Ladislao Kubala: Laszi en el banquillo. 1961-1963. Segunda parte

Kubala201El socio y el seguidor culé confiaba  en que la temporada 62-63 supusiera el renacimiento deportivo del Barça, comenzando por el triunfo en la final de la Copa de Ferias que se iba a disputar a doble partido en los primeros días del mes de Septiembre ante el Valencia, con su primer asalto en la ciudad del Turia. Ladislao Kubala, vistos los resultados de la campaña anterior, va a continuar al frente del equipo, un equipo en el que van a producirse un par de novedades con relación a las postrimerías de la campaña anterior: el fichaje de otro futbolista uruguayo de renombre, el centrocampista Alcides Silveira, procedente del Independiente de Avellaneda argentino, y la incorporación del canterano Eladio Silvestre, un fornido lateral izquierdo natural de la vecina Sabadell. Por el contrario, van a causar baja dos auténticos ases, Eulogio Martínez y Evaristo de Macedo. El hispanoparaguayo, a pesar de su juventud – 26 años – y su reciente participación en el Mundial de Chile, acusaba continuos problemas de sobrepeso, y tampoco puede decirse que su relación con Kubala, antiguo compañero suyo tan sólo un año atrás, fuese muy buena, de modo que firmará por el Elche, un destino habitual para sus compatriotas. Y en cuanto al brasileño, que había sido el máximo goleador del equipo la temporada anterior, sus problemas con la Directiva estaban vinculados a su repetida negativa a tomar la nacionalidad española (para no ocupar plaza de extranjero, debido a la nueva y restrictiva reglamentación), por lo cual se le acaba concediendo la baja. Y al igual que ocurrió en el caso de Tejada la temporada anterior, el Real Madrid va a apresurarse a contratarlo, aunque por  el conjunto blanco va a pasar con más pena que gloria en las dos temporadas en las que vestirá sus colores. Abandonan también la disciplina barcelonista Pais, traspasado al Mallorca (Kubala no va a confiar en el joven jugador gallego, a diferencia de Miró, su predecesor en el cargo) y el mayor de los hermanos Rifé – que suscribirá contrato por el Deportivo de La Coruña-. En cuanto al menor de la saga, Quimet, es cedido al Racing de Santander, mientras que Marañón se va al Córdoba, también en el marco de una cesión.

COMIENZA A RODAR EL BALÓN

Estos son los hombres que forman la plantilla azulgrana para el nuevo curso: Sadurní, Pesudo, Celdrán, Foncho, Garay, Gracia, Benítez, Rodri, Eladio, Olivella, Gensana, Segarra, Vergés, Zaballa, Cubilla, Pereda, Kocsis, Re, Zaldúa, Fusté, Camps, Vicente, Szalay, Villaverde, Silveira y Goywaerts. Con estos efectivos, el Barça se presenta oficialmente ante  su parroquia la noche del 25 de Agosto de 1962, en un amistoso que le enfrenta al conjunto griego del AEK de Atenas, un flojo rival al que se golea fácilmente por 6 a 1. Esta fue la primera alineación que elegiría Kubala en la temporada 62-63: Pesudo (Sadurní); Rodri, Olivella, Gracia; Vergés, Fusté; Cubilla, Villaverde (Kocsis), Zaldúa (Re), Goywaerts y Camps. Hay nada menos que cuatro novedades en la línea de ataque, y los tantos serán obra de Villaverde (2), Camps, Kocsis, Re y Vergés. Seguidamente el equipo vuela  rumbo hacia Cádiz, para tomar parte en el Trofeo Ramón de Carranza, en calidad de vencedor de la edición anterior. El primer partido le enfrenta al San Lorenzo de Almagro bonaerense, con su gran estrella Sanfilippo. Vencen los azulgranas por un apretado 3 a 2, con goles de Villaverde, Re y Goywaerts.

En la gran final se ven las caras dos conjuntos españoles, Barcelona y Zaragoza. 0 a 0 en el tiempo reglamentario, 1 a 1 en la prórroga, obra de Re y Marcelino, y victoria del Barça en los lanzamientos desde el punto de penalti, un método para deshacer igualadas que se va a estrenar precisamente en esta edición del codiciado trofeo gaditano. El segundo “Carranza” ya está en la butxaca. Pero tan solo seis días después de este triunfo de prestigio, el Barça afronta su gran compromiso pendiente en el campo de «Mestalla». Con televisión en directo, ambos equipos forman con las siguientes alineaciones: por el Valencia, Zamora; Piquer, Quincoces, Mestre; Sastre, Chicao; Héctor Núñez, Ribelles, Waldo, Guillot y Yosu, y por el Barcelona, Pesudo; Benítez, Rodri, Olivella; Vergés, Gracia; Cubilla, Kocsis, Re, Villaverde y Camps. Tras un comienzo esperanzador, en el que el cuadro azulgrana se pone por delante en el marcador 1 a 2, con tantos de Kocsis, los de Kubala se vendrán abajo y terminarán encajando una goleada de escándalo, 6 a 2, idéntico resultado que en el último choque liguero jugado en el mismo escenario. Guillot (3), Yosu (2) y Héctor Núñez marcaron los goles chés en esta noche aciaga para el barcelonismo.

Cuatro días más tarde se disputará el partido de vuelta en Barcelona, pero ya como un mero trámite, dada la gran ventaja valencianista. Los levantinos presentan la misma alineación de la ida, mientras que en el Barça Kubala pone en liza a: Pesudo; Benítez, Garay, Gracia; Vergés, Fusté; Cubilla, Goywaerts, Kocsis, Villaverde y Camps. Marcó por delante Kocsis, ya en la segunda mitad, para empatar finalmente el joven Guillot, el auténtico héroe de esta finalísima a doble partido. El Valencia recibió el trofeo que le acreditaba como campeón de manos de Sir Stanley Rous, Presidente de la FIFA, en lo que va a constituir la primera gran decepción de la temporada, aunque en teoría correspondiese a la campaña anterior.

La Liga 62-63 se inicia el 16 de Septiembre de 1962, y en un campo difícil, «San Mamés», donde el Barça no acostumbraba a cosechar resultados positivos, y con el equipo fuertemente cuestionado a causa de su triste exhibición frente al Valencia. Por consiguiente, Kubala introducirá numerosos cambios en la alineación titular, quedando esta configurada de la siguiente forma: Sadurní; Foncho, Garay, Gracia; Vergés, Segarra; Zaballa, Kocsis, Zaldúa, Fusté y Camps. Va a mostrarse superior el Athletic de Bilbao, pero los errores arbitrales minarán su moral y darán a la postre el triunfo a los azulgranas. Se adelantaron los rojiblancos con gol de Menchaca, Kocsis y Camps dieron la vuelta al marcador, y Arieta empató. Y en la segunda parte de nuevo Camps, en posición de fuera de juego, brindó la victoria al Barça.

El mayor atractivo de la segunda jornada desde el punto de vista culé -visita del Betis al «Camp Nou»- lo constituye el debut de Alcides Silveira en las filas azulgranas. La alineación fue la misma que había ganado en San Mamés, con el único cambio de Segarra por el jugador uruguayo, pero ni el partido ni la actuación de Silveira van a convencer en absoluto a los aficionados. Zaldúa consiguió el único gol del encuentro en la primera mitad, y tan sólo el joven Fusté se salvará en la delantera local, muy floja. El rendimiento exhibido ante los verdiblancos sevillanos no hacía presagiar nada bueno para el próximo desplazamiento, el siempre complicadísimo Estadio «Santiago Bernabéu», donde el Barça no vencía  en partido de Liga-ni tan siquiera arrancaba un punto – desde la temporada 48-49.

Y la tradición va a seguir manteniéndose  en esta ocasión (2 a 0). El encuentro resultó aburrido, pero el Real Madrid fue más eficaz de cara a la portería contraria que un Barcelona que se quedará en meros fuegos de artificio. Di Stefano marcó los dos goles, uno en cada tiempo, y Kubala va a presentar la siguiente alineación: Sadurní; Foncho, Benítez, Rodri; Segarra, Garay; Cubilla, Vergés, Zaldúa, Villaverde y Pereda. Con este resultado, el conjunto blanco pasaba a encabezar la tabla con 6 puntos – tres victorias en otros tantos partidos-, y el Barça se quedaba con 4. Y al miércoles siguiente volvía una nueva edición de la Copa de Ferias, cuando aun no se habían apagado los ecos de la final a doble partido contra el Valencia. El adversario era el Os Belenenses lisboeta, y el Barça se va a traer de la capital lusa un buen marcador – empate a un gol-, con tanto de Fusté y esta alineación: Sadurní; Foncho, Rodri, Benítez; Vergés, Garay; Cubilla, Pereda, Zaldúa, Fusté y Camps. Lo peor del encuentro fue la grave lesión del joven Zaldúa, que le  tendrá varado en el dique seco por espacio de varios meses.

La visita del Deportivo de La Coruña la  aprovechará la cuestionada delantera azulgrana para destaparse por fin: 5 a 2. Inauguró el Barça el marcador con un gol en propia puerta de un ex-blaugrana, Llorenç Rifé, pero dos tantos del internacional Veloso pusieron en ventaja a los gallegos, aunque tan sólo un par de minutos le bastaron a los locales para remontar esa delicada situación y encaminarse hacia la goleada final, con dianas de Pereda, Re (2) y Fusté. Este fue el equipo que batió tan ampliamente a los herculanos: Sadurní; Foncho, Rodri, Gracia; Vergés, Garay; Cubilla, Pereda, Re, Fusté y Camps. A destacar que en este encuentro se reencontraron tres prometedores futbolistas que habían sido campeones juveniles de España en 1959: Sadurní, Fusté y Escolá, el hijo del gran delantero de los años 30 y 40, ahora en las filas deportivistas.

La vuelta ante  Os Belenenses va a deparar una desagradable sorpresa, ya que los catalanes van a ser incapaces de superar a los portugueses, viéndose así obligados a jugar un tercer partido de desempate. Se repitió el 1 a 1 de la ida – en esta ocasión fue Cayetano Re el goleador-, con un decepcionante Barça que formó de la siguiente manera: Sadurní; Foncho, Rodri, Benítez; Vergés, Garay; Zaballa, Pereda, Re, Fusté y Camps. Al domingo siguiente el Málaga pagaría los platos rotos en el «Camp Nou», ya que el propietario del terreno no tuvo demasiados inconvenientes para endosarle un severo 4 a 0, con goles de Fusté (2), Re y Camps. Jugaron los mismos once hombres que no habían podido eliminar unos días antes a los lusos. Y Kubala introduce algunas novedades en la alineación para el siguiente partido, en el que el Barça arrancará un punto de Altabix (1 a 1, con gol del reaparecido Gensana),  un choque que se caracterizó por los desordenados ataques del equipo local y la sistemática pérdida de tiempo por parte de los barcelonistas, que formaron con: Pesudo; Foncho, Rodri, Benítez; Gensana, Garay; Zaballa, Villaverde, Re, Fusté y Camps.

El  miércoles 24 de Octubre de 1962 va a tener  lugar en el «Camp Nou» un encuentro internacional amistoso  entre el Barcelona y el Mantova italiano con motivo de recaudar fondos con destino a los damnificados de la gran riada que había asolado la vecina comarca del Vallés  semanas antes. Las lluvias torrenciales que acostumbran a producirse en las regiones del Levante español a finales de verano y principios de otoño, habían desencadenado una verdadera tromba de agua en la noche del 25 de Septiembre, provocando el desbordamiento de los ríos Llobregat y Besós, que flanquean la ciudad de Barcelona. En aquellos años de fuerte emigración a Cataluña, muchas personas de humilde procedencia y escasos recursos habían edificado precariamente sus viviendas en los cauces secos o rieras, que resultaron inundados con vertiginosa rapidez y en medio de la oscuridad, destruyendo la riada todo lo que encontró a su paso y cobrándose  cientos de víctimas mortales. Jamás llegó a saberse con certeza el verdadero número de desaparecidos – hay incluso quien habla de varios millares-, ya que la transparencia informativa no era precisamente una de las notas que distinguían al régimen franquista, pero la magnitud de la tragedia fue tal, que toda España se volcó en ayuda de los centenares de miles de damnificados, destacándose en esta tarea de movilización de las conciencias humanitarias el periodista radiofónico Joaquín Soler Serrano. El partido contra el Mantova, celebrado un mes después de estos luctuosos  acontecimientos, formó parte de dicho torrente solidario, y lo de menos fue el resultado, aunque ganó el Barça por 1 a 0, con un tanto de Re.

En la séptima jornada visita el «Camp Nou» el Real Valladolid. Los pucelanos, entrenados por el legendario Antoni Ramallets en su primera experiencia en los banquillos, estaban despachando un notable campeonato hasta la fecha, y el domingo anterior habían dado buena cuenta del mismísimo Real Madrid en su terreno de Zorrilla, goleándole por 4 a 2 tras un soberbio partido. Reseñemos, pues, las alineaciones de azulgranas y blanquivioletas en el encuentro disputado el 28 de Octubre de 1962: por el Barça, Pesudo; Foncho, Rodri, Benítez; Villaverde, Garay; Pereda, Kocsis, Re, Fusté y Vicente, y por los vallisoletanos, Calvo; García Verdugo, Pini, Pinto; Ramírez, Sanchís; Aramendi, Endériz, Morollón, Rodilla y Molina, un estupendo equipo que terminaría clasificándose en una brillante cuarta posición. El Barcelona pasaría muchos apuros para doblegar a los castellanos, a los que se impondría finalmente por un ajustado 2 a 1, con tantos de Re y Kocsis.

El feudo blaugrana va a ser también el escenario del desempate entre Barça y Os Belenenses, que se saldará con otro apretado 3 a 2 favorable a los locales, con goles de Pereda, Benítez y Kocsis, y la siguiente alineación: Pesudo; Foncho, Olivella, Benítez; Villaverde, Garay; Zaballa, Kocsis, Re, Pereda y Vicente. Y de vuelta a la Liga, la segunda derrota del campeonato, y ante el otro equipo revelación, el Real Oviedo. Vencieron los asturianos por un claro 3 a 1, que aun pudo ser más amplio si los delanteros locales no llegan a fallar goles prácticamente cantados. El canario Vicente salvó el honor de un Barça que formó así en el  «Carlos Tartiere»: Pesudo; Foncho, Garay, Benítez; Villaverde, Fusté; Zaballa, Kocsis, Re, Pereda y Vicente. Pero a pesar del resultado adverso, el Barça no se alejaba todavía mucho en la tabla, encabezada por el Real Madrid con 12 puntos – los pupilos de Laszi tenían a su vez once-, debido a que los merengues también contaban en su haber, al igual que los barcelonistas, con dos derrotas.

Sin embargo el Barça va a defraudar una vez más en el «Camp Nou» con motivo de la visita del Valencia, en un partido que acabó con empate a uno, pues al gol de Vicente le contestaron los levantinos con otro de Héctor Núñez, y la cosa aun pudo ser peor si el meta barcelonista no llega a detener un penalti. Este fue el equipo presentado por Kubala: Sadurní; Foncho, Gensana, Gracia; Villaverde, Garay; Pereda, Kocsis, Re, Fusté y Vicente. Y a la semana siguiente el Barça   se irá alejando un poquito más de la cabeza al caer derrotado en el «Sánchez Pizjuán» por 1 a 0, en una nueva demostración de impotencia. Volvía a la formación titular Silveira, pero su concurso no sirvió de mucho. Esta fue la alineación blaugrana: Sadurní; Foncho, Rodri, Gracia; Silveira, Garay; Cubilla, Kocsis, Benítez, Fusté y Camps. Llamaba  la atención poderosamente que Benítez se alinease como delantero centro, síntoma de que las cosas no iban nada bien y de que cundía el desconcierto. Los nuevos fichajes, o no estaban rindiendo lo esperado – caso de Re y los dos uruguayos-, o bien no podían actuar debido a la reglamentación, tal como ocurría con el belga Goywaerts, que únicamente podía alinearse en partidos de Copa de Ferias. Algo mejores eran las prestaciones de Camps, pero sin hacer olvidar al gran extremo izquierdo que había sido en las filas del Español, y el único que estaba dejando buenas sensaciones era el más modesto de los nuevos, Fusté, el Noi de Linyola, que ya en la temporada anterior y en las filas de Osasuna había dado muestras de su gran calidad.

Tras un parón obligado por  los compromisos internacionales de la Selección Española de cara a la Eurocopa de 1964, se reanudó la Liga ya en el mes de diciembre con un Barça-Atlético de Madrid que vino a poner de manifiesto, una vez más, el bajo momento de forma barcelonista (0 a 0), pero antes, y aprovechando el mencionado receso, los azulgranas habían realizado una minigira por Europa, jugando tres victoriosos encuentros amistosos en Edimburgo (1 a 3), Berlín (1 a 2) y París (1 a 2), que al menos situaron en buen lugar el pabellón del club  e inyectaron algo de dinero en  Caja. Ante los colchoneros, sin embargo, se volvió a las andadas, en un partido en el que las defensas se impusieron a los ataques, y que aun así bien pudo haberse ganado de no desperdiciar Sandor Kocsis varias claras ocasiones para marcar. Esta fue la alineación que dejó ya al Barça  a cuatro puntos de la cabeza: Sadurní; Foncho, Garay, Gracia; Vergés, Silveira; Cubilla, Pereda, Kocsis, Fusté y Camps.

Tampoco era como para tirar cohetes el resultado que se cosechó en Belgrado, en partido de ida de la siguiente eliminatoria de la Copa de Ferias, ante el Estrella Roja. 3 a 2 vencieron los serbios, marcando dos uruguayos, Cubilla y Villaverde, los goles barcelonistas. Jugaron en tierras balcánicas: Celdrán; Foncho, Olivella, Gracia; Rodri, Vergés; Cubilla, Villaverde, Silveira, Fusté y Camps. Continuaban las alineaciones surrealistas: ahora era Alcides Silveira el que ocupaba la teórica posición de delantero centro. Y también continuaban las derrotas en campo contrario. En «La Romareda» el Barça volvió a demostrar que no era ya el de años anteriores, y sucumbió ante la rapidez y la peligrosidad de los aragoneses, que estaban poniendo los cimientos de un equipo legendario. 2 a 1 para el Real Zaragoza (con tantos maños de Murillo, de penalti, y Villa, y Sigfrid Gracia por el Barça) y un equipo compuesto por: Sadurní; Foncho, Garay, Gracia; Silveira, Vergés; Cubilla, Pereda, Kocsis, Fusté y Vicente.

El Estrella Roja, ya en vísperas de las fiestas navideñas, rinde su preceptiva devolución de visita al «Camp Nou», y únicamente va a salir derrotado por un solitario gol de Cubilla, con lo que fuerza un partido de desempate en campo neutral. Jugaron los mismos que habían sido derrotados en «La Romareda», con el único cambio de Benítez por Kocsis en el centro del ataque. El húngaro no parecía atravesar precisamente por su mejor momento, pero el recurso a Julio César  como ariete-a pesar de la gran clase y potencia del futbolista charrúa-se antojaba como una solución punto menos que desesperada. Sin embargo Kubala la volvió a ensayar al domingo siguiente frente al Córdoba, y no le salió del todo mal, porque el uruguayo fue el autor de uno de los dos goles – el otro fue obra de Vergés – que le dieron los dos puntos al Barça frente al recién ascendido equipo de la ciudad de los Califas, con el que por cierto venía un jugador cedido por el Barcelona, el cántabro Ramón de Pablo Marañón.  La alineación que derrotó por un apurado 2 a 1 a los andaluces fue la misma que se había impuesto también por la mínima a los yugoeslavos.

ANATOMÍA DE UNA CRISIS

El Barça despidió el año 1962 con una nueva derrota  en un desplazamiento, cayendo por 3 a 1 en el campo pamplonica de «San Juan» frente al siempre animoso Osasuna. Villaverde salvó el honor barcelonista, conjunto que puso en liza a: Sadurní; Foncho, Rodri, Eladio; Segarra, Gensana; Cubilla, Zaballa, Benítez, Villaverde y Vicente. Llamaban la atención varios detalles: la insistencia de Kubala por colocar a Benítez en la punta del ataque, la alineación de un extremo derecho nato como era Pedro Zaballa en la demarcación de interior, y el debut de Eladio en el lateral izquierdo de la zaga, en lugar del habitual Gracia. Comenzaba de este modo la brillante trayectoria barcelonista del sabadellense Eladio Silvestre, un defensor fornido, duro y expeditivo que iba a usufructuar el dorsal número “3” durante casi una década.

Se inicia 1963 con el Barça alejado a cinco puntos de  la cabeza, en la que figuraban el Real Madrid y un sorprendente Real Oviedo. Y no era mayor la diferencia, porque los merengues estaban rindiendo esta temporada por debajo de lo esperado-de hecho, habían sido sorprendentemente eliminados en la primera ronda de la Copa de Europa por el Anderlecht belga-, y ya se habían dejado unos cuantos puntos por esos campos de Dios. Pero el primer partido del nuevo año seguiría la tónica negativa de los últimos meses. Se celebró en Niza, ciudad designada para albergar el encuentro de desempate entre el Barcelona y el Estrella Roja de Belgrado, y terminó con la eliminación de los azulgranas al caer derrotados ante los balcánicos por 1 a 0. Estos fueron los protagonistas de una triste visita en pleno invierno a la Costa Azul: Sadurní; Foncho, Gensana, Gracia; Vergés, Segarra; Zaballa, Re, Benítez, Fusté y Cubilla.

Alarmada por los malos resultados, la directiva  va a hacer pública el día 4 de enero la siguiente nota, para tratar de salir al paso de la profunda inquietud que empezaba a apoderarse de la gent blaugrana:

«Los reveses deportivos de nuestro equipo profesional han creado un clima de desilusión en nuestra ingente masa de socios y simpatizantes, que este Consejo Directivo, por su representación no ignora y cada uno de sus componentes, como un socio más, comparte.

Aun admitiendo que no existe la invencibilidad en la práctica de cualquier deporte, el historial del Club de Fútbol Barcelona, la plantilla de jugadores y técnicos de que dispone, habían hecho esperanzar (sic) una mejor clasificación en este momento de la actual Competición de Liga.

El Consejo Directivo, con plena conciencia y responsabilidad, de cuanto acontece, estima que debe mantener la suficiente serenidad para afrontar lo que puede suponer una desafortunada fase transitoria en la actuación del equipo, y que la adopción de cualquier actitud o medida precipitada e irreflexiva, sólo conduciría a empeorar la situación.

Al estimar la ponderada actitud mantenida por los asociados y simpatizantes azulgranas a lo largo de las actuales competiciones, desea este Consejo solicitar de los mismos, el apoyo que precisa nuestro equipo para superar la circunstancia del momento»

Las cosas iban de mal en peor, y la crisis va a estallar definitivamente el día de Reyes, con motivo de la visita del Mallorca. Los baleares – que en la jornada anterior habían goleado en el «Luís Sitjar» al mismísimo Real Madrid, venciéndole por 5 a 2 – confirmaron su buen momento de forma y se llevaron un positivo de regreso a la isla (1 a 1). Zaballa fue el autor del gol barcelonista, y esta fue la alineación que se ganó las iras de una afición ya muy cansada de aguantar fiasco tras fiasco: Sadurní; Foncho, Gensana, Eladio; Vergés, Segarra; Zaballa, Re, Cubilla, Fusté y Vicente. A  la finalización del partido se van a precipitar los acontecimientos.  Llaudet  y Kubala  estuvieron reunidos durante casi toda la noche-se habló de cinco  horas-en el domicilio particular del presidente, discutiendo la situación y sus posibles soluciones, y al parecer, en un momento dado, Laszi llegó a ofrecerse al presidente como jugador, creyendo que su presencia sobre el campo podía galvanizar a los que aun no hacía mucho tiempo eran sus compañeros de equipo. Llaudet, sin embargo, va a rechazar rotundamente el ofrecimiento, y optará por cambiar de entrenador, el recurso clásico. Sólo llevaba año y medio en el cargo, y ya había caído su segundo técnico…

Tras salir de su reunión con el máximo mandatario azulgrana, Kubala se encaminará hacia su hogar, para hacer partícipe a su familia de lo acordado, y a las 9 de la mañana del día 7 de enero se personará en el «Camp Nou», para dirigir su último entrenamiento. Una vez finalizados los ejercicios, y ya en el vestuario, Laszi informará  a toda la plantilla acerca de la situación y de su relevo al frente del equipo. Entre los futbolistas habrá sorpresa-aunque algunos ya debían sospechar algo-e incluso lágrimas. Y a la una de la tarde, en el local social del club, Llaudet va a convocar a la prensa para informarles del acuerdo tomado, con arreglo a la siguiente nota oficial:

«El Consejo Directivo del C. de F. Barcelona, de acuerdo con el contenido de su nota del pasado día 4, ha estudiado con todo detenimiento la situación planteada por la marcha del equipo profesional habiendo consultado con su entrenador don Ladislao Kubala, a fin de adoptar las medidas más apropiadas en beneficio del club, para devolver al conjunto azulgrana el ritmo y éxito que por su historial se merece, admitidas las circunstancias de tipo psicológico y moral que están actualmente evidenciadas en el seno del equipo.

Tras esta consulta se ha confirmado, como ya se señaló en anteriores declaraciones, el pleno deseo, por parte del Consejo directivo, de elogiar el gran interés demostrado por el señor Kubala al frente del equipo.

El señor Kubala, pese a la convicción de que su trabajo ha redundado en beneficio del club, ha ofrecido toda clase de facilidades para que le pueda ser rescindido el contrato que, como entrenador, le une al C. de F. Barcelona, a fin de facilitar las soluciones que la entidad estime más convenientes para su inmediato futuro.

En su virtud, se rescinde el repetido contrato, cesando don Ladislao Kubala como entrenador del equipo profesional, encargándose de la preparación del mismo a don José Gonzalvo Falcón, ex jugador internacional del club»

Enric Llaudet, visiblemente emocionado, calificó el hecho como «desagradable», y dio cuenta de la reunión de la directiva con el entrenador tras el partido jugado contra el Mallorca, para tratar de buscar una solución a la grave situación por la que atravesaba el equipo. Se rechazó la oferta de Kubala, formulada por escrito, para incorporarse como jugador, tanto por considerar que a los dos años de su retirada-en realidad año y medio-no podría ya rendir satisfactoriamente, como por creer perjudicial para los propios futbolistas la presencia de su entrenador junto a ellos en el campo. En vista de todo esto, el propio Kubala les pasó la patata caliente, como diríamos hoy, es decir, que les invitó a que fueran ellos, la Directiva, quienes buscasen la solución más adecuada, que va a pasar por la rescisión de su contrato, que le ligaba al club hasta el 30 de junio de 1963.

Llaudet quiso agradecer también la postura y facilidades dadas por Kubala para la rescisión de su compromiso, e insinuó incluso una posible dimisión en bloque de la Junta si no se lograba enderezar la situación, después de  reconocer los méritos y los esfuerzos de Kubala. Lamentó el «resultadismo» que presidía el mundo del fútbol, con la necesidad de buscar siempre una «cabeza de turco» cuando las cosas no marchaban bien, para a renglón seguido-dónde dije digo…-añadir que si con la dimisión del Consejo Directivo todo se arreglase, él y el resto de sus miembros la presentarían de inmediato, pero que en un momento como aquel consideraba que era su deber mantenerse firme, al pie del cañón, continuando hasta lograr corregir el rumbo torcido. E insiste en que no se había fichado a ningún jugador sin el previo informe favorable de Kubala (algo que este posteriormente desmentiría) ni del anterior técnico, Lluís Miró. Y tras agradecer a los socios su paciencia y a la prensa su colaboración, Llaudet va a dar por concluido el acto y se despide con un ! Visca el Barça y fe en la victoria !. Se iniciaba otro nuevo capítulo en  la larga y ajetreada historia del club blaugrana.

