en 1925 una comisión interministerial para la educación física premilitar, en donde se anula la presencia del deporte catalán. Este organismo estaba encargado de “orientar, unificar, reglamentar y organizar todo lo relativo a la educación física de la infancia, la juventud y la instrucción premilitar”[6].

Masferrer, junto a Josep Elias, fue a los Juegos Olímpicos de París como corresponsal deportivo. Allí, ante el doble fracaso de la participación española, también surgió la idea de persistir en el futuro en la presentación de la candidatura de Barcelona a albergar unos JJOO (Pujadas, 2006).

Pero volvamos al año 1918, cuando Masferrer (1918b) criticó al Ayuntamiento en las celebraciones de la Fiesta de la Raza, la fiesta nacional del 12 de octubre (luego fiesta de la hispanidad), una celebración dispuesta por la ley de 15 de junio de 1918 (Marcilhacy, 2013) que se efectuaba en discordancia con los tiempos modernos; una escena de “ridículo ante el mundo entero”. Masferrer pedía más protagonismo del deporte y de la educación física, y no tanto la presencia alegórica del rancio españolismo. Masferrer conocía perfectamente que la conciencia nacional española debería venir del poder del deporte y de su libre asociación, y no de actos impuestos. Por eso insistía, como en anteriores ocasiones, en la necesidad de más campos deportivos para así impulsar el nuevo avance deportivo que se pondría en marcha una vez finalizada la PGM (Masferrer, 1918c y 1918d).

En 1919 el empuje autonomista de la Mancomunidad excitó todo un amplio movimiento catalanista que condujo a las primeras manifestaciones hacia el independentismo (Balcells, 1992). En esta situación, el deporte también actuaba de elemento instigador del catalanismo. Así, por ejemplo, desde las páginas deportivas, cabe destacar a Lluís Aymamí (1919, p. 2) y a otros que proclamaban discursos nacionalistas, al poner como modelo de victorias nacionales a las victorias de las sociedades deportivas catalanas en las luchas del deporte ibérico, luchas que rememoraban la premisa: “Per Catalunya i per a Catalunya”.

Las afirmaciones de identidad nacional y cultural tomaban impulso con la adhesión de plataformas reivindicativas promovidas por las bases políticas. Una de estas fue dirigida hacia el manifiesto catalanista de las entidades, cuyo rasgo debía expresarse en el uso oficial del catalán. Entidades como el Sindicat de Periodistes Esportius, el Futbol Club Barcelona, el Centre Excursionista de Catalunya o la Federació Catalana de Foot-ball no tuvieron dudas en posicionarse en pro del catalanismo (Artells, 1972; Torrebadella y Planas, 2011). En este contexto, la Mancomunitat (1914-1924), presidida por Josep Puig i Cadafalch (1867-1956), venía impulsando desde 1918 el primer proyecto en favor de un Estatuto de Autonomía. En este asunto, El Mundo Deportivo, a raíz de un manifiesto de los socios del Real Club Deportiu Espanyol (Tallada, Bernades y Rodríguez, 1919), emitió una posición claramente favorable a las aspiraciones de autogobierno:

Aunque tanto nosotros como las sociedades deportivas de Cataluña tenemos fines completamente ajenos a la política, no podemos menos de ver con simpatía que el sentimiento patriótico que une hoy todo el pueblo catalán en la aspiración común de regir sus peculiares destinos por sí mismo, haya tenido una repercusión muy acentuada en el seno de muchas de nuestras sociedades deportivas, porque entendemos nosotros que un problema como el de la autonomía de Cataluña, aun siendo en el fondo un problema de orden político, está en realidad por encima de todas las diferencias, de todas las luchas y de todas las tendencias políticas, pues es el problema universal de la libertad de los pueblos que tienen indiscutible derecho a gobernarse por sí mismos, sin perjuicio de mantener y respetar los lazos y las prerrogativas inherentes a la soberanía de las agrupaciones históricas y jurídicas que tienen personalidad reconocida en el mundo internacional.

Y aunque nosotros, como órgano de relación y de comunicación entre todos los deportistas españoles, hemos de seguir teniendo como un honor ser el portavoz en español de todos los deportistas españoles, en todos momentos hemos defendido dentro de las organizaciones deportivas nacionales las soluciones autonomistas por ser ellas las que garantizan una mayor intensidad y una mayor prosperidad de la vida deportiva en general, con la mutua y noble emulación entre las distintas regiones españolas y por ser también la autonomía el sabio espíritu que preside la reglamentación de los organismos internacionales, los cuales dan de arriba abajo amplia libertad de régimen, sin que en ningún caso esta libertad haya sido causa de indisciplinas y conflictos” (El Mundo Deportivo, en Tallada, Bernades y Rodríguez, 1919, p. 1).

No obstante, Masferrer, dejando paso en el camino a otros, dirigió sus quehaceres hacia la emergente industria del automóvil. En noviembre de 1916 fue nombrado secretario general de la recién constituida Cámara Sindical del Automóvil, que presidía el potentado Eusebio Bertrand Serra (Nueva entidad, 1916). En septiembre de 1918 fue elegido secretario del comité ejecutivo para la organización en el Salón del Automóvil de Barcelona. Puede decirse que a partir de entonces Masferrer intensificó una productiva etapa hacia otros proyectos personales vinculados al automovilismo, al turismo y a pedir las inmediatas mejoras que se necesitaban en las carreteras para el progreso económico y cultural del país (Masferrer, 1922).

Narciso Masferrer en la Asamblea de la Cámara Sindical del Automóvil de Barcelona. Fuente: El Heraldo Deportivo, 25 de mayo de 1919.

Narciso Masferrer en la Asamblea de la Cámara Sindical del Automóvil de Barcelona. Fuente: El Heraldo Deportivo, 25 de mayo de 1919.

1919 fue un año de conflictos políticos, sociales y también para el deporte. Si por un lado continuaron las reivindicaciones autonomistas del catalanismo político, que aspiraban a un reconocimiento internacional como nación, por el otro, el problema social emergió con especial preocupación con los sucesos revolucionarios de la Huelga General (Huelga de la Canadiense). La huelga, liderada por la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), paralizó prácticamente toda la industria del país (duró del 5 de febrero hasta el 19 marzo). La agitación social del momento hizo retrasar varias veces el Salón del Automóvil de Barcelona, que finalmente se realizó de los días 3 al 12 de mayo en el Palacio de Bellas Artes. Este Salón exhibía internacionalmente la expansión de una ciudad industrial que también deseaba formar parte del progreso y de los avances modernos. Al mismo tiempo se pedía que el Estado y los gobiernos de España se percatasen, como sucedía en otros países, de la importancia industrial automovilística y de la necesidad de dotar al país de buenas carreteras, cuyo interés estaba ligado a la defensa y la riqueza nacional[7]. El éxito rotundo de este salón y de las conclusiones allí presentadas en la Asamblea del Automóvil[8], cuya organización corrió a cargo de las cámaras del automóvil de Barcelona, Madrid y Valencia (secretario general, Narciso Masferrer), fueron trasladadas por una comisión que visitó en persona al gobierno de Madrid y a S. M. Alfonso XIII (La Exposición de Automóviles, 1919)[9].

En estos días, el asociacionismo del deporte catalán y sus dirigentes emprendían un pulso para provocar una respuesta firme de la opinión pública y de las instituciones públicas. El 17 de octubre el mitin de afirmación deportiva del Stadium Club de Barcelona, como indicó Francisco Cantó (1920), marcó, con la intervención directa del Sindicato de Periodistas Deportivos, un momento determinante para el impulso del deporte y en pro del olimpismo. Es decir, había que ir a los JJOO de Amberes: sí o sí (Torrebadella y Arrechea, 2016).

La paz social digamos que también se encontraba entre los objetivos de los regeneracionistas del deporte. El mismo Masferrer exponía el valor del desarrollo de las “ideas” del deporte, del cual ya vivían muchas familias (Masferrer, 1920a). La huelga general proporcionó al movimiento obrero nuevas expectativas de vida (jornada de 8 horas, ayudas sociales y mejoras salariales) que hicieron posible el camino hacia la participación obrera en el deporte. Puede decirse que en Barcelona, los inicios del deporte popular comenzaron con este gran y trágico éxito de la lucha obrera. Aun así los sectores obreros, es decir, “la clase trabajadora militante y predominantemente anarquista, tanto la catalana como la formada por inmigrantes”, que cita Hobsbawn, (2013, p. 149), no entró de lleno en la esfera catalanista del deporte, ya que veía en ella un cierto clasismo. Esto también confluía con la llamada “democratización” del fútbol y la entrada del deporte en el servicio militar (Torrebadella-Flix y Olivera-Betrán, 2016). Por otro lado, el deporte de signo burgués (vela, polo, golf, tenis…) se materializaba con la emergencia de los nuevos deportes de motor, el motociclismo, el automovilismo y, también, los deportes aéreos.

No obstante, Masferrer no se desligó de la faceta periodística y continuó como redactor de deportes en La Vanguardia y, tras la retirada de Ricardo Cabot, se ocupó de la dirección de la revista Stadium, entre 1920 y 1929. Además, continuó colaborando con otros emblemáticos proyectos de envergadura. Entre estos proyectos se encontraba la participación de España en los Juegos Olímpicos de Amberes (La Redacción, 1920a) y, sin duda, el más importante: la candidatura de Barcelona a la organización de unos Juegos Olímpicos (La Redacción, 1920b; Masferrer, 1920bc; Vida deportiva. Las Olimpiadas, 1921; C., 1920):

La idea de celebrar en Barcelona los Juegos Olímpicos de 1924 pudiera servir de punto da partida para la regeneración de nuestra raza. Pongamos en ello voluntad, mágico resorte productor de las más inesperadas sorpresas, teniendo presente que un espacio de tiempo de cuatro años deja margen para cuanto en serio quiera intentarse (Vida Deportiva. Olimpiada, 1920, p. 7).

En junio de 1930 el Sindicato de Periodistas Deportivos organizó otro emotivo reconocimiento a Masferrer. Se le concedió el título de Presidente Honorífico y, además, recibió la medalla de Caballero de la Orden de Alfonso XII por su constante y meritísima labor en pro del deporte. Masferrer mencionó que su máxima satisfacción había sido la de contribuir a la edificación del Estadio de Montjuïc (Ayer en el Automóvil, 1930), sin la cual obstinación, como bien cuenta Sabater Rosich (1955), no se hubieran construido nunca este maravilloso estadio olímpico.

Conclusión

El desarrollo del deporte en España tuvo en Cataluña el principal modelo a seguir. Esto sucedía en una coyuntura política de importantes tensiones ideológicas y sociales. La emergencia del deporte catalán, de un deporte de signo burgués, pero cuya raíz era la de buscar una base popular entre la participación de las clases medias, muchos de cuyos miembros estaban ligados a los emergentes proyectos del catalanismo político, supuso el sello característico de los promotores del deporte, que desde una ciudad (Barcelona), modelaron las aspiraciones populares de una sociedad que deseaba abrirse a Europa. Entre los principales promotores de este desarrollo, sin duda alguna destacando entre todos, el principal artífice fue Narciso Masferrer. Esta tarea no fue nada fácil.

Sostener las presiones de un movimiento obrero cuyas bases ideológicas se estaban organizando hacia movimientos revolucionarios peligrosos, en unos ambientes en que ciertas ideas podían representar de facto la muerte, el no enemistarse con nadie, ni con el radicalismo intransigente de los círculos anarquistas, ni tampoco con el integrismo católico y, sobre todo, complacer reservadamente las demandas del nacionalismo catalán, fueron las claves que hicieron de Masferrer el amigo de todos. Masferrer, a nuestro juicio, puso el grado de moderación que el deporte necesitaba para no verse envuelto en la encrucijada de la lucha política y social del momento.

Masferrer supo modelar las difíciles vicisitudes de los sucesos. La habilidad de dialogar y de pactar le hizo meritorio de numerosos cargos directivos. Digamos que todos deseaban tener a Masferrer en sus equipos, porque sencillamente fue un hombre de equipo, al que no le importó ocupar cargos menores o de segunda fila. Fue un hombre universal y que entendía muy bien aquellas palabras que el marqués de Santa Susana (1896) pronunció desde la Crónica del Sport, sobre la falta de inclinación asociativa de los españoles. En este sentido buscó siempre la colaboración y la unión entre todos, para consolidar un proyecto único y común, el de regenerar el país a través de la educación física y el deporte. Esto evidentemente solamente se podía conseguir y negociar si se disponía del apoyo de todo el asociacionismo deportivo, el catalán y el del resto de España, por eso Masferrer deseaba ser el amigo de todos. Conocer estos rasgos hace posible comprender por qué la presencia de Masferrer se hizo prácticamente inevitable en la mayoría de las iniciativas y proyectos deportivos más importantes y trascendentes en los primeros pasos del deporte en España.

El deporte solamente podía emerger si se mantenía al margen de las disputas políticas. Eso es lo que hizo de Masferrer el amigo de todos, de lerrouxistas, regionalistas, autonomistas, republicanos, católicos, anarquistas, etc.

Masferrer tuvo importantes contactos con el poder de la cultura dominante, esa burguesía barcelonesa (y española) que pugnaba en las conquistas económicas del mundo, y que supo ver que en la educación física y el deporte había las esperanzas de horizontes de progreso y bienestar (que no tanto de regeneracionismo). Masferrer fue querido y respetado por sus compañeros de profesión y su honradez por las causas nobles y justas le revistió de una credibilidad indiscutiblemente contrastada.

¿Tanto cuesta hoy reconocer a Masferrer como el hombre que puso los cimientos del deporte España y principal arquitecto de su institucionalización? En el pasado todos, sin excepción alguna, reconocieron la contribución de Masferrer a la causa de la educación física y el deporte….

“Mañana… cuando todas esas voluntades unidas, las que forman en nuestras sociedades, hayan cumplido la misión, y su ejemplo sea imitado por las generaciones que nos sucedan, las prácticas pregonadas hoy con grandes entusiasmos se habrán convertido en síntomas de salud para una raza que bendecirá siempre con honda alegría la obra de cuantos constituyen esas asociaciones por más siempre admiradas y entrañablemente queridas (Masferrer, 1917).

 

Xavier Torrebadella Flix

Universitat Autònoma de Barcelona

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Vicente, M. (1999). Josep Llunas i Pujals (1852-1905): La Tramontana i el lliure pensament radical. Reus: Associació d’Estudis Reusencs.

 


[1] Llunas creó La Tramontana (1881-1896), que fue el primer periódico en catalán de signo obrero.

[2] Esta Ley, impulsada por Segismundo Moret, presidente del Consejo de Ministros, y el conde de Romanones, ministro de Gobernación, fue aprobada el 20 de marzo de 1906. Surgió a raíz de los sucesos del Cu-Cut! y La Veu de Catalunya, del 25 de noviembre de 1905, y permitía la intervención y juicio militar ante cualquier suceso que fuese considerado de ultraje a la nación española y a sus símbolos, es decir, que amenazase a la unidad del Estado o al mismo ejército. La Ley perduró hasta el 31 de abril de 1931, en que fue derogada por el Gobierno de la II República.

[3] En esta misma época en Barcelona existen Eco de Sport (1909) y El Sport (1910).

[4] Las asociaciones fundadoras fueron: Real Automóvil Club, Real Polo Club, Sociedad Hípica de Barcelona, Real Asociación de Cazadores de Barcelona, Sección de Deportes de Montaña del Centro Excursionista de Cataluña, Real Club Náutico, Asociación de Lawn Tennis, Federación Catalana de Clubs de Foot-ball, Tiro Nacional, Club Natación Barcelona, Unión Velocipédica española, Real Sociedad de Colombofilia de Cataluña, Fomento de la Esgrima y Sport Vasco.

[5] Stadium baja el precio de 30 a 20 céntimos.

[6] R. D. de 08 de mayo de 1925 (BOMIP, núm. 43, p. 622-623)

[7] Los números 298 y 299 de la revista Stadium, de 3 y 24 de mayo de 1919, fueron dedicados al Salón del Automóvil de Barcelona.

[8] Las ponencias y conclusiones de la Asamblea Automovilista fueron expuestas en El Mundo Deportivo los días 3, 17, 24 de julio, y 7 y 14 de agosto de 1919, p. 1.

[9] El 23 de mayo se inauguró en Madrid un reducido Salón del Automóvil, organizado por la recién creada Cámara Sindical Española de Automovilismo (Automovilismo, 1919).




“El presidente de las bicicletas”: Narciso Masferrer, factótum del ciclismo español (1898-1913)

1. Introducción

Barcelona, finales del verano o principios del otoño de 1936. En plena fase de terror revolucionario, una patrulla de control registra el domicilio de Narciso Masferrer Sala, situado en la Rambla de Catalunya número 41. Alguien lo ha denunciado a las nuevas autoridades anarcosindicalistas, por monárquico. Y ciertamente lo es, convencido y fervoroso, a juzgar por sus múltiples manifestaciones públicas al respecto, y a pesar de su remota y desconocida militancia republicana de finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo anterior (López, 2016).

Entre abundante material comprometedor para su propietario, los patrulleros encuentran otro tipo de pista, concretamente una copa: el trofeo que Masferrer ha encargado para entregar al ganador de la siguiente edición de la carrera ciclista que lleva su nombre y que cada año, desde 1932, se celebra en su honor con gran éxito de público (Masferrer, 1932). Este detalle revela a ojos de los milicianos la identidad del anciano de gafas redondas, calva reluciente y venerable barbita blanca que tienen delante: lo identifican como el “presidente de las bicicletas”. Una anagnórisis que equivale a un indulto, ya que induce a los improvisados policías a soltar a su presa. Masferrer se salvará así de entrar en los calabozos del convento de San Elías y al cabo de poco tiempo saldrá clandestinamente de Barcelona con su esposa para pasarse a territorio franquista por Navarra, a través de la frontera francesa.

No tenemos la seguridad de que este relato sea verídico, o al menos que lo sea del todo y en todos sus detalles. Lo debemos a la pluma del periodista deportivo Ramón Torres, apodado L’Avi (“el abuelo”), y se publicó en El Mundo Deportivo en septiembre de 1968, la víspera de la disputa del Trofeo Masferrer de aquel año[1] (Torres, 1968). Torres había conocido personalmente a Masferrer y lo había tratado mucho, antes y después de la Guerra Civil (el poco tiempo que este la sobrevivió, ya que falleció en abril de 1941); por lo tanto, es probable que la historia se la contara el propio protagonista.

Figura 1. Trofeo Masferrer depositado en la sede de la Federació Catalana de Ciclisme Fuente: fotografía del autor tomada el 29 de julio de 2017 en la sede de la Federació Catalana de Ciclisme.

Figura 1. Trofeo Masferrer depositado en la sede de la Federació Catalana de Ciclisme
Fuente: fotografía del autor tomada el 29 de julio de 2017 en la sede de la Federació Catalana de Ciclisme.

La anécdota suena verosímil: Masferrer era un objetivo más que previsible para los revolucionarios, por su filiación política derechista y monárquica, por su protagonismo en la vida pública barcelonesa fruto de 40 años casi ininterrumpidos de periodismo deportivo, y por su posición social, vinculada a las clases adineradas a través de su cargo vitalicio de secretario general de la Cámara del Automóvil de Catalunya[2]. Otros dirigentes deportivos catalanes de significación derechista tuvieron mucha menos suerte. Por ejemplo, Jaume García Alsina y su hijo, quienes fallecieron en el incendio de su gimnasio provocado por los (in)controlados (Fauria, 2005).

En cualquier caso, de esta historia se puede decir sin ninguna duda aquello de “se non è vero, è ben trovato”: después de toda una vida dedicada a luchar por la regeneración del país y la redención física y moral del pueblo a través de la difusión del deporte, suena a pura justicia poética que Masferrer salvara el pellejo gracias a que los que iban a arrestarlo lo reconocieran como el líder del movimiento deportizador español, y más específicamente como el máximo promotor del ciclismo. No es descabellado suponer que, conociendo su entrega total a sus ideales durante toda una vida, Masferrer se sintiera íntimamente halagado, una vez superado el susto, de que los representantes del pueblo, o si se prefiere del populacho barcelonés desencadenado, le perdonasen la vida en su calidad de “presidente de las bicicletas”.

Narciso Masferrer hizo de auténtico hombre orquesta en los inicios de la deportización de España: fue un propagandista y activista polideportivo, entregado sin reservas a todo lo que fuera promover cualquier forma de actividad física, preferentemente al aire libre. El propio Ramón Torres afirmaba en el citado artículo, sin exagerar, que Masferrer “tuvo durante medio siglo todos los resortes en mano del deporte español” (Torres, 1968). Ejerció su liderazgo infatigable en los inicios de la gimnasia o gimnástica, el fútbol, el atletismo, el olimpismo, el automovilismo y el turismo, tal y como se detalla en otros artículos recogidos en el presente monográfico. Pero su terreno predilecto de acción, la niña de sus ojos, el deporte al que dedicó más esfuerzos y en el que más destacó como dirigente, fue el ciclismo. Él mismo lo reconoció en múltiples ocasiones en que hizo pública profesión de fe pedalística:

Yo tengo una especialísima predilección por las cuestiones ciclistas, en el velocipedismo cuento con las mejores amistades y esta insignificancia de sportsman (…) después de haberse hecho muchos chichones en los gimnasios, se afilió al ejército ciclista, cobijándose en las tiendas de la UVE, en las que si bien ha pasado por hondas amarguras, horas muy dulces y muy felices han recompensado penas y fatigas. En defensa de la UVE he sostenido las más rudas batallas… y lo que te rondaré morena (Masferrer, 1912a)

El ciclismo ha sido mi vida; el ciclismo lo he vivido yo, por el desarrollo del deporte velocipédico he derrochado todas mis energías (Masferrer, 1915b).

Así como el ciclismo lo fue casi todo para Masferrer, durante 40 años este lo fue casi todo para la Unión Velocipédica Española (denominación de la Federación Española de Ciclismo entre 1894 y 1953). Véase si no la lista de cargos y encargos federativos que desempeñó:

  • Vocal (diciembre de 1899-diciembre de 1900)
  • Vicepresidente (diciembre de 1900-diciembre de 1902)
  • Presidente (diciembre de 1902-diciembre de 1904)
  • Vocal y director del Boletín Oficial (diciembre de 1904-diciembre de 1905)
  • Secretario general (diciembre de 1905-diciembre de 1909)
  • Vocal y director del Boletín Oficial (diciembre de 1910-diciembre de 1911)
  • Presidente (diciembre de 1911-enero de 1913)
  • Presidente del congreso de la UVE (febrero de 1922)
  • Presidente del congreso de la UVE (marzo de 1926)
  • Representante de la UVE en el Comité Olímpico Español (1926-1930)
  • Presidente del congreso de la UVE (febrero de 1928)
  • Representante de la UVE en el congreso de la UCI de Ámsterdam (1928)
  • Representante de la UVE en el congreso de la UCI de París (1929)
  • Galardonado con la primera Medalla al Mérito Ciclista instituida por la UVE (1930)
  • Representante de la UVE en el congreso de la UCI de Lieja (1930)
  • Representante de la UVE en el congreso de la UCI de París (1931)
  • Presidente del congreso de la UVE (febrero de 1932)
  • Presidente y representante de la UVE en el Comité Olímpico Español-Delegación Nacional de Deportes (marzo de 1939-diciembre de 1940)

Figura 2. Narciso Masferrer Sala en su madurez

Figura 2. Narciso Masferrer Sala en su madurez

Un palmarés impresionante que identifica a Narciso Masferrer Sala como la piedra angular del edificio federativo, del que tan solo la enfermedad y la muerte pudieron apartarlo, y desde el cual impulsó todas las iniciativas clave de la historia del ciclismo español anterior a la Guerra Civil. En las páginas siguientes repasaremos la etapa inicial de esta  impresionante trayectoria, la de mayor derroche de actividad y energías por parte de nuestro hombre, que va de 1898 a 1913. A partir de esta fecha y hasta su fugaz regreso, en circunstancias extraordinarias, a la presidencia de la UVE (marzo de 1939), Masferrer pasó a convertirse en referente moral y en deus ex machina que intervino en asuntos de alta diplomacia interna e internacional de la federación, pero sin inmiscuirse en su día a día.

2. La UVE antes de Masferrer

En contraste con el enorme protagonismo de Masferrer en la vida de la UVE a partir de 1899, nuestro hombre está totalmente ausente en la etapa inicial de la federación, entre su gestación en 1894 y el traslado a Barcelona de su sede, en julio de 1899.

Los precedentes inmediatos y los primeros años de existencia (1894-1899) de la federación ciclista española se ubican en Madrid, a pesar de que el impulso decisivo para su creación surgió en Barcelona (Andrés, 1895; Velocipedismo, 1895) de la mano del empresario Claudio de Rialp Navinés, cofundador de la Sociedad de Velocipedistas barcelonesa e impulsor de El Ciclista, una de las principales publicaciones ciclistas de finales del XIX en España. Utilizando las páginas de este semanario como altavoz, Rialp promovió a partir de 1892 la creación de un ente federativo que organizara y ordenara la práctica velocipedista en España, a imagen y semejanza de lo que sucedía en los países vecinos del norte desde hacía unos cuantos años (Izquierdo y Gómez, 2003; Pernau, 2003; Torrebadella y Arrechea, 2015).

A la vista de este liderazgo, la sede de la nueva entidad podría haberse ubicado en Barcelona, pero Rialp decidió expresamente que debía estar en la capital del reino, alegando que “la unión solo desde Madrid podrá vigorizarse” (A. S., 1895) y ofreció la materialización del proyecto federativo a los propietarios de las tres publicaciones ciclistas de la capital del reino: José María Sierra, de El Deporte Velocipédico; Luis del Campo, de El Veloz Sport, y Julio Amodio, de El Nuevo Fígaro. Estos aceptaron la propuesta (A. S., 1895) y fundaron la entidad entre finales de 1895 y principios de 1896, con sede la calle de la Libertad número 6, primer piso de la Villa y Corte (E. M. D., 1906).

Empieza en este momento (13 de febrero de 1896, fecha de legalización de sus estatutos) la etapa madrileña de la UVE, caracterizada por una fase ascendente, en que llegó a captar más de 4.000 socios (Canto Arroyo, 1914), y una descendente, a raíz del desastre de 1898. La pérdida de los últimos vestigios del imperio colonial español derivó en una profunda depresión colectiva en la metrópolis que en la minúscula parcela del velocipedismo se tradujo en una desmovilización casi total. El congreso de la UVE previsto para mayo de 1899 en Madrid se tuvo que anular por falta de concurrentes, y el comité central de la federación dimitió en bloque (X. de la Z., 1899a).

Hasta este punto, como hemos indicado, Narciso Masferrer se mantiene (casi) totalmente ajeno al movimiento federativo pedalístico, en contraste con su omnipresencia desde entonces hasta poco antes de su fallecimiento en abril de 1941. Las razones de este alejamiento son elementales, y no se deben a falta de interés de nuestro hombre por el problema de la institucionalización del ciclismo en España: Masferrer, nacido y criado en Madrid pero residente en Barcelona la mayor parte de su vida, vive no obstante durante estos años lejos de ambas capitales, donde se fraguó el nacimiento de la federación ciclista.

Masferrer se había casado en Madrid a mediados de 1891 con 24 años recién cumplidos (Noticias varias, 1891), y tanto él como su jovencísima esposa padecían de tuberculosis, una enfermedad que causaba estragos en aquella época. Empleado de la empresa Deutsch Compañía de Petróleos y Derivados, sus jefes deciden enviarlo a la sucursal de Sevilla para ver si el cambio de aires beneficia su precaria salud. Entre finales de 1891 y principios de 1895, pues, nuestro hombre vive en Sevilla, donde verán la luz sus dos primeros hijos: Ana (1892-1940) y Narciso, fallecido a los pocos días de nacer[3]. Su paso por la capital andaluza no ha dejado ningún rastro de su hiperactividad periodístico-federativa, que lo haría célebre en un futuro no muy lejano, o al menos nosotros no lo hemos localizado.

Figura 3. Boda de Narciso Masferrer y Esperanza Navarro, Madrid, julio de 1891 Fuente: fotografía cedida por Victòria Masferrer Alfonso, nieta de Narciso.

Figura 3. Boda de Narciso Masferrer y Esperanza Navarro, Madrid, julio de 1891
Fuente: fotografía cedida por Victòria Masferrer Alfonso, nieta de Narciso.

3. De la Unión Velocipédica Catalana a la Unión Velocipédica Española

De hecho, la primera vez que el futuro factótum del ciclismo español interviene públicamente en el proceso de institucionalización de este deporte, no lo hace en el marco de la recién creada UVE, sino con motivo de la fundación de una entidad competidora, la Unión Velocipédica Catalana. Decimos “competidora” y no “separatista”, porque la UVC nunca tuvo veleidades políticas de corte catalanista: sus creadores, liderados por el médico Manuel Duran i Ventosa, hijo del prócer Duran i Bas, se consideraban tan españoles como los dirigentes madrileños de la UVE, pero ante el desinflamiento de esta última a raíz del desastre colonial deciden impulsar una entidad federativa regional que sirva mejor a la promoción del deporte velocipédico en Cataluña (Unión Velocipédica Catalana, 1898).

La UVC surge del Club Velocipédico barcelonés, que preside Duran i Ventosa y cuyo órgano de prensa es la revista Los Deportes, fundada en noviembre de 1897 y dirigida por Narciso Masferrer desde el Gimnasio Solé de la calle Montjuïc del Carme. Así es como el madrileño Masferrer, recién llegado a Barcelona (donde por cierto enviudó a finales de 1896) (Hojas sueltas, 1897), se convierte a principios de 1898 en el principal propagandista de la nueva entidad federativa catalana, que se constituye oficialmente a raíz de su primer congreso, celebrado en Barcelona en mayo de aquel año. Nuestro hombre será elegido “secretario publicista” en el comité de la UVC, presidido por el artista Genís Codina i Sert (Notas locales, 1898).

