Historias de la Copa (1928-1958): De la que pudo ser la mayor remontada de la competición

La historia del Campeonato de España destaca por las grandes gestas, por las sorpresas o por las magníficas remontadas en tardes y noches de leyenda. Muchos de los equipos participantes en este torneo tienen para contar una o más de una historia en la que once muchachos se enfrentaron a los elementos, a las adversidades o a una cifra de goles encajados que parecía imposible de vencer y que finalmente se logra la ansiada victoria…

Esta podría haber sido una de esas historias que mencionamos, pero el contexto, la falta de físico y la picardía de uno de los conjuntos, hizo que esta eliminatoria se quedara en el casi, en el “estuvimos a punto”, en lo que pudo ser y no fue. Pero, pensamos que merece ser recordada y así lo hacemos.

INTRODUCCIÓN

El 19 de abril de 1932, se celebró en los locales de la Federación Española el sorteo de los octavos de final de la Copa de España (La Época, 20 de abril de 1932). Entre los emparejamientos resultantes nos encontramos con que el 8 de mayo en Vitoria se celebraría el encuentro Alavés-Athletic de Madrid.

En aquella temporada, el Deportivo Alavés había sufrido lo imposible para permanecer en Primera División, salvándose en la última jornada tras vencer a su rival directo en la lucha por el descenso, el Unión Club de Irún (según la denominación de la época), en un partido que acabó 1-0 tras marcar el jugador local, Juanito, en el minuto 70.

Por su parte, el Athletic había tenido una campaña monótona………..en la Segunda División aderezada por el 10-1 que le endosó al campeón de la categoría, el Betis Balompié, pero en el que perdió en casa lo poco que ganó fuera. Vamos que ni fu ni fa.

Ambos equipos tuvieron rivales de inferior categoría (liguera, se entiende) en su primera eliminatoria copera y ambos tuvieron que sudar para eliminarlos. Alavés venció 3-1 a Osasuna en su partido de Mendizorroza y aguantó un sufrido empate (1-1) ante los hombres de Muguiro que vieron durante casi toda la segunda parte la oportunidad de empatar la eliminatoria.

Por su parte, el Athletic con un partido horrible en el Metropolitano, aún consiguió un gol de ventaja ante el Deportivo Logroño. Este gol fue enjuagado en Las Gaunas en un cuarto de hora con goles de Araujo y Luisín, de penalti. Pero, aguantaron el chaparrón los madrileños y consiguieron el partido de desempate tras un tanto de Cuesta en el minuto 80. Dos días después, en el campo de Torrero, consiguió el Athletic su pase a octavos al marcar Santos en el minuto 57. Ese mismo día, se celebraba el sorteo que emparejó a nuestros protagonistas.

MENDIZORROZA

Bajo las órdenes del catalán Arribas y con lluvia constante durante todo el encuentro, se presentaron Alavés y Athletic de Madrid el 8 de mayo de 1932 en Mendizorroza. Los locales alinearon a su once de gala: Urreta, Arana, Deva, Urquiri, Antero, Fede, Olano, Trillo, Sañudo, Lecue, Juanito Echevarría mientras que los madrileños formaron con Bermúdez, Corral, Illera, Santos, Ordóñez, Rey, Luis Marín, Cuesta, Losada, Buiria y Del Coso.

Durante el primer cuarto de hora, el partido fue igualado con ataques de una portería a otra, pero a partir de ahí, la línea media vitoriana empieza a ganar la partida en el centro del campo y empuja a sus compañeros de ataque que presionan bien la salida del balón de sus rivales con la especial distinción del torrelaveguense Sañudo que no solo se implica en el robo del balón sino que finaliza de manera satisfactoria una jugada de ataque local en el minuto 20, marcando seguidamente el segundo tanto en el minuto 25 para alborozo de la hinchada alavesa.

A partir de ahí, la defensa visitante se diluye y abandona a su suerte a Bermúdez, el cuál para un gran remate de Sañudo en el 27, para encajar el tercero en el minuto 35, obra de Juanito Echevarría, y el cuarto en el minuto 39 tras un gran disparo de Simón Lecue. Este fue el autor del 5-0 tras rematar de cabeza un centro de Sañudo, cuando faltaban segundos para acabar la primera parte.

Con este resultado de 5-0, vuelven los jugadores del descanso y, aprovecha el Alavés la segunda parte para jugar con más tranquilidad y procurando que un desanimado Athletic no tuviera posesión del balón, aún y con todo en el minuto 60 ya campeaban en el marcador dos goles más favorables al equipo local, uno más de Sañudo y otro conseguido por Juanito Echevarría. ¡¡¡7-0 en el minuto 60!!!

Transcurrieron los minutos hasta que en el treinta y cinco de la segunda parte, un córner lanzado por Luis Marín es cabeceado por Buiria y, según algunos cronistas, Urquiri lo toca de manera que el balón entra en la portería. Un gol que, a priori, poco importaba, pero que sería importante para el desarrollo de la eliminatoria.

EL METROPOLITANO

Tras el pitido final del partido de ida, los vestuarios fueron un contraste: mientras que los jugadores entrenados por Ramón Encinas no silenciaron su euforia con fuertes voces y lanzamientos de boinas al aire (El Imparcial, 10-5-1932), en la caseta visitante hubo un silencio sepulcral hasta la hora de salir a la estación de tren de Vitoria. HEFECE recoge para “El Imparcial” unas palabras de Del Coso: ¡A pie y por carretera deberíamos ir, como castigo! Este es el sentir de los jugadores madrileños.

Lo primero a lo que se dedicó la directiva madrileña fue a cambiar la fecha del partido y es que el domingo 15 de mayo (fecha inicial del encuentro) tendría lugar en Chamartín, la eliminatoria Madrid-Deportivo de la Coruña que representaba mayor aliciente por el resultado más ajustado de la ida (2-0 para los coruñeses). Y se consiguió que el Deportivo Alavés accediera a jugar el sábado 14 en El Parral, campo del Nacional de Madrid.

Pero, los jugadores athleticos no parecían estar conformes en jugar en un campo de dimensiones algo más reducidas que las del Metropolitano y pidieron a la directiva que el partido se disputara en su terreno de juego local (La Voz, 13-5-1932). Así pues, se programó el encuentro para el sábado 14 de mayo a las 5 y cuarto de la tarde teniendo como telonero al equipo infantil.

Y llegó la tarde del 14, las entradas a 2,50 pesetas la general y a 4 la preferencia no atraen al público además del resultado del partido de ida, claro está. Con el arbitraje de José María Steimborn y tras presenciar la goleada de los infantiles ante el Tetuán por 8 a 1, los equipos se presentan sin novedad alguna por parte de los athleticos y con un cambio importantísimo en los vitorianos: Sañudo está en Bilbao, mientras que Paco entra en el once, ocupando el extremo izquierdo, desplazando a Olano al centro de la delantera.

Los locales atacan con entusiasmo durante el primer tiempo, creando algunas ocasiones, hasta que en el minuto 38, una buena jugada de Losada, deja a Luis Marín en disposición de inaugurar el marcador, tras un fuerte chut (1-0).

Se llega al descanso con la sensación de que la eliminatoria estaba decidida, pero al salir de vestuarios Losada enardece al público con dos goles que ponen algo de emoción en la eliminatoria. Los hinchas rojiblancos animan a los suyos que responden con el 4-0, obra de Losada, nuevamente. Los alaveses intentan deshacerse de la presión atlética con algunos contraataques, pero no fructificaban en jugadas bien hilvanadas que obligaran a intervenir a Bermúdez.

Para dar más épica a la situación, Losada agredió a Urquiri tras sufrir una fuerte entrada del medio vitoriano, siendo expulsado por Steimborn, por lo que el equipo local se quedaba con un jugador menos, el autor de tres de los cuatro goles que campeaban en el marcador local.

La misma falta que da lugar a la expulsión de Losada produce un penalti a favor de los athleticos, este penalti es lanzado por Luis Marín y rechazado por Urreta, pero el propio Marín aprovecha el balón suelto para anotar el quinto tanto de su equipo. ¡La eliminatoria está 7-6 para el Alavés!

El Athletic se juega el todo por el todo y Javier Barroso coloca a Ordóñez de delantero centro, retrasando a Del Coso para que ayude a la media, así pues, en el minuto 73, en un saque de esquina, Del Coso saca algo abierto, toca Ordóñez y Buiria remata al fondo de las mallas. ¡¡El Athletic acaba de empatar la eliminatoria!!

El público se lanza al campo para abrazar a los jugadores locales por el esfuerzo realizado, la alegría desborda a los aficionados rojiblancos, pero el partido transcurre sin más novedad, tan solo Luis Marín tiene la oportunidad de acercarse con peligro a la portería visitante, pero esta vez, la defensa deshace el peligro. Y con el 6-0 que iguala la eliminatoria, se acaba el partido. Habrá desempate.

