Chanchullos bajo el paraguas de la UEFA

Tras la inmensa decepción que supuso el Campeonato Mundial disputado en España durante el ya lejano 1982, había mucho trabajo por hacer. Si deportivamente se bordeó el ridículo, aun contando con ayudas arbitrales, tampoco es que en lo puramente económico se pudiera sacar pecho. El gran gestor que siempre fue Raimundo Saporta evitó el empleo de paños calientes al afirmar: “Reconozco mi fracaso, al no haber generado los beneficios económicos previstos. En todo caso tampoco se han registrado pérdidas”. Un modo curioso de contemplar la realidad, puesto que para la celebración del torneo se habían enterrado ingentes cantidades de dinero público, hubo varios sorteos de lotería extraordinarios, cuyo saldo engrosó la espectacular inversión, y hasta el Patronato de Apuestas Mutuas -la quiniela- contribuyó con varias jornadas de pronósticos mundialistas. Decir que aquel Campeonato no costó dinero, ya era mucho asegurar. Claro que en otros sitios también cocían habas. Y a calderadas.

Cuatro años antes, en la Argentina del dictador Videla, donde los anfitriones se hicieran con el título luego de haber comprado al portero de la selección peruana, súbdito argentino, por cierto, con oportunista doble nacionalidad, las cuentas seguían sin estar claras. De los pingües resultados cacareados al compás de tanta celebración se pasó a hablar de “equilibro financiero”, antes de dar por cerrada la contabilidad del evento 49 meses después, con un descalabro superior a los 60 millones de dólares, que algunas voces elevaban hasta la centena. Por una vez, Saporta parecía pecar de pesimista, pudo pensarse en marzo de 1983, cuando la Federación Española de Fútbol anunció la distribución de algo más de 1.400 millones de ptas., beneficios del Mundial de “Naranjito”, entre todos los clubes encuadrados en 1ª, 2ª y hasta 3ª División. “Los duelos, con pan, son menos”, tituló entonces un medio, evocando a Quevedo y sus coetáneos del Siglo de Oro. Porque se trataba de duelos, al fin y al cabo. Duelos para el erario público, enmarcados en el repentino fallecimiento del director general de la compañía comercializadora del evento, entre una gestión como mínimo muy opaca y amenazas de airear unas supuestas “auditorías de infarto”, jamás divulgadas.

Los clubes, o al menos parte de ellos, discreparon con Pablo Porta, presidente federativo, sobre la distribución de esa lluvia millonaria. Incluso hubo ayuntamientos muy críticos, argumentando lo que a todas luces se antojaba evidente: “Ha sido este consistorio, y no el club, quien llevó a cabo las obras de mejora en el estadio municipal. ¿Por qué ahora ese dinero va a la entidad deportiva, que no puso ni un céntimo? Debería ser esta casa consistorial la receptora del aguinaldo”. Desde la F.E.F. se respondió con altanería: “Este tipo de reclamaciones deben cursarse al Consejo Superior de Deportes. La Federación se limita a repartir cantidades derivadas desde el máximo órgano”. Algo que irritó mucho en los municipios reclamantes: “El señor Porta se escuda en el Consejo Superior de Deportes. El mismo órgano que al auditarle parece haber descubierto en su contabilidad un desfase de casi 200 millones, y amenaza descontárselos de su próximo presupuesto. Debería dar explicaciones y no evasivas, tanto al C.S.D. como ante nosotros. La Federación que preside no es un cortijo. O al menos no debería serlo”.

Si económicamente el Mundial´82 dejó un saldo de sombras y claroscuros, tampoco parece que se hiciera mucho examen de conciencia deportivo. Para cerrar la herida se supuso bastaría con dar por finiquitado al seleccionador hispano-uruguayo José Emilio Santamaría, sustituyéndolo por Miguel Muñoz, técnico nacional más laureado hasta entonces, renovar el elenco de futbolistas y consagrarse a las vírgenes de La Paloma, Begoña, o El Pilar. Al menos esa venía siendo la fórmula habitual. Pero esta vez incluso algo tan trillado ofrecía dudas.

Buena parte de los jugadores miraban con resquemor a la Federación, luego de que desde ésta se dinamitaran puentes con el sindicato futbolístico AFE, incumpliendo acuerdos, negando evidencias y convirtiéndose en voz de la patronal, como si al otro lado de la mesa se alineara un puñado de anarquistas transmutados desde 1920, y no las estrellas del espectáculo. Curiosamente, la Federación de Pablo Porta dependía para salir a flote del mismo colectivo con quien se mostraba beligerante; de los hombres a quienes ninguneaba, semana a semana, desde los últimos tres años.

La debacle española en su propio Campeonato Mundial se tradujo en renovación del equipo nacional. Juan Señor fue uno de los neófitos. Y suyo habría de ser el gol decisivo ante Malta, el 21 de diciembre de 1983.

Y en medio de tan enrarecido ambiente, el 27 de octubre de 1982, 112 días después de su último partido en el Santiago Bernabéu ante Inglaterra, a “la roja” le tocó debutar en la fase clasificatoria para la VII Eurocopa, cuya fase final iba a disputarse en Francia. Ese choque contra Islandia, en La Rosaleda, tenía mucho de reválida. Y desde luego no se superó con nota.

Basten algunos titulares de prensa para colegir el estado anímico: “Sigue la crisis”. “Ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio”. “Un gol, y gracias”. “Sin mejoría”. “Querer y no poder”. El gol de Pedraza marcado al islandés Bjarnason en el minuto 59, si bien bastó para sumar dos puntos, apenas pudo disipar malos presagios. Los siete debutantes (Juan José, Bonet, Roberto, Juan Señor, Francisco, Pedraza y Martín Monreal), se repartieron media docena de aprobados y un notable en el caso del “colchonero” Pedraza, más bullicioso que efectivo, aunque a la postre su tanto resultara decisivo.

El 17 de noviembre nuestra selección empataba a 3 goles contra Irlanda en el Lansdowne Road dublinés. No hubo debutantes entre los nuestros, y con respecto al choque anterior el central Maceda sustituyó a Gerardo. España llegó a contar con una ventaja de 1-3 en el minuto 60 (goles de Maceda, el irlandés Martin en propia puerta y Víctor), pero Stapleton, con sendos tantos en 12 minutos, habría de aguar la fiesta. Tanto Miguel Muñoz, como buena parte de la prensa, creyeron adivinar brotes verdes donde hasta entonces sólo se viera páramo y maleza. El 16 de febrero de 1983, en el Sánchez Pizjuán sevillano, un tanto de Juan Señor, en lanzamiento de pena máxima, rubricaba otra sufrida victoria ante Holanda. La selección nacional seguía mostrándose roma en ataque, pese a contar con dos extremos clásicos, como Marcos y Carrasco, un falso delantero centro capaz de inventar diabluras, como Sarabia, las penetraciones de Juan José y Gordillo por sus respectivas bandas, y el sordo trabajo de Víctor Muñoz y el propio Señor en la zona ancha. Goikoetxea y Manu Sarabia, ambos del Athletic Club, debutaron aquella noche. En Zaragoza, el 27 de abril estalló de júbilo La Romareda con los goles de Santillana e Hipólito Rincón, que debutaba, ambos marcados en la segunda parte, para rubricar un triunfo ante Irlanda por 2-0. “Esta vez sí” pudo leerse al día siguiente en las portadas. “España, con mejor cara”. O “París está más cerca”.

El 15 de mayo, cuando nuestro Campeonato Nacional de Liga encaraba sus jornadas decisivas, tocó rendir visita a Malta, selección “Cenicienta” del grupo, estandarte de un fútbol tan precario como desconocido, y excursión que nadie quiso ver como posible escollo. “A ver cuántos caen”, se animó desde el papel prensa en las jornadas previas. “El golaveraje con Holanda pudiera ser decisivo en la victoria que damos por descontada”. Demasiado triunfalismo para una visita con cierto aroma a trampa, porque cuando los expedicionarios españoles pisaron el terreno de juego se les cambió la cara. “No son instalaciones de los años 40, sino prehistóricas”, atribuyó un medio al seleccionador Miguel Muñoz. “Ni en juveniles pisé campos así”, puso otro, en boca de algún futbolista. El enviado especial de “Marca” difícilmente hubiera podido encabezar su crónica pre-partido con menos fuerza: “¡Un campo de cardos!”. Desde Madrid, Amancio Amaro rememoraba cierta visita a un campo de otro fútbol con parecida precariedad: “En Chipre jugamos sobre tierra suelta. Cuando corrías, dejabas un pequeño surco. Masticábamos arena. Recuerdo en una de las bandas algo así como una valla alambrada. No son campos para jugar al máximo nivel, hoy día”.

España, con Juan Señor en la falsa posición de lateral derecho, un central como Bonet, pródigo en arrancadas, otro como Maceda, peligrosísimo si se incorporaba al ataque en jugadas de estrategia, Camacho para trotar por la banda izquierda, Víctor Muñoz, Gallego y Gordillo en el centro del campo, aunque de éste último se esperaban magníficos centros al punto de penalti, y Marcos Alonso, Santillana y Carrasco para fajarse con la zaga maltesa, pareció apostar por la goleada desde el pitido inicial. Y si bien se adelantó en el minuto 22 con gol de Señor, los malteses lograron dar la vuelta al tanteador con sendos tantos de Busuttil en los minutos 30 y 49. Rincón sustituyó a Marcos y Goikoetxea a Bonet, mientras Arconada, desde su área, arengaba al equipo dejándose la garganta, como buen capitán entre olas encrespadas. Carrasco estableció la igualada en el minuto 60. El definitivo tanto de una victoria muy sufrida, obra de Gordillo, se hizo esperar hasta cinco minutos antes de que el árbitro griego Vaggelis Giannakoudakis decretase la conclusión. Al público maltés, después de sentirse vencedor o acariciar un empate heroico, le sentó mal aquella derrota. Hubo algún incidente, resuelto con multa de la U.E.F.A., entonces presidida por Artemio Franchi, y aquí paz con mayor gloria para los contables.

Dos semanas después, España resolvía su visita a Reikjavic con otra victoria raquítica (0-1, gol de Maceda en el minuto 9). “Se mereció más”, declararon algunos seleccionados. Buena parte de los comentaristas deportivos, por el contrario, coincidían en su afirmación de que el fútbol español veía puerta con muchísima dificultad. “Casi todos los delanteros de nuestra Liga vienen de fuera. ¿Quién va a marcar, entonces, para la selección? No pidamos peras al olmo”. Pero sobre todo, antes y después del vuelo a Islandia algún periodista cuajado, como Belarmo, puso en su punto de mira la inanidad de nuestra Federación, incapaz de desactivar chanchullos como el pespunteado por la neerlandesa, con todos los parabienes de la UEFA.

“La selección española está luchando en la Eurocopa con armas deportivas -escribió-. Ahí la tienen, en el primer puesto del grupo 7º, con bastantes posibilidades de clasificarse. Y sin embargo, podría quedar apeada si al final se produce un empate a puntos con Holanda. Si los muchachos de Muñoz pierden con los neerlandeses decidirá el número de goles marcados por el equipo “tulipán” al maltés. Y fueron 6 los encajados por Malta en Aaachen (Alemania)”. Seis, cuando España sólo había podido obtener uno de diferencia en La Valetta. Los hechos que desde el papel prensa se censuraban tuvieron lugar de este modo.

El estadio de Ta´Qali, donde jugase España, como todos los del archipiélago maltés, permanecía clausurado por la F.I.F.A. a raíz de los incidentes acaecidos durante la fase previa para el Mundial de España´82. Castigados a jugar fuera de la isla, los malteses tuvieron que disputar en campo neutral su choque ante Islandia. Pero como de ese partido celebrado en Sicilia apenas salieran dos puñaditos de liras para la U.E.F.A., este órgano optó por no poner objeciones a la pretensión holandesa de llevar hasta Aachen -o Aquisgrán-, ciudad alemana sita a sólo 10 kilómetros de Holanda, el choque donde los insulares debían actuar como anfitriones. Malta, obviamente, no podía ni soñar con plantarse en la fase final de la Eurocopa. Y siendo consciente de su escaso potencial deportivo, puso precio a la aquiescencia: 100.000 florines, o sea en torno a cinco millones de ptas. de la época, por jugar virtualmente en campo adversario.

Así satirizó Sir Cámara el ninguneo de la UEFA a Pablo Porta y sus reclamaciones sobre el choque Malta-Holanda.

Parece que desde la F.E.F. se protestó, llegando a acompañar en su queja ante la U.E.F.A. recortes de prensa editada en Ámsterdam, donde se recogía tan generosa dádiva. Desde el máximo órgano futbolístico europeo se llamaron a andanas. Un átono acuse de recibo y el compromiso de velar por la idoneidad del marco, o la pureza competitiva. Brindis al sol que bien poco comprometía y nada iba a solucionar.

Fue la propia Federación Holandesa quien se encargó de todo, antes de disputarse el partido donde los naranjas se impusieron por 0-6. Las entradas no sólo llevaban el precio impreso en marcos y florines, sino que llegó a estamparse en ellas el escudo holandés. Algo por demás impropio si el encuentro tenía lugar en campo neutral, y a todos los efectos competía a Malta ejercer de anfitriona. Se organizaron caravanas de autocares desde distintos puntos de Holanda, hasta el otro lado de la frontera, e incluso festivas expediciones en bicicleta. Total, se trataba tan sólo de pedalear durante 10 kilómetros. Y por ende, cuando desde la Federación Española contactaron con la maltesa en demanda de dos plazas para Miguel Muñoz y Vicente Miera, que pensaban acudir como ojeadores, se indicó que debían contactar con la alemana, al ser ésta quien recibiera el encargo organizativo desde la U.E.F.A. El escrito alemán, a su vez, remitía a su homónima neerlandesa, “al ser ésta quien con encomiable deportividad vela por el buen fin del lance”. Holanda se lo guisaba y lo comía, mientras Malta hacía caja y en el despacho del señor Franchi se frotaban las manos con la esperanza de una buena taquilla, y mejor tajada en concepto de publicidad estática.

Tuvieron que transcurrir cinco meses para que el Comité de Competición de U.E.F.A. se dignara abrir un expediente informativo. Desde la española se continuó insistiendo en la tesis de que aquel partido nada tuvo de neutral y, normativa en mano, debía ser repetido en otro escenario. Los 100.000 florines graciosamente entregados a Malta, podían encubrir, por otra parte, una velada compra del resultado. Las respuestas, aun con distinta formación sintáctica, concluían en el mismo enroque: “La disputa de aquel partido fue avalada por el Comité Organizador de la Copa de Naciones”. Y como desde la calle Alberto Bosch se continuara clamando en el desierto, parece que en una reunión celebrada en París acabó zanjándose el caso, al no observarse ninguna incorrección procedimental.

“Amenazas -se condolía Belarmo en su razonada pataleta periodística-. Pruebas y antecedentes, como la repetición de aquel Borussia Moenchengladbach – Inter de Milán, donde el interista Bonisegna resultó herido por un botellazo en la cabeza. Los magnates europeos reunidos en Bruselas, igual que suecos ante la exposición de argumentos, y haciendo caso omiso al punto dos, sobre igualdad de trato para todas y cada una de las Federaciones afiliadas”. Como remate de su alegato se preguntaba si “esa UEFA caprichosa, a la cual no le caemos nada bien”, acabaría tomándose la revancha, “por ejemplo reduciendo el número de árbitros internacionales (españoles), poniendo obstáculos a la solicitud de finales o certámenes y, en definitiva, midiéndonos siempre con una vara muy especial”.

El buen periodista olvidaba que nuestra Federación estaba para pedir pocas exquisiteces, cuando venía de embadurnar con ingentes cantidades de mugre a los dos organismos balompédicos supranacionales -F.I.F.A. y U.E.F.A.-, mediante partidas de nacimiento falsas y certificados de nacionalidad expedidos a peso, en el tocomocho de los oriundos de pega. Porque no sólo se consintió colara una cuarentena de sudamericanos como lo que no eran, sino que dos de ellos -Rubén Valdez y Roberto Martínez- hasta formaron indebidamente en la selección española. Entonces se hubo de alcanzar un acuerdo tripartito bajo el mantel, en evitación de mayores escándalos, dando carpetazo a lo que muy bien pudo haber supuesto la descalificación de nuestro país durante un buen periodo. Lógico, por tanto, que el crédito de nuestro deporte rey hubiese bajado algún entero.    

Desde las ondas de “Antena 3”, José Mª García, mucho más ácido, también disparó sus dardos, tanto hacia la U.E.F.A. “nido de incapaces”, como apuntando a Pablo Porta y nuestra Federación “cuadrilla de chupópteros, pelotas y abrazafarolas”. Se reprochaba al presidente de la española su incapacidad para hacerse oír, su miedo a caer mal y verse sin cargos o parabienes en el órgano continental, regados con el maná de unas dietas por demás jugosas. Si otros hacían trampas y protestar no servía de nada, tal vez hubiera llegado el momento de bajar a las cloacas o hacer la maleta, abandonando la mullida poltrona para encerrarse en el bufete que Porta continuaba teniendo abierto en Barcelona.

Pablo Porta no dimitió. Y que se sepa, tampoco quiso sumergirse en ninguna cloaca. Tenía otros motivos de aflicción, como por ejemplo la sorda pugna que le enredaba con el primer gobierno socialista de la transición, su Consejero Superior de Deportes, Romà Cuyàs, y el ministro que pretendía imprimir un cambio sustancial al universo deportivo español, el más adelante responsable plenipotenciario de la U.E. para asuntos de seguridad común y exteriores, Javier Solana. Pero entre tanto siguieron desarrollándose algunos hechos.

El 11 de agosto de 1983 fallecía Artemio Franchi cuando su coche patinaba sobre una carretera anegada de agua, en las inmediaciones de Siena. El presidente de la U.E.F.A. y vicepresidente de F.I.F.A., a la sombra del brasileño Joao Havelange, se convertía en historia, cerrando 10 años al frente del máximo órgano futbolístico europeo. Asumía el cargo provisionalmente su número dos, hasta la elección de un sucesor, y como es lógico hubiera sido absurdo confiar en cualquier giro de timón durante la interinidad. Distintos medios españoles especularon sobre si Pablo Porta pudiera ser el elegido, en lo que no dejaba de ser gratuito voluntarismo. Hasta el propio interpelado, consciente de no contar con los apoyos necesarios, se bajó del caballo con la boca pequeña: “No aspiro a presidir la UEFA. Y además no me planteo dejar al fútbol español en manos de gentes ajenas al fútbol”. Andanada en toda regla contra el poder político nacional, desde donde algunos elementos parecían tenérsela jurada. De todos modos, fuera quien fuese el nuevo mandatario deportivo europeo, no iba a zambullirse, de entrada, en ningún charco tan embarrado como el del choque Malta – Holanda.

El 5 de octubre, a modo de antesala en la decisiva confrontación entre Holanda y España, nuestra selección se midió con Francia amistosamente, en el parisino Parque de los Príncipes. La igualada final, con goles de Rocheteau y Señor, de penalti a falta de 8 minutos para la conclusión, hizo concebir esperanzas. Además debutaron Nimo, Salva y Güerri, con vistas a evaluar sus auténticas posibilidades. Aquel equipo galo estaba tachonado de estrellas, como Platini, Luis Fernández, Trésor o el propio Rocheteau, apuntaladas por buenos elementos como Zanon, Couriol o Ferreri. Un empate, a fuer de sinceros, que tenía algo de espejismo dada la pobreza del juego español. Casi por las mismas fechas, los holandeses arañaban una victoria fundamental en su visita a Irlanda. Del 2-0 favorable a los verdes durante el descanso, se pasó a un definitivo 2-3, con sorprendente hundimiento de los anfitriones en la reanudación. Miguel Muñoz y su ayudante, Vicente Miera, testigos presenciales de aquel partido, nada hicieron por ocultar su perplejidad: “Uno ya no sabe ni qué creer. Irlanda se ha venido abajo de forma escandalosa. No ha sido un partido muy normal”.

Titular de prensa encabezando la sospechosa actuación de Irlanda ante el equipo holandés.

El 19 de octubre, Belarmo firmaba el artículo encuadrado del diario deportivo “Marca”, que venía a ejercer de editorial. Ya desde el arranque sacudía duro: “Lo sucedido en Dalymount Park no sólo escama a Miguel Muñoz, que lo presenció; también deja perplejos a quienes, de una forma u otra, estamos en el fútbol. Irlanda iba ganando y los holandeses parecían perdidos. Nadie descubrirá lo que se habló en los vestuarios de una y otra selección, pero las posibilidades de que España se clasifique quedaron reducidísimas tras los goles encajados al guardameta irlandés, descalificado por nuestro cronista y por casi todos los que estuvieron presentes. En este fútbol dichoso nadie sabe si quien pierde, pierde bien, o si quien gana no lo hace apoyándose en las facilidades que le dan. De hechos como éste nacen las suspicacias. Y con pensar mal no basta para reclamar al juez. Esas pruebas que no hay manera de encontrar… Un partido no se vende, pero se “arregla”. Recordemos aquel nefasto Grecia – Yugoslavia”.

El periodista evocaba la visita de Miljanic y sus muchachos a suelo helénico, donde obtuvieron el resultado necesario para igualar en todo con la selección española de Kubala, forzando un choque de desempate entre ambas, celebrado en Frankfurt el 13 de febrero de 1974, donde Katalisnki, al doblegar a Iribar, dejó a nuestra selección fuera del Mundial germano correspondiente a 1974. También entonces el portero griego tuvo una actuación harto sospechosa, luego de que sus compañeros plantasen cara a los balcánicos en el inicio, y levantaran los brazos ostensiblemente tras el descanso. Durante los días previos al enfrentamiento entre griegos y yugoslavos, algunos medios extranjeros se hicieron lenguas sobre la eventualidad de que José Luis Pérez Payá, entonces presidente de la Federación Española, o cualquiera de sus adláteres, pudiera haber puesto precio a la victoria griega, el empate, o hasta una derrota por la mínima que clasificaba al cuadro español para la gran fiesta muniquesa.

“Hay libertad para pensar, pues, en los tejemanejes del fútbol -añadía el editorialista-. Aunque nadie se atreve a denunciar, con los fundamentos necesarios, qué sucede en los despachos, y hasta en las casetas de un estadio. Lo que sí parece evidente es que a España no se la quiere tanto como creemos. Acaso nuestra presencia en la Euro-84 no resulte a los franceses tan rentable y apetecible como la de Holanda. Y Francia, país organizador del certamen inmediato, cuenta ahora con el respaldo de “monsieur” Georges, presidente de la UEFA”.

Para numerosos medios nacionales, el papel de la F.E.F. fue mucho más triste que el de “la roja”, derrotada en Holanda.

Victimismos aparte, aquel partido entre irlandeses y “naranjas” también olió mal en distintas redacciones extranjeras. Irlanda no se jugaba nada, salvo la honrilla, y la honra, antaño sin posible precio, cotizaba muy a la baja en plena euforia consumista. Belarmo, por su parte, cerraba su disertación con redoble de tambores: “No se trata de una sospecha. El camino hacia París se ha salpicado de baches. Hay que morder en Rotterdam. Aunque no nos acepten; aunque nos repudien, como si el futbol fuera patrimonio exclusivo del Mercado Común”.

La agudeza de Sir Cámara también vio de este modo las posibilidades españolas de viajar a París.

Casi un llamamiento a somatén. Un remedo de rebeldía vieja, otrora inspiradora del eslogan “Si ellos tienen ONU nosotros tenemos dos”

Por fin el 6 de noviembre, en el Kuip Stadion de Rotterdam, nuestra selección sucumbía ante la holandesa por 2-1, con tantos de Houtman y Gullit, para los naranjas, y momentáneo empate de Santillana en el minuto 41. Los nuestros habían negociado una prima de 250.000 ptas. por jugador, en caso de victoria; el equivalente a unos cinco salarios mensuales netos, como media de la época. Los holandeses, pese a residir en un país cuyo poder adquisitivo doblaba el nuestro, tan sólo contaban con 150.000. Aquella catástrofe, en fin, sobrevino ante una selección que distaba mucho de parecerse a la apisonadora del Mundial Alemán, en 1974. Porque los “tulipanes”, en plena remodelación, constituían un equipo desigual, con alguna cara conocida, como Ronald Koeman, Willy van de Kerkhof, Gullit o el portero Schrijvers, y ausencias notables, como Krol o el “merengue” Metgod. Con ese marcador final, España necesitaba golear escandalosamente a Malta en su choque decisivo, para estar presente en la fase final. Misión en teoría imposible, aunque a veces los milagros existan. Sobre todo si para propiciarlos se cuenta con algo más que plegarias e incienso.

Cuando a la selección de Malta le tocó visitar a la holandesa, en Rotterdam, las casas de apuestas sólo admitían pronósticos sobre las veces que el portero maltés iba a sacar la pelota desde el fondo de su red; el triunfo naranja resultaba indubitable. Consciente de nadar en un mar de suspicacias, el presidente de la Federación Maltesa había defendido la incorruptibilidad de sus jugadores a lo largo de las jornadas previas. “Mi gente no se vende ni por muchos millones”. Al concluir el choque, España necesitaba una diferencia de 11 en el partido que debía encarar con los malteses.

El 21 de diciembre de 1983, víspera del día tradicionalmente reservado al “gordo” navideño, incluso la facción más futbolera del país seguía contemplando la clasificación española como una quimera. Para la improbable proeza se había elegido un escenario que jamás fallaba: Sevilla, con su público entusiasta y bullanguero. Distintas voces deslizaron opiniones y pronósticos. Johan Cruyff, por ejemplo, porfió en que ni su país natal ni España merecían estar en París, ante la poca cualificación de ambos. Bonello, el portero de Malta, quiso mostrarse categórico: “No volvería a mi país como me marcasen 11 goles”. Víctor Scerri, su seleccionador, advertía: “La derrota máxima de nuestro equipo fue por 8-0”.  Y el caso es que en parte por culpa de un formidable temporal, las cosas empezaron de un modo bastante feo. La expedición de Malta tuvo que hacer noche en Madrid y al día siguiente ni siquiera lograría entrenar, ante el lamentable estado del campo. La federación maltesa parecía tenérsela jurada a la española, por las sospechas de fraude denunciadas a raíz de su enfrentamiento con Holanda, y el presidente insular cursó por télex una protesta oficial a la U.E.F.A., de la que se hizo llegar copia a la calle Alberto Bosch, por cuanto consideraba maniobras reñidas con el “fair-play”, susceptibles de anticipar una encerrona. Horas antes del partido, al menos, el ambiente semejó haberse distendido bastante.

Titular del deportivo “Marca” en la previa del Holanda-Malta donde se decidían las posibilidades de nuestra selección. Aquella fase previa clasificatoria estuvo empedrada de razones para mostrarse suspicaz.

Conforme ya hiciese en La Valetta, Miguel Muñoz decidió situar a Juan Señor en el puesto teórico de lateral derecho, consciente de que los malteses jugarían con un solo punta. A Camacho se le encomendó avanzar por su banda izquierda, y a Goikoetxea y Maceda ejercer de arietes en cada saque a balón parado. Carrasco, Gordillo y Marcos debían romper los flancos, Sarabia enhebrar sus imposibles arabescos dentro del área, y la pareja Rincón – Santillana tener muy listas sus respectivas cañas. Hoy, todavía, los miembros de aquella expedición recuerdan con todo detalle el traslado en autocar desde el hotel de concentración hasta el estadio Benito Villamarín: “De pronto Rincón avanzó por el pasillo del autobús dando gritos. Creímos que se había vuelto loco. Estaba fuera de sí, arengándonos, obligándonos a gritar con él, convencido de que podíamos hacer realidad lo imposible. Nos sacó del marasmo y para cuando llegamos al vestuario hubiéramos podido partir poco menos que hacia la conquista de Constantinopla”.

Esa tarde el capitán habitual, Arconada, hubo de presenciar la contienda desde casa, lesionado para dos meses. La puerta iba a ser defendida por Paco Buyo, con Andoni Zubizarreta en la suplencia. El arquero gallego, que debutaba, parecía perdido en medio de aquella repentina explosión. Luego, en el campo, Señor lanzaba un penalti al poste cuando sólo se llevaban disputados 3 minutos, Santillana abriría la cuenta goleadora en el minuto 15, empataba Degiorgio, pese a su lentitud, 9 minutos después, y el propio Santillana repetía en el 26 y 29. Al descanso un raquítico 3-1 que poco bueno presagiaba, puesto que faltaban nada menos que 9 goles para acudir a Francia. Dos minutos después de reanudarse el partido, marcaba Hipólito Rincón, que repetiría en el 57. Seguían faltando 7 goles, y transcurrido el cuarto de hora en la segunda mitad el cómputo comenzó a medirse en razón de la necesidad: se debía cantar un gol cada 4 minutos.

Maceda estableció el 6-1 en el 62. El propio central levantino endosaba otro al resignado Bonello nada más sacarse del centro, y Rincón ponía el 8-1 en el minuto 64. Santillana establecía el 9-1 en el 66. Cuatro goles en el intervalo de 4 minutos. Ya sólo faltaban tres, y hubo que esperar casi un cuarto de hora para que Rincón, en el 78, dejase la cuenta a falta de dos. Sesenta segundos antes, además, el árbitro turco Erkan Göksel había expulsado al goleador maltés Digiorgio por segunda tarjeta amarilla. Sarabia anotaba el 11-1 a diez de la finalización, y Señor enmendaba el yerro de la pena máxima en el minuto 84. Misión cumplida: 12-1 en el marcador. Y todavía, a falta dos minutos para el pitido final, a Gordillo se le anulaba un tanto que ya nada representaba. Los malteses, contritos y desarbolados en la segunda parte, no habían hecho un partido sucio, pese a su jugador expulsado. De hecho se repartieron 5 tarjetas, una de ellas por retener la pelota indebidamente, mientras España vio un par. Después del antiquísimo 13-0 endosado a Bulgaria en el partido que parece se “inventaron” las primas, la selección acababa de obtener su segunda mayor goleada en 63 años, vigente aún hoy día.

