El regreso de Di Stéfano al Bernabéu

Después de once temporadas en el Real Madrid, Alfredo Di Stéfano dejó el equipo merengue, de manera convulsa, al finalizar la temporada 1963-64. El origen de aquella decisión estuvo motivado, entre otras causas, por la disparidad de criterios en la táctica que su entrenador, Miguel Muñoz, había dispuesto para enfrentarse al Inter de Milán en la final de la Copa de Europa de aquella temporada, a disputarse el 27 de mayo.

Tras renunciar a aceptar el cargo de secretario técnico –algunas fuentes indican que no se definió concretamente la función- que le habían ofrecido los directivos del Madrid (…”había que renovar el equipo y él debía ser quien pilotara dicha renovación…”) puesto que se consideraba que, con 38 años, ya no estaba en óptimas condiciones para continuar jugando al máximo nivel; Alfredo, sin embargo, consideró que todavía estaba en forma para seguir en activo. Recibió ofertas de, entre otros, Celtic de Glasgow, Milán italiano, y  Español de Barcelona, donde entrenaba su amigo Ladislao Kubala, lo que hizo que se decantara por el equipo catalán para disputar así sus dos últimas temporadas como jugador.

El 19 de agosto de 1964, saltó la noticia. Di Stéfano se comprometía con el Español. Por los medios informativos circuló la foto de la firma del correspondiente contrato acompañado por Kubala, Ricardo Zamora y el presidente Vila Reyes, además de algunos miembros de la directiva españolista.

Di Stéfano, el día de su presentación (foto libro Historia del RCD. Español).

Di Stéfano, el día de su presentación (foto libro Historia del RCD. Español).

Por otra parte, no se produjo ningún acto de despedida en el Madrid. Pero es curioso que en el Boletín del club, nº 172 correspondiente al mes de Septiembre, en su página 7, se publicara bajo el título “Las cartas publicadas”, escritos cruzados con el presidente Santiago Bernabéu de fecha 30 y 31 de mayo, “…con la exposición detallada y documental de todas las circunstancias que han concurrido en la terminación del contrato con Alfredo Di Stéfano…”.

La finalización del contrato se llevo a cabo con fecha 30 de junio mediante la firma de un documento que decía así: “En Madrid, a treinta de junio de mil novecientos sesenta y cuatro, reunidos de una parte, D. Raimundo Saporta Namias y D. Antonio Calderón Hernández, Vice-Presidente y Gerente respectivamente del Real Madrid C. de F., y de otra D. Alfredo Di Stéfano Laulhe, acuerdan lo siguiente:

1º.- Con esta fecha, queda cancelado el contrato firmado entre ambas partes, en virtud del cual el Sr. Di Stéfano Laulhe quedaba comprometido como jugador profesional del Real Madrid C. de F.

Y para quedar ambas partes obligadas, firman el presente documento por cuadruplicado y a un solo efecto, en el lugar y fecha arriba indicados.”

Una vez desvinculado de la disciplina del equipo merengue, comenzó su trayectoria en el Real Club Deportivo Español, donde la plantilla periquita estaba muy renovada. Se había incorporado el meta Carmelo, el levantinista Vall, del Sevilla había llegado Juan Manuel, del Real Valladolid procedían Ramírez y Rodilla, el bético Kuszmann…

Y los caprichos del calendario de la temporada 1964-65, emparejó en la primera jornada de liga, al Español y al Real Madrid. El 13 de septiembre se jugó en Sarriá, venciendo el equipo de la capital por 1-2, con goles de Puskas, dando la vuelta al marcador del gol convertido por el españolista Ramírez. Las alineaciones fueron, por parte local, Carmelo, Juan Manuel, Bartolí, Riera, Kuszmann, Ramírez, Vall, Idígoras, Di Stéfano, Rodilla y Martínez. El Real Madrid jugó con Araquistáin, Isidro, Santamaría, Miera, Müller, Zoco, Amancio, Félix Ruiz, Grosso, Puskas y Gento. Por cierto, el mismo día del encuentro Santiago Bernabéu, había sido reelegido presidente. Entre los acuerdos que se trataron en aquella Asamblea estuvo la vuelta o no del representante del Madrid al seno de la Federación Española; tras un amplio debate se resolvió por votación. De los asistentes, solamente cuatro se pronunciaron a favor del retorno así que, en consecuencia, el Madrid seguiría sin represente federativo.

Di Stéfano volvió a jugar contra el Real Madrid en Sarriá en la temporada siguiente. El 6 de febrero de 1966, en la jornada 22, finalizando el encuentro con empate a un gol.

Pero, en aquellas dos temporadas, Alfredo no participó en los partidos disputados en el estadio Santiago Bernabéu. En la primera temporada, el 3 de enero de 1965, en la jornada 16, se encontraba lesionado. Según indicó el médico del club, tenía la mano derecha inmovilizada, con una previsión de curación de unos veinte días. Venció el Madrid por 1-0, gol de Pirri. Sin embargo, Di Stéfano sí jugó el siguiente encuentro frente al Córdoba el 10 de Enero.

En el curso siguiente, temporada 1965-66, el Español visitó de nuevo al Madrid el 17 de octubre, en la jornada 7, con marcador final de empate sin goles. Y, de hecho, tuvo la posibilidad de enfrentarse a su antiguo club, pero volvió a ausentarse del estadio madridista, al encontrarse igualmente lesionado; se informaba que “…en la actualidad continúa en tratamiento de radioterapia…”. Es probable que en ambos descartes prefiriera evitar su presencia. En la jornada siguiente fue alineado frente al Barcelona el 31 de octubre con resultado de empate a un gol.

Pero, por esas casualidades del destino, en la Copa del Generalísimo correspondiente a la temporada de 1964-65, en dieciseisavos de final, el sorteo deparó un enfrentamiento entre el Real Gijón y el Español. En el encuentro de ida, jugado en El Molinón, lo ganaron los asturianos por tres a uno, venciendo los catalanes en la vuelta por dos a cero. En aquellos años, al vencer cada equipo un partido, y no computar el total de goles obtenidos, para decidir qué equipo se clasificaba para la siguiente ronda, tal circunstancia se resolvía mediante partidos de desempate.

El encuentro para determinar el ganador de la eliminatoria se disputó en el estadio Santiago Bernabéu el 18 de mayo de 1965. Fue el regreso de Di Stéfano al estadio de sus éxitos, con otra camiseta distinta a la blanca. A las 8,45 de la tarde, y ante solamente quince mil espectadores, pues al aficionado madridista le atraía muy poco esa eliminatoria, con arbitraje de Juan Gardeazábal, los equipos presentaron estas formaciones. Por parte del Gijón jugaron Cobo, Medina, Alonso, Uribe, Puente, Eraña, Montes, Del Cueto, Solabarrieta, Pocholo y Amengual. Por el Español participaron Carmelo, Bartolí, Alfonso, Ramírez, Riera, Tejada, Idígoras, Di Stéfano, Rodilla y Martínez. El resultado al cumplirse el tiempo reglamentario de juego era de empate a dos. Rodilla marcó a los 10 minutos, empatando en la segunda parte en el minuto 58 Del Cueto; diez más tarde, Martínez volvió a adelantar al Español, igualando el marcador Bartolí –en propia puerta- en el minuto 72. Al mantenerse el empate hubo de jugarse una prórroga de treinta minutos. Di Stéfano marcó en la segunda parte de la misma, si bien, Pocholo estableció el resultado final. Empate a tres goles, por lo que esta igualada forzaba un nuevo encuentro a disputarse dos días después en el mismo escenario.

Mientras tanto, el mismo día del segundo partido, 20 de mayo, se había producido un hecho relevante que pudo influir en el resultado de la eliminatoria. Según información del firmante de este artículo, sobre las tres y media de la tarde el entrenador Ladislao Kubala fue sustituido -según  unas fuentes- de manera fulminante, por lo que ni siquiera estuvo en el banquillo, figurando provisionalmente Pedro Solé como entrenador del conjunto españolista. Otras informaciones se expresaban con los términos “absurda renuncia”, “baja irrevocable”; por otra parte, informaba el vicepresidente Manuel García Ranzini “…de resultas de la renuncia efectiva de Ladislao Kubala como entrenador del Español…”; al parecer, fue vetada la presencia del hijo de Kubala, Branko, a quien trataba de colocar en el equipo.

En este segundo encuentro, Di Stéfano volvió a ser protagonista en el estadio Bernabéu. A la misma hora del lance anterior, poca afluencia de público y presencia de la lluvia. Arbitró otra vez Juan Gardeazábal, formando los equipos así: los asturianos se presentaron los mismos jugadores del partido anterior. El Español jugó con Carmelo, Juan Manuel, Bartolí, Riera, Ramírez, Kuszmann, Vall, Ramoní, Di Stéfano, Rodilla y Martínez. El tiempo reglamentario finalizó con empate a cero. De nuevo, prórroga.  En el minuto 102, Puente inauguró el marcador para los asturianos, pero dos minutos antes de finalizar el tiempo extra, Ramoní, logró de nuevo empatar. Finalizados los treinta minutos extras, estaba prevista una “reprórroga”, cambiando los equipos de campo cada diez minutos, hasta que alguno de los contendientes lograra el gol resolutivo, en cuyo momento se daría por terminado el juego. También preveía el Reglamento que “si por falta de luz u otras circunstancias” no se llegara a ninguna conclusión, se jugaría un nuevo partido, que haría el número cinco de la eliminatoria. La luz no iba a faltar en el estadio, y solo esas “circunstancias” no definidas por el Reglamento podrían dar lugar a ese quinto encuentro, que ya tendría carácter resolutivo, pues cumplidas las previsiones del anterior y de subsistir la igualada, si las circunstancias aconsejaran al árbitro dar por terminado el juego, entonces se computaría el número de corners y aquel equipo que contabilizara más a su favor seguiría adelante en la Copa.

La “reprórroga” se decidió en el minuto 126 con gol marcado por Solabarrieta, con lo que la eliminatoria finalizó y Di Stéfano se despidió de su estadio alrededor de las 12 de la noche cuando el graderío estaba ya medio vacío.

Tiempo después, el 7 de junio de 1967, con el Bernabéu como escenario, tuvo lugar un partido de homenaje a La Saeta Rubia, disputado contra el Celtic de Glasgow, vigente campeón de Europa, pero esa es otra historia.

Dedicado a Franchute.




Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento

Hace menos de un mes, que “el fransuá” Kopa nos dejó. Tal circunstancia nos ha hecho recordar las míticas delanteras blancas que en los más de cien años de vida del equipo blanco han pasado a la historia.

Aunque cada aficionado tendrá su preferida, seguro que una de ellas, es la formada por el mencionado Petit Napoleón, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento.

Pero lo más sorprendente es que los componentes de esta delantera, únicamente coincidieron en una sola temporada. La de 1958-1959. Y lo hicieron juntos solo en aquellos meses porque Puskas llegó al Real Madrid en 1958 y en 1959 Kopa fue traspasado al Stade de Reims.

Repasamos, pues, los encuentros de aquella temporada, y sepamos en cuales coincidieron a la vez sobre el terreno de juego estos cinco fenomenales jugadores.

La primera vez que se alinearon todos fue en el encuentro jugado en Buenos Aires, en el estadio Monumental, el 15 de agosto de 1958. Arbitró el colegiado austriaco Erwin Hieger. Ganó el Real Madrid por 0-1, con gol de Rial a los 8 minutos de juego. El equipo madrileño formó con Alonso (Domínguez  45’), Atienza, Santamaría, Lesmes, Santisteban, Zárraga, Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas (Mateos 55’) y Gento.

En el mismo estadio, el 21 de agosto de 1958, se enfrentaron al San Lorenzo de Almagro. Arbitró de nuevo el Sr. Hieger. Venció el Real Madrid por 2-3. Puskas marcó en los minutos 13 y 20; el argentino Herrera acortó distancias en el 38; Rial aumentó la ventaja un minuto después, y Santisteban, en propia puerta, estableció el resultado definitivo. El equipo blanco presentó esta alineación: Alonso, Atienza, Santamaría (Marquitos 70), Lesmes, Santisteban, Zárraga, Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento.

Cuatro días más tarde, el 25 de agosto, y disputado en el estadio Centenario, de Montevideo, encuentro contra el Nacional uruguayo. Arbitró el local W. Rodríguez. Empate a cero. Los merengues jugaron de inicio con esta alienación: Alonso, Atienza, Santamaría (Marquitos 45’), Lesmes, Santisteban, Zárraga (Ramos 45’), Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento.

