España en los mundiales sub’20: Portugal 1991

Poco más de tres meses después de que su selección conquistara el Campeonato Mundial Juvenil de Arabia Saudita 1989, Portugal era designada sede de la siguiente edición. La candidatura lusa fue la elegida por el Comité Ejecutivo de la FIFA entre las de una docena de países, siendo la de España una de las derrotadas. Los bajos costes de organización (Coca-Cola seguía ocupándose de sufragar las estancias de las selecciones) y la cada vez mayor repercusión televisiva del evento despertaban el interés de muchas federaciones, pero la FIFA seguía prefiriendo naciones que no hubieran albergado ningún Mundial absoluto, un criterio del que únicamente se había apartado en 1983, cuando quiso llevar el campeonato juvenil a la CONCACAF y sólo encontró las candidaturas de México y Guatemala. Por tradición futbolística, tamaño y fechas, la portuguesa era la mejor alternativa; además, su elección suponía un premio añadido al título conseguido por Portugal en Arabia Saudita, que había generado un grandísimo impacto entre la afición de nuestro país vecino. Y como en el Mundial sub’16 de ese mismo 1989, en Escocia, los más jóvenes también habían protagonizado una brillante actuación al acabar terceros, en Portugal confiaban en que esa nueva generación repitiera triunfo en casa.

Perdida la opción de clasificarse automáticamente como país anfitrión, España tuvo que concentrarse en el difícil camino hacia el Mundial juvenil, que había arrancado ya en noviembre de 1988 con el primer partido de clasificación para el Campeonato de Europa sub’18 de 1990. Tras las victorias iniciales ante Dinamarca (4-2) y Austria (1-2), se perdió en la visita a los daneses (2-0), pero la igualdad entre los demás rivales no penalizó ni ese tropiezo ni el posterior empate en casa contra Rumanía (0-0). España sumó dos nuevas victorias frente a Austria (3-1) y Rumanía (1-3) y lideró el grupo con nueve puntos, por los seis de Dinamarca y Rumanía y los tres de Austria.

A finales de julio de 1990, España viajó a Hungría para disputar la fase final del Campeonato de Europa sub’18. Seguía vigente el formato de eliminatorias directas desde cuartos de final, por lo que ganar el primer partido ante Irlanda significaba garantizarse una de las cinco plazas europeas en el Mundial sub’20 de Portugal 1991 (la sexta era, lógicamente, para el país anfitrión). No tuvo España excesivos problemas para conseguir su billete: aunque no pudieron abrir la lata irlandesa hasta la segunda parte, los de Pereda se hicieron con una fácil victoria por 3-0. En semifinales esperaba precisamente Portugal, cuya buena actuación en el Europeo confirmó que llegaría a su Mundial como una de las grandes favoritas. Con varias bajas en defensa, España se mostró muy insegura y no pudo levantar el 1-2 con el que se llegó al descanso. El Campeonato de Europa juvenil seguía siendo inaccesible para la selección española, que sumaba ya más de treinta y cinco años sin conquistar el título. Al menos, pudo despedirse de esa edición con una victoria por 1-0 ante Inglaterra en el partido por el tercer puesto. Por segunda ocasión consecutiva, la URSS se proclamó campeona de Europa sub’18 al derrotar a Portugal (esta vez en los penaltis), mientras que Suecia e Irlanda completarían la representación del Viejo Continente en el Mundial juvenil de 1991.

En comparación con la gran cantidad de partidos amistosos concertados durante los dos años anteriores, en paralelo a la clasificación para el Europeo, la preparación mundialista española fue bastante escueta. En la Copa del Atlántico grancanaria, a finales de enero de 1991, España conquistó un nuevo título tras derrotar a Suecia y Alemania; luego perdió un amistoso en abril contra la selección portuguesa en Lisboa y empató en Wembley ante Inglaterra a finales de mayo, poco antes de que se anunciara la lista de convocados para el Mundial. Mientras tanto, la clasificación para el Campeonato de Europa sub’18 de 1992 se había puesto imposible: después de cuatro partidos, España sólo sumaba dos puntos tras empatar en Malta e Italia y perder en casa con alemanes e italianos, por lo que ya estaba claro que la nueva generación no podría acudir a esa fase final ni, por tanto, al Mundial sub’20 de 1993.

Tampoco eran tiempos fáciles para la selección española absoluta. A la discreta actuación en el Mundial de Italia’90 se le unió el mal arranque de la fase de clasificación para la Eurocopa de Suecia 1992, y el ruido mediático en torno a la figura y decisiones de Luis Suárez era constante y no precisamente constructivo. Incluso Chus Pereda, responsable máximo de las selecciones inferiores y segundo entrenador de la absoluta, protagonizó una gran polémica en febrero de 1991 al amagar con dimitir por falta de sintonía con Suárez. Las relaciones entre ambos se habían vuelto cada vez más tensas, y el regreso (diez años después) de Ladislao Kubala a la RFEF para encargarse de la selección olímpica parecía haber sido la gota que colmaba el vaso. Pereda se sentía desplazado y ninguneado por su viejo amigo Suárez, y dijo que se marcharía para que el gallego y Kubala pudieran preparar los Juegos de Barcelona’92 sin interferencias.

El conflicto estalló en Francia, en la previa de un decisivo partido de clasificación para la Eurocopa que España acabó perdiendo por 3-1 y en el que, por orden de Villar, Jesús Pereda no estuvo en el banquillo al lado de Suárez. La intervención del presidente de la federación hizo que las aguas se calmaran, al menos de puertas hacia afuera, y Pereda acabó asegurando que cumpliría su contrato, que se extendía hasta 1993. Pero aquel fue el último partido oficial de Luis Suárez como seleccionador nacional: en medio de un ambiente cada vez más irrespirable, la selección perdió dos amistosos en casa contra Hungría y Rumanía y, el 30 de abril de 1991, Suárez fue destituido.

Tras descartar a Luis Aragonés y a Javier Irureta, el sustituto elegido por la directiva de la RFEF fue Vicente Miera, que ganó en una votación a Javier Clemente, candidato propuesto a última hora por Villar. Como España no volvería a jugar hasta después del verano, el nuevo seleccionador decidió esperar hasta el mes de julio para tomar decisiones sobre el organigrama técnico de la Federación, de modo que Pereda mantuvo su puesto como seleccionador sub’21, sub’20 y sub’18, y Kubala, el de seleccionador olímpico. El 31 de mayo, una semana después del nombramiento de Miera (y del amistoso juvenil en Wembley), Jesús Pereda ofrecía la lista de convocados para el Mundial de Portugal, en la que no figuraban Mikel Lasa (Real Sociedad), José Luis Gallardo (Español) y José Miguel Prieto (Sevilla), fijos para el seleccionador pero que estaban lesionados. Por desgracia, habría más bajas antes de viajar a Portugal, y generarían otra desagradable polémica.

La selección sub’20 se concentró el 3 de junio en Biescas (Huesca), aunque, como en esos días estaban finalizando las competiciones nacionales, algunos convocados permanecieron esa semana con sus clubes; además, los jugadores de los equipos juveniles de Barcelona y Real Madrid sólo entrenaron unos días con la selección porque el fin de semana debían disputar en Castellón la final de la Copa del Rey de la categoría. La idea era reunir a todos los seleccionados en Madrid el lunes 10 para poner rumbo a Faro, localidad en la que España disputaría la primera fase del Mundial a partir del día 15, pero a la baja por lesión de Pablo Díaz Stalla, lateral entonces del Sporting de Gijón (a quien sustituyó Luis Márquez, del Betis), se unieron las inesperadas ausencias de Jesús García Sanjuán y Alfonso Pérez Muñoz. Según los informes médicos presentados por Real Zaragoza y Real Madrid, ambos padecían molestias musculares La Federación desconvocó a García Sanjuán, citando en su lugar al colchonero Antonio Acosta, pero obligó a Alfonso a pasar un chequeo con los servicios médicos federativos. La lesión del delantero, que existía, era una leve sobrecarga que se curaría con un par de días de reposo y no le impediría disputar el Mundial, por lo que Pereda lo mantuvo en su lista.

Y ahí comenzó el culebrón. Alfonso, que esa temporada había jugado ya varios partidos con el primer equipo del Real Madrid, era pieza clave en el filial, que disputaba la fase de ascenso a Segunda. El club blanco quiso retener a su futbolista al menos hasta el domingo siguiente, cuando se esperaba que el Real Madrid B certificara matemáticamente su retorno a la división de plata, así que propuso que Alfonso viajara a Portugal, realizara los trámites necesarios ante la FIFA para completar su inscripción en el Mundial y regresara a Madrid para recuperarse y jugar con el filial en Manlleu, incorporándose definitivamente a la selección el lunes 17. Pero la postura de Pereda y la Federación Española era clara: si Alfonso subía al avión era para quedarse definitivamente con el equipo nacional, y no para marcharse y volver a Faro en la víspera del segundo partido del Campeonato del Mundo.

Las discusiones de esa tensa tarde del 10 de junio no fructificaron. Alfonso no apareció por Barajas y la Federación consideró que aquello suponía una negativa a acudir a la convocatoria de la selección, por lo que abrió un expediente para sancionar al jugador. Al mismo tiempo, alegando esa supuesta renuncia, solicitó permiso a la FIFA para incluir en el equipo mundialista a Israel Izquierdo (Hércules) en el puesto de Alfonso. Eso hizo que el delantero getafense acabara siendo sancionado por la propia FIFA: no podría jugar ningún partido oficial, ni con su club ni con la selección, hasta el 1 de julio. Para entonces, obviamente, tanto el Mundial sub’20 como la fase de ascenso a Segunda habrían concluido.

Tras conocer el castigo, el Real Madrid emitió un amplio comunicado de protesta en el que insistía en que Alfonso no se había negado a ir con la selección, sino que estaba lesionado, y que la RFEF había actuado de distinta forma con otros jugadores en su misma situación. Sin citarlo expresamente, el club blanco se refería a García Sanjuán, que el 12 de junio, dos días después de causar baja por lesión en la selección juvenil y tres antes del debut de España en el Mundial, había sido titular con el Zaragoza en un partido de promoción de descenso en Murcia, de lo que cabe deducir que sus molestias eran de la misma gravedad que las del ariete madridista (o sea, ninguna). La queja merengue no obtuvo ningún resultado y la sanción impidió a un abatido Alfonso volver a jugar en esos pocos pero decisivos días que quedaban de temporada (el Real Madrid B, por cierto, no tuvo problemas para lograr el ascenso sin él). Todo un culebrón que alteró la concentración española en los días previos a un campeonato para el que, al final, fueron inscritos los siguientes futbolistas:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

JAIME Ferrer Castillo 07/11/1971 Sevilla FC

2

DF

Luciano Martín Toscano, “LUCI” 17/08/1972 Sevilla FC

3

DF

Juan Luis Bernal Cuéllar, “JUANLU” 07/11/1972 Real Betis

4

DL

Ángel Manuel CUÉLLAR Llanos 13/09/1972 Real Betis

5

DF

Jesús Enrique VELASCO Muñoz 16/01/1972 Real Madrid

6

DL

ISRAEL Izquierdo Maestro 29/12/1971 Hércules

7

DL

Ismael URZAIZ Aranda 07/10/1971 Real Madrid

8

MC

Alberto BENITO Castañeda 17/06/1972 CD Pegaso

9

MC

Javier DELGADO López 03/07/1972 FC Barcelona

10

MC

ÓSCAR García Junyent 26/04/1973 FC Barcelona

11

DF

Ramón DE QUINTANA Dalmau 06/02/1972 CF Damm

12

DF

Santiago Cuesta Díaz, “SANTI CUESTA” 11/08/1971 Real Valladolid

13

P

JOSÉ LUIS Martínez Márquez 28/09/1971 Real Betis

14

DL

José Luis CANTERO De Pedro 09/08/1971 CF Palencia

15

MC

Antonio ACOSTA Rivera 22/11/1971 Atlético de Madrid

16

DL

PIER Luigi Cherubino Loggi 15/10/1971 CD Tenerife

17

MC

José MAURICIO Casas Chica 09/10/1971 CD Castellón

18

MC

Luis MÁRQUEZ Martín 01/11/1971 Real Betis

El “caso Alfonso” se resolvió tan a última hora que el nombre del delantero madridista es el que figura en las listas de participantes recogidas en el Informe Técnico Oficial del campeonato y en la web de FIFA, aunque en realidad su lugar (y dorsal) fue ocupado por el alicantino Israel Izquierdo. Sin Alfonso Pérez Muñoz, fue Ismael Urzaiz (a quien el getafense había adelantado fulgurantemente en el escalafón de la cantera blanca) el jugador con una trayectoria profesional más destacada de entre los futbolistas de esta selección, especialmente por sus años en el Athletic y sus 25 partidos y 8 goles con la selección absoluta. Además, en aquel momento el delantero navarro se convirtió en el primer español que disputaba dos Mundiales sub’20. También Cuéllar (Betis, Barcelona) y Pier (Tenerife, Sporting, Betis, Zaragoza) llegaron a la internacionalidad, mientras que Óscar (Albacete, Barcelona, Valencia, Espanyol), De Quintana (Osasuna, Rayo, Mérida, Cádiz), Velasco (Real Madrid, Sporting, Salamanca, Numancia) y Márquez (Betis, Valladolid) fueron habituales de la Primera división durante bastantes años. El resto no logró asentarse entre la élite.

En un momento de profundos cambios en Europa (a la reunificación alemana de 1989 se unían las tensiones prebélicas en Yugoslavia y los primeros indicios del colapso de la URSS y de todo el bloque comunista), y con la Guerra del Golfo todavía muy reciente, la principal noticia del Mundial juvenil de 1991 también tenía que ver con la política. Tras un complicado proceso de acercamiento que, por desgracia, no fue mucho más allá de este gesto, las dos Coreas decidieron presentar una selección unificada, aprovechando la circunstancia de que ambos países habían logrado la clasificación mundialista. Esto significó, de rebote, la presencia de Siria en el Mundial sub’20. También era destacable, aunque en su caso sólo por el mérito deportivo, el debut en un Mundial de cualquier categoría de Trinidad y Tobago, a la que lideraba un jovencísimo Dwight Yorke, y que acompañaba a México, de vuelta tras su sanción de 1989, como sorprendente representante de la CONCACAF. El sorteo de la primera fase se realizó el 15 de marzo de 1991 en el Casino de Estoril, con estos resultados:

GRUPO A

(Lisboa, Oporto)

GRUPO B

(Oporto)

GRUPO C

(Braga, Guimaraes)

GRUPO D

(Faro)

Portugal

Brasil

URSS

España

Rep. de Irlanda

Costa de Marfil

Trinidad y Tobago

Uruguay

Argentina

Suecia

Australia

Inglaterra

Corea

México

Egipto

Siria

El Campeonato Mundial Juvenil por la Copa FIFA/Coca-Cola se celebraría entre el 14 y el 30 de junio de 1991. La inauguración tendría lugar en el viejo Estadio Das Antas de Oporto, con un Portugal-Irlanda del grupo A, mientras que la final se reservaba al mítico Estadio Da Luz de la capital lisboeta, dos auténticos coliseos del fútbol europeo hoy ya derruidos. Nuevamente, los partidos de la tercera jornada en cada grupo no se disputarían al mismo tiempo, y tampoco hubo ningún árbitro español entre los veinticuatro elegidos por la FIFA. Aunque por entonces se discutían varias propuestas de cambios normativos en el reglamento (ver artículo “Las reglas experimentales de los 90” en el número 51 de Cuadernos de Fútbol), la única novedad introducida en este campeonato fue la de que los jugadores lucieran su número también en el frontal de la camiseta, para facilitar su identificación por árbitros y espectadores.

España se desplazó el día 10 hasta Faro, previo paso por Lisboa, donde la expedición sufrió el robo de varias equipaciones. Israel, el sustituto de Alfonso, se incorporó al grupo ya en el Algarve, región en la que la selección juvenil encontró el apoyo tanto del público portugués como de los numerosos españoles que viajaron para animar a los chavales en unos tiempos, recordemos, en los que todavía existían controles fronterizos. En el resto del país luso el seguimiento del torneo fue igual de cálido y numeroso, especialmente en los partidos de Portugal, cuyos juveniles atrajeron más público a sus partidos del que solía congregar en aquellos años la absoluta portuguesa. La victoria final de la selección anfitriona sería el colofón ideal a dos semanas prácticamente de fiesta nacional.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de Portugal 1991, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de Portugal 1991, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

España debutaba en el Campeonato Mundial Juvenil de 1991 midiéndose a una vieja conocida como Inglaterra, selección a la que se había enfrentado tanto en el Europeo sub’18 de 1990 como en el último amistoso previo a la cita portuguesa. Que el Mundial fuera a finales de junio había permitido al seleccionador inglés contar con sus mejores efectivos, algo que no era (ni es) nada habitual para Inglaterra en estos torneos: si el campeonato juvenil coincide en fechas con la liga, los clubes ingleses suelen retener a los futbolistas que ya forman parte de las primeras plantillas de sus respectivos equipos, obligando a la FA a convocar a chavales de inferior nivel. Por ejemplo, en el Mundial de la URSS 1985, que coincidió con el inicio del campeonato inglés, la selección británica se presentó con sólo dieciséis jugadores (en vez de los dieciocho permitidos), cinco de los cuales ni siquiera estaban en la preselección de treinta presentada inicialmente a la FIFA. Pero en Portugal 1991 no hubo esos problemas y jugadores como Ian Walker, Scott Minto, Steve Harkness o Andy Cole formaban parte de una selección que llegaba con grandes aspiraciones.

Inglaterra propuso un juego muy áspero y directo, y España se puso el mono de trabajo. Pereda usó un 5-3-2 (o un 3-5-2, según se mire) que mantendría durante casi todo el campeonato, con Juanlu como hombre libre y Luci y De Quintana como marcadores. Velasco y Santi Cuesta intentaban profundizar por las bandas, pero Urzaiz estaba bien defendido y las pocas ocasiones que llegaban eran para los ingleses, aunque sin gran peligro. El partido parecía encaminado hacia el empate a cero, sobre todo después de que Walker salvara el gol tras una brillante acción de Urzaiz mediada la segunda parte, pero en el minuto 84 Pier sorprendió a la zaga inglesa y remató a la red un buen pase de Ángel Cuéllar desde la izquierda. Tras encajar el tanto, Inglaterra siguió colgando balones sobre el área española, pero Jaime se mostró muy seguro y lo único destacable antes del final fue un brutal pisotón de Harkness a Acosta que le costó la expulsión al jugador del Liverpool.

15/06/1991

Primera jornada del Grupo D.

INGLATERRA

(0)

Walker; Watson (-80, Minto), Tuttle, Awford, Hendon, Wright; Rouse, Hayward (-89, Houghton), Harkness; Cole, Allen.

ESPAÑA

(1)

Jaime; Velasco, De Quintana, Juanlu, Luci, Santi Cuesta; Delgado, Acosta, Mauricio (-54, Cuéllar); Pier, Urzaiz (-89, Óscar).

Goles

0-1 Pier (ESP, min. 84).

Árbitro

Renato Marsiglia (BRA).

Tarjetas

Tuttle (ING, min. 4); Harkness (ING, min. 21); Juanlu (ESP, min. 35); Jaime (ESP, min. 41). Expulsado Harkness (ING, min. 89), por roja directa.

Estadio

San Luis (Faro). 11.500 espectadores.

La selección de Uruguay, que había acudido a Portugal muy corta de preparación, había perdido sorprendentemente en la primera jornada por 1-0 ante Siria, y en el segundo partido los nervios les jugaron una mala pasada a los charrúas. Superados desde el inicio mismo del encuentro, los jóvenes uruguayos dejaron una pésima imagen tanto en lo puramente futbolístico como en lo relativo a su comportamiento, muy alejado del “fair play” que propugnaba la FIFA. El desastre comenzó a los diez minutos, cuando Pier interceptó un pase rival, se escapó por el costado izquierdo y fue derribado contundentemente dentro del área. Pese a las protestas, el colegiado señaló penalti y el propio Pier lo transformó, dedicándole el gol a su abuela, fallecida horas antes.

A partir de ese momento, la pareja atacante formada por Urzaiz y Pier desarboló a la defensa que comandaba Paolo Montero y España castigó con gol cada error uruguayo. En el minuto 22, Urzaiz fusiló a Larrosa después de que Pier dejara pasar inteligentemente un balón despejado por la zaga española. El delantero romano criado en Tenerife volvió a marcar en el 34, culminando un contragolpe con una bonita vaselina; y antes del descanso aún hubo tiempo para un cuarto gol, obra de Mauricio, brasileño de nacimiento pero castellonense de adopción, cuyo lejanísimo lanzamiento de falta golpeó en la barrera, en un poste, en la espalda de Larrosa y en el otro poste antes de alojarse en el interior de la portería uruguaya. No era, definitivamente, el día de la celeste.

Uruguay estaba fuera del Mundial, y sus jugadores, completamente fuera del partido. Las faltas eran duras; sus protestas, continuas, y el ambiente general se fue calentando con cada gol español. Aunque en la segunda parte España no se esforzó especialmente por buscar la portería contraria, la expulsión de Severo por doble amarilla acrecentó el dominio de los de Pereda y Urzaiz anotó el quinto tras una internada de Acosta por la derecha. En la siguiente jugada, el delantero navarro fue objeto de una dura entrada de Dorta en el interior del área charrúa. Los uruguayos acorralaron al árbitro, que había señalado el penalti, y Darío Silva forcejeó con el suizo Roduit para tratar de impedir que éste le mostrara la segunda amarilla al infractor. El que luego fuera delantero de Espanyol, Málaga y Sevilla sólo consiguió ser también expulsado; días más tarde, la FIFA sancionaría a Silva con un año de suspensión para partidos internacionales.

Después de dos intentos en los que Urzaiz lanzó el penalti antes de que se lo indicara el colegiado (que sólo amonestó al navarro en la segunda ocasión, precisamente cuando Larrosa había detenido el balón, para mayor enfado de los uruguayos), el delantero del Real Madrid batió legalmente al portero uruguayo en su tercera tentativa. Era el sexto gol de España, el tercero de Urzaiz (que se convertía en el primer jugador español que marcaba un triplete en un Mundial juvenil) y el punto final al encuentro, ya que la selección española no quiso hacer más sangre en los diez minutos que quedaban. Con esa victoria y el posterior empate a tres entre Siria e Inglaterra, España certificaba su pase a los cuartos de final y se convertía en una de las sensaciones del campeonato.

18/06/1991

Segunda jornada del Grupo D.

ESPAÑA

(6)

Jaime; Velasco, De Quintana, Juanlu, Luci (-61, Óscar), Santi Cuesta; Delgado, Acosta, Mauricio; Pier (-53, Cuéllar), Urzaiz.

URUGUAY

(0)

Larrosa; Severo, Montero (-57, Marenco), Martínez; Washington Tais, Robert Lima, Dorta, Vespa; Darío Silva, Vázquez, Canobbio (-51, Ferreyra).

Goles

1-0 Pier (ESP, min. 10)(p); 2-0 Urzaiz (ESP, min. 22); 3-0 Pier (ESP, min. 34); 4-0 Mauricio (ESP, min. 36); 5-0 Urzaiz (ESP, min. 75); 6-0 Urzaiz (ESP, min. 80)(p).

Árbitro

Daniel Roduit (SUI).

Tarjetas

Dorta (URU, min. 3); Severo (URU, min. 35); Montero (URU, min. 48); Santi Cuesta (ESP, min. 48); Luci (ESP, min. 59); Urzaiz (ESP, min. 80). Expulsados Severo (URU, min. 60) por doble amonestación; Dorta (URU, min. 77) por doble amonestación; Darío Silva (URU, min. 77) por roja directa.

Estadio

San Luis (Faro). 11.500 espectadores.

El España-Uruguay no fue, en cualquier caso, el partido más bronco del Mundial. Ese dudoso honor, al menos a tenor de las sanciones impuestas por la FIFA, se lo llevó el Portugal-Argentina disputado el día anterior, en el que la albiceleste había acabado también con ocho jugadores y una derrota por 3-0 que suponía su eliminación matemática del torneo. Juan Eduardo Esnáider, por entonces reciente y millonario fichaje del Real Madrid, intentó agredir al colegiado, lo que le valió la misma sanción que a Darío Silva: un año sin poder disputar partidos internacionales, tanto de selección como de club. Pero, además, la propia selección argentina fue castigada con dos años de suspensión en categoría juvenil, por lo que no podría participar en el Mundial sub’20 de 1993. Un durísimo golpe que incluso el entonces presidente del país, Carlos Menem, calificó como justo, dada la deplorable imagen mostrada por sus jugadores, técnicos y delegados federativos en Portugal.

La tercera jornada resultó un mero trámite para el equipo de Jesús Pereda. Aunque estaba en juego conservar la primera plaza del grupo, que supondría quedarse en Faro para disputar el partido de cuartos de final, el seleccionador introdujo numerosos cambios en la alineación, renovando por completo el centro del campo y la delantera. Los sirios, bajo sospecha de contar con varios jugadores por encima de la edad permitida, habían sorprendido a propios y extraños batiendo a Uruguay y poniendo contra las cuerdas a Inglaterra (Siria llegó a ir ganando por 3-1 mediada la segunda parte), pero sólo necesitaban un punto para conseguir la clasificación y aquella tarde no hicieron mucho más que agruparse en torno a su área y esperar a España. Dadas las circunstancias, la selección española apenas creó peligro y sólo el bético Cuéllar, con un tiro al palo, y el palentino Cantero, en un mano a mano con el portero sirio, pudieron haber cambiado el rumbo del encuentro. Ninguno acertó, y los últimos minutos fueron un simulacro de partido que enfadó al público neutral y motivó una protesta oficial de la selección inglesa, eliminada por culpa de este conveniente empate entre España y Siria antes de empezar a jugar su tercer encuentro.

20/06/1991

Tercera jornada del Grupo D.

ESPAÑA

(0)

José Luis; Velasco, De Quintana, Juanlu, Santi Cuesta; Márquez, Benito, Óscar, Cuéllar (-69, Mauricio); Cantero, Israel.

SIRIA

(0)

Bitar; Sibai, Sayed, Ghaes, Khalifeh; Manaz, Fawaz Mando, Nasser, Abdul Razak (-60, Kanafani); Helou (-69, Abdullah Mando), Ramadan.

Goles

Árbitro

Leslie John Irvine (NIR).

Tarjetas

Estadio

San Luis (Faro). 5.000 espectadores.

Los resultados de la última jornada en el grupo C también dejaron bastante satisfecho a Jesús Pereda, o eso dijo. La victoria de Australia sobre Egipto hizo que los oceánicos acabaran como sorprendentes líderes de grupo por delante de la URSS, de modo que los soviéticos serían los rivales de España en cuartos de final. Al parecer, para el seleccionador español era preferible enfrentarse a un rival teóricamente más fuerte (no en vano, la URSS era la vigente campeona de Europa sub’18) pero también más conocido, antes que medirse a un equipo del que apenas tenía los informes del ojeo realizado a última hora por Juan Santisteban. Extraña lógica que acabó volviéndose en contra del técnico burgalés porque, en la noche de San Juan, España se vio superada de principio a fin por el juego y el planteamiento táctico de su adversario.

La selección juvenil de la URSS (que, aunque entonces no lo sabía, estaba disputando su último torneo futbolístico bajo esas siglas) se hizo pronto con los mandos del partido y maniató a los atacantes españoles, cortando los suministros a Pier y Urzaiz. Con una fuerza y velocidad envidiables, el mejor posicionamiento sobre el campo del conjunto soviético le hizo rondar continuamente la meta de Jaime. El primer gol llegó pasada la media hora, en una buena jugada de Mandreko por banda derecha que Scherbakov, llegando desde segunda línea, culminó con un soberbio cabezazo; antes del descanso, el mismo Scherbakov pudo ampliar distancias con otro remate de cabeza, pero el balón se escapó fuera por poco. El comienzo de la segunda parte no trajo ningún cambio, ni de hombres ni de juego, y la URSS siguió dominando a una España que no acertaba a sacudirse la presión. Cumplida la hora de partido, Scherbakov se escapó velozmente por la izquierda y batió a Jaime con un zurdazo raso y cruzado, poniendo el más que merecido 0-2 en el marcador.

Pereda movió por fin ficha, dando entrada a Cuéllar, pero los soviéticos tenían el partido en su mano y no lo dejaron escapar. A diez minutos del final, Mandreko culminó su gran actuación con el tercer gol de su equipo, y la URSS aún tuvo alguna ocasión para completar la goleada. Lo que llegó, sin embargo, fue el tanto del honor para España, al cabecear Urzaiz un centro de Velasco desde la derecha. Para entonces hacía tiempo que la numerosa afición española presente en Faro había dejado de animar; y así, en medio de un triste silencio, concluyó la andadura de España en el Campeonato Mundial Juvenil de Portugal 1991.

23/06/1991

Cuartos de final.

ESPAÑA

(1)

Jaime; Velasco, De Quintana, Juanlu, Luci, Santi Cuesta (-67, Cuéllar); Delgado, Acosta, Mauricio; Pier, Urzaiz.

URSS

(3)

Pomazoun; Krbachian, Buchmanov, Minko, Mamtchour; Mikhailenko, Mandreko (-83, Charan), Drozdov (-78, Karsakov), Pokhlebaev; Konovalov, Scherbakov.

Goles

0-1 Scherbakov (URSS, min. 35); 0-2 Scherbakov (URSS, min. 64); 0-3 Mandreko (URSS, min. 80); 1-3 Urzaiz (ESP, min. 85).

Árbitro

Francisco Óscar Lamolina (ARG).

Tarjetas

Drozdov (URSS, min. 50); Krbachian (URSS, min. 67).

Estadio

San Luis (Faro). 13.000 espectadores.

Muchos factores podían explicar este nuevo gatillazo de España en el Mundial sub’20, desde las bajas y la corta preparación hasta el exceso de euforia generado tras el 6-0 a Uruguay, que hizo que la atención mediática se girase hacia los chavales tal vez algo más pronto de lo debido, pero lo cierto era que la URSS había demostrado ser mucho mejor equipo. Si acaso, cabía maldecir el despiste de los soviéticos en la segunda jornada: su derrota ante Australia modificó las que hubieran sido las posiciones lógicas de su grupo y provocó ese complicado emparejamiento en cuartos de final. Los oceánicos no hubieran sido un rival fácil, pero cabe pensar que, pese al desconocimiento que pudiera haber sobre su juego, tampoco habrían sido un obstáculo tan enorme como el que supuso la selección de la URSS. Pero los hechos fueron los que fueron y Australia se midió a Siria, a la que derrotó en la tanda de penaltis tras empatar a un gol en el tiempo reglamentario. El portero Mark Bosnich fue el héroe de la selección australiana, que accedía por vez primera a las semifinales de un Mundial.

Allí se las vería con la anfitriona, Portugal, que también tuvo que disputar 120 minutos para conseguir el pase. En su caso, un gol en la segunda parte de la prórroga desniveló el partido contra México, que puso en muchísimos apuros a la selección lusa. Por el otro lado del cuadro, la URSS tendría como rival a Brasil, que se deshizo sin mayores complicaciones de la selección unificada de Corea, que ya había hecho mucho más de lo esperado al eliminar a Argentina e Irlanda en la primera fase. Aunque el 5-1 final demostró la diferencia existente entre uno y otro equipo, la clave estuvo en la rápida reacción sudamericana al tanto del empate de Corea, logrado en el minuto 40: Brasil marcó el 2-1 en la siguiente jugada y anotó el tercero nada más volver del descanso, lo que hundió a los coreanos.

El espectacular ambiente del Estadio Da Luz, con más de 110.000 personas en sus gradas, pareció impresionar a Australia en el arranque de su semifinal. Portugal manejó a su antojo el primer tiempo, aunque sólo pudo batir una vez a Bosnich, gracias a un gran disparo de Rui Costa. En la segunda parte los australianos se fueron al ataque, pero la ordenada defensa local anuló todas sus intentonas y el choque acabó con ese 1-0 que dejaba a Portugal a sólo un paso de conseguir su ansiado doblete. En la final esperaba Brasil, que había arrollado en Guimaraes a la selección soviética aplicándole su propia medicina: una extraordinaria presión adelantada que ahogó a la URSS en los primeros minutos. El 3-0 que campeaba en el marcador a la media hora de juego ya no se alteraría.

La FIFA cifra en 127.000 los asistentes a la gran final de Lisboa, y lo cierto es que las imágenes de las gradas no parecen desmentir ese extraordinario número. No exageramos si decimos que todo Portugal estaba detrás de su equipo juvenil, alentando al conjunto de Carlos Queiroz, pero enfrente había una gran selección brasileña que, ciñéndonos a lo estrictamente futbolístico, partía como ligera favorita. El partido fue, como se esperaba, muy igualado, con mayor iniciativa de Brasil ante una ordenada selección lusa que buscaba el contragolpe. Hubo numerosas ocasiones para ambos bandos, pero la final llegó con empate a cero a una prórroga en la que el cansancio hizo mella en los dos equipos. En la tanda de penaltis, la presión ambiental jugó a favor de Portugal: Brasil falló dos de sus lanzamientos y Rui Costa anotó el cuarto y definitivo para los locales, que completaban así su torneo soñado. Además, Brassard y Joao Pinto se convertían en los primeros jugadores que conseguían ganar dos Mundiales juveniles (aunque el guardameta no había jugado ni un minuto en 1989, mientras que el centrocampista participó en los doce encuentros de ambos campeonatos). Era el nacimiento de esa “Generación Dorada” del fútbol portugués que, por desgracia, no logró cumplir las expectativas en categoría absoluta.

El Balón de Oro al mejor jugador recayó en Emilio Peixe, mediocentro del Sporting de Portugal que no descolló mucho en su carrera posterior y que pasó sin pena ni gloria por el Sevilla en 1995. Por detrás de él en las votaciones acabó el delantero brasileño Giovane Élber, que fichó enseguida por el Milan pero que acabaría triunfando en Alemania en el Stuttgart y, especialmente, en el Bayern Munich. El Balón de Bronce fue para el portugués Paulo Torres, lateral izquierdo que tampoco llegó a destacar en su trayectoria profesional y que jugó en España para Salamanca, Rayo Vallecano y Leganés. Desde luego, los futbolistas presentes en aquella final juvenil que más nivel alcanzaron en sus años posteriores fueron otros, como Luis Figo, Rui Costa o Roberto Carlos.

En cuanto a los máximos goleadores, la Bota de Oro fue para el soviético Serhiy Scherbakov, que marcó cinco tantos, mientras que la de Plata fue para Ismael Urzaiz y la de Bronce para el mexicano Pedro Pineda, ambos con cuatro dianas (Élber, que también anotó cuatro goles, se quedó sin galardón). Pineda no salió de la liga de su país, donde jugó en multitud de equipos sin mostrar una regularidad goleadora que le permitiera llegar a la selección absoluta mexicana. La historia de Scherbakov es algo más triste: fichado por el Sporting de Portugal un año después del Mundial, cuando la caída del bloque soviético abrió definitivamente las puertas de las ligas occidentales a los jugadores del Este, el ucraniano sufrió un grave accidente de tráfico a finales de 1993 que le dejó parapléjico.

Pero no sería adecuado terminar el repaso al Campeonato Mundial Juvenil de Portugal 1991 sin una última referencia a don Jesús María Pereda Ruiz de Temiño (Medina de Pomar, 15/06/1938), para quien éste fue su último gran torneo de selecciones. El héroe olvidado de la Eurocopa de 1964 (él marcó el primer gol y centró el balón por el que Marcelino pasó a la historia del fútbol español) cerró su larguísima etapa en la Federación Española el 30 de junio de 1993, casi veinte años después de acceder al cargo de seleccionador juvenil y habiendo participado nada menos que en seis Mundiales sub’20: los de 1977, 1979, 1981, 1985, 1989 y 1991. Como entrenador de las selecciones inferiores sólo consiguió un título oficial, el Europeo sub’16 de 1988 (de hecho, su mayor éxito es el subcampeonato mundial sub’20 de 1985), pero realizó una importante labor formativa en unos años en los que esa tarea no estaba del todo bien organizada en el fútbol nacional, y su trabajo y humanidad fueron reconocidos por todos los que tuvieron la suerte de pasar por sus manos.

En esa larga trayectoria, Pereda llegó a dirigir en dos ocasiones a la selección absoluta: una en marzo de 1989, en un partido de clasificación para Italia 1990, por sanción de Luis Suárez (España 4-0 Malta), y otra en un amistoso en marzo de 1992, por enfermedad de Vicente Miera (España 2-0 Estados Unidos). Su último encuentro como seleccionador juvenil fue un amistoso ante Alemania disputado el 13 de mayo de 1993 en Cáceres, resuelto con un 5-2 para España. Tras abandonar la Federación al quedarse sin sitio en el nuevo organigrama implantado por Javier Clemente, entrenó brevemente al Xerez y trabajó durante varios años en la secretaría técnica del F.C. Barcelona antes de retirarse. Jesús Pereda falleció en la Ciudad Condal el 27 de septiembre de 2011, a los setenta y tres años, víctima de un cáncer. Sirvan éste y los anteriores artículos sobre el papel de “su” España en los mundiales juveniles a modo de humilde (e insuficiente) homenaje.

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Fuentes consultadas:

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.




Historia de los árbitros internacionales españoles

En este artículo se detallan, por primera vez en la historia, los nombres de todos los colegiados españoles que han alcanzado la categoría de internacional, otorgada por FIFA, así como los años en los entraron por primera vez en esa categoría.

1.A modo de Acción de gracias

Este trabajo, que ha durado más de veinte años, no hubiera sido posible sin la participación más o menos directa, de las siguientes personas:

  • Gerardo González Otero: jefe de prensa, director de relaciones externas y secretario general de la Real Federación Española de Fútbol, desde 1985 hasta 2002. Gerardo González respondió amablemente a un imberbe autor (¡por carta!) y me proporcionó la lista que manejaba la RFEF, que este artículo demuestra errónea, aunque no dejó de ser una buena aproximación.
  • Vicente Martínez Calatrava: autor de la imprescindible Historia y estadística del fútbol español. Vicente Martínez también acudió en mi ayuda cuando ya no sabía por dónde buscar datos para mi lista de internacionales. Su aportación (un nombre y una dirección de correo electrónico), aunque pueda parecer pequeña, resultó ser la más importante de todas.
  • Alberto Helder: exárbitro, exsecretario del comité de árbitros portugués, miembro de la asamblea de la federación portuguesa de fútbol e historiador del arbitraje portugués (los interesados no deberían perderse su blog http://albertohelder.blogspot.com.es/) me resolvió los últimos sesenta años de la lista. Casi nada. ¿Su fuente? Los anuarios publicados por FIFA.
  • Dominik Petermann: jefe del departamento de documentación de FIFA. El último en unirse a la lista de buenos samaritanos que me han ayudado en todos estos años de búsqueda. Desde su posición privilegiada me permitió el acceso a los boletines oficiales de FIFA (los World’s Football) de los años 20 y 30 del siglo XX. Estos boletines me han ayudado cerrar la lista, más allá de una duda razonable, que suelen decir en las películas.