La prensa neerlandesa quiso conocer las impresiones de su seleccionador nacional sobre el partido, y Kees Rijvers se mostró categórico: “No lo he visto. Preferí jugar a las cartas con amigos. Total, sabía que España iba a clasificarse. Si hubiera necesitado 15 goles los habría marcado igualmente”. A las preguntas sobre si pensaba en algún tipo de cambalache español, respondió con evasivas: “En el fútbol, a veces, pasa lo que debe pasar. Hoy era uno de esos días y el resultado español nos lo acredita”. Con tantos años en el fútbol y tras el partido de Malta en Aquisgrán, o la visita de su selección a Irlanda, quizás tuviese razones de muy primera mano para saber a lo que se refería. Por su parte, algunos medios europeos, sin insinuar abiertamente nada también miraron las cosas con lupa. Doce goles eran muchos, máxime para una selección tradicionalmente roma. Había resultado muy oportuno el desfondamiento maltés en la segunda parte. Y lo de encadenar cuatro goles en sólo cuatro minutos… “El caso es que sin haber prosperado la reclamación española por el partido de Holanda en Aachen, estarán en Francia”, fue conclusión generalizada.

Carrasco, Sarabia, Rincón y Santillana, cuarteto atacante español ante los malteses, caricaturizados por el lápiz de Conos.

Aquella sorprendente victoria también llevó el luto a una familia cordobesa, según recogiera la agencia “Efe”. El farmacéutico Ángel Escribano Serrano presenciaba el partido por televisión, en su casa de la Ronda de los Tejares, cuando comenzó a sentirse mal. Poco después fallecía, a los 59 años, víctima de un infarto. Desde luego no fue un partido a recomendar por los cardiólogos.

Desde la Federación Maltesa se anunció la apertura de una investigación interna, quién sabe si para acallar acusaciones no muy veladas desde los diarios sensacionalistas germanos. “Goleada con aroma a tongo”. “Malta perdió hasta la decencia”. “¿Fútbol o pantomima?”. Pura cortina de humo, quizás destinada a su propia feligresía. Maniobra eterna, al fin y al cabo: si no sabes qué hacer, constituye una comisión y procura eternizarla hasta que el problema se olvide.

Entre enero y junio de 1984, “la roja” disputó una sucesión de amistosos ante Hungría, por partida doble, Luxemburgo, Dinamarca, Suiza y Yugoslavia, certificando una falta de gol inspiradora de escasa confianza. Ya en la fase de grupos, sendos empates a uno con Rumanía y Portugal, y la sorprendente victoria por 0-1 ante la Alemania de Stielike, Brieguel, Matthäus, Littbarski, Allofs, Brheme, Rudy Völler y Rummenigge, posibilitaron el pase a semifinales, donde después de una prórroga ante Dinamarca sin alterar otro empate a uno, Sarabia anotaba el último y decisivo penalti de la tanda, cuando Elkjaer hubiera fallado el suyo. La selección gala, en la final, se imponía con autogol de Arconada, excelente durante todo el torneo, y otro tanto de Bellone mientras el árbitro miraba su reloj para dar las cosas por concluidas. Triunfo para los anfitriones por 2-0 y saldo negativo en la España subcampeona: 4 goles a favor y 5 en contra, como resumen de 480 minutos practicando un fútbol rácano.

Los jugadores malteses nada dijeron sobre su escandalosa derrota en Sevilla, bien porque poco tuviesen que comentar, o porque nuestros medios sólo dedicaran espacio a la épica, siempre más rentable en los kioscos. Circularon especulaciones sobre lo que pudo haber sucedido durante el descanso de aquel choque. Conversaciones en el palco, promesas, agasajos… Maledicencias, en apariencia, porque los apaños, cuando los hay, nunca tienen lugar con luz y taquígrafos. Bonello, el guardameta que aguantara estoicamente el chaparrón de goles, nunca, que se sepa, quiso despegar los labios en público. Transcurrido el tiempo, desde Pietá, Sliema, St. Joseph o La Valetta, llegaron cuentecillos rocambolescos: Unos limones hallados en el vestuario, tras el descanso, con posibles sustancias inyectadas; recomendaciones de levantar el pie; futuro asueto vacacional en nuestro suelo, con carácter de invitados… Tan sólo ganas de justificar lo difícilmente explicable. Pasaron los años. El fútbol español siguió su andadura, mejorando mucho, por fortuna, al tiempo que el maltés también avanzaba, bien es cierto que a menor escala. Hasta que durante la primavera de 2018, razones completamente ajenas al balón redondo me condujeron a Malta.

Como las devociones a menudo suelen encontrar resquicios por donde colarse, tuve ocasión de contemplar alguna modesta instalación deportiva. El campeonato de fútbol maltés agotaba su calendario, con la previsible coronación del Valetta Football Club. Y un atardecer, mientras se teñían de cobre y malva las aguas de la turística Sliema Bay, observé a varias personas estirando una pancarta de balcón a balcón, festejando otro título para los de La Valetta. Me acerqué a ellos, dándoles la enhorabuena, al tiempo de desearles suerte en las eliminatorias previas de competición europea. Naturalmente, mi mediocre inglés me delató como extranjero, y ello propició una conversación pródiga en tópicos: “¡Ah, español! Ahí sí que tienen buen fútbol, aunque el Barcelona ya no sea lo que fue”. Por mi parte aduje que el balompié maltés había mejorado mucho, que hasta se había abierto a los extranjeros, y varios españoles venían actuando allí desde hacía unos años. Incluso algún entrenador, como Patxi Salinas. Les sorprendió que un visitante ocasional supiera algo acerca de su campeonato, y yo deslicé algunos nombres de entre la docena de compatriotas que, según creía, acababan de cerrar esa misma Liga: “Cornago, Jorge García, Gabilondo, Edu Vallecillo, Javier Polo…” Su curiosidad aumentó, dándome pie a enhebrar también la mía. ¿Cómo era posible que un campeonato semiprofesional tentase a extranjeros? Algunos, según sus palabras, aprovechaban para aprender inglés. A otros se les proporcionaba un trabajo, aunque la verdad era que todos cobraban. “Más, incluso, que muchos malteses, porque se supone pueden enseñarnos algo”. Me hablaron sobre pormenores de su “foot-ball”, dividido en cuatro divisiones, y con un torneo propio en Gozo, la única isla del archipiélago donde los turistas podían desfrutar de playa. Gozo estaba muy próximo, pero los traslados eran engorrosos. Primero por carretera hasta un puerto sito a 50 kilómetros, luego ida y vuelta en barco. Demasiado costoso y complicado. Ya en medio de una tertulia animada, traté de girar la conversación: “¡Cuántas cosas han pasado desde aquel 12-1 entre las selecciones de España y Malta!” -dije.

Después de lavarse las manos ante numerosos indicios de sospecha, la U.E.F.A. dio la impresión de respirar aliviada con el 12-1 a Malta. Ese resultado les ahorraba posibles dolores de cabeza.

Hubo risitas y los dos más jóvenes parecieron no entender a qué me refería. Sin dejar que la pelota botase, probé con otra andanada: “En España se dijeron cosas. Que pudo haber un acuerdo, que Malta se dejó llevar en la segunda parte”. Allí, al parecer, también circuló la rumorología. “Se cuentan cosas, ya sabe. Siempre hay quien lo conoce todo, sin saber en realidad nada”. La conversación habría languidecido, si el mayor de todos no hubiese deslizado con voz ronca: “Estamos agradecidos a España, porque engrasó la cuestión del estadio”. Y ante mi nueva pregunta, fue narrando algo para mí nuevo. Puesto que mi pobre inglés tropezaba con su verbo rápido y varias expresiones inusuales, uno de los reunidos, antiguo emigrante laboral en Italia, según dijo, fue traduciéndomelo en su italiano fluido: “Aquí somos pobres, y más lo éramos hace treinta y tantos años. Necesitábamos un estadio para partidos internacionales, pero no había dinero. Aunque la U.E.F.A. tuvo buenas palabras, su bolsillo siguió cerrado. Y jugamos contra España, ellos ganaron, y parece que quien mandaba en su Federación, hombre con peso en la U.E.F.A., engrasó el carro de las libras. Por fin hubo campo y luego todavía se mejoró, con dinero de la Unión Europea”.

Quise ver ese estadio, sito en la pedregosa franja central de la isla, una de las pocas áreas donde tan elevada densidad poblacional podía albergarlo. Como estuviese cerrado, hube de contentarme con su impresión exterior, francamente notable. A su lado se alzaba un pabellón deportivo cubierto. 

Obviamente no estuve ni en el palco ni en los vestuarios del Benito Villamarín, y por lo tanto ignoro lo que allí pudo hablarse, si es que se habló de algo. Cuanto escuché en Malta, entre el asentimiento de quienes me rodeaban, tampoco constituye ninguna prueba, aunque parezca encarrilar el vagón de las sospechas. “Pensar mal no basta para reclamar al juez -escribió Belarmo, con la presumible verosimilitud de quien moja su pluma en el tintero de la contemporaneidad-. Esas pruebas que no hay manera de encontrar… Un partido no se vende, pero se “arregla”. Hay libertad para pensar, pues, en los tejemanejes del fútbol, aunque nadie se atreva a denunciar con los fundamentos necesarios, qué sucede en los despachos.”

Vertiéndolo libérrimamente del román paladino al mester de juglaría, posibles o hasta muy probables chanchullos y cambalaches bajo el paraguas de la U.E.F.A.




Nueva aportación sobre la espantada española ante la URSS, en la Primera Eurocopa

Registro documental estampillado en su día como “Muy Reservado” por el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Tras publicarse el artículo “…Y España dio la espantada”, donde se daba cuenta de la deserción deportiva del equipo nacional para no enfrentarse a la Unión Soviética, Antonio Arias, cuya eficacia en el rastreo de documentación compleja ya se alabó en ocasiones precedentes, nos hizo llegar una valiosa correspondencia tipificada en su día por el Gabinete Diplomático como “MUY RESERVADA”, cuyo original se encuentra en la Fundación Francisco Franco. Se fechó el 13 de noviembre de 1959, y a su luz surgen respuestas sobre una cuestión tan opaca como para que, aún hoy, tamaño desplante siga preñado de puntos oscuros.

Corresponde a la carta dirigida por el presidente de la Federación Española de Fútbol, Alfonso de la Fuente Chaos, a su amigo y camarada Fernando Mª Castiella, Ministro de Asuntos Exteriores y uno de los hombres más influyentes entre cuantos componían aquel gobierno. Para mayor comodidad lectora, transcribimos su contenido:

“EL PRESIDENTE DE LA

REAL FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE FÚTBOL”

Madrid, 13 de noviembre de 1959

Excmo. Sr. D. Fernando Mª Castiella

Ministerio de Asuntos Exteriores

MADRID

Mi Querido amigo:

De acuerdo con nuestra conversación, en la reunión internacional hice la propuesta de que se jugara el encuentro Rusia-España en terreno neutral, que fue totalmente rechazada. Entonces, y también de acuerdo contigo, les dije que España puede ir a Rusia, pero que el partido de vuelta se jugaría posiblemente fuera de España, y rogué a los representantes de la U.E.F.A. que apoyasen esta petición, mostrando la buena voluntad de España.

He encontrado algunos representantes predispuestos a defender esta postura pero, en seguida, me hicieron saber que Rusia manejaba, desde un punto de vista político, su posición reglamentaria y la indisciplina de España frente a los reglamentos internacionales.

También me dijeron que podía llegar, incluso, a proponer nuestra eliminación, no ya de estos campeonatos de la Copa de Europa de Naciones, sino de los Campeonatos del Mundo en Chile, y esto sería catastrófico toda vez que hemos logrado una situación privilegiada, apoyados por todas las naciones que desean fervientemente, y en primer término, que se encuentre España en aquellos campeonatos.

Estas noticias no las conoce miembro alguno de la Federación porque lo he llevado en secreto y, por ello, te pido con todo cariño y afecto que nos ayudes, porque sería muy lamentable entre las naciones Hispanoamericanas nuestra eliminación por incumplir los reglamentos internacionales.

Piensa si cabe, todavía, la oportunidad de que el partido de vuelta se juegue aquí, en las condiciones que tú creas más propicias; a puerta cerrada, dándote las cien mil entradas para que las distribuyas como creas más conveniente; si en tu gestión puede ayudarte y crees preciso que juntos veamos a S. E., me tienes a tu disposición.

Te repito que te pido esto con todo el afecto y la amistad sincera que te profeso, porque creo que sería un gran triunfo para ti y para España, y que no ignorando el problema espiritual que se te plantea, precisamente un perdón cristiano y una clara comprensión serían un buen complemento a tus triunfos recientes en Alemania, y de la paz en los Pirineos.

Espero tus noticias porque estamos convocados para otra reunión internacional en París, antes de dar ya la fecha oficial.

Yo sigo defendiendo, hasta conocer tu última decisión, que España irá a Rusia, pero que la vuelta muy posiblemente será en una nación neutral, aunque me agradaría muchísimo que nos ayudaras y que fuera en España.

Un fuerte abrazo de tu buen amigo.

Alfonso de la Fuente”

 13 de noviembre de 1959. Transcurridos 360 días de silencio oficial, motivado por la nota del Delegado Nacional de Deportes, Elola-Olaso, ordenando la no participación en aquella naciente Copa Europea de Selecciones, conforme a lo dispuesto desde la “superioridad”. Y justo un mes antes de que el presidente federativo se entrevistase en París con su homónimo soviético, levantado ya el veto desde esa misma “superioridad”. Seguimos sin conocer pormenores acerca de tan ardua y procelosa tarea entre bastidores, pero el nuevo documento nos ilumina sobre la identidad del gran avalista para Alfonso de la Fuente, en su empeño por medirse ante la URSS en un campo de fútbol: el ministro de Exteriores Fernando Mª Castiella, hombre del Régimen, obviamente, aunque partidario de una mayor apertura exterior, en consonancia con cuanto desde un área fundamentalmente económica postulaba la tecnocracia del Opus Dei.

Página 1ª del escrito remitido al Ministro de Exteriores por el presidente federativo.

Esta carta, también, pone el dedo en la llaga más supurante de aquel franquismo todavía reacio a pasar página. Lo intolerable no era que una representación española viajase a Moscú para poner en juego el honor patrio, sino que los soviéticos pudieran pisar nuestro suelo, o atronase desde los altavoces del estadio Santiago Bernabéu el himno comunista. Algunos no habían librado una guerra tan cruenta para consentir tamaña vejación, veintiún años después de celebrar su victoria. Una cosa era abogar por la reconciliación interior, y otra bien distinta consentir que la “bicha” reptase impunemente por la Gran Vía, como se llegó a pespuntear desde Radio España Independiente, Estación Pirenaica, cuya redacción y micrófonos estaban mucho más cerca del macizo cárpata que de los picos Aneto, Maladeta o Monte Perdido.

2ª página, con firma autógrafa de Alfonso de la Fuente Chaos.

Frente al bilbaíno Castiella y el madrileño De la Fuente Chaos, se alineaban, como si de otra competición se tratase, aunque ésta de índole política, José Solís Ruiz, a la sazón ministro-secretario nacional del Movimiento, o más brevemente, secretario nacional de Falange Española, de quien dependía la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes detentada por Elola-Olaso; Camilo Alonso Vega, militar de la línea más dura y Ministro de Gobernación, lo que luego sería de Interior; Luis Carrero Blanco, siempre fiel a su Caudillo y auténtico presidente del gobierno en la sombra, por más que fuera sólo Ministro Subsecretario de la Presidencia del Gobierno.  Y ya más atrás, puesto que le privaban de brillo su carácter frailuno y timorato, el ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias-Salgado, imbuido por el mesiánico deber de salvar el alma de los españoles, incluso a despecho de sí mismos, tan encastillado en la idea de que la revolución bolchevique no era sino avanzadilla del Anticristo. Más en segundo plano, algún otro hombre oscuro, pero con poder, como Carlos Arias Navarro, Director General de Seguridad, que ni se tomó la molestia de responder a la solicitud federativa de tramitar documentaciones para Moscú. Obviamente, mal podía facilitar trámites de viaje quien era partidario de que éste no tuviese lugar. Demasiados obstáculos. Por ello, sin duda, De la Fuente Chaos, hombre culto, resolutivo y perspicaz, conforme habría de acreditar durante su fecunda vida profesional, se permitía el lujo de apuntar hacia el órdago, acompañado al ministro de Exteriores en una hipotética visita a Francisco Franco, quizás el más reacio a compartir palco con representantes oficiales de la Unión Soviética. Él tampoco había ganado una guerra para esto, como solían argumentar los camisas viejas falangistas ante la primera contrariedad o tropiezo.

Sorprende que la UEFA se hincase aparentemente de rodillas ante la apisonadora soviética, máxime cuando aquella primera edición europea quedó tan descafeinada por la deserción del más potente fútbol occidental. ¿Tanto les costaba entender que la nueva competición podía extinguirse en la cuna, víctima de muerte súbita? Tras la colonización que del fútbol olímpico hiciesen los países agrupados en el Telón de Acero, sólo faltaba que la Copa Europea de las Naciones se convirtiera una especie de torneo para la Europa Oriental. Menos llamativa resulta la reserva del máximo mandatario federativo: “Estas noticias no las conoce miembro alguno de la Federación, porque lo he llevado en secreto”. No ya funcionarios, sino los directivos del ente y la propia asesoría jurídica vivían ayunos sobre cuanto se gestaba bajo los manteles. Una confesa deslealtad institucional, que explica cómo la prensa extranjera advirtió tan tarde el definitivo bandazo español, una vez hecho efectivo. Y por supuesto, la ausencia de filtraciones. Cerrar el grifo informativo era fácil a este lado de los Pirineos. Para eso contaba Arias-Salgado con un ministerio, una ley de censura y enjambres de lectores revisando galeradas. Pero en Francia, Inglaterra, Suecia, Bélgica o Italia, la prensa, si no libre del todo -probablemente no lo haya sido nunca en términos absolutos- se engalanaba con ropaje de “cuarto poder”.  

Las invocaciones al “perdón cristiano” y al “problema espiritual que se te plantea”, constituyen todo un aldabonazo dirigido a quien fuere entusiasta propagandista católico en tiempos juveniles, como veremos luego, o al divisionario azul, catedrático Castiella. Aunque igualmente cabían como apelación a Gabriel Arias-Salgado, libre de verse caricaturizado con un hisopo en la mano, revestido de escapularios y en perpetua genuflexión, tan sólo porque la caricatura política estuvo “desaconsejada” hasta la transición. Por otro lado, la propuesta de disputar el partido en Madrid, a puerta cerrada, no deja de tener cierto tufillo a trampa. Eso sí constituiría una inapelable victoria de los soviets, cualquiera que fuesen los guarismos del marcador tras el pitido final. ¿Honores de campo vacío al comunismo, en pleno paseo de La Castellana? ¿Hurtar a la afición semejante efeméride? Peor, muchísimo peor el remedio, sin duda, que la mismísima enfermedad. Posiblemente el responsable federativo tratara de forzar una elección entre lo malo y lo muchísimo peor. Respecto a la posibilidad de llenar el graderío con un público “de confianza”, predispuesto a ejercer de “clac”, existían precedentes. Cuando en 1943 se sancionasen tan duramente las incidencias de aquel choque copero entre Real Madrid y Barcelona, se dijo, con carácter de sentencia, que el monto de las sanciones tendría por destino la adquisición de boletos a distribuir entre organizaciones juveniles falangistas “por ser ellas claro exponente de virtudes deportivas, y para que su buen ejemplo cunda en este tipo de manifestaciones”. Alfonso de la Fuente sin duda pensaba en grupos de coros y danzas, caballeros mutilados, hermandades de alféreces provisionales, excombatientes o funcionarios de probada afección, para poblar las 100.000 localidades. Todo un comité de “bienvenida” poco benevolente con los soviéticos, al gusto de quienes más palos pudieran estar colocando en las ruedas federativas.

Sabemos de sobra cómo terminaron las cosas para la UEFA, derrotada ya nuestra Federación en su pulso. Con una pública confesión de impotencia; una soberana humillación. Lo imposible durante meses, de pronoto era abrazado como alternativa factible. “Estudien seriamente su disponibilidad a enfrentarse al equipo de la URSS en campo neutral, sea en partidos de ida y vuelta, o soló de ida, jugándose la vuelta en Madrid”, recogió el telegrama dirigido a la FEF desde Berna, en su directa traducción del francés. ¿La URSS en Madrid? Bien parece que no entendieron nada. A la luz de esta nueva prueba epistolar, resulta obvio que incluso los más viscerales anticomunistas del gobierno daban por asumible la visita a Moscú. Aquella espantada a última hora tan sólo cabría explicarse ante la negativa del órgano supranacional, o de la propia URSS, a contender durante el choque de vuelta en terreno neutral. Esa orden definitiva de retirada a cuarteles, convirtiendo en papel mojado los esfuerzos de Castiella y De la Fuente Chaos, únicamente pudo emanar del mismísimo Franco. Hombre indeciso, timorato, según sus biógrafos, pero incapaz de moverse un centímetro después de tomar cualquier determinación. Aquel que trece años antes, en plena retirada de embajadores y con las puertas de la ONU cerradas a cal y canto, asegurase en pleno delirio desde un balcón en la plaza de oriente, “tener a Europa cogida por los pies”, había decidido escarmentar a la Unión Soviética. En los despachos de la UEFA continuaban sin enterarse de que Franco no estaba listo, por el momento, para escuchar en su propia casa los compases de la Internacional.

Cuatro años después, sí se avino a hacerlo. Con John F. Kennedy en la Casa Blanca de Washington habían cambiado muchas cosas, y a toda velocidad. La Guerra Fría iba a seguir congelando aún las relaciones internacionales, pero el abismo económico y de influencia política entre occidente y Moscú, se ensanchaba cada minuto en contra del Kremlin. Kruschev, un día, perdió los papeles a zapatazo limpio en el salón de plenos de las Naciones Unidas. Luego su país también acabó perdiendo la carrera espacial, por más que partiese con ventaja. Y España habría de celebrar su primer título futbolístico absoluto, nada menos que en el estadio Bernabéu, al derrotar a la Unión Soviética.

Este capítulo de nuestra historia balompédica quedaría incompleto sin una semblanza de quienes más lucharon para distender las relaciones entre Madrid y Moscú, durante 1958, 59 y 1960. Los que, bien mirado, pusieran la primera piedra del posterior éxito deportivo continental. Sin su fracaso, pespunteado de pequeñas e insuficientes victorias, el inmovilismo característico de ciertas facciones abrazadas a Francisco Franco hubiese continuado incólume. Porque a veces incluso un fracaso arrastra corrientes de aire fresco a los rincones más polvorientos.

Fernando Mª Castiella con John F. Kennedy en el despacho oval de la Casa Blanca.

Fernando María Castiella y Maiz (Bilbao 9-XII-1907 – Madrid 25-XI-1976), fue además de diplomático y político durante el periodo dictatorial, catedrático de Derecho Internacional, experto en relaciones exteriores, o miembro del Tribunal Permanente de Arbitraje Internacional en La Haya, desde 1939 hasta su fallecimiento. Sus ideas aperturistas chocaron más de una vez con significados franquistas, como el propio Luis Carrero Blanco, mano derecha de Francisco Franco, por cuestiones como la libertad religiosa o el proceso descolonizador de Guinea, Río Muni, Corisco y los dos Elobey. Varios éxitos incuestionables, “sin precedentes”, por emplear la hueca elocuencia de esa época, como el ingreso de España en el Fondo Monetario Internacional o la OCDE, así como la solicitud de ingreso en la Comunidad Económica Europea (1962), habrían de mantenerlo al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores desde 1957 hasta 1969.

Hijo de un oftalmólogo y de una texana proveniente de la emigración vasca a Nueva Orleans, culminó el bachillerato con matrícula de honor en todas las asignaturas. Inscrito luego en el jesuítico Centro de Estudios Superiores, futura Universidad de Deusto, se examinó como alumno libre en las Universidades de Valladolid, Zaragoza y Madrid. Tras obtener una beca ampliaría estudios en París durante dos años, y a renglón seguido, a partir de 1933, pudo especializarse en Derecho Internacional a caballo entre las facultades de Ginebra, La Haya y Cambridge. Durante ese periodo se vio envuelto, junto con otros militantes de inspiración católica, en un oscuro asunto de contrabando armamentístico desde Saint Jean de Lux, resuelto con traslado a Bilbao y apertura de expediente policial como conspirador antirrepublicano. Profesor ayudante en las materias de Derecho Público e Internacional, tras un año ejerciendo la docencia obtuvo el doctorado por la Universidad de Madrid. Y antes de concluir 1935 tendría ocasión de festejar su plaza como catedrático en la Universidad tinerfeña de La Laguna, por concurso-oposición.

Tanta brillantez estudiantil y docente no habría de impedirle una febril actividad paralela. Vicepresidente de la Confederación de Estudiantes Católicos y redactor en el “El Debate” -cabecera de la Asociación de Propagandistas Católicos- hasta dirigir la sección de política exterior, en abril de 1931 sería detenido como miembro de la Juventud Monárquica de Bilbao, para pasar algunos meses en la cárcel de San Sebastián. Como la Guerra Civil lo sorprendiese en Madrid, tuvo que permanecer oculto. Consta, por ejemplo, que durante la segunda mitad del año 1937 logró acogerse en la embajada noruega, y que finalizando febrero de 1939 pudo pasar a la zona de control franquista, donde rápidamente habría de ser designado oficial del cuerpo jurídico militar. A raíz de crearse el Instituto de Estudios Políticos (setiembre de 1939), le sería otorgada la sección de Relaciones Internacionales. Y ya en 1941, como coautor junto a José Mª de Areilza de una hoja de ruta para el naciente Régimen titulada “Reivindicaciones de España”, recibió el Premio Nacional de Literatura Francisco Franco dotado con 10.000 ptas. cifra nada desdeñable para un país hambriento y ruinoso. En dicha obra se anticipaban los ejes fundamentales de su posterior actividad personal y profesional: Recuperación de Gibraltar, y expansionismo imperialista por el Norte africano, punto, este último, sobre el que acabaría viendo una luz nueva con el paso del tiempo, siendo muy censurada su caída del caballo con respecto a la descolonización de Guinea desde reductos ideológicamente fundamentalistas.

Combatiente con la División Azul, lo hizo como soldado raso, renunciando al rango de capitán que sus estudios le conferían. Además de luchar en primera línea, fue enlace en moto y encargado de transmisiones, hasta su retorno en 1942. Rápidamente “heredó” el rango de delegado en el Servicio Exterior de Falange, que detentara Felipe Ximénez de Sandoval, depuesto tras una sonora trifulca con devotos monárquicos, trufada de acusaciones sobre su teórica homosexualidad. Sólo era cuestión de tiempo el salto a la gran política, y este llegaría tras ejercer la dirección del Instituto de Estudios Políticos, el decanato en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, e intervenir destacadamente en la conformación y articulado del Fuero de los Españoles, ley aprobada en 1945. Le esperaban la embajada en Perú (1948-51), desde donde pudo reconducir unas relaciones por demás deterioradas, hasta obtener el voto favorable del país andino a la solicitud española de ingreso en las Naciones Unidas. Y desde Lima a Roma, reemplazando al demócrata-cristiano Joaquín Ruiz Jiménez en la embajada vaticana, para culminar el hoy tan en solfa Concordato entre nuestro Estado y la Santa Sede, del que continúan derivándose privilegios para la confesión católica harto cuestionables. Un alto precio a cambio de allanar la aceptación internacional a Franco y su perpetuación en el poder.       

A los éxitos ya enumerados como ministro de Asuntos Exteriores, habría que añadir la admisión de España como estado miembro del Banco Internacional de Fomento y Reconstrucción, o los acuerdos de doble nacionalidad establecidos con países de Hispanoamérica, comenzando por Chile, que en lo puramente futbolístico habría de favorecer a tantos jugadores de la otra costa oceánica. Tampoco fueron fáciles sus encuentros con el presidente galo Charles De Gaulle o su ministro de Exteriores, Couve de Murville, al conmemorarse el tricentenario del Tratado de los Pirineos (al que se alude en la carta de Alfonso de la Fuente), resueltos con mejoras sustanciales en la interrelación de dos vecinos entonces poco avenidos. Más réditos de imagen le reportó, justo es decirlo, la visita de Eisenhower a España en diciembre de 1959, cuando los Estados Unidos constituían modelo a imitar y envidia de tantísimos españoles.

Entre sus derrotas más amargas estaría el armisticio con Marruecos para la paz en Ifni (abril de 1958), donde nuestro país renunciaba al Cabo Juby, a cambio de conservar un territorio semidesértico del que también acabó apoderándose la monarquía alauita, corrido el tiempo. Y por supuesto el fracaso en las aproximaciones a Inglaterra, lastradas por el contencioso de Gibraltar, -cierre de la verja incluido, y desidia en la pretendida industrialización del territorio adyacente- así como por la mala imagen que como coautor de las “Reivindicaciones de España” seguía teniendo en el Foreign Office, desde donde aquel libro mereció la consideración de “ofensivo”. Otra derrota inicial, la relacionada a su impulso a la libertad religiosa, cuya consecuencia se tradujo en declarada enemistad personal de Carrero Blanco y los recelos suspicaces del propio Franco, acabaría convirtiéndose en relativa victoria. Porque si bien le sería rechazado el proyecto de ley sobre la “Condición jurídica de las confesiones católicas en España” (setiembre de 1964), tres años después logró incluir el concepto de “libertad religiosa” en la modificación del Fuero de los Españoles, sustituyendo la anterior y no siempre bien atendida “tolerancia de cultos”.

