Los presidentes de las Federaciones Españolas de Fútbol

Quien se sitúe en la terraza de la Ciudad Deportiva de la Real Federación Española de Fútbol y contemple en una vista panorámica las edificaciones, los campos de fútbol, las instalaciones que constituyen la propia Federación, difícilmente podrá entender que hace menos de un siglo, todo aquello cupiera en un paquete envuelto con papel de embalar y atado con el habitual balduque rojo, con el que se solía enviar toda la documentación federativa en el traspaso de poderes de un presidente a su colega que le relevaba.

Muy difícil de entender también que todo ese complejo de edificios pudiera ser reducido –minimizado se dirá hoy- para que cupiera en la trastienda de ultramarinos y confitería de uno de los secretarios generales.  O en un altillo de una de las “boutiques” más afamadas de Madrid, situada en la calle de Alcalá esquina a Cedaceros. O que el acto eugenésico tuviera lugar en una casucha que un zapatero remendón, apodado “El bollero”, había alquilado al Madrid FC en el número 10 de la Avenida de la Plaza de Toros de la capital española. Bien es verdad que el hecho de que tal cuna humildísima estuviera en terrenos reales, pues tales solares pertenecían nada menos que a la Reina doña María Cristina, ya anticipaba el título que iba a ostentar el recién nacido. ¿O hay que decir recién nacida?

La diferencia entre el paquete con un volumen equivalente a un par de cajas de zapatos, al volumen de edificación y terrenos de la actual Real Federación, llevada no a una ecuación de la curva de crecimiento, sino a un sencillo gráfico de un solo trazo andaría muy próximo a la vertical. 

Pero son los hombres quienes, casi siempre a pulso, han conseguido ese prodigio de la multiplicación exponencial del famoso envoltorio con documentos.

Ciertamente que hay que mencionar a Carlos Padrós como primer gigante, aunque curiosamente no llegó a sentarse en el trono federativo. Y todo fue con ayuda de la FIFA. O por mejor decir por su falta de ayuda. Porque el señor Padrós, en su primer y fugaz paso por su criatura llamada Federación Madrileña de Clubs de Foot-Ball, se fue rápidamente al parto de la FIFA, que tenía lugar en París, para inscribir a España entre los fundadores de tal organismo. Pero entre su deseo y el momento del parto, le habían descabalgado malamente de tal Federación. Por ello, en el bautismo por poderes, inscribió al Madrid F.C. que era el que presidía. Y todo fue bien hasta que llegó el III Congreso del máximo y entonces escuálido organismo internacional.  El señor Padrós anunció la participación española en tal evento. Pero había accedido a la presidencia el británico Daniel Burley Woolfall y desaparecido de ella los valedores de don Carlos. La sorprendente respuesta era que España, comadrona de la FIFA, no pertenecía a la FIFA. Porque los clubes no eran entidad nacional; sólo era tal la Federación correspondiente y España no tenía Federación nacional de Fútbol.

Ello fue como el tiro de salida para que Padrós se remangara para ejercer de partero de la Federación Española. Por otra parte, desde Barcelona, Hans Gamper urgió a los clubes catalanes para que se sumaran a la iniciativa madrileña para hacer realidad esa necesidad tanto nacional como internacional. 

El trípode Madrid F.C., F.C Barcelona y Sociedad Gimnástica de Madrid, o sea Padrós, Gamper y Coll, se movieron para que la revista deportiva “Gran Vida”, de Madrid, de octubre de 1909, pudiera decir que ya había Federación Española y que se había ubicado provisionalmente en los locales de la “veterana” Gimnástica en la calle del marqués de Leganés, número 5. 

Añadía el semanario que los clubes que desearan inscribirse mandaran a esa dirección su solicitud. Y agregaba que ya eran 25 sociedades las componentes de esa recién nacida entidad. Eran clubes de Madrid (3), Barcelona (3), Navarra (1), Guipúzcoa (2), Santander (1), Valencia (3), Cartagena (1), Vigo (3), Huelva (1), Toledo (2), La Coruña (1), Tarragona (1), Alicante (1) y El Escorial (3) No, no hay error ni omisión; de Bilbao no había nadie, pese a haber estado en la caseta de la Plaza de Toros, porque entre medio se había cruzado el Campeonato de España con la eliminación del Athletic de forma que consideró injusta y dio una de esas espantadas tan frecuentes en la época del romanticismo amateur.

La fecha de nacimiento fue la del 14 de octubre de 1909. La de inscripción en el registro civil, el 11 de noviembre de ese mismo año.

La primera junta directiva quedó constituida del modo siguiente:

Presidente de honor: S. M. el Rey D. Alfonso XIII

Vicepresidentes honorarios: Los duques de Alba y de Arión.

Presidente ejecutivo: Pedro Sánchez de Neira y Castro, marqués de Casa Alta.

Vicepresidente: Emilio Coll.

Secretario General: José Manuel Kindelán 

Vicesecretario: Adolfo Sixto Hartán.

Tesorero: Ramón Paz.

Contador: Mario Giralt.

Vocales: señores Masferrer, Gamper, Muga, Rodríguez Arzuaga y conde de Torrecedeira. 

A partir de ese momento empezó esa aventura que ha contabilizado la cifra de 34 presidentes.  El analizarlos uno por uno, con sus biografías particulares y deportivas, es algo que desborda los límites de un artículo y que acaso mereciera un libro. Por ello vayan algunas pinceladas de las características generalizadas de algunos de ellos o de conjuntos homogéneos. 

Pedro Escartín se inventó, al filo de finales de los años 20, una frase que resumía todo un concepto: “Gentes del fútbol…Hombres del fútbol”. No, no se refería a los jugadores sino a los dirigentes (Bien que la mayoría de los dirigentes para esas fechas habían pasado por llevar los palos al hombro). Daba fe, con ello, de la existencia de una casta especial, de una nobleza, de un “casino” selectivo que debía ser, en exclusiva, quien manejara el tinglado futbolístico. Bien entendido que tal “orden de la Jarretera”, como la apostilló el periodista Jacinto Miquelarena –sí, el mismo que el de “qué país…”- eran los mandatarios de los grandes clubes del momento. Personajes que, desde su club, intentaban ser el poder en la sombra, y que cuando no lo conseguían montaban las escisiones que tanto retrasaron el progreso de la propia Federación Española.  En el más puro sentido “escartiniano», se puede afirmar que los presidentes de la Real Federación Española fueron siempre “hombres del fútbol”. En ese sentido podemos estar tranquilos.

Siempre he creído que el trípode sobre el que se asentó el nacimiento del deporte español ha sido: aristocracia, medicina y milicia. La lista de presidentes federativos da muy buena cuenta de ello. Cierto es que los hombres de ese ambiguo concepto, de curso en la primera mitad del siglo XX, como era “del comercio” y que hoy se ha transformado en otro no menos genérico como “empresario”, han tenido muy buena parte de responsabilidad en que tanto clubes como Federación pusieran una marcha más en su recorrido.

Del comercio o de la empresa eran los hermanos Padrós, tan decisivos en toda gestión futbolística española. También uno de los más activos y decisivos presidentes como Julián Olave Videa. En tono menor, por lo efímero de su presencia en la Federación, Antonio Bernabéu, pero también “del comercio”; como José Caña, aún más efímero que el anterior. Ya “de la empresa”, estuvo José Luis Roca, antecesor del vigente presidente.

La aristocracia ha quedado poco menos que explícita en la lista de los presidentes: Desde el iniciador marqués de Casa Alta, pasando por el Conde de La Mortera, marqués de Someruelos y finalizando por el conde de Villafuente Bermeja, que fue el menos “hombre de fútbol” que pudiera pensar Escartín, pero al que éste sirvió como seleccionador nacional.

La faceta de los médicos se lleva un buen tramo de la galería de retratos presidenciales. Nada menos que cuatro: Francisco García Molinas, Luis Saura del Pan, Alfonso de la Fuente Chaos y José Luis Costa.

La Milicia, para completar el trípode generador, puede parecer que está en clara minoría pues solamente aparece el teniente coronel Troncoso, pero merced a su doble personalidad profesional hay que agregar al médico militar Saura del Pan, y al jurídico de la Armada Benito Pico.  

La Arquitectura ha dejado dos nombres en el álbum federativo: Javier Barroso, de resonancias rojiblancas del antiguo Metropolitano, y Manuel Valdés Larrañaga, quien desde los títulos en las piscinas llegó al fútbol a través del conducto político.

Un solitario representante de la Banca, a quien quizá hubiera que incluir también en el apartado de empresarios fue Juan Touzón. Y otro, no menos aislado, de la profesión periodística, como fue Ricardo Ruiz Ferry, republicano de pro, pero a quien cupo el honor de encabezar a los presidentes “reales”.

Pero es la abogacía la que se alza con el Santo y la limosna en el timón federativo. Augusto Barcia Trelles fue el primero que llegó a un sillón presidencial que no ocupó. Le siguió David Ormaechea Zubiri, al que se podría llamar por un lado precursor y por otro el de los tristes destinos; lo primero, porque del fútbol saltó al espectáculo teatral: lo segundo, porque finalizó en la cárcel tras unos pagos efectuados con dinero público. Leopoldo García Durán fue, al decir de Ricardo Zamora, el primer presidente que tomó el cargo con sentido profesional; la guerra cortó su mandato que no su presencia en la Federación. Jesús Rivero Meneses fue un presidente de trámite porque como el militar Troncoso entendía el fútbol sin los escartinianos “hombres del fútbol”; a ambos los fulminó la “orden de la Charretera” que, a veces, como el Guadiana, tomaba el nombre de Unión Española de Clubs, “Minimalistas”, Asociación de Clubs, “Ponencistas”…; al primero, porque quiso conseguir que el tránsito del amateurismo al profesionalismo fuera en beneficio de los jugadores; al segundo, porque entró como un potro desbocado en la sede federativa y del primer empujón se cargó el “derecho de retención” de los jugadores. Armando Muñoz Calero consiguió la sede de la calle Alberto Bosch, pero tuvo la desgracia de tropezar con “la pérfida Albión”. Abogados fueron José Luis Pérez Payá y Pablo Porta quienes cubrieron la década de los años 70. Y abogado es Ángel María Villar Llona, el presidente de más largo mandato de la Real Federación.

De todos los componentes del “colegio presidencial” hay diversa graduación en lo que se refiere a “hombres del deporte” y “hombres del fútbol”.

De esta última especie hay varios, pero en honor a la verdad, en cuanto a permanencia como profesional y brillo como internacional es Ángel María Villar, quien presenta un “record” tanto como jugador del Athletic de Bilbao, como internacional con la Selección de España. Profesional también e internacional fue José Luis Pérez Payá, ora como amateur en el Atlético de Madrid, ora como profesional en el Madrid.

Futbolistas de relieve, en unos tiempos de transición al profesionalismo, pero insertos en él fueron Barroso, excelente portero del Athletic de Madrid en los años 30; Saura, extremo del Madrid de los años 20; Costa, del Zaragoza y del Athletic de Madrid de los años 30. Luego, en una escala menor, De la Fuente Chaos, García Durán y Troncoso, algunos de los cuales vivieron en sus carnes las rozaduras en el hombro de los postes. 

“Hombres del deporte” lo fueron todos salvo Sancho Dávila, a quien le tiraba lo taurino, pero a quien corneó el balón como a un intruso en el césped. Hombres del deporte como protagonistas tales como Ramón Paz, gimnasta de enorme relieve, o Manuel Valdés Larrañaga, campeón de España de natación. Y hombres del deporte desde los clubes a las Federaciones Regionales y desde ellas a lo que entonces se llamaba “la Nacional”. Hombres de club fueron todos los demás. Barcia, Caña. Olave, Bernabéu, Barroso, Rivero, Touzón De la Fuente, Pico, Costa, Porta…

Para dar las luces y las sombras de todos estos personajes, ya lo he dicho, haría falta un recorrido por la historia de la Real Federación. Una historia no hacia fuera, epitelial, que esa ha sido tratada en los bosquejos, más o menos afortunados, de la historia del fútbol español; sino una historia hacia dentro, tomando el personaje como eje y haciendo girar a su alrededor las circunstancias de cada momento para analizar los vientos favorables y las tempestades arrasadoras. Posiblemente sería un viaje fascinante que en muchos casos requeriría el apoyo de la psiquiatría. Y lo digo en el más noble sentido de la palabra. Para hacer emerger todos esos interrogantes que sin duda se hicieron muchos de estos presidentes ante situaciones encaradas en solitario y con resultados tan aleatorios como los botes del balón.

“Fútbol es fútbol”, dijo Boskov. Amén.




140 años del nacimiento de Ramón Ángel Cremades, el primer presidente de la historia del Real Murcia

“Y si él vivió para el Real Murcia, lo menos que pueden hacer sus directivos, socios y admiradores, es perpetuar su recuerdo entre todos, y para perpetuarlo, nada más indicado, que la erección de un busto en La Condomina” 

Manuel García Calvo, Fernando Servet Spottorno y Nicolás Ortega Lorca, Levante Agrario, 23 de diciembre de 1930.

