Futbolistas fallecidos en la Guerra Civil (1)

Casi todos los trabajos sobre la historia de nuestro fútbol acostumbran a despachar el periodo 1936-39 con un par de líneas: “Desde julio del 36 hasta 1939, no hubo competiciones oficiales a causa de la Guerra. Tras el triunfo de Franco éstas se reanudaron, tomando como punto de partida el desenlace de la temporada 1935-36”. Si acaso, y de cuando en cuando, topamos con alguna referencia a la Liga Mediterránea, o más esporádicamente a la denominada Copa de España Libre. Casi nada, en suma, hasta que Félix Martialay abordase su faraónica e inconclusa obra “El fútbol durante la guerra”, acreditando que el balón continuó en juego mientras silbaban los obuses, el futuro del país se desangraba, ardía el rencor de Norte a Sur y muchas tapias de cementerio ofrecían su sombra a los cadáveres, tanto dentro, entre cipreses, como fuera, sin lápidas ni fosa.

Pero ni siquiera nuestro recordado compañero pudo elaborar un censo más o menos fiable de futbolistas caídos, como tampoco lo hiciera, o al menos no con la exigible meticulosidad, la propia Federación Española, sesenta años antes. Los días de transición hacia la democracia, que muy bien pudieron haber alumbrado algún proyecto, pasaron igualmente de largo, cuando deberían haber servido para recordar a los del bando republicano, grandes, grandísimos olvidados. Si nuestro país no destaca por su culto a la memoria, el olvido, o el desprecio hacia el pasado, se hace más evidente en derredor del balón, donde todo se antoja trascendental de víspera y caduco a la semana. Ni siquiera la reciente Ley de Memoria Histórica inspiró una mirada hacia atrás, un buceo federativo en sus archivos, pues conforme veremos en seguida, deberían contener abundantes pistas. ¿Para qué?, es posible pensaran. ¿Acaso no era vox populi que aquella barbarie se saldó sin apenas bajas entre futbolistas, árbitros, entrenadores y directivos? Menuda complicación por algo ocurrido hacía tanto tiempo.

Este punto, el de los escasos caídos en el frente, o víctimas de la sinrazón en retaguardia, por cuanto respecta a gentes del fútbol, constituye otro mito, sustentado, como casi todas las falsedades, sobre algún cimiento de verdad. “Apenas si se registraron víctimas entre los futbolistas -escribió uno de los memorialistas o historiadores de antaño, apropiándose de la frase cuantos le siguieron-. Unos se embarcaron en giras por el extranjero, otros emigraron al campeonato francés, y para los demás hubo destinos alejados del frente”. Vamos, que incluso en tiempos tan críticos, los astros de esa época siguieron gozando de privilegios. La realidad, sin embargo, fue otra.

Que parte de la expedición barcelonista por tierras americanas, o casi todos los componentes del Euskadi no regresaran, o lo hiciesen cuando las aguas bajaban un tanto remansadas, es cierto. Que el periódico deportivo galo “L´auto” confeccionase una selección de españoles con gran nivel entre cuantos competían en Francia, a la que sólo le faltaba un portero, también. Y otro tanto que un puñado de canarios formasen en el Aviación Nacional del militar Salamanca, germen de un nuevo Atlético madrileño con alas; que algunas futuras estrellas de posguerra vistiesen de corto en el Recuperación de Levante, equipo representativo de un cuerpo de trabajadores militarizado, operativo a considerable distancia de las batallas, o que varios clubes exprimieran influencias para preservar del peligro a sus hombres más emblemáticos. Sin embargo, ¿qué teclas podían pulsar las entidades modestas? ¿De qué contactos se sirvieron tantos jugadores incipientes, o de segundo rango? ¿Cuántos, de ellos, fueron chupatintas, conductores o sanitarios en hospitales urbanos, durante 32 interminables meses de sangre y miedo?

Hasta hace unos años solían cifrarse “oficialmente” en poco más de 40 el número de futbolistas, activos o retirados, cuyas vidas segó tan absurda guadaña. No ha mucho, un “bloguero” cerraba en 64 el total de caídos. Quien suscribe puede elevar su número, nombre por nombre y club por club, hasta los 190, anticipando que el total difícilmente quede lejos de los 250. Si en el rugby francés -deporte galo de referencia- 121 de sus mejores jugadores no sobrevivieron a la I Guerra Mundial, nuestro fútbol también regó pródigamente con sangre, brutalidad e intransigencia, campos yermos, patios de cárceles y cemento urbano.

No toda la cartelería del periodo bélico revestía tintes propagandistas. La observancia de buenos hábitos también fue muy publicitada.

No toda la cartelería del periodo bélico revestía tintes propagandistas. La observancia de buenos hábitos también fue muy publicitada.

Luego de mucho tiempo rastreando hemerotecas, purgando archivos militares, contactando con clubes, familias y apasionados por la historia balompédica, el capítulo de “republicanos” sigue siendo una gran asignatura pendiente. Ni la tenacidad, ni una paciencia de copista cisterciense, allanaron mucho el camino. Quizás tras este artículo y los que seguirán sobre el tema, avecinándose el 80 aniversario del último parte en aquella contienda, puedan desbrozarse caminos hasta ahora impenetrables.

Los rastros de víctimas en el bando nacional son mucho más diáfanos, lógicamente. Como tras la victoria franquista se les quiso otorgar trato de héroes, algunos clubes descubrieron placas recordatorias a la puerta de sus campos, y otros hasta elevaron pequeños monumentos en su memoria. Si las familias con caídos republicanos callaban por pura prudencia, ante un bien fundado temor a padecer represalias, los franquistas recibían homenajes, licencias de estancos para sus deudos, o colocaciones en ministerios, ayuntamientos y delegaciones provinciales, hubiesen lucido boina requeté, camisa azul con yugo y flechas, o uniforme de infante reclutado a viva fuerza. La misma nueva Federación Española, ya reconocida por la UEFA, quiso rendir su particular tributo a los “mártires de la Cruzada”, mediante un anunciado homenaje que no está claro llegase a culminar. Y antes, con lógico propósito evaluador, conminó a sus Territoriales la recopilación de víctimas entre cuantos clubes tuviesen federados en ese momento. Víctimas nacionales, claro, “caídos por Dios y por España en los campos de batalla o asesinados por los rojos”, conforme rezaba su circular Nº 4, fechada el 11 de setiembre de 1939.

Aquella requisitoria donde se pedía pormenorización de actividad y circunstancias -directivo, jugador o socio, y si cayeron combatiendo, o asesinados en retaguardia- no halló gran eco, por extraño que pueda antojársenos a primera vista. Los federativos, entonces, cumplimentaron una nueva circular -la Nº 6- a manera de recordatorio. Y puesto que un alto porcentaje de clubes siguieran mostrándose premiosos, aparte de reiterar su petición -al menos mediante la circular Nº 19-  exigieron respuestas a ciertas Territoriales que por su reciente pasado parece reclamaban vigilancia especial.

Las evasivas de algunos clubes para no facilitar cuanto se les pedía, hoy mueven a la sonrisa. El escrito remitido por la Federación Gallega al presidente de la Española, fechado en Vigo el 23 de febrero del 40, recogía literalmente: “Con la presente enviamos a Vd. Lista de directivos y jugadores caídos en la Gloriosa Cruzada Nacional, que recibimos de nuestro filial, el Deportivo de La Coruña, rogándonos advirtamos a ese superior organismo que la demora en presentarla ha sido debida a la espera en completar todos los datos referentes a ellos. Y que no hace relación de los socios por temor a las muchas omisiones en que seguramente incurriría, pues habiendo sido numerosos los héroes dados por el club a la Santa Cruzada, les dolería mucho dejar fuera de la relación aunque fuese a uno solo, y por eso prefiere referirse solamente a elementos oficiales de la Sociedad”. Total, una larga cambiada, como dirían los taurinos, pues ni siquiera la relación de futbolistas estaba completa. La Federación Navarra, más directa y sin ambages, se condolía el 2 de enero: “Hemos reiterado a los clubes el envío de sus respectivas relaciones, habiendo sido contados, como verán, los que cumplimentaron nuestro ruego”. Parece que la Federación Murciana sólo pudo recabar información del Murcia y Cartagena F. C. La Vizcaína procuraba curarse en salud, justificando su diligencia: “Aun cuando ya anteriormente requerimos a todos los clubes para que nos enviasen relación de sus Caídos, sólo lo habíamos logrado del Athletic y Baracaldo-Oriamendi”. Probablemente insistieron, puesto que más adelante Sestao Sport y Cultural de Durango, enviarían sendos escritos. El Athletic Club, además, olvidó incluir a uno de sus caídos, quizás no considerándolo, en puridad, futbolista de la casa. Se llamaba José Luis Justel (Sestao, Vizcaya, 19-IV-1920) y como interior izquierdo de gran zancada, regate seco y excelentes condiciones, había participado en el torneo organizado por la entidad, tendente a recomponer un conjunto diezmado por la excursión americana del Euskadi. Posteriormente, y junto a otros jovencitos casi imberbes, como Echevarría, Bertol, Gainza o los hermanos Viar, futuros componentes del cuadro bilbaíno, participó en los amistosos que irían configurando la plantilla correspondiente al ejercicio 1939-40. Ese equipo experimental no compitió como Athletic Club, sino como Bilbao, ante el temor de sus mandatarios a cualquier hipotético vapuleo contra entidades de menor relieve, y la “mancha” que ello supusiera en el palmarés de un gran campeón. Sin duda Justel habría engrosado el elenco bilbaíno de posguerra, pues destacó sobremanera, pese a emplear una sola pierna en los chuts y la conducción del cuero. Pero alistado voluntario cuando la contienda gastaba sus últimas balas, se le dio por desaparecido el 10 de noviembre de 1938, en el frente de Gandesa. Sólo tenía 18 años, 2 más que Salvador Quirós Rodríguez, el adolescente del Club Siero a quien sus 16 primaveras y con toda una vida por estrenar, convirtieron en la más joven baja del balón. Asturias, en fin, provincia muy castigada por el plomo (11.548 víctimas en combate, 1.766 ejecuciones u homicidios durante el periodo de administración republicano, y 2.037 tras la irrupción del ejército “nacional”) encabezó su respuesta mediante formalísimo y marcial saludo, a toda página:

FEDERACIÓN ASTURIANA DE FÚTBOL

CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA

¡PRESENTES!

Marzo 1940

1937 no fue el año del triunfo, como prometía este cartel. La desorganización, cuando no las rencillas y serias discrepancias de fondo entre distintas facciones republicanas, resultaron decisivas en el triunfo franquista.

1937 no fue el año del triunfo, como prometía este cartel. La desorganización, cuando no las rencillas y serias discrepancias de fondo entre distintas facciones republicanas, resultaron decisivas en el triunfo franquista.

Si hubo una Territorial que estuvo realmente encima de sus afiliados, esa fue la Catalana, a tenor de la abundancia registral de escritos dirigidos a la Española por su presidente y secretario. Tanta debió ser la presión, que algunos clubes, tal vez temiendo ser tomados por díscolos, redactaron brevísimas notas acreditativas de que “ningún jugador ni socio debe ser incluido en el homenaje a los mártires” (C. D. Mataró), “No figura como Caído por Dios y por España ningún afiliado ni jugador” (C. D. San Cugat), o “No constan bajas de directivos, asociados, funcionarios y jugadores, muertos por Dios y por España” (U. D. Pueblo Nuevo). Un club de La Barceloneta, más aséptico y trasluciendo en su tono algo parecido al hartazgo, expresó: “No se respondió a su requisitoria porque la entidad, felizmente, no ha tenido que lamentar ninguna baja”. Los tres primeros textos, por cierto, tan cuidadosos en sus medidos términos “muertos por Dios y por España”, o “ninguno debe ser incluido en el homenaje a los mártires”, parecen dejar expedita alguna puerta de emergencia. ¿Tuvieron, quizás, caídos en el otro bando, no merecedores de homenaje? Si así fue, a día de hoy lo desconocemos.

Todo induce a pensar que en la propia Federación Española no quedaron muy satisfechos con la “colaboración” de clubes y Territoriales. Si tuvo lugar finalmente el pretendido homenaje, éste debió ser frugal, austero y celebrado medio de tapadillo, pues apenas dejó huella. Con respecto a los datos recopilados, tampoco se hizo mucho. Archivarlos y poco más. Ni un listado en la prensa, ni comunicación a medios regionales, ni edición de opúsculo, monografía o memoria. Circunstancia que habrá dejado en el limbo, sin duda, a unos cuantos caídos del bando vencedor. Y todo ello sin pasar por alto que varios clubes con víctimas nacionales prefirieron no responder al llamamiento. Sirvan como referencia los vizcaínos Abanto, de Las Carreras, y Erandio -dos bajas el primero y tres el último, dos republicanos y un nacional-, el Tolosa guipuzcoano -cuatro bajas, dos por bando-, el Real Unión de Irún, el Hércules alicantino, a cuyo entrenador, Suárez de Begoña, todo un antiguo internacional, encontraron asesinado en una cuneta durante los días de control republicano…

Es muy probable que las federaciones Centro, Castellana o Andaluza, reportaran algo, pero hasta hoy no se han encontrado registros documentales. Algunas víctimas “nacionales” de la Madrileña fueron recordadas en el volumen editado por dicha territorial, con ocasión de sus Bodas de Oro. De Andalucía se ha dicho y escrito, incurriendo en tremenda exageración, que fue un “oasis en pleno periodo bélico”. ¿Toda Andalucía? ¿Incluida Málaga, con sus ajustes de cuentas? Y Almería, ¿también? ¿Acaso no hubo andaluces, futbolistas, socios y directivos de esa región, por los campos de batalla? Oasis minado, en todo caso, puesto que Betis y Malacitano, precedente este último del ya extinto Club Deportivo Málaga, hubieron de depositar flores simbólicas junto a cinco huecos irremplazables.

Escena de guerra en el Norte. Muchos presos liberados o evadidos tras la toma por los nacionales de distintas poblaciones, reforzaban de inmediato las posiciones del frente.

Escena de guerra en el Norte. Muchos presos liberados o evadidos tras la toma por los nacionales de distintas poblaciones, reforzaban de inmediato las posiciones del frente.