Pepe Gonzalvo, el Gonzalvo II de las alineaciones de los años 40 y el Campeonato Mundial de 1950 en Brasil, estaba en posesión del título nacional, y había sido presidente de la Escuela Regional Catalana de Preparadores y del Colegio Catalán de Entrenadores, Y va a declarar lo siguiente: » he aceptado porque creo que era un honor y mi deber servir nuevamente al Barcelona». Dedicado profesionalmente a sus negocios particulares y carente de experiencia manejando equipos de nivel, subrayará su carácter provisional, de solución de emergencia, y por lo tanto únicamente hasta final de temporada. Añadirá que en esas condiciones de interinidad no podía ser objeto de remuneración económica (o sea, que va a asumir el cargo de manera desinteresada, como «servicio del socio al club»). No se plantea seguir aun en el caso de conseguir éxitos, pues eran muchas sus obligaciones particulares. Estaba dispuesto, no obstante, a trabajar todo lo que fuera necesario por el bien del club, procurando elevar la moral del cuadro de jugadores. Creía que con toda la segunda vuelta por delante todavía podía hacerse una buena campaña, y señala que ejercerá sus funciones sin ninguna limitación, con plena y total autoridad, pero que también aceptará de buen grado cuantos consejos puedan darle los técnicos del Barcelona. Pide un margen de confianza y apoyo al equipo de cara al próximo partido. Inmediatamente sería presentado a todos los jugadores en la zona de vestuarios, y pasaría a dirigir su primer entrenamiento. Unos pocos días más tarde, concretamente el domingo 13 de Enero, se sentaba por vez primera en el banquillo del «Camp Nou» con motivo del partido Barcelona-Athletic de Bilbao, con el que se abría la segunda ronda del campeonato.

LASZI CRUZA LA DIAGONAL: ALTA TRAICIÓN

Kubala202A medida que vayan pasando los días después de su cese, Kubala-que en un primer momento, según sus propias palabras,  había acatado disciplinadamente la decisión de la directiva azulgrana, por considerar que la misma había sido tomada pensando únicamente en el  interés de la entidad- va a experimentar una creciente sensación de desasosiego, considerándose maltratado por los dirigentes del Barça. Llegará a declarar que el club le impuso jugadores, como fue el caso de los uruguayos Silveira y Cubilla, que no eran personalmente de su agrado, mientras que marginaba a Goywaerts, que sí entraba en sus planes, y que Llaudet hizo oídos sordos a todas sus peticiones (el lateral rojiblanco Rivilla, el inglés Bobby Charlton y el yugoeslavo Sekularac, e incluso su sobrino Yanko, que finalmente se enrolará en el Real Madrid). Su desvinculación del Barcelona va a ser total, puesto que la «Escuela de Jugadores», que él había puesto en marcha, con técnicos como su compatriota Bela Sarossi y sus antiguos compañeros Seguer y Flotats, se irá al garete por motivos presupuestarios, y tendrá que pasar década y media larga hasta que Josep Lluís Núñez rescate la idea y materialice el gran sueño de la pedrera con la creación de «La Masía», en 1979.

En su fuero interno aun se sentía futbolista, y esa frustración llegará de algún modo a oídos de los responsables del eterno rival ciudadano del Barça, el RCD. Español-ya se movía por allí el dinámico empresario textil Juan Vilà Reyes en calidad de vicepresidente-, que le tentarán con una posible vuelta a los terrenos de juego. No es cuestión de especular aquí sobre si Kubala atravesaba problemas económicos y recibió una interesante oferta del club perico, con la cual tampoco tendría que salir de Barcelona, en cuyas inmediaciones poseía un hermoso chalet en plena naturaleza, en la localidad de San Quirze de Safaja. Algunas fuentes aseguran que iba a cobrar medio millón de pesetas al mes, mientras que otras hablan únicamente de un simbólico salario de 500 pesetas mensuales, dado que no podía suscribir ficha de «amateur». Lo que si es significativo fue la reacción de importantes sectores del barcelonismo mediático, que van a recibir su sorprendente fichaje por la entidad blanquiazul, firmado el 5 de septiembre de 1963, a muy pocas fechas del comienzo de la temporada 63-64, como una auténtica traición, una puñalada por la espalda a quienes tanto le habían idolatrado durante largos años, volcándose en su homenaje, y recibiendo a cambio la mayor de las ofensas. Era más que un cambio de camiseta-o de chaqueta-; era un cambio de trinchera. Con motivo de aquel auténtico terremoto futbolístico, van a publicarse cosas tan duras como lo siguiente, aparecido en las páginas del semanario «Barça», de algún modo órgano oficioso del club:

«…Olvidarse de que tiene ya muchos años, de que engaña a todos con sus hipotéticas posibilidades de juego, del adiós que parecía definitivo a una afición que le adoró, para cometer la bajeza-sí, la bajeza-de fichar por el Español, demuestra que aquella calidad humana que le suponíamos está absolutamente ausente del corazón y la cabeza del «as». Kubala demuestra ahora que la inteligencia de los pies no tiene nada que ver con la otra, con la auténtica. Kubala demuestra que no es inteligente. Ha jugado una carta falsa y nadie en el futuro creerá en él. Creemos que lo mejor que puede hacer es hacer pronto las maletas y marcharse, porque su final será estrepitoso. En España tenemos muchos defectos, pero algunas virtudes. Entre ellas, la repugnancia instintiva al que tiene pasta de traidor»

Atleta portentoso, sin embargo no había descuidado en ningún momento su preparación física y se mantenía en plena forma, tanto, que a los 36 años ofrecía mejor estampa que muchos futbolistas más jóvenes y en activo. Y va a rendir muy decorosamente en esa última temporada, jugando la friolera de 35 partidos (y marcando ocho goles), aunque no podrá impedir que el Español caiga a puestos de promoción y tenga que jugarse la permanencia frente al Sporting de Gijón-entonces todavía «Real Gijón»-, al que superará sin demasiados problemas. Va a seguir en el club perico, pero ahora dirigiendo desde el banquillo. Vilá Reyes, el auténtico hombre fuerte de la entidad de «Sarriá». se va a rascar los bolsillos para reforzar el equipo con una serie de magníficos jugadores, entre los que destaca por encima de todos la contratación de Alfredo Di Stefano, al que, ya con 38 años, dejará marchar el Real Madrid, y que se pondrá inmediatamente a las órdenes de su gran amigo Laszi. La Saeta Rubia será la principal novedad en el mercado de fichajes del verano del 64, incluso por encima de incorporaciones tan señaladas como las de Seminario, Ufarte o Luís. Con él  llegarán también los Carmelo (desplazado por el joven Iribar de la portería de «San Mamés»), Kuszman, Osorio, Bergara, Ramírez, Riaji, Rodilla  o Vall. No obstante,  la campaña españolista va a ser gris, y los blanquiazules tampoco anduvieron muy lejos de las posiciones de peligro, aunque al final no pasaron apuros. Como anécdota reseñemos que Kubala va a hacer debutar en Primera División, y con sólo 16 años y 83 días, a su hijo Branko, que más tarde le acompañaría en su aventura americana.

Vinieron luego un fallido intento para dirigir al Elche-en el verano del 63 ya le había pasado algo parecido con el Murcia-, y una nueva vuelta al terreno de juego, que en esta ocasión ya será la definitiva, en Suiza y en Norteamérica, cuando se intentó poner en marcha nuevamente lo que allí se conoce como soccer. Numerosos futbolistas españoles y algunos extranjeros de nuestra Liga cruzaron entonces el Charco, atraídos por el dulce olor de los dólares (Mateos, Kuszman, Fernando Mendonça, Jesús Tartilán, Szalay, Benegas, Iguarán, Ponce, Lima, Kaszas, Antonio Collar, Santistéban, Carmelo Cedrún…), y Laszi, aparte de disputar sus últimos minutos como futbolista, ya con 40 años .-la misma edad a la que se va a retirar su amigo Di Stefano-  entrenará  allí a los Toronto Falcons.

De regreso a España, y concretamente a la Ciudad Condal, a comienzos del curso 68-69-a todo esto el barcelonismo, enfrascado en otras guerras, ya le había perdonado su traición-, no tardará en incorporarse al banquillo de un club en serios aprietos, el Córdoba de los Simonet, Jaén, Juanín, Alfonso, Arana, Rojas o Luís Costa, que en la jornada 11 se encuentra ya en última posición, con sólo 6 puntos y 6 negativos, tras haber destituido a su entrenador, el catalán Fernando Argila. El equipo andaluz pronto estará desahuciado, pero con Kubala a los mandos los verdiblancos mejorarán sensiblemente la calidad de su juego, obteniendo algunos resultados muy notables (empates ante Real Madrid en «El Arcangel» y Valencia en «Mestalla», y victorias sobre Barça y Atlético de Madrid, esta última a domicilio). Al final no podrán eludir el descenso, tras siete años consecutivos en la élite, pero la labor de Kubala al frente del cuadro cordobés no va a pasar en absoluto desapercibida para los responsables de la Real Federación Española de Fútbol, que pensarán en el hispano-magiar para ponerle al frente de la Selección Nacional, que había quedado fuera el Mundial que se iba a celebrar en Mexico al año siguiente, y cosechado un absoluto y sonrojante fracaso en su último partido, al caer derrotada por la modestísima Finlandia (cuajada de jugadores amateurs) en Helsinki por 2 a 0.

SELECCIONADOR NACIONAL. BATIENDO RECORDS DE LONGEVIDAD EN EL CARGO

Kubala203Kubala, de alguna manera, va a revolucionar al combinado nacional, insuflándole un nuevo espíritu, eminentemente combativo. Para empezar, debutará en un encuentro  intrascendente pero cargado de connotaciones políticas. Se trataba del último compromiso de la fase clasificatoria para el Mundial azteca del 70, del cual España ya hacía meses que había sido eliminada. Se celebró el 15 de octubre de 1969, en la localidad gaditana de La Línea de la Concepción, un escenario insólito para dicha clase de choques, con Finlandia como adversario, y vencieron los nuestros por un concluyente 6 a 0. La elección del escenario vino marcada por el histórico contencioso con el Reino Unido a causa de Gibraltar. Desavenencias entre los gobiernos español y británico habían conducido al cierre de la Verja, y a la consecuente expulsión de numerosos trabajadores españoles del Peñón, y ello puso en marcha un plan especial de ayuda para la comarca del Campo de Gibraltar, uno de cuyos resultados sería la construcción de un estadio de fútbol en La Linea, al que se bautizó con el nombre de «José Antonio» (Primo de Rivera, se entiende). Allí van a estrenarse los Kubala Boys, como dio en llamarse a la Selección, que aquel señalado día presentó la siguiente alineación: Reina; Gaztelu, Barrachina, Eladio; Violeta, Pirri,; Amancio, Velázquez, Gárate (Quino), Asensi  y Gento (Pujol), siendo los autores materiales de la goleada Gárate (2), Pirri,Velázquez, Amancio y Quino.

Tendría que esperar unos cuantos meses el siguiente compromiso internacional, y ya con carácter amistoso. De hecho fueron dos encuentros, muy próximos en el tiempo,y estos sí sirvieron como buena piedra de toque, pues los rivales eran sendas selecciones de campanillas, nada menos que la RFA, la anterior subcampeona del Mundo, e Italia, que había conquistado la última Eurocopa, la de 1968. El primer partido se disputó en el «Sánchez Pizjuán» sevillano, y el resultado supuso todo un subidón de moral para nuestro alicaído fútbol, que venció a los germanos por 2 a 0. Kubala alineó al sevillista Lora, un jugador modesto pero todo entrega y sacrificio, que de algún modo va a convertirse en el símbolo de este nuevo combinado hispano, cuya filosofía resumirá Laszi en la fórmula «querer, saber y poder». Pocos días después, y en el «Bernabéu» madrileño, España obtendrá otro buen resultado, un empate a dos contra la Squadra Azzurra, tras remontarles un 0 a 2 a los italianos.

Seguirán luego algunos triunfos más en confrontaciones amistosas, y llegará el primer revés de la Era Kubala, cuando los nuestros no logren clasificarse para la fase fin de la Eurocopa de 1972, superados por la selección de la URSS. También quedaremos fuera del Mundial de Alemania-74, eliminados por Yugoslavia en un desempate disputado en Frankfurt. Y de la Eurocopa del 76, donde el obstáculo insalvable será en esta ocasión la RFA. No obstante, los responsables de la RFEF-primero Pérez-Payá y más tarde Pablo Porta-seguirán confiando en Kubala y le mantendrán en el cargo. De ese modo conseguiremos volver a estar presentes de nuevo en una gran cita internacional al lograr la clasificación para el Campeonato del Mundo a celebrar en Argentina en 1978, al superar esta vez a Yugoslavia tras un partido épico en Belgrado.

Sin embargo no nos irá nada bien en tierras argentinas, donde caeremos a las primeras de cambio, pero Laszi sigue hasta la siguiente Eurocopa, la de 1980, donde un nuevo fiasco ya va a ser demasiado, y pondrá fin a su dilatadísimo período como máximo responsable de nuestro fútbol a nivel de Selección. Inmediatamente va a aceptar una oferta de Josep Lluís Núñez-que en dos años de presidencia ya había quemado a tres entrenadores-y volverá a Can Barça, ya del todo perdonado por la gent blaugrana, para se hacerse cargo de una plantilla de ensueño en la que se reúnen futbolistas como Migueli, Alexanko, Simonsen, Schuster, Rexach, Quini, Krankl, Asensi o Lobo Carrasco.

Pero en su caso se va a volver a hacer realidad el viejo dicho de que «segundas partes no son buenas»-y eso que las primeras tampoco habían sido como para tirar voladores…-. Laszi va a permanecer únicamente en el cargo las nueve primeras jornadas de Liga, porque los resultados mandan, con el equipo mal clasificado en el campeonato y eliminado de la Copa de la UEFA tras una estrepitosa derrota en el «Camp Nou» ante el Colonia alemán por 0 a 4. Será reemplazado en el banquillo por un Helenio Herrera ya septuagenario, en la que constituirá su tercera y última etapa como técnico blaugrana. Protagonistas directos de aquellos hechos como Charly Rexach, que apuraba ya sus últimos meses en el Barça, señalarán el hecho de que Kubala era «demasiado buena persona», dando a entender que fue incapaz de gestionar correctamente un vestuario repleto de grandes jugadores pero difíciles de manejar.

Seleccionador en Arabia Saudí, a su regreso a España dirigirá brevemente al Real Murcia (13 partidos en la temporada 86-87), y al año siguiente al Málaga, club que conseguirá finalmente el ascenso a Primera División cuando él ya no ocupe su banquillo, y donde tuvo a sus órdenes a jugadores como Juanito y Esteban. En 1992 va a colaborar con su gran magisterio al triunfo de la Selección Olímpica Española en los juegos celebrados en Barcelona, y su último cometido como entrenador será dirigir brevemente a la Selección de Paraguay en 1995. Durante casi toda la década de los 90 presidiría también la Agrupación de Veteranos del Barça, que tan encomiable labor social realiza entre quienes un día fueron aclamados en el estadio, y después la vida les negó el éxito.

Ladislao Kubala Stecz va a fallecer el 17 de mayo de 2002, a punto de cumplir los 75 años, a causa de una enfermedad degenerativa cerebral. La capilla ardiente, por la que desfilaron miles de personas para dar su último adiós a quien tanto les hiciera disfrutar con su fútbol mágico, se instaló en la zona presidencial del «Camp Nou», y el féretro con sus restos mortales fue portado a hombros por ex jugadores tan ilustres como Alfredo Di Stefano, Gustau Biosca, Eduard Manchón, Estanislau Basora, Joan Segarra, Josep Bertomeu, Luís Suárez, Antoni Ramallets y Mariá Gonzalvo.Kubala204




Ladislao Kubala: Laszi en el banquillo. 1961-1963. Primera parte

Kubala01La “Era Miró” va ser muy breve, apenas seis meses. En efecto, y tal como se temía, Llaudet va a decapitar –metafóricamente hablando- a su primer técnico tras la debacle de «Mestalla», realizando una apuesta muy fuerte y arriesgada con su sustituto, que no va a ser otro que el mismísimo Ladislao Kubala, que a la sazón dirigía la “Escuela de Jugadores”, y cuyo apoyo durante el reciente proceso electoral había contribuido indudablemente a la victoria del empresario textil. Al principio Laszi opondrá reparos a la oferta del presidente (las responsabilidades de su nuevo cometido en el fútbol base, apenas estrenado, y por supuesto el hecho – bastante anómalo – de tener que pasar a dirigir a quienes tan sólo pocos meses atrás eran compañeros suyos), pero la insistencia de Llaudet, tan persuasivo como visceral, va a obligarle a aceptar su proposición. De modo que Kubala se dispone a entrenar por vez primera a sus nuevos pupilos-muchos de ellos,  repito, antiguos compañeros -el viernes 24 de octubre de 1961. Al filo de las once de la mañana, ataviado con pantalón largo negro y jersey blanco con cuello y puños encarnados, saltaba al terreno de juego del «Camp Nou» acompañado de los jugadores disponibles. Llaudet ya había presentado a su segundo técnico a la plantilla, en un sencillo acto celebrado en el vestuario del estadio, tras informarles del acuerdo tomado por la directiva blaugrana.

Kubala debuta en el banquillo barcelonista en el propio «Camp Nou» tan sólo dos días más tarde, ante el Elche, en un partido en el que los azulgranas pasaron muchos apuros para doblegar finalmente a los franjiverdes, que contraatacaron siempre con mucho peligro. 3 a 2 al final, con goles de Evaristo (2) y Pereda para los locales, mientras que Gargallo marcaba para los visitantes por partida doble. Esta fue la primera alineación de la nueva etapa: Pesudo; Foncho, Rodri, Gracia; Pais, Segarra; Zaballa, Zaldúa, Evaristo, Pereda y Vicente. Un equipo, como se puede observar, cuajado de jugadores fichados aquella misma temporada. Kubala parecía apostar por la savia joven

Finaliza la primera vuelta, tras un amistoso contra el Djurgardens sueco (4-1 en el «Camp Nou», con los suplentes habituales en liza y goles de Martínez, Szalay, Villaverde y el debutante Gasull), con la visita a Santander, donde el Barça le arranca un punto al Racing en un partido sin demasiado juego, marcando el tanto catalán Evaristo – que le seguía los pasos al zaragocista Seminario en la clasificación del “Pichichi”-. Este fue el equipo que actuó en los «Campos de Sport de El Sardinero»: Celdrán; Foncho, Rodri, Olivella; Segarra, Gracia; Villaverde, Kocsis, Evaristo, Pereda y Vicente. El balance, en el ecuador del campeonato, es francamente desalentador para el Barcelona, situado en cuarto lugar con 18 puntos, a ocho del Real Madrid, con 35 goles a favor – que no era un mal registro-, pero nada menos que 27 en contra (casi dos tantos encajados por partido). Quedaba ya meridianamente claro a aquellas alturas de la Liga que el objetivo era alcanzar el subcampeonato, que en caso de que los madridistas conquistasen su sexta Copa de Europa, le daría opción al Barça para jugar la máxima competición continental en la temporada siguiente. Por otra parte, la interinidad de Kubala va a prolongarse sine die, pues a esas alturas de la campaña resultaba ya muy difícil encontrar un técnico de garantías para que se hiciee cargo del banquilloPor estos días – concretamente el 9 de Diciembre de 1961 –la gran familia barcelonista se va a vestir de luto a consecuencia del trágico accidente de automóvil que le costará la vida a Josep María Barnils Vila, junto con sus padres (su secretaria fue la única superviviente), al precipitarse el coche en que viajaban al pantano de Oliana. Barnils había sido el fundador y editor de la revista “Barça”, aparecida justamente seis años atrás, a finales de 1955, y fue siempre un decidido partidario de la construcción del «Camp Nou», apoyando firmemente el proyecto de Miró-Sans. En el momento de su muerte continuaba dirigiendo el popular semanario, que a partir de entonces pasaría a manos de su hermano Carles. El acto del sepelio constituyó una impresionante y multitudinaria manifestación de duelo ciudadano.

El Barça va a dejar prácticamente sentenciada la segunda eliminatoria de la Copa de Ferias al golear al potente conjunto yugoeslavo del Dynamo de Zagreb por 5 a 1 en la Ciudad Condal, con una excelente actuación de Evaristo (tres goles). Completaron la “manita” Pereda y Kocsis, y este fue el once vencedor: Pesudo; Foncho, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Pereda, Kocsis, Evaristo, Garay y Villaverde. Mal comienzo, en cambio, de la segunda vuelta liguera, pues el Barça cae por 1 a 0 en el «Sánchez Pizjuán» sevillano, e incluso ha ve ver como los hispalenses le relegan ya al quinto lugar de la tabla. El ex-madridista Mateos marcó el gol andaluz, y los azulgranas poco pudieron hacer ante la pujanza de los locales. Jugaron: Pesudo; Foncho, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Pereda, Kocsis, Zaldúa, Garay y Villaverde. Sin embargo, y tal como se esperaba, el equipo seguía adelante en la competición ferial, tras hacer tablas – 2 a 2 – en su devolución de visita a Zagreb. Ambiente gélido en la capital croata, y tantos de Zaballa y Evaristo. Kubala puso en liza la siguiente alineación: Pesudo; Foncho, Rodri, Gracia; Vergés, Segarra; Zaballa, Pereda, Evaristo, Villaverde y Vicente.

TIEMPO DE CONSULTAS Y HOMENAJES

Kubala02El tradicional partido amistoso internacional de la matinal navideña será sustituido en esta ocasión por un torneo triangular en el que, junto al Barça, participan el Liegeois belga y el Pirmasens alemán. Se impone, lógicamente, el conjunto catalán, que vence a los belgas el día 24 por 5 a 2, y a los germanos por 4 a 1 en la festividad de San Esteban. Y el último día del año 61 va a tener lugar un acontecimiento de gran trascendencia para el futuro de la entidad. El dinámico Enric Llaudet convoca a todos los socios barcelonistas a una magna concentración en el campo de «Les Corts», con el propósito de recabar su opinión acerca de una hipotética venta del  terreno. En una mañana llena de discursos y actuaciones de las distintas secciones del Club (no faltó, incluso, un entrenamiento del primer equipo ante los ojos de millares de incondicionales), esta especie de referéndum culé, con urnas de por medio – algo insólito en el dictatorial y nada participativo panorama del fútbol español de entonces –  arrojará un claro pronunciamiento favorable a la venta de la vieja “Catedral”. Y aunque solamente una tercera parte de los 18.000 asistentes va a depositar su papeleta, Llaudet tomará buena nota del sentir de la masa social, e iniciará las oportunas gestiones  ante el Ayuntamiento de Barcelona, de cara al cambio de calificación de los terrenos, pasando de «equipamiento deportivo» a «zona urbanizable»

Y volviendo al fútbol, un día antes, el 30 de diciembre de 1961, va reanudarse la Liga en el «Camp Nou», con un partido contra la Real Sociedad. El Barça no tendrá piedad de los donostiarras, inmersos en las posiciones de cola, y les vencerá por un rotundo 5 a 0 (Kocsis 3, y Martínez 2), con este equipo: Pesudo; Foncho, Garay, Gracia; Segarra, Villaverde; Pereda, Kocsis, Martínez, Evaristo y Vicente. Y entre semana realizará una minigira por Grecia, que se salda con sendas victorias frente al AEK de Atenas (0 a 6) y el Olympiakos de Pireo (0 a 2). El Club necesita dinero fresco, y no escatima esfuerzos a sus jugadores. Pero estos demostrarán hallarse en buena forma al domingo siguiente, aunque el colista Tenerife – en su primera visita al coliseo azulgrana – nunca fue un enemigo de cuidado. 5 a 2 (Kocsis y Villaverde, ambos con dos tantos, y Pereda), y este once para iniciar el año 1962: Pesudo; Foncho, Garay, Gracia; Villaverde, Segarra; Pereda, Kocsis, Martínez, Evaristo y Vicente.

La del 10 de Enero va a ser una noche con mucho morbo en el «Camp Nou». El encuentro tiene carácter amistoso, pero significa el regreso de Helenio Herrera y Luís Suárez, ahora en las filas del Inter de Milán, a la que fuera su casa. El gallego actuará de nuevo ante su antiguo público, que no siempre le había tratado con justicia a pesar de su enorme clase, y el técnico se va a enfrentar ahora, a nivel de colegas, con Kubala, con quien tuviera sus más y sus menos en la última etapa de Laszi como futbolista. Muchos atractivos, pues, y una excelente entrada en el recinto barcelonista, con la consiguiente y jugosa recaudación. El Barça va a presentar de salida a: Pesudo; Rodri, Garay, Gracia; Villaverde, Segarra; Pereda, Kocsis, Evaristo, Marañón y Vicente (en la segunda mitad efectuaría numerosos cambios). Empate a uno en el primer tiempo, con sendos goles de falta materializados por Evaristo y Corso, y en la reanudación llegaría el tanto de la victoria local, obra de Zaballa al cabecear en plancha un servicio de Pereda. A destacar el pegajoso marcaje al que Marañón, teórico interior izquierdo, sometió a Luisito Suárez, impidiéndole brillar.

Y tras este amistoso, retorna la Liga con todo un clásico: Athletic de Bilbao-Barça en «San Mamés». Emoción, buen juego y fuerte pugna entre ambos equipos, con un Barça que a punto estuvo de empatar (3 a 2). Gracia, de penalty, y Segarra marcaron los goles de un conjunto azulgrana que formó con: Pesudo; Rodri, Garay, Gracia; Villaverde, Segarra; Zaballa, Kocsis, Evaristo, Marañón y Pereda. Después de esta jornada, la decimonovena, podía decirse ya que el Real Madrid tenía medio título en el bolsillo, puesto que aventajaba al segundo clasificado, el Atlético de Madrid, en siete puntos (que eran diez en el caso del Barça). Y precisamente ambos equipos, Real Madrid y Barça, habían de verse las caras al domingo siguiente en el «Camp Nou»

Gran expectación en el feudo azulgrana, aunque no va a ser un partido brillante, sacrificándose la calidad del espectáculo al férreo marcaje entre los dos conjuntos, destacando especialmente la vigilancia de Marañon sobre Luís Del Sol. Evaristo en dos ocasiones y Kocsis hicieron los goles locales, y Félix Ruíz  el de los blancos, en cuyas filas destacó el portero catalán y ex-españolista Vicente, que evitó la goleada con magníficas intervenciones. Kubala alineó a: Pesudo; Benítez, Garay, Gracia; Marañón, Segarra; Villaverde, Kocsis, Martínez, Evaristo y Pereda. El resultado metía nuevamente de lleno al Barça en la lucha por el subcampeonato, posición que adquiría mayor interés a medida que el Real Madrid iba superando eliminatorias de la Copa de Europa.

Pero la siguiente salida, precisamente ante un rival directo como el Zaragoza, no iba a ser nada positiva para los intereses barcelonistas, pese al gran juego desplegado por ambos cuadros. Benítez, en propia puerta, Seminario y Murillo marcaron por los maños, mientras que Villaverde y Pereda lo hacían por el Barcelona. En los banquillos se sentaban dos antiguos compañeros del legendario equipo de las Cinco Copas, César y Kubala. Este último presentó en «La Romareda» a: Pesudo; Rodri, Garay, Gracia; Marañón, Gensana; Pereda, Kocsis, Martínez, Benítez y Villaverde.

Vuelve la Copa, con una eliminatoria bastante sencilla sobre el papel, frente al Deportivo de La Coruña, entonces gallito de Segunda División. El primer partido se disputó en «Riazor», y pareció dejarlo ya todo  visto para sentencia, con un claro 1 a 3 favorable a los barcelonistas, con tantos de Pereda (2) y Zaldúa. Jugaron: Celdrán (Sadurní); Marañón, Rodri, Olivella; Vergés, Gensana; Szalay, Zaldúa, Martinez, Pereda y Vicente. Como puede verse, actuaron en la ciudad herculana unos cuantos jugadores nada habituales en las alineaciones de Kubala. Y el Barça va a deshacerse con facilidad del Real Oviedo en el siguiente compromiso liguero. 4 a 1 (Martínez, Kocsis, Villaverde y Pereda) y este once: Sadurní; Segarra, Garay, Gracia; Marañón, Gensana; Pereda Kocsis, Martínez, Villaverde y Vicente.

