El portero que puso en solfa a la Mutualidad de Futbolistas

El mes de enero, por esos curiosos guiños con que a menudo nos obsequian la fatalidad o el destino, resultó clave para la Mutualidad Deportiva. Si en 1944, un día 30 se asentaban las bases de esa obra fundamental, tantas veces relegada o pospuesta, en 1978 el nuevo año iba a estrenarse con la incidencia que a punto estuvo de enterrar al ya consolidado órgano. Una desgracia mayúscula en El Molinón gijonés, la del ariete sevillano Alfonso Fernández, hizo ver la necesidad de asistencia médica, quirúrgica y económica, ante casos dramáticos. Y otra de casi tanta enjundia, acaecida en el viejo campo de San Mamés, puso en solfa lo que hasta ese momento nadie se atrevió a discutir. En 1944, el violentísimo choque del guardameta Lerín con Alfonso había dejado al último con una pierna menos. Y 34 años después, otro choque entre un rojiblanco no muy bien identificado y el arquero argentino Roberto Jorge D´Alessandro, a éste sin uno de sus riñones.

Puesto que la historia de Alfonso y Lerín ya vio la luz en otro número de “Cuadernos”, centrémonos en el suceso bilbaíno.

Roberto Jorge D´Alessandro Di Ninno (Buenos Aires, 28-VII-1949), había sido internacional juvenil con la albiceleste en 8 ocasiones, y esperanza sin cuajar para los técnicos de San Lorenzo de Almagro cuando, inopinadamente, otro guiño de la diosa Fortuna lo trajo a Europa. Aquellas giras recaudatorias que los clubes sudamericanos solían llevar a cabo durante los meses de julio y agosto servían tanto para aprovisionar sus arcas como de escaparate a estrellitas incipientes, o probatura de segundones, bien cara su hipotética titularidad posterior o con el ánimo de dar gato por liebre. Y D´Alessandro, en el primer equipo azulgrana desde los 19 años -campaña correspondiente a 1968-, con sólo 15 intervenciones en el torneo de Liga y otras 41 en el Metropolitano, amistosos o torneos menores, tuvo su oportunidad, luego de seis ejercicios y medio en virtual ostracismo. Consciente sin duda de cuánto se jugaba, la verdad es que lo bordó. Agilísimo, decidido, con empaque y grandes reflejos, si acaso dejaría asomar cierto alboroto, achacable a sus muchas ganas de agradar. Los patrones de pesca tendieron sus redes. La ya extinta Unión Deportiva Salamanca necesitaba reforzar su marco para afianzarse en nuestra máxima categoría, y así las cosas, luego de distintos tiras y afloja, la directiva del San Lorenzo se avino a traspasarlo. A fin de cuentas, aquellas actuaciones podían ser tan sólo flor de un día. Mejor pájaro en mano que eterna promesa en el alero. Los charros, en fin, pudieron hacerse con un porterazo de 25 años a muy buen precio, que iba a constituir excelente inversión, visto su futuro rendimiento.

D´Alessandro en acción, listo para una de sus estiradas felinas.

Bien pronto aquel argentino serio, visceral y con carácter, fue conquistando al público de nuestros estadios. Ordenaba bien a su defensa, donde destacaba Rezza, otro compatriota duro, aguerrido e imperial. Sabía colocarse, mostrar seguridad, y cuando la ocasión lo precisaba volar de palo a palo. Con el torreón porteño atrás, Alves, un portugués con guantes negros organizando el juego, Sánchez Barrios y Robi triturando la zona ancha, o Rial más adelante, los salmantinos se convirtieron en plato indigesto para entidades con más medios, tradición y pretensiones. José Luis García Traid, futbolista malogrado junto al Ebro y La Pilarica, supo dirigir aquella maquinaria perfectamente engrasada para gozo de una afición unionista que había pasado del Calvario al Helmántico, librándose con aquel traslado de antiguos días de viacrucis, sufrimiento y corona espinosa.

Todos los partidos de Liga en 1974-75 y 75-76, y 31 correspondientes al ejercicio 76-77, amén de dos títulos como meta menos goleado, constituían preciado aval de D´Alessandro al arrancar la campaña 77-78. Contaba con no dar opciones a su suplente, tampoco en esa ocasión. Pero 1978 arrancó para él de la peor manera. Porque el día de año nuevo, una carga de Astrain, Dani o Carlos, según quién redactase aquellas crónicas, resuelta con voltereta e intenso dolor en la zona renal, a punto estuvo de costarle la vida. Y eso que tras dolerse sobre el césped pudo continuar jugando, sin aparente merma en su rendimiento.

Lo malo vino después, cuando informó al masajista que acababa de orinar sangre, y sobre todo durante el viaje de retorno a Salamanca. Tras cenar algo en Pancorbo, a la altura de Valladolid fue presa de un fuerte dolor, vómitos y sudoración fría. Ya en Salamanca, varios miembros de la plantilla lo acompañaron hasta casa. A las 4 de la madrugada, ante el empeoramiento de su estado, ingresaba de urgencia en la Residencia salmantina de la Seguridad Social “Virgen de la Vega”. Y ese mismo día 2, a las 11 de la mañana, entraba en quirófano para serle extirpado el riñón izquierdo.

“En el momento de su ingreso presenta rotura muscular, sudor frío y dolor intenso en emiabdomen y zona lumbar izquierda, discreta hematuria, tensión arterial 14/7 y valor hematúrico de 43 por 100 -recogió el primer parte médico-. Se le practican las exploraciones radiológicas pertinentes”. El diagnóstico inicial fue “Hematoma retroperitoneal, con posible lesión renal”. Sometido a vigilancia, a las 8 de la mañana entró en un agudo cuadro de shock, precisando reanimación terapéutica. La intervención en quirófano puso de manifiesto “una intensa hemorragia retroperitoneal, por rotura medio renal por desgarro de pedículo vascular”. La inviabilidad de cualquier práctica conservadora se tradujo en nefrectomía de urgencia. Había que salvar al hombre, sin pensar en el futbolista. Los doctores Julio Grande y Herrero Benito, del servicio de urología, el cirujano Sánchez Vega, y el anestesista Gómez Benito, acababan de calificar su pronóstico como muy grave.

La noticia recorrió no solo las riveras del Tormes, sino toda la geografía nacional. D´Alessandro únicamente se había perdido los últimos partidos del precedente ejercicio, en vísperas de celebrar su presencia centenaria bajo el marco charro, al lesionarse en la clavícula. Entonces Francisco Cosme, presidente del club, le había impuesto la insignia de oro y brillantes. Acababa de inaugurar un comercio de artículos deportivos y su buen carácter, apasionado y directo, había hecho de él personaje muy querido.

El siguiente parte médico ya resultó más optimista. Si todo iba conforme a lo esperado, podría ser trasladado a planta desde la sala de reanimación, y su hipotética alta se estimaba en cosa de dos semanas. Demasiado tiempo, en todo caso, para su carácter ganador, puesto que en seguida trascendieron las primeras preocupaciones personales. “¿Podré jugar el domingo?”, inquirió varias veces, antes y después de pasar por el quirófano. Y cuando el día 3 pudo verle su amigo íntimo Ricardo Rezza, también compañero en el vestuario de San Lorenzo apenas dio crédito al escucharle: “Oye, ¿qué calificación me han dado en Marca?”. El espigado central seguía asombrado al hablar con los periodistas: “Todavía entre vapores de la anestesia, y queriendo saber qué tal lo hizo. Así es Jorge; un fenómeno”. La versión del zaguero sobre la jugada venía a corroborar lo manifestado por el entrenador García Traid: “Íbamos empate a uno. Ellos apretaban con todo. Hubo un centro desde la izquierda, creo que enviado por Escalza. Jorge salió a por el balón y Rezza se encontraba cerca, cubriendo la parte de adelante. Dani, que venía lanzado, chocó con D´Alessandro cuando éste tenía ambos brazos levantados. Rezza y nuestro portero cayeron al suelo, mientras Dani quedó en pie. D´Alessandro tenía el balón agarrado al sufrir el impacto”. Inquiridos sobre si les pasó por la cabeza en aquel momento que el lance pudiera desembocar como lo hizo, ambos respondieron negativamente.

Poco después de ser intervenido quirúrgicamente, aún bajo el efecto de los calmantes.

Ese mismo día 3, durante la rueda de prensa concedida por los galenos, el urólogo Herrero Benito reconoció que el lesionado llegó a debatirse entre la vida y la muerte. Aseguró, también, que una vez recuperado podría desarrollar una existencia normal. Aunque el también doctor Sánchez Vega, al referirse al futuro deportivo del paciente, arrojase el primer jarro de agua fría: “Lo primero y principal es que salve el bache postoperatorio. En cuanto a lo deportivo, es triste decirlo, pero creo que debe retirarse, por miedo a padecer otra lesión renal. No sé qué dice al respecto el reglamento de las Mutualidades Deportivas, pero nada es tan importante como la vida”.

Previendo la retirada de D´Alessandro, o convencido de su prematuro adiós, García Traid ya barajaba planes inmediatos, por más que asegurase estar dispuesto a solucionar la papeleta cono lo que había. Aquello era Antonio, tercer portero la campaña anterior, convertido en segundo desde que el gallego Seoane fuese traspasado. Una incógnita, al permanecer inédito. Meses antes, el proyecto de incorporar al sudamericano Marcelo Espesot se fue a pique, al no colar federativamente sus muy discutibles papeles. Otro sometido a prueba por los charros durante esos días, el paraguayo -así se decía- Pereira, quiso ser visto como opción más fiable. Y en esa línea trascendió que la secretaría salmantina urgía el transfer de la federación paraguaya, para inscribirlo de inmediato en la española.

Fruto del nerviosismo, el gerente del Salamanca, Gabino Sánchez, realizó unas declaraciones donde señalaba a Daniel Ruiz Bazán, “Dani”, como autor de la lesión, involuntaria, si bien consecuencia de una fogosidad excesiva. La prensa bilbaína, cuyas crónicas pusieron lupa de enorme aumento sobre la actuación del árbitro valenciano Fandós Hernández, sin acuerdo acerca de quién pudo intervenir en el infortunado lance, recabó la opinión del aludido. El ratonil atacante tampoco pudo arrojar mucha luz: “No recuerdo ningún encontronazo -dijo-. Y estoy tranquilo, porque yo no he podido causar la desgracia, que de todas formas hubiera sido fortuita. En cualquier caso, lo lamento de corazón. Pero insisto, ha sido uno de los partidos en que menos he chocado”.