Sorprende, y mucho, el alto porcentaje de futbolistas entre las víctimas de nuestros archipiélagos balear y canario, al no haber sido muy alto el total de bajas en ambos, según estudios del “Movimiento natural de población en España”, a cargo del INE, y del general Ramón Salas Larrazábal: 1.399 caídos en combate, 367 ejecuciones o asesinatos achacables al bando republicano, y otros 745 responsabilidad de los “nacionales”, por cuanto respecta a Baleares, y 239 combatientes, con 213 víctimas en retaguardia a manos “nacionales”, para la provincia de Las Palmas, con 258 combatientes y 187 asesinatos achacables al bando vencedor, en Tenerife y su provincia.

Si bien el empeño federativo fue bueno -y forzosamente parcial, conforme exigían los tiempos-, quedó corto y en poco ayudó al conocimiento y divulgación de su propia historia, aun escrita con minúscula. En el máximo organismo nacional sabían que muchos clubes, por no decir todos los que durante la guerra, o parte de ella, permanecieron en zona republicana, estaban siendo administrados por comisiones gestoras. Y que para buena parte de ellas constituía enorme engorro recabar la información solicitada. No pocas entidades habían escondido sus listados de socios, perdiéndose luego, si no todas las fichas, parte de ellas. Había y hay que ponerse en lugar y época, cuando la incautación de cualquier lista, fuera de cofrades, hermandades gremiales, sociedades de Amigos del País o clubes deportivos, producía calambres en la boca del estómago, si no en algunos dedos acostumbrados a acariciar gatillos. Si de verdad la F.E.F. hubiese querido culminar el empeño, tendría que haber exigido a cada club el correspondiente parte, antes de diligenciar cualquier ficha, como requisito inexcusable. Y aún con todo, seguirían existiendo lagunas. Bastantes clubes no volvieron a la competición tras el verano de 1939. Algunos se refundaron más tarde, pero otros concluyeron perdiéndose para siempre, sin legar a nadie acervo ni memoria. Así, sus irreparables pérdidas se tornaron inexistentes.

También se hace imprescindible entender que entre grupos de población reducidos, resucitar fantasmas tan recientes no era plato de gusto. Bastante había dividido la contienda a pueblos y familias, como para que directivos conocidos por todo el vecindario, como sin duda eran los guipuzcoanos del Tolosa, lejos de contribuir a la cicatrización de heridas ahondasen en la brecha. ¿Hasta qué punto podían homenajear a dos futbolistas recién caídos, sin esconder la cara ante madres y hermanos de quienes compartiendo el mismo vestuario y una muerte tan ilógica, sólo recibirían menosprecio, cuando no afrentas? Así no se tejía la débil telaraña de una imprescindible reconciliación. En suma, la postura tolosana debió ser reflejo de otras similares, todavía anónimas.

El listado que sigue no está cerrado. Debería crecer, equilibrar más ambos bandos. Sirva no sólo como anticipo y justificación de los artículos que seguirán sobre tan oscuro tema, sino como recuerdo de lo que, esperemos, jamás vuelva a repetirse. Y si cualquier lector, fuere descendiente de caído, parte activa de algún club, Territorial, Federación, o recuperador de la memoria histórica, echase en falta algún nombre o estuviera en condiciones de ofrecer nuevas pistas, agradeceremos infinitamente su aportación.

Otra página de nuestro pasado, una más, que debería esclarecerse.

Porque el pretérito no sólo nos pertenece, sino que al encerrar una parte de nosotros mismos, sin duda atesora múltiples respuestas; justo aquellas que pueden ayudarnos a entender quiénes somos.

Porque mientras caminamos mirando al frente, es bueno saber que nada nos impide volver la vista atrás, sin sobresaltos.

Y por estricta justicia, claro.

Relación de víctimas mortales durante la Guerra Civil

 JUGADOR

TERRITORIAL

CLUB

FECHA

BANDO

Alfonso Murube Yáñez-Barnuevo Hispanomarroquí Ceuta Sport

19-IV-1938

Nacional
Fernando Delgado Luque Hispanomarroquí Melilla F. C.

12-II-1937

Nacional
José Hermosa Gutiérrez Andaluza Betis Balompié

20-VII-1936

Nacional
Salvador Llinás Aliseda Andaluza Betis Balompié Republ.
Ramos García Arauzo Andaluza Malacitano Nacional
Leopoldo Ruiz-Capillas del Castillo Andaluza Malacitano

en 1937

Ignacio Ramos Andaluza Juv. Artística Pto. Real
Modesto González “CAPESTO” Andaluza Betis

Julio 1936

Nacional
Domingo Sosa Las Palmas Real Club Victoria Nacional
Francisco Suárez Peña Las Palmas Athletic Club Nacional
Basilio Arocha Padrón Las Palmas Athletic Club Nacional
Manuel García Santana Las Palmas Athletic Club Nacional
Juan Quevedo Suárez Las Palmas Levante F. C. Nacional
Alejandro Toledo Suárez Las Palmas Marino F. C. Nacional
Juan Frade Molina Las Palmas Marino F. C. Nacional
Sebastián Ramírez Suárez Las Palmas Marino F. C. Nacional
Fernando Rojas Las Palmas C. D. Gran Canaria Nacional
Francisco Santana Las Palmas C. Dpvo. Español Nacional
Manuel Macías Santana Las Palmas Artesano F. C. Nacional
Francisco Arbelo Santana Las Palmas Apolinario F. C. Nacional
Manuel Méndez Hernández Las Palmas Apolinario F. C. Nacional
Ángel Arocha Guillén Tinerfeña C. Dpvo. Price

2-X-1938

Nacional
Manuel Domínguez de la Cruz Tinerfeña Estrella F. C.

22-X-1938

Nacional
Marcial Dorta Morales Tinerfeña Estrella F. C.

28-I-1938

Nacional
Miguel Pérez López Tinerfeña Estrella F. C.

10-V-1938

Nacional
Antonio Hernández Hernández Tinerfeña Spg C. Vera (Pto L Cruz) Nacional
Cristóbal Abrante García Tinerfeña Spg C. Vera (Pto L Cruz) Nacional
Ramón Rodríguez Borges Tinerfeña Spg C. Vera (Pto L Cruz) Nacional
Eduardo Cosío Cántabra Racing Santander Nacional
Benjamín Gómez Cántabra Racing Santander Nacional
Juan José Gómez Acebo Cántabra Racing Santander Nacional
Francisco Güenechea Aguirrebenogoa, «CISCO» Cántabra Racing Santander

2-V-1937

Emilio Cortiñas Méndez “MILUCHO” Cántabra Racing Santander

3-X-1937

Francisco Aparicio Cántabra Racing Santander Nacional
José Lavín Cántabra Juv. Unión Montañesa Nacional
Antonio García Solinis Cántabra Juv. Unión Montañesa Nacional
Rubayo I Cántabra Juv. Unión Montañesa Nacional
Rubayo II Cántabra Juv. Unión Montañesa Nacional
Aparicio Cántabra Juv. Unión Montañesa Nacional
José Marcos Ingelmo Cántabra Dpvo. Torrelavega Nacional
Venancio González Cántabra Gimn. Torrelavega
Felipe Alonso Firvida Cántabra S. Dpva. Santoña Nacional
Emilio Madera Alonso Cántabra S. Dpva. Santoña Nacional
Recaredo Bueno Cambón Gallega Deportivo La Coruña

9-VI-1937

Nacional
Laureano José Rodríguez. «CACHÁN» Gallega Deportivo La Coruña

15-IX-1937

Nacional
Luis Palacio Vega Gallega Deportivo La Coruña

26-II-1938

Nacional
Fco. Javier Barreras López Gallega Deportivo La Coruña

10-VIII-1938

Nacional
Ismael Esparza Sánchez Gallega Deportivo La Coruña

16-X-1938

Nacional
Babel García Gallega Deportivo La Coruña

29-VII-1936

Republ.
Ángel Díaz Agüera Asturiana Betis Club Gijonés Nacional
Primitivo García Abásolo Asturiana Canijo F.C. (de Candás) Nacional
Carlos Tamargo Cancio Asturiana Cardín F.C. (de Oviedo) Nacional
Marcelino Luis Díaz Asturiana Cardín F.C. (de Oviedo) Nacional
Luis González Asturiana Círc. Pop. La Felguera Nacional
Francisco Álvarez Asturiana Club Calzada (Gijón) Nacional
Fernando Bárcena Asturiana Lealtad de Villaviciosa Nacional
José Iglesias Asturiana Lealtad de Villaviciosa Nacional
Arturo Roldán Pérez Asturiana C. Dpvo. Palencia Nacional
Ramón Menéndez Viejo Asturiana Descanso F. C. Turonés Nacional
Benito Madera González Asturiana Gimnástico Caborana Nacional
Faustino Sutil Fernández Asturiana Gimnástico Caborana Nacional
José Mª Rodríguez Asturiana Marino de Luanco Nacional
Jesús Alpere Menéndez Asturiana Marino de Luanco Nacional
Luis Muñoz Tuñón Asturiana Figaredo F.C. (de Mieres) Nacional
José Mª Villanueva Asturiana Figaredo F.C. (de Mieres) Nacional
Vicente Cuenca Mortera Asturiana Figaredo F.C. (de Mieres) Nacional
Antonio Fernández Fernández Asturiana Molina F.C. (La Felguera) Nacional
Luis Inclán Martínez Asturiana Muros Bpié (M. de Nalón) Nacional
Rafael Wierle Asturiana Muros Bpié (M. de Nalón) Nacional
Antonio Blanco Asturiana Muros Bpié (M. de Nalón) Nacional
José Mª Cañal Vega Asturiana Muros Bpié (M. de Nalón) Nacional
Julio Antonio Menéndez Fernández Asturiana Muros Bpié (M. de Nalón) Nacional
José Rodríguez Díaz Asturiana Muros Bpié (M. de Nalón) Nacional
José Menéndez Alonso Asturiana Muros Bpié (M. de Nalón) Nacional
Jesús Rodríguez Álvarez “CHUS” Asturiana Oviedo F. C. Republ.
Julio Fernández Martínez, «CASUCO» Asturiana Oviedo F. C. Nacional
Gonzalo Díez Galé Asturiana Oviedo F. C.

En 1938

Nacional
José García Martínez Asturiana Racing Club Mieres Nacional
Celestino López Ardura Asturiana Racing Club Mieres Nacional
Abelardo Carcedo Asturiana Racing de Sama

15-XI-1937

Republ.
José Fco. Elvira Pis Asturiana At Gijón

9-V-1938

Republ.
Amadeo Rodríguez Meana Asturiana Sporting Gijón

8-IX-1937

Nacional
Abelardo Prendes Álvarez Asturiana Sporting Gijón

Finales 1936

Republ.
Vicente Palacios González Asturiana Sporting Gijón

Agosto 1936

Nacional
Samuel Fernández Fernández-Guerra Asturiana Stadium Avilesino Nacional
Ricardo Cano Menéndez Asturiana Rosal F.C. (Oviedo) Nacional
José Lafuente Asturiana Rosal F.C. (Oviedo) Nacional
José Martínez Menéndez Asturiana Rosal F.C. (Oviedo) Nacional
Rafael Fernández Asturiana Rosal F.C. (Oviedo) Nacional
Dámaso Rodríguez Rodríguez Asturiana Sporting Club Siero Nacional
Antonio García Antuña Asturiana Sporting Club Siero Nacional
Salvador Quirós Rodríguez Asturiana Sporting Club Siero
Rafael Weibles Asturiana Spting Club (S. E. Pravia) Nacional
Arcibiades Méndez-Vigo Asturiana Spting Club (S. E. Pravia) Nacional
Pedro Ventura Virgili “GUANTES” Valenciana Gimnástico de Valencia

6-VIII-1936

Republ.
Enrique Pérez Valenciana Gimnástico de Valencia

23-X-1937

Joaquín Arater Clos Valenciana Levante Republ.
Antonio Folch Valenciana Invencible

¿?-II-1937

Republ.
Melchor Pastor Grau Valenciana C. D. Carcagente Nacional
Antonio Ureña Adriá Valenciana C. D. Carcagente Nacional
José Membrado Valenciana A. C. Castellón Nacional
Vicente Carbó Valenciana A. C. Castellón Nacional
Leopoldo Vicente Valenciana A. C. Castellón Nacional
Ramón de Mendizábal Amézaga Valenciana Hércules C. F. Nacional
Manuel Suárez de Begoña Valenciana Hércules C. F.

23-VIII-1938

Juan Mayol Balear Athletic F. B. C. Nacional
Antonio Jaume Llobera Balear Baleares F. C. Nacional
Juan Rosselló Suñer Balear S. S. La Salle Nacional
Juan Barceló Veñy Balear Juventud Antoniana Nacional
Jorge Nicolau Matas Balear U. S. Porreras Nacional
Francisco Rosselló Servera Balear U. S. Porreras Nacional
Miguel Mayol Payeras Balear U. S. Poblense Nacional
Mateo Veñy Riera Balear F. C. Manacor Nacional
Mateo Galmés Llabrés (entrenad) Balear C. D. Soller Nacional
Miguel Cánaves Vallés Balear Pollensa Nacional
José Riera Caldentey Balear Mediterráneo F. C. Nacional
Guillermo Martí Jaume Balear C. D. Binissalem Nacional
Jaime Alemany Company Balear Progreso F. C. Nacional
Jaime Oliver Frau Balear Palma F. C. Nacional
Jaime Comellas Vidal Balear S. C. Arrabal Nacional
Benito Mas Ballester Balear C. D. Arenas Nacional
Juan Prats Costa Balear C. D. Betis Nacional
Bartolomé Rullán Torres Balear Libertad F. C. Nacional
Jorge Ramón Ferragut Balear J. D. Llosetense Nacional
Antonio Noguera Rubí Balear C. D. Lluchmayor Nacional
Miguel Ballester Contestí Balear C. D. Lluchmayor Nacional
Matías Mut Oliver Balear C. D. Lluchmayor Nacional
Manuel Jiménez Romé Navarra C. D. Tudelano Nacional
Pedro Olleta Martínez Navarra C. D. Tudelano Nacional
Pelayo Serrano de la Mata Vizcaína Árbitro Nacional
Fernando Bergareche Maruri Vizcaína Athletic Club Nacional
Manuel Echevarría Martínez-Baeza Vizcaína Athletic Club

13-V-1938

Nacional
Alfonso Careaga Urigüen Vizcaína Athletic Club Nacional
Manuel Garnica Serrano Vizcaína Athletic Club