El 30 de agosto, ya en España, el Real Madrid disputó el IV Trofeo Carranza, de Cádiz. En la semifinal se enfrentó al equipo austriaco del Wiener. Arbitró el colegio Ortiz de Mendívil. Ganó el equipo de la capital por 5-3. Los goles fueron marcados por Puskas (cuatro) y Rial. Formaron de esta manera: Alonso, Atienza, Marquitos, Lesmes, Santisteban (Ramos 46’), Zárraga, Kopa (Herrera 75’), Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento.

La final, al día siguiente, la disputaron contra el Sevilla. El Real Madrid ganó por 2-0. Arbitró el Sr. Blanco Pérez. Los goles fueron marcados por Di Stéfano en el minuto 26 y por Gento, en el 52. La alineación fue la compuesta por Alonso, Atienza, Marquitos, Lesmes, Santisteban (Ramos 46’), Zárraga, Kopa, Rial (Mateos 74’), Di Stéfano, Puskas y Gento.

LIGA, TEMPORADA 1958-1959:

Detallamos los delanteros que disputaron las jornadas de aquella Liga:

1

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Herrera

2

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Herrera

3

Kopa Rial Di Stéfano Marsal Gento

4

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Gento

5

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Gento

6

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Gento

7

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Gento

8

Kopa Joseíto Di Stéfano Puskas Gento

9

Kopa Rial Di Stéfano Herrera Gento

10

Kopa Herrera Di Stéfano Puskas Gento

11

Kopa Marsal Di Stéfano Puskas Gento

12

Kopa Rial Di Stéfano Herrera Gento

13

Kopa Rial Di Stéfano Herrera Gento

14

Kopa Rial Di Stéfano Herrera Gento

15

Kopa Santisteban Di Stéfano Puskas Herrera

16

Kopa Joseíto Di Stéfano Puskas Herrera

17

Kopa Joseíto Di Stéfano Puskas Herrera

18

Kopa Mateos Di Stéfano Puskas Herrera

19

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Herrera

20

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Herrera

21

Kopa Herrera Di Stéfano Puskas Gento

22

Kopa Herrera Di Stéfano Puskas Gento

23

Kopa Herrera Di Stéfano Puskas Gento

24

Kopa Rial Herrera Puskas Gento

25

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Gento

26

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Gento

27

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Gento

28

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Gento

29

Kopa Rial Herrera Mateos Gento

30

Kopa Rial Di Stéfano Puskas Herrera

Ocho encuentros disputaron juntos. En las jornadas 4, 5, 6, 7, 25, 26, 27 y 28.

Aquella temporada la ganó el Barcelona con 51 puntos, seguido del equipo blanco con 47, tras ganar en 21 encuentros, empatar 5 y perder 4, con 89 goles a favor y 29 en contra.

A lo largo del Campeonato, ambos equipos se alternaron en la primera plaza; en la jornada 13ª la ventaja era favorable a los blancos con 23 puntos mientras que los azulgrana tenían 20; pero en la siguiente jornada, el Real Madrid empató a cero, en casa, con el Atlético de Bilbao, y el Barcelona venció por 5 a 0 al Atlético de Madrid, con lo que la ventaja se vio reducida a dos puntos.

Es más, en la siguiente, el Real perdió con el Español por 2-0, mientras el Barcelona ganó al Oviedo a domicilio por 2-4, con lo que la clasificación se igualó a 24 puntos. En las semanas siguientes, se mantuvieron con una ligera ventaja de un punto más para el Barcelona, hasta que en la jornada 25ª, el Barcelona después de vencer por 6-1 a Osasuna y pinchar el Madrid en Valencia empatando a un gol, la ventaja en la clasificación se aumentó a 2 puntos, Barcelona: 42, Real Madrid: 40.

Más tarde, en la 29ª jornada, penúltima del campeonato, dicha diferencia se aumentó a tres puntos, resultando definitiva para la temporada. El Real Madrid perdió con los bilbaínos por 4-1 y, aunque el Barcelona solo empató ante el Atlético de Madrid, la clasificación quedó establecida con 49 puntos por 46 del Real Madrid.

En la última, ya con nada por decidir, El Real Madrid empató en casa con el Español a tres goles, y el Barcelona venció por 7-1 al Oviedo. En aquella última jornada se alinearon Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Herrera; quizá, si Gento no hubiera sido expulsado la jornada anterior, posiblemente se podría haber sumado un encuentro más de estos cinco fenómenos.

KRDPG02Esta fotografía corresponde al archivo particular mi padre, José López Cava –Jolopca- que le servía para, a modo de base de datos en aquellos años para realizar su tarea de intermediario futbolístico. En ella se detallan las alineaciones del Real Madrid en la temporada 1958-59 en Liga.

En la COPA DEL REY, no pudieron alinearse en conjunto dado que en aquellos años no podían disputar encuentro alguno los extranjeros de la plantilla, por lo que Kopa se vio privado de poder participar y, por ende, ampliar los encuentros de nuestros cinco componentes.

Los encuentros que el Real Madrid disputó en aquel campeonato con detalle de sus jugadores delanteros, fueron:

Eliminatoria

Contrario

Dieciseisavos

 Extremadura

Joseíto

Mateos

Di Stéfano

Puskas

Gento

«

«

Joseíto

Villa

Di Stéfano

García

Herrera

Octavos

At. Bilbao

Joseíto

Rial

Di Stéfano

Puskas

Herrera

«

«

Joseíto

Rial

Di Stéfano

Puskas

Gento

Cuartos

Sevilla

Herrera

Rial

Di Stéfano

Mateos

Gento

«

«

Joseíto

Rial

Di Stéfano

Puskas

Herrera

Semifinales

Barcelona

Herrera

Mateos

Di Stéfano

Puskas

Gento

«

«

Joseíto

Rial

Di Stéfano

Villa

Gento

En COPA DE EUROPA, únicamente jugaron en dos encuentros. En Octavos de final contra los turcos del Besiktas y los austríacos del Wiener.

Eliminatoria

Contrario

Octavos

Besiktas

Kopa

Rial

Di Stéfano

Puskas

Gento

«

«

Kopa

Joseíto

Santisteban

Puskas

Gento

Cuartos

Wiener

Kopa

Rial

Di Stéfano

Puskas

Gento

«

«

Kopa

Rial

Di Stéfano

Mateos

Gento

Semifinales

Atl. Madrid

Mateos

Rial

Di Stéfano

Puskas

Gento

«

«

Kopa

Rial

Di Stéfano

Mateos

Gento

Sem. Desem.

«

Kopa

Mateos

Di Stéfano

Puskas

Gento

Final

S. Reims

Kopa

Rial

Di Stéfano

Mateos

Gento

Disputaron juntos otro encuentro más. En la presentación del Real Madrid para aquella temporada, ante el Valladolid, el 6 de septiembre de 1958. El resultado final fue de 2-3 a favor de los vallisoletanos. Arbitró el Sr. Jiménez Luna. El equipo local presentó a Alonso (Domínguez 45’), Atienza (Miche), Marquitos (Ruiz), Lesmes, Ramos, Zárraga (Falín), Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento, si bien, a excepción del húngaro, los otros cuatro fueron sustituidos durante el partido. El Valladolid se adelantó con un rotundo 0-3 en el primer tiempo, con goles de Beke, Mirlo y Pereda, acortando distancias el Real en la segunda parte por medio de Villa y Matito, en propia puerta. Fue la primera vez que Puskas jugó ante los aficionados de Madrid.

Participando juntos, únicamente fueron derrotados en dos ocasiones; la citada ante el Valladolid, y en la 7ª jornada de la Liga, el 26 de octubre de 1958 ante el Barcelona por 4-0. En el estadio Camp Nou, los catalanes formaron con Ramallets, Olivella, Rodri, Gracia, Flotats, Segarra, Tejada, Kubala, Evaristo, Suárez y Czibor. Los madrileños lo hicieron con Alonso, Marquitos, Santamaría, Lesmes, Santisteban, Zárraga, Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. Los goles fueron marcados por Evaristo (tres) y Tejada.

OTROS ENCUENTROS DEL REAL MADRID AQUELLA TEMPORADA:

Fecha Contrario Resultado

De los 5 jugaron:

07/08/1958

Belha Vista 2-1 Kopa y Gento

10/09/1958

Salamanca 3-2 Ninguno

25/09/1958

Madrileño FC. 7-4 Ninguno

02/10/1958

Toulousse 2-1 Di Stéfano y Gento

16/10/1958

Tenerife 3-2 Puskas

30/10/1958

Mallorca 2-1 Ninguno

08/12/1958

Combinado andaluz 3-4 Ninguno

21/12/1958

Chaux Des Fonds 3-1 Di Stéfano, Puskas y Gento

01/01/1959

Stade Reims 2-1 Kopa, Di Stéfano, Puskas (sustituido por Rial) y Gento

28/01/1959

Zurich 5-2 Kopa y Gento

09/04/1959

Murcia 4-3 Ninguno

16/04/1959

Sabadell 0-2 Gento

05/05/1959

Calvo Sotelo 3-0 Ninguno

14/05/1959

O. Játiva 2-2 Ninguno

17/06/1959

Santos 5-3 Mateos(Puskas), Del Sol, Di Stéfano, Gaínza (*) y Gento

30/06/1959

Selección Ámsterdam 4-1 Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento
(*) Partido homenaje a Miguel Muñoz, jugó invitado Gaínza, del Atlético de Bilbao.

En total, aunque Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento solamente disputaron juntos 16 encuentros han pasado a la historia del Real Madrid. Así es el fútbol.




El gol que nadie registró

En el ámbito deportivo llevamos los últimos años viviendo bajo una dictadura de los medios de comunicación, en la cual de todo aquello de lo que no hay imagenes no existe, puede ser un poco tajante pero la realidad es esa. Si viajamos a los tiempos heroicos del fútbol donde no existían grabaciones, la palabra y los textos eran los hilos conductores de las gestas futbolísticas en los cuales se apoyaban las creencias populares sobre cual era mejor o peor jugador. De esta manera fue pasando de generación en generación la hazañas de grandes equipos del siglo pasado como El Gran Torino, el Equipo de Oro del Honved o la Máquina de River, por poner varios ejemplos, al igual que de la misma forma también se hacía para los jugadores, ¿quien duda de considerar a Ricardo Zamora como uno de los mejores porteros de la historia?, cuando sin embargo no son muchos los documentos visuales en los cuales se le puede ver en acción.

Es gracias a las medios de comunicación, quienes al difundir dichas imágenes, hacen que predominen unos hechos sobre otros y se realce aquello de lo cual si se tienen videos. No quiero en este reportaje entrar a valorar más en profundidad estos temas, sino mostrar un ejemplo de como se recuerda en la historia un gol calificado por su protagonista como el mejor gol que hizo en su vida deportiva y del cual no se tiene ninguna imagen o fotografía, tan solo los testimonios de los allí presente.

Vayamos a Bruselas, en concreto al 31 de marzo de 1957, donde viajó la selección española para enfrentarse en un amistoso contra la selección local. Manuel Meana, quien apenas llevaba 2 partidos al frente de la selección, formó un equipo en apariencia sólida pero que venía de empatar en el Bernabéu a 2 con Suiza en la clasificación para el Mundial de Suecia 58, pese a jugar con Suárez, Kubala, Miguel, Di Stefano y Gento entre otros. A las 15:00 desde el conocido estadio de Heysel, España formó con Ramallets, Olivella, Garay, Campanal, Suárez, Zarraga, Maguregui, Miguel, Gento, Di Stefano y Mateos que lucieron camiseta azul clara y pantalón blanco en contraposición de la camiseta roja y pantalón negro de la selección belga.

El partido en sí no tuvo mucha historia y la diferencia entre ambas selecciones quedó patente tanto en el resultado como en el juego, el  0-5 con 2 goles de Luis Suárez, 2 de Di Stefano y Mateos, no dejaba lugar a dudas la diferencia existente entre ambos conjuntos. La prensa así lo reflejo en las crónicas de los enviados especiales.

Marca

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La Hoja del Lunes

La Hoja del Lunes

Sin embargo no vamos a pararnos en el conjunto del partido sino en un detalle del mismo. El partido de Bruselas fue el tercer partido que jugaba Alfredo Di Stéfano tras obtener la nacionalidad española. Un gran debut en Enero de 1957 con un triplete ante Holanda y el mencionado partido ante Suiza, eran el bagaje previo del ariete madridista. La jugada en cuestión de la que hablaremos fue el primer gol de España a los 25 minutos: un balón de Di Stefano hacia Mateos, que le envió la pelota al rojiblanco Miguel que actuó de extremo y quien tras una cabalgada para deshacerse del lateral consiguió centrar a Di Stefano quien decidió como única opción posible golpear de frente a la portería, pero de tacón para conseguir alojar el balón en las mallas. Tan rápida jugada y con resultado inesperado, hizo que no hubiera fotografías de la misma por lo cual solo pudo quedar en la retina de aquellos presentes.