Aparte de que la UVC tendrá muy poca vida, por no decir ninguna, o quizá por esto mismo, Masferrer se arrepentirá enseguida de haberla apoyado. Cuando a principios de 1899 se intuye la debacle de la UVE madrileña y Masferrer empieza a postularse como líder ciclista, este promueve la fusión entre las dos federaciones desde las páginas de Los Deportes (La reunión de Los Deportes, 1899) y mediante gestiones de acercamiento entre los líderes de una y otra entidad (Ciclismo, 1899). La campaña de Masferrer tiene su momento álgido en la “excursión magna” (Ciclismo, 1899) en bicicleta al restaurante Ca l’Anguilero de la desembocadura del Llobregat, convocada por Los Deportes el día 9 de abril “para sellar la unión que entre todos existe, sin necesidad de acudir a asambleas”, a la que concurrieron más de 240 ciclistas (Nuestra excursión, 1899). Años más tarde, cuando Masferrer ya era un líder consagrado del velocipedismo español, este haría confesión pública de sus remordimientos por haber apoyado una entidad disidente:

Sé por experiencia propia —de ello me acuso con amargo dolor— lo que es ser disidente, sé a lo que la impremeditación conduce, como sé lo que significa el remordimiento y lo dulce que es volver al lugar donde nacieron nuestros cariños y brotaron nuestras amistades. Desde entonces condeno toda manifestación de deserción, como traición a los fines que una entidad persigue (…) desde entonces batallo y batallaré (…) por crear y mantener entidades de carácter nacional (Masferrer, 1910, p. 2).

Enseguida llegó (mayo de 1899) la mencionada debacle de la UVE, con la anulación del cuarto congreso y la dimisión del comité central madrileño. A partir de este momento, Masferrer se convierte en el líder del movimiento de salvación de la federación, siempre utilizando las páginas de Los Deportes como altavoz. Así, por ejemplo, el 11 de junio lanza un patético llamamiento para “impedir que todo perezca. Si el comité de Madrid abandonó sus puestos de una manera poco digna, dejando sus dimisiones, a falta de Congreso, en pleno arroyo, aquí están nuestros amigos de la sexta región, la más floreciente, que deben disponerse a recojer [sic] la herencia” (X. de la Z., 1899a). Efectivamente, sus gestiones con el padre de la UVE, Claudi de Rialp, y con el presidente del comité de la sexta región de la Unión (Cataluña y Baleares), el arquitecto Bonaventura Pollés i Vivó, desembocan en la toma del poder federativo por parte de estos hombres y en el traslado de la sede de la UVE a Barcelona, que se materializa a principios de julio de 1899 (Unión Velocipédica Española, 1899).

Rialp se convierte en el nuevo presidente de la entidad, con Pollés como vicepresidente, cargos ratificados en el congreso celebrado en diciembre en Barcelona, anunciado y jaleado por Masferrer desde Los Deportes con argumentos tan curiosos como este: “El frío en aquella época por lo regular no es nada intenso, la vida de esta gran y hermosa capital está en todo su esplendor (…) El comité central, con muy buen acuerdo (…) preparará una serie de festejos para hacer más grata la permanencia de los compañeros de provincias a nuestro lado” (El próximo congreso de la UVE, 1899).

También resultan curiosos y hasta tiernos los esfuerzos de Masferrer para justificar su creciente protagonismo en los asuntos federativos, tras haber estado totalmente ausente en la etapa fundacional de la UVE. Por ejemplo, en septiembre de 1899 Los Deportes publica, en posición de artículo editorial, una “misiva suplicada”, sin firma pero en la que se adivina claramente el estilo del propio Masferrer. En ella se recuerda que este “antes que gimnasta fue ciclista y sigue siéndolo”, puesto que ya en 1883 formaba “en las filas de la inolvidable Sociedad de Velocipedistas, de Madrid”, cuyos miembros, incluido un jovencísimo Masferrer, recorrían “a diario las alamedas del Retiro de Madrid, en fila indiana, uno tras otro montados en aquellos clavos” (X. de la Z., 1899b).

Sea como fuere, Masferrer ha hecho una entrada triunfal en el movimiento unionista, perfilándose como el auténtico salvador de la UVE a través de sus gestiones y sus campañas periodísticas. Al principio se mantendrá en un segundo plano, tras Rialp y Pollés, pero muy pronto pasará a primera línea, apoyándose siempre en la eficaz plataforma que supone la publicación deportiva más leída de España en aquella época. De hecho, algunas de las decisiones más importantes del congreso de diciembre de 1899 son fruto de propuestas de Masferrer: por ejemplo, la reforma descentralizadora de los estatutos, en que se otorga más autonomía (y más recursos económicos) a las regiones velocipédicas que constituyen la estructura territorial de la UVE; o bien el mantenimiento de las competencias de la federación en materia de carreras, punto en el que Masferrer se opuso resueltamente a la propuesta de un grupo de socios en el sentido de que la UVE se desentendiera de las competiciones y se centrara exclusivamente en el excursionismo (X. de la Z., 1899c).

Este protagonismo creciente de nuestro hombre dentro de la federación se explicita enseguida: Masferrer es designado delegado, o sea, portavoz del comité central en el V congreso de la UVE celebrado en Barcelona en diciembre de 1900, cosa que Los Deportes aplaude mediante una alabanza poco disimulada a su director: “Hombres de las iniciativas del sr. Masferrer, que son capaces hasta de resucitar muertos (…), han de conseguir que la Unión se levante y ocupe pronto el lugar que le corresponde entre las naciones civilizadas” (Ciclismo, 1900: 747). Con o sin ditirambos de este estilo[4], la asamblea ciclista reconoce abiertamente su creciente liderazgo, ya que lo designa vicepresidente en una nueva junta presidida por Bonaventura Pollés, y además le otorga un diploma en reconocimiento a su campaña pro Unión, que es ciertamente encendida y vibrante, como atestiguan patéticos llamamientos como este:

La UVE tiene sus brazos abiertos para todos los que quieran cobijarse en su augusto manto, que unidos en apretado haz y bien organizados, daremos fuerza moral y material sobre todo al nuevo comité; que éste, empujado por tan entusiasta mole, sostendrá con energía los derechos a que los ciclistas somos acreedores; y así unidos en compacto grupo, no ya suplicaremos, sino impondremos lo que de derecho nos pertenece (…) no defraudéis con vuestra actitud anómala los entusiasmos del nuevo Comité Central, y cual nosotros gritad: ¡Viva la UVE! (N. M., 1900).

Buena falta le hacen a la UVE este tipo de campañas, porque la entidad ha llegado prácticamente muerta a Barcelona. En 1901, por ejemplo, contaba con apenas 900 socios en toda España, la inmensa mayoría catalanes (Pujadas y Santacana, 1994: 64), que contrastan con los más de 4.000 de finales de 1897 (Navarro, 1917: 61). En 1900 y 1901 la federación apenas registra actividad, más allá de los congresos anuales y de una carrera de 100 kilómetros entre Barcelona y Tarragona organizada por la UVE en mayo de 1901 y a raíz de la cual Masferrer, desde su nueva plataforma periodística en el diario El Liberal de Barcelona, explicita su doctrina de la propaganda por la acción: según él, con las pruebas ciclistas en carretera “no necesitan los apóstoles del ciclismo ir pregonando de pueblo en pueblo y de villa en villa las bondades del ciclismo”, porque ya lo hacen los propios corredores al impresionar a los espectadores improvisados de aldeas y masías, que nunca han visto un espectáculo como el de una carrera ciclista pasando por la puerta de sus casas (El Liberal, 27-5-1901). Esta teoría de la propaganda por la acción sería la base de las políticas de Masferrer durante toda su trayectoria como dirigente federativo, tal y como manifestaba él mismo años más tarde:

De todas las manifestaciones que registra el calendario ciclista (…) las que aportan mayor número de adeptos y de prosélitos a nuestra causa son esas carreras-vueltas en las que grupos numerosos de ciclistas van despertando a los dormidos pueblos hacia la realidad del sport” (Masferrer, 1926).

Es decir, para Masferrer la organización de competiciones de carretera no era tanto un fin en sí mismo, sino sobre todo un medio para propagar el ciclismo y el deporte en general entre la población, auténtico objetivo final de toda su acción propagandística y de liderazgo federativo, no tan solo en la UVE sino también en todas las otras iniciativas de institucionalización del deporte en las que estuvo implicado directamente: Sociedad Gimnástica Española, Federación Gimnástica Española, Sportsmen’s Club, Federación Catalana de Fútbol, Federación Española de Clubs de Foot-ball, Federación Atlética Catalana, Comité Olímpico Español, etcétera (Torrebadella, 2015; López, 2016). En el ámbito del ciclismo, al calor de esta doctrina o teoría masferreriana nacieron (o renacieron) el campeonato de España de fondo en carretera, el campeonato de España de velocidad y el de medio fondo tras moto, la Vuelta a la Provincia de Tarragona (1908), la Volta a Catalunya, el Trofeo Masferrer, y muchas otras pruebas, entre las cuales faltó poco para que figurara una tempranísima Vuelta a España, proyecto que Masferrer acarició durante 1911 y 1912 pero que tuvo que abandonar, como se verá más adelante (López, 2010).

Volviendo a 1901, en plena etapa heroica de la refundación de la UVE en Barcelona, identificamos otra iniciativa de Masferrer, significativa de su ambición, dinamismo y creatividad. En junio de aquel año el comité de la federación aprueba, a propuesta de nuestro hombre, instituir premios en metálico de 20 pesetas cada uno para los peones camineros que tuviesen en mejor estado el tramo de carretera bajo su competencia. Se trata de una medida más bien simbólica por lo que respecta a su efectividad, pero reveladora de una de las obsesiones de Masferrer durante los primeros lustros del siglo XX: la necesidad imperiosa de adecentar la lamentable red de carreteras del país, con el objetivo de facilitar la práctica ciclística pero sobre todo facilitar el despegue de la industria turística, cuyo enorme potencial económico Masferrer no dejó de pregonar durante toda su carrera periodística. En ausencia de una acción eficaz en este terreno de las administraciones, a las que nuestro hombre no cesó de fustigar desde sus tribunas periodísticas, Masferrer pretende que la UVE tome la iniciativa.

En diciembre de 1901 el congreso de la federación reelige al comité Pollés, el cual Masferrer continúa como vicepresidente e ideólogo-dinamizador indiscutible de la entidad, nuevamente honrado por la asamblea con un diploma en reconocimiento de sus campañas pro UVE (Unión Velocipédica Española, 1901). Fruto de otra de sus iniciativas es la recuperación del Gran Premio de la Unión, como se denominaba en aquella época al campeonato de España de fondo en carretera. La prueba se había celebrado por primera y última vez hasta entonces en 1897, con victoria del portugués José Bento Pessoa. El empeño de Masferrer conseguiría que la carrera se volviera a organizar en mayo de 1902 en un recorrido Mollet-Vic y regreso en el que se impuso el valenciano Tomás Penalva Camarasa (Las carreras del Gran Premio de la Unión, 1902). La prueba se disputaría ya sin interrupciones hasta la Guerra Civil.

4. Todo el poder para Masferrer

A medida que se va acercando la fecha del séptimo congreso anual de la UVE (8 de diciembre de 1902), Los Deportes va haciendo ambiente en torno a una candidatura de Masferrer a la presidencia de la entidad: es el último escalón en el ascenso meteórico de nuestro hombre en el organigrama federativo. El 2 de noviembre el semanario informa de que Pollés no tiene intención de presentarse a la reelección, y que este promueve la candidatura de Masferrer para sustituirlo. El anónimo articulista no deja dudas en cuanto a sus preferencias: “No hay ni puede haber más que un solo candidato: D. Buenaventura Pollés, y si este se empeñara en renunciarla, la de don Narciso Masferrer, a quien a todo trance deberían convencer si no han de verse abandonados los sagrados intereses de la Unión” (Ciclismo, 1902).

Como era previsible, la asamblea eligió por unanimidad un nuevo comité central presidido por nuestro hombre, en el que Pollés pasaba a ser vocal. En su discurso de toma de posesión Masferrer, revelando una cierta inseguridad en relación con sus méritos reales para convertirse a sus 35 años en presidente de la federación velocipédica, se sintió nuevamente obligado a justificarse: “Yo apenas soy ciclista (…) pero todos vosotros sabéis el cariño, las simpatías que me merece este deporte”. A continuación retomó el relato de su pasado velocipedista, dedicando “un recuerdo a aquellos tiempos y a aquellos amigos que por los años de 1885 y 86 constituíamos la Sociedad de Velocipedistas”, e incluso afirmó que durante la etapa sevillana de su vida el líder madrileño del movimiento unionista había contado con él en relación con la fundación de la entidad:

Permitidme que evoque también el recuerdo del placer que sentí allá en tierra andaluza, donde cuidaba un día del estado delicado de mi salud, comprometida por el rudo batallar en defensa de estos y otros parecidos ideales, cuando mi amigo Manuel del Campo (…) solicitaba mi pobre concurso para cooperar a la obra que iniciaban los fundadores de la UVE y para trabajar en su compañía, en el Veloz-Sport (Masferrer, 1902: 773).

También es interesante ver cómo Masferrer utiliza su doble condición de madrileño y catalán para apuntalar su liderazgo deportivo, carta que jugará a menudo en el futuro. En un país con una tradición centralista tan fuerte, resultaba por lo menos llamativo que la sede de su primera federación deportiva no estuviera ubicada en la capital política sino en Barcelona, y de hecho los ciclistas madrileños no dejarían de resentirse ante este hecho potencialmente afrentoso para ellos (véase más adelante). Seguramente consciente de este hecho, Masferrer introdujo en su discurso de toma de posesión el siguiente pasaje:

La Unión proclama hoy a un hijo de Madrid para que siga los hermosos derroteros de los hijos de este país, del que soy oriundo y por el que siento los mismos amores que profesé a mi santa madre, catalana ella como todos mis ascendientes; ojalá que a mis paisanos les satisfaga el que un madrileño venga hoy a este honroso y elevado puesto; ellos son mis hermanos (Masferrer, 1902: 773).

Una vez con las riendas de la federación en sus manos, nuestro hombre se lanza a implantar su programa de revitalización y promoción del ciclismo, principal medio para garantizar la supervivencia de la propia UVE, puesto que por entones se trataba ni más ni menos que de esto último. De hecho, por aquellas mismas fechas Masferrer está inmerso en la pelea por implantar otra entidad análoga, la Federación Gimnástica Española, fundada por él en 1898 y que acabará naufragando en 1903 por falta de apoyos, tanto desde la base de los practicantes y divulgadores de la gimnástica como desde las instituciones públicas. Por lo tanto, la continuidad de la federación ciclista no se podía ni mucho menos dar por descontada.

En el terreno institucional, Masferrer insiste (con escaso éxito) en su empeño por constituir los comités regionales de la UVE, pieza clave en la interlocución entre el comité central, aislado en Barcelona, y precario tejido ciclista del país. También redobla esfuerzos en materia de organización de competiciones, tanto en velódromos como en circuitos urbanos y en carretera. Por ejemplo, en 1904, aparte de volver a organizar el campeonato de España de fondo (disputado aquel año en Valencia), la UVE rescata, siempre a instancias de Masferrer, el campeonato de velocidad en pista, que no se celebraba desde 1896. La federación otorgó la organización de la prueba a un club de Palma de Mallorca que había inaugurado el año anterior el moderno velódromo del Tirador.

El catalán Paco Abadal fue proclamado ganador de la prueba por delante del gallego Manuel Neira en un ajustadísimo sprint disputado ante la plana mayor de la UVE presidida por Masferrer y un público numerosísimo, pero esta decisión del jurado generó una gran polémica porque gran parte de la concurrencia y muchos periodistas reclamaron la victoria para Neira. Ante la magnitud del desacuerdo, y a la vista de diversas pruebas y testimonios, la comisión deportiva de la UVE acordó días más tarde otorgar el campeonato a Neira (Llunas, 1904a). Este conflicto hizo exclamar a Masferrer meses después: “Para celebrar el campeonato de España hemos estado esperando el maná ¡nueve años seguidos!, y si nos descuidamos, dejamos el pellejo en el Tirador de Palma, después de tener que pasar el charco” (Masferrer, 1905). Como veremos, no fue este el único episodio polémico durante el mandato de nuestro hombre. La UVE no volvería a organizar la prueba hasta 1908, nuevamente a instancias de Masferrer.

En el ámbito de las infraestructuras, Masferrer impulsa una iniciativa para que entidades y particulares vinculados a la UVE subvencionen la instalación de “postes indicadores” en los cruces y en las zonas de peligro de las carreteras, tarea que la administración pública tenía abandonada. El propio Masferrer se convertiría a finales de 1903 en el primer particular que financiaba un poste indicador, concretamente una señal con la advertencia “bajadas rápidas” en las cuestas de Calella (Unión Velocipédica Española, 1903).

La misión de consolidación institucional de la UVE que se había autoimpuesto Masferrer no solo presentaba facetas agradables. Uno de los problemas más graves de la federación en aquella época era su debilidad presupuestaria, provocada por la dependencia exclusiva de las cuotas de los socios… y por la indisciplina de muchos de estos a la hora de pagarlas. Especialmente espinosa era la desidia de algunos cargos de la estructura regional de la federación, cónsules y/o dirigentes de comités regionales, encargados de recaudar las cuotas en las respectivas localidades o regiones y de remitir al comité central la parte que le correspondiera. Se producían muchos retrasos en estos pagos, y en algunos casos extremos el comité central no veía ni un céntimo, a pesar de las numerosas cartas de apremio dirigidas al moroso en cuestión. A iniciativa de Masferrer, ya en 1902 la UVE decidió imponer una medida drástica para atajar el problema: publicar cada mes en el Boletín Oficial de la entidad el llamado “cuadro negro”, denominación ominosa e inequívoca, en que se hacían constar los nombres y apellidos de estos morosos (Remitido, 1903b). Esta iniciativa desencadenó una grave crisis en el seno de la federación, ya que uno de los cargos intermedios cuyo nombre apareció en este cuadro negro, Martín Osés, del comité regional de Zaragoza, reaccionó querellándose contra Pollés y Masferrer por injurias y calumnias (Remitido, 1903a). En abril de 1905 los tribunales fallaron a favor de estos últimos, cosa que no le ahorró a la federación y a los propios afectados la correspondiente dosis de inquietud derivada de estar inmerso en cualquier proceso judicial (M. M. A., 1905).

En el conflicto con Osés se puso nuevamente de manifiesto el carácter vehemente, hiperactivo y directo de Masferrer, que hasta entonces había beneficiado su carrera como dirigente federativo, pero que se iba a convertir en un arma de doble filo una vez instalado en la presidencia de la UVE. Sus dos años de mandato (fue reelegido en diciembre de 1903) estuvieron marcados por algunos conflictos y roces con varios sectores y personalidades del velocipedismo, cosa que le valió una cierta fama de persona intemperante y poco diplomática. De hecho, sus propios amigos ya apuntaron este defecto de su carácter en el número de Los Deportes que daba cuenta de su elección como presidente de la UVE en diciembre de 1902.  Luciano Miguel Farga, por ejemplo, lo retrataba así:  “El nervio de su fe está precisamente en creer que todos los hombres tienen el deber de concurrir como él y mejor a su lado a las buenas obras; por eso exige, impone y manda, como si su misión tuviera por fin ser el eco de las humanas conciencias” (Miguel, 1902). Por su parte, el periodista mataronés Antoni Viada era todavía más explícito en una semblanza de Masferrer publicada en el mismo sitio:

El peor de todos sus defectos (…) es que le falta lo que unos llaman “ductilidad” y otros “pastelería”, lo apellidado “diplomacia” y también “falsedad”. Masferrer prefiere a los hojaldres el pan candeal, límpido y puro; y estima mejor que los recodos la carretera amplia y despejada. Por esto cuando pone la pluma para embestir a quien se le cuadra por delante, como la pone sobre seguro y el ímpetu no es flojo, hace daño (Viada, 1902).

Defectos de Masferrer cuyos críticos no dejarían de echarle en cara a raíz de otro de sus empeños vinculados con la consolidación de la UVE: que sus reglamentos fueran respetados en todas las competiciones celebradas en España, de manera que la UVE se erigiera en árbitro único y máxima autoridad ciclista del país, a imagen y semejanza de lo que pasaba en los países vecinos. Este fue uno de los objetivos anunciados por Masferrer en el congreso de diciembre de 1904, que aprobó el nuevo reglamento de competición propuesto por nuestro hombre, “con el decidido propósito de que su articulado se cumpla al pie de la letra”, según anunciaba él mismo en la revista madrileña Arte y Sport (D. Portes, 1903). Esto era el anuncio de una nueva era de rigor y de sanciones, prácticamente desconocidas hasta entonces en el gobierno federativo, y que, como se verá, casi dan al traste con la propia UVE al cabo de pocos años.

Durante el año 1904, Masferrer, reelegido presidente en diciembre de 1903, continúa ejerciendo el liderazgo oficial y efectivo de una UVE frágil, escuálida y pobre: él mismo revelaba a principios de 1905 que el presupuesto anual de la entidad era de apenas “2.000 duros” (Masferrer, 1905). Aparte de la desafortunada experiencia del campeonato de España de velocidad de Palma comentada más arriba, aquel año Masferrer puso en órbita la idea de convertir a  la UVE en Touring Club de España, haciendo asumir a la federación las funciones que desempeñaban las instituciones de este nombre existentes en los países vecinos, cuyo máximo exponente era el Touring Club de Francia, dedicadas al fomento de la industria turística (D. Portes, 1904). A finales de 1907 esta propuesta de Masferrer se materializaría en un cambio de estatutos y de nombre de la UVE, que pasaría a llamarse UVE-Touring Club Nacional (Grau, 1907), si bien la actividad pro turismo de la entidad sería más bien simbólica, a pesar del empeño del padre de la idea.

5. Un paso atrás, ma non troppo

A finales de su segundo mandato anual, la fatiga provocada por su continuo batallar en pro de la consolidación de la UVE confluye con la puesta en marcha de su nuevo proyecto empresarial (un almacén de productos para la agricultura) (López, 2016) para hacerle desistir de una segunda reelección. Nuestro hombre da un paso atrás en la estructura federativa en el congreso de diciembre de 1904 cediendo la presidencia a Enrique de Sorarrain, quien por lo visto poseía las dotes diplomáticas de las que carecía Masferrer y que eran necesarias para amansar las aguas de la entidad, algo agitadas por la hiperactividad y las formas expeditivas de nuestro hombre (Llunas, 1904b).

La retirada de este último es parcial: integra la comisión de turismo de la federación, expresión clara de su creciente interés por la materia, y pasa a ocupar una vocalía en la nueva junta. Además se hace cargo de la dirección del Boletín Oficial de la entidad, importante palanca de poder en la opinión de los socios. A iniciativa suya, el Gran Premio de la Unión de 1905 se disputó con salida y llegada en Tarragona, ciudad en la que tenía fuertes vínculos familiares (su segunda esposa era de allí). El desenlace de la prueba supuso la primera victoria catalana en el campeonato de España de fondo, a cargo de Pablo (o Pau) Pujol, de La Múnia.

El otro gran hito de la acción federativa de aquel año, como de costumbre ideado y promovido por Masferrer, fue la disputa el 24 de mayo de la primera gran carrera de motocicletas celebrada en España, la Copa Sportsmen’s Club, en un recorrido Barcelona-Tarragona y regreso. Cabe recordar que en aquella época la federación ciclista todavía tenía competencias en materia de motociclismo, deporte que era visto como una modalidad del ciclismo. Masferrer patrocinó y organizó la prueba gracias a su doble condición de presidente de la sección de ciclismo del importante club barcelonés y de vocal de la UVE (M. M. A., 1905). El protagonismo de nuestro hombre queda demostrado por el hecho de que, una vez desaparecido el Sportsmen’s Club a finales de 1905, la federación ciclista se encargó de organizar las otras dos ediciones de la prueba (1906 y 1908), siempre bajo la batuta de Masferrer (Masferrer, 1915a).

Mientras tanto, el factótum del ciclismo continuaba con su incansable labor de afianzamiento institucional, y en aquellos meses lideró la renovación de los estatutos y de los reglamentos de competición, que fueron aprobados por el congreso de la UVE de diciembre de 1905. Uno de los cambios introducidos en el organigrama federativo fue la figura del secretario general, encargado de la gestión cotidiana de la entidad y potencial poder a la sombra del presidente. El elegido para este nuevo y estratégico cargo no fue otro que Narciso Masferrer, en un comité en el que volvía a la presidencia el arquitecto Bonaventura Pollés (Ciclismo, 1905).

Por aquellas fechas nuestro hombre había entrado en nuevo torbellino de hiperactividad, con la puesta en marcha de su negocio de productos para la agricultura y el lanzamiento del proyecto periodístico deportivo más influyente del siglo XX en España: el (entonces) semanario El Mundo Deportivo, que vio la luz el 1 de febrero de 1906 bajo su dirección. A partir de entonces y hasta el paso definitivo de Masferrer a la reserva como dirigente unionista (enero de 1913), El Mundo Deportivo se convirtió en portavoz oficioso de la federación, o más bien de su facción masferreriana.

En enero de 1906 la UVE ingresaba oficialmente en la Liga Internacional de Asociaciones Turistas siguiendo el plan de nuestro hombre de profundizar en la vocación turística de la federación ciclista (Unión Velocipédica Española, 1906a). En mayo de aquel año este ideaba e impulsaba desde la UVE una “estafeta motociclista” o viaje en motocicleta desde Barcelona a Madrid por etapas o postas para hacer llegar un mensaje de felicitación a Alfonso XIII con motivo de su boda. El objetivo de la iniciativa era elevar el perfil de la UVE y darla a conocer tanto al gran público como a las elites políticas y sociales: “Al conducir de mano en mano un mensaje rápido de Barcelona, capital de la Unión, a Madrid, capital de España, hay que dar ante todo al país una muestra patente de lo que puede conseguir una federación deportiva cuando todos sus componentes no tienen otro ideal que su progreso y desenvolvimiento” (Unión Velocipédica Española, 1906b). El atentado de Mateu Morral desbarataría en gran medida estos planes.

En paralelo, la federación despliega su nueva política de rigor reglamentario, de explícita inspiración masferreriana, suspendiendo al campeón del Gran Premio de la Unión en 1902 y 1903, Tomás Penalva, por infracciones, cosa que le impidió competir en la edición de la prueba de 1906, igual que le sucedería al ganador de ese año, Luis Amunátegui, en la edición de 1908 (Masferrer, 1906; Creus, 1908). Fruto de otra iniciativa de Masferrer es la recuperación del Anuario de la UVE, que se había publicado anteriormente tan solo una vez, en 1898. La nueva edición vio la luz en 1907, con más de 250 páginas y el subtítulo “Guía del turista”, nuevo indicador de las ambiciones de Masferrer en este terreno. No obstante, la iniciativa no tendrá continuidad. Otro hito importante de la federación en 1907 es que por primera vez estuvo representada en un congreso de la Unión Ciclista Internacional. La persona elegida para dicha embajada es un nuevo síntoma del ascendiente de Masferrer en los asuntos de la entidad: Manuel de Mercader, corresponsal de El Mundo Deportivo en París (X. de la Z., 1906).

6. La UVE en guerra civil

El congreso de la federación de diciembre de 1907 marca el inicio de la última y tempestuosa etapa de Masferrer como líder federativo, antes de pasar en enero de 1913 a un segundo plano, o mejor dicho, a situarse au-dessus de la mêlée, como referente moral y venerable asesor de los futuros líderes unionistas. En el desencadenamiento de las sucesivas y graves crisis federativas de este periodo confluyen tres factores o circunstancias: en primer lugar, el recrudecimiento de la política masferreriana de rigor reglamentario, mal comprendida y muy poco aceptada por los indisciplinados y caprichosos ciclistas españoles de la época; en segundo lugar, la agudización de la tensión Barcelona-Madrid en materia de gobernanza de la federación; y finalmente, el factor más grave de todos: la ruptura del hasta entonces homogéneo grupo dirigente barcelonés constituido en torno al tándem Pollés-Masferrer.

El congreso de diciembre de 1907, que reeligió al comité Pollés con Masferrer como secretario general, aprobó varias propuestas surgidas de la iniciativa de este último (Grau, 1907): un nuevo reglamento de competición, la incorporación del subtítulo “Touring Club Nacional” al nombre oficial de la federación, un cambio de denominación del Gran Premio de la Unión, que a partir de entonces (y hasta nuestros días) pasaría a llamarse campeonato de España de fondo, y el traslado de la sede de la federación al mismo edificio donde tenía su redacción El Mundo Deportivo. Otra decisión de la asamblea, igualmente inspirada por nuestro hombre, sería el detonante del conflicto Madrid-Barcelona: Masferrer se opuso a la pretensión del representante del comité regional madrileño, Ricardo Ruiz Ferry, de incrementar los recursos destinados a la estructura regional de la federación, y no solo eso, sino que además hizo votar una reducción importante de estos recursos. La respuesta de Ruiz Ferry fue fulminante: recién regresado a Madrid reunió a los líderes ciclistas de la capital descontentos con la gestión catalana de la federación y fundó una entidad competidora, la Federación Ciclista Española (FCE), con pretensiones de suplantar a la UVE en la dirección del movimiento ciclista español (Federación Ciclista Española, 1908). La amenaza no era despreciable para la UVE, una entidad débil y pobre, con una cifra ínfima de 754 socios, según informaba su Boletín Oficial de enero de 1908. Masferrer tampoco se quedó corto ante esta disidencia, ya que le declaró la guerra abierta y sin cuartel desde la propia UVE y desde las páginas de El Mundo Deportivo, que durante aquellos meses se ven inundadas de feroces ataques a la FCE y a Ruiz Ferry (véase por ejemplo Masferrer, 1908a; Creus, 1908 y Arteman, 1908).