El 7 de febrero de 1962, en el «Camp Nou», el Barça rendirá un merecido aunque tardío homenaje a dos futbolistas que lo habían dado todo por el Club, Gustau Biosca y Mariá Gonzalvo, Gonzalvo III. La particularidad de tan emotivo encuentro reside en que ambos jugadores, en contra de lo que solía ser habitual en este tipo de eventos,  no van a vestirse de corto. La popular estrella cinematográfica Sara Montiel  realizará el saque de honor, y el rival será nada menos que el Campeón Intercontinental, el Peñarol de Montevideo, que vencerá por un contundente 0 a 3, vengándose de ese modo de su derrota ante el Barça  en el «Trofeo Carranza» del verano anterior. El Barça puso en liza a; Sadurní; Segarra, Gensana, Gracia; Vergés, Garay; Pereda, Zaldúa, Martínez, Villaverde y Vicente.

Bastante mejor resultado cosecharían los azulgrana al domingo siguiente, en Sevilla y frente al Betis, en un partido ganado por 3 a 2 después de ir perdiendo 2-0. Martínez (2) y Kocsis hicieron los goles de un equipo que formó con: Sadurní; Rodri, Gensana, Gracia; Vergés, Garay; Pereda, Martínez, Kocsis, Villaverde y Vicente. Y en la jornada número 24 el Barça se encarama ya a la segunda posición, aprovechando los tropiezos de Zaragoza y Atlético de Madrid, merced a su victoria sobre Osasuna por 3 a 1 (Benítez, Garay y Villaverde). Estos fueron los vencedores de los navarros: Sadurní; Benítez, Gensana, Gracia; Verges, Garay; Zaballa, Pereda, Martínez, Kocsis y Villaverde. Pero antes se ha eliminado ya al Deportivo de La Coruña en la Copa con otro 3-1 en el «Camp Nou», tras un partido intrascendente. Los gallegos presentaron un equipo plagado de reservas, y sucumbieron merced a los goles de Vergés (2) y Martínez. El Barça, por su parte, formó con: Celdrán; Foncho, Rodri, Olivella; Vergés, Pais; Zaballa, Zaldúa, Martínez, Benítez y Szalay.

Dramático derbi en «Sarriá» la tarde del 25 de Febrero. Debido a la gran cantidad de lluvia caída sobre el terreno de juego, el césped estaba completamente encharcado, pero los azulgranas se adaptaron mejor a él que los blanquiazules, que se debatían al borde de los lugares de promoción. Martínez adelantó al Barça, Villaverde fue expulsado por agredir al durísimo Argilés, y Santos consiguió la igualada final. El Barça presentó a: Sadurní; Benítez, Gensana, Gracia; Segarra, Garay; Zaballa, Vergés, Martínez, Evaristo y Villaverde.

Tras este encuentro, la expedición barcelonista se desplazó hasta tierras inglesas, para solventar frente al Sheffield Wednesday su nueva eliminatoria de Copa de Ferias. En el estadio de Hillsborough – años más tarde tristemente célebre por una avalancha que ocasionaría cerca de un centenar de  víctimas mortales en el transcurso de una semifinal de la F.A. Cup entre el Liverpool y el Nottingham Forest , el 14 de abril de 1989– los británicos van a imponerse por 3 a 2 (marcando por el Barça Villaverde y Evaristo). Jugaron: Celdrán; Benítez, Rodri, Gracia; Segarra, Garay; Pereda, Vergés, Evaristo, Kocsis y Villaverde.

El Barça, con la vista puesta en el segundo lugar, recibe en el «Camp Nou» a un Mallorca situado en la zona tibia. En un partido discreto va a vencer por un ajustado 3 a 2, siendo Martínez, Evaristo y Vergés los autores de los goles. Kubala alineó a: Sadurní; Benítez, Gensana, Gracia; Segarra, Garay; Zaballa, Vergés, Martínez, Evaristo y Vicente. El sorprendente empate del Real Madrid en su propio terreno ante Osasuna, deja a los blancos a sólo cinco puntos de ventaja sobre un Barça que ya es segundo, beneficiándose también del tropiezo del Atlético de Madrid. Lástima que a la Liga ya sólo le restasen cuatro jornadas…

El martes 6 de Marzo de 1962 el Barça rinde un nuevo homenaje a otro de sus héroes, en esta oportunidad  nada menos que a Don Antoni Ramallets, retirado el verano anterior tras década y media defendiendo la portería del conjunto catalán. El rival es el Hamburgo, que tanta resistencia opusiera a los azulgranas un año atrás en la Copa de Europa. En los prolegómenos del encuentro, el Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, Camarada José Antonio Elola-Olaso, le impone al “Gato de Maracaná” la Medalla al Mérito Deportivo, la misma distinción que había recibido Ladislao Kubala hacía bien poco. El Barça va a ser reforzado para la ocasión por el valencianista Chicao y el peruano del Real Zaragoza Juan Seminario, el “Pichichi” de la Liga, que pudo haber vestido de azulgrana algunos años antes de no mediar una engorrosa duplicidad de firmas. Esta fue la última alineación del legendario guardameta en las filas del Barça de sus amores: Ramallets (Sadurní); Benítez, Gensana (Rodri), Chicao (Olivella), Segarra (Montesinos), Garay; Zaballa, Evaristo, Martínez, Seminario (Vicente) y Villaverde. Van a vencer los azulgranas por un rotundo 5 a 1, con tantos de Martínez, Evaristo, Pereda, Vicente y Vergés.

Crucial, por si las moscas, era el siguiente partido liguero, que enfrentaba en el «Metropolitano» madrileño  al Atleti y al Barça. Si el Real Madrid caía en Sarriá ante un Español muy necesitado de puntos, y los azulgranas vencían en el feudo colchonero, las distancias entre ambos se reducirían a tan sólo 3 puntos, aunque únicamente restarían ya tres jornadas por disputar. Pero de esta, la vigesimoséptima del calendario, van a salir madridistas y barcelonistas igual que estaban, ya que si bien los blancos no fueron capaces de pasar del empate en terreno blanquiazul, el Barça tampoco pudo derrotar a los rojiblancos en un partido jugado sobre un auténtico barrizal. Un tiempo para cada equipo, y goles de Jones y Segarra. Kubala alineó a los siguientes once futbolistas: Sadurní; Benítez, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Zaballa, Vergés, Martínez, Evaristo y Vicente.

Con el título ya prácticamente decidido a favor de los merengues, el Barça le da un buen zarpazo al subcampeonato al golear al Valencia por 4 a 0, mientras que el Atlético de Madrid sucumbía en «San Mamés». Muy flojos los levantinos, que eran igualados por los catalanes en el score particular. Tantos de Vergés, Martínez y Evaristo (2), y el siguiente equipo: Sadurní; Olivella, Gensana, Gracia; Segarra, Vergés; Zaballa, Kocsis, Martínez, Evaristo y Vicente.

Y por si existía aun alguna duda, el Barça afianza su segunda posición al vencer por vez primera al Elche en el difícil campo de «Altabix», por 2 goles a 1 (Martínez y Kocsis). El terreno de juego estaba convertido en una verdadera laguna-una constante en esta temporada-, pero aun así se vio buen fútbol en el feudo ilicitano. Actuaron  por los azulgranas: Sadurní; Olivella, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Villaverde, Kocsis, Martínez, Vergés y Vicente.

Al miércoles siguiente el Barça se juega el ser o no ser en la Copa de Ferias ante el Sheffield Wednesday, que llegaba con un gol de ventaja del partido de ida. Sin embargo Evaristo y Kocsis van a dejar en la cuneta a los ingleses, que en todo momento constituyeron un serio adversario. Estos fueron los once hombres que llevaron al Barça hasta la semifinal: Sadurní; Benítez, Gensana, Garay; Vergés, Segarra; Pereda, Kocsis, Evaristo, Villaverde y Vicente.

Concluye la Liga 61-62 el domingo 1 de Abril en el «Camp Nou», con la visita de un Racing de Santander que lucha por eludir los puestos de cola. Pero los cántabros van a caer estrepitosamente ante un Barça muy inspirado de cara a la portería contraria. 8 a 0, nada menos, obra de Vicente (2), Kocsis (2), Martínez, Zaballa, Vergés y  Santamaría en su propia meta. Estos fueron los artífices de la mayor goleada de la temporada: Sadurní; Benítez, Rodri, Gracia; Vergés, Segarra; Zaballa, Kocsis, Martínez, Villaverde y Vicente. Con este resultado, el histórico cuadro montañés caía a la promoción, que terminaría perdiendo ante el Málaga, con el consiguiente descenso de categoría.

El Real Madrid se proclamaba Campeón de Liga por segundo año consecutivo, aunque con unos registros netamente inferiores a los de la campaña anterior, pese a que nunca llegaría a ver en peligro su privilegiada posición (en la primera vuelta obtuvo ya 26 puntos sobre los 30 posibles, pero en la segunda tan sólo fue capaz de sumar 17). El Barça terminaba a tan sólo tres puntos de los blancos, y quedaba a la espera de lo que hicieran estos en la Copa de Europa. Los azulgranas habían salido vencedores en 18 ocasiones, empatando 4 y perdiendo 8 encuentros. Su poderío goleador era muy notable – 81 tantos-, pero los 46 tantos encajados constituían una cifra manifiestamente mejorable.

LA COPA, TAMPOCO

Kubala03Las esperanzas culés – aparte del probable triunfo merengue en la Copa de Europa-estaban depositadas ahora en el «Torneo del KO», que de entrada les enfrentaba a un rival muy asequible, el Basconia de Basauri, por más que el modesto cuadro vizcaíno hubiese logrado la proeza de eliminar previamente a todo un Atlético de Madrid, el campeón de las dos ediciones anteriores. Pero la eliminatoria ya quedó vista para sentencia en el campo de «Basoselay», pues los barcelonistas se impusieron allí por 0 a 2 (Zaldúa y Orive en propia puerta). Muchas novedades en la formación catalana, que estuvo compuesta por: Pesudo; Foncho, Garay, Olivella; Marañón, Vergés; Zaballa, Pereda, Zaldúa, Pais y Szalay. A destacar que en las filas del conjunto vasco se alineaba como portero un espigado y jovencísimo futbolista llamado José Ángel Iríbar, cuyas buenas maneras no habían pasado desapercibidas para los técnicos catalanes, hasta el punto de interesarse por su contratación.

El encuentro de vuelta, ya del todo intrascendente, se jugó en el «Camp Nou» el día 8 de Abril, y va a significar un auténtico varapalo para el entusiasta cuadro basconista. Nada menos que diez goles, diez, le van a marcar los delanteros azulgranas al prometedor Iríbar, y ante un correctivo semejante va a enfriarse mucho el interés por su fichaje, aunque el cancerbero no fuese, ni muchísimo menos, el peor de su equipo. Szalay (3), Vergés (2), Zaldúa (2), Pereda (2) y Zaballa van a hacer los goles de un Barça que formó con: Pesudo; Foncho, Garay, Olivella; Marañón, Vergés; Zaballa, Pereda, Zaldúa, Pais y Szalay.

El bombo va a deparar un enfrentamiento estelar para los cuartos de final de la «Copa de Su Excelencia el Generalísimo»: Real Madrid-Barcelona. Pero antes los de Kubala volarán hasta Milán, para devolverles a los interistas su visita amistosa del pasado mes de Enero. Se impondrán los negriazules por 1 a 0, en un partido que sirvió como aperitivo para el gran choque del domingo siguiente.

Ese día, 15 de Abril de 1962, el Barça va a saltar al césped del «Santiago Bernabéu» con los siguientes once jugadores: Sadurní; Benítez, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Villaverde, Kocsis, Martínez, Vergés y Vicente. Los precedentes eran negativos en la Liga (donde los azulgranas  no vencían a los blancos a domicilio desde la ya lejana temporada 48-49), pero no así en los torneos coperos, pues aun estaba reciente el 2 a 2 de la Copa de Europa de la campaña anterior, y todavía podía recordarse sin demasiado esfuerzo un claro 2 a 4 conseguido en la Copa del 59. Y en esta ocasión,  la fortuna va a sonreírle de nuevo al Barça, pues ganará por 0 a 1, merced a un solitario gol marcado en el minuto 72 del partido por el hispanoparaguayo Eulogio Martínez, culminando una rápida jugada de contraataque bien llevada entre Vicente y Kocsis. Los chicos de Kubala van a brillar a gran altura en todas sus líneas.

La excelente racha continúa tres días más tarde en Belgrado, donde los barcelonistas dan un paso de gigante hacia la final de la Copa de Ferias al derrotar al fuerte conjunto del Estrella Roja por 0 a 2 (Zaldúa y Pereda). Muchas novedades en la alineación titular, que estuvo compuesta por: Sadurní; Olivella, Rodri, Gracia; Marañón, Garay; Zaballa, Zaldúa, Evaristo, Villaverde y Pereda. Todo parecía indicar que la temporada podía cerrarse brillantemente con la consecución de algún título. Por lo pronto, un simple empate en el «Camp Nou» bastaría para dejar en la cuneta al todopoderoso Real Madrid…

Llueve sobre la Ciudad Condal, y se ven numerosos paraguas en las gradas del coliseo barcelonista cuando saltan a su mojado césped Real Madrid y Barça. Los de la Capital, conscientes de lo mucho que se juegan, salen dispuestos a remontar el resultado de la ida desde el pitido inicial, y se hacen con el mando del partido en la primera mitad, controlando el centro del campo, pero no van a conseguir perforar el marco contrario, ni tampoco los locales, pese a que ambos equipos gozarían de ocasiones para ello. Será en la reanudación cuando lleguen los goles y se desborde la emoción. En el minuto 65 el madridista Del Sol consigue el 0 a 1 e iguala la eliminatoria. Y a tan sólo seis minutos del final Puskas pone el 0 a 2, al rematar un excelente servicio de Gento. Parece que todo está ya perdido, pero Chús Pereda va a hacer el 1 a 2 un par de minutos más tarde, restableciendo la igualdad en el cómputo global. Una igualdad que tampoco durará mucho, pues en el último minuto es nuevamente Puskas el que bate a Sadurní, estableciendo el marcador que ya sería definitivo. Fue expulsado el madridista Felo, y el Barça se despidió de la Copa poniendo en danza este once: Sadurní; Benítez, Gensana, Gracia; Vergés, Segarra; Pereda, Kocsis, Martínez, Villaverde y Vicente, mientras que los blancos formaban con: Araquistáin; Casado, Santamaría, Miera; Felo, Pachín; Tejada, Del Sol, Di Stefano, Puskas y Gento.

FINALISTAS EN LA COPA DE FERIAS, Y UNA GIRA MARATONIANA POR DOS CONTINENTES

Kubala04Eliminación amarga, como siempre ocurre ante el gran rival, en parte paliada por la brillante clasificación para la final de la Copa de Ferias, que se alcanza venciendo de nuevo al Estrella Roja de Belgrado, en esta ocasión por 4 goles a 1 (Zaldúa 2, Kocsis y Vicente), con este equipo: Pesudo; Foncho, Rodri, Olivella; Marañón, Garay; Zaballa, Zaldúa, Evaristo, Kocsis y Vicente. El otro finalista va a ser también un equipo español, el Valencia, en su primera participación europea. Y el hecho de que en el plazo de unas pocas semanas comience a disputarse el Campeonato del Mundo en Chile, propicia que ambos clubes se pongan de acuerdo para posponer la final a doble partido hasta los inicios de la temporada siguiente. A reseñar que el Barça va a aportar siete hombres a la expedición española que saldrá hacia el país andino: Sadurní, Rodri, Garay, Gracia, Vergés, Segarra y Eulogio Martínez.

Mas pese a ello, el equipo barcelonista   seguirá todavía en activo, con una larguísima lista de partidos amistosos que principiarán el 30 de Abril ante el Flamengo brasileño, y no concluirán hasta el 29 de julio, en San Salvador contra el FAS. El Barça va a arrancar su larguísima gira en Europa, con cuatro encuentros en Grecia (Olympiakos, AEK, Panathinaikos y Selección de Salónica), para pasar posteriormente a Bélgica, Francia e Italia, y cruzar “el Charco” el 1 de Julio , con un periplo que le llevará a Uruguay, Paraguay, Ecuador, Colombia y El Salvador. Y mientras que en el Viejo Continente los resultados van a ser desiguales – con algunas derrotas frente a equipos teóricamente inferiores-, en el Nuevo el Barça va a salir invicto, empatando únicamente dos partidos: uno en Montevideo frente al Peñarol, Campeón sudamericano, y otro en Guayaquil ante su homónimo ecuatoriano. En tierras americanas el Barça podrá disponer ya de todos sus jugadores internacionales, a causa de la rápida eliminación del combinado español en la primera fase del Mundial chileno, así como también de sus nuevos fichajes.

Se trata, en este capítulo, de cuatro destacados futbolistas, dos de los cuales ya actuaban en nuestra competición doméstica: el delantero paraguayo del Elche Cayetano Ré, y el extremo izquierdo del RCD. Español Antoni Camps, cuyo equipo acababa de descender a Segunda División por primera vez en su historia. Los otros dos son el centrocampista belga Fernando Goywaerts, procedente del Brujas, y el extremo derecho uruguayo Luís Cubilla, una de las mayores figuras del fútbol sudamericano, que militaba en el Peñarol de Montevideo. Junto con ellos, van a gozar también de oportunidades un grupo de canteranos formado por Fusté, Celdrán y los hermanos Rifé, Llorenç y Joaquim. Y así finaliza la temporada 61-62, que pese a todos sus avatares no puede considerarse del todo perdida, ya que el equipo aun tenía la posibilidad de proclamarse Campeón de la Copa de Ferias en la aplazada final contra el Valencia, a celebrar en los primeros días de septiembre. La calidad de los nuevos refuerzos-capítulo este que incluso se incrementaría con alguna prestigiosa incorporación-hacía que la afición fuese moderadamente optimista de cara al inminente curso 62-63. Kubala, refrendado en el cargo,  no había conseguido todavía ningún título, cierto, pero la Directiva estaba contenta con su trabajo, y esperaba que este pudiera fructificar muy pronto.

Kubala05




Dinastías deportivas

El fútbol siempre tuvo sus monarcas. Incluso en tiempos de amateurismo más o menos marrón, hubo reyes indiscutidos con cetro y corona. Lógico, por lo tanto, que algunos de eses reyes fundasen dinastías extendidas hasta la desmesura económica actual, donde las estrellas multiplican millones con la avaricia del Tío Gilito, mientras sus clubes sortean a duras penas el precipicio de la bancarrota.

Por cuanto al fútbol español respecta, las dinastías -y no sagas, como tantas veces leemos- germinaron desde el debut de nuestra selección nacional. El guipuzcoano Agustín Eizaguirre Otalora, suplente del gran Ricardo Zamora en la Olimpiada de Amberes, guardián de los tres palos donostiarras antes de que se instituyera el Campeonato Nacional de Liga, tuvo en su hijo Ignacio, guardameta igualmente, e internacional, un sucesor dignísimo, con paso por la Real Sociedad de posguerra, Valencia C. F., nuevamente Real Sociedad y Osasuna, antes de convertirse en entrenador de dilatada trayectoria por los cuatro puntos cardinales. Por su parte Ricardo Zamora Martínez, titular en Amberes y primer gran mito no ya de consumo interno, sino en el ámbito internacional, también halló sucesor en su vástago, Ricardo Zamora de Grassa (Español, Salamanca, Sabadell, At Madrid, Mallorca y Valencia). A partir de ahí, entre los más de 8.000 parentescos con que se ha ido nutriendo nuestro deporte rey, cabe hallar de todo: tíos, primos, nietos, padres, hijos de sangre o adoptivos, hermanos, cuñados, abuelos, yernos, suegros… Miles de árboles genealógicos con ramaje entrecruzado, hasta constituir un bosque casi impenetrable. De ahí que por estas líneas sobrevuelen sólo unas cuantas curiosidades.

Ignacio Eizaguirre de niño, entre Belauste y su padre, portero de la Real Sociedad.

Ignacio Eizaguirre de niño, entre Belauste y su padre, portero de la Real Sociedad.

El apellido Emery es todo un clásico en el Real Unión irunés. Los hermanos Francisco y Pedro Emery Arocena formaron en el cuadro fronterizo de las finales de Copa, antes de que deviniese la Liga. Antonio, otro hermano más joven, estuvo bajo ese marco hasta el Campeonato 1935-36. Tras el obligado paréntesis generacional, los iruneses volvieron a jalear a dos hijos de Antonio: Juan Emery Alza (portero en el conjunto irundarra, Burgos, Alavés, C. D. Logroñés, Gijón, Deportivo de La Coruña, Recreativo de Huelva, Granada y Jaén) y Ramón, centrocampista en el Touring de Rentería, los ya extintos C. D. Logroñés y C. D. Málaga, además de en el propio Real Unión. Así que el hoy exitoso entrenador Sevilla C. F. Unay Emery es hijo, sobrino y nieto de futbolistas.

Los cuatro hermanos Areta también hundieron sus raíces en el fútbol previo a la Liga, pues Serafín, el páter familia, estuvo defendiendo los colores -y nunca mejor dicho lo de defender, puesto que fue portero-  del Lagun Artea, Osasuna y Patria de Zaragoza durante los años 20 del siglo pasado. Tuvo 7 hijos, dos chicas y cinco varones, de los que 4 coincidieron en 1ª División durante el torneo 1955-56: Esteban en el Barcelona, Serafín en el At Bilbao, José Luis en Osasuna y Jesús Mª en el Valencia. Los Areta Vélez, por cierto, eran primos del popular actor Alfredo Landa, desaparecido no ha mucho.

Más extensa aún ha sido la dinastía Alonso, fundada por el fornido defensa Marquitos -Marcos Alonso Imaz- en el Real Madrid de Di Stéfano, cuando los “merengues” tiranizaban a Europa. Otros cuatro hermanos, por no variar alineados casi siempre como Marquitos, se repartieron los dígitos romanos hasta el V: Alfredo (Rayo Cantabria, Astillero, Laredo, At Ceuta, Santoña, Gimnástica de Torrelavega, Deportivo Alavés y Figueras); Antonio (Plus Ultra madrileño, Cádiz y Abarán, antes de colgar las botas en el futbol holandés); César y José, ambos con currículo más modesto. Marquitos  sería padre del internacional Marcos Alonso Peña, brillante e incisivo extremo en el Racing Santanderino, At Madrid, Barcelona y C. D. Logroñés, antes de que el castigo de los defensas y su traducción en lesiones, lo retirasen. Y éste, padre a su vez de Marcos Alonso Mendoza, forjado en la cantera del Real Madrid, por más que hasta ahora casi toda su carrera se haya desarrollado entre Inglaterra e Italia, dio al abuelo la satisfacción de ver prolongada su estirpe.

Real Madrid en 1961-62, todavía con Marquitos, el segundo por la izda., arriba.

Real Madrid en 1961-62, todavía con Marquitos, el segundo por la izda., arriba.

Como estirpe habríamos de clasificar a los Glaría. Navarros, igual que los Areta, fueron de inicio otros cuatro hermanos: José Glaría Jordán, el I (Alesvés, Osasuna, Tudelano, Zaragoza, Logroñés, Gijón y nuevamente Osasuna), Francisco, el II (Alesvés, Logroñés, Osasuna, Mutilvera y At Ceuta); Jaime Javier, el III (Logroñés, At Madrid y Pontevedra, entre otros); y Jesús, el mejor, a quien la paulatina retirada de los demás despojó en seguida del ordinal (Oberena, At Madrid y Español de Barcelona). Jesús Glaría, todo pundonor, fuerza, temple y sentido de la responsabilidad, falleció poco después de haber colgado los borceguíes, en 1978, sin saber que su sobrino Jesús Glaría Yetano, hijo de José, iba a acumular méritos en el Tudelano, Osasuna Promesas, primer equipo osasunista, C. D. Logroñés, Lérida, Zaragoza y Sant Andreu barcelonés. Conocido en muchos de esos vestuarios como “Chupete”, no lograría reverdecer los laureles de su difunto tío, aunque sí ejerció como mentor y guía de Francisco, otro hermano futbolista,  mientras trataba de cuajar en el Alesvés y Osasuna Promesas. Para remate aún quedaba por llegar otro Glaría, sobrino de José, Paco, Jaime Javier y Jesús, primo, por lo tanto, de los Glaría Yetano, a quien apodaron “Flaco”. Elhasta hoyúltimo de la dinastía jugó en el Rayo Vallecano y Sestao, hasta que la amistad trabada con el noruego Jan Bergdurante el tiempo compartido por ambos en Vallecas, le animó a probar suerte entre fiordos, proclamándose campeón de Copa con el Molde. Cuando una lesión lo dejó inútil  para el fútbol activo comenzó a entrenar en la 2ª División de Noruega.

Por no apartarnos de Navarra cabría continuar con los Marañón, cuyo último miembro, Carlos, actual director de “Cinemanía”,  colaborador de “As” y la cadena SER, además de directivo en CIHEFE, se forjó en el fútbol “perico”, para continuar en el Sant Ignasi, U. E. Sants, Martinenc y Erri-Berri de Olite, escudo que se empeñó en defender durante 13 años. Descendiendo hacia el tronco hallaríamos a su padre, Rafael Carlos Pérez González en la partida de nacimiento, hasta cambiar su primer apellido por Marañón, obedeciendo al más puro sentido práctico, pues Marañón era para entonces dentro y fuera de los estadios. Máximo goleador del R. C. D. Español, o Espanyol, en su centenaria historia, internacional, mundialista, y con paso por el Oberena, Onteniente, Sporting de Gijón, Real Madrid y Sabadell, fue el ariete que arrinconó a Quini en el puesto de interior cuando ambos vestían de rojiblanco a las órdenes de Carriega. Y más abajo aún, en las raíces, dos tíos abuelos de Carlos: Adolfo Pérez Marañón (Erri-Berri, Peña Sport, Osasuna, Oviedo, Langreo, Levante, Rayo Vallecano y Tudelano), y su hermano Ángel (Oviedo, Juventud Círculo Católico de Burgos, Unión Popular de Langreo y Tudelano). Curiosamente, el internacional B Adolfo a punto estuvo de colgar las botas a las primeras de cambio, pues cuando iba a ingresar en la Peña Sport tafallesa cierto médico así lo aconsejó, amparándose en un defecto congénito de sus piernas. Esas piernas aguantaron perfectamente 20 años pateando céspedes, y otros 12 dirigiendo como entrenador al Tudelano, del que se hizo cargo nada más colgar el pantalón corto.

Los hermanos Gento, Paco, Toñín y Julio, en el viejo Sardinero. Sólo coincidieron con la camiseta del Racing en choques amistosos.

Los hermanos Gento, Paco, Toñín y Julio, en el viejo Sardinero. Sólo coincidieron con la camiseta del Racing en choques amistosos.

Los Gento López y los Llorente Gento tampoco resultan desdeñables. Francisco, eterno extremo izquierdo del Real Madrid, único futbolista con 6 títulos de Campeón de Europa en su palmarés, al que por su velocidad otorgaron el sobrenombre honorífico de “Galerna del Cantábrico”, no necesitó ordinal por aquello de ser el primero. Sus hermanos Julio, el II, y Toñín, III, no sólo quedaron detrás en la clasificación dinástica, sino también en lo deportivo, por más que ambos fuesen jugadores de muy buen nivel. Julio fue todo un mito en el Palencia de los 60, a donde llegó desde el Plus Ultra, entonces filial del Real Madrid, y aún es recordado como uno de los hombres con más calidad en la historia del club, o los distintos clubes, mejor, que con el correr del tiempo se sucedieron en la representación de dicha ciudad castellana. Y Toñín, auténtica flecha en el viejo Sardinero, del que sólo saldría para dibujar un paréntesis en el Carlos Tartiere ovetense, pudo haber probado suerte de Norte a Sur, repetidamente, porque no le faltaron oportunidades. Años más tarde, una hermana de los futbolistas estiraría el apellido, esta vez por detrás del Llorente, con dos jugadores de futbol más (Paco y Julio) y otros dos de baloncesto (José Luis y Toñín). Del cuarteto, tres fueron internacionales absolutos. Tan sólo Julio Llorente Gento, con 12 años en 1ª División, hubo de contentarse con lucir “la roja” en categorías Sub-18 y Sub-21.

