El portero que puso en solfa a la Mutualidad de Futbolistas

El mes de enero, por esos curiosos guiños con que a menudo nos obsequian la fatalidad o el destino, resultó clave para la Mutualidad Deportiva. Si en 1944, un día 30 se asentaban las bases de esa obra fundamental, tantas veces relegada o pospuesta, en 1978 el nuevo año iba a estrenarse con la incidencia que a punto estuvo de enterrar al ya consolidado órgano. Una desgracia mayúscula en El Molinón gijonés, la del ariete sevillano Alfonso Fernández, hizo ver la necesidad de asistencia médica, quirúrgica y económica, ante casos dramáticos. Y otra de casi tanta enjundia, acaecida en el viejo campo de San Mamés, puso en solfa lo que hasta ese momento nadie se atrevió a discutir. En 1944, el violentísimo choque del guardameta Lerín con Alfonso había dejado al último con una pierna menos. Y 34 años después, otro choque entre un rojiblanco no muy bien identificado y el arquero argentino Roberto Jorge D´Alessandro, a éste sin uno de sus riñones.

Puesto que la historia de Alfonso y Lerín ya vio la luz en otro número de “Cuadernos”, centrémonos en el suceso bilbaíno.

Roberto Jorge D´Alessandro Di Ninno (Buenos Aires, 28-VII-1949), había sido internacional juvenil con la albiceleste en 8 ocasiones, y esperanza sin cuajar para los técnicos de San Lorenzo de Almagro cuando, inopinadamente, otro guiño de la diosa Fortuna lo trajo a Europa. Aquellas giras recaudatorias que los clubes sudamericanos solían llevar a cabo durante los meses de julio y agosto servían tanto para aprovisionar sus arcas como de escaparate a estrellitas incipientes, o probatura de segundones, bien cara su hipotética titularidad posterior o con el ánimo de dar gato por liebre. Y D´Alessandro, en el primer equipo azulgrana desde los 19 años -campaña correspondiente a 1968-, con sólo 15 intervenciones en el torneo de Liga y otras 41 en el Metropolitano, amistosos o torneos menores, tuvo su oportunidad, luego de seis ejercicios y medio en virtual ostracismo. Consciente sin duda de cuánto se jugaba, la verdad es que lo bordó. Agilísimo, decidido, con empaque y grandes reflejos, si acaso dejaría asomar cierto alboroto, achacable a sus muchas ganas de agradar. Los patrones de pesca tendieron sus redes. La ya extinta Unión Deportiva Salamanca necesitaba reforzar su marco para afianzarse en nuestra máxima categoría, y así las cosas, luego de distintos tiras y afloja, la directiva del San Lorenzo se avino a traspasarlo. A fin de cuentas, aquellas actuaciones podían ser tan sólo flor de un día. Mejor pájaro en mano que eterna promesa en el alero. Los charros, en fin, pudieron hacerse con un porterazo de 25 años a muy buen precio, que iba a constituir excelente inversión, visto su futuro rendimiento.

D´Alessandro en acción, listo para una de sus estiradas felinas.

Bien pronto aquel argentino serio, visceral y con carácter, fue conquistando al público de nuestros estadios. Ordenaba bien a su defensa, donde destacaba Rezza, otro compatriota duro, aguerrido e imperial. Sabía colocarse, mostrar seguridad, y cuando la ocasión lo precisaba volar de palo a palo. Con el torreón porteño atrás, Alves, un portugués con guantes negros organizando el juego, Sánchez Barrios y Robi triturando la zona ancha, o Rial más adelante, los salmantinos se convirtieron en plato indigesto para entidades con más medios, tradición y pretensiones. José Luis García Traid, futbolista malogrado junto al Ebro y La Pilarica, supo dirigir aquella maquinaria perfectamente engrasada para gozo de una afición unionista que había pasado del Calvario al Helmántico, librándose con aquel traslado de antiguos días de viacrucis, sufrimiento y corona espinosa.

Todos los partidos de Liga en 1974-75 y 75-76, y 31 correspondientes al ejercicio 76-77, amén de dos títulos como meta menos goleado, constituían preciado aval de D´Alessandro al arrancar la campaña 77-78. Contaba con no dar opciones a su suplente, tampoco en esa ocasión. Pero 1978 arrancó para él de la peor manera. Porque el día de año nuevo, una carga de Astrain, Dani o Carlos, según quién redactase aquellas crónicas, resuelta con voltereta e intenso dolor en la zona renal, a punto estuvo de costarle la vida. Y eso que tras dolerse sobre el césped pudo continuar jugando, sin aparente merma en su rendimiento.

Lo malo vino después, cuando informó al masajista que acababa de orinar sangre, y sobre todo durante el viaje de retorno a Salamanca. Tras cenar algo en Pancorbo, a la altura de Valladolid fue presa de un fuerte dolor, vómitos y sudoración fría. Ya en Salamanca, varios miembros de la plantilla lo acompañaron hasta casa. A las 4 de la madrugada, ante el empeoramiento de su estado, ingresaba de urgencia en la Residencia salmantina de la Seguridad Social “Virgen de la Vega”. Y ese mismo día 2, a las 11 de la mañana, entraba en quirófano para serle extirpado el riñón izquierdo.

“En el momento de su ingreso presenta rotura muscular, sudor frío y dolor intenso en emiabdomen y zona lumbar izquierda, discreta hematuria, tensión arterial 14/7 y valor hematúrico de 43 por 100 -recogió el primer parte médico-. Se le practican las exploraciones radiológicas pertinentes”. El diagnóstico inicial fue “Hematoma retroperitoneal, con posible lesión renal”. Sometido a vigilancia, a las 8 de la mañana entró en un agudo cuadro de shock, precisando reanimación terapéutica. La intervención en quirófano puso de manifiesto “una intensa hemorragia retroperitoneal, por rotura medio renal por desgarro de pedículo vascular”. La inviabilidad de cualquier práctica conservadora se tradujo en nefrectomía de urgencia. Había que salvar al hombre, sin pensar en el futbolista. Los doctores Julio Grande y Herrero Benito, del servicio de urología, el cirujano Sánchez Vega, y el anestesista Gómez Benito, acababan de calificar su pronóstico como muy grave.

La noticia recorrió no solo las riveras del Tormes, sino toda la geografía nacional. D´Alessandro únicamente se había perdido los últimos partidos del precedente ejercicio, en vísperas de celebrar su presencia centenaria bajo el marco charro, al lesionarse en la clavícula. Entonces Francisco Cosme, presidente del club, le había impuesto la insignia de oro y brillantes. Acababa de inaugurar un comercio de artículos deportivos y su buen carácter, apasionado y directo, había hecho de él personaje muy querido.

El siguiente parte médico ya resultó más optimista. Si todo iba conforme a lo esperado, podría ser trasladado a planta desde la sala de reanimación, y su hipotética alta se estimaba en cosa de dos semanas. Demasiado tiempo, en todo caso, para su carácter ganador, puesto que en seguida trascendieron las primeras preocupaciones personales. “¿Podré jugar el domingo?”, inquirió varias veces, antes y después de pasar por el quirófano. Y cuando el día 3 pudo verle su amigo íntimo Ricardo Rezza, también compañero en el vestuario de San Lorenzo apenas dio crédito al escucharle: “Oye, ¿qué calificación me han dado en Marca?”. El espigado central seguía asombrado al hablar con los periodistas: “Todavía entre vapores de la anestesia, y queriendo saber qué tal lo hizo. Así es Jorge; un fenómeno”. La versión del zaguero sobre la jugada venía a corroborar lo manifestado por el entrenador García Traid: “Íbamos empate a uno. Ellos apretaban con todo. Hubo un centro desde la izquierda, creo que enviado por Escalza. Jorge salió a por el balón y Rezza se encontraba cerca, cubriendo la parte de adelante. Dani, que venía lanzado, chocó con D´Alessandro cuando éste tenía ambos brazos levantados. Rezza y nuestro portero cayeron al suelo, mientras Dani quedó en pie. D´Alessandro tenía el balón agarrado al sufrir el impacto”. Inquiridos sobre si les pasó por la cabeza en aquel momento que el lance pudiera desembocar como lo hizo, ambos respondieron negativamente.

Poco después de ser intervenido quirúrgicamente, aún bajo el efecto de los calmantes.

Ese mismo día 3, durante la rueda de prensa concedida por los galenos, el urólogo Herrero Benito reconoció que el lesionado llegó a debatirse entre la vida y la muerte. Aseguró, también, que una vez recuperado podría desarrollar una existencia normal. Aunque el también doctor Sánchez Vega, al referirse al futuro deportivo del paciente, arrojase el primer jarro de agua fría: “Lo primero y principal es que salve el bache postoperatorio. En cuanto a lo deportivo, es triste decirlo, pero creo que debe retirarse, por miedo a padecer otra lesión renal. No sé qué dice al respecto el reglamento de las Mutualidades Deportivas, pero nada es tan importante como la vida”.

Previendo la retirada de D´Alessandro, o convencido de su prematuro adiós, García Traid ya barajaba planes inmediatos, por más que asegurase estar dispuesto a solucionar la papeleta cono lo que había. Aquello era Antonio, tercer portero la campaña anterior, convertido en segundo desde que el gallego Seoane fuese traspasado. Una incógnita, al permanecer inédito. Meses antes, el proyecto de incorporar al sudamericano Marcelo Espesot se fue a pique, al no colar federativamente sus muy discutibles papeles. Otro sometido a prueba por los charros durante esos días, el paraguayo -así se decía- Pereira, quiso ser visto como opción más fiable. Y en esa línea trascendió que la secretaría salmantina urgía el transfer de la federación paraguaya, para inscribirlo de inmediato en la española.

Fruto del nerviosismo, el gerente del Salamanca, Gabino Sánchez, realizó unas declaraciones donde señalaba a Daniel Ruiz Bazán, “Dani”, como autor de la lesión, involuntaria, si bien consecuencia de una fogosidad excesiva. La prensa bilbaína, cuyas crónicas pusieron lupa de enorme aumento sobre la actuación del árbitro valenciano Fandós Hernández, sin acuerdo acerca de quién pudo intervenir en el infortunado lance, recabó la opinión del aludido. El ratonil atacante tampoco pudo arrojar mucha luz: “No recuerdo ningún encontronazo -dijo-. Y estoy tranquilo, porque yo no he podido causar la desgracia, que de todas formas hubiera sido fortuita. En cualquier caso, lo lamento de corazón. Pero insisto, ha sido uno de los partidos en que menos he chocado”.

El internacional y futuro mundialista rojiblanco aseguró haberse enterado de la desgracia el lunes por la tarde, y que en ese mismo momento llamó por teléfono a la clínica, para interesarse por el intervenido: “Hablé con su esposa, quien como es lógico estaba emocionada. Le expresé mi pesar, reiterándole que de ningún modo me consideraba responsable, puesto que nunca tuve, ni tendré, intención de lesionar a nadie”. El ariete Carlos Ruiz, otro posible señalado desde algún medio, también quiso dar la cara: “En efecto, recuerdo un encontronazo con D´Alessandro y Rezza en un balón alto. Pero fue frontal, o sea que no pude ocasionarle ningún daño en el riñón. Además de confiar en su recuperación, le agradezco que según parece nos haya exculpado tanto a Dani como a mí. Eso dice mucho en su favor”.

Por su parte, el colegiado levantino corroboraba la versión del dúo rojiblanco, mediante nota de la agencia “Alfil”. Nada anormal ensombreció el choque durante los 90 minutos. La única interrupción tuvo que ver con incidentes ajenos al césped. “Las dos tarjetas que hube de mostrar, no están conectadas a ese lance. Ha sido una desgracia que todos lamentamos profundamente”.