La familia Ángel Capdevila, originaria de la localidad catalana de Vic, trasladó su residencia a Murcia en el año 1859. El patriarca, fiel exponente de la pujante burguesía catalana, disponía de una situación económica muy desahogada, lo que le permitió acometer importantes negocios en una ciudad de mentalidad tradicional, que aún estaba muy lejos de subirse al tren de la modernidad.

Ramón Ángel Capdevila contrajo matrimonio con Teresa Cremades Alcaraz, una joven 22 años menor que él, natural de la localidad alicantina de Ibi, aunque criada en Aspe. La familia de la esposa, vinculada a la actividad comercial, encontró en Murcia la estabilidad laboral de la que había carecido en décadas anteriores. Tras el enlace, la pareja fijó su domicilio en un piso ubicado en el número 8 de la calle Marengo, en pleno corazón del barrio de Santa Eulalia, apenas a 300 metros de los terrenos que varias décadas después albergarían el campo de fútbol de La Condomina. En aquel piso nacieron sus dos hijos, Miguel y Ramón. A este último le cabe el honor de ser el primer presidente de la historia del Real Murcia. Su hermano Miguel fue vicepresidente, secretario y tesorero del club, fundó su primer equipo filial y fue el primer presidente de la Federación Murciana de Fútbol.

Miguel y Ramón estuvieron muy unidos. Compartieron profesión (ambos se licenciaron en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona) y aficiones. Incluso oficiaron sus bodas con apenas dos meses de diferencia. Fueron dos personas de grandes inquietudes que participaron en diversas manifestaciones culturales y artísticas, publicaron numerosos artículos en prensa, y fueron asiduos conferenciantes en los actos que se organizaban en la Murcia de principios del siglo XX. En cambio, parece ser que no practicaron ningún deporte con cierta regularidad, o al menos no ha quedado constancia documental de ello. Es muy probable que ambos conocieran el fútbol en Barcelona en los últimos años del siglo XIX, aunque no fue hasta la década de 1910 cuando comenzaron a tener un protagonismo especial en la vida deportiva de la ciudad.

Ramón Angel Cremades nació el 25 de noviembre de 1880 en el domicilio familiar situado en la calle Marengo. De niño cursó sus primeros estudios en el colegio Nuestra Señora de las Mercedes, que estaba ubicado en la calle Santa Quiteria. A finales de siglo inició la licenciatura de Medicina y Cirugía, que finalizó en julio de 1903. El 16 de julio de 1904 contrajo matrimonio con Antonia García Celdrán, hija del empresario Juan Bautista García Albert. Es probable que existiera algún tipo de vínculo de amistad entre ambas familias que, tal vez, se mantuvo en el tiempo, pues tanto la madre de Ramón Ángel Cremades, como su padre político, eran naturales de Ibi y miembros de clanes que se dedicaban al comercio de productos textiles.  Los contrayentes fijaron su residencia en la calle del Trinquete 3 (actual calle Frutos Baeza). El matrimonio tuvo un único hijo: Miguel Ángel García, quien también estaría vinculado con el deporte local.

Ramón Ángel Cremades. Foto Archivo Pedro García

La construcción del campo de La Torre de la Marquesa, muy cerca del casco urbano de la ciudad, facilitó que en Murcia el fútbol se convirtiera en un deporte de masas. A partir de 1918, cientos de ciudadanos comenzaron a asistir como espectadores a los partidos de fútbol que disputaba el Murcia FC. Entre ellos se encontraba el doctor Ramón Ángel Cremades, quien se convirtió en asiduo de los partidos que disputó este equipo.

En 1919 se produjeron las desavenencias económicas entre los directivos y los jugadores del Murcia FC que motivaron que Alfonso Guillamón, presidente del equipo y arrendatario de La Torre de la Marquesa, decidiera clausurar la instalación, lo que trajo como consecuencia que la ciudad se quedara sin equipo de fútbol. 

Paralelamente a la desaparición del Murcia FC se había fundado la Federación Levantina de Fútbol, lo que suponía que, por primera vez en la historia, un equipo de la ciudad podía tener la oportunidad de participar en una competición oficial. En el mes de noviembre, el Cartagena FC (club de reciente creación) y el Club Deportivo Aguileño ya habían iniciado los trámites para inscribirse en la naciente entidad. Ante esta situación algunos jugadores y aficionados murcianos se movilizaron. En un principio se creó una comisión formada por Julián García-Villalba, Manuel García Calvo, Fernando Servet y Ginés de Gea, quiénes pidieron ayuda al médico Francisco García-Villalba. Tal vez fue éste durante la reunión que se celebró en su despacho quién les recomendó que se pusieran en contacto con su colega de profesión, Ramón Ángel Cremades, quien les podría dar el apoyo económico que tanto necesitaban para que la nueva entidad pudiera resolver los trámites necesarios para inscribirse en el Campeonato Regional Levantino. Las reuniones fueron fructíferas pues, a principios de diciembre de 1919, el diario El Liberal anunció el nacimiento del Levante FC.

Sin embargo, el objetivo de los fundadores del club de participar en competición oficial se fue al traste. Las negociaciones entre Ramón Ángel y Alfonso Guillamón para el traspaso del terreno de juego no fructificaron. En consecuencia, el club se vio obligado a retirarse del campeonato por no disponer de unas instalaciones adecuadas en las que disputar los partidos como local.

Finalmente, y una vez solventadas las diferencias entre Guillamón y Ángel, el Levante FC se inscribió en la Federación Levantina en el mes de febrero de 1920. Posteriormente la sociedad legalizó su situación en el registro de asociaciones. Ramón Ángel no quiso que el nuevo club se identificara con el extinto Murcia FC, y por este motivo el Levante no solo adoptó una nueva denominación, sino también nuevo escudo y un nuevo uniforme. El actual Real Murcia, disputó el primer partido de su historia el 28 de marzo ante el Cartagena.

Los primeros pasos fueron muy complicados, tal y como la relata la Revista Balompié en su número del 11 de mayo de 1922. “Si dificultades tuvo que resolver Guillamón no fueron menores las que tuvo que afrontar y resolver la nueva Sociedad. Afortunadamente a su frente estaba el Dr. Ramón Ángel que con su entusiasmo sin límites y su espíritu contemporizador, ha sabido orillar cuantos obstáculos pretendían entorpecer su labor. En este periodo hay una perfectísima organización, pero la Prensa no presta su concurso como es necesario y de ahí que la mayor parte de la afición se halle sin guía”.

Ramón Ángel Cremades ostentó la presidencia del Real Murcia durante dos etapas. La primera de ellas abarcó desde el nacimiento del club, a finales de 1919, hasta la conclusión de la temporada 1921-1922. En esta época, el presidente fundador del Real Murcia logró el objetivo de crear una estructura sólida, con el premio añadido de que el club consiguió el primer título de su historia, el Campeonato Regional de Levante de la temporada 1920-1921, lo que le otorgó la posibilidad de disputar el Campeonato de España. La intervención de Ramón Ángel también fue fundamental para lograr el fichaje de los dos primeros jugadores no canteranos de la historia del club: los militares catalanes Pedro Salvador y Francisco Juseph, quienes tuvieron un papel decisivo en la consecución del título, que tal vez el Real Murcia no hubiera logrado de no haber sido por aquellas gestiones que realizó su presidente.

El 16 de julio de 1922, el doctor Ramón Ángel Cremades dimitió de su cargo para dejar paso a un colega de profesión: Ángel Romero Elorriaga. La nueva junta directiva eligió a Ramón Ángel presidente honorario del club. Posteriormente, el 7 de enero de 1923, tras la dimisión de Romero Elorriaga, el doctor Ángel volvería a hacerse con las riendas del Real Murcia como presidente ejecutivo, manteniendo su condición de presidente honorario.

En enero de 1924 Ramón Ángel presentó su dimisión debido a las críticas recibidas por los malos resultados que estaba cosechando el equipo. Pese a dejar de formar parte de la junta directiva del Real Murcia siempre estuvo en la sombra, dispuesto a colaborar con el club cuando su concurso fuera necesario. Como veremos más adelante, su mediación sería decisiva para que el Real Murcia pudiera sobrevivir en el verano de 1930, en unos meses angustiosos en los que la entidad estuvo a punto de desaparecer.

Entre 1924 y 1930 Ramón Ángel ayudó al crecimiento del deporte murciano desde diversos ámbitos. Entre sus numerosas contribuciones podemos destacar las siguientes:

  • Representó los intereses de la Federación Murciana de Fútbol y del propio Real Murcia (en calidad de delegado) en cinco ocasiones en la Asamblea de Federaciones anual que se celebraba en Madrid. La primera vez que lo hizo fue el 2 de diciembre de 1925.
  • Se sumó a todos aquellos actos que pretendían crear un ambiente de cordialidad entre los miembros del Real Murcia a través de los homenajes (tan típicos en esta época) que de forma espontánea se le ofrecían a jugadores y colaboradores destacados del club. En estos años Ramón Ángel era socio honorario del Real Murcia.
  • Defendió firmemente los intereses del Real Murcia en las reuniones previas al nacimiento de la liga, cuando el club se quedó sin apoyos para competir en Segunda División. Después de una primera toma de contacto (que fue infructuosa) regresó a Madrid para exigir que se admitiera la participación del equipo murcianista en esta categoría. Sin embargo, contó con la oposición de clubes muy poderosos, entre ellos el Real Madrid, cuyos representantes estaban molestos con el Real Murcia por las arduas negociaciones del traspaso de Pachuco Prats.
  • Fue elegido vicepresidente de la Federación Murciana de Fútbol en octubre de 1928, cargo que ostentó durante dos temporadas.

Pero, por encima de todo, siempre estuvo atento a la trayectoria del Real Murcia. Ramón Ángel fue el presidente fundador del club y el principal artífice de que no desapareciera en agosto de 1930. Paradojas del destino, aquel verano sería el último de la vida de este murcianista tan ilustre.

El 22 de junio de 1930, el Real Murcia eligió una nueva junta directiva presidida por José María Reyes Ramírez. Nada más tomar posesión del cargo los nuevos dirigentes, que eran conscientes de la delicadísima situación económica por la que atravesaba la entidad, se quedaron sin el apoyo de varios directivos salientes que se habían comprometido a seguir colaborando con el sostenimiento económico del club. Por otra parte, la afición también mostró su descontento en el partido amistoso que se celebró el 29 de junio ante el Real Madrid, por la incertidumbre con la que se abría esta nueva etapa.

A principios de julio se produjo la dimisión en bloque de la junta directiva. Sus miembros claudicaron tras verse agobiados por una deuda muy importante motivada por el importante gasto que suponía hacer frente a los honorarios de una plantilla de jugadores profesionales, y por el enorme coste que ocasionaban los complicados desplazamientos al norte de España. Posteriormente se convocaron diversas reuniones para buscar alguna solución, pero la opinión generalizada era que la deuda se consideraba insostenible, y que en estas circunstancias la supervivencia del club era imposible. 

El mes transcurrió sin que se produjeran novedades. Mientras que el Real Murcia languidecía, buena parte de los antiguos directivos del club descansaban en sus residencias de vacaciones. A finales de julio Ramón Ángel tomó la iniciativa de hacer lo que estuviera en su mano para evitar la desaparición del club. A tal fin ideó un plan para aplazar o disminuir la deuda. A partir de ese momento se inició una carrera contrarreloj, en la que contó con la inestimable colaboración de José Iniesta Eslava y de Antonio Rubio Hernández.

Ramón Ángel y sus compañeros visitaron a numerosas personas con el fin de convencerles para que formaran parte de la nueva junta directiva, o bien para que colaboraran económicamente con el club. Durante los últimos días de julio y los primeros de agosto se produjeron contactos, no solo con residentes en la ciudad (si no que con el objetivo de involucrar al máximo número de personas) se desplazaron a poblaciones cercanas, encontrando una buena acogida entre los empresarios de Espinardo, El Palmar, Churra y Alcantarilla.

Aquel difícil trabajo se encontró con un inconveniente añadido. Debido a que era verano, muchos de los potenciales colaboradores se encontraban de vacaciones. Por ello el presidente fundador del Real Murcia y sus compañeros se vieron obligados a desplazarse el domingo 3 de agosto hacia la costa y recorrer los lugares de veraneo habituales de los murcianos de aquella época (Santiago de la Ribera, San Pedro del Pinatar y Torrevieja) para exponer el plan que tenían para reducir la deuda y para obtener los apoyos necesarios que aseguraran la supervivencia del club.