CHAMARTÍN

Esta vez, las caras en los vestuarios eran completamente diferentes en cuanto a lo visto en Vitoria. Pero, he aquí que llegaron las noticias del desastre a los locales del Deportivo. Y aquí, jugó su partido don Amadeo García Salazar, impulsor de la fundación del club vitoriano, que había sido entrenador del club y, en esos momentos, secretario.

Don Amadeo, en cuanto se enteró del desastre, se puso en contacto telefónico con Bilbao para que Sañudo, el delantero centro, se quedara y ser recogido por el propio secretario y bajar en coche a Madrid para presentarse en el hotel del Alavés, el domingo 15 a las cinco de la madrugada. Todo esto mientras el señor Gairzábal, presidente vitoriano intentaba reunir mil quinientas pesetas de la época para poder disputar el partido de desempate en Zaragoza, en caso contrario, el partido se jugaría en Madrid aunque en “campo neutral”.

Sañudo se presentó ante sus compañeros, pero el encuentro, finalmente, se jugaría en Chamartín el lunes 16, al no poder adelantar el dinero necesario para que el partido fuera en Torrero, en lugar de eso el Deportivo Alavés cedió a cambio de un mínimo de 6.500 pesetas de la época que irían a sus arcas, en caso de que la recaudación fuera inferior a 10.000 pesetas, a partir de esa cantidad se llevaba el 65% de la recaudación (no hizo mal negocio el señor Gairzábal)

Así pues, la tarde del 16 de mayo y con arbitraje del aragonés Ostalé, Alavés y Athletic se ven las caras por tercera vez en ocho días. Los mismos equipos que en Mendizorroza, con la excepción de Losada (sancionado) que deja su puesto a José María Arteche, el tolosarra que apenas había jugado en Liga.

Y pronto se vio que no era el mismo partido del sábado, las fuerzas estaban niveladas pero la dirección de Sañudo provocaba dolores de cabeza a la defensa madrileña, la cual comprobó como un disparo del delantero centro era rechazado muy débilmente por Bermúdez, aprovechando Juanito Echevarría para adelantar a los suyos. Era el minuto diez de partido.

Esto no amilana a los colchoneros que aprietan a la búsqueda del empate, el cual logran casi a la media hora tras una buena combinación Buiria-Arteche que este último culmina con un chut al ángulo tras recoger de volea el pase de su interior (1-1).

El partido se convierte en un toma y daca desde este momento y hasta el descanso sin que se produzcan novedades en el marcador, aunque sí se ha de reseñar la lesión de Antero que abandona el terreno de juego.

Este contratiempo no preocupa a los alaveses, que al volver al terreno de juego, hacen valer su mejor momento físico y la calidad de sus dos jugadores más importantes: Sañudo y Lecue, los cuales anotan, respectivamente, en los minutos 4 y 7 del segundo tiempo.

Este peso es demasiada losa para el Athletic, a pesar de los cambios posicionales, el equipo juega con demasiado desorden y no produce demasiadas ocasiones en lo que resta de encuentro a pesar de intentarlo todo lo que puede. Así, el Athletic de Madrid queda eliminado por el Alavés tras igualar una diferencia en contra que llegó a ser de 7 goles.

Con la eliminación del Athletic, cayeron en aquella ronda los tres equipos que provenían del Campeonato Regional del Centro, mientras que el Deportivo Alavés, consciente de su modestia, reconocía que había llegado a los “cuartos” (Heraldo Alavés 17-5-1932), pero a los fiduciarios…….

En fin, que el Alavés conoció enseguida que le había tocado un “coco” en los cuartos de final: el otro Athletic, pero esa es otra historia y la contaremos en otra ocasión………




HISTORIAS DE LA COPA (1928-1958): Cuando el modesto soñó con ser grande

Hace mucho tiempo, tanto que la gente no se acuerda de ello, hubo un grupo de muchachos que lograron una hazaña igual o superior a las reconocidas gestas del Mirandés (2012) o Figueres (2002). Una de esas gestas que hubieran ocupado decenas de páginas de periódicos y minutos de televisión si hubieran ocurrido en una época más actual, pero esto pasó cuando pasó y aprovecharemos esta oportunidad para recordar y que no caiga en el total olvido el logro de un gran equipo: el Deportivo Logroño.

PRESENTACIÓN

En la temporada 1930-31, el Deportivo Logroño no era un completo desconocido en el panorama futbolístico. Sí que es cierto que era un club de reciente fundación (1922), pero su llegada al Campeonato Regional de Guipúzcoa se había saldado con un subcampeonato en su primera participación (1929) con la consiguiente clasificación para el Campeonato de España donde debutó eliminando con dificultades al Real Betis y cayendo de manera estrepitosa ante el Real Madrid.

El debut liguero se produciría una temporada más tarde, ya que no se clasificó para ninguna de las tres categorías con que la Liga empezó a rodar en 1929, siendo uno de los treinta y tres clubes que estuvieron presentes en el nacimiento de la Tercera División. Encuadrado en el grupo II, junto a Baracaldo, Valladolid, Gimnástica de Torrelavega y Sestao, logró la tercera plaza y, con ello, no logró pelear por metas mayores para el siguiente curso liguero.

Así pues, el Deportivo Logroño, se presentaba en la temporada 1930-31 con una plantilla que apenas había variado en las últimas campañas: Munguía (u Omist) en la portería, Alcalde y Recarte eran fijos en la zaga, González, Mugarra y Tell eran los más habituales en la línea media y una delantera en la que Escolá, Luisín y Juliac eran los más veteranos, mientras que Poli era un medio reconvertido a extremo izquierdo en esa misma campaña y Araujo empezaría a ser habitual esta temporada.

Con estos mimbres, los riojanos fueron subcampeones del regional, empatados a puntos con el vencedor, el Real Unión de Irún, y consiguiendo plaza para el campeonato de España. Habían ganado cuatro de sus cinco encuentros en casa, pero un empate ante un flojo Osasuna les dejó sin título. Habían superado a toda una Real Sociedad en una carrera a diez partidos, pero no pudo ser……

Después del casi triunfo regional, tocaba la Liga. Este año volvían a estar en el grupo II de la Tercera División, pero en un grupo de ocho equipos, Osasuna y Tolosa ya habían sido rivales en el regional, pero Baracaldo, Sestao, Aurora, Patria de Aragón y Zaragoza (el de ahora no, el anterior) eran novedades para la lucha por el primer puesto. Y los baracaldeses fueron los que se llevaron el gato al agua a pesar de la presión logroñesa que se quedó a un punto de la promoción de ascenso. No hicieron un mal torneo los riojanos en su grupo de Tercera División, pero…tampoco pudo ser.

EL TORNEO COPERO

Y mientras se acababa de jugar esa promoción de ascenso que el Logroño no pudo disfrutar, empezaba la primera eliminatoria del Campeonato de España, quedaron exentos de este sorteo,  Athletic Club y Sporting de Gijón, tocando en suerte a los riojanos otro equipo de la Tercera División (en esta caso, del grupo I): la Cultural Leonesa.

No resultó ser rival de nivel el equipo leonés, siete goles en Las Gaunas y ocho tantos en el Campo de Guzmán, dan una idea de la facilidad con la que pasó la eliminatoria. El equipo riojano alineó en ambos partidos a su once de gala: los mencionados Munguía, Alcalde, Recarte, González, Mugarra, Tell, Araujo, Juliac, Escolá, Luisín y Poli, aunque Pelayo sustituyó a González en el partido de vuelta por lesión producida en Logroño. Luisín fue el máximo goleador de la eliminatoria con cinco tantos.

La ronda de octavos de final ya no pintaba tan bien; aunque también tocó en suerte un Tercera División, el Valladolid Deportivo había sido subcampeón del grupo I (el mismo que el de la Cultural Leonesa) basándose en una buena defensa que suplía sus carencias goleadoras, los hermanos Chacartegui al mando de la defensa y el erandiotarra Antón Achalandabaso como medio centro veterano que destruía el juego rival y encabezaba los ataques de su equipo.

El 10 de mayo de 1931, vallisoletanos y riojanos disputaron su encuentro en el campo de la Sociedad Taurina. La primera parte estuvo nivelada, aumentando el interés en el segundo tiempo, con gol de Anduiza para los locales que se vieron perjudicados por la lesión y retirada del campo de Domingo Chacartegui y el juego duro practicado por los visitantes que obtuvieron el empate tras un rechace cazado por Juliac a falta de unos diez minutos para acabar el partido. Además en el minuto 88, un choque entre Anduiza y Omist acabó con la retirada de ambos jugadores del terreno de juego. Todo esto generó en protestas por parte del público hacia el colegiado, Pedro Vallana, que hizo algún gesto desairado y se armó cierto jaleo en el que tuvo que intervenir la directiva del equipo vallisoletano, aunque según “La Nación” en su edición del día posterior: “A las nueve de la noche (el árbitro) aún no ha salido de la caseta como precaución). ¡¡Qué cosas pasaban entonces!!…

Siete días después, el colegiado catalán Llovera no tuvo tantos problemas en Las Gaunas, con la única baja de Domingo Chacartegui por parte vallisoletana y la alineación titular en las filas locales (Omist volvió a salir bajo palos), se dio comienzo a un partido que tuvo interés hasta el minuto veintinueve, en que Luisín acertó a rematar un pase de Araujo,  a partir de ese momento, los riojanos se encomendaron a Araujo que de un centro-chut en el final de la primera parte, puso el dos a cero.  Después del descanso, el mismo Araujo en un contragolpe marcó un gol por el ángulo y, para redondear su maravillosa tarde, en el minuto once del segundo tiempo anota un gol olímpico. A partir de este momento el Deportivo Logroño se dedica a malograr ocasiones para aumentar la diferencia y con cuatro a cero, cierra el pase a la ronda de cuartos de final.