Los campos con historia saben de glorias y tristezas, de hazañas y decepciones, de calamidades. Y San Mamés no constituía excepción. Antes de la Guerra Civil, el portero bilbaíno Gregorio Blasco, luego exiliado en México, como otros componentes del equipo propagandístico Euzkadi, que patrocinase el gobierno vasco del Lehendakari Aguirre, también sufrió una lesión renal, en choque con Urtizberea. Por suerte se resolvió sin extirpación del órgano. Otra tarde, el céltico Bermúdez hubo de retirarse con un riñón maltrecho, bien es cierto que sin tanta gravedad. Y a Trigo, guardameta santanderino en plena penuria posbélica, tras chocar violentamente con el delantero centro Unamuno, fue preciso extirparle un riñón. Para el cántabro, ese fue su último partido.

Apenas D´Alessandro remontaba su estado físico y anímico en el lecho hospitalario, la especie humana comenzó a manifestarse con esa mezcla de oportunismo, necesidad, y falsa entrega, que tanto nos anonada. Desde Málaga, el mecánico treintañero Antonio Calderón Rodríguez, afincado en el número 2 de la calle Zanca, ofreció uno de sus riñones al lesionado, asegurando ser admirador incondicional. Lo hizo a pecho descubierto, desde la emisora de Radio Nacional costasoleña, a través del programa “Radiogaceta de los Deportes”. Pero su desprendimiento tenía truco. “No quiero nada a cambio -dijo-. Sólo deseo que ese hombre se cure y prosiga su carrera profesional”. Luego se supo que el mecánico estaba en paro y no vería mal una ayudita próxima a las 50.000 ptas.

Daniel Ruiz Bazán, “Dani”, en un derbi vasco. Alguna extemporánea declaración desde la capital salmantina le achacó responsabilidades en el infortunado lance, cuando ni siquiera había tropezado con el portero.

Mientras tanto, en Bilbao siguieron cargándose las tintas sobre el árbitro Fandós. Era lo fácil, al fin y al cabo. Como entonces linieres y hombres de silbato vestían de negro, su uniforme lo soportaba todo. “Quizá solicitemos que no vuelva a actuar nunca en San Mamés”, aventuró Jesús Duñabeitia, su máximo mandatario todavía en rodaje. Fandós había pitado un penalti contra los locales que muy pocos vieron. E imperaba el anacrónico derecho de recusación a los colegiados. José Plaza, presidente del Comité Nacional de Árbitros y hombre caracterizado por la defensa a ultranza de los suyos, salió al paso de inmediato: “El partido estuvo suspendido durante 12 minutos, por una tremenda lluvia de almohadillas sobre el césped. Quien falló fue el público, con sus protestas desproporcionadas. Si juzgo por las imágenes de televisión, mi punto de vista es que el árbitro estuvo muy bien. Si acaso, resaltar que hubo una jugada no muy clara, para revisar en la pequeña pantalla, que hubiera supuesto penalti para el equipo de casa. Si el árbitro lo señaló, estando encima, por algo será”.

El jueves día 4, D´Alessandro, superada su gravedad, pudo trasladar a los medios un sucinto mensaje: “En mi accidente no hay culpable”. Los médicos, en su parte facultativo, se congratulaban de aquella rápida recuperación: “Presenta buen estado general, con tolerancia a los alimentos y recuperación de la motilidad intestinal. Pulso, tensión, temperatura y diuresis, son normales. Mientras continúe la evolución favorable no se emitirán más partes”. Trascendía, también, que el presidente del Athletic bilbaíno contactaba diariamente con directivos unionistas, para interesarse por el enfermo. Y que numerosos medios de difusión argentinos seguían el caso muy de cerca. Antes de que se le prohibieran visitas ajenas a la familia, las palabras del guardameta fluctuaron entre la honestidad y una bien definida esperanza.

Porque de caballerosidad mayúscula era asegurar: “No he dicho el nombre del jugador que chocó conmigo, porque el encontronazo fue fortuito, en un lance del juego. Lo mismo podía haberle ocurrido a cualquier compañero, en choque conmigo. Quede claro, por tanto, que todo ha sido fruto de la desgracia. Es el riego de algunas profesiones, deportivas o no”. Y sólo desde la esperanza cabía entender un anhelo contradicho por distintos exponentes de la ciencia médica: “El domingo no, pero pronto volveré a ocupar la puerta del Salamanca. Estoy seguro, porque el fútbol es mi vida y lo seguirá siendo. Con él he conseguido la felicidad y el bienestar de mi mujer y mis dos hijos. Quiero seguir jugando al fútbol”.

Numerosos periodistas, para entonces, ya habían hurgado en la Mutualidad Deportiva, ansiosos por cifrar en pesetas el monto de una invalidez parcial. Los futbolistas aún seguían fuera de la Seguridad Social, pese a sus reiterados intentos de acogida, dinamitados sistemáticamente desde sus respectivos clubes. Y resultó que la indemnización resultaba irrisoria. “500.000 pesetas”, tituló “Marca”. El equivalente al traspaso de un mal bar en barrio deprimido. La quinta parte de una licencia de taxi. Como mucho, para acertar de lleno en el primer proyecto inversor. Sólo habían pasado seis meses desde que renovara contrato con una sustancial mejora económica, pero eso, si no le permitieran seguir activo, era puro papel mojado. Entonces, elegante y ambicioso, aseguró estar muy satisfecho, aspirando a debutar un día con la selección española, “puesto que nunca fui internacional con Argentina”. Interpretaba mal la normativa vigente. Aquellos internacionalatos en su época juvenil, lo imposibilitaban. Aunque soñar, al fin y al cabo, siempre fue gratis.

Distintas voces irían despertándolo de otro sueño más pegado a la realidad. Y a primera vista se antojaban muy autorizadas.

“¡No podemos dejar que se suicide!”, enfatizó el Dr. Navarro, jefe médico de la Mutualidad. “No existe ningún alevín, ningún juvenil, ningún aficionado ni profesional, que esté jugando en estos momentos con licencia federativa y tan sólo un riñón. Con eso lo digo todo. No hace falta añadir ningún dato más. El caso de Santillana es distinto; juega con dos riñones, aunque los tenga unidos”.

El doctor Vicente Navarro, a sus 68 años, llevaba 30 en el órgano. Y ese precedente del rematador “merengue” Santillana, invocado desde distintas áreas, también dio que hablar en su día, al descubrírsele la malformación. No sólo quisieron retirarlo algunos, sino que probablemente lo hubiesen logrado de no militar en un club con el poderío de aquella institución. Desde la “casa blanca” pusieron informes favorables a la continuidad, certificaciones, reconocimientos avalados por firmas prestigiosas, sobre despachos de la Mutualidad. Y ésta, sobrepasada, dejó de constituir un obstáculo. Con respecto a D´Alessandro todo parecía en contra. Aunque hubiesen transcurrido años, los precedentes de extirpación se resolvieron con retirada obligatoria.

Además, en el seno de la U. D. Salamanca parecía darse por cierta la pérdida profesional de su estrella. Hasta el punto de que iniciaron gestiones con el Deportivo de La Coruña, tendentes a sondear la posible incorporación de Paco Buyo, internacional Sub-21 seguido por el At Madrid y R.C.D. Español de Barcelona, según distintos indicios. Las declaraciones de Sebastián Polo, presidente en funciones de la entidad castellano-leonesa, no hacían sino certificar los peores presagios para su futbolista: “Somos conscientes de que lo principal es su recuperación. Habrá que esperar a que esto suceda, y luego vendrá el tiempo de evaluar las consecuencias que puedan derivarse”. En paralelo, la solidaridad del fútbol volvía a ponerse en marcha, como siempre que uno de los suyos recibía algún guadañazo. Todos los clubes de 1ª División contactaron con la secretaría charra, ofreciéndose para cuanto estuviere en sus manos. Futbolistas de sus plantillas, con vistas a un posible homenaje, cesión de algún cancerbero, sobretasa en sus entradas, destinando el plus de recaudación al infortunado y su familia. Porque aquel medio millón de ptas. se antojaba “ridículo”.

Recién dado de alta, en casa y con sus hijos.

Así se entendió por muchos columnitas, tanto deportivos como de opinión. Y a tal punto llegaría el eco que desde la Mutualidad hubieron de salir al paso. Era la cifra contemplada en sus estatutos, cuando al afiliado le resultaba imposible competir: “La misma cantidad para aficionados o profesionales. No hay distinción. Incluso si alguien pierde la vida, entregamos a su familia esa misma cifra”. No parecía lógico, y así se dijo desde la embrionaria Asociación de Futbolistas Españoles. Si a un amateur le costaba 200 ptas. anuales afiliarse a la Mutualidad, y 1.500 a los profesionales de 1ª División, éstos deberían gozar de indemnizaciones mejores. ¿O acaso los astros, quienes menos lastraban el balance mutualista, al gozar de servicios médicos propios en todos sus clubes, venían a ser el tonto útil en una fiesta de plebeyos? “Eso se arreglaba si el gobierno, de una vez, obligase a los clubes a acogernos en la Seguridad Social -clamaron algunos miembros de AFE-. Los tribunales nos han declarado trabajadores por cuenta ajena. Ya ha llegado el momento de serlo de verdad”. Las indemnizaciones por incapacidad en la Seguridad Social, al constituir mensualidades vitalicias, resultaban infinitamente más ventajosas.

El viernes día 5 se publicaba que D´Alessandro se había levantado por primera vez. Y que con toda seguridad su puesto iba a ser ocupado el domingo por Antonio. Transcurridas 98 horas desde la operación, el paciente charlaba con José Luis Yuste, dolorido aún, pero sin perder su buen ánimo: “Me encuentro mejor, y anoche ya pude dormir. Con la debilidad lógica tras una operación y estos días en la cama; pero a pesar de todo me siento fuerte”. Por primera vez, a requisitoria del periodista salió de su boca el nombre del rojiblanco con quien topara: “Creo que fue el defensa Astrain quien chocó conmigo, como podía haberlo hecho cualquiera en otra acción”. Algunas imágenes de la presumible jugada así parecían corroborarlo. Dani, al fin, quedaba libre de reproches después de ser señalado injustamente. Pero ante todo, el ingresado en la habitación hospitalaria 711 quiso mostrarse agradecido: “Cuando vine acá, se hablaba de los extranjeros(1). Y resulta que mi agradecimiento es más grande que el de cualquiera, porque he sido tratado como un español más. Eso para mí, que creo en el hombre sin nacionalidades, simplemente en la esencia, tiene un gran valor. He recibido palabras de apoyo desde todos los rincones. Incluso un equipo búlgaro se ha ofrecido a jugar en mi beneficio… No sé cómo puedo corresponder a tanto”.

Poco antes de que Yuste conversara con D´Alessandro, un navarro residente en San Sebastián desde hacía años, había hecho llegar una carta al club salmantino en estos términos: “Con plena conciencia de lo que esto significa, ofrezco mi persona para que, en el momento preciso, se trasplante uno de mis riñones a ese magnífico deportista (…) Repito que sé perfectamente las consecuencias que para mí pueden originarse de tal medida. Las acepto gustoso y me sentiré feliz si logramos salvar para su familia y para su club, a ese gran caballero del deporte”. Lógico que incluso alguien de verbo fácil, como el buen guardameta, tuviese dificultades en la búsqueda de palabras.

Antonio. De incógnita, a sólida garantía bajo el marco en poco menos que 15 días. Hubiese tenido hueco en nuestra 1ª División, si D´Alessandro no fuera uno de los dos o tres mejores guardametas de nuestra Liga.

