Futbolistas singulares

Son muchas las clasificaciones otorgadas al admirado gremio de futbolistas. Los hay creadores y destructivos, artistas y galeotes, disciplinados e irreductibles, líderes y gregarios, triunfadores o caídos, divos y sencillos, traseros de mal asiento y hombres de equipo, cerebrales, volcánicos, ahorradores, manirrotos, con gran aplicación táctica o egoístas en extremo. Podríamos añadir, aún, los “leñeros”, por suerte en vías de extinción, e incluso sin remontarnos mucho en el tiempo aquellos que operaban sin anestesia al desdichado que se cruzara en su camino. Y la variopinta subespecie de insultones, protestones sistemáticos, propensos al desmayo dentro del área, amedrentadores, o maestros en sacar de quicio hasta al más bragado equipo arbitral. También, cómo no, a los caballeros del balón, esos que solemos echar en falta, tan sólo, cuando dejan para siempre los estadios. Pero por encima de tanta diversidad, no deberíamos perder de vista a los singulares. Aquellos que mientras vistieron de corto, al retirarse, o durante toda su existencia, demostraron ser especiales. Sólo entre cuantos trotaron por nuestros campos, hubo y hay cientos, por más que el foco mediático rara vez se ocupara de ellos. Quizás vaya siendo hora de dedicarles un recuerdo.

Se hallaba en activo el extremo ovetense Benjamín Álvarez Alonso cuando, al inicio de la campaña 1958-59, se erigió en hombre ejemplar. El cumplimiento del servicio militar obligatorio le había llevado hasta Astorga, circunstancia que aprovechó el club local para incorporarlo a sus filas. Corría el ejercicio 1955-56 y a su conclusión, el Club Deportivo Astorga se encaramaba a categoría nacional. Luego una cosa condujo a otra. Ya licenciado, obtuvo un buen trabajo en tierra maragata, volvió a firmar con los astorganos y debutaba en el grupo XIV de 3ª División el 9 de setiembre de 1956, ante el zamorano C. D. Juvenil (empate a uno), para festejar la primera victoria una semana después, ante el Béjar Industrial (3-0). Inauguraba así el ya extinto club una gloriosa etapa de 10 cursos, midiéndose a entidades con mayor predicamento, como Cultural Leonesa, S. D. Ponferradina, Burgos C. F., U. D. Salamanca, Plasencia, Cacereño…

Durante el verano de 1958 se dio de bruces con la carta recogida en “Pueblo”, luego de que un joven de Fuentes de Nava (Palencia), la hubiese remitido desde la Institución Virgen de la Palma, a través de la Organización Sindical(1), donde entre apreturas trataba de enhebrar su porvenir. Ese muchacho solicitaba de puño y letra ayuda económica para su sustento, mientras aprendía un oficio en Madrid. Pasaron los días y ante la evidencia de que el joven seguía sin resolver su situación, dio un paso al frente. No iba a ser mucho cuanto pudiera aportar, pero menos era nada. Así que contactó con la redacción periodística, comprometiéndose a girar mensualmente el importe íntegro de cuanto le reportase el fútbol. Toda una noticia servida en bandeja al medio capitalino, que pronto se haría extensiva a otras cabeceras de mínima tirada, como “Proa” o “El Pensamiento Astorgano”. “No, a mí no me sobra el dinero -confesó el futbolista-. Más bien todo lo contrario, pues envió parte de mi salario a casa de mi madre, viuda en Asturias, e intento ahorrar con idea de traerla a vivir conmigo. Pero si yo pude aprender un oficio fue por la aportación de otros, y creo que ahora me toca corresponder. Como ese hay infinidad de casos. Sé lo difícil que resulta situarse en la vida y no me gustaría que ese chico tenga problemas”. Aseguró también no conocer de nada al demandante de ayuda, no haber cruzado palabra con él, siquiera. Es más, ni existió intercambio de correspondencia. “¿Cómo? ¿Qué no te ha escrito una nota de agradecimiento?”, se asombraba el reportero leonés Joaquín Nieves, al entrevistarle. Y Benjamín, quitando hierro al asunto, argüía: “Espero que lo haga. Es más, estoy convencido de que lo hará”.

Formación del Club Deportivo Astorga, en el inicio de los años 60. Benjamín es el primero por la derecha, en la fila de abajo.

En noviembre, cuando el C.D. Astorga visitó la capital palentina para dirimir su choque ante el Atlético de Palencia, los anfitriones le obsequiaron con un banderín de la entidad, dedicado ex profeso: “El Atlético de Palencia a Benjamín Álvarez, deportista y caballero”. Asombrado, agradeció aquel gesto y la ovación del público, antes de recorrer su banda en pos una victoria que resultó aplastante. Luego, recién duchado, atendió a la prensa local, camino del autobús: “No estoy haciendo nada extraordinario. Ya he contado que también yo me especialicé en la Escuela Profesional de Málaga, con ayuda exterior. Si a mí no me hubiese ayudado nadie, estaría como él”.

Los cronistas coincidieron al juzgar ese partido como “soso, aburrido y sin apenas jugadas destacables”. Tras el pitido final, en el tanteador campaba un claro 0-3. Aunque eso fue lo de menos. Aquella tarde desfiló por la vieja Balastera un futbolista comprometido, dadivoso, tan especial como ejemplar.

No iba a quedar atrás en su desprendimiento el portero Martín Mora. Vástago de familia acomodada y con distintos negocios en Mallorca, desde que comenzó a cobrar por lo que siempre considerase afición, y no medio de vida, donó a organizaciones caritativas hasta el último céntimo que el fútbol le reportase. Incluso cuando al despuntar los años 60 del pasado siglo alcanzó nuestra 1ª División con el R. C. D. Mallorca. Podría decirse, además, que obtuvo premio a tan benemérita iniciativa. Sus negocios de construcción y hosteleros marchaban viento en popa, y en lo concerniente a su vida privada hasta fijaría fecha de boda con una “Miss Europa”.

Otro jugador de futbol también ennovió con una “miss”, transcurridos 10 años. Jugaba de centrocampista en el Tarrasa, cuando sin proponérselo lo trasplantaron del césped a la prensa de cotilleo. Era muy joven aún, y estaba lejos de vivir opíparamente con los réditos de la pelota. Pero Durán, además de ser hombre envidiado, empezó a ser conocido como “el novio de la guapa”, luego de que a Rocío Martín Madrigal le entregasen corona y cetro en Benidorm, durante el certamen de Miss España, allá por noviembre de 1972. “Todos hemos visto su fotografía en los periódicos y nos han dado ganas de enviar telegramas de felicitación al Jurado -se escribió en un medio-. Rocío es una chica guapa de verdad, con estilo, moderna, sencilla en sus declaraciones”.

Martín Mora, en el viejo Luis Sitjar. El fútbol no nubló su bien amueblada cabeza, ni hizo de él un hombre engreído.

Aquella España, todavía casposa y con cierto complejo de inferioridad, solía agarrarse a cualquier cosita para sacudir su particular somnolencia. Sobre todo si a la sombra de una naciente idolatría tintineaba el monedero. Así las cosas, no sólo Durán hubo de posar para más fotógrafos que nunca, sino que la directiva egarense quiso regalarse un baño de gloria haciendo que la sevillana efectuara el saque de honor, en los prolegómenos del partido Tarrasa – Atlético Baleares. Cierto periodista de amenidades, después de estrujarse las meninges, llegó a entregar a la linotipia su desmañado piropo: “Esta vez, si todo terminase cero a cero, estará justificado. ¡Por la impresión!”.

Contemporáneo de Martín Mora, e igualmente futbolista balear, Antonio Juan Gayá distaba mucho de ser un tipo corriente. Mientras jugaba en el Soledad, Constancia de Inca y Sóller, es decir en 3ª División, practicaba el billar, y nada mal, por cierto. Hasta el punto de erigirse en campeón de España “al cuadro 47/2”. Durante los primeros días de enero, en 1960, aseguró haberse familiarizado con las bolas de marfil viendo a Nadal, campeonísimo y maestro mallorquín. Contra pronóstico, acababa de derrotar en Barcelona al valenciano Palomares, en la modalidad de “libre”. Luego Tortosa habría de erigirse con el título absoluto, sin que de la boca de Gayá escapase un solo pero: “Me ganó con merecimiento indiscutible. Es mucho mejor que yo”.

El billar, para él, representaba un descanso entre entrenamientos y partidos. “Los medios volantes corremos mucho”. Y además existía el riesgo de lesionarse, algo anómalo sobre el tapete de terciopelo. “Menos mal que sólo he tenido hasta ahora una rotura de ligamentos, ya superada”. A sus 26 años, con siete trotando por campos de categoría senior, dedicaba más entusiasmo al balón y sus exigencias que al billar. “El fútbol es mi profesión, y el taco un pasatiempo. Aunque también tengo puestas mis expectativas en las bolas. Desde luego, si me esforzara tanto ante la mesa como hago con el fútbol, ya habría alcanzado mi meta. Pero el balón exige mucho y para escalar de categoría hay que contar con la suerte”.

No siempre es fácil decantarse por una actividad, máxime cuando se está facultado para destacar en varias. Sobre todo si como Luis Fernández, portero titular del asturiano Pelayo de Grove, en 3ª División, toca elegir entre cinco especialidades.

En febrero de 1960, además de guarnecer el marco del Pelayo cada domingo, era campeón de Asturias en lucha libre y grecorromana, competía con muy buenos resultados en pesca submarina, y formaba parte del equipo de hombres-rana dirigido por Peltop. Poseía, además, tres identidades: Luis en la vida civil y arpón en ristre, “Pancho” al situarse bajo el marco, y “Chasson” cuando se subía al cuadrilátero. Con 28 años y una imponente planta atlética, aseguraba ser un enamorado del fútbol. “¿Quién no ha soñado de chico con ser figura un día? -bromeaba, buceando en sus recuerdos-. Jugar con el Sporting contra los grandes equipos nacionales, todo un estadio puesto en pie, ovacionándote…”

Empezó en el Pumarín, vivero de tantos jugadores, alineándose como delantero centro, para pasar luego al Níquel Plata, que entrenaba Peltop. Un día ese hombre le sugirió situarse bajo los palos, adivinándole condiciones de cancerbero. Como la prueba resultase satisfactoria, ya no se movería del área chica durante su militancia en el Deportivo Gijonés, Natahoyo, Juventud Círculo católico de Burgos mientras cumplía el servicio militar obligatorio, Turón y Pelayo. Unas desavenencias surgidas con los mandatarios del Turón, le llevaron a perder de vista el césped durante un tiempo. Por entretenerse, acompañó al gimnasio a Peltop, ya amigo desde que lo tuviese como “míster”. Y animado por los habituales, comenzó a practicar lucha. Aunque empezase con la especialidad de grecorromana, pronto se dejaría atrapar por el hechizo del “catch; la lucha libre, vamos. “Saqué licencia de profesional, me gustó lo de “Chasson” para los carteles, puesto que Fernández no hubiese dicho nada entre “El Indio Negro”, “Kai-Chan”, “Santo”, “Maciste” o “Hércules García”, y desde entonces llevo más de 50 combates. Al título de campeón asturiano en grecorromana, añadí en 1957 el de lucha libre en peso medio, también circunscrito a Asturias. Me las arreglo para compaginar entrenamientos bajo el marco y en el cuadrilátero, y en cuanto llega el verano, aparcada la pelota, a combatir”.

Como si no tuviera bastante con fútbol y “catch”, la casualidad hizo que descubriese también los deportes acuáticos. Hallándose en Vigo, donde fuera contratado para unos combates, entre actuación y actuación se desplazó hasta Villagarcía de Arosa con Peltop. Éste, que llevaba su equipo de pesca submarina a todas partes, le invitó a sumergirse. “Empezó como una broma, pero en seguida me sentí atrapado por el mar. Aquello era arriesgado, bonito… Vamos, un mundo distinto. En 1959 ya empecé a utilizar escafandra autónoma, y no se me dio mal. Saqué licencia profesional y lo compagino con el fútbol y las veladas”.

No eran muchos los hombres-rana en esa época, y solían ser demandados para trabajos industriales. Peltop, de hecho, dirigía un grupo para faenas en el puerto de El Musel. A la postre, como no hubiera podido ser de otro modo, acabaría integrándolo también. “Siempre que el fútbol me lo permite, alterno el descenso a las profundidades con trabajos en buques y diques -narraba, ufano, ante un atónito Enrique Prendes-. Ahora estamos metidos en una contrata submarina sin apenas precedentes. Pero nada de olvidar la pesca submarina, ¿eh? No hace mucho, nuestro grupo estableció el récord asturiano y de España, al capturar durante una sola mañana más de 160 pulpos”. La pregunta del redactor se antojaba obvia: “Con tanto ajetreo, habrás hecho un buen dinero, ¿verdad?”. Y Luis, embutido en esta única identidad, lanzaba balones fuera: “No creas. Sobre todo en la lucha libre, más golpes que dinero. El fútbol para ir viviendo. La mar, comparada con el cuadrilátero, resulta mucho más pacífica. Aunque se pase bastante más frío”.

Su respuesta correcta, de haber aglutinado las nóminas de Luis Fernández, “Chasson” y “Pancho”, sin duda debería ser otra.

Este asturiano polifacético hubiese solventado por la vía rápida problemas de orden público, tan habituales en campos modestos. Bastaba con que “Pancho” transmutase en “Chasson”. Y no fue el único con medios y conocimientos para imponer orden. Quince años atrás, Ramón Martínez también podría bastarse él solito.

Revuelta, durante su etapa en el Real Valladolid. Sus marcadores sucumbían sistemáticamente en el uno contra uno, a menos que recurriesen a la violencia.

Como defensa izquierdo del donostiarra Lagun Artea, disputó 24 partidos correspondientes al ejercicio 1945-46. Antes había cultivado el atletismo con éxito, en pruebas de fondo, obteniendo 2 Copas de San Sebastián y plantándose la “txapela” de campeón en diversas pruebas guipuzcoanas. Junto a sus compañeros del Lagun Artea festejaría también un ansiado ascenso a 3ª División. Pero qué cosas, aquel éxito, traducido en una subsiguiente disputa sobre si tan modesta entidad iba o no a dar la cara más arriba, desaguó inesperadamente, con una traumática disolución. Entonces, casi por casualidad y mediando una apuesta, comenzó a practicar el boxeo. Su primer combate, celebrado en la capital guipuzcoana el 23 de noviembre de 1946, lo resolvió por la vía rápida. Todo un acicate para continuar perseverando. De las 63 peleas que disputara como amateur, 33 las ganó por KO y tan sólo saldría derrotado 3 veces, dos de ellas a los puntos. El 29 de julio de 1950 debutaba como profesional, venciendo también por KO. Excelente despegue para una carrera rápida y brillante, puesto que hasta el verano de 1951 llevaba 9 combates profesionales, con 3 adversarios KO, otros tres perdedores por puntuación, y 2 derrotas. Para entonces ya era campeón de España.

Si como defensa era duro, entre las doce cuerdas se transformaba en ciclón irreductible.

No fue combatiente, sino magnífico corredor de velocidad, Apolinar Revuelta. Y destacó antes en las pistas de ceniza que sobre el césped.

Cántabro de Laredo (23-XII-1923), se inició en el equipo de su pueblo, antes de fichar por el Real Unión irunés, donde estuvo año y medio. Luego, desde el histórico Stadium Gal a un Real Valladolid que a punto estuvo de acariciar su doble sueño, dirigido por Helenio Herrera. Fueron dos campañas extraordinarias, culminadas con la disputa de una final copera y cerrar la primera vuelta en el torneo de Liga liderando la clasificación. Los blanquivioletas, inesperadamente, se convirtieron en sensación del campeonato, y hasta buena parte de la prensa deportiva apostó por ellos como posibles campeones. Por fin, durante el verano de 1950, desde la ciudad universitaria regresaría a Cantabria, para correr la banda en el viejo Campo de Sport de El Sardinero. Un paso atrás en lo deportivo, probablemente, aunque como racinguista -entonces no solía escribirse así, puesto que los Racing pasaron a ser “Reales” a partir de 1940- disfrutase mucho más. Así lo afirmó, al menos, cada vez que los periodistas lo entrevistaban. “Esta es mi tierra, estoy en casa, y eso vale mucho”. El Santander acababa de desprenderse de Alsúa y Joseíto, dos pérdidas muy sensibles, por más que Magritas, Macala, León y Jaro, se esforzasen por cubrir esos huecos. Y además, pensando en el futuro, había montado en Laredo un comercio de comestibles. Entonces el fútbol, salvo excepciones como Kubala o Di Stefano, ni de lejos convertía a nadie en auténtico millonario. Ni el fútbol, ni muchísimo menos el atletismo. Porque Revuelta, antes de destacar con el balón en los pies, lo hizo en las pistas de ceniza.

“Dos veces campeón de España en velocidad, por fuerza debían convertirme en extremo muy rápido -se sinceró una vez, ante José Carrasco-. No soy de los que hacen genialidades, ni me tengo por un fenómeno. Simplemente me considero uno más. Pero cuando los contrarios marcan al hombre, no me preocupan los defensas”. Siempre confesó que el fútbol le resultaba más fácil que competir en pruebas de velocidad pura. Y por supuesto, multiplicaba réditos: “Un buen atleta debe hacerlo todo por sí mismo. No puede camuflarse entre el equipo, como ocurre en las cosas del balón”.  

El “Circo Price”, con el “Americano” y el “Atlas” de los hermanos Tonetti, llenaron toda una época entre finales de los 50 y la primera mitad de los 70. Luego el empuje de la televisión acabaría desangrándolos.

Revuelta se mantuvo activo hasta 1954, con 31 años. No resultaba raro, entonces, colgar las botas profesionalmente a esa edad. Ni la alimentación de los deportistas, ni la Medicina o los preparadores físicos, tenían nada que ver con cuanto hoy constituye moneda corriente. Y además imperaba la tiranía de unos defensas terribles, leñadores capaces de tumbar secuoyas con dos hachazos. A él lo cazaron, pese a su endiablada velocidad. Hasta el punto de que durante sus dos últimas campañas como santanderino tan sólo habría de disputar 10 partidos. Al menos le quedaría el consuelo de ser hormiga, y no cigarra, cimentando para sí mismo y los suyos un porvenir.

La aventura del sevillano Francisco Blas fue muchísimo más pintoresca. A sus 19 años jugaba en el Club Natación, de categoría Regional, como extremo, pero ante la dificultad de compaginar trabajo y entrenamientos tuvo que arrinconar la práctica deportiva. Su especialidad, sin embargo, no eran las galopadas poderosas, sino el toque de cabeza. Podía estar tres horas jugando el balón con la frente, sin que se le cayera al suelo ni emplear pies o manos. Cuando el diario “Sevilla” se hizo eco de tan pasmosa habilidad, pasaría de artista en su barrio a gran atracción. Aquel reportaje, además, iba a abrirle puertas insospechadas.

“Los señores Feijoo y Castilla, responsables del Circo Price, se enteraron de mi facilidad por la prensa. Y como buscaban números nuevos para presentar en Madrid, pues ya ve, no pude negarme a su oferta”, narró en vísperas del 5 de marzo de 1964, fecha señalada para debutar. Su marca personal estaba en 17.000 golpes ininterrumpidos. Empleando los pies, otros le aventajaban. “Tan sólo he llegado a los 200 toques -sonreía, humilde-. Está claro que debo mejorar”. Un reportero, cuando ya se anunciaba en la cartelería circense como “Cisco Blas”, quiso saber si nadie había contactado con él para anunciar aspirinas, “Porque con tanto toquecito de cabeza…”. Lo cierto es que pasó inadvertido para los publicistas de Bayer o Calmante Vitaminado, y además aseguraba no recordar una jaqueca. Dolores de cuello sí, después de dos horas ejercitándose.

“Cisco Blas” estuvo algún tiempo efectuando diabluras entre número y número, recibiendo balones del público, algunos con muy mala intención, o como protagonista exclusivo desde el centro de la pista, retando, en cada doble sesión diaria, a cuantos profesionales del fútbol quisieran prestarse. Luego se evaporó de la cartelera, probablemente porque ninguno de nuestros astros aceptó el reto.

Juan Manuel Basurco, ya sin voto de castidad ni sometido a la disciplina eclesiástica, cuarenta años después de convertirse en historia viva del balompié ecuatoriano.

Si el más difícil todavía viene siendo lema del circo desde hace un siglo, también podríamos aplicarlo a la singularidad de algunos futbolistas. Porque sin espigar mucho, entre ellos cabría encontrar un buen puñado de curas, con el mutrikutarra padre Basurco a la cabeza.

Después de destacar durante varias temporadas en 3ª División con el Motrico, partió hacia Guayaquil, como tantos jóvenes curas vascos de la época, destinado a la misión de Los Ríos. Allí volvería a calzarse las botas, llamando la atención de un club integrado en 1ª División. Y después de unos meses marcando goles, fue nada menos que el campeón ecuatoriano, Barcelona de Guayaquil, quien se empeñara en ficharlo ante su intervención en la Copa Libertadores, equivalente a la europea Champions League. Ecuador contaba poco en lo futbolístico allá por los años 60 y 70 del pasado siglo. Pero aun con todo en contra, Basurco y sus compañeros se deshicieron de la Unión Española de Chile, correspondiéndoles en el siguiente cruce un potente Estudiantes de la Plata. Argentina era toda una autoridad balompédica, no sólo en América, sino para todos los países del orbe. Ningún club ecuatoriano había logrado imponerse nunca en competición oficial a otro argentino, hasta que Juan Manuel Basurco, con su gol ante los bonaerenses, reventase la estadística. Su apellido, por tanto, pasaba en moldes de oro a la historia del fútbol ecuatoriano.

Pero Basurco era cura, antes que muy buen ariete Y entendiendo que si había cruzado el Atlántico no era para convertirse en ídolo de los estadios, desechó seguir en la plantilla de los campeones. Mientras pudo, eso sí, continuó compitiendo, entre misas, prédicas, bautizos, clases de Matemáticas y el desempeño en obras sociales, con el más notable club de la región. Su amigo Urreisti, extremo derecho en aquella Real Sociedad de los Gorriti, Martínez, Hormaechea, Arzac, Lema, Arregui, Mendiluce o Boronat, siempre sostuvo que muy bien hubiese podido jugar con ellos, o en cualquier equipo de la parte baja en 1ª, si no entre los cabeceros de nuestra 2ª División. A su regreso, desde la diócesis guipuzcoana habrían de tenderle varias zancadillas, en el sentido más metafórico. El fútbol, le dijeron, con sus palabrotas y enconos exacerbados, no era sitio adecuado para hombres de fe. Curiosamente, quien se plegara a las jerarquías en aras de su fe, iría encontrando fisuras. Colgó el alzacuello, se casó, tuvo hijos y estuvo ganándose la vida como profesor de Filosofía en un colegio de San Sebastián.

Comadrán, abajo, el primero por la derecha, formando con el Vilafranca.

Cura fue, igualmente, el escolapio vallesano José Mª Comadrán (11-II-1948). Habilidoso extremo por ambas bandas, si no llegó a jugar con la extinta Unión Deportiva Salamanca fue tan sólo por el que dirán, otrora tan temido. Y puesto que los directivos del Béjar Industrial no pusieran impedimentos, pronto habría de convertirse en su atacante más destacado. Durante su segunda campaña con los serranos, fue seguido por técnicos el At. Madrid, y Héctor Rial, antigua estrella “merengue”, entonces en labores federativas, lo convocaba para la selección nacional universitaria. Trasladado a Cataluña, luego compaginó su actividad docente con la militancia en el Vilanova, Sitges, Vilafranca, Balaguer, Atlétic Castellserá y Juventut Bisbalenca, durante 13 años y siempre en siempre categoría Regional, no porque le faltasen condiciones, puesto que el Lérida, hallándose en 2ª “B”, quiso ficharlo.

Por no variar, esta vez zancadillas y argumentos similares a los esgrimidos con respecto a Basurco, llegaron desde el rectorado de las Escuelas Pías. Corría la temporada 1977-78, y a parte de la feligresía se le atragantaban los eclesiásticos sin sotana, demasiado “modernos”, igual que aquellos “curas comunistas” del decenio precedente, cuando vientos de involución envolvían al Vaticano, como queriendo borrar a Juan XXIII y su Concilio Ecuménico. Por terquedad, quizás, Comadrán continuó jugando en España hasta 1985. Y todavía dos años más en el campeonato amateur galo, mientras obtenía en Francia el título de docente en francés.

Más lejos llegó deportivamente, pese a competir durante menos tiempo, el padre Rafael Núñez Pastor, con el también extinto Palencia, cuando los castellanos, antes de crearse la 2ª División “B”, competían en una durísima 3ª de sólo cuatro grupos. Lo hizo mientras concluía estudios sacerdotales en el Seminario Diocesano, y tras celebrar su primera misa. Actuaba como centrocampista y rara era la crónica donde no lo destacasen. Una vez más, sus obligaciones de apostolado y las malas caras del palacio episcopal, se tradujeron en retirada, después de año y medio matando el gusanillo con el C. D. Venta de Baños. “Me quedé a una temporada de jugar en 2ª División -rememoraba tiempo después, sin asomo de arrepentimiento-. A lo peor conmigo no hubiera podido ascender el Palencia, quién sabe”.

Y hubo más.

Manuel Yuste, capuchino y notable extremo en el Hellín, alboreando los años 70.

El capuchino Manuel Yuste, destinado al convento de la orden en Hellín (Albacete), se convirtió en jugador del club manchego tan pronto lo viesen disputar un partidillo. La misma tarde de su debut, ante el Orihuela -choque resuelto a favor de los albacetenses por 3-1, parece dejó impronta de amplia clase: “Extremo rápido, con visión de la jugada, que corre la banda con estilo”, se escribió entonces. No exigió ningún dinero al rubricar su ficha y la suerte quiso que poco después, el 17 de febrero de 1972, formase ante el Elche C. F., entonces en 1ª, para inaugurar la iluminación artificial en “Santa Ana”. Todo un hito, puesto que aquellas modestas instalaciones se convertían en las primeras de toda la provincia capaces de albergar partidos nocturnos. De nuevo el anterior cronista, más próximo a la pincelada social que deportiva, quiso dejarnos su testimonio sociológico: “El saque de honor en tan memorable fecha fue efectuado por la gentil rejoneadora Lolita Muñoz, en tanto correspondía amenizar los prolegómenos a la Banda Municipal de Tobarra y a la de tambores y cornetas de Hellín, ambas muy aplaudidas durante su desfile”. Aquel encuentro concluyó con empate a uno, y el tanto local fue obra del Padre Yuste, de quien se aseguraba, erróneamente, constituía “caso insólito, al ser el primer religioso futbolista que se conoce en la historia de este deporte”. Según nuestras cuentas, otros cuatro, como mínimo, le habían precedido. Y uno de ellos, el navarro Javier Azagra, incluso llegó a obispo. 

Hasta que los seminarios fueron quedándose vacíos, demostraron ser fértil cantera de futbolistas. Si entre quienes los abandonaran sin tonsura, al no encontrar algo parecido a una vocación, hubo excelentes jugadores -el “pichichi” rojiblanco Carlos Ruiz o el discutido ovetense Javier, por ejemplo-, en un nivel deportivo más modesto, otros ordenados siguieron empeñándose en compatibilizar el balón con su tarea apostólica. El 30 de marzo de 1973, cuando uno de los últimos diáconos futbolistas se convirtiera en presbítero, anunció su firme propósito de no entregarse sólo al incienso y la fe. Se llamaba Daniel Varela, actuaba como portero en el onubense Atlético Cortegana, y se manifestó de este modo ante la prensa provincial: “A mi juicio, deporte y ministerio sacerdotal son totalmente compatibles. Hoy se dice que el sacerdote no es un hombre segregado, sino encarnado en el pueblo. Y creo en el fútbol como medio de encarnación y servicio en el ámbito deportivo de los pueblos”.

El obispo de la diócesis, monseñor Rafael González Moralejo, desplazado a Cortegana desde la capital para ordenar al misacantano, también dio pie en su metafórica homilía, a pensar que lo divino y lo prosaico podían cohabitar en perfecta simbiosis: “La Lucha contra el pecado es un deporte sublimado para hallar el mejor camino hacia la salvación. Lucha en la que intervienen los músculos de la virtud, tan preciosos para vivir mirando a la salvación. Tanto el portero de un equipo de fútbol, como el ministro de Cristo, aunque parezcan no intervenir en las jugadas, están siempre pendientes para actuar en el momento que haga falta”. Pero cualesquiera que fuesen las razones, al Varela guardameta no se le vio atajar disparos transcurrido algún tiempo.

Al menos Daniel Varela conservaría siempre un bello recuerdo de sus días entre aroma a linimento y sudor. Porque la directiva del equipo, su entrenador y compañeros, tuvieron el gesto de obsequiarle el cáliz y la patena con que consagró por primera vez.

A manera de colofón, y por no pecar de injustos, también merecen nuestro recuerdo aquellos futbolistas capaces de reinventarse tras colgar las botas. Los que habrían de convertirse en singulares desde el retiro. A la cabeza de todos, quizás, el universal Chillida, portero de la Real Sociedad mucho antes de verse forjando moles ciclópeas de hierro. Hubiera podido ser realmente bueno bajo el marco. Pero quiso la fatalidad, o la suerte, que se lesionara durante un partido amistoso disputado en Madrid. Aquello le hizo emprender la senda que habría de situarlo en las enciclopedias. “¿Tristeza al haber dejado el fútbol de aquella manera?” -solía decir, cada vez que le sacaban el tema-. “Pues no. Gracias a eso me ahorré ser ahora entrenador del Elche o el Recreativo de Huelva”.

Elías Querejeta también defendió el escudo de la Real Sociedad durante 4 años, y en 1ª División. Durante algún tiempo estuvo dudando entre continuar como profesional en un fútbol que pagaba poco, o dar el salto al cine, donde lo natural era morirse de hambre. Alguna vez coincidía con Eduardo Chillida en los tranvías de San Sebastián, y hablaban poco, lo justo para pasar por educados. Chillida acabó animándole a dar el salto, a jugársela fuera del viejo Atocha. Y andado el tiempo, convertido en celebrado productor cinematografíco, tampoco tuvo razones para arrepentirse. Con todo, solía afirmar que nada había sido tan importante en su vida como el hecho de marcarle un gol al Real Madrid.

La vena artística se le destapó al navarro Carlos González Purroy (Pamplona, 10-IV-1957) apenas se despidiera de la pelota, en 1990, con 33 años. Había sido defensa zurdo con potente disparo y discreta calidad en el Bilbao Athletic, Cultural Leonesa, Athletic Club, Osasuna, C. D. Logroñés y Sant Andreu de Barcelona, manteniéndose 8 campañas en la máxima categoría. Por esa época le gustaba el dibujo, acudir a exposiciones pictóricas, y en general cuanto se relacionara con las artes plásticas. Algunos compañeros lo recuerdan tomando apuntes o bocetando “monigotes” durante las tediosas concentraciones. Otros, los menos, sabían que mientras estuvo en Bilbao compaginó la disciplina física con estudios de Arte. El caso es que ya retirado comenzó a sonar como escultor de genio y muralista figurativo, con la madera y el hierro como materia prima fundamental, hasta hacerse un nombre entre galeristas, marchantes, la crítica especializada y el reducido círculo de coleccionistas particulares. Una de sus obras, gigantesca y con cierto regusto a Oteiza y Chillida, luce en la Ciudad Deportiva de la RFEF. ¿Pudo pensarse, acaso, en un sitio mejor para instalarla?

También encontró su porvenir en las artes plásticas el valenciano Francisco Mir. Defensa polivalente a finales de los 50 y en el arranque de los 60, con paso por el Olímpico de Játiva, Portuarios de Sagunto, Gimnástico de Tarragona, Eldense, Burjasot y Crevillente, se convirtió en acreditado pintor realista. Allá por donde exponía no sólo cosechaba críticas favorables, sino que acostumbraba a colgar el cartelito de “vendido” bajo casi todos los marcos.

El vizcaíno Manuel Larrabeiti (Munguía, S. D. Indauchu, Guecho, Izarra de Estella, La Felguera, Real Sociedad y Granada), tuvo en la música su gran pasión. Mientras jugaba en el Indauchu, a comienzos de los 50, ejercía de saxofonista en la banda municipal de Munguía, su localidad natal. Y más adelante, después de intervenir 7 campañas en 1ª División, acabó sacando partido a su excelente voz de tenor sobre los escenarios donde representaran zarzuela.

El canto fue la afición, obsesión, incluso, de Eduardo Ordóñez (At. Madrid y Real Madrid), por más que obtuviese la licenciatura en Derecho. Durante varias temporadas triunfó como tenor, llegando a cantar en el Metropolitan neoyorquino. La muerte le sobrevino el 14 de marzo de 1969, en San Juan de Puerto Rico, donde ejercía su magisterio como catedrático.

Danny Daniel durante sus años de superventas. El éxito lo llevó hasta Miami, donde residiría varios años, hasta retornar a España, ya con el pelo blanco.

Otro cantante, aunque ligero y durante un quinquenio gran superventas, fue el asturiano Daniel Candón de la Campa (Gijón, 30-VI-1942), alineado como Daniel en el Llaranes, Turón y Avilés, mediados los años 60. Su carácter fuerte, arisco, difícil para con los compañeros, unido a sucesivos brotes de indisciplina, le segaron la hierba bajo los pies, allá por donde anduvo. Luego una lesión de ligamentos en su rodilla derecha hizo de él un exfutbolista con 26 años. Al decir de técnicos y directivos, bien pudiera haber llegado más lejos, pues lucía cierto olfato goleador. Su apuesta por el mundillo musical difícilmente pudo haberle salido mejor, pues le aguardaban triunfos discográficos sonados bajo el alias de Danny Daniel. Y eso que hasta ver un duro pasó por Suecia, donde trabajó en lo que pudo, Hamburgo, ya arañando algún dinero con su guitarra, y Mallorca, amenizando veladas turísticas como cantante de hotel. El balear Bonet de San Pedro, mito de otra época, le recomendó entonces instalarse en Madrid, sede de promotores artísticos, representantes y estudios de grabación. Allí empezaría a componer, y sus melodías pegadizas -“Vals de las mariposas”, “Por el amor de una mujer”, “Niña, no te pintes tanto”, “Mañana”, o “De ti, mujer”-, se apoderaron en un santiamén del mercado español e hispanoamericano. Además de cantar en solitario, formó durante algún tiempo pareja artística y sentimental con la cantante norteamericana de jazz Dona Hightower, para cimentar sus ventas discográficas. Correcaminos consumado, estuvo residiendo en Miami largo tiempo. Y ya setentón, con barba y cabellera bien cubiertas de nieve, volvería a dejarse caer por la villa y corte empeñado en promocionar un trabajo recopilatorio, forzosamente nostálgico.

Manuel Loureda en un cromo la bilbaína editorial “Fher”, fundada por los hermanos Hernández. Además de muy eficaz interior y hombre de negocios, adornó su retirada de los campos de fútbol con una nada desdeñable actividad musical.

También tuvo relación con la música, siquiera más tangencialmente, el buen interior coruñés Manuel Loureda Calvete (La Coruña 11-XI-1941). Formado en la cantera deportivista, luego de una temporada cedido en el Órdenes y otra en el filial de los titulares de Riazor (el Fabril), desarrolló las campañas comprendidas entre 1962-63 y 1973-74 en el primer equipo blanquiazul, siete de ellas en 1ª División y cinco en 2ª, antes de colgar las botas, dejando estela de jugador corajudo, con gran despliegue físico y muy aceptable marca anotadora (51 goles a lo largo de su carrera, sólo en el torneo de Liga). Hombre de genio vivo a quien costaba aceptar cualquier injusticia, fue muy cacareada su sanción de 14 partidos la campaña 64-65, por propinar una patada al linier en el campo gallego de Riazor. Durante esos años no le faltaron propuestas para cambiar de equipo. Algunas rumbo a entidades de nivel muy superior, para las que siempre hizo oídos sordos, asegurando sentirse muy cómodo en “la Ciudad de Cristal” y el club donde se formara. Además existía otra razón, no muy oculta precisamente, para disuadirle: volar le inspiraba verdadero pánico. Y puesto que se sentía incapaz de despegar los pies del suelo, hubo de darse auténticas pechadas al volante de un coche, o viendo desfilar paisajes por la ventanilla del tren.

Solía salir de víspera y cuando sus compañeros llegaban a la ciudad donde tocaba rendir visita, casi siempre los estaba aguardando. “Con todo, habré acumulado unas 600 horas de vuelo -recordó muchas veces, frunciendo el ceño-. No está mal para alguien a quien se le llenaban las tripas de mariposas sólo pensando que debía subir a un aeroplano”. Y es que ni carreteras ni vías férreas podían conducirlo hasta Palma de Mallorca, Las Palmas de Gran Canaria o Santa Cruz de Tenerife. Y raro era el campeonato que no se resolvía con un par de saltos a nuestros archipiélagos. Su miedo a volar, por cierto, también le privó de ingresar en uno de nuestros clubes más grandes:

“¿Pero qué dicen? No podemos fichar a un chico que se pone enfermo viendo en la pista un avión parado -aseguran pronunció cierto presidente poderoso-. Aspiramos a jugar competiciones europeas. ¿Qué hacemos con él, si nos toca viajar a Glasgow, Varsovia, Milán, Praga, Munich, Ámsterdam o Belgrado? ¿Lo facturamos por tierra, como mercancía?”.     

Cuando colgó las botas, con 32 años, sería conocido como “El Peluquero”, ante el número de establecimientos de dicha especialidad que logró regentar. Y en paralelo, al margen de pedidos de laca y loción, de visitas a ferias sectoriales y repaso a libros mayores y balances, destacaría en ambientes musicales como componente del grupo “Barrabás”. Gracias a ello mantuvo una estrecha amistad con distintos personajes del espectáculo, como Lina Morgan, Juanito Navarro, Rocío Dúrcal o el componente de “Los Brincos” y más adelante celebrado productor musical, Fernando Arbex.

Este polifacético futbolista falleció a los 75 años, el 2 de julio de 2017, derrotado por el cáncer contra el que llevaba tiempo luchando.   

A Chano, otro jugador avilesino entre 1949 y 1951, le dio por la literatura. Como Luciano Castañón, su auténtica identidad, sería ampliamente conocido por crítica y público lector, gracias a una obra prolífica que abarcó la novela (“El viento dobló la esquina”, “Los días como pájaros” o “Vivimos de noche”), el teatro (“El detenido”), la poseía (“De la mina a lo minero”, “Barrio de Cimadevilla” o “Refranero asturiano”) y la biografía, especializándose en pintores asturianos. Todo ello sin olvidar los cuentos, las narraciones costumbristas y trabajos eruditos. Quizás lo más llamativo de tan fecundo y ya difunto personaje fuera su tarjeta de presentación, poco acorde con la seriedad generalmente asociada a los literatos.

El tolosano Pedro María Arsuaga, en fin, derivó hacia la singularidad por vías muy alejadas de la fe trascendente, la literatura o el artisteo. Con 17 años justitos competía ya en la Tolosana, segundo equipo de su pueblo, antes de debutar en 3ª División la temporada 1944-45. Avanzada la campaña 46-47, Jacinto Quincoces, entonces secretario técnico del Real Madrid se anticipó al Barcelona con un golpe de efecto, cuando los “culés” pretendían contratarlo. Por uno de esos enrevesados guiños del destino, más adelante iba a marcarle en el mismo partido dos goles a Ramallets, quien pudo haber sido compañero de vestuario; uno de ellos en lanzamiento directo de córner. Rápido, con desparpajo por la banda izquierda, era un extremo de los que suelen encontrar paso por donde no hay huecos. Y como tal, durante 7 campañas incompletas estuvo compaginando fútbol y estudios, antes de que la entidad de Santiago Bernabéu se convirtiese en la apisonadora que con Alfredo Di Stefano iba a pasearse por Europa. Pudo celebrar durante ese periodo los títulos de Copa correspondientes a 1946 y 47, pero desde segunda fila, porque no llegaron a alinearlo en esas dos finales. Y este hecho siempre le hizo sentirse un poco menos campeón. Tras pasar al Granada C.F. en condición de cedido, y luego de cuatro campañas compitiendo en el Real Santander, sólo la primera entre los grandes se despediría del césped en 1958.

Pedro Mª Arsuaga en el Real Madrid, durante cuya militancia obtuvo la licenciatura en Ciencias Económicas. Nunca, ni al jubilarse, perdió su amor por el estudio.

Como tantas veces ocurre, no fue extremo de nacimiento. Solían emplearlo como medio centro, hasta que Sebastián Silveti, su entrenador en el Tolosa, lo alinease ante el C. D. Logroñés pegado a la banda, para que físicamente se castigase menos. Aquella tarde marcó un gol, volvió locos a los defensas y en adelante ya nadie vería en él a un zaguero central adelantado. De su época más defensiva conservaba, quizás, cierto gusto por no rehuir el choque. Y una tarde, defendiendo la camiseta blanca, rodó por el suelo en San Mamés con el defensa bilbaíno Miguel Gainza, hermano del gran “Piru”. Desde la grada un espectador le gritó, con malos modos: “¡Madrileño tenías que ser!”. Y él, sin pensárselo, contestó en su lengua vernácula: “¿Eta zu nongoa zara?” (¿Y tú de dónde eres?). El espectador enmudeció, sin entender su respuesta en euskera. “Y resulta que yo era el madrileño”, solía reír con ganas, rememorando la incidencia.

Licenciado en Ciencias Económicas mientras competía en la capital de España, muchos años después aquel espíritu inquieto, tan suyo, le llevó a estudiar Filología Semítica, sección árabe, por aprovechar la jubilación. Y no contento, defendió entre felicitaciones su tesis doctoral. Tomás, uno de sus hermanos, también fue futbolista. Juan Luis, uno de sus 3 hijos varones, figuraba en el equipo de paleontólogos galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, por sus hallazgos en el yacimiento burgalés de Atapuerca.

Algunos apegos se heredan, por más que no dejen huella en la carga genética. Y Arsuaga logró impregnarlos a su descendencia. Si todo ello no basta para convertir al ya desaparecido extremo en futbolista singular, pocos merecerían tal adjetivo.

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(1).- De la Organización Sindical dependían las Universidades Laborales y Escuelas Profesionales, centros de enseñanza -bachillerato y aprendizaje de oficios- para hijos de obreros, donde muchos españoles nacidos entre 1944 y el declinar de los años 60 pudieron formarse, cimentando un futuro y muy digno porvenir.




“Si hubiera nacido feo no habríais oído hablar de Pelé”

En 2021 se cumplen 75 años del nacimiento de George Best, un genio del balón con una carrera plagada de vicios

“¿Cuántas personas formaban los Beatles?” Una pregunta sencilla sobre uno de los grupos más importantes de la historia de la música. Cualquiera piensa en John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. La respuesta es inmediata: “Cuatro”. Sí, cuatro, pero unos pocos dicen cinco. “¡Cinco!” gritan. Y también tienen razón. La prensa portuguesa le apodó como ‘El Quinto Beatle’, y su melena no es historia de Anfield, sino de Old Trafford: George Best y su filosofía de All you need is love.

Nacido en Belfast (Irlanda del Norte) el 22 de mayo de 1946, Best fue un futbolista tan bueno en el terreno de juego como poco profesional fuera de él. Con una técnica y un cambio de ritmo imparables, el extremo fue uno de los grandes del fútbol, ganador del Balón de Oro en 1968 e incluido en 2020 en el tercer equipo del Dream Team elaborado por ‘France Football’. Pero la leyenda del Manchester United tenía dos vicios que compaginaba con su carrera: las mujeres y el alcohol. Solo los dejó una vez, y, según mencionó, “fueron los peores 20 minutos de mi vida”.

“Nunca vi el mar”

No es exagerado calificarle como el padre de los Gascoigne o Maradona en cuanto al jugador que trasciende por su vida más allá del campo, un genio al que sus admiradores peregrinaban no solo para celebrar sus acciones en las gradas, sino también en los asientos de los pubs de toda Inglaterra. Una de sus frases más celebres, de las muchas que dejó, cuenta que “cada vez que entro en un bar hay 70 personas que quieren invitarme a beber, y yo no sé decir que no”. Existe el debate sobre si Best se trata del mejor futbolista que ha vestido la camiseta de los Red Devils, donde también han jugado, entre otros, sir Bobby Charlton, Eric Cantona o Cristiano Ronaldo. El tema está ahí, pero con este primero y Denis Law formó la conocida como Holy Trinity, llevando al Manchester United a convertirse en el primer equipo inglés en alcanzar la Copa de Europa en el año 68 ante el Benfica.

Alguien de su categoría podía permitirse adquirir una casa en primera línea de playa para aprovechar la brisa que trae el mar y darse relajantes baños. Quien sabe si esa era su intención, pero había un problema: “Para llegar a la playa había que pasar por un bar. Nunca vi el mar”. El alcohol, como ya se ha dicho, fue su gran hándicap, igual que su pasión por las mujeres.

“Afortunadamente he podido hacer ambas”

Es una de las mayores celebridades que ha habido en Irlanda del Norte, hasta el punto de que el aeropuerto de Belfast lleva su nombre. Sin embargo, y debido al pobre nivel de su selección, nunca pudo disputar el Mundial o la Eurocopa. Podría haber llegado a la copa del mundo de España 82, pero en ese entonces su estado físico dejaba ya mucho que desear.

A lo largo de su vida se casó varias veces, y se caracterizó por, como con el alcohol, no decir nunca que no. Best no podía escoger entre el fútbol y las chicas, dejando para la historia la siguiente reflexión: “Hace unos años si me dan a elegir entre marcarle un golazo al Liverpool o acostarme con una Miss Mundo habría tenido una difícil elección”. Pero era muy bueno, así que “afortunadamente he podido hacer ambas”.

“No mueras como yo”

En 2005, y con apenas 59 años, George Best falleció debido a una sobredosis de los fármacos que tomaba por el trasplante de hígado al que había sido sometido. Su frase “no mueras como yo” fue la última y cruda reflexión de un genio del balón al que el alcohol se llevó antes del verdadero final de su partido.

Reportaje realizado para la materia de “Historia del Periodismo Deportivo” que imparte Xavier G. Luque en el Máster de Periodismo Deportivo de la UPF.




Indio: un brasileiro en “Sarriá”

Indio08Al igual que la economía de la España de la Posguerra Civil, nuestro fútbol se movió básicamente en el terreno de la autarquía durante largos años, utilizando la materia prima autóctona mayoritariamente, salvo en contadas excepciones, aunque estas se llamaron nada menos que Ben Barek, Carlsson, Kubala, Di Stéfano o Wilkes. Primero fue el aislamiento internacional, producto de la Segunda Guerra Mundial, y al finalizar esta, el cordón sanitario que durante algunos años ejercieron los regímenes democráticos respecto al régimen dictatorial del general Franco, aunque el estallido y enquistamiento de la llamada Guerra Fría vinieron a brindarle un auténtico balón de oxígeno, tanto a nivel político y económico (acuerdos con USA y El Vaticano en 1953, ayuda norteamericana al margen del famoso Plan Marshall, ingreso en la ONU en 1955…) como deportivo, con la llegada de excelentes jugadores procedentes del Frío. La visita del San Lorenzo de Almagro argentino, en el invierno 46-47 fue como una golondrina que no hizo primavera, por decirlo líricamente, pero un par de acontecimientos posteriores sí que van a dejar una huella indeleble en el hasta entonces no demasiado colorista panorama del fútbol español.

El primero va a ser la insurrección húngara que tuvo lugar en los meses de octubre y noviembre 1956, reprimida a sangre y fuego por las tropas soviéticas, y que va a propiciar el éxodo de algunos de los mejores jugadores magiares con destino a Europa Occidental, y preferentemente a España. Ladislao Kubala ya había escogido la libertad a finales de los 40 (se estableció en nuestro país con motivo de la gira del Hungaria, en 1950), pero tras los terribles sucesos de 1956 van a venir Ferenc Puskas, Zoltan Czibor y Sandor Kocsis, amén de otros futbolistas menos conocidos y más jóvenes como Peter Ilku, Tibor Szalay, Laszlo Kaszas, Szolnok, Beke, Kuszman, Csabai o Csoka

El otro evento internacional va a ser el Campeonato del Mundo que tuvo lugar en Suecia entre el 8 y el 28 de junio de 1958, y que coronó por primera vez a la selección de Brasil como monarca del fútbol planetario. Europa descubrió a toda una generación de jugadores que practicaban un juego alegre, vistoso y espectacular, el jogo bonito, y si bien los dos elementos más notables, el extremo derecha Garrincha y el interior en punta Pelé van a ser considerados como verdaderos tesoros nacionales, y por lo tanto intransferibles, no ocurrirá así con otros compañeros de escuadra, e incluso con futbolistas que no habían estado presentes en Suecia, y es que en aquellos momentos la denominación de origen brasileña suponía una absoluta garantía de calidad, y casi todos los clubes aspiraban a incorporar cracks de dicha nacionalidad a sus filas. Así, de cara a la temporada 58-59, van a llegar el ariete titular de la Canarinha, Edvaldo Yzidio Neto, más conocido como Vavá, que fichará por el Atlético de Madrid, el extremo Joel, que estampará su firma por el Valencia (donde ya figuraban desde un año antes sus compatriotas Walter y Machado), Recaman (Español) o Duca (Real Zaragoza), mientras que con anterioridad, en el 57, lo habían hecho Evaristo de Macedo (Barça) y Braga (Celta). Al año siguiente, 1959, el fichaje de más relumbrón será el de Waldir Pereira, Didí por el Real Madrid, acompañado por Darcy Silveira, Canario, que a la postre será el más longevo de todos los brasileños importados, pues su estancia en nuestro país como profesional se prolongará por espacio de diez temporadas, pasando sucesivamente por Sevilla, Real Zaragoza y RCD. Mallorca.

GOLEANDO EN RÍO Y EN SAO PAULO

Indio en su mejor etapa, vistiendo los colores del Flamengo.

Indio en su mejor etapa, vistiendo los colores del Flamengo.

Aluizio Francisco Da Luz, más conocido futbolísticamente como Indio, va a nacer en la localidad de Cabedelo, en el estado de Paraíba, el 1 de marzo  de 1931. Paraíba es uno de los estados más pequeños de Brasil, y se halla situado en la zona nordeste del inmenso país sudamericano, una de sus regiones más pobres y áridas, formando parte del Sertao, cuna de enormes desigualdades sociales y míticos cangaceiros. Hoy Cabedelo pertenece al área metropolitana de Joao Pessoa, la capital del estado y la ciudad más oriental de todo el continente americano, y es la cabecera de la Carretera Transamazónica, una de las más importantes de la nación. En una familia  con demasiados hijos, como tantos otros brasileños pobres, sus padres van a emigrar en busca de una vida mejor, trasladándose a Rio de Janeiro cuando Aluizio era todavía muy pequeño, en 1939, estableciéndose en una zona llamada Madureira, y allí el futuro españolista va a  comenzar a practicar el fútbol, el deporte nacional. Por esos años es cuando surge el apodo de Indio, tal vez debido a que -como el propio Aluizio comentó en una entrevista, muchos años después de su retirada- de niño le gustaban mucho las películas del Oeste, lo que los cinéfilos denominamos Western, y que son conocidas popularmente como “de indios y vaqueros”, lo mismo allí que aquí.

Sus primeros pasos en serio va a darlos en el Bangú, donde permanecerá como amateur entre 1947 y 1949, año en el cual estampa su firma profesional por uno de los clubes más populares de Brasil, el Flamengo de Río de Janeiro, el popular Rubro Negro. Formará parte de la selección juvenil carioca, y debutará frente a un rival de consideración, el Sao Paulo. En mayo y junio de 1951 toma parte en la gira europea del Flamengo, que vence brillantemente en sus diez compromisos. Con los rojinegros va a conquistar el campeonato estatal carioca tres años consecutivos, en 1953, 1954 y 1955, significándose como un gran artillero (obtendrá 142 tantos en 218 partidos), a las órdenes del gran técnico paraguayo Manuel Fleitas Solich (1901-1984), que también dirigirá brevemente al Real Madrid a fines de los 50. Su extraordinario rendimiento va a llevarlo lógicamente a la selección Canarinha, con la cual tomará parte en el Campeonato del Mundo celebrado en Suiza en 1954, y también en el Torneo Sudamericano que tuvo lugar en Lima en 1957, así como en las eliminatorias previas del Mundial de Suecia de 1958, en las cuales marcó un tanto muy importante, el que supuso el empate a 1 precisamente en Lima frente a Peru, venciendo luego en la vuelta Brasil por 1 a 0, gracias a un lanzamiento de falta transformado por Waldir Pereira Didí, la folha seca marca de la casa. En total intervino en 10 partidos con el combinado nacional brasileño, anotando 5 goles, y no jugó más porque en su puesto se encontró con fenomenales rivales como Evaristo o Vavá, más tarde también exportados al fútbol español, y ademas una lesión le impidió formar parte del grupo que deslumbró en Suecia, adonde si fueron los Mazzola (José Altafini, llamado así por su gran parecido con el desaparecido jugador del infortunado Torino), Dida, Vavá y un tal Pelé

Con la selección brasileña.

Con la selección brasileña.

En 1957 cambiará de estado y fichará por el Corinthians paulista, donde va a permanecer hasta el verano de 1959, también con una eficacia realizadora más que notable, 52 goles en 101 partidos, es decir, a una media de un tanto cada dos encuentros. En ese momento viaja a Europa para una gira, jugando en varios países, entre ellos España, donde los paulistas van a enfrentarse al Barça el 24 de junio de 1959, derrotándole en el propio “Camp Nou” por 3 a 5, en un amistoso internacional donde los azulgranas, que acababan de proclamarse campeones de Copa al derrotar fácilmente al Granada por 4 a 1 en el “Bernabéu” (consiguiendo así el doblete a las órdenes de Helenio Herrera), presentaron un equipo plagado de suplentes en sus líneas traseras, e incluso con la incorporación de dos jugadores españolistas, Sastre y Torres, mientras que los brasileños les pasaron literalmente por encima, aunque todavía fue peor cuatro días más tarde, en el mismo escenario, frente al Santos de la gran revelación de Suecia, Pelé, que les aplastó por 1 a 5 con todos sus ases -los Zito, Dorval, Jair, Coutinho y Pepe- flanqueando al jovencísimo Edson, y un once barcelonista aún más flojo.

DESTINO “SARRIÁ”

En 1957 pasa al Corinthians paulista.

En 1957 pasa al Corinthians paulista.

Técnicamente hablando, Indio era un delantero bastante completo. Fuerte físicamente, a pesar de una complexión no demasiado robusta (1,71 metros de altura y 71 kilos de peso), era rápido en carrera y conduciendo el balón, poseía un buen dribling -lo que ahora llamamos “uno contra uno”- y un excelente remate con ambas piernas y también con la testa, a pesar -repito- de una estatura no muy aventajada. Su llegada fue recibida con alborozo en “Sarria”, como si se tratase de un auténtico crack, a pesar de tener menos renombre que otros ases brasileños -sobre todo los que habían conquistado el primer Mundial para su país en Suecia un año antes-, aunque su pedigree no estaba nada mal, con unos registros goleadores más que notables a sus 28 años. Oriol Pagés nos recuerda en “Pericos Online”  (en un excelente artículo del cual somos deudores, habiendo extraído de allí no pocos datos) que Indio fue el primer jugador “de raza negra” que actuaba en el RCD. Español.

Hoy en día esos conceptos basados en la etnia están absolutamente fuera de lugar, afortunadamente, pero hace casi 60 años no cabe duda que la llegada de un futbolista como Aluizio Francisco da Luz causaba general asombro y sensación en cualquier lugar de España (y también en otros países de nuestro entorno, con la excepción de Portugal, por el tema de sus aún vigentes colonias africanas), y añadía una exótica nota de color a un panorama que no es que fuese en blanco y negro, pero aún no resplandecía con el cosmopolitismo de las últimas décadas. El gran rival ciudadano del club españolista, el Barça, había tenido ya varios jugadores de piel digamos tirando a oscura en sus filas, como fueron los también brasileños Fausto dos Santos, de paso efímero a principios de los años 30, y Lucidio Batista da Silva, a finales de los 40, así como el español de padre cubano Francisco Betancourt, a principios de esa última década, pero en aquel momento contaba con una nutrida representación de los que entonces se denominaban “ases de importación”, con Ladislao Kubala a la cabeza, de orígenes húngaros y eslovacos y nacionalizado español, sus compatriotas Kocsis y Czibor, y los sudamericanos Villaverde (uruguayo), Eulogio Martínez (paraguayo) y Evaristo (brasileño). El Español, por su parte, mucho más modesta, había visto al francés de raíces hispanas Marcel Domingo defendiendo su meta entre los años 1952 y 1956 -encabezando al famoso Equipo del Oxígeno-, y más recientemente  se había hecho con los servicios de dos buenos delanteros argentinos, Benavides y Coll, para tratar de paliar una endémica carencia goleadora, puesto que su mejor artillero, el extremo Arcas, acababa de retirarse. Indio va a caer, pues, como agua de mayo, uniéndose a su compatriota Decio Cuaresma Recaman (nacido en Río de Janeiro en 1932, jugador de Bangú, y una vez de vuelta a Brasil de la Portuguesa), un fino y larguirucho centrocampista que lógicamente va a convertirse en uno de sus mejores amigos dentro del plantel blanquiazul, y que más tarde militaría en el Valencia, con un breve paso por el Mestalla.

La Junta Directiva del Español, presidida por Federico Marimón, va a apostar fuerte por el fichaje de Indio, y una vez conseguido este, el jugador va a hacer su presentación el 3 de septiembre de 1959, en un partido de homenaje a beneficio del antiguo defensa internacional españolista de la década de los 40 Ricardo Teruel. El encuentro tuvo lugar en el campo de “Les Corts”, ya abandonado por el Barça desde la inauguración del “Camp Nou”, dos años atrás, buscando una mayor afluencia de público y recaudación, cosa que finalmente no se logró, pues tampoco el tiempo iba a acompañar.

El rival fue el Oporto portugués, y así formó el primer equipo blanquiazul de Indio: Vicente; Sastre, Bartolí, Dauder; Recaman, Abel (Campos y Gámiz); Camps, Kubala, Indio (Coll), Muñoz (Ruiz) y Braga. Llama la atención el préstamo de Kubala, en aquel momento muy enfrentado con el entrenador azulgrana Helenio Herrera, y por cuyo concurso ya suspiraba el Español, aunque tendría que aguardar todavía cuatro largos años hasta incorporar a un Laszi ya muy alejado de su mejor momento. Como tampoco, a juicio del historiador españolista Juan Segura Palomares, eran ya las mejores prestaciones de Indio las que iba a brindar el jugador de Cabedelo a su nuevo equipo, a pesar de tratarse -según sus palabras- de un futbolista con clase, disparo fuerte y muy intuitivo y combativo. Por cierto: ganó el Español por 3 a 1, con goles precisamente de Kubala, Coll y Recaman.

Indio en acción.

Indio en acción.

Indio va a debutar en partido oficial con el Español en la primera jornada de Liga de la temporada 59-60, y a las órdenes del técnico vasco Antonio Barrios, concretamente el domingo 13 de septiembre de 1959 y en el terreno granadino de “Los Carmenes”, con victoria local por 1 a 0 y esta alineación del conjunto periquito: Vicente; Argilés, Bartolí, Dauder; Sastre, Recaman; Szolnok, Vilchez, Indio, Muñoz y Camps. Y en la segunda fecha, ya en “Sarria” y frente a la Real Sociedad, anotará su primer gol como blanquiazul, el segundo para su equipo, en el minuto 39, reflejando finalmente el marcador un resultado de 4 a 2 favorable al conjunto catalán. El delantero jugará ininterrumpidamente hasta la undécima jornada (29 de noviembre), pero una inoportuna lesión le hará perderse ocho partidos, y no reaparecerá hasta la jornada número 20, en el propio “Sarria” y ante el Valencia (0-2).

Nuevamente dejará de alinearse en la 28 y la 30. En total, va a tomar parte durante su primera campaña españolista en 20 partidos de Liga (la Copa del Generalísimo no podía disputarla a causa de su condición de extranjero), en los que marcará un total de 9 tantos -aunque algunas fuentes le adjudican 10-, con sendos dobletes en el “Insular” y en “Sarria” frente al Sevilla. Unos números bastante en consonancia con sus anteriores registros anotadores en Brasil, salvo en lo tocante a la cantidad de encuentros disputados, pues los problemas físicos van a hacerle perderse un tercio de la competición.

TIEMPOS DIFÍCILES EN CAN PERICO

Tras la campaña de su debut, no redonda pero al menos esperanzadora, Indio no va a tener demasiada suerte en la siguiente, la 60-61. Prácticamente se perderá toda la primera vuelta por culpa de una lesión sufrida en la pretemporada, a la que seguirán, una vez recuperado, nuevos problemas físicos (tan sólo disputará tres encuentros en la ronda inicial, en las jornadas quinta -con dos goles en la aplastante victoria por 5 a 0 sobre el Zaragoza en “Sarria”-, duodécima y decimoquinta), y cuando ya repuesto se reincorpore al equipo titular, la marcha de éste no va a ser precisamente muy boyante (tres entrenadores se turnarán en el banquillo perico: Ernesto Pons, Alejandro Scopelli y el Divino Ricardo Zamora), llegando a las últimas y decisivas fechas con el agua al cuello, incluso con posibilidades de descenso automático, aunque su victoria en “San Mamés” en la última jornada -donde el Athletic de Bilbao no se jugaba nada y el propio Indio va a colaborar en el triunfo, con un gol muy importante cuando los leones se habían puesto por delante 2 a 0 en el marcador- va a suponer que el cuadro blanquiazul eluda incluso la promoción.

Indio en un partido disputado en "Sarriá" en la temporada 1960-61, con la siguiente alineación: Joanet (portero suplente), Muñoz, Bartolí, Dauder, Sastre, Visa, Recaman, Ribera, Moreno, Indio, Aguirre y Torres.

Indio en un partido disputado en «Sarriá» en la temporada 1960-61, con la siguiente alineación: Joanet (portero suplente), Muñoz, Bartolí, Dauder, Sastre, Visa, Recaman, Ribera, Moreno, Indio, Aguirre y Torres.

El equipo se refuerza con algunos ilustres veteranos de cara a la campaña 61-62 (el barcelonista Zoltan Czibor, el ex -madridista Héctor Rial, el donostiarra Gordejuela y el argentino del Granada Carranza), pero todos ellos ya estaban lejos de su óptima forma, y van a aportar muy poco. El equipo no se aleja de los últimos lugares de la tabla -llegará a ser colista en la jornada 14, con sólo 7 puntos y 7 negativos-, aunque una fecha antes el técnico José Luís Saso es relevado, ocupando su lugar durante un par de encuentros el siempre disponible Ricardo Zamora, y a partir de la jornada 16 otra gran leyenda españolista, Julián Arcas. El conjunto blanquiazul -que aquella misma temporada había debutado en competición europea, tomando parte junto al Barça en la Copa de Ferias- mejorará sensiblemente su rendimiento durante la segunda vuelta, pero aun así no podrá evitar caer finalmente a puestos de promoción, pues se clasifica en decimotercer lugar, con 26 puntos y 4 negativos, teniendo que jugarse la categoría con el subcampeón del Grupo Norte de la Segunda División, el Real Valladolid. Curiosamente esta aciaga  temporada es cuando más va a jugar el ariete brasileño, aunque su eficacia anotadora sea baja, pues solamente consigue 8 tantos en 27 partidos.

Junto a su compatriota Vavá.

Junto a su compatriota Vavá.

En el primer encuentro, disputado en “Sarria”, vencen apuradamente los pupilos de Arcas, precisamente merced a un solitario gol marcado por el propio Indio en el minuto 27 de la primera parte, al rematar acertadamente de cabeza una falta botada por Gordejuela. El resultado pudo haber sido más positivo para el cuadro catalán, si Carranza hubiese atinado al lanzar un penalti en el arranque de la segunda mitad, pero el argentino malogró la máxima pena, al enviar el balón a las manos del meta vallisoletano. Pero en la vuelta, rindiendo visita a “Zorrilla”, acontece el desastre… Aquel 6 de mayo de 1962 el Español se presentó con una equipación atípica por similitud de colores con su adversario: camiseta roja y pantalón azul (aunque había saltado al campo con una zamarra blanca, con la que se hizo la preceptiva fotografía ante los reporteros gráficos, pero que hubo de cambiarse a instancias del colegiado señor Birigay). Los dos equipos presentaron las siguientes alineaciones: por el Real Valladolid, Calvo; Gómez, García Verdugo, Pinto; García, Sanchís; Mirlo, Ramírez, Morollón, Rodilla y Molina -como se ve, con dos futuros españolistas: Ramírez y Rodilla-, y por el RCD. Español, Joanet; Argilés, Abel, Rivas; Gordejuela, Bartolí; Muñoz, Domínguez, Sastre, Indio y Camps. Un equipo muy defensivo, diseñado para proteger el resultado de la ida con uñas y dientes. No lo consiguió, sin embargo. Ya en la primera mitad se adelantaron los blanquivioletas, con un tanto de cabeza de García a los 28 minutos de juego, y luego, casi al límite del tiempo reglamentario, el salmantino Rodilla desharía el empate en la eliminatoria, frustrando la posibilidad de un encuentro de desempate y enviando por vez primera en su historia al RCD. Español de Barcelona al infierno de la Segunda División. La desolación en el vestuario visitante del “José Zorrilla” no podía ser mayor.

De cara a esa inédita y dramática experiencia en la categoría  de plata del futbol nacional, y sólo unos días después de la debacle, va a dimitir la Junta Directiva presidida por Victoriano Oliveras de la Riva, quedando como presidente en funciones Cesáreo Castilla, que más tarde sería refrendado en unas elecciones y, dato muy importante con vistas al futuro de la entidad, llevando a un joven, ambicioso y dinámico empresario del sector de la maquinaria textil, Juan Vilá Reyes, como tesorero y de hecho auténtico hombre fuerte del club. Se va a contratar como nuevo entrenador al hispano paraguayo Heriberto Herrera, que había sido el verdugo del Español, dirigiendo a las huestes vallisoletanas en la promoción. HH II, también conocido a posteriori como “El Sargento de Hierro”, por utilizar el título de la famosa película dirigida y protagonizada en 1986 por Clint Eastwood, impondrá una férrea disciplina en la plantilla, para tratar de reintegrar al Español por la vía rápida al lugar que le correspondía.

El contrato de Indio con el conjunto de “Sarria” vencía el 30 de junio de 1962, pero el futbolista -muy identificado con la sociedad- deseaba colaborar en su retorno a la élite. De modo que va a seguir, con la condición de nacionalizarse español -a cambio de una compensación económica-, y así dejar libre una plaza de extranjero. Pero al parecer habrá discrepancias entre jugador y club sobre la forma de pago de dicha compensación (Oriol Pagés cuenta que el brasileño quería cobrarla íntegramente antes de la nacionalización, mientras que la entidad pretendía abonarla en su totalidad sólo después de ésta). El caso es que el jugador no regresó de su país, y el papeleo se eternizaba. Tan sólo va a reincorporarse cuando faltaban únicamente seis jornadas para finalizar la competición, debutando en “Atocha”, con una fuerte derrota ante la Real Sociedad (3 a 0). Al domingo siguiente Indio marcará un par de goles en la victoria ante el Orense en “Sarria”, pero el cuadro perico caerá también en Salamanca (2 a 0) e Inca ante el Constancia (1 a 0), y, lo que fue peor, en el crucial encuentro disputado en su propio feudo ante el Pontevedra (1-2), que a la postre va a significar el primer ascenso del conjunto gallego a la máxima categoría. Este Indio con 32 años ya no era el mismo eficaz jugador que llegase en el verano de 1959, y Segura Palomares le defina como “pasado de peso y fuera de forma”.

Al final, pues, el Español no logrará el ansiado ascenso automático, y va a tener que jugarse su futuro nuevamente en una incierta promoción. El adversario en esta ocasión será el Mallorca, pero Indio ya no va a ser protagonista en ninguno de los tres encuentros que fueron precisos para dilucidar quién militaría en Primera División la temporada 1963-64. En el desempate disputado en el “Santiago Bernabéu” el día 23 de mayo de 1963, festividad de La Ascensión (casualmente la misma fecha en la que quien suscribe recibió la Primera Comunión), los blanquiazules derrotarán a los bermellones merced a un solitario tanto marcado precisamente por el sustituto de Indio en la posición de ariete, el sevillano de padres vascos Manuel Idígoras, rematando de cabeza un saque de esquina botado por Boy. Estos fueron los once españolistas que consiguieron la hazaña de regresar a la División de Honor: Piris; Muñoz, Bartolí, Riera; Santos, Abel; Boy, Rivas, Idígoras, Domínguez y Castaños.

REGRESO A CASA

En el otoño de 1963 Indio va a desvincularse definitivamente del RCD. Español de Barcelona. Atrás queda un bagaje de 70 partidos de Liga  (27 goles), 4 de Copa de Ferias, y 2 de la malhadada promoción del 62, con aquel solitario gol de “Sarria” que a la postre no sirvió de nada. En total, 76 encuentros y 28 tantos, unos registros claramente inferiores a los alcanzados en su patria, aunque debe servir como atenuante el hecho de que va a coincidir con uno de los peores momentos de la historia españolista, y sin duda el más negativo hasta aquella fecha. De vuelta a Brasil va a enrolarse en el América de Río, el que está considerado como quinto club en el ranking carioca, detrás de los clásicos Flamengo, Fluminense, Botafogo y Vasco da Gama, un cuadro que había destacado a nivel de títulos en las primeras décadas del siglo XX, y que a pesar de su relativa modestia cuenta con numerosas simpatías. Allí el antiguo internacional va a colgar las botas en 1965, con 34 años cumplidos. Su vida posterior al fútbol, sin embargo, no conocerá los mismos éxitos que alcanzase sobre los terrenos de juego, pues no tendrá demasiada suerte en los negocios emprendidos (una mercería, bares, cafeterías…), aunque pudo salir adelante finalmente ejerciendo todo su magisterio de antiguo crack como entrenador de fútbol-base en la prefectura de Caxias. Hoy, residente en Sao Paulo y con 86 años de edad, es una de las grandes leyendas vivas del Flamengo, el club al que sin duda entregó lo mejor de sí mismo.

PD. Estoy en deuda con Oriol Pagés, autor de un interesante trabajo sobre el futbolista, publicado en “Pericos Online” y titulado “Indio”, que me ha servido de guía y apoyado con no poca información para elaborar este artículo.




Guillot: el divino calvo de Aldaia

Guillot01Fue uno de los más destacados futbolistas españoles de la década de los 60, pero las lesiones se cebaron en él, impidiéndole llegar aún más arriba. Con todo, no se puede entender el Valencia de La Prodigiosa sin la figura y el concurso de este jugador, menudo de cuerpo y de menguante cabello rubio, dotado de una excelente técnica, un regate electrizante y vertiginoso,  y un innegable olfato de gol, cualidades de las que dio sobradas muestras a lo largo de cerca de 250 partidos disputados en la élite de nuestro fútbol hasta el momento triste de su prematura retirada, frisando la treintena. El gran historiador y cronista del valencianismo, Jaime Hernández Perpiñá, va a definirlo muy acertadamente como un jugador “pequeño, genial, valiente, rápido, de magnífico sprint en corto, irregular, temperamental,  inconformista, protestón y con gran sentido del gol”, un tipo que con un físico más que discreto para un delantero en punta (1,67 metros y 69 kilos de peso) hará auténticos estragos allí donde gente bastante más potente que él se arrugaba. Claro que Guillot tenía la teoría de que donde más cera repartían los defensas en aquella época pretarjetera era fuera del área de los sustos, porque una vez dentro se andaban con muchos más miramientos, atenazados por el miedo al penalti…

En aquellos tiempos cuando el que suscribe coleccionaba cromos de futbolistas con toda la ilusión que podía tener entonces un guaje de 9 o 10 años, había dos tipos de jugadores que ponían una nota de distinción -o un toque exótico, en el caso de los primeros- dentro del panorama gris y homogéneo de nuestro campeonato a nivel estético. Por una parte estaban los que, ingenuamente y sin ninguna segunda intención, etiquetábamos como negros o con el eufemismo “de color”, denominaciones ambas que la actual corrección política ha desterrado bajo pena de excomunión. Eran ya un puñado solamente, en plena veda del fichaje de extranjeros desde 1962, y la mayoría se afincaban en el Atlético de Madrid (el angoleño Mendonça, el ecuatoguineano Jones e incluso el hondureño Cardona, al que su tez morena y rasgos amerindios incluían a nuestros ojos infantiles en el apartado de la negritud) y en el Valencia -los brasileños Chicao y Waldo-, completando la nómina el levantinista Wanderley, hermano del citado Waldo, y el uruguayo del Barça Julio César Benítez, de tristes destinos. Y luego estaban los calvos, que debido a su aún joven edad no eran sino víctimas de una incipiente alopecia. En los ya lejanos años 60 nadie se rapaba la cabeza voluntariamente, pero a unos pocos ya se les caía el pelo de forma sistemática. No es que fuesen calvos fetén, pero la cabellera raleaba y clareaba peligrosamente. De esa guisa teníamos, por supuesto, a Di Stefano, ya en plan ex Saeta Rubia, pero también al colchonero y antiguo sevillista Ruiz Sosa, al cordobesista Simonet, al uruguayo del Elche Ramos, a los guardametas Benegas y Ulacia, vascos ambos, al argentino del Valencia Sánchez Lage, al lateral del Pontevedra Irulegui, o al azulgrana Chus Pereda, en fin, por hablar sólo de la Primera División. Y a Guillot, por descontado, que era el más joven de todos…

Vicente Guillot Fabián va a nacer el 15 de julio de 1941 en Aldaia (entonces “Aldaya”), una localidad situada muy cerca de Valencia -8,2 km-, en la zona occidental de lo que ahora es el Área Metropolitana de la capital de la Comunidad Valenciana, perteneciente a la comarca de la Huerta Oeste y al partido judicial de Torrent. En 1941, poco después de finalizada nuestra Guerra Civil, Aldaia contaba con algo más de 4.500 habitantes, aunque en los decenios siguientes experimentaría un espectacular crecimiento demográfico debido a la corriente migratoria. Población naranjera y artesanal (con gran arraigo de la industria del abanico), se convertirá en un núcleo importante dentro del sector de la madera, los productos metálicos y los plásticos. En 1920 había nacido allí Modesto Llosas Rosell, que sería conocido en el mundillo cinematográfico como Jorge Mistral, una de las grandes estrellas del cine español y mexicano de los años 40 y 50, fallecido en 1972, así como también sería la cuna de otro destacado futbolista, Juan Sánchez (el Romario de Aldaia), que militaría en el Valencia, Celta y Mallorca entre los años 1992 y 2006, e igualmente del futuro presidente del club ché Jaime Ortí (2002 a 2005) o del cantante Juan Bau, muy popular en los 70 con temas tan exitosos como “La Estrella de David”, “Penas” o “Fantasía”

Del equipo del colegio de los Salesianos pasará a las categorías inferiores del Valencia, debutando con el filial, el Club Deportivo Mestalla, al iniciarse la temporada 59-60, con 18 años recién cumplidos. Encuadrado en el Grupo Sur de la Segunda División, el joven Gulllot va a ser un futbolista importante en esta campaña, disputando 22 encuentros ligueros y 1 de Copa, y anotando 7 goles, en una plantilla donde va a codearse con una serie de prometedores valores que acabarán arribando a la División de Honor, la mayoría de ellos en las filas del propio Valencia (el guardameta Martínez, Barrera, Castelló, Arnal, Castro, Ficha, Miralles, Miguel, Verdú, Martí…).  Su presentación tuvo lugar el 19 de septiembre de 1959, en la segunda jornada liguera y en el propio campo de “Mestalla”. Vencieron los locales al C.A. Almería por 1 a 0, marcado por Miralles, y esta fue la formación de los cachorros valencianistas: Félix, Arnal, Herrero, Pastor, Barrera, M. Castro, J. Castro, Guillot, Ficha, Miralles y Tejedo.

