El gol más polémico en la vida de “El Divino”

Cuando se gana un partido internacional por 8-1 todos pueden pensar –según los modos de hoy- que en el vestuario habría ducha colectiva y que el Seleccionador andaría con mucho cuidado para no caer bajo el chorro colectivo que le dejara hecho una pena.

Pero aquella tarde del día 14 de abril de 1929 en la caseta –lo que hoy son vestuarios de cinco estrellas- había malos modos entre los jugadores. Unos les gritaban a otros sobre sus doscientas pesetas y que a ver quién se las pagaba. Los interpelados argüían que son cosas del juego y que nadie tenía la culpa de nada. El seleccionador, el prudente José María Mateos, se refugiaba en el grupo de directivos intentando hacerse invisible.

¿Qué había pasado para ese ambiente tan tenso?

Pues había pasado que en el primer tiempo se había jugado mal. Y, pese a la endeblez del conjunto de Francia, la victoria no parecía muy segura si se continuaba con ese juego tan ramplón y agarbanzado. El marcador señalaba un 2-0 bastante plácido para España.

El seleccionador, temiendo que su equipo se dedicara a sestear y los franceses consiguieran hacer el juego brillante del que venían anunciados, recordó a todos que cada gol de diferencia estaba primado con 50 pesetas por barba.

Aquella buena noticia no cayó nada bien. Todos miraron hacia Quesada. Y es que el defensa del Madrid, siguiendo órdenes de Zamora, que era el capitán, había lanzado un penalti en el minuto treinta y se le había ido fuera. Y con él, diez duros por cráneo.

Bien es verdad que no había sido un capricho de Zamora –que entonces estaba en el Español de Barcelona- sino que Félix Quesada era un experto en el lanzamiento de penas mortales. Se podían contar con los dedos de una mano los que había fallado en su vida. Pero aquel… Pasó rozando el poste izquierdo de Henric, pero por fuera… 

Evidentemente el seleccionador Mateos había dado en la tecla oportuna. El equipo salió arrollador. Gaspar Rubio, que todavía no había descubierto que tenía astrágalo, metió cuatro goles. Y los franceses más que dominados, estaban apisonados.

Y otro penalti. Zamora confesó que ya iba a ordenar que lo tirara también Quesada, con el fin de que pudiera rehabilitarse ante sus compañeros y el público, cuando le interpeló Marculeta: “No, Ricardo, Quesada no, que va a estar nervioso por el otro fallo; que lo lance Paco Bienzobas que es también un experto en estos lanzamientos”.

Zamora hizo caso al pequeño donostiarra, buen conocedor de su compañero de equipo, y le gritó a Bienzobas que lo lanzara. Perfecto. Gol. 

Pero todavía quedaba otro gesto para la cólera del equipo. El árbitro –el famoso Prince Cox, el de la siestecilla durante los himnos- estaba ya mirando el cronómetro cuando el ariete galo Nicolás salió desde su campo aprovechando que la defensa española estaba poco menos que en el centro del campo. Su pase, majestuoso, al desmarcado Veinante, sorprendió a Zamora fuera de su terreno. El interior azul tiró a puerta descubierta. Gol. Los ocho goles de diferencia se reducían a siete. Y allí se le iban a cada jugador 50 pesetas.

Los cronistas aseguraron que había sido una galantería de Zamora para que los franceses salvaran el honor con ese tanto. El portero español lo negó; había hecho lo imposible por parar ese balón, pero su zambullida había sido corta y tardía.

Fue el propio seleccionador quien desveló el caso unos años después. Contó:

“Teníamos ya ocho goles. Me hallaba yo sentado tras la meta que ocupaba Zamora. Nuestro dominio era total. Zamora vino tranquilamente hacia mí y me dijo sonriente: “Cada gol le cuesta a usted ciento diez duros ¿verdad? Le propongo un bonito negocio: ¿me da cincuenta duros y me dejo meter un gol? Se ahorrará usted sesenta duros”. Y en esta proposición fue cuando Veinante recibió el balón. Cuando llegó Zamora ya era tarde. Hizo lo que pudo para llegar… pero no llegó”.

Ello era el origen de la algarabía en la caseta. Todos reclamaban airadamente a Zamora y Quesada las cien pesetas que les habían hecho perder. El penalti fallado por el “experto” y el gol verbenero que había recibido “el mejor portero del mundo”, como recalcaban con retintín.  

Pero la huída del seleccionador Mateos era debida a que Zamora y Quesada querían rentabilizar el chaparrón de improperios que había caído sobre ellos. Al fin y al cabo habían ahorrado a la Federación nada menos que 1.100 pesetas. ¿Qué menos que repartir el botín? Con cincuenta duros cada uno se conformaba…




El viejo grito de “guerra” ¡Hip!, ¡Hip!, ¡Hip!… ¡Hurra!

Reconozco que soy tan aficionado a los viejos modos, a las tradiciones, si así quiere llamárselas, a los gestos primigenios como un fetichista futbolero lo es a coleccionar insignias, carteles de partidos, entradas o esos miles de objetos que hacen felices a infinidad de seres humanos, que no cambiarían el goce de repasar sus colecciones por nada del mundo.

También tengo que reconocer que me invade la ternura, hasta el lacrimeo, cuando me echo a la cara uno de esos folletos que edita la Federación para uso de la prensa antes de un partido internacional. Al leer, al lado de cada jugador, la palabra “caps” siento una especie de sofoco de novicia ante la llegada de la Superiora General de la Orden. E inmediatamente recuerdo ese ritual perdido en el que el capitán de la selección imponía al “misacantano” en el equipo nacional la gorrilla que le daba el espaldarazo de internacional. En España se produjo ese ritual por primera y única vez en San Mamés, allá por octubre de 1921.

¿A que sería precioso, por ejemplo, que el debutante saliera al campo con una camiseta cualquiera y allí, ante todo el equipo formado, el capitán le invistiera con la camiseta roja sangre de toro, dando fe de que ya era un internacional más? 

¿A que sería bonito que esas insignias federativas que se otorgan – u otorgaban- a los jugadores que cumplen los cinco, veinticinco… partidos con la Selección, les fueran entregadas en el mismo campo y por el presidente de la RFEF en vez de en un despacho o en un envío postal?

Y que conste que no colecciono hojas secas entre las páginas de los libros. No confundamos las cosas…

Hoy, revisando unas viejas fotos de partidos de la Selección, he recibido el golpe bajo del rito de los hurras. Y quizá hay que explicarlo. Dentro de lo posiblemente inexplicable. 

Los hurras vinieron de Inglaterra, aunque, parece ser que su origen está en los soldados prusianos de la Guerra de Liberación (1812-1813), que lo coreaban como grito de ánimo antes de lanzarse, sable en ristre, contra el enemigo. Se lo apropiaron los marineros ingleses, que lo utilizaron en ocasiones menos belicosas. Al recibir a bordo a un amigo ilustre. O al despedirlo. En el intermedio, al parecer, eran incontables las pintas de cerveza…

Como grito cordial o de ánimo pasó a los deportes ingleses. Lo coreaban, por separado, los contendientes antes de lanzarse al juego. Posiblemente, además de infundirse ánimo con él, corría por el subconsciente de los jugadores el mismo espíritu supersticioso que insufla a los jugadores de rugby de Nueva Zelanda, “All Blacks”, su danza y cánticos rituales.

Lo cierto es que, así como la imposición del “cap” no tuvo el mínimo éxito en España, el grito ritual del hurra se mantuvo hasta la Guerra de 1936-1939.

Bien, el más caracterizado, o el más conspicuo, o el capitán del equipo se encaraba con sus compañeros en fila, más o menos correcta, y les espetaba, lo más agresivamente posible y con enérgico gesto de su brazo: “¡Hip!, ¡Hip!, ¡Hip!”. La fila contestaba con no menor furor y rabia: ¡Hurra! 

Lo reglamentario era el dar la voz por tres veces. 

Luego venía la interpretación del himno que pillaba a cada cual en donde le pillaba. Eso sí, se cuadraban muy respetuosos hasta que acababa la música.

Posiblemente fuera la selección alemana la que acabó con la anarquía de la escucha del himno y por ende de los gritos rituales.

Ellos fueron los que formalizaron la colocación en fila de sus jugadores, en el centro del campo, para escuchar su himno. Y eso es lo que ha permanecido hasta el momento.

Los por mí añorados gritos rituales sólo han permanecido en viejas fotos, algunas de las cuales, como lagrimones nostálgicos, ofrezco aquí para compartir añoranza con los viejos aficionados supervivientes y como curiosidad para los jóvenes.




Historia y estadística

Acaso sea el meollo de esta meditación, a compartir con los lectores, el plantear el enunciado con un interrogante. Éste: ¿Historia o Estadística?

Es irremediable que surja el famoso dilema que, por supuesto, no resolvió Darwin de qué fue anterior si el huevo o la gallina.

Con este principio se puede dar la vuelta a la esquina del enunciado del tema y hasta del interrogante para atacarle por los flancos.

Para mí que fue mucho antes la historia. Al igual que antes fue la Naturaleza y muy posterior la paciente observación de Newton contemplando la caída de las manzanas para establecer la Ley de la Gravedad. Primero existió el manzano; luego, llegó el estío que hizo caer las manzanas y finalmente la curiosidad de Newton al darse cuenta de que caía mucho más velozmente el manzanón que la manzanita. Al margen de la no leve crítica social resumida en esta pregunta:” ¿A qué se dedica al joven Isaac?”.” Pues a ver caer manzanas”. Lo cual parecería no escasa canonjía a los sudorosos campesinos de su entorno. Y esto no viene a humo de pajas, porque para ver caer esas manzanas primero tenía que existir el árbol y su fruto. Después vendría ese enunciado de que “la atracción es directamente proporcional al producto de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de su distancia”. Cierto que antes había estado Johannes Kepler y sus famosas leyes planetarias. Y tras Isaac Newton llegó Henry Cavendish para precisar la fuerza de atracción entre masas conocidas.

Es decir que primero fue la Historia. Los hechos. La narración de estos hechos llevó a alguien muy minucioso a estudiar la repetición o la frecuencia con se producían. Estaba alboreando la estadística. Pero el carro detrás de las mulas, que es lo lógico.

Si mantuve en un reciente artículo en esta revista –más bien un homenaje al famoso Perico el de los Palotes- que las apuestas tabernarias dieron motivo para que el mencionado Perico comenzara a hacer palotes, no es menos cierto que Perico se basaba en la tradición oral y en los primeros cronicones de las batallas futbolísticas. Tenía que conocer el nombre de los que jugaban, las vicisitudes del juego, las acciones de sus protagonistas y la finalización de cada una de esas maniobras tendentes a vencer al contrario. Y según contaban iba asestando en su cuadrícula el oblicuo palote que lo dejara para los restos de lo que aún no se llamaba estadística. Con eso queda demostrado fehacientemente que primero fue la gallina –la Historia- y fue ella la que puso el huevo en forma de esmirriado trazo de grafito. Cuando Perico empezó a contar huevos dio nacimiento a la estadística actual. Con ello pudo proclamar, ante el pasmo de sus coetáneos, ya muy cargados, que Pichichi no fue nunca “pichichi”. Que el “pichichi” fue Sesúmaga. Y nadie, nadie, contó los vasos que acertaron en la cabeza de Perico y los que fallaron la colérica trayectoria homicida. ¡Injusticias!

Ya he dicho en múltiples ocasiones que, a mí, particularmente, me interesa muchísimo más la Historia que la Estadística. Ello ha concitado sobre mí la cólera de no pocos fanáticos del dato. Me echaron en cara que la Estadística es el esqueleto de la Historia. Repliqué vanamente que a mí de Jennifer López –que no es mala historia- lo que menos me interesa es el esqueleto, pero que me apasionan los infinitos meandros de su anatomía: Aduje que en Eurovisión me gustan las canciones y me aburren las voces gangosas que “estadistiquean”: ¡Two points! Que del fútbol me entusiasman las acciones; que cuando niño quise ser Gorostiza y maldito si sé los goles que metió en la Liga, en la Copa, en los Campeonatos Regionales, en los amistosos o en los partidos internacionales. Y que, de esos palotes, hoy base de datos, se derivan dos males evidentes: uno, la reducción del arte a números; dos, la injusticia que, por ejemplo, se comete con los porteros. A estos, a los míticos “goalkeepers”, sólo les ponen palote cuando les meten un gol, pero nadie, nadie da una estadística de sus balones parados, de sus vuelos mayestáticos, de sus salidas majestuosas, de sus despejes boxísticos, de sus reflejos gatunos…

Reducir a Zarra a sus goles es verdaderamente miserable. Dejar a Zidane pendiente de los goles es quedarse en el esternón de Jennifer. Considerar los goles de Gento sin contemplar su kilómetro lanzado es reducirse al “two points” sin haber oído la canción. Digitar a Di Stéfano sin oír su vocabulario en el campo, sin considerar sus quiebros de cintura o sus vueltas en redondo, es como tomar solomillo con paja…

Darme la Historia. Leer lo que decía Vallana de un gol que metió Pichichi al Arenas, excúsenme, no puede minimizarse –perdón- con un palote, con un byte, ni con nada. Hay que descubrirse y entrar en levitación, con o sin Kepler que calcule la órbita descrita, con o sin Newton que dé la fórmula de la velocidad de la caída después del embeleso, con o sin Cavendish que perfile las masas dinámicas accionadas en la admiración.

Pero lo que me tiene desasosegado es que, efectivamente, sin el esqueleto, la neumática -Aldous Huxley «dixit»- Jennifer Jones no sería más que un montón informe. Y eso no. Un respeto.

Lo que me acongoja es la hipertrofia estadística. Me carga, más bien. Bien están los datos, el esqueleto que levanta la historia como una airosa vela del navío del relato apasionante. “Los datos. Sencillamente los datos” que decía el personaje de Conrad. Los datos claros: la alineación de los contendientes, fecha, lugar, estadio, árbitro, goles, incidencias… ese es el esqueleto sobre el que descansan las escapadas de Gainza, los vuelos de Zamora, el estilo de Martínez Catalá, el mando de Gamborena…

Quedarse en lo primero es de una pobreza subsahariana. Y que ello esté inflado hasta el delirio conduce al ridículo. Los datos que dan en la televisión al finalizar el partido son magníficos, pero sólo tienen sentido para quienes han visto el partido. Si lo abigarramos con “asistencias”, lanzamientos de fueras de banda, saques de puerta con la derecha o con la izquierda, envíos hacia atrás, pases en horizontal… habrá que cuadricular el terreno de juego y empezar a ver los partidos de fútbol con la misma tensión, apasionamiento y adrenalina con la que vemos una partida de ajedrez. Y no he visto a nadie aullar, agitar la bufanda o abrazarse con el vecino de localidad por la captura de un peón. O sea, torre 3, peón 5.




Recuperación de Levante

He decidido traer a colación la breve y brillante historia de otro equipo surgido durante la Guerra de 1936-39: Recuperación de Levante.

Y  si los avatares bélicos fueron la causa del vuelo de los “aviadores” desde Salamanca a Madrid, esas mismas circunstancias hicieron que lo que nació en Zaragoza – aunque Teruel y Huesca podían tener también agua en ese bautizo – acabó su gloria, y también su vida, en Valencia. Del Moncayo al Mediterráneo.

Y  si el amparo de los “aviadores” fueron los aeródromos salmantino y zaragozano, el gran amparo del Recuperación fue el Cuerpo de Ejército de Galicia que estuvo al mando, desde su formación, del laureado general Aranda, el defensor de Oviedo.

En este caso, por lo tanto, fue el «aeródromo” el que se fue desplazando. En ese “aeródromo” creció el fútbol, quizá no con mayor fervor y fuerza que en otras Unidades militares, pero sí con mejor fortuna. Y, como siempre, hay que buscar los hombres que son los artífices y conductores de una fuerza emergente a la que supieron organizar y canalizar tal cual hicieron con el Aviación salmantino el capitán Bosmediano y el «alférez” Salamanca. En la Unidad de Recuperación del Cuerpo de Ejército de Galicia lo fueron los comandantes Rodrigo y Rebollo y el teniente Alcántara. Ellos fueron cuidando los torneos dentro de la Gran Unidad hasta el punto de tener un abanico de equipos que unió sus varillas en el gran núcleo postrero que tomó el apellido de “Levante” del Ejército de Levante, mandado por el general Orgaz, al que, en los últimos momentos de la Guerra, pertenecía el Cuerpo de Ejército de Galicia.

Y quizá urgía ponerle el apellido por si algún lector toma un «trole” equivocado en su investigación; «trole” que le conduciría a otro Recuperación, éste de Barcelona, nacido ya en 1939 y con vida más efímera todavía y amparado su apelativo en la fama del citado Recuperación de Levante. Porque, claro, todas las Grandes Unidades tenían su Servicio de Recuperación para reunir, clasificar, reparar y poner a punto el armamento, vehículos y material capturado al enemigo vencido. Pero quien mejor reunió, clasificó y puso a punto a sus hombres que jugaban al fútbol fueron los jefes y oficiales antedichos que culminó en el equipo Recuperación de Levante.

El eje del desplazamiento fue Zaragoza – Teruel – Alfambra – Utrilla – El Maestrazgo – Vinaroz – Castellón de la Plana – Valencia.

En el primer punto de tal itinerario el Cuerpo de Ejército de Galicia dio de sí nada menos que tres equipos: División 105, 80 Compañía y Recuperación. Que no eran equipos de descampado en los momentos de calma chicha en la guerra. Eran algo más. Tanto, que tienen entidad suficiente como para participar en el Campeonato Regional de Aragón en 1938.

La movilidad bélica hizo que el Recuperación – que fue absorbiendo posteriormente a hombres de los otros dos – tuviera su ubicación futbolística en Castellón de la Plana, y en El Sequiol su sede de juego. Un campo de juego que encontraron arrasado y que adecuaron – y algo más – las tropas de Ingenieros del Cuerpo de Ejército. El Sequiol fue encontrado sin vallas, ni puertas; todo el maderamen desaparecido; afortunadamente las gradas estaban en pie.

La “elasticidad” de la zona futbolística obligó a formar dos Grupos por parte de la Federación Regional Aragonesa, por lo que este Campeonato Regional se jugó así:

Grupo I: División 105, Huesca y Zaragoza.

Grupo II: Aviación de Zaragoza, 80 Compañía de Automovilismo y Recuperación de Levante

Con los siguientes resultados:

Grupo I

Zaragoza – Huesca                         = 10-1

Zaragoza – División 105                 = 4-1

Huesca – Zaragoza Huesca – División 105 División 105-Zaragoza División 105 – Huesca

La División 105 no jugó los partidos indicados por imperativo bélico: acababa de llegar del frente de Cataluña y había estado en la ocupación de Barcelona. Tras unas pocas fechas fue llevada a Mahón y de allí al frente del Centro. A los «merengues” – vestía completamente de blanco – les fue imposible continuar el torneo. En el único partido disputado puso en línea a: Bermúdez; llardia, Costa; Serrano, González, Cecilio; Gelucho, Villarrica, Sierra, Marcuello, Tato.

Clasificación:

J G E p F C Ptos
Zaragoza 3 3 0 0 15 2 6
Div. 105 1 0 0 1 1 4 0
Huesca 2 0 0 2 1 11 0

Grupo II Resultados:

80 Cía – Aviación de Zaragoza               = 0-6

80 Cía – Recuperación Levante              = 2-3

Aviación – Recuperación Levante = 1 -0 Aviación – 80 Cía   = 4-2

Recuperación Levante – 80 Cía = 1-3 Recuperación Levante – Aviación = 0-1

Y la Clasificación se estableció así:

J G E p F C Ptos
Aviación 4 4 0 0 12 2 8
80 Cía 4 1 0 3 7 14 2
Recuperación 4 1 0 3 4 7 2

Puede extrañar la mala clasificación de un equipo del que acabamos de decir que fue uno de los más importantes de los que jugaron durante la Guerra; pero hay que tener en cuenta que tuvo la mala suerte de tropezar con uno de los equipos más potentes de aquellos años y con más experiencia en cuanto a partidos jugados: Aviación de Zaragoza.