El domingo 8 de enero, a las 8 de la tarde y juzgados por el trencilla murciano Franco Martínez, en partido televisado desde el Helmántico, U.D. Salamanca y Sevilla C. F. disputaron los dos puntos ligueros en el debut del canterano Antonio González Arroyo (Salamanca 27-X-1953). A sus 24 años, llevaba ya varios ejercicios en el equipo, primero guarneciendo al Sporting, cuadro aficionado, y luego, durante dos campañas en categoría Regional y otra en 3ª, bajo el marco del Salmantino. Retrocediendo un poco más, cabría remontarse a sus días en el Atlético Salamanca, de Educación y Descanso. Toda España pudo apreciar su sobriedad y aplomo, sin que en ningún momento diera la impresión de estar nervioso. Si los compañeros le animaban con cada interrupción del juego, el ataque adversario advertiría, a medida que fueron transcurriendo los minutos, que aquel suplente ni mucho menos era un mal portero. La igualada a un tanto, con goles de Báez y Scotta, ambos extranjeros, fue resultado justo. En el Sevilla formaban Pablo Blanco, Rivas, Juanito, Jaén, Biri-Biri, Sánchez Barrios, que tan excelente sabor de boca dejase sobre ese mismo césped, un más que prometedor Montero, y el incombustible defensa central Gallego, entre otros. A Pereira, que acababa de solventar los últimos flecos en su documentación, le tocó verlo todo desde el banquillo.

Los charros acababan de descubrir un notable sustito para el marco, puesto que su única intervención oficial entre los grandes tuvo lugar ante el F. C. Barcelona, en la ciudad condal, durante 90 minutos de Copa. Y al día siguiente, cuando sus declaraciones saltaron a letra impresa, al joven modesto, sensato y cabal que en realidad era. “¿Qué pide para usted?”, le preguntaron. “Suerte en esto del fútbol y respeto de las lesiones -respondió-. Y lo mejor para Jorge; que se recupere cuanto antes”

El martes 10, Duñabeitia, presidente del Athletic, acudió hasta la habitación 711 para expresar su apoyo al convaleciente, y hacerle entrega de un banderín dedicado por toda la plantilla bilbaína. También se desplazaron el madridista Enrique Wolf, aprovechando no era día de entrenamiento, y el donostiarra Arconada, ambos portadores del abrazo y los mejores deseos de sus respectivos vestuarios. Desde Argentina, además llegaban otras noticias. Puesto que D´Alessandro se propusiera residir definitivamente en España, pasara lo que pasase, su padre, propietario de una sastrería, ultimaba trámites para venderla y cruzar el charco, instalándose también en Salamanca. La experiencia mercantil del veterano comerciante pudiera contribuir al despegue del comercio deportivo recién abierto en la Plaza del Mercado.

Dieciocho días después del percance, la familia del guardameta lo recibía en casa. Los periodistas, también, lo aguardaban bolígrafo, papel y grabadora en ristre. Por no variar, cada palabra del todavía débil guardameta hubiera merecido ovación cerrada: “De Bilbao sigo pensando lo mismo. Como equipo, un gran conjunto y rival difícil de vencer. Como ciudad me encanta”. Acerca del futuro, prefería ir despacio: “Todo depende de cómo me llegue a sentir. Después, si no me encuentro al cien, o al noventa por ciento, no salgo. No quiero hacer el ridículo en un campo de juego, después de haber sido alguien. No me gustaría deteriorar mi imagen, cosa que nunca acepté en otros profesionales”. ¿Pero sería capaz de vivir alejado del fútbol, alguien que lo vivía con tantísimo apasionamiento? “Hasta el primer día del año fue mi vida. Si decido continuar jugando, volverá a ser mi vida. Si no, pasará al baúl de los recuerdos”. Y a tenor de cuanto añadió después, en el hospital tuvo tiempo de planear su porvenir: “Visitaré al doctor Puigvert, a ver qué me dice. No porque tenga algo contra el diagnóstico de Salamanca. Es para mayor seguridad. Seguro que este diagnóstico es certero, tanto como pueda serlo el del Dr. Puigvert. Simplemente, quiero ir a verlo”.

El 2 de febrero, a primera hora de la noche, el portero llegaba a Barcelona para ser reconocido por el prestigioso especialista. Días antes había manifestado que en su opinión, y con todas las reservas, puesto que un juicio certero sólo resultaba factible después de concienzudos análisis, el caso de D´Alessandro no tenía por qué ser muy distinto al de Santillana. Y que por lo tanto, nada le incapacitaría para competir profesionalmente. Daba la casualidad de que los cirujanos salmantinos habían sido discípulos suyos. Transcurridas 16 horas, el eminente urólogo, una de las figuras europeas más reconocidas en la materia, comparecía ante la prensa, con buenas noticias para el jugador: “Mi pronóstico es favorable, aun siendo preciso aguardar la perfecta cicatrización de heridas, producto de la cirugía. Conviene esperar unas cuatro semanas para ver cómo funciona el riñón sano, y cómo todo el organismo se acostumbra a trabajar con un solo órgano. En cuestión de un mes, el futbolista volverá a mi consulta. Y entonces espero confirmarles que puede seguir practicando su profesión”.

Uno de los reporteros casi interrumpió aquel discurso para formular su pregunta: “¿Entonces prejuzga usted que D´Alessandro seguirá jugando?”. Y el Dr. Puigvert, con el tono paternalista de un docente ante cualquier alumno alocado, le corrigió: “No, hijo, yo no prejuzgo. Digo que puede seguir jugando al fútbol”.

Puigvert acababa de regresar de Colombia, tras asistir a un congreso de urología. Según sus colaboradores, le esperaba un gran trabajo en la Fundación. Pero aun con todo, quiso aclarar algunas cuestiones, consciente de dirigirse a un público profano: “Han pasado ya tres años desde que le dije a otro jugador, Santillana, que su único riñón efectivo no le incapacitaba en su profesión deportiva. Todo le ha ido bien, y confío siga de igual modo hasta su retirada”. D´Alessandro, por su parte, no cabía en sí de gozo al manifestar: “Me han devuelto la alegría”. Desde Salamanca, en fin, llegaban mensajes, tanto por boca del entrenador, José Luis García Tarid, como de algún directivo, adjetivando su satisfacción. Andrés Ramírez, secretario de la F.E.F., también quiso anticiparse al diagnóstico definitivo: “La Federación no puede ir en contra de tan prestigioso especialista. Si su halagüeña impresión fuese definitiva, por supuesto no tendría sentido establecer vetos”.

Nadie inquirió al secretario federativo sobre si el derribo de vetos afectaba tan sólo al guardameta de 1ª División, o incluiría también a otros jugadores con menor relieve, en idénticas circunstancias. Porque justo en paralelo, el Gimnástico de Melilla F. C. vivía la desgracia de su portero Martínez, lesionado en el estadio Marqués de Varela, cuando el equipo norteafricano se enfrentaba al San Fernando en partido de Liga correspondiente al grupo 6º de Tercera División. Martínez, de 33 años, con paso previo por el Requena, Gandía, Imperio de Ceuta, Portuense, Atlético de Ceuta, Cádiz C. F., Recreativo de Huelva y Sociedad Deportiva Melilla, recibió un golpazo en su riñón. Ya en Melilla, tras ser sometido a reconocimiento se le había recomendado reposo absoluto. Pero como no mejorase, el 14 de enero tuvo que ser internado en el hospital de la Cruz Roja, para proceder a una intervención quirúrgica no muy distinta a la del argentino. ¿También a él iba a verlo el reconocido doctor, o bastaría un informe de la Mutualidad?            

El 2 de marzo volvía D´Alessandro a los entrenamientos, tras ser reconocido nuevamente por el Dr. Puigvert. Exultante, colmó la curiosidad de los periodistas congregados: “Me repitió que la vida es un riesgo de por sí, y que me encontraba perfectamente. Su consejo fue de entrenar suave durante 15 días, y luego hacerlo con normalidad. Añadió también la conveniencia de analizarme la orina después de cada partido. Por lo menos al inicio. Ahora mi meta consiste en volver a ser lo que fui. A mi edad, no estaba preparado para abandonar el fútbol, y además la lesión me llegó en el mejor momento profesional. Esta mañana le pregunté al “míster” en cuánto tiempo quería verme recuperado, y me contestó que cuanto antes. Yo en esto, y para trabajar, estoy en sus manos”.

Primera página del diario “Marca”, recogiendo la reacción del director médico de la Mutualidad de Futbolistas, ante la evidencia de que su informe, negando al argentino su continuidad deportiva, iba a ser desechado por la F.E.F.

La Mutualidad, sin embargo, no había emitido su última palabra. Y desde este organismo tan conectado a la Federación, el juicio del Dr. Puigvert chocaba frontalmente con un muy cacareado axioma: Ningún futbolista saltaba al campo en competición oficial, con un solo riñón. Lo de Santillana era distinto. Tenía los dos, aunque únicamente le funcionase uno por malformación congénita. Así las cosas, durante la tarde del 4 de abril D´Alessandro sería reconocido por su jefe de servicios médicos, Dr. Navarro. Sesenta y cinco minutos de exploración, radiografías y análisis, para lo que ya era una cuestión de honor, de celo profesional, e incómoda interferencia. Algo debió ver D´Alessandro en el rostro del galeno, habitualmente impenetrable hasta emitir diagnóstico, porque apenas hubo salido a la calle se curó en salud: “Parece que el doctor no está muy conforme con que vuelva a ocupar mi puesto bajo el marco, aunque me encuentre perfectamente. Entreno con la plantilla, hago series de 500 abdominales, mis compañeros lanzan disparos en las sesiones como harían a cualquier guardameta, y creo que mi actual estado de forma es espléndido. Sólo me falta actuar en un partido y ver cómo respondo”.

El excelente arquero argentino hubiera podido presumir de ojo clínico porque, en efecto, el día 7 se hicieron públicas las salvedades de la Mutualidad de Futbolistas, puntualizadas por el Dr. Guzmán, ayudante del jefe de servicios médicos. Puigvert, en su opinión, distaba mucho de ser concluyente. Cierto que no negaba la posibilidad de seguir jugando, pero tampoco incluía la menor recomendación de hacerlo. Ni siquiera había operado al deportista. “Y además -dijo-, no aparecen referencias al funcionamiento de su único riñón, que es justo lo que más nos interesa”. Así las cosas, y aunque la decisión definitiva quedara pospuesta, los redactores de “Marca” hicieron admirablemente su trabajo, anticipando con varios días de antelación el pláceme federativo, o dicho de otro modo, el ninguneo de que iba a ser objeto la Mutualidad. Y eso que eran muchas las personas involucradas en una decisión que Pablo Porta, por no quebrantar su hábito, se resistió a tomar si no era de forma colegiada.

“D´Alessandro podrá jugar el sábado”, titularon el día 12. “No servirá el informe negativo de los médicos de la Mutualidad”. Ese jueves, a las 6 de la tarde, el encausado accedía a Alberto Bosch, sede federativa, con un informe del Dr. Puigvert y otro de un especialista reputado, cuyo nombre se prefirió salvaguardar. Al día siguiente, la Junta Directiva de la Federación los sopesó, junto al remitido desde la Mutualidad de Futbolistas. El Dr. Delgado, vocal médico de la Junta, también aportó el suyo, favorable a dar por válida la opinión del ilustre Puigvert. Y la Comisión Rectora de la Mutualidad, compuesta entre otros por el propio Pablo Porta, Gil de la Serna, Luis y Bermejo, tampoco estuvo por la labor de oponerse a una eminencia. El Dr. Navarro, a sus 68 años, quedaba sólo, por más que previamente hubiese realizado declaraciones altisonantes: “Puigvert elude respuestas. Él es urólogo, y lo que necesitamos es el informe positivo de un nefrólogo, el especialista en funcionamiento renal. Sin menospreciarle, ésta es la realidad. Y como parece que no se va a contar con nosotros, estoy dispuesto a dimitir”.