Una vez que Ramón Ángel obtuvo la promesa de colaboración un amplio sector de empresarios se convocó una reunión que tuvo lugar el miércoles 6 de agosto de 1930 en el Teatro Circo Villar. Aquel encuentro fue todo un éxito. Según contó el diario El Liberal en su edición del día siguiente el médico murciano “manifestó como su afecto hacia el Real Murcia le llevaba a procurar por su sostenimiento siquiera por un año más, dando cuenta de las condiciones en que se posicionaba la nueva junta. Con arreglo a las mismas, los señores que tienen créditos pendientes que no devengan intereses, no intentarán cobrarlos dentro de este año…”. Es decir que Ramón Ángel Cremades logró que algunos acreedores aplazaran las deudas y que otros las perdonaran en parte, o en su totalidad. Además, la gran mayoría de los asistentes se comprometieron a ayudar en lo que pudieran. Unos a colaborar económicamente para afrontar los pagos más urgentes; otros se ofrecieron para trabajar en beneficio del club para ayudar en aquello en que fuera necesario. Todos remaron en la misma dirección para lograr que el club sobreviviera. El propio Ramón Angel Cremades se comprometió a seguir involucrado y regresó a la junta directiva como vicepresidente de Luis Pardo.

El presidente fundador del Real Murcia había conseguido salvar al club apenas una década después de su nacimiento. El día antes de la celebración de la reunión, Nicolas Ortega Lorca agradecía en las páginas de El Tiempo su labor impagable y desinteresada. “Gratitud imperecedera hemos de guardar a quienes han gestionado la solución, de modo especial al Dr. Ramón Ángel, así como a los que han permitido que aquella pudiera ser factible”. Dos días más tarde el mismo periodista se congratulaba por el éxito que había tenido aquel histórico encuentro. “Ya ha tenido solución la cuestión deportiva murciana. El Real Murcia volverá a surgir potente sobre el césped de La Condomina. Alegrémonos todos y tengamos por lo menos unas frases de gratitud para quienes han dado cima a la empresa. Como testigo de lo actuado no me oculto para decir que han sido para nosotros de angustiosa intranquilidad los días que han precedido al domingo, fecha histórica para el fútbol murciano…don Ramón Ángel, con un interés digno de las mayores alabanzas y un entusiasmo grandioso se dedicó a buscar fórmulas que aseguraran la continuación de vida en el Real Murcia y como buen médico salvó al enfermo que estaba amenazado de muerte. Aprobada el acta de la anterior el señor Baleriola, dice que gracias a los trabajos que estos días ha realizado don Ramón Ángel, a quien la afición debe gratitud por sus desvelos, se ha encontrado Junta para el Real Murcia, añadiendo que dicho señor hará detalle detenido de las gestiones llevadas a efecto…después se levanta a hablar el Sr. Ángel Cremades (don Ramón) que es acogido con una ovación prolongada y estruendosa”.

El agradecimiento de la prensa murciana a Ramón Ángel también quedó reflejado en las páginas de La Verdad “no podemos menos de felicitar a estos señores y muy especialmente al doctor Ramón Ángel que, con un espíritu de verdadero sacrificio, demostrativo del gran cariño que profesa al Real Murcia, ha sabido allanar cuantas dificultades ha encontrado y formar una junta directiva de envergadura suficiente para levantar el decaído espíritu de nuestros aficionados. La actuación de Ramón Ángel es merecedora de un homenaje y en los comienzos de la temporada debe éste llevarse a cabo para demostrar que la afición murciana sabe agradecer a sus benefactores, pues en este caso a no ser por su intervención el Real Murcia hubiera ido a una muerte segura…hemos de poner de manifiesto el admirable esfuerzo de este gran deportista, con el que todo buen aficionado murciano tiene pendiente una deuda de gratitud”.

La labor de Ramón Ángel adquiere una mayor importancia si tenemos en cuenta que en esta época desaparecieron entidades tan importantes como el Iberia Sport Club de Zaragoza y el Racing Club de Madrid. Gracias a su ímprobo trabajo el Real Murcia pudo tomar parte en la Liga Regional de la temporada 1930-1931, en el que, al igual que una década antes, fue campeón. Sería la última alegría deportiva del primer presidente del Real Murcia.

El sábado 13 de diciembre de 1930 Ramón Ángel, como era habitual en este día de la semana, compartió una tertulia en la que ofreció sus impresiones sobre la trayectoria del Real Murcia en el torneo de liga que había comenzado unas semanas antes. El doctor, como siempre optimista, vaticinó que el club haría una buena campaña. Al día siguiente cayó enfermo. La dolencia se agravó rápidamente. Enseguida se supo que Ramón Ángel estaba afectado por una pulmonía y se temía muy seriamente por su vida. El 18 de diciembre, hacia las 19:00 horas, falleció en su domicilio de la calle del Trinquete a los 50 años de edad.

La Revista Murcia Deportiva le dedicó un artículo de homenaje el 22 en el que plasmó algunas de sus aportaciones al progreso deportivo de la provincia en general y del Real Murcia, en particular.

 “A él le debemos la Federación Murciana, presidente del Comité Provincial en la desaparecida Federación Levantina fue el que más trabajó por la separación creándose la Federación Murciana que tan gran impulso ha dado al fútbol en nuestra región. Fue siempre un voluntario para los puestos de trabajo en cualquier deporte, fútbol, ciclismo, pedestrismo, atletismo, tuvieron siempre su eficaz ayuda…para terminar citaremos los cargos desempeñados. Presidente del Levante F.C.; Vicepresidente del Real Murcia, Presidente del Comité Provincial, Vicepresidente de la Federación Murciana, Presidente honorario del Real Murcia, Médico del mismo y Represente (sic…) del Real Murcia y de la Federación Murciana en cinco asambleas regionales…ha desaparecido un pedazo el más interesante sin duda del fútbol murciano

La prensa deportiva murciana, capitaneada por Manuel García Calvo, Fernando Servet Spottorno y Nicolás Ortega Lorca, inició una campaña para rendirle un homenaje que permitiera a las generaciones recordar la figura de Ramón Ángel. La afición murcianista tenía muy reciente en la memoria su desinteresada labor del verano anterior, gracias a la cual el club había logrado una supervivencia que se antojaba muy complicada y una estabilidad que le iba a permitir poder afrontar los siguientes años con una cierta solvencia.

El 23 de diciembre se creó una comisión para organizar el homenaje. Se decidió esculpir un busto con su figura y en dedicarle una placa en bronce. Ambas obras serían sufragadas por suscripción popular y se colocarían en un lugar preferente de La Condomina.  La comisión encargó el trabajo al escultor de Librilla, José Séiquer Zanón. La placa sería colocada al lado izquierdo de la entrada, en la tapia que se encontraba junto a las taquillas.

El 6 de diciembre de 1931 se descubrió la lápida antes de la disputa del partido entre el Murcia FC y el Elche FC. Los capitanes de ambos equipos depositaron sendos ramos de flores al pie del muro en el que fue colocada. José María Llanos, presidente de la Federación Murciana de Fútbol, pronunció un discurso en el que elogió la ímproba labor del fallecido. La lápida, en la que aparece la efigie de Ramón Ángel y unas alegorías deportivas, dice textualmente “A Ramón Ángel Cremades. La afición deportiva de Murcia. MXMXXXI”.

Lápida de bronce en homenaje a Ramón Ángel Cremades, descubierta el 6 de diciembre de 1931 en La Condomina. Actualmente se conserva en el estadio Nueva Condomina

Después de sucesivas reformas en el perímetro del estadio, la placa quedó enterrada y cayó en el olvido tras ser ocultada por una valla de publicidad. A finales del año 2011, el historiador Pedro García halló el lugar en el que estaba oculta y, con la inestimable colaboración de varios representantes de la Federación de Peñas Murcianistas, pudo rescatarla para que pueda ser contemplada por las futuras generaciones. En cierto modo, la placa de homenaje a Ramón Ángel tiene un simbolismo similar al busto de Pichichi, tan popular entre los seguidores del Athletic de Bilbao.

El recuerdo del esfuerzo que tuvo que hacer Ramón Ángel en el verano de 1930 para lograr la supervivencia del Real Murcia volvió a florecer en la primavera de 1932 cuando el Cartagena FC, que se encontraba sumido en una profunda crisis económica, pidió disputar un partido con el Murcia, con motivo del primer aniversario de la II República y desde el diario El Tiempo se recordó que “cuando hace dos temporadas estuvo el Murcia a dos dedos de desaparecer….el resurgir llegó, gracias a los esfuerzos denodados de un gran deportista ya fallecido don Ramón Ángel, y al desprendimiento y los entusiasmos de otros muchos que le secundaron”.

La memoria del fundador del Real Murcia quedó viva durante varias décadas. En 1941 se creó el Torneo de fútbol Ramón Ángel que enfrentaba a equipos infantiles de la ciudad y de pedanías. Esta competición se interrumpió poco después. En 1964 la Federación Murciana volvió a homenajear a la memoria de Ramón Ángel Cremades creando un torneo de aficionados que se llevaba su nombre. En esta competición podían participar jugadores de entre 18 y 23 años.

¿Ha sido Ramón Ángel Cremades el mejor presidente de la historia del Real Murcia? Esto es discutible y opinable, pues otros mandatarios que llegaron después también realizaron un excelente trabajo que fue fundamental para el crecimiento o la supervivencia del club. Lo que es indiscutible es que, de no ser por la labor del doctor Ángel Cremades, el club de fútbol más representativo de la ciudad no sería el Real Murcia, sino otro equipo que hoy tendría otra denominación, otro escudo y, (tal vez), otro color en su uniforme. El murcianismo nunca le estará lo suficientemente agradecido por todo lo que hizo por este club.




Dos errores en la historia del Real Madrid

Dos errores en la historia del Mejor Club de la Historia, según declaración de FIFA de 11.12.2000, se han convertido con los años en dos verdades que en este artículo vamos a desmentir.

De una parte, se airea en la web oficial del Club que Mr. Johnson fue el primer entrenador del equipo, ocupando este puesto desde su fundación y hasta 1920, y aunque el autor del presente artículo ya denunció hace años el hecho ante el Club, jamás fue contestado ni corregida la errata. De otra, la misma web, que recoge información de los historiadores, sostiene que Don Carlos Padrós, tercer presidente oficial de la sociedad, dimitió en enero de 1908.

Ambas afirmaciones son falsas, e inciertas, arrastradas a través de la historia por los supuestos conocedores del devenir del Real Madrid.

A continuación, analizamos ambas falsedades, las desmontamos, y demostramos la verdad en cada caso.

Arthur Vere Scott Johnson, nacido en Dublín el 31 de agosto de 1878. Cuando llegó al Madrid FC tenía 24 años. Johnson falleció el 23 de marzo de 1929, a la edad de 50 años, como resultado de una neumonía. Murió en su casa en Wallasey, Merseyside, en Liverpool.

Arthur Vere Scott Johnson, nacido en Dublín el 31 de agosto de 1878. Cuando llegó al Madrid FC tenía 24 años. Johnson falleció el 23 de marzo de 1929, a la edad de 50 años, como resultado de una neumonía. Murió en su casa en Wallasey, Merseyside, en Liverpool.

MR. JOHNSON ALECCIONO AL EQUIPO, NUNCA LO ENTRENÓ. – Como revela una información poco conocida relativa a la vida de Mr. Johnson, (llamado realmente Arthur Vere Scott Johnson), este señor se marchó de Madrid hacia 1904 por lo que difícilmente pudo ser entrenador del Club más allá de esa fecha. Al parecer, según recoge Jeff Wiseman que relata lo conocido de la biografía del jugador, narrada por un nieto y un bisnieto, en un interesante artículo titulado precisamente ‘la vida de Arthur Johnson’, publicado en la revista digital Inmadrid, de los meses de mayo y junio de 2012, éste marchó a Reino Unido y, efectivamente, volvió a España ya en la siguiente centuria, pero a Valverde del Camino en Huelva, de manera esporádica, y por cuestiones profesionales ya que trabajaba para la empresa United Alkali Company, con sede en Liverpool, quien había adquirido en dicha zona tres minas de cobre. La compañía producía productos químicos para la fabricación de jabón, textiles y papel y vidrio, siendo la mayor fábrica del Reino Unido. Se apuntan sus visitas a las minas en 1913 y 1920.

Como es conocido, Johnson, por su origen sajón (pese a lo dicho tradicionalmente, sin embargo, había nacido en Dublín, Irlanda, el 31 de agosto de 1878) aleccionó a los imberbes mozos que en estos primeros años del siglo correteaban por las cercanías de la plaza de toros madrileña en pantalón corto, con el balón en los pies. De hecho, hasta publicó un decálogo en la revista deportiva del momento (Heraldo del Sport, del 22 de marzo de 1902) donde desgranaba como se debía jugar al moderno juego. Curiosamente, aunque llegó a Madrid en el año 1900, y el primigenio Real Madrid (entonces llamado Sociedad de Foot Ball) comenzó sus andanzas balompédicas en 1901, hasta abril de 1902 nuestro protagonista no empezó a jugar con los blancos (aunque debía ser socio con anterioridad, sin embargo curiosamente, no aparece en sus alineaciones hasta entonces).