Para conocer a su contrincante, los riojanos tuvieron que esperar un poco, pues en el sorteo les tocó el vencedor de la eliminatoria Castellón-Sevilla y los albinegros salieron vencedores tras un partido de desempate.

El Deportivo Castellón llevaba una temporada de ni fu ni fa, había perdido la hegemonía regional ante el Valencia y, aunque era su primera temporada en la categoría, había transitado sin pena ni gloria por la Segunda División, hoy en día se diría que había sido una buena campaña para un debutante, pero había estado más cerca del descenso que del ascenso. Y en el Campeonato de España, había eliminado al campeón balear y al citado Sevilla para llegar por primera vez en su historia a los cuartos de final.

Se citaron ambos equipos en El Sequiol, el 24 de mayo de 1931, dirigidos por Ramón Melcón, se presentaron con las siguientes alineaciones: Alanga, Vidal, Alfonso Olaso, Gómez, Guillén, Archilés, Arróniz, Martínez, Moya, Montañés y Pascual por los locales, por Omist, Alcalde, Recarte, González, Mugarra, Tell, Araujo, Juliac, Escolá, Pelayo, Poli por parte logroñesa.

El partido fue duro y competido, los visitantes no pierden la cara al encuentro, defienden y contraatacan, mientras que el Castellón trata de imponer su ritmo y crea ocasiones algo más claras. Hay momentos importantes en las dos porterías: un gol anulado a Araujo, seguidamente el primer tanto válido, obra de Arróniz, otro gol anulado a Araujo por fuera de juego (igual que el anterior), centro peligrosísimo de Pascual que nadie llega a tocar y otro centro peligroso de Poli que Alanga despeja con apuros, todo esto en una primera parte de toma y daca.

El segundo tiempo es más discreto, con dominio territorial local pero menor ritmo en las piernas de los jugadores, solo hacia el minuto 80, unas manos de Tell dentro del área son pitadas como penalti, castigo que Montañés convierte en el dos a cero definitivo.

Una semana más tarde, en Las Gaunas, con el campo a reventar y la presencia del comandante Ramón Franco en el palco, saltaron al terreno de juego Logroño y Castellón, el primero recibido con ovación y el segundo con pitos, silbidos y gritos para que no faltara de nada.

Vilalta, acompañado de Blanch y Planells dio el pitido inicial a las 4.30 de la tarde. Los logroñeses vuelven a contar con Luisín en el interior izquierdo mientras que los castellonenses rehacen la delantera con la inclusión de Capillas por Martínez, pasando Moya al interior derecho y Capillas al puesto de delantero centro.

El Deportivo Logroño logró ahogar a su rival desde que se inició el encuentro y, fruto de ello, Luisín marcó pronto el primer gol para los suyos recogiendo un centro raso de Araujo. Con ese tanto, los locales comenzaron a practicar un juego duro que fue contestado por el Castellón. Afortunadamente, Vilalta se mantuvo más sereno que los futbolistas y la cosa no fue creciendo, a pesar del nerviosismo que se notaba en las gradas y en el terreno de juego.

Tras el descanso, los visitantes siguieron sin salir de su campo y el Logroño salió más sereno y enfocado al objetivo de pasar la eliminatoria. Tal fue así que, de nuevo, a los diez minutos de la segunda parte, Araujo, con un formidable lanzamiento lejano, consiguió equilibrar la eliminatoria para alborozo del público. Además, poco después lanzó otro gran chut que dio en el poste.

Eso sí, en el minuto diecisiete de la segunda parte, Luisín consigue el tres a cero tras un buen pase de Luisín que le permite chutar y con la involuntaria ayuda de Vidal despistar a Alanga para marcar.

De aquí al final del encuentro, el juego se endureció hasta que Archiles fue expulsado por una dura entrada a Escolá. Con un jugador más, el Logroño aguantó el balón y dejó que pasar el tiempo hasta confirmar el pase a las semifinales.

EL FINAL DE LA HISTORIA

Excelsior recoge, en su edición del 2 de junio, el testimonio de un aficionado local: “Que nos toque Athletic. De morir, morir bien”. Pues dicho y hecho…

El Athletic Club (de Bilbao) iba a ser la gran piedra en el camino del Logroño, el actual campeón de Liga (sudada a base de bien) y de Copa era el gran coco de cualquier competición de la época con una delantera que daba verdadero miedo tras el asentamiento de Bata como delantero centro, desplazando a Victorio Unamuno.

Pues con eso se tuvo que enfrentar el Logroño en una eliminatoria muy desigualada. Y así, el día 7 de junio, en Las Gaunas tuvo lugar el descenso a la realidad: tras media hora de juego entusiasta por parte local y buenas arrancadas visitantes, se impuso la lógica y los bilbaínos apabullaron a sus rivales con seis goles: Bata, en tres ocasiones, Iraragorri, dos goles más, y Chirri II certificaron prácticamente el pase a la final.

La vuelta fue un puro trámite en el que el Logroño demostró no perder su ilusión por el hecho de jugar ante su fantástico rival. Eso sí, el Athletic ante un San Mamés desangelado no perdió la ocasión de enseñar su fantástico juego y a los veinticinco minutos ya vencía por tres a cero (Iraragorri llevaba dos goles y un tercero de Gorostiza), lo que no desanimó a los visitantes que antes del descanso redujeron la diferencia merced a sendas dianas de Luisín y Poli.

Ya en el segundo tiempo, el Athletic volvió a apretar las tuercas y aunque el marcador llegó a reflejar un 4-3 en el minuto 47, los locales pusieron dos goles más en su casillero para finiquitar la fantástica trayectoria del Logroño en aquella competición.

EPÍLOGO

No fue la única hazaña del Deportivo Logroño, un club que consiguió alzarse con el Campeonato Regional de Guipúzcoa en la campaña 1933-34 tras haber vuelto a ser subcampeón dos veces más y que logró en esa misma campaña el ascenso a Segunda División, un ascenso que pagó, tristemente, con la desaparición en la campaña de su debut en la categoría de plata. Por su parte, el Athletic Club se encontró en la final del Campeonato de España con el Betis, un Betis que se convertía en el primer equipo de Segunda División que llegaba a la final, pero esa es otra historia y la contaremos en otra ocasión…




Historias de la Copa (1928-1958): de cuando un Tercera eliminó a un Primera

INTRODUCCIÓN

En la temporada 1929-30, hace ya 90 años, ocurrió, por primera vez, una de esas cosas que tanto gustan a los aficionados de hoy en día. Ocurrió que uno que, por aquel entonces, era de los modestos, se ganó la admiración de aquello que aman el fútbol en su esencia, ocurrió que el equipo, teóricamente débil, plantó cara y superó al fuerte y ocurrió que el pez chico se comió al grande y le apartó de la competición de las competiciones: el Campeonato de España.  Copa de SM el Rey Alfonso XIII

Recién acabado el Campeonato Nacional de Liga, se procedió al sorteo de la eliminatoria de dicesieisavos de final del Campeonato de España. En este sorteo participaban los equipos que se habían ganado su plaza en los respectivos campeonatos regionales con los que se había empezado la temporada futbolística, allá por los meses de septiembre-octubre.

Y he aquí, que el sorteo deparó el enfrentamiento Deportivo Castellón – Athletic de Madrid, un equipo de Tercera División (los castellonenses) frente a un Primera, como era el caso de los madrileños.

Antes de continuar, querría aclarar que desde esta misma temporada y hasta la campaña 1977-78, no existía la actual Segunda División B por lo que la diferencia entre estos dos equipos era de dos categorías y no de tres como sería en la actualidad.

El Deportivo Castellón había tenido una campaña muy positiva, ya que había alcanzado la plaza en el Campeonato de España, proclamándose campeón regional de Valencia, usurpando el trono al poderoso Valencia y en la liga, había conseguido el ascenso a la Segunda División tras proclamarse, a su vez, campeón de Tercera, justo dos semanas antes del partido de ida de esta eliminatoria.

Por su parte, el Athletic madrileño había conseguido la plaza para la Copa arañando la última plaza del Campeonato Regional del Centro tras ser superado por Real Madrid y Racing Club de Madrid. Y, para completar el mal presagio, el club madrileño acababa de “tener el honor” de ser el primer club de la historia de la Liga que descendía a Segunda División. Así que la campaña colchonera no había sido muy productiva para sus intereses.