Lo hizo, en efecto, y Pablo Porta aceptó su renuncia. “No me queda otra, y mi conciencia me dice que debo apartarme de esta responsabilidad -dijo tras su derrota, cuando compareció ante los medios, “acalorado, quizás nervioso, pero correcto”, según narrase un reportero-. ¡Dios quiera que me equivoque en el porvenir! Pero es que, en el fondo, creo que ni va a hacer falta. El propio D´Alessandro se dará cuenta de su disparate y se retirará, ya lo verán ustedes”.

Roberto Jorge D´Alessandro Di Ninno pudo seguir jugando, después de firmar un documento donde eximía de toda responsabilidad a la Federación. “Soy feliz -aseguró a cuantos quisieron oírle-. Es como si me abriesen las puertas a un nuevo mundo”. El lunes 23 de abril, luego de tres meses y 22 días, volvió a situarse bajo el travesaño salmantino, casualmente ante el Athletic Club bilbaíno, en el Helmántico. “Marca”, su periódico de cabecera, lo calificó con un “1” y hubo de sacar hasta tres veces el balón enredado en las redes. Se le consideró culpable de un tanto, aunque otros compañeros de equipo estuviesen bastante peor que él. Rezza, Alves, Juanito, Ángel y Roberto Cino cosecharon un “0” en la publicación deportiva. Toda la columna vertebral charra naufragó en aquel doloroso 0-3. Pero lo importante fue que el reaparecido acababa de subir un primer peldaño para ser el de antes, condenando al ostracismo a quien mejorase todas las expectativas durante su prolongada ausencia.

Formación de la U. D. Salamanca correspondiente a la campaña 1981-82. D´Alessandro, pese a los malos augurios, seguía firme bajo el larguero.

La resolución federativa ni mucho menos sirvió para dar carpetazo a la polémica. Puesto que el riñón de D´Alessandro se tornara arma arrojadiza en batalla de pruritos personales, hubo más galenos incorporándose a la contienda, bien a título personal o bajo estandarte corporativo. Uno de ellos, el Dr. López Varela, blandió el de la Medicina Deportiva desde los medios, con fecha 28 de abril. Y sus argumentos no dejaban de tener sentido: España había sido una de las primeras naciones en incorporar a sus organigramas la especialidad de Medicina Deportiva. En teoría, sus titulados debían ser los más capacitados para enjuiciar cuestiones relativas a deportistas, según la Ley de Presidencia de Gobierno del 24 de junio, Nº 1830/68. A ellos, antes que a nadie, aun apoyándose en el báculo de especialistas renales, competía decidir si una pieza de “acero especial”, como calificaba a los deportistas, estaría en condiciones de competir con un solo riñón. No obstante, nadie les había consultado. “¿Y por qué, ese singular y paradójico olvido? -se preguntaba el Dr. López Varela-. Sólo encontramos una explicación posible. Y es que los actuales Administradores, sin previa consulta, sin consideración de ninguna clase, han engullido a la Medicina Deportiva, la han lapidado, ha sido borrada sin una sola protesta del Consejo Superior de Deportes”.

Obviamente, tampoco el firmante del alegato daba por buena la resolución federativa. No podía hacerlo, sin que él mismo, o sus representados, tuviesen vela en el dictamen. Y apoyaba su postura en términos de Román Paladino: “Todos los médicos estamos en condiciones, por lo menos teóricas, de atender un parto. Pero lo hará mucho mejor y con superiores garantías, un tocólogo. ¿Está claro?”.    

Lo evidente era que la Mutualidad de Futbolistas encaraba momentos críticos. Desde hacía años venía cuestionándose su existencia en el seno de los clubes más poderosos. ¿Qué a portaba a los profesionales de 1ª y 2ª División, cuando todos sus equipos gozaban de médico propio, seguros con clínicas prestigiosas, y ante cualquier complicación acudían a especialistas no de la Mutua, sino de relieve internacional? Ya eran historia los días en que estrellas del Real Madrid o Atlético pasaban consulta privada con El Brujo de Portugalete, magnífico recuperador muscular, o traumatólogo sin título, cuando la Mutualidad y los “fisios” fracasaban. La paulatina llegada de futbolistas extranjeros había abierto las puertas de Europa, por cuanto a Medicina respecta, también a nuestros futbolistas. De peregrinar a Madrid o Barcelona, se pasó a tomar billete rumbo a quirófanos de Marsella, Múnich, Suiza o Bélgica, ante lesiones complicadas. La Mutualidad podía estar bien para amateurs o semiprofesionales, pero no para quienes constituían patrimonio societario con muchos ceros. ¿No sería hora de cerrar el grifo a un ente tan poco útil, máxime cuando el objetivo de la naciente AFE se centraba en lograr una adscripción definitiva a la Seguridad Social?     

En el libro negro de la Mutualidad irían contabilizándose distintas afrentas. Algunas fechadas 13 ó 14 años atrás, como la del internacional paraguayo Florencio Amarilla, que para recuperarse en plenitud hubo de sufragar con su propio peculio una nueva intervención quirúrgica. Y otras muy pegadas a aquel presente. José Estrella Gracia, por ejemplo, jugador del Deportivo Tranquera, en categoría Regional, a raíz de lesionarse había quedado con un riñón. Siguiendo la inercia en la Mutualidad de Futbolistas, acababa de perder su ficha y, con suerte, si decidiera empeñarse en recuperarla sólo tenía por delante un camino caro y arduo: informes de especialistas descollantes, apoyo de la opinión pública y alguna influencia en la Junta Directiva de la Federación. Al levantino Roberto Francisco Martínez, el infortunado portero del Gimnástico Melilla, tampoco se le permitió seguir jugando. Portavoces de la Mutualidad y de Cruz Roja aseguraron que al riñón extirpado se unía un precario funcionamiento del otro, como consecuencia de algún trauma anterior. Nunca pasó por la consulta de nefrólogos señeros, ni de licenciados en Medicina Deportiva, aunque falleciese relativamente joven, en octubre de 2005, con 64 años.

Ya entrenador, el hispano-argentino durante sus últimos días en los banquillos. Se lo había dado todo al fútbol, y la pelota supo devolverle tantísima devoción.

Los modestos, estrechamente limitados por una Mutualidad tan parca en medios, penaban entre aquel limbo doloroso. En mayo del mismo 1978, cuando la Temporada futbolística avanzaba hacia su desenlace, los jugadores del Atlético de Ceuta (grupo 6º de Tercera División) tuvieron que hacer causa común con su compañero Salvador Durá, lesionado gravemente desde el 30 de noviembre, en partido contra el Don Benito. Puesto que tras ser operado, Durá llevaba cinco meses aguardando una reunión de Consejo en la F.E.F. para decidir sobre su caso, toda la plantilla firmó un escrito anticipando que si para el día 7 no se pronunciaba el máximo órgano, se negarían a saltar al campo, tanto esa fecha como las siguientes. Al mismo tiempo efectuaban un llamamiento solidario a los equipos de la 1ª Regional ceutí, proponiendo suspender igualmente su competición.     

Sin proponérselo, D´Alessandro acababa de destapar una olla de agravios, y por ende la discutible utilidad de una institución antaño ejemplar, aunque insolvente con el transcurrir del tiempo. Cuando tuvo lugar la incorporación de jugadores profesionales al régimen general de la Seguridad Social, aquella Mutua ya no pudo sostenerse. O al menos no sin acometer profundísimos cambios.  

Este repaso de unos hechos ya olvidados quedaría incompleto sin alguna atención a sus intervinientes. Antonio González Arroyo, tras acreditarse como portero de 1ª División mientras nuestro protagonista permaneciera en dique seco (16 partidos del ejercicio 77-78), pasaría dos campañas en blanco, jugó 12 partidos de Liga en 1980-81, cuando los charros descendieron, volvió a cerrar en blanco el torneo 81-82 y, cansado de tanta suplencia buscó aires nuevos en Jaén.

Eduardo Pereira Martínez no era paraguayo, como tanto repitiesen los medios orales y escritos, sino natural de Montevideo, Uruguay (21-III-1954. Durante su campaña y media en Salamanca ni asomó por el campeonato liguero. Tampoco es que luciese mucho en el Gimnástico de Tarragona (temporada 79-80), resuelta con descenso de categoría, y sólo en el Sabadell, luego de cubrir en blanco el ejercicio 80-81, cumplidas las 27 primaveras pudo aferrarse a la titularidad en 2ª División, los ejercicios 81-82 y 82-83. Deglutiendo, eso sí, la amargura de un nuevo descenso.

García Traid, técnico que ascendiera con la U. D. Salamanca a 1ª División y lo mantuviese entre los grandes, en julio de 1978, para sorpresa de muchos, cambió el frío de la meseta por la dulzura meridional envuelta en espejeos de guirnaldas y farolillos, sobre el manso Guadalquivir. Luego también dirigió al Atlético de Madrid.

D´Alessandro, en fin, permanecería activo hasta 1984, olvidándose por completo del traspaso a un grande que hasta poco antes de su lesión considerara factible. Varios periodistas convirtieron en soniquete la pregunta obvia, allá por donde pasara: “¿Se encuentra usted bien, después del percance?”. Y él respondía, haciendo gala de optimismo: “Mi riñón funciona de maravilla. Estoy mejor que antes, con más aplomo y en plena forma”. Hubo, incluso, quien llegó a inquirirle si nunca se veía como un enfermo. A modo de réplica, prefirió decantarse por el ingenio: “Enfermo cuando me entero de lo que cobran otros. Eso sí que me hace subir la fiebre”. Ya entrenador, inició su despegue en el Figueres (1992) y a punto estuvo de ascenderlo a Primera. Luego pudo vérsele por los banquillos del Real Betis Balompié, Atlético Madrid en 2 etapas distintas, su Unión Deportiva Salamanca durante distintos viajes de ida y vuelta, Mérida, Elche, cubriendo también 2 etapas, Rayo Vallecano, Gimnástico de Tarragona, Huesca… Su verbo fácil y vehemente, así como un sentido del espectáculo harto histriónico, acabarían convirtiéndolo en contertulio de los programas deportivos que liderasen José Mª García desde la radio, y Josep Pedrerol en el medio televisivo. Muchos espectadores de “Punto Pelota” o “El Chiringuito” desconocían el excelente portero que fue en su día.

Sólo Arconada, y si acaso un Iribar descendente, aunque todavía capaz de escanciar tardes formidables, le impidieron lucir el número uno en nuestro escalafón.

        

 

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(1).- Clara referencia al tocomocho de los falsos oriundos, importados por docenas para vergüenza de la F.E.F. y casi todos nuestros clubes relevantes. El público de Atocha y San Mamés coreaba cánticos y eslóganes contra aquel fraude, secundando las acciones legales emprendidas por sus juntas directivas. Los extranjeros de nuestro fútbol, sin apenas distinciones, acabarían siendo vistos como oportunistas y aprovechados, en el mejor caso, o falsificadores de identidad, ante el beneplácito de propios y extraños. Hubo, es cierto, brotes de hostilidad. Incluso entre la hinchada de equipos donde muchas tardes figuraban 4 ó 5 foráneos. La propia Unión Deportiva Salamanca intentó hacer pasar por el cedazo federativo al sudamericano Pesoa, cuyos papeles no resistían un mal vistazo al trasluz.