7-II-1939

Aniceto Alonso Rouco “TORALPY” Vizcaína Athletic Club

Set. 1937

Republ.
Rey Vizcaína Baracaldo-Oriamendi
Ricardo Basaldúa Vizcaína Baracaldo-Oriamendi Nacional
Francisco Martín Madera Vizcaína Baracaldo-Oriamendi Nacional
Serafín López López Vizcaína Sestao Sport Nacional
Jaime Ellacuría Vizcaína Cultural Dpva. Durango Nacional
Antonio Mendía Vizcaína Cultural Dpva. Durango Nacional
Pedro Unzueta Vizcaína Cultural Dpva. Durango Nacional
José González Vizcaína Cultural Dpva. Durango Nacional
Juan Zavala Vizcaína Cultural Dpva. Durango Nacional
José Luis Justel Bollar Vizcaína Bilbao

10-XI-1938

Nacional
Domingo Zarraonaindía Montoya Vizcaína Erandio Nacional
Antonio Iribar Uríbarri Vizcaína Erandio

8-XII-1936

Republ.
Emeterio Ayo Llona Vizcaína Erandio

19-XII-1936

Republ.
Medina Vizcaína Abanto
Zada Vizcaína Abanto
Juan Ramón Gregorio Artola Guipuzcoana Real Sociedad

año 1937

Andrés Ausín, «PICHI» Guipuzcoana Real Unión Irún Nacional
Linazasoro Guipuzcoana Real Unión Irún

Set. 1938

Republ.
José Luis Rodríguez del Castillo Guipuzcoana Donostia

finales 1936

Félix Salvador González Rojo Guipuzcoana Donostia

18-IX-1938

Republ.
Subijana Guipuzcoana Tolosa Nacional
Juan Saracho Guipuzcoana Tolosa

20-IX-1938

Nacional
Guimón Guipuzcoana Tolosa Republ.
Urbistondo Guipuzcoana Tolosa Republ.
Pablo Piñol Juliá Catalana F. C. Samboyano Nacional
Ángel Piquer Pellicer Catalana F. C. Mollet Nacional
José Mª Bolós Llavanera Catalana U. Dpva. Olot Nacional
Heriberto Querol Cortada Catalana J.D. S. Pedro (Tarrasa) Nacional
Peña Catalana Gavá
Solé Jacas Catalana Gavá
Damián Cañellas Catalana C. D. Español Nacional
Dámaso Urrutia Gallegos Castellana Cultural Leonesa Nacional
Carlos Cimiano Hernández Castellana Valladolid Nacional
Antonio Muñiz Castellana Salamanca
Antonio Mazarrasa Fernández de Henestrosa Centro At Madrid
Eugenio Moriones Aramendía Centro Nacional de Madrid

10-VIII-1934

Raimundo Guijarro «QUINCOCES II» Centro Nacional de Madrid

Dic. 1936

Republ.
Julián Alcántara Centro Nacional de Madrid

19-X-1936

Republ.
Julián de las Heras Martín Centro C. D. Nacional

Año 1937

Republ.
Alfonso Olaso Anabitarte Centro At Madrid

19-XII-1937

Nacional
Manuel García de la Mata Pérez Centro At Madrid

13-X-1937

Nacional
Juan Caballero Ribera Centro Racing de Madrid
Ramón Triana del Arroyo «MONCHÍN» Centro Real Madrid

7-XI-1936

Nacional
Mauro Marco Ordorica Barrenechea Aragón Zaragoza

7-XI-1936

Nacional
Santiago Fernández Portolés Aragón Zaragoza Aficionado Nacional
Félix Sáenz de Cenzano Aragón árbitro
Manuel Adrados Martín Aragón árbitro

30-VIII-1937

Republ.
Bizidar Petrovic Brigad. Internac. SK Belgrado

12-VII-1937

Republ.

Lógicamente, buena parte de los jugadores citados lucieron varias camisetas a lo largo de sus carreras. Reducir su adscripción a una sola entidad, evitando el innecesario fárrago, exige algún método, de tal suerte que en el 95 % de los casos el club consignado corresponde al último cuyos colores defendieron. Sólo en casos puntuales, circunscritos sobre todo a exfutbolistas, se optó por indicar la sociedad más relevante, aun cuando tras despedirse de ellas recalaran en otras de menor nivel deportivo. Si en cambio al internacional Ángel Arocha se le vincula al Club Deportivo Price, y no al Barcelona o At Madrid, desde donde su apellido saltó al primer plano, es por su condición de fundador en la modesta e histórica agrupación tinerfeña.

NOTA: Agradeceremos vivamente cualquier corrección, ampliación o comentario sobre este listado, que ayude a enriquecerlo. Pueden establecer contacto dirigiéndose a:

cihefe@cihefe.es

 

Con nuestro reconocimiento anticipado.




Hipótesis en torno a una carta

No fue mucho cuanto se escribió durante la dictadura sobre el Euskadi, equipo propagandístico-deportivo auspiciado por el gobierno vasco de José Antonio Aguirre. Y cuando se hizo, sobre todo entre 1939 y 1942, apenas hubo otro objetivo que despreciar a sus componentes, o exigir cayese sobre ellos todo el peso de una ley urdida en pleno verano del 39. Sirvan como referencia estos ejemplos:

El menosprecio elegante, y no por ello menos lapidario de Erostarbe, desde las páginas de “Marca” y “El Diario Vasco”: “Si en los tiempos duros y azarosos de la guerra, cuando se bajaba de las trincheras a los recintos futboleros, no se echaba en menos su falta, ¿para qué hemos de necesitarlos ahora?”.

La explícita amenaza atribuida por terceras voces al Sr. Troncoso, presidente de la Federación Española posbélica: “En el porvenir ni me importan (los futbolistas huidos), ni tendrán trato distinto a los restantes españoles que por distintas causas se marcharon al extranjero. Y por supuesto, y para siempre, han concluido para el fútbol español, vuelvan pronto o se les olvide el camino de la Patria, a la que si regresaran será después de entenderse con la ley”.

O el revanchismo de muchas plumas cargadas con pólvora, cuya similitud en su discurso, fuera cual fuese el medio impreso -las variaciones eran puramente sintácticas o de adjetivación- nos sitúan por fuerza ante directrices oficiales: “Nada merecen quienes así ensuciaron y ensucian hoy la memoria de tantos caídos. Que la Ley caiga sobre ellos, con toda su crudeza, cuando vuelvan derrotados a matar el hambre en la saciedad española. Porque lo harán, nadie lo dude. El criminal retorna siempre al escenario de su vergüenza”.

Por mor de la equidistancia, permítaseme otro par de reflexiones. Hablar de saciedad en una España famélica, sin carbón para cocinas y braseros, con el pan negro, las legumbres, el aceite, la leche, el arroz o los huevos, tasados en dosis de farmacéutico, no es que fuese broma, sino hiriente sarcasmo. Con respecto al revanchismo del bando vencedor, las cosas hubieran cambiado poco ante un triunfo republicano. Hubo demasiado odio, no ya engendrado en aquellos tres años de sangre y metralla, sino pudriéndose desde atrás, a lo largo de 25 meses utilizados por unos y otros como indecente prólogo. Y el odio, desde que el mundo es mundo, jamás desemboca en templanza.

Digresiones aparte, centrémonos en el Euskadi, proyecto consolidado en abril de 1937, tras aquiescencia de lehendakari Aguirre, hombre que años atrás había jugado, aunque poco, en el Athletic Club, y además contaba con un hermano en el Arenas guechotarra. Tenía motivos para intuir, por ello, cuánto partido podría obtener la causa nacionalista a través de un equipo potente, máxime cuando el foco internacional estaba puesto sobre la tragedia española. Hubo distintas pruebas en San Mamés, a puerta cerrada, parece que dirigidas por Travieso, viejo internacional a quien las lesiones de rodilla retiraron del césped. Pero llegada la hora de comprometerse, una veintena de los 40 jugadores que como mínimo constituyeron la primera preselección, acabaría desmarcándose. A tal punto llegaron las deficiencias, sobre todo en defensa, que se acabó dando la oportunidad a Pablo Barcos, “Pablito” en el Baracaldo, a quien siempre se considera apalabrado con el Athletic para el campeonato 36-37 que las bombas hicieron imposible, por más que desde Bilbao se negaron a pagar el traspaso solicitado, considerándolo excesivo. La expedición, cuajada de internacionales españoles, partió por fin hacia Europa, a las órdenes de Ricardo de Irezábal, con Pedro Vallana, antiguo as del Arenas y buen árbitro tras colgar las botas, como jefe deportivo, Melchor Alegría en condición de relaciones públicas, y Manuel de la Sota, cuya familia llevaba años sosteniendo económicamente al P.N.V., representando al gobierno vasco.

No todo salió tan bien para el grupo, como sus optimistas responsables habían predicho. Pese a ser presentados por el inquieto Sr. Alegría como emisarios de la combatiente República Española, los “bolos” les llegaban con cuentagotas. Si habían partido para recaudar fondos en favor del gobierno vasco, éstos apenas les garantizaban techo, transporte y comida. Dejaban atrás la guerra, es cierto, pero su porvenir ni mucho menos semejaba halagüeño. Hallándose en Barbizón (Francia), sin apenas dinero en el bolsillo, según palabras de Guillermo Gorostiza, recibieron a emisarios de la recién creada Federación de Fútbol franquista, con sede en San Sebastián. Escucharon promesas de no hallar represalias si volvían a cruzar el Bidasoa, exigieron garantías, Gorostiza incluso participó en una rápida excursión de ida y vuelta, rubricando cuanto avalaban los oferentes, pero a la postre, y pese a que Lángara, Iraragorri, Cilaurren y el guardameta Blasco anunciasen su propósito de regresar, sólo Roberto Echevarría, el masajista Perico Birichinaga y el propio Gorostiza (los tres del Athletic), dejarían el Euskadi. A partir de ahí, rotas las amarras con el bando del general Franco, sólo les quedaba huir hacia adelante. Hacia América. Poniendo entre medias demasiada distancia para desandarla luego, a la ligera.

A partir de estos hechos, cuanto se publicó sobre el Euskadi devenida la transición democrática, contribuyó a tejer la tesis de un grupo humano fuertemente comprometido por ideales nacionalistas, antifascistas, e incluso libertarios. Uno de los primeros opúsculos, si no el primero, titulado precisamente “El Euskadi”, escrito de oídas por Enrique Terrachet, luego de entrevistas grabadas con el Sr. De la Sota en Biarritz, apuntaba levemente en tal dirección. Otros autores, inspirados por esta orbita, irían dando pasos en el mismo camino, fundamentándose en algún hecho cierto y con la ayuda de mucha imaginación. Porque -dilucidaban- si sólo aquellos 3 volvieron al ofrecérseles la oportunidad de hacerlo, y siendo Gorostiza uno de ellos, nacido en el seno de familia carlista y con un hermano caído, bandera de tercio requeté en mano, es que todos los demás serían fervientes nacionalistas vascos o, como mínimo, republicanos de corazón. Olvidaban, empero, otras circunstancias. Por ejemplo la trascendencia tardía del adiós al pueblo y régimen soviético firmado por Manuel de la Sota e impreso en el periódico “Izvestia” (18 de agosto del 37), como fin de gira por la URSS: “Vimos el bienestar de la población y tuvimos la dicha de admirar el incomparable desfile de la Plaza Roja, maravilloso espectáculo del deporte soviético que jamás olvidaremos. (…) En los trágicos momentos de la historia de España, vuestra fervorosa amistad llega a nuestro corazón y por ello es aún mayor el agradecimiento de los vascos hacia el pueblo soviético y hacia sus dirigentes. No podemos despedirnos con un simple apretón de manos, os enviamos un abrazo a todos vosotros, nuestros queridos hermanos y camaradas. ¡Viva Stalin, genio de la Humanidad!”.

La genialidad del Sr. De la Sota no iba a ser perdonada por los vencedores, antiguos combatientes contra los tanques que remitiera el contumaz genocida, pintado como “genio de la Humanidad”. Y a partir de ahí, quienes menos implicados pudieran sentirse con el ideario nacionalista o republicano, acaudillados por la fuerte personalidad de Luis Regueiro, capitán del Euskadi y éste sí, nacionalista vasco confeso, no tuvieron otra que hacer grupo, rumbo a Cuba, México y Argentina.

Manuscrito que pone en solfa el generalizado desinterés de retorno a España, entre quienes decidieron no aceptar las garantías giradas desde la FEF franquista, a su temporal acampada en Barbizón. Apenas hubo concluido nuestra Guerra Civil, los firmantes parecían empeñados en tender nuevos puentes.

Manuscrito que pone en solfa el generalizado desinterés de retorno a España, entre quienes decidieron no aceptar las garantías giradas desde la FEF franquista, a su temporal acampada en Barbizón. Apenas hubo concluido nuestra Guerra Civil, los firmantes parecían empeñados en tender nuevos puentes.

Cuanto antecede no es sino preámbulo, o puesta en escena, del impagable documento aquí reproducido. Por desgracia llegó a CIHEFE demasiado tarde, cuando ya no podíamos preguntar acerca de su significado y razón de ser, ni a los firmantes, ni a quien lo recibiese en 1939, ni al amigo del receptor citado en tan breve texto. Sólo queda conjeturar.

Empecemos por reproducir el mensaje, ahorrándoles descifrar una escritura ya algo gastada:

Arriba España

Sr. D. José María Cossío

Muy Sr. nuestro y distinguido amigo:

Por mediación de nuestro jefe y camarada Rafael Duyos, nos complacemos en enviarle un sincero saludo, el que deseamos reiterarlo personalmente, pues aunque lejos de la Patria, siempre perdura en nuestra imaginación el recuerdo de los buenos amigos.

(firmado):

Emilio Alonso

Isidro Lángara

L. Cilaurren

José Iraragorri

Ángel Zubieta

Buenos Aires, 29-9-1939

Año de la Victoria

¿No chirría, acaso, tanta parafernalia oficial proveniente de teóricos republicanos, sin estómago para vivir en la nueva España fascista? Porque en setiembre del 39 nuestro país lo era; vivía abrazado a Hitler y Mussolini, por más que ninguno de los dos tuviese un alto concepto del victorioso general Franco, como en los meses sucesivos iría descubriéndose. ¿Desde cuándo los “malos españoles”, término acuñado para designar a quienes optaron por el exilio, encabezaban sus misivas con el grito falangista de ¡Viva España!? ¿Simple oportunismo, quizás? Y en tal caso, ¿qué buscaban? Puesto que el texto nada aclara, toca enredarse en hipótesis, partiendo de cuanto sí sabemos bien.