El internacional y futuro mundialista rojiblanco aseguró haberse enterado de la desgracia el lunes por la tarde, y que en ese mismo momento llamó por teléfono a la clínica, para interesarse por el intervenido: “Hablé con su esposa, quien como es lógico estaba emocionada. Le expresé mi pesar, reiterándole que de ningún modo me consideraba responsable, puesto que nunca tuve, ni tendré, intención de lesionar a nadie”. El ariete Carlos Ruiz, otro posible señalado desde algún medio, también quiso dar la cara: “En efecto, recuerdo un encontronazo con D´Alessandro y Rezza en un balón alto. Pero fue frontal, o sea que no pude ocasionarle ningún daño en el riñón. Además de confiar en su recuperación, le agradezco que según parece nos haya exculpado tanto a Dani como a mí. Eso dice mucho en su favor”.

Por su parte, el colegiado levantino corroboraba la versión del dúo rojiblanco, mediante nota de la agencia “Alfil”. Nada anormal ensombreció el choque durante los 90 minutos. La única interrupción tuvo que ver con incidentes ajenos al césped. “Las dos tarjetas que hube de mostrar, no están conectadas a ese lance. Ha sido una desgracia que todos lamentamos profundamente”.

Los campos con historia saben de glorias y tristezas, de hazañas y decepciones, de calamidades. Y San Mamés no constituía excepción. Antes de la Guerra Civil, el portero bilbaíno Gregorio Blasco, luego exiliado en México, como otros componentes del equipo propagandístico Euzkadi, que patrocinase el gobierno vasco del Lehendakari Aguirre, también sufrió una lesión renal, en choque con Urtizberea. Por suerte se resolvió sin extirpación del órgano. Otra tarde, el céltico Bermúdez hubo de retirarse con un riñón maltrecho, bien es cierto que sin tanta gravedad. Y a Trigo, guardameta santanderino en plena penuria posbélica, tras chocar violentamente con el delantero centro Unamuno, fue preciso extirparle un riñón. Para el cántabro, ese fue su último partido.

Apenas D´Alessandro remontaba su estado físico y anímico en el lecho hospitalario, la especie humana comenzó a manifestarse con esa mezcla de oportunismo, necesidad, y falsa entrega, que tanto nos anonada. Desde Málaga, el mecánico treintañero Antonio Calderón Rodríguez, afincado en el número 2 de la calle Zanca, ofreció uno de sus riñones al lesionado, asegurando ser admirador incondicional. Lo hizo a pecho descubierto, desde la emisora de Radio Nacional costasoleña, a través del programa “Radiogaceta de los Deportes”. Pero su desprendimiento tenía truco. “No quiero nada a cambio -dijo-. Sólo deseo que ese hombre se cure y prosiga su carrera profesional”. Luego se supo que el mecánico estaba en paro y no vería mal una ayudita próxima a las 50.000 ptas.

Daniel Ruiz Bazán, “Dani”, en un derbi vasco. Alguna extemporánea declaración desde la capital salmantina le achacó responsabilidades en el infortunado lance, cuando ni siquiera había tropezado con el portero.

Mientras tanto, en Bilbao siguieron cargándose las tintas sobre el árbitro Fandós. Era lo fácil, al fin y al cabo. Como entonces linieres y hombres de silbato vestían de negro, su uniforme lo soportaba todo. “Quizá solicitemos que no vuelva a actuar nunca en San Mamés”, aventuró Jesús Duñabeitia, su máximo mandatario todavía en rodaje. Fandós había pitado un penalti contra los locales que muy pocos vieron. E imperaba el anacrónico derecho de recusación a los colegiados. José Plaza, presidente del Comité Nacional de Árbitros y hombre caracterizado por la defensa a ultranza de los suyos, salió al paso de inmediato: “El partido estuvo suspendido durante 12 minutos, por una tremenda lluvia de almohadillas sobre el césped. Quien falló fue el público, con sus protestas desproporcionadas. Si juzgo por las imágenes de televisión, mi punto de vista es que el árbitro estuvo muy bien. Si acaso, resaltar que hubo una jugada no muy clara, para revisar en la pequeña pantalla, que hubiera supuesto penalti para el equipo de casa. Si el árbitro lo señaló, estando encima, por algo será”.

El jueves día 4, D´Alessandro, superada su gravedad, pudo trasladar a los medios un sucinto mensaje: “En mi accidente no hay culpable”. Los médicos, en su parte facultativo, se congratulaban de aquella rápida recuperación: “Presenta buen estado general, con tolerancia a los alimentos y recuperación de la motilidad intestinal. Pulso, tensión, temperatura y diuresis, son normales. Mientras continúe la evolución favorable no se emitirán más partes”. Trascendía, también, que el presidente del Athletic bilbaíno contactaba diariamente con directivos unionistas, para interesarse por el enfermo. Y que numerosos medios de difusión argentinos seguían el caso muy de cerca. Antes de que se le prohibieran visitas ajenas a la familia, las palabras del guardameta fluctuaron entre la honestidad y una bien definida esperanza.

Porque de caballerosidad mayúscula era asegurar: “No he dicho el nombre del jugador que chocó conmigo, porque el encontronazo fue fortuito, en un lance del juego. Lo mismo podía haberle ocurrido a cualquier compañero, en choque conmigo. Quede claro, por tanto, que todo ha sido fruto de la desgracia. Es el riego de algunas profesiones, deportivas o no”. Y sólo desde la esperanza cabía entender un anhelo contradicho por distintos exponentes de la ciencia médica: “El domingo no, pero pronto volveré a ocupar la puerta del Salamanca. Estoy seguro, porque el fútbol es mi vida y lo seguirá siendo. Con él he conseguido la felicidad y el bienestar de mi mujer y mis dos hijos. Quiero seguir jugando al fútbol”.

Numerosos periodistas, para entonces, ya habían hurgado en la Mutualidad Deportiva, ansiosos por cifrar en pesetas el monto de una invalidez parcial. Los futbolistas aún seguían fuera de la Seguridad Social, pese a sus reiterados intentos de acogida, dinamitados sistemáticamente desde sus respectivos clubes. Y resultó que la indemnización resultaba irrisoria. “500.000 pesetas”, tituló “Marca”. El equivalente al traspaso de un mal bar en barrio deprimido. La quinta parte de una licencia de taxi. Como mucho, para acertar de lleno en el primer proyecto inversor. Sólo habían pasado seis meses desde que renovara contrato con una sustancial mejora económica, pero eso, si no le permitieran seguir activo, era puro papel mojado. Entonces, elegante y ambicioso, aseguró estar muy satisfecho, aspirando a debutar un día con la selección española, “puesto que nunca fui internacional con Argentina”. Interpretaba mal la normativa vigente. Aquellos internacionalatos en su época juvenil, lo imposibilitaban. Aunque soñar, al fin y al cabo, siempre fue gratis.

Distintas voces irían despertándolo de otro sueño más pegado a la realidad. Y a primera vista se antojaban muy autorizadas.

“¡No podemos dejar que se suicide!”, enfatizó el Dr. Navarro, jefe médico de la Mutualidad. “No existe ningún alevín, ningún juvenil, ningún aficionado ni profesional, que esté jugando en estos momentos con licencia federativa y tan sólo un riñón. Con eso lo digo todo. No hace falta añadir ningún dato más. El caso de Santillana es distinto; juega con dos riñones, aunque los tenga unidos”.

El doctor Vicente Navarro, a sus 68 años, llevaba 30 en el órgano. Y ese precedente del rematador “merengue” Santillana, invocado desde distintas áreas, también dio que hablar en su día, al descubrírsele la malformación. No sólo quisieron retirarlo algunos, sino que probablemente lo hubiesen logrado de no militar en un club con el poderío de aquella institución. Desde la “casa blanca” pusieron informes favorables a la continuidad, certificaciones, reconocimientos avalados por firmas prestigiosas, sobre despachos de la Mutualidad. Y ésta, sobrepasada, dejó de constituir un obstáculo. Con respecto a D´Alessandro todo parecía en contra. Aunque hubiesen transcurrido años, los precedentes de extirpación se resolvieron con retirada obligatoria.

Además, en el seno de la U. D. Salamanca parecía darse por cierta la pérdida profesional de su estrella. Hasta el punto de que iniciaron gestiones con el Deportivo de La Coruña, tendentes a sondear la posible incorporación de Paco Buyo, internacional Sub-21 seguido por el At Madrid y R.C.D. Español de Barcelona, según distintos indicios. Las declaraciones de Sebastián Polo, presidente en funciones de la entidad castellano-leonesa, no hacían sino certificar los peores presagios para su futbolista: “Somos conscientes de que lo principal es su recuperación. Habrá que esperar a que esto suceda, y luego vendrá el tiempo de evaluar las consecuencias que puedan derivarse”. En paralelo, la solidaridad del fútbol volvía a ponerse en marcha, como siempre que uno de los suyos recibía algún guadañazo. Todos los clubes de 1ª División contactaron con la secretaría charra, ofreciéndose para cuanto estuviere en sus manos. Futbolistas de sus plantillas, con vistas a un posible homenaje, cesión de algún cancerbero, sobretasa en sus entradas, destinando el plus de recaudación al infortunado y su familia. Porque aquel medio millón de ptas. se antojaba “ridículo”.

Recién dado de alta, en casa y con sus hijos.

Así se entendió por muchos columnitas, tanto deportivos como de opinión. Y a tal punto llegaría el eco que desde la Mutualidad hubieron de salir al paso. Era la cifra contemplada en sus estatutos, cuando al afiliado le resultaba imposible competir: “La misma cantidad para aficionados o profesionales. No hay distinción. Incluso si alguien pierde la vida, entregamos a su familia esa misma cifra”. No parecía lógico, y así se dijo desde la embrionaria Asociación de Futbolistas Españoles. Si a un amateur le costaba 200 ptas. anuales afiliarse a la Mutualidad, y 1.500 a los profesionales de 1ª División, éstos deberían gozar de indemnizaciones mejores. ¿O acaso los astros, quienes menos lastraban el balance mutualista, al gozar de servicios médicos propios en todos sus clubes, venían a ser el tonto útil en una fiesta de plebeyos? “Eso se arreglaba si el gobierno, de una vez, obligase a los clubes a acogernos en la Seguridad Social -clamaron algunos miembros de AFE-. Los tribunales nos han declarado trabajadores por cuenta ajena. Ya ha llegado el momento de serlo de verdad”. Las indemnizaciones por incapacidad en la Seguridad Social, al constituir mensualidades vitalicias, resultaban infinitamente más ventajosas.

