Las polémicas en torno a la historia del FC Barcelona (III). “Més que un club”? La politización del FC Barcelona en sus orígenes.

Está muy extendido el tópico según el cual fue el presidente Narciso de Carreras, en su discurso de toma de posesión el 17 de enero de 1968, el autor de la célebre divisa “El Barça és més que un club”.

Realmente la expresión había aparecido en el número 19 de La Revista Barcelonista tres años antes, el 12 de agosto de 1965 (pág. 3), en un artículo de opinión sobre el debate abierto sobre el nombre del estadio: “Existe, además, el aspecto afectivo. El Barcelona es algo más que un club de fútbol. Alrededor del Barcelona se funden sentimientos y añoranzas.”[1]

MesQueUnClub01Se ha interpretado siempre la expresión en términos políticos, atribuyéndole connotaciones catalanistas o independentistas [tesis iniciada con gran éxito por Manuel Vázquez Montalbán con su artículo “Barça! Barça! Barça!” de la revista Triunfo, publicado el 25 de octubre de 1969 y consolidada por el presidente Montal Costa durante su mandato (1969-1977)] lo que parece osado si se atribuye la misma al presidente Narciso de Carreras y Guiteras y se conoce su trayectoria vital y su ideología, completamente afecta al régimen franquista.

Tampoco parece que la línea editorial de La Revista Barcelonista en esos años sesenta (en el mismo artículo de opinión ya citado en el que aparece por primera vez el lema “Más que un club” se pedía el voto a los socios para la opción “Estadio Las Corts del C.F. Barcelona”, frente a otras más populares entre los sectores catalanistas como “Estadio Juan Gamper”, en el contexto del debate sobre el nombre del Nou Camp) estuviera precisamente orientada hacia el catalanismo político.

En todo caso podría interpretarse como una actualización del concepto, adaptándolo al clima sociopolítico del tardofranquismo y la Transición.

De hecho, la misma expresión “más que un club” no dejaba de ser un aggiornamento de la idea defendida por intelectuales de la Lliga Regionalista (con Daniel Carbó “Correcuita”, periodista y primer historiador azulgrana como máximo exponente) en los años veinte: el FC Barcelona no era “UN club de Cataluña”, era “EL club de Cataluña”.

La identificación entre el FC Barcelona y Cataluña defendida en estos sectores catalanistas de los años veinte puede resumirse en este texto del periodista y divulgador deportivo Josep Elias i Juncosa “Corredisses”, con motivo de las Bodas de Plata del club: “…formen un lligament tan gros que quan un crida Visca el “F.C.Barcelona”!, és tot un poble que respon entusiàsticament…“[2]  (Carbó, 1924, p. 498).

Y es que, como veremos, la politización del FC Barcelona (algo que se da como evidente y como algo consustancial con el propio club y su idiosincrasia) ha ido variando con las épocas y ha estado siempre vinculado a la personalidad e ideología de sus dirigentes y al contexto sociopolítico. No ha sido algo permanente ni inmóvil, ni estaba en el ánimo de sus fundadores legar esa carga ideológica a sus sucesores.

Así, hemos visto en artículos anteriores (Arrechea, 2012, 2015, 2016, 2018a, 2018b) como los fundadores y patrocinadores del nuevo club eran personajes del regeneracionismo cuyo ánimo era la implantación del sport inglés, del deporte al aire libre, así como la mejora del estado de salud y la calidad de vida de la población.

No debe olvidarse que el FC Barcelona nace bajo la protección de Narciso Masferrer y su Federación Gimnástica Española, por lo tanto, en un contexto alejado del catalanismo político o cultural.

El Avisador Numantino, 12 de abril de 1941, pág. 1.

El Avisador Numantino, 12 de abril de 1941, pág. 1.

Insistimos en la tesis que venimos defendiendo sobre Narciso Masferrer como fundador del FC Barcelona, algo comúnmente aceptado en otras épocas (ver obituario en prensa de Masferrer, abajo) y motivo hoy de polémica historiográfica y periodística (Arrechea, 2016; López, 2016).

No existía objetivo político alguno en la fundación del Barça, ni en 1899 ni en 1902 (tal y como veremos a continuación), cuando se oficializó el club redactando unos Estatutos.

