“Y así…hasta que llegó Luis Aragonés”

España tenía que disputar la liguilla de clasificación para el IX Mundial a celebrar en Méjico en 1970 contra las selecciones encuadradas en el grupo VI, Yugoslavia, Bélgica y Finlandia.

Los resultados que había obtenido hasta el encuentro ante Finlandia, habían sido de esperanzador empate logrado en Belgrado (0-0); decepcionante nuevo cero a cero ante Bélgica en el estadio Santiago Bernabéu; derrota ante la misma selección belga por 2-1 en Lieja; y, por fin, una victoria ante los yugoslavos por dos a uno en el Camp Nou de Barcelona.

Pero Bélgica, para entonces, ya tenía en su casillero 9 puntos como consecuencia de cuatro victorias, un empate y ninguna derrota, números suficientes para tener el billete para Méjico en el bolsillo. España alcanzaba los 4 puntos, Yugoslavia, 3, y Finlandia ninguno. A España le restaban por disputar los dos intranscedentes encuentros ante los finlandeses; ya se pueden imaginar que, aunque se ganaran ambos, sería imposible alcanzar a los belgas.

Mientras tanto, como preparación (¡?), se habían jugado otros dos encuentros ante Suiza con victoria pírrica por 1-0 y otro empate ante Méjico, a cero, en Sevilla.

Y el calendario alcanzó el 25 de junio de 1969. Viaje a Helsinki. Al frente de la expedición, los seleccionadores Luis Molowny, Miguel Muñoz y Salvador Artigas, ya en su último partido al frente del equipo pues Ladislao Kubala  había sido designado como posterior seleccionador.

En el Estadio Olímpico de Helsinki, a las seis de la tarde, con camiseta roja y pantalón azul, la alineación que presentó España para su encuentro internacional nº 180 fue la formada por Sadurní, Martín II, Glaría IV (capitán), Tonono, Vidagañy, Zabalza (Fusté, 46’), Grosso, Velázquez, Amancio (Ballester, 74’ –debutante nº 359-), Bustillo y Asensi.

El resultado al final del encuentro, contundente: 2-0 a favor de Finlandia.

Consultando la hemeroteca de aquellas fechas, las voces de protesta e indignación se alzaron contra todo los que sonara a fútbol español. Según se decía, desde 1920 cuando España jugó su primer partido en la Olimpiada de Amberes, esta derrota había sido el mayor fracaso de la historia.

Para los finlandeses, que eran “amateurs”, representaba una satisfacción jugar el primer partido de su historia contra España y, sobre todo, dado el carácter profesional de los jugadores españoles. Sus jugadores, a veces, iban al partido en bicicleta desde el taller donde trabajaban, para no llegar tarde por los atascos de la circulación…En algún comentario previo al encuentro, hasta se venía a pedir que no fueran crueles los españoles a la hora de golearles.

Para nuestros jugadores, ninguna preocupación. Para ellos, era algo así como un entrenamiento con público, pues el fútbol no interesaba demasiado a los espectadores y menos para verlos perder.

Según la clasificación de selecciones nacionales que en 1968 había elaborado “France Football”, Finlandia ocupaba el último lugar, “ex aequo” con Luxemburgo. Hasta entonces, en su historial, los finlandeses habían jugado 15 partidos con el balance de un empate y 14 derrotas, encajando 53 goles y solamente pudiendo marcar diez; es decir, en quince encuentros únicamente había conseguido un punto.

Los comentarios fueron de todo tipo. Tengan en cuenta que estamos en 1969, hace casi 47 años. Por su lectura, observarán que muchas de las opiniones que relatamos a continuación, probablemente estén ahora mismo, en 2016, de vigente actualidad y coincidan con lo que muchos de ustedes pueden pensar. Así se escribe la historia…

Por ejemplo:

El acreditado periodista Cronos, en “Marca” decía en su crónica “La explicación de lo inexplicable” entre otros párrafos: “¿Tiene explicación esto? Todo lo que sucede es susceptible de contar, pero hay muchas cosas que aunque se cuenten, resulta difícil o imposible explicarlas. Todavía, no acierto a comprender las razones que determinaron este fracaso, el mayor de la historia futbolística española. El fondo editorial del mismo Marca se titulaba “¡Fuera, fuera, fuera!”.

Pedro Escartín, periodista del diario “Pueblo”, ex árbitro internacional y ex seleccionador nacional , afirmaba:

LuisAragones01“La solución a todos estos resultados estriba en el fútbol aficionado. Ahí es donde surgen los jugadores. Y como no hay jugadores en esta categoría…Por otra parte, creo que en estos momentos no contamos con jugadores de talla. Los hay de club, pero no hay fenómenos”.

En el periódico “Dicen”, en su columna “Tema”, con el título de “Indignación”, entre otros comentarios se hacían los siguientes: “…Al fútbol español le sobra soberbia y le falta humildad…Y lo más lamentable es que este estado de engreimiento, este complejo de superioridad, ha llegado a las altas esferas futbolísticas, que de verdad creen que el valor de nuestro fútbol en el césped, está relacionado con las cifras que incesantemente pagan las mal administradas y peor controladas tesorerías de los clubs españoles…Los males del fútbol español, está visto, no tienen remedio”

Ramón Melcón, ex árbitro, opinaba:

LuisAragones02“El fútbol español es un desastre y el de la selección acusa todos los defectos de los clubs, corregidos y aumentados, ya que los jugadores no se ven más que cuando tienen que jugar un partido. ¡Mucha cultura física, muchas carreritas y tal, pero de balón cada día menos! Y así pasa, que el jugador –salvo excepciones, claro- no sabe controlar la pelota, no sabe pasar, no sabe jugar, en una palabra…¡Si no se tira a puerta, no se pueden meter goles!. Y esto se ha olvidado casi por completo. Un desastre! ”.

El periodista Gilera, afirmaba:

“Los jugadores llevan desde agosto pasado pegándole patadas al balón, con equipos que prolongan la temporada con encuentros amistosos. Todo eso pesa una barbaridad. Los hombres juegan sin ganas. Porque uno de los principales problemas se encuentra en el calendario oficial de cada temporada. Eso es lo que hay que estudiar”.

Pérez de Lema, de “El Alcázar”, se expresaba así:

“¿Soluciones? Se debe cortar la Liga, que es excesivamente larga. Hay que crear una división de Honor, con media docena de equipos que puedan actuar en las competiciones europeas. Y, con los demás hacer una Primera División. Esto permitiría que los internacionales tuvieran más tiempo para jugar juntos y formar ese indispensable cuerpo base para la selección nacional. Hasta ahora, todo lo hecho es meramente casual y no merece ser tenido en cuenta.”