Johnson será uno de los protagonistas de la primera competición en la que participó el Club por iniciativa de su insigne presidente, el ínclito Don Carlos Padrós que aprovechando la coronación del nuevo Rey Alfonso XIII, en mayo de dicho 1902, convenció al alcalde madrileño Alberto Aguilera para incluir un torneo de foot-ball en el programa de las fiestas. Como es conocido, no tuvo mucho éxito el novato equipo madrileño, quedando solo campeón de un torneo de consolación que se instauró para premiar a los que no llegaron a la final. Jugaron primeramente contra el Barcelona, siendo nuestro protagonista el capitán de aquel equipo, y el que marcó el gol del honor, el primero de la historia del Club, aunque finalmente perdieron. Posteriormente se enfrenará al Español de Barcelona ganando el referido trofeo, Copa de la Gran Peña, que lamentablemente no se conserva en sus vitrinas.

Durante el tiempo que estuvo Mr. Johnson en el equipo no llegó a ser su entrenador, porque el cargo no existía, aunque como capitán en estos primeros meses, y conocedor del juego, sirvió de instructor asesorando a sus compañeros. Las alineaciones las solía hacer precisamente el capitán, o la misma junta directiva (que la componían los mismos jugadores), y en la que nunca estuvo Johnson.

Coincidiendo con su estancia en Madrid nuestro protagonista casó con una hermana de su compañero de piso (vivían en calle Bailén, número 18), llamada Ada Silver, con quien tuvo una hija, en 1903, a quien le puso un nombre muy español, Carmen, marchando a Reino Unido para 1904 donde nació su segundo hijo al año siguiente. La seriedad con la que el inglés se tomaba el juego era tal que Julián Palacios contaba que se casó un sábado (según Wiseman lo hizo el 19 de abril de este 1902 en Madrid; Salazar aclara que fue en una iglesia anglicana) y jugó un partido al día siguiente.

Como queda dicho, en estos primeros momentos de las sociedades de foot-ball, la figura del entrenador no existía (en el caso del Madrid el club no contó con entrenador “pagado” hasta 23 años después). En estos inicios era habitual que la designación del equipo la realizara la Junta directiva, y, en este caso, al ser las mismas personas que luego se vestían, el que hacía las veces de líder ó elemento más destacado del equipo, cargo no demasiado específico pero que bien por sus condiciones o temperamento aparecía incluso como el capitán; se harían muy importantes las aportaciones en este Madrid FC, además de nuestro protagonista, de Giralt, Lizárraga (en 1904), Berraondo, Federico Revuelto ó, posteriormente Castell (cuando en 1914 dimitió Irureta), De Miguel ó Santiago Bernabéu, que empezó ejerciendo de capitán en 1915, tras Castell.

Así pues, JOHNSON SOLAMENTE ASESORA y ejerce de capitán. Sin embargo, en sus ausencias, José Giralt se erige en el nuevo capitán del equipo. Pachí (Paché ó Pataché) como era llamado popularmente debía tener una fuerte personalidad que la mostraba también en el campo con un juego físico muy propio de la época siendo considerado un ejemplo de jugador de raza, de buen juego, pero de carácter rudo y muy violento.

Abundando en este asunto, y acerca de estos primeros años del Club, decía Manuel Yarza (jugador del Madrid entre 1903-1908) en el suplemento de Marca conmemorativo del cincuenta aniversario del Real Madrid, de fecha 30.3.1952 “(…) En cuanto al juego, aparte de ser bastante duro, como le dije antes, teníamos mucho sentido común: atacábamos por el sitio más débil y nos defendíamos por el lugar más fuerte. Este era y es el verdadero secreto del futbol. Todo esto sin necesidad de entrenadores, ni sin que nadie nos dijera nada desde la banda. Para eso estaba el capitán. (…)”

El portero Eduardo Teus (1912-1919), a propósito de ello apuntaba también en el mismo diario que “reinaba entonces una irresponsable indisciplina (…) porque como los jugadores éramos amateurs, no tolerábamos órdenes de ningún género (…). Y todo era un problema. No se aceptaba ser suplente, porque el amor propio herido enconaba cualquier lógica sustitución. Y cada uno hacía lo que le venía en gana”.

Para 1917, según Castell (1913–1921) se entrenaban ellos solos (sic) “Un entrenador era demasiado lujo. Pocos equipos lo tenían”.

En la anarquía en la que se actuaba en esta época incluso se entiende que el Secretario Julio Chulilla se atreviera a adelantar el equipo que jugaría durante la temporada. Al respecto, El Debate de 24 de diciembre de 1917 al hacer la crónica de uno de los amistosos del equipo decía “los chicos de Chulilla” lo que abogaría la circunstancia de que el Secretario estuviera implicado en la alineación del equipo.

Para 1918 El Debate felicita a Machimbarrena (1911-1918) “capitán de los campeones de España, que hoy por hoy ha logrado formar un equipo digno del título que tan legítimamente ostenta”. Lo que sin duda indica que el capitán, y en este caso Machim, era el ‘alineador’ (no tanto el entrenador que, se insiste, aún no tenía).

Realmente hasta el segundo trimestre de 1920 el Club no tuvo algo parecido a un entrenador. Juan Cárcer, que fue portero del equipo entre 1911 y 1915, se incorporará al Madrid en calidad de preparador físico, paso previo para el puesto de primer entrenador profesional, que se produjo en 1925, aunque ya desde 1923 ‘hacia de todo’: preparar, alinear y entrenar de manera oficiosa. En su necrológica ABC de 5.10.1962 comentaba que Juan Cárcer fue un pionero de la profesión en España, “el primer entrenador que hubo en nuestro país” llega a decir. Además, apuntaba que había implantado el balón medicinal y el ejercicio de la comba entre los futbolistas.

Primera foto del equipo del Madrid FC. Marzo de 1902 donde pese a lo que se ha venido publicando, no aparece el Sr. Johnson.

Primera foto del equipo del Madrid FC. Marzo de 1902 donde pese a lo que se ha venido publicando, no aparece el Sr. Johnson.

El ya referido diario Marca de 1952 decía, sin embargo, que el cargo de entrenador fraguó en el club tras la excursión americana (1926), siendo Santiago Bernabéu, el delegado de la expedición, quien más énfasis puso en ello. Dada la camaradería que había entre los jugadores se eligió a uno que acaba de colgar las botas, Juan Cárcer, “que asumió la función de entrenador, después de discutir el sueldo y sus atribuciones. Hubo rebaja en el primer punto. Cárcer se avino a percibir 500 pesetas en los meses de actividad. Y 250 en los de verano. Dejando a la junta la formación de equipos, cosa que había pedido en las conversaciones el entrenador. Después de dos temporadas de ensayo, 1926.27 y 1927.28, Cárcer dejó el cargo en manos de otro antiguo jugador del Madrid”, Berraondo. No fue así realmente.

Tras diversas investigaciones y consultas se deduce, como se ha apuntado, que la sociedad designó a Juan Carcer como preparador físico ya en 1920, y poco a poco se fue introduciendo en las labores de entrenador, siendo elegido el 5 de noviembre de 1922 preparador, haciendo tándem con Eduardo Teus, a raíz de la discusión surgida por la designación de la directiva de cambiar la posición de Juan Monjardín de ariete a medio centro. Este cambio provocó las iras de la afición, que afectó a la directiva. Para zanjar el asunto, ésta nombró oficialmente a Juan Carcer y Eduardo Teus entrenadores en la junta general de este día, ‘pasando la pelota’ a ambos. Apenas dos meses después, enero de 1923, Juan Carcer ya aparece en solitario como entrenador del equipo que, aunque dimitió en abril de 1924 (por el intento de algunos jugadores de profesionalizarse, siendo sustituido por Bernabéu y Sicilia, que duraron solo unos meses), volverá al cargo en enero de 1925 cuando le ratifique la junta general. Ya en junio de este mismo año se le asignó además sueldo (el ya mencionado de 500 ptas).

Así pues, queda demostrado que Arthur V. S. Johnson no pudo ser nunca entrenador del equipo, y menos ejercer desde 1902 y hasta 1920 porque en ese periodo no hubo ningún entrenador en la sociedad, como se ha expuesto.

Además, ‘desfacemos’ otro entuerto: como también se ha dicho en el presente artículo, Jonhson empezó a alinearse con el Madrid el 6 de abril de 1902 por lo que tampoco es cierto que aparezca en la fotografía que ha sido entendida como la primera de la historia del Madrid FC. En dicha foto, con el fondo de la Casa de las Bolas aparecen los jugadores que actuaron en el primer partido del Club tras la asamblea general del día 6 de marzo, disputado el 9 siguiente, y que se publicó en la portada de Heraldo del Sport del día 15, y en aquel partido no actuó nuestro protagonista.

Juan de Cárcer, exjugador del Madrid y su primer entrenador

Juan de Cárcer, exjugador del Madrid y su primer entrenador

DON CARLOS PADROS DIMITIO DE LA PRESIDENTE DEL REAL MADRID EL 12 DE ABRIL DE 1907, NO EL 4 DE ENERO DE 1908.- La llegada de los hermanos Padrós a la sociedad produjo una novedosa forma de hacer las cosas algo más seria y formal de lo que hasta ese momento se hacía. Quizá por ello precisamente Don Carlos Padrós será reconocido como el fundador del Club. Aunque no fue realmente el que lo constituyó, sí fue el hombre que de forma metódica le dio el marchamo de “club señor” que ha mantenido a lo largo de más de un siglo. Lo legalizó y le dió la impronta que posteriormente se ha perpetuado como elemento definidor de la sociedad: seriedad, solvencia y caballerosidad. Con anterioridad un grupo de estudiantes madrileños ya habían fijado el germen del futuro Madrid a través de la Sociedad de Foot Ball que nació en 1901.

Don Carlos Padrós, tercer presidente del Madrid FC dimitido en 12.4.1907

Don Carlos Padrós, tercer presidente del Madrid FC dimitido en 12.4.1907

Padrós será la figura sobre la que pivote la promoción del deporte en aquel inicio de siglo, en los momentos más difíciles para España con la pérdida de las colonias y el afán de regeneración que invadía el país. Él materializa este espíritu con la creación de un club de fútbol dotándolo de una estructura empresarial (entendido desde el punto de vista de la época; él nunca creyó en el profesionalismo de este deporte), perfectamente apoyado en su hermano Juan y aprovechando las “influencias” ante el Duque de Sesto, su amigo el Conde de Romanones y hasta del propio Rey de España, para consolidar el ambicioso proyecto, que cristalizó (ya ausente) en el posterior Real Madrid C.F., elegido por FIFA en el año 2000 “mejor club de fútbol del siglo XX”.  Él, en definitiva, sería el auténtico prócer que encauzó este deporte dotándolo de infraestructuras sólidas para su definitiva difusión; así creó la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball, germen de la futura Federación Española de Fútbol (en la que también participó activamente); a su persona se debe que España (aunque debería ser el propio Real Madrid) aparezca como fundadora de la FIFA ya en 1904; él y sólo él fue el creador de la futura Copa de España y pudo haber hecho más si la incomprensión de todos no le hubiera hecho abandonar sus ambiciosos proyectos futbolísticos. En efecto, con ser muy loables sus intenciones, su propia personalidad, arrogante y despótica, aunque dialogante y culta (“Don Carlos era tan educado y caballero como intransigente y soberbio a la hora de defender sus posiciones. Demasiado recto, demasiado sabio, demasiado digno”), le crearon muchos enemigos hasta el punto de que desilusionado abandonó todo vínculo con el fútbol en 1907. Un ejemplo de ello está en sus enfrentamientos con los hermanos Giralt que llegaron a ser incómodos compañeros de viaje por la diferente forma que tenían de ver este novedoso deporte, ó su último enfrentamiento con el Club Vizcaya que fue el detonante de su definitiva marcha.

Don Carlos en los primeros meses de 1902, en inicial colaboración con Julián Palacios (relación que luego se rompió), y con su propio hermano Juan, comenzaron a fraguar la posibilidad de que el foot-ball que practicaban en los alrededores de la plaza de toros, tuviera más protagonismo que el que en ese momento tenía. Para ello se entrevistaron con el alcalde, Don Alberto Aguilera, para incluir el foot-ball en el programa que se estaba diseñando por la coronación del niño Alfonso como nuevo monarca Alfonso XIII, previsto para mayo, pretendiendo con ello darle al novedoso deporte la publicidad y difusión que aún no tenía. Aquello provocó precisamente la necesidad de legalizarse dando lugar a la aprobación de sus Estatutos y la celebración de una junta general constitutiva que se ha entendido como la de creación de la sociedad, aunque ésta ya funcionaba, sin legalizar, al menos desde octubre de 1901, según el artículo publicado en esta misma revista Cihefe, por Bravo Mayor y Martínez Patón, en el número 47.