El viernes día 5 se publicaba que D´Alessandro se había levantado por primera vez. Y que con toda seguridad su puesto iba a ser ocupado el domingo por Antonio. Transcurridas 98 horas desde la operación, el paciente charlaba con José Luis Yuste, dolorido aún, pero sin perder su buen ánimo: “Me encuentro mejor, y anoche ya pude dormir. Con la debilidad lógica tras una operación y estos días en la cama; pero a pesar de todo me siento fuerte”. Por primera vez, a requisitoria del periodista salió de su boca el nombre del rojiblanco con quien topara: “Creo que fue el defensa Astrain quien chocó conmigo, como podía haberlo hecho cualquiera en otra acción”. Algunas imágenes de la presumible jugada así parecían corroborarlo. Dani, al fin, quedaba libre de reproches después de ser señalado injustamente. Pero ante todo, el ingresado en la habitación hospitalaria 711 quiso mostrarse agradecido: “Cuando vine acá, se hablaba de los extranjeros(1). Y resulta que mi agradecimiento es más grande que el de cualquiera, porque he sido tratado como un español más. Eso para mí, que creo en el hombre sin nacionalidades, simplemente en la esencia, tiene un gran valor. He recibido palabras de apoyo desde todos los rincones. Incluso un equipo búlgaro se ha ofrecido a jugar en mi beneficio… No sé cómo puedo corresponder a tanto”.

Poco antes de que Yuste conversara con D´Alessandro, un navarro residente en San Sebastián desde hacía años, había hecho llegar una carta al club salmantino en estos términos: “Con plena conciencia de lo que esto significa, ofrezco mi persona para que, en el momento preciso, se trasplante uno de mis riñones a ese magnífico deportista (…) Repito que sé perfectamente las consecuencias que para mí pueden originarse de tal medida. Las acepto gustoso y me sentiré feliz si logramos salvar para su familia y para su club, a ese gran caballero del deporte”. Lógico que incluso alguien de verbo fácil, como el buen guardameta, tuviese dificultades en la búsqueda de palabras.

Antonio. De incógnita, a sólida garantía bajo el marco en poco menos que 15 días. Hubiese tenido hueco en nuestra 1ª División, si D´Alessandro no fuera uno de los dos o tres mejores guardametas de nuestra Liga.

El domingo 8 de enero, a las 8 de la tarde y juzgados por el trencilla murciano Franco Martínez, en partido televisado desde el Helmántico, U.D. Salamanca y Sevilla C. F. disputaron los dos puntos ligueros en el debut del canterano Antonio González Arroyo (Salamanca 27-X-1953). A sus 24 años, llevaba ya varios ejercicios en el equipo, primero guarneciendo al Sporting, cuadro aficionado, y luego, durante dos campañas en categoría Regional y otra en 3ª, bajo el marco del Salmantino. Retrocediendo un poco más, cabría remontarse a sus días en el Atlético Salamanca, de Educación y Descanso. Toda España pudo apreciar su sobriedad y aplomo, sin que en ningún momento diera la impresión de estar nervioso. Si los compañeros le animaban con cada interrupción del juego, el ataque adversario advertiría, a medida que fueron transcurriendo los minutos, que aquel suplente ni mucho menos era un mal portero. La igualada a un tanto, con goles de Báez y Scotta, ambos extranjeros, fue resultado justo. En el Sevilla formaban Pablo Blanco, Rivas, Juanito, Jaén, Biri-Biri, Sánchez Barrios, que tan excelente sabor de boca dejase sobre ese mismo césped, un más que prometedor Montero, y el incombustible defensa central Gallego, entre otros. A Pereira, que acababa de solventar los últimos flecos en su documentación, le tocó verlo todo desde el banquillo.

Los charros acababan de descubrir un notable sustito para el marco, puesto que su única intervención oficial entre los grandes tuvo lugar ante el F. C. Barcelona, en la ciudad condal, durante 90 minutos de Copa. Y al día siguiente, cuando sus declaraciones saltaron a letra impresa, al joven modesto, sensato y cabal que en realidad era. “¿Qué pide para usted?”, le preguntaron. “Suerte en esto del fútbol y respeto de las lesiones -respondió-. Y lo mejor para Jorge; que se recupere cuanto antes”

El martes 10, Duñabeitia, presidente del Athletic, acudió hasta la habitación 711 para expresar su apoyo al convaleciente, y hacerle entrega de un banderín dedicado por toda la plantilla bilbaína. También se desplazaron el madridista Enrique Wolf, aprovechando no era día de entrenamiento, y el donostiarra Arconada, ambos portadores del abrazo y los mejores deseos de sus respectivos vestuarios. Desde Argentina, además llegaban otras noticias. Puesto que D´Alessandro se propusiera residir definitivamente en España, pasara lo que pasase, su padre, propietario de una sastrería, ultimaba trámites para venderla y cruzar el charco, instalándose también en Salamanca. La experiencia mercantil del veterano comerciante pudiera contribuir al despegue del comercio deportivo recién abierto en la Plaza del Mercado.

Dieciocho días después del percance, la familia del guardameta lo recibía en casa. Los periodistas, también, lo aguardaban bolígrafo, papel y grabadora en ristre. Por no variar, cada palabra del todavía débil guardameta hubiera merecido ovación cerrada: “De Bilbao sigo pensando lo mismo. Como equipo, un gran conjunto y rival difícil de vencer. Como ciudad me encanta”. Acerca del futuro, prefería ir despacio: “Todo depende de cómo me llegue a sentir. Después, si no me encuentro al cien, o al noventa por ciento, no salgo. No quiero hacer el ridículo en un campo de juego, después de haber sido alguien. No me gustaría deteriorar mi imagen, cosa que nunca acepté en otros profesionales”. ¿Pero sería capaz de vivir alejado del fútbol, alguien que lo vivía con tantísimo apasionamiento? “Hasta el primer día del año fue mi vida. Si decido continuar jugando, volverá a ser mi vida. Si no, pasará al baúl de los recuerdos”. Y a tenor de cuanto añadió después, en el hospital tuvo tiempo de planear su porvenir: “Visitaré al doctor Puigvert, a ver qué me dice. No porque tenga algo contra el diagnóstico de Salamanca. Es para mayor seguridad. Seguro que este diagnóstico es certero, tanto como pueda serlo el del Dr. Puigvert. Simplemente, quiero ir a verlo”.

El 2 de febrero, a primera hora de la noche, el portero llegaba a Barcelona para ser reconocido por el prestigioso especialista. Días antes había manifestado que en su opinión, y con todas las reservas, puesto que un juicio certero sólo resultaba factible después de concienzudos análisis, el caso de D´Alessandro no tenía por qué ser muy distinto al de Santillana. Y que por lo tanto, nada le incapacitaría para competir profesionalmente. Daba la casualidad de que los cirujanos salmantinos habían sido discípulos suyos. Transcurridas 16 horas, el eminente urólogo, una de las figuras europeas más reconocidas en la materia, comparecía ante la prensa, con buenas noticias para el jugador: “Mi pronóstico es favorable, aun siendo preciso aguardar la perfecta cicatrización de heridas, producto de la cirugía. Conviene esperar unas cuatro semanas para ver cómo funciona el riñón sano, y cómo todo el organismo se acostumbra a trabajar con un solo órgano. En cuestión de un mes, el futbolista volverá a mi consulta. Y entonces espero confirmarles que puede seguir practicando su profesión”.

Uno de los reporteros casi interrumpió aquel discurso para formular su pregunta: “¿Entonces prejuzga usted que D´Alessandro seguirá jugando?”. Y el Dr. Puigvert, con el tono paternalista de un docente ante cualquier alumno alocado, le corrigió: “No, hijo, yo no prejuzgo. Digo que puede seguir jugando al fútbol”.

Puigvert acababa de regresar de Colombia, tras asistir a un congreso de urología. Según sus colaboradores, le esperaba un gran trabajo en la Fundación. Pero aun con todo, quiso aclarar algunas cuestiones, consciente de dirigirse a un público profano: “Han pasado ya tres años desde que le dije a otro jugador, Santillana, que su único riñón efectivo no le incapacitaba en su profesión deportiva. Todo le ha ido bien, y confío siga de igual modo hasta su retirada”. D´Alessandro, por su parte, no cabía en sí de gozo al manifestar: “Me han devuelto la alegría”. Desde Salamanca, en fin, llegaban mensajes, tanto por boca del entrenador, José Luis García Tarid, como de algún directivo, adjetivando su satisfacción. Andrés Ramírez, secretario de la F.E.F., también quiso anticiparse al diagnóstico definitivo: “La Federación no puede ir en contra de tan prestigioso especialista. Si su halagüeña impresión fuese definitiva, por supuesto no tendría sentido establecer vetos”.

Nadie inquirió al secretario federativo sobre si el derribo de vetos afectaba tan sólo al guardameta de 1ª División, o incluiría también a otros jugadores con menor relieve, en idénticas circunstancias. Porque justo en paralelo, el Gimnástico de Melilla F. C. vivía la desgracia de su portero Martínez, lesionado en el estadio Marqués de Varela, cuando el equipo norteafricano se enfrentaba al San Fernando en partido de Liga correspondiente al grupo 6º de Tercera División. Martínez, de 33 años, con paso previo por el Requena, Gandía, Imperio de Ceuta, Portuense, Atlético de Ceuta, Cádiz C. F., Recreativo de Huelva y Sociedad Deportiva Melilla, recibió un golpazo en su riñón. Ya en Melilla, tras ser sometido a reconocimiento se le había recomendado reposo absoluto. Pero como no mejorase, el 14 de enero tuvo que ser internado en el hospital de la Cruz Roja, para proceder a una intervención quirúrgica no muy distinta a la del argentino. ¿También a él iba a verlo el reconocido doctor, o bastaría un informe de la Mutualidad?            

El 2 de marzo volvía D´Alessandro a los entrenamientos, tras ser reconocido nuevamente por el Dr. Puigvert. Exultante, colmó la curiosidad de los periodistas congregados: “Me repitió que la vida es un riesgo de por sí, y que me encontraba perfectamente. Su consejo fue de entrenar suave durante 15 días, y luego hacerlo con normalidad. Añadió también la conveniencia de analizarme la orina después de cada partido. Por lo menos al inicio. Ahora mi meta consiste en volver a ser lo que fui. A mi edad, no estaba preparado para abandonar el fútbol, y además la lesión me llegó en el mejor momento profesional. Esta mañana le pregunté al “míster” en cuánto tiempo quería verme recuperado, y me contestó que cuanto antes. Yo en esto, y para trabajar, estoy en sus manos”.