Francisco Yagüe, de “Informaciones”, decía:

“Lo de Finlandia ha sido algo así como tomarle el pelo al público español…Yo propondría que la Federación sancionase a los once jugadores que se enfrentaron a Finlandia. Lo mismo que establece un baremo de primas, por ejemplo, estableciese bien, un baremo de responsabilidades… Lo de Helsinki ha sido de cachondeo”.

Jaime Lazcano, ex jugador, manifestaba:

“Todo son recepciones, banquetes, copas, elogios, regalos…pero se han olvidado de fomentar el deporte desde su arranque. Y la verdad es que hay que arrancar desde abajo con un estilo espartano. Hay que sacrificarse para triunfar”.

“Y la juventud de hoy, con todas las comodidades que tiene, no quiere saber nada de sacrificios. No tiene afición, ni ese espíritu de sacrificio indispensable. ¡No hay jugadores!, en pocas palabras. Y aunque parece paradójico, el súper profesionalismo es el fracaso del deporte en general y del fútbol en particular. La gente se ablanda por exceso de comodidad, porque le dan todo hecho…ponen poco de su parte luego. Hay que jugar sin pensar en el dinero, como hacíamos nosotros, como hacía Di Stéfano, sin ir más lejos, que era un verdadero ejemplo de auténtica afición”.

LuisAragones03Carlos Pardo, en su columna de El Mundo Deportivo, decía esto: “…Si este resultado deshonroso, no quizá “per se” sino como gota final que desborda un vaso de errores, complacencias y comodidades, no hace temblar hasta los cimientos de todo el edificio federativo del fútbol español, eliminado de Méjico y perdiendo incluso ante el más pequeño adversario de su grupo, en partido que no contaba ya por estar ambos fuera de combate, es que no hay salvación para este fútbol de nuestros pecados, del que nadie, por mal que lo haga, quiere apearse. La palabra dimisión está borrada hace tiempo del diccionario del fútbol español en todos los niveles… Pueden los “millonarios” de nuestro fútbol volver a sus playas lujosas, a sus “chalets”, y sus canoas, a sus automóviles deportivos, a su vida fácil y fastuosa, aupados a ella por el entusiasmo de estos miles de fanáticos que con su admiración han puesto el fútbol en su terreno imposible, tanto desde el punto de vista social y económico…Algo que debe convulsionar al fútbol español…si es que hay todavía seriedad”.

El periodista Rienzi, comentaba:

“…Y en cuanto a los directivos, está declarada desde hace años una crisis que no tiene fácil solución, porque, salvo excepciones, hay dos clases de conspicuos en nuestro fútbol: los que llegan poniendo su libreta de cheques a disposición de los clubs, y a cambio imponen su criterio hasta en las alineaciones, aunque sean supinos ignorantes en la materia…y los que, en posesión de unos mayores conocimientos, no quieren complicarse la vida ni arriesgar el cargo y van a favor siempre de la corriente, aunque ésta le lleve al club al despeñadero.”

José María Lorente, desde su columna “Ventanal” del diario “Arriba” se expresaba de esta manera: “…Hay que ir a soluciones drásticas. Hay que limpiar de raíz todos los males que aquejan a nuestro fútbol…Otro paso:  Exigencia a los clubs. En su política de formación de la propia cantera. En su régimen administrativo. En el cumplimiento de sus obligaciones. Basta ya de alocados desembolsos, que aún realizados a título personal, no sirven sino para hipotecar al club. La política personalista está siendo el mal más grave de nuestro fútbol porque en el afán de imitar lo de fuera, sólo sabemos imitar lo que no vale. Y con esta política, los directivos que pueden realizar una función terminan por marcharse. Y los entrenadores tienen que pasar por carros y carretas. Y los jugadores, con el régimen proteccionista, se suben al pódium de la vanidad. El club es la célula más importante del fútbol. La más importante de cualquier deporte. Pero como todo organismo, el fútbol exige que esas células sean sanas. De lo contrario, sólo podemos esperar descalabros”.

Miguel Ors, desde las páginas de “Pueblo” escribía: “…otras veces, en tesituras similares, se han buscado, encontrándose casi siempre, culpables. ¿Quiénes lo son ahora? Quizá el sistema, el mundo  reblandecido y aburguesado del fútbol español. ..Este ridículo culmina una línea ascendente de fracasos que reclaman inexorablemente medidas que conduzcan a una seria y auténtica eficacia y responsabilidad…Bochornoso. Sencillamente bochornoso. Algo le sobra a nuestro fútbol…”

Ricardo Zamora, se expresaba en estos términos:

“Primero: el jugador de hoy vive con otros muchos problemas más aparte del fútbol. Segundo: dado como hoy está montada la organización del fútbol, considero que dedican escaso tiempo al estudio y práctica del mismo. Tercero: que le resulta todo, inclusive la vida, demasiado cómoda”.

Como habrán leído, opiniones para todos los gustos.

Más tarde, el Pleno de la Federación Española de Fútbol se celebró el 11 de julio de 1969. Había dos temas importantes: uno, el análisis de la actuación de la Selección nacional y las medidas a tomar para evitar los fracasos tenidos en la temporada que finalizaba; y, otro, ver en qué quedaba la propuesta del presidente del Sabadell, Sr. Rosón, que pedía la ampliación de la Primera División a 18 clubs.

En cuanto al tema de la ampliación, no se aprobó. Hubo 136 votos “no”, 86 “sí” y dos abstenciones. Se pensaba que si la Liga en Primera se convertía en 34 jornadas, más 7 de Copa, más miércoles europeos de los clubs, más torneos de verano, más el mes de descanso…¿qué fechas quedaban para la Selección?. Por otra parte, parece que ya había demasiados equipos “de segunda” en Primera, y una nube de jugadores no sólo de “segunda” sino de “tercera” en los equipos punteros…

Posteriormente a todos estos comentarios y acontecimientos, la trayectoria de la Selección Española, fue la siguiente:

Eurocopa de Naciones:

1972: No clasificados.

1976: No clasificados.

1980: Eliminados en la primera fase.

1984: Subcampeón (junto con la victoria a Malta, de las pocas alegría que tuvieron lugar).

1988: Eliminados en la primera fase.

1992: No clasificados.

1996: Eliminados en cuartos de final.

2000: Eliminados en cuartos de final.

2004: Eliminados en la primera fase.

2008. CAMPEONES DE EUROPA.

2012: CAMPEONES DE EUROPA.

2016: ¿?

Campeonatos del Mundo:

1974: No clasificado.

1978: Eliminados en la primera fase.

1982: Eliminados en la segunda fase.

1986: Eliminados en cuartos de final.

1990: Eliminados en octavos de final.

1994: Eliminados en cuartos de final.