Con el Mestalla, en la temporada 60-61: Martínez; Barrera, Aldecoa, Bosch; Vidagañy, Arnal, Alós ( portero suplente ); Tejedo, Urtiaga, Miralles, Guillot y Serrano.

Con el Mestalla, en la temporada 60-61: Martínez; Barrera, Aldecoa, Bosch; Vidagañy, Arnal, Alós ( portero suplente ); Tejedo, Urtiaga, Miralles, Guillot y Serrano.

UN DEBUT FULGURANTE

Al año siguiente, su gran rendimiento ya echa abajo la puerta del primer equipo, pues se alinea en 29 encuentros de Liga y 3 de Copa,  y consigue 17 tantos, actuando en la posición de interior, preferentemente con el número 10 a la espalda, y con nuevos y brillantes compañeros como Urtiaga, Vidagañy, Tejedo, Fuentes o Totó, casi todos ellos futuros valencianistas. El debut con los mayores es ya inminente, y en la pretemporada forma parte de la gira europea que realiza el club de “Mestalla”. Su estreno en Primera División se producirá en la primera jornada de la temporada 61-62, concretamente el día 3 de septiembre de 1961, en el campo de “La Romareda” y contra el Real Zaragoza, que vencerá claramente por 3 a 0, con dos tantos del brasileño Duca y otro de Murillo. Pese a lo contundente de la derrota, las crónicas cuentan que el joven debutante cuajó una gran segunda parte. Esta fue la alineación que Balmanya, el míster valencianista, puso en liza aquella tarde a orillas del Ebro: Ginesta; Piquer, Quincoces, Mestre; Sendra, Egea; Ribelles, Recamán, Waldo, Guillot y Ficha.

Sus excelentes actuaciones con la elástica valencianista van a llevarle en volandas a la internacionalidad. Será primero en la llamada “Selección B”, que el  día 10 de diciembre de 1961 se enfrentará a su homóloga de Francia en “La Romareda”, el mismo escenario de su debut en la máxima categoría. Vencieron los españoles por 3 tantos a 2, marcados por Abelardo, Manolín Bueno y Marcelino, pero Guillot tendrá la mala fortuna de caer lesionado al cuarto de hora de iniciarse el encuentro, con una fractura de clavícula que se produjo en una acción con el jugador galo Herbin. Este fue el equipo español en la tarde agridulce de la presentación de Vicente Guillot con la que ahora llaman La Roja: Pesudo; Echeverría, Etura, Reija; Paquito, José Luís; Zaballa, Adelardo, Marcelino, Guillot (Fusté) y Manolín Bueno.

Su fallida presentación como internacional "B" en Zaragoza: Pesudo; Reija, Echeberría, Etura; José Luís, Paquito, Yarza (portero suplente); Zaballa, Adelardo, Marcelino, Guillot y Manolín Bueno

Su fallida presentación como internacional «B» en Zaragoza: Pesudo; Reija, Echeberría, Etura; José Luís, Paquito, Yarza (portero suplente); Zaballa, Adelardo, Marcelino, Guillot y Manolín Bueno

En este su primer curso en la División de Honor va a actuar en 15 partidos de Liga, marcando 4 goles. Juega en las seis primeras jornadas del campeonato, realiza un encuentro fabuloso en “Mestalla” contra el Real Madrid, consiguiendo dos goles y haciendo exclamar a su presidente, Julio de Miguel, que “si el seleccionador (por Pedro Escartín) no contaba con él, tendrían que regalarle unas gafas”, pero la lesión de clavícula frenará en seco su progresión, aunque una vez que reaparezca, dos meses más tarde, volverá a deslumbrar con su futbol incisivo y descarado, siendo preseleccionado para el Mundial de Chile, aunque finalmente no será de la partida. Al final el Valencia se va a clasificar en un discreto séptimo lugar. Su participación será ya muy importante en la Copa, donde el Valencia llega hasta semifinales, siendo eliminado por el Sevilla (8 partidos y 2 goles), y sobre todo en la Copa de Ferias, donde se clasificarán para la gran final, a jugar contra un Barça ya veterano en esas lides.

Su primera gran tarde: acaba de marcarle un fantástico gol al Real Madrid en "Mestalla"

Su primera gran tarde: acaba de marcarle un fantástico gol al Real Madrid en «Mestalla»

El Valencia debutaba precisamente en la campaña 61-62 en dicha competición continental, en su calidad de ciudad sede de una importante feria internacional de muestras. En ella, Guillot literalmente va a salirse. Se alinea ya en el primer partido europeo de los valencianistas, disputado el 15 de septiembre de 1961 en ”Mestalla”  frente al Nottingham Forest (2 a 0, ambos marcados por el recién fichado Waldo), con el siguiente equipo: Ginesta; Piquer, Quincoces, Mestre; Sendra, Recamán; Héctor Núñez, Ribelles, Waldo, Paredes y Guillot, y en el transcurso de su primer desplazamiento, tras golear a domicilio a los ingleses (1 a 5, con tres tantos de Héctor Núñez y dos de Waldo), va a vivir junto a toda la expedición levantina unos momentos de terrible angustia dentro del avión -un vuelo charter contratado con una compañía británica- que los traía de regreso a Manises. El Valencia acababa de pasar por el trágico trance de la muerte del delantero brasileño Walter en accidente de tráfico acaecido en la carretera de El Saler, y unos pocos meses más tarde estará a punto de unir su nombre a los de Torino y Manchester United protagonizando una nueva catástrofe aérea. Al sobrevolar los Pirineos, el avión va a ser azotado por una gran tormenta, cundiendo el pánico en su interior. Fueron unos instantes de auténtico terror, entre  gritos de pánico, lágrimas y oraciones, hasta que felizmente amainó el temporal y la aeronave pudo tomar tierra en el aeropuerto valenciano.

INTERNACIONAL ABSOLUTO

6-2 al Barça y casi campeones: Zamora; Piquer, Quincoces, Mestre; Sastre, Chicao, Ginesta (portero suplente); Héctor Núñez, Ribelles, Waldo, Guillot y Yosu.

6-2 al Barça y casi campeones: Zamora; Piquer, Quincoces, Mestre; Sastre, Chicao, Ginesta (portero suplente); Héctor Núñez, Ribelles, Waldo, Guillot y Yosu.

Guillot va a comenzar su segunda temporada en la élite, la 62-63, como una moto, estrenándose a lo grande en la aplazada final a doble partido de la Copa de Ferias, entre Valencia y Barcelona, que quedará prácticamente vista para sentencia ya en el encuentro de ida, disputado en un abarrotado “Mestalla” el 8 de septiembre de 1962, con victoria local por 6 a 2 y un hat-trick del joven futbolista de Aldaia (Nando Yosu, en dos ocasiones, y el uruguayo Héctor Núñez hicieron los otros tres tantos). El Valencia presentó a Zamora; Piquer, Quincoces, Mestre; Sastre, Chicao; Héctor Núñez, Ribelles, Waldo, Guillot y Yosu, mientras que el Barça puso en liza a Pesudo; Benítez, Rodri, Gracia; Vergés, Olivella; Cubilla, Villaverde, Re, Kocsis y Camps. Cuatro días más tarde en el “Camp Nou” se confirmaría el triunfo de los de la Ciudad del Turia, pues ambos conjuntos hicieron tablas, 1 a 1, con un nuevo tanto de Guillot a tres minutos del final. Los valencianistas repitieron alineación, y conquistaron así en su primera participación europea el título ferial, con unos números estratosféricos: siete victorias y dos empates, con 33 goles a favor y 13 en contra (siendo el balance personal de Guillot 7 partidos y nada menos que 8 goles anotados).

Su letal sociedad con Waldo -aunque la afición gustaba de dividirse tontamente entre guillotistas y waldistas, cuando ambos jugadores eran complementarios y además grandes amigos- hará furor nuevamente  en un curso donde las lesiones le van a respetar, hasta el punto de que juega 28 partidos de Liga, con 8 goles, 9 de Copa (torneo en el que cayeron en semifinales tras un desempate en Madrid frente al Barça, y en el que anotaría un solitario gol), y otros 9 en la Copa de Ferias -con 5 dianas-, aunque un inoportuno contratiempo físico le impedirá estar presente en la final, donde los suyos derrotarán al Dinamo de Zagreb (1-2 en terreno balcánico, y 2 a 0 en “Mestalla”, ya con los recién fichados Paquito y Sánchez Lage en el equipo). Su aportación, no obstante iba a ser decisiva para la conquista de este segundo entorchado continental, sin ir más lejos en el épico partido de vuelta contra el Dumferline, en el que los escoceses, sobre un campo helado e impracticable, igualaron el 4 a 0 encajado en la ida en Valencia con un concluyente 6 a 2, forzando un encuentro de desempate, y no siendo peor la cosa precisamente gracias a los goles de Ficha y el propio Guillot…

Guillot y Waldo, una sociedad letal.

Guillot y Waldo, una sociedad letal.

En esta temporada 62-63, en la que los valencianistas se clasificarán nuevamente en la séptima plaza liguera, va a debutar con la Selección Absoluta, convirtiéndose en un asiduo a ella a lo largo de la temporada. Su presentación tendrá lugar en el madrileño “Santiago Bernabéu”, el 1 de noviembre de 1962, y no pudo ser más positiva, pues el de Aldaia va a conseguir nada menos que un hat-trick en la goleada de España sobre Rumanía, en partido valedero para la Eurocopa de 1964. En la aplastante victoria por 6 a 0, Guillot va a abrir el marcador en el minuto 7 de la primera parte, y hará también en cuarto y el quinto en los minutos 27 y 70, respectivamente. Los otros tres goles fueron obra de Veloso, Collar y el rumano Nunweiller III en propia puerta. Esta fue la alineación presentada por José Villalonga, el nuevo seleccionador español tras el fiasco del Mundial de Chile (fiasco relativo, puesto que España fue eliminada en la fase de grupos al ser derrotada por los que a la postre serían los dos finalistas del campeonato, Brasil y Checoslovaquia): Vicente; Pachín, Rodri, Calleja; Paquito, Glaría; Collar, Adelardo, Veloso, Guillot y Gento.

Esta vez sí fue el debut soñado. España 6-Rumanía 0, y hat-trick: Vicente; Pachín, Rodri, Calleja; Glaría, Paquito; Collar, Adelardo, Veloso, Guillot y Gento.

Esta vez sí fue el debut soñado. España 6-Rumanía 0, y hat-trick: Vicente; Pachín, Rodri, Calleja; Glaría, Paquito; Collar, Adelardo, Veloso, Guillot y Gento.

Tres semanas y media más tarde, concretamente el 25 de noviembre, España devuelve visita en Bucarest, donde va a caer por 3 goles a 1. El entonces deportivista Veloso fue el autor del único tanto de un equipo español que formó de la siguiente manera: Vicente; Rivilla, Rodri, Calleja; Paquito, Glaría; Collar, Amónico, Veloso, Guillot y Gento. Siete días después, en el tristemente célebre estadio “Heysel” de Bruselas, el conjunto nacional español disputará un encuentro amistoso contra la selección de Bélgica. El resultado final será de empate a 1, y la actuación personal de Guillot será destacada, pues abrió el marcador en el minuto 31, y poco antes se le había anulado un gol. Este fue el once dispuesto por Villalonga: Vicente; Rivilla, Echeberría, Calleja; Paquito, Glaría; Collar, Abelardo, Veloso, Guillot y Gento.

El día de su debut con la Selección Absoluta.

El día de su debut con la Selección Absoluta.

Dos partidos más disputará Guillot con el combinado nacional en esta su temporada de ensueño. El 9 de enero de 1963, en el “Camp Nou” barcelonés, España se enfrenta a Francia en partido amistoso y con finalidad benéfica, para recaudar fondos con destino a los miles de damnificados que habían resultado afectados por las terribles inundaciones producidas en la comarca del Vallés a finales de septiembre del año anterior. Se recaudaron 1.181.607 pesetas a favor de tan loable causa humanitaria, pero el partido resultó mediocre, saldándose con un 0 a 0 final. Este fue el equipo español: Sadurní; Rivilla, Echeberría, Calleja; Paquito, Glaría; Collar (Serena), Adelardo, Morollón, Guillot y Gento. Y el siguiente choque va a suponer el mayor varapalo sufrido como local por nuestra selección. Amistoso contra Escocia, celebrado el 13 de junio de 1963 en el “Bernabéu”, y victoria escocesa por 2 a 6. Adelardo y Veloso marcaron por los de Villalonga, que formaron con: Vicente (Carmelo); Rivilla, Mingorance (Zoco), Reija; Aguirre, Glaría; Amancio, Adelardo, Veloso, Guillot y Lapetra.

UN ARBITRAJE CALAMITOSO

En la temporada siguiente, 63-64 (en la que el Valencia logrará un sexto puesto en la Liga), las lesiones volverán a jugarle una mala pasada, impidiéndole estar presente en media Liga (jugó sólo 15 partidos del Torneo de la Regularidad, anotando 8 goles). Sufrirá un largo parón en los meses de diciembre y enero, aunque llegaría a tiempo de tomar parte en una nueva final de la Copa de Ferias, la tercera consecutiva para un Valencia hasta entonces intratable. En esta ocasión no se va a disputar a doble partido, como siempre había ocurrido hasta entonces, sino que se dirimirá en un solo choque, disputado en el “Camp Nou” barcelonés. El rival es nada más ni nada menos que un nuevo poder emergente en el fútbol español y europeo, el Real Zaragoza de los Magníficos. El partido va a tener lugar el 24 de junio de 1964, y a las órdenes del colegiado portugués Joaquim Campos -que a la postre se erigiría en lamentable protagonista- ambos equipos presentarán las siguientes alineaciones: por los maños, Yarza; Cortizo, Santamaría, Reija; Isasi, Pepín; Canario, Duca, Marcelino, Villa y Lapetra, y por los chés, Zamora; Arnal, Quincoces, Vidagañy; Paquito, Roberto; Suco, Guillot, Waldo, Urtiaga y Ficha.  Sobre un campo mojado y resbaladizo, la primera parte va a ser de claro dominio valencianista, aunque concluyó en tablas, con goles de Villa (en fuera de juego) y Urtiaga. En la segunda mitad, ya más igualada en cuanto a ocasiones, se adelantó el Zaragoza con un gol de Carlos Lapetra que iba a ser ya el definitivo. El señor Campos anuló un gol dudoso a Guillot, y no señaló el claro penalti que le hicieron dos jugadores zaragocistas cuando iba derecho hacia el marco de Yarza, en gran jugada personal del de Aldaia. En las protestas subsiguientes sería expulsado el valencianista Suco, y el luso no añadiría un sólo segundo al tiempo reglamentario, a despecho de los muchos minutos perdidos en protestas y otras incidencias, pitando el final del partido al lado mismo del túnel de vestuarios, para huir rápidamente de la ira de los derrotados, que se consideraban muy perjudicados por sus decisiones.

El cuarto curso de Vicente Guillot como valencianista, el 64-65, será mejor en cuanto a participación liguera (23 partidos y 8 goles), con otros 6 encuentros en  Copa del Generalísimo (1 gol), aunque solo uno en la Copa de Ferias, por la premura eliminación del equipo en primera ronda, a pies del Liégeois. En esta temporada, donde el club de “Mestalla” se clasificó en cuarto lugar, Guillot retornaría fugazmente a la Selección con motivo de un encuentro valedero para la clasificación de cara al Campeonato del Mundo de 1966, a celebrar en Inglaterra. El adversario fue la entonces habitual República de Irlanda, y el partido se disputó el 5 de mayo de 1965 en el terreno de “Dalymount Park”, en la capital, Dublin. Vencieron los locales por un gol a cero, marcado por el guardameta español José Ángel Iribar en su propia meta, en jugada desgraciada, y así formaron los elegidos para la ocasión por Villalonga: Iribar; Rivilla, Olivella, Reija; Glaría, Zoco; Ufarte, Guillot, Marcelino, Adelardo y Lapetra. La última selección del jugador valencianista se produciría con vistas a otro choque con el mismo rival, esta vez perteneciente a la fase clasificatoria para la Eurocopa de 1968, pero en el cual no tendría finalmente la oportunidad de jugar (Irlanda 0-España 0, celebrado el 23 de octubre de 1966).

Buena temporada para el futbolista de Aldaia fue la 65-66, en la que no tuvo mayores problemas físicos. 27 partidos de Liga (6 goles), 4 de Copa (un gol), y 6 en Copa de Ferias, con 2 tantos. El principio liguero del Valencia, con Sabino Barinaga como entrenador, fue excelente, llegando a colocarse como líder -empatado con la escuadra revelación, el Pontevedra- en la séptima jornada, y realizando un juego extraordinario del que fueron buena prueba las victorias sobre el Real Madrid en “Mestalla” (3 a 0, con goles de Sánchez Lage, el propio Guillot y Waldo), y a la semana siguiente el triunfo a domicilio en el “Camp Nou”, 1 a 2, con tantos de Roberto y Muñoz, un joven valor que estaba asombrando por aquellas fechas, aunque luego su progresión se detendría en seco. El Valencia finalizó la primera vuelta con un magnífico registro, 20 puntos y 6 positivos, pero su segunda vuelta fue desastrosa, pudiendo sumar solamente 7 puntos más, y finalizando el campeonato en la novena posición, con 27-3.

Los campeones de Copa de 1967: Abelardo; Sol, Mestre, Tatono; Paquito, Roberto; Poli, Guillot, Waldo, Claramunt y Jara.

Los campeones de Copa de 1967: Abelardo; Sol, Mestre, Tatono; Paquito, Roberto; Poli, Guillot, Waldo, Claramunt y Jara.

La campaña 66-67, en la que Waldo se proclamaría máximo goleador con 24 tantos -y el Valencia sería sexto, tras otro arranque muy prometedor en el primer tercio del campeonato-, fue muy discreta para Guillot en el aspecto anotador, pues sólo conseguiría 6 tantos, todos ellos en Liga (donde actuaría en 22 ocasiones, con ausencias al principio y al final). La presencia en la delantera che de otro gran rematador, el vasco Ansola, y la irrupción del joven Pepe Claramunt, quizás puedan explicar esa menor producción realizadora, así como el hecho de que cada vez con más frecuencia va a ser alineado como extremo, en una u otra banda, en detrimento de su auténtico puesto, el de interior en punta. Menos eficacia goleadora que se convertiría en una auténtica sequía para el de Aldaia tanto en la Copa de Ferias (4 partidos), como en la Copa del Generalísimo, pese a proclamarse el Valencia brillante campeón de dicho torneo al derrotar en la final, celebrada el 2 de julio de 1967 en el “Santiago Bernabéu” al Athletic de Bilbao por 2 a 1, conseguidos por el hispano paraguayo Jara y Paquito, con este once: Abelardo; Sol, Mestre, Tatono; Paquito, Roberto; Poli, Guillot, Waldo, Claramunt y Jara.

LA CALVA DE GUILLOT Y EL CALVARIO DE LAS LESIONES

Cada vez con menos cabello en su esclarecida cabeza, la carrera de Guillot va a entrar en barrena a partir de la irregular campaña 67-68 (con un cuarto puesto para los de “Mestalla”), en la actuará solamente en 14 compromisos ligueros, con continuas entradas y salidas del equipo titular debido a problemas físicos, que le mantendrán en el dique seco durante casi toda la segunda vuelta, anotando no obstante 6 goles. Tomará parte en otros 6 partidos de Copa (3 goles) y en sólo dos de la nueva competición continental en la que va a debutar el Valencia, la Copa de Europa de Campeones de Copa, más conocida como Recopa, donde serían eliminados por el Bayern Múnich..

Y llegamos así a la que será su temporada más aciaga, la 68-69, en la que sólo alcanzará a disputar un único partido e incompleto, 77 minutos ante el Sporting de Portugal en la noche del 2 de octubre de 1968, un encuentro épico donde los valencianistas lograrán igualar un concluyente 0 a 4 en contra que traían de Lisboa (con goles de Blayet, 2, Sol y Claramunt), para caer finalmente eliminados por un gol de los lusos en la prórroga. Después ya no volvería a jugar en toda la campaña. El 8 de enero de 1969 le operan de abductores, y una vez recuperado, va a volver a causar baja al caer en un entrenamiento y pasar de nuevo por el quirófano, en este caso por culpa de una hernia inguinal. Vuelve a entrenar, y en junio se rompe una muñeca en otro ensayo, al chocar con sus compañeros Tatono y Sol. El Valencia será finalmente quinto en una Liga donde Mundo va a ser sustituido en el banquillo por Joseito tras un mal arranque liguero.

Guillot no volverá ya a jugar hasta el 1 de octubre de 1969 -es decir, justo un año más tarde- , y apenas 19 minutos en Copa de Ferias ante el Slavia de Sofia búlgaro. Y el 7 de diciembre de 1969, en “Mestalla” y frente a un Pontevedra ya casi desahuciado en la jornada decimotercera, el público reclama a gritos su presencia en el terreno de juego, y el entrenador Enrique Buqué -ex jugador valencianista en la década de los 50- no va a tener más remedio que hacerle saltar al césped entre una gran ovación, sustituyendo al asturiano Fuertes, un gesto que hizo llorar al futbolista de Aldaia, cuya mala suerte le había obligado ya a pasar nada menos que cinco veces por la mesa de operaciones. En total, se alinearía en 9 partidos de Liga (más su breve aparición europea y un encuentro de Copa, competición en la que el Valencia llegaría a la final, cayendo por 3 a 1 en el “Camp Nou” frente al Real Madrid), marcando la nada despreciable cifra de cuatro goles (dos de ellos de penalti, una de sus especialidades, que solía ejecutar mediante un entonces nada habitual amago), todos ellos al calor de su querido público de “Mestalla”). Pero, como él mismo  indicaba en el transcurso de una entrevista realizada por el periodista  Miguel Vidal y publicada en el número 651 del diario AS, el 8 de enero de 1970, Guillot no las tenía todas consigo respecto a que el Valencia le renovase un contrato que vencía precisamente el 30 de junio de 1970:

– Lleva nueve años en el Valencia. ¿Cuántos le quedan?

– Los que el Valencia quiera aguantarme.

– ¿Cuándo termina su contrato?

– Expira este año, en junio.

– ¿Y…?

-¡Y yo qué sé! Espero ver cómo reacciona el Valencia hacia mí, después de tantos años.

– ¿Usted qué cree?

– Que, tal vez, me den la baja o me traspasen.

– ¿Le quedan muchos años de actividad a Guillot?

– Varios más, sí. He tenido tanta desgracia que puede decirse que estoy aún empezando, sin hacer. ¡Y tengo ganas de triunfar!

LA HORA DEL ADIÓS

La designación de Alfredo Di Stefano como nuevo entrenador del Valencia CF de cara a la temporada 1970-71, decisión tomada cuando aún no había finalizado el curso 69-70, en el mes de abril, va a suponer el adiós de Guillot a la que había sido su casa deportiva por espacio de más de una década. Muy castigado por las lesiones, sobre todo en los últimos años, el club no le renovará contrato, así como tampoco a su íntimo amigo y socio comercial -ambos regentaban la cafetería “Walgui”, al lado mismo del campo de “Mestalla”-, Waldo Machado da Silva, aunque en el caso de éste seguramente pesó en la balanza el tema de la edad del delantero brasileño, a punto de cumplir ya los 36 años, con el consiguiente y lógico bajón en el rendimiento de un futbolista que tres temporadas antes había sido el “Pichichi” de la máxima categoría con 24 tantos, que en la superdefensiva y trabada década de los 60 no estaba nada mal.

En la marcha de Guillot se dijo que influyó su propia relación con Di Stefano en la época en la que ambos coincidieron sobre los terrenos de juego. Así, se hablaba de un caño que el valencianista le hizo al hispanoargentino en el curso de un encuentro entre Valencia y Español, y también de otro partido entre ambos equipos – ¿o tal vez fue el mismo? – disputado en “Mestalla”, en la campaña 65-66, y que se saldó con nada menos que cuatro expulsados, dos por cada bando: el propio Guillot y Sánchez Lage por los locales, y Riera y Mingorance por los pericos. Concretamente, un rifirrafe entre Guillot y Riera terminó con ambos jugadores en la caseta antes de tiempo, y al parecer Guillot se quejó a posteriori de que Di Stefano le había mentido al árbitro para sacarlo del campo, mientras que este calificaba al valenciano de llorón

El caso es que Guillot, con 29 años recién cumplidos, se va a ver fuera del equipo de toda su vida. Al conocer la noticia declaró lo siguiente: “lamento profundamente no haberme retirado del fútbol como jugador del Valencia”. Pero sintiéndose aún futbolista, y queriendo demostrarse a sí mismo que aun podía rendir satisfactoriamente en la élite, va a aceptar la oferta del otro equipo de la región que militaba entonces en Primera División, el Elche, y encaminará sus pasos hacia “Altabix”, donde acababa de ocupar el banquillo un técnico a cuyas órdenes había estado en sus últimos meses como valencianista, el catalán Salvador Artigas, que formaba tándem con su paisano Buqué.

Pero su etapa ilicitana no va a conseguir reverdecer antiguos laureles… El equipo franjiverde había ido descapitalizándose paulatinamente, vendiendo a sus estrellas para poder mantenerse con decoro en la categoría. Así, en las últimas temporadas, había tenido que deshacerse de futbolistas de la entidad de Marcial, Lico, Asensi o Ballester, y sus reemplazos evidentemente no van a lograr hacerlos olvidar. El club de la Ciudad de las Palmeras a duras penas había logrado la permanencia en el curso 69-70, jugándose la vida en el último partido ante un Barça que, por el contrario, a lo más que podía aspirar era un irrelevante tercer puesto que no le daba derecho a nada. Vencieron los ilicitanos por 1 a 0, marcado por un Asensi que se despedía así por la puerta grande, y trataron de paliar su traspaso, y también el de Ballester -ambos internacionales-  contratando a los barcelonistas Romea y Sanjuán, al granadinista Lara, al pontevedrés Antonio y al propio Guillot. Pero desde el arranque de la temporada, y a despecho de una manita infligida a un entonces muy bisoño Sporting de Gijón, ya se vio claro que iba a tocar de nuevo sufrir mucho, si es que al final no había llanto y crujir de dientes, que fue lo que a la postre sucedió. El equipo entró en zona de descenso tras la undécima jornada, y ya no saldría de ahí en lo que restaba de Liga, salvo fugazmente después de la fecha número 14, llegando a contar hasta con cuatro entrenadores (el inicial, Artigas, más el veterano Otto Bumbel, Iborra y Llopis), poniendo así triste colofón a doce cuasi milagrosos años ininterrumpidos entre los grandes del fútbol español. En total, Guillot va a actuar en 14 encuentros de Liga (2 goles), 8 de ellos como titular, casi todos en la primera vuelta, totalizando 875 minutos de juego, y 2 de Copa (1 gol).

La frialdad de los números va a esmaltar la brillante carrera deportiva de Guillot: 237 partidos oficiales con el Valencia en nueve temporadas (1961-1970), obteniendo 78 goles y 6 veces internacional “A” (4 goles) y 1 “B”. En su palmarés figuran dos Copas de Ferias (1962 y 1963), un subcampeonato de dicho torneo (1964) y un título de Copa (1967), amén de otros trofeos menores como el “Carranza” de 1967 o la llamada “Pequeña Copa del Mundo”, en la edición disputada en Caracas en 1966. No había logrado nunca ser campeón de Liga -título que precisamente, y después de 24 años volvería a conquistar el Valencia justo al año siguiente de su marcha-, pero, como el mismo Guillot le dijo a Jaime Hernández Perpiñá en el interesante libro “40 históricos del deporte valenciano”, había sido  campeón de muchas cosas: campeón de defender al Valencia y a sus compañeros, y en dejarse la piel a tiras, porque jugar dentro del área de gol, a pesar de todo, “era como para un cuerpo mayor”, aunque nunca consideró que sus muchas lesiones fueran fruto de la mala fe de los contrarios, sino más bien de su propia acometividad.

Tras su breve etapa en Elche, Guillot va a volver al Valencia, primero como adjunto a la secretaría técnica, y más tarde, a mediados de los años 70, como responsable de la Escuela de Futbolistas del club ché. Con el tiempo, y como gran partidario del trabajo de cantera, va a ser uno de los culpables del descubrimiento de valores como Miguel Tendillo o su paisano Juan Sánchez, el Romario de Aldaia. Trabajará también, al margen del fútbol, en la administración de una empresa de transportes (Guillot era oficinista antes de convertirse en profesional del fútbol). Hoy, a sus 76 años, y junto a su gran amigo y tantos años socio Waldo, es una de las grandes leyendas vivas de aquel Valencia casi invencible que asombró a toda Europa durante tres mágicos años, de 1961 a 1964, hasta toparse con un nefasto árbitro portugués apellidado Campos…




Vic Buckingham: flema británica para el banquillo del Barça. 1970-71. Segunda parte

El Barça inicia los entrenamientos de cara a la nueva temporada. Son 24 los jugadores que componen la plantilla, a saber: Sadurní, Reina, Mora, Rifé, Gallego, Eladio, Franch, Ramoní, Romero, Torres, Zabalza, Juan Carlos, Fusté, Rexach, Alfonseda, Marcial, Zaldúa, García Castany, Bustillo, Dueñas, Martí Filosía, Asensi, Castro y Pujol. Doce catalanes y el resto foráneos, fifty-fifty. También arranca sus actividades el nuevo filial azulgrana, procedente de la fusión entre el Condal y el Atlético de Cataluña. Su nombre: Barcelona Atlético. Y así se expresaba su nuevo presidente, el señor Viladomiu: “El nombre de Barcelona Atlético lo tenía aprobado el Barcelona. Las decisiones fundamentales las toma el Barcelona. En la parte técnica, el club es una continuación de los sistemas de Buckingham”. Sus últimas palabras suponían una interesante declaración de principios, pero durante muchos años la promoción de futbolistas para el primer equipo va a ser escasa, y su engarce en éste muy problemático, y habrá que esperar hasta la llegada de Johan Cruyff al banquillo barcelonista, en 1988, para encontrar por fin una auténtica política de cantera, cuyos frutos serán a la larga esplendorosos.

La  plantilla barcelonista se traslada a la localidad pirenaica de La Molina dentro de la primera fase de su preparación, para pasar unos días en plena naturaleza, oxigenándose con el aire puro de la montaña. Ni que decir tiene que el gran objetivo para la inminente campaña 70-71 es la conquista del título de Liga, diez años después de la obtención del último entorchado (1959-60). Sorprendentemente Asensi –que cumplía el servicio militar– va a presentarse lesionado. Y tras una serie de amistosos intrascendentes, útiles tan solo para mejorar la puesta a punto, el Barça debuta ante su afición en la V edición del Trofeo “Joan Gamper”. El rival es el Dynamo de Moscú, un buen equipo ruso aunque no demasiado conocido en Occidente, y cuyo mayor atractivo de cara al aficionado lo constituía la presencia en la portería del mítico guardameta soviético Lev Yashin, a la sazón ya a punto de retirarse, y hasta la fecha de hoy el único cancerbero que ha conseguido ganar el prestigioso “Balón de Oro”

Pero el compromiso va a saldarse con una estrepitosa derrota azulgrana por 0 a 5. Haciendo gala de una excelente preparación física y de un fútbol ágil y moderno, los moscovitas destrozarán  literalmente al Barcelona, poniendo al desnudo todas sus carencias, tanto ofensivas como defensivas. Reseñemos para la historia la alineación que sufrió tan doloroso varapalo: Reina; Rifé, Gallego, Romero; Torres, Zabalza; Alfonseda (Fusté), Dueñas, Bustillo, Castro (García Castany) y Rexach. En el partido para el tercer y cuarto puesto los locales vencerán al Schalke 04 alemán por 1 a 0 (con gol de Fusté), pero no conseguirán disipar la pésima impresión dejada la noche anterior en el ánimo de sus incondicionales. El trofeo lo conquistará finalmente el Ujpest Dosza húngaro, que vence a los rusos por 3 a 1 en una brillante exhibición. Era la primera vez que el Barça no se alzaba con el Gamper.

Un grupo de socios barcelonistas pide que el “Camp Nou” lleve el nombre del presidente que promovió su construcción, Francesc Miró-Sans. Su petición será estudiada en la Asamblea Ordinaria. La duración de ésta va a ser únicamente de 53 minutos, ya que no se producirá discusión alguna en ninguno de los puntos del orden del día, y al final tampoco se presentará la solicitud de cambio de denominación para el Estadio, puesto que el propio ex mandatario renunció expresamente a ello por carta, al comprobar que la idea no había tenido una favorable acogida. De modo que el recinto en el que el Barça disputaba sus partidos va a seguir siendo conocido oficialmente como “Estadio del Club de Fútbol Barcelona”, aunque popularmente todo el mundo continuaría refiriéndose a él como “el Camp Nou”, o a veces “el Nou Camp”

PRIMERA VUELTA DE UN CAMPEONATO DE LIGA IGUALADÍSIMO

En los siguientes amistosos, tras la debacle sufrida ante los rusos del Dynamo, el Barça no acaba de convencer, y en ese clima dubitativo con respecto a las auténticas posibilidades del equipo  va a producirse el debut liguero, rindiendo visita al siempre difícil “San Mamés”. En la Catedral, sin embargo, los azulgranas no harán en absoluto un mal partido y conseguirán arrancar un valioso positivo (1 a 1). Se adelantó en el marcador Pujol, pero terminó empatando Uriarte. Esta fue la alineación barcelonista: Sadurní; Rifé, Gallego, Romero –que sustituía al sancionado Eladio–; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Martí Filosía, Marcial (Fusté) y Pujol. Estas buenas sensaciones se confirmarían a la semana siguiente, con una rotunda victoria sobre el Real Zaragoza en el “Camp Nou”, por 5 goles a 2. El equipo fue el mismo que se trajo un punto de Bilbao, y los cinco goles fueron obra de Rexach (2), Juan Carlos (2) y Zabalza.

Pero este repentino optimismo, se va a ver algo mermado con un par de desagradables sorpresas. Tanto Dueñas como Asensi, los dos fichajes-estrella de la temporada, tendrán que ser intervenidos quirúrgicamente a causa de sendas lesiones de origen no muy claro. Y en el caso del alicantino, este se verá obligado a pasar de nuevo por la mesa de operaciones algunas semanas más tarde. Decididamente, en el Barcelona siempre ocurrían cosas de lo más inesperado… Aunque al menos en cuanto a resultados no había demasiada queja. En la tercera jornada se pudo ganar en Vigo, pero el empate –1 a 1– tampoco era una mala noticia. Gol de Martí Filosía en “Balaídos”, y la siguiente formación: Sadurní; Rifé, Gallego (Romero), Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Martí Filosía, Fusté y Pujol.

Primera eliminatoria de la Copa de Ferias frente a un adversario poco temible, el Katowice polaco, un modesto equipo procedente de la región minera de Silesia. Triunfo a domicilio con gol de Rexach, y este equipo: Sadurní; Rifé, Gallego Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Martí Filosía, Fusté y Pujol. El pase a la siguiente ronda parecía asegurado, aunque en el “Camp Nou” los polacos  a punto están de dar la gran sorpresa, pues se adelantan con un peligrosísimo 0 a 2, que dejaría al Barça fuera del torneo. Pero los azulgranas reaccionan en la segunda mitad, y terminan imponiéndose por 3 a 2, con tantos de Pujol, Martí Filosía y Rexach. Jugaron los mismos once que en Katowice, con Marcial reemplazando a Fusté en el segundo tiempo. Durante el partido tuvo lugar un lamentable incidente entre Gallego y parte del público. Y es que el central gaditano andaba de los nervios estos días, porque también se las vio tiesas con el fotógrafo de la revista RB Horacio Seguí, un gran profesional de acrisolado barcelonismo. El club le impuso una sanción al futbolista por estos hechos.

Que Carles Rexach atravesaba por un extraordinario momento de forma, va a volver a ponerse de manifiesto en la cuarta jornada, con motivo de la visita del Sabadell al “Camp Nou”. Se adelantaron los laneros por obra del prematuramente desaparecido Rafael De Diego, pero Marcial, Torres y Rexach –con dos extraordinarios tantos– le dieron la vuelta al marcador, hasta situar en él un claro 4-1. Con razón la mencionada RB bautizó aquella semana al de Pedralbes como “el Niño de Oro del fútbol español”, en el curso de un impactante reportaje gráfico realizado en la cámara acorazada de una entidad bancaria barcelonesa. Estos fueron los hombres que derrotaron a los vallesanos entrenados por Pasieguito: Sadurní: Rifé, Romero, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Martí Filosía, Marcial y Pujol. Reina y Fusté reemplazaron a Sadurní y a Marcial, ambos lesionados.

La sonrisa del técnico inglés delata que las cosas marchaban bien...

La sonrisa del técnico inglés delata que las cosas marchaban bien…

El excelente momento del Barça quedó confirmado al domingo siguiente, en su visita a Elche. Tarde de mucha lluvia y campo impracticable, pero aun así los azulgranas se alzan con la victoria por 0 a 1 (gol de Pujol), un resultado que pudo ser aún mayor si Martí Filosía no llega a desperdiciar un máximo castigo. Esta fue la alineación: Sadurní; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos (Romero), Martí Filosía, Marcial y Pujol. Y en partido nocturno adelantado al sábado, los blaugrana van a dar buena cuenta del Español en un derbi que tan sólo tuvo color local, con goles de Martí Filosia (2) y Marcial. El equipo fue el mismo que había triunfado en “Altabix”, con el único cambio de Romero por Eladio, lesionado.

Debido al nombramiento de Joan Gich como nuevo Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, quedaba vacante el puesto de gerente en el organigrama barcelonista, y Montal lo va a cubrir con un hombre joven (39 años), el economista Armand Carabén. Carabén, un excelente profesional que se movía en círculos próximos a la oposición socialista catalana, aunque totalmente ajeno al fútbol hasta aquel momento, va a ser pieza clave en futuras y trascendentales operaciones, algo a lo que tampoco será ajena la nacionalidad de su esposa, Marjoleen De Meer, procedente de los Países Bajos. Y en este clima de euforia por la buena marcha del equipo, el Barça va a visitar el siempre complicadísimo “Santiago Bernabéu”. El Real Madrid no atravesaba entonces por su mejor momento, aunque dichos partidos en la cumbre eran siempre impredecibles. Pero en esta ocasión nada raro va a suceder, y los azulgranas regresarán de la capital con dos valiosísimos puntos en la buchaca, algo que tan solo había ocurrido en una oportunidad en las dos últimas décadas, concretamente en la temporada 65-66. Zabalza será el autor del único gol del partido, marcado en la primera parte de fuerte disparo, y ello va a permitir al Barcelona mantenerse imbatido tras siete semanas de competición, compartiendo la cabeza de la tabla con el Atlético de Madrid. Estos fueron los héroes del “Bernabéu”, recibidos triunfalmente a su llegada al Aeropuerto del Prat, horas después: Sadurní; Rifé, Gallego, Romero; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Martí Filosía, Marcial y Pujol. Una alineación que, con el único cambio de Eladio en el lateral izquierdo, estaba ya convirtiéndose en clásica. Y es que las cosas, cuando funcionan, es mejor no tocarlas.

Martí Filosía, la gran apuesta personal de Buckingham.

Martí Filosía, la gran apuesta personal de Buckingham.

Pero, no obstante, había un amplio sector de la afición barcelonista que le negaba  sistemáticamente el pan y la sal a uno de sus jugadores: Martí Filosía. El espigado delantero de Palafrugell nunca había gozado de muchas simpatías en la grada, pese a su origen catalán y ampurdanés. Se le consideraba demasiado frío y lento, y con escaso espíritu combativo, reproches similares a los que poco antes había recibido otra perla de la cantera, su gran amigo Carles Rexach. Sisu interpretaba el fútbol de manera muy distinta a Zaldúa, por poner un ejemplo de jugador con limitados recursos técnicos, pero que suplía esa carencia a base de una constante entrega, de un continuo batallar durante los noventa minutos, por lo cual gozaba del favor general del público culé. Filosía, por el contrario, era un futbolista de notable clase, dotado de un buen disparo con ambas piernas y un excelente remate de cabeza, con una visión de la jugada que le permitía desplazar el esférico al primer toque y jugar incluso sin balón, pero declinaba la persecución de pelotas imposibles de alcanzar, negándose a realizar baldíos esfuerzos pulmonares, y ese concepto del fútbol tan moderno, tan adelantado a su tiempo, no sintonizaba con el gusto de un aficionado rutinario y conservador, que creía únicamente en las virtudes de “sudar la camiseta”, haciendo de él un elemento tan polémico como incomprendido.

La derrota ante la Juventus de Turín  -1 a 2- en la siguiente eliminatoria de la Copa de Ferias, va a suponer un relativo jarro de agua fría. El equipo italiano no fue mejor, pero sí más resolutivo, destacando sus grandes estrellas Anastasi y Haller, así como  los jóvenes Causio y Bettega. Marcial hizo el gol de un Barcelona que formó así: Sadurní; Rifé, Gallego, Romero; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Martí Filosía, Marcial y Pujol. Y otra desagradable sorpresa la  constituirá el nuevo patinazo en el “Camp Nou” ante un Valencia muy serio, que aquella temporada contaba con Alfredo Di Stéfano en el banquillo. Con el marcador 0 a 1, Martí Filosía malogró un penalty, incidencia que en absoluto ayudaba a mejorar sus profundas diferencias con buena parte del público. La alineación azulgrana fue la misma que unos días antes había caído también ante la Juve.

Y en medio de estas contrariedades, al menos un par de buenas noticias: la recuperación de Dueñas y Asensi marchaba viento en popa, y ambos jugadores  podrían reforzar en breve a una delantera cuya producción goleadora comenzaba a descender de nuevo en los últimos partidos, aunque la causa de ello radicase en el superior nivel de los equipos a los que se enfrentaba el Barça, bastante más sólidos que los Zaragoza, Sabadell o Español. Sólido era también el Sevilla preparado por el austríaco Max Merkel, pero en el “Sánchez Pizjuán” los azulgranas van a recuperar los dos positivos que les había birlado el Valencia (0 a 1). Nuevo gol de Rexach, que fue suficiente para doblegar a los hispalenses y situar al Barcelona como líder, con la siguiente alineación: Reina; Rifé (García Castany), Gallego, Romero; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Martí Filosía, Marcial  (Alfonseda) y Pujol. A reseñar el hecho de la presencia de Miguel Reina en la portería, decisión con la que Buckingham  inauguraría una etapa en la que el cordobés actuaría en terreno contrario, mientras que Sadurní lo haría en el “Camp Nou”, donde recibía más apoyo que el guardameta andaluz. Al regreso del equipo, nuevo recibimiento jubiloso en El Prat. Parecía que volvían las buenas costumbres…

Y hablando de volver…El que también retornaba a la selección española era Quimet Rifé, que ya había sido internacional absoluto en 1967-68, en la época de Balmanya. Entonces lucía el número 7 a la espalda, pero ahora lo hará como lateral derecho, demarcación en la que estaba desempeñándose con notable solvencia. Junto con sus compañeros de equipo Gallego y Rexach, va a formar parte del combinado nacional que batirá por 3 a 0 a Irlanda del Norte en el “Sánchez Pizjuán” sevillano, encuentro en el que Charly inauguraría el marcador con un terrorífico disparo de los suyos, desde una buena distancia. Con los del Ulster jugó el gran George Best, pero el nivel de sus compañeros dejaba mucho que desear, y el melenudo astro del Manchester United no podía hacerlo todo él sólo…

Tocaba ahora desplazarse a Turín, a intentar remontar el adverso marcador del encuentro de ida. Era una misión muy difícil, y no se va a culminar con éxito. Los piamonteses volvieron a triunfar por 2 a 1, y pusieron punto final a la andadura del Barça por una Copa de Ferias que iba a desaparecer en esta misma temporada, sustituida por un torneo de hechuras similares, pero organizado directamente por el máximo ente futbolístico continental, la Copa de la UEFA. Esta fue la alineación que resultó derrotada en el “Estadio Communale”: Sadurní; Rifé, Gallego, Romero; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos (García Castany), Alfonseda, Marcial (Martí Filosía) y Pujol. Y mientras esto ocurría, el Real Zaragoza –que deambulaba por los puestos de cola de la clasificación– va a dirigirse al Barça en busca de refuerzos, concretamente pretendiendo el fichaje de Zaldúa, que en esta temporada no estaba contando para nada en los esquemas de Mr. Buckingham. Y cuando todo hacía indicar que ya existía acuerdo por parte del jugador y de la Directiva, el traspaso va a quedar en agua de borrajas. Montal se compromete con el bravo delantero a organizarle un partido de homenaje en una fecha aún por designar. El navarro cumplía ya su décima temporada en el club, y era aun relativamente joven –29 años–, pero sus días como azulgrana parecían estar ya contados…

En un encuentro marcado por el signo de las reapariciones –Eladio y Bustillo–, el Granada le puso las cosas bastante difíciles en el “Camp Nou” al Barça, que solamente pudo ganar por un apretado 2 a 1, con goles de Alfonseda y Rexach. Éste fue el equipo: Sadurní; Romero, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Bustillo, Alfonseda y Pujol. Ni el lateral izquierdo ni el ariete cuajaron una buena actuación, y el futuro barcelonista de ambos se antojaba incierto. En el caso de Eladio, a causa de su relativa veteranía –30 años–, y en el del delantero aragonés, porque se temía que ya no volvería a recuperar el nivel anterior a su gravísima lesión en el “Bernabéu”. El  Barça continuaba, una semana más, al frente de la clasificación general.

En “Atocha”, sin embargo, los pupilos de Buckingham van a salir derrotados por primera vez en campo contrario en partido de Liga. No se les daba nada bien el terreno de la Real Sociedad a los azulgranas, que encajaron el solitario gol de Arzac en el minuto 79, cuando acariciaban ya un valioso positivo, y formaron así: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Martí Filosa, Marcial y Pujol. Y una semana más tarde un buen Sporting de Gijón, retornado este año a la máxima categoría y con jugadores tan estupendos  en sus filas como los internacionales Quini y Churruca, sucumbe por 2 a 0 en el “Camp Nou”, siendo los autores de los goles barcelonistas Alfonseda y Martí Filosía, y esta la alineación del líder: Sadurní; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Martí Filosía, Alfonseda, Marcial y Pujol (ocho catalanes, ojo al dato). Y aprovechando la festividad del 8 de diciembre, el Estadio va a vestirse de gala para recibir al vigente campeón de la Copa de Europa y de la Copa Intercontinental, el Feyenoord de Roterdamm, en un entretenido partido amistoso que finalizó con victoria azulgrana por 3 tantos a 2 (Rexach, en dos ocasiones, y Martí Filosía fueron sus autores). Otro de los grandes atractivos de este choque internacional lo constituyó el debut de Asensi como jugador barcelonista, casi medio año después de su fichaje. El alicantino mostró buenos detalles, pero acusó, lógicamente, su prolongada inactividad. El público culé, por su parte, no acudió al “Camp Nou” en el número que cabía esperar tratándose de un rival tan cualificado.

Tras su visita a “La Rosaleda” malacitana, el Barça va a seguir al frente de la Liga merced a una nueva victoria –0 a 1– conseguida por medio de otro afortunado gol de Charly Rexach. En el Aeropuerto del Prat, una vez más, se producirá un cariñoso recibimiento a altas horas de la noche. Y es que la sufrida hinchada blaugrana se sentía legítimamente feliz de ver cómo el equipo de sus amores volvía a ocupar una posición acorde con su historial. Estos fueron los jugadores que derrotaron al Málaga: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Martí Filosía, Alfonseda, Marcial y Fusté (García Castany). Como es lógico, los triunfos tenían una clara repercusión sobre la economía del club, y así lo confirmaba el propio Montal: “En lo que llevamos de Liga se ha recaudado un cincuenta por ciento más que en la anterior”. Y añadía: “Hasta ahora Buckingham ha sabido coordinar a los jugadores. Rexach no tiene precio”

La derrota en Las Palmas, sobre todo por la forma en que esta se produjo –en dos de los goles canarios tuvo una desafortunada intervención Eladio– no va a contribuir sin embargo a ensombrecer un panorama por lo demás bastante despejado, sino que será interpretada como un mero accidente. Tanto “Atocha” –escenario de la anterior– como el “Insular”, parecían campos gafes para un Barça capaz de imponerse en el “Bernabéu”, el “Manzanares” o “Mestalla”, pero al que se le atragantaba puntuar en los  feudos de dos clubes mucho más modestos, aunque sus características no les iban en absoluto a los azulgranas, bien sea por el empleo pertinaz y contumaz de la manguera en el caso de los norteños, o por lo muy pesado y largo del viaje a las Islas Afortunadas. Esta fue la alineación barcelonista ante los amarillos: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Martí Filosía, Alfonseda, Marcial y Pujol (sustituido por Asensi, que hacía de este modo su debut en partido oficial). Rexach y Marcial hicieron los dos tantos catalanes, que no sirvieron para sacar nada positivo.

Mr. Buckingham en el banquillo del "Camp Nou", junto a su ayudante Rodri, y acompañado de Ángel Mur Sr., el utillero Claudio Pellejero, y los suplentes de aquella tarde: Reina, Romero y García Castany.

Mr. Buckingham en el banquillo del «Camp Nou», junto a su ayudante Rodri, y acompañado de Ángel Mur Sr., el utillero Claudio Pellejero, y los suplentes de aquella tarde: Reina, Romero y García Castany.

El año 1970 va a terminar con un gran choque por todo lo alto en el “Camp Nou”, pues se enfrentaban dos de los máximos aspirantes al título, Barça y Atlético de Madrid, vigente campeón de Liga. El partido será televisado en directo a toda España, y ese detalle, unido a lo desapacible de una noche metida en frío y lluvia, hizo que los graderíos no presentasen el buen aspecto que cabía esperar, registrándose poco más de media entrada. Sin embargo el equipo no se dejó llevar por el ambiente invernal, y sentenció el encuentro en una excelente primera mitad (2 a 0), con tantos de Marcial y Rexach. Presionaron más los colchoneros en la reanudación, pero no consiguieron batir a Sadurní, de manera que el Barça iba a proclamarse campeón de invierno, coincidiendo con el final de la primera vuelta. Los azulgranas contaban con 22 puntos, por 21 el Valencia y el Atlético de Madrid, con el Real Madrid más distanciado, aunque a sólo tres de la cabeza. Habían ganado 10 partidos, empatado 2 y perdido 3, con 26 goles a favor y 12 en contra. Esta fue la alineación que recuperó el liderato para los de Mr. Buckingham: Sadurní; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial, Martí Filosía, Asensi y Pujol.

Carles Rexach, de quien su madre confiesa que “de pequeño dormía con un balón en la cama”, marcha al frente de la tabla de goleadores, aunque no le va muy a la zaga el rojiblanco José Eulogio Gárate, uno de los mejores realizadores de la época, por más que se tratase de un período muy parco en tantos, donde los sistemas defensivos casi siempre les podían a los atacantes, con la subsiguiente merma de espectacularidad en el juego. Y ya que hablamos de goles, es de reseñar que en el tradicional partido que el club regalaba a sus socios la mañana de Navidad, un equipo barcelonista formado por los suplentes habituales –y con el tercer guardameta de la plantilla, Mora, bajo los palos– va a ser ampliamente derrotado por el potente conjunto búlgaro del Bandera Roja de Sofía, que vencerá por 1 a 4, poniendo cierta nota de incertidumbre entre la afición, con respecto al hipotético rendimiento de dichos jugadores si tenían que integrarse en el once titular.

UNA SEGUNDA VUELTA DE INFARTO

El equipo azulgrana inaugura 1971 con un resultado adverso. En el arranque de la segunda vuelta, jornada 16, se enfrenta al Athletic de Bilbao en el “Camp Nou”, y pierde por un sorprendente 0 a 1. El único gol bilbaíno lo marcó Zubiaga a cinco minutos del final, y el guardameta vasco Iribar cuajó una actuación portentosa. En la clasificación general, el Barça cae a la tercera posición con 22 puntos, a uno de los líderes, Valencia y Atlético de Madrid. Pero a Mister Buckingham no parece preocuparle demasiado la derrota ante los Leones: “ Se ha jugado para ganar y eso es lo que cuenta de cara al futuro”. Estos fueron los once barcelonistas que patinaron en el primer encuentro del año: Sadurní; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial, Martí Filosía, Asensi y Pujol. En la segunda parte Alfonseda sustituyó a Pujol.

En la decimoséptima jornada el Barça va a recuperar los dos puntos que cedió ante el Athletic, derrotando al Real Zaragoza a domicilio por 1 a 2 en un partido en el que no pudo alinearse el máximo goleador del equipo, Carles Rexach, debido a unas ligeras molestias en el muslo derecho. El gol que abrió el marcador lo consiguió el zaragocista Martín, pero Marcial –que jugó un encuentro sensacional– y Pujol van a remontar para los de Buckingham, que presentó en “La Romareda” el siguiente once: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Alfonseda, Marcial, Martí Filosía, Asensi (Zabalza) y Pujol. A la jornada siguiente  visita el “Camp Nou” el Celta, en partido que también va a ser televisado en directo. El juego dejará bastante que desear, y tal vez el detalle más curioso es que los tres goles del encuentro (2 a 1 a favor del Barça) serán obra de jugadores celestes. Los azulgranas fueron anotados involuntariamente por los celtistas Manolo y Costas al desviar un par de balones comprometidos, mientras que el único que subiría al casillero de los de “Balaídos” lo hizo el delantero Doblas. Jugaron por los locales: Sadurní; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Marti Filosía (Asensi), Marcial y Pujol. La visita de la expedición viguesa sirvió también  para que ambas directivas rubricasen el pase del medio internacional Enrique Costas al Barça, fichaje que se haría público pocos días más tarde. Su precio: diez millones de pesetas y el traspaso del centrocampista gallego Santiago Castro al Celta. Por cierto: los azulgranas eran líderes de nuevo con 26 puntos, uno más que el Atlético de Madrid.

El siguiente desplazamiento era de los más cortitos, sólo hasta la “Nova Creu Alta”. Y al igual que en la temporada anterior, salta nuevamente la sorpresa y el Sabadell se impone por un ajustado 2 a 1. Garzón abrió el marcador, empató Rexach, y otra vez Garzón hizo el tanto definitivo. Con este resultado, el Barça cedía la primera plaza al Valencia, que ahora le aventajaba en un punto. Pero tal vez la nota más negativa del partido fue la pérdida del eficaz centrocampista cántabro Juan Carlos, que resultó lesionado de gravedad en un tobillo a consecuencia de un choque con un paisano suyo, el ex barcelonista Marañón, el mismo jugador que también había estado involucrado en la gravísima lesión sufrida la temporada anterior por el bilbaíno Javier Clemente. Estos fueron los  hombres que cayeron una vez más ante los correosos arlequinados: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Asensi; Rexach, Juan Carlos (Zabalza), Martí Filosía, Marcial y Pujol (Alfonseda)

Se inicia febrero con otro inesperado tropiezo en el “Camp Nou”, al empatar a cero con el colista Elche en un partido sencillamente lamentable. Esta fue la alineación azulgrana: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, García Castany; Rexach, Marcial, Alfonseda (Martí Filosía), Asensi y Pujol. Juan Carlos pasa por el quirófano para ser intervenido de una rotura de los ligamentos tibio-peróneos. El plazo de recuperación marcado es de dos meses y medio, con lo que se pierde ya lo que resta de Liga. Y en la jornada 21, nada menos que un derbi: Español-Barcelona en “Sarriá”. Pero en esta ocasión la bolita va a caer del lado de los azulgranas, que en un partido tenso y de escaso juego –el derbi arquetípico, vamos…– se imponen por 0 a 1, con un gol marcado por el discutidísimo Marti Filosía en el minuto 42 del primer tiempo. La alineación barcelonista fue la siguiente: Reina; Rifé, Gallego, Paredes – que hacía así su debut oficial–; Torres, Zabalza (Asensi); Rexach, Romero, Marti Filosía, Marcial y Pujol. En la clasificación general, el Barça es tercero, a un punto del líder, el Valencia.

No deja de ser curioso que un Barça-Real Madrid se celebre el “Día de los Enamorados”, pero el calendario había fijado la fecha del 14 de febrero, y ambos equipos van a saltar al bien cuidado césped del “Camp Nou” para cumplir con su obligación lo mejor posible. También llamaba la atención que el encuentro no fuese televisado en directo, con lo que se preveía una suculenta taquilla para las arcas barcelonistas. Y si bien entró dinero en cantidad, en cambio los dos puntos  saldrían rumbo hacia la capital, ante la desilusión del numerosísimo público que se congregó en el feudo culé. Grande hizo el gol madridista, y el Barça formó con: Reina; Rifé, Gallego, Paredes; Torres, Romero; Rexach, Marcial, Martí Filosía, Asensi y Pujol (Alfonseda).

La lucha por el título se había complicado bastante para el Barça, después de los negativos resultados ante Athletic, Elche y Real Madrid, dejando escapar cinco puntos valiosísimos, y el siguiente desplazamiento era nada menos que a “Mestalla”, donde aguardaba el Valencia de Di Stéfano, que esta temporada estaba rindiendo a un magnífico nivel, con un sistema defensivo muy difícil de batir. En la alineación barcelonista van a producirse dos importantes novedades: la reaparición de Fusté, el hombre sobre el que había pivotado el juego azulgrana durante casi una década, y el debut en partido oficial de Teófilo Dueñas en el centro del ataque. Con ellos en el equipo, el Barça cuajará una magnífica actuación, y tan sólo la mala suerte le va a privar de llevarse los dos puntos en litigio, teniendo que conformarse con un muy meritorio empate a uno, que sin embargo no le servía para neutralizar el goal average particular favorable a los chés. Al inicial tanto de Rexach, respondieron los levantinos con una jugada muy afortunada que les dio el empate, ya que un fuerte disparo de Paquito, rechazado por  la madera, rebotó en Reina y se introdujo en la portería catalana. Muchos aficionados culés en las gradas, y numerosas oportunidades para los pupilos de Mister Buckingham, que formaron de la siguiente manera: Reina; Rifé, Gallego, Paredes; Torres, Fusté; Rexach, Marcial (Zabalza), Dueñas, Martí Filosía y Pujol.

La nota emotiva del choque de “Mestalla” había girado en torno al debutante Dueñas, cuyo padre falleció la noche anterior, aunque al hijo no se le comunicó la noticia hasta la terminación del partido. Y tal vez como homenaje póstumo hacia su progenitor, el futbolista manchego va a tener ante su nuevo público la presentación que sueñan todos los futbolistas: tres goles y una soberbia actuación. La víctima será el Sevilla, que cayó derrotado por 5 a 2. Pujol y Marcial hicieron los otros dos goles de un Barça que formó así: Reina; Rifé, Gallego, Paredes (Eladio); Torres, Asensi; Rexach, Marcial, Dueñas, Marti Filosía y Pujol. La facilidad rematadora de Dueñas mereció amplios comentarios, e incluso hubo  quienes le compararon con el mítico César Rodríguez. ¿Había encontrado por fin el Barça ese ariete goleador que parecía negársele una y otra vez? En la clasificación, los azulgranas eran ahora cuartos, pero a un solo punto del equipo que la encabezaba, el Valencia. No se recordaba una pugna tan reñida por el título desde hacía muchísimo tiempo, ya que hasta cuatro equipos (Valencia, Barça, Atlético de Madrid y Real Madrid) mantenían una cerrada pugna. Y las aspiraciones barcelonistas van a recibir un fuerte espaldarazo a la semana siguiente, tras su brillante triunfo por 0 a 2 en “Los Cármenes”, el siempre espinoso feudo del Granada. Goles de Rexach, que continuaba pisando fuerte de cara al “Pichichi”, y esta alineación: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Asensi; Rexach, Fusté, Dueñas, Martí Filosía y Pujol.

La siguiente víctima del excelente estado de forma culé es la Real Sociedad, que sale goleada del “Camp Nou” por 4 a 0, con tantos de Fusté, Asensi y dos de Rexach, uno de ellos de penalty. Jugaron: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Asensi; Rexach, Fusté, Dueñas, Martí Filosía y Marcial. Y nueva confirmación de este momento tan dulce, y de las muy fundadas aspiraciones al título, con otro valiosísimo triunfo a domicilio en Gijón, aunque los goles –marcados por Asensi y Rexach– no llegaron hasta los últimos diez minutos. Se alinearon en “El Molinón” los mismos once que habían goleado a la Real una semana antes. Parecidas dificultades tuvo el Barça para derrotar al Málaga en la jornada 28. Solamente un gol de Fusté a los 32 minutos de la segunda parte pudo doblegar a la buena defensa malacitana. La alineación triunfadora fue la siguiente: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Asensi (Zabalza); Rexach, Fusté, Dueñas (Alfonseda), Martí Filosía y Marcial. Y a la jornada siguiente se despide la Liga del “Camp Nou” con otro ajustado triunfo ante la UD. Las Palmas –2 a 0–, con goles de Martí Filosía Y Rexach. Los azulgranas formaron con el mismo equipo que había superado al Málaga, con los recambios de Zabalza y Alfonseda. Ya tan sólo restaba un encuentro para finalizar tan disputada Liga, y nada estaba aún decidido…

Una fotografía polémica. Haciendo alarde de un sentido del humor no muy bien aceptado por los "culés", Buckingham le suplica a Daucik, entrenador del Español, para que sus pupilos derroten al Valencia.

Una fotografía polémica. Haciendo alarde de un sentido del humor no muy bien aceptado por los «culés», Buckingham le suplica a Daucik, entrenador del Español, para que sus pupilos derroten al Valencia.

De los cuatro aspirantes al título, el único ya descolgado era el Real Madrid, pero tanto Valencia –que acababa de solventar in extremis sus dos últimos partidos– como Atlético de Madrid podían arrebatarle el campeonato al Barça. Encabezaba la tabla el conjunto ché con 43 puntos, seguido del cuadro catalán con 42 y el Atlético de Madrid con 41. Los levantinos visitarían en la última jornada a un Español que no se jugaba nada en “Sarriá”, mientras que colchoneros y culés se verían las caras en la ribera del Manzanares. En todo caso, al Barça no le convenía un empate final a puntos con los de “Mestalla”, ya que estos tenían a su favor el goal average particular. Lo más seguro era ir a ganar a Madrid –con lo que seguirían superando en la clasificación a los rojiblancos–, y esperar que el Valencia perdiese en terreno blanquiazul. No lo tenían nada fácil los de Buckingham, que no dependían de sí mismos, pero todo estaba aún por dilucidarse.

Y lamentablemente, las cosas no salieron bien en esta última jornada de infarto y transistores, y el Barça no pudo cantar el tan ansiado alirón, que ya venía resistiéndose desde hacía once años. El Valencia no consiguió puntuar en “Sarriá”, de donde salió derrotado por un gol del españolista Lamata, pero Atlético y Barcelona hicieron tablas –1 a 1–, que era precisamente el peor resultado para ambos, pues una victoria de cualquiera de los dos le hubiese dado el título al vencedor. El Barça abrió el marcador  en el minuto 14 del segundo tiempo por mediación de Martí Filosía, cuando ya había marcado también el Español, y durante unos instantes fue virtual campeón, pero la alegría duraría  solamente cuatro minutos, pues el colchonero Luís no tardó en igualar la contienda, sin que ya el resultado volviera a alterarse. Jugaron de azul y grana: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Marcial; Rexach, Fusté, Dueñas, Martí Filosía y Pujol. A las 18 minutos del segundo tiempo Asensi sustituyó a Dueñas, y a los 31 Zabalza reemplazó a Fusté. Según parece en los vestuarios, una vez acabado el partido, Agustí Montal no pudo reprimir las lágrimas. Y es que se había estado muy cerca en esta ocasión, rozando la gloria con la punta de los dedos…

El equipo que estuvo a punto de coronarse Campeón de Liga en el Estadio del Manzanares: Reina, Rifé, Eladio, Torres, Gallego, Marcial, Rexach, Fusté, Dueñas, Martí Filosía y Pujol.

El equipo que estuvo a punto de coronarse Campeón de Liga en el Estadio del Manzanares: Reina, Rifé, Eladio, Torres, Gallego, Marcial, Rexach, Fusté, Dueñas, Martí Filosía y Pujol.

El Barça había obtenido idéntica puntuación que el nuevo campeón –43– y nada menos que 20 positivos de treinta posibles, pero algunos tropiezos en su campo habían resultado mortales de necesidad, sobre todo la inesperada derrota por 0 a 2 ante el propio Valencia en la primera vuelta. Los levantinos no ganaban el Torneo de la Regularidad desde la temporada 46-47, y en su triunfo había sido clave la fortaleza defensiva. Alfredo Di Stéfano, que tantos y tantos partidos le había amargado al Barça en su época de jugador madridista, parecía abonado a repetir la jugada, ahora desde el banquillo. Pero la campaña azulgrana no era para echarla en saco roto, pues había sido capaz de mantener el pulso hasta el mismo final, y ello hacía augurar que el tan ansiado triunfo liguero podía no estar ya muy lejano… Además, el desenlace de este reñidísimo campeonato confirmaba que el Real Madrid había perdido la supremacía del fútbol español (dos temporadas consecutivas sin ganar la Liga), y eso representaba siempre una buena noticia en Can Barça. Y por añadidura no todo era decepción, puesto que Carles Rexach había conquistado el Trofeo “Pichichi” al máximo goleador, con 17 tantos, los mismos que el atlético José Eulogio Gárate, que compartió con el de Pedralbes el codiciado galardón. Desde que Cayetano Re lo obtuviese en la temporada 64-65, ningún otro jugador azulgrana había vuelto a inscribir su nombre en él.

REVANCHA EN LA COPA

Por lo tanto, con el buen sabor de boca que el equipo había dejado en la afición, se esperaba mucho de la Copa. Y el primer adversario no era precisamente de los más temibles: el modesto equipo castellonense del Villarreal, ascendido a Segunda División la temporada anterior. Pero en el partido de ida disputado en “El Madrigal” (el actual “Estadio de la Cerámica”) va a producirse una desagradable sorpresa, pues los locales, contra todo pronóstico, se impondrán al Barça por 1 a 0, en un encuentro en el que el reciente fichaje Enrique Costas –que acababa de firmar por tres temporadas– debutó oficialmente con los azulgranas, que formaron así: Reina; Rifé, Paredes, Eladio; Torres, Costas; Rexach, Fusté, Dueñas, Marcial y Alfonseda. Como puede verse, casi el equipo de gala, con las únicas ausencias de Gallego, Asensi y Martí Filosía.

En un flojo partido de vuelta, el Barça conseguirá pasar la eliminatoria, aunque no sin apuros. Discreto triunfo por 2 a 0, con goles de Martí Filosía y Dueñas y la siguiente alineación: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Costas; Rexach, Martí Filosía, Dueñas, Marcial y Asensi. A destacar que por estas mismas fechas el entrenador barcelonista, Mister Buckingham, se encontraba aquejado de serias molestias en la espalda, que le impidieron viajar  a Villarreal –donde dirigió al equipo su segundo, Rodri– e incluso sentarse en el banquillo en el “Camp Nou”, teniendo que presenciar el encuentro desde el túnel que daba acceso a los vestuarios. Estos problemas de salud ponían en grave riesgo su continuidad al frente del Barça.

Los octavos de final de la Copa van a deparar un nuevo enfrentamiento entre los dos clubes con mejor historial hasta entonces –y también hasta la fecha– en el Torneo del KO: Barça y Athletic de Bilbao. El encuentro de ida se juega en la Catedral, y el equipo azulgrana regresa con una derrota por la mínima –1 a 0–, que confiere al partido de ida un gran interés, porque la remontada era perfectamente posible. Actuaron en “San Mamés”: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Costas; Rexach, Martí Filosia (Dueñas), Asensi, Marcial (Zabalza) y Pujol. En el minuto 20 de la primera parte resultó lesionado Martí Filosía, y ahí va a terminar la temporada para el polémico delantero de Palafrugell. Será intervenido quirúrgicamente de una “ruptura de la vaina de los peróneos del tobillo izquierdo”, lo cual le va a suponer unos dos meses de inactividad.

En un estupendo partido, televisado en directo a toda España –al igual que lo había sido el choque de ida– el Barça va a imponerse al Athletic por un claro 3 a 0. Abrió el marcador Rojo II, al introducir el balón dentro de su propia meta, y luego Dueñas y Rexach (este último al transformar un penalty) redondearon el resultado. Era un triunfo de los que daban prestigio, ya que marcarle tres goles al fenomenal guardameta José Ángel Iribar no estaba al alcance de todos los equipos. Esta fue la alineación barcelonista: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Costas (Dueñas); Rexach, Marcial, Asensi, Zabalza y Pujol.

En otro orden de cosas, el defensa barcelonista Franch va a aceptar la oferta del Sabadell, y se enrolará en el conjunto arlequinado. Se despide declarando: “Si no he podido triunfar en el Barcelona no ha sido por culpa mía”. Pero mucho más dulce será la despedida de José Antonio Zaldúa, el bravo jugador navarro que había capitaneado al Barça en las últimas temporadas –desde que la llegada de Gallego desplazara a Olivella del equipo titular–, teniendo el honor de levantar el primer “Gamper”, la Copa de Ferias del 66, y sobre todo la épica Copa del 68, la de la Final de las botellas. En su última temporada como azulgrana, Mister Buckingham no había contado en absoluto con él en partido oficial, e incluso se había especulado con su posible traspaso al Zaragoza, pero sin embargo, y siguiendo el camino de tantos antiguos compañeros suyos, su destino va a ser la “Nova Creu Alta”. Aunque antes de engrosar las filas del Sabadell, el Barcelona le va a rendir el merecido homenaje a su incansable entrega y honradez profesional, con un partido ante el Standard de Lieja, en el que los blaugranas se impondrán por 2 a 1.

Los cuartos de final no van a constituir tampoco ningún problema para el Barça, debido a la escasa entidad del rival, el Deportivo de La Coruña. Goleada en el “Camp Nou” –4 a 0–, con tantos de Dueñas, Rexach (2, uno de penalty) y Marcial. En la segunda parte va a reaparecer durante unos minutos el cántabro Juan Carlos, ya repuesto de la grave lesión sufrida en terreno vallesano. Esta fue la formación barcelonista que dejó prácticamente sentenciada la eliminatoria: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Dueñas, Asensi y Rexach. En “Riazor” el conjunto azulgrana se tomará las cosas con calma, y el resultado final será un anodino empate a cero, con este once: Reina; Rifé, Gallego, Paredes; Torres, Zabalza; Alfonseda, Costas, Dueñas, Marcial y Rexach.

Pero en las semifinales aguarda un auténtico coco, el Atlético de Madrid. Y eso ya son palabras mayores, aunque el primer partido, disputado a la vera del Manzanares, arroja un estupendo resultado, que coloca a los barcelonistas con muchas posibilidades para alcanzar la gran final. 0 a 1, con gol de Marcial, y el siguiente equipo, que hizo un fútbol muy serio: Reina; Rife, Gallego, Eladio; Torres, Costas; Rexach, Marcial, Dueñas, Zabalza y Pujol (Alfonseda). Por estos mismos días también se produce un simpático acontecimiento, y es el homenaje que se celebra en la localidad costera de Calella en beneficio de Eulogio Martínez, el mítico delantero barcelonista de los años 50 y primeros 60, inolvidable autor, entre otros muchos goles, del primer tanto que subió al marcador del “Camp Nou”, la tarde de su inauguración ante la Selección de Varsovia. El Abrelatas atravesaba por una delicada situación económica, y un grupo de amigos se conjuró para echarle una mano y ayudarle a salir del  trance. El acto resultó un éxito económico y de público, y en él pudo verse en acción a los Veteranos del Barça, demostrando aquello de  que “Quien tuvo, retuvo…” El entrañable Eulogio –al que sus eternos problemas con el peso y una terrible desgracia familiar habían amargado los últimos tramos de su carrera deportiva– se ganaría el sustento de ahí en adelante regentando un bar, hasta que años después, mediada la década de los años 80, un lamentable accidente de tráfico segó su vida cuando aún no había cumplido los cincuenta.

Los problemas de salud de mister Buckingham no terminaban de remitir, y ante esa tesitura la directiva barcelonista va a plantearse el relevo en el banquillo. Su sucesor será un técnico de primerísimo nivel, el holandés Rinus Michels, que acababa de llevar al Ajax de Ámsterdam a la conquista de su primera Copa de Europa. En el entorno culé se piensa que la elección de Michels constituye la prueba fehaciente de que aún se mantenía muy vivo el interés por fichar, tan pronto como la normativa lo permitiera, a Johan Cruyff, que ya era aclamado sin ningún género de dudas como el mejor jugador de Europa, por no decir del mundo.