Los clubs campeones de cada uno de estos Grupos tenían derecho a participar en el I Torneo Nacional de Fútbol organizado por la Federación Española. Su presidente, señor Troncoso, a través del general Moscardó, solicitó del Jefe del Estado un trofeo que coronara al campeón de tal torneo. Así se disputará una copa dada por el Generalísimo Franco. Los periodistas, barajando torneo y trofeo – vicio que aún padecemos lo llamaron “Copa del Generalísimo”.

%              No obstante clasificarse ambos equipos zaragozanos, Aviación y

Zaragoza, para el Torneo Nacional, quisieron dilucidar la supremacía de la Federación Aragonesa en partidos a doble vuelta. Los resultados fueron así:

Aviación – Zaragoza          = 2-0

Zaragoza – Aviación          = 1 -2

Así pues, fue el Aviación de Zaragoza el campeón de Aragón.

Pero por mor de ser el equipo Recuperación de Levante el protagonista de estas líneas se hace necesario el pormenorizar su trayectoria en este Campeonato Regional.

80 Compañía – Recuperación de Levante = 2-3

Fecha: 5-2 -1939 Lugar: Castellón de la Plana Campo: El Sequiol Árbitro: Purroy

80 Cía: Emilín; Arana, Pena; Unzurrunzaga, Travieso, Molaza; Cucaño, Eraña, Pepín, Machicha, Mundo

Recuperación: Puente; Alvaro, Deva; Botana, Cuqui, Irastorza; Manolín, Poli, Larrús, Insausti, Carlos.

Goleadores: 1-0: Machicha; 1-1: Insausti; 2-1: Mundo; 2-2: Carlos; 2-3: Daniel.

Aviación de Zaragoza – Recuperación Levante = 1-0

Fecha: 12-2-1939 Lugar: Zaragoza Campo: Torrero Árbitro: Duce

Aviación: Guillermo; Mundo, Aparicio; Blanco, Germán, Machorro; Santi, Escudero, Sañudo, Agustín, Vázquez.

Recuperación: Duque; Alvaro, Deva; Peña, Cuqui, Irastorza; Poli, Carlos, Larrús, Botana, Larrazábal.

Goleadores: 1-0: Vázquez (75’).

Recuperación de Levante – 80 Cía = 1-3

Fecha: 26 – 2 – 1939 Lugar: Castellón de la Plana Campo: El Sequiol Árbitro: Ignacio Rivera

Recuperación: Duque; Alvaro, Deva; Braulio, Cuqui, Irastorza; Poli, Carlos, Larrús, Botana, Larrazábal.

80 Cía: Emilín; Arana, Pena; Molaza, Travieso, Uzurruzaga; Cocaño, Peto, Machicha, Lezama, Pepín.

Goleadores: 1-0: Deva; 1-1: Peto; 1-2: Machicha; 1-3: Machicha.

Recuperación Levante – Aviación Zaragoza = 0-1

Fecha: 5 – 3 – 1939 Lugar: Zaragoza Campo: Torrero Árbitro: Garrido

Recuperación: Puente; Alvaro, Deva; Peña, Cuqui, Irastorza;

Insausti, Álvarez, Larrús, Botana, Larrazábal.

Aviación: Guillermo; Mesa, Aparicio; Blanco, Germán, Machorro; Santi, Escudero, Sañudo, Bracero, Vázquez Goleadores: 0-1: Sañudo

Realmente aquí acaba la vida oficial de los azulgranas, con pantalón negro, que ese era el uniforme del Recuperación. Al parecer, uno de los jefes, valenciano, compró los uniformes para el equipo recordando los colores de su amado Gimnástico de Valencia.

En estos dos equipos del Cuerpo de Ejército de Galicia – ya alejado el de la División 105 – se alinearon jugadores que ya tenían historial acreditado junto a otros que lo iban a tener en la inmediata posguerra. Así, en el de la 80 Compañía se podía reconocer al exbarcelonista Arana, a Pena y Peto (Oviedo), a Travieso (¿era el veterano ex internacional athlético, tras sus azacaneos para organizar la Selección Vasca que se exilió en 1937, o era el ovetense?), Molaza (Langreano), Mundo (ex Athletic de Bilbao y futura gran estrella del Valencia de los años 40), Lezama (Arenas de Guecho) y el céltico Machichañ. Y habían pasado por el equipo Unzurrunzaga (Baracaldo), Petreñas (Arenas de Guecho y Valencia), Yurrebaso (Athletic de Bilbao), Cocaño (Sporting de Gijón) y hasta el gran y pintoresco Timimi (Betis). De los

jugadores del Recuperación de Levante ya habrá ocasión de hablar al recapitular sobre sus actuaciones

La serie de amistosos comenzó por una solicitud de la Real Sociedad de San Sebastián, a quien todos llamaban así aun cuando oficialmente seguía llamándose Donostia, para conocer a ese equipo que se había movido fuera de las Federaciones Regionales vascas.

Real Sociedad de San Sebastián – Recuperación de Levante = 1-0

Fecha: 25 – marzo – 1939

Lugar: San Sebastián

Campo: Atocha

Árbitro: Lecumberri

Real Sociedad: Armando; González, Luis Berridi; Montero, Fernando

Berridi, Marculeta II; Epi, De la Cruz, Zaldúa II, P. Bienzobas, Miguel.

Recuperación: Puente; Alvaro, Deva; Peña, Cuqui, Irastorza; Insausti, Carlos, Larrús, Botana, Larrazábal.

Goleadores: 1-0: Epi (84’).

La tempestad sobre el Cantábrico supuso un día infernal con un lluvia fuerte y racheada. Pese a ello Atocha estaba casi lleno. Tal era la curiosidad de los aficionados por ver al equipo «recuperador». Hubo emoción por el reencuentro de los hermanos Bienzobas; Paco y Cuqui hacía muchos meses que no se encontraban y, aunque osasunistas en los últimos tiempos de antes de la Guerra, Atocha era su casa. Paco, el primer “Pichichi” de la Liga española, era sargento de Ingenieros, mientras Cuqui era soldado de Automovilismo en el servicio de Recuperación y puesta a punto de camiones y coches. Al margen de ello, el partido fue malo; los realistas no pudieron alinear a muchos de sus habituales y a los «recuperadores” no les salió nada a derechas. El resultado más justo hubiera sido el empate a cero, pero un resbalón de Deva le dejó el resquicio justo para que el jovencísimo Epi clavara el balón en la red de Puente a escasos minutos del final.

Huelga decir que los aficionados valencianos estaban ansiosos por ver fútbol. O para ser más exactos: buen fútbol. Y el Recuperación se lo dio, hasta el punto de que Valencia lo adoptó como propio.

A la llegada a Valencia del Cuerpo Ejército de Galicia se encontró con un desierto futbolístico total. El campo de Mestalla estaba absolutamente derruido y en su rectángulo de juego todavía se amontonaban restos de chatarra automovilística; la situación empeoró durante las semanas en las que se recluyeron allí prisioneros a la espera de su clasificación; acabaron con todo lo quemable: asientos, barandillas, puertas… para paliar el frío nocturno. Vallejo – el campo del azulgrana Gimnástico – estaba mejor, dentro de su aspecto comatoso. Y Camino Hondo o El Grao – sede del Levante – prácticamente no existía más que en esqueleto.

El ideal de los dirigentes del Recuperación – principalmente del teniente Alcántara – era jugar en Mestalla. Huelga decir que los dirigentes valencianistas tenían esos mismos deseos. La “conjura pro-Mestalla” la formaban el incombustible secretario general del equipo blanco D. Luis Colina, el industrial D. Luis Casanova que había sido vicepresidente del club – y volvería a serlo antes de acceder a la presidencia que tantos beneficios y prestigio dio al club valenciano y el presidente de la Federación Valenciana, en aquellos momentos, D. Antonio Cotanda. Implicaron en ella al presidente federativo, teniente coronel D. Julián Troncoso, quien transmitió esos deseos, hechos suyos ya, al general Aranda. Y el milagro se produjo. La maquinaria y los trabajadores los pondría el Ejército, los materiales se hicieron llegar por obra y gracia del dinero de D. Luis Casanova y la dirección enfebrecida corrió a cargo del competente teniente Alcántara.

Con menor intensidad, el Ejército se ocupó de buscar un acomodo previo al equipo en Vallejo. La tarea era más simple y se pudo hacer en cuestión de días.

Lo que se preveía como presentación oficial en Valencia, con Mestalla incluido, hubo que adelantarla. Eran tales los deseos de los aficionados valencianos de ver fútbol de calidad que se buscó la disculpa de un partido a beneficio de “Frentes y Hospitales” para dar solemnidad a tal encuentro de presentación del equipo militar:

Selección Valenciana – Recuperación de Levante = 1-3

Fecha: 23-4-1939

Lugar: Valencia

Campo: Vallejo

Árbitro: Tamarit Falaguera

Selección: Amador (Gimnástico); Calpe (Levante), Juan Ramón

(Valencia); Sierra (Levante), Salvador (Hércules de Alicante), Arín (Valencia); Felipe (Valencia), Gaspar Rubio (Levante), Vilanova (Levante), Fernández (Valencia), Aparicio (Hércules de Alicante).

Recuperación: Duque; Alvaro, Deva; Peña, Cuqui, Irastorza; Insausti, Carlos, Mundo, Botana, Larrazábal.

Goleadores: 1-0: Vilanova/Deva; 1-1: Mundo; 1-2: Botana; 1-3: Mundo.

Presidió el coronel Aymat, en representación del general Aranda. Hizo el saque de honor la jefe provincial de la Sección Femenina, señorita Aurora Aymat. Los fines benéficos fueron cumplidos ampliamente: las gradas estaban a reventar. Y los aficionados salieron felices. Curiosamente “su” equipo no era la Selección Valenciana, pese a la presencia en ella de nombres famosos de antes de la Guerra y jugadores de los clubes locales, sino el Recuperación. Tal amor era correspondido por el equipo que, pese a su dilatado itinerario desde Aragón, se sintió valenciano desde que llegó.

Aquella presentación lo que hizo fue aumentar el “hambre” de los aficionados. No, ellos no podían esperar a que se terminaran las obras de Mestalla. Necesitaban fútbol. ¿Pero a quién enfrentarse? Entre militares hubo entendimiento. Y a Valencia se desplazó, nada menos que el otro gran equipo del ejército: el Aviación Nacional. Su viejo e imbatido rival del Campeonato Regional de Aragón. Dilucidarían una copa ofrecida por el general Aranda.

Recuperación de Levante – Aviación Nacional = 6-2

Fecha: 3 – mayo – 1939

Lugar: Valencia

Campo: Vallejo

Árbitro: Sanchis Orduña

Recuperación: Duque; Alvaro, Deva: Peña, Cuqui, Irastorza; Insausti, Carlos, Mundo, Botana, Larrazábal.

Aviación: Guillermo; Mesa, Aparicio; Blanco, Germán, Machorro; Santi, Campos, Sañudo, Bracero, Vázquez.

Goleadores: 0-1: Sañudo; 1-1: Botana; 2-1: Cuqui; 3-1: Botana; 3-2: Campos; 4-2: Mundo; 5-2: Mundo; 6-2: Botana.

El “cartel” no podía ser mejor. Era uno de los duelos más apasionantes que podía dar de sí el fútbol de la posguerra. El desquite de los «terrícolas” sobre los “aéreos” no podía ser más contundente. Quizá excesivo; pero el equipo Recuperación estaba mucho más rodado y entrenado que cuando aquellas derrotas del Campeonato Regional. Bien es verdad que los del Aviación achacaron la fuerte derrota al cansancio: habían jugado el día anterior en Madrid contra el potente Deportivo Alavés (1-1) y el viaje había tenido un desagradable epílogo al tener que empujar el autobús en los últimos kilómetros hasta encontrar un vehículo que los remolcara hasta el centro de la ciudad. Pero confiaban en sacarse la espina en la devolución de visita

Aviación Nacional – Recuperación de Levante = 1-3

Fecha: 12 – mayo – 1939 Lugar: Madrid Campo: Vallecas Árbitro: Ramón Melcón

Aviación: Guillermo; Mesa, Aparicio; Blanco, Germán, Machorro;

Santi, Campos, Sañudo, Bracero, Vázquez.

Recuperación: Duque; Alvaro, Deva; Peña, Cuqui, Irastorza;

Insausti, Carlos, Mundo, Botana, Larrazábal.

Goleadores: 0-1: Botana; 0-2: Carlos/Guillermo; 0-3: Mundo; 1-3: Sañudo.

El general Aranda, que presidía el partido, hizo entrega de la copa que él mismo había ofrecido al capitán del Recuperación Cuqui Bienzobas.

Decir que en Madrid había una enorme curiosidad por ver a los «recuperadores” no es desvelar ningún secreto. Entusiasmados por ese regalo del Aviación Nacional, el único equipo de categoría que tenía en aquellos momentos la capital había escocido el rotundo tanteo de Vallejo. Conocían la talla de “su” equipo y se maravillaban de que alguien le hubiera podido asestar tan duro golpe como esos seis goles. Querían comprobar si ese equipo levantino era realmente algo como los “de antes de la Guerra” o ciertamente eran fundadas las quejas de los “aviadores” de que el viaje les había dejado molidos y quebrantados hasta el punto de justificar el adverso tanteo.

El periodista Rienzi, tras sus años de cronista de guerra, había vuelto a su quehacer de crítico deportivo. Lo hacía en el vespertino Madrid, que pilotaba D. Juan Pujol. Con respecto a este partido decía en su crónica:

Si se nos preguntara si ayer ganó el mejor, rodaríamos negativamente la cabeza. De los dos once en pugna, el mejor es cualquiera de los dos, o los dos. Pero cuando dos equipos tienen un valor tan parejo como los de Aviación y Recuperación, no gana el que lleva mejor juego en los borceguíes, sino aquel que sabe sacar mejor provecho de los momentos decisivos y mayor favor recibe de la suerte. Así ganó ayer el Recuperación, como pudo ganar el Aviación con cambiar las cantidades de fortuna y de desgracia que cupo a Guillermo y Duque en sus respectivas actuaciones. Porque ¿es mal meta Guillermo? No, pero al hombre todo le salió mal. ¿Es mal meta Duque? De ningún modo. Rotundamente, no. Pero al hombre todo le salió bien.

Los enlaces los llevaron mejor los cinco guerrilleros del ataque del Aviación, pero les faltó algo, precisamente eso que hace que lo bueno suba al marcador. Lo que no nos agradó fue la defensa, aun reconociendo la buena clase de Mesa y Aparicio. Porque no se conjugan bien; porque son los dos lo mismo y no encajan. Una zaga es sólida cuando cada zaguero complementa al otro. Pero Mesa y Aparicio no se completan. Los dos tienen un juego retrasado. Hace falta el defensa rápido que se adelanta y madura el despeje al que queda detrás, el defensa más flexible. Lo que es Quincoces respecto a Ciríaco.

El dominio alterno, tuvo mejores rematadores en los levantinos. Vázquez, bajo de forma, como Santi, no dieron apenas balones a Sañudo, que cuenta con un interior derecha que es “cojo” del pie derecho, aun apuntando buena calidad y mejor colocación.

Los de mejor regularidad, los dos medios centros. Más perro viejo Cuqui Bienzobas; más sobrio y con más dominio de su puesto Germán.

Sañudo, en plena forma; pero sin compañeros y frente a un Alvaro de una flexibilidad grande, que no le perdió un momento de vista. En Alvaro puede haber un gran defensa. Irastorza y Machorro muy bien los dos. Machorro tiene una entrega de jugador de gran porvenir.

En otro vespertino capitalino, Informaciones, otra firma de postín en el periodismo deportivo, D. Julio Cueto, también daba su comentario crítico del “match”:

Esa costumbre inveterada de atribuir la mejor calidad de juego practicado al que pierde no es ya posible al tratar de los conjuntos que hemos tenido ocasión de observar, desapasionadamente, ayer en el campo de Vallecas.

El once que presentó Aviación en la contienda es, sin género de duda, un equipo notable, con buenas y acreditadas figuras en sus líneas; pero que tuvo que inclinarse ante el adversario, netamente superior en cuanto a eso, al conjunto, perfectamente acoplado a las dimensiones del terreno y con perfecta noción defensiva ante el arrollador empuje de Aviación, a los que favorecía – debiera de haber sido así – el fuerte viento.

Pero no; la mentalidad «directiva” del once de Aviación no estuvo a la altura de sus posibilidades individuales. O no tiene explicación que se obstinasen en el juego alto y cerrado en el centro, sin parar mientes en que el trío defensivo de Recuperación, por cierto muy eficaz, apoyado por la línea media, anulaba absolutamente a la tripleta de ataque de Aviación, mientras las alas rayaban inactivas, o en inútiles carreras en espera de un balón que nunca llegaba.

Así fue que, de las contadas veces que Aviación abrió el juego, tuvo que abrirse a su vez la defensa contraria, y entonces el terreno en el centro quedó practicable para que Sañudo recibiera un servicio adelantado, posible de rematar, como lo hizo, a gol.

Perdió Aviación, pues, porque Recuperación impuso el juego que le convenía, ya contra el viento, ya a favor de él; pero sobre todo, por aquella tenaz resistencia física y defensiva del primer tiempo, en que pasaron por momentos de verdadero apuro, sin por ello llegar al agotamiento de sus posibilidades, como lo demostraron en la segunda mitad, en la que fueron ellos los más peligrosos ante el marco.

Desde luego fueron los dos onces dignos adversarios el uno del otro, y el resultado no revistió caracteres de catástrofe, y eso que de los tres tantos que se apuntó el vencedor, quizá uno fue un regalito de la suerte, pero que demostró que el meta carece de serenidad o de experiencia; pues nunca debió dejarse engañar ni por el viento ni por el excesivo bote del balón en un terreno sin hierba que pisaba desde hacía una hora. Digamos que con dos a uno debió terminar positivamente el encuentro, pues las ocasiones o los fallos pudieron contarse por igual en ambos adversarios a lo largo del encuentro, y un resultado así no es para desesperar a nadie.

Tal vez en un campo de mayores dimensiones tuviera posibilidad de tomarse el desquite el once de Aviación, pero nunca podría perder de vista esta gran verdad: que ayer Recuperación fue superior a él.

Nos han gustado mucho Cuqui Bienzobas, Deva, Insausti y, sobre todo, Duque, el afortunado cancerbero de los vencedores. De los del «aire», Germán, Sañudo, Vázquez, y, algo menos, Mesa.

Por lo demás, el partido nos pareció bueno de verdad. Recordamos muchos “muy peores». Claro que nosotros no hemos visto fútbol en cerca de tres años, y este resurgimiento, así, de improviso, cuando ya empezábamos a contarnos entre los que abandonaron la tierra, nos lo muestra todo de color de rosa…

Pero no; con todo y con eso puede decirse, sin temor a equivocarse, que hay jugadores, que hay afición y que hay – ¡Dios mío, parece un sueño! – fútbol en Madrid.

A su vuelta a Valencia fueron recibidos, por los aficionados, como grandes campeones. Las derrotas primitivas ante los aviadores habían quedado borradas. Ahora sólo quedaba enfrentarse al otro grande de Aragón para poner en su sitio los viejos agravios de su inexperiencia y bisoñez. Dos equipos de gran solera durante el tiempo bélico, con aires de un nuevo desquite:

Recuperación de Levante – Zaragoza = 2-1

Fecha: 11 – junio -1939

Lugar: Valencia

Campo: Vallejo

Árbitro: Sanchis Orduña

Recuperación: Duque; Alvaro, Deva; Iturraspe, Cuqui, Irastorza; Insausti, Carlos, Mundo, Botana, Larrazábal.

Zaragoza: Inchausti; Gómez (Suárez; 46’), Uriarte; Muñoz, Soladrero,

Salas ; Ruiz (ojo, no el zaragocista, sino un joven del Peña Rufas, llamado también Racing, que era un equipo de barriada de Zaragoza), Ameztoy, Malón, Bilbao, Primo.

Goleadores: 0-1: Bilbao; 1-1: Carlos; 2-1: Mundo.

Fue un excelente partido, a tono con la entidad de los dos conjuntos, que entusiasmó al público valenciano que había abarrotado Vallejo. Y lo que causó mayor alegría fue ver cómo “su” equipo había revolcado al gran primera división de Aragón, región futbolística en la que había militado el club azulgrana.