La respuesta de Masferrer no se limitó a una mera reacción, sino que se basó en una multiplicación de las iniciativas de promoción de la entidad y de captación de nuevos socios, sobre todo mediante la organización de competiciones de todo tipo, de acuerdo con su doctrina de propaganda por la acción. El hito más destacable de esta política fue la disputa, en diciembre de 1908, de la primera vuelta ciclista por etapas celebrada en España, la Vuelta a la Provincia de Tarragona, organizada por el cónsul de la UVE en Tarragona, el suizo William Tarin, y con el apoyo incondicional de la UVE y de El Mundo Deportivo. Con motivo de este evento, Masferrer apunta el que será uno de sus proyectos estrella en su cruzada por afianzar la UVE: la organización de la Vuelta a España (Masferrer, 1908b).

Con el paso de los meses la FCE iría perdiendo fuelle, hasta el punto de que a finales 1910 Ruiz Ferry había arrojado la toalla, regresando a las filas de la UVE (X. X., 1910). No obstante, el conflicto en torno a la aplicación rigurosa de los reglamentos federativos le dio oxígeno durante 1908 y 1909. El punto álgido de este conflicto se produjo en julio de 1909, cuando se organizaron en Valencia una serie de importantes carreras en el marco de la Exposición Regional de aquella ciudad, impulsadas por antiguos unionistas disidentes y celebradas al margen de los reglamentos federativos. Ello supuso una cascada de suspensiones, que afectaron por igual a corredores, organizadores y a la propia FCE y a Ruiz Ferry (Boletín de penalidades, 1909).

En medio de estas borrascas, como se ha indicado, el núcleo duro de la UVE empieza a resquebrajarse. Ya en febrero de 1909 un artículo anónimo publicado en el Boletín Oficial de la federación de aquel mes atacaba a los “radicales”, o sea, la facción del comité central de la UVE encabezada por Masferrer que predicaba sin cesar la necesidad de gastar los recursos de la entidad en organizar eventos y competiciones con finalidades propagandísticas y de captación de nuevos adeptos para el ciclismo. Unos objetivos más urgentes que nunca tras el surgimiento de una entidad competidora, como era la FCE. Frente a ellos se situaba el núcleo “conservador”, liderado por Bonaventura Pollés, partidario de gastar lo mínimo y acumular recursos, en previsión de futuras dificultades financieras para la federación (Masferrer, 1909). Este conflicto, latente al principio, se agudiza a partir de mayo de 1909, cuando Masferrer renuncia de facto a su cargo de secretario general (X. de la Z., 1909), y estalla en el congreso de diciembre de 1909.

Pollés había decidido no presentarse a la reelección, pero había patrocinado una candidatura oficialista encabezada por el periodista Andrés Rodríguez Dorado. Frente a este movimiento, Masferrer había maniobrado organizando una candidatura alternativa alrededor del ex presidente del Real Automóvil Club de Barcelona (posteriormente, Real Automóvil Club de Cataluña), Lluís R. de F. Baixeras. La igualdad de fuerzas entre ambos sectores provocó una enorme confusión, que se acabó resolviendo en enero de 1910 con la elección de un comité de salvación, presidido por el padre de la UVE, Claudi de Rialp (El XII congreso de la UVE, 1909; Cuestiones unionistas, 1910).

7. Una Vuelta a España para salvar a la UVE

Ante el retraimiento momentáneo del factótum Masferrer, el comité Rialp se dedicó durante el año 1910 a buscar la paz entre los ciclistas españoles, cosa que consiguió en buena medida, a pesar de la poca simpatía con que fue tratado por aquel desde las páginas de El Mundo Deportivo. El congreso de diciembre de 1910 fue, pues, el de la reconciliación dentro de la federación, que supuso a la práctica la victoria total de las tesis masferrerianas. Se eligió finalmente el comité Baixeras, patrocinado por Masferrer, con este como vocal (X. X. 1910a y 1910b). Y como guinda, en enero de 1911 se disputó la primera Volta Ciclista a Catalunya, empresa titánica en aquella época fruto del empeño de Masferrer y de su gente. El brazo ejecutor del proyecto fue el redactor de ciclismo de El Mundo Deportivo, Miquel Arteman, bajo la cobertura institucional del Club Deportivo de Barcelona, entidad estrechamente unida al grupo de Masferrer (Arteman era secretario del club, y en diciembre de 1911 pasaría a serlo también de la UVE).

De hecho, la Volta fue concebida desde el principio por Masferrer y su gente como el primer paso hacia la clave de su proyecto revolucionario de consolidación del ciclismo y de su federación en España: la organización de la primera Vuelta Ciclista a España, en imitación del Tour y del Giro (López, 1910). Este gran evento, según los planes de nuestro hombre, debía servir de revulsivo definitivo para despertar entusiasmos, sumar adeptos, y en definitiva para que los adormecidos ciclistas españoles se aglutinaran en torno a su federación. Por el camino, Masferrer lanzaba exitosas iniciativas propagandísticas, como el gran mitin de Mataró de julio de 1911, que congregó a más de 1.000 ciclistas en una excursión entre Barcelona y la capital del Maresme (Masferrer, 1911).

Ante la escasa iniciativa de Baixeras, quien resultó ser más bien un presidente decorativo, nuestro hombre decide tomar nuevamente el bastón de mando de la Unión, y el congreso de diciembre de 1911 lo proclama presidente por tercera vez. Vuelve a coincidir de esta forma en la misma persona el liderazgo institucional y el efectivo. El Mundo Deportivo celebraba y justificaba así el resultado del congreso: “El único a quien se juzga capaz de implantar el nuevo régimen es Masferrer y no sujeto a tutelas –como otras veces– [en alusión a su subordinación a Bonaventura Pollés en épocas anteriores] establecerá su plan de campaña” (J. G., 1911).

1912 será pues el año clave para el lanzamiento de su revolución pedalística particular en torno al proyecto de Vuelta a España. Una de las primeras decisiones de Masferrer en esta dirección fue reforzar la Volta a Catalunya, que en sus planes actuaba como avanzadilla del proyecto de ámbito español y que se disputó entre el 6 y el 8 de abril, haciendo que la UVE le otorgara el título de campeonato de España de fondo, que hasta entonces se venía disputando en la tradicional carrera anual de 100 kilómetros (J G., 1911). Ante las posibles suspicacias que pudieran surgir en torno al apoyo de la UVE a una carrera “regional”, El Mundo Deportivo se apresuró a dejar claro el carácter español y españolista de la iniciativa: “Unámonos, unámonos siempre secundando estas bellas obras (…) No es esta obra de exclusivistas, es obra donde lo que más vale es la fraternidad de elementos de distintos pueblos luchando por un título que lleva el nombre sacrosanto y venerado de España” (Las grandes pruebas ciclistas, 1912).

Masferrer aprovechó el banquete de clausura de la segunda edición de la ronda catalana para anunciar, ante todas las fuerzas vivas del ciclismo español presentes, su proyecto de Vuelta a España (Boletín Oficial de la UVE, septiembre de 1912). A partir de este momento se lanza a una frenética actividad de propaganda y relaciones públicas para ponerlo en marcha. Las páginas de El Mundo Deportivo y del Boletín de la UVE se llenan de panegíricos en defensa del proyecto, y varios de sus colaboradores viajan repetidas veces a Madrid y al País Vasco, los otros centros ciclistas de la península, para recabar el apoyo de las fuerzas vivas pedalísticas de estas zonas. Todo será en vano. Ante la frialdad e incluso la indiferencia con que es recibido su proyecto fuera de Cataluña, Masferrer se declara derrotado en noviembre de 1912:

Fracasó la revolución (…) Las esperanzas que fundaban nuestros amigos en la revolución que dentro el elemento ciclista debía operar la Vuelta a España eran grandísimas. Los desengaños experimentados ante la indiferencia de los correligionarios y ante la guerra sorda que se ha hecho a la carrera inventando patrañas que nadie se ha atrevido a sostener, han dado fin con la voluntad de quienes ansiaban la revolución dentro del ciclismo (X. X., 1912).

Ante esta situación, el comité central de la UVE, con Masferrer al frente, presentó su dimisión irrevocable. En un congreso extraordinario celebrado en enero de 1913 el factótum cedía definitivamente el bastón de mando de la federación, agotado por más de 13 años de lucha constante en pro del ciclismo español y de su frágil estructura institucional (Asamblea velocipédica, 1913). Pero Masferrer estaba demasiado enamorado de este deporte y había dedicado demasiadas energías a su promoción como para desentenderse totalmente de su evolución: desde entonces, y sobre todo a partir de 1924, se convierte en una especie de patriarca de la federación, continuamente solicitado por sus sucesores, siempre au-dessus de la mêlée y actuando como referente moral y delegado para asuntos internacionales y de alta política, sin mezclarse en el día a día de su gestión y dirección política. Este era el papel que habría desempeñado felizmente y a plena satisfacción de todas las partes, hasta su muerte, si no se hubiera cruzado en su camino y en el de todo el país la tragedia de la Guerra Civil. El desenlace de esta volvió a colocarlo en el sillón de presidente de la UVE, aunque esta vez por poco tiempo (falleció en abril de 1941), y seguramente a su pesar, puesto que a sus 72 años aquel no era precisamente el colofón que él habría previsto para su carrera como dirigente deportivo. Pero la fuerza de los hechos se impuso con una contundencia inapelable.

8. Conclusiones

Son varias las personalidades relevantes en los inicios del proceso de institucionalización del ciclismo en España: desde el padre indiscutible de la iniciativa, Claudi de Rialp Navinés, hasta el marqués de Casa Alta, pasando por José Barunat, Luis del Campo, Bonaventura Pollés, etc. Pero la figura clave, la piedra angular, el líder indiscutible e infatigable de esta etapa heroica es Narciso Masferrer Sala. Desembarcado con cierto retraso en el movimiento federativo, por motivos profesionales y personales, a partir de 1899 agarra la batuta de la Unión Velocipédica Española y no la suelta hasta enero de 1913, agotado y baqueteado por 13 años de lucha constante por salvar a la frágil federación de las sucesivas marejadas que la amenazan.

En este liderazgo son claves varios factores: en primer lugar, la pasión de Masferrer por el ciclismo, que solo apagará su propia muerte en abril de 1941; en segundo lugar, la personalidad emprendedora, arrojada, vehemente y tribunicia de nuestro hombre, un auténtico líder natural entregado a su misión autoimpuesta de salvar, literalmente, al país y al pueblo español a través de su deportización; en tercer lugar, su arrolladora vocación periodística, que lo lleva a fundar y a dirigir, entre otras publicaciones, los dos semanarios deportivos más influyentes de finales del XIX y principios del XX en España, Los Deportes y El Mundo Deportivo; y finalmente, su doble condición de catalán y madrileño, carta que sabrá jugar astutamente en el ejercicio de su liderazgo deportivo (no solo pedalístico) para sortear las crecientes dificultades que planteaba el hecho de que la capital deportiva del país fuera Barcelona, mientras que la capital política, muy celosa de sus prerrogativas, era Madrid.

La magnitud de su obra y la intensidad de su dedicación a la implantación del ciclismo y del deporte en general son méritos sobrados para hacerlo justo merecedor del título eterno de “presidente de las bicicletas”.

Bernat López

Departament d’Estudis de Comunicació

Universitat Rovira i Virgili

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[1] La carrera se celebró anualmente de 1932 a 1994, con escasas interrupciones. El ganador de la última edición es el ciclista catalán Àngel Edo.

[2] Las oficinas de la Cámara estaban ubicadas en su domicilio particular de Rambla de Catalunya n. 41.

[3] Información proporcionada por los hermanos Masferrer Andreu, nietos de Narciso Masferrer.

[4] Años más tarde el propietario del semanario, Josep Llunas, peleado con Masferrer, señalará a este último como autor de estos artículos laudatorios anónimos, hecho que si fuera cierto los convertiría en autoalabanzas disfrazadas: “Nosotros no somos de aquellos periodistas que, fiándolo todo al dios Éxito y confundiendo al escritor con el gacetillero, no hacen más que emborronar cuartillas dándose autobombos bajo pseudónimos diferentes y siempre en forma ridícula para el que sabe ver sus travesuras” (El congreso de la UVE, 1904).




El gimnasio Solé. Más que un gimnasio.

Sole01El Gimnasio Solé de Barcelona fue mucho más que un gimnasio, fue el lugar donde nacieron los más destacados clubs y entidades polideportivas, así como medios de comunicación y multitud de iniciativas en el ámbito del regeneracionismo en (o desde) la educación física, el deporte y el higienismo.

En 1878[1] Francisco Solé Font ya era el propietario del gimnasio de la calle Montjuich del Carmen nº 3, que más tarde amplió con un local más en la calle Fortuny nº 19, pero también era el director del gimnasio de la Plaza Cataluña, propiedad por aquel entonces de José Florencio Quadras. El Gimnasio Solé se anunciaba como «Gran Gimnasio Higiénico y Recreativo» y contaba con una excelente sala de armas dirigida por el profesor José Bea Arnal –también profesor del Casino Militar y de varios colegios privados– y otra sala independiente para señoras, que estaba dirigida por la señora Elisenda Ros, esposa de Francisco Solé. Dicha sala se dedicaba, en horarios laborables, «a robustecer la debilidad del sexo femenino de las clases no populares, cuyas ocupaciones eran muy sedentarias[2]«. Se decía que «las reformas introducidas en el local permiten puedan darse a las mismas horas las clases de señoras y caballeros en locales completamente separados e independientes»[3].

Francisco Solé Font.

Francisco Solé Font.

El Gimnasio Solé a lo largo de su existencia realizó varias reformas y ampliaciones del local y constantemente mejoraba los aparatos gimnásticos. En 1885 llevó a cabo una notable reforma con la intención de mejorar los servicios a las señoras.

Dicha reforma consistía en la instalación de algunos aparatos curativos, entre los que figuraba el novedoso aparato Sayre. Este aparato era útil para corregir las desviaciones de la columna vertebral. La aplicación técnica y médica del aparato corrector, estaba bajo la responsabilidad del doctor Enrique Robledo[4].

Sole03El nuevo Gimnasio Higiénico y Terapéutico de Francisco Solé fue inaugurado en 1894, en la calle Montjuïc del Carmen nº 5. Inicialmente constaba de una planta de 13 x 14 m. y 5 m. de altura, con una capacidad para 76 personas[5]. El gimnasio también dispuso de una reformada Sala de Armas dirigida por el maestro napolitano José G. Geraci.

Sole04Geraci fue también un divulgador del deporte y la educación física que en 1895 lideró una campaña para que España creara una Escuela Central de Esgrima y Gimnasia[6], además el maestro Geraci tampoco rehusó la peligrosa práctica de los «duelos por honor». En el más famoso que protagonizó (en noviembre de 1895, frente al también profesor italiano Sebastián Pardini, teniendo como padrinos a Francisco Solé y al doctor Planas) recibió el duro calificativo de «cobarde» por salir de los límites marcados en dos ocasiones, siendo declarado «nulo» el duelo[7].

Las clases de esgrima de florete, sable, espada o palo de la Sala de Armas del Gimnasio Solé fueron, pese a esta deshonra del maestro Geraci, un éxito. En la sala se organizaron muchísimos enfrentamientos deportivos entre los mejores tiradores que se acercaban a Barcelona. Además el gimnasio incorporaba servicios de hidroterapia y masaje muy avanzados. En esta época el médico Gonzalo Planas Vives ejercía como director facultativo. El profesor auxiliar era Juan Muro y Elisenda Ros aún se encargaba de ofrecer las clases a las mujeres[8].

El gimnasio de Francisco Solé fue motor de numerosos estímulos deportivos y en él surgieron iniciativas como la fundación, administración y redacción de la revista Los Deportes (1897), la Asociación Catalana de Gimnástica (1897), la Federación Gimnástica Española (1898), el Fútbol Club Barcelona (1899) o la Sociedad «Los Deportes», siempre bajo la influencia y dirección del periodista y divulgador deportivo Narciso Masferrer Sala, auténtico «cerebro» de todo el movimiento regeneracionista deportivo barcelonés.

Entrado el siglo XX la actividad deportiva del Gimnasio Solé continuó generando protagonismo y nuevas iniciativas como la fundación del Club Natación Barcelona (1907) o la creación del Solé Pedestre Club (1909). En enero de 1910 se hizo cargo de la propiedad y dirección del Gimnasio el conocido sportsman Manuel Grau Solé (sobrino de Francisco Solé Font).

Sole05Manuel Grau Solé (en muchas ocasiones aparece en prensa como Manuel G. Solé, Manuel Solé o Manolo Solé) fue jugador y directivo del FC Barcelona, además de destacado gimnasta, tirador de esgrima y practicante y divulgador de muchos deportes[9]. Había nacido en Benissanet (Ribera d´Ebre, Tarragona) el 26 de diciembre de 1872[10] y se había trasladado a Barcelona bajo la protección de su tío Francisco Solé en 1885[11].

Sole06Como jugador del Barça debutó el 23 de septiembre de 1900 en el amistoso FCB-Català (3-1) disputado en el Velódromo de la Bonanova actuando de defensa y tenemos la certeza que formaba parte del primer equipo como mínimo en ese otoño de 1900[12], también sospechamos que pudo actuar esporádicamente en más partidos hasta 1907 pero algunas informaciones periodísticas aludirían posiblemente a él como «Manuel Soler».

La existencia de otra familia vinculada a los primeros años del FC Barcelona apellidada Soler (a la que pertenecía Francisco Soler, propietario de los restaurantes Gran Continental y Tibidabo) puede haber contribuido a ciertas confusiones entre los «Solé» y los «Soler». La entrega de la II Copa Macaya al FC Barcelona tuvo lugar en el restaurant Gran Continental[13]. En una entrevista desde Filipinas en 1946 el ex jugador Manuel Amechazurra recordaba a un jugador de 1903-1904 llamado Soler «del hotel del Tibidabo»[14]. El polifacético deportista y autor de libros de caza Joan Soler Lluch (del que sospechamos podría ser el «misterioso» presidente del FC Barcelona en 1905-1906), también fue propietario del restaurant del Tibidabo años más tarde[15].

Como directivo Manuel Grau Solé formó parte de la directiva presidida por Walter Wild a partir del 17 de octubre de 1900 con el cargo de vicesecretario[16]. El 30 de diciembre de 1900 la Junta General de socios otorgó el título de «Socios de Honor» a varios socios, entre ellos Hans Gamper y Francisco Solé Font. En la misma Junta se anuncia la substitución en la directiva de Manuel Grau Solé por Fernando Blanco[17].

En la directiva presidida por el alemán Otto Gmelin (1909-1910) Manuel Grau Solé regresaría a los cargos directivos siendo nombrado vocal primero[18]. Se trataba de una Junta muy respetuosa con los orígenes del club, ya que Narciso Masferrer era el vicepresidente y Hans Gamper el tesorero.

En 1924 Manolo Solé fue uno de los invitados de honor al banquete en el que se conmemoraron las Bodas de Plata del FC Barcelona[19].

Además de ser uno de los primeros socios, jugador y directivo del FC Barcelona, Manolo Grau Solé también fue cofundador y vicepresidente del Club Natación Barcelona en 1907; fundador y presidente del Solé Pedestre Club (1909) y fundador y director del Centro de Cultura Física (1914). Además de propietario del Gimnasio Solé desde 1910.

Su hermano Juan Bautista Grau Solé (Benissanet, 3 de marzo de 1876[20]) fue profesor de esgrima en el Gimnasio Solé y uno de los más destacados tiradores de esgrima españoles de principios del siglo XX[21]. Otro hermano Grau Solé llamado José fue un destacado médico en Barcelona.

Sole07Manuel Grau Solé falleció en Barcelona en mayo de 1934[22].

Fragmento del poema al Gimnasio Solé, autor: Ramón Caralt.

Fragmento del poema al Gimnasio Solé, autor: Ramón Caralt.

Creemos necesario remarcar varios puntos aclarados en este artículo:

– Al contrario de lo muchas veces publicado y repetido, el propietario del Gimnasio Solé cuando se funda el FC Barcelona en 1899 (en puridad cuando se fundan el segundo y el tercer FC Barcelona)[23] era Francisco Solé Font, no su sobrino Manuel Grau Solé (propietario desde 1910). Francisco Solé fue nombrado socio de honor del FC Barcelona el 30 de diciembre de 1900 por su decisiva contribución al nacimiento del club.

– El Gimnasio Solé fue el espacio de reunión y difusión de ideas regeneracionistas en el ámbito de la educación física por antonomasia en Barcelona. Narciso Masferrer (que residía en la Calle del Carmen, a pocos metros) tenía en el gimnasio su despacho y desde allí dirigía asociaciones y federaciones, publicaciones e iniciativas diversas. Una de las cuales fue el FC Barcelona. Narciso Masferrer Sala, Francisco Solé Font y Manuel Grau Solé deberían ser considerados cofundadores del FC Barcelona junto a Hans Gamper y Walter Wild.

– Manuel Grau Solé fue el primer jugador de las «Terres de l´Ebre» (comarcas del sur de Tarragona) en el FC Barcelona y el primer directivo tarraconense del club.

Agradecimientos: Josep Pablo, José Alberto Salas, Dr. Xavier Torrebadella Flix, Zenaida Castellnou Solé (Registro Civil de Benissanet, Tarragona).

 


[1] «Gran Gimnasio Higiénico Recreativo», La Imprenta, 21 de septiembre de 1878, p. 6420.

[2] Vid. García del Real, Luciano: «Notas d’Industria de gimnasia y higiene», La Ilustració Catalana, 15

de març de 1886, nº 136, p. 174.

[3] Anuncio: La Vanguardia, Barcelona, 1881. Vid. Torrebadella, Xavier; Arrechea, Fernando: Los Orígenes de una Ciudad Olimpica, 2015, CIHEFE, p. 89.

[4] Vid. La Vanguardia, Barcelona, 6 de marzo de 1885. Vid. Torrebadella, Xavier, Arrechea, Fernando: op. cit.

[5] Cfr. La Dinastía, Barcelona, 30 de septiembre de 1894.

[6] Vid. El Correo Militar, 22 de marzo de 1895, p. 2.

[7] Vid. Cabriñana, marqués de:  Lances entre caballeros, Ribadeneyra, Madrid, 1900, p.254-256.

[8] Vid. Torrebadella, Xavier, Arrechea, Fernando: op. cit.

[9] Vid. Iris, 27 de febrero de 1904 («D. Manuel Solé es un entusiasta sportman así en esgrima y gimnasia como en foot-ball»).

[10] Certificado de nacimiento de Manuel Grau Solé, Registro Civil de Benissanet (Tarragona).

[11] Vid. El Mundo Deportivo, 20 de enero de 1910.

[12] Cfr. La Dinastía, 1 de diciembre de 1900; La Vanguardia, 1 y 2 de diciembre de 1900; Los Deportes, 2 de diciembre de 1900.

[13] Vid. La Vanguardia, 3 de junio de 1902, p. 2; Los Deportes, 8 de junio de 1902, p. 647.

[14] Vid. El Mundo Deportivo, 5 de junio de 1946, p. 2.

[15] Vid. Arrechea, Fernando: «J. Soler. El presidente sin rostro», Cuadernos de Fútbol, nº 31, 1 de abril de 2012, CIHEFE.

[16] Vid. Los Deportes, 21 de octubre de 1900, p. 664.

[17] Vid. Los Deportes, 30 de diciembre de 1900, p. 830.

[18] Vid. El Mundo Deportivo, 21 de octubre de 1909.

[19] Vid. La Vanguardia, 10 de diciembre de 1924.

[20] Certificado de nacimiento de Juan Bautista Grau Solé, Registro Civil de Benissanet (Tarragona).

[21]  Vid. Iris, 27 de febrero de 1904.

[22] Vid. La Vanguardia, 8 de mayo de 1934.

[23] Vid. Arrechea, Fernando: «Orígenes, nacimiento y consolidación del FC Barcelona (1875-1903)», Cuadernos de Fútbol, nº70, 1 de noviembre de 2015, CIHEFE.




Orígenes, nacimiento y consolidación del FC Barcelona (1875-1903)

 

Foto inédita de los inicios del FC Barcelona. Jugador no identificado con un cap de campeón y un balón. Fecha desconocida. Procedencia: Archivo Familiar de Francisco Sanz de Gabilondo (jugador y directivo del FC Barcelona, fotógrafo de Los Deportes), gentileza de Pedro José Sanz Roselló.

Foto inédita de los inicios del FC Barcelona. Jugador no identificado con un cap de campeón y un balón. Fecha desconocida. Procedencia: Archivo Familiar de Francisco Sanz de Gabilondo (jugador y directivo del FC Barcelona, fotógrafo de Los Deportes), gentileza de Pedro José Sanz Roselló.

1. Introducción

1.1 Objetivos

El principal objetivo de este trabajo es el estudio y análisis del proceso fundacional del FC Barcelona tratando de explicarlo desde una perspectiva histórica y social como fruto de una época muy concreta en la Ciudad de Barcelona, en la que determinados sectores minoritarios y elitistas estaban descubriendo los sports modernos ingleses y redescubriendo los deportes tradicionales y la educación física a través del regeneracionismo y la influencia de las nuevas colonias extranjeras instaladas en la ciudad. Sería mi deseo dar una visión objetiva y basada en fuentes de la época de dicho proceso fundacional, pues considero (e intentaré probar) que la descripción de aquel acontecimiento (el nacimiento del FC Barcelona) que ha llegado hasta nosotros se basa en una repetición de la versión presentada en 1924 por dos autores (Daniel Carbó y Narciso Masferrer) que estaban condicionados por diversos motivos y no fueron objetivos. Desde entonces la historiografía sobre el tema ha sido, esencialmente, una reiteración de su versión.

Considero así mismo que la influencia del movimiento regeneracionista a través de la Federación Gimnástica Española y de su vehículo de expresión (Los Deportes) en el nacimiento del fútbol en Barcelona no ha sido suficientemente explicada, siendo habitual presentar no sólo el nacimiento del FC Barcelona sino el de todo el fútbol barcelonés como una iniciativa individual de Hans Gamper, lo que parece cuanto menos exagerado. Creo que la llegada del fútbol a Barcelona ha sido explicada siempre de forma simplificada con aluvión de tópicos y repetición de argumentos repetidos desde hace 90 años al no acudir a las fuentes originales. Errores similares se han dado al estudiar los inicios del deporte en otros lugares o el nacimiento de clubs, federaciones u organismos polideportivos[1].

La Historia del deporte merece rigor científico y respeto por las fuentes. Este trabajo se ha elaborado según estos criterios.

1.2 Metodología

La búsqueda, selección y revisión de textos periodísticos se centra fundamentalmente en el periodo comprendido entre 1875 (fecha más lejana en la que he encontrado referencias al fútbol en la prensa barcelonesa) y 1903 (año en el que el FC Barcelona queda definitivamente constituido y oficializado). Los principales fondos documentales provienen de las bases digitalizadas de la Biblioteca Nacional de España y del Arxiu de Revistes Catalanes Antigues (ARCA). Aunque también se han consultado otras hemerotecas como la de La Vanguardia, la Hemeroteca Municipal de Madrid o The British Newpaper Archive. Principalmente se han considerado las revistas de la prensa deportiva y, de forma prioritaria, Los Deportes.

Así mismo se ha intentado consultar toda la bibliografía existente sobre la temática: libros sobre la Barcelona del siglo XIX, los libros de historia general del FC Barcelona o de historia del fútbol catalán y español, las biografías de Joan Gamper, las obras temáticas sobre masonería o extranjeros en Barcelona y, especialmente, las referentes a los orígenes y la fundación del FC Barcelona. Los artículos más recientes sobre la cuestión como los de Xavier Torrebadella Flix (2012a, 2012b, 2012c, 2013, 2014c) y Javier Arranz Albó (2014), también se han considerado.

Entre los archivos consultados cabe destacar el Archivo de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona (antiguo Gobierno Civil, donde se conservan los documentos de inscripción de la sociedad en el Registro de Asociaciones), así como varios archivos civiles británicos y suizos para investigación genealógica de los protagonistas y archivos privados como el de la familia Sanz de Gabilondo.

1.3 Estado de la cuestión

La historia del nacimiento del FC Barcelona considerada oficial y, comúnmente aceptada, nace en 1924 con ocasión de las «Bodas de Plata» de la entidad. Ese año Narciso Masferrer publica un artículo en La Vanguardia[2] con sus recuerdos de la fundación del FCB, y el periodista Daniel Carbó (1924) edita su obra Historial del FC Barcelona, 1899-1924 (la primera historia del Barça) en la que enfatiza la cuestión del «Decanato» (de hecho el libro empieza con una pormenorizada presentación de esta polémica entre el FCB y el Català) y presenta una versión simplificada de la cuestión que, en las obras posteriores de historia del Barça, serán repetidas. Así Albert Maluquer (1949) basándose en Carbó presenta a Gamper como «introductor del fútbol en Barcelona» y difunde la versión de la inscripción temprana del FCB en el Registro de Asociaciones avanzándose al Català, además afirma (siguiendo a Masferrer) que en la primera directiva del 29 de noviembre de 1899 ya figuraba William Parsons, lo que corresponde a la nueva directiva surgida tras la fusión con el «Equipo Inglés» del 13 de diciembre del mismo año. La famosa lista de 12 socios fundadores del club también procede del artículo de Masferrer de 1924 y no tiene base en la prensa de 1899.

En años posteriores Joan Garcia Castell (1968) o Jaume Ramón (1971) repiten lo expuesto por Carbó, Masferrer y Maluquer cayendo en ocasiones en errores de bulto producto de tomar datos de dos fuentes muy posteriores a los hechos sin aplicar criterio propio ni acudir a fuentes de la época. Así, Ramón (1971:22-23), afirma que entre los fundadores del 29 de noviembre se hallaban «Juan y Guillermo Parsons» y posteriormente afirma que W. Parsons ingresó el 5 de diciembre. Obviamente Guillermo y W. (William) Parsons eran la misma persona.