ACTO I: El Sequiol

El domingo 6 de abril, a las cuatro de la tarde y a las órdenes del aragonés Julio Ostalé, se presentaron ambos equipos en el campo de El Sequiol, feudo castellonense que presentaba una buenísima entrada, aunque sin llegar al lleno y cuyo público aplaudió a ambos equipos al salir al campo tanto en la primera mitad como en el inicio de la segunda.

Según “Heraldo de Castellón”, el equipo local tiene más ocasiones que los forasteros, con algunos momentos de agobio para la portería de Gil, incluso fallando alguna oportunidad clara en la primera parte, hasta que a los pocos minutos de iniciarse el segundo periodo, Capillas inaugura el marcador. Conforme van pasando los minutos, el equipo local decae en su dominio, mientras que los colchoneros se dedican a defenderse y perder tiempo sin hacer muchas incursiones en el campo rival, por lo que el partido languidece hasta terminar con el resultado de 1-0.

Las alineaciones que presentaron Castellón y Athletic fueron las siguientes:

Deportivo Castellón: Alanga, Alba, Vidal, Beltrán, Guillén, Conde, Arróniz, Martínez, Capillas, Montañés, Pascual. Entrenador: Carlos Plattko

Athletic de Madrid: Gil, Illera, Alfonso Olaso, Santos, Ordóñez, Arteaga, Lecube, Díez, Luis Marín, Cuesta, Costa. Entrenador: Ángel Romo

ACTO II: Chamartín

El resultado de la ida no amilanó a la prensa castellonense, y tampoco a la afición, y es que desde las páginas de los rotativos locales se confiaba en el pase a la siguiente ronda y se culpaba al señor Ostalé del corto resultado alcanzado el domingo anterior (vaya novedad, verdad?). Y en las páginas de “Diario de Castellón “y “Heraldo de Castellón” se informaba de excursiones para pasar el fin de semana en la Villa y Corte al precio de 40 pesetas y, efectivamente, el sábado 12, “un gran número de coches y autobuses repletos de aficionados” se trasladó a Madrid a presenciar el partido. (Diario de Castellón, 13 de abril de 1930).

Pero, se ve que había aficionado, o tal vez fuera algo más, que quería asegurarse que el viaje fuera una fiesta y no hubiera nada que lo empañara, o tal vez y solo tal vez, puede que el que escribe esto sea un mal pensado. La cuestión es que la tarde del encuentro, Luciano Urquijo, presidente del club atlético denunció en la Dirección de Seguridad que el guardameta Gil había recibido proposiciones para dejarse ganar en el partido que aún había de disputarse. El comisario señor Salanova envió a un agente para que de incógnito acompañara a Gil al lugar de encuentro (un bar de la calle O’Donnell). Allí, el guardameta atlético recibió 250 pesetas, presunta señal del pago total que se le haría si el Deportivo Castellón ganaba el partido. El agente que vio desde una mesa cercana el pago, detuvo al portero y a las dos personas efectuantes del pago: Porfirio Palacio López, ingeniero agrónomo de Castellón, y José López Cosme, persona que había contactado con el futbolista prometiéndole un pago importante en caso de salir bien el plan.

Como ustedes supondrán, después del revuelo por la detención de estas dos personas, no pasó nada de nada. Se les tomó declaración a ambos sujetos, en la que negaban todo (por supuesto) y el juez determinó que se les devolviera el dinero incautado, se les pusiera en libertad y se sometiera el sumario iniciado al juzgado competente. Si pasó algo más después, no se hizo eco la prensa y, deportivamente, no hubo consecuencias (que raro, ¿no?).

Así pues, en la tarde del 13 de abril, en Chamartín y en sesión doble (después jugarían Real Madrid y Patria de Aragón en un intento de repetir la historia que les estamos contando), jugaron madrileños y castellonenses el partido de vuelta.

A las tres de la tarde, Julio Ostalé dio comienzo al encuentro, que se caracterizó por un gran empuje del cuadro local que, a los cinco minutos, encontraba recompensa con un gol de Ciriaco Cuesta. La primera parte sigue con dominio local y muchas ocasiones desperdiciadas por los delanteros, incluyendo un gol anulado por fuera de juego de su autor, Luis Marín.

La segunda mitad sigue con la misma imagen de la primera, dominio  incesante del Athletic en busca del gol que les permitiera pasar la eliminatoria. Y a los diez minutos, Ostalé pita una mano de Alba dentro del área de castigo. El futuro seleccionador y presidente José Luis Costa, se encarga de lanzar el penalti y transformarlo. La eliminatoria se ponía en ventaja para los locales.

A partir de aquí, las cosas empeoran para los madrileños, justo cuando parecía que podían alegrarse un poco la temporada: Arteaga que andaba renqueante durante la primera parte y que ya había dejado el terreno de juego para ser atendido, tras intentar seguir jugando decide retirarse definitivamente. El Athletic domina, aun jugando con uno menos, pero en la primera jugada bien trenzada por los castellonenses, Martínez define con un buen lanzamiento a pase de Arróniz, era el minuto sesenta y ocho de partido. A partir de aquí, el Castellón cruza más veces la línea del centro del campo e iguala fuerzas con los locales, el partido se convierte en un toma y daca con ocasiones para ambos equipos en las que nadie rompe el equilibrio de la eliminatoria, y para culminar la mala fortuna del Athletic, Luis Marín cabecea al larguero cuando faltan pocos minutos para acabar el encuentro, siendo esta la última jugada destacada del partido.

El resultado de 2-1 con el que se finalizaba, abocaba a ambos equipos a jugar un partido de desempate.

Los equipos presentaron las siguientes alineaciones:

Athletic de Madrid: Gil, Ochandiano, Alfonso Olaso, Santos, Ordóñez, Arteaga, Latre, Luis Marín, Illera, Cuesta, Costa

Deportivo Castellón: Alanga, Alba, Vidal, Beltrán, Guillén, Conde, Arróniz, Martínez, Capillas, Montañés, Pascual

ACTO III: Sarriá

Y el martes día 15 llegó el desenlace de la eliminatoria, bajo las órdenes del barcelonés Jesús Arribas y en el campo del Real Club Deportivo Español se encontraron por tercera vez, castellonenses y madrileños para ver cuál de los dos conjuntos pasaba a la siguiente eliminatoria.

Las alineaciones fueron las siguientes:

Deportivo Castellón: Alanga, Alba, Vidal, Beltrán, Guillén, Conde, Arróniz, Martínez, Capillas, Montañés, Pascual

Athletic de Madrid: Gil, Ochandiano, Alfonso Olaso, Santos, Ordóñez, Mendía, Latre,  Luis Marín, Illera, Cuesta, Costa

Como pueden comprobar los lectores, el único cambio respecto al partido del domingo anterior era el obligado de Ordóñez por lesión, mientras que El Deportivo Castellón repetía alineación por tercera vez.

El Athletic empieza el encuentro acosando la meta de Alanga y pierde dos buenas ocasiones que Latre remata demasiado alto. En cambio, Montañés aprovecha un barullo en la meta contraria para poner el 1-0 en la primera ocasión en que su equipo crea algo de peligro. Este gol motiva a los atléticos a un continuo ataque, pero sus delanteros se muestran inofensivos de cara a puerta, mientras que Arróniz y Capillas se muestran muy compenetrados realizando dos contraataques que malogra el delantero centro hasta que en el minuto 25 consigue el segundo gol para su equipo.

A partir de aquí, llega la debacle. Los castellonenses, marcan dos goles más antes del descanso y tras el descanso, Martínez y Capillas redondean una gran tarde para su club dejando el marcador en el 7-1 definitivo, incluyendo el gol de Ordóñez que “salva” el honor de los suyos.

El triunfo redondeó una gran campaña de los albinegros, mientras que el descalabro vino a ser también el culmen de una mala campaña colchonera. Los castellonenses se lo pusieron difícil en la siguiente eliminatoria a otro rival de Primera: el Real Unión de Irún, mientras que los madrileños comenzaron un periplo de cuatro temporadas en la Segunda División, antes de poder retornar a la categoría con la que habían entrado en la historia de la Liga. Pero, en fin, ese es otro relato y lo comentaremos en otra ocasión.




El romanticismo de la Copa: Castilla de la 79/80

Introducción

La Copa de Su Majestad el Rey, denominada así desde la temporada 76/77, es siempre un torneo donde año tras año los protagonistas son equipos humildes, que obtienen como recompensa al trabajo bien hecho, la visita de los mejores equipos de la competición. Unos modestos que alegran navidades y llenan taquillas, pero que suele vender su piel bastante cara ante los jugadores menos habituales de los gigantes españoles. Y es que se ha convertido en tradición navideña que los equipos de primera acudan con los menos habituales y plagados de canteranos para hacer frente a los trámites de las primeras rondas coperas.

Sin embargo, esto no fue siempre así, hubo una época en las que los filiales podían participar como equipos independientes de sus mayores en el torneo del KO. Caso aparte fue la temporada 1979/1980, cuando tuvo lugar la final copera más surrealista de la historia disputada entre el Real Madrid y su filial, el Castilla. Un Castilla que por aquel momento militaba en Segunda División, y cuyo camino hasta la final, fue un disfrute para muchos aficionados. Una gesta en toda regla, que no ha podido ser repetida en los años sucesivos debido a que la Federación Española, prohibió la presencia de los filiales en la competición, a pesar de que algunas generaciones sí que han tenido el nivel suficiente para llegar lejos muy lejos en esta competición.