En ese clima de moderado optimismo de cara al futuro, va a producirse la clasificación del Barça para una nueva final de Copa. No sin apuros, ciertamente, porque el Atlético de Madrid empatará en el “Camp Nou”, fallando alguna que otra ocasión cantada, pero el 1 a 1 pasaporta a los azulgranas hasta el partido definitivo, que se jugaría en el Estadio “Santiago Bernabéu”, entonces escenario habitual de este tipo de eventos, y con el campeón de Liga, el Valencia, como adversario. Abrió el marcador Teófilo Dueñas, y Gárate logró la igualada. Esta fue la alineación barcelonista: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Costas; Rexach, Marcial (Asensi), Dueñas, Zabalza y Pujol. El próximo entrenador, Rinus Michels, asistió al encuentro, y tomó buena nota de las evoluciones de los que muy pronto iban a ser sus pupilos.

El  domingo 4 de julio de 1971 era la fecha señalada para la disputa de esta nueva final de Copa mediterránea entre valencianos y catalanes –la tercera ya, tras las dos casi consecutivas de los años 1952 y 1954–. En una noche muy calurosa, y a las órdenes del colegiado guipuzcoano señor Sainz Elizondo, ambos equipos presentaron las siguientes alineaciones: por el Valencia, Abelardo; Sol, Barrachina, Vidagany; Jesús Martínez, Claramunt I; Sergio (Claramunt II), Poli, Ansola (Forment), Paquito y Valdez, y por el Barça: Reina, Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Costas; Rexach, Marcial, Dueñas, Zabalza y Asensi. El partido –y no es ningún tópico– va a resultar no apto para cardíacos. Se adelantaron los levantinos mediada la primera parte merced a un discutido penalty que transformó Pepe Claramunt. Poco después –a los 32 minutos–, Marcial, lesionado,  hubo de ser sustituido por el veterano Fusté, cuyo concurso iba a ser decisivo en el encuentro. Recién comenzada la segunda mitad los chés incrementaron su ventaja, al marcar Paquito en acrobática postura y desde muy cerca, tras un fallo defensivo azulgrana. La cosa pintaba muy mal para el Barça, pero entonces apareció Fusté, que aprovecharía un golpe franco para batir a Abelardo, acortando distancias. Y una nueva sustitución se iba a producir en el bando barcelonista, en el minuto 17 de este segundo período, cuando abandona el terreno de juego Dueñas para ser relevado por Alfonseda. Zabalza va a lograr la igualada con un tiro lejano, que cogerá a Abelardo a contrapié, y con ese resultado se llegará a la prórroga, tras ser expulsado Sol, y con Gallego lesionado cuando ya estaban agotados los dos cambios reglamentarios, quedando el gaditano como una mera figura decorativa. En una jugada confusa, en la que los valencianistas reclamaron falta a su portero, Zabalza va a adelantar al Barça, pero Valdez, al cepillar un balón a la salida de un córner, establecerá un nuevo empate casi inmediatamente. Se juegan ya los últimos minutos del choque, y cualquiera de los dos equipos puede decantar la balanza a su favor, pero Fusté se sacará de su chistera un gran pase en profundidad a Alfonseda, y el delantero catalán va a conseguir el gol de la victoria, que coronará al Barcelona como nuevo campeón de Copa, trofeo que el general Franco entregaría instantes después a un exultante Quimet Rifé.

La expedición azulgrana regresó de Madrid el lunes día 5, por la tarde. En el Aeropuerto del Prat se habían congregado miles de barcelonistas para recibirla, muchos de los cuales escoltaron a los triunfadores durante todo el trayecto hasta la Plaça Sant Jaume, donde el trofeo sería ofrecido a la ciudad, una ciudad que volvía a vibrar de nuevo con la victoria de su club más representativo, en una final que ha pasado a la historia por los muchos goles marcados y por toda la emoción acumulada hasta el postrer pitido del juez de la contienda. Algunos días más tarde, Vic Buckingham se despedía de todos los barcelonistas por medio de una carta abierta, en la cual expresaba su tristeza por tener que dejar la dirección técnica del equipo, y hacía una valoración de las cualidades de cada miembro de la plantilla. Va a dejar tras de sí una estela de caballerosidad y simpatía, y los culés le valorarán como a un auténtico gentleman.

    Rinus Michels ya ejerce de entrenador en "Can Barça". Y con él, Martí Filosía regresa al banquillo de los suplentes.

Rinus Michels ya ejerce de entrenador en «Can Barça». Y con él, Martí Filosía regresa al banquillo de los suplentes.

Uno que se va, y otro que viene…Rinus Michels suscribe contrato como nuevo entrenador del Barcelona el martes 13 de Julio (supersticiosos abstenerse). De sus primeras declaraciones como tal –y en castellano– entresacamos algunos párrafos: “no puedo olvidarme de Buckingham y lamento mucho que una inoportuna lesión le haya obligado a dejar el puesto. Me gustaría llevar al Barcelona al primer plano del fútbol nacional, convertido en el mejor equipo de España. También deseo hacer un brillante papel en la Recopa, para que el club pueda recuperar su prestigio internacional, un tanto maltrecho en los últimos años. No puedo hablar a fondo de la plantilla, pero tengo la impresión que con unos pequeños retoques se puede lograr un gran equipo”.

En Madrid se celebra el pleno anual de la Federación Española de Fútbol. Se aprueba el calendario para la Liga 71-72, correspondiéndole al Barça jugar su primer partido en el “Camp Nou”, frente a la Real Sociedad, y a la semana siguiente desplazarse hasta “Sarriá” para contender con el Español. También resultó aprobada la propuesta del Barcelona para que los árbitros fueran designados por sorteo, y no por libre designación del Comité Nacional para cada jornada. A todo esto, la plantilla barcelonista se encontraba ya disfrutando de sus vacaciones. Haciendo un somero balance de la temporada concluida, Rexach se alzaba como el máximo goleador en partidos oficiales, consiguiendo 20 tantos, mientras que Torres no había faltado a ninguna cita, todo lo contrario que Zaldúa, Ramoní, Mora y Franch, que quedaron inéditos, salvo en amistosos. Los cuatro abandonarían en breve la disciplina blaugrana, aunque el prometedor Mora lo hará en calidad de cedido. Su destino va a ser el Elche, donde se reencontraría con sus antiguos compañeros Sanjuán y Romea, y también con los canteranos Chiva y Sitjá, que ni siquiera llegaron a debutar con el primer equipo. Y, por último, el Barça conoce también por esas fechas al que iba a ser su primer rival en la Recopa. Se trataba del modesto Destillery, de Belfast, y la perspectiva del desplazamiento al Ulster ponía los pelos de punta a los responsables del club, dada la situación de abierta violencia por la que atravesaba en aquellos momentos Irlanda del Norte.

Recapitulando, Vic Buckingham había dirigido al Barça en 66 partidos oficiales, con las siguientes estadísticas: 36 victorias (el 54,55 % de los encuentros disputados), 14 empates y 16 derrotas. Con él en el banquillo, el equipo azulgrana había conseguido 104 goles, encajando a su vez  56 tantos. Un subcampeonato de Liga (empatado a puntos con el campeón) y un título de Copa eran sus poderes en temporada y media de trabajo, siendo tal vez su mayor lunar un par de rápidas eliminaciones europeas, a pies de sendos conjuntos italianos.

MR. VIC DESPUÉS DEL BARÇA

Pocos meses más tarde, sin embargo, Mr. Buckingham va a sorprender al mundillo futbolístico español haciéndose cargo de un Sevilla en horas bajas, cuando se rumoreaba que todavía cobraba del Barcelona. El equipo hispalense había arrancado bien la Liga 71-72, reforzado con jugadores de calidad y contrastado experiencia (Garzón, De Diego, Juan Antonio –estos tres debutando ya en el torneo de Copa de 1971–, Manolín Bueno, el eterno suplente de Gento, o el ex-españolista y ex-barcelonista Ramoní ), y a la altura de la jornada número 15, casi en el ecuador del campeonato, ocupaba la cuarta posición en la tabla, pero una serie de malos resultados le llevaron a las puertas del descenso, al puesto 14 (perdían la categoría los tres últimos equipos de la clasificación, de entre 18 conjuntos), y en la jornada vigésimo tercera va a cesar el técnico griego Yiannis Dan Georgiadis (Itaca, 1922-Atenas, 1998), un auténtico trotamundos, que hablaba seis idiomas y había dirigido nada menos que en una decena de países, siendo sustituido interinamente durante una semana por un hombre de la casa, Fernando Guillamón, y en la 25 por el propio Buckingham, que no obstante será incapaz de evitar la catástrofe. Va a debutar en el “Pizjuán” ante un siempre difícil Atlético de Madrid, en un choque saldado con  tablas (3 a 3), y este fue el primer equipo presentado por el técnico británico: Rodri; San José (Manolín Bueno), Costas, Hita; Pazos, Toni,; Juan Antonio, Lora, De Diego, Eloy y Berruezo. Su balance al frente de los de “Nervión” ofrece los siguientes números: 2 partidos ganados, 3 empatados y 5 perdidos, con 11 goles a favor y 16 en contra. También dirigiría a los andaluces en una eliminatoria copera, en la que resultaron superados por el Español (3 a 1 en “Sarria” y empate a 3 en el “Sanchez Pizjuán”). Tras un largo paréntesis de tres años, en la temporada 75-76 reaparece en el fútbol heleno, dirigiendo durante esa campaña a Olympiacos. Y tres años más tarde hace lo propio con el Rodos F.C, retirándose al finalizar el curso 79-80, a punto de cumplir los 65 años. Este pionero de tantas cosas en lo futbolístico va a fallecer en Chichester, Inglaterra, el 26 de enero de 1995, a la edad de 79 años, dejando tras de sí el imborrable recuerdo de su caballerosidad y buen hacer profesional.

Y con este artículo damos fin a la larga serie dedicada a los entrenadores del Fútbol Club Barcelona entre los años 1944 y 1971. La arrancamos allá por febrero de 2015 con la figura de Pep Samitier, el legendario Home Llagosta, el técnico con el que entran los modernos métodos de preparación en el banquillo azulgrana, y la finalizamos con la llegada de Rinus Michels, un auténtico Número 1 europeo y mundial, el entrenador top de 1971, el hombre que acababa de hacer campeón de Europa por primera vez al Ajax de Ámsterdam, abanderando una determinada y novedosa idea del Deporte-Rey, un concepto llamado a hacer fortuna, el Futbol Total. Con Michels al frente, la Junta Directiva que presidía Agustí Montal confiaba en que el Barça diera por fin un salto cualitativo, el Gran Salto Adelante –por emplear la terminología maoísta, tan de moda entonces en el mundo de la política–, recuperando la hegemonía del fútbol español y superando a un Real Madrid que, tras más de tres lustros de insultante dominio, comenzaba a mostrar signos de flaqueza. Lo acaecido a partir de este momento, ya forma parte de otra historia…




Vic Buckingham: flema británica para el banquillo del Barça. 1970-1971. Primera parte

Hay entrenadores que dejan tras su paso –breve o dilatado– un buen sabor de boca, y también hay técnicos que hacen aumentar el consumo de vino espumoso cuando hacen mutis por el foro, para que los que se quedan celebren su marcha. El inglés Vic Buckingham pertenecía con todos los honores al primer grupo. El Barça recuperó con él la antañona y entrañable institución del Mister, aquella denominación de origen anglosajona que había acuñado un término precioso para referirse al responsable de dirigir un equipo de fútbol desde el siempre inestable banquillo, y que en el club blaugrana no se aplicaba a un británico desde hacía casi tres décadas (el último había sido el irlandés Patrick O´Connell en 1940).

Mr. Buckingham contaba con dos nada banales argumentos a su favor. Por una parte, el prestigio del que entonces gozaba el fútbol inglés –y el británico en general– entre nosotros. Inglaterra era la vigente campeona del Mundo, tras derrotar en Wembley en el verano de 1966 a la selección de la RFA (República Federal de Alemania), y el Celtic escocés y el Manchester United habían sido los ganadores de la Copa de Europa en 1967 y 1968 respectivamente. No era extraño, por consiguiente, que los técnicos procedentes del Reino Unido gozaran de una alta estima, como sin ir más lejos había ocurrido el verano anterior, cuando el inglés Ronnie Allen fue contratado para dirigir al Athletic de Bilbao. Y por otra parte, Buckingham pasaba por ser nada menos que el descubrir del jugador de moda en el fútbol europeo, el holandés Johan Cruyff, al que había hecho debutar con sólo 17 años en el Ajax de Amsterdam, y que se había convertido en objeto de deseo para el propio Barça…, siempre y cuando se abrieran las fronteras españolas –cerradas desde 1962–, permitiendo el fichaje de futbolistas extranjeros.

Victor Frederick Buckingham –sin nada que ver con el palacio de cabecera de los monarcas del Reino Unido– había nacido en Greenwich, Inglaterra, el distrito del este de Londres por donde pasa el famoso Meridiano, el 23 de octubre de 1915. Como futbolista hizo sus primeras armas en el Northfleet United, en la temporada 34-35, pasando a continuación al Tottenham Hotspur FC, y permaneciendo en el conjunto londinense hasta la fecha de su retirada, en 1949. Pertenecía a una generación de futbolistas británicos que había visto abruptamente interrumpida su carrera deportiva por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, aunque tan accidentado paréntesis no rezaría para su estricto coetáneo, Sir Stanley Matthews, cuyas mejores temporadas llegaron precisamente tras la finalización del conflicto, con 30 años cumplidos, batiendo todos los récords de longevidad y retirándose… ¡en 1965!, cuando ya los Beatles triunfaban en medio mundo. Centrocampista defensivo, Buckingham disputó con los Spurs 230 partidos. Debutó como entrenador, tras hacer sus pinitos en Noruega, dirigiendo a conjuntos amateurs (Oxford University, Pegasus AFC, Bradford Park Avenue AFC), entre 1950 y 1953, y a partir de esta fecha se hizo cargo del West Bromwich Albion, con el que casi consigue un doblete, pues le hizo campeón de la FA Cup en 1954, y subcampeón de Liga en esa misma campaña 53-54. Allí va a tener a sus órdenes a un delantero centro de gran olfato goleador llamado Ronnie Allen, con quien coincidirá años más tarde en España.

En 1959 dejó Inglaterra para ponerse al frente del Ajax de Amsterdam, donde consiguió el campeonato de la Eredivisie en 1959-60.

Una imagen de su primera estancia en Holanda (1960)

Una imagen de su primera estancia en Holanda (1960)

En 1961 regresó a su país, como técnico del Sheffield Wednesday, con el cual se enfrentó al Barcelona en cuartos de final de la Copa de Ferias de la edición de 1961-62, venciendo por 3 a 2 sobre un terreno cubierto de nieve en el estadio de Hillsborough –el mismo que sería escenario de una gran tragedia el 15 de abril de 1989, cuando 96 personas resultaron muertas a causa de una avalancha durante una semifinal de la FA Cup entre el Liverpool y el Nottingham Forest–, pero cayendo eliminado en el “Camp Nou” al sucumbir por 2 a 0, con goles de Evaristo y Kocsis. Su reputación, no obstante, va a verse de algún modo empañada cuando en 1964 se le relacionó con un escándalo referente a las apuestas, en el cual se vieron involucrados tres futbolistas de su equipo. Aunque nunca pudo probarse su intervención en el caso, tres jugadores del SW fueron declarados culpables de aceptar sobornos para amañar un partido en diciembre de 1962, y sentenciados a diversas penas de cárcel e inhabilitados de por vida para la práctica del fútbol profesional.

En 1964 regresa al fútbol holandés, y nuevamente al Ajax, donde el 15 de noviembre de 1964 va a hacer debutar frente al GVAV Groningen a un flaco muchachito de tan sólo 17 años y de nombre Johan Cruyff. No consigue el título liguero (que fue para las vitrinas del Feyenoord), y retorna a su país para dirigir al Fulham durante tres temporadas, hasta que en 1968 viaja hasta Grecia, donde se hará cargo del modesto Ethkikos de Pireo. Al comenzar el invierno 1969-70, y tras unos meses de descanso, le encontramos ya dispuesto para iniciar una nueva aventura, para conocer otro país y otro fútbol, de la mano de la nueva Junta Directiva capitaneada por Agustín Montal, con toda su larga experiencia a cuestas, y la innegable elegancia de todo un gentleman británico, sombrero incluido. En un principio, su contrato es únicamente hasta el final de la temporada 69-70.

SU CREDO FUTBOLÍSTICO

Convendría hablar un poco de la filosofía de Vic Buckingham como técnico, antes de pasar al relato de sus avatares durante el año y medio en el que ocupó el complicadísimo banquillo del Barça. Este londinense alto e inteligente (había estudiado incluso Economía), le hablaba así acerca de su trabajo al periodista Santiago Codina, en una interviú publicada en las páginas de La Actualidad Española:

”Para ser un buen entrenador no resulta indispensable haber sido antes un buen jugador, pero si considero preciso haber sido futbolista profesional, sin necesidad de haber llegado a ser un superclase. Con haber conocido el fútbol por dentro es suficiente. Ahora bien, no cabe duda que el hecho de haber sido un gran jugador, un renombrado internacional, ayuda mucho. Pero no basta. Prueba de ello es que muchos futbolistas que habían triunfado clamorosamente en los campos de juego quisieron luego ser entrenadores y fracasaron en esta actividad. La razón está en que esa capacidad que habían tenido para jugar al fútbol no la han tenido para transmitir sus conocimientos. Los conocimientos son necesarios, pero las facultades para saber transmitirlos también. Los jugadores deben ver en el entrenador a uno de ellos. Uno que sabe lo suficiente para enseñarles algo que ellos todavía desconocen. Y que sabe, además, el modo de enseñárselo. Entonces los jugadores te respetan. Y entonces eres un buen entrenador”.

Y prosigue: “El balón es la herramienta de trabajo para el jugador. Por tanto, este debe dominarlo a la perfección. Pero debe también conseguir el máximo provecho de tal dominio. Durante el partido, no todo depende de lo que uno hace, sino también de lo que haga el contrario. Nunca hay que olvidar esta verdad. Y como nunca se sabe lo que el contrario va a hacer, instintivamente hay que acertar con la reacción adecuada. Tengo mis técnicas previendo esto. Trátase de ejercicios colectivos con el balón, donde lo inesperado se produce, donde los reflejos mentales son tan importantes como la destreza en el manejo de la pelota”.

Acerca de la preparación física decía lo siguiente:

“Indudablemente la preparación física es esencial. Si las fuerzas no responden, poco sirve la clase de un jugador. Ahora bien, al enfocar los ejercicios tendentes a mejorar la forma física de los jugadores, no hay que olvidar que aquella va a ser empleada cara al balón. Y aplicada al juego del fútbol. En consecuencia, a través de esos ejercicios, ha de estimularse la rapidez de reflejos, unir el esfuerzo a la mente, someter aquel al buen resultado de la acción. Por otra parte, y puesto que esa clase de ejercicios acostumbran a ser los más tediosos en el entrenamiento, hay que romper la rutina, de modo que los jugadores no sólo se limiten a imitar, sino también que el desarrollo de tales ejercicios les obligue a pensar, a tener la mente atenta y en plena tensión”.

Y añadía, hablando de los ejercicios de contacto personal:

En una curiosa pose, recién llegado

En una curiosa pose, recién llegado

“Por regla general, el contacto físico entre los jugadores de uno y otro bando queda reglamentariamente excluido del fútbol, pese a lo cual inevitablemente se producen cargas, encontronazos, trabazones…Pues bien, de cada una de esas situaciones imprevistas el jugador debe saber zafarse con ventaja. De ahí la importancia que yo doy a estos ejercicios, máxime cuanto que los mismos ayudan a vencer la timidez, a no temerle al choque ni a la corpulencia del adversario. Y contribuyen, por tanto, a que los jugadores ganen seguridad y confianza en sí mismos”.

Tenía las cosas muy claras, y no se andaba por las ramas:

“Sin buenos jugadores ningún entrenador puede triunfar. Cuando un profesional del fútbol ficha por un club como el Barcelona, en cuanto a técnica y dominio del balón poco o nada le queda por saber, y por consiguiente su preparación debe centrarse en mejorar su condición física –porque saber sin poder de nada sirve– y conseguir el acoplamiento de su juego al de los demás”.

Confesaba su admiración hacia Matt Busby, manager del Manchester United, quien a mediados de los años 50 dio la alternativa a una brillante y joven generación, y tras la tragedia de Múnich no se desalentó y supo hacer otro nuevo equipo, que finalmente ganaría la Copa de Europa. Consideraba también al fútbol inglés como el mejor del mundo en aquel momento, tanto en juego como en organización, y por lo tanto comprendía que fuese el modelo para muchos clubes de otros países. No obstante opinaba que eso no se conseguiría a corto plazo, y que era un error pensar lo contrario, pues las mentalidades de los jugadores eran distintas, y también las costumbres de los clubes, y por lo tanto la transformación sólo podía llegar de manera gradual:

“Así, en el Barcelona, ello lo han de conseguir los jugadores y el club por sí mismos y no porque yo esté aquí. Yo lo único que puedo hacer es tratar de inculcar lo mejor del fútbol inglés al servicio de un club español”.

Decía esto con respecto a su forma de  trabajar:

“Tengo mi propio sistema de entrenar. Pero mentiría si dijera que es totalmente original. Los viajes, la experiencia y los conocimientos adquiridos han contribuido a establecer mis particulares sistemas. Yo, como entrenador, me creo inteligente, pero no creo saber más que nadie. Eso sí, soy muy buen observador. Y como que he visto a muchos y excelentes preparadores en pleno trabajo, consciente o inconscientemente, he adoptado algunos de sus métodos, de sus ideas. De igual forma que muy posiblemente ellos hayan adoptado alguno mío Por otra parte, nunca se sabe bastante. Siempre se puede aprender más. Y yo creo tener una mente receptiva, siempre dispuesta a captar ideas ajenas que combinar con las propias”

Definía de la siguiente forma al entrenador ideal:

“Ante todo, debe tener consideración y respeto hacia los jugadores, pero exigirles a ellos que también le respeten. El trato reciproco debe ser un trato entre caballeros. Debe de hacer gala de tacto y psicología, pues no todos los jugadores son iguales”.

Para él los grandes jugadores eran de algún modo equiparables a los artistas:

“Y los artistas a veces tienen sus rarezas, y hay que saber comprenderlos, siempre y cuando no peligre la disciplina”

No veía muchas diferencias sociales y temperamentales entre los futbolistas británicos y los españoles, porque, por regla general, tanto en las islas como en España los futbolistas procedían de la clase obrera, y merced al deporte se habían convertido en personajes populares y habían mejorado socialmente. Ello entrañaba ciertas reacciones temperamentales que había que saber comprender. Consideraba también, cuando se le preguntaba acerca del porcentaje de responsabilidad que le correspondía al entrenador en los éxitos y los fracasos del equipo, que este era alto en los fracasos y bajo en los éxitos. Que los campeonatos los ganaban los jugadores, y los perdía el entrenador. Y proseguía, desgranando  los requisitos necesarios para ejercer positivamente su difícil profesión:

“El entrenador debe tener la edad suficiente para, sin ser viejo, ser ya veterano y muy experimentado en el oficio. Debe ser algo filósofo para saber reflexionar y analizar, también algo psicólogo para comprender las mentalidades ajenas. Debe ser laborioso, sincero y honesto, y no debe jamás considerarse más importante él que el equipo o el club dónde trabaja. Debe saber la forma de conseguir el máximo rendimiento físico de los jugadores a sus órdenes, debe lograr que la destreza propia de los mismos pueda manifestarse plenamente durante los noventa minutos que dura un partido, debe saber estimular la capacidad mental y los reflejos psíquicos de estos jugadores, y debe también saber acrecentar al máximo su capacidad de combate, su espíritu luchador aplicado al fútbol”.

 Como ayudante suyo, Buckingham va a contar con los servicios de Ted Drake, toda una leyenda en el fútbol inglés de antes de la Segunda Guerra Mundial. Edward Joseph Drake (Southampton, 1912-Londres, 1995), jugaba como delantero centro (amén de practicar también a un gran nivel el criquet), y tras iniciarse en el club de su ciudad natal, The Saints, pasó a unirse en 1934 al gran Arsenal creado por el entonces recientemente fallecido Herbert Chapman, equipo que dominó las competiciones inglesas durante la década de los 30. Ariete fuerte, poderoso y pleno de bravura, fue cinco veces internacional con los Pross (marcando 6 goles), pero su brillante trayectoria también resultó bruscamente cercenada por la guerra, durante la cual combatiría enrolado en la RAF como piloto, no sin antes dejar un excelente registro personal de 238 partidos disputados entre Primera y Segunda División, con un balance de 171 goles en su haber. Retirado a los 33 años a causa de una lesión, se convirtió en entrenador, dirigiendo al Chelsea londinense durante 9 temporadas –de 1952 a 1961–, en las que conseguiría el campeonato de Liga de la campaña 54-55. Fue el segundo de Buckingham durante tan sólo 6 meses, pero aun así tuvo tiempo de sembrar en el “Camp Nou” valiosas enseñanzas.

Buckingham y Drake firman el contrato que les une al Barça hasta el 30 de junio de 1970

Buckingham y Drake firman el contrato que les une al Barça hasta el 30 de junio de 1970

HISTORIA DE MEDIA LIGA

En la decimoséptima jornada del Campeonato Nacional de Liga, al Barcelona le correspondía visitar el Estadio de “Riazor”, para enfrentarse a un Deportivo de La Coruña en apuros. En el terreno gallego se sentará por primera vez en el banquillo azulgrana Mister Buckingham. El técnico inglés aun no dominaba, lógicamente, el castellano (ni por supuesto el catalán), por lo que el club va a poner a su disposición durante varios meses a un intérprete, un norteamericano apellidado Getman. El partido  se saldará con un triste empate a cero, pero, bueno, al fin y al cabo “punto es punto…”. Esta fue la primera alineación presentada por el entrenador británico: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial, Zaldúa, Castro y Pujol. Como puede verse, un equipo muy similar a los que venía alineando Seguer.

A la jornada siguiente visita el “Camp Nou” el Pontevedra, otrora equipo correoso donde los hubiera, pero en aquellos momentos hundido en la cola de la clasificación y prácticamente con un pie ya en Segunda, a pesar de que aún restaba casi media Liga por disputarse. Discreta victoria azulgrana por 2 a 0 con un juego que no acababa de convencer a nadie. Los dos goles barcelonistas fueron marcados por Martí Filosía (que sería expulsado en el minuto 34 de la primera parte, por propinarle una patada a un contrario, algo que no se compadecía mucho con su supuesta frialdad) y Gallego, que estaba convirtiéndose en uno de los principales argumentos ofensivos del Barça, sino el que más. Buckingham alineó a los siguientes hombres para su presentación en el Estadio: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial (Romea), Martí Filosía, Fusté (García Castany) y Castro. Al finalizar el encuentro, llamó poderosamente la atención una frase del técnico debutante, reproducida en la primera página de la influyente Revista Barcelonista (RB): “Voy a formar mi equipo para 1974”. Palabras que indicaban un profundo desconocimiento acerca de la peculiar idiosincrasia del fútbol español, tan diferente en tantas cosas del británico, y que se caracterizaba, sin ir más lejos, por la absoluta falta de respeto hacia el trabajo de los entrenadores, a los que no solía otorgárseles confianza y continuidad en cuanto los resultados se torcían un poco.

Muy pronto le va a llegar al manager inglés su primer compromiso serio, pues el bombo quiso que en la Copa de Ferias se enfrentaran dos históricos venidos a menos, Barcelona e Inter de Milán. El primer partido se va a jugar en el “Camp Nou”, con el aliciente añadido de ver de nuevo en acción a un Luís Suárez ya muy veterano, aunque ahora sin Helenio Herrera dirigiéndole desde la banda, pues al Mago le había sustituido un técnico casi homónimo, el hispanoparaguayo Heriberto Herrera, HH II. Boninsegna adelantará en el marcador a los lombardos, empatará Fusté –que resultó lesionado en el momento de conseguir el gol–, y deshará la igualada el italiano Bertini. Esta fue la alineación barcelonista: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Castro, Martí Filosía, Fusté (García Castany y luego Romea) y Pujol.

2 de enero de 1970: la primera sesión preparatoria de Mr. Vic en Can Barça

2 de enero de 1970: la primera sesión preparatoria de Mr. Vic en Can Barça

El Barça arrancará un muy meritorio empate al domingo siguiente, en la cancha de uno de los dos grandes favoritos al título, el Athletic de Bilbao (el otro era el Atlético de Madrid). El partido tenía también el interés de enfrentar a dos técnicos británicos, pues el banquillo de “San Mamés” estaba ocupado por el inglés Ronnie Allen, viejo conocido de Buckingham. La expedición azulgrana aprovechó el desplazamiento para depositar una corona de flores sobre la tumba del que fuera gran árbitro internacional español, el vizcaíno Juan Gardeazábal, recientemente fallecido. Y ya sobre el terreno de juego, Buckingham estuvo muy cerca de ganarle la partida a su compatriota Allen, y si no lo logró fue a causa de un penalty por manos involuntarias de Gallego, que les sirvió a los Leones para conseguir el definitivo empate a uno. Uriarte convirtió en gol la pena máxima, mientras que Pujol hacía el tanto de un Barça que formó con: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Castro y Pujol.

Antes del encuentro el técnico británico concedió una entrevista a La Actualidad Española, en la que declaró lo siguiente: “Me interesaba el Barcelona. Es un equipo grande e histórico, por eso no lo dudé cuando me llegó la proposición. Ahora bien, en el Barcelona actual hay cosas que no andan derechas. Si en seis meses no consigo ponerlas como una vela, me voy” (¿ya no veía tan fácil llegar a 1974?). Al haberse incorporado tarde al Barça, consideraba que ya no podía optar al tíitulo liguero, y todas sus aspiraciones se reducían a alcanzar una buena clasificación, que cifraba en un cuarto o quinto puesto, pero con vistas a la Copa mantenía las máximas ilusiones.

Y a la semana siguiente, en partido televisado en directo, aguardaba el otro conjunto vasco de Primera División, la Real Sociedad de San Sebastián. Marcó muy pronto Juan Carlos, pero empataría Silvestre y los donostiarras se cerrarían muy bien atrás, fieles a su fama y a su estilo, hasta que Rexach deshizo la igualada en los últimos compases del encuentro, al transformar un máximo castigo. Esta fue la alineación azulgrana: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Castro y Pujol. En la clasificación general el Barça figuraba con 22 puntos, en la séptima plaza, a seis del líder, el Athletic de Bilbao.

Comienza el mes de febrero con el desplazamiento a Milán para disputar el partido de vuelta de la eliminatoria de Copa de Ferias. Y la niebla va a ser la gran protagonista del encuentro, puesto que a los 33 minutos de juego de la primera parte el árbitro se verá obligado a suspender el partido, cuando ganaban los milaneses por 1 a 0. En un principio se esperó durante un buen rato, por ver si remitía la espesa bruma que impedía casi por completo la visión, pero ello no ocurrió, y el juez de la contienda no tuvo más remedio que suspender definitivamente el choque, que se jugaría de nuevo desde el minuto 1, con el marcador a cero, a la semana siguiente. Así formó el equipo barcelonista en este encuentro fantasma: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Castro y Pujol.

Entre medias, los azulgranas acudirán a la “Nova Creu Alta” para medirse con el Sabadell. En un partido loco los vallesanos van a remontar un 0 a 2 adverso, y acabarán imponiéndose por 3 a 2, con un par de tantos del ex barcelonista Marañón, que estaba atravesando por su mejor momento futbolístico con más de 30 años de edad. Rexach y Alfonseda hicieron los goles de un Barça que acabó defraudando a los muchos seguidores que le habían acompañado hasta el feudo arlequinado, donde formó de la siguiente manera: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza (Romea); Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Castro (Sanjuán) y Pujol. A continuación, el equipo tomó de nuevo el avión para desplazarse hasta Milán. En esta oportunidad la niebla no va a ser ya un obstáculo –el partido se jugó a mediodía– pero el marcador final, 1 a 1, supondrá el definitivo adiós del Barça a la competición. El tanto blaugrana lo marcó Rexach, y se malograron ocasiones para superar o igualar al menos la eliminatoria. Este fue el equipo que puso en liza Mr. Buckingham en su segunda visita a “San Siro” en una semana: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Martí Filosía y Pujol (Castro).

El siguiente compromiso liguero llevaría al Sevilla hasta el “Camp Nou”, con muchas ganas de revancha para los catalanes a causa del 3 a 0 de la primera vuelta. También le añadía atractivo al choque la presencia de Max Merkel en el banquillo hispalense, puesto que  el austríaco era el técnico elegido por Baret para entrenar al equipo azulgrana en caso de haber ganado las elecciones. Sin embargo, el encuentro no respondió en absoluto a la expectación despertada. Ganó el Barça merced a un solitario gol de Juan Carlos, conseguido a cinco minutos del final, y  formó con: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Marcial; Rexach, Fusté, Alfonseda, Juan Carlos y Castro. Tras este partido los de Buckingham ocupaban la octava plaza de la clasificación general.

Se inicia marzo con la visita al terreno  del otro  máximo aspirante al título, el Atlético de Madrid. El juego del Barça deja bastante que desear, pero se cosecha un resultado muy positivo, empate a uno. El equipo barcelonista consiguió igualar gracias a un sorprendente disparo de Rexach desde casi el centro del campo, que pilló en la inopia al cancerbero local Rodri. A los 36 minutos de la primera parte resultó expulsado Quimet Rifé. Esta fue la alineación azulgrana en el “Vicente Calderón”: Reina; Rifé, Ramoní, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial, Martí Filosía, Fusté y Romea (Alfonseda).

El Barça va a imponerse por la mínima –1 a 0– en el siguiente partido disputado en el “Camp Nou” ante el Valencia. La gran noticia de la tarde la constituyó el hecho de que el solitario gol que valió los dos puntos fue logrado por Marcial, que hasta la fecha había sido incapaz de perforar las redes contrarias, extremo que tenía bastante preocupados tanto a los técnicos como a los seguidores barcelonistas, que se hacían cruces acerca de la sequía goleadora de un jugador de tanta  clase. Este fue el equipo que derrotó a los Chés: Reina; Rifé, Ramoní, Eladio; Torres, Fusté; Rexach, Marcial, Zaldúa, Martí Filosía y Alfonseda. Después del partido, Mr. Buckingham pronunció otra frase que no tenía desperdicio: “No cambié a ningún jugador al no permitir el reglamento todas las sustituciones que hubiera deseado hacer”. Y si Marcial acababa de estrenarse como goleador, al domingo siguiente iba a ser el propio Barça quien iba a estrenarse como vencedor en campo contrario, ya que hasta entonces únicamente había sido capaz de arrancar empates en sus desplazamientos. La víctima será el Celta de Vigo en “Balaídos”, en partido también televisado en directo a toda España. Los azulgranas triunfaron por 1 a 2, con tantos de Zaldúa y Martí Filosía y esta alineación: Reina; Rifé, Gallego, Zabalza; Torres, Fusté; Rexach, Zaldúa, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda. Después de esta jornada, la tabla de realizadores barcelonista continuaba encabezada por Gallego y Rexach, con seis goles cada uno.

Por estos mismos días, las máximas instancias rectoras del deporte español van a desestimar de nuevo la posibilidad de abrir la puerta a la contratación de jugadores extranjeros. Por lo visto en el Barça se habían hecho ciertas ilusiones de que la prohibición, existente desde 1962, podía ser derogada –con lo cual quedaría expedito el camino para el fichaje de Cruyff–, pero al parecer varios clubes que de forma oficiosa se habían mostrado favorables a la apertura de nuestras fronteras futbolísticas, se volvieron misteriosamente atrás en el último momento, ignorándose las razones. Por otra parte, comienza a rumorearse el interés del  Barça  por el interior izquierdo ilicitano Asensi, uno de los pocos valores jóvenes de nuestro fútbol con auténtica proyección.

Estos once consiguieron la mayor goleada de la temporada: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach,Zaldúa, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda

Estos once consiguieron la mayor goleada de la temporada: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach,Zaldúa, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda

Los últimos resultados positivos habían catapultado al Barça hasta el tercer lugar de la tabla con 31 puntos, aunque todavía se hallaba a 6 del líder, el Athletic de Bilbao, y por lo tanto prácticamente descartado para la lucha por el título. Dicha trayectoria triunfal la va a corroborar el duro correctivo que se le  infligirá al Mallorca, que va a caer por 5 a 1 en el “Camp Nou”, en un buen partido de la delantera azulgrana, alcanzando por primera vez en la temporada dicho guarismo en el marcador. Martí Filosía –en dos ocasiones–, Fusté, Zaldúa y Alfonseda fueron los goleadores de un Barça que formó con: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach (Pujol), Zaldúa, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda.

El día 19 de marzo, festividad de San José, el Barça va a desplazarse hasta la barriada barcelonesa de Sant Andreu –cuyo equipo representativo militaba entonces en la categoría de plata del fútbol español– para enfrentarse a los locales en el encuentro de inauguración de su nuevo terreno de juego. Los azulgranas se anotaron el triunfo merced a un gol de Fusté. Y en la jornada 27 de Liga, un nuevo positivo, esta vez cosechado en “Los Cármenes”, frente al Granada (0 a 0), y con la siguiente formación: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach, Zaldúa (Zabalza), Martí Filosía, Marcial y Alfonseda. Se daba la curiosa circunstancia de que Mr. Buckingham aún no había visto perder al Barça en el Torneo de la Regularidad, puesto que en su única derrota de la segunda vuelta –en Sabadell– el técnico inglés no se encontraba presente, sino de viaje en Holanda.

Y parecía también que al fin el “Camp Nou” se había abonado a los goles, porque en el siguiente encuentro en el feudo barcelonista estos van a conseguirse con profusión: Barça 4 Real Zaragoza 2. Rexach y Alfonseda pusieron un claro 2 a 0 en el marcador, pero los zaragocistas Quirós y Villa obtuvieron la igualada, para ser de nuevo Alfonseda y por último Eladio quienes lograsen el resultado definitivo. Esta fue la alineación azulgrana en un entretenido partido ya casi primaveral: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté; Rexach, Zaldúa (Zabalza), Martí Filosía, Marcial y Alfonseda (García Castany). Pero la tendencia se quiebra en el último compromiso liguero celebrado en el Estadio, en la jornada 29: Barça 0 UD. Las Palmas 0. Vuelta a las andadas, decepción…y pañuelos en las gradas. Estos fueron los protagonistas de un anodino choque: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Fusté, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda. Y otra comentada frase de Mr. Buckingham: “Les aseguro que yo también sentí deseos de sacar el pañuelo”.

La Liga 69-70 toca a su fin en Elche, y el Barça no va a poder conseguir su objetivo de terminar el campeonato en tercer lugar. Los locales se juegan la permanencia, y  triunfarán por 1 a 0, con gol de Asensi, precisamente el jugador que pretendía el Barça. Este fue el equipo que perdió en “Altabix”: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach (García Castany), Fusté, Martí Filosía, Marcial y Alfonseda. El Atlético de Madrid se  proclamaría campeón del torneo por delante del Athletic de Bilbao, tras un emocionante mano a mano entre ambos conjuntos rojiblancos. Descendieron a Segunda Pontevedra, Mallorca y Deportivo de La Coruña. El Barça se clasificó en cuarto lugar, con 35 puntos y un balance de trece victorias, nueve empates y ocho derrotas. Había marcado 40 goles y encajado 31. Su eficacia rematadora, como se ve, seguía bajo mínimos, con una misérrima media de poco más de un gol por partido.

EL GURUCETAZO

Esta temporada el Español militaba en Segunda División (al final ascendería, junto con Sporting de Gijón y Málaga), pero no por ello los aficionados van a verse privados de vivir la especial emoción de un derbi. El sorteo quiso que culés y periquitos se enfrentasen en la primera ronda de la Copa del Generalísimo, y el partido de ida corresponde disputarlo en “Sarriá”. Allí salta la sorpresa, pues los blanquiazules –con los que debutó un muchachito de 18 años llamado Daniel Solsona– van a  imponerse por 2 goles a 1. Marcó primero Amas, empató Alfonseda, y obtuvo el gol de la victoria blanquiazul un jugador con pasado barcelonista, Giralt. Este fue el equipo presentado por Buckingham: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos (Zabalza); Alfonseda, García Castany, Marti Filosía, Marcial (Rexach) y Pujol.

Y en un partido amistoso jugado en la localidad costera de Calella va a reaparecer, antes de lo esperado, Miguel Ángel Bustillo, ausente del equipo desde su desgraciada lesión en el primer partido de Liga. Y mientras unos reaparecen, llenos de ilusión por hacerse con un puesto en el once titular, otros van preparando las maletas. El próximo 30 de junio terminaban contrato cuatro jugadores de la plantilla barcelonista: Pellicer, Martí Filosía, Zabalza y el guardameta Valiente, incorporado al equipo esta temporada. Martí Filosía y Zabalza eran relativamente optimistas de cara a la renovación, todo lo contrario que Pellicer. Lo curioso del caso es que también Valiente –al fin y al cabo, el cuarto portero– confiaba en renovar…

La vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa deparará un partido flojísimo en el “Camp Nou”, aunque el Barça no va a encontrar grandes dificultades para superar al Español. 3 a 1 en el marcador, con tantos de Gallego, Martí Filosía y Pujol por los azulgranas, y Mingorance para los blanquiazules, y la siguiente alineación: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Fusté (Juan Carlos); Rexach, Marcial, Alfonseda, Martí Filosía y Pujol. Ante un panorama tan triste en lo deportivo, una de las pocas cosas capaces de ilusionar a la afición eran los fichajes, y uno de muchas campanillas va a hacerse por fin realidad. Tal cómo se rumoreaba insistentemente en las últimas semanas, el centrocampista internacional del Elche Juan Manuel Asensi suscribe contrato con el Barcelona. Las cifras de la operación son exorbitantes, y la revista RB calcula que el traspaso le costará al Barcelona un total de 21 millones de pesetas, pues la marcha de los defensas Sanjuán y Romea al club franjiverde  forma parte de los flecos.

El flamante  mister del Barça observa flemáticamente las evoluciones de sus nuevos pupilos junto a su intérprete

El flamante mister del Barça observa flemáticamente las evoluciones de sus nuevos pupilos junto a su intérprete

El próximo adversario en la Copa es el Celta, otro equipo asequible sobre el papel, aunque en la ciudad viguesa el rendimiento barcelonista continúa siendo muy pobre, y el equipo regresa para Barcelona con un 1 a 0 en contra, que sin embargo no parece constituir un obstáculo insalvable. Estos fueron los que jugaron en “Balaídos”: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Martí Filosía, Zaldúa (Castro), Marcial y Pujol. En la vuelta, tal como se preveía, el Barça tampoco va a pasar excesivos apuros para eliminar a los celestes, aunque todos los goles llegaron en la segunda parte, tras una primera mitad muy floja. Reapareció en partido oficial Bustillo, y lo celebró marcando en un remate de cabeza desde cerca y sin mucha dificultad. Los otros dos tantos los hicieron Torres y Marcial. Esta fue la alineación barcelonista: Reina; Rifé, Gallego Eladio; Torres, Juan Carlos (Castro); Rexach, Martí Filosía, Bustillo, Marcial y Pujol.

Pero muy pronto se van a acabar las peritas en dulce, porque el siguiente adversario es nada más ni nada menos que el Real Madrid. El partido de ida se disputa en el “Santiago Bernabéu”, un campo que a Bustillo le traía recuerdos agridulces, recuerdos de dos goles marcados en cinco minutos fulgurantes de juego barcelonista, y también de una gravísima lesión que le había mantenido en dique seco durante todo el campeonato. Y en un alarde de absoluta carencia de deportividad, el jugador va a ser recibido con insultos por parte de algunos aficionados cuando salte –todavía en ropa de calle– junto a sus compañeros para inspeccionar el estado del césped antes del partido. Partido que, por cierto, no va a pintar nada bien para los intereses azulgranas, aunque a tenor del juego desplegado por ambos equipos la victoria madridista por 2 a 0 pueda antojársenos corta. Fue muy protestado uno de los goles merengues, al considerar los jugadores barcelonistas que Amancio arrancaba en posición de fuera de juego. Actuaron los mismos once futbolistas que habían eliminado al Celta, con la única salvedad de la sustitución de Pujol por Alfonseda en el segundo tiempo.

Con el 2 a 0 adverso, sin embargo, aún no estaba todo perdido. Era una misión muy complicada empatar la eliminatoria, y ya no digamos superarla, pero teniendo en cuenta que el Barça jugaría una hipotética prórroga al calor de su afición –a la que nada le motivaba tanto como los duelos contra los blancos–, todavía existían fundadas esperanzas  de poder dar la campanada. El partido iba a jugarse un sábado por la noche, concretamente el día 6 de Junio de 1970. Por primera vez en bastantes años no estaba presente la televisión, y como juez de la contienda había sido designado un joven árbitro guipuzcoano nuevo en la categoría y en la plaza: José Emilio Guruceta Muro. Los barcelonistas se aprestaban a vivir una noche que deseaban fuese mágica y también histórica. Y de hecho lo va a ser, pero por razones muy distintas de las que ellos y ellas esperaban…

Casi al final del primer tiempo, Rexach lanzó uno de aquellos durísimos disparos suyos, marca de la casa, y el balón, después de tocar en ambos postes, se introdujo en la meta blanca. La remontada parecía posible, y el segundo tiempo se anunciaba épico, con un Barça poniendo cerco continuo al marco madridista. Pero, antes de que llegase el anhelado segundo gol azulgrana, hacia el minuto 14 de la reanudación, se va a producir uno de esos hechos destinados a pasar a los anales de nuestro fútbol. Velázquez, protagonizando una contra en solitario y a punto ya de entrar en el área, es derribado por Quimet Rifé con una entrada por detrás. Hoy en día algo así hubiese supuesto la expulsión del defensor, pero en 1970 se castigaba únicamente pitando la falta, que era lo que el numeroso público congregado en el “Camp Nou” esperaba. Mas cual no sería su sorpresa, cuando vieron que el señor Guruceta –que se encontraba siguiendo la rápida jugada desde el centro del campo, bastante alejado del lugar de autos– iniciaba un vertiginoso sprint para señalar inapelablemente el punto de penalty.

Tan  clamoroso error arbitral, dadas las especiales circunstancias que acompañaban al choque, iba a producir un verdadero conflicto de orden público. Las protestas arreciaron en las gradas, el césped se llenó de almohadillas, y los jugadores del Barça se comieron literalmente a Guruceta, tratando de que se volviese atrás en su decisión, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. El máximo castigo fue transformado finalmente por Amancio estableciendo el empate, pero el partido ya estaba sentenciado. El capitán barcelonista Eladio fue expulsado por mofarse del colegiado (según el acta, “por aplaudirle con ambas manos”), y el juego prosiguió a duras penas –incluso hubo un conato de abandono por parte de los azulgranas–, entre un continuo griterío y un masivo lanzamiento de almohadillas, hasta que en un momento dado el público decidió invadir el césped, cosa que hicieron por millares, sin que las fuerzas de seguridad presentes en el Estadio fueran capaces de impedírselo. Ante tan graves hechos, Guruceta dio por terminado el encuentro unos cinco minutos antes de su reglamentaria finalización. La Policía Armada acabó por cargar contra los espectadores rebeldes para disolver aquella espontánea manifestación, produciendo numerosos contusionados, y luego los incidentes prosiguieron en el exterior, desplazándose centenares de aficionados hasta la fuente de Canaletas y la zona superior de las Ramblas, donde continuaron hasta avanzada hora de la madrugada dando rienda suelta a su herido sentimiento culé. Esta fue la alineación barcelonista que vivió en primera persona uno de los acontecimientos más memorables de toda la historia del club: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Juan Carlos, Alfonseda, Marcial y Pujol. Por supuesto, y con dicho resultado, el Barça quedaba eliminado de la Copa.

Durante días, la España futbolística no habló de otra cosa. El club azulgrana cursó inmediatamente dos enérgicos telegramas de protesta, uno dirigido a la Delegación Nacional de Deportes, y el otro a la Federación Española de Fútbol. Y al fin y al cabo puede decirse que va a salir bastante bien librado de todo el asunto, pues el “Camp Nou” no sería clausurado a causa de los gravísimos incidentes acaecidos –solamente se le apercibió al Barça que si volvían a repetirse unos hechos similares, se le cerraría el recinto–, y la entidad recibirá una sanción económica (90.000 pesetas) que hoy se nos antoja discreta, siendo suspendido Eladio durante dos partidos oficiales. Guruceta, en cambio, va a ser tratado con mucha mayor severidad, puesto que  será inhabilitado por espacio de seis meses, lo cual motivó la dimisión del presidente del Colegio Nacional de Árbitros, señor Plaza, dimisión que por cierto retiraría pocos días después.

Tal vez no tenga nada que ver con todo esto –o tal vez sí–, pero semanas más tarde se va a producir un relevo en la cumbre del deporte español, donde José Antonio Samaranch, el hombre bajo cuyo mandato se acuñó el popular slogan “Contamos contigo”, será sustituido por otra personalidad catalana, y precisamente procedente del propio Barça, Joan Gich Bech de Careda, a la sazón su gerente. En breve sería también aprobada una generosa subvención oficial a fondo perdido – 50 millones de pesetas–, que a la entidad barcelonista le va a venir de perlas para acometer las obras de  construcción de un pabellón polideportivo acorde con su categoría  (el futuro Palau Blaugrana), y también las de la Pista de Hielo, algo que sin duda iba a redundar en breve plazo, y de manera muy positiva, en el rendimiento de algunas  secciones cuasi profesionales del club, como eran las de Baloncesto, Balonmano o Hockey sobre Patines.

No podemos dejar pasar la ocasión sin tomar prestado un significativo artículo publicado por Manuel Vázquez Montalbán en las páginas de la revista Triunfo, el órgano de referencia de la izquierda española, al igual que el ya reseñado del otoño anterior ( “Barça, Barça, Barça: más allá del fútbol”). Se titulaba “Noche de amor y guerra en el Nou Camp” (sic), y esta era la particular versión de los hechos por parte de tan destacado intelectual y escritor:

“Veinte, treinta mil almohadillas llenan la noche de extrañas coloraciones, y detrás de las almohadillas surgen los primeros espectadores. No saltan para agredir al árbitro. Saltan para decir a los jugadores que se vayan. Se mezclan algunos seguidores del Real Madrid con sus gorras blancas, dispuestos a conseguir las elásticas de sus jugadores. Pero la oleada de gente va en aumento. El señor Guruceta empieza a inquietarse. Nadie le tocó ni un pelo en toda la noche, pese a que estuvo rodeado por cinco mil personas; pero alguien le aconseja el pies para qué os quiero y el hombre, con sus liniers, inicia la lucha contra el cronómetro y corre como John Carlos en sus mejores tiempos y, puesto a correr, igual le da el terreno llano que los escalones que le abren la puerta del vestuario. El campo ya es del pueblo; cinco, seis, diez mil personas pasean banderas del Barça, gritan el nombre del club, avanzan hacia el palco presidencial. El espectáculo supera al mejor partido que ustedes hayan visto en su vida. Los colores del verano y el entusiasmo de los cuerpos, el césped verde, las amapolas-almohadillas, la noche de azul oscuro, cohetes, banderas azulgranas y una íntima, total satisfacción de las gentes más ecuánimes, incluso los burgueses con puro de tribuno gritan por fin… ¿Por fin, qué? La respuesta está en un pozo oscuro, profundo, que tal vez algún día pueda clarificarse. La fiesta, en el césped, la protagonizan los espectadores de las localidades más económicas, que han saltado todas las barreras habidas y por haber y han llegado al ágora verde e iluminada (…) Hoy es fiesta. Se respira libertad y la noche tiene los colores más propicios. El público grita, aplaude, jalea el “¡Barça, Barça, Barça!” por encima de la derrota que ya asumen, pero paladeando la victoria estética y moral de una noche en la que el público cree hacer justicia, cree vencer por encima del Comité de Competición, de la Real Federación Española y de unos cuantos etcéteras”.

En otro orden de cosas, la Junta Directiva del Barça, aparte de seguir protestando por el Caso Guruceta, va a tomar varios acuerdos. Concede la baja a Pellicer y a Valiente, renueva a Zabalza y a Martí Filosía, y también al entrenador, Mister Buckingham, a este por el plazo de un año. Aparte de estas decisiones, se procede a la contratación de otros dos futbolistas de cara al próximo curso 1970-71. Uno es un fichaje de los que calificaríamos como modestos  debido a su no excesiva cuantía económica, el del jugador del CD. Sabadell José Luís Romero, pero por el otro –a pesar de no tratarse de un jugador de Primera División– se va a pagar una elevada suma de dinero, hasta 9 millones de pesetas, acompañados de varias cesiones a su equipo de origen, el Rayo Vallecano. Se trata del delantero centro del conjunto representativo de la populosa barriada madrileña, el manchego Teófilo Dueñas, que había venido destacando por sus dotes como realizador, justo lo que entonces el Barça buscaba con mayor ahínco. Para el cuadro rayista se irán, a guisa de contraprestación, los delanteros Roselló y Nieto y el centrocampista Puig, hijo de Curta, el gran defensa de los años 40. El Barça continuaba desprendiéndose a precio de saldo de sus canteranos, para adquirir jugadores foráneos a golpe de talonario, una política que no estaba rindiendo precisamente muchos frutos…

Por estos mismos días la Revista Barcelonista se va a apuntar un gran tanto propagandístico con la publicación en sus páginas de un  reportaje sensacional, ya que su editor, Carles Barnils i Vila, invita al matrimonio Cruyff, que se encontraba pasando unos días de vacaciones en Palma de Mallorca, a visitar Barcelona. En la Ciudad Condal, aparte de enseñarles las numerosas bellezas de la capital catalana, los rectores de RB consiguen que Johan Cruyff y su joven y bella esposa Danny acudan al “Camp Nou”, donde la gran estrella holandesa accede incluso a vestirse con el uniforme azulgrana y a realizar algunas evoluciones con balón sobre el césped. En el reportaje en cuestión se va a recordar que fue precisamente Mr. Buckingham, el entrenador azulgrana, quien descubrió e hizo debutar a Johan en el Ajax con tan sólo 17 años, a la par que el futbolista asegura que su antiguo mentor deportivo triunfará en el Barcelona.

A pesar de los gravísimos incidentes acaecidos en el reciente choque entre el Barça y el Real Madrid  (o tal vez a causa de ello), el “Camp Nou” va a ser designado como sede de la final de la Copa del Generalísimo, a la que –tal cómo entonces era preceptivo– acudiría el mismísimo Franco para entregar el trofeo que llevaba su nombre al capitán del equipo vencedor. En esta ocasión van a clasificarse para el encuentro decisivo Real Madrid y  Valencia, aunque en las gradas únicamente se darán cita los seguidores de ambos conjuntos, ya que el público habitual del coliseo azulgrana se retraerá, pensando que no se le había perdido nada en dicho evento. En un gran partido, los blancos van a triunfar por 3 goles a 1, y Paco Gento recibirá la Copa de manos de su tocayo, el Caudillo, en la que será la última visita de ambos al “Camp Nou”, puesto que el veloz extremo cántabro se va a retirar al concluir la siguiente temporada (pero ya no será alineado en el Barça–Madrid de la Liga 70-71), y en cuanto a Franco –al que aún le quedaban cinco años y pico de vida–, el Dictador  no volverá a pisar el recinto barcelonista.

Interesantes declaraciones de Vic Buckingham a la revista RB: “Creo, sinceramente, que el Barcelona me ha renovado contrato por lo que pueda hacer y no por lo que he hecho. El equipo no ha mejorado bajo mis órdenes, pero ahora conozco a fondo a los jugadores de la plantilla. Lo fácil es fichar a diez jugadores cada temporada, pero yo quiero hacer triunfar a los jóvenes de la cantera, como en otros tiempos. Martí Filosía posee cualidades mentales, físicas, técnicas y de habilidad para triunfar en el Barcelona”. El bienintencionado técnico inglés seguía pensando que el impaciente e improvisador Barça de 1970 era equiparable al Arsenal, el Liverpool o el Manchester United…

Surge por estas fechas, sin demasiado fundamento, el rumor de que el Inter de Milán pretendía el fichaje de Marcial Pina, que no había brillado demasiado en su primera temporada como blaugrana. Montal se apresurará a responder: “No queremos que ocurra con Marcial lo que pasó con Suárez, cuyo traspaso hemos llorado todos los barcelonistas”. Y de hecho no llegará a ocurrir tal cosa, por más que algunos años más tarde el nombre del rubio jugador volvería a estar en cuestión, asociado al de clubes de muchísima menos enjundia que los negriazules milaneses, al fin y al cabo uno de los grandes del Calcio y dos veces campeón de la Copa de Europa y la Intercontinental.

La temporada 69-70 da ya sus últimos coletazos. Algunos jugadores, como Zabalza y Pujol, aprovechan sus vacaciones para contraer matrimonio, y el fútbol español celebrará su pleno anual (en el cual se va a aprobar la ampliación de la Primera División a 18 clubes para la campaña 71-72, a instancias del CD. Sabadell y su dinámico presidente, Don Ricardo Rossón). En el calendario del curso inminente, al Barça le corresponde abrir el fuego ante el Athletic de Bilbao en “San Mamés”, auténtico plato fuerte de la primera jornada de la Liga 70-71. Mientras, Montal hace balance: “Como presidente hago examen de conciencia cada día. Después de conocer las virtudes y defectos del señor Buckingham, creímos conveniente renovarle contrato. Sería un error reducirle la sanción a Guruceta”. Y contesta a la Federación: “No temo a la advertencia de futuros castigos, si son por defender a mi club y a la afición barcelonista y barcelonesa”




Los 1260 minutos de Josep Seguer (1969)

En octubre de 1969 no va a ocurrir como en los aún no muy lejanos casos de  Pepe Gonzalvo y Vicente Sasot, entrenadores que saltaron al banquillo azulgrana cuando todavía faltaba buena parte de la temporada por cubrir, y permanecieron allí hasta su conclusión, quizás porque en esta oportunidad va a producirse también por el medio un relevo presidencial, y el nuevo mandatario llegará al cargo con ideas propias sobre qué tipo de persona debía encargarse de la dirección técnica del equipo. Pero no obstante, el perfil profesional del interino que reemplazará a Salvador Artigas va a ser muy similar al del de otros inquilinos provisionales del puesto, dado que era el responsable de dirigir a uno de los dos conjuntos filiales del Barcelona, el de más solera, el Condal, a la sazón integrado en la Tercera División. Y parafraseando al muy parafraseado Gabriel García Márquez, bien podía decirse que la de Artigas, futbolísticamente hablando, fue la crónica de una muerte anunciada, pues tras la fallida campaña 68-69, y no digamos ya después del bochornoso episodio del frustrado fichaje de Helenio Herrera en el mes de junio, su cotización en la bolsa de valores azulgranas había descendido muchísimos enteros, y todo el mundo era consciente de que al primer revés sería despedido, o se marcharía cinco minutos antes de que le enseñasen la puerta de salida, como de hecho así ocurrió al perder el Barça su primer partido oficial de la temporada 69-70, tras caer en “Atocha”, batido por la Real Sociedad por un mínimo 1 a 0

UN JUGADOR DE CLUB EJEMPLAR

Josep Seguer i Sans nació el 6 de mayo de 1923 en Can Patetis, una modesta casa situada en la Plaça de la Vila de Parets del Vallés, pequeña localidad de la comarca del Vallés Oriental, en la provincia de Barcelona, cercana a Granollers y distante 23 kilómetros de la Ciudad Condal. Parets contaba entonces con poco más de 1.500 habitantes, ocupados principalmente en las faenas agrícolas, y también en una fábrica textil que llegó a dar trabajo a medio millar de obreros, un porcentaje elevadísimo teniendo en cuenta su escasa población. Los padres de Seguer, Joan y Flora, eran personas de condición humilde, trabajadores textiles y dueños de una pequeña tienda de alpargatas, mientras que el abuelo materno regentaba una barbería, oficio que Josep aprendería pronto, siéndole muy útil durante su adolescencia y juventud, incluso cuando ya formaba en las filas del Barça (eran otros tiempos, obviamente, tiempos de durísima Posguerra). Su padre va a fallecer en un accidente en 1939, poco después de finalizada nuestra contienda fratricida, y él tenía tres hermanos pequeños, de modo que no tuvo más remedio que arrimar el hombro, compatibilizando los afeitados y los cortes de pelo con las patadas a diversos tipos de improvisados objetos de forma más o menos esférica, tarea en la que se afanaba con entusiasmo desde sus primeros años escolares, pues siempre le tiró más el balón que los libros…

En 1940 va a ser descubierto por un vecino que era ojeador del Barça, mientras jugaba en el C.F. Parets, el equipo de su pueblo. Con anterioridad había llegado a hacer una prueba por el Español (entonces más boyante deportivamente e institucionalmente que los azulgranas), pero no le interesaron las condiciones económicas que los responsables pericos le ofrecían, a pesar de que a los blanquiazules les convenció su juego (entonces actuaba como delantero centro, aunque no en la versión del típico ariete rompedor, a lo Campanal o Mundo, sino mostrando clase y finura). Sin embargo los de “Les Corts” sí consiguieron ficharle, a cambio de un partido de Festa Major a disputar en el propio pueblo. Con 17 años Seguer va a integrarse en el conjunto de Aficionados –o Amateur– del Barça (donde entrenaba un par de días a la semana, con compañeros como los futuros internacionales Argila y Joaquim Navarro, el Fifo). Más tarde sería cedido al Granollers, debutando en el primer equipo blaugrana en la temporada 43-44, con 20 años, pero no dejaría definitivamente las tijeras y la navaja hasta 1947, cuando contrajo matrimonio y ya había sido campeón de Liga con el Barça.

Seguer, en plena madurez futbolística

Seguer, en plena madurez futbolística

En sus primeras campañas con los barcelonistas no jugó mucho, pues se alineaba preferentemente como interior derecho, y en dicha demarcación había un rival muy difícil de desbancar, su tocayo Escolá, una de las estrellas del Barça de los años 40. Pero siempre que el Mister –entre los años 1944 y 1947 nada menos que el legendario Samitier– le brindaba su confianza, Seguer jamás le defraudaba. Era un interior muy trabajador y sacrificado, un todoterreno lo llamaríamos hoy, en absoluto exento de clase ni de llegada. Por fin, a partir de la temporada 47-48 va a convertirse en un fijo de las alineaciones, tanto con el uruguayo Enrique Fernández como con el efímero Ramón Lloréns o más tarde el eslovaco Fernando Daucik. Será este quien retrase finalmente su posición hasta las zonas laterales de la defensa, poco después de implantada la WM, tanto en la izquierda como en la derecha, y allí conocerá sus mejores días, como uno de los imprescindibles del mítico equipo de les Cinc Copes (temporada 1951-52), y degustará también las mieles de la internacionalidad, disputando cuatro partidos con la selección española en el año 1952, todos ellos de carácter amistoso. La irrupción como lateral derecho de Ferran Olivella a partir de 1956 va a ir arrinconándole, y su aportación a aquel equipo que en la temporada 56-57 dirigía Domenec Balmanya será ya meramente testimonial, suponiendo su salida del plantel blaugrana con sólo 34 años de edad, aún en plenas facultades físicas, muy  poco castigado por las lesiones y habiéndose cuidado siempre como un profesional ejemplar.

Josep Seguer va a disputar un total de 470 partidos con el Barça, entre oficiales y amistosos, 216 de ellos correspondientes al Campeonato Nacional de Liga, obteniendo 133 goles. Su brillantísimo palmarés como jugador incluye 5 Ligas (44-45, 47-48, 48-49, 51-52 y 52-53), 4 Copas del Generalísimo (1951, 1952, 1953 y 1957, pese a que en esta última no jugó un sólo encuentro, aunque pertenecía a la plantilla) y 2 Copas Latinas (1949 y 1952), amén de otros trofeos de menor relevancia. Permanecerá bajo la disciplina azulgrana durante nada menos que 17 temporadas, y el día en que reciba la carta de libertad, desvinculándole de la entidad, lo recordaría siempre como uno de los más tristes –sino el que más– de su vida deportiva, y tampoco se le va a brindar un más que merecido encuentro de homenaje, a diferencia de otros compañeros suyos con menor tiempo de pertenencia al club, pero todo eso no va a menguar un ápice su arraigado sentimiento barcelonista. Muy al contrario, pues sintiéndose todavía con fuerzas como futbolista, va a aceptar la oferta de un club de Segunda División aunque histórico, el Real Betis Balompié, ya que así no tendría que enfrentarse a su querido Barça.

Seguer, capitán del Barça

Seguer, capitán del Barça

Un Betis donde actuaban también elementos de la calidad del guardameta Américo, el futuro madridista Isidro, León Lasa, el ex del Real Madrid Castaño, su antiguo compañero Jordi Vila o un joven Luis Del Sol. Los verdiblancos van a conseguir esa campaña, la 57-58, retornar de nuevo a la máxima categoría, de la que estaban ausentes desde hacía quince años, tras una larga y penosa travesía del desierto. Ya de nuevo en la élite, Seguer colgará las botas, pero tras ejercer como ayudante del técnico vasco Antonio Barrios, va a sentarse en el banquillo de los de “Heliopolis” a finales del curso 58-59, llegando incluso dirigirles en una eliminatoria copera frente al propio Barça, en la que los sevillanos cayeron en la capital hispalense por un concluyente 0 a 6, pero en el choque de vuelta lograron ser el primer equipo capaz de marcarle tres goles a los azulgranas en el “Camp Nou”, sucumbiendo por un decoroso 4 a 3.

Seguer va a poner fin en ese momento a su aventura andaluza, regresando a Cataluña para vigilar más de cerca sus negocios particulares. Pero picado aun por el gusanillo, volverá brevemente al fútbol activo enrolándose en las filas del Manresa, club con el que disputa una fallida promoción a Segunda División en la campaña 59-60, y al que dirigirá desde el banquillo en la temporada siguiente, jugando de nuevo la promoción a Segunda, también sin suerte. Y en 1961, tras el triunfo de Enric Llaudet en las elecciones presidenciales del Barça, va a integrarse en el nuevo organigrama barcelonista como responsable del equipo Amateur y ayudante de Kubala, técnico del primer equipo. Por sus manos pasarán algunos destacados jugadores del conjunto de Aficionados, que poco más tarde ascenderían a las filas del propio Barça, tales como Comas, Rodés, Borrás, Montesinos, Mas o Lluis Vidal, así como Ángel Mur Jr, quien tras militar en el Condal, Sporting de Gijón y Sant Andreu, se convertirá en masajista del Barça a partir de 1973.

Compaginaría su trabajo al frente del Amateur barcelonista con labores de segundo de los sucesores de Kubala, sus también antiguos compañeros Pepe Gonzalvo y Cesar Rodríguez, hasta que en octubre de 1964 va a recibir la oferta de la U.E. Lleida, en Tercera División, y en la Terra Ferma conseguirá que un equipo que había iniciado la temporada de forma irregular logre ascender nuevamente a la categoría de plata del fútbol español. Gozando de un notable presupuesto para fichajes –5 millones de pesetas de la época– va a conseguir mantener sin apuros al conjunto lleidatá durante el curso 65-66, aunque en la campaña siguiente dejará su banquillo tras un mal comienzo liguero.

Su siguiente destino sería en una localidad próxima a su pueblo natal, la industriosa Terrassa, de cuyo equipo representativo se hace cargo en octubre de 1967, llevándolo hasta la promoción de ascenso a Segunda, aunque infructuosamente. Renueva con el conjunto egarense para la 68-69, donde quedan clasificados en tercera posición, y de cara a la 69-70 regresará a Can Barça, para hacerse cargo del más veterano de los dos filiales barcelonistas, el Condal, uno de los gallitos de la Tercera catalana. Allí es donde, inesperadamente, va a encontrarse con la gran oportunidad de su vida profesional como entrenador, nada menos que la dirección del primer equipo azulgrana, en una de las últimas decisiones del Consejo Directivo presidido por Narcís de Carreras, muy tocado ya por la crisis de resultados y la fractura social existente en el seno del barcelonismo.

RELEVO EN EL BANQUILLO

El diario El Mundo Deportivo abría su edición del miércoles 15 de octubre de 1969 con la siguiente noticia, a toda plana: “Seguer sustituye a Artigas”. Y este texto al pie de una gran fotografía suya:

“Los acontecimientos se han precipitado en el Barcelona tras la derrota de Atocha. Después de una reunión urgente celebrada ayer mañana en el domicilio del presidente azulgrana, se hizo pública la renuncia de Artigas al cargo de entrenador y su sustitución por José Seguer, hasta ahora técnico del Condal. Seguer tomará posesión hoy, a las 10 de la mañana. Pero ayer tarde, a las 7.15, ya recibió el espaldarazo oficial de manos de don Narciso de Carreras”.

Y ampliaba la noticia en su tercera página:

“La derrota de Atocha ha precipitado los acontecimientos en el Barcelona. La Junta Directiva se reunió ayer mañana en el domicilio del presidente, todavía no recuperado de la persistente gripe que le ha retenido en cama desde hace algunos días. En esta reunión se tomó el acuerdo, hecho público a media tarde, de aceptar la renuncia de Artigas, sustituyéndole por el ex internacional José Seguer, actualmente entrenador del Condal. El comunicado oficial dado por el club contenía el siguiente lacónico texto:

“El Consejo Directivo del Club de Fútbol Barcelona comunica a sus asociados que don Salvador Artigas Sahún, que venía ejerciendo las funciones de entrenador del equipo profesional del club, ha pedido ser relevado de su cargo, aceptándose su renuncia y nombrando para sustituirle a don José Seguer Sans”

El nuevo entrenador, que tomará posesión de su cargo a las diez de la mañana de hoy miércoles, estuvo reunido con don Narciso de Carreras desde las 7.06 de la tarde hasta las 7.29. Le acompañó el directivo señor Uriach.

Después de esta entrevista, intentamos hablar con el presidente azulgrana, pero nuestro propósito resultó inútil. El señor Carreras había dado la orden terminante “de que no estaba visible para nadie”. No es posible asegurar si Seguer va a ser un entrenador-puente, como parece presumible, o no. Tal situación será objeto de nuevas deliberaciones en una próxima Junta Directiva”

El editorial de dicho diario hablaba de “relevo inevitable”. Lo transcribimos textualmente:

“Lo que ya hace unos días adelantamos en El Mundo Deportivo ha tenido plena confirmación: Salvador Artigas ha dejado el timón técnico del Barcelona en manos de un entrenador-puente, el ex internacional José Seguer.

Se veía llegar esta decisión, postergada después del desdichado affaire de este verano con intervención de HH. Los mentís generosos y oficiales no han servido, desde entonces, más que para ocultar una realidad que paso a paso ha ido consumiendo las últimas posibilidades de Artigas.

Tal vez el guillotinazo que se ha dado al caso no llega, como siempre ocurre, en el momento oportuno. Pero resultaba inevitable tanto más cuanto que a las circunstancias engendradas ha venido a conjugarse el clásico lema de “que alguien debe pagar el pato”. La derrota de Atocha necesitaba de algún responsable. Y no pueden dimitir, como es lógico, los once jugadores que allí actuaron.

Posiblemente Artigas no sea el hombre audaz que el Barcelona precisa en esta época vacilante azulgrana; pero sería cruel atribuirle la culpa de todo. De él se guardará siempre el recuerdo de un hombre trabajador, entusiasta, correcto y bueno, virtudes suficientes para despedirle con afecto, cariño y simpatía.

A José Seguer hemos de desearle, cómo no, el mayor éxito en la gestión temporal que ha iniciado. En el fondo, como Artigas, dependerá de que la plantilla puesta a sus órdenes rinda lo que de ella cabe esperar. Las tácticas son importantes, pero todavía lo son más los hombres encargados de concretarlas. Y en Atocha esos hombres no las cumplieron.

Esperemos que el sacrificio de Artigas sirva para algo más que para una polémica. Cuando la Liga está en sus inicios, el Barcelona puede decirse que ha perdido una batalla pero no la guerra. La junta directiva que en este asunto no ha hilado tan delgado como debiera, ha hecho bien en llevar a cabo una medida que puede servir de estímulo y reacción a todos. Sobre todo si los jugadores se dan cuenta de que la caída de Artigas es una sonora bofetada asestada a su propio prestigio de encumbrados y aplaudidos ases, aunque no siempre lo demuestren”

En su última entrevista antes del cese, Artigas se había mostrado abatido y desmoralizado, tremendamente decepcionado por el adverso resultado de “Atocha”, aunque este sólo dejaba al Barça a 2 puntos del líder Real Madrid. Pero era evidente que el nerviosismo cundía en la familia azulgrana, a causa del flojo desempeño del equipo lejos del “Camp Nou”, a excepción de la primera jornada en el “Bernabéu”. Seguer, por su parte, declaraba a El Mundo Deportivo cosas como las que siguen:

“El señor Carreras me ha dicho que había seguido mi carrera como entrenador y que depositaba en mí la responsabilidad de dirigir al equipo por lo que restaba de temporada”. Añadiendo que de él dependía en realidad la transitoriedad en el cargo, y recordando que Miguel Muñoz había entrado en el Real Madrid en el mismo plan, y que había echado raíces.

Y a la pregunta de si llegaba preparado para triunfar en el cargo, respondía de esta forma:

“Llevo muchas horas de vuelo; he acumulado bastante experiencia y creo que, en efecto, puedo triunfar. Además el hecho de que considere que tengo ante mí la oportunidad de mi vida como entrenador, hará que ponga el máximo de entusiasmo y esfuerzo. Luego la afición y la directiva dirán si sirvo o no para el puesto”

Seguer quería demostrar que “un barcelonista era capaz de brillar en un puesto de máxima responsabilidad”. Conocía a la plantilla, la había visto en acción, y manifestaba que jugaría aquel que lo mereciera, aquel que sobre terreno le demostrara que sabía hacerse digno de los colores que defendía. Se declaraba enamorado del “buen juego”, del fútbol-espectáculo, pero pensaba que siempre la brillantez debía ir acompañada de la debida efectividad.