Prácticamente todos estos tópicos y esta visión simple del proceso fundacional del FCB creados en 1924 se han repetido ad nauseam hasta fechas recientes.

Otros errores graves se han repetido hasta hace pocos años (por ejemplo atribuir nacionalidad británica al suizo Walter Wild, error nacido en 1949 cuando el primer presidente regresó a Barcelona desde Inglaterra, donde a la sazón residía). En los últimos años la digitalización de las hemerotecas y el renacido interés de historiadores, periodistas e investigadores diversos en estas cuestiones han permitido clarificar muchos asuntos y dar una visión más exacta de la llegada del sport a Barcelona y del complejo proceso fundacional del FC Barcelona.

Se han producido aproximaciones a la cuestión que han priorizado determinados enfoques [así Agustí Rodes (2000, 2001) ha incidido en la cuestión religiosa o Xavier Casinos (2009) en la masonería]. También artículos científicos [Torrebadella (2011), Arranz (2014)] que han clarificado muchas cuestiones y han aportado una visión académica y rigurosa.

Desde una perspectiva más divulgativa los Cuadernos de Fútbol del Centro de Investigación de Historia y Estadística del Fútbol Española (CIHEFE) han aportado algunas novedades interesantes con varios artículos sobre la fundación del FCB (Belmonte, Bravo, 2010; Arrechea, 2012).

2. Siglo XIX: Regeneracionismo, cultura física y deporte en Barcelona.

Durante el Trienio Liberal (1820-1823) surgieron en Barcelona voces reclamando el regreso a la educación física e incluso ¡reclamando el restablecimiento de los Juegos Olímpicos! Bonaventura Carles Aribau es el mejor ejemplo (Torrebadella, 2012b):

 “Y ¡cuánto más provechoso sería que en los institutos de educación o fuera de ellos se les enseñara por reglas del mecanismo militar, y se les preparara a grandes acciones por vía de la diversión ¡Entonces las corridas de caballos, el ejercicio de las armas blancas y de fuego, la competencia de tirar al blanco, los combates de asalto fingidos, encenderían en un pueblo el amor a la gloria, y renovarían los juegos olímpicos mejorados con cuantos adelantos han hecho los modernos en el arte del ataque y de la defensa. El padre guardaría como un tesoro las coronas ganadas en estos certámenes y una sucesión interminable de hombres fuertes añadiría en cada generación nuevos trofeos a las antigüedades de su casa.”[3]

En esos mismos años del Trienio Liberal Miguel Roth crea el Instituto Gimnástico-Militar imitando el modelo francés de Francisco Amorós y en julio de 1821 el Ayuntamiento de Barcelona organiza unos «Juegos Marítimos» con motivo del aniversario del juramento constitucional de Fernando VII que fueron comparados con los Juegos Olímpicos de la Antigüedad (Torrebadella, 2012b).

Hacia 1850 se iniciaba la transformación urbanística y económica de Barcelona y la nueva burguesía deseaba imitar las modas extranjeras. También los nuevos sports y la educación física, que se incorporaban a los colegios más elitistas y a instituciones culturales de la alta sociedad cómo el Liceo Filarmónico (1840), el Casino Militar (1850) o la nueva Sociedad Gimnástica-Tauromáquica (1852). Un gran número de gimnasios se abrieron en la ciudad, tanto privados como integrados en asociaciones elitistas (Círculo Ecuestre) o de clase (Ateneo Catalán de la Clase Obrera).

En 1857 el Ayuntamiento de Barcelona prohíbe en una Ordenanza Municipal “en las plazas, pórticos y demás parajes públicos de tránsito, juegos de bolos, pelota, ni otros cualesquiera” desbordados por las quejas de transeúntes que protestaban por los «alborotos» de los juegos de pelota en plazas y calles. El 25 de septiembre de 1871 se inauguró el Hipódromo del Campo de Marte con unas carreras de caballos. En estas Fiestas de La Merced de 1871 el deporte estuvo muy presente (carreras de burros en Hostafrancs, carreras de velocípedos, concursos de regatas –lanchas, barcas, botes, lanchas y patines–, concursos de natación, ejercicios ecuestres, acrobáticos, corridas de toros, sortijas de caballos, exhibiciones de torres de los “Xiquets de Valls”, juegos de cucañas o carreras de sacos) (Torrebadella, 2012b). Un programa deportivo muy completo para la época.

Identificar exclusivamente el desarrollo deportivo en Barcelona entre 1870-1900 con las colonias extranjeras no parece suficiente (Torrebadella, 2012b). La gimnasia, el baile, la caza o la esgrima ya eran ejercicios físicos practicados por las élites de la ciudad desde antes del «boom» de la Fiebre del Oro y de la Exposición de 1888. Entre las clases populares los juegos de pelota también eran conocidos y practicados con frenesí hasta el punto de requerir ordenanzas municipales para reprimirlos.

Sin duda la llegada de estas colonias extranjeras sí fue fundamental para la divulgación de los nuevos sports ingleses (lawn tennis[4], croquet, cricket, skating, golf, ciclismo, hockey, rugby, fútbol, etc.) lo que coincidió con un resurgir de los juegos y deportes tradicionales (esgrima, carreras, luchas, natación, baile, equitación, bolos, etc.) e incluso de los históricos juegos de pelota ahora redescubiertos por el público barcelonés como «pelota vasca» (Pujadas; Santacana, 2003).

El deporte de finales del siglo XIX en Barcelona fue fruto de un mestizaje entre el deporte autóctono y los nuevos deportes ingleses modernos, con el regeneracionismo y el modernismo en el trasfondo.

2.1 Extranjeros en la Barcelona de finales del siglo XIX. Cuestión religiosa.

Según el Censo de 1877 (Rodes, 2000:13-20) en la Ciudad de Barcelona vivían 1.200 protestantes (1.529 sumando las villas circundantes absorbidas en 1897) y 10 judíos. En el conjunto de la provincia de Barcelona los «cristianos no católicos» eran 1.951, los racionalistas (ateos, agnósticos) 7.009 y 19 los mahometanos. Por nacionalidades se contabilizaban 4.902 franceses, 1.107 italianos, 370 británicos, 229 alemanes, 108 estadounidenses y 106 suizos.

En 1900 el número de británicos había subido a 600, el de alemanes a 576 y el de suizos a 246.

Colonias pequeñas pero de enorme influencia económica y social que desarrollaban una vida paralela (y en muchas ocasiones aislada) a la vida común de las ciudades en las que residían gozando de los privilegios que les otorgaba su condición de extranjeros y la protección consular (el libre ejercicio de sus religiones, por ejemplo, libertad vetada a los españoles). La práctica del sport en sus propios clubs también formaba parte de su vida en Barcelona, tal y como veremos.

Algunos de los clubs fundados por extranjeros en la Ciudad de Barcelona en este periodo impusieron en sus estatutos restricciones a la entrada de ciudadanos españoles, por ejemplo el Lawn Tennis Club o «Club de los Ingleses» (fundado en abril de 1899 por muchos de los jugadores del primer Foot-ball Club Barcelona como los Witty o Parsons), que en un artículo de sus Estatutos limitaba la entrada de «extranjeros» (es decir, de cualquiera que no fuera británico) a un 10% del total de socios o el Sportverein fundado en 1901 por alemanes y suizo-alemanes de la ciudad bajo la presidencia del polideportista vinculado al FCB Udo Steinberg, que sólo admitía a germanoparlantes.

A pesar de sus vínculos con el Lawn Tennis Club o el Sportverein el FC Barcelona, a diferencia de ellos, nunca tuvo restricciones por nacionalidad, como veremos la influencia en su nacimiento de la Federación Gimnástica Española puede explicarlo.

3. La llegada del fútbol a la Ciudad de Barcelona, los primeros equipos. El primer FC Barcelona (1894)

3.1 La llegada del fútbol a la Ciudad de Barcelona.

Como en muchos otros lugares de España, el foot-ball llegó a Barcelona a través de la colonia inglesa y en poco tiempo lo dieron a conocer entre la población más próxima. La primera noticia que menciona la práctica de fútbol en nuestro territorio (sin citarlo por su nombre) apareció en La Linterna de Gracia. Periódico de intereses morales y materiales en 1875. Decía así:

«Desde hace algunos días han escogido unos ingleses para lugar de diversión un campo de la calle Aribau, frente al Hospital de S. Juan de Dios, donde con unas más que regulares pelotas juegan la mayor parte de las tardes. Hasta aquí nada hay de particular ni se acordaría seguramente nadie de ellos, si no atropellasen a los transeúntes que van tranquilamente a sus ocupaciones; pues hace poco dieron con la pelota en la cabeza de una criatura que iba con su madre, a quien dejaron casi sin sentido; y el martes próximo pasado uno de los jugadores insultó, llegando a las manos, a un joven que presenciaba sus juegos, solo por estar cerca del montón de ropa que se habían quitado de encima, pues que juegan en calzoncillos y mangas de camisa. Llamamos sobre el particular la atención de quien corresponda[5]   

La primera alusión al foot-ball describiendo el deporte y sus reglas básicas en prensa española se había producido en la revista valenciana Panorama el 30 de abril de 1868 (Martínez Patón, 2010).

«El foot-ball (pelota a pie) en Inglaterra. Este juego es uno de los más populares en Inglaterra y en él forman parte gente de todas clases y de todas las edades, en la estación de invierno, que es la propia para este ejercicio…«

Cinco años antes de la noticia de La Linterna de Gracia, el 2 de noviembre de 1870, había aparecido una noticia en El Progreso de Jerez de la Frontera en la que se hablaba de foot-ball «a porrazos» en la localidad gaditana (Alba, 2010).

«Sabemos que hoy se jugará una partida de Cricket, en el sitio inmediato al hipódromo, cuyo espectáculo empezará a las doce en punto de la mañana.

Por la tarde gozarán los aficionados a porrazos de un rato de foot-ball

De la expresión «a porrazos» se deduce que se referían a foot-ball rugby y la noticia de La Linterna de Gracia sería la primera de España que habla de práctica del fútbol asociación en España, aunque algunos investigadores jerezanos defienden que en la noticia de 1870 se habla de fútbol asociación. Sin ser objeto de este trabajo entrar en polémicas hay que reseñar que para algunos sectores parece muy importante poder jactarse de tener la primera noticia en prensa de fútbol en España (por no hablar de los «decanatos») y con ese afán se han llegado a realizar rocambolescas maniobras[6].

Sólo 12 años después (1875) del nacimiento del Foot-ball Association en 1863 en Inglaterra con sus primeras reglamentaciones y organizaciones, ya se jugaba a fútbol en Barcelona con el consiguiente escándalo de las «personas de orden», aunque sin continuidad en prensa hasta 1892. Existen informaciones confusas y contradictorias, aportadas por algunos protagonistas o testigos (como Elias Juncosa o Joaquín Escardó) años más tarde sobre un equipo informal de ingleses que ya organizaba partidos y entrenamientos hacia 1890. Existe incluso una fotografía de dicho equipo con todos sus componentes identificados, Agustí Rodes lo identifica como el equipo de la Iglesia Metodista de Barcelona y data la fotografía en 1892 (Rodes, 2001:259). En la misma aparecen Samuel Morris y sus hijos y otros personajes clave en el nacimiento del fútbol barcelonés como Albert Serra. Personajes sobre los que volveremos.

Foto del primer equipo organizado de fútbol de Barcelona (1890 ó 1892). Procedencia: Escardó, Joaquín (1906, 6 de enero): "Los primeros partidos de football en esta capital". Los Deportes, Barcelona, p. 868-869.

Foto del primer equipo organizado de fútbol de Barcelona (1890 ó 1892). Procedencia: Escardó, Joaquín (1906, 6 de enero): «Los primeros partidos de football en esta capital». Los Deportes, Barcelona, p. 868-869.

La siguiente noticia en prensa barcelonesa de fútbol aparece en 1892[7] anunciando que los Socios del Club de Regatas van a disputar un match el siguiente domingo (27) a las ocho de la mañana.

«Los socios del Real Club de Regatas han organizado una partida de «Foot-ball», que jugarán a las ocho de la mañana del domingo«

Josep Elias i Juncosa[8] recordaba haber sido testigo de partidos en el Hipódromo de Can Tunis entre ingleses y los socios del Club de Regatas:

todo un equipo del Club de Regatas –entonces la más importante sociedad atlética entre nosotros– llegaba por mar, en una canoa, para atender con los ingleses, con lo que jugó durante tres meses”.

Albert Serra era recordado por Elias como uno de los primeros futbolistas catalanes. El 2 de febrero de 1893 en la sección de “Sport Internacional” de La Dinastía se añadía:

 Las aficiones a los ejercicios corporales van arraigando entre el elemento joven de nuestra sociedad, y de algún tiempo a esta parte viene notándose una favorable reacción en las aficiones juveniles. Esta tarde, a las tres, se jugará una partida del juego inglés “Foot-ball”, entre varios socios del Club de Regatas y algunos aficionados, en unos terrenos próximos al Hipódromo. Los socios del Club se distinguirán con los colores azules, y sus contrarios con los colores encarnados. Entre los de uno y otro lado reina mucho entusiasmo, y si esta partida da buen resultado, probablemente se repetirá a menudo.”[9]

Tras el último partido de la temporada (el fútbol era un deporte de otoño-invierno) que se jugó el 9 de marzo de 1893, se anunció la creación de un club de foot-ball para el siguiente otoño. E. Font Valencia y La Dinastía se ofrecieron para colaborar en la creación del nuevo club:

 “Sabido es que los ingleses son idólatras por sus juegos nacionales, y que allí a donde un hijo de Albión o una colonia inglesa se implanta contribuyen, aunque para ello hagan esfuerzos a fomentar el sport en todas sus varias manifestaciones. Ya hace algún tiempo en Barcelona, unos cuantos entusiastas jóvenes ingleses, organizaron todos los días de fiesta partidas del clásico y dificilísimo foot-ball en el hipódromo de esta ciudad, contando con la valiosa colaboración de otros sportsmen españoles, en su mayoría socios de los reales clubs de regatas de la localidad. Afortunadamente la animación a este juego va en auge, y sería muy sensible que por apatía o falta de voluntad –defectos de que por desgracia adolecemos mal todos los españoles–, no se continuará dando impulso vigoroso a dicho juego, que tan beneficiosos resultados produce en el sistema muscular y en la agilidad de nuestro cuerpo, a poco que practique uno sus múltiples detalles, de ritual imprescindible en el foot-ball inglés. El elemento femenino ha dado realce a estos partidos, acudiendo a presenciar e interesándose en las muchas peripecias que por lo común en aquellas se desarrollan. ¿No sería conveniente, por ende, que se organizase con toda clase de formalidades una sociedad para propagar la trascendentalísima importancia de estos saludables juegos y estimular a la juventud, a fin de que compare su desarrollo tanto en la capital del principado como en otras poblaciones catalanas? La Dinastía, dentro de su moderna esfera, se ofrece desinteresada y animosamente a aportar su grano de arena para que tan higiénico proyecto se lleve a vías de realización.”[10]

El eco del fútbol en Barcelona llegó hasta la prensa inglesa, el 20 de marzo de 1893 The Yorshire Evening Post [11] publicaba esta noticia:

«The Barcelona foot-ball season was closed yesterday (Sunday) by a match between two chosen teams, Reds and Blues. The increasing popularity of the games was shown by the far larger number of people who went to witness it. The newspapers are also speaking in its praise, and call on the energetic English to infuse their energy into young Spaniards. It has been decided to formally start a foot-ball club in Barcelona next autumn.«

3.2 El primer Foot-ball Club Barcelona (1894-1896).

En 1894 se jugaban los primeros partidos de foot-ball entre un equipo de Barcelona y los de localidades vecinas:

Hoy, á las tres y media de la tarde, habrá en un terreno cercano al hipódromo, una partida del juego de pelota inglés, football, entre los jugadores de Barcelona y los de San Martín[12]

 El club de Sant Martí de Provençals (municipio independiente hasta 1897) estaba formado por empleados de la Johnston Shields Co. Ltd., una empresa textil escocesa.

El foot-ball era el deporte de moda en Barcelona hacia 1894. El 26 de octubre de 1.894 La Vanguardia anuncia que los ingleses de la ciudad «van a dar comienzo al juego de pelota “foot-ball”, juego que ya se venían practicando en años anteriores[13]

Y el 1 de febrero de 1895 La Vanguardia:

    » El sábado a las 3 y 1/2 tendrá lugar el segundo partido foot-ball en el Velódromo, entre los socios que forman la nueva Sociedad de foot-ball de Barcelona. No puede verificarse como se esperaba el partido de desafío con la Asociación de Torelló por inconvenientes sobrevenidos a última hora, sin embargo es posible que el domingo se traslade un «equipo» de esta Sociedad a dicho pueblo para verificar un match contra aquellos«[14]   

La alineación de la “Sociedad de foot-ball de Barcelona” (traducción al castellano de Foot-ball Club Barcelona de la misma forma que, como veremos, Torelló Foot-ball Association era traducido erróneamente como «Asociación de Foot-ball de Torelló») fue la siguiente: J. Parsons, W. Parsons, Pownal, Soñé, Codina, Barrie, Brown, Dagniere, Phillips, Hicks y Richardson. Vemos que varios catalanes jugaban en esta sociedad, volveremos sobre estos personajes más adelante.

En la prensa se decía que este era el primer matchque se celebra en España entre dos asociaciones de distinta localidad ”, lo cual era incorrecto. Se habían jugado partidos entre tripulaciones de barcos ingleses desde 1889 como mínimo y entre los clubs ingleses de Andalucía desde 1890, el primero documentado entre tripulaciones es del 29 de junio de 1889 en Bilbao (Arrechea, 2013a) y el primero entre clubs ingleses en España el Sevilla Foot-ball Club-Huelva Recreation Club del 8 de marzo de 1890.

También se anunciaba que el Cónsul Inglés de la Capital, Mr. William Wyndham, aceptaba la presidencia de la Sociedad de foot-ball de Barcelona. Un detalle que se repetirá en otros clubs fundados por británicos en ciudades españolas en la misma época (por ejemplo el Sevilla Foot-ball Club creado en 1890 y cuyo presidente era el vicecónsul británico en la capital andaluza, Mr. Johnson).

La Vanguardia el 25 de enero de 1895 explicaba el fútbol a sus lectores:

 “El juego consiste sencillamente en pasar la pelota que es de gran tamaño por las puertas colocadas detrás de los jugadores de cada bando, formadas por tres palos.  El bando contrario como es natural es el que procurara introducir la pelota las más veces posible, pues cada una de ellas equivale a un goal (partida). Los once jugadores que forman uno de los bandos y que en conjunto forman ambos 22 de que debe componerse el juego, se hallan dispuestos de la manera siguiente: cinco de lateros destinados a correr la pelota y aproximarla a la puerta contraria, dos medios destinados a pasar a los delanteros, tres intermedios que procuran que con sus certeros golpes alejar siempre alejar la pelota siempre de la puerta de su partido, frente a la cual se colocan y finalmente un zaguero colocado en la misma puerta y destinado a impedir a todo trance la entrada de la pelota, por lo que se le permite hacer uso de las manos, prerrogativa que está vedada a los demás jugadores. Por tanto al colocarse los dos bandos para empezar el partido forman un rectángulo. Empezando el juego, la habilidad consiste en saber descomponer el partido al contrario a fin de poder entrar aprovechando aquella descomposición, a cuyo fin se nombra un capitán por cada bando que dirige el partido respectivo.”[15]

La actividad del primer Foot-ball Club Barcelona continuaba con intensidad en 1895, La Vanguardia informaba de entrenamientos para preparar los futuros partidos contra el Torelló Foot-ball Association. El partido se juega el día 24 y la prensa informa exhaustivamente el 27. El Barcelona vence 8-3 y los jugadores más destacados son Reeves, J. Parsons, Barrie, Fallon, H. Morris, Pownal y W. Parsons.

El 13 de abril en el diario La Vanguardia[15] se anuncia que Torelló devolvía la invitación al Barcelona para diputar otro partido en su localidad. El partido se realizó en un terreno inclinado y encharcado con victoria para los locales por 5-3. El Torelló FA era un club de Sant Vicenç de Torelló (Osona) surgido en la Colonia Borgonyà de la empresa escocesa de hilaturas J&P Coats Ltd. para entretenimiento de sus trabajadores (Arranz, 2014).

El Fomento del Sport Velocipédico, empresa que gestionaba la instalación del velódromo de la Bonanova, decidió incentivar y continuar con las competiciones de foot-ball.  En 1906 Joaquín Escardó recordaba en Los Deportes estos partidos de fútbol disputados en Barcelona hacia 1890-1895:

 “Dado el interés que siempre despierta el recuerdo de lo pasado, hemos creído de importancia para esta sección la publicación de estos dos teams que formaban allá por los años de 1892 á 1895 los dos bandos del «Barcelona Football Club» entonces existente. El campo de juego en donde se efectuaban importantes partidos de Association los días festivos, con asistencia de algunas autoridades y de la colonia inglesa en general, se hallaba sito en las inmediaciones del Hipódromo. El individuo de la colonia inglesa Reewes fue el alma de aquel Club y logró imprimir á algunos de sus paisanos su espíritu emprendedor de tal modo que en poco tiempo logró un número de socios respetable y hasta jugar, más adelante, interesantes match en el Velódromo de la Bonanova, entonces en auge, inter socios primero y con un Club de Torelló más tarde, del cual match se ocupó por vez primera toda la prensa diaria local…Salta á la vista que de los teams en cuestión, sólo formaban parte tres jóvenes barceloneses, que bien podemos afirmar que son los primeros que se sintieron inspirados por la bondad Higiénico-atlética de dicho juego, que tanto arraigo ha adquirido luego, aquí en particular y en España en general.”[17]

En la primavera de 1895 el fútbol en Barcelona ya era jugado por varios equipos de juniors y seniors, y se premiaba a los equipos ganadores con medallas. En estos equipos ya hay muchos catalanes: Busquets, Serra, Puiggener, Arcola, Tordo, Suñé, Batlle, Soler, Farré, Montañés, Ramírez, Molera, Cerdá, Codina o Arancitia. Pero a pesar de esta pujanza los muchos problemas del club con los propietarios del velódromo complicaron la existencia de la sociedad que tuvo que buscar otro campo.

Algunos aficionados de la sociedad de foot-ball, unidos a otros tantos del Real Club de Regatas de ésta, han decidió, en vista a las dificultades con que tropieza la concesión del local (pelouse) del Velódromo de la Bonanova, verificar sus partidas propias de la actual estación, en un campo de las cercanías de Casa Antúnez. A este fin el pasado domingo tuvo efecto el primero a las 10 de la mañana, quedando los dos bandos cuatro contra cuatro puntos. A partir de éste, todos los domingos tendrá lugar a la misma hora y sitio.”[18]

Este primer FC Barcelona parece desaparecer mientras otros equipos como el del Real Club de Regatas o el de la Facultad de Ciencias multiplican sus encuentros:

Mientras algunos de los socios del mencionado club se entregan a las delicias de la navegación, según indicaba anteriormente, otra buena parte de los mismos se encamina hacia los terrenos de Casa Antúnez, en busca de un campo a propósito sonde realizar el “macht” que tenían pendiente con algunos alumnos de la Facultad de Ciencias, aficionados al juego de pelota titulado “foot-ball”. Y una vez hallado éste y puestos en línea ambos bandos, empezó el juego que resultó ser uno de los más interesantes y disputados de la temporada. Allí era de ver como se hacían esfuerzos por una y otra parte para pasar el “ballón” por la puerta contraria, luchaban los del club con alguna ventaja por la mayor costumbre que tenían a la fatiga, pero no se encontraban con un contrincante ligero y que combinaba bastante bien los ataques. Se distinguieron por ambas partes los capitanes respectivos, logrando el bando del Real Club de Regatas, cinco partidas y cuatro los de la Facultad de Ciencias. El Domingo próximo, a las cuatro, dará comienzo la revancha entre ambos bandos, que promete ser muy disputada e interesante.”[19]

El equipo de la Facultad de Ciencias estaba compuesto por los jóvenes C. Torella, G. Rodríguez, Urcola, Brugués, Gallifa, Moles, S. Inglés, Vilardebó, M. González, Roca y Montañés; y por Club de Regatas se alineaban Artús, G. Busquets, Castellví, Serra, Parsons, Pascual, Busquets, Germá, Solé, Suñé y Perdigó. Todos catalanes excepto uno de los hermanos Parsons (ingleses aunque nacidos en Barcelona, como veremos), algunos de ellos «veteranos» del primer FC Barcelona.

Pese a esta efervescencia de equipos y partidos el fútbol entra en cierta crisis en Barcelona a partir de 1896 y prácticamente desaparece de la prensa hasta 1899, año en el que vive un nuevo resurgir. Sólo la Facultad de Ciencias y los aficionados al ciclismo del Club Velocipédico parecen seguir jugando partidos organizados de forma esporádica. Los ingleses de la ciudad siguieron reuniéndose los domingos en el velódromo o sus alrededores para practicar sus sports, pero ya no serán conocidos como Foot-ball Club Barcelona sino como «Club Inglés» o «Club de la Colonia Inglesa».

Entre los componentes de este primer FC Barcelona (1894-1896) encontramos a los siguientes personajes:

Presidente: William Wyndham, cónsul de Gran Bretaña en Barcelona.

Jugadores:

John Parsons Alexander, nacido en Barcelona de padres ingleses. Nacido el 14 de abril de 1875, fallecido en 1960. Fundó la empresa Hijo de Juan Parsons y Cia., empresa que se dedicaba a las tintorerías. Será jugador y directivo del FCB de 1899.

William Parsons Alexander, nacido en Barcelona de padres ingleses, hermano del anterior. Bautizado el 19 de enero de 1877. Será directivo del FCB de 1899.

Isidre Artús Ferrer (Barcelona, 1865). Socio del Club de Regatas, será uno de los fundadores y primeros jugadores del Català.

Henry Brown, británico. Jugará en el equipo de la «Colonia Inglesa» hasta 1899 y en el FCB.

Guillermo Busquets Vautravers (Barcelona, 1877-1955). Socio del Club de Regatas, será fundador, sub-capitán y jugador del Català. Arquitecto y diseñador, junto a Puig i Cadafalch, de la Exposición Universal de 1929.

José Antonio Busquets Vautravers (Barcelona, 1875-1945), hermano del anterior. Asimismo socio del Club de Regatas y jugador del Català. Arquitecto y Jefe Superior de Hacienda.

Samuel Morris de Olea (Manila, Filipinas, 1870-Barcelona, 1935), hijo del empresario inglés Samuel Morris (Director de la “Compañía de Tranvías de Barcelona, Ensanche y Gracia”), fue portero del Hispania y del FCB y árbitro.

Enrique «Henry» Morris de Olea (Manila, Filipinas, 1874), hijo del empresario inglés Samuel Morris (Director de la “Compañía de Tranvías de Barcelona, Ensanche y Gracia”), hermano del anterior. Jugará en el Hispania y en el FCB. Aviador británico en la Primera Guerra Mundial.

Pownall, británico.

J. Suñé, catalán. Socio del Club de Regatas, jugará amistosos con el FCB.

Codina, catalán.

Barrie, francés.

Georges Dagnière, francés.

Phillips, británico.

Hicks, británico.

Richardson, británico.

Reeves, británico. («Capitán y alma mater del equipo»).

Tordo, catalán. Socio del Club de Regatas.

Albert Serra Guixà (?-Santa Coloma de Farners, 1912), socio del Club de Regatas. Primer gran periodista deportivo de Barcelona (Los Deportes, La Vanguardia), algunas de las primeras crónicas del fútbol catalán tienen su firma. Árbitro, divulgador deportivo, Presidente de la Federació Catalana (1909).

Fallon, británico.

Shaw, británico.

Longbottom, británico.

Heather, británico.

Heucke, británico.

Foggon, británico.

Wilson, irlandés («jugador internacional»).

Quiney, británico.

Sloon, británico.

Hallam, británico.

Bruger, británico.

En total 21 británicos (incluyendo a los hermanos Parsons, nacidos en Barcelona, y a los hermanos Morris, nacidos en Filipinas, así como al internacional irlandés Wilson), 2 franceses y 7 catalanes. Se dispone de una foto de este FC Barcelona.

Arriba, de izquierda a derecha: Alberto Serra, Brown, Pownall, Morris (Enrique), Wilson, Morris (Samuel) y Hallam. Sentados: Parsons (John), Parsons (William), Sloon, Reeves y Bruger. Foto del primer Foot-ball Club Barcelona (1894/1895 en el velódromo de la Bonanova). Procedencia: Maluquer, Alberto (1949): Cincuenta años del F. C. Barcelona. M. Arimany, Barcelona, p. 32.

Arriba, de izquierda a derecha: Alberto Serra, Brown, Pownall, Morris (Enrique), Wilson, Morris (Samuel) y Hallam. Sentados: Parsons (John), Parsons (William), Sloon, Reeves y Bruger.
Foto del primer Foot-ball Club Barcelona (1894/1895 en el velódromo de la Bonanova). Procedencia: Maluquer, Alberto (1949): Cincuenta años del F. C. Barcelona. M. Arimany, Barcelona, p. 32.

La cifra de autóctonos es elevada en comparación con los otros clubs ingleses fundados en la misma época en España (Vigo, Río Tinto, Huelva, Sevilla, Málaga, Bilbao, Las Palmas, etc. ) y en Cataluña (Torelló, Sant Martí, Sant Andreu, etc.) formados casi exclusivamente por súbditos británicos.