Platko: El oso rubio de Hungría en el banquillo (1955-56)

Platko01Después de dos técnicos sin pasado azulgrana, Daucik y Puppo, en 1955 va a sentarse en el banquillo de «Les Corts» otro antiguo jugador del club. Pero no se trataba de un futbolista cualquiera, sino de una de las leyendas de gran equipo de los años 20, la década de oro barcelonista hasta aquel momento: Platko, el guardameta húngaro que tuvo la responsabilidad de sustituir a Ricardo Zamora en el marco blaugrana, y salió airoso en el empeño. Llamado Ferenc por su nacimiento en tierras magiares, conocido también como Franz, pues cuando vino al mundo lo hizo en calidad de súbdito del Imperio Austrohúngaro, o incluso Francisco, ya que gran parte de su carrera deportiva, como jugador y posteriormente como entrenador, la va a realizar en países hispanoparlantes, había nacido en Budapest, el 2 de diciembre de 1898, mientras España perdía sus últimos jirones  coloniales, como Ferenc Plattko Kopiletz, en una familia en la que también habría otros dos futbolistas, su hermanos Karoly (Carlos) e István (Esteban), que igualmente serían entrenadores en España entre los años 20 y 50 del pasado siglo.

Alto y corpulento, con un físico muy apropiado para defender la portería de las fieras acometidas de los delanteros de los años 20 y 30, Platko (generalmente llamado así a efectos futbolísticos, con una sola «t») era un guardameta muy completo, con un gran dominio del juego aéreo, una notable capacidad de blocaje y una valentía rayana en la temeridad (rasgo este por el que sería inmortalizado). Sus primeros años como arquero le encontramos en el Vasas húngaro, WAC de Viena, Middlesbrough F. C. inglés y Sparta de Praga, regresando finalmente a su país -una Hungría ahora ya independiente, tras el desenlace de la Primera Guerra Mundial – y a su ciudad de origen, donde militaría en el MTK de Budapest. Se dará a conocer ante la afición barcelonista merced a dos excelentes actuaciones defendiendo la meta de este club en sendos partidos amistosos disputados contra el Barça en «Les Corts» los días 14 y 26 de diciembre de 1922, en los cuales conseguirá mantener su portería a cero (0-0 fue el resultado de ambos choques), frente a una delantera azulgrana donde formaban hombres como Samitier, Vinyals, Piera, Clemente Gracia y Sagi Barba.

El Barça acababa de perder a Ricardo Zamora, fichado por el RCD Español, y su meta la defendían  entonces, temporada 1922-23, Bruguera, como titular, y los porteros suplentes Uriach y Pascual. Los directivos culés van a llegar a un acuerdo con el club de procedencia y con el propio jugador, y este va a incorporarse a la disciplina barcelonista. Su presentación como azulgrana se producirá en un amistoso celebrado el 27 de mayo de 1923 en «Les Corts», frente al conjunto inglés del Bishop Auckland, y en el que los catalanes se impusieron por 5 goles a 0, conseguidos por Sagi Barba y Martí, ambos por partida doble, y Lakatos. Esta fue la primera alineación blaugrana de la que formó parte el gran arquero magiar: Platko; Planas, Surroca; Samitier, Stamper, Carulla; Piera, Lakatos, Martí, Alcántara y Sagi Barba. Su debut oficial, sin embargo, va a hacerse bastante de rogar, y no tiene lugar  hasta casi año y medio más tarde, con motivo de un partido correspondiente al Campeonato de Cataluña, también disputado en el campo de «Les Corts», el 12 de octubre de 1924, y con el Martinenç como rival. El resultado final fue de empate a uno (con gol de Sagi Barba), y este fue el once culé: Platko; Planas, Walter; Torralba, Elías, Bosch – el padre del jugador internacional de los años 50 -; Vinyals, Martí, Piera, Alcántara y Sagi Barba.

La 1924-25  va a ser la temporada de su definitiva consagración, convertido ya en guardameta titular. Pero sin duda alguna su momento de gloria llegará en la final del Campeonato de España celebrada en Santander, en los viejos «Campos de Sport del Sardinero», el 20 de mayo de 1928, con la Real Sociedad de San Sebastián como contrincante. Allí, en un partido épico y durísimo, disputado «a cara de perro» y que finaliza en tablas, su temeraria valentía le va a pasar factura, saliendo descalabrado en la cabeza tras un choque con uno de los impetuosos delanteros. donostiarras, y quedando caído y ensangrentado sobre el césped, pero reteniendo el balón entre sus manos.  Vuelve al campo, con un aparatoso vendaje, una especie de turbante, y su gran pundonor no le va a pasar desapercibido a un ilustre espectador del choque, el poeta andaluz Rafael Alberti, que para honrar su bravura compondrá la famosa «Oda a Platko», donde le define con una fórmula entre lírica y zoológica:  «Oso rubio de Hungría». No podrá alinearse, sin embargo, en el encuentro de desempate, que se juega 48 horas más tarde en el mismo escenario, y finaliza también con empate a uno, ni tampoco en el partido definitivo, más de un mes después – el 29 de junio, e igualmente en terreno santanderino -, y en el que el Barça se impone ya a los guipuzcoanos por 3 goles a 1. En ambos encuentros le sustituyó Ramón Lloréns, un guardameta de reducida estatura pero que despachó también dos fenomenales actuaciones.

LA FORJA DE UN TÉCNICO DURO Y EXIGENTE

Platko va a formar parte de la plantilla azulgrana durante siete años, desde 1923 a 1930. En total disputará 189 encuentros, y en su palmarés figura la conquista de los siguientes títulos: 6 Campeonatos de Cataluña (1923-24 – aunque no llegó a jugar ningún partido -, 1924-25, 1925-26, 1926-27, 1927-28 y 1929-30), 3 Campeonatos de España (1925, 1926 y 1928), y el primer Campeonato Nacional de Liga disputado en nuestro país (1928-29). Con posterioridad va a militar en el Racing Club de Madrid, para finalizar su carrera como futbolista en activo en las filas del Basel suizo, en 1933. Allí va a hacer también sus pinitos como entrenador, en la temporada 32-33, pasando después a Francia, donde dirige al F.C. Mulhouse y al Racing Club de Roubaix.

Durante la campaña 1934-35 va a hacerse cargo de la preparación del Barça, por encargo de la directiva que presidía Esteve Sala. Cuenta con una buena plantilla a sus órdenes, en la que figuran futbolistas como Nogués, Zabalo, Guzmán, Berkessy, Pedrol, Ventolrá, Raich, Escolá, Morera, Cabanes y Enrique Fernández (este ya en la Copa). El equipo se proclamará Campeón de Cataluña, finalizará en sexta posición en el Campeonato Nacional de Liga (a 10 puntos del campeón, el Real Betis Balompié), y en la Copa de España, tras dejar en la cuneta al Sporting de Gijón, va a caer eliminado en cuartos de final por un equipo de Segunda División, el Levante FC, tras un partido de desempate celebrado en el campo zaragozano de Torrero, y en el que vencieron los valencianos por 3 a 0.

A partir de aquí iniciará una trayectoria de trotamundos, que le llevaría a ocupar banquillos en diversos países (Portugal, Estados Unidos, Inglaterra – nada menos que el Arsenal – y Rumanía), para volver a recalar en España durante nuestra Guerra Civil, dirigiendo al Celta de Vigo. En 1939 cruza el Charco, y se establece en Chile, donde va a convertirse en uno de los técnicos más reputados de la historia futbolística del país andino. Dirige en varias épocas al Colo-Colo, con el que se proclamará campeón de la Liga chilena en los años 1939, 1941 (invicto) y 1945. También dirigirá al Santiago Wanderers, al Santiago Morning y a la Selección Nacional de Chile (la genuina «Roja»), así como a dos de los principales conjuntos argentinos, River Plate y Boca Juniors, con un pequeño paréntesis español en la temporada 45-46, en la que se hace cargo de un Real Valladolid que entonces militaba en Tercera División.

El diario «El Mundo Deportivo», en su edición correspondiente al domingo 3 de julio de 1955, informa en su primera plana del fichaje de F. Platko como nuevo entrenador del Barcelona: «Platko entrenador del Barcelona. Así lo confirma la directiva azulgrana». Y añade que ha recibido del C. de F. Barcelona la nota siguiente:  «Debidamente considerado el informe favorable suscrito por el secretario técnico del club, don José Samitier Vilalta, e impuesto de otros que se han recibido por diferentes conductos, el Consejo Directivo, en reunión de esta fecha, ha estimado procedente aceptar en principio la oferta de don Francisco (sic) Platko Kopiletz, para ocupar el cargo de preparador del cuadro de jugadores profesionales del Club de Fútbol Barcelona, previo  cumplimiento de las disposiciones reglamentarias y sujeción a la posterior resolución de los organismos competentes». Y finaliza el rotativo: «Queda confirmada, por lo tanto, la noticia que hace varios días dimos desde estas mismas columnas»

La Junta que preside Miró-Sáns apuesta de nuevo por un entrenador de un perfil determinado, que al igual que en el caso de su predecesor, el italiano Sandro Puppo, se caracteriza -al margen de sus indudables conocimientos tácticos y técnicos- por hacer hincapié en los aspectos disciplinarios, con el propósito manifiesto de que el húngaro ate en corto a una plantilla tan excelente en lo futbolístico como voluble en otros apartados. En su paso por el fútbol chileno se le consideraba como un D.T. (Director Técnico, como gustan de llamar por esos lares) revolucionario. Conocido allí como «el Gringo», introdujo la «WM», con la que ya se había familiarizado durante su experiencia como responsable del Arsenal londinense, y trató de llevar por el camino del profesionalismo a los futbolistas chilenos, no precisamente ejemplares en ese terreno, ganándose fama de tipo duro, muy duro, pero que también hacía de todo un poco, pues ponía gran énfasis en la preparación física, utilizando nuevos métodos de entrenamiento – sobre todo para los porteros-, así como en los aspectos tácticos, marcaba la dieta alimenticia de sus pupilos, y hasta les daba masajes y supervisaba la curación de heridas y lesiones.

55-56: PRIMERA RONDA

Platko va a contar con los siguientes jugadores para tratar de conseguir títulos tras dos años de sequía: Ramallets, Goicolea, Seguer, Biosca, Gracia, Brugué, Hanke, Bosch, Segarra, Flotats, Gonzalvo III, Castañer, Tejada, Villaverde, Kubala, Suárez, Manchón, Areta II, Mandi, Moll, Navarro II, Sampedro, Basora y Moreno. Son bajas con respecto a la temporada anterior los  guardametas Velasco y Caldentey, el delantero Vila (que pasa al Valencia) y sobre todo un histórico, el capitán barcelonista César, el entrañable «Pelucas», que va a fichar por el equipo de su tierra, la Cultural Leonesa, que acababa de ascender por vez primera a la máxima categoría. Los jóvenes Castañer y Sampedro son los únicos refuerzos para esta campaña, durante la cual tres antiguos e ilustres internacionales con los que no va a contar el nuevo técnico, Gonzalvo III, Basora y Moreno, serán cedidos a la U.E. Lleida, a la sazón militando en Segunda División. Al finalizar el curso se incorporarán también dos destacados futbolistas paraguayos, el defensa Melanio Olmedoo y el delantero Eulogio Martínez, aunque actuarán sólo en algunos amistosos, así como los leridanos Gensana (central) y Ribelles (interior) y el extremo gerundense Lluís Coll.

Platko02El Campeonato Nacional de Liga de la temporada 55-56 levanta el telón el domingo 11 de septiembre de 1955., con un Real Sociedad-Barça en «Atocha». Se imponen los azulgranas por la mínima, 1 a 2, con tantos de Segarra y Luís Suárez y la siguiente formación: Ramallets; Seguer, Biosca, Segarra; Flotats, Bosch; Mandi, Villaverde, Kubala, Suárez y Manchón. Como puede observarse, Platko vuelve a confiar en Biosca para el puesto de defensa central, pero no así en Basora, cuya demarcación la ocupa el asturiano Mandi. El primer líder de la competición va a ser el Atlético de Madrid, en virtud de su aplastante victoria sobre el Hércules en el «Estadio Metropolitano», 9 a 0.