Como ejemplo de esto, podríamos imaginar con cierta nostalgia que hubiera sucedido si el Barcelona B de la temporada 00/01, hubiera participado con jugadores como Víctor Valdés, Iniesta, Arteta, Motta, Trashorras o Fernando Navarro. Sea como fuere, esta prohibición acababa, con historias tan románticas y en cierto modo heroicas, que siguen sucediendo en otros deportes como el balonmano, y que nos dejó sin un aliciente más para seguir esta competición.

Un equipo de leyenda

Conseguir una gesta de estas características no es tarea sencilla, teniendo en cuenta además de que se trataba de jugadores sub-21 e incluso algunos de ellos, aún se encontraban en edad juvenil. Sin embargo, este hecho no impidió que el Castilla se impusiera a equipos de categorías superiores y con mucho prestigio dentro del fútbol español.

Unos jugadores que comenzaron a brillar desde muy jóvenes, y cuyo talento comenzó a surgir desde las entrañas de la capital. En ese equipo destacaban bastantes jugadores, algunos de los cuales forman parte hoy en día de la historia del fútbol español y del madridismo. Entre ellos podemos encontrar a Ricardo Gallego, que alcanzó el primer equipo del Real Madrid y las 42 internacionalidades con la selección española; el mítico portero Agustín, quién defendió la portería madridista en la final de Copa de Europa del año 1981; o José Manuel Ochotorena, histórico entrenador de porteros del Valencia y la Selección Española. También pertenecían a esta generación por edad, aunque no pertenecían a la plantilla esa temporada por estar en el equipo juvenil: Miguel Porlán “Chendo, un lateral consolidado en la primera plantilla que también logro debutar con la selección española, y que hoy en día hace las veces de delegado del conjunto blanco.

Once titular Castilla final de Copa 79/80. Fuente: https://as.com/futbol/2017/05/26/primera/1495764476_799556.html

Once titular Castilla final de Copa 79/80. Fuente: https://as.com/futbol/2017/05/26/primera/1495764476_799556.html

Aunque más allá de nombres individuales, destacaba la unión del grupo y el talento de unos jugadores fuera de lo normal. Tanto es así, que los once futbolistas titulares en la finalísima de Copa terminarían jugando en la máxima categoría del fútbol español, además de otros ocho jugadores que participaron en aquella temporada con el Castilla, con más o menos protagonismo. Nueve de ellos consiguieron su objetivo principal, llegando a vestirse de corto con el primer equipo madridista, y algunos de ellos formando parte de la primera plantilla en los años sucesivos; cuatro de ellos consiguieron disputar más de una decena de partidos en la máxima competición continental; dos de ellos participaron en las olimpiadas de Moscú 1980 y tres de ellos consiguieron debutar con la selección absoluta.

Estos registros nos hablan, sin duda, de una de las generaciones más prolíferas de la cantera madridista, y siempre recordada por aquella gesta prácticamente inverosímil. Sin embargo, la historia no ha sido de todo benévola con ellos puesto que han sido ligeramente eclipsados por la generación de “La Quinta del Buitre”, quienes marcaron un antes y un después en el Real Madrid y en el fútbol español en general, consiguiendo además varios récords con el Castilla, y llegando a conseguir incluso ganar la Segunda División Española en la temporada 83/84.

Un camino pedregoso

A pesar de la calidad de sus jugadores, alcanzar la final de Copa no fue tarea sencilla para el Castilla, teniendo que sortear equipos rocosos y de superior categoría, valorando además que en esa edición las eliminatorias se disputaban a doble partido.

El camino comenzaba con dos equipos de categoría inferior, pero que vendieron su piel muy cara, en las dos primeras rondas. En primer lugar, el Castilla se deshacía del Extremadura con relativa superioridad, tras endosarle un 10-2 como global de la eliminatoria. En segunda ronda esperaba otro rival de menor división pero que planteó mayor batalla como la AD Alcorcón, al que superó en el partido de vuelta por un contundente 4-1. Mientras que en tercera ronda se enfrentaría al Racing de Santander al que venció en Madrid por 3-1, resultado que resultaría suficiente para alcanzar la siguiente fase.

En cuarta ronda comenzaron los rivales de mayor envergadura, comenzando por el Hércules CF que por aquel entonces militaba en Primera División, aunque como ocurre actualmente, La Copa era el terreno adecuado para dar paso a los menos habituales. En este caso, comenzó la tradición de remontadas gloriosas dando la vuelta al 4-1 de la ida en Alicante, derrotando al Hércules por 4-0 en el feudo madridista. En octavos de final, el sorteo le depararía el todopoderoso Athletic Club de Bilbao, al que después de una ida sin goles, venció en San Mamés por 1-2 en una jornada histórica para estos futbolistas.

La competición avanzaba, y los rivales crecían en dificultad, tanto es así que en cuartos de final esperaba la Real Sociedad de jugadores como: Arconada, López Ufarte o Perico Alonso, entre otros. Un equipo extraordinario diseñado para pelear por La Liga, de hecho, esa misma temporada quedaron subcampeones del campeonato nacional tras el Real Madrid. El pase se cerraría tras otra remontada ganando 2-0, después de que el Castilla perdiera 2-1 en San Sebastián. Una vez consumada la eliminación de la Real Sociedad, la gente comenzó a imaginar que esta romántica historia podría culminar con el Castilla levantando el trofeo, a pesar de que aún quedaban verdaderos equipazos en liza, siendo conocidos con el apodo de “Matagigantes”.

La semifinal les depararía otro de los gigantes de la época, el Sporting Club de Gijón donde militaba la leyenda “Quini”. Un equipo que pelearía hasta las últimas jornadas por el Campeonato de Liga, alcanzando la tercera posición. Un pase a la final realmente complicado, y como no, para lograrlo sería preciso otra heroica remontada, después de perder por 2-0 en El Molinón. Para la ocasión un Bernabéu hasta la bandera, engalanado como en las mejores ocasiones, aunque esta vez para vivir un verdadero acontecimiento histórico. Con esta receta y la ilusión de los jóvenes como referente, el Castilla estuvo a la altura venciendo el partido por 4-1 y colándose en su primera, y por supuesto, última final de Copa.

Una final cargada de morbo y presión, puesto que se enfrentarían al equipo mayor, al todopoderoso Real Madrid de jugadores como: Juanito, Pirri o Santillana, que había conseguido su billete tras eliminar en los penaltis, en una eliminatoria igualadísima, al Atlético de Madrid. Desde el momento en que se conocieron los contendientes de la finalísima, la prensa nacional empezó con un ejercicio manifiesto de presión intensa sobre el primer equipo blanco. De hecho, diversos jugadores castillistas reflejaron la rareza del encuentro y el cierto temor intrínseco de ganar al Real Madrid. Si bien es cierto, que ningún futbolista alude a ninguna presión por parte del club, si relatan un cierto vértigo de alcanzar el título.  Y es que no era una situación sencilla, ya que algunos medios titulaban directamente que, si el Castilla conseguía la victoria, todos los integrantes de la primera plantilla deberían ser despedidos.

Con todos estos alicientes, llegó el día clave, el 4 de junio de 1980, y como no podría ser de otra manera en el estadio Santiago Bernabéu. Pasara lo que pasara, la Copa se quedaría en las vitrinas de La Castellana, pero el honor de muchos jugadores de la primera plantilla estaba en juego. Así que un Real Madrid, herido en el orgullo, salió a morder como en las grandes ocasiones, como si en vez de ser una final de Copa del Rey fuese una final de Copa de Europa.  Y claro el Castilla no estaba preparado para aquel vendaval, unos vientos huracanados que se acentuaron a partir del minuto 20, cuando Juanito abrió el marcador, y hasta ahí la oposición del Castilla. Lobos contra corderos, una ametralladora humana que culminaría en goleada, con la participación de: Santillana, Del Bosque, García Hernández, Sabido y Juanito que administraron un severo correctivo, en forma de 6-1, que acababa con el sueño de una generación que permanecerá en la retina de todos los amantes del fútbol. Una derrota abultada que no sentó bien a los jóvenes, que, en algunos casos, serían integrantes de la primera plantilla en los años venideros. De hecho, el portero Agustín cuenta que era tal su enfado, que no quiso hablar con nadie en toda la noche, y no participó en la famosa fotografía que sellaba la hermandad entre el filial y primer equipo.

Foto de la hermandad después de la final entre primer equipo y filial. Fuente: https://curiosidadesdelfutbol.files.wordpress.com/2012/05/castilla1980.jpg

Foto de la hermandad después de la final entre primer equipo y filial. Fuente: https://curiosidadesdelfutbol.files.wordpress.com/2012/05/castilla1980.jpg

La Recopa de Europa: un premio ilusionante pero poco realista

Como premio a la extraordinaria temporada realizada, con todo el merecimiento y justicia por ser finalistas de Copa, el Castilla estaba clasificado para disputa la próxima edición de la Recopa de Europa. En este caso, era el campeón de Copa quién tenía derecho a participar en esta competición, pero al estar clasificado el Real Madrid para la Copa de Europa como campeón de Liga, este privilegio fue cedido al finalista de Copa, un Castilla que militaba en segunda división.