Lo de los ordinales, a veces, más que aclarar las cosas sólo servían para complicarlas. Si el emperador Carlos, nieto de los Reyes Católicos, fue “I” y “V” a la vez, algo parecido ocurrió con los Sornichero y los Bakero. En el caso de los Sornichero, murcianos de Alcantarilla, seis, nada menos, entre padres, hermanos, hijos y primos, porque cada vez que coincidían un par en el mismo equipo, saltaban al campo como Sornichero I y Sornichero II, siendo en realidad, por ejemplo, III y V. Y los Bakero Escudero por algo parecido.

José Mª fue Bakero I cuando en realidad era II. Su hermano Jon jamás lució como III.

José Mª fue Bakero I cuando en realidad era II. Su hermano Jon jamás lució como III.

Santiago, el “I” (Michelín, Sanse, Palencia, Hércules alicantino y Real Sociedad), sirvió de guía a su hermano José Mª mientras éste alternaba presencias en el Sanse y la Real Sociedad, donde era alineado como Bakero II. Traspasado luego al Barcelona, tras la retirada del mayor quedó simplemente en Bakero, hasta convertirse en Bakero I durante su incontestado liderazgo en el “Dream Team” culé, porque el tercer hermano, Jon, comenzaba a acumular experiencia en el Barça B, como Bakero II. El internacional José Mª Bakero colgó las botas en México, defendiendo los colores de Veracruz, y a partir de entonces el joven Jon quedó simplemente en Bakero. Dicho de otro modo, a lo largo de su trayectoria por el Sanse, Barcelona B, Almería, Málaga, Gavá, Venados de Yucatán, Ángeles -filial del Puebla mexicano-, Universidad de Las Palmas y Gáldar, Jon lució los ordinales II y I, pero nunca el de III, justo el que siempre debió haberle correspondido.

Y aún hubo más fútbol internacional en la familia, puesto que una hermana ostentó repetidas veces el brazalete de capitana en la selección nacional femenina.

Sobre este punto, los Curta se mostraron mucho más claros. El defensa internacional José Puig Puig (La Escala, Gerona, Sabadell y Barcelona durante 10 años), fue Curta I en las alineación están pronto su hermano Juan (Gerona, Olot, Calella y Salt, hasta totalizar 16 temporadas en activo) comenzase a vestir de corto. Tiempo después, el medio Francisco Puig Ribot, hijo del primero y sobrino del segundo, se empeñó en saltar al campo como Curta III luciendo las camisetas del Girona Aficionados, Barça Aficionados, Girona, Rayo Vallecano, Sant Andreu y Europa de Barcelona. También los meridionales Ayala Callejón supieron mostrarse escrupulosos. Juan fue Ayala I casi desde que comenzase a correr la banda para el Castillo linense, porque su hermano Eduardo hacía otro tanto en los juveniles. Juan, el mayor, siguió siendo Ayala I en la Balona, Ferrol, San Fernando gaditano, Sevilla, Jaén y Cádiz, en tanto sus otros 3 hermanos respetaban el orden en sus equipos respectivos. Eduardo en el San Fernando y Atlético de Ceuta, para totalizar 13 campañas en 2ª División. Pedro en la Balona, Puente Genil y Atlético de Ceuta. Y José en la Balona, Atlético de Ceuta, Levante y Recreativo de Huelva.

Más lío dejaron sin proponérselo los Raba y los Ribera, tan sólo porque el calendario, o el colchón de años entre los distintos miembros de la dinastía, se tragó la numeración romana. Valentín Raba Allende estuvo defendiendo el marco racinguista durante las dos primeras ediciones del campeonato liguero. Su hijo, el medio Valentín Raba Ortiz, lo hizo en el Real Madrid Aficionado, Salamanca, Real Sociedad de San Sebastián, Celta, Santander y Melilla, no pocas veces en condición de cedido desde la entidad merengue. Y el también guardameta José Luis González Raba, nieto del primero y sobrino del segundo, pasó por las huestes de la Gimnástica torrelaveguense, Rayo Cantabria, Santander, Cayón, Parayas, Gama y Textil Escudo, donde colgaría los guantes al sufrir una fractura de pierna. El cuadro quedaría incompleto si olvidáramos a Francisco Raba Allende, hermano del guardameta racinguista e igualmente con paso por la entidad cántabra.

Respecto a los 3 hermanos Ribera Frontera, apenas si fueron acompañados alguna vez de numeración romana. Los atacantes Jaime (Gerona, España Industrial, Olot y Figueras) y Enrique (Gerona y Olot), no llegaron tan lejos como el medio José, por más que a éste se le acusara de anteponer sus estudios de Arquitectura, en detrimento de una clase descomunal. Ese “pecado” sería considerado mortal desde no pocas secretarías técnicas durante los años 50 y 60 del pasado siglo, justo cuando lo exiguo de muchas fichas, comparadas con las satisfechas hoy, hacía indispensable planificar muy bien el porvenir. Pese a todo, a la teórica “poca afición” de José Ribera Frontera, cumpliría a satisfacción en el Gerona, Español barcelonés, Gimnástico de Tarragona, Tarrasa y de nuevo Gerona, compaginando sus saltos al campo con una licenciatura por demás exigente. El hijo de éste, Fernando Rivera Masó, para el fútbol “Nan Rivera”(así, con “v”, por más que tíos y progenitor siempre firmaran con “b”) también dejó huella en nuestro deporte, al formar en el Girona, Figueres, Español, Alavés, Salamanca y otra vez Girona. En este caso, con el correr del tiempo no sólo se había transformado en “v” una “b”, sino que los Gerona y Figueras de sus ancestros también se catalanizaron.

Ni siquiera los extranjeros de nuestro fútbol serían ajenos a la cuestión dinástica. Recordemos, si no, a Miguel Pérez Pillipiux, pinturero y hábil extremo argentino del Real Madrid, Mónaco y C. D. Castellón a caballo de los 60 y 70, con dos hijos futbolistas. Al también argentino “Toro” Aquino, con su hijo Dani, prometedor en su día, cuya eclosión definitiva parece haberse retrasado sine die. A Sergio Horacio Egea, igualmente argentino y conocido aquí únicamente como entrenador, con dos vástagos en el mismo mundillo, y de ellos el mayor, Alexis, experimentado no sólo en clubes levantinos como Torrellano, Elche B o Torrevieja, sino en el Altamira, de la 2ª División mexicana. A Johan Cruyff, con el trotamundos Jordi, español de origen pero holandés, como su padre, a efectos de representación internacional. Y sobre todo los Kubala-Daucik.

Ladislao Kubala Stecz llegó a nuestros pagos después de una odisea no muy distinta a la de quienes hoy huyen del conflicto sirio, o no hace tanto tuvieron que hacerlo desde los Balcanes. Estaba casado con una hija de Ferdinand Daucik, antiguo extremo de tronío y revolucionario entrenador de desbordante ego. Tras muchos tira y afloja, una mañana Kubala fue bautizado y por la tarde recibió nuestra ciudadanía, que no estaban aquellos tiempos franquistas para convertir en español a cualquier ateo. Con la camiseta azulgrana, acabaría exhibiendo un modo nuevo de interpretar el fútbol, celebró títulos, dejó pequeño el graderío de Las Corts y paseó a hombros a su entrenador y suegro el triunfal año de “las Cinco Copas”. Durante su primer amago de retirada, siendo entrenador del Real Club Deportivo Español, hizo debutar como “periquito” a su hijo Branko, todavía en edad juvenil. Casi paralelamente, Daucik apuntalaba a Yanko desde el Indauchu juvenil, llevándoselo al Oporto, Real Madrid y Betis, es decir a los equipos donde entrenaba. Yanko era un ariete fuerte, algo tosco, pero rematador. Bastante mejor, en todo caso, de lo que por muchos campos se creía. Y es que el nepotismo paterno estuvo lejos de hacerle un favor. Sólo tiempo después, luego de haber pasado por el Melilla y San Andrés de Barcelona, Yanko Daucik pudo reivindicarse con la camiseta del Español, la misma con la que debutara Branko Kubala.

Kubala saluda a Puskas en los prolegómenos de un partido correspondiente a 1963-64. Puskas esa campaña se proclamaría máximo anotador.

Kubala saluda a Puskas en los prolegómenos de un partido correspondiente a 1963-64. Puskas esa campaña se proclamaría máximo anotador.

Branko y Yanko sólo jugaron juntos en el Toronto cuando, mediados los 60, un buen puñado de españoles y asimilados se embarcaron en la aventura del fútbol yanqui. Aquel Toronto, la verdad sea dicha, parecía confeccionado a mayor gloria de la familia Daucik-Kubala. Con Ferdinand en aquel banquillo, o Don Fernando, como le gustaba ser designado entre nosotros, contó entre sus huestes con Ladislao Kubala, Branko, Lazsy, igualmente hijo del rubio húngaro, y Yanko, su propio vástago. Yanko se hinchó a marcar goles, Branko dejó sentado que lo del fútbol podía heredarse, Lazsy, demasiado joven aún, pasó casi toda la campaña en un filial formativo, y Kubala, teóricamente para pocos trotes después de dos reincidencias tras otros tantos simbólicos cortes de coleta, marcó, lanzó faltas con su habitual maestría y dibujó pases con tiralíneas desde una nueva posición de interior, algo retrasado. La vida, empero, iba a mostrarse cruel con Branko, tras pasar por el Español, San Andrés, Sants, Toronto, Saint Louis, Dallas, Atlético Malagueño y Cartagena. Su hermano Lazslo, familiarmente “Lazsy”, al que debido a su extrema timidez apodaban “El Charlatán”, veló armas en el Europa tras regresar de Toronto. Carlos, otro hijo de Kubala, nacido ya en Barcelona, también se dedicó al deporte, si bien no al fútbol. Durante varios años fue destacado jugador de hockey sobre hielo.

Esta revisión podría seguir, sólo por cuanto a hermanos respecta, con los Gonzalvo Falcón, tres futbolistas y el hijo de uno de ellos, de José, entrenador de cumplida trayectoria por Cataluña, así como en el Levante, Cádiz o C. D. Castellón. Con los Collar -cuatro hermanos, aunque hoy sólo se recuerde al internacional Enrique-, Los Gaínza, Lapetra, Basora, Lesmes, Atienza, Navarro, Asensi, Rojo, Santamaría, Rifé, Cedrún -dos hermanos y el hijo de Carmelo, porteros todos-, Irusquieta y Escalza -cuatro hermanos en ambos casos-, Carrasco, Moncaleán, Casuco, Tortosa, Begoña, Álvarez, Choya, Puche, Herrera -los asturianos-, o Suárez, puesto que el internacional culé traspasado al Inter milanés por la astronómica cifra de 25 millones de ptas. a principios de los 60, la más alta satisfecha hasta entonces en todo el orbe, también tuvo un hermano mayor en el Alcoyano, R. C. Celta, Albacete, Deportivo de la Coruña y Real Murcia, conocido indistintamente como Suárez y Pepiño. Respecto a padres e hijos valgan los Escolá, Sanchis, Menchaca -padre y dos hijos futbolistas para ser exactos-, Villa, Zoco, Camarasa, Marigil, Moreno, Deusto, Eraña, Irulegui, Herrera -vizcaíno y maño-,  o los Martín, goleador uno en el Barça de los 40 y otro a saltos entre el eje defensivo y el 9 de los arietes en el Barcelona Aficionado, Europa, Igualada, “Nastic” y un San Andrés entonces no cuatribarrado, sino rojigualda, firmemente asentado en la recién creada 2ª División de 20 equipos. E incluso a los Ángel Mur, masajista del Barcelona y la selección nacional el padre, y corajudo defensa formado en el fútbol base azulgrana el hijo, antes de recalar en el mismo San Andrés de Martín, colgar las botas y heredar el puesto de su progenitor como masajista culé. Todo ello sin olvidar a los Ñíguez, acaudillados por José Antonio Ñíguez Vicente, el “Boria” ilicitano de los años 80, hoy con tres vástagos empeñados en superar al padre.

Formación del Condal, durante su única campaña en 1ª. Arriba, último de izda. a dcha., Gonzalvo III. Abajo, primer jugador por la dcha. Basora II y penúltimo, junto al masajista, Navarro II. Una buena concentración de dinastías futboleras.

Formación del Condal, durante su única campaña en 1ª. Arriba, último de izda. a dcha., Gonzalvo III. Abajo, primer jugador por la dcha. Basora II y penúltimo, junto al masajista, Navarro II. Una buena concentración de dinastías futboleras.

Incluso entre modestos, cortesanos de mediana nobleza y aristócratas del cuero, se han dado dinastías. Hoy podría servir de ejemplo Cristóbal Juncal Fervenza, alineado por su nombre de pila, tío de Iago Aspas, Jonathan Aspas y Aitor Aspas, este último primo de los vigueses Iago y Jonathan. Metidos en otra época y tomando como epicentro al Athletic bilbaíno, pocos, probablemente, sepan que hubo cinco hermanos Cenitagoya Uríen surgidos del Elorrio, de los que el más destacado fue defensa central en el Bilbao Athletic, At Bilbao, C. D. Logroñés y Cádiz. Que el pelotari profesional Chiquito de Gallarta tuvo 4 hijos futbolistas: Roberto, Víctor, Antonio y Armando Merodio, siendo este último el mejor, conforme iba a acreditar en el Gallarta, Guecho, Baracaldo, At Bilbao, Murcia, Recreativo de Huelva e Indauchu. O que Zarra, el ariete por excelencia, el del gol a Inglaterra en el Mundial brasileño de 1950, tuvo otros hermanos muy bien dotados para el balón. Domingo Zarraonaindía Montoya jugó en el Erandio y Arenas de Guecho, con éstos últimos en 1ª División. Por desgracia moriría durante la Guerra Civil en el frente del Ebro, vistiendo uniforme requeté. Y Tomás actuó como guardameta en el Arenas, Oviedo y Osasuna, todos ellos en 1ª, así como en el Erandio. Su hermano menor, a quien en el futuro se le iba a conocer como mejor cabeza Europa después de la de Churchill, siempre dijo que empezó a hacerse futbolista viendo como Tomás preparaba la maleta para viajar cada quince días, de campo en campo. Pues bien, ese Zarraonaindía hoy olvidado fue el meta menos goleado del campeonato 1930-31, cuando el Arenas guechotarra se codeaba con los grandes. Si exploramos otra geografía, cabría tropezar con los hermanos Castro; el guardameta tristemente desaparecido Jesús Castro y un goleador contumaz como Quini, cuyo padre fue cancerbero en la 3ª División asturiana y la aún más modesta categoría Regional.

Telmo Zarraonaindía, goleador de raza, tuvo dos hermanos mayores igualmente futbolistas, a los que hoy prácticamente nadie recuerda.

Telmo Zarraonaindía, goleador de raza, tuvo dos hermanos mayores igualmente futbolistas, a los que hoy prácticamente nadie recuerda.

Pero sin duda la dinastía más extensa y prolífica, la más multidisciplinar, es la de los Adarraga. Entre sus miembros figuran nada menos que tres olímpicos, seis internacionales y siete campeones de España, englobando un espectro deportivo donde cupieron atletismo, baloncesto, pelota vasca, rugby, balonmano, montañismo, hockey, ciclismo y, por supuesto, fútbol. Todo un récord. Y un árbol genealógico tan frondoso que para mejor comprensión requerirá cierto esquematismo.

Primera generación:

Luis Adarraga Gorrochategui compaginó fútbol y ciclismo, además de una actividad montañera que prolongó hasta la senectud. Como ciclista resultaría vencedor de los 100 Kilómetros de Bilbao, de la Prueba de Rentería, de la Halcón-Hispania y otra serie de carreras, entre ellas la que constituyó primer fermento de lo que más adelante habría de cuajar en Vuelta al País Vasco. También, sin abandonar las dos ruedas, se proclamó campeón vasco-navarro de pista y subcampeón de España en idéntica especialidad. Futbolista, al mismo tiempo, intervino en el partido inaugural de San Mamés, formando con el conjunto irundarra, donde tiempo después habría de ostentar la capitanía. Fundador del C. D. Fortuna y del Club Azkarabil, también sacó tiempo para actuar como directivo en la Real Sociedad de San Sebastián.

Sus hermanos Ramón, José y Javier no quedaron atrás. Javier fue excelente pelotari y contribuyó, junto con Luis, a la fundación del C. D. Fortuna. Campeón de España en la modalidad de pala, se proclamó vencedor olímpico de dicha especialidad en Paris, el año 1924. En 1931 la Federación Española de Pelota le otorgó su Medalla al Mérito Deportivo, sin necesidad de bucear mucho en busca de méritos. Este galardón se diría contribuyó a espolearle, puesto que tras fijar su residencia en Logroño fundó durante el ya lejano 1939 la Federación Riojana de Pelota, a cuyo frente iba a permaneces muchos años. El frontón logroñés lleva su apellido en justa reciprocidad a tanto sacrificio y esmero.

José, destacado corredor de cross, fue el primer presidente del C. D. Hernani. Y durante mucho tiempo estuvo celebrándose cada año el Memorial Adarraga, de campo a través.

Ramón, multidisciplinar de amplio espectro, como Luis, alternó ciclismo, fútbol y atletismo, tanto en pistas de ceniza como campo a través. Sobre el sillín, en 1914 se impuso a todos los participantes del campeonato ciclista de Álava, luego de cubrir más de 100 kilómetros por carreteras de tierra y adoquín, con el rostro cubierto de barro y sin asistencia de ninguna índole, ni mecánica ni de avituallamiento. Jugador de fútbol en el C. D. Fortuna, también perteneció a la Real Gimnástica, donde además de practicar fútbol y atletismo sería nombrado socio emérito. Si con el balón de cuero fue medio centro de la selección castellana de fútbol, calzando zapatillas quedó subcampeón de España en 400 metros vallas y 800 lisos.

Segunda generación:

Bernadino Adarraga, primera medalla de oro para el atletismo español en una Juegos del Mediterráneo.

Bernadino Adarraga, primera medalla de oro para el atletismo español en una Juegos del Mediterráneo.

Manuel Adarraga (hijo de José) fue fundador del club de rugby de Hernani, antes de proclamarse campeón de España en este deporte formando con el Atlético de Madrid. Internacional con nuestra selección nacional, había empezado jugando al fútbol en el propio Hernani, y en 1946, siendo un chiquillo, festejó la victoria en una prueba atlética donostiarra desaparecida hace ya largo tiempo: la Vuelta a los Puentes, en modalidad de cross infantil.

A Matilde Adarraga (hija de Javier, el presidente de la Federación Riojana de Pelota), le tentó más el motor, compitiendo asiduamente en distintos “rallyes” automovilísticos, mundo entonces bastante cerrado a las mujeres, si no copado por los varones. Recuérdese, por ejemplo, ese ofensivo axioma tan en boga incluso en los 60: “Mujer al volante, peligro constante”, las reservas con que se miraba a las conductoras desde TVE en sus primeros programas divulgativos sobre la materia, o el paternalismo condescendiente que el No-Do aplicó alguna vez a “ellas, cuando se empeñan en conducir”. Amén, claro está, de múltiples chistes orales o lustrados sobre la supuesta incapacidad femenina para penetrar en el cabalístico universo mecánico.

Los Adarraga – Elizarán constituyen punto y aparte. El campeón del pedal y notable futbolista Luis Adarraga Gorrochategui tuvo 12 hijos, de los cuales la mitad brillaron en distintas actividades deportivas, y 5 obtuvieron el título de campeones de España. Vayamos con ellos:

Juan Bautista Adarraga, mediofondista olímpico.

Juan Bautista Adarraga, mediofondista olímpico.

José Luis, el mayor, practicó baloncesto, rugby, balonmano y atletismo, siendo referencia nacional en los dos últimos. Cuatro veces campeón de España jugando a balonmano, lució sus virtudes en nuestra selección. Por cuanto respecta al atletismo, fue varias veces campeón nacional en carreras de relevos y pentatlón. Lamentablemente le tocó vivir una época complicada, no ya para lo deportivo, sino para todo. Con Europa inmersa en la II Guerra Mundial y nuestro país deshecho tras la contienda civil, en plena travesía de una dantesca autarquía, sin posibilidad de medirse ante deportistas extranjeros, perseverar en un microcosmos de competiciones organizadas por el Frente de Juventudes requería voluntad de hierro, o como entonces se acuñara para cuestiones de orden ideológico, ser inasequible al desaliento. Puesto que a él nunca le faltó perseverancia, pudo alzarse con distintos campeonatos entre 1942 y 1946, disfrutando de su momento más glorioso a lo largo de 1944, cuando sumó cinco entorchados nacionales en otras tantas especialidades atléticas. Igualmente obtuvo en propiedad, por primera vez, el trofeo Antonio Córdoba, al proclamarse campeón en dos ediciones consecutivas del pentatlón Vizcaya – Guipúzcoa.

Bernardino obtuvo en 1955 la primera medalla de oro para el atletismo español, enmarcada en los Juegos Mediterráneos organizados por nuestro propio país en la ciudad condal. Recordman nacional en decatlón, con 5.851 puntos, obtenidos en Madrid tres años después de su medalla, fue varias veces campeón estatal, tanto en decatlón como en pentatlón. Aquellos 5.851 puntos, por cierto, seguían siendo plusmarca guipuzcoana cuatro lustros después.

Juan Bautista se inició en el ciclismo y si bien destacó como jugador de balonmano, su mayor éxito habría de alcanzarlo en el ámbito del atletismo. Récord nacional de 400 metros vallas, 800 y 1.500 metros lisos, representó a España en la Olimpiada de Londres dentro de estas dos últimas modalidades. Repetidas veces campeón universitario y absoluto en pruebas de medio fondo entre 1942 y 1948, siguió siendo referencia española hasta que irrumpiese Barris.

Fernando Adarraga, pertiguista en un tiempo todavía heroico.

Fernando Adarraga, pertiguista en un tiempo todavía heroico.

Carmen fue cuatro veces campeona estatal de baloncesto, amén de capitana de la selección nacional. Y como si no tuviere bastante con la práctica de un solo deporte, también se proclamó subcampeona de España en balonmano, destacando, aunque en menor medida, como jugadora de hockey sobre hierba. Casada con Lorenzo Irazusta, presidente de la Federación Guipuzcoana de Ciclismo, sus vástagos también habrían de mantener viva la tradición familiar, conforme veremos en seguida.

A los 17 Fernando ya celebró un campeonato de España en salto con pértiga, y más adelante establecería el récord nacional con 4 metros y 20 centímetros, marca nada desdeñable, habida cuenta de la rusticidad del material (pértigas de caña) y lo arriesgado de las caídas (sobre montículos de arena). Cuando bastante tiempo después el gran pertiguista Ignacio Sola situó el récord en 4,80 metros, llegó a escribirse iba a ser marca difícilmente superable. Medalla de plata en los Juegos Mediterráneos de Beirut y en los Juegos Iberoamericanos celebrados en Santiago de Chile, estuvo seleccionado para los Juegos Olímpicos de Roma. Sin pértiga también llegó a ostentar otro récord más modesto: el de Guipúzcoa en salto de altura, con 1,68 metros. Ingeniero de carrera, optó por abandonar la práctica deportiva de elite todavía en progresión, pues siempre antepuso la vida familiar y profesional a sus logros sobre la pista. Como Bernardino y Juan Bautista echó raíces en Madrid, en su caso dedicado a la dirección de una compañía refrigeradora.

José Luis Adarraga, baloncestista, balonmanista, destacado jugador de rugby, y sobre todo pentatleta, padre de una estrella en el hockey juvenil.

José Luis Adarraga, baloncestista, balonmanista, destacado jugador de rugby, y sobre todo pentatleta, padre de una estrella en el hockey juvenil.

Agustín, jugador de fútbol, balonmano y pelota vasca, creyó ver en Australia una nueva tierra de promisión, llegando a abrazar esa nacionalidad. Tiempo después acabaría integrándose en una plataforma internacional empeñada en conseguir que la adopción de nueva nacionalidad, cualquiera que esta fuere, no llevase aparejado perder la de origen. Esfuerzo finalmente coronado por el éxito, conforme hoy nos consta. Ya durante el decenio de los 60 se proclamó campeón de Queensland en una variedad de pelota practicada por los antípodas; algo semejante al frontenis, aunque con raquetas especiales.

Tercera generación

José Luis, hijo del pentatleta de igual nombre, fue designado Mejor Deportista Juvenil de La Coruña por su actividad como jugador de hockey sobre patines. Sin embargo superada la adolescencia prefirió cambiar de ruedas, pues como a tantos otros jóvenes le tiraban más los coches que el par de patines. Integrado en Colegio Mayor Cisneros, de rugby, obtuvo el ascenso a 1ª División tras proclamarse campeón de 2ª. Otros dos hermanos suyos eran promesas del hockey al despuntar el convulso decenio de los 70 en el pasado siglo.

Los Irazusta – Adarraga, fruto de la unión de Carmen Adarraga Elizarán con el presidente de la Federación Guipuzcoana de Ciclismo, tampoco rehuyeron tomar el testigo de sus ancestros.

Juan Luis Irazusta, al que su tío, entrenador del Sabadell, hizo despegar hacia el Real Zaragoza.

Juan Luis Irazusta, al que su tío, entrenador del Sabadell, hizo despegar hacia el Real Zaragoza.

Juan Luis, el hijo mayor, (Hernani, Guipúzcoa, 28-V-1948) tras acreditar muy buenas maneras bajo el marco del Hernani desestimó ingresar en la Real Sociedad, puesto que pretendía estudiar Químicas y  la capital donostiarra carecía de facultad. Acumulando nuevos méritos en el Atlético Cataluña, obtuvo ficha del Barcelona a razón de 125.000 ptas. anuales y 8.000 de sueldo mensual, convirtiéndose, claro está, en estudiante potentado, puesto que muchos trabajadores de oficina o dependientas de comercio no llegaban a esas 8.000de salario al concluir los 60. Guardameta acreditado en el Condal, despertaría el interés de clubes punteros durante su cesión al Centro de Deportes Sabadell, entonces dirigido por Pasieguito, su tío. Ya en Zaragoza, a cuyo club llegó cedido por cumplir en la capital maña el servicio militar (temporada 1972-73), alternó campañas de titularidad con otras de suplencia en un equipo que transitaba de “Los Cinco Magníficos” a “Los Zaraguayos”. Luego de once ejercicios en La Romareda, colgó los guantes al concluir la campaña 1982-83.

Su hermana Elena, tras iniciarse en el atletismo, triunfó en el Medina de baloncesto, proclamándose campeona de grupo en 2ª División, además de representar a Guipúzcoa en los Juegos del Cantábrico.

Isabel prefirió el hockey, actividad con la que obtuvo medalla de plata en los Juegos del Cantábrico disputados en La Coruña. Todo ello sin desdeñar el baloncesto, encuadrada en el Hernani, o desatender su profesorado en Educación Física.

Leandro también practicó el baloncesto con los colores del Anoeta, y Susana, medalla de plata y bronce en el trofeo de atletismo Pilar Primo de Rivera celebrado en La Coruña, fue probablemente la mejor promesa del atletismo guipuzcoano allá por 1972.

Una dinastía, la del tronco Adarraga, que empalidece a cualquier otra.




Fernando Daucik, el técnico de las cinco copas (1950-1954). Segunda parte

Daucik201Como suele decirse vulgarmente, Daucik había dejado muy alto el listón tras la triunfal campaña 1951-52, cuya brillantez tardaría más de medio siglo en reeditarse en Can Barça. Cierto también que contaba con un capital deportivo y humano excepcional, que para la temporada 52-53 va a presentar los siguientes efectivos a sus órdenes: Ramallets, Velasco, Caldentey, Roselló, Martín, Biosca, Brugué, Curta, Seguer, Segarra, Gonzalvo III, Bosch, Maristany, Flotats, Basora, Hanke, César, Aloy, Kubala, Vila, Escudero, Aldecoa, Moreno, Manchón, Gracia y Boada. Son novedad respecto al curso anterior los guardametas Caldentey y Roselló, el central Brugué, los volantes Maristany y Flotats (este último procedente del Español), y los delanteros Hanke (un jugador de origen checoslovaco que militaba en el fútbol colombiano), Gracia y Boada, mientras que causan baja Calvet, Szegedi, Ferrer y Nicolau. También hay una importante novedad sentada en el palco, pues Agustí Montal i Galobart ha cedido la máxima magistratura barcelonista el 16 de julio de 1952  a su vicepresidente Enrique Martí  Carreto, otro importante empresario del gremio textil.