Precisamente será su hermano Juan Padrós el primer presidente oficial de la junta directiva que salió elegido el 6 de marzo de 1902, que será relevado un año después por Miguel Guijarro y a quien relevará meses más tarde Don Carlos. Este hecho ocurría el 4 de octubre de 1903, dando inicio a un periodo plagado de altibajos que incluyen la fusión con el Moderno (el denominado Madrid-Moderno FC que duró apenas unos meses entre enero y octubre de 1904) ó la fuga de un nutrido grupo de jugadores de lo más selecto de la sociedad (entre ellos los hermanos Giralt, ó Eustaquio Celada, ‘el jugador más completo del Madrid de su época’ según Bernardo de Salazar), precisamente por no comulgar con los rectos planteamientos de Don Carlos, quien finalmente dimitió de su cargo el 12 de Abril de 1907 dejando a la sociedad descabezada hasta casi un año después cuando, en junta general, salió elegido nuevo presidente el militar D. Adolfo Meléndez en la noche de Reyes de 1908.

La Correspondencia de España del 13.4.1907 donde se informa de la dimisión de Don Carlos Padrós como presidente del Madrid FC. Ya lo había intentado dos años antes por la incomprensión de su actividad en la promoción y difusión del fútbol. La junta directiva le nombra presidente honorario, pero deja la presidencia vacante.

La Correspondencia de España del 13.4.1907 donde se informa de la dimisión de Don Carlos Padrós como presidente del Madrid FC. Ya lo había intentado dos años antes por la incomprensión de su actividad en la promoción y difusión del fútbol. La junta directiva le nombra presidente honorario, pero deja la presidencia vacante.

ABC del 17 de abril de 1907 que también informa de la dimisión de Don Carlos Padrós.

ABC del 17 de abril de 1907 que también informa de la dimisión de Don Carlos Padrós.

Este paréntesis sin presidente es inédito en la historia de la sociedad, por cuanto todos establecen que en ese periodo el presidente seguía siendo Don Carlos.

No fue así.

La propia prensa publica oportunamente la dimisión del presidente, y hasta en las informaciones de los meses posteriores obvia hablar de Don Carlos como presidente, llamándole presidente honorario (cargo que sí aceptó cuando dimitió) e incluso apuntando la zozobra del proyecto futbolístico que en octubre se especulaba como club acabado y en fase de desintegración, ante la ausencia del patriarca.

Hasta su dimisión, Don Carlos llevaba ya un tiempo preocupado porque como representante de España en la F.I.F.A., a la que pertenecían diversos países europeos, éramos los únicos que no teníamos aún Federación Nacional, anhelo de Don Carlos que no consiguió dar forma, a pesar de sus múltiples esfuerzos, y que cuajó precisamente en 1909 y a espaldas del Madrid FC, aunque ese asunto se tratará en otro momento.

Otro de los temas que traían de cabeza al comerciante eran las formas que se practicaban en el foot-ball de la época, siendo él el que organizaba los torneos y el que recibía los palos por su recto comportamiento con respecto a la interpretación de las reglas del juego, llegando a suspender el campeonato local de este mismo año 1907 recibiendo las críticas de los presidentes de los otros cuatro clubs madrileños participantes, Athletic de Madrid, Moncloa, Excelsior e Iris. Al punto que cuando se reconsidera la cuestión y se decide disputar el torneo local para que el ganador pudiera disputar la Copa de España de este año 1907, solo se inscriben el Madrid y el Hispania (nuevo nombre que tenía el antiguo Excelsior), boicoteando el torneo el resto de los equipos. La eliminatoria a doble partido, la ganó el Madrid.

Para colmo de males, y la razón que definitivamente llevó a Don Carlos a abandonar el Madrid, y el fútbol en general, fue el enfrentamiento que tuvo lugar durante el Campeonato de España de este mismo año, con el Club Vizcaya. Ya antes de iniciarse la disputa de la Copa de España, el presidente del Athletic Club de Bilbao se queja de la desconsideración de don Carlos de no consensuar las bases del torneo. El Sr. Padrós para evitar ‘roces’ sale al paso de las declaraciones anunciando que este será el último año que organice el Madrid el campeonato encomendándolo para los siguientes a la futura Federación nacional que debía constituirse.

Se disputó el campeonato, y continuaron los problemas. En una reunión previa celebrada en la casa de Don Carlos Padrós a la que asisten los clubs participantes: Vizcaya, Vigo, Huelva, Madrid, y Hamilton de Salamanca, el Vizcaya pretende que se dispute por eliminatorias, y el Madrid y el resto de los equipos deciden que se dispute por sistema de liguilla, con lo que suponía en cuanto a fechas y el cansancio de los equipos al intentar disputar cuatro partidos en otros tantos días.

Precisamente tras la primera jornada, se deben suspender los partidos de la segunda jornada al día siguiente para que puedan descansar los jugadores. En el banquete que se celebra este día, se echa de menos la presencia de los equipos catalanes ausentes en el torneo, e incluso del equipo vasco que delega su asistencia en su presidente que asiste solo.

El Vizcaya protesta también porque considera que el Madrid tiene un calendario más asequible y además acusa a Padrós de aprobar la presencia del Vigo y el Hamilton de Salamanca que no estaban legalizados. Para dar fe de todo ello, se presenta con un notario en el partido final, que se ve obligado a jugar por imposición del jurado del torneo, dado que tras la disputa del calendario oficial se ha producido un empate entre el Madrid y el Vizcaya. El Vizcaya entiende que él es el ganador (por una mejor diferencia de goles), y el Madrid que hay que desempatar. Finalmente se juega el partido.

Así el Madrid, tras tres triunfos consecutivos (1905, 1906 y 1907, se adjudica en propiedad la Copa de España en juego, regalo del Rey Alfonso XIII.

Heraldo de Madrid de 31.3.1907 que refiere la clasificación del Campeonato de España de este año.

Heraldo de Madrid de 31.3.1907 que refiere la clasificación del Campeonato de España de este año.

Equipo del Madrid FC campeón de España de 1907. De pié Berraondo, J. Yarza, Alcalde, E. Normand, M. Yarza, Quirante. Agachados Parages, Prast, J. Giralt, Revuelto, A. Giralt.

Equipo del Madrid FC campeón de España de 1907. De pié Berraondo, J. Yarza, Alcalde, E. Normand, M. Yarza, Quirante. Agachados Parages, Prast, J. Giralt, Revuelto, A. Giralt.

Una jugada del partido final.

Una jugada del partido final.

Finalmente, tras la disputa del torneo, la directiva del Vizcaya publica una nota oficial en la que no reconoce al Madrid como campeón.

El Imparcial 13.4.1907 donde el Vizcaya comunica que no reconoce al Madrid como campeón de España.

El Imparcial 13.4.1907 donde el Vizcaya comunica que no reconoce al Madrid como campeón de España.

Y apenas unos días después, el Sr. Padrós dimite con carácter irrevocable. Sus desvelos por el progreso y mejora del foot-ball en Madrid y en España no fueron bien entendidos por diversos sectores de la sociedad futbolística, y dimite de la presidencia del Club, aunque aún organizará algunos torneos universitarios en los meses posteriores hasta abandonar definitivamente.

Centrará su actividad en la política y la agricultura. Como ser polifacético que era, se entretiene también con sus ‘hobbys’: los coches y la esgrima.

Ausente el prócer, Don Carlos, el Madrid se mantendrá activo, pero con grandes lagunas en su día a día, salvados en parte por los desvelos de jugadores como Berraondo, Prast, Ruete y otros que mantienen viva la llama merengue, pero sin el vigor y el compromiso con el que había llevado la nave blanca el distinguido comerciante. Incluso en el inicio de la temporada siguiente, 1907.08 la prensa especula con la desaparición de la sociedad.

Diario Universal, del 13 de octubre de 1907 donde se informa de la desorganización que padece el Madrid.

Diario Universal, del 13 de octubre de 1907 donde se informa de la desorganización que padece el Madrid.

El País, del 12 de ocubre de 1907 donde también se informa de la decadencia del fútbol en el Madrid, apuntando la posible disolución del Madrid FC.

El País, del 12 de ocubre de 1907 donde también se informa de la decadencia del fútbol en el Madrid, apuntando la posible disolución del Madrid FC.

No será así; apenas iniciado el año 1908, se reúne la junta general del Club eligiendo como nuevo presidente al militar Don Adolfo Meléndez que, con alguna laguna por su ausencia con motivo de la guerra de África, en la que estuvo presente durante largos periodos, se mantendrá en la dirección del Club hasta 1914. Y aunque el militar intentará declinar el compromiso de la presidencia en las sucesivas reelecciones, nadie de la sociedad se veía con fuerzas para asir la nave, y mantendrán a Meléndez contra su voluntad, y en la lejanía, como presidente del Club de manera oficial todos esos años, aunque en su ausencia tomaron notoriedad Berraondo, Vega de Seoane, Julián Ruete, Federico Revuelto y Pedro Parages ó Julio Chulilla que mantuvieron el Club vivo. En estos primeros años de este periodo, entre 1908 y 1912, como se ha dicho, la sociedad vivió momentos convulsos e incluso se insistía en su desaparición ó su fusión con la Real Sociedad de San Sebastián, por la vinculación de Berraondo o Vega de Seoane con el club vasco, aunque por suerte ni desapareció si se fusionó con ningún otro Club.

Diario Universal del 16 de enero de 1908 informando de la composición de la nueva junta directiva del Madrid, que presidirá Adolfo Meléndez.

Diario Universal del 16 de enero de 1908 informando de la composición de la nueva junta directiva del Madrid, que presidirá Adolfo Meléndez.

Para 1914 la elección como presidente de otro comerciante, Don Pedro Parages, antiguo jugador blanco, consiguió el equilibrio necesario para empezar a crecer como sociedad, aunque el personaje, ya desde 1912 había ejercido como presidente en la sombra, consiguiendo la construcción de un nuevo campo que le fue muy útil a la sociedad para despegar….

Unos años después, coincidiendo con la primera guerra mundial, Bernardo de Salazar apunta que hacia 1918, ante la ausencia de Parages, que estaba en Francia, Carlos Padrós se acercó a la sociedad, aunque este detalle no está suficientemente contrastado.

Don Carlos ya nunca volvió a estar presente en la vida de la sociedad, incluso cuando murió, en 1950, nadie del Club asistió al entierro, ni tampoco se manifestó en ningún sentido, lamentablemente. Don Santiago no lo creyó conveniente.

En estos periodos posteriores a su vinculación con el Madrid, ejerció de político liberal (se incorporó a la candidatura monárquica ya en 1910), siendo diputado por elección directa (se hablaba de que se había gastado 50.000 duros para salir diputado) por la circunscripción de Mataró. Durante 5 legislaturas (de 1911 a 1918) con plausibles aciertos. Le nombraron hijo adoptivo de Mataró en marzo de 1916. Tras los años dedicados al deporte, Carlos Padrós se centró en la promoción e innovación en la agricultura.

Sin embargo, para su nieta, Carmen Igual Padrós, el gran trauma de Don Carlos que nunca superó fue el compromiso del Presidente Usera en 1932, cuando se acercaron a su casa a recoger la Copa de España ganada en propiedad en el periodo 1905-08 (que reposaba en una vitrina de su casa en la calle Arenal) al coincidir la conquista de la primera Liga madridista, con la intención de inaugurar una sala de trofeos en la sede del Club. El Sr. Usera le prometió regalarle una réplica, que nunca llegó.

Confío que con esta información consigamos deshacer los dos errores que la historia de la Sociedad arrastra desde hace demasiado tiempo.

Referencias:

ABC del 17 de abril de 1907

ABC del 5.10.1962

Bahamonde, Angel. El Real Madrid en la historia de España. Taurus. Madrid 2002.

Diario Universal, del 13 de octubre de 1907

Diario Universal del 16 de enero de 1908

Heraldo de Madrid de 31.3.1907

El Debate de 24 de diciembre de 1917

El Imparcial 13.4.1907

El País, del 12 de ocubre de 1907

Heraldo del Sport, del 15 y 22 de marzo de 1902.

La Correspondencia de España del 13.4.1907

Leyendablanca.galeon.com pagina web consultada el 22.11.2018

Libro de oro del Real Madrid: Libro del cincuentenario editado por el Real Madrid. Ediciones Ares, Madrid 1952.

Marca, suplemento del cincuenta aniversario del Real Madrid. 30.marzo.1952.

Pasamontes, Juan Carlos. Todos los jefes de la casa blanca. De Julián Palacios a Florentino Pérez. Alhambra Editorial, Madrid 2003.

Real Madrid: 100 años de leyenda 1902-2002. Libro oficial del centenario editado por el Real Madrid. Editorial Everest 2002. 2 tomos

Salazar, Bernardo de: Cien años del Real Madrid. Editorial As, 12 tomos. Editorial As, Madrid 2002

Un veterano. 40 años de historia del Real Madrid. Ediciones Alonso Madrid 1940.

Wiseman, Jeff. ‘la vida de Arthur Johnson’. Inmadrid, revista digital, mayo y junio de 2012.




¿Salvadores o puntilleros?