José Mª Cossío y Martínez Fortún (Valladolid 25-III-1892 – 24-X-1977) ha pasado a la historia como autor del más monumental tratado sobre la tauromaquia, pese a destacar en un sinfín de actividades. Licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, Académico de la Lengua desde 1948, director de los Cursos para Extranjeros impartidos en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, presidente del Ateneo de Madrid y profundo conocedor del Siglo de Oro, tras publicar excelentes tratados sobre Baltasar Gracían, Luis de Góngora o Alonso de Ercilla, fundó la revista “Cruz y Raya” junto a José Bergamín, antes de la Guerra, recibió la “Orden del Mérito” de la República de Perú, el premio Fastenrath de la RAE por su obra “Los toros en la poesía española”, una Medalla de Plata de la Provincia de Madrid, la Gran Cruz de Isabel La Católica… Y entre 1932 y 1936 presidió con acierto el Racing de Santander, siempre 1ª División.

Hombre con gran sentido de la amistad, sin fijarse mucho en los colores contrató como ayudante al poeta oriolano Miguel Hernández (mayo de 1935), cuando iniciaba la ardua labor de hemeroteca imprescindible para su obra “Los Toros”, editada por Espasa Calpe entre 1943 y 1961. Bien relacionado con los vencedores en la contienda civil, al saber que Hernández había sido condenado a muerte, tiró de influencias y amistades hasta lograr conmutarle la pena por cadena perpetua. Otros muchos sentenciados de por vida lograrían su libertad, siete, nueve, o diez años después, a medida que el Régimen se humanizaba. Pero el poeta no pudo resistir tanto. Aquel encierro, con sus secuelas de miseria, infecciones y debilidad extrema, fruto del hacinamiento y una alimentación precaria, se lo llevaron mucho antes de que para los derrotados empezase a amanecer de veras.

Rafael Duyos Girgeta (Valencia 23-XI-1906 – Madrid 24-IX-1983), al que los futbolistas reconocen en su texto como jefe y camarada, lo que en el lenguaje de la época implicaba aceptar yugo, flechas y camisa azul falangista, siquiera simbólicamente, fue celebrado poeta de la Generación del 36, amigo en mayor o menor medida de creadores con muy distinta ideología (Agustín de Foxá, Luis Felipe Vivanco, Juan Gil Albert o Max Aub), ejerció como médico en Tánger desde 1934 hasta 1941 y recorrió Hispanoamérica, colgada su bata blanca en favor de la poesía. Toros, amor, religiosidad y Guerra Civil, se erigieron en pilares de su poesía. Manuel Machado, otro de sus amigos del Régimen, llegó a celebrarlo como “nuevo Píndaro español”. Exaltador de la fuerza, el heroísmo y una audacia rayana en la temeridad, valores, todos ellos, muy falangistas, todavía hoy nadie pone en duda su potencia lírica, acrecentada al recitar sus propias estrofas con soltura de gran rapsoda. Los títulos de algunos poemarios no engañan: “Toros y pan” (1932), “Romances de Falange” (1939), “Junto al Plata” (1941), “Versos de la Pasión del Señor” (1964). Tras enviudar, su implicación religiosa le llevó a convertirse en sacerdote con 56 años, siendo ordenado por el cardenal Tarancón (1973), tan vilipendiado, poco después, desde distintas facciones radicalizadas en su intolerante nostalgia.

Veamos ahora, cuándo, o de qué modo, pudieron enredar sus caminos el quinteto firmante con ambos intelectuales.

José María Cossío, antiguo presidente del Racing santanderino y receptor del escrito.

José Mª Cossío, conforme anticipábamos, fue presidente del Racing por espacio de cuatro campañas, durante las cuales, tanto Emilín Alonso (Madrid 1933-36), como Isidro Lángara (Oviedo 1931-36) y los rojiblancos de San Mamés Ángel Zubieta, Josetxu Iraragorri o Leonardo Cilaurren, pudieron tratarle más de una vez. Entonces, tengámoslo en cuenta, el mundillo del balón se comportaba con mucha más naturalidad que hoy, sin apenas empachos elitistas. Pero es que, además, mientras Cossío llevaba las riendas santanderinas, Zubieta tenía vistiendo de corto en los Campos de Sport de El Sardinero, a su hermano mayor Santiago, “Santi” en las alineaciones (Galdácano 20-VI-1910 – Madrid 4-IX-2007). El futuro gran polígrafo fue patrón de Santi durante dos temporadas (1932-33 y 33-34), puesto que los ejercicios 34-35 y 35-36 los viviría el galdacanés con la también blanca camiseta del Valencia.

Especular sobre si ya entonces alguno del quinteto pudo coincidir con Rafael Duyos, equivale a adentrarse por terreno pantanoso, inseguro hasta para la fábula. Puede que Santi, el hermano de nuestro más joven internacional durante los 97 años de la selección, lo hiciera en cualquier desplazamiento a Madrid, suponiendo que el entonces galeno saltara desde Tánger para abrazar a su amigo Cossío. No parecen existir dudas, en cambio, sobre el empujoncito dado por el poeta a los futbolistas -“por mediación de nuestro jefe y camarada Rafael Duyos nos complacemos en enviarle…”-. Y que a ese jefe y camarada debían conocerlo bastante, pues no se entrega al primer viandante un saludo dirigido a terceros. ¿Dónde pudieron trabar contacto con él? ¿En América, quizás? Duyos, en efecto, se embarcó hacia el Plata como “embajador poético de España”, pero al parecer ese viaje no habría tenido lugar hasta meses después de fecharse la misiva. ¿A través de Santos Alonso Larrazábal, entonces? Éste era hermano de Emilín, y futbolista que con el primer apellido por reclamo acababa de disputar la última campaña de preguerra en el Malacitano, luego de lucir los escudos de Baracaldo, Athletic Club, Erandio, Zugazarte y Arenas de Guecho, para seguir trotando a partir de 1939 por distintos clubes capitalinos, como Amparo, Consorcio, Barbieri o Cifesa, con algún paréntesis reforzando al Cacereño, Talavera y Manchego. Málaga, al fin y al cabo, no sólo quedaba bastante a mano de Tánger, sino que desde las faldas de Gibralfaro partía el vaporcito de correo y enlace entre nuestra península y la por entonces posesión norteafricana. Más probable se antoja, de cualquier modo, que el contacto proviniera de “Santi” Zubieta, muy introducido en Madrid y su mundillo, como justifica el hecho de que tras la Guerra Civil entrenase a las categorías inferiores del Real Madrid y Atlético de Madrid. Por cierto, cuando falleció en el Hospital Gómez Ulla, el 3 de noviembre de 2007, a los 99 años, era el último superviviente de los 111 futbolistas que inauguraron el Campeonato Nacional de Liga.

Algunos componentes del Euskadi durante su visita a la fábrica Trigorka, en Moscú. Poco después, un torpe exceso expresivo del Sr. de la Sota sentenciaría el futuro de casi todos los expedicionarios.

Posiblemente nunca lleguemos a recomponer el lazo suelto. Pero la carta, eso sí, desbarata una fábula cien veces repetida: La del puñado de fervientes patriotas negándose a vivir bajo el tacón de botas militares.

Ángel Zubieta, luciendo los colores del San Lorenzo de Almagro. Cuando fichó por el equipo bonaerense no imaginaba acabaría sus días en la República Argentina.

Respecto a la intención oculta de tan breve escrito, cabrían nuevas lucubraciones sin ningún valor histórico, por más que acontecimientos posteriores pudiesen dotarlas de cierto cuerpo. En 1939, como durante la España del Siglo de Oro, las referencias y avales resultaban imprescindibles. No se pedía ya pureza de sangre, sino pureza ideológica. Y ésta requería para su visto bueno varios apoyos incuestionables. Justo lo que podían ofrecer dos afectos a la causa como Cossío y Duyos, intelectual sin sombras de sospecha el primero -de los pocos que quedaban tras un éxodo casi masivo- y falangista de tronío, cuya inquebrantable adhesión nadie puso jamás en duda, el último. Duyos, además, por sus convicciones católicas resultaría utilísimo a quienes vieran manchados sus nombres con sinónimos adscritos al rojerío. ¿Era esa carta una primera toma de contacto con quien tal vez estuviese dispuesto a tenderles la mano? ¿Un discreto primer eslabón en la cadena que, si acaso y con suerte, acabara remolcándolos hasta España? Nadie ofrecía avales, sin mediar petición expresa. ¿Habrían hablado de ello con Duyos, conforme se antoja probable? Porque la misiva no se limita al saludo y la evocación de tiempos mejores. Expresan sus firmantes la intención de reiterar en persona ese afecto. Vamos, que en clave epistolar propia de la época y si el mensaje procediese de varón a muchacha, convendríamos buscaba allanar el sendero hacia la cita, encendiendo una primera llama.

Consta, merced a la prensa argentina, que cuando Ángel Zubieta fuese tanteado por el San Lorenzo de Almagro, a principios de 1939, sólo quería comprometerse por un año. Su intención claramente expresada consistía en regresar a Bilbao, a “su” Athletic, en cuanto las cosas estuviesen algo más calmadas. Puesto que lo ofrecido por la directiva bonaerense le pareciera poco, contra-ofertó al alza, escuchando que sólo habría más dinero si como mínimo firmaba por dos años, lo que finalmente hizo. Isidro Lángara era compañero suyo en San Lorenzo, al redactarse la carta. Guillermo Stábile, que lo había visto jugar en Europa, aconsejó a un directivo del “ciclón”: “Con Lángara usted compra goles, esté bien seguro”. Algo que puso de manifiesto en su debut, el 21 de mayo de 1939, al endosar cuatro dianas a River Plate, los cuatro tantos de su equipo, y además todos durante los primeros 45 minutos. Pero el guipuzcoano seguía pensando en regresar, como confesaron, tiempo después, él mismo y compañeros de aquel Euskadi en sus viajes de ida y vuelta. Si demoró el retorno fue porque como le ocurriese a Zubieta, el fútbol de allende el océano supo atarlo con muchos pesos. Veinte mil, en su caso, tras hacer que la masa social de San Lorenzo se enriqueciera con 10.000 “gallegos” en pocos meses. Cifra, aclarémoslo, que ni de lejos estaría en condiciones de igualarle el Oviedo. Todo ello sin contar con que las noticias provenientes de España les hicieron ver, tanto a él como a Zubieta, que estaban gozando en una tierra sin cartillas de racionamiento, cortes de luz, delaciones anónimas, ni manos tendidas por la calle.

Emilín Alonso, en el España de México hasta 1940, gozaría de una ficha superior (22.000 pesos) al ingresar en San Lorenzo durante ese mismo 1940. Aunque deportivamente fuese inferior a sus otros dos compañeros, se vio favorecido por tanta abundancia económica en el club rojiazul, tras el incremento de abonos achacable a ambos. Puesto que nunca tuviese verdadero sitio en el equipo, tras breve paso por el Racing bonaerense desanduvo el camino hacia el distrito federal, enfundándose otra vez la camiseta del España.

Leonardo Cilaurren, también en Buenos Aires cuando concluía aquel setiembre de 1939, aunque encuadrado en el River Plate a cambio de 10.000 pesos, luego de no aclimatarse al cadencioso gambeteo cruzó el anchuroso Río de La Plata, reforzó al Peñarol motevideano (1941) y colgó las botas en México, escanciando sus últimas dosis de esencia en el España y Atlante.

Josetxu Iraragorri Ealo. Imagen tras su regreso a Bilbao, cuando según los cronistas no menos de mil aficionados se volcaron en un cálido recibimiento.

Iraragorri, otro más en el San Lorenzo de Almagro durante los años 1939 y 40 (22.000 pesos de ficha), hizo el viaje de retorno a México para enrolarse en el España, club donde ya había jugado tras la disolución del equipo vasco.

Aquel quinteto no siguió idénticos caminos. Josetxu Iraragorri regresaría al Athletic -ya Atlético- en marzo de 1946, sin que nadie se rasgara las vestiduras cuando una nota de la agencia “Mencheta”, fechada en México el día 22, lo anticipase a nuestro público: “Iraragorri, el gran jugador internacional que actualmente se encuentra en esta ciudad, va a regresar a España en breve. En el partido del Campeonato jugado hoy, enfrentándose los Clubs Atlántida y Marte, durante el descanso, el popular jugador se dirigió por radio a la afición mejicana para despedirse, manifestando que mañana saldrá para La Habana, al objeto de embarcar en aquel puerto con dirección a Bilbao”. Tampoco se produjo ningún escándalo cuando, meses después, Zubieta paseó su gran fútbol con ocasión de la apoteósica gira del San Lorenzo por Madrid, Barcelona, La Coruña, Valencia o Sevilla. Bien al contrario, salió a hombros en Madrid y fuertemente ovacionado en Bilbao, Barcelona, La Coruña y Valencia. Como aquella, la coincidente con el retiro de embajadores y promesas de socorro alimenticio procedentes de Argentina, no fuese única gira de su equipo por nuestros campos, en cada retorno expresó el deseo de reincorporarse al club de San Mamés tan pronto expirase su contrato, añadiendo, incluso, un modesto “si me quisieran, claro”. Lángara, por su parte, se reincorporó al Oviedo en 1946, tras haber inscrito su nombre en la historia del campeonato azteca, como máximo goleador en choque oficial (7 tantos endosados al Marte, el 19 de mayo de 1946), y proclamarse mejor artillero las temporadas 1943-44 y 1945-46, redondeando lo ya conseguido en Argentina al concluir 1940. Se anticipó en seis años al regreso de Ángel Zubieta, su amigo y socio, aunque éste lo hiciera no para vestir de rojiblanco, sino rumbo al Deportivo de La Coruña. Cilaurren todavía esperó hasta enero de 1953, cuando la suerte en México parece no le resultaba muy propicia. Quiso probar fortuna como entrenador, fracasando en el modesto Villanovense, su primera y única intentona. Porque casi a renglón seguido puso en marcha una taberna en la madrileña calle Núñez de Arce, a medias con su cuñado. Un cáncer se lo llevó demasiado pronto, antes que a todos los demás, el 9 de diciembre del 69.

Emilín Alonso, poco antes del estallido bélico, cuando corría la banda en favor del Madrid.

Emilio Alonso, “Emilín”, finalmente optó por continuar en México, dirigiendo el negocio editorial que allí montase. Fue el más longevo, puesto que falleció el 18 de abril de 2001.