Primera página del diario “Marca”, recogiendo la reacción del director médico de la Mutualidad de Futbolistas, ante la evidencia de que su informe, negando al argentino su continuidad deportiva, iba a ser desechado por la F.E.F.

La Mutualidad, sin embargo, no había emitido su última palabra. Y desde este organismo tan conectado a la Federación, el juicio del Dr. Puigvert chocaba frontalmente con un muy cacareado axioma: Ningún futbolista saltaba al campo en competición oficial, con un solo riñón. Lo de Santillana era distinto. Tenía los dos, aunque únicamente le funcionase uno por malformación congénita. Así las cosas, durante la tarde del 4 de abril D´Alessandro sería reconocido por su jefe de servicios médicos, Dr. Navarro. Sesenta y cinco minutos de exploración, radiografías y análisis, para lo que ya era una cuestión de honor, de celo profesional, e incómoda interferencia. Algo debió ver D´Alessandro en el rostro del galeno, habitualmente impenetrable hasta emitir diagnóstico, porque apenas hubo salido a la calle se curó en salud: “Parece que el doctor no está muy conforme con que vuelva a ocupar mi puesto bajo el marco, aunque me encuentre perfectamente. Entreno con la plantilla, hago series de 500 abdominales, mis compañeros lanzan disparos en las sesiones como harían a cualquier guardameta, y creo que mi actual estado de forma es espléndido. Sólo me falta actuar en un partido y ver cómo respondo”.

El excelente arquero argentino hubiera podido presumir de ojo clínico porque, en efecto, el día 7 se hicieron públicas las salvedades de la Mutualidad de Futbolistas, puntualizadas por el Dr. Guzmán, ayudante del jefe de servicios médicos. Puigvert, en su opinión, distaba mucho de ser concluyente. Cierto que no negaba la posibilidad de seguir jugando, pero tampoco incluía la menor recomendación de hacerlo. Ni siquiera había operado al deportista. “Y además -dijo-, no aparecen referencias al funcionamiento de su único riñón, que es justo lo que más nos interesa”. Así las cosas, y aunque la decisión definitiva quedara pospuesta, los redactores de “Marca” hicieron admirablemente su trabajo, anticipando con varios días de antelación el pláceme federativo, o dicho de otro modo, el ninguneo de que iba a ser objeto la Mutualidad. Y eso que eran muchas las personas involucradas en una decisión que Pablo Porta, por no quebrantar su hábito, se resistió a tomar si no era de forma colegiada.

“D´Alessandro podrá jugar el sábado”, titularon el día 12. “No servirá el informe negativo de los médicos de la Mutualidad”. Ese jueves, a las 6 de la tarde, el encausado accedía a Alberto Bosch, sede federativa, con un informe del Dr. Puigvert y otro de un especialista reputado, cuyo nombre se prefirió salvaguardar. Al día siguiente, la Junta Directiva de la Federación los sopesó, junto al remitido desde la Mutualidad de Futbolistas. El Dr. Delgado, vocal médico de la Junta, también aportó el suyo, favorable a dar por válida la opinión del ilustre Puigvert. Y la Comisión Rectora de la Mutualidad, compuesta entre otros por el propio Pablo Porta, Gil de la Serna, Luis y Bermejo, tampoco estuvo por la labor de oponerse a una eminencia. El Dr. Navarro, a sus 68 años, quedaba sólo, por más que previamente hubiese realizado declaraciones altisonantes: “Puigvert elude respuestas. Él es urólogo, y lo que necesitamos es el informe positivo de un nefrólogo, el especialista en funcionamiento renal. Sin menospreciarle, ésta es la realidad. Y como parece que no se va a contar con nosotros, estoy dispuesto a dimitir”.

Lo hizo, en efecto, y Pablo Porta aceptó su renuncia. “No me queda otra, y mi conciencia me dice que debo apartarme de esta responsabilidad -dijo tras su derrota, cuando compareció ante los medios, “acalorado, quizás nervioso, pero correcto”, según narrase un reportero-. ¡Dios quiera que me equivoque en el porvenir! Pero es que, en el fondo, creo que ni va a hacer falta. El propio D´Alessandro se dará cuenta de su disparate y se retirará, ya lo verán ustedes”.

Roberto Jorge D´Alessandro Di Ninno pudo seguir jugando, después de firmar un documento donde eximía de toda responsabilidad a la Federación. “Soy feliz -aseguró a cuantos quisieron oírle-. Es como si me abriesen las puertas a un nuevo mundo”. El lunes 23 de abril, luego de tres meses y 22 días, volvió a situarse bajo el travesaño salmantino, casualmente ante el Athletic Club bilbaíno, en el Helmántico. “Marca”, su periódico de cabecera, lo calificó con un “1” y hubo de sacar hasta tres veces el balón enredado en las redes. Se le consideró culpable de un tanto, aunque otros compañeros de equipo estuviesen bastante peor que él. Rezza, Alves, Juanito, Ángel y Roberto Cino cosecharon un “0” en la publicación deportiva. Toda la columna vertebral charra naufragó en aquel doloroso 0-3. Pero lo importante fue que el reaparecido acababa de subir un primer peldaño para ser el de antes, condenando al ostracismo a quien mejorase todas las expectativas durante su prolongada ausencia.

Formación de la U. D. Salamanca correspondiente a la campaña 1981-82. D´Alessandro, pese a los malos augurios, seguía firme bajo el larguero.

La resolución federativa ni mucho menos sirvió para dar carpetazo a la polémica. Puesto que el riñón de D´Alessandro se tornara arma arrojadiza en batalla de pruritos personales, hubo más galenos incorporándose a la contienda, bien a título personal o bajo estandarte corporativo. Uno de ellos, el Dr. López Varela, blandió el de la Medicina Deportiva desde los medios, con fecha 28 de abril. Y sus argumentos no dejaban de tener sentido: España había sido una de las primeras naciones en incorporar a sus organigramas la especialidad de Medicina Deportiva. En teoría, sus titulados debían ser los más capacitados para enjuiciar cuestiones relativas a deportistas, según la Ley de Presidencia de Gobierno del 24 de junio, Nº 1830/68. A ellos, antes que a nadie, aun apoyándose en el báculo de especialistas renales, competía decidir si una pieza de “acero especial”, como calificaba a los deportistas, estaría en condiciones de competir con un solo riñón. No obstante, nadie les había consultado. “¿Y por qué, ese singular y paradójico olvido? -se preguntaba el Dr. López Varela-. Sólo encontramos una explicación posible. Y es que los actuales Administradores, sin previa consulta, sin consideración de ninguna clase, han engullido a la Medicina Deportiva, la han lapidado, ha sido borrada sin una sola protesta del Consejo Superior de Deportes”.

Obviamente, tampoco el firmante del alegato daba por buena la resolución federativa. No podía hacerlo, sin que él mismo, o sus representados, tuviesen vela en el dictamen. Y apoyaba su postura en términos de Román Paladino: “Todos los médicos estamos en condiciones, por lo menos teóricas, de atender un parto. Pero lo hará mucho mejor y con superiores garantías, un tocólogo. ¿Está claro?”.    

Lo evidente era que la Mutualidad de Futbolistas encaraba momentos críticos. Desde hacía años venía cuestionándose su existencia en el seno de los clubes más poderosos. ¿Qué a portaba a los profesionales de 1ª y 2ª División, cuando todos sus equipos gozaban de médico propio, seguros con clínicas prestigiosas, y ante cualquier complicación acudían a especialistas no de la Mutua, sino de relieve internacional? Ya eran historia los días en que estrellas del Real Madrid o Atlético pasaban consulta privada con El Brujo de Portugalete, magnífico recuperador muscular, o traumatólogo sin título, cuando la Mutualidad y los “fisios” fracasaban. La paulatina llegada de futbolistas extranjeros había abierto las puertas de Europa, por cuanto a Medicina respecta, también a nuestros futbolistas. De peregrinar a Madrid o Barcelona, se pasó a tomar billete rumbo a quirófanos de Marsella, Múnich, Suiza o Bélgica, ante lesiones complicadas. La Mutualidad podía estar bien para amateurs o semiprofesionales, pero no para quienes constituían patrimonio societario con muchos ceros. ¿No sería hora de cerrar el grifo a un ente tan poco útil, máxime cuando el objetivo de la naciente AFE se centraba en lograr una adscripción definitiva a la Seguridad Social?     

En el libro negro de la Mutualidad irían contabilizándose distintas afrentas. Algunas fechadas 13 ó 14 años atrás, como la del internacional paraguayo Florencio Amarilla, que para recuperarse en plenitud hubo de sufragar con su propio peculio una nueva intervención quirúrgica. Y otras muy pegadas a aquel presente. José Estrella Gracia, por ejemplo, jugador del Deportivo Tranquera, en categoría Regional, a raíz de lesionarse había quedado con un riñón. Siguiendo la inercia en la Mutualidad de Futbolistas, acababa de perder su ficha y, con suerte, si decidiera empeñarse en recuperarla sólo tenía por delante un camino caro y arduo: informes de especialistas descollantes, apoyo de la opinión pública y alguna influencia en la Junta Directiva de la Federación. Al levantino Roberto Francisco Martínez, el infortunado portero del Gimnástico Melilla, tampoco se le permitió seguir jugando. Portavoces de la Mutualidad y de Cruz Roja aseguraron que al riñón extirpado se unía un precario funcionamiento del otro, como consecuencia de algún trauma anterior. Nunca pasó por la consulta de nefrólogos señeros, ni de licenciados en Medicina Deportiva, aunque falleciese relativamente joven, en octubre de 2005, con 64 años.

Ya entrenador, el hispano-argentino durante sus últimos días en los banquillos. Se lo había dado todo al fútbol, y la pelota supo devolverle tantísima devoción.