4. El segundo FC Barcelona (29 de noviembre de 1899)

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Tres fotos inéditas correspondientes a las primeras competiciones de fútbol en Barcelona. Se identifica en dos de ellas a Francisco Sanz de Gabilondo con una x. Procedencia: Archivo Familiar de Francisco Sanz de Gabilondo (jugador y directivo del FC Barcelona, fotógrafo de Los Deportes), gentileza de Pedro José Sanz Roselló.

Tres fotos inéditas correspondientes a las primeras competiciones de fútbol en Barcelona. Se identifica en dos de ellas a Francisco Sanz de Gabilondo con una x. Procedencia: Archivo Familiar de Francisco Sanz de Gabilondo (jugador y directivo del FC Barcelona, fotógrafo de Los Deportes), gentileza de Pedro José Sanz Roselló.

La versión oficial explica que fue el suizo Hans Max Gamper Haessig quien fundó el Fútbol Club Barcelona. Gamper llega a Barcelona en octubre de 1898 (según parece para aprender castellano en casa de sus parientes los Gaissert[20] y como una primera escala hacia Fernando Poo) y se instala en la ciudad para siempre (Gamper Soriano, 2008). Tenía 21 años y una larga y brillante carrera a sus espaldas como futbolista (Basilea, Excelsior, Zúrich, Lyon) y deportista en general (atletismo, ciclismo, rugby). Pronto encuentra a otros futbolistas extranjeros afincados en la Ciudad Condal y entabla amistad con ellos, deseoso de formar un equipo serio como los que había conocido (o incluso fundado) en Suiza y Francia se pone en contacto con Jaime Vila del Gimnasio Tolosa con la intención de unirse a ellos y formar una sociedad, pero Vila le rechaza rotundamente. La explicación tradicional a este rechazo fue por la condición de extranjero de Gamper, lo que parece contradictorio con la presencia de varios escoceses (católicos) en las filas del equipo fundado por Vila (el Català FC). La hipótesis de Agustí Rodes (2000, 2001) es que el rechazo de Vila a Gamper y sus compañeros fue por su condición de protestantes, no por extranjeros. Es probable que este rechazo por motivos religiosos y esta cuestión personal estén detrás de la agria polémica sobre el Decanato del fútbol barcelonés que librarán el FC Barcelona de Gamper y el Català de Jaime Vila en los años siguientes. Seguramente ofendido y dolido por este rechazo Gamper tarda pocos días en acudir a otro gimnasio barcelonés donde es bien recibido (Gimnasio Solé, sede social de Los Deportes) y en retomar su proyecto de fundar una sociedad futbolística bajo la protección de Narciso Masferrer Sala (periodista, gran promotor del deporte español, que vivía en la Calle del Carmen nº23, casi en el Gimnasio Solé). De hecho en torno a Los Deportes ya se había creado una sociedad que disputó entrenamientos y partidos de fútbol, desconocemos el motivo por el que Gamper y su grupo no se unieron a esa sociedad y decidieron crear una nueva desde el mismo local social. El 22 de octubre de 1899 Gamper publica su célebre anuncio en Los Deportes convocando a todos los aficionados al «foot-vall» [sic].

«Nuestro amigo y compañero Mr. Kans Kamper [sic], de la Sección de Foot-vall [sic] de la «Sociedad Los Deportes» y antiguo campeón suizo, deseoso de organizar algunos partidos en Barcelona, ruega a cuantos sientan aficiones por el referido deporte se sirvan ponerse en relación con el, dignándose al efecto pasar por esta redacción los martes y viernes por la noche de 9 á 11.»[21] 

En esas mismas fechas los gimnastas del Tolosa y del profesor Vila habían empezado los entrenamientos como Català, asimismo los discípulos del Gimnasio Santanach habían creado otro equipo. “numerosos jóvenes de esta capital, animados por el cariño que desde hace tiempo vienen demostrando por la educación física, han determinado formar en los principales gimnasios de esta ciudad sendas agrupaciones, para dedicarse a los ejercicios atléticos en plein air, con preferencia al foot-ball association”. Se hablaba de la constitución de la Sociedad Deportiva Santanach y de la Sociedad del Gimnasio Tolosa, de mutuo acuerdo ambas solicitaron el antiguo velódromo de la Bonanova “para campo de maniobras o palenque de este deporte[22]

El 19 de noviembre se anuncia que Gamper y su amigo y compatriota Walter Wild siguen trabajando en la creación de una nueva sociedad. “Nuestros amigos Wild y Gamper, llevan muy adelantados sus trabajos de organización de una sociedad de foot-ball. Esta tarde los teams formados efectuaran un partido en el Hipódromo. Los señores que quieran pertenecer a esta nueva Sociedad se les ruega pasen por esta redacción los martes y viernes de 9 a 11 de la noche para que puedan enterarse de los nobles propósitos de sus organizadores.”[23]

El 29 de noviembre se constituye (por segunda vez) un «Foot-ball Club Barcelona» en la célebre reunión del Gimnasio Solé (Calle Montjuïc del Carme nº5). La Vanguardia del 2 de diciembre citaba que se había “constituido definitivamente en esta capital la sociedad Foot-ball Club Barcelona”, con una primera Junta directiva formada por Gualterio Wild, Hans Gamper, Luis de Ossó y Bartolomé Terradas.[24] Asimismo se anunciaba en Los Deportes del 3 de diciembre:

   “El miércoles de esta semana quedó constituida en esta ciudad una agrupación deportiva que llevará el título que encabeza esta líneas, a merced de los trabajos que en este sentido han venido practicando nuestros amigos los conocidos entusiastas G. Wild y Hans Gamper. La Junta Directiva la forma el Sr. Wild, presidente, D. Luis Oso y Serra, secretario; Sr. Hans Gamper, capitán, y tesorero, D. Bartolomé Terrades y Brutau.

En la tarde de hoy celebraran los socios de este distinguido club su primer match en el Velódromo de la Bonanova. Deseamos mucha prosperidades a la naciente sociedad deportiva, que según noticias, se propone realizar frecuentes fiestas.”[25]

El primer presidente del FC Barcelona fue el suizo Walter (Gualterio para la prensa de la época) Wild. Amigo de Gamper, monitor de gimnasia en la Sociedad Suiza, socio de la Federación Gimnástica Española y de la Unión Velocipédica Española (motores del regeneracionismo deportivo español) y miembro de la Iglesia Evangélica. Debemos reiterar su nacionalidad suiza porque es un error muy extendido (y creemos que grave, al tratarse del primer presidente del Barça) atribuirle nacionalidad británica. Uno de los motivos por los que Gamper no podía ser el primer presidente del club era su edad (cumplió 22 años el día 22 de noviembre de 1899, la mayoría de edad legal según el Real Decreto del 24 de julio de 1899 estaba en los 23).

Este segundo FCB (o FC Barcelona de Wild y Gamper) sólo disputó un encuentro (ante la «Colonia Inglesa», con los que se fusionarían días más tarde), estos fueron los 10 jugadores que pudieron reunir para ese encuentro del 8 de diciembre de 1899:

 Juan de Urruela y Morales (Guatemala, 1881-Barcelona, 1947), aristócrata español (marqués de San Román de Ayala desde 1916). Sportsman (polo, tenis, esgrima, automovilismo), presidente del RLT Club del Turó.

Walter Gustav Wild (Zúrich, Suiza, 1872-Inglaterra, 1953), comerciante suizo. Primer Presidente del FCB en 1899, su casa en la calle de la Princesa fue la sede social del club. Monitor de gimnasia de la Sociedad Suiza de Barcelona, miembro de la Federación Gimnástica Española y de la Unión Velocipédica Española, miembro de la Iglesia Evangélica, gran amigo de Gamper y su principal colaborador en la fundación del FC Barcelona. Conocido como Gualterio Wild en la prensa de la época. Regresó a Barcelona en 1949 para los actos del 50 Aniversario, entonces vivía en Londres (tras pasar muchos años en Sudamérica) lo que dio origen al extendido error de atribuirle nacionalidad británica.

José Ramón Lomba de la Pedraja (Santander, 1868-1951), estudiante universitario, su hermano Fermín jugaba en el Català. Será catedrático de Lengua y Literatura de las Universidades de Murcia y Oviedo.

Lluís de Ossó Serra (Barcelona, 1877-1931), secretario del club, periodista deportivo, trabajador en Artes Gráficas. Uno de los primeros mecenas del club, mantuvo graves divergencias con Gamper a quien intentaría apartar del club junto a todos los extranjeros (¿o a los protestantes?). Perteneciente a una familia integrista católica, sobrino de San Enrique de Ossó.

Josep Llobet, catalán.

Adolfo López, catalán.

Hans Max Gamper (Winterthur, Suiza, 1877-Barcelona, 1930), empleado de comercio suizo, residía con sus parientes los Gaissert (Émile Gaissert residía en Sant Gervasi de Cassoles desde 1880 y era delegado de la Compañía Zúrich, importante miembro de la Logia Masónica «Verdad» y de la Sociedad de Beneficencia Suiza). Sería presidente en cinco periodos entre 1908 y 1923, trabajaría en Crédit Lyonnais, en la Compañía de Tranvías de Sarrià y como periodista deportivo.

Bartolomé Terradas Brutau (Barcelona, 1874-1948), miembro de una acaudalada familia barcelonesa, estudió en Suiza donde descubrió el fútbol. Primer tesorero, mecenas y presidente del club. Cuñado de Joan Soler Julià, presidente de la Comisión Gestora del Club tras la Guerra Civil

Otto Antoine Künzli (Suiza, 1878), comerciante suizo que juega únicamente este primer partido y del que no tenemos más referencias deportivas, lo que probaría las dificultades de Gamper y Wild para formar un equipo.

Eduardo Schilling (Waldshut, Alemania, 1852-Barcelona, 1925), empresario armero alemán (célebre por las escopetas «Jabalí») de una familia de origen judío convertida al catolicismo. Se anunciaba en Los Deportes y pertenecía al reducido mundo del Gimnasio Solé. Su avanzada edad (47 años) y el hecho de que fuera su único partido son buena prueba de las enormes dificultades ya expuestas para reunir un equipo por parte de este efímero FCB que existió del 29 de noviembre al 13 de diciembre de 1899.

Los directivos de este FCB de 16 días fueron: Wild (presidente), Gamper (capitán), Ossó (secretario) y Terradas (tesorero). La lista de 12 socios fundadores de la entidad ese 29 de noviembre (Wild, Gamper, Ossó, Terradas, Otto Künzli, Otto Maier, Enric Ducal, Pere Cabot, Carles Pujol, Josep Llobet, John Parsons y William Parsons) difundida por Masferrer en 1924[26] no aparece en la prensa de 1899 y plantea dudas por diversos motivos, especialmente por la presencia de los hermanos Parsons, que se unirían al club el 13 de diciembre tras la fusión con el «Equipo Inglés». Considero probable que Masferrer mezclara en sus recuerdos las reuniones del 29 de noviembre y del 13 de diciembre.

Aceptando a los 10 jugadores del único partido jugado por este segundo FCB como a sus probables socios fundadores, destacaríamos que la mayoría (6) eran españoles y sólo 4 (3 suizos y 1 alemán) extranjeros, uno de los cuales (Schilling) era católico, lo que pondría en cuestión la tesis ampliamente aceptada en los últimos años y presentada por Agustí Rodes (2000, 2001) del FC Barcelona como una iniciativa protestante.

También es palpable la dificultad de este grupo para formar un equipo de once jugadores, para su único partido sólo reunieron diez y dos de ellos no eran deportistas (Schilling y Künzli). Ello explicaría la urgencia por fundar sólo 16 días más tarde un tercer FC Barcelona fusionándose con los ingleses. Con los herederos (en algún caso supervivientes) del primer FC Barcelona de 1894.

5. El tercer y definitivo FC Barcelona (13 de diciembre de 1899). Etapa no oficial.

Foto inédita de los primeros años del FC Barcelona. Probablemente de un segundo o tercer equipo del club, se identifica a Francisco Sanz de Gabilondo (marcado con una x) y al directivo Francesc Sanz (vestido con traje). Procedencia: Archivo Familiar de Francisco Sanz de Gabilondo (jugador y directivo del FC Barcelona, fotógrafo de Los Deportes), gentileza de Pedro José Sanz Roselló.

Foto inédita de los primeros años del FC Barcelona. Probablemente de un segundo o tercer equipo del club, se identifica a Francisco Sanz de Gabilondo (marcado con una x) y al directivo Francesc Sanz (vestido con traje). Procedencia: Archivo Familiar de Francisco Sanz de Gabilondo (jugador y directivo del FC Barcelona, fotógrafo de Los Deportes), gentileza de Pedro José Sanz Roselló.

A raíz de estos partidos y movimientos del otoño de 1899 la prensa mencionaba que el deporte del fútbol progresaba rápidamente en la capital. Una reunión se convocaba el 13 de diciembre en el Gimnasio Solé – Montjuïc del Carmen, núm. 5–“para tratar de la fusión entre el Foot-ball Club Barcelona con el team inglés”, y proceder a la elección de los nuevos miembros de la Junta.

A raíz de esta reunión, en la revista Los Deportes se mencionaba nuevamente la constitución del Foot-ball Club Barcelona (en puridad se trató de la fusión de los dos FCB, el «inglés» de 1894 y el de Gamper y Wild de reciente creación), con fecha de 13 de diciembre de 1899. La presidencia continuó a cargo de Walter Wild y la dirección técnica del equipo a cargo del primer capitán, Hans Gamper; mientras que el vice-presidente fue John Parsons y el vice-capitán William Parsons, que provenían del team inglés. De Ossó y Terradas siguieron como secretario y tesorero y Adolfo López se incorporó como vocal. Se acordó que los colores que usaría la nueva sociedad serían “el azul oscuro y encarnado a rayas perpendiculares y en el pecho el escudo de Barcelona” (aunque en La Vanguardia, suponemos que por error, se dijo «negro y encarnado«). El origen de estos colores ha sido debatido y circulan las más variopintas versiones, Narciso Masferrer dejó escrito que eran los colores del Basilea, club del que Gamper había sido capitán[27]. Debemos destacar que el lino tintado de esos colores (azul y encarnado) era mucho más caro que el blanco, por lo que en la elección de los mismos podría esconderse también una voluntad de ostentación económica y social, un signo de elitismo. El RC de Polo escogería los mismos colores.

Con esta nueva fusión (de hecho había nacido un nuevo club) y potenciación deportiva, el Foot-ball Club Barcelona se propuso invitar al Català para realizar un partido. Unos días más tarde, Los Deportes daba cuenta que en “el pasado domingo” se había creado la junta del Català FC con la presidencia de Jaime Vila Capdevila (profesor en el Gimnasio Médico de Eduardo Tolosa, en la calle Duque de la Victoria, números 3 y 5). También se añadía el acuerdo de aceptar un encuentro propuesto por el FC Barcelona, en el Velódromo de la Bonanova, para la tarde del 24 de diciembre. La llamada de Gamper tuvo efecto, ya que al cabo de poco tiempo eran varios los equipos que se podían constituir. Así se mencionaba que el Club “que se propone celebrar frecuentes partidos en el que alternen los diferentes teams, para que todos sus socios, cada día más numerosos, puedan tomar parte activa en los fines que la misma persigue[28]

A lo expuesto parece ser que oficialmente el primer club de fútbol constituido en la ciudad (aunque como veremos no registrado en el Gobierno Civil hasta el 5 de enero de 1903) fue el FC Barcelona, antes que el Català FC (que nunca se registró). (Arrechea, 2012).

“Es tanto el cariño que se ha despertado entre la juventud de Barcelona aficionada a la educación física en “plein air”, como dicen los franceses por el “foot-ball”, que las listas de las sociedades atléticas recientemente constituidas en ésta para propagar la afición al mismo tituladas FC Catalá una, y FC Barcelona, la otra, se llenan diariamente de nombres de jóvenes “sportmen” conocidos en los círculos similares de esta capital, sin duda ansiosos de fomentar un deporte tan sano y lleno de vida.

Según nuestros informes, no se reduce a esta capital la naciente afición, sino que se propaga por el resto de Cataluña y España. Manresa y Torelló son prueba de ello, por lo que respecta a nuestra región, y no sería que muy pronto pudiéramos presenciar un “macht” entre el Club Torelló y un equipe formado por los tres clubs de Barcelona.”[29]

Alberto Serra Guixà, redactor deportivo de La Vanguardia, también se ocupaba de presentar las crónicas deportivas del fútbol en Los Deportes. Él fue el autor de las primeras crónicas del FC Barcelona. A propósito de este y otros partidos anteriormente jugados, se decía que el fútbol había adquirido “carta de naturaleza”.

“Foot-ball. Es el sport del día que ha tomado plena carta de naturaleza en esta capital. El deporte que cautiva la atención de todos los aficionados y que practican las tardes de los días festivos en el ex Velódromo de la Bonanova los distinguidos socios del Foot-ball Club Barcelona, el Foot-ball Club Catalán y los del Team inglés.”

“Match entre los teams del Foot-ball Club Barcelona y Foot-ball Club Catalán. El domingo pasado, a las tres, dio comienzo el partido, colocándose en rigurosa línea de partida los dos teams, el del Foot-ball Club Catalán al NO y el del Foot-ball Club Barcelona al SE, ambos compuestos por jóvenes de esta capital y el primero por españoles exclusivamente.

La tarde resultó, deportivamente hablando, interesantísima para los que asistieron al match en cuestión, que por cierto fueron en número crecido y muy inteligentes a juzgar por las muestras de aprobación con que acogían las buenas jugadas de uno y otro bando.

Si el Foot-ball Club Barcelona, con el inteligente campeón suizo Sr. Hans Gamper a la cabeza realizó filigranas de combinaciones y conducción, el Foot-bal Club Català, representado no por once jugadores, sino por once héroes, se multiplicó para contrarrestar el acertado juego de sus contrarios. Era objeto de entusiasmo y de admiración el ver la decisión y seguridad con que estos principiantes se tiraban a la pelota, que hábilmente conducida era rápidamente pasada de una parte del campo a la otra, unas veces; otras, repetida con certeros golpes al punto de partida, y de vuelta nuevamente para volver a las combinaciones que tanto aliciente y entusiasmo proporcionan.

Los cuatro growis o partidas que hicieron no hay que repetir fueron disputadísimas, teniendo en cuenta lo indicado anteriormente.

Barcelona FC jugo generalmente dentro del campo contrario, pues se notaba mayor cohesión en los corredores, lo cual proporcionó repetidas veces ocasión a los del FC Catalán repelerla con breo y verificar una entrada en el campo enemigo. Por tres veces lograron los del Barcelona FC partida, si bien una de ellas fue protestada por el juez límite Sr. Lomba, fundándose en que había sido tocada con las manos.

El FC Catalán logró una partida muy limpia durante el primer espacio de tiempo del match. Resultó sumamente grato ver, al terminar el match, las pruebas de aprecio y diferencia que se cambiaron entre ambos bandos, dándose uno a otro ¡vivas¡ y ¡hurras¡ que fueron unánimemente contestados.”[30]

Antes de finalizar el siglo, Barcelona disponía de varias entidades que habían practicado el fútbol. Entre estas podemos citar la primitiva Sociedad Foot-ball Club Barcelona, el Real Club de Regatas, la Sociedad de Velocipedistas, los socios del hipódromo, la Facultad de Ciencias, los socios de los gimnasios Tolosa, Solé y Santanach, el Escocés FC, el team Inglés (heredero de la primera Sociedad), además de los recién constituidos FC Barcelona y Català. Fuera de Barcelona también se conocían noticias de la práctica del fútbol en otras poblaciones catalanas como Torelló, Palamós, Manresa o Reus.

El Català, que inicialmente sólo admitía en su equipo jugadores españoles (aunque pronto sumaría a varios escoceses católicos), tras la realización de un partido contra el Escocés FC de Sant Andreu de Palomar, lanzó un reto futbolístico para jugar un partido contra otro equipo formado también únicamente por jugadores españoles. En estos momentos, se decía que era de notar “el creciente interés que, entre la mayoría del público frío e indiferente para los deportes, va despertando éste y se da el caso de que muchos particulares así como familias enteras acuden a los matchs animando con su presencia el cuadro deportivo. Por cuyo motivo se ve el paseo del exvelódromo de la Bonanova sumamente concurrido[31]

El equipo del Català que se enfrentó con el Escocés FC de Sant Andreu estaba compuesto por los socios Julián García, Lomba, Sanmartín, Busquets (J. M.), Garcés, Valls, Artús, Vila, Valls y Soley. Varios supervivientes del primer FC Barcelona se encontraban entre ellos. El eco mediático de estos primeros partidos quedó reflejado en interesantes crónicas y reportajes fotográficos (con la primera foto del Barça[32]) como el que ofreció Eduardo Calatrava en Iris –revista semanal ilustrada–.

“A los sports que pueden considerarse como ya arraigados en Barcelona hay que añadir los partidos de pelota foot-ball, habiendo sido muy interesante los que jugaron el domingo 18 en el Velódromo de la Bonanova, ante una numerosa concurrencia.

En dichos partidos tomaron parte separadamente los socios de los clubs Catalá y Barcelona, demostrando gran destreza sus equipos. El sport en sí es algo violento, a no dudar, pero es preciso reconocer que constituye un ejercicio que ha de influir grandemente en la formación o inclinación del carácter, siendo en pequeña escala un trasunto de la lucha por la vida, representada por la pelota, de manera que la cosa tiene filosofía.

Bienvenidos sean, pues, el foot-ball y todo cuanto tienda al desenvolvimiento de las aptitudes físicas y al robustecimiento del cuerpo. Los ingleses, que saben siempre lo que mejor les conviene, conceden mayor importancia al atletismo, y se da el caso de atribuirse muchísima mayor importancia al scholar vencedor en unas regatas que no al que mejor sabe comentar un texto griego o latino. Podrá parecer absurda la preferencia, y, sin embargo, quién sabe si no tiene un gran fondo de buen sentido, como homenaje al viejo adagio: Mens sana in corpore sano. (…) Ya que el gobierno desatiende la educación física para atender tan solo a las disciplinas escolásticas y a la enseñanza libresca, bueno es que la iniciativa particular subsane tales deficiencias, y por lo mismo sólo elogios merecen esos clubs que se constituyen en Barcelona y en otras capitales para el cultivo y desarrollo de la fuerza individual, base de la salud de los pueblos, como acreditan actualmente ingleses y boers.”[33]

A la izquierda jugadores del FC Barcelona y el Català FC posando juntos, a la derecha jugadores del Català FC y del Escocés de Sant Andreu (18 de febrero de 1900, velódromo de la Bonanova). Primera foto del actual FC Barcelona. Procedencia: Calatrava, Eduardo (1900, 3 de marzo): “Foot-ball”, Iris, nº43, Barcelona, p. 14-15.

A la izquierda jugadores del FC Barcelona y el Català FC posando juntos, a la derecha jugadores del Català FC y del Escocés de Sant Andreu (18 de febrero de 1900, velódromo de la Bonanova). Primera foto del actual FC Barcelona. Procedencia: Calatrava, Eduardo (1900, 3 de marzo): “Foot-ball”, Iris, nº43, Barcelona, p. 14-15.

A finales de 1900 en la ciudad ya se contaban unos ocho equipos de fútbol. En este sentido se vaticinaba que el fútbol sería en 1901 uno de los sports de moda.

En octubre de 1901 Los Deportes redactó un artículo con objeto de aclarar las discusiones que en la Ciudad Condal enfrentaban a los socios del FCB y Català, sobre cuál era la sociedad más antigua de ambas. La revista apoyándose en artículos propios, como en otros publicados en otras revistas y periódicos nacionales, anotó que el primer team de foot-ball fue el FC Barcelona fundado el 29 de noviembre de 1899, mientras que el Català lo era del 17 de diciembre de ese mismo año[34]. Dejando de lado las oficialidades administrativas y jurídicas que legalizaban las asociaciones el fútbol en Barcelona llevaba tiempo practicándose, al menos siete años antes de constituirse el FC Barcelona de Gamper, de forma regular. Durante este período existieron varias asociaciones que lo practicaron, siendo un reclamo más en la práctica de los sports. Tal y como hemos visto una de estas entidades ya fue conocida en 1894 como la Asociación de Foot-ball de Barcelona, traducción sui generis al castellano de Foot-ball Club Barcelona.

6. El tercer y definitivo FC Barcelona (29 de diciembre de 1902). Etapa oficial.

Como hemos visto, entre el 21 de octubre de 1901 y el 28 de septiembre de 1903 la agria polémica sobre el decanato del fútbol barcelonés entre el FC Barcelona y el Català llenó las páginas de Los Deportes de réplicas y contrarréplicas de dirigentes de ambos clubs aportando datos sobre cuál de los dos se constituyó antes, jugó el primer partido o tuvo antes directiva.  El propio Gamper tomó parte en la discusión el 16 de agosto de 1903 con un extenso alegato con referencias biográficas en el que recordaba que fue rechazado por aquellos deportistas del Gimnasio Tolosa que poco después fundarían el Català porque “me dejaron entrever que no admitirían extranjeros”.[35] En el trasfondo de la polémica del decanato había viejas cuestiones personales.

Más desapercibida ha pasado para los historiadores que han estudiado este tema la réplica aportada por Pere Cabot i Roldós (uno de los primeros socios del club, jugador y secretario en la junta de Paul Haas desde el 5 de septiembre de 1902) el 28 de junio de 1903 en la que invitaba al Català a que “manifieste el día de la constitución y adopción de tal nombre[36], además de ofrecer la posibilidad de que la Asociación de Clubs de Foot-ball (fundada el 12 de noviembre de 1902) diera un dictamen sobre la cuestión tras estudiar la documentación que se pudiera aportar al respecto. La respuesta de Joaquín Escardó el 5 de julio fue algo dubitativa “no puedo precisarle de momento la época de su fundación[37] y la polémica empezó a apagarse con la sensación casi generalizada de victoria moral barcelonista (aunque varios autores han intentado reavivar la cuestión incluso en tiempos recientes).

Pere Cabot tenía poderosas razones para pedir al Català pruebas documentales de su constitución y para buscar un dictamen oficial sobre el tema: básicamente porque él en persona fue el encargado de registrar el FC Barcelona en el Registro de Asociaciones del Gobierno Civil de Barcelona aportando unos estatutos y una Acta de Constitución, presentándose como el “organizador de la sociedad Foot-ball Club Barcelona”[38].

Instancia de Pedro Cabot Roldós al Gobierno Civil de Barcelona (18 de noviembre de 1902). Procedencia: Archivo de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Caja 181, Número de Asociación 3.709 “Fútbol Club Barcelona”.

Instancia de Pedro Cabot Roldós al Gobierno Civil de Barcelona (18 de noviembre de 1902). Procedencia: Archivo de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Caja 181, Número de Asociación 3.709 “Fútbol Club Barcelona”.

En efecto, el 18 de noviembre de 1902 Pere Cabot presenta en el Gobierno Civil una instancia junto a los estatutos del Foot-ball Club Barcelona (“como organizador” de dicha sociedad, además su domicilio en la Calle Aribau nº 5 bajos de Gracia era la sede social del club) para que el Gobernador los apruebe y se pueda inscribir el club “según está prevenido en la vigente ley de asociaciones”.

Tras obtener el visto bueno del gobernador y en cumplimiento exacto del punto 4º de la Ley de Asociaciones de 1887 un Foot-ball Club Barcelona se constituye (por cuarta vez) el 29 de diciembre de 1902 a las 21:30 horas en el Café Alhambra (gran cafetería, cervecería y restaurante que existió entre 1891-1906 entre la Plaza Cataluña, la Rambla de Cataluña y el Paseo de Gracia, a pocos minutos del domicilio de Cabot/sede social del FC Barcelona).

Paul Haas presenta el 3 de enero de 1903 en el Gobierno Civil una copia certificada del Acta de Constitución de la Sociedad firmada por él mismo y Pere Cabot. El Acta tiene el sello del club con un visible y paradójico «1899».

Paul Haas acompaña el documento con una breve nota al gobernador “tiene el honor de pasar a manos de V.E. copia certificada del acta de constitución y de nombramiento de cargos de dicha asociación. Dios guarde a V.E. muchos años. Barcelona 3 de Enero de 1903. Paul Haas”.

La directiva escogida ese 29 de diciembre de 1902 es la siguiente: Paul Haas (presidente), Hans Gamper (vicepresidente), Josep Llobet (tesorero), Pere Cabot (secretario), José Marín (vicesecretario), José Vidal (vocal 1º) y Lluís de Ossó (vocal 2º).

La prensa había informado de la formación de la junta presidida por Haas el 5 de septiembre con algunas diferencias. A destacar que esta reunión del café Alhambra del 29 de diciembre (constitutiva de la sociedad, nada más y nada menos) no apareció en la prensa de la época, como tampoco las gestiones efectuadas ante el Gobierno Civil ni la inscripción final en el Registro que se produce el 5 de enero de 1903.

Finalmente, el 5 de enero de 1903, más de tres años después de fundarse (29 de noviembre de 1899) y de «refundarse» (en puridad, se fundó otra sociedad con el mismo nombre) tras fusionarse con el primer FC Barcelona de los ingleses (13 de diciembre de 1899) el Fútbol Club Barcelona fue inscrito (con el número 3.709) en el Registro de Asociaciones en cumplimiento estricto de la Ley de Asociaciones vigente.

Hoja izquierda.

Hoja izquierda.

Hoja derecha. Obsérvese un error: anotan como presidente el 12/12/1912 a Francisco Trias, presidente del FC España de Barcelona. Inscripción del Foot-ball Club Barcelona en el Registro de Asociaciones del Gobierno Civil de Barcelona (5 de enero de 1903). Procedencia: Archivo de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Libro Registro de Asociaciones. Tomo II.