Para el final dejo el nombre más importante, el que en su día me dio Vicente Martínez: Luis Javier Bravo Mayor. Más que una ayuda, Javier ha sido colaborador necesario. Desde que nos conocimos hizo suya la misión de encontrar todos los nombres y muchas veces se aplicó a ella más que yo mismo. Gracias a él pude consultar hemerotecas, prensa antigua y todos los anuarios de la RFEF. Gracias a él empecé a conocer el mundo del arbitraje desde dentro. Gracias a él conocí CIHEFE.

Y después de esta pequeña introducción, necesaria para que el lector sea consciente del tremendo trabajo de equipo (en muchos casos sin que ellos lo supieran) que conlleva una tarea de este tipo, es hora de pasar a lo importante.

2. Colegiados españoles con categoría de internacional

El 1 de enero de 2015 el valenciano Juan Martínez Munuera se convirtió en el nonagésimo octavo colegiado internacional español. Esta historia, que ahora empezamos a recorrer juntos, comenzó en 1924.

1. Luis COLINA ÁLVAREZ  (1924)

2. Fernando CONTRERAS (1924)

3. José LLOVERA MAS (1925)

4. Fermín SÁNCHEZ GONZÁLEZ (1925)

5. Pelayo SERRANO DE LA MATA (1925)

6. José María MURGUÍA ORTIZ (1925)

7. Pedro ESCARTÍN MORÁN (1928)

8. Guillermo COMORERA GATUELLAS (1928)

9. Ramón MELCÓN BARTOLOMÉ (1930)

10. Pedro VALLANA JEANGUENAT (1930)

11. Ezequiel MONTERO ROMÁN (1930)

12. José María STEIMBORN LUDEUVIK (1932)

13. Jesús ARRIBAS SEIJÁS (1934)

14. Eduardo DE ITURRALDE GOROSTIAGA (1936)

15. Julio OSTALÉ GÓMEZ (1940)

16. Agustín VILALTA BARS (1940)

17. Plácido GONZÁLEZ DÍAZ (1945)

18. Leandro SABATÉ SOLÁ (1946)

19. José MARTÍNEZ ÍÑIGUEZ (1946)

20. Rafael TAMARIT FALAGUERA (1946)

21. Ramón AZÓN ROMA (1947)

22. José FOMBONA FERNÁNDEZ (1947)

23. Julián ARQUÉ MARTÍN (1948)

24. Manuel ASENSI MARTÍN (1948)

25. Rafael GARCÍA FERNÁNDEZ (1950)

26. Enrique MARRÓN MARTÍN (1951)

27. Daniel María ZARIQUIEGUI IZCO (1951)

28. Andrés RIVERO LECUONA (1952)

29. José DE MAZAGATOS VICARIO (1953)

30. Juan GARDEAZÁBAL GARAY (1955)

31. Enrique BLANCO PÉREZ (1957)

32. Vicente José CABALLERO CAMACHO (1957)

33. José María ORTIZ DE MENDÍBIL MONASTERIO (1957)

34. José GONZÁLEZ ECHEVERRÍA (1958)

35. Félix BIRIGAY NIEVA (1962)

36. Manuel GÓMEZ ARRIBAS (1962)

37. Adolfo BUENO PERALES (1964)

38. José PLAZA PEDRAZ (1964)

39. José RUIZ CASASOLA (1964)

40. Gaspar PINTADO VIU (1965)

41. Mariano MEDINA IGLESIAS (1966)

42. Antonio RIGO SUREDA (1966)

43. Antonio CAMACHO JIMÉNEZ (1969)

44. Pablo Augusto SÁNCHEZ IBÁÑEZ (1970)

45. Antonio SÁNCHEZ RÍOS (1970)

46. Ángel FRANCO MARTÍNEZ (1971)

47. Emilio Carlos GURUCETA MURO (1973)

48. Pedro María URRESTARAZU ELORDI (1973)

49. Leonardo SOTO MONTESINOS (1975)

50. Jaime OLIVA FORTUNY (1976)

51. José Antonio BALSA RON (1977)

52. Augusto LAMO CASTILLO (1977)

53. José Luis ORRANTÍA CAPELASTEGUI (1977)

54. Antonio TOMEO PALANQUES (1977)

55. José Luis GARCÍA CARRIÓN (1978)

56. Emilio SORIANO ALADRÉN (1978)

57. Victoriano SÁNCHEZ ARMINIO (1978)

58. José María MIGUEL PÉREZ (1980)

59. José Donato PES PÉREZ (1984)

60. Joaquín RAMOS MARCOS (1986)

61. Ildefonso URÍZAR AZPITARTE (1986)

62. José María ENRÍQUEZ NEGREIRA (1987)

63. José Francisco PÉREZ SÁNCHEZ (1987)

64. Raúl GARCÍA DE LOZA (1990)

65. Antonio MARTÍN NAVARRETE (1990)

66. Joaquín URIO VELÁZQUEZ (1990)

67. Manuel DÍAZ VEGA (1991)

68. Juan ANSUATEGUI ROCA (1992)

69. Juan Manuel BRITO ARCEO (1993)

70. José María GARCÍA-ARANDA ENCINAR (1993)

71. Antonio Jesús LÓPEZ NIETO (1993)

72. Celino GRACIA REDONDO (1994)

73. José Enrique RUBIO VALDIVIESO (1994)

74. Juan Antonio FERNÁNDEZ MARÍN (1995)

75. José NÚÑEZ MANRIQUE (1995)

76. Víctor José ESQUINAS TORRES (1996)

77. Arturo DAUDÉN IBÁÑEZ (1997)

78. Eduardo Jesús ITURRALDE GONZÁLEZ (1998)

79. Manuel Enrique MEJUTO GONZÁLEZ (1999)

80. Fernando CARMONA MÉNDEZ (2000)

81. Julián RODRÍGUEZ SANTIAGO (2001)

82. Luis MEDINA CANTALEJO (2002)

83. Alfonso PÉREZ BURRULL (2002)

84. Carlos MEGÍA DÁVILA (2003)

85. Alberto UNDIANO MALLENCO (2004)

86. Bernardino GONZÁLEZ VÁZQUEZ (2005)

87. César MUÑIZ FERNÁNDEZ (2007)

88. Antonio RUBINOS PÉREZ (2007)

89. Carlos VELASCO CARBALLO (2008)

90. Carlos CLOS GÓMEZ (2009)

91. Fernando TEIXEIRA VITIENES (2009)

92. David FERNÁNDEZ BORBALÁN (2010)

93. Antonio Miguel MATEU LAHOZ (2011)

94. Carlos DEL CERRO GRANDE (2013)

95. Xavier ESTRADA FERNÁNDEZ (2013)

96. Jesús GIL MANZANO (2014)

97. Alejandro José HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ (2014)

98. Juan MARTÍNEZ MUNUERA (2015)

Hasta aquí los datos: el número de orden, los nombres y el año en que cada colegiado entró por primera vez en una lista de árbitros internacionales. Quizá la lista sorprenda a alguien que daba por hecho que tal o cual árbitro había sido internacional. No es así. Aquí están todos los que son y son todos los que están.

Para otras entregas de estos Cuadernos de fútbol dejaremos la génesis, el desarrollo, la contextualización y, cómo no, la historia de esta lista y de sus protagonistas.




España en los mundiales sub’20: Arabia Saudita 1989

Tras el brillante e inesperado subcampeonato alcanzado en la URSS 1985, la selección española volvió a faltar a la siguiente cita mundialista sub’20. El Campeonato de Europa sub’18 había cambiado de formato tras la edición de 1984, pasando a celebrar sus fases finales cada dos años y con sólo ocho equipos en lugar de dieciséis, que además se tendrían que jugar el título continental en formato de copa desde cuartos de final. La clasificación, por tanto, se hacía mucho más complicada, y España sufrió pronto esa nueva dureza. Encuadrada en la liguilla de clasificación con Luxemburgo, Francia y Yugoslavia, la selección española juvenil acabó tercera de grupo y quedó fuera del torneo. Pese a que por aquellas convocatorias desfilaron jugadores de la talla de Villarroya, Rafa Alkorta, Nando, Cristóbal Parralo, Guillermo Amor, Juan Carlos Mandía o Santi Aragón (además de algunos subcampeones mundiales como Unzué, Ferreira, Lizarralde, Nayim o Losada), la falta de cohesión de un grupo que cambiaba mucho de un partido a otro y la fortaleza de los rivales dejaron a España muy lejos de cualquier opción mundialista.

Fue precisamente Yugoslavia, que lideró el grupo clasificatorio pero sólo pudo acabar quinta en ese Europeo de 1986 (que ganó la República Democrática Alemana), la que un año más tarde inscribiría su nombre con letras de oro en el palmarés de los mundiales juveniles. En Chile 1987, los Robert Prosinecki, Predrag Mijatovic, Davor Suker, Zvonimir Boban, Robert Jarni, Dubravko Pavlicic, Branko Brnovic o Igor Stimac escribieron una de las páginas más memorables de los campeonatos sub’20, con una victoria que la guerra les impediría intentar reeditar unidos en categoría absoluta.

Para cuando Yugoslavia ganaba el título mundial en Chile, la nueva selección española sub’18 ya había encarrilado su presencia en la siguiente fase final del Europeo juvenil, la de 1988. En un grupo en el que también figuraban Luxemburgo y Malta estaba claro que todo se iba a decidir en los duelos directos entre España e Italia, y los de Pereda habían golpeado primero al derrotar a los transalpinos en su casa por 0-1 en marzo de 1987. Los demás choques se resolvieron por goleada (0-4 y 7-0 a Luxemburgo y 6-0 a Malta) antes de recibir la visita de Italia en el mes de noviembre. Con otra victoria por la mínima, España se aseguró el liderato y cerró la fase previa con un intrascendente 0-2 en Malta y un imponente registro de seis victorias en seis partidos, con veintiún goles a favor y cero en contra.

La fase final del Campeonato de Europa sub’18 se disputó a finales del mes de julio de 1988 en Checoslovaquia. Había seis plazas en juego para el Mundial de Arabia Saudita 1989, de modo que vencer en cuartos de final garantizaba la clasificación; en caso de derrota, aún quedaría una última opción en un partido contra otro de los eliminados. Pero España no necesitó usar ese comodín: en el primer encuentro derrotó por 1-0 a la selección anfitriona, con un gol de Albert Aguilà en el último minuto que valió el pase a semifinales y el billete al Campeonato Mundial Juvenil. Cumplido el objetivo mínimo, la selección española bajó el pistón y cayó en semis ante Portugal, que fue superior y se impuso por 2-0. En el partido por el tercer y cuarto puesto se repetiría la historia y España volvió a caer por 0-2 ante la RDA. El título continental fue para la URSS, que en la final derrotó a la selección lusa en la prórroga por 3-1, mientras que las últimas plazas mundialistas las consiguieron Noruega y Checoslovaquia, al superar a Dinamarca y Países Bajos, respectivamente, en los duelos entre los cuartofinalista perdedores.

Aquel verano de 1988 marcó un antes y un después en la Real Federación Española de Fútbol. Tras las elecciones celebradas el 29 de julio, el abogado y exfutbolista internacional Ángel María Villar sucedía a José Luis Roca en la presidencia y comenzaba un largo mandato que se prolonga hasta hoy (y lo que le queda). Una de sus primeras decisiones fue la de elegir al sustituto de Miguel Muñoz al frente de la selección absoluta, ya que el técnico no había sido renovado tras la Eurocopa de Alemania Federal, disputada en junio de aquel año. Ante la imposibilidad de contratar al entonces entrenador del Español, Javier Clemente, Villar le ofreció el cargo a Luis Suárez, que venía de hacer una buena labor en la selección sub’21, con la que había disputado dos finales continentales (ganando la de 1986).

El legendario exjugador gallego, cuya relación con Muñoz se había enfriado mucho en esos últimos tiempos, aceptó el nombramiento y decidió contar con Jesús Pereda como segundo entrenador. El burgalés, además, seguiría al frente de la selección sub’18 (y sub’20) y asumiría la dirección de la sub’21 que Suárez dejaba vacante. La reestructuración se completó con la contratación de Juan Santisteban para hacerse cargo de la selección sub’16, que acababa de proclamarse campeona de Europa precisamente a las órdenes de Pereda. El entrenador sevillano dejaba así el Real Madrid, en el que había sido relegado al puesto de ayudante de Luis Molowny en la dirección de la Ciudad Deportiva, para iniciar una larga y fructífera carrera con las selecciones inferiores. Pero la suya es otra historia.

Durante los pocos meses que faltaban para el Mundial sub’20 de Arabia Saudita 1989, que comenzaría a mediados de febrero, España disputó seis amistosos de preparación. A comienzos de octubre se desplazó a Moscú para jugar dos encuentros contra la URSS, la campeona de Europa, saldados ambos con derrota (1-0 y 3-1). Luego, el 30 de noviembre, ganó a Grecia a domicilio (0-1) y, a mediados de diciembre, derrotó por la mínima en Las Palmas a la también mundialista Checoslovaquia; ya en enero de 1989, España volvió a ganar a Grecia por 1-0, esta vez en Cartagena. El último encuentro, a finales de enero, estaba previsto jugarlo en Palma de Mallorca contra Alemania Federal, pero los germanos anularon su compromiso a última hora y la RFEF acabó invitando a Noruega, que iba a ser el tercer rival de la selección española en la primera fase del Mundial. Como además el partido se disputó un domingo en el que había liga en todas las categorías y faltaron varios jugadores habituales, Pereda se lo tomó como un entrenamiento con público y ni siquiera hizo cambios a lo largo del choque. Su homólogo noruego tampoco quiso mostrar todas sus cartas y el partido acabó con un cómodo pero engañoso 3-1 para España.

Para entonces ya se había resuelto el amago de bloqueo con el que habían amenazado Real Madrid, F.C. Barcelona y Real Sociedad, cuyos jugadores formaban la base de la selección. Como ya ocurriera en 1981, en 1989 el Mundial juvenil se celebraba en plena temporada y estos equipos habían dejado caer que impedirían a varios de sus chavales acudir al torneo, especialmente a los que militaban en sus filiales y/o estaban inscritos en las competiciones europeas. Por fortuna, esta vez la polémica duró poco y la intervención directa de Ángel María Villar resolvió la situación. El nuevo presidente hizo ver a los clubes que lo más positivo para todo el fútbol español era que las selecciones inferiores contaran con los mejores jugadores posibles en cada campeonato, y muy especialmente esta generación, que debía ser la que compitiera en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Ya fuera por la fuerza de su razonamiento o porque los tres clubes vieron que no se iba a hacer ningún tipo de concesión con alguno de los otros, Villar consiguió salirse con la suya. Por tanto, Chus Pereda no tuvo que pasar por el duro trago de Australia 1981 y pudo convocar a los futbolistas que habían formado el bloque de la selección juvenil durante los dos años anteriores. La lista definitiva se dio a conocer el de 3 febrero, quedando los jugadores concentrados en Madrid el día 6 (la idea original era entrenar en el nuevo Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, en Barcelona, pero el césped no estaba en condiciones) y partiendo el 11 hacia Arabia Saudita, vía Ámsterdam.

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

José Santiago CAÑIZARES Ruiz 18/12/1969 Real Madrid

2

DF

Albert FERRER Llopis 06/06/1970 FC Barcelona

3

DF

Mikel LASA Goikoetxea 09/09/1971 Real Sociedad

4

MC

Javier TORRES GÓMEZ 09/01/1970 Real Madrid

5

DF

Domingo José LARRAINZAR Santamaría 08/09/1969 Osasuna

6

MC

Felipe HERRERO Baeza 18/06/1970 Real Madrid

7

DL

Antonio PINILLA Miranda 25/02/1971 FC Barcelona

8

MC

David BILLABONA Etxaleku 05/12/1969 Real Sociedad

9

DL

Albert AGUILÀ Lalana 09/08/1970 Real Madrid

10

MC

Francisco Nicolás Veza Fragoso, “PAQUI” 06/12/1970 FC Barcelona

11

DL

EMILIO José Gutiérrez González 04/01/1971 FC Barcelona

12

DF

Roberto SOLOZÁBAL Villanueva 15/09/1969 Atlético de Madrid

13

P

ISIDORO Cabrera Núñez 17/09/1969 Real Betis

14

DF

Miguel CERDÁN Zaballos 23/10/1969 Real Madrid

15

DL

Ismael URZAIZ Aranda 07/10/1971 Real Madrid

16

MC

JUSTO RUIZ González 31/08/1969 Athletic de Bilbao

17

DF

Alejandro García Casañas, “ÁLEX” 14/01/1970 FC Barcelona

18

DL

MOISÉS García León 10/07/1971 Real Zaragoza

Aunque en aquel momento sólo Billabona y Moisés habían debutado en Primera división, casi todos los miembros de esta selección eran considerados grandes promesas de nuestro fútbol y con el paso de los años demostrarían por qué: como en la URSS 1985, repasando la lista uno casi acaba antes señalando a los que no destacaron en su carrera profesional que citando a los que sí lo hicieron. Quizás el caso más curioso sea el de Justo Ruiz, canterano del Athletic Club e internacional juvenil con España pero que acabó siendo fijo en la selección de Andorra en la primera década del nuevo siglo. Además de él, los Felipe Herrero, Álex, Miguel Cerdán o Isidoro tampoco consiguieron asentarse en la élite; mientras que el ilerdense Aguilà (Real Madrid, Logroñés, Osasuna, Lleida) o el avilesino Emilio (Sporting) vieron como su estrella se apagaba más rápido de lo esperado. Los demás disfrutarían de largas trayectorias posteriores en Primera y, en los casos de Cañizares (46 internacionalidades), Ferrer (36), Urzaiz (25) y, en menor medida, Solozábal (12) y Lasa (2), también en la selección absoluta.

Los preparativos para el Campeonato Mundial Juvenil de Arabia Saudita 1989 estuvieron marcados por la sanción que la FIFA impuso a México en julio de 1988. La selección mexicana había obtenido su pase en el torneo clasificatorio de la CONCACAF, celebrado en Guatemala, pero pronto se descubrió que cuatro de sus jugadores superaban el límite de dieciocho años de edad. El llamado “caso de los cachirules”, como se conoció en el país norteamericano, no sólo privó a su selección juvenil de disputar el Mundial de la categoría (su plaza fue ocupada por Estados Unidos), sino que apartó a México de cualquier competición internacional de selecciones durante dos años, incluyendo el Mundial absoluto de Italia 1990. Un castigo sin precedentes para una práctica que era relativamente habitual entre ciertas federaciones (al menos, a juzgar por la apariencia física de muchos supuestos juveniles) y que, por desgracia, siguió realizándose en demasiados países y no fue tan duramente castigada en las pocas ocasiones en las que se logró demostrar alguna trampa.

Después de que la FIFA completara la rotación continental en Chile 1987, la asiática se convertía en la primera Confederación que organizaba dos mundiales juveniles. Como el anterior había sido en Japón, la concesión del Mundial de 1989 a un país árabe también podía entenderse como una continuación de la rotación, atendiendo en este caso a criterios culturales. Siria, Checoslovaquia y Costa Rica debutaban en un Campeonato Mundial Juvenil, y en esta edición no hubo ningún árbitro español entre los veinticuatro elegidos por la FIFA. El sorteo de la primera fase se realizó el 23 de noviembre de 1988 y deparó estos emparejamientos:

GRUPO A

(Riad)

GRUPO B

(Dammam)

GRUPO C

(Yeda)

GRUPO D

(Taif)

Arabia Saudita

URSS

Brasil

Argentina

Portugal

Colombia

Rep. Dem. Alemana

España

Nigeria

Costa Rica

Malí

Noruega

Checoslovaquia

Siria

Estados Unidos

Irak

El reino arábigo no escatimó en gastos para la organización del campeonato, que se celebró entre el 16 de febrero y el 3 de marzo de 1989. El faraónico estadio Rey Fahd de la capital, recientemente construido, era uno de los más modernos y lujosos del mundo (aunque, lamentablemente, su césped no estuvo a la altura) y las instalaciones en el resto de sedes no le desmerecían. La seguridad y las atenciones para con todos los participantes en el evento fueron excelentes (complacido, Pereda comentó que sólo echaba de menos poder tomarse un gin-tonic de vez en cuando) y tan solo las grandes distancias entre algunas de las ciudades y el fuerte viento que arrastraba partículas de arena supusieron alguna incomodidad, ya que en general las temperaturas no fueron tan elevadas como muchos se temían. Lo peor, sin duda, fue que en las sedes escogidas sólo se habilitó un estadio, de manera que los decisivos partidos de la tercera jornada de la primera fase no pudieron jugarse simultáneamente en cada grupo. En cuanto a la prohibición a las mujeres de acceder a los estadios (norma que sigue vigente en Arabia a día de hoy), se comenta por sí sola.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de Arabia Saudita 1989, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de Arabia Saudita 1989, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

España llegó el día 13 a su sede de Taif, ciudad cercana a La Meca, en la costa del Mar Muerto, y sufrió su primer revés en el segundo entrenamiento, cuando Albert Aguilà recayó de una lesión muscular que había sufrido con su club y que ya le había hecho viajar entre algodones. Aguilà había sido el delantero titular y principal goleador del equipo durante toda la clasificación, y a su baja se sumaba la duda de Ismael Urzaiz, joven compañero suyo en el Real Madrid, aquejado de amigdalitis. Pese a ello, España superó con nota su complicado debut ante una selección argentina que llevaba diez días más de aclimatación al país.

De vuelta en un Mundial juvenil tras no clasificarse para los de 1985 y 1987, la albiceleste no supo aprovechar su gran inicio, en el que encerró a los de Pereda y marcó un golazo por medio de su capitán y máxima estrella, Diego Pablo Simeone, que culminó una jugada ensayada con un gran disparo que sorprendió a Cañizares. Después del tanto encajado, España se rehízo y equilibró la balanza poco antes de la media hora de juego, gracias al empuje de Moisés: Mikel Lasa centró un balón desde la izquierda y el delantero sevillano pugnó en el aire con Roberto Bonano, molestando lo suficiente al meta argentino como para que éste le dejara el balón franco para marcar. El partido era duro, con pocas llegadas, pero antes del descanso Argentina tendría dos claras ocasiones que descubrieron cuál iba a ser el principal problema de la defensa española durante todo el torneo: la zaga jugaba muy adelantada, buscando el fuera de juego, pero no estaba bien coordinada. Sólo la gran actuación de Cañizares evitó que los sudamericanos volvieran a ponerse por delante.

La segunda parte fue igual de pareja, con pocas aproximaciones al área y un juego que, en general, fue de mucha intensidad por parte de ambos conjuntos. Al filo del cuarto de hora, España logró adelantarse por medio de un penalti transformado por Billabona tras un agarrón a Moisés, pero ya no volvió a disparar más a puerta. Defendiéndose con algo más de orden que en la primera mitad, los de Pereda frenaron casi todas las acometidas argentinas antes de que llegaran a generar peligro, aunque no pudieron evitar que Simeone sirviera dos balones de gol a Ubaldi. Por fortuna, la figura de Cañizares emergió de nuevo y el ariete marró ambas oportunidades. No habría más sobresaltos y España conseguía dos puntos que, a tenor del nivel teórico de los otros equipos del grupo, parecían decisivos para finalizar en primera posición y evitar así a Brasil en un hipotético cruce de cuartos de final.

17/02/1989

Primera jornada del Grupo D.

ARGENTINA

(1)

Bonano; Boggio, Aguilar, Masat, Batista; Gallego (-78, Scotto), Simeone, Carracedo, Ruidíaz (-58, Biazzoti); Ubaldi, Gastaldi.

ESPAÑA

(2)

Cañizares; Ferrer, Larrainzar, Solozábal, Lasa; Herrero, Billabona, Justo, Paqui; Pinilla, Moisés.

Goles

1-0 Simeone (ARG, min. 12); 1-1 Moisés (ESP, min. 26); 1-2 Billabona (ESP, min. 58)(p).

Árbitro

Aleksej Spirin (URSS).

Tarjetas

Herrero (ESP, min. 24); Gallego (ARG, min. 52); Simeone (ARG, min. 64); Billabona (ESP, min. 76); Solozábal (ESP, min. 79); Lasa (ESP, min. 81); Batista (ARG, min. 88).

Estadio

King Fahd II (Taif). 14.000 espectadores.

En la segunda jornada se enfrentaban los dos vencedores de la primera, ya que Irak había derrotado a Noruega por 1-0. Aunque antes del choque Pereda manifestó que dudaba seriamente de la supuesta edad juvenil de muchos de los componentes del equipo iraquí, nadie podía imaginar que España fuera a ser batida aquella tarde. Sin embargo, nada salió como estaba previsto y los españoles se vieron sorprendidos por la intensa presión y el juego veloz y técnico de su rival. Aunque al principio no creó peligro, Irak dominó claramente la posesión y España se fue sintiendo cada vez más incómoda hasta que, cerca del descanso, se produjo el error que marcaría el partido y el resto del campeonato: en un pase largo hacia el delantero Wali, la zaga española tiró mal el fuera de juego y Cañizares tuvo que salir a despejar con el pie fuera de su área, pero pifió el golpeo y el jugador iraquí no desaprovechó el regalo para marcar a puerta vacía.

Pese a que en el descanso el seleccionador dio entrada a Urzaiz para reforzar un ataque que había estado completamente desaparecido durante la primera mitad, los nervios afloraron en el equipo español y, a los cinco minutos de la reanudación, un nuevo fallo en defensa propició el segundo gol iraquí. Laith interceptó un pase horizontal del capitán Txomin Larrainzar a Roberto Solozábal y, desde el borde del área, disparó un chut raso que batió a Cañizares. Quedaba todavía mucho tiempo, pero España se fue del partido y su posesión fue totalmente estéril; de hecho, Irak disfrutó de varias ocasiones al contraataque para haber conseguido una goleada escandalosa. Fueran o no juveniles, lo cierto es que los iraquíes vencieron más que merecidamente y dejaron muy tocados a los españoles.

20/02/1989

Segunda jornada del Grupo D.

IRAK

(2)

Imad; Salim, Sharar, Nazar, Radhi, Saad; Riadh, Samir, Mohammed; Wali, Laith (-76, Naeem).

ESPAÑA

(0)

Cañizares; Ferrer, Larrainzar, Solozábal, Lasa; Herrero, Billabona, Justo (-46, Urzaiz), Paqui (-62, Emilio); Pinilla, Moisés.

Goles

1-0 Wali (IRK, min. 41); 2-0 Laith (IRK, min. 51).

Árbitro

Shengcai Chen (CHN).

Tarjetas

Mohammed (IRK, min. 65); Moisés (ESP, min. 73).

Estadio

King Fahd II (Taif). 13.500 espectadores.

La esperada victoria de Argentina sobre Noruega (2-0) en el otro partido del día venía a aumentar el problema en el que se había metido España. De haber ganado a Irak, los de Pereda habrían estado ya clasificados para cuartos de final, pero al perder se veían con un pie fuera de las eliminatorias. Un empate ante Noruega podría servir si los iraquíes conseguían derrotar también a los argentinos; pero si Argentina vencía a Irak, como aún se creía lógico, España necesitaría golear a los nórdicos para esperar que la diferencia de goles resultara favorable. Más o menos lo que Pereda ya había vivido en la Unión Soviética en 1985, con la nada desdeñable diferencia de que en Arabia los partidos no se disputarían a la vez y España tendría que abrir esa última jornada, por lo que jugaría sin referencias. Así pues, sólo valía ganar y golear.

Aunque Aguilà seguía sin estar disponible, el equipo español confiaba en superar con cierta facilidad a Noruega, que aún conservaba remotas opciones de clasificación pero que había mostrado muy poco fútbol en sus dos partidos anteriores. Pereda abandonó el 4-4-2 con rombo en el centro del campo de los primeros partidos y volvió a confiar en el flexible y ofensivo 4-3-3 que tanto le gustaba, con el asturiano Emilio como delantero encargado de cerrar la banda en tareas defensivas, y lo cierto es que el planteamiento se mostró acertado. España dominó desde el inicio y generó más de media docena de ocasiones claras de gol, pero nadie acertó a batir al meta Svalstad y de eso poca culpa tuvo el seleccionador. El joven Urzaiz fue el más fallón, pero Solozábal, Billabona y Pinilla (a quien el seleccionador introdujo pronto por un desconcentrado Moisés) también pudieron haber abierto el marcador sin excesiva dificultad. Por desgracia, esa vieja máxima que dice que quien perdona lo acaba pagando volvió a cumplirse bordeando ya el descanso, cuando Drillestad aprovechó una indecisión de Cañizares en su salida para culminar un contragolpe y anotar el primer gol noruego.

El comienzo de la segunda parte fue de auténtica locura. Herida en su orgullo, España salió con nuevos bríos dispuesta a remontar el choque y Pinilla no tardó ni un minuto en internarse en el área rival, sentar a dos defensas y colocar el empate en el luminoso. Pero la sobreexcitación hispana fue contraproducente: nada más sacar de centro, Noruega volvió a adelantarse en una desgraciada acción en la que entre Paqui y Cañizares remataron a gol una jugada de Johansen. Pese a este duro golpe, los jóvenes españoles volvieron a levantarse rápidamente y Pinilla cabeceó a la red un centro de Emilio. No se había llegado al minuto 50 y cabía esperar que, con el nuevo empate, España supiera serenarse y volviera al buen juego del primer tiempo, pero las prisas y los nervios jugaron una mala pasada a los de Pereda. Incapaces de atacar con orden, la defensa empezó a resquebrajarse y Lars Bohinen aprovechó un nuevo fallo en cadena de la zaga española para marcar el 2-3 para Noruega.

Faltaba media hora para el final del partido, pero el Mundial terminó ahí para España: sin soluciones desde un banquillo en el que ya no quedaban hombres de ataque, el equipo se dedicó a colgar balones sin ton ni son y todo lo que consiguió fue un puñado de clarísimas ocasiones noruegas a la contra. Con la defensa casi siempre descolocada o tirando mal el fuera de juego, Cañizares resolvió bien esas llegadas hasta que, ya en el último minuto, no pudo evitar que Mellemstrand le batiera por cuarta vez. Ese gol postrero dejó a España última de grupo y, durante unas horas, permitió que Noruega albergara opciones de clasificación; opciones que se esfumaron con la victoria de Irak sobre Argentina por 1-0. Los asiáticos pasaban con pleno de victorias y, en el triple empate a dos puntos entre Argentina, Noruega y España, la albiceleste contaba con mejor golaveraje (0, por -1 de Noruega y -3 de España). Un gol más de Irak habría permitido la clasificación de Noruega, pero Argentina sabía perfectamente qué resultado mínimo necesitaba para pasar y justo ése fue el que consiguió.

22/02/1989

Tercera jornada del Grupo D.

NORUEGA

(4)

Svalstad; Olsen, Pedersen, Nilsen, Bjornebye; Johansen, Bohinen, Leonhardsen, Drillestad (-79, Ingelstad); Strand (-73, Mellemstrand), Eftevaag.

ESPAÑA

(2)

Cañizares; Ferrer, Larrainzar, Solozábal, Paqui; Herrero, Torres Gómez, Billabona (-71, Justo); Emilio, Moisés (-15, Pinilla), Urzaiz.

Goles

1-0 Drillestad (NOR, min. 43); 1-1 Pinilla (ESP, min. 46); 2-1 Cañizares (ESP, min. 47)(p.p.); 2-2 Pinilla (ESP, min. 49); 3-2 Bohinen (NOR, min. 58); 4-2 Mellemstrand (NOR, min. 90).

Árbitro

Neji Jouini (TUN).

Tarjetas

Olsen (NOR, min. 16); Johansen (NOR, min. 56); Eftevaag (NOR, min. 84); Svalstad (NOR, min. 90).

Estadio

King Fahd II (Taif). 17.000 espectadores.

La actuación española fue, no cabe duda, muy decepcionante. Tal vez la suerte que, en momentos puntuales, sirvió cuatro años antes para alcanzar el subcampeonato se agotara en aquel torneo, pero lo cierto es que en 1989 casi nada salió como se había esperado. Incluso Ángel María Villar, que había planificado incorporarse al campeonato para las eliminatorias (no sin cierta polémica, porque a quienes encabezaban la expedición española en Arabia desde el primer día no les hacía gracia tener que regresar a casa para dejar sitio al presidente), tuvo que anular su viaje y quedarse en Madrid para recibir al deprimido equipo. Después de haber conseguido contar con la mejor selección posible, con jugadores con notable experiencia en Segunda y Segunda B (en Primera comenzarían a aparecer justo después del torneo), el resultado había sido francamente malo en un grupo que parecía sencillo, sobre todo tras haber derrotado a Argentina en la primera jornada. Además, TVE había retransmitido por primera vez todos los partidos de España en un Mundial juvenil (antes sólo había emitido la final de 1985) y los aficionados pudieron sacar sus propias conclusiones sobre lo que había pasado.

Consciente del fracaso, Chus Pereda declaró a su regreso que a algunos jugadores se les había subido la internacionalidad a la cabeza y que, si España quería realizar un buen papel en Barcelona’92, la Federación debería revisar sus planes de cara a la cita olímpica. Al mismo tiempo, auguraba que muchos de esos futbolistas darían grandes alegrías al fútbol español, porque en el fondo aquello sólo había sido un accidente fruto de su inmadurez. Y no se equivocaba: siete de los jugadores presentes en Arabia Saudita (Cañizares, Ferrer, Lasa, Solozábal, Paqui, Billabona y Pinilla) se colgarían la medalla de oro en 1992 después de que la RFEF cambiara casi todo su organigrama técnico. Pero ya tocará hablar de ello a su debido momento.

El Campeonato Mundial Juvenil por la Copa FIFA/Coca-Cola de Arabia Saudita 1989, pues tal era su denominación oficial, siguió adelante. En cuartos de final, Portugal batió por la mínima a Colombia (1-0) en un partido bastante espeso, y Brasil hizo lo mismo ante una Argentina que mostró su mejor fútbol del torneo pero que evidenció otra vez sus limitaciones ofensivas. En el duelo entre las revelaciones del campeonato, Estados Unidos fue más efectiva que Irak y venció por 2-1; mientras que el partido entre la URSS y Nigeria resultó el más entretenido de todos y se saldó con victoria africana en la tanda de penaltis, tras remontar increíblemente el 4-0 a favor de los soviéticos que reflejaba el marcador en el minuto sesenta. Ambos equipos estaban formados en buena parte por los jugadores que ya se habían enfrentado en la final del Mundial sub’16 de Canadá 1987, en la que venció la URSS también desde los once metros, por lo que ese partido de Dammam supuso una dulce revancha para los nigerianos.

Tras aquella heroicidad, Nigeria afrontó muy reforzada su partido de semifinales ante Estados Unidos, pero los norteamericanos también habían hecho méritos para llegar lejos y realizaron un gran encuentro. El partido, brillante en lo ofensivo y en el que los porteros tuvieron mucho trabajo, se fue a la prórroga con 1-1 y acabó decidiéndose por un gol de Mutiu Adepoju al comienzo del tiempo extra. Después de haber acabado tercera en la URSS 1985 y sumar un título y un subcampeonato en las dos ediciones del Mundial sub’16 celebradas hasta entonces, Nigeria se confirmaba como la mayor potencia emergente de África y una de las mejores canteras de todo el mundo. En la final del Campeonato Mundial Juvenil de 1989, primera que disputaría una selección africana, se las vería con Portugal, que maniató tácticamente a Brasil en la otra semifinal y ganó merecidamente por 1-0.

Dirigidos por Carlos Queiroz desde el banquillo y por un jovencísimo Joao Pinto sobre el césped, los portugueses formaban un equipo muy rocoso y que sabía perfectamente a lo que jugaba. Ya habían derrotado a Nigeria en la primera fase por 1-0, y en el partido por el título se lanzaron al ataque desde el primer momento para aprovechar los nervios y el cansancio de los nigerianos, que venían de disputar 120 minutos en cada una de sus dos eliminatorias anteriores. Portugal dominó la primera parte y se adelantó al borde del descanso con un gran gol de Abel Silva, y a partir de ahí se limitó a aguantar las imprecisas acometidas de su rival. La sentencia llegó a falta de un cuarto de hora para el final, con un disparo de Jorge Couto que se tragó el meta nigeriano y que permitió a los lusos vivir con más tranquilidad los últimos minutos antes de poder festejar su primer título mundial. Fernando Couto o el citado Joao Pinto fueron los campeones que mayor relieve adquirieron en los años posteriores.

El brasileño Bismarck fue elegido Mejor Jugador del torneo y recibió por ello el Balón de Oro. Veterano de Chile 1987, el mediapunta marcó tres goles y se encargó de surtir de balones a Marcelo Henrique y a Sonny Anderson, que hicieron otros tres tantos cada uno. Sus carreras no pudieron ser más dispares: Henrique no salió de Brasil y se retiró tempranamente, con múltiples problemas extradeportivos; Anderson se hizo un nombre respetado en Europa (las aficiones de Mónaco, Olympique Lyonnais, Barcelona o Villarreal cantaron sus muchos goles); y Bismarck, que estuvo en Italia’90, se embarcó en 1993 en la recién creada J-League nipona, donde se convirtió en un clásico.

El Balón de Plata fue para el guardameta estadounidense Kasey Keller, uno de los principales artífices de la brillante actuación en Arabia de un equipo que había llegado como invitado por la sanción a México. El portero tuvo una larguísima carrera (se retiró en la MLS con casi 42 años), pasando por varios equipos de Inglaterra y también por el Rayo Vallecano, donde dejó muy buen recuerdo en sus dos campañas entre 1999 y 2001, cuando el club madrileño disputó competición europea. Por último, el Balón de Bronce recayó en el centrocampista nigeriano Christopher Nwosu, cuyo rastro se pierde tras esa cita mundialista juvenil.

