Amberes 1920

EL FÚTBOL EUROPEO DURANTE LOS SEIS PRIMEROS MESES DE 1920

Como consecuencia de la I Guerra Mundial el mapa europeo se había modificado en la zona central tras la descomposición del Imperio Austro-Húngaro, muchas fronteras se modificaron, dando lugar a nuevos estados y la paz no estaba totalmente restablecida ya que en la parte más oriental la Revolución Soviética no se había completado en tan vasto territorio, sumido en una guerra civil. El fútbol internacional se iba recuperando tras la trágica experiencia europea.

Entre 1915 y 1918 los únicos países que mantuvieron en activo sus selecciones nacionales fueron Suecia, Dinamarca y Noruega que jugaban entre sí, al igual que Austria y Hungría en duelo interno al que a veces se sumaba Suiza en su condición de país neutral.

Durante 1919 se fueron recomponiendo los campeonatos nacionales y poco a poco las federaciones se animaron a concertar partidos internacionales, aunque muy condicionadas por su alineación en el conflicto bélico mundial y su ubicación geográfica. El 9 de marzo de 1919 Bélgica y Francia volvieron a jugar, y tres meses más tarde fue Holanda la que reinició la actividad de su selección. Mientras los países escandinavos mantuvieron sus habituales partidos. En octubre de ese año se reanudó el torneo interbritánico con un Irlanda-Inglaterra en Belfast. También Hungría y Austria jugaron dos partidos amistosos -uno en abril y otro en noviembre- para conservar la tradicional rivalidad danubiana.

Los equipos inscritos en el Torneo de Fútbol de Amberes solo jugaron en los meses previos de 1920 catorce partidos oficiales como selecciones absolutas. Suiza fue el equipo que más encuentros disputó obteniendo muy buenos resultados como las victorias sobre Italia, Holanda y Suecia, además de su goleada a Alemania. Solo Francia fue capaz de ganar a los suizos. Precisamente fue el partido contra Alemania el que arropó la renuncia suiza a participar en los Juegos. Aunque la FIFA dio libertad para que sus afiliados jugasen contra los equipos de las naciones derrotadas en la guerra -Alemania, Austria y Hungría, junto a sus aliados Turquía y Bulgaria-, estas fueron vetadas para participar en las Olimpiadas. Suiza, consecuente con su neutralidad e ignorando el criterio del COI, fue el primer país que concertó jugar con Alemania. Conocedora de la germanofobia reinante entre el público belga prefirió renunciar a su participación alegando falta de subvención oficial para cubrir el desplazamiento del equipo.

Partidos previos de las selecciones participantes en los Juegos Olímpicos de Amberes

18/01/1920

Milán

Italia – Francia

9-4

17/02/1920

Bruselas

Bélgica – Inglaterra

3-1

29/02/1920

Ginebra

Suiza – Francia

0-2

28/03/1920

París

Francia – Bélgica

2-1

28/03/1920

Berna

Suiza – Italia

3-0

05/04/1920

Ámsterdam

Holanda – Dinamarca

2-0

05/04/1920

Ruan

Francia – Inglaterra

0-5

13/05/1920

Génova

Italia – Holanda

1-1

16/05/1920

Basilea

Suiza – Holanda

2-1

30/05/1920

Estocolmo

Suecia – Finlandia

4-0

06/06/1920

Estocolmo

Suecia – Suiza

0-1

13/06/1920

Kristiania

Noruega – Dinamarca

1-1

27/06/1920

Kristiania

Noruega – Suecia

0-3

27/06/1920

Zúrich

Suiza – Alemania

4-1

 

Resumen por países

J

G

E

P

F

C

P

 

Suiza

5

4

0

1

10

4

8

 

Suecia

3

2

0

1

7

1

4

 

Francia

4

2

0

2

8

15

4

 

Italia

3

1

1

1

10

8

3

 

Holanda

3

1

1

1

4

3

3

 

Inglaterra

2

1

0

1

6

3

2

 

Bélgica

2

1

0

1

4

3

2

 

Dinamarca

2

0

1

1

1

3

1

 

Noruega

2

0

1

1

1

4

1

 

Bélgica, como país anfitrión, partía como favorito. El resultado más importante fue su gran victoria ante Inglaterra amateur, equipo que estaba considerado como máximo favorito ya que  había ganado la Medalla de Oro en los Juegos de 1908 y 1912. Los ingleses, después de su inesperada derrota en Bruselas arrollaron a Francia a domicilio.

Francia llegó a Amberes con muchas dudas porque si bien fue capaz de ganar a Bélgica, en cambio había recibido dos goleadas muy importantes. Tampoco ofrecían garantías ni Italia ni Holanda ya que tenían un balance equilibrado conseguido con resultados muy desiguales.

Los equipos escandinavos fueron los que más partidos habían jugado en 1919 dada su situación geográfica. Igualmente continuaron jugando entre sí en 1920, siendo Suecia el que se mostraba más fuerte de los tres inscritos. Dinamarca, dos veces Medalla de Plata, había dado un bajón aunque seguía teniendo muy buena reputación y nadie contaba con Noruega.

El último partido internacional de Luxemburgo había sido en febrero de 1914, cuando derrotó a Francia por 5-4. Desde entonces no volvió a jugar hasta su participación en la Olimpiada e Amberes por lo que era toda una incógnita.

Para Checoslovaquia, Egipto, España, Grecia, Polonia y Yugoslavia la Olimpiada de Amberes iba ser su debut internacional, si bien Checoslovaquia ya había jugado partidos internacionales como Bohemia entre 1906 y 1908 cuando formaba parte del Imperio Austro-Húngaro. Tanto Checoslovaquia como Yugoslavia -cuyo nombre oficial era Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos– se constituyeron como estados como consecuencia del desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro. Gozaban de una gran tradición futbolística y pese a que en los Juegos de Amberes iban a formalizar su presentación oficial, se acompañaban de un muy buen cartel.

Por contra, Egipto y Grecia eran dos grandísimos desconocidos y no contaban en absoluto para las apuestas.

España era otra incógnita. Su aislacionismo le había llevado a mantener solo contacto con el fútbol francés y centroeuropeo a través de los partidos de club, por lo que nadie sabía hasta dónde podría llegar como selección nacional.

Polonia finalmente no se desplazó a Bélgica y retrasó su debut internacional hasta 1921.

Los participantes se tomaron muy en serio la preparación de sus equipos hasta el punto que seis federaciones se presentaron con entrenadores británicos: los escoceses William Sturrock Maxwell (Bélgica), John Madden (Checoslovaquia) y James McPherson (Noruega) y los ingleses Jack Carr (Dinamarca), Frederick Pentland (Francia) y Frederick Warburton (Holanda). Tres confiaron en técnicos nacionales: Paco Bru (España), Giuseppe Milano (Italia) y Veljko Ugrinić (Yugoslavia). A su vez eran jugador/seleccionador Hussein Hegazi (Egipto) y Yeorgios Kalafatis (Grecia); mientras que los equipos Gran Bretaña, Luxemburgo y Suecia estaban organizados por un equipo técnico.

AMBERES 1920 – TORNEO DE FÚTBOL

Inicialmente fueron dieciséis participantes inscritos en el Torneo de Fútbol, cuyo reglamento consistía en un sistema de eliminatorias de desarrollo piramidal que en su línea directa darían al vencedor del torneo y por tanto ganador de la Medalla de Oro. A su vez, las Medallas de Plata y Bronce se disputarían entre los equipos eliminados dependiendo en qué fase y con qué rival hubiesen perdido. Este tipo de competición doble recibía el nombre de sistema Bergvall.

Este método se basaba en el tradicional sistema de Copa por eliminación directa pero repescaba a los equipos eliminados para darles una segunda opción para alcanzar la medalla de plata. Con ello se compensaba a los equipos que hubiesen quedado eliminados por aquel que al final resultase campeón, y se contrarrestaba un poco el capricho de un sorteo que cruzase a los dos equipos supuestamente más fuertes en alguna eliminatoria previa a la final.  Recibe el nombre de su diseñador, el sueco waterpolista Erik Bergvall. Fue introducido en los Juegos Olímpicos de 1912 en la competición de waterpolo y así se aplicó en ese deporte en 1920 y 1924. El fútbol, dado que era la disciplina olímpica que más público atraía también recurrió en la Olimpiada de Amberes a este sistema con lo que aumentaron el número de partidos disputados, aunque no convenció a los participantes y no se aplicó en 1924.

El calendario para el Torneo de Fútbol quedó fijado de la siguiente manera:

28 de agosto: octavos de final.

29 de agosto: cuartos de final.

31 de agosto: semifinales por la Medalla de Oro y primera eliminatoria por la Medalla de Plata entre los cuatro eliminados de los cuartos de final.

2 de septiembre: gran final por la Medalla de Oro y segunda eliminatoria por la Medalla de Plata entre los dos vencedores de la primera eliminatoria entre los cuartofinalistas eliminados.

4 de septiembre: semifinales por la Medalla de Plata. Se enfrentarán por un lado el perdedor de la gran final y el vencedor de las eliminatorias entre los cuartofinalistas; y por el otro los dos equipos eliminados por el equipo que hubiese quedado campeón en octavos de final y en semifinales.

5 de septiembre: pequeña final, en la que el vencedor gana la Medalla de Plata y el perdedor consigue la Medalla de Bronce.

Para el sorteo de octavos de final se tomaron algunas medidas que dirigieron los emparejamientos de tal manera que los equipos considerados más fuertes no se enfrentasen entre sí a las primeras de cambio. Llamó sospechosamente la atención que tanto a Bélgica, país anfitrión, como a Francia, país del presidente del COI, les fuesen asignados rivales que previamente ya habían renunciado a participar. España, por su condición de debutante, recibió como rival a la potente y experta Dinamarca. Gran Bretaña aunque representaba a las cuatro federaciones británicas solo llevó jugadores ingleses, salvo uno, galés, que también jugaba en Londres.

TORNEO POR LA MEDALLA DE ORO

Octavos de final

28/08/1920

Checoslovaquia – Yugoslavia

7-0

Noruega – Gran Bretaña

3-1

España – Dinamarca

1-0

Italia – Egipto

2-1

Suecia – Grecia

9-0

Holanda – Luxemburgo

3-0

Francia – Suiza (renunció)

Bélgica – Polonia (no se desplazó a tiempo)

 

Cuartos de final

29/08/1920

Holanda – Suecia

5-4

Francia – Italia

3-1

Checoslovaquia – Noruega

4-0

Bélgica – España

3-1

 

Semifinales

31/08/1920

Checoslovaquia – Francia

4-1

Bélgica – Holanda

3-0

 

Final

02/09/1920

Bélgica – Checoslovaquia (descalificado)

2-0

Nota: en las alineaciones de las correspondientes fichas técnicas se incluye la experiencia internacional -media de veces internacional por equipo-, especificando entre paréntesis el número de internacionalidades de cada jugador.

OCTAVOS DE FINAL

28 de agosto de 1920

Amberes, estadio de Boschuil, 600 espectadores.

Árbitro: Raphaël van Praag (Bélgica).

CHECOSLOVAQUIA, 7; YUGOSLAVIA, 0.

Goles: 1-0 (20’) Vaník. 2-0 (34’) Janda. 3-0 (43’) Sedláček. 4-0 (46’) Vaník. 5-0 (50’) Janda. 6-0 (75’) Janda. 6-0 (79’) Vaník, de penalti.

CHECOSLOVAQUIA [experiencia internacional: 1]: Klapka (1); Hojer (1), Pospíšil (1); Kolentatý (1), Káďa (1), Perner (1); Sedláček (1), Janda (1), Pilát (1), Vaník (1), Mazal (1).

YUGOSLAVIA [experiencia internacional: 1]: Vrđuka (1); Župančić (1), Šifer (1); Tavčar (1), Cindrić (1), Rupec (1); Vragović (1), Dubravčić (1), Perška (1), Granec (1), Ružić (1).

En su debut olímpico Yugoslavia alineó a nueve croatas, un esloveno y un serbio. Llamaba la atención la presencia del croata Rudolf Rupec, quien había jugado 10 partidos con Austria entre 1917 y 1918 cuando jugaba con el Rapid de Viena. Mientras que Checoslovaquia, que también debutaba en la Olimpiada formó con once checos. Fue el primer partido internacional para ambas selecciones, aunque los checos ya tenían cierta experiencia internacional, pues habían participado en Francia en unos juegos militares.

Se recibió a la selección checoslovaca con un ambiente muy hostil pues se les identificaba estrechamente con Alemania y desde el primer minuto los pocos espectadores asistentes se decantaron en su contra.

A los 13 minutos se lesionó precisamente el mejor hombre yugoslavo, el centrocampista Rupec. A partir de ese momento Yugoslavia quedó a merced de su rival y sufrió una fuerte derrota siendo el portero Vrđuka su mejor jugador. Por los checos destacaron Janda y Vaník, con tres goles cada uno.

28 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 5000 espectadores.

Árbitro: Johannes Mutters (Holanda).

NORUEGA, 3, GRAN BRETAÑA, 1.

Goles: 1-0 (13’) Gundersen. 1-1 (25’) Nicholas. 2-1 (51’) Gundersen. 3-1 (63’) Wilhelms.

NORUEGA [experiencia internacional: 15,1]: Wathne (12); Aulie (23), Skou (28); Wold (20), Halvorsen (11), Gunnar Andersen (27); Paulsen (8), Wilhelms (2), Helsegsen (14), Gundersen (14), Holm (7).

GRAN BRETAÑA [experiencia internacional: 5,2]: Mitchell (1); Gates (2), Knight (20); Hunt (16), Atkinson (3), Harbidge (3); Nicholas (3), Hardinge (2), Prince (2), Sloley (3), Hegan (2).

Partían como favoritos los británicos que contaban con el famoso portero Wathne y los campeones olímpicos Knight (dos medallas de oro e internacional absoluto con Inglaterra) y Hunt. También eran conocidos por el público los delanteros Hardinge y Sloley.

Noruega sorprendió, especialmente el delantero Gundersen, por su velocidad así como el buen trabajo de Skou, Halvorsen y Andersen. Tras el gol de Gundersen, Nicholas, el único galés de su equipo, neutralizó el marcador, pero ya en la segunda parte, con otro gol de Gundersen el equipo británico no fue capaz de reaccionar.

De esta manera, el doble campeón olímpico quedó eliminador contrapronóstico a las primeras de cambio. La noticia tuvo una gran repercusión y fue muy comentada en la prensa de las Islas Británicas.

28 de agosto de 1920

Bruselas, Parc Duden, 3000 espectadores.

Árbitro: Willem Eymers (Holanda).

ESPAÑA, 1; DINAMARCA, 0.

Gol: 1-0 (54’) Patricio.

ESPAÑA [experiencia internacional: 1]: Zamora (1); Otero (1), Arrate (1); Samitier (1), Belaúste (1), Eguiazábal (1); Pagaza (1), Sesúmaga (1), Patricio (1), Pichichi (1), Acedo (1).

DINAMARCA [experiencia internacional: 12,2]: Hansen (31); Middelboe (15), Blicher (3); Grøthan (20), Lykke (27), Aaby (6); Dannin (3), Rohde (14), Jørgensen (1), Olsen (9), Andersen (5).

Dinamarca se había tomado muy en serio el certamen y para ello contrató al británico Jack Carr como seleccionador que además convocó al veterano Nils Middelboe, dos veces Medalla de Plata, que residía en Londres jugando para el Chelsea, hasta que en verano regresó a Dinamarca. Para España era el primer partido internacional de su historia.

De entrada los daneses imprimieron un juego raso y veloz que era respondido por los españoles con un espectacular juego aéreo. Con todo el dominio danés hacía prever que pronto encontrarían el gol y sin embargo toparon con un excelente portero, Zamora, que fue inquebrantable con intervenciones inverosímiles. Nunca antes se había visto nada igual. Tras el gol de Patricio, Zamora continuó acaparando los aplausos de un público entregado que lo vitoreó al finalizar el partido. Con esta actuación firmó su entrada como leyenda mundial del fútbol.

28 de agosto de 1920

Gante, estadio de AA La Gantoise, 2000 espectadores.

Árbitro: Paul Putz (Bélgica).

ITALIA, 2; EGIPTO, 1.

Goles: 1-0 (25’) Baloncieri. 1-1 (30’) Zaki Osman. 2-1 (57’) Brezzi.

ITALIA [experiencia internacional: 4,5]: Giacone (3); Bruna (2), De Vecchi (21); Reynaudi (2), Meneghetti (2), Lovati (4); Sardi (5), Baloncieri (2), Brezzi (4), Santamaria (2), Forlivesi (2).

EGIPTO [experiencia internacional: 1]: Taha (1); El-Sayed (1), Hamdy (1); Shawki (1), El-Hassany (1), Gamil Osman (1); Abdalla (1), Allouba (1), Hegazi (1), Abaza (1), Zaki Osman (1).

En un partido de entrenamiento previo al debut Egipto había derrotado por 5-1 a un buen combinado belga exhibiendo un buen nivel técnico. Los egipcios mostraron una gran calidad, entre los que destacaban los hermanos Osman, y una buena preparación dirigida por el seleccionador-jugador Hegazi. Fueron sus armas para convertirse en un rival muy complicado para los italianos, que no pudieron respirar tranquilos hasta que no acabó el partido. El gol de la victoria fue logrado por Brezzi, quien moriría prematuramente en 1926 con 28 años de edad.

28 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 5000 espectadores.

Árbitro: Charles Barette (Bélgica).

SUECIA, 9; GRECIA, 0.

Goles: 1-0 (4’) Olsson. 2-0 (15’) Karlsson. 3-0 (20’) Karlsson. 4-0 (21’) Karlsson. 5-0 (25’) Wicksell. 6-0 (31’) Dahl. 7-0 (51’) Karlsson. 8-0 (79’) Olsson. 9-0 (85’) Karlsson.

SUECIA [experiencia internacional: 12,1]: Zander (9); Lund (12), Hillén (2); Nordenskjöld (7), Wicksell (29), Gustafsson (29); Bergström (18), Olsson (3), Karlsson (11), Dahl (4), Sandberg (9).

GRECIA [experiencia internacional: 1]: Fotiadis (1); Gilis (1), Kaloudis (1); Gotis (1), Apostolos Nikolaidis (1), Pepas (1); Kalafatis (1), Andrianopoulos (1), Theofilos Nikolaidis (1), Hatziandreou (1), Dimitriou (1).

Grecia fue la víctima propicia para el experimentado equipo sueco. Los helenos tuvieron un largo y penoso desplazamiento hasta Amberes que duró seis días. La goleada pudo ser mayor, porque los suecos no abusaron de las desgracias de su rival pues durante toda la segunda parte jugaron con un hombre menos por lesión de Kaloudis. También fue reseñable que Herbert Karlsson que había hecho un “hat-trick” en seis minutos, fallase un penalti en el minuto 70. Con ello, para los griegos haber evitado un décimo gol ya fue suficiente satisfacción.

28 de agosto de 1920

Bruselas, Parc Duden, 3000 espectadores.

Árbitro: Georges Hubrecht (Bélgica).

HOLANDA, 3; LUXEMBURGO, 0.

Goles: 1-0 (30’) Jaap Bulder. 2-0 (47’) Groosjohan. 3-0 (85’) Groosjohan.

HOLANDA [experiencia internacional: 4,7]: MacNeill (4); Dénis (7), Verweij (7); Bosschart (16), Kuipers (1), Steeman (6); Van Rappard (1), Van Dort (4), Groosjohan (1), Jaap Bulder (1), De Natris (4).

LUXEMBURGO [experiencia internacional: 1,5]: Krüger (1); Schmit (2), Koetz (1); Hamilius (1), Ungeheuer (3), Schumacher (1); Metzler (1), Langers (1), Elter (1), Massard (3), Leesch (1).

Holanda impuso su experiencia internacional aunque tuvo que esperar hasta el comienzo de la segunda parte para poner una renta considerable sobre su rival, que cumplía su cuarto partido de su historia. Destacaron en la bien organizada defensa luxemburguesa el portero Krüger y sus compañeros Schmit y Koetz que hicieron un gran trabajo. Solo el acierto del joven de 23 años Ber Groosjohan desequilibró este competido partido.

FRANCIA – SUIZA (no participó)

Con ocho días de antelación -y antes de celebrarse el sorteo- Suiza anunció que debido a que el Comité Olímpico Suizo no financiaba el desplazamiento del equipo de fútbol no tenían más opción que renunciar a su participación. No se hizo mención a su partido previo contra Alemania.

BÉLGICA – POLONIA (no participó)

Polonia tampoco pudo desplazar a su equipo de fútbol, por lo que los anfitriones pasaron de ronda sin necesidad de jugar.  La renuncia de Polonia fue tan anticipada que muchos cronistas llegaron a decir que Bélgica había resultado exenta de octavos, algo que tampoco se alejaba tanto de la verdad.

CUARTOS DE FINAL

29 de agosto de 1920

Amberes, estadio de Boschuil, 5000 espectadores.

Árbitro: Josef Fanta (Checoslovaquia).

HOLANDA, 5; SUECIA, 4.

Goles: 1-0 (10’) Groosjohan. 1-1 (16’) Karlsson. 1-2 (20’) Olsson. 1-3 (32’) Karlsson. 2-3 (44’) Jaap Bulder. 3-3 (57’) Groosjohan. 3-4 (72’) Dahl. 4-4 (88’) Jaap Bulder, de penalti. 5-4 (115’) De Natris.

HOLANDA [experiencia internacional: 5,4]: MacNeill (5); Dénis (8), Verweij (8); Bosschart (17), Kuipers (2), Steeman (7); Van Rappard (2), Bieshaar (1), Groosjohan (2), Jaap Bulder (2), De Natris (5).

SUECIA [experiencia internacional: 12,5]: Zander (10); Lund (14), Hillén (3); Öijermark (1), Wicksell (30), Gustafsson (30); Bergström (19), Olsson (4), Karlsson (12), Dahl (5), Sandberg (10).

Solo un cambio en el once titular de cada equipo: Bieshaar entró por Van Dort en Holanda y Öijermark por Nordenskjöld en Suecia. Era la tercera vez que holandeses y suecos se enfrentaban en unos Juegos Olímpicos. En las dos ocasiones anteriores habían vencido los naranja y tal como empezó el encuentro todo apuntaba que así se iba a cumplir. Pero la reacción sueca  fue contundente con dos dianas de su goleador Karlsson y otra de Olsson volteó el marcador. El juego no decayó y tras diversas alternancias, incluido un penalti fallado por Karlsson -el segundo en lo que iba de competición- en el minuto 70, solo a falta de dos minutos Holanda logró empatar de penalti lanzado por Bulder. Luego en la prórroga los holandeses se hicieron con el triunfo en un partido de total fútbol ofensivo.

29 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 10000 espectadores.

Árbitro: Henri Christophe (Bélgica).

FRANCIA, 3; ITALIA, 1.

Goles: 1-0 (10’) Boyer. 2-0 (14’) Nicolas. 2-1 (33’) Brezzi, de penalti. 3-1 (54’) Bard.

FRANCIA [experiencia internacional: 4,2]: Parsys (4); Huot (1), Baumann (2); Batmale (2), Petit (1), Hugues (5); Dewaquez (5), Boyer (1), Nicolas (5), Bard (8), Dubly (12).

ITALIA [experiencia internacional: 5,1]: Giacone (4); Bruna (3), De Vecchi (22); Sardi (6), Meneghetti (3), Lovati (5); Ferraris (1), Baloncieri (3), Brezzi (5), Santamaria (3), Marucco (1)

No hacía un año todavía del 9-4 con que Italia venció a Francia. Por eso había ganas de revancha entre los galos, que presentaron un equipo novedoso donde destacaba René Petit, que por estar haciendo el servicio militar venía como jugador del Stade Bordelais, ya que su club habitual era el Real Unión de Irún. Italia, respecto al primer partido, cambió sus dos extremos dando entrada a Ferrari y Marucco, pasando Sardi a la media. Fue un partido muy interesante en el que la delantera francesa acechó la portería italiana aprovechando la velocidad de sus extremos junto con el apoyo de sus interiores.