Hablamos de una jugada que explicada ya de por si suena excepcional por la forma del golpeo y el resultado final, pero a la cual si le sumamos un dibujo de la misma aumenta su espectacularidad:

El Maravilloso Mundo del Fútbol

El Maravilloso Mundo del Fútbol

Así rememoraba Di Stefano sus primeros partidos con la selección española y el gol de Heysel en su libro de memorias “Gracias vieja”:

“Mi estreno fue en el Bernabéu. Era como si estuviera en casa. […] De los partidos siguientes recuerdo dos goles. […] El otro gol fue en Bruselas contra Bélgica. Ganamos 5-0 y yo hice el primero de taco. Acrobático. Creo que fue el mejor gol que hice en toda mi carrera y nunca lo he podido ver, ni siquiera tener una foto”

Si el protagonista de aquello, que solamente en el Campeonato de Liga hizo 227 goles, lo calificaba como el mejor gol de todos los que marcó, da una idea de cómo pudo ser. Con los datos que tenemos, hagamos un ejercicio para imaginarnos si un gol similar hubiera sido marcado en la pasada Eurocopa por una de las estrellas que jugaron el torneo. Obviamente las portadas de la prensa y los informativos deportivos iniciarian con ello sus espacios y la repetición de la secuencia del gol sería mostrada hasta la saciedad. Las crónicas serían extensas debido a que los periodistas podrían ver una y otra vez, desde distintos ángulos, la jugada del gol.

Ahora miremos un vistazo el caso contrario, la jugada de un gol espectacular y del cual no existen imágenes ni grabaciones, tan solo testimonios de los allí presentes, veamos como el gol de Di Stéfano fue narrado por periodistas presentes aquel día en Bruselas.

La crónica de Marca la firmó Antonio Valencia, subdirector por aquel entonces del periódico y lo describió así: “25 minutos. Di Stefano pasa a Mateos y este a Miguel. El extremo, desde la banda, centra largo y Di Stefano remata muy angulado, en postura acrobática, que admira el público”, mientras que en la crónica del partido se hacía mención al gol en esta parte: “El público mostraba su descontento discretamente hacia los suyos y aplaudía las jugadas de los españoles. […] Aplaudía y admiraba a Di Stéfano, que, aparte de la acrobacia con que consiguió el primer tanto, realizaba espaciadamente hazañas individuales de profesor”. También se reflejó en la puntuaciones de cada jugador donde indicó lo siguiente: “Comenzó sin gran relieve y se animó al marcar de fantasía”.

Tras el partido, el propio Di Stefano, en unas declaraciones a la agencia Mencheta recordaba el gol: “[…] las cosas nos ha salido bien sobre todo al mi al rematar en aquella postura difícil el primer gol de la tarde. Desde luego diga usted que eso no sale siempre”.

Para ABC la narración del gol venía en la propia crónica de su enviado especial, Lorenzo López Sancho: “[…] El primer tanto de la tarde salió ya prefabricado de la bota derecha de Campanal, cuando el defensa sevillista largó uno de sus contadisimos despejes templados y puso el balón a los pies de Di Stefano. Este tras una rápida finta, cedió el cuero a Mateos, se colocó en vanguardia, y al llegarle a media altura el centro de su interior, remato habilisimamente, sorprendiendo a Meert, que al tirarse solo pudo mirar más de cerca como el balón, junto al poste, entraba hasta el fondo de la red”. Asimismo la cabecera madrileña recogía declaraciones similares a las efectuadas por el astro argentino a la agencia Mencheta: “Reconozco que el primer gol en postura difícil no siempre se consigue, pero esta vez tuve suerte en el intento”

En la Hoja del Lunes, la crónica firmada por Manuel Rosón, se mencionaba de esta otra manera: “El primero, a los veinticinco minutos, al rematar de tacón, como es exclusiva suya, Di Stefano. Remate a un centro-pase de Mateos [así en el original] todo con un prodigio de ejecución y sobre todo de oportunidad” mientras que en la puntuación de cada jugador indicaba lo siguiente: “Jornada completa para el maestro. Lo intentó todo, hasta el gol de tacón, y todo le salió bordado. Terminó haciéndose el amo del público por su jugadas plenas de inteligencia y de gracia.[…]”. En el mismo periódico reflejaron la conversación que mantuvo el enviado especial con el madridista: (Di Stefano al periodista) “¿Qué, le gusto el gol de tacón? La mejor jugada de la tarde, cuando, al final del encuentro, me apoderé de la pelota. La selección ha jugado un partido enorme. Yo estoy orgullosísimo de haber contribuido a este triunfo […]”

Mientras, el exguardameta madridista Eduardo Teus en el diario YA, reflejaba la actuación de Di Stefano de esta manera: “[…] Gran actuación de la delantera española y los dos medios. Los malabarismos de Di Stefano entusiasmaron al público”

También la Agencia Alfil, división deportiva de la Agencia Efe, hizo una crónica del encuentro y relato el gol de esta manera: “[…] los españoles, que marcaron su primer gol, a los 24 minutos de juego, después de una combinación entre Mateos y Gento [en el original], cuyo centro fue rematado por Di Stéfano, en plancha, haciendo inútil la tardía intervención del portero belga. […]

El Mundo Deportivo, con la firma de Emilio López Jimeno, describió de la siguiente manera el gol: “A los veinte minutos se logró el primer gol […]. Un despeje de Campanal lo recogió en el centro del campo Di Stefano y tras avanzar unos metros, cedió adelantado a Mateos; este escapó por el ala derecha y terminó con un centro a ras de suelo, que remató a las mallas en forma impresionante y de tacón Di Stefano, por entre una barrera de jugadores”, mientras que en la crónica también lo recalcó de esta forma: “[…] Pese a esa vigilancia de cerca, supo Di Stefano rematar, en forma inverosímil, el que había de ser el primer gol español, surgiendo inesperadamente por entre un racimo de jugadores”

Di Stefano, a la derecha, en un lance del partido de Heysel. (Historia del Fútbol)

Di Stefano, a la derecha, en un lance del partido de Heysel.
(Historia del Fútbol)

Como los lectores habrán podido comprobar, algunas de las crónicas difieren ya sea en cuanto al minutaje o con algunos de los protagonistas de la jugada. Hay que recordar que los periodistas no disponían más recursos que la vista, las notas tomadas al vuelo y la memoria para redactar las crónicas, al contrario de lo que sucede hoy en dia que ante la duda siempre se puede consultar las imágenes grabadas.

El propio Di Stéfano, estuvo buscando fotos o grabaciones de aquella jugada, pero nunca localizo nada. El NODO no viajó a Bruselas por lo que tampoco pudieron tomar imágenes de aquello. Años después, el hispano argentino volvió a recordar la jugada para un programa de televisión:

https://youtu.be/Saao26n1lH4?t=53

Hasta 2016 el aficionado se tenía que conformar con ver alguno de los otros emblemáticos goles de Di Stefano de tacón: el marcada a Menéndez que daba la victoria al Madrid en el derby de la temporada 53-54

https://twitter.com/HemerotecaRMCF/status/751890313296347136

El gol a Saso en el viejo Zorrilla, el cual no sirvió de mucho ya que el Madrid perdió aquel día  en Valladolid.

(Marca)

(Marca)

O el cinematográfico y coreografiado en la película “La Saeta Rubia”

https://youtu.be/5J0c4zK9g38?t=26

Sin embargo todo eso cambió en este 2016. Desde un programa deportivo de la cadena italiana Mediaset, y ayudados por la memoria Luis Suárez, otro de los jugadores presentes en ese partido, se pusieron manos a la obra para hacer una infografía en 3D de la jugada que propició el gol nunca visto. A tenor de las declaraciones de Suárez parece que la jugada fue recreada tal y como el gallego recuerda haberla visto.

https://www.youtube.com/watch?v=l1UB5usRxVc

Finalmente la tecnología ayudó a recuperar en cierta manera aquel gol que nadie registró y que el gran protagonista del mismo siempre lo tuvo presente.

Con este reportaje queremos rendir un homenaje al gran jugador argentino y por otro rendir un homenaje a todos aquellos cronistas que con sus escritos han ido registrando la historia de este bello deporte y nos ayudan a poder investigar y rescatar pasajes olvidados. Asimismo quiero dar las gracias a Luis Javier Bravo Mayor por darme la idea que desató ese reportaje.




Artistas sin balón

Garchitorena, transformado en Juan Torena, posa como galán para el fotógrafo de Fox Films.

Garchitorena, transformado en Juan Torena, posa como galán para el fotógrafo de Fox Films.

Cualesquiera que sean las razones, y pese a su enorme arraigo social, el fútbol no ha recibido tanta atención desde nuestro cine como los toros, por ejemplo. Lejos de nuestras fronteras ocurre otro tanto si comparamos el metraje de celuloide dedicado al fútbol y al boxeo. Será, quizás, por el efecto dramático de jugarse la vida entre peinetas, claveles y música, en pleno albero achicharrado de sol. Por esas luces y sombras tan pegadas al cuadrilátero, donde una caída puede significar no la pérdida del combate, sino un punto de arranque hacia el despeñadero. Tratamiento injusto, a mi entender, el dedicado al fútbol desde el cine u otras muchas manifestaciones artísticas. ¿Dónde está, por simplificar, el “Young Sánchez” que bordase Ignacio Aldecoa, orientado al balón de cuero y sus juguetes rotos?. ¿Cómo explicar tanto empeño de nuestros literatos, forofos confesos muchos de ellos, en dar la espalda al césped y el aroma a linimento?. Desde luego no será por falta de temas, pues cabría bucear entre ídolos caídos y ambiciones frustradas, corruptelas, tejemanejes políticos, mafias… Hoy simplemente toca mirar hacia las pantallas de cine. Y sobre ellas apenas si se han proyectado unas hagiografías y varias comedias algo bufas, al estilo de “El fenómeno” y “Las Ibéricas”, o carentes de profundidad, como “Los económicamente débiles”. Puestos a buscar excepciones nos toparíamos, quizás, con “Once pares de botas” y “Volver a vivir”, esta última coproducción hispanoitaliana de Mario Camus. Pese a ello, hubo un puñado de futbolistas, de gente del balón, que por distintos motivos conocieron platós o se subieron al escenario. Son los que con todo derecho podríamos considerar artistas sin balón.

El primero en orden cronológico fue Garchitorena, protagonista involuntario de un sonoro escándalo allá por 1916.

Juan Torena se movió sobre todo entre lo que pudiéramos denominar cine latino y el género de aventuras, por más que en el afiche de “Capitán Calamity” no incluyeran su nombre.

Juan Torena se movió sobre todo entre lo que pudiéramos denominar cine latino y el género de aventuras, por más que en el afiche de “Capitán Calamity” no incluyeran su nombre.

Tocaba a su fin la temporada 1915-16 cuando el Barcelona decidió hacerle un hueco en sus filas, inscribiéndolo como español. Nada sucedió en los 2 partidos disputados aquella campaña, pero durante la inmediata, el R.C.D. Español destapó lo que ya entonces fue calificado por la prensa como “Caso Garchitorena”. El muchacho era argentino, según se dijo más tarde, y la documentación con que su club le hizo parecer español, tan falsa como un duro de plomo. Puesto que el Campeonato de Cataluña estaba vedado a los extranjeros y Garchitorena había disputado varios partidos, la Federación determinó repetir aquellos encuentros. Los azulgrana se negaron categóricamente y así nació todo un señor escándalo.

Hoy, gracias a Fernando Arrechea, sabemos que Juan Garchitorena nada tenía de argentino, sino que nació en Filipinas meses antes de perderse nuestro imperio colonial, y que su padre era filipino con ascendencia vasca. Probablemente nunca conoceremos cómo desde la entidad “culé” no arreglaron aquellos papeles. Si a su ascendencia vasca se añadía un nacimiento bajo pabellón español, parece lógico pensar en soluciones relativamente sencillas. Pero algo falló, sin duda, o la inobservancia legal estaba entonces tan extendida como para que nadie tomara en serio la infracción. Y el muchacho, bien fuese porque resultaba más fácil castigar al futbolista que a toda una entidad, se encontró sin posibilidad de jugar partidos oficiales durante un buen tiempo, hasta que en mayo de 1918 la Federación Española autorizase su inscripción para el Campeonato de España. Disputó, eso sí, un buen número de choques amistosos, registrándose únicamente 3 apariciones en la campaña 1918-19, es decir la del perdón.