Algo más sencillo resulta recordar a los máximos goleadores del torneo. En Arabia Saudita se produjo un séxtuple empate a tres goles, resultando premiados dos conocidos de la liga española: el nigeriano Mutiu Adepoju (Real Madrid B, Racing de Santander, Real Sociedad) y el ya citado Sonny Anderson recibieron las Botas de Plata y Bronce, respectivamente. Además, también marcaron tres tantos los brasileños Bismarck y Marcelo Henrique, el estadounidense Steve Snow (que probó fortuna en Bélgica tras el Mundial pero acabó retirándose pronto por culpa de las lesiones) y el nigeriano Christopher Nusa Ohenhen, más conocido en España como Ohen por sus etapas en Real Madrid B y Compostela. Pero por delante de todos ellos quedó el soviético Oleg Salenko (Logroñés, Valencia), que conquistó la Bota de Oro con cinco tantos en cuatro partidos. Una gesta que superaría, ya con Rusia, en el Mundial de Estados Unidos 1994, al marcar seis goles en sólo tres encuentros para convertirse en el primer futbolista (y único, hasta el momento) que ha conseguido el premio al máximo goleador en un Mundial juvenil y en uno absoluto.

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Fuentes consultadas:

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.




España en los mundiales sub’20: URSS 1985

Después de haber sido la única selección europea que conseguía disputar los tres primeros mundiales juveniles, España falló en la cuarta cita. En el Campeonato de Europa sub’18 de 1982 el equipo de Pereda no fue capaz de sumar ningún punto ante Bulgaria, Polonia y Bélgica, por lo que los Juan Carlos Ablanedo, Ricardo Serna, Eloy Olalla o Miguel Pardeza no pudieron viajar a México el verano siguiente. Allí, Brasil obtendría su primer título mundial sub’20 gracias a la actuación de hombres como Jorginho, Dunga o Bebeto, aunque el mejor jugador y máximo goleador fue Geovani Silva, que luego tendría una buena carrera pero no tan destacada como la de algunos de sus compañeros. Otros futuros grandes futbolistas presentes en aquel campeonato fueron Marco van Basten, Toni Polster, Luis Islas, Óscar Dertycia, Rubén Sosa, José Luis Zalazar, Tab Ramos o Wilfred Agbonavbare, por citar algunos de los más conocidos para los aficionados españoles. Con más de un millón de personas en las gradas, el de México 1983 fue un gran Mundial sub’20 en todos los aspectos.

La no clasificación de los juveniles para ese campeonato fue un pequeño jarro de agua fría para un fútbol que estaba a punto de recibir un mazazo aún mayor. En lo que nos ocupa, el fiasco de España’82 supuso el nombramiento de Miguel Muñoz como nuevo seleccionador absoluto pero no implicó más cambios en el organigrama técnico de la Federación Española, por lo que Jesús Pereda se mantuvo al frente de la sub’18. Después de otro irregular papel en el Europeo juvenil de 1983 (tras eliminar a Países Bajos en la ronda previa, se perdió con Inglaterra, se ganó a la URSS y se empató con Escocia para quedar otra vez fuera de la lucha por el título), el Campeonato de Europa sub’18 de 1984 se presentaba como un nuevo examen para el fútbol base español. En el horizonte, el Mundial sub’20 de Chile 1985, primero que acogería Sudamérica.

Llegar no fue sencillo. En marzo, en la eliminatoria de acceso a la fase final del Europeo, hubo que deshacerse de un duro rival: Francia. Tras perder por 1-0 en la ida, disputada en la localidad gala de La Rochelle, con un gol en el descuento, en la vuelta en Gijón los juveniles españoles se vieron nuevamente por detrás en el marcador a la media hora de juego. Por suerte, el equipo se rehízo rápidamente y la remontada se culminó en la segunda parte con un gol de Goyo Fonseca. Con el 3-1 final, España obtenía su clasificación para el campeonato a celebrar a finales de mayo en la Unión Soviética.

Encuadrada en el grupo D del Europeo junto a Suiza, Hungría y Checoslovaquia, la selección española disputó sus partidos en Minsk, la capital bielorrusa (el resto de grupos se repartieron por Leningrado, Kiev y Moscú). El torneo empezó bien, con una victoria con remontada ante Suiza (2-1), pero la derrota por idéntico marcador frente a la selección magiar en la segunda jornada dejó a los españoles con escasísimas opciones de acabar líderes de grupo y acceder a semifinales. En la última jornada no hubo milagro y ni siquiera se pudo pasar del empate con Checoslovaquia (1-1), selección con la que también se igualaba a tres puntos en la clasificación, quedando Hungría en primera posición.

Afortunadamente, los criterios de desempate favorecieron a España: la diferencia de goles era mejor que la de Checoslovaquia, con lo que los de Pereda obtenían la segunda plaza del grupo, y los cuatro tantos marcados clasificaron a España para el Mundial juvenil, ya que en otro grupo Bulgaria también sumaba tres puntos y una diferencia de goles de 0, pero con sólo tres dianas. Hungría (campeón final del Europeo), la URSS, Polonia e Irlanda como semifinalistas, e Inglaterra, que con cuatro puntos había sido la mejor segunda de los cuatro grupos, completarían la representación europea en Chile 1985.

Sólo que al final ni el Mundial fue en Chile ni esas fueron las seis selecciones europeas presentes en el torneo. Con la amarga y estresante experiencia del cambio de sede del Mundial’86 demasiado reciente, la FIFA controló al milímetro los preparativos chilenos para acoger el torneo juvenil y a finales de 1984 consideró que no había garantías suficientes de que el campeonato pudiera desarrollarse con normalidad. Pese a las protestas del régimen de Pinochet, el 15 de noviembre de 1984 se oficializaba el intercambio de ediciones entre Chile y la URSS: los soviéticos organizarían el Mundial sub’20 de 1985 y los sudamericanos el de 1987, cerrándose así la rotación continental iniciada en Túnez 1977. Más tarde, Polonia renunciaría a participar y la UEFA repescó a Bulgaria.

Más o menos por esas fechas se producía el relevo al frente de la Federación Española de Fútbol: José Luis Roca sustituyó a un Pablo Porta al que un oportuno decreto del Gobierno impidió volver a presentarse a la reelección. Puede que ese cambio de presidente tuviera algo que ver en que durante la temporada 1984/1985 no se concertaran amistosos de la selección juvenil: tan solo se jugaron los partidos correspondientes a la fase de clasificación del nuevo Campeonato de Europa sub’18, que dejaba de ser un torneo anual para pasar a celebrar sus fases finales cada dos años, acomodándose a la periodicidad del Mundial juvenil. Así las cosas, la única ocasión en la que se mezclaron jugadores de las dos últimas camadas juveniles (es decir, la única vez en la que se probó un posible equipo mundialista sub’20, que debería estar formado por jugadores nacidos a partir del 1 de agosto de 1965) fue ya durante la primera semana de junio de 1985, cuando España acabó en tercera posición del famoso torneo “Espoirs” de Toulon pero sin cruzarse con ninguna otra selección clasificada para el Mundial.

Con esa única y escasa referencia, el 2 de agosto Chus Pereda anunció su convocatoria para el Campeonato Mundial Juvenil. La principal ausencia era la del madridista Rafael Martín Vázquez, una de las grandes figuras del grupo, por una inoportuna lesión muscular. Los mundialistas continuarían la recién iniciada pretemporada con sus equipos y sólo se concentraron con la selección a partir del día 12 de agosto en la localidad burgalesa de Medina de Pomar, la misma que había visto nacer al seleccionador. Esta localización generó alguna que otra crítica; no obstante, Pereda defendió la elección de su pueblo natal por su tranquilidad y por tener un clima veraniego similar al que España se encontraría en la URSS.

Durante unos exiguos seis días, el equipo nacional juvenil entrenó, disputó algún partidillo contra equipos aficionados de la zona y tuvo incluso tiempo para disfrutar de las fiestas patronales de la cercana Villarcayo, cerrando la estadía en Medina con un encuentro amistoso ante la también mundialista México. Con todo el pueblo volcado con su ilustre paisano, los norteamericanos amargaron la fiesta de despedida al vencer por 1-2; además, Jesús Pereda fue expulsado del campo que desde 1984 lleva su nombre. Cosas que pasan. Por lo menos durante la concentración no se produjo ninguna baja, de modo que los jugadores españoles que disputaron el Campeonato Mundial Juvenil de la URSS 1985 fueron los citados inicialmente:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

Juan Carlos UNZUÉ Labiano 22/04/1967 Osasuna

2

MC

MARCELINO García Toral 14/08/1965 Sporting de Gijón

3

DF

César González López, “MENDIONDO” 25/06/1966 Atlético de Madrid

4

MC

Rafael PAZ Marín 02/08/1965 Sevilla FC

5

DF

Pedro AROZARENA Redín 24/02/1966 Osasuna

6

DF

José TIRADO Castilla 04/11/1965 Sevilla FC

7

DF

Francisco FERREIRA Colmenero 22/05/1967 Athletic de Bilbao

8

DF

Íñigo LIZARRALDE Lezcano 06/08/1966 Athletic de Bilbao

9

MC

José Aurelio GAY López 10/12/1965 Real Madrid

10

MC

FERNANDO Gómez Colomer 11/09/1965 Valencia CF

11

MC

Mohamed Ali Amar, “NAYIM” 05/11/1965 FC Barcelona

12

MC

Juan Manuel Sánchez Baró, “JUANMA” 04/11/1966 CD Málaga

13

P

Julen LOPETEGUI Argote 28/08/1966 Real Madrid

14

DL

Jon Andoni GOIKOETXEA Lasa 21/10/1965 Osasuna

15

DL

Manuel PEÑA Escontrela 18/12/1965 Real Valladolid

16

DL

Francisco LÓPEZ LÓPEZ 19/11/1965 FC Barcelona

17

DL

Sebastián LOSADA Bestard 03/09/1967 Real Madrid

18

DL

Francisco Javier Cabral Román, “FRANCIS” 03/11/1965 Cadiz CF

Viendo la nómina de convocados se entiende mejor que el equipo llegara tan lejos en el torneo: hasta seis jugadores (Lopetegui, Rafa Paz, Patxi Ferreira, Fernando, Goikoetxea y Losada) llegarían a debutar con la absoluta y casi todos los componentes de esta selección disfrutaron luego de largas carreras profesionales. Tan sólo Juanma (que casi no dispuso de oportunidades en Málaga), López López (que apenas contó en el Barcelona y tampoco pudo destacar en Oviedo) y Francis (que no jugó demasiado en Primera ni con el Cádiz ni con el Español) pueden resultar algo menos conocidos para la mayoría de aficionados. Aunque la trayectoria posterior de los jugadores no puede explicar una buena (o mala) actuación en un Mundial juvenil, sí indica que se trataba de un grupo de muy buen nivel. Su calidad y la necesaria pizca de suerte en momentos puntuales suplieron con creces las carencias de esa preparación premundialista de menos de una semana.

El formato del Campeonato Mundial Juvenil de la URSS 1985 no presentaba ninguna novedad con respecto al que se venía usando desde 1981. Lo más destacable era que las autoridades de la Unión Soviética habían decidido descentralizar el desarrollo del campeonato, por lo que los grupos se repartieron entre cuatro repúblicas distintas: las capitales de Armenia, Georgia, Bielorrusia y Azerbaiyán fueron las elegidas, disputándose también en ellas los partidos de cuartos de final. Para la madre Rusia quedaban las semifinales, que se celebrarían en Moscú y Leningrado (hoy San Petersburgo), y la gran final, que tendría lugar en el moscovita Estadio Lenin (hoy Luzhniki). El sorteo de la primera fase se realizó el 27 de abril de 1985 y estos fueron sus resultados:

GRUPO A

(Ereván)

GRUPO B

(Tiflis)

GRUPO C

(Minsk)

GRUPO D

(Bakú)

Bulgaria

Brasil

URSS

Inglaterra

Colombia

República de Irlanda

Australia

México

Túnez

Arabia Saudita

Canadá

Paraguay

Hungría

España

Nigeria

China

En este Mundial juvenil no habría, como en otros anteriores, un árbitro de cada país participante y algunos más para completar la nómina, sino que se siguieron otros criterios para seleccionar a los veinticuatro colegiados. Pero sí hubo, en cualquier caso, un trencilla español: el cántabro Victoriano Sánchez Arminio, destinado inicialmente al grupo C, dirigió el URSS-Australia de la primera jornada y actuó como juez de línea en otros dos encuentros; luego, la buena actuación de la selección española le hizo regresar a casa tras esa primera fase.

El torneo daría comienzo el 24 de agosto y la FIFA organizó los viajes de los equipos, de modo que tanto España como la mayoría del resto de selecciones llegaron el día 20 a Moscú procedentes de Ámsterdam. La aerolínea neerlandesa KLM era patrocinadora del evento desde 1979 y se encargaba de esos desplazamientos colectivos, pero su papel se limitaba a los vuelos de entrada y salida en el país anfitrión y siempre desde y hacia Schiphol. Los viajes internos corrían por cuenta de la organización local y España empezó pronto a sufrir los problemas de la rígida burocracia soviética, que no había previsto vuelos a Georgia hasta el día siguiente, con lo que la selección llegó a Tiflis el día 21, dos jornadas después de salir de Madrid. Pasar dos días sin entrenar después de una breve concentración de menos de una semana en plena pretemporada no parecía presagiar nada bueno acerca del rendimiento que ofrecerían los juveniles españoles en el campeonato, pero el equipo fue creciendo con el paso de las jornadas hasta alcanzar el mayor éxito logrado hasta entonces por una selección nacional en un Mundial juvenil o absoluto.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de la URSS 1985, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de la URSS 1985, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

En las horas previas al debut, Jesús Pereda manifestó su contrariedad por el hecho de que sus jugadores parecían estar demasiado acostumbrados al rígido 4-4-2 que imperaba en la mayoría de clubes, lo que le obligaba a usar ese esquema en detrimento del más ofensivo 4-3-3 que el técnico burgalés había utilizado en otras citas juveniles. Además, la convivencia en el hotel de Tiflis con la selección de Arabia Saudita le hizo sospechar que varios de aquellos futbolistas sobrepasaban con creces la edad juvenil. Por todo ello, el seleccionador español no las tenía todas consigo de cara a un partido que el resto del planeta daba a su equipo por ganado de antemano.

Y sus temores se confirmaron aquella tarde del 24 de agosto, puesto que el 4-4-2 no terminó de funcionar por culpa de la presión saudí y del pobre desempeño de Fernando, Nayim y Francis (principal artífice de la clasificación un año antes), que no tuvieron su día más afortunado con el balón en los pies. Arabia, muy voluntariosa y, en ocasiones, dura, casi no puso a prueba a Unzué; España, con un juego lento y deslavazado, creó unas pocas oportunidades que no supo concretar. Tal vez el colegiado canadiense se equivocara al no señalar dos posibles penaltis a favor de España, pero no podía decirse que el 0-0 final fuera un resultado demasiado injusto. Eso sí: complicaba mucho las opciones españolas de acceder a cuartos de final.

24/08/1985

Primera jornada del Grupo B.

ARABIA S.

(0)

Al-Solaimani; Abu Dawod, Al-Maghlouth, Al-Habashi, Al-Saud (-79, Al-Roomi); Al-Saleh, Al-Razgan, Al-Bishi; Ibrahim, Hathal Al-Dosari, Mehaisen Al-Dosari.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Nayim, Juanma (-73, Gay); López López (-76, Goikoetxea), Francis.

Goles

Árbitro

Antonio Evangelista (CAN).

Tarjetas

Ibrahim (KSA, min. 29); Al-Saud (KSA, min. 29); Mendiondo (ESP, min. 31); Francis (ESP, min. 85); Hathal Al-Dosari (KSA, min. 87).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 25.000 espectadores.

Curiosamente, Pereda afrontó el segundo partido, teóricamente el más difícil, con más optimismo. Creía que su equipo se sentiría mucho más cómodo defendiendo y saliendo a la contra ante una selección como Brasil, que sí quería el balón, que viéndose obligado a llevar la iniciativa como ante Arabia, y otra vez estaba en lo cierto. Con un marcaje individual a los habilidosos atacantes brasileños y la entrada del delantero Peña para trabajar casi más en defensa que en labores ofensivas, España controló bien a su rival en la primera parte y Unzué apenas tuvo que intervenir. Pero, al comienzo de la segunda mitad, el lateral derecho Luciano inauguró el marcador tras una gran jugada individual y hubo que cambiar de planes.

Consciente de que necesitaba sacar algo positivo de aquel partido, España se abrió un poco y estuvo a punto de igualar la contienda en un cabezazo de Gay que se estrelló en el poste. Sin embargo, poco después llegaría la jugada desgraciada del encuentro: un balón largo que los defensas españoles consideraron que se perdería por la línea de fondo acabó rebotando en el banderín del córner y Balalo, más atento, lo recogió y enfiló hacia la portería, sorteando a los zagueros hispanos que regresaban a la desesperada y batiendo, a la segunda, a Unzué. A partir de ahí España pasó a dominar claramente la posesión, pero no pudo recortar distancias. Con cuatro puntos, Brasil se clasificaba matemáticamente para cuartos, mientras que la sorprendente victoria de Arabia Saudita sobre Eire por 1-0 en el otro partido del día dejaba en una precaria situación a la selección española.

27/08/1985

Segunda jornada del Grupo B.

BRASIL

(2)

Taffarel; Luciano, Henrique, Luis Carlos, Dida; Silas, Tosin (-78, Marçal), Joao Antonio; Muller, Gerson (-73, Izael), Balalo.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Nayim (-46, Juanma) Gay; Peña (-58, Losada), Francis.

Goles

1-0 Luciano (BRA, min. 50); 2-0 Balalo (BRA, min. 65).

Árbitro

Jamal Al-Sharif (SYR).

Tarjetas

Fernando (ESP, min. 25); Gerson (BRA, min. 29); Luciano (BRA, min. 48).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 20.000 espectadores.

Costaba mucho ser optimista de cara a esa tercera jornada. Arabia Saudita sólo necesitaba un punto ante la ya clasificada Brasil para acceder a cuartos de final y los más agoreros daban por hecho ese conveniente empate, entre otras cosas porque el seleccionador árabe era un técnico brasileño, Oswaldo Sampaio, que acostumbraba a pasar largos ratos con el entrenador de Brasil, Gilson Nunes, en el hotel en el que se alojaban los cuatro equipos del grupo. Las escasas opciones españolas pasaban por vencer a la República de Irlanda y esperar una derrota (cuanto más abultada, mejor) de Arabia para poder enjugar la diferencia de tres goles que existía con respecto a los saudíes. Como esta vez los partidos sí se jugaban a la misma hora, Pereda hizo lo que tenía que hacer y sacó un once netamente ofensivo para que, al menos, la eliminación no llegara porque España no hubiera hecho sus deberes.

Con un atrevido 3-5-2 que, en función de las necesidades, se convertía en un 4-3-3, los españoles salieron con ganas de cumplir su parte del trabajo y rápidamente se pusieron por delante gracias a un gol del capitán Fernando Gómez Colomer. Con España dominando y buscando continuamente la portería irlandesa, Sebastián Losada dobló la ventaja en el minuto 35. Casi al mismo tiempo, Brasil se adelantaba en el otro estadio de la capital georgiana y España pasaba a estar virtualmente clasificada. Sin embargo, no iba a resultar tan sencillo. En cinco minutos fatídicos al comienzo de la segunda parte, un error de Unzué y una mano de Tirado dentro del área permitieron a Irlanda, que no se jugaba nada, empatar el partido.

Quedaba algo más de media hora para recobrar esa diferencia de dos goles que, si nada cambiaba en el otro encuentro, se necesitaba para superar a Arabia Saudita, y España demostró que quería pelear. Peña, que antes había tenido una clara oportunidad para hacer el 1-3, avisó con un disparo al larguero, y poco después Fernando aprovechó un libre indirecto dentro del área para renovar las esperanzas españolas. Con los resultados de ese instante, España sólo necesitaba un gol más para clasificarse y a eso se aplicó todo el equipo, aunque el ansiado cuarto tanto no llegó hasta el minuto 85. Losada clavó entonces un misil en la escuadra y la alegría española se contuvo hasta que desde el estadio del Lokomotiv de Tiflis llegó la confirmación de que el 1-0 para Brasil era ya definitivo. Con los mismos puntos (tres) y la misma diferencia de goles que Arabia Saudita (cero), España pasaba a cuartos de final del Mundial sub’20 de 1985 por haber marcado tres tantos más que los saudíes.

29/08/1985

Tercera jornada del Grupo B.

IRLANDA

(2)

Kelly; Purcell, Kelch, O’Shea (-16, Bolard), Patrick Dolan; Murray, Collins, Russell, Swan (-73, Bayly); Eamonn Dolan, Mooney.

ESPAÑA

(4)

Unzué; Arozarena, Rafa Paz, Tirado; Marcelino, Gay, Fernando, Juanma, López López (-46, Peña); Losada, Goikoetxea (-63, Francis).

Goles

0-1 Fernando (ESP, min. 3); 0-2 Losada (ESP, min. 35); 1-2 Mooney (IRL, min. 51); 2-2 Kelch (IRL, min. 56)(p); 2-3 Fernando (ESP, min. 61); 2-4 Losada (ESP, min. 85).

Árbitro

Jesús Díaz Palacios (COL).

Tarjetas

Collins (IRL, min. 58).

Estadio

Lenin Dinamo (Tiflis). 9.800 espectadores.

Resultaba una curiosa casualidad que la forma de acceder a esos cuartos de final prácticamente calcase la manera en la que, un año antes y también en la URSS, España se había clasificado para el Mundial, así como que su rival fuera a ser precisamente Bulgaria, la selección a la que entonces se había superado por el mayor número de goles a favor. Repescada para el Campeonato del Mundo por la renuncia de Polonia, la selección juvenil búlgara había derrotado a Túnez y empatado luego con Colombia y Hungría para acabar en primera posición del grupo A (colombianos y húngaros empataron a todo y un sorteo determinó que Colombia pasara como segunda de grupo). Esa primera plaza concedía a Bulgaria el privilegio de no tener que moverse de su sede para disputar la primera eliminatoria, así que fue España quien tuvo que embarcarse rumbo a Ereván, la capital armenia.

La siempre peculiar organización soviética distribuyó a la pequeña expedición española en nada menos que tres vuelos distintos, convirtiendo un desplazamiento de menos de 300 kilómetros en toda una odisea. Sin embargo, según contaban los enviados especiales de los medios informativos, los directivos de la Federación Española no sólo no se quejaron a la FIFA por esos problemas sino que se dedicaron a disfrutar sin complejos ni medida con cuantos agasajos y prebendas eran obsequiados. Sirva como ejemplo la dura crítica de la corresponsal de ABC en la URSS, Paloma Avilés, al bochornoso comportamiento de los dirigentes de la RFEF.

Extracto del artículo publicado en el diario ABC el 01/09/1985

Extracto del artículo publicado en el diario ABC el 01/09/1985

Con la baja ya conocida de Nayim, con problemas de rodilla desde el duelo ante Brasil, España volvió a su 4-4-2 habitual. Enfrente, un talentoso equipo búlgaro con varios de los jugadores que conformarían su maravillosa selección absoluta de comienzos de los noventa: Krassimir Balakov y Emil Kostadinov, que ya habían dejado muestras de su clase durante los primeros partidos, complicaron mucho las cosas a los de Pereda y quién sabe lo que habría ocurrido aquel 1 de septiembre de 1985 si Lyuboslav Penev, lesionado en la segunda jornada, hubiera estado disponible para su seleccionador. Aprovechando el marcaje individual de la defensa española, los cinco atacantes de Bulgaria intercambiaban constantemente sus posiciones para sembrar el desconcierto en la zaga rival, aunque no llegaron a crear ocasiones de gran peligro. El partido estaba igualado, pero España se adelantó a la media hora con una extraordinaria volea de Marcelino García Toral desde fuera del área y se llegó al descanso con la sensación de que ganaba el mejor equipo.

Sensación que cambió tras el paso por los vestuarios. Como ante Brasil e Irlanda, España encajó un gol nada más salir, obra esta vez de Kostadinov, que remachó un pase de la muerte del extremo Maznilkov. La selección española empezó a acusar el calor, los nervios y el cansancio y Bulgaria estuvo muy cerca de conseguir el segundo gol; pero, en uno de los escasos ataques hispanos, Gay fue claramente derribado dentro del área y Fernando transformó el penalti. Casi a continuación llegó la otra jugada clave del partido: una mala cesión de Lizarralde desde el centro del campo sorprendió a Unzué y acabó dentro de la portería española, pero el colegiado inglés Joseph Worrall anuló el tanto a instancias de uno de sus linieres. No queda claro, a tenor de las crónicas, si se señaló un fuera de juego posicional de Balakov o una posible obstrucción de éste al portero español, pero la controvertida decisión sacó a Bulgaria del encuentro y España controló bien los veinte minutos finales, alcanzando por primera vez las semifinales de un Campeonato del Mundo sub’20.

01/09/1985

Cuartos de final.

BULGARIA

(1)

Jilkov; Kalkanov (-70, Kirov), Pachov, Vassev, Dotchev; Petkov, Ivanov (-46, Kalaydjiev), Balakov; Maznilkov, Kostadinov, Mikhtarski.

ESPAÑA

(2)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Gay, Juanma (-76, Rafa Paz); Losada (-85, Francis), Goikoetxea.

Goles

0-1 Marcelino (ESP, min. 33); 1-1 Kostadinov (BUL, min. 47); 1-2 Fernando (ESP, min. 67)(p).

Árbitro

Joseph Bertrand Worrall (ING).

Tarjetas

Pachov (BUL, min. 60); Ferreira (ESP, min. 61); Losada (ESP, min. 80); Jilkov (BUL, min. 80); Rafa Paz (ESP, min. 90).

Estadio

Hrazdan (Ereván). 20.500 espectadores.

Los equipos procedentes de los grupos B y C coparon la penúltima ronda. Brasil barrió a Colombia por un contundente 6-0: aunque el marcador al descanso era de 0-0, los dos primeros goles brasileños al poco de comenzar la segunda parte acabaron con la resistencia de los jugadores colombianos. Por su parte, Nigeria se convirtió en la primera selección africana que accedía a semifinales de un Campeonato del Mundo Juvenil al doblegar por 2-1 a México, que había ganado sus tres partidos anteriores pero que se vio sorprendido en la primera parte por el ímpetu de los africanos y no fue capaz de culminar la remontada en la segunda. Al finalizar el encuentro, los mexicanos la emprendieron a golpes con los árbitros e incluso durante el vuelo de vuelta a Moscú insultaron a oficiales de la FIFA, lo que les acarreó duras sanciones (el guardameta Héctor Quintero, que agredió a un juez de línea, fue castigado con un año sin jugar). Y en Minsk, la URSS se llevó el duelo comunista ante la sorprendente China gracias a un solitario gol anotado en el primer minuto. Los chinos jugaron mejor pero su inocencia en el remate les impidió igualar el marcador, por lo que serían los anfitriones quienes se medirían a España en la semifinal de Moscú.

Como venía siendo habitual, el traslado a la capital rusa no fue sencillo. Retrasos varios, largas esperas a pie de pista bajo un sol de justicia y problemas con las comidas marcaron esos dos días, en los que apenas hubo lugar para entrenamientos. Nuevamente, como en Australia 1981, se tuvo que echar mano de las habilidades culinarias de residentes españoles, siendo en esta ocasión la corresponsal de ABC la encargada de preparar las ya tradicionales tortillas de patatas. En lo estrictamente deportivo, Jesús Pereda temía más la potencia física de los jugadores soviéticos que su nivel futbolístico, así que planteó el partido desde una defensa individual y con constantes ayudas, especialmente en las bandas.

El plan estuvo a punto de irse al traste en la primera jugada: España sacó de centro, Fernando perdió el balón y Tatarchuk finalizó la fulgurante acción con un disparo que se estrelló en el larguero apenas doce segundos después del pitido inicial. La URSS aprovechó esa inercia para encerrar a una España que esperaba pacientemente para salir al contraataque, pero el gol local parecía mucho más cercano y acabó llegando cerca del descanso, cuando Marcelino derribó a Medvid dentro del área y Khudojilov transformó el penalti. Por suerte, las tornas cambiaron en los segundos cuarenta y cinco minutos. Con un rival cada vez más cansado, los centrocampistas españoles pasaron a marcar el ritmo del encuentro y las ocasiones empezaron a llegar. En una de ellas, en el minuto 70, el meta soviético no supo atrapar un fácil balón centrado por Marcelino y Losada, muy atento, lo cabeceó en plancha al fondo de las mallas. De ahí al final se intensificó aún más el dominio español, pero no hubo forma de volver a batir la meta de la URSS y se llegó al tiempo extra.

Una prórroga que no pudo disputar Nayim, cuya reaparición apenas duró media hora: una de las muchas entradas contundentes que se vieron en el partido lo envió de nuevo a la caseta, esta vez con el tobillo dañado. Con ambos equipos muy al límite de sus fuerzas, los locales tomaron la iniciativa y, tras avisar con un par de claras oportunidades bien desbaratadas por Unzué, consiguieron ponerse otra vez por delante nada más comenzar los últimos quince minutos, cuando Medvid se escapó por la izquierda y su centro al segundo palo lo cabeceó cruzado Ivanauskas. España se volcó entonces en busca del empate y fue a encontrar su premio cuando todo parecía ya perdido. Con el tiempo cumplido y la bola en poder de la URSS, un mal pase soviético en el centro del campo generó un robo de balón que acabó en los pies de Gay. Con la defensa rival descolocada, el madridista largó lo que parecía un pésimo y lejano disparo raso pero que en realidad fue un magnífico pase interior a Goikoetxea, que estaba completamente desmarcado en el punto de penalti y batió por alto al portero Kutepov. De forma casi increíble, España anotaba el 2-2 sin tiempo para nada más.

En la tanda de penaltis, Francis transformó con convicción el primer lanzamiento hispano y Unzué detuvo el de Medvid, pero Tirado falló el segundo y se restableció una igualada que, gol a gol, se mantuvo hasta el quinto turno. Entonces Fernando hizo gala de una calidad y sangre fría extraordinarias para colocar su disparo en la escuadra izquierda, imposible para Kutepov; acto seguido, Unzué detuvo el mal disparo de Tatarchuk y certificó la clasificación española para la gran final. Mientras los jóvenes soviéticos y los 60.000 espectadores presentes en las gradas (la cifra oficial de 37.000 se queda bastante corta) se preguntaban cómo podía habérseles escapado ese partido, el portero de Osasuna salía del campo a hombros de sus compañeros.

04/09/1985

Semifinal.

ESPAÑA

(2)

Unzué; Lizarralde, Ferreira, Tirado, Mendiondo; Marcelino, Fernando, Gay, Juanma (-55, Nayim) (-83, Francis); Losada, Goikoetxea.

URSS

(2)

Kutepov; Kolotovkin, Chedia, Moj, Horilyi; Ivanauskas, Skliarov (-91, Savchenko), Medvid, Khudojilov; Tatarchuk, Kuzhlev (-68, Bubliauskas).

Goles

0-1 Khudojilov (URSS, min. 38)(p); 1-1 Losada (ESP, min. 70); 1-2 Ivanauskas (URSS, min. 107); 2-2 Goikoetxea (ESP, min. 120+1).

Tanda de penaltis

(ESP 4-3)

1-0 Francis (ESP), 1-0 Medvid (URSS), para Unzué; 1-0 Tirado (ESP), para Kutepov, 1-1 Khudojilov (URSS); 2-1 Marcelino (ESP), 2-2 Ivanauskas (URSS); 3-2 Gay (ESP), 3-3 Moj (URSS); 4-3 Fernando (ESP), 4-3 Tatarchuk (URSS), para Unzué.

Árbitro

Hernán Silva Arce (CHL)

Tarjetas

Ferreira (ESP, min. 25); Tatarchuk (URSS, min. 51); Medvid (URSS, min. 51); Khudojilov (URSS, min. 70).

Estadio

Lenin (Moscú). 37.000 espectadores.

Brasil, que no había sufrido demasiado para vencer a Nigeria por 2-0, sería el rival en el histórico partido por el título, y el seleccionador español confiaba en que su equipo mejorara las prestaciones ofrecidas en el duelo de la primera fase. Según Pereda, Brasil había tenido mucha suerte en sus dos goles de aquella tarde en Tiflis y, con un poco más de orden y concentración, el juego técnico de los brasileños podía ser perfectamente contrarrestado por sus chicos, a pesar de la importante baja del central Patxi Ferreira por acumulación de tarjetas. Todo ello sin dejar de reconocer la teórica superioridad de una selección, la canarinha, que llegaba a la final con pleno de victorias, trece goles marcados y sólo uno encajado.

Así pues, con su 4-4-2 habitual, con Arozarena en el lugar del sancionado Ferreira y la entrada de Rafa Paz en el centro del campo como principales novedades, a las siete de la tarde (hora local) del 7 de septiembre de 1985 la selección sub’20 saltó al césped del Estadio Lenin de Moscú para jugar la primera final mundialista del fútbol español en categoría juvenil o absoluta. Tras una primera (y clara) oportunidad para Sebastián Losada, Brasil se adueñó del balón y ambos equipos comenzaron a desempeñar el papel que se les había asignado en todas las previas: los sudamericanos atacaban sin descanso, con un fútbol vistoso y alegre, y España se defendía como podía, con sus clásicos marcajes individuales y un portero, Juan Carlos Unzué, en estado de gracia. El navarro detuvo unos cuantos disparos relativamente sencillos, salvó milagrosamente tres ocasiones inmejorables de Dida, Balalo y Muller, y vio cómo Gerson estrellaba un fácil remate en el poste, todo eso sólo en la primera parte. En medio del vendaval brasileño, la producción ofensiva española se limitó a un disparo de Gay en el minuto 41 que, eso sí, golpeó en la cruceta.

Al descanso bien podía decirse que España tenía suerte de mantener el 0-0 inicial, pero también era cierto que ese resultado era precisamente el que se buscaba. Porque, tal y como había esperado Jesús Pereda, en la segunda parte el juego brasileño cayó unos cuantos enteros y España pudo, por fin, sacudirse la presión. La incesante lluvia dificultaba los avances de Brasil y el partido se volvió más igualado y algo más bronco. Por desgracia, Mendiondo vio su segunda tarjeta amarilla en una de esas acciones divididas, dejando a España con diez. Faltaba media hora y el equipo español tuvo que volver a encerrarse, aunque esta vez sufría bastante menos que en la primera parte e incluso generaba cierto peligro a la contra. En los últimos minutos llegaron las ocasiones más claras para ambos bandos: muy cansado, Losada culminó mal una situación de dos contra uno y, acto seguido, fue Muller quien no atinó a controlar un balón delante de Unzué. La final se iba a la prórroga y la superioridad numérica de Brasil parecía una baza decisiva para ese tiempo extra.

Y lo fue, sobre todo porque Brasil acertó a marcar casi en la primera jugada. Balalo botó un córner muy abierto, un centro pasado y bombeado que uno de sus compañeros (elijan entre Muller, Gerson o Tosin, pues ninguna crónica se pone de acuerdo y las imágenes de Youtube no tienen la calidad que uno desearía) devolvió de cabeza al corazón del área para que el central Henrique, totalmente solo en el borde del área chica, engatillara el balón suelto y batiera por fin a Unzué. España intentó rehacerse del golpe y durante unos minutos consiguió rondar la meta de Claudio Taffarel, pero no fue capaz de terminar ninguna jugada y, poco a poco, las interrupciones y el cansancio fueron apagando la chispa de los diez jugadores españoles. En la segunda parte de la prórroga apenas quedaban fuerzas para nada más; con mucho oficio, Brasil supo manejar el partido para asegurarse la victoria y reeditar así el título conseguido dos años antes en México. Por primera vez, una selección conseguía ganar dos veces el Campeonato del Mundo Juvenil y lo hacía, además, en ediciones consecutivas.

07/09/1985

Final.

BRASIL

(1)

Taffarel; Luciano, Henrique, Luis Carlos, Dida; Silas (-99, Marçal), Tosin, Joao Antonio; Muller, Gerson (-94, Antonio Carlos), Balalo.

ESPAÑA

(0)

Unzué; Lizarralde, Arozarena, Tirado, Mendiondo; Marcelino (-77, Nayim), Fernando, Gay, Rafa Paz; Losada, Goikoetxea (-66, Francis).

Goles

1-0 Henrique (BRA, min. 92).

Árbitro

David F.T. Syme (SCO).

Tarjetas

Dida (BRA, min. 23); Tirado (ESP, min. 27); Mendiondo (ESP, min. 38); Henrique (BRA, min. 60); Luis Carlos (BRA, min. 77). Expulsado Mendiondo (ESP, min. 61) por doble amarilla.

Estadio

Lenin (Moscú). 41.000 espectadores.

España regresó a casa más de veinticuatro horas después de la final (última cortesía de la organización), con el lógico dolor de la derrota pero con la satisfacción de haberlo dado todo y haber conseguido un éxito sin precedentes. Además, traía bajo el brazo los primeros premios individuales conseguidos por futbolistas españoles en un Mundial juvenil. Aunque hasta siete jugadores terminaron el campeonato con tres goles marcados, Sebastián Losada había obtenido la Bota de Oro al máximo goleador (parece que ser el más joven de los siete le hizo merecedor del primer premio) y Fernando Gómez Colomer recibió la Bota de Plata (la de Bronce fue para el nigeriano Monday Odiaka, quedando el mexicano Alberto García Aspe y los brasileños Gerson, Muller y Balalo sin galardón en esta categoría). Por su parte, Juan Carlos Unzué logró el Balón de Bronce al acabar tercero en las votaciones para elegir al mejor jugador, y fue además designado mejor portero del campeonato. El Balón de Oro recayó en el brasileño Silas, siendo el de Plata para su compatriota Gerson.

Los premiados, como siempre, correrían luego distinta suerte: mientras que Silas, sin llegar a ser una grandísima estrella, disputó los Mundiales de 1986 y 1990, Gerson apenas jugó cinco partidos con la absoluta brasileña antes de que su carrera quedara trágicamente interrumpida por el VIH (aunque él nunca llegó a confirmar que padecía SIDA, la noticia saltó a los medios en 1992 y el delantero acabó falleciendo en 1994 por una enfermedad que suele afectar a personas inmunodeprimidas). Serían dos de sus compañeros no premiados, Muller y Claudio Taffarel, quienes más brillarían con la canarinha, disputando tres Mundiales cada uno (1986, 1990 y 1994 el delantero; 1990, 1994 y 1998 el guardameta) y ganando el de 1994.