¿Y el campo de Mestalla?

En el descanso del partido de octavos de final del Torneo Nacional de Fútbol (Copa del Generalísimo), entre el Aviación Nacional y el Betis Balompié de Sevilla en Vallecas, el señor Escartín, a la sazón cronista en El Alcázar, al par que gran jefe del Comité de Árbitros, entrevistaba al presidente de la Federación, señor Troncoso, acerca de su reciente viaje a Valencia:

«- Vengo maravillado del entusiasmo que he podido comprobar en Valencia. Ya saben ustedes que el campo de Mestalla quedó hecho una lástima. [Los marxistas dedicaron aquel magnífico estadio a cementerio de automóviles. Algunos millares de vehículos inservibles se amontonaban allí. La tribuna estaba destrozada; la cubierta es un colador gigantesco; no hay vestigio de madera, pues fue arrancada para leña; las gradas están derruidas; el terreno de juego está peor que un campo preparado para la siembra de patatas. ¡Una desolación!

» – ¿Peor que Chamartín?

Mucho peor. Pero en Valencia se está produciendo un milagro que quiero que conozcan y divulguen como ejemplo loable de entusiasmo. El arreglo de Mestalla alcanzaría seguramente algunos cientos de miles de pesetas. El Valencia no tiene dos reales, pero tiene un presidente que es el señor Casanova. Y el señor Casanova ha encontrado el hombre que le sacará del apuro: el teniente Alcántara “- ¿Es millonario el teniente Alcántara?

Es un hombre de acción. El teniente Alcántara con sus brigadas de trabajo, ha puesto manos a la obra, a la gigantesca obra, y tendrá el estadio en condiciones de ser utilizado en poco más de veinte días…El señor Casanova quisiera inaugurar Mestalla el domingo anterior aí que se juegue la final de la Copa del Generalísimo.

Entonces, ¿todo consiste en que el teniente Alcántara nos haga bueno el milagro?

Yo he visto empezar los trabajos y la organización, y sé de la competencia del teniente Alcántara… Si no surge algún contratiempo inesperado, insuperable, el partido se disputará en Mestalla, como queda dicho.

En el mismo vespertino “alcazareño”, el secretario técnico del Valencia, D. Luis Colina, escribía un artículo titulado “Mestalla resurge”, del que merece la pena entresacar algunos párrafos:

«El campo de Mestalla ha pasado muchas vicisitudes durante la guerra. Hasta poco antes de terminarse ésta, su aspecto era únicamente el mismo que teníamos todos los que sufrimos el dominio marxista. Nos faltaba la renovación interior y el enjabelgamiento de nuestro aspecto físico. Mestalla, sin renovación y sin enjabelgamiento físico, estaba sencillamente avejentado. Pero no hubiera pasado de ahí su peripecia si el mando marxista no hubiera tenido la ocurrencia de colocar una batería de antiaéreos junto al terreno de juego. Cierta noche los aviones nacionales bombardearon la batería y una bomba cayó en la tribuna del campo. La uralita que la cubría desapareció a espacios hasta ahora ignorados, y la instalación interior de enfermerías y vestuarios quedó bastante malparada.

«Desde aquella fecha, Mestalla sufrió todos los daños imaginables: fue depósito de chatarra, garaje de camiones destrozados, huerta de ocasión, hasta que en el reparto bélico le tocó en suerte albergar una buena porción de milicianos, sirviendo de improvisado campo de concentración. Los milicianos dejaron el campo más intransitable de lo que estaba: las gradas de madera desaparecieron entre las llamas, y la poca hierba que quedaba, entre los montones de vigas retorcidas y de ejes de camiones, sólo fue un recuerdo triste y nostálgico.

«Y ahora Mestalla está lleno de febriles trabajadores que, sin descansar, se ocupan de adecentar todo lo posible el terreno de juego y los anejos. Mestalla, que antes de la guerra tenía gradas de madera, va a tenerlas ahora de cemento y cubiertas. La cabida de las gradas de general va a ser aumentada y la tribuna tendrá dentro de poco el mismo gran aspecto que tenía en julio de 1936. Los trabajos dirigidos y proyectados por el constructor D. José Tormo, de cuya pericia profesional no es preciso hablar, van en camino de transformar el campo del Valencia F. C. en el mejor terreno, exclusivamente de fútbol, que exista en España. La grada larga, existente frente a la tribuna ya está iniciada. En otros lugares, por ejemplo, en la tribuna, los obreros colocan ladrillos y arreglan el maderamen; falta colocar la uralita que cubría la tribuna. El terreno de juego que, justo es decirlo, ha sido siempre irregular, está en bastante buen estado. Únicamente, de trecho en trecho, hay una calva ocasionada por el fuego que quemó las gradas desaparecidas.

El mismo señor Colina era entrevistado, en el diario Madrid, por la campeona de España de natación ||Marta González que hacía sus primeros ensayos periodísticos:

¿Cuándo se inaugurará el campo de Mestalla?

Se está tratando de que quede terminada la restauración para el próximo día 18 del presente junio. Los trabajos que se verifican son de bastante envergadura. Pues Mestalla ha quedado en situación lastimosa, tanto en el aspecto del terreno como en la gradería y tribunas; pero gracias a los esfuerzos que realiza el teniente Alcántara, del Recuperación de Levante, en unión de los señores Casa nova y Cotanda, actual presidente de la Federación Valenciana y las facilidades dadas por el teniente coronel Troncoso, el campo de Mestalla volverá a ser lo que fue.

¿Con qué partido se inaugurará?

Con el Osasuna de Pamplona, que jugará el domingo 18 contra el Recuperación de Levante, y el 19 contra el Valencia.

Lo cierto fue que el día 14 empezaron a retirarse los soldados obreros del Batallón de Trabajadores N° 105 y la maquinaria de los Zapadores del Cuerpo Ejército de Galicia. El pronóstico del presidente de la Federación Española había sido acertado. Sólo hubo un retraso de diez días; los deseos valencianos de inaugurarlo la semana antes de la final se pudieron cumplir…rtay que consignar que se reconocían los trabajos de los hombres del Recuperación de Levante en la reconstrucción de Mestalla otorgando a este equipo el honor de inaugurarlo.

Recuperación de Levante – Osasuna = 3-0

Fecha: 18 – junio – 1939 Lugar: Valencia Campo: Mestalla Árbitro: Sanchis Orduña

Recuperación: Duque; Alvaro, Deva; Iturraspe (Peña; 46’), Cuqui,

Irastorza; Insausti, Carlos (Gastón; 46’), Mundo, Botana, Larrazábal.

Osasuna: Cuevas; Laguardia, Cervantes; Echegoyen, Casariego,

Cardús; Doménech, Goiburu, Vergara, Paco Bienzobas, Gamón. Goleadores: 1-0: Mundo; 2-0: Insausti; 3-0: Botana.

Mestalla – al margen de la presencia de las autoridades militares y civiles de Valencia, entre las cuales se contaba el presidente de la Federación señor Troncoso, y de gran parte de los ‘periodistas de toda España – estaba abarrotado. Ningún aficionado al fútbol, y menos valencianista, se había querido perder esa ocasión histórica de la vuelta a la actividad de Mestalla. El último gran partido había sido nada menos que la final del Campeonato de España de 1936 entre el Madrid y el Barcelona, que había dado el título a los “merengues” y había supuesto la última – y por cierto colosal – actuación de Zamora en partido oficial.

El Recuperación fue superior a los pamplonicas -otro equipo que también había tenido mucho que decir durante la Guerra – y el tanteo quizá se quedó un poco corto. Los navarros se habían reforzado para la ocasión – sobre todo a la vista de que tenían que jugar dos encuentros seguidos – con el portero del Racing de Santander, Cuevas, con Casariego, del Stadium de Avilés, aunque navarro, y con Gamón, del Real Unión de Irún. Buena prueba del buen juego del Osasuna fue que al día siguiente – con algunos ligeros retoques, como Cuqui – empató con el Valencia (4-4).

Ciertamente el señor Colina no sólo había sido el primer secretario técnico profesional de un club en España, sino que tenía una dilatada experiencia en lo que se llamaba el oficio de “patrón de pesca”; esto es, con excelente apreciación de las cualidades de los jugadores sin descubrir, o descubiertos, pero con capacidad para hacer un buen papel en su club. Eran los tiempos en los que los secretarios técnicos eran los encargados de los fichajes… Por todo ello es impensable que el señor Colina – teniendo allí al Recuperación de Levante y con una excelente relación hecha a través de los continuos contactos con el teniente Alcántara en las largas jornadas de la construcción de Mestalla – se estuviera quieto. El inmediato futuro del Recuperación era la desaparición o, a lo sumo, la inserción en un campeonato militar, si llegaba a formalizarse… Como club no estaba federado. Es decir que estaba en una situación idéntica a la que padecía el Aviación Nacional en Madrid. El perspicaz señor Colina comenzó a gestionar una fusión o integración del equipo “recuperador” en su Valencia.

Porque si bien es mentira que todos los equipos tenían que empezar de cero, no lo era en cambio que muchos de sus jugadores se habían comprometido con otros clubs a lo largo de esas tres temporadas de guerra. Y ante él había casi docena y media de jugadores muy aprovechables, entrenados, con ritmo que le vendrían muy bien en el parcheo que forzosamente tendría que hacer en el club de Mestalla. Claro que tenía en su contra la simpatía del teniente Alcántara o de sus inmediatos superiores futbolísticos por el veterano Gimnástico de Valencia.

Este club fue fundado en 1909 y con orígenes modestos, muy populares, fue tomando un vuelo inusitado, hasta el punto de ser el primer club de Valencia. En los años 20 fue varias veces campeón de la Federación Regional Valenciana con una legión de seguidores fieles y enfervorizados. Pero el profesionalismo fue para este club – como para tantos otros equipos importantes de toda España – un verdadero hachazo. La mayor entidad económica del Valencia le fue dejando atrás en la calificación deportiva. Después de la Guerra 1936-39 estaba en un estado lamentable.

La ventaja, pues, era para el señor Colina.

Fue una sorpresa para el Recuperación de Levante el recibir una llamada de la Federación para que se desplazara a Barcelona para jugar un partido previo a la Final del Torneo Nacional. No cabe duda de que, lo mismo que había pasado en Madrid y Valencia, en Barcelona, adonde había sido llevada esa primera final de posguerra, había una curiosidad inmensa por conocer a los dos equipos militares de mayor prestigio. Tal curiosidad fue satisfecha por el teniente coronel Troncoso, previa anuencia del general Moscardó, ofreciendo un fastuoso aperitivo futbolístico a la final Sevilla – Racing de El Ferrol.

Aviación Nacional – Recuperación de Levante = 3-2

Fecha: 25 – junio – 1939

Lugar: Barcelona

Campo: Estadio Olímpico de Montjuich

Árbitro: Vilalta

Aviación: Guillermo; Mesa, Aparicio; Blanco, Germán, Machorro; Santi, López Herranz (Escudero; 46’), Sañudo, Campos, Vázquez.

Recuperación: Duque; Alvaro, Deva; Iturraspe, Cuqui, Irastorza; Insausti, Carlos, Mundo, Botana, Larrazábal.

Goleadores: 1-0: Vázquez (27’); 1-1: Larrazábal (67’); 2-1: Campos (80’); 3-1: Escudero (82’); 3-2: Mundo (85’).

Fue un partido de poder a poder. Ambos equipos mantenían una rivalidad evidente que les hacía superarse en sus confrontaciones. Constituían lo que años después se llamaría un “derby”. No, no defraudaron a los aficionados barceloneses. Justificaron su fama que los había llevado a ese prólogo histórico. Esta vez los «aviadores” tuvieron esa suerte que tanto había echado de menos el señor Rienzi en el debut del Recuperación en Madrid. Y su victoria fue justa.

Con respecto a las alineaciones de los dos equipos hay que consignar los errores cometidos por la prensa barcelonesa. Posiblemente porque los cronistas, tanto de los periódicos como de la agencia que sirvió la noticia al resto de los diarios españoles, con redactores barceloneses, no conocían a los jugadores que habían actuado en la llamada Zona Nacional. De tal suerte que consignaban a Bracero en el Aviación y a Costa y Poli en el Recuperación. Errores injustificables porque Iturraspe – omitido – Bracero, Costa y Poli habían jugado ya en Primera División antes de la Guerra en el Sevilla y Valencia. Y no hay que olvidar que de los 23 contendientes eran de Primera División en 1935- 36 Guillermo, Mesa, Germán, Santi, López Herranz, Sañudo, Deva, Iturraspe y Cuqui Bienzobas…

Al domingo siguiente, a la vuelta a Valencia, les aguardaba otro “partido del año”. El deseado y esperado

Valencia – Recuperación de Levante = 0-3

Fecha: 2 – julio – 1939

Lugar: Valencia

Campo: Mestalla

Árbitro: Donat

Valencia: Galcerá; Serrador, Juan Ramón; Blasco, Martínez, Borín; Felipe, Llácer, Asensi, Gaspar Rubio, Richart.

Recuperación: Amador; Alvaro, Villarroel; Peña, Cuqui, Irastorza; Carlos, Gastón, Larrús, Botana, Carbonilla.

Goleadores: 0-1: Larrús; 0-2: Galcerá/Carlos; 0-3: Carbonilla.

¿Se comprenden, ahora, los “tientos» que el señor Colina echaba al teniente Alcántara? El resultado fue justo. El Recuperación, aun sin algunos de sus titulares, barrió al equipo valencianista. El desquite quedó concertado en la misma tribuna de Mestalla para fin de mes, porque el Recuperación no tenía ninguna fecha libre hasta entonces. Buena prueba de lo solicitado que estaba…

Hércules de Alicante – Recuperación de Levante = 0-1

Fecha: 10 – julio – 1939

Lugar: Alicante

Campo: Bardín

Hércules: Pérez; Del Pino, Maciá; Salvador, Medina, Salas; Micha, Perdomo, Cervera, Tatono, Tormo.

Recuperación: Puente; Alvaro, Deva; Peña, Iturraspe, Irastorza; Carbonilla, Gastón, Mundo, Botana, Manolín.

Goleadores:0-1: Mundo (80’).

Ajustada victoria que no reflejaba la realidad del partido. Si se tomaba en cuenta la calidad del juego, debió vencer el Hércules, con un equipo acoplado – eran prácticamente los mismos jugadores que los de la última temporada 1935- 36 -; pero si se calibra la profundidad del juego y la mala puntería de los delanteros azulgranas, el tanteo era escaso. Y menos mal que Mundo enganchó uno de sus trallazos imparables… Porque Pérez estuvo inmenso y Del Pino y Maciá demostraron su calidad de forma abrumadora.

Y de allí, a la Ciudad Condal. El buen recuerdo dejado en el prólogo a la final urgió por parte de los barcelonistas la presencia de los “recuperadores”.

F.C. Barcelona – Recuperación de Levante = 3-2

Fecha: 18 – julio – 1939

Lugar: Barcelona

Campo: Las Corts

Árbitro: Comorera

Barcelona: Miró; Babot (Soler; 46’), Picas; Muñoz, Rovira, Franco; Homedes, Estrada, César, Herrerita, Pagés.

Recuperación: Puente; Alvaro, Deva; Peña, Cuqui, Irastorza; Insausti, Paco Bienzobas, Mundo, Botana, Poli.

Goleadores: 1-0: Estrada; 2-0: César; 2-1: Insausti; 2-2: Paco Bienzobas; 3-2: Rovira.

Partido muy movido y cuyo resultado se mantuvo incierto hasta el postrer remate de Rovira a la salida de un “comer” en los últimos minutos. El Barcelona estaba intentando la estructuración de un equipo a base de juventud autóctona y veteranía foránea. A la espera de la recuperación de los jugadores que actuaban en Francia – Raich, Balmaña, Escolá – y reemprendiendo las gestiones por el ala ovetense de Herrerita y Emilín, más las aspiraciones sobre el zaragocista Muñoz, el alicantino Maciá y los que esperaba intentar del Recuperación – le interesaban Alvaro, Cuqui y Mundo – confiaba montar un equipo competitivo a la altura de su historial.

Y el desquite en casa…

Valencia – Recuperación de Levante = 1-2

Fecha: 30 – julio – 1939

Lugar: Valencia

Campo: Mestalla

Árbitro: Tamarit Falaguera

Valencia: Valero; Melenchón, Juan Ramón; Bertolí, Iturraspe, Prats; Felipe, Cuenca, Martínez Catalá, Gaspar Rubio, Doménech.

Recuperación: Amador; Alvaro, Deva; Botana, Cuqui, Irastorza; Carlos, Gastón, Mundo, Larrús, Carbonilla (Poli; 46′).

Goleadores: 1-0: Iturraspe (“penalty”); 1-1: Mundo; 1-2: Larrús.

El Valencia, pese a la incorporación de hombres de calidad – al menos provisionalmente, como los levantinistas Valero y Martínez Catalá – y recuperación de viejos valencianistas como Melenchón, Juan Ramón, Bertolí, Iturraspe, Felipe, Gaspar Rubio y Doménech, no pudo sacarse la espina. Bien que esta derrota fue por la mínima y con un “penalty” por medio.

Por otra parte, las inquietudes del señor Colina se habían calmado un tanto. La disposición del COE / Consejo Nacional de Deportes y vehiculada por la Federación a los clubes volvía a cada “mochuelo” a su olivo. Los clubes ocuparían el puesto que tenían en junio de 1936 y los jugadores volverían a los clubes por los que tuvieran ficha en vigor en aquella fecha. Ello marcaba el regreso de todos los valencianistas que tuvieran contrato en vigor con el conjunto blanco y la incorporación a sus clubes de los del Recuperación de Levante; lo cual dejaba el “coto de caza” muy reducido. Quedarían libres Álvaro, Deva, Botana, Carlos, Mundo y algún otro de los menores… Pero mientras no se licenciaran o se disolviera el Recuperación, allí seguirían.

De momento les esperaba África…

Fue una excursión un tanto fatigosa por mor de las comunicaciones no muy fluidas en aquellos momentos y aumentada por el paso del Estrecho con una marejadilla que les acabó de noquear. En Ceuta había el entusiasmo que puede suponerse. Había una gran afición al fútbol y una no menor simpatía hacia los equipos militares que habían jugado durante la Guerra. Se les esperaba con gran ilusión y como complemento de las fiestas locales. Y no se piense que en Ceuta estaban ayunos de buen fútbol… Debido a la Guerra, por Ceuta, plaza eminentemente militar, habían pasado muchísimos jugadores profesionales por cuestiones de destino militar. De aquí que en el Ceuta Sport hubieran militado muchas figuras de entidad y tronío.

Ceuta Sport – Recuperación de Levante = 2-1

Fecha: 6 – agosto – 1939

Lugar: Ceuta

Campo: Municipal

Ceuta. Guillamón; Eusebio, Villalonga; Oramas, Méndez, Fontcuberta; Abad, Salustiano, Santos, Cortón, Bravo.

Recuperación: Amador; Alvaro, Deva; Botana, Cuqui, Irastorza; Carlos, Gastón, Mundo, Larrús, Poli.

Goleadores: 1-0: Salustiano; 2-0: Bravo; 2-1: Mundo.

Partido jugado con mucha lentitud. Ritmo impuesto por el Recuperación que prefiere retener el balón ya que sus condiciones físicas no están en lo más alto. Ese viaje… Ello, unido a que se empeñan los azulgranas en canalizar todo el juego por el centro, facilita la defensa de los ceutíes. Eso hace que al descanso se llegue con el resultado, favorable a los locales, de 2-0. El segundo tiempo tuvo mayor rapidez y mucha mala suerte para los visitantes; por un lado, Guillamón y Villalonga eran un muro impenetrable; por otro, el travesaño repelió tres tiros de Mundo, uno de Cuqui y otro de Irastorza. Y cuando ya desesperaban de que sus disparos no tropezaran en la madera – uno de ellos fue, en carambola, de poste a poste y salió -, Mundo acertó en un tiro absolutamente imparable.