Por muy distintas razones -negocios viento en popa, vínculos familiares, temor disfrazado de prudencia, la molicie de una vida menos dura que cuanto cabía esperar en un país forzado a reconstruirse- tanta espera debió hacérseles larga. Todos los firmantes del escrito, excepto uno, volvieron a España. Y también todos menos uno de quienes mudaron de criterio a última hora en Barbizón. Porque Gregorio Blasco, suplente de Ricardo Zamora tantas veces, aunque a la postre llegase a debutar con “la roja”, falleció en México, como Emilín, dejando tres hijos, una trayectoria deportiva que incluía al España del Distrito Federal, River Plate bonaerense y Atlante, amén de ese amor a la tierra propia, tan vivo en los emigrantes. Hasta tal punto, en su caso, que Gregorio Blasco González, el primogénito, presidió durante años una peña del Athletic allende el océano, y nunca perdió ocasión, con cada visita a Bilbao, de aupar a los rojiblancos desde la grada.

A diferencia de Cilaurren e Iraragorri, Zubieta no acabó enraizando entre nosotros, y Lángara sólo relativamente. Éste volvió a América tras colgar las botas en Oviedo, para entrenar durante dos campañas al Unión Española de Chile, proclamándolo campeón en la segunda. Luego pasó a México, dirigiendo al Puebla, conjunto que también hizo campeón en la Copa México correspondiente a 1953. Gracias a las cartas que cruzase con el periodista asturiano José Mª Pellanes, sabemos mucho de sus andanzas, dentro y fuera de los estadios. El periódico mexicano “Ovaciones” se refería a él como “hombre más popular del país”, tras aquella victoria ante el León por 4-1. Soltero a sus 41 años, acababa de traspasar el bar-restaurante de Buenos Aires cuya propiedad compartía con Ángel Zubieta, y expresaba su deseo de regresar definitivamente: “Quisiera entrenar en España, aunque sé tendría la dificultad de no poseer título de preparador nacional. Estoy dispuesto a pasar por cuanto me exija la Federación Española, aunque espero se tenga en cuenta mi condición de internacional y las circunstancias que motivaron la ausencia de mi querida Patria. Aceptaría llevar las riendas de cualquier equipo, pero no sería sincero si no dijese que mi preferencia está en el Real Oviedo, donde me hice, llegué a internacional, y al igual que por la ciudad, tanto afecto siento. También en Puebla me hice querer. Concluyo contrato el próximo año 1954, pero entre tanto, quién sabe si no pegaré el saltó del Atlántico y pise España este otoño, para quedarme definitivamente” (Setiembre, 1953).

Isidro Lángara, ya entrenador, imparte las últimas instrucciones a sus huestes de la Unión Española, antes de saltar al césped. Aunque como técnico triunfase en Chile y México, ningún club español pensó en él para el inquilinato de su banquillo.

Ese salto transoceánico se hizo esperar, pues no parece recogiese nadie, ni en la FEF, ni en los despachos de nuestros clubes, su clara predisposición. En diciembre de 1957 seguía en Puebla, como propietario del café “Lido”, embebido, quizás más que nunca, en su nostalgia. Preguntado sobre si seguía el fútbol español desde tan lejos, se mostró contundente: “De cerca, al día y por la radio. En mi establecimiento se saben, fecha a fecha, los resultados de cada domingo. Leo “Marca” asiduamente y procuro no distanciarme, así que creo conocer el fútbol de mi tierra como si estuviese ahí. Y no sólo yo, sino todos los españoles aquí residentes, y muchos miles de mejicanos. Las discusiones son semanales, tan apasionadas como en los bares de la calle Uría, pongo por ejemplo”. Acerca de su posible vuelta al fútbol, quería mostrarse esperanzado: “No sé. El veneno se tiene dentro, y también la experiencia. Cualquier día, a lo mejor, me llaman a entrenar un equipo español, o mejicano, o argentino. ¡y adiós!. Perico Chicote se salva porque elimina a un competidor terrible…”

La vida, tantas veces trazadora de surcos incomprensibles, acabó dándole ese empujón definitivo muy tarde. Y volvió no a Oviedo, sino a contemplar las verdes colinas de Andoain, junto a una sobrina. Allí, el 21 de agosto de 1992, verano de grandes fastos, con Olimpiada en Barcelona, Exposición Universal en Sevilla y conmemoración del Descubrimiento al cumplirse el V Centenario, sus ojos se cerraron para siempre.

Ángel Zubieta, luego de iniciarse como entrenador en el Deportivo de La Coruña, donde colgara las botas, regresó a Buenos Aires para impulsar al Deportivo Español desde el futbol aficionado hasta la elite. Aquel éxito habría de permitirle cumplir el sueño de regresar al Athletic, imposible mientras vistiese de corto. Tras una campaña algo anodina en San Mamés, aunque sin sobresaltos, pasó por el banquillo lisboeta de Os Belenenses, antes de dirigir en Bolivia y México. Aunque su trabajo le condujera más adelante hasta el Real Jaén y Real Valladolid, falleció en Buenos Aires cuando finalizaba octubre de 1985.

Leonardo Cilaurren regresó cuando la suerte no le fue muy propicia en México. Un cáncer habría de llevárselo demasiado pronto.

 Los demás componentes de aquel Euskadi, a quien las circunstancias pusieron en medio de la nada, habrían de arreglárselas en un círculo no excluyente, aunque sí cerrado. En el negocio maderero de Luis Regueiro estuvieron trabajando algunos compañeros. Él mismo se casó con la hermana de José Manuel Urquiola, tardía incorporación al cuadro vasco. Urquiola y Serafín Aedo, además, eran cuñados. Pedro Areso contrajo matrimonio con Maitena Amundarain, argentina de padre guipuzcoano y madre bilbaína, a la que había conocido en el Centro Vasco de Buenos Aires… Solían reunirse de tarde en tarde, si no todos buena parte del equipo, y siempre, durante esas citas, Pablito se dirigía a Regueiro como “capi”, pues para él seguía siendo capitán del grupo, igual que lo fuese tiempo atrás sobre el césped. Egusquiza, a quien una afección pulmonar apartó del fútbol, Muguerza, Larrínaga, los hermanos Regueiro, Urquiola, o el mismo Pablito, no volvieron a pisar su país natal, como no fuese en alguna visita esporádica, ya con Franco bajo la pétrea mole de Cuelgamuros. Aunque Aedo y Areso falleciesen igualmente en América, se dejaron caer más por nuestros pagos. El segundo, sobre todo, entrenador viajero donde los haya, puesto que tras resolver en 1944 el vínculo que legalmente continuaba uniéndolo al Barcelona, fichó por el Santander, desde donde inicialmente iría cedido al Deportivo Tanagra. En el propio club de El Sardinero recibió su alternativa como entrenador, nada menos que de Andonegui, para pasar a continuación por la Gimnástica Burgalesa, el Atlético Portugal y Victoria de Setúbal. Cuando la Federación lusa decidiese descalificarlo a perpetuidad, por soborno a futbolistas adversarios, cruzó nuevamente el Atlántico, dirigiendo en Chile y Venezuela, hasta recalar en el Español barcelonés como ayudante de Scopelli. Desde la ciudad condal volvió a Argentina, haciéndose cargo del Lanús, Nueva Chicago, Talleres y Platense, antes de cruzar los Andes otra vez, donde le aguardaban nuevas experiencias en la Unión Española y Rangers de Talca. A finales de los 70, tras tanto ir y venir, fijó residencia en Buenos Aires, donde el 1 de diciembre de 2002, con 91 años, la muerte le hizo ese último y definitivo regate, sin robarle aquel baño de multitudes recibido en Sevilla, con ocasión de un Betis – C. D. Logroñés disputado el 25 de octubre de 1987, cuando la entidad verdiblanca celebraba el cincuentenario de su único título liguero. Éxito que junto a Serafín Aedo contribuyese a apuntalar desde la defensa.

Ninguno de ellos mereció la catarata de oprobios con que intentaron mancharlos. A lo largo de medio siglo, además, tuvieron que asistir al manoseo interesado de su aventura, primero por quienes festejasen una victoria sangrienta, y luego por cuantos, cómodamente instalados en la Transición, se empeñaran en reescribir la Historia, barnizadita, a veces, de fábulas o prejuicios.

Esta carta, la de los cinco empeñados en volver a su tierra, o si se prefiere la de cuatro que lo consiguieron y el amigo que nada hizo por seguirlos, nos sumerge en un tiempo difícil, donde todo, de pronto, se volvió relativo, y casi nadie, ni en España ni en el exilio, pudo pespuntear el futuro enhebrado durante tantas noches de febril duermevela.




El Real Madrid y Valdepeñas, unidos por la historia

Muchas dudas se resuelven por casualidad. Y tal azar sirve en numerosas ocasiones para dar con la clave de algún aspecto sobre el que deseábamos saber más. A base de consultar en los archivos que el firmante de este artículo ha ido recopilando a lo largo de los años, podemos ofrecer la información que damos a continuación para satisfacción de los aficionados al fútbol en general y, en particular, de los futboleros de Valdepeñas.

Sabíamos de la existencia de un señor que se llamó Carlos Alonso, que había sido empleado del Real Madrid. Por esas cosas de la afición a investigar en la historia del fútbol llegó a nuestras manos, gracias a la gentileza del Presidente del CIHEFE, un ejemplar de la colección de la historia de “El fútbol en la guerra civil”. Esta joya ahora está viendo la luz en nuestra tienda, cuyo autor es don Félix Martialay Martín-Sánchez, nuestro presidente honorífico.

En tal colección, consultando el tomo correspondiente a la Federación Castellana de Fútbol, se indica en la temporada 1936-1937, que don Carlos Alonso Rodríguez, había nacido en Valdepeñas el 27 de octubre 1896 lo que, por paisanaje manchego, nos llamó poderosamente la atención para poder averiguar datos sobre su vida. Efectivamente, por fin, después de no pocas gestiones, pudimos acreditar tal fecha y lugar de nacimiento, con su nombre completo: José Carlos Vicente Alonso Rodríguez.

Carlos Alonso.

Carlos Alonso.

Carlos Alonso –como era conocido- en los primeros años de la década de 1910 trabajaba en Madrid una empresa denominada “La Estrella”; desde aquella mercantil, posteriormente, comenzó a desarrollar su labor en las oficinas del Madrid Football Club el primero de abril del año 1919, bajo las instrucciones del tesorero del club, don Julio Chulilla. De este modo, Alonso se convirtió en el primer empleado de oficinas de la historia del Madrid. El sueldo que cobraba en aquel tiempo era de 30 pesetas mensuales.

Al comenzar la Guerra Civil en 1936, por circunstancias de la misma, no tuvo más solución que trasladarse a vivir al mismo campo de fútbol de Chamartín, donde se pudo acomodar en los vestuarios del equipo a modo de hogar. Pudo contemplar desgraciadamente, entre otros avatares, cómo la estructura de madera del campo, vallas y tribuna, sirvieron entonces como utensilios de diversa índole.

Para el club madrileño, de lo más reseñable de Alonso durante aquel tiempo, fue que gracias a su oportuna intervención, supo poner a buen recaudo en una habitación del campo, todos los trofeos, banderines, fichas, contratos y otros documentos, así como el material del club que hasta el año 1936 se poseía, evitando de esta manera posibles saqueos por personas ajenas al club.

Hasta entonces, el Madrid había ganado, entre otros, los siguientes Campeonatos:

Las Ligas de 1931-1932 y 1932-33.

Las Copas de 1905, 1906, 1907, 1908, 1917, 1934 y 1936.

Los Campeonatos Regionales de 1904, 1905, 1906, 1907, 1908, 1913, 1916, 1917, 1918, 1920, 1922, 1923, 1924, 1926, 1927, 1929, 1930 y 1931.

Los Campeonatos Mancomunados de las temporadas 1931-32, 1932-33, 1933-34, 1934-35 y 1935-36.

El Real Madrid en la temporada de 1931-32

El Real Madrid en la temporada de 1931-32

Si el Sr. Alonso no hubiera guardado todo este patrimonio del Madrid durante el periodo que duró la guerra civil (1936-1939), hoy el club de la capital estaría a falta a una parte importantísima de su historia.

Para poder sobrevivir, en la parcela de un córner del terreno de juego donde más daba el sol, no se le ocurrió otra idea que desarrollar una huerta donde cultivó diversos alimentos que le sirvieron de sustento para los difíciles años que se vivieron.

Así se atestigua con motivo del cincuentenario del club merengue, donde en el “Libro de Oro del Real Madrid C. de F. 1902-1952” se puede leer en su página nº 164 el siguiente párrafo: “Poco después, la guerra civil ensangrienta al país. La vida del Club se paraliza. Algunos buenos madridistas guardan el tesoro que representa su documentación y sus reliquias. Mientras tanto, en su campo de juego se celebran partidos de fútbol y festivales gimnásticos, casi a diario, organizados por las fuerzas militares. Sin estropear sus instalaciones, en los espacios libres, se ve crecer una pequeña huerta”.

Carlos Alonso fue el Secretario del Real Madrid durante muchos años. Se jubiló en 1966 al cumplir los 70 años.

Ya en 1977, con motivo del 75 Aniversario del Club, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid, se celebró un almuerzo ofrecido por la Junta Directiva a los empleados del Club. Don Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, después de pronunciar su correspondiente discurso, dijo: “…No os sentéis todavía…Aún quiero pediros un cariñoso aplauso para el primer empleado que tuvo el Madrid, Carlos Alonso…” Se cuenta que nuestro valdepeñero no pudo evitar las lágrimas viviéndose un momento inolvidable.

Finalmente, quiero agradecer a mis amigos Teófilo González y Luis Javier Bravo las gestiones que ellos saben han tenido que realizar para que este artículo pueda vez la luz.




1938. La gira del equipo nacional por Andalucía y Norte de Africa (II)

Como ya vimos en la entrega anterior el equipo nacional quedó concentrado en Alcalá de Guadaira después de haber jugado en Cádiz, Málaga y Granada.

Bajo las órdenes de Ramón Encinas los 20 jugadores intensificaron la preparación con sesiones de índole físico en los pinares que rodean el Hotel Oromana, y con otras de carácter técnico en el terreno sevillista de Nervión.

Fuente: FE 27 de enero de 1938

Fuente: FE 27 de enero de 1938

Fuente: FE 27 de enero de 1938

Fuente: FE 27 de enero de 1938

El primero de los dos encuentros a celebrar en Sevilla se fija para el domingo 16 de enero y el segundo para el siguiente, el domingo 23, mientras que para el día 30 está previsto jugar en Lisboa contra Portugal.

El primer partido, organizado por la Federación Regional Sur, se juega a beneficio del Ejército  y en colaboración con los obreros de las fábricas militares. La prensa local en los días previos se encarga de alentar la expectación de cara al partido, planteando el reto de igualar lo conseguido en las otras ciudades andaluzas con comentarios como este, aparecido en FE el día 14 de enero: “Granada, Cádiz y Málaga ofrecieron a los organizadores buenas taquilllas. A pesar del mal tiempo, las recaudaciones obtenidas, según nos informan, fueron considerables. Sevilla no ha de ser menos. ¿No es cierto?”.