Hoja derecha. Obsérvese un error: anotan como presidente el 12/12/1912 a Francisco Trias, presidente del FC España de Barcelona.
Inscripción del Foot-ball Club Barcelona en el Registro de Asociaciones del Gobierno Civil de Barcelona (5 de enero de 1903). Procedencia: Archivo de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Libro Registro de Asociaciones. Tomo II.

Repito que la prensa de la época (incluso el siempre bien informado y predispuesto a informar de cuantas reuniones y eventos diversos celebraran las sociedades barcelonesas rotativo Los Deportes) guardó absoluto silencio sobre estos acontecimientos importantes del FC Barcelona ocurridos entre noviembre de 1902 y enero de 1903. Ello ha favorecido la imagen transmitida por la práctica totalidad de los historiadores sobre el mandato del presidente Haas como “un periodo de transición” sin grandes acontecimientos, aunque fue un periodo vital para el club en el que se aprueban unos estatutos y se constituye formalmente para poder inscribirse en el Registro de Asociaciones.

Todo ello a pesar de que algunas referencias indirectas a esa fundación del club en 1902 podían ser encontradas, por ejemplo, en los estatutos de 1911.

Estatutos del FC Barcelona de 1911. Procedencia: Archivo de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Caja 181, Número de Asociación 3.709 “Fútbol Club Barcelona”.

Estatutos del FC Barcelona de 1911. Procedencia: Archivo de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Caja 181, Número de Asociación 3.709 “Fútbol Club Barcelona”.

Los presidentes de este periodo fundacional que culmina con la plena constitución legal (primeros estatutos, inscripción en el Registro según la Ley de Asociaciones) fueron Walter Wild (suizo), Bartolomé Terradas (catalán educado en Suiza) y Paul Haas (suizo).

La mayoría de jugadores siempre fueron españoles (incluidos nacidos en Centroamérica como Urruela o Soley), seguidos por los británicos (incluidos nacidos en Barcelona como los Parsons, Witty o Noble, o en Filipinas como los Morris). También se incluyen los jugadores del Català que se unieron al FCB para partidos puntuales. Los suizos fueron muy pocos aunque no fue óbice para que tuvieran el control de la presidencia, de la capitanía y de la comisión deportiva del club, lo que provocó conflictos en los años sucesivos. En 1903 el grupo controlado por D´Ossó logró que Gamper abandonara el club en su campaña por «librar» al club de extranjeros (¿o de protestantes?).

En la primera temporada (1899-1900) jugaron 16 españoles, 9 británicos, 3 suizos y 2 alemanes.

En la segunda (1900-1901) 25 españoles, 10 británicos, 2 suizos y 1 alemán.

En la tercera (1901-1902) 27 españoles, 13 británicos, 3 suizos y 2 alemanes.

En la cuarta (1902-1903) 26 españoles, 10 británicos, 5 suizos, 1 alemán y 1 francés.

7. Conclusiones

Hemos visto como se fundaban en la ciudad de Barcelona tres clubs de fútbol llamados Foot-ball Club Barcelona:

– El Foot-ball Club Barcelona fundado por la comunidad inglesa en 1894, presidido por el cónsul británico Wyndham. Sociedad que en 1896 deja de ser conocida así (o con la errónea traducción Sociedad de Foot-ball de Barcelona) en la prensa y que hasta 1899 será conocida como «Equipo Inglés», «Equipo de la Colonia Inglesa» o «Team Inglés».

– El Foot-ball Club Barcelona fundado por Hans Gamper y Walter Wild bajo la protección de Narciso Masferrer, de la Federación Gimnástica Española, de Los Deportes y del Gimnasio Solé el 29 de noviembre de 1899.

– El Foot-ball Club Barcelona fundado el 13 de diciembre de 1899 por fusión del FCB de Gamper/Wild y el «Equipo Inglés» (es decir, el FCB de 1894) también en el Gimnasio Solé, fundado nuevamente (como artificio necesario para cumplir con la legalidad) en el Café Alhambra el 29 de diciembre de 1902 por Paul Haas y Pere Cabot para poder ser inscrito en el Registro de Asociaciones del Gobierno Civil el 5 de enero de 1903.

¿Son la misma sociedad?, ¿es el FCB actual un club fundado en 1894, el 29 de noviembre de 1899, el 13 de diciembre de 1899, el 29 de diciembre de 1902 o el 5 de enero de 1903? ¿Debemos descartar al primer FCB por falta de continuidad y concluir entonces que el FC Barcelona se funda el 29 de noviembre de 1899 dado que se trató de un acto público del que informó la prensa y sabemos que efectivamente ese día se constituye su junta directiva y el equipo empieza a jugar partidos y competiciones o por el contrario tenemos que afirmar que el Barça no se funda hasta el 5 de enero de 1903 ya que esa es su fecha de inscripción en el Registro de Asociaciones y la Ley de Asociaciones vigente en la época requería de la inscripción de las sociedades en el Gobierno Civil?

Pues depende. Si lo analizamos desde la amplia perspectiva histórica que nos ofrece nuestra atalaya del año 2015 y desde un punto de vista retrospectivo podemos afirmar (como de hecho se suele hacer) que la inscripción en el Registro de la Ley de Asociaciones de 1887 tenía un valor declarativo pero no constitutivo.

Pero este es un análisis basado fundamentalmente en una jerarquía normativa retrospectiva, lo que casi supone una reconstrucción histórica. El contenido de la Ley de Asociaciones de 1887 en los años de que se trata (1899-1903) era indiscutible: la constitución de una sociedad requería de la presentación al gobernador civil de los estatutos “ocho días por lo menos antes de constituirla” y sólo tras su aprobación se constituía la sociedad y se inscribía en el Registro. Exactamente el proceso que llevan a cabo Pere Cabot y Paul Haas entre noviembre de 1902 y enero de 1903. Sin inscripción habría un grupo de gente con un fin común, pero no una sociedad en el sentido estricto.

Es un tema complejo sobre el que CIHEFE efectuó en febrero de 2011 un documento de trabajo (Martínez Patón, 2011).

– El hecho de aportar una Acta Constitutiva con fecha de 29 de diciembre de 1902 puede interpretarse como un formalismo para cumplir escrupulosamente con la Ley de Asociaciones, el hecho de que dicha reunión no aparezca reflejada en la prensa hace dudar sobre si llegó a realizarse realmente. No tengo explicación al secretismo con el que todo el proceso de inscripción en el Registro se lleva a cabo ni al silencio de la prensa barcelonesa de la época (especialmente Los Deportes). Respecto a la ausencia de este proceso de legalización del FC Barcelona en 1902-1903 en los libros de historia del club publicados creo que la explicación está en el libro Historial del F.C. Barcelona 1899-1924 publicado con motivo de las bodas de plata del equipo azulgrana. Este libro (obra del periodista Daniel Carbó i Santaolaria “Correcuita”) ofrece una crónica de la fundación del club muy favorable (casi hagiográfica) a Gamper (presidente del club en 1924 y amigo del autor) y omite cualquier dato sobre la inscripción en el Registro de Asociaciones. La práctica totalidad de publicaciones posteriores lo han utilizado como fuente principal para explicar los primeros años del FC Barcelona.

– Pere Cabot pudo decidir acudir al Gobierno Civil en noviembre de 1902 por la polémica del Decanato con el Català que ya hemos comentado. También pudo tener influencia la aparición de torneos como el Campeonato de España de 1903 cuyas bases decían “podrán tomar parte en el concurso todas las sociedades de Foot-ball Asociación de España legalmente constituidas”. El Madrid Foot-ball Club también fue inscrito en el Registro de Asociaciones el 18 de abril de 1902 por Juan Padrós aunque hay referencias a que existía desde octubre de 1901. Dos disposiciones del Gobierno Español también forzaron a la inscripción de las sociedades en el Registro de Asociaciones: el Real Decreto para Asociaciones del 19 de septiembre de 1901 y la Real Orden Circular para Asociaciones del 9 de abril de 1902[39]. La laxitud de la Ley de Asociaciones de 1887 quedaba acotada y las asociaciones se veían obligadas a registrarse en el Gobierno Civil.

En resumen, existen varias respuestas posibles a la pregunta «¿cuándo se fundó el FC Barcelona?» según lo que prioricemos y no voy a realizar ninguna afirmación rotunda al respecto, creo sin embargo importante destacar que la visión transmitida durante decenios del proceso fundacional del club es una simplificación de un proceso complejo y se basa en los testimonios parciales y subjetivos de Narciso Masferrer y Daniel Carbó en 1924 cuyo objetivo parecía ser ensalzar la figura de Gamper en un momento en el que este era el Presidente de la entidad. Celebrar el XXV Aniversario con libros o artículos que le presentaran no únicamente como el Fundador del Club, sino incluso como el «introductor del fútbol en Barcelona«, parecía más oportuno que rescatar del olvido al primer FC Barcelona «inglés» o explicar con rigor que Gamper (y el ninguneado Wild) nunca acudieron al Registro de Asociaciones y esa gestión necesaria para oficializar el club la hicieron Haas y Cabot tres años más tarde.

La versión oficial presentada en 1924 de un Gamper que introduce el fútbol en Barcelona, funda el FC Barcelona prácticamente en solitario y lo oficializa antes que el Català obteniendo el «Decanato barcelonés» ha sido repetida hasta fechas recientes en las que nuevas investigaciones nos ha permitido adquirir una visión más amplia del proceso fundacional del Barça. Un proceso gradual, plural y complejo en el que participaron numerosos deportistas de varias nacionalidades durante casi diez años (1894-1903) y que estuvo enmarcado en los cambios culturales y sociales experimentados por la sociedad barcelonesa a finales del siglo XIX con el modernismo, el regeneracionismo y las influencias y modas extranjeras como motores.

También hemos podido relativizar la participación extranjera en la fundación del FC Barcelona del 29 de noviembre de 1899 y descartar que se tratara de una iniciativa protestante en la que la religión jugara un papel decisivo, queda descartada asimismo por falsa la afirmación divulgada por medios de extrema derecha según la cual «el Barça no admitía españoles al igual que el Español no admitía extranjeros«[40]. Hemos visto como siempre fueron mayoría los catalanes (e incluso como había apellidos catalanes entre los componentes del primer FC Barcelona de 1894, algo inusual en otros English Clubs españoles).

Otro mantra repetido en los últimos años (la influencia masónica en la fundación del FCB) también debe ser relativizado: eran masones Émile Gaissert (pariente de Gamper, posible mecenas del club), Samuel Morris (padre de Samuel, Enrique y Junior Morris, pioneros del fútbol barcelonés) y George Sainte Noble (padre de los futbolistas George y Royston St. Noble, emparentado con los Maragall por el matrimonio de Clara Noble con Joan Maragall), pero no está probado que lo fueran Gamper o Wild ni ningún directivo o jugador destacado hasta Sagi Barba (años 20). Tampoco el supuesto origen masónico de los colores azulgrana[41] ha sido probado, siendo más probable que Gamper los tomara del Basilea, club que también había fundado y que compartía iniciales con el recién fundado FCB, sin descartar la voluntad de marcar elitismo al escoger los colores más caros que existían para lucir en una camisa de lino.

– Gamper (y Wild) son rechazados en el Gimnasio Tolosa (por ser extranjeros o protestantes) pero son inmediatamente bien recibidos en el Gimnasio Solé por sus propietarios (y por Narciso Masferrer, quien tiene la redacción de Los Deportes y la sede social de la Asociación Catalana de Gimnasia en su mismo local y pertenece a la Federación Gimnástica Española y a la Unión Velocipédica Española como Wild). Allí se incorporan a la Sociedad Los Deportes, pero en lugar de potenciar su recién nacido equipo de fútbol deciden crear uno de nueva planta tomando el nombre de la ciudad y repitiendo (es posible que lo desconocieran) un nombre que ya había existido: Foot-ball Club Barcelona. No hay motivaciones políticas, ni religiosas, ni ocultistas, ni nacionalistas en este paso. Lo que es evidente es la influencia regeneracionista y de la Federación Gimnástica Española a través de Narciso Masferrer y del mismo Walter Wild.

De hecho en abril de 1899 una comitiva de representantes de la Asociación Catalana de Gimnasia, la Federación Gimnástica Española y de la Revista Los Deportes (es decir, por 3 entidades lideradas por Masferrer y con la misma sede social), encabezada por el Dr. Rodríguez Méndez (padre del futuro fundador de la Sociedad Española de Foot-ball, Ángel Rodríguez Ruiz) visitó al señor Alcalde, Dr. Bertomeu Robert. Estos le entregaron un documento de ocho puntos solicitando atendiese a trámite “los asuntos de capital importancia y verdadero interés relacionados con las prácticas gimnásticas”. Entre estas peticiones figuraban la obligación de crear y asistir a las clases de gimnástica en las escuelas, la organización de campos y plazas de juego, la organización de concursos gimnásticos, el establecimiento de paseos y colonias escolares veraniegas, el fomento de instituciones post-escolares –o actividades extraescolares–, etc.[42]

Demandaban menos gimnasia clásica amorosiana y más sport inglés al aire libre. Demandaban (demandaba Masferrer) fútbol; la creación del FC Barcelona es fruto de ello. Narciso Masferrer tuvo un papel destacado en la fundación del FC Barcelona aunque por modestia, o por motivos que desconocemos, prefirió no darse protagonismo cuando relató en 1924 sus recuerdos de aquel acontecimiento y se presentó como un mero testigo. Falleció en 1941 sin llegar a ver a su nieto Narcís Masferrer Andreu jugar en el FC Barcelona amateur e incluso un amistoso con el primer equipo en 1957.

Las corrientes regeneracionistas pedagógicas y deportivas (Institución Libre de Enseñanza, Federación Gimnástica Española) eran defensoras del deporte inglés, al aire libre. De juegos y deportes como el foot-ball. Esta corriente pedagógica estaba consolidada en los gimnasios de Barcelona, en sus ambientes gimnasiarcas e higienistas, por ello el fútbol en Barcelona nace en los gimnasios. Una característica casi única en Europa, en otros lugares del norte y centro de Europa (especialmente en Alemania) en los gimnasios se despreciaban los juegos ingleses al aire libre y se reivindicaba la gimnasia clásica en sus modalidades amorosiana o sueca. Narciso Masferrer, Eduardo Tolosa, Jaime Vila, Francisco Solé o Ángel Rodríguez eran regeneracionistas y simpatizaban con el modelo inglés, entre otros motivos porque consideraban los deportes al aire libre como más adecuados a nuestro clima y peculiaridades nacionales. Por eso crearon clubs de fútbol como el FC Barcelona, el Català FC o la Sociedad Española de Foot-ball.  El fútbol barcelonés nace en los gimnasios.

El papel de Los Deportes en el proceso es fundamental, aunque la historiografía tradicional lo ha reducido a la mera anécdota del anuncio-convocatoria de Gamper en la revista (muchas veces llamada «gacetilla»). La revista quincenal ilustrada Los Deportes (1897-1910) dirigida por Masferrer era el órgano oficial de la Federación Gimnástica Española y de la Asociación Catalana de Gimnástica.

Los Deportes debe ser considerada como la primera revista deportiva española ambiciosa y de nivel europeo y durante su existencia fue la revista de su género más importante. Informaba sobre todas las prácticas deportivas de la época: gimnasia, ciclismo, patinaje, remo, vela, esgrima, caza, pelota vasca, excursionismo, tiro, polo colombófila, lawn-tennis, automovilismo o foot-ball.

En 1899 Los Deportes dejó de ser quincenal y pasó a semanal con muchos cambios de portada y presentación. En el número 10 de ese mismo año aparecieron unas breves secciones sobre espectáculos y tauromaquia, así como cuentos literarios. En el número 5 de 1899 Los Deportes se fusionaba con Barcelona Sport. En este mismo y decisivo año se presentaba como portavoz de la Federación Gimnástica Española y de la Unión Velocipédica Española. Dos entidades impulsadas por Masferrer, instrumentos en su ambiciosa campaña regeneracionista, de las que era socio también Walter Wild.  Los Deportes desaparecería en 1910, para entonces este movimiento regeneracionista pedagógico y deportivo ya había entrado en crisis por la ausencia de resultados (la Federación Gimnástica Española fue oficialmente disuelta en 1906 tras permanecer prácticamente inactiva desde 1902). Masferrer prosiguió su labor divulgativa y asociacionista fundando El Mundo Deportivo en 1906, impulsando clubs y federaciones y ejerciendo en varias etapas como «puente» entre los círculos polideportivos de Barcelona y Madrid, pero el ambicioso proyecto liderado por la FGE y Los Deportes había sido abandonado. Uno de sus muchos frutos que aún perdura es el FC Barcelona.

Retomando la evolución de este FCB de Gamper y Wild (y de Masferrer realmente) del 29 de diciembre de 1899 debemos afirmar que fracasó, ya que sólo lograron reunir 10 jugadores para su único partido y dos de ellos eran amigos suyos o habituales del ambiente del Gimnasio Solé que, al parecer, no eran deportistas. Uno de ellos tenía 47 años. Este fracaso llevará en pocos días a buscar la fusión con el «Equipo Inglés». Con el FC Barcelona de 1894. La tradición británica del deporte en Barcelona se fusionaba con los regeneracionistas autóctonos y con germanoparlantes recién llegados. Compartían valores y proyectos. Y sobre todo compartían gimnasio.

El 13 de diciembre de 1899 nace el FC Barcelona que ha llegado a nuestros días, aunque el 29 de diciembre de 1902 deba constituirse formalmente para poder inscribirse en el Registro de Asociaciones cumpliendo con las nuevas disposiciones gubernativas (Real Decreto de 1901 y Real Orden Circular de 1902). Interpretando con muchas reservas (existe debate histórico y jurídico al respecto) que la Ley de Asociaciones de 1887 era declarativa y no constitutiva podemos concluir que el FC Barcelona actual nace de facto el 13 de diciembre de 1899 en el acto público del Gimnasio Solé y de iure el 5 de enero de 1903 con la inscripción en el Registro de Asociaciones del Gobierno Civil de Barcelona.

– El Foot-ball Club Barcelona del 29 de noviembre de 1899 es un antecedente directo del FC Barcelona actual, como también lo es el Foot-ball Club Barcelona de 1894.

– La enorme importancia social y política que ha alcanzado el FC Barcelona no debe llevarnos a una interpretación de la historia de tipo reconstructiva. El FCB nace fruto de una época y de unas circunstancias (especialmente del regeneracionismo) y es producto de la colaboración entre varios grupos de aficionados al deporte de diversa nacionalidad que coincidieron en la ciudad. También del azar. No es creado por un sólo hombre ni en una fecha exacta. Tampoco nace con objetivos políticos, nacionalistas, religiosos u ocultistas. Nace para jugar al foot-ball porque Masferrer y los demás ideólogos del regeneracionismo barcelonés lo consideran el sport más adecuado a sus planes de implementar el modelo inglés de deportes tras probar otros deportes que les convencen menos (el riscat o el gouret). Ni más ni menos. Y si sobrevivió a los años más difíciles del fútbol barcelonés que se llevaron por delante a casi todos los equipos de la ciudad (Català, Hispania, Sociedad Española de Foot-ball, Internacional, Sociedad Franco-Española, Salud, Juventud, Ibèria, X, Catalonia, etc.) fue por el sacrificio y el tesón de un reducido grupo de irreductibles y amateurs amantes del club entre los que, esta vez sí, jugó un destacadísimo papel Joan Gamper, quien regresó y asumió la Presidencia cuando el club estaba al borde de la desaparición (1908).

Lo ocurrido en años sucesivos y la transcendencia que ha alcanzado el fútbol en general (y el Barça en Catalunya en particular), ha sido causado por otras circunstancias y por otros hombres. Es otra historia.

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–  “Federación Gimnástica Española” (1900, 22 de septiembre). La Vanguardia, Barcelona, p. 3.

–  “Fiestas de la Federación Gimnástica Española” (1900, 26 de septiembre). La Vanguardia, Barcelona, p. 3.

–  “Fiestas de la Federación Gimnástica Española” (1900, 28 de septiembre). La Vanguardia, Barcelona, p. 6.

–  “Foot-ball” (1901, 27 de octubre). Los Deportes, Barcelona, p. 681-682.

–  “Foot-ball Club Barcelona” (1899, 3 de diciembre). Los Deportes, Barcelona, p. 1056-1057.

–  «Foot-ball» (1899, 24 de diciembre). Los Deportes, Barcelona, p. 1108.

–  “Historia de la semana. Barcelona” (1885, 22 de marzo). La Ilustración, Barcelona, p. 192.

–   “La Asociación Catalana de Gimnástica” (1897, 15 de marzo). La Regeneración Física, nº 5, p. 11.

–  “Las plazas y los campos de juego” (1899, 3 de septiembre). Los Deportes, Barcelona, p. 839-840.

–  “Las reformas de Los Deportes” (1899, 7 de mayo): Los Deportes, Barcelona, p. 162.

–  “Los campos y plazas de juego de Barcelona” (1899, 13 de agosto). Los Deportes, Barcelona, p. 796-797.

–  «Miscelánea» (1899, 22 de octubre), Los Deportes, Barcelona, p. 968.

–  «Miscelánea» (1899, 19 de noviembre).  Los Deportes, Barcelona, p. 1031.

–  “Notas de sport” (1899, 18 de octubre). La Vanguardia, Barcelona, p. 6.

–  «Notas locales» (1899, 2 de diciembre). La Vanguardia, Barcelona, p. 2.

–  “Petición razonada” (1899, 1 de mayo). Los Deportes, Barcelona, p. 145-146.

–   “Polo-Club” (1899, 13 de mayo). La Vanguardia, Barcelona, p. 13.

–  “Recreos Campestres: el nuevo juego del Lawn tennis” (1880, 30 de julio). La Ilustración Española y Americana, p. 51-52.

–   “Sport Internacional” (1893, 2 de febrero). La Dinastía, p. 4.

–   «Sporting Notes» (1893, 20 de marzo). The Yorshire Evening Post, p. 3.

Agradecimientos: Don Pedro José Sanz Roselló (por las fotografías del archivo familiar Sanz de Gabilondo), Dr. Carles Santacana Torres (Director del que fuera mi Trabajo de Fin de Máster de Historia Contemporánea y Mundo Actual de la Universidad de Barcelona en el que se basa este artículo), Dr. Xavier Torrebadella Flix, José Alberto Salas, Josep Pablo, Eugen Scheinherr.


[1] El nacimiento de la RFEF o del COE también ha dado lugar a polémicas historiográficas por la falta de rigor con la que estas entidades han presentado su historia y han conmemorado sus centenarios en fechas escogidas por motivos no científicos. La RFEF, fundada en 1913 y oficializada en 1921, celebró su centenario en 2009. El COE, fundado en Madrid en 1905 y oficializado en Barcelona en 1926, lo celebró en 2012.

[2] Vid. Masferrer, Narciso (1924, 29 de noviembre): «Fútbol. Constitución de una nueva sociedad», La Vanguardia, Barcelona, p. 19.

[3] Vid. Aribau, Bonaventura Carles (1820, 25 de julio): «Concluyen las reflexiones de ayer sobre la gimnástica». Diario Constitucional, político y mercantil de Barcelona, 135, p. 1-3.

[4] Sobre uno de estos nuevos sports ingleses (el tenis o lawn tennis) apuntar como curiosidad que uno de sus inventores (Juan Bautista Luis Augurio Perera) tenía vínculos con Cataluña. Su padre era un veterano de la Guerra de Independencia llamado Augurio Perera Plá (natural de Manresa) y su madre una dama de la alta sociedad de Menorca (Francisca Orfila Fábregues). Augurio Perera (padre) era un comerciante de vinos y se afincó en Inglaterra, de Augurio Perera (hijo) sabemos que había nacido en España (lugar concreto desconocido, hacia 1822) y que se nacionalizó británico en 1856. Creó el tenis junto a su amigo Henry Gem en Edgbaston hacia 1859-1865 (Arrechea, 2011; Hooper, 2013).

[5] Vid. «Crónica General» (1875, 14 de marzo). La Linterna de Gracia. Periódico de intereses morales y materiales, Gràcia, p. 2.

[6] El 13 de noviembre de 2001 una nota de la agencia EFE anunciaba que las autoridades del municipio gallego de Villagarcía de Arosa «han acordado promover una campaña para reivindicar que este municipio sea reconocido como el primer de España en el que se jugó al fútbol«.

Todo se basaba en una noticia localizada por un coleccionista local llamado Francisco Fernández “Farruco” del que se afirmaba: «posee un ejemplar de la revista Eco Republicano de Compostela, fechado el 16 de Junio de 1873, donde se recoge que los marineros del buque inglés “Go-Go”, atracado en el puerto de Vilagarcía, “disputan una bola que llaman balón y que dirigen con los pies. Es un deporte recientemente nacido en Inglaterra, que según ellos denominan football, y que comienza a causar furor en Europa”

Posteriormente se demostró que nunca había existido una publicación en Santiago de Compostela llamada Eco Republicano (Moreno Bolaños, 2007).

[7] Vid. «Crónica Local» (1892, 24 de diciembre). La Dinastía,  Barcelona, p. 2.

[8] Vid. Elias i Juncosa, Josep (1901, 16 de febrero): «Sport. Lo foot-ball a Barcelona. Etapa passat y present». La Ilustració Llevantina, Barcelona, núm. 8, p. 1. Elias i Juncosa, Josep (1910, 15 de marzo): «El foot-ball en Barcelona». Los Deportes, Barcelona, p. 69-74.

[9] Vid. “Sport Internacional” (1893, 2 de febrero). La Dinastía, Barcelona, p. 4.

[10] Vid. Font Valencia, E. (1893, 9 de marzo): “Sport Internacional”, La Dinastía, Barcelona, p. 2.

[11] Vid. «Sporting Notes» (1893, 20 de marzo). The Yorshire Evening Post, p. 3.

[12] Vid. «Crónica Local» (1894, 11 de marzo). La Dinastía, Barcelona, p. 2-3.

[13] Vid. Franc. (1894, 26 de marzo): «Crónica del Sport». La Vanguardia, Barcelona, p. 2.

[14] Vid. «Crónica del Sport» (1895, 1 de febrero). La Vanguardia, Barcelona, p. 1.

[15] Vid. «Crónica de Sport» (1895, 25 de enero). La Vanguardia, Barcelona, p. 1.

[16] Vid. «Crónica de Sport» (1895, 13 de abril). La Vanguardia, Barcelona, p. 5

[17] Vid. Escardó, Joaquín (1906, 6 de enero): «Los primeros partidos de football en esta capital». Los Deportes, Barcelona, p. 868-869.

[18] Vid. Franco (1895, 3 de diciembre): «Crónica de Sport». La Vanguardia, Barcelona, p. 3.

[19] Vid. Franco (1896, 4 de febrero): “Crónica de Sport”. La Vanguardia, Barcelona, p. 1.

[20] La esposa de Émile Gaissert (Bertha Bühler-Gaissert) era cuñada de una hermana de Hans Gamper (Emma). El joven Hans consideraba a los Gaissert sus tíos.

[21] Vid. «Miscelánea» (1899, 22 de octubre). Los Deportes, Barcelona, p. 968.

[22] Vid. “Notas de sport” (1899, 18 de octubre). La Vanguardia, Barcelona, p. 6.

[23] Vid. «Miscelánea» (1899, 19 de noviembre).  Los Deportes, Barcelona, p. 1031.

[24] Vid. «Notas locales» (1899, 2 de diciembre). La Vanguardia, Barcelona, p. 2.

[25] Vid. “Foot-ball Club Barcelona” (1899, 3 de diciembre). Los Deportes, Barcelona, p. 1056-1057.

[26] Vid. Masferrer, Narciso (1924, 29 de noviembre): «Fútbol. Constitución de una nueva sociedad». La Vanguardia, Barcelona, p. 19.

[27] Vid. Masferrer, Narciso (1924, 29 de noviembre): «Fútbol. Constitución de una nueva sociedad», La Vanguardia, Barcelona, p. 19.

[28] Vid. «Foot-ball» (1899, 24 de diciembre). Los Deportes, Barcelona, p. 1108.

[29] Vid. Serra, Alberto (1899, 29 de diciembre): “Notas de sport”. La Vanguardia, Barcelona, p. 3.

[30] Vid. Serra, Alberto (1899, 31 de diciembre): “Foot-ball”. Los Deportes, Barcelona, p. 1119-1120.

[31] Vid. Serra, Alberto (1900, 2 de abril): “Macht a foot-ball”. La Vanguardia, Barcelona, p. 4.

[32] Vid. Bobé, Josep (2014, 20 de marzo): «La Primera foto del Barça». Perarnau Magazine. Consultado el 15 de abril de 2015.

[33] Vid. Calatrava, Eduardo (1900, 3 de marzo): “Foot-ball”. Iris, Barcelona, núm. 43, p. 14-15.

[34] Vid. «Foot-ball” (1901, 27 de octubre). Los Deportes, Barcelona, p. 681-682.

[35] Vid. Gamper, Juan (1903, 16 de agosto): «Sobre el Decanato», Los Deportes, Barcelona, p. 518.

[36] Vid. Cabot, Pedro (1903, 28 de junio): Los Deportes, Barcelona, p. 408-409.

[37] Vid. Escardó, Joaquín (1903, 5 de julio): Los Deportes, Barcelona, p. 423.

[38] Archivo de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Caja 181, Número de Asociación 3.709 “Fútbol Club Barcelona”.

[39] Vid. Fernández Paradas, Antonio Rafael; Fernández Paradas, Mercedes (2011): «El registro de entidades religiosas de 1887 y sus aplicaciones prácticas. La Hermandad de Nuestra Señora del Consuelo de Antequera y la búsqueda de su personalidad jurídica». Baetica. Estudios de Arte, Geografía e Historia, 33, 413-425. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Málaga.

[40] Vid. Díaz Villanueva, Fernando (2012, 11 de diciembre): «Cuando el Barça no admitía catalanes». Alerta Digital. Consulta: 1 de abril de 2015.