Sebastián Losada muestra la Bota de Oro. Imagen extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Sebastián Losada muestra la Bota de Oro. Imagen extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Por parte española, Fernando, aunque fue el gran referente del Valencia durante muchos años, tan solo jugó ocho partidos con España entre 1989 y 1992 (siendo convocado para Italia’90). Unzué, pese a su sólida carrera posterior (Osasuna, Barcelona, Sevilla, Tenerife), no llegó a debutar con la absoluta; y Losada (Real Madrid, Espanyol, Atlético, Celta) sólo jugó un partido en 1995, meses antes de retirarse hastiado del fútbol profesional a sus veintisiete años. Fue Jon Andoni Goikoetxea (Osasuna, Real Sociedad, Barcelona, Athletic) el miembro de este grupo que más carrera hizo a nivel absoluto, ya que disputó 36 partidos entre 1990 y 1996 y jugó el Mundial de EE.UU. 1994, en el que marcó un célebre gol a Alemania. En cualquier caso, aunque ninguno llegara a ser una grandísima figura internacional, todos los convocados dejaron su huella en la historia de nuestro fútbol: sólo ellos pueden presumir de haber sido los primeros en disputar una final de un Mundial (no militar) con la camiseta de la selección española.

_____

Fuentes consultadas:

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.

 

En memoria de Manuel Peña Escontrela (1965-2012).




Los Campeones de los Mundiales y la influencia de sus jugadores

Veinte Campeonatos del Mundo de Fútbol se llevan ya celebrados desde que en 1.930 se disputara el primero en Uruguay, cuando un 13 de julio de aquel año se jugó el primer partido entre Francia y México, con victoria de los galos por 4 a 1.

Desde entonces, los distintos seleccionadores han ido alternando sus jugadores, elaborando así diversas alineaciones con el fin de obtener el objetivo final, la preciada Copa de Campeón del Mundo.

En las siguientes páginas, detallaremos las alineaciones INICIALES de las distintas Selecciones y los equipos a los pertenecían los jugadores que ganaron un Mundial con el fin de observar la influencia de los mismos en su consecución.

Campeones01

Así, tenemos:

MUNDIAL DE 1930.

30 de Julio, Uruguay 4 – 2 Argentina.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Ballestero

Rampla Juniors

1

Nasazzi

CA Bella Vista

2

Mascheroni

Olimpia FC

3

Andrade

Nacional

4

Fernández

Peñarol

5

Gestido

Peñarol

Dorado

CA Bella Vista

Scarone

Nacional

Castro

Nacional

Cea

Nacional

Iriarte

Racing Club

6

En esta final, el seleccionador Alberto Supicci, se decidió por presentar un equipo formado por jugadores seis equipos, donde destacaba el Nacional, con 4 componentes. No hubo sustituciones.

MUNDIAL DE 1934

10 de Junio, Italia 2 – 1 Checoslovaquia.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Combi

Juventus

1

Monzeglio

Bolonia

2

Allemandi

Inter

3

Ferrris

Roma

4

Monti

Juventus

Bertolini

Juventus

Guaita

Roma

Meazza

Inter

Shiavio

Bolonia

Ferrari

Juventus

Orsi

Juventus

Vittorio Pozzo, dispuso un equipo con jugadores de únicamente 4 equipos. Como veremos al final de este artículo, es uno de los Campeones Mundiales que en la historia de los mismos han utilizado menos combinación de equipos, cuatro, donde predominaban, entre ellos, 5 jugadores pertenecientes a la Juventus de Turín. No hubo sustituciones.

Campeones02

MUNDIAL DE 1938

19 de Junio, Italia 4 – 2 Hungría.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Olivieri

AS Luchesse Libertas

1

Foni

Juventus

2

Rava

Juventus

Serantoni

Roma

3

Andreolo

Bolonia

4

Locatelli

Inter

5

Biavati

Bolonia

Meazza

Inter

Piola

Lazio

6

Ferrari

Inter

Colaussi

Triestina

7

El seleccionador Vittorio Pozzo, en su segundo Mundial, optó por un seleccionado compuesto por jugadores de 7 equipos. No hubo sustituciones.

MUNDIAL DE 1950

16 de Julio, Uruguay 2 -1 Brasil.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Maspoli

Peñarol

1

Matías González

CA Cerro

2

Tejera

Nacional

3

Gambetta

Nacional

 

Varela

Peñarol

Andrade

Central Español FC

4

Ghiggia

Peñarol

Julio Pérez

Nacional

Míguez

Peñarol

Schiaffino

Peñarol

Morán

CA Cerro

 

Juan López, coach uruguayo, confió en un equipo formado por una baraja de jugadores de únicamente 4 equipos (cinco de ellos pertenecientes al Peñarol de Montevideo), lo que le aseguró la segunda Copa del Mundo a Uruguay, en el ya famoso “Maracanazo”. Como en Mundiales anteriores, no hubo sustituciones.   

Campeones03

MUNDIAL DE 1954

4 de Julio, R.F. Alemania 3 – 2 Hungría.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Turek

Fortuna Dusseldorf

1

Posipal

Hamburgo

2

Kohlmeyer

Kaiserslautern

3

Eckel

Kaiserslautern

 

Liebrich

Kaiserslautern

Mai

Fürth SpVgg

4

Rahn

SC Rot- Weib Essen

5

Morlock

Nüremberg

6

O. Walter

Kaiserslautern

F. Walter

Kaiserslautern

Schäfer

Colonia

7

Jugadores de 7 equipos utilizó Sepp Herberger para ganar este partido, con 5 jugadores de Kaiserslautern en sus filas.  Seguía sin haber sustituciones en el campeón.

MUNDIAL DE 1958

29 de Junio, Brasil 5 – 2 Suecia.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Gilmar

Corinthians

1

Djalma Santos

A Portuguesa

2

Bellini

Vasco da Gama

3

Nilton Santos

Botafogo

4

Zito

Santos

5

Orlando

Vasco da Gama

Garrincha

Botafogo

Didí

Botafogo

Vavá

Vasco da Gama

Pelé

Santos

Zagallo

Flamengo

6

Vicente Feola, utilizó jugadores de 6 equipos para ganar la final con más goles de la historia de los Mundiales. Sin sustituciones.

Campeones04

MUNDIAL DE 1962

17 de Junio, Brasil 3 – 1 Checoslovaquia.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Gilmar

Santos

1

Djalma Santos

Palmeiras

2

Nilton Santos

Botafogo

3

Zito

Santos

Mauro

Santos

Zózimo

Bangu AC

4

Garrincha

Botafogo

Didí

Botafogo

Vavá

Palmeiras

Amarildo

Botafogo

Zagallo

Botafogo

Por tercera vez, una Selección conseguía el Mundial con jugadores de solamente 4 equipos en su alineación, con 5 jugadores del Botafogo, más 3 del Santos, 2 del Palmeiras y 1 del Bangu AC. 

MUNDIAL DE 1966

30 de Julio, Inglaterra 4- 2 R.F. Alemania

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Banks

Leicester City

1

Cohen

Fulham

2

J. Charlton

Leeds Utd.

3

Moore

Wets Ham

4

Wilson

Everton

5

Stiles

Manchester United

6

Bobby Charlton

Manchester United

Ball

Blackpool

7

Hurts

Wets Ham

Hunt

Liverpool

8

Peters

Wets Ham

Sir Alf Ramsey, dispuso por primera vez en una Final de un Mundial una alineación configurada por jugadores de 8 equipos. Es recordado el encuentro por aquella polémica del gol marcado por Geoof Hurts en la prórroga que suponía el momentáneo 3 a 2 para Inglaterra. No hubo sustituciones.

Campeones05

MUNDIAL DE 1970

21 de Junio, Brasil 4 – 1 Italia.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Félix

Fluminense

1

Carlos Alberto

Santos

2

Brito

Flamengo

3

Piazza

Cruzeiro

4

Everaldo

Gremio

5

Clodoaldo

Santos

Jairzinho

Botafogo

6

Gerson

Sao Paulo

7

Tostao

Cruzeiro

Pelé

Santos

Rivelino

Corinthians

8

Zagallo, que había sido Campeón del Mundo como jugador en 1958 y 1962, presentó una alineación en el Estadio Azteca de Méxido D.F. integrada por jugadores de 8 equipos. Es de destacar que la delantera de Brasil, formada por Jair, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino, que siempre se ha dicho estaba formada por “5 dieces”, cada uno de sus jugadores pertenecía a distintos equipos como puede verse, lo que no fue obstáculo para su compenetración y consecución del Mundial.

Campeones06

MUNDIAL DE 1974

7 de Julio, R.F. Alemania 2 – 1 Holanda.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Maier

Bayern Munich

1

Vogts

Borussia M.

2

Schwarzenbeck

Bayern Munich

Beckenbauer

Bayern Munich

Breitner

Bayern Munich

Hoeness

Bayern Munich

Bonhoff

Borussia M.

Overath

Colonia

3

Grabowski

Eintracht Frankfurt

4

Müller

Bayern Munich

Holzenbein

Eintracht Frankfurt

Con Helmut Schöen como seleccionador, por cuarta ocasión se conseguía un Mundial con únicamente jugadores de 4 equipos. Era el reinado del Bayern Munich en Europa, que alineó a 6 jugadores en aquel partido. Hecho que solo se ha repetido en otros  tres Mundiales, con seis jugadores de la Juventus en 1982, seis del F.C. Barcelona en la alineación de España en 2010, y otros tantos de nuevo del Bayern Munich en 2014.

Casi podría decirse que el Campeón del Mundo fue el Bayern Munich “reforzado”, como en aquellos partidos de Ferias y Fiestas de los pueblos de España, allá por los años 70 y anteriores, cuando se anunciaba en la cartelería tal partido de presentación del equipo del pueblo en el que iban a probar varios jugadores con posibilidades de quedarse en el equipo local. Al menos, así lo recuerda el firmante cuando vivía en su pueblo natal.

Campeones07

MUNDIAL DE 1978

25 de Junio, Argentina 3 – 1 Holanda.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Fillol

River Plate

1

Olguín

S. Lorenzo Almagro

2

Galván

CA. Talleres

3

Pasarella

River Plate

Tarantini

Boca Juniors

4

Ardiles

Huracán

5

Gallego

Newell’s Old Boys

6

Kempes

Valencia

7

Bertoni

Independiente

8

Luque

River Plate

Ortiz

River Plate

 

Sustituciones:

Larrosa (por Ardiles) 65′

Independiente

Bajan a 7

Houseman (por Ortiz) 74′

Huracán

Vuelven a 8

 César Luis Menotti, alineó de inicio a jugadores de 8 equipos. En aquel conjunto, había un jugador campeón que pertenecía a un equipo español, Kempes, del Valencia.

Campeones08

MUNDIAL DE 1982

11 de Julio, Italia 3 – 1 R.F. Alemania

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Zoff

Juventus

1

Bergomi

Inter

2

Scirea

Juventus

Collovati

Milan

3

Gentile

Juventus

Tardelli

Juventus

Oriali

Inter

Cabrini

Juventus

Conti

Roma

4

Rossi

Juventus

Graziani

Fiorentina

5

Sustituciones:

Altobelli (por Graziani) 7′

Inter

Bajan a 4

Causio (por Altobelli) 89′

Udinese

Vuelven a 5

Por primera vez en un Mundial, se ganó con un equipo comprendido por jugadores de 5 equipos en la alineación inicial, el mismo número con el que finalizó el partido. Fue el Mundial celebrado en España, y Enzo Bearzot empleó de inicio a 6 jugadores de la Juventus de Turín. La actuación de España en aquel campeonato mejor la dejamos para otro día…

Campeones09

MUNDIAL DE 1986

29 de Junio, Argentina 3 – 2 R.F. Alemania

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Pumpido

River Plate

1

Ciciuffo

Vélez Sarfield

2

Brown

Boca Juniors

3

Ruggeri

River Plate

Olarticoechea

Boca Juniors

Giusti

Independiente

4

Batista

Argentinos Juniors

5

Enrique

River Plate

Burruchaga

Nantes

6

Maradona

Nápoles

7

Valdano

Real Madrid

8

Sustituciones:

Trobbiani (por Burruchaga) 90′

Elche

Siguen en 8

Carlos Bilardo, con Maradona al frente de su Selección, alineó de inicio a jugadores de 8 equipos, incluyendo a un representante del Real Madrid, Jorge Valdano. Igualmente, otro jugador que actuaba entonces en España, Marcelo Trobbiani (Elche C.F.) tuvo también sus minutos de gloria.

Campeones10

MUNDIAL DE 1990

8 de Julio, R.F. Alemania 1 – 0 Argentina.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Illgner

Colonia

1

Kohler

Bayern Munich

2

Augenthaler

Bayern Munich

Buchwald

Stuttgart

3

Berthold

Roma

4

Hassler

Colonia

Matthaus

Inter

5

Littbarski

Colonia

Brehme

Inter

Völler

Roma

Klinsmann

Inter

Sustituciones:

Reuter (por Berthold) 73′

Bayern Munich

Siguen en 5

Alineación inicial compuesta por jugadores de cinco equipos, donde destacaban, tres del Inter de Milán. Matthaus, Brehme y Klinsmann. El seleccionador, un histórico, Franz Beckenbauer, nada menos.

Campeones11

MUNDIAL DE 1994

17 de Julio, Brasil 0 – 0 Italia (campeón Brasil, por penaltis).

 

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Taffarel

Reggiana

1

Jorginho

Bayern Munich

2

Marcio Santos

Girondins Burdeos

3

Aldair

Roma

4

Branco

Fluminense

5

Mazinho

Palmeiras

6

Dunga

Stuttgart

7

Mauro Silva

Dep. Coruña

8

Zinho

Palmeiras

Bebeto

Dep. Coruña

Romario

Barcelona

9

Sustituciones:

Cafú (por Jorginho) 21′

Sao Paulo

Siguen en 9

Viola (por Zinho) 106′

Corinthians

Aumentan a 10

En este campeonato, por vez primera, una selección que se iba a proclamar campeona del Mundo saltó al terreno de juego con jugadores de 9 equipos. Jugaron aquella final Mauro Silva y Bebeto, del Deportivo de La Coruña, y Romario, del Barcelona. Brasil acabó el partido con participantes de 10 equipos.

MUNDIAL DE 1998

12 de Julio, Francia 3 – 0 Brasil

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Barthez

Mónaco

1

Thuram

Parma

2

Leboeuf

Chelsea

3

Desailly

Milan

4

Lizarazu

Bayern Munich

5

Karembeu

Real Madrid

6

Deschamps

Juventus

7

Petit

Arsenal

8

Zidane

Juventus

Djorkaeff

Inter

9

Guivarch

Auxerre

10

Sustituciones:

Boghossian (por Karembeu) 57′

Sampdoria

Siguen en 10

Dugarry (Por Guivarch) 66′

Ol. Marsella

Siguen en 10

Vieira (por Djorkaeff) 75′

Arsenal

Bajan a 9

Y seguimos aumentando. Con jugadores de 10 equipos se presentó Francia a disputar la final ante Brasil. Únicamente, Deschamps y Zidane pertenecían al mismo conjunto (Juventus de Turín). Karembeu, del Real Madrid, fue el representante del fútbol español en aquel encuentro.

Campeones12

MUNDIAL DE 2002

30 de Junio, Brasil 2 – 0 Alemania.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Marcos

Palmeiras

1

Lucio

Bayer Leverkusen

2

Edmilson

O Lyon

3

Roque Junior

Milan

4

Cafú

Roma

5

Gilberto Silva

At. Mineiro

6

Kleberson

CA Paranaense

7

Rivaldo

Barcelona

8

Roberto Carlos

Real Madrid

9

Ronaldinho

París St. Germain

10

Ronaldo

Inter

11

Sustituciones:

Juninho (por Ronaldinho) 85′

Flamengo

Siguen en 11

Denilson (por Ronaldo) 90′

Betis

Siguen en 11

Y continuando con récords, la única ocasión que una selección ha presentado un equipo formado por 11 jugadores de 11 equipos  ocurrió en este Mundial. En el Internationtal Stadium de Yokohama, Scolari cumplió con la máxima variedad de equipos y jugadores en la historia de las finales. Es más, aún con las sustituciones, Brasil siempre tuvo a su selección representada en el terreno de juego por 11 conjuntos distintos. Allí estuvieron los jugadores  del Barcelona (Rivaldo), Real Madrid (Roberto Carlos) y Betis (Denilson).

Campeones13

MUNDIAL DE 2006

9 de Julio, Italia 1 -1 Francia (Campeón Italia, por penaltis).

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Buffon

Juventus

1

Zambrotta

Juventus

Cannavaro

Juventus

Materazzi

Inter

2

Grosso

Palermo

3

Gattuso

Milan

4

Camoranesi

Juventus

Perrotta

Roma

5

Pirlo

Milan

Totti

Roma

Luca Toni

Fiorentina

6

Sustituciones:

De Rossi (por Perrotta) 61′

Roma

Siguen en 6

Iaquinta (por Totti) 61′

Udinese

Aumentan a 7

Del Piero (por Camoranesi) 86′

Juventus

Quedan en 7

La Juventus de Turín volvía a tener su protagonismo en una final de un Mundial, aportando cuatro jugadores de inicio, que pudieron ser cinco, si bien Del Piero sustituyó a su compañero en la Vecchia Signora, Camoranesi.  Una selección formada por jugadores de 6 equipos, todos pertenecientes a equipos italianos. Quedó para la historia la expulsión de Zidane.

MUNDIAL DE 2010

11 de Julio, España 1 – 0 Holanda

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Casillas

Real Madrid

1

Sergio Ramos

Real Madrid

Piqué

Barcelona

2

Puyol

Barcelona

Capdevila

Villarreal

3

Iniesta

Barcelona

Busquets

Barcelona

Xavi

Barcelona

Xabi Alonso

Real Madrid

Pedro

Barcelona

Villa

Valencia

4

Sustituciones:

Navas (por Pedro) 60′

Sevilla

Aumentan a 5

Cesc (por Xabi Alonso) 87′

Arsenal

Aumentan a 6

Torres (por Villa) 106′

Liverpool

Quedan en 6

Ya era hora. Por fin, un Mundial ganado por España, después de tantas y tantas decepciones a lo largo de la historia, gracias al gol del manchego Iniesta. España presentó de inicio un conjunto formado por 6 jugadores del Barcelona, 3 del Real Madrid y 1 del Villarreal y Valencia. Es decir, de solamente 4 equipos. Ocurría por quinta ocasión en una final de un Mundial.

Como ya aconteciera en las finales de los Mundiales de 1974 y 1982, con seis jugadores del Bayern Munich y Juventus de Turín respectivamente, y posteriormente, en 2014 de nuevo con el equipo muniqués, el F.C. Barcelona fue el máximo representante del fútbol español en aquella final.

Campeones14

MUNDIAL DE 2014

13 de Julio, Alemania 1 – 0 Argentina.

Jugador

Equipo

Diferentes Equipos

Neuer

Bayern Munich

1

Lahm

Bayern Munich

Boateng

Bayern Munich

Hummels

Borussia Dortmund

2

Howedes

Schalke 04

3

Kramer

Borussia M.

4

Schweinsteiger

Bayern Munich

Kroos

Bayern Munich

Múller

Bayern Munich

Klose

Lazio

5

Ozil

Arsenal

6

Sustituciones:

Schurrle (por Kramer)

Chelsea

Siguen en 6

Gotze (por Klose)

Bayern Munich

Bajan a 5

Mertesacker (por Ozil) 120′

Arsenal

Quedan en 5

Joachim Low dispuso una Alemania basada en el Bayern de Munich (seis componentes), con una selección inicial compuesta por jugadores de seis equipos, si bien finalizó la misma con un combinado de cinco, y que culminó con una nueva Copa del Mundo para los germanos.

Campeones15

Una vez detallados los 20 Mundiales celebrados, hemos leído que CINCO Campeonatos se han ganado jugando de inicio con jugadores de solamente 4 equipos (1934, 1950, 1962, 1974 y 2010), mientras que únicamente se ha ganado UN Mundial cuando una Selección ha presentado de inicio formaciones compuestas por 9, 10 o 11 equipos distintos (1994, 1998 y 2002 respectivamente). Es decir, sin tener en consideración otras variables que se pudieran utilizar (minutos de los goles, sustituciones, expulsiones, etc.),  puede afirmarse que cuando se utilizan, de INICIO, selecciones formadas por componentes de menos equipos, la garantía de éxito y de proclamarse Campeón del Mundo se incrementan. ¿El secreto?… se llama fútbol.




España en los mundiales sub’20: Australia 1981

Mientras Argentina celebraba sobre el césped el título recién conquistado ante la URSS, en el marcador del Estadio Olímpico de Tokio ya se emplazaba a los aficionados para la siguiente edición del Mundial juvenil, a celebrar en 1981 en Australia. Con esta concesión, Joao Havelange cumplía con su promesa de llevar estos campeonatos a todos los continentes que jamás habían organizado un evento FIFA: tras África y Asia, Oceanía completaría el círculo evangelizador iniciado en Túnez 1977. Además, plenamente aceptado por el mundo del fútbol y consolidado en su estructura bienal sub’20, el “Torneo Mundial de Juveniles por la Copa Coca-Cola” cambiaba su nombre y adoptaba una denominación algo más formal: el de Australia sería el primer “Campeonato Mundial Juvenil por la Copa Coca-Cola”.

Podríamos decir que el largo y tortuoso camino a la isla continente empezó oficiosamente para España en noviembre de 1979, apenas dos meses después del Mundial de Japón, en la prestigiosa “Copa Príncipe Alberto” que se celebraba anualmente en Montecarlo en honor del entonces joven heredero monegasco. Tras las primeras pruebas de la primavera, el torneo de Montecarlo sirvió para que Jesús Pereda y José Emilio Santamaría comenzaran a trabajar de lleno con el bloque que debería luchar por su presencia en el “Torneo de Naciones de la UEFA” de 1980, que daría acceso al Mundial sub’20 de 1981.

En Mónaco, pese a contar con jugadores de la talla de Andoni Zubizarreta, Roberto Fernández, Urbano Ortega o Ángel Pedraza, por citar a algunos de los que luego tendrían una carrera más exitosa como profesionales, España acabó en una discreta sexta posición, generando dudas de cara a los compromisos oficiales del año siguiente. Sin embargo, con la incorporación de Jose Mari Bakero y, sobre todo, de José Miguel González Martín del Campo, “Míchel” (al que Pereda usaba en muchas ocasiones como falso delantero centro), ambos de escasos diecisiete años, el equipo mostró claros signos de mejoría en los dos amistosos disputados en casa contra Portugal (2-0) y Rumanía (0-0) a comienzos de 1980. Unas buenas sensaciones que se confirmaron en la eliminatoria de acceso al Europeo juvenil, en la que la selección jugó con brillantez y derrotó sin problemas a Suiza en ambos partidos: 3-0 en Ciudad Real y 0-2 en la encerrona que prepararon los suizos en un minúsculo campo de Altstätten.

A mediados de mayo, pocos días después de vencer en otro amistoso a Países Bajos (2-0), España viajó a Alemania Oriental para disputar el Europeo sub’18 con la moral por las nubes. Encuadrada en el grupo A junto con Italia, Noruega y Hungría, la selección juvenil no sólo pretendía ganarse en la RDA una de las seis plazas para el Mundial sub’20 de Australia 1981, sino que aspiraba incluso a luchar por el título. Sin embargo, todo se torció en el debut ante los transalpinos: pese a que España dominó el partido, Italia se adelantó en un córner al borde del descanso y ya no hubo forma de recuperar la desventaja ni en ese encuentro ni en la clasificación. La victoria por 2-1 sobre Noruega en la segunda jornada no sirvió para mucho: Italia no falló y, sumando tres de los siguientes cuatro puntos en disputa, se aseguró el liderato del grupo y el pase a semifinales. Con sólo doce jugadores de campo disponibles para la tercera jornada, por culpa de lesiones y sanciones varias, España cerró su participación derrotando a Hungría por 2-0 y acabó como la mejor segunda de los cuatro grupos, con lo que obtenía la clasificación para el Mundial juvenil del año siguiente.

Con la URSS ausente al haber perdido en la eliminatoria previa con Yugoslavia, la española se convertiría en la única selección europea que lograba participar en las tres ediciones mundialistas disputadas hasta entonces, lo cual era un éxito a resaltar. Inglaterra, que acabó ganando el torneo continental, Polonia, Italia y Países Bajos (con Danny Blind, Ronald Koeman, Ruud Gullit y Frank Rijkaard en el equipo) fueron los cuatro semifinalistas y, por tanto, también sacaron billete para Australia, mientras que la sexta plaza se decidió en un sorteo en el que Rumanía fue más afortunada que Portugal (ambas selecciones, segundas en sus respectivos grupos, habían empatado a todo). Sin embargo, no fueron estos los seis equipos europeos que viajaron a Australia casi un año y medio más tarde. Países Bajos renunció a participar y la UEFA invitó en su lugar a la selección de la República Federal de Alemania, que había pasado con más pena que gloria por aquel “Torneo de Naciones” de 1980. La razón de esa invitación (tanto Portugal como la RDA obtuvieron mejor puntuación en esa fase de grupos que Alemania Occidental) queda, muy a mi pesar, pendiente de una investigación más exhaustiva.

Durante el verano de 1980, tras el discreto papel de España en la fase final de la Eurocopa de Italia, la Federación decidió dar por concluida la larga etapa de Ladislao Kubala al frente del equipo nacional y le dio el cargo de seleccionador absoluto a José Emilio Santamaría. Con la absoluta no tendría demasiada suerte, pero la labor de programación de las categorías inferiores (de la recién creada sub’16 a la sub’23) que el hispano-uruguayo había iniciado dos años antes junto con Chus Pereda sí empezaba a dar sus frutos y durante la temporada 1980/1981 la nueva selección sub’18 cuajó grandes resultados. A la innegable calidad futbolística del grupo se unía la experiencia internacional adquirida por algunos de sus componentes, que habían formado parte de la selección de la temporada anterior, y todo ello hacía de aquella una de las mejores generaciones juveniles de los últimos años.

España acabó en tercera posición en la “Copa Príncipe Alberto”, repitió puesto en el primer “Memorial Valentin Granatkin” (torneo celebrado en Moscú en el pabellón cubierto del CSKA y sobre césped artificial) y superó nuevamente a Suiza en la eliminatoria previa del Europeo juvenil de 1981 por un global de 5-2. Además, se ganaron los tres amistosos disputados aquel año frente a Portugal, Francia (en París) e Italia, por lo que los resultados eran difícilmente mejorables. Ya en el Campeonato de Europa sub’18 (primero que se disputaba bajo esa denominación), celebrado en Alemania Occidental, los de Pereda hicieron buenos los pronósticos y consiguieron acabar líderes de grupo y acceder a semifinales por primera vez desde 1976, gracias a sus victorias sobre Inglaterra y Austria y a un empate contra Escocia. Parecía razonable soñar con un título que no se conseguía desde 1954, pero la suerte abandonó a los juveniles españoles en los partidos decisivos. En menos de 24 horas, primero Polonia y luego Francia se impusieron a España en sendas tandas de penaltis, para dejar con un amargo sabor de boca a un bloque con nivel suficiente como para haber llegado algo más arriba. El título, por cierto, se lo quedó la RFA.

Por su parte, la generación que había logrado el año anterior la clasificación para el Mundial sub’20 de Australia tuvo la oportunidad de volver a reunirse a finales de junio de 1981 para disputar en México DF la primera “Copa Joao Havelange”. Ocho selecciones de categoría sub’19, seis de ellas clasificadas para el Mundial juvenil, viajaron al país azteca para medir fuerzas, y España no salió mal parada. Tras perder contra Brasil (0-2) en el debut, los de Pereda vencieron a México por idéntico marcador y golearon 4-0 a Estados Unidos. Luego llegó la derrota ante a Argentina por 1-3 en la prórroga de las semifinales, pero los españoles se repusieron para ganar a Paraguay por 3-2 y alcanzar así la tercera posición final.

Un gran resultado en esa especie de ensayo general del Mundial sub’20 que daba pie al optimismo: uniendo a los mejores jugadores de este grupo (Zubizarreta, Chendo, Roberto…) con los más destacados del que había luchado por ganar el Europeo sub’18 de esa primavera (Míchel, Bakero…) había mimbres para optar a todo en Australia. Las expectativas eran tan altas que desde la Federación se confiaba en que el presumible éxito de los juveniles contribuyera a crear un ambiente positivo en el país de cara a España 1982. Pero, por desgracia, en el fútbol español de aquellos años no había manera de conseguir que algo saliera bien. Incluso cuando todo parecía estar a favor, como con esta gran selección sub’20, siempre nos las apañábamos para estropearlo de alguna manera. Y es que, en el arranque de la temporada que teóricamente debía resultar más esperanzadora para el balompié patrio, todo eran problemas.

A menos ya de un año del ansiado Mundial’82, la selección absoluta no carburaba y Santamaría no era capaz de transmitir ni al equipo ni a la afición la confianza necesaria como para afrontar el campeonato con un mínimo de ilusión. Televisión Española no retransmitía partidos de liga desde finales de 1979 porque los equipos pedían más dinero del que el ente estaba dispuesto a pagar. Y la AFE, el combativo sindicato de futbolistas creado a principios de 1978, cansada de reclamar por las buenas los más de 300 millones de pesetas que en aquel verano de 1981 debían los 66 equipos morosos del fútbol nacional (una auténtica barbaridad para una época en la que Bernd Schuster, por ejemplo, cobraba unos 18 millones anuales del FC Barcelona), acabó declarando una huelga el 31 de agosto que retrasó dos semanas el inicio del campeonato liguero, hasta que los jugadores consiguieron garantías sobre el pago de las deudas y la abolición de la norma que obligaba a los equipos de Segunda, Segunda B y Tercera a alinear a dos sub’20 en cada partido. Un parche temporal, porque antes de acabar la temporada se produciría un nuevo paro.

Por si había pocos frentes abiertos, la selección juvenil se convirtió en una víctima más del enconado conflicto que enfrentaba a futbolistas, clubes y federación. Durante el verano, varios equipos comunicaron a la Federación Española que no cederían a sus principales promesas para la disputa del inminente Mundial sub’20, y no eran pocos: auténticos puntales para Chus Pereda como Zubizarreta y Endika (Athletic), Bakero (Real Sociedad), Roberto (Valencia), Urbano (Español), Míchel o Chendo (Real Madrid) no viajarían a Australia por la negativa de sus respectivos clubes, que no querían perder a sus jóvenes valores durante tres semanas nada más arrancar la temporada. Otros jugadores de menos renombre posterior pero igual de habituales en las convocatorias juveniles, como Jesús García Jiménez (Rayo), Pascual Luna Parra (Hércules) o Luis Felipe Saavedra (Las Palmas), también se toparon con la prohibición de sus equipos. Una auténtica sangría a la que la Federación de Pablo Porta asistía impotente (mitad víctima pero también mitad culpable por algunas concesiones anteriores) y que, según publicó El Mundo Deportivo el 31 de agosto de 1981, hizo que el seleccionador meditase seriamente presentar su dimisión.

A un mes escaso del inicio del Mundial, Pereda se veía obligado a confeccionar a toda prisa un conjunto de perfil bajo cuando, de haber contado con todas sus estrellas, España habría sido un claro aspirante al título. Pero, no contentos con haber acabado de un plumazo con las opciones de triunfo de la selección, los clubes españoles siguieron interfiriendo en la preparación mundialista. Durante el mes de septiembre se celebraron tres breves concentraciones, dos en Madrid y una en Barcelona (en la que se disputó un amistoso contra suplentes y juveniles del Español que acabó 3-3), para las que algunos equipos también se negaron a ceder a sus jugadores. En Barcelona, el día 10, faltaron siete de los 24 citados, pero el caso más estrambótico se produjo en la tercera sesión, celebrada una semana después en Madrid y a la que sólo habían acudido 14 de los 20 futbolistas convocados: instantes antes de que comenzara el partidillo previsto contra los juveniles del Real Madrid, una llamada del Atlético ordenó a Roberto Simón Marina que se marchara de la Ciudad Deportiva blanca cuando el jugador ya estaba preparándose en el vestuario. El chaval, claro, tuvo que obedecer a su club y Pereda se quedó con un palmo de narices y con trece jugadores con los que, obviamente, poco trabajo de preparación podía hacer.

Finalmente, el 22 de septiembre el técnico burgalés dio una convocatoria, formada probablemente por futbolistas elegidos más por conveniencia que por convencimiento, para una última sesión preparatoria; tres días después, incluyó los mismos dieciocho nombres en la lista definitiva para el Mundial sub’20 de Australia. De esa relación, sin embargo, todavía se acabaría cayendo un jugador más: el sportinguista Nicolás Pereda, reclamado a última hora por su club debido a una lesión de Cundi. El bético Romo tuvo que viajar por su cuenta a Ámsterdam para reunirse con el resto del equipo antes de poner rumbo a Oceanía el día 29, en vuelo compartido con otras nueve selecciones participantes. Estos fueron, por tanto, los futbolistas con los que contó Chus Pereda para disputar el mundial juvenil de Australia 1981:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

FERNANDO Peralta Carrasco 15/08/1961 CD Málaga

2

DF

Alberto Calvo VALLINA 15/11/1961 Sporting de Gijón

3

DF

Jorge FABREGAT Balmaña 04/12/1961 Terrassa

4

DF

Narcís JULIÀ Fontané 24/04/1963 Girona

5

MC

FRANCISCO Javier López Alfaro 01/11/1962 Sevilla

6

MC

José Manuel LACALLE Soage 30/04/1962 Real Sociedad

7

DL

José ALFONSO Martínez Crespo 02/02/1962 Real Madrid

8

DL

Recesvinto Casero Úbeda, “RECES 20/03/1962 Hércules

9

DL

Sebastián López Serrano, “CHANO 18/08/1961 Cádiz CF

10

DL

Sebastián NADAL Mejías 03/10/1963 Atlético de Madrid

11

DL

Gonzalo Alonso López Segovia, “CHALO 01/03/1962 CD Tenerife

12

MC

Roberto Simón MARINA 28/08/1961 Atlético de Madrid

13

MC

José Ramón González ROMO 12/10/1963 Real Betis

14

DF

Antolín Ocaña Puerto, “TOLO 02/08/1961 Albacete

15

P

Manuel RUIZ Pérez 03/12/1962 CD Jerez

16

DF

Francisco Javier Rodríguez Rodrigo, “JAVI 28/06/1962 Real Valladolid

17

DF

Francisco Javier Rodríguez Hernández, “FRANCIS 28/12/1962 Real Madrid

18

DF

Antonio IRIARTE Cela 05/03/1962 FC Barcelona

Dado que la convocatoria estaba plagada de jugadores que, en condiciones normales, no hubieran pasado de ser segundas e incluso terceras opciones para Pereda (el 29 de septiembre, el diario El País hablaba de hasta quince bajas con respecto a los planes iniciales del seleccionador), no extraña que el único futbolista que luego disfrutó de cierta continuidad en la absoluta fuera uno de los pocos “fijos” que sí esquivó el bloqueo: el centrocampista Francisco López Alfaro (Sevilla, Espanyol), que jugó veinte partidos internacionales, cuatro de ellos en el Mundial de México’86. Además, el centrocampista Roberto Simón Marina (Atlético, Mallorca, Toledo) también llegó a debutar con la absoluta en 1985. Del resto, cabría destacar las carreras del portero Fernando Peralta (Málaga, Sevilla, Castellón), del defensa Narcís Julià (Zaragoza), del delantero Reces (Hércules, Murcia, Xerez) y de Chano (atacante que se reconvertiría en lateral y jugaría en Cádiz, Mallorca y Málaga). Precisamente estos dos últimos eran, junto al zamorano Javi, los únicos convocados que formaban parte de plantillas de Primera división en 1981, aunque entonces sólo Reces sabía lo que era jugar en esa categoría.

El discutible comportamiento de los clubes españoles no era, de todas formas, un caso aislado. Las fechas previstas para el Mundial (del 3 al 18 de octubre) eran óptimas para celebrar un campeonato en el hemisferio austral pero chocaban de frente con la campaña futbolística de la Europa occidental. Al igual que España, tanto Italia como Inglaterra se toparon con la negativa de muchos equipos a ceder a sus jugadores en plena temporada (los ingleses sólo pudieron contar con cuatro de sus campeones de Europa en 1980), y tampoco pudieron concentrarse previamente. Caso distinto fue el de la “invitada” RFA, que sólo dispuso de cuatro días de entrenamientos pero que sí pudo contar con todo su bloque campeón de Europa sub’18 de 1981. Y vaya si se notó.

El formato del campeonato sería el mismo que en Japón 1979: dieciséis selecciones divididas en cuatro grupos, clasificándose para cuartos de final los dos primeros de cada uno de ellos. La principal diferencia radicaba en que los partidos durarían noventa minutos, y no ochenta como venía siendo la norma desde 1977. Esto agravó los problemas de cansancio que solían acusar los equipos por la acumulación de encuentros en pocos días, problemas que en Australia se vieron potenciados por los efectos del jet-lag que experimentaron muchos participantes. Además, la organización australiana eligió seis sedes para el torneo, en lugar de las cuatro habituales, por lo que los desventurados jugadores de los grupos C y D vieron como al agotamiento de los partidos se le sumaba el del desplazamiento que fueron obligados a realizar en una de las jornadas. Como no podía ser de otra manera, España fue una de las selecciones afectadas, al haber quedado encuadrada en el grupo C en el sorteo celebrado en Sidney el 31 de marzo.

GRUPO A

(Brisbane)

GRUPO B

(Melbourne)

GRUPO C

(Adelaida, Canberra)

GRUPO D

(Sidney, Newcastle)

Uruguay

Brasil

Rep. Fed. Alemania

Australia

Polonia

Italia

México

Argentina

Qatar

República de Corea

España

Inglaterra

Estados Unidos

Rumanía

Egipto

Camerún

En cuanto a los equipos participantes, debutaban en un Mundial juvenil Qatar, Estados Unidos, Rumanía, Egipto, Camerún, Inglaterra y la República Federal de Alemania, naciones estas dos últimas que años antes habían manifestado su negativa a la creación del campeonato. Esas reticencias iniciales habían desaparecido ya y la FIFA manifestaba su orgullo al ver que tanto las grandes potencias como otros países de menor tradición futbolística se empezaban a tomar muy en serio su participación en los Mundiales sub’20: los equipos asiáticos y americanos dedicaban meses a preparar a sus equipos, con concentraciones permanentes y numerosos partidos amistosos, y en Europa, más allá del problema puntual de fechas, el torneo iba ganando en prestigio.