29 de agosto de 1920

Bruselas, Parc Duden, 4000 espectadores.

Árbitro: Charles Barette (Bélgica).

CHECOSLOVAQUIA, 4; NORUEGA, 0.

Goles: 1-0 (8’) Vaník. 2-0 (17’) Janda. 3-0 (66’) Janda. 4-0 (77’) Janda.

CHECOSLOVAQUIA [experiencia internacional: 1,8]: Klapka (2); Hojer (2), Steiner (1); Kolentatý (2), Káďa (2), Seifert (1); Sedláček (2), Janda (2), Pilát (2), Vaník (2), Mazal (2).

NORUEGA [experiencia internacional: 17,3]: Wathne (13); Aulie (24), Skou (29); Wold (21), Halvorsen (12), Gunnar Andersen (28); Paulsen (9), Aass (16), Helsegsen (15), Gundersen (15), Holm (8).

Checoslovaquia introdujo dos cambios respecto a su anterior partido: Steiner y Seifert reemplazaron a Pospíšil y Perner respectivamente. Noruega solo uno, Aass por Wilhelms. Los checoslovacos tomaron grandes precauciones frente a Noruega que sorprendentemente venía de haber eliminado a Gran Bretaña. Sin embargo el esfuerzo de esa victoria mermó mucho su poderío físico y quedaron a merced de un equipo técnicamente muy superior que tuvo en Káďa, Pilát y el trigoleador Janda a sus mejores hombres. Con este triunfo Checoslovaquia se revelaba como uno de los grandes favoritos para la Medalla de Oro, pese a la constante oposición del público belga.

29 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 18000 espectadores.

Árbitro: Johannes Mutters (Holanda).

BÉLGICA, 3; ESPAÑA, 1.

Goles: 1-0 (11’) Coppée. 2-0 (52’) Coppée. 3-0 (55’) Coppée. 3-1 (62’) Arrate, de penalti.

BÉLGICA [experiencia internacional: 6,5]: De Bie (1); Swartenbroeks (11), Verbeeck (5); Musch (16), Hanse (3), Fierens (1); Vanhege (4), Coppée (4), Balyu (1), Nisot (14), Hebdin (12).

ESPAÑA [experiencia internacional: 1,6]: Zamora (2); Vallana (1), Arrate (2); Artola (1), Sancho (1), Eguiazábal (2); Pagaza (2), Pichichi (2), Patricio (2), Vázquez (1), Acedo (2).

Un público enfervorizado llenó el estadio Olímpico para apoyar a su selección en su primer partido de la competición. En frente España, tras haber dado una de las sorpresas por eliminar a Dinamarca. Pero los españoles tuvieron que introducir cambios importantes en su alineación donde se echó en falta a Samitier y a Belaúste. A esto se añadía que los ibéricos habían jugado justo el día anterior. Aun así Bélgica se impuso por los fallos defensivos españoles y por la tarde de aciertos de Coppée que con sus tres goles aupó a los suyos hacia un merecido triunfo.

SEMIFINALES

31 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 12000 espectadores.

Árbitro: Johannes Mutters (Holanda).

CHECOSLOVAQUIA, 4; FRANCIA, 1.

Goles: 1-0 (18’) Mazal. 2-0 (70’) Steiner. 3-0 (75’) Mazal. 3-1 (79’) Boyer. 4-1 (87’) Mazal.

CHECOSLOVAQUIA [experiencia internacional: 2,6]: Klapka (3); Hojer (3), Steiner (2); Kolentatý (3), Káďa (3), Seifert (2); Sedláček (3), Janda (3), Vaník (3), Mazal (3), Plaček (1).

FRANCIA [experiencia internacional: 5,2]: Parsys (5); Huot (2), Baumann (3); Batmale (3), Petit (2), Hugues (6); Dewaquez (6), Boyer (2), Nicolas (6), Bard (9), Dubly (13).

Checoslovaquia recompuso la delantera por lesión de Pilát debutando Plaček, que era la única novedad, ya que Francia repitió el mismo once que contra Italia. De salida los checoslovacos impusieron un férreo marcaje de presión sobre el rival, entonces considerado como poco deportivo y censurado por el público. Eso incomodó mucho el juego francés que no supo rehacerse tras recibir el primer gol del que sería el mejor jugador del encuentro. En la recta final el equipo galo acabó desfondándose y entregó el partido a su rival. Como hecho anecdótico el árbitro acabó expulsando al juez de línea de nacionalidad checoslovaca por penalizar a los franceses con constantes fueras de juego inexistentes.

31 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 22000 espectadores.

Árbitro: John Lewis (Inglaterra).

BÉLGICA, 3; HOLANDA, 0.

Goles: 1-0 (46’) Larnoe. 2-0 (55’) Vanhege. 3-0 (85’) Bragard.

BÉLGICA [experiencia internacional: 5,2]: De Bie (2); Swartenbroeks (12), Verbeeck (6); Musch (17), Hanse (4), Fierens (2); Vanhege (5), Coppée (5), Bragard (2), Larnoe (1), Bastin (1).

HOLANDA [experiencia internacional: 6,4]: MacNeill (6); Dénis (9), Verweij (9); Bosschart (18), Kuipers (3), Steeman (8); Van Rappard (3), Bieshaar (2), Groosjohan (3), Jaap Bulder (3), De Natris (6).

Bélgica cambió a su delantero centro y toda su ala izquierda de ataque respecto al partido de España, mientras que Holanda repitió la alineación que le había dado el pase a las semifinales. El estadio estaba totalmente lleno de un público casi fanatizado. Durante el primer tiempo, aunque Bélgica llevó la iniciativa, la defensa holandesa mantuvo siempre el orden. Precisamente fue el debutante Larnoe el que abrió el marcador nada más empezar la segunda parte y no cejó en su empeño de desmontar la defensa holandesa hasta que subió al marcador el segundo gol. A partir de ese momento Holanda ya no pudo recuperarse de tanta desventaja y al final los belgas completaron un rotundo resultado que les llevaba a la final.

FINAL

2 de septiembre de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 35000 espectadores.

Árbitro: John Lewis (Inglaterra).

BELGICA, 2; CHECOSLOVAQUIA, 0 (partido suspendido en el minuto 39).

Goles: 1-0 (6’) Coppée, de penalti. 2-0 (30’) Larnoe.

BÉLGICA [experiencia internacional: 6,2]: De Bie (3); Swartenbroeks (13), Verbeeck (7); Musch (18), Hanse (5), Fierens (3); Vanhege (6), Coppée (6), Bragard (3), Larnoe (2), Bastin (2).

CHECOSLOVAQUIA [experiencia internacional: 3,7]: Klapka (4); Hojer (4), Steiner (3) [R: 39]; Kolentatý (4), Káďa (4), Seifert (3); Sedláček (4), Janda (4), Pilát (3), Vaník (4), Mazal (4).

El ambiente que se vivió sobre este partido no tenía antecedentes en una competición olímpica. Toda Bélgica estaba pendiente de ver cómo su equipo nacional se proclamaba campeón. Esto generó una presión desacostumbrada en cualquier partido de fútbol de la época. A esto se añadía la inquina con que el público local había estado persiguiendo al equipo checoslovaco por su afinidad con Alemania. Bélgica repitió la alineación de la semifinal contra Holanda y Checoslovaquia recuperó para el eje de la delantera a Pilát.

Nada más empezar el partido el estallido del griterío en la grada fue ensordecedor. Checoslovaquia trató de pausar el juego, pero a los seis minutos de juego Klapka fue cargado violentamente por un delantero belga en su área rebotando el balón hacia Bastin que remató a puerta vacía pero con la mano un defensa rival evitó que entrara. El árbitro, en vez de penalizar al delantero belga señaló penalti y permitió a Coppée abrir el marcador en medio del delirio local. Este gol dio paso a un juego rudo y con entradas en falta por ambos bandos, aunque presionado por el público el árbitro se dejó llevar y castigó más severamente a los checoslovacos. Con el 2-0 protestado por los checoslovacos por -según ellos- claro fuera de juego de Larnoe la tensión fue en aumento. Poco después una internada de Coppée fue cortada por Steiner en falta. Se encararon ambos jugadores y tras empujarse mutuamente, el delantero belga caído en el suelo exageró simulando una agresión lo que encrespó al público y forzó la expulsión del defensa. Según se marchaba Steiner, el capitán Káďa, tras ver que el árbitro ignoraba sus reclamaciones, decidió acompañarlo voluntariamente y seguidamente le secundó el resto de compañeros.

El público, al ver la retirada de los checoslovacos y en medio de un tremendo desorden que desbordaba a las fuerzas militares, invadió el terreno de juego para festejar el triunfo olímpico mientras algunos exaltados rompían el mástil donde ondeaba la bandera checoslovaca. Fue un triste y antideportivo final para una competición olímpica que todavía se resentía de la I Guerra Mundial.

TORNEO DE CONSOLACIÓN POR LAS MEDALLAS DE PLATA Y BRONCE

Primera eliminatoria (semifinales de cuartos)

 

Italia – Noruega

2-1

España – Suecia

2-1

 

Segunda eliminatoria (final de cuartos)

 

España – Italia

2-0

 

Semifinales

 

España – Checoslovaquia (descalificada)

Holanda – Polonia (no presentada)

 

Final

 

España – Holanda

3-1

PRIMERA ELIMINATORIA (ELIMINADOS DE CUARTOS DE FINAL)

31 de agosto de 1920

Amberes, estadio de Boschuil 500 espectadores.

Árbitro: Louis Fourgeous (Francia).

ITALIA, 2; NORUEGA, 1.

Goles: 0-1 (41’) Arne Andersen. 1-1 (46’) Sardi. 2-1 (123’) Badini.

ITALIA [experiencia internacional: 2,9]: Campelli (6); Bruna (4), Rosetta (1); Reynaudi (3), Parodi (3), Burlando (1); Roggero (1), Sardi (7), Ferraris (2), Badini (1), Forlivesi (3).

NORUEGA [experiencia internacional: 11]: Wathne (14); Aulie (25), Johnsen (2); Mohn (1), Halvorsen (13), Gunnar Andersen (29); Paulsen (9), Arne Arnesen (1), Helsegsen (16), Semb-Thorstvedt (2), Holm (9).

Hasta ocho cambios introdujo Milano, el seleccionador italiano, en su equipo, donde se echaba en falta a dos de sus mejores hombres. De Vecchi y Baloncieri. Noruega también hizo cuatro cambios respecto a su partido ante los checoslovacos, siendo notable la baja de Gundersen. Iniciado el partido el equilibrio se fue decantando del lado italiano pero fue Noruega quien abrió el marcador por medio del debutante Arne Arnesen. Nada más reanudarse el partido tras el descanso empató Italia. La tablas se mantuvieron no solo hasta el minuto 90, sino que se prolongaron los treinta minutos suplementarios. Seguidamente se jugaron otros dos tiempos de 10 minutos, en los que una vez trascurridos los tres primeros Badini logró el gol de la victoria. En total jugaron 140 minutos.

1 de septiembre de 1920

Amberes, estadio de Boschuil, 1500 espectadores.

Árbitro: Giovanni Mauro (Italia).

ESPAÑA, 2; SUECIA, 1.

Goles: 0-1 (28’) Dahl. 1-1 (51’) Belaúste. 2-1 (53’) Acedo.

ESPAÑA [experiencia internacional: 2,5]: Zamora (3); Vallana (2), Arrate (3); Samitier (2), Belaúste (2), Sabino (1); Pagaza (3), Sesúmaga (2), Patricio (3), Pichichi (3), Acedo (3).

SUECIA [experiencia internacional: 13,9]: Zander (11); Lund (15), Nordenskjöld (8); Öijermark (2), Wicksell (31), Gustafsson (31); Bergström (20), Olsson (5), Karlsson (13), Dahl (6), Sandberg (11).

Se jugó con un día de retraso porque inicialmente Suecia había anunciado que renunciaba a seguir la competición de repesca, por lo que el Comité comunicó que España pasaba a la final cuartofinalistas. Esa misma noche la organización ofreció un banquete en honor a los atletas de la VII Olimpiada. Allí asistió la delegación española, incluidos los futbolistas que no tuvieron cuidado en vivir la fiesta plenamente pensando que no tendrían que jugar hasta el día 2 contra el vencedor del Italia-Noruega. Sin embargo al final de la noche les llegó la noticia de que Suecia rectificaba su decisión y era aceptada, de tal forma que jugarían contra España. Fue entonces la delegación española la que amenazó con retirarse dado que no estaban preparados para jugar en la fecha señalada. Al final se llegó a un acuerdo y se disputó el España-Suecia el 1º de septiembre.

Parece ser que fueron los jugadores suecos los que habían decidido por su cuenta abandonar el torneo y posteriormente la propia Federación Sueca la que los obligó a jugar y negoció la readmisión. Para los españoles este cambio de postura fue tomado como un gesto despectivo. En pocas palabras, tanto suecos como españoles salieron al campo con muy mala predisposición, algo que se pudo comprobar al poco de empezar el partido.

España recuperó en la media a Samitier y a Belaúste y en la delantera a Sesúmaga. Además Paco Bru dio entrada a Sabino en el centro del campo para dar mayor fuerza al eje. En Suecia solo un cambio: Nordenskjöld regresó al once titular, esta vez en la defensa. El público disfrutó con la entrega y combatividad de los dos equipos durante una primera parte espectacular que acabó decantándose a favor de Suecia al aprovechar Dahl un inesperado fallo de Zamora. El comienzo de la segunda parte fue más intenso si cabe. Entonces España impuso su superioridad técnica consiguiendo remontar. El 1-1 de Belaúste fue el gol más recordado por nuestros jugadores, el de “a mí, Sabino, que los arrollo” entrando en la portería con el balón y cuatro jugadores suecos colgados de su cuerpo, incluido el portero. Luego vino la genialidad de Acedo. En el minuto 65 Wicksell falló un penalti desconcentrado por las provocaciones de Samitier. Si hasta entonces el partido había sido extremadamente duro, después de esa jugada  se convirtió en una batalla sin cuartel al grito de “al hombre”. Las crónicas señalan que finalizaron sobre el campo solo 15 hombres hábiles para jugar al fútbol, el resto estaban lesionados. El peor parado fue Olsson que había sido retirado del terreno con fractura de clavícula en el minuto 75.

SEGUNDA ELIMINATORIA (FINAL DE CUARTOFINALISTAS)

2 de septiembre de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 10000 espectadores.

Árbitro: Paul Putz (Bélgica).

ESPAÑA, 2; ITALIA, 0.

Goles: 1-0 (43’) Sesúmaga. 2-0 (72’) Sesúmaga.

ESPAÑA [experiencia internacional: 2,5]: Zamora (4) [R: 79’]; Vallana (3), Otero (2); Artola (2), Sancho (2), Sabino (2); Ramón Gil (1), Pagaza (4), Sesúmaga (3), Pichichi (4), Silverio (1) [portero circunstancial al 79’].

ITALIA [experiencia internacional: 5,3]: Campelli (7); Bruna (5), De Vecchi (23); Parodi (3), Meneghetti (4), De Nardo (1); De Marchi (1), Baloncieri (4), Brezzi (6), Badini (2), Marucco (2)

Hasta cinco cambios tuvo que introducir Paco Bru en el equipo, la mayoría motivados por los golpes del partido del día anterior. Debutaron Ramón Gil y Silverio, además de tener que reestructurar casi por completo la línea media. Italia recuperó a su capitán De Vecchi en la defensa, a Meneghetti en el centro del campo y a Baloncieri en la delantera, además de otros cambios respecto al partido contra Noruega. Si los italianos venían de jugar 140 minutos, los españoles no habían tenido ningún día de descanso.

Italia salió muy fuerte, mostrándose muy superior en el centro del campo hasta chocar con la sólida defensa española respaldada por un insuperable Ricardo Zamora. El partido se complicó más para España cuando a los 35 minutos Pagaza se retiró por lesión, pero Sesúmaga en la primera ocasión clara que tuvo abrió el marcador. Durante la segunda parte los italianos siguieron apretando y de nuevo Sesúmaga demostró su efectividad lo que hizo que los transalpinos perdiesen la compostura. En el minuto 79 Zamora, que estaba muy molesto por la constante violencia en las cargas de los italianos, fue expulsado tras repeler una brutal entrada de Badini. Es de suponer que el árbitro ya había señalado la falta del atacante porque de haber dejado seguir el juego esa agresión tenía que haberse sancionado con penalti contra España. Silverio se colocó de portero provisional, pero Italia no supo desmontar la férrea defensa española que acabó el partido con nueve hombres.

SEMIFINALES

La fecha prevista era el 4 de septiembre, aunque no se llegó a jugar ninguno de los dos partidos programados. El reglamento que seguía el “sistema Bergvall” establecía que el perdedor de la final, en este caso Checoslovaquia, debería enfrentarse al ganador del torneo de los eliminados de cuartos, España. Como consecuencia de los incidentes habidos durante la final, la selección checoslovaca quedó descalificada por el Comité de Competición, por lo que España se clasificó para la final por la Medalla de Plata. Tampoco Holanda tuvo rival ya que le correspondía enfrentarse con el equipo supuestamente eliminado en octavos de final por el campeón, que atendiendo al sorteo original, debió ser Polonia, emparejado en su momento con Bélgica, si bien los polacos no se desplazaron a Amberes. Así pues la competición siguió su curso previsto: Holanda y España se disputarían las Medallas de Plata y Bronce en lo que se denominaría “la final pequeña”.

FINAL POR LA MEDALLA DE PLATA

5 de septiembre de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 4000 espectadores.

Árbitro: Paul Putz (Bélgica).

ESPAÑA, 3; HOLANDA, 1.

Goles: 1-0 (7’) Sesúmaga. 2-0 (35’) Sesúmaga. 2-1 (68’) Groosjohan. 3-1 (72’) Pichichi.

ESPAÑA [experiencia internacional: 3,7]: Zamora (5); Vallana (4), Arrate (4), Samitier (3), Belaúste (3), Eguiazábal (3); Ramón Gil (2), Sesúmaga (4), Patricio (4), Pichichi (5), Acedo (4).

HOLANDA [experiencia internacional: 6,7]: MacNeill (7); Dénis (10), Verweij (10); Bosschart (19), Kuipers (4), Steeman (9); Van Rappard (4), Van Dort (5), Groosjohan (4), Von Heijden (1), Evert Bulder (1),

En Holanda hubo una fuerte polémica dentro de su delegación ya que los jugadores se quejaron de tener que hospedarse en los incómodos barracones olímpicos mientras que los directivos se alojaban en un lujoso hotel. La rebelión se cortó de raíz y los dos jugadores que encabezaron las protestas, Jan de Natris y Jaap Bulder, fueron apartados del equipo y no volvieron a jugar nunca más con su selección. Contra España fueron sustituidos por dos debutantes, Von Heijden y Evert Bulder, precisamente hermano de Jaap.

Paco Bru pudo presentar de nuevo su mejor centro del campo al recuperar a Samitier y a Belaúste. Ramón Gil se mantenía en el ataque para cubrir la baja de Pagaza, pues Patricio también volvía al once titular.

España se impuso por velocidad desde el primer momento siendo Félix Sesúmaga un delantero mortal ante la portería rival. Holanda notó mucho que su ala izquierda estaba desmontada y nunca pudo superar la defensa española. Pese a que el hombre holandés más peligroso, Groosjohan, logró acortar distancias, el mítico Pichichi no se quiso despedirse de su intervención con el equipo nacional sin anotar un gol. De esta manera, España se hizo de forma brillante con la Medalla de Plata.

CUADRO DE HONOR

PODIUM:

Medalla de Oro:                                           Bélgica

Medalla de Plata:                                         España

Medalla de Bronce:                                    Holanda

GOLEADORES:

Herbert Karlsson

Suecia

7

Antonín Janda

Checoslovaquia

6

Ber Groosjohan

Holanda

5

Robert Coppée

Bélgica

4

Félix Sesúmaga

España

4

Jan Vaník

Checoslovaquia

4

EL MEJOR ONCE DEL TORNEO:

Ricardo Zamora (España)

Armand Swartenbroeks (Bélgica)

Antonín Hojer (Checoslovaquia)

José Samitier (España)

Karel Káďa (Checoslovaquia)

Asbjørn Halvorsen (Noruega)

Robert Coppée (Bélgica)

Antonín Janda (Checoslovaquia)

Herbrt Karlsson (Suecia)

Jan Vaník (Checoslovaquia)

Désiré Bastin (Bélgica)

CLASIFICACIÓN TORNEO MEDALLA DE ORO

 

J

Gx2

Ex1

Px0

F

C

Pts

Bélgica

3

3

0

0

8

1

6

Holanda

3

2

0

1

8

7

4

Suecia

2

1

0

1

13

5

2

Francia

2

1

0

1

4

5

2

Italia

2

1

0

1

3

4

2

España

2

1

0

1

2

3

2

Noruega

2

1

0

1

3

5

2

Egipto

1

0

0

1

1

2

0

Dinamarca

1

0

0

1

0

1

0

Gran Bretaña

1

0

0

1

1

3

0

Luxemburgo

1

0

0

1

0

3

0

Yugoslavia

1

0

0

1

0

7

0

Grecia

1

0

0

1

0

9

0

Checoslovaquia descalificado

4

3

0

1

15

3

0

CLASIFICACIÓN GLOBAL – INCLUIDOS TODOS LOS PARTIDOS

 

J

Gx2

Ex1

Px0

F

C

Pts

España

5

4

0

1

9

5

8

Bélgica

3

3

0

0

8

1

6

Holanda

4

2

0

2

9

10

4

Italia

4

2

0

2

5

7

4

Suecia

3

1

0

2

14

7

2

Francia

2

1

0

1

4

5

2

Noruega

3

1

0

2

4

7

2

Egipto

1

0

0

1

1

2

0

Dinamarca

1

0

0

1

0

1

0

Gran Bretaña

1

0

0

1

1

3

0

Luxemburgo

1

0

0

1

0

3

0

Yugoslavia

1

0

0

1

0

7

0

Grecia

1

0

0

1

0

9

0

Checoslovaquia descalificado

4

3

0

1

15

3

0

COLETILLA HISTÓRICA

El sistema Bergvall cayó en desuso y en el olvido. El paso de los años y la confección de tablas cuadriculadas para contar la historia -con una final, que decidía el oro y la palta y un partido de consolación por el bronce- distorsionó de tal manera la competición de Amberes que según pasaba el tiempo cada vez se alejaba más de los hechos tal y como los hemos contado.

Traspapelado el reglamento se hacía complicado explicar por qué España, eliminada en cuartos de final, acabó ganando la Medalla de Plata. Entonces surgió la primera gran versión inventada: España fue Medalla de Plata de rebote, el ocasionado porque, al ser Checoslovaquia descalificada, hizo falta jugar algunos partidos más. Esta versión tropieza con otro hecho más lógico: ¿por qué no jugaron un partido entre Holanda y Francia? A lo que se responde con otra invención histórica: porque Francia había hecho las maletas.

La ausencia de Francia una vez perdida la semifinal es una aportación por parte de historiadores franceses. Con ello justifican que Holanda acabase jugando contra España ya que había que encontrar un rival con el que poner en juego las Medallas de Plata y Bronce. Ellos mismos justifican así que no se hubiese aplicado su cuadriculado razonamiento que a falta del subcampeón por descalificación, las otras dos medallas correspondían a los dos semifinalistas. A su vez, era compatible con la teoría del rebote que permitió a España ganar la Medalla de Plata.

Finalmente, como parte más del rebote hay que justificar esos partidos entre los cuartofinalistas eliminados, que según algunos correspondieron a un torneo paralelo de consolación, cuyo vencedor sería considerado el quinto de una supuesta clasificación del torneo, además de ocupar algunas fechas y compensar a los participantes del desplazamiento. Como se produjo la descalificación de Checoslovaquia y la ausencia de Francia, a alguien se le ocurrió que, por no regalarle la Medalla de Plata a Holanda, se la disputase con España, vencedora del inventado torneo de consolación.