La Liga 52-53 va a dar comienzo el 14 de septiembre de 1952. El telón se levanta en «Les Corts», con un partido teóricamente fácil ante el Deportivo de La Coruña, presentando Daucik la siguiente alineación: Ramallets; Martín, Brugué, Seguer; Gonzalvo III, Bosch; Basora, César, Kubala, Moreno y Gracia. Los azulgranas van a pasar muchos apuros para ganar por la mínima (4-3), en un encuentro en el que el contraataque gallego causó estragos en su defensa, y Kubala falló un penalti. Y al domingo siguiente regresarán de vacío de Oviedo, donde los locales les derrotan por 2 a 1, pero lo peor va a llegar unos días después, cuando en un reconocimiento médico a Kubala se le descubra un grave proceso tuberculoso.

La noticia conmoverá a la Ciudad Condal y a todo el barcelonismo. Se llega incluso a especular con la posibilidad de que el as centroeuropeo – ya nacionalizado español – tenga que abandonar la práctica del fútbol. Afortunadamente no va a ser así, y entre la recia constitución física de Laszi y un sabio tratamiento, aderezado por una larga estancia en plena naturaleza en Monistrol de Calders, con descanso, aire puro y buenos alimentos, se va a obrar el milagro de recuperar a Kubala, la gran estrella del Barça, para el deporte de élite, aunque tendrá que estar ausente de los terrenos de juego desde finales de septiembre de 1952 hasta los últimos días de febrero de 1953, en total 18 jornadas consecutivas fuera del equipo.

Durante todo ese tiempo la sensación del campeonato la va a constituir el RCD. Español, que de la mano del técnico argentino Alejandro Scopelli pondrá en práctica un novedoso método de recuperación física, consistente en que los once jugadores blanquiazules de turno inhalen oxígeno mediante unas mascarillas  durante el descanso de los partidos. La cosa parece milagrosa, puesto que el Español va a tomar el liderato de la Liga al finalizar la tercera jornada, se mantendrá invicto hasta la número 12 (cayendo precisamente ante el propio Barça, en «Les Corts», en el transcurso de un accidentado derbi en el que se produjo una avalancha en las gradas, con numerosos heridos -llegó a hablarse incluso de un muerto, que habría sido ocultado por la férrea censura de la época – y la intervención de la Policía Armada ante lo que consideraban una «alteración del orden»), comandando la tabla hasta la decimoctava fecha, y manteniendo opciones de alzarse con su primer título de Liga hasta la jornada 27.

El Barça, sin Kubala, realizará una discreta primera vuelta, que se va a saldar con un provisional quinto puesto, a 6 puntos de su eterno rival ciudadano, pero paulatinamente irá acercándose a la cabeza de la clasificación, a medida de que el Español vaya perdiendo fuelle. . El 22 de febrero, en la jornada número 21, Kubala va a reaparecer en los Campos de Sport de El Sardinero, y a partir de ahí el equipo postulará su candidatura para revalidar el título. En la vigesimosegunda, tras aplastar al Zaragoza por 8 a 0 en «Les Corts», ya es cuarto, a dos puntos del Español, y en la jornada 24 se sitúa tercero, a un solo punto del nuevo líder, el Valencia. Sufre un frenazo en la siguiente, al caer derrotado en «Nervión» frente al Sevilla, pero a partir de ese momento ya no volverá a ceder ningún punto.

De ese modo, el 5 de abril de 1953, en la jornada número 26, vence a un Real Madrid que también tenía serias aspiraciones. 1-0 fue el resultado, obra de Moreno, en un partido tenso e igualado donde fueron expulsados Kubala y el jugador catalán del Real Madrid Oliva. Siete días más tarde, al derrotar al Español en «Sarriá» por  0 a 2 (con tantos de Manchón y Moreno) se sitúa como líder, empatado a puntos con el Valencia, posición que consolida al domingo siguiente en «Les Corts», superando precisamente a los valencianistas por 2 a 1, en un partido que puede considerarse como la auténtica «final» del campeonato, con goles de Manchón y Kubala.  Al final de dicha jornada el Barça aventajaba al Real Madrid en un punto, y a los «Chés» en dos.

La victoria azulgrana en Valladolid en la penúltima jornada , merced a un solitario tanto de Kubala, le daba prácticamente el título a los catalanes, si al menos lograban un empate en el último compromiso, frente a un discreto Athletic de Bilbao en «Les Corts», con Real Madrid y Valencia a la expectativa de un posible fallo. Fallo que no se va producir, porque – aunque con apuros – los pupilos de Daucik van a imponerse a los «leones» por 3 a 2, consiguiendo así su sexto título liguero. Mucho dominio azulgrana, llegando a botar hasta 16 saques de esquina. Moreno se adelantó en el marcador, empató Venancio antes del descanso, y en la segunda mitad Kubala (de riguroso penalti) y Bosch pusieron el 3-1 en el marcador, reduciendo distancias al final Gaínza.

El Barça sumaba 42 puntos y 12 positivos, aventajando en dos al Valencia y en tres al Real Madrid. Los de Daucik habían conseguido 19 victorias y 4 empates, totalizando 7 derrotas. Marcaron 82 goles (con el aragonés Moreno como máximo artillero) y encajaron 43, unos registros bastante similares a los del torneo anterior, salvo en el apartado anotador, donde se notaba claramente la ausencia de Kubala prácticamente en las dos terceras partes de la campaña.

Y esa racha victoriosa va a proseguir en la Copa del Generalísimo, donde los azulgranas van a ir eliminando sucesivamente a Valencia (5 a 0 y 1 a 1), Racing de Santander (la ronda más equilibrada, con victoria local montañesa por 1 a 0 , y remontada catalana en «Les Corts»: 3-0) y Atlético de Madrid (con estrépito: 8-1 en la Ciudad Condal y derrota mínima, 2 a 1, en el «Metropolitano»), hasta llegar a la gran final, que se celebraría nuevamente en el escenario habitual por aquellos años, el Estadio madrileño y madridista de «Chamartín». Allí, el 21 de junio de 1953, y a las órdenes del señor García Fernández, van a encontrarse los dos grandes clásicos del «Torneo del KO», Barça y Athletic de Bilbao.

Daucik presenta el siguiente equipo, en el que destaca la ausencia del veterano César: Ramallets; Seguer, Biosca, Segarra; Flotats, Gonzalvo III; Basora, Bosch, Kubala, Moreno y Manchón. Se impondrán los catalanes sin demasiados apuros por 2 a 1. Marcó Kubala en el minuto 46, y remachó el resultado Manchón en el 57, acortando distancias Venancio en el 61, con casi media hora por delante, pero ya no volvería a moverse el marcador, y el Barça haría historia, conquistando la Copa por tercer año consecutivo.

Los prolongados éxitos barcelonistas traen aparejada su invitación a un prestigioso torneo que entonces se celebraba anualmente en Caracas, la capital venezolana. Se trata de la denominada «Pequeña Copa del Mundo», y en esa edición se enfrentarán al Barça una selección local y los potentes cuadros de «la» Roma y el Corinthians brasileño. Lamentablemente los azulgranas no van  a mostrarse  a su altura habitual, tal vez por el cansancio acumulado en toda la temporada, y de ese modo su participación, que tuvo lugar entre los días 16 de julio y 1 de agosto de 1953, arrojará un muy discreto balance de cuatro derrotas y tan sólo dos victorias. También se habló por entonces de cierta «relajación» de los jugadores desplazados a Sudamérica…

Daucik2021953-54: UN AÑO SIN TÍTULOS, Y ADIOS A CAN BARÇA

La cuarta temporada de Daucik como técnico barcelonista, todo un récord desde los ya muy lejanos tiempos del inglés Jack Greenwell (1917-1923), cuando el fútbol español no era aun profesional, la encara el club azulgrana con los siguientes efectivos humanos: Ramallets, Velasco, Goicolea, Caldentey, Seguer, Biosca, Brugué, Segarra, Gracia, Gonzalvo III, Bosch, Maristany, Flotats, Basora, Tejada, Kubala, Aloy, Aldecoa, Hanke, César, Vila, Moreno, Manchón y Duró. Causan baja Roselló, Martín, Curta, Escudero y Boada, mientras que se incorpora el arquero del Real Valladolid Goicolea, así como los canteranos Tejada y Duró. La Liga va a comenzar en pleno «Caso Di Stefano», pretendido por Barça y Real Madrid, y su desenlace marcará profundamente el rumbo futuro de ambos clubes, teniendo también una gran repercusión sobre el devenir institucional de la entidad blaugrana, pues el presidente Martí Carreto dimitirá, y se convocarán elecciones para noviembre de 1953, que aprovechando un vacío legal se van a celebrar por sufragio universal de los socios varones y mayores de edad (algo insólito en la España de entonces), logrando la victoria el joven candidato – de tan sólo 35 años de edad – Francesc Miró-Sans sobre el veterano Amat Casajuana, y llevando como bandera electoral la construcción de un nuevo campo, un ambicioso proyecto que se materializaría en septiembre de 1957 con la inauguración del «Camp Nou».

La Liga 53-54 da comienzo el 13 de septiembre de 1953, y con muy buenas vibraciones para el Barça, ya que se impone a domicilio a la Real Sociedad en «Atocha» por 0 a 3, con dos goles de un Kubala que parece haber vuelto por sus fueros tras la grave enfermedad pulmonar que sufriese la temporada anterior. Azulgranas y merengues van a ir turnándose en el liderato durante las primeras jornadas, hasta llegar a la fecha séptima, el domingo 25 de octubre de 1953, que coincide con la renuncia barcelonista a todo posible derecho sobre Di Stefano, que ya había debutado en las filas del Real Madrid en la tercera jornada, y que en esta realiza un gran encuentro frente al que pudo ser su equipo (y el club que le trajo a España, tras su «exilio» deportivo en Colombia). Por 5 a 0 se imponen los blancos en «Chamartín», y el «Efecto Di Stefano» comienza ya a hacerse patente.

El Real Madrid continuará al frente de la clasificación, seguido de cerca por el Barça. Al llegar al ecuador de la competición los madridistas son primeros, con 23 puntos, seguidos por el Sevilla con 20 y el Barça con 19 (empatado con Athletic de Bilbao y un sorprendente Racing de Santander). La distancia entre ambos va a ir estrechándose (en la jornada decimoséptima es de sólo 2 puntos), a la espera de que los blancos rindan visita a «Les Corts». Pero en la jornada número 20 el Barça consigue alcanzar a su gran rival, y ponerse incluso por delante gracias a su mejor cociente general de goles (con ambos empatados a 28 puntos). Al domingo siguiente cambian las tornas, pues mientras que el Madrid se impone al Sevilla en «Chamartín» por un corto pero suficiente 1 a 0, el Barcelona va a caer derrotado en «Mestalla», ante el Valencia y por idéntico resultado.

Llega por fin el encuentro tan esperado, esta vez en la Ciudad Condal. El Barça parte con dos puntos de desventaja, y también se antoja muy difícil que pueda igualar o superar el marcador de la primera vuelta, aquel concluyente 5 a 0. Pero está a punto de conseguido, aunque se va a quedar a un solo gol de igualar su tanteo particular con el Real Madrid. Que fue paradójicamente el equipo que se puso por delante, por mediación del inevitable don Alfredo, aunque el Barça conseguirá empatar antes del descanso gracias al joven Tejada, y la segunda parte ya será suya por entero, añadiendo otros cuatro goles a su cuenta, obra de Tejada, César, Moreno y Manchón. Las crónicas de la época nos hablan también del estrecho y excelente marcaje que el menudo pero rapidísimo Flotats realizó sobre la «Saeta Rubia», anulando por completo a la estrella merengue.

Real Madrid y Barça están ya empatados a puntos, aunque los de la Capital cuentan con la ventaja del «goal average» particular. Pero esa situación tan sólo va a durar una semana, porque mientras que los azulgranas pinchan ante Osasuna en su visita a «San Juán», doblando la rodilla por 1 a 0 frente los navarros, los madrileños se imponen en el derbi frente al Atlético por la mínima (2 a 1), con dos tantos de Di Stefano. Y esa ventaja de dos puntos va a incrementarse a cuatro tras la jornada número 25, con la derrota del Barça en Santander  (4-3), y la goleada del Real Madrid sobre el Jaén (6 a 0). Sin embargo la cabeza de la tabla volverá a estrecharse a la semana siguiente, cuando los merengues pierdan en Valladolid un partido que ya parecían tener ganado a un cuarto de hora de su finalización (4 a 3 también), y los catalanes destrocen al Oviedo en «Les Corts» con un inapelable 9 a 0.

Llega la jornada 27, y la ventaja madridista aumenta de nuevo a cuatro puntos, porque mientras el Barça cae ante el Deportivo de La Coruña en su visita a «Riazor» (1 a 0), los blancos se deshacen con facilidad del Sporting de Gijón, goleándole por 4 a 0 (con tres dianas de Di Stefano) y enviando a los asturianos a Segunda División. Pero una vez más, siete días después, el que juega fuera falla, y el que lo hace en su casa no perdona. Ahora le toca al Real Madrid  salir derrotado de su visita a «Balaídos» (1 a 0 frente al Celta), y al Barça superar sin muchos apuros al Sevilla en «Les Corts», por 4 a 1. Quedan dos jornadas por disputarse, y el título está todavía por decidir, aunque la ventaja del cuadro madridista – dirigido por un ilustre «ex» del Barça, el uruguayo Enrique Fernández – parece clara, dependiendo únicamente de sí mismo. Los blancos reciben en «Chamartín» al Valencia y después se desplazarán a «Sarriá», para vérselas con el Español, mientras que los blaugranas recibirán precisamente a los pericos, y finalizarán el campeonato rindiendo visita a un Atlético de Madrid muy venido a menos esa temporada.

Y el suspense va a durar poco, porque la sorprendente derrota – y por goleada: 1 a 4 –  del Barça en «Les Corts» ante los blanquiazules, tras un partido calamitoso, le brinda en bandeja de plata su tercer título de Liga al Real Madrid, el primero desde 1933, veinte años atrás, pues los merengues no desaprovechan la ocasión, y derrotan claramente al Valencia por 4 goles a 0, tres de ellos obra de Alfredo Di Stefano, que al final va a proclamarse máximo realizador del Campeonato con 29 tantos, aventajando a Kubala en seis dianas. La última jornada ya es meramente anecdótica, y ambos equipos caen derrotados en sus respectivos desplazamientos a «Sarriá» y el «Metropolitano». El balance final del Barça en esta reñida competición no es demasiado bueno, pese al subcampeonato. Tan sólo va a conseguir 36 puntos y 6 positivos, que se desglosan en 16 victorias, 4 empates y 10 derrotas, demasiadas para un club de su categoría. Va a marcar 73 goles, una cifra discreta comparada con las de las últimas temporadas, encajando 39.

Y llega la Copa, con la posibilidad de resarcirse del fiasco liguero. Para este torneo el Barça va a reforzarse con dos jugadores, el jovencísimo Luisito Suárez, procedente del Deportivo de La Coruña (club del que se ficha también al uruguayo Dagoberto Moll, aunque este no puede jugar la Copa por su condición de extranjero, dado que la normativa entonces vigente lo prohibía), y el delantero del Real Oviedo Esteban Areta. Y precisamente en octavos se enfrentan Barça y Deportivo. Victoria contundente de los azulgranas en «Les Corts», por 4 a 0, pero un buen susto en «Riazor», donde los gallegos se imponen por 3 a 0 y están a punto de igualar la eliminatoria.

La siguiente ronda, cuartos de final, enfrenta de nuevo a los dos grandes clásicos  del «Torneo del KO», Barça y Athletic de Bilbao. En la Ciudad Condal vencen los catalanes por 4 a 2, y consiguen su pase a semifinales en «San Mamés», donde se produce un empate a un gol, en el transcurso de un partido marcado por la gravísima lesión de rodilla sufrida por Kubala, que le mantendrá en el dique seco durante varios meses, y que de algún modo va a significar el inicio de un largo y casi imperceptible declive. En semifinales va a vivirse un emocionante duelo en la cumbre Barça-Real Madrid, en el que los de Daucik van a tomarse la revancha de la derrota en Liga. Vencen los blancos por 1 a 0 en «Chamartín», – sin el concurso de Di Stefano, que tampoco podía alinearse por la citada normativa sobre jugadores extranjeros –  y caen en «Les Corts» por 3 a 1, con dos tantos del veterano César.

La final, repetición de la de 1952, va a enfrentar en el flamante coliseo madridista, recientemente concluido, a Barça – que la afronta por cuarto año consecutivo, habiendo ganado las tres anteriores – y Valencia. Tiene lugar el 20 de junio de 1954, y a las órdenes del árbitro señor González Echevarría, del Colegio Guipuzcoano, ambos equipos saltan al césped con las siguientes formaciones: por los azulgranas, Velasco – Ramallets fue aquella tarde suplente -; Seguer, Biosca, Segarra; Flotats, Bosch; Basora, Suárez, César, Moreno y Manchón, y por los levantinos, entrenados por el mítico Jacinto Quincoces, Quique; Quincoces II, Monzó, Sócrates; Pasieguito, Puchades; Mañó, Fuertes, Badenes, Buqué y Seguí. Está ausente también la gran estrella valencianista, el delantero holandés Faas Wilkes, por los motivos ya mencionados.

El Valencia va a imponerse, contra todo pronóstico pero con claridad, merced a un concluyente 3 a 0, con tantos marcados por Fuertes y el ex-azulgrana Badenes, este en dos ocasiones. En su momento se habló de un posible «plante» de los jugadores barcelonistas contra Daucik, pero eso es algo imposible de probar, y que pertenece a la eterna leyenda que se teje en torno al fútbol. Lo cierto es que los «Chés», que contaban también con un magnífico equipo a pesar de la baja ya comentada, cuajaron un gran partido, y borraron por completo a un Barça que sin Kubala perdía bastantes enteros, con un Suárez todavía demasiado tierno, un César ya muy veterano, y un Basora que tampoco atravesaba por sus mejores momentos.

Pero llegados a ese punto, la directiva presidida por Miró-Sans considerará que ya se había cerrado un ciclo triunfal (aunque de hecho era el primer año de Daucik sin conquistar al menos un título), y que era conveniente entregar la responsabilidad de la dirección del equipo a un nuevo técnico, alguien que pudiera insuflarle nuevos aires. El elegido va a ser el italiano Sandro Puppo, a la sazón seleccionador de Turquía, que había eliminado sorprendentemente a España en la fase de clasificación para el Mundial de Suiza, aunque con la inestimable ayuda de un muchacho italiano, el famoso «bambino», quien tras finalizar en tablas el partido de desempate celebrado en el Estadio Olímpico de Roma, había extraído la papeleta de los otomanos, facilitándoles el pasaporte para tierras helvéticas.

UNA LARGA TRAYECTORIA PROFESIONAL ( 1954-1977 )

El Athletic de Bilbao (entonces oficialmente «Atlético») llevaba cuatro temporadas de sequía, desde su último triunfo en la Copa del Generalísimo de 1950 ante el Real Valladolid (4-1), y sus rectores pensaron que nadie mejor que Daucik para revertir esa situación. Ya en «San Mamés», el técnico eslovaco va a ir «jubilando» paulatinamente a la mítica delantera de los Iriondo, Venancio, Zarra y Panizo, conservando únicamente al veterano «Piru» Gaínza como gran referencia de un pasado glorioso, y promoviendo a las filas del primer equipo a toda una nueva generación de «leones»

Los frutos comenzarán a cosecharse muy pronto. En esa temporada 1954-55 el Athletic es tercero en la Liga, y se alza con el título de Copa, tras eliminar al propio Barça (venciendo en «Les Corts», en un partido donde se produjo el hecho insólito de que el gran especialista Kubala fallase un penalti, desviado a córner por Carmelo), y derrotar en la final al Sevilla, entrenado por Helenio Herrera, merced a un solitario gol marcado por el joven Uribe. Y en el curso siguiente, el 55-56, los rojiblancos, superando al Barça y a un Real Madrid que, con Di Stefano en sus filas, había ganado los últimos dos Campeonatos de la Regularidad y que en esa misma campaña conquistaría la primera Copa de Europa, se alzan con el «doblete» (algo que no conseguían desde 1943), tras un emocionante pulso liguero con los azulgranas, y venciendo al Atlético de Madrid en la final copera (3 a 1), con una alineación que todo el mundo se sabía de carrerilla: Carmelo; Orúe, Garay, Canito; Mauri, Maguregui; Arteche, Marcaida, Arieta, Uribe y Gainza.

La victoria en Liga da derecho a los bilbaínos a tomar parte en la II edición de la Copa de Europa, donde eliminan al Oporto portugués y al Honved húngaro (en plena revuelta del país magiar), para caer  finalmente ante el Manchester United, que un año más tarde sufrirá un terrible accidente de aviación en el aeropuerto de Munich, pereciendo varios de sus componentes. Y tal como había ocurrido antes en Barcelona, al parecer público y directiva no van a digerir bien un año sin títulos, y Daucik tendrá que abandonar el banquillo de «San Mamés», pero no sin antes dejar para la posteridad otra jugosa anécdota: haber alineado como extremo izquierda en sustitución de un lesionado Gaínza al guardameta internacional Carmelo Cedrún – aquel día portero suplente – , en el transcurso de un amistoso frente al Burnley inglés, lo cual le costará no pocas críticas. El experimento, lógicamente, no se volvería a repetir, pero a Daucik le cabe el mérito de haber forjado también una legendaria medular, la compuesta por Mauri y Maguregui, así como haber reconvertido a Jesús Garay en uno de los mejores centrales del mundo.

La siguiente etapa en su carrera profesional la cumplirá en el Estadio «Metropolitano», dirigiendo al otro Atlético, el de Madrid. No obtendrá títulos con él, pero le llevará hasta el subcampeonato liguero en la temporada 57-58, lo cual le va a brindar también la posibilidad de disputar la Copa de Europa en la campaña siguiente – al resultar ese año el Real Madrid campeón en ambas competiciones – , llegando hasta las semifinales, donde los «colchoneros» serán eliminados por los intratables  «merengues» tras un partido de desempate en Zaragoza, en el flamante recinto de «La Romareda». Allí también pondrá en liza una excelente y casi juvenil línea media, la formada por el antequerano Chuzo y el húngaro Peter Ilku, un jugador realmente desafortunado, malogrado por un gravísimo accidente de tráfico cuando se encontraba en su mejor momento. El Atlético de Madrid de Daucik, con jugadores de la talla de Rivilla, Calleja, Alvarito, Mendonça, Adelardo, Vavá, Peiró o Enrique Collar, sentará las bases para la escuadra triunfante de principios de los años 60 (ganadora de las Copas del Generalísimo de 1960 y 1961, y de la «Recopa» de 1962). Sin embargo va a ser destituido a principios de la temporada 59-60, tras el sexto encuentro de Liga, y se marchará al vecino país, a dirigir al Oporto.

No obstante regresa a España al año siguiente, para hacerse cargo de la preparación del Real Betis Balompié, que había retornado a la élite del fútbol español un par de años antes, después de una prolongada «travesía del desierto» que había durado tres largos lustros. Con el industrial gallego Benito Villamarín dirigiendo los destinos del club verdiblanco, Daucik va a consolidarlo en Primera División. Allí tendrá a sus órdenes a su propio hijo, el altísimo y prometedor Yanko (que terminaría fichando por el Real Madrid), y junto al que trabajará en algunos clubes más, así como también a un par de delanteros que pronto serían figuras: Luís Aragonés y Fernando Ansola.

Reemplazado nuevamente durante la campaña 62-63 (en la décima jornada), se tomará una especie de año sabático hasta ser contratado por un Real Murcia recién ascendido a Primera, también después de muchos años de transitar por la Categoría de Plata. Logrará la permanencia para los de «La Condomina», con una plantilla cuajada de ilustres veteranos: Marquitos, Alvarito, Dauder, Lalo, Miguel, Marsal, Merodio, Paz o Szalay….Su buen desempeño con los «pimentoneros» le llevará de nuevo a Sevilla, pero en esta ocasión a la «otra acera», al «Sánchez Pizjuán», para dirigir al conjunto blanco de la capital hispalense, un club que navegaba por la zona media de la clasificación, también muy alejado de sus mejores tiempos. No van a pasar demasiados apuros, y allí va a tener a sus órdenes a jugadores como Oliveros o Gallego, que inmediatamente firmará por el Barça, convirtiéndose en uno de los mejores centrales del Viejo Continente.

La temporada 65-66 Daucik va a afrontar un nuevo reto. Por primera vez en España toma las riendas de un equipo de Segunda División, la Sociedad Deportiva Indauchu, el simpático cuadro de barrio bilbaíno que militaba en el Grupo Norte. Lo hace en calidad de «director técnico» y por su amistad con el presidente del club. Va a dirigirlo durante casi toda la campaña, hasta la jornada 23, cuando es reclamado por el Real Zaragoza, uno de los primates de la División de Honor, al que va a dirigir en las últimas siete jornadas de Liga. Por sus manos, en las filas indauchutarras, pasará otra gran promesa, el delantero hispanoargentino (nacido en Sarandí, provincia de Buenos Aires) José Eulogio Gárate, también muy pronto militando en un grande, en este caso el Atlético de Madrid, aunque según contaba el propio Daucik en una entrevista concedida a la revista «RB» en junio de 1969, él mismo se lo ofreció al presidente blaugrana Enric Llaudet prácticamente «regalado»….

Instalado ahora a orillas del Ebro, dirige a los maños en lo que resta de temporada 65-66, y el equipo de los «Magníficos» resulta vencedor del Torneo del KO por segunda vez en su historia, derrotando al Athletic de Bilbao por 2 a 0, y clasificándose también para la final a doble partido de la Copa de Ciudades en Feria, que le enfrentaría al Barcelona, siendo aplazados ambos encuentros hasta comienzos de la temporada siguiente, debido a la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol en Inglaterra ese verano del 66.

El curso 66-67 lo consume íntegramente en Zaragoza, donde no consigue ganar la Copa de Ferias, tras traerse un excelente resultado del «Camp Nou» (0 a 1), por culpa de la gran noche del jovencito Lluís Pujol, autor de un «hat-trick» (2 a 4 en «La Romareda», favorable a los catalanes). En la Liga se clasifica en una decorosa quinta posición, pero en la Copa da la gran campanada al ser eliminado a las primeras de cambio por un Segunda, el Europa graciense, en partido de desempate disputado en Valencia. La mejor época de «los Magníficos» parece ya haber pasado…No se le renueva para la campaña siguiente, y otra vez se queda en expectativa de destino, hasta que a principios de 1968 se le va a brindar la oportunidad de salvar del descenso a un cuadro que ya parecía consolidado en Primera, el Elche. El conjunto de la ciudad de las palmeras había arrancado la temporada bajo la batuta de Alfredo Di Stefano, en el debut de la «Saeta Rubia» como técnico con una plantilla en la que figuraban futbolistas de la talla de Ballester, Canós, Lico, Llompart, Vavá o Asensi, pero al finalizar la primera vuelta del campeonato presenta unos números de lo más peligroso, ya que es colista con tan sólo 9 puntos y 5 negativos, con un balance de 3 partidos ganados, otros 3 empatados y 9 derrotas, únicamente 10 goles a favor y 24 en contra. Daucik se estrena en el banquillo ilicitano en la jornada 16, consiguiendo dos puntos de oro frente al Español en «Altabix» (1-0), y a partir de ahí su equipo iniciará una brillante escalada que le lleva a ser uno de los mejores conjuntos de la segunda ronda, consiguiendo 18 puntos más, que se desglosan en 8 victorias, 2 igualadas y solamente 5 derrotas, con 20 goles a su favor, y sólo 15 en contra. El Elche finaliza en undécima posición, con 27 puntos y 3 negativos, sin agobios.