Como en Japón 1979, hubo un árbitro de cada país participante, seis más de otras naciones y otros seis colegiados australianos que sólo actuaron como jueces de línea (entre ellos se encontraba Christopher Bambridge, que cinco años más tarde se cruzaría en el camino de la selección en el famoso partido contra Brasil del Mundial de México). Desde España viajó el zaragozano Emilio Soriano Aladrén, que únicamente tuvo la oportunidad de dirigir el Estados Unidos – Uruguay de la primera jornada.

Por desgracia, pese al evidente esfuerzo e interés demostrado por la organización australiana, el campeonato se vio afectado por diversos contratiempos que le restaron parte del brillo y protagonismo deseados por la FIFA. Dada la tradicional preeminencia de cricket, rugby y fútbol australiano en el país, sólo se pudo usar un estadio diseñado específicamente para el fútbol asociación, el Hindmarsh de Adelaida, y el espectáculo se resintió por el mal estado de algunos terrenos de juego. Además, una fuerte tormenta desatada un par de días antes de la inauguración del Mundial afectó seriamente a las nuevas torres de iluminación del histórico Sidney Cricket Ground, escenario previsto para la mayoría de partidos del grupo D y para la final, y los organizadores tuvieron que trasladar los partidos al adyacente Sports Ground, un estadio de menor capacidad (hoy ya demolido) y que no había sido debidamente acondicionado para el fútbol. El enorme óvalo del Cricket Ground, que como su nombre indica albergaba habitualmente encuentros de cricket (y también de rugby), sólo pudo acoger una semifinal y la final, y su maltrecho césped no permitió demasiadas florituras.

Por último, la coincidencia de fechas del Mundial con un torneo indoor de tenis en Sidney (que contaba con la participación de John McEnroe y otras grandes figuras de la época) y con unas pruebas preparatorias de los Juegos de la Commonwealth en Brisbane provocó que la propia televisión australiana emitiera muchos partidos en diferido, limitando el impacto mediático del campeonato. Pese a todo, el público respondió, gracias en buena medida a las colonias de expatriados de los países participantes residentes en Australia, y las gradas acogieron en total a cerca de 300.000 espectadores (según datos oficiales), muy cerca de las cifras registradas en Japón dos años antes.

EL CAMPEONATO

Plantilla de España para el Mundial sub'20 de Australia 1981 (Mundo Deportivo, 01/10/1981)

Plantilla de España para el Mundial sub’20 de Australia 1981 (Mundo Deportivo, 01/10/1981)

La primera jornada del Campeonato Mundial Juvenil de Australia 1981 dejó claro que aquel no iba a ser un torneo como los demás. Argentina, vigente campeona, perdió 2-1 en su debut contra la selección anfitriona; Qatar, entrenada por el brasileño Evaristo (exjugador de Barcelona y Real Madrid y seleccionador de Brasil en Túnez 1979), derrotó a Polonia por 1-0; y Corea del Sur aplastó a Italia por 4-1. Aquel mismo 3 de octubre, España saltó al campo en Adelaida convencida de su superioridad sobre Egipto, el rival más desconocido y teóricamente más sencillo del grupo, pero los africanos demostraron que estaban dispuestos a sumarse a la ola de sorpresas que recorría el sudeste australiano. Dominando largas fases de la primera parte, los egipcios se adelantaron pronto, en su primer saque de esquina, y los de Pereda no supieron traspasar la ordenada defensa de su enemigo. Con un sistema de cinco zagueros ideado para que Francisco liderara la ofensiva española desde el centro del campo, sólo el sevillista generaba cierta sensación de peligro, pero no conseguía conectar con los puntas.

En la segunda parte Pereda dio entrada a Chano, que había sido suplente por culpa de un proceso gripal, y el jugador nacido en Tetuán aportó la chispa necesaria para que España se hiciera por fin con los mandos del partido y le diera la vuelta al marcador. El propio Chano marcó el gol del empate en una jugada individual y, diez minutos después, el mallorquín Nadal cabeceó a la red un buen centro de Vallina desde la derecha. Sin embargo, Egipto no se amilanó con la remontada hispana y Amer Taher Abou-Zeid, de fuerte disparo, igualó de nuevo la contienda. Para disgusto de los varios cientos de emigrantes españoles presentes en el campo (aunque la FIFA da como cifra oficial de espectadores la de 7.500, las crónicas hablan de casi lleno en un estadio de 20.000 localidades), el marcador no volvió a moverse y España veía cómo se complicaban sus opciones de pasar a cuartos de final.

03/10/1981

Primera jornada del Grupo C.

ESPAÑA

(1)

Fernando; Vallina, Javi, Julià, Francis, Fabregat; Lacalle, Francisco, Marina; Reces (-54, Chano), Nadal.

EGIPTO

(1)

Ashour; Hashih, El Amshati, Helmi, Abbas; Sedki, El Kashab (-88, Hozain), Mihoub; Soliman, El Kamash (-66, Hassan), Abou-Zeid.

Goles

0-1 Abou-Zeid (EGY, min. 6); 1-1 Chano (ESP, min. 65); 2-1 Nadal (ESP, min. 74); 2-2 Abou-Zeid (EGY, min. 78).

Árbitro

Lee Woo-Bong (KOR).

Tarjetas

Estadio

Hindmarsh (Adelaida). 7.504 espectadores.

El duelo entre México y España en la segunda jornada de la fase de grupos parecía un fijo en el calendario de todo Mundial sub’20. Por tercera vez en tres ediciones españoles y mexicanos se veían las caras después del primer partido, y esta vez ambas selecciones se jugaban su continuidad en el torneo. Para México, que había caído por la mínima ante Alemania Federal, una segunda derrota significaría su adiós al Mundial, mientras que España buscaba una victoria que le permitiese afrontar el duelo ante los germanos con más posibilidades. Tras haber pasado una agradable jornada de convivencia con la colonia española residente en la zona (excursión que se saldó con el “fichaje” de un cocinero aficionado experto en tortillas por parte del doctor Jorge Guillén, que en su tercer Mundial juvenil sabía lo importante que era una alimentación variada y del gusto de los jugadores), los de Pereda salieron con otro aire y dispusieron de varias ocasiones para abrir el marcador sin que México fuera capaz de reaccionar. El merecido gol español terminó llegando al borde del descanso, cuando el incisivo Chano fue derribado en el área rival y él mismo transformó el consiguiente penalti.

La segunda parte se inició por los mismos derroteros, pero a España empezó a faltarle fuelle. La entrada de Chalo por Nadal facilitó las cosas a la defensa azteca, que se enfrentaba a tres jugadores (Chalo, Romo y Chano) de escaso metro sesenta de altura, y el bajón físico de Francisco terminó por hundir a España en su propio campo. México se fue al ataque y obtuvo su premio a falta de cuarto de hora para el final, cuando Agustín Coss remató de cabeza un golpe franco botado por Herrera. En el tumulto posterior al gol se produjo un encontronazo entre varios jugadores de ambos equipos que el colegiado uruguayo resolvió expulsando al mexicano Francisco Chávez y al español Narcís Julià, que luego afirmó no haber participado en la trifulca pero que se quedó con la roja y la consiguiente suspensión. El último tramo de partido fue un acoso mexicano sobre la meta de Fernando, pero España salvó los muebles. Todo se decidiría en la tercera jornada.

06/10/1979

Segunda jornada del Grupo C.

MÉXICO

(1)

Adrián Chávez; Francisco Chávez, Gamal, Martínez, Servín; Muñoz, Curiel (-46, Farfán), Coss; Vaca, Alonso (-63, Herrera), Ríos.

ESPAÑA

(1)

Fernando; Vallina, Julià, Francis, Fabregat; Tolo, Lacalle, Francisco, Romo;  Chano, Nadal (-72, Chalo).

Goles

0-1 Chano (ESP, min. 45) (p); 1-1 Coss (MEX, min. 75).

Árbitro

José Martínez Bazán (URU).

Tarjetas

Gamal (MEX, min. desconocido); Vallina (ESP, min. desconocido); Tolo (ESP, min. desconocido); Muñoz (MEX, min. desconocido). Expulsados Julià (ESP, min. 75) y Franisco Chávez (MEX, min. 75) por roja directa.

Estadio

Hindmarsh (Adelaida). 14.120 espectadores.

La sorprendente victoria de Egipto ante Alemania Federal (2-1) dejaba el grupo en una situación inesperada. Los africanos (que poco después de su histórica victoria se enteraron del atentado sufrido por su presidente Anwar el-Sadat y barajaron su retirada del campeonato) lideraban la clasificación con tres puntos, uno más que España y la RFA y dos por encima de México, que aún tenía remotas opciones de alcanzar los cuartos de final. Las posibles combinaciones eran muchas pero, gracias a que los partidos de la tercera jornada seguían sin jugarse a la misma hora, aquel 8 de agosto España saltó al césped del Bruce Stadium de Canberra sabiendo que México y Egipto habían empatado a tres goles y que, por tanto, un nuevo empate sería suficiente para eliminar a Alemania.

Sin embargo, los problemas para los de Pereda habían comenzado ya con el desplazamiento de Adelaida a Canberra. Mientras los otros tres equipos del grupo viajaban en un cómodo vuelo directo, la organización envió a España a bordo de un pequeño avión con escala en Melbourne. La parada técnica se alargó más de lo previsto por culpa de una huelga del personal de tierra del aeropuerto y España llegó a la capital australiana muchas horas después que sus rivales y sin tiempo para entrenar (ni para comer con el embajador, como estaba planeado). El colmo del despropósito fue que, al llegar al hotel, los alemanes ocupaban las habitaciones reservadas para los españoles, por lo que aún hubo que esperar un poco más para descansar del ajetreado día. No era, desde luego, el mejor modo de preparar un duelo tan trascendental.

La República Federal de Alemania presentaba un equipo formado por muchos de los recientes campeones de Europa sub’18 de 1981 y, en este decisivo partido, demostró su superioridad desde el inicio. España esperaba atrás, confiando en aguantar el empate que necesitaba, y no modificó su plan ni siquiera cuando los germanos se adelantaron en el minuto 30 por medio de Herbst. El segundo tanto, obra de Wohlfarth nada más comenzar el segundo tiempo, sí fue un mazazo para las aspiraciones del equipo español, que había basado sus opciones en intentar enganchar alguna contra con la velocidad de Chano y Chalo. En medio del desconcierto llegó el 0-3, esta vez de Anthes, aprovechando una nueva indecisión de la defensa. España estaba virtualmente eliminada, pero justo entonces salió a relucir el orgullo de los juveniles dirigidos por Chus Pereda, que esta vez sí acertó con los cambios.

Con Reces y Sebastián Nadal en el campo, el equipo ganó en presencia ofensiva y empezó a pisar terreno alemán con más insistencia. Fruto de ese empuje llegó un córner en el que Francisco acertó a batir la meta de Vollborn, y a partir de ahí España se volcó buscando un imposible que, contra todo pronóstico, estuvo muy cerca de llegar. El gol del lateral zurdo Fabregat, en un gran disparo, dio paso a cinco locos minutos en los que España acarició el empate; sin embargo, una falta lateral rematada por Wohlfarth cercenó el sueño de la remontada. Alemania Federal pasaba a cuartos de final acompañando a Egipto y España quedaba fuera del Mundial sub’20 a las primeras de cambio.

08/10/1981

Tercera jornada del Grupo C.

ESPAÑA

(2)

Fernando; Vallina, Javi, Francis, Fabregat; Tolo (-52, Reces), Lacalle, Francisco, Romo; Chano, Chalo (-57, Nadal).

R.F.A.

(4)

Vollborn; Winklhofer, Schmidkunz, Zorc, Trieb; Loose, Sievers, Schön (-82, Brummer); Anthes, Wohlfarth, Herbst.

Goles

0-1 Herbst (RFA, min. 30); 0-2 Wohlfarth (RFA, min. 47); 0-3 Anthes (RFA, min. 55); 1-3 Francisco (ESP, min. 72); 2-3 Fabregat (ESP, min. 80); 2-4 Wolhfarth (RFA, min. 85).

Árbitro

Arnaldo Coelho (BRA).

Tarjetas

Vallina (ESP, min. 57).

Estadio

Bruce Stadium (Canberra). 15.000 espectadores.

Fue una triste despedida para un campeonato que, en condiciones normales, podría haber sido un gran éxito para España. Desgraciadamente, las fechas elegidas por FIFA y los conflictos entre clubes, jugadores y federación privaron a Chus Pereda de varios de sus mejores futbolistas. Aunque los que fueron hicieron todo lo posible, a nadie se le escapa que, simplemente con algunos de los ausentes, es muy probable que España hubiera llegado bastante más lejos en un torneo de no mucha calidad general. Otra gran oportunidad perdida.

También Argentina e Italia hicieron las maletas antes de tiempo. Los italianos, aquejados de problemas similares a los de España, ni siquiera tuvieron ese arranque de orgullo para maquillar una pobre participación saldada con tres derrotas frente a Corea, Brasil y Rumanía. Por su parte, Argentina presentó un equipo que poco tenía que ver con el de 1979 y que ya había sufrido para clasificarse para el Mundial, logrando la última plaza vacante en una repesca intercontinental. Aunque contaba con jugadores como Sergio Goycoechea o Jorge Burruchaga, la derrota inicial contra Australia pesó demasiado y la albiceleste no dio nunca sensación de ser un verdadero aspirante al título. Además, varios de sus aficionados protagonizaron el único incidente violento del campeonato, al cruzar sus navajas con hinchas ingleses al término del encuentro que midió a ambas selecciones en la segunda jornada.

Entrando ya en el repaso a los cuartos de final, la RFA sufrió para derrotar por la mínima a una correosa Australia que llegó a marrar una pena máxima, mientras que Inglaterra tuvo que remontar un 0-2 al descanso ante Egipto para acabar doblegando a los africanos por 4-2. El choque entre Rumanía y Uruguay, que ya se preveía muy igualado, se decidió a favor de los europeos (2-1) con dos goles de falta de Romulus Gabor, el segundo logrado a cinco minutos del final. Y la gran sorpresa la protagonizó la Qatar de Evaristo, que derrotó por 3-2 a Brasil (entrenada por el exatlético Vavá) gracias al acierto goleador de Khalid Al-Mohamedi, autor de los tres tantos (dos de ellos de penalti), y al gran trabajo de su portero, que corrigió los numerosos errores de su defensa a tirar el fuera de juego.

Las semifinales enfrentaron a Inglaterra y Qatar, por un lado, y a Alemania Federal y Rumanía por el otro. Se presumía una final íntegramente europea, pero los asiáticos continuaron con su inesperada carrera hacia la gloria derrotando a los ingleses por 2-1. Qatar, que se puso 2-0 e incluso falló un penalti, aprovechó bien sus ocasiones, mientras que los delanteros británicos cayeron más de veinte veces en la trampa del fuera de juego hilvanada por la defensa qatarí y tampoco estuvieron finos en las pocas pero claras oportunidades que generaron al romper la línea rival. En la otra semifinal, Rumanía consiguió dominar grandes fases del duelo ante la RFA, pero apenas creó peligro real y el encuentro llegó al tiempo extra. Los germanos, cuyo juego ofensivo ya venía mejorando durante la segunda parte, controlaron bien la prórroga y se hicieron con la victoria gracias a un afortunado gol olímpico de Alfred Schön.

En la final, muy deslucida por la intensa lluvia que inundó el césped del Sidney Cricket Ground, no hubo color. Alemania supo leer perfectamente la arriesgadísima táctica defensiva de Qatar, quien a su vez era incapaz de dar tres pases seguidos por culpa de un encharcado terreno al que los jóvenes qataríes no estaban nada acostumbrados. Los delanteros germanos rompían una y otra vez la adelantada línea defensiva de su rival y sólo la gran actuación del portero Ahmed evitó una goleada aún mayor. En cualquier caso, el 4-0 final refleja a la perfección la diferencia existente entre ambos conjuntos. En su primera participación en el torneo, llegando además de rebote, la República Federal de Alemania se alzaba con el título de campeón del mundo sub’20.

En cuanto a los premios individuales, el Balón de Oro fue para el rumano Romulus Gabor, un mediapunta zurdo que dirigió el ataque de su selección y se mostró especialmente peligroso a balón parado, como demuestran los tres goles de falta que marcó en el torneo (los dos a Uruguay en cuartos de final y otro a Inglaterra en el partido por el tercer puesto y que supuso la victoria de su selección). Desgraciadamente, su carrera posterior no tuvo el mismo brillo: como las restricciones impuestas por el régimen de Ceaucescu le impedían salir de la liga rumana, rechazó fichar por los grandes de su país y se mantuvo en el equipo de su ciudad, el Corvinul Hunedoara, donde las lesiones minaron su trayectoria. Por detrás de Gabor en las votaciones quedaron dos alemanes: Michael Zorc, central en este Mundial, aunque luego destacó como centrocampista en el Borussia Dortmund (club del que es actualmente director deportivo), y el delantero Roland Wohlfarth, que brilló especialmente en el Bayern Munich de la segunda mitad de los ochenta.

La Bota de Oro al máximo realizador se quedó en Australia: con cinco jugadores empatados a cuatro goles, el premio fue para Mark Koussas, por haber disputado menos minutos que el egipcio Amer Taher Abou-Zeid. Durante su carrera posterior ninguno de los dos saldría de su país natal, aunque el africano disfrutó de una trayectoria bastante más impresionante: leyenda en el Al-Ahly cairota, disputó el Mundial de Italia 1990 y en 2013 fue nombrado ministro de deportes, cargo del que dimitió en enero de 2014 al ser condenado a un año de prisión. La Bota de Bronce se concedería ex aequo a los otros tres jugadores que anotaron cuatro tantos pero en más partidos: los ya citados Gabor y Wohlfarth y el también alemán Ralf Loose. En cualquier caso, ninguno de los premiados en Australia llegó luego a ser una gran estrella internacional. Es más: de todos los presentes en aquel Mundial juvenil, sólo el uruguayo Enzo Francescoli puede reclamar un puesto entre los elegidos. Aquella no fue, desde luego, una gran cosecha, pero las figuras del futuro regresarían a los Campeonatos del Mundo sub’20 en México 1983. España, la única selección europea que había conseguido participar en las tres ediciones anteriores, no lo haría.

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Fuentes consultadas:

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.rsssf.com

www.bdfutbol.com

www.sefutbol.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.




España en los mundiales sub’20: Japón 1979

A pesar de todas las dificultades y dudas surgidas en torno a la creación de los campeonatos mundiales juveniles, para cuando el balón dejó de rodar en Túnez casi todo el mundo había asumido ya que el proyecto de Havelange era, en general, una buena idea. Así lo demuestra el hecho de que la FIFA tenía entonces sobre la mesa nada menos que seis candidaturas para albergar la edición de 1979: las de Estados Unidos, Irán, Australia, Japón, Uruguay y Países Bajos. El caso del país europeo era especialmente significativo, ya que la federación neerlandesa era una de las que había respondido negativamente a la invitación inicial que la FIFA había hecho a sus miembros para participar en la primera edición. Dos años después, Países Bajos no sólo quería jugar el torneo, sino que pretendía organizarlo. Su candidatura, sin embargo, tenía poco que hacer en esa carrera, porque la FIFA pretendía seguir llevando su torneo juvenil a países donde el fútbol estuviera prácticamente en pañales.

Eso sí: esta vez también se querían evitar los problemas sufridos en Túnez, así que las propuestas de Japón, Australia y Estados Unidos parecían partir con cierta ventaja, pues eran países desarrollados, con buenas infraestructuras deportivas y hoteleras y capaces de captar más patrocinadores y televisiones para la causa. Finalmente, el 14 de enero de 1978, un día antes del sorteo de la fase de grupos del Mundial de Argentina, el Comité Ejecutivo de la FIFA eligió a Japón como sede del segundo “Torneo Mundial de Juveniles por la Copa Coca-Cola”, que además ampliaba su rango de edad y se abría a jugadores menores de 20 años (se permitió la participación de futbolistas nacidos a partir del 1 de agosto de 1959). Entonces era difícil adivinarlo pero, tras el experimento sub’19 de Túnez 1977, aquel campeonato se acabaría convirtiendo en el espaldarazo definitivo que consagraría a los Mundiales juveniles como un torneo de referencia en todo el planeta.

Y todo porque el país del Sol Naciente alumbró el nacimiento de la que sería la estrella más brillante del firmamento futbolístico durante los siguientes quince años: un pibe argentino que, con el 10 a la espalda, quiso sacarse la espinita de no haber sido incluido en la escuadra definitiva para el Mundial absoluto del año anterior. Sin haber cumplido los diecinueve y con el mismísimo César Luis Menotti en el banquillo, Diego Armando Maradona Franco hizo y deshizo a su antojo para decirle al mundo (y al Flaco) que no había nadie mejor que él. Y el mundo lo vio y tomó nota y, desde entonces, los mundiales juveniles se convirtieron en una especie de dorada California de 1849 a la que aficionados y clubes comenzaron a acudir en masa para intentar descubrir al nuevo crack del futuro. El tiempo acabaría por confirmar que el oro puro suele escasear, pero no resulta descabellado afirmar que, con su deslumbrante actuación en Japón, Maradona hizo más por la promoción de estos campeonatos que Joao Havelange, Harry Cavan, Joseph Blatter (que en 1979 proseguía su meteórica ascensión y ya era secretario del comité organizador del torneo) y el resto de ejecutivos de la FIFA juntos.

Y, aunque su presencia en aquella edición no acabara pasando a la historia como la del “Pelusa”, España también estuvo allí. Tras cumplir el expediente ante Malta, a la que se derrotó por 2-0 tanto en la ida como en la vuelta de la eliminatoria previa, en mayo de 1978 la selección española juvenil disputó en Polonia la fase final del “Torneo de Naciones” de la UEFA (o Campeonato de Europa sub’18, como sería conocido a partir de 1981), que ponía en juego las seis plazas europeas para el Mundial sub’20 de Japón 1979. Encuadrada en el grupo D junto a la selección anfitriona, Inglaterra y Turquía, España debutó en la ciudad de Chorzow enfrentándose precisamente a Polonia, a la que venció por 1-2. El pase a semifinales, reservado únicamente al líder del grupo, parecía bien encarrilado tras superar al rival teóricamente más fuerte, aunque la posterior derrota por 1-0 a manos de una Inglaterra rocosa pero de paupérrimo nivel futbolístico dejó todo abierto para la última jornada.

En ella, los de Chus Pereda no pudieron pasar del empate a uno ante Turquía, en un duelo marcado según las crónicas por una actuación arbitral que parecía buscar un tropiezo hispano que favoreciera al equipo anfitrión. Hubiera o no esa intención, lo cierto es que finalmente fue Polonia quien encabezó el grupo y accedió a la siguiente ronda. España quedaba eliminada pero, al ser una de las mejores segundas, se ganaba el billete para el Mundial juvenil del año siguiente. También lograron plaza la URSS, que ganó el torneo, Yugoslavia (como subcampeón) y Polonia (por su tercera posición final). Hungría, como mejor segunda de los cuatro grupos, y Portugal, que se benefició de la renuncia de Escocia (que había acabado el torneo en cuarta posición), completarían la representación europea en Japón.

Entre ese “Torneo de Naciones” y el Mundial juvenil se produjo una importante novedad en la estructura de la Federación Española que marcaría el futuro más inmediato del fútbol patrio: tras el Mundial de Argentina 1978, José Emilio Santamaría, que a finales de los sesenta ya había sido seleccionador juvenil, se reincorporó a la federación que presidía Pablo Porta como coordinador de las selecciones nacionales. Su misión, además de entrenar puntualmente a la sub’21 (categoría recuperada por la UEFA en 1976), era supervisar tanto a Ladislao Kubala, seleccionador absoluto, como a Chus Pereda, encargado de la selección juvenil, con el objetivo de coordinar su trabajo con vistas a formar un bloque competitivo para el Mundial 82. En el aspecto formativo, la idea de Santamaría era renovar casi por completo las estructuras del fútbol base nacional, para lo cual se rodeó de un comité técnico integrado por Luis Molowny, Vicente Miera, Miguel Muñoz, José Luis García Traid o Koldo Aguirre, entre otros entrenadores de prestigio, que servirían de enlace entre la Federación y los clubes españoles.

Sin embargo, las funciones de este nuevo cargo no fueron muy bien entendidas ni por prensa ni, en ocasiones, por los propios seleccionadores. Aunque Santamaría intentaba desligarse de las cuestiones puramente técnicas y de todo lo relacionado con la absoluta, su constante presencia como responsable superior del seleccionador de turno (ya fuera acompañando a los equipos, participando en los entrenamientos, encargándose de las ruedas de prensa o, incluso, asumiendo en ocasiones la dirección desde el banquillo) despertaba siempre la duda sobre quién tomaba realmente las decisiones. La situación se resolvería en 1980, cuando Santamaría sustituyó a Kubala al frente de la absoluta y todo el mundo tuvo claro quién mandaba a partir de ese momento, pero la bicefalia dio pie a más de un momento engorroso durante el Mundial juvenil de 1979, como cuando un molesto Pereda, teórico seleccionador, le comentó al enviado especial de El Mundo Deportivo que las preguntas sobre la alineación se las hiciera al hispano-uruguayo, jefe de la delegación española.

En cualquier caso, la labor de dirección de Santamaría sí se notó claramente (y para bien) en la preparación de los equipos de base. Desde su llegada al cargo se multiplicaron las concentraciones, amistosos y participaciones en torneos en todas las categorías con respecto a años anteriores y, aunque luego no siempre se lograra el objetivo de clasificación para las fases finales, sí se notaba una planificación más cuidada. En el caso que nos ocupa, el tándem Pereda-Santamaría pudo reunir a los jugadores con los que contaba para la cita nipona con cierta asiduidad durante la temporada 78/79, organizando varios encuentros entre las selecciones juvenil y sub’21 y disputando además tres amistosos: uno en marzo, en Pamplona, frente a la URSS (0-1), otro en mayo, en Cáceres, contra Portugal (1-0) y un último en junio, en Cádiz, frente a la República Federal de Alemania (0-4). Si bien los resultados no acompañaron del todo, al menos se realizó un importante trabajo de cohesión del grupo y se hicieron pruebas con los candidatos a formar parte del equipo.

Las diferencias con respecto a la preparación específica realizada de cara al Mundial juvenil de Túnez también fueron más que notables. El torneo de Japón arrancaba a finales de agosto de 1979, de modo que los chavales se incorporarían a la disciplina de la selección tras casi dos meses de vacaciones, ya que las fechas previstas para iniciar la concentración coincidían con el arranque de la pretemporada de muchos equipos. Antes de decidir la lista definitiva de convocados los técnicos se ocuparon, por ejemplo, de conocer la disponibilidad de los futbolistas en relación al servicio militar: no querían que la preparación se viera enturbiada por problemas con los permisos que impidieran a algún jugador acudir a los entrenamientos u obligaran a llamar a sustitutos fuera de forma. Así, esta vez nadie que estuviera realizando la “mili” fue llamado a filas por la selección juvenil. El 18 de julio se dio a conocer la convocatoria y el 7 de agosto, tras un par de sesiones de entrenamiento en Madrid, los jugadores viajaron a Barcelona, cuyo clima estival se asemejaba bastante, en cuanto a calor y humedad, al que probablemente se encontraría el equipo en Japón, y donde no habría dificultades para concertar amistosos contra clubes que estuvieran realizando su propia pretemporada.

Detalle de la portada del diario “Marca” del día 7 de agosto de 1979.

Detalle de la portada del diario “Marca” del día 7 de agosto de 1979.

En apenas una semana, entre entrenamiento y entrenamiento, la selección juvenil se enfrentó al Barcelona Atlético (con derrota por 3-1), al primer equipo del Barcelona (derrota también por 3-1 en partido disputado en el Camp Nou a la atípica hora de las nueve y media de la mañana), al Terrasa (0-0) y al primer equipo del Español (2-2). Nuevamente las comparaciones con la preparación para Túnez 1977, cuando en doce días sólo se había podido jugar un amistoso contra el Rayo Vallecano, eran más que positivas. La concentración fue altamente satisfactoria y la selección dejó Cataluña con buen sabor de boca: no se habían producido bajas, la progresión física y táctica de los juveniles era clara y el buen nivel del equipo sorprendió a sus rivales profesionales, por lo que aumentó el optimismo sobre el papel que España podría hacer en el Mundial.

Como anécdota, cabe señalar el itinerario elegido por España para viajar a Japón, especialmente extraño visto con ojos de hoy aunque justificado entonces por las restricciones del espacio aéreo soviético. Para llegar al lejano oriente la expedición española tuvo que poner primero rumbo al norte, luego al sur y después al oeste: de Madrid a Ámsterdam, de Ámsterdam a Anchorage (Alaska) atravesando el polo norte, y de Anchorage a Tokio para llegar por fin a tierras niponas el 20 de agosto. Más de veinticuatro horas de viaje, entre vuelo y escalas, convertidas en casi cuarenta y ocho por haber cruzado durante el largo periplo la línea internacional de cambio de fecha. Por fortuna, los cinco días que faltaban para el primer partido fueron suficientes para que los jugadores se recuperaran de la fatiga del viaje.

Estos fueron los futbolistas elegidos por Santamaría y Pereda para disputar el campeonato juvenil de Japón 1979:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

AGUSTÍN Rodríguez Santiago 10/09/1959 Real Madrid

2

DF

Arseni COMAS Juliá 28/06/1961 Barcelona

3

DF

Miguel TENDILLO Belenguer 01/02/1961 Valencia

4

DF

José Manuel Martínez Toral, “MANOLO 29/10/1960 Barcelona

5

DF

Francisco Manuel García Padial, “FRANCIS 09/02/1960 Granada

6

MC

Agustín CAMACHO Bayo 19/03/1960 Almería

7

MC

Antonio Vargas Quijada, “BIRI 14/09/1959 Algeciras

8

DF

Francisco Enrique MUÑOZ PÉREZ 12/05/1960 Málaga

9

MC

Antonio Pérez Ayllón, “MARCELINO 10/04/1960 Barcelona

10

MC

Manuel ZÚÑIGA Fernández 19/06/1960 Calvo Sotelo

11

MC

Manuel Jesús ZAMBRANO Díaz 08/03/1960 Recreativo de Huelva

12

MC

Luis Miguel GAIL Martín 23/02/1961 Valladolid

13

P

Andoni CEDRÚN Ibarra 05/06/1960 Athletic de Bilbao

14

MC

Luis Enrique MARIÁN Díez 19/12/1959 Rayo Vallecano

15

DL

José JOAQUÍN Pichardo Fernández 12/08/1959 Sevilla

16

DL

MARCOS Alonso Peña 01/10/1959 Racing de Santander

17

DL

Juan Carlos Pérez ROJO 17/11/1959 Barcelona

18

DL

MODESTO Pérez Moreno 07/11/1959 Getafe

Muchos habían sido habituales en Segunda durante la campaña anterior y algunos, como Marcos o Marián, lo eran ya en Primera (de hecho Marcos Alonso ficharía por el Atlético durante aquel mes de agosto), categoría en la que también habían debutado Tendillo, Zambrano o Manolo. Casi todos los convocados tendrían luego una larga carrera profesional en estas dos categorías, aunque sólo Tendillo (Valencia, Murcia, Real Madrid, Burgos) y Marcos Alonso (Racing, Atlético de Madrid, Barcelona) llegarían a debutar con la selección absoluta. Junto a ellos, también se mantuvieron muchos años al más alto nivel los porteros Agustín Rodríguez (Real Madrid, Tenerife) y Andoni Cedrún (Athletic, Cádiz, Zaragoza, Logroñés), los defensas Manolo (Barcelona, Murcia) y Muñoz Pérez (Málaga, Valencia, Real Madrid) o los centrocampistas Manolo Zúñiga (Español, Sevilla, Sabadell), Luis Miguel Gail (Valladolid, Betis), Manolo Zambrano (Recreativo, Sevilla, Málaga, Celta, Murcia) y Luis Enrique Marián (Rayo, Atlético de Madrid, Celta), aunque no todos con la misma trascendencia. Otros, como Camacho (Almería, Elche), Biri (Algeciras, Sevilla, Cartagena) o Francis (Granada, Betis) disfrutarían de menos oportunidades en la élite.

La Federación Española no era la única que había tomado nota de los fallos cometidos dos años antes. Corrigiendo parte de los errores de Túnez, en el Mundial sub’20 de Japón 1979 la FIFA mantuvo los cuatro grupos de cuatro equipos (repartidos en cuatro sedes) pero incluyó una ronda de cuartos de final, para la que se clasificarían los dos primeros de cada grupo. Así se intentaba que la emoción se prolongara a lo largo de las tres jornadas de la primera fase; sin embargo, la duración del campeonato no se alteró, de modo que la inclusión de esa ronda extra también hizo que el calendario se comprimiera, reduciéndose al mínimo el tiempo de descanso entre partidos: en la primera fase los equipos jugaban en días alternos y lo mismo ocurrió, tras un receso de cuarenta y ocho horas antes de los cuartos de final, durante las eliminatorias.

Tal vez por esa circunstancia, la FIFA mantuvo la duración de los encuentros en los ochenta minutos (con prórrogas de veinte en la fase eliminatoria) a pesar de que la mayoría de futbolistas ya estaban acostumbrados a jugar partidos de noventa minutos. En cualquier caso, varios entrenadores y jugadores se quejaron de la excesiva acumulación de partidos, pero el frenético formato se mantendría durante varias ediciones más. Y tampoco se modificaron los horarios para que los duelos de la tercera jornada se disputaran a la vez: a pesar de que ya habían ocurrido incidentes similares en torneos anteriores, tanto absolutos como juveniles, habría que esperar al vergonzoso Alemania-Austria de España’82 para que la FIFA cambiara por fin su obtusa mentalidad.

En cuanto a los equipos participantes, seis habían estado ya en Túnez 1977: España, la URSS, Hungría, Uruguay, Paraguay y México, aunque únicamente repetían presencia mundialista dos jugadores uruguayos: el portero Fernando Alvez y el atacante Rubén Paz. Del resto de selecciones destacaban especialmente las presencias de Canadá, Guinea e Indonesia, equipo este último invitado por la FIFA y la Confederación Asiática tras la renuncia por razones políticas primero de Irak (campeón juvenil asiático de 1978, en trofeo compartido con la República de Corea) y luego de Kuwait y la República Democrática Popular de Corea (esa Corea que no es república, ni democrática, ni popular), que habían acabado en tercera y cuarta posición de su campeonato continental. Por el contrario, Brasil fue la gran ausente en Japón: tras aquel fiasco, la canarinha no volvería a faltar a un Mundial juvenil hasta el de Turquía 2013.

Además, cada país participante aportaba un árbitro a la competición (salvo Guinea, cuyo colegiado no pudo acudir por razones de salud), completando el numeroso equipo arbitral seis trencillas de otras naciones y cinco asistentes nipones. Por parte española viajó a Japón el pacense, aunque criado en Madrid, Augusto Lamo Castillo, que acabaría dirigiendo dos partidos, entre ellos la semifinal que enfrentó a Argentina y Uruguay.

Este fue el resultado del sorteo de la primera fase:

GRUPO A (Tokio)

GRUPO B (Omiya)

GRUPO C (Kobe)

GRUPO D (Yokohama)

Japón

Polonia

Portugal

URSS

España

Yugoslavia

República de Corea

Hungría

México

Argentina

Paraguay

Uruguay

Argelia

Indonesia

Canadá

Guinea

Las ciudades de Omiya, actualmente integrada en Saitama, y Yokohama se encuentran situadas muy próximas a la capital nipona, de modo que los organizadores pudieron alojar en un mismo hotel de Tokio a los doce equipos que jugarían en esas sedes. Esto provocó más de un problema a la hora de coordinar los desplazamientos hasta los distintos campos de entrenamiento, debido al intenso tráfico de la megaurbe tokiota, aunque los partidos no se vieron afectados. En los primeros días, como en Túnez dos años antes, también hubo algún desajuste con las comidas, pero la atención fue exquisita, como corresponde a la cultura local, y el lujoso hotel Príncipe Takanawa dejó a todos más que satisfechos: la Argentina de Menotti, que se presentó en Japón alardeando de profesionalidad extrema y llegó a avisar de que se retiraría del torneo si la organización no respondía a sus exigentes expectativas, no tuvo motivos para cumplir su amenaza. En la sede de Kobe tampoco hubo incidencias reseñables.

Además, las instalaciones deportivas eran de primer nivel, incluyendo campos de césped artificial en varios centros de entrenamiento (campos que, de todas formas, no fueron del agrado de todos los combinados). Las televisiones ofrecieron los partidos para todo el mundo y, aunque la lluvia vació algún estadio, el público nipón acudió de forma muy numerosa a contemplar las evoluciones de los jóvenes protagonistas: los datos oficiales, bastante más creíbles que los registrados en Túnez, hablan de más de 300.000 espectadores en las gradas a lo largo de todo el campeonato. El torneo fue, en resumen, un enorme éxito organizativo.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de Japón 1979, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Alineación de España en el Mundial juvenil de Japón 1979, extraída del Informe Técnico oficial del torneo.

Como en Túnez, España había quedado encuadrada en el grupo A junto a la selección anfitriona y a México, completando esta vez la nómina de rivales la selección de Argelia. Del primer rival, Japón, se sabía que llevaba año y medio preparándose intensivamente para la cita y que se encontraba en una línea claramente ascendente: antes del verano había disputado un amistoso en Portugal en el que había derrotado sorprendentemente a la selección juvenil lusa, también mundialista. De modo que, aunque se sabían superiores, Pereda y Santamaría temían que la velocidad y el entusiasmo de los jóvenes nipones, apoyados por su público, pudieran poner en serios apuros a España.

Y lo cierto es que aquel 25 de agosto Japón salió con brío y durante los primeros compases de partido rondó con peligro la meta de Agustín, pero tras esos breves momentos de apuro la defensa hispana ganó en firmeza y poco a poco el duelo se fue equilibrando. Solventado el arreón inicial de los japoneses, España tuvo un par de oportunidades que amedrentaron a su rival, y al descanso se llegó con el marcador inalterado. El comienzo de la segunda parte fue calcado al del primer tiempo, con Japón volcándose sobre el área de España, pero los de Pereda ya habían aprendido a controlar los veloces ataques de los locales y pronto los centrocampistas españoles empezaron a imponer su mayor calidad técnica. Así, cumplido el cuarto de hora de la reanudación, una buena combinación entre Biri y Marcos Alonso acabó con un balón despejado por el portero nipón que Zúñiga, muy atento, envió a la red. El gol desactivó buena parte de la presión japonesa y España controló sin problemas el resto del partido, firmando su primera victoria del campeonato.