1998: Eliminados en la primera fase.

2002: Eliminados en cuartos de final.

2006: Eliminados en octavos de final.

2010: CAMPEONES DEL MUNDO.

Como verán, hasta 2008, con la llegada de Luis Aragonés, el “Sabio de Hortaleza” y su arenga al fútbol, que se denominó en su día “LA GRAN SENTADA”, España deambuló sin gloria alguna por el fútbol europeo y mundial. Así, dijo “Se necesita una gran sentada de todos los estamentos alrededor de la selección; si no nos unimos más, va a ser difícil. El espíritu de equipo lo debemos dar entre todos“. Vicente del Bosque continuó la obra, como todos ustedes saben.

LuisAragones04Decía Honoré de Balzac que “el bruto se cubre, el rico se adorna, el fatuo se disfraza, y el elegante se viste”. Si me lo permiten, haciendo un símil con la camiseta española a lo largo de su historia, ¿se han vestido todas estas…? .

Con la fulgurante eliminación en el Mundial de 2014 ¿volvemos a lo de siempre? ¿quizá un paréntesis en la instalación del éxito?. No sé si esta película  la hemos visto alguna vez. Juzguen ustedes.

Fuentes consultadas: Diario “As”, “Marca”, “Dicen”, “Arriba”, “El Mundo Deportivo”, “Pueblo” y “El Alcázar” de fechas 26 y 27-6-1969.




Historia de la Eurocopa (V). Yugoslavia 1976.

La quinta edición de la Copa de Europa de Selecciones Nacionales arrancaba con el mismo formato competitivo de las dos últimas. Una vez más, las 32 selecciones adscritas a la UEFA quedaban repartidas en ocho grupos de cuatro equipos cada uno. Los ocho campeones de grupo pasarían a disputar, posteriormente, las eliminatorias de los cuartos de final. Entre el 1 de septiembre de 1974 y el 28 de febrero de 1976, tendrían lugar los 96 encuentros de que constaba esta primera fase de grupos.

El sorteo había deparado un Grupo 1 con Inglaterra, Checoslovaquia, Portugal y Chipre. Los tres primeros mantuvieron un codo a codo interesante durante toda la liguilla. Checoslovaquia, que había sido derrotada con claridad en Wembley en el partido inaugural, terminaría logrando la clasificación con un punto de ventaja sobre los ingleses (una de las decepciones del torneo) y dos sobre los lusos.

Las selecciones de Hungría, Austria, Luxemburgo y Gales componían el Grupo 2. El sorprendente combinado galés se llevaría el gato al agua en forma de clasificación para cuartos. Una única derrota, cosechada en Viena en el primer compromiso, y cinco triunfos consecutivos, le valdrían para lograr el pasaporte. Especialmente llamativas resultaron las dos victorias sobre Hungría, una de ellas en Budapest, que confirmaban su liderazgo en el grupo y la decadencia de la otrora gran selección magiar. Por cierto, debacle del fútbol británico, con el País de Gales como único representante en la siguiente ronda del campeonato.

Poca resistencia encontró Yugoslavia en su recorrido por el Grupo 3. Con Irlanda del Norte, Suecia y Noruega como compañeros de viaje, solamente los norirlandeses lograrían vencerles en los seis encuentros disputados. Todos los demás partidos fueron saldados con victorias.

En el Grupo 4 se daban cita España, Escocia, Dinamarca y Rumanía. Con sufrimiento y muchos altibajos en su juego, los chicos de Kubala conseguirían finalmente la clasificación. Más firmes fuera que en casa (con dos victorias y un empate a domicilio y dos igualadas y un triunfo como locales), los españoles pasaban por delante de Rumanía, también invicta, pero cuyos cinco empates en seis partidos resultarían, a la postre, todo un lastre.

Interesante resultó la composición del Grupo 5, con dos de los grandes animadores del último Campeonato del Mundo, Holanda y Polonia y la siempre competitiva selección italiana. Finlandia cerraba el cuadrangular como mera comparsa. Y así fue. Holanda y Polonia terminarían empatadas a ocho puntos e Italia, tercera, sumaría siete. La mejor diferencia de goles a favor de la ya conocida como Naranja Mecánica (14-8, frente a los 9-5 de los polacos), terminaría por darle el ajustadísimo billete final.

La Unión Soviética, gran dominadora histórica del torneo, con un título y tres finales de cuatro posibles, se las prometía muy felices en un Grupo 6 que completaban Irlanda, Turquía y Suiza. Pero dos derrotas en sus tres desplazamientos hicieron tambalear los cimientos de su presumible superioridad. Con ocho puntos, sólo uno más que los irlandeses, ponían la rúbrica a su sufrida clasificación. La derrota por la mínima de Irlanda en Berna, terminaría resultando clave.

En el Grupo 7, Bélgica, Alemania Oriental, Francia e Islandia, se disputaron la clasificación para los cuartos de final. Los alemanes del Este, que habían vencido en Bruselas y empatado en Leipzig frente a los belgas, tenían todas las papeletas para meterse en la siguiente ronda. Pero su inesperado 1-1 en casa ante Islandia y el estrepitoso 2-1 en Reykjavik, frente la misma selección, dejaban en bandeja de plata la clasificación a los Diablos Rojos.

Alemania Federal, Grecia, Bulgaria y Malta formaban el Grupo 8. Con bastantes más apuros de los inicialmente previstos, los campeones de Europa y del mundo pasarían a la siguiente fase con tres triunfos y tres empates, dos de ellos frente a los animosos griegos, segundos en la clasificación. Con tan sólo catorce goles en seis encuentros (ocho de los cuales, marcados a Malta en la última jornada), el cuadro bávaro no había tardado mucho en añorar la asombrosa facilidad goleadora del Torpedo Müller, quien, tras 68 dianas en 62 partidos, había anunciado su adiós a la selección después del Mundial-74.

El 24 de abril de 1976 daban comienzo los cuartos de final, con tres de los cuatro encuentros de ida. En Madrid, un tiempo para cada equipo arrojaba un resultado final de 1-1 entre España y Alemania Federal y dejaba las espadas en todo lo alto para el compromiso de vuelta. Santillana en la primera mitad y Beer en la segunda, habían firmado las tablas. Mientras, en Zagreb, dos tantos de Vukotic y Popivoda a la recia selección de Gales, acercaban un poco más el objetivo final al equipo yugoslavo. En Bratislava, Checoslovaquia se imponía con justicia y merecimiento a la URSS, con goles de Móder y Panenka, complicando considerablemente el pase soviético a la penúltima ronda del torneo. ¿Podrían remontar la eliminatoria y disputar su quinta semifinal consecutiva los chicos de la CCCP? Al día siguiente, Holanda se daba un festín en Rotterdam a costa de sus vecinos belgas, con un sensacional Johan Cruyff como jefe de operaciones y un inspirado Bobby Rensenbrink, autor de tres de los cinco goles de su equipo.

