Descubriendo a todos los jugadores internacionales españoles

Cuando Félix Martialay terminó de escribir en 1968 la primera edición de su magna obra Una historia de la selección española de fútbol, ya dejó escrito que los jugadores internacionales en categorías diferentes a la absoluta merecían no quedar en el olvido, pues “al fin y al cabo defendieron los colores españoles con el mismo entusiasmo y responsabilidad que los profesionales de la máxima categoría” (p. 11).

Posteriormente, en el prólogo de su Todo sobre todas las selecciones (2007), explicó con detalle cómo llegó al convencimiento de que era necesario atribuir la misma importancia a todos los jugadores, desde el campeón del mundo hasta el que jugó una sola vez con la selección sub-15, pues todos estaban igualados por su categoría: todos son internacionales con España. Decía así don Félix: “había muchos españoles que de adolescentes o de jóvenes habían sido internacionales con la misma emoción, entusiasmo y ardor que los super conocidos profesionales, que habían escuchado el himno español con un temor inefable y que habían defendido los colores de su patria con enorme fe” (p. 10).

Dos años antes (2006) Martialay había dado otra lección: no nos olvidemos de aquellos jugadores que fueron convocados con España pero que nunca llegaron a jugar, porque ellos también tuvieron el honor de ser llamados por su país, viajaron con el equipo, se entrenaron, hicieron piña y estuvieron al servicio del seleccionador por si eran necesarios. Ellos también, aunque no llegaran a ser internacionales, merecen estar en los libros de historia de la selección nacional. Y por ello, en su libro Todo sobre la selección española aparecieron por primera vez todos los jugadores convocados en cada uno de los partidos de la selección absoluta. Lo mismo hizo con las selecciones inferiores en su libro Todo sobre todas las selecciones (2008).

En aquellas fechas hicimos un trabajo que recuerdo con mucho cariño para intentar identificar a todos los jugadores que habían sido convocados, apuntando el nombre y los dos apellidos, así como sus datos de nacimiento. Dado el enorme volumen de información, optamos por no publicar todos estos datos en los libros, pero los datos quedaron almacenados para siempre. Volcamos no solo el archivo personal de Martialay, sino que lo completamos con el del coronel Juan Garrido del Río y le añadimos no pocos detalles gracias a José Ignacio Corcuera. Además de las miles y miles de horas de don Félix, echamos juntos decenas de mañanas a completar todo aquello.

Fueron pasando los años y los datos allí quedaron fijos, y sin que don Félix pudiera actualizarlos como había hecho semana a semana durante cincuenta años. Hasta que un día del año 2017 mi querido amigo José López Carreño me dijo que esto no podía seguir así, y que había que recuperar la tarea de don Félix. Así que se puso a recuperar los diez años que nadie había estudiado entre 2007 y 2017. Sin apenas información disponible de la RFEF, López Carreño se puso a bucear entre las más diversas fuentes de información, a hablar con protagonistas y a completar uno a uno todos los partidos que había jugado España en esos diez años. Hasta tuvo que aprender unas cuantas palabras húngaras para poder encontrar algunos datos. Pero los encontró, y desde ese momento siguió actualizando todo hasta la fecha.

En enero de 2021 llegó el momento de juntar el viejo trabajo de don Félix con el de López Carreño, y a esa tarea nos pusimos gracias fundamentalmente a un magnífico equipo de periodistas formado por Lucía Alcaraz, Lucía Carrasco, Enaitz Gárate, Jon Urko García Rodríguez, Eneko Isasi, Jesús López Sánchez, Irene Ruiz Padillo y María Puras. Al terminar el mes de junio de 2021 teníamos por fin una base de datos única y totalmente actualizada con todos los partidos de todas las selecciones españolas y con todos los jugadores. Nadie, ni siquiera la Real Federación Española de Fútbol, tiene nada igual.

Y he aquí que llegó el momento de echar una vista atrás. José López Carreño había conseguido identificar al 100% de los jugadores desde 2007, pero en el trabajo anterior había unos doscientos de los que no teníamos los datos completos. De algunos nos faltaba el lugar de nacimiento, de otros la fecha, y junto a ellos había un pequeñísimo grupo de los que tan solo conocíamos el nombre deportivo y el equipo de procedencia. Era el momento de reanudar la investigación de 2007 y 2008 e intentar encontrar a esos doscientos jugadores y, sobre todo, sacar del anonimato a los que no teníamos identificados.

Fundamentalmente han sido José Vicente Olmos Mico, Fernando Arrechea, Alfonso del Castillo y Lartaun de Azumendi quienes se pusieron manos a la obra y han conseguido completar los datos de más del 60% de los que faltaban, incluyendo el desvelar a todos aquellos de los que solo sabíamos el nombre deportivo. Absolutamente todos. Una vez más, y perdón por la insistencia, un trabajo que nadie había emprendido hasta la fecha.

Pero claro, antes de tener a todos los jugadores nos faltó uno, que resultaba ser un auténtico callejón sin salida. Murillo, del Atlético de Madrid, jugador convocado en dos ocasiones con la selección sub-18 en la temporada 1963. ¿Quién era Murillo? Hicimos todas las búsquedas posibles en todos los medios al alcance, las mismas que habían dado excelentes resultados con el resto de jugadores. Pero Murillo se resistía, ninguna pista era buena y ni siquiera conseguíamos saber su nombre de pila. Así que a la desesperada se nos ocurrió utilizar el Twitter, explicar el trabajo que estábamos haciendo y pedir ayuda por si alguien podía conocer a Murillo o aportar algo sobre él. Era nuestra última esperanza, recurrir a lo que los policías llaman colaboración ciudadana.

Y hubo una primera respuesta. En el blog de Alfonso del Castillo se había publicado en diciembre de 2020 una foto magnífica de la selección en los entrenamientos, y ahí aparecía agachado nuestro Murillo. ¡¡Hay foto de Murillo!! Pero pronto habría más: la peña atlética Bendita Locura envía otra foto (Marca, 10-3-1963) y añaden el nombre de pila, Enrique. Domingo López, socio de CIHEFE, no tarda en encontrar otro recorte de prensa donde aparece la confirmación del nombre.

Ya teníamos el nombre y la foto, y con la ayuda de Hispaligas y de Bendita Locura completamos su trayectoria deportiva: jugó hasta 1965 en el Atlético de Madrid, la temporada 1965-66 la hizo en la Cultural Leonesa y la 1966-67 en el Talavera. José Ignacio Corcuera apostilla: en la Cultural jugó 21 partidos y anotó 2 goles.

La historia de nuestra búsqueda llamó la atención del periodista Manuel Yaben, que publica un reportaje en el diario digital El Independiente explicando el origen y el objeto de la investigación. ¡Hay que dar con Murillo! Casi de inmediato, Xesc Ramis nos da una nueva pista por Twitter: ha localizado a un jugador de bolos que se llama Enrique Murillo. ¿Será el que nosotros buscamos? Imposible de saber, el nombre no es muy frecuente, pero sin confirmación tajante no podemos arriesgarnos. Hemos avanzado mucho, pero nuevamente estamos en un punto muerto. ¿Cómo avanzamos?

En estas Lartaun de Azumendi consigue ponerse en contacto con Manuel Delgado Meco, famoso preparador físico del Athletic Club y de la Selección nacional, que compartió selección castellana con Murillo. Sí, recuerda bien a Murillo, pero no sabe darnos datos ni decirnos qué fue de él. Han pasado casi sesenta años… Eso sí, hay un pequeño detalle que no ha podido olvidar de: en las concentraciones Murillo solo hablaba de bolos, le encantaban los bolos. ¡¡Eureka, apareció, ya lo tenemos!!

La inmensa alegría ha sido que no solo hemos podido identificar a Murillo, sino que hemos podido hablar con él por teléfono y próximamente publicaremos una entrevista completa con él, el último jugador fantasma de los que han sido convocados con la selección española de fútbol.

Los que nos dedicamos a la investigación sabemos que pocas veces el éxito es tan rotundo, y que el camino está más lleno de sinsabores de que alegrías como esta. Son muchísimas veces las que hemos buscado jugadores con el mismo empeño y la búsqueda ha resultado infructuosa, el tiempo dedicado ha sido el mismo pero solo queda el mal sabor de boca de no haber podido hallar lo que buscabas. Afortunadamente no ha sido el caso, y por ello podemos decir que hemos conseguido identificar al 100% de los jugadores que han sido convocados con la selección española de fútbol, hayan o no debutado.

Hemos culminado así un trabajo único que empezó Félix Martialay en 1968 y que sin José López Carreño seguiría estancado en 2007. En otros países, menos laureados y con menos cultura futbolística que España, puede consultarse fácilmente por internet todos los partidos de sus selecciones, con identificación de todos los jugadores. Hasta el momento en nuestro país no ha sido posible, pero nosotros en CIHEFE haremos todo lo posible para ponerlo a disposición de todos los aficionados.

Si no hubiera sido por el trabajo de Martialay y López Carreño muchos de los datos que hemos podido recopilar se habrían perdido y sería imposible reconstruirlos, pues nadie se ha ocupado con el mismo esfuerzo y denuedo de la historia de nuestra selección nacional. Afortunadamente todos los aficionados al fútbol hemos contado con su esfuerzo y dedicación, y gracias a ellos se ha podido reconstruir toda la historia de nuestra selección nacional, lo que es un gran orgullo para CIHEFE y para todo el fútbol español.




Proyecto Centenario de CIHEFE

El pasado día 28 de agosto de 2020 se cumplieron cien años del considerado como primer partido oficial de la Selección española de fútbol. Con ese motivo venimos trabajando en CIHEFE en un proyecto al que hemos dado en llamar “Proyecto Centenario” con el que planteamos llevar a cabo una revisión completa de la historia de nuestra selección nacional.

El primer hito de este proyecto ha sido la reciente publicación del libro de Julio Larrey titulado Selección española: cien años de fútbol internacional (1920-2020), que es ya la tercera edición de la obra cuya publicación empezó Larrey en el año 2016 y que contó con una segunda edición en 2018. La obra tiene 936 páginas y es la monografía más completa de la historia de nuestra selección publicada hasta la fecha.

Un segundo trabajo fundamental es el artículo de Fernando Arrechea que encabeza este número de los Cuadernos de Fútbol, titulado “25 de mayo de 1913. El primer partido de la Selección española de fútbol”, en que reivindica la oficialidad del partido que jugamos contra Francia el 25 de mayo de 1913, desvelando además la identidad completa de aquellos primeros jugadores internacionales españoles. Como mejor prueba de la importancia de aquel partido es preciso recordar la presencia en el campo de Amute de Jules Rimet.