Los modestos, estrechamente limitados por una Mutualidad tan parca en medios, penaban entre aquel limbo doloroso. En mayo del mismo 1978, cuando la Temporada futbolística avanzaba hacia su desenlace, los jugadores del Atlético de Ceuta (grupo 6º de Tercera División) tuvieron que hacer causa común con su compañero Salvador Durá, lesionado gravemente desde el 30 de noviembre, en partido contra el Don Benito. Puesto que tras ser operado, Durá llevaba cinco meses aguardando una reunión de Consejo en la F.E.F. para decidir sobre su caso, toda la plantilla firmó un escrito anticipando que si para el día 7 no se pronunciaba el máximo órgano, se negarían a saltar al campo, tanto esa fecha como las siguientes. Al mismo tiempo efectuaban un llamamiento solidario a los equipos de la 1ª Regional ceutí, proponiendo suspender igualmente su competición.     

Sin proponérselo, D´Alessandro acababa de destapar una olla de agravios, y por ende la discutible utilidad de una institución antaño ejemplar, aunque insolvente con el transcurrir del tiempo. Cuando tuvo lugar la incorporación de jugadores profesionales al régimen general de la Seguridad Social, aquella Mutua ya no pudo sostenerse. O al menos no sin acometer profundísimos cambios.  

Este repaso de unos hechos ya olvidados quedaría incompleto sin alguna atención a sus intervinientes. Antonio González Arroyo, tras acreditarse como portero de 1ª División mientras nuestro protagonista permaneciera en dique seco (16 partidos del ejercicio 77-78), pasaría dos campañas en blanco, jugó 12 partidos de Liga en 1980-81, cuando los charros descendieron, volvió a cerrar en blanco el torneo 81-82 y, cansado de tanta suplencia buscó aires nuevos en Jaén.

Eduardo Pereira Martínez no era paraguayo, como tanto repitiesen los medios orales y escritos, sino natural de Montevideo, Uruguay (21-III-1954. Durante su campaña y media en Salamanca ni asomó por el campeonato liguero. Tampoco es que luciese mucho en el Gimnástico de Tarragona (temporada 79-80), resuelta con descenso de categoría, y sólo en el Sabadell, luego de cubrir en blanco el ejercicio 80-81, cumplidas las 27 primaveras pudo aferrarse a la titularidad en 2ª División, los ejercicios 81-82 y 82-83. Deglutiendo, eso sí, la amargura de un nuevo descenso.

García Traid, técnico que ascendiera con la U. D. Salamanca a 1ª División y lo mantuviese entre los grandes, en julio de 1978, para sorpresa de muchos, cambió el frío de la meseta por la dulzura meridional envuelta en espejeos de guirnaldas y farolillos, sobre el manso Guadalquivir. Luego también dirigió al Atlético de Madrid.

D´Alessandro, en fin, permanecería activo hasta 1984, olvidándose por completo del traspaso a un grande que hasta poco antes de su lesión considerara factible. Varios periodistas convirtieron en soniquete la pregunta obvia, allá por donde pasara: “¿Se encuentra usted bien, después del percance?”. Y él respondía, haciendo gala de optimismo: “Mi riñón funciona de maravilla. Estoy mejor que antes, con más aplomo y en plena forma”. Hubo, incluso, quien llegó a inquirirle si nunca se veía como un enfermo. A modo de réplica, prefirió decantarse por el ingenio: “Enfermo cuando me entero de lo que cobran otros. Eso sí que me hace subir la fiebre”. Ya entrenador, inició su despegue en el Figueres (1992) y a punto estuvo de ascenderlo a Primera. Luego pudo vérsele por los banquillos del Real Betis Balompié, Atlético Madrid en 2 etapas distintas, su Unión Deportiva Salamanca durante distintos viajes de ida y vuelta, Mérida, Elche, cubriendo también 2 etapas, Rayo Vallecano, Gimnástico de Tarragona, Huesca… Su verbo fácil y vehemente, así como un sentido del espectáculo harto histriónico, acabarían convirtiéndolo en contertulio de los programas deportivos que liderasen José Mª García desde la radio, y Josep Pedrerol en el medio televisivo. Muchos espectadores de “Punto Pelota” o “El Chiringuito” desconocían el excelente portero que fue en su día.

Sólo Arconada, y si acaso un Iribar descendente, aunque todavía capaz de escanciar tardes formidables, le impidieron lucir el número uno en nuestro escalafón.

        

 

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(1).- Clara referencia al tocomocho de los falsos oriundos, importados por docenas para vergüenza de la F.E.F. y casi todos nuestros clubes relevantes. El público de Atocha y San Mamés coreaba cánticos y eslóganes contra aquel fraude, secundando las acciones legales emprendidas por sus juntas directivas. Los extranjeros de nuestro fútbol, sin apenas distinciones, acabarían siendo vistos como oportunistas y aprovechados, en el mejor caso, o falsificadores de identidad, ante el beneplácito de propios y extraños. Hubo, es cierto, brotes de hostilidad. Incluso entre la hinchada de equipos donde muchas tardes figuraban 4 ó 5 foráneos. La propia Unión Deportiva Salamanca intentó hacer pasar por el cedazo federativo al sudamericano Pesoa, cuyos papeles no resistían un mal vistazo al trasluz.




Domènec “Mingu” Balmanya: 1956-1958. Segunda parte

Balmanya201La temporada 56-57 terminó en Can Barça con un magnífico sabor de boca para los socios y aficionados del club blaugrana, debido a la brillante conquista de la Copa del Generalísimo y la «Pequeña Copa del Mundo» de Caracas. Cundía por fin el optimismo, después de varios años de «vacas flacas», y la inminente inauguración del nuevo campo, el magnífico estadio cuya construcción se estaba ya finalizando a marchas forzadas en los límites del término municipal de Barcelona con el de Hospitalet de Llobregat, junto a la Travesera de Les Corts, no hacía sino aumentar esa agradable sensación. Volvía el Barça Triomfant

Para encarar, pues,  una temporada que se presagiaba victoriosa, Domènec Balmanya va a contar con los siguientes efectivos: Ramallets, Estrems, Olivella, Brugué, Biosca, Gracia, Segarra, Gensana, Vergés, Flotats, Bosch, Basora, Hermes González, Villaverde, Ribelles, Kubala, Evaristo, Eulogio Martínez, Luís Suárez, Sampedro, Coll y Tejada. Eran baja algunos nombres cargados de historia como Seguer o Manchón. Pero sin duda el gran acontecimiento de la campaña, posibles títulos aparte, lo va a constituir la culminación de la gran obra que tenía ilusionado a todo el barcelonismo. el nuevo campo. Pero no adelantemos acontecimientos…

PRIMERA RONDA

El calendario había dictaminado que en la primera jornada, a disputar el día 15 de septiembre de 1957, abrieran el fuego los dos equipos que habían cerrado la Liga anterior, Barcelona y Sevilla, aunque ahora en el nuevo feudo blaugrana, pero debido al compromiso sevillista en la Copa de Europa, el partido se va a aplazar hasta el 10 de octubre, de modo que el estreno del campeonato 57-58 se producirá el 22 de septiembre en «Mestalla», frente a un Valencia reforzado por los brasileños Walter y Machado, un encuentro en el que los catalanes fueron mejores pero la contienda acabó en tablas, con sendos tantos del veterano Pasieguito y el recién llegado Evaristo. Balmanya presentó la siguiente alineación: Ramallets; Olivella, Brugué, Segarra; Vergés, Gensana; Basora, Villaverde, Eulogio Martínez, Evaristo y Tejada. Llamaba la atención nuevamente la ausencia de Kubala, aun no recuperado del todo de una intervención quirúrgica para corregir una osteopatía dinámica del pubis, realizada el mes de julio anterior.

El día 24 de septiembre, festividad de la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona, va a tener lugar el brillante acto de inauguración del nuevo campo del «Club de Fútbol Barcelona» (como se le llamaba oficialmente durante la práctica totalidad del régimen franquista), que al no poseer tampoco un nombre concreto – no lo tendrá  hasta 1965, cuando se le bautice con la aséptica denominación de «Estadio del Club de Fútbol Barcelona» -, muy pronto va a ser conocido a nivel popular como el «Camp Nou», y así se le sigue llamando hoy, aunque ya haya cumplido los 58 años de existencia. Ese día, que amaneció despejado y radiante en Barcelona, se van a celebrar diversos actos y solemnidades, folclóricas y religiosas, pero el plato fuerte lo constituirá un encuentro internacional amistoso entre el primer equipo del Barça y una selección de Varsovia, con el morbo que siempre proporcionaba en aquellos años el enfrentarse a un conjunto de «tras el Telón de Acero», ya que los contactos deportivos eran prácticamente inexistentes, aunque el arranque de las competiciones internacionales del Viejo Continente (Copa de Europa y Copa de Ferias, y más tarde la Recopa) irá haciéndolos más habituales a lo largo de los años 60.

El partido, iniciado a las cinco de la tarde y que concluirá con el triunfo de los azulgranas por 4 goles a 2, va a tener también su pequeña anécdota. No es que se amañase el resultado, pero al parecer – según declaraciones posteriores del propio Balmanya – se llegó a un acuerdo con los polacos, a través del intermediario que los había contratado, su compatriota Jules Ukrainczyk, para que el primer gol del nuevo campo fuese marcado por un jugador barcelonista, a lo que los eslavos van a acceder, a cambio de una pequeña compensación económica. Fue el paraguayo Eulogio Martinez quien abrió el marcador del nuevo estadio, y lo celebrará lanzándose al interior de la red que acababa de batir en señal de alegría. Los tantos restantes serían obra de Tejada, Sampedro y Evaristo, y este fue el equipo que presentó el cuadro catalán en tan señalada fecha: Ramallets; Olivella ( Gracia ), Brugué, Segarra; Vergés ( Flotats ), Gensana ( Bosch ); Basora ( Hermes González ), Villaverde ( Sampedro ), Eulogio Martínez ( Ribelles ), Kubala ( Evaristo ) y Tejada. Como dato curioso, señalar que  Ladislao Kubala, seguramente el gran responsable de haber dejado pequeño al viejo «Les Corts», obligando a la construcción de un recinto moderno y de mayor capacidad,  a punto estuvo de no poder ser alineado, al no hallarse del todo recuperado de su operación.