Repasar la historia de nuestros clubes a través de sus presidentes, tendría algo de estudio sociológico. Afinando más, cabría concluir que el daguerrotipo resultante iba a ofrecérsenos empapado en tintes berlanguianos, tipo “Bienvenido Míster Marshall” o “La Escopeta Nacional”.

A finales del siglo XIX y durante los albores del XX, cuando muchas entidades de “foot-ball” -incluidas las hoy señeras de 1ª División- contaban tan sólo con veinticinco o treinta socios y hacían de su improbable viabilidad simple cuestión de fe, la presidencia acostumbraba a ostentarla el “sportman” más voluntarioso, si no el menos ocupado. Poquito a poco, a medida que las tribunas de madera iban poblándose de espectadores y hasta el graderío -a menudo simples ribazos de tierra apisonada- semejaba un océano de cabezas cada tarde de “match”, comenzó a subir la cotización de muchos sillones presidenciales. Sus ocupantes, por ejemplo, acababan tratándose de tú a tú con altos representantes del poder civil y militar. Podían verse en el mal papel de los diarios, no sólo mediante caracteres de cuerpo medio, sino retratados a plumilla. Si asomaban por cualquier tertulia, fuere ésta de casino, café, o respetable mancebía, pues la prostitución gozaba de sustento legal, eran inmediatamente reconocidos y adulados. Puertas hasta entonces entornadas, comenzaron a abrírseles, si no de par en par, al menos con hueco suficiente para permitirles el paso. Y hasta el oscuro mundo del funcionariado municipal o estatal, tanto temido por su lentitud e ineficacia, enterraba ante ellos una negligencia endémica, agilizando expedientes o resolviendo en tiempo récord cualquier trámite. Se pensó, entonces, que si la poltrona confería trato de favor a su inquilino, éste debía actuar a la recíproca con el club, unas veces proporcionándole lustre, otras avalándola, y a la postre equilibrando balances con su propio peculio, aún a sabiendas de que esos préstamos corrían el riesgo de convertirse en donación altruista. Para ser presidente ya no bastaba el voluntarismo y la disponibilidad de tiempo libre. Hacía falta pedigrí, solvencia económica y alguna influencia, además de cierta afición.

Aunque en ese momento nadie pareciese advertirlo, quedó inaugurado el tiempo de los ambiciosos, el de quienes aspiraban a seguir haciendo negocios desde el púlpito que prestaba el fútbol.

La sustanciación del profesionalismo a partir de 1926, apuntaló aquel terrizo cimiento. Para presenciar partidos importantes llegaban a congregarse 10.000 almas. Diez mil pares de ojos que acababan mirando durante unos segundos hacia el centro de la tribuna, justo al sitio donde más humeaban los puros, más altos parecían los sombreros y más espléndidos lucían los gabanes. El palco era, o podía ser, un magnífico escaparate. Y su llave estaba en manos del señor presidente. A la par, vencer al adversario en choques de rivalidad, y no digamos nada la obtención de títulos, confería a los presidentes mayor cuota de dignidad y señorío. Por lo tanto, había que ganar. Deportivamente o sobrepasando límites reglamentarios. Enterrando el “fair-play”, sacando de farra a la estrella adversaria en vísperas del partido, si se terciaba, o haciéndose con los mejores futbolistas a golpe de talonario. El Madrid inyectaba 60.000 ptas. en las arcas del Deportivo Alavés (el salario anual de 20 trabajadores especializados) por los defensas Ciriaco y Quincoces, y el atacante Olivares. Ricardo Zamora ponía rumbo hacia el mismo club desde la ciudad condal, mediante abono de 100.000 ptas., el traspaso más alto satisfecho hasta ese instante en todo el orbe. La vanidad tenía un precio y muchos mandamases del balón se apresuraban a pagarlo, pudiesen o no cuadrar después el libro mayor.

El coronel Gabriel Prieto Madassú, personaje clave en la mayoría de edad del Alcoyano, tras la Guerra Civil. En 1949 sería nombrado gobernador militar de Cáceres. Falleció en Granada, como general de brigada, el 18 de abril de 1953.

El coronel Gabriel Prieto Madassú, personaje clave en la mayoría de edad del Alcoyano, tras la Guerra Civil. En 1949 sería nombrado gobernador militar de Cáceres. Falleció en Granada, como general de brigada, el 18 de abril de 1953.

Tras la Guerra Civil hubo cosas que no variaron, por más que algunos prohombres del régimen aventurasen lo contrario: “En adelante, los jugadores tendrán otra ocupación, además del fútbol. Y se acabaron los días en que cada cual campaba a su antojo. Ni se pagarán los traspasos de antes, ni los clubes podrán actuar sin vigilancia”. Buenos propósitos condenados al fracaso inmediato, puesto que en 1940, entre cartillas de racionamiento incapaces de aplacar hambres, cortes de luz, desabastecimiento de gasolina y frío royendo las entrañas, Guillermo Gorostiza pasaba del At Bilbao al Valencia C. F., a cambio de 55.000 ptas. Un maestro con plaza ganada por oposición ingresaba 5.000 redondas a lo largo de ese mismo año. Los estraperlistas con suerte, o los chatarreros, bastante más. Por eso unos y otros podían darse el lujo de acudir al fútbol, purazo en ristre, cuando muchos campos arrojaban afluencias miserables.

A otras cuestiones, en cambio, se les dio la vuelta a partir de 1939. Para ser directivo, incluso vocal en club de barrio, había que pasar por el cedazo de afección al régimen. Durante los años más crudos, sobre todo, no era raro acceder al cargo por designación de la autoridad, circunstancia que justifica tanta abundancia de militares en muchas directivas. Y aunque a menudo se haya definido esa época como de “fútbol tomado por las armas”, no es menos cierto que parte de aquellos militares desarrollaron una fecunda labor. Los hermanos Troncoso ya eran “gente del deporte” antes del estallido bélico, por ejemplo. Recuérdese, igualmente, la intervención de los militares-directivos alavesistas, en favor de Marcial Arbiza, conforme se viera en esta misma publicación. O la no menos decisiva figura de Gabriel Prieto Madassú, coronel de Infantería en el Regimiento Vizcaya Nº 21, acuartelado en Alcoy. Prieto Madassú  prestó soldados para el desmonte del campo del Collao y activó a los empresarios de la industriosa población alicantina, posibilitando el salto de gigante que iba a dar el Alcoyano en apenas 4 años.

Pronto, sin embargo, los nuevos burgueses, que no dejaban de ser sino los de siempre, viejos monárquicos, nobles con buen ojo inversor, terratenientes, patrocinadores del levantamiento, o industriales de la hilatura, el agro, la minería y los alcoholes, a los que se arrimaban oportunistas con buenos contactos, irían tomando el relevo al interinato castrense.

Sabino Barinaga Alberdi, ya entrenador. Aunque se hiciera futbolista en Inglaterra, aprendió pronto a desenvolverse en la España de posguerra. De ahí que durante su última temporada en activo (1954-55), viendo entrar en el vestuario bético a un militar con estrellas, se cuadrase y dijera: “¡Mi general, aquí estamos para hacer que el Betis suba a 1ª!”.

Sabino Barinaga Alberdi, ya entrenador. Aunque se hiciera futbolista en Inglaterra, aprendió pronto a desenvolverse en la España de posguerra. De ahí que durante su última temporada en activo (1954-55), viendo entrar en el vestuario bético a un militar con estrellas, se cuadrase y dijera: “¡Mi general, aquí estamos para hacer que el Betis suba a 1ª!”.

Debe constar, también, que varios gobernadores civiles evitaron la desaparición de unos cuantos clubes a lo largo de los años 40 y 50. Si no había con qué pagar las fichas, o si la Federación se negaba a tramitarlas en tanto no se pusieran al día con el organismo, convocaban a la flor y nata en sede gubernamental y de allí no salía nadie sin repartir cargos y aflojar la faltriquera. Corrían malos tiempos para negarle algo a todo un señor gobernador. Por menos que eso se acababa perdiendo contratos con el Estado, o se asumía el revoloteo de inspectores de abastos, fisco y trabajo, a manera de revancha. Los clubes en apuros, merced a la potente nueva directiva impulsada desde Gobernación, esquivaban su finiquito. Y el preboste, además de ahorrase el descontento ciudadano, añadía méritos a su hoja de servicios. Porque ejercer ese cargo en un capital de provincia sin equipo encuadrado como mínimo en 3ª, podía compararse a ser notario de cualquier plaza sin viñas, naranjos, o pegujales dignos de transmisión testamentaria.

Ya en los 60 fueron llegando vientos nuevos. Aquel régimen tan alérgico a las urnas consentía juntas directivas a elección de los socios. A elección matizada, entiéndase, puesto que desde 1948 -aunque muchas federaciones no se aviniesen a la norma hasta el arranque de los 50- la Delegación Nacional de Deportes avalaba el nombramiento de presidentes en juntas o asambleas de compromisarios, si bien seguía quedando a criterio de cada Federación aceptar o no la voluntad de los socios. Consecuentemente, las planchas seguían siendo analizadas al trasluz desde las delegaciones del gobierno. El franquismo de esos años sabía muy bien cómo abrir la mano sin dejar de cerrar el puño. Pero aún con todo, se empezó a vislumbrar una nueva especie de presidentes. Porque junto a quienes ya habían triunfado en lo económico, entremezclados con aspirantes a licencias de importación, merma de aranceles o concesiones varias, germinó el matojo de los especuladores con suelo y ladrillo; individuos que tras asomarse al palco buscaban recalificaciones, el visto bueno del Ministerio de la Vivienda para la ansiada subvención, y una rúbrica del alcalde, salvoconductos con los que poblar el horizonte de grúas y atiborrar su hucha.

El campo llevaba años huyendo a las ciudades, infestando su periferia de chabolas levantadas por la noche, que tras el canto del gallo ya nadie podía demoler. Mal ejemplo para la España surgida del 18 de julio. Realidad fea en un país que aspiraba a convertirse en meca del turismo. Injusticia denunciada por curas jóvenes poco amigos de palios y soflamas, a los que pronto se iba a tildar de “comunistas”. Afrenta que el régimen se apresuró a subsanar en cuanto obtuvo divisas y cemento, para gloria del No-Do y sus solemnes inauguraciones, a la par que enriquecimiento de quienes armaban el hormigón no con varilla metálica, sino mediante cables de freno para moto atirantados a la buena de Dios. Burgos no sólo amplió horizontes, sino que gozó de un Polo de Promoción Industrial. Vitoria también se estiró por la llanada, algo más tarde. Y ambas capitales, al igual que Logroño, por no eternizarnos con el ejemplo, tuvieron en sus clubes más representativos a enladrilladores del páramo. El castellano naufragó una tarde en El Plantío, cuando saltó al campo para leer la cartilla, o algo peor, a un árbitro poco inspirado. El alavés, cuya constructora-inmobiliaria permitió fichajes de tronío, tuvo la desgracia de no completar la reconquista de una 1ª División perdida en los 50. Y el riojano Cesáreo Remón, antiguo futbolista del disuelto C. D. Logroñés, mucho más pragmático, hasta vendía sus pisos a alguno de los futbolistas que contrataba, conforme afirmara el buen medio Jesús Mª Irízar: “Llegué a Logroño en 1972, cedido por el Betis, aunque en seguida me ficharon por 500.000 ptas. Pague 300.000 por uno de los pisos que levantaba el presidente y después de escriturarlo todavía me sobraron 150.000. Una operación fantástica”.

Esos pisos por fuerza debían ser pequeños, con la cocina sin montar y luciendo una brillante placa de Protección Oficial en la fachada, pues la vivienda libre superaba con creces el medio millón, allá por 1972.

Remón, vaya por delante, constituyó anomalía entre la tormentosa nube de dirigentes constructores, llegados al deporte rey por estricto oportunismo. Sin sus desvelos y terquedad deportiva, el club de Las Gaunas hubiese perecido mucho antes, sin degustar una máxima categoría que a la postre, como a tantos otros modestos, acabaría desangrándole.

José Luis Orbegozo. Puso el cemento para que los Arconada, Górriz, Zamora, Alonso, López Ufarte, Bakero y Satrústegui, convirtiesen a la Real Sociedad en bicampeona.

José Luis Orbegozo. Puso el cemento para que los Arconada, Górriz, Zamora, Alonso, López Ufarte, Bakero y Satrústegui, convirtiesen a la Real Sociedad en bicampeona.