Simultáneamente, hemos constatado cómo ya han pasado catorce años desde que Félix Martialay publicara su obra Todo sobre todas las selecciones, en que por primera vez se publicaron todos los partidos y jugadores de las categorías inferiores de nuestra Selección. Por ello José López Carreño está llevando a cabo la recopilación de todos los datos desde esa fecha con el fin de publicar en los próximos meses libros en que consten todos los datos de todos los partidos y jugadores de todas las selecciones, desde la sub-15.

Hemos optado por editar libros con toda la historia de las selecciones inferiores desde sus primeros partidos hasta la fecha actual, y por ello queremos invitar públicamente a que todos los aficionados o protagonistas que tengan discrepancias con alguno de los datos que publicó Martialay en su Todo sobre todas las selecciones nos las haga llegar a CIHEFE para que, previa comprobación, sean corregidos en la nueva edición. Par ello ponemos a libre disposición el archivo PDF de aquel libro de Martialay que pueden descargarse aquí.

Por otro lado, el propio José López Carreño ha tomado la iniciativa para terminar con una ausencia que hoy en día resulta inexplicable: no existe ningún libro sobre la historia de la selección femenina de fútbol. Por ello hace meses que nos pusimos a trabajar en la reconstrucción de la historia de nuestras selecciones internacionales femeninas y en los próximos meses publicaremos la primera obra en que desvelaremos tanto los partidos como la identidad de nuestras jugadoras internacionales.

Por último, el Proyecto Centenario incorpora José del Olmo y yo mismo hemos continuado la tarea de publicar los tomos inéditos de la magna obra Una historia de la Selección española de fútbol, de Félix Martialay. A la fecha en que se publica este artículo ya se han editado veintisiete volúmenes y confiamos en concluir la tarea a lo largo de este año 2021.

El trabajo que nos hemos propuesto es intenso pero emocionante, y por ello agradecemos toda la colaboración que los aficionados y los protagonistas nos puedan prestar. Querido lector, si has encontrado fallos en el libro de Todo sobre todas las Selecciones no dejes de comunicárnoslos. Y si fuiste un jugador internacional masculino o femenino, te agradecemos que te pongas en contacto con nosotros (cihefe@cihefe.es) para completar tus datos y publicar la información lo más completa posible.

Muchas gracias a todos.




Carta a los lectores

Madrid-Sport, 24 de octubre de 1918

Madrid-Sport, 24 de octubre de 1918

Estimados amigos,

En las circunstancias especiales en las que nos encontramos a causa del coronavirus, me permitirán la licencia de no ceñirme al modelo habitual de artículo en esta revista, y dirigirme a todos ustedes en un tono más personal.

Nuestro país se encuentra, en el momento de redactar esta carta, en Estado de Alarma y todos estamos confinados en nuestros domicilios, la temporada futbolística se ha detenido y este número de Cuadernos de Fútbol no podía ser un número ordinario.

Algunos socios de nuestra organización se encuentran personalmente afectados por esta pandemia, numerosos futbolistas de todas las categorías, directivos, entrenadores, empleados de clubes y aficionados, igualmente están infectados. Nuestros pensamientos y mejores deseos están con todos ellos.

Asimismo, el que fuera presidente del Real Madrid, Don Lorenzo Sanz, ha fallecido. Desde CIHEFE enviamos nuestras condolencias a su familia y a todos los socios y aficionados del club blanco.

Este 2020 iba a ser un año deportivamente importante, con una Eurocopa de Fútbol a disputar en doce ciudades europeas (Bilbao entre ellas) y unos Juegos Olímpicos en Tokio.

En el instante en que me dirijo a ustedes, el aplazamiento de la Eurocopa a 2021 es oficial. Y el aplazamiento de los JJOO, un secreto a voces.

También iba a ser el año en que conmemorásemos el centenario de Amberes 1920, los de “La Furia Española”, la medalla de plata de Zamora, Samitier, Belauste y compañía en Bélgica. Todo queda en segundo plano, congelado.

Son días difíciles, pero todo pasará. Como pasaron las plagas bíblicas, la Peste Negra, la Gripe (mal llamada “española”) de 1918 o la Gripe Asiática de 1957. Volverá el fútbol, volverá la vida.

Como director de esta revista, con la ayuda inestimable del responsable técnico (Eugenio Llamas) y la complicidad de todos nuestros socios y amigos, me comprometo a que Cuadernos de Fútbol siga apareciendo cada día uno de cada mes.

Un abrazo a todos,

Fernando Arrechea




Gustavo Bueno, socio de honor del CIHEFE

GustavoBueno01Esta es una de las ocasiones en que más difícil puede resultar sentarse a escribir. El motivo es tan duro que pareciera que al no escribir sobre él estuviéramos negándole realidad al hecho mismo. El pasado día 7 de agosto murió en Niembro nuestro socio de honor Gustavo Bueno.

Personalmente yo conocí a Bueno en marzo de 2009. En ese mes de marzo recuperábamos Félix Martialay y yo la idea de editar una revista de historia del fútbol y andábamos comprando dominios y registrando marcas cuando se nos ocurrió dirigirnos a don Gustavo para encabezar el primer número de la revista haciéndole una entrevista que de alguna manera sirviera de «apadrinamiento».

Sinceramente escribí con poca esperanza de respuesta, pero casi antes de que la carta llegara a Oviedo ya teníamos la respuesta de don Gustavo, que aceptaba encantado. Y efectivamente el 24 de marzo me recibió en Sevilla, en compañía de su nieto Lino Camprubí, y el 13 de julio publicamos el primer número de los Cuadernos de Fútbol encabezados por la entrevista con don Gustavo (http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2009/07/entrevista-a-gustavo-bueno/).

Pero su generosidad con nosotros no terminó ahí, sino que lejos de ello y tras el fallecimiento de Martialay, que solo llegó a ver aquel número primero de los Cuadernos, aceptó gustoso participar en el I Foro Félix Martialay (http://www.cihefe.es/foro-felix-martialay/i-foro-felix-martialay/), desplazándose desde Oviedo hasta Madrid con ochenta y seis años y debatiendo con un Jorge Valdano que quedó desbordado por aquel torrente de energía, inteligencia y erudición que era don Gustavo.

En el III Foro Martialay (http://www.cihefe.es/foro-felix-martialay/iii-foro-felix-martialay/) volvimos a contar con su presencia, esta vez mediante un vídeo que nos envió y en el que tuvimos el privilegio de escuchar los esbozos de lo que sería el curso de Santo Domingo de la Calzada (http://www.fgbueno.es/act/act045.htm) y que daría como consecuencia última el libro Filosofía del deporte (http://helicon.es/pen/7848568.htm).

Para reconocer el profundo agradecimiento que sentíamos la junta directiva del CIHEFE, en decisión respaldada por la unanimidad de la asamblea general, propuso invitar a Gustavo Bueno a ser socio de honor, título que tuvo la generosidad de aceptar. Yo personalmente le entregué la placa en Oviedo el día 7 de febrero de 2011 (http://www.fgbueno.es/act/efo005.htm).

Huelga decir el privilegio que para mí a título personal como para la asociación ha supuesto el trato personal y el magisterio directo de don Gustavo. Un privilegio que nos acompañará por siempre y que ha dejado para todos nosotros una huella no solo imborrable, sino sobre todo muy profunda.

En su relación con nosotros Bueno demostró una espléndida generosidad: le bastó recibir una carta de una modesta asociación para atenderla inmediatamente, del mismo modo que siguió atendiendo todas las llamadas que le hicimos. Pero aún más, a través de nosotros ejerció una determinada concepción de la Filosofía según la cual no existen los temas menores. Lo repetía siempre, y así lo dejó por ejemplo encabezando su libro Telebasura y democracia (http://www.fgbueno.es/gbm/gb2002tb.htm). Las palabras que Platón atribuye a Parménides en el diálogo que lleva su nombre:

  • Y en lo que se refiere a estas otras cosas que pudieran parecer bajas –dijo Parménides a Sócrates-, como por ejemplo pelo, fango, basura e incluso lo más vil e innoble, ¿te hallas en la misma perplejidad? ¿Hay o no hay razón para que reconozcas respecto de cada una de estas cosas una idea distinta con existencia independiente de aquellos objetos con quienes mantienen comercio?
  • Nada de eso, -replicó Sócrates-.
  • Es que todavía eres joven, Sócrates –dijo Parménides- y la Filosofía no ha tomado aún posesión de ti. Vendrá el tiempo, si no me equivoco, en que la Filosofía te tendrá más firme en sus garras y entonces no despreciarás ni las cosas más humildes. (Platón, Parménides, 130b).

Sin duda muchos otros recordarán la altura filosófica del profesor Bueno, y lo harán citando los Ensayos materialistas o la Teoría del cierre categorial; y haciéndolo actuarán sabiamente, como cuando algunos le reivindican como el mejor filósofo español de la historia o como el filósofo más importante del siglo XX, a la altura de Platón, Aristóteles o Santo Tomás. Pero sin menos valor me permito reivindicar al Bueno filósofo que, poseído por la Filosofía, habló de fútbol.




Biblioteca Martialay: Ponencistas y Antiponencistas (Primera Parte)

En la vida de todos los organismos, como en la de cualquier cosa viva, se producen momentos de tensión con altibajos y esguinces. Creo que el primer gran momento crucial de la vida federativa -al margen de sus iniciales tormentas y balbuceos, más de nacimiento accidentado que de existencia plena- fue el que se puede resumir como «Maximalistas y Minimalistas».
Hay que recordar, simplemente, cómo el fútbol español se dividió en dos bandos cuyo enfrentamiento estuvo a punto de producir una escisión. Ora por parte de los minoritarios en número, que se dieron el nombre de Unión Española de Clubs Profesionales de Fútbol, ora por parte de los que constituían la mayoría en número pero no en historial ni importancia en aquellos momentos.
Salvada aquella grave enfermedad y consolidado -al menos aparentemente- el profesionalismo, el fútbol español no tomaba la altura prevista por los creadores de la Liga.
Ésta, nacida en 1929, había ido perdiendo interés hasta que, al llegar el final de la temporada 1932-33, habían saltado las señales de alarma.