Gustó el Recuperación aun cuando todos señalaron que la delantera azulgrana había estado mal; salvo Mundo, muy desasistido, el resto fracasó completamente. Bien es verdad que había estado compuesta por retazos; ni

Carlos era extremo, ni Gastón y Larrús interiores. En el otro equipo brilló la velocidad de Salustiano y Bravo que hicieron trabajar de lo lindo a la zaga azulgrana. El Ceuta tenía unos jugadores de la talla de Guillamón, Villalonga, Oramas, Salustiano, Cortón y Bravo. En el Sevilla de posguerra brillarían Guillamón, Villalonga, Cortón y Salustiano; en el Barcelona y la Selección, el colérico, diminuto y velocísimo Bravo.

Ceuta Sport – Recuperación de Levante = 2-1

Fecha: 8 – agosto – 1939

Lugar: Ceuta

Campo: Municipal

Ceuta: Guillamón; Eusebio, Villalonga; Oramas (Caliani; 46’), Méndez, Fontcuberta; Abad, Salustiano, Santos (Llanos; 46’), Cortón, Bravo.

Recuperación: Amador; Alvaro, Deva; Botana, Cuqui, Irastorza; Carlos, Gastón, Mundo, Larrús, Poli.

Goleadores: 1-0: Salustiano; 1-1: Mundo; 2-1: Bravo.

Partido jugado de poder a poder. La rapidez del juego hizo que el balón fuera de portería a portería casi como si fuera un «match” de tenis. La gran figura de la tarde fue Cuqui Bienzobas. Muy bien ayudado por Irastorza, quien también hizo un «partidazo”. Y luego Mundo, claro… Por el Ceuta, el trío defensivo y Bravo; éste fue quien, a cinco minutos del final, hizo una jugada inverosímil: tomó el balón en su campo y en una carrera asombrosa dejó sentados a Botana y Álvaro y le cruzó el balón con toda tranquilidad a Amador.

El Recuperación salió dispuesto a llevarse la victoria y aplastó en su área a los ceutistas. Su trío defensivo estuvo descomunal repeliendo todo el juego “recuperador”. Guillamón, Eusebio y Villalonga hicieron el partido de su vida. Y salvaron unos cuantos goles; Eusebio sacó un balón en la misma raya y Guillamón voló de palo a palo durante muchos minutos. A no ser por la poca coordinación de los delanteros azulgranas, ese partido no se les hubiera ido de las manos. Pero se les fue. Dominaron más de una hora y su adelantamiento lo pagaron caro. Se llegó al descanso con empate a uno. Y cuando parecía inevitable la derrota del embotellado Ceuta, la escapada genial de Bravo dictó todo lo contrario.

A los cronistas locales se les notaba, por entre su entusiasmo por el triunfo de su equipo, su admiración por tres jugadores del Recuperación: Álvaro, Cuqui y Mundo. A los tres los consideraban como inminentes internacionales en el equipo español, junto a sus Villalonga, Salustiano y Bravo. Alguno acertaron…

No fue muy brillante la excursión en cuanto a los resultados, pero hay que poner en la balanza de las disculpas el viaje y los dos partidos seguidos. Sin embargo, había satisfacción por el tono del juego.

Y se llegaba al final de trayecto. Prácticamente estaban jugando ya en el filo de la navaja. Los torneos nacionales estaban ya encajados y con calendario tanto de Campeonatos Regionales como de Liga; los equipos ya completaban sus plantillas y reclamaban a sus jugadores que no todos devolvían con agrado. La Federación tenía que ir resolviendo los casos que les presentaba la “resistencia pasiva” de muchos equipos grandes durante la Guerra: el Deportivo Alavés contra el Madrid y el Zaragoza; el Oriamendi con el Athletic de Bilbao; el Sevilla contra el Ceuta Sport, etc. Afortunadamente la Disposición de volver el reloj a 1936 sólo dejó ante la mesa federativa la cuestión del Oviedo y la solución para el Athletic de Madrid y el Osasuna de Pamplona, que no sólo iba a dar mucho juego periodístico en aquellos días, sino que iba a colear muchos años después por los resentimientos de quienes no tenían razón. Como siempre…

Quiere esto decir que cuando el Recuperación cruzaba el Estrecho de Gibraltar ya estaba desguazado. El Ejército liquidaba a sus equipos una vez finalizada la Guerra. D. Luis Colina ya tenía en su plantilla a Álvaro, Mundo, Iturraspe, Botana, Carbonilla y Poli. Deva estaba fichado por el Zaragoza. Cuqui Bienzobas, Irastorza y Gastón volvían a su Osasuna, Amador tenía compromiso con el Gimnástico valenciano, aunque acudió presuroso a la llamada del Valencia, Carlos -que en algunas alineaciones había aparecido como Carletes – se integró al Levante valenciano, Larrús – cuyo apellido era Larruscain -, que había tenido ficha por el Valencia, se volvió a su Vizcaya con Larrazábal. Puente salió para Cataluña y Duque para Jerez en donde tenía ficha con el Xerez…

Pero la ciudad de Valencia no quería que “su” Recuperación desapareciera en la mar. Pidió a las autoridades militares una ocasión para poder despedirse cariñosamente de los jugadores en un acto solemne.

Fue organizado cuando ya las competiciones nacionales estaban a punto para iniciar su marcha

Valencia – Recuperación de Levante = 1-4

Fecha: 17 – septiembre – 1939 Lugar: Valencia Campo: Mestalla Árbitro: Monterde

Valencia: Galcerá; Melenchón (Alepuz; 46’), Juan Ramón; Bertolí, Igual, Prats; Felipe, Amadeo, Martínez Catalá, Goiburu, Doménech. Recuperación: Amador (Puente; 46’); Álvaro, Calpe; Botana, Cuqui, Irastorza; Carbonilla, Carlos, Mundo, Gastón, Poli.

Goleadores: 0-1: Mundo; 0-2: Gastón; 1-2: Amadeo; 1-3: Mundo; 1-4: Carlos.

Hubo una ovación absolutamente de gala cuando salió a Mestalla el equipo militar. La afición valenciana agradecía al equipo de Recuperación el haberle proporcionado el primer fútbol de calidad de después de la Guerra.

También estaba en el recuerdo de los aficionados que gracias a este equipo podía estar allí, en Mestalla, pues había sido el mediador para la ayuda militar que había hecho posible una reconstrucción del terreno valencianista en unas semanas; de no mediar tal ayuda, acaso todavía no tuviera domicilio propio hasta meses después… En algunos jugadores había lágrimas. Al fin y al cabo, allí, en Valencia, habían encontrado un hogar “estable” y desde allí habían cumplido la trayectoria más brillante de su breve vida deportiva. Catorce partidos habían disputado con base en Valencia y desde el inmediato Castellón de la Plana habían completado los partidos oficiales. No es pues extraño que los que pudieron acudir a esa despedida estuvieran emocionados. El apellido de Levante se les había metido muy dentro. Muchos de ellos se afincarían allí para acabar su trayectoria deportiva. No pudieron estar Deva – a quien los compromisos del Zaragoza impidieron llegar a Valencia; ocupó su puesto Calpe, defensa del Levante, cuyo hijo, andando los años, sería importante defensa del Madrid de los años 60 -, Larrús, Insausti, Larrazábal, Duque, Peña…

En el periódico valenciano Levante se dedicaban unos párrafos al Recuperación de Levante en este su homenaje a benéfico de la campaña antituberculosa. Decía FIX:

«El equipo militar Recuperación de Levante ha terminado su corta y brillantísima vida deportiva. Y por cierto de forma magnífica.

Su última exhibición – frente al Valencia – no pudo ser más completa. Tarde espléndida de buen juego; triunfo amplio sobre su oponente; logro de una espléndida copa, galardón que el Excmo. Gobernador Civil de la provincia donaba para el vencedor de la lucha del domingo en Mestalla; ovaciones unánimes del público valenciano. Satisfecho puede estar el teniente Alcántara de los muchachos que han defendido el nombre del equipo por él representado. Si los clubs profesionales imitaran la disciplina y el amor propio que de manera tan abundante ha sabido ofrecer el equipo militar hoy desaparecido, podríamos asegurar un rápido engrandecimiento del fútbol nacional. No regateamos nuestro aplauso al Recuperación de Levante, quien deportivamente mostró en todas sus actuaciones una corrección, una capacidad y un entusiasmo digno de toda loa.

El partido celebrado en Mestalla nos pareció el más completo de cuantos llevan jugados los equipos de fútbol que han desfilado por los campos valencianos después de la liberación de la ciudad. Los atletas del Recuperación, poseídos de una dignidad profesional sin límites, hicieron gala durante toda la tarde de grandes deseos de vencer. Y como al servicio de tal causa pusieron en juego todo su entusiasmo y todas sus dotes de buenos futbolistas, el partido les resultó completo. Ajuste en todas sus líneas, compenetración y trabazón en ellas, valentía en los remates, ansia de balón. He aquí el secreto de su éxito.

Los tantos obtenidos fueron todos de emoción, así como jugadas que el público aplaudió con calor. Aquello era buen fútbol.

En anteriores crónicas hemos mostrado nuestra preferencia por determinada clase de juego – todos tenemos nuestras debilidades – y como en la tarde deportiva de Mestalla nos lo ofrecieron y abundante, disfrutamos de verdad: Una defensa dura y segurísima, una línea media conducida por Cuqui Bienzobas, quien él solo se bastaba para contener a la delantera contraria y un centro delantero habilísimo en la conducción del ataque; rápido y sobrio en el sorteamiento de contrarios, y seguro, fuerte y fácil en el remate, Mundo.

No solemos aplaudir nunca como espectadores en los campos de fútbol.

Y el domingo aplaudimos. Aquella jugada prolongada y de asedio ante la puerta valencianista – paradas del meta, remates continuados de los azulgranas, despejes forzados de Juan Ramón y Allepuz – emocionaba al más británico.

Terminado el juego, subieron los capitanes de los equipos al palco presidencial. El gobernador civil, D. Francisco Planas de Tovar, saludó a Goiburu y Cuqui Bienzobas, agradeciéndoles su colaboración al benéfico fin a que se destinaba el partido y entregó a Bienzobas la copa ganada por su equipo.

Digna crónica de tan grande equipo. Traerlo aquí, recuperando su olvidado recuerdo, era un acto de justicia deportiva y una obligación de rescate de la memoria histórica del fútbol español.

Hubo una vez un gran equipo llamado Recuperación de Levante…




El historiador Juan Garrido del Río

El atento lector de la obra de Félix Martialay se habrá percatado sin duda de los reiterados agradecimientos que nuestro querido maestro le hizo en varios de sus libros a una desconocida figura: Juan Garrido del Río.

Juan Garrido apareció por primera vez en los agradecimientos en la Historia de la Selección Española de fútbol de 1968, inédita y ahora recuperada por CIHEFE. En aquel libro se decía sucintamente así (p. 11):

Y habrá, también, gran cantidad de aficionados, de esos ignorados eruditos, que completarán las lagunas que su archivo admirable no tiene y que sí tenía el mío. En tal sentido quiero subrayar la ayuda prestada por don Juan Garrido, quien me ha brindado no solo su archivo, sino su tiempo para evitar gazapos.

Veintitrés años después volvió don Félix a acordarse de Juan Garrido, esta vez citándolo también con su segundo apellido. Era en el Anuario de 1991 publicado por la RFEF, en cuya página 692 decía así:

La información de resultados, al carecer de las actas de los partidos, se tomaron de los periódicos de cada época y momento. Para su comprobación se consultaron diversas fuentes, principalmente de las publicaciones del Centro de Investigaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español, y de los archivos particulares de los señores don José del Olmo Rodríguez, don Juan Garrido del Río y don Ramón Moraleda Gutiérrez.

Transcurrieron veinticinco años más y Martialay volvió a acordarse de Juan Garrido. Esta vez fue en su libro Todo sobre la selección española (2006), en cuya página 7 dejó la siguiente dedicatoria:

JuanGarrido01A la memoria del coronel D. Juan Garrido del Río, quien dedicó muchísimas horas de su vida a estudiar el fútbol español y fue anotando minuciosamente todas sus vicisitudes, principalmente las de la Selección de España. Con enorme gratitud.

En la última obra publicada por don Félix en vida, Todo sobre todas las selecciones (2007), en una especie de prólogo llamado “En un principio fue la vaca” (págs. 7 y ss.), el coronel Garrido aparece en varias ocasiones:

[…] Pero mi vaca –la vaca por antonomasia entre los de este oficio de historiadores prolongado por el menester de estadísticos por algunos entrañables amigos–, también refugia parte de su entidad en dos archivadores metálicos de tres cajones en los que se suspenden las carpetas que llevan en su seno otros miles de recortes recogidos en subcarpetas de papel perfectamente rotuladas por aquel amigo del alma que fue el coronel Garrido, a quien rendí homenaje en el libro Todo sobre la Selección Española, antecedente de este.

Pero la vaca, mi vaca, aún se amplía más; se desparrama por el prado de una cincuentena de archivadores manuales, apaisados o verticales, en donde hay fichas de partidos, fichas de jugadores –unas 15.000–, fichas de temporadas enteras. La mayoría de estos documentos, como los del fallecido coronel Garrido, están escritos a mano.

[…] Dudas, a veces urgentes, evacuadas por teléfono, y a veces con estancias de horas y horas a lo largo de mañanas enteras para profundizar en alguna temporada o para consultar alineaciones, autores de goles, circunstancias de algún partido. ¡Qué sé yo…! Lo más grave de la consulta es cuando el estudioso dice solemnemente “veamos las carpetas del coronel”.

[…] Ya en casa, me acerqué a la vaca. No sé si allí, directamente, o previa consulta con el coronel Garrido, que todavía vivía y con el que intercambiaba información, notas manuscritas, datos, hallazgos y errores subsanados […].

Nada mejor que estos párrafos para expresar y entender el aprecio y respeto que Félix Martialay tenía por Juan Garrido del Río. Ahora bien, ¿quién fue este coronel, cuya figura solo es conocida por estos breves retazos que dejó don Félix en sus obras a lo largo de cincuenta años?

Juan Garrido del Río recibiendo de manos de Lorenzo Sanz la insignia de 25 años de socio

Juan Garrido del Río recibiendo de manos de Lorenzo Sanz la insignia de 25 años de socio

Como investigadores de la historia del fútbol nuestro compromiso era indagar sobre quién había sido el coronel Garrido. No podía pasar más tiempo. De él solo conocíamos estas breves notas y su enorme y magnífico archivo, heredado por don Félix al fallecimiento de Garrido y actualmente incorporado al archivo de CIHEFE.

Nos encontrábamos con un nombre y unos apellidos, pero nada más. Ni sabíamos en donde había estado destinado ni el Cuerpo o Arma militar a la que perteneció, ni tampoco sabíamos ningún dato de nacimiento o fallecimiento, así que la tarea no era fácil ni mucho menos. Durante un periodo de tiempo estuvimos tratando de localizar algún dato consultando diversas web de internet donde se detallaban personas fallecidas, pero sin obtener resultados positivos.

Estuvimos consultado número de teléfonos que obtuvimos de una guía telefónica de Madrid, pero figuraban aproximadamente mil números cuyo primer apellido del titular era Garrido, lo que prácticamente suponía buscar una aguja en el pajar. Aun así, se intentó en muchos de esos números, lamentablemente, sin lograr localizar nada.

Más tarde y, cuando estábamos a punto de abandonar el objetivo, por no cejar en nuestro empeño, comentamos el asunto con un vecino que había sido  Coronel de Artillería. Le picó también la curiosidad y se ofreció a acompañarnos al Organismo correspondiente a ver si podíamos obtener algo de luz; allí, nos recibió el Jefe de mismo rango que nuestro amigo.

Le comentamos el motivo de nuestra visita y, muy amablemente, se prestó a tratar de ayudarnos. Tomaron nota del nombre –único dato que teníamos– y quedaron ambos coroneles emplazados para una próxima ocasión si se obtenía información.

Aproximadamente un mes después, nuestro vecino se presentó en casa con una nota escrita a mano donde figuraban los siguientes datos: el nombre de Juan Garrido del Río, una dirección postal y un número de teléfono, así como el nombre de su esposa.

Ya estábamos más cerca de nuestras pretensiones. Nuestro ánimo se elevó considerablemente, pero no fue fácil. Llamamos en varias ocasiones y a distintas horas al número que nos habían facilitado, pero no contestaba nadie. En realidad, desconocíamos si su esposa vivía y si podrían existir hijos de dicho matrimonio; y en ese caso, si continuarían habitando en el domicilio que nos habían facilitado.

Así, hasta que en otra ocasión más, una voz de mujer contestó al teléfono. Preguntamos si la persona que nos atendía al otro de la comunicación era familiar del coronel y, cual sería nuestra sorpresa al contestarnos que precisamente era su hija. Por fin estábamos en el buen camino de la vida del coronel Garrido.

Pero para conocer datos de su biografía tendríamos que esperar un poco más. Cuando hablamos en aquella ocasión con su hija, su ánimo no estaba para más conversación, dado que hacía pocos días que su madre había fallecido. Por tanto, retrasamos para una próxima ocasión nuestra cita; es más, nos indicó que esperáramos algunos meses…

JuanGarrido03Transcurrió dicho tiempo, y volvimos a telefonear. Esta vez, a la primera nos contestó nuestra interlocutora. Después de un largo rato de conversación quedamos para vernos en Madrid, hecho que ocurrió la tarde del sábado 18 de octubre de 2014.

Mientras tomábamos un café en una terraza de un bar, su hija, Victoria, nos fue detallando diversos hechos acaecidos en la trayectoria de su padre. Nos indicó que había nacido el 18 de noviembre de 1920 en Málaga y que su fallecimiento se produjo el 25 de diciembre de 1999, a la edad de 79 años.

Había sido Coronel de Infantería. A su vez, ya su padre había sido igualmente militar. Según nos relató, estuvo destinado, entre otros lugares, en la Academia Militar de Toledo, en el Palacio de Oriente, y había participado en la Guerra del Ifni. Ya en la reserva se dedicó a organizar eventos de militares retirados. Más tarde, lo nombraron Secretario Perpetuo del Cuerpo de Infantería.

JuanGarrido04Magnífico aficionado al fútbol, socio del Madrid, en el cuartel recortaba todos los periódicos que tenía a su disposición para formar pequeñas carpetas con cada uno de los partidos de España. Jubilado y casi hasta su muerte, continuó coleccionando esas magníficas carpetas que ahora custodiamos en CIHEFE.

Valgan pues estas líneas de homenaje y recuerdo al “viejo coronel”, como don Félix solía llamarlo.




La Liga del Mediterráneo

Nota previa aclaratoria:

El 2 de febrero del año 2005 el Grupo Parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds presentó una proposición no de ley en virtud de la cual se solicitaba que se instara a la RFEF el reconocimiento de «oficial» al torneo jugado en 1937 denominado Copa de España Libre. Aunque no fue aprobada hasta el 27 de septiembre de 2007, para entonces la RFEF contaba con un informe de CIHEFE en el que se demostraba que aquella competición no había sido oficial.

Tal informe quedó publicado en el número 1 de los Cuadernos de Fútbol, y con base en él la Asamblea General de la RFEF rechazó tal reconocimiento el 10 de julio de 2009 por 122 votos a favor, 2 abstenciones y ninguno en contra.

 En el texto de la proposición no de ley se hacía también referencia a la Liga del Mediterráneo. Venía a plantearse que en la temporada 1936-37 se habían continuado las competiciones oficiales (Liga y Copa), y que solo retrospectivamente «el franquismo» le había quitado la categoría que merecían. Dado que esta proposición venía de ámbitos relacionados con el Levante, campeón de la Copa de España Libre, no se pedía explícitamente el reconocimiento también de la Liga del Mediterráneo, pero cierto es que ya planteado parecía un paso siguiente muy probable.

 Por ello en octubre del año 2007, tras la aprobación por el Congreso de los Diputados, la RFEF solicitó a CIHEFE un nuevo informe, esta vez respecto de la Liga del Mediterráneo, firmado por Félix Martialay, José del Olmo y Víctor Martínez Patón.

 Si redactáramos de nuevo el informe es probable que se planteara en términos diferentes, pero entendemos que es oportuno en este momento reproducir el informe tal y cual fue entregado a la RFEF, sin que por ello renunciemos a volver sobre el asunto en futuras ocasiones.