Y por añadir un invento histórico más, como hemos explicado, ya que no hubo semifinales en el Torneo de la Medalla de Plata, ha habido quien señaló que tanto españoles como holandeses se negaron a aceptar sustitutos de sus respectivos rivales -Checoslovaquia y Polonia-. Según algunos malos historiadores, a Holanda le hubiese correspondido jugar contra Francia, pues era el otro semifinalista -al que se le negó la lucha por la Plata en la repesca-; y a España contra Egipto. Y en efecto, Egipto había jugado y ganado un partido fuera de concurso contra Yugoslavia que acordaron ambas delegaciones dado el esfuerzo de llegar hasta Amberes. Como alguien redescubrió ese resultado, se inventó situarlo dentro de la competición a modo de una especie de torneo entre los eliminados en octavos de final -que solo siguieron egipcios y yugoslavos-. La pieza encajaba muy bien asignándole la función para encontrar al sustituto de Polonia.

La explicación real es más sencilla. En efecto, Checoslovaquia era una firme candidata a la Medalla de Oro, por lo que Yugoslavia mantenía esperanzas de entrar en la lucha por la Medalla de Plata. A su vez, Egipto había hecho un desplazamiento muy importante para la época y no era cuestión de jugar un solo encuentro y regresar. Por eso incluso llegó a Bélgica con suficiente antelación para jugar contra un combinado de jugadores belgas y para prolongar su estancia concertó con los yugoslavos ese partido amistoso, justo al día siguiente de haberse disputado la final, del que damos aquí constancia:

3 de septiembre de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 500 espectadores.

Árbitro: Raphaël van Praag (Bélgica).

EGIPTO, 4; YUGOSLAVIA, 2.

Goles: 1-0 Allouba. 2-0 Hegazi. 2-1 Dubravčić. 2-2 Ružić. 3-2 Abaza. 4-2 Abaza.

EGIPTO [experiencia internacional: 2]: Taha (2); El-Sayed (2), Hamdy (2); Shawki (2), El-Hassany (2), Gamil Osman (2); Abdalla (2), Allouba (2), Hegazi (2), Abaza (2), Zaki Osman (2).

YUGOSLAVIA [experiencia internacional: 1,7]: Vrđuka (2); Šifer (2), Porobić (1); Vragović (2), Rupec (2), Tavčar (2); Šolc (1), Simić (1), Dubravčić (2), Perška (2) [Kojić (1) 46’], Ružić (2).

Una muestra del carácter amistoso de este encuentro es la sustitución de Perška por Kojić tras el descanso. El reglamento era muy tajante: no se permitían cambios.

LOS PROTAGONISTA DE LA OLIMPIADA DE AMBERES

BÉLGICA

 

 

J

G

Seleccionador: William Sturrock Maxwell (Escocia)

Félix Balyu

a

RFC Brugeois

1

Désiré Bastin

a

Royal Antwerp FC

2

Mathieu Bragard

a

CS Verviétois

2

1

Robert Coppée

a

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

4

Jan de Bie

p

Racing Club Bruxelles

3

André Fierens

m

Beerschot Antwerpen Club

3

Emile Hanse

m

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

Georges Hebdin

a

Union Saint-Gilloise Bruxelles

1

Henri Larnoe

a

Beerschot Antwerpen Club

2

2

Joseph Musch

m

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

Fernand Nisot

a

Léopold Club Bruxelles

1

Armand Swartenbroeks

d

Daring Club Bruxelles SR

3

Louis Vanhege

a

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

1

Oscar Verbeeck

d

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

 

CHECOSLOVAQUIA

 

 

J

G

Seleccionador: John Madden (Escocia)

Antonín Hojer

d

AC Sparta Praha

3

Antonín Janda

a

AC Sparta Praha

3

6

Karel Pešek “Káďa”

m

AC Sparta Praha

3

Rudolf Klapka

p

SK Viktoria Žižkov

3

František Kolentatý

m

AC Sparta Praha

3

Otakar Mazal

a

AC Sparta Praha

3

3

Antonín Perner

m

AC Sparta Praha

1

Václv Pilát

a

AC Sparta Praha

2

Jan Plaček

a

AC Sparta Praha

1

Miroslav Pospíšil

d

AC Sparta Praha

1

Josef Sedláček

a

AC Sparta Praha

3

1

Emil Seifert

m

SK Slavia Praha

2

Karel Steiner

d

SK Viktoria Žižkov

2

1

Jan Vaník

a

SK Slavia Praha

3

4

 

DINAMARCA

 

 

J

G

Seleccionador: Jack Carr (Inglaterra)

Gunnar Aaby

m

Akademisk BK København

1

Bette Andersen

a

BK Frem København

1

Steen Blicher

d

Kjøbenhavns BK

1

Leo Dannin

a

Kjøbenhavns BK

1

Christian Grøthan

m

BK 1893 København

1

Sophus Hansen

p

BK Frem København

1

Viggo Jørgensen

a

BK 1903 København

1

Ivar Lykke

m

Kjøbenhavns BK

1

Nils Middelboe

d

Kjøbenhavns BK

1

Alf Aage Olsen

a

Kjøbenhavns BK

1

Michael Rohde

a

BK 1893 København

1

 

EGIPTO

 

 

J

G

Seleccionador: Hussein Hegazi

Sayed Abaza

a

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Tawfik Abdalla

a

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Hassan Allouba

a

Tersana Al-Qāhira

1

Aly El-Hassany

m

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Mohamed El-Sayed

d

El-Sekka Al-Qāhira

1

Abdel Salam Hamdy

d

Al-Moukhtalat SC Al-Qāhira

1

Hussein Hegazi

a

Al-Moukhtalat SC Al-Qāhira

1

Gamil Osman

m

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Zaki Osman

a

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

1

Riad Shawki

m

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Kamel Taha

p

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

 

ESPAÑA

 

 

J

G

Seleccionador: Paco Bru

Domingo Gómez-Acedo

a

Athletic Club Bilbao

4

1

Mariano Arrate

d

Real Sociedad San Sebastián

4

1

Juan Ramón Artola

m

Real Sociedad San Sebastián

2

José María Belausteguigoitia

m

Athletic Club Bilbao

3

1

Ramón Eguiazábal

m

Real Unión Club Irún

3

Ramón Gil

a

Real Vigo Sporting

2

Luis Otero

d

Real Vigo Sporting

2

Francisco Pagazaurtundúa

a

Arenas Club Guecho

4

Patricio Arabolaza

a

Real Unión Club Irún

4

1

Ramón Moreno “Pichichi

a

Athletic Club Bilbao

5

1

Sabino Bilbao

m

Athletic Club Bilbao

2

Pepe Samitier

m

FC Barcelona

3

Agustín Sancho

m

FC Barcelona

2

Félix Sesúmaga

a

FC Barcelona

4

4

Silverio Izaguirre

a

Real Sociedad San Sebastián

1

Pedro Vallana

d

Arenas Club Guecho

4

Joaquín Vázquez

a

CD Irunés

1

Ricardo Zamora

p

FC Barcelona

5

 

FRANCIA

 

 

J

G

Seleccionador: Frederick Pentland (Inglaterra)

Henri Bard

a

Cercle Athlétique Paris

2

1

Jean Batmale

m

US Athlétique Clichy

2

Édouard Baumann

d

RC de France Paris

2

Jean Boyer

a

CAS Généraux Paris

2

2

Jules Dewaquez

a

Olympique Paris

2

Raymond Dubly

a

RC Roubaix

2

François Hugues

m

Red Star Club Paris

2

Léon Huot

d

Club Athlétique Vitry

2

Paul Nicolas

a

Red Star Club Paris

2

1

Albert Parsys

p

US Tourquennoise

2

René Petit

m

Stade Bordelais UC

2

 

GRAN BRETAÑA

 

 

J

G

Seleccionador: –

George Atkinson

m

Bishop Auckland FC

1

Basil Gates

d

London Caledonians

1

Bill Harbidge

m

Reading FC

1

Bill Hardinge

a

Cambridge University

1

Kenneth Hegan

a

Corinthians FC London

1

Kenny Hunt

m

Corinthians FC London

1

Arthur Knight

d

Portsmouth FC

1

James Mitchell

p

Manchester University

1

Fred Nicholas

a

Corinthians FC London

1

1

Harold Prince

a

Royal Army Medical Corps

1

Dick Sloley

a

Corinthians FC London

1

 

GRECIA

 

 

J

G

Seleccionador: Yeorgios Kalafatis

Ioanis Andrianopoulos

a

Piraikos Sindesmos Pireas

1

Tyheodoros Dimitriou

a

Panionios GS Smirni

1

Andonios Fotiadis

p

Panionios GS Smirni

1

Agamemnon Gilis

d

Apollon Smirni

1

Dimitrios Gotis

m

Apollon Smirni

1

Yeorgios Hatziandreou

a

Piraikos Sindesmos Pireas

1

Yeorgios Kalafatis

a

Panathinaikos AO Athina

1

Nikolaos Kaloudis

d

Piraiki Enosi Pireas

1

Apostolos Nikolaidis

m

Panathinaikos AO Athina

1

Theofilos Nikolaidis

a

Gudi Athina

1

Hristos Pepas

m

Piraiki Enosi Pireas

1

 

HOLANDA

 

 

J

G

Seleccionador: Frederick Warburton (Inglaterra)

Arie Bieshaar

a

Haarlem FC

2

Leo Bosschart

m

Quick Den Haag

4

Jaap Bulder

a

Be Quick Groningen

3

3

Evert Bulder

a

Be Quick Groningen

1

Jan de Natris

a

AFC Ajax Amsterdam

3

1

Harry Dénis

d

HBS Den Haag

4

Ber Groosjohan

a

VOC Rotterdam

4

5

Frits Kuipers

m

HFC Haarlem

4

Dick MacNeill

p

HVV Den Haag

4

Henk Steeman

m

Sparta Rotterdam

4

Joop van Dort

a

AFC Ajax Amsterdam

2

Oscar van Rappard

a

HBS Den Haag

4

Ben Verweij

d

HFC Haarlem

4

Herman von Heijden

a

Quick Nijmegen

1

 

ITALIA

 

 

J

G

Seleccionador: Giuseppe Milano

Emilio Badini

a

FC Bologna

2

1

Adolfo Baloncieri

a

Alessandria USC

3

1

Guglielmo Brezzi

a

Genoa FBC 1893

2

2

Antonio Bruna

d

Juventus FC Torino

4

Luigi Burlando

m

SG Andrea Doria Genova

1

Piero Campelli

p

FBC Internazionale Milano

2

Adevildo de Marchi

a

SG Andrea Doria Genova

1

Gracco de Nardo

m

SPES Genova

1

Renzo de Vecchi

d

Genoa FBC 1893

3

Pio Ferraris

a

Juventus FC Torino

2

Giuseppe Forlivesi

a

Modena FCB

2

Giovanni Giacone

p

Juventus FC Torino

2

Cesare Lovati

m

Milan FBC

2

Giustiniano Marucco

a

Novara FC

2

Mario Meneghetti

m

Novara FC

3

Giuseppe Parodi

m

US Pro Vercelli

2

Ettrore Reynaudi

m

Novara FC

2

Rinaldo Roggero

a

Savona FC

1

Virginio Rosetta

d

US Pro Vercelli

1

Aristodemo Santamaria

a

Genoa FBC 1893

2

Enrico Sardi

a

Genoa FBC 1893

3

1

 

LUXEMBURGO

 

 

J

G

Seleccionador: –

Robert Elter

a

Sporting Club Luxembourg

1

Emile Hamilius

m

CS Fola Esch

1

Joseph Koetz

d

CS Fola Esch

1

Charles Krüger

p

CS Fola Esch

1

François Langers

a

AS la Jeunesse d’Esch

1

Arthur Leesch

a

US Hollerich-Bonnevoie

1

Jean Massard

a

CS Fola Esch

1

Léon Metzler

a

FCM Young Boys Diekirch

1

Thomas Schmit

d

US Hollerich-Bonnevoie

1

Camille Schumacher

m

CS Fola Esch

1

Michel Ungeheuer

m

US Hollerich-Bonnevoie

1

 

NORUEGA

 

 

J

G

Seleccionador: James McPherson (Escocia)

Arne Andersen

a

FK Kvik Fredrikshald

1

1

Gunnar Andersen

m

Ski og FK Lyn Kristiania

3

Rolf Aass

a

Ski og FK Mercantile Kristiania

1

Otto Aulie

d

Ski og FK Lyn Kristiania

3

Einar Gundersen

a

Odds BK Skien

2

2

Assi Halvorsen

m

Sarpsborg FK

3

Johnny Helsegsen

a

FK Kvik Fredrikshald

3

Per Holm

a

Sarpsborg FK

3

John Johnsen

d

SK Brann Bergen

1

Ellef Mohn

m

SK Frigg Kristiania

1

Michael Paulsen

a

FK Ørn Horten

3

Rolf Semb-Thorstvedt

a

SK Frigg Kristiania

1

Per Skou

d

Ski og FK Lyn Kristiania

2

Sigurd Wathne

p

SK Brann Bergen

3

Einar Wilhelms

a

Fredrikstad FK

1

1

Adolph Wold

m

SK Ready Kristiania

2

 

SUECIA

 

 

J

G

Seleccionador: –

Rune Bergström

a

AIK Stockholm

3

Albin Dahl

a

Landskrona BoIS

3

3

Karl Gustafsson

m

Djurgårdens IF Stockholm

3

Fritjof Hillén

d

GAIS Göteborg

2

Herbert Karlsson

a

IFK Göteborg

3

7

Valdus Lund

d

IFK Göteborg

3

Bertil Nordenskjöld

m

Djurgårdens IF Stockholm

2

Albert Öijermark

m

Djurgårdens IF Stockholm

2

Albert Olsson

a

GAIS Göteborg

3

3

Mauritz Sandberg

a

IFK Göteborg

3

Ragnar Wicksell

m

Djurgårdens IF Stockholm

3

1

Robert Zander

p

Örgryte IS Göteborg

3

 

YUGOSLAVIA

 

 

J

G

Seleccionador: Veljko Ugrinić

Slavin Cindrić

m

HŠK Konkordija Zagreb

1

Artur Dubravčić

a

HŠK Konkordija Zagreb

1

Ivan Granec

a

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Emil Perška

a

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Rudolf Rupec

m

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Jovan Ružić

a

SK Jugoslavija Beograd

1

Jaroslav Šifer

d

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Stanko Tavčar

m

ŠK Ilirija Ljubljana

1

Dragutin Vragović

a

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Dragutin Vrđuka

p

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Vjekoslav Župančić

d

HAŠK Zagreb

1

 

ÁRBITROS

P

Johannes Mutters (Holanda)

3

Paul Putz (Bélgica)

3

Charles Barette (Bélgica)

2

John Lewis (Inglaterra)

2

Henri Christophe (Bélgica)

1

Willem Eymers (Holanda)

1

Josef Fanta (Checoslovaquia)

1

Louis Fourgeous (Francia)

1

Georges Hubrecht (Bélgica)

1

Giovanni Mauro (Italia)

1

Raphaël van Praag (Bélgica)

1

Los jueces de línea, por reglamento, correspondían a la nacionalidad de cada uno de los equipos contendientes, salvo en la semifinal Bélgica-Holanda, y la final Bélgica-Checoslovaquia que fueron ingleses, al igual que el árbitro principal, John Lewis.




Amberes 1920. La Plata de la furia. La primera medalla y muchas fiestas

1. Controversia en las olimpiadas: ¿se acepta a los perdedores de la gran guerra?

El mundo deportivo             

Año XV – Número. 749; 19 Agosto de 1920

Los alemanes deben ser admitidos? He aquí la opinión de un deportista francés tan caracterizado como Geo André sobre la exclusión de Alemania en los Juegos Olímpicos. Desde que oficialmente hemos reanudado nuestra relación con nuestros antiguos enemigos los alemanes, siempre he protestado contra su política ridícula y nefasta que consiste en excluir a estos últimos de toda participación común, tanto en nuestra vida comercial como en nuestra vida deportiva. Al firmar la paz no hemos debido hacerlo como un acto sin consistencia. En materia deportiva creo que hemos errado el camino. Siempre he considerado nefasta nuestra política que excluye a los alemanes de todas nuestras competiciones. De esta manera hemos creado un espíritu de molestia y un embrollo general que no facilitan ciertamente la expansión en la humanidad entera de esa idea de fraternidad que, vulgarizada, debía hacer más por  la vida a los habitantes del planeta. Por otra parte, era tonto proceder de esta manera cuando los acontecimientos habían de hacer, poco a poco, inexistente este estado de cosas, que por ello nos veríamos obligados a abandonar el camino por el que con tanta irreflexión nos hemos lanzarlo. Proceder como lo hemos hecho era ir directamente al fracaso. Tengamos, pues, más amplio punto de vista y no establezcamos, deportivamente hablando, ninguna distinción entre Alemania y las otras naciones. De ello no podríamos salir sino ganando; nuestras relaciones serían menos prósperas y favoreceríamos con ello la concordia que tan necesaria es después de una época de seis años tan desordenada y tan caótica. ¿Por qué no aprovechar la coyuntura  de los Juegos Olímpicos de Amberes para conceder a los Imperios centrales el lugar que ellos desearían ocupan, renovando con este acto el gesto de los creadores de las Olimpiadas, que permitían la participación de sus enemigos gracias a la tregua Olímpica?

Geo /André.”

Después de que se cancelara la VI edición de los Juegos Olímpicos Berlín 1916 por la I Guerra Mundial, el fin de la contienda llegó al mundo del deporte con la VII Olimpiada: Amberes 1920, ya que Coubertaín decidió que la de la capital alemana, aunque no se disputasen Juegos, contaba como Olimpiada.
El mundo estaba fracturado después de que la primera Gran Guerra dividiera el mundo occidental en dos bandos. Precisamente los países pertenecientes al bando derrotado, los Imperios Centrales, se quedaron fuera de la Olimpiada por decisión del Comité Olímpico Belga.
Vencedores y derrotados no querían coincidir en Amberes, por lo que el barón de Coubertain, de vuelta tras combatir en las filas galas, tuvo que decidir entre penalizar al bando perdedor o respetar el espíritu olímpico. Y evitó tomar por él mismo esa decisión mandando a los belgas decidir, algo con un final previsible ya que Bélgica había sido arrasada por las fuerzas alemanas y austro-húngaras.
Alemania, Austria, Hungría, Polonia, Rumanía, Bulgaria y Turquía no participaron por la resaca bélica. Tampoco Rusia, en plena Guerra Civil después de la Revolución Bolchevique que transformaría al país en la Unión Soviética.
Además, Bélgica se encontraba arrasada cuando Amberes fue elegida como sede, poco más de un año antes del inicio. Lo hizo cuando el COI la eligió por delante de Budapest, ciudad que se vio sin posibilidades al pertenecer a una de las naciones perdedoras en la guerra.

Fuente: Joaquín Anduro

Eisenberg y Lanfranchi,  a raíz de esta polémica, comentaban en su obra “FIFA 1904-2004 un siglo de fútbol”: Después del armisticio, las federaciones de los países vencedores reclamaron la realización de un congreso que excluyera a las potencias centrales vencidas. El barón de Laveleye, segundo vicepresidente, propuso entonces una modificación del artículo primero de los estatutos, donde de allí en más quedarían enumeradas las federaciones afiliadas, y Alemania, Austria y Hungría ya no figurarían (septiembre de 1919). Los representantes de los neutrales, que estaban en desacuerdo, se reunieron para reclamar el derecho a jugar contra los equipos que ellos quisieran. Vencedores y neutrales se reunieron en Anvers, el 27 de agosto de 1920, en ocasión de los Juegos Olímpicos, y se decidió dejar en libertad de acción a los neutrales, aunque las federaciones de los vencedores rechazarían todo partido con ellos si jugaban contra los vencidos.

El diario As escribe: No asistieron Alemania, Austria, Hungría, Turquía, Bulgaria, Polonia y la Unión Soviética, por haber sido los agresores en la guerra, pero en cambio participaron por primera vez Argentina, Brasil, Checoslovaquia, Yugoslavia, Nueva Zelanda y Finlandia.

Fuente: https://as.com/masdeporte/juegosolimpicos/historia/amberes_1920.html

2. La inauguración narrada por la prensa española

El sábado, en el Estadio se celebró el acto solemne de la apertura  Olimpiada, desfilando por delante de los reyes de Bélgica y del cardenal Mercier. 1.731 atletas. Pertenecientes a 27 países diferentes. Se calcula que asistieron al acto más de cien mil personas, entre ellos trescientos periodistas, a los cuales se colma de atenciones. El desfile de las delegaciones atléticas y de deportistas resultó emocionante. El grupo español se componía de sesenta concursantes. Lo presidían el doctor Bartrina, que paseó la bandera española por todo el estadio.  Aguilar, de Madrid, y García Alpina, presidente de la F. A. C. Todos los equipos fueron vitoreados, especialmente  los Estados Unidos, Francia, Italia, Suecia, España y Dinamarca. Terminado el acto, al descender los reyes de la tribuna, fueron objeto de una ovación delirante, entonando la multitud el himno nacional. Los atletas se entrenan en el Stadium, quejándose  muchos de ellos de deficiencias en las pistas. El Comité belga procura satisfacer  a todo el mundo. Interesante dice un querido colega: de Bruselas, entérense de ello nuestros lectores: Entre los deportistas se habla mucho del lugar en que se verificará la Olimpiada  de  I924, entre las que está Barcelona.

La Vanguardia Edición del viernes, 20 agosto 1920, página 4

DEPORTES –  RELIGIOSAS – MILITARES

Vida Deportiva

DESDE AMBERES

LA VII OLIMPIADA

La ciudad

La población ha vestido sus mejores galas. Múltiples banderas empavesadas flamean alegremente bajo un cielo azul pálido. Mástiles, bellamente decorados, soportan leyendas y atributos del sport. Juguetones gallardetes.  La nota de color es brillante de veras. En la gran avenida frontal á la magna estación, la ciudad expresa al forastero la bienvenida.

BIENVENU WELCOME SALVE

Una multitud enorme, llegada de todas las partes del mundo, se apretuja en las aceras,

Mientras, que por el arroyo circulan veloces gran número de vehículos, adornados en su mayoría con las banderas de las naciones que hacen acto de presencia en la séptima reunión olímpica moderna. La cruz de Suecia y las estrellas de América véanse por todas partes. Sobre cada pecho están prendidos los colores ó escudos de la nación respectiva.

Los españoles se reconocen por sus boinas ó por la cinta gualdo roja del sombrero.

La nunca bastante ponderada humana intervención de don Alfonso XIII en tristes momentos para esta hospitalaria Bélgica, ha venido a borrar, si algún rencor guardaban los belgas á España.

¡Alabado sea Dios y bendita la Majestad Católica! Por el aspecto general de la ciudad, diríase que Amberes se ha encontrado tan alejada de la gran guerra como nosotros mismos. Bullicio, animación, músicas y cantos; escaparates con las más estupendas. Comercios de tabaco mostrando las más exquisitas y variadas clases del nocivo producto, que tanto preocupa, por el momento, á los españoles espléndidas instalaciones, con grandes cristales y ricos mármoles, desde las más preciadas clases de pescado tomen nota los ediles municipales de Barcelona—. Confiterías y pastelerías las hallamos no una sino dos en cada esquina. Amberes es, sin duda, una bella y moderna ciudad, aunque sus orígenes sean remotos. No encontramos hoy mayormente en un centro cosmopolita.

Amberes es una de las ciudades de Europa que mayor culto presta á los grandes hombres. Los monumentos cuéntense por docenas. No hay plazuela ni calle importante que no ostente una de esas artísticas manifestaciones de agradecimiento y recuerdo á pretéritos ciudadanos tomen nota también el Ayuntamiento y corporaciones barcelonesas. Una de las cosas que más llaman la atención es el gran número de banderas que por doquier ondean, v no ya de ornamentación de fiesta callejera.