Tampoco todos los clubes cayeron en manos oportunistas, puesto que hubo dirigentes excelsos. Ángel Pérez Soler, Benito Villamarín, Jaime de Olaso, Santiago Bernabeu, Félix Oraá, Eguidazu, Fermín Ezcurra, Orbegozo, e incluso los cinco presidentes de las más significadas entidades gran canarias que un día, desechando egos poniendo colofón a los 40, decidieron fusionarlas para representar con dignidad al balompié insular en el Campeonato Nacional de Liga, pueden servirnos de avanzadilla. Pérez Soler, con la ayuda de unos directivos excelsos, amén del citado coronel Gabriel Prieto, profesionalizó al Alcoyano, equipito que desde Regional, y en un santiamén, se las vio midiéndose al Real Madrid, Valencia, Sevilla, los dos Atléticos o C. F. Barcelona. Benito Villamarín supo enderezar a una entidad campeona de preguerra y repentinamente hundida en 3ª. Olaso convirtió a su Indauchu, formación de amigos, no ya en club de 2ª División, sino en escaparate de soberbios futbolistas. Bernabeu construyó un campo inmenso en tiempos de máxima dificultad y lo llenó después, bien es cierto que con la ayuda del todopoderoso Di Stéfano. Oraá tuvo que llevar a cabo una de las más arriesgadas renovaciones en el Athletic (todavía Atlético), no ya por cuanto a la primera plantilla rojiblanca respecta, sino al apostar por el vivero de Lezama. Eguidazu hubo de enfrentarse desde el mismo club con el estamento federativo, sus compañeros de Asamblea General y el entramado de corrupción esdrújula que en lo deportivo caracterizó a los primeros 70, para aflorar el escándalo de los falsos oriundos. Su vecino y coetáneo Orbegozo trazó el rumbo que situaría en mar abierto a una Real Sociedad acostumbrada al cabotaje, convirtiéndola en bicampeona de Liga. Y el discreto Ezcurra, pasito a paso, sin perder la perspectiva cuando tantos colegas se volvían locos en el pespunte de una España entregada al “pelotazo”, convirtió a su Osasuna en el único club de 1ª sin necesidad de rescate estatal, antes de ser anfitriones en el Mundial de “Naranjito”, con Sandro Pertini alborozado en el palco y Paolo Rossi otorgando otro título a los “azurri”. Antes de ese 1982, otro magnífico presidente hizo ver a su junta directiva que el futuro del Sporting gijonés pasaba por destinar al centro formativo de Mareo los millones abonados desde Bilbao, cuando el Athletic incorporó a Churruca. Sin aquella inversión y los frutos posteriores, probablemente habrían soplado muy malos vientos en torno al histórico Molinón.

Pero aquel multimillonario rescate premundialista, unido al paupérrimo balance de nuestra selección nacional en el campeonato, prontamente eliminada, tuvo sus consecuencias para el fútbol. Primero hubo críticas por demás justas. “Es inadmisible que el erario público sirva para rescatar a millonarios. Esto no ocurre en otros países, donde los clubes son Sociedades Anónimas. Así, ante cualquier caso de mala gestión, son los accionistas quienes se rascan el bolsillo, no la inocente ciudadanía”. Y a renglón seguido tanta improvisación como populismo. Porque mecidos en la Ley de Sociedades Anónimas, contribuyentes y clase política dieron por resuelto el problema. Se abrazó la fórmula, aunque no sin incurrir en algo parecido a una trampa. Porque las nuevas S. A. Deportivas quedaban al margen de cotización bursátil y eran declaradas “sin ánimo lucrativo”. Podían mover bastante más dinero que cualquier empresa cotizada en corros, sin reparto de hipotéticos dividendos ni apenas control. Polvorín huérfano de centinela, por el que pronto comenzaron a interesarse dinamiteros con mecha corta.

Jesús Gil y Gil fue tan sólo uno de ellos, abanderado en el arte de saltar desde el fútbol al escenario político. Quizás, también, pionero entre nosotros en un nuevo birlibirloque: fichar “futbolistas” como mínimo desconocidos, si no harto sospechosos, a través de sociedades participadas, o dicho de otro modo, hacer que el dinero del club -siquiera una parte de él- acabara en sociedades gestionadas por testaferros. “Sin el Atlético de Madrid yo no hubiera podido hacer nada en política”, confesó, añadiendo: “El fútbol lo puede todo”.

Lo parecía, al menos. Porque de buenas a primeras, algo sí había logrado la nueva Ley: Hurtar la representatividad de los socios; convertir en papel mojado los carnets. Y desandar los anteriores 40 años, puesto que de directivas designadas a dedo se pasaba a alianzas accionariales, si el papel se concentraba en tres o cuatro carteras minoritarias, o a la inmisericorde apisonadora, cada vez que alguien controlase la mayoría. Por cuanto a responder sobre pérdidas, pronto quedó de manifiesto la facilidad de allanarse ante imprescindibles ampliaciones de capital, y sobre todo el abrazo sistemático a una Ley Concursal embebida en aroma a estafa económico-deportiva. Todo ello sin olvidar otro atajo, pues llegado el caso una quiebra podía tornarse utilísima escalera de incendios. ¿Acaso importaba si miles de socios y abonados se achicharraban entre rescoldos de historia centenaria?.

A caballo de las Sociedades Anónimas Deportivas, se agigantó la insolvencia en nuestro fútbol, escapando solo unas pocas entidades más bien modestas, y por eso mismo ejemplares. Cualquiera diría que comiendo pan, se eructara jamón.

El C. D. Badajoz sobrevivió a una guerra, a la hambruna autárquica, la masiva emigración extremeña y el fracaso del Plan Badajoz, pero acabaría sucumbiendo a la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas.

El C. D. Badajoz sobrevivió a una guerra, a la hambruna autárquica, la masiva emigración extremeña y el fracaso del Plan Badajoz, pero acabaría sucumbiendo a la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas.

En pleno imperio de la Ley de S. A. D., Málaga C. F., Real Oviedo, Valencia, At. Madrid, Real Zaragoza, Compostela, Granada, Betis, Elche, Mallorca, Xerez, U. D. Las Palmas, Deportivo Alavés, Palencia, Racing de Santander, C. D. Badajoz, U. D. Salamanca, Real Sociedad de San Sebastián, Real Murcia, Sporting Mahonés, Hércules, Alicante, La Muela, Ciudad de Murcia y un largo etcétera, viven o han vivido situaciones tan críticas que ni pasando por la UVI pudieron solventar en algún caso. Todo ello mientras se asistía al desembarco en las poltronas de trileros y advenedizos, sustituyendo a los oportunistas de antaño. Valgan para muestra un par de botones.

Justo en el tránsito del siglo XX al XXI, el Club Deportivo Badajoz parecía asentado en 2ª División, aún con penurias. Sus dirigentes se quejaban del escaso apoyo ciudadano, y quienes como pacenses de pro deberían haber sentido algo por la camiseta blanquinegra, se confesaban más seguidores del Real Madrid o Barcelona, cuando no escondían su deserción amparándose en la incomodidad de una instalaciones tiempo ha periclitadas. Como tantas veces ocurre, desde las distintas Administraciones se hizo un esfuerzo considerable, hubo música, discursos, corte de cinta y bendición de un nuevo campo, tan sólo para que domingo tras domingo buena parte del graderío continuara despoblado. Lógicamente, así no había modo de cuadrar balances. La deuda crecía, sin visos de que mejora. Tratando de recortar gastos, a los futbolistas dejó de servírseles vacuno en las comidas, reemplazado por pavo y pollo, más baratos. Daba igual si el equipo se desplazaba a Galicia, Cataluña, la región levantina, Euskadi o Andalucía: siempre pavo y pollo, con guarnición o sin ella. Pero la deuda, en parte por mor de intereses acumulados, no dejaba de crecer. Entonces surgieron los salvadores. Una empresa argentina, abanderada por Marcelo Tinelli (1998), y otra portuguesa, con Antonio Barradas como estandarte (2002), por riguroso orden, aunque vistos los resultados pudiéramos entonar el tanto monta, monta tanto. Ni uno ni otro hallaron dificultad para hacerse con una parte del accionariado, apostando a la baja, puesto desde todos los ámbitos se quiso ver en ambos a un par de angelotes con alas de seda blanca.

Al menos así fueron acogidos de entrada.

Pero ni el sudamericano ni el luso hicieron mucho por la entidad. Con ligeros matices diferenciadores volvía a repetirse la nefasta experiencia del Atlético Marbella cuando, en 1994, desembarcara Slobodan Petrovic, otro encantador de serpientes con lengua bífida. A lo peor ninguno de los dos se planteó siguiera reflotar la sociedad. Y en vista de que el dinero institucional no colmaba sus expectativas -entonces Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades Autonómicas subvencionaban al deporte, fuese con aportaciones directas o mediante esponsorizaciones-, pusieron pies en polvorosa.

El C. D. Badajoz, después de sobrevivir a numerosas crisis tanto en tiempos duros como de relativa abundancia, se encontró en 2ª División B, primero, y en 3ª después, con un campo nuevo y vacío, y sin el aliento de una afición resignada a lo peor. Expiró tras larga agonía, por más que otros entes locales de nuevo cuño compitieran en el arrogo de una antigüedad y unos laureles del todo ajenos. Sobrevivir a una Guerra Civil, a la emigración extremeña, el fiasco del Plan Badajoz, el hundimiento bursátil de los 70, la asfixiante inflación de los primeros 80, el fútbol de tronío televisado en color y distintas restructuraciones federativas, para yacer en la cuneta de la Sociedad Anónima. Viaje absurdo, a la par que invento tóxico.

Pero más espectacular todavía fue el desplome del Leganés, cuando sobrevoló su nido un empresario argentino del espectáculo llamado Daniel Grinbank. Las cosas ocurrieron de este modo.

Grinbank, empresario futbolístico a la fuga. Todo su prestigio como organizador de espectáculos musicales, lo perdió durante sus cuatro meses la poltrona del Leganés.

Grinbank, empresario futbolístico a la fuga. Todo su prestigio como organizador de espectáculos musicales, lo perdió durante sus cuatro meses la poltrona del Leganés.

Durante el verano de 2003, Grinbank contactó con Jesús Polo, presidente del club madrileño en los últimos 27 años, para adquirir el 86 % de las acciones. Los blanquiazules acababan de salvar la categoría en los despachos, luego de haberla perdido sobre el césped, ocupando la plaza de un Compostela descendido por impagos a su plantilla. Claro que el Leganés no fue sino alternativa de urgencia para el argentino, puesto que previamente había llamado a la puerta del Real Valladolid. Quería entrar en el fútbol español, sin que importase mucho a qué entidad y bajo qué colores. Por fin, el 11 de agosto cristalizaba el acuerdo, quedando Polo como presidente de honor, en tanto Grinbank y su gente de confianza gestionaba tanto el área económica como la deportiva.

Al menos por cuanto respecta a lo deportivo, el nuevo propietario sí parecía haber hecho los deberes, contratando a José Pekerman como responsable técnico y a Carlos Aimar para el banquillo. Pekerman lo había sido todo en el fútbol base de su país: campeón mundial, tirano en los torneos de la Confederación Americana, hombre que semejaba estar hecho para la corona de laurel. Y Aimar era conocidísimo por nuestros pagos, luego de fajarse con éxito en el C. D. Logroñés del bodeguero Eguizábal, y popularizar un señor palmetazo en el pecho de sus futbolistas a medida que iban saltando al campo.

El reto, de cualquier modo, se antojaba dificultoso. Una cosa era que Grinbank fuese hombre con buena fama, “capaz de montar conciertos de los Rolling Stones en cualquier continente”, según se aseveraba desde Buenos Aires, y otra que en los 20 días previos al primer choque liguero pudiera cerrarse una plantilla no sólo digna, sino capaz de situar al “Lega” entre los grandes. Lógicamente, en plena revolución no se contaba con casi ningún futbolista del equipo anterior. “Si no fueron capaces de agarrarse a 2ª, ¿cómo van a impulsarnos a 1ª?”, parece  se aseguró desde el área deportiva.

Pekerman y Aimar tiraron de contactos, recibiendo varias negativas y 16 plácemes; quince argentinos y un chileno, distribuidos de este modo:

Pekerman fue otro engañado por el visionario Grinbank. Pese a saberlo todo sobre el balón y su mundo, las prisas le impidieron conformar un equipo consistente.

Pekerman fue otro engañado por el visionario Grinbank. Pese a saberlo todo sobre el balón y su mundo, las prisas le impidieron conformar un equipo consistente.

Bernardo Leyenda, portero. Vitali, Alessandria, Mustafá, Mauro Esteban Navas, Federico Hernán Domínguez y José Antonio Chamot, todos ellos argentinos, defensas. Para la zona ancha los también argentinos Nicolás Medina, Pablo Rodríguez, Pietravallo y Marini, y el chileno Arrué. Encargados de anotar goles Pablo Ignacio Calandria, Claudio Marcelo Enría, Santiago Jorge Kuhl y Mario Héctor Turdó. De ellos, 8 con experiencia en 1ª División y alguno tras haber sufrido lesiones muy serias, de las que según pudo apreciarse pronto conservaba secuelas. Un ramillete que, salvo excepciones, decepcionó bastante.