Si futbolísticicamente aportó poco, pese a la calidad con que al decir de los críticos se adornaba, regalaría un maletón de anécdotas. Moderado bebedor de whisky cuando los destilados de malta eran cosa de snobs, incluso en el campo procuraba lucir como un pincel, consciente de que su estampa solía desatar suspiros. En cierta ocasión, durante la disputa de un partido en el embarrado campo del España, situado detrás del actual Hospital Clínico barcelonés, renunció a rematar de cabeza una jugada muy clara, por no ensuciarse el cabello. Con las damas era un artistazo. Sabía embobarlas gracias a sus ademanes suaves, a su forma de bailar y a media docena de poses perfectamente ensayadas. Su sitio, entre una cosa y otra, más parecía hallarse en los salones de la alta sociedad que en cualquier irregular terreno de juego. Por eso nadie se sorprendió demasiado cuando dejó Barcelona para probar suerte en el Hollywood del primer celuloide. Allí hizo carrera artística como galán latino, con el nombre de Juan Torena, y sobre todo triunfaría en plan play-boy.  Tuvo algún papel en el cine mudo, gracias al entusiasta apoyo de Mary Pickord, estrella superlativa antes del sonoro, y posteriormente participaría, junto a otros muchos actores cubanos, mexicanos y hasta españoles, en versiones a nuestro idioma de varios filmes. Entre sus 42 películas proliferan especialmente las de serie B, y hasta C, con títulos que difícilmente engañan, como “Festival en México”, “Mexicana” o “Mascarada en México”, incursiones aventureras, tipo “El capitán Calamity” o “El capitán Tormenta”, almíbar a raudales en “Sombras habaneras” (1929) y “Astucia de mujer” (1953), y hasta alguna intervención en los seriales de Hopalong Cassidy, un cow-boy para adolescentes y niños con todas las características del tebeo. La cinta que más repercusión tuvo por nuestros pagos sería “Guerrilleros de Filipinas” (1950), donde encarnaba a un heroico resistente, cuyo doblaje al español corrió a cargo de Víctor Valverde.

Cuando “Guerrilleros de Filipinas” se estrenó en España, apenas nadie pudo asociar a Juan Torena con el antiguo jugador azulgrana.

Cuando “Guerrilleros de Filipinas” se estrenó en España, apenas nadie pudo asociar a Juan Torena con el antiguo jugador azulgrana.

Gracias al testimonio de algunos españoles en aquel Hollywood del “star-sistem” sabemos de su fácil trato y simpatía, así como de la naturalidad con que sabía hacerse querer por las mujeres. Fruto de esas virtudes cabe asegurar triunfó más fuera de las cámaras que bajo los focos, llegando a relacionarse sentimentalmente con la gran estrella Myrna Loy. Tal vez a causa de tanto ajetreo amoroso, se casó ya talludito, durante los años 50, con la antigua y ya retirada actriz Natalie Moornead, quien por cierto doblaba su filmografía. Falleció en California y allí reposan sus restos, sin que nadie en los Estados Unidos sepa apenas nada de su pasado en el F. C. Barcelona.

No fue, sin embargo, el único artista sin balón del fútbol más rancio. Y curiosamente también hemos de seguir rastros por el ámbito catalán. Se llamó Félix de Pomés i Soler (Barcelona 5-II-1889 – 17-VII-1969). Un todoterreno en sus vertientes deportiva y cinematográfica.

Félix de Pomés jugó al fútbol antes de popularizarse los cromos de futbolistas. Sí salió, en cambio, el los de actores, demandados especialmente por las niñas.

Félix de Pomés jugó al fútbol antes de popularizarse los cromos de futbolistas. Sí salió, en cambio, el los de actores, demandados especialmente por las niñas.

Aristócrata de cuna, se inició bajo los tres palos, gracias a su 1,84, estatura por demás sobresaliente hace 100 años. Sin embargo en el Universitary aparecería ya ocupando su clásica posición de interior durante el periodo 1910-11. La temporada correspondiente a 1911 la disputó con el Español, para volver al Universitary en 1911-12 y acompañar a buena parte de sus antiguos camaradas en su viaje al efímero Casual, entidad surgida de una escisión en el seno “perico”. De ahí saltaría al Barcelona (1913-14), para acabar colgando las botas en el Español (1914-16) cuando remansaron las turbulencias subsiguientes a la escisión. A partir de ahí se dedicó de lleno a la esgrima, proclamándose campeón de Cataluña y llegando a participar en los Juegos Olímpicos de París (1924) y Ámsterdam (1928), en las especialidades de florete y espada. Antes, mientras rompía sus primeras botas sacudiendo puntapiés a balones duros como la piedra, había hecho pintos en el cuadrilátero, si bien tuvo el seso de dejarlo tras encajar unos cuantos guantazos. Dibujante nada despreciable, a medida que sus facultades físicas fueron mermando comenzó a volcarse en el mundo del cine, primero como actor y más adelante compaginando la interpretación con trabajos de guionista y director. Hasta 74 títulos hallamos en su filmografía, y no sólo encuadrados en el precario y patriotero cine nacional de posguerra, sino correspondientes a producciones rodadas en Alemania, versiones norteamericanas al castellano y filmes de la Paramount, estudios donde por cierto llegó a estar en nómina hasta nuestra Guerra Civil. Dirigiría su primera película en 1941 -“La madre guapa”- con intervención de su hija Isabel, intérprete de renombre desde finales de dicho decenio hasta la conclusión de los 50. Su recuerdo quedaría incompleto sin citarlo como primer director de doblaje en nuestro suelo, allá por los años 30.

En “La Torre de los Siete Jorobados”, exótica perla de nuestro cine, De Pomés lucía una espléndida caracterización.

En “La Torre de los Siete Jorobados”, exótica perla de nuestro cine, De Pomés lucía una espléndida caracterización.

Entre sus muchos trabajos cabría citar “Alta traición” (1929), “La fiesta del diablo” (1931), “Los nietos de los celtas” (1933), “Doña Francisquita” (1934), “Rataplán” (1935) y “Aurora de esperanza” (1936), antes de que nuestros campos, calles y cunetas se tiñeran de sangre. Y aún siguió rodando durante los tres años de absurda barbarie, puesto que figura en los repartos de “Nuevos ideales”, “Liberación” y “Hombres contra hombres” (las tres de 1937), “Las cinco advertencias de Satanás” (1938) y “El deber”, o “Usted tiene ojos de mujer fatal” (1939). Tras la victoria franquista intervendría, entre otras muchas, en “La Torre de los 7 Jorobados” (1944), curiosísima cinta a caballo entre el terror y lo sobrenatural, por demás sorprendente en el paupérrimo panorama del cine autárquico, donde además volvía a compartir títulos de crédito con su hija. La siguieron “¡Culpable!” (1945), “Noche sin cielo” (1947), “Juan de Serrallonga” (1948), “Parsifal” (1951), “La otra vida del capitán Contreras” (1954), “El aventurero”  y “La rana verde” (ambas 1957), “La vida por delante” y “Aquellos tiempos del cuplé” (1958), “La casa de la Troya” (1959) o “Las hijas del Cid” (1962). Intervino igualmente en cintas que hoy, por sus altas dosis de heroísmo maniqueo y trasnochado, quizás sólo resulten digeribles para el aficionado al revisionismo histórico o la arqueología de un régimen en su apogeo: “Murió hace 15 años” (1954) y “Diez fusiles esperan” (1958) ésta ambientada en las Guerras Carlistas. También, como es lógico, estuvo presente en el cinematográfico desembarco norteamericano de finales de los 50 y primeros 60, participando como secundario en “Orgullo y pasión” (1957), “Salomón y la reina de Saba (1959) o “Rey de Reyes” (1961), donde encarnaba a José de Arimatea. Y por supuesto, conectando nuevamente fútbol y cine, en “Once pares de botas”, título que exigirá punto y aparte.

Programa publicitario de mano sobre un film dirigido por Félix de Pomés

Programa publicitario de mano sobre un film dirigido por Félix de Pomés

Su hija Isabel (Barcelona 10-IV-1924 – 31-V-2007), a la que ya se ha aludido, estrella harto reconocible en el blanco y negro de los 40 y 50 por su participación en filmes de gran éxito, llegó a rodar 44 películas.

Para encontrar a los siguientes fubolistas-actores ya debemos atisbar en nuestra posguerra. Y uno de los más contumaces en el cine posbélico no sería otro que Jacinto Fernández de Quincoces López de Arbina (Baracaldo, Vizcaya, 17-VII-1905 – Valencia 10-V-1997), el gran Quincoces del pañuelo anudado a la cabeza, internacional en 25 ocasiones y componente, junto a Ricardo Zamora y Ciriaco Errasti, de un terceto defensivo mítico. Ingresó en el Deportivo Alavés a los 18 años, después de haberse forjado en los modestos clubes baracaldeses Giralda y San Antonio. Su garra y pundonor, unidos a una calidad técnica muy superior a lo demandado por entonces a los defensas, le llevaron a figurar entre los mejores zagueros de Europa, aunque desde ciertos ámbitos se le achacara excesiva nobleza. En 1931 fue traspasado al Real Madrid, con su compañero Ciriaco y el atacante Olivares, a cambio de 60.000 ptas., para permanecer entre los blancos hasta 1942, interviniendo en 132 partidos, alzándose con dos campeonatos de Liga y otros dos de Copa.

El húngaro Plattko tuvo su muy conocida oda, gracias al impacto que causase en Rafael Alberti durante la final a triple partido disputada en Santander. Pero no fue el único, puesto que Quincoces también gozó de otra, manuscrita por José García Nieto con ocasión de un memorable partido de Copa contra el Barcelona en 1936, donde los “merengues” lucharon en inferioridad por las lesiones de Luis Regueiro y Souto.

“ Yo no canto, Jacinto, tu azarosa

vida-valla que todo lo detenía,

ni canto tu entrada impetuosa

que a todo el balón al sol vencía”

Quincoces, internacional con 3 películas y honores de papel impreso en “Campeones”, reservados sólo a estrellas de tronío.

Quincoces, internacional con 3 películas y honores de papel impreso en “Campeones”, reservados sólo a estrellas de tronío.

Alguien tan popular no pasó desapercibido a los productores de cine, y por tal motivo protagonizó tres películas, teniendo, al parecer, propuestas para actuar de galán en otras más. Pese a ello, consciente, quizás, de que sabría moverse mucho mejor entre el césped recién cortado y los despachos del fútbol, continuó ligado al balón como entrenador del Zaragoza, Real Madrid, Valencia y Atlético de Madrid, así como secretario técnico “merengue” y seleccionador nacional en dos únicos partidos. Afincado en Valencia, más adelante tuvo negocios inmobiliarios, fue directivo en el club más representativo de esa ciudad, así como presidente del Mestalla y de la Federación Valenciana de Pelota.

Contemporáneo de Quincoces y compañero de reparto en “Campeones” (1942), junto a Ricardo Zamora, los también futbolistas Mesa, Ramón Polo, y el entonces joven galán Carlos Muñoz,  Guillermo Gorostiza Paredes (Santurce, Vizcaya 12-II-1909) “Bala Roja” por el apodo que le adjudicase el periodista “Rienzi”, podría pasar con todo merecimiento como prototipo de juguete roto.

Hijo de un médico notable que llegó a presidir el Colegio Vizcaíno, fue internacional en 19 ocasiones, entre 1930 y 1941, campeón de Copa en 5 oportunidades y de Liga nada menos que 6 veces. Eficacísimo en el campo, donde pocos defensas lograban sujetarlo, aún resultaba más difícil tirarle de las riendas cuando vestía de paisano. Hartos de su indisciplina, la directiva del Athletic, entendiendo además que su puesto estaba bien guardado por el neófito Agustín Gaínza, decidió traspasarlo al Valencia, a cambio de 55.000 ptas. Un capitalazo en tiempos de hambre y necesidad extrema, máxime cuando los mandamases de nuestro fútbol acababan de cacarear su intención de dar carpetazo a los desmanes económicos del profesionalismo. Con la camiseta “ché” anotó el gol 500 en el Campeonato de Liga y mantuvo muy buenos registros anotadores, a excepción del ejercicio 1942-43. Todo ello por más que para entonces fuese un hombre alcoholizado, al que ni su esposa y dos hijos pequeños lograban hacer entrar en razón. Si bien machaconamente se le da por retirado tras la campaña 1950-51, a los 42 años y en el Juvencia de Trubia asturiano, luego de algunos periodos en blanco, lo cierto es que llegó al club cascarillero mediado el campeonato 1947-48, según queda constancia en “La Voz de Asturias” del jueves 1 de enero de 1948: A Gorostiza acompañaban en su incorporación otros dos futbolistas procedentes del Real Oviedo; el interior Soberón y el defensa Paquito, sin nada que ver este último con el futuro centrocampista internacional del Real Oviedo y Valencia C. F. de idéntico nombre deportivo, años después igualmente jugador trubieco.