Precisamente catalanes y madrileños se enfrentan en la siguiente jornada, en «Les Corts», donde van a hacer tablas (2-2), mercando los goles locales el uruguayo Villaverde por partida doble. Encabeza la tabla la Union Deportiva Las Palmas, con 4 puntos, por 3 los colchoneros y culés. En la tercera fecha el Barça conseguirá dos valiosos positivos al imponerse a domicilio al Murcia en «La Condomina», merced a un tanto logrado por Villaverde. Continúa al frente de la clasificación el conjunto canario, mientras que los blaugranas son terceros.

La cuarta jornada es testigo de una clara victoria barcelonista sobre el Deportivo de La Coruña en «Les Corts», 4 a 1 (Segarra, Manchón, Villaverde y Tejada. Sorprendentemente los amarillos se mantienen en cabeza, con cuatro victorias en otros tantos encuentros, con el Barça como segundo. Pero los de Platko van a conseguir el liderato al domingo siguiente, aprovechándose de la fuerte derrota de los isleños en «San Mames» (5-0), a le vez que los azulgranas vencen al Hércules en su visita a Alicante por 2 a 3 (Suárez, Villaverde y Tejada). El Athletic, entrenado por Daucik, es cuarto, con 6 puntos.

Los catalanes confirman su liderato una semana más tarde, al golear precisamente al Las Palmas en «Les Corts», 4 a 0, con tantos de Tejada (2), Kubala y Suárez. Los «leones» ya son segundos con 8 puntos, a 3 del Barça. Y todo sigue igual tras la séptima jornada, en la que los de Platko se imponen con ciertas dificultades al Alavés en la Ciudad Condal (3 a 1: Kubala, Segarra y Manchón). Pero al domingo siguiente van a perder la imbatibilidad en el siempre complicado terreno de «Zorrilla», al caer por 1 a 0 ante los castellanos, merced a un gol de Domingo a pase de Murillo, en un partido muy igualado. El Athletic  derrota en el derbi regional a la Real Sociedad por 3 a 0, y continúa como segundo, pero ahora a un solo punto de los azulgranas. Tras los bilbaínos, a 3 del líder, se halla un cuarteto perseguidor formado por Atlético de Madrid, Sevilla, Valladolid y U.D. Las palmas. Llama poderosamente la atención el retraso del Real Madrid, el campeón de las últimas dos temporadas, que ocupa la undécima posición, a 6 puntos del Barça.

La novena jornada ofrece un partido siempre atractivo, Barça-Sevilla en «Les Corts». Va a ser un magnífico encuentro, en el que los blaugranas se impondrán finalmente por 3 a 1 (Manchón, por partida doble, y Kubala, haciendo el tanto andaluz Pepillo). El Bilbao no ceja, y triunfa en un campo muy difícil, el «Metropolitano», derrotando a sus «primos» madrileños por 2 a 3. Y justamente siete días después va a producirse cambio de líder, coincidiendo con el final del primer tercio del campeonato. El Barça visita el «Santiago Bernabéu», y cae ante un renqueante pero siempre peligroso Real Madrid por 2 goles a 1.

Platko no va a poder contar ni con Ramallets  (sustituido por Goicolea) ni con Kubala, consiguiendo el gol de la victoria el zaguero madridista Marquitos, que a dos minutos del final deshace la igualada (antes habían marcado Rial y Manchón). Buen partido azulgrana, a pesar de las notables ausencias. El Athletic, al golear al Murcia en «San Mames» (7 a 1) era el nuevo líder, con un punto de ventaja sobre el Barça y dos sobre Las Palmas, el equipo revelación. Excelente primer tercio de la competición para vascos y catalanes, que en el caso de los azulgranas se expresa en 7 victorias, 1 empate y 2 derrotas, con 23 goles a favor (no muchos: el Athletic ha conseguido 34) y 11 en contra, que suponen 15 puntos y 5 positivos, a uno de los rojiblancos.

La jornada número 11 ve la victoria del Barça sobre el Valencia en «Les Corts» (4 a 2, con dos dianas de Kubala, más los tantos de Villaverde y Areta). Va ser un triunfo muy laborioso, en un encuentro de gran vistosidad para el aficionado. Y como quiera que los pupilos de Daucik sólo fueron capaces de arrancar un punto en su visita a «Riazor», ambos conjuntos empatan ahora en cabeza, con 17 puntos. Pero al domingo siguiente el Barça tropieza también en tierras galaicas, siendo incapaz de imponerse al Celta (0-0), mientras que el Athletic vence en «San Mamés» al Hércules por 3 a 1, y vuelve a situarse con un punto de ventaja, en vísperas del choque que enfrentará a ambos conjuntos siete días más tarde en «Les Corts», y que puede tener una gran influencia sobre el resultado final del campeonato.

Es el 18 de diciembre de 1955, y los contendientes van a presentar las siguientes alineaciones: por el Barça, Ramallets; Hanke, Biosca, Gracia; Bosch, Segarra; Tejada, Villaverde, Kubala, Areta y Manchón, y por el Athletic, Carmelo; Orúe, Garay, Canito; Mauri, Maguregui; Bilbao, Marcaida, Arieta, Uribe y Gainza. Inaugura el marcador Tejada (minuto 15), pero Marcaida (68) y Uribe (75), le dan la vuelta al resultado en un buen partido de los rojiblancos, que ahora aventajan a su gran rival en tres puntos (21 a 18)

Justamente siete fechas después, el día de Navidad, tendrá lugar un hito histórico: el primer encuentro de competición europea del Barça, al margen de su participación en las ediciones de 1949 y 1952 de la «Copa Latina». La competición recibirá el nombre de «Copa de Ciudades en Feria», y su formato difiere en algunos aspectos de su coetánea, la «Copa de Europa», que acababa también de ponerse en marcha. Así, su desarrollo va a ser más dilatado, no ciñéndose a los límites de una sola temporada regular (está primera edición se desarrollará entre los años 1955 y 1958), y los equipos que tomarán parte en ella podrán ser tanto clubes como selecciones a base de jugadores que militan en diversos equipos de ciudades europeas donde se celebren ferias de muestras, como por ejemplo Barcelona. Pero en este caso concreto, no van a figurar futbolistas del gran rival ciudadano, el RCD. Español, sino únicamente azulgranas – al parecer por invitación expresa de la Federación Catalana al Barça – , aunque no vestirán su equipación habitual, sino que llevarán la representativa de la ciudad (camisola blanca y pantalón negro, con el escudo de Barcelona en el pecho).

El encuentro  va a disputarse en la mañana de Navidad, con el campo de  «Les Corts» lleno a rebosar. El rival es la Selección de Copenhague, formada por jugadores con carácter amateur, y el Barça se impone fácilmente por 6 goles a 2. El primer tanto «europeo» de la historia del Barça – así como también el segundo –  será marcado por el delantero navarro Estéban Areta  en el minuto 8 de partido, a pase de Kubala. Esta fue la formación «barcelonesa»: Ramallets; Seguer, Biosca (Brugu ), Gracia; Bosch, Segarra (capitán); Tejada, Villaverde, Kubala, Areta y Manchón.

Se reanuda la Liga el primer día de 1956, con un interesantísimo Español-Barça en «Sarriá». Pero el choque no responde a las expectativas creadas, aunque el Barça se lleva pos dos puntos en litigio gracias a un claro 0 a 3 (Kubala, Brugué y Tejada, todos conseguidos en la segunda parte). Y como el Athletic vence con apuros al Alavés en «San Mamés» (3 a 2),los rojiblancos continúan tres puntos arriba. El Real Madrid, que ha ido recuperándose poco a poco, ya es tercero, pero a 6 puntos de los «leones». Siete días más tarde finaliza la primera vuelta. El Barça derrota fácilmente a la Cultural Leonesa en «Les Corts» (4 a 0, con tantos de Areta, Suárez, Tejada y Manchón), pero como el Athletic vence a su vez al Valladolid en «Zorrilla» (2-4), las cosas siguen igual. Los números del Barça en esta primera ronda de la competición son excelentes: 10 victorias, 2 empates y sólo 3 derrotas, con 35 goles a favor y 15 en contra, lo que arroja un magnífico balance de 22 puntos y 6 positivos, pero el Athletic se muestra intratable, y su ventaja resulta ya de consideración, amén de tener el goal average particular también a su favor gracias a su importantísimo triunfo en «Les Corts»

55-56: SEGUNDA RONDA

La decimosexta jornada contempla la victoria del Barça sobre la Real Sociedad en la Ciudad Condal (2 a 0, con goles de Biosca y Bosch), pero el Athletic no afloja, y vence también al Sevilla en «Nervión» por 1 a 2  tras un gran partido (con tantos de Arieta y Mauri). Siguen los tres puntos de ventaja. Que se mantienen también tras el final de la decimoséptima jornada, en la que ambos conjuntos sacan adelante difíciles compromisos: el Barça derrota en el «Metropolitano» al Atlético madrileño por 0 a 2 (Tejada y Areta), mientras que los vizcaínos se deshacen del Real Madrid en «San Mamés» por 3 a 1 (Gainza, Garay y Marcaida, con Olsen salvando el honor «Merengue»)

En la fecha número 18 los azulgranas pasan grandes apuros para derrotar al Murcia en su propio feudo (1 a 0, conseguido por Manchón de tiro lejano). Se trata de una victoria inmerecida pero muy importante, ya que los rojiblancos, después de 13 jornadas imbatidos, caen en Valencia por 1 a 0 (gol de Seguí), y la cabeza se estrecha, pues ahora la ventaja del Athletic se reduce a un solo punto. Pero las posiciones no se alteran al final de la siguiente jornada: aplastante victoria del Barça en La Coruña (0 a 7, con goles de Manchón, Kubala y Sampedro, por partida doble, más otro de Villaverde, y goleada del Athletic al Celta de Vigo en «San Mamés», 4-0. Sigue el codo a codo (31 puntos frente a 30)

Y en la jornada 20, coincidiendo con las dos terceras partes del campeonato, va a producirse nuevo cambio de líder. El Barça derrota en «Les Corts» al Hércules de Alicante tras un partido espectacular (6 a 4, con hat-trick de Kubala, más otros tres tantos obra de Biosca, Bosch y Sampedro), mientras que el Athletic únicamente logra empatar en Canarias (1 a 1), y los azulgranas se colocan en primer lugar por mejor cociente general de goles. Al domingo siguiente no varían las posiciones, pues un gol de Sampedro le da una injusta victoria a los catalanes en el «Insular» (0-1), conseguida ante un rival que acabó el partido con sólo nueve jugadores, mientras que los bilbaínos vencen en «Sarriá» merced a una solitaria diana de Arteche.

Todo sigue igual a la conclusión de la vigesimosegunda jornada, con triunfos del Barça sobre el Alavés en «Mendizorroza» (1 a 3, tantos de Mandi y Villaverde, 2) y del Athletic sobre la Leonesa en La Catedral (3-0), pero en la siguiente el Barça va a lograr despegarse un poco, pues los azulgranas solventan con victoria su enfrentamiento ante el Valladolid en «Les Corts» (2 a 0, obra de Segarra y Kubala), pero los de Daucik no pasan del empate en su verbi regional frente a la Real Sociedad en el terreno donostiarra de «Atocha» (2 a 2), aunque los txuriurdin obtuvieron la igualada ya en tiempo de descuento. Pero las tornas se invierten una semana más tarde, cuando es el Barça quien no puede con el Sevilla en «Nervión» (0-0), mientras que en el duelo entre los dos atléticos, en Bilbao, los «leones» vencen por 2 a 0 e igualan en la clasificación a 39 puntos, aunque los blaugranas mantienen el liderato gracias a su mejor cociente anotador.