Las causas que señalaban los analistas eran:
a) Había sido un error la implantación del profesionalismo. Al menos había resultado prematura.
1: Significó la ruina de muchos de los equipos más históricos.
2: Había metido en un callejón sin salida a la mayoría de los equipos de Primera División. Y prácticamente a todos los de Segunda.
b) La diferencia de calidad de los equipos participantes en la Primera Liga hacía que los aficionados solamente consideraran de auténtica Primera División al Athletic Club de Bilbao, al F.C. Barcelona y al Madrid F.C.
c) Los partidos de los comparsas no llamaban al público y las taquillas eran paupérrimas. El Athletic Club de Bilbao, según declaraba la Federación Vizcaína, sólo había conseguido llenar San Mamés con ocasión de los partidos con el Madrid; el Donostia había tenido pérdidas, en esa temporada, valoradas en 200.000 pesetas; el Deportivo Alavés se veía abocado a la desaparición, etc.
d) Las cosechas de jugadores no eran, en números absolutos, malas lo que ocurría era que había demasiados patrones de pesca oteando los caladeros. Y las Federaciones que los albergaban se lamentaban, no sólo de que las despojaran de lo mejor que surgía, sino, además, de que adquirían jugadores sin hacer que, en demasiadas ocasiones, fracasaban al ser desarraigados prematuramente de su entorno, al emplearlos en lances superiores a sus fuerzas y formación, exigirles demasiado mirando más lo que habían costado que su entidad real y todo ello excesivamente deprisa. De aquí que los casos de fracasos o decepciones, tanto de las sociedades como de los aficionados, fueran anormalmente numerosos. Así, muchos que podrían haber sido excelentes jugadores, se agotaban, no sólo como futbolistas sino como personas. Unos y otros perdidos por no haberles dejado granar en el semillero. La evidencia de la desigualdad forzaba a muchos clubes a tomar unas decisiones, principalmente en adquisición de jugadores, que les metían en el callejón sin salida de la ruina, al querer vivir por encima de sus posibilidades con resultados deportivos que no podían emular los de los grandes.

– Las cuentas de cada cual.
Las mismas voces, provenientes principalmente de la vieja guardia de la Unión Española de Clubs de Fútbol Profesional – para entendernos, los antiguos Minimalistas – se levantaban para reafirmarse en sus añejos criterios selectivos. ¡Ya lo avisaron! ¡Eran demasiados equipos en la élite! ¡Los ocho equipos pensados en principio era el número óptimo! El resto significaba desinterés del aficionado a la hora de pasar por taquilla o de sacar sus carnets de socio, empobrecimiento en la calidad del juego exhibido, perjuicio para los propios futbolistas profesionales, endeudamiento de las sociedades…
Esa era una de las opiniones que pesaban en el seno de parte de los dirigentes del fútbol español al término de la temporada 1932-33. Pero no la única.
Porque los que aspiraban a más, arremetían contra los de la Unión Española de Clubs porque estimaban que ésta era una fachada sin edificio detrás, un simple forillo sin representación en el que se amparaban unos clubes cuya historia no negaban pero que su presente estaba allí, a la vista de todos: sin entidad, sin fuerza, sin sitio. ¿No era el Europa uno de ellos? Desaparecido. ¿Y el Unión de Irún? En Segunda. ¿Y el Donostia? Poco más o menos ¿Y el Arenas? Braceando para no hundirse…

Para situar ese final de temporada hay que decir que las competiciones estaban así estructuradas:
Primera División: 10 equipos.
Se había proclamado Campeón el Madrid F.C. Descendía, por clasificarse en el puesto 10°, el Club Deportivo Alavés.
Segunda División: 10 equipos
Se había proclamado Campeón: Oviedo F.C.
Subía a Primera División ocupando el lugar del C. Deportivo Alavés Descendía: C. D. Castellón Tercera División: 32 equipos
Campeón: C. D. Sabadell F.C.
Subía a Segunda División ocupando el puesto del C. D. Castellón.
Estos eran los datos tras haber descrito el ambiente en el panorama futbolístico español de fines de temporada.




La Liga del Mediterráneo

Nota previa aclaratoria:

El 2 de febrero del año 2005 el Grupo Parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds presentó una proposición no de ley en virtud de la cual se solicitaba que se instara a la RFEF el reconocimiento de «oficial» al torneo jugado en 1937 denominado Copa de España Libre. Aunque no fue aprobada hasta el 27 de septiembre de 2007, para entonces la RFEF contaba con un informe de CIHEFE en el que se demostraba que aquella competición no había sido oficial.

Tal informe quedó publicado en el número 1 de los Cuadernos de Fútbol, y con base en él la Asamblea General de la RFEF rechazó tal reconocimiento el 10 de julio de 2009 por 122 votos a favor, 2 abstenciones y ninguno en contra.

 En el texto de la proposición no de ley se hacía también referencia a la Liga del Mediterráneo. Venía a plantearse que en la temporada 1936-37 se habían continuado las competiciones oficiales (Liga y Copa), y que solo retrospectivamente «el franquismo» le había quitado la categoría que merecían. Dado que esta proposición venía de ámbitos relacionados con el Levante, campeón de la Copa de España Libre, no se pedía explícitamente el reconocimiento también de la Liga del Mediterráneo, pero cierto es que ya planteado parecía un paso siguiente muy probable.

 Por ello en octubre del año 2007, tras la aprobación por el Congreso de los Diputados, la RFEF solicitó a CIHEFE un nuevo informe, esta vez respecto de la Liga del Mediterráneo, firmado por Félix Martialay, José del Olmo y Víctor Martínez Patón.

 Si redactáramos de nuevo el informe es probable que se planteara en términos diferentes, pero entendemos que es oportuno en este momento reproducir el informe tal y cual fue entregado a la RFEF, sin que por ello renunciemos a volver sobre el asunto en futuras ocasiones.

 La conclusión en todo caso no variaría en absoluto: la Liga del Mediterráneo no fue un torneo oficial.

Víctor Martínez Patón (Presidente del CIHEFE), 25 de noviembre de 2015.

La Liga del Mediterráneo (1937)

Informe técnico sobre el carácter del torneo

José del Olmo (IFFHS)

Félix Martialay (IFFHS)

Víctor Martínez Patón (CIHEFE)

1. Antecedentes

Con fecha 8 de febrero de 2005 la Mesa del Congreso, a petición del Grupo Parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, admitió a trámite bajo la forma de Proposición no de Ley (al amparo del artículo 194 del reglamento del Congreso) la solicitud de “reconocimiento de la Copa de la España Libre o Copa de la República como legal y oficial a todos los efectos”.

Esta solicitud, remitida por la Mesa a la Comisión de Educación y Ciencia del Congreso, se acompañaba de un texto en el que el grupo parlamentario solicitante explicaba las razones que a su juicio avalaban la propuesta. De dicho texto, publicado en el Boletín Oficial de las Cortes Generales (15-2-2005, Serie D, núm. 154, págs. 19-21) caben extraerse los siguientes párrafos:

El “alzamiento”, “sublevación” o “golpe de Estado”, como queramos denominarlo, obligó a suspender la competición con su ámbito estatal. No obstante, en la zona de legítimo gobierno institucional se continuó, no se sabe con certeza si por deseo político o social, un campeonato llamado “Liga del Mediterráneo” que venía a paliar el déficit y la penuria deportiva y, por otro lado, contribuir a intentar mantener la normalidad institucional y ciudadana en la zona del estado (sic) todavía bajo el control del Gobierno legítimo.

Esa Liga del Mediterráneo no fue la única competición realizada, también con los mejores equipos clasificados en esa liga se jugó la mal llamada “Copa de la España libre” […].

Cuando la guerra paró la liga española se organizó en el bando no sublevado, es decir, la parte republicana había dos campeonatos regionales (sic):

a)     La Liga mediterránea: Debía (sic) ser jugada por los seis equipos de los dos campeonatos, pero sólo había cuatro equipos inscritos en el campeonato de Levante (Hércules FC, Murcia FC, Cartagena FC se retiraron, porque sus ciudades fueron bombardeadas). La presencia catalana también había sido reducida a cuatro equipos (sin el CS Sabadell y el FC Barcelona). Al final, el torneo fue jugado por los cuatro equipos del Campionat de Catalunya 1937: CE Espanyol (sic), FC Barcelona, Girona FC (sic) , Granollers la FC y los cuatro equipos de Levante: Levante FC, Valencia FC, Gimnástico FC y Castellón Atlético (sic) (este último inscrito para completar ocho equipos).

[…] Por todo ello se presenta la siguiente Proposición no de Ley:

“El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a:

[…] 2. Proponer al resto de Federaciones de distintas disciplinas deportivas constituidas, la realización de una investigación para la comprobación de la realización de campeonatos entre los años 36 y 39, de carácter similar al explicitado para el fútbol y si tuvieran resultado positivo, el reconocimiento oficial de dichos campeonatos a todos los efectos”.

Con fecha 27 de septiembre de 2007 se aprobó la Proposición no de Ley, aunque con el texto modificado tras una enmienda presentada por el Grupo Parlamentario Socialista:

Proponer a la Federación Española de Fútbol una investigación para la comprobación de la realización del Campeonato de Copa de 1937, la final de Barcelona de ese año y el resultado que dio como vencedor al Levante U.D. (sic) y, si tuviera resultado positivo, el reconocimiento oficial de dicho campeonato, participantes y vencedor a todos los efectos.

En los párrafos trascritos de la proposición del grupo parlamentario de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds queda patente junto a la demanda de reconocimiento específico de la Copa de la España libre como Campeonato de España, una voluntad general de reconocimiento de los torneos deportivos disputados durante la última guerra civil española; esta voluntad queda plasmada en el punto segundo del texto estricto de la Proposición no de Ley, que finalmente ha sido suprimido de la aprobada por el Congreso.

Esta voluntad de reconocimiento general es la base que legitima para que otros torneos de fútbol u otros deportes, diferentes de la Copa de la España libre, soliciten en lo sucesivo un reconocimiento oficial.

Entre estos otros torneos cabe destacar aquel al que se hace referencia en diferentes párrafos del texto que acompañaba a la Proposición no de Ley, reproducidos anteriormente. Esto es, la llamada Liga mediterránea o Liga del Mediterráneo.

La solicitud de reconocimiento oficial de la Liga del Mediterráneo es coherente con la de la Copa de la España libre, y cabe suponer que si la pretensión de la segunda es que sea reconocida como Campeonato de España, la de la primera será la de la equiparación como Campeonato Nacional de Liga.

Es por todo ello que el presente informe tiene la pretensión de responder a la pregunta siguiente: ¿debe la RFEF reconocer la Liga del Mediterráneo como la edición de 1936-37 del Campeonato Nacional de Liga?

2.Antecedentes de hecho

Ante la ausencia de documentos oficiales que permitan un estudio directo en las fuentes primarias se detalla a continuación los hechos sobre la base de las noticias publicadas en la prensa, en particular en El Mundo Deportivo de Barcelona.