Pero no todos los comentarios mostraban el mismo optimismo hacia el nuevo entrenador…Esto es lo que escribió por aquellos días Josep Morera Falcó, en las páginas de El Correo Catalán:

“Seguer no es entrenador para un Barcelona, y repito que no por falta de capacidad. No puede serlo, sencillamente, porque el equipo directivo no funciona, y porque, al no funcionar este, ha dejado que el otro equipo sea dominado y minimizado en su producción por una serie de clanes interiores que son los que vienen mandando por encima del entrenador. En esas condiciones, un entrenador “familiar” como Seguer está condenado al fracaso de antemano. Hoy, en el Barcelona, sólo cabe un entrenador casi diríamos que de látigo”

En la mañana del miércoles 15 de octubre de 1969, el mismo día en que Ladislao Kubala va a debutar ante Finlandia en La Línea de la Concepción como seleccionador nacional español en un intrascendente partido de la fase previa del Mundial-70, del que nuestro combinado ya había sido eliminado meses antes, Seguer es presentado oficialmente a los jugadores y a los medios de comunicación por el presidente Narcís de Carreras. Estas van a ser las palabras del máximo mandatario azulgrana:

“Nos hemos reunido aquí, como todos saben, para dar posesión a Seguer del cargo de entrenador del primer equipo del Barcelona. Sin embargo, deseo que mis primeras palabras sean en recuerdo y homenaje de simpatía al entrenador dimitido don Salvador Artigas, hombre que ha cumplido siempre con su deber llevado no sólo del contrato que le liga al club sino también por ese cariño a los colores del Barcelona. Artigas se ha ido, porque así lo han aconsejado las circunstancias, pero lo ha hecho con normalidad y sin estridencias, como un auténtico caballero que no tiene absolutamente nada que reprocharse, cosa con la que toda la directiva estamos plenamente de acuerdo bajo todos los conceptos.

El Consejo Directivo y la Comisión Deportiva del club hacía tiempo que en previsión de lo que podía suceder estaba estudiando una posible solución a los problemas deportivos del Barcelona y entre otras posibilidades, entraba lógicamente la de Seguer, hombre afecto a la plantilla de técnicos del club y de cuyas virtudes futbolísticas y humanas sería inútil hablar porque cuanto todos (sic) lo conocen sobradamente. Al fin hemos llegado a la conclusión de que teníamos en casa al hombre que necesitábamos para este momento, al elemento idóneo, a la solución precisa y por lo tanto hemos desechado otros que nos habrían llevado lejos de Barcelona y de las fronteras de nuestra patria.

El Barcelona está en buenas manos, estoy completamente seguro de ello, y es porque Seguer a la experiencia que atesora une una buena fe capaz de mover montañas.

El cenit como técnico, dirigir a su Barça

El cenit como técnico, dirigir a su Barça

Todo lo que hacemos es para que el Barcelona vuelva a ser lo que jamás debió dejar de ser, y por ello, reconozco que algunos de nuestros jugadores no han sido en los últimos tiempos lo valientes que cabía esperar de ellos como profesionales del fútbol y lo que es mucho más importante, como barcelonistas de corazón que me consta que son. Por ello hemos obrado con ponderación, sin precipitaciones, con la máxima calma, sin importarnos aquellos que conocemos sobradamente y que sabemos que nos atacan a nosotros porque de esta forma atacan al Barcelona en general. No, esas personas no nos alteran el pulso, pero desearía pedir a la Prensa catalana, a esa prensa que tanto aprecio y admiro, que efectúe un llamamiento a los socios del Barcelona para que una vez más nos brinden incondicional apoyo, porque me consta que tanto el entrenador como los jugadores y también nosotros los directivos, lo precisamos. Si marchamos por los caminos de la serenidad y actuamos con política ágil y joven, que no tiene nada que ver con los años que cargamos muchos de nosotros sobre las espaldas, en el sentido físico de la palabra, el Barcelona recobrará su prestigio y volverá al lugar donde siempre estuvo en el pasado y del que jamás debió de descender”.

El presidente informó también que Isidre Flotats, el entrenador del Amateur, se haría cargo del Condal, y que Miguel Colomer seguiría como segundo entrenador, y a la pregunta de si el nombramiento de Seguer tenía carácter provisional, respondió “que en fútbol no había nada provisional ni permanente”, y también que de momento no se había impuesto ningún tipo de sanción a los jugadores, pero que lo harían con toda seguridad si fuera necesario, y que el Consejo Directivo “iba a estar encima, más que nunca, del equipo y de los jugadores”

Seguer, por su parte –y tras un fuerte entrenamiento que duró casi tres horas, alternando los ejercicios físicos con el manejo del balón y dedicando una especial atención a defensas y portero– declaró que había encontrado a la plantilla (de la que estuvieron ausentes los internacionales convocados con la selección española) muy bien físicamente, y que en cuanto al apartado técnico, todo el mundo sabía que en ese aspecto los jugadores del Barcelona eran inmejorables, añadiendo –a la pregunta de sí haría cambios en el próximo compromiso– que “prefería a jugadores que luchen a otros con más técnica pero con tendencia a inhibirse” (¿ aviso para navegantes?). La opinión de la plantilla sobre los últimos acontecimientos podía resumirse en estas palabras del capitán Zaldúa, aunque no todos sus miembros suscribían la última parte:

“Después de tratar a Salvador Artigas durante dos años reconozco que es un gran técnico y una bellísima persona. Los jugadores, que en este caso somos los que ganamos o perdemos los partidos, no hemos respondido a lo que él hubiera querido y, por lo tanto, nos sentimos responsables de su decisión”

CRÓNICA DE 14 PARTIDOS Y UNA ELECCIÓN PRESIDENCIAL

Seguer, debuta como entrenador ante su propia afición el sábado 18 de octubre de 1969, con un triunfo sobre el Sabadell –3 a 1–, en un partido sin relieve alguno. Esta fue la primera alineación que presentó el técnico natural de Parets del Vallés: Reina; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rexach, Marcial, Zaldúa, Castro y Pujol (Pellicer), siendo los goleadores Zaldúa, en dos ocasiones, y Gallego. Por otro lado, Miguel Ángel Bustillo tiene que volver a ser intervenido quirúrgicamente “para suprimir el material plástico, después de una breve e intensa preparación preoperatoria”. Ello no alteraría los plazos de su recuperación, que se fiaban largos, tal vez para el próximo torneo copero, si es que el Barça pasaba las primeras eliminatorias…

Con sus pupilos en terreno húngaro

Con sus pupilos en terreno húngaro

También entra el antiguo comodín azulgrana con buen pie en Europa, pues el Barça se impone a domicilio a los magiares del Gyor por 2 a 3, con una gran actuación de Zaldúa, autor de dos goles (el otro lo marcó Pellicer). Estos fueron los vencedores en la localidad húngara: Reina; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Juan Carlos (Ramoní), Pellicer (García Castany), Zaldúa, Castro y Rexach. Pero la gran decepción va a llegar en Sevilla, al domingo siguiente. En el “Sánchez Pizjuán” los locales –que acababan de regresar a la máxima categoría y estaban dirigidos por el duro preparador austríaco Max Merkel, conocido popularmente como Mister Látigo– borraron literalmente del campo a los azulgranas, y los derrotaron por un estrepitoso 3 a 0 que no tenía paliativos, ni siquiera la repentina indisposición de Gallego, que le impidió alinearse, ni tampoco la expulsión de Eladio por agresión al sevillista Lora. Estos fueron los protagonistas de la debacle: Reina; Franch, Ramoní, Eladio; Torres, Zabalza; Rifé (Alfonseda), Marcial (García Castany), Zaldúa, Castro y Romea.

Y a la semana siguiente, el Atlético de Madrid va a cuajar una sensacional actuación en el “Camp Nou”, imponiéndose por 1 a 2 a un Barça desordenado y lento, que tan sólo exhibió afán de lucha. Alberto hizo los dos goles colchoneros, y Castro el de los azulgranas, que formaron con: Sadurní; Franch, Gallego, Romea (Sanjuán); Torres, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Zaldúa, Castro y Rexach. Al finalizar el encuentro se produce una espontánea concentración de socios y seguidores barcelonistas frente a la puerta principal de Tribuna. Se piden dimisiones. Con este resultado, el Barça caía a la undécima posición de la tabla, a cincos puntos ya del líder, el Real Madrid. Estas dos dolorosas derrotas consecutivas, con un nivel de juego paupérrimo, van a ser el detonante de la crisis que ya se venía gestando desde meses atrás, cuando la fallida contratación de HH terminó con la artificial y precaria unión de la Junta de Carreras, dejándola herida de muerte. Los rojiblancos madrileños solamente van a darle la puntilla. El día 5 de noviembre, Carreras y todo su Consejo Directivo  presentan la dimisión, abriéndose un proceso electoral en el que –según la normativa entonces vigente– sería nombrada una nueva Junta por votación en Asamblea General Extraordinaria de los Socios Compromisarios, elegidos a sorteo. El sufragio universal, ensayado sorprendentemente en 1953, cuando fue elegido Miró-Sans, aun tendría que esperar casi una década, hasta que volviese la democracia a España.

Narcís de Carreras, en una nota oficial del club, da cuenta de su decisión: “Deseo los mejores aciertos al que resulte elegido presidente y que además tenga la suerte de poder contar con las colaboraciones indispensables para que nuestro Barça conozca nuevos días de triunfo y de gloria”. La consecuencia de todo esto es que el nombre del Barça, una vez más, va a convertirse en la comidilla de los medios informativos y los aficionados al fútbol de España entera. Y entre tanto, el equipo languidece en el campeonato. Se arranca un positivo en Valencia (0-0), un resultado que en otras circunstancias sería bien recibido, pero que ahora apenas sabe a nada, pues tampoco los valencianistas atravesaban por su mejor momento. La alineación azulgrana fue la siguiente: Sadurní; Franch, Gallego, Romea; Torres, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Zaldúa (Rexach), Castro y Pujol.

Palabras muy interesantes y llenas de sensatez de un reciente  –y ya dimisionario– directivo. Pero no se trataba de un directivo más, de los de palco y puro, sino de un hombre que había sido cocinero, y muy bueno, por cierto, antes que fraile, Pepe Gonzalvo, “Gonzalvo II”: “ Al Barcelona le ocurre que carece de unos esquemas que son esenciales en el juego de hoy día. El conjunto coexiste, porque no puede existir alrededor de nada. Todo el mundo se ha preocupado de los fichajes más o menos grandes, pero nadie de crear un sistema que permita aprovecharlos. Se juega con la fuerza individual de que se disponga. Y eso no es bastante, naturalmente, para un club de la categoría del Barcelona” Al mismo tiempo, suenan ya una serie de nombres como posibles candidatos a la presidencia del Barça: Martí Cot, Agustí Pujol, Gibernau, Llaudet, Montal, Baret, Domenech, Miró-Sáns…

En la décima jornada de Liga el Barça se impone al Celta en el “Camp Nou” con muchos apuros (2 a 1, con goles de Zaldúa y Gallego). Y no es que precisamente los vigueses cuajaran un gran partido, pues, al contrario, causaron una muy pobre impresión, pero los azulgranas también se hallaban bajo mínimos. Esta fue su alineación: Sadurní; Franch, Gallego, Romea; Torres, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Zaldúa, Castro (García Castany) y Rexach. Mientras, la voz de la calle parece optar por Pere Baret como su candidato favorito, y por Helenio Herrera como el entrenador más idóneo. Y es que pesaba mucho el hecho de que los últimos grandes triunfos del club datasen del bienio herrerista (1958-60), antes de iniciar una larguísima travesía del desierto sin apenas títulos de relieve. Por esos mismos días se celebra el sorteo de los 200 Socios Compromisarios que han de tomar parte en la Asamblea General Extraordinaria donde tendrá lugar la elección del nuevo presidente barcelonista. Entre los elegidos, hay 23 mujeres. Y con vistas a los comicios, va aclarándose también definitivamente el panorama, puesto que –descartados los señores Campabadal y Domenech– quedan frente a frente Agustí Montal y Pere Baret. Por cierto que en la prensa barcelonesa se va a publicar por estos días una nota en la que cuatro expresidentes del club, los señores Miró-Sans, Balaguer, Martí Carreto y Llaudet se mojan apoyando públicamente la candidatura de Agustí Montal.

En la undécima jornada de Liga el Barça va a hacer el ridículo en el campo del penúltimo clasificado, el Mallorca, donde caerá derrotado por 3 goles a 2. Las críticas son durísimas para un equipo que, según una portada muy gráfica, la del influyente semanario RB, se hunde cada día un poco más. Seguer estaba cosechando unos resultados bastante peores que Artigas, y todo el mundo era consciente de que a su interinidad le quedan tan sólo unas pocas semanas de vida, el tiempo suficiente para que el nuevo mandatario barcelonista entronizase al entrenador de sus preferencias en el banquillo del “Camp Nou”. Este fue el equipo que se cubrió de oprobio en el “Luís Sitjar”: Sadurní; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Zaldúa, García Castany y Pujol. Al domingo siguiente se consigue una victoria por la mínima –1 a 0–  en el Estadio ante un  Granada que estaba despachando una notable campaña hasta la fecha. Reaparecieron Reina, Ramoní, Fusté y Rexach, y este último fue el autor del gol del triunfo de un Barça que formó de la siguiente manera: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Ramoní, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Zaldúa, Fusté y Rexach. Aun así, al final del partido volvieron a concentrarse numerosos hinchas barcelonistas ante la puerta principal de la Tribuna, para dejar patente su descontento.

Antes de que concluya el mes de noviembre, y coincidiendo con el 70 Aniversario de la fundación del club, es inaugurado el primer grupo de viviendas construidas en los terrenos que había ocupado el campo de “Les Corts”. Asisten a la ceremonia inaugural el hijo de Joan Gamper y el señor Carreras, presidente dimisionario del Barcelona. Asimismo se consigue el pase a la siguiente ronda europea, tras una nueva victoria ante los magiares del Vasas Gyor (2 a 0), con la siguiente alineación: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Ramoní, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Zaldúa, García Castany y Pujol. Los dos tantos son marcados por Zaldúa y un defensor húngaro en su propia puerta, pero en la Liga continúan los tropiezos. Derrota en Zaragoza por 2 a 1, con un equipo formado por: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Ramoní, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Zaldúa, Rexach y Castro. En vísperas de unas elecciones que decidirían su futuro próximo, el Barça era noveno con 13 puntos, a ocho de la cabeza. Un lugar a todas luces indigno para una entidad de su prestigio y su historial.

Se anuncia que, en caso de salir elegido presidente Pere Baret, su hombre para el banquillo sería el rígido preparador austriaco Max Merkel, cuya campaña al frente del Sevilla estaba sorprendiendo a propios y a extraños, aunque la noticia causó aún más sensación, sobre todo en la capital hispalense. En cuanto a los planes del otro candidato, el señor Montal, este prefiere hablar de manager, pero no considera oportuno revelar su identidad. Lo único que se sabe de él es que ya está contratado en firme, y que es de nacionalidad inglesa. Pero mientras, todavía con un hombre de la casa como Josep Seguer en el banquillo, el equipo continúa cosechando derrotas. En esta ocasión en un campo tradicionalmente poco propicio para el Barça como el “Estadio Insular” de Las Palmas, donde los amarillos se imponen por 1 a 0 a los azulgranas, que pusieron en danza a: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Ramoní, Zabalza; Alfonseda, Marcial (García Castany), Zaldúa, Fusté (Juan Carlos) y Romea.

La elección presidencial había sido fijada para el día 18 de diciembre de 1969, y de las  cuatro precandidaturas presentadas –las de los señores Campabadal, Domenech, Baret y Montal– al final, tal como se preveía, quedaban únicamente en liza los dos últimos, representantes de sendas corrientes muy caracterizadas en el seno del barcelonismo. Pere Baret i Sabaté, financiero y hombre de negocios de 44 años de edad, directivo dimisionario de la Junta de Carreras, era el representante del sector llamémosle crítico –su slogan era “Por la Renovación” –, y pretendía arrancar las riendas del club de las manos del grupo social, la burguesía textil, que venía  monopolizando en la práctica los cargos directivos desde hacía un cuarto de siglo, mientras que Agustí Montal i Costa, empresario textil precisamente, de 34 años de edad y vicepresidente del club a la sazón (cuyo lema rezaba “Con el socio, todo; sin el socio, nada”), encarnaba claramente a la tendencia oficialista, que preconizaba la continuidad y recelaba mucho de posibles “saltos en el vacío”, aunque hablaba de “reestructuración”

La campaña electoral fue breve pero muy intensa, y en ella puede decirse que ambos candidatos llegaron con sus respectivos programas hasta el último rincón de Cataluña, por más que su suerte dependiese únicamente de un reducido colegio de votantes, compuesto por algo más de dos centenares de compromisarios designados mediante sorteo entre los socios del club, sistema que los dos contendientes censuraron públicamente, aunque –como es obvio– lo acataban. El Establishment barcelonista (ex presidentes, directivos, Socios de Mérito y demás prohombres ) apoyaba abierta y decididamente a Montal, un hombre de su plena confianza, uno de los suyos, hijo del presidente de las Bodas de Oro (Agustí Montal i Galobart), perteneciente al gremio textil, tradicional vivero de dirigentes blaugranas, y bien conectado con Banca Catalana, la joven institución financiera que, bajo el control de Jordi Pujol, estaba realizando una clara apuesta de tipo nacionalista por la economía y la cultura catalanas. Por el contrario, Baret –con su vitola de renovador a cuestas– recibió el respaldo de un barcelonismo más “popular”, el del socio de la General. La Revista Barcelonista (RB), editada por Carles Barnils, no ocultaba sus simpatías baretistas, y acusaba a Montal de ser el candidato del Grupo del Porrón, es decir, de un puñado de familias acomodadas que se habían pasado los cargos directivos casi de padres a hijos, por derecho de herencia (algo que, en el caso concreto de Montal, era rigurosamente cierto). En la candidatura de Baret no figuraba ningún ex directivo, mientras que en la de Montal iban nada menos que siete, que  por el mero hecho de serlo, se convertían en compromisarios natos, con derecho a voto, dato este muy interesante a tener en cuenta si se producía una elección igualada, tal como se preveía

Coloquios, debates y demás actos, en los que se utilizó con profusión la lengua catalana, oficialmente proscrita, desembocaron en la jornada electoral del 18 de diciembre de 1969, en el Palacio de las Naciones de la Feria de Muestras de Barcelona. Baret, que traía en su programa la contratación del técnico sevillista Max Merkel, partía –aunque por escaso margen– como favorito, y por lo tanto el desenlace de la votación constituyó una relativa sorpresa, ya que en el escrutinio el financiero badalonés fue en cabeza hasta que se contabilizaron las papeletas de los compromisarios natos (es decir, ex presidentes, directivos y Socios de Mérito1), quienes decantaron la balanza a favor del candidato continuista y en contra del adalid de la Ruptura, por un ajustado 126 a 112. Lo cierto fue que hubo poderes fácticos –como el propio Jordi Pujol– que movieron algunos hilos en la sombra para que Montal, uno de los suyos, resultase finalmente elegido. Cosas de la política, que por algo es la continuación del fútbol por otros medios, parafraseando a Clausewitz… A la salida del recinto se produjeron algunas escenas muy desagradables, y mientras que el nuevo presidente era acogido con frialdad –cuando no con abierta hostilidad– por parte de ese barcelonismo de base, en cambio el derrotado Baret fue aclamado por sus partidarios.

Finaliza la primera vuelta en el “Camp Nou” ante el Elche, cediendo el Barça un  decepcionante empate a uno, con gol de Pujol y el siguiente equipo: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Ramoní, Zabalza; Alfonseda, Marcial, Zaldúa, Pujol y Rexach. Al hacer su entrada en el palco presidencial, Agustí Montal fue recibido con división de opiniones, declinando  saludar a los socios tal como hasta entonces había sido habitual en todos los que le habían precedido en el cargo. Una vez concluido el partido, se repitió la ya acostumbrada concentración delante de la Tribuna, y de nuevo se vivieron  momentos de tensión, con parte de la hinchada dando rienda suelta a su descontento.

Pero siete días más tarde da comienzo la segunda ronda del campeonato, y lo va a hacer con un marcador mucho más del agrado de todos los culés, máxime teniendo en cuenta quién era el adversario. Y es que el Barça le gana por 1 a 0 al Real Madrid, con un gol de cabeza de Gallego al rematar un saque de esquina lanzado por Rexach, en un partido donde Seguer hizo jugar a Rifé como lateral derecho, con la expresa misión de marcar a Gento aprovechando su punta de velocidad. La prueba resultó positiva, y esa misma noche, ante toda España, Quimet iniciaría una nueva carrera como defensa –carrilero lo llamaríamos ahora–, en la que volvería a ser convocado para la Selección, ahora por Ladislao Kubala. En lo concerniente al juego, este no había mejorado gran cosa, pero al menos se había conjurado temporalmente el peligro de caer todavía más bajo en la clasificación. Así formó el equipo presentado por Seguer en el que iba a ser su último partido como responsable técnico del Barcelona: Reina; Rifé Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach (Romea), Marcial, Martí Filosía ( Zaldúa ), Castro y Pujol.

La elección de Agustí Montal i Costa como presidente del Barça abre, sin lugar a dudas, un nuevo capítulo en la historia del club. Con ella puede darse por finalmente concluido el período de relativa interinidad que se inició con la renuncia de Enric Llaudet a volver a presentarse a las urnas en septiembre de 1967, y señala el arranque de un cierto proyecto, difuso pero proyecto al fin y al cabo, que no es ajeno a una clara voluntad de catalanización de la entidad, primero de una forma lenta y gradual, pero después acelerando el ritmo, coincidiendo con los que van a ser los últimos años del régimen del general Franco. No habrá salto en el vacío –tal como temían algunos que ocurriría si triunfaba Baret–, y la continuidad quedaba garantizada con un equipo de gobierno infinitamente más cohesionado que la heterogénea Junta dirigida por Carreras, de modo que el nuevo Consejo Directivo pone manos a la obra sin demora.

Su primera decisión va a ser contratar a un nuevo entrenador. El elegido será el técnico inglés Vic Buckingham, poco –o nada– conocido entre los aficionados, pero con varios puntos destacados a su favor. También los flamantes rectores barcelonistas  comenzarán a presionar a las instancias federativas españolas para que por fin sea levantada la prohibición de fichar jugadores extranjeros. Y es que ya le tienen echado el ojo a una buena pieza: un muchachito holandés que milita en el Ajax de Amsterdam, flaco de carnes pero capaz de realizar los más diabólicos quiebros y marcar los goles más inverosímiles. Un chico con más aspecto de cantante Pop que de futbolista, llamado Johan Cruyff, que había sido casualmente descubierto por el propio Buckingham, haciéndole debutar en el cuadro holandés con sólo 17 años, y a quien aspiran a convertir en el santo y seña de un Barça triomfant.

Se despide el año con el tradicional partido navideño en el “Camp Nou”, en esta ocasión frente al Partizán de Belgrado, un atractivo conjunto yugoeslavo que le había disputado la final de la Copa de Europa al Real Madrid tan sólo tres años antes, pero que, a causa de la hogareña festividad del día, no congregó demasiada gente en las gradas. Empate a dos al final del choque, siendo Martí Filosía y García Castany los autores de los tantos barcelonistas. Y en la decimoséptima jornada del Campeonato Nacional de Liga, al Barcelona le corresponde visitar el Estadio de “Riazor”, para enfrentarse al Deportivo de La Coruña. En el terreno gallego se sentará por primera vez en el banquillo azulgrana Mister Buckingham. El técnico inglés aun no dominaba el castellano, por lo que el club va a poner a su disposición durante varios meses a un intérprete, Mr. Getman. El partido se saldará con un triste empate a cero, pero ya se sabe, “punto es punto…”. Esta fue la primera alineación presentada por el entrenador británico: Reina; Rifé, Gallego, Eladio; Torres, Juan Carlos; Rexach, Marcial, Zaldúa, Castro y Pujol. Como puede verse, un equipo muy similar a los que venía alineando Seguer. El balance del de Parets del Vallés como responsable del banquillo del Barça se resume en 13 partidos oficiales disputados –encuentro nadalenc aparte–, con un balance de 6 victorias, 2 empates y 5 derrotas. El equipo a sus órdenes había marcado 17 goles, encajando 16 tantos. Unos números muy, muy discretos…

SEGUER SIGUE ENTRENANDO

Seguer junto a su sucesor, Vic Buckingham, y el ayudante de éste, Ted Drake

Seguer junto a su sucesor, Vic Buckingham, y el ayudante de éste, Ted Drake

Después de colaborar con Buckingham en el segundo tramo del curso 69-70, Josep Seguer va a hacerse cargo nuevamente de un conjunto de cara a la temporada 70-71, pero sin romper su vinculación con el Barça, puesto que se trataba del Barcelona Atlético, club resultante de la fusión de los dos filiales azulgranas, Condal y Atlético de Cataluña. Militará en Tercera División, reuniendo futbolistas de la talla de Irazusta, Laredo, Gelo, Laguna, Cortés, Puig Viñeta, Chiva, Sitjá o Rodri, pero en la campaña siguiente, privado de sus mejores elementos, descenderá a categoría regional. Entonces Seguer va a tomar las riendas de un histórico, el Badalona, sin moverse prácticamente de casa, y al año siguiente, 1973-74, se sentará en el banquillo de un viejo conocido, el Manresa. Entre 1974 y 1976 entrenará a otro modesto con pedigree, el Jupiter, y en 1976-77 bajará hasta el delta del Ebro para dirigir al Tortosa. Siguiendo con su particular volta a Cataluña, en el curso 77-78 ocupa la dirección técnica del Terrassa, en Segunda, en una época en la que el cuadro egarense albergaba aspiraciones de ascenso a la máxima categoría, con jugadores como el brasileño Bío, que no tardará en pasar a las filas del mismísimo Barça.

Durante el bienio 1978-80 le encontramos al norte de la Comunidad Valenciana, en la provincia de Castellón y más concretamente en un Villarreal donde nadie podía soñar todavía con futuros éxitos. No consigue llevarlo de vuelta a Segunda, pero va a tener el honor de descubrir y promocionar a uno de los mejores y más completos centrocampistas españoles de las dos siguientes décadas, el longevo Robert Fernández, actual secretario técnico del Barça, quien muy pronto destacará en las filas del Valencia y conseguirá la internacionalidad, fichando por los azulgranas en 1986 a las órdenes de Terry Venables. Figueras (80-81), Gavá (81-82) y Reus (82-83) serán sus últimos equipos, y con 60 años cumplidos Seguer se despedirá de los banquillos y sus constantes tensiones, para atender más de cerca sus negocios particulares (había sido una hormiguita, primero como distribuidor de una conocida y popular marca de cerveza, y más tarde regentando varias tiendas de artículos de regalo en la zona alta de Barcelona).

Después vendrá un tiempo de reconocimientos y homenajes, absolutamente merecidos tratándose de un hombre que como futbolista en activo no recibió la misma atención mediática que otros compañeros más famosos del legendario equipo de les Cinc Copes, pero que desde la modestia y el sacrificio lo había dado todo por los colores azulgranas. Buena prueba de ello fue el excelente libro biográfico titulado Josep Seguer. El primer comodí del Barça, escrito por su paisano el periodista Toni López y publicado por el Ayuntamiento de Parets del Vallés en mayo de 2000, de donde proceden no pocos datos incluidos en este trabajo. Avecindado en el municipio tarraconense de Vandellós i Hospitalet de l´Infant, en la comarca del Baix Camp, Josep Seguer va a fallecer en el hospital de Reus el primer día de 2014, a los 90 años de edad, siendo enterrado en el cementerio de su localidad de residencia. Era uno de los últimos componentes de aquel equipazo que lo ganó todo en la temporada 1951-52, y por desgracia hoy ya no queda con vida ninguno de quienes formaron parte de un conjunto legendario, que tantas tarde de gloria dio a los colores azul y grana.




Salvador Artigas: el sonriente míster KO (1967-1969). Tercera parte

Se cierra el ejercicio futbolístico 68-69 con un amistoso ante la Fiorentina, reciente campeón del Calcio, en tierras toscanas –2 a 0 a favor del Barça, ambos obra de Fusté–, y con una mini gira por los Estados Unidos, concretamente Nueva York y Chicago. Allí el Barça –reforzado por el canterano Sanjuán y el lateral arlequinado Arnal, que ocupa la plaza del lesionado Eladio– le gana dos partidos a la Juventus de Luis Del Sol, la Vecchia Signora, y un tercero a una selección norteamericana. Será precisamente durante ese viaje cuando se produzcan una serie de hechos que dinamitarán el inestable consenso existente en el seno de la Junta que preside Narcís de Carreras, profundizando la división interna del club.

En contra de la opinión de parte de la Directiva y amplios sectores de la afición culé, se le va a renovar el contrato a Salvador Artigas –el primer entrenador barcelonista desde Daucik que iniciaría su tercera temporada consecutiva en el banquillo–, pero casi inmediatamente, en una reunión del mismo Consejo, se realiza una votación acerca de la conveniencia de fichar o no a Helenio Herrera, a la sazón técnico de la Roma, como nuevo entrenador del Barça. El hecho resultaba tan increíble como insólito, habida cuenta de la recentísima ratificación de Artigas, no obstante lo cual, dicha votación arrojará un resultado favorable a la vuelta de HH, por once votos afirmativos (entre ellos, el del propio presidente), y siete en contra, lo que implicaba la automática rescisión del contrato que acababa de firmarse con el técnico catalán. Una decisión tan surrealista iba a ser, empero, justificada por cierto directivo con las siguientes palabras: “Yo siempre preferiré pasar vergüenza un día, que no todo el año”. Ante semejante estado de cosas, tres de los directivos del bando favorable a Artigas presentan su dimisión con carácter irrevocable.

Pere Baret parece estar detrás de este pulso, que podía convertirle en el auténtico Hombre fuerte del Barça, relegando a Carreras al papel de mera figura decorativa. El propio Baret, en compañía del gerente Joan Gich y el directivo Luís Viza, vuela a Italia para convencer al Mago a golpe de talonario, ofreciéndole unas cifras fabulosas: diez millones de pesetas de ficha anual, cincuenta mil de sueldo mensual, bonificaciones dobles y premios especiales por el título de Liga (dos millones) y los de Copa del Generalísimo y de Ferias ( un millón). Estas cantidades, que podían poner en peligro la estabilidad económica del club, tan laboriosamente conseguida, mostraban un elocuente contraste con los emolumentos percibidos por Artigas la temporada anterior: 2.333.000 pesetas en total.

El vicepresidente Agustí Montal, que había acompañado al equipo en su gira estadounidense, exhibió abiertamente su malestar nada más regresar a Barcelona, así como también los directivos dimisionarios. Y la crisis pasó de la Junta a la propia afición, que fue posicionándose a favor y en contra del fichaje de Herrera, aunque con mayor peso para sus detractores, puesto que el prestigio del técnico trotamundos –al que Enric Llaudet ya había querido traerse en 1965, con un cheque en blanco– no era ya el mismo de años atrás, y se censuraban tanto sus comportamientos de divo como su desmedido amor hacia el vil metal. Esta fuerte oposición va a hacer recapacitar a Carreras y a sus adictos, que –dónde dije Diego…– se volverán atrás en sus intenciones, y el día 13 de Junio, después de una nueva reunión y votación, expresarán públicamente su renuncia al fichaje de Don Helenio “en aras de la cohesión del club”, reiterando su confianza en Salvador Artigas, auténtico convidado de piedra en toda esta lamentable historia.

Escándalo H.H. Movida en La Masía

Escándalo H.H. Movida en La Masía

Y era tal la pasión que ya entonces levantaban el Barça y sus continuas cuitas, que ese mismo día, mientras la Junta permanecía reunida, se va a producir una manifestación de un centenar de partidarios de HH ante “La Masía”, sede social del club, con el propósito de presionar a Carreras para que no cambiase el sentido de su voto. Al ser este negativo a sus preferencias, los manifestantes reaccionaron violentamente, intentando incluso agredir a varios periodistas. Un hecho verdaderamente insólito para la España de 1969, la misma que conjugaba la ausencia de libertades públicas con los Estados de Excepción. Pero el Barça ya era entonces, tal como había proclamado en su toma de posesión el propio Carreras, más que un club.

La primera consecuencia de estos graves acontecimientos, va a ser la automática dimisión de Pere Baret, la cabeza visible del complot proherrerista. Pero aun así, la fractura social era ya muy profunda, y si los resultados deportivos de la inminente temporada no acompañaban de salida, el volcán barcelonista podía entrar en erupción. Terriblemente incómoda era también la situación personal y profesional del propio Salvador Artigas, que había sido expresamente repudiado por más de la mitad de la Junta Directiva tan sólo unos días después de ser ratificado en el cargo, quedando el técnico catalán –como reza el dicho popular– “a los pies de los caballos”

UNA BRILLANTE PRETEMPORADA

Con semejante Espada de Damocles suspendida sobre su cabeza cana, Artigas inicia los entrenamientos con vistas a la nueva campaña 69-70. Son novedades en el equipo –aparte de Bustillo y Pujol, incorporados ya en el último torneo copero– los defensas Sanjuán, del filial Condal, y Romea, procedente del Badalona, los cedidos García Castany y Alfonseda (que vuelven de su triunfal estancia en el Calvo Sotelo de Puertollano), y Ramoní, un ex  jugador del Español que venía del Granada, club a donde se iban a cambio, tras su breve periplo barcelonista, Fernández y Juanito, al igual que lo haría también Palau –este a su equipo de origen, el Sabadell– a punto de arrancar la Liga. También causan baja tres nombres ilustres: Jorge Mendonça, Chus Pereda, y el veterano capitán Ferrán Olivella, que recibirá un merecido homenaje por sus muchos años de entrega a los colores blaugrana. El angoleño pasará al Mallorca, ascendido nuevamente a Primera, y el burgalés se marchará para la “Nova Creu Alta”, el tradicional cementerio de elefantes del Barça.

En su parlamento del día de la presentación, el presidente Carreras se expresa de la siguiente manera: “Hemos de borrar del diccionario barcelonista las palabras desgracia y mala suerte”. Y un detalle que no les pasó desapercibido a los informadores que cubrían el acto fue que los aficionados asistentes –no muy numerosos por cierto– no aplaudieron a los jugadores al aparecer estos en el terreno de juego. Era un síntoma palpable de la tensión latente que se vivía en Can Barça, tensión que podía explotar en cualquier momento. En otro orden de cosas, resultaba curioso observar cómo el Centro de Deportes Sabadell se iba llenando de antiguos jugadores barcelonistas, pues ya contaba con siete jugadores que tenían pasado azulgrana: Comas, Lluís Vidal, Pereda, Marañón, Torrent, Zaballa y Montesinos. Por el contrario, causaba baja en las filas arlequinadas Juan Seminario, que retornó al fútbol peruano.

La pretemporada presenta un apretado y extenso calendario de citas para la puesta a punto del equipo. Para empezar –y tras el primer amistoso en Granollers, saldado con un misérrimo 1 a 2– un nuevo torneo de verano, el de Palma de Mallorca. El Barça se enfrenta primero a un viejo conocido, el Hamburgo de Uwe Seeler, al que elimina por penalties después de concluir el tiempo reglamentario con empate a dos, y en la final se deshace apuradamente del Standard de Lieja belga merced a un solitario tanto de Pujol, marcado a ocho minutos de la terminación. Estos fueron los jugadores que inauguraron el palmarés del torneo palmesano: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Rifé, Zabalza; Rexach, Zaldúa, Bustillo, Fusté y Pujol. Desde la Isla de la Calma el Barça vuela hasta Málaga para tomar parte en el “Costa del Sol”. Vence a los argentinos de River Plate también gracias a los penalties –después de un 0-0–, con Sadurní deteniendo hasta tres máximos castigos, y luego protagoniza un maratoniano partido ante el Corinthians, que se resuelve, una vez finalizado el tiempo reglamentario con empate a uno, mediante lo que ahora llamaríamos Gol de Oro, conseguido por los brasileños ¡en el minuto 142! Estos fueron los protagonistas del que sin duda habrá sido uno de los partidos más largos de toda la historia del Barça, sino el que más: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Ramoní, Zabalza; Rifé, Zaldúa (Castro), Bustillo, Pujol (Palau) y Rexach.

En plena juventud aun fallece el ex jugador azulgrana Alfonso Navarro Perona, conocido futbolísticamente como Navarro II y cariñosamente por los aficionados como Navarrito. Era hermano de Joaquín Navarro, el Fifo, que también había militado en el Barcelona en los primeros años 40, pero cuya carrera transcurrió mayoritariamente en las filas del Real Madrid. Navarro II, que actuó asimismo en el equipo merengue, pero también en una larga lista de clubes (Valladolid, Osasuna, Condal, Tarrasa, Lleida o Nástic de Tarragona), era un jugador tan genial como desconcertante, capaz de lo mejor y lo peor en el mismo partido. Se alineó con el Barça en la segunda mitad de los cuarenta, y regresaría fugazmente a “Les Corts” a mediados de la década siguiente.

En los mentideros futbolísticos barceloneses comienza a circular el insistente rumor de que el españolista Marcial puede fichar de un momento a otro por el club azulgrana. De confirmarse, sería una auténtica bomba, la gran noticia futbolística del verano del 69. Pero antes viene el “Gamper”. En su cuarta edición, el trofeo que honra la memoria del ciudadano suizo considerado como fundador del club cuenta con el morbo añadido de traer al “Camp Nou” nada menos que al verdugo azulgrana en la todavía reciente final de la Recopa, el Slovan de Bratislava. El Real Zaragoza –como un fleco de la “Operación Bustillo”– y el Estudiantes de La Plata, vigente campeón de la Libertadores y la Intercontinental, completan el lucido póker de participantes. En la primera ronda el Barça –amarga victoria– derrota a los eslovacos por 2 a 1, y en el encuentro final se impone por el mismo resultado a los aragoneses, con tantos de Bustillo y Pujol y este equipo: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Palau, Zaldúa, Bustillo, Castro y Pujol.

El cuarto compromiso de esta sobrecargada pretemporada es el “Mohamed V”, que se celebraba en la mítica –gracias al cine– ciudad marroquí de Casablanca. Tras vencer al Sao Paulo por 2 a 0, el Barcelona va a adjudicarse el torneo gracias a los lanzamientos desde el punto de penalti, después de empatar a dos goles con el Bayern de Múnich, el fortísimo cuadro alemán donde militaban estrellas del calibre del guardameta Sepp Maier, el Kaiser Beckenbauer o el gran goleador Torpedo Muller. Hecho curioso fue que todos los lanzamientos que se necesitaron para superar a los bávaros –cuatro– los ejecutase el mismo jugador: Martí Filosía. Estos fueron los campeones del prestigioso trofeo magrebí: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Pellicer, Ramoní; Rifé, Zaldúa, Martí Filosía, Castro y Roselló.

Pero estaba escrito que la gran noticia de este verano barcelonista de 1969 no iban a ser las esperanzadoras victorias del primer equipo en los torneos estivales –por lo demás, poco trascendentes–, sino un fichaje que batiría todos los records establecidos hasta entonces en nuestro fútbol, el del rubio jugador blanquiazul Marcial Pina. El Español, que había realizado un fuerte desembolso económico para reforzarse y aspirar a conseguir algún título, acababa de descender sin embargo a Segunda División. Marcial, lógicamente, no deseaba jugar en dicha categoría, y los de “Sarriá” necesitaban dinero imperiosamente, y más después del estallido del “Caso MATESA”, un enorme escándalo financiero en el que se hallaba directamente involucrado su presidente, el empresario de maquinaria textil Juan Vilà Reyes. La “Operación Marcial”, tal como publicó un conocido semanario, podía suponer la salvación para ambos clubes. Al Español –regido provisionalmente por una Gestora– le aportaría una liquidez inmediata, y en cuanto al Barcelona, le permitiría ilusionar de nuevo a sus alicaídos socios y seguidores, ganando un gran jugador, un hombre que podía convertirse en el líder del equipo, una figura de la que los azulgranas habían estado huérfanos desde la marcha de Kubala y la de quien, con toda seguridad, hubiese recogido su cetro, el gallego Luis Suárez.

Marcial, el gran fichaje del verano del 69

Marcial, el gran fichaje del verano del 69

Las cifras del traspaso eran mareantes, las más altas pagadas hasta la fecha en el fútbol español. Y mientras Marcial cruzaba la Diagonal, 18 millones de pesetas tomaban la dirección contraria, y los periquitos recibían también la cesión del prometedor delantero menorquín Roselló. Era una apuesta muy fuerte y arriesgada la que habían hecho Carreras y los suyos, pero parecía evidente que tras el fiasco con Helenio Herrera y toda la movida que este llevó aparejada, el presidente barcelonista necesitaba con urgencia de un revulsivo que devolviera la ilusión a unos socios y aficionados demasiado escépticos últimamente. De hecho, al conocerse oficialmente la noticia del fichaje, un numeroso grupo de hinchas culés se presentaron delante de las oficinas del club, en “La Masía”, para manifestar su alegría.

El partido de homenaje a Ferrán Olivella será el último acto de la preparación barcelonista de cara a la inminente Liga. El Gran Capitán se llevó el cariño y los aplausos del que fuera su público durante trece temporadas en el primer equipo –y también un buen pellizco económico, pues la recaudación ascendió a casi 6 millones de pesetas–, pero por desgracia tan emotivo acontecimiento no pudo redondearse con una victoria azulgrana, ya que el Palmeiras brasileño se impuso por 1 a 2. Pereda y Palau se alinearon en este encuentro por última vez en las filas del Barça. Ambos se unirían a un Sabadell que se estrenaba en competición europea –Copa de Ferias–, gracias al magnífico cuarto puesto logrado la temporada anterior.

Y justo antes de iniciarse la Liga, va a estallar también un escándalo futbolístico que a la larga acarreará trascendentales consecuencias. Se trata del denominado “Caso de los Paraguayos”. El Barça y el Valencia se interesarán por un joven y al parecer excelente jugador de nacionalidad guaraní, un tal Severiano Irala, procedente del Cerro Porteño, y al final son los azulgranas quienes se llevan el gato al agua, como vulgarmente se dice. A pesar de la prohibición de fichar futbolistas extranjeros, en vigor desde 1962, en distintos equipos españoles venían militando habitualmente numerosos jugadores de origen hispanoamericano, en su mayoría paraguayos. Eran los llamados oriundos, quienes –para poder tomar parte en nuestras competiciones– debían cumplir dos requisitos: ser hijos de padres españoles, y no haber actuado como internacionales en la selección absoluta de su país. Y precisamente ahora se va a descubrir que Irala ya había jugado con el combinado paraguayo, lo que por consiguiente le inhabilitaba para alinearse en España. Pero la cosa se complica aún más al conocerse que otros dos compatriotas suyos que ya tomaban parte en nuestras competiciones desde la temporada anterior –el valencianista Aníbal Pérez y un reciente fichaje del Real Madrid, el ex malacitano Sebastián Fleitas Miranda– también habían vestido la camiseta de la selección de Paraguay. Lógicamente, y ante este evidente agravio comparativo, el Barcelona va a poner el grito en el cielo por boca de su presidente, Narcís de Carreras, pero sus enérgicas protestas no hallarán eco alguno en la Federación, y quedarán reducidas a un mero desahogo, el Derecho al pataleo.

UN IRREGULAR INICIO LIGUERO

Feliz arranque de Liga en el Bernabéu: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Castro, Zabalza, Reina (portero suplente); Rexach, Marcial, Bustillo, Zaldúa y Pujol.

Feliz arranque de Liga en el Bernabéu: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Castro, Zabalza, Reina (portero suplente); Rexach, Marcial, Bustillo, Zaldúa y Pujol.

Así las cosas, va a abrirse la Liga 1969-70 el día 14 de Septiembre, con un clásico por todo lo alto: Real Madrid-Barcelona en el Estadio “Santiago Bernabéu”. Marcial y el susodicho Fleitas van a acaparar todas las miradas. Artigas alinea de entrada a: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Castro, Zabalza; Rexach, Marcial, Bustillo, Zaldúa y Pujol. Salen en tromba los azulgranas, y a los cinco minutos ya tienen un claro 0 a 2 a su favor, obra del ariete Bustillo. Pero paulatinamente el Madrid va ir metiéndose en el partido, y el juego se equilibra. El controvertido Fleitas acorta distancias, y a continuación el mismo jugador iguala el marcador, yéndose ambos equipos al descanso con un 2-2. En la reanudación, los merengues van a cobrar ventaja merced a un gol del veteranísimo Gento, y poco más tarde se producirá la jugada más polémica del encuentro.

En un lance cercano a su área, el defensa central blanco De Felipe entra sin contemplaciones a Bustillo, trabando la rodilla del atacante. El goleador aragonés queda tendido en la hierba, y el juego continúa durante un par de minutos, hasta que el árbitro, el vizcaíno Ortiz de Mendíbil, ordena que el lesionado sea retirado del césped, lo que harán entre su compañero Pujol y el portero rival Junquera. Le reemplaza Pellicer en el minuto 14 de esta segunda parte (en lo que constituye el primer cambio de un jugador barcelonista de campo en la historia de la Liga, merced a una nueva normativa que permite dos sustituciones por bando). Embriagada por la briosa reacción de su equipo, la afición del “Bernabéu” pide más goles, y Rexach les responde con un hermoso tanto de volea, que coloca en el marcador el definitivo empate a tres. Cuajó un magnífico partido el centrocampista gallego Santiago Castro.

Bustillo se rompe para toda la temporada

Bustillo se rompe para toda la temporada

Era un comienzo de Liga muy esperanzador, aunque enturbiado por la grave lesión de Bustillo, precisamente cuando este parecía haberse destapado como el delantero centro resolutivo y realizador que el Barça llevaba buscando desde los tiempos de Re. Gravedad que se va a confirmar tras las primeras radiografías. Este fue el parte facultativo: “Rotura total de la inserción inferior del ligamento lateral interno en sus dos capas superficial y profunda. Desinserción periférica del menisco interno. Rotura del ligamento cruzado anterior”. La intervención quirúrgica subsiguiente fue efectuada por el eminente e inevitable doctor Cabot en una clínica barcelonesa, y el tiempo de recuperación se calculaba en ocho o nueve meses, lo que venía a significar que la Liga ya había terminado para Bustillo cuando aún no había hecho más que empezar. El percance del ariete aragonés era un ladrillo más que venía a engrosar el muro de las irreconciliables diferencias que separaban al Madrid y al Barça. El club azulgrana se sentía perjudicado por los estamentos deportivos españoles capitaneados, paradójicamente, por el catalán Juan Antonio Samaranch), y consideraba que estos llevaban mucho tiempo barriendo para la capital, y que dicha actitud de discriminación y favoritismo no podía seguir manteniéndose ya impunemente.

Con Marti Filosía en lugar del lesionado Bustillo, el Barça se enfrenta a los daneses del Odense en partido correspondiente a los treintaidosavos de final de la Copa de Ferias. El choque del “Camp Nou” deja ya prácticamente decidida la eliminatoria, ya que vencen los locales por 4 a 0, con dos goles del citado Martí Filosía, otro de Zaldúa, y el restante marcado en propia puerta por los nórdicos, que, o bien eran muy inferiores a los noruegos del Lyn, o mucho había mejorado en Barcelona en tan sólo unos meses. Artigas alineó a: Reina; Franch, Gallego, Eladio (Romea); Ramoní, Castro; Pellicer, Marcial, Martí Filosía, Zaldúa (Rexach) y Pujol. La segunda jornada de Liga, sin embargo, volvió a mostrar a un Barça inoperante de cara a la portería contraria, un equipo romo que únicamente pudo superar al Deportivo de La Coruña en el último cuarto de hora, merced a un afortunado remate del central Gallego a la salida de una falta. Los blanquiazules, dirigidos por el antiguo jugador del Barça de las Cinco Copas José María Martín, fueron batidos por un equipo formado por: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Castro, Zabalza; Rexach, Zaldúa (Ramoní), Martí Filosía (Pellicer), Marcial y Pujol, cuya incisiva verticalidad levantó al público de sus asientos.

En la tercera jornada, y a pesar del resultado –0 a 0–, tanto Pontevedra como Barça jugaron al ataque en “Pasarón”, aunque sus muchas oportunidades no se vieron coronadas por el éxito. Este fue el equipo presentado por Artigas: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Rifé (Ramoní), Zabalza; Pellicer, Marcial, Zaldúa, Castro y Pujol. El guardameta Reina, después de tres temporadas prácticamente en blanco (1966-69) parecía haberse ganado con sus últimas actuaciones la confianza de su entrenador, y muy pronto también la del flamante seleccionador nacional, Ladislao Kubala, que le convocará en su primera lista. Por el contrario, las acciones de Salvador Sadurní, que había cuajado muy buenas temporadas tras el retorno de Pesudo al Valencia, cotizaban ahora a la baja. Cosas del fútbol…

Los mentideros futbolísticos barceloneses no paran, y ahora hacen circular otro rumor muy persistente: que el entrenador azulgrana Salvador Artigas tiene los días contados. Los resultados hasta el momento, sin ser excelentes, tampoco eran malos, pero el técnico había quedado ya muy tocado por el “Caso Herrera”, que venía a demostrar palpablemente que no contaba con el respaldo mayoritario de la Junta Directiva y en cualquier momento podía saltar del banquillo. Mientras tanto, va a tener lugar la Asamblea General Ordinaria del club, donde se facilitarán datos como el número de socios con que contaba el Barcelona a 30 de Junio de 1969 –54.769–, o el monto total de la deuda de la entidad a la misma fecha, que ascendía a 32.260.384 pesetas, quedando aún pendientes de cobro importantes cantidades procedentes de la venta de “Les Corts”, con lo que bien se podía afirmar que la situación económica del Barcelona se encontraba bastante saneada.

A Artigas ya le quedaban muy pocos telediarios

A Artigas ya le quedaban muy pocos telediarios

Van a cesar como directivos los señores Moreta, Valls Taberner, Baret y Godó, que serán sustituidos por el antiguo jugador y entrenador Pepe Gonzalvo (Gonzalvo II), Jordi Martí Lluma, Antoni Amat y el doctor Gonçal Lloberas, respectivamente. Del discurso del presidente Carreras pueden entresacarse algunas frases significativas: “La labor deportiva en la pasada temporada fue mala. El Socio se merece mucho más. Hay que tener la humildad de reconocerlo así para mejorar todo lo que se pueda y tenga que ser mejorado. En un club como el Barcelona las soluciones son difíciles y han de ser producto de una labor de continuidad”. Sensatas palabras, las del primer mandatario barcelonista, aunque no siempre había predicado con el ejemplo…También hacía una llamada “a la sensatez y al buen humor” el nuevo miembro de la Junta Directiva barcelonista doctor Lloberas, un destacado profesional de la Medicina que entonces mantenía un interesante programa radiofónico.

Juego, emoción y goles, en cambio, con motivo de la visita del líder Athletic de Bilbao al feudo barcelonista. Los locales, en un buen partido, llegaron a tener un rotundo 3-0 a su favor (Zaldúa, Rexach y Pujol), que en los últimos minutos recortaron los vascos con un par de tantos. En el Barça, el jugador más destacado, domingo tras domingo, venía siendo el hábil y ratonero extremo Lluís Pujol, cuyas brillantes actuaciones le valdrían muy pronto una efímera internacionalidad. Jugaron ante los Leones: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Rexach, Marcial, Zaldúa, Juan Carlos y Pujol. Y un gol de Rexach y otro de Pellicer van a derrotar nuevamente al Odense, ahora a domicilio y con esta alineación: Sadurní; Franch, Gallego, Torres (Sanjuán); Ramoní, Zabalza (García Castany); Pellicer, Juan Carlos, Marti Filosía, Fusté y Rexach. El siguiente adversario del Barça en la competición ferial sería otro conjunto modesto, el Vasas Gyor húngaro.

En la Liga, muy igualada, el equipo comparte el liderato con Sevilla, Real Madrid y Zaragoza, pero el público está molesto con Artigas, y éste tampoco parece encontrarse muy a gusto, porque tras la quinta jornada –en la que el Barça sale derrotado una vez más de “Atocha” ante la Real Sociedad por 1 a 0, en un partido muy flojo de los azulgranas– el técnico presenta su dimisión con carácter irrevocable. La falta de confianza de la Directiva, y la gran presión que supone sentarse semana tras semana en el banquillo del “Camp Nou”, explican que el buen preparador catalán acabase por arrojar finalmente la toalla. Esta fue la última alineación que presentó el correctísimo Salvador Artigas: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté (Pellicer); Rexach, Marcial, Zaldúa, Juan Carlos y Pujol. En total, había dirigido al Barça en 87 partidos oficiales, con el siguiente balance: 44 victorias, 24 empates y 19 derrotas, con 144 goles a favor y 77 en contra, y un porcentaje del 50,57 de encuentros ganados.

Para sustituirle provisionalmente es designado Josep Seguer, antiguo jugador internacional del club y a la sazón entrenador del filial Condal, en Tercera División. En líneas generales, todos los medios informativos barceloneses se hacen eco de la noticia poniendo de manifiesto la titubeante trayectoria que sigue el club a la hora de tomar decisiones. En la presentación de Seguer, un histórico del legendario equipo de las Cinco Copas, Narcís de Carreras va a pronunciar las siguientes palabras: “El Barcelona está en buenas manos, estoy completamente seguro de ello, y es porque Seguer, a la experiencia que atesora, une una buena fe capaz de mover montañas. Todo lo que hacemos es para que el Barcelona vuelva a ser lo que jamás debió dejar de ser, y por ello, reconozco que algunos de nuestros jugadores no han sido en los últimos tiempos lo valientes que cabía esperar de ellos como profesionales del fútbol, y lo que es mucho más importante, como barcelonistas de corazón que me consta que son. Por ello hemos obrado con ponderación, sin precipitaciones, con la máxima calma, sin importarnos aquellos que conocemos sobradamente y que sabemos que nos atacan porque de esa forma atacan al Barcelona en general. No, esas personas no nos alteran el pulso”

ARTIGAS DESPUÉS DEL BARÇA

No obstante Salvador Artigas va a permanecer muy poco tiempo en el paro. El Valencia había comenzado la temporada muy renqueante, y tras la quinta jornada (clasificado en decimotercera posición, con 3 puntos y un negativo) despedirá a su responsable, Joseíto, haciéndose cargo del equipo un antiguo jugador ché de la década de los 50, el catalán Enrique Buqué. Pero ante su escasa experiencia en los banquillos –tan sólo había dirigido a Badalona y Abarán en Segunda– Artigas va a ser contratado para formar con él una especie de tándem, entonces nada habitual. La fórmula, sin embargo, no les va a funcionar nada mal a los de “Mestalla” (estadio que, por cierto, aquella misma temporada pasa a denominarse oficialmente “Luis Casanova”, en honor del mítico presidente que había dirigido la Edad de Oro del club del murciélago). El Valencia va a concluir la Liga 69-70 en quinta posición, empatado a 35 puntos con el tercero, el sorprendente Sevilla preparado por el austríaco Max Merkel, el propio Barça (cuarto) y el Real Madrid (sexto), y en el subsiguiente torneo de Copa del Generalísimo llegará hasta la final, que disputaría en el “Camp Nou” contra el Real Madrid, cayendo derrotado ante los de la capital por 3 a 1, resultado adverso con el que los de la ciudad del Turia inician otra nueva serie de derrotas consecutivas en el encuentro decisivo (en el 71 perderían frente al Barça, y en el 72 sucumbirían a pies del Atlético de Madrid), una triple hiel que ya habían conocido a mediados de los años 40, cuando fueron derrotados en 1944 y 1945 por el Athletic de Bilbao, y en 1946 por el conjunto merengue.

El fichaje de Alfredo Di Stefano como nuevo entrenador valencianista de cara a la temporada 70-71, procedente de un Boca Juniors al que la Saeta Rubia había hecho campeón del Nacional de 1969, va a suponer el final de la breve etapa Buqué-Artigas. Pero el técnico catalán va a comprometerse inmediatamente con el Elche, localidad muy cercana a la turística Benidorm, sede de sus negocios particulares. Artigas, sin embargo, llega a un conjunto franjiverde muy debilitado ya, que apenas sí había podido mantener la categoría en la campaña anterior, y que estaba sometido a un acelerado proceso de descapitalización, pues acababa de desprenderse de dos de sus figuras, los internacionales Ballester (traspasado al Real Madrid) y Asensi (al Barça), siguiendo con su pragmática política de vender a sus estrellas con periodicidad bienal (Re en el 62, Cardona en el 64, Marcial en el 66, Lico en el 68…), para poder equilibrar así su modesta economía y seguir manteniéndose milagrosamente en Primera División. Pero ese modelo ya estaba en crisis, y el conjunto ilicitano (reforzado con el veterano Guillot y donde se mantenían Canós, Llompart y Vavá) va a comenzar desastrosamente la temporada 70-71, y tras la novena jornada, y ocupando la duodécima posición, Artigas será cesado. Se ocupan sucesivamente de la dirección de los de “Altabix” Otto Bumbel, Iborra y Llopis, que no podrán impedir el descenso el club de la ciudad de las palmeras tras doce maravillosos años formando parte de la élite del fútbol español.

Artigas permanecerá el resto de la temporada sin trabajo, pero apenas iniciado el curso siguiente, el 71-72, vuelve a sentarse en un banquillo. Esta vez su destino es “San Mamés”, no lejos de la otra ciudad donde poseía negocios, San Sebastián. Allí va a sustituir en la novena jornada, y debutando con victoria en el “Camp Nou”, al inglés Ronnie Allen, al frente de un Athletic donde destacaban, junto al mítico e incombustible Iribar, los Sáez, Arangúren, Larrauri, Zubiaga, Arieta, Villar, Uriarte, Carlos o los hermanos Rojo. En el Botxo será conocido como el Monje de Lezama, a causa de su perfil ascético y su cabeza cana, cubierta en los frecuentes días de lluvia norteña por la capucha del chubasquero, que le conferían cierto aspecto frailuno. Clasificará a los Leones en una discreta novena posición, y no renovará contrato.

Arranca la temporada 72-73 sin equipo, pero en febrero de 1973 va a recibir la llamada de un Sevilla todavía bajo el tremendo trauma de la muerte de Pedro Berrueco en “Pasarón” y que no conseguía salir del pozo de la Segunda División, aceptando la oferta para dirigir al cuadro hispalense. Era la primera vez que iba a alejarse de sus zonas de confort (Cataluña, Levante, País Vasco y región sudoccidental de Francia). No logrará el ansiado ascenso, pero sí un hito digno de reseñar, como fue eliminar al mismísimo Barça de la Copa del Generalísimo, venciéndole en el “Sánchez Pizjuán” por 3 a 1, y cayendo en el “Camp Nou” por un insuficiente 1 a 0. Tras dicho torneo va a abandonar definitivamente la profesión, centrándose en sus negocios particulares. Fallecerá en Benidorm casi un cuarto de siglo más tarde, el 6 de septiembre de 1997, víctima de un ataque cardíaco, a la edad de 84 años, siendo incinerado.




Salvador Artigas: el sonriente míster KO (1967-1969). Segunda parte

La temporada 68-69 arranca en Can Barça bajo el signo de la esperanza. Esperanza de que por fin el club azulgrana pueda romper la insultante hegemonía que el Real Madrid venía ejerciendo sobre el fútbol español desde hacía ya demasiados años. La Copa, brillantemente conquistada en el mismísimo feudo del club blanco tras la épica “Final de las botellas”, parecía avalar ese íntimo anhelo de todo el barcelonismo, encorajinado aún más si cabe por un hecho que va a tener lugar tan sólo unas pocas semanas después de dicho partido.

En efecto, la modorra estival va a ser violentamente sacudida de súbito por unas explosivas declaraciones del presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, posiblemente escocido todavía por la reciente e inesperada derrota de los suyos en la final copera. Bernabéu, en su tradicional retiro veraniego de la localidad alicantina de Santa Pola, donde acostumbraba a dedicarse a la pesca, concederá una entrevista al semanario Murcia Deportiva, publicada el día 27 de julio, en la que –entre otras cosas– dice: “A Vila –por el presidente del RCD. Español– lo admiro. Sólo por el hecho de presidir en Cataluña un club que se llama Español ya es digno de admiración”. Y también lanzaba esta otra andanada: “No están en lo cierto quienes dicen que no quiero a Cataluña. La quiero y la admiro…a pesar de los catalanes”.

Ni que decir tiene que estas polémicas y escasamente diplomáticas declaraciones –hoy las definiríamos como políticamente incorrectas– de un hombre que no solía morderse la lengua, van a caer como una auténtica bomba en toda Cataluña. La totalidad de la prensa barcelonesa se hará eco de ellas, repudiando las palabras del patrón de la Casa Blanca, y el habitualmente mesurado Narcís de Carreras, como portavoz más autorizado de la Gent Blaugrana, las va a valorar muy negativamente, añadiendo que: “Más peligrosos que los separatistas son los separadores”. Carreras, además, exigirá una rectificación pública a su colega madridista, pero Bernabéu pasa olímpicamente del tema, y continúa saliendo tranquilamente a pescar todas las mañanas en su barca (a la que había bautizado con el nombre de Saeta Rubia, borrado sin embargo cuando Alfredo Di Stéfano abandonó la disciplina merengue). El hecho va a enturbiar gravemente las relaciones entre ambos clubes, haciendo que muchos culés cierren filas ante lo que consideran una nueva agresión –siquiera verbal– del centralismo.

En medio de este clima de enfrentamiento latente, va a tener lugar la presentación oficial de la plantilla barcelonista el día 12 de agosto, fecha en la que se reanudan los entrenamientos a las órdenes del sempiternamente risueño Salvador Artigas. Son novedad las incorporaciones de Palau, Juan Carlos, Franch y Castro, amén del gaditano Juanito, quien ya había debutado en partidos amistosos en las postrimerías del curso 67-68, así como la promoción al primer equipo del canterano García Castany, cedido a Osasuna. Por el contrario, causa baja Lucien Muller, cuyo contrato finalizaba el anterior 30 de junio, regresando el francés a su país natal, donde apurará sus últimos días como jugador en activo en las filas del Stade de Reims, al lado de otro mito del balompié galo, Raymond Kopa, recientemente fallecido. Al Sabadell, e incluidos en la “Operación Palau”, van a irse Torrent, definitivamente traspasado, y Vidal y Pujol en calidad de cedidos, confiándose en que disfrutaran allí de una continuidad que pudiera beneficiarles de cara a un hipotético retorno. Estos son, pues, los futbolistas con los que contará el técnico catalán para afrontar los retos de la nueva temporada: Sadurní, Reina, Lucho, Torres, Gallego, Eladio, Franch, Olivella, Zabalza, Fusté, Fernández, Juan Carlos, Rifé, Pereda, Martí Filosía, Zaldúa, Rexach, Juanito, Castro, Pellicer, Mendonça, Palau, García Castany y Jiménez,

El acto no pudo ser presidido por el máximo dirigente barcelonista, ya que Narcís de Carreras iba a sufrir un aparatoso accidente de automóvil aquella misma madrugada, cuando se dirigía a la Ciudad Condal desde su localidad natal, La Bisbal d´Empordá, en compañía del vicepresidente Sentís. En su lugar oficiaría otro de los vices, Miquel Sabaté i Pijoan (curiosamente también procurador en las Cortes franquistas entre 1967 y 1971), desplazándose a continuación la totalidad de los jugadores al centro hospitalario donde se encontraban internados Carreras y Sentís, para interesarse por su estado.

Tras varias sesiones de intensivos entrenamientos, se disputa el primer amistoso de la temporada, saldado con una fácil victoria azulgrana en Granollers por 5 a 1. El “Gamper” calienta ya motores. La revista Barça, el órgano oficioso del club, publica una entrevista y reportaje gráfico con el cantautor catalán Joan Manuel Serrat, que se confiesa gran seguidor azulgrana. Este hecho viene a corroborar que en este momento el barcelonismo no caminaba ya en sintonía con la llamada España Oficial, puesto que tras su espantada eurovisiva Serrat había sido vetado en  radio y  televisión, considerado como persona non grata, y esa prohibición va a prolongarse durante muchos años, incluso hasta después de la muerte del propio Franco, y tan sólo desaparecería definitivamente con la Transición. También resultaba significativo que esta misma revista publicase artículos firmados por el periodista y escritor antifranquista aragonés Eliseo Bayo, quien algunos años más tarde, en 1974, sería detenido, acusado de actividades terroristas  a consecuencia del sangriento atentado perpetrado por ETA en la madrileña calle del Correo, y liberado posteriormente al no tener relación alguna con los hechos. Decididamente, este Barça de finales de los 60 era ya entonces bastante más que un simple club de fútbol…

La inauguración de la III edición del Trofeo “Joan Gamper” va a servir a modo de homenaje y desagravio hacia el equipo campeón de Copa, que por fin pudo dar la vuelta triunfal, y delante de su propio público. Para tomar parte en el cuadrangular habían sido contratados tres equipos de indudable renombre y atractivo para el aficionado: el siempre difícil Athletic de Bilbao, el Werder Bremen, uno de los “gallitos” de la Bundesliga alemana, y, a modo de auténtico plato fuerte, el Flamengo de Río de Janeiro, un cuadro de fútbol  preciosista y de gran calidad, donde militaba un viejo conocido de la afición culé, Walter Machado da Silva, el célebre chófer negro de Llaudet, frustrado fichaje un par de temporadas atrás, pues finalmente sólo pudo disputar partidos amistosos, siendo malvendido de vuelta a su país. El  21 de agosto el Barça se deshace sin mayores problemas del Werder Bremen por 3 a 0 (obra de Mendonça, Rifé y Juanito), mientras que los brasileños vencen al Athletic por un corto pero suficiente 1-0. La gran final se juega el día siguiente, y va a resultar un encuentro memorable, por su espectacularidad. Los azulgranas se imponen por 5 a 4 a un Flamengo donde Silva brilló a gran altura. Marcaron Mendonça y Palau –ambos por partida doble, y Fusté, y éste fue el equipo presentado por Artigas: Reina (Sadurní); Franch (Fusté), Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Oliveros, Palau, Mendonça, Pellicer (Pereda) y Rexach.

El siguiente test para este Barça dispuesto a todo es el Trofeo “Carranza”, que en esta edición se disputaba como “Homenaje al Fútbol Español”. Por lo tanto participaban en él cuatro de los más prestigiosos conjuntos nacionales: El Valencia –en calidad de vencedor de la última edición–, el Atlético de Madrid, el Real Madrid y el Barcelona. Quiso la fortuna que Madrid y Barça se enfrentasen en semifinales, reeditando de ese modo la reciente y polémica final de Copa. Existía el lógico afán  de revancha en las filas madridistas, pero otra vez iban a quedarse los blancos con la miel en los labios. Los azulgranas, con el joven delantero gaditano Juanito en plan estelar, van a derrotarles nuevamente, en esta oportunidad sin ningún autogol que pudiese de algún modo enturbiar el resultado (2 a 1). Abrió el marcador el propio Juanito, ante el delirio de sus paisanos, empató el veterano Paco Gento, y cuando el tiempo reglamentario estaba ya a punto de concluir, el bravo Zaldúa, un jugador especializado en marcarle goles a los merengues, va a conseguir el tanto de la victoria barcelonista en un vibrante choque que se disputó en todo momento con gran deportividad

Y como quiera que el Atlético de Madrid había derrotado con claridad al Valencia, la final ofrecía también ocasión para un nuevo desquite, esta vez el de los colchoneros, eliminados también un par de meses antes en una polémica semifinal copera. Artigas, sorprendiendo a propios y a extraños, va a prescindir de salida de algunos de los puntales de la victoria sobre los blancos –el triunfador Juanito, el goleador Zaldúa…–, pero más sorprendente aun será el arbitraje del colegiado asturiano Mariano Medina Iglesias, que expulsará del terreno de juego nada menos que a tres futbolistas: Gallego, Pereda y Ufarte. Un defensa rojiblanco, Calleja, va a conseguir el único gol del partido, y el valioso “Carranza” se marchará para las vitrinas del club de la calle del Barquillo.

La primera decepción de la temporada 68-69. Estos once no pudieron con la Real Sociedad en el "Camp Nou": Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Juanito, Zaldúa, Martí Filosía, Pereda y Rifé

La primera decepción de la temporada 68-69. Estos once no pudieron con la Real Sociedad en el «Camp Nou»: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Juanito, Zaldúa, Martí Filosía, Pereda y Rifé

Mas pese al revés, no cunde en absoluto el desánimo entre la afición. Hay confianza en el equipo, y este responde goleando estrepitosamente por 7 a 1, en un amistoso celebrado en el «Camp Nou», al Olympique de Lyon, uno de los primates de la Liga francesa, con goles marcados por Gallego, Zaldúa (2), Pereda, Fusté, Juanito y el condalista Roselló. En la portería azulgrana tuvo una excelente actuación el joven guardameta Mora, una de las grandes promesas de la cantera, y contaron también con algunos minutos otros dos chicos del filial, Paredes y Campos. Y con una alineación plagada de teóricos suplentes, y formada por Sadurní; Franch, Olivella, Borrás; Fernández, Juan Carlos; Oliveros, Castro (García Castany), Martí Filosía, Pellicer y Palau, el Barça va a imponerse también en el Trofeo “Concepción Arenal” de El Ferrol,  derrotando por 2 a 0 (Palau y Martí Filosía)  a un Real Zaragoza con todos sus titulares.

DECEPCIONANTE PRIMERA VUELTA: TROPIEZOS FRENTE A LOS MODESTOS

Sin embargo, estas fundadas expectativas van a sufrir un serio contratiempo en el partido inaugural de la Liga 68-69, adelantado al sábado 14 de septiembre. La Real Sociedad, un equipo sobre el papel muy inferior entonces,  arrancará un sorprendente empate a cero en el mismísimo feudo barcelonista –al igual que en la temporada anterior–, merced en gran medida a la extraordinaria actuación de su guardameta, el joven Esnaola. Artigas presentó la siguiente alineación: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Juanito, Zaldúa, Martí Filosía, Pereda y Rifé. Filosía sustituyó en el eje del ataque a Mendonça, ausente por motivos personales, y Rexach, debido a sus deberes militares, tampoco pudo ser de la partida.

Artigas y sus chicos campo a través en Lugano

Artigas y sus chicos campo a través en Lugano

El resultado va a dejar un tanto perpleja a la afición culé, que tardaría cierto tiempo en volver a ver a su equipo in situ, ya que los azulgranas debían desplazarse acto seguido a la localidad suiza de Lugano, para disputar el encuentro de ida de los dieciseisavos de la Recopa frente los locales, y a continuación rendirían visita consecutivamente a dos campos harto difíciles: el «Manzanares», donde se medirían otra vez al Atlético de Madrid, su recentísimo verdugo del “Carranza”, y el «Estadio Insular», en el que tendrían que verse las caras con la UD. Las Palmas, el equipo revelación de la campaña 67-68. No era el comienzo soñado, pero tampoco había tiempo para demasiadas lamentaciones…

Y las cosas no pudieron comenzar mejor el miércoles europeo. En tierras helvéticas, en un partido duro y reñido donde incluso el rocoso Gallego resultó noqueado por un delantero rival, el Barça obtuvo una valiosa victoria que ponía muy en franquía la eliminatoria. Se trataba de un oponente teóricamente asequible, pero en el ánimo de Artigas y sus muchachos pesaba todavía el recuerdo de la negativa experiencia del año anterior frente al Zurich, un conjunto de similar potencial, y tal vez por eso el entrenador azulgrana planteó el encuentro con muchas precauciones, haciendo debutar al paraguayo Pedro Fernández Cantero en la medular, junto a su tocayo Zabalza. Y fue precisamente el navarro quien conseguiría el único gol del partido, de lejano y potente disparo. Por aquellas mismas fechas iba a ser noticia también la renovación del contrato de Fusté, uno de los cerebros del equipo. La firma se había venido retrasando desde las postrimerías de la temporada anterior, ya que ambas partes no terminaban de ponerse de acuerdo en lo referente a las cantidades a percibir por el jugador. El de Linyola va a pasar a cobrar algo más de un millón de pesetas por cada uno  de los tres años suplementarios acordados, y en el momento de su retirada, el club se comprometía a organizar en  beneficio del futbolista un encuentro de homenaje.

El compromiso frente al Atlético de Madrid, una excelente piedra de toque para calibrar las auténticas aspiraciones al título del Barcelona, va a salir sin embargo a pedir de boca. Un gol marcado por Chus Pereda de fuerte disparo desde fuera del área le  proporcionará al Barça dos puntos importantísimos, sirviendo como revancha de la accidentada final del «Carranza». El partido registró también el debut oficial del ex arlequinado Palau. Y se redondeó la jugada con otro magnífico resultado en Canarias, ya que un empate sin goles en el mismo escenario donde sólo un año antes el Barça había recibido un severo correctivo por parte de los Tonono, Castellano, Guedes, Gilberto II, Germán y compañía, por fuerza tenía que considerarse muy positivo. La zaga estaba mostrándose inexpugnable en estas primeras jornadas –ni un solo tanto en contra había recibido aún–, y únicamente faltaba que los delanteros ajustasen el punto de mira y vieran puerta por fin. El Real Madrid, con tres victorias en otros tantos partidos, comandaba ya la clasificación, pero nadie esperaba que pudiese mantener un ritmo semejante durante mucho tiempo. Y finaliza el mes de septiembre con la celebración de la Asamblea General Ordinaria del club. El clima reinante es de moderado optimismo y fe en el futuro, y como rasgo más destacado del acto figura el anuncio por parte de Carreras del déficit de la entidad, que se eleva ya únicamente a 13.233.000 pesetas.

6 internacionales del Barça, pero casi todos de contención

6 internacionales del Barça, pero casi todos de contención

La Selección Española de Fútbol, ahora bajo las órdenes del doctor Eduardo Toba, sustituto de Balmanya en el cargo, ultima su preparación de cara  a la fase previa del Campeonato del Mundo a celebrar en México en 1970, y en la que le corresponde  enfrentarse a los combinados nacionales de Yugoslavia, Bélgica y Finlandia. En Lyon se disputa un partido amistoso contra Francia (España vencería finalmente por 1 a 3), para el que el flamante seleccionador va a convocar nada más ni nada menos que a seis jugadores azulgranas: Sadurní, Torres, Gallego, Eladio, Zabalza y Pereda. Torres y Zabalza son nuevos en las lides internacionales, mientras que Pereda –Campeón de Europa en el 64– regresa a la convocatoria después de casi tres años de ausencia desde la última llamada. Hacía mucho tiempo que el Barça no aportaba tantos hombres al equipo nacional, pero el gran estado de forma de su línea defensiva no le había pasado desapercibido a Toba.