Entre el 21 de octubre de 1901 y el 28 de septiembre de 1903 la agria polémica sobre el decanato del fútbol barcelonés entre el FC Barcelona y el FC Català llenó las páginas de la revista Los Deportes de réplicas y contrarréplicas de dirigentes de ambos clubs aportando datos sobre cuál de los dos se constituyó antes, jugó el primer partido o tuvo antes directiva.  El propio Gamper tomó parte en la discusión el 16 de agosto de 1903 con un extenso alegato con referencias biográficas en el que recordaba que fue rechazado por aquellos deportistas del Gimnasio Tolosa que poco después fundarían el Català porque “me dejaron entrever que no admitirían extranjeros”. En el trasfondo de la polémica del decanato había viejas cuestiones personales (Arrechea, 2012, 2015).

Más desapercibida ha pasado para los historiadores que han estudiado este tema la réplica aportada por Pedro Cabot Roldós (uno de los fundadores del club, jugador y secretario en la junta de Paul Haas desde el 5 de septiembre de 1902) el 28 de junio de 1903 en la que invitaba al FC Català a que “manifieste el día de la constitución y adopción de tal nombre”, además de ofrecer la posibilidad de que la Asociación de Clubs de Foot-ball (fundada el 12 de noviembre de 1902) diera un dictamen sobre la cuestión tras estudiar la documentación que se pudiera aportar al respecto. La respuesta de Joaquín Escardó del FC Català el 5 de julio fue algo dubitativa “no puedo precisarle de momento la época de su fundación” y la polémica empezó a apagarse con la sensación casi generalizada de victoria moral barcelonista (aunque varios autores han intentado reavivar la cuestión incluso en tiempos recientes).

Cabot tenía poderosas razones para pedir al Català pruebas documentales de su constitución y para buscar un dictamen oficial sobre el tema: básicamente porque él en persona fue el encargado de registrar el FC Barcelona en el Registro de Asociaciones del Gobierno Civil de Barcelona aportando unos estatutos y un Acta de Constitución, presentándose como el “organizador de la sociedad Foot-ball Club Barcelona”.

En efecto, el 18 de noviembre de 1902 Cabot presenta en el Gobierno Civil una instancia junto a los estatutos del Foot-ball Club Barcelona (“como organizador” de dicha sociedad) para que el Gobernador los apruebe y se pueda inscribir el club “según está prevenido en la vigente ley de asociaciones” (Arrechea, 2012, 2015).

Los primeros estatutos del FC Barcelona contienen este punto (Artículo 3º):

Esta Sociedad no podrá tener nunca carácter político, ni tendrá otros periódicos que los deportivos”.

MesQueUnClub03Tras obtener el visto bueno del Gobernador Civil y en cumplimiento exacto del punto cuarto de la Ley de Asociaciones de 1887 el FC Barcelona se constituye (por tercera vez) el 29 de diciembre de 1902 a las 21:30 horas en el Café Alhambra. Paul Haas presenta el 3 de enero de 1903 en el Gobierno Civil una copia certificada del Acta de Constitución de la Sociedad firmada por él mismo y Pere Cabot. El Acta tiene el sello del club con un visible y paradójico “1899”.

Paul Haas acompaña el documento con una breve nota al gobernador “tiene el honor de pasar a manos de V.E. copia certificada del acta de constitución y de nombramiento de cargos de dicha asociación. Dios guarde a V.E. muchos años. Barcelona 3 de Enero de 1903. Paul Haas”.

La directiva escogida ese 29 de diciembre de 1902 es la siguiente: Paul Haas (presidente), Hans Gamper (vicepresidente), José Llobet (tesorero), Pedro Cabot (secretario), José Marín (vicesecretario), José Vidal (vocal 1º) y Luis de Ossó (vocal 2º).

A destacar que esta reunión del Café Alhambra del 29 de diciembre (constitutiva de la sociedad, nada más y nada menos) no apareció en la prensa de la época, como tampoco las gestiones efectuadas ante el Gobierno Civil ni la inscripción final en el Registro de Asociaciones. Finalmente, el 5 de enero de 1903 el Fútbol Club Barcelona fue inscrito (con el número 3.709) en el Registro de Asociaciones en cumplimiento estricto de la Ley de Asociaciones vigente.