Y en la tercera jornada (que para el Barça era en realidad la segunda), los de Balmanya van a conseguir un resultado espectacular a domicilio, al superar en el «Insular» a una Union Deportiva Las Palmas diezmada por una seria epidemia de gripe con un insultante 0 a 7, obra de Basora y Villaverde (dos cada uno), Evaristo, Tejada y Martínez. En la cuarta, todavía con un partido menos, se estrena el flamante «Camp Nou» en partido oficial – 6 de octubre – y el Jaén se lleva seis golitos (6 a 1), marcados por Tejada y Martínez, ambos por partida doble, Villaverde y Kubala – que por fin reaparecía en partido de competición  – . Por fin, el día 10 de octubre, se va a disputar el encuentro aplazado de la primera jornada, en el que el Barça se deshará sin demasiados apuros de un Sevilla que no era el de la temporada anterior ni muchísimo menos. 3 a 0, con goles de Tejada, en dos ocasiones, y Villaverde, y la anécdota para la historia de recibir la primera visita de Franco en el coliseo barcelonista.

Al finalizar esta jornada, la clasificación va a quedar de la siguiente manera: líderes el Real Madrid y el Barcelona con 7 puntos, tercero el Español con 6, y a continuación un grupito formado por Athletic de Bilbao, Atlético de Madrid, Osasuna, Celta y Jaén con 5. Y en la fecha siguiente duelo por todo lo alto, porque se enfrentarían Madrid y Barça en el «Bernabéu», los dos grandes favoritos para la consecución del título.

Balmanya va a encarar el choque con ciertas precauciones, alineando a Flotats como teórico extremo derecho, con el «7» a la espalda, aunque asignándole su clásica misión de «secante» de Alfredo Di Stefano. A las órdenes del colegiado aragonés señor Rey Martínez, ambos equipos presentaron las siguientes formaciones: por el Real Madrid, Domínguez; Atienza, Santamaría, Lesmes; Santistéban, Zárraga; Kopa, Marsal, Di Stefano, Rial y Gento, y por el Barcelona, Ramallets; Olivella, Brugué, Segarra; Verges, Gensana; Flotats, Villaverde, Eulogio Martínez, Evaristo y Kubala. Fueron muy superiores los «merengues», que vencieron a los azulgranas por 3 goles a 0, marcados por Kopa, Rial y Di Stefano, e incluso se hicieron merecedores a un resultado más abultado. El Madrid se afianzaba en el liderato, dejaba al Barça a dos puntos, y le tomaba una importante ventaja en el tanteador particular de ambos equipos.

La sexta jornada lo dejó todo como estaba. El Barça venció con muchos apuros a la siempre difícil Real Sociedad, merced a un solitario gol de Segarra, mientras que los blancos triunfaban en Jaén por 0 a 2. Osasuna era sorprendente tercero, empatado con el Barça a dos puntos del líder, y por detrás empezaba a enseñar las uñas el Atlético de Madrid, esta temporada dirigido por Daucik. Y precisamente fueron los rojiblancos madrileños los mayores beneficiados al finalizar la siguiente jornada, la séptima, pues el Barça cayó en Gijón, derrotado por un Sporting «matagigantes» (3 a 2, con tantos de Evaristo y Tejada ), el Madrid no pudo pasar de un empate a cero en Las Palmas, y el Osasuna dobló la rodilla en Vigo. Eran líderes los de Bernabéu (12 puntos), seguidos por Atlético de Madrid y Español con diez, mientras que el Barça caía a la cuarta plaza, con 9.

En la octava fecha  los de Balmanya ascendieron un puesto en la clasificación gracias a su clara victoria sobre un Athletic en horas bajas (3 a 0, con dos goles de Kubala y otro de Evaristo). El Madrid se deshacía apuradamente, igual que le había ocurrido al Barça poco antes, de una correosa Real Sociedad, y Atlético de Madrid y Osasuna hacían tablas en «San Juán». El Barça se mantenía a tres puntos del Real Madrid. Pero va a reducir la ventaja de los blancos a uno solo siete días más tarde, porque mientras que los azulgranas vencen en «Zorrilla» al Valladolid por 1 a 2 (ambos obra de Eulogio Martínez), el Madrid cae también en «El Molinón» ante de Sporting gijonés, contundentemente derrotado por 3 a 0. Ahora el Barça es segundo, a un único punto del Real Madrid, y empatado con Atlético y Español.

Concluye el primer tercio del campeonato con la décima jornada. Se mantienen las mínimas distancias entre madridistas y culés, pero van a aflojar «colchoneros» y «periquitos». El Real Madrid aplasta a un desconocido Athletic de Bilbao por 6 a 0, la tarde del maravilloso gol de Marsal a Carmelo, mientras que el Barça solventa el primer verbi barcelonés jugado en el «Camp Nou» al derrotar al Español por 3 a 1 en un gran partido, con tantos de Evaristo, Tejada y Kubala.  El Atlético de Madrid, por su parte, tan sólo pudo sacar un empate en su visita a un Sevilla que se debatía sorprendentemente en los últimos lugares de la tabla. Los números del Barça no son nada malos: 7 victorias, 1 empate y 2 derrotas (una de ellas en el dificilísimo desplazamiento al «Bernabéu»), con 26 goles a favor y 11 en contra, para un total de 15 puntos, un ritmo que de mantenerse podría valerle el título.

Simultáneamente con la Liga, el Barça va a retornar a una Copa de Ferias donde no había jugado desde aquella primera eliminatoria contra la Selección de Copenhague en la temporada 55-56. El 23 de octubre de 1957 se enfrenta al Birmingham City en la ciudad británica, donde cae derrotado por 4 a 3, marcando los tantos azulgranas Tejada, Evaristo y Eulogio Martínez. El 13 de noviembre los ingleses rinden visita al flamante «Camp Nou», y el Barça se impone gracias a un solitario gol de Kubala. Es necesario, pues, acudir a un tercer partido de desempate, que se celebra el 26 de noviembre en la localidad suiza de Basilea – un lugar que luego volvería a cruzarse en la historia barcelonista -, y allí los pupilos de Balmanya derrotan a los británicos por 2 a 1, con dianas de Evaristo y Kubala.

Sin embargo, el segundo tercio liguero no puede comenzar peor para los intereses catalanes. El Celta, uno de los equipos revelación de la temporada, les va a derrotar en Vigo por un contundente 4 a 0, en un partido donde los celestes marcaron férreamente a las estrellas visitantes, y consiguieron sus goles en fulgurantes contraataques. Por su parte, el Real Madrid vencía en «Zorrilla» al Valladolid con un solitario gol de Di Stefano, y el Atlético de Madrid hacía tablas en el «Metropolitano» frente a un Valencia en posición de colista, que casi durante un par de meses se vio obligado a jugar todos sus partidos como visitante, en campo contrario, puesto que su terreno de juego de «Mestalla» había quedado provisionalmente inservible debido a la gran riada del Turia del 14 de octubre,  que devastó la ciudad,  ocasionando numerosas víctimas mortales y enormes pérdidas materiales (luego le tocaría disputar una serie consecutiva de choques en campo propio, remontando posiciones hasta terminar finalmente cuarto)

La jornada duodécima tampoco fue muy favorable para el Barça, pues en ella su desventaja respecto al Real Madrid va a aumentar a cuatro puntos. El visitante de turno del «Camp Nou», el Atlético de Madrid, se va a llevar un punto tras un bronco partido que merecieron ganar los «colchoneros»  y que finalizó con empate a dos. Kubala hizo los dos goles azulgranas, uno de ellos al trasformar un penalti, y Luís Suárez fue expulsado. Los blancos, con 20 puntos,  se distanciaban de sus dos perseguidores, Barça y Atlético, que se quedaban con 16. No obstante, esa considerable ventaja se va a ver aminorada a a semana siguiente, cuando el Real Madrid  caiga también en Vigo (2-1), el Atlético venza con facilidad al Jaén en el «Metropolitano» (4 a 1), y el Barcelona puntúe en Zaragoza (1-1, con gol de Bosch) Los blancos son líderes, con dos puntos de ventaja sobre sus rivales ciudadanos, y tres sobre Barça y Celta, que estaba despachando una magnífica primera vuelta.

La fecha número 14 del campeonato va a ser beneficiosa para los intereses azulgranas, puesto que Real Madrid y Atlético se dejarán un punto cada uno al empatar a cero en el «Bernabéu» en un partido que levantó una gran expectación. Como el Barça derrota sin complicaciones a Osasuna en el «Camp Nou» (3 a 0, con goles de Tejada, 2, y Eulogio Martínez) y el Celta no pasa tampoco de la igualada en su visita a «Atocha», las posiciones en cabeza van a quedar de la siguiente manera: líder el Real Madrid con 21 puntos, segundo y tercero Atlético de Madrid y Barcelona con 19, y cuarto el Celta con 18.

Finaliza la primera ronda el domingo 29 de diciembre de 1957, dejando las cosas absolutamente igualadas, como si todos los partidos anteriores no hubieran servido de nada. El Real Madrid cae en Zaragoza en un mal encuentro de los «merengues» (3 a 1), mientras que el Barça apabulla a domicilio al Granada en «Los Cármenes» (0 a 4, obra de Martínez, Kubala, Tejada y Basora), y el Atlético por su parte se deshace de la Real Sociedad, tan defensiva como siempre, en el «Metropolitano», por un ajustado 2 a 0. El Celta se descuelga al perder sorprendentemente ante el Sporting de Gijón en «Balaídos». Triple empate en cabeza, a 21 puntos, con celtiñas y españolistas tres puntos abajo.

Balmanya202SEGUNDA RONDA

Se inicia la segunda vuelta de la competición con un cambio de líder. El Barcelona, triunfador en Sevilla por 1 a 2, desplaza a un Real Madrid que vuelve a tropezar en su salida, esta vez en «San Juan» ante Osasuna, que le vence por 1 a 0, aunque el Atlético mantiene el tipo, eso sí, con muchos apuros, derrotando en su feudo madrileño a un animoso Sporting por 3 goles a 2. El Barça realizó un gran partido en un «Nervión» que pronto sería jubilado. Arza por los locales y Tejada marcaron en el primer tiempo, y Kubala consiguió el gol de la victoria culé en la reanudación. Fue expulsado el paraguayo Hermes González, un jugador que no va a tener ninguna suerte en su paso por el club azulgrana. Barça  – líder por mejor cociente general – y Atlético de Madrid encabezaban la tabla, y les sigue el Real Madrid a dos puntos.