La crisis de gobierno ocasionada por el “Caso Matesa”, monumental estafa con ayudas gubernamentales a la exportación como gran objetivo, orquestada por el presidente del R.C.D. Español de Barcelona, Vilá Reyes, apoyándose en ministros del Opus Dei, señaló el término de sus días en Exteriores. Regresó entonces a su cátedra universitaria, puesto que simultaneó con una consejería en el Banco Hispano Americano, luego asociado con el Central y finalmente absorbido por el Santander. Académico de Ciencias Morales y Políticas, expiró como consecuencia de un infarto en el ascensor de la entidad financiera cuando iba a asistir a una votación del Consejo. Entre los reconocimientos de que gozase en vida destacan la cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort, la Gran Cruz de Isabel La Católica, las de la Orden de Carlos III, Santiago de la Espada, del Mérito Militar, la de Cisneros o al Mérito Naval con distintivo blanco.

Aunque sus biógrafos nunca lo consignaron, durante varios meses a lo largo de 1958 y 1959, conspiró junto a De la Fuente Chaos para que nuestra selección nacional se enfrentase a la soviética, en aras de una distensión y modernidad sociopolítica quizás precipitada, vista con la imprescindible perspectiva, pero muy en consonancia con su credo más profundo.

Alfonso de la Fuente Chaos, médico prestigioso con paso por la FEF y la política nacional del periodo franquista.

Alfonso de la Fuente Chaos (Madrid 18-VII-1908 – 3-XI-1988), detentó la presidencia federativa durante el intervalo 1956-1960, periodo breve comparado con los largos mandatos de Pablo Porta o Ángel Mª Villar. Pero a diferencia de ellos no fue tan sólo un hombre de fútbol, sino personaje reputado en lo profesional e influyente en lo político. Cirujano prestigioso, catedrático de Patología y Clínica Quirúrgica en la Universidad de Valencia desde 1944, y Madrid a partir del 48, compatibilizó dicha actividad con la dirección del Instituto Nacional de Medicina, Higiene y seguridad del Trabajo entre 1946 y 1961. Presidente de los Colegios Oficiales de Médicos en España durante 13 años, así como de la Previsión Sanitaria Nacional, formó parte de la Real Academia Nacional de Medicina e instituyó el Seguro Obligatorio de Enfermedad, antecesor de la Seguridad Social, bajo el paraguas de Girón de Velasco, falangista fidelísimo a Franco y en su senectud titular de amplias propiedades en la Costa del Sol.

Como político fue Consejero Nacional por designación directa de Francisco Franco y Procurador en Cortes durante diez legislaturas, o lo que es igual, desde 1943 hasta 1977. En sus abundantes trabajos editoriales cabe encontrar distintas visiones relacionadas con la Medicina. Desde la más pegada a los axiomas iniciales del Régimen (“Los valores morales del Nacional-Sindicalismo y su relación con el ejercicio de la medicina legal”, 1942), hasta referentes para estudiosos de la historia médica durante el periodo autárquico (“Estado actual de la cirugía de los quistes hidatídicos de pulmón”, 1954), el análisis docente (“Los grandes problemas de la medicina actual: reforma de la enseñanza médica, plétora profesional, socialización de la medicina”, 1958), manuales de amplia circulación (“Patología quirúrgica” o “La bioterapia en cirugía”), y un pespunte de extensión universal de la medicina, como derecho social (“La medicina del trabajo, concepto y actualidad”, o “Socialización de la Medicina”). Todo ello sin olvidar su faceta editora de revistas especializadas (“Ser”), o su dirección editorial (“Cirugía”, o “Medicina y Seguridad del Trabajo”).

Como su amigo Castiella, también sería objeto de distintos homenajes y honores, recibiendo, entre otras, la Encomienda con Placa de Cisneros, y la de Isabel La Católica, el nombramiento de Gran Oficial de la Orden Internacional de la Legión de Honor de la Inmaculada, o la elección como miembro del “Internacional Board of Governors”. Nada de todo ello, sin embargo, fue suficiente para mantenerse al frente de la Federación Española de Fútbol, órgano a donde llegara rebosante de ilusión y con ganas de batirse el cobre. Su libérrima actuación respecto a la puesta en marcha de la Copa Europea de Las Naciones, sus denodados intentos por sortear, evadir o modificar posturas de la “superioridad”, y su conspiración con el ministro de Asuntos Exteriores, aunque ello implicara indisponerse con algunos “guardianes del Santo Grial”, acabarían segándole la hierba bajo los pies. En 1960, los versos sueltos con rima propia no estaban bien vistos. Y aquel campeonato donde soñara ver un enfrentamiento entre España y la URSS constituyó su tumba deportiva.

No parece descabellado suponer, en cualquier caso, que suyo sería uno de los más claros gritos de júbilo cuando cuatro años después, en el estadio Santiago Bernabéu, sendos goles de “Chus” Pereda y Marcelino bastasen para doblegar a “La Araña Negra” y el conjunto soviético.




…Y España dio la espantada

La Copa de Europa de Naciones, denominación con la que naciese el torneo, Campeonato Europeo de Naciones, como era conocido cuando la selección española celebró su primer título en 1964, o la Eurocopa, su nombre oficial a partir de 1992, tuvo un arranque difícil, dubitativo y largamente esperado.

Su germen habría que situarlo en el fallido proyecto de aquella Copa de los Países Latinos, ideada por la Federación Francesa de Fútbol para 1925, sin que ninguno de los teóricos contendientes llegara a tomársela en serio. Dos años después, el galo Henri Delaunay volvía a la carga con una propuesta todavía más audaz, abierta a todos los países europeos, que imitase la Copa América implantada con éxito a partir de 1916. Pero aunque el austriaco Hugo Meisi abrazara la idea entusiasmado, las distintas Federaciones Nacionales prefirieron darle la espalda. Muchos de aquellos organismos balbucientes veían en la UEFA un ente entrometido en su quehacer, no la Federación de Federaciones surgida con el exclusivo propósito de establecer cierto orden, mediar en asuntos espinosos y salvaguardar un deporte cuyo crecimiento exponencial semejaba no tener fin. Desde ciertas Federaciones nacionales se contemplaban aquellos proyectos como competencia desleal hacia los torneos domésticos de Liga y Copa, muy en especial las británicas, siempre tan escrupulosas defendiendo su autonomía. Nadie podía asegurarles que semejante empeño internacional concluyera haciendo rodar sin puntilla las competiciones propias, llevándose por delante no pocos clubes. Y si el peso de las agrupaciones deportivas en Francia, Portugal, Alemania, Suiza, la región balcánica o los Países Bajos, frisara lo puramente testimonial, cabía decir todo lo contrario respecto a Hungría, Italia, España y los inventores del fútbol, o sea, el trío federativo de Gran Bretaña.

La convulsión política de los años 30, con el resurgimiento germano a partir de postulados beligerantes en lo internacional, más que reprobables por cuanto al Derecho Humanitario, y marcadamente racistas para el consumo interno, unidas al fascismo de Mussolini en Italia y la Guerra Civil española, imposibilitaron cualquier nuevo intento. La II Guerra Mundial, entre masacres monstruosas, siembra de odios nacionales y subsiguiente tarea de reconstrucción, aplastó textualmente el decenio del 40 y primera mitad de los años 50. Sólo cuando Europa o parte de ella comenzó a levantarse gracias al denodado esfuerzo de dos generaciones y la ayuda del Plan Marshall, Henri Delaunay, y su hijo Pierre, secretario general de UEFA, volverían a la carga. Y esta vez sí, con tantas heridas que restañar, desde varios estamentos se entendió que el fútbol podía servir como argamasa europea y antídoto ante futuros brotes de imperialismo exacerbado.

Hasta 1960 resultó imposible celebrar la primera fase final, en Francia, con la URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia y los anfitriones ocupando el cuadro de honor. Henri Delaunay, fallecido dos años antes, no pudo ver consumado un sueño al que su hijo Pierre, elegido secretario del comité organizador, acabaría dando forma. Alemania Federal, Inglaterra e Italia, naciones con un fútbol potente, optaron por no estar presentes entre los 17 países inscritos. Irlanda fue eliminada por Checoslovaquia en una ronda previa que redujese los participantes a 16. Y luego, ya en el primer cruce eliminatorio, la selección española pulverizó a Polonia con un 2-4 en el choque de ida y 3-0 en el de vuelta, gracias a un elenco donde destacaban Ramallets, Olivella, Garay, Gracia, Segarra, Gensana, Kubala, Di Stefano, Luis Suarez y Paco Gento, a las órdenes de Helenio Herrera. La URSS, que hubiera sido el rival de España en cuartos de final, estableció durante esa primera edición un récord de espectadores al congregar en el moscovita Estadio Lenin más de 100.000 almas (29-IX-1958). Y los nuestros darían la espantada cuando el Régimen de Franco, tan visceralmente anticomunista, negó la entrada a la expedición soviética.

Comunicación inicial del Ministerio de Asuntos Exteriores al Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, con negativa gubernamental a una hipotética participación española en la Copa de Europa de Selecciones.

Al menos así se ha venido simplificando unos hechos más confusos, llenos de claroscuros, vaivenes y empeños contradictorios, cuya exposición nunca fue abordada a fondo.

Historia que va siendo hora de desglosar, siguiendo un orden cronológico.  

El 7 de agosto de 1957, P. Delaunay dirigía un escrito a todas las Federaciones nacionales afiliadas, adjuntado al primer boceto de proyecto un cuestionario con solicitud de respuesta, acerca de dos puntos fundamentales: 1.- Si se apostaba por un torneo con partidos de ida y vuelta o tan sólo a un choque, en terreno de las selecciones extraídas de la urna en primer lugar durante el sorteo. Y 2.- Si la duración del mismo, desde las eliminatorias previas hasta su gran final, debería extenderse durante 2 o 3 años.

El 12 de agosto, a vuelta de correo, el presidente de la Española respondía apostando por partidos de ida y vuelta y una duración de 2 años.

Luego de distintos tiras y afloja, el 22 de enero de 1958 Pierre Delaunay hacía llegar el Reglamento del Torneo a todos los secretarios de las Federaciones en principio interesadas, al tiempo de solicitar les fuera remitido antes del 15 de febrero un listado de componentes en las selecciones previstas. Se anticipaba, además, el deseo de establecer cuanto antes el calendario de cruces, para que las distintas Federaciones pudieran confeccionar sus propios proyectos de competición doméstica. El secretario general de nuestra Federación respondería con diligencia, pues 5 días después, estudiado el Reglamento de Competición, matizaba mediante una única apostilla “ya salvada en parte por esa Secretaría”, consistente en que “los dos partidos de cada eliminatoria se celebren siempre dentro de la misma temporada, a fin de permitir a las Asociaciones afiliadas conocer con la antelación posible el resultado de las eliminatorias y confeccionar su calendario internacional propio”.

El hombre propone, y las circunstancias descomponen, como bien es sabido. Y la premura con que en el seno de UEFA se pretendía poner en marcha aquel invento iba a tropezar con nuevas dificultades. Por fin, el 3 de junio de 1958, finalizadas todas las competiciones domésticas, se reunía en Estocolmo la comisión de estudio para la Copa de Europa de Naciones, presidida por Gustav Sebes (húngaro) y compuesta, además, por Constantin Constantaras (griego), Alfred Frey (austriaco), y el propio Pierre Delaunay. Sólo tres días después, en los salones del Hotel Floresta, de Estocolmo, 16 representantes de las 17 federaciones inscritas cerraban la ronda de primeros cruces. José Luis Costa ejerció como representante español y Rumanía excusó su asistencia. La suerte arrojó el siguiente cuadro eliminatorio:

HUNGRÍA – U.R.S.S.

POLONIA – ESPAÑA

ALEMANIA ORIENTAL – PORTUGAL

YUGOSLAVIA – BULGARIA

TURQUÍA – RUMANÍA

DINAMARCA – vencedor del cruce CHECOSLOVACIA – EIRE

FRANCIA – GRECIA

AUSTRIA – NORUEGA

Se hacían patentes, además de las tres ausencias ya descritas (Italia, Inglaterra y Alemania Federal) las “deserciones” de Suecia, Escocia, Suiza, Austria, Holanda y Bélgica. Por el contrario, todo el bloque del Telón de Acero abrazaba la iniciativa. Era obvio que las heridas de la reciente gran sangría europea no acababan de cicatrizar.

El 1 de julio de 1958, apenas apagado el eco de bienvenida hacia este torneo por fin efectivo, Ramón Sedó, Director General de Política Exterior (organismo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores), remitía un escrito a José Antonio Elola-Olaso, Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, en estos términos:

“Mi querido amigo:

He pasado a consulta de la Superioridad lo que me planteas en tu carta del 14 de julio, adjunto a la cual me remitías un informe sobre la organización de la Copa de Europa de Naciones.

Sigue siendo criterio de la Superioridad el no a la autorización a que se celebren encuentros deportivos entre equipos españoles y equipos de la Unión Soviética.

En vista de ello, y para evitar que se produzcan circunstancias similares a las que tuvieron lugar con motivo del campeonato de baloncesto, se ha creído oportuno decidir que la Federación Española de Fútbol se abstenga desde ahora de participar en la Copa de Europa de Naciones.

Recibe un saludo muy cordial de tu buen amigo.

Ramón Sedó”

Traslado a la FEF sobre postura del gobierno respecto a la inconveniencia de participar el torneo internacional.

1 de julio de 1958, repetido queda para mayor énfasis. Ya desde entonces, la cúpula gubernamental española ordenaba a la F.E.F. desandar lo avanzado. Al día siguiente, es decir sin pérdida de tiempo, desde la D.N.D. el propio José Antonio Elola-Olaso firmaba una escueta notificación dirigida al presidente de la Española, Alfonso de la Fuente Chaos, cerrando cualquier posibilidad de  duda:

“Mi querido amigo:

A los efectos oportunos te remito copia de la carta que recibo del Director General de Política Exterior, dándome traslado de la decisión de la Superioridad en el sentido de que esa Federación debe abstenerse de participar en la Copa de Europa de Naciones.

Debo señalarte que esta comunicación tiene carácter reservado.

Recibe un fuerte abrazo de tu buen amigo y camarada.

José A. Elola-Olaso

SALUDO A FRANCO

¡ARRIBA ESPAÑA!”

Imposible narrar los movimientos que sin duda tuvieron lugar a partir de esta fecha, sin escritos y entre bastidores, como correspondería a una “materia reservada”. Porque los hubo, sin duda, ante la evidencia de que un año después, concretamente el 11 de junio de 1959, el secretario general de la Española volvía a contactar con las oficinas de UEFA en París, interesándose sobre si distintas disposiciones de FIFA serían de aplicación en los inminentes partidos de fase previa, a dirimir ante Polonia. La respuesta afirmativa, expedida el día 16 desde París, además de confirmar la vigencia del reglamento FIFA en materia de competiciones, ofrecía la novedad de subtitular aquella Copa de Europa como Trofeo Henri Delaunay.

Solventada con holgura su primera eliminatoria, nuestra Federación volvía a recibir un despacho fechado en Berna (Suiza), con indicaciones sobre los Cuartos de Final entre la URSS y España. Su traducción textual del francés recogía un párrafo curioso, justificable si en el ínterin se hubiera producido algún tipo de encontronazo o discrepancia:

“Para evitar todo malentendido, tenemos que confirmarles que los partidos URSS-España y España-URSS, correspondientes a ¼ de final de la Copa de Europa, se jugarán como sigue:

Comunicación de UEFA a la FEF sobre fechas de eliminatoria ante la URSS.

URSS-España   29 Mayo 1960, en Moscú

España-URSS     9 Junio 1960, en Madrid

Tercer partido 16 Junio en Roma o París (este último acuerdo quedaría supeditado a un entente entre los representantes de ambas Federaciones)”.

El mismo escrito informaba sobre la designación del Sr. Sebes como delegado de UEFA en Moscú, y los Sres. Schwartz o Crahay en Madrid. Con respecto a los árbitros, de nacionalidad británica, quedaba para más adelante  su designación definitiva. Y antes de la cordial despedida, se sugería establecer comunicación directa entre ambas federaciones, acerca de la organización de partidos y desplazamiento de los equipos.

Aparentemente, la Superioridad política franquista parecía haber aparcado su anterior negativa a que el deporte español se mediera con cualquier formación soviética. Un texto del presidente de la FEF fechado el 23 de enero de 1960, teniendo como destinatario al Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, Sr. Elola-Olaso, confirma sin ambages el pláceme gubernamental, al tiempo de añadir detalles relacionados con el protocolo de la época, mucho más próximo a la política que al deporte. Sus primeros párrafos ya resultaban reveladores:

“Conforme en su día anticipé verbalmente a V. E. y usando la expresa autorización que me había sido concedida por la Superioridad, el día 12 del pasado mes y en el domicilio de la Federación Francesa, en París, me entrevisté con el Sr. Valentin S. Granatkin, presidente de la Sección de Fútbol de la URSS, para tratar de las fechas y demás detalles de los partidos de cuartos de final. Ambos estuvimos asistidos por nuestros respectivos adjuntos.

La entrevista se desarrolló en términos de absoluta corrección y cordialidad deportiva, y se ciñó estrictamente al objeto de la misma: puntualizar los detalles de los partidos URSS-España, que por imperativos del sorteo y de los resultados anteriores han de jugarse”.

Resulta obvio el empeño del presidente federativo en deslindar política y deporte, remarcar la cordialidad y corrección soviética, y dejar sentada la obligación de disputar esos encuentros, no por capricho, sino como resultado del puro azar. Además se recogían las diferencias surgidas entre ambas representaciones para fechar los partidos. Nuestra Federación pretendía liquidarlos cuanto antes, tal vez temiendo una impredecible revocación del pláceme gubernamental. El mandatario soviético habría advertido sobre la imposibilidad de jugar en pleno invierno, ante la crudeza climatológica moscovita. Y nuestro presidente federativo se enrocó en el 29 de mayo y 9 de junio, descartando de plano la propuesta de Valentin S. Granatkin, consistente en dejarlos para finales de junio, “cosa que no convenía a nuestra Federación, no sólo porque trastornaba nuestro calendario de Copa S. E. el Generalísimo, sino porque, iniciada a finales de abril o primeros de mayo la temporada rusa, estarían en mejores condiciones de entrenamiento que nuestro equipo, justamente al borde del final de temporada”. El mandatario de la URSS se habría avenido, finalmente, comprometiéndose a aplazar el encuentro internacional ya previsto con Suecia.

La URSS, por cualquier lado que se mire, mal podía haber ofrecido más facilidades.

Dicho escrito recogía otros acuerdos: La composición de grupos expedicionarios por un total 22 personas, incluidos futbolistas, médico, masajista, técnicos y directivos; que los gastos de viaje a Moscú y Madrid corrían a cargo de cada una de las Federaciones, y el alojamiento en las respectivas capitales, durante un tiempo máximo de 5 días en habitación doble para los jugadores e individual para los demás componentes, todas ellas dotadas de baño, serían gentileza del anfitrión, incluyendo extras de hotel; que tanto en Moscú como en Madrid cada delegación dispondría de un autocar para el equipo y un coche ligero a disposición de los directivos; que los imprescindibles visados, ante la inexistencia de relación diplomática entre ambos países serían depositados en sus  cancillerías de París; o que ante la eventualidad de precisarse un partido de desempate, éste, en principio, tendría lugar el 16 de mayo, aun sin acuerdo sobre el lugar, puesto que Granatkin invocase la ciudad de Leipzig, y Roma el presidente de la Española. Con evidente intención de disipar recelos, en el penúltimo párrafo se volvía a la despolitización de los enfrentamientos:

“Al finalizar la entrevista, el Sr. Granatkin manifestó espontáneamente que la Selección de Fútbol de la URSS se congratulaba sobremanera de tener ocasión de que las selecciones de los dos países compitieran en una prueba deportiva tan importante como la Copa de Europa de Naciones, augurando una acogida cordial y afectuosa para la representación futbolística de España cuando viajaran a Moscú, donde seremos tratados con hospitalidad y afecto”.

El último, en cambio, no disipaba temores sobre cualquier conato de vuelta atrás:

“Formulo, por tanto, a V. E., la solicitud de autorización definitiva para cerrar este convenio, al que se ha llegado con la representación del fútbol ruso con toda facilidad y comprensión, y sin que en ningún momento nos hayamos salido de la más estricta esfera deportiva.

Por Dios, España y su Revolución Nacional-Sindicalista.”

Vísperas del choque ante la URSS. Nada hace pensar en posibles complicaciones, a tenor de la correspondencia cruzada desde la FEF con la secretaría de UEFA.

Todo parecía seguir un orden lógico y sin sobresaltos, a tenor de la carta dirigida desde Berna a la FEF -entonces sita en la calle Alberto Bosch- con matasellos del 20 de abril. En ella se posponía cualquier remate o decisión relacionada con la disputa de la fase final, a la reunión fijada en Madrid (10 de junio) por los miembros de la Comisión. Es decir, al día siguiente de jugarse el partido de vuelta España-URSS. En idéntico sentido, el 9 de mayo de 1960, el presidente Alfonso de la Fuente solicitaba por escrito al Ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, se sirviera gestionar un pasaporte especial a José Luis Costa, miembro del Comité Técnico federativo, puesto que se le había encargado presenciar el partido amistoso que la URSS iba a dirimir el 19 de mayo, 10 días antes de enfrentarse a España, toda vez que su informe resultaría utilísimo al entrenador hispano. El día 11, otra comunicación dirigida al propio Camino Alonso Vega, acompañaba un listado de expedicionarios para el partido a disputar en Moscú, 48 días después. Relación “ceñida estrictamente a la órbita federativa, en la que se comprenden miembros directivos, técnicos y jugadores, es decir, personas de absoluta seguridad política y de estricta significación deportiva”.

En la misma nota se anticipaba el alto número de periodistas que habían mostrado interés ante la posibilidad de desplazarse a la capital soviética, así como algunas personas “de excepcional relieve en la vida española”, añadiendo que “no ocultándose a V.E. el natural deseo de la Prensa de mantener informado al público sobre acontecimiento deportivo de tanta significación, me permito rogarle considere la viabilidad de autorizar el desplazamiento a Moscú de un número reducido de las personas antes citadas”.

Cabe precisar que si la obtención de un pasaporte convencional ya comportaba cierto fárrago en 1960, los especiales, es decir aquellos que permitieran la entrada en cualquier país del Telón de Acero, se otorgaban con cuentagotas y excepcionalidad. Para evitar la proliferación de pasaportes corrientes, ante desplazamientos turísticos se otorgaban permisos colectivos de salida, sin otra validez que la justificada en fechas concretas de ida y vuelta por el organizador. Quienes se decidían a solicitar uno individual, debían especificar la motivación del viaje, si éste o éstos serían puntuales o recurrentes, presentar certificados de penales, cumplimiento del servicio militar obligatorio, tener al día las revisiones de cartilla castrense, y hasta en ciertos casos avales de la empresa donde se prestaran servicios. Estos pasaportes incluían siempre la siguiente nota: “Este documento no es válido para viajar a la URSS, China Popular, Albania, Vietnam, Corea del Norte y todos los países del Telón de Acero”. Además, en torno a un centenar de naciones exigían visado, pocas veces al alcance del españolito medio.

El 12 de mayo, la FEF trasladaba a la Soviética su programa de viaje: Salida desde Madrid el miércoles 25 hacia Bruselas; estancia en la capital belga hasta el jueves 26, para aterrizar en Moscú el mismo día a las 13,30 horas. Retorno el martes 31, a las 07,10 con escala en Bruselas y llegada a barajas a las 19,20. Se cifraba en 22 el número de visitantes oficiales, así como el acuerdo alcanzado de cuantificar en 1.000 dólares el monto por alojamiento y atenciones, idéntica cantidad a la destinada cuando España hubiera de ejercer como anfitriona. Dos días después, un nuevo escrito a la UEFA servía para notificar la lista de preseleccionados españoles, compuesta por estos 20 jugadores:

Antonio Ramallets Simón

José Vicente Traín

Sigfrido Gracia Royo

Juan Segarra Iracheta

Martín Vergés Massa

Enrique Gensena

Luis Suárez Miramontes

Eulogio Ramiro Martínez

Carmelo Cedrún Ochandategi (citado en la nota como “Sedrún”)

Jesús Garay Vecino

Jesús Mª Pereda Temiño (consignado como José Mª)

Enrique Pérez Díaz

Marcos Alonso Imaz

Feliciano Muñoz Rivilla

Joaquín Peiró Lucas

Francisco Gento López

Alfredo Di Stefano Laulhé

Enrique Collar Monterrubio

Jesús Herrera Alonso

Luis del Sol Cascajares.

Tan sólo 15 de ellos conformarían la expedición final.

El 18 de mayo, el presidente de la FEF Alfonso de la Fuente decidía no enviar a su homónimo de la Asociación de la Prensa un escrito ya redactado, dándole cuenta de gestiones ante la Dirección General de Seguridad, cara a hipotéticos permisos de viaje a informadores, saldadas con un ominoso silencio administrativo. La misma nota incluía un anexo con desglose de cuantos habían mostrado interés por desplazarse hasta Moscú:

José Javier Erostarbe, de “Unidad” de San Sebastián

José Mª Unibaso Landa, de “la Gaceta del Norte”, Bilbao

Eduardo Teus López-Navarro, de “Ya”, Madrid

Ramón Melcón Bartolomé, de “El Alcázar”, Madrid  

José Vicente Puente, de “ABC”, Madrid

Pedro Escartín Morán, de “Radio España”, Madrid

Lorenzo López Sancho, de “ABC”, Madrid

Santiago García, de “La Vanguardia”, Barcelona

Ramón Mandiola, de “El Correo Español-El Pueblo Vasco”, Bilbao

Emilio López Jimeno, de “El Mundo Deportivo”, Barcelona

Antonio Valencia, de “Marca”, Madrid

Jaime Capmany, de “Arriba”, Madrid

Alberto Martín Fernández, de “Madrid”

Salvador López de la Torre, de “Informaciones”, Madrid

Enrique Gil de la Vega, de “Pueblo”, Madrid

Algunos de estos periodistas, todos ellos firmas o voces relevantes, eran más conocidos por sus seudónimos: Joma (José Mª Unibaso), Monchín (Ramón Mandiola), o Gilera (Gil de la Vega).

Sin duda, el arrepentimiento a última hora de Alfonso de la Fuente tuvo que ver con una postrera nueva intentona ante Carlos Arias Navarro, Director General de Seguridad, a quien dirigió otro escrito el día siguiente, es decir el 19. Acompañando al mismo, junto al elenco de informadores, se añadía una brevísima “relación de personas que desean ir a Moscú”:

Francisco Román, de Barcelona

Luis Guijarro, de Madrid

Salvador Vallina, de Madrid

Gonzalo Rodríguez del Castillo, de Madrid

Lorenzo Agustí Clavería, de Lérida

Fernando Gaviria, de Madrid

Feliciano Cordero López, de Madrid

Dolores Villoslada Barbudo, de Madrid

Destacaba entre ellos Luis Guijarro, el gran intermediario futbolístico de esa época y futuro factótum de tantos torneos veraniegos.

Solicitud desde la UEFA sobre reconsideración de la negativa española a enfrentarse a la URSS.

El 20 de mayo, la secretaría general de UEFA despachaba desde Berna un comunicado a la Federación Española, agradeciendo el listado de preseleccionados, confirmando las 17,30 horas como inicio del partido en Madrid ante la URSS, el día 9 de junio, y anunciando comunicación telegráfica con el árbitro asignado.

Pero de pronto, todo saltaba por los aires. Durante los días 21 y 22, a escasas 72 horas de tomar el avión rumbo a Bruselas, los teletipos de media Europa escupían el notición: España se negaba a viajar a Moscú.

Oferta de alternativas a la Federación Española girada desde la UEFA.

A partir de ese instante, una suma de movimientos de muy diversa índole se solapaban a manera de letanía. Ebbe Schwartz hacía llegar al presidente federativo español un telegrama en francés, conminándole “sincera y seriamente, por la amistad del fútbol europeo, a jugar el inmediato domingo en Moscú”. Desde Berna, otro radio cable firmado por el Comité Ejecutivo de UEFA exigía a España jugar ante la URSS, “evento enteramente deportivo”. Y en un último intento conciliador, también mediante radio cable urgente expedido a Madrid desde la UEFA, se proponía en francés:

“Ante la imposibilidad de su equipo para viajar a Moscú, estudien seriamente su disponibilidad a enfrentarse al equipo de la URSS en campo neutral, sean en partidos de ida y vuelta, o soló de ida, jugándose la vuelta en Madrid”.

Obviamente, la Federación Soviética, que tampoco podía permanecer quieta, envió a los comités ejecutivos de FIFA y UEFA un informe-denuncia en tres folios, tan meticuloso como ponderado, redactado en francés y con copia a la Federación Española en ruso, probablemente para evitar conflictos como consecuencia de algún desliz en la traducción, según costumbre en el área diplomática. Tras repasar pormenorizadamente los distintos contactos mantenidos entre ambas Federaciones, y desglosar sus conclusiones, se condolía por “el mucho dinero ya gastado en la acogida del equipo español y acondicionamiento del estadio, impresión de programas, cartelería, etc.”, al tiempo de requerir desde los organismos supranacionales a la española sobre si “el equipo español iba a viajar finalmente a Moscú, y si la FEF tuviera intención de organizar el partido de vuelta en Madrid (puesto que) durante tres días no había confirmado ni desmentido lo avanzado a través de notas de agencia”.

La UEFA trató vanamente que España reconsiderase su posición, sin el más mínimo resultado.