La prensa de la época (incluso el siempre bien informado y predispuesto a informar de cuantas reuniones y eventos diversos celebraran las sociedades barcelonesas rotativo Los Deportes) guardó absoluto silencio sobre estos acontecimientos importantes del FC Barcelona ocurridos entre noviembre de 1902 y enero de 1903. Ello ha favorecido la imagen transmitida por la práctica totalidad de los historiadores sobre el mandato del presidente Haas como “un periodo de transición” sin grandes acontecimientos, aunque fue un periodo vital para el club en el que se aprueban unos estatutos y se refunda para poder inscribirse en el Registro de Asociaciones. Todo ello a pesar de que algunas referencias indirectas a esa fundación del club en 1902 podían ser encontradas, por ejemplo, en los estatutos de 1911 o en un informe de la Jefatura Superior de Policía de 1940 al Gobernador Civil de Barcelona (Arrechea, 2012, 2015).

Queda en consecuencia probado que entre los fundadores del FC Barcelona (incluido el señor Gamper, vicepresidente del club cuando se aprueban estos primeros estatutos de 1902) no existía ánimo alguno de politización.

De hecho, en 1911 siendo ya presidente Hans Gamper, se aprueban unos nuevos estatutos y el artículo tercero de los estatutos de 1902 se deja prácticamente idéntico con un añadido sobre religión:

La Sociedad no podrá tener nunca carácter político ni religioso alguno ni otros periódicos que los deportivos”.

Como ya hemos avanzado y ampliaremos en futuros capítulos, la aproximación al catalanismo político moderado (la Lliga Regionalista) se produce a partir de 1915 y tendrá reflejo en los Estatutos de 1920.

Parece pues, al contrario de lo tantas veces repetido, que fue deseo expreso de sus fundadores que el FC Barcelona no tuviera nunca carácter político, por lo que todos los dirigentes y socios que han venido después han sido, son y serán libres de modificar estos estatutos, pero no han sido ni son ni serán libres para modificar la historia.

Fuentes

Arrechea, F. (2012). 1899 o 1902. ¿Cuándo se fundó el Fútbol Club Barcelona? Cuadernos de Fútbol, 37, CIHEFE.

Arrechea, F. (2015). Orígenes, nacimiento y consolidación del FC Barcelona (1875-1903). Cuadernos de Fútbol, 70, CIHEFE.

Arrechea, F. (2016, 17 de julio). El verdadero fundador del Barça. Primera Plana, Marca, p. 39.

Arrechea, F. (2018a). Las polémicas en torno a la historia del FC Barcelona (I). El nacimiento (generalmente mal explicado) del FC Barcelona. Cuadernos de Fútbol, 102, CIHEFE.

Arrechea, F. (2018b). Las polémicas en torno a la historia del FC Barcelona (II). El origen de los colores del FC Barcelona. Cuadernos de Fútbol, 103, CIHEFE.

Arrechea, F. & Scheinherr, E. (2015). El Gimnasio Solé. Más que un gimnasio. Cuadernos de Fútbol, 71, CIHEFE.

ASDG. Archivo de la Delegación del Gobierno en Cataluña. Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Caja 181, Número de Asociación 3.709 “Fútbol Club Barcelona”.

ASDG. Archivo de la Delegación del Gobierno en Cataluña. Subdelegación del Gobierno en Barcelona. Libro Registro de Asociaciones. Tomo II.

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Escardó, J. (1903, 5 de julio). Foot-ball. Los Deportes, p. 423.

Escardó, J. (1906, 6 de enero). Los primeros partidos de football en esta capital. Los Deportes, pp. 868-869.

Gamper, J. (1903, 16 de agosto). Sobre el Decanato. Los Deportes, p. 518.

Gamper Soriano, E. (2008). De Hans Gamper a Joan Gamper: una biografía emocional. Barcelona: El Clavell.

López, B. (2016, 26 de julio). Masferrer, el gran fundador pero no del Barça. El Mundo Deportivo. Obtenido el 13 de noviembre de 2018 https://www.mundodeportivo.com/futbol/fc-barcelona/20160726/403470463924/masferrer-el-gran-fundador-pero-no-del-barca.html

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Masferrer, N. (1924, 29 de noviembre). Fútbol. Constitución de una nueva sociedad. La Vanguardia, p. 19.

Miscelánea (1899a, 22 de octubre). Los Deportes, p. 968.

Miscelánea (1899b, 19 de noviembre).  Los Deportes, p. 1031.

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Torrebadella, X. & Arrechea, F. (2015). Los orígenes de una Ciudad Olímpica. La vida gimnástico-deportiva en la Barcelona decimonónica. Madrid: CIHEFE.

Vázquez Montalbán, M. (1969, 25 de octubre). Barça! Barça! Barça! Triunfo, p. 23-28.