A medida que los resultados sumergían al Leganés en un baño de realidad, Grinbank daba la impresión de distanciarse. Como niño caprichoso, fue cansándose del juguete, hasta acabar arrinconándolo. Jesús Polo, por pura vergüenza torera, abonó de su bolsillo las nóminas correspondientes a noviembre y diciembre, así como los billetes aéreos para que esos 15 argentinos y el chileno pudiesen pasar la Navidad en familia. Llegó Año Nuevo, los Reyes Magos desfilaron en cabalgata y al pasar por Leganés vaciaron de carbón las alforjas. Porque el jueves 8 de enero, cuando los abetos de plástico, ya sin luces ni villancicos comenzaban a desmontarse, en las instalaciones del club se vivían instantes de conmoción. Daniel Grinbank, el empresario honesto, el vendedor de humo, confesaba a sus jugadores durante cinco escasos minutos no hallarse en disposición de cubrir los seis millones y medio de euros presupuestados, subía a un coche en dirección Barajas, tomaba un vuelo a Londres donde “Le Cirque du Soleil” iniciaba una nueva gira, y decía adiós al sueño que jamás llegó a convertir en proyecto. Una fuga en toda regla, poco menos que en plan golfo.

“El proyecto tenía que ver más con lo humano y lo deportivo que con lo económico”, aseguró Pekerman, tan anonadado como incrédulo. Un futbolista reconocía que “si bien últimamente nos rondaba el miedo a que pasara algo, jamás pensamos pudiese dejarnos tirados”. Carlos Aimar, entre tanto, anunciaba que los jugadores eran libres para continuar o no en el club, y hasta para permanecer en Madrid o desplazarse a Algeciras, donde debían disputar el siguiente partido. Viajaron los convocados y dando una lección de honradez se impusieron por 1-2. El futuro, sin embargo, no es que fuese sombrío, sino tétrico.

Rosario Peña, concejala de deportes del Ayuntamiento de Leganés por el PSOE, se deshacía en buenas palabras, procurando no mojarse, “porque como saben, el Leganés Sociedad Anónima Deportiva es una entidad privada”. Aimar sangraba por su herida ante la prensa: “El terremoto nos sorprendió desagradablemente. Es una catástrofe que no sabemos cómo afrontar. El futuro de muchas familias ha saltado hecho pedazos”. Parecía que sólo contara eso, la realidad inmediata de treinta y tantos profesionales. ¿Y qué ocurría con la afición?. Con los abonados. Con algún aislado pequeño accionista. Con la ilusión entregada gratuitamente durante lustros. ¿Acaso el impulso popular que situó al fútbol en la cúspide, ya no contaba?. ¿Alguien pensaba, en serio, que el fútbol-negocio, negocio no siempre limpio, que conste, surgido de las S. A. D., era posible sin el aliento del aficionado?.

Las semanas siguientes resultaron muy movidas, puesto que nada más aflorar el escándalo faltaron jofainas para tanto remedo de Pilatos. Ni el fugitivo empresario ni el antiguo presidente Jesús Polo, habían solicitado al Consejo Superior de Deportes la preceptiva autorización, tal y como exigía el real decreto sobre Sociedades Anónimas Deportivas si iba a cambiar de manos un capital mínimo del 25 %. Y además dicha venta tampoco se formalizó ante la Liga de Fútbol Profesional. Portavoces del C.S.D., en perfecta maniobra, manifestaron que “cualquier transacción en semejantes condiciones, suponiendo se hubiera producido alguna, resultaba nula de pleno derecho”.

Diez años le costó al C. D. Leganés recuperar la 2ª División. Duro castigo para sus seguidores y masa social.

Diez años le costó al C. D. Leganés recuperar la 2ª División. Duro castigo para sus seguidores y masa social.

Curioso, muy curioso todo. La prensa se había hecho eco, pormenorizada y ampliamente, de cuanto ocurría en agosto alrededor del Leganés. ¿Cómo es que C.S.D. y L.F. P. no se dieran por enterados?. ¿Acaso los puntos de retiro estival permanecían fuera de onda, sin diarios, radio y televisión?. ¿O es que en vacaciones se detenía el latido universal?. El alcalde de Leganés por el PSOE, José Luis Pérez, tuvo más difícil lo de lavarse las manos, puesto que el 11 de agosto de 2003, cuando Grinbank parecía dispuesto a regar con maná el secarral sur madrileño, no quiso faltar a la materialización del traspaso. Una foto siempre es una foto, y aquella parecía de primera.  Pues así y todo, como queda dicho hubo de ser la concejala quien en medio del desaguisado lanzase balones fuera.

Carlos Aimar no acabó la campaña 2003-04. Y el Leganés, lejos de ascender a 1ª, según los planes, concluyó descendiendo a 2ª B. Iba a llevarle 10 años reconquistar la categoría perdida. Diez años lamiendo llagas, sobreviviendo con estrecheces, arrepintiéndose de haber confiado en quien no debía.

Lamentablemente, aquel fiasco pareció no inspirar moraleja. Años más tarde otros abigeos siguieron merodeando en derredor de nuestra Liga. Unos se fueron con viento fresco, otros echarían el ancla entre alardes de rico manirroto, prometiéndolo todo y volviendo a hacer el petate cuando las distintas Administraciones invocaron la ley abstracta, las ordenanzas de urbanismo o los Planes Generales de Ordenación Territorial, para embridar ingentes proyectos de cemento y ladrillo. Por Santander y Vitoria cayó Piterman, como plaga de langosta. Y puesto que los males no suelen llegar solos, en Cantabria volvieron a tropezar con otro bluf superlativo, al parecer residente en el Golfo Pérsico y luego reclamado por Interpol. Durante un año, la afición del Málaga C. F. coreaba vivas en la Rosaleda a su particular míster Marshall árabe. Luego, ya en plena liquidación de efectivos, resucitaron los miedos desde una tumba con lápida en honor del Club Deportivo Málaga. El Granada fue adquirido por negociantes del balón transalpino, dueños del Udinese y el Watford inglés. ¿Acaso no importaba a nadie que un día pudieran enfrentarse en la Europa League Udinese y Granada, por ejemplo, o Watford y Udinese?. Y entonces, ¿cómo evitar adulteraciones, chanchullos y hasta tocomochos en el mundillo de las apuestas on-line?. El Mallorca, estrangulado por sus deudas, recibió una inyección germana. A su presidente, Utz Claassen, ex alto cargo financiero de SEAT, con 23 cambios de domicilio por mor de su profesión, le sobraban tablas empresariales. Pero claro, el fútbol es fútbol, según perogrullada de Bujadin Boskov. O sea poco tiene que ver la gestión empresarial para que las estrellas no se lesionen, el entrenador se lleve bien con sus pupilos, los árbitros acierten y la pelota quiera entrar.

Hoy se teme a las arenas movedizas en la tercera ciudad de España por población, imagen internacional y pujanza económica. El viento no favorecen al Valencia del derroche superlativo, los números rojos escandalosos y un campo nuevo parado a medio construir desde ni se sabe cuánto tiempo. Se diría que la brújula tampoco aparece en las arcas del representante futbolístico mejor relacionado a día de hoy, ni en un banquillo demasiado dado a la aventura, y aún menos entre los millones del propietario, otro multimillonario asiático. Veremos si esta aventura no concluye en la isla de Robinson Crusoe. Más aún, ¿habrá llegado también, o estará a punto de llegar a nuestro campeonato la fórmula trasladada desde fondos de inversión y capital-riego a la Premier británica, consistente en contabilizar como préstamo lo desembolsado en adquisición de acciones?. Poco debería extrañarnos que ante el primer síntoma de gripe cualquier club atraviese muy duros trances. Pero alivia reconocer otro tipo de gestión, otras fórmulas menos reñidas con la tradicional ortodoxia, aun bajo el manto de la ley de S.A.D., con Eibar, Numancia y Huesca a la cabeza. O siguiendo el ejemplo de un Real Zaragoza todavía vivo, gracias a la bendita cabezonería de quienes como José Antonio Martín Otín “Petón” y un puñado e románticos, contagiaron ilusión entre el empresariado maño, evitando, de paso, la puntilla a una entidad con trofeos de Copa española y europea en sus vitrinas. Y que conste, la enfermedad provenía de gestiones sometidas a la ley de Sociedades Anónimas Deportivas,  en tanto la transfusión salvadora era consecuencia del fervor y el entusiasmo característicos de otra época.

Perfecto círculo vicioso. Creamos una figura jurídica para evitar lo desmanes, comprobando al cabo, y según parece sin gran propósito de enmienda, que dicha fórmula sólo multiplica impagos o va llenando de cruces el cementerio deportivo, justo cuando más dinero se mueve alrededor del balón.

En el siguiente número se abordará, Dios mediante, la siniestra figura de Dimitri Piterman, el hombre que a punto estuvo de trazar dos muescas en su culata, para vergüenza de nuestro fútbol. Puro aguafuerte tremendista, contra el que ni la Liga de Fútbol Profesional ni el Consejo Superior de Deportes parecen haberse vacunado. Pero entre tanto viene a mi memoria cierto señor al que conocí durante algunos veranos de infancia, cuya mujer se hallaba enferma. Los vecinos solían interesarse, solícitos, por la evolución del mal y la paciente. Y él contestaba con aplastante resignación: “Miren ustedes, ¡a peor la mejoría!”.

Pues eso. También sobre este particular parece que ha ido a peor la mejoría.




Todos los presidentes del Real Madrid

Desde el que ejerció de presidente antes de la fecha de fundación, hasta el que salió elegido y antes de una semana dimitió irrevocablemente, hasta los que han sido elegidos por los socios o por el dedo, incluso los que cubrieron la silla por un instante.

Julián Palacios (1901-1902)

Juan Padrós (1902-1903)

Miguel Guijarro (1903)

Carlos Padrós (1903-1908)

Adolfo Meléndez Cadalso (1908-1916)

Pedro Parages Diego-Madrazo (1916-1926)

Luis de Urquijo (1926-1929)

Antonio Bernabeu de Yeste (1929)

Luis Usera Bugallal (1929-1935)

Rafael Sánchez Guerra (1935-1936)

Comité Federación Deportiva Obrera – Juan José Vallejo (1936)

Antonio Ortega Gutiérrez (1936-1939)

Adolfo Meléndez Cadalso (1939-1941)

Antonio Santos Peralba Álvarez (1941-1943)

Santiago Bernabeu de Yeste (1943-1978)

Raimundo Saporta (1978)

Luis De Carlos (1978-1985)

Juan José Borrachero (1982)

Ramón Mendoza (1985-1995)

Juan Manuel Herrero (1994)

Pedro Zapata (1991)

Lorenzo Sanz (1995-2000)

Florentino Pérez (2000-2006)

Fernando Martín Álvarez (2006)

Luis Gómez-Montejano (2006)

Ramón Calderón (2006-2009)

Vicente Boluda (2009)

Florentino Pérez (2009-…)

En estos días he podido constatar la existencia de un par de datos sobre los primeros presidentes a los que se ha dado nula importancia desde el club y la historiografía oficial, aunque si hubo quién puso encima de la mesa alguna de estas cartas, no todas.

Una de las investigaciones que traigo hoy es la demostración de que el 3º presidente del Real Madrid no fue Carlos Padrós. Este lugar le corresponde a Miguel Guijarro Lledó. Por el momento, pues siempre hay que dejar la puerta abierta a los nuevos descubrimientos.

El Sr. Guijarro fue anteriormente presidente del Internacional FC, sociedad futbolística producto de una escisión que a finales de 1902 hubo en el New FC.

La Correspondencia de España, con fecha de 5 de enero de 1903, da ambas noticias en una sola nota de prensa.

PresidentesRealMadrid01Tres meses más tarde, el Internacional FC pasa a fusionarse con el Madrid FC y a compartir puestos en la directiva.

El Liberal, de fecha 5 de abril de 1903 da así la noticia:

PresidentesRealMadrid02D. Miguel Guijarro aparece por error como Miguel Quijano.

También aparecen con cargos directivos los Sres. Eugenio Bisbal, Pío Wandosell y Romero de Tejada, que aparecían en la lista de directivos del Internacional FC que hemos mostrado más arriba.

De esta manera, la presidencia de D. Juan Padrós Rubió hay que tomarla hasta el mes de marzo de 1903 y no hasta 1904 como hasta ahora se ha publicado.

Por tanto, este es hasta el momento el tercer presidente del Madrid FC. No descartamos que en futuras investigaciones pueda aparecer algún personaje más que haga correr el puesto.

Por otra parte, siempre se ha dicho que la presidencia de D. Carlos Padrós comenzó en 1904.

Realmente hay que adelantarla a octubre de 1903, juntamente a la fusión con el Madrid-Moderno.

La Correspondencia de España del 6 de octubre de 1903 así lo recogió:

PresidentesRealMadrid07También El Heraldo de Madrid, en la misma fecha, publicó la noticia.

PresidentesRealMadrid08Como podemos observar, al hilo de la anterior investigación, D. Miguel Guijarro aparece como vicepresidente, lo que demuestra que D. Miguel Quijano es solo una errata de las muchas que en los inicios del fútbol español se producían en la prensa.