El 22 de mayo se disputaron los cuatro encuentros de vuelta, en los que no hubo lugar a muchas sorpresas. En el Olímpico de Múnich, dos goles antirreglamentarios de Alemania (uno, de Höness, precedido de un fuera de banda no pitado y otro, de Toppmöller, en claro fuera de juego), dejaban en la cuneta a un conjunto español con escasa fe y ninguna fortuna. Los campeones alemanes, con un pobre bagaje a lo largo del campeonato, ya estaban en las semifinales. En Bruselas, Holanda remontaba el tanto inicial de Van Gool, con un gol de Rep y una genialidad de Cruyff, para meterse en su primera semifinal continental. En un durísimo choque disputado en Cardiff, donde la policía tuvo que intervenir para evitar males mayores al colegiado alemán Glöckner, Gales y Yugoslavia empataban a un gol, resultado que metía a los plavi en la fase final del campeonato. Katalinski, de penalti, y Evans, los goleadores. En Kiev, se esperaba con verdadero interés el desenlace final entre soviéticos y checos. La victoria por 2-0 en la ida, favorable a los segundos, ponía muy difícil la clasificación a la URSS para una hipotética quinta fase final. Y no pudo ser. Un sólido y bien plantado conjunto checoslovaco apeaba, por vez primera en la historia del torneo continental, a la Unión Soviética en la misma antesala de las semifinales. Móder, por dos veces para Checoslovaquia y Buryak y Blokhin para los soviéticos, establecían el 2-2 definitivo que clasificaba al conjunto visitante para la segunda semifinal de su historia.

Conocidos los cuatro semifinalistas, la UEFA otorgó la organización de la fase final a Yugoslavia, subcampeona europea en 1960 y 1968. Belgrado y Zagreb serían las ciudades elegidas para los cuatro últimos partidos de la presente edición de la Eurocopa. En el Maksimir Stadion de la capital croata, Holanda y Checoslovaquia disputaban la primera semifinal, el 16 de junio. La brillante Holanda, subcampeona del mundo, comandada por Cruyff, el mejor futbolista del momento, ante la supuesta cenicienta del cuadrangular, Checoslovaquia. Pocos habían reparado en que los checos venían de dejar en la cuneta a Inglaterra en su grupo de la fase preliminar y a la siempre favorita Unión Soviética, en la ronda de cuartos. El conjunto oranje, que alineaba a siete jugadores finalistas en Alemania-74, confiado en exceso ante la desconocida selección rival, se veía sorprendido a los 20 minutos por el gol de Anton Ondrus, el defensa libre checo. Desde ese instante, el encuentro se convertía en una contrarreloj para los tulipanes, incapaces de hincar el diente a un equipo sin fisuras, bien organizado y con un excelente cancerbero, Ivo Viktor, futuro Balón de Bronce de la temporada. Tuvo que ser de nuevo Ondrus, ahora en su propia portería, el que les echara una mano con el tanto del empate a un cuarto de hora del final. En la prórroga, expulsados Neeskens y Van Hanegem  por los holandeses y Pollak por los checoslovacos, el partido se rompía definitivamente. Nehoda (114’) y Vesely (118’) acertaban de nuevo con el portal de Schrijvers  y colocaban a su selección, de forma inesperada, en el partido que decidiría el título.

 Al día siguiente, en un abarrotado estadio Estrella Roja de Belgrado, Yugoslavia, el anfitrión, y Alemania Federal, vigente campeona de todo, medían sus fuerzas en la otra semifinal. Para los plavi suponía la gran ocasión de resarcirse por las grandes decepciones cosechadas en las ediciones de 1960 y 1968, donde la URSS primero e Italia después, les habían dejado con la miel en los labios. Para los germanos, el partido significaba todo un reto: meterse en otra final internacional para lograr un tercer título de manera consecutiva, algo inaudito hasta la fecha. Y el encuentro no dejaría indiferente a nadie. Yugoslavia, brillante dominadora en la primera parte, tomaba una importante ventaja antes del descanso con los goles de Popivoda y Dzajic. Contra cualquier selección del mundo, ese resultado bien podría considerarse casi definitivo, más aún jugando como local ante un público entregado. Pero frente a un conjunto como Alemania Federal, nada es definitivo hasta el pitido final. Flohe, que había salido de refresco tras el intermedio, acortaba distancias en el 65’. Faltaban once minutos escasos para la conclusión y Yugoslavia, que había dado un pasito atrás ante el empuje alemán, parecía tener en su mano la final. Pero Helmut Schön, seleccionador germano, aún conservaba una bala en su recámara y menuda bala. Decidía sustituir a Wimmer por Dieter Müller, delantero del Colonia, que hacía su debut con el equipo nacional. A los tres minutos de su estreno ya había empatado el partido y forzado la prórroga. Dos nuevas dianas del novato ariete en el tiempo extra, metían a Alemania Federal en otra final y terminaban dramática y cruelmente con el sueño balcánico.

Así pues, Yugoslavia y Holanda jugaban el Zagreb el partido de consolación, el 19 de junio. Sin Cruyff en el césped y con un tercer puesto europeo en juego, que sabía a poco después de haber estado a punto de meterse en la final, el estadio Maksimir presentaba un aspecto ciertamente desolador. Pero al partido no le faltará emoción, como estaba siendo habitual durante todo el Europeo. Geels y Willy Van de Kerkhoff, en la primera parte, ponían una sólida ventaja favorable a los tulipanes, que sin embargo no sería definitiva. Katalinski, a un suspiro del descanso, y Dzajic, con un espectacular free kick a los 83 minutos, establecían las tablas en el marcador y despertaban al escaso y aletargado público local. En la tercera prórroga de tres partidos jugados, de nuevo Ruud Geels, ahora sorprendiendo por su palo corto a un descolocado Petrovic, conseguía el definitivo 3-2 y la tercera plaza europea para un conjunto holandés que había arribado al país balcánico una semana antes, en busca de un botín bastante más preciado.