Fuente: FE 13 de enero de 1938

Fuente: FE 13 de enero de 1938

Para favorecer la asistencia de público al partido se resuelve facilitar la presencia de los socios del Betis Balompié y del Sevilla FC, que sólo deberán pagar la mitad de la entrada correspondiente.

Fuente: FE 15 de enero de 1938

Fuente: FE 15 de enero de 1938

El equipo nacional se enfrenta a una llamada selección andaluza, aunque en realidad el equipo está formado por jugadores que militan en los clubs sevillanos, independientemente del origen geográfico de los jugadores, además de otros,  como Tabales, Irastorza y Leoncito, que se hallan en la capital andaluza.

El equipo nacional, con camiseta verde y pantalón negro, forma con Eizaguirre; Ciriaco, Quincoces; Germán, Soladrero, Aranaz; Epi, Agustín, Campanal, Herrerita y Vázquez.

La selección andaluza, a la que dirige Pepe Brand, viste camisolín rojiblanco y pantalón azul, y alinea a: Tabales; Joaquín, Deva; Peral, Bohórquez (Félix), Irastorza; Saro, Torróntegui, Hoyos, Leoncito y Valera.  El árbitro, como en todos los encuentros anteriores,  es el sevillano Manolo Ocaña.

El equipo nacional se impone por 3 tantos a 1, a pesar de que se adelantan los locales con gol de Leoncito en la primera parte. Tras el descanso llega el empate en una falta que Agustín desde el borde del área coloca en la escuadra de la meta defendida por Tabales. En la segunda parte el extremo Epi desarbola con frecuencia a la defensa andaluza. Una jugada suya por banda termina en un centro preciso para que Campanal haga el 2-1. El mismo Epi, el gran triunfador de la tarde, hace el 3-1 a pase de Vázquez.

GiraAndalucia205GiraAndalucia206El encuentro del domingo 23 vuelve a repetir el escenario del campo de Nervión, aunque cambia en esta ocasión el destino de los ingresos  del encuentro. Será Auxilio Social, el organismo dependiente de la Falange, el beneficiario de la recaudación.

Fuente: FE 21 de enero de 1938

Fuente: FE 21 de enero de 1938

El día 23, en palabras textuales de la prensa del momento, “el campo de la avenida de Eduardo Dato volvió a registrar una gran entrada. Había interés en ver al equipo nacional y respondió el público como el acontecimiento se merecía. Auxilio Social, a cuyo beneficio se celebraba el encuentro, puede estar satisfecho. A las tres en punto saltan los equipos al campo. Formados en el centro del terreno, en unión del árbitro y de los jueces de línea, escuchan, brazo en alto, el himno de la Falange. “

Ramón Encinas cambia la alineación respecto al domingo anterior, dando entrada a Ipiña y Vergara. El equipo forma, pues, con: Eizaguirre; Ciriaco, Quincoces; Aranaz, Germán, Ipiña; Epi, Vergara, Campanal, Herrerita y Vázquez. También cambia la vestimenta, pues se pasa a camiseta blanca y pantalón negro, con el yugo y las flechas como escudo del equipo. Será el uniforme que se vestirá en el partido de Lisboa una semana después.

Dibujo de Guillermo Eizaguirre. Fe 25 de enero de 1938

Dibujo de Guillermo Eizaguirre. Fe 25 de enero de 1938

La selección andaluza, de nuevo con camiseta rojiblanca y pantalón azul, alinea a InchaustI; Zabala, Deva; Peral, Soladrero, Alcázar; Saro, Torróntegui, Leoncito, Agustín y Emilín. El equipo se refuerza respecto a la semana anterior con jugadores del equipo nacional como Inchausti, Zabala, Soladrero, Agustín y Emilín.

En la segunda parte Emilín pasa al equipo nacional y Vázquez al andaluz, Peral  e Inchausti se alinean por Ipiña y Eizaguirre, mientras que sus puestos en la selección andaluza los ocupan Félix y Tabales.

Saro adelanta al equipo local en la segunda parte, empatando a falta de diez minutos Vergara.

Fuente: FE 24 de enero de 1938

Fuente: FE 24 de enero de 1938

El viernes 28 de enero, desde la céntrica Plaza Nueva de Sevilla, partía la expedición hacia Lisboa en autobús, haciendo noche en Badajoz ese mismo día. Dieciséis jugadores (Eizaguirre e Inchausti como porteros, Ciriaco, Quincoces y Zabala como defensas, Aranaz, Germán, Soladrero y Peral, medios, Epi, Saro, Campanal, Vergara, Agustín, Herrerita y Vázquez delanteros), el entrenador Ramón Encinas, el masajista Birichinaga y el vicepresidente de la Federación Juan López García, componen la expedición, que es despedida por el presidente de la Federación Regional Sur Antonio Calderón.




1938. La gira del equipo nacional por Andalucía y Norte de África (I)

La decisión de la FIFA en noviembre de 1937 de permitir a la Federación de Fútbol instalada en el bando rebelde la organización de partidos de carácter internacional, aunque sin darles el carácter de oficial, llevó a esta Federación a organizar dos partidos amistosos contra Portugal. El primero se jugó en Vigo el 28 de noviembre de 1937 y terminó con la victoria del conjunto luso por 1-2, en lo que supuso la primera derrota en partido de selecciones con Portugal. La falta de competición en los seleccionados, no se jugaba desde el inicio de la guerra civil, fue la principal causa esgrimida para explicar la derrota, a pesar de que se habían jugado varios encuentros preparatorios en Irún, San Sebastián, Pamplona, Vitoria, Bilbao, Santander, Valladolid, Burgos y Ferrol.

De cara al segundo partido con Portugal, previsto en Lisboa a finales de enero, se decidió intensificar la preparación, concentrando a los seleccionados en Sevilla y realizando una gira por diversas localidades andaluzas.

Así el 31 de diciembre llegaban a Sevilla 15 jugadores: Inchausti (Zaragoza), Ciriaco (Madrid FC), Quincoces (Madrid FC), Zabala (Athletic Club), Aranaz (Osasuna), Germán (Racing), Ipiña (Athletic Madrid), Epi (Donostia), Vergara (Osasuna), Agustín (Celta), Herrerita (Oviedo FC), Soladrero (Oviedo FC), Emilín (Oviedo FC), Vázquez (Deportivo) y Olivares (Zaragoza). Allí se les unieron los sevillistas Eizaguirre, Campanal y Joaquín y los béticos Peral y Saro, para totalizar 20 jugadores.

Quien no llegó a Sevilla fue el seleccionador Amadeo García Salazar, al sufrir un grave accidente automovilístico en las inmediaciones de Valladolid cuando se dirigía a la capital andaluza desde Vitoria. Fue Ramón Encinas, el técnico gallego que había dirigido al Sevilla en la última campaña liguera, quien se hizo cargo de los seleccionados.

El día 2 de enero se celebra en Cádiz el primer partido, frente al conjunto local. El encuentro, cuyos beneficios económicos se destinan al Ejército, despierta bastante expectación y se pone en juego un trofeo donado por la Diputación Provincial. Pero ala hora del partido “el terreno de juego estaba convertido en una laguna. A las tres en punto de la tarde llegaron las autoridades que tomaron asiento en la tribuna, junto al vicepresidente de la Federación Española de Fútbol, señor López García, y los directivos del Cádiz FC. La hija del gobernador civil hizo el saque de honor, siendo obsequiada con ramos de flores por Quincoces y Beguiristain, capitanes del once nacional y del Cádiz”.

A las órdenes de Manuel Ocaña los equipos formaron así:

Equipo Nacional, con camiseta verde y pantalón negro: Eizaguirre; Ciriaco, Quincoces; Aranaz, Germán, Ipiña; Epi, Vergara, Campanal, Herrerita y Vázquez.

Cádiz, con camiseta amarilla y pantalón azul: Inchausti; Núñez, Joaquín; Peral, Beguiristain, Alcázar; Saro, Agustín, Torróntegui, Leoncito y Bracero.

El equipo cadista sólo alinea realmente a 2 jugadores propios (Núñez y Beguiristain), pues los otros que juegan o pertenecen al seleccionado o acuden al partido para reforzar al conjunto local, en los casos de Alcázar, Torróntegui, Leoncito y Bracero.

Aunque nada más iniciarse el encuentro Bracero bate a Eizaguirre, la superior calidad del seleccionado se impone. Empata Campanal con un tiro desde fuera del área, y Vázquez hace el segundo también con otro tiro lejano que se le escapa de las manos a Inchausti.

Antes de acabar la primera parte Epi hace el tercero y Campanal el cuarto, bajo una lluvia torrencial.

En la segunda parte una lesión de Joaquín le obliga a abandonar, siendo sustituido por el sevillista Félix. A la media hora del partido Campanal hace el quinto a pase de Herrerita.

Al día siguiente en el Ayuntamiento se hace entrega del trofeo donado por la Diputación Provincial.

GiraAndalucia01El jueves 6 de enero, aprovechando la festividad del día de Reyes, el equipo se desplaza a Málagapara enfrentarse a una selección local. El campo de los Baños del Carmen aparece exornado con toda la parafernalia propia del momento: banderas, guirnaldas patrióticas y bandas de música que antes del partido interpretan los himnos de Falange, el Oriamendi y el Nacional, mientras que jueces, jugadores, autoridades y público escuchan en silencio y brazo en alto.

Es de nuevo Manuel Ocaña el encargado de dirigir el encuentro, formando así los conjuntos:

Equipo Nacional, con camiseta verde y pantalón negro: Eizaguirre; Ciriaco, Quincoces; Germán, Soladrero, Ipiña; Epi, Vergara, Campanal, Herrerita y Vázquez.  Soladrero por Aranaz es la novedad respecto al partido de Cádiz.

Selección Local, con camiseta blanquiazul y pantalón blanco: Pedrín; Chales, Zabala; Peral, Segura, Aranaz; Inciarte, Llona, Calderón, Agustín y Ochoa. En esta ocasión son 4 los jugadores del seleccionado (Zabala, Peral, Aranaz y Agustín) los que refuerzan al equipo local, mientras que el resto del combinado es una amalgama de jugadores malagueños (Pedrín, Chales) con jugadores de otros equipos.

A los 15 minutos Vergara hace el 0-1, al rematar una  jugada de Campanal, empatando al poco tiempo Agustín. Campanal marca el 1-2 en un gran tiro y a los 30 minutos de nuevo el ariete asturiano marca el 1-3 rematando de cabeza una jugada por la banda de Epi. Y a falta de 2 minutos para el descanso un nuevo remate cabeza de Campanal es el cuarto tanto, tras jugada por la otra banda de Vázquez.

Al inicio de la segunda parte Saro suple a Vergara en el equipo nacional, y al poco tiempo del reinicio Calderón hace el segundo gol del equipo local. Pero la selección impone su mayor calidad y marca dos nuevos tantos: Saro el quinto y Campanal el sexto.

En un choque con un contrario se retira Quincoces lesionado, siendo sustituido por Joaquín. El partido finaliza con victoria para el equipo nacional por 2-6

GiraAndalucia02El domingo 9 de enero es el Stadium de Los Cármenes el marco elegido para el tercer partido de la gira. Al igual que en los dos anteriores la recaudación obtenida irá en beneficio del Ejército, y la prensa local se encarga de caldear el ambiente previo para que la afición responda:  “Cádiz y Málaga han dado la nota de patriotismo agotando todas las localidades, y haciendo una recaudación brillantísima. Granada no puede ser menos en este alarde de buenos sentimientos”.

A las tres y cuarto en punto comenzó el partido, después de que dos bandas de música de Falange Española Tradicionalista interpretaran los correspondientes himnos, “ante el respetuoso saludo del público y de los jugadores alineados en el campo y que terminaron con entusiásticos vivas a España y a Franco”.

Es de nuevo el colegiado sevillano Manuel Ocaña quien dirige el encuentro formando a sus órdenes los siguientes onces:

Equipo Nacional, con camiseta verde y pantalón negro: Eizaguirre; Ciriaco, Joaquín; Germán, Soladrero, Aranaz; Epi, Agustín, Campanal, Herrerita y Saro.

Recreativo de Granada, con camiseta y pantalón blanco: Inchausti; Zabala, Chales; Torquemada, Segura, Bombillar; Ochoa, Ruibal, Calderón, Sanmillán e Inciarte. El equipo granadino, además de Inchausti y Zabala del equipo nacional fue reforzado con los malagueños Chales y Segura.

Herrerita marca el 0-1 para el combinado nacional, con el que termina la primera parte. Epi, en jugada personal en la que burla al portero Inchausti, hace el 0-2  y una nueva jugada personal de Epi sirve en bandeja a Campanal para que haga el tercer tanto, resultado con el que finalizó el partido.

Después del partido los directivos del club granadino obsequiaron a la expedición con una zambra gitana celebrada en la Escuela de Estudios Árabes.

GiraAndalucia03El día 11 de enero el equipo nacional volvió a Sevilla, concentrándose en Alcalá de Guadaira, concretamente en Oromana, donde continuaría la preparación para el partido de Lisboa.

Allí les esperaba una intensificación de los entrenamientos, dado que no tendrían que desplazarse de forma continua como en esta primera semana de enero, y dos partidos más en Sevilla.




La Liga del Mediterráneo

Nota previa aclaratoria:

El 2 de febrero del año 2005 el Grupo Parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds presentó una proposición no de ley en virtud de la cual se solicitaba que se instara a la RFEF el reconocimiento de «oficial» al torneo jugado en 1937 denominado Copa de España Libre. Aunque no fue aprobada hasta el 27 de septiembre de 2007, para entonces la RFEF contaba con un informe de CIHEFE en el que se demostraba que aquella competición no había sido oficial.

Tal informe quedó publicado en el número 1 de los Cuadernos de Fútbol, y con base en él la Asamblea General de la RFEF rechazó tal reconocimiento el 10 de julio de 2009 por 122 votos a favor, 2 abstenciones y ninguno en contra.

 En el texto de la proposición no de ley se hacía también referencia a la Liga del Mediterráneo. Venía a plantearse que en la temporada 1936-37 se habían continuado las competiciones oficiales (Liga y Copa), y que solo retrospectivamente «el franquismo» le había quitado la categoría que merecían. Dado que esta proposición venía de ámbitos relacionados con el Levante, campeón de la Copa de España Libre, no se pedía explícitamente el reconocimiento también de la Liga del Mediterráneo, pero cierto es que ya planteado parecía un paso siguiente muy probable.