Ya en su parte final, los soviéticos Granatkin y Mochkarkin, presidente y secretario de la Federación de la URSS, se mostraban más duros, llevando el asunto a su exacto territorio: el político. “Se conoce desde hace tiempo, que el gobierno español es refractario a los contactos deportivos amistosos. Que no es ésta la primera vez que hace descarrilar los encuentros deportivos organizados por las federaciones internacionales. Los futbolistas soviéticos se entristecen ante la decisión de anular los partidos entre España y la URSS en esta Copa de Europa. Desgraciadamente, la Federación Española no ha hecho todo lo necesario para que se celebren los partidos fijados y no ha protestado contra la intervención de las autoridades franquistas. Suponemos que es la Federación Española quien debe hacerse responsable del fracaso de esta gran manifestación deportiva”.

Copia en cirílico de la reclamación cursada por la Federación Soviética ante FIFA y UEFA, dirigida a la Española.

Su más espectacular eclosión, como ocurre en cualquier alarde pirotécnico, se desgranaba en la traca final:

“La Federación de Fútbol de la URSS espera que la UEFA y FIFA protesten enérgicamente contra el fiasco del partido de Copa de Europa orquestado por el gobierno español, y contra la intervención de autoridades franquistas en la actividad de las organizaciones internacionales de fútbol.

La Federación de Fútbol de la URSS informa a las federaciones Internacional y Europea que deben satisfacer su reivindicación económica sobre el gran gasto ocasionado con ocasión del partido anulado en Moscú, y obliguen a la Federación Española a reembolsaros la suma de 600.000 rublos”.

Hasta ahí los hechos desnudos. Todo lo demás no sería sino pura hipótesis.

Que el Régimen nunca tuvo verdadera intención de aflojar tiranteces con la Unión Soviética, resulta obvio. Que la FEF a través de su presidente, mantuvo especial empeño en que aquella doble confrontación se celebrase, también. Y no menos clara se antoja la displicencia de Carlos Arias Navarro, Director General de Seguridad, con su silencio ante el interés de los medios informativos por desplazar hasta Moscú a sus mejores elementos. Personas, por cierto, sobradamente significadas en su lealtad al poder establecido. Por razones de difícil comprensión, hoy día, a los jerarcas franquistas no les interesó aplicar vaselina, en tiempos de “guerra fría”, conscientes de que el horno internacional estaba para pocos bollos. O sea que ni FIFA ni UEFA se arriesgarían a pisar ningún charco con apariencia pantanosa. La Federación Española lo tenía todo listo para competir en Moscú el 29 de mayo, hasta el punto de haber adquirido distintos obsequios, perfectamente desglosados en la correspondiente memoria:

“A la Federación: 1 Quijote en “aventura de los borregos”, bronce con base de piedra.

A su Presidente: Una grupa enjaezada andaluza, bronce con base de mármol (pequeña).

A otros directivos: 2 platillos damasquinados, 12 cms. diámetro

                             2 platillos damasquinados, 10 cms. diámetro. 

                             1 platillo damasquinado, 9 cms. diámetro.

Al entrenador:      1 platillo-cenicero damasquinado, 8 cms.

A jugadores, masajista, etc.: 18 tizonas id. Nº 4.

Al árbitro:              un platito-cenicero damasquinado.

A jueces de línea; 2 dagas damasquinadas Nº 4.

Complemento para todos: 32 juegos llavero y porta billetes con insignia de la RFEF sobre fondo esmaltado”.

Un informe apócrifo, sin membrete ni ficha, elaborado por personal federativo de la Española presumiblemente en torno al 8 de junio, es de suponer que en respuesta a solicitud de jerarquías políticas, supo anticipar con clarividencia de oráculo la inacción de los máximos organismos supranacionales. Lo titularon “Qué puede pasar”, y a tenor de lo establecido en el artículo 25 del Reglamento de la prueba, los estatutos de UEFA y el articulado de FIFA en sus números 18 y 27, concluía que las acciones disciplinarias no iban a pasar en ningún caso de: A.- la advertencia. B.- la amonestación. C.- la multa. D.- la suspensión. E.- la expulsión. Que el Congreso estaba facultado a imponer multas no mayores de 10.000 francos suizos, y el Comité Ejecutivo de hasta 500. Que las penas disciplinarias sólo podían aplicarse a asociaciones nacionales que hubieran transgredido estatutos o reglamentos, o faltado a sus obligaciones con la Federación. Y que la suspensión tan sólo podría decretarse mediante acuerdo en Congreso Ordinario o Extraordinario, o a través del Comité Ejecutivo, en este caso ante situaciones de absoluta necesidad y urgencia, y a reserva de ratificación en el siguiente Congreso. Todo ello sin perjuicio de que la suspensión fuera ejecutiva tan pronto se notificara.

Como colofón, el Ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Mª Castiella, dirigía una carta al presidente Federativo español, Alfonso de la Fuente Chaos, en estos términos:

“Te devuelvo adjunto el escrito presentado por la Federación de Fútbol de la URSS al Comité Ejecutivo de la UEFA, de acuerdo con los deseos expresados en tu carta de fecha 9 del actual.

Por el informe que con la misma me enviabas y por las noticias que anteriormente ya tenía sobre el caso, considero muy hábiles y satisfactorias las gestiones por ti realizadas para neutralizar las protestas soviéticas en el seno de la UEFA. Esperemos que obtengáis el mismo éxito si los rusos se obstinan en apelar contra lo actuado por la UEFA y para ello, efectivamente, debéis estar prevenidos.

Un fuerte abrazo de tu buen amigo,

Fernando María Castiella”

Cualesquiera que fueren esas “hábiles y satisfactorias gestiones” de Alfonso de la Fuente, surtieron efecto. Un escándalo resuelto con medidas punitivas que sólo contribuirían a acentuar la polvareda, probablemente hubiera supuesto la defunción del neonato torneo. Así debieron entenderlo en el seno de la UEFA. ¿Podían, acaso, mostrarse duros contra un país occidental, tras la renuncia a competir de parte de ese bloque -precisamente detentor del fútbol más avanzado- cuando 8 de los 17 inscritos para la edición inaugural pertenecían al Telón de Acero? ¿No quedaría entonces señalada la Copa de Europa de Selecciones como competición para países comunistas, al estilo de lo acontecido con el fútbol de los Juegos Olímpicos?  

La URSS se clasificó para la fase final por incomparecencia hispana, uniéndose a Francia, Yugoslavia y Checoslovaquia. La selección soviética, imponiéndose a los checoslovacos por un contundente 3-0, alcanzó la final. A su vez Yugoslavia, con muchos apuros, pudo contra unos galos si sus estrellas Raymond Kopa, de origen polaco, y Just Fontaine, con ancestros españoles, por 5-4. El equipo soviético habría de decantar en la prórroga el choque definitivo, merced a un cabezazo de Ponedelnik. Aquel desenlace tuvo mucho de sorpresa. Francia atravesaba una de sus mejores épocas, practicando un fútbol descarado, primoroso en ataque, al servicio de Fontaine y sus remates demoledores. De Checoslovaquia, poderosísima en tiempos prebélicos, también se esperaba algo más.

Aquella Copa de Europa disputada entre selecciones iría afianzándose, hasta el punto de que para la siguiente edición, con fase final dirimida en el madrileño estadio Santiago Bernabéu, se inscribieron 29 países; doce más, y ya con Inglaterra e Italia en el bombo. La UEFA, tratando de cerrar heridas, había otorgado a nuestro país la culminación del evento, siempre y cuando garantizase el hipotético acceso a nuestra capital de cualquier selección adscrita al Telón de Acero. Iribar, Rivilla, Olivella, Calleja, Zoco, Fusté, Amancio, Pereda, Marcelino, Luis Suárez y Carlos Lapetra, se impusieron a Hungría por 3-1 en semifinales, y 2-1 a la URSS en el choque decisivo, merced a un gol de Marcelino celebrado por todo lo alto. Durante este último encuentro se escucharon cánticos de apoyo a la URSS en perfecto castellano –“¡Rá, rá, rá, Rusia ganará!”– y volaron octavillas del clandestino Partido Comunista. El Régimen no sólo había obtenido el perdón de la UEFA, sino que volvía a derrotar al enemigo comunista, justo cuando se engalanaba con los fastos de unas bodas de plata en el poder, eufemísticamente bautizadas como “25 años de Paz”.

Pero esa ya es otra historia donde el fútbol poco tuvo que ver.




Los jugadores de las Eurocopas

JugadoresEurocopas01El secretario de la Federación francesa de fútbol, Henri Delaunay en 1927 propuso la idea de organizar un campeonato de naciones europeas, concretándose el torneo en el año 1957 coincidiendo con el congreso de la UEFA, se denominó como Copa de Naciones de Europa-Copa de Henry Delauny, disputándose la primera edición en el año 1960 por períodos de 4 años y alternando con los Campeonatos del Mundo de fútbol por periodos de 2 años.

La competición de Liga ha dispuesto 661 jugadores que han disputado las distintas fases del Campeonato de Europa de fútbol, “la Eurocopa”, de los que 349 jugadores han sido componentes de las selecciones de otros países europeos y 312 jugadores han sido seleccionados por la selección de España.

Los 661 jugadores que han intervenido en el Campeonato Nacional de Liga han participado en los 15 Campeonatos de Europa que se han disputado. Todos estos jugadores se han alineado en 1.007 participaciones, la mayoría sólo ha participado en un solo Campeonato de Europa, 409 jugadores, que representan el 61’88% del total de jugadores. Los jugadores de la Selección de España, 312 jugadores suponen algo menos de la mitad del total de jugadores que han participado en los distintos Campeonatos de Europa de fútbol, con un porcentaje de 47’20%. Los jugadores seleccionados por Portugal, Holanda y Francia con 113 seleccionados representan un porcentaje próximo a un tercio del total de todos los jugadores extranjeros con un porcentaje de 32’38%.

En los cuadrantes que se acompañan se detalla la relación numérica del total de jugadores que han disputado los Campeonatos de Europa de Fútbol y el desglose de jugadores que han participado en cada edición de los Campeonatos de Europa de Fútbol. Se incluyen también los jugadores que jugaron las rondas previas con los equipos clasificados para la fase final de cada Campeonato. Aparecen en el mismo los jugadores de la selección de España de todos los Campeonatos de la Eurocopa, se hayan o no clasificado para la fase final del torneo. Se comprueba que a partir de los Campeonatos de Europa de fútbol del año 1996 hasta el de 2008 el número de jugadores han superado los 100 jugadores, disminuyendo en las ediciones de los años 2012 y 2016 con 78 y 83 jugadores respectivamente.

Jugadores Europeos Total

9

4

36

76

3

228

167

2

334

409

1

409

661

 

1.007

Europeo Jugadores   Europeo Jugadores

1960

15

1992

51

1964

32

1996

131

1968

35

2000

137

1972

30

2004

127

1976

39

2008

132

1980

37

2012

78

1984

39

2016

83

1988

41

Total

1.007

Se adjunta en la relación que se acompaña el desglose de los jugadores que han participado en las distintas fases de los Campeonatos de Europa de Fútbol habiendo disputado el Campeonato Nacional de Liga. Se especifican los equipos que han participado en los que se reseñan el total de jugadores que han disputado la competición de Liga, las participaciones en los Campeonatos de Europa, así como el jugador más destacado con el número entre paréntesis de las participaciones en las que ha actuado en los distintos Campeonatos de Europa de Fútbol. Los jugadores corresponden a 31 selecciones con España incluida. Portugal con 44, Francia con 35 y Holanda con 34 jugadores, son los países que han intervenido en el Campeonato Nacional de Liga con mayor número de jugadores.

Francia 2.000

Francia 2.000

Portugal 2.016

Portugal 2.016

Jugador País P.E. Jugador Dest. Jugador País P.E. Jugador Dest.

19

Alemania

32

Brehme/Neuville(3)

2

Irlanda

2

Aldridge (1)

2

Austria

2

Senekowitsch (1)

3

Islandia

3

Ingason (1)

4

Bélgica

4

Courtois (1)

23

Italia

38

Panucci (4)

10

Bulgaria

10

Stoichkov (1)

1

Letonia

1

Maris (1)

7

Checa

12

Plasil (4)

5

Noruega

5

Carew (1)

1

Checoslovaquia

1

Pivarnik (1)

8

Polonia

8

Krychowiak (1)

26

Croacia

37

Modric/Rakitic (3)

44

Portugal

75

Cris. Ronaldo (4)

19

Dinamarca

28

Laudrup (3)

25

Rumanía

36

Hagi (3)

5

Inglaterra

9

Lineker (2)

16

Rusia

26

Onopko (2)

1

Eslovaquia

1

Weiss (1)

13

Serbia

13

Djukic (1)

2

Eslovenia

2

Zahovic (1)

14

Suecia

30

Ibrahimovic (4)

312

España

454

Casillas/Iribar (4)

6

Suiza

9

Vogel/Wicky (2)

35

Francia

60

Thuram (4)

9

Turquía

15

Rüstü (3)

1

Gales

1

Bale (1)

2

Ucrania

3

Konoplyanka (2)

11

Grecia

16

Basinas (2)

1

Yugoslavia

1

Hadzibegic (1)

34

Holanda

73

Seedorf (4)  
  T O T A L

661

1.007

Jugadores con más participaciones en los Campeonatos de Europa de Fútbol.

Se detallan en esta relación los jugadores que en más de 3 ocasiones han participado en los Campeonatos de Europa de Fútbol habiendo participado en el Campeonato Nacional de Liga en España en alguna temporada. En la citada relación se detallan los europeos disputados, la temporada inicial y final que intervino en la competición de liga, el nombre y apellidos, el país con el que actuó, los puntos que ha conseguido en la baremación de jugadores, que en artículo nº 80 de esta Revista Digital de Cuadernos de Fútbol, con el título “Baremación de jugadores. La valoración de los futbolistas”, se detalló. También figuran los partidos disputados como titular en la competición de liga. Figuran con un asterisco (*), los jugadores que han conseguido proclamarse con su selección campeones de Europa. Son 12 jugadores de la selección de España los que ostentan dos títulos de campeones europeos entre todos los relacionados merced a los trofeos conseguidos en los años de 2008 y 2012.

Mellberg

Mellberg

Cristiano Ronaldo

Cristiano Ronaldo

Seedorf

Seedorf

Jugadores

Eurocopa

TPDI

TPF

Nombre y Apellidos

País

Pt.

Pd
Iribar (*)

E64/68/72/76

61/62

79/80

José Ángel Iribar Cortajarena

España

356,477

489

Thuram (*)

E96/00/04/08

2006/07

2007/08

Ruddy Lilian Thuram-Ulien

Francia

23,340

40

Panucci

E96/00/04/08

96/97

98/99

Christian Panucci

Italia

45.136

73

Seedorf

E96/00/04/08

96/97

99/00

Clarence Clyde Seedorf

Holanda

84.293

114

Mellberg

E00/04/08/12

98/99

2012/13

Erik Olof Mellberg

Suecia

66,745

123

Casillas (**)

E04/08/12/16

99/00

2014/15

Iker Casillas Fernández

España

317,590

508

Crist. Ronaldo (*)

E04/08/12/16

2009/10

2016/17

Cristiano Ronaldo dos Santos Av.

Portugal

374,926

228

Ibrahimovic

E04/08/12/16

2009/10

2009/10

Zlatan Ibrahimovic

Suecia

27,974

23

Plasil

E04/08/12/16

2007/08

2008/09

Jaroslav Plasil

Checa

43,658

62

Gento (*)

E60/64/68

52/53

70/71

Francisco Gento López

España

467,084

437

Amancio (*)

E64/68/72

58/59

75/76

Amancio Amaro Varela

España

427,774

435

Claramunt J.

E68/72/76

65/66

77/78

José Claramunt Torres

España

273,100

321

Marcial P.

E68/72/76

64/65

79/80

Marcial Manuel Pina Morales

España

339,336

359

Pirri M.

E68/72/76

63/64

79/80

José Martínez Sánchez

España

426,231

432

Quini E.

E72/76/80

68/69

86/87

Enrique Castro González

España

569,012

490

Rojo I

E72/76/80

65/66

81/82

José Francisco Rojo Arroitia

España

326,901

402

Santillana

E76/80/84

70/71

87/88

Carlos Alonso González

España

489,087

431

Camacho

E76/84/88

73/74

88/89

José Antonio Camacho Alfaro

España

284.843

407

Carrasco F.

E80/84/88

77/78

91/92

Francisco José Carrasco Hidalgo

España

194,662

229

Gordillo R.

E80/84/88

76/77

95/96

Rafael Gordillo Vázquez

España

357,873

515

Brehme

E84/88/92

92/93

92/93

Andreas Brehme

Alemania

15,561

24

Hagi

E84/96/00

90/91

95/96

Georghe Hagi

Rumanía

69,420

86

Laudrup

E84/88/96

89/90

95/96

Michael Laudrup

Dinamarca

178,513

218

Roberto F.

E84/88/92

79/80

2000/01

Roberto Fernández Bonillo

España

441,165

643

Bakero J.Mª.

E88/92/96

80/81

96/97

José María Bakero Escudero

España

400,182

431

Zubizarreta A.

E88/92/96

81/82

97/98

Andoni Zubizarreta Urreta

España

392,285

622

Dobrovolski

E88/92/96

90/91

94/95

Igor Ivanovich Dobrovolski

Rusia

16.762

25

Abelardo F.

E92/96/00

89/90

2002/03

Abelardo Fernández Antuña

España

242,040

368

Alkorta

E92/96/00

84/85

2001/02

Rafael Alkorta Martínez

España

232,984

400

Amor

E92/96/00

84/85

2001/02

Guillermo Amor Martínez

España

247,687

325

Frank de Boer

E92/00/04

98/99

2002/03

Franciscus de Boer

Holanda

84,886

135

Onopko

E92/96/04

95/96

2002/03

Viktor Savelyevich Onopko

Rusia

134,137

241

Mostovoi

E92/96/04

96/97

2003/04

Aleksandr Vladim. Mostovoi

Rusia

166,142

208

Hierro F.

E92/96/00

87/88

2002/03

Fernando Ruiz Hierro

España

372,371

490

Nadal M.Á.

E92/96/00

86/87

2004/05

Miguel Ángel Nadal Homar

España

297,700

442

Blanc (*)

E92/96/00

96/97

96/97

Laurent Robert Blanc

Francia

14,021

25

Aranzábal

E96/00/04

92/93

2006/07

Agustín Aranzábal Alkorta

España

209,366

335

Cocu

E96/00/04

98/99

2003/04

Philip John Willian Cocu

Holanda

147,470

201

Couto Fe.

E96/00/04

96/97

97/98

Fernando Manuel Silva Couto

Portugal

20,665

36

Davids

E96/00/04

2003/04

2003/04

Edgar Steven Davids

Holanda

9,626

18

Ronald de Boer

E96/00/04

98/99

99/00

Ronald de Boer

Holanda

15,540

21

Figo

E96/00/04

95/96

2004/05

Luis Filipe Madeira Caeiro Figo

Portugal

237,945

321

Lizarazu (*)

E96/00/04

96/97

96/97

Vicent Jean Lizarazu

Francia

4,752

16

Reiziger

E96/00/04

97/98

2003/04

Michael John Reiziger

Holanda

93,656

152

Kluivert

E96/00/04

98/99

2005/06

Patrick Stephan Kluivert

Holanda

188,255

170

Rüstü

E96/00/08

2003/04

2003/04

Rüstü Reçber

Turquía

2,295

3

Overmars

E96/00/04

2000/01

2003/04

Marc Overmars

Holanda

55,725

65

Seedorf

E96/00/04

96/97

99/00

Clarence Clyde Seedorf

Holanda

84,293

114

Zidane (*)

E96/00/04

2001/02

2005/06

Zinedine Yazid Zidane

Francia

121,137

148

Henry T. (*)

E00/04/08

2007/08

2009/10

Thierry Daniel Henry

Francia

74,902

66

Míchel Salgad. (*)

E00/04/08

94/95

2008/09

Miguel Ángel Salgado Fernández

España

204,034

345

Morientes (*)

E00/04/08

93/94

2008/09

Fernando Morientes Sánchez

España

253,101

211

Costinha

E00/04/08

2006/07

2006/07

Francisc. J. Rodrigues da Costa

Portugal

7,188

14

Larsson H.

E00/04/08

2004/05

2005/06

Henrik Edward Larsson

Suecia

27,105

20

Neuville

E00/04/08

96/97

96/97

Oliver Patric Neuville

Alemania

16,968

21

Raúl G. (*)

E00/04/08

94/95

2009/10

Raúl González Blanco

España

528,806

500

Van Bronckhorst

E00/04/08

2003/04

2006/07

Giovanni Christian van Bronckhorst

Holanda

65,056

96

Zambrotta

E00/04/08

2006/07

2007/08

Gianluca Zambrotta

Italia

31,046

50

Trézéguet (*)

E00/04/08

2010/11

2010/11

David Sergio Trézéguet

Francia

26.942

28

Carvalho (*)

E04/08/16

2010/11

2012/13

Ricardo Alberto Silveira de Carvalho

Portugal

29,361

47

Cassano

E04/08/12

2005/06

2006/07

Antonio Cassano

Italia

6,828

8

Fdo. Torres (**)

E04/08/12

2000/01

2016/17

Fernando José Torres Sanz

España

215,272

227

Heitinga

E04/08/12

2008/09

2009/10

John Gijsbert Alan Heitinga

Holanda

19,547

27

Marchena (**)

E04/08/12

97/98

2013/14

Carlos Marchena López

España

184,834

334

Puyol C. (**)

E04/08/12

96/97

2013/14

Carles Puyol Saforcada

España

254,159

412

Robben

E04/08/12

2007/08

2008/09

Arjen Robben

Holanda

33,058

37

Sneijder

E04/08/12

2007/08

2008/09

Wesley Benjamin Sneijder

Holanda

36,467

45

Van der Vaart

E04/08/12

2008/09

2015/16

Rafael Van der Vaart

Holanda

31,098

33

Wilhelmsson

E04/08/12

2007/08

2007/08

Christian Uff Wilhelmesson

Suecia

8,474

13

Helder Postiga

E04/08/12

2011/12

2014/15

Hélder Marques Postiga

Portugal

76,806

82

Xabi Alonso (**)

E04/08/12

2000/01

2013/14

Xabier Alonso Olano

España

171,456

267

Pletikosa

E04/08/12

2015/16

2015/16

Stipe Pletikosa

Croacia

1,263

2

Xavi (**)

E04/08/12

98/99

2014/15

Xavier Hernández Creus

España

336,626

461

Albiol R. (**)

E08/12/16

2004/05

2012/13

Raúl Albiol Tortajada

España

134,192

208

Cazorla (**)

E08/12/16

2003/04

2011/12

Santiago Cazorla González

España

165,078

201

Fàbregas (**)

E08/12/16

2011/12

2013/14

Francesc Fàbregas i Soler

España

74,337

81

Iniesta (**)

E08/12/16

2002/03

2016/17

Andrés Iniesta Luján

España

219,361

282

Modric

E08/12/16

2012/13

2016/17

Luka Modric

Croacia

68,354

101

Nani A. (*)

E08/12/16

2016/17

2016/17

Luis Carlos Almeida da Cunha

Portugal  
Mandzukic

E08/12/16

2014/15

2014/15

Mario Mandzukic

Croacia

24,372

24

Pepe L. (*)

E08/12/16

2007/08

2016/17

Képler Laveran de Lima Ferreira

Portugal

136,605

209

Rakitic

E08/12/16

2010/11

2016/17

Ivan Rakitic

Croacia

124,014

148

Quaresma  (*)

E08/12/16

2003/04

2003/04

Ricardo And. Quaresma Bernardo

Portugal

6.525

10

Serg. Ramos (**)

E08/12/16

2003/04

2016/17

Sergio Ramos García

España

247,073

370

Silva D. (**)

E08/12/16

2004/05

2009/10

David Josué Jiménez Silva

España

121,286

171

Distinciones otorgadas a los jugadores de la Liga en los Campeonatos de Europa.

Desde el Campeonato de Europa de 1996 se estableció la elección del mejor jugador del Torneo, distinción que ha recaído en los seleccionados de Francia y España que han disputado el Campeonato Nacional de Liga: Zidane, Xavi, Iniesta y Griezmann. También desde el inicio del Campeonato de Europa en 1960 se han elegido a los mejores jugadores de cada Campeonato, recayendo estas distinciones en los jugadores que habiendo participado en el Campeonato Nacional de Liga figuran en el cuadrante que se inserta. Con un asterisco (*), se señalan a los jugadores que se han proclamado Campeones de Europa en la edición del año. En negrita se detallan a los jugadores que han sido elegidos en más de dos ocasiones componentes del Equipo Ideal de cada Campeonato, siendo el francés Laurent Blanc y los portugués Képler de Lima Ferrerira “Pepe” y Cristiano Ronaldo, los jugadores que han sido designados en 3 Campeonatos de Europa.

Zidane

Zidane

Xavi

Xavi

Europeo Jugador País

2000

Zidane (*) Francia

2008

Xavi (*) España

2012

Iniesta (*) España

2016

Griezmann Francia

Iniesta

Iniesta

Griezmann

Griezmann

Eurocopa

Jugadores          

1964

Rivilla (*) Zoco (*) Olivella (*) Amancio (*) Pereda (*) Luis Suárez (*)

1972

Breitner (*) Netzer (*)

1976

Pivarnik (*) Bonhof

1980

Schuster (*)

1984

Brehme Arnesen

1988

Koeman (*) Rijkaard (*)

1992

Angloma Brehme Blanc

1996

Blanc Deschamps McManaman Stoichkov Suker

2000

Thuram (*) Blanc (*) Cannavaro Frank de Boer Zidane (*) Figo
Davids Albertini Guardiola Henry (*) Kluivert Raúl
Milosevic

2004

Andrade Carvalho Heitinga Mellberg Seitaridis (*) Zambrotta
Cristiano Ronaldo Maniche Deco Zidane Larsson Van Nistelroy
Figo Tomasson

2008

Casillas (*) Marchena(*) Pepe Puyol (*) Fàbregas (*) Xavi (*)
Modric Senna (*) Sneijder Fdo. Torres (*) Villa (*) Iniesta (*)

2012

Casillas (*) Jordi Alba(*) Coentrao Pepe Piqué (*) Serg.Ramos(*)
Busquets (*) Xavi (*) Iniesta (*) Khedira Özil Fàbregas (*)
Ibrahimovic Silva (*) Xabi Alon.(*) Cristiano Ronaldo

2016

Pepe (*) Kroos Nani (*) Crist. Ronaldo(*) Griezmann Bale
Morata

 

Jugadores de la Eurocopa extranjeros

En el cuadrante que se adjunta se relacionan a todos los jugadores que han disputado las distintas ediciones del Campeonato de Europa de Fútbol, la Eurocopa, habiendo figurado en los equipos de la competición de Liga en las temporadas que se juegan los partidos de la Eurocopa. Así si la Eurocopa se celebra en el año 2004, se relacionan a los jugadores que han intervenido en los distintos equipos de la competición de Liga en la temporada 2003/04. Normalmente la mayoría de los jugadores se incorporan a los equipos de la Liga cuando ha finalizado la Eurocopa, en el que se hacen acreedores de su calidad y valía.

Los equipos que han contado con mayor número de jugadores extranjeros son:            F.C. Barcelona con 30 y Real Madrid C.F. con 26 con una ventaja considerable sobre sus seguidores Valencia C.F. con 13, Sevilla F.C. con 10 y Atlético de Madrid con 8 jugadores. Destaca la Eurocopa de 2000 con el mayor número de jugadores que han competido en la Liga habiendo participado en la Eurocopa con 71 jugadores, 38 de ellos extranjeros, siendo las selecciones de Holanda y Rumanía con 8 jugadores cada país, los países de de mayor número de jugadores. Son 143 los jugadores extranjeros que han participado en las Eurocopas, habiendo intervenido en 155 participaciones. Se detalla con un asterisco (*) los jugadores que figurando en los equipos que se han proclamado con su selección Campeones de Europa.

F.C. Barcelona 1.999/2.000 Arriba: Hesp; Abelardo, Rivaldo, Luis Enrique, Guardiola, Frank de Boer Abajo: Ronald de Boer, Kluivert, Cocu, Sergi, Figo. Todos los jugadores a excepción de Hesp y Rivaldo jugaron la Eurocopa de 2.000

F.C. Barcelona 1.999/2.000
Arriba: Hesp; Abelardo, Rivaldo, Luis Enrique, Guardiola, Frank de Boer
Abajo: Ronald de Boer, Kluivert, Cocu, Sergi, Figo.
Todos los jugadores a excepción de Hesp y Rivaldo jugaron la Eurocopa de 2.000

En la temporada 1999/2000 el F.C. Barcelona alineó como formación titular, por ser los jugadores que más minutos han jugado en la temporada, a 6 jugadores extranjeros que participaron en la Eurocopa de 2000 y otros dos jugadores más que no fueron titulares del equipo base en la temporada. Así la alineación titular del equipo en la temporada 1999/00 estaba formada por Hesp; Puyol, Abelardo, Frank de Boer, Zenden; Reiziger, Guardiola, Cocu; Figo, Kluivert y Rivaldo. Ronald de Boer, hermano gemelo de Frank, y el francés Déhu, también disputaron partidos con el F.C. Barcelona. En negrita aparecen los jugadores extranjeros de la Eurocopa. En total 6 holandeses, 1 portugués, 1 francés, también había que añadir al guardameta holandés Hesp que no disputó la Eurocopa. El Real Madrid C.F. en la temporada 2015/16 contó con 6 jugadores extranjeros que disputaron la Eurocopa de 2016, fueron Bale (Gales), Kroos (Alemania), Modrid  y Kovacic (Croacia) y Cristiano Ronaldo y Pepe (Portugal). La formación titular del Real Madrid en la temporada 2015/16 estaba formada por: Keylor Navas; Danilo, Pepe, Sergio Ramos, Varane, Marcelo; Kroos, Modric, Isco; Benzema, Cristiano Ronaldo.