9 de diciembre de 1936: el Sr. Rodríguez Tortajada, presidente del Valencia FC, presenta en la sede de la Federación Catalana de Fútbol el proyecto de celebración de un torneo entre el Valencia, Levante, Gimnástico y Hércules y los cuatro mejores clasificados del Campeonato de Cataluña. Propone igualmente dos nombres para el torneo: Liga Catalano-Valenciana o Liga Mediterránea. Los representantes de la Federación Catalana rechazan la propuesta puesto que les parece que les va a resultar onerosa económicamente.

7 de enero de 1937: se confirma que los equipos valencianos aceptan el pago de mil pesetas por desplazamiento a los clubes catalanes, por lo que estos finalmente aceptan jugar el torneo. Se ignora la fecha de tal solicitud.

14 de enero de 1937: se anuncia que el nombre definitivo que se le ha dado al torneo es el de Liga Oficial Levante – Cataluña. Días más tarde se produce la última modificación del nombre del torneo, que finalmente se disputará bajo la denominación de Liga del Mediterráneo.

31 de enero de 1937: da comienzo la Liga del Mediterráneo. Sobre los ocho equipos previstos hay un cambio: el Hércules de Alicante renunció a la participación y su plaza fue suplida por el Athletic de Castellón.

2 de mayo de 1937: decimocuarta y última jornada del torneo. El FC Barcelona se proclama vencedor. La clasificación fue la siguiente:

    J    G    E     P     F     C Ptos
Barcelona   14    7    6     1    27    15  20
Valencia   14    7    3     4    32    23  17
Español   14    8    3     3    30    20  17
Gerona   14    6    5     3    27    18  17
Levante   14    5    6     3    30    18  16
Gimnástico   14    3    4     7    18    31  10
Granollers   14    2    4     8    17    36    8
Castellón   14    0    5     9     7    27    5

3. Fundamentos técnicos

3.1. La Fédération Internationale de Football Asociation (FIFA) delegó en la internacional Football Federation of History and Statistics (IFFHS) desde la creación de ésta todos los contenidos históricos y estadísticos, aceptando pues la FIFA como propios todos los criterios y estudios de la IFFHS.

3.2. Los criterios de la IFFHS para el reconocimiento de una competición como oficial son los siguientes:

3.2.1. Para que una competición sea oficial y de carácter nacional ha de estar organizada directamente por la federación nacional correspondiente reconocida formalmente por la FIFA.

3.2.2. Las competiciones organizadas por entidades inferiores o dependientes de la federación nacional correspondiente no pueden ser reconocidas como competiciones oficiales nacionales, sino que dependerán de la competencia de dicho organismo.

3.2.3. Una federación nacional puede organizar un número ilimitado de competiciones oficiales aunque, con la finalidad de establecer la debida correspondencia entre las muy diversas competiciones que organizan las diferentes federaciones afiliadas a la FIFA, se reconoce un único campeonato de liga por temporada y federación y un único campeonato de copa por temporada y federación. La naturaleza de cada una quedará definida en su propio reglamento y en la inscripción de las sociedades participantes. Cuando alguna federación cambie el ciclo de la temporada otoño-primavera a primavera-otoño o viceversa, se considerará el período de adaptación al nuevo calendario como una temporada diferente si así lo decidiese la federación nacional responsable[1].

3.3. Que en la fecha en que se disputó este torneo, durante los meses de enero a mayo de 1937, la Federación Española de Fútbol estaba afiliada a la FIFA en activo y tenía plenos poderes para decidir las cuestiones internas del fútbol español como organización legítimamente reconocida por el gobierno de la República Española.

3.4. Que, siendo su presidente oficialmente reconocido por el gobierno de la República Española don José María Mengual, con fecha del 3 de octubre de 1936 y firmada por el secretario de la FEF, don Ricardo Cabot, se envía una circular a todas las territoriales y a todos los clubes en que se les comunica que se “suspende la temporada de juego para todas las competiciones oficiales dependientes de la Nacional”.  

3.5. Que la FEF en la zona controlada por el gobierno republicano no emitió ninguna circular ni convocó ninguna asamblea extraordinaria que revocase la orden anterior mientras estuvo funcionando a lo largo del conflicto bélico.

4. Explicación terminológica

Una vez examinados los antecedentes de hecho y los fundamentos técnicos cabe añadir antes de emitir una conclusión una breve explicación terminológica que, en nuestra opinión, está en el origen del debate: el significado múltiple de la palabra “liga” y su distinto uso como nombre común y nombre propio.

El vocablo “liga”, cuyo significado original es el de ‘elemento de unión’, tiene entre otros el uso específico que el Diccionario de la Real Academia Española (22ª ed.) define en su quinta acepción como ‘confederación que hacen entre sí los príncipes o Estados para defenderse de sus enemigos o para ofenderlos’.

Ese significado, sinónimo de “federación”, es aquel con el que aparece por primera vez en la lengua del fútbol, en frases como la siguiente: “se constituye la Liga Profesional Española de Clubs de Fútbol[2]”.

Estas ligas de equipos, divididas en tantas categorías o divisiones como sea necesario, disputaban sus torneos con un sistema de competición de todos contra todos. A ese sistema de competición, por oposición al de eliminatorias común en los torneos de Copa, se le designó inicialmente como “sistema de liga”, sintagma que finalmente quedó reducido al último término, esto es, “liga”.

Ese nuevo significado de la palabra “liga” es el recogido en el Diccionario de la Real Academia Española en su séptima acepción: “Competición deportiva en que cada uno de los equipos admitidos ha de jugar con todos los de su categoría”[3]. Este significado de la palabra “liga”, como sustantivo común, es precisamente el que aparece en el sintagma “Liga del Mediterráneo”.

No existe ningún indicio que permita pensar que su uso hace referencia al Campeonato Nacional de Liga, organizado por la Real Federación Española de Fútbol desde 1929, sino que, insistimos, se trata simplemente del mismo nombre común utilizado para dar nombre a de dos torneos diferentes jugados según el mismo sistema de competición: el de todos contra todos.

5. Conclusión

La Liga del Mediterráneo fue uno de los principales torneos de fútbol disputado durante la Guerra Civil española 1936-1939, pero al no haber sido organizado por la Federación Española de Fútbol, única entidad jurídica con capacidad para adoptar decisiones al respecto, no cabe su reconocimiento como torneo oficial.

Por otro lado queda demostrado que la Liga del Mediterráneo no fue el Campeonato Nacional de Liga 1936-37, sino que la presencia de la palabra “liga” simplemente designa el sistema de competición de este torneo. Cualquier pretensión de continuación del Campeonato Nacional de Liga no era posible ya que tal torneo sólo podía ser organizado por la Federación Española de Fútbol, que meses antes había declarado suspendidas todas las competiciones oficiales.

 Madrid, a 29 de octubre de 2007

Informe técnico elaborado* por:

José del Olmo, vicepresidente de la IFFHS y presidente del CIHEFE

Félix Martialay, miembro de la IFFHS y vicepresidente del CIHEFE.

Víctor Martínez Patón, miembro del CIHEFE.

* En 2007


[1] Algunos países juegan varias ligas o copas diferentes a lo largo del año, aunque sólo una sirve para clasificarse para las competiciones internacionales de clubs. En España, por ejemplo, además del Campeonato Nacional de Liga y del Campeonato de España-Copa de SM El Rey, se disputa la Supercopa y la Copa de la RFEF, junto a otras competiciones de categorías inferiores. Todas estas competiciones son oficiales indudablemente. En caso de que por cualquier motivo no se celebrase alguna de ellas, ésta no podrá ser sustituida por ninguna de naturaleza o rango diferente. Es decir, si se diese el caso de que no se jugase el Campeonato de España-Copa de SM El Rey, ésta nunca podría ser reclamada por el vencedor de cualquiera de las otras tres competiciones.

 

[2] Punto primero del llamado « proyecto Muniesa », reproducido íntegramente en F. Martialay Implantación del profesionalismo y nacimiento de la Liga (Madrid, RFEF, 1996), pág. 218.

[3]  Acepción incluida en el DRAE en el suplemento de la edición de 1970.




Competiciones oficiales

Oficiales01Antigua es la controversia sobre la nómina de competiciones oficiales en las que han participado equipos españoles, ya sean competiciones nacionales o internacionales. Y muy frecuente y repetida la cuestión sobre si determinadas competiciones deben ser consideradas o no “oficiales”, sobre todo cuando de esto depende algún record o efeméride.

Sin embargo la discusión, en nuestra opinión, no se plantea nunca en los términos correctos. Porque quien discute si, por ejemplo, la Copa de Ferias es oficial o no oficial argumenta sobre la base hipotética de un concepto claro y distinto de “oficial”, tal como aquel que ante una determinada forma geométrica discute si es un triángulo o un cuadrado solo sobre la base de un concepto claro y distinto de ambas. Sin embargo la realidad dista mucho de ser cierta, pues lo cierto es que el concepto de “oficial” predicado de una competición deportiva no está definido.

Así las cosas ese es precisamente el objeto de este trabajo, el de definir el concepto de “oficial” que se predica de una competición deportiva (futbolística particularmente), sobre el que después puedan basarse todos los estudios que pretendan defender el carácter “oficial” o “no oficial” de la competición correspondiente.

1. Análisis lingüístico del término “oficial”

El adjetivo “oficial”, construido ya en época latina (officialis), es un denominativo construido sobre el sustantivo correspondiente “oficio” (officium). Estos adjetivos denominativos tienen la cualidad morfológico-sintáctica de poder ser sustituidos por sintagmas preposicionales genitivos en los que el sustantivo básico sea precedido por la preposición “de”. Así por ejemplo el sintagma “elemento procesal” puede ser sustituido por otro de idéntico significado “elemento de(l) proceso”.

Siguiendo este modelo, a priori, cabría decir que “oficial” podría ser sustituido por el sintagma “de oficio”, lo que en este caso convierte en casi incomprensible aquello que con el adjetivo parece de contenido evidente. Sin embargo esta oscuridad que aparece se esconde idéntica, aunque camuflada, en el adjetivo. O dicho de otra forma, idéntico significado claro u oscuro tiene “oficial” y “de oficio”.

El sintagma “de oficio” no es desconocido en español, y puede encontrarse al menos en dos contextos; aunque ambos son jurídicos responden a circunstancias y explicaciones lingüísticas diferentes. El primero de ellos, es la decisión que el juez toma “de oficio”, esto es, aquella que toma a pesar de que no le es solicitada por ninguna de las partes del proceso. Aunque hablamos del mismo sustantivo “oficio”, lo cierto es que ese sintagma preposicional es traducción del latino “ex officio”, y por lo tanto el paralelo con lo que planteamos no sería perfecto.