 La conclusión en todo caso no variaría en absoluto: la Liga del Mediterráneo no fue un torneo oficial.

Víctor Martínez Patón (Presidente del CIHEFE), 25 de noviembre de 2015.

La Liga del Mediterráneo (1937)

Informe técnico sobre el carácter del torneo

José del Olmo (IFFHS)

Félix Martialay (IFFHS)

Víctor Martínez Patón (CIHEFE)

1. Antecedentes

Con fecha 8 de febrero de 2005 la Mesa del Congreso, a petición del Grupo Parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, admitió a trámite bajo la forma de Proposición no de Ley (al amparo del artículo 194 del reglamento del Congreso) la solicitud de “reconocimiento de la Copa de la España Libre o Copa de la República como legal y oficial a todos los efectos”.

Esta solicitud, remitida por la Mesa a la Comisión de Educación y Ciencia del Congreso, se acompañaba de un texto en el que el grupo parlamentario solicitante explicaba las razones que a su juicio avalaban la propuesta. De dicho texto, publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales (15-2-2005, Serie D, núm. 154, págs. 19-21) caben extraerse los siguientes párrafos:

El “alzamiento”, “sublevación” o “golpe de Estado”, como queramos denominarlo, obligó a suspender la competición con su ámbito estatal. No obstante, en la zona de legítimo gobierno institucional se continuó, no se sabe con certeza si por deseo político o social, un campeonato llamado “Liga del Mediterráneo” que venía a paliar el déficit y la penuria deportiva y, por otro lado, contribuir a intentar mantener la normalidad institucional y ciudadana en la zona del estado (sic) todavía bajo el control del Gobierno legítimo.

Esa Liga del Mediterráneo no fue la única competición realizada, también con los mejores equipos clasificados en esa liga se jugó la mal llamada “Copa de la España libre” […].

Cuando la guerra paró la liga española se organizó en el bando no sublevado, es decir, la parte republicana había dos campeonatos regionales (sic):

a)     La Liga mediterránea: Debía (sic) ser jugada por los seis equipos de los dos campeonatos, pero sólo había cuatro equipos inscritos en el campeonato de Levante (Hércules FC, Murcia FC, Cartagena FC se retiraron, porque sus ciudades fueron bombardeadas). La presencia catalana también había sido reducida a cuatro equipos (sin el CS Sabadell y el FC Barcelona). Al final, el torneo fue jugado por los cuatro equipos del Campionat de Catalunya 1937: CE Espanyol (sic), FC Barcelona, Girona FC (sic) , Granollers la FC y los cuatro equipos de Levante: Levante FC, Valencia FC, Gimnástico FC y Castellón Atlético (sic) (este último inscrito para completar ocho equipos).

[…] Por todo ello se presenta la siguiente Proposición no de Ley:

“El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a:

[…] 2. Proponer al resto de Federaciones de distintas disciplinas deportivas constituidas, la realización de una investigación para la comprobación de la realización de campeonatos entre los años 36 y 39, de carácter similar al explicitado para el fútbol y si tuvieran resultado positivo, el reconocimiento oficial de dichos campeonatos a todos los efectos”.

Con fecha 27 de septiembre de 2007 se aprobó la Proposición no de Ley, aunque con el texto modificado tras una enmienda presentada por el Grupo Parlamentario Socialista:

Proponer a la Federación Española de Fútbol una investigación para la comprobación de la realización del Campeonato de Copa de 1937, la final de Barcelona de ese año y el resultado que dio como vencedor al Levante U.D. (sic) y, si tuviera resultado positivo, el reconocimiento oficial de dicho campeonato, participantes y vencedor a todos los efectos.

En los párrafos trascritos de la proposición del grupo parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds queda patente junto a la demanda de reconocimiento específico de la Copa de la España libre como Campeonato de España, una voluntad general de reconocimiento de los torneos deportivos disputados durante la última guerra civil española; esta voluntad queda plasmada en el punto segundo del texto estricto de la Proposición no de Ley, que finalmente ha sido suprimido de la aprobada por el Congreso.

Esta voluntad de reconocimiento general es la base que legitima para que otros torneos de fútbol u otros deportes, diferentes de la Copa de la España libre, soliciten en lo sucesivo un reconocimiento oficial.

Entre estos otros torneos cabe destacar aquel al que se hace referencia en diferentes párrafos del texto que acompañaba a la Proposición no de Ley, reproducidos anteriormente. Esto es, la llamada Liga mediterránea o Liga del Mediterráneo.

La solicitud de reconocimiento oficial de la Liga del Mediterráneo es coherente con la de la Copa de la España libre, y cabe suponer que si la pretensión de la segunda es que sea reconocida como Campeonato de España, la de la primera será la de la equiparación como Campeonato Nacional de Liga.

Es por todo ello que el presente informe tiene la pretensión de responder a la pregunta siguiente: ¿debe la RFEF reconocer la Liga del Mediterráneo como la edición de 1936-37 del Campeonato Nacional de Liga?

2.Antecedentes de hecho

Ante la ausencia de documentos oficiales que permitan un estudio directo en las fuentes primarias se detalla a continuación los hechos sobre la base de las noticias publicadas en la prensa, en particular en El Mundo Deportivo de Barcelona.

9 de diciembre de 1936: el Sr. Rodríguez Tortajada, presidente del Valencia FC, presenta en la sede de la Federación Catalana de Fútbol el proyecto de celebración de un torneo entre el Valencia, Levante, Gimnástico y Hércules y los cuatro mejores clasificados del Campeonato de Cataluña. Propone igualmente dos nombres para el torneo: Liga Catalano-Valenciana o Liga Mediterránea. Los representantes de la Federación Catalana rechazan la propuesta puesto que les parece que les va a resultar onerosa económicamente.

7 de enero de 1937: se confirma que los equipos valencianos aceptan el pago de mil pesetas por desplazamiento a los clubes catalanes, por lo que estos finalmente aceptan jugar el torneo. Se ignora la fecha de tal solicitud.

14 de enero de 1937: se anuncia que el nombre definitivo que se le ha dado al torneo es el de Liga Oficial Levante – Cataluña. Días más tarde se produce la última modificación del nombre del torneo, que finalmente se disputará bajo la denominación de Liga del Mediterráneo.

31 de enero de 1937: da comienzo la Liga del Mediterráneo. Sobre los ocho equipos previstos hay un cambio: el Hércules de Alicante renunció a la participación y su plaza fue suplida por el Athletic de Castellón.

2 de mayo de 1937: decimocuarta y última jornada del torneo. El FC Barcelona se proclama vencedor. La clasificación fue la siguiente:

    J    G    E     P     F     C Ptos
Barcelona   14    7    6     1    27    15  20
Valencia   14    7    3     4    32    23  17
Español   14    8    3     3    30    20  17
Gerona   14    6    5     3    27    18  17
Levante   14    5    6     3    30    18  16
Gimnástico   14    3    4     7    18    31  10
Granollers   14    2    4     8    17    36    8
Castellón   14    0    5     9     7    27    5

3. Fundamentos técnicos

3.1. La Fédération Internationale de Football Asociation (FIFA) delegó en la internacional Football Federation of History and Statistics (IFFHS) desde la creación de ésta todos los contenidos históricos y estadísticos, aceptando pues la FIFA como propios todos los criterios y estudios de la IFFHS.

3.2. Los criterios de la IFFHS para el reconocimiento de una competición como oficial son los siguientes:

3.2.1. Para que una competición sea oficial y de carácter nacional ha de estar organizada directamente por la federación nacional correspondiente reconocida formalmente por la FIFA.

3.2.2. Las competiciones organizadas por entidades inferiores o dependientes de la federación nacional correspondiente no pueden ser reconocidas como competiciones oficiales nacionales, sino que dependerán de la competencia de dicho organismo.

3.2.3. Una federación nacional puede organizar un número ilimitado de competiciones oficiales aunque, con la finalidad de establecer la debida correspondencia entre las muy diversas competiciones que organizan las diferentes federaciones afiliadas a la FIFA, se reconoce un único campeonato de liga por temporada y federación y un único campeonato de copa por temporada y federación. La naturaleza de cada una quedará definida en su propio reglamento y en la inscripción de las sociedades participantes. Cuando alguna federación cambie el ciclo de la temporada otoño-primavera a primavera-otoño o viceversa, se considerará el período de adaptación al nuevo calendario como una temporada diferente si así lo decidiese la federación nacional responsable[1].

3.3. Que en la fecha en que se disputó este torneo, durante los meses de enero a mayo de 1937, la Federación Española de Fútbol estaba afiliada a la FIFA en activo y tenía plenos poderes para decidir las cuestiones internas del fútbol español como organización legítimamente reconocida por el gobierno de la República Española.

3.4. Que, siendo su presidente oficialmente reconocido por el gobierno de la República Española don José María Mengual, con fecha del 3 de octubre de 1936 y firmada por el secretario de la FEF, don Ricardo Cabot, se envía una circular a todas las territoriales y a todos los clubes en que se les comunica que se “suspende la temporada de juego para todas las competiciones oficiales dependientes de la Nacional”.  

3.5. Que la FEF en la zona controlada por el gobierno republicano no emitió ninguna circular ni convocó ninguna asamblea extraordinaria que revocase la orden anterior mientras estuvo funcionando a lo largo del conflicto bélico.

4. Explicación terminológica

Una vez examinados los antecedentes de hecho y los fundamentos técnicos cabe añadir antes de emitir una conclusión una breve explicación terminológica que, en nuestra opinión, está en el origen del debate: el significado múltiple de la palabra “liga” y su distinto uso como nombre común y nombre propio.

El vocablo “liga”, cuyo significado original es el de ‘elemento de unión’, tiene entre otros el uso específico que el Diccionario de la Real Academia Española (22ª ed.) define en su quinta acepción como ‘confederación que hacen entre sí los príncipes o Estados para defenderse de sus enemigos o para ofenderlos’.

Ese significado, sinónimo de “federación”, es aquel con el que aparece por primera vez en la lengua del fútbol, en frases como la siguiente: “se constituye la Liga Profesional Española de Clubs de Fútbol[2]”.

Estas ligas de equipos, divididas en tantas categorías o divisiones como sea necesario, disputaban sus torneos con un sistema de competición de todos contra todos. A ese sistema de competición, por oposición al de eliminatorias común en los torneos de Copa, se le designó inicialmente como “sistema de liga”, sintagma que finalmente quedó reducido al último término, esto es, “liga”.

Ese nuevo significado de la palabra “liga” es el recogido en el Diccionario de la Real Academia Española en su séptima acepción: “Competición deportiva en que cada uno de los equipos admitidos ha de jugar con todos los de su categoría”[3]. Este significado de la palabra “liga”, como sustantivo común, es precisamente el que aparece en el sintagma “Liga del Mediterráneo”.

No existe ningún indicio que permita pensar que su uso hace referencia al Campeonato Nacional de Liga, organizado por la Real Federación Española de Fútbol desde 1929, sino que, insistimos, se trata simplemente del mismo nombre común utilizado para dar nombre a de dos torneos diferentes jugados según el mismo sistema de competición: el de todos contra todos.

5. Conclusión

La Liga del Mediterráneo fue uno de los principales torneos de fútbol disputado durante la Guerra Civil española 1936-1939, pero al no haber sido organizado por la Federación Española de Fútbol, única entidad jurídica con capacidad para adoptar decisiones al respecto, no cabe su reconocimiento como torneo oficial.

Por otro lado queda demostrado que la Liga del Mediterráneo no fue el Campeonato Nacional de Liga 1936-37, sino que la presencia de la palabra “liga” simplemente designa el sistema de competición de este torneo. Cualquier pretensión de continuación del Campeonato Nacional de Liga no era posible ya que tal torneo sólo podía ser organizado por la Federación Española de Fútbol, que meses antes había declarado suspendidas todas las competiciones oficiales.

 Madrid, a 29 de octubre de 2007

Informe técnico elaborado* por:

José del Olmo, vicepresidente de la IFFHS y presidente del CIHEFE

Félix Martialay, miembro de la IFFHS y vicepresidente del CIHEFE.

Víctor Martínez Patón, miembro del CIHEFE.

* En 2007


[1] Algunos países juegan varias ligas o copas diferentes a lo largo del año, aunque sólo una sirve para clasificarse para las competiciones internacionales de clubs. En España, por ejemplo, además del Campeonato Nacional de Liga y del Campeonato de España-Copa de SM El Rey, se disputa la Supercopa y la Copa de la RFEF, junto a otras competiciones de categorías inferiores. Todas estas competiciones son oficiales indudablemente. En caso de que por cualquier motivo no se celebrase alguna de ellas, ésta no podrá ser sustituida por ninguna de naturaleza o rango diferente. Es decir, si se diese el caso de que no se jugase el Campeonato de España-Copa de SM El Rey, ésta nunca podría ser reclamada por el vencedor de cualquiera de las otras tres competiciones.

 

[2] Punto primero del llamado « proyecto Muniesa », reproducido íntegramente en F. Martialay Implantación del profesionalismo y nacimiento de la Liga (Madrid, RFEF, 1996), pág. 218.

[3]  Acepción incluida en el DRAE en el suplemento de la edición de 1970.




España en el Torneo de Theesen (2006)

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Theesen es uno de los tres barrios en que está dividido el distrito de Jöllenbeck, uno de los diez en que está a su vez dividido el municipio alemán de Bielezeld, ubicado en la región de Renania del Norte-Westfalia. Hasta allí se fue una selección española sub 16 en el año 2006 a jugar un torneo, que hasta ahora resultaba desconocido.

Hace unos meses nos llegaba a Cihefe una consulta de un amable lector, Xesc Ramis (@soydelmallorca) haciéndonos una pregunta que a priori nos dejó sin respuesta. Resulta que había descubierto lo que resultaba ser un torneo jugado en Theesen por la selección española sub 16 en junio del año 2006 y que no estaba en el libro de Félix Martialay Todo sobre todas las selecciones. El torneo, según le había contado uno de los jugadores que allí fueron a jugar, se había desarrollado en cinco partidos, contra las selecciones de Suecia, Alemania, Turquía, Suiza y Ucrania, pero no recordaba ni los resultados ni el orden de los partidos. Con estos datos nos pusimos inmediatamente a buscar, y lo cierto es que no solo no estaba en el libro de Martialay, sino que no estaba tampoco en ningún periódico deportivo. Las fechas coincidían con las inmediatamente anteriores al Mundial de Alemania, y nadie parecía haberse dado cuenta del torneo. No se conservaba referencia ni siquiera mínima ni en la revista oficial de la RFEF (Fútbol) ni en la propia memoria anual de la RFEF.

Todo parecía indicar que se trataba pues de un torneo que había pasado inadvertido para todos, y que tampoco Martialay se había enterado de su existencia. Pero no fue así. En contacto con Jorge del Amo, hijo del siempre recordado Julián del Amo, y ambos muy queridos para don Félix, nos dio la solución. España había jugado ese torneo, sí, pero no contra las selecciones que recordaba el jugador, sino contra tres clubes alemanes, uno turco y otro neerlandés. Los cinco partidos existieron, pero todos fueron no oficiales porque no se jugaron contra selecciones. Tampoco se jugaron de acuerdo con las normas de la International Board, ya que los partidos no se jugaron en dos tiempos, sino en uno solo y de 40 minutos. No fue un despiste de Martialay el no incluirlos, fue simplemente coherente con su criterio, simple y certero: para que un partido de selección sea oficial tiene que jugarse contra otra selección y de acuerdo con las normas de la Board. En el libro optó sistemáticamente por limitarse a los partidos oficiales, y por ello ni aparece el torneo de Theesen ni aparecen otros muchos partidos no oficiales jugados por ejemplo contra la selección de Canarias en el Torneo del Atlántico, contra la selección de Castilla y León, etc.

No obstante, para sacar del olvido aquel torneo y para evitar que la memoria histórica de los protagonistas sea la guía, presentamos a continuación todos los datos de aquel, gentileza de Jorge del Amo.

La convocatoria

El día 24 de mayo de 2006 los seleccionadores nacionales Alfonso Fraile y Juan Santisteban daban la lista de los dieciocho jugadores que el día 2 de junio cogerían el vuelo dirección al aeropuerto de Düsseldorf. Eran los siguientes:

Portero

Yelco Ramos Ursúa

Real Madrid

Portero

Joel Robles Blázquez

At. Madrid

Defensa

Francisco Campins Bauza

Mallorca

Defensa

Mario Delgado Sirvent

Villarreal

Defensa

José Ignacio Fernández Iglesias, Nacho

Real Madrid

Defensa

José Antonio Ríos Reina

Sevilla

Defensa

David Rochela Calvo

Deportivo

Defensa

Cristian Valle Corrales

Barcelona

Centrocampista

Joaquín Forner Martín de Tejada, Ximo

Valencia

Centrocampista

Asier Illarramendi Andonegi

R. Sociedad

Centrocampista

Pablo Lede Caldas

Celta

Centrocampista

Alejandro Matute Aranda

Stadium Casablanca

Centrocampista

Jordi Pablo Ripollés

Villarreal

Centrocampista

Sergio Tejera Rodríguez

Espanyol

Delantero

Ismael López Blanco

Athletic C.

Delantero

Víctor Merchán de Antonio

Real Madrid

Delantero

Manuel J. Vázquez Florido

San Sebastián Cepsa

Delantero

Ander Vitoria Aguirre

Athletic C.

 

Convocados el día 1 de junio a las 19:00, salieron rumbo a Alemania al día siguiente a las 9:45 en vuelo de Iberia. Recorrieron en autobús los 180 kilómetros que separan el aeropuerto de Düsseldorf de la ciudad de Bielefeld, donde la expedición se hospedó en el hotel Brenner Hotel Diekmann, a seis kilómetros de Theesen. Además de los jugadores y los dos seleccionadores, les acompañaron Manuel Durán, jefe de la delegación; Cayetano Gomar, delegado; Víctor Sánchez, secretario; Miguel Ángel España, entrenador de porteros; Juan Carlos Gómez, preparador físico; Félix Fernández, médico; Mariano Escobar, fisioterapeuta; y José María Furundarena, encargado de material.

Los partidos

España, que concluyó clasificada en el quinto lugar, jugó los siguientes partidos: 

3-6-2006 (14:50) – España – Theesen = 0-0 (0-0)

España: Joel, Campins, Ríos, Nacho, Rochela, Ximo, Jordi, Illarramendi, Ismael, Tejera, Mario.

Theesen: Apelt, Krüger, Ciftci, Pannhorst, Kaba, Deilen, Meyer zur Müderhorst (Bierbaum29’), Pamuk (Mädler33’), Hussain, Willenborg, Kneib (Reike 28’).

3-6-2006 – España – Hannover 96 = 1-0

España: Joel, Campins, Ríos, Rochela, Ximo, Cristian, Alejandro (Jordi 25’), Lede, Vázquez (Mario 29’), Merchán (Tejera 32’), Ander (Ismael 29’).

Hannover 96: Maluck, Holm, Brandes, Mende, Kurka, Yilmaz, Boateng, Aycicek, Chahed, Rausch, Fuchs.

Goles: 1-0 Tejera 37’.

4-6-2006 (11:40) – España – GenslerbirgiliSpor (Ankara) = 0-1

España: Yelco, Campins, Ríos, Nacho, Rochela (Ximo 25’), Jordi, Illarramendi, Ismael, Cristian, Lede (Tejera 30’), Vázquez (Merchán 31’).

Genslerbigili: Karabulut, Kilavuz, Suvari, Arslan, Çeviker, Serdar, Gümüstoka, Getbay, Kiraz, Bal (Çelik 18’) (Güler 28’), Sinan.

Goles: 0-1 Meylut 40’.

Expulsión: Kiraz 39’.

4-6-2006 (16:20) – España – Borussia Mönchengladbach = 1-0

España: Yelco, Campins (Rochela 21’), Ríos, Nacho, Ximo, Jordi, Illarramendi, Tejera, Mario (Merchal 27’), Cristian, Ander.

Borussia: Jansen, Vogel, Pirschel, Marin, Engin (Dowidat 30’), Aksoy (Furucu 20’), Tappiser, Ziberi, Zent, Hartmann, Basler (Bäcker 35’).