El domingo 20 de junio de 1976, el Pequeño Maracaná de Belgrado recibía a las formaciones de Alemania Federal y Checoslovaquia, con el título de campeón de Europa en juego. Los alemanes, que habían levantado la última Eurocopa hacía cuatro años y el pasado Mundial hacía dos, aparecían ante todos como los grandes dominadores del concierto internacional y los indiscutibles favoritos para esta final, más aún, después de salvar el partido anterior en los instantes finales con la irrupción casi milagrosa de Dieter Müller, única novedad en el once de los germanos. Checoslovaquia, por su parte, sorpresa inesperada del torneo, saltaba al césped con los mismos héroes de la  semifinal, excepción hecha del sancionado Pollak, sustituido por Svehlik. Dos veces finalista en una Copa del Mundo, aunque en épocas más gloriosas y demasiado lejanas (1934 y 1962), salía sin miedos, complejos ni ataduras. Con la seguridad irresponsable del que no tiene nada que perder. Así, después de una serie de rechaces en el área, Jan Sevhlik superaba a Maier para poner en ventaja a su equipo. Corría el minuto 8 y Alemania no se había desperezado aún. Para cuando quiso hacerlo, Dobias ya le había agujereado otra vez las redes, a los 23 minutos, subiendo al marcador un sorprendente 0-2. La conciencia de muchos holandeses respiraría aliviada, a buen seguro. No les había eliminado un cualquiera. Checoslovaquia, con ocho eslovacos y tres checos sobre el campo, dominaba el partido y el tanteador antes de la media hora. Pero había un problema: jugaba contra Alemania Federal, con todo lo que eso supone. Y a los 28 minutos comenzaría a notarlo. Un centro desde la derecha de Beer lo remataba en el área pequeña Dieter Müller, metiendo de nuevo a su equipo en el partido, si es que lo había abandonado alguna vez. Otra vez Müller, el otro Müller. ¿Habría encontrado la Mannschaft al nuevo Torpedo, sin necesidad de cambiar de apellido? Con el 1-2 provisional, el encuentro se iba al descanso. Al regreso, los teutones poco a poco, irán volcando el campo hacia el área de Viktor, segurísimo toda la noche. Había dominio alemán, ocasiones checas a la contra, idas y venidas y mucha emoción. En el último minuto, Checoslovaquia concedía córner a la derecha de Viktor. Lo botaba Höness y Hölzenbein, adelantándose al portero rival en su único lunar de todo el torneo, cabeceaba a las mallas. Otra vez empate sobre la bocina. Otra prórroga a última hora. Otra igualada in extremis. Otra vez Alemania.

En el tiempo extra, el cuarto en un campeonato de cuatro partidos, ningún equipo lograba dar señales de vida, con lo que el título de campeón europeo tendría que resolverse en una tanda de penaltis. Única vez, en la historia de la Eurocopa, que ha sido así. Masny, Nehoda, Ondrus y Jurkemik, cumplían con su cometido. Bonhof, Flohe y Bongartz, también acertaban con sus lanzamientos. Era el turno de Uli Höness, bravo centrocampista del Bayern muniqués. Su disparo fuerte, alto, al limbo, dejaba contra las cuerdas a su equipo. Faltaba un último penalti, favorable a Checoslovaquia. El centrocampista del Bohemians de Praga Antonin Panenka, que había avisado a sus más íntimos de que haría algo especial con su lanzamiento, si tenía la ocasión, se encontraba ante el momento culminante del fútbol checoslovaco. A un chut de salir campeones, nada menos. Sin pestañear, se alejó del área para coger bastante carrerilla. Cuando parecía que golpearía con fuerza, metió la puntera bajo la pelota y con una vaselina genial, inverosímil e inesperada, la elevó dulcemente para superar a un Maier que, atónito, se había vencido a su izquierda. El penalti, catalogado por muchos como la obra de un genio o un loco, pasaría a la historia hasta convertirse en todo un referente. Checoslovaquia sorprendía a Europa entera y lograba el mayor hito futbolístico de su trayectoria internacional. Mientras, Alemania Federal, la gran derrotada, hincaba la rodilla y se quedaba a las puertas de un tercer título consecutivo.

FASE FINAL YUGOSLAVIA 1976

SEMIFINALES

ALEMANIA FEDERAL   4 – YUGOSLAVIA   2

Flohe (65’) y D. Müller (82’, 115’ y 119’) /

Popivoda (19’) y Dzajic (30’).

CHECOSLOVAQUIA    3 – HOLANDA    1

Ondrus (20’), Nehoda (114’) y Vesely (118’) /

Ondrus (74’, pp).

TERCER Y CUARTO PUESTO

HOLANDA    3 – YUGOSLAVIA     2

Geels (27’ y 107’) y W. Van de Kerkhof (39’) /

Katalinski (43’) y Dzajic (83’).

FINAL

Belgrado (Crvena Zvezda), 20 de junio de 1976.

CHECOSLOVAQUIA      2 (5) – ALEMANIA FEDERAL      2 (3)     

Svehlik (8’) y Dobias (23’) / D. Müller (28’) y Hölzenbein (89’).

TANDA DE PENALTIS: Masny (gol, 1-0); Bonhof (gol, 1-1); Nehoda (gol, 2-1); Flohe (gol, 2-2); Ondrus (gol, 3-2); Bongartz (gol, 3-3); Jurkemik (gol, 4-3); Höness (fuera, 4-3); Panenka (gol, 5-3).

CHECOSLOVAQUIA: Viktor; Pivarnik, Capkovic, Ondrus, Gogh; Dobias (Vesely, 94’), Móder, Panenka; Masny, Svehlik (Jurkemik, 79’) y Nehoda.

ALEMANIA FEDERAL: Maier; Vogts, Schwarzenbeck, Beckenbauer, Dietz; Höness, Bonhof, Wimmer (Flohe, 46’); Beer (Bongartz, 80’), D. Müller y Hölzenbein.

ÁRBITRO: Sergio Gonella (Italia). Amonestó a los checoslovacos Dobias (55’) y Móder (59’).

GOLEADORES FASE FINAL

 

4

Müller (D) (Alemania Federal).

2

Geels (Holanda) y Dzajic (Yugoslavia).

1

Flohe y Hölzenbein (Alemania Federal), Dobias, Nehoda, Ondrus, Svehlik y Vesely (Checoslovaquia), Van de Kerkhof (W) (Holanda) y Katalinski y Popivoda (Yugoslavia).

En p.p.

Ondrus (Checoslovaquia).

EL PAPEL DE ESPAÑA

El 13 de febrero de 1974 España y Yugoslavia dirimían en Frankfurt la clasificación para la fase final del Campeonato del Mundo. Un tanto a bocajarro del central yugoslavo Josip Katalinski clasificaba a la escuadra balcánica y hundía un poquito más a nuestra Selección en el saco de la mediocridad, la desilusión y el fracaso permanente. Incapaz de meterse en la fase final de México-70, eliminada en la ronda previa de Bélgica-72 y fuera también del Mundial de Alemania-74, por citar sólo el historial del equipo en la presente década, la escuadra de Kubala se asomaba al abismo y se aferraba, irremediablemente, con más recelo que esperanza, a la siguiente edición del Campeonato de Europa, que tendría lugar a lo largo de las temporadas 1974-75 y 1975-76. En un grupo compartido con Dinamarca, Escocia y Rumanía, selecciones semi desconocidas para el gran público, pero igualmente temidas más que a un nublado, nuestros representantes patrios necesitaban quedar primeros al final de la liguilla para acceder a los cuartos de final del torneo, ronda mínimamente exigible al conjunto español, al menos, para lavar su imagen gris y deteriorada de los últimos tiempos.