Grostiza, “Bala Roja” y triste “bala perdida”. Del todo a la nada absoluta en apenas 10 años, con breve parada y fonda en los platós cinematográficos.

Grostiza, “Bala Roja” y triste “bala perdida”. Del todo a la nada absoluta en apenas 10 años, con breve parada y fonda en los platós cinematográficos.

Intervino en “Campeones”, como queda dicho, haciendo un poco de sí mismo; de jugador veterano, alegre y empeñado en vivir al día. Aquella película, convengámoslo, fue ante todo un ejercicio oportunista, sin otras miras que la taquilla, circunstancia puesta de relieve desde su lanzamiento comercial. Así, por ejemplo, no tuvo como el resto de las cintas estrenadas durante los 40 un cartel que la publicitase, sino 7 diferentes como mínimo. Uno con la efigie de cada estrella del cuero: Zamora, Quincoces, Gorostiza, Polo y Mesa. Otro con el rostro del actor Carlos Muñoz, probablemente para que no se sintiese un cero a la izquierda en el reparto. Y uno, al menos, común y corriente, más de película, para entendernos. Aquella fue la primera ocasión que nuestro cine aplicaba conceptos de eso que más adelante llamaríamos marketing.

 Derrochador, aunque de enorme bondad, incapaz de abrirse camino fuera del fútbol, tras colgar las botas el otrora extremo se convirtió en sombra triste de sí mismo. Los domingos por la mañana solía vérsele merodeando por los hoteles donde se hospedaban quienes rendían visita a San Mamés, tratando de encontrar entre técnicos y directivos algún conocido a quien aplicar el eterno arte del sablazo. Fue entonces cuando Summers volvió a convertirlo en personaje de celuloide, filmándolo para su documental “Juguetes Rotos”. Allí, avejentado y enfermo, perdido el último átomo de dignidad, el campeón de antaño mendigaba alguna ayuda para continuar viviendo.

Fallecería indigente, acogido en el sanatorio antituberculoso de Santa Marina, próximo a Bilbao, el 24 de agosto de 1966. Tenía 57 años y, lo que son las cosas, ni siquiera obtuvo esa última vanidad de las buenas necrológicas. La tarde anterior había muerto empitonado un banderillero en la plaza de Vista Alegre, durante las Corridas Generales bilbaínas. “El Correo Español”, “La Gaceta” y “Hierro”, los tres diarios locales, recogieron con todo alarde el suceso taurino. Sólo José María Unibaso “Joma”, antiguo futbolista bastante dado al autobombo, exjefe de la policía municipal y periodista deportivo de referencia en “La Gaceta”, por más que su penosa redacción precisara siempre de correctores, obtuvo un hueco desde el que dedicarle quince sentidas líneas laudatorias.

“Si es aficionado al fútbol le emocionará como un penalti; si no lo es, le divertirá como la mejor película”. Ese fue el slogan publicitario de “Once pares de botas”, cuyo lanzamiento no escatimó medios, pese a lo apretado de la época.

“Si es aficionado al fútbol le emocionará como un penalti; si no lo es, le divertirá como la mejor película”. Ese fue el slogan publicitario de “Once pares de botas”, cuyo lanzamiento no escatimó medios, pese a lo apretado de la época.

Artistas10También conoció el cine desde dentro Emilio Aldecoa Gomez (Zorroza, Vizcaya, 30-XI-1922), delantero elegante y serio, forjado como futbolista en Inglaterra, país al que como otros muchos niños vascos fuese enviado durante la Guerra Civil Española. El primer futbolista español en disputar partidos de la 1ª División británica. Tras pasar por el English Electric, de Stafford, Coventry, Wolwerhampton, At Bilbao, Real Valladolid, Barcelona y Gijón, en 1953 creyó llegado el momento de colgar las botas. Fue, en realidad, el más británico de los varios jugadores que como “niños de la guerra” se forjaron en Inglaterra, y no sólo porque se casase con una inglesa o ejerciera como segundo entrenador durante 6 temporadas en el Birmingham City. Internacional absoluto en 1948 contra la República de Irlanda, en partido incompleto, entrenó a la Gimnástica de Tarragona  durante parte del ejercicio 1953-54, con 12 victorias, 2 empates y 12 derrotas; al Gerona las campañas 1955-56, 1959-60, 1967-68, 1974-75 y 1975-76; Recreativo Granada 1969-70 y la primera mitad del ejercicio 1970-71; Olot 1973-74; Caudal y Valladolid, a éste durante la temporada 1966-67. En el Gerona hubo de saltar al campo como jugador cuando era al mismo tiempo entrenador, ante el escaso número de efectivos o la nula competitividad de su plantilla. Y no lo hizo sólo una vez, sino 5 en la temporada 1955-56, marcando un gol, y nada menos que 10, o sea un tercio del Campeonato, 4 años después. Y justo cuando iniciaba su andadura en los banquillos intervino en la película “Once pares de botas” (1954), dirigida por Rovira Veleta y coprotagonizada por los también futbolistas Antonio Ramallets y Francisco Marcet, junto a los actores José Suárez,  Carmen Pardo, Javier Armet, Elisa Montes, José Isbert, Manolo Morán y Mary Santpere. En esa cinta hacía de entrenador metódico y estudioso, características que habrían de adornarle durante su andadura real por los banquillos. Afincado definitivamente en la Costa Brava, falleció en Lloret de Mar el 4 de setiembre de 1999.

Aldecoa tuvo ocasión de verse en la gran pantalla, y no sólo fugazmente en la sección deportiva del “Nodo”.

Aldecoa tuvo ocasión de verse en la gran pantalla, y no sólo fugazmente en la sección deportiva del “Nodo”.

Como quiera que “Once pares de botas” no resultase una mala inversión, pese a que José Suárez chirriase bastante en su papel de estrella balompédica, durante los años inmediatos se reincidió en el tema, aunque con un curioso matiz. Ya no se buscaban temáticas más o menos próximas al mundo del balón, sino aprovechar sin ambages la popularidad de Kubala y Di Stéfano, los dos ídolos del momento. Curiosamente, pilares respectivos del Barcelona y Real Madrid, conforme exigiría el más elemental principio de equidistancia.

Cinematográficamente, ambos filmes aportaron bien poco. No lo buscaban, en realidad. Tanto sus guionistas como los directores, Arturo Ruiz Castillo en “Los ases buscan la paz” (1955) y Javier Setó en “Saeta Rubia” (1956), se limitaron a pergeñar sendas hagiografías predestinadas al éxito en taquilla. Y en ambas, claro, se huía de cuanto pudiera considerarse espinoso desde la perspectiva política o deportiva.

Ladislao Kubala Stecz (Budapest, 10-VI-1927 – Barcelona 7-V-2002,  había jugado en el Ganz, Ferencvaros y Vasas de Budapest, hasta que el 25 de enero de 1948 se viera obligado a huir precipitadamente del Budapest invadido por tropas rusas. Desde su primer exilio en la franja austríaca administrada por los norteamericanos, tuvo conocimiento de que la Federación Húngara acababa de descalificarlo a perpetuidad, bajo acusación de estafar al Vasas. Pasó entonces a Italia, apalabrando su fichaje por el Pro-Patria y Libertad de Busto Arsizio, percibiendo 8.500 dólares más un sueldo mensual de 70.000 liras. No pudo disputar ningún partido oficial con su nuevo club, porque la Federación Húngara continuó mostrándose inflexible y la italiana tampoco puso mucho empeño para solucionar el problema. Escaso de dinero y ya sin equipo, se trasladó a los estudios cinematográficos Cinecitá, convertidos en refugio bajo administración estadounidense. Allí encontró a otros futbolistas magiares, rumanos y eslovacos, con los que constituyó el Hungaria, club no oficial, organizado para disputar diversos partidos amistosos por Europa Occidental. El Hungaria llegó a España contratado como sparring de la selección nacional, en su puesta a punto ante el Mundial de Brasil y José Samitier, secretario técnico del Barcelona, se encaprichó del internacional rumano Nikolai Szegedi, mientras el Real Madrid ponía sus ojos en Kubala. A partir de ese instante, el futbolista húngaro comenzó a interesar también al Barcelona, entidad a la que finalmente quedaría unido, entre otras razones porque el jugador exigía la contratación como técnico de su cuñado Daucick, y sólo el Barça se avino a ello.

“Los ases buscan la paz” distaba mucho de ser una cinta biográfica. En realidad, la figura azulgrana sirvió para afianzar el compromiso anticomunista del franquismo, como vía de aproximación a los EEUU y el bloque occidental.

“Los ases buscan la paz” distaba mucho de ser una cinta biográfica. En realidad, la figura azulgrana sirvió para afianzar el compromiso anticomunista del franquismo, como vía de aproximación a los EEUU y el bloque occidental.

No obstante, serían muchas las trabas en el camino de Kubala hacia el Barcelona. La Justicia de Budapest había promulgado una requisitoria contra él por delito de estafa, y otra más por cruzar ilegalmente la frontera y eludir sus obligaciones militares. Para que nada faltase, el Pro-Patria italiano quiso hacer valer su contrato tratando de obtener dinero del Barcelona, y la Federación Española se comprometía a no tramitar su ficha en tanto no existiese la correspondiente transferencia de la Federación Húngara. Pese a todo pudo debutar como azulgrana, primero en partido amistoso contra Osasuna, donde anotó un gol, y luego en el Campeonato de Liga, tras acordar la Delegación de Deportes, Federación Española y FIFA, el carácter político de su inhabilitación. Por el camino quedó una huelga de los usuarios de tranvías en la ciudad condal, como rechazo al incremento de tarifas; un premeditado pulso al régimen cuando las huelgas estaban tipificadas como delito, que a la postre y a modo de reconciliación desde el ejecutivo, rescataría a Kubala de su limbo jurídico. En cuestión de días, al húngaro se le otorgaba la ciudadanía española -1 de junio de 1951-, previo bautismo, claro está, como no podía ser menos en pleno imperio del nacionalcatolicismo, naciendo la gran estrella de nuestra Liga en los primeros 50. Obviamente, nada de esto, lo de la huelga barcelonesa o el bautismo como condicionante de la nacionalidad, quedaba recogido en celuloide. Ni la censura lo hubiese tolerado ni los productores tenían intención de pisar charcos. En “Los ases buscan la paz” Kubala era un héroe víctima del comunismo,  simpático y cabal, que después de muchas penurias hallaba acomodo en la España de Franco, el “Centinela de Occidente” y adalid de una paz impuesta con autoritarismo. Puro aprovechamiento comercial, en suma, como lo fueron por la misma época “el chocolate de Kubala” o los llaveros, alfileres de corbata, figuritas de plástico y mil objetos decorativos más, cuando nuestro país empezaba a olvidarse de las cartillas de racionamiento.

El Barcelona ya tenía película sobre su líder indiscutido. Sólo faltaba rodar la del Real Madrid, acaudillado por el gran Alfredo Di Stéfano. Y a ello se puso el hoy olvidado Javier Sató apenas 12 meses después.

“La batalla del domingo”, con un Di Stéfano próximo a la retirada. Si el argentino revolucionó el fútbol, por el cine sólo pasaría de puntillas.

“La batalla del domingo”, con un Di Stéfano próximo a la retirada. Si el argentino revolucionó el fútbol, por el cine sólo pasaría de puntillas.

Alfredo Di Stéfano Laulhé (Buenos Aires 4-VII-1926), también poseía una curiosa peripecia vital, puesto que tras haber debutado con el River Plate bonaerense y obtener nota alta durante su cesión a Huracán, hizo las maletas rumbo a Colombia en 1949, cuando sobrevino el estallido de la huelga de jugadores, en demanda de una mejor consideración contractual. En el Millonarios de Bogotá, club que al no abonar traspasos por los derechos federativos de sus contrataciones sería excluido de la FIFA, estuvo exhibiéndose durante cuatro años por buena parte de América y Europa, deleitando con un fútbol de toque preciso y primoroso, al que la prensa acabaría calificando como “Ballet Azul”, en alusión al color de sus camisetas. Codiciado por el Barcelona y Real Madrid, su contratación estuvo envuelta en todo tipo de piruetas legales y conversaciones con las más altas instancias deportivas nacionales y americanas, hasta que una suma de errores barceloneses y la sentencia salomónica del más alto organismo deportivo español, lo vistieron de blanco para el ejercicio 1953-54. Aunque según lo pactado hubiera debido enfundarse posteriormente la camiseta azulgrana, un borbotón de orgullo catalán dejó al astro en el estadio Santiago Bernabeu hasta 1964. Fue él quien hizo grande al Real Madrid de los 5 títulos europeos consecutivos, quien llenó una y otra tarde las 90.000 plazas del Estadio Santiago Bernabeu, quien demostró que un delantero centro podía arrancar desde atrás, participando en la construcción del juego y no perder, pese a ello, capacidad goleadora. En pocas palabras, fue un adelantado a su tiempo.