Sí lo es sin embargo el llamado “turno de oficio”, único ejemplo en el que se ha fosilizado el uso del sintagma en detrimento del adjetivo “oficial”. Pues en efecto solo hay razones históricas para llamarlo turno de oficio y no “turno oficial” (de abogados), más acorde al uso actual del español.

Descompuesto pues el adjetivo “oficial” en el sintagma “de oficio”, tenemos necesariamente que preguntarnos cuál es el significado del sustantivo. Respuesta que no encontramos en la edición vigente (23ª, 2014) del Diccionario de la Real Academia Española, que responde con un argumento circular que no aclara nada: “con carácter oficial”.

Sí encontramos respuesta en el Oxford LatinDictionnary, que recoge el significado que nos interesa en la última acepción de “officium”, la 6b: “institución”[1].

Partiendo pues de que el adjetivo “oficial” es sinónimo de “institucional”, en uno u otro caso nos veremos obligados a decir cuál es el oficio o institución a la que nos referimos. Puesto que en definitiva ni “oficial” ni “institucional” transmiten significado alguno si no se especifica de qué oficio o institución estamos hablando.

Para ilustrar la afirmación resulta procedente el análisis de algunas noticias publicadas en la prensa en fechas muy recientes, en las que se constata cómo solo sobre la base del análisis que precede tienen sentido completo los titulares:

Valor: “Estoy a la espera de confirmación oficial. Siempre haré lo que el PP me pida” (Información, Alicante, 1-3-2015).

La Comisión Europea no tiene queja oficial de España sobre las acusaciones de Tsipras (Europa Press, 1-3-2015).

El Khimki ruso hace oficial el fichaje de Víctor Claver (As, 1-3-2015).

En la primera noticia el “oficio” es el Partido Popular, en la segunda el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, y en la tercera el equipo ruso. Nótese por cierto que el redactor de la tercera ignora palmariamente el significado del término, haciendo sinónimo “hacer oficial” de “anunciar”.

En conclusión, y volviendo a nuestro objetivo, cuando afirmamos que una determinada competición es oficial o no, lo que tenemos que decir es a qué oficio o institución nos estamos refiriendo, porque de lo contrario el sintagma carece completamente de sentido.

2. Análisis jurídico estatal: el CSD, el “oficio” de las competiciones oficiales.

Analizamos en este epígrafe la cuestión sobre la base de la legislación vigente española, perspectiva que supone el análisis de la federación deportiva (la RFEF en nuestro caso) como una asociación jurídico privada con delegación pública. Se trata pues de un análisis “estatalista”, en el que quedan al margen las instituciones deportivas internacionales, que serán objeto de análisis en el siguiente epígrafe.

La vigente Ley del Deporte (Ley 10/1990) incluye hasta 48 veces el adjetivo “oficial”, si bien el legislador era ajeno al análisis que acabamos de presentar y en consecuencia predomina su uso confuso y oscuro, cuando no claramente equívoco. En todo caso, a lo que nuestro interés particular respecta, debemos leer el art. 33.1.a:

1. Las federaciones deportivas españolas, bajo la coordinación y tutela del Consejo Superior de Deportes, ejercerán las siguientes funciones:

a) Calificar y organizar, en su caso, las actividades y competiciones deportivas oficiales de ámbito estatal.

Para la interpretación de este artículo es oportuno remitirnos al siguiente párrafo del preámbulo de la citada ley:

Corolario del reconocimiento de la naturaleza privada de las federaciones deportivas y de su papel de organismo colaborador de la Administración, es la declaración directa y genérica de utilidad pública que la Ley efectúa. El sello de oficialidad que, por habilitación estatal, ostentan las federaciones deportivas españolas, encuentra aquí su manifestación más visible y, al tiempo, justifica la tutela y control del Estado sobre las mismas.

Y ello en relación con el art. 8.e, ubicado en el Título II (“El Consejo Superior de Deportes”):

Son competencias del Consejo Superior de Deportes las siguientes:

e) Calificar las competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito estatal.

La cuestión es pues relativamente clara: el CSD delega en cada una de las federaciones deportivas la organización del deporte correspondiente, siendo que es ese CSD el que como institución nacional pública es el “oficio” que se esconde tras el adjetivo “oficial” que se predica de las competiciones.

La idea que estaría detrás de ese “oficial” sería en consecuencia la siguiente: es el Estado quien tiene interés en organizar sus competiciones deportivas, para lo cual tiene un organismo dentro de la estructura de su administración (CSD), que a su vez por cuestiones de diversa índole delega en instituciones privadas determinadas cuestiones de la organización del deporte nacional. En definitiva podríamos incluso retrotraer el significado de “oficial”, manteniendo que el “oficio” que está detrás no es ni más ni menos que el propio Estado (a través del CSD). Ese sería el significado que podemos llamar estatalista del término “oficial”.

Pero como el Estado a través del CSD no organiza ninguna competición, resulta que a estos efectos el reconocimiento federativo se ecualizaría con el reconocimiento oficial del CSD, siendo pues en principio equivalentes los términos “competición federativa” y “competición oficial”.

Sin embargo la cuestión de la equivalencia perfecta de ambos sintagmas se oscurece a la luz del art. 46 de la citada Ley 10/1990:

1. A efectos de esta Ley, las competiciones deportivas se clasifican de la forma siguiente:

a) Por su naturaleza, en competiciones oficiales o no oficiales, de carácter profesional o no profesional.

b) Por su ámbito, en competiciones internacionales, estatales y de ámbito territorial inferior.

2. Son competiciones oficiales de ámbito estatal aquellas que así se califiquen por la correspondiente Federación deportiva española, salvo las de carácter profesional, cuya calificación corresponderá al Consejo Superior de Deportes.

Los criterios para la calificación de las competiciones oficiales de ámbito estatal podrán ser establecidos en las disposiciones de desarrollo de la presente Ley o, de acuerdo con ellas, en los Estatutos federativos correspondientes.

Serán criterios para la calificación de competiciones de carácter profesional, entre otros, la existencia de vínculos laborales entre Clubes y deportistas y la importancia y dimensión económica de la competición.

La denominación de competición oficial de ámbito estatal queda reservada, a todos los efectos, para las reguladas en el presente Título.

3. Las competiciones oficiales de ámbito estatal podrán ser organizadas por personas físicas o jurídicas, privadas o públicas, Clubes deportivos, Ligas profesionales y Federaciones deportivas.

4. Las modificaciones propuestas por la Federación española correspondiente que afecten a las competiciones oficiales de carácter profesional requerirán el informe previo y favorable de la Liga Profesional correspondiente.

La conclusión es pues la siguiente: las “competiciones oficiales” (reconocidas por el CSD) pueden ser organizadas por diversas entidades (art. 46.3), pero corresponde en todo caso a la federación su reconocimiento, a excepción de las que son profesionales, que dependen directamente del CSD, y que son en todo caso organizadas por las Ligas profesionales  (Capítulo IV, art. 41.4):

4. Son competencias de las Ligas profesionales, además de las que pueda delegarles la Federación deportiva española correspondiente, las siguientes:

a) Organizar sus propias competiciones, en coordinación con la respectiva federación deportiva española y de acuerdo con los criterios que, en garantía exclusiva de los compromisos nacionales o internacionales, pueda establecer el Consejo Superior de Deportes.

En lo que al fútbol respecta, y desde la temporada 1984-85, tendremos pues el esquema siguiente:

–       Competiciones profesionales, organizadas por:

  • Liga Nacional de Fútbol Profesional(en colaboración con la RFEF).
  • Otras personas o instituciones reconocidas por la Real Federación Española de Fútbol, así como la propia RFEF.

–       Competiciones no profesionales: organizadas hipotéticamente por diversas personas o instituciones, pero reconocidas en todo caso por la Real Federación Española de Fútbol.

Hasta la fecha ninguna norma (reglamento) se ha aprobado desarrollando el concepto de “competición oficial”, por lo que la remisión única posible es al Reglamento de la RFEF.

El análisis que hemos presentado en este epígrafe, al que hemos designado jurídico estatal, nos presenta un significado “estatalista” del término “oficial”, en el que la federación forma parte del Estado. Pero la federación española de fútbol también tiene una dependencia jerárquica no solo del Estado, sino también de asociaciones deportivas internacionales, en particular la FIFA, punto de vista que exige un análisis detallado.

3. Análisis jurídico internacionalista: la federación como miembro de una federación internacional de federaciones.

Si en el epígrafe anterior establecíamos una jerarquía en la que la federación deportiva depende del CSD como institución del Estado, presentaremos ahora a la federación nacional como dependiente de una federación internacional, lo que tiene consecuencias directas para nuestro propósito de definir el término “oficial”.

Desde un punto de vista internacionalista, el fútbol mundial está organizado por la FIFA, quien atribuye a las federaciones nacionales la organización del fútbol en sus respectivos territorios. De acuerdo al mismo sistema, las federaciones nacionales pueden incorporar otras federaciones que organicen el fútbol en territorios determinados (federaciones regionales).

Siguiendo este esquema, la federación nacional es el máximo responsable del fútbol en el país, y por lo tanto a quien le corresponde en todo caso definir todo respecto de su organización. En concreto y por lo que respecta a nuestro objeto, si atribuye a terceros la capacidad de organizar torneos que reconozca la propia federación.

Desde este punto de vista y a priori la distinción “oficial / no oficial” parecería carecer de sentido, porque en todo caso el “oficio” sería en este caso la propia federación. Toda competición organizada por la RFEF o aquella persona o institución que quede autorizada por ella, será por naturaleza “oficial”, que en este sentido será sinónimo de “federativo”.

Nos encontramos sin embargo que la oposición entre ambos conceptos es utilizada por la RFEF en su Reglamento, si bien de manera aparentemente arbitraria y careciendo en todo caso de un concepto cual el que nosotros intentamos definir. El Título I del Libro III se titula “De las competiciones oficiales”, pero lo que se limita a hacer la RFEF es a presentar un catálogo de las competiciones que considera “oficiales” (art. 190.1), aunque sin explicar por qué esas sí son oficiales y otras hipotéticamente no[2]. Y para mayor confusión se añade (art. 190.2): “son también competiciones de aquella clase cualesquiera otras que así se califiquen por acuerdo de la Asamblea General de la RFEF”.

De este modo resultaría que el concepto de “oficial” significaría simplemente “dícese de la competición contenida en el art. 190.1 de los estatutos vigentes de la RFEF”. Sin embargo si comparamos este artículo con el referente a las competiciones y partidos no oficiales (art. 243), puede comprobarse cómo aunque quede sin definir, el redactor de los estatutos sí utiliza un concepto más amplio de “oficial / no oficial”, por más que de una manera ciertamente confusa.