Así las cosas, siete meses después del varapalo de Frankfurt, con el mismo seleccionador al mando y parecidos mimbres en el cesto, el equipo nacional español se presentaba en el Idraetspark de Copenhague para su estreno en la competición. De forma sorprendente e inesperada, los Kubala Boys realizarán un partido serio, comprometido y eficaz, que les valdrá para lograr sus dos primeros puntos en el grupo clasificatorio. Claramunt, de penalti, antes de la media hora y Roberto Martínez en el 41’, permitían un intermedio tan plácido como imprevisto. Tras el descanso, la cosa parecía torcerse con el gol de penalti de Nygaard y la expulsión de Claramunt, pero España supo mantener el control de la situación en todo momento, para sumar una primera victoria, sufrida pero reparadora. Buen partido y mejor resultado para empezar. En noviembre tocaba viajar de nuevo. Glasgow era el destino para medirnos al rival más fuerte de los tres, probablemente. En una noche gélida y desapacible, sobre un terreno de juego lamentable, el partido se ponía muy cuesta arriba desde el inicio. A los 10 minutos Bremner ya había batido a Iríbar y a los 20, el austríaco Linemayr pitaba penalti favorable a los locales. La situación no podía ser más crítica y las perspectivas menos halagüeñas. Pero El Chopo adivinaba la intención del lanzador Hutchinson y el equipo se vino arriba. En otra solvente actuación, España tiraba de casta, firmeza y talante para voltear un complicado marcador. Dos golazos de Quini, uno en cada tiempo, salvaban el espinoso compromiso escocés y aupaban al combinado nacional a lo más alto de la tabla, con dos de los tres desplazamientos cubiertos ya. La cosa pintaba bien. Pero a la Selección española, ya se sabe, no conviene nunca tenerla como favorita. Después de dos buenos partidos a domicilio y cuatro importantísimos puntos logrados, a los chicos de Kubala les tocaba mostrar la cruz de la moneda. En febrero de 1975 nos visitaba Escocia en el Luis Casanova de Valencia. Era la noche del debut de Camacho y del récord de Iríbar quien, con 47 internacionalidades, superaba la mítica barrera de 46 presencias con la Selección establecida por Ricardo Zamora allá por febrero de 1936. Pero la fiesta pronto se tornaría en funeral. Joe Jordan, en la primera acción del partido, daba una ventaja a Escocia que se mantendría durante más de una hora de juego decepcionante de los nuestros. Por fortuna, el sportinguista Alfredo Megido, que también hacía su estreno con la Selección, lograba rescatar un valioso punto sólo 5 minutos después de haber sustituido a Gárate. Dos meses más tarde, la historia se repetía contra el equipo de Rumanía. En otra desafortunada actuación de nuestros representantes, los rumanos nos arrancaban otro puntito de oro a su paso por el Bernabéu, para estrechar una clasificación que parecía tener claro color rojo tras los dos primeros partidos. Velázquez, casi al inicio, y Crisan, ya en la segunda mitad, rubricaban el 1-1 final. España acababa de desperdiciar parte de la renta lograda con sus victorias en Copenhague y Glasgow. Tocaba vencer a Dinamarca y sacar algo de Bucarest para lograr el objetivo de la clasificación. El Día de la Hispanidad de 1975, España y Dinamarca jugaban el penúltimo compromiso clasificatorio en el estadio Sarrià de la Ciudad Condal. La victoria era imprescindible para los nuestros, pues aún faltaba visitar a una Rumanía también con opciones de obtener el pase. Con goles de Pirri y Capón, España conquistaba otros dos puntos fundamentales para sus aspiraciones, aunque con un fútbol deplorable. El peor partido en toda la fase preliminar. Se vencía por inercia, por la tibieza danesa, pero el descontento de la abnegada afición española había resultado evidente. El 16 de noviembre, el estadio 23 de Agosto de la capital rumana presentaba un ambiente excepcional. Lleno hasta los topes para empujar a su selección hacia la victoria contra el equipo español. Un puntito necesitaba España para estar matemáticamente en cuartos de final y había que evitarlo a toda costa. Kubala formaba un once con: Miguel Ángel; Sol, Benito, Migueli, Camacho; Pirri, Villar, Del Bosque; Quini, Santillana y Rojo. Un once que, en esta ocasión, sabrá estar a la altura de las circunstancias. En el encuentro decisivo, España se desenvolvía con la intensidad, la concentración y la puntería necesarias para poner un tranquilizador 0-2 en el marcador, en una hora de juego más que convincente. Villar y Santillana hacían respirar de alivio a toda España, aunque no de manera definitiva. Con la cómoda ventaja, la relajación de los nuestros y el arreón final de los rumanos no se haría esperar. Georgescu, de penalti, y Iordanescu, a falta de diez minutos, añadían una emoción inesperada al partido y devolvían la taquicardia a la parroquia española. Finalmente, todo resultaba un susto. Como no podía ser de otra forma, con emoción y sufrimiento, el equipo de Kubala obtenía el premio pretendido: el pase a los cuartos de final de la Eurocopa. Al menos en esta ocasión, el sin vivir de la afición provocado por la inconsistencia y la irregularidad de nuestro combinado, había merecido la pena.

De los siete posibles rivales en el sorteo de los cuartos de final, no nos podía tocar un rival peor. Alemania Federal, vigente campeona del mundo y de Europa, sería nuestro contrincante. Posiblemente, la escuadra más competitiva, eficiente y fiable del panorama internacional. El 24 de abril, en el Vicente Calderón de Madrid y con la presencia del nuevo Jefe de Estado, el Rey don Juan Carlos I, se jugaba el primer asalto. Kubala salía con: Iríbar (en su última aparición con la Selección); Sol, Benito, Migueli, Capón; Camacho, Villar, Del Bosque; Quini, Santillana y Churruca. Helmut Schön, por su parte, alineaba a: Maier; Vogts, Schwarzenbeck, Beckenbauer, Dietz; Bonhof, Wimmer, Danner; Hölzenbein, Beer y Worm. Con un público ejerciendo perfectamente su papel de jugador número doce y un equipo motivado, enchufado y seguro de sí mismo, el dominio del partido durante la primera mitad correspondía a los españoles. En ese tiempo, Santillana había sorprendido a Maier con un fulgurante punterazo para subir el 1-0 al marcador. Pero como nada es eterno, mucho menos el buen juego de nuestra Selección, las tornas cambiarían tras el intermedio. Los teutones, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, iban haciéndose los dueños del cotarro. Un zurriagazo de Beer, casi desde Múnich, que se colaba como un misil por la escuadra izquierda de Iríbar, establecía el 1-1 definitivo con el que ambos contendientes afrontarían el decisivo encuentro de vuelta.