Pero no se le renueva la confianza y el eslovaco decide coger las maletas e irse a hacer las Américas, enrolándose como entrenador del conjunto canadiense de los Toronto Falcons, que participa en la «North American Soccer League», torneo donde se encuentra con numerosos jugadores y técnicos españoles, entre ellos su cuñado Ladislao Kubala y el hijo de este, su sobrino Branko, amén de su propio vástago. De regreso en España  va a sustituir a Sabino Barinaga como responsable nuevamente de un Betis recién descendido donde brillan Rogelio y Quino, pero tampoco alcanzará a terminar la temporada. Sin embargo en la siguiente campaña, la 69-70, logrará otro de sus grandes éxitos al salvar a un casi desahuciado San Andrés, frenando en seco la caída libre de un club que parecía irse a Tercera sin remedio, mediante una segunda vuelta extraordinaria desde la jornada número 20. Su hijo Yanko le acompaña también en esta aventura.

Su buen hacer en la entidad andresense posibilitará que, sin tener que salir de Barcelona, se incorporé – nuevamente con Yanko de la mano – al RCD. Español, que acababa de recuperar la categoría. Lo va a mantener en Primera, y después se marchará al Cádiz, otra vez en Segunda, donde será uno de los cinco entrenadores que esa temporada 71-72 se turnarán en el banquillo del club más representativo de la «Tacita de Plata». Volverá a dirigir al San Andrés en un par de ocasiones más (1973-74 y 1976-77, temporada en la que el conjunto cuatribarrado desciende, poniendo así fin a su «edad de oro»), y también tendrá un paso por Tercera, dirigiendo al Levante UD en la campaña 74-75, contando con un delantero de auténtico lujo, el chileno Carlos Caszely, que de los «granotas» pasará al Español.

Con 67 años cumplidos se va a jubilar por fin de los banquillos, dejando tras de sí un registro fabuloso: 614 partidos dirigidos (la mayoría de ellos en Primera División) a lo largo de una carrera profesional de 27 años en nuestro país, con un balance de 285 victorias, 123 empates y 206 derrotas. Como técnico va a  conquistar 3  Campeonatos de Liga (1951-52, 1952-53 y 1955-56), 6 de Copa (1951, 1952, 1953, 1955, 1956 y 1966), una Copa Latina (1952) y dos Copas «Eva Duarte» (las correspondientes a las temporadas 51-52 y 52-53), erigiéndose, en resumen, como uno de los técnicos más laureados de la historia de nuestro fútbol. Va a fallecer el 14 de noviembre de 1986, a los 76 años de edad, en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, a consecuencia de una embolia cerebral.




Fernando Daucik, el técnico de las cinco copas (1950-1954). Primera parte

Daucik01Una teoría bastante extendida sostiene que el motivo que convenció a Kubala para fichar por el Barça en detrimento del Real Madrid, fue el hecho de que el club catalán accediese a contratar también a su cuñado Ferdinand Daucik como entrenador. Es posible, y también plausible, pero igualmente es preciso tener en cuenta que Daucik tampoco venía «de paquete», pues era ya un valor en sí mismo, y el Barça necesitaba entonces un técnico con garantías, tras la interinidad del animoso Ramón Llorens, que había sustituido provisionalmente, asesorado por Samitier, a un cuestionado Enrique Fernández.

Y es que Daucik no era precisamente un don nadie… Su equipo de «apátridas», el Hungaria, jugaba muy bien, y mostraba unas hechuras técnicas insólitas en nuestros lares, donde los aficionados todavía estaban boquiabiertos recordando la mítica gira del San Lorenzo de Almagro en el invierno 46-47, en pleno aislamiento español, tanto político como deportivo. «Don Fernando» era un magnífico representante de la rica escuela de fútbol centroeuropea, que entonces gozaba de un gran prestigio, pues Austria y Checoeslovaquia habían vivido un gran momento en la década de los 30, únicamente abortado por la Segunda Guerra Mundial, siendo saludadas como auténticas potencias, mientras que Hungría, ahora bajo su nueva administración comunista, lo iba a ser en la primera mitad de los años 50.

Daucik era un «zorro plateado». Apenas tenía 40 años, pero su creciente mechón de pelo blanco le hacía aparentar bastantes más. Y a sus innegables conocimientos técnicos y tácticos, iba a unir ahora una excelente plantilla a sus órdenes. Una plantilla donde figuraban talentos ya contrastados como Ramallets, Seguer, Gonzalvo III, Basora, Cesar o los argentinos Marcos Aurelio y Nicolau, al lado de jóvenes con un gran futuro por delante -Biosca, Segarra o Manchón -, y con su propio cuñado Laszi Kubala como gran estrella, aunque la suspensión federativa emanada de los organismos internacionales le dejaría fuera de juego durante toda la Liga 50-51. Además, Daucik no tardaría en promocionar a otros notables jugadores surgidos de la fértil cantera catalana  (Brugué, Aloy, Vila, Bosch, Gracia o Tejada), incorporando también a fichajes interesantes («Cheché» Martín, debutante en la malhadada Copa del 50, el internacional Aldecoa, el aragonés Moreno, el españolista  Flotats o el checoslovaco Hanke). Todos ellos van a configurar una plantilla de ensueño, un verdadero «Dream Team», mucho antes de que se acuñase la expresión, que dominará el fútbol español con autoridad durante dos temporadas, ganándolo todo, hasta que reaparezca el Real Madrid de la mano de Alfredo Di Stefano.

Al igual que todos los grandes técnicos, Daucik aportaba novedades, unas positivas, otras no tanto…Entre las segundas estaría la innovadora táctica del fuera de juego, que puso en práctica en un partido intrascendente para la clasificación final, pero que no dejaba de ser un «derbi». Aquel Español-Barça disputado en «Sarriá» la tarde del 15 de abril de 1951, pasaría a la historia como la victoria más amplia de los «pericos» sobre sus eternos rivales , desconcertados y pillados por sorpresa con el dichoso «off-side» («orsay», para los castizos). Resultado: 6 a 0

Pero el fiasco no volvería a repetirse, al menos por esa misma causa. Y Daucik iba a brillar poco después gracias a otra de sus genialidades, la osadía de hacer debutar a un joven Andreu Bosch, con 20 sólo años, precisamente en otro «derbi», y conseguir que le saliese bien el experimento, tanto,  que el chico se convertiría inmediatamente en titular y un fijo en las alineaciones, y llegaría pronto a internacional, cuando ser internacional era verdaderamente difícil, pues se disputaban muchos menos partidos entre selecciones que ahora, y no se estilaba la posibilidad de efectuar cambios.

Y luego estaba aquella  otra característica de la que Daucik -que tenía la dosis suficiente de egolatría para triunfar en un negocio tan complicado y competitivo como este- siempre se vanagloriaba: la agudeza y el instinto para cambiar de sitio a un jugador, y sacar de él lo máximo en su nueva demarcación. En el Barça eso ocurriría, sin ir más lejos,  con el canterano Sigfrid Gracia, al que hizo debutar como extremo izquierdo, para  posteriormente  revelarse como un magnífico lateral zurdo (en esa gran tradición de los «3» del Barça, que seguirían los Eladio, Julio Alberto, Sergi Barjuán,  o el actual Jordi Alba), aunque cuando el de Gavá se hizo con el puesto, Daucik ya no ocupaba el banquillo de «Les Corts», y sí el de «San Mamés», donde daría rienda suelta a sus veleidades experimentales

FUTBOLISTA DE ÉLITE

Ferdinand Daucik vino al mundo en la localidad de Sahy, el 30 de mayo de 1910. Sahy era una pequeña población situada en el sur de Eslovaquia, perteneciente entonces al Imperio Austrohúngaro. En la actualidad cuenta con algo más de 8000 habitantes, muchos de ellos de origen magiar, puesto que se encuentra muy cerca de la frontera con Hungría, más cercana a Budapest que a Bratislava. Fue el sexto de ocho hermanos (cuatro varones y cuatro mujeres, una de las cuales, Ana Viola, conocida familiarmente como «Ibi», contraería matrimonio con Ladislao Kubala). Su padre y sus tres hermanos mayores practicaban el fútbol, y le transmitieron su afición por ese deporte. En vísperas de la Primera Guerra Mundial ya tenía auténticas pelotas de cuero, traídas por su progenitor de Viena o Budapest, a dónde le llevaban sus negocios. Apenas levantaba dos palmos del suelo, y ya el balón era su juguete favorito. Sus vecinos, al verle pasar, solían preguntarle: «¿Pelota, dónde vas con el niño?»

Va a comenzar a jugar en un conjunto local, el FK. Slovan Sahy, pasando más tarde al KFC. Majorka Komarno. En 1928, con tan solo 18 años, ficha por el Slovan de Bratislava, donde permanecería por espacio de cinco temporadas, pasando a continuación al SK. Slavia de Praga, el que sin duda era entonces el mejor equipo de Checoeslovaquia, el nuevo país surgido tras la derrota en la Gran Guerra de las Potencias Centrales, y el desmembramiento del Imperio de los Habsburgo. Con el club de la estrella roja de cinco puntas estuvo entre 1933 y 1942. Como futbolista,  Daucik se inició en el ataque, ocupando preferentemente la demarcación de extremo izquierda, pero más adelante se convirtió en un gran defensa lateral, e incluso central, según la novedosa «WM». Con el Slavia va a conquistar 4 ligas checoslovacas, y será también internacional en numerosas ocasiones, tomando parte en los Campeonatos Mundiales de 1934 y 1938. Ya veterano, en 1942 y en plena Segunda Guerra Mundial, defenderá asimismo la camiseta de su país de origen, Eslovaquia, que va a tener una breve existencia como nación teóricamente independiente tras la anexión al Reich de la zona de los Sudetes, habitada mayoritariamente por población de lengua alemana, la ocupación del resto de Checoeslovaquia por los Nazis, y su posterior partición en dos entidades: el Protectorado de Bohemia y Moravia, y el Estado títere de Eslovaquia, al frente del cual se situará como presidente un sacerdote católico, Monseñor Josef Tiso (1887-1947), que sería ejecutado al finalizar la contienda a causa de su colaboración con el Tercer Reich.

UN MAESTRO EN EL BANQUILLO

Su carrera como entrenador comienza en 1942, dirigiendo al Slovan de Bratislava. Va a ser seleccionador eslovaco a continuación, hasta 1944, y una vez finalizado el conflicto será también el responsable del combinado de la nuevamente unificada Checoeslovaquia, hasta que problemas de índole política con las flamantes autoridades comunistas, que se habían hecho con el control absoluto en Praga a principios de 1948, le impulsen a abandonar el país. Es entonces cuando se crea el Hungaria, un equipo formado por futbolistas procedentes de países que habían quedado al otro lado del «Telón de Acero»: checoslovacos, húngaros, rumanos o yugoeslavos. Tomó ese nombre debido a que la mayoría de sus componentes eran de origen magiar.

El Hungaria se formó en Italia, donde sus miembros se establecieron  como refugiados. Forzados por la imperiosa necesidad de sobrevivir, decidieron  sacar algo de provecho de sus habilidades, alquilándose allá dónde quisieran verles jugar. Debido a su huida, estos deportistas habían sido sancionados por la FIFA, y no podían tomar parte en competiciones oficiales, pero sí en partidos amistosos. En 1950 el equipo va a ser contratado para disputar varios partidos en España, contra clubes de Primera División y la propia Selección Nacional, que se preparaba para tomar parte en el Campeonato del Mundo que se celebraría en Brasil, tras doce años de parón como consecuencia de la guerra. Según declaraciones del propio Daucik, «aquel equipo convenció por su juego, sistema y poderío», y en sus filas destacaba su  cuñado, Ladislao Kubala. El Real Madrid, que entonces atravesaba por una fase bastante gris, va a interesarse por ambos -según al propio Daucik-, pero finalmente no van a llegar a un acuerdo, y el astuto Pep Samitier, secretario técnico blaugrana, conseguirá llevarse a los dos al Barcelona, que tampoco pasaba precisamente por su mejor momento. Seguramente a los dirigentes «culés» les seducía más el rubio futbolista que aquel técnico que a sus 40 años lucía ya una canosa cabellera, pero Daucik también les solucionaba la papeleta de un banquillo vacío, aparte de ser un técnico de contrastada valía y gran prestigio.

El fichaje de la pareja centroeuropea va a tener lugar en junio de 1950, pero Laszi no podrá alinearse en competición oficial con el Barça hasta abril del año siguiente, ya en el torneo de Copa de 1951, debido a los problemas burocráticos inherentes a su suspensión por la FIFA, al haber huido de Hungría, donde tampoco hacía muy buenas migas con las nuevas autoridades comunistas. Daucik, por el contrario, tomará inmediatamente las riendas deportivas del equipo. El Barça había quedado quinto en la Liga anterior, la 49-50, siendo escandalosamente eliminado de la Copa por un club de segunda División, el Racing de Santander. En «Les Corts» va a encontrarse con la siguiente plantilla a sus órdenes: Ramallets, Velasco, Martín, Curta, Calvet, Segarra, Biosca, Gonzalvo III, Szegedi, Basora, Marcos Aurelio, Cesar, Aloy, Nicolau, Seguer, Manchón, Escudero, Vila Escuer, Torra, Peiró, Tejedor y Canal, más al suspendido Kubala, al que sólo va a poder utilizar en encuentros amistosos.

TEMPORADA 1950-51: RECUPERACIÓN

El Campeonato Nacional de Liga de la temporada 1950-51 arranca el 10 de septiembre de 1950 en «Les Corts». El Barça derrota contundentemente a la Real Sociedad por 8 a 2, con cuatro tantos de Cesar y el siguiente equipo: Ramallets; Calvet, Curta, Martín; Gonzalvo III, Szegedi; Basora, Marcos Aurelio, César, Aloy y Nicolau. En la segunda jornada cae ante el Atlético de Madrid en el «Metropolitano» por un resultado de escándalo, 6 a 4, y en la tercera le endosa un histórico 7 a 2 al Real Madrid en la Ciudad Condal, con tres dianas del argentino Nicolau, para volver a tropezar sorprendentemente en Murcia al domingo siguiente, donde los pimentoneros le superan por 3 a 2.

La irregularidad va a ser la tónica azulgrana en esta campaña, en la que desde muy pronto el equipo se descolgará de los puestos de cabeza, primero liderados por el Real Valladolid, y más tarde por el Sevilla y el Atlético de Madrid, que a la postre serán los dos equipos que se van a jugar el campeonato en la última jornada. Tan sólo en el postrer tramo liguero el Barça se acercará a esas posiciones de cabeza, colocándose únicamente a 2 puntos del líder, el conjunto «colchonero»,  en la fecha 24, pero una derrota en «Nervión» frente al Sevlla, en la jornada número 28, significará su adiós matemático a toda aspiración. Y al domingo siguiente, 15 de abril de 1951, encajará su peor derrota ante el rival ciudadano, el RCD. Español, en el famoso partido en el que Daucik tuvo la «genialidad» ya mencionada de alinear al defensa Calvet como delantero centro (aunque en un reciente partido frente al Málaga había anotado un par de goles), y poner en práctica la táctica del fuera de juego, dispositivo aun no perfeccionado, y que les brindó a los delanteros blanquizales la posibilidad de golear a su histórico contrincante, poniendo en el marcador del viejo «Sarriá», unos guarismos infamantes: 6 a 0. Al final el Barça va a clasificarse en cuarto puesto en aquel torneo, el primero disputado por 16 equipos. Su balance fue de 16 victorias, 3 empates y 11 derrotas, con 83 goles a favor y 61 en contra, una cifra bastante elevada, logrando 35 puntos y 5 positivos.

Sin embargo las cosas van a ser muy diferentes en la Copa, para la cual el Barça va a contar con dos importantes refuerzos: el internacional vasco -y antiguo «niño de la Guerra»- Emilio Aldecoa, procedente del Real Valladolid, y sobre todo el concurso de Ladislao Kubala, una vez superados ya todos los obstáculos burocráticos que se oponían a su participación en encuentros oficiales. Laszi va a debutar  en «Nervión» frente al Sevilla, y el Barça va a poner ya en franquicia la eliminatoria al vencer en el terreno hispalense por 1 a 2, con sendos tantos de Nicolau, refrendando su clasificación en «Les Corts», donde bate ampliamente a los andaluces por 3 a 0, marcando Kubala su primer gol como azulgrana al transformar un penalti con su insólita técnica, claro precedente de la célebre «paradinha.

La siguiente eliminatoria parece bastante más sencilla sobre el papel, pues el rival es el Atlético de Tetuán, recién ascendido aquella misma temporada a Primera División. En la ciudad norteafricana -entonces aun perteneciente a España- todo va a quedar ya visto para sentencia, al triunfar el Barça por 1 a 3, y en el encuentro de vuelta celebrado en «Les Corts» los blaugranas triunfan de nuevo holgadamente, 4 a 1, con el primer «hat-trick» de Kubala como jugador barcelonista. Sin embargo, en las semifinales ya espera un auténtico «hueso», el Athletic de Bilbao, entonces vigente campeón de Copa, y el equipo con mejor palmarés en el «Torneo del KO», con su mítica delantera compuesta por Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza.

En Barcelona los «leones» van a conseguir un excelente resultado, 0 a 0, que les hace concebir grandes esperanzas de proclamarse finalistas ante su propio público en «San Mamés». Llevados por el entusiasmo y la euforia, incluso sus incondicionales van a encargar miles de corbatas con los colores rojiblancos, para lucirlas en una final que se antojaba al alcance de la mano. Pero va a salirles el tiro por la culata, puesto que los azulgranas les dejarán con un palmo de narices -y con las corbatas de regreso al almacén- , al batirles por 1 a 2, con tantos de Nicolau y César. Nueve años después de su última experiencia, el Barça vuelve a clasificarse para el partido decisivo, el que puede coronarle nuevamente como Campeón de España.

El contrincante, teóricamente, tampoco es como para meter mucho miedo: la Real Sociedad de San Sebastián, la misma a la que derrotara el conjunto catalán en la mítica y épica final por triplicado de 1928, en Santander. Los donostiarras cuentan con un buen equipo, en cuyas filas destacan jugadores como Ignacio Eizaguirre, Ontoria, Epi, Barinaga o Alsúa II, dirigidos desde la banda por Benito Díaz, el «Tío Benito». Y efectivamente el partido, disputado en Madrid el 27 de mayo de 1951,  va a discurrir por los cauces esperados, y el Barça vencerá con relativa facilidad por 3 goles a 0, marcados por César  (en dos ocasiones) y Gonzalvo III. Este fue el once campeón, con la notable ausencia de Basora, lesionado en la semifinal: Ramallets (sustituido por  Velasco en el minuto 87); Calvet, Biosca, Segarra; Gonzalvo III, Martín; Seguer, Kubala, César, Aldecoa y Nicolau.

Bajo la sabia batuta de Daucik, el Barça había vuelto a obtener un título -el décimo de su historial copero- , y con Kubala en sus filas, bien secundado por Ramallets, Gonzalvo III, Basora o César, y jóvenes tan prometedores como Biosca, Segarra o Manchón, el club parece haber retornado a la senda de los triunfos. Buen balance, pues, en este primer año del eslovaco  como técnico del conjunto catalán.

1951-52: UNA TEMPORADA PARA ENMARCAR

Para el curso 51-52 se van a producir algunas novedades en la plantilla barcelonista. Causan baja el veterano defensa Curta, Marcos Aurelio, Canal y Peiró, mientras que se incorporan el aragonés Tomás Hernández Burillo conocido futbolísticamente como «Moreno», procedente de la S.D.  Huesca, y los catalanes Bosch, Brugué, Ferrer y Vila Soler. El debut liguero se produce el 9 de septiembre de 1951, nada menos que con un Español-Barça en «Sarriá», aun bajo el recuerdo de la goleada de hacía sólo cinco meses. En esta ocasión el marcador seguirá siendo esquivo para los colores azulgranas, pero tan sólo reflejará un tanto, el conseguido por el españolista Celma al transformar un máximo castigo. Estos fueron los once hombres que puso en liza Daucik para el primer compromiso oficial de la nueva campaña: Ramallets; Calvet, Biosca, Segarra; Gonzalvo III, Martín; Basora, César, Kubala, Tejedor y Nicolau.

Los primeros partidos no se van a desarrollar de forma brillante, con un Barça muy irregular, que vence por la mínima en «Les Corts» al Athletic de Bilbao (1-0), empata a uno en el «Metropolitano» con el vigente campeón, pero cae en su propio feudo ante un buen Valencia (1 a 3), que encabeza la clasificación. Luego el liderato pasará a manos del Atlético de Madrid, pero el Barça continúa dando una de cal y otra de arena, hasta el extremo de que al finalizar la séptima jornada, tras caer derrotado en «El Molinón» por el Sporting de Gijón, los pupilos de Daucik se encuentran en décimo lugar, a nada menos que siete puntos de los «colchoneros», que encabezan la tabla.

Pero a partir de dicho momento, los azulgranas comenzarán a remontar posiciones, aumentando sensiblemente su producción goleadora de la mano de un inspirado Kubala, que cuenta sus partidos por verdaderas exhibiciones de un fútbol nunca visto hasta entonces en nuestras latitudes, con un alarde de técnica y fortaleza física sin precedentes (ante el Celta, por ejemplo, conseguirá marcar cinco goles). La primera vuelta finaliza con los catalanes en cuarta posición, a tan sólo un punto del equipo que entonces lideraba la tabla, el Athletic de Bilbao. En el primer encuentro de la segunda ronda, con el Español como visitante en «Les Corts», Daucik va a dar otro de sus golpes de efecto, propiciando el debut del joven medio volante Andreu Bosch, con tan sólo 20 años. El muchacho, en quien el técnico eslovaco tenía plena confianza, no le va a decepcionar, convirtiéndose desde entonces en titular indiscutible.

Al domingo siguiente el Barça alcanza el liderato tras derrotar claramente al Athletic de Bilbao en el propio «San Mames» (0 a 3), aunque empatado a puntos con el Real Madrid. Lo perderá una semana más tarde, pero ya no se despegará de la cabeza. En la jornada 22 aplasta al Sporting de Gijón en «Les Corts» por 9 a 0, con un registro espectacular de Kubala: siete goles. En la siguiente se encarama de nuevo a la primera posición, tras empatar en «Riazor» con el Deportivo de La Coruña, y en la 25 recibe en la Ciudad Condal al Real Madrid, en un partido que puede decidir el título. Como de hecho así sucedió. Una gran tarde realizadora del veterano César (3 goles y una asistencia) hacen morder el polvo a los blancos, y el Barça se afianza en la clasificación, aunque no logra igualar el «goal average» particular con el cuadro merengue, que le había vencido en la primera vuelta por 5 a 1.

Los de Daucik abren ya brecha siete días más tarde, con su triunfo en «Balaídos» (1 a 2), aventajando en dos puntos a los de Chamartín y en tres a los «colchoneros». Una nueva goleada -7-0 en «Les Corts» al Racing de Santander- deja a los blancos ya a tres puntos, aunque el tropiezo en «Nervión» ante el Sevilla (3 a 0), sitúa ahora a un nuevo pretendiente al trono liguero, el Athletic de Bilbao, a 2 puntos. Pero en la jornada 29 el Barça va a proclamarse ya matemáticamente como nuevo campeón – su quinto entorchado -, al hacerle otro «siete» a la Unión Deportiva Las palmas. Y en la última fecha, se pasea triunfalmente a domicilio en Tetuán, derrotando a los norteafricanos por 2 a 5.

En total, los nuevos campeones han conseguido 43 puntos y 13 positivos, dejando al Athletic de Bilbao, segundo, a tres puntos. El balance es excelente: 19 victorias, 5 empates y 6 derrotas, con la friolera de 92 goles a favor ( a una media de 3 dianas por partido ), y encajando solamente 43 tantos. Pero este triunfo, con ser importante, sólo será el primero de una campaña gloriosa como no se conocía hasta entonces, que tan sólo podrá ser superada casi sesenta años más tarde, en la primera temporada de Pep Guardiola como técnico blaugrana

Tras la Liga, llega en seguida la Copa del Generalísimo, con un adversario de cuidado en octavos, el Atlético de Madrid. Pero sólo lo va a ser teóricamente, puesto que la superioridad blaugrana resultará aplastante: 2 a 4 en  la capital, y 5 a 1 en Barcelona. El siguiente en pasar por el aro será el modesto Málaga, que en la Costa del Sol ya resulta ejecutado con un 0 a 7 sin paliativos, refrendado a continuación por un amplio 6-1 en «Les Corts». El Valladolid, ya en semifinales, tampoco parece un obstáculo insalvable. Sale goleado en su visita a Barcelona, 5-0, aunque pone su honor a buen recaudo en «Zorrilla», al doblegar a los blaugranas por un insuficiente 3 a 1.

La final, celebrada en el nuevo estadio del Real Madrid (un escenario que estaba ya haciéndose habitual),  el 25 de mayo de 1952, enfrenta a los dos grandes conjuntos de la zona mediterránea, Barcelona y Valencia. Los azulgranas forman con Ramallets; Martín, Biosca, Seguer; Gonzalvo III, Bosch; Basora, César, Vila, Kubala y Manchón, mientras que los levantinos – dirigidos por el mítico Jacinto Quincoces – presentan a: Quique; Suñer, Monzó, Asensi; Mir, Puchades; Gago, Pasieguito, Badenes, Buqué y Seguí. Se van a adelantar los «ches» con un inquietante 2 a 0, ambos tantos obra del ex-azulgrana Badenes, pero en el minuto 40 Basora va a hacer el 1-2, y en el 72 Vila equilibra la contienda. Con empate a 2 se llega a la prórroga, donde el Barça va a terminar imponiendo su superioridad física con dos nuevos tantos, marcados por Kubala (en el 96) y César (a un minuto de la finalización del tiempo extra). El Barça se alza de este modo con su undécimo título de Campeón de España.

Pero no hay dos sin tres…Como vigente Campeón de la Liga española, al Barça le corresponde disputar de nuevo la Copa Latina, frente a sus homólogos de Francia, Italia y Portugal. En esta ocasión el torneo se celebra en París, y en el primer partido los blaugranas se deshacen sin demasiados problemas de la Juventus de Turín por 4 a 2. La gran final, disputada el 29 de junio de 1952, les enfrenta al campeón galo, el O.G.C. Niza, un conjunto que venderá cara su piel, aunque a la postre es derrotado por un solitario gol de César. El recibimiento a la expedición barcelonista, desde el momento que esta cruzó la frontera española, va a ser de los que hacen época, agasajados como auténticos héroes en todas las localidades catalanas por las que atraviesa la comitiva.

Aparte de estos tres títulos, el Barça va a conquistar también el Trofeo Duward, que premiaba al equipo más goleador del campeonato liguero, así como la Copa Martini Rossi, galardón que distinguía al conjunto menos goleado. Cinco copas, a las que podría sumarse en teoría una sexta, la «Eva Duarte», que desde hacía unos años venían disputándose los campeones de Liga y Copa, y que en esta edición no tuvo lugar, al obtener el Barça el «doblete». En resumidas cuentas: a falta de otros torneos continentales más enjundiosos, bien podía decirse que el Barça era entonces el mejor equipo de Europa. El binomio centroeuropeo Daucik-Kubala, junto a un plantel de excelentes futbolistas – desde el guardameta Ramallets al extremo izquierdo Manchón -funcionaba ya a pleno rendimiento, y aquel maravilloso Barcelona parecía no tener límites…

Daucik02




Artistas sin balón

Garchitorena, transformado en Juan Torena, posa como galán para el fotógrafo de Fox Films.

Garchitorena, transformado en Juan Torena, posa como galán para el fotógrafo de Fox Films.