No hay Banco, Sociedad, comercio ni industria que no tenga la bandera izada y como quiera que sean muchas las empresas extranjeras aquí localizadas, e1 conjunto de los diferentes pabellones produce un efecto magnífico, sin los tonos vivos de los diferentes colores, destacándose sobre los sobrios de las construcciones urbanas y el verde de los árboles  ó parterres. Como son numerosas, las delegaciones del Comité Olímpico Belga, la bandera alba olímpica, son cinco círculos entrelazados—simbolismo de la unión de los pueblos por el deporte viene á colmar tan bello conjunto polícromo-.

En la place Verte, hoy domingo ha habido inusitada animación, á causa de un concurso musical. Las bandas y coros no han cesado de ocupar el lugar allí emplazado. El desfile de las bandas concursantes ha contribuido al gran bullicio reinante en la ciudad. No hay que decir que los hoteles todos están repletos. Restaurants. Tabernas no como las de España rebosan clientes. Relativamente la vida no es cara si consideramos la depreciación de la moneda que usamos, 12 francos por una buena comida no es nada del otro jueves. Las habitaciones son un poco más subidas de precio: 15 francos por una cama bien puesta es precio medio. El tabaco, como en todo tiempo en este bendito país, está á precios irrisorios. Estoy fumando, una marca de tabaco creada de momento, a Estadio; veinte cigarrillos emboquillados en corcho cuestan 85 céntimos.

Con motivo de la inauguración oficial del Estadio, celebrada ayer, toda la familia real, junto con el eminentísimo Cardenal Mercier, se trasladaron á esta ciudad. No hay que decir el entusiasmo con que fueron recibidos por este pueblo admirable que en cortísimo tiempo ha organizado perfectamente sus servicios nacionales.

En el estadium

Un servicio especial de tranvías, desde la típica «place verte», nos conduce al lugar del emplazamiento del estadio. Multitud de vehículos desfilan rápidos, adornados con banderas. Numerosos autocares transportan gran número de espectadores. Los atletas norteamericanos tienen un público numerosísimo, al igual que los suecos.

El emplazamiento del Stadium está en las afueras, en la parte Sud de la ciudad. Su fábrica es sencilla y sobria. Para nosotros meridionales tal vez un poco pesada, demasiado maciza. La feliz circunstancia de haberse decidido el Comité de nuestro futuro certamen mundial de Industrias eléctricas á levantar unos locales destinados, como los de referencia, para competiciones de destreza. En la parte central de la tribuna principal, bajo el palco real, SM nos ha designado ¡puesto á los periodistas. Es la una y media v casi todos los nuestros de la representación mundial la prensa es una Babilonia. Los más variados ¡lenguajes son empleados en este recinto.

José M. Có de Trióla

Inauguración del Estadio

Por fin en el grandioso desfile de la inauguración de una Olimpiada, España ha estado bien representada. Todos debemos estar satisfechos, pues aun ‘prescindiendo de los resultados técnicos en las pruebas, lo cierto es que nuestro país concurre por primera vez a una Olimpiada, no con ánimo de conquistar los primeros premios, sí solamente con afán de clasificarse del mejor modo posible y á aprender, á aprender mucho con objeto de que la próxima que se efectúe sea en nuestro Montjuich, sea donde sea, pero que por la experiencia de un ensayo podamos organizar ó concurrir, con todos los  medios necesarios, de dirección, técnicos y atletas.

El Stadium de Amberes está ya oficialmente inaugurado. Hoy sábado por la mañana, en la grandiosa catedral, se ha celebrado con toda solemnidad un oficio: de difuntos por el eterno descanso de los atletas fallecidos durante la guerra, siendo celebrante el cardenal Mercier, quien pronunció una emocionante alocución. Puntualmente, á las dos de la tarde, llega el rey y la familia real, acompañados de todos los atletas, personalidades belgas y representantes de los países que concurren á la Olimpiada, siendo recibidos en el Stadium por el barón Pierre de Cuobertín. con los miembros del Comité Ejecutivo de la VII Olimpiada, entre ellos el señor marqués Villamejor, presidente del Comité Olímpico Español, que es á quien se debe, en su mayor parte, que España haya concurrido á esta Olimpiada.

A su aparición en el palco real, son aclamados por la multitud que ocupa las tribunas y parte de las gradas del Stadium, de dimensiones superiores al .público concurrente.

Ejecutado el himno nacional, da comienzo el desfile de 1.731 representantes de todos los deportes de los 27 países concurrentes, siendo cada grupo presidido por la bandera de su nación y de su Comité respectivo.

Rompe el desfile con grandes aclamaciones Australia con 15 concursantes, v le siguen Brasil, con 21; Canadá, 32; Chile, 4; Dinamarca, 100; Egipto. 24: España, 60; Estonia, 18; Estados Unidos, 305: Finlandia, 41; Francia, .81; Gran Bretaña, 92; Gracia, 21; Holanda, 27; India, 8; Italia, 22; Japón, 20; Luxemburgo, 3; Mónaco, 8; Noruega, 32: Nueva Zelandia, 4: Sud África, 39; Portugal,4: Suecia, 193; Suiza, 38; Checoslovaquia, 70. y Bélgica. 303.

El grupo de norteños, castellanos y catalanes, que representan á España, es aclamado por todas partes. Lo presiden Álvaro Aguilar y Bartrina, secretario del Comité Olímpico de Madrid, y el que estas líneas escribe, en su calidad de presidente del Comité Olímpico de Cataluña.

Es portador del cartel anunciador de la nación el futbolista Arrate, siguiéndole la bandera llevada por él atleta Izaguirre. Sigue un grupo de 16 atletas vistiendo pantalón blanco y camiseta encarnada con nuestro emblema, y luego 22 futbolistas acompañados por Bru y Lemmel, otro de 4 de tenistas y 14 nadadores.

Arrate con el cartel e Izaguirre abanderado
Fuente: inaguración+olimpiada+amberes+1920&sxsrf=ALeKk006YqakClB97ZJhuHQBoQQbzrjlAg:1590326341981&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwiY9MKly8zp

Quizás el grupo nuestro que constantemente recibe aplausos y demostraciones de cariño, no llevaba la uniformidad de muchos otros, en los que sus componentes, más bien hombres, parecían autómatas, pero demostraban las cualidades típicas de nuestra gente, con su vitalidad, su gran entusiasmo é interés, y llevando bien mancada en su conciencia lo que representaba en momentos tan solemnes como estos.

J. García Alsina.

Amberes, 14 de agosto de 1920.

El heraldo deportivo Año VI. —No. 194 25 octubre 1920

La lista de participantes por países es la siguiente

Australia 5, Bélgica, 64, Canadá, 16 Chile 25,  Dinamarca, 23 Egipto,  22 España, 16 Estados Unidos 128,  Finlandia 36, Francia 82, Gran Bretaña 53, Grecia 12 Holanda, 20 Italia 47, Indias 4,  Japón 12, Luxemburgo 6, Mónaco 2 Noruega 17, Nueva Zelanda 2 África del Sur 14, Suecia 69, Suiza 16, Checo-Eslovaquia 20, Estonia  9

3. Fútbol, competición y fiestas….

El torneo de fútbol prolegómenos

Después de ocho años de pausa debido a la Primera Guerra Mundial, el fútbol retornó al escenario mundial en Bélgica, donde se izó por primera vez la bandera olímpica con sus famosos cinco anillos. El torneo aumentó a 14 naciones participantes, incluido el primer país no europeo: Egipto. Los egipcios perdieron solamente por 2 a 1 en el partido de apertura contra Italia. Sin embargo, la sorpresa de primera plana fue la eliminación de Gran Bretaña en la primera jornada, tras caer derrotada por 3 a 1 frente a Noruega. El dueño de casa Bélgica, que se había clasificado ex oficio en la primera jornada, necesitó sólo un 3 a 1 contra España, pese al futuro astro español Ricardo Zamora entre los postes ibéricos, para seguir adelante. A continuación, los belgas se impusieron a Holanda por 3 a 0 en las semifinales. En su primera participación en una competición internacional, Checoslovaquia demostró que estaba en condiciones de conquistar el título y fue sumando goles (15 a 1) y victorias en su marcha hacia la final. Sin embargo, los checos no pudieron ratificar su condición de favorito en la final, pues abandonaron el terreno de juego en señal de protesta por la expulsión de Steiner en el minuto 39. Bélgica, que iba ganando 2 a 0, fue declarado campeón olímpico. Robert Coppee y Henri Larnoe habían anotado en los minutos seis y treinta. Fue necesario disputar un torneo de desempate por la medalla de plata. Francia había rehusado jugar, pues gran parte de sus jugadores habían retornado a casa. Es así que Italia, Noruega, España y Suecia tuvieron que disputar un torneo eliminatorio para enfrentar a Holanda por el segundo puesto. España obtuvo la plaza y derrotó a los holandeses por 3 a 1. El sueco Herbert Karlsson fue el máximo goleador con siete tantos, habiendo obtenido cinco de ellos en el 9 a 0 contra Grecia.

Los futbolistas “se transforman en las vedettes de los Juegos Olímpicos”  (Eisenberg i Lanfranchi, 2004: 66), un comentario a raíz de los juegos olímpicos de Amberes en su obra FIFA, 1904-2004 un siglo de fútbol.

El Heraldo deportivo en su edición del 25 de agosto de 1920, crónica firmada por Ruíz Ferry, se hizo eco de una polémica que afectó a la selección de Bélgica de fútbol. Como comenta Félix Martialay en su libro “¡¡ Amberes allí nació la furia española!!”(2000:84), Ferry fue encargado de las tareas periodísticas del C.O.E, un cargo que abandonó antes de partir a Amberes, de ahí ciertas críticas que vislumbramos en el siguiente artículo.

Tratábase de los detalles de la presentación del equipo español en el saloncito-biblioteca del marqués de Villamejor. Y se habló del uniforme. El asunto estaba ya resuelto por los señores Kossak y Reparaz, debidamente autorizados para ello. Cuando pedimos la descripción del maillot se nos mostró un dibujo que representaba exactamente el escudo clásico de Bélgica y que discrepaba de éste solamente en los colores; en efecto, en el escudo belga el león dorado va sobre fondo negro; en el maillot del equipo español el fondo era rojo. El «motivo» león sobre fondo de color liso es, á la vez, el que forman los escudos históricos de las provincias de Brabante, de Flandes Oriental y de Limburgo… Hicimos observar que nos parecía peligrosa y acaso indelicada esa excesiva semejanza de emblemas, pero, ya era tarde para que los españoles llevasen, sola y sencillamente, sus dos fajas rojas, separadas por la faja gualda. Todo estaba hecho. El Dr. García Alsina acaba de referirnos en Barcelona un episodio de que aún no teníamos noticia y que vale la pena de ser referido. Él justifica estas líneas. Entre Bruselas y Amberes existe una rivalidad que deja tamañitas las supuestas rivalidades castellano catalanas. Los «bruselenses» habían visto con enojo que los directivos del fútbol belga compusieran su equipo olímpico, dando absoluta mayoría (9 ó 10 jugadores) á los futbolistas de Amberes. Este enojo produjo la organización de una ruidosa protesta, con instrumentos de todo género, desde el pito sencillo hasta el klaxon y el cencerro. Dicha protesta se preparó para estallar en el momento en que los jugadores belgas saltasen al campo. Por legítima cortesía, los primeros que pisaron el terreno de juego fueron los españoles, que lucían, naturalmente, el famoso jersey rojo con el león belga. Cuando los espectadores vieron apuntar el primer tanto, se dieron cuenta del error padecido, pero el equipo español estaba ya moralmente lastimado. El Dr. García Alsina nos afirma que por este incidente hemos perdido el primer puesto en fútbol en la VII Olimpiada. Y el que suscribe lamenta haber previsto, con dos meses de adelanto, la posibilidad de que la renuncia á nuestros colores nacionales fuera causa de contrariedades…

R. Ruiz FERRY

4. La selección preparación para el torneo. El nacimiento de la leyenda por Luis Javier Bravo (CIHEFE)

Después de varios intentos fallidos en Olimpiadas precedentes, el 21 de mayo de 1920 la Asamblea de la Real Federación Española de Fútbol decide enviar un equipo nacional a competir a los Juegos Olímpicos de Amberes. En ese mismo día se designa también un comité técnico compuesto por Francisco Bru, como director técnico, José Berraondo y Julián Ruete, más el masajista Manuel Lemmel.

El 1 de junio la Federación convoca a 25 jugadores, según recoge Luis Javier Bravo en su artículo «Probables contra posibles» para CIHEFE. La selección inicia por el norte de España una gira de preparación bastante anárquica, pues los jugadores abandonaban o se incorporaban a la gira según sus posibilidades -hay que recordar que por entonces los futbolistas no eran profesionales y dependían de sus estudios y del permiso en sus respectivos trabajos-.

El primer partido de preparación, al que faltaron más de la mitad de los convocados según narra Luis Javier Bravo, se disputó en Vigo el 11 de julio frente a un combinado de equipos gallegos. Le siguieron diversos partidos por el norte -todos ellos disputados entre los convocados y jugadores que se reclutaban por la zona-. La gira concluye el 8 de agosto.

Finalmente, los 22 jugadores escogidos para la Olimpiada de Amberes 1920 fueron:
– Eizaguirre, Arrate, Carrasco, Artola y Silverio (Real Sociedad)
– Zamora, Samitier, Sancho y Sesúmaga (Barcelona)
– Belauste, Sabino, Pichichi y Acedo (Atleti Club de Bilbao)
– Otero, Moncho Gil y Ramón González (Real Vigo Sporting)
– Vallana y Pagaza (Arenas)
– Eguiazábal y Patricio (Real Unión)
– Vázquez (Racing de Ferrol)
– Ramón Encinas (Fortuna de Vigo)

La selección sin embargo parte de Irún rumbo a Bruselas (ciudad en la que debutaban en los Juegos) sin Ramón Encinas al no recibir permiso de su empresa. La Federación intentó incluir a última hora otro jugador, pero el COE no lo admitió por encontrarse fuera de plazo.

Fuente : http://www.furiaroja.com/historia-seleccion/decada20/nace-la-leyenda.html

La visión del Barón Pierre de Coubertín al organizar los juegos era la de un gran campus universitario, una fiesta deportiva Internacional. Los españoles ciertamente la disfrutaron, ya en la concentración preolímpica en Irún. Dicen que el delantero Belauste, organizó una noche “una partida de bandoleros” con los futbolistas enmascarados, organizaron un asalto a todas las tabernas de Fuenterrabía.

El combinado español acompañado del equipo técnico Paco Bru, sus ayudantes Ruete y Berraondo y los delegados españoles del Comité Olímpico Bartrina y Aguilar, se alojaron en el hotel industria de Amberes.

Los juegos Olímpicos de Amberes supusieron el debut de la selección española de fútbol en un gran torneo. El gol de Patricio ante Dinamarca, la aparición del que después sería considerado “el divino” el guardameta Ricardo Zamora, el apelativo de la furia con el gol de Belauste ante Suecia caracterizaron y dieron cuerpo al primer éxito del combinado español, consiguiendo una medalla de plata, un éxito que no se volvió a repetir hasta el campeonato de Europa de selecciones disputado en Madrid el año 1967.

El periódico la voz de Galicia relataba:

Les costó dinero ir a Amberes. El fútbol era un pasatiempo, algo para entretenerse, una experiencia inolvidable.

De hecho, nada tenían que ver la concentración que se realizó en los barracones cedidos por el ejército belga y en hotel Industrial de Amberes. Después de cada partido, había tiempo para que el cuerpo técnico, encabezado por Paco Bru, acudieran a los cabarets más sonados del lugar. Cada triunfo era una celebración, pero incluso una derrota también servía de excusa para atiborrarse de comida y disfrutar de unas horas libres por el extranjero.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/deportes/2016/05/02

El Heraldo deportivo edición 29 agosto 1920 realizó una crítica a las políticas deportivas del gobierno por su dejadez en el desarrollo del deporte en España augurando malos resultados en Amberes

España ha figurado en el concierto semi-europeo celebrado en la bella ciudad belga y, como suponíamos, ha desempeñado correctamente su cometido. Hay todavía quienes alimentan ilusorias esperanzas acerca de la actuación de nuestros representantes en lo que falta de programa. No nos preocupa este asunto ni nos interesa. Contrarios al internacionalismo deportivo, hemos colaborado, muy débilmente, con nuestras tenues fuerzas, á la ida de un equipo español á Amberes, con la vista puesta en España única y exclusivamente. Lo hemos dicho repetidas veces y no quedaremos peor por repetirlo aún: Aceptamos la asistencia de españoles á la VII Olimpiada como pretexto, excusa, reclamo, punto de partida para una campaña intensa, constante, permanente, en favor de la educación física de los españoles. Hemos insistido para obtener de la flatulenta bolsa de nuestro erario nacional una subvención que permita ir á Amberes, para sentar el precedente (ese precedente que sirve de jurisprudencia en España) de que el Estado ha llegado á interesarse por el movimiento deportivo español, base, si se dirige bien, de la regeneración física de una parte de la actual juventud española. No queremos desperdiciar la ocasión para volver á repetir que nos son en absoluto indiferentes los fenómenos atléticos.

5. La competición

Suecia  e Italia sufrieron la ‘furia española’ camino de la medalla de bronce en una serie de partidos dominados por el juego sucio y la abundancia de faltas. Un bronce que se convertiría en plata después de que Checoslovaquia se retirase de la final del torneo con Bélgica, acusando a la selección local de amañar el partido. Los checoslovacos fueron expulsados

El equipo español que se enfrentó a la anfitriona Bélgica:
De pie de izquierda a derecha. : Belauste, Acedo, Zamora, Artola, Arabolaza, Pichichi, Arrate, Eguiazábal, Vázquez, Sancho, y Bru (seleccionador) Agachados de izquierda a derecha: Lemmel, Vallana, Pazaga.

Fuente: e.com/search?q=1920+amberes&tbm=isch&ved=2ahUKEwjn35S1tsrpAhUCNxoKHTQ4CTcQ2-cCegQIABAA&oq=1920+amberes&gs_lcp=CgNpbWcQDDIGC

Ricardo Zamora “el divino”

Belauste

Pichichi

Verdaderamente podemos hablar de un gran equipo no sólo de Zamora sino también el magnífico goleador del Athletic “Pichichi”, Sabino, Belauste, Arabolaza que dio nombre al trofeo al pundonor y el gran jugador del FC. Barcelona Pepe Samitier. Un equipo muy joven de los 20 años de Zamora, los 18 de Samitier, y los más veteranos cuyas edades oscilaban entre los 27 y 28 años, todos ellos noveles en actuaciones internacionales, alguno nunca había salido de España, un hecho que derivo no sólo en una buena actuación deportiva sino que también se generó entre los jugadores un gran ambiente de ahí las continuas fiestas que se organizaban.

Imágenes obtenidas:

https://www.google.es/search?q=hotel+industria+imagenes+de+amberes+1920&tbm=isch&ved=2ahUKEwiygPCFiMfpAhUOXxoKHZMeCzMQ2-cCegQIABAA&oq=hotel+industria+i

6. Dinamarca nos espera

El primer partido, el día 28 de agosto, nos enfrentó a Dinamarca, favorita pues había sido subcampeona en 1908 y 1912. Un dato sumamente curioso es que el equipo español haciendo gala de una gran deportividad lanzó tres hurras por Dinamarca antes del inicio del encuentro; los daneses no respondieron. Zamora salió a hombros y Belaúste se dio a conocer por los gritos de ánimo que profería a sus compañeros. Cuentan las crónicas que un jugador francés militante del Real Unión de Irún, René Petit, bajó al vestuario a felicitarles y hacerles conscientes que habían derrotado a una de las selecciones favoritas.

La celebración fue apoteósica a base de brindis y vítores gritando los apellidos más largos de los jugadores.

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Las celebraciones se cebaron en el estado físico de los jugadores españoles que vieron como la anfitriona Bélgica les superaba claramente por 3 goles a 1. Curiosamente en esta competición se empleaba un sistema de competición llamado Bergvall, consistía en dar una segunda oportunidad a aquellos equipos que habían sido eliminados por los finalistas, así que la selección pudo continuar su camino.

7. A por la medalla contra Suecia

Nos tocó enfrentarnos a Suecia, un equipo que había anunciado su retirada pero que a última hora cambió de opinión ante las protestas del seleccionado español, que aún estaba digiriendo uno de los ágapes festivos. Ante la amenaza de retirada se les concedieron 24 horas más de descanso para afrontar el decisivo encuentro.

La  dureza de los nórdicos fue exagerada, iban a por los nuestros incluso sin balón, lejos de amilanarse los nuestros también respondían con dureza. El enorme Belauste (1,93 m.) se dedicaba a insultar a los suecos en euskera.

No tuvimos un buen inicio pues el resultado era adverso hasta que llegó uno de los episodios que se guardan como oro en paño en los anales de la selección. Una falta al borde del área fue botada por Sabino en dirección a Belauste que anteriormente había llamado su atención al famoso grito “a mí el pelotón Sabino que los arrollo a todos”. El vasco entró con la pelota en la portería del rival rodeado de suecos que nada pudieron hacer ante el ímpetu del nuestro.

Acedo nos puso en ventaja pero la emoción continuó hasta el minuto 87 de partido, otro de los hitos poco conocidos de nuestro combinado, el colegiado señalo un penalti favorable a los suecos que en caso de transformarse hubiera supuesto el empate. Aquel día la portería la ocupaba otro mítico jugador, pepe Samitier. Antes del lanzamiento se dedicó a base de artimañas a molestar al lanzador nórdico paseándose por delante de él, ante las amenazas de expulsión por mantener esta actitud se le ocurrió lanzar piedrecitas al balón; el sueco lanzó el balón fuera y terminó el encuentro o la batalla con ocho suecos en el campo y siete españoles, el resto lesionados.

En el minuto 87 hay penalti para Suecia y Samitier se cruzó por dos veces delante del delantero cuando este tomaba carrerilla para lanzarlo. Luego se dedicó a lanzar piedrecitas y pedazos de barro al balón” (Carreño, F., 2012)

Un relato del encuentro

“Belaúste, el capitán de la furia española” (13 octubre 2018) diario Marca

Era el tercer encuentro que la selección española disputaba en la Olimpiada de Amberes. Atrás quedaban los partidos contra Dinamarca y Bélgica y los hombres de Paco Bru se enfrentaban a Suecia. Se jugó en el Estadio Antwerp de Amberes el día 1 de septiembre de 1920 y arbitró el italiano Mauro. Nuestra selección vistió camiseta y pantalón blanco y Belauste lució el brazalete de capitán, como ya lo hiciera en el primer encuentro frente a Dinamarca.

Marcó primero Suecia por mediación de Dahl, pero el histórico gol de Belauste igualaba la contienda. Fue una falta que lanzó Sabino en el minuto 50 y que José María pidió al grito de «a mí el pelotón Sabino que los arrollo». Recibió el balón al pecho y se lanzó hacia la portería con un ímpetu inusitado. Sus 95 kilos y su 1,93 de estatura lo avalaban. Se llevó por delante a todo sueco que se oponía y al final, pegados a la red, estaban Balauste unos cuantos suecos y el balón. El árbitro no quiso problemas y concedió el gol. Treinta minutos más tarde Acedo conseguía el gol de la victoria.

Al día siguiente un periódico holandés refiriéndose al ímpetu empleado por José María en el encuentro puso a su crónica el título de «La furia española». Acababa de acuñarse una frase que sigue vigente 98 años después y su inspirador José María Belausteguigoitia Landaluce. Había nacido el 3 de septiembre de 1889 en Bilbao y desde los 15 años pertenecía al Athletic, el único equipo en el que militó hasta su retirada en 1924.

Fuente: https://www.marca.com/blogs/ni-mas-ni-menos/2018/10/13/belauste-el-capitan-de-la-furia-espanola.html

Aquella noche los moratones y el hecho de que al día siguiente esperaba Italia aconsejaron no salir. Pero cuando al día siguiente se batió a los transalpinos por 2-0 el festejo se hizo obligatorio, casi. El mismo no se quiso perder ni Pagaza, que salió del campo en camilla, pues tampoco el encuentro había sido de guante blanco. A Zamora y al italiano Bedini los expulsaron por liarse a puñetazos, por ejemplo.