Un mes más tarde, un conjunto español diezmado por las bajas, saltaba al fortín muniqués del Olympiastadion con la remota esperanza de destronar al campeonísimo equipo local. Miguel Ángel sustituía a Iríbar bajo los palos. Capón y Camacho ejercían de laterales y Sol y Pirri ocupaban el centro de la zaga. Asensi entraba en el medio campo y se repetía con la línea de ataque. En un choque crucial, no podía faltar el infortunio a nuestra alicaída Selección. En dos minutos se pasaba de un balón al travesaño de Quini, al primer gol de Alemania. Beer se llevaba una pelota que había traspasado la línea de banda. Ante la pasividad del colegiado francés, Monsieur Wurtz, y también de los jugadores españoles, que protestaban inútilmente la acción, Höness superaba a Miguel Ángel. Al poco, se lesionaba Sol y Kubala debía agotar un primer cambio antes de los primeros 20 minutos. España trataba de reaccionar y de no perder el pulso al partido, pero todo resultaría en vano. A falta de dos minutos para el descanso, Beckenbauer, en fuera de juego, recibía en el área de Miguel Ángel. Su disparo a bocajarro, lo rechazaba el gato madridista. Toppmöller, también en posición anti reglamentaria y aprovechando la colección de estatuas en que se había convertido la zaga española, remataba la jugada y la eliminatoria. Con el oficio germano y la escasa esperanza de los nuestros, la segunda parte no tendría mucha más historia (hubo un gol anulado a Quini en el 89’) y la Selección española se volvía para casa, una vez más, con el zurrón bien cargadito de fracaso, frustración y maleficio. Lo de siempre.




Estadística de resultados en Eurocopas y Mundiales.

Desde 1930, cuando se celebró el Primer Campeonato del Mundo, y 1960, año de la Primera Eurocopa de Naciones, se han disputado  un total de 1.071 encuentros, 836 correspondientes a Mundiales, y 235 más a Eurocopas, con  variedad de resultados, como veremos a continuación.

Con respecto a la Eurocopa, como la conocemos todos, o Campeonato de Europa de Naciones, se celebró por primera vez en 1.960, si bien en aquella edición y en la de 1964 se denominó Copa de las Naciones.

Estadisticas01

En breves líneas indicaremos que la Eurocopa, a lo largo de su historia, ha tenido diversas modificaciones. En las ediciones de Francia en 1960 y España en 1964, se disputaba mediante un sistema de Copa, hasta que cuatro naciones jugaban la Fase Final en el país asignado. Posteriormente, en las ediciones de Italia en 1968, Bélgica en 1972 y en Yugoslavia en 1976, las naciones disputaron una fase de clasificación distribuidos en ocho grupos, donde los diferentes Campeones de grupo se enfrentaban en una fase de cuartos de final, hasta quedar los cuatro semifinalistas de la Fase Final. Desde 1980, Campeonato celebrado en Italia, la Fase Final ya tuvo lugar la disputa con el formato de distintos grupos de naciones cada uno.

Por ello, en las primeras cinco ediciones, únicamente, como Fase Final, se disputaron 4 partidos en cada campeonato, a excepción de la de 1968, donde el campeón se alzó con el trofeo después de un partido de desempate entre Italia y Yugoslavia, al haber empatado 1-1 en la primera final.

Como apreciarán por el cuadro estadístico adjunto, se han celebrado desde Francia en 1960, y hasta la edición de Polonia/Ucrania en 2012, un total de 235 encuentros, repartidos en 14 ediciones.

El primer partido se jugó el 6 de julio de 1960 entre Francia y Yugoslavia, y el último ha sido el correspondiente a la final del 1 de julio de 2012, de grato recuerdo para España cuando venció a la selección italiana.

Tomando como referencia el calendario del año, todos los partidos disputados están comprendidos entre un 5 de junio cuando Italia y la Unión Soviética empataron a cero goles (1968), y un 10 de julio en la Final del Campeonato entre la Unión Soviética y Yugoslavia (1960), con victoria para la primera por dos goles a uno.

60

64

68

72

76

80

84

88

92

96

00

04

08

12

TOTAL

0-0

1

3

1

3

5

3

4

2

2

24

1-1

1

3

3

2

2

5

1

3

3

5

28

2-2

1

1

3

5

3-3

1

1

2

1-0

1

1

3

3

4

2

6

5

5

6

7

43

2-0

1

2

2

5

2

3

5

2

7

4

33

3-0

1

1

1

1

4

3

3

2

16

4-0

2

2

5-0

2

1

3

2-1

1

2

2

3

1

1

2

5

8

7

4

6

42

3-1

1

1

1

2

1

1

1

2

1

11

4-1

1

2

1

4

5-1

6-1

1

1

3-2

1

1

3

1

1

3

1

3

2

16

4-2

1

1

1

3

4-3

1

1

5-4

1

1

TOT

4

4

5

4

4

14

15

15

15

31

31

31

31

31

235

Así, tenemos que el partido con más goles a lo largo de las catorce ediciones fue, precisamente, el primero que se disputó en Copa de Naciones, celebrado en el Parque de los Príncipes de París, el 6 de julio de 1960 entre Yugoslavia y Francia, con victoria de los yugoslavos por cinco goles a cuatro, en total 9 goles. Desde entonces, ningún partido ha finalizado con tantos goles, ni ha vuelto a repetirse este marcador.

Como podrán comprobar también, únicamente se ha producido dos veces el resultado de 4-0, ambos en el Campeonato de Polonia y Ucrania de 2012, teniendo como idéntico protagonista a la Selección de España. El detalle es:

14 de Junio de 2012: España 4 – 0 Irlanda.

1 de Julio de 2012: España 4- 0 Italia.

Estadisticas02

Por otra parte, el resultado de 2-1 ha sido frecuente en casi todas las ediciones, a excepción de 1968 y 1976; siendo en 1988, con 8 encuentros, el resultado más repetido en un Campeonato.

Y como en los Mundiales, los partidos finalizados con resultados de 1-0, 2-1 y 2-0 son los más frecuentes en los totales de la estadística. Si los sumamos, 43 partidos de 1-0; 42 de 2-1, y 33 de 2-0, obtenemos 118 encuentros, lo que representa el 50% del total computado; es decir, la mitad exacta de los partidos disputados acaban en los resultados citados anteriormente.