Inmediatamente después de las fiestas navideñas van a celebrarse elecciones presidenciales en el Barça. Tan sólo se presentan dos candidatos, el presidente en ejercicio, Francesc Miró-Sans, y el ex-directivo Antoni Palés, un industrial del ramo de la panadería al que Miró había destituido a causa de sus críticas a la política económica y al presidencialismo que a su juicio mostraba el máximo mandatario blaugrana. Los comicios tienen lugar el día 7 de enero de 1958, y Miró-Sans, beneficiado por el «efecto Camp Nou»,  bate fácilmente a su adversario por 158 votos a 55 (tan sólo tenían derecho al sufragio los socios compromisarios; ya se habían acabado las alegrías de las anteriores y atípicas elecciones de 1953…)

La jornada 17 va a traer otro cambio de líder. El Barça es incapaz de derrotar a un Valencia en pleno proceso de  recuperación en el «Camp Nou». Kubala inauguró el marcador, pero el brasileño Machado empató para los levantinos. El Madrid derrota fácilmente al Granada por 4 a 0 en el «Bernabéu», pero el gran triunfador del domingo fue el Atlético de Madrid, que se impuso en el siempre complicado «San Mamés» al Athletic por 1 a 2, encaramándose así a la cabeza de la clasificación.  El Barça era segundo, a un punto, y el Madrid tercero, a dos, con el Celta ya descolgado, cuarto a cinco del líder.

El gran derrotado de la jornada 18 va a ser el Real Madrid, batido por el colista Sevilla en «Nervión» (3 a 2), mientras que los «colchoneros» aplastaban a un flojísimo Valladolid en el «Metropolitano», 7 a 0, y el Barça pasaba más apuros de los previstos para imponerse a una Unión Deportiva Las Palmas que causó una buena impresión en el «Camp Nou», aunque finalmente sucumbiría por 2 a 0, marcados por Kubala y Evaristo. Atlético y Barcelona, primero y segundo respectivamente,  mantenían sus posiciones, con sólo un punto de diferencia, pero el Madrid se alejaba a cuatro de los rojiblancos, que parecían haber vuelto por sus antiguos fueros..

Sin embargo las distancias se van a acortar de nuevo en la jornada siguiente, la decimonovena, demostrando que se estaba disputando un campeonato muy igualado. Caen los dos primeros, y el gran beneficiado va a ser el tercero en discordia, el Real Madrid. El Atlético es goleado en «Sarriá» por el Español, 4 a 1, con un hat-trick del argentino Coll, un resultado demasiado amplio pero no del todo imprevisible, mientras que el Barça volvía de vacío de su visita a uno de los conjuntos que pugnaban por no perder la categoría, el Jaén, que derrotó a los catalanes por un mínimo pero suficiente 1 a 0, tras un pésimo partido azulgrana.

Al domingo siguiente, 2 de febrero de1958, se va a disputar el primer Barça-Real Madrid en el «Camp Nou», y los madridistas se convertirán en los primeros en llevarse los dos puntos del nuevo coliseo barcelonista. Los blancos despacharán un partido perfecto,  imponiéndose con todo merecimiento a los locales gracias a los tantos de Marsal y Rial. Arbitró el señor Ortiz de Mendíbil, del colegio vizcaíno, y estas fueron las alineaciones que presentaron ambos equipos: por los azulgranas, Ramallets; Segarra, Brugué, Gracia; Bosch, Gensana; Evaristo, Kubala, Martínez, Suárez y Tejada, y por los «merengues», Alonso; Marquitos, Santamaría, Lesmes; Santistéban, Zárraga; Kopa, Marsal, Di Stefano, Rial y Gento. El Atlético de Madrid, vencedor por un apretado 2 a 1 sobre el Celta en la capital, continuaba como líder, con el Real Madrid a dos puntos y los blaugranas ahora en tercera posición, a tres. No había sido un buen segundo tercio de Liga para los de Balmanya, con menos puntuación y menor producción  goleadora que en el tercio inicial.

La tercera y  última parte de la competición se inicia con la jornada 21, que va a presenciar un nuevo cambio en la cabeza. Ahora será el Atlético de Madrid el principal damnificado, al perder claramente en Las Palmas por 3 a 0. El Real Madrid, el nuevo líder, venció sin grandes problemas al Jaén en el «Bernabéu» (3 a 0), y el Barça logró  un magnífico resultado en el siempre difícil campo de «Atocha», al derrotar a la Real por 1 a 2 en un encuentro muy competido, con goles de Hermes González y Tejada, y una gran actuación de Kubala. Los blancos encabezaban la clasificación con 29 puntos, los mismos que el Atlético de Madrid, con el Barça tercero a un punto de ambos. La emoción estaba servida.

La jornada 22 dejó las cosas tal como estaban, ya que los tres primeros clasificados resolvieron sus compromisos con victoria. Muy ajustada la del Real Madrid ante Las Palmas, 2 a 1 en el «Bernabéu», con dos goles de Gento, amplia la del Atlético en «La Romareda» (0 a 3), y rutinaria la del Barça sobre el Sporting de Gijón en el «Camp Nou», un partido marcado por la niebla y que no pasaría a la historia. Vergés, Tejada y Kubala hicieron los tres tantos azulgranas.

Llegamos así a la jornada vigesimotercera, donde de nuevo va a producirse un cambio de líder, desbancando el Atlético al Real Madrid.  Los blancos no pueden pasar del empate en «Atocha» (2-2), y los rojiblancos aprovechan la visita de Osasuna al «Metropolitano» para adelantarles, al vencer a los navarros por 4 a 1, El Barça tenía un desplazamiento muy difícil a «San Mamés», y va a volverse de vacío, y con un fuerte correctivo, pues los «leones» le derrotarán por 4 a 1  en un gran partido que decantarían a su favor en el segundo tiempo. Arteche hizo tres de los goles rojiblancos, y Tejada consiguió el que a la postre sería el del honor para los azulgranas, que con este resultado quedaban a tres y a dos puntos de Atlético y Real respectivamente.

Abramos un paréntesis para reseñar que el 5 de marzo de 1958 se disputa en la capital del Reino Unido el partido de ida de la final de la primera edición de la Copa de Ferias, entre la Selección de Londres y el Barcelona. Esta fue la formación que puso en liza Balmanya, vistiendo los colores y en representación de la Ciudad Condal: Estrems; Olivella, Gensana, Gracia; Vergés, Ribelles; Basora, Villaverde, Martínez, Evaristo y Tejada. El partido terminó con un magnífico resultado de cara a la vuelta, empate a dos, siendo los autores de los tantos catalanes Martínez y Tejada.

Siete días más tarde del último partido liguero, y como ya venía siendo habitual, va a producirse un nuevo cambio de líder. El Atlético sólo puede traerse un punto de su visita a «Los Cármenes» (2 a 2), mientras que el Real Madrid se impone con claridad al Sporting en el «Bernabeu» (4-0). Y como quiera que el Barça aplasta en la Ciudad Condal al colista Valladolid por 7 a 1, con goles  de Evaristo (3), Kubala (2), Ribelles y Villaverde, se coloca a dos puntos de los equipos madrileños, conservando aun  algunas aspiraciones.

Aspiraciones que van a sufrir un duro frenazo, prácticamente ya definitivo, en la siguiente jornada, la vigesimoquinta, al perder en «Sarriá» frente al Español por 2 a 1. Merecido triunfo blanquiazul, aunque el tanto de la victoria lo marcó Olivella en propia puerta. Evaristo hizo el gol del Barça. El Atlético de Madrid, por su parte, también se dejó un punto en su feudo ante el Sevilla, mientras que el Real Madrid asaltaba y conquistaba una plaza tan difícil como «la Catedral», derrotando a domicilio al Athletic por 0 a 2, con goles de Rial y Marsal, en un partido donde su superioridad fue manifiesta. Así quedaba la clasificación: Real Madrid con 36 puntos, Atlético con 35, y Barça ya descolgado con 32. El título parecía cosa de los dos grandes rivales madrileños.

Y se va a decantar a favor de los blancos en e transcurso de la siguiente jornada donde el Real Madrid vence con más problemas de los previstos al colista Valladolid, que convirtió un claro 5-0 en un  mucho más decoroso 5-3, en un partido en el cual Di Stefano y el blanquivioleta Badenes anotaron sendos hat-tricks. La derrota del Atlético en «Mestalla» (2-0), parecía dejar expedito el paso hacia el triunfo final para los madridistas, que ya aventajaban a los «colchoneros» en tres puntos, a falta de tan sólo ocho por disputar, aunque los del «Bernabéu» tendrían aun que visitar el «Metropolitano» en la penúltima jornada. La triste victoria del Barça sobre el Celta en  el «Camp Nou», merced a un solitario gol de Gensana, parecía ya del todo intrascendente.

La jornada 27 va a dejar las cosas igual en lo tocante a los dos primeros clasificados, pero sentenciará ya definitivamente la suerte de un Barça que veía incluso peligrar un subcampeonato que podía valerle para disputar la Copa de Europa si el Real Madrid revalidaba de nuevo su título. Los blancos vencieron en «Sarriá» (2 a 4, con tres goles de Marsal), y los azulgranas cayeron precisamente ante el Atlético en la capital, en un partido que las crónicas de la época describen como entretenido y muy disputado, y en el que Tejada hizo el gol catalán. Y el domingo siguiente, pese a golear al Zaragoza (5 a 1: tres de Evaristo, más Ribelles y Tejada), será el último partido de Balmanya como entrenador azulgrana, mientras que los dos rivales de la capital solventaban sus compromisos con sendas victorias y proseguían su pugna, que finalmente – y tal como se preveía – iba a decantarse a favor del Real Madrid, que cantará el «alirón» precisamente en el feudo de su eterno rival, al empatar a uno en el encuentro decisivo. El Barça finalizará de nuevo como tercer clasificado, y aunque el Madrid conquistó la III Copa de Europa, sería el Atlético quien obtuviese plaza para el torneo continental

Según declaración del propio Helenio Herrera en su libro de memorias titulado «Yo», los directivos barcelonistas ya le habían contactado en el mes de febrero, pero él les dio largas porque todavía se debía a su club,  el  Belenenses lisboeta. Sin embargo, para finales de abril va a aceptar  trasladarse a Barcelona y hacerse cargo del equipo inmediatamente, aun cuando  faltaban todavía varios partidos para concluir la temporada, concretamente dos jornadas de Liga, el choque de vuelta de la final de la Copa de Ferias, y la Copa del Generalísimo. «El Mundo Deportivo» publica en su edición de 23 de abril de 1958 una nota facilitada por el «delegado de prensa del C. de F. Barcelona», uno de cuyos puntos dice lo siguiente: «aceptar la dimisión presentada de su cargo de don Domingo Balmanya, agradeciéndole los servicios prestados y sus reiteradas pruebas de afecto y vinculación a nuestro club». La retórica habitual y políticamente correcta, por supuesto, que en eso muy poco ha cambiado el fútbol…