Ocurrente y dueño de un curioso sentido del humor cuando se hallaba distendido, otras muchas veces solía mostrarse agrio, altivo y reservón, obstáculos evidentes para dar bien en la pantalla, como puede apreciarse revisando “Saeta Rubia”. Con todo y a buen seguro porque los números de las productoras lo justificaban, aún protagonizó “La batalla del domingo”, de Luis Marquina (1963), producción tan hueca como la anterior y más orientada al público infantil, si cabe.

Los Zamora, padre e hijo, unidos no sólo en su faceta de cancerberos, sino en la cinematográfica. El Ricardo Zamora de “Las chicas de la Cruz Roja” -el vástago- hubiese podido seguir rodando sin decepcionar, según escribieron varios críticos.

Los Zamora, padre e hijo, unidos no sólo en su faceta de cancerberos, sino en la cinematográfica. El Ricardo Zamora de “Las chicas de la Cruz Roja” -el vástago- hubiese podido seguir rodando sin decepcionar, según escribieron varios críticos.

Antes, siquiera de pasada, ya se citó a Ricardo Zamora, portero convertido en mito, como uno de los intervinientes en “Campeones”. A decir verdad, Zamora no necesitaba el cine para cimentar su prestigio o popularidad, puesto que al colgar las botas supo sacar lustre a nuestros banquillos, e incluso a los de Venezuela, donde le entregaron para firma un contrato opíparo. Sí hubo otro Zamora, en cambio, su propio hijo, el también guardameta Ricardo Zamora de Grassa (Madrid 6-VIII-1933 – 31-I-2003) quien tras pasar por Salamanca, At. Madrid, Español, Sabadell y el ya extinto C. D. Málaga, acertó a descollar en el Mallorca y muy especialmente en el Valencia. Este Ricardo Zamora Jr. tuvo ocasión de lucir apostura en dos películas donde el fútbol prácticamente ni asomaba: “Las chicas de la Cruz Roja”, de Rafael Gil (1958) exitazo comercial donde una incipiente Cocha Velasco dejaba entrever lo bien que en adelante iba a llevarse con las cámaras, y “El puente de la paz”, de Rafael J. Salvia e idéntico año, alternando en el reparto con Elisa Montes, José Luis Ozores, María Isbert y Antonio Casas. Según reconocería él mismo más de una vez, tuvo propuestas para intervenir en otras cintas y, tras pensarlo, acabó rechazándolas. Sólo podía rodar durante los parones del campeonato, renunciando al descanso vacacional. Todo un engorro, al que convenía sumar los gritos escuchados de cuando en cuando, precisamente a raíz de sus dos películas, como premio a cualquier esporádica cantada: “¡Dedícate al cine, que eres un matao!”.

Grito injusto, como tantos otros, puesto que Ricardo Zamora de Grassa se consolidaría como buen cancerbero, por más que la extensa sombra de su progenitor y las inevitables comparaciones no le abandonasen nunca. Ni siquiera tras la retirada, consciente de que las oportunidades se nos ofrecen sólo una vez en la vida, volvió la vista al cine. Lo suyo, durante muchos años, fue el negocio de joyería.

Lo de Jesús Narro (Tolosa, Guipúzcoa 4-I-1922) estuvo más en el ámbito de lo artesanal, si se quiere, que en lo puramente artístico, aunque también pudiera vérsele bordando papeles de reparto. Como futbolista militó en el Ataun, Tolosa, Iberia de Tenerife, Real Murcia, Real Madrid y Gijón, hasta que en 1954, su último año en el deporte, tuviese la desgracia de atropellar a tres mujeres, de las que dos fallecieron. Fue un suceso con cierto eco, por la notoriedad de su protagonista. El fiscal solicitó una condena de 8 años y dos meses, reducida luego en manos del juez. Tras pasar página, Narro, al que en su día apodaron “Tigre del Bernabeu”, se convirtió en artesano de cine y televisión, ejerciendo como ayudante de producción en TVE hasta que la muerte le sorprendiese a los 65 años, en 1987, sin dejarle tiempo para disfrutar de una bien ganada jubilación. Entre las varias cintas donde dejase huella de actor cabe citar “El sobre verde” o la superproducción norteamericana “Orgullo y pasión”, con Frank Sinatra y Sofía Loren en los papeles estelares.

Sofía Loren, Cary Grant y Frank Sinatra se llevaban la palma en “Orgullo y pasión”, cinta de la francesada que se rodó entre Galicia, Aragón y ambas castillas. Aunque en papeles menores también intervinieron en ella Jesús Narro y Félix de Pomés, antiguos futbolistas.

Sofía Loren, Cary Grant y Frank Sinatra se llevaban la palma en “Orgullo y pasión”, cinta de la francesada que se rodó entre Galicia, Aragón y ambas castillas. Aunque en papeles menores también intervinieron en ella Jesús Narro y Félix de Pomés, antiguos futbolistas.

Esta cinta, como tantas otras de las que con capital norteamericano se rodaron por nuestro suelo, tampoco se librería de injerencias franquistas. Aquí se hizo saber a sus productores que los españoles debían quedar como seres nobles, aguerridos y dignos, y que ni uno sólo debía morir en la pantalla. Con Stanley Kubrik llegaron más lejos en “Espartaco”, parándole el rodaje por desacuerdos nimios. Sólo a partir de una oportuna contribución a la “organización benéfica” de doña Carmen Polo, esposa del generalísimo, se resolvió todo. Y el gran director hasta pudo disponer del ejército, de los soldados de reemplazo, para entendernos, cuando precisó mover masas.

Pero el cine, claro está, no sólo precisa de director y actores. Como toda industria que se precie, también cuentan, y mucho, los productores. Y entre ellos también hubo personajes del fútbol, con el guipuzcoano Querejeta a la cabeza.

Elías Querejeta, cuando como jugador “txuriurdin” le marcó un gol al Real Madrid y el cine era para él su otra gran pasión.

Elías Querejeta, cuando como jugador “txuriurdin” le marcó un gol al Real Madrid y el cine era para él su otra gran pasión.

Elías Querejeta Gárate (Hernani 27-X-1934 – 9-VI-2013) defendió a lo largo de 4 años el escudo de la Real Sociedad, en 1ª División, además de vestir la camiseta azulgrana del Éibar. Durante algún tiempo estuvo dudando entre continuar como profesional en un fútbol que pagaba poco, o dar el salto al cine, donde lo natural era morirse de hambre. Alguna vez coincidía en los tranvías de San Sebastián con Eduardo Chillida, entonces ya exjugador donostiarra, y hablaban poco, lo justo para pasar por educados. Chillida acabó animándole a no refrenar su verdadera afición, jugándosela fuera del viejo Atocha. Y andado el tiempo, convertido en celebrado productor, Querejeta tampoco tuvo razones para arrepentirse. Con todo, solía afirmar que nada había sido tan importante en su vida como el hecho de marcarle un gol al Real Madrid. Un guiño, sin duda, pues hoy se le reconoce como el gran productor de los 60 a los 90, no tanto por lo voluminoso de sus bobinas, sino por la calidad de muchas y el arrojo que siempre demostrara. Primero, viéndoselas de tú a tú con la censura, como en “la Caza” (1966), y luego aportando seso y enjundia en tiempos de un destape tan zafio como taquillero, para dudosa gloria de Fernando Esteso y Andrés Pajares. Títulos como “Peppermint Frappé” (1967), “El Espíritu de la colmena” (1973), “La prima Angélica” (1974), “Los cuervos” y “El desencanto”, ambas de 1976, “Mamá cumple 100 años” (1979), “Deprisa, deprisa” (1981), “El Sur” (1983), “Tasio” (1984), o “Historias de Kronen” (1995), se han convertido en referentes.

“Suevia Films”, marca conocidísima para todos los españoles en los 40, 50 y primeros 60, creada por un presidente honorario del vigués Real Club Celta.

“Suevia Films”, marca conocidísima para todos los españoles en los 40, 50 y primeros 60, creada por un presidente honorario del vigués Real Club Celta.

Mucho más en la línea industrial, si entendemos ésta desde la óptica contable, se movió siempre Cesáreo González (Vigo 1903 – Madrid 1968), impulsor y alma máter de “Suevia Films”, la productora de los éxitos durante el franquismo. Este hombre, futbolero confeso e hincha acérrimo del Real Club Celta, llegó a recibir la insignia de oro celtiña y el titulo de presidente honorario, como pago a su condición de benefactor. Dueño de un olfato finísimo, tenía fama de no equivocarse nunca en sus apuestas, por más que tocase un buen ramillete de géneros. Desde la comedia inocua como “Botón de ancla” (1947), a la costumbrista, con “Historias de la radio” (1953). Del espectáculo religioso tan al gusto de purpurados y censores, en “La fe” (1947) o “La Señora de Fátima” (1951), al ámbito de la copla con “Pena, penita, pena” (1953) o dramas de denuncia, al estilo de “Calle Mayor”, dirigida por Juan Antonio Bardem, comunista que apenas lo disimulaba. Y por supuesto, hincando bien su pico en el filón de los niños prodigio, cuando éstos garantizaban colas y peleas de reventa. Recuérdese, tan sólo, “El ruiseñor de las cumbres”, con Joselito (1958) y “Ha llegado un ángel”, de Marisol (1961).

Sobre este productor y la censura, narró a menudo una jugosa anécdota el abogado y escritor Fernando Vizcaíno Casas, quien lo había entrevistado para cierto semanario. Al describir el despacho de “Suevia Films”, Vizcaíno redactó: “Sobre la mesa, en un bello marco, un retrato del generalísimo con esta dedicatoria: A Cesáreo González, gallego de pro y puntal firme de nuestro cine”. Nada más edulcorado y menos revolucionario, ¿verdad?. Pues no lo creyó así el censor de turno, quien ni corto ni perezoso tacharía con lápiz rojo todo el párrafo. Gracias a ello, Vizcaíno Casas, hombre muy, pero que muy del régimen, aunque con ancho sentido del humor, pudo vanagloriarse de haber hecho que censurasen al mismísimo Franco. “Porque suprimieron no lo que yo había escrito, sino la dedicatoria. O sea que a quien colocaron el bozal no fue a mí, sino al generalísimo”.

Ahora bien, si un club ha derrotado a los demás por el número de vocacionales del cine o la interpretación en sus plantillas, ese es, sin duda, el modesto Rayo Vallecano. Así, a bote pronto, surgen los nombres de Romero, Sánchez, Munné y Luis García, distribuidos a lo largo de treinta y tantos años.

Munné hijo, Pep Munné en las carteleras, treinta años después de colgar las botas.

Munné hijo, Pep Munné en las carteleras, treinta años después de colgar las botas.

Pep Munné Suriñá (Barcelona 3-VII-1953) parecía llevar el fútbol en la sangre. Su Padre, José Munné Sempere (Barcelona 16-II-1926), había sido delantero aguerrido del San Andrés, Español, Granollers, Mallorca, Valladolid y Tenerife, entre los años 40 y 50. Puesto que por el pasillo de su casa rodó el balón desde el mismo instante en que aprendiese a andar, el meritoriaje del joven Pep entre los componentes del primer filial del Barcelona se antojada por demás lógico. Durante 1971 iría cedido al Mallorca, junto con Teixidó, como contraprestación al fichaje del extremo Pérez por los azulgrana. Regresó a la disciplina barcelonista y al año siguiente una nueva cesión habría de convertirlo en jugador del Rayo, para tener sus más y sus menos con el entrenador y la directiva vallecana, a causa de su afición por el teatro. Tocaba bien la pelota, poseía de hecho, muchas más condiciones que su padre, aunque bastante menos afición. Por tal motivo, porque comenzaba a sentir el fútbol muy de lejos, solía estar hasta las tantas en los locales frecuentados por gentes de la farándula, llegando a saltarse algún entrenamiento. Entonces la secretaría técnica rayista trató de devolverlo al F. C. Barcelona, sin hallar ningún eco. Aparentemente, también en el club “culé” estaban algo hartos de su escasa implicación. Como es lógico, Pep Munné puso fin a su andadura deportiva algún tiempo después, centrándose desde ese instante en la carera de actor teatral, cinematográfico y televisivo. Sólo dibujaría un paréntesis a finales de los 90, integrándose en la plataforma opositora a la presidencia de Núñez en el F. C. Barcelona, denominada Elefant Blau.