En cuanto al resultado de 5 a 1, todavía es inédito en la Eurocopa.

Con respecto a los Mundiales, veinte torneos se han celebrado desde que en Uruguay en 1.930 se disputara el primero. El Congreso de la FIFA, en sesión celebrada en Amsterdam el 26 de mayo de 1928 decidió organizar una competición donde pudieran estar representadas todas las asociaciones naciones afiliadas. Su aprobación final llegó posteriormente en Barcelona, en un Congreso celebrado en Mayo de 1929.

Y así, desde que el 13 de julio de 1930, cuando Francia ganó a México por 4 goles a 1, y hasta el 13 de julio de 2014 (curiosa coincidencia en el día) con motivo de la Final del Campeonato de Brasil con victoria de Alemania sobre Argentina por un gol a cero, un total de 836 partidos repartidos en esos veinte campeonatos se han venido celebrando con diversidad de formatos competitivos a lo largo de su historia.

Tomando como referencia el calendario del año, todos los partidos disputados en los Mundiales están comprendidos entre la fecha de un 27 de mayo cuando Italia venció a Estados Unidos por 7 a 1 (en 1934), y la del un 30 de Julio en la Final del Campeonato (1966) entre Inglaterra y la República Federal de Alemania, con victoria para los ingleses por 4 a 2.

1
9
3
0
1
9
3
4
1
9
3
8
1
9
5
0
1
9
5
4
1
9
5
8
1
9
6
2
1
9
6
6
1
9
7
0
1
9
7
4
1
9
7
8
1
9
8
2
1
9
8
6
1
9
9
0
1
9
9
4
1
9
9
8
2
0
0
2
2
0
0
6
2
0
1
0
2
0
1
4
TOTAL
0-0 2 4 3 3 5 6 7 4 5 3 4 3 7 7 7 70
1-1 1 2 1 3 2 2 5 2 7 9 7 5 8 10 5 7 4 80
2-2 3 4 1 2 1 3 7 2 3 2 2 30
3-3 1 1 1 1 4
4-4 1 1 2
1-0 4 2 2 2 4 6 3 8 6 7 9 10 15 10 12 15 13 17 12 157
2-0 1 4 3 3 4 5 2 6 1 4 8 6 5 4 10 13 6 4 89
3-0 3 1 1 2 1 2 2 3 2 2 5 3 6 3 5 3 5 49
4-0 3 1 2 1 1 1 1 1 1 3 1 2 2 2 2 24
5-0 2 1 1 2 6
6-0 1 2 1 1 5
7-0 2 1 1 4
8-0 1 1 1 3
9-0 1 1 2
2-1 1 4 4 2 1 4 6 9 2 5 6 5 5 10 10 12 8 7 11 15 127
3-1 2 2 2 2 1 3 7 4 2 1 7 3 2 2 4 3 4 5 3 5 64
4-1 1 1 3 4 2 1 5 3 1 2 1 2 2 28
5-1 1 1 1 1 2 1 7
6-1 2 1 1 1 1 1 1 1 9
7-1 1 1 1 3
8-1 0
9-1 0
10-1 1 1
3-2 5 2 2 2 3 1 2 3 2 1 4 2 4 1 3 2 39
4-2 1 1 3 3 1 1 1 1 1 1 1 15
5-2 1 1 2 1 1 1 1 8
6-2 0
7-2 1 1
4-3 1 1 2
5-3 1 1
6-3 1 1 2
7-3 1 1
8-3 1 1
5-4 0
6-5 1 1
7-5 1 1
TOTAL 18 17 18 22 26 35 32 32 32 38 38 52 52 52 52 64 64 64 64 64 836

Si bien cada lector puede extraer los datos y las curiosidades de resultados que considere oportunas, podemos indicar las siguientes:

El primer resultado de 0-0 no se produjo hasta el Campeonato de 1958 de Suecia, cuando Brasil empató con Inglaterra; es decir, tuvieron que transcurrir 6 Mundiales para que se diera un resultado tan habitual en el fútbol.

Dos resultados que se han repetido siempre a lo largo de la historia de los Campeonatos  Mundiales: el 2-1 y el 3-1. En todas las ediciones, al menos una vez, este resultado se ha producido. El primero, en 127 ocasiones; precisamente, en el reciente Mundial de Brasil de 2014 ha sido cuando más veces se ha dado, hasta en 15 ocasiones. En cuanto al segundo, 3-1, en menor número total (64 veces) si bien se ha venido igualmente repitiendo Mundial a Mundial.

Por otra parte, el resultado de 1-0 también ha  sido prácticamente frecuente en todos los Mundiales, salvo en el de 1938 que no hubo ninguna victoria con esos guarismos. Verán que en el Mundial de 2010 este resultado, 17 veces, ostenta el récord de repetición en la historia.

Estadisticas03

En cuanto al 3-0, después de 8 campeonatos sucesivos produciéndose (desde 1958 a 1986), en el de 1990 no se dio ningún resultado así. Después, ha seguido siendo habitual en cada edición.

Los partidos finalizados con resultados de 1-0, 2-1 y 2-0 son los más repetidos en los totales de la estadística. Si los sumamos, 157 partidos de 1-0; los 127 de 2-1; y los 89 de 2-0, tenemos un total de 373 encuentros, lo que representa el 45% de los computados, es decir, en tres resultados se reúnen casi la mitad del total de partidos.

Como resultados espectaculares, podemos citar el de 10 goles a 1 del encuentro celebrado en el Mundial de España el 15 de junio entre Hungría y El Salvador; el de 8 goles a 3 del Mundial de Suiza 1954 entre Hungría y la República Federal de Alemania; el de 7 goles a 5, también del Mundial de Suiza, entre Austria y Suiza; o el de 6 goles a 5 del Mundial de Francia de 1938 entre Brasil y Polonia.

Sobre los finalizados en 6-1, España ha visto las dos caras de la moneda; perdió el 13 de julio de 1950 ante Brasil; y ganó el 24 de junio de 1998 ante Bulgaria (aunque de poco le sirvió, como sabemos). Y respecto de los 7-1 igual le ocurre a Brasil: conoció la cara el 9 de julio de 1950 goleando a Suecia, y comprobó recientemente la cruz el 8 de julio de 2014 ante Alemania.

Para finalizar, si reunimos Mundiales y Eurocopas en sus resultados más repetidos, vemos en el cuadro siguiente que, de mayor a menor frecuencia, los resultados en un Campeonato y otro coinciden en relevancia.

Resultado

Mundiales

Eurocopas

1-0

157

43

2-1

127

42

2-0

89

33

1-1

80

28

0-0

70

24

3-0

49

16