[41] Vid. Arroyo, Francesc (2009, 11 de mayo): «Los colores del Barça son masónicos». El País, Barcelona. Consulta: 1 de abril de 2015.

[42] Vid. “Petición razonada” (1899, 1 de mayo). Los Deportes, Barcelona, p. 145-146. “Los campos y plazas de juego de Barcelona” (1899, 13 de agosto). Los Deportes, Barcelona, p. 796-797. “Las plazas y los campos de juego” (1899, 3 de septiembre). Los Deportes, Barcelona, p. 839-840.




La llegada del foot-ball a Asturias (II). La era de los sportsmen

La fundación del COI y la disputa de unos Juegos Olímpicos cada cuatro años supondría el impulso definitivo de la cultura física, concepción vital que se había extendido por buena parte de Europa y América, fomentando la realización de actividades recreativas y la práctica de los nuevos sports (reglamentados fundamentalmente en los países anglosajones) como medio para alcanzar la plenitud del ser humano. Para lograr el bienestar integral de la persona, centrado en el binomio cuerpo/mente, se hacía necesario el desarrollo de las capacidades intelectuales tanto como introducir en la rutina del individuo el ejercicio corporal, evitando el pernicioso sedentarismo.

También habría sportsmen asturianos en otras latitudes. El gijonés Manuel F. Rubio, de 17 años, jugaba de medio en el F.C. Internacional de Barcelona.

También habría sportsmen asturianos en otras latitudes. El gijonés Manuel F. Rubio, de 17 años, jugaba de medio en el F.C. Internacional
de Barcelona.

La práctica del sport se había convertido en un estilo de vida para los jóvenes de las clases más acomodadas. La palabra sportsman, surgida a principios del s. XVIII en Inglaterra para definir al que «gustaba de las actividades recreativas en el campo, como la caza o la pesca», pero también para referirse a mediados del XIX a un «profesional de las apuestas, especialmente en las carreras de caballos», transformaría su significado a finales de dicho siglo y comienzos del XX hasta terminar adquiriendo el que goza en la actualidad, «deportista», encarnando unos valores (deportividad, respeto a las reglas, honestidad, imparcialidad, integridad…) que prestigiaban su dedicación.

En nuestro país, esta moda no terminaba de ser bien vista por determinadas mentalidades, contrarias a unas diversiones que consideraban “elegantes, cultísimas pero perfectamente inútiles”. Asturias no sería una excepción, y no faltaban en la prensa opiniones en este sentido. En junio de 1902, en el diario El Comercio, un articulista se felicitaba de que los jóvenes gijoneses se mostrasen infranqueables a esas invasiones “modernistas”. Y señalaba:

«Nuestra juventud, bien entendido que me refiero a la de la burguesía y aun a la de la nobleza, salvo muy raras excepciones hace algo, no tiene ocios, ejercita sus actividades en el bufete, en el foro, en la oficina, en la fábrica, allí donde hace falta el concurso del trabajo, ejercicio el más noble, la mejor gimnasia del alma y del cuerpo.  Dirásenos a los gijoneses que no tenemos una «juventud dorada»  ¡Puede ser! Nuestros jóvenes tal vez no sepan vestir un smokin, tirar el florete o jugar una partida de foot-ball. Pero dudo yo de que los nombres de los más distinguidos sportmans se pronuncien en España entera con la admiración que el mundo de las letras, que el de la Banca y el de las grandes empresas; el mundo del trabajo, en sus diferentes manifestaciones, en fin, pronuncia los de muchos jóvenes asturianos, principalmente gijoneses (sic)«.

 “¡No tenemos tiempo para divertirnos!” era el revelador mensaje con el que finalizaba su alegato.

Pese a los deseos de los más inmovilistas, la cultura deportiva se extendía imparable y el tiempo de ocio de los más privilegiados lo ocuparían variadas actividades recreativas, en las que el ejercicio físico ostentaba un lugar predominante. En el Principado este movimiento se mostró en toda su dimensión a lo largo de 1903, año en el que se vivió una auténtica eclosión de los sports.

Como había señalado el secretario de la Unión escolar en los Anales de la Universidad de Oviedo (véase Cuadernos nº64), el equipo de fútbol universitario había logrado arraigar el deporte del balón en la capital. En efecto, ya en marzo de 1903 aparecía en El Correo de Asturias la noticia de la inminente constitución de un nuevo club:

  “Según hemos oído asegurar, los alumnos de cuarto y quinto año del Instituto de esta ciudad de Oviedo, proyectan fundar un centro dedicado al juego del football, para cuyo efecto han decidido nombrar su junta directiva”.

Sabido es que en el acto inaugural de la Unión Escolar ovetense habían estado presentes profesores de Instituto, por lo que resultaría natural que los alumnos de secundaria intentaran emular a sus «mayores». ¿Fue éste el germen del equipo que, apenas un mes más tarde, se ejercitaba para preparar debidamente su presentación en el Campo de Maniobras? Lo cierto es que en El Carbayón del 4 de abril se anunciaba la disputa de un match de foot-ball que tendría lugar el día siguiente, domingo, entre dos teams del Foot-Ball Club Ovetense. De lo que no cabe duda es de que se trataba de una nueva sociedad, a tenor de lo manifestado por el gacetillero, que había sido invitado a presenciar los ensayos previos al choque:

“(…) Nos complacemos en manifestar la admiración que nos ha causado la destreza y resistencia de los jugadores, los cuales son en su mayor parte neófitos en este juego y creemos que los socios del Foot-Ball Club darán una gallarda muestra de energía física de nuestra juventud”.

Llegado el día, el proyectado match resultó un pequeño acontecimiento social (algo que se convertiría en tónica habitual durante la primera década del siglo XX), acudiendo distinguidas familias de la “buena sociedad ovetense” a presenciar el espectáculo, algunas llegadas en coche, para las que la sociedad organizadora había dispuesto sillas y bancos a tal efecto. Los miembros del primer equipo asturiano representativo de una ciudad formaron dos bandos, los azules, capitaneados por el señor Rubín, y los encarnados, a las órdenes del señor Fernández Quirós, actuando como referee el sr. Buylla Godino. Para la historia quedan las alineaciones de ese primer encuentro: Quirós, Colubi, Sampedro (O. y E.), Meana, Guerra, Peón (L.), Areces, Ramos, Eguíbar y Zaloña integraban el red team; mientras que Rubín, Vallado, Buylla (P.), Escandón, Montes, Ibáñez, Peña, A. Victorero, Bernardo, Pelayo y Mendoza Cortina actuaban en los blues. El partido finalizó con empate a un tanto, obra de Rubín para los azules y producto de una combinación entre Quirós y Ramos para los rojos, siendo los capitanes de ambos cuadros los jugadores más destacados, lo que no dejaba de resultar significativo.

Una semana después los socios del F.C. Ovetense, invitados por uno de sus compañeros, Rodrigo Uría, a la finca que su padre, diputado por Infiesto, tenía en Nava, volverían a vestirse de corto. En esta ocasión no habría goles entre azules y encarnados.

Muchos años después la prensa recogía los recuerdos de algunos de estos pioneros, siempre tamizados por el paso del tiempo, proporcionándonos información de sumo interés. En la entrevista realizada a Plácido Álvarez Buylla en la revista Estampa en 1936, el ministro de Industria, al referirse a sus comienzos deportivos, señalaba:

(…) El Oviedo F.C., que era el equipo de la población en que nací, fue el que me acogió en su seno y en el que medí mis fuerzas primeramente. Me indujo a ello un muchacho que había venido de Inglaterra, donde pasó una temporada, y de donde regresó convertido en uno de los más entusiastas aficionados al deporte del fútbol.

Aquel muchacho fue levadura que había de servir para formar un núcleo de amantes del fútbol, entre los cuales yo me contaba (…)”.

«Perico» Rubín, con el uniforme de Hampstead.

«Perico» Rubín, con el uniforme de Hampstead.

Este muchacho no era otro que Pedro Rubín Faes, quien había estudiado en Hampstead, descollando en el equipo del colegio, especialmente en la faceta anotadora. A su regreso a la capital del Principado, su pasión por el deporte del balón le llevaría a intentar despertar el interés por dicho sport entre sus amistades y conocidos. Seguramente atraído por la incipiente efervescencia futbolística de la capital, no tardaría en introducirse en los círculos universitarios y estudiantiles con el fin de dar el impulso definitivo que llevase a la constitución de un club de football. Contaría con el concurso de otros decididos partidarios, como Santiago de la Riva, quien había trabado contacto con el juego mientras estudiaba en Suiza. Y desde luego con la total colaboración de los socios de la Unión Escolar Ovetense, muchos de los cuales integrarían las filas de la nueva sociedad.

Otro miembro de la saga de los Álvarez-Buylla, Vicente, hermano menor de Plácido, quien al igual que éste militó en las filas del Madrid F.C., dejaría escrito que los estudiantes de Instituto formaban el cuadro infantil del Foot-Ball Club Ovetense, en cuyas filas había jugado mientras cursaba primero de bachillerato. El primer equipo estaría compuesto por universitarios en su mayoría, sobre todo de la Facultad de Derecho, aunque también se alineaban elementos ajenos al ámbito estudiantil.

El 10 abril de 1926 en las páginas de La Voz de Asturias se recordaba a aquellos precursores del fútbol en la ciudad en un interesante artículo, del que rescatamos el siguiente párrafo:

 “En un rincón del local que en la calle del Matadero, hoy Marqués de Gastañaga, ocupaba la Unión Escolar, fundaron su Club. Un armario les servía para guardar el material: un biombo para hacerse la ilusión de que en la loca algarabía de las reuniones estudiantiles, ellos eran algo aparte. No contaban con nada más que sus propios medios. Tenían que comprarse su equipo, pagarse sus desplazamiento y las sillas de la Asociación de Caridad que en el Campo de Maniobras colocaban a lo largo de la línea de faut, y en las que unas cuantas señoritas se solían ver en el compromiso de pasar dos horas bostezando ante los incomprensibles ardores de unos chicos que en traje… impropio, andaban a trompazos y patadas. Para que no faltara nada, hasta los mismos jugadores tenían que cargar con los palos de las desmontables porterías, armatostes que se guardaban una vez terminado el encuentro en una de las casas de los alrededores de aquel improvisado stand de juego”.

Peripecias que, inevitablemente, compartirían los correligionarios que, muy pronto, habrían de surgir en las vecinas villas de Gijón y Avilés donde, al igual que en Vetusta, serían estudiantes retornados del extranjero quienes impulsaran la formación de las primeras sociedades deportivas.

El día 8 de julio, en El Noroeste, aparecía la primera noticia futbolística de ámbito local en la prensa gijonesa. Se percibía el auge de las agrupaciones recreativas, porque se encontraba  junto a otra en la que se informaba de la inminente organización de una sociedad de caza. En la nota se indicaba:

Varios jóvenes de esta villa organizan diariamente partidas de foot-ball en el prado Redondo, al lado de la carretera del Obispo, prestando con tal motivo gran animación a aquel lugar, donde todas las tardes concurren muchos curiosos”.

Estos primeros escarceos no tardarían mucho en fructificar, y lo harían a lo grande. Porque a principios de agosto se informaba de la constitución del que puede ser considerado como primer club polideportivo fundado en Asturias, el Gijón Sport-Club. Una asociación que, aunque vertebrada en torno al fútbol, se encargaría de practicar y difundir variadas modalidades recreativas.

Es de justicia señalar el gran acogimiento que la flamante sociedad tuvo en los periódicos (donde confluyen siempre mentalidades contrapuestas). En el diario El Comercio, donde apenas un año antes se trivializaba la práctica de los sports, se congratulaban ahora por la creación de la primera agrupación deportiva en la ciudad en un brillante artículo en el que se equiparaba la educación física con el progreso. El autor, profesor de Gimnástica en el Instituto Jovellanos, bajo el título de «Gijón Sport-Club», exponía:

Así se titula una sociedad deportiva recientemente creada en esta población.

¡Eureka! ¡Hosanna! ¡Aleluya!…

¡Surgió, al fin, Biblis!

Quien conozca el famoso desnudo del genial Chantron, podrá comprenderme. Dícese que representa a Biblis, la hermosa hija de Mileto, enamorada locamente de su hermano Cauno, en el momento en que sin fuerzas ya para perseguirle, cae al suelo rendida… Laceradas sus mórbidas carnes; desgreñada su hermosa cabellera; angustiosamente entreabiertos sus labios; la mano izquierda crispada sobre los ojos, con todo el nerviosismo del deseo anhelado y no satisfecho; el otro brazo extendido con negligencia y brotando de la diestra el cristalino manantial en que la convirtieron las compasivas Náyades… tal es el lienzo y tal la mitológica fábula en que se cree inspirado.

Y sin embargo no hay tales carneros.

Chantron, sportman hasta con los pinceles en la mano, fue más allá (o más acá, si así se quiere), y buscó en el moderno simbolismo auras que poetizar con su paleta… Aquella escultural mujer no es Biblis; sino la Educación física; ni Cauno es otro que el Progreso; ni el manantial es otra cosa que la fértil corriente pedagógica integral y cíclica que informar debe todo plan de enseñanza.

En efecto: la educación del ser en cuerpo y alma, va tras del Progreso de las naciones, persiguiendo su anhelo, el de la regeneración social, como Biblis tras de Cauno. Loca de amor por él, nada le arredra en su persecución: ni lo incestuoso del parentesco. Porque no hay duda; ella y él son tan hermanos como los hijos de Mileto… Nace el progreso del adelanto y perfeccionamiento: como la educación física. Lo mismo. El origen es común… Sólo que el Progreso corre y corre en alas de su propio engreimiento, y va dejando atrás ¡ingrato! a la pobrecita Educación, que rendida ya, cae al suelo sin fuerzas, aherrojada en el camino… Girones y solo girones de sus carnes son los sports que aquí, allá, acullá suelen servir de meta a las aspiraciones del hambre docente. Y la observación, la experiencia y la luz de la Verdad, gentiles Náyades de la Historia, convierten a la víctima en raudo caudal de mana, si ella bebiese en fuente tan pródiga.

Pero ¡ya se ve!… Solamente humedecemos los labios… y aquí, ni un tanto. Gimnástica más o menos razonada en el Instituto de Jovellanos; esgrima en el salón particular de Merlini… y basta; porque el ciclismo, no es ciclismo; el automovilismo, patrimonio de cuatro acaudalados; y el Foot-ball, el Rowing sport, el Skatin-team, el Yachting, el Cricket, el Lawn-tennis, el Ping-pong, el Match-box, etc… etcétera, cuentos de hadas en Gijón… y con eso, con nada más, preténdese conseguir el summum de equilibrio psicofísico a que es acreedor todo hombre en su dualista aspecto vital. ¡Con eso nos embromamos a nosotros mismos creyendo alcanzar el grado de perfectibilidad que nos corresponde! ¡Con eso basta al parecer! (…).”.

La presentación en sociedad de Gijón Sport-Club se produjo el 12 de agosto con un festejo ciclista en pleno centro de la ciudad, en el Paseo de San José, levantándose dos tribunas en los laterales de la pista habilitada por los socios de la entidad, además de cerrar el paso del público otras dos hileras de sillas. Al evento, como no podía ser de otro modo, acudieron las más distinguidas familias de la ciudad, ocupando las tribunas las señoras y señoritas y las sillas los jóvenes y las familias. La banda municipal de música amenizaba la fiesta.

El público aplaudía cada vez que un campeón lograba hacerse con una de las cintas, que habían sido bordadas previamente por varias de las señoritas presentes, circunstancia que habría de convertirse en una constante durante estos primeros tiempos del sport, en los que el papel de la mujer debía limitarse a ocupar una localidad, observar el desarrollo de los acontecimiento y, si acaso, agasajar a los vencedores. Merecen consignarse los nombres de los primeros triunfadores que, por este orden, fueron: Manuel García Cuervo, Rafael Suárez, Alberto Fernández y Vicente Sánchez.

El festejo sufriría un final abrupto al hundirse el tablado del kiosco de madera, donde aparte de los músicos se había subido casi un centenar de personas, muchachos en su mayoría. No hubo que lamentar heridos, pero la confusión reinante aconsejó cancelar el resto de la competición.

Luis Adaro, el primero de pie por la derecha, en el equipo del Chateau Lancy (1898)

Luis Adaro, el primero de pie por la derecha, en el equipo del Chateau Lancy (1898)

Como puede presuponerse, los miembros del Sport-Club pertenecían a la alta burguesía gijonesa, y algunos de ellos ya habían jugado al fútbol mientras estudiaban en el extranjero. Luis Adaro Porcel, que había cursado estudios de ingeniería en Suiza y Alemania, fue uno de los principales introductores del deporte del balón. En el equipo escolar de Chateau de Lancy, colegio cerca de Ginebra, había dado sus primeros puntapiés. Otros, como los hermanos Isaac e Ismael Fernández (futuros Figaredo[1]), tras culminar sus estudios universitarios en Lieja (Bélgica) regresaron como entusiastas sportsmen.

Que las relaciones entre la juventud regional era fluida y los intereses comunes lo demuestra el hecho de que sólo cinco días después, el 17 de agosto, se disputaba el primer partido entre ciudades. En el «prado Redondo», situado en la zona del Humedal, se enfrentaban el equipo local y el F.C. Ovetense, oficiando Francisco Marrodán, presidente del Sport-Club, como juez de la contienda. El triunfo sonrió a los de casa por un ajustado 2-1, con tantos de Rodríguez e Isaac Fernández para los de Gijón y de Santiago para los de Oviedo. Las alineaciones de ambos cuadros fueron las siguientes:

Gijón Sport-Club: Eduardo Prendes, Castrillón, Gilledo, Moré, García, Rodríguez, Mencía, Ismael Fernández, Adaro, R. Alvargonzález e Isaac Fernández.

Foot-ball Club Ovetense: Los tres colubis, Mori, Meana, Guerra, Bernardo, San Pedro, Ovidio, Rubín, Uría y Santiago.

En la crónica del match, publicada en El Comercio, se informaba de que el público había salido muy satisfecho, haciendo votos por nuevos festivales del mismo género.

Antes de la devolución de visita, que habría de coincidir con las fiestas de San Mateo, un mes más tarde, la sociedad gijonesa tuvo tiempo de organizar un entretenido espectáculo en la plaza de toros de El Bibio. Una competición ciclista, una carrera a pie y una «partida de foot-ball» dieron lustre al evento, que finalizó con una carrera de burros con obstáculos que haría las delicias del respetable.

El Foot-Ball Club Ovetense en 1903. De arriba abajo y de izquierda a derecha forman: Manuel Navia Osorio, Luis Navia-Osorio y Victorero. Lorenzo Campa, Meana y Alejandro Ceballos. Enrique Ramos, Santiago de la Riva, Pedro Rubín, Ovidio Pelayo y Arturo Bernardo

El Foot-Ball Club Ovetense en 1903. De arriba abajo y de izquierda a derecha forman:
Manuel Navia Osorio, Luis Navia-Osorio y Victorero. Lorenzo Campa, Meana y Alejandro Ceballos. Enrique Ramos, Santiago de la Riva, Pedro Rubín, Ovidio Pelayo y Arturo Bernardo

Finalmente, el 15 de septiembre, los equipos de Oviedo y Gijón volvieron a verse las caras, esta vez en el campo de maniobras de la capital, para disputar lo que algunos tildaron pomposamente como Campeonato de Asturias. El empate a cero final no deslució el espectáculo, que fue seguido por numerosa concurrencia. Al final del choque los socios del club local obsequiaron a sus contrincantes y a varios jugadores de Avilés, que habían presenciado el partido, en el local de la Unión Escolar.

De esta forma, haciendo mención a los representantes de otra ciudad, se nos daba a conocer la existencia de una nueva agrupación deportiva, esta vez en Avilés. Allí, las inquietudes de Ramón Fernández-Arenas, quien tras retornar de Estados Unidos impartía clases de inglés y contabilidad en una academia, habían hecho surgir un pequeño núcleo de aficionados al baseball. Ramón había estudiado en varios colegios del estado de Nueva York, y había tenido la oportunidad de practicar diversos sports, como el patinaje sobre hielo, el béisbol o el Rugby football. Diversas circunstancias impidieron que el deporte más popular en Norteamérica prendiera en la ciudad, lo que no fue óbice para que los afanes deportivos de este grupo de entusiastas les animara a embarcarse en un nuevo proyecto, que esta vez sí cristalizaría. Mucho tuvieron que ver en ellos dos jóvenes que acababan de regresar de Inglaterra, Eusebio Abascal y Jesús Gutiérrez, conocedores del juego del fútbol. Eran primos, el primero de ellos nacido en Liverpool, y habían traído consigo no sólo un balón sino también un reglamento del Foot-ball Association.

En la prensa de la época encontramos constancia de este cambio de rumbo. Así, el 20 de septiembre, en El Progreso de Asturias, se indicaba:

Los jóvenes que componen el Club de Sport Base Ball, hace días que están ensayando el Foot Ball para jugar un partido con sus compañeros de Oviedo y Gijón”.

En breve espacio de tiempo se celebró una asamblea constituyente en la que se formaría una directiva interina, bajo la presidencia de Alberto Solís Pulido, dando origen a una nueva sociedad que, con el nombre de Avilés Sport-Club, habría de contar con sede, gimnasio y campo de deportes; tarea a la que se dedicaron de inmediato con notable éxito.

El 11 de octubre de ese mismo año se estrenaría la novel asociación, organizando el primer partido de fútbol celebrado en la villa del Adelantado. El rival no fue otro que el Foot-Ball Club Ovetense, y el encuentro fue muy disputado pese a no moverse el marcador. Las alineaciones de este histórico choque, jugado en el campo de El Carnero, fueron las siguientes:

Avilés: Ramón Fernández-Arenas; Ibarra, Carreño; Hevia, Gutiérrez, Isaac Fernández; Villamil, Bustelo, Abascal, Panizo y Orobio;

Oviedo: Luis Navia-Osorio; Meana, Manuel Navia-Osorio; Campa, Ramos, Ceballos; Gallego, Riva, Rubín, González y Pelayo;

Una semana después se producía la devolución de visita en el ovetense campo de maniobras, con el arbitraje del Sr. Montes al igual que en el primer choque. En esta ocasión el conjunto ovetense se impuso por dos tantos a cero.

Asturias205Todavía antes de finalizar este año, lleno de acontecimientos deportivos, habría noticia de una nueva sociedad asturiana de foot-ball, con la peculiaridad de que en este caso se había constituido fuera de la región. En El Carbayón del 23 de noviembre se daba cuenta de la directiva y el primer equipo de la «Federación Asturiana», formada por estudiantes universitarios en la capital de España. Nombres y apellidos que en algunos casos eran ya sobradamente conocidos en el panorama futbolístico regional, al formar parte de los distintos clubes deportivos de Asturias.

Pronto empezaría a ser habitual que los jóvenes que cursaban estudios superiores en las universidades españolas o extranjeras se enrolaran en los equipos locales para, al regresar al Principado durante las vacaciones de verano, integrar las filas de los teams de sus ciudades de origen.

Así culminaba un año decisivo en la implantación de los sports en el Principado. Caballerosidad y deportividad habían sido las señas de identidad de las distintas sociedades contendientes, deseosas de estrechar lazos de amistad unas con otras. Sin embargo, los repetidos enfrentamientos comenzarían a generar tensiones y la competencia por premios y trofeos acabaría por desatar las primeras polémicas. La rivalidad regional estaba a punto de comenzar.

 “Referencias”

– Díaz Roncero, Francisco (1936, 4 julio). Yo he sido defensa del Madrid (entrevista a Plácido Álvarez-Buylla Lozana). Estampa (pág. 9-12, 47). Madrid.

– Dwight Whitney, William & Smith, Benjamin Eli (1889). The Century Dictionary. An Encyclopedic Lexicon Of The English Language. Nueva York. The Century Co. http://www.global-language.com/century/

– Fernández Díaz, Melchor (1977). Historia del Deporte Asturiano. Ayalga Ediciones. Gijón.

– Fernández Riera, Macrino (2010). Deporte y Educación Física en Asturias. De los inicios a la Guerra Civil. Gijón. Instituto Rosario de Acuña y Zahorí ediciones.

– Izquierda Rojo, José María (1994, 4 abril). El verdadero origen del fútbol en Oviedo. La Nueva España. Oviedo. http://www.realoviedo.info/origen.htm

– Johnson, Samuel (1792). A Dictionary of The English Language in which the Words are deduced from their Originals, explained in their Different Meanings. Londres. Varios editores.

https://books.google.es/books?id=bXsCAAAAQAAJ&pg=PT7&hl=es#v=onepage&q&f=false

– Rendueles, Alberto y Valverde, Jorge (1995). Avilés y su Fútbol. Un Siglo de Historia. Editorial JVAR. Avilés.

– Sarmiento Birba, Manuel et al. (2001). Un Siglo del Sporting. La Nueva España. Editorial Prensa Ibérica. Oviedo.

Prensa

Los Deportes. Barcelona.

El Comercio. Gijón.

El Correo de Asturias. Oviedo.

El Carbayón. Oviedo.

El Progreso de Asturias. Oviedo.

El Noroeste. Gijón.

Diario de Avilés. Avilés.

La Voz de Asturias. Oviedo.

La Nueva España. Oviedo.

El Español. Semanario de los españoles para todos los españoles.  Madrid.

 


[1] Mediados los años veinte, cambiarían su apellido por el del topónimo Figaredo, parroquia del municipio asturiano de Mieres del que era originaria la familia, y en el que se encontraban las concesiones mineras que su padre empezó a explotar en el S. XIX, origen de la fortuna y el imperio familiar




El “Spanish girl’s club“ de Barcelona. Las pioneras del fútbol femenino español.

Femenino01El 9 de junio de 1914 se jugó el primer partido de fútbol femenino en España entre dos combinados de un club llamado Spanish Girl´s Club, formado en Barcelona y organizado por Paco Brú Sanz (jugador del Barça y empleado del ayuntamiento de Barcelona, futuro seleccionador nacional en Amberes 1920). El presente artículo pretende recuperar la memoria de aquellas pioneras y rendirles un modesto homenaje ahora que se aproxima el debut de la selección española femenina en un Mundial.

Palabras clave: fútbol femenino, Barcelona, historia del fútbol, Paco Brú, Narciso Masferrer, regeneracionismo, feminismo, machismo.

La Unión Ilustrada. 21 de junio de 1914

La Unión Ilustrada. 21 de junio de 1914

Meses antes de que Paco Brú formara este equipo femenino existió otro club en Barcelona cuya directiva estaba formada exclusivamente por mujeres[1], aunque sus jugadores eran varones. Esta experiencia liderada por Brú[2] fue la primera en la que las mujeres tomaban protagonismo en el terreno de juego, se trató además de un club perfectamente organizado que disponía incluso de local en la sociedad «L´Amistat» de la calle Consell de Cent.

Como cabría esperar en la España de 1914 este club de fútbol femenino resultó sorprendente y polémico, y las reacciones en la prensa oscilaron entre el estupor y la simpatía, con algunos comentarios no exentos de machismo y misoginia.

Tras 45 días de entrenamiento y algunos problemas con los padres de las jugadoras por el uniforme y por la exigencia de Brú de que todas se ducharan tras los entrenamientos y los partidos, el entrenador las consideró listas para presentarse en público y el 9 de junio de 1914, a las cinco y cuarto de la tarde, se efectuó el primer partido en el campo del RCD Español. Las jugadoras del Spanish Girl´s Club se dividieron en dos equipos (Montserrat y Giralda) y, con el propio Brú como árbitro, disputaron un encuentro que levantó expectación. Se trató de un partido benéfico a favor de la Federación Femenina contra la Tuberculosis presidido por el Capitán General de la Región general César Víctor Augusto del Villar y Villate, acompañado de su hija.

El Giralda se impuso por 2-1. Ésta fue la crónica de El Poble Català (la más neutra y correcta, con comentarios favorables) el día siguiente, con las alineaciones completas:

Femenino03

Brangulí (autor), (9 de junio de 1914): "Primer partit de futbol femení". Arxiu Nacional de Catalunya. Fons ANC1-42/Brangulí (fotògrafs). Signatura: 026242. Reproducida con autorización.

Brangulí (autor), (9 de junio de 1914): «Primer partit de futbol femení». Arxiu Nacional de Catalunya. Fons ANC1-42/Brangulí (fotògrafs). Signatura: 026242. Reproducida con autorización.

El mismo día 10 El Diluvio publicó esta otra crónica, en la que aparecían comentarios menos afortunados sobre los peinados y sobre el supuesto miedo de las jugadoras cuando el balón les iba al pecho. Se anunciaban partidos en varias localidades catalanas, además de una gira que incluía Palma de Mallorca, Valencia y «Pamplona durante las fiestas de San Fermín»:

Femenino05El 11 de junio aparecía otra crónica en el Mundo Deportivo, ésta aún menos afortunada que las anteriores y repleta de comentarios machistas:

Femenino06Los dos equipos del club (Montserrat y Giralda) prosiguieron con sus partidos amistosos durante la primavera y el verano de 1914. Tenemos crónicas diversas de nuevos encuentros, como el del 11 de junio (empate a uno), por ejemplo esta de El Diluvio el 12 de junio:

Femenino07El 14 de junio en Sabadell (campo del Atlètic): Montserrat 4 – Giralda 1. Con homenaje y ovaciones en la ciudad vallesana incluídos. Crónica de El Diluvio el 17 de junio de 1914:

Femenino08El 21 de junio viajaron a Mataró (campo del Tiro Nacional). El Diluvio informó el 26 de junio de 1914 sin dar el resultado:

Femenino09El 29 de junio disputaron un nuevo encuentro en Barcelona (campo del España) con victoria del Montserrat 2-1.  Informó brevemente El Poble Català el día 30:

Femenino10El 6 de julio de 1914 se disputaría el primer partido de fútbol femenino fuera de la provincia de Barcelona. En Reus (Tarragona) «ante numerosa y distinguida concurrencia»: Giralda 2 – Montserrat 0. Informó La Vanguardia el 7 de julio de 1914.