Entierro…ficticio

El ingenio español echó mano de la necrofilia de la época. A alguien se le ocurrió fingir un entierro. Se improvisó un estandarte para encabezar el cortejo. Belauste se caracterizó como cura, y caminando tras él, salmodiaba solemnemente supuestos rezos en vasco. Luego, los jugadores, con gesto serio, portando las parihuelas en las que iba el inmóvil Pagaza. Tras el cortejo, Paco Bru y sus ayudantes. A quienes preguntaban se les decía que era un futbolista español, caído en el partido. Muchos daban el pésame a don Paco y se agregaban al cortejo. La broma duró hasta que en el primer bar, Pagaza se levantó ayudado por sus compañeros y comenzó la celebración. Pero el partido siguiente, ante Holanda, se lo tomaron tan en serio como todos los demás y con un 3-0 conquistaron la medalla de plata. El único triunfo del fútbol español hasta la Eurocopa de 1964.

La historia, de acuerdo a la inveterada costumbre española de apreciar el dolor más que el placer, suele explayarse en las batallas sobre el césped. Queden estas líneas para señalar que quienes conquistaron la primera medalla del deporte español no respondían al viejo arquetipo del español, mitad monje y mitad soldado. Más bien, aunaron el placer y el deber.

El dolor les llegó después, cuando la Guerra Civil afectó a todos salvo a quienes murieron en plena juventud, como Pichichi, Sesúmaga, Silverio o Patricio Arabolaza. Algunos fallecieron en el exilio como Belaúste o Vallana. Otros, durante la contienda, como Eguiazábal o Artola; la vida de Zamora corrió peligro y no fue muy bien visto por ninguno de los dos bandos. El último superviviente, Sabino, el del pelotón, falleció en Getxo, en 1983.

Fuente: https://www.google.es/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fhistoriadelfutbolenimagenes.blogfree.net%2F%3Ft%3D972635%26st%3D

8. Paco Bru, el artífice del éxito, una vida de fútbol

Futbolista, periodista, arbitro, entrenador, directivo; Paco Bru el seleccionador que consiguió el primer éxito para el fútbol español era todo un polifacético

Como si de un personaje de Homero se tratara, la bruma de la leyenda cubre muchos pasajes de su odisea vital. Dicen los pocos privilegiados que lo sostuvieron entre sus manos que, tiempo atrás, un libro narró con todo lujo de detalle.

La rocambolesca historia de Paco Bru; libro que, según cuentan, se convirtió rápidamente en codiciada pieza de coleccionista antes de desaparecer, sin dejar rastro, de todas las librerías de viejo. No es para menos: las andanzas de Francisco Bru Sanz discurrieron constantemente entre la épica mitológica y quimérica de las leyendas. Todas las versiones, sin embargo, coinciden en lo más importante: el motor de esa extraordinaria y rocambolesca vida fue el fútbol.   

Un perfil del seleccionador lo escribe Miguel Ángel Ortiz (2018). No sabemos si nació en Madrid o en Filipinas, lo cierto es que sus inicios en el mundo del fútbol se circunscriben a la ciudad de Barcelona, concretamente en los alrededores del velódromo de la Bonanova. Antes de dedicarse al fútbol era un consumado atleta teniendo en su poder varios records de lanzamiento de disco.

Con 16 años, en 1902 debutó en el equipo F.C. Internacional consiguiendo el trofeo “copa Torino”. En 1906 fichó por el F.C. Barcelona, una época de amateurismo donde los jugadores se costeaban todos los gastos e incluso vendían las entradas. Pasó a la historia como integrante del Barcelona de las 10 copas. Posteriormente se enroló en el R.C.D Español, consiguiendo ser campeón de Cataluña en 1915; posteriormente regresó al F.C. Barcelona.

Siempre supo que era infinitamente mejor jugarlo que contarlo. No disfrutaba lo mismo pateando el pelotón con palabras. Aún así, al retirarse, Paco Bru decidió convertirse en cronista para Mundo Deportivo. Una manera de seguir cerca de su pasión.

En 1916, le enviaron al estadio del Atlético de Madrid para cubrir el segundo partido de semifinales de Copa entre el Real Madrid de Bernabéu y el F.C. Barcelona de Alcántara. En la ida, en el estadio del Español, habían vencido los blaugranas por dos goles a uno. En la grada se comentaba el dudoso segundo tanto culé. Bru se atusaba el frondoso mostacho y respondía con la excesiva dureza que habían empleado los blancos. A pocos minutos del inicio, el tema de conversación cambió: el F.C. Barcelona anunció que saltaría al campo con nueve hombres porque el tren que traía a Vinyals y Massana no llegaba a la hora.

Arbitro

En su primer partido oficial como referee, un calentito Universitari contra Atlético de Sabadell, Paco Bru decidió cambiarse entre los futbolistas. Cuenta la leyenda que, tras enfundarse la elegante chaquetilla, sacó un Colt y comenzó a cargarlo con exasperante lentitud. En su etapa de jugador había aprendido una valiosa lección: al referee no le bastaban el silbato y las amonestaciones verbales para impartir justicia en un match. Los pitidos no amedrentaban a una turba enfurecida, no evitaban linchamientos ni tormentas de piedras.

Una vez cargado el Colt, guardó el revólver en el bolsillo de la chaquetilla negra. Miró al personal advirtiéndoles que quería tener la fiesta en paz. Y fue uno de los partidos más plácidos de su carrera como árbitro. Las leyendas, no obstante, cuentan su propia historia y la de aquel partido dice que Paco Bru no dudó en desenfundar cuando el juego se descontroló. Disparó al aire. «Podemos hacer dos cosas», dicen que dijo, «o terminamos con el partido otro día o mañana unos cuantos salimos en las necrológicas».

Inicios como entrenador

Poco antes de retirarse, en 1914, Paco Bru comenzó a dar los primeros pasos como míster. Y lo hizo a lo grande: entrenando a las Spanish Girl’s Club, el primer equipo femenino en España. Contratado por la Federación Femenina contra la Tuberculosis de Barcelona, se comprometió a preparar, en solo 45 días, a un grupo de chicas para que jugasen partidos benéficos.

Aunque algunos periódicos se habían decantado por apoyar el deporte femenino, otros sectores sociales veían en aquellas niñas futbolistas a unos marimachos. Bru les impartió conferencias tácticas para familiarizarlas con las reglas, además de prepararlas físicamente. Exigió que jugasen en pantalones cortos nada de ropitas remilgadas y que se duchase En una entrevista para la revista Estampa de 1929, afirmó: «El fútbol era —y es— la síntesis de todos los deportes. Y desde las seis de la mañana ya echábamos al campo a correr a pie, a lanzar peso y disco, hacer ciclismo y pruebas de salto. Así podíamos luego realizar alardes de resistencia, como jugar, por ejemplo, en un mes, 15 y más partidos».

Lo físico se convirtió en un pilar sobre el que edificó su filosofía de entrenador. Tras su fugaz paso por el fútbol femenino, su debut como míster no pudo ser mejor: en 1920 se convirtió en el primer seleccionador español. En un principio se decidió que serían tres los encargados: José A. Berraondo, Julián Ruete y él; pero, a las primeras de cambio, Bru se quedó solo al frente del proyecto con sus dos fieles escuderos: Lemmel como mano derecha, e Isidro como utillero.

El Gobierno se negó a ayudar económicamente, y hubo objeciones de muchos jugadores para acudir a los partidos de entrenamiento previos al torneo, como Belauste y Arrieta que habían terminado a trompazos el último derbi vasco. Sin embargo, Paco Bru era un hombre curtido en mil batallas, y aquella no le iba a amilanar.

Confeccionó un equipo potente, luchador, sólido, con una base de jugadores vascos. «Sin vascos no hay selección española», le dijo a Ruete. En Bélgica se jugaba en hierba, y los jugadores del norte estaban acostumbrados a bregar, a los pases bombeados y al derroche físico. Si perdían, no sería por falta de físico. Hizo oídos sordos a las críticas por no seleccionar a ningún madrileño. Aguantó el chaparrón por la convocatoria de Ricardo Zamora. Y su actitud convenció al Marqués de Villamejor, presidente del C.O.E., para avalar el proyecto con 125.000 pesetas de su bolsillo.

Su larga carrera como entrenador en España había comenzado en 1933 dirigiendo al Nacional Madrileño. Las dos siguientes campañas las vivió al frente del Real Madrid, con el que ganó dos Copas del Rey. Durante la Guerra Civil, de vuelta en Catalunya, entrenó al Girona dos temporadas antes de volver a la capital al acabar el conflicto. Tras un año a los mandos de un mermado Real Madrid, fichó por el Granada. Su periplo como entrenador culminaría tras una temporada en el Málaga y otra en el Córdoba.

Con casi 60 años, se retiró uno de los primeros grandes hombres de fútbol que lo había sido todo: jugador, árbitro, cronista, seleccionador, entrenador, tesorero, directivo. Y que lo había visto todo: el fútbol había cambiado de noble sport a negocio multinacional al mismo tiempo que él envejecía. Él se había formado como equipier hinchando balones, parcheándolos y recosiéndolos. Él había sido uno de los pioneros que, a finales del siglo XIX, había hecho oídos sordos a las críticas de la Asociación de Padres Púdicos de Barcelona por jugar a aquel impúdico sport en pantalones cortos. Él había crecido con aquel football romántico en el que, tras los partidos, los jugadores se reunían en la Chocolatería Aribau o en Can Culleretas o en la cervecería Moritz. Nada de eso quedaba ya.




René Petit: el español que jugó para Francia

René Petit de Ory nació en Francia de pura casualidad. Hijo de padre francés (jefe de Tráfico de la Compañía de los Caminos del Hierro del Norte de España, destinado en Irún) y madre madrileña, fue a nacer en Dax (Laslandas) el 8 de octubre de 1899. Su madre se encontraba en un balneario tomando aguas termales. Sin embargo la infancia de René transcurrió entre Fuenterrabía e Irún.

Al cumplir los 12 años toda su familia se traslada a vivir a Madrid, donde la empresa de su padre tenía su sede. René estudió el bachillerato en el prestigioso Colegio Nuestra Señora del Pilar.

El futbolista

Con 14 años ingresa junto con su hermano Jean en el Real Madrid. A los Petit les castellanizaron sus nombres y se les conocía como Juan y Renato. En el conjunto blanco juega 3 temporadas, de 1914 a 1917 logrando una Copa de España y 2 campeonatos regionales. En 1917 lideró la victoria madridista en la final de Copa frente al Arenas de Getxo. Cuando el partido parecía perdido, Petit anotó un extraordinario gol, zafándose de cuantos rivales le salieron al paso, que encarriló la remontada. Ricardo Álvarez anotaría después el gol del triunfo. Hacía entonces nueve años que el Madrid no ganaba la Copa.

Petit solo disputó 29 partidos y anotó 14 goles, pero fue suficiente para hacerse un hueco en la relación de Jugadores de Leyenda del club blanco. La web del Real Madrid le califica como “La Primera Estrella Blanca”. Con René Petit el Real Madrid dio un salto de calidad y, gracias a su elegancia y gran visión de juego, es considerado como uno de los primeros ídolos del equipo de la capital. Recibió la insignia de oro y brillantes del club en 1952 – en la celebración de las bodas de oro del Real Madrid – de manos de su amigo y ex compañero Santiago Bernabéu.

La temporada siguiente René Petit, que se siente irunés de corazón, ficha por el recientemente creado Real Unión, fruto de la fusión en 1915 de los equipos rivales locales Irún Sporting Club y Racing Club de Irún. La creación del nuevo equipo contó con la intermediación del Rey Alfonso XIII quien concedió al nuevo Club el título de Real. El Real Unión se convirtió en uno de los equipos más brillantes de España durante las primeras décadas del siglo XX. Logra la Copa en los años 1918 (ya con Petit en sus filas), 1924 y 1927 además del subcampeonato de 1922. Estos años conforman las páginas de oro del equipo irunés, que contaba en sus filas con jugadores como René Petit, Eguiazábal, Vázquez y Patricio Arabolaza (autor del primer gol de la Historia de la Selección española).

Como Petit continúa con sus estudios de ingeniería en Madrid, viaja cada fin de semana en su moto desde la capital a Irún para jugar los partidos con su equipo. En esa época es también llamado por el Gobierno francés para realizar su servicio militar obligatorio. A diferencia de su hermano mayor Jean, y por ser menor de edad, no tuvo que luchar con el ejército francés en la I Guerra Mundial.

Durante los dos años que dura su servicio militar Petit se enrola en las filas del StadeBordelais, de Burdeos, coincidiendo con el comienzo de los mejores años de la entidad francesa. En 1920 se proclaman campeones de la primea edición de la División de Honor de Aquitania.

J.J.O.O. Amberes 1920

En verano de 1920, cuando Petit regresa a Irún para reincorporarse a su querido Real Unión, ocurre un hecho que marcaría su carrera deportiva, al menos a nivel internacional. La Federación Española de Fútbol había aceptado la invitación para participar en los Juegos Olímpicos de Amberes en Agosto de ese año. El 1 de junio de 1920, en la Asamblea del Futbol Nacional, se toma la decisión de convocar a 25 jugadores para jugar una serie de amistosos (los famosos posibles contra probables) para llegar a la convocatoria final para los Juegos. Se trata de la primera convocatoria de la historia de la Selección española y René Petit estaba incluido en ella. Petit llegó a jugar un partido de preparación, fue el 20 de julio de 1920 en San Mamés, que terminó con el resultado de 2-0 para los Probables. Las alineaciones fueron:

PROBABLES: Zamora, Otero, Arrate, Samitier, Sancho, Eguiazábal, Pagaza, René Petit, Patricio, Alcántara y Acedo.

POSIBLES: Agustín Eizaguirre, Vallana, Encinas, Artola, Belauste, Sabino, Moncho Gil, Sesúmaga, Vicente Martínez, Vázquez y Argüelles.

Árbitro: Ibarreche

El semanario deportivo Madrid Sport se hacía eco de la incorporación de René Petit a los encuentros de preparación de la Selección Española: “Ha producido magnífico efecto el que René Petit sea presentado en el equipo Nacional. El caso de René (…) debe animar a la Federación Nacional para que los colores españoles sean defendidos por tan admirable jugador”. Y continuaba después con un pequeño artículo que finalizaba con una puya para nuestros vecinos: “RENÉ PETIT: Se gestiona del C.O.I.la autorización para que este estupendo jugador pueda figurar en el equipo que ha de representarnos en Amberes. Los periódicos franceses, por su parte, le reclaman para sí, afirmando que ha estado afiliado al StadeBordelais, y advirtiéndonos que hay una frontera en los Pirineos. Lo que hay es que René ha jugado toda la vida – desde los catorce años – los Campeonatos españoles, habiendo llegado a ostentar el título de Campeón dos veces. Por lo demás él mismo podría contestarles. Si todas las glorias deportivas francesas son como éstas, no les damos la enhorabuena”.

La Federación francesa de fútbol indica que René Petit tenía el día 12 de julio de 1920 una licencia con un club francés y que después de los Juegos Olímpicos regresaría a su club de origen, el Real Unión de Irún. Finalmente, el comité de selección francés decidió contar con él para su combinado. Madrid-Sport, en su número de 8 de agosto, da cuenta de que “René Petit fue requerido por el Ministerio de la Guerra francés para incorporarse al equipo de fútbol que ha de defender en Amberes los colores franceses”. Tras casi un mes de disputa en los despachos de las respectivas Federaciones y del Comité Olímpico y en la prensa deportiva de ambos países, René Petit hubo de enrolarse en las filas del equipo galo.

Los franceses tenían por primera vez en su historia un entrenador – que no se encargaba de la selección de jugadores – el inglés Frederick Pentland, que después permanecería muchos años en España entrenando a equipos como el Racing de Santander, Oviedo, Atlético Madrid y Athletic Club de Bilbao y fue conocido como “El bombín” por su uso (y posterior destrucción) de este típico sombrero. Fred Pentland recuerda así a Petit en su etapa en la Selección francesa: “Ya durante los entrenamientos, pude darme cuenta de que René era uno de los mejores jugadores del momento, aunque los seleccionadores franceses ni conocían demasiado su valía, ni confiaban demasiado en él, puesto que incluso dudaron mucho de si debían o no seleccionarle, pero luego ellos fueron los primeros en maravillarse de su fútbol brillante”.

René Petit jugó los dos partidos de Francia durante los Juegos Olímpicos de Amberes y fueron, además, los únicos que jugó con la Selección francesa. El primer partido, el de cuartos de final, se jugó justo antes del encuentro Bélgica – España. Ricardo Zamora lo menciona en sus memorias: “De tarde, y antes de nuestro partido, presenciamos el de italianos y franceses. Estos formaban con “nuestro” René […] René solo se bastó para aplastar a los italianos a los que batió por 3 tantos a 1”. Después Francia cayó por 4-1 frente a Checoslovaquia en semifinales. A este encuentro también fue invitado Ricardo Zamora que lo recuerda así: “El partido franco – checo constituyó un fracaso para los primeros. Cuatro tantos a uno y de aquellos, uno de free-kick muy de circo. Figúrese el lector que los dos backs, Houot y Bauman, se colocaron con el portero. Un delantero checo, ante Parsis, inició unos saltitos, como si danzase. Parsis, entre atender al bailarín o al balón se enzarzó con aquel, mientras la pelota penetró en su goal. Pethland (…) protestó rompiendo el bombín – el primero- ¿era offside? Ni mucho menos. El delantero tenía tres jugadores contrarios ante él. ¿Qué era entonces? El ridículo. René, el gran René, que había jugado – como siempre- un gran match, se tronchaba de risa”.

El ambiente en la Selección francesa durante los Juegos Olímpicos de 1920 no fue el mejor. Algunos miembros de la federación, entre ellos GastonBarreau que era uno de los integrantes del comité de selección y jugadores como Henri Bard, capitán del equipo, lideraron desde un principio el descontento con Pentland y, como criticaron los medios deportivos franceses de la época, convirtieron la selección en una caja de grillos. Muchos miembros de la expedición gala no estaban de acuerdo con la contratación de un entrenador extranjero. Se ha llegado a decir que los franceses, debido a este mal ambiente, abandonaron Amberes sin esperar siquiera a la competición de repesca. Esto no es correcto ya que Francia, al perder en semifinales contra Checoslovaquia y no contra Bélgica que resultó campeón, no estaba clasificada para este torneo por la medalla de plata.

Durante su estancia en Amberes, René Petit – que pasaba mucho tiempo en compañía de sus compañeros españoles – participó de una negociación que influiría mucho en el devenir del fútbol español. Recuerda Pentland en sus memorias: “no sé cómo fue pero el caso es que en Amberes me pasaba en el hotel todas las veladas, en compañía de René Petit y de Pagaza. René hablaba francés y español. Pagaza, español e inglés. Yo sólo alemán e inglés. Pero nos arreglamos. Entre los tres pudimos establecer un idioma con el que pasábamos los ratos agradablemente. Fue Pagaza en realidad, el que me trajo a España. Él jugaba entonces en el Racing y me preguntó un día si me sería fácil encontrar un entrenador para su club. Era yo entonces mánager de un club de Alsacia, el AS Strasbourg, y se me ocurrió preguntarle a Pagaza si podría esperar su club a que yo terminase mi contrato con el club alsaciano. Nos pusimos de acuerdo sin dificultades y quedó fijada mi incorporación al Racing de Santander para marzo de 1921”. No sería esta la última intermediación de René Petit importante para el fútbol español.

Petit, que se sentía español, acabo jugando los Juegos Olímpicos de Amberes con Francia. Ya le había ocurrido algo similar anteriormente. En 1915 se disputó en Madrid la I Copa del Príncipe de Asturias – donada por el primogénito de Alfonso XIII, don Alfonso de Borbón y Battenbergy que enfrentó a varias selecciones de distintas regiones de España. Petit, que siempre se sintió vasco, se alineó con la Selección Centro (en ese momento jugaba en el Real Madrid) y llegó a enfrentarse a la Selección Vasca en un encuentro que terminó con empate a 1 gol. Los vascos acabarían alzándose con la Copa.

Ya de vuelta en España René Petit se reincorporó a la disciplina del Real Unión, equipo donde continuaría hasta su retirada del futbol en 1933. En esa etapa Petit añadió a su palmarés 2 Copas de España (a añadir a las conseguidas en 1917 y 1918) y 8 Campeonatos de Guipúzcoa. Fueron los años de gloria del equipo irunés, con jugadores como Gamborena, Patricio Arabolaza, Luis Regueiro, Emery (guardameta y abuelo del actual entrenador Unai Emery) o Echeveste. René Petit debutó en la primera liga española con su equipo en 1929. Jugó en total 48 partidos en primera y marcó 10 goles. Además, después del descenso del Real Unión en 1932, jugó una temporada más en segunda división.

En 1925 la Federación francesa de futbol hizo un nuevo intento de “reclutar” a Petit. En aquel entonces no estaban claras las implicaciones de jugar con su selección para los deportistas franceses que residían en el exterior. Consultada la Federación española dio su permiso para que Petit jugara con Francia, pero advertía que el jugador perdería la nacionalidad deportiva española y tendría que esperar dos años para participar en el campeonato español. René Petit renunció a jugar con la Selección de Francia para poder seguir jugando en su Real Unión.

En una entrevista con el periodista Ballman, René lo explica así: “La Federación francesa nos habló para que jugáramos (refiriéndose a Anatol y él mismo) en el equipo contra Italia. La Federación española declaró que no se opondría a darnos la autorización necesaria, pero anunciándonos que quedaríamos descalificados por dos años para jugar en España, y claro es que no nos hemos avenido a tan dura sanción”. Preguntado sobre por cual nacionalidad deportiva, la francesa o la española, optaría contesta así: “Sin duda alguna por la española, porque si vine al mundo en Francia, en España nací a la vida deportiva, y aquí he recibido las más gratas impresiones. Y eso que ahora, como hay otros jugadores que están de moda, parece que ya no me trata el público con el cariño de antes”.

El Heraldo 1925

El Ingeniero

A su retirada del futbol, René Petit se dedicó plenamente a su carrera profesional como ingeniero de caminos. Realmente ya había estado compaginando esta con su actividad futbolística, puesto que Petit nunca fue profesional del fútbol. Tras terminar sus estudios en 1924 realizó varias pequeñas obras públicas en Fuenterrabía, como la variante de una carretera para ir a la playa. Después ingresó en la Confederación Hidrográfica del Ebro y fue enviado directamente a la obra del pantano de Yesa, que significaría su mayor hito profesional. Los trabajos se cortaron un poco antes del alzamiento y no se retomaron hasta 1955. Durante ese lapso de tiempo René Petit fue enviado al pantano del Ebro en Reinosa. En 1959, cuando se inaugura el pantano de Yesa, se traslada a San Sebastián. René, que ya tiene 60 años, piensa que es momento de pasar más tiempo con su familia y acepta un puesto en la Jefatura de Carreteras de San Sebastián, en la que permanece hasta su jubilación. Después de Yesa, los proyectos a los que se enfrenta le parecen menores como algún puente o la variante de la autopista que arranca de Irún.

Se le concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil

El Hombre

Al comienzo de la Guerra Civil hubo de exiliarse brevemente en Francia. Mostraba simpatía por el alzamiento e Irún estaba en zona republicana. En 1937 Julián Troncoso, primer presidente de la Federación española de fútbol (creada por el general Moscardó al margen de la Federación gubernamental), recibe el encargo de repatriar a los futbolistas que integraban la Selección de Euskadi que se encontraban de gira por Europa. Este comisionó para tal tarea a los señores Gayarre e Isasi. El primero lo relata así en sus memorias: “Entre tanto, el equipo vasco, patrocinado por Madrid y Bilbao se hallaba actuando por diversos países y tenía el propósito de trasladarse a América para jugar allí. Aquello había que tratar de impedirlo. De una parte, por interés general; de otra, porque muchos familiares de jugadores pedían insistentemente que se les repatriara. Julián (Troncoso) nos llamó un día a José Luis Isasi y a mí y nos confió la misión de ir a París, donde estaba el citado equipo y traernos a cuantos jugadores lo desearan”.