 


[1] Existen otros precedentes en la expresión, el primero de ellos no atribuido al FC Barcelona estrictamente, si no al que era su filial la SD de la España Industrial. Subirán, corresponsal de Marca en Barcelona, describía así al equipo el 9 de septiembre de 1955 (pág. 4): “…el España Industrial es más que un club una familia rectora…”.

El segundo precedente es más chocante, porque su autor el corresponsal de Marca en Buenos Aires Félix Centeno se lo atribuyó al Real Madrid en un reportaje sobre Di Stéfano y Rial publicado el 24 de agosto de 1958 (pág. 12): “Algo más que un club, algo más que un medio de hacer fortuna”.

[2] Traducción: “…forman un ligamiento tan grande que cuando uno grita “¡Viva el FC Barcelona!”, es todo un pueblo el que responde entusiásticamente…”.




Los España-Cataluña.

Ahora que está de actualidad el asunto tan sobradamente comentado sobre España y Cataluña, traemos a las páginas de Cuadernos los encuentros de fútbol que se han disputado entre ambas a lo largo de la historia.

En distintas décadas, estas selecciones se han enfrentado en tres ocasiones. Todos de carácter amistoso, teniendo como escenario la ciudad de Barcelona.

Estos encuentros se celebraron en los años 1924, 1934, y 1947.

Históricamente, en 1924, hacía pocos meses que la dictadura de Primo de Rivera se había instaurado en España. En 1934, el segundo acontecimiento tuvo lugar durante la II República de Alcalá Zamora, y en 1947 en plena época del franquismo.

PRIMER PARTIDO.

Tuvo lugar en Les Corts de Barcelona el 13 de marzo de 1924. Pocos días antes, el día nueve, España se había enfrentado a Italia en Milán, con empate a cero. El objeto del mismo era recaudar fondos para el desplazamiento que España tenía que efectuar a París con motivo de la próxima Olimpiada.

Para el arbitraje fue designado el colegiado Sr. Llovera.

Las alineaciones que presentaron ambos equipos fueron:

España: Zamora (Español), Rousse (A. Bilbao), Acedo (A. Bilbao), Meana (Sporting de Gijón), Gamborena (Real Unión de Irún), Peña (Arenas de Guecho), Piera (Barcelona), Samitier (Barcelona), Zabala (Español), Laca (A. Bilbao) y Chirri (A. Bilbao).

EspanaCataluna01Cataluña: Oscar (Stadium Ovetense) (sustituido en la segunda parte por Estruch, del Sabadell), Massagué (Tarrasa), Montesinos (Español), Carulla (Barcelona), Sancho (Barcelona), Caicedo (Español), Polo (Celta de Vigo), Cros (Europa), Olariaga (Español), Alcántara (Barcelona) y Sagi-Barba (Barcelona).

EspanaCataluna02Se da la circunstancia de que tanto Oscar como Caicedo habían sido suplentes en el referido encuentro de España contra Italia del día 9.

El resultado del encuentro fue favorable a los seleccionados de España por un contundente 7 a 0. Los goles fueron marcados, el primero, por Carulla, en propia puerta, a los 20 minutos; el segundo, a los 25 minutos, también en propia puerta por Oscar al pretender rechazar un centro de Zabala; el tercero llegó poco después, minuto 27, obra de Laca; el cuarto, al minuto siguiente, de Zabala (algunas fuentes atribuyen el gol a Chirri); el cinco a cero, de Samitier poco antes de finalizar la primera parte; en la continuación otros dos goles, obra de Samitier el sexto, de cabeza, a los 72 minutos, y el definitivo, de Zabala al final del encuentro.

Como dato, pocos meses después, el 1 de julio de 1924 nació el mítico portero del Barcelona y de la Selección española, Antonio Ramallets.

SEGUNDO PARTIDO.

Diez años después, el 14 de febrero de 1934, volvían a enfrentarse Cataluña y España. También en esta ocasión el encuentro se celebró en campo de Les Corts de Barcelona.

Esta vez, a beneficio del Unión Club de Irún, si bien una cantidad de la recaudación se realizó a beneficio de la Mutualidad Deportiva de Cataluña.

El resultado fue de nuevo favorable a la ”Preselección Española” por dos goles a cero. Arbitró el Sr. Arribas.