25/08/1979

Primera jornada del Grupo A.

JAPÓN

(0)

Yasuhito Suzuki; Yanagishita, Koshida, Nakamoto, Okimune; Tanaka, Ozaki, Kazama, Hashiratani (-70, Jun Suzuki); Mizunuma, Takahashi.

ESPAÑA

(1)

Agustín; Comas, Francis, Tendillo, Manolo; Camacho (-65, Marcelino), Biri, Zúñiga; Joaquín, Marcos, Rojo.

Goles

0-1 Zúñiga (ESP, min. 57).

Árbitro

Marjan Raus (YUG).

Tarjetas

Camacho (ESP, min. 5).

Estadio

Estadio Nacional (Tokio). 30.000 espectadores.

Nuevamente México aparecía en el camino español en la segunda jornada de un Mundial juvenil, pero esta vez las circunstancias eran muy distintas a las que rodearon el partido disputado en Túnez dos años antes. Si entonces ambos equipos llegaban con dos puntos y se jugaban el liderato del grupo, en Japón los mexicanos habían tropezado en la primera jornada con Argelia (1-1) y afrontaban el partido sabiendo que debían puntuar y esperar al resultado del otro choque del grupo para saber qué opciones reales de clasificación tendrían en la última jornada. Esta vez, además de la ventaja en la tabla, los españoles conocían mejor a la selección azteca: en su preparación se había enfrentado dos veces al Hércules, que realizaba una gira por tierras mexicanas, y el club alicantino había proporcionado informes de sus dos partidos.

El primero de ellos, saldado con victoria de los juveniles por 3-0, ya había puesto sobre aviso a los técnicos de la federación española, pero el bajón físico y futbolístico de México con respecto a aquel partido facilitó mucho las cosas. Después de más de cuarenta encuentros de preparación, la selección azteca llegó fundida a Tokio y acusó aún más que la española el calor, la humedad y la falta de descanso entre jornadas. Bien plantada sobre el campo con un 4-5-1 que devenía rápidamente en un 4-3-3 en ataque, España se adelantó pronto en el marcador gracias a un testarazo de Joaquín a la salida de un córner y dominó claramente hasta el descanso. Luego las fuerzas se igualaron, el centro del campo español perdió fuelle y México logró la igualada por medio de Mario Díaz, pero un libre directo magistralmente transformado por el vallisoletano Gail a quince minutos del final colocó el 2-1 que sería definitivo. La sólida defensa de España hizo el resto y, aunque México lo intentó, no se pasaron apuros para amarrar una victoria que clasificaba matemáticamente a los de Pereda y Santamaría para cuartos de final.

27/08/1979

Segunda jornada del Grupo A.

ESPAÑA

(2)

Agustín; Comas, Francis, Tendillo, Manolo; Camacho (-41, Marcelino), Biri, Zúñiga (-59, Gail); Joaquín, Marcos, Rojo.

MÉXICO

(1)

Aguilar; Pablo Luna, Guzmán, Trejo, Mora; Romero, Esquivel (-53, Hernández), Trujillo, Juan Antonio Luna; Mendiburu, Díaz.

Goles

1-0 Joaquín (ESP, min. 7); 1-1 Díaz (MEX, min. 55); 2-1 Gail (ESP, min. 66).

Árbitro

Jose Roberto Ramiz Wright (BRA).

Tarjetas

Zúñiga (ESP, min. desconocido); Romero (MEX, min. desconocido).

Estadio

Estadio Nacional (Tokio). 28.000 espectadores.

Con la clasificación ya en el bolsillo, los técnicos españoles introdujeron varias novedades en el once titular del tercer partido, todas de centro del campo hacia adelante, las líneas más irregulares durante los partidos anteriores y también las más castigadas físicamente por los esfuerzos realizados en el bochornoso estío japonés. Enfrente, una Argelia que sorprendía a propios y extraños con un juego ofensivo y atrevido que acabaría dándole réditos a nivel absoluto en los siguientes años (aunque ninguno de los componentes de esta selección juvenil que disputó el Mundial sub’20 de Japón 1979 fue después convocado para los Mundiales absolutos de 1982 y 1986). Con dos empates en dos jornadas, la selección norteafricana dependía de sí misma para alcanzar los cuartos de final y esa motivación extra fue clave en el devenir del encuentro.

En la primera parte sólo la defensa española rindió al nivel acostumbrado, que era altísimo, aunque nada pudo hacer ante el gran disparo con el que Bendjaballah sorprendió a Agustín al cuarto de hora. Los cambios de Pereda y Santamaría no aportaban la frescura deseada en el juego y Argelia contenía bien los deshilachados ataques de España, para disgusto de un público local que confiaba en una victoria hispana que diera opciones de clasificación a Japón. El panorama cambió tras el paso por los vestuarios y en la segunda parte los jugadores españoles sumaron una ocasión tras otra, pero todas ellas acabaron siendo malgastadas por la tripleta atacante. El juego era bueno pero el empate, que se veía cada vez más cercano, no acababa de llegar. Ya en el descuento, Gail fue claramente derribado dentro del área argelina y entonces, cuando todo el estadio pensaba que el árbitro indonesio había señalado la pena máxima, el colegiado recogió el balón y dio por finalizado el partido ante la incredulidad de todos los presentes. La actuación de Kosasih Kartadiredja, muy errática durante todo el encuentro y con el polémico remate del penalti no señalado, fue muy protestada por la delegación española, pero el resultado era ya inamovible.

29/08/1979

Tercera jornada del Grupo A.

ESPAÑA

(0)

Agustín; Comas, Francis, Tendillo, Manolo; Marcelino, Biri, Gail; Marián, Modesto, Zambrano.

ARGELIA

(1)

Rahmani; Chaibi, Belagoun, Djenadi, Chaib; Sebbar, Benameur, Menad, Kheloufi; Yahi, Bendjaballah.

Goles

0-1 Bendjaballah (ALG, min. 15).

Árbitro

Kosasih Kartadiredja (INA).

Tarjetas

Belagoun (ALG, min. desconocido).

Estadio

Estadio Nacional (Tokio). 20.000 espectadores.

La sorprendente y polémica victoria argelina dejaba el grupo resuelto, puesto que ni Japón ni México, que se enfrentaban a continuación, podrían llegar ya a los cuatro puntos que sumaban España y Argelia. Sin embargo, no todo estaba decidido, porque el marcador de 0-1 hacía que los dos clasificados estuvieran empatados también a goles anotados y encajados (tres a favor y dos en contra). Ante esa situación, el reglamento del torneo estipulaba la celebración de un sorteo para definir qué selección pasaría a cuartos de final como primera de grupo y cuál lo haría como segunda. En el horizonte, el cruce contra los dos primeros equipos del grupo B, Argentina y Polonia, que habían arrollado a la débil Indonesia y tampoco habían sufrido en exceso para derrotar a la subcampeona de Europa sub’18, Yugoslavia, una de las decepciones del torneo.

La albiceleste, probablemente la selección más fuerte del Mundial juvenil a tenor de lo visto hasta ese momento, era superior y había acabado liderando el grupo tras golear a los polacos en la tercera jornada, pero aún así muchos componentes de la expedición española querían que el azar les emparejara con Argentina. Había ganas de demostrar el verdadero nivel del equipo español en un enfrentamiento contra el mejor jugador del momento, Maradona, y el resto de sus compañeros, aunque en ese valiente deseo también subyacía la idea de que una derrota frente a los sudamericanos entraría dentro de lo previsible y, por tanto, nadie criticaría caer en cuartos ante los argentinos. Pero el sorteo, celebrado en la mañana del día 1 de septiembre, determinó que al día siguiente España debería jugar como líder del grupo A contra Polonia.

Se preveía por tanto un choque muy igualado y en el que el precedente más cercano, el del Europeo sub’18 del año pasado, era favorable a España, por lo que las expectativas de pasar a semifinales eran más elevadas. Por desgracia, no se cumplieron. Y eso a pesar de que las crónicas coinciden en señalar que aquella tarde España desplegó el mejor fútbol visto en todo el campeonato, mejor incluso que el realizado por Argentina, y que los chavales de Pereda y Santamaría protagonizaron el partido más brillante de una selección juvenil española en muchísimos años. Una auténtica exhibición que, por desgracia, adoleció de lo más importante: pegada.

Tras unos primeros minutos muy parejos, en los que Agustín tuvo que salvar su marco en alguna ocasión, España se hizo con el control del balón y comenzó a hilvanar numerosas jugadas de peligro. La tripleta ofensiva formada por Rojo, Marcos y Joaquín superaba una y otra vez a los defensas polacos y los centrocampistas españoles tampoco hallaban demasiada resistencia en sus pares. El juego desplegado por el conjunto hispano fue de mucha calidad y los enviados especiales de los diarios deportivos españoles apuntaron no menos de quince oportunidades claras de gol en sus libretas, pero los postes, la mala puntería y la extraordinaria actuación del portero Kazimierski, muy errático en otros partidos, evitaron que se anotara el más que merecido tanto de la victoria.

Se llegó así al tiempo extra, en el que España bajó algo el pistón pero aún tuvo alguna ocasión para desnivelar la balanza. Tampoco hubo fortuna en esos veinte minutos de prórroga y todo se decidió en los lanzamientos desde los once metros. Joaquín marró el primer penalti español y Polonia llegó con ventaja hasta el cuarto turno de disparo, cuando Agustín acertó a despejar el intento de Plasz y Zúñiga restableció la igualada. Por desgracia para España, Skrobowski transformó el quinto lanzamiento polaco y Tendillo, principal baluarte de la zaga y uno de los jugadores españoles más destacados del campeonato, se topó con Kazimierski, que atajó su centrado tiro y certificó el pase de Polonia a las semifinales.

02/09/1979

Cuartos de final.

ESPAÑA

(0)

Agustín; Comas, Francis, Tendillo, Manolo; Camacho (-41, Gail), Biri, Zúñiga; Joaquín, Marcos, Rojo.

POLONIA

(0)

Kazimierski; Jarosz, Gruzska, Krol, Skrobowski; Buncol, Buda (-75, Bajrys), Frankowski; Nowicki, Baran (-53, Chojnacki), Plasz.

Goles

—-

Tanda de penaltis

(3-4 POL)

0-1 Chojnacki (POL), 0-1 Joaquín (ESP), para Kazimierski; 0-2 Buncol (POL), 1-2 Gail (ESP); 1-3 Jarosz (POL), 2-3 Manolo (ESP); 2-3 Plasz (POL), para Agustín, 3-3 Zúñiga (ESP); 3-4 Skrobowski (POL), 3-4 Tendillo (ESP), para Kazimierski.

Árbitro

Jose Roberto Ramiz Wright (BRA).

Tarjetas

Frankowski (POL, min. 4 ET).

Estadio

Omiya Stadium (Omiya). 10.000 espectadores.

Repitiendo la consabida cantinela del “jugamos como nunca y perdimos como siempre” emprendía el largo regreso a casa una selección juvenil que mejoró el rendimiento y la imagen ofrecidos por sus predecesores en Túnez 1977 pero que volvió a dejar la amarga impresión de que tenía mimbres para, con algo más de trabajo y planificación, haber hecho algo más en el torneo. Al fin y al cabo, y pese a las mejoras introducidas por Santamaría, casi todas las demás selecciones habían tenido mucho más tiempo para preparar el torneo. Pero en realidad no era sólo una cuestión de tiempo de entrenamiento. A finales de los años setenta, también en el fútbol necesitaba España reformar sus estructuras y métodos de trabajo y por eso durante aquel verano la Federación había aprobado una nueva norma que obligaba a los equipos de Segunda, Segunda B y Tercera a alinear a dos jugadores sub’20 en cada partido.

Por desgracia, y como bien explicó D. José Ignacio Corcuera en su imprescindible artículo “La esperpéntica norma sub-20 de 1979”, publicado en el número 40 de estos Cuadernos de Fútbol, para cuando la selección juvenil aterrizó en nuestro país, recién comenzada la liga, ya se habían producido los primeros casos de incumplimiento que demostraban el nulo acierto de una medida que apenas sobreviviría un par de campañas. Y es que el problema tampoco estaba en ese último salto a los equipos profesionales (a pesar de que incluso Menotti dijera durante el torneo japonés que sí), sino que radicaba en toda la estructura formativa y en la implicación de clubes y Federación en el trabajo de cantera. Todavía harían falta varios años de tumbos y batacazos hasta dar con la senda adecuada.

Ya sin España, el campeonato del mundo juvenil de Japón 1979 prosiguió sin sorpresas reseñables: en los otros duelos de cuartos de final, Argentina aplastó a Argelia (5-0), la URSS superó a la correosa Paraguay en los penaltis tras igualar a dos tantos y Uruguay se deshizo por la mínima de Portugal en el tiempo extra. En unas semifinales de gran rivalidad y marcadas por la intensa lluvia, la URSS derrotó a Polonia por 1-0 y Argentina doblegó a Uruguay por 2-0, llegándose así a la final esperada por casi todos. El 7 de septiembre, pese a que la ordenada selección soviética se adelantó en el marcador al inicio de la segunda parte con un gran cabezazo de Ponomarev, la dupla formada por Diego Armando Maradona y Ramón Díaz tomó el mando de las operaciones y, con tres goles en el último cuarto de hora, Argentina remontó el partido para conseguir su primer título mundial juvenil.

Con veinte goles a favor y sólo dos en contra en seis partidos, la albiceleste reafirmaba en Japón su supremacía balompédica tan solo un año después de alzar la Copa del Mundo absoluta, y el país se echó a la calle aquella mañana casi como hiciera catorce meses atrás. En aquel equipo argentino figuraban hombres como Gabriel Humberto Calderón, de recordado paso por el Betis como jugador y entrenador, o Juan Alberto Barbas (Zaragoza), que fueron unos secundarios de lujo en el espectáculo ofensivo que coprotagonizaron estelarmente Maradona y Díaz. Diego recibió, cómo no, el Balón de Oro al mejor jugador del campeonato, con Ramón en tercera posición (el paraguayo Julio César Romero, “Romerito”, bien conocido por los aficionados barcelonistas, fue nombrado segundo mejor jugador). Además, el delantero de River Plate se llevó la Bota de Oro como máximo goleador gracias a sus ocho dianas, dos más que las conseguidas por la emergente estrella de Argentinos Juniors. Aparte de estos galardones, cortesía de Adidas, para la pareja argentina, en Japón se dio otro premio individual: la firma japonesa Seiko entregó un reloj de oro al soviético Yaroslav Dumanski por haber marcado el gol más madrugador del torneo, tanto conseguido a los dos minutos y veinte segundos del partido de cuartos de final contra Paraguay.

Fuente: www.vivadiego.com

Fuente: www.vivadiego.com

Pero es imposible cerrar un artículo sobre Japón 1979 sin detenerse una vez más en la figura de Maradona. Regates imposibles, arrancadas imparables, libres directos magistrales… Diego dejó para el recuerdo innumerables acciones espectaculares y definitivas, pero no sólo eso: el 10 de la albiceleste aparecía por todo el ancho del campo, muchas veces bajando incluso a recibir por delante de la defensa, para ordenar el juego de su equipo y desordenar, de paso, las defensas rivales, haciendo gala de una calidad técnica y una madurez futbolística impropias de su edad. Hacía ya un par de años que destacaba en Argentina, era internacional absoluto y su nombre sonaba con cierta fuerza también en Europa, pero aquel campeonato mundial televisado para todo el planeta fue la confirmación definitiva de que estábamos ante un verdadero fuera de serie.

A quien quiera ver con sus propios ojos el despliegue futbolístico de este talento sin par no le costará encontrar vídeos en Youtube con alguna de sus perlas en el campeonato; quien además quiera acercarse un poco más al torneo en sí puede repasar el programa “Conexión Vintage” de Televisión Española que, en diciembre de 2012, recuperó un documental sobre este Mundial sub’20 de Japón 1979 para ensalzar, cómo no, la actuación de Diego Armando Maradona: el genio que necesitaban los mundiales juveniles para terminar de convencer a los escépticos sobre su futuro.

http://blog.rtve.es/vintage/2012/12/episodio-7-mundial-sub20-de-jap%C3%B3n-1979.html

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Fuentes consultadas:

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.bdfutbol.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.




100 años del definitivo ingreso en FIFA.

Aunque la presencia española en la FIFA data de la constitución de la misma (1904) (ver http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2013/11/congreso-fifa-1904-i/), la falta de una federación nacional hizo que tuviéramos que abandonarla.

En el Congreso de 1906 (ver http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2014/03/congreso-fifa-1906-iii/) el 6º punto del orden del día dice que “la Federación Internacional solo reconoce a las asociaciones que rijan ellas solas el fútbol en su país”. El representante inglés, D.B. Woolfall, elegido presidente de la FIFA horas más tarde, propone que las diversas asociaciones sometan su estatus a la FIFA para que esta se asegure de que es la única federación de fútbol del país, siendo aceptada.

Así llegamos al punto de que en 1906, España no tiene una Federación Nacional, y por tanto no puede continuar en el seno de la FIFA hasta que la constituya. A partir de aquí, en los años siguientes también se incumple la normativa pues hasta en dos ocasiones hay dos federaciones, lo que hace imposible el ingreso en el máximo organismo internacional.

En el Congreso de 1914, celebrado en la ciudad noruega de Christiania (actual Oslo) los días 27 y 28 de junio, hace ahora 100 años, se puso sobre la palestra la posibilidad del reingreso de nuestro país. Esto dice el punto correspondiente del acta del Congreso FIFA correspondiente a la sesión del día 27:

Fédération Internationale de Football Association (FIFA)

Acta 1914

España. El secretario-tesorero emitió un informe sobre lo sucedido en España desde el año anterior.

Holanda (C. A. W . Hirschman) propuso admitir como miembro a la Real Federación Española de Football.

Estados Unidos (Dr. Manning) secundó la propuesta, considerando esta afiliación un asunto de trabajo constructivo para la Federación (FIFA).

Suiza (P. Buser) manifestó que había oído que en España los extranjeros tenían prohibido tomar parte en partidos del campeonato español.

Bélgica (R. W. Seeldrayers) y Argentina (H . Wilson) consideraron que estas medidas habían sido tomadas con el fin de evitar abusos respecto a la inclusión de extranjeros para ganar partidos.

El Presidente consideró que reglamentar quién estaba cualificado para jugar partidos de campeonato era una cuestión de índole doméstica.

Francia (Rimet), sin embargo,  instó a que si los extranjeros residentes de forma genuina e incuestionable en España eran excluidos, la Federación (FIFA) debería utilizar su influencia para proteger a dichos jugadores.

El Congreso decidió admitir como miembro a la Real Federación Española de Football.

Para conocer más sobre las distintas federaciones españolas y sus dimes y diretes en aquellos años dirigirse a los siguientes enlaces:

Las siete federaciones españolas de fútbol (II)

http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2013/06/las-siete-federaciones-espanolas-de-futbol-ii/

Las siete federaciones españolas de fútbol (III)

http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2013/09/las-siete-federaciones-espanolas-de-futbol-iii/

Las siete federaciones españolas de fútbol (IV)

http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2014/02/las-siete-federaciones-espanolas-de-futbol-iv/

Todos estos últimos artículos escritos por Víctor Martínez Patón.




Congreso FIFA 1907 (IV)

FEDERACIÓN INTERNACIONAL DE FÚTBOL

ACTA DEL 4.º CONGRESO

Celebrado en Amsterdam, el 19 y 20 de mayo de 1907

 SESIÓN DEL 19 DE MAYO

 Preside el congreso el presidente de la Federación Internacional, D.B. Woolfall.

FIFA190701

 Estuvieron presentes los representantes de las siguientes asociaciones nacionales:

 Austria: Hugo Meisl

Bélgica: L. Mühlinghaus

Bohemia: Geo. Payne; Miloslav Horacek

Dinamarca: L. Sylow

Inglaterra: D.B. Woolfall; H. Walker; G.S. Sherrington

Francia: André Espir

Alemania: E.F. Prietze

Hungría: Jules von Musza

Italia: C.A.W. Hirschman

Países Bajos: C.A.W. Hirschman; J. Hijlkema

Suecia: F.J. Wall

Suiza: C.A.W. Hirschman

  • Se ha leído y aprobado el acta del último Congreso, celebrado en Berna el 3 y 4 de junio de 1906.
  • Idioma oficial: Suecia propone que el inglés se considere el idioma de la Federación para la elaboración de las actas, para la correspondencia oficial y para las comunicaciones. Esta propuesta fue aprobada y cada asociación nacional será responsable de sus propias traducciones. 
  • Se ha leído, y aprobado, el informe del secretario-tesorero. 
  • Los Estatutos de la Federación Internacional, surgidos de la Comisión nombrada a tal efecto en el congreso de Berna, fueron aprobados con alguna modificación y se publicarán por separado. 
  • Afiliación de asociaciones nacionales: 
    • La petición de la Federación de Finlandia se remitió al Comité de Emergencia.
    • La Federación de Hungría fue aceptada como miembro.
    • La Federación de Austria fue aceptada como miembro.
    • Se valoró la petición de la Federación de Bohemia.

El representante austriaco presenta una objeción al reconocimiento de la Cesky Svaz Footballovy como una federación independiente: ya que Bohemia es una provincia de Austria, considera que la CSF solo representa a una parte de la población de esa provincia. Sin embargo, admite que lo bohemios han hecho mucho por la popularización del fútbol en Austria.

El representante alemán secunda las objeciones de la federación austriaca. Teme que si se reconoce a la CSF como una federación independiente, otras federaciones pertenecientes a federaciones nacionales solicitarán su admisión.

El representante bohemio manifiesta que si esta cuestión se considerara desde un punto de vista deportivo, y no desde uno político, está seguro de que no habría objeciones a la admisión de la CSF.

Una vez oídas a las partes, el Congreso decide dejar la resolución para la próxima sesión.

  • Se eligieron los siguientes cargos para la temporada 1907/08: 

Presidente: D.B. Woolfall

1.er vicepresidente: Victor E. Schneider

2.º vicepresidente: André Espir

Secretario-tesorero: C.A.W. Hirschman

  • Sede del próximo Congreso: el representante austriaco propone celebrar el Congreso del próximo año en Viena, durante la celebración de los 60 años del emperador austriaco y la exposición conmemorativa. Se aprobó unánimemente. 

SESIÓN DEL 20 DE MAYO

  • Afiliación de Bohemia: el representante inglés propone continuar con la afiliación provisional de Bohemia durante un año más. 

Bohemia propone una enmienda para admitir definitivamente a la Cesky Svaz Footballovy.

La votación de esta propuesta fue de 6 votos a favor y 5 en contra.

Austria protesta porque se hayan tomado en cuenta los votos de Suiza y de Italia.

  • Partidos internacionales para la temporada 1907/08: 

Se han aceptado los siguientes encuentros:

                        1907               4 octubre:                  Bohemia-Hungría

                                               21 diciembre:           Inglaterra-Holanda

                        1908               5 enero:                     Suiza-Francia

                                               29 marzo:                  Bélgica-Holanda

                                               5 abril:                       Hungría-Bohemia

                                               14 abril:                     Francia-Bélgica

                                               26 abril:                     Holanda-Bélgica

                                               10 mayo:                   Holanda-Francia

Suecia propone una moción: “En vista del hecho de que los estatutos de la Federación se han aprobado el 19 de mayo de 1907, en este Congreso, se acuerda que la Federación Internacional acepte los encuentros para la temporada 1907/08 que se soliciten”.

La moción es aceptada.

  • Bohemia informa al Congreso de que la Cesky S.F. fue boicoteada por la federación alemana en una regla relativa a los árbitros. Desea que el Congreso varíe la norma. 
  • Se ha decidido que la fecha del próximo congreso sea el 7 y 8 de junio de 1908 (Pentecostés). 
  • Francia informa de que una frase en las actas del último Congreso con respecto a la posición de la U.S.F.S.A. en Francia se ha interpretado erróneamente y propone la siguiente moción: 

“Por petición de la U.S.F.S.A. se establece que esta Unión es reconocida por el Congreso como la única autoridad para controlar el deporte del fútbol en Francia”.

Se aprueba la moción.

  • Alemania pide un respaldo igual para su país. El Presidente señala que el artículo 1 de los nuevos estatutos hace innecesario este respaldo. 
  • Los señores Espir y Mühlinghaus agradecen al Presidente la dirección del Congreso y también agradecen a la federación holandesa por su amable recepción de los asistentes al Congreso. 

 

C.A.W. Hirschman

Secretario-tesorero (hon.) de F.I.F.A.




España en los mundiales sub’20: Túnez 1977

Cuando en 1974 Jean-Marie Faustin Goedefroid de Havelange llegó a la presidencia de la FIFA, el mundo (también el del deporte) estaba cambiando política y económicamente y el dirigente brasileño supo verlo mejor que nadie. Ya durante su campaña electoral el antiguo nadador olímpico había jugado con éxito la baza que suponía el poder convertirse en el primer presidente no europeo en la historia de la asociación, aglutinando en torno a su figura a muchas federaciones de países tradicionalmente alejados de los centros de poder (muchos de ellos porque su independencia era tan reciente que ni siquiera habían tenido tiempo de entrar en esos círculos). Y, una vez instalado en el sillón de Zúrich, Joao Havelange no tardó en cumplir las promesas realizadas a esas naciones que tan poco habían sido tenidas en cuenta anteriormente, ganándose su fidelidad para muchos años.

Con la ayuda de Horst Dassler, el dueño de Adidas (que había apoyado sin fisuras la candidatura para la reelección de Sir Stanley Rous pero que obviamente no tuvo mayor inconveniente en sumarse al proyecto de Havelange en cuanto el inglés fue derrotado), el brasileño puso en marcha ambiciosos programas de desarrollo futbolístico en países del Tercer Mundo, negoció la ampliación de plazas en los Mundiales para mejorar la representación continental y abrió definitivamente las puertas de la FIFA a las televisiones y casas comerciales, cuyo dinero debía sufragar todas esas inversiones y reformas impulsadas por el nuevo presidente. Coca-Cola fue una de las primeras y más importantes marcas en subirse a la nueva ola y, gracias a su inversión, Havelange pudo poner en marcha otro de sus grandes proyectos: la creación de un torneo mundial de selecciones juveniles, un auténtico campeonato del mundo a imagen y semejanza del absoluto, con unas reglas claras de periodicidad y límites de edad y abierto a la participación de todos los países del globo.

El único precedente de enfrentamientos oficiales entre selecciones juveniles de varios continentes databa de comienzos de los años 50, cuando la FIFA se encargaba de la organización del torneo juvenil europeo y, para las ediciones de 1953 y 1954, había invitado a Argentina. Por eso aquellos campeonatos pasaron a la historia (el de 1954 con victoria española, por cierto) como Mundiales, sin serlo realmente de acuerdo con los estándares actuales. Pero, a partir de 1955, la UEFA asumió la organización del torneo europeo y éste se cerró a participantes foráneos. En aquel tiempo, los elevados costes de traslados y alojamientos y la escasa repercusión mediática y económica de esos campeonatos intercontinentales juveniles hacían inviable su celebración. Sin embargo, veinte años más tarde, el mundo era otro… y la FIFA también.

Mientras el recién contratado Joseph Blatter se encargaba de los programas de desarrollo futbolístico del Tercer Mundo, el norirlandés Harry H. Cavan fue el designado para liderar y supervisar el proyecto de los campeonatos mundiales juveniles, que además se presentaban como un vehículo perfecto para acercar los grandes eventos futbolísticos a países y continentes que, al menos en ese momento, no reunían las condiciones geográficas, políticas o económicas requeridas para albergar un Mundial absoluto. El nuevo torneo juvenil serviría, sin duda, para contribuir al desarrollo competitivo de los futbolistas y para promocionar el fútbol en lugares en los que este deporte necesitara un empujón, pero pronto se vio que su concesión podía usarse también para pagar ciertos favores: en un claro guiño a las federaciones africanas, cuyos votos habían sido decisivos para la victoria de Havelange sobre Rous, en noviembre de 1975 se escogió a la República Tunecina como sede de este primer campeonato bienal sub’19, a celebrar en 1977.

Pocos meses después, se anunciaba que la multinacional del refresco correría con gran parte de los gastos del evento, que pasaría así a denominarse oficialmente “Torneo Mundial de Juveniles de la FIFA por la Copa Coca-Cola”. Una vez encontrada la principal fuente de financiación todo parecía más sencillo, pero los mundiales juveniles no tuvieron precisamente un comienzo fácil. La línea que separaba deporte amateur y profesional, de por sí ya bastante fina en el fútbol, era en esa época más borrosa y permeable que nunca, y la creación de un torneo para jóvenes promesas patrocinado por una poderosa marca comercial hizo que los sectores más tradicionalistas pusieran el grito en el cielo: una cosa era aceptar que futbolistas adultos y profesionales lucieran publicidad en las camisetas de sus equipos (por citar una cuestión muy en boga en esos tiempos) y otra muy distinta permitir que los tentáculos de las grandes marcas envolvieran a unos tiernos juveniles cuyo desarrollo debía mantenerse lo más alejado posible de la dictadura del dinero… aunque muchos de esos juveniles ya estuvieran a sueldo de sus respectivos clubes.

Y es que desde el principio la FIFA dejó claro que en el nuevo campeonato el único límite lo pondrían las partidas de nacimiento y no, como en los Juegos Olímpicos, la situación contractual de los participantes. No obstante, si en los Juegos siempre había países que burlaban de forma notoria las reglas establecidas, en los mundiales juveniles acabaría sucediendo tres cuartos de lo mismo. Pero tiempo habrá para esas otras historias. Volviendo a los obstáculos que hubo de sortear el proyecto, la propia figura de Havelange seguía viéndose con recelo desde algunos de los países futbolísticamente más poderosos, que temían que la apertura global que preconizaba el brasileño acabara con su privilegiada posición, y tampoco cabía ignorar el escasísimo desarrollo del fútbol juvenil en muchas de esas naciones a las que el nuevo presidente pretendía ayudar a crecer.

Todos esos factores se conjugaron a la hora de diseñar la competición puramente dicha, dificultando el éxito de la empresa. Tras acordar que el torneo de Túnez 1977 lo jugarían dieciséis selecciones, igual que el absoluto, la FIFA envió invitaciones a todas sus federaciones afiliadas para saber qué países estarían interesados en participar en los clasificatorios. De los 140 miembros de la FIFA sólo contestaron afirmativamente 88, produciéndose 16 respuestas negativas (diez de ellas, europeas) y guardando silencio y por tanto renunciando a participar los 36 países restantes. Obviamente, la Federación Española de Fútbol siempre estuvo a favor de la disputa del campeonato juvenil: con el Mundial de 1982 a las puertas, cualquier postura contraria a los intereses de los dirigentes de la FIFA resultaba impensable. Pero, aunque la aceptación global era incluso algo mayor de la esperada, entre las federaciones que dijeron “no” al torneo se encontraban algunas tan importantes como las de Inglaterra, Escocia, la República Federal Alemana, Dinamarca, Bélgica o Países Bajos, de modo que las incógnitas sobre el futuro de la competición eran evidentes.

Para terminar de complicarlo todo, y mientras Harry Cavan discutía con las confederaciones continentales los sistemas de clasificación (por entonces sólo Europa y Sudamérica organizaban regularmente torneos juveniles de naciones), al gobierno de Túnez no le sentó demasiado bien el burbujeante combinado con la bebida refrescante de extractos que le servía la FIFA y reaccionó contra la participación de Coca-Cola como patrocinador principal del Mundial juvenil. Las autoridades tunecinas exigieron que el trofeo llevara el nombre del libertador y recién nombrado presidente vitalicio del país, Habib Bourguiba, y no el de la compañía de Atlanta. Bourguiba dirigía Túnez desde su independencia en 1956 y, tras el fracaso de sus primeras políticas de influencia soviética, a mediados de los setenta empezaba una tímida apertura económica hacia Occidente, pero su régimen dictatorial no podía consentir que una multinacional se erigiera a ojos de los tunecinos como la principal responsable de que el país acogiese un Mundial de fútbol. Aunque fuera de juveniles.

En medio del conflicto diplomático, Perú se postuló como sede alternativa y durante varios meses de 1976 no estuvo nada claro ni dónde ni con qué nombre se acabaría celebrando el torneo, pero al final el vaso no se desbordó. A costa de afinar un poco más la contribución de cada una de las partes al evento (y aceptando que se diera el nombre de Bourguiba a un segundo trofeo para el campeón), Coca-Cola pudo patrocinar el Mundial juvenil de Túnez 1977. En él participarían seis selecciones europeas, tres sudamericanas, tres africanas (el anfitrión y dos más), dos asiáticas y dos de la zona de la CONCACAF, quedando Oceanía sin representación.

La UEFA, dividida entre quienes aceptaban participar el torneo y quienes no, decidió enviar al país norteafricano a las cuatro mejores selecciones de su Europeo sub’18 de 1976 (la URSS, Hungría, España y Francia), ya que todas ellas habían manifestado su deseo de jugar este nuevo torneo. Italia, siguiente mejor clasificada en ese Europeo de todas las que querían disputar el Mundial juvenil, y Austria, que ganó un sorteo entre el resto de federaciones dispuestas a ir a Túnez (MD, 23/06/1977), completaron la representación del viejo continente.

La selección española juvenil reunía por aquel entonces a una interesante generación que había ganado el prestigioso Torneo de Montecarlo de 1975 y que había rendido a gran nivel en el llamado “Torneo de la UEFA” o campeonato de Europa sub’18 de 1976. Guiados desde el banquillo por Gustavo Biosca, uno de los asistentes del seleccionador absoluto Ladislao Kubala, y liderados en el campo por Roberto López Ufarte, los jugadores españoles se habían deshecho sin problemas de la débil Liechtenstein en la eliminatoria previa (9-1 en el global) y después, ya en la fase final de Hungría, encabezaron su grupo por delante de Suiza, Islandia y Turquía. No pudieron hacer nada en semifinales ante la todopoderosa URSS, que ganó por 3-0 (los primeros goles que encajaba España en la fase final del Europeo), pero se resarcieron en el partido por el tercer y cuarto puesto al derrotar por ese mismo marcador a Francia. La tercera posición final significaba la mejor clasificación de España en categoría sub’18 desde 1964 y parecía colocar a la selección nacional en el abanico de candidatos para alzarse con el título en Túnez.

Sin embargo, tal vez por la falta de costumbre de la Federación Española en tareas similares (la última participación mundialista de la selección absoluta databa de 1966), la preparación para el campeonato del mundo juvenil fue bastante deficiente. Además de la necesidad de rehacer gran parte del equipo, ya que los jugadores nacidos en 1957 (y que habían sido mayoría en el Europeo de Hungría) no podrían participar en el Mundial sub’19 de Túnez, la falta de fechas libres provocó que el grupo de futbolistas elegido por Chus Pereda apenas tuviera tiempo para conjuntarse lo suficiente antes de viajar a tierras africanas. Por si fuera poco, la estrella del equipo, López Ufarte, pidió no ser convocado alegando que se sentía exhausto tras su primera campaña completa en Primera división y que, además, debía afrontar sus exámenes finales de COU.

No sin cierta polémica, Pereda acabó aceptando la solicitud del jugador de la Real Sociedad y durante el mes de junio, acabada ya la temporada en Primera y Segunda y con las competiciones juveniles llegando también a su fin, el seleccionador programó un par de entrenamientos en Madrid con el resto de futbolistas que estaban en sus planes. Para la primera sesión estuvieron citados veintinueve jugadores, aunque cuatro no acudieron: dos por lesión, uno por estar realizando el servicio militar y no obtener permiso y otro por coincidir esa sesión con sus exámenes finales. La siguiente lista, reducida ya a dieciocho futbolistas para disputar un amistoso contra el Atlético Madrileño una semana después de la primera concentración, también sufrió alguna baja por culpa del servicio militar obligatorio. Finalmente, el 14 de junio de 1977 Chus Pereda anunciaba los dieciocho nombres que teóricamente viajarían a Túnez diez días después.

Aunque en un principio estaba previsto trasladarse a tierras levantinas para aclimatarse mejor al clima tunecino, al final se decidió que los jugadores quedaran concentrados en Madrid, donde se pensaba que habría más facilidad para concertar amistosos. Sin embargo, no habría más encuentros de preparación que uno jugado contra el Rayo Vallecano el día 18: a esas alturas de junio, todos los equipos de nivel habían dado ya vacaciones a sus plantillas. Además, al partido en Vallecas sólo pudieron acudir catorce internacionales: García Cortés y Campello, que estaban haciendo la “mili”, se toparon con la negativa de sus mandos para concederles permiso; el pucelano Borja Lara seguía enfrascado en unos exámenes que ya le habían hecho ser baja en la primera concentración de junio; y Argimiro Márquez se encontraba en Yugoslavia con el Hércules, que estaba realizando una gira de postemporada por los Balcanes. Aún así, los juveniles ganaron 1-0 a un Rayo que en esos días celebraba su primer ascenso a Primera División, pero a poco más de una semana para el debut en el campeonato aquella no parecía la mejor forma de preparar la cita mundialista.

Dadas las circunstancias, Pereda decidió prescindir del aplicado Borja y llamó en su lugar al zaragocista Lafuente, que estaba disputando con su equipo las últimas rondas de la Copa juvenil y tampoco pudo acudir a ese primer y único amistoso de la selección. Como el Zaragoza se clasificó para la final de esa competición, Lafuente acabaría viajando a Túnez dos días después de que lo hiciera el resto de la expedición española, acompañado por uno de los fisioterapeutas. Márquez, por su parte, a pesar de que recibió en Yugoslavia el telegrama con su convocatoria, parece que no encontró modo de regresar a tiempo para entrenar al menos unos días con la selección y acabó siendo sustituido por el murcianista Pelegrín, que ya había estado en el Europeo sub’18 del año anterior.

La última prueba para los de Pereda antes de viajar a África fue un partidillo improvisado entre los propios miembros de la selección juvenil, completando los equipos varios canteranos de Rayo y Real Madrid. Resueltos definitivamente los problemas con las autoridades militares para liberar de sus obligaciones con el ejército a los jóvenes de aquel reemplazo, los dieciocho jugadores que disputaron con España el Mundial de Túnez fueron los siguientes:

Pos.