Femenino11No tenemos más noticias del Spanish Girl´s Club. Parece que se negoció la posibilidad ya apuntada de que jugaran en Pamplona un partido que serviría para inaugurar el nuevo campo del Punching Club, pero no se concretó[3]. Según Garcia Castell en agosto de 1914 debían iniciar una gira por el sur de Francia que se abortó por el estallido de la Primera Guerra Mundial, llega a afirmar Garcia Castell que «Después de Bélgica, fueron las primeras victimas de la guerra»[4]. Fue el triste final de este primer club de fútbol femenino en España.

En 1923 el fútbol femenino regresó a Barcelona con la disputa de dos partidos internacionales amistosos Francia-Inglaterra organizados por el Sindicato de Periodistas en beneficio de las «Casas baratas para periodistas». El saque de honor en uno de ellos fue realizado por el siempre omnipresente en eventos y avances deportivos Narciso Masferrer Sala (periodista, dirigente y fundador de clubs y federaciones, divulgador deportivo y olímpico, etc.) Un referente en el regeneracionismo, un auténtico apostol del deporte y la educación física en nuestro país que también apostaba por el deporte femenino. Pese a la presencia de Masferrer (director de Stadium) en los encuentros, la crónica publicada por el periodista Enrique Guardiola en dicha revista el 15 de septiembre de 1923 (Girls contra Mademoiselles. Fiesta deportiva en favor de los periodistas) fue soez, machista y ridícula (incluso para la época) con comentarios de este nivel: «…hemos de confesar que el fútbol no se ha hecho para la mujer y que la mujer no se ha hecho para el fútbol…» , «Nosotros le tenemos horror al marimacho. Y es indudable que el fútbol femenino tiende a la formación del más completo, perfecto, acabado y espeluznante tipo de marimacho…», «(el fútbol) es un deporte al que sin exagerar podríamos calificar de esencialmente antifemenino»…

Ramon Claret y Joan Bert (autores), (1914-1920 ): "kickoff de Narcís Masferrer a un partit de futbol femení".  Arxiu Nacional de Catalunya. Fons ANC1-64/Bert i Claret (fotoperiodistes). Código de Referencia: ANC1-64-N-1712 Reproducida con autorización

Ramon Claret y Joan Bert (autores), (1914-1920 ): «kickoff de Narcís Masferrer a un partit de futbol femení». Arxiu Nacional de Catalunya. Fons ANC1-64/Bert i Claret (fotoperiodistes). Código de Referencia: ANC1-64-N-1712 Reproducida con autorización

Terminaba de esta forma tan penosa una aventura futbolística femenina avanzada a su tiempo en decenios que no debe ser olvidada. Hasta noviembre de 1980 la RFEF no reconocería al fútbol femenino y aún queda un largo recorrido por hacer en matería de igualdad. Pero todo largo camino se inicia con un tímido paso como el que dieron Paco Brú y las chicas del Spanish Girl´s Club de Barcelona en aquella primavera-verano de 1914. Un camino que de momento ha llevado a las futbolistas españolas hasta el Mundial de Canadá.

Caras y caretas. 11 de julio de 1914

Caras y caretas. 11 de julio de 1914

El Mundo Deportivo. 9 de junio de 2014.

El Mundo Deportivo. 9 de junio de 2014.

Agradecimientos: Arxiu Nacional de Catalunya

Fuentes consultadas: Miserachs, Jaume (2014, 9 de junio): 100 años del primer partido de fútbol femenino. El Mundo Deportivo.

 


[1] Arrechea, Fernando: El Helénico FC de Barcelona. Un equipo dirigido por mujeres en 1913. http://www.cihefe.es/el-helenico-fc-de-barcelona-un-equipo-dirigido-por-mujeres-en-1913/ CIHEFE. Consultado el 25 de mayo de 2015.

[2] Varios artículos posteriores dan protagonismo en esta aventura al jugador-entrenador inglés del FC Barcelona Jack Greenwell, pero no hemos podido confirmarlo. Vid. Garcia Castell, Joan (1968):  Història del futbol català. Aymà S.A. Editora, Barcelona. p.129.

[3] Caspistegui Gorasurreta, Francisco Javier: Entre belleza y salud: los límites del deporte femenino, 1900-1950. http://www.euskonews.com/0283zbk/gaia28302es.html Euskonews&Media . Consultado el 25 de mayo de 2015.

[4] Garcia Castell, Joan (1968): op. cit. p.129.



La llegada del foot-ball a Asturias (I). El primer equipo

Con motivo del centenario de la Real Federación de Fútbol del Principado de Asturias, que se celebra durante el presente año, una exposición itinerante inaugurada en Oviedo el pasado 16 de enero, Cien años de Fútbol en Asturias, recorrerá varios  municipios a lo largo de todo el 2015 (ya se ha podido visitar en Luarca y continuará su periplo por Langreo, Llanes, Siero, Lena, Avilés, Gijón y Tineo). Aprovechando la efeméride, damos inicio a una serie de artículos en los que trataremos de abordar las vicisitudes del deporte del balón en la región durante aquellos primeros tiempos.

Al contrario de lo sucedido en otras latitudes de nuestro país, donde la existencia de núcleos de población foráneos vinculados fundamentalmente con los ramos industrial y comercial fueron los introductores de los juegos de pelota nacidos en los colegios británicos, puede afirmarse que el fútbol llegó a Asturias por vía estrictamente académica; a través de las aulas. Un fragmento del texto que sirve de presentación al libro 100 años del Real Sporting de Gijón (2005) nos permite ofrecer una panorámica de la situación:

Entre el XIX y el XX, a caballo de siglo debió de desembarcar el juego del balompié en las costas asturianas. Llegó como avanzadilla de un nuevo estilo de vida que, procedente de las Islas Británicas, muy pronto arraigaría entre los elementos más jóvenes y ociosos de la burguesía y aristocracia locales. La vida deportiva, la cultura física, venía siendo un elemento de formación indispensable en las Escuelas Públicas[1] inglesas desde finales del siglo XVIII. Y precisamente serían los estudiantes, a través de colegas residentes en las Islas, o de estancias en los internados belgas, suizos, alemanes…, los primeros en practicarlo en la región.

La Universidad de Oviedo jugó un papel determinante en la difusión de los deportes practicados en los colegios anglosajones. Merced a un claustro imbuido del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, bajo el rectorado de Félix de Aramburu, el centro docente daría gran importancia al fomento de la Educación Física como parte de la formación integral de la persona. No en vano, tres de los catedráticos más influyentes de la época —Adolfo Buylla, Aniceto Sela y Adolfo Posada— habían asistido en junio de 1894 al Congreso de París, en la Sorbona, en el que se constituyó el Comité Olímpico Internacional. El llamado «Movimiento de Oviedo» puso a la institución a la cabeza de las universidades españolas por su afán renovador, su adhesión a la libertad de cátedra y su interés por la pedagogía y por la educación física y moral. Como consecuencia de todo ello, en noviembre de 1901 surgía en la capital la Unión Escolar Ovetense, agrupación cultural y recreativa en cuyo seno se fundó el Foot-Ball Club Escolar, el primer equipo de Asturias”.

En efecto, la introducción de las actividades deportivas como complemento necesario y deseable al desarrollo formativo de los alumnos se debió a la tenacidad de un grupo de intelectuales regeneracionistas, tan entusiastas como decididos, que obtuvieron sus cátedras en la Universidad de Oviedo en las últimas décadas del siglo XIX. No es casualidad el que buena parte de los profesores que terminaron integrando el Grupo de Oviedo, asturianos en su mayoría, colaboraran activamente con la Institución Libre de Enseñanza.  Ya en 1886 Adolfo González Posada y Adolfo Álvarez Buylla acompañaron a Giner de los Ríos, Manuel Cossío y otros institucionistas en una excursión pedagógica por Francia, Inglaterra y Bélgica. Y los dos Adolfos junto a Rafael Altamira, Aniceto Sela o Leopoldo Alas Clarín, entre otros, participaban asiduamente en el Boletín que publicaba la entidad madrileña con estudios y artículos académicos.

Es obligado recordar que la ILE había sido fundada en 1876 por diversos catedráticos que se desligaron de la Universidad Central de Madrid tras la entrada en vigor del llamado “Decreto Orovio”, que permitía suspender la libertad de cátedra en caso de que atentara contra el régimen establecido, la monarquía o los dogmas de fe (la Restauración había afirmado la confesionalidad del estado). La institución se creó como un centro privado laico, siguiendo los principios del Krausismo (corriente filosófica que propugnaba la libertad de cátedra ante cualquier injerencia de índole religiosa, política o moral), desarrollando su actividad al margen del sistema educativo de la nación, de ahí su nombre. Esta situación se mantendría hasta la primera alternancia liberal, en 1881, año en que mediante Real Orden se derogaba el “Decreto Orovio”, pudiendo regresar a la enseñanza reglada aquellos catedráticos expulsados o dimitidos de sus cargos.

Los impulsores de la ILE propugnaban una reforma pedagógica en toda regla, considerando la educación elemental y la secundaria como partes de un mismo proceso, continuado, que habría de desembocar en los estudios universitarios. Abogaban por la modernización de los métodos de enseñanza, que debía ser mixta y centrada en la formación integral del alumno. Este último punto quedaría reflejado en los Principios Pedagógicos que Manuel Cossío redactara en el Prospecto de 1908, dando cuenta de los preceptos que venían animando a la institución desde sus inicios: “Trabajo intelectual sobrio e intenso, juego corporal al aire libre; larga y frecuente intimidad con la Naturaleza y con el arte”.

No es extraño pues que los juegos de pelota de los centros educativos anglosajones fueran tomados como referencia por los rectores de la ILE a la hora de impulsar la cultura física entre sus estudiantes. Requerían de un esfuerzo conjunto en pos de la consecución de un objetivo, debiendo superar además a un adversario, todo ello sujeto a unas normas preestablecidas. Resulta evidente las ventajas en todos los órdenes que dichas actividades recreativas podían suponer para los jóvenes, aparte del desarrollo corporal: cultura del esfuerzo, trabajo en equipo, disciplina, respeto, sociabilidad… sin olvidar la diversión claro.

Abundando en la relación entre Madrid y Oviedo que venimos significando, vamos a citar un párrafo del libro Elogio de la inquietud (1923), cuyas tesis siguen de absoluta actualidad, escrito por el gijonés Ernesto Winter Blanco, ingeniero, humanista y pedagogo, primer director del Orfanato Minero de Oviedo durante los años treinta, quien trabó contacto con la ILE mientras realizaba estudios de arquitectura en la Universidad Central de Madrid:

“[…] Hace unos 30 años, el Sr. Cossío, de la Institución Libre de Enseñanza, trajo a España el primer balón de foot-ball. Recuerdo haber visto jugar a Cossío y a D. Francisco Giner, siendo portero de un campo el Sr. Altamira. Mucho después se generalizó ese juego, ganando en eficiencia y eficacia, perdiendo en ingenuidad y finura”.

Conviene señalar que, si bien está documentado el hecho de que desde 1889 profesores y alumnos de la ILE venían celebrando partidos de fútbol los domingos por la mañana, bastante más arriesgado es consignar la identidad de la persona que introdujo el primer balón en nuestro país, ni siquiera en Madrid (véase La aguja del pajar. El origen del fútbol en Madrid, de Víctor Martínez Patón y Luis Javier Bravo Mayor, Cuadernos de Fútbol nº 47, y Stewart Henbest Capper, arquitecto del deporte madrileño, de Luis Javier Bravo Mayor, nº 60), no obstante, la presencia de Rafael Altamira jugando de portero en la capital junto a Cossío y Giner de los Ríos no deja de resultar significativa.

Los catedráticos de la Universidad de Oviedo dieron muestras de su interés por los deportes desde un primer momento, llegando a crear un club de velocipedistas con profesores y alumnos. En 1885 Adolfo Buylla publicaba en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza una reflexión sobre la Educación Física y Moral en las Universidades[2], y Adolfo Posada en su libro Ideas Pedagógicas Modernas (1892) hablaba de los magníficos “parques de juego” de Oxford y de la importancia que la práctica de las diversas disciplinas atléticas ofrecía a la hora de establecer un programa educativo equilibrado. Por su parte, Aniceto Sela ponía de manifiesto esta idea de forma contundente en su Discurso de Apertura al Curso 1892-93:

A los profesores toca impulsar la organización de ejercicios físicos de todas clases, y de juegos corporales al aire libre, que son los que con preferencia recomienda la higiene. Necesitan aquí, como en todo, predicar con el ejemplo; juzgar ellos los primeros… y si alguien se sonriera de oírme preconizar esta «degradación» de la respetable toga, cuente que en Inglaterra (bien que se trata de un país insignificante y atrasado) para ser Rector de una Universidad, no vale a veces tanto poseer una alta reputación científica, como saber jugar el criquet”.

Cartel del Congreso Internacional de París

Cartel del Congreso Internacional de París

La presencia de los tres catedráticos asturianos en el Congreso de París, en las jornadas que dieron origen al Movimiento Olímpico Internacional, no es sino una constatación más de su interés por el fomento de los deportes, aunque debe consignarse que su presencia en el mismo fue testimonial y puramente accesoria. No iban en representación de España como adalides de un futuro Comité Olímpico nacional, ni probablemente el aspecto competitivo entre naciones, ciertamente alejado de la visión pedagógica y formativa que les animaba, despertara en ellos más que curiosidad y acaso el anhelo de que sirviera de estímulo para la definitiva consolidación de la educación física (véase Los profesores asturianos en el Congreso de 1894. Su testimonio por Fernando Arrechea. Olimpismo. Abril de 2012). En realidad, acudieron a Francia comisionados por el gobierno español, sin cobrar un duro por cierto, para “estudiar la cuestión de los exámenes[3] visitando ministerios, centros educativos y facultades de varias ciudades, además de entrevistarse con personalidades del mundo universitario, intelectual y científico del país vecino, a la par que asistían a cursos y conferencias. Una agenda apretada la suya.

En todo caso, resulta innegable su deseo de acudir al evento a tenor de lo expresado por el propio Adolfo Buylla en la carta de respuesta a la invitación cursada por el barón de Coubertin, secretario general de la Unión de Sociedades Francesas de Deportes Atléticos, a la Universidad de Oviedo (correspondencia que se realizó en francés y cuyas transcripciones figuran en el libro de Ángel M. Magdalena, Los pioneros españoles del olimpismo moderno):

 “(…) Estoy muy interesado por los Deportes Atléticos y por ello deseo vivamente participar en el Congreso. Cuento con llegar a París en la fecha de la reunión del Congreso y le anuncio que me acompañarán los Sres. Posada y Sela, profesores representantes de nuestra Universidad en el Congreso.

Le ruego nos reserve tarjetas de entrada que recogeremos nosotros mismos a nuestra llegada a París (…).”

Aprovechando su estancia en la capital francesa los catedráticos encontraron tiempo para asistir a varias sesiones del Congreso del Sport, aunque sus muchas obligaciones les impedirían tomar parte activa en las deliberaciones del mismo. Resulta curioso constatar el “chasco” que se llevaron con Coubertin y algún otro de los impulsores del renacimiento de la educación física en Francia, como reconocía el propio Adolfo Posada al repasar aquellas jornadas en un artículo publicado en la revista La España Moderna. Esperaban encontrarse con todo un sportman y para su sorpresa se toparon con un hombre bajito, de rasgos delicados y escaso porte atlético.

La Universidad de Oviedo en la lista de delegados presentes.

La Universidad de Oviedo en la lista de delegados presentes.

Ya de vuelta en el Principado los académicos recibieron con agrado los diplomas conmemorativos del Congreso Internacional para el Restablecimiento de los Juegos Olímpicos, remitiendo a su vez una carta de agradecimiento al barón, redactada en esta ocasión por Aniceto Sela:

“(…); el Sr. Posada y yo le agradecemos mucho este grato recuerdo que conservaremos con la mayor estima. Le enviaré al Sr. Giner el suyo a Madrid, donde reside.

No hemos recibido el del Sr. Buylla (Adolfo), miembro, como nosotros, del Congreso, aunque él asistía en su propio nombre. Le agradaría mucho recibirlo, y si tuvieran diplomas corporativos, nuestra Universidad de Oviedo colocaría el suyo en un lugar de preferencia.

Le agradecería asimismo me enviara las conclusiones adoptadas por el Congreso, con el fin de poder elaborar un artículo para los periódicos españoles y redactar un informe de nuestra comisión que, por falta de tiempo en París, no podríamos realizar sin su valiosa colaboración…

Sin embargo, pese a figurar en la vanguardia del movimiento deportivo internacional, la presencia de los profesores universitarios en la cumbre parisina no sirvió para que en nuestro país se viviera un fomento de los sports. A lo sumo, el gobierno introducía la Educación Física en la enseñanza secundaria de forma experimental, creando las cátedras de Gimnástica Higiénica en los Institutos (1893), consistente en la realización de ejercicios corporales, materia que debía impartirse en las dos primeras horas de la mañana. Los deportes no encontraban acomodo en el sistema educativo. Ni siquiera en el Principado tuvo mayor relevancia la aventura olímpica, como refleja Macrino Fernández Riera en su obra Deporte y Educación Física en Asturias (2010):

“(…) Muy bien. En los archivos estos tres ilustres catedráticos asturianos en la trascendental cita parisina, génesis de las olimpiadas modernas. Pero, ¿puede afirmarse que su presencia en tan importante evento tuvo alguna trascendencia para la difusión y el desarrollo del deporte en Asturias? Pues no parece que tuviera mucha, pues a su vuelta las cosas siguieron, más o menos, donde estaban. Baste como ejemplo decir que no consta que las novedosas clases de Gimnástica que se impartían en el Instituto, íntimamente unido a la Universidad no solo por la autoridad que sobre él tenía el rector, sino también porque estaba instalado en sus propias dependencias, sufrieran algún tipo de modificación, ni en sus objetivos, ni en sus contenidos (…).

(…) Acaso volvieran los tres con renovados deseos de aumentar entre los asturianos la nómina de prosélitos ganados para el sport, pues no en vano habían asistido, junto a las más destacadas personalidades del deporte mundial del momento, al acto fundacional del moderno movimiento olímpico. En todo caso, poco más podían hacer que lo que ya habían hecho con anterioridad a su estancia parisina: escribir acerca de las bondades que la práctica deportiva reservaba en lo tocante a la educación de las nuevas generaciones y animar a los estudiantes a formar clubes o asociaciones que, al estilo de las existentes en las universidades inglesas, promovieran el excursionismo o la práctica del foot-ball entre sus integrantes”.

Pero, sin duda, el gran salto adelante del claustro universitario ovetense se produjo en 1898 cuando, con Clarín al frente del rectorado, se decidió a adaptar al medio burgués de la capital asturiana, conservadora y provinciana como tan colosalmente retratara Leopoldo Alas en La Regenta, la Extensión Universitaria (University Extension) que con tanto éxito se venía practicado en Inglaterra. La nueva experiencia se inició con los cursos populares para obreros (seguidos con avidez por los asistentes, a decir de Posada). Después vendrían todo tipo de cursillos y conferencias, las clases experimentales, la consolidación de las Colonias Escolares veraniegas para niños de escasos recursos (que ya venía organizando la Universidad desde 1894), las excursiones de carácter cultural o recreativo,… hasta que en 1901 los sports se introdujeron formalmente en el ámbito universitario.

Consultando los Anales de la Universidad de Oviedo, en concreto el tomo referido al curso 1902-03, encontramos un capítulo dedicado por entero a una agrupación cultural y recreativa, la Unión Escolar Ovetense, escrito por el alumno, y secretario de la misma, Leopoldo Méndez Saavedra. Por su interés, lo reproducimos en su totalidad:

“LA UNIÓN ESCOLAR OVETENSE

Fundación y Organización

Con el lema Unión y cultura, y siguiendo el ejemplo dado por otras Universidades, se creó la Unión escolar Ovetense, a principios del curso de 1901 a 1902.

Asturias03Fueron los iniciadores de tan loable asociación estudiantil, en primer lugar, algunos señores catedráticos; y en segundo término, varios estudiantes que, con verdadero y laudable ahínco, llevaron sobre sí la tarea no fácil de allegar recursos para poner en práctica la «asociación de la clase escolar ovetense».

Tras muchas vicisitudes, que no son del caso señalar, la comisión organizadora vio sus esfuerzos compensados, y la idea que con cariño fue acogida por el pueblo de Oviedo, tuvo su realización. A fines de Noviembre de 1901 se verificó la apertura de la Unión escolar Ovetense, en acto solemne que presidió, por ausencia del ilustre rector del primer centro docente asturiano, Sr. Aramburu, el catedrático de Derecho civil Sr. D. Fermín Canella y Secades, y a cuya mayor brillantez contribuyeron la presencia de la mayoría de profesores de la Universidad e Instituto, y gran número de particulares amantes de toda obra que signifique cultura y unión.

Fundada la Unión escolar era preciso que sus fines fuesen conocidos y su organización encaminada a cumplirlos eficazmente. A este objeto fue formulado, discutido y aprobado su Reglamento, en el que aparecían reflejados los fines principales que había de desenvolver la Sociedad; era el primero y más importante el educativo; el segundo y secundario, el recreativo.

En cuanto a la organización de la Unión escolar Ovetense, se halla basado en las de otras sociedades hermanas existentes, como las de Madrid, Barcelona, etc. Al frente de la Sociedad se halla la Junta directiva, formada por elección y con elementos de las diversas Facultades existentes en nuestra Universidad.

Las atribuciones de la Junta directiva que conciernen a la dirección y administración de la Unión escolar, se hallan limitadas por la Junta general, o reunión de la mitad más uno de los socios, cuya decisión es necesaria para tomar acuerdos de capital importancia a la Sociedad.

La Junta directiva, compuesta de presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y tantos vocales como grupos, por cursos, haya en la Universidad, se renueva todos los años y sus miembros pueden ser reelegidos.

Trabajos.

A desenvolver los fines educativo y recreativo, objeto de la Unión escolar Ovetense, se dedicaron con atención preferente las Juntas directivas que han estado al frente de la Sociedad nacida bajo tan buenos auspicios.

El fin educativo, que fue siempre atendido, se cumple mediante Conferencias y Lecturas que algunos, muy pocos, señores socios, sin pretensiones de ningún género, y sólo con el fin de soltarse a hablar ante público y ampliar estudios solamente tocados en la cátedra, por la brevedad de los cursos, dan semanalmente. Estuvieron estas Conferencias, a las que asistía numeroso e inteligente público, a cargo de los Sres. Buylla, Sicardo, Ladreda, Martínez y el que esto escribe.

Desde otro punto de vista y para cumplir el fin que examinamos, se creó la biblioteca, que poco a poco han ido formando, con donativos valiosos, muchos profesores y algunos particulares y socios protectores de la Unión escolar Ovetense.

Asturias04Es digno también de notar, y produjo resultados satisfactorios, el Certamen Científico-Literario, organizado por la Unión general en el curso de 1902 a 1903, con objeto de fomentar la cultura entre la clase escolar y cumplir de tal suerte su fin educativo. Con la cooperación de los diversos centros docentes de Oviedo se hizo, y el número de trabajos recibidos, algunos notables, demostraron la necesidad de que estos certámenes se repitan y amplíen.

Por lo que respecta al fin recreativo de la Sociedad, se cumple acaso mejor que el educativo, sin que éste deje, como por lo escrito se nota, de manifestarse. La formación de un gimnasio bastante completo; la creación del «Foot-Ball Club Escolar», que funciona activamente y ha logrado arraigar ese sport en Oviedo, y el establecimiento de cuantos juegos no prohíben las leyes, muestran cuánto se ha hecho por cumplir a la perfección el fin de que hablamos.

Propósito.

Mucho ha hecho la Unión escolar Ovetense en los años que cuenta de vida, pero mucho le queda por hacer, según entiendo, para que su creación quede justificada y su nombre vaya unido a algo útil y grande.

Campo de acción no falta nunca para hacer el bien y en sus fines éste va envuelto. Tampoco se achaque su inacción a falta de medios, que nunca faltarían si se buscasen con ahínco. Falta tan sólo una voluntad decidida y constante de realizar con toda la mesura necesaria, pero sin pararse, todo lo que cumpla al fin y carácter de la asociación creada. Esperemos que esto se cumplirá en plazo breve, ampliando el actual campo de acción de la Unión escolar«.

Del funcionamiento de la Unión Escolar sabemos que, como todo centro universitario, cerraba sus puertas durante el verano para abrir de nuevo con el comienzo del curso. Y también que pronto dispuso de un local social, en la calle Marqués de Gastañaga, que se convertiría en lugar de reunión habitual de los primeros sportmen ovetenses.

Con respecto a las actividades del Foot-Ball Club Escolar, contamos con un testimonio en primera persona de indudable relevancia. En julio de 1936 la revista Estampa publicaba una amplia entrevista con el entonces Ministro de Industria de la República, D. Plácido Álvarez-Buylla Lozana (hijo del catedrático Adolfo Álvarez Buylla), en la que se recogía su amplia trayectoria futbolística. En la misma, al echar la vista atrás para recordar sus inicios balompédicos en la capital del Principado, mezclaba los recuerdos de su paso por el club universitario y los de su posterior estancia en las filas del F.C. Ovetense, llegando a fechar sus inicios en el equipo carbayón “allá por 1900”. Algo comprensible dado el periodo de tiempo transcurrido. De entre sus vivencias, destacamos las referidas al equipo estudiantil:

Asturias05 “(…) La Federación Escolar organizó rápidamente su equipo, y de él formé yo parte, Aquellos muchachos no eran unos virtuosos del balón, pero su buena voluntad, y más su intuición que los conocimientos técnicos, les permitieron ser un equipo difícil de vencer. El señor Álvarez Buylla sonríe recordando aquellos días, y, después de una pausa para encender un cigarrillo, me dice:

—   ¿Sabe usted quién jugaba algunas veces en el equipo?”

—   ¿Quién?

— Pues nada menos que el ilustre catedrático de Historia, don Rafael Altamira, que entonces era catedrático de la Universidad de Oviedo.

Su presencia en el equipo escolar fue necesaria en algunos partidos, y él no dudó en ayudarnos, poniendo al servicio de todos sus facultades físicas, como diariamente nos ayudaba con sus vastos conocimientos históricos. La diferencia de edad no era óbice para que fuera un refuerzo en el equipo, que tan necesitado estaba de ellos“.

Nos queda la duda de saber cuándo se dio el primer puntapié a un balón de fútbol en los círculos universitarios de la capital. No es improbable suponer que durante la última década del siglo XIX profesores y alumnos pudieran haberse ejercitado con una pelota en cualquier excursión, aprovechando los numerosos prados de la ciudad y alrededores. No parece descabellado a tenor de lo reflejado por Aniceto Sela en el primer volumen de los Anales de la institución, correspondiente al año 1901. Como introducción al capítulo dedicado a dichas excursiones afirmaba que las mismas eran un procedimiento académico de primer orden, en las que el profesor podía no sólo enseñar sino confraternizar con los alumnos, así como dirigir su conducta moral y su educación física: “Los jóvenes que concurren a las aulas universitarias se hallan tan necesitados como los que más de que los lleven al campo, a donde no suelen ir por su propia iniciativa; de conocer las bellezas de la Naturaleza; de respirar el aire puro y saludable; de ejercitar sus fuerzas con juegos y largos paseos a pie, al mismo tiempo que recogen in situ materiales y datos para sus estudios”.

En todo caso, habría que esperar a 1903 para que jóvenes de la alta sociedad asturiana, algunos de los cuales habían estudiado en el extranjero, se decidieran a fundar los primeros equipos de fútbol representativos en Oviedo, Gijón, Avilés, y… Madrid.

“Referencias”

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– Bravo Mayor, Luis Javier (2014, 1 diciembre). Stewart Henbest Capper, arquitecto del deporte madrileño. Cuadernos de Fútbol nº 60. http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2014/12/stewart-henbest-capper-arquitecto-del-deporte-madrileno/

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– Molina Peregrina, Sergio (2011, agosto). Perspectiva evolutiva de la Educación Física en la España contemporánea. Educación Física y Deportes. Buenos Aires, año 16, Nº 159. Obtenido de: http://www.efdeportes.com/efd159/perspectiva-evolutiva-de-la-educacion-fisica-en-espana.htm

– Posada, Adolfo (1894). La enseñanza en París a vista de pájaro. La España Moderna. Agosto 1894 (pág. 5-32).

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– Sela, Aniceto (1902). Las Excursiones Escolares. Anales de la Universidad de Oviedo. Año I. 1901, (pág. 179-193). Oviedo. Establecimiento tipográfico de Adolfo Brid.

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– Velarde Fuentes, Juan (2008). Consideraciones sobre la historia de la Universidad de Oviedo. Historia de la Universidad de Oviedo, volumen 1. Jorge Uría, Carmen García, Aída Terrons (editores). Oviedo. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo.

– Winter Blanco, Ernesto (1923). Elogio de la Inquietud. Prólogo de Fernando de los Ríos. Barcelona. Librería de Francisco Sintés.

BOE

Gaceta de Madrid núm. 132, de 12/05/1894, página 473. Obtenido de: http://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1894/132/A00473-00473.pdf

Prensa

El Carbayón. Oviedo, 13-06-1902.


[1] En realidad, escuelas privadas de carácter elitista.

[2] En donde reproducía, casi íntegramente, su Discurso leído en la Solemne Sesión Inaugural de la Academia de Jurisprudencia de Oviedo (1880), pronunciado en calidad de presidente de la entidad. El texto sería reeditado en varias ocasiones con posterioridad.

[3] En concreto su aspecto pedagógico y alcance disciplinario (R.O. del 7 de mayo de 1894).