Las alineaciones que ambos seleccionadores -Sres. García Salazar por parte española y Sr. Torrens, por el combinado catalán- presentaron fueron las formadas por:

Cataluña: Nogués (Barcelona), Rafa (Barcelona), Torredeflot (Gerona), Gracia (Sabadell), Salas (Barcelona), Cristiá (Español), Prat (Español), Edelmiro (Español), Iriondo (Español), Goiburu (Barcelona) y Esteve (Sabadell).

Nogués

Nogués

España: Zamora (Madrid), Ceballos (Racing), Peña (Sporting de Gijón), Marculeta (Donostia), Vega (Celta), P. Regueiro (Madrid), Vantolrá (Barcelona) (sustituido por Casuco (Oviedo), Gallart (Oviedo), Lángara (Oviedo), L. Regueiro (Madrid) y Sornichero (Murcia).

Martín Marculeta

Martín Marculeta

Los goles fueron marcados por Casuco en el minuto 34 y Lángara a los 15 minutos de la segunda parte.

Con las bajas por lesión de la preselección española de Cilaurren e Iraragorri, que no pudieron desplazarse a Barcelona destacó por encima de todos el jugador donostiarra Martín Marculeta que llegó a jugar quince partidos oficiales con la Selección española.

TERCER PARTIDO.

Este tercer encuentro tuvo lugar el 19 de octubre de 1947 en plena dictadura franquista. Se disputó en el Estadio de Sarriá, Barcelona.

El resultado fue favorable a Cataluña por tres goles a uno.

Según dicen los archivos este encuentro serviría para el entrenamiento y orientación con vista a formar el equipo nacional. Hay que tener en cuenta que antes de esta fecha de octubre, en 1947, España únicamente había disputado dos encuentros oficiales: uno el 26 de Enero contra Portugal (derrota por 4 a 1 en Lisboa) y otro contra Irlanda el 2 de Marzo (igualmente derrota por 3 a 2 en Dublín), y no volvió a jugar otro partido oficial hasta el 21 Marzo de 1948, más de un año después; esta vez sí se ganó, 2-0 a Portugal en encuentro jugado en el estadio Santiago Bernabéu, que había sido inaugurado el año anterior.

A las órdenes del colegiado Sr. Azón, actuando como seleccionadores Victoriano Oliveras de la Riva, por Cataluña, y Guillermo Eizaguirre, por parte de España, ambos equipos formaron con:

España: Bañón (Real Madrid), Clemente (Real Madrid), Aparicio (Atlético de Madrid), Muñoz (Celta), Antúnez (Sevilla), Nando (Atlético de Bilbao), Epi (Valencia), Vidal (Atlético de Madrid), Zarra (Atlético de Bilbao), Arzá (Sevilla) y Bilbao (Atlético de Bilbao).

Cataluña: Velasco (Barcelona), Elías (Barcelona), Curta (Barcelona), Gonzalvo III (Barcelona), Catalá (Tarragona), Celma (Español), Navarro I (Sabadell), A. Segarra (Español), César (Barcelona), Juanete (Tarragona) (sustituido por Toni, Sabadell, en el minuto 45) y Panadés (Tarragona) (sustituido por Mario, Sabadell, también en el minuto 45).

Equipo de España en el encuentro de 1947

Equipo de España en el encuentro de 1947

Los goles fueron marcados por Bilbao a los dos minutos; empató César a los once minutos; el dos a uno lo materializó de nuevo César a la media hora de juego; y el definitivo resultado lo marcó Toni al cuarto de hora de comenzar la segunda parte.

También se disputó otro encuentro el 9 de agosto de 1953, si bien no puede considerarse como tal un Cataluña-España. Se jugó en el terreno de juego de Galileu, en el barrio de Sants de Barcelona. Fue a beneficio de Celestino Sánchez, ex jugador, que se encontraba delicado de salud.

El equipo “azul” como selección catalana formó con Casafont, Martínez, Tarragó, Agut, Ayza, Colomé, Panadés, Gaju, Cano, Oliveros y Rodri. Por el equipo “encarnado” formado por una selección de jugadores de primera y segunda división, jugaron Brú, Navarro, Modol, Pica, Iriarte, Sagrera, Roig, Egea, Bardina, Arroyo y Herrera. El resultado fue 6 a 0 a favor del equipo encarnado.