Después del favorable marcador traído de tierras helvéticas, el encuentro de vuelta contra el Lugano no reviste mayores dificultades. El Barça vence por un claro 3 a 0, siendo Mendonça –en dos ocasiones– y Zaldúa los autores de los goles. Muchísimos más problemas, sin embargo, planteará la visita del Pontevedra en la cuarta jornada de Liga. Pese a saltar al «Camp Nou» con varias sensibles bajas, los gallegos aguantan el cero a cero inicial hasta escasos minutos del final, arropados principalmente en la gran actuación de su portero Cobo, que lo va a parar todo a excepción del remate de Fusté en el minuto 86, que a la postre les daría los dos puntos a los locales. Por vez primera en lo que iba de temporada jugaron los mismos once hombres que se habían proclamado campeones de Copa ante el Madrid. Un Madrid que, por cierto, sumaba ya 8 puntos, dos más que el Barça, aunque el próximo calendario de los de Artigas parecía bastante más asequible que el madridista, ya que los blancos debían rendir visita a «Mestalla» y el «Manzanares» antes de recibir a los barcelonistas en su estadio, el día 16 de Noviembre.

Pero las cosas empezaron a torcerse en «Los Cármenes», ante el recién ascendido Granada. Un fallo del habitualmente segurísimo Sadurní, que acosado por el paraguayo Ferreira  –el mismo jugador que había estado a prueba por el Barça unos meses antes– acabó introduciendo la pelota en su propia portería, fue suficiente para que los andaluces se llevasen el partido, defendiendo después numantinamente el resultado frente a un Barça que no arriesgó lo necesario. Es la segunda gran decepción de la temporada, cuando el tropiezo ante la Real en el arranque liguero ya casi se había olvidado. Solamente se llevaban disputadas cinco jornadas, y el Real Madrid ya aventajaba en cuatro puntos a los azulgranas. Artigas – que alineó en la Ciudad de la Alhambra a Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Fernández, Zabalza; Rifé, Pellicer, Mendonça, Fusté y Palau– fue muy criticado por prescindir de Pereda, Zaldúa y Rexach.

SalvadorArtigas204Preocupaba enormemente la ineficacia realizadora de la vanguardia barcelonista  –tan sólo dos goles marcados en cinco partidos de Liga–, y para paliar dicho problema, la Junta de Carreras va a entablar negociaciones con el Real Zaragoza, con vistas a hacerse con los servicios del joven delantero centro internacional aragonés Miguel Ángel Bustillo. Balmanya, en su calidad de secretario técnico, cierra la operación a orillas del Ebro: el Zaragoza ingresará 8 millones de pesetas, más los  traspasos de Oliveros y Borrás, dos futbolistas que contaban muy poco para Artigas. La afición y la prensa barcelonesa reciben el fichaje con relativo escepticismo, pues Bustillo –todavía una promesa, al fin y al cabo– no era un hombre que ilusionase de manera especial a un público tan exigente como el del «Camp Nou». Curiosamente, el siguiente  visitante del estadio azulgrana era…el Real Zaragoza. Tal vez picados en su amor propio, los delanteros barcelonistas se destapan finalmente esa tarde, y les endosan cuatro dianas a los maños, un equipo muy venido a menos últimamente.

Mendonça hizo dos tantos –uno de ellos de cabeza, precioso– y Zaldúa y Rexach (el de este último también de magnífica factura), redondearon una feliz tarde de fútbol en la que el Barça se reencontró con el gol. Jugaron: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Pereda, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach.

Pero el Real Madrid, que venció en Valencia en el último minuto, no aflojaba. Claro que todavía quedaban muchos puntos por disputar, y también momentos para emocionarse sinceramente, como el homenaje que se le tributaría el día 23 de octubre en el «Camp Nou» a Sandor Kocsis, el entrañable y legendario Cabeza de Oro, el fenomenal futbolista húngaro a quien el público culé no había olvidado. El Estadio registra una estupenda entrada, recaudándose algo más de 2 millones de pesetas. El adversario no era un equipo cualquiera, sino el Hamburgo alemán, el mismo conjunto al que se enfrentó Kocsis en aquella reñidísima semifinal de la Copa de Europa 1960-61, y que sólo pudo ser eliminado tras un tercer partido en el Estadio «Heysel» de Bruselas, desempate que fue posible porque el magiar consiguió un milagroso gol con la testa en el último minuto del choque de vuelta disputado en la ciudad hanseática. Con anterioridad, el equipo de la Agrupación de Veteranos del Barcelona va a enfrentarse al mítico conjunto de las Cinco Copas, disfrutando el público de lo lindo con las evoluciones de los ases de ayer. El partido propiamente dicho concluyó con la victoria germana por 2 a 3. Reforzaron al Barça expresamente para la ocasión el valencianista Waldo, el canario Guedes, el vallesano Arnal, el pontevedrés Roldán y el interista Luis Suárez, quien por fin se reconcilió con su antigua parroquia tras el célebre incidente de la butifarra del verano del 65.

Noviembre arranca, futbolísticamente hablando, con la disputa de la séptima jornada del Campeonato Nacional de Liga. El rival de turno es el siempre difícil Elche, y el escenario el campo de «Altabix», abarrotado en una tarde de mucho viento, tanto, que hasta hizo doblegarse con su fuerza a las palmeras. El comienzo del partido se retrasó más de la cuenta, ya que hubo que reubicar al numerosísimo público asistente. El Barça –que formó con: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Fernández, Zabalza; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Rexach– despachó un gran encuentro, y se llevó dos valiosos puntos con toda justicia. Pereda y Rifé hicieron los goles barcelonistas mientras que Vavá, casi al final, salvaba el honor ilicitano. Y unos días más tarde, el «Camp Nou» va a acoger otro partido amistoso,  esta vez a beneficio de la Cruz Roja, entre una selección catalana –en la que figuran numerosos jugadores azulgranas– y el Atlante mexicano. Vencieron los catalanes por 2 a 0, marcados por Rexach y Pujol, el jugador cedido por el Barça al Sabadell, y que estaba realizando una fenomenal campaña en las filas laneras, lo cual con toda seguridad le valdría el ser repescado por el Barcelona para la próxima temporada.

Llega la octava jornada de Liga. En principio, parecía propicia para recortar distancias, ya que el Real Madrid se enfrentaba a su eterno rival en el «Manzanares», y el Barça recibía la visita del Málaga, aunque los de la Costa del Sol estaban despachando hasta la fecha una buena campaña, destacando en sus filas el goleador paraguayo Fleitas, uno de tantos oriundos  como entonces militaban en el fútbol español. El partido respondió a la tónica que ya venía siendo habitual en el «Camp Nou», salvo la tarde del Zaragoza: mucha presión local, con profusión de vicegoles, y acertadas intervenciones del cancerbero visitante, en esta ocasión Goicoechea. Para colmo, a los 25 minutos del segundo tiempo el árbitro, el navarro Zariquiegui, expulsó a Pereda y al andaluz Monreal por agresión mutua, lo cual venía a representar un serio contratiempo para los azulgranas, ya que el burgalés sería castigado con total seguridad con algún partido de suspensión, perdiéndose así el importante choque del «Santiago Bernabéu» la semana siguiente. Pero al menos el Barça salvó los muebles, porque a sólo 8 minutos del final un fallo del guardameta vasco del Málaga le dio ocasión a Rexach para anotar el gol de la pírrica victoria. Sin embargo, el Real Madrid no cedía, y salió del feudo colchonero con un nuevo triunfo, ocho de ocho. Como para minarle la moral al más pintado…Artigas presentó ante  los malacitanos a: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Rifé, Palau, Zaldúa, Pereda y Rexach

Y llega el día –o mejor dicho, la noche– del gran duelo. Las cámaras de TVE lo llevaron a los hogares de toda España, pero no en su integridad, como era lo normal, porque únicamente se conectó con el Estadio «Santiago Bernabéu» muy avanzada la primera parte, cuando ya se había movido el marcador. El Barça puso en liza a Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Fernández, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Palau, Fusté y Rexach. Buen primer tiempo azulgrana, adelantándose los de Artigas por mediación de Zaldúa, habitual verdugo madridista, pero el ímpetu blanco equilibra pronto la contienda merced a un remate de cabeza de Pirri, tanto conseguido en posición dudosa. En la segunda parte parece que el encuentro puede terminar en tablas, hasta que en el minuto 32 un oportunista José Luís se aprovecha de un choque entre Eladio y Sadurní para marcar el gol de la victoria local. Con este resultado, el Madrid aventajaba ya al Barça en 6 puntos, y pese a la buena marcha de la UD. Las Palmas, ponía ya bastante tierra de por medio respecto a sus perseguidores con un registro espectacular e insuperable: nueve triunfos en otros tantos partidos.

Salvador Artigas. Preocupación por la marcha del Barça. La sonrisa ha desaparecido.

Salvador Artigas. Preocupación por la marcha del Barça. La sonrisa ha desaparecido.

Ventaja que se aminora un poquito en la siguiente jornada, décima del campeonato, ya que los de la capital van a dejarse su primer punto de la temporada en «Pasarón», al no poder doblegar al siempre difícil Pontevedra del Hai que roelo. dirigido por el ex madridista Héctor Rial, y tener que conformarse con un empate. El Barça, por su parte, se enfrenta a un capitidisminuido Español en el «Camp Nou». Pereda sigue fuera del equipo por sanción, y debuta en encuentro oficial el cántabro Juan Carlos. Fue un derbi arquetípico, parco en buen fútbol y pródigo en incidencias, que registró la gravísima lesión del lateral derecho internacional blanquiazul Osorio. Los delanteros barcelonistas continuaban con la pólvora mojada, y tuvo que ser un defensa, Torres, quien lograse el único gol del partido, cuando ya éste daba sus últimas boqueadas. Jugaron de azulgrana: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Juan Carlos, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach.

Y un hecho curioso y remarcable de estos postreros días de noviembre de 1968 va a ser la revelación pública de que el delantero barcelonista Jorge Alberto Mendonça era Testigo de Jehová. Posiblemente muchos aficionados supieron por vez primera de la existencia de esta confesión religiosa –autorizada oficialmente tan sólo un año antes, en el marco de una nueva ley de libertad de cultos inspirada por la doctrina del Concilio Vaticano II– gracias a la noticia de que el buen futbolista angoleño profesaba dicha fe. Mendonça era unánimemente considerado como un hombre inteligente, dentro y fuera del campo, y esta declaración suya fue muy comentada.

El último mes del año 68 comenzó mal para los aficionados culés, con otra nueva gran decepción. El Barça va a tropezar ante el recién ascendido y vicecolista Deportivo de La Coruña en «Riazor» –1 a 0–, y se situaba ya a siete puntos del líder Madrid, y a tres de la UD. Las Palmas, segunda en la general. Estos fueron los hombres que encajaron la tercera derrota de la temporada: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Juan Carlos, Zabalza; Pereda, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. La delantera continuaba bajo mínimos –once goles en otros tantos partidos–, y aunque la defensa era la menos batida de toda la categoría (tan sólo cinco dianas, y ninguna de ellas recibida en el «Camp Nou»), eso no le servía a nadie de consuelo. Tampoco colaba el argumento de que el desplazamiento hasta La Coruña –en el tren expreso conocido popularmente como el Shangai– era muy largo y pesado, y que el equipo había llegado muy cansado a la ciudad gallega. La afición estaba empezando a impacientarse, y ni jugadores ni técnicos se libraban ya de sus críticas. En unos pocos meses, el ambiente de euforia con que había arrancado la temporada parecía haberse volatilizado.

Algo se calmó la cosa, no obstante, gracias a los cuatro goles que el Barça va a endosarle al colista Córdoba en el «Camp Nou». Fusté, Juanito, Pereda y Palau fueron sus autores, con el siguiente equipo: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Juanito, Pereda, Zaldúa, Palau y Rexach. Tampoco era mal resultado el empate a uno conseguido en «San Mamés», por mucho que el Athletic no fuera ni su sombra. Ante unos renqueantes leones –o más bien “cachorros”– Pereda puso por delante a su equipo a los 30 segundos de juego, aunque el joven Igartua obtuvo finalmente el empate con un buen disparo (actuaron en la Catedral : Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Fernández, Zabalza; Juanito, Pereda, Zaldúa, Fusté y Rexach). Pero la ventaja del Madrid no se reducía, pues si bien empató en su casa sorprendentemente ante el Elche, al domingo siguiente vencía con todo merecimiento a un buen Málaga en «La Rosaleda», mientras el Barça se imponía con apuros al Sabadell en el «Camp Nou», merced a dos goles de Zaldúa. La nota triste del partido la constituyó la aparatosa lesión sufrida por Gallego, quien en un choque fortuito con su compañero Eladio recibió un fuerte golpe en la cabeza, resultando conmocionado. Artigas presentó el siguiente once frente a los de Pasieguito: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Juanito, Pereda, Zaldúa, Palau y Rexach.

La mañana festiva del 25 de diciembre el Barça recuperó una hermosa tradición, regalándoles a sus socios un partido internacional navideño, algo que hoy sería de todo punto impensable, pero que en 1968 –cuando no existían ni la AFE ni la Liga de Fútbol Profesional, y ni tan siquiera se vislumbraban aun en lontananza– era perfectamente factible. El adversario tenía un innegable atractivo: el Sparta de Praga, un conjunto que había protagonizado emocionantes duelos con los azulgranas en el pasado, en los felices y lejanos años 20, y que aportaba  cierto morbo, el  que desprendían entonces los conjuntos del Este de Europa, pertenecientes a  países de más allá  del Telón de Acero. En un buen partido, los checos –que aquel mismo año se habían enfrentado al Real Madrid en la Copa de Europa– sucumbieron ante el Barça por 3 a 1.

La primera vuelta del torneo liguero concluyó el 30 de diciembre con un clásico, Valencia-Barça en «Mestalla». En las filas barcelonistas era baja Gallego, aun no repuesto del todo del violento coscorrón del día del Sabadell. Su lugar lo ocupó el veterano Olivella. El partido fue decepcionante, pues las defensas dominaron por completo a los ataques y el marcador inicial no se alteró. Actuaron frente a los chés: Sadurní; Franch –que debutaba oficialmente–, Olivella, Eladio; Torres, Zabalza; Juanito, Pereda, Zaldúa, Fusté y Rifé. El Real Madrid – que venció en el «Bernabéu» al Las Palmas en un gran encuentro –se proclamaba oficioso Campeón de Invierno, con 27 puntos y 11 positivos (un registro asombroso), aventajando a catalanes y canarios en siete puntos, y dejando la Liga prácticamente sentenciada cuando todavía restaba por disputarse su segunda mitad. La  trayectoria de los merengues era, sencillamente, impresionante, pues marchaban imbatidos, y tan sólo habían cedido tres empates. Habían marcado 29 goles, y únicamente  encajado 12, y su delantero Amancio –que acababa de jugar con la Selección de la FIFA en un amistoso ante Brasil– figuraba a la cabeza de la tabla de realizadores con 10 tantos.

Los números del Barça, sin ser malos, no resistían la comparación con los blancos: 8 victorias, 4 empates, y 3 derrotas, con 18 goles a favor y –el único dato positivo– solamente 6 en contra, todos ellos recibidos fuera de su estadio. La zaga azulgrana era, de largo, la mejor del campeonato, pero la vanguardia dejaba mucho que desear, saliendo a poco más de un gol por partido, un registro que era superado nada menos que por nueve equipos. Únicamente un milagro, en forma de una desastrosa racha madridista, podía concederle opciones al equipo de Artigas, pero había que contar también  con los amarillos de la Unión Deportiva Las Palmas.

A pesar de que, según la unánime opinión del barcelonismo, los árbitros habían favorecido en varias ocasiones puntuales al Real Madrid, concediéndole goles muy dudosos y perdonándole penas máximas bastante claras, el aficionado blaugrana no podía estar muy contento con su equipo. Había concebido grandes esperanzas tras el triunfo copero y la espléndida pretemporada realizada, pero su Barça no acababa de carburar. Le costaba Dios y ayuda hacer un gol, y no daba el espectáculo que sus numerosos y fieles socios y seguidores anhelaban. Por el contrario, practicaba las más de las veces un fútbol ramplón y adocenado, el mismo que lamentablemente había sido habitual en los últimos años. Las alegrías de la Copa sonaban ya como algo muy lejano, una especie de efímero espejismo. 1969 comenzaba, pues, sin muchos motivos para el  optimismo de  una hinchada que acumulaba ya demasiados fracasos en sus castigadas retinas.

UNA SEGUNDA VUELTA AUN PEOR: NI SIQUIERA SUBCAMPEONES; RELEGADOS A LA TERCERA PLAZA

El balón volvió a rodar de nuevo la víspera de Reyes, en el vetusto campo de «Atocha». El Barça necesitaba imperiosamente la victoria, y Artigas planteó el partido al ataque, pero la muralla realista  –una vez más– resistió bien los embates azulgranas, y para más inri un par de contragolpes pusieron el marcador muy favorable para los locales. El partido terminó finalmente 2 a 1, ya que Zaldúa acortó distancias. La ventaja merengue se ampliaba así a ocho puntos, y la UD. Las Palmas pasaba a la segunda posición. Estos fueron los once que jugaron en la Bella Easo: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Juan Carlos, Zabalza; Juanito, Pereda, Zaldúa, Fusté y Rifé.

La visita del Atlético de Madrid colocaba al Barça entre la espada y la pared. Pero en esta oportunidad las cosas marcharon a pedir de boca. Pese a que los colchoneros se adelantaron con un tanto de Luis Aragonés, anotando así el primer gol que conseguía un visitante aquella temporada en el «Camp Nou», ello no fue óbice para que saliesen claramente  derrotados del feudo barcelonista. Juanito en dos ocasiones (uno de ellos de penalti), Zaldúa y Palau pusieron un claro 4 a 1 en el marcador, en una tarde desapacible en la que el equipo se reconcilió con su público. A la semana siguiente se disputaría en el mismo escenario un partido aún más crucial, ante la UD. Las Palmas, con el segundo puesto en juego, ya que los canarios aventajaban al Barça por un punto. Fueron los triunfadores de un gran partido jugado bajo la lluvia: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Juan Carlos, Zabalza; Juanito, Pereda, Zaldúa, Palau y Rexach

En el trascendental choque contra el cuadro amarillo, el Barça ejerció el dominio territorial, pero éste fue a la postre ineficaz, ya que los canarios opusieron un acertado dispositivo táctico que acabó  brindándoles una valiosísima victoria, gracias al gol marcado a última hora por Niz. Antes lo habían hecho Germán y Gallego, poniendo este último en evidencia al inoperante ataque barcelonista, que se resintió de la ausencia por lesión de Rexach, muy activo ante el Atlético de Madrid,  sustituido por un Quimet Rifé en horas bajas, que nada tenía que ver con el jugador que había conseguido la internacionalidad en la temporada anterior.

El título, por supuesto, representaba ya una quimera inalcanzable, pero también peligraba el subcampeonato. Y en un momento tan delicado, llegaban los cuartos de final de la Recopa (el Barça había quedado exento en octavos). El adversario era el modestísimo Lyn de Oslo, con jugadores que ni siquiera podían considerarse profesionales del fútbol, y que acudían a entrenar una vez concluida su cotidiana jornada laboral (ya que desempeñaban ocupaciones tan variopintas como técnico de refrigeración, conserje de hotel, maestro de escuela o cajero de banco, amén de algunos oficinistas y estudiantes). Debido  al rigurosísimo invierno escandinavo, con los campos absolutamente cubiertos de nieve y hielo y temperaturas muy por debajo de los 0 grados, los dos partidos se jugarían en Barcelona. Sobre el papel, los azulgranas no deberían tener ningún problema para superar a los animosos aficionados noruegos.

Pero casi nada salió tal como se esperaba. En el primer enfrentamiento, retransmitido en directo por las cámaras de TVE a todo el país –y con sólo unos dos mil espectadores en las frías gradas -, el Barça únicamente fue capaz de vencer, y a duras penas, por un escuálido 3 a 2, en un pésimo partido del que tan sólo se salvaron Zaldúa y Gallego, ambos llenos de pundonor ( los goles fueron obra de Zaldúa, Pellicer y Zabalza). Estos fueron los once barcelonistas que no convencieron a nadie: Sadurní; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Fusté (Zabalza); Pellicer, Pereda, Zaldúa, Juan Carlos y Rifé (Palau). Mas lo peor estaba aún por venir…Una semana más tarde, el sonrojo y la vergüenza alcanzarían ya cotas mayúsculas. Los nórdicos se van a adelantar en el marcador por 0 a 2, poniendo al equipo catalán contra las cuerdas, al borde mismo de la eliminación. El escasísimo público que se había desplazado hasta el «Camp Nou» no podía dar crédito a lo que estaban viendo sus ojos. Pero a pocos instantes del final, Gallego –que en los últimos partidos estaba mostrándose muy peligroso en ataque – se situó como ariete, y entre  Pellicer y el de Puerto Real (éste a tan sólo 6 minutos del final) consiguieron dos milagrosos tantos que salvaban los muebles y clasificaban al Barça para semifinales, aunque por los pelos. Justo es reseñar la alineación que cayó tan bajo: Reina; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Pellicer, Pereda, Palau (Olivella), Juan Carlos (Fernández) y Rifé.

El enfado de la afición no podía estar más justificado. Habían sido dos partidos de lo peor que había presenciado el «Camp Nou» en sus cerca de  doce años de existencia, y de ellos podía extraerse una consecuencia abrumadora: la calidad del fútbol español –cuyo combinado nacional acababa de ser eliminado en la fase previa del Mundial de México-70 por la nada brillante selección de Bélgica cuando aún restaban tres encuentros por disputarse– se encontraba bajo mínimos históricos.

De regreso a la Liga, y con el título  perdido un año más –y ya iban nueve…–, prosiguen los resultados irregulares. En «Pasarón» se vence al Pontevedra por 0 a 1, con gol de Zaldúa. Artigas presentó en la ciudad gallega una alineación muy conservadora, formada por: Sadurní; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Fernández; Pellicer, Juan Carlos, Zaldúa, Zabalza y Rifé. El Granada también va a ser batido ampliamente en el Estadio por 4 a 0, en partido televisado, con tantos de Franch, Gallego, Zaldúa y Juan Carlos, y este equipo, que jugará casi todo el partido con un hombre más, debido a la muy temprana expulsión del granadinista Lorenzo: Sadurní; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Pellicer, Pereda, Zaldúa, Juan Carlos y Rifé. Después se empata a cero en Zaragoza, en un encuentro en el que los aragoneses desperdiciaron un penalti y en sus filas jugó su último partido contra el Barça el ariete Bustillo, que en el próximo torneo de Copa se incorporaría ya al Barcelona. Esta fue la alineación azulgrana en «La Romareda»: Sadurní; Franch, Olivella, Eladio; Torres, Gallego; Pellicer, Fusté, Juanito, Zabalza y Rifé. Una vez más, un once bastante conservador.

Pero después de estos buenos resultados, llega de nuevo la decepción. El Elche va a llevarse un punto del «Camp Nou» en un pésimo partido de los de Artigas. Se adelantó en el marcador Fusté, de un certero disparo, pero el ariete internacional ilicitano Vavá  establecería el empate definitivo al trasformar un máximo castigo. Los franjiverdes, entrenados por el técnico uruguayo Roque Gastón Máspoli, el legendario guardameta campeón del Mundo en el Maracanazo de 1950, causaron una grata impresión, todo lo contrario que un Barcelona, que formó con: Sadurní; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Juanito, Pereda, Zaldúa, Fusté y Rexach, que reaparecía pero no aportó nada positivo. En la clasificación general, los canarios de la UD. Las Palmas cobraban ya dos puntos de ventaja sobre el Barça –que venían a ser tres debido a su mejor goal average particular–, mientras que el Real Madrid se iba ya a  los nueve puntos, sin conocer todavía la derrota en la jornada 21.

Es un momento delicado por el que atraviesa el equipo, y la Directiva decide concentrar a toda la plantilla durante unos días en  S´Agaró, en plena Costa Brava, de cara a preparar  el próximo desplazamiento a Málaga. Y la medida parece surtir efecto, porque el Barça va a cuajar su mejor encuentro en campo contrario, a pesar de la lluvia y el barro que se encuentran en «La Rosaleda», y para el minuto quince de la primera parte  ya vencían por 0 a 3, conseguidos por Pereda, Pellicer y Juan Carlos. El cuadro azulgrana presentó la siguiente formación: Sadurní; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Pellicer, Pereda, Marti Filosía –que volvía de este modo a la titularidad, muchos meses después de su última actuación oficial–, Juan Carlos y Rifé.

No pudieron romper la imbatibilidad del Real Madrid por muy poco: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Pellicer, Zaldúa, Martí Filosía, Pereda y Rifé

No pudieron romper la imbatibilidad del Real Madrid por muy poco: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Pellicer, Zaldúa, Martí Filosía, Pereda y Rifé

El resultado de Málaga y  la visita del Real Madrid, todavía imbatido a esas alturas de la competición, despiertan de nuevo el interés del aficionado, animando el alicaído cotarro futbolístico. Podía ser tal vez el “Día de la Venganza”, o mejor dicho la noche, puesto que el duelo sería televisado en directo. El primer tiempo va a transcurrir con dominio madrileño, pero no se moverá el marcador. En la segunda mitad cambian las tornas, y el Barça toma la iniciativa. A los 25 minutos de la reanudación, un saque de esquina botado por Pellicer es rematado de espectacular chilena por Zaldúa, de espaldas a la portería, batiendo a Betancort. Es el delirio en las gradas, donde se ve posible el romper por fin la larguísima imbatibilidad merengue. Avanza inexorable el cronómetro, y parece que el clásico puede terminar con la mínima aunque suficiente victoria barcelonista, cuando a sólo cuatro minutos del final se produce una de esas jugadas absurdas llamadas a pasar a la historia: Gallego, habitualmente segurísimo, intercepta ingenuamente dentro del área, con ambas manos, un centro madridista sin aparente peligro. El gran defensa andaluz, en un instintivo acto reflejo, realiza un perfecto blocaje que el colegiado vizcaíno Ortiz de Mendíbil castiga, lógicamente, con penalti. Lo lanza el especialista Gento, burlando a Sadurní y abortando de ese modo la gran ilusión azulgrana. El Madrid seguirá imbatido una jornada más, y aunque establecerá un nuevo record de partidos sin conocer la derrota, no podrá concluir invicto el campeonato, ya que terminará cayendo derrotado en Elche, en el encuentro número 28. Estos fueron los protagonistas de esa frustrada ilusión culé: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Pellicer, Zaldúa, Martí Filosía, Pereda y Rifé.

Por estos días –y como evidente consecuencia de la eliminación de nuestro combinado en la fase previa del Mundial-70–, va a ser cesado de su cargo el seleccionador nacional, doctor Toba. Para sustituirle, la Federación Española de Fútbol  nombrará  un triunvirato de interinos formado por los entrenadores de los tres conjuntos que marchaban al frente de la clasificación: Miguel Muñoz del Real Madrid, Luis Molowny de la Unión Deportiva Las Palmas y Salvador, Artigas del Barcelona, cuya misión será cumplir decorosamente con los compromisos que aún le restaban a nuestro equipo representativo hasta final de temporada (dos amistosos contra Suiza en Valencia y México en Sevilla, respectivamente, y dos encuentros oficiales valederos para un Mundial al que España lamentablemente no iba a acudir: la visita de la selección de Yugoslavia a la Ciudad Condal,  al propio “Camp Nou”, y el desplazamiento a Helsinki, para contender contra los teóricamente flojos finlandeses).

El Barça visita a continuación a su eterno rival ciudadano, el RCD. Español, que atravesaba por una delicada situación a pesar de los refuerzos contratados a golpe de talonario, entre los que destacaban el ex colchonero Glaría y el centrocampista Lico, procedente del Elche. Los azulgranas van a despachar un partido muy discreto, teniendo su elemento más destacado en la figura de Salvador Sadurní, quien –haciendo honor una vez más a su nombre de pila – realizará varias paradas de antología y salvará a su equipo de una segura y merecida derrota. El empate a cero se considera, por lo tanto, como un mal menor para un Barcelona que formó en «Sarriá» con: Sadurní; Franch, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Pellicer, Zaldúa, Martí Filosía, Fusté y Rifé.

En la jornada número 26 el Barça golea en el «Camp Nou» al Deportivo de La Coruña por 4 a 1. Los tantos fueron marcados por Martí Filosía (2), Zaldúa y un jugador gallego en su propia meta. Pero el hecho más destacado –aparte del destape goleador del espigado delantero de Palafrugell– fue el debut en las filas barcelonistas del extremo izquierdo del filial Atlético de Cataluña, Nieto, que pasará desapercibido. Esta fue la alineación de la tarde de la fugaz presentación del jugador granadino: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Pellicer, Pereda, Martí Filosía, Zaldúa y Nieto. Y una mala noticia: Juan Carlos es intervenido quirúrgicamente por el prestigioso doctor Cabot de una rotura del menisco de su rodilla derecha. El tiempo de recuperación se cifraba en dos meses, con lo cual el joven centrocampista cántabro le decía prácticamente adiós a su primera temporada como jugador azulgrana. Por estas fechas también Mendonça es intervenido por el mismo galeno de una osteopatía dinámica  del pubis, pero su pronóstico era bastante más positivo, pues se calculaba que en el plazo de un par de semanas podría iniciar los ejercicios de recuperación.

Ante un Córdoba ya desahuciado, pero en el que se notaba la sabia mano de su técnico, Ladislao Kubala, el Barça cumple una nueva estación de su Via Crucis particular en esta temporada, siendo derrotado por 2 goles a 1. El tanto barcelonista lo anotó Nieto, y el equipo formó de la siguiente manera en «El Arcángel»: Sadurní; Torres, Olivella, Franch; Gallego, Pellicer; Rifé, Zaldúa. Martí Filosía, Castro –que hacía de este modo su debut– y Nieto. También se conoce por estos días el nombre del próximo rival del Barça en las semifinales de la Recopa. Se trataba del potente conjunto alemán del Colonia, en cuyas filas militaban varios internacionales germanos, entre los que destacaba con luz propia la auténtica figura del equipo renano, el magnífico centrocampista Wolfgang Overath, indiscutible en el combinado nacional teutón. Y hablando de Alemania, país donde por estos años 60 residía un buen número de emigrantes españoles que habían tenido que  buscarse la vida fuera de nuestro país, el Barça va a desplazarse a la localidad de Essen, en plena Cuenca del Rühr, para disputar un encuentro amistoso frente a una selección local, que se alzará con la victoria por 1 a 0.

Los azulgranas  vuelven a decepcionar a todos los suyos con otra nueva derrota en el «Camp Nou», esta vez ante el Athletic de Bilbao,  en un partido nocturno y lluvioso en el que la única nota positiva fue la actuación de Carles Rexach, a quien el triunvirato seleccionador va a convocar muy pronto, haciendo así su debut en la selección absoluta. Con este grave tropiezo en la antepenúltima jornada, se esfuman ya por completo las esperanzas de conseguir al menos el subcampeonato, puesto que la distancia que separaba a barcelonistas  de  canarios era matemáticamente insalvable: cuatro puntos que en la práctica eran cinco, debido  al mejor balance particular de los amarillos. Fusté desperdició un penalti, lanzado ingenuamente a las manos de Iribar, y el Barça presentó a: Sadurní; Franch, Olivella, Torres; Zabalza, Fusté; Rifé, Pellicer, Martí Filosía, Zaldúa y Rexach.

Sin embargo, el encuentro de ida de las semifinales de la Recopa, ante un adversario bastante más potente que los últimos rivales barcelonistas, va a arrojar un excelente resultado para los intereses azulgranas de cara a la  vuelta, empate a dos, con tantos  conseguidos por Zabalza y Fusté. Artigas sorprendió a propios y a extraños retirando a Rifé de la banda y situándolo en la medular, con la expresa misión de secar a la gran estrella germana Overath, el cerebro de su equipo, y Quimet cumplió sobresalientemente con el encargo. Hubo que lamentar, no obstante, la lesión de Gallego, el más firme puntal de la defensa catalana, que, aunque no tendría que pasar por el quirófano, sería baja ya para lo que  restaba de temporada. Esta fue la alineación presentada por el Barça a orillas del Rin: Sadurní; Franch, Gallego (Olivella), Torres; Zabalza, Fusté; Rifé, Zaldúa (Castro), Martí Filosía, Pellicer y Rexach.

Por estos días se produce también una noticia triste: el fallecimiento de Andrés Witty, el socio número 1 del Barcelona, uno de los hombres que secundó a Gamper en los momentos fundacionales del club, casi setenta años atrás. Pero la moribunda Liga 68-69 tampoco depara muchas alegrías…El Barça rinde visita a la «Nova Creu Alta», para medirse a un sorprendente Sabadell que estaba despachando la mejor temporada de su historia, ya que al final lograría clasificarse en cuarto lugar, por delante de históricos del calibre de Valencia, Zaragoza o los dos Atléticos, lo cual le iba a dar derecho a disputar la siguiente edición de la Copa de Ferias. El encuentro, de mero trámite para ambos equipos, se saldó con un soso cero a cero, y el Barcelona presentaría la siguiente alineación: Sadurní; Franch, Torres, Eladio; Zabalza, Fusté; Rifé, Juanito, Martí Filosía, Zaldúa y Rexach.

Los protagonistas de una noche mágica, goleando al potente Colonia: Sadurní; Franch, Torres, Eladio; Rifé, Zabalza; Pellicer, Zaldúa, Martí Filosía, Fusté y Rexach

Los protagonistas de una noche mágica, goleando al potente Colonia: Sadurní; Franch, Torres, Eladio; Rifé, Zabalza; Pellicer, Zaldúa, Martí Filosía, Fusté y Rexach

El Barcelona se va a despedir de su mediocre Campeonato de Liga 68-69 con un nuevo empate, en esta ocasión ante el Valencia (1 a 1). Se trata del partido número 1000 de los azulgranas en el Torneo de la Regularidad, y por ese motivo los levantinos les harán entrega de un obsequio en los prolegómenos del choque. Artigas presentó una alineación revolucionaria, con una delantera muy joven: Sadurní; Franch, Olivella, Eladio; Pereda, Fernández; Pellicer, Juanito, Palau, Castro y Nieto. Palau fue el goleador de la noche. Y es la hora de hacer balance…Con 36 puntos, 40 goles a favor y –eso sí– tan sólo 18 en contra, el Barça no puede pasar de un decepcionante tercer  puesto, superado incluso por la UD. Las Palmas, ya toda una brillante realidad, y a nada menos que a once puntos del campeón, el Real Madrid. Descendían a Segunda División Córdoba, Málaga y Español, y esto último podía constituir un pobre consuelo para algunos barcelonistas, al observar las desgracias del otrora gran rival ciudadano.

No obstante, en la Recopa van a soplar mejores vientos, una vez superado el sorpresivo trauma del Lyn noruego. En el partido de vuelta de las semifinales, el «Camp Nou» vivirá una de sus “noches mágicas” europeas. En uno de los mejores encuentros de los últimos tiempos, el Barça, con tres goles de Fusté y uno de Martí Filosía, borra literalmente del césped al difícil Colonia –4  a 1– y se clasifica con gran brillantez para la final, a celebrarse en la ciudad suiza de Basilea. La magistral actuación del Noi de Linyola  le abre de nuevo las puertas de la selección nacional. Jugaron por el Barcelona: Sadurní; Franch, Torres, Eladio; Rifé, Zabalza; Pellicer, Zaldúa, Martí Filosía, Fusté y Rexach. En los últimos minutos del partido, Pereda salió en sustitución de Pellicer.

                                            LLANTO Y CRUJIR DE DIENTES

Este resultado hace renacer  las ilusiones de la afición, bastante alicaída últimamente. Se confía en volver a ver de nuevo a un Barça pletórico en la Copa del Generalísimo, donde iba a estar  reforzado por Bustillo –el ariete titular de la selección– y el repescado Pujol, que había despachado una fenomenal temporada en ese sorprendente Sabadell clasificado en  cuarto lugar. Pero la baja de Gallego, y la desgraciada lesión de Torres, su sustituto en el eje de la zaga, van a partir por la mitad a la línea más regular y entonada del equipo. Sobre un «Atocha» muy embarrado, como era tradicional –¡ esa manguera ¡… –, el de Balaguer quedará muy pronto fuera de combate  por culpa de una luxación de clavícula con desgarro de ligamentos, y eso explica en buena medida la posterior debacle azulgrana. Los donostiarras se imponen por un aplastante 5 a 1, que aun pudo ser más amplio, ya que Sadurní detuvo un penalti, y a los locales les fue anulado un gol. Rexach salvó el maltrecho honor de un Barcelona que formó de la siguiente manera: Sadurní; Franch, Torres, Eladio; Rifé, Zabalza; Rexach, Zaldúa, Bustillo, Fusté y Pujol

El Barça está ya prácticamente fuera del Torneo del KO, pero algunos todavía se aferran a un clavo ardiendo. El equipo se vacía en un esfuerzo titánico, y a punto está de igualar la eliminatoria. No lo consigue, pero por muy poquito, ya que el emocionante encuentro de vuelta concluye con un insuficiente 3 a 0 (Zaldúa 2, y Pujol), y Esnaola, como ya venía siendo habitual, les va a hacer la Pascua a los azulgranas una vez más, realizando soberbias paradas. El equipo fue el mismo que en el partido de ida, con el cambio obligado del lesionado Torres –que también sería intervenido por el inevitable doctor Cabot- por Olivella, el veterano capitán que se perfilaba como titular en la inminente final de Basilea.

Tan sólo  un triunfo en  la Recopa podía salvar la temporada, ejerciendo de reparador bálsamo sobre el dolorido cuerpo barcelonista. En teoría –y después de eliminar brillantemente al duro Colonia– el rival que esperaba en  Basilea, el semidesconocido equipo eslovaco del Slovan de Bratislava, no parecía un adversario demasiado temible, pero el panorama azulgrana en aquellos momentos no era precisamente lo que se dice muy alentador, ya que a los lesionados Gallego, Torres y Juan Carlos, venía a unírseles una nueva baja, la de Martí Filosía (lastimado en una muñeca en el curso de un amistoso internacional de preparación contra el Stoke City inglés, que se saldó con una inoportuna derrota por 2 a 3 ), y tampoco podrían alinearse Bustillo y Pujol, por no estar inscritos previamente para la competición.

No pudo ser. Este Barça cayó en la final de la Recopa ante el Slovan de Bratislava: Sadurní; Franch, Olivella, Eladio; Rifé, Zabalza; Pellicer, Castro, Zaldúa, Fusté y Rexach

No pudo ser. Este Barça cayó en la final de la Recopa ante el Slovan de Bratislava: Sadurní; Franch,
Olivella, Eladio; Rifé, Zabalza; Pellicer, Castro, Zaldúa, Fusté y Rexach

El 21 de mayo de 1969 saltan al terreno de juego del Estadio «Sant Jakob» de Basilea los siguiente once barcelonistas: Sadurní; Franch, Olivella, Eladio; Rifé, Zabalza; Pellicer, Castro, Zaldúa, Fusté y Rexach. Pero apenas iniciado el encuentro, a los 30 segundos, marcan ya los centroeuropeos gracias a un fallo de Olivella. A continuación se lesiona Franch, que tiene que ser sustituido por Pereda. Al cuarto de hora las cosas parecen comenzar a enderezarse cuando Zaldúa consigue el empate, aunque la alegría azulgrana dura poco, pues dos nuevos errores de Olivella sitúan el marcador en un peligroso 3 a 1 favorable a los eslovacos.

En la  segunda mitad, Mendonça –que reaparecía tras largo tiempo sin jugar– reemplaza a Castro. Rexach acorta distancia al marcar con un lanzamiento directo de córner, lo que ahora se conoce como gol olímpico, pero Zaldúa yerra dos claras ocasiones, y el partido termina con 3 a 2 a favor del Slovan. Un encuentro, en suma, marcado por el signo del infortunio, y que guarda muchas similitudes con otra final, la de la Copa de Europa perdida en la  vecina Berna en 1961 mismo resultado, semejante entidad del rival, parecidos errores defensivos, idéntica desgracia ante el marco contrario -, colofón digno para una temporada funesta, que sin embargo aún guardaba en la recámara alguna mayúscula sorpresa…




Salvador Artigas: el sonriente míster KO (1967-1969). Primera parte

Los entrenadores de fútbol, al igual que los políticos norteamericanos o los militares del Pentágono, pueden dividirse en halcones y palomas. Hablando en clave blaugrana, si Roque Olsen era evidentemente un halcón, su sucesor encajaría más en la categoría de paloma, a despecho de la dureza de sus primeros métodos de preparación, porque se trataba de un hombre afable, risueño y correctísimo. Así pues, va a producirse un giro copernicano, de 180 grados, en el banquillo del Barça, ya que al argentino Olsen, hombre con fama de hosco y poco diplomático con la prensa y auténtico sargento de hierro para sus pupilos, le reemplazará un técnico en las antípodas de su carácter, el catalán y barcelonés Salvador Artigas (aunque alguna fuente –BD Fútbol– da la localidad toledana de Talavera de la Reina como su lugar de origen), persona cordial y mesurada donde las hubiera.

El relevo acontece en un momento en el que el crédito del máximo dirigente blaugrana, Enric Llaudet, se está agotando a marchas forzadas, mientras crece la oposición hacia su gestión, tildada de personalista y autoritaria, sobre todo en las páginas del influyente semanario Revista Barcelonista (conocido popularmente por las siglas «RB”). Llaudet está ya con el agua al cuello tras otra temporada de fracasos y mal juego (el título de Copa de Ferias conseguido frente al Zaragoza pertenecía en estricta justicia a la anterior campaña, la 65-66, y la final se había aplazado a causa de la disputa del Mundial de Inglaterra), porque las tres competiciones correspondientes al curso 66-67 se habían saldado con otros tantos reveses. El empresario textil parecía estar ya en las últimas, aislado y dando palos de ciego, y si la baza de Olsen había sido una decidida apuesta por la disciplina, para meter en cintura a una plantilla excelente pero aparentemente acomodada, con Artigas se va a jugar la carta de una preparación física más exigente y un mayor rigor defensivo, conceptos deficientemente implantados en el primer equipo del Club de Futbol Barcelona, la denominación oficial del Barça en el año 1967.

Se barajaban diversos nombres para ocupar el cargo (los brasileños Otto Bumbel y Aymoré Moreira, el chileno Fernando Riera, el argentino Renato Cesarini, el uruguayo Roque Gastón Máspoli…), pero finalmente el elegido va a ser un técnico cuya carrera profesional había transcurrido casi en su práctica totalidad en tan sólo dos clubes, uno español y el otro francés, y ambos no separados por demasiada distancia: la Real Sociedad de San Sebastián y el Girondins de Burdeos. Y la suya era una biografía más que curiosa… Para empezar, existe cierta discrepancia con respecto a su fecha de nacimiento, que el Diccionario de técnicos y directivos del Fútbol Club Barcelona (Ángel Iturriaga. Editorial Base, 2011) sitúa en 1913, en la Ciudad Condal, mientras que el Diccionari del Barça (Antoni Closa, Jordi Blanco i altres. Enciclopedia catalana S.A., 1999), la data un año más tarde, en 1914. Incluso en alguna fuente aparece la muy improbable fecha de 1918. La tan socorrida Wikipedia, por su parte, sostiene que Salvador Artigas Sahún había nacido en Barcelona el 23 de febrero de 1913. Ya contara con 53 o 54 años de edad, su cabello plateado le hacía aparentar alguno más. Como futbolista había hecho sus primeras armas en el Cataluña y el San Martín, pasando a continuación al juvenil del Barça. Perteneció al primer equipo azulgrana entre los años 1932 y 1934, alineándose en un total de 10 partidos, 3 de ellos correspondientes a la Liga 32-33, con el balance de un gol marcado en esa misma temporada, frente al Español. A juicio de quienes le habían visto jugar, era un interior derecho «habilidoso, ratonil y filtradizo», que dominaba la pelota y tenía una gran facilidad como distribuidor de juego, por su soltura de tobillos, un buen chutador que colocaba el balón fulminantemente con ambos pies. Pese a ello, y a militar en un Barça de transición, muy alejado de los títulos nacionales y de las posiciones de cabeza, tuvo que abandonar la disciplina azulgrana en 1934, con poco más de 20 años, pasando al FC. Levante, uno de los dos clubes que algunos años más tarde iba a dar lugar a la fusión de la que resultaría el actual Levante Unión Deportiva.

En Valencia, y actuando en Segunda División, Salvador Artigas va a vivir en primera persona uno de los momentos culminantes de la historia levantinista, la eliminación del mismísimo Barça en los cuartos de final de la Copa de 1935, en plena II República. En el partido de ida, disputado en «Les Corts», ya se produjo un esperanzador empate a 2, siendo Artigas el autor del primer tanto de los suyos. En la vuelta, en el terreno de juego del «Camino Hondo», hubo de nuevo tablas (1-1), teniendo que dilucidar ambos equipos el pase a la siguiente ronda en un encuentro de desempate que se celebró el martes 11 de junio de 1935 en el campo zaragozano de «Torrero», y donde los del Grao superaron sorprendentemente al Barça con un claro 3 a 0. Estas fueron las alineaciones que protagonizaron tan histórico choque: por el Levante, Vidal; Calpe (padre del posterior lateral granota y madridista Antonio Calpe), Puig I; Núñez, Dolz, Porrera; Puig II, Artigas, Calero, Felipe y Aparicio, y por el Barça, Nogués; Zabalo, Arana; Guzmán, Berkessy, Lecuona; Ventolrá, Morera, Escolá, Enrique Fernández y Ramón. Como puede observarse, un cuadro cuajado de internacionales y futbolistas importantes, que no pudieron evitar encajar dos goles de Aparicio y uno de Felipe. Los valencianos caerían en semifinales ante el Sabadell, que también sería derrotado en la final por un Sevilla que conquistaba así su primer Campeonato de España. Al año siguiente, un infausto día de julio, estallará nuestra Guerra Civil.

Artigas jugará por última vez con el Levante en febrero de 1937, unos meses antes de que el conjunto de los Poblados Marítimos se proclamase campeón de un improvisado torneo disputado en la zona republicana, la llamada «Copa de la España Libre» ( Trofeo Presidente de la República, o sea, Manuel Azaña ), en la que intervienen equipos catalanes y valencianos , y cuya final va a enfrentarles con sus rivales ciudadanos de «Mestalla», a los que derrotará por un gol a cero el 18 de julio de 1937 –menuda fecha…– en un encuentro celebrado en Barcelona, en el campo de «Sarriá»

Por razones obvias –estábamos en 1967– la prensa de la época no lo mencionó, pero posteriormente se ha presentado siempre a Salvador Artigas como antiguo piloto de caza del bando republicano, a veces incluso de forma un tanto melodramática como «el último aviador de la República», a los mandos del último aeroplano que despegó del territorio aún controlado por la República rumbo a un incierto exilio francés, como si se tratara de una versión masculina y catalana de Hanna Reitsch, la aviadora que le propuso a Hitler abandonar un Berlín en llamas. Poco se sabe de este interludio bélico en su biografía, aunque a juzgar por lo publicado en la página web de ADAR (Asociación de Aviadores de la República), parece suficientemente probada su participación en el conflicto fratricida. De dicha fuente extraemos la siguiente información:

Artigas pilotaba uno de estos durante la Guerra Civil.

Artigas pilotaba uno de estos durante la Guerra Civil.

«Salvador Artigas Sahún nació en Barcelona el 23 de febrero de 1913. Durante la Guerra Civil se inscribe en las convocatorias gubernamentales para alumnos-piloto y viaja a Francia, donde realiza el curso de vuelo elemental en la escuela de vuelo de Agen, completando su formación militar en la Escuela de Alta Velocidad de El Carmolí, cerca de Los Alcázares, Murcia, que dirigía el comandante Isidoro Giménez. En el mes de agosto de 1938 se incorporó a la 3º escuadrilla de Polikarpov I-16 (un monoplano de fabricación soviética, conocido popularmente como Mosca por los republicanos y Rata por los nacionales) del Grupo 21, en la que combatió en la batalla del Ebro y campaña de Cataluña, donde voló como punto izquierdo del Jefe de Escuadrilla Ángel Sanz Bocos Vallecas. El 6 de febrero de 1939, los aviones restantes de la escuadrilla recibieron la orden de despegar y aterrizar en el aeródromo de Toulouse, pero se produjo un ametrallamiento de su base por parte de la aviación nacional, en el que se incendiaron los aviones de Vallecas y varios pilotos, por lo que sólo pudieron despegar los moscas de Artigas, José Balsa Gutiérrez y Carreras. Artigas no localizó el aeródromo de Toulouse pero reconoció el campo de Agen donde había hecho sus prácticas de vuelo y aterrizó con sus compañeros, siendo trasladado al campo de concentración de Gurs».

Permanecerá internado durante algún tiempo en dicho campo, situado en el departamento de los Pirineos Atlánticos y que era conocido como «el campo de los vascos», a causa de la gran cantidad de prisioneros de dicha procedencia que albergaba. A este respecto, resulta curioso recordar lo que se escribía sobre Artigas en un número extra del diario El Mundo Deportivo titulado «40 años de campeonatos nacionales de Liga» y publicado en noviembre de 1968. En la ficha biográfica correspondiente al entonces entrenador del Barça, se decía lo siguiente: «Cuando estalló el Movimiento Nacional sus padres se trasladaron a Burdeos ( Francia ), y allí Artigas continuó su carrera deportiva jugando con el Girondins donde formaban algunos españoles como Mateo, Urtizberea, Mancisidor, y entrenaba el conjunto francés el prestigioso técnico Benito Díaz». Como se ve, ninguna mención  a aviones republicanos, campos de concentración o exiliados…Y efectivamente, en la temporada 38-39, tras salir de Gurs a instancias del mencionado  Benito Díaz, va a militar brevemente en el cuadro bordelés, pasando en la campaña siguiente al Le Mans Union Club 72, donde le va a pillar otro conflicto bélico, este de dimensiones aún mayores: la Segunda Guerra Mundial.

Continuará jugando al fútbol en el país vecino, derrotado, dividido y ocupado, donde no obstante seguirán disputándose competiciones a nivel regional, y tras la Liberación se integrará en un cuadro bretón, el Stade Rennais, entre los años 1944 y 1949, fecha esta última en la que decide regresar a España, de nuevo de la mano del Tío Benito, sin que al parecer tuviera grandes problemas. Jugará durante tres temporadas en la Real Sociedad, al lado de futbolistas de la talla de Bagur, Ignacio Eizaguirre, Murillo, Marculeta, Ontoria, Pérez, Caeiro, Basabe, Epi, Castivia, Igoa, Barinaga o Alsúa II. Con él en sus filas, los txuri urdin llegarán a la final de la Copa del Generalísimo de 1951, en la que serán derrotados por el Barça (3 a 0), aunque Artigas no se alineará en dicho partido. En total, sumará 70 presencias ligueras con el conjunto guipuzcoano.

Salvador Artigas en su época de jugador realista.

Salvador Artigas en su época de jugador realista.

En 1952 atraviesa de nuevo la frontera francesa y da comienzo a su carrera como técnico ocupando el banquillo de su último club galo, el Stade Rennais. En 1955 regresa a España, y entonces su destino será de nuevo el club donostiarra, de cuya preparación se ocupará hasta 1960, consiguiendo mantenerlo siempre en posiciones desahogadas de la zona media de la tabla, salvo en su última campaña como técnico realista, la 59-60, en la que los de «Atocha», clasificados en el puesto decimocuarto entre 16 equipos, se verán obligados a disputar la promoción de permanencia ante el Córdoba, saliendo finalmente airosos. Entonces cruzará de nuevo el Bidasoa y la frontera, y se hará cargo del Girondins, donde realizará una destacada labor por espacio de siete temporadas, alcanzando la final de la Copa de Francia en 1964, y clasificándose como subcampeón de Liga en 1964-65 y 1965-66.

TIEMPOS DE MUDANZA EN CAN BARÇA

Acorralado por un verdadero clamor opositor, Llaudet va a iniciar su última temporada como máximo dirigente barcelonista tirando, una vez más, la casa por la ventana. El club se deshace a precio de saldo de jugadores que no le interesan, en los que ya no cree, y ficha a cambio de elevadas sumas de dinero a valores aun por contrastar. Así, el canario Foncho –que en absoluto había realizado una mala temporada, llegando incluso a ser seleccionado para el equipo nacional, aunque al final no jugara– va a irse al Real Zaragoza, entrenado ahora, curiosamente, por Roque Olsen. Zaballa, el máximo goleador azulgrana en la pasada Liga, Montesinos y Seminario tomarán el camino de la vecina Sabadell (un itinerario que a partir de ese momento va a convertirse en habitual),  Silva retorna a Brasil en el marco de una operación deficitaria, ya que no se pudo recuperar íntegramente el fuerte desembolso hecho por el carioca, y los jóvenes Rodés, Mas y García Castany –un muy prometedor juvenil gerundense, de excelente planta y magnífica técnica– recalarán en Osasuna, a modo de compensación por el fichaje de un destacado jugador pamplonica, el medio Pedro Mari Zabalza.

Del Deportivo de La Coruña vendrá Pellicer, un delantero gallego del que se esperaba que pudiese reeditar los triunfos de sus paisanos Luis Suárez, Amancio o Veloso, y que había llamado la atención últimamente, marcándoles cinco goles a dos rivales tan cualificados como Real Madrid y Español. Otro fichaje de cierto relieve va a ser el del exterior derecho del Sevilla, Oliveros, al que no tardaría en unírsele un futbolista mucho más modesto, Jiménez, un andaluz procedente del Badajoz de Tercera División, que se había proclamado   máximo goleador español de todas las categorías nacionales en la temporada anterior. Como tercer portero el Barça contratará también los servicios del pontevedrés Lucho, e igualmente, y a título de prueba, van a aterrizar en el «Camp Nou» tres jóvenes jugadores paraguayos en calidad de oriundos –es decir, hijos de padres españoles y que aún no habían sido internacionales– Sus nombres: Aranda, Samaniego y Fernández, que a la postre será el único que se quede. Y al frente de ellos y del resto de la plantilla, de manera un tanto sorprendente, Llaudet va a colocar al técnico catalán Salvador Artigas como responsable del primer equipo azulgrana.

El domingo 4 de junio de 1967 el diario El Mundo Deportivo anuncia la contratación de Artigas como nuevo entrenador barcelonista, y publica la siguiente nota oficial emitida por el club:

«El C. de F. Barcelona comunica a sus señores socios y simpatizantes haber llegado en el día de hoy a un acuerdo con don Salvador Artigas, contratando sus servicios de entrenador para la plantilla profesional del club en la temporada 1967-68. El señor Artigas se desplazará a nuestra ciudad el próximo día 12, para firmar el oportuno contrato»

En varios medios franceses se confirma el acuerdo, añadiéndose que el técnico catalán  –»aunque no existe ninguna razón que le obligue a separarse del Girondins, donde es muy apreciado, profesional y personalmente– tiene intereses familiares que le atraen a trasladar su residencia a Barcelona». Por su parte, el presidente Llaudet había comunicado la noticia al Consejo Consultivo del club en el curso de una reunión celebrada el viernes 2 de junio. La decisión de contratar a Artigas la había tomado el propio Llaudet, junto con su Consejo Directivo. El Mundo Deportivo informaba también que las condiciones económicas del nuevo entrenador consistían en el cobro de un millón de pesetas en concepto de ficha, más un sueldo mensual de 25.000 cucas.

Artigas acaba de hacer realidad un sueño: ya es entrenador del Barça.

Artigas acaba de hacer realidad un sueño: ya es entrenador del Barça.

Artigas va a llegar a la Ciudad Condal el 11 de junio, a última hora, tras viajar en su automóvil particular  desde San Sebastián, mientras que su esposa, Ana Jato, se desplazaría desde la localidad alicantina de Benidorm (donde el matrimonio poseía otro par de negocios –una zapatería y una peluquería–, que se unían así a las dos tiendas de calzado que ambos regentaban en la capital guipuzcoana), y por el mismo medio de locomoción. El día 13 va a firmar contrato en «La Masía» y será presentado oficialmente a la prensa. Llaudet comunica la noticia a los distintos medios, en el transcurso de un acto en el que también tomará la palabra el decano de los informadores deportivos barceloneses y director de El Mundo Deportivo, José Luis Lasplazas, que glosará tanto sus conocimientos técnicos como «sus valiosas cualidades humanas». El presidente azulgrana contará asimismo que en uno de sus viajes a Milán, realizado con la intención de traerse de nuevo a Helenio Herrera, este le había recomendado el nombre de Artigas, del cual tenía las mejores referencias, como una posible opción para el banquillo azulgrana. Llaudet añadirá que espera que Artigas «haga comprender a la plantilla barcelonista (que teóricamente define como formada por elementos muy buenos), que aparte de ser hombres de clase deben de poner el esfuerzo necesario a que están obligados como profesionales. En tal caso no hay duda que habremos conseguido el objetivo propuesto».

Al ser entrevistado, Artigas confesará que firmar por el Barça constituía el momento culminante de su vida deportiva. Va a reconocer que se tenían depositadas grandes esperanzas en su trabajo, y que confiaba en no defraudar a nadie, añadiendo que «sólo ambicionaba formar con los jugadores y la directiva un sólo equipo, con una dignidad enorme y unos grandes deseos de triunfar y satisfacer a esa gran masa de aficionados, a la corriente de opinión de Cataluña y de cuantos quieren al Barcelona en el mundo entero». También esperaba sacar el máximo provecho de sus nuevos pupilos, conocerlos lo más pronto posible y empezar el trabajo en las mejores condiciones de cara a la próxima temporada, haciéndose una idea de las posibilidades físicas y técnicas de cada hombre. Y finalizaba declarando que su deseo era terminar su vida deportiva en el Barça.

Vicente Sasot va a dirigir al equipo en el Trofeo Ibérico de Badajoz, donde se enfrentará a los portugueses del Sporting lisboeta y a los brasileños del Flamengo carioca, pero antes de partir para tierras extremeñas, el 20 de junio, tendrá lugar en los vestuarios del «Camp Nou» una presentación privada de Salvador Artigas a la plantilla, realizada a puerta cerrada, de riguroso incógnito, sin convocar siquiera a la prensa. Llaudet, acompañado de varios de sus directivos, introducirá al nuevo técnico ante 25 jugadores. Artigas, por su parte, únicamente afirmará que «venía a trabajar con la mayor de las ilusiones, puesto el corazón al servicio del Barcelona» Días más tarde, tras ver en acción a sus chicos en Badajoz (se clasificaron en última posición en el triangular, empatando con los lusos y perdiendo ante los brasileños en un partido muy duro y accidentado), Artigas declarará que «el Barcelona es un buen equipo, no el gran conjunto que todos quisiéramos que fuera», añadiendo lo siguiente cuando se le pregunta por lo que le falta al Barça:

«Lo que le falta al Barcelona todos lo saben. Si queremos que sea este gran equipo hay que cubrir esos huecos. Si, por el contrario, optamos por recurrir a la cantera, echando mano de estos jóvenes valores –y estaba refiriéndose evidentemente, a los Rexach, Pujol, Vidal, Borrás, Mora, Martí Filosía…– que si estoy conforme con todos reúnen unas condiciones estupendas, tendremos que tener paciencia…y aguantar a estos muchachos a que se pulan. A que cuajen. Son los únicos caminos a seguir» Y acto seguido dan comienzo las vacaciones.

SUDANDO LA CAMISETA

En el "Camp Nou" se alza el telón de la temporada 67-68

En el «Camp Nou» se alza el telón de la temporada 67-68

A las órdenes de Salvador Artigas, la plantilla reanuda los entrenamientos el día 3 de agosto, con la siguiente nómina de futbolistas: Sadurní, Reina, Lucho, Benítez, Torres, Gallego, Eladio, Olivella, Torrent –repescado del Sabadell–, Muller, Zabalza, Fernández, Borrás, Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté, Rexach, Rifé, Pellicer, Pereda, Vidal, Pujol, Martí Filosía, Endériz, Jiménez y Zaballa, quien muy pocas fechas antes del comienzo de la Liga firmará por el Sabadell.

Y al igual que el año anterior, la presentación oficial del conjunto azulgrana tiene lugar aprovechando la celebración del II Trofeo “Juan Gamper” (tal cómo se denominaba entonces). Participan, junto con el Barça, el Bayern de Múnich alemán, el Boca Juniors argentino y el Atlético de Madrid, y van a ser los anfitriones quienes finalmente se lo queden, derrotando en el primer partido a los bávaros por 2 a 1, y en la final a los colchoneros por idéntico resultado. El equipo parece hallarse en un buen momento de forma, y tal vez no eran ajenos a ello los métodos de entrenamiento de Artigas, que estaban causando sensación por lo inusuales. Se basaban en el footing campo a través, y también en la utilización de pesas y halteras –que habían quedado arrinconadas en las instalaciones del club desde los ya lejanos tiempos de Brocic–, y a causa de su dureza, el preparador será bautizado popularmente como Mister KO.

Cuando el 1 de Septiembre de 1967 el presidente Enric Llaudet comparece ante la Asamblea General Ordinaria, su posición ya era prácticamente insostenible. Cinco de sus directivos habían presentado la dimisión, y el Consejo Consultivo que se había sacado de la manga, pretendiendo aglutinar a diferentes personalidades barcelonistas, nacía prácticamente muerto, con la renuncia de un hombre tan carismático como Nicoláu Casáus en su primera reunión. La situación de Llaudet era muy precaria debido al fallido “Caso Osés”, y contaba también con una dura oposición, ejemplificada tanto por el activo hombre de negocios Pere Baret, como por el ya citado semanario “RB”, inspirado por su editor Carles Barnils, muy crítico hacia su gestión.

También sudaba de lo lindo "Mister KO"...

También sudaba de lo lindo «Mister KO»…

En la Asamblea, Llaudet no va a tener más remedio que recular y convocar elecciones anticipadas para enero de 1968, y unos días más tarde, en el transcurso de una entrevista concedida al prestigioso periodista Manuel del Arco, anunciará que no piensa presentarse a la reelección, así como su convencimiento de que –en aras de la unidad del club– era necesario que hubiera un único candidato, para no ahondar más en las divisiones internas y tratar de restañar las heridas abiertas en el seno de la entidad. Acto seguido, Llaudet deja el club en manos de una Gestora y se descuelga con algo muy típico de su singular personalidad: marcharse de safari a África. Se abre de este modo una especie de interregno de facto, donde pueden vislumbrarse ciertas maniobras para hacerse con el control del club, pero cobra cada vez mayor fuerza el papel de Narcís de Carreras, un prohombre de la industria textil, el sector que había pilotado ininterrumpidamente la nave azulgrana desde hacía casi un cuarto de siglo. Carreras, un destacado militante de la Lliga en su juventud, y secretario personal y albacea testamentario de Francesc Cambó, el legendario político conservador catalán, poseía una bonita colección de cargos profesionales y civiles (incluido el de Procurador en Cortes por su provincia natal, Girona), pero sobre todo era un hombre muy respetado por el barcelonismo más allá de  facciones y capillas, una figura capaz de aunar voluntades en lugar de restarlas. Había ejercido ya importantes responsabilidades directivas en el pasado, formando parte de las juntas de Agustí Montal i Galobart (1948-52) y Enric Martí Carreto (1952-53), dimitiendo de su cargo a raíz del turbio “Caso Di Stefano”, y también había sonado como presidenciable en los comicios de 1953 y 1961 (en los primeros se dijo que había sido vetado por la Falange, y en los segundos declinó la posibilidad de presentarse). En esta ocasión la cosa parecía ir en serio, y Carreras se perfilaba cada día más como la única personalidad capaz de reconducir la grave situación por la que atravesaba el club.

Y pasando de despachos, conciliábulos y mentideros  para volver  a los terrenos de juego, el Campeonato Nacional de Liga 1967-68 arranca para el Barça el día 10 de Septiembre de 1967, con un difícil desplazamiento a Zaragoza. Artigas va a alinear en «La Romareda» a Sadurní; Benítez, Torrent, Eladio; Torres, Gallego; Oliveros, Zabalza, Mendonça, Fusté y Rexach, quien de este modo debuta oficialmente en competición liguera. El partido resultó emocionante hasta su último suspiro, pues a poco más de un cuarto de hora para la conclusión vencía el Barça por 1-2, con tantos marcados por Fusté y Rexach, pero una gran reacción zaragocista le dio la vuelta al marcador, y los aragoneses terminaron venciendo por 3 a 2. A los azulgranas se les quedó cara de tontos, como acostumbra a suceder en estas ocasiones, y regresaron a la Ciudad Condal de vacío. El juego del equipo no había convencido, pero la semana siguiente iba a deparar un auténtico plato fuerte. Nada más ni nada menos que un derbi Barça-Español en el «Camp Nou»

Y como suele ocurrir en este tipo de enfrentamientos, prevalecieron los nervios y la incertidumbre por encima de la calidad futbolística, que dejó bastante que desear. Tan sólo a ocho minutos del final pudieron los barcelonistas romper el empate inicial, merced a un providencial gol del defensa Gallego. Estos fueron los apurados triunfadores del partido de “la Máxima”: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Torres; Oliveros, Vidal, Mendonça, Fusté y Rexach. Pero tampoco pintaban mucho mejor las cosas en la Copa de Ferias, el habitual torneo europeo de consolación para el Barça. Al igual que un año antes, el sorteo le había emparejado con un rival teóricamente inferior, el Zúrich suizo, pero una vez más va a saltar la sorpresa. Los helvéticos se impusieron en su terreno por un claro 3 a 1, ante una formación azulgrana con demasiados jugadores no habituales: Reina; Borrás, Olivella, Torres; Gallego, Torrent; Rifé, Pereda, Zaldúa, Endériz y Jiménez. Zaldúa abrió el marcador (tras serle anulado otro tanto minutos antes), pero los suizos empataron en las postrimerías del primer tiempo, se adelantaron mediada la segunda parte, aprovechándose del bajón físico de los centrocampistas azulgranas, y remacharon su sorprendente victoria en los minutos finales del partido con un nuevo gol, poniendo en evidencia una vez más a la zaga barcelonista.

En el encuentro de vuelta el Barça únicamente fue capaz de vencer por la mínima, gracias a un solitario tanto obra también del navarro Zaldúa, expresando el público su enfado por el deficiente juego del equipo con un masivo lanzamiento de almohadillas. Resultado: eliminados de la competición continental por segundo año consecutivo a las primeras de cambio, y por rivales muy modestos. El malestar y el desaliento comenzaban a cundir nuevamente entre la sufrida afición barcelonista, un año más. Fueron los protagonistas del fiasco: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Torres; Oliveros, Pellicer, Zaldúa, Fusté y Rexach. Casi todos los teóricos titulares, pero ni con esas…

El empate sin goles arañado en «San Mamés», en un encuentro donde las defensas se impusieron a las delanteras y que registró también las expulsiones de Benítez y el bilbaíno Rojo, no fue suficiente para mitigar ese decaído estado de ánimo. Actuaron en La Catedral: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Muller; Oliveros, Pellicer, Zaldúa, Fusté y Rexach. Al domingo siguiente el Atlético de Madrid arrancaría un merecido empate del «Camp Nou». La iniciativa fue siempre de los azulgranas, pero los colchoneros, jugando al contragolpe –como a ellos siempre les ha gustado–, se adelantaron con un tanto de Luis, aunque dos minutos después empataría Rexach. Este fue el equipo que presentó Artigas: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Oliveros, Pellicer, Mendonça, Fusté y Rexach.

Las cosas, no obstante, empezarían a mejorar en la quinta jornada, en «Mestalla», donde por fin el Barça cuajó un gran encuentro y derrotó al Valencia por 1 a 2, con goles de Fusté y Mendonça, más otro tanto anulado y un penalty escamoteado por el árbitro. Jugaron –y lo hicieron francamente bien– estos once: Sadurní; Borrás, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Pero una semana más tarde tocó sufrir de nuevo ante el modesto Betis, entrenado por el mítico César, al que tan sólo se pudo superar por un raquítico 2 a 1 (Oliveros y Fusté), con la siguiente formación: Sadurní; Benítez, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Tampoco fue para lanzar voladores, a pesar del positivo cosechado, el empate a uno – Zaldúa y el ex  barcelonista Zaballa– logrado frente al Sabadell en la «Nova Creu Alta», el flamante feudo arlequinado, donde Artigas puso en acción a: Sadurní; Benítez, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Al Córdoba se le venció también apuradamente en el «Camp Nou» –3 a 2–, con tantos de Zabalza, Zaldúa y Rifé, este último a sólo tres minutos del final, remontando un resultado adverso e introduciendo algunos cambios en el equipo (Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Pellicer, Fusté y Rexach). Pero las cosas volvieron a mejorar en Elche, donde el Barça ganó con solvencia (0 a 2), gracias a sendas dianas de Vidal y Rifé, con un excelente marcaje de Gallego sobre Vavá, el goleador local, y esta alineación: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Vidal, Fusté y Rexach.

BARÇA 2-BETIS 1: Una de las primeras alineaciones ligueras de Artigas: Sadurní; Benítez, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach.

BARÇA 2-BETIS 1: Una de las primeras alineaciones ligueras de Artigas: Sadurní; Benítez, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach.

El descalabro va a llegar, no obstante, en la visita al «Estadio Insular», donde la Unión Deportiva Las Palmas, el equipo revelación del campeonato, les endosará un severo correctivo a los azulgranas –4 a 1–, aunque  estos no jugaron tan mal, e incluso lograron adelantarse en el marcador con un tanto de Zaldúa. Recibieron la paliza de los canarios: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Los platos rotos los va a pagar al domingo siguiente el Pontevedra, que salió goleado del «Camp Nou» por 4 a 0, en un  choque en el que marcaron Rexach –por partida doble–, Eladio y Mendonça. Jugaron los mismo once que habían sido goleados por los amarillos.

Sobre el papel la salida más comprometida de la temporada era la visita al «Santiago Bernabéu», terreno donde el Barça únicamente había obtenido una victoria en Liga en los últimos 18 años. En una noche muy fría, con no demasiado público y televisión en directo, ambos conjuntos –los dos máximos aspirantes al título, con permiso del Atlético de Madrid– presentaron las siguientes alineaciones: por los propietarios del terreno, Betancort; Calpe, Zunzunegui, Sanchís; Pirri, Zoco; Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento, y por el Barça, Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Los azulgranas tenían poco que perder y mucho que ganar, y no les va a ir mal del todo, pues cuajarán un meritorio partido ante el siempre difícil Real Madrid. Se adelantaron en el marcador los blancos, por medio de un discutido penalty que transformó el veterano Gento mediado ya el segundo tiempo, pero Zaldúa igualó la contienda trece minutos más tarde. En definitiva, un excelente resultado, que permitía al Barça mantenerse en el grupo de cabeza, a la zaga del líder, el Atlético madrileño, y en compañía de merengues y canarios.

Y una semana más tarde, en vísperas de Navidad y ante el Málaga, el Barça alcanzaba el liderato, algo que no ocurría desde los albores de la temporada 65-66. No obstante, los de la Costa del Sol opusieron una fuerte resistencia y vendieron cara la derrota, aunque el buen guardameta Américo no pudo evitar el tanto del navarro Zabalza, que daba la victoria a los pupilos de Artigas. El Barça era primero, empatado a puntos con los colchoneros. Un magnífico regalo de Pascuas para todos sus aficionados, con los siguientes once futbolistas haciendo las veces de “Papá Noel”: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach.

Pero ya dice el refrán  que “dura poco la alegría en la casa del pobre”, y el Barça de aquellos años 60, a despecho de su brillante historial y su enorme proyección, distaba todavía de ser el gran equipo de décadas anteriores. El último día de 1967 le tocaba visitar al colista Sevilla, un histórico en horas muy bajas, en horario matutino, y salía del «Sánchez Pizjuán» sin su efímero liderato, y también con la sensible baja de Jorge Mendonça, expulsado por el juez de la contienda –muy protestado– junto con el hispalense Isabelo, con quien había tenido sus más y sus menos. Había marcado primero Lora (un futuro internacional), y ya en la segunda mitad igualó Fusté al convertir un máximo castigo, para ser finalmente el sevillista Bergara quien desequilibrase el marcador a falta de un cuarto de hora para la conclusión, mediante otro penalty. Jugaron los mismos que habían vencido al Málaga siete días antes, y así terminaba para el Barça, futbolísticamente hablando, el año 1967, trescientos sesenta y cinco días más bien parcos en satisfacciones y triunfos.

ENTRAMOS EN EL EMBLEMÁTICO 68

Con la mirada puesta en el inminente relevo de Enric Llaudet como presidente del club, el equipo afronta la primera cita deportiva del nuevo año 1968, frente a una Real Sociedad que, a guisa de ejemplo, había caído en el «Bernabéu» por un aplastante 9 a 1. Era baja Mendonça, sancionado con un partido de suspensión por el Comité de Competición (también Salvador Artigas resultó multado por sus declaraciones al finalizar el encuentro del «Sánchez Pizjuán”), y su puesto iba a ser cubierto por Pellicer, al que acompañaron Sadurní, Benítez, Gallego, Eladio, Torres, Zabalza, Rifé, Pereda –que también reaparecía tras una larga ausencia del once titular–, Fusté y Rexach. El partido no hizo sino confirmar la fama que desde siempre arrastraban los de «Atocha» como equipo ultradefensivo. Los donostiarras saltaron al «Camp Nou» con la única intención de no recibir muchos goles, y tal vez arrancar algún punto, y lo consiguieron, gracias –entre otras cosas– a la portentosa actuación de su joven guardameta Esnaola. El resultado final –0 a 0– constituyó una de las grandes sorpresas del campeonato, y supuso un serio golpe para las aspiraciones barcelonistas de conquistar el título. Pero el equipo se congraciaría con sus seguidores tan sólo una semana más tarde, frente al Real Zaragoza.

Fue aquel un encuentro para recordar. Y no solo por los cuatro goles blaugranas (Mendonça en dos ocasiones, Zaldúa y Rifé) por ninguno de los maños, sino también por la sencilla y emotiva ceremonia que tuvo lugar en sus prolegómenos. El presidente saliente, Enric Llaudet, que unos días después cedería los trastos a su sucesor, Narcís de Carreras, se dirigió al centro del terreno de juego, posó para los reporteros gráficos junto a sus futbolistas, se despidió cariñosamente de su leal capitán, José Antonio Zaldúa, y por último se fundió en un efusivo abrazo con el mandatario entrante, abandonando instantes después el césped con lágrimas en los ojos, aclamado por un público que, si bien le había criticado –y con razón– anteriormente, en aquella hora deseaba premiar, por encima de todo, su innegable entrega e inquebrantable fidelidad al club de sus amores. Actuaron: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça Fusté y Rexach.