Una circunstancia que no se ha vuelto a repetir en nuestro país, y que tiene pocas similitudes en el fútbol europeo, ya que tan solo ha sucedido en los casos del Milwall en la temporada 2004/ 2005 y Wigan Athletic en la 2013/2014 en Inglaterra; el F.C. Geungnon en la 2001/2002 en Francia; y el Alemannia Aachen en la 2004/2005 en Alemania. Todos ellos participaron en la ya antigua, Copa de la UEFA, aunque para presenciar un precedente parecido a la gesta del Castilla, hay que remontarse hasta la temporada 76/ 77, cuando el Southamton participó en la Recopa de Europa tras proclamarse campeón de la FA Cup ante el Manchester United el año anterior.

Pero el Castilla, como era previsible no estaba preparado para afrontar esta competición con garantías, y más teniendo en cuenta que tan solo cuatro jugadores repetían en el once tipo del equipo, debido a las numerosas bajas que tuvieron lugar como consecuencia de cesiones, transferencias y subidas al primer equipo. Por lo tanto, se encontraban ante un contexto desconocido y con jugadores sin ninguna experiencia a nivel europeo, y lo que es aún peor, sin haber compartido apenas minutos en el terreno de juego.

A pesar de todo, el sorteo le deparó un enfrentamiento contra el West Ham United, un equipo londinense para nada desdeñable. Y a pesar de la inferioridad teórica, el Castilla asombró a todos tras vencer en la ida por 3-1, en un partido marcado por los grandes altercados sucedidos con los pocos hinchas ingleses que acudieron al Bernabéu. Unos hechos que provocaron que el partido de vuelta, en el que era por aquel entonces el estadio del conjunto londinense, Boleyn Ground, se jugara a puerta cerrada. El encuentro estuvo marcado por el mal arranque del conjunto madrileño, que rápidamente se encontró con un 3-0 en el marcador, aunque un gol de Bernal mandó el partido a la prórroga. En ese momento, y a pesar de diversas ocasiones en botas de futbolistas del Castilla, el equipo acabó sucumbiendo ante la experiencia del combinado inglés, que cerró el marcador en un contundente 5-1, acabando así con el sueño europeo del filial madridista.

Bibliografía

Blog Colgados por el fútbol. Consultado en: https://colgadosporelfutbol.com/el-famoso-real-madrid-castilla-de-la-final-de-copa-de-1980/

Diario AS, del 26 de mayo de 2017. Consultado en: https://as.com/futbol/2017/05/26/primera/1495764476_799556.html

https://curiosidadesdelfutbol.files.wordpress.com/2012/05/castilla1980.jpg

https://es.besoccer.com/noticia/la-final-de-copa-disputada-entre-el-madrid-y-su-filial-414462




Arenas Club de Getxo, cien años de una victoria histórica

El 18 de mayo de este 2019 se cumplirá un siglo desde que el equipo de un pequeño pueblo bañado por las aguas de la ría de Bilbao venciera a los azulgrana en la final de Copa. Con la Liga doméstica todavía por nacer, el Campeonato de España -denominado hoy Copa del Rey- era el torneo balompédico más prestigioso del país.

El Arenas alcanzó la final dejando atrás a equipos como el Athletic de Bilbao en el Campeonato del Norte, al Racing Club de Madrid en los cuartos de final y al Vigo Sporting en las semifinales. Por su parte, el Barcelona había dejado en la cuneta a la Real Sociedad primero y al Sevilla F.C. después.

El Arenas no se amedrentó por la alcurnia de su rival que contaba ya con tres títulos de Copa y afrontó con descaro y ambición aquel partido disputado en el abarrotado estadio del Paseo Martínez Campos (Madrid).

El Barcelona alineó de entrada a: Brú, Reguera, Costa, Torralba, Sancho, Blanco, Viñals, Garchitorena, Martínez, Alcántara y Lakatos. El Arenas por su parte, compareció con: Jáuregui, Vallana, Careaga, Uriarte, Arruza, J.M. Peña, Ibaibarriaga, Pagaza, Sesúmaga, Barturen y F. Peña.

El primer gol arenero llegó en el minuto 12 tras un disparo pegado al poste obra de Sesúmaga. El equipó barcelonés remontó el tanto del Arenas con goles de Viñals en el 33’ y Lakatos en el 55’ tras un pase de Garchi. Los areneros parecían quedarse de nuevo a las puertas del campeonato como ya les ocurriera dos ediciones antes frente al Real Madrid. Sin embargo, Sesúmaga alejó aquellos fantasmas anotando su segundo gol a diez minutos del final forzando así la prórroga.

En la prórroga, los areneros pasaron por encima de un Barça delicuescente y se adelantaron en el minuto 96, de nuevo a través de Sesúmaga, que horadaba por tercera vez la portería de Brú y se erigía como la figura de la tarde. El cuarto tanto fue anotado por Peña, e Ibaibarriaga firmaba el quinto y definitivo gol frente a un Barcelona mortecino. El partido terminó con una atronadora ovación para el vencedor y los costeños fueron sacados a hombros por la muchedumbre.

El Arenas de Getxo acababa de hacer historia al conseguir su primer Campeonato de España. Sesúmaga fue sin duda la estrella de aquel equipo anotando 15 goles en tan solo seis partidos y su extraordinario rendimiento le valió para fichar por el Barcelona ese mismo año donde ganó su segunda Copa. El de Lejona formó parte de la selección española que consiguió la medalla de plata en los JJOO de Amberes contribuyendo con cuatro goles.

La victoria en la Copa le valió al Arenas para formar parte de los clubes que jugaron por primera vez en la Primera División española en 1929. La Liga constaba de diez equipos, seis de los cuales resultaron ser elegidos por haber ganado el Campeonato de España previamente.

Un siglo después, el Arenas Club de Getxo hace años que abandonó la élite del futbol español y disputa sus partidos en la Segunda División “B”. Sin embargo, el centésimo aniversario de su victoria nos traslada a aquellos primeros años de futbol en España donde el profesionalismo todavía no se había instalado y el fútbol vasco, tan en boga, dominaba sobre el resto del territorio, llegando a ganar diez de los primeros veinte Campeonatos de España.

La hazaña de aquel equipo, nacido en un pequeño pueblo costero de poco más de 11.000 habitantes, hace que añoremos los desmanes, antes tan frecuentes, que los equipos modestos han hecho a los más poderosos en la competición copera y que, por desgracia, son cada vez más inconcebibles en el contexto del fútbol moderno actual.

Reportaje realizado para la materia de “Historia del Periodismo Deportivo” que imparte Xavier G. Luque en el Máster de Periodismo Deportivo de la UPF.




100 ediciones del Campeonato de España en 99 años.

El 6 de marzo de 2002, se disputó la final de la centésima edición del Campeonato de España, la más antigua competición de fútbol vigente en España en la actualidad (1) y que se comenzó a disputar en el año 1903 (2).

Parece de perogrullo que si empezó en 1903, la de 2002 sea la centésima, ya que de 1903 a 2002 van 99 años y, contando ambos, resulta un número redondo de 100.

Pero no es tan sencillo, ya que debido a la Guerra Incivil española, en los años 1937 y 1938 no se disputó la competición.

¿Cómo, entonces, se ha disputado la centésima edición?. Porque nuestro país «es diferente» y en los años 1910 y 1913, merced a sendas excisiones en el mundo futbolístico nacional, se disputaron dos competiciones diferentes que, con el tiempo, fueron reconocidas como oficiales y, así, las dos ediciones no disputadas en 1937 y 1938, son compensadas con las dobles ediciones de 1910 y 1913 y, con ello, se cumplen las 100 ediciones en 99 años.

Nota (1).- La competición más antigua disputada en España fue la «Copa Macaya» que se instauró en el año 1900 en Cataluña y a la que fueron invitados todos los clubes de España pero que, finalmente, solamente disputaron los equipos catalanes. Se disputó durante 3 ediciones (hasta 1903) y, con posterioridad, fue reconocido como Campeonato de Cataluña (parece que es una práctica habitual en el fútbol español los «reconocimientos bastardos»). El trofeo es propiedad del R.C.D. Español de Barcelona por unos motivos que no son objeto del presente trabajo.

Este es el artístico trofeo que premiaba al vencedor del "Concurso Copa Macaya", donado por Don Alfonso Macaya y que se encuentra en las vitrinas del Real Club Deportivo Español de Barcelona.

Este es el artístico trofeo que premiaba al vencedor del «Concurso Copa Macaya», donado por Don Alfonso Macaya y que se encuentra en las vitrinas del Real Club Deportivo Español de Barcelona.