Europeo España Extranjeros Total

1960

12

12

1964

28

1

29

1968

32

32

1972

28

28

1976

34

3

37

1980

30

2

32

1984

26

3

29

1988

28

2

30

1992

31

5

36

1996

32

21

53

2000

33

38

71

2004

29

13

42

2008

35

33

68

2012

25

13

38

2016

22

21

43

Total

425

155

580

Figo

Figo

Stielike

Stielike

Pepe

Pepe

Jugadores

Equipos

Europeo

País
Müller L.

Real Madrid

1964

Francia
Cruyff

Barcelona

1976

Holanda
Neeskens

Barcelona

1976

Holanda
Rep

Valencia

1976

Holanda
Bonhof (*)

Valencia

1980

Alemania
Stielike (*)

Real Madrid

1980

Alemania
Lauridsen

Espanyol

1984

Dinamarca
Schuster

Barcelona

1984

Alemania
Stielike

Real Madrid

1984

Alemania
Lineker

Barcelona

1988

Inglaterra
Rijkaard (*)

Zaragoza

1988

Holanda
Koeman R.

Barcelona

1992

Holanda
Korneyev

Espanyol

1992

Rusia
Kuznetsov

Espanyol

1992

Rusia
Nilsson

Sporting

1992

Suecia
Witschge

Barcelona

1992

Holanda
Asanovic

Valladolid

1996

Croacia
Belodedici

Villarreal

1996

Rumanía
Christensen

Compostela

1996

Dinamarca
Figo

Barcelona

1996

Portugal
Hagi

Barcelona

1996

Rumanía
Hapal

Tenerife

1996

Checa
Jarni

Betis

1996

Croacia
Jerkan

Oviedo

1996

Croacia
Jordi Cruyff

Barcelona

1996

Holanda
Karpin

Real Sociedad

1996

Rusia
Laudrup

Real Madrid

1996

Dinamarca
Mitharski

Mallorca

1996

Bulgaria
Onopko

Oviedo

1996

Rusia
Pavlicic

Hércules

1996

Croacia
Penev

Atlético Madrid

1996

Bulgaria
Popescu G.

Barcelona

1996

Rumanía
Prosinecki

Barcelona

1996

Yugoslavia
Radchenko

Deportivo

1996

Rusia
Raducioiu

Espanyol

1996

Rumanía
Stinga

Salamanca

1996

Rumanía
Suker

Sevilla

1996

Croacia
Anelka (*)

Real Madrid

2000

Francia
Bejbl

Atlético Madrid

2000

Checa
Björklund

Valencia

2000

Suecia
Cocu

Barcelona

2000

Holanda
Contra

Alavés

2000

Rumanía
Craioveanu

Villarreal

2000

Rumanía
Déhu (*)

Barcelona

2000

Francia
Djorovic

Celta

2000

Serbia
Djukic

Valencia

2000

Serbia
Eggen

Alavés

2000

Noruega
Figo

Barcelona

2000

Portugal
Filipescu

Betis

2000

Rumanía
Frank de Boer

Barcelona

2000

Holanda
Galca

Espanyol

2000

Rumanía
Ilie A.

Valencia

2000

Rumanía
Jokanovic

Deportivo

2000

Serbia
Karembeu (*)

Real Madrid

2000

Francia
Kluivert

Barcelona

2000

Holanda
Makaay

Deportivo

2000

Holanda
McManaman

Real Madrid

2000

Inglaterra
Mellberg

Racing

2000

Suecia
Milosevic S.

Zaragoza

2000

Serbia
Möller

Oviedo

2000

Dinamarca
Munteanu

Salamanca

2000

Rumanía
Nadj

Oviedo

2000

Serbia
Olsen

Sevilla

2000

Noruega
Pauleta

Deportivo

2000

Portugal
Paulo Bento

Oviedo

2000

Portugal
Reiziger

Barcelona

2000

Holanda
Ronald de Boer

Barcelona

2000

Holanda
Rushfeldt

Racing

2000

Noruega
Sá Pinto

Real Sociedad

2000

Portugal
Seedorf

Real Madrid

2000

Holanda
Serban

Valencia

2000

Rumanía
Stankovic J.

Mallorca

2000

Serbia
Stelea

Salamanca

2000

Rumanía
Sündgren

Zaragoza

2000

Suecia
Zenden

Barcelona

2000

Holanda
Andrade J.

Deportivo

2004

Portugal
Beckham

Real Madrid

2004

Inglaterra
Cocu

Barcelona

2004

Holanda
Davids

Barcelona

2004

Holanda
Figo

Real Madrid

2004

Portugal
Jensen D.

Murcia

2004

Dinamarca
Kluivert

Barcelona

2004

Holanda
Mostovoi

Celta

2004

Rusia
Nikolaidis (*)

Atlético Madrid

2004

Grecia
Overmars

Barcelona

2004

Holanda
Reiziger

Barcelona

2004

Holanda
Van Bronckhorst

Barcelona

2004

Holanda
Zidane

Real Madrid

2004

Francia
Hildebrand

Valencia

2008

Alemania
Abidal

Barcelona

2008

Francia
Babic

Betis

2008

Croacia
Basinas

Mallorca

2008

Grecia
Boulahrouz

Sevilla

2008

Holanda
Caneira

Valencia

2008

Portugal
Cannavaro

Real Madrid

2008

Italia
Carlos Martins

Recreativo

2008

Portugal
Contra

Getafe C.F.

2008

Rumanía
Deco

Barcelona

2008

Portugal
Duda

Sevilla

2008

Portugal
Dudek

Real Madrid

2008

Polonia
Escudé

Sevilla

2008

Francia
Fernandes

Valencia

2008

Portugal
Henry T.

Barcelona

2008

Francia
Kosowski

Cádiz

2008

Polonia
Maniche

Atlético Madrid

2008

Portugal
Metzelder

Real Madrid

2008

Alemania
Miguel B.

Valencia

2008

Portugal
Nihat

Villarreal

2008

Turquía
Odonkor

Betis

2008

Alemania
Pepe L.

Real Madrid

2008

Portugal
Plasil

Osasuna

2008

Checa
Ricardo Al.

Betis

2008

Portugal
Robben

Real Madrid

2008

Holanda
Seitaridis

Atlético Madrid

2008

Grecia
Simäo F.

Atlético Madrid

2008

Portugal
Smolarek

Racing

2008

Polonia
Sneijder

Real Madrid

2008

Holanda
Thuram

Barcelona

2008

Francia
Van Nistelrooy

Real Madrid

2008

Holanda
Wilhelmsson

Deportivo

2008

Suecia
Zambrotta

Barcelona

2008

Italia
Afellay

Barcelona

2012

Holanda
Benzema

Real Madrid

2012

Francia
Coentrao

Real Madrid

2012

Portugal
Cristiano Ronaldo

Real Madrid

2012

Portugal
Dujmovic

Zaragoza

2012

Croacia
Hélder Postiga

Zaragoza

2012

Portugal
Khedira

Real Madrid

2012

Alemania
Mathijsen

Málaga C.F.

2012

Holanda
Özil

Real Madrid

2012

Alemania
Pepe L.

Real Madrid

2012

Portugal
Rakitic

Sevilla

2012

Croacia
Ruben Micael

Zaragoza

2012

Portugal
Rami

Valencia

2012

Francia
André Gomes (*)

Valencia

2016

Portugal
Bale

Real Madrid

2016

Gales
Carrasco Y.

Atlético Madrid

2016

Bélgica
Cop

Málaga C.F.

2016

Croacia
Cristia.Ronaldo(*)

Real Madrid

2016

Portugal
Florin

Córdoba

2016

Rumanía
Griezmann

Atlético Madrid

2016

Francia
Guidetti

Celta

2016

Suecia
Immobile

Sevilla

2016

Italia
Konoplyanka

Sevilla

2016

Ucrania
Kovacic

Real Madrid

2016

Croacia
Kroos

Real Madrid

2016

Alemania
Krychowiak

Sevilla

2016

Polonia
Modric

Real Madrid

2016

Croacia
Mustafi

Valencia

2016

Alemania
Pepe L. (*)

Real Madrid

2016

Portugal
Rakitic

Barcelona

2016

Croacia
Rami

Sevilla

2016

Francia
Rat

Rayo Vallecano

2016

Rumanía
Turan

Barcelona

2016

Turquía
Vermaelen

Barcelona

2016

Bélgica

Jugadores de la Eurocopa españoles en la competición de Liga

Los jugadores de la selección de España se han clasificado para 10 Campeonatos de Europa, proclamándose campeón en las ediciones de 1964, 2008 y 2012 y subcampeón en la edición de 1984 que fue superada en la final por Francia en tierras galas. En 1960 se retiró tras participar en la fase previa a doble partido ante la selección de Polonia, el posterior enfrentamiento ante la Unión Soviética supuso su eliminación, ante el impedimento del General Franco para que el equipo soviético entrase en España por las tensas relaciones diplomáticas. En 1968 pasó a la fase clasificatoria como vigente campeona, aunque superó la fase de grupo, ya en los cuartos de final ante Inglaterra no consiguió superarle en los dos partidos, quedando eliminada de la fase final. En 1972, quedó eliminada en la fase previa al no ganar a la URSS en ningún partido. En 1976, tras superar la fase previa ante las selecciones de Rumanía, Escocia y Dinamarca, no consiguió superar a la selección de Alemania Federal que le había correspondido como contendiente en los cuartos de final y por último en la Eurocopa de 1992, las derrotas ante Francia en los dos partidos e Islandia propiciaron su eliminación pese a ganar a Checoslovaquia y no disputar el último partido ante Albania por lo intrascendencia del partido al estar eliminadas previamente las dos selecciones.

Han sido 312 los jugadores de la selección de España, que han disputado todas la Eurocopas, las 15 ediciones disputadas, siendo los guardametas José Ángel Iribar e Iker Casillas los que más Eurocopas han disputado con 4 ediciones. La selección de España se ha proclamado campeona en 1964 tras superar a la Unión Soviética en Madrid, siendo el equipo anfitrión, el impecable cabezazo de Marcelino a pase a media altura de Pereda, que logró batir al mítico Yashin, la “araña negra”, considerado el mejor portero del mundo. Ya en las ediciones de 2008 y 2012 consecutivamente volvió a proclamarse campeones de Europa. En la edición de 2008 de Viena se impuso a la selección de Alemania, merced a la habilidad de Fernando Torres que consiguió eludir al teutón Lahm y con un disparo de vaselina para batir en su salida al guardameta Lehmann. En la edición de 2012 de Ucrania/Polonia logró imponerse con solvencia a la selección de Italia en Kiev al vencerle por 4 goles a 0, siendo la primera selección que conseguía ganar dos torneos de la Eurocopa seguidos, consiguiendo también en este intervalo en el año 2010 proclamarse Campeona del Mundo en Sudáfrica. Con un asterisco (*), se señalan a los jugadores de la selección de España que se han proclamado Campeones de la Eurocopa. Considerar que la edición de 2016 han sido 14 los jugadores de la selección de España que estaban enrolados en equipos extranjeros, 3 de estos jugadores Fàbregas, Mata y Silva también figuraban en equipos extranjeros en la ediciones de 2008 y 2012. Siendo 25 los jugadores que han militado en equipos extranjeros en todas las Eurocopas. Los equipos ingleses de Chelsea con 6 jugadores y Liverpool con 4 jugadores han sido los clubs que han dispuesto de mayor número de jugadores seleccionados por España. Del Sol y Luis Suárez fueron los primeros jugadores que cuando participaron en el Campeonato de Europa de selecciones nacionales figuran en la plantilla de equipos extranjeros, así Luis Del Sol y Luis Suárez estaban en los equipos italianos de la Juventus de Turín e Internazionale de Milán respectivamente en el año de 1964, el siguiente fue Martín Vázquez que figuraba en el equipo italiano del Torino en la edición de 1992.

Europeos Jugadores Total

4

2

8

3

34

102

2

68

136

1

208

208

Total

312

454

Casillas

Casillas

Iribar

Iribar

Puyol

Puyol

Jugadores

Equipos

Europeo

 

Jugadores

Equipos

Europeo

Abelardo F.

Sporting

1992

 

Kubala L.

Barcelona

1960

Abelardo F.

Barcelona

1996

 

Lapetra C.

Zaragoza

1964

Abelardo F.

Barcelona

2000

 

Leal E.

Atl. Madrid

1980

Adelardo

Atl. Madrid

1964

 

Llorente F.

Athletic

2012

Adelardo

Atl. Madrid

1968

 

Llorente Fr.

Real Madrid

1988

Aduriz

Valencia

2012

 

Lora E.

Sevilla

1972

Aduriz

Athletic

2016

 

Lucas Vázquez

Real Madrid

2016

Aguilar F.J.

Real Madrid

1972

 

Luis A.

Atl. Madrid

1968

Alabanda

Betis

1976

 

Luis A.

Atl. Madrid

1972

Albelda D.

Valencia

2004

 

Luis Enrique

Real Madrid

1996

Albelda D.

Valencia

2008

 

Luis Enrique

Barcelona

2000

Albiol R.

Valencia

2008

 

Luis García F.

Espanyol

2008

Albiol R.

Real Madrid

2012

 

Luis García S.

Atl. Madrid

2008

Alexanko

Athletic

1980

 

Luis Suárez M.

Barcelona

1960

Alfonso P.

Betis

1996

 

Luque A.

Deportivo

2004

Alfonso P.

Betis

2000

 

Maceda

Sporting

1984

Alkiza B.

Athletic

2000

 

Manjarín J.

Deportivo

1996

Alkorta

Athletic

1992

 

Manolete R.

Deportivo

1972

Alkorta

Real Madrid

1996

 

Manolo S.

Atl. Madrid

1992

Alkorta

Athletic

2000

 

Marcelino M.

Zaragoza

1964

Álvaro C.

Mallorca

1992

 

Marcelino M.

Zaragoza

1968

Amancio

Real Madrid

1964

 

Marcelino P.

Atl. Madrid

1980

Amancio

Real Madrid

1968

 

Marchena

Valencia

2004

Amancio

Real Madrid

1972

 

Marchena

Valencia

2008

Amavisca J.E.

Real Madrid

1996

 

Marchena

Villarreal

2012

Amor

Barcelona

1992

 

Marcial P.

Espanyol

1968

Amor

Barcelona

1996

 

Marcial P.

Barcelona

1972

Andrinua

Athletic

1988

 

Marcial P.

Barcelona

1976

Ángel L.

Villarreal

2008

 

Marcos A.

Barcelona

1984

Angulo M.Á.

Valencia

2008

 

Marcos Vales

Zaragoza

2000

Ansola F.

Valencia

1968

 

Mario G.

Villarreal

2016

Antón M.

Valencia

1972

 

Martín E.

Osasuna

1984

Antonio López G.

Atl. Madrid

2008

 

Martín Vázquez

Real Madrid

1988

Aranzábal

R.Sociedad

1996

 

Mateos E.

Real Madrid

1960

Aranzábal

R.Sociedad

2000

 

Megido

Granada

1976

Aranzábal

R.Sociedad

2004

 

Mendieta G.

Valencia

2000

Arbeloa

Real Madrid

2012

 

Míchel G.

Real Madrid

1988

Arconada

R.Sociedad

1980

 

Míchel G.

Real Madrid

1992

Arconada

R.Sociedad

1984

 

Míchel Salgado

Real Madrid

2000

Argote

Athletic

1980

 

Míchel Salgado

Real Madrid

2004

Arieta II

Athletic

1972

 

Míchel Salgado

Real Madrid

2008

Arteche J.C.

Atl. Madrid

1988

 

Miguel Ángel G.

Real Madrid

1976

Asensi J.M.

Barcelona

1976

 

Miguel Ángel G.

Real Madrid

1980

Asensi J.M.

Barcelona

1980

 

Migueli B.

Barcelona

1976

Bakero J.Mª.

R.Sociedad

1988

 

Migueli B.

Barcelona

1980

Bakero J.Mª.

Barcelona

1992

 

Migueli R.

Málaga C.D.

1972

Bakero J.Mª.

Barcelona

1996

 

Molina J.F.

Atl. Madrid

2000

Bango

Oviedo

1992

 

Morientes

Real Madrid

2000

Baraja R.

Valencia

2004

 

Morientes

Real Madrid

2004

Bartra

Barcelona

2016

 

Morientes

Valencia

2008

Begiristain

R.Sociedad

1988

 

Morollón

Valladolid

1964

Begiristain

Barcelona

1992

 

Moya G.

Atl. Madrid

1992

Belsué

Zaragoza

1996

 

Munir E.

Barcelona

2016

Benito G.

Real Madrid

1972

 

Munitis

Racing

2000

Benito G.

Real Madrid

1976

 

Nacho Fer.

Real Madrid

2016

Bonet F.

Real Madrid

1984

 

Nadal M.Á.

Barcelona

1992

Bruno S.

Villarreal

2016

 

Nadal M.Á.

Barcelona

1996

Busquets S.

Barcelona

2016

 

Nadal M.Á.

Mallorca

2000

Busquets S.

Barcelona

2012

 

Nando Mu.

Barcelona

1992

Butragueño

Real Madrid

1988

 

Negredo

Sevilla

2012

Butragueño

Real Madrid

1992

 

Nolito A.

Celta

2016

Buyo

Sevilla

1984

 

Olivella F.

Barcelona

1960

Calderé

Barcelona

1988

 

Olivella F.

Barcelona

1964

Calleja I.

Atl. Madrid

1964

 

Olmo A.

Barcelona

1980

Camacho J.A.

Real Madrid

1976

 

Osorio M.

Espanyol

1968

Camacho J.A.

Real Madrid

1984

 

Otero J.

Valencia

1996

Camacho J.A.

Real Madrid

1988

 

Oubiña

Celta

2008

Camarasa F.

Valencia

1996

 

Pablo Hernández D.

Valencia

2012

Caminero

Atl. Madrid

1996

 

Pablo I.

Atl. Madrid

2008

Canós

Elche

1968

 

Pachín P.

Real Madrid

1964

Cañizares J.

Valencia

2000

 

Paco Alcácer

Valencia

2016

Capdevila J.

Villarreal

2008

 

Paco J.

Zaragoza

2000

Capi J.

Betis

2004

 

Paquito G.

Valencia

1964

Capón J.L.

Atl. Madrid

1976

 

Paquito G.

Valencia

1968

Cardeñosa

Betis

1980

 

Pedraza J.C.

Atl. Madrid

1984

Carlos M.

Oviedo

1992

 

Pedro R.

Barcelona

2012

Carrasco F.

Barcelona

1980

 

Pepín C.

Betis

1964

Carrasco F.

Barcelona

1984

 

Pereda J.

Barcelona

1964

Carrasco F.

Barcelona

1988

 

Pernía

Atl. Madrid

2008

Carrete

Valencia

1980

 

Pier

Betis

1996

Carvajal D.

Real Madrid

2016

 

Piqué

Barcelona

2016

Casillas

Real Madrid

2004

 

Piqué

Barcelona

2012

Casillas

Real Madrid

2008

 

Pirri M.

Real Madrid

1968

Casillas

Real Madrid

2012

 

Pirri M.

Real Madrid

1972

Castellanos Á.

Granada

1976

 

Pirri M.

Real Madrid

1976

Cazorla S.

Villarreal

2008

 

Pizzi T.

Tenerife

1996

Cazorla S.

Málaga C.F.

2012

 

Planas II

Zaragoza

1976

César M.

Deportivo

2000

 

Poli M.

Valencia

1968

César M.

Deportivo

2004

 

Puerta

Sevilla

2008

Chendo

Real Madrid

1988

 

Puyol C.

Barcelona

2004

Churruca

Sporting

1972

 

Puyol C.

Barcelona

2008

Churruca

Sporting

1976

 

Puyol C.

Barcelona

2012

Claramunt J.

Valencia

1968

 

Quini E.

Sporting

1972

Claramunt J.

Valencia

1972

 

Quini E.

Sporting

1976

Claramunt J.

Valencia

1976

 

Quini E.

Sporting

1980

Collar E.

Atl. Madrid

1964

 

Quino S.

Valencia

1972

Conte

Sevilla

1992

 

Quique Flores

Valencia

1988

Costas E.

Barcelona

1972

 

Quique Flores

Valencia

1992

Costas E.

Barcelona

1976

 

Rafa Paz

Sevilla

1992

Cristóbal P.

Barcelona

1992

 

Ramallets

Barcelona

1960

Cundi

Sporting

1980

 

Ramos J.A.

Espanyol

1976

Dani G.

Barcelona

2000

 

Raúl Bravo

Real Madrid

2004

Dani R.

Athletic

1980

 

Raúl G.

Real Madrid

2000

De la Red

Getafe C.F.

2008

 

Raúl G.

Real Madrid

2004

De Pedro

R.Sociedad

2000

 

Raúl G.

Real Madrid

2008

De Pedro

R.Sociedad

2004

 

Reija

Zaragoza

1964

Del Bosque

Real Madrid

1976

 

Reija

Zaragoza

1968

Del Bosque

Real Madrid

1980

 

Reina M.

Barcelona

1972

Di Stéfano

Real Madrid

1960

 

Rexach

Barcelona

1972

Diego Tristán

Deportivo

2004

 

Rexach

Barcelona

1976

Donato G.

Deportivo

1996

 

Reyes J.A.

Sevilla

2004

Eloy O.

Sporting

1988

 

Riera A.

Espanyol

2008

Engonga V.

Mallorca

2000

 

Rifé J.

Barcelona

1968

Etxeberria J.

Athletic

2000

 

Rifé J.

Barcelona

1972

Etxeberria J.

Athletic

2004

 

Rincón H.

Betis

1984

Etxeberria L.Mª.

Athletic

1964

 

Rincón H.

Betis

1988

Etxeita

Athletic

2016

 

Rivilla

Atl. Madrid

1964

Eusebio S.

Barcelona

1992

 

Roberto F.

Valencia

1984

Ezquerro

Athletic

2000

 

Roberto F.

Barcelona

1988

Fàbregas C.

Barcelona

2012

 

Roberto F.

Valencia

1992

Felipe J.

Las Palmas

1980

 

Roberto Martínez

Real Madrid

1976

Félix Ruiz G.

Real Madrid

1964

 

Rodri

Barcelona

1964

Fernando G.

Valencia

1992

 

Rodrigo M.

Valencia

2016

Fdo. Navarro

Mallorca

2008

 

Rojo I

Athletic

1972

Fernando Torres

Atl. Madrid

2004

 

Rojo I

Athletic

1976

Ferrer A.

Barcelona

1996

 

Rojo I

Athletic

1980

Fortes

Barcelona

1976

 

Rubén Cano

Atl. Madrid

1980

Fran G.

Deportivo

1996

 

Sadurní

Barcelona

1968

Fran G.

Deportivo

2000

 

Sáez J.I.

Athletic

1968

Francisco L.

Sevilla

1984

 

Salva G.

Zaragoza

1984

Fusté

Barcelona

1964

 

San José I.

Real Madrid

1980

Gallego F.

Barcelona

1968

 

San José M.

Athletic

2016

Gallego F.

Barcelona

1972

 

Sánchez J.V.

Barcelona

1980

Gallego R.

Real Madrid

1984

 

Sánchez J.V.

Barcelona

1984

Gallego R.

Real Madrid

1988

 

Sanchís H.

Real Madrid

1988

Gárate J.E.

Atl. Madrid

1968

 

Sanchís H.

Real Madrid

1992

Gárate J.E.

Atl. Madrid

1976

 

Sanchís M.

Real Madrid

1968

Garay J.

Athletic

1960

 

Santamaría F.

Zaragoza

1968

García Calvo

Atl. Madrid

2004

 

Santillana

Real Madrid

1976

García Soriano

Betis

1976

 

Santillana

Real Madrid

1980

Gaztelu A.

R.Sociedad

1972

 

Santillana

Real Madrid

1984

Gensana

Barcelona

1960

 

Sarabia M.

Athletic

1984

Gento

Real Madrid

1960

 

Satrústegui J.Mª.

R.Sociedad

1976

Gento

Real Madrid

1964

 

Saura E.

Valencia

1980

Gento

Real Madrid

1968

 

Segarra J.

Barcelona

1960

Gerard L.

Valencia

2000

 

Senna

Villarreal

2008

Gerardo M.

Barcelona

1984

 

Señor

Zaragoza

1984

Glaría IV

Atl. Madrid

1964

 

Señor

Zaragoza

1988

Glaría IV

Atl. Madrid

1968

 

Sergi B.

Barcelona

1996

Goikoetxea A.

Athletic

1984

 

Sergi B.

Barcelona

2000

Goikoetxea A.

Atl. Madrid

1988

 

Sergio G.

Deportivo

2004

Goikoetxea J.A.

Barcelona

1992

 

Sergio García D.

Zaragoza

2008

Goikoetxea J.A.

Athletic

1996

 

Sergio Ramos G.

Real Madrid

2016

Gordillo R.

Betis

1980

 

Sergio Ramos G.

Real Madrid

2008

Gordillo R.

Betis

1984

 

Sergio Ramos G.

Real Madrid

2012

Gordillo R.

Real Madrid

1988

 

Serna R.

Barcelona

1992

Gràcia S.

Barcelona

1960

 

Silva D.

Valencia

2008

Grosso

Real Madrid

1968

 

Sol

Valencia

1972

Guardiola J.

Barcelona

1996

 

Sol

Real Madrid

1976

Guardiola J.

Barcelona

2000

 

Soldado

Real Madrid

2008

Guerrero J.

Athletic

1996

 

Soler M.

Espanyol

1988

Guerrero J.

Athletic

2000

 

Soler M.

Atl. Madrid

1992

Güerri

Zaragoza

1984

 

Solozábal

Atl. Madrid

1992

Guillot

Valencia

1964

 

Solsona D.

Espanyol

1976

Güiza

Mallorca

2008

 

Tamudo

Espanyol

2008

Guti J.Mª.

Real Madrid

2004

 

Tejada J.

Barcelona

1960

Helguera I.

Real Madrid

2000

 

Tendillo

Valencia

1980

Helguera I.

Real Madrid

2004

 

Thiago

Barcelona

2012

Heredia J.C.

Barcelona

1980

 

Tomás R.

Atl. Madrid

1988

Hierro F.

Real Madrid

1992

 

Toni J.

Atl. Madrid

2000

Hierro F.

Real Madrid

1996

 

Tonono

Las Palmas

1968

Hierro F.

Real Madrid

2000

 

Tonono

Las Palmas

1972

Higuera F.

Zaragoza

1996

 

Ufarte

Atl. Madrid

1968

Hita

Sevilla

1972

 

Uría F.

Sporting

1980

Iniesta

Barcelona

2016

 

Uriarte F.

Athletic

1972

Iniesta

Barcelona

2008

 

Urkiaga

Athletic

1984

Iniesta

Barcelona

2012

 

Urzaiz

Athletic

2000

Iraola A.

Athletic

2012

 

Valerón

Atl. Madrid

2000

Iríbar

Athletic

1964

 

Valerón

Deportivo

2004

Iríbar

Athletic

1968

 

Valverde E.

Athletic

1992

Iríbar

Athletic

1972

 

Vavá S.

Elche

1968

Iríbar

Athletic

1976

 

Velázquez M.

Real Madrid

1968

Irureta J.

Athletic

1976

 

Velázquez M.

Real Madrid

1976

Isco

Real Madrid

2016

 

Veloso J.L.

Deportivo

1964

Jara A.

Valencia

1968

 

Vicente R.

Valencia

2004

Javi Martínez A.

Athletic

2012

 

Vicente T.

Real Madrid

1964

Javi Navarro

Sevilla

2008

 

Víctor M.

Barcelona

1984

Jesús Martínez

Valencia

1976

 

Víctor M.

Barcelona

1988

Jesús Navas

Sevilla

2012

 

Víctor Valdés

Barcelona

2012

Joaquín A.

Sporting

1988

 

Villa D.

Valencia

2008

Joaquín S.

Betis

2004

 

Villa D.

Barcelona

2012

Joaquín S.

Valencia

2008

 

Villa J.M.

Zaragoza

1964

Jordi Alba

Barcelona

2016

 

Villar Á.Mª.

Athletic

1976

Jordi Alba

Valencia

2012

 

Villar Á.Mª.

Athletic

1980

José María G.

Espanyol

1968

 

Violeta J.L.

Zaragoza

1968

Juan José J.

Real Madrid

1984

 

Violeta J.L.

Zaragoza

1972

Juanfran G.

Celta

2004

 

Vitolo M.

Sevilla

2016

Juanfran T.

Atl. Madrid

2016

 

Vizcaíno J.

Atl. Madrid

1992

Juanito G.

Real Madrid

1980

 

Voro

Deportivo

1996

Juanito Gu.

Betis

2004

 

Xabi Alonso

R.Sociedad

2004

Juanito Gu.

Betis

2008

 

Xabi Alonso

Real Madrid

2012

Juanito R.

Atl. Madrid

1992

 

Xavi

Barcelona

2004

Juanma López

Atl. Madrid

1996

 

Xavi

Barcelona

2008

Julio Alberto M.

Barcelona

1984

 

Xavi

Barcelona

2012

Julio Alberto M.

Barcelona

1988

 

Zaballa

Barcelona

1964

Julio Salinas

Atl. Madrid

1988

 

Zaldúa J.A.

Barcelona

1964

Julio Salinas

Sporting

1996

 

Zamora J.Mª.

R.Sociedad

1980

Karanka A.

Athletic

1996

 

Ziganda

Athletic

1996

Kiko N.

Atl. Madrid

1996

 

Zoco I.

Real Madrid

1964

Kiko N.

Atl. Madrid

2000

 

Zoco I.

Real Madrid

1968

Koke R.

Atl. Madrid

2016

 

Zubizarreta A.

Barcelona

1988

Kortabarria

R.Sociedad

1976

 

Zubizarreta A.

Barcelona

1992

 

 

 

 

Zubizarreta A.