El perfil del fanático en el fútbol

La palabra fanático proviene etimológicamente del latín “fanum” un término que hace referencia a un templo o lugar sagrado, dentro del mismo contexto religioso fanaticum se refiere a alguna persona exaltada, una atribución que afecta a cualquier persona poseída por alguna inspiración divina

Los hechos acontecidos hace unos meses en Madrid, y que costaron la vida a un seguidor del club deportivo de Coruña, nos inducen a creer que en estos grupos de fanáticos se produce una sustitución del raciocinio, a pensar en una bien intencionada crueldad  que justifica su violencia.  Un hecho que destacó Nick Horby en su obra “fiebre en las gradas”  denominándola como la pérdida de la razón. El fanático es un sujeto que queda estancado y sumergido dentro de un mundo cerrado, no puede contemplar otro horizonte. Su ángulo de pensamiento queda ciego creyéndose en posesión de la suprema verdad. Justamente es esta ceguera el que  lo convierte en un sujeto peligroso, dependiente del odio y del rechazo a otras culturas e identidades futbolísticas. Son sujetos con hambre de grupo que encuentran en sus acciones grupales algo que les satisface profundas necesidades emocionales. Se piensan como pertenecientes a una totalidad que los trasciende. Una peculiaridad que se puede observar en el comportamiento de grupos organizados y particularmente en sus relaciones de alianzas y hostilidades con otros grupos de fanáticos. No podemos permitir como comentaba Emile Cioran[1], que lo más parecido al infierno, sea la tarde de un sábado o domingo, en nuestro caso fue la mañana de un domingo en las cercanías del estadio Vicente Calderón y otros casos. Lo peor es que estos grupos se escudan en el escenario futbolístico y convierten los estadios en un lugar donde expresar sus ideales habitualmente “ultras” a base de acciones deleznables como apologías del terrorismo, y un racismo xenófobo incontrolado en el marco de una sociedad civilizada, y demás hechos que nada tienen que ver con el espectáculo deportivo. Los actos de violencia colectiva en los estadios son un atentado contra la alegría del fútbol. Fue el etnógrafo francés  Christian Bromberger[2] quien utilizó por primera vez el término “ultra”, entendido este término como grupos con una elevada ansia de publicitarse y para darse a conocer. Se exhiben desplegando un conglomerado de símbolos y de signos sólo para atraer la atención; así de esta manera pasan de ser individuos anónimos en personajes relevantes, como comentaba Corbella en su artículo “locos por el fútbol”[3] son tipos perfectamente ordinarios que aprovechan los días de partido para convertirse en protagonistas y dinamitar un partido si hace falta. La violencia se ha extendido por todos los sitios, como si el fútbol alentara no sólo las nobles pasiones sino también la aparición de auténticas jaurías deportivas capaces de provocar verdaderas tragedias deportivas.

Se han cumplido ya 16 años de la muerte del seguidor de la Real Sociedad Aitor  Zabaleta, unos años en los que parece ser que ni instituciones deportivas, colectivos de entrenadores, futbolistas y sobretodo los clubs de fútbol han actuado de manera práctica. Es cierto que la ley del deporte ha modificado ciertos aspectos con ánimo de erradicar estas acciones pero parece ser que todo ha quedado englobado en un marco teórico, quizás vaya siendo hora de aplicarlo en la praxis. De alguna manera  se ha de cortar de raíz la relación metafórica entre estados nación, ideología política y fútbol. Pensamos que es lícito ser hincha de un equipo por razones emocionales, por una reacción emocional de la que ya no te puedes desprender puesto que la afición que se contrae es como un vicio, como una vieja enfermedad con la que convives y que ya forma parte de ti. Algo muy distante del fanático que como bien explicaba Villoro[4], no tiene argumentos válidos para defender lo que realmente piensa, simplemente lo podemos identificar como un idiota comiendo un bocadillo con la boca abierta y con la cabeza llena de datos inútiles, que forman hordas anónimas.

Establecer un perfil de un vándalo fanático es sumamente complejo. Estudiosos del tema nos hablan con sorpresa de que los auténticos cabecillas de estas hordas salvajes son personas con un alto grado de formación académica, en algunos casos universitarios,  que han liderado y movilizado mediante una personalidad catalizadora consiguiendo fascinar al resto del grupo, es la necesidad de un jefe y que culminan, como comentaba Rof Carballo,[5] en grandes crueldades colectivas. Personalidades cuyo verdadero interés no está en el fútbol o en el deporte en general sino en la pertenencia a grupos de extrema derecha y de extrema izquierda; el deporte sencillamente se ha convertido en un medio de expresión debido a su dimensión planetaria un hecho que les publicita y los convierte en protagonistas.