Puesto que si comprobamos que todas las competiciones oficiales del art. 191 son organizadas por la RFEFo la LNFP, y que para organizar competiciones no oficiales se exige la autorización federativa previa, se colige necesariamente que las competiciones oficiales son las organizadas por la RFEF (por sí misma o en colaboración con la LNFP) y las no oficiales aquellas que no organiza la RFEF, pero que podrían ser reconocidas por ella si la Asamblea General lo mandase (art. 190.2).

La conclusión sería que los estatutos de la RFEF, acordes al ordenamiento internacional del fútbol, reconocen implícitamente que la oposición “oficial / no oficial” carece de contenido, puesto que toda competición organizada por la RFEF es “oficial” y toda aquella no organizada por la RFEF es “no oficial”. Reconocimiento que no puede ser explícito porque los estatutos deben ser necesariamente acordes al ordenamiento nacional vigente (Ley 10/1990). La oposición que tiene sentido sería pues la de competición “federativa / no federativa”, pero que queda expresada con los términos de “oficial / no oficial” por conservar los de la citada ley.

A su vez la RFEF repetiría el esquema con las federaciones regionales.

4. Análisis jurídico: conclusiones

Partimos pues de los dos planteamientos diferentes explicados en los dos epígrafes anteriores, en los que la oposición “oficial / no oficial” tendría dos significados diferentes, según el “oficio” que se tome como referencia.

–       Estatal: el oficio (institución) es el Consejo Superior de Deportes, como organismo representante del Estado. Concepto utilizado en la Ley del Deporte (10/1991).

–       Internacionalista: el oficio (institución) es la Real Federación Española de Fútbol, como organismo representante de la FIFA. Concepto utilizado, aunque implícitamente, en el Reglamento de la RFEF.

Nos hallamos en consecuencia ante la tensión que tantas veces trasciende en cuestiones muy concretas entre el sometimiento a la legalidad estatal de la federación deportiva o a la legalidad internacional.

Dado que ambas posiciones resultan irreconciliables, nosotros optaremos por tomar partido por aquella de las dos que permita históricamente explicar mejor los hechos.

Nótese en todo caso que las consecuencias prácticas de esta distinción teórica imprescindible son muy pocas, en la medida en que ningún gobierno español ha desarrollado reglamento alguno en que se especifique qué se entiende por “competición oficial”, y en consecuencia está vigente la remisión a los reglamentos de cada federación.

5. Conclusiones

Sabemos que la organización del deporte por el Estado es muy tardía, y que el primer organismo equivalente al Consejo Superior de Deportes actual se remonta a 1938. Sin embargo el interés español por formar parte de la FIFA existe desde la fundación de esta, por lo que históricamente tiene más sentido decantarnos por el concepto internacionalista, entendiendo pues que el fútbol emana de la FIFA y no de cada uno de los Estados.

Del mismo modo este concepto nos permite introducir las competiciones organizadas por asociaciones internacionales, que por naturaleza no dependen de ningún Estado.

Por ello entendemos que la oposición “oficial / no oficial” esconde sencillamente una oposición más sencilla “federativo / no federativo”, siendo que la federación a la que se refiere (el “oficio”) sea aquella que tenga competencia sobre un territorio determinado de acuerdo con la jerarquía establecida por la FIFA.

Dado el prestigio de los términos “oficial / no oficial” nos vemos obligados a mantenerlos, si bien lo hacemos en un sentido muy definido, claro y distinto, que quedaría mejor representado por los términos “federativo / no federativo”.

6. Consideraciones históricas

Para concluir se hacen necesarios algunos comentarios de carácter histórico para completar este trabajo.

En la actualidad tanto la FIFA como el Estado permiten únicamente una federación por país. Sin embargo históricamente sabemos que en España y en otros muchos países o zonas geográficas ha habido más de una federación simultáneamente. En tales circunstancias, salvo que la FIFA tomara partido por una frente al resto, todas deben ser admitidas a los efectos de la clasificación de “oficial / no oficial”.

En relación con esto hay que plantearse el caso límite de una Liga no reconocida expresamente por la federación. Hoy imposible, no es en absoluto imposible en el futuro (posibles ligas europeas privadas, por ejemplo) y no lo fue en el pasado. En este caso a priori pueden darse dos situaciones: que la federación correspondiente sea contraria a esa Liga en la medida en que esa Liga se constituya como rival de la federación, o que la Liga no pretenda inmiscuirse en las atribuciones federativas y se conciba como un complemento de esta. En ambos casos entendemos que las competiciones organizadas por esa Liga deben ser consideradas oficiales.

En el primer caso, que la Liga pretende ocupar el lugar de la federación, nos encontraríamos en realidad ante una nueva federación, con independencia del nombre que se diera. De tal modo que, por la posibilidad de dos federaciones coexistentes, sus competiciones deberían ser consideradas oficiales salvo prohibición expresa de la organización jerárquica superior a ambas. Por ejemplo, en el caso de una hipotética liga europea no organizada por la UEFA, cabría la desaprobación de la FIFA, y en consecuencia no sería oficial.

Y en el segundo caso, en el que la Liga se constituye como una asociación privada que no pretende suplir a la federación sino colaborar con ella en algunos aspectos, y en concreto en la organización de determinadas competiciones, entendemos que estas también deben ser consideradas oficiales salvo que exista una prohibición expresa, pues en ausencia de esta prohibición debemos interpretar necesariamente una autorización tácita. El caso de la autorización tácita lo encontramos en España a través de la Unión de Clubs de Fútbol, que organizó la conocida como Liga Minimalista (1927-28).

Nótese por último que hay ocasiones en que una determinada federación decide reconocer como si fuera propia una competición que no fue organizada por ella, como actualmente permite el art. 190.2 del Reglamento de la RFEF. Históricamente es relativamente frecuente, sobre todo en casos en que la organización de un torneo extra-federativo es asumida por una federación (Campeonato de España, Copa de Europa, etc.).

7. Organización territorial y federaciones

Debemos para concluir hacer una lista de los distintos ámbitos territoriales federativos, que utilizaremos para poder ubicar las distintas competiciones a su federación correspondiente, y así concluir si cada una de ellas es o no “oficial” en la medida en que fue organizada (o posteriormente reconocida) por la federación que tiene jurisdicción en el ámbito territorial de que se trata.

–       Federación mundial: FIFA

–       Federaciones continentales: UEFA, CONMEBOL, CONCACAF, CAF, AFC y OFC.

–       Federaciones nacionales: en el caso español, actualmente la RFEF, desde 1913.

–       Federaciones autonómicas: actualmente 17, correspondientes con las 17 comunidades autónomas.

–       Federaciones provinciales: incorporadas a las correspondientes federaciones autonómicas.

Entre estos cinco ámbitos federativos existe una relación tanto ascendente como descendente, en el sentido de que la superior tiene siempre potestad sobre la inferior, pero que la inferior es quien organiza el fútbol en su territorio y por lo tanto la inferior influye decisivamente sobre la superior.

De acuerdo con esta estructura piramidal de cinco estratos, se pueden organizar las siguientes competiciones oficiales:

–       De cada uno de los estratos dentro de su ámbito territorial: la FIFA organiza el mundial de clubes, la UEFA la Copa de Europa, la RFEF el Campeonato de España, la Federación Catalana la Copa Catalunya y la Federación Tinerfeña la Copa Heliodoro Rodríguez López.

–       Federaciones de diferentes ámbitos territoriales (del mismo nivel jerárquico o no) pueden organizar competiciones interfederativas. Así la UEFA y la CONMEBOL organizan la Copa Intercontinental (igual nivel) o la RFEF y la CONMEBOL la Copa Iberoamericana (distinto nivel).

–       La federación jerárquicamente superior puede organizar competiciones en un ámbito parcial de su territorio, aunque este corresponda formalmente a una federación inferior. Así la FIFA puede organizar un torneo entre clubes europeos, tal como la Copa de Ciudades con Feria.

NOTA: agradezco a mis compañeros Luis Javier Bravo, José del Olmo y Fernando Arrechea por la lectura de este texto, y en particular a Eugenio Llamas por sus importantes sugerencias y puntualizaciones.

 


[1] Evito la traducción literal (“cuerpo de oficiales o su departamento: abody of officialsortheirdeppartement”) para evitar precisamente el término “oficial”.

[2] Lo que recuerda a la famosa definición de Eddington de la Física (“todo aquello que está en el libro de Física”), recogida por Gustavo Bueno en El mito de la cultura (1996).




Carta al director

Estimado señor director:

Mensualmente acudo a mi cita con Cuadernos de Fútbol, siempre atento a novedades que enriquezcan mis conocimientos futbolísticos, materia en la que soy un eterno aprendiz.

En esta ocasión provocó mi interés inicial y posteriormente un profundo asombro el artículo titulado ‘Así surgieron los cuadernos de Fútbol.’ Interés porque estuve en la génesis de los mismos.

Tengo bastante buena memoria pero además conservo mis agendas personales-profesionales desde que comencé a trabajar en el lejano año 1965. Con ello puedo precisar fechas, reuniones, personas…

Desde el nacimiento de la revista federativa FUTBOL en 1996, Félix Martialay y yo colaborábamos en la misma con artículos de temas históricos. Uno de nuestros principales lectores era Ángel María Villar, quien con cierta frecuencia nos llamaba a su despacho para encargarnos analizar alguna carta que le dirigían aficionados e incluso instituciones futbolísticas con temas históricos para solicitarle una oficialización federativa de los mismos e incluso una ayuda económica para su publicación. (Conservo varias fotocopias de dichas cartas).

Villar nos animaba a profundizar en algunos temas que le parecían interesantes y nuestra contestación siempre era la misma, el escaso espacio que disponíamos en la revista para artículos de mayor tronío. Todo se andará nos respondía.

Fue el 7 de enero de 1999 cuando la secretaria de Villar me citó telefónicamente para que el día siguiente acudiese al despacho del presidente a las 17,00 horas. De inmediato telefoneé a Félix quien me confirmó también su asistencia. Almorzamos juntos Félix y yo para concertar nuestras posturas.

El viernes día ocho a las cinco de la tarde estábamos en el despacho de Villar. Se mostró descontento con la revista que en los últimos meses había salido de forma esporádica y entró de lleno en el tema de nuestros artículos históricos. Félix y yo deberíamos hacer una separata de la revista FÚTBOL dedicada a temas históricos y abierta a la colaboración de todo el mundo, bajo nuestra supervisión. El nombre de dicha publicación sería CUADERNOS DE HISTORIA. Esa fue la decisión de Ángel María Villar. Nos comunicó así mismo nuestra remuneración (que nos pareció suficiente) y nos dijo que nos reuniésemos con Jorge Pérez para coordinarnos.