Cualesquiera que sean las razones, y pese a su enorme arraigo social, el fútbol no ha recibido tanta atención desde nuestro cine como los toros, por ejemplo. Lejos de nuestras fronteras ocurre otro tanto si comparamos el metraje de celuloide dedicado al fútbol y al boxeo. Será, quizás, por el efecto dramático de jugarse la vida entre peinetas, claveles y música, en pleno albero achicharrado de sol. Por esas luces y sombras tan pegadas al cuadrilátero, donde una caída puede significar no la pérdida del combate, sino un punto de arranque hacia el despeñadero. Tratamiento injusto, a mi entender, el dedicado al fútbol desde el cine u otras muchas manifestaciones artísticas. ¿Dónde está, por simplificar, el “Young Sánchez” que bordase Ignacio Aldecoa, orientado al balón de cuero y sus juguetes rotos?. ¿Cómo explicar tanto empeño de nuestros literatos, forofos confesos muchos de ellos, en dar la espalda al césped y el aroma a linimento?. Desde luego no será por falta de temas, pues cabría bucear entre ídolos caídos y ambiciones frustradas, corruptelas, tejemanejes políticos, mafias… Hoy simplemente toca mirar hacia las pantallas de cine. Y sobre ellas apenas si se han proyectado unas hagiografías y varias comedias algo bufas, al estilo de “El fenómeno” y “Las Ibéricas”, o carentes de profundidad, como “Los económicamente débiles”. Puestos a buscar excepciones nos toparíamos, quizás, con “Once pares de botas” y “Volver a vivir”, esta última coproducción hispanoitaliana de Mario Camus. Pese a ello, hubo un puñado de futbolistas, de gente del balón, que por distintos motivos conocieron platós o se subieron al escenario. Son los que con todo derecho podríamos considerar artistas sin balón.

El primero en orden cronológico fue Garchitorena, protagonista involuntario de un sonoro escándalo allá por 1916.

Juan Torena se movió sobre todo entre lo que pudiéramos denominar cine latino y el género de aventuras, por más que en el afiche de “Capitán Calamity” no incluyeran su nombre.

Juan Torena se movió sobre todo entre lo que pudiéramos denominar cine latino y el género de aventuras, por más que en el afiche de “Capitán Calamity” no incluyeran su nombre.

Tocaba a su fin la temporada 1915-16 cuando el Barcelona decidió hacerle un hueco en sus filas, inscribiéndolo como español. Nada sucedió en los 2 partidos disputados aquella campaña, pero durante la inmediata, el R.C.D. Español destapó lo que ya entonces fue calificado por la prensa como “Caso Garchitorena”. El muchacho era argentino, según se dijo más tarde, y la documentación con que su club le hizo parecer español, tan falsa como un duro de plomo. Puesto que el Campeonato de Cataluña estaba vedado a los extranjeros y Garchitorena había disputado varios partidos, la Federación determinó repetir aquellos encuentros. Los azulgrana se negaron categóricamente y así nació todo un señor escándalo.

Hoy, gracias a Fernando Arrechea, sabemos que Juan Garchitorena nada tenía de argentino, sino que nació en Filipinas meses antes de perderse nuestro imperio colonial, y que su padre era filipino con ascendencia vasca. Probablemente nunca conoceremos cómo desde la entidad “culé” no arreglaron aquellos papeles. Si a su ascendencia vasca se añadía un nacimiento bajo pabellón español, parece lógico pensar en soluciones relativamente sencillas. Pero algo falló, sin duda, o la inobservancia legal estaba entonces tan extendida como para que nadie tomara en serio la infracción. Y el muchacho, bien fuese porque resultaba más fácil castigar al futbolista que a toda una entidad, se encontró sin posibilidad de jugar partidos oficiales durante un buen tiempo, hasta que en mayo de 1918 la Federación Española autorizase su inscripción para el Campeonato de España. Disputó, eso sí, un buen número de choques amistosos, registrándose únicamente 3 apariciones en la campaña 1918-19, es decir la del perdón.

Si futbolísticicamente aportó poco, pese a la calidad con que al decir de los críticos se adornaba, regalaría un maletón de anécdotas. Moderado bebedor de whisky cuando los destilados de malta eran cosa de snobs, incluso en el campo procuraba lucir como un pincel, consciente de que su estampa solía desatar suspiros. En cierta ocasión, durante la disputa de un partido en el embarrado campo del España, situado detrás del actual Hospital Clínico barcelonés, renunció a rematar de cabeza una jugada muy clara, por no ensuciarse el cabello. Con las damas era un artistazo. Sabía embobarlas gracias a sus ademanes suaves, a su forma de bailar y a media docena de poses perfectamente ensayadas. Su sitio, entre una cosa y otra, más parecía hallarse en los salones de la alta sociedad que en cualquier irregular terreno de juego. Por eso nadie se sorprendió demasiado cuando dejó Barcelona para probar suerte en el Hollywood del primer celuloide. Allí hizo carrera artística como galán latino, con el nombre de Juan Torena, y sobre todo triunfaría en plan play-boy.  Tuvo algún papel en el cine mudo, gracias al entusiasta apoyo de Mary Pickord, estrella superlativa antes del sonoro, y posteriormente participaría, junto a otros muchos actores cubanos, mexicanos y hasta españoles, en versiones a nuestro idioma de varios filmes. Entre sus 42 películas proliferan especialmente las de serie B, y hasta C, con títulos que difícilmente engañan, como “Festival en México”, “Mexicana” o “Mascarada en México”, incursiones aventureras, tipo “El capitán Calamity” o “El capitán Tormenta”, almíbar a raudales en “Sombras habaneras” (1929) y “Astucia de mujer” (1953), y hasta alguna intervención en los seriales de Hopalong Cassidy, un cow-boy para adolescentes y niños con todas las características del tebeo. La cinta que más repercusión tuvo por nuestros pagos sería “Guerrilleros de Filipinas” (1950), donde encarnaba a un heroico resistente, cuyo doblaje al español corrió a cargo de Víctor Valverde.

Cuando “Guerrilleros de Filipinas” se estrenó en España, apenas nadie pudo asociar a Juan Torena con el antiguo jugador azulgrana.

Cuando “Guerrilleros de Filipinas” se estrenó en España, apenas nadie pudo asociar a Juan Torena con el antiguo jugador azulgrana.

Gracias al testimonio de algunos españoles en aquel Hollywood del “star-sistem” sabemos de su fácil trato y simpatía, así como de la naturalidad con que sabía hacerse querer por las mujeres. Fruto de esas virtudes cabe asegurar triunfó más fuera de las cámaras que bajo los focos, llegando a relacionarse sentimentalmente con la gran estrella Myrna Loy. Tal vez a causa de tanto ajetreo amoroso, se casó ya talludito, durante los años 50, con la antigua y ya retirada actriz Natalie Moornead, quien por cierto doblaba su filmografía. Falleció en California y allí reposan sus restos, sin que nadie en los Estados Unidos sepa apenas nada de su pasado en el F. C. Barcelona.

No fue, sin embargo, el único artista sin balón del fútbol más rancio. Y curiosamente también hemos de seguir rastros por el ámbito catalán. Se llamó Félix de Pomés i Soler (Barcelona 5-II-1889 – 17-VII-1969). Un todoterreno en sus vertientes deportiva y cinematográfica.

Félix de Pomés jugó al fútbol antes de popularizarse los cromos de futbolistas. Sí salió, en cambio, el los de actores, demandados especialmente por las niñas.

Félix de Pomés jugó al fútbol antes de popularizarse los cromos de futbolistas. Sí salió, en cambio, el los de actores, demandados especialmente por las niñas.

Aristócrata de cuna, se inició bajo los tres palos, gracias a su 1,84, estatura por demás sobresaliente hace 100 años. Sin embargo en el Universitary aparecería ya ocupando su clásica posición de interior durante el periodo 1910-11. La temporada correspondiente a 1911 la disputó con el Español, para volver al Universitary en 1911-12 y acompañar a buena parte de sus antiguos camaradas en su viaje al efímero Casual, entidad surgida de una escisión en el seno “perico”. De ahí saltaría al Barcelona (1913-14), para acabar colgando las botas en el Español (1914-16) cuando remansaron las turbulencias subsiguientes a la escisión. A partir de ahí se dedicó de lleno a la esgrima, proclamándose campeón de Cataluña y llegando a participar en los Juegos Olímpicos de París (1924) y Ámsterdam (1928), en las especialidades de florete y espada. Antes, mientras rompía sus primeras botas sacudiendo puntapiés a balones duros como la piedra, había hecho pintos en el cuadrilátero, si bien tuvo el seso de dejarlo tras encajar unos cuantos guantazos. Dibujante nada despreciable, a medida que sus facultades físicas fueron mermando comenzó a volcarse en el mundo del cine, primero como actor y más adelante compaginando la interpretación con trabajos de guionista y director. Hasta 74 títulos hallamos en su filmografía, y no sólo encuadrados en el precario y patriotero cine nacional de posguerra, sino correspondientes a producciones rodadas en Alemania, versiones norteamericanas al castellano y filmes de la Paramount, estudios donde por cierto llegó a estar en nómina hasta nuestra Guerra Civil. Dirigiría su primera película en 1941 -“La madre guapa”- con intervención de su hija Isabel, intérprete de renombre desde finales de dicho decenio hasta la conclusión de los 50. Su recuerdo quedaría incompleto sin citarlo como primer director de doblaje en nuestro suelo, allá por los años 30.

En “La Torre de los Siete Jorobados”, exótica perla de nuestro cine, De Pomés lucía una espléndida caracterización.

En “La Torre de los Siete Jorobados”, exótica perla de nuestro cine, De Pomés lucía una espléndida caracterización.

Entre sus muchos trabajos cabría citar “Alta traición” (1929), “La fiesta del diablo” (1931), “Los nietos de los celtas” (1933), “Doña Francisquita” (1934), “Rataplán” (1935) y “Aurora de esperanza” (1936), antes de que nuestros campos, calles y cunetas se tiñeran de sangre. Y aún siguió rodando durante los tres años de absurda barbarie, puesto que figura en los repartos de “Nuevos ideales”, “Liberación” y “Hombres contra hombres” (las tres de 1937), “Las cinco advertencias de Satanás” (1938) y “El deber”, o “Usted tiene ojos de mujer fatal” (1939). Tras la victoria franquista intervendría, entre otras muchas, en “La Torre de los 7 Jorobados” (1944), curiosísima cinta a caballo entre el terror y lo sobrenatural, por demás sorprendente en el paupérrimo panorama del cine autárquico, donde además volvía a compartir títulos de crédito con su hija. La siguieron “¡Culpable!” (1945), “Noche sin cielo” (1947), “Juan de Serrallonga” (1948), “Parsifal” (1951), “La otra vida del capitán Contreras” (1954), “El aventurero”  y “La rana verde” (ambas 1957), “La vida por delante” y “Aquellos tiempos del cuplé” (1958), “La casa de la Troya” (1959) o “Las hijas del Cid” (1962). Intervino igualmente en cintas que hoy, por sus altas dosis de heroísmo maniqueo y trasnochado, quizás sólo resulten digeribles para el aficionado al revisionismo histórico o la arqueología de un régimen en su apogeo: “Murió hace 15 años” (1954) y “Diez fusiles esperan” (1958) ésta ambientada en las Guerras Carlistas. También, como es lógico, estuvo presente en el cinematográfico desembarco norteamericano de finales de los 50 y primeros 60, participando como secundario en “Orgullo y pasión” (1957), “Salomón y la reina de Saba (1959) o “Rey de Reyes” (1961), donde encarnaba a José de Arimatea. Y por supuesto, conectando nuevamente fútbol y cine, en “Once pares de botas”, título que exigirá punto y aparte.

Programa publicitario de mano sobre un film dirigido por Félix de Pomés

Programa publicitario de mano sobre un film dirigido por Félix de Pomés

Su hija Isabel (Barcelona 10-IV-1924 – 31-V-2007), a la que ya se ha aludido, estrella harto reconocible en el blanco y negro de los 40 y 50 por su participación en filmes de gran éxito, llegó a rodar 44 películas.

Para encontrar a los siguientes fubolistas-actores ya debemos atisbar en nuestra posguerra. Y uno de los más contumaces en el cine posbélico no sería otro que Jacinto Fernández de Quincoces López de Arbina (Baracaldo, Vizcaya, 17-VII-1905 – Valencia 10-V-1997), el gran Quincoces del pañuelo anudado a la cabeza, internacional en 25 ocasiones y componente, junto a Ricardo Zamora y Ciriaco Errasti, de un terceto defensivo mítico. Ingresó en el Deportivo Alavés a los 18 años, después de haberse forjado en los modestos clubes baracaldeses Giralda y San Antonio. Su garra y pundonor, unidos a una calidad técnica muy superior a lo demandado por entonces a los defensas, le llevaron a figurar entre los mejores zagueros de Europa, aunque desde ciertos ámbitos se le achacara excesiva nobleza. En 1931 fue traspasado al Real Madrid, con su compañero Ciriaco y el atacante Olivares, a cambio de 60.000 ptas., para permanecer entre los blancos hasta 1942, interviniendo en 132 partidos, alzándose con dos campeonatos de Liga y otros dos de Copa.

El húngaro Plattko tuvo su muy conocida oda, gracias al impacto que causase en Rafael Alberti durante la final a triple partido disputada en Santander. Pero no fue el único, puesto que Quincoces también gozó de otra, manuscrita por José García Nieto con ocasión de un memorable partido de Copa contra el Barcelona en 1936, donde los “merengues” lucharon en inferioridad por las lesiones de Luis Regueiro y Souto.

“ Yo no canto, Jacinto, tu azarosa

vida-valla que todo lo detenía,

ni canto tu entrada impetuosa

que a todo el balón al sol vencía”

Quincoces, internacional con 3 películas y honores de papel impreso en “Campeones”, reservados sólo a estrellas de tronío.

Quincoces, internacional con 3 películas y honores de papel impreso en “Campeones”, reservados sólo a estrellas de tronío.

Alguien tan popular no pasó desapercibido a los productores de cine, y por tal motivo protagonizó tres películas, teniendo, al parecer, propuestas para actuar de galán en otras más. Pese a ello, consciente, quizás, de que sabría moverse mucho mejor entre el césped recién cortado y los despachos del fútbol, continuó ligado al balón como entrenador del Zaragoza, Real Madrid, Valencia y Atlético de Madrid, así como secretario técnico “merengue” y seleccionador nacional en dos únicos partidos. Afincado en Valencia, más adelante tuvo negocios inmobiliarios, fue directivo en el club más representativo de esa ciudad, así como presidente del Mestalla y de la Federación Valenciana de Pelota.

Contemporáneo de Quincoces y compañero de reparto en “Campeones” (1942), junto a Ricardo Zamora, los también futbolistas Mesa, Ramón Polo, y el entonces joven galán Carlos Muñoz,  Guillermo Gorostiza Paredes (Santurce, Vizcaya 12-II-1909) “Bala Roja” por el apodo que le adjudicase el periodista “Rienzi”, podría pasar con todo merecimiento como prototipo de juguete roto.

Hijo de un médico notable que llegó a presidir el Colegio Vizcaíno, fue internacional en 19 ocasiones, entre 1930 y 1941, campeón de Copa en 5 oportunidades y de Liga nada menos que 6 veces. Eficacísimo en el campo, donde pocos defensas lograban sujetarlo, aún resultaba más difícil tirarle de las riendas cuando vestía de paisano. Hartos de su indisciplina, la directiva del Athletic, entendiendo además que su puesto estaba bien guardado por el neófito Agustín Gaínza, decidió traspasarlo al Valencia, a cambio de 55.000 ptas. Un capitalazo en tiempos de hambre y necesidad extrema, máxime cuando los mandamases de nuestro fútbol acababan de cacarear su intención de dar carpetazo a los desmanes económicos del profesionalismo. Con la camiseta “ché” anotó el gol 500 en el Campeonato de Liga y mantuvo muy buenos registros anotadores, a excepción del ejercicio 1942-43. Todo ello por más que para entonces fuese un hombre alcoholizado, al que ni su esposa y dos hijos pequeños lograban hacer entrar en razón. Si bien machaconamente se le da por retirado tras la campaña 1950-51, a los 42 años y en el Juvencia de Trubia asturiano, luego de algunos periodos en blanco, lo cierto es que llegó al club cascarillero mediado el campeonato 1947-48, según queda constancia en “La Voz de Asturias” del jueves 1 de enero de 1948: A Gorostiza acompañaban en su incorporación otros dos futbolistas procedentes del Real Oviedo; el interior Soberón y el defensa Paquito, sin nada que ver este último con el futuro centrocampista internacional del Real Oviedo y Valencia C. F. de idéntico nombre deportivo, años después igualmente jugador trubieco.

Grostiza, “Bala Roja” y triste “bala perdida”. Del todo a la nada absoluta en apenas 10 años, con breve parada y fonda en los platós cinematográficos.

Grostiza, “Bala Roja” y triste “bala perdida”. Del todo a la nada absoluta en apenas 10 años, con breve parada y fonda en los platós cinematográficos.

Intervino en “Campeones”, como queda dicho, haciendo un poco de sí mismo; de jugador veterano, alegre y empeñado en vivir al día. Aquella película, convengámoslo, fue ante todo un ejercicio oportunista, sin otras miras que la taquilla, circunstancia puesta de relieve desde su lanzamiento comercial. Así, por ejemplo, no tuvo como el resto de las cintas estrenadas durante los 40 un cartel que la publicitase, sino 7 diferentes como mínimo. Uno con la efigie de cada estrella del cuero: Zamora, Quincoces, Gorostiza, Polo y Mesa. Otro con el rostro del actor Carlos Muñoz, probablemente para que no se sintiese un cero a la izquierda en el reparto. Y uno, al menos, común y corriente, más de película, para entendernos. Aquella fue la primera ocasión que nuestro cine aplicaba conceptos de eso que más adelante llamaríamos marketing.

 Derrochador, aunque de enorme bondad, incapaz de abrirse camino fuera del fútbol, tras colgar las botas el otrora extremo se convirtió en sombra triste de sí mismo. Los domingos por la mañana solía vérsele merodeando por los hoteles donde se hospedaban quienes rendían visita a San Mamés, tratando de encontrar entre técnicos y directivos algún conocido a quien aplicar el eterno arte del sablazo. Fue entonces cuando Summers volvió a convertirlo en personaje de celuloide, filmándolo para su documental “Juguetes Rotos”. Allí, avejentado y enfermo, perdido el último átomo de dignidad, el campeón de antaño mendigaba alguna ayuda para continuar viviendo.

Fallecería indigente, acogido en el sanatorio antituberculoso de Santa Marina, próximo a Bilbao, el 24 de agosto de 1966. Tenía 57 años y, lo que son las cosas, ni siquiera obtuvo esa última vanidad de las buenas necrológicas. La tarde anterior había muerto empitonado un banderillero en la plaza de Vista Alegre, durante las Corridas Generales bilbaínas. “El Correo Español”, “La Gaceta” y “Hierro”, los tres diarios locales, recogieron con todo alarde el suceso taurino. Sólo José María Unibaso “Joma”, antiguo futbolista bastante dado al autobombo, exjefe de la policía municipal y periodista deportivo de referencia en “La Gaceta”, por más que su penosa redacción precisara siempre de correctores, obtuvo un hueco desde el que dedicarle quince sentidas líneas laudatorias.

“Si es aficionado al fútbol le emocionará como un penalti; si no lo es, le divertirá como la mejor película”. Ese fue el slogan publicitario de “Once pares de botas”, cuyo lanzamiento no escatimó medios, pese a lo apretado de la época.

“Si es aficionado al fútbol le emocionará como un penalti; si no lo es, le divertirá como la mejor película”. Ese fue el slogan publicitario de “Once pares de botas”, cuyo lanzamiento no escatimó medios, pese a lo apretado de la época.

Artistas10También conoció el cine desde dentro Emilio Aldecoa Gomez (Zorroza, Vizcaya, 30-XI-1922), delantero elegante y serio, forjado como futbolista en Inglaterra, país al que como otros muchos niños vascos fuese enviado durante la Guerra Civil Española. El primer futbolista español en disputar partidos de la 1ª División británica. Tras pasar por el English Electric, de Stafford, Coventry, Wolwerhampton, At Bilbao, Real Valladolid, Barcelona y Gijón, en 1953 creyó llegado el momento de colgar las botas. Fue, en realidad, el más británico de los varios jugadores que como “niños de la guerra” se forjaron en Inglaterra, y no sólo porque se casase con una inglesa o ejerciera como segundo entrenador durante 6 temporadas en el Birmingham City. Internacional absoluto en 1948 contra la República de Irlanda, en partido incompleto, entrenó a la Gimnástica de Tarragona  durante parte del ejercicio 1953-54, con 12 victorias, 2 empates y 12 derrotas; al Gerona las campañas 1955-56, 1959-60, 1967-68, 1974-75 y 1975-76; Recreativo Granada 1969-70 y la primera mitad del ejercicio 1970-71; Olot 1973-74; Caudal y Valladolid, a éste durante la temporada 1966-67. En el Gerona hubo de saltar al campo como jugador cuando era al mismo tiempo entrenador, ante el escaso número de efectivos o la nula competitividad de su plantilla. Y no lo hizo sólo una vez, sino 5 en la temporada 1955-56, marcando un gol, y nada menos que 10, o sea un tercio del Campeonato, 4 años después. Y justo cuando iniciaba su andadura en los banquillos intervino en la película “Once pares de botas” (1954), dirigida por Rovira Veleta y coprotagonizada por los también futbolistas Antonio Ramallets y Francisco Marcet, junto a los actores José Suárez,  Carmen Pardo, Javier Armet, Elisa Montes, José Isbert, Manolo Morán y Mary Santpere. En esa cinta hacía de entrenador metódico y estudioso, características que habrían de adornarle durante su andadura real por los banquillos. Afincado definitivamente en la Costa Brava, falleció en Lloret de Mar el 4 de setiembre de 1999.

Aldecoa tuvo ocasión de verse en la gran pantalla, y no sólo fugazmente en la sección deportiva del “Nodo”.

Aldecoa tuvo ocasión de verse en la gran pantalla, y no sólo fugazmente en la sección deportiva del “Nodo”.

Como quiera que “Once pares de botas” no resultase una mala inversión, pese a que José Suárez chirriase bastante en su papel de estrella balompédica, durante los años inmediatos se reincidió en el tema, aunque con un curioso matiz. Ya no se buscaban temáticas más o menos próximas al mundo del balón, sino aprovechar sin ambages la popularidad de Kubala y Di Stéfano, los dos ídolos del momento. Curiosamente, pilares respectivos del Barcelona y Real Madrid, conforme exigiría el más elemental principio de equidistancia.

Cinematográficamente, ambos filmes aportaron bien poco. No lo buscaban, en realidad. Tanto sus guionistas como los directores, Arturo Ruiz Castillo en “Los ases buscan la paz” (1955) y Javier Setó en “Saeta Rubia” (1956), se limitaron a pergeñar sendas hagiografías predestinadas al éxito en taquilla. Y en ambas, claro, se huía de cuanto pudiera considerarse espinoso desde la perspectiva política o deportiva.

Ladislao Kubala Stecz (Budapest, 10-VI-1927 – Barcelona 7-V-2002,  había jugado en el Ganz, Ferencvaros y Vasas de Budapest, hasta que el 25 de enero de 1948 se viera obligado a huir precipitadamente del Budapest invadido por tropas rusas. Desde su primer exilio en la franja austríaca administrada por los norteamericanos, tuvo conocimiento de que la Federación Húngara acababa de descalificarlo a perpetuidad, bajo acusación de estafar al Vasas. Pasó entonces a Italia, apalabrando su fichaje por el Pro-Patria y Libertad de Busto Arsizio, percibiendo 8.500 dólares más un sueldo mensual de 70.000 liras. No pudo disputar ningún partido oficial con su nuevo club, porque la Federación Húngara continuó mostrándose inflexible y la italiana tampoco puso mucho empeño para solucionar el problema. Escaso de dinero y ya sin equipo, se trasladó a los estudios cinematográficos Cinecitá, convertidos en refugio bajo administración estadounidense. Allí encontró a otros futbolistas magiares, rumanos y eslovacos, con los que constituyó el Hungaria, club no oficial, organizado para disputar diversos partidos amistosos por Europa Occidental. El Hungaria llegó a España contratado como sparring de la selección nacional, en su puesta a punto ante el Mundial de Brasil y José Samitier, secretario técnico del Barcelona, se encaprichó del internacional rumano Nikolai Szegedi, mientras el Real Madrid ponía sus ojos en Kubala. A partir de ese instante, el futbolista húngaro comenzó a interesar también al Barcelona, entidad a la que finalmente quedaría unido, entre otras razones porque el jugador exigía la contratación como técnico de su cuñado Daucick, y sólo el Barça se avino a ello.

“Los ases buscan la paz” distaba mucho de ser una cinta biográfica. En realidad, la figura azulgrana sirvió para afianzar el compromiso anticomunista del franquismo, como vía de aproximación a los EEUU y el bloque occidental.

“Los ases buscan la paz” distaba mucho de ser una cinta biográfica. En realidad, la figura azulgrana sirvió para afianzar el compromiso anticomunista del franquismo, como vía de aproximación a los EEUU y el bloque occidental.

No obstante, serían muchas las trabas en el camino de Kubala hacia el Barcelona. La Justicia de Budapest había promulgado una requisitoria contra él por delito de estafa, y otra más por cruzar ilegalmente la frontera y eludir sus obligaciones militares. Para que nada faltase, el Pro-Patria italiano quiso hacer valer su contrato tratando de obtener dinero del Barcelona, y la Federación Española se comprometía a no tramitar su ficha en tanto no existiese la correspondiente transferencia de la Federación Húngara. Pese a todo pudo debutar como azulgrana, primero en partido amistoso contra Osasuna, donde anotó un gol, y luego en el Campeonato de Liga, tras acordar la Delegación de Deportes, Federación Española y FIFA, el carácter político de su inhabilitación. Por el camino quedó una huelga de los usuarios de tranvías en la ciudad condal, como rechazo al incremento de tarifas; un premeditado pulso al régimen cuando las huelgas estaban tipificadas como delito, que a la postre y a modo de reconciliación desde el ejecutivo, rescataría a Kubala de su limbo jurídico. En cuestión de días, al húngaro se le otorgaba la ciudadanía española -1 de junio de 1951-, previo bautismo, claro está, como no podía ser menos en pleno imperio del nacionalcatolicismo, naciendo la gran estrella de nuestra Liga en los primeros 50. Obviamente, nada de esto, lo de la huelga barcelonesa o el bautismo como condicionante de la nacionalidad, quedaba recogido en celuloide. Ni la censura lo hubiese tolerado ni los productores tenían intención de pisar charcos. En “Los ases buscan la paz” Kubala era un héroe víctima del comunismo,  simpático y cabal, que después de muchas penurias hallaba acomodo en la España de Franco, el “Centinela de Occidente” y adalid de una paz impuesta con autoritarismo. Puro aprovechamiento comercial, en suma, como lo fueron por la misma época “el chocolate de Kubala” o los llaveros, alfileres de corbata, figuritas de plástico y mil objetos decorativos más, cuando nuestro país empezaba a olvidarse de las cartillas de racionamiento.

El Barcelona ya tenía película sobre su líder indiscutido. Sólo faltaba rodar la del Real Madrid, acaudillado por el gran Alfredo Di Stéfano. Y a ello se puso el hoy olvidado Javier Sató apenas 12 meses después.

“La batalla del domingo”, con un Di Stéfano próximo a la retirada. Si el argentino revolucionó el fútbol, por el cine sólo pasaría de puntillas.

“La batalla del domingo”, con un Di Stéfano próximo a la retirada. Si el argentino revolucionó el fútbol, por el cine sólo pasaría de puntillas.