Goles: 1-0 Ander 15’.

5-6-2006 (13:45) – España – Feyenoord = 1-0

España: Joel, Campins, Ríos, Nacho, Rochela, Ximo, Jordi, Illarramendi, Ismael, Cristian, Vázquez.

Feyenoord: Mulder, Van Stee, Ramsteijn, Nieveld, Wijnaldum, Fer, Hagary, Kevin Wattameleo, Raymond Watamaleo, Bijlow, Kobussen.

Goles: 1-0 Illarramendi 38’.

Agradecimientos: Jorge del Amo, Jefe del Departamento de de Clubs y Selecciones (Área de Fútbol Aficionado, RFEF).

Fotografía: Xesc Campins (Infobalear.com)




Carta al director

Estimado señor director:

Mensualmente acudo a mi cita con Cuadernos de Fútbol, siempre atento a novedades que enriquezcan mis conocimientos futbolísticos, materia en la que soy un eterno aprendiz.

En esta ocasión provocó mi interés inicial y posteriormente un profundo asombro el artículo titulado ‘Así surgieron los cuadernos de Fútbol.’ Interés porque estuve en la génesis de los mismos.

Tengo bastante buena memoria pero además conservo mis agendas personales-profesionales desde que comencé a trabajar en el lejano año 1965. Con ello puedo precisar fechas, reuniones, personas…

Desde el nacimiento de la revista federativa FUTBOL en 1996, Félix Martialay y yo colaborábamos en la misma con artículos de temas históricos. Uno de nuestros principales lectores era Ángel María Villar, quien con cierta frecuencia nos llamaba a su despacho para encargarnos analizar alguna carta que le dirigían aficionados e incluso instituciones futbolísticas con temas históricos para solicitarle una oficialización federativa de los mismos e incluso una ayuda económica para su publicación. (Conservo varias fotocopias de dichas cartas).

Villar nos animaba a profundizar en algunos temas que le parecían interesantes y nuestra contestación siempre era la misma, el escaso espacio que disponíamos en la revista para artículos de mayor tronío. Todo se andará nos respondía.

Fue el 7 de enero de 1999 cuando la secretaria de Villar me citó telefónicamente para que el día siguiente acudiese al despacho del presidente a las 17,00 horas. De inmediato telefoneé a Félix quien me confirmó también su asistencia. Almorzamos juntos Félix y yo para concertar nuestras posturas.

El viernes día ocho a las cinco de la tarde estábamos en el despacho de Villar. Se mostró descontento con la revista que en los últimos meses había salido de forma esporádica y entró de lleno en el tema de nuestros artículos históricos. Félix y yo deberíamos hacer una separata de la revista FÚTBOL dedicada a temas históricos y abierta a la colaboración de todo el mundo, bajo nuestra supervisión. El nombre de dicha publicación sería CUADERNOS DE HISTORIA. Esa fue la decisión de Ángel María Villar. Nos comunicó así mismo nuestra remuneración (que nos pareció suficiente) y nos dijo que nos reuniésemos con Jorge Pérez para coordinarnos.

La primera reunión tuvo lugar el viernes quince de enero en el despacho de Jorge Pérez. Asistimos, Jorge Pérez, Fernando Garrido, Juan Carlos Molinares, Félix Martialay y yo. En mi agenda figura Reunión de Revista Cuadernos de Historia. Se trató en la misma del formato, diseño, número de páginas y el reparto entre Félix y yo del contenido de ese número 1.

El día 29 de enero tuvimos la segunda reunión. Félix y yo ya teníamos nuestros artículos y las fotos que debían ilustrarlos. Todavía esta reunión figura en mi agenda como Revista Cuadernos de Historia. No fue hasta le reunión del 5 de febrero, con nuestros artículos ya maquetados, cuando Juan Carlos Molineres sugirió que sería mejor titularla CUADERNOS DE FÚTBOL ya que iría encartada dentro de la revista FÚTBOL. A todos nos pareció bien y así quedó el nombre definitivo.

Estimado director, esta es la génesis de CUADERNOS DE FÚTBOL desde mi recuerdo y mis papeles. Le mando también la presentación del número uno, donde todavía figura en la parte superior ‘Cuadernos de Historia’, tal vez por olvido de maquetador tras el cambio del nombre original.

Afectuosos y cordiales saludos

BERNARDO de SALAZARCuadernos01




Biblioteca Martialay: Chacho: Seis goles para la Historia

No ando muy versado en permanencia de records, pero creo que éste es de una persistencia inigualable. Casi tres cuartos de siglo sin que nadie remonte la goleada de Chacho parece cosa de “meigas”. Y más en un deporte que, como el fútbol, ha tenido una subida de niveles que lo de anteayer parece pura chatarra. Pero ahí está, como la Puerta de Alcalá, esa plusmarca de Chacho con seis goles en un partido internacional. Y jugando en lo que hoy se llama centrocampista y en aquellos tiempos, interior. Izquierda, para más señas. Chacho inicio y terminó una goleada a la Selección de Bulgaria de 13 goles. 13-0 fue el resultado. Otro record que se antoja gigantesco en estos tiempos en los que un gol es una hazaña para figurar en los anales.

Pero hablaba de”meigas”. Chacho – Eduardo González Valiño- era un hombre con al menos dos “meigas” de vieja estirpe galaica. Una, torva y siniestra, de enorme potencia; otra, bondadosa, de bizcocho y miel, que andaba la pobre un tanto apabullada por la anterior. Así pues, Chacho iba de una a otra con una intermitencia impredecible. Cuando le poseía la mala bruja, Chacho era una sombra abúlica  que huía el balón como de una lesión de menisco, que era entonces el summun de las lesiones. Pero cuando tenía el influjo del hada benéfica, era él también un mago de difícil parangón. Su pierna izquierda era como una varita mágica que ponía el balón dónde y como quería; su fútbol era una ciencia exacta, pura trigonometría esférica. Y sus cañonazos, como fabricados por la casa Krupp. Por algo le llamaban el “futbolista Cagancho”, porque como el afamado matador de toros, podía pasar de la lluvia de almohadillas a ser llevado en volandas hasta su cortijo. Algo así como Curro Romero, para que les suene a ustedes…

La “meiga” buena hizo que el seleccionador D. José María Mateos –que pasaba de la unidad de líneas al surtido variado de los colorines de camisetas al por mayor- se quedara sin interior izquierda; porque Padrón ya estaba viejo, Larrínaga, el del Racing de Santander, no había dado la talla y el oventense Galé, por el que había optado en los últimos partidos, se había lesionado. La matraca que le habían dado los cronistas gallegos al seleccionador, porque no contara con Chacho en el último partido de Balaídos contra Portugal, y los buenos partidos del interior del Deportivo de La Coruña, influyeron para que el señor Mateos lo incluyera ante Bulgaria, que venía a darle el espaldarazo de terreno internacional al campo de Chamartín del Madrid FC. Un campo supermoderno que había costado ¡millón y medio de pesetas!, que había avalado el presidente madridista D. Luis de Urquijo, marqués de Bolarque.

Muchos estrenos: Bulgaria, nuevo en esta plaza que también era internacionalmente nueva, Chacho, el jugador coruñés del claroscuro, y la lluvia que dejó el campo como un Riazor en su salsa para gloria del debutante.

El partido comenzó y a los seis minutos Chacho empezó la cuenta en el viejo marcador de debajo del reloj de Coppel. Pero, además, tocado por su bruja buena, Chacho iba y venía, armaba el equipo, tapaba las goteras del veterano Gamborena, que ya no estaba para esas aguas ni esos trotes, y enfilaba la puerta de Dermonsdki hasta dejarle tan exhausto que hubo que sustituirle antes del descanso. Chacho le marcó tres goles seguidos. Luego se tomó un descanso para que el chiquito Regueiro  demostrara que era el jefe y Elícegui hiciera honor al apelativo de “el expreso de Irún” marcando tres goles. Después, Chacho recobró la varita refulgente y metió otros tres, uno de ellos cerrando la cuenta de “un gol para cada uno y dos para el seleccionador”, como dijeron en el vestuario, que entonces se llamaba caseta. Pero esta es otra historia que acaso merezca ser narrada.

Chacho al que la “meiga” buena le regaló un record, que aún se mantiene para estímulo de “galácticos” metrosexuales, le castigó la “meiga” torva con un penalti a capón con el que, a medias con un poste del Metropolitano, envió a su Athletic de Madrid a Segunda División.

Lo dicho, cosas de records y de “meigas”. Y Chacho en medio.




Biblioteca Martialay: Zarra, sin más

Zarra01

Los cursis de hoy –quizá huelga el hoy, o quizá los cursis- se quedarían tan ufanos diciendo algo tan original como “no diga Zarra, diga gol”. O, llegando a su cumbre creativa, dijeran o escribieran “Zarragol”. Se lo pondría más fácil, ya que gustan de decir pentasílabos  en vez de los monosílabos precisos, y les sugeriría “Zarraonandíagol” ¿A que queda precioso y llena mucho?

Pues bien, después de lo dicho, a nadie puede extrañar que afirme que Zarra era un jugador fabricado artesanalmente para marcar goles. Ya antes de ser cachorro de San Mamés –no sé como llamar a eso ¿acaso embrión no clonable de San Mamés, que era santo y era niño?- había metido ocho goles militando en el Erandio en uno de aquellos benéficos Campeonatos Regionales que los “hombres del fútbol español” se cargaron para estirar la Liga, que como todos saben, suelen ser elásticas…

Rabilargo

El dicho lo sentencia: “De casta le viene al galgo…”. Telmo Zarra tenía antecedentes en el fichero del fútbol español. Su hermano mayor, Tomás, nacido en diciembre de 1910, fue un portero que jugó nada menos que ocho años en primera división. De 1928 a 1934 en el Arenas de Guecho; desde 1935 a la Guerra, en el Osasuna de Pamplona. Quizá haya que subrayar que en la Liga 1930-31 hubiera sido el premio Zamora, de existir tal trofeo. Tras la guerra se replegó al Erandio, club que parecía fabricado a la medida de la familia Zarraonandía. Lo retiró Gorostiza en un amistoso, merced a un pisotón que le fracturó varios dedos de una mano.

El otro hermano futbolista, Domingo, también militó en la división de honor, con el Arenas de Guecho, en la temporada 1934-35.

Con su hermano como intermediario- quizá hubiera que emplear otra palabra a la vista de lo que se ve en el gremio- llegó a la secretaría del Athletic llamado por los directivos rojiblancos.

Posiblemente pensaban que Victorio Unamuno ya había cambiado su onza en el Betis campeón de Liga, con aquel conjunto estelar de Urquiaga, Areso, Aedo, Timimi, Saro y compañía. En la liquidación bética de junio de 1936, Unamuno compró su libertad por 5.000 pesetas y volvió al Athletic  justo por el doble.

Estaban acabando sus 19 años cuando le pusieron delante la ficha del Athletic. La firmó casi sin enterarse que le iban a dar 4.000 pesetas por ella. Y casi 500 todos los meses. Muchas veces los clubes no se enteran que hay jugadores que firmarían gratis…

Ya era jugador del Athletic, entonces Atlético. El cielo no era mejor. Acaso ahora, en esos primeros contactos con el más allá, esté calibrando sensaciones y comparando…

Lángara

Era su ídolo de niño. Era el ídolo de cuantos jugaban en aquellos años en la delantera del equipo del colegio. Acaso por Sevilla le robara protagonismo Campanal y por Madrid Elícegui. Pero Lángara era el rey.

Por esas vueltas que da la vida, cuando Lángara regresó a España y a su Oviedo en 1946,  fue seleccionado por Pablo Hernández Coronado para ir a Dublín a luchar con Irlanda el 2 de marzo de 1947. Los dos delanteros seleccionados eran Zarra y Lángara. El de Munguía dejó a Lángara en el banquillo.

Y eso que Telmo tenía una lesión de hombro que la prudencia hubiera aconsejado que no jugara. Pero se calló sus dolores. Los desvió a una ligera molestia que podía mitigarse con una infiltración. Jugó el partido. ¡Y metió dos goles!

Bien es verdad que Zarra era la furia y Lángara lo había sido, pero su paso por el fútbol argentino le había hecho menos fogoso y mucho más científico.

No se sabe si Zarra antes de salir a Dalymount Park le dijo a Lángara algo así como “Usted perdone, don Isidro, pero hoy juego yo”.

La internacionalidad le venía a Zarra desde un par de años antes.

Después del desastre de San Siro, ocasión en la que la Italia de Piola destrozó a la Selección española, hubo tres años de ausencia española en los campos internacionales. Se había acabado una etapa, la de Eduardo Teus, y se pensaba que había que esperar a las nuevas cosechas para revitalizar el equipo de España. La Guerra Mundial ayudó no poco a esa meditación en los cuarteles de invierno. Cuando Guillermo Eizaguirre tomó “la manija” del equipo sólo quedaban cuatro caras “viejas”: Germán, Ipiña, Escolá y Epi. Entre el pelotón de relevo de la vieja guardia iba Telmo Zarra.

Fue en Portugal, en el estadio Jamor de Lisboa. Y no, no marcó ningún gol. Entre César y Epi se repartieron el tajo del empate.

Martín

Mariano Martín era el ariete del Barcelona. Era un jugador increíble. Rápido, técnico, corajudo y goleador. El que se olvide su nombre en el fútbol español es una injusticia.

Bien puede decirse que Martín era el rival más empecinado de Zarra. Y así como Telmo tuvo que ver cómo sobrepasaba a Lángara, su ídolo, también le cupo la amargura de desplazar definitivamente a Martín. Fue en el partido contra Irlanda –siempre Irlanda presente en estos trances- en el Metropolitano de Madrid, el día 23 de junio de 1946. El barcelonista salió como titular. A los 35 minutos se “rompió”. Le relevó Zarra. Cuando se encontraron, uno de ida y otro de vuelta, Martín le dijo: “Esto ya se ha acabado para mí. Que tengas más suerte que yo.”

Y en efecto, se había acabado para la Selección aquel pura sangre llamado Mariano Martín.

Pero a un hombre espectacular le sustituía otro que no lo era menos.

Quizá haya que recordar cómo tras el partido de la Copa del Mundo de Brasil contra Chile –quizá el partido internacional más completo de Zarra – se escribió que “En los partidos que juegue Zarra hay que subir el precio de las entradas”.

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Escartín, su “bestia negra”

Los estadísticos apuntarán que Zarra sólo fue expulsado una vez en su vida deportiva. Fue en un Valencia – Athletic. Un rifirrafe entre Álvaro, el duro defensa valencianista, y Zarra, acabó con ambos por tierra. Zarra se levantó rápidamente, mientras Álvaro quedaba tendido. Escartín echó a los dos porque Gainza le gritó: “¡Telmo, písale la cabeza a ese…!”. No se la había pisado, claro.

Cuando se van mirando las fotografía de la formación española ante los partidos, siempre había un punto fijo: Zarra.

Por eso causó enorme extrañeza al aficionado ver que en el equipo que se alineaba frente a Argentina no estaba Zarra. No estaba su referente. El sustituto era Adrián Escudero el extremo reconvertido en ariete por Pedro Escartín, a la sazón seleccionador nacional.

Tras ese partido le llevó a la excursión americana del verano de 1953 como carne de banquillo, quizá para hacerle menos cruel su definitiva ausencia del equipo de España. El Zarra internacional de España había pasado a la historia.

Pero no en el cariño de los aficionados. Al año siguiente, la Federación Española organizó un homenaje al “ariete de la furia”. Se llenó el campo madridista cuando todavía era ese destartalado estadio en el que Santiago Bernabéu quería meter a cien mil espectadores. Zarra los metió.

Todavía, a sus 33 años, llevaba sus minúsculos calzones y dejaba sus mangas al aire como serpentinas que enjoyaban su brioso empuje. Mangas que le ocasionaron no pocos sofocos en el Copa del Mundo de Río, porque en la guerra psicológica que los cronistas brasileños desencadenaban contra sus siguientes rivales advertían a los árbitros, en titulares, que tuvieran cuidado con las mangas de Zarra, porque le servían para ocultar las manos con las que se colocaba el balón para su más fácil disparo.

La cabeza

Indudablemente en la iconografía de Zarra hay infinidad de imágenes captando sus saltos prodigiosos y sus testarazos al balón con marbete de gol. Eso es justo. Lo que es injusto es ignorar su efectividad goleadora con ambos pies.

Propondría un reto a los eficaces y abundosos estadísticos.

Pongamos como marco de tabulación la temporada 1942-43 para que tengan margen suficiente. En 44 partidos, Zarra consiguió 40 goles. A ver si el golpe de tecla desvela cuántos fueron logrados de airoso cabezazo y cuántos con los pies. A lo mejor hay sorpresas…

La fiera

Así es como Blasco Ibáñez llamaba al público en su taurina “Sangre y Arena”. No, las cornadas no las daba el toro. Las daba el público con su exigencia, su desatino, su ignorancia.

En el fútbol me ha tocado asistir a varias de estas “cogidas” crueles e injustas. De pronto, alguien, sin duda un entusiasta de antaño, suelta el grito: “¡Fuera, viejo!”. Y corre como la pólvora por el graderío: “Viejo… Viejo… Viejo”. No. La culpa no la tiene ni esta época ni la que venga. Es eterno. A Pichichi, allá por los años 20, sus fieles de San Mamés le arrinconaban cada vez que no llegaba a un balón imposible o “fallaba” un gol que tampoco era pensable, pero que él forzaba para ver si la bendición de un tanto callaba esos gritos. Y arreciaban…

Fue el caso de Zarra. La “fiera” está ahí siempre. En todos los campos, en todos los tiempos, ante todos los jugadores.

Igual que Pichichi, igual que tantos y tantos, Zarra se rindió a ese grito demoledor.

Y se fue.

Ahora, en el cielo, que a buen seguro le tiene Dios esperando, esos gritos desaparecerán. Solo oirá los clamores de sus goles y los aplausos a sus jugadas brillantes, fulgurantes, eléctricas. Que para eso es el cielo…

Te echaré de menos Zarra. Llevo muchos años echándote de menos. Desde que cerraste el cerrojo a mediados de los años 50.  Hasta la vista.

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Desvelando internacionales (I)

Internacionales01Cuando nuestro maestro Martialay publicó en 2009 y 2010 sus libros últimos sobre las selecciones españolas, 36 jugadores quedaron sin identificar con nombre y dos apellidos.

Podemos asegurar que fue un verdadero desgarro para don Félix no poder identificar a todos, pero la titánica tarea encontró algunos escollos que fueron insalvables. N los archivos federativos, ni el archivo del coronel Juan Garrido del Río, ni la hemeroteca vegetal ni la digital, ni ningún historiador local y ni siquiera los seleccionadores que convocaron a algunos de los desconocidos pudieron ayudarnos.

El último empujón lo dimos con él, pero Martialay llevaba más de cuarenta años recopilando la información de las selecciones y sus jugadores, sobre todo las de aquellas selecciones que por no ser la absoluta quedaban siempre en el olvido de cronistas e historiadores.

Todo había empezado, decía él, cuando un amigo le dijo en un bar que aquel muchacho que estaba al fondo de la barra terminaba siempre las discusiones futbolísticas recordando que él había sido internacional con España. Cuando don Félix le preguntó al respecto él respondió que en efecto lo había sido, pero que no con la absoluta, siendo la primera reacción del maestro la de quitarle toda importancia según la moda general.

Pero quedó en la memoria aquella anécdota, y al tiempo Martialay entendió que si había sido seleccionado, si se había vestido la camiseta de España y si habían escuchado el himno, entonces eran tan internacionales como los absolutos y que merecían un reconocimiento. Así que volvió al bar, le agradeció a aquel internacional el haberle advertido de aquello y comenzó la tarea de recopilación. Una tarea que por lo demás hoy sería imposible porque los archivos sobre la mayor parte de partidos no existe y porque la prensa durante decenios no informó a veces ni del resultado de muchos partidos.

Una sola fuente hay para el estudio de las selecciones españolas diferentes de la absoluta, y esa es el libro de Félix Martialay Todo sobre todas las selecciones.