La primera reunión tuvo lugar el viernes quince de enero en el despacho de Jorge Pérez. Asistimos, Jorge Pérez, Fernando Garrido, Juan Carlos Molinares, Félix Martialay y yo. En mi agenda figura Reunión de Revista Cuadernos de Historia. Se trató en la misma del formato, diseño, número de páginas y el reparto entre Félix y yo del contenido de ese número 1.

El día 29 de enero tuvimos la segunda reunión. Félix y yo ya teníamos nuestros artículos y las fotos que debían ilustrarlos. Todavía esta reunión figura en mi agenda como Revista Cuadernos de Historia. No fue hasta le reunión del 5 de febrero, con nuestros artículos ya maquetados, cuando Juan Carlos Molineres sugirió que sería mejor titularla CUADERNOS DE FÚTBOL ya que iría encartada dentro de la revista FÚTBOL. A todos nos pareció bien y así quedó el nombre definitivo.

Estimado director, esta es la génesis de CUADERNOS DE FÚTBOL desde mi recuerdo y mis papeles. Le mando también la presentación del número uno, donde todavía figura en la parte superior ‘Cuadernos de Historia’, tal vez por olvido de maquetador tras el cambio del nombre original.

Afectuosos y cordiales saludos

BERNARDO de SALAZARCuadernos01




Sobre el I Foro Félix Martialay

El pasado 21 de septiembre, sobre las 9 de la noche pusimos punto final al I Foro Félix Martialay que a lo largo de dos días intensos se había desarrollado en las dependencias del madrileño CEU San Pablo. Habían sido dos jornadas que nos llenaron de una gran satisfacción por varios motivos: la calidad de las charlas, la afluencia de público, la organización y la respuesta de los medios de comunicación. Era nuestra primera experiencia en este tipo de acontecimientos y habíamos no alcanzado nuestros objetivos, sino superado con creces.

A lo largo del foro muchas veces recordamos a Félix, pensando que su modestia y humildad le hubiesen llevado a rechazar esta propuesta. Y jugamos con ventaja, porque nos aprovechamos de que ya no podría oponerse. Y también, conociéndole como le conocíamos, sabíamos que él se iba a sentir muy contento con lo que en un principio se llegó a alcanzar: llevar el fútbol a la Universidad. Ése era uno de sus sueños y gracias a Víctor Martínez Patón, Félix fue el centro de un acto universitario alrededor del fútbol. Víctor nos lo recordó una y otra vez a lo largo de sus intervenciones, no por el protagonismo de Félix -que todos sabemos que hubiese rechazado cualquier tipo de reconocimiento público-, sino porque el fútbol había entrado por la puerta grande, porque se había demostrado que también de fútbol hablan los intelectuales.

Un buen día Víctor Martínez Patón me comentó su idea de organizar un acto, el que fuese, en reconocimiento de Félix. Entonces era una idea que había que ir dándole sentido, primero y cuerpo después. Meses más tarde, el trabajo inagotable de Víctor, sólo alimentado por su propio entusiasmo, hizo realidad el acontecimiento más importante que ha podido haber en la historia de CIHEFE. Por eso, insisto, sin Víctor no hubiese sido posible este foro.

Centrándonos en las distintas sesiones, las hubo de muy diversas naturalezas. El Foro comenzó con un plato fuerte impresionante: Gustavo Bueno y Jorge Valdano. Como fondo «Fútbol y Filosofía». Grande Gustavo Bueno, rompiendo prejuicios pseudointelectuales, desmenuzando los factores que permiten que el fútbol sea capaz de reunir miles de millones de espectadores en torno a un partido como puede ser la final de un mundial. Comedido y sencillo Jorge Valdano, resaltando aspectos más cercanos a su propia experiencia, proyectándolos hacia la trascendencia del juego.

Al día siguiente el debate en torno al Fútbol y la Memoria Histórica también fue rico y fluido. Muy buena la exposición de José Manuel Rodríguez Pardo sobre la definición del término «Memoria histórica» y su posible aplicación al fútbol. Vicente Martínez Calatrava se ciñó al rigor del dato y defendió la posibilidad de analizar el fútbol a partir de la propia naturaleza del juego. Iván Vélez resaltó la imposibilidad de separar la contextualización del hecho deportivo del entorno sociopolítico que lo alberga. Un debate amplio con intervenciones de los asistentes también con gran criterio.

Después vino la sesión más especial de toda la jornada. El verdadero homenaje a Félix Martialay. Teníamos la idea de centrar las intervenciones sobre la importancia del trabajo de Félix tanto por la amplia información que reunió a lo largo de su vida como la metodologóa que siguió para mantenerla actualizada en todos los campos. Entre los asistentes, junto a los miembros de CIHEFE, una representación de la familia creándose una atmósfera íntima que permitió que cada uno pudiese manifestar la relación personal con Félix. Honesto, apasionado de su trabajo, incansable, humilde, leal… todos reconocimos haber contraído una deuda insalvable con lo que nos transmitió igual como investigador que como persona. No me cabe duda que si grande ha sido el dolor de su pérdida, también es grande el consuelo de haber podido tenerlo como amigo durante todos estos años.

El martes por la tarde se reanudó el Foro con la conferencia de Eduardo Inda. CIHEFE ha de agradecer su presencia y el respaldo que Marca ha prestado al Foro en todo momento. Su exposición, correctamente documentada se centró en el uso que la política ha hecho del deporte en general y de manera más concreta, del fútbol. Resaltó que todos los regímenes, fuesen del sentido político que fuesen, aprovecharon el deporte para transmitir y divulgar su ideología y la imagen de un país. Eduardo Inda mostró estar muy a gusto y comentó de buena gana las cuestiones que el público, especialmente los estudiantes, le hicieron llegar a la mesa.

Y para finalizar, ciñéndonos al tema central del I Foro Félix Martialay, hicimos un repaso a la documentación que se tuvo en cuenta y se trabajó para emitir el informe sobre la Copa España Libre. Después de establecer los aspectos legales, tanto jurídicos como deportivos, se hizo una exposición pormenorizada del contexto histórico de las circunstancias que envolvieron entonces al fútbol nacional. No se puede aceptar más interpretación de la circular federativa del 3 de octubre de 1936 que la que dice el propio texto ni es una cuestión de voluntad política conceder un reconocimiento de forma gratuita a un torneo amistoso así concebido en el momento en que se disputó. Hubo una aceptación unánime entre los asistentes tras la exposición del informe de CIHEFE sobre este torneo.

Y tras repasar brevemente el desarrollo del I Foro Félix Martialay sólo me queda manifestar mi gran satisfacción personal, como presidente de esta entidad, por el grandísimo éxito que se ha alcanzado, felicitar de manera destacada a nuestro compañero Víctor Martínez Patón, verdadero motor de todo el entramado, por su constancia, eficaci y acierto en todas sus gestiones, además  de agradecer en nombre del propio CIHEFE al CEU San Pablo por la cesión de sus instalaciones así como a todos los asistentes, destacando los nombres de Gustavo Bueno, Jorge Valdano y Eduardo Inda, que creyeron en nuestro poryecto desde el primer momento y así lo demostraron con su asistencia totalmente desinteresada.




Ladran, luego cabalgamos

Desde luego, Félix nos habría dado una colleja a más de uno  de los que estuvimos allí presentes en representación del CIHEFE, de eso estoy absolutamente seguro (Víctor se habría llevado dos porque ha sido el alma máter del evento), pero es lo mínimo que podíamos poner de nuestra parte; no podíamos hacer otra cosa por aquel que ha sido y será el mejor historiador del fútbol español de todos los tiempos.

El Foro Félix Martialay ha sido un éxito, esa es la conclusión inmediata que se extrae de su recorrido en prensa, del número de asistentes y de la calidad de todos y cada uno de los ponentes que participaron en sus diversos debates. Debates amplios e intensos que han puesto de manifiesto la necesidad de seguir ahondando tanto en la historia de nuestro deporte rey como en sus entresijos y vericuetos más escondidos. Félix habría estado orgulloso y desde luego habría aportado ese punto de vista que hubiera puesto colofón a esos dos intensos y maravillosos días en los que el mismo tuvo lugar. Gustavo Bueno, Jorge Valdano y Eduardo Inda han sido los primeros grandes espadas de este foro, y pueden estar convencidos de que esto será una distinción honorífica que siempre irá con ellos y sabrán valorar en su justa medida. Será como haber asistido a una final épica en la que el Club de tus amores conquista el ansiado trofeo…podrán decir»yo estuve allí».

Félix no se arrugaba ante nadie, y defendía lo que creía con la pasión suficiente y con el triple de pruebas, infinitas; esto último era lo que le daba la distinción precisa para ganar todos los debates que se plantearan y se hubieran planteado. Era algo que exigía y valoraba en los que le rodeaban. De Félix pueden decir muchas cosas buenas, pero si hay un calificativo que lo pudiera definir y sobre la cual obtuvimos un total consenso es el de INTEGRIDAD. Y es precisamente integridad lo que ofrece nuestro Foro, el foro en recuerdo de la figura de Félix Martialay.

Pero el logro de Félix no se queda ahí; Félix ha logrado que los tambores de la historia del fútbol español suenen y retumben con fuerza; porque su ejército, sus chicos, avanzan inexorables hacia la conquista de otros lares y otras batallas. Un foro que es un punto de partida y que ha venido para quedarse, para hacer precisamente historia y para congregar en el futuro a los mejores y mayores exponentes de nuestro fútbol.

Durante el recorrido del CIHEFE en los últimos años se han alzado voces discrepantes; algunas más locuaces que otras, recordemos el último asunto sobre la Copa del Levante, que nunca han bloqueado nuestro afán por seguir avanzando para aportar luz sobre la historia del fútbol nacional. Como bien dice nuestro presidente D. José Del Olmo, algunos ladran contra el CIHEFE, y eso significa que inexorablemente se avanza. No puedo estar más de acuerdo con estas palabras.

Yo tuve la suerte de estar en el primer foro Félix Martialay, y tuve el honor, inmerecido desde luego, de participar en el coloquio sobre la figura del hombre que más me ha enseñado en menos tiempo. Es algo que llevaré por bandera, llueva lo que llueva, y truene lo que tenga que tronar.




Fútbol y memoria histórica

Intervención del autor en el I Foro Félix Martialay, dentro de la mesa redonda «Fútbol y Memoria Histórica», el 21 de septiembre de 2010

Desde hace aproximadamente diez años, la expresión memoria histórica ha sido comúnmente utilizada por todo tipo de profesionales con el objetivo de reinterpretar nuestro más reciente pasado, concretamente los cuarenta años de régimen franquista. Memoria histórica que fue proclamada por una ley aprobada por el Parlamento en el año 2007.