Joaquín Romero Marchent, poco antes de fallecer. Abajo, cartel de la película que representó su debut como director. Luego seguirían muchos “westerns” almerienses.

Joaquín Romero Marchent, poco antes de fallecer. Abajo, cartel de la película que representó su debut como director. Luego seguirían muchos “westerns” almerienses.

Romero, Joaquín Luis Romero Marchent (Madrid 26-VIII-1921 – 17-VII-2012), hijo del propietario de la revista “Radio – Cinema” y hermano del actor y director Rafael Romero Marchent, alternó desde muy jovencito las patadas al cuero con papeles de figurante. Tras dejar inconclusos estudios de Marina Mercante y Derecho, viendo que no lograba abrirse camino como futbolista en el Rayo, optó por centrarse en la actividad cinematográfica. “El Coyote” (1955), supuso su debut como realizador, seguida de “La justicia del Coyote”, rodada el mismo año y como la anterior sobre el mítico personaje de José Mallorquí. Luego siguieron más westerns, hasta el punto de contribuir decisivamente al afianzamiento en Almería de un género que con Sergio Leone iba a alcanzar su mayoría de edad. Allá por 1976, cuando el Spaghetti-Western languidecía, acuciado por la necesidad del reciclaje se convertiría en uno de los directores de “Curro Jiménez”, especie de western con bandoleros y franceses, en vez de colonos e indios, que haría sumamente populares a Sancho Gracia, Pepe Sancho y Álvaro de Luna, sus tres personajes principales. La serie más exitosa de TVE a los largo de 60 años, por su amplísima venta al exterior.

Artistas20Cierto día, nada más arrancar los 60, Romero recibió la visita de un tal Sánchez, medio del Rayo con experiencia interpretativa, según le dijo, y ansioso por enrolarse en las superproducciones que iba a llevar a cabo por los alrededores de Madrid Samuel Bronston. Romero Marchent, entonces, se dedicaba a preparar el desembarco americano ante el rodaje de “La caída del imperio romano”, “El Cid”, “Rey de Reyes”, “Cincuenta y cinco días en Pequín” o “Doctor Zhivago”.  “No hace falta interpretar”, escuchó el visitante. “Lo que sí se requiere es montar a caballo. ¿Acaso tú sabes hacerlo?”. Y Sánchez, Alfredo Sánchez Brell (Madrid 23-II-1931 – Alicante 10-VII-2010), afirmó con todo su aplomo: “Por supuesto. He vivido muchos años en México y allí quien no monta a caballo es como si estuviera cojo”.

Lo de su estancia en México era cierto, puesto que había emigrado con 12 años cuando a su padre, periodista en “El Adelantado” de Segovia y colaborador directo del comunista Enrique Líster, la vida en España se le hizo imposible. Al otro lado del Atlántico el joven Alfredo Sánchez fue cantante de mariachis, actor incipiente y futbolista, llegando a intervenir 3 años en 1ª División con Monterrey y Puebla, y hasta coronándose campeón de la Copa azteca, dirigido desde el banquillo por nuestro antiguo internacional Isidro Lángara. Lo de montar con soltura ya era harina de otro costal, puesto que no había visto caballos de cerca ni en la Feria de Sevilla.

Cuando tuvo medio apalabrada su intervención en las producciones de Bronston, anduvo de picadero en picadero, hasta dominar correctamente al animal. Atrás quedaba el regreso a España tras el fallecimiento del páter familia, o su breve paso por las filas del Alcoyano y el conjunto de Vallecas. Por delante, casi 300 películas como Aldo Sambrell, que habrían de convertirle no ya en extra, sino en malvado por antonomasia. Entre sus múltiples apariciones destaca la trilogía de Sergio Leone, con Clint Eastwood en el papel principal, -“Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”-, amén de unos cuantos péplums tardíos y coproducciones de mediano presupuesto. Casado con una modelo que a la postre habría de convertirse en su representante, cuando el género western comenzó a declinar apostó por crear su propia productora. Para entonces su hijo, nacido durante un rodaje en Almería, podía presumir de padrino famoso: nada menos que el director italiano Sergio Leone.

Aldo Sambrell, impagable “malo” de nuestro cine y buen amigo de Sergio Leone y Clint Eastwood. Si como futbolista pudo vérsele poco por nuestros pagos, tuvo ocasión de desquitarse desde la gran pantalla.

Aldo Sambrell, impagable “malo” de nuestro cine y buen amigo de Sergio Leone y Clint Eastwood. Si como futbolista pudo vérsele poco por nuestros pagos, tuvo ocasión de desquitarse desde la gran pantalla.

Curiosamente, Alfredo Sánchez Brell debuto ante las cámaras con un mínimo papelito en “Atraco a las 3”, de José Mª Forqué, película que igualmente señalaría el bautismo de Alfredo Landa.

También Talía tiró con fuerza de Luis Martínez Arasa, alineado con su nombre y primer apellido en las categorías inferiores del Real Madrid, Rayo Vallecano, Leganés, Murcia y Cartagena. Aunque no suene especialmente al aficionado medio, distaba mucho de ser un don nadie, pues 4 internacionalatos Sub-18 y 6 más como Sub-20 están al alcance de pocos. Si bien no se le enredaba el cuero entre los pies, en octubre de 2000 anunció su retirada para dedicarse por entero a la interpretación.

Dejando al Rayo aparte, otro que supo sacar jugo a los rodajes meridionales fue el internacional y mundialista paraguayo Florencio Amarilla Lacasa (Bogado 30-I-1935 – Almería 25-VIII-2012). Personaje irrepetible, diáfano y sin aristas.

Llegó al Oviedo junto a su compatriota y compañero de ala izquierda Jorge Lino Romero, en el verano de 1958. Se completaba así para nuestro fútbol, de paso, toda la línea atacante paraguaya en el reciente Campeonato Mundial. Y es que por esa época el armenio Arturo Bogosian, todoterreno del fútbol sudamericano, llevaba introducidos en Europa a una cincuentena de pupilos, en su mayoría paraguayos. Algunos clubes, como el Elche, nunca podrán agradecerle lo suficiente tan buenos oficios, porque de su mano llegaron junto al palmeral, Ángel Romero, Lezcano, Cayetano Ré, González o Casco, para no hacer interminable la cita. Unos venían con pasaporte extranjero, otros en condición más o menos dudosa de oriundos, la mayoría dispuestos a comerse el mundo y alguno, como Ángel Romero, el más contrastado de todos gracias a su envidiable currículum, absolutamente engañado, puesto que creyó hacer el viaje para suscribir la cartulina del Real Madrid.

En la capital asturiana, Florencio Amarilla no pudo convertirse en indiscutible titular, por más que acreditase muy buenas maneras. No era malo, ni muchísimo menos, aquel equipo, con el guardameta portugués Carlos Gomes -dueño, por cierto, de una biografía digna del celuloide-, Marigil, Laurín o Delfín Álvarez taponando el área, Paquito y Sánchez Lage sentando cátedra en la zona ancha, y Hermes González, Sande, Luis Aragonés, Agustín, Iceta o Braga ejerciendo de estiletes. Cuando la maquinaria estaba engrasada, y lo estuvo con frecuencia, dieron muchos sustos por casi todos los campos de nuestra geografía. Pero si al equipo le pintó bien, Amarilla tuvo manos suerte.

Entre toma y toma, Amarilla solía entretenerse con malabarismos balompédicos, para pasmo de los norteamericanos contratados desde Hollywood a golpe de talonario.

Entre toma y toma, Amarilla solía entretenerse con malabarismos balompédicos, para pasmo de los norteamericanos contratados desde Hollywood a golpe de talonario.

Lesionado en el tendón de Aquiles y con la carta de libertad en el bolsillo, hizo escala en Elche, de paso a una sucesión de equipos menores hasta colgar las botas en 1972. Luego, como tantos y tantos, se hizo entrenador. Roquetas, Almería, Vera, Garrucha o Polideportivo Ejido, todos ellos clubes almerienses, lo tuvieron en sus banquillos. Y es que aunque su vida orbitaba en torno al fútbol, en el desierto almeriense había dado con el cine, actividad que sin robarle demasiado tiempo le llenaba la faltriquera.

El propio Amarilla narró al periodista almeriense Juan Gabriel García su por demás casual irrupción en el cine: “Me hallaba en el Gran Hotel tomando una cerveza, cuando se me acercó un señor gigantesco, de por lo menos dos metros. Era Antonio Tarruella, según supe más tarde, ayudante de dirección con varios rodajes en su haber. Como me vio cara de indio, me preguntó si quería participar en una película”. Esa película era “100 rifles”, con Raquel Welch y Yul Brinner en los papeles estelares. Un Yul Brinner, dicho sea de paso, con quien el antiguo extremo mantendría luego una ejemplar amistad.

Durante aquel “boom” hizo de extra en un centenar de filmes y hasta alcanzó el rango de actor de reparto en 6 ocasiones, junto al citado Yul Brinner, Leonard Nimoy, Alain Delon, Toshiro Mifune, Richard Crenna, Charles Bronson o Ursula Andress. Su papel siempre solía ser el mismo: jefe indio. Y es que su atezado rostro apenas si necesitaba maquillaje. Hablar no es que hablara mucho. Los indios del cine, ya se sabe, no suelen extenderse en discursos. Aunque él, si se trataba de decir algo, parecía más apache, sioux comanche o arapahoe que nadie, merced a su lengua guaraní. Porque sí señores, el apache, kiowa, cheyenne o mescalero que oíamos en las pantallas, no era sino el guaraní de Florencio Amarilla.

Merced a su capacidad para discursear en “comanche” o “cherokee”, Amarilla hizo de jefe indio muchas veces. Es bien sabido que sólo los jefes de tribu solían hablar a las cámaras.

Merced a su capacidad para discursear en “comanche” o “cherokee”, Amarilla hizo de jefe indio muchas veces. Es bien sabido que sólo los jefes de tribu solían hablar a las cámaras.

Gracias al cine, al fútbol comarcal y a su austera forma de entender la vida, se las arregló bien mientras Almería fue un Hollywood de serie B, C y hasta Z. Cuando la televisión mordió con saña a las salas de exhibición y todo el tinglado de cartón piedra y mecanotubo comenzó a oxidarse, vendió zapatos y libros para salir adelante.

Allá por 2006, a sus 71 años, ejercía de utillero en el Club Comarca de Níjar. Vivía, incluso, en las dependencias del viejo campo de San Isidro, pese a que la directiva le había propuesto montar una casa prefabricada. “Es de agradecer -dijo-, pero me gusta vivir libre, en pleno campo. Me levanto a las 07, 30, ando, corro, hago unos toques, me tomo un matecito. Soy feliz así. Luego cuido el material del club y estoy a disposición del equipo para lo que sea”.

La muerte le sorprendería instalado en ese particular mundo de felicidad, ajeno a la acumulación y el autobombo.

                               Filmografía de Florencio Amarilla

AÑO

TÍTULO

DIRECTOR

REPARTO

1970

“El Cóndor”

J. Guillermin

J. Brown y Lee Van Cleef

1971

“El oro de nadie”

S. Wanamaker

Yul Brynner, R. Crenna y Leonard Nimoy

1972

“Chato el apache”

Michael Winner

Charles Bronson y Jack Palance

1972

“Sol rojo”

T. Ypung

Ursula Andress, Alain Delon, Toshiro Mifune y Charles Bronson

1973

“Caballos salvajes”

J. Sturges

Charles Bronson, Jill Ireland y V. Van Patten

1984

“Yellow Hair & Pekos Kid”

Matt Cimber

Laurence Landon y Ken Roberson

Pecaría de injusto excluyendo en esta relación a Raf Vallone (Calabria 1916 – 2002), italiano de pura cepa, pero rostro muy reconocible en nuestro cine por sus intervenciones en “La venganza”, de Juan Antonio Bardem, junto a una bellísima Carmen Sevilla (1958), “La violetera”, del mismo año, o “El Cid” (1961).

Raf Vallone, un galán con campeonato de Copa durante su etapa en el Torino, entrenó al Racing de Santander finalizando los 60, siquiera fuese tan sólo para Mario Camus y los espectadores de una correcta coproducción hispano italiana.