Valencia

1996

En esta relación se repiten dos veces en varios equipos, 25 jugadores: Abelardo, Aduriz, Albiol, Alkorta, Bakero, Begiristain, Cazorla, Goikoetxea A., Goikoetxea J.A., Gordillo, Joaquín S., Jordi Alba, Julio Salinas, Luis Enrique, Marchena, Marcial P., Morientes, Nadal, Roberto F., Sol, Soler M., Valerón, Villa D., Xabi Alonso y Zubizarreta. Efectuando la deducción a todos los jugadores aparece la cantidad de 302 jugadores, faltan por completar los jugadores que cuando disputaron los Campeonatos Europeos de Fútbol, estaban enrolados en equipos extranjeros habiendo participado en la competición de Liga, estos jugadores son 10: Azpilicueta, Bernat, Callejón, De Gea, Del Sol, Diego Costa, Marcelino E., Mata G. (2 equipos), Morata y Reina J.M.. Hay 15 jugadores que habiendo sido seleccionados para el Campeonato de Europa por equipos de la Liga, también disputaron el Campeonato de Europa con otros equipos extranjeros, estos jugadores son: Albiol, Amor, Arbeloa, Capdevila, Casillas, Cazorla, Luis Suárez, Martín Vázquez, Mendieta, Pedro, Thiago, Xabi Alonso que jugaron en un Campeonato y Fàbregas, Fernando Torres y Silva que jugaron en dos Campeonatos. Efectuando las operaciones, aparecen los 312 jugadores que han intervenido en 454 participaciones en las distintas fases de la Eurocopa.

  Jugadores Equipos Europeos

32

Athletic

41

37

Atl. Madrid

42

62

Barcelona

90

11

Betis

15

3

Celta

3

11

Deportivo

13

2

Elche

2

9

Espanyol

9

1

Getafe

1

2

Granada

2

2

Las Palmas

3

1

Málaga C.D.

1

1

Málaga C.F.

1

5

Mallorca

5

1

Osasuna

1

2

Oviedo

2

10

Real Sociedad

14

1

Racing

1

52

Real Madrid

83

12

Sevilla

12

9

Sporting

12

1

Tenerife

1

37

Valencia

44

1

Valladolid

1

7

Villarreal

7

15

Zaragoza

19

Total

327

425

Juga.Rep.

25

Quedan

302

J.O.Ligas

10

11

J.O.L.Repet.

18

Total

312

454

Jugadores que participaron en otras competiciones de Europa disputando el Campeonato de Europa con la Selección de España y que no jugaron en ningún Campeonato de Europa con equipos de la Liga.

Jugador

Europeo

Equipo
Del Sol

1964

Juventus
Marcelino E.

2000

Newcastle
Reina J.M.

2008

Liverpool
Mata G.

2012

Chelsea
Azpilicueta

2016

Chelsea
Bernat V.

2016

Bayern Munich
Callejón

2016

Nápoles
De Gea

2016

Manchester United
Diego Costa

2016

Chelsea
Mata G.

2016

Manchester United
Morata

2016

Juventus

Jugadores que participaron en otras competiciones de Europa disputando el Campeonato de Europa con la Selección de España habiendo disputado algún Campeonato de Europa con otros equipos de la Liga.

Jugador

Europeo

Equipo
Luis Suárez M.

1964

Inter
Martín Vázquez

1992

Torino
Amor

2000

Fiorentina
Mendieta G.

2004

Middlesbrough
Arbeloa

2008

Liverpool
Fàbregas C.

2008

Arsenal
Fernando Torres

2008

Liverpool
Xabi Alonso

2008

Liverpool
Capdevila J.

2012

Benfica
Fernando Torres

2012

Chelsea
Silva D.

2012

Manchester City
Albiol

2016

Nápoles
Casillas

2016

Oporto
Cazorla S.

2016

Arsenal
Fàbregas C.

2016

Chelsea
Pedro R.

2016

Chelsea
Silva D.

2016

Manchester City
Thiago

2016

Bayern Munich



1971: España al borde de la descalificación

El 27 de octubre de 1971 la selección absoluta española estuvo al borde de una muy merecida descalificación. No de la eliminación deportiva, sino de la descalificación con convocatoria indebida o suplantación de personalidad. De hecho, sólo la incapacidad de nuestro conjunto para imponerse a la Unión Soviética, y obtener sólo un empate ante la débil Irlanda del Norte en el Bootheferry Park, tres meses más tarde, evitó el ridículo. Por una vez, y no dejaba de ser curioso, los malos resultados nos ahorraban el bochorno.

Las cosas sucedieron así. El 9 de mayo de 1971 nuestro seleccionado inició ante Chipre su andadura en el torneo de clasificación para IV Copa de Europa de Selecciones Nacionales, cuya final tendría lugar durante el año siguiente en Bélgica. El futbol chipriota, entonces, podía equipararse al de nuestra 3ª División. Sus precarias instalaciones deportivas, con terrenos sin césped y apenas capaces de acoger a 3.500 espectadores, constituían si no el mayor obstáculo, como mínimo el más denostado, por aquello de las posibles lesiones. Hasta tal punto existía en Chipre convicción de inferioridad, que cuando alguno de sus conjuntos (Atlético Limasol, por ejemplo, o APOEL de Nicosia) debía enfrentarse en la primera ronda de competición europea a clubes de primer rango, tipo Real Madrid, acordaba disputar en terreno adversario sus dos choques, el de ida y vuelta, a cambio de la recaudación en el primero de ellos y un porcentaje sobre los derechos televisivos. Un modo no peor que otros de resolver el balance económico anual. Pues bien, España, dirigida por Ladislao Kubala, se impuso en Nicosia 0-2 -tantos de Pirri en el primer tiempo y José Luis Violeta en el segundo-, justo en el partido que servía para el debut con la roja del durísimo Gregorio Benito.

Tres semanas después, el 30 de mayo, la URSS, vistiendo de blanco, nos derrotaba por 2- 1 en el estadio Lenin. Lo de la vestimenta, por cierto, tuvo su miga. Molestos con la calidad del alojamiento ofrecido en territorio soviético, y al parecer con el trato dispensado, nuestros federativos se empeñaron en lucir la clásica camiseta roja y pantalón azul. Una manera tonta de incordiar, ya que la URSS jugaba con una primera equipación igualmente roja, sirviendo de fondo a las iniciales C. C. C. P. Como era lógico, los soviéticos exigieron que el equipo visitante respetara sus colores. Algo de todo punto incuestionable. Pero a la postre, luego de varios dimes y diretes, la cerrazón hispana los hizo saltar de blanco. España, esa tarde, no estuvo nada bien, y a su vuelta los enviados especiales afilaron sus lápices con no poca acritud. La tensión, entre una cosa y otra, casi se mascaba ante el partido de vuelta, celebrado en el Sánchez Pizjuán sevillano el miércoles 27 de octubre del mismo año. Y allí alguien cometió un error mayúsculo.

Para empezar, Kubala tuvo que olvidarse de varios habituales en sus convocatorias, al hallarse lesionados Pirri, Hita, José Eulogio Gárate y Carlos Rexach, a los que habría de unirse en el último instante José Ángel Iribar, titular indiscutido bajo el marco. Los tres porteros inscritos por la Federación Española ante la U.E.F.A. para ese partido eran Miguel Reina (Barcelona), José Ángel Iribar (At Bilbao) y Roberto Rodríguez Aguirre, “Rodri” (At Madrid). Al caer Iribar la víspera del choque, se llamó a toda prisa a Rodri, ausente en la convocatoria, puesto que hace 45 años, con la comprensible excepción de fases finales en Mundiales o Eurocopas, los seleccionadores sólo desplazaban a dos guardametas. Pero hete aquí que por desidia, despreocupación, comodidad o arriesgada gracieta, no se convocó al Rodri “colchonero”, sino a su homónimo José Rodríguez Domínguez, cancerbero del Sevilla C. F.

José Luis Pérez Payá, Presidente de la FEF a quien los malos resultados salvaron de un lío monumental. En la imagen presidiendo la Comisión Permanente de la FEF durante 1971, cuando dio el visto bueno a la inscripción de varios “paraguayos” fraudulentos. En líneas generales, fue el suyo un mandato para olvidar.

José Luis Pérez Payá, Presidente de la FEF a quien los malos resultados salvaron de un lío monumental. En la imagen presidiendo la Comisión Permanente de la FEF durante 1971, cuando dio el visto bueno a la inscripción de varios “paraguayos” fraudulentos. En líneas generales, fue el suyo un mandato para olvidar.

Por esos años, “Rodri” fue abreviatura o denominación deportiva muy en boga. Sirvan de ejemplo Francisco Eduardo Rodríguez Campoy (Alicante 20-VIII-1934), centrocampista en el Lorca, Hércules, Betis, Elche, Badalona y Albacete; Francisco Rodríguez Gallego (Rabal, Orense, 20-IV-1942) centrocampista también en el Orense, Lugo, Sabadell, Huesca, Mahón, Europa barcelonés y Langreo; Agustín Rodríguez Arteagabeitia, con varias campañas en el Ortuella vizcaíno; José Rodríguez Martínez (Córdoba 8-XII-1942), defensa de la Balona y durante 7 ejercicios pegajoso marcador en el club de El Arcángel; José Rodríguez Allen (Lorca 24-I-1945) en el Artiguense, Gavá, Badalona, Calella y Calvo Sotelo; o José Mª Rodríguez Ardura (Granollers, 1-VI-1946) atacante en el club de su localidad natal, San Andrés, Español, Olot y Levante, varios de esos equipos en diferentes etapas. Y todavía, puesto que la relación resultaría indigerible, hubo más “Rodris” modestos en el Don Benito de Badajoz, Moraza bilbaíno, Juvencia de Trubia asturiano, Ferroviarios de Mora la Nueva, Gavá, Siero, Lérida, Samboyano y Melilla, Mérida Industrial, el ya extinto C. D. Badajoz, Jaén, Alicante, Alzira y Olímpico de Játiva, Moscardó Madrileño, Linares, Sabadell y Gimnástico de Tarragona, Júpiter, Plus Ultra y Aragón, Amorebieta, Levante, Villafranca… Poniendo foco sólo sobre los porteros, ejercían también, junto al sevillano y el “colchonero”, Rodrigo Robles Custodio (Villafranca de los Barros, Badajoz, 19-VII-1941) valladar de la Metalúrgica y durante 9 campañas en el Badajoz; o Andrés Rodríguez Serrano (Barcelona 18-VIII-1941), Barça amateur, Sabadell, Santander, Igualada, Levante, Zaragoza, Valladolid, Xerez y Barbastro. Demasiados mimbres para un solo cesto. Tantos, que o bien se pensó nadie repararía en la diferencia del Rodri preinscrito y el convocado, o aún peor, optaran por la comodidad -el del At Madrid hubiera debido tomar un vuelo a la carrera-, haciéndose, de paso, con el fácil aplauso de los sevillistas a “su hombre” en el propio Sánchez Pizjuán.

Rodri Aguirre, en el At Madrid.

Rodri Aguirre, en el At Madrid.

Fuera como fuese, desde los altavoces del estadio se anunció, minutos antes de que el balón rodase, la sustitución del lesionado Iribar por el algabeño José Rodríguez Domínguez, solicitándose para él, como es lógico, una sentidísima ovación.

Los soviéticos, empero, venían prevenidos. Las quejas españolas por su teórica deficiente atención, sin considerar que los estándares de calidad en el bloque distaban mucho de semejarse a los occidentales, y que las cosas allí llevaban sus propios ritmos, por fuerza debieron escocer. Y si a ello se unía la afrenta con los colores, se antoja evidente que la tan cacareada puntillosidad burocrática de los “comisarios políticos” luciera, si cabe, con más celo que de ordinario.

España -de rojo-, aún dominando durante casi todo el encuentro, jugando bien, pero con poca profundidad, no pudo pasar del empate a cero ante los muy disciplinados soviéticos, otra vez con su segunda equipación blanca, como correspondía al visitante. Marcial Pina sustituyó al contundente e incansable Antón a falta de 15 minutos para el pitido final, buscando más ideas en la zona ancha y alguna oportunidad de armar su tremendo disparo desde fuera del área. Nikolaev, seleccionador de la URSS, dio entrada a Kiselev y Shevchenko, con la decidida intención de mantener el resultado inicial.Rudakov, el guardameta visitante, altísimo, sobrio y sin aspavientos, fue inexpugnable por alto y agilísimo a ras de césped. Probablemente el más destacado de los 25. Rodri, el Rodri sevillano, no tuvo que saltar al campo por lesión de Reina. “Menos mal” -escribió en “AS” Gerardo García-. “Sólo hubiera faltado eso, después de partir con tantas bajas”. En realidad el periodista pensaba que al no precisarse su concurso, España quedaba libre de hipotéticas acusaciones sobre alineación indebida. Y ni muchísimo menos era así, toda vez que para el árbitro, la UEFA y la posterior documentación de nuestra Federación, presidida por el antiguo futbolista José Luis Pérez Payá, el suplente de Reina fue Roberto Rodríguez Aguirre. O sea, el “colchonero” que vio el choque por la tele, desde su casa en Madrid.

Rodri Domínguez, el sevillano. Como puede apreciarse ni siquiera guardaban el menor parecido físico.

Rodri Domínguez, el sevillano. Como puede apreciarse ni siquiera guardaban el menor parecido físico.

El propio Félix Martialay, en su volumen “Todo sobre la Selección Española”, al beber de documentación oficial federativa recoge en ese partido, el 191 de los nuestros hasta el momento, y bajo el epígrafe “Otros seleccionados”, a José Ángel Iribar Cortajarena (lesionado conforme se dijo), Roberto Rodríguez Aguirre (el Rodri del At Madrid), Gregorio Benito Rubio (R Madrid), Enrique Álvarez Costas (Barcelona) y José Francisco Rojo Arroitia, “Rojo I” (At Bilbao). Del otro Rodri, el del Sevilla, quien realmente estuvo en el banquillo del Ramón Sánchez Pizjuán, ni rastro.

Pero a los soviéticos no les pasó desapercibido aquel cambiazo. Algunos de sus emisarios o acompañantes hablaban muy bien nuestra lengua, y la megafonía del estadio los puso alerta. Una vez de regreso parece siguieron efectuando indagaciones, hasta contar con pruebas, incluidas evidencias fotográficas. Y a pesar de ellas, prudentemente prefirieron esperar. Llevando ventaja sobre España y a tenor de su superioridad con respecto a Irlanda del Norte y Chipre, su clasificación para la fase final europea como campeones de grupo se antojaba no necesitada de subterfugios.

Desde las páginas de “As Color”, el 2 de noviembre de 1971 Gerardo García efectuaba sus particulares cuentas de la lechera. Si el Rodri sevillano hubiese tenido que suplir a Reina, si España hubiera vencido a la URSS y derrotase en Belfast a Irlanda el 16 de febrero de 72, la Federación Soviética podría haber exigido se descalificase a nuestra selección, aun habiéndose proclamado campeona en la liguilla, invocando la doctrina UEFA. Porque el otro choque todavía pendiente, ante Chipre, en Granada, se entendía resuelto de antemano. El buen periodista, como otros compañeros de profesión, pasó de soslayo un hecho diferencial. La Federación Española había actuado dolosamente, suplantando, a sabiendas, la personalidad de un futbolista convocado. Y ante tal situación, jugara o no algún minuto el interfecto, ya existía irregularidad muy seria, perseguible a instancia de parte.

El 24 de noviembre, nuestros muchachos se deshicieron de los chipriotas por 7-0, conforme estaba previsto, con goles de Pirri en dos ocasiones, Quino también por partida doble, el cántabro Javier Aguilar, Enrique Lora y Rojo I. Pero en Irlanda del Norte, caídos ya del caballo hacia la fase final en Bélgica, la roja volvió a dar otra de arena, al igualar Morgan el tanteador inaugurado por José Francisco Rojo. La Federación Soviética no necesitó denuncias para clasificarse y, por una vez, la incapacidad de nuestro once nacional ahorró muchas explicaciones, si no la mismísima dimisión, al presidente federativo o sus allegados más próximos.

Con respecto a los involuntarios protagonistas del sainete, vayan siquiera unos párrafos. Roberto Rodríguez Aguirre (Logroño 14-XI-1942), At Madrid, Pontevedra en condición de cedido por los “colchoneros”, nuevamente At Madrid, Celta y Rayo Vallecano, había heredado del argentino Madinabeytia la custodia del marco en el estadio Vicente Calderón. Era un portero seguro, ágil y sobrio. Tras su retirada ejerció algún tiempo como secretario técnico en la entidad rojiblanca. Internacional juvenil el 30 de marzo de 1961, internacional militar en 8 ocasiones y aficionado en 13 oportunidades, no tuvo el honor de estrenarse como absoluto. Un hijo suyo (Madrid 11-VI-1969), surgido igualmente de las categorías inferiores atléticas, también lució el apodo paterno bajo los palos, en el Móstoles, Moscardó y Sporting de Gijón. El precoz José Rodríguez Domínguez (La Algaba, Sevilla, 2-IV-1946), saltó al primer equipo sevillista la campaña 1964-65 desde su filial, para recalar en el Deportivo Alavés luego de 10 campañas en el Sánchez Pizjuán, alternando rachas de indiscutible titularidad con otras de intermitente suplencia. Ágil, no demasiado alto, aunque bastante seguro, dio la impresión de quedar algo por debajo de lo mucho que prometiera durante su etapa juvenil. Ocho veces internacional en dicha categoría, otras 6 veces como aficionado y dos con la selección Promesas, más adelante denominada Sub-23, tampoco llegó a debutar con la absoluta. Durante el verano de 1978, con 32 años, puso fin a su andadura profesional.

Rudakov en una de sus felices intervenciones ante España. Por increíble que parezca, evitando que marcasen los nuestro ahorró múltiples quebraderos de cabeza al presidente de la Federación Española.

Rudakov en una de sus felices intervenciones ante España. Por increíble que parezca, evitando que marcasen los nuestro ahorró múltiples quebraderos de cabeza al presidente de la Federación Española.

Ninguno de los dos “Rodris” volvió a asomar por las convocatorias de Ladislao Kubala. Ni para los siguientes partidos oficiales o con ocasión de una suma de amistosos. Cabría pensar que el gato escaldado huía del caldero hirviente. José Ángel Iribar y Miguel Reina Santos se antojaban inamovibles, salvo cuando el zarauztarra tuvo que ausentarse por fuerza mayor. Entonces se apelaría al ya fallecido Juan Antonio Deusto (febrero de 1973, ante Grecia, en choque de clasificación para el Mundial de Alemania ´74), a Mariano García Remón (amistoso ante Holanda, en mayo del 73), y a la misma pareja para otro amistoso ante Turquía, en octubre de igual año. A partir de ahí, Deusto, tiempo atrás suplente de Iribar en el cuadro de San Mamés, acabaría arrinconando al cordobés Reina, hasta el afianzamiento de Miguel Ángel González (R Madrid) como suplente del mítico “Chopo”.

Enorme chapuza, por lo tanto, cuyas víctimas-un par de buenos cancerberos- acabaron siendo los menos culpables.

Por cierto que durante algún tiempo se cruzaron animadas discusiones entre periodistas deportivos de la época, lucubrando sobre cuál de los dos “Rodris” habría cobrado dietas y primas de internacional por aquel partido en Sevilla; si el Rodri que calentó banquillo, o su colega inscrito, al que no le quedó sino animar desde casa. Pues bien, parece que a quien se hizo liquidación fue al sevillano y sevillista. Un documento que habría valido su peso en oro para los soviéticos, si alguno de nuestros atacantes hubiese sido capaz de perforar la portería del acertado Rudakov.




Historia de la Eurocopa (IV). Bélgica 1972.

Belgica7201Al igual que en 1968, para la cuarta edición de la Eurocopa de Naciones se establecieron ocho grupos previos de cuatro equipos cada uno, que se disputarían el pase a los cuartos de final. Pero con una importante novedad: por vez primera, la UEFA contemplaba la creación de los cabezas de serie. Ocho selecciones  elegidas, por cierto, según un criterio bien simple. Las cuatro semifinalistas de 1968 (Italia, Yugoslavia, Inglaterra y Unión Soviética) y las otras cuatro selecciones europeas mejor clasificadas en el último Mundial, el de México 1970 (Alemania Federal, Bélgica, Rumanía y Bulgaria). Aunque con esta fórmula se pretendía evitar enfrentamientos entre los equipos más poderosos ya en primera ronda, la realidad resultó bien distinta. El discutido sistema de elección de los cabezas de serie dejaba libres a algunos equipos fuertes que, inevitablemente, irían a coincidir con los supuestos favoritos de cada grupo. Las otras dos grandes novedades en la edición de 1972 ya se habían puesto en marcha en el pasado Campeonato Mundial de México: la posibilidad de hacer sustituciones de jugadores durante el desarrollo de los partidos y la aparición de las tarjetas. La amarilla para amonestar al futbolista que cometiera alguna infracción y la roja para mandarlo directamente a la ducha antes de tiempo.

El torneo comenzó oficialmente el 7 de octubre de 1970 en Praga, con el primer partido del Grupo 1 entre Checoslovaquia y Finlandia. Rumanía y Gales completaban este cuadro. El empate a uno final entre checos y fineses resultaría, a la postre, decisivo. La igualdad entre Rumanía y Checoslovaquia (que ya se habían visto las caras en el Mundial mexicano) fue tal, que hubo que recurrir al golaverage general para dar la clasificación final a los rumanos por sólo dos goles de diferencia.

En el Grupo 2 también se registró una gran paridad. Compuesto por Bulgaria, Hungría, Francia y Noruega, los tres primeros mantuvieron serias posibilidades clasificatorias hasta casi el final de la liguilla. Hungría, que había empatado en casa contra Francia (1-1) y perdido en Sofia estrepitosamente (3-0), hizo valer finalmente su gran triunfo en Colombes (0-2, Bene y Zámbo). Mientras, Francia y Bulgaria se derrotaban mutuamente en su doble enfrentamiento, lo que dejaba definitivamente el camino libre al combinado magiar hacia los cuartos de final.

El Grupo 3 juntó a Suiza, Grecia y Malta con la favorita Inglaterra. Con cinco triunfos y un empate, los chicos de los Tres Leones obtenían el pasaporte para cuartos, sin excesivos contratiempos. La igualada a un tanto en Wembley, frente a Suiza, en noviembre de 1971, se quedaba tan sólo en un susto para los ingleses y en un día de gloria para el fútbol helvético.

En el Grupo 4 se daban cita la Unión Soviética, semifinalista en las tres ediciones anteriores y campeona en 1960, España, sucesora de los soviéticos en 1964, Irlanda del Norte y Chipre. Como se presumía, españoles y rusos, que por fin pudieron verse las caras en terreno comunista tras lo acontecido en la primera Eurocopa, se disputaron el primer puesto del cuadrangular. Con premio final para los del Este. Cuatro victorias y dos empates, uno de ellos, el decisivo en Sevilla, les otorgaban el billete para la siguiente fase del torneo.

Bélgica, Portugal, Escocia y Dinamarca completaban el cuadro en el Grupo 5. El buen momento por el que pasaba la selección belga, con su última clasificación para México-70 y un puñado interesante de buenos jugadores (Devrindt, Lambert, Van Moer, Van Himst…), se vería refrendado con el primer puesto del grupo y su pase a la siguiente ronda. Una única derrota, en Aberdeen, a falta del último compromiso que debían jugar en Lisboa, complicaba las cosas a los Diablos Rojos. Pero el empate a uno logrado ante los chicos de un desaparecido Eusebio, en el encuentro decisivo, aseguraba matemáticamente la clasificación al conjunto belga

El Grupo 6 emparejó a la campeona de Europa y subcampeona del mundo, Italia, con Austria, Suecia y la República de Irlanda. Sin entusiasmar a nadie con su juego y con la practicidad que siempre le ha caracterizado, el conjunto transalpino se alzaba con la primera posición que daba el pasaporte. Con cuatro triunfos y dos empates, los italianos se fueron a los diez puntos, tres más que Austria, segundo de la liguilla.

En el Grupo 7, Yugoslavia, dos veces finalista de la competición, la emergente Holanda, la recia Alemania Oriental y la cenicienta Luxemburgo, protagonizaron un cuadrangular competido e igualado. Salvo el combinado del Gran Ducado, sin chance desde el principio, tanto yugoslavos, como holandeses y alemanes, mantuvieron sus opciones casi hasta la última jornada. Finalmente fueron los balcánicos, aún comandados por el sin igual Dragan Dzajic, los que se llevaron el gato al agua. Con tres triunfos y tres empates, se aprovecharon de las derrotas de Holanda en Dresde y de Alemania Oriental en Rotterdam. Dos puntos de diferencia que resultaron definitivos.

Alemania Federal, Polonia, Turquía y Albania, formaban el Grupo 8. El equipo germano, tercer clasificado en el Mundial de México, anunciaba al mundo el rodillo implacable que estaba a punto de aterrizar en el fútbol internacional. Dirigidos por Helmut Schön, formaban la mejor selección del momento. Un conjunto imponente: Maier, Beckenbauer, Vogts, Breitner, Netzer, Overath, Höness, Müller, Heynckes… componían un completo elenco de jugadores, que aunaba talento, fuerza, oficio, eficacia, fiabilidad y gol. Aunque comenzaron la clasificación con susto, empatando en Colonia frente a Turquía con penalti transformado por Gerd Müller, terminaron imponiéndose a todos, para sellar su billete con 10 puntos, 4 más que Polonia, otro equipo que, por cierto, aprovechó esta fase previa para avisar a todos de la irrupción de una fantástica hornada de futbolistas.

El 29 de abril de 1972 dieron comienzo los cuartos de final, con un interesantísimo Inglaterra-Alemania Federal en Londres, televisado para toda Europa. Un partido que supuso el punto de inflexión en el camino del conjunto teutón hacia la gloria. La exhibición ofrecida en un abarrotado Wembley, con dominio total y absoluto sobre el equipo local, marcó un antes y un después para esta generación. Dos finales de Eurocopa consecutivas, con victoria en la primera, y un título de campeón del mundo entre medias, confirmarán, durante los próximos años, la superioridad  apuntada en el partido de Londres. Höness, Netzer, de penalti, y Müller, materializaron el gran triunfo germano ante una Inglaterra que apenas pudo lograr un empate transitorio por medio de Lee. Dos semanas más tarde, en Berlín, un insulso 0-0 cerraba la eliminatoria y certificaba la clasificación de Alemania Federal para las semifinales de la Eurocopa, por vez primera en su historia.

El emparejamiento supuestamente menos igualado trajo la gran sorpresa de esta ronda. Italia, vigente campeona, y Bélgica, empataban sin goles en San Siro, después de una magnífica actuación del guardameta y la defensa visitante. Más sorprendente aún resultó el 2-1 favorable a Bélgica del partido de vuelta. Van Moer y Van Himst ponían una losa sobre el campeón que, con el correr de los minutos, se convirtió en insalvable. Riva, desde los once metros, acortaba distancias a falta de cuatro minutos, pero no fue suficiente. Inesperadamente (y de manera justa), Italia decía adiós y Bélgica se metía en la fase final del torneo.

Yugoslavia y la Unión Soviética, viejos conocidos, protagonizaban un atractivo cruce, que, sin embargo, resultó mucho menos igualado de lo previsto. Empate a cero en Belgrado y 3-0 en Moscú, que llevaban a la Unión Soviética a su cita ineludible de cada cuatro años con las semifinales de la Eurocopa.

El último emparejamiento de los cuartos de final, entre Hungría y Rumanía, acarreó la mayor dosis de igualdad y emoción de toda la ronda. En Budapest, en el encuentro de ida, un tanto de Satmareanu en la segunda mitad igualaba el logrado inicialmente por Branikovits y dejaba las espadas en todo lo alto para la vuelta. En Bucarest, Szöke y Kocsis adelantaban por dos veces a los magiares, pero Rumanía, empujada por un público enfervorizado, no dio por concluido el asunto, neutralizando ambas ventajas por medio de Dobrin y Neagu. Todo quedaba pendiente, pues,  de un partido de desempate. Belgrado, tres días más tarde, acogía el desenlace. Y de nuevo, igualdad máxima. Lajos Kocsis ponía por delante a Hungría y sólo seis minutos después, Neagu volvía a establecer las tablas en el marcador. Cuando faltaba un suspiro para proceder al sorteo con moneda, István Szöke, al fin, rompía el persistente equilibrio para meter a la selección húngara en su segunda semifinal europea.

Con la Unión Soviética, Hungría, Alemania Federal y Bélgica clasificados para la fase final, un sorteo entre las dos últimas decidió que fueran los belgas los anfitriones de las semifinales. El 14 de junio, a la misma hora, se jugaron los dos partidos. La gran atracción estaba en el Bosuilstadion de Amberes, donde se daban cita Bélgica y Alemania que llenaron hasta la bandera los graderíos. En Bruselas, en cambio, ni soviéticos ni húngaros despertaron mucho interés, disputando su partido en un Park Astrid vacío y totalmente desangelado.

Ante un público hostil y entregado con los suyos, los alemanes ni se inmutaron. Dos zarpazos de su bombardero Gerd Müller (que venía de hacerle cuatro goles a la URSS en la inauguración del Estadio Olímpico de Múnich apenas tres semanas antes), acallaban el griterío local. Sólo al final, Polleunis ponía algo de emoción a un marcador que no volvería a modificarse. Alemania Federal se presentaba en la primera final continental de su larga trayectoria internacional.

Mientras, un solitario tanto de Konkov en Bruselas, clasificaba a la Unión Soviética para otra final. La tercera en cuatro ediciones disputadas. Zámbo, a los 84 minutos, había estado a punto de forzar una prórroga que no llegó. Su defectuoso penalti lo había mandado al limbo.