Viajaron a París primero y aun pueblecito cercano a Fontainebleau después dónde estaba concentrado el equipo. En esta primera visita solo un jugador, Guillermo Gorostiza y el masajista Birichinaga aceptaron volver a España con ellos. “Conocimos la situación de ánimo de los jugadores. Entre ellos y al frente de la expedición había quienes por su significación política no podrían regresar a España en aquellos momentos. Los que por no estar comprometidos querían volver a sus casas ya liberadas no se atrevían a hacerlo porque aquello significaría deshacer la expedición futbolística y dejar a unos cuantos abandonados a su suerte”.

De vuelta a España dieron cuenta a Julián Troncoso de su gestión y se acordó, con arreglo a su informe verbal, repetir el viaje y la gestión pero esta vez acompañados de Gorostiza, para que vieran que se podía entrar y salir de la Zona Nacional; de Santiago de la Riva para que su personalidad fuese una garantía; y de René Petit para que tuvieran la certeza de que la gestión era sincera. En París se les unió también el ex jugador Anatol. En el tren de Hendaya coincidieron con Luis Regueiro que iba a Bayona. Le hablaron de su proyecto y recabaron su ayuda. Regueiro comprendió el proyecto y acordó ayudarles ya que al día siguiente pensaba estar en París; pero insistió en su argumento: “Con los que iban en la expedición se podían jugar partidos y sacar algún dinero para ir viviendo. Alguno vendría a España por su deseo, pero ello equivalía a deshacer el medio de vida y a dejar en malísima situación a los que no podían intentar venir”. Las gestiones de París no dieron resultado inmediato. René y Anatol fueron actores de una escena violenta con los jugadores vascos que se oponían a la merma del grupo. “Se convencieron de que los dispuestos a venir cedían a los requerimientos y lamentaciones de los que habían de quedarse (…) y dieron por terminada la tentativa no sin antes reiterar que si alguno lo pensaba mejor podía dejar aviso a mi nombre en Hendaya. Y volvimos de París sin lograr nada en limpio”. Esta segunda intermediación importante de René Petit para el fútbol español da idea de que se le consideraba un hombre sincero y de palabra, ya que los comisionados de la Federación cuentan con él como garante de su palabra e cara a ganar la confianza de los expedicionarios vascos.

René Petit era todo un hombre del campo. En una entrevista publicada por el periódico Navarra en noviembre de 1983, Petit afirma: “Me hice ingeniero de caminos en Madrid porque amaba la Naturaleza, el vivir en constante contacto con ella, y pensaba que esa carrera podía colmar mis aspiraciones en tal sentido. Jamás he sido hombre de ciudad, de despacho…”.

Otra de sus cualidades ha sido la humildad. En esa misma entrevista comentaba: “Todas mis capacidades de vanidad se agotaron con el fútbol (…). Al principio sí que me agradaba leer en la prensa que Petit jugó un gran partido en la tarde de ayer. Más adelante llegué a debutar en la Selección de Francia porque al ser mi padre el país vecino me vi obligado a cumplir con elservicio militar allí. Y ello colmó mis ansias de popularidad y celebridad”.

Falleció en Fuenterrabía el 14 de octubre de 1989, con 90 años.

René Petit fue un adelantado a su tiempo. Era un jugador de gran envergadura pero con mucha clase, calidad y visión de juego. Podía jugar de delantero, pero donde más marcaba las diferencias era en el centro del campo. Los que tuvieron la suerte de verle jugar dicen que fue el Di Stéfano de los años 20. Una colección de cromos de 1928 decía de él: “Medio centro. Es indudablemente el mejor “amateur” que en su puesto hay en Europa. Su juego todo precisión, serenidad y ciencia, deleita y entusiasma. Su fortaleza física contribuye a hacerle un jugador perfecto”.

Bibliografía:




El fútbol en los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna (II). San Luis 1904.

Tras el fracaso de París 1900 (fracaso para el Comité Olímpico Internacional y para el barón de Coubertin, no para el evento en sí, que fue un éxito de asistencia y de celebración de pruebas deportivas, muchas con estatus de Campeonatos del Mundo), el COI decidió otorgar la organización de una nueva edición de los JJOO a Estados Unidos, concretamente el 22 de mayo de 1901, a la ciudad de Chicago.

Pero Chicago encontró pronto un poderoso enemigo interno que trabajó para sustituirle como sede, la ciudad de San Luis (Missouri) que en 1904 iba a albergar una Exposición Universal para conmemorar el centenario de la compra de la antigua Luisiana francesa por parte de los EE. UU.

En esa maniobra para que San Luis desbancara a Chicago como sede olímpica tuvo gran protagonismo un personaje oscuro de probable vinculación con España.

En varios libros sobre los JJOO de 1904 se hace alusión a las gestiones efectuadas ante Coubertin por el conde de Penaloza para lograr que San Luis albergara los Juegos en detrimento de Chicago (Mallon, 1999; Findling, 2009; Arrechea, 2018).

Henry de Penaloza, «conde de Penaloza», era un personaje carismático y cosmopolita que apareció en San Luis en 1897, se instaló en la ciudad y poco después contrajo matrimonio con la heredera de una de las principales familias de la ciudad (Marie Reine Fusz), con la que tendría dos hijos (Eugene y Henriette).

Existen versiones contradictorias sobre su lugar de nacimiento y nacionalidad, aunque varias noticias de 1897 le presentan como un exiliado carlista español (Count de Penaloza here, 1897). De hecho, en la prensa española se llevaron más lejos las acusaciones contra él en contexto de la Guerra de Cuba y las tensiones prebélicas entre España y EE. UU.:

El Globo, 12 de noviembre de 1897.

En realidad, hemos tenido acceso a una solicitud de pasaporte, efectuada por Penaloza en Nueva York en 1898, en la que declaraba ser ciudadano estadounidense y haber nacido en San Francisco (California, EE. UU.) en 1870.

También sobre el título de “conde de Peñaloza” hay dudas, ya que no aparece entre los títulos nobiliarios españoles (los otorgados por los reyes reclamantes de la dinastía carlista incluidos). Podría tratarse del falso título de “conde de Peñalosa” utilizado por un gobernador de Nuevo México del siglo XVII que, tras caer en desgracia por problemas con la Inquisición, se fugó a Francia y les ofreció su colaboración para conquistar territorios del norte de Nueva España; el propio Henry de Penaloza se vinculaba con aquel gobernador en un artículo (First White´s Man, 1901).

Lo cierto y verdad es que Henry de Penaloza fue un personaje importante en el San Luis de 1897 a 1904 (ese año su esposa le solicitó el divorcio y se tuvo que marchar de la ciudad tras varios escándalos) y fue el elegido para viajar hasta París en 1901 y presentar a Coubertin los planes olímpicos de la ciudad. El barón mencionó las gestiones del comte de Penaloza (La réunion du Comité International Olympique, 1901).

Sin abandonar San Luis 1904 y sus conexiones con España, debemos mencionar que se publicó en la revista Los Deportes el artículo «Las manifestaciones de sport en la Exposición de San Luis» (Llaverías, 1904). Era un artículo en el que se detallaban las diferentes competiciones deportivas de San Luis vinculándolas con los JJOO de 1896 (no consideraba el autor, de forma significativa, unos Juegos Olímpicos lo celebrado en París en 1900) y se mezclaban en la relación de deportes el atletismo con los deportes de motor, las competiciones escolares o el “golfo” (golf).

Lo más llamativo llegaba cuando se enumeraban las naciones “interesadas” y se incluía a nuestro país: [ «…España (representada debidamente)»]. Amadeo Llaverías escribía que España estaba representada en las competiciones deportivas de San Luis porque le constaba que había deportistas españoles en San Luis, aunque eso no quería decir que estuvieran participando en los JJOO (Arrechea, 2018).

España estuvo en la Exposición Universal de San Luis (sólo seis años después de la guerra con EE. UU.) con pabellón propio (representaba el Patio de los Leones de La Alhambra y la plaza del mercado de Triana y tenía corridas con toros mecánicos) y simultáneamente, cerca de la entrada principal a la Exposición, en la avenida De Baliviere, el 15 de mayo de 1904 se inauguraba el primer frontón industrial en EE. UU. de jai alai, cesta punta. Su promotor era Basilio Zarasqueta (eibarrés afincado en Cuba, promotor del primer frontón profesional de la isla caribeña) y su arquitecto Ricardo Galbis (también afincado en Cuba) (Arrechea, 2018); el plantel de pelotaris el siguiente: Yurita, Abadiano, Isidoro, Chiquito de Éibar, Baracaldés, Ibaceta, Bilbaíno, Altamira, Michelena, Cecilio, Irún y Egea (St. Louis Athletes Marvel, 1904).

El éxito inicial fue grande, pero las apuestas (prohibidas en el estado de Missouri) dieron problemas desde el principio y la primera experiencia de pelota vasca profesional en EE. UU. duró dos meses, cerrando el frontón en julio. Se transformó en pista de hielo en 1916 y el edificio se mantuvo en pie (con el nombre de “Jai Alai”) hasta 1964. Por lo tanto, aunque no hubo representación oficial española en los JJOO de San Luis 1904, sí hubo deportistas españoles en San Luis en 1904 tal y como afirmaba Llaverías (Arrechea, 2018).

San Luis 1904 fue un nuevo paso en falso al coincidir de nuevo con una Exposición Internacional (como en 1900, con competiciones deportivas disputadas desde abril hasta noviembre) y verse mezclado el Olimpismo con la ignominia racista de los Anthopological Days [Evento paralelo reservado a determinadas “razas” (pigmeos, moros de Filipinas, tehuelches de la Patagonia, “sirios de Beirut”, indios cocopah y sioux, ainos de Japón) con competiciones de atletismo, bolos, béisbol y tiro con arco (Mallon, 1999).]y el barón de Coubertin se encontraba en una posición complicada al finalizar los Juegos, a los que no acudió.

La mayoría de las competiciones deportivas no tuvieron apenas participación extranjera, en algunos casos los únicos no estadounidenses que participaron fueron trabajadores en la Exposición Universal, o personas que habían formado parte de alguna exhibición, como los tswanas sudafricanos Mashiani y Taunyane, quienes, tras ser “exhibidos” en un espectáculo sobre la Guerra Bóer, se inscribieron en el Maratón.

Las competiciones deportivas de San Luis 1904 se desarrollaron, tal como hemos dicho, desde abril hasta noviembre, siendo el torneo de fútbol asociación la última competición desarrollada. Los partidos se disputaron del 16 al 23 de noviembre en el Francis Olympic Field de la Universidad de Washington, el mismo escenario que acogió la mayor parte de deportes de los JJOO.

Fue un torneo entre clubes. Mostraron interés por participar dos equipos de la propia ciudad de San Luis (Christian Brothers´ College y Saint Rose Parish) y seis canadienses (Galt F. C., Berlin Rangers, Winnipeg Shamrocks, Toronto Scots, Seaforth Hurons y la Universidad de Toronto), aunque finalmente el Galt FC fue el único equipo extranjero que acudió y el torneo acabó siendo un triangular bastante desigual, ya que el Galt Football Club era el campeón canadiense y sus rivales estadounidenses eran equipos de estudiantes, que en muchos casos practicaban el soccer (o socker, como entonces aún se escribía) desde hacía poco tiempo.

The Saint Louis Republic, 17 de noviembre de 1904.

The Saint Louis Republic, 18 de noviembre de 1904.

Como vimos en el primer capítulo de esta serie (Arrechea, 2020), en París 1900 realmente no se disputó un torneo de fútbol (tan sólo dos partidos de exhibición). En consecuencia, este triangular de clubes de San Luis 1904 fue el primer torneo olímpico de fútbol.

Los partidos disputados, fueron:

16 de noviembre de 1904: Christian Brothers´ College (EE. UU.) 0-7 Galt FC (Canadá)

17 de noviembre de 1904: St. Rose Parish (EE. UU) 0-4 Galt FC (Canadá)

20 de noviembre de 1904: Christian Brothers´ College (EE. UU.) 0-0 St. Rose Parish (EE. UU)

23 de noviembre de 1904 (desempate): Christian Brothers´ College (EE. UU.) 2-0 St. Rose Parish (EE. UU)

En consecuencia, la clasificación final fue: 1º Galt F. C. 2º Christian Brothers´ College 3º Saint Rose Parish.

Los futbolistas olímpicos fueron:

Por el Galt Football Club: Alexander “Sandy” Hall (1880-1943), George Ducker (1871-1952), Jack Fraser (1881-1959), John Gourlay (1872-1949), Albert Johnston (1879-?), Bobby Lane (1882-1940), Ernest Linton (1880-1957), Gordon McDonald (1878-1938), Fred Steep (1874-1956), Tom Taylor (1880-1945), William Twaits (1878-1941), Red Henderson (1881-1947) y Otto Christman (1880-1963). 

Con Louis Duff (1878-1959) como entrenador.

Todos eran canadienses de nacimiento excepto Sandy Hall (natural de Aberdeen, Escocia). Además, Hall fue el único con una trayectoria destacable como futbolista internacional, ya que actuó en Inglaterra (Newcastle United) y Escocia (Dundee y Dumfermline Athletic).

Galt Football Club

Por el Christian Brothers´ College de San Luis: Charles Bartliff (1886-1962), Warren Brittingham (1886-1962), Oscar Brockmeyer (1883-1954), Alexander Cudmore (1888-1944), Charles January (1888-1970), John January (1882-1917), Tom January (1886-1957), Ray Lawler (1888-1946), Joe Lydon (1878-1937), Louis Menges (1888-1969) y Peter Ratican (1887-1922).

Joe Lydon actuaba como entrenador y era el alma mater del equipo. Era, además, el único no nacido en EE. UU. (se trataba de un emigrante irlandés) y tenía un perfil polideportivo, en los propios JJOO de 1904 también compitió en boxeo (en peso ligero y en peso welter), logrando el bronce en welter. Charles, John y Tom January eran hermanos.

Christian Brothers´ College de San Luis

Por el Saint Rose Parish de San Luis: Tom Cooke (1885-1964), Joseph Brady, George Cooke (1883-1969), Cormic Cosgrove (1869-1930), Edward Dierkes (1886-1955), Martin Dooling (1886-1966), Frank Frost, Claude Jameson (1886-1943), Henry Jameson (1883-1938), Johnson, Leo O´Connell (1883-1934) y Harry Tate (1886-1954).  

Se desconoce el nombre del entrenador (o incluso si disponían del mismo), todos eran estadounidenses de nacimiento, casi todos de la ciudad de San Luis. Tom y George Cooke y Claude y Henry Jameson eran hermanos.

FUENTES CONSULTADAS:

Arrechea, F. (2018). España y los Juegos Olímpicos. Madrid: CIHEFE.

Arrechea, F. (2020, mayo). El fútbol en los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna (I). París 1900. Cuadernos de Fútbol, 120, CIHEFE.

Count de Penaloza here (1897, 29 de octubre). The New York Times.

Findling, J. E. (2009). Chicago loses the 1904 Olympics. Journal of Olympic History, Special Issue on the occasion of the XIII Olympic Congress, Copenhagen 2009, 96-101.

First White´s Man Expedition into Louisiana Territory (1901, 14 de abril). The St. Louis Republic, Magazine Section.

La réunion du Comité International Olympique (1901, julio). Revue Olympique, 3, 29-37.

Llaverías, A. (1904, 28 de agosto). Las manifestaciones de sport en la Exposición de San Luis. Los Deportes, p. 540.

Mallon, B. (1999). The 1904 Olympic Games. Results for All Competitors in All Events, with Commentary. Jefferson & Londres: McFarland & Company, Inc., Publishers.

Pues señor… (1897, 12 de noviembre). El Globo, p. 1.

St. Louis Athletes Marvel at Excellence of Spanish Game of Jai-Alai (1904, 29 de mayo). The St. Louis Republic, p. 5.




El fútbol en los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna (I). París 1900

PrimerosJJOO01Nos encontramos en un año olímpico, 2020. Como todos ya saben, sin embargo, la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 ha provocado un aplazamiento de los JJOO de Tokio al verano de 2021.

Pese a ello, o tal vez precisamente por ello, iniciamos una serie de artículos en los que recordaremos a los campeones olímpicos de fútbol en sus primeras ediciones, también nos detendremos en la participación española.

Es conocido que los Juegos Olímpicos se restauran en Atenas en 1896 por iniciativa de Pierre de Coubertin, fundador del Comité Olímpico Internacional. Menos conocido es que Coubertin culminó con éxito diferentes proyectos que, desde hacía siglos, pero con especial fuerza a lo largo del siglo XIX (Arrechea, Sánchez Pato, Molina, 2019; Arrechea, 2018) habían intentado la restauración de los JJOO.

Un proyecto especialmente importante (e influyente en los planes de Coubertin) fue el de los Juegos Olímpicos de Wenlock (Inglaterra), impulsados por el médico William Penny Brookes desde 1850. En estos Juegos de Wenlock hubo eventos atléticos, juegos tradicionales como el quoits (juego similar al de la herradura) y deportes como fútbol o criquet (Arrechea, 2018).

Esta fue, entonces, la primera aparición del fútbol en unos Juegos Olímpicos: Wenlock 1850.

Los JJOO del Dr. Brookes se disputaron, de forma discontinua, hasta el fallecimiento de su fundador en 1895. En 1890 Coubertin le había visitado y felicitado por su gran labor.

Junto a Brookes y sus Wenlock Games, el más importante paso hacia el renacimiento de los Juegos Olímpicos como unos Juegos Internacionales, fue dado por el mecenas griego (nacido en la actual Albania) Evangelos Zappas con los Juegos Olímpicos de Atenas de 1859, 1870, 1875 y 1889 (Arrechea, 2018).

Fueron unos JJOO reservados para griegos y con eventos de atletismo, lucha, tiro, hípica, deportes acuáticos y concursos artísticos. Brookes escribió proponiendo que se ampliaran a competidores de todos los países, convirtiéndose en los JJOO que todos conocemos. No fue escuchado por los griegos, pero sí por Coubertin, que tomó la idea (Arrechea, 2018).

No hubo fútbol en estos JJOO atenienses de Zappas.

Para 1896 el gobierno griego tenía previstos unos Juegos Olímpicos (un decreto había recuperado en 1890 el concepto “Olimpiada” como unidad de tiempo de cuatro años), que por consejo de su colaborador heleno Demetrios Vikelas, Coubertin hizo converger con su propio proyecto, convirtiendo así los Juegos Olímpicos atenienses de 1896 en los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna.

No hubo fútbol en Atenas 1896, aunque en ocasiones se dice que sí mezclando datos de los Juegos Olímpicos Intercalados de Atenas 1906.

En sus planes iniciales (artículo Le Rétablissement des Jeux Olympiques, 15 de junio de 1894), Coubertin sí había incluido el fútbol entre los deportes (concretamente como uno de los “Juegos Atléticos”, junto al tenis o al “jeu de paume”) que podrían figurar en el programa olímpico.

Pero el escaso predicamento de los “nuevos deportes” (así como la falta de instalaciones) en la Grecia de 1896, provocó una caída de varios de ellos en el programa definitivo (fútbol, rugby, criquet, polo, hockey sobre hielo, waterpolo…), pese a alguna tímida protesta británica.

Atenas 1896 fue un éxito y los griegos intentaron quedarse con la sede permanente de los JJOO, pero Coubertin ya había decidido que la segunda edición se celebrara en París en 1900 (coincidiendo con una Exposición Universal).

La quinta Exposición en la capital francesa en menos de cincuenta años (1855, 1867, 1878, 1889 y 1900), el problema para Coubertin era que el Comisario de la Exposición (Alfred Picard) sentía el mayor de los desprecios hacia el deporte aficionado y no consideraba los Juegos Olímpicos como un evento digno de su Exposición.

Coubertin intentó inicialmente sacar adelante sus JJOO creando un comité organizador presidido por su amigo el vizconde de La Rochefoucauld, mientras la Exposición Universal anunciaba unos Concursos Internacionales de Ejercicios Físicos y Deportes dentro de su programa. El 19 de febrero de 1899 Daniel Mérillon fue nombrado presidente del comité organizador de los Concursos Internacionales y anunció un ambicioso programa con campeonatos del mundo de casi todos los deportes en categoría amateur y profesional, a raíz de ello el vizconde de La Rochefoucauld dimitió y el comité organizador de los JJOO París 1900 desapareció y con él los II Juegos Olímpicos de la Era Moderna (Arrechea, 2015, 2018).

Los Concursos Internacionales de Ejercicios Físicos y Deportes de la Exposición Universal de París 1900 fueron un gran evento con competiciones de más de treinta deportes y unos cincuenta y nueve mil participantes procedentes de más de treinta naciones, un gran triunfo enmarcado en el éxito global de la Exposición, abierta del 15 de abril al 12 de noviembre de 1900 con más de cincuenta millones de visitantes.

Hubo competiciones para deportistas amateurs, para profesionales, para militares y para escolares de: atletismo, remo, automovilismo, globos aerostáticos, colombofilia, críquet, croquet, ciclismo, esgrima, hípica, fútbol, golf, gimnasia, longue paume, tira y afloja, natación, pesca, rugby, salvamento y socorrismo, tiro, tiro con arco y ballesta, tiro al pichón, vela, waterpolo, bochas o pelota vasca. Muchas de ellas tuvieron estatus de «Campeonato del Mundo». Hubo críticas en la prensa por aspectos concretos como las instalaciones de atletismo o la organización de algunas pruebas, pero el balance fue muy positivo (Arrechea, 2015, 2018).

El problema para Coubertin, sin embargo, era enorme. Los Juegos Olímpicos previstos no se habían celebrado, no había habido ceremonias, ni entrega de medallas, ni se pronunció la expresión «Juegos Olímpicos» una sola vez. Los participantes no eran conscientes de estar participando en unos JJOO porque no estaban participando en unos JJOO. Coubertin reaccionó con su habilidad habitual y declaró que los Concursos Internacionales de Ejercicios Físicos y Deportes París 1900 habían sido los II Juegos Olímpicos de la Era Moderna París 1900, iniciando los preparativos para la III edición a celebrar en Estados Unidos (inicialmente en Chicago, finalmente sería en San Luis) en 1904. Cuando tuvo oportunidad impuso la celebración de unos nuevos JJOO en París (1924) para borrar esta teórica afrenta.

Para los historiadores olímpicos empezaba otra batalla. La de crear un palmarés y un medallero de los supuestos JJOO París 1900, decidiendo qué eventos y deportes de aquellos Concursos Internacionales habían sido “olímpicos” y cuáles no. Las discusiones entre historiadores aún perduran en la actualidad, pero el COI acabó aceptando en 2004 un informe elaborado por el historiador estadounidense Bill Mallon en que aplicando cuatro criterios (ser pruebas para amateurs, pruebas internacionales, sin hándicaps y sin limitaciones por edad o profesión), creó un palmarés y un medallero de París 1900 (Arrechea, 2015, 2018).

En París 1900 no se disputó realmente un torneo de fútbol, sino dos partidos de fútbol de tipo “exhibición” [aunque inicialmente eran cuatro los previstos, todos ellos del equipo local de la Union des Sociétés Françaises de Sports Athlétiques (USFSA) contra rivales extranjeros procedentes de Suiza, Alemania, Bélgica y el Reino Unido].

Finalmente, ni suizos ni alemanes viajaron a París y los únicos partidos disputados fueron el USFSA (Francia)-Upton Park FC (Reino Unido) y el USFSA (Francia)-combinado de Bélgica.

Tradicionalmente se ha dicho que el equipo belga era el de la Universidad de Bruselas, pero este extremo se ha desmentido en reiteradas ocasiones. De hecho, en el equipo belga había jugadores de diferentes clubes y de las universidades de Lieja, Lovaina y Bruselas y ni siquiera eran todos belgas, ya que figuraban un neerlandés (van Heuckelum) y un inglés (Thornton).

Los dos partidos se jugaron en el Velódromo de Vincennes ante escaso público, el 20 de septiembre el Upton Park FC derrotaba al combinado de la USFSA 4-0 (resultado dado por la mayoría de los periódicos, aunque Le Sport Universel Illustré dio un 6-2, probablemente confundiendo el primer partido con el segundo).