Como siempre que ocurre una tragedia se abre un periodo de reflexión y de debate, quizás podría servir el ejemplo de acciones que se han tomado en otros países y que han conseguido erradicar esta enfermedad. El caso de Inglaterra es un buen ejemplo, prohibiendo desplazamientos de estos grupos a otros estadios o vetándoles su presencia en cualquier escenario deportivo. En nuestro caso particular debería ser objeto de discusión el rol que desempeñan los clubs y concretamente sus estamentos directivos. Estos son conocedores del problema pero en algunos casos siguen mimando y velando a los mismos radicales, no por su contribución anímica o colaborativa sino por intereses electorales. Sirva desde estas líneas el ejemplo de Joan Laporta o de Florentino Pérez que aunándose de valor sí fueron capaces de tomar medidas contundentes con los fanáticos violentos de sus respectivos clubs de fútbol. Otra cuestión de debate nos conduciría a la pedagogía, a la educación  donde por desgracia la formación en ciudadanía y en valores continua estando en un segundo plano. Por último abogamos por una coherencia entre instituciones deportivas, la aplicación de las leyes anti violencia se han de cumplir esto implica cierres de estadios, sanciones ejemplares, y su colaboración con los cuerpos de seguridad del Estado. El fanatismo violento no pertenece al deporte, el deporte ha de fomentar toda una serie de valores que hagan más integra a la persona. Hasta el día de hoy tanto Consejo Superior de Deportes como la Liga Profesional  de fútbol han modificado y ampliado el margen de actuación hacia estos grupos esperemos que las medidas den resultado aunque como apuntaba Valdano[6] el fanático es como un monstruo de cien mil cabezas algunas más peligrosas que otras


[1] Cioran, Emile(2005) Breviario de la pobredumbre a fútbol y pasiones políticas. Madrid:temas de debate

[2] Bromberger, Christian (2000) El fútbol como visión del mundo y como ritual, a una nueva antropología de las sociedades mediterráneas. Barcelona:Icaria

[3] Artículo publicado en el diario La Vanguardia 2010

[4] Villoro, Juan (2006) Dios es redondo. Barcelona:anagrama

[5] Carballo, Rof (1959) La pelota y el laberinto a Revista de Occidente, Nº 38, Madrid

[6] Valdano, Jorge (2002)  El miedo escénico y otras hierbas. Madrid:El País Aguilar



Cataluña/España desde la portería

El 13 de marzo de 1924 Óscar Álvarez, portero de fútbol, abandonaba cabizbajo el terreno de juego. Un campo de Les Corts lleno de público y de reproches en voz alta. No tenía cuerpo para nada. Y menos para pensar que estaba siendo personaje principal en un pequeño hecho histórico.

Estamos en el inicio de esa recurrente polémica de las selecciones nacionales. Los felices veinte. Los estadios crecían para llenarse de trabajadores, con el permiso de su recién nacida jornada de ocho horas. Pagaban por ver a ídolos de masas a punto de ser profesionales.

Para ellos los equipos de fútbol empezaban a representar a sus lugares de origen en algo más que deporte. Las entonces llamadas “pasiones regionales” estaban en una ebullición que enfrió Miguel Primo de Rivera haciéndose con las riendas del país.  Las echó de la calle, pero se refugiaron en las gradas.

En aquel fútbol dominaba Cataluña. Y algunos catalanes querían tener selección propia. La española, de sólo cuatro años de vida, contaba ya con figuras en sus puestos principales. Hablo de Samitier o, sobre todo, de Ricardo Zamora, “El Divino”. Aquel portero de fama mundial del que, se decía, volvió al Español desde el Barcelona a cambio de 25.000 pesetas de ficha y 5.000 pesetas de sueldo. Mucho dinero para 1922.

En otra galaxia vivía Óscar una historia paralela. Este modesto guardameta del Real Stadium Ovetense fue convocado once veces con la selección española, pero no llegó a debutar. Ricardo Zamora cerraba el camino a todo aquel que quisiera pasar por su portería. Salvo lesión u omisión, era imposible jugar con la Selección si él estaba allí. Hasta aquella tarde de marzo de 1924.