Tres días más tarde, en Lieja, Bélgica y Hungría se disputaban la tercera plaza del torneo. Lambert y Van Himst, antes de la media hora, ponían por delante a los Diablos Rojos en un estadio Sclessin extrañamente desierto. El equipo húngaro lograba reducir diferencias por medio de un penalti materializado por Kü, pero su escasa motivación y otra buena actuación de los defensas belgas, terminaron por otorgar el tercer puesto al conjunto local.

La final de la IV Eurocopa, jugada en Bruselas, pareció disputarse en cualquier ciudad alemana. La superioridad en el número de aficionados germanos sólo puede compararse con la mostrada por en conjunto teutón sobre el césped de Heysel. Hasta la final de la Eurocopa del año 2012 no se volverá a ver tanta diferencia entre los dos contendientes en el último encuentro del Campeonato de Europa de Naciones. No hubo color. A los 27 minutos, Müller abría la lata con un remate pleno de oportunismo y pillería. Maier no sufría. Beckenbauer era un centrocampista más. Netzer y Höness dominaban con holgura la zona ancha, mientras Heynckes y Torpedo Müller traían por la calle de la amargura a la zaga soviética. A la vuelta de los vestuarios, Wimmer aprovechaba un magnífico pase de Heynckes para sentenciar el encuentro. Pero faltaba la rúbrica del mejor delantero del torneo: Müller, que culminaba una gran acción de ataque de sus compañeros, para poner el 3-0 en el marcador y su undécimo tanto en los nueve partidos disputados en toda la competición. Una fantástica selección alemana había dado toda una lección de fútbol en el corazón de Europa, para levantar su primer título continental, además, con el tanteador más abultado en finales de Eurocopa que se registrará durante los próximos cuarenta años.

FASE FINAL BÉLGICA 1972

SEMIFINALES

ALEMANIA FEDERAL  2 – BÉLGICA  1

Müller (23’ y 71’) / Polleunis (83’).

UNIÓN SOVIÉTICA  1 – HUNGRÍA  0

Konkov (53’).

TERCER Y CUARTO PUESTO

BÉLGICA    2 – HUNGRÍA    1

Lambert (24’) y Van Himst (29’) /

Kü (50’, pti).

FINAL

Bruselas (Heysel), 18 de junio de 1972.

ALEMANIA FEDERAL    3 – UNIÓN SOVIÉTICA    0

Müller (27’ y 58’) y Wimmer (52’).

ALEMANIA FEDERAL: Maier; Höttges, Schwarzenbeck, Beckenbauer, Breitner; Höness, Netzer, Wimmer; Heynckes, Müller y Kremers.

UNIÓN SOVIÉTICA: Rudakov; Dzodzuashvilli, Kurshilava, Kaplichny, Istomin; Kolotov, Troshkin; Baidachny, Konkov (Dolmatov, 46’), Banischevski (Kozinkevich, 66’) y Onischenko.

ÁRBITRO: Ferdinand Marschall (Austria). Mostró cartulina amarilla a Kaplichny (1’).

GOLEADORES FASE FINAL

4

Müller (Alemania Federal)

1

Wimmer (Alemania Federal), Polleunis, Lambert y Van Himst (Bélgica), Kü (Hungría) y Konkov (Unión Soviética).

EL PAPEL DE ESPAÑA

Tras la tempranera eliminación del equipo español en la fase clasificatoria para el Mundial de México-70, con bochornosa derrota en Helsinki incluida, se producía el nombramiento de Ladislao Kubala como nuevo seleccionador nacional.  El bueno de Laszlo tenía trabajo, mucho trabajo por delante. Lavar la denostada imagen del equipo nacional y clasificarlo para los cuartos de final de la IV edición del Campeonato de Europa, se consideraban los objetivos prioritarios. Si, además, conseguía mejorar el juego del combinado patrio, tan falto de intensidad, ambición y orgullo en los últimos tiempos, miel sobre hojuelas. El nuevo técnico nacional se había estrenado en la última jornada clasificatoria para la Copa del Mundo, donde un eliminado conjunto español goleaba a Finlandia en la despedida internacional de Paco Gento. La fase previa de la Eurocopa no comenzaba para los nuestros hasta noviembre de 1970, con lo que Kubala disponía de casi un año para probar, experimentar, tantear y medir las posibilidades de una Selección que pedía a gritos una profunda renovación. Los primeros partidos preparatorios disparaban inesperadamente la euforia entre la afición. Un 2-0 frente a Alemania Federal, en una fantástica actuación del equipo español, y un 2-2 ante los italianos, que se habían puesto por delante en los primeros minutos (0-2), mostraban a una Selección nacional con otro espíritu y mucha más calidad y entusiasmo. Un nuevo triunfo en Suiza y otro más frente a Grecia, en Zaragoza, a un mes del estreno en el campeonato, mantenían esperanzada a la afición y entonados a los jugadores. Siete caras nuevas en estos cuatro compromisos daban con un equipo fresco, joven, más competitivo y ambicioso. Todo lo que se venía echando en falta en los últimos años.

Encuadrados en el Grupo 4, con la Unión Soviética, Irlanda del Norte y Chipre como compañeros de viaje, de los que sólo uno pasaría a cuartos de final, el primer envite no haría más que confirmar la notable mejoría del equipo español. El 11 de noviembre de 1970, ante la Irlanda del Norte de George Best, España se desmelenaba en el Sánchez Pizjuán con un 3-0 que le aupaba ya a la primera posición de la tabla. Los tantos de Rexach, Pirri y Luis materializaban la superioridad española y otorgaban los dos primeros puntos en el casillero. Después de derrotar a Italia en Cagliari, en otro amistoso con buen sabor de boca, en mayo de 1971 se jugaba y se ganaba en Nicosia el segundo partido clasificatorio. Pirri y Violeta se apuntaban los tantos en uno de esos encuentros-trampa que España solucionaba con suficiencia. El momento del equipo era excelente y el 30 de mayo llegaba uno de los compromisos clave del grupo. Con once años de retraso, España aterrizaba en el estadio Lenin de Moscú para pelear a los soviéticos el liderato y confirmar su considerable mejoría. Sin los lesionados Pirri y Gárate, Kubala salía con: Iríbar; Sol, Gallego, Tonono, Benito; Violeta, Claramunt, Uriarte; Rexach, Amancio y Churruca. Muchas más precauciones de las empleadas en los anteriores victoriosos compromisos, daban con un equipo parapetado y con pocas alegrías ofensivas. Se buscaba no perder… y se perdió. Casi al final, pero se perdió. Kolotov y Shevchenko, en los minutos 79 y 83, respectivamente, asaltaban al fin el fuerte español, que conseguía reducir distancias con un gol de Rexach en el 88. No había tiempo para más. España había perdido dos puntos de oro en Moscú, que debería subsanar en Sevilla, en el mes de octubre.

Hasta el partido del Sánchez Pizjuán, el 27 de octubre, nuestro combinado no volverá a disputar compromiso alguno. Los soviéticos, sin embargo, habían aprovechado estos cinco meses para seguir con el calendario, con victorias en Moscú frente a Chipre e Irlanda del Norte y empate en Belfast. Hoy cerraban su participación en la fase preliminar y un puntito les bastaba para estar matemáticamente clasificados para los cuartos de final. Nuestros representantes, por tanto, se encontraban ante el momento crucial del campeonato. No les valía más que la victoria para intentar rebasar a los soviéticos en los dos partidos restantes, frente a chipriotas y norirlandeses. Kubala alineaba un equipo mucho más ofensivo que el de Moscú, con: Reina; Sol, Gallego, Tonono, Antón; Lora, Claramunt; Amancio, Quini, Quino y Churruca. El equipo se empleará a fondo y derrochará tesón, bravura, ratos de buen juego y dominio del partido. Pero no podrá en ningún momento con el héroe de la noche, el cancerbero contrario Evgeni Rudakov, que se marcará una actuación soberbia. El empate a cero al final del tiempo reglamentario clasificaba a la Unión Soviética para los emparejamientos de cuartos y dejaba a nuestra Selección con la miel en los labios. Después de año y medio de fútbol más que decente y grandes resultados, el conjunto español sucumbía en el momento de la verdad y regresaba a su cruda realidad. La ya intrascendente clasificación española se cerraría con goleada sobre Chipre en Granada (7-0) y empate frente a Irlanda del Norte (1-1), en partido disputado en la ciudad inglesa de Hull, debido la inseguridad reinante en el Ulster. España bajaba un peldaño en su ránking particular, al no alcanzar los cuartos de final como sí había hecho en 1964 y 1968, mientras Ladislao Kubala, que era ratificado en su cargo por el presidente Pérez Payá, acababa de perder la primera de sus guerras…




Historia de la Eurocopa (III). Italia 1968.

Italia6801Para la tercera edición de la Copa de Europa de Selecciones Nacionales, la UEFA decidió un cambio en el formato de la competición. De las 33 federaciones adscritas, sólo Islandia había renunciado a participar, lo que obligó a la formación de ocho grupos de cuatro equipos, a modo de una fase previa. Los ocho campeones, pasarían a cuartos de final. Una vez más, concretados los cuatro semifinalistas, se designaría la sede para la fase final.

En el Grupo 1, formado por Checoslovaquia, Turquía, Irlanda y la campeona España, se produjo una gran sorpresa final. Con todo a su favor para clasificarse, con dos partidos pendientes aún, los checos tiraron por la borda todas sus opciones. Necesitaban dos puntos y debían visitar Turquía y recibir a la República de Irlanda. Un empate sin goles en Ankara y una sorprendente derrota en Praga, con un gol de O’Connor a falta de cuatro minutos, les dejaban en la cuneta y metían a los españoles en el bombo de los cuartos de final.

Otra gran sorpresa se daba en el Grupo 2. Bulgaria, Portugal, Suecia y Noruega se disputaron la clasificación, con todas las papeletas a favor de los lusos. Su extraordinario tercer puesto en el Mundial de Inglaterra, su gran equipo y, sobre todo, su inigualable delantero centro, Eusebio Da Silva, ya considerado uno de los mejores jugadores del planeta, así lo presagiaban. Pero sólo dos victorias en seis partidos, unidas a una notable fiabilidad de Bulgaria, invicta en el grupo, terminaban con la aventura portuguesa en el campeonato.

En el Grupo 3, la Unión Soviética seguía demostrando encontrarse en su salsa en el torneo europeo. No encontró rival en Austria, Grecia ni Finlandia y con cinco victorias y una única derrota, en Viena, con todo el pescado vendido ya, se presentaba, de nuevo, como uno de los cocos para el sorteo de cuartos.

Alemania Federal y Yugoslavia, se disputaron la clasificación en el Grupo 4. Con las selecciones de Albania y Malta completando el cuadrangular, era fácil adivinar. Más aún, después de la retirada de los malteses. Todo quedaba pendiente del doble enfrentamiento entre los dos favoritos. En mayo de 1967, un solitario tanto de Skoblar en Belgrado, ponía en ventaja a los balcánicos. Pero cinco meses más tarde en Hamburgo, los teutones se desquitaban con un claro 3-1, para ponerse líderes del grupo. Venciendo en Tirana, estarían en la siguiente fase. Pero inesperadamente, el seleccionador germano Helmut Schön decidió dar descanso a los jugadores del Bayern, que ya formaban la base del equipo que dominaría el fútbol mundial a comienzos de la siguiente década, y lo pagó con creces. El empate a cero goles al final del partido, se celebró en Yugoslavia casi como el título.

En el Grupo 5 Hungría pasaba por delante de Alemania Oriental, Holanda y Dinamarca. Una única derrota, en Leipzig, cuando ya estaban clasificados, catapultaba a los húngaros a los cuartos de final. Seguían contando con un magnífico conjunto, en el que destacaba sobre todos Florian Albert, flamante Balón de Oro de la temporada. Un Florian Albert, por cierto, que era el ídolo de un chico que empezaba a despuntar, y de qué forma, en el equipo tulipán. Contaba con 19 años, era flaco, espigado, hiperactivo y absolutamente descarado, casi insolente. Respondía al nombre de Johan Cruijff (Cruyff) y el resto de su historia es de sobra conocida.

En el Grupo 6 Italia, eliminada del Mundial de Inglaterra insólitamente en primera fase por Corea del Norte, no se permitió más sobresaltos. Con Rumanía, Suiza y Chipre en su camino, pasó con cinco triunfos, un empate, diecisiete goles a favor y sólo tres en contra. Gigi Riva, con seis tantos y Sandro Mazzola, con cinco, ya lucían galones.

El Grupo 7 resultó de los más parejos. Compuesto por Francia, Bélgica, Polonia y Luxemburgo, tan sólo los luxemburgueses carecieron de opciones desde el principio, quedando un emocionante triangular entre el resto. El más regular se llevaría el gato al agua y este premio correspondió finalmente a los franceses. En el decisivo duelo, jugado en Nantes ante Bélgica, un punto era suficiente para lograr el pase. Vencía Bélgica a falta de un suspiro, cuando Herbin lograba la igualada, el delirio en el estadio y el pasaporte para la siguiente ronda.

El Grupo 8, formado por cuatro selecciones británicas, también ofreció momentos memorables. Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte disputaron un viejo Campeonato Británico recuperado para la ocasión. No sin problemas, pasaron los ingleses, después de una derrota histórica en Wembley ante los escoceses (2-3), suavizada en el último duelo con un empate en Hampden Park, en el partido con más asistencia de público de la historia del torneo (134.000 espectadores). Los resultados con los otros dos rivales del grupo, en los que Inglaterra no se dejó ningún punto, mientras Escocia perdía en Belfast y empataba en Cardiff, terminaron siendo decisivos.

Los cuartos de final estaban servidos y, seguramente, la eliminatoria más llamativa de las cuatro, la protagonizaba el cruce entre Inglaterra, campeona del mundo y España, campeona de Europa. Y resultó ser de lo más igualada. En el partido de ida, jugado en Wembley, una defensiva selección española anduvo muy cerca de sacar petróleo del coliseo londinense. Pero Bobby Charlton, con un disparo cruzado desde fuera del área, conseguía poner en ventaja a los pross cinco minutos antes de que el suizo Droz pitara el final del encuentro. Un mes más tarde, en Madrid, con el Bernabéu a rebosar y las espadas en todo lo alto, el empate a cero campeaba en el marcador al término de la primera mitad. Nada más iniciarse la segunda parte, Amancio, a la media vuelta, aprovechando un rechace, igualaba la serie y llevaba la locura al recinto madridista. Un jolgorio y una algarabía que apenas duraron 8 minutos. Lo que tardó Martin Peters en empatar el partido y poner de nuevo la eliminatoria a favor de su equipo. Con un jugador menos por lesión de Gallego y ante un equipo técnicamente superior, las opciones españolas  se desvanecían y, en las postrimerías, en una contra perfectamente ejecutada por los visitantes, Hunter daba la puntilla a la campeona de Europa y metía a su selección en las semifinales del torneo.

Unas semifinales para las que también se clasificaron los yugoslavos, pero con mucha más holgura. Tras empatar en Marsella a un tanto ante el conjunto galo, se exhibieron en el encuentro de vuelta. A los 20 minutos ya vencían 4-0, para terminar imponiéndose finalmente con un concluyente 5-1.

El cruce entre Bulgaria e Italia tuvo algo más de suspense. En Sofia, vencían los locales 3-1 a poco para el final. Un resultado complicado para la Azzurra de cara a la vuelta. Pero como Italia nunca se rinde, Pierino Prati, a los 83 minutos, lograba un tanto de oro que mantenía con vida a su selección. La devolución de visita, en Nápoles, no tuvo color y de nuevo Prati y Domenghini, terminaron de rubricar la clasificación italiana para la fase final.

La última eliminatoria de los cuartos de final resultó espectacular, entre dos de las grandes selecciones europeas. Hungría y la Unión Soviética ofrecieron un emparejamiento apasionante, que se decantó del lado soviético por un solo gol de ventaja. En Budapest, el conjunto magiar (sin Florian Albert), lograba una sólida ventaja de dos goles a cero, para afrontar la visita al estadio Lenin con cierta comodidad. Pero una semana más tarde, en Moscú, Solymosi en propia puerta y Kurshilava, a la hora de juego, ya habían igualado la eliminatoria. La media hora restante, plena de emoción, demostró que cualquiera de las dos escuadras estaba preparada para disputar la fase final. A los 73 minutos, Byshovets, firmaba el 3-0 y certificaba definitivamente el pase de la URSS a las semifinales por tercera edición consecutiva.

Con Italia, URSS, Yugoslavia e Inglaterra clasificados, la UEFA concedía la fase final al país transalpino y el 5 de junio de 1968 tenían lugar los dos partidos de las semifinales. En Nápoles, Italia y la Unión Soviética peleaban por uno de los puestos de la final. El equipo ruso, en concreto,  por su tercera final sucesiva. Pero ambos contendientes decepcionaron por completo al entusiasmado público del San Paolo. Jugando a no perder normalmente no se suele ganar. Y si los dos conjuntos en litigio siguen la misma táctica, el resultado  es desolador. El 0-0 inicial se mantuvo a lo largo de los tediosos 90 minutos reglamentarios y los 30 del tiempo suplementario. Como aún no se había instaurado la tanda de penaltis para deshacer la igualada, el alemán Kurt Tschenscher procedió, sin titubear, al sorteo con moneda. Fiesta en Nápoles y en toda Italia. El equipo local resultó agraciado, colándose en la final sin haber hecho ni un sólo mérito más que su oponente.

En Florencia, dos horas más tarde, un durísimo e intenso choque entre Inglaterra y Yugoslavia se resolvía favorablemente para los balcánicos gracias a un gran tanto de Dragan Dzajic cuando el encuentro expiraba. Yugoslavia pasaba a su segunda final, mientras los ingleses, los grandes favoritos, con un Bobby Charlton maniatado por el entramado defensivo plavi, debían conformarse con el partido de consolación.

El 8 de junio se producía en Roma el desenlace final. En el partido por la tercera plaza, los goles de Charlton y Hurst daban a Inglaterra el mejor consuelo posible ante la URSS. La gran generación del fútbol inglés sumaba, de esta forma, un bronce al oro logrado en su Mundial dos años antes.

Después de organizar el Campeonato del Mundo en 1934, en el que los locales se hicieron con el título, entre otras cosas, favorecidos por desvergonzadas prebendas arbitrales, Italia acogía su segunda gran cita futbolística con esta Eurocopa-68. Y el resultado final resultó ser muy similar. Italia logrará el título, arropada por su apasionado público, apoyada en su sólido conjunto y ayudada por ciertos privilegios arbitrales cuando la cosa se complicaba. El estadio Olímpico de Roma recibía a las formaciones de Italia, Yugoslavia (curiosamente, menos de una hora después de concluido el Inglaterra-URSS en el mismo escenario) y al colegiado suizo Gottfried Dienst, el mismo que dos años atrás había concedido el gol fantasma de Hurst a Alemania, en la final de Wembley. Y su tendencia casera tampoco faltará a la cita en esta ocasión, para desesperación balcánica y alivio transalpino. La actuación del suizo terminará avergonzando a los propios tifosis, que habían colmado el recinto romano. El juego superior de Yugoslavia, su fútbol trenzado, de mayor talento y dominio de la situación, tenía premio antes del descanso con el segundo gol en el campeonato de Dzajic, el futbolista más destacado de toda la fase final. Pero Dienst se sacaba de la nada una falta inexistente (otra más) en la frontal del área, a diez minutos del final, para que Domenghini lograra una inmerecida igualada. Empate que se prolongaría durante los 30 minutos de la prórroga, en los que el equipo yugoslavo seguía demostrando una rotunda superioridad, mientras el colegiado suizo trataba, indisimuladamente, de equilibrar las fuerzas. Con el resultado final de 1-1 terminaba el partido y todo quedaba pendiente de un encuentro de desempate. La primera (y única) vez, en la historia de la competición, que se ha necesitado repetir la final de la Eurocopa.

El 10 de junio, también en el Olímpico, pero con mucho menos público, las mismas escuadras se preparaban para el partido de desempate. Con el arbitraje del español José María Ortiz de Mendíbil, Italia (con cinco caras nuevas respecto al primer duelo) y Yugoslavia (con un solo cambio), disputaban una final bien distinta. Con medio equipo renovado y, por lo tanto, considerablemente más fresco, los locales no darán muchas opciones a los balcánicos en esta ocasión. Riva a los 11 minutos y Anastasi, a los 32, dejaban resuelta la papeleta y el primer título continental para los azzurri. Después de pasar a la finalísima, gracias a capricho de una moneda y de tenerla prácticamente perdida a diez minutos del final, el conjunto transalpino, fiel a su propia historia, añadía a sus dos Copas Jules Rimet el título de campeón de Europa.

FASE FINAL ITALIA 1968

SEMIFINALES

YUGOSLAVIA  1 – INGLATERRA  0

Dzajic (86’).

ITALIA  0 – UNIÓN SOVIÉTICA  0

(Clasificada Italia por sorteo).

TERCER Y CUARTO PUESTO

INGLATERRA  2 – UNIÓN SOVIÉTICA   0

B. Charlton (39’) y Hurst (63’).

FINAL

Roma (Stadio Olimpico), 8 de junio de 1968.

ITALIA      1 – YUGOSLAVIA      1

Domenghini (81’) / Dzajic (39’).

ITALIA: Zoff; Burgnich, Castano, Guarneri, Facchetti; Ferrini, Juliano, Lodetti; Domenghini, Anastasi y Prati.

YUGOSLAVIA: Pantelic; Fazlagic, Paunovic, Damjanovic, Pavlovic; Holcer, Trivic, Acimovic; Petkovic, Musemic y Dzajic.

ÁRBITRO: Gottfried Dienst (Suiza).

(Al concluir con empate el tiempo reglamentario y la prórroga, hubo de disputarse un partido de desempate dos días después).

Roma (Stadio Olimpico), 10 de junio de 1968.

ITALIA      2 – YUGOSLAVIA      0

Riva (11’) y Anastasi (32’)

ITALIA: Zoff; Burgnich, Rosato, Guarneri, Facchetti; Salvadore, De Sisti, Mazzola; Domenghini, Anastasi y Riva.

YUGOSLAVIA: Pantelic; Fazlagic, Paunovic, Damjanovic, Pavlovic; Holcer, Trivic, Acimovic; Hosic, Musemic y Dzajic.

ÁRBITRO: José María Ortiz de Mendíbil (España).

GOLEADORES FASE FINAL

2

Dzajic (Yugoslavia).

1

Charlton (B) y Hurst (Inglaterra) y Anastasi, Domenghini y Riva (Italia).

EL PAPEL DE ESPAÑA

Como campeón vigente del torneo continental y una vez consumado otro histórico revolcón en la primera fase del Mundial de Inglaterra, el equipo nacional español afrontaba la fase previa de la tercera edición del Campeonato de Europa. Con el catalán Domingo Balmanya en el puesto del andaluz José Villalonga, el sorteo le había mandado al Grupo 1 junto a las selecciones de Checoslovaquia, Turquía y la República de Irlanda, contra las que debía disputar una liguilla previa en la que sólo el campeón pasaría a los cuartos de final.

Y el estreno, en octubre de 1966, contra Irlanda en Dublín, resultaba absolutamente desalentador. Balmanya había perseguido, sin disimulo, el empate sin goles, con Vavá y Ansola solos en punta, y terminaría lográndolo después de un paupérrimo partido de los nuestros, con dominio infructuoso y contadísimas ocasiones de gol. El punto logrado podría satisfacer los planes del seleccionador, pero la imagen que se acababa de dar había sido absolutamente lamentable. Impropia de todo un campeón de Europa.

Dos meses más tarde, Eire nos devolvía la visita en un campo de Mestalla abarrotado. Los debutantes Jara y José María acompañaban en la línea de ataque a Ansola, con la idea de mejorar la mordiente del equipo. El plan resultará…a medias. España lograba su primera victoria y dos nuevos puntos para su casillero, pero el juego practicado continuaba siendo desastroso. José María y Pirri ponían tierra de por medio ya a la primera media hora, pero todo lo bueno terminaba ahí. La pasividad española y la incapacidad irlandesa ponían la guinda a otro partido para olvidar.

Con tres puntos y líderes provisionales del grupo, los chicos de Balmanya desembarcaban en Estambul para disputar la tercera jornada de la liguilla, ya en febrero de 1967. De nuevo, alineación medrosa de don Domingo, que facilitaba otro empate sin goles y otro chaparrón de críticas al fútbol insulso realizado por el combinado español.

En el mes de mayo, los turcos visitaban San Mamés con la idea de intentar mantener vivas sus escasas posibilidades de clasificación. La ligera mejoría en el juego de España les dejará sin opciones. Los goles de Grosso y Gento descartaban a los otomanos y mantenían a la Selección española en lo alto de la tabla a falta de dos partidos para concluir esta liguilla previa. Dos partidos pendientes frente a Checoslovaquia, el rival más peliagudo del grupo.

El 1 de octubre se jugaba en la capital checa el primero de esos dos trascendentales compromisos. Balmanya volvía a pergeñar una alineación ultradefensiva, buscando sin rubor el empate a cero. Por primera vez en la competición, la táctica del miedo no le dará resultado. Ni Checoslovaquia ni España merecieron ganar. Tampoco hicieron méritos como para perder. Pero un disparo lejano de Horvath que sorprendía a Iríbar, un gol fantasma no concedido a José María y esa incapacidad manifiesta de los chicos de Balmanya para hacer goles a domicilio, decidían el partido a favor de los locales. La interpretación por error del Himno de Riego, en los prolegómenos, ante el estupor de nuestros representantes y directivos, podría considerarse el momento más destacado de todo el partido.

Tres semanas después, en el Santiago Bernabéu, se cerraba la fase clasificatoria para los nuestros. Seguramente en la mejor hora de juego de todo el torneo, con los tantos de Pirri y Gárate de dos espléndidos cabezazos, España  subía al marcador un tranquilizador 2-0… que a punto estuvo de no saber administrar. Como era de esperar, el equipo de Balmanya se echaba atrás en los últimos minutos y casi termina dando el gran disgusto a una afición al borde del infarto. Kuna acortaba distancias a los 75 minutos y, con el agua al cuello, agobiados y achuchados por un conjunto checo que mereció más al final, los chicos de Balmanya lograban alcanzar la orilla sanos y salvos.

Con ocho puntos de doce posibles, concluía esta fase previa para España. La pelota estaba ahora en el tejado de Checoslovaquia, que tenía seis puntos y nos superaba en el golaverage general y también en el particular. Además, aún debía visitar Turquía y recibir a Irlanda. Es decir, con dos simples empates, el equipo checo estaría clasificado. La eliminación española, pues, era cuestión de días y Domingo Balmanya presentaba su dimisión. Pero ocurriría lo inesperado. Checoslovaquia no pasaba del empate en Ankara y, con todo a favor, terminaba claudicando ante Irlanda en Praga, cuando faltaban cuatro minutos para celebrar la clasificación. Una clasificación que correspondía ahora a España, de manera sorprendente y repentina. Balmanya tenía que rectificar y volver a enfundarse el chándal de seleccionador. Había que preparar al equipo para los cuartos de final.

Cuartos de final para los que el bombo nos tenía preparado una bomba. Nada menos que Inglaterra, la gran Inglaterra de los hermanos Charlton, de Banks, de Hurst, de Greaves, de Peters, de Bobby Moore… la Inglaterra campeona mundial, sería el rival con el que nos jugaríamos el pase a las semifinales. La noticia futbolística estaba servida: el campeón del mundo contra el campeón de Europa, frente a frente.

Si para jugar en Dublín, Estambul y Praga, Balmanya había alineado un once con marcado acento defensivo, con una táctica apocada que casi se olvidaba de la portería contraria, para saltar al imponente estadio de Wembley, donde nunca habíamos ganado y siempre habíamos jugado con un elocuente complejo de inferioridad, el técnico gerundense no se andaba por las ramas. No se esperaba menos de él. De nuevo, muro de contención, marcaje al hombre, dos islotes arriba y a rezar. Para intentar frenar las acometidas locales, el 3 de abril de 1968, el seleccionador español formaba con Sadurní; Sáez, Gallego, Zoco, Canós; Pirri, Poli, Claramunt, Grosso; Amancio y Ansola. Sir Alf Ramsey, por su parte, alineaba a Banks; Knowles, Jackie Charlton, Moore, Wilson; Mullery, Bobby Charlton; Ball, Hunt, Summerbee y Peters.Y el plan casi le resulta al catalán. Un tanto de Bobby Charlton, a los 85 minutos, derribaba el muro visitante y dejaba todo pendiente para el choque de vuelta. La derrota por la mínima se contemplaba en la delegación española como un extraordinario resultado, que, con las reservas lógicas teniendo en cuenta la categoría del rival, se consideraba, desde un moderado optimismo, perfectamente superable.

El 8 de mayo el Santiago Bernabéu presentaba un aspecto inmejorable, propio de las grandes citas y las grandes noches europeas del Real Madrid. El público, entregado con su selección y confiado en la remontada, no dejará de animar en ningún momento. Don Domingo, sustituía a Poli, Claramunt y Ansola, respectivamente, por Rifé, Velázquez y Gento, con respecto al once de la ida. Pretendía más velocidad, chispa y talento para alcanzar las semifinales. Ramsey también realizaba cambios: Bonetti, Newton, Labone y Hunter, ocupaban los puestos respectivos de Banks, Knowles, Jackie Charlton y Summerbee. Gran ambiente, partidazo a la vista y un objetivo tentador: disputar unas semifinales del Campeonato de Europa. España empezaba bien. Controlando la pelota y merodeando con frecuencia el área de Bonetti, aunque sin ocasionarle problemas serios. Inglaterra, parapetada, esperaba su ocasión. Con este tanteo entre ambos púgiles, sin llegar a más, concluía la primera mitad. Tras el intermedio, España se topará con la mala fortuna. Paco Gallego caía lesionado y, sin posibilidades de sustituirlo, Balmanya lo mandaba para adelante en busca del gol del cojo. Jugar con diez jugadores y medio frente a uno de los mejores conjuntos del mundo, le pasará una factura carísima al equipo español. Pero su fe y entrega tendrán premio. A los tres minutos, Amancio adelantaba a España, igualaba la eliminatoria y provocaba un estallido de júbilo en todo el estadio, con un puñado de seguidores, incluso, que saltaban al terreno de juego para abrazarse y agasajar al goleador. La enorme alegría del aficionado español, empero, no durará mucho. Inglaterra tomaba las riendas, consciente de encontrarse ante un rival envalentonado pero también diezmado y, poco a poco, irá acorralándolo. Martin Peters, de cabeza a la salida de un córner y Norman Hunter, aprovechando un pase atrás de Alan Ball, colocaban el 1-2 en el marcador y una losa insalvable para un correoso pero impotente equipo español. Inglaterra seguía adelante y la Selección española era desposeída de su cetro continental. Un cetro que tardará cuarenta largos y frustrantes años en volver a recuperar.