Nombre Fecha Nac. Club

1

P

Francisco BUYO Sánchez 13/01/1958 Deportivo de La Coruña

2

DF

Santiago URQUIAGA Pérez 14/04/1958 Athletic de Bilbao

3

DF

Salvador Estany CAMPELLO 06/06/1958 Elche CF

4

DF

Antonio GARCÍA NAVAJAS 08/03/1958 Burgos

5

DF

Rafael GARCÍA CORTÉS 18/01/1958 Real Madrid

6

MC

Jorge CASAS Rodríguez 06/02/1958 Barcelona

7

MC

EMILIO Gómez Gallardo 14/01/1958 Barcelona

8

MC

Ricardo GALLEGO Redondo 08/02/1959 Real Madrid

9

DL

José Enrique MAYAYO Garciandía 09/06/1958 Athletic de Bilbao

10

MC

Eduardo LAFUENTE Aguirre 21/01/1959 Zaragoza

11

DL

ÁNGEL González Castaños 03/12/1958 Español

12

MC

Salvador RIBES Diago 21/04/1958 Castellón

13

P

José Manuel SEMPERE Maciá 15/02/1958 Orihuela

14

DF

Alberto BENEDÉ Ordóñez 05/04/1958 Zaragoza

15

DL

José Antonio ALCAÑIZ Vera 23/10/1958 Elche CF

16

MC

Antonio Joaquín Autor GÜEMBE 22/01/1958 Athletic de Bilbao

17

MC

José Ricardo ESCOBAR Palacios 13/06/1958 Cádiz CF

18

DL

Patricio PELEGRÍN Nicolás 14/10/1958 Murcia

 

Junto al seleccionador Jesús Pereda, dirigía la expedición española el delegado federativo Francisco Hernández Coronado, que fue elegido presidente de la Comisión de Apelación del torneo. Aunque en aquella temporada 1976/1977 sólo tres o cuatro jugadores aparecían regularmente en equipos de Primera o Segunda, sin duda los nombres de Paco Buyo (Deportivo, Sevilla, Real Madrid), José Manuel Sempere (Valencia), García Navajas (Burgos, Real Madrid, Valladolid), García Cortés (Real Madrid, Zaragoza, Mallorca, Rayo), Santiago Urquiaga (Athletic) o Ricardo Gallego (Real Madrid) resultan hoy de sobra conocidos para todo aquel que siguiera el fútbol español entre finales de los setenta y principios de los noventa. También es probable que muchos de esos aficionados recuerden a Benedé (Zaragoza, Salamanca) Escobar (Cádiz, Elche, Castellón), Ángel González (Espanyol, Sabadell, Salamanca, Logroñés), Ribes (Castellón, Valencia, Sabadell) o Pelegrín (Murcia), todos ellos con larga trayectoria posterior en Primera y Segunda. El resto de jugadores apenas disfrutaron de las mieles del fútbol profesional.

En cuanto al formato del Mundial sub’19 de Túnez, se optó por sortear cuatro grupos de cuatro equipos, pasando directamente a semifinales los campeones de cada grupo. Además, la FIFA decidió que los partidos duraran 80 minutos. Ambas medidas fueron criticadas por los expertos y técnicos encargados de evaluar el desarrollo del campeonato para la propia FIFA, entre los que se encontraban Walter Winterbottom, quien fuera manager de la selección inglesa entre 1946 y 1962, y Milan Miljanic, que en aquel 1977 era el entrenador del Real Madrid. Por un lado, consideraban que generalmente los jugadores sub’19 ya estaban habituados a disputar partidos de 90 minutos; por otro, al haber en juego sólo un puesto de clasificación en cada grupo, varios de ellos quedaron prácticamente decididos en la segunda jornada, restando emoción, competitividad y calidad a los últimos enfrentamientos, que para terminar con casi toda la intriga ni siquiera se jugaban a la vez.

Cuatro fueron las sedes en las que se celebraron los encuentros: Túnez, la capital, en la que se usaron dos estadios (uno de ellos en el distrito de Radés); Sfax, una ciudad portuaria a unos 270 kilómetros al sur; y Susa, otro enclave costero situado a mitad de camino entre Túnez y Sfax. Los campos, con sus terrenos de juego en no muy buenas condiciones, tampoco registraron precisamente una gran afluencia de público.

GRUPO A (Radés)

GRUPO B (Túnez)

GRUPO C (Susa)

GRUPO D (Sfax)

Túnez

Uruguay

Brasil

URSS

España

Hungría

Italia

Paraguay

México

Marruecos

Costa de Marfil

Austria

Francia

Honduras

Irán

Irak

 

El sistema de competición no fue el único aspecto criticado por los profesionales presentes en Túnez. El periodista Jaume Nolla Durán, que durante muchos años acompañó a las selecciones inferiores españolas como enviado especial del diario El Mundo Deportivo, pintaba a su llegada a Túnez un escenario de lo más desalentador: “Los jugadores españoles fueron hospedados a una residencia donde las condiciones higiénicas y otras… no son que digamos modelo de pulcritud. Reunir en un mismo centro a todas las delegaciones, con la excepción, claro está, de la de Túnez, en un edificio donde también pernoctan un número considerable de muchachas jóvenes, estudiantes ellas, no creemos que sea lo más idóneo para un stage de participantes en un Campeonato del Mundo” (MD, 26/06/1977).

Y es que la residencia de la Ciudad Universitaria de Túnez, a unos 12 kilómetros de la capital, albergaba a siete de las ocho selecciones que disputarían sus partidos en esa ciudad pero también, según precisaba el enviado especial de Marca, Raúl J. Santidrián, a unas doscientas estudiantes en los pisos superiores. El agua caliente escaseaba, las delegaciones compartían aseos y comedores y, salvo la uruguaya, que previsoramente incluía entre sus miembros a un cocinero propio, en los primeros días de estancia todas pasaron ciertos apuros para alimentar a los jóvenes deportistas con los nutrientes necesarios para el adecuado desarrollo de su actividad física. El grupo de estudios técnicos de la FIFA manifestó su disconformidad con el tipo de alojamiento proporcionado por la organización a los equipos, si bien la presencia de varias selecciones en un mismo establecimiento se acabaría convirtiendo en la norma de unos torneos que, después de todo, también pretenden que sus jóvenes participantes estrechen lazos de amistad y convivencia fuera del terreno de juego.

EL CAMPEONATO

Alineación de España en el Mundial juvenil de Túnez 1977, extraída del Informe Técnico oficial del torneo

Alineación de España en el Mundial juvenil de Túnez 1977, extraída del Informe Técnico oficial del torneo

El 27 de junio de 1977, en el Estadio Olímpico El Menzah de Radés, a las afueras de la capital tunecina, España tuvo el honor de protagonizar el encuentro inaugural del primer Mundial juvenil de la historia: aunque aquel día se disputaban simultáneamente los partidos de los grupos A y C, el de España fue el que se celebró en el escenario de la ceremonia de apertura e inmediatamente a continuación de ésta, a las 17:45 horas de la tarde. El rival era Francia, selección que también se había renovado con respecto a la del Europeo del año anterior pero que llegaba con bastante más rodaje que la española. Con un 4-4-2 de corte defensivo y tras un inicio marcado lógicamente por los nervios del debut, las crónicas cuentan que los de Pereda controlaron bien a su rival en la primera parte, adelantándose además con un gol de Escobar a la media hora de juego. Francia empujó entonces con más brío y dispuso de ocasiones, pero a la contra España anotó el segundo tanto, obra de Casas, ya en el minuto 60 de partido. En el último cuarto de hora los galos se volcaron definitivamente sobre la meta de Paco Buyo y consiguieron recortar distancias por medio de Bacconnier, pero no lograron volver a batir al portero gallego. La victoria dejaba a España en inmejorable posición para conseguir el pase a semifinales.

27/06/1977

Primera jornada del Grupo A.

FRANCIA

(1)

Billet; Bibard (-41, Mastroianni), Bracigliano, Desbouillons, Creignoi; Bacconnier, Jeannol, Genghini (-62, Brisson); Wiss, Françoise, Meyer.

ESPAÑA

(2)

Buyo; Urquiaga, García Navajas, García Cortés, Benedé; Casas, Gallego, Escobar, Güembe (-75, Alcañiz); Mayayo, Pelegrín.

Goles

0-1 Escobar (ESP, min. 28); 0-2 Casas (ESP, min. 59); 1-2 Bacconnier (FRA, min. 70).

Árbitro

Orhan Cebe (TUR).

Tarjetas

—-

Estadio

Stade Olympique d’El-Menzah (Radés, Túnez).

 

Todo indicaba que la primera plaza del grupo se iba a decidir en el siguiente duelo ante México, ya que los aztecas se habían deshecho de la selección anfitriona por un aplastante 0-6. Ese segundo partido se disputó tres días después, en el mismo escenario que el primero, a la calurosa hora de las cinco de la tarde. Los norteamericanos habían conformado un sólido bloque que llevaba ya un par de años actuando bastante a menudo y, a pesar de la notable ausencia de su estrella Hugo Sánchez, retenido por los Pumas de la UNAM para disputar el campeonato liguero mexicano, parecían serios candidatos al título. Tras una primera parte igualada, aunque con ocasiones más claras para México, en el segundo tiempo fue España quien golpeó primero, al rematar Escobar a la red una falta botada por Ricardo Gallego. Apenas se llevaban cinco minutos de la reanudación y México acusó el golpe, pero los de Pereda se echaron atrás y Buyo se convirtió en el héroe del equipo hasta que, a falta de siete minutos para el final, los aztecas lograron igualar el marcador por medio de Hugo Rodríguez. El empate daba cierta ventaja a México de cara a la última jornada, ya que si vencía a Francia obligaría a España a golear escandalosamente a Túnez para pasar a semifinales.

30/06/1977

Segunda jornada del Grupo A.

ESPAÑA

(1)

Buyo; Urquiaga, García Navajas, García Cortés, Benedé; Casas (-63, Lafuente), Gallego, Escobar, Güembe; Mayayo, Pelegrín (-41, Ángel).

MÉXICO

(1)

Paredes; Rubio, Mora, Álvarez, López Zarza; Cosío, Hugo Rodríguez, Placencia (-57, Ambriz), Moses; Manzo, Garduño.

Goles

1-0 Escobar (ESP, min. 45); 1-1 Hugo Rodríguez (MEX, min. 73).

Árbitro

Franz Wöhrer (AUT).

Tarjetas

Mayayo (ESP, min. desconocido).

Estadio

Stade Olympique d’El-Menzah (Radés, Túnez).

 

No obstante, los franceses todavía tenían remotas opciones de clasificarse y no serían un rival fácil para los aztecas. Además, España saltaría al campo sabiendo ya si le bastaría con una victoria o si necesitaría golear, puesto que ese Francia-México se disputaría antes del España-Túnez. Y la tarde de aquel 3 de julio comenzó francamente bien para la selección española juvenil, porque franceses y mexicanos hipotecaron su futuro en el torneo al empatar a un tanto. Era el resultado perfecto: Francia quedaba eliminada con tres puntos, México sumaba cuatro unidades y España sólo tendría que ganar a la selección local para encabezar el grupo con cinco puntos.

Cosa que no ocurrió. Inexplicablemente, España salió con las mismas precauciones que en partidos anteriores y no forzó la defensa de un rival que, con el paso de los minutos, se fue creciendo ante la inoperancia hispana. La mayor fortaleza física de los tunecinos (probablemente con algún jugador de más edad de la permitida) y la dureza con la que se emplearon desconectaron a España, que presentaba en su once la única novedad de Emilio, delantero del Barcelona que había sido baja en los partidos anteriores por culpa de unas fiebres provocadas por las vacunas que los participantes debieron ponerse antes de viajar a Túnez. Al descanso se llegó con apenas un par de ocasiones aisladas para el bando español y en la segunda parte llegaron los cambios ofensivos de Pereda, pero también el primer gol de Túnez en el torneo, obra de Ali Ben Fattoum a los once minutos. El mazazo fue tremendo y durante un buen rato España anduvo completamente desnortada, hasta que poco a poco fue recobrando la compostura.

En el último cuarto de hora, y apelando más a la heroica que al juego, se consiguió por fin llevar algo de peligro a la meta local, pero primero Pelegrín malogró un penalti que él mismo había provocado y luego Ribes envió un chut al poste, el segundo de España en el partido. No hubo forma de batir al portero de Túnez y de hecho en los últimos minutos fue Buyo el que tuvo que lucirse para evitar una derrota más abultada. Así, los juveniles españoles se despedían lastimosamente de un torneo que, si bien es probable que no hubieran podido ganar, sí les brindó la oportunidad de haber podido alcanzar un digno lugar en la clasificación final. Una oportunidad que no supieron aprovechar.

03/07/1977

Tercera jornada del Grupo A.

ESPAÑA

(0)

Buyo; Urquiaga, García Navajas, García Cortés, Benedé; Casas (-46, Ribes), Gallego, Escobar, Güembe; Mayayo, Emilio (-41, Pelegrín).

TÚNEZ

(1)

Jebali; Cheriti, Zarrouk, Chargui, Aloulou (-65, Ben Yahia); Ben Fattoum, Ben Zitoun, Belhoula, Hergal (-76, Jelassi); Dakhli, Lakhal.

Goles

0-1 Ben Fattoum (TUN, min. 51).

Árbitro

Eldar Azim-Zade (URSS).

Tarjetas

Urquiaga (ESP, min. 52).

Estadio

Stade Olympique d’El-Menzah (Radés, Túnez).

 

México fue, por tanto, quien pasó en cabeza de este grupo A. En semifinales se enfrentó a Brasil, que tras arrancar con una cómoda victoria ante Irán luego había tropezado con Costa de Marfil (otra de las selecciones bajo sospecha de haber alineado a futbolistas mayores de 19 años) y se había tenido que jugar el pase en la tercera jornada contra Italia. A pesar de su favoritismo, los brasileños se vieron sorprendidos en un córner y, aunque empataron rápido y dominaron el partido, acabaron cediendo ante los mexicanos en la tanda de penaltis. También se decidió en los lanzamientos desde los once metros la otra semifinal, que enfrentó a la URSS y Uruguay. Ambas selecciones habían liderado sus respectivos grupos sin demasiados problemas y, tras un partido gris y con pocas ocasiones, fueron los soviéticos quienes se mostraron más acertados desde el punto fatídico.

El partido por el tercer y cuarto se resolvió con goleada de Brasil sobre Uruguay por 4-0, pero la final volvió a ejemplificar la tremenda igualdad del campeonato. Aunque quien hoy visite la página web de la FIFA se encontrará con que la ficha del partido refleja un desarrollo completamente opuesto, lo que pasó en realidad en Radés fue que dos veces se adelantó la URSS en la segunda parte por medio de Vladimir Bessonov y dos veces empató México, como se puede comprobar en las crónicas de la época y en los vídeos de aquella final que están colgados en Youtube. Tras lograr el empate a dos, los aztecas aguantaron los últimos minutos del tiempo reglamentario y toda la prórroga con un hombre menos para acabar sucumbiendo en la tanda de penaltis por 9-8.

Imagen del marcador de la final al término de la prórroga, con los minutos en los que se consiguieron los goles. Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=6JX-jQeWgHY

Imagen del marcador de la final al término de la prórroga, con los minutos en los que se consiguieron los goles. Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=6JX-jQeWgHY

Una tanda de penaltis que tuvo dos claros protagonistas. Por un lado, el portero soviético Yuri Sivuha, un gigantón especialista en esas lides al que el seleccionador Serguel Massiaguine había dado entrada en los últimos instantes de la prórroga. El cambio de guardameta ya había funcionado en semifinales y aquel 10 de julio de 1977 Sivuha detuvo nada menos que cuatro lanzamientos mexicanos, pero su estelar actuación quedó deslucida por la del colegiado francés Michel Vautrot. Por razones que sólo él, y no sin dificultades, sería capaz de explicar, el árbitro galo mandó repetir tres disparos inicialmente errados por México (y otro de la URSS, el quinto, cuyo fallo daba la victoria a los aztecas) para desesperación de un Sivuha que no entendía qué estaba ocurriendo. Después de veinte lanzamientos válidos, una transformación de Viktor Kaplun le acabó dando el título a la URSS.

El ucraniano Bessonov, entonces un veloz y habilidoso extremo pero que en los ochenta se consagraría como lateral, se llevó merecidamente el premio al Mejor Jugador del Mundial, mientras que el brasileño Guina (que luego jugaría en Murcia y Tenerife) obtuvo la Bota de Oro como máximo realizador, con cuatro goles. La concesión de estas distinciones individuales fue criticada por los expertos reunidos por la FIFA para evaluar el campeonato, pues consideraban que los chavales en formación debían olvidarse de premios personales para centrarse exclusivamente en ayudar a sus equipos. Sin embargo, Adidas también quería su cuota de protagonismo como patrocinador y sus galardones se acabarían convirtiendo en una tradición más de estos torneos.

Por lo que respecta al rendimiento de la selección española, en una entrevista publicada por El Mundo Deportivo el 6 de julio de 1977 Pereda centró sus críticas en el árbitro soviético del tercer encuentro, a su juicio demasiado permisivo con el juego duro de Túnez, y en los problemas físicos que arrastraban algunos de sus futbolistas por culpa del calor reinante, de las vacunas y del escaso tiempo de descanso entre partidos. Además, el entrenador burgalés se quejó de las malas condiciones del hotel de concentración y, tras eximir de responsabilidades a unos jugadores que, en su opinión, habían hecho todo lo que habían podido, deslizó su insatisfacción por la falta de preparación general de la selección para el torneo: diez días de entrenamientos con una plantilla incompleta eran claramente insuficientes para enfrentarse a equipos que llevaban muchos meses conjuntándose para la cita tunecina.

En este punto el Informe Técnico oficial del campeonato, realizado por los citados Winterbottom, Miljanic y compañía, venía a dar la razón al seleccionador. Mientras que al hablar de selecciones como las de la URSS, México, Hungría y otras de menor nivel se elogiaba la larga preparación llevada a cabo por sus respectivas federaciones, que había permitido a estos equipos jugar y entrenarse de forma continua o con bastante periodicidad desde al menos un año antes de viajar a Túnez, la descripción del caso español, aunque intentaba enfocarse de forma positiva asociándolo a la idiosincrasia del fútbol nacional, más tendente a la improvisación que al rigor táctico, traslucía el evidente problema de la falta de previsión.

Extracto del Informe Técnico oficial del Torneo Mundial Juvenil de Túnez 1977, disponible en: http://es.fifa.com/mm/document/afdeveloping/technicaldevp/50/06/63/u20_tunisia_1977_sp_222.pdf

Extracto del Informe Técnico oficial del Torneo Mundial Juvenil de Túnez 1977, disponible en: http://es.fifa.com/mm/document/afdeveloping/technicaldevp/50/06/63/u20_tunisia_1977_sp_222.pdf

Para concluir con la representación española, cabe destacar la participación en el Mundial de Túnez del colegiado murciano Ángel Franco Martínez, que dirigió el URSS-Irak y el Paraguay-Irak, ambos en la primera fase, y la semifinal entre México y Brasil. Notable marca la suya de tres partidos arbitrados (además de otro en el que ejerció de juez de línea), ya que la FIFA envió al campeonato, en el que se disputaron 28 encuentros en total, nada menos que a 20 árbitros, detalle que también fue criticado por los expertos y por los propios colegiados.

En cuanto a los jugadores participantes que luego acabarían destacando como adultos, el Mundial de Túnez 1977 dejó pocos nombres de verdadero nivel. Aparte de los soviéticos Andrei Bal, Sergei Baltacha y el ya citado Bessonov, todos ellos pertenecientes al Dinamo de Kiev y que serían habituales en la selección absoluta de la URSS en los 80, podríamos citar al delantero brasileño Baltazar (de exitoso paso por Celta y Atlético de Madrid), al centrocampista francés Bernard Genghini (titular en España’82 y campeón de la Eurocopa de 1984 con la selección absoluta gala), a los italianos Giovanni Galli (portero titular en el legendario Milan de Sacchi) y Giuseppe Baresi (central referente del Inter y hermano mayor de Franco) y al uruguayo Rubén Paz (volante que, aunque no triunfó en Europa, fue uno de los jugadores sudamericanos más destacados de los años ochenta).

Evidentemente también hubo, como en el caso español (Buyo, García Navajas, Urquiaga, Gallego), varios jugadores que fueron internacionales absolutos con sus respectivas selecciones y que estuvieron presentes en algunas de las grandes citas internacionales disputadas por sus países durante esos años; tal es el caso, por no aburrir, de los brasileños Edevaldo y Juninho Fonseca, componentes de la mágica selección de 1982 (aunque ellos apenas participaron en aquel Mundial de España). Pero, para poner un último toque de pimienta, podríamos hablar de los futbolistas hondureños que, merced a su posterior participación en España 1982, consiguieron fichar por equipos de la liga española. De hecho el defensa Gilberto Yearwood (que jugó en Elche, Valladolid, Tenerife y Celta y es considerado uno de los mejores futbolistas de la historia de Honduras) ya había desembarcado en nuestro país nada más acabar la cita tunecina, gracias a sus buenas actuaciones ante Hungría, Marruecos y Uruguay.

El problema viene porque, atendiendo a las fechas de nacimiento con las que años después fueron registrados en el Mundial absoluto y en la Liga, ninguno de ellos debería haber jugado el Mundial sub’19 de Túnez 1977. La FIFA sólo permitía jugadores nacidos a partir del 1 de enero de 1958 y en el informe técnico del campeonato todos los participantes cumplían la normativa (aunque, por ejemplo, de los futbolistas de Irak sólo se indicara el año de nacimiento), pero las sospechas de que varias selecciones habían enviado a jugadores mayores de 20 años eran más que fundadas. Ahora sabemos que Gilberto Yearwood había nacido en realidad en 1956, que Julio César Arzú (portero que estuvo en el Racing de Santander), Allan Anthony Costly (Málaga) y Ramón Maradiaga (Tenerife) eran de 1954 y que Héctor Zelaya (Deportivo de La Coruña) y Porfirio Armando Betancourt (Logroñés) vinieron al mundo en 1957. La información publicada por el diario El País el 26 de octubre de 1982 añadía a esos nombres el de Prudencio Norales, que no llegó a jugar en nuestra liga pero que había nacido, como Yearwood, en 1956.

Es decir, que más de un tercio de los hondureños que disputaron el Mundial sub’19 de Túnez no eran sub’19. Muchos jugadores de Irán, Irak, Marruecos, Túnez o Costa de Marfil también parecían ser ya veinteañeros en 1977 pero, como ninguno de ellos participó luego en otras competiciones y la FIFA decidió mirar hacia otro lado, no se puede asegurar nada. ¿Problemas para entender la novedosa normativa de edad, mala fe de las federaciones o inocentes errores consecuencia de la precariedad administrativa de ciertos países? Cada cual que escoja su opción. Fue, en definitiva, la primera muestra de un problema que también se convertiría en clásico: a pesar de todos los problemas y dudas que rodearon la organización de Túnez 1977, los mundiales juveniles habían llegado para quedarse.

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Fuentes consultadas:

Díez, Fran: “La dictadura del fútbol” (2014), Editorial DXT.

Martialay, Félix: “Todo sobre todas las selecciones” (2007), Ed. Librerías Deportivas Esteban Sanz.

www.fifa.com

www.bdfutbol.com

www.youtube.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, El Mundo Deportivo, El País, Marca.

Agradecimientos: Iñaki Zanguitu.




Biblioteca Martialay: España ante su Copa del Mundo

EL MILAGRO ESPAÑOL: 1982

Dos  jefes de  Gobierno, cinco ministros de Deportes y dos directores generales del CSD hasta que empezó a rodar el balón.

También hubo dos presidentes del Comité Organizador: Zalba y Saporta.

España pidió, en su momento, la organización de un Campeonato. Lo avalaban los triunfos de los clubes españoles en las competiciones internacionales. Y estando como presidente de la Real Federación de Fútbol Benito Picó fue cuando se apuntó la posibilidad de que España organizara la Copa del Mundo de 1974. Ello se producía en el Congreso que la FIFA celebró en Tokio, en octubre de 1964. Los dos solicitantes eran España y Alemania. Pero el señor Picó cedió sus problemáticos derechos a los germanos a cambio de que la FIFA reconociera en firme que España sería la nación organizadora en 1982. Así pues, desde 1964 se sabía que 18 años más tarde España sería la sede del Campeonato. ¡Dieciocho años…! ¡Largo me lo fiáis! Pero, claro, los años fueron pasando y pasando…  Desapareció de la RFEF Benito Picó. Llegó y se fue José Luis Costa (20 de enero 1967 al 22 de septiembre de 1970), Llegó y se fue José Luis Pérez Payá (22 de septiembre de 1970 al 26 de mayo de 1975). Y llegó Pablo Porta… En ese tiempo se habían jugado cuatro Copas del Mundo: Inglaterra (1966), Méjico (1970), Alemania (1974) y Argentina (1978).

En enero de 1976, Pablo Porta -con seis años de anticipación- comenzó a preocuparse de la Copa del Mundo de 1982. Formó una comisión preparatoria del Mundial-82 cuya jefatura fue otorgada al joven presidente del Zaragoza José Ángel Zalba. Tal comisión era supervisada, lógicamente, por la RFEF puesto que no hay que olvidar que las Copas del Mundo tienen un organizador titular, la FIFA. Es este organismo quien delega en la Federación correspondiente para que lleve a cabo todos los trabajos inherentes a la organización y realización de cada Campeonato.

La comisión hizo los trabajos preparatorios. Un estudio de posibles ciudades-sedes, comunicaciones, hoteles, estadios, etc. Amén de un boceto de presupuesto habida cuenta de lo que había que construir o reestructurar.

Pero en ese tiempo, João Havelange se presentó a la elección de presidente de la FIFA. Su palanca fue la promesa de ampliar la participación del Campeonato a mayor numero de países del ‘tercer mundo’. Sir Stanley Rouss quedó en la cuneta merced a esos votos de las naciones “segundonas” en el concierto de las competiciones internacionales. Pero, claro, llegó la hora de cumplir las promesas; hacer hueco en el campeonato; seis huecos nada menos. La FIFA presentó su problema a la Federación española y ésta tuvo que decir que sí. La afirmación conllevaba organizar un campeonato con 24 finalistas en vez de los 16 habituales. Era la primera vez que la fase final iba a tener tales dimensiones.

Se tomó como modelo de organización el de la última Copa, la de Argentina, que tanto éxito había tenido para su país. Dos cabezas: una organizativa, otra futbolística. El gobierno español tomó sobre sí lo que había hecho en Argentina el Ente Autárquico y el ministro Pío Cavanillas buscó el hombre idóneo que estaba en boca de todos: Raimundo Saporta. Éste, viendo el panorama político, exigió para su aceptación no depender no sólo de ningún ministro, sino ni siquiera del presidente del Gobierno; exigió nombramiento real, que “su jefe” fuera solamente el Rey. Por Decreto nº 2354/78 se creaba el Real Comité Organizador de la Copa del Mundo y por el nº 2346/78 se nombraba a Saporta presidente del mismo.

Así pues el Comité se constituyó con Saporta, un vicepresidente: Anselmo López y un Secretario General: Manuel Benito.

Por su parte la Federación nombró el Comité técnico que presidía el seleccionador José Emilio Santamaría, con Eusebio Martín como secretario y los vocales Molowny, Aguirre, Miera, García Traid y Alepuz.

Con todo sobre el papel, Saporta anunció que al final del campeonato entregaría a “su jefe” un talón de mil millones de pesetas como beneficio del torneo.

Quizá fuese ese anuncio el que desencadenó las tempestades. La primera el nombramiento de las delegaciones en las ciudades designadas como sedes. Los ayuntamientos de tales sedes querían intervenir los actos del Real Comité y mandar en sus ciudades. La respuesta fue fulminante: Saporta presentó la dimisión al segundo ministro de su trayecto: Clavero. Pánico no sólo en el fútbol español, sino en la FIFA y en la Federación Española que era la que tenía la concesión de la Copa del Mundo. Y la Federación, sin el aparato organizativo estatal, no podía moverse. La portada de “ABC” de Madrid era el mejor resumen: “Posible renuncia de España al Mundial 82”. Y eso parecían querer los partidos de la oposición tanto como el director general de Deportes Benito Castejón que deseaba sustituir a Saporta por Castedo.

En cuanto el gobierno consiguió el consenso con los partidos políticos, Saporta volvió. Suspiro de alivio en todo el mundo. Y comienzo de la máquina financiera: por un lado, el Banco de Crédito Local para los Ayuntamientos sedes; por otro, el Banco de Crédito a la Construcción para los estadios. Los desvíos los cubrirían los necesarios sorteos extraordinarios de Lotería.

Pero había otro ministro de Deportes: Ricardo de la Cierva. Y ese ministerio era el interlocutor gubernamental con la FIFA. Havelange no paraba de conocer gente nueva cuyas consecuencias pagaba Saporta con el cambio de representantes en las delegaciones del Comité en las ciudades sede.

Por otro lado, las tensiones ente Real Comité y Federación habían aumentado. La FIFA tenía la espada de Damocles sobre su cabeza puesto que Porta había anunciado la dimisión en la recién terminada Copa de Europa de Italia. Havelange se dio cuenta de que con una nueva Federación, Saporta podía abandonar definitivamente. Y adiós Copa en España… Y más habida cuenta que había otro ministro de Deportes: Cabero.

Pero quedaba otra guinda: la dimisión del propio presidente del Gobierno español Adolfo Suárez. El nuevo “premier”, Calvo Sotelo, suministró el quinto ministro de Deportes, esta vez ministra, Soledad Becerril, y nuevo director general de Deportes: Hermida.

La mayoría de los estadios iban muy retrasados, las entradas no tenían la salida que se esperaba. La peseta había caído en picado y los precios casi se duplicaban, al comprar en pesetas y pagar en dólares.

Pero quedaba la Guerra de las Malvinas. Y sus consecuencias deportivas. Ambos contendientes se negaban a participar si lo hacían sus contrarios. Los anunciados boicots se extendían como por ensalmo. Pero, además, vino la cancelación de las peticiones del lote de viajes con entradas. ¿Puede extrañar a alguien que la prensa sensacionalista publicara que Saporta se había vuelto loco? Era para volverse, desde luego…  Y más cuando el secretario del Comité, el hombre base de todo, Benito, anunció su dimisión debido a las ingerencias en su trabajo por parte del vicepresidente Anselmo López, quien ante el desfondamiento de Saporta, quiso tener  todo bajo su mando.

Coronando lo que se llamó “pacífica Transición”, el Congreso de los Diputados fue ocupado por el Teniente Coronel Tejero y sus guardias civiles para dar “un golpe de timón” a la política nacional.

Con todo armado como un castillo de naipes se llegó a la fecha de la inauguración con otras goteras nacionalistas por parte de Barcelona. El inexplicable milagro se había producido: arrancaba la Copa del Mundo de 1982 en España.

EL FRACASO ESPAÑOL: 1982

La Selección, mediocre, fue el gran fracaso futbolístico.

Se pasó la fase primera, con dificultades, para caer en la segunda con  estrépito.

Sin juego de calidad y sin jugadores de talla mundialista, se hizo un pésimo papel.

Kubala abandonó el cargo al finalizar la Copa de Europa de Italia más bien empujado por el Barcelona que por decisión de la RFEF.  La contratación del ex húngaro descolocó al fútbol español. El sustituto al frente del equipo nacional fue el siguiente del escalafón: Santamaría.

Pero si alguien pensaba que el esfuerzo principal de la Federación iba a estar en el equipo nacional y su circunstancia, se equivocaba.

El paralelismo entre lo que ocurría en el Real Comité y en la Federación era total.

La primera ofensiva fue contra el seleccionador. A la prensa, acostumbrada al compadreo con Kubala, le sentó mal el carácter adusto del nuevo conductor del equipo. El Colegio Catalán de Entrenadores arremetió contra la Escuela Nacional, cuyo presidente era el propio Santamaría. Posteriormente, el Barcelona, tras echar a Kubala, quería eliminar de su nómina al “asesor veneciano” Helenio Herrera y la forma más rápida era presionar para que sustituyera a Santamaría. Pese a ello, el seleccionador consiguió mantenerse, hacer una gira por América y dirigir 19 partidos antes de que comenzara la Copa del Mundo. Sobre el papel era una buena preparación, habida cuenta que no había fase de clasificación para el organizador del torneo mundial. La duda que les quedaba a los buenos aficionados era si con ese equipo se hubiera conseguido tal clasificación… Y no todo era culpa del seleccionador, porque realmente el esqueleto del equipo se había terminado en Italia. Su error, como el de otros muchos seleccionadores españoles, fue el de no atreverse a prescindir de los nombres. Y a la Selección le sobraban muchos nombres, porque ya eran sólo eso, nombres.

Por otro lado estaba la AFE. Quería quebrantar al RFEF de Porta. Aprovechando las deudas que muchos clubes, sobre todo de  Segunda y Segunda B, tenían con sus jugadores, montó una huelga con carácter indefinido, para la primera jornada de Liga. Era la segunda de la historia del fútbol español.

Entre los clubes no había demasiada armonía. Unas declaraciones del presidente del Sevilla contra el Madrid hacen que este club retire su representante de la Federación; era el propio vicepresidente del club blanco y nada menos que el vicepresidente económico de la RFEF.

Los árbitros se querellan contra el presidente del Atlético de Madrid, Alfonso Cabeza que por otra parte ya estaba procesado y estaba en libertad provisional mediante el pago de la correspondiente fianza. Finalmente el presidente atlético fue inhabilitado por la RFEF por año y medio.  El caso Urízar fue el detonante de otro problema que acabó en el juzgado con la ANAFE (Asociación de Árbitros) totalmente desacreditada y su presidente De Coz en ridículo ante sus afiliados.

Luego, la guerra de las publicidades. Una contra la Federación por tener presencia en el uniforme; otras, entre los jugadores ofreciendo compensaciones por cientos de marcas…

Y la segunda huelga para acabar de romper la temporada, en las tres últimas jornadas… El asesor de la AFE, Cabrera Bazán, desde la FIFPRO pedía a sus miembros el boicot al “Mundial 92” en España. Se reventó la huelga por parte de los clubes, aunque algunos, pocos, tuvieron que recurrir a sus juveniles y aficionados.

Pese a todo, Porta, ayudando a Havelange, se presentó a la reelección. Parecía suicida, ya que todos parecían estar contra él. Pues arrasó: 113 votos a favor y 14 en contra.

Mientras tanto, Santamaría había ido cumpliendo su calendario. Los partidos internacionales de preparación se habían jugado en Valencia que iba a ser sede de los encuentros de España en el torneo. Con acogida variable y asistencia también variable por parte de los aficionados valencianos; remisos más bien por la economía que por el entusiasmo. El millón y medio de parados, la inflación, la inseguridad… hacía que todos reservaran su economía y su entusiasmo para el verdadero campeonato.

El seleccionador había manejado en los partidos jugados a su mando a 57 jugadores. No es menester mencionarlos, pero, pese a ello, no daba la lista de los 40 que tenía que dar a la FIFA, a reserva de los 22 definitivos que entrarían en la convocatoria final.

Un reconocimiento general obligatorio para los seleccionados, hizo que Santamaría llevara ante los doctores a 45 jugadores. Doce se habían caído…

Hasta el día 2 de mayo de ese 1982 no se pronunció Santamaría. Era el momento de ir a la concentración de La Molina en busca del oxígeno previo para resistir el campeonato en buenas condiciones.

Los 22 citados en Barcelona eran:

Porteros: Arconada (Real Sociedad) y Urruti (Barcelona).

Defensas: Urquiaga (Athletic de Bilbao), Quique (Atlético de Madrid), Alesanco (Barcelona), Gordillo (Betis), Camacho (Madrid), Tendillo (Valencia) y Jiménez y Maceda (Sporting de Gijón).

Medios: Joaquín (Sporting de Gijón), Gallego (Madrid), Sánchez (Barcelona), Alonso  y Zamora (Real Sociedad).

Delanteros: Quini (Barcelona), Saura (Valencia), Juanito y Santillana (Madrid), Uralde, Satrústegui y López Ufarte (Real Sociedad).

Sobre ellos había unas medidas extremas de seguridad ya que las fuerzas de seguridad sabían que algunos de ellos estaban chantajeados por la ETA y otros amenazados.

Todos señalaron que faltaba un portero. La opción parecía la de Sampere, que siempre había estado en las listas de los partidos jugados. Ello suponía la eliminación de uno de los que estaban en La Molina. Pero Santamaría no quería crear inquietudes entre los 22 y que perdieran la concentración con la angustia de ser eliminado a las puertas mismas de su gran oportunidad.  Al fin ya se había conseguido la calma por el problema de las cuantiosísimas primas que habían exigido, pidiendo un altísimo fijo para evitar que el reparto federativo fuera menguado debido a su eliminación antes de lo previsto. Porque, pese a que nadie se lo creía, se pensaba llegar, como mínimo, a las semifinales. Jamás el equipo organizador de las anteriores Copas del Mundo se había despedido sin aspirar a la gran final. Aunque el fútbol mundial no pasaba una época muy floreciente, bastaba repasar la lista de los residentes en La Molina para comprender que había una excelente defensa, una mediocre línea media y una delantera sin demasiada capacidad goleadora.

Al fin no hubo más remedio que desvelar los 40 de la FIFA. Los 18 que se habían caído en la elección de Santamaría eran:

Porteros: Miguel Ángel y Sempere. Defensas: Álvarez, De Andrés, Celayeta, Juan José, Gerardo, Julio Alberto y Goicoechea. Medios: Diego, Estella y Solsona. Y delanteros: Pichi Alonso, Marcos, Martín, Dani, Esteban y Carrasco.

El tercer portero llegó: Miguel Ángel (Madrid). La baja fue servida en bandeja por una lesión del atlético Quique. Lesión violentamente recusada por el doctor Ibáñez, quien mantuvo que tal lesión era perfectamente recuperable por su levedad. Pero ya estaba todo echado, hasta la suerte.

De La Molina al Saler de Valencia. Los actos protocolarios y los nervios que afloraban incontenibles, comenzaron.

Nadie se acordó de lo que había dicho el seleccionador suizo, Paul Wolfirberg, después de digerir el 3-0 que le había suministrado España: “Si la Copa del Mundo se jugara fuera de España este equipo no pasaría de la primera fase. Aun así, pasará apuros para ganar a Honduras, sufrirá mucho ante Irlanda y dudo que pueda vencer a Yugoslavia”. ¡Profético!