Raf Vallone, un galán con campeonato de Copa durante su etapa en el Torino, entrenó al Racing de Santander finalizando los 60, siquiera fuese tan sólo para Mario Camus y los espectadores de una correcta coproducción hispano italiana.

Antes, cuando todavía era Raffaelle Vallone, jugó de medio en el Torino, alineándose en 25 partidos de 1ª División y levantando una Copa. Después se dedicó al periodismo y casi en seguida a la interpretación, animado por quienes veían en su faz cuadrada y simétrica a todo un galán. La eclosión definitiva le llegó con “Arroz amargo” (1949), un clásico del neorrealismo donde Silvana Mangano, gracias a su camisa ajustada y unos aún más ajustados y breves shorts, se convirtió en musa erótica de los por entonces reprimidísimos españoles. Oso de Pla en el Festival de Berlín (1960), bordó su papel en “El cardenal” (1963), cinta no sólo celebrada por la crítica, sino favorecida en las taquillas. Pues bien, este Raf Vallone, exfutbolista del “Calcio”, protagonizó también “Volver a vivir” en 1968, una película de fútbol rodada por Mario Camus en coproducción con Italia, donde interpretaba el papel de antigua figura convertida ya en entrenador, que al regresar a su tierra no sólo debía enderezar la marcha deportiva de un club modesto, sino enfrentarse a ocultos fantasmas del pasado. Nunca se mencionaba el nombre del club pero, rodada en Santander, los chicos a quienes entrenaba eran, naturalmente, los componentes de la plantilla racinguista, y las abundantes y meritorias escenas de fútbol real, recogidas en el viejo Sardinero, correspondían a victorias de una entidad cántabra muy ajena a la 1ª División.

El último futbolista-actor, o actor que fue futbolista, aún está haciéndose hueco en la profesión. Su nombre, Lander Otaola (Bilbao 20-I-1989), probablemente diga poco a los espectadores más alejados del País Vasco, pues es en aquel cine donde más ha podido vérsele, así como en la celebrada serie humorística “Vaya semanita”, de ETB. Entre otros, ya ha gozado de papeles importantes en “La máquina de pintar nubes” (2008), “El precio de la libertad” y “Sabin”, ambas de 2011, o “Gernika bajo las bombas” (2012), y de uno muy menor en “Ocho apellidos vascos”, éxito no ya de la temporada, sino de muchas temporadas. Pues bien, Lander Otaola perteneció a la disciplina del Athletic, en su futbol base, hasta categoría juvenil, que fue cuando colgando las botas dio el disgusto a su padre, rojiblanco irredento. El mundo de ficción, bien fuere en imagen digital o sobre un escenario, como ocurriese con Querejeta, Pep Munné o Aldo Sambrell, le atraía bastante más que los estadios.




El fichaje de Di Stéfano por el Espanyol 50 años después

En los últimos años de su vida Alfredo Di Stéfano fue parte activa en las presentaciones de los nuevos futbolistas del Real Madrid. Su presencia como presidente de honor del club provocó que cada acto tuviera un tono de respeto hacia una figura legendaria del pasado. Pero, ¿se imaginan a Alfredo Di Stéfano como protagonista de su propia presentación? es decir, siendo el fichaje esperado por una multitud que glorifica a su nuevo ídolo, aunque éste no viviera ya su mejor momento. Años después de ser el personaje estrella del affaire entre el Real Madrid y el Barcelona, de ganar cinco copas de Europa y de sufrir un secuestro, Di Stéfano fue el hombre elegido de la puesta en escena más mediática; su primer día en el Español de Barcelona.

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Barcelona, 19 de agosto de 1964

Alfredo llegó como suelen hacerlo las grandes estrellas, con retraso y arrogancia. El suyo fue un fichaje costoso, no solo en lo económico. Por ello en Sarrià se le habilitó la mejor sala para la firma del contrato; una habitación poco calurosa y alejada del ruido de los miles de seguidores que acudieron a recibir al nuevo jugador. En el antepalco presidencial esperaban decenas de fotógrafos y periodistas de todo el mundo que encendieron sus aparatos cuando el futbolista llegó. Ese día, la sala se engalanó de forma especial con los colores y el escudo españolista. Asistieron todos los miembros de la junta directiva (encabezados por el presidente José Fusté) y no faltó ninguno de los implicados en la contratación del astro. En la presentación se pudo ver a Ricardo Zamora, a Emil Osterreicher y por supuesto a Ladislao Kubala, quien ya había recibido a Di Stéfano a pie de la escalerilla del avión que le trajo de Madrid.

Y es que el Español logró juntar en un mismo club a las estrellas exiliadas del Real Madrid y el Barcelona, dos jugadores con un pasado exitoso y herido que buscaron cobijo al amparo blanquiazul. Pero como vamos a comprobar a continuación, la llegada de Di Stéfano a Barcelona estuvo cargada de detalles, algunos de ellos poco conocidos. Por ejemplo la reunión que mantuvieron en persona Kubala y Alfredo Di Stéfano cuando éste volvíó de sus vacaciones. Pero al rememorar ese encuentro entre la Saeta Rubia y Laszly nos trasladamos casi al final de la historia, justo cuando el jugador llegaba de Milán (el nombre de la otra gran pieza del puzzle) y ni siquiera los millones que se ofrecían en las islas británicas pudieron frenar su compromiso con el Español. Por tanto, para comenzar nuestro relato es justo acudir al principio. En junio de 1964 Di Stéfano dijo adiós al Real Madrid.

El final de blanco

El 24 de junio de 1964 (en la misma semana en la que España ganó su primera Eurocopa), la prensa anuncia que el Real Madrid ha concedido la baja a Alfredo Di Stéfano, con el que no cuenta en la confección de la plantilla de jugadores para la siguiente temporada pero al que se le reserva un puesto en el organigrama del club en el caso de que el protagonista esté de acuerdo. Di Stéfano se niega a aceptar esta última opción y alude a un problema con Miguel Muñoz. La mala relación con el técnico había vivido su punto culminante en la final de la Copa de Europa ante el Inter, un partido en el que ambos llegan a acusarse mutuamente de la derrota. Días después de darse a conocer su salida se pública el interés firme del Español por Di Stéfano, una operación en la que las dos partes parecen estar muy cercanas. El club catalán terminaba de salvarse del descenso en la promoción y había contratado a Emil Osterreicher (el que fuera secretario técnico del Honved y el Real Madrid), que junto a Ladislao Kubala (nombrado máximo responsable técnico el 26 de junio de 1964) deben confeccionar la plantilla de jugadores. No quedaba claro el cargo que ocuparía el exjugador del Barcelona (Kubala), ya que ni siquiera se sabía con certeza si había decidido colgar las botas definitivamente. Se especula incluso con la posibilidad de que asuma el papel de entrenador.

Al interés del Español por Di Stéfano se une el del Betis, club que le hace una oferta en firme en los primeros días del mes de julio como reconoce su presidente Benito Villamarín. Pero los andaluces no pueden competir con otros que ya habían llamado a la puerta del jugador tras conocer su libertad. Uno de ellos fue el Celtic de Glasgow (oferta que Di Stéfano reconoció años más tarde pero de la que no se tiene constancia antes del mes de agosto). Mientras tanto, un Santiago Bernabeu preocupado por la situación abandona la localidad alicantina de Santa Pola (donde veraneaba) para reunirse con Di Stéfano en Madrid; es un último intento de que el jugador permanezca en la entidad. Hay que recordar en este punto que el club le preparaba un partido amistoso de homenaje para estos días, encuentro que fue aplazado para el futuro en una fecha y rival por concretar. Di Stéfano se marchó de vacaciones a Niza.

Español, Milan o Celtic

Pero el verdadero culebrón se produjo a mediados del mes de julio de 1964, cuando se filtró a la prensa el interés del AC Milan por hacerse con sus servicios. La situación era la siguiente: en la liga italiana solo se permitía disponer de dos jugadores extranjeros por plantilla, pero durante esa temporada se iba a celebrar un acontecimiento que permitiría a los clubes ampliar su cupo a tres, los Juegos Olímpicos de Tokio. El Milan estaba interesado en incorporar a Di Stéfano para que jugara durante este periodo, aunque existía la posibilidad de que la federación permitiera a los clubes mantener un número superior de extranjeros hasta que finalizara la temporada como medida excepcional. La propuesta era interesante para el ya exjugador del Real Madrid, pero los italianos no estaban dispuesto a acometer su fichaje a cualquier precio.

El cuadro rossonero había intentado la contratación del delantero de la AS Roma Antonio Angelillo, por el que había ofrecido cinco veces más de la cantidad que pensaba invertir en Di Stéfano. Este detalle constituía una ofensa para el orgullo de un Alfredo que sin embargo, seguía esperando movimientos desde su retiro vacacional en Niza. El 21 de julio el jugador declara a la agencia ALFIL:

«Verdaderamente me gustaría jugar la próxima temporada con el Milán, es cierto que sus directivos vinieron a verme el domingo último, pero las cosas continúan en su fase de negociación. Al saber que me gustaría abandonar el Real Madrid, varios clubes me hicieron ofertas. Esto es particularmente cierto en lo que se refiere al Club Deportivo Español de Barcelona y el Betis de Sevilla. El Milán es el tercer equipo que tiene contactos conmigo».

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Pero el interés de los italianos no fue precisamente anecdótico, ya que en los últimos días de julio Di Stéfano acude a Milán acompañado de Luis Carniglia (que había pasado las vacaciones con él) para reunirse con los dirigentes del club de San Siro. En dicho encuentro el jugador expone la propuesta que había recibido del Español y emplaza a los italianos a emitir una contraoferta. Parece ser que la respuesta está muy por debajo de las pretensiones de Di Stéfano. El hecho de que el Milan no pueda recolocar o ceder al brasileño Germano en ningún equipo le sitúa no ya como tercer extranjero, sino teórico cuarto foráneo en una plantilla en la que en el mejor de los casos solo podrán jugar tres (y en periodo olímpico). Di Stéfano abandona Milán y viaja directamente a un lugar de la Costa Brava donde se reúne en exclusiva con Kubala. En la mesa la propuesta del Milan y la del Español, aunque se llega a hablar de una posible copropiedad por parte de los dos clubes. Pero lo cierto es que el club blanquiazul se mantiene firme en las condiciones ofrecidas en el pasado, con unos emolumentos que superan ampliamente los que ofrece el club italiano. Un día después, el 1 de agosto de 1964, Alfredo llega a Madrid al volante de su propio vehículo y parece que con la decisión sobre su futuro tomada.

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72 horas más tarde Di Stéfano rechaza públicamente la propuesta del Milan y el 5 de agosto da su palabra al Español. Kubala declara que Di Stéfano formará parte de la plantilla y tendrá que ajustarse a la disciplina que marque el club. Se había especulado con la posibilidad de que no disputase los encuentros ante el Real Madrid e incluso que solo jugara los partidos que se celebrasen en Sarrià como prevención de lesiones. El Español se presenta el 8 de agosto sin Di Stéfano, al que se le espera en Barcelona los próximos días. Pedro Solé es el entrenador titular aunque Kubala permanece agazapado como director técnico. Curiosamente entre los jugadores que saltan al terreno de juego se encuentro su hijo, Branislav Kubala, que formará parte de la gira por Alemania y Austria que había concertado Emil Osterreicher. La presencia de Di Stéfano en estos partidos condicionaba de forma trascendental el dinero a recibir por el Español, por lo que el club blanquiazul vive con agobio estos días en los que solo cuenta con la palabra del jugador.

Di Stéfano se va a Galicia a apurar sus últimos días de vacaciones en medio de la intranquilidad de los dirigentes del Español. La noticia de una millonaria oferta llegada desde Escocia puede hacer que el fichaje quede abortado. Pero el 13 de agosto la agencia ALFIL publica una nota de la que se hacen eco diarios como ABC o La Vanguardia, en ella se explican algunos detalles del desesperado intento del Celtic de Glasgow por hacerse con los servicios del futbolista a última hora. También se especifica que Di Stéfano envió un telegrama a los escoceses declinando la propuesta.

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Y así fue como el 19 de agosto de 1964 Di Stéfano cumplió su palabra y se convirtió oficialmente en futbolista del Real Club Deportivo Español de Barcelona. Atrás quedaba su triste salida del Real Madrid y un verano cargado de negociaciones, viajes y rumores. Su futuro blanquiazul quedaba sellado y en pocos días se haría realidad en el terreno de juego gracias a su debut en un partido jugado en Múnich. El resultado fue de empate a un gol, obra de Di Stéfano obviamente.