Queridos (y más temibles) enemigos.

El envenenado disparo con el que Toni Kroos superaba al debutante Kiko Casilla (con la inestimable ayuda del anegado y traicionero césped de Balaídos) y sellaba el triunfo para Alemania en el amistoso entre los dos últimos campeones del mundo, el pasado 18 de noviembre en Vigo, suponía el tanto número 593 que la Selección española ha recibido en toda su andadura internacional. Desde que aquel lejano 29 de septiembre de 1920 el belga Robert Coppée abriera el melón del marco  español, en los Juegos de Amberes, un total de 492 jugadores distintos han conseguido superar a nuestros diferentes guardametas a lo largo de los 644 partidos jugados, hasta hoy, por el conjunto español. Cifra a la que habría que añadir a los 15 futbolistas de nuestra Selección que decidieron en algún momento facilitar el trabajo de los delanteros rivales, introduciendo la pelota en el marco propio.

Entre  esos 492 futbolistas se encuentra la flor y nata del fútbol mundial de todos los tiempos, aunque muchos de los más grandes y venenosos goleadores de siempre no llegaran nunca a cantar gol ante nuestros defensas: futbolistas de la talla de Schiaffino, Vavá, Gerd Müller, Cruyff, Maradona, Shearer o Cristiano Ronaldo, consumados especialistas todos en la suerte suprema del fútbol, no lograron (en el caso del portugués, habría que decir hasta el día de hoy) rebasar las manoplas del portero español de turno. Otros gigantes del gol (Pelé, Kocsis, Cubillas, Van Basten, Romario…) ni siquiera tuvieron la oportunidad de batir nuestro marco, pues nunca llegaron a enfrentarse al equipo español. Y dos de los más productivos anotadores de siempre, Di Stéfano y Puskas, sencillamente decidieron jugar con la casaca roja de España, gracias a lo cual, el guardameta español tuvo, durante algunos años, un par de quebraderos de cabeza menos. Lo que pretendo en este informe no es sino enumerar a aquellos jugadores que consiguieron batir más veces la meta española. Un pequeño listado de futbolistas especialmente acertados cuando tenían ante sí un guardameta con el escudo de España en el pecho. Los jugadores más prolíficos a la hora de hacer goles a nuestro equipo. En definitiva, nuestros queridos (y más temibles) enemigos.

En el primer puesto de esta lista, líder indiscutible de la misma además, aparece el portugués Fernando Peyroteo. Nacido en Angola en 1918, Fernando Batista Seixas Peyroteo es uno de los más grandes goleadores de todos los tiempos, conservando según la IFFHS, el mejor promedio realizador de la historia de los torneos de liga de Primera División, al superar la media de 1.6 tantos por partido. Jugó para Sport Luanda, Sporting de Lisboa y Os Belenenses y convirtió 331 dianas en los 197 encuentros que disputó en el campeonato luso. Internacional en 20 ocasiones, con 15 goles marcados, 7 de  los cuales conseguidos contra la Selección española. No hay otro jugador con más tantos anotados a nuestro equipo nacional. Autor de los dos primeros goles que recibió España tras la Guerra Civil, jugó 5 encuentros contra sus vecinos ibéricos entre 1941 y 1949 y tan sólo se quedó sin mojar, curiosamente, en el más renombrado de todos: el del primer triunfo luso sobre las huestes hispanas, en enero de 1947 (Cuadernos de Fútbol nº 58).

Tras el gran ariete portugués, se sitúan en el segundo puesto, ex aequo, tres futbolistas capaces de marcar 4 goles a la Selección española en sus diferentes enfrentamientos. Por orden cronológico, son los siguientes:

Robert Coppée. Belga, nacido en 1895, jugó durante 16 temporadas en el Royale Union Saint-Gilloise de Bruselas. Campeón Olímpico en 1920 con su selección, participó asimismo en los Juegos de París de 1924. Quince veces internacional, consiguió 9 goles para los Diablos Rojos. Casi la mitad (4) se los marcó a España. Responsable directísimo de las dos primeras derrotas en la vida de nuestro combinado: el 29 de septiembre de 1920, en el segundo encuentro de la historia de la Selección, con un hat-trick que nos alejaba de la medalla de oro de los Juegos de Amberes (3-1), y el 4 de febrero de 1923, en el partido número 11 de la singladura española, con un tanto de penalti que significaba el 1-0 definitivo. Entre medias, disputó otro partido contra España, el 9 de octubre de 1921 en Bilbao, saldado con triunfo local por 2-0. Coppée puede presumir, pues, de haberle hecho a España el primer tanto en contra de su historia futbolística y otros tres más. Todos, por cierto, a un tal Ricardo Zamora. Doble mérito.

Gary Lineker. Natural de Leicester, Inglaterra (30-11-1960), Gary Winston Lineker fue uno de los mejores cazagoles de su generación. Perteneció al Leicester City, Everton, FC Barcelona, Tottenham y Nagoya Grampus Eight. Para la selección inglesa jugó 80 partidos y logró 48 goles, sólo uno menos que Bobby Charlton, máximo goleador histórico de los pross. Disputó dos Copas del Mundo, México-86 (donde se proclamó Pichichi con 6 dianas) e Italia-90 (con 4 goles más), consiguió también un Balón de Plata (1986) y uno de Bronce (1991). El 18 de febrero de 1987 jugó su único partido contra la Selección española en un amistoso disputado en el Santiago Bernabéu. La victoria contundente de los ingleses (2-4) tuvo en Lineker al destacadísimo protagonista del choque, al lograr él solito los 4 tantos de su equipo, en un ejercicio casi perfecto de oportunismo, pillería, eficacia y puntería, cualidades todas que le definían como ariete. El, por entonces, delantero del Barça se convertía, de esta forma, en el único jugador capaz de hacerle 4 goles a la Selección española en un solo partido.

Eduardo Vargas. Nacido en Santiago de Chile en 1989, es uno de los mejores atacantes sudamericanos de la actualidad. Eduardo Jesús Vargas lleva disputados hasta la fecha 39 partidos con la selección chilena, en los que ha logrado 18 tantos. Posee el récord de encuentros consecutivos marcando goles para su equipo nacional (6 partidos seguidos). Actualmente en las filas del Queens Park Rangers inglés, ha jugado también en el Cobreloa, Universidad de Chile, Gremio de Porto Alegre, Nápoles y Valencia CF. Se ha enfrentado a España en 3 ocasiones y en todas ha conseguido marcar. El 2 de septiembre de 2011, en un amistoso jugado en la localidad suiza de Saint Gallen, lograba su primer gol como internacional al batir a Casillas a los 19 minutos. Aunque Chile se puso con un 2-0 en el marcador, terminaría claudicando ante los nuestros por 3-2. Dos años justos después, también en un amistoso disputado en Suiza, logró los 2 goles de su equipo en el empate final registrado entre ambas selecciones (2-2). El último enfrentamiento de Vargas contra nuestro combinado nacional, dolorosísimo para nosotros, se produjo en Maracaná, el pasado 18 de junio, en el partido que suponía nuestro adiós al Mundial de Brasil. En la victoria chilena por 2-0, Vargas abrió el marcador a los 19 minutos, con su cuarto tanto marcado al conjunto español. Una marca que, al ser un jugador en activo, podría seguir aumentando si vuelve a cruzarse en nuestro camino.

Por último, en el tercer escalón de este particular ránking con los goleadores más efectivos contra España, aparecen aquellos jugadores que en sus respectivas carreras internacionales lograron marcar 3 goles al conjunto español. De nuevo por orden cronológico, son los que siguen:

Adolfo Baloncieri. Talentoso interior italiano, nacido en 1897, que se enfrentó a nuestro combinado nada menos que en 9 ocasiones entre 1920 y 1930, incluidos tres Juegos Olímpicos consecutivos (Amberes-20, París-24 y Amsterdam-28). Logró batir nuestro marco en 3 ocasiones, que serían 4 si aquel disparo que rebotó en la bota de Vallana y supuso nuestra eliminación de la Olimpiada parisina, no hubiera sido considerado autogol del defensa español. Contribuyó con un tanto al escandaloso 7-1 con el que los transalpinos nos eliminaron de los Juegos de Amsterdam y que es, todavía, la derrota más abultada en la historia de nuestra Selección. Internacional en 47 ocasiones, con 25 goles, tuvo una prolífica carrera como entrenador una vez colgadas las botas.

Pinga. Artur Sousa, Pinga, delantero portugués del FC Porto, marcó 3 goles a España en sus 7 enfrentamientos, entre 1930 y 1941. Durante los años de nuestra Guerra Civil, jugó 2 partidos más contra el conjunto español (marcó en ambos), no considerados oficiales por la Federación Española, aunque sí por la Portuguesa, que le computa en total 21 presencias con la Seleção y 9 goles.

Josef Bican. Uno de los grandes olvidados del fútbol. Según las fuentes más fidedignas (IFFHS), Pepi Bican anotó 749 goles en sus 485 partidos oficiales contando todas las competiciones, que lo convierten en el futbolista con mejor promedio goleador de la historia del fútbol. De padres checos, nació en Viena en 1913 y formó parte del gran Wunderteam, la brillante selección austríaca de mediados de los años 30, a la que sólo la parcial actuación del colegiado sueco Ivan Eklind contra Italia, le privó de disputar la final del Mundial-34. Tras la invasión de Austria por parte de la Alemania nazi, solicitó la nacionalidad checa lo que le abrió las puertas de aquella selección. Entre otros equipos, jugó para el Rapid de Viena y el Slavia de Praga, con el que consiguió 534 tantos en 10 temporadas. Internacional por Austria en 19 ocasiones (14 goles) y 14 por Checoslovaquia (12 dianas). En una ocasión se enfrentó a nuestra Selección y, por supuesto, dejó su firma: 3 goles en la victoria de Austria en Madrid, el 19 de enero de 1936 (4-5), que significaba la primera derrota de España en campo propio. Velocísimo, técnico, habilidoso, gran rematador, casi infalible, se decía de él que convertía 9 de cada 10 ocasiones que se le presentaban. Un fenómeno de difícil parangón, al que le faltó dar el salto a la Europa occidental (Kubala, Puskas, Kocsis…) para que su figura alcanzara el reconocimiento y la repercusión mundial que se merece.

José Travassos. Con 3 tantos a España en 5 enfrentamientos entre 1947 y 1950, José António Barreto Travassos fue autor de 2 de los 4 goles con los que Portugal derrotaba a nuestro equipo por vez primera en su historia, en enero de 1947. Volvió a batir a un guardameta español el 2 de abril de 1950, en la eliminatoria previa al Mundial de Brasil de aquel año, aunque su gol no sirviera para evitar la clasificación de España. Nacido en 1926, destacó en el Sporting de Lisboa y fue 35 veces internacional, convirtiendo un total de 6 goles.

Francisco Luis Palmeiro. Otro portugués en la lista de futbolistas con 3 goles marcados a España, los únicos que logró como internacional. Nacido en 1932, el 3 de junio de 1956, en Lisboa, se enfrentaba por primera y única vez a nuestro combinado. El resultado final de 3-1 para los lusos tuvo en Palmeiro al indiscutible protagonista, al anotar los 3 goles de su selección. Jugador del Portalegrense y Benfica entre otros varios, su corta carrera internacional (3 partidos) tuvo, sin duda, su momento de gloria en el encuentro contra España.

Jackie Mudie. Nació en Dundee, Escocia, en 1930 y se mantuvo durante 20 años como profesional, goleando, entre otros equipos, para el Blackpool y el Stoke City. Delantero centro potente y de buen control de balón, John Knight Mudie anotó 9 dianas en sus 17 entorchados internacionales, 3 de ellas a España. En mayo de 1957, durante la clasificación para la Copa del Mundo de Suecia, tuvieron lugar sus 2 enfrentamientos contra nuestro equipo. En el primero, disputado en Hampden Park, un hat-trick  de Mudie contribuía decisivamente a la victoria local (4-2). A pesar de perder en Madrid en la devolución de visita (4-1), Mudie y sus compañeros lograron aquella clasificación, para jugar el segundo Mundial en la historia de Escocia y dejar en la cuneta al equipo de los Kubala, Di Stéfano, Gento, Luis Suárez, Ramallets y compañía.

Johan Devrindt. Delantero belga nacido en 1945, jugó entre otros conjuntos, en el Anderlecht y el PSV Eindhoven. Con su selección sumó 15 dianas en 23 encuentros y participó en el Mundial de México-70. Precisamente, sus 3 goles marcados a la Selección española tuvieron mucho que ver para que Bélgica disputara aquel campeonato y, desde luego, para que no lo hiciera España. En diciembre de 1968, un gol de Devrindt en el Bernabéu daba un punto a Bélgica en plena fase clasificatoria. Dos meses más tarde, en Lieja, un doblete del mismo ariete terminaba con las esperanzas españolas de meterse en el Mundial y otorgaba medio billete a los Diablos Rojos. La incapacidad de nuestros chicos y el acierto de Devrindt ante Sadurní e Iríbar, causas principales, pues, de aquel adiós a México.

Dudu Georgescu. Posiblemente, el mejor nueve que ha dado Rumanía. Aunque jugó en varios equipos, Dudu, nacido en 1950, destacó fundamentalmente en el Dinamo de Bucarest, con el que conquistó cuatro Ligas y del que es aún su máximo goleador histórico. Con 252 tantos en 370 partidos, es también el jugador con más goles marcados en la historia del campeonato rumano. Bota de Oro en 1975 (33 goles) y 1977 (47), Georgescu defendió la camiseta nacional en 44 ocasiones, en las que materializó 21 tantos. Entre 1975 y 1979, durante tres fases clasificatorias consecutivas (para  la Eurocopa-76, el Mundial-78 y la Eurocopa-80), Dudu se convirtió en el dolor de muelas, casi recurrente, de nuestros centrales. En 6 partidos clasificatorios hizo 3 goles y mantuvo una encarnizada disputa con defensas de la talla de los Benito, Pirri o Migueli. Eso sí, nunca logró una clasificación con su selección ni tampoco dar el salto a otra liga más competitiva. España le privó de lo primero y el régimen comunista de Ceaucescu le impidió lo segundo.

Zinedine Zidane. No necesita ninguna presentación. Nacido en Marsella en 1972, Zizou, ha sido uno de los mayores talentos de este deporte. Campeón del mundo y de Europa con su selección, coleccionó toda clase de títulos y galardones personales a lo largo de su exitosa carrera. Jugó en el Cannes, Girondins, Juventus y Real Madrid. Fue 108 veces internacional y convirtió 31 goles. A nuestra Selección le tocó sufrirlo en 5 ocasiones entre 1996 y 2006, en las que el mago marsellés hizo 3 tantos. En la inauguración del Estadio de Francia, en enero de 1998, un gol suyo significaba el 1-0 final y la primera derrota de España tras 31 encuentros invicta. En la Eurocopa de Bélgica y Holanda del año 2000, abrió el marcador para su equipo con un magistral lanzamiento de falta. Francia se impuso finalmente por 2-1 y selló su pase para las semifinales de un torneo que terminaría conquistando. El último gol de Zidane a España también fue doloroso para nuestro fútbol. El 27 de junio de 2006 cerraba la cuenta de su equipo en los octavos de final del Mundial de Alemania y nos metía de nuevo en el avión de vuelta. Ese año jugó su segunda final mundialista y logró su tercer tanto, algo de lo que sólo los brasileños Vavá y Pelé y el inglés Hurst pueden presumir también.

David Healy. Norirlandés, nacido en 1979, es, por orden cronológico, el último de esta lista de 10 futbolistas capaces de hacerle 3 goles a España y el cuarto, hasta hoy, que ha logrado un hat-trick frente al combinado nacional español. Delantero de nivel medio, que ha militado en diferentes equipos de la liga inglesa y escocesa (Manchester Utd., Norwich, Leeds Utd., Rangers…), pero toda una figura en su país. No en vano, es el máximo anotador en la historia de la selección de Irlanda del Norte (35 goles en 74 partidos) y el único futbolista capaz de marcarle 3 goles a Iker Casillas en partido internacional. El 6 de septiembre de 2006 los norirlandeses nos derrotaban en Belfast por 3 tantos a 2, camino de la Eurocopa 2008. Healy, autor de los 3 goles de su equipo, se convirtió en mito nacional. En total, disputó 5 partidos contra España entre 2002 y 2007 y su hazaña goleadora dejó huella en nuestro país: se llevó por delante a Raúl, que no volvió a la Selección, y a punto estuvo de costarle el puesto también a Luis Aragonés.




Historias de la Selección (V). Eurocopa-84: una hazaña inesperada (14-27 de junio de 1984).

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Tras la decepción sin parangón que supuso para nuestro fútbol el Mundial-82, el madrileño Miguel Muñoz tomaba los mandos de la maltrecha nave del equipo nacional sustituyendo al desafortunado José Emilio Santamaría. La labor que se le presentaba al bueno de don Miguel no era, en absoluto, sencilla. Recomponer una Selección que había tocado fondo y tenía a su propia afición con la ilusión y esperanza por los suelos. Sin embargo, con un juego no especialmente brillante pero sí eficaz, serio y competitivo, logrará formar un nuevo combinado español capaz de realizar una solvente fase clasificatoria para la Eurocopa de Francia, con seis victorias, un empate y una sola derrota, en ocho compromisos. Eso sí, el único lunar, el partido perdido en Rotterdam ante Holanda, casi nos deja fuera. Ese traspié obligaba a las huestes de Muñoz a la machada de derrotar a la selección de Malta por once goles de diferencia en la última jornada clasificatoria, para poder obtener el primer puesto del grupo que daba derecho a disputar la fase final. La brillante, asombrosa y épica goleada por 12-1 que rubricaba el pasaporte para la Eurocopa.

Los partidos preparatorios posteriores, sin embargo, mantienen el ánimo del aficionado español bajo mínimos. Con un fútbol vulgar, anodino y espeso, el combinado nacional se presenta en el país vecino sin que nadie sepa muy bien a qué demonios juega. Muñoz mantiene la confianza en su bloque y es de los pocos que confía en realizar un papel digno. España está en el grupo B, con Rumanía, Portugal y Alemania Federal. Los dos primeros se cruzarán con los clasificados del grupo A, en las semifinales. El debut, frente a Rumanía el 14 de junio, en Saint-Etienne, es absolutamente desalentador. Empate y gracias, frente a un combinado con recursos y calidad, que ha dejado sin Eurocopa a Italia, campeona del mundo. Lamentable partido de los chicos de Muñoz, incapaces de hacer ocasiones claras de gol. Carrasco, de penalti, y Bölöni, ambos en la primera mitad, marcan para sus equipos, resultado que se mantendrá hasta el final. No se ha perdido en el estreno, que siempre es importante, pero, una vez más, el futuro del equipo en el campeonato se presume muy poco halagüeño. El día 17 viajamos a Marsella para medirnos a Portugal, que ha empatado en su primer compromiso con los alemanes. Muñoz introduce una variante en el centro del campo insólita que le dará un gran rendimiento. Coloca a Julio Alberto de interior, formando una banda izquierda incisiva y afilada junto a Gordillo. Con Camacho también en el campo, el equipo juega con tres laterales zurdos. Pero no se aprecian signos de mejoría hasta mediada la segunda parte, después de que Sousa, con un gran tanto, adelantara a su equipo. La entrada de Sarabia proporciona al equipo la chispa y profundidad que tanto necesita y por vez primera en la competición, España, por debajo en el marcador, domina el partido. Crea ocasiones y llega con cierto peligro al área lusa, cuya defensa es rocosa y expeditiva. Tiene que ser Santillana, aprovechando un rechace, a los 73 minutos, el que logre la segunda igualada del torneo para los nuestros.  Dos partidos, dos empates y unas sensaciones muy pobres. Así las cosas, el 20 de junio, el parisino Parque de los Príncipes va a ser, previsiblemente, el escenario de nuestro adiós al campeonato. Jugamos el último partido del grupo nada menos que ante los alemanes, campeones de Europa y subcampeones del mundo, siempre favoritos y a los que necesitamos vencer para pasar a semifinales. Casi nada. Pero, por una vez en la historia y sin que haya servido de precedente, el equipo nacional logrará imponerse en un enfrentamiento decisivo, ante un rival superior y con todos los pronósticos en su contra. El encuentro, sin embargo y como era de esperar, no fue un camino de rosas. Ni mucho menos.

Arconada; Señor, Maceda, Goicoechea, Camacho; Víctor, Gallego, Julio Alberto, Gordillo; Carrasco y Santillana, son los once hombres en los que confía Muñoz para intentar la gesta de pasar a las semifinales. Alemania, mucho mejor técnica y tácticamente, se hace dueña de la pelota desde el inicio. Jugadores como Matthäus, Rummenigge, Allofs, Völler o Littbarski crean muchos problemas a nuestra zaga, un tanto nerviosa, pero perfectamente resguardada por un sensacional Arconada, que acabará desquiciando a los germanos con sus felinas intervenciones. Bueno, Arconada y sus postes, que repelen hasta en tres ocasiones sendos disparos de los jugadores teutones. Sin embargo, la ocasión más clara la va a tener España justo antes del descanso, cuando Carrasco manda ingenuamente a las manos de Schumacher un penalti cometido sobre Salva (sustituto de Goicoechea, lesionado), tras un perfecto contragolpe del equipo. En la segunda parte nuestro combinado toma las riendas, consciente de que este resultado (y la victoria de Portugal sobre Rumanía) lo manda a casa y se hace con la posesión de la pelota. Comienza a dominar, a jugar como no lo había hecho antes y dispone de varias ocasiones claras que le hacen creer en sus posibilidades, aunque es Alemania, ahora a la contra, la que sigue dando los mayores sustos. A los ochenta y nueve minutos, cuando la Federación ya ha reservado el billete de vuelta y toda España espera una nueva y decepcionante eliminación, Señor centra una pelota desde la derecha y Maceda, anticipándose a todos y lanzándose en plancha, conecta un cabezazo salvador que nos mete en semifinales y a él, en la posteridad. Euforia apoteósica de los nuestros y desolación en los alemanes que, increíble e inesperadamente, deben hacer las maletas.

Cuatro días después, en las semifinales de Lyon, nos espera un extraordinario equipo: Dinamarca, gran revelación del torneo, que cuenta con una de las mejores parejas atacantes del fútbol mundial: Preben Elkjaer-Larsen y Michael Laudrup. Y poco tardarán en demostrarlo. Muñoz sigue confiando en Juan Señor como falso lateral derecho, en Salva García como el defensa central sustituto de Goico y en ese experimento exitoso de los tres laterales zurdos. Pero, a los seis minutos de partido, tras un rechace propiciado por el enésimo  paradón de Arconada a cabezazo de Elkjaer, Lerby adelanta a los suyos y pone las cosas muy cuesta arriba para España. Nuestros jugadores, que llevan una línea claramente ascendente y con la moral por las nubes después de su campanada ante los germanos, no se descomponen y  plantan cara a sus adversarios. El enfrentamiento, loco por momentos, resulta vibrante, sin tregua y con claras ocasiones de gol en ambas porterías,  aunque el marcador no se volverá a mover en todo el primer período. En la reanudación España se vuelca en busca del empate lo que propicia contragolpes peligrosos de los nórdicos. Arconada, colosal todo el torneo, se supera a sí mismo y firma la mejor actuación de su vida. Miguel Muñoz, visto el panorama, decide jugársela con Sarabia en el campo, nuestro principal revulsivo en los anteriores compromisos. Y es precisamente una gran jugada del delantero vasco, a los sesenta y siete minutos, la que da lugar al empate, al producirse un rechace y aprovecharlo Maceda, otra vez él, para igualar la contienda. Con el 1-1, se llega a la prórroga. En ésta nuestro equipo merece más premio pero ya no puede ni con su alma y los penaltis son inevitables. La tanda es emocionante, intensa. Arconada rechaza el lanzamiento de Laudrup, pero el inglés Courtney lo manda repetir, con las inevitables protestas de los nuestros. Con empate a cuatro aciertos, Elkjaer, el mejor de los daneses, se dispone a lanzar el último penalti de su equipo. Coloca el esférico, toma carrera, chuta… y la pelota se pierde por encima del travesaño. España entera contiene  la respiración. En las botas de Manu Sarabia está el pase a la gran final. Su zurdazo seco y a media altura, al fondo de la red, parece ser impulsado, al mismo tiempo, por todos los españoles. ¡¡Gooooooool!! ¡¡España a la finaaaaal!! La alegría es inmensa. Prácticamente olvidada. Veinte años y muchos fracasos después, volvíamos a meternos en una final continental.

Y la final, jugada en el Parque de los Príncipes, el día 27, frente a los anfitriones y en presencia de las máximas autoridades de ambos países, resultará un homenaje de nuestra Selección a su propia historia. Esa historia que, salvo excepciones, se ha escrito a base de sufrimientos, decepciones, desencantos, desilusiones, fallos clamorosos e injusticias arbitrales. El equipo francés, sin lugar a dudas el mejor de toda la Eurocopa y con su capitán, Michel Platini, como máxima figura del fútbol europeo, se va a dar de bruces, sin esperarlo, con la mejor España que se había podido ver en toda la competición. Seriamente mermada por la ausencia de tres de sus principales puntales, Gordillo, Maceda y Goicoechea, la Selección debe formar con Arconada; Urquiaga, Salva, Gallego, Camacho; Señor, Víctor, Francisco, Julio Alberto; Carrasco y Santillana. Un once de circunstancias que, con decisión y buen fútbol, se hace dueño de la situación, amarrando hasta la desesperación a los mejores hombres rivales (el marcaje de Camacho a Platini todavía se recuerda a orillas del Sena) y desplegando sus mejores armas en ataque para poner en serios aprietos a la zaga local en varias ocasiones. Nuestro equipo controla sin apuros el partido y Arconada, sorprendentemente, se ha convertido en un espectador más. El equipo galo no ve la pelota y el estadio es una tumba. Pero esa particular historia que la Selección ha ido creando a través de los tiempos tocaba personificarse esa tarde en la figura del colegiado. El checo Vojtech Christov decide jugar para Francia y nos amarga la fiesta. Nos aburre a faltas, la mayoría inexistentes, nos priva de jugadas claras a favor, concediéndonos tan sólo las más intrascendentes, desespera a los españoles con sus parciales decisiones (deja de pitar, por ejemplo, un penalti claro en el área local y señala córner en un remate de Santillana que Le Roux saca, posiblemente, de dentro) y poco a poco va dando alas a los franceses que no necesitan mucho  para desnivelar un partido. A los doce minutos del segundo tiempo, Platini, inédito hasta entonces, se dispone a sacar una falta al borde del área, que sólo ha visto Christov. La tira por abajo, floja y sin peligro. Arconada se lanza bien y atrapa la pelota… pero inexplicablemente, se le escurre bajo su cuerpo. Es el uno a cero. Ese fallo, el único de un Arconada extraordinario en todo el Europeo, arruina nuestras esperanzas, hunde por completo al equipo y marca el devenir del resto del encuentro. Francia, con mucho más oficio, se adueña del esférico y aunque España sigue intentándolo, ni Christov ni ahora tampoco los franceses, le dejan reaccionar. En las postrimerías del partido, en un contragolpe de Francia con los españoles volcados en la otra portería, Bellone sella el dos a cero final.

El campeonato ha terminado. Francia, unánimemente considerada la justa campeona, no ha sido mejor que España en la gran final, pero ese error de Arconada y la alevosa actuación del colegiado checo nos habían privado de una victoria absolutamente histórica. No obstante, la Eurocopa-84, sorprendente e inesperada por parte de los nuestros, si tenemos en cuenta dónde estaba el equipo hace tan sólo dos veranos, ha quedado como uno de los grandes recuerdos de la Selección.

CONTEXTO HISTÓRICO

Algunos hechos que marcaron el año 1984, fueron los siguientes:

Es asesinada en Nueva Delhi Indira Gandhi, presidenta del Gobierno indio. Tienen lugar las primeras elecciones democráticas en Uruguay, desde 1973. Julio María Sanguinetti resulta el vencedor en las urnas. Nace en Barcelona el primer bebé probeta de España y se realiza, también en la Ciudad Condal, el primer trasplante de hígado en nuestro país. Rafael Alberti gana el Premio Cervantes de Literatura. Boicot de 14 países de la Europa del Este a la XXIII edición de los Juegos Olímpicos, celebrada en Los Ángeles. Konstantin Chernenko es elegido nuevo secretario general del Partido Comunista de la URSS. El republicano Ronald Reagan resulta reelegido presidente de los Estados Unidos. Apple presenta el primer ordenador personal que se comercializa en el mundo: el Macintosh 128K. En 1984 nacieron los futbolistas Andrés Iniesta, Fernando Torres y Arjen Robben, el baloncestista LeBron James, la actriz Scarlett Johansson o el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. Ese mismo año, fallecían personalidades como Johnny Weissmüller, Julio Cortázar, Enrico Berlinguer, Michel Foucault, Richard Burton, Vicente Aleixandre o Francisco Rivera, Paquirri.