Nota (2).- Buena parte de historiadores, investigadores y estudiosos de la historia futbolística, sitúan el primer Campeonato de España en 1902.

Trofeo adjudicado en el Concurso Madrid en 1902 por la mayoría de edad del Rey Alfonso XIII

Trofeo adjudicado en el Concurso Madrid en 1902 por la mayoría de edad del Rey Alfonso XIII

Craso error que, últimamente, ha sido reconocido por la R.F.E.F. (ya se ha comentado la «centésima» edición reconocida por la R.F.E.F.)

Desgraciadamente, la Historia está plagada de intereses partidistas que tienden a desvirtuarla y así, el Athlétic Club de Bilbao, reclama para sí el derecho de tener el trofeo más antiguo: El Campeonato de España obtenido en 1902.

Con todos los respetos que nos merece el Athlétic Club de Bilbao, dicha afirmación no se sostiene por tres razones fundamentales:

1º. Ya ha quedado dicho que el trofeo más antiguo disputado en España fue el «Concurso Copa Macaya» y su propietario es el R.C.D. Español de Barcelona.

2º. En 1902, Don Carlos Padrós, presidente del «Madrid Foot-ball Club», promovió la disputa de un «Concurso de Foot-ball» para celebrar los actos conmemorativos de la mayoría de edad del Rey Alfonso XIII (mal llamada también «Copa de la Coronación» ya que, en España, NUNCA se ha coronado al Rey) y, con tal motivo, se consiguió la entrega de un trofeo por parte del AYUNTAMIENTO de Madrid, y no del Rey.

3º. El Athlétic Club de Bilbao, conserva dicho trofeo en sus vitrinas indebidamente, ya que el equipo que la conquistó fue el VIZCAYA, que era una «selección» de los eqipos bilbaínos y no el Athlétic Club de Bilbao por lo que el trofeo, en justicia, debería estar depositado en la Federación Vizcaína de Fútbol.

Un hijo único con muchos padres.

Otro error ancestral que se ha convertido en práctica habitual, es el confundir el nombre de la competición con el del «donante» del trofeo.

La competición siempre ha sido (y ese es su nombre oficial), Campeonato de España pero, se le suele conocer como La Copa y, según las distintas épocas: Copa de S.M. el Rey Alfonso XIII,  Copa de España, Copa del Presidente de la República, Copa del Generalísimo y Copa del Rey Juan Carlos I.

Trofeos en propiedad.

La reglamentación del Campeonato de España, establece que el trofeo en disputa, quedará en propiedad del equipo que venza en tres ediciones consecutivas o en cinco alternas.

El ganador de cada edición, adquiere el derecho a poseer el Trofeo en disputa hasta que debe entragarlo al vencedor de la siguiente edición mientras no se consiga en propiedad

Eso es lo que dice el reglamento pero, naturalmente, tratándose del Fútbol español, no podía ser tan sencillo y, debido en parte a los cambios de «donante» y en parte a la disputa de «Campeonatos Bastardos», esa regla se ha roto en diversas ocasiones siendo los propietarios de los trofeos acreditativos:

100ediciones031ª Copa de S.M. el Rey Alfonso XIII

Propietario: Real Madrid F.C.

3 ediciones consecutivas ganadas: 1905, 1906, 1907. (4)

Nota (4).- Otra de las características que posee el Campeonato de España, es que, a diferencia del Campeonato Nacional de Liga, se le reconoce por el año en que se disputa la final y no por la Temporada en que se juega, a pesar de que en algunas ediciones, se han jugado algunas fases en el año anterior al de su edición (dentro de la Temporada). Así pues, por ejemplo, conocemos el Campeonato de España de 1982 y no el de la Temporada 81-82, a pesar que se disputasen encuentros durante 1981.

100ediciones04En la edición bastarda de 1913, la Unión de Clubs, se dirigió a la Reina Victoria, argumentándole que sería conveniente la entrega de un trofeo otorgado por Su Majestad para premiar al Campeón del Torneo.

La Reina, cayó en la «trampa» y concedió el trofeo que luce en sus vitrinas el F.C. Barcelona como Campeón de la citada edición.

Esta fue la primera ocasión en el Campeonato de España (aunque fuese reconocido con posterioridad), en el que se otorgaba unTrofeo al margen de lo establecido reglamentariamente.

100ediciones052ª Copa de S.M. el Rey Alfonso XIII

Propietario: Athlétic Club de Bilbao

5 ediciones alternas ganadas: 1910 (edición bastarda), 1911, 1914, 1915, 1916 (5)

Nota (5).- El derecho a la propiedad de este Trofeo, es doble ya que, amén de conseguir el Campeonato durante los 5 ediciones alternas (incluída la bastarda de 1910), los tres últimos fueron de forma consecutiva.

100ediciones063ª Copa de S.M. el Rey Alfonso XIII

Propietario: F.C. Barcelona

5 ediciones alternas ganadas: 1920, 1922, 1925, 1926, 1928

100ediciones071ª Copa de España (6)

Propietario: Athlétic Club de Bilbao

3 ediciones consecutivas ganadas: 1930, 1931, 1932

Nota (6).- Este Trofeo fue donado por Su Majestad el Rey Alfonso XIII, ya que se encargó una vez finalizado el ciclo de la 3ª Copa de Su Majestad el Rey Alfonso XIII y, al proclamarse la República, se continuó disputando el Trofeo en liza. No podía llamarse Copa del Rey, porque en España ya no había Rey, ni Copa del Presidente de la República porque no era él el donante, por lo que se le llamó Copa de España.

100ediciones081ª Copa del Presidente de la República

Propietario: Depositada en la RFEF

Nota (7).- A pesar de ser el Real Madrid el último equipo en conseguir el trofeo (Campeón en 1936), sin saber muy bien como, el trofeo fue a parar a los sótanos de la RFEF donde fue localizado un buen día por los grandes historiadores futbolísticos Bernardo de Salazar y Félix Martialay

La «Copa del Presidente de la República», solamente se disputó en 4 ediciones (1933, 1934, 1935 y 1936), ganando la primera el Athlétic Club de Bilbao, la segunda el Madrid F.C., la tercera el Sevilla y la cuarta el Madrid F.C. Que fue quien «se la quedó» por ser su último ganador.

No vamos a discutir si el Real Madrid tiene más merecimientos que otro equipo por haber ganado 2 de las 4 ediciones disputadas pero, éticamente, el trofeo permanece «desierto» en las vitrinas de la Real Federación Española de Fútbol.

100ediciones091ª Copa de Su Excelencia el Generalísimo (8)

Propietario: Sevilla F.C.

Nota (8).- Por supuesto, no es nuestra intención la de entrar en valoraciones políticas. Éste es el nombre con el que se conocía el Trofeo y como tal lo identificamos.

Nota (9).- En este caso, más que de una «apropiación indebida», tenemos que hablar de un deseo expreso del «donante» del Trofeo para que éste quedara en propiedad del equipo vencedor de la edición de 1939, debido a las especiales características que tuvo el Campeonato en dicha edición y que sirvió como exaltación de la «normalidad» reinante finalizando la Guerra Incivil española, además de no haberse concebido como Campeonato de España, sino haberse «reconocido» como tal con posterioridad.

Evidentemente, este Trofeo tampoco se ajusta a lo que determina el reglamento de la Competición, ya que fue donado al vencedor de una exclusiva edición.

Los Trofeos correspondientes a la 2ª, 3ª, 4ª y 5ª «Copas del Generalísimo», no los reproducimos porque son exactamente iguales a los de la edición de 1939, siendo sus propietarios:

2ª Copa de Su Excelencia el Generalísimo

Propietario: Athlétic Club de Bilbao

3 ediciones consecutivas ganadas: 1943, 1944, 1945

3ª Copa de Su Excelencia el Generalísimo

Propietario: F.C. Barcelona

3 ediciones consecutivas ganadas: 1951, 1952, 1953

4ª Copa de Su Excelencia el Generalísimo

Propietario: F.C. Barcelona

5 ediciones alternas ganadas: 1957, 1959, 1963, 1968, 1971 (10)

Nota (10).- Este es el Trofeo que ha tardado más ediciones en adjudicarse (por el momento), debiendo esperar el F.C. Barcelona, el paso de 18 ediciones para hacerlo suyo.

De esas 18 ediciones, salieron triunfadores (aparte de las 5 victorias comentadas del F.C. Barcelona), los siguientes equipos:

Con 4 victorias:

Athlétic Club de Bilbao

Con 3 victorias:

Atlético de Madrid

Con 2 victorias:

Real Madrid F.C.

Valencia F.C.

Real Zaragoza

5ª Copa de Su Excelencia el Generalísimo

Propietario: Atlético de Madrid

Nota (11).- Un nuevo cambio en el Régimen Político del país, en el año 1975, por fallecimiento del «donante» en curso, propicia una nueva «apropiación indebida», resultando el Atlético de Madrid el «agraciado» por haber alcanzado la victoria en la última de las ediciones (1976).

Lo expuesto en la Nota 7, es aplicable a este caso.