La vigesimoquinta jornada es testigo de otro nuevo duelo  de titanes: Barça-Real Madrid en «Les Corts». Dos goles de Villaverde les van a dar el triunfo a los azulgranas, que cuajaran un gran primer tiempo, mientras que en la reanudación un inconmensurable Ramallets impedirá que los delanteros blancos marquen. Y como el Athletic va a caer sorprendentemente en Murcia (2 a 1), el Barça se adelanta ahora con dos puntos de ventaja (41-39). Las cosas parecen ponerse de su parte, pues ya depende únicamente de sí mismo, a falta del crucial partido de «San Mamés»

Pero esa ventaja va a reducirse muy pronto a un solo punto, tras rendir visita a «Mestalla»  a la semana siguiente. El Valencia se impone al Barça por 4 a 2,  con una destacada actuación del ex-blaugrana Vila (autor de dos goles, siendo los autores de los otros tantos «ches» Seguí y Mañó), mientras que por los catalanes anotaron Bosch y Villaverde. Gran primer tiempo de los levantinos, y reacción barcelonista en la segunda   mitad, que no fue suficiente para evitar la primera derrota después de 12 jornadas sin perder un encuentro. El Athletic, por su lado, sólo pudo sacar un empate (2 a 2) en su propio feudo ante el Deportivo de La Coruña, por lo que los hombres de Platko continuaban arriba.

La jornada 27 no altera las posiciones de los dos encarnizados rivales. El Barça se deshace del Celta en «Les Corts» con muchísimos apuros, gracias a dos tantos de Kubala, mientras que el delantero celeste Mauro consigue el de los vigueses. El segundo gol azulgrana llegó en el minuto 96, a causa del mucho tiempo perdido durante el partido. El Athletic va a vencer cómodamente al Hércules en Alicante (0-3). En la siguiente jornada podía decidirse el título, puesto que los rojiblancos recibirían en su feudo de La Catedral a los azulgranas, que contaban con un solo punto de ventaja (44 por 43)

El 8 de abril de 1956 se disputa tan trascendental encuentro. A las órdenes del colegiado aragonés señor Arqué, ambos equipos presentan las siguientes alineaciones: por el Athletic, su equipo de gala, es decir, Carmelo; Orúe, Garay, Canito; Mauri, Maguregui; Arteche, Marcaida, Arieta, Uribe y Gainza, mientras que Platko pone en liza a Ramallets; Seguer, Biosca, Gracia; Bosch, Segarra; Mandi, Villaverde, Flotats, Kubala y Manchón. Llama la atención la presencia de Flotats, habitual medio volante, como teórico delantero centro, aunque el técnico magiar lo solía utilizar como refuerzo para sus líneas de contención en algunos desplazamientos comprometidos. El partido va a tener escasa calidad, debido a los nervios y a la tensión, por lo mucho que estaba en juego, pero la victoria local por 1 a 0 será justa con arreglo a su desarrollo. Maguregui marcó el único tanto en el minuto, al rematar una falta botada por el veteranísimo Gainza. Los «leones», a falta de dos jornadas para la finalización del campeonato, superan al Barça por un punto, y tienen el goal average particular a su favor, en caso de producirse un empate a puntos.

El primero de esos dos partidos finales va a dejar las cosas como estaban. El Barça derrota por la mínima al Español en «Les Corts», gracias a un solitario tanto de Villaverde, en un encuentro decepcionante, mientras que los vascos salen triunfadores de su compromiso en Vitoria ante el Alavés. Por cierto,  que este partido tuvo que aplazarse hasta el lunes, al derrumbarse  una tribuna metálica provisional instalada en «Mendizorroza» debido a la enorme expectación levantada por el choque. El Athletic venció con claridad (0 a 3, obra de Marcaida, Gainza y Uribe). 46 puntos del líder  por 45 de su perseguidor, y toda la ventaja para los rojiblancos, que en la última jornada recibirían en «San Mamés» a un Valladolid que no se jugaba nada, mientras que el Barça se desplazaba a León, para enfrentarse a una Cultural ya descendida. Al Athletic le bastaba con el empate para proclamarse campeón y cantar el «Alirón» delante de su parroquia..

Como de hecho así ocurrió. El Barça hizo sus deberes en León, derrotando a los locales mediante un solitario gol de Luisito Suárez, pero el Athletic no falló. 3 a 0 a los blanquivioletas (Arieta, en dos ocasiones, y Marcaida), con lo que vuelve a alzarse con el título de Liga, con un solo punto de ventaja sobre los azulgranas, trece años después de su último triunfo en el Torneo de la Regularidad, allá por la temporada 42-43. La campaña barcelonista había sido magnífica, superando en puntuación lo conseguido en anteriores ediciones donde se proclamó campeón (1951-52 y 1952-53), aunque con el lunar de marcar pocos goles, únicamente 67, el balance más pobre desde que se jugaba la Liga de 16 equipos. Los de Platko vencieron en 22 encuentros, hicieron tablas en 3, y solamente doblaron la rodilla en 5 ocasiones, encajando nada más que 26 goles (a menos de uno por partido), lo que les había valido para sumar 47 puntos y 17 positivos, que a la postre sirvieron de poco ante la extraordinaria campaña despachada por los discípulos de Daucik. Pocos días después, el conjunto blaugrana disputará su segundo encuentro en el torneo ferial, empatando a 1 gol (Villaverde) en tierras danesas y en horario nocturno – toda una novedad , y clasificándose para  la siguiente fase, que ya no se jugaría hasta entrada la temporada 57-58.

«EXPEDIENTE INFORMATIVO» Y RELEVO

Como ha sido habitual durante mucho tiempo en Can Barça,  la Copa – entonces «del Generalísimo»- aparecía a modo de premio de consolación para enjugar el fiasco liguero. La inician  los azulgranas el 6 de mayo de 1956, derrotando al Hércules en «La Viña» por 1 a 2 (con tantos de Villaverde y Bosch), pero a continuación pasan apuros para eliminar a los alicantinos, ya que en el encuentro de vuelta celebrado en «Les Corts» no pueden pasar del empate (1-1, con gol de Sampedro). Su rival en cuartos de final va a ser nada menos que el Español, con el que no se veían  las caras en el Torneo del KO desde hacía bastante años. La visita a «Sarriá» no va a ser fructífera, porque caen derrotados por un claro 3 a 1 ( Villaverde salvó el honor culé), pero las espadas seguían en todo lo alto, y la remontada era posible al calor del público de  «Les Corts». Sin embargo, en ese preciso momento van a precipitarse los acontecimientos…

El martes 22 de mayo, la Junta Directiva del Barça convoca a los representantes de la prensa barcelonesa a una conferencia que se celebra en un céntrico hotel de la Ciudad Condal. Allí, el secretario técnico de la entidad, Josep Samitier, va a exponer lo siguiente: » Desde hace tiempo las relaciones entre el entrenador señor Platko y los jugadores habían dejado de ser lo francas y cordiales que deben ser, para que en un equipo pueda imperar la disciplina, el compañerismo y la moral necesarias. Esta situación se había agudizado de tal manera en estos últimos tiempos, que la Directiva me encargó la redacción de un informe que diera amplia y cumplida información sobre lo que en realidad ocurría entre el entrenador y los jugadores. Este informe constituye un resumen de la amplia información que me fue necesario recoger para que fuera un fiel reflejo de las verdaderas causas que habían planteado la actual situación. Este informe lo entregué a la Junta Directiva, y esta, mientras estudia la solución que crea más conveniente a los intereses del club, tomó el acuerdo de relevar a Platko del cargo de entrenador, encargándome a mí, interinamente, que desempeñe las funciones de tal»

Samitier va a hacer constar con mucho interés que – tal como recoge el diario «El Mundo Deportivo», de cuyas páginas hemos extraído los hechos – «desempeñaré el cargo de entrenador, con carácter de interinidad, o sea, mientras la directiva termina el estudio del expediente abierto, en cuyo momento, sea cual sea el acuerdo que tome, tiene ya asegurado el servicio de un entrenador titular». Y termina diciendo el secretario técnico azulgrana: «que el momento es difícil y que habré de encontrarme con muy serias dificultades, pero pondré en mi labor el mayor interés y todo mi saber para salir airoso de mi cometido». Al final del acto, los representantes de la prensa barcelonesa, con el mítico periodista José Luís Lasplazas a la cabeza, fueron obsequiados con un vino español.

Pero el relevo en el banquillo no va a obrar milagros, y los blanquiazules dejarán por el camino a sus eternos rivales blaugranas merced a un resultado espectacular, empate a 4 (Tejada, 2, Kubala y Manchón hicieron los tantos culés). El partido tendrá la anécdota añadida de la famosa apuesta realizada por el delantero «perico» Julián Arcas con el dueño de un popular bar, y en la que el españolista alardeaba de que le marcaría nada menos que cuatro goles a Ramallets, que fue exactamente la cantidad de veces en la que el almeriense batiría aquella tarde al legendario guardameta azulgrana.

La eliminación en la Copa, aunque ya de hecho relevado de su cargo, va a significar el punto final de la trayectoria de Platko como técnico barcelonista. El equipo se queda de nuevo en blanco por tercer año consecutivo, pero aunque no se habían alcanzado los objetivos propuestos, el balance del húngaro al frente de una plantilla con la que , según sus palabras, nunca llegó a entenderse debido a su dureza y exigencia (y también a la escasa profesionalidad de alguno de sus miembros, tal como asimismo dejaba entrever), era no era en absoluto desdeñable, con un 76,47 % de victorias en los 35 partidos oficiales disputados (en su primera experiencia, en 1934-35, había obtenido un 51,35 de triunfos), superando de este modo los registros de míticos y laureados técnicos como el propio Pep Samitier, Enrique Fernández o Ferdinand Daucik. Evidentemente, lo que había faltado era suerte y acierto en los partidos decisivos. Con posterioridad tan sólo se situaría por encima de ese porcentaje -aparte de Enric Rabassa, que tan sólo dirigió al Barça en 6 encuentros en 1960- un entrenador de la talla de Helenio Herrera (entre los años 1958 y 1960), puesto que los recientes Pep Guardiola, el malogrado Tito Vilanova y Gerardo «Tata» Martino, quedaron por  debajo de sus números, aunque en lo tocante a títulos obtenidos no haya color, sobre todo en el caso del primero, con un «sextete» en su haber..

Platko03TRISTE Y SOLITARIO FINAL

Tras abandonar el Barça, la carrera de Platko como técnico entrará en un franco declive. San Luís de Quillota, un modesto club de una localidad chilena cercana a Valparaíso  fue su última responsabilidad antes de alejarse definitivamente de los banquillos. En 1974, con motivo del 75 Aniversario del Barça («Bodas de Platino») va a visitar por última vez la Ciudad Condal, en compañía de su esposa Olga. Establecido en Santiago de Chile, en el apartamento F del número 0112 de la avenida Santa María, concedió su última entrevista en 1981, y los últimos años de su vida van a ser muy tristes, en un ambiente de enfermedad, pobreza y olvido. Padecía un cáncer, y los gastos derivados de su tratamiento arruinarán su economía, sumiendo al anciano matrimonio en la pobreza.

Con grandes dificultades de movilidad (estaba en silla de ruedas), llegará a enviar varias cartas a las oficinas del Fútbol Club Barcelona, solicitando ayuda (al parecer, una asociación de antiguos jugadores de Chile le entregaba una asignación mensual, así  como también medicinas, pero esta ayuda se interrumpió posteriormente). En sus misivas hacía también mención al frío que ambos pasaban en su domicilio durante el invierno, y proponía diversas fórmulas para conseguir el dinero que tan imperiosamente necesitaban, tales como la colaboración de cada socio culé con una peseta, o la celebración de un partido amistoso en su beneficio. O incluso una colecta entre los socios para auxiliar a quien se definía como «un verdadero héroe de la final de Santander», incluso más viejo que el propio Barça (había nacido casi un año antes de fundarse el club). A cambio, ofrecía las medallas de oro que le acreditaban como Campeón de España.