Herrera había llegado a la Ciudad Condal por vía aérea en la tarde del viernes 18 de abril, hospedándose en un céntrico y lujoso hotel. Firma su contrato, que le unía al Barça para las dos siguientes temporadas, y el domingo presenciaría el Barcelona-Zaragoza, para ver en acción a sus nuevos pupilos, y especialmente al brasileño Evaristo, al que no conocía. su fichaje va a costarle al Barça nada menos que 1.200.000 pesetas de la época, compensando económicamente a Os Belenenses, y también a su anterior club en España, el Sevilla, con el que el técnico hispanoargentino todavía estaba bajo contrato, aunque suspendido por la Federación durante dos años (obstáculo que también la junta presidida por Miró-Sans consiguió orillar… )

Balmanya no va a asistir a la toma de posesión de Herrera (según propia confesión, se le recomendó que no acudiera, de modo que no pudo despedirse oficialmente de los jugadores, ni ceder el testigo a su sucesor). En sus declaraciones a «El Mundo Deportivo» (en la edición del 23 de abril de 1958 ), indicó que se iba satisfecho y con la cabeza alta. Añadió que consideraba muy complejas las causas de los males del Barça, que según su criterio afectaban a junta directiva, socios, público, jugadores, técnicos e inclusive a la prensa. También pensaba que todavía no se había «digerido» el nuevo estadio. Leyendo entre líneas era evidente su disgusto con alguno o algunos de los componentes de la directiva. Una directiva que en un principio, cuando comenzaron a surgir rumores acerca del relevo en el  banquillo, desmintió el fichaje de Helenio Herrera y reiteró públicamente su confianza en el entrenador gerundense, unas palabras que – como ya sabemos por larga experiencia – son casi siempre la antesala de un cese anunciado.

El balance de Domènec Balmanya como entrenador del Barça puede resumirse de la siguiente forma: había dirigido al equipo en 69 partidos oficiales, logrando 39 victorias (un 56,52 % del total), 13 empates y 17 derrotas, marcando los azulgranas a sus órdenes  174 goles y encajando 87. En su haber figuraban un título de Copa (1957), una «Pequeña Copa del Mundo» (1957), dos terceros puestos en la Liga, y la clasificación para la final de la primera edición de la Copa de Ferias, cuyo encuentro de ida se disputó mientras ocupaba aun el banquillo, lográndose un resultado que dejaba en franquía la consecución del torneo. Puede decirse, por lo tanto, que su experiencia había sido más positiva que la de sus dos inmediatos predecesores en el cargo, Sandro Puppo y Franz Platko, que habían dejado su palmarés barcelonista en blanco, aunque el gerundense había contado con dos temporadas de confianza en lugar de una sola, pero con un equipo en formación que explotaría muy poco después con Helenio Herrera en el banquillo, superando por dos veces en el Torneo de la Regularidad al Real Madrid de las 5 Copas de Europa.

CERCA DE MEDIO SIGLO MÁS DE FÚTBOL

Balmanya había nacido en una provincia fronteriza, y en algunos momentos su vida va a transcurrir a caballo entre España y Francia. Esto sucede nuevamente, sin ir más lejos, una vez que se desvincule del Barça. Volverá a Sete, la ciudad occitana donde actuó como futbolista durante parte de nuestra Guerra Civil, en esta ocasión  para dirigir al equipo local un par de temporadas. Dos años más tarde, en 1960, regresa a España, haciéndose cargo del Valencia, al cual en su segunda campaña, la 61-62, lleva hasta la final de la Copa de Ferias, que acabarían por conquistar los «ches» a principios de la siguiente campaña, precisamente frente al Barça (6 -2 y 1 a 1), tras haber sido aplazado el choque decisivo a consecuencia de la disputa del Campeonato Mundial en Chile, aunque quien se sentaría entonces en el banquillo levantino sería el técnico argentino Alejandro Scopelli.

Durante el curso 62-63 realizará las funciones de secretario técnico en el RCD. Español, que ese año actuaba en Segunda División, aunque va a conseguir el ascenso tras una reñida promoción contra el Mallorca. Viajero incansable, en la siguiente temporada, 63-64, le encontramos en Sevilla, al frente del Betis. Los verdiblancos contaban con un gran equipo (Pepín, Grau, Ríos, Colo, Martínez, Bosch, Lasa, Ansola, Luís, Molina, los jóvenes Rogelio y Quino…), y van a ser la gran revelación del torneo, clasificándose en tercer lugar tras Real Madrid y Barcelona. No seguirá sin embargo en «Heliópolis», aunque tampoco saldrá de Andalucía. El Málaga se beneficia de su magisterio, y cuajará también una gran campaña, al final de la cual ascenderá a la División de Honor tras superar en la promoción al Levante. En aquel equipo figuran futbolistas de la talla de Américo, Montero, Pepe Arias, el marroquí  Ben Barek, el internacional Chuzo, Benítez, Aragón, el veterano Pepillo, el malogrado Pedro Berruezo, el vasco Otiñano o el mítico Manolo Velázquez, cedido por el Real Madrid.

Pero tal vez el mayor triunfo de toda su larga carrera como entrenador lo va a lograr en la temporada 65-66. Bajo su batuta, y en el último año del viejo «Metropolitano», el Atlético de Madrid  se proclamará brillante campeón de Liga, un título que no conseguía desde el ya lejano 1951, por delante del Real Madrid «Ye-yé» y el Barça. Allí se reencontró con sus viejos conocidos Colo y Luís Aragonés (el otro jugador fichado del Betis, el infortunado Miguel Martínez, permanecía en estado de coma en un hospital, víctima de una cruel e implacable enfermedad), y con un ramillete de excelentes futbolistas: Madinabeitia, Rivilla, Griffa, Calleja, Glaría, Ufarte, Jones, Cardona, Mendonça, Adelardo o Collar.

Ha llegado a la cumbre, y los máximos rectores de nuestro fútbol deciden ofrecerle la dirección del combinado nacional, que acababa de ofrecer un muy discreto rendimiento en el Campeonato del Mundo de 1966, en Inglaterra, donde cayó en la primera fase, con derrotas ante Argentina y la RFA, y un triunfo por la mínima frente a la débil Suiza. Balmanya va a estar al timón de la selección  hasta mayo de 1968. Su objetivo será clasificar a España para la fase final de la Eurocopa que se disputa en la primavera del 68, y tratar de revalidar el título conquistado brillantemente ante la URSS en Madrid, cuatro años antes.

Debuta en el banquillo del combinado nacional el 23 de octubre de 1966, en Dublín ante la República de Irlanda (0-0). Va a dar la alternativa a una nueva generación de destacados futbolistas (Osorio, Sáez, Canós, Tonono, Rifé, Gárate, Grosso, Vavá, Marcial, Velázquez, José María…), pero no logrará su propósito, pues los entonces campeones del mundo, Inglaterra, se cruzan en el camino de los nuestros y les eliminan, impidiéndoles optar a mayores cotas. Balmanya dirigirá a la Selección Española en un total de 11 ocasiones, obteniendo un balance de cuatro victorias, tres empates y cuatro derrotas (tres de ellas infligidas por Inglaterra). Le va a sustituir en el cargo el doctor Eduardo Toba, que también fracasará en el objetivo de clasificar a nuestro equipo nacional para una cita aun más importante, el Campeonato del Mundo de 1970, que se celebraría en México.

En ese punto de su carrera, Balmanya acepta una jugosa oferta del presidente del Barcelona, Narcís de Carreras, para convertirse en  secretario técnico del club azulgrana, con Salvador Artigas de entrenador. Durante su gestión el Barça realizó dos fichajes «de campanillas»: el ariete del Real Zaragoza Bustillo, y el centrocampista del RCD. Español Marcial, ambos internacionales. Cesará en su cargo al dimitir Carreras y toda su Junta Directiva, a causa de los malos resultados del equipo. Con la temporada 70-71 ya comenzada, es contratado para tratar de enderezar el rumbo de un Real Zaragoza donde aun sobrevivían los últimos «magníficos», Santos y Villa, y que amenazaba con irse a pique. Pero no lo va a conseguir, será destituido después de ocupar su banquillo durante doce partidos, y el equipo maño, tras quince años ininterrumpidos en la máxima categoría, ganando títulos nacionales e internacionales, se irá irremisiblemente al pozo de la Segunda División.

En 1972, y después de tomarse un año sabático, Balmanya se comprometerá de nuevo con un conjunto de Segunda, el Cádiz, que deseaba fervientemente cambiar de categoría. No lo logrará en  sus dos temporadas de estancia en la Tacita de Plata, pero va a poner las bases de un equipo que pocos años más tarde dará por fin el gran salto. De aquel cuadro amarillo a sus órdenes va a salir  un fenomenal jugador, Migueli, al que seguramente «Mingu» recomendó encarecidamente a su querido Barça. Pondrá punto final a su carrera como técnico – al igual que ya había hecho como jugador – en el Sant Andreu barcelonés, donde va a ser relevado precisamente por su antiguo compañero César Rodríguez en la temporada 75-76, logrando el Pelucas salvar del descenso al equipo cuatribarrado.

Pero una despedida tan poco airosa no puede hacer borrar su dilatado currículo como técnico y profesor de la Escuela Nacional de Entrenadores. Y esa sabiduría, atesorada a lo largo  de muchas décadas de dedicación al fútbol, la continuará derramando a través de las ondas de la radio en calidad de comentarista, casi siempre al lado del entonces popularísimo José María García. Toda una vida consagrada por entero al deporte-rey, y que se apagará definitivamente el 14 de febrero de 2002, en la Ciudad Condal, al fallecer víctima de un infarto con 87 años de edad, encontrándose todavía en plena lucidez.  A título póstumo se le concedió la Medalla de Plata al Mérito Deportivo, que venía a unirse a otras muchas distinciones a las que se había hecho acreedor por su buen hacer profesional

NOTA. Para la elaboración de este artículo se han manejado las siguientes obras:

HISTORIA DEL CAMPEONATO NACIONAL DE LIGA. Enrique y Nicolás Fuentes. EFSA. Ibérico Europea de ediciones. 1970

YO. MEMORIAS DE HELENIO HERRERA. Editorial Planeta 1962

CRÓNICAS DEL BARÇA. Antoni Closa. El Observador de la actualidad. 1991

Revista BARÇA

Diario EL MUNDO DEPORTIVO