El 23 de septiembre la USFSA vencía al combinado belga 6-2.

No fue un torneo propiamente dicho, sólo dos partidos de exhibición. El esfuerzo por presentarlo como un “torneo olímpico” y hablar de una supuesta medalla de oro para el Reino Unido, una de plata para Francia y una de bronce para Bélgica, forma parte de la tendencia generalizada por adaptar a nuestros estándares actuales de lo que debe ser un torneo, una realidad que era bien diferente.

Aquellos partidos de exhibición en el marco de los Concursos de una Exposición Universal, no pretendían ser otra cosa que eso. Los equipos vencedores de los dos partidos recibieron un objeto de arte por sus victorias.

Los once jugadores del equipo londinense Upton Park FC eran: James Jones (1873-1955), Claude Buckenham (1876-1937), William Gosling (1869-1952), Alfred Chalk (1874-1954), Tom Burridge (1881-1965), Bill Quash (1868-1938), Richard Turner (1882-1960), Fred Spackman (1878-1942), John Nicholas (1879-1929), Jack Zeally (1874-1956) y Henry Haslam (1879-1942).

James Jones era el portero y el entrenador, todos eran nacidos en Inglaterra excepto Nicholas (nacido en Allahabad, India).

Upton Park FC en París 1900

Upton Park FC en París 1900

Los trece jugadores franceses que intervinieron en los dos partidos jugador por la USFSA fueron: Pierre Allemane (1882-1956), Louis Bach (1883-1914), Alfred Bloch (1877-?), Fernand Canelle (1882-1951), R. Duparc (1880-?), Eugène Fraysse (1879-?), Virgile Gaillard (1877-?), Georges Garnier (1878-1936), René Grandjean (1872-?), Lucien Huteau (1878-1975), Marcel Lambert (1876-?), Maurice Macaire (1881-?) y Gaston Peltier (1876-?).

Equipo de la USFSA en París 1900

Equipo de la USFSA en París 1900

Finalmente, los once jugadores del combinado belga en su único partido fueron: Marius Delbecque, Henk van Heuckelum (1879-1929), Raul Kelecom, Marcel Leboutte (1880-1976), Lucien Londot, Ernest Moreau de Melen (1879-1968), Eugène Neefs, Gustave Pelgrims (1878-1960), Alphonse Renier, Hilaire Spanoghe (1879-?) y Eric Thornton (1882-1945).

Su entrenador era Frank König (1874-1959). Como ya se ha mencionado, todos eran belgas excepto van Heuckelum (Países Bajos) y Thornton (Inglaterra).

Combinado belga en París 1900

Combinado belga en París 1900

Numerosos deportistas españoles participaron en estos Concursos de París 1900, pero no en fútbol. Aunque en una época de sportsmen, no debe sorprendernos la presencia de futbolistas en otras modalidades.

Por ejemplo, en remo participó un equipo del Real Club de Regatas de Barcelona en el que figuraban Juan Camps Mas (1883-1921), Orestes Quintana Vigo (1882-1909) y Ricardo Margarit Calvet (1883-1974), habían jugado en el FC Barcelona y en otros equipos barceloneses como el Universitari o el Rowing Foot-ball Club.

En la modalidad de Cesta Punta (Pelota Vasca) compitió y se proclamó Campeón del Mundo (formando pareja con José de Amézola) el sportman madrileño Francisco Villota Baquiola (1873-1950). En 2004, (en la reforma del medallero de París 1900 realizada por el COI tras el informe de Bill Mallon, a la que ya nos hemos referido), Villota y Amézola fueron reconocidos como campeones olímpicos y primeros medallistas españoles.

Francisco Villota sería, en 1903, uno de los fundadores del Athletic Club en Madrid, actual Atlético de Madrid (Arrechea, 2015, 2018).

FUENTES CONSULTADAS:

Arrechea, F. (2015). 1900. La Primera Aventura Olímpica Española. Madrid: CIHEFE.

Arrechea, F. (2018). España y los Juegos Olímpicos. Madrid: CIHEFE.

Arrechea, F., Sánchez Pato, A. & Molina, J.M. (2019). El Olimpismo entre los JJOO de la Antigüedad y la restauración coubertiniana. Materiales para la Historia del Deporte, 18, 105-114.

Drevon, A. (2000). Les Jeux olympiques oubliés. Paris 1900. París: CNRS Editions.

Farey, H. 2011. Football, Cricket and Quoits. A context for the early Wenlock Olympian Games. Journal of Olympic History, 19(1), 53-59.

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Lennartz, K. & Teutenberg, W. (1995). II. Olympische Spiele 1900 in Paris. Kassel: Agon.

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Les Sports à l´Exposition Universelle (1900, 6 de mayo). La Vie au grand air, pp. 418-450.

Mallon, B. (1998). The 1900 Olympic Games. Results for All Competitors in All Events, with Commentary. Jefferson & Londres: McFarland & Company, Inc., Publishers.




Ni abanderado, ni capitán

MarianoArrate01Mucho se habla en estos últimos tiempos de los tres grandes éxitos logrados por la Selección Española de Fútbol (Eurocopa 2008, Mundial 2010 y Eurocopa 2012). Quienes siguen el día a día de este deporte han crecido viendo jugar a Iniesta, Xavi o Casillas, míticos, partícipes de la época dorada del fútbol español. Pero, para hablar del primer éxito de La Roja, hay que remontarse cien años atrás y preguntar a nuestros antepasados por los “abuelos de la Selección”, ellos fueron quienes realmente consiguieron el primer hito, quienes marcaron los primeros goles y representaron al combinado nacional en unos Juegos Olímpicos.

Entre ellos figuraba un jugador clave, el decimonónico, Mariano Arrate. Donostiarra de nacimiento y gran aficionado al deporte, marcó una época en el equipo en el que militó la mayor parte de su carrera, la Real Sociedad, así como en la Selección Española. Empezó su trayectoria futbolística en el equipo de Luchana y posteriormente formó parte del Athletic San Sebastián, pero en un tiempo en el que el fútbol era sólo un pasatiempo, Arrate lo convirtió en religión y pronto se convirtió no sólo en jugador txuri-urdin sino en el gran capitán durante años, atravesando todos los tiempos heroicos que convertirían a La Real en un clásico y a él mismo en una leyenda.

Los pocos que aún logran recordarle relacionan su nombre con varios momentos históricos, que con el paso de los años se han sabido erróneos. Hay quienes lo consideran el primer abanderado español en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920, también llamados los Juegos de la Paz. No fue así, el papel que hizo en aquella primera participación de España fue el de portador del cartel con el nombre del país. La escasa existencia de medios de comunicación y el hecho de que ni él mismo lo desmintiera, dieron por sentado lo que transmitió el periodista encargado de cubrir el evento. Gracias a una fotografía, en la que se podía ver al futbolista vasco luciendo el característico uniforme rojo con el león en amarillo en el lado izquierdo, fue cuando se supo, muchos años más tarde, lo que realmente ocurrió aquel día.

MarianoArrate02Tampoco es del todo cierto que Mariano fue el primer capitán de aquella Selección, tal como se asegura. José María Belausteguigoitia (alias Belauste), estrella del Athletic, fue quien portó el brazalete en aquel encuentro inicial del 28 de agosto frente a Suecia, el cual más que un partido parecía una batalla campal, de ahí la lesión que le impidió jugar los siguientes encuentros e hicieron recaer la capitanía, finalmente, en Arrate.

Eso sí, nadie podrá negar jamás que suyo fue el primer gol marcado desde el punto de penalti, al que bautizaron como “gol del honor”, por no haber servido mas que para no dejar a cero el casillero de “La Roja” en el choque contra la selección de Bélgica (ganadores de la medalla de oro). Este fue el único partido en el que España cayó derrotada.

Rodeado de unas cuantas anécdotas, así fue como Mariano Arrate, junto al resto del combinado nacional, consiguieron la primera medalla olímpica, el primer gran triunfo español en fútbol. Fue de plata, pero supo a oro. Nadie apostaba por aquellos jugadores, sin embargo, allí dieron la cara para enseñar al mundo que los españoles también sabían jugar al fútbol.

Mariano Arrate dejó el fútbol tras 13 años de trayectoria, con un total de 66 partidos y 7 goles, en el equipo blanquiazul. Su despedida de los terrenos de juegos tuvo lugar con un partido de homenaje, que enfrentó a las selecciones de Guipúzcoa y Vizcaya en el mítico estadio de Atocha, ese que tantos días lo vio triunfar y demostrar su poderío en la defensa, su posición natural.

Antes de fallecer, la Nochebuena de 1963, el excapitán recibió como premio la Insignia de oro y brillantes del equipo de su vida.

Reportaje realizado para la materia «Historia del Periodismo Deportivo» que imparte Xavier G. Luque en el Máster de Periodismo Deportivo de la UPF.




Bajo otra bandera. Futbolistas y entrenadores españoles que representaron a otros países en JJOO.

CONSIDERACIONES PREVIAS. LA CONDICIÓN DE “OLÍMPICO” Y LA CONDICIÓN DE “ESPAÑOL”

Procedemos a explicar los criterios utilizados para elaborar la base de datos de olímpicos españoles, base de nuestra Tesis Doctoral (Arrechea, 2017, 2018) y que ha servido para la elaboración del presente artículo, con explicación detallada de los casos dudosos.

Lo primero que debemos explicar es lo que consideramos como «olímpico». Atribuimos esa categoría a los participantes (deportistas o artistas, pues consideramos las Competiciones Artísticas disputadas entre 1912 y 1948 como plenamente oficiales) en Juegos Olímpicos de Verano e Invierno de la Era Moderna desde Atenas 1896.

En nuestra investigación aplicábamos un criterio restrictivo y sólo considerábamos “olímpicos” a los deportistas que habían llegado a debutar en competición, excluyendo a suplentes, lesionados, etc. Para el presente artículo aplicamos un criterio más amplio e incluimos a un futbolista que no llegó a debutar, e incluso a dos entrenadores (nacionalizados argentino y mexicano, respectivamente). Lo hacemos porque son pocos casos y, en el caso del futbolista, tenemos constancia de que acudió a los JJOO.

Por sorprendente que pueda parecer, aparecen en las bases de datos sobre olímpicos disponibles en Internet deportistas que fueron inscritos, pero no llegaron ni a desplazarse a los Juegos (existe una larga lista entre los españoles de París 1924). Incluso está documentado el caso de un español inscrito a la competición de tiro de Tokio 1964 que no era ni deportista, era un dirigente deportivo que estaba en los JJOO como turista y fue inscrito para poder entrar en la sede de competición (Arrechea, 2017, 2018).

En lo referente a la condición de «español» también existen casos especiales, ya que no todos los representantes del Comité Olímpico Español en JJOO han sido ciudadanos españoles, por ejemplo, el tenista (más conocido por su faceta de futbolista del RCD Español de Barcelona) olímpico en 1924 Ricardo Saprissa (ciudadano de El Salvador) o varios esquiadores andorranos hasta el reconocimiento del Comité Olímpico Andorrano en 1976.

Las normas respecto a la acreditación de la nacionalidad han ido variando, así Saprissa no tuvo problemas para defender los colores de España en 1924 pese a ser ciudadano salvadoreño y, sólo cuatro años después, el futbolista Juan Errazquin fue vetado para jugar con la Roja en Ámsterdam 1928 por ser ciudadano argentino (pese a lo cual, y como prueba fehaciente de lo laxas de las normas en la época, ya había jugado con la selección española en seis ocasiones).

Por otra parte, deportistas nacidos en España han defendido otras banderas en los Juegos.

La relación de futbolistas y entrenadores de fútbol nacidos en España, olímpicos en representación de comités olímpicos nacionales diferentes al español y cuya nacionalidad habían abrazado, es la siguiente*:

ADOLFO MENGOTTI ÁRNAIZ

OtraBandera01(Valladolid, 12 de noviembre de 1901 – 1984) fue un empresario y futbolista hispano-suizo. Hijo de un diplomático helvético en España y de una española natural de Burgos, nació en la Casa Mantilla de Valladolid. Jugaba en la posición de mediocentro y desarrolló su carrera deportiva en el Servette FC y en el Real Madrid, en este último club junto a su hermano Arturo. Fue el primer medallista olímpico vallisoletano, ya que obtuvo la medalla de plata en fútbol de los JJOO de París 1924, compitiendo con Suiza. ​

Tras su retirada como futbolista presidió el Club Suizo de Madrid y fue el representante de Nestlé en España.

JOSÉ LAGO MILLÁN

OtraBandera02

(Pontevedra, 1893 o 1894- ¿) fue un profesor de Educación Física, deportista y entrenador hispano-argentino. Emigró a Argentina a los veinte años, tras haber destacado en su Galicia natal en fútbol y ciclismo, y desarrolló una larga carrera como profesor y divulgador de la Cultura Física y el deporte y entrenador de numerosos deportes, destacando en atletismo y fútbol.

Fue el seleccionador argentino en los JJOO de Ámsterdam 1928, logrando una medalla de plata (Arrechea, 2019).

AGUSTÍN GÓMEZ DE SEGURA PAGOLA

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(Rentería, Guipúzcoa, 18 de noviembre de 1922 – Moscú, URSS, 16 de noviembre de 1975) fue un político, entrenador y futbolista hispano-soviético. Llegado a la Unión Soviética en una de las expediciones de “Niños de la Guerra” se inició en el fútbol en Ucrania para pasar a Moscú y destacar en el Torpedo moscovita llegando a jugar con la selección de la URSS y formar parte de la selección olímpica en Helsinki 1952 (no llegó a jugar).

Regresó a España en 1956 llegando a jugar un partido con el Atlético de Madrid, desarrolló actividades políticas en la clandestinidad y fue detenido, debiendo exiliarse de nuevo en 1961, primero a Francia y, finalmente, de nuevo a la URSS.

ANTONIO LÓPEZ HERRANZ

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(Madrid, 4 de mayo de 1913 – Los Ángeles, EE. UU., 29 de septiembre de 1959) fue un futbolista y entrenador hispano-mexicano. Tras desarrollar una carrera como futbolista en el Atlético de Madrid, Nacional, Madrid, el América mexicano, Hércules, Sabadell y Mallorca y verse involucrado en el más que sospechoso partido Hércules-Celta (0-5) de 1941, con rumores de sobornos y su despido de Alicante (Corcuera, 2009), regresó a México desarrollando una brillante carrera como entrenador. Fue el seleccionador mexicano en los Mundiales de Suiza 1954 y Suecia 1958, en lo que afecta a este artículo reseñar que era el seleccionador mexicano en los JJOO de Helsinki 1952, aunque finalmente los mexicanos no comparecieron a su partido de primera ronda frente a Noruega y los escandinavos pasaron ronda por incomparecencia del rival.

MANUEL “MANI” HERNÁNDEZ

OtraBandera05

(Madrid, 2 de agosto de 1948) es un futbolista y entrenador hispano-estadounidense. Sus padres fallecieron en un accidente y fue enviado junto a su tío, residente en Estados Unidos. Destacó en el soccer universitario rápidamente en los San José State Spartans, siendo considerado el mejor jugador universitario en 1968.

Jugó con EE. UU. en los Juegos Panamericanos de Cali 1971 y en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972.

Tras acabar el periodo universitario fue jugador profesional en equipos de la NASL y de la MISL (fútbol indoor).

Desde 1982 es entrenador de fútbol femenino en el Presentation High School.

PEDRO FEBLES GONZÁLEZ

OtraBandera06

(Santa Cruz de Tenerife, 18 de abril de 1958 – Caracas, Venezuela, 14 de diciembre 2011) fue un futbolista y entrenador hispano-venezolano. Como jugador desarrolló una larga carrera en varios clubes venezolanos (Deportivo Italia, Deportivo Galicia, Atlético San Cristóbal, Atlético Tachira, Marítimo Caracas) y fue veinticinco veces internacional con la Vinotinto, destacando su participación en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980.

GIOVANNI SIMEONE BALDINI

OtraBandera07

(Madrid, 5 de julio de 1995) es un futbolista argentino nacido en España. Es hijo de Diego Pablo Simeone y ha jugado en River Plate, Banfield, Génova, Fiorentina y Cagliari. Internacional argentino Sub-20, Sub-23 y absoluto, disputó los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, su padre había disputado los de Atlanta 1996 (siendo medalla de plata).

* No aparecen en esta lista Sabino Barinaga Alberdi (Durango, Vizcaya, 15 de agosto de 1922 – Madrid, 19 de mayo de 1988), seleccionador de Marruecos en los JJOO de Múnich 1972, pues nunca se nacionalizó marroquí; ni Antonio Moyano Reina (Puente Genil, Córdoba, 1 de marzo de 1928 – San José, Costa Rica, 9 de marzo de 2010), seleccionador de Costa Rica en los JJOO de Moscú 1980 y Los Ángeles 1984, pues nunca se nacionalizó costarricense.

FUENTES PRINCIPALES CONSULTADAS:

Arrechea, F. (2017). España y los Juegos Olímpicos. Análisis de participación de los deportistas españoles en los JJOO de la Era Moderna e historia del movimiento olímpico español (Tesis Doctoral). UCAM.

Arrechea, F. (2018). España y los Juegos Olímpicos. Madrid: CIHEFE.

Arrechea, F. (2019). José Lago Millán. El gallego que cambió el deporte argentino. Cuadernos de Fútbol, 115, CIHEFE.

Corcuera, J. I. (2009). Compraventa de partidos: nada nuevo bajo el sol. Cuadernos de Fútbol, 4, CIHEFE.




La muy discutible categoría internacional “Olímpica”

No hace mucho, durante una jugosa conversación con Jorge Valverde, magnífico documentalista e historiador del fútbol asturiano, surgió el espinoso tema de las internacionalidades “Olímpicas”. “Es absurdo citar a Fulanito o Menganito como internacional Olímpico -debatía él, y yo mostraba mi acuerdo-. ¿Desde cuándo una competición otorga rango y categoría a quienes en ella participan? Si así fuere, tendríamos que hablar de futbolistas “coperos”, o hasta “veraniegos”, aludiendo a quienes disputaron aquellos torneos de pretemporada tan abundantes un par de decenios atrás”.

Imposible defender una posición contraria, puesto que, en efecto, no distinguimos entre internacionales absolutos, “mundialistas” o “uefos” -con perdón del término- aludiendo a quienes compitieron en los torneos globales o continentales para selecciones nacionales. De igual modo, tampoco se habla sobre jugadores “champion”, “libertadores” o “universales”, para distinguir intervenciones en la Champions League, la Copa Libertadores o el Mundial de Clubes. Si acaso, a la hora de glosar la trayectoria deportiva de tal o cual estrella, añadiremos al cómputo total de participaciones alguna frase tipo: “de ellas “X” partidos del Campeonato Mundial”, “Y” de la Copa de Europa, y “Z” correspondientes al Mundial de Clubes”. El amigo Valverde, ya lanzado, argumentaba: “Pues por la misma razón, habrá internacionales absolutos, Su-21, Sub-19, ó Sub-17, y hasta “Sub-23”, ¿pero considerar “olímpicos” a quienes ni siquiera estuvieron presentes en unos Juegos, porque su selección quedó eliminada en la ronda previa?”.

Ahí, precisamente ahí, radica el problema de los “internacionales olímpicos”. En su dificultad de encuadre. Porque si hubo una competición bastarda, reñida con cualquier principio de equidad y tramposa respecto al movimiento olímpico, en teoría tan beligerante por cuanto a la pureza amateur, esa fue la del fútbol desde que el historiador y pedagogo galo Pierre de Coubertin decidiese recuperar del clasicismo griego los Juegos Olímpicos.

Vaya por delante que nuestro deporte rey no estuvo presente, al menos de forma oficial, en los primeros Juegos. Aun sin el imprescindible apoyo documental, parece sí rodó el balón en Atenas (1896), entre un combinado ateniense y otro de Esmirna, entonces imperio otomano, resuelto con victoria turca. Y al menos otro en que una formación nórdica aplastó a los “sportmen” de Esmirna. París (1900) y Saint Luis (USA), en 1904, albergaron choques de exhibición nunca reconocidos por nadie, pese a que el Comité Olímpico Internacional, tan dado a desdecirse y enmendar errores con alardes de arbitrariedad e incongruencia, diese por buenas, muy a posteriori, las medallas otorgadas a equipos de Bélgica, Francia, Canadá, Inglaterra y Estados Unidos, contendientes en aquellas dos lejanas ediciones. Fue en los Juegos de Londres (1908) donde Dinamarca y Francia se enfrentaron oficialmente por primera vez, no ya en una “Olimpiada”, sino en el primer torneo internacional de fútbol así reconocido. Los daneses golearon al débil equipo galo por 9-0 en el estadio Shepard Bush (19-X-1908), partido que pasaría a la historia, aunque días después el medallero se lo repartiesen el Reino Unido (oro), Dinamarca (plata) y Holanda (bronce). España no intervino hasta 1920, en Amberes. Y ese primer partido de los nuestros en los IV Juegos Olímpicos, ante Dinamarca (29-VIII-1920, en Bruselas), supuso al mismo tiempo el debut del recién creado equipo nacional. Ricardo Zamora, Luis Otero, Mariano Arrate, José Samitier, Belauste, Eguizábal, Pagaza, Félix Sesúmaga, Patricio Arabolaza, Pichichi y Acedo, se impusieron por un ajustado 1-0, siendo el irunés Patricio autor del gol, luego de que durante el primer tiempo ya se le hubiera anulado otra diana. Los belgas, finalmente, serían medalla de oro. España, con la de plata festejada como un gran logro, dejó por detrás a Holanda (bronce) e Italia, cuartos, sin metal y con gran desconsuelo.

Equipo español que acudiría a los Juegos Olímpicos de Amberes. Aquellos partidos de fútbol contaron siempre como internacionalidades absolutas.

Equipo español que acudiría a los Juegos Olímpicos de Amberes. Aquellos partidos de fútbol contaron siempre como internacionalidades absolutas.

Por supuesto allí actuaron nuestros mejores hombres, los que Julián Ruete, José Ángel Berraondo y Paco Bru, triunvirato de seleccionadores, eligiesen entre lo más granado del panorama nacional. Nuestro balompié era todavía estatutariamente “amateur” y eso lo libraba de cualquier impedimento, como el que imposibilitaba acudir a los “pros” británicos, precisamente por eso, por vivir en exclusiva del balón.

A partir de 1924, el torneo “olímpico” de fútbol ya iba a ser organizado por la FIFA. Y en esos juegos Italia se tomó cumplida venganza, imponiéndose a España por 1-0. Corría 1926 cuando nuestros clubes acordaron abrazar el profesionalismo, pese a que para entonces ya hubiese varios profesionales encubiertos, aún a riesgo de pechar con dos años de descalificación si el subterfugio acababa saliendo a la palestra. En teoría, ese estatus profesional debería dejar fuera de los Juegos de Ámsterdam (1928) a nuestros mejores futbolistas, a tenor de la pureza “amateur” preconizada desde el COI. Sin embargo, no fue así. Pedro Vallana, Ciriaco Errasti, Jacinto Quincoces, Amadeo Labarta, Pachi Gamborena, Luis Regueiro, José Mª Yermo, Antero González o Paco Bienzobas, ¿acaso no iban a ser destacadísimas figuras en el Campeonato de Liga que echaría a rodar pocos meses después? Faltaban Quesada, Peña o Gaspar Rubio, muy cierto, componentes todos ellos, junto con Ricardo Zamora, de la selección habitual por esa misma época, pero nuestro once distaba mucho de ser una agrupación “amateur”. De nuevo, aquella era una formación de internacionales absolutos, no de internacionales “olímpicos”.