100ediciones101ª Copa de Su Majestad el Rey Juan Carlos I

Propietario: F.C. Barcelona

5 ediciones alternas ganadas: 1978, 1981, 1983, 1988, 1990.

2ª Copa de Su Majestad el Rey Juan Carlos I

Propietario: Sevilla C.F.

Nota (12).- Concecida por expreso deseo de la RFEF a petición del Sevilla C.F. por haber ganado la Selección Española el Campeonato Mundial en 2010. No afecta a la contabilidad de los campeonatos logrados desde 1991

3ª Copa de Su Majestad el Rey Juan Carlos I

Propietario: F.C. Barcelona

5 ediciones alternas ganadas: 1997, 1998, 2009, 2012, 2015.

A partir de 2016, se pone en juego la Copa de Su Majestad el Rey Felipe VI

El Torneo del K.O.

Otro tópico incierto del Campeonato de España, es el conocimiento de dicha competición como El Torneo del K.O., ya que la continuidad de un equipo en el mismo, depende de una eliminatoria directa.

Esto no siempre ha sido así, habiéndose producido en algunas ediciones, fases disputadas por el sistema de liga de todos contra todos, pasando el equipo (o los equipos) que obtienen mayor puntuación.

Este sistema se ha empleado, incluso, en alguna fase final.




La prepotencia que impidió disputar una final de Copa

Si miramos la clasificación histórica de la Liga española observamos que, entre los 20 primeros equipos clasificados, son nueve los que saben lo que es ganar un campeonato liguero, cuatro más los que han obtenido en alguna ocasión el subcampeonato, y los restantes seis nunca han podido terminar en alguna de las dos primeras plazas.

Si hacemos la misma comprobación referida al torneo de Copa, son doce los que han podido alzar el trofeo en alguna ocasión y de los ocho restantes, han jugado al menos una final todos salvo dos, el Racing de Santander y el Real Oviedo.

Al margen de que haya que tener en consideración que del torneo copero se han disputado más ediciones, los resultados corroboran la afirmación generalmente aceptada en el mundo del fútbol de que la Liga, por ser el torneo de la regularidad, resulta más difícil de ganar que la Copa, competición más proclive a las sorpresas (pese a que el formato en España pocas veces ha tenido que ver con el seguido en otros países, en los que se incentiva que equipos modestos puedan doblegar a otros más poderosos) donde no es necesario un óptimo rendimiento prolongado durante muchos meses.

Resulta extraño pues que, dos equipos como el santanderino y el ovetense, más o menos habituados a moverse entre la élite del fútbol español, con periodos de brillantez, no hayan podido tener el momento de gloria que supone disputar, al menos una vez, una final de Copa, tras más de un centenar de ediciones, como sí han logrado otros conjuntos con menos relevancia a lo largo de la historia.

En el caso del conjunto carbayón, en una ocasión el acceso a la final estuvo más que cerca, impidiéndolo unas circunstancias que tienen mucho que ver con la prepotencia.

Ocurrió en la temporada 1933/34 (de aquella se celebraba íntegramente en el año 1934 pues se disputaba el torneo a la conclusión de la Liga), cuando la suerte emparejó para las semifinales de la entonces Copa del Presidente de la República, al Betis con el Madrid por un lado y al Valencia con el Oviedo por otro (madridistas, béticos y oviedistas desprovistos en su nombre del término “Real”). Si los merengues eran ligeramente favoritos en su eliminatoria, en la otra el favoritismo era más claro a favor de los de la capital del Principado.

Los encuentros de ida tuvieron lugar el 22 de abril de 1934, registrándose en Sevilla una victoria madridista por 0-2, que suponía confirmar las previsiones y dejaba en clara franquía la eliminatoria para los blancos.

En Valencia, en el otro choque, con arbitraje de Melcón, los locales —uniformados con camiseta roja y pantalón negro— alinearon a Cano; Torregaray, Pasarín; Bertolí, Iturraspe, Conde; Torredeflot, Montañés, Vilanova, Costa y Sánchez. Por el bando visitante jugaron: Óscar; Calichi, Jesusín; Castro, Sirio, Chus; Casuco, Gallart, Lángara, Herrerita y Emilín. Estos cinco últimos conformaban la bautizada como “delantera eléctrica”, probablemente la mejor delantera del momento.

Oviedo en Mestalla 22-04-1934

El marcador de Mestalla llegó a reflejar un claro 0-2 (marcaron Lángara y Casuco) para un conjunto oviedista que estaba siendo superior, a decir de las crónicas, confirmando las predicciones, lo  que casi suponía dejar resuelta la eliminatoria. Cuando los del Turia marcaron dos goles en los minutos finales del choque por mediación de Bertolí y Vilanova, y el partido concluyó 2-2, nadie en la casa azul le dio importancia a la igualada recordando que en la reciente visita valencianista en Liga, el Oviedo había vapuleado a los chés por siete goles a cero (justo dos meses antes, el 22 de febrero). El conjunto carbayón, que se mostraba débil en el aspecto defensivo, sobre todo jugando a domicilio, era temible por su facilidad goleadora, más jugando como local en su estadio.

Y es que a nadie se le pasaba por la cabeza si quiera la posibilidad de que no golease en el encuentro de vuelta; el estadio de Buenavista no había conocido ninguna derrota del conjunto local en los más de dos años que tenía de vida. Los números que presentaban los azules desde el traslado al nuevo estadio eran para asustar a cualquier visitante. Sólo en Liga, en la primera temporada, en 2.ª División, ocho victorias y un empate con 41 goles a favor y 9 en contra fue el balance de los partidos disputados como local. Logrado el ascenso, en la campaña siguiente y ya en 1.ª División, los números fueron similares con, de nuevo, ocho victorias y un empate, marcando 39 goles y encajando 14. Sumando todas las competiciones (campeonato regional, Liga y Copa de España) hasta la llegada del conjunto valencianista en aquel encuentro de vuelta, el Oviedo había disputado veintiocho partidos oficiales en su nueva casa, con unos números más que elocuentes: veinticuatro victorias, cuatro empates y ninguna derrota, con 131 goles a favor y 36 en contra. Los azules anotaban una media de casi cinco goles por encuentro que jugaban en Buenavista, encajando poco más de uno. Se daba por seguro que en el encuentro de vuelta se certificaría el pase a la final de los oviedistas, hasta el extremo de que en la capital asturiana comenzaron los preparativos para una final a disputar previsiblemente frente al Madrid. Dándose por hecho por todos que la final enfrentaría a merengues y carbayones, era casi una certeza que se disputaría en Santander, comenzándose a organizar desde la capital asturiana trenes especiales para el viaje hasta la ciudad cántabra.

Con arbitraje de Escartín en el partido de vuelta, una semana después, el entrenador local, Emilio Sampere, quizás influido por el ambiente de optimismo desmesurado que se había creado y forzado por unos directivos que en aquellos tiempos tenían por costumbre inmiscuirse sin pudor en las cuestiones técnicas, cometió la osadía de reservar a un jugador como Gallart para una final que no se había logrado (formaron Inciarte y Casuco el ala derecha  fracasando estrepitosamente). Unido a ello que el campo registró una pobre entrada al haberse subido el precio de las entradas hasta las cinco pesetas (una más de lo habitual) y pese a que el Valencia introdujo en la alineación algún cambio (Abdón y Villagrá jugaron en lugar de Montañés y Sánchez), el resultado sería una merecida victoria visitante por 1-3 con dos goles de Costa y uno de Villagrá que hicieron inútil el tanto de Emilín para los de casa. Tras los choques de aquel 29 de abril, no hubo final ni para los oviedistas ni para El Sardinero santanderino, pues madridistas y valencianistas acabarían disputando la final en Barcelona, en el estadio de Montjuich.

Emilín confesó años después al periodista Manuel Sarmiento Birba que durante el descanso del primer partido en Mestalla se les indicó, por parte de los dirigentes del club ovetense, la conveniencia de no sentenciar la eliminatoria, invitándoles a que «no apretasen mucho» en la segunda parte para no perjudicar la taquilla venidera en Buenavista en la vuelta. Con la perspectiva que ofrece el tiempo, la confesión de Emilín explica las declaraciones que recogía la prensa tras el encuentro de Valencia del capitán oviedista Óscar Álvarez: «Este empate dará mayor interés al segundo partido y una mejor recaudación a nuestro club».

Prepotencia02La victoria del Oviedo en Valencia por 0-4 en la Liga siguiente, certificando la superioridad del conjunto azul en aquella época, lejos de suponer una venganza deportiva supuso aumentar el lamento por la ocasión perdida de haber disputar una final copera.

La prepotencia cometida en el viejo Mestalla, cuando la recomendación hecha por los dirigentes de «no apretar», impidió sentenciar la eliminatoria en la ida, y la confianza desmedida en la vuelta, que se demostró injustificada, quien sabe si fueron el germen para que, desde entonces, una extraña maldición acompañe el triste devenir del Real Oviedo por un torneo como es la Copa, en el que no ha hecho otra cosa que acumular resultados calamitosos y decepciones continuadas, cuyo techo ha sido la semifinal referida y otra disputada en 1946.