El caso es que una tarde veraniega cualquiera nos pareció oportuno volver sobre aquellos 36 desconocidos e imposibles jugadores, algunos de los cuales solo había sido convocado pero no había llegado a debutar, a ver si alguna novedad podían aportar las nuevas tecnologías, a ver si podía dar nombre e identidad a alguno de esos 36 jugadores.

Como esperaba Google no dio nada, pero nuestro Google particular que es el archivo de José Ignacio Corcuera ha conseguido sacar para siempre del anonimato a 4 de los 36 jugadores, dos de los cuales sí debutaron y en consecuencia merecen desde hoy ser reconocidos con todos los honores como internacionales españoles. Son los siguientes:

Carvajal: también alineado como Fernández Carvajal, formó parte de la convocatoria de la selección de aficionados para el I Torneo FICEP disputado en París los días 2 y 5 de julio de 1958 (partidos 4 y 5 de la selección amateur). Jugó los dos, pero no marcó ningún gol. Se trata de Jaime Fernández Carvajal, nacido en Madrid el 8-12-1938. Procedente del Imperio madrileño llegó al Real Madrid aficionados en la temporada 1957-58. Pasó al año siguiente al Plus Ultra, en el que permaneció tres temporadas disputadas todas ellas en segunda división. Al año siguiente (1961-62) recaló en el Salamanca.

Escobosa: jugó el mismo torneo que Carvajal, y anotó un gol en el primer partido y dos en el segundo. Se trata de José Antonio Escobosa Vela, nacido en Madrid el 17-3-1938. Cuando fue seleccionado jugaba en el Club Deportivo Madrileño; posteriormente pasó al Rayo Vallecano, al Plus Ultra (1960-61) y al Cádiz (1961-62), temporadas estas dos últimas disputadas en segunda división. Posteriormente pasó por el Conquense, Rayo Vallecano, Toledo y finalmente Getafe.

Badía: no llegó a ser internacional, pero sí fue convocado para el Campeonato del Mundo militar jugado en Asturias los primeros días de julio de 1965 (partidos 5-7). En el libro de Martialay aparece por error como suplente solo en el primero de los partidos, pero también lo fue en el segundo y en el tercero. Se trata de José Manuel Badía Ferriols, nacido en Masanasa (Valencia) el 1-1-1943. Había disputado esa temporada 1964-65 en el Mestalla, pero al año siguiente lo fichó el Badajoz, ambos años en segunda división. Desde la temporada 1969-70 jugó en el Alcoyano en tercera, retirándose por fin en 1972-73 con el Olímpico de Játiva, también en tercera.

Montaña: tampoco llegó a ser internacional, solo fue convocado para el partido contra Inglaterra sub 18 jugado en el campo de La Viña (Alicante) el 9-2-1972 (partido 81). Se trata de Manuel Montaña (no Montana, como aparece en el libro). Jugador valenciano, desarrolló toda su carrera en equipos de la zona. Jugó cuatro temporadas en el Acero de Sagunto en tercera división (desde 1967-68 a 1970-71), cerrando su trayectoria al año siguiente en el Paterna. Presumiblemente antes de recalar en Sagunto había jugado al menos una temporada en el Nules. Su segundo apellido sigue siendo una incógnita.

Desvelados y presentados pues los cuatro jugadores encontrados se preguntará el lector por qué el título del artículo indica que se trata de la primera parte del artículo, si ya más fuentes no puede haber. Pero sí, hay una más, la que don Félix llamó “la vaca”, es decir, su propio archivo. Y la ayuda directa de alguno de los protagonistas. Seguiremos con ello.




Biblioteca Martialay: Rivalidades deportivas

Rivalidades01La rivalidad es la esencia del deporte, de cualquier deporte. La raíz del deporte surge de dos actividades primitivas y casi únicas de la Humanidad: la guerra y la caza.

Los jóvenes, en Grecia, por ejemplo, se preparaban para ambas actividades haciendo ejercicios físicos. Tener condiciones físicas para la guerra o destreza y resistencia para la caza eran los propósitos remotos. Pero para mayor identidad con el propósito, inmediatamente surgieron las rivalidades entre los que se preparaban en un mismo gimnasio o entre los gimnasios de localidades inmediatas. Al fin y al cabo en la guerra, en las batallas había vencedores y vencidos; en la caza era inevitable la comparación entre el número de piezas cobradas o el tamaño de las mismas…

De aquí que ya en su nacimiento el deporte entrañara comparación y por ello rivalidad.

En los deportes sin contacto físico, sin choques, la competencia se establece a través de las distancias – metros de salto de altura o longitud, metros de distancia a la que se lanza la jabalina, o el peso, o el disco… – o los tiempos: menos minutos o segundos en recorrer un trayecto. O bien la habilidad para acertar en un blanco, fijo o móvil, por medio de armas de fuego o de arco; o el acierto para introducir una bola en un hoyo desde una distancia concertada, como ocurre en el golf.

Para los deportes intermedios se instituyeron unos reglamentos para que esa rivalidad, esa competición quedara ajustada de tal suerte que el atleta que consiguiera mayor número de aciertos fuera el vencedor. Casos del tenis o el voleibol.

Para los deportes de choque, de contacto, la rivalidad, la competición se establece por el número de veces que se introduce un balón en una portería o en un aro.

Al margen de ello queda el deporte como medio y no como fin en sí mismo. Tales es el caso del gimnasta que utiliza el deporte simplemente para mejorar su salud o para utilizar el ocio de una forma saludable.

Los procedimientos de medición o contabilidad lo único que hacen es  establecer la diferencia entre los rivales, sean estos individuos o equipos.

Con ello queda establecido que la rivalidad, esto es la competencia, está en la entraña misma del deporte. Es, en sí misma, el deporte. Sin rivalidad, no hay deporte. Incluso resultan simultáneos y paralelos. Un atleta aislado siente la necesidad de afirmar – como en otras muchas actividades humanas – su propio valer y, por ello, contrastar sus logros con el del vecino.  

En un principio la rivalidad se estableció entre individuos aislados. Saltar más que aquel que tenía fama de buen saltador. Y, naturalmente con jueces que lo acreditaran, con testigos que lo confirmaran.

Estos testigos iban a ser el germen de los espectadores. Iban a acompañar a esos testigos para contemplar cómo el atleta de su lugar vencía al forastero. Y de aquí se derivaba ya un partidismo previo. Se apoyaba, se arropaba al atleta conocido ante la competición con el ajeno. El espectador comenzaba a hacerse partícipe de la competencia, de la rivalidad.

Cuando el deporte empieza a ser espectáculo, esos aficionados participan de la rivalidad, bien por paisanaje con quienes compiten, bien por simpatía. El público deja de ser imparcial para meterse de lleno en la refriega deportiva. 

Cuando los participantes, sean individuos o equipos, tienen una representatividad, real o imaginada, se transforman en el banderín de esa ciudad, de esa provincia, de esa nación. Se vuelve a los orígenes, a la guerra, pero de forma menos sangrienta, más civilizada. Y los partidarios – sean espectadores o no – se transforman en parte activa de esa guerra.

En tal estado está hoy la cuestión. La supremacía conquistada por la victoria en una guerra ha pasado a ser la supremacía deportiva conquistada en las pistas olímpicas o en los campos de competición europeos o mundiales.

Afortunada o desgraciadamente el trofeo más codiciado es aquel que se consigue ante los vecinos más próximos. De aquí las rivalidades tremendas entre los equipos de la misma ciudad; casos del Madrid y el Atlético, del Barcelona y el Español, del Sevilla y el Betis… Y hubo un tiempo en el que, por ejemplo, en Irún media ciudad no se hablaba con la otra mitad, los empleados eran despedidos si eran partidarios del equipo contrario al de los patronos, los bares no admitían clientes que pertenecieran al club rival, etc.

Ello se amplía entre contendientes que tienen otras diferencias de superioridades entre ciudades o entre regiones. Las contiendas entre el Barcelona y el Madrid, entre el Athletic de Bilbao y la Real Sociedad…

Bien es verdad que estas rivalidades se solapan con las que los ciudadanos de una localidad tienen contra los de otra, agravios reales, imaginarios o creados artificialmente por cuestiones políticas.

Pero estas consideraciones ya se salen fuera de los límites de la rivalidad deportiva.

Todo ese espectáculo de los aficionados disfrazados con los colores de su equipo, agrediendo a los rivales, arrasando las ciudades del “enemigo”, cierran ese círculo primitivo de la guerra. Y ello entra en los terrenos de la sociología, como entra en los de la psiquiatría el que el deporte de competición sirva de válvula de escape para los resentimientos, las frustraciones o las presiones sociales que padecen individualmente esos espectadores, que en realidad son rivales irreconciliables consigo mismos o con la sociedad circundante.




Biblioteca Martialay: España ante su Copa del Mundo

EL MILAGRO ESPAÑOL: 1982

Dos  jefes de  Gobierno, cinco ministros de Deportes y dos directores generales del CSD hasta que empezó a rodar el balón.

También hubo dos presidentes del Comité Organizador: Zalba y Saporta.

España pidió, en su momento, la organización de un Campeonato. Lo avalaban los triunfos de los clubes españoles en las competiciones internacionales. Y estando como presidente de la Real Federación de Fútbol Benito Picó fue cuando se apuntó la posibilidad de que España organizara la Copa del Mundo de 1974. Ello se producía en el Congreso que la FIFA celebró en Tokio, en octubre de 1964. Los dos solicitantes eran España y Alemania. Pero el señor Picó cedió sus problemáticos derechos a los germanos a cambio de que la FIFA reconociera en firme que España sería la nación organizadora en 1982. Así pues, desde 1964 se sabía que 18 años más tarde España sería la sede del Campeonato. ¡Dieciocho años…! ¡Largo me lo fiáis! Pero, claro, los años fueron pasando y pasando…  Desapareció de la RFEF Benito Picó. Llegó y se fue José Luis Costa (20 de enero 1967 al 22 de septiembre de 1970), Llegó y se fue José Luis Pérez Payá (22 de septiembre de 1970 al 26 de mayo de 1975). Y llegó Pablo Porta… En ese tiempo se habían jugado cuatro Copas del Mundo: Inglaterra (1966), Méjico (1970), Alemania (1974) y Argentina (1978).

En enero de 1976, Pablo Porta -con seis años de anticipación- comenzó a preocuparse de la Copa del Mundo de 1982. Formó una comisión preparatoria del Mundial-82 cuya jefatura fue otorgada al joven presidente del Zaragoza José Ángel Zalba. Tal comisión era supervisada, lógicamente, por la RFEF puesto que no hay que olvidar que las Copas del Mundo tienen un organizador titular, la FIFA. Es este organismo quien delega en la Federación correspondiente para que lleve a cabo todos los trabajos inherentes a la organización y realización de cada Campeonato.

La comisión hizo los trabajos preparatorios. Un estudio de posibles ciudades-sedes, comunicaciones, hoteles, estadios, etc. Amén de un boceto de presupuesto habida cuenta de lo que había que construir o reestructurar.

Pero en ese tiempo, João Havelange se presentó a la elección de presidente de la FIFA. Su palanca fue la promesa de ampliar la participación del Campeonato a mayor numero de países del ‘tercer mundo’. Sir Stanley Rouss quedó en la cuneta merced a esos votos de las naciones “segundonas” en el concierto de las competiciones internacionales. Pero, claro, llegó la hora de cumplir las promesas; hacer hueco en el campeonato; seis huecos nada menos. La FIFA presentó su problema a la Federación española y ésta tuvo que decir que sí. La afirmación conllevaba organizar un campeonato con 24 finalistas en vez de los 16 habituales. Era la primera vez que la fase final iba a tener tales dimensiones.

Se tomó como modelo de organización el de la última Copa, la de Argentina, que tanto éxito había tenido para su país. Dos cabezas: una organizativa, otra futbolística. El gobierno español tomó sobre sí lo que había hecho en Argentina el Ente Autárquico y el ministro Pío Cavanillas buscó el hombre idóneo que estaba en boca de todos: Raimundo Saporta. Éste, viendo el panorama político, exigió para su aceptación no depender no sólo de ningún ministro, sino ni siquiera del presidente del Gobierno; exigió nombramiento real, que “su jefe” fuera solamente el Rey. Por Decreto nº 2354/78 se creaba el Real Comité Organizador de la Copa del Mundo y por el nº 2346/78 se nombraba a Saporta presidente del mismo.

Así pues el Comité se constituyó con Saporta, un vicepresidente: Anselmo López y un Secretario General: Manuel Benito.

Por su parte la Federación nombró el Comité técnico que presidía el seleccionador José Emilio Santamaría, con Eusebio Martín como secretario y los vocales Molowny, Aguirre, Miera, García Traid y Alepuz.

Con todo sobre el papel, Saporta anunció que al final del campeonato entregaría a “su jefe” un talón de mil millones de pesetas como beneficio del torneo.

Quizá fuese ese anuncio el que desencadenó las tempestades. La primera el nombramiento de las delegaciones en las ciudades designadas como sedes. Los ayuntamientos de tales sedes querían intervenir los actos del Real Comité y mandar en sus ciudades. La respuesta fue fulminante: Saporta presentó la dimisión al segundo ministro de su trayecto: Clavero. Pánico no sólo en el fútbol español, sino en la FIFA y en la Federación Española que era la que tenía la concesión de la Copa del Mundo. Y la Federación, sin el aparato organizativo estatal, no podía moverse. La portada de “ABC” de Madrid era el mejor resumen: “Posible renuncia de España al Mundial 82”. Y eso parecían querer los partidos de la oposición tanto como el director general de Deportes Benito Castejón que deseaba sustituir a Saporta por Castedo.

En cuanto el gobierno consiguió el consenso con los partidos políticos, Saporta volvió. Suspiro de alivio en todo el mundo. Y comienzo de la máquina financiera: por un lado, el Banco de Crédito Local para los Ayuntamientos sedes; por otro, el Banco de Crédito a la Construcción para los estadios. Los desvíos los cubrirían los necesarios sorteos extraordinarios de Lotería.

Pero había otro ministro de Deportes: Ricardo de la Cierva. Y ese ministerio era el interlocutor gubernamental con la FIFA. Havelange no paraba de conocer gente nueva cuyas consecuencias pagaba Saporta con el cambio de representantes en las delegaciones del Comité en las ciudades sede.

Por otro lado, las tensiones ente Real Comité y Federación habían aumentado. La FIFA tenía la espada de Damocles sobre su cabeza puesto que Porta había anunciado la dimisión en la recién terminada Copa de Europa de Italia. Havelange se dio cuenta de que con una nueva Federación, Saporta podía abandonar definitivamente. Y adiós Copa en España… Y más habida cuenta que había otro ministro de Deportes: Cabero.

Pero quedaba otra guinda: la dimisión del propio presidente del Gobierno español Adolfo Suárez. El nuevo “premier”, Calvo Sotelo, suministró el quinto ministro de Deportes, esta vez ministra, Soledad Becerril, y nuevo director general de Deportes: Hermida.

La mayoría de los estadios iban muy retrasados, las entradas no tenían la salida que se esperaba. La peseta había caído en picado y los precios casi se duplicaban, al comprar en pesetas y pagar en dólares.

Pero quedaba la Guerra de las Malvinas. Y sus consecuencias deportivas. Ambos contendientes se negaban a participar si lo hacían sus contrarios. Los anunciados boicots se extendían como por ensalmo. Pero, además, vino la cancelación de las peticiones del lote de viajes con entradas. ¿Puede extrañar a alguien que la prensa sensacionalista publicara que Saporta se había vuelto loco? Era para volverse, desde luego…  Y más cuando el secretario del Comité, el hombre base de todo, Benito, anunció su dimisión debido a las ingerencias en su trabajo por parte del vicepresidente Anselmo López, quien ante el desfondamiento de Saporta, quiso tener  todo bajo su mando.

Coronando lo que se llamó “pacífica Transición”, el Congreso de los Diputados fue ocupado por el Teniente Coronel Tejero y sus guardias civiles para dar “un golpe de timón” a la política nacional.

Con todo armado como un castillo de naipes se llegó a la fecha de la inauguración con otras goteras nacionalistas por parte de Barcelona. El inexplicable milagro se había producido: arrancaba la Copa del Mundo de 1982 en España.

EL FRACASO ESPAÑOL: 1982

La Selección, mediocre, fue el gran fracaso futbolístico.

Se pasó la fase primera, con dificultades, para caer en la segunda con  estrépito.

Sin juego de calidad y sin jugadores de talla mundialista, se hizo un pésimo papel.

Kubala abandonó el cargo al finalizar la Copa de Europa de Italia más bien empujado por el Barcelona que por decisión de la RFEF.  La contratación del ex húngaro descolocó al fútbol español. El sustituto al frente del equipo nacional fue el siguiente del escalafón: Santamaría.

Pero si alguien pensaba que el esfuerzo principal de la Federación iba a estar en el equipo nacional y su circunstancia, se equivocaba.

El paralelismo entre lo que ocurría en el Real Comité y en la Federación era total.

La primera ofensiva fue contra el seleccionador. A la prensa, acostumbrada al compadreo con Kubala, le sentó mal el carácter adusto del nuevo conductor del equipo. El Colegio Catalán de Entrenadores arremetió contra la Escuela Nacional, cuyo presidente era el propio Santamaría. Posteriormente, el Barcelona, tras echar a Kubala, quería eliminar de su nómina al “asesor veneciano” Helenio Herrera y la forma más rápida era presionar para que sustituyera a Santamaría. Pese a ello, el seleccionador consiguió mantenerse, hacer una gira por América y dirigir 19 partidos antes de que comenzara la Copa del Mundo. Sobre el papel era una buena preparación, habida cuenta que no había fase de clasificación para el organizador del torneo mundial. La duda que les quedaba a los buenos aficionados era si con ese equipo se hubiera conseguido tal clasificación… Y no todo era culpa del seleccionador, porque realmente el esqueleto del equipo se había terminado en Italia. Su error, como el de otros muchos seleccionadores españoles, fue el de no atreverse a prescindir de los nombres. Y a la Selección le sobraban muchos nombres, porque ya eran sólo eso, nombres.

Por otro lado estaba la AFE. Quería quebrantar al RFEF de Porta. Aprovechando las deudas que muchos clubes, sobre todo de  Segunda y Segunda B, tenían con sus jugadores, montó una huelga con carácter indefinido, para la primera jornada de Liga. Era la segunda de la historia del fútbol español.

Entre los clubes no había demasiada armonía. Unas declaraciones del presidente del Sevilla contra el Madrid hacen que este club retire su representante de la Federación; era el propio vicepresidente del club blanco y nada menos que el vicepresidente económico de la RFEF.

Los árbitros se querellan contra el presidente del Atlético de Madrid, Alfonso Cabeza que por otra parte ya estaba procesado y estaba en libertad provisional mediante el pago de la correspondiente fianza. Finalmente el presidente atlético fue inhabilitado por la RFEF por año y medio.  El caso Urízar fue el detonante de otro problema que acabó en el juzgado con la ANAFE (Asociación de Árbitros) totalmente desacreditada y su presidente De Coz en ridículo ante sus afiliados.

Luego, la guerra de las publicidades. Una contra la Federación por tener presencia en el uniforme; otras, entre los jugadores ofreciendo compensaciones por cientos de marcas…

Y la segunda huelga para acabar de romper la temporada, en las tres últimas jornadas… El asesor de la AFE, Cabrera Bazán, desde la FIFPRO pedía a sus miembros el boicot al “Mundial 92” en España. Se reventó la huelga por parte de los clubes, aunque algunos, pocos, tuvieron que recurrir a sus juveniles y aficionados.

Pese a todo, Porta, ayudando a Havelange, se presentó a la reelección. Parecía suicida, ya que todos parecían estar contra él. Pues arrasó: 113 votos a favor y 14 en contra.

Mientras tanto, Santamaría había ido cumpliendo su calendario. Los partidos internacionales de preparación se habían jugado en Valencia que iba a ser sede de los encuentros de España en el torneo. Con acogida variable y asistencia también variable por parte de los aficionados valencianos; remisos más bien por la economía que por el entusiasmo. El millón y medio de parados, la inflación, la inseguridad… hacía que todos reservaran su economía y su entusiasmo para el verdadero campeonato.