Los Juegos de Los Ángeles, en 1932, habrían de representar para el fútbol con aros un antes y un después. La FIFA acababa de crear su propia competición universal, el Mundial de Fútbol, cuyo primer campeón (1930) había sido Uruguay, precisamente la selección vencedora en los dos últimos Juegos Olímpicos. Y entre que el fútbol apenas si gozaba de algún predicamento en los Estados Unidos, y que desde el máximo organismo rector del balón no gustaba la idea de engordar a la competencia olímpica, los norteamericanos se quedaron sin fútbol en su alarde. Éste volvería en Berlín (1936), para que el III Reich alimentase su megalomanía aria con un oro, la Italia de Mussolini se resignase al premio de consolación y Austria, sobre cuya capital se cernían sombras negras a paso de oca, luciese el bronce. Fiesta grande para el fascismo, cuando los jerarcas de este movimiento se sentían llamados a implantar un nuevo orden a costa de libertades, vidas, y proscripción de la individualidad. Luego un viento de locura se enseñoreó de Europa y nada volvió a ser como antes. La Unión Soviética extendió su influencia por medio continente. Una Alemania partida en dos lamía heridas. Italia, gracias al Plan Marshall, procuraba renacer. España, aislada y ruinosa, sin combustible y mal alimentada, pagaba a sus futbolistas lo que apenas nadie se atrevía a soñar, pese a que luego, midiéndose ante quienes no fuesen los vecinos portugueses, acreditaran estar muy por debajo del potencial atribuido. Cundo unos nuevos Juegos volvieron a celebrarse, el mundo asistiría a una representación burlesca del olimpismo, consentida desde dentro.

Tanto en la Unión Soviética, como en sus satélites del Telón de Acero -Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumanía, Yugoslavia y República Democrática Alemana- no se reconocía la profesionalización del deporte, pese a que todas sus estrellas se dedicaran a él por completo. Sorteando el precepto olímpico que impedía a sus competidores incluso el cobro de cantidades en concepto de enseñanza o monitorización deportiva, el régimen comunista colocó en fábricas, industrias petrolíferas o algodoneras, y sobre todo en el ejército -no con salarios de sargento, sino de capitán hacia arriba- a los mejores atletas, gimnastas, nadadores y futbolistas. Obviamente ninguno de ellos pisaba otras instalaciones que las deportivas. Los estados se consideraban sobradamente retribuidos con sus laureles, medallas y títulos, luego de que la antigua propaganda bélica desaguara en otra no menos efectiva, sustentada en la universalización del olimpismo. Dicho de otro modo, los fiduciarios de Moscú competían con sus mejores equipos, y eso resultaba por demás sangrante en el fútbol, donde la profesionalización había alcanzado su máximo esplendor.

Quienes más y con mayor vehemencia hubieran podido protestar ante tamaña trampa, dada su potencia económica y política -es decir los Estados Unidos-, optaron por no agitar las aguas. Bien mirado, tampoco es que su atletas, nadadores, baloncestistas y gimnastas, cumpliesen al cien por cien el primer mandamiento olímpico. Todos ellos procedían del deporte universitario, luego de haber ingresado en Berkeley, UCLA, Yale, Stanford, Auburn, Duke, o Georgetown, becados no por su capacidad intelectual, sino ante lo que deportiva y publicitariamente podían aportar. ¿Acaso no era aquello una cuantiosa retribución en especie? ¿No partían con una ventaja abismal respecto a los atletas africanos, los universitarios europeos sin beca, o por no apartarnos de la piel de toro, si los comparásemos con la absoluta precariedad del pertiguista Ignacio Sola o el mediofondista Mariano Haro? Nadie protestó formalmente. Ni desde el otro lado del océano, ni en Europa, ni mucho menos desde un continente asiático convulso y en buena medida tutelado por las dos potencias hegemónicas.

Durante el periodo de Samaranch al frente del COI, se restituyó medallas y honores a la memoria de Jim Thorpe. Mantener aquella antigua injusticia hubiera sido un enorme disparate, cuando el movimiento olímpico abrazaba sin falsos pudores un profesionalismo descarado.

Durante el periodo de Samaranch al frente del COI, se restituyó medallas y honores a la memoria de Jim Thorpe. Mantener aquella antigua injusticia hubiera sido un enorme disparate, cuando el movimiento olímpico abrazaba sin falsos pudores un profesionalismo descarado.

El COI, que tanta contundencia exhibiera ante la debilidad de Jim Thorpe, campeón en pentatlón y decatlón (Estocolmo 1912), luego de que se publicara su paso por ligas menores de béisbol un par de años antes, permaneció impasible. Al desvalido Thorpe fue fácil despojarle de medallas y honores, máxime teniendo en contra al propio Comité Olímpico Norteamericano, presumiblemente contaminado por el racismo tan en boga desde Boston a Georgia, Kansas y New México, hace un siglo. Por las venas de Thorpe, junto con sangre francesa e irlandesa, corría también la de dos naciones indias: Sac y Fox, por vía paterna, y Potawatomi por la materna. La denuncia del olimpismo estadounidense, además, llegaría una vez transcurridos los 30 días siguientes al cierre de aquellos Juegos, los que el reglamento contemplaba como límite a cualquier recurso. Y aun así, el mejor atleta del mundo, tal y como lo definiera el monarca sueco al felicitarle, sería considerado un tramposo. Después de estirar hasta la cuarentena toda su cuerda deportiva, compitiendo en ligas segundonas de fútbol americano y béisbol, cuando no de tercer rango, el amerindio alternaría empleos de extra cinematográfico, marinero, vigilante de obras y peón con pico y pala, hasta expirar en la miseria, alcoholizado. Para mayor bochorno, su caso no era distinto al de otros universitarios que aprovechando el verano se incorporaban a distintas ligas, con dólares de por medio.  Sólo que éstos lo hacían mediante una falsa identidad, y Jim actuó a pecho descubierto.

En octubre de 1982, bajo mandato de Juan Antonio Samaranch y cuando el depurado llevaba 29 años en su tumba, el COI aprobó restituirle lo que jamás debieron haberle arrebatado. Y todavía en un ejercicio de fariseísmo supino, el 27 de mayo de 1999 la Cámara de Representantes de los EEUU declaraba Atleta del Siglo a Thorpe. Pues bien, durante los años 50 y 60, a tenor del frágil equilibrio geopolítico, fruto de la Guerra Fría, el olimpismo prefirió no enredarse en complicaciones. Cualquier gesto podía hacer que un nuevo y más serio conflicto internacional estallase. Los zapatazos de Kruschev en las Naciones Unidas, la llegada de un pirómano a la Casa Blanca, el virus comunista prendiendo en Corea, aquel amago de instalar en Cuba misiles soviéticos, con el imperio del dólar como objetivo… Hubiera sido temerario para el deporte cualquier intento de enmendar la plana a unos políticos empeñados en mirar el medallero no con curiosidad, sino como haría cualquier magnate con la tabla de cotización bursátil.

El fútbol olímpico fue perdiendo interés en los países de Europa Occidental y Sudamérica, justo donde más desarrollado estaba, a raíz de su profesionalización. Hasta 1948, no volverían a vivirse otros Juegos. Y aquellos de Londres, sin presencia soviética y con una Europa a medio desescombrar, tuvieron mucho más de ejercicio voluntarista que de festival físico. Alemania y Japón, enemigos del bloque aliado en la reciente guerra, ni siquiera participarían, al no ser invitados. La holandesa Fanny Blankers-Koen, que saliera de vacío 12 años antes en Berlín, se erigió en reina gracias a sus cuatro medallas en 100 y 200 metros lisos, 80 metros vallas y 400 metros con relevos. La barbaridad bélica se había comido literalmente a una generación, y ello posibilitó, sin duda, su rotundo éxito con 32 primaveras a cuestas y muchas privaciones durante el inmediato pasado. Respecto al fútbol, junto a formaciones endebles como las de Luxemburgo, Afganistán, Egipto, India, Corea, Estados Unidos o China, y otras grisáceas como Irlanda, Austria, Francia o México, los países nórdicos casi coparon el podio. Italia cayó en cuartos de final y Gran Bretaña en semifinales, ante Yugoslavia, luego medalla de plata. Suecia se hizo con la de oro y Dinamarca con el bronce. Por supuesto, italianos y británicos presentaron equipos “C” o “D”, carentes de cualquier figura.

Puskas, estrella en los Juegos Olímpicos, con una selección de internacionales absolutos.

Puskas, estrella en los Juegos Olímpicos, con una selección de internacionales absolutos.

Helsinki (1952) coronaría a la selección húngara, flanqueada en el podio por Yugoslavia y Suecia. Ferenc Puskas, estrella de los magiares, tenía 25 años, llevaba 9 compitiendo en 1ª División y era internacional desde los 18. Junto a él se alineaba un imponente racimo de glorias: Bozsik, Budai, Buzanzsky, Zoltan Czibor, Grosics, Zakarias, Sandor Kocsis, Kovacs… En Melbourne (1956) la Unión Soviética se hizo con el oro, Yugoslavia repitió plata y a Bulgaria, que se impuso a la selección india en el partido de consolación, correspondió el bronce. Lev Yashine, la “Araña Negra”, próximo a cumplir 27 años cuando la prensa lo alzase en triunfo, tampoco era ningún neófito. En los Juegos de Roma (1960), Yugoslavia por fin lograba colgarse el oro. Dinamarca, sorprendente verdugo de Hungría en semifinales, conquistaba la plata. Los húngaros, imponiéndose a una prometedora Italia donde afloraban Burgnich, Salvadore, Trappatoni o Gianni Rivera, arañarían el bronce. De nuevo la URSS encabezaba el medallero con 43 de oro sobre un total de 103, aplastando a los Estados Unidos, con sólo 71, de ellas 34 oros. Ensanchaba la zanja desde Melbourne, donde la URSS sólo pudo imponerse a los norteamericanos por una diferencia de 24.

Para entonces el fútbol olímpico apenas interesaba a nadie en occidente. Ni a las Federaciones, en algún caso por repugnancia a hincar la rodilla ante los soviets, ni a los gobernantes, temerosos de que una humillación ante teóricos “amateurs” diese alas a cuantos reclamaban medidas contra los desafueros económicos de un fútbol sin control. Italia habría de pechar con ello cuando la selección yugoslava de Dragan Dzajic puso a los “azzurri” contra las cuerdas, no en el torneo olímpico, sino en competición europea. “Los millonarios del “Calcio” impotentes ante once deportistas de verdad”, tituló la prensa transalpina. “Goliat humillado ante un David sin complejos”. O “Yugoslavia demuestra que en el fútbol no sólo cuenta el dinero”. Frases redondas, nacidas del enojo, que tampoco respondían del todo a la verdad. Porque esos yugoslavos no eran, ni muchísimo menos, “deportistas puros”. Poco antes, el Real Madrid había sudado tinta para imponerse al Partizan de Belgrado (2-1) y alzarse con su sexta Copa de Europa. Ni uno sólo de aquellos futbolistas balcánicos tenía que doblar la cintura ante una fresadora, lucir bata blanca en el laboratorio, ponerse al volante de un camión, palear heno, tiznar sus manos de grasa, como mecánicos o ferroviarios, ni pisar cuarteles, si no era para recibir homenajes. Todos vivían del balón, aunque sus emolumentos, a diferencia de cuanto ya entonces se pagaba a las figuras en Milán, Turín, Barcelona o Madrid, no representasen por temporada lo que 30 ó 35 anualidades para cualquier dignísimo menestral. Y por supuesto, ninguno hubiese dado su negativa al “Calcio”, la Bundesliga, o los campeonatos de España, Bélgica o Inglaterra, si el gobierno de Tito no lo tuviese taxativamente prohibido.

España, que estuvo presente en el Campeonato Mundial de Italia (1934) para caer ante los anfitriones en un choque de desempate, y volvería a hacerlo en Brasil (1950), celebrando la cuarta posición, no iba a dejarse caer por unos Juegos Olímpicos hasta los de México, en 1968, después de que Hungría, con un global de 5-1, impidiese a nuestro combinado durante las eliminatorias de acceso, cuatro años antes, poner rumbo hacia Tokio. Para entonces ya se había autorizado la alineación de profesionales encubiertos, considerando “amateurs” a los menores de 23 años, sin que importara en qué categoría compitiesen. Por supuesto existían aficionados no espurios en 3ª División, la 4ª inglesa o la Serie C-2 italiana, y hasta uno, en Mallorca, con ficha de 2ª que, a dedicado a negocios de hostelería, donaba el importe íntegro de su contrato a organizaciones benéficas mientras competía por puro placer. Y, además, otros aficionados de conveniencia con ficha expedida por la Española, para ahorrar a sus clubes una buena partida de pesetas, o ni eso siquiera, pues aparte de lo contemplado en el contrato oficial solían pactarse a manera de complemento distintas cantidades opacas. Esta era una jugada con riesgos. Primero porque el futbolista “amateur” podía firmar con cualquier otro equipo cada fin de temporada, al no estar sujeto al leonino derecho de retención. Y segundo porque cuando esto ocurría, desde el club desairado solían llover denuncias que el ente federativo zanjaba, por lo común, con fórmulas salomónicas. El guipuzcoano De Diego estuvo unido al Real Oviedo por uno de esos contratos, y cuando desde el Real Madrid le deslizaron una oferta hizo las maletas. Los ovetenses, poco dispuestos a no hacer caja con el correspondiente traspaso, adujeron ante la FEF que su jugador, en realidad, no era menos profesional que otros componentes de la plantilla. Esfuerzo inútil, puesto que los azulones saldrían del trance con una sanción económica, unida, eso sí, a otra de suspensión para el jugador, que a la postre perjudicaba a quienes acababan de contratarlo.

Los “olímpicos” de México en 1970, derrotaron a Brasil (1-0) y Nigeria (3-0), antes de firmar un empate a cero con Japón. Luego, en cuartos de final, sucumbirían ante los anfitriones por 2-0. Y quede, como curiosidad, que en el once azteca formaba Luis Regueiro, hijo del internacional español exiliado durante la Guerra Civil, junto con otros compañeros del Euskadi. Entre los seleccionados españoles figuraban Pedro Valentín Mora, Espíldora, Ochoa, Gregorio Benito, Juan Manuel Asensi, Crispi, Jaén, Ortega, Garzón, Pepe Grande… Todos profesionales a tiempo completo, fuere en el Barcelona, Español, Real Madrid, Córdoba, Sabadell, o en el caso de Asensi a medio mudar la camiseta del Elche por la azulgrana del Barça.

Juan Manuel Asensi Ripoll. “Olímpico” cuando nadie podía poner en duda so condición de profesional opíparamente remunerado. La selección que España llevase a México, en 1970, pudiera corresponder a un elenco “B”, pero ni remotamente “amateur”.

Juan Manuel Asensi Ripoll. “Olímpico” cuando nadie podía poner en duda so condición de profesional opíparamente remunerado. La selección que España llevase a México, en 1970, pudiera corresponder a un elenco “B”, pero ni remotamente “amateur”.

Hungría, nuevamente, regresó del Distrito Federal con el oro, Bulgaria se llevó la plata y Japón el bronce, imponiéndose contra pronóstico a los mexicanos en el partido por el tercer y cuarto puesto. Dezsö Kovak, zaguero del Ferencvaros unánimemente considerado mejor jugador del torneo, con 29 años bien cumplidos sumaba su tercera medalla olímpica, después del bronce en 1960 y otro oro en el 64.

Múnich (1972), elevaría a Polonia a los altares. Un equipo fabuloso, acaudillado por Kazimierz Deyna, con Gorgon, Szymanowski, Gadocha o Lubanski, como imprescindibles escuderos. Dos años después, aquel equipo reforzado con Lato, Szarmach y Zmuda, lo bordaba en el Campeonato Mundial hasta salir con un tercer puesto que, a tenor de su juego, supo a poco. Hungría (plata), y la Unión Soviética y Alemania Oriental compartiendo el bronce, por haber igualado a 2 en el choque de consolación, compusieron un podio para enmarcar en el Telón de Acero.

Poco cambiaron las cosas en la siguiente convocatoria. Alemania Oriental, Polonia y la URSS, se repartieron por este orden los tres metales de Montreal. Brasil, todo un referente universal, sólo pudo ser cuarto, aun contando con Zé Carlos, Mauro y Edinho. En Moscú (1980), unos juegos descafeinados por el boicot estadounidense, al que se sumaron un puñado de países europeos, más de lo mismo. Fue aquella una espantada en toda regla, sustentada en razones políticas. La derrota de Los Ángeles, en su pretendida organización de los Juegos, unida a la intervención del Ejército Rojo en territorio afgano, justificó el toque a rebato desde Washington. Checoslovaquia acabaría vistiéndose de oro, Alemania Oriental de plata y la URSS con un bronce por demás decepcionante. Todo aquel medallero, ante tamaña deserción, iba a quedar para la historia como suprema conquista del bloque soviético: La URSS 195, DDR 126, Bulgaria 41 y Cuba 20, de ellas 8 oros, encabezaron la lista. Italia con 15, aunque de ellas 8 en oro, ocupó el 5º escalón, por delante de Hungría y Rumanía. Francia y Gran Bretaña sólo pudieron ocupar los puestos 8º y 9º. Formidable inyección propagandística para la Unión Soviética y sus satélites.

El equipo de fútbol español, eliminado en la fase previa, a última hora lograría desfilar en la ceremonia de apertura, ante las renuncias de Malasia, Egipto y los Estados Unidos. Pero muy bien pudo haberse ahorrado el viaje, porque los nuestros acabarían cayendo en la primera fase, pese a no carecer de buenos elementos. Paco Buyo, Agustín Rodríguez, Urquiaga, De Andrés, Ramos, Gajate, Joaquín Alonso, Víctor Muñoz, Marcos Alonso, Urbano, Poli Rincón, Manolo Zúñiga y Paco Güerri, acabarían convirtiéndose en longevas y muy cotizadas piezas de primer nivel, por más que durante aquellos Juegos aún estuviesen pendientes de cuajar.

En Los Ángeles (1984), el bloque soviético quiso vengar la afrenta con otra deserción colectiva, utilizada desde el otro lado para sacar pecho. Si los comunistas no iban -se dijo-, sería por miedo a que sus atletas pidieran, y obtuviesen, asilo político. Y el caso es que, sin los habituales dominadores del torneo futbolístico, Francia pudo hacerse con el oro, Brasil con la plata y una Yugoslavia ya bastante distanciada del Kremlin, con el bronce. Cuando las aguas volvieron a su antiguo cauce, en Seúl, La URSS se apropiaría del oro, dejando la plata para Brasil y el bronce a los alemanes federales. Barcelona, en fin, entregó su oro al seleccionado español, contentándose Polonia y Ghana con la plata y el bronce.

Para entonces, Juan Antonio Samaranch había hecho de los Juegos Olímpicos un campo sin puertas ni alambre de espino, refractario a los falsos pudores o, lo que venía a ser igual, abierto casi de par en par al profesionalismo. Si los atletas más famosos aceptaban jugosísimos contratos publicitarios, recibían elevados fijos por estar presentes en mítines y premios de fábula con cada récord superado, ¿cabía poner obstáculos al fútbol, por ejemplo? El sueño de Samaranch y su cohorte, aún llegaba más lejos. Querían hacer del ciclismo olímpico una especie de campeonato mundial, con todos los astros del Giro, las grandes clásicas y el Tour. Del tenis otro “Grand Slam”, muy superior a la Copa Davis. Albergar una selección de la NBA en baloncesto. Y del fútbol algo semejante a un nuevo Mundial, donde Brasil, Inglaterra, Argentina o Italia, pudieran acudir con sus mejores galas. Pero ahí tropezaron con el veto de la FIFA. Una cosa era que el Comité Olímpico intentase hacer caja, y otra dejarse arrebatar la gran tarta deportiva, el control sobre la mejor ponedora de huevos de oro en el universo. El mensaje al COI no ofreció dudas: Si aquello era un reto, ya podían despedirse del fútbol en los Juegos.

Por supuesto, la sangre no llegó al río. No suele derramarse nunca entre apostadores profesionales, tahúres, políticos, o mandatarios deportivos. Todo podía seguir casi igual, con algún retoque, si acaso, como hacer extensiva la norma Sub-23 a todos los contendientes, incluidos los del bloque soviético. Un buen modo de igualar fuerzas, de hacer más justa la competición, aunque resultara obvio no iban a dar su brazo a torcer ni Moscú ni sus satélites. El momento económico y político, sin embargo, favorecía claramente al olimpismo. La Unión Soviética daba inequívocas muestras de debilidad, con una economía en bancarrota. Ya no era la potencia de antaño, por mucho que conservara arsenales atómicos. Su influencia en África formaba parte del pretérito, la India emergía, el gobierno chino bocetaba pasos dubitativos hacia un neocapitalismo de estado, e incluso Europa, desunida, perdía su antiguo respeto hacia el Kremlin. La Perestroika, en fin, no iba a ser sino epitafio para una fallida revolución anticapitalista.

Selección campeona en los Juegos de Barcelona. Toni, López, Luis Enrique, Abelardo, Kiko, Berges, Alfonso, Guardiola, Lasa, Ferrer, Solozábal… ¿Alguien podía poner en duda su condición de futbolistas de elite?

Selección campeona en los Juegos de Barcelona. Toni, López, Luis Enrique, Abelardo, Kiko, Berges, Alfonso, Guardiola, Lasa, Ferrer, Solozábal… ¿Alguien podía poner en duda su condición de futbolistas de elite?

El COI saldría triunfante, sin humillar a los vencidos, conforme hubiese recomendado hasta el peor estratega. En adelante, el fútbol olímpico iba a ser Sub-23, con un par de incrustaciones, como máximo, de jugadores con tope en los 27 años.

En Atlanta (1996), Nigeria obtuvo el oro, Argentina la plata y Brasil el bronce. A los antiguos dominadores del torneo casi no pudo vérselos, pues únicamente Hungría logró colarse entre los 16 clasificados, para perder todos sus partidos ante Nigeria, Brasil y Japón. Con los argentinos se alinearon Fabián Ayala, Claudio “El Piojo” López, José Antonio Chamot, Matías Almeyda, Diego Pablo Simeone, Hernán Crespo, “El Burrito” Ortega, Marcelo Gallardo, Pablo Caballero… Y en Brasil los Roberto Carlos, Bebeto, Flavio Conceiçao, Juninho, Rivaldo, Marcelinho Paulista, Luizao, y Ronaldo Luis Nazário de Lima, entonces todavía “Ronaldinho”. Si en Barcelona la vieja Unión Soviética sometida a su desmembración compitió como Comunidad de Estados Independientes, los Juegos de Atlanta vieron desfilar a Rusia, Ucrania, Kazajstán, Bielorrusia, Armenia, Uzbekistán, Azerbaiyán, Letonia, Lituania… Y tras la Guerra de los Balcanes, la derrotada Yugoslavia ya no incluía a eslovenos y croatas.

Sídney, en vísperas de que expirase el siglo XX, condecoró con el oro a Camerún, a España con la plata y a Chile con el bronce. Entre los españoles figuraban varios futuros campeones mundiales y de Europa, junto a figuras por demás emblemáticas: Capdevila, Marchena, Albelda, Xavi Hernández, Pujol, Angulo, Albert Luque, Tamudo… Ni de la antigua apisonadora oriental, ni de los viejos conceptos de olimpismo, quedaba nada. El añejo axioma de “más alto, más fuerte, más rápido”, parecía haber mutado en otro más corto, al compás de sucesivos escándalos por doping: “Todo por el dinero”.

No, no cabe hablar de internacionales “olímpicos”. Pero tampoco Sub-23, porque dejaríamos fuera a quienes frisando los 27 años un día hicieron el paseo inaugural. En Hungría, Polonia, Bulgaria, Rumanía, o las antiguas Checoslovaquia, Yugoslavia o Unión Soviética, los internacionales olímpicos son sólo internacionales absolutos, del mismo modo que a Ricardo Zamora, Samitier, Belauste, Sesúmaga, Quincoces, Luis Regueiro, Vallana o Patricio, nadie descuenta sus comparecencias en Amberes o Amsterdam. Queda, además, el espinoso asunto de quienes sólo intervinieron en torneos preolímpicos. Entre ellos hubo Sub-21, Sub-23, y hasta “amateurs” de edad provecta. Todos fueron internacionales, sobre ello no hay duda.

Aunque sigamos sin decidir dónde encuadrarlos.