Campeonato del Mundo sub’20 1999 (IV): Ellos fueron los protagonistas

Si bien en los días previos al Mundial sub’20 de Nigeria 1999 la selección española había pasado casi completamente desapercibida para prensa y aficionados, a medida que los resultados empezaron a acompañar el país fue volcándose, desde la distancia, con ese grupo de chavales que acabaría escribiendo una brillante página en la historia del fútbol patrio. Las cifras de audiencia, que alcanzaron su pico en el emocionante partido de cuartos de final con casi cinco millones y medio de espectadores sintonizando La2 de TVE, así lo atestiguan, como también la forma en la que el equipo copó las portadas el día después de alzarse con el campeonato. Por aquel entonces muchos articulistas y opinadores (incluidos políticos de todo pelaje y no pocos profesionales del balón) aprovecharon el título logrado para reivindicar la fortaleza de la cantera española frente a la masiva llegada a la Liga de futbolistas extranjeros de dudoso nivel, solicitando a los clubes que apostaran por sus campeones juveniles en vez de fichar a desconocidos foráneos que, a su entender, no eran mejores que los chavales que poblaban los filiales a lo largo y ancho del país.

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Dentro de esa exaltación proteccionista del producto nacional, en cierto modo necesaria pero a todas luces oportunista y exagerada, puede que las palabras más atinadas sobre el futuro de los campeones salieran de la boca de Fernando Vázquez, a la sazón entrenador del Real Oviedo, y que recogía así el diario El País en su edición del lunes 26 de abril de 1999: Llegarán a Primera los que deban llegar de forma natural. Espero que lleguen todos, pero no creo que haya que presionar a los clubes, porque ése es un proceso natural”. Vázquez venía a decir que, más allá del título conseguido, en el fútbol profesional llegaría lejos quien realmente fuera un buen futbolista. Iñaki Sáez, por su parte, estaba convencido del potencial de sus chicos, pero tiraba de su dilatada experiencia en la cantera del Athletic Club para avisar de lo que podría ocurrirles a quienes no encontraran a su regreso de Nigeria minutos de juego en Primera o Segunda división: “Como no jueguen con asiduidad con 19 o 20 años se desmoralizarán y se perderán, como les ocurrió a otros” (ABC, 27/04/1999).

Presumiblemente ajeno a estos debates, el balón siguió rodando y poco a poco el eco del triunfo y de los agasajos y reconocimientos oficiales se fue apagando. Pasaron pretemporadas y periodos de fichajes y nadie se preocupó nunca demasiado de saber cómo les iba a esos chavales que un día fueron los mejores del mundo. Quince años después es difícil decir si quienes se perdieron para el fútbol de élite acusaron esa falta de oportunidades contra la que prevenía el seleccionador o si, simplemente, lo que pasó fue que no todos los campeones mundiales sub’20 de 1999 llevaban dentro un gran jugador llamado a destacar profesionalmente. En cualquier caso, estas han sido las trayectorias profesionales de los dieciocho futbolistas españoles que ganaron el Mundial sub’20 de Nigeria 1999.

Daniel Aranzubia Aguado (Logroño, 18/09/1979). Internacionalidades absolutas: 1. En 1999 jugaba en 2ªB con el Bilbao Athletic. Pasó al primer equipo bilbaíno tras los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, en los que consiguió la plata, pero no se ganó la titularidad hasta un par de temporadas más tarde. En 2004 fue convocado por Iñaki Sáez para viajar a la Eurocopa de Portugal como tercer portero, debutando con la absoluta en un amistoso previo ante Andorra. A partir de entonces su rendimiento fue ganando en irregularidad y eso le llevó a repartirse la portería del Athletic primero con Iñaki Lafuente y luego con Armando y Gorka Iraizoz. Acabó saliendo del club rojiblanco rumbo al Deportivo de La Coruña en el año 2008 y en Riazor rayó a buen nivel, aunque el equipo sufrió dos descensos a Segunda. Fichó por el Atlético de Madrid en el verano de 2013, donde, a la sombra del belga Thibaut Courtois, apenas ha tenido oportunidades.

Iker Casillas Fernández (Madrid, 20/05/1981). Internacionalidades absolutas: 153. En 1999 jugaba en Tercera con el Real Madrid “C”. Dio el salto al primer equipo madridista en la temporada 1999/2000, gracias a una lesión del alemán Bodo Illgner y a las malas actuaciones del argentino Albano Bizzarri. Pese a su juventud supo estar a la altura de las exigencias y culminó la temporada conquistando la Liga de Campeones ante el Valencia y siendo convocado por José Antonio Camacho para la Eurocopa de 2000. Debutó con la absoluta en un partido contra Suecia previo a esa cita continental y catorce años después acumula ya más de 150 internacionalidades, y las que le quedan. Durante más de una década ha sido indiscutible en el Real Madrid y en la selección española, consiguiendo casi todos los títulos posibles y siendo considerado uno de los mejores porteros del mundo, hasta que la pasada temporada un bajón en su rendimiento (a juicio de su entrenador, José Mourinho), una posterior lesión y el buen trabajo de Diego López le postergaron a la suplencia en su club.

Pablo Coira Lojo (Vilagarcía de Arousa, 18/10/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en Segunda con la S.D. Compostela. Al finalizar esa campaña este lateral derecho fichó por el Celta de Vigo, club en el que pasó cuatro temporadas sin conseguir ganarse un puesto como titular ante la competencia de jugadores como Juan Velasco y Ángel. En verano de 2003 se marchó al Alavés, en Segunda División, pero en Vitoria tampoco fue uno de los fijos y, tras la llegada al club en 2004 del polémico empresario-presidente-entrenador Dimitri Piterman, Coira se marchó al Recreativo de Huelva, donde apenas tuvo minutos. Sin equipo, en agosto de 2005 regresaba al Alavés, que había ascendido a Primera, pero no fue inscrito en la Liga y se pasó un año completamente en blanco. Comenzó la temporada 2006/2007 en 2ªB con el Figueres y en diciembre de 2006 fichó por el Aris de Salónica, de la Primera división griega, club en el que sólo estaría seis meses. Coira pasó entonces otra campaña entera sin jugar y en 2008 firmó por el Espanyol B, de Tercera división. Ante la imposibilidad de conseguir ficha en el primer equipo, el lateral gallego dejó el club barcelonés en verano de 2009 para acabar en el histórico Honved de Budapest, en el que permaneció casi dos temporadas reconvertido en organizador. Retirado en 2011, actualmente trabaja junto a Michel Salgado para Dubai Sports City, empresa dedicada al desarrollo futbolístico de los Emiratos Árabes Unidos.

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David Bermudo Rubio (Santa Coloma de Gramenet, 14/01/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en Tercera con el Barcelona “C”. Tras el Mundial sub’20 el lateral izquierdo pasó dos temporadas en el Barcelona B, llegando a debutar oficialmente con el primer equipo azulgrana en un partido de Copa del Rey ante la Gimnástica de Torrelavega, en enero de 2001. Ese verano dejó el Barça para jugar en Primera División con el C.D. Tenerife, pero en su primer año el equipo descendió y Bermudo apenas tuvo continuidad. Tras un frustrado intento de repesca por parte barcelonista en enero de 2003, al final de esa segunda temporada en la isla se marchó cedido al Algeciras, recién ascendido a la división de plata. Allí Bermudo sólo disputó siete partidos y, consumado el descenso del club andaluz, en 2004 regresó a Tenerife para una última y poco fructífera campaña. Al inicio de la temporada 2005/2006 fichó por el Almería, donde por fin se estableció como titular, aunque al año siguiente perdió el puesto en el once de un equipo que lograría su ansiado retorno a Primera. Sin sitio en los planes almerienses, en ese verano de 2007 Bermudo recaló en el Pontevedra, de 2ªB. Tras dos temporadas en Galicia fichó por el Sabadell, con el que en su segundo año lograría el ascenso a Segunda. Finalmente, en el verano de 2012 fue traspasado al Badalona, otra vez en 2ªB, equipo en el que aún permanece.

Francisco Javier Jusué Garcés (Tudela, 30/11/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en 2ªB con Osasuna “B”. Había debutado con el primer equipo rojillo un par de años antes y tras el Mundial sub’20 siguió haciendo apariciones esporádicas, pero el central navarro no se convirtió en miembro de la primera plantilla de Osasuna hasta la temporada 2000/2001, la primera del equipo en su regreso a la máxima categoría del fútbol español. La llegada al club del técnico mexicano Javier Aguirre en verano de 2002 hizo que Jusué saliera cedido al Getafe, en Segunda división, pero a su regreso Aguirre siguió sin contar con él y tras medio año en blanco se marchó nuevamente cedido a un equipo de Segunda. Esta vez el destino fue el Recreativo de Huelva, entrenado por un Sergio Kresic que afirmaba entonces no necesitar otro central. Jusué sólo disputó un partido en tierras andaluzas y en la campaña 2004/2005 se marchó a la Cultural y Deportiva Leonesa, de 2ªB, otra vez a préstamo. Un año más tarde dejaría definitivamente Osasuna para enrolarse en las filas del San Sebastián de los Reyes, también de 2ªB, club en el que permaneció dos temporadas antes de recalar en 2007 en el Logroñés C.F. El equipo riojano descendió deportivamente a Tercera y acabó desapareciendo en agosto de 2008, así que sin más expectativas Jusué optó por regresar a su Tudela natal para jugar en el Lourdes, de Tercera división, del que luego pasó al Valle de Egüés, de la misma categoría. Allí colgó definitivamente las botas al final de la temporada pasada.

Carlos Marchena López (Las Cabezas de San Juan, 31/07/1979). Internacionalidades absolutas: 69. En 1999 jugaba en Segunda con el Sevilla F.C. Como quedó explicado en el artículo publicado en el mes de abril en Cuadernos de Fútbol, Marchena actuaba como mediocentro en el primer equipo sevillista, pese a lo cual Iñaki Sáez le confió la tarea de dirigir la zaga española en el Mundial sub’20. Una decisión que no pudo salir mejor: el sevillano acabó en el Equipo Ideal del campeonato y en esa posición discurriría buena parte de su brillante trayectoria posterior. Después de una temporada en Primera con el Sevilla, en verano de 2000 fue traspasado al Benfica lisboeta y un año más tarde ficharía por el Valencia como parte del pago por el esloveno Zlatko Zahovic. En Valencia no tardó demasiado en convertirse en indiscutible tanto en su club como en la selección absoluta, con la que debutó en un amistoso contra Hungría en 2002 que también fue el del estreno de Iñaki Sáez. Campeón de dos Ligas, una Copa del Rey y una Copa de la UEFA con el Valencia y presente en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, en las Eurocopas de 2004 y 2008 y en los Mundiales de 2006 y 2010, tras el título logrado en Sudáfrica Marchena fichó por el Villarreal, donde pasó dos temporadas y vivió un descenso a Segunda antes de firmar en 2012 por el Deportivo de La Coruña, club con el que sufrió un nuevo descenso y en el que permanece actualmente.

Álvaro Rubio Robres (Logroño, 18/04/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en 2ªB con el Real Zaragoza “B”. Lesionado para dos meses en el partido contra Honduras del Mundial sub’20, regresó inmediatamente a casa y se perdió por tanto el resto del torneo. Durante la segunda mitad de la temporada 1999/2000 jugó cedido en el Albacete, entonces en Segunda división, y en el mercado de invierno de la siguiente campaña (y sin haber logrado debutar oficialmente con el primer equipo del Zaragoza) cerró su traspaso definitivo al club manchego, en el que se instaló como titular indiscutible desde su llegada y con el que logró un ascenso a Primera en 2003 y sufrió el posterior descenso de 2005. En el verano de 2006 el mediocentro riojano firmó por el Real Valladolid, equipo del que ya no se ha movido y en el que es hoy capitán y pieza clave.

Pablo Orbaiz Lesaca (Pamplona, 06/02/1979). Internacionalidades absolutas: 4. En 1999 jugaba en Segunda con Osasuna. Indiscutible pese a su juventud en el centro del campo del club rojillo, la temporada siguiente al Mundial sub’20 consiguió el ascenso a Primera y fue inmediatamente traspasado al Athletic Club, donde sólo las lesiones le apartaron de la titularidad. Iñaki Sáez le hizo debutar en su estreno en 2002 con la selección absoluta, en el mismo partido que Marchena. Sufrió su primera lesión grave de rodilla a comienzos de 2003 y, tras regresar satisfactoriamente a los terrenos de juego, volvió a caer lesionado a finales de 2006. Logró recuperarse de nuevo y siguió jugando asiduamente en el Athletic hasta el verano de 2011. Al no contar para el nuevo técnico, el argentino Marcelo Bielsa, Ernesto Valverde lo reclamó para el Olympiacos griego, en el que el navarro permaneció cedido una temporada, tras la cual rescindió su contrato con el Athletic para firmar por el Rubin Kazan ruso. Un año más tarde, en el verano de 2013, Orbaiz anunciaba su retirada, aunque pocos meses después llegaba a un acuerdo para jugar en el Valle de Egüés, de la Tercera división navarra, modesto club que el atento lector recordará por haber sido también el último equipo en el que militó Fran Jusué.

Xavier Hernández Creus (Terrassa, 25/01/1980). Internacionalidades absolutas: 130. En 1999 jugaba en Primera con el F.C. Barcelona. Aunque todavía con ficha del filial, que estaba en Segunda, Xavi ya venía siendo un habitual en las alineaciones de Louis van Gaal antes del Mundial sub’20. En Nigeria fue incluido en el Equipo Ideal del torneo y sufrió, en opinión de muchos especialistas, una gran injusticia al no recibir el Balón de Oro como mejor jugador (los periodistas acreditados en el Mundial, mayoritariamente africanos, prefirieron al maliense Seydou Keita y Xavi ni siquiera acabó entre los tres más votados). A partir de ahí su crecimiento siguió su curso, debutando con la selección absoluta en un partido frente a Países Bajos en noviembre de 2000, poco después de conseguir la plata en los Juegos Olímpicos de Sidney, y desde entonces no ha faltado a ninguna de las grandes citas disputadas por España. Tras un par de temporadas a un nivel más bajo, coincidiendo con una lesión de rodilla en 2005 y el mal momento general de su club, la Eurocopa de 2008 supuso su espaldarazo definitivo y el inicio de sus mejores años futbolísticos. El éxito también le ha acompañado con el Barcelona, con el que se ha convertido en el futbolista español con más títulos ganados, además de alcanzar el reconocimiento internacional con varias presencias en el podio del  Balón de Oro.

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Gonzalo Colsa Albendea (Santander, 11/05/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en Segunda con el C.D. Logroñés. Ya había debutado en Primera con el Racing de Santander en la temporada 1997/1998 y en enero de 1999 había sido cedido al histórico cuadro riojano, aunque no tuvo demasiados minutos. Centrocampista central de notable capacidad goleadora en su juventud y habitual en todas las selecciones inferiores, tras el Mundial sub’20 jugó dos temporadas más en Santander, ya en Primera división, antes de ser traspasado al Atlético de Madrid, con el que en su primera campaña logró el retorno a la máxima categoría del fútbol español. Cedido consecutivamente a Valladolid y Mallorca, donde rindió a buen nivel, regresó al club colchonero en 2004 y, tras una primera temporada como titular, fue perdiendo peso en el equipo y acabó retornando al Racing en el verano de 2006. Allí vivió la última gran etapa del equipo cántabro en Primera, incluyendo una histórica participación europea en la campaña 2008/2009, hasta que el descenso a Segunda y la pésima situación económica de la entidad le obligaron a abandonar el club. Colsa firmó en 2012 por el Mirandés, recién ascendido a Segunda, pero apenas consiguió jugar tres partidos y dejó el club en enero de 2013. Se retiró al final de la temporada pasada y desde entonces ejerce como entrenador de infantiles en el Bansander santanderino y como seleccionador cántabro sub’16.

Francisco Javier Yeste Navarro (Basauri, 06/12/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en Primera con el Athletic Club. Aunque pasó casi toda esa temporada con el filial bilbaíno en 2ªB, Yeste comenzó 1999 apareciendo con cierta frecuencia en las alineaciones del primer equipo y sólo las lesiones retrasaron su confirmación en la máxima categoría hasta la temporada 2000/2001. Desde la mediapunta o la banda izquierda, su pierna zurda se destacó pronto como una de las más privilegiadas del fútbol español, aunque su rendimiento irregular, sus problemas de disciplina y su falta de templanza en determinadas situaciones le separaron de alcanzar mayores cotas de éxito. En 2004 llegó a ser convocado por Luis Aragonés para ir con la selección absoluta, aunque no consiguió debutar. A partir de 2007 sus actuaciones en el Athletic fueron perdiendo consistencia y diferencias económicas a la hora de negociar la renovación acabaron provocando su salida del club en 2010. Yeste puso rumbo a Dubai para firmar por el Al Wasl, equipo en el que permaneció un año hasta que la contratación como técnico de Diego Armando Maradona trajo acarreada la rescisión de su contrato. El Olympiacos de Ernesto Valverde le repescó para el fútbol europeo en el verano de 2011 y allí coincidió con su viejo compañero Orbaiz, pero seis meses después el club griego le dejaba libre por bajo rendimiento. Tras una nueva y breve experiencia en Emiratos Árabes Unidos, esta vez en el Baniyas de Abu Dabi, el vizcaíno se quedó sin equipo en el verano de 2012 y acabó retirándose. Desde hace unos meses dirige al Itzubaltzeta, equipo juvenil de la cantera del histórico Arenas de Getxo.

José Javier Barkero Saludes (Aretxabaleta, 27/04/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en Tercera con la Real Sociedad “B”. Aunque fue uno de los jugadores más destacados de la selección española en Nigeria y ya había debutado en Primera en octubre de 1998, la presencia de Javier De Pedro le complicó sobremanera el conseguir un hueco en el primer equipo realista. Fue cedido al Toulouse en el verano del año 2000, pero en Francia tampoco tuvo minutos y la Real lo repescó en invierno para enviarlo al Eibar, en Segunda división. La siguiente temporada la repartió entre la Real y otra cesión al Eibar, pero a su regreso a San Sebastián Igor Gabilondo estaba asentado ya como recambio natural de De Pedro y a comienzos de 2004 Barkero tuvo que volver a salir a préstamo, esta vez al Polideportivo Ejido, nuevamente en Segunda. Finalmente, incapaz de ganarse el puesto en la Real, en 2006 se marcharía al Albacete. Allí logró renacer como jugador y en el verano de 2008 fichó por el Numancia, recién ascendido a Primera, con el que por fin consiguió explotar al máximo nivel. El guipuzcoano decidió permanecer dos años más en Segunda con el Numancia, hasta finalizar su contrato y firmar libre por el Levante en la temporada 2011/2012. En Valencia disfrutó de dos históricas campañas en las que el club granota llegó a disputar la Europa League, pero en 2013 un turbio asunto relacionado con el supuesto amaño de un partido contra el Deportivo de La Coruña (amaño en el que él no habría participado) precipitó su salida de la entidad y su fichaje por el Real Zaragoza, de Segunda división.

Fernando Varela Ramos (Dos Hermanas, 01/09/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en 2ªB con el Real Betis “B”. Había debutado en Primera en las últimas jornadas de la temporada 1996/1997, pero tras el Mundial sub’20 pasó medio año más en el filial y otra media campaña cedido en el Extremadura, de Segunda división, antes de volver a tener una oportunidad en el primer equipo verdiblanco. Participó en el ascenso bético a Primera de la temporada 2000/2001, aunque la explosión de Joaquín Sánchez acabó forzándole a jugar en el lateral derecho, un puesto en el que ya le había usado Iñaki Sáez en la selección juvenil. Con Joaquín formó una de las bandas más ofensivas de la liga española durante varios años, ganando una Copa del Rey y alcanzando una histórica participación en Liga de Campeones. Varela llegó a ser convocado con la selección absoluta pero, como le ocurriera a Yeste, no consiguió debutar. En el verano de 2006 fue traspasado al Mallorca, en el que permaneció tres temporadas jugando a buen nivel hasta que en la cuarta llegaron los problemas de lesiones. En 2010 dejó el club bermellón para fichar por el Kasimpasa turco, en el que estuvo una campaña antes de regresar a España. El Valladolid se hizo entonces con sus servicios, pero problemas de espalda le mantuvieron casi todo el año en el dique seco y el club le retiró la ficha. Esa lesión forzó su adiós al fútbol en activo en el verano de 2012.

Gabriel García De la Torre (Sallent, 10/02/1979). Internacionalidades absolutas: 3. En 1999 jugaba en Segunda con el Barcelona “B”. Por entonces ya era apreciado por su polivalencia, ya que podía jugar en banda derecha, en el centro del campo o incluso como segunda punta (posición en la que cuajó un gran Mundial sub’20 y unos buenos Juegos Olímpicos de Sidney). Tras un par de años actuando en el primer equipo con tareas ofensivas, a comienzos de 2003 una plaga de lesiones en defensa (la misma que casi provocó el regreso de Bermudo a Barcelona) llevó a Louis van Gaal a probarlo en el lateral diestro y Gabri acabó ganándose el puesto gracias a sus buenas condiciones técnicas y a su derroche físico. Asentado en esa posición, Iñaki Sáez le hizo debutar con la absoluta en 2003, en un amistoso contra Ecuador, y lo llevó a la Eurocopa de 2004, aunque en Portugal (como Xavi y Aranzubia) no jugó ni un minuto. Meses después sufrió una grave lesión de rodilla tras la que no consiguió volver a su mejor nivel, y terminó saliendo del Barça al acabar la temporada 2005/2006, con una Liga de Campeones en el bolsillo. Fichó entonces por el Ajax de Amsterdam, donde volvió a jugar en puestos de ataque con buen rendimiento hasta que una lesión de tobillo en 2008 volvió a dejarle varios meses parado. Sin sitio ya en el equipo neerlandés, Gabri se marchó en 2010 a Qatar para jugar en el Umm-Salal y un año después regresó a Europa para fichar por el Sion suizo. Sin embargo, el suyo fue uno de los traspasos irregulares que el club helvético realizó ese verano y que le valieron una sanción de la UEFA. El barcelonés apenas jugó y al acabar esa temporada 2011/2012 se rumoreó con su retirada, aunque finalmente se enroló en el Servette, club en el que permanece a día de hoy recuperándose de otra lesión de cierta importancia.

Rubén Suárez Estrada (Gijón, 19/02/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en Segunda con el Sporting de Gijón. Hasta la aparición de un tal David Villa, el hijo de Cundi fue visto como la mayor promesa salida de Mareo en unos duros años para la entidad asturiana. Sin embargo, Rubén no terminó de explotar y estuvo alternando el primer equipo con el filial hasta el año 2002, tras lo cual permaneció dos temporadas más en Segunda con el Sporting antes de fichar por el Elche en el verano de 2004. Convertido en un clásico de la división de plata como extremo izquierdo, el asturiano completó cuatro temporadas en la entidad ilicitana antes de recalar en el Levante, en el que se destapó como goleador gracias a su golpeo a balón parado y consiguió el ascenso a Primera en 2010. Aunque resultó clave en la permanencia del club levantinista, coincidiendo con la llegada de Barkero fue perdiendo importancia en el equipo y al acabar la temporada 2011/2012 se marchó a probar fortuna a China, al Guizhou Rhene, en el que sólo estuvo seis meses. En enero de 2013 firmó por el Almería, en Segunda, con el que logró otro ascenso, pero a principios de esta temporada no entraba en los planes del técnico Francisco y Rubén Suárez acabó fichando por el Skoda Xanthi de la Primera división griega.

Alejandro Lombardero Menéndez (Arteixo, 01/03/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en 2ªB con el C.D. Lugo. Se desempeñaba habitualmente como extremo derecho y poseía una notable capacidad goleadora, como había demostrado en la selección española sub’18, pero en su carrera profesional a Álex le tocaría conocer de lleno la cara más amarga del fútbol. Después de dos años en el primer equipo del Lugo, tras el Mundial de Nigeria fichó por el Mérida, de Segunda división; la temporada fue buena en lo deportivo, pero el equipo acabó descendiendo y desapareciendo por impagos. Álex decidió no denunciar al club y sus derechos federativos quedaron retenidos, lo que le obligó a pasarse varios meses sin jugar: aunque entrenaba con el Atlético de Madrid B, sólo pudo disputar los últimos partidos de esa campaña 2000/2001. Del filial rojiblanco pasó al Ceuta y un año más tarde a la S.D. Compostela, equipo con el que no llegó a debutar porque desapareció antes de empezar la temporada. Recaló entonces en el Díter Zafra, también de 2ªB, pero el club pacense descendió y Lombardero emigró de nuevo, esta vez a Santander para firmar en 2003 por el filial del Racing. Tras sufrir otro descenso a Tercera, Álex pasó la mayor parte de la temporada 2004/2005 en el filial del Alavés, con alguna aparición puntual en el primer equipo que dirigía Dimitri Piterman y que lograría ascender a Primera, pero a esas alturas sus molestias físicas empezaban a ser cada vez más constantes y no fue renovado. En el verano de 2005 firmó por la Gramenet, otra vez en 2ªB, y allí las lesiones le impidieron tener continuidad. Finalmente, en 2007 se le detectaría una enfermedad ósea degenerativa que le obligaría a retirarse y a pasar por el quirófano para que le implantaran dos prótesis de cadera. Con una minusvalía reconocida del 40%, actualmente Álex Lombardero es vendedor de la ONCE en Calamonte (Badajoz) y vuelve a plantearse una vida relacionada con el balompié, esta vez desde los banquillos.

Pablo González Couñago (Redondela, 09/08/1979). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en Segunda con el C.D. Numancia. Formado en las categorías inferiores del Celta de Vigo, Pablo Couñago pasó la temporada 1998/1999 cedido en el Numancia que lograría su primer ascenso a la máxima categoría, aunque el joven delantero gallego no contó mucho para Miguel Ángel Lotina. Tras el Mundial juvenil y sus títulos de Bota de Oro y Balón de Bronce, el Celta decidió foguearlo otro año en Segunda, esta vez en el Recreativo de Huelva, donde tampoco logró destacar demasiado. A su regreso a Vigo, aunque pasó a formar parte de la primera plantilla, sólo jugó algún rato suelto y se negó a renovar, por lo que en el verano de 2001 se marchó gratis al Ipswich Town inglés, que esa temporada iba a disputar la Copa de la UEFA. Pero en Inglaterra dispuso de pocos minutos y no consiguió ningún gol, y el equipo terminó descendiendo a la entonces llamada First Division. En la segunda categoría inglesa Pablo empezó por fin a carburar y durante los tres años siguientes se convirtió en uno de los iconos del club, aunque la no consecución del ascenso acabó por hacerle regresar a España para jugar en el Málaga, en Primera división. En tierras andaluzas pasaría dos temporadas, entre 2005 y 2007, pero sus cifras goleadoras no destacaron demasiado y Pablo deshizo el camino para volver al Ipswich Town, donde permaneció otras tres campañas más antes de ser cedido al Crystal Palace, siempre en la segunda inglesa y con unas estadísticas realizadoras ya en clara regresión. En 2011 pasó unos meses sin equipo y luego inició una exótica aventura asiática en el Dong Tam Long An vietnamita, club en el que estuvo poco tiempo, y que continuó más tarde en el Kitchee de Hong Kong. Esta temporada decidió regresar a casa para jugar en el C.D. Choco de su Redondela natal, en la Tercera gallega.

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David Aganzo Méndez (Madrid, 10/01/1981). Internacionalidades absolutas: 0. En 1999 jugaba en Tercera con el Real Madrid “C”. Uno de los delanteros más prometedores de su generación, Aganzo tuvo oportunidades con el primer equipo madridista ya en la temporada 1999/2000, aunque pronto se vio obligado a iniciar el tradicional rosario de cesiones que por entonces solían emprender casi todas las promesas del club blanco: Extremadura en Segunda división, Espanyol y Valladolid en Primera y Levante en Segunda fueron sus equipos hasta el año 2004. No terminó de explotar como goleador en ninguno de ellos, aunque sí dejó muestras intermitentes de calidad especialmente en Zorrilla y el Ciudad de Valencia, donde logró un ascenso a Primera. Traspasado definitivamente al Racing de Santander al inicio de la temporada 2004/2005, sus minutos de juego fueron menguando paulatinamente y en enero de 2006 decidió irse cedido al Beitar Jerusalén, aunque sus seis meses en Israel tampoco resultaron demasiado positivos. A su regreso a Santander se lesionó y, tras un año casi en blanco, en 2007 se marchó al Alavés, en Segunda. Allí pareció remontar el vuelo y después de completar un buen año firmó por el Rayo Vallecano, con el que disputó otras tres temporadas en Segunda a un nivel más que digno y rematadas con el ascenso en la 2010/2011. Sin sitio en Primera, Aganzo tuvo que marcharse al Hércules, donde las lesiones le impidieron tener continuidad, y en 2012 fichó por el Aris Salónica griego, con el que acaba de certificar un amargo descenso a la segunda división helena.

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La simple evolución natural, las lesiones y las malas decisiones (no siempre suyas) hicieron que sólo tres de los dieciocho campeones juveniles alcanzaran el nivel necesario para poder repetir éxito mundial once años después. Quizás esto no sea del todo extraño, pero sí puede resultar más llamativo que, aparte de Iker Casillas, Carlos Marchena y Xavi Hernández, únicamente otros tres futbolistas consiguieran debutar con la absoluta: después de todo, tal vez aquel título fuera fruto más del esfuerzo colectivo, dentro y fuera del campo, que del puro talento individual. Pero, en todo caso, esa histórica conquista en Nigeria cambió la mentalidad del fútbol base español. A partir de ahí, los títulos fueron cayendo año a año, uno tras otro, hasta que los componentes más destacados de todas esas generaciones encontraron en la absoluta el tiempo y el espacio oportunos para hacer, ni más ni menos, lo mismo que ya habían conseguido cuando apenas eran unos críos: ganarlo todo. O casi.

Por último, y para concluir el extenso repaso realizado al Campeonato del Mundo sub’20 de Nigeria 1999, sólo queda citar de forma breve a los jugadores de otras selecciones presentes en aquel torneo y que han pasado por la liga española o han conseguido hacerse un nombre en el mundo del fútbol durante estos últimos quince años.

Jugaron en España, ya fuera en Primera, Segunda o 2ªB:

Alemania Timo Hildebrand: Valencia CF (2007-2008)
Argentina Franco Costanzo: Deportivo Alavés (2005-2006).Diego Sebastián Saja: Rayo Vallecano (2003-2004); Córdoba CF (2004-2005).Gabriel Alejandro Milito: Real Zaragoza (2003-2007); FC Barcelona (2007-2011).Esteban Matías Cambiasso Deleau: Real Madrid (1996-2004).

Luciano Martín Galletti: Real Zaragoza (2001-2005); Atlético de Madrid (2005-2007).

Aldo Pedro Duscher: RC Deportivo (2000-2007); Racing de Santander (2007-2008); Sevilla FC (2008-2010); RCD Espanyol (2010-2011).

Daniel Gastón Montenegro Casella: Real Zaragoza (2000-2001); CA Osasuna (2001-2002).

Germán Ezequiel Rivarola: Sporting de Gijón (2000-2001).

Javier Alejandro Villarreal: Córdoba CF (2000-2001).

Federico Insúa: Málaga CF (2003-2004).

Brasil Fabio Aurelio Rodrigues: Valencia CF (2000-2006).Ronaldo de Assis Moreira, “Ronaldinho”: FC Barcelona (2003-2008).Joao Fernando Nelo, “Baiano”: Málaga CF (2004-2005); RC Celta de Vigo (2005-2007); Real Murcia (2007-2008).Luis Eduardo Schmidt, “Edu”: RC Celta de Vigo (2000-2004); Real Betis (2004-2009).

Francelino da Silva Matuzalem: Real Zaragoza (2007-2008).

Geovanni Deiberson Mauricio: FC Barcelona (2001-2003).

Camerún Idriss Carlos Kameni: RCD Espanyol (2004-2011); Málaga CF (2011-actualidad).Modeste M’Bami: UD Almería (2009-2011).Hughes Chamberlein Nzinkeu Njnje: Getafe (1999-2002).Daniel Armand Ngom Kome: Atlético de Madrid (1999-2000); Levante UD (2000-2001); Numancia (2001-2004); Getafe (2004-2005); Ciudad de Murcia (2005-2006); RCD Mallorca (2006-2007); Real Valladolid (2007-2008); CD Tenerife (2008-2011).

Gaspard Komol: Lorca CF (1999-2000).

Estados Unidos Carlos Manuel Bocanegra: Racing de Santander (2012-2013).
Ghana Owusu Afriyie Martin: CD Badajoz (1997-1998); Málaga CF (1998-2002); Linares CF (2005); UD Melilla (2006).
Mali Seydou Keita: Sevilla FC (2007-2008); FC Barcelona (2008-2012); Valencia CF (2014-actualidad).Mahamadou Diarra: Real Madrid (2006-2010).
México Rafael Márquez Álvarez: FC Barcelona (2003-2010).Gerardo Torrado Díez de Bonilla: CD Tenerife (2000-2001); Polideportivo Ejido (2001-2002); Sevilla FC (2002-2004); Racing de Santander (2005).
Nigeria Samuel Gbenga Okunowo: FC Barcelona (1998-2000); CD Badajoz (2000-2001).Haruna Babangida: FC Barcelona (1998-2004); Terrassa FC (2002-2003); Cádiz CF (2004).
Paraguay Roque Luis Santa Cruz Cantero: Real Betis (2011-2012); Málaga CF (2012-actualidad).Paulo César da Silva Barrios: Real Zaragoza (2011-2012).Nelson Rafael Cuevas Amarilla: Albacete (2010-2011).Jorge Orlando Brítez Larramendi: Real Valladolid (1999-2000).
Portugal Marco Antonio Simoes Caneira: Valencia CF (2004-2008).Hugo Miguel Ribeiro Leal: Atlético de Madrid (1999-2001); UD Salamanca (2009-2010).Simao Pedro Fonseca Sabrosa: FC Barcelona (1999-2001); Atlético de Madrid (2008-2010); RCD Espanyol (2012-actualidad).Daniel da Cruz Carvalho, “Dani”: Atlético de Madrid (2000-2003).

Hugo Miguel Martins Carreira: RC Deportivo (1998-2001).

Uruguay Héctor Fabián Carini Hernández: Real Murcia (2007-2009).Mauricio Daniel Nanni Lima: Racing de Santander (2004-2005); Racing de Ferrol (2005-2006).Fernando Carreño Colombo: CD Logroñés (2003-2004).Ernesto Javier Chevantón Espinosa: Sevilla FC (2006-2010).

Martín Ricardo Ligüera López: RCD Mallorca (2003-2004).

Diego Martín Forlán Corazo: Villarreal CF (2004-2007); Atlético de Madrid (2007-2011).

Néstor Fabián Canobbio Bentaberry: Valencia CF (2003-2004); RC Celta de Vigo (2004-2008); Real Valladolid (2008-2010).

 

Entre los que han tenido un papel destacado en sus selecciones y en el fútbol internacional, cabe mencionar a estos otros jugadores que también disputaron el Mundial sub’20 de Nigeria 1999:

Australia Brett Emerton: internacional absoluto.  Feyenoord, Blackburn Rovers.Jason Culina: internacional absoluto. Twente. PSV.Vince Grella: internacional absoluto. Empoli, Parma, Torino, Blackburn Rovers.Mark Bresciano: internacional absoluto. Empoli, Parma, Palermo, Lazio.
Brasil Júlio César: portero internacional absoluto. Inter de Milán, QPR, Toronto FC.Juan: internacional absoluto. Bayer Leverkusen, AS Roma.Alessandro Mancini: internacional absoluto. AS Roma, Inter de Milán.
Croacia Stipe Pletikosa: internacional absoluto. Shakhtar Donetsk, Spartak de Moscú.Jurica Vranjes: internacional absoluto. Bayer Leverkusen, Stuttgart, Werder Bremen.Igor Budan: internacional absoluto. Atalanta, Parma, Palermo.
Estados Unidos Tim Howard: internacional absoluto. Manchester United, Everton.Steve Cherundolo: internacional absoluto. Hannover 96.
Ghana Stephen Appiah: internacional absoluto. Udinese, Parma, Juventus, Fenerbahce.Peter Ofori Quaye: internacional absoluto. Olympiacos.
Honduras David Suazo: internacional absoluto. Cagliari, Inter de Milán.
Inglaterra Ashley Cole: internacional absoluto. Arsenal, Chelsea.Peter Crouch: internacional absoluto. Southampton, Liverpool, Portsmouth, Tottenham Hotspur, Stoke.Andy Johnson: internacional absolute. Birmingham, Crystal Palace, Everton, Fulham.
Japón Junichi Inamoto: internacional absoluto. Arsenal, Fulham, WBA, Galatasaray, Eintracht Frankfurt.Naohiro Takahara: internacional absoluto. Boca Juniors, Hamburgo, Eintracht Frankfurt.Yasuhito Endo: internacional absoluto. Récord de internacionalidades en su país (141 hasta el pasado mes de abril).Shinji Ono: internacional absoluto. Feyenoord, Bochum.
Nigeria Joseph Yobo: internacional absoluto. Everton, Fenerbahce, Norwich City.Juluis Aghahowa: internacional absoluto. Shakhtar Donetsk, Wigan.
República de Corea Seol Ki Hyeon: internacional absoluto. Anderlecht, Wolverhampton Wanderers, Reading, Fulham.
Rep. de Irlanda Robbie Keane: internacional absoluto. Inter Milán, Leeds, Tottenham Hotspur, Liverpool, LA Galaxy.Damien Duff: internacional absoluto. Blackburn Rovers, Chelsea, Newcastle, Fulham.
Paraguay Salvador Cabañas: internacional absoluto. América (México).
Uruguay Gonzalo Sorondo: internacional absoluto. Inter de Milán.Diego “Ruso” Pérez: internacional absoluto. Mónaco, Bologna.

Fe de errores

El artículo publicado en el número 54 de Cuadernos de Fútbol (“España se corona en Nigeria”) contiene dos errores que paso a corregir:

1)      En la crónica del partido España-Brasil, donde dice “derrotando además por vez primera a Brasil en un Mundial de cualquier categoría” habría que añadir “desde Italia 1934”. Imperdonable gazapo.

2)      En la crónica del partido España-Estados Unidos se dice que el día anterior a ese duelo de octavos de final se produjeron unos graves altercados prácticamente a las puertas del hotel de concentración de la selección española. En realidad esos disturbios, que se saldaron con un muerto, ocurrieron el día antes del último partido de la primera fase contra Honduras.

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Fuentes consultadas:

www.fifa.com

www.bdfutbol.com

www.transfermarkt.de

www.pablocoira.com

Hemerotecas y archivos digitales de los diarios ABC, As, Deia, El Mundo Deportivo, El País, Diario Hoy, La Vanguardia, Marca.

Datos sobre partidos internacionales referidos a 1 de mayo de 2014.

Agradecimientos: Alberto Prieto, Borja García, Juanjo Sánchez.