El seleccionador había manejado en los partidos jugados a su mando a 57 jugadores. No es menester mencionarlos, pero, pese a ello, no daba la lista de los 40 que tenía que dar a la FIFA, a reserva de los 22 definitivos que entrarían en la convocatoria final.

Un reconocimiento general obligatorio para los seleccionados, hizo que Santamaría llevara ante los doctores a 45 jugadores. Doce se habían caído…

Hasta el día 2 de mayo de ese 1982 no se pronunció Santamaría. Era el momento de ir a la concentración de La Molina en busca del oxígeno previo para resistir el campeonato en buenas condiciones.

Los 22 citados en Barcelona eran:

Porteros: Arconada (Real Sociedad) y Urruti (Barcelona).

Defensas: Urquiaga (Athletic de Bilbao), Quique (Atlético de Madrid), Alesanco (Barcelona), Gordillo (Betis), Camacho (Madrid), Tendillo (Valencia) y Jiménez y Maceda (Sporting de Gijón).

Medios: Joaquín (Sporting de Gijón), Gallego (Madrid), Sánchez (Barcelona), Alonso  y Zamora (Real Sociedad).

Delanteros: Quini (Barcelona), Saura (Valencia), Juanito y Santillana (Madrid), Uralde, Satrústegui y López Ufarte (Real Sociedad).

Sobre ellos había unas medidas extremas de seguridad ya que las fuerzas de seguridad sabían que algunos de ellos estaban chantajeados por la ETA y otros amenazados.

Todos señalaron que faltaba un portero. La opción parecía la de Sampere, que siempre había estado en las listas de los partidos jugados. Ello suponía la eliminación de uno de los que estaban en La Molina. Pero Santamaría no quería crear inquietudes entre los 22 y que perdieran la concentración con la angustia de ser eliminado a las puertas mismas de su gran oportunidad.  Al fin ya se había conseguido la calma por el problema de las cuantiosísimas primas que habían exigido, pidiendo un altísimo fijo para evitar que el reparto federativo fuera menguado debido a su eliminación antes de lo previsto. Porque, pese a que nadie se lo creía, se pensaba llegar, como mínimo, a las semifinales. Jamás el equipo organizador de las anteriores Copas del Mundo se había despedido sin aspirar a la gran final. Aunque el fútbol mundial no pasaba una época muy floreciente, bastaba repasar la lista de los residentes en La Molina para comprender que había una excelente defensa, una mediocre línea media y una delantera sin demasiada capacidad goleadora.

Al fin no hubo más remedio que desvelar los 40 de la FIFA. Los 18 que se habían caído en la elección de Santamaría eran:

Porteros: Miguel Ángel y Sempere. Defensas: Álvarez, De Andrés, Celayeta, Juan José, Gerardo, Julio Alberto y Goicoechea. Medios: Diego, Estella y Solsona. Y delanteros: Pichi Alonso, Marcos, Martín, Dani, Esteban y Carrasco.

El tercer portero llegó: Miguel Ángel (Madrid). La baja fue servida en bandeja por una lesión del atlético Quique. Lesión violentamente recusada por el doctor Ibáñez, quien mantuvo que tal lesión era perfectamente recuperable por su levedad. Pero ya estaba todo echado, hasta la suerte.

De La Molina al Saler de Valencia. Los actos protocolarios y los nervios que afloraban incontenibles, comenzaron.

Nadie se acordó de lo que había dicho el seleccionador suizo, Paul Wolfirberg, después de digerir el 3-0 que le había suministrado España: “Si la Copa del Mundo se jugara fuera de España este equipo no pasaría de la primera fase. Aun así, pasará apuros para ganar a Honduras, sufrirá mucho ante Irlanda y dudo que pueda vencer a Yugoslavia”. ¡Profético!




Sobre el I Foro Félix Martialay

El pasado 21 de septiembre, sobre las 9 de la noche pusimos punto final al I Foro Félix Martialay que a lo largo de dos días intensos se había desarrollado en las dependencias del madrileño CEU San Pablo. Habían sido dos jornadas que nos llenaron de una gran satisfacción por varios motivos: la calidad de las charlas, la afluencia de público, la organización y la respuesta de los medios de comunicación. Era nuestra primera experiencia en este tipo de acontecimientos y habíamos no alcanzado nuestros objetivos, sino superado con creces.

A lo largo del foro muchas veces recordamos a Félix, pensando que su modestia y humildad le hubiesen llevado a rechazar esta propuesta. Y jugamos con ventaja, porque nos aprovechamos de que ya no podría oponerse. Y también, conociéndole como le conocíamos, sabíamos que él se iba a sentir muy contento con lo que en un principio se llegó a alcanzar: llevar el fútbol a la Universidad. Ése era uno de sus sueños y gracias a Víctor Martínez Patón, Félix fue el centro de un acto universitario alrededor del fútbol. Víctor nos lo recordó una y otra vez a lo largo de sus intervenciones, no por el protagonismo de Félix -que todos sabemos que hubiese rechazado cualquier tipo de reconocimiento público-, sino porque el fútbol había entrado por la puerta grande, porque se había demostrado que también de fútbol hablan los intelectuales.

Un buen día Víctor Martínez Patón me comentó su idea de organizar un acto, el que fuese, en reconocimiento de Félix. Entonces era una idea que había que ir dándole sentido, primero y cuerpo después. Meses más tarde, el trabajo inagotable de Víctor, sólo alimentado por su propio entusiasmo, hizo realidad el acontecimiento más importante que ha podido haber en la historia de CIHEFE. Por eso, insisto, sin Víctor no hubiese sido posible este foro.

Centrándonos en las distintas sesiones, las hubo de muy diversas naturalezas. El Foro comenzó con un plato fuerte impresionante: Gustavo Bueno y Jorge Valdano. Como fondo «Fútbol y Filosofía». Grande Gustavo Bueno, rompiendo prejuicios pseudointelectuales, desmenuzando los factores que permiten que el fútbol sea capaz de reunir miles de millones de espectadores en torno a un partido como puede ser la final de un mundial. Comedido y sencillo Jorge Valdano, resaltando aspectos más cercanos a su propia experiencia, proyectándolos hacia la trascendencia del juego.

Al día siguiente el debate en torno al Fútbol y la Memoria Histórica también fue rico y fluido. Muy buena la exposición de José Manuel Rodríguez Pardo sobre la definición del término «Memoria histórica» y su posible aplicación al fútbol. Vicente Martínez Calatrava se ciñó al rigor del dato y defendió la posibilidad de analizar el fútbol a partir de la propia naturaleza del juego. Iván Vélez resaltó la imposibilidad de separar la contextualización del hecho deportivo del entorno sociopolítico que lo alberga. Un debate amplio con intervenciones de los asistentes también con gran criterio.

Después vino la sesión más especial de toda la jornada. El verdadero homenaje a Félix Martialay. Teníamos la idea de centrar las intervenciones sobre la importancia del trabajo de Félix tanto por la amplia información que reunió a lo largo de su vida como la metodologóa que siguió para mantenerla actualizada en todos los campos. Entre los asistentes, junto a los miembros de CIHEFE, una representación de la familia creándose una atmósfera íntima que permitió que cada uno pudiese manifestar la relación personal con Félix. Honesto, apasionado de su trabajo, incansable, humilde, leal… todos reconocimos haber contraído una deuda insalvable con lo que nos transmitió igual como investigador que como persona. No me cabe duda que si grande ha sido el dolor de su pérdida, también es grande el consuelo de haber podido tenerlo como amigo durante todos estos años.

El martes por la tarde se reanudó el Foro con la conferencia de Eduardo Inda. CIHEFE ha de agradecer su presencia y el respaldo que Marca ha prestado al Foro en todo momento. Su exposición, correctamente documentada se centró en el uso que la política ha hecho del deporte en general y de manera más concreta, del fútbol. Resaltó que todos los regímenes, fuesen del sentido político que fuesen, aprovecharon el deporte para transmitir y divulgar su ideología y la imagen de un país. Eduardo Inda mostró estar muy a gusto y comentó de buena gana las cuestiones que el público, especialmente los estudiantes, le hicieron llegar a la mesa.

Y para finalizar, ciñéndonos al tema central del I Foro Félix Martialay, hicimos un repaso a la documentación que se tuvo en cuenta y se trabajó para emitir el informe sobre la Copa España Libre. Después de establecer los aspectos legales, tanto jurídicos como deportivos, se hizo una exposición pormenorizada del contexto histórico de las circunstancias que envolvieron entonces al fútbol nacional. No se puede aceptar más interpretación de la circular federativa del 3 de octubre de 1936 que la que dice el propio texto ni es una cuestión de voluntad política conceder un reconocimiento de forma gratuita a un torneo amistoso así concebido en el momento en que se disputó. Hubo una aceptación unánime entre los asistentes tras la exposición del informe de CIHEFE sobre este torneo.

Y tras repasar brevemente el desarrollo del I Foro Félix Martialay sólo me queda manifestar mi gran satisfacción personal, como presidente de esta entidad, por el grandísimo éxito que se ha alcanzado, felicitar de manera destacada a nuestro compañero Víctor Martínez Patón, verdadero motor de todo el entramado, por su constancia, eficaci y acierto en todas sus gestiones, además  de agradecer en nombre del propio CIHEFE al CEU San Pablo por la cesión de sus instalaciones así como a todos los asistentes, destacando los nombres de Gustavo Bueno, Jorge Valdano y Eduardo Inda, que creyeron en nuestro poryecto desde el primer momento y así lo demostraron con su asistencia totalmente desinteresada.




Fútbol y memoria histórica

Intervención del autor en el I Foro Félix Martialay, dentro de la mesa redonda «Fútbol y Memoria Histórica», el 21 de septiembre de 2010

Desde hace aproximadamente diez años, la expresión memoria histórica ha sido comúnmente utilizada por todo tipo de profesionales con el objetivo de reinterpretar nuestro más reciente pasado, concretamente los cuarenta años de régimen franquista. Memoria histórica que fue proclamada por una ley aprobada por el Parlamento en el año 2007.

Sin embargo, no cabe mezclar la memoria con la Historia, pues ambas son por definición opuestas. La memoria es algo siempre biográfico e individual, que no trasciende ese ámbito. Y, en tanto que memoria biográfica, que no deja de ser una reconstrucción interesada, donde cada uno selecciona lo que más le conviene o lo que recuerda. Por el contrario, la Historia trabaja con documentos cronológicamente ordenados, cuya finalidad es precisamente superar la memoria individual y dejar registro de lo sucedido para generaciones futuras. Heródoto, el primer historiador conocido, comienza su Historia precisamente distinguiendo entre memoria e Historia: «Esta es la exposición del resultado de las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido y que las notables y singulares empresas realizadas, respectivamente, por griegos y bárbaros -y, en especial, el motivo de su mutuo enfrentamiento- queden sin realce».

Desde este punto de vista, la denominada memoria histórica es un sinsentido, puesto que no puede aplicarse tal concepto de memoria a los grupos humanos; no existe memoria colectiva sino memoria individual, cuya existencia es desbordada por la propia Historia efectiva de una colectividad. No cabe hablar de una Memoria de España, como titulaba a su programa sobre la Historia de España TVE hace seis años, dirigido por el historiador Fernando García de Cortázar, sino precisamente de Historia de España. La «recuperación de la memoria histórica» respecto a la dictadura de Franco, la Guerra Civil u otras etapas de la Historia de España, es una interpretación partidista, que sólo puede redimirse convirtiéndose en verdadera historiografía.

Y es desde el desnudo partidismo como se opera cuando se ejerce la denominada memoria histórica sobre el franquismo: se le considera un régimen totalmente brutal y arbitrario, donde además de la represión física sobre los disidentes se usaba una suerte de «represión lúdica» a base de popularizar el fútbol por decreto-ley. Decreto-ley que exaltaría el centralismo más exagerado al convertir al Real Madrid en el equipo oficial del régimen, que ganaba ligas  y copas por decreto del Generalísimo. Habituales comentarios despectivos que aparecen, por ejemplo, en series de televisión, caso de la serie de TVE Cuéntame cómo pasó. Algo que se afirmó cuando, tras su victoria electoral en 1996, el Partido Popular, para muchos «la continuación del franquismo por los medios democráticos», implantó la retransmisión de un partido de fútbol los lunes en horario de máxima audiencia. Algo a lo que, sin embargo, la población respondió convirtiendo ese evento en el de más audiencia de la década de 1990.

Sin embargo, todos estos argumentos son puramente falaces y, para ser más directos, una verdadera manipulación histórica: cualquier persona mínimamente versada en la Historia del Fútbol español sabrá que el Real Madrid no ganaba las ligas «por decreto», salvo que así se entiendan los más de veinte años, desde 1933 hasta 1954, que pasaron sin que el club blanco ganase la competición liguera; el Fútbol Club Barcelona no constituyó la resistencia ante ningún «centralismo», sino que tuvo como socio de honor a Francisco Franco, quien vio cómo el club catalán ganaba 9 Copas del Generalísimo, las mismas que el Athletic Club de Bilbao, ambos los equipos más laureados del torneo que llevaba el nombre del Jefe del Estado durante el franquismo.

Y, por supuesto, el fútbol no se convirtió en el deporte de masas durante el franquismo, sino que este hecho va aparejado a la consolidación de la sociedad industrial, a caballo entre el final del siglo XIX y el comienzo del siglo XX. En todo caso, con el franquismo comenzó a emitir la Televisión Española, en 1956, y con ella se inició la retransmisión de imágenes en directo del fútbol. Y si cada vez las retransmisiones de fútbol han sido más frecuentes (en la actualidad, prácticamente a diario), es porque la sociedad de mercado demanda cada vez más ese producto, dentro del proceso de transformación del franquismo en una democracia coronada, que elige sus representantes políticos al igual que elige en el mercado pletórico y, por supuesto, gracias a la democracia del telemando y las audiencias televisivas, volcadas en el deporte rey.

Es más, el fútbol prueba que el franquismo no sólo fue un simple régimen dictatorial cubierto bajo la fachada del nacional-catolicismo, sino que consolidó el carácter de sociedad capitalista desarrollada cuyos ritmos vitales ya no se medían por el calendario litúrgico nacional-católico, sino principalmente por los ritmos del calendario liguero y del fútbol a escala mundial: desde el año 1930, fecha de celebración de la primera edición del Campeonato del Mundo de Fútbol, éste se ha convertido en la auténtica medida del tiempo de nuestras sociedades globalizadas, al igual que en tiempos de la Grecia clásica la medida del tiempo se establecía según la celebración de las olimpiadas, desde el 776 AC.

Recordemos la película Asignatura aprobada (1987), dirigida por un aficionado al fútbol como José Luis Garci, que comienza con un monólogo de Jesús Puente en el que señala las diferencias entre la ciudad de la que proviene (Madrid) y su ciudad actual (Gijón) en base al número de partidos de fútbol que puede ver cada semana. Todo tipo de ceremonias se han consolidado alrededor de esta nueva liturgia futbolística. Una muy habitual en algunos clubes es la invasión del campo por parte de las aficiones, sobre todo cuando termina una temporada o la disputa de un trofeo, tanto por la alegría como por la decepción que ha provocado el resultado. Ceremonia que recuerda mucho al famoso dicho popular que escribió Unamuno: «Toda España corre detrás de la Iglesia, la mitad con una vela y la otra mitad con un palo».

Es más, el fútbol es el único deporte auténticamente universal, y está ligado a la estructura política que supone el comienzo de la civilización y que mantiene unos flujos y ciclos muy definidos: la ciudad, en tanto que supone la negación de la sociedad tribal y el establecimiento de una serie de cauces de comunicación, ya sea por vía terrestre, marítima, aérea o incluso mediante complejas comunicaciones electrónicas como las que nos ofrece internet. La Historia Universal está unida a la de las ciudades, ya sea como ciudades-estado al estilo de las polis griegas, ciudades imperiales como la antigua Roma o las ciudades cosmopolitas en el difuso mundo «globalizado» en que vivimos a día de hoy. En virtud de esa ligazón, los equipos de fútbol siempre representan a ciudades y nunca a regiones: Londres, Milán, Madrid, Barcelona y otras ciudades de similar envergadura, presumen de tener a los clubes de fútbol más laureados del planeta, que popularizan a las urbes respectivas que representan.

Estructuras políticas cuya historia está muy por encima de las postizas y ficticias autonomías que se presentan incluso como partes soberanas cuya existencia histórica antecede con mucho a la propia España, pero que también se sirven en ocasiones del fútbol para expandirse. Es el caso de los nacionalismos fraccionarios que operan en la Nación Española, ligados a clubes de fútbol como el Fútbol Club Barcelona, pero especialmente en el caso del Athletic de Bilbao, el único club de España que alinea sólo a jugadores españoles, pese a que sus dirigentes argumentan desde su peculiar punto de vista que sólo son jugadores vascos. Pero estos jugadores «vascos» desbordan el ámbito de las provincias vascongadas en virtud de la ideología separatista que postula la delirante Euskal Herria como un estado vasco oprimido por España que habrá de independizarse: ya no sólo jugadores como Julen Guerrero o Joseba Echeverría, sino navarros, como Ismael Urzaiz, o los campeones del mundo Javi Martínez (también navarro) y Fernando Llorente, de origen riojano.

Incluso hace años, en plena fiebre de los jugadores comunitarios en nuestro país, el Athletic de Bilbao fichó al francés Vicente Lizarazu. La justificación del entonces presidente del club, José María Arrate, es que habían fichado a un jugador ¡vascofrancés!, como si su origen étnico tuviera algún significado político más allá del delirio nacionalista. El propio Arrate le situó en la diana de ETA, pues como el propio jugador recuerda en su autobiografía, le dijo: «Contesta que no puedes ser extranjero pues eres vasco». Incluso Lizarazu afirmó que al abandonar el Athletic en la temporada 1996-97, Arrate «me amenazó, jurando que eso iba a rodar mal para mí. Intentó hacerme pasar por un «traidor a la patria». ¡Qué cinismo!», dijo el exjugador francés, durante la presentación de su autobiografía en declaraciones recogidas por el Diario Vasco el 25 de abril de 2007.

Sin embargo, frente al Estado de las Autonomías producto de la Constitución de 1978, el fútbol de selecciones es considerado por muchos como la prueba de existencia de la propia Nación, en este caso de la Nación Española. Cuando juega la selección de fútbol, es la Nación quien juega: 16 millones de personas, más del 90 por ciento de la cuota de pantalla registrada el 11 de Julio de 2010 (sin contar a quienes lo seguían en directo a través de pantallas en lugares públicos), la Nación completa comprobó como España se proclamaba Campeona del Mundo en el Mundial de Sudáfrica. La misma Nación que salió con la bandera rojigualda a festejar el éxito, sin autonomías de por medio, al igual que durante la Final Olímpica de Barcelona 1992, con el Nou Camp lleno de enseñas rojigualdas para escándalo de los nacionalistas catalanes, o cuando se ganó el Campeonato de Europa del año 2008.

El fútbol, en definitiva, canaliza las más diversas tensiones y tendencias políticas en una época en la que se menosprecia la guerra y se aboga por la paz perpetua. Se diría que incluso el fútbol recoge de alguna manera muchas instituciones de lo que fueron los conflictos dirimidos entre ejércitos hasta el siglo XIX: los dos conjuntos se retan en un lugar y una fecha determinados, se saludan siguiendo las reglas del honor antes y después de cada encuentro, y durante la disputa del mismo el objetivo es conquistar el terreno contrario y llegar hasta su portería, superando sus líneas defensivas. Es muy posible que la reciente final del Mundial de Sudáfrica fuera interpretada por un neófito como una verdadera contienda, dada la dureza con la que los holandeses se emplearon, y seguramente no faltarían razones a quien así opinase.

Y de hecho, la gesta de nuestra selección en Sudáfrica, alzando finalmente la Copa del Mundo por primera vez en su Historia, ha propiciado en toda España la recepción de nuestros internacionales como representantes genuinos de la Nación Española, y que sean recibidos sin acordarse de las diferencias autonómicas. Prueba de que España, pese a lo que muchos intentan afirmar, no nace en 1978 «por consenso» sino que viene de mucho más allá. El fútbol, en definitiva, nos devuelve a la realidad hurtada por toda una serie de ideologías confusas que pretenden negar la Nación Española. Y una de ellas es, sin duda, la memoria histórica.