Un año antes, en el campeonato interregional, la victoria de la selección asturiana lanzó a Óscar a la fama. El equipo fue recibido en Asturias por instituciones, autoridades y una muchedumbre que llenó las calles y el aire de vítores heroicos. Sobre todo para tres jugadores: Meana, Zabala y Óscar, bautizado, en toda España, como el Zamora asturiano.

Esto influyó en la decisión de contar con él para aquel singular partido Cataluña-España. Al fin iba a ser titular en la selección… pero en la catalana. Una forma de compensar que tres figuras de la talla de Zamora, Samitier y Piera, siendo catalanes, jugaran con la selección española. Pero al público no le gustó y, con silbidos y abucheos, se lo hizo saber a Óscar desde el primer momento. Les Corts era un campo nuevo, moderno, mucho campo para tenerlo en contra. Sobre todo si jugabas en casa.

Y allí estaba “Oscarín el del Oviedo”. Portero en el exilio que, por una vez, iba a poder vérselas frente a frente con El Divino. En la Selección y en la casa de Zamora hasta hacía poco más de un año: el campo del Barcelona.

Campo de Les Corts en 1922 (FC Barcelona).

Campo de Les Corts en 1922 (FC Barcelona).

Óscar caricaturizado por Roca en 1924.

Óscar caricaturizado por Roca en 1924.

Pero aquella portería quemaba. Y aquel campo bramaba. Muchas gargantas. Muchas más de las que Óscar acostumbraba a oír en campo ninguno. Les Corts tenía aforo para 25.000 espectadores. Demasiados decibelios.

Pocos gritos de ánimo. Mucho hincha hinchando el ambiente hasta reventar. Un asturiano defendiendo la portería catalana no fue comprendido por quienes entendían que aquel partido no era una pachanga. Que la selección catalana era rival y no sparring de la española. Que había selecciones y había naciones.

Fuera por eso, por los nervios, por la fatalidad, o por alguna nefasta conjunción planetaria, aquel no fue el día de Óscar. No parecía el cancerbero que lucía ya en los campos de media España.

Un córner de Piera fue despejado débilmente por Óscar y Zabala remató el primer gol. Fueron dos cuando el portero se metió un balón que Aguirrezabala sólo había querido centrar al área. En el tercero Óscar, con un mal rechace, puso el balón a los pies de Laca. Sólo el cuarto, de Aguirrezabala y el quinto de Samitier, fueron resultado de jugadas de gran mérito. Cero a cinco y sólo medio partido.

Al descanso Óscar se quedó en la caseta, y eso para un portero es sentencia. Ocupó su puesto Estruch, guardameta del Sabadell, que sólo entró dos veces a buscar el balón a las mallas, aunque las crónicas hablaron de dos tiros imparables. Lo contrario pasó con Óscar, de quien todos dijeron que cuatro de sus cinco goles habían sido el colmo de la inocencia.

La prensa, sobre todo la catalana, no tuvo piedad. No se olvidaba el 0 a 7. Para unos, su actuación desmoralizó a la selección catalana, para el resto los calificativos recorrieron el abanico que va desde “mediocre” a “desastrosa”. Unanimidad: la selección española era mejor, pero el partido lo había perdido Óscar. Capdevilla, desde las páginas de Madrid Sport, resumía el veredicto: “¿Quién duda que Zamora es el único?”

Tardó en recuperarse. Se despistó algunos partidos más, pero a Óscar no se le había olvidado el juego que con tanto esfuerzo aprendió en equipos de barrio como el Fresno o el Athletic de Campomanes. Enderezó su carrera y fue un mito del Real Oviedo. Contribuyó, con sus paradas y sus gestiones, al nacimiento del club, tras la fusión del Real Stadium Club Ovetense y del Real Club Deportivo Oviedo en 1926.

Aunque, para siempre, llevó consigo el recuerdo de aquella tarde triste en la que, por fin, jugó con la selección española… pero en la otra portería.

Óscar, primero por la izquierda de pie, en la selección asturiana que se proclamó campeona de España, derrotando a Galicia en Vigo por 3-1, el 23-II-1923. Junto a él forman: Germán, Zabala, Bolado, Bango, Argüelles, Amán, Barril y Meana. Sentados: Comas y Corsino.

Óscar, primero por la izquierda de pie, en la selección asturiana que se proclamó campeona de España, derrotando a Galicia en Vigo por 3-1, el 23-II-1923. Junto a él forman: Germán, Zabala, Bolado, Bango, Argüelles, Amán, Barril y Meana. Sentados: Comas y Corsino.