Tres días más tarde, el 17 de enero de 1968, en el Salón de Actos del Fomento Nacional del Trabajo, la antigua –y también futura– patronal catalana, tuvo lugar la proclamación de Narcís de Carreras, único candidato, como nuevo presidente del que entonces se denominaba oficialmente “Club de Fútbol Barcelona”. En un acto de 33 minutos de duración, estas fueron las últimas palabras de Enric Llaudet como presidente del Barça: “Es para mí una satisfacción dejar el club en manos de una persona tan barcelonesa, tan barcelonista y tan catalana como es el amigo Carreras. Otra cosa sería que lo tomara una persona que yo no considerara apta para llevar el club. Con el señor Carreras podemos dormir tranquilos. Y nada más. Mi corazón está con vosotros, ahora y siempre”. Del discurso del nuevo mandatario entresacamos algunas frases: “La emoción del momento; la emoción de llegar a la presidencia del Barcelona y la emoción de sentirme al lado de Llaudet y su junta, no es para explicarlo. Vengo con todo aquel entusiasmo que vosotros podéis pedir, porque el Barcelona es algo más que un club de fútbol; el Barcelona es algo que llevamos todos los barcelonistas muy adentro. No encuentro palabras para poder daros las gracias. Solo os hago una promesa: que pondremos todo nuestro esfuerzo y trabajo para que el Barcelona ocupe siempre un lugar destacado. Lo primero será procurar que el equipo gane partidos, porque la fuerza la da el equipo. Por lo demás, vamos a continuar la obra de Llaudet y, como él mismo nos ha pedido, a mejorarla con fe y entusiasmo. Por el Barcelona lo daremos todo. Damos gracias a Llaudet y a su junta por esta realidad que nos ha legado. Nada más. Me despido de vosotros con una sola palabra: ¡Visca el Barça!“

Enero de 1968: Enric Llaudet,mandatario saliente, y Narcís de Carreras, presidente entrante, se funden en un cariñoso abrazo.

Enero de 1968: Enric Llaudet,mandatario saliente, y Narcís de Carreras, presidente entrante, se funden en un cariñoso abrazo.

Posiblemente en este emotivo acto se pronunció por vez primera –si no con esas mismas palabras, al menos con idéntico sentido– una frase llamada a hacer historia: “El Barça es más que un club».

El nuevo Consejo Directivo estaba formado por los siguientes cargos y señores: Presidente: Narcís de Carreras; Vicepresidentes: Miquel Sabaté, Josep M. Sentís y Agustí Montal; Tesorero: Josep Escaich; Vicetesorero: Felix Valls Taberner; Contable: Pere Viladomiu; Vicecontable: Esteve Bassols; Secretario: Marcel.lí Moreta; Vicesecretario: Román La Rosa, y Vocales: José María Azorín, Pere Baret, Miquel Cabré, Raimón Carrasco, Joan Gich, Miquel Granada, Joan Piera, Joan Uriach, Andreu Valldeperas, Josep Vergés y Lluís Viza.

Se trataba de una Junta teóricamente “de unidad”, como tantas veces se había invocado en los últimos meses, en la que iban a tomar asiento destacadas personalidades barcelonistas, representando distintas sensibilidades, con ideas y maneras muy diferentes de ver las cosas ¿Acertarían a recomponer la palpable y evidente fractura social? Eso era algo que sólo el tiempo podría decir. Lo próximo, por lo pronto, era proseguir con las escaramuzas futbolísticas, encaminadas a lograr un título que se resistía pertinazmente desde hacía casi ocho años. Y, de paso, resolver también algunos flecos –como se diría hoy– relacionados con la plantilla. Nos estamos refiriendo, concretamente, al caso de dos jugadores sudamericanos: el brasileño Walter Machado da Silva y el uruguayo Eduardo Endériz. Silva, que había sido cedido al Santos, va a ser traspasado definitivamente al Flamengo carioca. Se cerraba así una operación desafortunada desde el principio, aunque al menos con la recuperación de siete millones y pico de pesetas, más de las dos terceras partes del dinero invertido en su fichaje, pero su breve periplo barcelonista quedaría para siempre en los anales del club como uno de los mayores despropósitos de toda su historia. Y en cuanto a Endériz, un futbolista que tampoco había podido alinearse con asiduidad –aunque en su caso debido a pura mala suerte, en forma de continuas lesiones–, va a ser transferido a un Sevilla que se debatía en la cola de la clasificación, y necesitaba perentoriamente refuerzos que le ayudaran a salir del pozo.

Algo sí había hecho bien Llaudet durante sus dos mandatos: reducir notablemente la deuda, y ponerla en el camino de su extinción. A 17 de enero de 1968, el día que Carreras y su Junta tomaron posesión, la deuda del Barça ascendía a 178.383.853 pesetas –cincuenta y tantos millones menos que en junio de 1961, cuando Llaudet se hizo cargo del club–, y además faltaban por cobrar todavía gran parte de los 226 millones en que se había vendido «Les Corts», con lo que cuando concluyese el pago aplazado de dichos terrenos, y si no se emprendían nuevas aventuras financieras, las cuentas barcelonistas se equilibrarían por vez primera en muchos años.

Ya sin Silva y sin Endériz, el Barça va a afrontar una difícil salida a «Sarriá», para medirse nuevamente con su eterno rival ciudadano. El Español de los Cinco Delfines no era ya el de la temporada anterior –cuando había alcanzado un muy meritorio tercer puesto liguero–, pero a buen seguro que pondría toda la carne en el asador para derrotar a los azulgranas. El partido, en efecto, se desarrolló según el guión habitual en esta clase de enfrentamientos –es decir: nervios y precauciones defensivas, brusquedades y emoción por doquier–, y terminó decantándose finalmente del lado blanquiazul gracias a un solitario gol marcado a los 26 minutos de la segunda parte por el ex barcelonista Cayetano Re, quien se erigía así en el verdugo de su antiguo equipo, del que había tenido que salir por la puerta falsa tras un nebuloso episodio en el que brilló la proverbial falta de tacto del inefable Roque Olsen. La alineación barcelonista fue la misma que se había impuesto contundentemente al Zaragoza.

El Athletic de Bilbao visita el «Camp Nou» el último domingo de enero. Los vascos llegan con su goleador Uriarte y mucha ambición, pues tan sólo se encuentran a cuatro puntos de la cabeza. El encuentro resultó muy complicado para los locales, y se resolvió con un triunfo mínimo por 1-0, marcado por Oliveros, que reaparecía, al rematar de forma magnífica un buen centro de Quimet Rifé. En los últimos compases el árbitro, Antonio Rigo Sureda, del Colegio Balear (que también había pitado el partido de la primera vuelta) expulsó a Benítez y al bilbaíno Sáez por una mutua agresión. El defensa uruguayo –que va a negar que se produjese dicha agresión, declarando que “a partir de ahora tendré que jugar con un lirio en la mano”– será sancionado por el Comité de Competición con cuatro partidos de descanso para que refrenase sus ímpetus. Artigas presentó el siguiente equipo: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rifé. Tras esta jornada el Barça comparte el segundo puesto de la clasificación general con el Atlético de Madrid y la Unión Deportiva Las Palmas, todos con 23 puntos, a tres del líder, el Real Madrid.

El mes de febrero comienza con un gran choque en las alturas. El Barça visita el campo del Atlético de Madrid en un partido que podía ser decisivo para el futuro de sus aspiraciones,  relanzándolas o, por el contrario, frenándolas en seco. La alineación azulgrana fue la formada por Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Un gol de Zaldúa a los 31 minutos de juego, rematando un saque de esquina botado por Oliveros, le va a suponer al Barça dos valiosísimos positivos, amén de permitirle superar –en la tabla y en el goal average particular– a un adversario directo en la lucha por el título. Sin embargo al domingo siguiente, y pese a jugar en casa, al amparo de su público, el equipo no sabrá rentabilizar el pinchazo del líder, que no pudo pasar del empate en el «Bernabéu» frente al Athletic bilbaíno. El Valencia será un hueso demasiado duro de roer, y se va a llevar un punto para «Mestalla». Se adelantaron en el marcador los azulgranas –que pusieron en liza a los mismos once hombres que acababan de triunfar en Madrid– por mediación de Mendonça, pero en el último minuto el valencianista Terol se va a aprovechar de un mal saque de puerta de Sadurní para equilibrar la contienda in extremis. Por consiguiente, continúan los tres puntos de desventaja con respecto a los merengues, pero en la próxima jornada había fundadas posibilidades de menguar esa diferencia, ya que mientras que los de Artigas visitaban la cancha de un Betis vicecolista, los pupilos de Muñoz tendrían que vérselas en el Estadio de la ribera del Manzanares con su eterno rival colchonero, también muy necesitado de puntos.

Pero tan optimistas previsiones saltaron hechas añicos a causa del morrocotudo batacazo que el Barça se pegó en el «Benito Villamarín», el auténtico sorpresón de la jornada. Sobre  un terreno embarrado ambos equipos jugaron abiertamente al ataque, pero los béticos tuvieron su tarde, y llegaron a ponerse con un rotundo 4-1 a su favor, reducido por los catalanes en los últimos minutos. Quino, Rogelio y Landa (2) marcaron por los andaluces, mientras que Fusté de penalty y Zaldúa en dos ocasiones lo hicieron por los barcelonistas, que presentaron la siguiente alineación: Sadurní; Borrás, Gallego, Torres; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rifé. El Real Madrid, que no pasó del empate en el derbi capitalino, incrementaba no obstante su ventaja a cuatro puntos, y los azulgranas quedaban relegados al tercer puesto por un cada día más entonado Las Palmas.

Entretanto, el Barça se refuerza de cara al futuro. Santiago Castro, interior del Racing de Ferrol y uno de los jugadores más destacados de la Segunda División, es el primer fichaje para la próxima temporada. El defensa condalista Paredes marcha cedido al cuadro departamental como parte de esta operación. Y es también por estas mismas fechas cuando se da carpetazo definitivo al incómodo “Caso Silva”. El jugador, aun perteneciente al Barça, hace un viaje relámpago hasta la Ciudad Condal para formalizar su traspaso al Flamengo. El futbolista aprovecha la coyuntura para agradecer las muchas muestras de simpatía recibidas, pero asegura que no volvería a repetir la experiencia. Y el mes de febrero se despide con otro derbi regional, Barcelona-Sabadell en el «Camp Nou». Los vallesanos se lo pusieron difícil al Barça, y a sólo siete minutos de la conclusión el marcador señalaba un peligroso empate a uno, con goles de Palau –el tanto que abrió la cuenta– y Mendonça. Pero Oliveros y Eladio enmendaron finalmente tan amenazante situación. El once barcelonista (que venció pero no convenció)  fue el siguiente: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rifé. Pero sin duda la gran alegría de la jornada se la dio a todos los culés el mismísimo Real Madrid, al caer derrotado en su propio feudo ante el Valencia por 0 a 2, inyectando de ese modo una gran dosis de emoción a la Liga, pues su ventaja con respecto a Barça y Las Palmas se reducía ahora a sólo dos puntos, y con la perspectiva de varios enfrentamientos directos entre los tres conjuntos, sin descartar aún del todo a Atlético de Madrid, Valencia y Athletic de Bilbao.

Benítez, feliz en los albores de su última temporada. Faltaban solamente unos meses para una tragedia que nadie podía imaginar.

Benítez, feliz en los albores de su última temporada. Faltaban solamente unos meses para una tragedia que nadie podía imaginar.

En otro orden de cosas, se da ya por hecho –aunque se desmienta oficialmente– el fichaje del seleccionador nacional Domenec Balmanya como próximo secretario técnico del Barça (incluso se baraja la cifra de siete millones y medio de pesetas por cinco años de contrato). Pero el entrañable Mingu no podrá incorporarse a la disciplina azulgrana hasta el día 1 de Julio, justo cuando expira su vínculo con la Federación Española de Fútbol. La noticia es bien acogida por el barcelonismo, ya que el organigrama del club había carecido de dicha figura desde los ya lejanos tiempos de Pep Samitier, quien abandonó el cargo a causa de sus desavenencias con Helenio Herrera a finales de los años 50, frustrándose posteriormente, por diversas razones, tanto la llegada del prestigioso Pedro Escartín como la del polémico Casildo Osés.

El primer domingo del mes de marzo el Barça se desplaza hasta la Ciudad de los Califas para disputar un encuentro trascendental frente a un Córdoba que también se juega mucho. Salvador Artigas va a presentar en «El Arcángel» una alineación que podría calificarse como revolucionaria, pero también de acusado matiz conservador, compuesta por los siguientes once futbolistas: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Torres, Gallego; Rifé, Vidal, Mendonça, Zabalza y Pujol. Los andaluces pusieron mucho entusiasmo en la pelea, pero eso no pudo evitar que un gol de Pujol a los 70 minutos diese el triunfo al Barça. El Madrid, por su parte, venció también a domicilio, en el campo del vicecolista Betis. El Elche, un visitante casi siempre incómodo, era el siguiente rival a recibir en el «Camp Nou», y en esta ocasión también va a dar mucha guerra antes de entregar el partido. Marcó primero Mendonça, y empató acto seguido Lico, una de las estrellas ilicitanas. Volvió a adelantarse el Barça con un gol de Vidal, pero nuevamente equilibró el marcador otra gran promesa alicantina, el jovencísimo Asensi (18 años). Finalmente Zabalza y Oliveros establecieron el 4-2 definitivo. Esta fue la alineación azulgrana: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Torres, Zabalza; Oliveros, Vidal, Mendonça, Pujol y Rifé. Continúan los dos puntos de ventaja del Real Madrid, y la UD. Las Palmas, también a dos del Barça, iba a ser el próximo equipo que pasase por el «Camp Nou», en un encuentro que se antojaba trascendental para el futuro del campeonato.

Una de rumores…El Sabadell pretende hacerse para el torneo de Copa con los servicios de Torrent, que ya había jugado las dos temporadas anteriores con los arlequinados y que en esta campaña no estaba contando demasiado para Artigas. Y otro más: el Barça está interesado en el lateral del Badalona Franch. A cambio, iría al equipo costeño el defensa condalista Ortí. También se especula con la posibilidad de que el codiciado volante ilicitano Lico pase a un club grande. Se habla del Barcelona, pero su elevada cotización –ocho millones– hace su fichaje poco menos que imposible. Y también por estos días, la gran familia azulgrana va a vestirse de luto a consecuencia de la tragedia acaecida en el hogar del dinámico directivo Pere Baret. En un incendio declarado en el domicilio familiar, situado en la parte alta de Barcelona, fallece su hijo de once años, Jordi. El propio Baret sufre también graves quemaduras.

Llegan los amarillos, dirigidos por el ex madridista Luís Molowny. Los de Artigas, con varias importantes reapariciones, formaron así: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Rexach y Rifé. El Barça va a marcar dos goles en los primeros diez minutos, obra de Zaldúa y Muller, con lo que el partido queda prácticamente decidido. Y si no se logró superar el goal average  favorable a los canarios  por el fuerte varapalo de la primera vuelta, en buena medida fue por culpa de la muy protestada actuación del árbitro de turno, el balear  Rigo –ya todo un viejo conocido de la afición barcelonista en general y de Julio César Benítez en particular–, que pasó por alto dos claros penalties en el área visitante, uno hecho a Zaldúa, y el otro cometido sobre Mendonça. Con este resultado, la cabeza de la Liga echaba chispas. El Madrid se había dejado un punto en «El Arcángel», y ya sólo aventajaba en uno al Barça, con quien tendría que enfrentarse quince días más tarde en el «Camp Nou». El gran sueño de todo el barcelonismo parecía aun posible…

Pero las cosas empezaron a torcerse en el campo de «Pasarón». Decepcionante encuentro del Barça y derrota mínima –1 a 0– frente al correoso Pontevedra. A Artigas se le criticó su planteamiento ultradefensivo, que no se modificó hasta que marcaron los gallegos, pero ya era demasiado tarde. Los barcelonistas –que vistieron camiseta blanca por la similitud de colores con los locales– formaron con: Sadurní; Benítez, Torrent, Eladio; Torres, Gallego; Zaldúa, Zabalza, Mendonça, Fusté y Rifé. Como puede observarse, un equipo plagado de jugadores de retaguardia. El líder, que cumplió con su obligación venciendo al Elche en el «Bernabéu» por 2 a 0, aprovechó el inesperado tropiezo catalán para volver a colocarse con tres puntos de ventaja. Una ventaja que podía ser ya definitiva, pues aunque los azulgranas salieran vencedores en el partidazo del día 7 de abril, todavía seguirían estando a un punto de los blancos, con lo que estos continuarían dependiendo únicamente de sí mismos.

Dos noticias más de estos últimos días de marzo. Por una parte, reseñar el leve accidente de tráfico que sufrió el entrenador barcelonista Salvador Artigas, cuando en compañía de su familia se dirigía en su flamante “Porsche” a Benidorm, localidad alicantina en la que poseía varios negocios y una residencia, y por otra, el anuncio ya oficial del fichaje de Domenec Balmanya, todavía seleccionador nacional, como director técnico del Barça para la próxima temporada. Lo hizo el presidente Carreras en el transcurso de una rueda de prensa convocada en “La Masía”, con la que pretendía inaugurar una serie de periódicos contactos con los medios informativos, para ponerles al corriente de la actividad del club.

LÁGRIMAS…

En la tarde del sábado 6 de abril, en vísperas del trascendental y decisivo partido contra el Real Madrid, el barcelonismo recibió, entre conmocionado e incrédulo, la terrible noticia de la muerte de Julio César Benítez. Víctima de un rápido proceso, que afectó a todos sus órganos hasta producirle un paro cardíaco, el jugador había fallecido alrededor de las 16 horas, en la clínica barcelonesa de la Cruz Roja. La causa del óbito, según se informó, había sido al parecer una intoxicación producida por la ingesta de unos mariscos en mal estado, que el futbolista charrúa había consumido en el curso de una reciente excursión a Andorra, en compañía de su ex compañero de equipo Rodri y las esposas de ambos. En el principado pirenaico ya se sintió indispuesto, pero no le concedió demasiada importancia. Acudió a entrenar el martes, con aparente normalidad, pero empeoró rápidamente, aunque con el tratamiento administrado, y gracias a su fuerte naturaleza, experimentó una evidente mejoría, y el jueves y el viernes se le creyó ya fuera de peligro. En un principio se le diagnosticó una simple urticaria. Sin embargo, el futbolista uruguayo ya había padecido una grave hepatitis años atrás –concretamente en 1963–, que le obligó a guardar reposo absoluto y le tuvo apartado de los terrenos de juego durante varios meses.

En la madrugada del sábado se va a agravar su estado, y a las 6 de la mañana es trasladado a la Cruz Roja. A primera hora de la tarde, los médicos que le cuidaban hicieron público el siguiente parte facultativo: “El paciente Julio César Benítez Amoedo sufre un proceso tóxico infeccioso que ha dado lugar a un cuadro de colapso con manifestaciones purpúricas y fallo renal agudo. Pronóstico: gravísimo”. Poco después, en presencia de compañeros y directivos, dejaba de existir. Al parecer, algunas de sus últimas palabras, fruto del delirio, fueron “Pasa la pelota, Eladio”, “¡Ya es nuestro el partido!”, “¡Faltan cuatro minutos y ganamos dos a cero!” Genio y figura.

La triste noticia se extendió por la ciudad como un reguero de pólvora. Nadie podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Y es que parecía increíble que un deportista joven como Benítez, la imagen misma de la salud y la fortaleza, aquel niño grande de temperamento volcánico en el campo, pero bondadoso corazón fuera de él, pudiera haber muerto víctima de algo tan minúsculo como una bacteria o un virus. Pero las decenas de miles de socios y seguidores culés no tuvieron más remedio que rendirse ante la terrible evidencia al contemplar el cuerpo sin vida del ídolo caído, expuesto en la capilla ardiente que se instaló en el antepalco del «Camp Nou», para recibir el último adiós de sus admiradores, y ante el que desfiló ininterrumpidamente durante 24 horas una ingente cantidad de personas.

Los restos mortales de Julio César Benítez salen del escenario de sus grandes éxitos a hombros de sus compañeros.

Los restos mortales de Julio César Benítez salen del escenario de sus grandes éxitos a hombros de sus compañeros.

Por supuesto, el partido que debía disputarse al día siguiente se aplazó de mutuo acuerdo entre las directivas de ambos clubes, fijándose para el martes día 9. Lo deportivo pasaba así a un segundo plano ante la magnitud del drama humano que se estaba viviendo en Can Barça. Nunca, en los casi 69 años de existencia de la entidad azulgrana, había muerto un jugador en activo, en plena temporada, ni nunca ha vuelto a ocurrir. El sepelio, celebrado el lunes 8, a las cuatro de la tarde, en la Iglesia Parroquial de San Odón, se convirtió –y pocas veces el tópico fue tan cierto y certero– en una impresionante manifestación de duelo. El féretro, cubierto con la bandera azul y grana, fue llevado en hombros por sus compañeros, relevándose, entre el gentío que abarrotaba los aledaños del «Camp Nou», escenario tantas tardes y noches de las proezas futbolísticas del malogrado Julio César. Su madre vino expresamente desde Uruguay. Se calcula que unas cien mil personas siguieron in situ la salida de los restos mortales de Benítez hacia el cercano Cementerio de Les Corts, donde recibió cristiana sepultura. Decenas de coronas, enviadas por los principales clubes españoles y por anónimos aficionados colmaron hasta los topes una flotilla de furgonetas. Fue un acto para recordar, sincero y sentido.

Sin embargo, corrieron por la Ciudad Condal insistentes rumores acerca de la muerte del futbolista, rumores que no coincidían para nada con la versión oficial. Eran historias fantásticas, que hablaban incluso de un asesinato por envenenamiento, relatos más propios de la Serie Negra que de las páginas deportivas, y según  alguna de ellas, el jugador uruguayo habría perecido víctima de una venganza, perpetrada por cuenta de algún personaje importante y poderoso a causa de líos de faldas. Sea como fuere, su propia viuda –una antigua artista de la noche zaragozana– concedería una entrevista muchos años más tarde, al cumplirse el 40 aniversario del inesperado óbito, en el curso de la cual abundaba en la teoría del envenenamiento, añadiendo que al cadáver de su marido se le practicó una biopsia, cuyos resultados no le fueron nunca revelados a ella, y asegurando que este no había comido ninguna clase de marisco. Al margen de esto, diversos testimonios dan fe de que el futbolista no se cuidaba precisamente como correspondería a un deportista profesional. Seguramente jamás sabremos toda la verdad acerca de lo ocurrido.

Elucubraciones aparte, el mazazo que sufrió la plantilla barcelonista fue de una  dimensión tal, que ante la fulminante desaparición del querido compañero se olvidaron por unas horas de todo lo demás, incluido el título que Barça y Real Madrid tenían que dilucidar sobre el cuidado césped del «Camp Nou». Pero la vida sigue, y –como dicen siempre los americanos– “el Espectáculo debe continuar”. De modo que los artistas hicieron de tripas corazón, y se aprestaron a interpretar su papel lo más dignamente posible. La irreparable ausencia de Benítez en el lateral derecho de la defensa fue cubierta, al igual que en otras ocasiones, por el siempre eficaz Antoni Torres, y por lo tanto el Barça saltó al terreno de juego en la tarde-noche del martes 9 de abril con su equipo de gala: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Fusté y Rexach. Se guardó, como es natural, un minuto de silencio en memoria del gran ausente, y nunca fue mayor ni más ominoso un homenaje semejante en el coliseo barcelonista.

Cuando por fin echó a rodar el balón, el Barça no tardó en adelantarse en el marcador, merced a un cabezazo de Zaldúa, el bravo futbolista de Elizondo, a los 12 minutos de juego, pero el Madrid empató por mediación de Pirri al filo del descanso, y en la segunda parte ya no se alteraría el resultado, a pesar de la fuerte presión azulgrana. El partido terminó pues en tablas, y los tres puntos de ventaja que mantenía el equipo blanco, a falta de otras tantas jornadas para la finalización del campeonato, parecían ya una distancia insalvable. Y se ampliaron a cuatro en la jornada siguiente, puesto que mientras los de la capital solventaban su compromiso ante el Pontevedra con una victoria, mínima pero suficiente, el Barça –a pesar de jugar muy bien y crear numerosas oportunidades– no pudo pasar del empate en «La Rosaleda» malacitana. Rexach abrió el marcador, pero el brasileño Wanderley (hermano del goleador valencianista Waldo) lo equilibró de nuevo al batir a Reina, que sustituía al habitual arquero titular, Sadurní. Los merengues se proclamaron campeones de Liga por decimotercera vez al domingo siguiente, al derrotar por un apretado 2 a 1 a la UD Las Palmas, mientras que el Barça se aseguraba también prácticamente el subcampeonato por segundo año consecutivo tras vencer holgadamente al Sevilla, al que enviaba a Segunda División merced a dos goles de Zaldúa y otro de Rexach (3 a 0), resultado que aun pudo ser mayor de no mediar varios disparos a la madera. Esta fue la alineación que Salvador Artigas puso en liza frente a los desahuciados jugadores hispalenses: Reina; Torres, Gallego, Eladio; Muller, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rexach.

En la última jornada los azulgranas le devolvieron el empate de la primera ronda a una Real Sociedad que se veía así obligada a disputar la promoción si quería mantenerse en la máxima categoría. Gallego fue el autor del tanto barcelonista, conjunto que formó en «Atocha» con: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Pellicer, Zabalza; Rifé, Pereda, Mendonça, Zaldúa y Rexach. Con este resultado, el Barça se proclamaba subcampeón de Liga con 39 puntos, a tres del Real Madrid (15 victorias, 9 empates y 6 derrotas, con 48 goles a favor y 29 en contra). El máximo realizador del equipo había sido Zaldúa, con 12 tantos, mientras que Gallego era el único jugador que se había alineado en todos los partidos. Un año más –y ya iban…– el Barça se jugaría la posibilidad de salvar la temporada en el Torneo del KO. El equipo, ciertamente, había mejorado con relación a campañas anteriores, pues había mostrado una mayor regularidad, y en determinados momentos de la competición pareció incluso capaz de alzarse con el título, pero seguía faltándole ambición y pegada en los instantes decisivos, defectos de los que –polémicas arbitrales al margen– no adolecía su gran rival, el Real Madrid.

Varios jugadores barcelonistas finalizaban sus contratos el día 30 de junio de 1968. Se trataba de Olivella, Gallego, Muller, Fusté, Rifé y Torres. De este sexteto, Muller era quien lo tenía más claro, ya que en dicha fecha quedaría libre, y seguramente colgaría las botas –contaba ya  34 años–, con la intención de convertirse en entrenador. Olivella –32 recién cumplidos– renovaría probablemente por una campaña más, como premio a sus muchas temporadas de fieles servicios al club, y en cuanto al resto, se daba casi por segura la continuidad de todos ellos, dada su edad y su rendimiento. Y en lo tocante al capítulo de refuerzos para el curso siguiente, el Barça va a fichar a Juan García Torres, Juanito, un delantero del Cádiz –del Grupo Sur de la Segunda División–, que jugaba preferentemente por la zona derecha del ataque y al que sus paisanos conocían como el “Amancio gaditano”, pues era todo un ídolo en el «Ramón de Carranza». También se especulaba con la posibilidad de contratar a Palau, goleador del Sabadell y un futbolista que parecía ser del agrado de Balmanya, el nuevo director técnico blaugrana.

…Y SONRISAS

En la entonces denominada “Copa de Su Excelencia el Generalísimo”, al Barça le  toca emparejarse en dieciseisavos con el Sporting gijonés, entonces también oficialmente conocido como “Real Gijón”. El primer partido se va a disputar en el «Camp Nou», y allí, en un encuentro mediocre sin más historia que los goles y la grave lesión del defensa rojiblanco Florín, el Barça  decantará  claramente la eliminatoria a su favor, pues el 5 a 0 final no concedía ya demasiadas opciones a los asturianos de cara a la vuelta. Jugaron: Sadurní; Borrás, Olivella, Torres; Pellicer, Zabalza; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Martí Filosía y Rexach, y marcaron los tantos Martí Filosía –que volvía al equipo titular muchos meses después de su debut–, Rexach, Mendonça, Zaldúa y el defensa visitante Echevarría en propia puerta. En  la devolución de visita a «El Molinón», el Barça presentó una formación con garantías (Reina; Torres, Olivella, Eladio; Zabalza, Torrent; Oliveros, Martí Filosía, Mendonça, Fusté y Rifé), pero en los primeros compases va a saltar la sorpresa, puesto que los locales, con una salida en tromba, se colocaron muy pronto con un claro 2 a 0 a su favor. Sin embargo el partido fue calmándose poco a poco, tal como convenía a los intereses azulgranas, y el Barça pasó a controlar la situación, no obstante lo cual el marcador ya no se movería.

Rexach y Pujol, dos futbolistas que seguían vidas paralelas (ambos tenían la misma edad, procedían de las categorías inferiores y debutaron en el primer equipo con una semana de diferencia), se incorporan al Servicio Militar, y por consiguiente van a ser baja para lo que resta de torneo copero. Por otro lado, el Sabadell se interesa por Torrent, pero todavía no existe acuerdo entre ambos clubes. Y con vistas también a la siguiente temporada, el Barça va perfilando su nuevo organigrama: Joan Gich es nombrado Gerente, y Domenec Balmanya anuncia sensibles cambios en la parcela técnica. El próximo adversario en la Copa será la Real Sociedad, una vez solventada con éxito su promoción de permanencia ante el Real Valladolid. Era novedad en las filas catalanas Pereda, que en las dos últimas temporadas había actuado muy poco por culpa de una inoportuna racha de lesiones. Artigas, antiguo jugador y entrenador realista, pensó que en un campo embarrado –como casi siempre lo estaba el viejo «Atocha»– sería positiva la aportación de Chús, un futbolista formado precisamente en terrenos norteños y pesados (se había revelado en el Indauchu bilbaíno). Saltaron pues al feudo donostiarra los siguientes hombres: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Torrent, Zabalza; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rifé. Y la victoria sonrió esta vez al Barça por 0 a 2, marcados por el guardameta local Zubiarraín en su propia puerta y por el resucitado Pereda. En la vuelta, el Barça aplastará a los blanquiazules con un inapelable 6 a 1 (Mendonça 3, Rifé, Pereda y Gallego). Y el sorteo de cuartos de final va a deparar un duelo de históricos que hacía tiempo que no se producía: Athletic de Bilbao-Barcelona, con la ida en el «Camp Nou». Una eliminatoria sobre el papel muy complicada.

Noticias de las categorías inferiores… El equipo infantil del Barça se proclama campeón de España en la fase final celebrada en Málaga, con estos resultados: 2-1 al Sevilla, 5-0 al OJE de Salamanca, 1-0 al Puerto malagueño, y 2 a 0 al Inmaculada de Gijón. Por otra parte el Condal, que militaba en Tercera División, reforzado por el jugador barcelonista Jiménez –y durante la temporada regular también por Martí Filosía–, va a intentar el asalto a la Categoría de Plata del fútbol español, pero es eliminado por el Orense, al perder en la ciudad gallega por 2 a 0, y vencer en el «Camp Nou» por un insuficiente 2-1. Es de reseñar que los orensanos habían ganado absolutamente todos sus partidos de Liga en su grupo de Tercera, una proeza insólita que reflejaron puntualmente numerosos medios de comunicación.

Se celebra el encuentro de ida de los cuartos de final de la Copa del Generalísimo en el estadio azulgrana. Vence el Barça por un muy esperanzador 3-1, aunque el partido distó mucho de ser un paseo para los catalanes, ya que su tercer tanto no llegó hasta el minuto 89. Jugaron: Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Oliveros, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rifé. Fue precisamente Quimet quien abrió el marcador, para empatar luego el defensor vasco Echeberría, redondeando Oliveros el resultado definitivo con dos oportunas dianas. Chus Pereda, que estaba a punto de cumplir treinta años y parecía atravesar una segunda juventud, cuajó una fenomenal actuación. En la vuelta en La Catedral, el héroe del partido va a ser Salvador Sadurní, que lo paró todo haciendo honor a su nombre de pila, y el Barça siguió adelante en la competición merced al empate sin goles conseguido en «San Mamés»

Por estas fechas se produce otra triste noticia para la gran familia barcelonista. Fallece Modesto Amorós, quien durante la friolera de 46 años estuviera al servicio del Barça como utillero y cuidador del material (siendo sustituido en dicho puesto, al jubilarse, por Claudio Pellejero). Con él se iba un trozo de historia viva del Barcelona, casi medio siglo, y también una gran persona, muy querido por todos los jugadores con los que tuvo estrecha relación. Y en otro orden de cosas, el Real Murcia realiza gestiones –aunque sin éxito– para conseguir los servicios de Borrás y Vidal, al mismo tiempo que aterrizan en el «Camp Nou» una serie de futbolistas, para ser sometidos a prueba: los paraguayos Ferreira y Colman, el goleador leonés García, y el veloz extremo zurdo avilesino Emiliano. Ninguno de ellos se quedaría en el Barça.

Las semifinales de la Copa van a deparar un auténtico plato fuerte a los aficionados, un Atlético de Madrid-Barcelona que para los azulgranas podía constituir la revancha de la eliminatoria del año anterior, en la que habían sido doblemente derrotados por los colchoneros. El primer partido, disputado en el «Manzanares» bajo un fuerte calor, termina con un escueto 1 a 0 favorable a los propietarios del terreno, tanto conseguido a los nueve minutos  de juego por el rojiblanco Luis al rematar de cabeza una falta botada por Ufarte. El resultado podía considerarse francamente benigno para el Barça, que no había hecho un buen partido pero esperaba darle la vuelta a la eliminatoria con el apoyo de su público.

Otro refuerzo más: Juan Carlos Pérez, conocido futbolísticamente como Juan Carlos, centrocampista del Racing montañés, y a quien llamaban “el Pirri de Santander”. Con esta nueva adquisición prosigue la política de fichajes modestos, a la espera de que cuajen en magníficas realidades. Mientras, la cantera catalana le ofrece al Barça un ramillete de jóvenes con un envidiable futuro por delante: el guardameta Mora, el defensa Sanjuan, el interior García Castany, el punta Alfonseda…Y una esplendorosa realidad, sin ir más lejos, es Gallego, indiscutible central de la Selección Nacional, que va a ser galardonado con el Trofeo “Patricio Arabolaza”, instituido por los diarios “Arriba” y “Marca” para premiar la Furia Española.

Se disputa en el «Camp Nou», coincidiendo con la Verbena de San Pedro, el decisivo encuentro de vuelta de la semifinal Barça-Atleti. Fue un choque pleno de nervios y plagado de incidencias, en la mejor tradición copera. En la primera parte se adelantaron los madrileños con gol de Adelardo, poniendo las cosas muy cuesta arriba. Ya mediada la segunda mitad va a producirse la jugada más polémica del partido. Mendonça es objeto de penalty en el área colchonera, por sendos agarrones de San Román y Griffa. La clara falta, que no dejaba lugar a dudas, va a ser señalada por el colegiado balear señor Rigo (un árbitro ya sobradamente familiar para jugadores y aficionados barcelonistas), siendo muy protestada por los visitantes. El máximo castigo lo lanza Fusté, equilibrando el marcador, y muy poco después Zaldúa hace el 2-1 que empata la eliminatoria (en 1968, conviene recordarlo de nuevo, no se aplicaba aún el valor doble de los tantos conseguidos en campo contrario en caso de igualdad). El partido entra entonces en una fase de gran emoción e incertidumbre, hasta que – ya en período de descuento, pues se habían perdido varios minutos en atender y retirar al jugador rojiblanco Iglesias, lesionado– será nuevamente el navarro Zaldúa, entrando al remate de forma harto heterodoxa ¡con la rodilla!, quien consiga el tanto que le da al Barça al pase a la final.

Como es lógico y natural, se desborda la alegría entre los seguidores barcelonistas, que en gran número invaden el terreno de juego para abrazar alborozados a sus ídolos. Es en ese preciso momento cuando tiene lugar un lamentable incidente, ya que la Policía Armada –los tristemente célebres Grises– va a disolver con contundencia –a porrazo limpio, vamos– una espontánea manifestación de júbilo, de carácter estrictamente deportivo, produciéndose las correspondientes carreras y contusiones, algo a lo que el público que permanecía en las gradas responderá increpando a las fuerzas represivas y lanzando masivamente almohadillas, en una escena insólita en nuestros campos, y que de nuevo tiñe de sangre el coliseo blaugrana, al igual que sucediera en «Les Corts» en 1952, en el curso de aquel Barça-Español que pudo degenerar en auténtica catástrofe (y que al parecer se cobró alguna víctima mortal) Pero también va a haber  sus más y sus menos en el mismísimo vestuario de los flamantes finalistas… En esta ocasión, los protagonistas fueron el directivo blaugrana Pere Baret y el ex  presidente de la entidad Enric Llaudet, quien arremetió contra el primero con la intención de agredirle, lo que causó una gran sorpresa entre todos los presentes, a despecho de las malas relaciones que siempre habían mantenido en el pasado ambos personajes.

Sin embargo, incidentes al margen, lo destacable era que –cinco años después– el Barça iba a jugar de nuevo una final de Copa. Claro que en esta ocasión las cosas no parecían tan sencillas como en 1963, cuando se derrotó por un claro 3 a 1 a un entonces bisoño Real Zaragoza y en el propio «Camp Nou», bajo la mirada del Dictador y todos sus dignatarios. En esta oportunidad, el adversario iba a ser nada menos que el Real Madrid, y el escenario del choque el mismísimo estadio «Santiago Bernabéu», un marco nada neutral y bastante más hostil para los azulgranas de lo que lo fuera el feudo catalán para los aragoneses. Y la prensa madrileña, una vez que se conoce que el omnipresente Rigo será el árbitro de la final, tampoco contribuye a rebajar precisamente la tensión, insinuando cierta parcialidad del colegiado balear. Tal era el enrarecido ambiente que le esperaba el Barça en la Casa Blanca  el 11 de julio de 1968.

Pero mientras llegaba el momento de la verdad, la hora de meterse en la boca del lobo y jugarse toda la temporada a una sola carta, el equipo de Artigas ultima su preparación con un par de encuentros amistosos internacionales en el «Camp Nou». El primero sirve como presentación para Juanito, uno de los nuevos fichajes, y tiene como rival a un prestigioso cuadro austriaco, el Rapid de Viena. El resultado es de empate a dos, y el menudo delantero gaditano va a apuntar buenas maneras, marcando uno de los tantos barcelonistas. El otro partido tiene como rival a los portugueses de Os Belenenses, y termina con una clara victoria azulgrana por 4 a 1. En este choque puede alinearse el quinto Carles Rexach, gracias a un permiso concedido por sus superiores militares.

El día 11 de julio, en el «Santiago Bernabéu» y con toda la afición española congregada delante del  televisor, va a disputarse algo más que una final de Copa, uno de esos partidos llamados a convertirse en historia de nuestro fútbol. Y no precisamente por su nivel de juego, tirando a mediocre, sino por el cúmulo de  incidencias que se producirían dentro y fuera del césped, así como por la significación tan especial que tendrá el resultado final. A las órdenes del colegiado balear Antonio Rigo Sureda, puesto en la picota por el madridismo ya antes de que echase a rodar el balón, los dos equipos finalistas saltan al campo con las siguientes alineaciones: por el Real Madrid, Betancort; Miera, Zunzunegui, Sanchís; Pirri, Zoco; Serena, Amancio, Grosso, José Luis y Miguel Pérez, y por el Barcelona, Sadurní; Torres, Gallego, Eladio; Zabalza, Fusté; Rifé, Zaldúa, Mendonça, Pereda y Rexach. Actúan como capitanes el cántabro Miera y el navarro Zaldúa, respectivamente.

Un error que vale un título: Zunzunegui bate a Betancort, pero él no quería...

Un error que vale un título: Zunzunegui bate a Betancort, pero él no quería…

En el Madrid hay ausencias importantes, como las de los habituales titulares Junquera, Calpe, De Felipe –lesionado casi toda la temporada–, y sobre todo su ala izquierda, compuesta por Velázquez y el veterano Gento, mientras que el Barça presenta a su once de gala, ya que a última hora Rexach ha recibido permiso de sus mandos para desplazarse hasta Madrid, lo cual deja fuera de la alineación al andaluz Ángel Oliveros, que venía actuando muy satisfactoriamente durante todo el torneo. El partido se pone muy pronto en franquía para el Barcelona, ya que a los 6 minutos de juego un centro de Rifé es desviado hacía su propia portería por el central madridista Zunzunegui, batiendo involuntariamente a Betancort. A partir de ese momento el equipo blanco se lanzará a un furibundo acoso sobre el portal defendido de forma sensacional –y en ocasiones providencial– por Sadurní, con esporádicos contragolpes del lado azulgrana. El Barça sobrevive como gato panza arriba, y la presión del Madrid se acentúa aún más si cabe en la segunda mitad, período en el que van a producirse algunas jugadas conflictivas dentro del área barcelonista, sobre todo un presunto derribo a Serena que exacerbará de tal forma los ánimos de los seguidores locales, hasta el punto de ocasionar el lanzamiento de numerosos envases de vidrio desde las gradas al terreno de juego, con grave riesgo para la integridad física de los futbolistas. Pero el marcador ya no se  moverá, y el Barcelona va a proclamarse nuevo campeón de Copa tras cinco largos años de sequía de títulos nacionales.

El General Franco hace entrega del trofeo que lleva su nombre a Zaldúa, el capitán azulgrana, pero los jugadores azulgranas no podrán dar la tradicional vuelta de honor alrededor del campo debido a la lluvia de objetos arrojados desde la grada con una total falta de deportividad y civismo, impactando alguno de ellos incluso en la propia copa y abollándola. Pero al parecer aquella cálida noche de julio el mal comportamiento no fue algo privativo de varios centenares –si no miles– de exaltados hinchas madridistas… En el palco de autoridades se va a producir una jugosa anécdota de tintes surrealistas, siempre según testimonios del bando catalán: al finalizar el encuentro con la victoria culé, la esposa del ministro de la Gobernación, general Camilo Alonso Vega, le dice al presidente madridista: ¡Qué pena, Santiago, hemos perdido!” Alonso Vega, tratando de mostrarse diplomático, tercia: “Anda, mujer, felicita al presidente del Barcelona” –por Narcís de Carreras, allí presente–, a lo que doña Ramona Bustelo, ni corta ni perezosa, responde, dejando las cosas aun peor: “Claro, le felicito. Porque Barcelona también es España, ¿no?» A Carreras no le sale del alma otra cosa más que un elocuente no fotem, Senyora ( “no me j…, Señora” )

Presidente y entrenador exultantes de felicidad tras un triunfo épico.

Presidente y entrenador exultantes de felicidad tras un triunfo épico.

En Barcelona el recibimiento a los triunfadores del «Bernabéu» va a ser apoteósico, como hacía muchos años que no se veía en la Ciudad Condal. En el Aeropuerto de El Prat les aguardaban millares de aficionados, exhibiendo pancartas tan expresivas como una que rezaba “Bienvenidos héroes, supervivientes de la selva virgen”, u otra donde, debajo de una botella, podía leerse ”Arma secreta del Real Madrid”. El partido va a ser conocido desde aquel momento como la Final de las botellas (y hablando de botellas, a raíz de este encuentro la Federación Española de Fútbol va a prohibir la venta de bebidas con envase de cristal en todos los campos del país, pagando el pato, como tantas veces, justos por pecadores). Más tarde, la expedición barcelonista acudirá a la Basílica de La Mercé, a postrarse a las plantas de la Patrona de la ciudad, para terminar su recorrido triunfal en la Plaça Sant Jaume, el tradicional escenario de las grandes solemnidades culés, entre el clamor y los vítores de una auténtica muchedumbre que colapsaba los accesos. En el Ayuntamiento, el presidente Carreras, en catalán, ofreció la Copa a la ciudad y a sus seguidores, respondiéndole el Alcalde, señor Porcioles, también en lengua vernácula. Con posterioridad a este acto protocolario, fueron presentados desde el balcón del Consistorio todos y cada uno de los jugadores del equipo campeón de España, aclamados por su fervorosa hinchada.

Tampoco tenía desperdicio el inefable parte médico que hizo público el Real Madrid después de finalizado el encuentro: “José Luis: conmoción cerebral al recibir una patada de Pereda sobre la apófisis mastoides. Pirri: luxación de la articulación acromion clavicular, por la voltereta que le hizo dar Eladio. Será operado el sábado por la mañana en el Sanatorio Ruber. Serena: contusión sobre el muslo derecho por rodillazo de Zabalza”. Evidentemente, en lugar de tratar de calmar unos ánimos muy exaltados, venía a echar más leña al fuego…

Y con las imágenes de la gesta del «Bernabéu» aún muy vivas en la retina de los aficionados, cae definitivamente el telón sobre la temporada futbolística 1967-68, que para el Barça y el barcelonismo había sido una de las más agitadas de los últimos años, con un relevo presidencial, una trágica desaparición, y un valioso título cosechado en sus postrimerías. Los culés confiaban en que el equipo hubiese enderezado ya su errático rumbo anterior, y esperaban que el trofeo recién conquistado marcara el comienzo de una nueva era de satisfacciones y éxitos deportivos, bajo la batuta del triunvirato Carreras -Balmanya-Artigas. La situación económica del club estaba mejorando, lenta pero perceptiblemente, y la gran inyección financiera que había supuesto la venta de «Les Corts» iba notándose ya en la paulatina reducción de la deuda. Optimismo era lo que se respiraba en este largo, cálido y por tantas razones inolvidable verano de 1968.




Roque Olsen: Disciplina, mucha disciplina (1965-1967). Segunda parte.

Nunca en lo que iba de década se había vivido en Can Barça un clima tan optimista como en los prolegómenos de la campaña 66-67. Y la euforia no podía achacarse precisamente a los nuevos fichajes, aunque uno de ellos en concreto vaya a traer mucha cola, pero de eso ya hablaremos más tarde…Por lo pronto, hay que destacar dos hechos que iban a tener una gran importancia de cara al futuro barcelonista: la creación del Trofeo “Joan Gamper”, y el traslado de la sede social y las oficinas del club a una vieja masía de principios del siglo XVIII, reconstruida al efecto. Cuenta la leyenda que al presidente Enric Llaudet se le ocurrió la idea del “Gamper” jugando al billar. Sea o no cierta la anécdota, la verdad es que el proyecto va a constituir un rotundo acierto. Se trataba de un nuevo torneo de verano, a imagen y semejanza de los ya clásicos “Carranza” y “Teresa Herrera”, un cuadrangular que serviría tanto de presentación del equipo y sus novedades de cada temporada ante una afición ávida de fútbol tras el paréntesis estival, como de fuente de ingresos suplementarios para las arcas del club, que aunque contaban ya con la perspectiva de una gran inyección económica debido a la venta de «Les Corts», siempre andaban necesitadas de dinero. Y, por supuesto, el “Gamper” cumpliría también la misión de honrar la memoria del fundador del Club, una personalidad  muy poco apreciada por el régimen franquista. Así lo probaba el hecho de la desaparición de su nombre de la calle que se le dedicó antes de la Guerra Civil, y tampoco había podido prosperar la propuesta para que se bautizase como “Estadio Gamper” al «Camp Nou» (que tras consulta a los socios, la temporada anterior, había recibido la aséptica denominación oficial de “Estadio del Club de Fútbol Barcelona”), después de que  fracasasen, por diferentes motivos, los intentos de darle el nombre de Miró-Sans o Kubala, este último bastante poco oportuno después de la sonada marcha de Laszi al Español.

El Barça recupera un edificio histórico llamado a hacer historia.

El Barça recupera un edificio histórico llamado a hacer historia.

En cuanto a “La Masía”, una  vieja muestra de la arquitectura tradicional  catalana, levantada en 1702 en el lugar denominado Can Plans, esta había servido como almacén de maquetas y planos durante la construcción del «Camp Nou», y ahora va a sustituir al coqueto chalet modernista del Pasaje Méndez Vigo como sede de las oficinas del club, albergando también la sala de trofeos y la planta noble. Al acto de su inauguración, el 26 de Septiembre de 1966, se le dará un gran realce social. Pero estaba escrito que no iba a terminar ahí la historia del más que centenario edificio…

Pasando al obligado capítulo de altas y bajas, y empezando por los que se marchaban, a las ya conocidas retiradas de Rodri, Gracia, Kocsis y Gensana (quien, sin embargo, aún seguiría jugando algunos partidos con el Condal, por pura afición), va a unírseles, sorprendentemente, la de un Martí Vergés aún relativamente joven –32 años– y en plenitud de facultades físicas, tal como lo atestiguaban los 31 partidos, casi todos ellos oficiales, que el gerundense había disputado en la temporada anterior. También abandonaba el Barça el navarro Serafín, rumbo al Real Murcia. Había gozado de escasas oportunidades, ciertamente, pero en ellas tampoco demostró grandes cosas. Más importante –aunque dejaba el puesto bien cubierto– era el retorno de Pesudo a su club de origen, el Valencia. Por el contrario, un solo fichaje de cierto relieve, a falta de otra operación aún por resolver, y pendiente de cuestiones federativas de altura. Se trataba del centrocampista uruguayo Eduardo Endériz, que militaba en las filas del Real Zaragoza. Va a venir, no obstante, convaleciente aún de una seria lesión. También se incorporan a la primera plantilla seis jóvenes futbolistas procedentes del filial CD Condal: Rexach, Pujol –ambos ya habían debutado oficialmente hacía más de un año–, el guardameta Rodés, el defensa Borrás, el centrocampista Mas, y el espigado delantero Narcís Martí Filosía. El Barça, de este modo, parecía realizar una fuerte apuesta a favor de la cantera. Por consiguiente, la plantilla del CF Barcelona para la temporada 66-67 va a quedar configurada de la siguiente manera: Sadurní, Reina, Rodés, Benítez, Gallego, Eladio, Foncho, Olivella, Borrás, Muller, Torres, Montesinos, Endériz, Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté, Zaballa, Mas, Vidal, Marti Filosía, Rexach, Seminario y Pujol. En total, 24 jugadores, catorce de ellos catalanes.

El capitán Zaldúa recibe el Primer Trofeo Joan Gamper de manos del hijo del homenajeado, ante la mirada del presidente Llaudet y el gobernador civil de Barcelona y futuro ministro de la Gobernación, Tomás Garicano Goñi.

El capitán Zaldúa recibe el Primer Trofeo Joan Gamper de manos del hijo del homenajeado, ante la mirada del presidente Llaudet y el gobernador civil de Barcelona y futuro ministro de la Gobernación, Tomás Garicano Goñi.

Tras varios encuentros amistosos a lo largo de la región –Réus, Lérida, Granollers–, el Barça va a presentarse ante su público con motivo de la primera edición del torneo “Joan Gamper”. Van a completar el póker de participantes el Anderlecht belga, el Nantes francés y el Colonia alemán. Los azulgranas romperán el fuego el día 30 de Agosto de 1966, enfrentándose a los de Bruselas con la siguiente e histórica alineación: Reina; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa. Van a vencer por 2 goles a 1, siendo sus autores Fusté y Zaldúa. En la gran final del 1 de Septiembre se enfrentan al Colonia, que había superado en el primer partido al Nantes por 3 a 2 (en la consolación, los belgas apabullarían a los bretones por 7 a 0). Olsen repitió equipo, y en un partido discreto y bronco el Barça se impuso por 3 a 1 a los renanos, conquistando así su primer “Gamper”. Fusté, Rifé y Vidal obtuvieron los goles azulgranas, pero Quimet y el guardameta Reina van a resultar lesionados de consideración.

El sábado 10 de Septiembre, en partido adelantado a la jornada, el «Camp Nou» levantó el telón de la Liga 66-67. El anfitrión recibe al Córdoba, que pese a adelantarse en el marcador y plantear un partido netamente defensivo, acabará sucumbiendo por un claro 4 a 1. Fusté, Montesinos, Vidal y Zaballa hicieron los goles de un Barcelona que formó con: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Zaballa, Muller, Zaldúa, Fusté y Vidal. Un buen aperitivo para el encuentro de ida de la finalísima de la Copa de Ferias del siguiente miércoles ante el Real Zaragoza. La ilusión por conquistar un título que se le resistía al Barça desde 1960 –fecha del último triunfo– era enorme, pero también lo será la decepción, pues tras los primeros 90 minutos el marcador va a señalar un 0 a 1 favorable a los maños. El tanto de Canario ponía las cosas muy difíciles para la vuelta. Jugaron los mismos once que lo hicieron en el estreno liguero contra el Córdoba.

Pero el milagro va a producirse siete días más tarde en «La Romareda». Olsen introduce cambios en la formación –Foncho por Benítez, el debutante Mas por Muller– , e incorpora también al joven Lluís Pujol (19 años) en lugar de Seminario, inicialmente designado y repentinamente enfermo. Este fue el once que saltó al terreno aragonés para disputar el segundo acto de la final ferial: Sadurní; Foncho, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Zaballa, Mas, Zaldúa, Fusté y Pujol. Los locales, por su parte, pusieron en liza a los mismos jugadores que habían vencido en el «Camp Nou», es decir: Yarza; Irusquieta, Santamaría, Reija; Páis, Violeta; Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra. El partido va a resultar muy emocionante, con constantes alternativas, y Torres y Canario resultarán expulsados. Esta fue la marcha del tanteador:

3´     0-1      Pujol

24´   1-1      Marcelino

86´   1-2      Pujol

87´    2-2     Marcelino

89´    2-3     Zaballa

112´  2-4     Pujol

La plantilla azulgrana posa con el trofeo conquistado en Zaragoza

La plantilla azulgrana posa con el trofeo conquistado en Zaragoza

Con el 2 a 3 (cabe recordar, una vez más, que entonces los goles conseguidos en campo contrario todavía no tenían valor doble en caso de empate), se llegó a la prórroga, y en ella Pujol, culminando un letal contraataque, marcará el tanto decisivo, a pocos instantes del final. El noi de Castellbell i el Vilar va a entrar así en la historia barcelonista con letras de oro, y el club se apunta su mayor éxito deportivo en lo que iba de década. ¿Habría cambiado con este resultado su ya tradicional dinámica perdedora? Pronto saldríamos de dudas…

Por lo pronto, el partido del día 25 de Septiembre contra el CD Sabadell va a ser una fiesta: desfile de las distintas secciones del club, actos folklóricos, y el capitán Zaldúa mostrando la tercera Copa de Ferias a la fiel y sufrida hinchada culé desde el centro del terreno de juego. El encuentro, sin embargo, no pasaría de discreto, y el Barça se va a anotar la victoria por 2 a 0, con tantos de Vidal y Zaballa, que acabaron doblegando la cerrada defensa arlequinada. Esta fue la alineación: Sadurní; Foncho, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Zaballa, Endériz –que debutaba y resultó lesionado–, Zaldúa, Fusté y Vidal. Llamaba poderosamente la atención la ausencia en el equipo titular de Pujol, el héroe de «La Romareda». A efectos clasificatorios, esta no era para el Barça la tercera jornada, sino en realidad la segunda, puesto que aquella había sido aplazada hasta noviembre a causa de las obras de construcción del nuevo campo del Atlético de Madrid en la ribera del Manzanares, aun no concluidas.

Todavía bajo los efectos de la euforia, el Barça viaja a Elche para medirse al equipo local. El resultado va a ser sin duda alguna el más llamativo de la jornada. A la media hora de juego vencían los azulgranas por 1 a 3, pero el cuadro franjiverde reaccionó brillantemente y acabó llevándose el partido. Zaldúa y Pujol (en dos ocasiones) marcaron los goles de un sorprendente –y sorprendido– Barça, que formó con: Sadurní; Foncho, Gallego; Eladio; Montesinos, Torres; Zaballa, Muller, Zaldúa, Mas y Pujol. El ex condalista Molina, ahora en las filas ilicitanas, marcó dos goles. Y con todo y ser anormal el resultado de «Altabix», aún lo va a ser más el registrado la siguiente jornada en el «Camp Nou», uno de esos que destroza cualquier quiniela. El Pontevedra, vicecolista, dio la gran sorpresa al llevarse los dos puntos del feudo azulgrana merced a un estupendo trabajo defensivo y al acierto en un contragolpe del único internacional granate, Neme. El Barça, por supuesto, estuvo rematadamente mal en ataque. Jugaron, y perdieron contra todo pronóstico: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Zaballa, Zaldúa, Vidal, Fusté y Pujol. La clasificación estaba comandada por el Valencia, con 9 puntos, seguido por el Real Madrid con 8 y el Español con 7. El Barça era undécimo, con sólo cuatro puntos aunque con un partido menos.

Aprovechando la festividad del 12 de octubre, la Virgen del Pilar, el Barcelona va a rendir un cálido, emotivo y muy merecido homenaje a los recientemente retirados Sigfrid Gracia y Martí Vergés. El contrincante elegido para tan señalada ocasión  será nada más y nada menos que el Benfica lisboeta, de infausto recuerdo para todos los culés, con su gran estrella al frente, el mozambiqueño Eusebio, máximo artillero del Mundial de Inglaterra celebrado sólo unos meses antes. El partido resultó muy entretenido, y finalizó en tablas –Zaballa y el propio Eusebio fueron los goleadores–, y quedan para la historia ambas formaciones: por el Barça, Sadurní; Benítez, Gallego, Gracia (Eladio); Vergés (Montesinos), Torres; Pereda, Muller, Zaldúa, Martí Filosía y Zaballa, y por los portugueses, Costa Pereira; Cavem, Humberto, Jacinto; Cruz, Santana; Coluna, Nelson, Torres, Eusebio y Yuca.

No era muy habitual que el Barça perdiese tres encuentros seguidos de Liga, pero tal hecho va a producirse en este mes de Octubre de 1966. El rival es ahora el Español, que estaba mostrándose como la auténtica revelación del campeonato, con una delantera goleadora formada por Amas, Rodilla, Re, Marcial y José María, cuyo brillante juego les mereció el calificativo de “Los Cinco Delfines”. El encuentro de «Sarriá» va a levantar una gran expectación, pero los periquitos serán netamente superiores, fraguando su victoria en el primer tiempo, para luego pasar a defenderla. Rodilla y Re marcaron los dos goles blanquiazules, y en el Barça –que jugó francamente mal– hizo su debut oficial el espigado delantero ampurdanés Narcís Martí Filosía. Este fue el equipo presentado por Roque Olsen: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Gallego, Torres; Zaballa, Muller, Zaldúa, Martí Filosía y Pujol. El Barça, con este resultado, caía a zona de promoción, a seis puntos ya del líder, el Valencia.

La Liga se detiene para que la Selección Española se enfrente a  la de la República de Irlanda en Dublín, en encuentro valedero para la Eurocopa, y el Barça le devuelve al Benfica la visita que el cuadro lisboeta le hizo días antes, con motivo del homenaje a Gracia y Vergés. Van a imponerse los lusos por un gol a cero. La derrota no acrecienta el prestigio internacional del Barça, pero no tiene mayor trascendencia. Sí la tiene, en cambio –y mucha– la que va a sufrir el Barça en el propio «Camp Nou» a pies de un modesto conjunto escocés, el Dundee United, en la primera eliminatoria de Copa de Ferias que disputaba después de haberse coronado campeón frente al Zaragoza (1-2). Pésimo partido azulgrana, que formó con Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Fusté, Torres; Pereda, Muller, Zaldúa, Martí Filosía y Rifé, que de este modo hacía su reaparición después de la lesión sufrida ante el duro Colonia. Fusté va a marcar el único gol barcelonista. El enfado de la afición es patente, pero el capitán de la nave –que incluso se encontraba fuera de Barcelona la noche en que se despidió a Gracia y a Vergés– parecía no inmutarse. De hecho, Llaudet se guardaba un as en la bocamanga. Y nunca mejor dicho…

Mientras, el Barça continúa su gris periplo liguero. Derrota sin demasiados problemas al Granada por 3 a 0, en un partido cuya única historia fueron los dos goles conseguidos por el defensa Eladio (el otro lo hizo Vidal). Estos fueron los vencedores de los granadinos: Sadurní; Foncho, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Vidal, Fusté y Zaballa. Y el 1 de Noviembre, aprovechando la festividad de Todos los Santos, el Barça disputa por fin su partido aplazado en el nuevo feudo del Atlético de Madrid. Esta vez sí, esta vez el equipo cuaja un buen partido, y con un gol de Zaballa se lleva los dos puntos. Jugaron por primera vez en el flamante estadio a la vera del Manzanares: Sadurní; Benítez, Gallego, Foncho; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Vidal, Fusté y Zaballa.

La mayor goleada de la temporada la consiguieron estos once: Sadurní; Benítez, Gallego, Foncho; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Vidal, Fusté y Zaballa

La mayor goleada de la temporada la consiguieron estos once: Sadurní; Benítez, Gallego, Foncho; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Vidal, Fusté y Zaballa

El Barça es quinto en la general, con 8 puntos, a cuatro del líder, el Valencia. Y será cuarto al final de la siguiente jornada, la octava, ya que consigue otro excelente resultado a domicilio en Zaragoza. Dominaron más los locales, pero un error defensivo blanquillo propició que Zaballa, nuevamente, marcase el único gol del partido. Jugaron los mismos once que acababan de derrotar a domicilio a los colchoneros. Y en la novena jornada va a confirmarse la recuperación barcelonista con un inapelable 5 a 0 al Sevilla en el «Camp Nou». Se alineó la misma formación triunfante en Madrid y Zaragoza, y los goles fueron obra de Costa (en propia meta), Rifé, Fusté y Vidal en dos ocasiones. El Sevilla causó una paupérrima impresión, y se situaba como penúltimo de la tabla, con sólo 6 puntos y cuatro negativos. El Barça, por su parte, ya era tercero –empatado con el Español–, a solamente dos puntos de los líderes Valencia y Real Madrid.

A la jornada siguiente visitaría el «Bernabéu», y el resultado podría ser esclarecedor para su futuro en el campeonato, pues sacar algo positivo del feudo merengue le daría alas. Pero antes había que jugar la vuelta de la Copa de Ferias contra el Dundee United en tierras escocesas. Los azulgranas traían un marcador  desfavorable del encuentro de  ida, pero  eran perfectamente capaces de invertir la situación. Torres más altas ya habían caído, y tan sólo era preciso recordar la reciente final contra el Zaragoza, pero en esta ocasión no se va a repetir el milagro. En un terreno difícilmente practicable, el Barça se hundió de nuevo y encajó un claro 2 a 0 que le dejó fuera de su Copa de Ferias a las primeras de cambio. Estos fueron los  protagonistas del nuevo fiasco continental: Sadurní; Benítez, Gallego, Foncho; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Vidal, Fusté y Zaballa.

Con este panorama, los mismos once futbolistas  saltarán al césped del Estadio «Santiago Bernabéu» –en mucho mejor estado– para intentar reeditar el éxito de la temporada anterior. Sin embargo tal cosa  no va a ser posible, en un encuentro marcado por una extraña decisión arbitral. El empate a cero se mantendrá durante todo el tiempo reglamentario, y en ello va a tener bastante que ver el acierto de Sadurní, deteniendo varios balones con marchamo de gol, pero cuando ya pasaban tres minutos de la hora  –el árbitro, el vizcaíno Ortiz de Mendíbil, alegaría después que se le había parado el reloj– el madridista Veloso conseguiría batir por fin la meta barcelonista, anotando el gol del triunfo para sus colores, aunque el partido se iba a prolongar todavía hasta un teórico minuto 98 (otras fuentes hablan incluso del 102). Sea como fuere, el barcelonismo en pleno se mostraría indignado por el incidente, que vendría así a privarle de un magnífico resultado. Ahora, por el contrario, la brecha entre ambos equipos se ampliaba a 4 puntos de diferencia.

Siete días más tarde el Barça recibe al Hércules de Alicante en el «Camp Nou», con los cambios de Olivella por Gallego –sancionado a causa de sus discrepancias verbales con el árbitro del «Bernabéu»– y Zaldúa por Vidal en el eje del ataque. Un gol del reaparecido ariete navarro, otro de Fusté y dos de Rifé son suficientes para lograr un claro 4 a 1 en un partido sin historia. El Barça seguía a cuatro puntos de la cabeza. Que aumentarían a cinco a la semana siguiente, aunque un empate sin goles en el siempre difícil «San Mamés» no dejaba de ser un buen resultado. Seminario suplió al lesionado Zaballa en la punta izquierda del ataque, y Sadurní cuajó otra espléndida actuación bajo los palos. Y se van a pasar apuros para superar a  la Unión Deportiva Las Palmas en la decimotercera jornada (2 a 1). En una tarde de mal juego, el Barça consiguió darle la vuelta al marcador con goles de Rifé y el amarillo José Luís en propia puerta. Antes había anotado Gilberto para los canarios. Zaldúa, siempre valiente e impetuoso, sufrió una espectacular brecha en la cabeza. Actuaron los mismos once que lo habían hecho en Bilbao.

Todos los futbolistas –y máxime los delanteros– sueñan con una actuación como la que cuajó Peru Zaballa la noche del 18 de Diciembre de 1966, en un partido contra el Deportivo de La Coruña televisado en directo para toda España. Reaparecía el buen exterior cántabro, y al anunciarse su alineación por los altavoces parte del público la recibió con silbidos, silbidos que se trocarían en aplausos después de ver cómo el de Castro Urdiales conseguía cuatro goles –dos de ellos de bellísima factura–, en el que sin duda fue su encuentro más completo  vestido de azulgrana (el otro tanto lo obtuvo Rifé, y sirvió para abrir el marcador en la primera parte). Y eso que los gallegos no lo hicieron mal del todo, no obstante. Jugaron en la inolvidable noche del montañés: Sadurní; Benítez, Gallego –que volvía también al equipo, una vez cumplida su sanción–, Foncho; Muller, Torres; Rifé, Pereda, Vidal, Fusté y Zaballa. Y con un amistoso en el «Camp Nou» frente al F.A.R. marroquí, en el tradicional partido navideño, el Barça va a cerrar un agridulce año 1966. El resultado fue de 4 a 0 (Zaldúa 2, Fusté y Vidal), y el choque sirvió para ver en acción a hombres poco habituales, tales como Reina –que reaparecía igualmente después de su intervención quirúrgica–, Borrás, Rexach o Pujol.

Es el momento ahora de referirnos a un curioso caso que va a producirse durante esta temporada, protagonizado por un fenomenal futbolista brasileño, el delantero del Flamengo de Río de Janeiro Walter Machado Da Silva, Silva, para abreviar. Se trataba de un excelente jugador de color –como se decía entonces–, que se caracterizaba por una técnica exquisita y un gran poderío rematador, una auténtica perla negra, vamos… Incluso con anterioridad a su actuación con la Canarinha en el Mundial de Inglaterra ya había llamado la atención de Enric Llaudet, que se reservó una opción de compra. El gran problema, sin embargo, era que las fronteras españolas continuaban cerradas a cal y canto en lo relativo a la contratación de futbolistas extranjeros –una situación que duraba desde 1962–, aunque al parecer al dinámico presidente barcelonista le constaba (¿tal vez algún soplo procedente de las Altas Esferas?) que su reapertura era inminente, y con mayor motivo después del poco lucido papel de nuestra Selección Nacional en Inglaterra, lo que parecía aconsejar  el aporte de savia nueva a nuestro anquilosado campeonato doméstico… El caso es que el bueno de Llaudet, sin pensárselo dos veces, va a decidir fichar al as carioca a cambio de una cantidad de dinero que rondaba los 10 millones de pesetas, la más elevada que había pagado nunca el Barça por un solo futbolista. Llaudet –audaz hombre de empresa, al fin y al cabo– estaba convencido de que había realizado una jugada maestra, adelantándose al resto de los clubes españoles. Pero seguía siendo una jugada muy arriesgada…

Porque la normativa que prohibía la importación de futbolistas extranjeros no acababa de ser derogada, ni siquiera con la llegada a la poltrona del nuevo Delegado Nacional de Educación Física y Deportes, el catalán Juán Antonio Samaranch, sustituto del falangista Elola Olaso. Pero ello no era óbice para que Llaudet siguiese adelante con sus planes. En el mes de febrero de 1967 Silva va a volar a Barcelona, será presentado oficialmente como nuevo jugador del club, y de inmediato se incorporará a la expedición azulgrana que partía rumbo a Caracas para disputar un Triangular, junto con Botafogo y Peñarol. En la capital venezolana sólo jugará el segundo partido, ante sus compatriotas, marcando un gol. Pero volvamos unas semanas atrás, y retomemos el hilo de nuestra historia, a la espera de que llegue el tan ansiado nihil obstat de las autoridades deportivas españolas, y Silva pueda debutar oficialmente y convertirse en el gran crack que el Barcelona necesitaba desde hacía años.

La primera vuelta de la Liga 66-67 va a terminar muy negativamente para el Barça, el mismo día que se inicia el año 1967. Los de Olsen, que eran segundos, a cinco puntos del Real Madrid, visitan «Mestalla», y aunque el Valencia ya no era el de las primeras jornadas –algo, por otra parte, ya tradicional en los levantinos–, los chés le regalarán a su afición un gran partido, desarbolando por completo a los azulgranas en la segunda parte, con tantos de Poli, Ansola y el brasileño Waldo, quien tras varios años en España se alzará por fin esta temporada con el preciado trofeo al Máximo Goleador. Jugaron, y fueron abultadamente derrotados: Sadurní; Benítez, Gallego, Foncho; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa.

UNA SEGUNDA VUELTA INSUFICIENTE

Termina, pues, la primera vuelta, con un Barça muy alejado de la cabeza. Es líder destacado e invicto el Real Madrid, con 25 puntos y 11 positivos, y le siguen el Español –auténtica revelación del torneo– a cuatro puntos, el Valencia a cinco, y el Barça a seis. El balance de los blaugranas no es del todo malo (19 puntos, con nueve partidos ganados, un empate y cinco perdidos, y 30 goles a favor por 14 en contra), pero su retraso ya es preocupante. La esperanza es que se produzca una remontada semejante a la de la temporada anterior, y que el Madrid –que aún tiene que visitar el «Camp Nou» en la jornada 25– coja un bache y pueda ser alcanzado. Pero el Barça no depende en absoluto de sí mismo, y eso es siempre muy impredecible y peligroso. Sobre todo cuando se pierden partidos que a priori parecen asequibles, como el de «El Arcángel», uno de esos campos donde se debe puntuar siempre si se aspira a algo. Pero va a ser que no… El Barça se adelantó en el marcador con un gol de Vidal, pero a base de coraje los verdiblancos cordobeses remontaron hasta vencer por 2 a 1. El equipo ya estaba a siete puntos de la cabeza, y la cosa empezaba a pintar muy mal. Jugaron en la Ciudad de los Califas: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Borrás –que hacía su debut oficial con el Barça–; Rifé, Muller, Vidal, Pujol y Zaballa.

Una semana más tarde llega al «Camp Nou» el Atlético de Madrid, vigente campeón de Liga y victorioso en sus dos visitas anteriores. Pero en esta ocasión se va a imponer el Barça, aunque los madrileños se hicieron tal vez acreedores a un mejor resultado. El colchonero Urtiaga inauguró el marcador a favor de los locales, al introducir el balón en su propia meta cuando mayor era el dominio de los atléticos, y Fusté y Benítez consiguieron los otros dos goles catalanes, mientras que Luis –de penalty– y Mendonça marcaban para los rojiblancos, en cuyas filas hacía entonces sus primeras armas un prometedor y joven delantero de origen vasco y nacido en Argentina, José Eulogio Gárate, que puso en no pocas dificultades a todo un internacional como Gallego. Jugaron por el Barça: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Borrás, Torres; Zaballa, Pereda, Zaldúa, Fusté y Pujol.

Y en la decimoctava jornada el Barça va a decir ya prácticamente adiós a sus remotísimas posibilidades de obtener el título al caer derrotado en «La Creu Alta» por el Sabadell (2 a 0). Los arlequinados se encontraban en un buen momento de juego, y a la media hora ya campeaba en el marcador de su vetusto campo el resultado definitivo. Los ex azulgranas Camps y Marañón marcaron los goles vallesanos. El Barça quedaba cuarto, ya a 9 puntos del Real Madrid, todavía invicto, superado también por Valencia y Español. Olsen alineó en terreno lanero al mismo once que había derrotado por la mínima al Atlético de Madrid.

La Liga sufre un nuevo parón, que el Barça va a aprovechar para desplazarse a Caracas, para disputar el triangular citado más arriba, junto con el Peñarol uruguayo y el Botafogo brasileño. Silva, que acababa de llegar a Barcelona y había comenzado ya a entrenarse con el primer equipo, se une a la expedición, a la espera de que las autoridades deportivas españolas le brinden el tan esperado placet. Ya en la capital venezolana, el Barça logrará un excelente triunfo sobre el Peñarol, a la sazón campeón de la Copa Intercontinental, al que derrota merced a un tanto  del postergado Seminario, y pierde por 2 a 3 frente al Botafogo, en un encuentro que supuso el debut de Silva, que marcaría un gol (el otro sería obra también de Seminario). De regreso a España, la competición se reanuda el día 5 de febrero de 1967 con un Barça-Elche. Los ilicitanos acostumbraban a ser unos visitantes muy incómodos en el «Camp Nou», pero en esta oportunidad no van a ser unos rivales de consideración. El partido reflejó una amplia superioridad azulgrana, y terminó con un holgado 3 a 0 (Rifé 2, y Pereda). Pazos, el veterano meta franjiverde, le detuvo un penalty al especialista Julio César Benítez. Jugaron: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Borrás; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa.Lo más destacable de la vigésima jornada no va a ser la victoria del Barça en el complicado «Pasarón» por 0 a 1 –con lo cual les devolvía a los pontevedreses el sorprendente resultado de la primera vuelta–, sino la pérdida de la imbatibilidad del Real Madrid en «La Romareda» (2-1), en un partido en el que los madridistas se presentaron con una alineación plagada de suplentes, para reservar a la mayoría de los titulares con vistas a un crucial compromiso europeo frente al temible Inter de Milán de Suárez y HH. Volviendo al choque del Barça en las Rías Bajas, Rifé sería el autor del solitario gol que campeó en el marcador, con este equipo: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Muller, Torres; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa.