 Por ello en octubre del año 2007, tras la aprobación por el Congreso de los Diputados, la RFEF solicitó a CIHEFE un nuevo informe, esta vez respecto de la Liga del Mediterráneo, firmado por Félix Martialay, José del Olmo y Víctor Martínez Patón.

 Si redactáramos de nuevo el informe es probable que se planteara en términos diferentes, pero entendemos que es oportuno en este momento reproducir el informe tal y cual fue entregado a la RFEF, sin que por ello renunciemos a volver sobre el asunto en futuras ocasiones.

 La conclusión en todo caso no variaría en absoluto: la Liga del Mediterráneo no fue un torneo oficial.

Víctor Martínez Patón (Presidente del CIHEFE), 25 de noviembre de 2015.

La Liga del Mediterráneo (1937)

Informe técnico sobre el carácter del torneo

José del Olmo (IFFHS)

Félix Martialay (IFFHS)

Víctor Martínez Patón (CIHEFE)

1. Antecedentes

Con fecha 8 de febrero de 2005 la Mesa del Congreso, a petición del Grupo Parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, admitió a trámite bajo la forma de Proposición no de Ley (al amparo del artículo 194 del reglamento del Congreso) la solicitud de “reconocimiento de la Copa de la España Libre o Copa de la República como legal y oficial a todos los efectos”.

Esta solicitud, remitida por la Mesa a la Comisión de Educación y Ciencia del Congreso, se acompañaba de un texto en el que el grupo parlamentario solicitante explicaba las razones que a su juicio avalaban la propuesta. De dicho texto, publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales (15-2-2005, Serie D, núm. 154, págs. 19-21) caben extraerse los siguientes párrafos:

El “alzamiento”, “sublevación” o “golpe de Estado”, como queramos denominarlo, obligó a suspender la competición con su ámbito estatal. No obstante, en la zona de legítimo gobierno institucional se continuó, no se sabe con certeza si por deseo político o social, un campeonato llamado “Liga del Mediterráneo” que venía a paliar el déficit y la penuria deportiva y, por otro lado, contribuir a intentar mantener la normalidad institucional y ciudadana en la zona del estado (sic) todavía bajo el control del Gobierno legítimo.

Esa Liga del Mediterráneo no fue la única competición realizada, también con los mejores equipos clasificados en esa liga se jugó la mal llamada “Copa de la España libre” […].

Cuando la guerra paró la liga española se organizó en el bando no sublevado, es decir, la parte republicana había dos campeonatos regionales (sic):

a)     La Liga mediterránea: Debía (sic) ser jugada por los seis equipos de los dos campeonatos, pero sólo había cuatro equipos inscritos en el campeonato de Levante (Hércules FC, Murcia FC, Cartagena FC se retiraron, porque sus ciudades fueron bombardeadas). La presencia catalana también había sido reducida a cuatro equipos (sin el CS Sabadell y el FC Barcelona). Al final, el torneo fue jugado por los cuatro equipos del Campionat de Catalunya 1937: CE Espanyol (sic), FC Barcelona, Girona FC (sic) , Granollers la FC y los cuatro equipos de Levante: Levante FC, Valencia FC, Gimnástico FC y Castellón Atlético (sic) (este último inscrito para completar ocho equipos).

[…] Por todo ello se presenta la siguiente Proposición no de Ley:

“El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a:

[…] 2. Proponer al resto de Federaciones de distintas disciplinas deportivas constituidas, la realización de una investigación para la comprobación de la realización de campeonatos entre los años 36 y 39, de carácter similar al explicitado para el fútbol y si tuvieran resultado positivo, el reconocimiento oficial de dichos campeonatos a todos los efectos”.

Con fecha 27 de septiembre de 2007 se aprobó la Proposición no de Ley, aunque con el texto modificado tras una enmienda presentada por el Grupo Parlamentario Socialista:

Proponer a la Federación Española de Fútbol una investigación para la comprobación de la realización del Campeonato de Copa de 1937, la final de Barcelona de ese año y el resultado que dio como vencedor al Levante U.D. (sic) y, si tuviera resultado positivo, el reconocimiento oficial de dicho campeonato, participantes y vencedor a todos los efectos.

En los párrafos trascritos de la proposición del grupo parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds queda patente junto a la demanda de reconocimiento específico de la Copa de la España libre como Campeonato de España, una voluntad general de reconocimiento de los torneos deportivos disputados durante la última guerra civil española; esta voluntad queda plasmada en el punto segundo del texto estricto de la Proposición no de Ley, que finalmente ha sido suprimido de la aprobada por el Congreso.

Esta voluntad de reconocimiento general es la base que legitima para que otros torneos de fútbol u otros deportes, diferentes de la Copa de la España libre, soliciten en lo sucesivo un reconocimiento oficial.

Entre estos otros torneos cabe destacar aquel al que se hace referencia en diferentes párrafos del texto que acompañaba a la Proposición no de Ley, reproducidos anteriormente. Esto es, la llamada Liga mediterránea o Liga del Mediterráneo.

La solicitud de reconocimiento oficial de la Liga del Mediterráneo es coherente con la de la Copa de la España libre, y cabe suponer que si la pretensión de la segunda es que sea reconocida como Campeonato de España, la de la primera será la de la equiparación como Campeonato Nacional de Liga.

Es por todo ello que el presente informe tiene la pretensión de responder a la pregunta siguiente: ¿debe la RFEF reconocer la Liga del Mediterráneo como la edición de 1936-37 del Campeonato Nacional de Liga?

2.Antecedentes de hecho

Ante la ausencia de documentos oficiales que permitan un estudio directo en las fuentes primarias se detalla a continuación los hechos sobre la base de las noticias publicadas en la prensa, en particular en El Mundo Deportivo de Barcelona.

9 de diciembre de 1936: el Sr. Rodríguez Tortajada, presidente del Valencia FC, presenta en la sede de la Federación Catalana de Fútbol el proyecto de celebración de un torneo entre el Valencia, Levante, Gimnástico y Hércules y los cuatro mejores clasificados del Campeonato de Cataluña. Propone igualmente dos nombres para el torneo: Liga Catalano-Valenciana o Liga Mediterránea. Los representantes de la Federación Catalana rechazan la propuesta puesto que les parece que les va a resultar onerosa económicamente.

7 de enero de 1937: se confirma que los equipos valencianos aceptan el pago de mil pesetas por desplazamiento a los clubes catalanes, por lo que estos finalmente aceptan jugar el torneo. Se ignora la fecha de tal solicitud.

14 de enero de 1937: se anuncia que el nombre definitivo que se le ha dado al torneo es el de Liga Oficial Levante – Cataluña. Días más tarde se produce la última modificación del nombre del torneo, que finalmente se disputará bajo la denominación de Liga del Mediterráneo.

31 de enero de 1937: da comienzo la Liga del Mediterráneo. Sobre los ocho equipos previstos hay un cambio: el Hércules de Alicante renunció a la participación y su plaza fue suplida por el Athletic de Castellón.

2 de mayo de 1937: decimocuarta y última jornada del torneo. El FC Barcelona se proclama vencedor. La clasificación fue la siguiente:

    J    G    E     P     F     C Ptos
Barcelona   14    7    6     1    27    15  20
Valencia   14    7    3     4    32    23  17
Español   14    8    3     3    30    20  17
Gerona   14    6    5     3    27    18  17
Levante   14    5    6     3    30    18  16
Gimnástico   14    3    4     7    18    31  10
Granollers   14    2    4     8    17    36    8
Castellón   14    0    5     9     7    27    5

3. Fundamentos técnicos

3.1. La Fédération Internationale de Football Asociation (FIFA) delegó en la internacional Football Federation of History and Statistics (IFFHS) desde la creación de ésta todos los contenidos históricos y estadísticos, aceptando pues la FIFA como propios todos los criterios y estudios de la IFFHS.

3.2. Los criterios de la IFFHS para el reconocimiento de una competición como oficial son los siguientes:

3.2.1. Para que una competición sea oficial y de carácter nacional ha de estar organizada directamente por la federación nacional correspondiente reconocida formalmente por la FIFA.

3.2.2. Las competiciones organizadas por entidades inferiores o dependientes de la federación nacional correspondiente no pueden ser reconocidas como competiciones oficiales nacionales, sino que dependerán de la competencia de dicho organismo.

3.2.3. Una federación nacional puede organizar un número ilimitado de competiciones oficiales aunque, con la finalidad de establecer la debida correspondencia entre las muy diversas competiciones que organizan las diferentes federaciones afiliadas a la FIFA, se reconoce un único campeonato de liga por temporada y federación y un único campeonato de copa por temporada y federación. La naturaleza de cada una quedará definida en su propio reglamento y en la inscripción de las sociedades participantes. Cuando alguna federación cambie el ciclo de la temporada otoño-primavera a primavera-otoño o viceversa, se considerará el período de adaptación al nuevo calendario como una temporada diferente si así lo decidiese la federación nacional responsable[1].

3.3. Que en la fecha en que se disputó este torneo, durante los meses de enero a mayo de 1937, la Federación Española de Fútbol estaba afiliada a la FIFA en activo y tenía plenos poderes para decidir las cuestiones internas del fútbol español como organización legítimamente reconocida por el gobierno de la República Española.

3.4. Que, siendo su presidente oficialmente reconocido por el gobierno de la República Española don José María Mengual, con fecha del 3 de octubre de 1936 y firmada por el secretario de la FEF, don Ricardo Cabot, se envía una circular a todas las territoriales y a todos los clubes en que se les comunica que se “suspende la temporada de juego para todas las competiciones oficiales dependientes de la Nacional”.  

3.5. Que la FEF en la zona controlada por el gobierno republicano no emitió ninguna circular ni convocó ninguna asamblea extraordinaria que revocase la orden anterior mientras estuvo funcionando a lo largo del conflicto bélico.

4. Explicación terminológica

Una vez examinados los antecedentes de hecho y los fundamentos técnicos cabe añadir antes de emitir una conclusión una breve explicación terminológica que, en nuestra opinión, está en el origen del debate: el significado múltiple de la palabra “liga” y su distinto uso como nombre común y nombre propio.

El vocablo “liga”, cuyo significado original es el de ‘elemento de unión’, tiene entre otros el uso específico que el Diccionario de la Real Academia Española (22ª ed.) define en su quinta acepción como ‘confederación que hacen entre sí los príncipes o Estados para defenderse de sus enemigos o para ofenderlos’.

Ese significado, sinónimo de “federación”, es aquel con el que aparece por primera vez en la lengua del fútbol, en frases como la siguiente: “se constituye la Liga Profesional Española de Clubs de Fútbol[2]”.

Estas ligas de equipos, divididas en tantas categorías o divisiones como sea necesario, disputaban sus torneos con un sistema de competición de todos contra todos. A ese sistema de competición, por oposición al de eliminatorias común en los torneos de Copa, se le designó inicialmente como “sistema de liga”, sintagma que finalmente quedó reducido al último término, esto es, “liga”.

Ese nuevo significado de la palabra “liga” es el recogido en el Diccionario de la Real Academia Española en su séptima acepción: “Competición deportiva en que cada uno de los equipos admitidos ha de jugar con todos los de su categoría”[3]. Este significado de la palabra “liga”, como sustantivo común, es precisamente el que aparece en el sintagma “Liga del Mediterráneo”.

No existe ningún indicio que permita pensar que su uso hace referencia al Campeonato Nacional de Liga, organizado por la Real Federación Española de Fútbol desde 1929, sino que, insistimos, se trata simplemente del mismo nombre común utilizado para dar nombre a de dos torneos diferentes jugados según el mismo sistema de competición: el de todos contra todos.

5. Conclusión

La Liga del Mediterráneo fue uno de los principales torneos de fútbol disputado durante la Guerra Civil española 1936-1939, pero al no haber sido organizado por la Federación Española de Fútbol, única entidad jurídica con capacidad para adoptar decisiones al respecto, no cabe su reconocimiento como torneo oficial.

Por otro lado queda demostrado que la Liga del Mediterráneo no fue el Campeonato Nacional de Liga 1936-37, sino que la presencia de la palabra “liga” simplemente designa el sistema de competición de este torneo. Cualquier pretensión de continuación del Campeonato Nacional de Liga no era posible ya que tal torneo sólo podía ser organizado por la Federación Española de Fútbol, que meses antes había declarado suspendidas todas las competiciones oficiales.

 Madrid, a 29 de octubre de 2007

Informe técnico elaborado* por:

José del Olmo, vicepresidente de la IFFHS y presidente del CIHEFE

Félix Martialay, miembro de la IFFHS y vicepresidente del CIHEFE.

Víctor Martínez Patón, miembro del CIHEFE.

* En 2007


[1] Algunos países juegan varias ligas o copas diferentes a lo largo del año, aunque sólo una sirve para clasificarse para las competiciones internacionales de clubs. En España, por ejemplo, además del Campeonato Nacional de Liga y del Campeonato de España-Copa de SM El Rey, se disputa la Supercopa y la Copa de la RFEF, junto a otras competiciones de categorías inferiores. Todas estas competiciones son oficiales indudablemente. En caso de que por cualquier motivo no se celebrase alguna de ellas, ésta no podrá ser sustituida por ninguna de naturaleza o rango diferente. Es decir, si se diese el caso de que no se jugase el Campeonato de España-Copa de SM El Rey, ésta nunca podría ser reclamada por el vencedor de cualquiera de las otras tres competiciones.

 

[2] Punto primero del llamado « proyecto Muniesa », reproducido íntegramente en F. Martialay Implantación del profesionalismo y nacimiento de la Liga (Madrid, RFEF, 1996), pág. 218.

[3]  Acepción incluida en el DRAE en el suplemento de la edición de 1970.




Del campo de concentración al triunfo en los estadios

La Guerra Civil cercenó vidas y expectativas de futuro, además de convertir la ideología, fuere ésta vencedora o derrotada, en verdad fundamental. Durante aquellos tres años de sangre, miedo y oprobio, España se desenganchó del progreso al perder cientos de cerebros fundamentales para la posterior reconstrucción material e intelectual. La posguerra, en fin, sumió a nuestra economía en una fosa profunda, aplacó hambres a golpes de hisopo, silenció rebeldías, puso a Franco bajo palio e hizo de la simple supervivencia una auténtica heroicidad. Para algunos, sin embargo, lo más duro de esa posguerra llegó envuelta en laureles y aroma a oportunidad.