Sin embargo, no cabe mezclar la memoria con la Historia, pues ambas son por definición opuestas. La memoria es algo siempre biográfico e individual, que no trasciende ese ámbito. Y, en tanto que memoria biográfica, que no deja de ser una reconstrucción interesada, donde cada uno selecciona lo que más le conviene o lo que recuerda. Por el contrario, la Historia trabaja con documentos cronológicamente ordenados, cuya finalidad es precisamente superar la memoria individual y dejar registro de lo sucedido para generaciones futuras. Heródoto, el primer historiador conocido, comienza su Historia precisamente distinguiendo entre memoria e Historia: «Esta es la exposición del resultado de las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido y que las notables y singulares empresas realizadas, respectivamente, por griegos y bárbaros -y, en especial, el motivo de su mutuo enfrentamiento- queden sin realce».

Desde este punto de vista, la denominada memoria histórica es un sinsentido, puesto que no puede aplicarse tal concepto de memoria a los grupos humanos; no existe memoria colectiva sino memoria individual, cuya existencia es desbordada por la propia Historia efectiva de una colectividad. No cabe hablar de una Memoria de España, como titulaba a su programa sobre la Historia de España TVE hace seis años, dirigido por el historiador Fernando García de Cortázar, sino precisamente de Historia de España. La «recuperación de la memoria histórica» respecto a la dictadura de Franco, la Guerra Civil u otras etapas de la Historia de España, es una interpretación partidista, que sólo puede redimirse convirtiéndose en verdadera historiografía.

Y es desde el desnudo partidismo como se opera cuando se ejerce la denominada memoria histórica sobre el franquismo: se le considera un régimen totalmente brutal y arbitrario, donde además de la represión física sobre los disidentes se usaba una suerte de «represión lúdica» a base de popularizar el fútbol por decreto-ley. Decreto-ley que exaltaría el centralismo más exagerado al convertir al Real Madrid en el equipo oficial del régimen, que ganaba ligas  y copas por decreto del Generalísimo. Habituales comentarios despectivos que aparecen, por ejemplo, en series de televisión, caso de la serie de TVE Cuéntame cómo pasó. Algo que se afirmó cuando, tras su victoria electoral en 1996, el Partido Popular, para muchos «la continuación del franquismo por los medios democráticos», implantó la retransmisión de un partido de fútbol los lunes en horario de máxima audiencia. Algo a lo que, sin embargo, la población respondió convirtiendo ese evento en el de más audiencia de la década de 1990.

Sin embargo, todos estos argumentos son puramente falaces y, para ser más directos, una verdadera manipulación histórica: cualquier persona mínimamente versada en la Historia del Fútbol español sabrá que el Real Madrid no ganaba las ligas «por decreto», salvo que así se entiendan los más de veinte años, desde 1933 hasta 1954, que pasaron sin que el club blanco ganase la competición liguera; el Fútbol Club Barcelona no constituyó la resistencia ante ningún «centralismo», sino que tuvo como socio de honor a Francisco Franco, quien vio cómo el club catalán ganaba 9 Copas del Generalísimo, las mismas que el Athletic Club de Bilbao, ambos los equipos más laureados del torneo que llevaba el nombre del Jefe del Estado durante el franquismo.

Y, por supuesto, el fútbol no se convirtió en el deporte de masas durante el franquismo, sino que este hecho va aparejado a la consolidación de la sociedad industrial, a caballo entre el final del siglo XIX y el comienzo del siglo XX. En todo caso, con el franquismo comenzó a emitir la Televisión Española, en 1956, y con ella se inició la retransmisión de imágenes en directo del fútbol. Y si cada vez las retransmisiones de fútbol han sido más frecuentes (en la actualidad, prácticamente a diario), es porque la sociedad de mercado demanda cada vez más ese producto, dentro del proceso de transformación del franquismo en una democracia coronada, que elige sus representantes políticos al igual que elige en el mercado pletórico y, por supuesto, gracias a la democracia del telemando y las audiencias televisivas, volcadas en el deporte rey.

Es más, el fútbol prueba que el franquismo no sólo fue un simple régimen dictatorial cubierto bajo la fachada del nacional-catolicismo, sino que consolidó el carácter de sociedad capitalista desarrollada cuyos ritmos vitales ya no se medían por el calendario litúrgico nacional-católico, sino principalmente por los ritmos del calendario liguero y del fútbol a escala mundial: desde el año 1930, fecha de celebración de la primera edición del Campeonato del Mundo de Fútbol, éste se ha convertido en la auténtica medida del tiempo de nuestras sociedades globalizadas, al igual que en tiempos de la Grecia clásica la medida del tiempo se establecía según la celebración de las olimpiadas, desde el 776 AC.

Recordemos la película Asignatura aprobada (1987), dirigida por un aficionado al fútbol como José Luis Garci, que comienza con un monólogo de Jesús Puente en el que señala las diferencias entre la ciudad de la que proviene (Madrid) y su ciudad actual (Gijón) en base al número de partidos de fútbol que puede ver cada semana. Todo tipo de ceremonias se han consolidado alrededor de esta nueva liturgia futbolística. Una muy habitual en algunos clubes es la invasión del campo por parte de las aficiones, sobre todo cuando termina una temporada o la disputa de un trofeo, tanto por la alegría como por la decepción que ha provocado el resultado. Ceremonia que recuerda mucho al famoso dicho popular que escribió Unamuno: «Toda España corre detrás de la Iglesia, la mitad con una vela y la otra mitad con un palo».

Es más, el fútbol es el único deporte auténticamente universal, y está ligado a la estructura política que supone el comienzo de la civilización y que mantiene unos flujos y ciclos muy definidos: la ciudad, en tanto que supone la negación de la sociedad tribal y el establecimiento de una serie de cauces de comunicación, ya sea por vía terrestre, marítima, aérea o incluso mediante complejas comunicaciones electrónicas como las que nos ofrece internet. La Historia Universal está unida a la de las ciudades, ya sea como ciudades-estado al estilo de las polis griegas, ciudades imperiales como la antigua Roma o las ciudades cosmopolitas en el difuso mundo «globalizado» en que vivimos a día de hoy. En virtud de esa ligazón, los equipos de fútbol siempre representan a ciudades y nunca a regiones: Londres, Milán, Madrid, Barcelona y otras ciudades de similar envergadura, presumen de tener a los clubes de fútbol más laureados del planeta, que popularizan a las urbes respectivas que representan.

Estructuras políticas cuya historia está muy por encima de las postizas y ficticias autonomías que se presentan incluso como partes soberanas cuya existencia histórica antecede con mucho a la propia España, pero que también se sirven en ocasiones del fútbol para expandirse. Es el caso de los nacionalismos fraccionarios que operan en la Nación Española, ligados a clubes de fútbol como el Fútbol Club Barcelona, pero especialmente en el caso del Athletic de Bilbao, el único club de España que alinea sólo a jugadores españoles, pese a que sus dirigentes argumentan desde su peculiar punto de vista que sólo son jugadores vascos. Pero estos jugadores «vascos» desbordan el ámbito de las provincias vascongadas en virtud de la ideología separatista que postula la delirante Euskal Herria como un estado vasco oprimido por España que habrá de independizarse: ya no sólo jugadores como Julen Guerrero o Joseba Echeverría, sino navarros, como Ismael Urzaiz, o los campeones del mundo Javi Martínez (también navarro) y Fernando Llorente, de origen riojano.

Incluso hace años, en plena fiebre de los jugadores comunitarios en nuestro país, el Athletic de Bilbao fichó al francés Vicente Lizarazu. La justificación del entonces presidente del club, José María Arrate, es que habían fichado a un jugador ¡vascofrancés!, como si su origen étnico tuviera algún significado político más allá del delirio nacionalista. El propio Arrate le situó en la diana de ETA, pues como el propio jugador recuerda en su autobiografía, le dijo: «Contesta que no puedes ser extranjero pues eres vasco». Incluso Lizarazu afirmó que al abandonar el Athletic en la temporada 1996-97, Arrate «me amenazó, jurando que eso iba a rodar mal para mí. Intentó hacerme pasar por un «traidor a la patria». ¡Qué cinismo!», dijo el exjugador francés, durante la presentación de su autobiografía en declaraciones recogidas por el Diario Vasco el 25 de abril de 2007.

Sin embargo, frente al Estado de las Autonomías producto de la Constitución de 1978, el fútbol de selecciones es considerado por muchos como la prueba de existencia de la propia Nación, en este caso de la Nación Española. Cuando juega la selección de fútbol, es la Nación quien juega: 16 millones de personas, más del 90 por ciento de la cuota de pantalla registrada el 11 de Julio de 2010 (sin contar a quienes lo seguían en directo a través de pantallas en lugares públicos), la Nación completa comprobó como España se proclamaba Campeona del Mundo en el Mundial de Sudáfrica. La misma Nación que salió con la bandera rojigualda a festejar el éxito, sin autonomías de por medio, al igual que durante la Final Olímpica de Barcelona 1992, con el Nou Camp lleno de enseñas rojigualdas para escándalo de los nacionalistas catalanes, o cuando se ganó el Campeonato de Europa del año 2008.

El fútbol, en definitiva, canaliza las más diversas tensiones y tendencias políticas en una época en la que se menosprecia la guerra y se aboga por la paz perpetua. Se diría que incluso el fútbol recoge de alguna manera muchas instituciones de lo que fueron los conflictos dirimidos entre ejércitos hasta el siglo XIX: los dos conjuntos se retan en un lugar y una fecha determinados, se saludan siguiendo las reglas del honor antes y después de cada encuentro, y durante la disputa del mismo el objetivo es conquistar el terreno contrario y llegar hasta su portería, superando sus líneas defensivas. Es muy posible que la reciente final del Mundial de Sudáfrica fuera interpretada por un neófito como una verdadera contienda, dada la dureza con la que los holandeses se emplearon, y seguramente no faltarían razones a quien así opinase.

Y de hecho, la gesta de nuestra selección en Sudáfrica, alzando finalmente la Copa del Mundo por primera vez en su Historia, ha propiciado en toda España la recepción de nuestros internacionales como representantes genuinos de la Nación Española, y que sean recibidos sin acordarse de las diferencias autonómicas. Prueba de que España, pese a lo que muchos intentan afirmar, no nace en 1978 «por consenso» sino que viene de mucho más allá. El fútbol, en definitiva, nos devuelve a la realidad hurtada por toda una serie de ideologías confusas que pretenden negar la Nación Española. Y una de ellas es, sin duda, la memoria histórica.