Aún con su primera derrota a cuestas, el Madrid parecía prácticamente inalcanzable. Pero si bien el título era ya una quimera, no así el subcampeonato, pues el Valencia y el Español perdían gas paulatinamente. Y era precisamente el Español el próximo visitante del «Camp Nou», en un encuentro donde se pondrían en juego dos puntos muy importantes, y en el que el Barça trataría de superar el desfavorable score endosado por sus eternos rivales en el terreno de la carretera de Sarriá. El 19 de febrero de 1967 se celebró este insólito derbi casi en la cumbre, con las siguientes alineaciones: por parte del Barça, Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Torres; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa, y por el Español, Carmelo; Osorio, Ramoní, Riera; Juan Manuel, Miralles; Amas, Marcial, Re, Rodilla y José María. Los blanquiazules sacaban un equipo teóricamente muy ofensivo, con seis Delfines en liza. Los pericos, no obstante, van a tratar de mantener el empate inicial, pero su propósito no se verá coronado por el éxito. Zaballa, Eladio y Fusté marcan por el Barça, mientras que Re hará el solitario tanto españolista. Con este resultado los azulgranas se colocaban en segunda posición, a siete puntos del Real Madrid, aventajando en uno al Español. El goal average particular entre ambos conjuntos quedaba igualado, pero el general era muy favorable a los barcelonistas.La buena racha continúa en el siguiente partido, tras el cual el Barça regresa con dos nuevos positivos de Granada, en un choque que de entrada se le puso difícil con el gol de Almagro para los andaluces, pero que consiguió remontar merced a un penalty absurdo que transformó Benítez, y a un inapelable tanto de Zaballa en el último minuto. Jugaron en «Los Cármenes»: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Torres; Rifé, Pereda, Vidal, Endériz –que reaparecía después de varias lesiones– y Zaballa. Y el martes 28 de Febrero, el Barça va a disputar en el «Camp Nou» el que sería el primero de una serie de  encuentros amistosos organizados para intentar amortizar el elevado coste del fichaje del “deseado” Silva. El rival es el Feyenoord de Rotterdam, que cae derrotado por 2 goles a 1. El astro brasileño no marcará –los tantos serán obra de Fusté y Pereda– pero les va a poner los dientes largos a los aficionados culés con algunas espectaculares acciones.

Olsen esboza una sonrisa. No debía ir mal el partido...

Olsen esboza una sonrisa. No debía ir mal
el partido…

Marzo se iniciará con otro buen resultado. El Barça vence por 2 a 1 al Real Zaragoza, con goles de Fusté y Pereda. Los maños distaban ya  de ser los de anteriores temporadas, y en el «Camp Nou» se presentaron con un nuevo y joven delantero centro procedente de la cantera aragonesa y llamado Miguel Ángel Bustillo, cuyos destinos volverían a cruzarse no tardando mucho con los del Barça. Vencieron a unos Magníficos ya en horas bajas: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Muller, Gallego; Rifé, Pereda, Vidal, Fusté y Zaballa. Y la  racha barcelonista prosigue en Sevilla, donde un claro 0 a 2 va a dejar a los hispalenses en desairada situación. Zaldúa y Fusté marcaron los goles de un Barça que formó con: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Muller, Gallego; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa. Tras este partido restan ya tan solo seis jornadas para que concluya el campeonato. El Real Madrid es líder con 39 puntos, y el Barça segundo con 33. En la siguiente jornada ambos equipos se van a enfrentar en el «Camp Nou», y en caso de victoria madridista esto supondría prácticamente asegurar el título para los blancos. Pero no será así y la Liga va a cobrar de nuevo cierto interés, dado que el Barça les  inflige a los del «Bernabéu» su segunda derrota en el torneo. Un fallo de Gallego va a dar oportunidad a Amancio para inaugurar el marcador, pero los merengues  no serán capaces de aprovechar el ligero desconcierto de sus rivales. En una buena segunda mitad azulgrana Fusté consigue el empate, y el mismo jugador logrará el tanto de la victoria en el último minuto. El colegiado balear señor Rigo –otro nombre a retener para el futuro– expulsó al defensa madridista Miera. El Barça formó con el mismo once que había vencido en el «Sánchez Pizjuán» sevillano.

Pero los esperanzadores cuatro puntos de distancia entre ambos candidatos al título, van a convertirse ya en cinco a la siguiente jornada, pues si bien el Madrid cumple con lo previsto al derrotar al Deportivo de La Coruña en el «Bernabéu», los de Olsen no pasarán del empate en «La Viña» –1-1–, frente a un Hércules que fue superior pese a debatirse en los últimos lugares. Rifé hizo el tanto de un Barça que volvió a repetir equipo por tercera jornada consecutiva. Unos días más tarde se celebra un nuevo amistoso en el Estadio, para lucimiento de Silva y consuelo del tesorero. Se va a saldar con una contundente victoria ante el Cagliari italiano por 4 goles a 1, con tantos de Seminario, Muller, Fusté y el propio as brasileño. La afición se pregunta cuándo podrá disfrutar por fin de la gran clase del carioca en un partido oficial, pero la autorización federativa sigue sin llegar…Jornada vigesimoséptima: el Madrid empata en «Mestalla» (0-0), y el Barça derrota al Athletic de Bilbao en el «Camp Nou» por 3 a 1. Los blancos están cuatro puntos arriban, pero tan sólo restan ya tres jornadas para finalizar el campeonato, y el milagro parece imposible, porque en ellas el equipo de Miguel Muñoz no tendrá que salir siquiera de la capital: dos compromisos en el propio «Bernabéu», y su primera visita al flamante estadio de la ribera del Manzanares. Ante los vascos el Barça jugó mal, pero la renuncia al ataque del rival propició el triunfo azulgrana, que se materializó con goles de Benítez –de penalty–, Zaldúa y Pereda, y estos once hombres sobre el campo: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Torres; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Seminario. Y el 9 de Abril los resultados de la jornada número 28 dan ya matemáticamente el título al Real Madrid, a falta de dos encuentros para la conclusión del torneo. El Córdoba no fue un obstáculo para los blancos –3 a 0–, mientras que el Barça perdía inesperadamente por 2 a 0 en el «Estadio Insular», en un partido en el que los amarillos se jugaban mucho y cuajaron una excelente actuación, con goles de Guedes y León. Los blaugranas presentaron en Canarias a: Sadurní; Benítez, Gallego, Eladio; Muller, Torres; Rifé, Endériz, Zaldúa, Fusté y Seminario.Con el subcampeonato ya asegurado, al Barça le restaban únicamente dos intrascendentes compromisos por afrontar. En «Riazor», con los coruñeses ya descendidos a Segunda División, rotunda victoria barcelonista en otro partido sin historia ni gran esfuerzo (0 a 3), con goles de Fusté, Endériz y Zaldúa y esta alineación: Reina –en su primer encuentro liguero con el Barça–; Borrás, Olivella, Eladio; Endériz, Gallego; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa. Y al martes siguiente, otro amistoso más para sufragar la “Operación Silva”. Esta vez el rival es el Standard de Lieja. Empate a uno, pero la gran noticia no va a ser la ya habitual presencia del brasileiro, sino el nuevo fichaje barcelonista, el delantero angoleño Jorge Alberto Mendonça, procedente del Atlético de Madrid, club donde había militado las nueve últimas temporadas.Y es que Llaudet, ante el creciente malestar de la afición a causa de la deriva deportiva y el ya más que presumible fiasco del “Caso Silva”, considera que debe retomar la iniciativa, y regalarle un caramelo a los sufridos y abnegados socios culés. Mendonça, en efecto, era un gran jugador, un delantero de enorme clase y talento, aunque no muy goleador y en cierto modo bastante frío sobre el campo. Se trataba de un futbolista inteligente, capaz de ofrecer grandes tardes, pero también de pasar casi desapercibido. Y aunque sólo contaba con 28 años, y sin estar lo que vulgarmente se dice “acabado”, de algún modo parecía ya de vuelta de bastantes cosas… Además, no va a ser un fichaje en absoluto barato, ya que el Barça tendrá que desembolsar una cantidad cercana a los 12 millones de pesetas para hacerse con sus servicios, y para más inri Llaudet pagaría otros dos millones más al Atlético para que el angoleño pudiera alinearse ya con su nuevo equipo en el inminente torneo de Copa. Una apuesta muy fuerte del visceral mandatario azulgrana, quizás demasiado fuerte…

La Liga 66-67 concluye el 23 de Abril, festividad de la Virgen de Montserrat, con un intrascendente Barça-Valencia. Triunfo azulgrana por 2 a 1, marcando los goles sendos defensas, Benítez y Gallego. Este fue el once que cerró el campeonato: Reina; Benítez, Olivella, Eladio; Endériz, Gallego; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa. El balance final del Torneo de la Regularidad va a ser como sigue: el Barça se proclamará subcampeón  (algo que no ocurría desde la temporada 63-64) con 42 puntos –un registro nada desdeñable–, a cinco del Real Madrid. Marcó 58 goles, los mismos que el campeón, pero encajó 29, siete más que éste. Teniendo en cuenta que los blancos habían perdido únicamente dos partidos, era evidente que el Barça había fallado en encuentros teóricamente asequibles, como el del «Camp Nou» ante el Pontevedra (aquel 0 a 1 que tantas quinielas rompió), la sorprendente derrota en Elche tras ir ganando 1 a 3, las dos derrotas consecutivas en campo contrario  ante Córdoba y Sabadell, y la reciente de Las Palmas. Con sólo haber ganado cuatro de esos puntos, y contando con que el Madrid-Barça hubiese terminado a su hora (con empate a cero), las cosas habrían sido muy distintas: Barcelona, 47 puntos; Real Madrid, 46. Pero, en fin, eso no eran más que meras especulaciones a toro pasado…

UNA COPA CORTA Y DESASTROSA

Último partido oficial de la temporada 66-67: Olsen abandona definitivamente el banquillo barcelonista. Tras él, el guardameta Reina

Último partido oficial de la temporada 66-67: Olsen abandona definitivamente el banquillo barcelonista. Tras él, el guardameta Reina

La Copa, como de costumbre, constituía la última tabla de salvación para dar sentido a una temporada mediocre. Arranca en el «Camp Nou», ante el recién ascendido Málaga, con un escuálido 1 a 0 para el Barça gracias a un gol de Rifé, y un nivel de juego que no invitaba precisamente al optimismo. Intervinieron: Reina; Benítez, Olivella, Eladio; Endériz, Gallego; Rifé, Pereda, Zaldúa, Mendonça y Zaballa. El nuevo fichaje Jorge Mendonça, pasó sin pena ni gloria en este su debut oficial, contagiado del espeso tono general. Pero, con todo, la eliminatoria se va a salvar sin excesivas complicaciones, ya que el Barça se apuntará un nuevo triunfo en «La Rosaleda» por 1 a 2, con goles de Vidal y Mendonça (su primer tanto en partido serio como barcelonista). Esta fue la alineación que presentó Olsen en la capital de la Costa del Sol: Reina; Benítez, Olivella, Eladio; Montesinos, Gallego; Pereda, Mendonça, Vidal, Fusté y Rifé. El sorteo quiso que se enfrentasen en octavos de final Barça y Atlético de Madrid. Los colchoneros habían despachado una Liga irregular, pero van a ser muy superiores a los azulgranas en el cómputo global de los dos partidos. En su nuevo campo se imponen por 2 a 0 a estos once barcelonistas: Reina; Foncho, Olivella, Eladio; Montesinos, Gallego; Pereda, Mendonça, Vidal, Fusté y Rifé. En el encuentro de vuelta se repite el resultado, y la parroquia culé va a hacer ostensible su enfado. Llaudet deberá abandonar el palco precipitadamente, entre generales muestras de desaprobación, con abundante música de viento y flamear de pañuelos. Estos fueron los once hombres que el día 21 de Mayo de 1967 despidieron otra temporada en blanco: Reina; Benítez, Olivella, Eladio; Montesinos, Gallego; Rifé, Mendonça, Vidal, Fusté y Zaballa.

El cierre definitivo del curso 66-67 va a tener lugar en Badajoz, donde el Barcelona tomará parte en el “Trofeo Ibérico”, empatando a un tanto con el Sporting de Lisboa y perdiendo ante los brasileños del Flamengo por 1 a 0, en un partido en el que se registraron algunas tanganas típicamente sudamericanas. Antes, el Barça había continuado su serie de amistosos  para amortizar el fichaje de Silva recibiendo en el «Camp Nou» a Standard de Lieja (1 -1), Nottingham Forest (1-2) y Peñarol (0 a 2), desplazándose también a París (empate a 2 frente al Nantes) y a la Ciudad Eterna, donde cayó ante el Roma por 2 a 0. Al concluir la temporada, la situación de Llaudet había dado un giro de 180 grados con respecto al final de la campaña anterior. Las cañas se habían trocado en lanzas, y de nada valía su buena gestión económica ante los continuos fracasos deportivos, aderezados con el “Caso Silva”, donde la DND se va a mostrar inflexible, no dando su brazo a torcer y manteniendo las fronteras de nuestro fútbol cerradas a cal y canto para los jugadores extranjeros. De este modo, Silva sólo va a poder disputar un total de 14 partidos amistosos con el Barça, y Llaudet se verá obligado a buscar desesperadamente dónde acomodarlo, decidiéndose por cederlo al Santos, el equipo de O Rei Pelé, para traspasarlo posteriormente al Flamengo, su club de origen. El mandatario  barcelonista tratará de ironizar sobre un tema que maldita la gracia que tenía, y ante la pregunta de un periodista acerca de qué iba a hacer  con Silva, respondió con una frase muy ocurrente, pero ya entonces –y mucho antes de que se inventara la expresión– muy poco políticamente correcta: “Siempre me había hecho ilusión tener un chófer negro”. El corolario de todo este desafortunado asunto será que la prohibición de importar futbolistas extranjeros va a permanecer en vigor aun durante seis largos años, hasta la primavera de 1973, cuando –y en buena medida gracias a las presiones del propio Barça, que destapó la fraudulenta maniobra de los falsos oriundos– se acabe por permitir el fichaje de dos jugadores por club.Pero de alguna manera el presidente Llaudet va a intentar capear el fuerte temporal de críticas, tomando de nuevo la iniciativa. Para ello, decide democratizar las estructuras del club, y crear un «Consejo Consultivo” formado por prohombres del barcelonismo,  que le pueda servir a modo de coartada y pararrayos. De esta especie de senado  formarán parte diversas personalidades de reconocida raigambre blaugrana, como por ejemplo el joven y dinámico financiero Pere Baret, y el fundador de “Peña Solera”, el fabricante Nicoláu Casaus. Dicho organismo va a aprobar el fichaje de un nuevo entrenador, ya que Roque Olsen –muy censurado por la prensa– había perdido incluso el respaldo de Llaudet. El elegido –la prensa barajaría varias opciones, como Fernando Riera, Aymoré Moreira, Otto Bumbel o Roque Gastón Máspoli, todos ellos sudamericanos –va a ser Salvador Artigas, un técnico barcelonés de 53 años de edad (aunque sus plateadas sienes le hacían parecer mayor). Artigas había sido en su juventud jugador del Barça durante un breve período, sirviendo en la Guerra Civil como piloto de caza en el bando republicano. Exiliado de España tras el final de la contienda, jugó varias temporadas en Francia, para regresar más tarde a nuestro país y enrolarse en la Real Sociedad de Benito Díaz, el legendario Tío Benito. Una vez retirado de la práctica activa del fútbol, había dirigido al cuadro donostiarra, así como al Girondins de Burdeos, a este último durante un largo período. Pasaba por ser un excelente preparador físico, partidario de métodos de entrenamiento por entonces novedosos, como el footing campo a través, y era un hombre extremadamente educado y afable, en las antípodas del ex –madridista y huraño Olsen

Otro fichaje, sin embargo, va a provocar  una seria crisis en el seno de este Consejo Consultivo,  y por extensión en  todo el barcelonismo. Llaudet, por su cuenta y riesgo, contratará también al argentino Casildo Osés como secretario técnico. Se alzan numerosas voces contrarias, y el citado Casáus, personaje de gran influencia en el entorno azulgrana, dimite de su puesto. Entonces el sudamericano, viendo que no gozaba de muchas simpatías en Can Barça, va a descolgarse con unas declaraciones explosivas: “Mi gran pecado –afirma– es no ser catalán. Tanto, que casi pienso que antes de ir a Cataluña tendré que pasar a ver al Papa para que me excomulgue por no ser catalán. Parece que allí hay discriminaciones. De la misma manera que hay negros y blancos, locos y cuerdos, hay catalanes y no catalanes”. Las palabras de Osés van a provocar un fulminante rechazo por parte de amplios sectores de la afición blaugrana, dado lo muy sensibilizado que ya estaba entonces el ambiente respecto a estos temas, y en vista de ello la directiva barcelonista se apresurará a revocar su nombramiento, pero con esta nueva metedura de pata en su haber puede decirse que Llaudet ya tenía los días contados como presidente del Barça.

Volviendo a Olsen, su paso por el Barça –el más prolongado desde los ya lejanos tiempos de Daucik, al conseguir completar dos temporadas enteras, cumpliendo íntegramente su contrato– puede sustanciarse en los siguientes números: dirigió un total de 88 partidos oficiales, con un balance de 51 triunfos, 11 empates y 26 derrotas, marcando sus pupilos 158 goles y encajando 83, con un porcentaje de victorias del 57,95 por ciento. Al Campeonato del Mundo de 1966, celebrado en Inglaterra, habían acudido seis futbolistas a sus órdenes: Reina, Gallego, Olivella, Eladio y Fusté por España (tras ser descartados en el stage de Compostela Rifé y Zaldúa), y Muller por Francia. No confió en Rexach, y utilizó con cuentagotas a un Pujol que le había dado la Copa de Ferias. Prescindió de todo un Pichichi como Re, y marginó al peruano Seminario, un jugador que había llegado al Barça con la vitola de crack.

UN CUARTO DE SIGLO RODANDO POR ESPAÑA

Cuando Roque Olsen abandona el Barça aún no ha cumplido los 42 años, de modo que se le presenta por delante una larga etapa en la que se ganará la vida con la compleja y casi siempre ingrata profesión de los banquillos futbolísticos. Y en su larga trayectoria post blaugrana, especialmente vinculada a tres ciudades, Elche, Sevilla y Las Palmas, la primera estación va a ser una vieja conocida, Zaragoza. El club blanquillo, tras una temporada gris con Daucik como técnico (en la que se clasificó en quinto lugar, muy alejado de la cabeza, e incluso protagonizo una humillante eliminación copera en dieciseisavos de final ante el histórico aunque humilde Europa graciense, un club que se mantenía apuradamente en Segunda División), va a confiar de nuevo en el entrenador argentino, con la esperanza de volver a reverdecer laureles. Pero los Magníficos están ya en franco declive (y Lapetra, por ejemplo, apenas si podrá jugar un par de partidos por culpa de las lesiones), de modo que los maños vuelven a ser quintos, sin ningún brillo, fracasando también nuevamente en la Copa. No obstante, Olsen sigue al frente del equipo para la temporada 68-69, aunque no tardará en saltar de su puesto, pues va a ser cesado al finalizar la novena jornada, con el equipo situado como penúltimo clasificado, con tan sólo 5 puntos y 5 negativos. Le sustituirá César, que consigue salvar al cuadro de «La Romareda» en el último partido y por los pelos, con solo un punto más que el descendido Málaga. Únicamente figura en su haber el hecho de haber confiado –esta vez sí– en el joven ariete aragonés Miguel Ángel Bustillo, que va a debutar con la Selección Absoluta y fichará por el Barca, al que se incorporaría en el torneo copero de 1969.

Tras algunos meses en paro, Olsen vuelve a conseguir trabajo de cara a la campaña 69-70, para dirigir a un Celta de Vigo que había regresado a la élite tras toda una década de ausencia. En la plantilla celeste figuraban jugadores como Hernández, Herminio, Manolo, Costas, Lezcano, Jiménez, Almagro, Juan, Jaime Cano, Abel, Pocholo o Rivera, un buen plantel, en suma. Tras una discreta primera vuelta con el conjunto de «Balaídos», finalizada en novena posición, con 14 puntos y 2 negativos, al concluir la jornada número 23, con el equipo olívico clasificado en décimo lugar, lejos de la zona de descenso, va a ser no obstante relevado del cargo. No se moverá sin embargo de Galicia, pues le contrata el Deportivo de la Coruña, que había descendido precisamente al final de esa temporada 69-70. Y tampoco en «Riazor» conseguirá acabar la campaña, pues tras la jornada decimoséptima es reemplazado por Arsenio Iglesias, quien a la postre conseguirá el ascenso para el cuadro deportivista

Viene luego en su currículo una larga etapa ilicitana, pues de largo en términos futbolísticos se puede definir el trienio que pasa en Elche. El primer año, 71-72, no consigue por muy poco el objetivo del cuadro franjiverde, que no es otro que el retorno a la División de Honor, pero sí lo va a lograr en el curso siguiente, el 72-73, con una plantilla en la que, junto a los relativamente veteranos Canós, González, Llompart, Romea, Jaime Cano o Almagro, figuran jóvenes valores como el guardameta Mora (cedido por el Barça), el paraguayo Montero, Melenchón, Sitjá, Chiva o Alvarito. Consigue mantener a los de «Altabix» el siguiente año en Primera (reforzados por otro préstamo azulgrana, el Milonguita Heredia, y un ex como Alfonseda), y abandona la ciudad de las palmeras para afrontar otro nuevo reto en Sevilla, donde el cuadro del «Sánchez Pizjuán» pena sus pecados en Segunda.

Olsen en su etapa como técnico sevillista

Olsen en su etapa como técnico sevillista

Logra ascender a los de Nervión al finalizar la 74-75, como terceros aunque aventajando al cuarto en cinco puntos. A sus órdenes aparecen nombres como Súper Paco, Martínez Jayo, Pablo Blanco, Sanjosé, Jaén, Víctor Espárrago, Julián Rubio, Acosta, Plaza, el mítico gambiano Biri Biri o los antiguos internacionales Hita y Lora. Cumple allí dos temporadas, dejando al equipo clasificado en la 75-76 como undécimo, en la zona media de Primera.

Su siguiente escala va a ser Las Palmas, donde logra que el equipo amarillo vuelva a cuajar una excelente campaña, pues al final son cuartos, lo que les permite a los del «Insular» jugar competición europea (Copa de la UEFA) en el curso siguiente. En Gran Canaria, Olsen va a tener a sus órdenes nada menos que a seis compatriotas suyos (Carnevalli, Wolff, Brindisi, Fernández, Morete y Verde), junto a algunos ilustres veteranos –Martín Marrero, Hernández, Castellano y Germán–, y jóvenes como Gerardo, Félix o Juani.

Sin embargo no seguirá en la Unión Deportiva en la temporada 77-78 (en la que el conjunto canario, dirigido por Miguel Muñoz, llegaría a la final de la Copa del Rey, cayendo derrotado ante el Barça), sino que regresará a un Elche en apuros –Esteban, Gilberto Yearwood, Félix Palomares, Montero, Trobbiani, Gómez Voglino, Finarolli o Cristo son algunos de sus pupilos– , al cual no consigue enderezar, siendo cesado tras la jornada 26. A continuación dirigirá en Segunda División durante dos campañas al Cádiz, al que logra ascender de nuevo a Primera al finalizar la temporada 79-80, con una plantilla donde figuran Sandokan Juan José, Linares, Pepe Mejías, Mané, Baena, Ramón, Luque o Ibáñez, y luego se trasladará a Huelva, para conducir a un Recreativo donde ensaya sus últimos remates Aitor Aguirre, aunque es relevado tras la jornada 29.

Se toma después un par de años sabáticos, y vuelve al tajo en la segunda vuelta de la temporada 83-84, retornando de nuevo a Elche, cogiendo al cuadro alicantino en la jornada 21, relevando a Cayetano Re, y consiguiendo con un equipo donde militan jugadores como Miguel, Pérez García, Belanche, Anquela o Boria, el padre del colchonero Saúl Ñíguez, otro ascenso más a la máxima categoría. Pero tampoco se queda allí para paladearlo… Regresa a Las Palmas, en la 84-85, y obtiene su séptimo y último ascenso, de la mano de futbolistas como Pérez, Felipe, Farías, Félix, Contreras o Saavedra. Y una vez más se marcha con la misión cumplida para establecerse por cuarta vez –sí, lo han adivinado–: ¡en Elche! Es la campaña 85-86, y los locales porfían en Segunda, aunque en esta ocasión Olsen no consigue su objetivo a pesar de contar con gente de la talla del hondureño Gilberto, el goleador Paco y un joven Claudio Barragán, y es reemplazado tras 28 jornadas sentándose en el banquillo de los del «Martínez Valero» )

Otro año sabático, y vuelta a empezar con la temporada 87-88. Tras regresar brevemente a sus orígenes y dirigir al Córdoba durante 17 jornadas, en Segunda B –una categoría indigna de su prosapia– , acude a otra plaza conocida para él, Las Palmas, donde completa la campaña desde la decimoséptima a la última jornada, pero no logra tampoco evitar el descenso del conjunto amarillo. En la 88-89 le encontramos de nuevo en el «Sánchez Pizjuán», en las trece últimas jornadas de competición. Es el tercer técnico sevillista en una temporada difícil para los andaluces, a pesar de contar con una excelente plantilla donde se dan cita los Dassaev, Diego, Mino, Nando, Martagón, Salguero, Rafa Paz, Francisco, Zúñiga, Ramón o Toni Polster. Va a descansar en la siguiente, para volver una vez más a Las Palmas en la segunda vuelta de la 90-91, con el propósito de ayudar a un equipo que no consigue salir de la categoría de plata, con los charrúas Belza y Vidal, y Alexis Trujillo.

Sú última etapa como entrenador la cubrió en el Estadio Insular

Sú última etapa como entrenador la cubrió en el Estadio Insular

En la campaña siguiente, la 91-92, será el tercero de los cinco técnicos que conocerán los grancanarios, a los que dirige entre las jornadas 13 y 23, ya con la salud muy quebrantada. El 9 de febrero de 1992 se sienta por última vez en el banquillo de «La Condomina», donde el Real Murcia derrota a los suyos por 2 a 1.

Atrás quedará una brillante trayectoria como técnico que se prolonga durante más de tres décadas, con la friolera de 792 partidos dirigidos entre Primera y Segunda División. Su palmarés como entrenador  puede resumirse en 7 ascensos (en los que participa parcial o totalmente), 3 descensos, y un único título, la Copa de Ferias de la temporada 65-66 con el Barcelona, aunque la mayor parte de su carrera va a transcurrir ligada a entidades medianas o modestas. Hombre serio, severo, áspero al decir de algunos, al que alguien definió un día en un blog como un «hierático, gélido entrenador argentino con pinta de espía ruso», apostó siempre por un concepto del fútbol más combativo que vistoso –no en balde se le había apodado el Tanque en su época de jugador–, supervisado por su irreprochable honestidad profesional. Va a fallecer en Sevilla el 15 de junio de 1992, a los 66 años de edad.




Juan Costa y la huella del Valencia en Gerona

juancosta01Juan Costa marca el primer gol del Valencia entre los grandes

En pleno debate sobre el proyecto constitucional de 1931, el país seguía muy de cerca la realidad política sin perder atención a otras actividades. Las programaciones de teatros y cinematógrafos competían con carteles taurinos y por supuesto con el fútbol en su misión de llenar el vacío y mitigar la preocupación que generaba la actualidad diaria. La liga había comenzado y con ella volvían a encenderse las pasiones en gran parte de la geografía nacional. Regresaban los debates interminables a los cafés y de nuevo, las críticas más osadas ocupaban su espacio en los principales diarios. Pero el 29 de noviembre de 1931 fue un día especial en Valencia, se presentaba en la ciudad del Túria el poderoso Unión Club de Irún con sus grandes estrellas René Petit y Gamborena. Esa tarde Mestalla se estrenó como campo de primera división y por ello la expectación entre aficionados fue máxima, una cita histórica para la vida deportiva y social de la ciudad. El acontecimiento dio comienzo a las 14:45 horas, y antes de las tres de la tarde, el estadio vivió una emoción para el recuerdo: el Valencia FC marcó su primer gol en la máxima categoría del fútbol español.

Juan Costa con el Valencia FC

Juan Costa con el Valencia FC

Su autor fue Juan Costa Font, un gol del que no tenemos testimonio gráfico pero en cuya autoría coinciden gran parte de las fuentes de la época consultadas. Sin embargo, numerosas publicaciones y tablas que perduraron en el tiempo conceden el gol a Jesús Navarro1. Aquella tarde el canario marcó tres de los cinco goles locales (aunque existen dudas en el último de ellos)2 pero los dos primeros fueron anotados por Costa. El Valencia tuvo una tarde inspirada y batió de forma sorprendente al Irún por cinco goles a uno. Con la lógica prudencia que debe existir a la hora de sacar conclusiones definitivas, parece que en este caso hay pocas dudas: Juan Costa fue el jugador que inauguró el marcador en los primeros instantes del partido batiendo a Antonio Emery Arocena (abuelo de Unai Emery) con un disparo lejano que aparentemente no presentaba peligro. A continuación señalamos cuatro fuentes distintas como ejemplo de lo que reflejó la prensa sobre la jugada:

(La correspondencia de Valencia) «Sale el Valencia, que al medio minuto de juego marcó su primer tanto en un balón bombeado de Costa, que no sabemos por qué, dejó pasar Emery hasta el fondo de la red» (El Mundo Deportivo) «Ha salido el Valencia contra sol, quien fácilmente ha llegado hasta el campo irunés, bombeando Costa la pelota que sorprendentemente ha entrado en el marco de Emery sin que éste acertara a detenerla» (ABC) «El equipo local hizo en Mestalla una gran exhibición de conjunto, sobre todo en la primera parte, durante la que marcó tres tantos, los dos primeros de Costa» (Excelsius) «Sacó el Valencia, y en la primera arrancada llega hasta el área contraria, Costa tiró a goal de punterazo, haciendo el primer tanto para el Valencia».

La huella del Valencia en Palafrugell

Durante los años veinte el Valencia FC importó varios jugadores catalanes a su equipo, algunos llegaron procedentes de la UE Sants y también de otros clubes. Incluso en la primera alineación de la historia en 1919 encontramos a un futbolista natural de Barcelona, Luis Fernández Blanco. Pero existe una localidad del Bajo Ampurdán gerundense que esconde curiosos lazos de afinidad con el incipiente Valencia FC de finales de los años veinte y principios de los treinta, Palafrugell. El hombre que inauguró el casillero goleador del Valencia en primera división fue conocido durante gran parte de su carrera como Juan Costa, pero en los círculos futbolísticos catalanes de la época era citado por su nombre en catalán: Joan Costa Font. Nacido en Palafrugell (Gerona) el 10 de febrero de 1910)3 es uno de los mejores jugadores de fútbol originarios de esta localidad junto a otros como Martí Filosia, Enric Mas o Luis Bonal. Incluso un jugador de Palafrugell, Francesc Bussot, formó parte del FC Barcelona que conquistó el primer campeonato de liga en 1929. Pero no podemos olvidarnos de una figura clave en la vida deportiva y política palafrugellense: Raimon Miquel Juscafresa4, conocido popularmente como «El Rei» aunque no llegó a jugar en primera división.

FC Palafrugell en el campo del Casal

FC Palafrugell en el campo del Casal

Sin él, es muy probable que Juan Costa nunca hubiera llegado al Valencia. Muchos de los futbolistas célebres que salieron de Palafrugell se concentran en los años veinte y treinta, algo que tiene una explicación. El FC Palafrugell tuvo una gran trascendencia en el fútbol catalán de esta época, llegando a alcanzar los octavos de final del Campeonato de España en 1933. (El Palafrugell también ocupa un lugar de oro en la historia del fútbol español por un hecho aislado, ya que fue el primer equipo con el que se alineó Alfredo Di Stéfano en España, un amistoso disputado en 1953). Raimon Miquel fue una de las grandes estrellas del club ampurdanés, defendiendo su camiseta en varias etapas. Probó fortuna en el Barça aunque volvió a Gerona a los dos años, pero en 1928 volvió a salir para fichar por el Valencia FC. Tampoco tuvo suerte en Mestalla ya que pocos meses después de llegar sufrió una enfermedad inesperada.

Así lo contaba el semanario Baix-Empordà (15-11-1928): MALALT (enfermo) «La semana pasada se recibieron en nuestra villa inquietantes noticias sobre la salud de nuestro compatricio, excelente amigo y actual delantero del Valencia FC, Raimon Miquel.  […] Miquel sufrió un ataque agudo de apendicitis que hizo necesaria una delicada intervención quirúrgica» [Original en catalán].

El proceso postoperatorio se alargó y Miquel estuvo alejado de los terrenos de juego seis meses. Esta es la principal razón por la que uno de los hombres más importantes del fútbol palafrugellense pasó sin pena ni gloria por el Valencia FC y su figura ha sido olvidada en Mestalla. Miquel volvió al FC Palafrugell en noviembre de 1929 y su retorno fue acogido con todos los honores ya que se le seguía considerando un referente futbolístico en la localidad: Baix-Empordà (12-10-1929): » Miquel, en los días heroicos, fue un puntal firme y un trabajador infatigable, siendo uno de los artífices de las victorias que cimentaron la fama de nuestro club. Desviaciones hijas del profesionalismo, que todo el mundo tiene el deber absoluto de respetar, produjeron la incorporación de Miquel al FC Barcelona primero y al Valencia FC después, donde hizo un relevante trabajo, interrumpido por motivos de salud«

Raimon Miquel

Raimon Miquel

Tras abandonar el Valencia Miquel seguiría jugando al fútbol unos años más, pero su vida posterior fue de lo más singular. Perteneció al ejército de la República y fue activista de la guerrilla antifranquista, posteriormente pasó por lugares tan dispares como la isla de Córcega o Hungría desarrollando varias actividades. A su regreso continuó vinculado al deporte y entrenó al FC Palafrugell, siendo considerado una figura muy influyente y respetada en los círculos culturales y políticos de la localidad. Murió en 1992. A pesar de no triunfar en el Valencia a finales de los años veinte, el «Rei de Palafrugell» dejó su legado en el club de Mestalla ya que fue él quien recomendó a Luis Colina (secretario técnico del Valencia FC) el fichaje de su paisano Juan Costa. En esta época el joven Costa ya había comenzado a destacar en el FC Palagrufell por su descaro y endemoniado disparo, los dos futbolistas gerundenses coincidieron unos meses en la entidad. Al Valencia también llegó el barcelonés Torredeflot y antes lo habían hecho otros jugadores catalanes.

El fichaje de Juan Costa por el Valencia

El Valencia FC aspiraba a ser uno de los equipos que pudiera luchar por el ascenso a primera división. Para incrementar el nivel hacían falta fichajes, y por ello Colina se puso al frente de varias operaciones. Raimon Miquel se encontraba todavía recuperándose de su apendicitis y alertó al secretario técnico de las habilidades de un joven amateur de solo 19 años que jugaba en su Palafrugell natal. Pero el Valencia no fue el único club que comenzó a seguir su rastro ya que el Sevilla FC y el FC Barcelona también estaban detrás de él. Los rumores se intensificaron y terminaron llegando a Gerona, algo que no gustó en los ambientes futbolísticos. De hecho, el 16-3-1929 Baix-Empordà muestra su indignación con las informaciones publicadas en la prensa e incluso hace referencia a una conversación en la que el propio Costa niega en persona los rumores.

juancosta05 […] – ¿Costa, has leído esto de Deportes?

-Sí

-¿Es verdad?

-Que yo sepa es una mentira como una casa, tanto es así, que yo he escrito a este periódico, que tan enterado parece de mis cosas, que haga el favor de desmentir lo que dice. Si entre el Barça y yo existiera algo, la primera condición sería que yo lo supiera y hasta hoy, nadie me ha dicho nada, ni me ha propuesto nada, ni me ha hablado de nada. Si estuviéramos en tiempos de la esclavitud, no sería nada extraño que se hablara así como habla Deportes, pero como no es así, yo todavía creo ser libre para que nadie pueda disponer de mí, sin mi consentimiento.

-Entonces, ¿Entre el Barça y tú…?

-Hasta hoy nada, absolutamente nada, rotundamente nada.

-¿Puedo decir públicamente esto?

-No solo puedes, sino que te agradezco que lo digas. Yo no sé todavía lo que haré mañana: hoy, solo sé que quien quiera algo, lo primero que tiene que hacer es concretar y hablar claro.

Pero a pesar de la rotundidad de estas palabras y que el jugador no terminaría en el Barça, las noticias que llegaban desde Valencia hacían pensar que la salida de Costa del FC Palafrugell estaba muy próxima. El 16 de abril de 1929 el diario Las Provincias publica lo siguiente: «Colina, después de presenciar el Match de Zaragoza, habrá pasado a Barcelona para tratar con el club el traspaso de Costa.  […] el interesado quiere jugar en Valencia». Finalmente, en los siguientes días Juan Costa Font se convirtió en jugador del Valencia FC y debutó con el equipo el 21 de abril de 1929 en un Sevilla 4 Valencia 2 disputado en el campo de Nervión. Costa se estrenó marcando el primer gol de los suyos. Justo después de llegar a la ciudad del Túria procedente de Sevilla, concedió esta entrevista en la que habló de varios aspectos y también muestra su peculiar carácter en algunas respuestas. Por supuesto, incide en destacar la calidad de Raimon Miquel, su paisano de Palafrugell y mentor en Valencia. Reproducimos algunos extractos de la misma. Las Provincias, 27-4-1929

juancosta06En Palafrugell lamentaron la pérdida de una de las grandes joyas locales. En tono resignado, Baix-Empordà publica (20-4-1929) «Nuestras convicciones, siempre contrarias a las formas en las que se practica el profesionalismo en este país y el amor al Palafrugell, del cual Costa era uno de sus más valiosos componentes, nos hacen lamentar esta ausencia, lo cual no impide que, en tributo a la buena amistad que nos ha unido siempre con el notable jugador, respetemos el camino que libremente ha elegido y hacemos votos para que consiga en él los éxitos más brillantes».

Ese mismo verano los dos jugadores del Valencia volvieron a Palafrugell para pasar sus vacaciones, y la progresión de Costa comenzó a convertirse en todo un orgullo para sus vecinos. Juan Costa tenía mucho apego por su tierra y volvía siempre que sus compromisos se lo permitían, las numerosas referencias que se encuentran en la prensa local de los siguientes años reafirman la dimensión que adquirió su figura. También encontramos una cita en la que se informa del fallecimiento de su padre ARA (21-5-1931) «Nuestro buen amigo Joan Costa […] pasa por el dolor de la pérdida de su padre, que murió hace unos días en Gerona, vaya por el buen amigo y su familia, nuestra más sentida condolencia» Los palafrugellenses habían encontrado gracias a Miquel y Costa un vínculo con el Valencia FC, pero en muchas ocasiones se especuló con el retorno al club del segundo de ellos, incluso con polémica de por medio como repasaremos más tarde. Como apunte curioso cabe citar que en 1933 el FC Palafrugell visitó Mestalla en un encuentro amistoso. Miquel jugó con los visitantes pero el Valencia decidió no alinear a Costa como gesto de respeto al rival, la diferencia entre los dos equipos era notable y los locales se impusieron 4-15.

juancosta07Por último, en 1935 (seis años más tarde del fichaje de Costa) se celebró el partido de homenaje-despedida a Raimon Miquel «El rei». El Valencia cedió a tres de sus jugadores al FC Palafrugell: Bertolí, Torredeflot y por supuesto a un Juan Costa convertido ya en figura nacional.

Ascenso, goles históricos y finalista de copa con el Valencia FC

Juan Costa era un interior zurdo con gran despliegue en el terreno de juego y muy buena llegada. Su fortaleza física le permitió jugar al fútbol de alto nivel hasta sobrepasar los cuarenta años, en muchas ocasiones Costa jugaba con una cinta blanca colocada en la frente que le hacía inconfundible. Su talento innato le permitía aparecer en momentos importantes; quizá Costa no era la gran estrella del equipo, pero sí uno de los jugadores más decisivos. No perdió el olfato goleador ni en las últimas fases de su carrera (llegó a marcar cinco goles con el Albacete en un encuentro de segunda división disputado en 1949).

Juan Costa

Juan Costa

Pese a los éxitos conseguidos, no todo fueron buenas noticias durante su paso por Valencia. La selección española llamó a su puerta en varias ocasiones pero no llegó a debutar con el equipo nacional, aunque sí lo hizo con la selección catalana. Otro capítulo negativo ocurrió en abril de 1932, cuando tuvo un susto que pudo costarle la vida ya que el vehículo en el que viajaba a Guecho junto a varios compañeros sufrió un grave accidente. Afortunadamente todo quedó en varias heridas y no hubo que lamentar pérdidas humanas. Costa forma parte del primer gran Valencia de la historia. Solo dos años después de llegar a la ciudad, el catalán fue uno de los artífices del ascenso a primera del club. Junto a los Navarro, Vilanova, Torregaray o Picolín, el equipo terminó campeón de segunda división por delante del Sevilla.

juancosta09La carrera de Costa había comenzado a tomar un rumbo meteórico, pero el jugador estaba llamado a lograr éxitos todavía más importantes en Mestalla. Ya no tenía al lado a su amigo Raimon Miquel, pero su entrega le había convertido en uno de los hombres más respetados y queridos por la prensa y la afición valenciana. En 1931-32 el club debuta en primera división y Juan Costa es uno de los once elegidos que saltan al césped de Sarrià, pero el Español se impone fácilmente 3-0. Una semana después fabrica los dos primeros goles del Valencia en primera división y de esta forma consigue que su nombre pase a la historia de la entidad en una jornada inolvidable. El equipo termina en una meritoria séptima posición en el campeonato, aunque en la siguiente campaña sufriría hasta límites insospechados.

En 1932-33 Alavés y Valencia se vieron las caras en la última jornada de liga. El empate servía a los visitantes para mantener la categoría y condenaría al Alavés al descenso, pero si los vitorianos vencían, sería el Valencia el equipo que bajaría. Imposible mayor dramatismo. El Valencia tuvo que pelear en el difícil campo de Mendizorroza, y un tanto salvador de Costa permitió a su equipo rescatar un punto trascendental; otro gol decisivo del catalán. Respetado por los rivales, no fueron pocos los rumores que le colocaron lejos del Valencia. En 1933 el semanario madrileño AS publica: «Costa, el del Valencia, es de lo mejor que hay en España. Nosotros se lo hubiéramos tomado a Colina para este año, y el Barcelona estuvo trabajándolo la mar de tiempo». Ese mismo año el FC Palafrugell intentó convencer al Valencia para que aceptara un traspaso, pero el club de Mestalla exigió una cantidad económica inaccesible para los bajoampurdaneses. El tema derivó en un cruce de publicaciones enfrentadas entre El Mundo Deportivo y varios diarios de Palafrugell, ya que el periódico barcelonés acusó al Valencia de tener un trato de favor con el club gerundense con el objetivo de que Costa no vistiera de azulgrana. Finalmente renovó su contrato con el Valencia, pero lo cierto es que tras cuatro años, Costa tenía ganas de volver a su tierra. Lo hizo dos años más tarde para recalar en el Español, pero antes realizaría su último servicio al club de Mestalla.

Costa (cuarto por la izquierda) en un entrenamiento en Mestalla

Costa (cuarto por la izquierda) en un entrenamiento en Mestalla

1934 es el año en el que el Valencia FC consigue ganarse por fin el respeto de la afición española. Bajo las órdenes del británico Jack Greenwell, logró alcanzar su primera final del Campeonato de España. En las semifinales tuvo que imponerse a un gran equipo, el Oviedo. En la ida, jugada en Mestalla, ambos conjuntos empataron a dos goles. Aquel Oviedo de Herrerita e Isidro Lángara tenía mucha dinamita en ataque, tanta que algunos directivos y jugadores del cuadro asturiano se atrevieron a hablar con antelación de la final y el histórico viaje a Barcelona donde a buen seguro disputarían el título al Madrid. Nadie contaba con una victoria valencianista en el partido de vuelta, pero ésta se produjo y las crónicas calificaron el resultado de 1-3 como una auténtica sorpresa. De nuevo, y como en las grandes ocasiones, Costa fue el autor del primer gol del partido.

En la final de Montjuic ante el Madrid el Valencia consiguió adelantarse. Conviene realizar una puntualización sobre este gol que históricamente ha sido concedido a Vilanova y así lo afirman testigos, la mayoría de las crónicas y el propio José Vilanova. La acción llegó tras una jugada embarullada entre los defensas madridistas y los delanteros del Valencia. Zamora y Quincoces reclamaron falta debido a la presión de Vilanova y Costa, quienes consiguieron llevarse la pelota y finalmente rematar. Los dos jugadores participaron en la acción pero hubo diferencias a la hora de elegir al autor del gol. La mayoría señala a Vilanova y así parece que sucedió, pero también existen crónicas como las de Las Provincias o Excelsius que dan como goleador a Juan Costa: «Ataca el Valencia, pasando Vilanova a Abdón, éste al centro, armándose un barullo, que aprovecha Costa, ante la indecisión de Zamora, para marcar el primer tanto valenciano» (Excelsius 8-5-1934). El Madrid remontó el gol valencianista y se proclamó campeón al vencer 2-1.

Juan Costa (en el centro) junto a Vilanova y Cano en la final de 1934

Juan Costa (en el centro) junto a Vilanova y Cano en la final de 1934

Juan Costa abandonó el Valencia y regresó a Catalunya en 1935 para jugar en las filas del Español. De nuevo marcó en el día del debut ante Osasuna, pero su trayectoria en el conjunto «perico» fue muy corta. Terminada la Guerra Civil jugó en el Alzira y volvió al Valencia aunque su paso fue testimonial. No obstante, a Costa todavía le restaba una década de fútbol. Tras jugar en el Levante tres años recaló en las filas del Alcoyano, club en el que de nuevo volvería a brillar y a jugar en la máxima categoría ya que fue parte activa del equipo que logró el ascenso a primera división en 1944-45. En el conjunto alicantino llegó a disputar 41 encuentros en la división de honor, cifra que le sirvió para alcanzar el meritorio número de cien partidos en primera. Costa ya no gozaba de la explosividad de antaño, pero en los años cuarenta consiguió volver a tener protagonismo en el fútbol español gracias a su trabajo en otras facetas del juego. Se despidió de la máxima categoría en el campo de la Avenida de Cataluña de Tarragona el once de abril de 1948, en un encuentro que el Alcoyano perdió 4-3 pero en el que volvió a marcar uno de los goles.

Juan Costa con el Alcoyano

Juan Costa con el Alcoyano

El Albacete le brindó la oportunidad de alargar su carrera y jugar con más de 40 años en segunda división. Su gran gesta fue la anteriormente comentada: cinco goles en el mismo encuentro con el Salamanca como rival. La retirada llamaba a la puerta y en su última etapa en el club manchego alternó labores de jugador y técnico. Una vez colgadas las botas, dirigió a varios equipos de la Comunidad Valenciana.

Su historia no ha tenido el reconocimiento que sí recibieron otros jugadores de su generación. Juan Costa destacó por su implicación y rendimiento en todos los equipos que jugó, algo que los aficionados siempre agradecieron. Fue en el FC Palafrugell donde dio sus primeros pasos, antes de que contingencias de la vida y casualidades le abrieran las puertas de la élite futbolística. Abandonar las tierras gerundenses no fue un paso fácil, pero sí el más decisivo de su carrera profesional ya que consiguió lo que otros intentaron antes que él sin tanta suerte. Juan Costa Font murió en Valencia el 25 de febrero de 1985 a los 75 años.

Notas

1) Las Provincias concede el gol a Jesús Navarro. La Correspondencia de Valencia, El Mundo Deportivo, ABC, La Vanguardia, El Pueblo, Heraldo de Madrid, Agencia Noti-Sport, Hoja del lunes, Euzkadi, Easo, El Pueblo Vasco, Crisol, Diario de Alicante entre otros otorgan la autoría del primer gol a Juan Costa.

2) La mayoría de fuentes coincide en otorgar el quinto gol a Jesús Navarro, pero Heraldo de Madrid habla de gol en propia meta del portero Emery y Hoja del Lunes lo concede a Torredeflot.

3) En algunas bases de datos se señala 10-2-1911 como fecha de nacimiento de Juan Costa

4) Biografía: Memòria, tu que m’has de sobreviure / Raimon Miquel Juscafresa, El Rei

5) Durante su etapa en Valencia Juan Costa jugó varios partidos amistosos reforzando al FC Palafrugell

Principales fuentes consultadas

Las Provincias, La Correspondencia de Valencia, Baix-Empordà, ARA, El Mundo Deportivo, ABC, Semanario AS, Excelsius entre otros.

Arxiu Municipal-Ajuntament de Palafrugell

Premsa Digitalitzada-Generalitat de Catalunya

FCPalafrugell.eu [Fuente fotografías FC Palafrugell y Raimon Miquel]




Roque Olsen: disciplina, mucha disciplina (1965-1967). Primera parte.

Después de una serie de entrenadores con mayor o menor pasado azulgrana en el terreno de juego (Miró, Kubala, Gonzalvo II, César y Sasot), el sexto hombre contratado como técnico para dirigir a la plantilla del Barça por Llaudet en sus primeros cuatro años de mandato -recién refrendado por el minúsculo colegio de socios compromisarios- va a ser, paradójicamente, un personaje con pedigree madridista, el argentino Roque Olsen, que había vestido de blanco durante buena parte de la década de los años 50, antes de iniciar una todavía breve pero exitosa carrera en los banquillos, que con sólo 40 años de edad le había convertido ya en uno de los preparadores más cotizados del momento. Y rizando aún más el rizo, va a ser precisamente Olsen el único técnico barcelonista desde Daucik (1950-1954) que completará dos temporadas enteras al frente del equipo, ocupando uno de los puestos más complicados del Viejo Continente futbolístico, superando a auténticas leyendas que habían dado muchos días de gloria al club enfundados en la camiseta blaugrana.

La cosa no dejaba de tener su mérito, sobre todo habida cuenta de que Olsen no era precisamente un hombre que fuese haciendo amigos allá dónde iba, pues –a despecho de su innegable valía profesional– estaba en posesión de un carácter que no le granjeaba demasiadas simpatías, ni en el vestuario ni con la prensa, siempre más proclive a técnicos de sonrisa fácil. Claro que es muy posible que el propio Llaudet, al encomendarle la responsabilidad de gobernar un plantel de gran calidad pero difícil manejo, estuviera buscando precisamente eso: un entrenador que pusiera el énfasis en la disciplina y el trabajo duro, que no se casase con nadie, que fuera capaz de meter en cintura a un colectivo brillante pero en exceso acomodado, un sargento de hierro, en una palabra…

Roque Germán Olsen Fontana había nacido en la localidad argentina de Viale, en la provincia norteña de Entre Ríos, el 9 de septiembre de 1925. Por su apellido y el tono rubio de su cabello, no es difícil sospechar un más o menos cercano origen danés o nórdico. Se va a criar no muy lejos de allí, en una población llamada Sauce de Luna, perteneciente a la misma provincia. De fornida constitución física, dará sus primeras patadas a un balón en conjuntos locales, comenzando en el Club Social Sauce de Luna, siguiendo por el Peñarol, y llegando al Club Atlético Patronato de la Juventud Católica de Paraná. Pasará al Club Atlético Tigre (en Primera División) en 1949, y al año siguiente fichará por el Racing de Avellaneda, un club que entonces ostentaba la hegemonía en el fútbol argentino. Es un delantero que se mueve por las posiciones centrales del ataque, duro, combativo y no excesivamente técnico, pero con olfato de gol.

Formando junto a Di Stefano en la delantera blanca

Formando junto a Di Stefano en la delantera blanca

En la temporada 1950-51 el Real Madrid va a fichar a dos jugadores argentinos, el puntero derecho Antonio Mario Imbelloni, procedente de Almirante Brown, y a Roque Olsen, al que utilizará preferentemente como interior diestro, con el número 8 a la espalda. Llega ya con la campaña muy avanzada, y en ese curso sólo va a actuar en 5 partidos de Liga, aunque firmando 4 goles, pues en su debut, efectuado el 25 de marzo de 1951, en el nuevo «Chamartín» (que aun tardaría algunos años en terminarse del todo y ser bautizado como «Santiago Bernabéu») consigue nada menos que un hat-trick ante el Murcia (6 a 0), pero en el siguiente, 51-52, es ya un fijo en las alineaciones, interviniendo en todos los encuentros ligueros (30) y marcando la nada desdeñable cifra de 17 tantos. Seguirá en esa línea en las dos temporadas posteriores, aunque a partir de la 54-55 la llegada del colchonero Pérez Payá y la de su compatriota Héctor Rial, así como la aparición de los jóvenes Marsal y Mateos, irá restándole protagonismo paulatinamente, hasta abandonar el club blanco al finalizar la campaña 56-57. En total participó en 110 partidos de Liga con el Real Madrid, convirtiendo 60 goles.

Siendo ya un veterano de 32 años va a pasar a un Segunda División, el Córdoba (1957-1960). En sus dos primeras temporadas como verdiblanco jugará como titular, con buenos registros anotadores, mientras que en la última su aportación es ya testimonial. Claro que no se limita a ser únicamente jugador del club de la ciudad de los califas, sino que ya desempeña el puesto de entrenador, que ya había simultaneado brevemente con su actuación sobre el césped al poco de avecindarse a la vera del Guadalquivir. Desde 1959 es el máximo responsable técnico del cuadro cordobés, y allí será donde consiga su primer gran éxito en los banquillos, logrando el ascenso a Primera División al finalizar la temporada 1961-62 como campeón del Grupo Sur de la categoría de plata.

En la campaña del debut en División de Honor, la 62-63, logra la permanencia del conjunto andaluz sin demasiados apuros -nunca ocupó puestos de descenso-, con una plantilla en la que destacan jugadores como Benegas, Simonet, el internacional Mingorance, Navarro, Ricardo Costa, Ramón Marañón, Egea, Juanito Vázquez, el marroquí Riahi, Juanín o Miralles. Pero no va a seguir junto a la Mezquita, sino que cruzará toda España para hacerse cargo del Deportivo de La Coruña, que acababa de descender a Segunda, y al que va a devolver a la máxima categoría –sería ya su segundo ascenso– tras realizar una estupenda temporada 63-64, en la que los gallegos se proclaman campeones del Grupo Norte con suficiencia. Pampols, Aurre, Domínguez, Escolá, Loureda, el peruano Montalvo, Jaime Blanco, Lamelo o el internacional Veloso son algunos de sus pupilos.

Sus éxitos no van a pasar desapercibidos, y con vistas a la campaña 1964-65 Olsen recibe la llamada de todo un grande, el Real Zaragoza que se acaba de proclamar campeón de la Copa del Generalísimo y de la Copa de Ferias con su extraordinaria delantera de Los Magníficos (Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra), acompañados de jugadores de tanta valía como el cancerbero Yarza, los defensas Cortizo, Santamaría y Reija, los centrocampistas Isasi y Violeta, o unos suplentes de lujo llamados Duca y Sigi. En «La Romareda» no va a conseguir ningún título, pero su tarjeta de visita no puede calificarse en absoluto como un fracaso, pues conduce al equipo maño hasta su tercera final copera consecutiva (donde van a ser netamente superiores, aunque son vencidos a la postre por el Atlético de Madrid merced a un solitario gol del hondureño Cardona), llegando hasta las semifinales de la Recopa y clasificándose en tercera posición en el Campeonato Nacional de Liga, tras Real Madrid y Atlético, y aventajando a escuadras tan potentes como Barcelona y Valencia.

Vicente Sasot no va a seguir en el Barça. Su interinidad se había prolongado durante lo mucho que restaba del curso 64-65, pero la mediocridad del juego desplegado y el pobre papel realizado en todas las competiciones aconsejan un cambio drástico en el banquillo. Llaudet, refrendado en su cargo para otros cuatro años, va a sondear a Helenio Herrera, que estaba triunfando apoteósicamente en Milán al frente del Inter (campeón de la Copa de Europa de 1964 y 1965), pero la opción del Mago no prosperará, y empiezan a sonar los nombres del francés Marcel Domingo, antiguo portero del Atlético de Madrid y el RCD Español y que a la sazón dirigía al modesto Pontevedra, al que acababa de ascender de nuevo a Primera División, y el de Roque Olsen. Incluso llegó a hablarse también de la posibilidad de que Daucik, que tampoco continuaría en el Sevilla, volviese al Barça, más de una década después de su marcha.

Es la candidatura de Olsen la que va a ir ganando enteros, y parece confirmarse que el argentino será el inquilino del banquillo barcelonista para la próxima temporada 65-66, hasta el punto que  el diario «El Mundo Deportivo» llega a anunciar en su edición del 29 de mayo de 1965 que el técnico ya había firmado por el Barça en la oficina madrileña del conocido intermediario Luis Guijarro. Pero hay un pequeño problema, y es que Olsen tiene aún contrato en vigor con el Real Zaragoza hasta el 30 de junio –entonces la fecha clásica de finalización de los compromisos futbolísticos–. Y además, para darle un plus de morbo al asunto, el caprichoso bombo dictamina que Zaragoza y Barcelona se enfrenten entre sí en los cuartos de final de la Copa de Su Excelencia el Generalísimo. La situación recuerda a la vivida dos años atrás, cuando aragoneses y catalanes disputaron la final copera en el «Camp Nou», y el entrenador zaragocista, César, ya estaba apalabrado con el Barça…

A causa de ello se alzarán algunas voces airadas en la ciudad del Ebro, pidiendo que Olsen no se siente en el banquillo maño frente sus futuros pupilos, pero el entrenador va a pasar de ese ambiente enrarecido, dirige a los suyos en una espectacular victoria por 6 a 4 en «La Romareda», y declara que su mayor deseo sería alcanzar con el Zaragoza el título de Copa. Del cual va a estar más cerca tras derrotar a los azulgranas a domicilio en el encuentro de vuelta (0 a 1). Aun así, no suelta prenda respecto a su futuro, y se limita a declarar que todavía  continúa con contrato en vigor, aunque en Barcelona se bromea con la posibilidad de que Olsen se hubiese comprado ya una gramática catalana. Pero mientras, todo el mundo es consciente de que la noticia está al caer, e incluso se publican en «El Mundo Deportivo» líneas como las que siguen, definiéndolo con un estilo que recurre en demasía a cierto adverbio de tiempo:

«Es, sobre todo, una persona que reúne magníficas condiciones humanas, de discreción, corrección y bondad. Acoge siempre con simpatía a los informadores y siempre su charla es amable y entretenida. Lo que no es siempre, desde el punto de vista de los periodistas, tan substanciosa como se querría, porque Roque Olsen piensa mucho antes de contestar, y alude (sic) con elegancia y con suave ironía aquellos temas que pueden juzgarse inoportunos o indiscretos. Para estas ocasiones tiene siempre una sonrisa y un «slogan» que siempre hizo gracia escuchar; «esas son cosas mías…«

Son palabras que meses después alguna influyente publicación deportiva barcelonesa –y estoy pensando en concreto en el semanario «Revista Barcelonista» («RB»)– no va a compartir en absoluto… A nivel anecdótico, reseñemos que Roque Olsen estaba casado con la actriz y cantante española Ana María Parra, la intérprete de la canción que daba título a la popular película «Las chicas de la cruz Roja» ( Rafael J. Salvia, 1958 ), en la que también intervenía el futbolista Ricardo Zamora Jr., hijo del legendario guardameta de antes de nuestra guerra, y que asimismo actuaba defendiendo los tres palos.

Por fin, en la edición de «El Mundo Deportivo» del 2 de julio, el presidente Llaudet anuncia oficialmente el fichaje de Olsen, tras llegar con él a un acuerdo. De modo que su llegada a Barcelona era ya  inminente, y allí se reuniría también con Vicente Sasot y José María Gibernau, vicepresidente del Barça y responsable de la Comisión Deportiva del club, a fin de estructurar las plantillas del Barcelona y el Condal para la próxima temporada 65-66. El técnico argentino va a ser  presentado a la prensa a las 8 y media de la tarde del miércoles 7 de julio de 1965, festividad de San Fermín, por el citado señor Gibernau. Ante los informadores, Olsen manifiesta «estar muy feliz y deseoso de trabajar, y por supuesto de triunfar». Aun no se atreve a juzgar a su nuevo equipo con total objetividad, al desconocer sus problemas pero expresa su deseo de verle entre los clubes punteros del fútbol español. Considera que la base de los éxitos está en la disciplina. Firma por un año, pero dice que le gustaría quedarse en el Barça el resto de su vida deportiva, pues se trata de la gran oportunidad de su carrera, y promete no escatimar esfuerzos para corresponderle. Añade que tendrá a sus órdenes una buena plantilla, que espera no obstante refuerzos, y que en los recientes fichajes de Muller y Gallego fue consultado por parte de la directiva azulgrana.

Pocos días más tarde, en el número 506 de la revista «Barça», correspondiente al 29 de julio, ya muy cerca de la fecha de reanudación de los entrenamientos, abriendo así la temporada 65-66, Olsen se definía claramente como entrenador: «soy trabajador y tengo por norma que en la plantilla de jugadores haya una total disciplina y no tolero el menor desvío o problema». Añadiendo que atajaría la menor veleidad de vedettismo: «para mí todos (los jugadores) son iguales. Creo que el fútbol es un deporte de conjunto». Al banquillo del «Camp Nou» llegaba, por lo tanto, un técnico de armas tomar…

PRETEMPORADA

La primera temporada del segundo mandato de Llaudet se inicia, pues,  con el tradicional movimiento de altas y bajas en la plantilla. Abandonan el Club Goywaerts, cuyo contrato finaliza y que sorprendentemente firma por el Real Madrid, y Jesús Garay, quien a pesar de haber realizado una buena campaña el curso anterior se marchará a un Málaga recién ascendido. También pasará al Condal en calidad de cedido Enric Gensana, en la esperanza de que pueda recuperar el nivel anterior a la grave lesión de rodilla sufrida en Grecia, lo cual, por desgracia, ya no va a ser posible. Montesinos y Zaldúa –que junto al citado Gensana habían estado cedidos a Osasuna– se reincorporarán a la primera plantilla. Por el contrario, Torrent será prestado nuevamente, en esta ocasión al Sabadell, que retorna a la Primera División del fútbol español tras muchos años de ausencia. Por su parte Rexach y Pujol, a pesar del buen sabor de boca que había dejado su participación en la Copa, van a continuar fogueándose en las filas del Condal (de nuevo en Segunda), mientras que el canario Vicente hará el viaje a la inversa después de su buen rendimiento con el filial, y Camps tomará también el camino de Sabadell, muy lejos ya de ser aquel fulgurante jugador que cruzase la Diagonal en 1962.

Cuatro son los refuerzos para esta temporada 65-66. Lucien Muller, un excelente medio alsaciano del Real Madrid, internacional francés, no llega a un acuerdo para renovar con los blancos debido a sus elevadas pretensiones económicas, y acepta la oferta del Barcelona. Tiene ya 31 años, pero se confía en que prestará aun buenos servicios, aportando su amplia experiencia. Tampoco es ningún jovencito el navarro Serafín (29 primaveras), mas su extraordinario partido ante el Barça la aciaga tarde del 5 a 1 en «Vallejo» le proporciona el pasaporte para el «Camp Nou», donde dispondrá de la gran oportunidad de su carrera. El fichaje estelar, no obstante, es el del joven Francisco Fernández Rodríguez, conocido futbolísticamente como Gallego, el rubio y bravo defensa central del Sevilla. El precio es elevado –8 millones–, pero a sus 21 años ya es toda una espléndida realidad, y el Barça se lo arrebata al mismísimo Real Madrid, también muy interesado en sus servicios para reemplazar al veterano Santamaría. Gallego es uno de los jugadores españoles con mayor proyección –internacional con la Selección “B” y Campeón del Mundo de Selecciones Militares–, y se espera que forme con el experto Muller una fortísima línea medular, ya que el central titular, Ferrán Olivella, se encuentra aún en magnífica forma. Mucho más modesta, finalmente,  es la incorporación de otro futbolista de corte defensivo, el leridano de Balaguer Antoni Torres, quien, surgido de las categorías inferiores del Club, ha permanecido por espacio de dos temporadas en calidad de cedido en el Hércules de Alicante, y regresa ya como un cuajado zaguero.

La plantilla barcelonista para la temporada 65-66, por lo tanto, va a quedar compuesta por los siguientes efectivos: Sadurní, Pesudo, Benítez, Olivella, Eladio, Foncho, Gallego, Rodri, Gracia, Vergés, Torres, Montesinos, Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté, Zaballa, Pereda, Vidal, Re, Seminario, Kocsis, Pujol –muy pronto en el primer equipo, tras un breve paso por el Condal–, Vicente y Serafín. En total, 25 jugadores, un elenco que parece suficiente para poder aspirar a todo, haciendo posibles los sempiternamente optimistas comentarios del aficionado culé al comienzo de cada campaña: ¡Ja tenim equip! y ¡Aquest any, sí!

Olsen habla para la prensa el día de la presentación del equipo

Olsen habla para la prensa el día de la presentación del equipo

Para dirigir a estos 25 hombres, Llaudet apuesta por un entrenador que, a diferencia de todos sus técnicos hasta ese momento –de Miró a Sasot, pasando por Kubala, Gonzalvo y César– no tuviese nada que ver en absoluto con la entidad. Olsen procedía del banquillo de «La Romareda» al igual que César, pero su carácter estaba en las antípodas de la afable personalidad del leonés, pues era bastante más seco y adusto, y en el trato con los jugadores, como ya hemos dicho, hacía siempre mucho hincapié en la disciplina. De él se escribió que era discreto en el aspecto técnico, y que flojeaba en el terreno psicológico (aunque en etapas posteriores de su carrera se afirmó también lo contrario) , pero lo cierto es que no va a gozar de una relación fluida ni con sus futbolistas ni tampoco con los medios de comunicación, pese a lo cual, y sorprendentemente, conseguirá mantenerse en su puesto durante dos temporadas completas, algo que, repetimos,  nadie había logrado desde los ya lejanos tiempos de Daucik, ni tan siquiera Mingu Balmanya o Helenio Herrera, dos técnicos más expertos y reputados que Olsen, sobre todo el segundo.

Estas eran las principales novedades en lo concerniente al capítulo deportivo, pero en cuanto a los asuntos económicos, y justo antes de que echase a rodar el balón, va a producirse una noticia muy favorable para la entidad barcelonista. El 13 de agosto de 1965 el Consejo de Ministros reunido en La Coruña, habitual residencia veraniega del Jefe del Estado,  Generalísimo Franco, aprobará definitivamente el expediente de recalificación de los terrenos de «Les Corts», lo cual significaba que oficialmente se habían superado ya todos los obstáculos, y el Barça podía disponer a su antojo de tan extraordinaria fuente de ingresos.

Se ponía de este modo punto final a un auténtico Via Crucis burocrático iniciado en diciembre de 1961, con la primera petición de Llaudet al Consistorio barcelonés, bien acogida por el Alcalde Porcioles. En junio de 1962 el Pleno del Ayuntamiento había aprobado una nueva ordenación de la zona, autorizando la edificación en una cuarta parte de su superficie, y en mayo de 1963 la Asamblea Extraordinaria de Compromisarios le otorgaba carta blanca al presidente azulgrana para realizar todas las gestiones que considerase oportunas, hasta que por fin el 25 de febrero de 1965 la Dirección General de Urbanismo da validez al cambio de calificación de los terrenos, y el asunto entra ya en su recta final.

A partir de ese momento Llaudet va a poner manos a la obra, buscando el mejor postor. Pocos días después de producirse el trascendental acuerdo del Consejo de Ministros, se hace pública la presentación de una oferta de 205 millones de pesetas por la parcela, efectuada por el abogado barcelonés Sabata Anfruns en representación de “un potente grupo inmobiliario” que deseaba construir en el solar del antiguo recinto barcelonista. El día 15 de septiembre de 1965 la Asamblea Extraordinaria del club va a aprobar la venta de «Les Corts» por dicha cantidad. Seguidamente el citado Sabata depositará la suma de 5 millones de pesetas en concepto de “paga y señal”. Todo parece indicar que el Barça está a punto de entrar en una nueva etapa de su historia, en la que la consolidación económica traerá aparejado el esperado retorno a los laureles deportivos…

Y hablando de lo deportivo…El Barça abre el nuevo curso con un amistoso en Lérida, donde vence fácilmente al equipo local por 3 a 1 (con goles de Vicente, Re y Kocsis). Pero el verdadero plato fuerte de la pretemporada lo constituye la presentación ante de su público, el 25 de agosto, frente a todo un Inter de Milán, vigente Campeón de la Copa de Europa y de la Copa Intercontinental, lo que equivalía decir que se trataba, oficialmente, del mejor equipo del mundo en aquel preciso momento. Además, la presencia en sus filas de Luis Suárez –acompañado por el también español Joaquín Peiró– y en el banquillo la del inefable Helenio Herrera, a quien Llaudet había “sondeado” antes de decidirse por Olsen– presagiaban un espectáculo de lo más atractivo, que supondría asimismo la alternativa para los nuevos fichajes, Gallego, Muller y Serafín.

A las órdenes del árbitro del colegio catalán señor Pintado, los dos equipos van a presentar las siguientes alineaciones: por el Barça, Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Gallego, Muller; Serafín (Rifé), Pereda, Re, Seminario y Vicente, y por los negriazules, Sarti; Burgnich, Guarneri, Facchetti; Picchi, Bedin; Jair, Mazzola, Peiró, Suárez y Corso. Es decir, el once de gala. El Inter, según las crónicas de la época, no se va a emplear muy a fondo, y no tardará en llegar el primer tanto local, obra de Chus Pereda. El público, molesto por el pobre espectáculo que estaban ofreciendo los milaneses, comenzó a silbarles, y especialmente a Luis Suárez, quien tras un remate a las nubes provoca la general protesta de los espectadores del Gol Norte, a lo que el gran jugador gallego, visiblemente enfadado, responde con un corte de mangas –conocido popularmente en Cataluña como butifarra–. Helenio Herrera, con buen criterio y en evitación de males mayores, optará por sustituirle, retirándose el futbolista del terreno de juego en medio de una bronca monumental. El partido terminó con un claro 4 a 1 a favor de los locales, con nuevo gol de Pereda y dos tantos más de Re y Seminario, conquistando el Barcelona un artístico trofeo donado especialmente para la ocasión por la casa “Danone”. Se trataba sólo de un encuentro amistoso, y jugado al amparo de su público, pero el abultado resultado va a disparar –quizás prematuramente– el optimismo del Soci y del aficionado culé en general.

UNA PRIMERA VUELTA DECEPCIONANTE

La Liga 1965-66 arranca el 5 de septiembre de 1965 en el «Camp Nou», con la visita de un recién ascendido, el Mallorca. El Barça, en un partido mediocre, tendrá que aguardar hasta la segunda mitad para decantar el marcador a su favor frente a un irrelevante conjunto balear. El encuentro tuvo que ser dirigido por un juez de línea, el señor Valdecabras, debido a la indisposición del árbitro designado, el colegiado valenciano Lloris. Marcaron los tantos barcelonistas Pereda (2) y Seminario, y esta fue la primera alineación oficial que presentó Roque Olsen: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Muller, Gallego; Rifé, Pereda, Re, Seminario y Vicente. Al domingo siguiente, y 17 años después de su última visita, el Barça acude de nuevo el vetusto feudo arlequinado de «La Creu Alta» para enfrentarse al Centro de Deportes Sabadell, en un partido que había despertado una enorme expectación en la ciudad vallesana, y en el cual la mayor experiencia barcelonista va a imponerse al entusiasmo de los locales. Vall marcó por el cuadro lanero, mientras que Pereda, Rifé y Re lo hacían por parte de los azulgranas, que gracias a este triunfo se convertían en líderes por mejor coeficiente de goles con respecto al Real Madrid. Olsen repitió el mismo equipo que ya había triunfado en la primera jornada.Arranca también una nueva edición de la Copa de Ferias con el desplazamiento barcelonista a la localidad holandesa de Utrecht, para enfrentarse con el modestísimo conjunto del DOS. En la ciudad donde tuvo lugar la firma del histórico tratado que puso fin a la Guerra de Sucesión española, a principios del siglo XVIII, el resultado fue un triste empate sin goles. Olsen, por tercer partido consecutivo, siguió confiando en los mismos hombres. Y con el único cambio del navarro Serafín en lugar del canario Vicente, el Barça va a dar buena cuenta del Betis (4 a 1) en la tercera jornada de  Liga. Tres tantos de Cayetano Re y uno de Pereda encajó el cuadro verdiblanco, que se presentó en el «Camp Nou» con excesivas precauciones defensivas y acabó siendo goleado. El delantero paraguayo del Barça volvía a encabezar la tabla de realizadores con cuatro tantos –empatado con su compañero Pereda y con el ilicitano Vavá–, y el Barça se mantenía en todo lo alto, codo con codo junto al Real Madrid, que le aventajaba tan sólo merced a su mejor coeficiente.

Pero la triunfal trayectoria azulgrana se iba a ver truncada al domingo siguiente en «Pasarón», ante un sorprendente Pontevedra encaramado a los primeros puestos. Los gallegos, haciendo gala de una gran seguridad defensiva, doblegaron a base de veloces contraataques la mejor técnica barcelonista, y se llevaron los dos puntos con goles de Ceresuela y Neme. El Barça alineó a: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Gallego; Rifé, Pereda, Re, Seminario y Serafín. Y la quinta jornada se salda también con un resultado francamente desfavorable, ya que el Valencia –que llevaba catorce años sin ganar en terreno catalán– va a volverse para «Mestalla» con los dos puntos en sus alforjas, merced a un gol conseguido a diez minutos del final. Mayor dominio local, pero su delantera tuvo la pólvora mojada a excepción de Re, autor del único tanto de los de Olsen, mientras que Roberto y Muñoz lo hacían por los chés. Jugaron: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Gallego, Fusté; Rifé, Pereda, Re, Seminario y Vicente.

Al miércoles siguiente victoria balsámica ante los inocentes neerlandeses del DOS (7 a 1). Reaparecía en el equipo titular el navarro Zaldúa, una vez concluida su cesión a Osasuna, y lo va a hacer a lo grande, pues conseguiría nada menos que cinco goles, completando el varapalo Vergés y Benítez. Estos fueron los once azulgranas que aplastaron al endeble cuadro de Utrecht: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Gallego; Serafín, Pereda, Zaldúa, Seminario y Vicente. El siguiente desplazamiento a Córdoba va a reportar tan sólo un punto, pero menos da una piedra… 0 a 0 en «El Arcángel», con este equipo: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Gallego; Pereda, Montesinos, Zaldúa, Fusté y Seminario. Como se ve, una delantera muy atípica  –en la que faltaban, por una u otra causa, Rifé, Re, Vicente y Serafín–, y que no fue capaz siquiera de estrenarse. A destacar la presencia en la portería local de un espectacular cancerbero de tan sólo 19 años de edad, Miguel Reina, al que ya hemos mencionado en alguna ocasión, y del que se rumoreaba insistentemente que estaba en el punto de mira de los técnicos del Barcelona.