Fue el caso de Marcial Arbiza Arruti (Urnieta, Guipúzcoa, 8-VII-1914), futbolista forjado en el patio de los Maristas y la Segunda División francesa, quien a base de goles supo encontrar su particular redención.

Había empezado a romper alpargatas en el Colegio de San Bernardo, entre un puñado de buenos futbolistas posteriores: Goyeneche, que jugó en el Valencia C. F.; Peña (At Madrid, antes de emigrar a Argentina), o Daguerresar (Real Sociedad de San Sebastián). Cuando los hermanos maristas regresaron a Francia, en 1928, los acompañó hasta Bayona, en condición de estudiante interno. Regresaba a Irún en vacaciones y entonces, una vez hubo cumplido los 16, solía alinearse con el Real Unión en partidillos de entrenamiento, algún bolo y exhibiciones amistosas. Para él, un pipiolo, constituía el culmen formar junto a los Gamborena, Arzac o Petit, duchos ya en nuestra 1ª División. Lástima que los estíos durasen tan poco. Sobre todo el de 1930. Porque en otoño de ese año hubo de abandonar la vecina Bayona, rumbo a Bélgica, para estudiar Artes y Oficios. “Allí continué dándole al balón -manifestó Arbiza en distintas entrevistas-. Aunque de manera informal, puesto que no existían competiciones en categoría juvenil”. Luego, cuando empezó a trabajar, tampoco quiso olvidarse del fútbol, enrolándose en el Hautmont francés, donde habría de compartir vestuario con Sabino Aguirre, otro jugador vasco.

El Hautmont, club modesto, fue escalando posiciones, en gran medida merced a sus virtudes de ariete. De categoría amateur a 3ª División, y desde 3ª a 2ª. “Por cierto -se enorgullecía también al ser entrevistado-, estando en Tercera fui seleccionado en 7 oportunidades para formar parte de la Liga del Norte, una representación de clubes septentrionales en Francia. Todo ello mientras trabajaba en una acería, ya que como es lógico, había que comer”.

Con esa selección del Norte se enfrentó a la selección de Budapest, prácticamente el equipo finalista en la Copa del Mundo correspondiente a 1933. Y vencieron al conjunto húngaro. También hizo morder el polvo a Hiden, uno de los grandes guardametas de aquella época, con un gol no sólo aplaudido desde el graderío, sino calificado como fabuloso por la prensa gala. Su nombre comenzaba a sonar con fuerza en el panorama futbolístico francés, hasta el punto de cerrarse el pase al Excelsior de Roubaix. Curiosamente, de todos estos hechos apenas si existe rastro en la bibliografía deportiva francesa. Su nombre ni aparece en el “Dictionaire des footballeurs étrangers du Champeonnat Professionnel Français”, teórica biblia gala en dicha materia. Ni en “Elite sportive et inmigration”, de Marc Berreaud, “Football et relations internationales entre les deux guerres”, de Pierre Lafranchi, o “The Migration of Footballers: The Case of France 1932-1982”, del mismo autor. Obviamente no fueron 121 los españoles del Campeonato Francés hasta 1997, como se ha escrito, sino bastantes más. El propio Sabino Aguirre, compañero y amigo de nuestro protagonista en el Hautmont, también es otro olvidado. Y no fueron los únicos.

Pero las cosas comenzaban a ponerse difíciles en el territorio galo. España acababa de desangrarse en una guerra y la bota alemana parecía dispuesta a pisotear París. “Me hablaron de que la Real Sociedad pudiera estar interesada en mí -recordó a menudo-. Así que tomé el petate y volví a Guipúzcoa. Pero no se hizo nada. Ya me había casado y tenía dos hijos. No era, bien mirado, el mejor momento para empezar otra vez desde cero”. Jugó algo con el Real Unión de Irún parte de la temporada 1939-40, cuando a los irundarras se les hacía cuesta arriba mantenerse en 2ª División. “Pocos partidos. Muchos menos de los que me hubiese gustado. Porque las circunstancias se cebaron conmigo”.

Marcial Arbiza no había intervenido en la Guerra Civil. Ni con los nacionales ni en el bando republicano, puesto que como se ha dicho, mientras nuestras ciudades ardían y las cunetas se poblaban de cadáveres, él trotaba con los colores del Hautmont y doblaba el lomo en la acería. Ese era su delito: haber rehuido el alistamiento, cuando a este lado de los Pirineos silbaban los obuses. Así que como otros “prófugos” y muchos antiguos soldados republicanos, fue a dar al Batallón de Trabajadores de Miranda, puro eufemismo bajo el que se ocultaban condiciones de esclavitud en campos de concentración, maltrato sistemático y humillaciones sin cuento. Un informe sobre este tipo de instalaciones elaborado por el propio régimen franquista recomendaba el cierre inmediato a algunos campos, ante las catastróficas condiciones en que se veían obligados a vivir los internos. Se señalaba, por ejemplo, la existencia de un único caño de agua para abastecer a 2.000 hombres. Y por supuesto, las palizas y vergazos fáciles de imaginar, toda vez que entre los vigilantes podía haber, y había, hermanos, cuñados, amigos o primos de caídos o ejecutados a manos de aquellos “rojos” ahora bajo su tutela, ni asomaban, considerándose, quizás, no ya trato sobreentendido, sino muy merecido.

Distintos testimonios de quienes vivieron meses tétricos en Miranda de Ebro ponen foco en su dureza. Incluso durante el invierno, con el termómetro rondando los cero grados, eran obligados a bañarse en las gélidas aguas del Ebro. Lógicamente, las defunciones por pulmonía resultaban habituales y de cuando en cuando aparecían cadáveres río abajo, no como resultado de intentos de fuga, sino producto de hipotermias o ahogamientos en pleno baño. Pasaban tanta hambre que cuando eran conducidos a pavimentar carreteras o apuntalar trochas, procuraban tenderse junto a los patatales con cada orden de descanso, y frenéticamente arañaban la tierra, extraían algún tubérculo que guardaban entre sus ropas, como un tesoro, volviendo a cubrir la mata.

Claro que Arbiza fue un gran afortunado entre tanto preso. Puesto que había jugado unos partidos con el Deportivo Alavés durante la campaña 1934-35, su nombre aún era tenido en cuenta por Vitoria. Además Patxi Gamborena, el internacional irunés con quien jugara ocasionalmente durante el ya lejano verano de 1930, entrenaba a los babazorros. “Se portó de maravilla, porque al enterarse de mi situación se presentó en Miranda, acompañado de dos directivos del Alavés, los comandantes Molina y Pinedo. Para mí todo cambió de inmediato, porque si bien seguía en el Batallón, me dejaban salir cuando quería. Hasta iba en taxi a los entrenamientos, todo un lujo en esos tiempos”.

Sólo disputó 17 partidos con la camiseta blanquiazul, marcando 58 goles. Una tarde anotó 6, otras 4, y rara vez bajaba de las 2 dianas. El club vitoriano participaba en una liguilla con entidades como el ya extinto C. D. Logroñés, Beasáin, Vasconia de San Sebastián o Mondragón. Al proclamarse campeones, aquellos muchachos tuvieron que participar en una segunda fase, ante equipos vizcaínos, donde la superioridad alavesa volvió a quedar de manifiesto. “Al Erandio lo vapuleamos con un 12-0 en la ida y 7-0 en la vuelta. Teníamos muy buen conjunto. Esa Navidad la pasé en familia, luego de varios años sin poder hacerlo. Días antes jugábamos contra el Mondragón, en su campo, y el comandante Pinedo, uno de los directivos que facilitara mis salidas del campo mirandés, me prometió que celebraría la festividad con mi familia si ganábamos aquel partido, importante para la clasificación. Vencimos por 0-9 y yo metí no sé cuántos goles”.

Arbiza no era apellido que sonara en el ámbito de nuestro fútbol, puesto que apenas si había podido vérsele por estos pagos. Pero aun así, como elemental prudencia, se alineaba con su segundo apellido. “Sólo faltaba que algún alto mando conectase al Marcial Arbiza que goleaba los domingos con el del Batallón mirandés, y se liara. Así que para prensa y aficionados era Arruti. Salía del campo de concentración, jugaba, y volvía al campo”.

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Marcial Arbiza, un poco más joven que cuando llegó al Madrid.

Semejante porcentaje anotador no podía pasar desapercibido, y el Real Madrid, entidad magníficamente relacionada con el club de Vitoria desde que años antes incorporase a Ciriaco, Quincoces y Olivares, se anticipó al resto. Por extraño que pueda parecer, pues el Deportivo estaba adscrito a la Federación Guipuzcoana y buena parte de esos 58 goles se los llevaron equipos de Guipúzcoa, los técnicos de la Real Sociedad parecían vivir en Babia. Sólo iniciaron alguna maniobra de aproximación cuando el compromiso con el club merengue ya era un hecho. “Es verdad que no había firmado aún con el Madrid. Mi compromiso había sido verbal. Pero la palabra es la palabra. Así que fui a la capital, para seguir alineándome al principio como Arruti. Todavía mi situación seguía siendo delicada, hasta el punto de perderme algún partido por no disponer del correspondiente permiso militar. Tampoco convenía mostrarse imprudente”.

Como delantero centro del Real Madrid habría de marcar 9 goles en 11 partidos ligueros del Campeonato correspondiente a 1941-42, y 8 en otros 8 encuentros de 1942-43. El Deportivo Alavés, por su parte, había ascendido a 2ª División en 1940-41. “Aquel Madrid era un club señor, con Pablo Hernández Coronado en labores técnicas, personaje de inmensa categoría humana y deportiva, además de ver el fútbol mejor que nadie. Nos dirigía Paco Brú, que por cierto entrenaba con chaqueta y puro. Entonces las cosas eran como eran; nada que ver con lo que iría llegando después. El médico, sin ir más lejos, especialista en venéreas, no sabía por dónde le daba el aire en materia deportiva. Después de pasar por Miranda, aquellos dos años me resultaron magníficos. Y eso que al principio, cuando me denunciaron desde varios clubes por lo anómalo de mi situación, sudé la gota gorda. Pero el Real Madrid se portó admirablemente. Movió sus hilos y las denuncias debieron ir a parar a la papelera de algún despacho”.

CampoConcentracion02Ase fútbol, en efecto, tenía muy poco que ver con el actual. Incluso pudiera ser considerado salvaje. Hoy, defensas como Juan Ramón, Deva, Sansón, Mariscal, Portugués, González o Berridi, tomarían el camino de los vestuarios antes del pitido final un domingo sí y otro también. Y a los árbitros se los comería el público ante su pasividad con tanto alarde de extrema violencia. Ejercer de ariete equivalía a jugársela. Y como Marcial Arbiza no era de los que volvían la cara, se la partieron literalmente más de una vez.“En el partido que supuso la despedida de Jacinto Quincoces, en Chamartín, un Madrid – Sevilla, durante el primer tiempo sufrí una durísima entrada. Perdí ocho dientes, además de producirme una fisura en el maxilar. Como tenía un puente en la dentadura, el gancho quedó colgando de la encía, y tuvieron que sacármelo con la tenaza de arrancar los tacos de las botas. Me dieron dos veramones y continué jugando hasta el final de los 90 minutos”. El Veramón, que conste, tenía poco de anestésico. Era un sucedáneo de la Aspirina, menos agresivo que ésta para el aparato digestivo, al decir de los galenos.

En San Mamés aún tuvo peor suerte, al partirse la tibia y el peroné. Fue esa la razón que le dejó con 8 partidos de Liga en el Campeonato 1942-43. Sin ella, es probable que su registro anotador hubiese rebasado la veintena. En la “casa blanca” pensando probablemente que su recuperación iba a resultar larga e incierta, aceptaron con bastante alivio el repentino interés de la Real Sociedad, no poniendo ningún obstáculo al traspaso. Benito Díaz, institución donostiarra y buen conocedor del fútbol francés durante la Guerra Civil, no en vano había estado al frente del Girondins bordelés, llevaba algún tiempo empeñado en hacerle regresar a casa. La lesión, en suma, fue vista como oportunidad. “Lógicamente, también en San Sebastián tenían dudas. Así que se llegó a un acuerdo, consistente en que yo pasara a la Real Sociedad y José Mª Querejeta fuese al Madrid. Pero en el caso de que no lograra recuperarme del percance, los madrileños enviarían a tres jugadores determinados por consenso entre ambos clubes”.

Arbiza mereció honores de portada en la prensa deportiva. Tanto disputando balones a ras de hierba como acosando a los porteros.

Arbiza mereció honores de portada en la prensa deportiva. Tanto disputando balones a ras de hierba como acosando a los porteros.

Aunque Arbiza se recuperó, en su debut como realista, ante el Barcelona, tras sufrir un encontronazo con el central azulgrana Curta, se le desprendió el menisco, lesión similar a la que retiraría del fútbol al guardameta guipuzcoano y más adelante insigne escultor, Eduardo Chillida. Su fe y potente musculatura volverían a obrar el milagro, quedando si no perfecto, al menos bastante bien. Lo suficiente para lucir el escudo easonense durante 4 campañas, hasta concluir el torneo 1947-48. El tiempo pasaba, no obstante, mermando su eficacia ante el gol. “Y aun así tuve ofertas. Cuando estaba a punto de cumplir 34 años me llegó una del Roubaix, donde ya había jugado de joven, y otra del Murcia. Pero puesto que tenía mi vida organizada al margen del fútbol, preferí aceptar otra más modesta, del Real Unión irunés, que en absoluto implicaba obstáculos para mi vida profesional y familiar. Después, finalmente, el retiro”.

Un retiro por convicción, y sin embargo casi a regañadientes. Primero porque nunca es grato admitir la inexorable carrera de Cronos, y segundo porque al decir adiós suele ahogarnos el borbotón nostálgico. Así que como el gusanillo del balón siguiera royéndole, allá por 1949 obtuvo en San Sebastián el título de entrenador regional, y un año más tarde, en Burgos, el nacional. Carnets que a la postre apenas si llegó a sacar de su cartera, como no fuese para mostrar a los amigos.

Marcial Arbiza Arruti, futbolista bragado y macizo, olvidado en Francia hasta por los historiadores deportivos, desconocido entre los seguidores del Real Madrid o la Real Sociedad, pudo haber sido goleador de tronío sin tanta lesión inoportuna, sin el plomo que supuso para tantas carreras, esperanza y vidas, la Guerra Civil. Pero fue, al mismo tiempo, ejemplo de tenacidad, de superación ante los reveses, de mirada limpia y frente alta. Deportista de cuerpo entero, a quien la fatalidad también pudo haber aplastado sin remedio.