Alfredo Di Stéfano Laulhé (Buenos Aires 4-VII-1926), también poseía una curiosa peripecia vital, puesto que tras haber debutado con el River Plate bonaerense y obtener nota alta durante su cesión a Huracán, hizo las maletas rumbo a Colombia en 1949, cuando sobrevino el estallido de la huelga de jugadores, en demanda de una mejor consideración contractual. En el Millonarios de Bogotá, club que al no abonar traspasos por los derechos federativos de sus contrataciones sería excluido de la FIFA, estuvo exhibiéndose durante cuatro años por buena parte de América y Europa, deleitando con un fútbol de toque preciso y primoroso, al que la prensa acabaría calificando como “Ballet Azul”, en alusión al color de sus camisetas. Codiciado por el Barcelona y Real Madrid, su contratación estuvo envuelta en todo tipo de piruetas legales y conversaciones con las más altas instancias deportivas nacionales y americanas, hasta que una suma de errores barceloneses y la sentencia salomónica del más alto organismo deportivo español, lo vistieron de blanco para el ejercicio 1953-54. Aunque según lo pactado hubiera debido enfundarse posteriormente la camiseta azulgrana, un borbotón de orgullo catalán dejó al astro en el estadio Santiago Bernabeu hasta 1964. Fue él quien hizo grande al Real Madrid de los 5 títulos europeos consecutivos, quien llenó una y otra tarde las 90.000 plazas del Estadio Santiago Bernabeu, quien demostró que un delantero centro podía arrancar desde atrás, participando en la construcción del juego y no perder, pese a ello, capacidad goleadora. En pocas palabras, fue un adelantado a su tiempo.

Ocurrente y dueño de un curioso sentido del humor cuando se hallaba distendido, otras muchas veces solía mostrarse agrio, altivo y reservón, obstáculos evidentes para dar bien en la pantalla, como puede apreciarse revisando “Saeta Rubia”. Con todo y a buen seguro porque los números de las productoras lo justificaban, aún protagonizó “La batalla del domingo”, de Luis Marquina (1963), producción tan hueca como la anterior y más orientada al público infantil, si cabe.

Los Zamora, padre e hijo, unidos no sólo en su faceta de cancerberos, sino en la cinematográfica. El Ricardo Zamora de “Las chicas de la Cruz Roja” -el vástago- hubiese podido seguir rodando sin decepcionar, según escribieron varios críticos.

Los Zamora, padre e hijo, unidos no sólo en su faceta de cancerberos, sino en la cinematográfica. El Ricardo Zamora de “Las chicas de la Cruz Roja” -el vástago- hubiese podido seguir rodando sin decepcionar, según escribieron varios críticos.

Antes, siquiera de pasada, ya se citó a Ricardo Zamora, portero convertido en mito, como uno de los intervinientes en “Campeones”. A decir verdad, Zamora no necesitaba el cine para cimentar su prestigio o popularidad, puesto que al colgar las botas supo sacar lustre a nuestros banquillos, e incluso a los de Venezuela, donde le entregaron para firma un contrato opíparo. Sí hubo otro Zamora, en cambio, su propio hijo, el también guardameta Ricardo Zamora de Grassa (Madrid 6-VIII-1933 – 31-I-2003) quien tras pasar por Salamanca, At. Madrid, Español, Sabadell y el ya extinto C. D. Málaga, acertó a descollar en el Mallorca y muy especialmente en el Valencia. Este Ricardo Zamora Jr. tuvo ocasión de lucir apostura en dos películas donde el fútbol prácticamente ni asomaba: “Las chicas de la Cruz Roja”, de Rafael Gil (1958) exitazo comercial donde una incipiente Cocha Velasco dejaba entrever lo bien que en adelante iba a llevarse con las cámaras, y “El puente de la paz”, de Rafael J. Salvia e idéntico año, alternando en el reparto con Elisa Montes, José Luis Ozores, María Isbert y Antonio Casas. Según reconocería él mismo más de una vez, tuvo propuestas para intervenir en otras cintas y, tras pensarlo, acabó rechazándolas. Sólo podía rodar durante los parones del campeonato, renunciando al descanso vacacional. Todo un engorro, al que convenía sumar los gritos escuchados de cuando en cuando, precisamente a raíz de sus dos películas, como premio a cualquier esporádica cantada: “¡Dedícate al cine, que eres un matao!”.

Grito injusto, como tantos otros, puesto que Ricardo Zamora de Grassa se consolidaría como buen cancerbero, por más que la extensa sombra de su progenitor y las inevitables comparaciones no le abandonasen nunca. Ni siquiera tras la retirada, consciente de que las oportunidades se nos ofrecen sólo una vez en la vida, volvió la vista al cine. Lo suyo, durante muchos años, fue el negocio de joyería.

Lo de Jesús Narro (Tolosa, Guipúzcoa 4-I-1922) estuvo más en el ámbito de lo artesanal, si se quiere, que en lo puramente artístico, aunque también pudiera vérsele bordando papeles de reparto. Como futbolista militó en el Ataun, Tolosa, Iberia de Tenerife, Real Murcia, Real Madrid y Gijón, hasta que en 1954, su último año en el deporte, tuviese la desgracia de atropellar a tres mujeres, de las que dos fallecieron. Fue un suceso con cierto eco, por la notoriedad de su protagonista. El fiscal solicitó una condena de 8 años y dos meses, reducida luego en manos del juez. Tras pasar página, Narro, al que en su día apodaron “Tigre del Bernabeu”, se convirtió en artesano de cine y televisión, ejerciendo como ayudante de producción en TVE hasta que la muerte le sorprendiese a los 65 años, en 1987, sin dejarle tiempo para disfrutar de una bien ganada jubilación. Entre las varias cintas donde dejase huella de actor cabe citar “El sobre verde” o la superproducción norteamericana “Orgullo y pasión”, con Frank Sinatra y Sofía Loren en los papeles estelares.

Sofía Loren, Cary Grant y Frank Sinatra se llevaban la palma en “Orgullo y pasión”, cinta de la francesada que se rodó entre Galicia, Aragón y ambas castillas. Aunque en papeles menores también intervinieron en ella Jesús Narro y Félix de Pomés, antiguos futbolistas.

Sofía Loren, Cary Grant y Frank Sinatra se llevaban la palma en “Orgullo y pasión”, cinta de la francesada que se rodó entre Galicia, Aragón y ambas castillas. Aunque en papeles menores también intervinieron en ella Jesús Narro y Félix de Pomés, antiguos futbolistas.

Esta cinta, como tantas otras de las que con capital norteamericano se rodaron por nuestro suelo, tampoco se librería de injerencias franquistas. Aquí se hizo saber a sus productores que los españoles debían quedar como seres nobles, aguerridos y dignos, y que ni uno sólo debía morir en la pantalla. Con Stanley Kubrik llegaron más lejos en “Espartaco”, parándole el rodaje por desacuerdos nimios. Sólo a partir de una oportuna contribución a la “organización benéfica” de doña Carmen Polo, esposa del generalísimo, se resolvió todo. Y el gran director hasta pudo disponer del ejército, de los soldados de reemplazo, para entendernos, cuando precisó mover masas.

Pero el cine, claro está, no sólo precisa de director y actores. Como toda industria que se precie, también cuentan, y mucho, los productores. Y entre ellos también hubo personajes del fútbol, con el guipuzcoano Querejeta a la cabeza.

Elías Querejeta, cuando como jugador “txuriurdin” le marcó un gol al Real Madrid y el cine era para él su otra gran pasión.

Elías Querejeta, cuando como jugador “txuriurdin” le marcó un gol al Real Madrid y el cine era para él su otra gran pasión.

Elías Querejeta Gárate (Hernani 27-X-1934 – 9-VI-2013) defendió a lo largo de 4 años el escudo de la Real Sociedad, en 1ª División, además de vestir la camiseta azulgrana del Éibar. Durante algún tiempo estuvo dudando entre continuar como profesional en un fútbol que pagaba poco, o dar el salto al cine, donde lo natural era morirse de hambre. Alguna vez coincidía en los tranvías de San Sebastián con Eduardo Chillida, entonces ya exjugador donostiarra, y hablaban poco, lo justo para pasar por educados. Chillida acabó animándole a no refrenar su verdadera afición, jugándosela fuera del viejo Atocha. Y andado el tiempo, convertido en celebrado productor, Querejeta tampoco tuvo razones para arrepentirse. Con todo, solía afirmar que nada había sido tan importante en su vida como el hecho de marcarle un gol al Real Madrid. Un guiño, sin duda, pues hoy se le reconoce como el gran productor de los 60 a los 90, no tanto por lo voluminoso de sus bobinas, sino por la calidad de muchas y el arrojo que siempre demostrara. Primero, viéndoselas de tú a tú con la censura, como en “la Caza” (1966), y luego aportando seso y enjundia en tiempos de un destape tan zafio como taquillero, para dudosa gloria de Fernando Esteso y Andrés Pajares. Títulos como “Peppermint Frappé” (1967), “El Espíritu de la colmena” (1973), “La prima Angélica” (1974), “Los cuervos” y “El desencanto”, ambas de 1976, “Mamá cumple 100 años” (1979), “Deprisa, deprisa” (1981), “El Sur” (1983), “Tasio” (1984), o “Historias de Kronen” (1995), se han convertido en referentes.

“Suevia Films”, marca conocidísima para todos los españoles en los 40, 50 y primeros 60, creada por un presidente honorario del vigués Real Club Celta.

“Suevia Films”, marca conocidísima para todos los españoles en los 40, 50 y primeros 60, creada por un presidente honorario del vigués Real Club Celta.

Mucho más en la línea industrial, si entendemos ésta desde la óptica contable, se movió siempre Cesáreo González (Vigo 1903 – Madrid 1968), impulsor y alma máter de “Suevia Films”, la productora de los éxitos durante el franquismo. Este hombre, futbolero confeso e hincha acérrimo del Real Club Celta, llegó a recibir la insignia de oro celtiña y el titulo de presidente honorario, como pago a su condición de benefactor. Dueño de un olfato finísimo, tenía fama de no equivocarse nunca en sus apuestas, por más que tocase un buen ramillete de géneros. Desde la comedia inocua como “Botón de ancla” (1947), a la costumbrista, con “Historias de la radio” (1953). Del espectáculo religioso tan al gusto de purpurados y censores, en “La fe” (1947) o “La Señora de Fátima” (1951), al ámbito de la copla con “Pena, penita, pena” (1953) o dramas de denuncia, al estilo de “Calle Mayor”, dirigida por Juan Antonio Bardem, comunista que apenas lo disimulaba. Y por supuesto, hincando bien su pico en el filón de los niños prodigio, cuando éstos garantizaban colas y peleas de reventa. Recuérdese, tan sólo, “El ruiseñor de las cumbres”, con Joselito (1958) y “Ha llegado un ángel”, de Marisol (1961).

Sobre este productor y la censura, narró a menudo una jugosa anécdota el abogado y escritor Fernando Vizcaíno Casas, quien lo había entrevistado para cierto semanario. Al describir el despacho de “Suevia Films”, Vizcaíno redactó: “Sobre la mesa, en un bello marco, un retrato del generalísimo con esta dedicatoria: A Cesáreo González, gallego de pro y puntal firme de nuestro cine”. Nada más edulcorado y menos revolucionario, ¿verdad?. Pues no lo creyó así el censor de turno, quien ni corto ni perezoso tacharía con lápiz rojo todo el párrafo. Gracias a ello, Vizcaíno Casas, hombre muy, pero que muy del régimen, aunque con ancho sentido del humor, pudo vanagloriarse de haber hecho que censurasen al mismísimo Franco. “Porque suprimieron no lo que yo había escrito, sino la dedicatoria. O sea que a quien colocaron el bozal no fue a mí, sino al generalísimo”.

Ahora bien, si un club ha derrotado a los demás por el número de vocacionales del cine o la interpretación en sus plantillas, ese es, sin duda, el modesto Rayo Vallecano. Así, a bote pronto, surgen los nombres de Romero, Sánchez, Munné y Luis García, distribuidos a lo largo de treinta y tantos años.

Munné hijo, Pep Munné en las carteleras, treinta años después de colgar las botas.

Munné hijo, Pep Munné en las carteleras, treinta años después de colgar las botas.

Pep Munné Suriñá (Barcelona 3-VII-1953) parecía llevar el fútbol en la sangre. Su Padre, José Munné Sempere (Barcelona 16-II-1926), había sido delantero aguerrido del San Andrés, Español, Granollers, Mallorca, Valladolid y Tenerife, entre los años 40 y 50. Puesto que por el pasillo de su casa rodó el balón desde el mismo instante en que aprendiese a andar, el meritoriaje del joven Pep entre los componentes del primer filial del Barcelona se antojada por demás lógico. Durante 1971 iría cedido al Mallorca, junto con Teixidó, como contraprestación al fichaje del extremo Pérez por los azulgrana. Regresó a la disciplina barcelonista y al año siguiente una nueva cesión habría de convertirlo en jugador del Rayo, para tener sus más y sus menos con el entrenador y la directiva vallecana, a causa de su afición por el teatro. Tocaba bien la pelota, poseía de hecho, muchas más condiciones que su padre, aunque bastante menos afición. Por tal motivo, porque comenzaba a sentir el fútbol muy de lejos, solía estar hasta las tantas en los locales frecuentados por gentes de la farándula, llegando a saltarse algún entrenamiento. Entonces la secretaría técnica rayista trató de devolverlo al F. C. Barcelona, sin hallar ningún eco. Aparentemente, también en el club “culé” estaban algo hartos de su escasa implicación. Como es lógico, Pep Munné puso fin a su andadura deportiva algún tiempo después, centrándose desde ese instante en la carera de actor teatral, cinematográfico y televisivo. Sólo dibujaría un paréntesis a finales de los 90, integrándose en la plataforma opositora a la presidencia de Núñez en el F. C. Barcelona, denominada Elefant Blau.

Joaquín Romero Marchent, poco antes de fallecer. Abajo, cartel de la película que representó su debut como director. Luego seguirían muchos “westerns” almerienses.

Joaquín Romero Marchent, poco antes de fallecer. Abajo, cartel de la película que representó su debut como director. Luego seguirían muchos “westerns” almerienses.

Romero, Joaquín Luis Romero Marchent (Madrid 26-VIII-1921 – 17-VII-2012), hijo del propietario de la revista “Radio – Cinema” y hermano del actor y director Rafael Romero Marchent, alternó desde muy jovencito las patadas al cuero con papeles de figurante. Tras dejar inconclusos estudios de Marina Mercante y Derecho, viendo que no lograba abrirse camino como futbolista en el Rayo, optó por centrarse en la actividad cinematográfica. “El Coyote” (1955), supuso su debut como realizador, seguida de “La justicia del Coyote”, rodada el mismo año y como la anterior sobre el mítico personaje de José Mallorquí. Luego siguieron más westerns, hasta el punto de contribuir decisivamente al afianzamiento en Almería de un género que con Sergio Leone iba a alcanzar su mayoría de edad. Allá por 1976, cuando el Spaghetti-Western languidecía, acuciado por la necesidad del reciclaje se convertiría en uno de los directores de “Curro Jiménez”, especie de western con bandoleros y franceses, en vez de colonos e indios, que haría sumamente populares a Sancho Gracia, Pepe Sancho y Álvaro de Luna, sus tres personajes principales. La serie más exitosa de TVE a los largo de 60 años, por su amplísima venta al exterior.

Artistas20Cierto día, nada más arrancar los 60, Romero recibió la visita de un tal Sánchez, medio del Rayo con experiencia interpretativa, según le dijo, y ansioso por enrolarse en las superproducciones que iba a llevar a cabo por los alrededores de Madrid Samuel Bronston. Romero Marchent, entonces, se dedicaba a preparar el desembarco americano ante el rodaje de “La caída del imperio romano”, “El Cid”, “Rey de Reyes”, “Cincuenta y cinco días en Pequín” o “Doctor Zhivago”.  “No hace falta interpretar”, escuchó el visitante. “Lo que sí se requiere es montar a caballo. ¿Acaso tú sabes hacerlo?”. Y Sánchez, Alfredo Sánchez Brell (Madrid 23-II-1931 – Alicante 10-VII-2010), afirmó con todo su aplomo: “Por supuesto. He vivido muchos años en México y allí quien no monta a caballo es como si estuviera cojo”.

Lo de su estancia en México era cierto, puesto que había emigrado con 12 años cuando a su padre, periodista en “El Adelantado” de Segovia y colaborador directo del comunista Enrique Líster, la vida en España se le hizo imposible. Al otro lado del Atlántico el joven Alfredo Sánchez fue cantante de mariachis, actor incipiente y futbolista, llegando a intervenir 3 años en 1ª División con Monterrey y Puebla, y hasta coronándose campeón de la Copa azteca, dirigido desde el banquillo por nuestro antiguo internacional Isidro Lángara. Lo de montar con soltura ya era harina de otro costal, puesto que no había visto caballos de cerca ni en la Feria de Sevilla.

Cuando tuvo medio apalabrada su intervención en las producciones de Bronston, anduvo de picadero en picadero, hasta dominar correctamente al animal. Atrás quedaba el regreso a España tras el fallecimiento del páter familia, o su breve paso por las filas del Alcoyano y el conjunto de Vallecas. Por delante, casi 300 películas como Aldo Sambrell, que habrían de convertirle no ya en extra, sino en malvado por antonomasia. Entre sus múltiples apariciones destaca la trilogía de Sergio Leone, con Clint Eastwood en el papel principal, -“Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”-, amén de unos cuantos péplums tardíos y coproducciones de mediano presupuesto. Casado con una modelo que a la postre habría de convertirse en su representante, cuando el género western comenzó a declinar apostó por crear su propia productora. Para entonces su hijo, nacido durante un rodaje en Almería, podía presumir de padrino famoso: nada menos que el director italiano Sergio Leone.

Aldo Sambrell, impagable “malo” de nuestro cine y buen amigo de Sergio Leone y Clint Eastwood. Si como futbolista pudo vérsele poco por nuestros pagos, tuvo ocasión de desquitarse desde la gran pantalla.

Aldo Sambrell, impagable “malo” de nuestro cine y buen amigo de Sergio Leone y Clint Eastwood. Si como futbolista pudo vérsele poco por nuestros pagos, tuvo ocasión de desquitarse desde la gran pantalla.

Curiosamente, Alfredo Sánchez Brell debuto ante las cámaras con un mínimo papelito en “Atraco a las 3”, de José Mª Forqué, película que igualmente señalaría el bautismo de Alfredo Landa.

También Talía tiró con fuerza de Luis Martínez Arasa, alineado con su nombre y primer apellido en las categorías inferiores del Real Madrid, Rayo Vallecano, Leganés, Murcia y Cartagena. Aunque no suene especialmente al aficionado medio, distaba mucho de ser un don nadie, pues 4 internacionalatos Sub-18 y 6 más como Sub-20 están al alcance de pocos. Si bien no se le enredaba el cuero entre los pies, en octubre de 2000 anunció su retirada para dedicarse por entero a la interpretación.

Dejando al Rayo aparte, otro que supo sacar jugo a los rodajes meridionales fue el internacional y mundialista paraguayo Florencio Amarilla Lacasa (Bogado 30-I-1935 – Almería 25-VIII-2012). Personaje irrepetible, diáfano y sin aristas.

Llegó al Oviedo junto a su compatriota y compañero de ala izquierda Jorge Lino Romero, en el verano de 1958. Se completaba así para nuestro fútbol, de paso, toda la línea atacante paraguaya en el reciente Campeonato Mundial. Y es que por esa época el armenio Arturo Bogosian, todoterreno del fútbol sudamericano, llevaba introducidos en Europa a una cincuentena de pupilos, en su mayoría paraguayos. Algunos clubes, como el Elche, nunca podrán agradecerle lo suficiente tan buenos oficios, porque de su mano llegaron junto al palmeral, Ángel Romero, Lezcano, Cayetano Ré, González o Casco, para no hacer interminable la cita. Unos venían con pasaporte extranjero, otros en condición más o menos dudosa de oriundos, la mayoría dispuestos a comerse el mundo y alguno, como Ángel Romero, el más contrastado de todos gracias a su envidiable currículum, absolutamente engañado, puesto que creyó hacer el viaje para suscribir la cartulina del Real Madrid.

En la capital asturiana, Florencio Amarilla no pudo convertirse en indiscutible titular, por más que acreditase muy buenas maneras. No era malo, ni muchísimo menos, aquel equipo, con el guardameta portugués Carlos Gomes -dueño, por cierto, de una biografía digna del celuloide-, Marigil, Laurín o Delfín Álvarez taponando el área, Paquito y Sánchez Lage sentando cátedra en la zona ancha, y Hermes González, Sande, Luis Aragonés, Agustín, Iceta o Braga ejerciendo de estiletes. Cuando la maquinaria estaba engrasada, y lo estuvo con frecuencia, dieron muchos sustos por casi todos los campos de nuestra geografía. Pero si al equipo le pintó bien, Amarilla tuvo manos suerte.

Entre toma y toma, Amarilla solía entretenerse con malabarismos balompédicos, para pasmo de los norteamericanos contratados desde Hollywood a golpe de talonario.

Entre toma y toma, Amarilla solía entretenerse con malabarismos balompédicos, para pasmo de los norteamericanos contratados desde Hollywood a golpe de talonario.

Lesionado en el tendón de Aquiles y con la carta de libertad en el bolsillo, hizo escala en Elche, de paso a una sucesión de equipos menores hasta colgar las botas en 1972. Luego, como tantos y tantos, se hizo entrenador. Roquetas, Almería, Vera, Garrucha o Polideportivo Ejido, todos ellos clubes almerienses, lo tuvieron en sus banquillos. Y es que aunque su vida orbitaba en torno al fútbol, en el desierto almeriense había dado con el cine, actividad que sin robarle demasiado tiempo le llenaba la faltriquera.

El propio Amarilla narró al periodista almeriense Juan Gabriel García su por demás casual irrupción en el cine: “Me hallaba en el Gran Hotel tomando una cerveza, cuando se me acercó un señor gigantesco, de por lo menos dos metros. Era Antonio Tarruella, según supe más tarde, ayudante de dirección con varios rodajes en su haber. Como me vio cara de indio, me preguntó si quería participar en una película”. Esa película era “100 rifles”, con Raquel Welch y Yul Brinner en los papeles estelares. Un Yul Brinner, dicho sea de paso, con quien el antiguo extremo mantendría luego una ejemplar amistad.

Durante aquel “boom” hizo de extra en un centenar de filmes y hasta alcanzó el rango de actor de reparto en 6 ocasiones, junto al citado Yul Brinner, Leonard Nimoy, Alain Delon, Toshiro Mifune, Richard Crenna, Charles Bronson o Ursula Andress. Su papel siempre solía ser el mismo: jefe indio. Y es que su atezado rostro apenas si necesitaba maquillaje. Hablar no es que hablara mucho. Los indios del cine, ya se sabe, no suelen extenderse en discursos. Aunque él, si se trataba de decir algo, parecía más apache, sioux comanche o arapahoe que nadie, merced a su lengua guaraní. Porque sí señores, el apache, kiowa, cheyenne o mescalero que oíamos en las pantallas, no era sino el guaraní de Florencio Amarilla.

Merced a su capacidad para discursear en “comanche” o “cherokee”, Amarilla hizo de jefe indio muchas veces. Es bien sabido que sólo los jefes de tribu solían hablar a las cámaras.

Merced a su capacidad para discursear en “comanche” o “cherokee”, Amarilla hizo de jefe indio muchas veces. Es bien sabido que sólo los jefes de tribu solían hablar a las cámaras.

Gracias al cine, al fútbol comarcal y a su austera forma de entender la vida, se las arregló bien mientras Almería fue un Hollywood de serie B, C y hasta Z. Cuando la televisión mordió con saña a las salas de exhibición y todo el tinglado de cartón piedra y mecanotubo comenzó a oxidarse, vendió zapatos y libros para salir adelante.

Allá por 2006, a sus 71 años, ejercía de utillero en el Club Comarca de Níjar. Vivía, incluso, en las dependencias del viejo campo de San Isidro, pese a que la directiva le había propuesto montar una casa prefabricada. “Es de agradecer -dijo-, pero me gusta vivir libre, en pleno campo. Me levanto a las 07, 30, ando, corro, hago unos toques, me tomo un matecito. Soy feliz así. Luego cuido el material del club y estoy a disposición del equipo para lo que sea”.

La muerte le sorprendería instalado en ese particular mundo de felicidad, ajeno a la acumulación y el autobombo.

                               Filmografía de Florencio Amarilla

AÑO

TÍTULO

DIRECTOR

REPARTO

1970

“El Cóndor”

J. Guillermin

J. Brown y Lee Van Cleef

1971

“El oro de nadie”

S. Wanamaker

Yul Brynner, R. Crenna y Leonard Nimoy

1972

“Chato el apache”

Michael Winner

Charles Bronson y Jack Palance

1972

“Sol rojo”

T. Ypung

Ursula Andress, Alain Delon, Toshiro Mifune y Charles Bronson

1973

“Caballos salvajes”

J. Sturges

Charles Bronson, Jill Ireland y V. Van Patten

1984

“Yellow Hair & Pekos Kid”

Matt Cimber

Laurence Landon y Ken Roberson

Pecaría de injusto excluyendo en esta relación a Raf Vallone (Calabria 1916 – 2002), italiano de pura cepa, pero rostro muy reconocible en nuestro cine por sus intervenciones en “La venganza”, de Juan Antonio Bardem, junto a una bellísima Carmen Sevilla (1958), “La violetera”, del mismo año, o “El Cid” (1961).

Raf Vallone, un galán con campeonato de Copa durante su etapa en el Torino, entrenó al Racing de Santander finalizando los 60, siquiera fuese tan sólo para Mario Camus y los espectadores de una correcta coproducción hispano italiana.

Raf Vallone, un galán con campeonato de Copa durante su etapa en el Torino, entrenó al Racing de Santander finalizando los 60, siquiera fuese tan sólo para Mario Camus y los espectadores de una correcta coproducción hispano italiana.

Antes, cuando todavía era Raffaelle Vallone, jugó de medio en el Torino, alineándose en 25 partidos de 1ª División y levantando una Copa. Después se dedicó al periodismo y casi en seguida a la interpretación, animado por quienes veían en su faz cuadrada y simétrica a todo un galán. La eclosión definitiva le llegó con “Arroz amargo” (1949), un clásico del neorrealismo donde Silvana Mangano, gracias a su camisa ajustada y unos aún más ajustados y breves shorts, se convirtió en musa erótica de los por entonces reprimidísimos españoles. Oso de Pla en el Festival de Berlín (1960), bordó su papel en “El cardenal” (1963), cinta no sólo celebrada por la crítica, sino favorecida en las taquillas. Pues bien, este Raf Vallone, exfutbolista del “Calcio”, protagonizó también “Volver a vivir” en 1968, una película de fútbol rodada por Mario Camus en coproducción con Italia, donde interpretaba el papel de antigua figura convertida ya en entrenador, que al regresar a su tierra no sólo debía enderezar la marcha deportiva de un club modesto, sino enfrentarse a ocultos fantasmas del pasado. Nunca se mencionaba el nombre del club pero, rodada en Santander, los chicos a quienes entrenaba eran, naturalmente, los componentes de la plantilla racinguista, y las abundantes y meritorias escenas de fútbol real, recogidas en el viejo Sardinero, correspondían a victorias de una entidad cántabra muy ajena a la 1ª División.

El último futbolista-actor, o actor que fue futbolista, aún está haciéndose hueco en la profesión. Su nombre, Lander Otaola (Bilbao 20-I-1989), probablemente diga poco a los espectadores más alejados del País Vasco, pues es en aquel cine donde más ha podido vérsele, así como en la celebrada serie humorística “Vaya semanita”, de ETB. Entre otros, ya ha gozado de papeles importantes en “La máquina de pintar nubes” (2008), “El precio de la libertad” y “Sabin”, ambas de 2011, o “Gernika bajo las bombas” (2012), y de uno muy menor en “Ocho apellidos vascos”, éxito no ya de la temporada, sino de muchas temporadas. Pues bien, Lander Otaola perteneció a la disciplina del Athletic, en su futbol base, hasta categoría juvenil, que fue cuando colgando las botas dio el disgusto a su padre, rojiblanco irredento. El mundo de ficción, bien fuere en imagen digital o sobre un escenario, como ocurriese con Querejeta, Pep Munné o Aldo Sambrell, le atraía bastante más que los estadios.