Va a recibir finalmente ayuda de la entidad blaugrana, pero fallecerá el 2 de septiembre de 1983, a los 84 años de edad. Antes de morir la había dicho a su esposa Olga, su inseparable compañera, las siguientes palabras: «Cuando yo me muera quiero que mandes al F.C. Barcelona todos mis recuerdos que guardo en el viejo arcón. Nunca podré olvidar a este gran club». Sus restos permanecieron durante más de 30 años en el Mausoleo de Antiguos Deportistas Juan Ramsey, en el cementerio General de Santiago de Chile, hasta que hace tan sólo unos meses fueron trasladados, según informó el diario «El Mercurio», al panteón donde reposan los ex-cracks de Colo-Colo.

Nota. Para la confección de este artículo, entre otras fuentes, se han consultado las siguientes obras: «Historia del Campeonato Nacional de Liga» e «Historia de la Copa», ambas escritas por Enrique y Nicolás Fuentes y publicadas por Ibérico Europea de Ediciones S.A. en 1970 y 1971, respectivamente, así como diversos números de los diarios «El Mundo Deportivo» y «El Mercurio»




Del nacimiento y demás circunstancias de Ricardo Zamora

RicardoZamora01«De mi nacimiento y demás circunstancias, las gentes saben más que yo; muchas hay que me vieron nacer, y grabado se les quedó el día y la hora. Claro que sus datos no concuerdan con los míos, y en disputar cuáles son los exactos no me enredo, que mi fe de bautismo y certificado de nacimiento, capaces son de tomarlos como falsos y amañados. No obstante, conste que éste último asegura que nací el 21 de enero de 1901.» (1)

Así empieza el Capítulo 1 («De mi nacimiento y demás circunstancias») de las Memorias de Ricardo Zamora, publicadas por Abc en 1988 y nos parece una forma harto curiosa de empezar unas memorias. Curiosa por la ambigüedad sobre el lugar (no especificado) y la fecha (sobre la que se reconoce controversia) de nacimiento del protagonista quien lo relata en primera persona, reconociendo que existía polémica al respecto y no queriendo (o pudiendo) zanjar la misma.

Puede sorprender esta cuestión a muchos de los lectores, para los que el lugar y fecha de nacimiento del mítico portero Ricardo Zamora Martínez (Barcelona, 21 de enero de 1901) es algo evidente. Así por ejemplo el 21-1-2001 Bernardo Salazar en As (págs. 23-25) y Enrique Ortego en Abc (págs. 22-24) publicaron sendos artículos celebrando el centenario de Zamora sin hacer referencia alguna a posibles dudas.

Sin embargo es un viejo tema recurrente para algunos, una de esas polémicas Guadiana que aparece y desaparece cuando le apetece, aunque siempre sin abandonar el acotado espacio de las conversaciones de sobremesa ni el formato del chascarrillo informal.

Creemos llegado el momento de poner negro sobre blanco este viejo tema «del nacimiento y demás circunstancias de Ricardo Zamora» y todo lo que sabemos sobre el mismo con el mayor respeto y rigor. El personaje lo merece: Ricardo Zamora, «El Divino». Uno de los mejores guardametas de la historia del fútbol. Portero del Español, Barcelona, Real Madrid. Exiliado en Niza durante la Guerra Civil jugó en el Olympique nizardo junto a Samitier. Internacional en 46 ocasiones, medalla de plata en Amberes 1920. Auténtico fenómeno sociológico en su época, su popularidad le llevó a protagonizar dos películas: Por fin se casa Zamora (1926) y ¡¡¡Campeones!!! (1943). Entrenador de numerosos equipos, seleccionador de España y Venezuela. Comentarista y periodista deportivo. El trofeo al portero menos goleado de la Liga lleva su nombre. Su hijo Ricardo Zamora de Grassa (1933-2003) también fue portero de varios equipos…

Sobre la fecha de nacimiento

La fecha generalmente aceptada de 21-1-1901 en Barcelona consta desde antiguo. No solo es la que Zamora da en sus memorias de Abc, sino que era la que había utilizado el propio Zamora durante toda su vida deportiva; pueden verse a este respecto las fichas federativas.

Sin embargo no es cierto que esta sea la fecha que consta en el Registro Civil, como pretende Zamora. Su inscripción se produjo en el juzgado del Distrito Universidad de Barcelona el 16-2-1901, y en ella consta que dos días antes (14-2-1901) el niño Ricardo Antonio Pablo Zamora Martínez había nacido a las 6 de la mañana en el piso segundo del número 189 de la calle Diputación de la Ciudad Condal. Primera divergencia con lo que Zamora explicaba en sus memorias: su certificado de nacimiento NO indica que naciera el 21 de enero de 1901, indica el 14 de febrero de 1901.

¿Por qué esta divergencia? ¿Por qué estas dos fechas? A priori cabría pensar varias interpretaciones, incluso en un simple descuido de los padres que habiendo olvidado inscribir al niño en el día prefirieron mentir y dar una fecha próxima a la inscripción. Pero siendo esto posible, parece improbable precisamente por el hecho de que Zamora se apoyara para dar la fecha de 21-1-1901 precisamente en el documento que demostraba lo contrario.

Poco más podemos decir, salvo constatar la diferencia y recordar las palabras de Zamora: “muchas hay que me vieron nacer, y grabado se les quedó el día y la hora. Claro que sus datos no concuerdan con los míos”. Una lectura atenta no permite descartar que Zamora esté reconociendo que “sus datos” (21-1-1901, según dice el Registro Civil) sean peores que los de aquellos que lo vieron nacer y a quienes se les quedó grabado el día y la hora.

De hecho si Zamora conocía su inscripción en el Registro Civil sabía a ciencia cierta que su afirmación era falsa, por lo que en tal caso esta interpretación del texto sería la buena y en consecuencia Zamora no estuviera sino reconociendo que no había nacido cuando decía.

No podemos descartar que este raro problema con las fechas sea consecuencia directa de lo que explicamos en el punto siguiente.

Sobre la identidad de sus padres

Nada dice Zamora en sus memorias sobre sus padres, pero siempre que se habla de ellos se hace en los mismos términos. Así por ejemplo Félix Martialay en ¡Amberes! Allí nació la furia española (pág. 118) dice:

Pese a haber nacido en Barcelona, su padre era un médico gaditano; su madre, valenciana.

Nos encontraríamos pues ante el Sr. Zamora, médico gaditano, y la Sra. Martínez, de origen valenciano. Padres además de otros dos hijos, Amparo y Francisco, fallecidos ambos jóvenes.

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Sin embargo la partida de nacimiento vuelve a llevarnos la contraria. Su madre en efecto era valenciana, de 39 años, y se llamaba María de los Desamparados Martínez Mauricio. Pero su padre, don Francisco Zamora Bon, de 51 años, no era médico; el Sr. Zamora era un jornalero natural de Alberique (Valencia), que además se encontraba ausente (“está ausente”) en el momento del nacimiento e inscripción de Ricardo Zamora.

¿Fantasía pues o simple error lo del “médico gaditano” que decía Martialay? No. Al médico lo tenemos en la misma partida de nacimiento, ya que es precisamente quien comparece en el juzgado para inscribir al niño. Se trata del doctor Gaspar Baldó Galiana, nacido en Cádiz, aunque alicantino de origen y de residencia antes de trasladarse a Barcelona, soltero y de 34 años; es quien ha asistido a la madre en el parto y quien comunica que Francisco Zamora Bon «está ausente».

El doctor Gaspar Baldó Galiana no era un simple médico en la Barcelona de la época. Era el médico del Registro Civil del distrito de la Lonja, del Frontón Palace y de la compañía «España S.A. Previsión y Seguros Sociales».

Al enviudar la madre de Zamora el Dr. Baldó se casó con ella, y Ricardo se convirtió en su «hijo entenado». He aquí la sorpresa: el médico que asistió en el parto y que inscribió al niño en el Registro Civil se convertía años más tarde en el esposo de la madre y en el padrastro del niño al que inscribió «en ausencia del padre». Un niño que no pocas veces habló del Dr. Baldó como “mi padre”.

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El doctor Gaspar Baldó Galiana (1867-1928) en sus últimos años.

El doctor Gaspar Baldó Galiana (1867-1928) en sus últimos años.

Sobre el lugar de nacimiento

Si dudas hay sobre la fecha de nacimiento, no menos hay sobre el lugar. Cuando falleció Zamora (8-9-1978) escribió Pedro Escamilla en Marca (2): «Había nacido el día 21 de enero de 1901. Los historiadores no se ponen demasiado de acuerdo, pues, aunque la creencia general es que nació en Barcelona, en la calle Diputación, precisamente entre Villarroel y Casanovas, hubo algunos que afirmaron que su lugar de nacimiento fue Castellón de la Plana.»

En efecto, es un rumor o chascarrillo que circula en los mentideros de los historiadores del fútbol desde hace decenios: Ricardo Zamora no habría nacido en Barcelona en febrero de 1901 (pese a ser inscrito en la capital catalana como si así hubiera ocurrido) sino en la provincia de Castellón (generalmente se dice en Castellón de la Plana, en alguna ocasión se menciona Torreblanca) unas semanas o meses antes.

En el Diario Mediterráneo de Castellón el 10 de septiembre de 1978 pudo leerse: «¿Tenía Zamora ascendencia castellonense? No sabemos si en los antepasados cercanos a Zamora había algún castellonense, pero la verdad es que el gran portero estuvo muy ligado a Castellón, ya veremos por qué, a lo largo de los años 20. Al margen de ello, en el Diario de Castellón ya en agosto de 1928, cuando comienza a hablarse del fichaje de Ricardo por el Madrid, se dijo el día 3: «Se dice que Zamora se va al Madrid, lo sentimos mucho por nuestro comprovinciano

Es un rumor antiguo, como podemos constatar en esta referencia indirecta de 1978 y directamente en la prensa de los años 20-30. Por ejemplo en El Luchador: Diario Republicano el 6 de septiembre de 1932: «Todos sabéis algo de Zamora. Su prestigio ha conseguido traspasar las fronteras. Zamora es popular en todas partes. Nació en Castellón en 1901. Tiene, por tanto 31 años.»

Lamentablemente para esta incógnita no podemos aportar ni una sola prueba que afirme o desmienta nada, y es muy probable que no exista. No deja de ser llamativo que en las citadas memorias de Abc no diga Zamora nada sobre su lugar de nacimiento, pero ninguna conclusión puede extraerse de ello. Hasta la fecha no hemos encontrado la fe de bautismo, y quizá solo sea ese documento el que nos pudiera ayudar a resolver la incógnita. Mientras tanto la prudencia nos exige mantener a Barcelona como la cuna de Zamora.

Conclusiones:

– Ricardo Zamora nació oficialmente en Barcelona el 14 de febrero de 1901, sus padres eran valencianos.

– Según el testimonio del propio Ricardo Zamora recogido en sus Memorias publicadas en ABC en 1988 su nacimiento se produjo el 21 de enero de 1901. No indicaba el lugar.

– El rumor según el cual Ricardo Zamora habría nacido en Castellón aunque fuera inscrito en Barcelona semanas después por problemas familiares viene circulando desde los años 20 del pasado siglo como mínimo. No podemos certificarlo y no entraremos en los problemas familiares ni en el detalle de los chismes o rumores.

Notas:

(1) ZAMORA, R. , Memorias de Ricardo Zamora, Abc, 17 de enero de 1988.

(2) ESCAMILLA, P., Ricardo Zamora, «el divino», Marca, 9 de septiembre de 1978.