Debacle en el «Camp Nou» en la séptima jornada (17 de octubre), con motivo de la visita del Atlético de Madrid. Gran partido de los colchoneros, que vencieron nada menos que por 1 a 4, con contraataques irresistibles para la defensa azulgrana, que además cometió abundantes errores. Gallego fue el autor del solitario tanto local, mientras que Ufarte, Adelardo, Luis –de penalty– y Mendonça marcaron por los madrileños, que compartían liderato con el Valencia mientras que el Barça se quedaba ya a cuatro puntos de la cabeza. Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Muller, Gallego; Rife, Pereda, Re, Montesinos y Seminario fueron los once involuntarios protagonistas de esta verdadera hecatombe. Y al domingo siguiente se enfrentaban en «Sarriá» los dos eternos rivales barceloneses, y el juego –como acostumbra a suceder en estos casos– va a dejar bastante que desear. Bergara marcó por el Español, y Rifé lo hizo por un Barça que puso en liza a: Pesudo –que reaparecía tras casi dos años de ausencia–; Foncho, Olivella, Eladio; Muller, Gallego; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Re.

Y desde Can Perico la expedición  barcelonista viajaría hasta Amberes, para disputar el partido de ida correspondiente a los dieciseisavos de final de la Copa de Ferias contra el Royal Antwerp. Victoria mínima de los belgas por 2 a 1, lo cual, vistas las circunstancias por las que atravesaba el equipo, no venía a ser un mal resultado… Actuaron en tierras flamencas: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres –que hacía así su debut en partido oficial con el Barça–; Rifé, Montesinos, Zaldúa, Pereda y Serafín. El tanto azulgrana lo consiguió Quimet Rifé.

Habría que remontarse a muchos años atrás para recordar tres derrotas consecutivas del Barça en su campo. El culpable de la tercera va a ser el Real Zaragoza, que no había tenido un comienzo de Liga demasiado feliz y que va a salir del «Camp Nou» con los dos positivos, gracias a un gol del brasileño Canario. Otro mal partido de los azulgranas, que no estaban dando una a derechas en estos inicios del campeonato y ya se encontraban situados en octava posición, a 7 puntos del líder, el Atlético de Madrid, con lo que –siendo realistas– ya podía casi darse por perdida la Liga un año más. Sin embargo, y en contra de su costumbre, Enric Llaudet no parecía muy dispuesto a cargarse de nuevo al entrenador… Jugaron –bastante mal, por cierto– contra los maños: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Muller, Gallego; Rifé, Pereda, Re, Fusté y Vicente. Por estos días también circuló entre los mentideros futbolísticos el rumor de que el Barça estaba interesado en contratar los servicios del delantero español del Inter de Milán Joaquín Peiró. Pero tanto la edad del jugador –muy próximo a cumplir 30 años– como las elevadas condiciones económicas de su traspaso, hicieron inviable el fichaje del antiguo interior izquierdo del Atlético de Madrid.

El 21 de noviembre, e inmerso en una situación muy delicada, el Barça rinde visita al campo de «Altabix». No se desplaza con la expedición azulgrana su entrenador, Roque Olsen, que se hallaba en su Argentina natal por asuntos particulares. Dirige pues al equipo su segundo, Sasot. La alineación barcelonista fue la siguiente: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Re y Vicente. El Elche va a imponerse por la mínima, con un solitario gol de Vavá. El Barça cae de este modo al undécimo lugar de la clasificación general, con 8 puntos y 2 negativos, nada menos que a nueve puntos del líder, el Atlético de Madrid, y a su regreso Olsen va a tomar medidas drásticas. Oído el informe de Sasot, decide separar del equipo, y con carácter indefinido, a Re y a Vicente, alegando bajo rendimiento. Y también va a marginar de ahí en adelante a Seminario, aunque el delantero peruano no había jugado en «Altabix». El paraguayo y el canario ya no volverán a vestir más la camiseta blaugrana, e incluso se les prohibirá expresamente ejercitarse en las instalaciones del club, hecho hasta entonces insólito. Unos meses más tarde, el goleador guaraní cruzará la Diagonal, comprando su baja por mediación del hombre de negocios futbolísticos catalán Juan Obiol y fichando por el Español, equipo con el que va a poder disputar tanto la Copa de Ferias como la del Generalísimo. En cuanto a Vicente, se irá al Peñarol uruguayo, para poco después volver a España, recalando en las filas del Granada.

Cumplido ya un tercio del campeonato, la situación del Barça se antoja pésima. Tras sus tres triunfos iniciales ante adversarios débiles, no había vuelto a ganar un solo partido, consiguiendo únicamente 2 puntos de 14 posibles. Por ello ante el Sevilla –el siguiente visitante del generoso «Camp Nou»– Olsen va a introducir varias novedades en el equipo, y alineará ante los hispalenses a: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Pujol y Zaballa. Las principales variaciones afectan al ala izquierda del ataque, con la incorporación del jovencísimo Lluís Pujol –que venía jugando muy satisfactoriamente en el filial Condal, en Segunda División– y la reaparición del extremo cántabro Pedro Zaballa, aunque en esta ocasión ocupando la banda opuesta a aquella en la que había sido habitualmente alineado. Y parece que los cambios le sentaron bien al Barça, pues va a imponerse con relativa facilidad a los hispalenses por 3 a 0, con goles de Zaldúa, Zaballa y Vergés. También pintarán mejor las cosas en la Copa de Ferias, ya que el equipo solventa su difícil compromiso ante los belgas del Amberes, que se presentaban con un gol de ventaja. 2 a 0 para el Barça, con tantos de Rifé y Zaballa, y este equipo: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Pereda, Zaldúa, Pujol y Zaballa. La nota negativa del partido la constituye la grave lesión de Chus Pereda, que se fracturó los ligamentos de la clavícula en una mala caída, y tendría que pasar por el quirófano.

El desplazamiento a Málaga parecía en principio propicio para iniciar la escalada consiguiendo algo positivo, vista la relativa mejoría que experimentaba el equipo, pero este no va a rayar a un buen nivel en «La Rosaleda», y se irá de vacío, derrotado por 1 a 0. Esta fue la formación barcelonista: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa. El siguiente visitante del «Camp Nou» sería el Athletic de Bilbao, y eso producía recelos en la parroquia culé ante la patente irregularidad azulgrana, pero sin embargo en esta ocasión los puntos volverán a quedarse en casa, gracias a un solitario gol de Zaldúa. Estos fueron los vencedores de los leones, ahora más bien cachorros: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Seminario y Zaballa.

LA GRAN REMONTADA

Los protagonistas de la gesta: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa, junto al incombustible Ángel Mur Sr.

Los protagonistas de la gesta: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa, junto al incombustible Ángel Mur Sr.

Un magnífico regalo de Navidad para toda la sufrida afición blaugrana. El domingo 19 de diciembre de 1965 se produce una brillante e inesperada victoria en el «Santiago Bernabéu» frente al mismísimo Real Madrid. El Barça no ganaba un partido liguero en el feudo blanco desde la temporada 48-49, hacía ya la friolera de 17 años (en la Copa lo había hecho en 1959 y 1962), pero esta vez los de Olsen van a cuajar un encuentro memorable, triunfando sin paliativos. El resultado, vista la dispar trayectoria de ambos conjuntos en lo que iba de campeonato, bien podía considerarse como una auténtica sorpresa. El Barça saldrá al campo sin precauciones defensivas, dominando por completo el partido y obteniendo un marcador que casi podía calificarse como histórico, y corto a tenor de sus merecimientos. A los 8 minutos de juego ya había marcado sus dos primeros goles por mediación de Fusté –quien, ya concluido su preceptivo período de instrucción en el Servicio Militar, regresaba al equipo titular como una pieza básica e inamovible–. Félix Ruiz redujo distancias, pero Zaldúa logró el tanto definitivo, todo ello antes de que finalizase la primera mitad. Estos fueron los once héroes de aquella fría tarde invernal en el «Bernabéu»: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa.

El Barça va a cerrar la primera ronda del torneo recibiendo en la Ciudad Condal en partido matinal a la UD. Las Palmas, que venderá cara su piel, cayendo derrotada por un apretado 3 a 2, con tantos de Muller, Benítez y Eladio. La alineación fue la misma que había triunfado tan brillantemente la semana anterior en Madrid, un equipo que devendría en clásico, manteniéndose inalterado durante diez partidos consecutivos de Liga, todo un record. El balance de la primera vuelta, no obstante, va a ser muy discreto. El Barça es sexto con 16 puntos, a 7 del líder, Atlético de Madrid. Ha marcado 23 goles –una cifra muy baja– y encajado 18.

El primer compromiso del nuevo año 1966 arrojará un resultado muy positivo para los intereses barcelonistas, pues concluye con una victoria por 2 a 1 en el «Luis Sitjar» ante el Mallorca, con goles de Rifé y Zaballa, los dos extremos que con sus constantes permutas traerán por la calle de la amargura a las defensas contrarias. La formación fue la misma que ya se estaba convirtiendo en habitual mientras las lesiones y las sanciones la respetasen, y el Barça acortaba distancias con respecto a la cabeza, aprovechando la derrota de los colchoneros en el «Metropolitano» ante el Zaragoza. Y la desventaja se reduciría a sólo cuatro puntos una semana más tarde, pues mientras los atléticos empataban a cero en Elche, los barcelonistas goleaban sin piedad al Sabadell  en el «Camp Nou» –5 a 0–, en un duelo regional que tan sólo tuvo color azulgrana, con tantos de Fusté (2), Zaldúa (2) y Benítez. La Liga parecía este año más igualada que nunca, con tres equipos en liza, aspirando a todo.

A la jornada siguiente el Barça demostró que continuaba en alza, arañando otro positivo en el campo del Betis, aunque este fuera producto de la buena defensa azulgrana y del escaso acierto rematador de los verdiblancos. ¿La alineación?: la de siempre. La misma que jugaría siete días más tarde en el «Camp Nou» ante un Pontevedra que ya no era el cuadro revelación de los primeros compases, y que caería derrotado bajo la lluvia por un contundente 3 a 0, obra de Rifé, en dos ocasiones, y de Eladio. Con este resultado el Barça ya era tercero, empatado con el Athletic de Bilbao, a cuatro puntos de los dos equipos madrileños, que comandaban la tabla. Distancia que se mantendría intacta tras la siguiente jornada, pues si bien el Atlético derrotaba a sus homónimos bilbaínos en el «Metropolitano», y el Madrid vencía a domicilio en Córdoba, los azulgranas no les iban a la zaga y salían airosos de «Mestalla», donde un Valencia sumido en una profunda crisis no fue nunca enemigo (0 a 2). El Barça se mostraría muy firme defensivamente, y letal en las contras, dominando el partido –sobre todo en el segundo tiempo–, y decantándolo a su favor con goles de Fusté y Zaballa. Jugó el equipo habitual, y con esta ya iban ocho jornadas consecutivas sin conocer la derrota.

Que se ampliarían a nueve contando la siguiente, en la cual los barcelonistas se deshacen de un difícil Córdoba en el «Camp Nou». Sus dos principales rivales jugaban entre sí en el «Bernabéu», y el triunfo cayó del lado madridista por 3 a 1. El Barça, pues, ya estaba a tan sólo 2 puntos de los colchoneros, ahora segundos de la general. Los cordobeses se adelantaron en el marcador con un gol de Cabrera, pero Fusté, en dos ocasiones, y Zaldúa le dieron la vuelta al marcador. En el marco del equipo andaluz debutó el guardameta García, ya que su arquero titular, Miguel Reina, acababa de ser traspasado precisamente al Barça, a cambio de la cuantiosa suma de 8 millones de pesetas –cantidad jamás pagada hasta entonces por un portero–, un fichaje en cierto modo discutido, pues el Barça contaba ya en su plantilla con dos cancerberos de calidad contrastada (y uno de ellos, Salvador Sadurní, todavía muy joven), y tenía en la recámara a una gran promesa, Pere Valentí Mora, formándose aún en las categorías inferiores.

Y hablando de dinero… El 14 de Enero el abogado Sabata Anfruns, el mismo que había firmado meses atrás una opción de compra por los terrenos de «Les Corts», enviará una carta al presidente Llaudet, informándole que no podía llevar a cabo dicha operación, ya que sus socios norteamericanos se había retirado del proyecto, dejándole literalmente en la estacada. Por consiguiente, va a perder los cinco millones de pesetas depositados en concepto de “paga y señal”, y la Junta Directiva del Barça, reunida con carácter de urgencia, decidirá abrir un nuevo plazo de presentación de ofertas. Además, se va a establecer un precio mínimo de venta de 210 millones de pesetas con el pago al contado, y un depósito previo del 10 por ciento. Asimismo, se resolverá la inmediata demolición del antiguo recinto, para lo cual ya se contaba con el oportuno permiso municipal. De este modo, el día 2 de Febrero de 1966, en el transcurso de un acto hondamente emotivo, que congregó en el viejo «Les Corts» a millares de barcelonistas de todas las edades y condiciones para darle su último adiós al estadio donde tantas tardes de gloria se habían vivido, el propio Llaudet, con lágrimas en los ojos, va a proceder a iniciar simbólicamente el derribo de las gradas a golpe de piqueta.

El mismo día en que se producía tan histórico y entrañable acontecimiento, el Barça retornaba a la Copa de Ferias en la República Federal Alemana ante el Hannover 96, que va a derrotarle por un estrecho 2 a 1 en tierras sajonas. El conjunto azulgrana varió un poco su formación–tipo, presentando a: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Gallego, Torres; Rifé, Vergés, Zaldúa, Fusté y Zaballa. José Antonio Zaldúa fue el goleador barcelonista. Y a renglón seguido se juega un partido muy importante en el «Metropolitano», de gran trascendencia para la clasificación final, y que supone un brusco parón para las aspiraciones colchoneras. Un Barça en magnífico momento superó claramente a un Atleti que acusaba un ligero descenso de forma y que perdía así, en dos jornadas consecutivas, frente a sus más directos rivales. Muller fue el autor del único gol del encuentro, y los catalanes actuaron con su once habitual, es decir: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa. El Real Madrid, que no pudo pasar del empate en «Sarriá» frente al Español, lideraba ahora la tabla con 32 puntos, y le seguían rojiblancos y blaugranas, ambos con 29.

El Barça va a saltar a la segunda posición a la semana siguiente, aprovechándose  del tropiezo de un Atlético que tampoco podrá pasar de la igualada frente al Mallorca en el «Luis Sitjar». Los barcelonistas, por su parte, derrotaron al Español por 4 a 2 en un derbi trepidante. En el «Camp Nou» se adelantaron los azulgranas con dos goles muy tempraneros, pero en sólo dos minutos Rodilla y Di Stefano nivelaron la contienda, aunque más tarde dos nuevos tantos culés situarían  el marcador definitivo. Zaballa –en dos ocasiones–, Fusté y Rifé fueron los goleadores, y la alineación, la misma de siempre. La vuelta ante los germanos del Hannover 96 deparará otro emocionante espectáculo, y el 1-0 final dejará las espadas en todo lo alto, a expensas de un partido de desempate que la veleidosa fortuna decidió que se celebrase en terreno alemán. Fusté fue el autor del solitario gol de un Barça que formó con los once habituales.

El técnico argentino imparte instrucciones a varios de sus pupilos: Vicente, Gracia, Seminario, Benítez y Pereda

El técnico argentino imparte instrucciones a varios de sus pupilos: Vicente, Gracia, Seminario, Benítez y Pereda

Mucho era lo que se jugaba el Barcelona en «La Romareda» en la vigesimocuarta jornada, pero a pesar de que no pasó del empate –siempre un buen resultado en un campo tan difícil–, la derrota del Real Madrid en Elche le va a situar a tan sólo dos puntos del liderato, empatado con los colchoneros. El encuentro se jugó de poder a poder, y el Barça actuó con más aplomo, mientras los locales se atropellaban en su intento de marcar a trompicones. Gallego sustituyó a Olivella en el centro de la defensa. La vigesimoquinta jornada, sin embargo, va a significar una decepción para todos los socios y aficionados culés, puesto que el Barça será incapaz de derrotar al Elche en su propio estadio, poniendo así fin a una larga racha de resultados positivos. El 0 a 0 tras los 90 minutos reglamentarios suponía un duro revés para sus aspiraciones al título. El ataque azulgrana no supo ni pudo franquear la cerrada defensa ilicitana, y pecó de imprecisión y falta de serenidad. Jugaron: Pesudo; Benítez, Olivella, Gracia; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa. En la clasificación, el Barça quedaba ahora en tercera posición, a un punto del Atlético y a tres del Real Madrid, ambos triunfadores en sus respectivos compromisos.

Entre medias, el Barça disputa su partido de desempate frente al Hannover 96 en terreno germano, el Niedersachsen Stadion. El encuentro fue muy reñido y acabó en tablas (1-1), de modo que la moneda va a volver a decidir qué equipo pasa a la siguiente ronda, pero en esta oportunidad favorecerá al Barça. Pujol marcó el gol del conjunto barcelonista, que formó con Reina –que hacía así su debut–; Benítez, Olivella, Foncho; Montesinos, Torres; Rifé, Pereda (reaparecido tras una larga inactividad), Pujol, Muller y Zaballa. Y la vigesimosexta jornada de Liga va a dejar las cosas prácticamente como estaban, pues el Barça seguirá a 3 puntos del líder Real Madrid, mientras que el segundo, el Atlético, se le escapará un punto más hacia arriba, al golear a un Pontevedra ya deshinchado, mientras que los merengues no pasaban del empate en Málaga. El Barça igualó también en el «Sánchez Pizjuán», en el curso de un encuentro bronco donde se adelantó en el marcador por mediación de Fusté, aunque luego empataría Diéguez para el Sevilla, siendo ya inútil el postrer dominio barcelonista. Resultó lesionado Zaldúa. Este fue el equipo de Olsen: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa.

Al domingo siguiente las cosas continuaron igual, pues vencieron los tres primeros de la clasificación, a falta ya de tan sólo tres partidos. El Real Madrid se impuso al Athletic de Bilbao en el «Bernabéu» (2 a 0), el Atlético cosechó una valiosísima victoria en «Mestalla» (1 a 2), mientras que el Barça vencía sin grandes problemas por 4 a 0 a un flojo Málaga que dio demasiadas facilidades, sobre todo en defensa. Pesudo detuvo un penalty lanzado por el ex azulgrana Jesús Garay, y Rifé, Pujol (2) y Zaballa hicieron los goles de un Barcelona que presentó a: Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Pereda, Pujol, Muller y Zaballa.

El caprichoso sorteo de la Copa de Ferias quiso que en los cuartos de final se enfrentasen los dos eternos rivales barceloneses, Español y Barça. Va a ser el primer Euroderbi de la historia –y hasta el momento el único–, y el partido de ida corresponde disputarlo en el «Camp Nou». Los blanquiazules habían eliminado con anterioridad al Sporting de Lisboa –tras un épico encuentro– y al Bandera Roja búlgaro. El 16 de marzo de 1966 el feudo blaugrana se llenará hasta los topes para presenciar tan señalado enfrentamiento, pero los casi cien mil asistentes no van a salir muy satisfechos con el espectáculo futbolístico que ofrecerán ambos equipos. El Barça, lógicamente, buscará con mayor ahínco la portería rival, defendida por el veterano Carmelo Cedrún, pero únicamente acertará a batirle en una ocasión, estando los de «Sarriá» a punto de lograr el objetivo que perseguía su conservadora táctica. Benítez será el autor de este solitario tanto, que lo dejaba todo por decidir de cara al emocionante choque de la vuelta. Los dos conjuntos de la Ciudad Condal presentaron las siguientes alineaciones: por el Barcelona, Reina –que debutaba oficialmente ante su público–; Benítez, Gallego, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Muller, Pujol, Fusté y Zaballa, y por el RCD. Español, Carmelo; Juan Manuel, Mingorance, Granero; Álvarez, Sabaté; Rodri, Riera, Re, Ramírez y José María. A destacar la ultradefensiva formación de los de Sarriá, con Riera y Ramírez incrustados en la teórica delantera, y la alineación de Cayetano Re ante su antigua parroquia.

La vuelta se celebrará siete días más tarde, pero antes el Barça va a viajar hasta «San Mamés», a jugarse su ser o no ser en la Liga, una Liga que se había puesto ya muy cuesta arriba a falta solamente de tres jornadas para su conclusión. Y la nota más destacada de esta jornada número 28 va a ser el tropiezo azulgrana ante los leones, que le dejará ya matemáticamente fuera de la lucha por el título, pues tanto el Atlético como el Real Madrid sacaron adelante sus respectivos compromisos, y eran ya virtualmente inalcanzables. Pese a las circunstancias que acompañaban al choque, los bilbaínos pusieron más empeño en la pelea que los catalanes, aun con el handicap de contar con dos lesionados, los zagueros Orúe y Echeberría. Arieta II va a ser el autor del único gol del encuentro, abortando ya toda opción barcelonista. Olsen presentó el siguiente equipo: Pesudo; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Pereda, Seminario –que reaparecía tras largo tiempo marginado de la formación titular–, Muller y Zaballa.

Tras este decepcionante resultado, el Euroderbi de «Sarriá» cobraba mayor interés aún si cabe. Lógicamente, también el feudo españolista presenta un gran lleno. Las tornas cambiarán, porque aquí va a ser el Barça el conjunto que salga a la defensiva para conservar su exigua ventaja, aunque sin renunciar al contraataque. Y esta táctica va a darle fruto, porque no sólo no encajaría ningún gol, sino que incrementará su ventaja merced a un nuevo y bonito tanto marcado por el reaparecido Vidal. Estos serán los protagonistas de ambos equipos: Carmelo; Juan Manuel, Mingorance, Granero; Sabaté, Ramírez; Idígoras, Re, Di Stefano, Rodilla y José María por los blanquiazules, y Reina; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Vidal, Seminario y Zaballa por el Barça. Los azulgranas estaban ya en semifinales de la Copa de Ferias.

En la Liga tan sólo les restaba ejercer el papel de jueces de la competición, pues debían recibir en la penúltima jornada al Real Madrid, y no es necesario indicar cuál de los dos equipos madrileños era el preferido en Can Barça para obtener el título… Los merengues aventajaban a los colchoneros en un punto, y además tenían el goal average entre ambos a su favor, pero también eran muy conscientes de que el Barça no iba a regalarles nada. Como efectivamente sucedió, ya que la jornada número 29 iba a saldarse con un espectacular cambio de líder, puesto que el Atlético derrotó fácilmente a la UD. Las Palmas en el «Metropolitano», mientras que los blancos fueron incapaces de sacar algo positivo del «Camp Nou». Los azulgranas les combatieron con sus mismas armas, es decir, entrega y codicia, y terminaron haciéndose con el partido. Marcó primero Paco Gento para los de Muñoz, al aprovechar un error de Julio César Benítez, pero Quimet Rifé y  Peru Zaballa le dieron la vuelta al marcador. Estos fueron los 22 contendientes: por el Barça, Pesudo; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Vidal, Fusté y Zaballa, y por el Real Madrid, Betancort; Calpe, De Felipe, Sanchís; Pirri, Zoco; Veloso, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento.

El Barça ya había cumplido con su obligación –y de mil amores…– y el desenlace de la Liga 65-66 dependía ya enteramente de lo que hiciesen ambos conjuntos capitalinos, que iban a vencer en sus compromisos respectivos, convirtiendo en definitiva e inamovible la mínima ventaja rojiblanca de un punto. El Real Madrid se deshizo sin contemplaciones del Mallorca, al cual empujaba a Segunda División goleándole por 5 a 1, mientras que el Atlético derrotaba al Español en «Sarriá» por 0 a 2, estando a punto de hacerle promocionar –los periquitos se salvaron in extremis merced a su mejor balance particular con el Málaga. ¿Y el Barça? El Barça bien, gracias, de vacaciones en Canarias, donde perdió frente a los amarillos por 2 goles a 1, en un partido del todo intrascendente. Jugaron en el «Insular»: Pesudo; Foncho, Olivella, Eladio; Gallego, Vergés; Rifé, Montesinos, Vidal, Fusté y Serafín. Gallego salvó el honor barcelonista.

Terminaba así uno de los torneos más igualados de los últimos años, con un Atlético de Madrid que, en su despedida del viejo «Metropolitano», ponía fin al incontestable dominio de sus eternos rivales –cinco campeonatos consecutivos–, conquistando un título que se les venía resistiendo desde la temporada 50-51, cuando lo habían obtenido por última vez a las órdenes de Helenio Herrera. En lo tocante al Barça, éste iba a clasificarse en un honroso tercer lugar, con 38 puntos y 8 positivos, a seis del campeón, con 51 goles a favor y 27 en contra. Una clasificación muy decorosa, habida cuenta de su desastroso primer tercio liguero. Una espectacular remontada –que le llevó a permanecer imbatido desde la decimotercera hasta la vigesimoctava jornada– no había sido suficiente para lograr el título, pero le añadió un plus de emoción al desenlace del campeonato. En otro orden de cosas, el guardameta azulgrana Pesudo se hacía con el Trofeo “Ricardo Zamora” al cancerbero menos goleado, al recibir únicamente 15 tantos en los 22 encuentros que había jugado.

SEMIFINALISTA DE COPA Y FINALISTA DE FERIAS

Y ahora quedaban todavía por delante la Copa del Generalísimo y la de Ferias… El Torneo del KO –al igual que la temporada anterior– va a comenzar para el Barça en los viejos “Campos de Sport de El Sardinero”, ante el equipo representativo de la capital montañesa. Y de nuevo  se resolverá con victoria barcelonista, en esta ocasión por 2 goles a 0, con tantos de Quimet Rifé y el cántabro y ex racinguista Peru Zaballa. Jugaron: Reina; Foncho, Olivella, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Pereda, Zaldúa, Rexach –que retornaba así al equipo titular en el mismo escenario de su debut, justamente un año antes– y Zaballa. La vuelta va a deparar una goleada barcelonista de escándalo, 8 a 0, con tantos de Zaballa (2), Zaldúa (2), Pereda, Rexach, Torres y Montesinos, y la siguiente alineación: Reina; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rexach, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa. El siguiente rival es el recién descendido Mallorca, con el primer envite en terreno balear. En el «Luis Sitjar» los azulgranas despacharán un pésimo partido, viendo como los bermellones les superaban por un claro y sorprendente 2 a 0, que ponía las cosas difíciles de cara al encuentro de vuelta. Jugaron en la “Isla de la Calma”: Reina; Benítez, Olivella, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Pereda, Rexach, Fusté y Zaballa.

Mientras, en la Copa de Ferias se va a producir un extraño incidente con el rival que había caído en suerte para las semifinales, el Chelsea inglés. El primer partido correspondía disputarlo en el terreno londinense de «Stanford Bridge», pero –y ya con el Barça presente en la capital británica– el Chelsea va a negarse a jugar, pretextando un supuesto mal estado del césped. La verdad era que los Blues tenían a varios de sus futbolistas lesionados, y no deseaban afrontar la eliminatoria en dichas circunstancias. De modo que se alteró el orden de los encuentros, y se jugó primero en Barcelona. Allí, en un buen partido, los azulgranas obtienen una renta de dos goles (2 a 0), que bien podía ser suficiente. Marcaron Fusté y Zaldúa, y estos fueron los once triunfadores del «Camp Nou»: Reina; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa. A reseñar que en el cuadro de las Islas actuaban dos jóvenes llamados Terry Venables y Alan Harris, que un par de décadas más tarde serían entrenador y segundo del Barça, respectivamente.

A Olsen todavía no se le había helado la sonrisa en Can Barça

A Olsen todavía no se le había helado la sonrisa en Can Barça

El buen momento blaugrana va a confirmarse al domingo siguiente, con la eliminación del Mallorca de la Copa. De nada les sirvieron a los isleños sus dos goles de ventaja, puesto que Montesinos (en dos ocasiones), Rifé, Pereda y Zaldúa pusieron en el marcador un claro 5 a 1. Estos fueron los once triunfadores: Reina; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa. El francés Lucien Muller, debido a su condición de extranjero, no podía alinearse en este torneo. Ya en cuartos de final, el Elche no parecía un rival demasiado temible, aunque en la Liga los enfrentamientos entre ambos conjuntos se habían saldado globalmente a favor de los alicantinos. En el «Camp Nou» –donde actuaron los mismos hombres que habían dejado en la cuneta a los mallorquines– el cuadro ilicitano montó un fuerte dispositivo defensivo, y no salió demasiado malparado, ya que únicamente Zaballa acertó a batir al veterano Pazos, en un gran remate de cabeza en plancha. Con este raquítico 1 a 0 era previsible que el Barça sufriera de lo lindo en «Altabix».

Como de hecho sufrió, y mucho, en su devolución de visita a «Stanford Bridge», donde el Chelsea igualó la eliminatoria en una noche no muy inspirada de la retaguardia barcelonista. Jugaron, ya con el terreno en buen estado (es decir, con el once inglés al completo): Reina; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa. No obstante, el panorama no pintaba mal del todo, pues el partido de desempate se celebraría en el propio «Camp Nou», y el factor cancha podía ayudar a decantar la eliminatoria hacia el lado catalán. Y hablando de eliminatorias, los cuartos de final de la Copa también se resolverían de forma positiva para los intereses azulgranas. El Elche, obligado a abrir sus líneas si quería marcar, fue menos enemigo en «Altabix» de lo que lo había sido en la Ciudad Condal, y va a caer derrotado por un inapelable 0 a 2 (obra de Zaldúa y Zaballa). El Barça presentó la siguiente alineación: Reina; Foncho, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Vergés, Zaldúa, Fusté y Zaballa.

Y, tres meses después de la histórica y emotiva demolición de «Les Corts», va a producirse una auténtica bomba informativa: una nota oficial del club comunica que existe un acuerdo para vender los terrenos del antiguo campo. Este fue su histórico texto:

Hoy, a las 7 de la tarde, se procederá a la venta del antiguo campo de «Les Corts». Actuará en nombre del Club Enric Llaudet Ponsá; el comprador es el grupo inmobiliario “Habitat”, representado por el abogado José María Figueras Bassols. El precio de venta es de 226 millones de pesetas. La superficie es de 26.900 metros cuadrados, de los cuales se destinarán a zona deportiva y jardines públicos una superficie de 15.3000 metros cuadrados, o sea, más del sesenta por ciento. En la zona deportiva se instalará una cancha de Baloncesto, una piscina olímpica, una pista de Hockey, etc. El resto del solar, aparte de la zona del jardín público y los viales, se destinará a centro comercial y apartamentos. Los socios del Club de Fútbol Barcelona sic tendrán prioridad en la adjudicación de los apartamentos. El plazo de realización de este proyecto se calcula en tres o cuatro años. Ya se ha comenzado el estudio definitivo del proyecto arquitectónico para conseguir que el conjunto urbanístico que se edifique tenga la máxima calidad y representatividad en la ciudad, en congruencia con el emplazamiento y con la situación deportiva del Club

Huelga decir que este acuerdo va a suponer la definitiva solución de los graves  problemas económicos que aquejaba al club azulgrana en la última década, desde los ya lejanos tiempos de la construcción del «Camp Nou». El grupo comprador era de reconocida solvencia, y no se esperaban mayores problemas para cobrar. Aun así, y a pesar de lo que se había aprobado expresamente en la Asamblea –abono al contado–, la Junta Directiva aceptará que el pago se lleve a cabo en cuatro plazos, a razón de 60 millones de pesetas anuales, aunque después ni siquiera esos plazos se cumplirían debido a dificultades del grupo financiero. Sea como fuere, el Activo del Barça va a pasar a ser de 231 millones (los 226, más los 5 de la «paga y señal» ya reembolsada), superando al Pasivo, que era de 220 millones. Por lo tanto, puede decirse que Llaudet se había anotado un éxito por todo lo alto con esta operación. En consecuencia, la popularidad del presidente barcelonista se hallaba en su cénit, y una ola de optimismo invade la entidad. Además, se esperaba que los triunfos deportivos sonrieran de nuevo al Barça tras esta importantísima inyección económica.

En tan favorable contexto se va a afrontar la recta final de la temporada: una nueva semifinal de Copa ante el Real Zaragoza, el verdugo de las dos ediciones anteriores, y el desempate europeo frente al Chelsea. El primer compromiso no pintará bien, porque en la ida los maños arrancarán un buen resultado en el «Camp Nou» (2 a 2). Polémico arbitraje del señor Gómez Platas, que anuló un gol a Zaldúa, a todas luces legal ya que su acoso reglamentario provocó que el guardameta Yarza perdiese el esférico y el navarro terminase por alojarlo dentro de las mallas. Fusté y Rifé marcaron los goles de un Barcelona que formó con: Reina; Benítez, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Pereda, Zaldúa, Fusté y Zaballa. En el partido de vuelta Sadurní, Foncho y Vergés sustituyeron a Reina, Benítez y Pereda respectivamente, pero no pudieron evitar, pese a la gran actuación del cancerbero de L´Arboç, que los zaragocistas consiguieran por cuarto año consecutivo el pase a la final –que ganarían al Athletic bilbaíno–, merced a un solitario gol de Carlos Lapetra. Ya sólo quedaba la Copa de Ferias… Pero el 25 de Mayo de 1966 el «Camp Nou» va a ser escenario de una de esas noches mágicas que entonces el Barça les regalaba muy de tarde en tarde a su inmensa legión de incondicionales. En el transcurso de un partido memorable, los azulgranas van a borrar literalmente del campo al Chelsea, derrotándole por 5 goles a 0 (Rifé 2, Fusté 2, y Zaballa). Estos fueron los once brillantísimos triunfadores; Sadurní; Foncho, Gallego, Eladio; Montesinos, Torres; Rifé, Muller, Zaldúa, Fusté y Zaballa.

Con este broche de oro va a ponerse punto final a la temporada 65-66, puesto que a causa de la inminente disputa del Campeonato del Mundo de Fútbol en Inglaterra, Barcelona y Zaragoza –que también se había clasificado para la final de la Copa de Ferias– convendrán de común acuerdo en posponer los dos partidos decisivos hasta principios de la próxima temporada. El Barça aporta a la Selección Nacional varios jugadores (Reina, Gallego, Eladio, Olivella y Fusté), así como Muller, que formará parte del combinado francés. Rifé y Zaldúa, que también habían estado concentrados en Santiago de Compostela con el resto del equipo, serán descartados a última hora por el seleccionador Pepe Villalonga.

Pero hasta que se eche el cierre definitivo, aun se disputarán tres partidos amistosos, dos de ellos en el «Camp Nou» y el otro en «San Mamés». En Bilbao se empata a uno frente al Athletic, y en los dos celebrados en la Ciudad Condal van a producirse resultados no demasiado felices. Frente al Vasco da Gama brasileño, y como homenaje al antiguo jugador de los años 20 Josep Planas, se cosechará un empate a uno, con los béticos Antón y Rogelio y los ilicitanos Lico y Vavá reforzando al Barça, y a continuación  la Selección de Uruguay –que ultimaba su puesta a punto de cara al Mundial británico– va a derrotar por 0 a 1 a los azulgranas, que presentaron el siguiente equipo: Sadurní; Benítez, Torres, Gracia; Vergés, Borrás; Zaballa, Rexach, Vidal, Seminario y Serafín. Este encuentro, disputado el 28 de junio de 1966, coincidiendo con la tradicional Verbena de San Pedro, lo aprovechará Llaudet para rendir también un pequeño homenaje, con la entrega de sendas placas conmemorativas de la ocasión, a cuatro veteranos futbolistas que dejaban el club: Rodri, Kocsis, Gracia y Gensana. Sigfrid Gracia había sido relegado al banquillo hacía varias temporadas por la juventud y la potencia de Eladio. Rodri y Kocsis únicamente aparecían ya en contados amistosos, y en cuanto a Enric Gensana, intentaba recuperar su antiguo nivel alineándose con el Condal, en Segunda División, pero sus esfuerzos no se habían visto coronados por el éxito, en vista de lo cual había decidido desvincularse de la entidad a los 10 años justos de su ingreso en ella. Otro jugador, aunque este sí muy utilizado por Olsen durante toda la temporada, se les unirá pronto en su marcha: Martí Vergés. Desaparecen así –a falta del capitán Ferrán Olivella– los últimos vestigios del triunfal Barça de Helenio Herrera.




Vicente Sasot: otro hombre de la casa (1964-1965)

sasot01«Solución de emergencia», «entrenador-puente», «hombre de la casa», «interino», «provisional»…Todos y cada uno de esos términos son aplicables a Vicente Sasot, el técnico que va a hacerse cargo de la preparación del primer equipo del Barça en la sexta jornada de la Liga 1964-65, y que se mantendrá en el banquillo azulgrana hasta el final de la temporada. Ciertamente otras interinidades habían sido o serán más breves (estoy pensando en Ramón Lloréns, Enric Rabassa, Enrique Orizaola, José Gonzalvo o el posterior Josep Seguer), y puede sorprender que un profesional con un currículo más bien escaso y poco destacado, como era el caso de Sasot, permaneciera durante tanto tiempo al frente del Barça, pero de hecho eso fue lo que ocurrió. A aquellas alturas de la campaña aun podía revertirse el muy deficiente inicio liguero (tres derrotas en cinco partidos, doce goles encajados y el equipo en  décima posición, a 6 puntos del líder), y el banquillo del «Camp Nou», a pesar de la crisis deportiva que vivía el conjunto azulgrana, seguía siendo un bocado apetitoso, pero, o bien no fructificaron las gestiones para contratar a un nuevo técnico, o bien el presidente Llaudet tenía la suficiente confianza en que Sasot pudiera conseguir buenos resultados con una magnífica plantilla que contaba en sus filas con tres recentísimos campeones de la Eurocopa-Olivella, Fusté y Pereda-, amén de cracks como Re o Seminario, a los que no podía habérseles olvidado jugar al fútbol en cuestión de unas pocas semanas. Eso, o que no había un duro en Caja para traerse a un mirlo blanco

Vicente Sasot Fraucá, a pesar de lo que parecían indicar sus apellidos, era aragonés, originario de la localidad oscense de Peñalba, no lejos de la catalanoparlante Franja de Ponent,  donde había nacido un 21 de enero  de 1918. Discreto futbolista en la demarcación de defensa izquierdo, se había iniciado en el Sant Cugat, allá por 1935, para actuar brevemente en el Barça durante el confuso período de la Guerra Civil, en la temporada 37-38, interviniendo en 9 partidos y formando una línea zaguera de rotunda identidad-Babot-Sasot-, pasando una vez finalizado el conflicto al Real Valladolid (entre 1939 y 1942, posiblemente mientras cumplía su servicio militar, una de aquellas interminables Milis de los años cuarenta), y más tarde al Sabadell, con el que ascendería a Primera División, llegando a participar en tres encuentros de la máxima  categoría, para colgar finalmente las botas en la Unió Esportiva de Sants, en la que militó desde 1944 hasta 1949.

Va a sacarse el título de Entrenador Nacional en una de las primeras promociones, junto a los Miguel Muñoz, Pepe Gonzalvo, Emilio Aldecoa, Elemer Berkessy o Julio Antonio  Elícegui. Como técnico dirigirá a la U.E. Sants, Reus Deportivo, Selección Juvenil Catalana y U.E. Lleida, esta en Segunda División (temporada 56-57), de donde será cesado tras quince jornadas, contando el equipo de la Terra Ferma con únicamente  4 puntos, y una plantilla en la que los jugadores más destacados eran el futuro blaugrana y valencianista Enric Ribelles y su paisano Luís Lax (que formaría parte posteriormente de cuadros como el RCD. Español, Real Murcia y Sevilla CF.). En 1957 va a entrar en la órbita del Barça, donde se ocuparía con honesta e irreprochable profesionalidad del fútbol base (Infantil, Juvenil y finalmente el filial Condal, al frente del cual se encontraba en octubre de 1964)

La revista «Barça» va a definirle como un hombre «amable, simpático y sencillo», y en la portada del número 466, correspondiente al 22 de octubre de 1964, dice lo siguiente:

«Vicente Sasot lleva siete años en el Barcelona. Ayudante de Kubala, ayudante de Gonzalvo y últimamente entrenador del Condal, Sasot arrastra una experiencia indiscutible (¡). Falta ahora que demuestre sus talentos. No sabemos-y creemos que también para él es un misterio-si afronta el cargo con el mismo carácter provisional que se le ha otorgado o con la confianza admirable de quien, conocedor de sus propias fuerzas, está dispuesto a conquistarlo por derecho propio y no por la carambola de una crisis que le ha puesto en una senda ambiciosa, pero difícil e incómoda. A Sasot le deseamos, por supuesto, el mayor de los éxitos, y el equilibrio necesario para, en las circunstancias en que salta a la popularidad, no dejarse llevar ni por vanidades inútiles ni por consejos peligrosos»

Sasot va a ser, pues,  el quinto entrenador de la “Era Llaudet”. No se trataba de un brillante ex-jugador –como en el caso de todos sus antecesores: Lluís Miró, Kubala, Gonzalvo II y César-, sino de un modesto preparador que había dedicado toda su trayectoria  a labores de formación. Su interinidad iba a durar hasta final de temporada, y el oscense trataría de capear el temporal lo mejor que sabía y podía. Antes de su debut había recibido la notificación de su nuevo cargo con tranquilidad, y en la creencia de que estaba capacitado para ejercerlo con dignidad y suficiencia, como un acto más de servicio al club, con el que veía personalmente colmadas todas sus ilusiones desde que ingresara en el Barcelona, siete años atrás, y se sentía el hombre más feliz del mundo. Consideraba que su obligación era aceptar el ofrecimiento que le habían hecho, y permanecer en el cargo disciplinadamente hasta que el club juzgase conveniente relevarle, con absoluta responsabilidad y autoridad, escuchando sugerencias,  pero rechazando imposiciones. Valoraba aquel paso como la mayor oportunidad de su vida, y pensaba aprovecharla para de ese modo poder tratar de tú a tú a los más destacados colegas de su ímproba (sic) profesión. Añadía que su relación con los futbolistas de la primera plantilla del Barça iba a ser muy diferente de la que tenía con los del Condal, ya que opinaba que «con el profesional se deben medir las palabras y andar con pies de plomo en todo cuanto se hace o dice». No era partidario de suprimir la ración de vino que se servía a los jugadores en las comidas (lo encontraba «tonificante y digestivo»), e insistiría en que fumasen lo menos posible, aunque eso ya quedaba al libre arbitrio de cada uno. Se proponía también aumentar el ritmo de los entrenamientos en intensidad, para conseguir «una mayor velocidad técnica» y «sentido de la evolución del marcaje». Consideraba también interesante el contar con la colaboración de un «profesor de cultura física» (lo que hoy llamaríamos un preparador físico)

Cuando el domingo 18 de octubre el equipo salte al césped del «Camp Nou» para medirse al Athletic de Bilbao, su contrincante de turno, será recibido con una fuerte pitada por parte del público, un público que ya estaba harto de presenciar lamentables espectáculos futbolísticos desde hacía  demasiado tiempo, y que iría desertando de las gradas paulatinamente. No obstante, los bilbaínos pagarán los platos rotos, y a pesar de la presencia de Iribar en la portería, resisten únicamente 45 minutos, y en la segunda parte tendrán que resignarse a ver su marco perforado hasta en cuatro ocasiones, obra de Re (2), Fusté y Zaballa. Sasot, seguramente para no desmoralizar más aun a sus hombres, alineó al mismo equipo que había caído con estrépito en «Vallejo». En la clasificación general el Barça es séptimo con 6 puntos, a seis del líder, Atlético de Madrid, y a cuatro de Real Madrid y Zaragoza. Una vez finalizado el encuentro, Sasot declaraba lo siguiente :

«Estoy satisfecho, mejor dicho, muy satisfecho del rendimiento que mis hombres han dado sobre el terreno de juego»

La Directiva, en vista de ello, decidió perdonarles a los jugadores la fuerte multa impuesta a raíz del varapalo de «Vallejo». La pregunta que se hacían los sufridos fieles culés era: ¿ sería el equipo capaz de enmendar todavía su triste destino en esta Liga 64-65 que, recién iniciada, se había puesto ya tan cuesta arriba ?  Pero desde luego, no lo parecía, pues a la jornada siguiente, y a despecho de los malos resultados cosechados por sus rivales más directos, el Barça tampoco logró sacar ningún punto en su visita al «Sánchez Pizjuán», donde cayó derrotado ante el Sevilla por 2 a 1, en un accidentado partido, cuajado de brusquedades, violencia y expulsiones. Tomaron por anticipado el camino de los vestuarios los andaluces Diéguez y Gallego y el catalán Eladio, pero los hispalenses, aun con un hombre menos, van a ser superiores y remontarán el tanto inicial de Zaballa con goles de Rivera y Agüero. Formaron por el Barça: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Torrent; Zaballa, Pereda, Seminario, Fusté y Re.

En la octava jornada toca derbi, esta vez con Kubala en el banquillo españolista, pero con Di Stefano en el campo, liderando el ataque de los blanquiazules. Partido insulso, en el que Sasot hace debutar oficialmente en Liga a Joaquim Rifé, que va a ser precisamente el autor del único gol del encuentro, ganado por estos once hombres: Sadurní; Foncho, Olivella, Gracia – que sustituía al sancionado Eladio-; Vergés, Torrent; Zaballa, Pereda, Re, Rifé y Fusté. A la semana siguiente van a enfrentarse en el Bernabéu los dos grandes, aunque los azulgranas, bastante venidos a menos, no harán precisamente honor a su historia y sucumbirán por un claro 4 a 1. Debutaba aquella tarde con el Real Madrid un joven ceutí de tan sólo 19 años apodado Pirri (aunque durante una buena temporada figuraría como “Martínez” en las alineaciones blancas). Lo hace como interior izquierdo, en lugar nada menos que de Puskas, sancionado a causa de una expulsión en la jornada anterior, y va a ser uno de los destacados del partido junto con el gallego Amancio, que consiguió lo que hoy llamamos hat-trick. El otro gol merengue lo marcó Serena, mientras que Re – que ya marchaba al frente de la tabla de realizadores – lograría el único tanto barcelonista. El título, después de este resultado tan adverso, ya no era más que una quimera, con los dos conjuntos de la Capital y el Real Zaragoza ocupando las posiciones de privilegio. Jugaron y fueron goleados en el «Bernabéu»: Sadurní; Benítez, Olivella, Gracia; Vergés, Torrent; Pereda, Rifé, Re, Fusté y Seminario.

Vuelve la Copa de Ferias al «Camp Nou», con la visita  de un equipo escocés entonces poco conocido a nivel continental, el Celtic de Glasgow, que va a caer derrotado por 3 a 1 (Zaldúa, Seminario y Re). A destacar la alineación del navarro Zaldúa, por primera y única vez esta temporada, ya que el gran momento de Re le había relegado a una eterna suplencia. Vencieron a los blanquiverdes: Sadurní; Foncho, Eladio, Benítez; Torrent, Vergés; Rifé, Pereda, Zaldúa, Seminario y Re.

Ante el Córdoba, siguiente visitante liguero del Estadio, el Barça  volverá a vencer con autoridad, 4 a 1, Jugaron: Sadurní, Benítez, Garay – que reemplazaba a Ferrán Olivella, lesionado en un amistoso de la Selección Española frente a Portugal-, Eladio  (que retornaba a la formación titular tras su sanción); Vergés, Torrent; Rifé, Pereda, Re, Seminario y el joven Vidal, siendo los goles obra de Re, en dos ocasiones, Seminario y Vidal. Defendía el portal cordobesista un jovencísimo guardameta que estaba dando ya mucho que hablar: Miguelito Reina.

El Barça va a decir prácticamente adiós a sus remotas aspiraciones al título tras perder en Elche por 2 a 0. El Real Madrid, líder, le aventajaba ya en siete puntos, mientras que los puestos de promoción quedaban a tan sólo dos. Los ilicitanos fueron superiores a un Barça que bajaba muchos enteros lejos de su feudo. Ramos y el joven goleador Vavá hicieron los tantos de los locales, que luego se defendieron con orden y eficacia de los deslavazados ataques barcelonistas. En el conjunto alicantino destacaba también un jovencito rubio con tan sólo 18 años de edad y de nombre Marcial, que jugaba al fútbol como los mismos ángeles, con una clase y una elegancia como no se habían visto en nuestros terrenos desde la marcha de Luís Suárez a Italia. Esta fue la alineación que presentó Sasot en «Altabix»: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Pereda, Re, Fusté y Vidal. Pero al menos va a salvarse la eliminatoria de Copa de Ferias ante el Celtic, con un empate a cero en tierras escocesas y la siguiente alineación: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Goywaerts, Kocsis, Re, Fusté y Seminario

Nueva goleada en el «Camp Nou», en esta oportunidad a un Real Oviedo que transitaba por los últimos lugares de la tabla. Marcaron Vidal y Re (ambos en dos ocasiones) y Seminario, y este fue el once barcelonista: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Zaballa, Vidal, Re, Fusté y Seminario. Y a la semana siguiente el Barça dió señales de haber despertado de su letargo lejos del la Ciudad Condal, y lo hizo frente a un equipo en buen momento de juego, el Valencia. La mayor técnica azulgrana superó al ardor de los chés, y los dos puntos viajaron hacia Las Ramblas. Abrió el marcador el valencianista Waldo, al ejecutar un golpe franco con la habitual destreza que se gastaba el brasileño, pero Goywaerts, Fusté, Re y Seminario colocarían el 1 a 4 en el marcador de «Mestalla», acortando distancias finalmente el uruguayo Héctor Núñez de penalty. El Barça ascendía hasta el sexto puesto de la clasificación, pero el líder, el Real Madrid, seguía a siete puntos. Estos fueron los triunfadores de un partido televisado en directo a toda España, entonces algo no demasiado habitual: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Goywaerts, Vidal, Re, Fusté y Seminario.

Al otro domingo, sendos goles de Seminario y Re van a proporcionarle al Barça una trabajada y merecida victoria por 2 a 0 sobre el potente Real Zaragoza, tercero de la general. Buen partido de los catalanes, que pusieron en danza a: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Pereda, Goywaerts, Re, Fusté y Seminario. Pero a la semana siguiente  el Barça vuelve a tropezar en su salida, esta vez en el terreno del Betis. Aunque Fusté va a adelantar a los culés, los verdiblancos terminarían por imponerse, dándole la vuelta al marcador por mediación de Rogelio y Molina. El Barça presentó el mismo equipo que había derrotado a los maños siete días antes. Con este partido finalizaba la primera vuelta del campeonato y el Barça era quinto, con 16 puntos y 2 positivos, un balance muy pobre si lo que se pretendía era aspirar a todo. 8 encuentros ganados y 7 perdidos – aun no conocía el empate-, con 37 goles a favor (una buena marca, sin embargo), pero nada menos que 25 tantos en contra – demasiado vulnerable, pues-. Re se mantenía en lo más alto de la tabla de goleadores con 14 dianas.

UNA DISCRETA SEGUNDA VUELTA

La segunda vuelta comienza mejor, sin embargo. El 3 de Enero de 1965 el Barça se deshace fácilmente en el «Camp Nou» de la Unión Deportiva Las Palmas por 4 a 0. Seminario, en dos ocasiones, Re y Fusté hicieron los goles de un equipo que presentó a: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Goywaerts -que se estaba convirtiendo en un fijo en los esquemas de Sasot-, Re, Fusté y Seminario. Una semana más tarde el Barça visita el Estadio «Metropolitano», dispuesto a escalar posiciones en la general, pero va a encontrarse con un firme aspirante al título. Se adelantó el Barcelona, pero en el descanso el marcador señalaba ya el que sería el resultado definitivo. Cardona (2) y Ufarte hicieron los goles rojiblancos, mientras que Seminario y Re marcaban para los azulgranas. Y la visita del colista Coruña se va a saldar con una discreta victoria barcelonista por 2 a 0, obra de los inevitables Re y Seminario. Batieron al flojo cuadro gallego, condenado a un descenso anunciado: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Goywaerts, Re, Fusté y Seminario.

Al miércoles siguiente regresaba la Copa de Ferias. En tierras alsacianas el Barça arrancó un esperanzador 0 a 0 ante el modesto Racing de Estrasburgo, un resultado que parecía poner ya en franquía la eliminatoria. Jugaron: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio: Vergés, Garay; Rifé, Goywaerts, Kocsis, Fusté y Seminario. Y unos días después el Barça escalaba a la cuarta plaza  al triunfar en Murcia por 0 a 2, en un partido en el que hubo sus más y sus menos. Pereda – que reaparecía en encuentro de Liga – hizo el primer gol, y Re aumentó la ventaja barcelonista, pero a partir de ese momento van a comenzar los incidentes: lanzamiento masivo de almohadillas al terreno de juego, suspensión del partido durante cinco minutos, agresión de un juez de línea a Vergés, etc. Pero el marcador se mantendrá ya inamovible. Sasot alineó en «La Condomina» a: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Pereda, Re, Goywaerts y Seminario.

En la vigésima jornada el Barça continúa en cuarto lugar al vencer en el «Camp Nou» al Levante por 4 goles a 2, en un partido en el que-una vez más-los valencianos le dieron mucho trabajo. Rifé, Pereda, Re y Seminario hicieron los tantos barcelonistas, cuyo equipo formó de la siguiente manera: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Pereda, Re, Fusté y Seminario. Sadurní precisamente va a hacer posible el empate del Barça en «San Mamés», al desbaratar todos los intentos del Athletic para marcar en un partido entretenido pese a la ausencia de goles. Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Vidal, Re, Goywaerts y Seminario van a acompañar al magnífico guardameta de L´Arboç en “la Catedral”. Se trataba de la primera igualada  barcelonista en lo que iba de campeonato.

Devolución de visita del Racing de Estrasburgo en la competición ferial, y lo que se presumía un plácido trámite, va a  complicarse en demasía, pues  el empate final a dos tantos obliga a ambos contendientes a disputar un tercer partido, que para los alsacianos supone ya todo un triunfo, por más que corresponda jugarlo en el propio «Camp Nou». Para este decepcionante encuentro de vuelta, el Barça formó con: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Vidal, Re, Fusté y Seminario.

Muchos goles – 4 a 3 – ante el Sevilla, en un entretenido partido celebrado el Día de los Enamorados. Re hizo otros dos tantos, que le afianzaban todavía más al frente de la tabla de realizadores, y los otros dos fueron obra de Vidal, un joven al que algunos comentaristas deportivos ya saludaban como el sucesor de Kocsis – postergado, por cierto, durante toda la temporada-, al encontrar en su juego ciertas similitudes, salvando las distancias,  con el del fenómeno magiar. Estos fueron los once futbolistas que se impusieron a un buen Sevilla: Sadurní; Benítez, Garay, Eladio; Foncho, Fusté; Rifé, Goywaerts, Re, Vidal y Seminario. El Barça era cuarto, a siete puntos de la cabeza, ocupada ahora por el Atlético de Madrid.El derbi de «Sarriá» frente al Español se va a saldar sin goles ni demasiado juego. El  Barça alineó a: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Benítez, Re, Goywaerts y Seminario. Y a la semana siguiente se recibe al Real Madrid en el «Camp Nou». Las posibilidades de conquistar el título son remotísimas, pues los blancos aventajan al Barça en siete puntos, pero una victoria azulgrana podría contribuir a maquillar algo la deficiente temporada, según acostumbraba a ocurrir entonces en Can Barça. Pero ni por esas…El Madrid va a dar un paso de gigante para hacerse con su quinto Campeonato de Liga consecutivo al vencer en el feudo culé por 2 goles a 1. Se adelantaron los locales en el primer tiempo, por mediación del inevitable Cayetano Re, pero después del descanso, y en tan sólo siete minutos, los madridistas le dieron la vuelta al marcador con tantos de Pirri y Serena. Esta fue la formación azulgrana que no pudo derrotar al gran rival: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torrent; Rifé, Goywaerts, Re, Fusté y Seminario.

Y una semana más tarde, en Córdoba, donde los andaluces estaban mostrándose intratables, una nueva derrota desplaza al Barça hasta la sexta posición. 1 a 0 para los verdiblancos, y este equipo: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Torrent, Vergés; Rifé, Vidal, Re, Goywaerts y Fusté. Pero hagamos un inciso, entre partido y partido, para reseñar que por estas fechas el Barcelona va a ceder a un par de  jugadores  de su primera plantilla a Osasuna, que pugna por mantener la permanencia en Segunda División. Se trata del defensa Gensana y el ariete navarro Zaldúa, que pasarán a reforzar a los de «San Juan» junto a Montesinos, quien a causa del Servicio Militar ya actuaba con los rojillos desde el inicio de la temporada.

El miércoles 18 de marzo se disputa el tercer y definitivo partido de la eliminatoria de Copa de Ferias contra  el Racing de Estrasburgo. Sasot cuenta para este compromiso con: Sadurní; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Vidal, Re, Fusté y Seminario. No se va a mover el marcador en todo el tiempo reglamentario, y aunque los jugadores barcelonistas batieron en dos ocasiones al guardameta galo, el árbitro anulará ambos tantos (y también Fusté estrellará un balón en la madera). Y como entonces la normativa de la competición no contemplaba la posibilidad de desempatar recurriendo a las tandas de penalties, será  una caprichosa moneda lanzada al aire la que dicte sentencia, en esta ocasión contraria a los intereses barcelonistas. Va a escocer esta sorprendente eliminación, y mucho, por tener lugar ante un adversario netamente inferior, a diferencia de lo sucedido un año antes frente al potente Hamburgo.

Pero la vida sigue, y la Liga también. El Elche visita en el «Camp Nou» a un Barça en horas bajas, y se lleva un punto para «Altabix». Seminario hizo el gol barcelonista en un partido mediocre donde Sasot alineó a: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Zaballa – que reaparecía después de una larga ausencia por lesión-, Rifé, Re, Goywaerts y Seminario. Y nuevo traspiés en Oviedo, ante un claro aspirante al descenso que se encontró con un Barça muy desmotivado, lo cual aprovecharon los asturianos para vencer por 2 a 0. Estos fueron los once hombres que, una vez más, defraudaron en el «Carlos Tartiere»: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Kocsis – que también volvía al equipo tras varios meses de ostracismo-, Re, Goywaerts y Fusté.

Partido de mero trámite frente al Valencia, aunque la victoria por 2 a 0 sirvió para calmar un poco los encrespados ánimos de la afición, muy molesta con el equipo, y para brindarle ya prácticamente a Cayetano Re su Trofeo Pichichi como máximo goleador, tras las dos dianas que el delantero paraguayo le coló a Ricardo Zamora Junior, el hijo de “El Divino”. Estos fueron los once barcelonistas que derrotaron a sus vecinos mediterráneos: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Rifé, Goywaerts, Vidal, Fusté y Re.

El último desplazamiento de la Liga es a «La Romareda», donde un Zaragoza brillantemente clasificado en  tercera posición no tendrá demasiados problemas para deshacerse de los azulgranas por 2 a 0. Jugaron: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Zaballa, Benítez, Vidal, Fusté y Re. Y se despide una campaña tan gris el domingo 18 de Abril en el «Camp Nou», ante un Betis venido a menos y que aun así arrancará un valioso positivo que sirve para salvarle de la promoción. Pañolada del público para castigar el mal juego barcelonista de todo el curso, y estos once hombres soportándola estoicamente sobre la hierba: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Fusté; Zaballa, Kocsis, Vidal, Pereda y Re.

LLAUDET REVALIDA SU MANDATO, Y EL EQUIPO NO REMONTA EL VUELO

El balance final del campeonato es francamente desolador. El Barcelona, al igual que en 1962-63, se clasifica en sexto lugar, un puesto del todo indigno de su historial, contabilizando tan sólo 32 puntos, y a quince del campeón, nuevamente el Real Madrid, que ha conseguido imponerse en un emocionante sprint a su eterno rival colchonero. Los azulgranas han vencido en 14 partidos, empatado 4 y perdido 12, marcando 59 goles y encajando 41. El único consuelo lo constituye el hecho de que Re se corona como máximo goleador del campeonato, con 25 tantos. El resto del equipo colaboró con el paraguayo para conseguir ese éxito, permitiéndole lanzar los penalties.

Al margen de esta nueva decepción – y ya iban…-el Barcelona se dispone a afrontar un nuevo período electoral, pues tocan a su fin los preceptivos cuatro años de mandato que había obtenido Enric Llaudet en junio del 61, aunque la fecha de la consulta – prevista inicialmente para el día 22 de Septiembre, aprovechando la celebración de la Asamblea General de Socios Compromisarios – va a adelantarse al domingo 15 de Mayo. La normativa vigente entonces al respecto no contemplaba la posibilidad de elegir al presidente de un club de fútbol mediante sufragio universal de sus asociados mayores de edad, sino que disponía que la elección deberían llevarla a cabo un reducido número de  Compromisarios – tan sólo unos pocos centenares – elegidos por sorteo entre la masa social.

En el aspecto meramente deportivo, la gestión de Llaudet no podía considerarse fructífera – un solo título, y de índole menor, en cuatro años-, pero eso no le va a impedir presentarse a la reelección. Y a pesar de la existencia de cierto movimiento opositor (simbolizado en la creación de la “Revista Barcelonista” – más conocida por las siglas “RB” – un semanario de vocación abiertamente crítica, publicado por un grupo de profesionales de la información deportiva escindidos de la revista “Barça” y capitaneados por Carles Barnils Vila), únicamente aparecerá un candidato dispuesto a contender con el temperamental empresario textil. Se trataba de Josep María Vendrell, antiguo Jefe de la Guardia Urbana de Barcelona y a la sazón próspero industrial hotelero. Vendrell carecía de un programa definido, pero va a utilizar un curioso método para atraerse las simpatías de los Socios Compromisarios: invitarles un domingo a uno de sus hoteles de la Costa Brava, a fin de aleccionarles sobre las presuntas bondades de sus planes en caso de obtener la presidencia del Club.

Y mientras se producen estas maniobras, el Barça encara una nueva competición, la Copa del Generalísimo, y como siempre con la esperanza de poder llegar en ella lo más lejos posible, e incluso salvar la temporada proclamándose campeón. Para empezar, los dieciseisavos de final los dirime contra un club del Grupo Norte de la Segunda División, el histórico Racing de Santander – entonces oficialmente denominado “Real Santander”-. Y el partido de ida, disputado en los viejos “Campos de Sport del Sardinero”, va a pasar a la historia. Y no precisamente por la especial  brillantez del juego desplegado – suficiente para golear a domicilio a los cántabros por 1 a 4 y dejar ya sentenciada la eliminatoria-, sino porque Sasot hará debutar en él a un muchacho rubio y espigado de 18 años, aun en edad juvenil, llamado Carles Rexach. Con el correr del tiempo, este Rexach se iba a convertir en uno de los grandes mitos del Barça, siendo uno de los jugadores que más veces defendería la camiseta azulgrana. La primera alineación barcelonista con Charly dentro va a ser la formada por: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Garay; Zaballa, Rife, Re, Pereda y Rexach. Los cuatro tantos fueron obra de Re (2), Rifé y el propio Rexach, que tendrá así ese feliz debut con el que todos los futbolistas sueñan.

En el encuentro de vuelta, Sasot decide dar también la alternativa a otro chico del Juvenil, el menudo interior zurdo en punta Lluís Pujol. Pujol, desde luego, no iba a alcanzar las mismas cotas que Rexach en el transcurso de su irregular carrera barcelonista, pero su nombre acabaría inscribiéndose igualmente en letras de oro en la historia del Club, a causa de su brillantísima y decisiva intervención en determinado partido. Pero no adelantemos acontecimientos…Reseñemos únicamente que Pujolet se estrenó a lo grande, marcándoles un par de goles a los montañeses – que tampoco estaba nada mal-, completando Fusté y Pereda el 4 a 0 definitivo. Su primer once titular fue este: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Fusté; Rifé, Pereda, Re, Pujol y Rexach.  Un ala izquierda cien por cien juvenil, como se puede ver.

Las votaciones tienen lugar justo antes de jugarse este encuentro de Copa frente al Racing – 15 de mayo de 1965-, y con una asistencia de compromisarios menor que en los anteriores comicios de 1961. Enric Llaudet va a ser reelegido por una abrumadora mayoría, 164 a 35. Es de señalar que previamente numerosas voces – incluida la del propio Llaudet – se habían mostrado partidarias del sufragio universal, reclamando su autorización, algo que ya se había producido sorprendentemente en las elecciones de 1953, tras el “Caso Di Stefano”  y la dimisión de la Junta de Enric Martí Carreto, cuando Francesc Miró-Sáns derrotó a Amat Casajuana i Pfeiffer. Pero aun así, el sistema de compromisarios va a continuar vigente hasta la Transición (se utilizaría todavía en las dos elecciones que ganó Agustí Montal hijo, en 1969 y 1973), siendo las de mayo de 1978 – que darían el triunfo a Josep Lluís Núñez – las primeras en las que tuvieron derecho a voto todos los socios y socias mayores de edad.

Con Llaudet reelegido para un nuevo período de cuatro años (en el que se esperaba que llegasen a buen puerto las gestiones para la recalificación urbanistica de los terrenos de «Les Corts», mejorando la situación económica del club y por ende sus resultados deportivos), el Barça se apresta a disputar los octavos de final de la Copa ante el Real Murcia. No se trataba de un adversario de cuidado, y la renta del partido de ida en el «Camp Nou» – 4 a 1 – parece suficiente de cara a la vuelta en «La Condomina». Marcaron Pujol, Re, Pereda y el pimentonero Antonio Ruíz en propia puerta, y el conjunto azulgrana presentó la siguiente alineación: Sadurní; Foncho; Olivella, Eladio; Vergés, Benítez; Rifé, Pereda, Re, Pujol y Vidal.

En  el segundo partido, sin embargo, van a pasarse algunos apuros, y el Murcia se impondrá a la postre por un insuficiente 1-0. El choque – en el que haría su debut en las filas locales el guardameta José Luís Borja, futuro jugador del Real Madrid y del Real Club Deportivo Español-, fue presenciado por escaso público, y en él saltaron a la hierba los siguientes jugadores vestidos de azul y grana: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Torrent, Fusté; Rifé, Vergés, Vidal, Pereda y Re.

En cuartos de final, en cambio, el rival  ya es de armas tomar: el Real Zaragoza, vigente Campeón de Copa y verdugo de los barcelonistas en la edición anterior. Se juega primero en «La Romareda», y allí lo hacen: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Torrent; Rifé, Pereda, Re, Fusté y Seminario. El encuentro no defraudó a nadie, y el resultado final fue espectacular, diríase que “de los de antes de la Guerra”: 6 a 4 a favor de los maños. El Barça va a adelantarse hasta en tres ocasiones, aunque al final tendrá que doblar la rodilla ante los Magníficos. Esta fue la marcha del marcador:  1-0. Canario, minuto 7; 1-1. Seminario, minuto 20; 1-2. Eladio, minuto 23; 2-2. Violeta, minuto 35; 2-3. Vergés, minuto 46; 3-3. Marcelino, minuto 50; 3-4. Fusté, minuto 53; 4-4. Isasi, minuto 60; 5-4. Santos, minuto 70; 6-4. Villa, minuto 73

Tan desacostumbrado número de goles –en una época en la que ya empezaban a imponerse las tácticas defensivas– hizo reaccionar a una afición que últimamente venía desertando de las gradas del «Camp Nou», y que en esta ocasión agotó el papel. Sin embargo, un Zaragoza que ya parecía haberle tomado la medida al Barça va a volver a anotarse el triunfo, esta vez con un gol de Marcelino al filo del descanso. Terminaba así, como escribe Antoni Closa en su imprescindible obra “Croniques del Barça”, otra temporada más para olvidar. Esta fue la última formación azulgrana del estéril curso 64-65: Sadurní; Foncho, Olivella, Eladio; Vergés, Torrent; Rifé, Pereda, Re, Fusté y Seminario.

Sasot va a achacar buena culpa del fracaso de la temporada a «la falta de conjunción de líneas», añadiendo que «no se han llegado a conjugar los esfuerzos individuales en pro del equipo». No obstante, en algún capítulo aprovechaba para sacar pecho, pues se congratulaba de la buena puesta a punto física de toda la plantilla, expresada en el hecho de que el Barça, a lo largo de la campaña, «no había tenido ni un solo jugador lesionado por desgarros musculares o esguinces». Consideraba, por lo tanto,  que su preparación física había sido del todo meritoria. No había conseguido ningún título-algo que no podía echársele en cara  precisamente a él, pues otros colegas en teoría más cualificados habían tropezado también en la misma piedra-, y tampoco el sexto puesto en la Liga era precisamente para que un club como el Barcelona tirase voladores, al igual que su desafortunada eliminación tras un tercer partido en el propio «Camp Nou» ante el modesto Estrasburgo francés (lo de caer en la Copa del Generalísimo ante el potente Zaragoza de los Magníficos ya entraba más dentro de la lógica), pero al menos con él como entrenador un jugador azulgrana volvía a conquistar el Trofeo Pichichi (el paraguayo Re, con 25 dianas). Había sido  el único técnico barcelonista que confió en el belga Goywaerts (que ficharía luego por el Real Madrid), apostando asimismo por Quimet Rifé,  y también le cupo el honor de haber dado la alternativa-aunque en el curso de una sencilla eliminatoria de Copa ante el Racing de Santander) a dos jovencitos de tan sólo 18 años de edad, firmes promesas de la Pedrera y llamados a escribir páginas gloriosas en la historia del club-sobre todo el segundo-, llamados Carles Rexach y Lluís Pujol. En el terreno de lo meramente estadístico, Sasot había dirigido al Barça en 36 partidos oficiales, con el siguiente balance: 16 victorias, 8 empates y 12 derrotas (un escueto 44,44 % de triunfos), con 66 goles a favor y 42 en contra.

sasot02NUEVOS RETOS Y NUEVOS HORIZONTES

El de Peñalba  seguirá vinculado al Barça durante tres años más. En la primera temporada, la 65-66, actuará como segundo del nuevo técnico blaugrana, el ex-jugador madridista Roque Olsen (al que incluso suplirá en el banquillo durante una breve ausencia del argentino), mientras que en las dos siguientes volverá a hacerse cargo de la preparación del Condal. En la campaña 66-67 va a verse privado de los mejores y más prometedores futbolistas del cuadro filial (Rodés, Borrás, Mas, Martí Filosía, Rexach y Pujol, estos últimos los dos adolescentes que él había hecho debutar con el primer equipo blaugrana en la Copa del 65), y no podrá evitar el descenso de los condalistas a Tercera Division, y en la 67-68, aun realizando un extraordinario campeonato -con una plantilla en la que destacaban el guardameta Mora y el delantero Alfonseda- no logrará el retorno a la División de Plata, tras tropezar ante un intratable Orense (que tampoco conseguiría a la postre su propósito de volver a Segunda)

En julio de 1968, y tras once años de pertenencia al Barcelona, declara en las páginas del diario «El Mundo Deportivo» que ha aceptado una oferta del Mallorca para dirigir al cuadro bermellón en Segunda División, una categoría que en el inminente curso 68-69 estrena nuevo formato, compuesta por 20 clubes tras la drástica reestructuración que se había cargado a los dos grupos, Norte y Sur, con 16 equipos cada uno. Para firmar contrato con los isleños le habían persuadido varios argumentos: su cercanía a Barcelona, sus aspiraciones de ascenso, y el tema económico, en el que había existido total acuerdo. Consideraba que el club balear tendría que reforzar su linea de ataque si quería optar a estar entre los tres primeros clasificados (lugares que suponían el ansiado pase a la élite de nuestro fútbol), y de hecho esto va a ocurrir, con el fichaje de los veteranos extremos Canario (Real Zaragoza), uno de los ya míticos Magníficos,  y Camps (Sabadell), así como el goleador jiennense Conesa.

Sin embargo no permanecerá demasiado tiempo en Palma… El 5 de febrero de 1969 va a ser apartado del banquillo mallorquinista, al considerarse injuriosas por parte del club unas declaraciones suyas a la prensa. Ese mismo día la directiva balear le propone o bien la rescisión del contrato, o abrirle expediente, y 24 horas más tarde es cesado de su cargo y sustituido interinamente por su segundo, el argentino y aun miembro de la plantilla bermellona Juan Carlos Forneris, ex jugador del Elche. El día 20 de ese mismo mes es fichado el técnico uruguayo Sergio Rodríguez, pues al carecer Forneris del preceptivo título de entrenador, necesitaba que en el banquillo se sentase a su lado alguien que sí poseyera dicha cualificación burocrática, y ambos formarán tándem hasta el final de la temporada, logrando el anhelado ascenso, pues el Mallorca consigue clasificarse en tercera posición, la última que daba acceso a la División de Honor, tras Sevilla y Celta, y superando a un correoso Racing de Ferrol. Sasot ya era muy discutido en los mentideros futbolísticos de la isla, pues se le acusaba de no saber sacarle todo el rendimiento posible a la gran plantilla que tenía a sus órdenes (y en la que también figuraban elementos tan destacados como Gost, Doro, Sans, Victoriero, Robles, Candela, Cano, Parera, Terol o el internacional Ernesto Domínguez, la gran figura del equipo). El Mallorca se imponía bien a sus rivales en el «Luís Sitjar», pero fuera sufría horrores para puntuar (de hecho, tan sólo había ganado hasta entonces un partido a domicilio). Y además sus profundas desavenencias con la directiva le van a costar el puesto.

Su experiencia en la localidad ciudadrealeña de Puertollano, al frente del Calvo Sotelo en la siguiente campaña, la 69-70, va a ser la última en el fútbol de categoría llamémosle nacional, puesto que a partir de dicho momento tan sólo dirigiría a equipos de Tercera División. Tampoco va a poder finalizar la temporada en tierras manchegas, pues debido a la mala marcha del equipo -en el que no obstante figuraban jugadores como García Fernández, Fabián, Gelo, Biosca, su antiguo conocido Candela, Vilar, Ortega, Villapún, Feliu o Yosu-va a ser destituido tras la jornada 21. Con posterioridad entrenará al Calella, Girona (en dos etapas: 1972-74 y 1979-80), Lleida (1974-75) y Atlético Baleares (1975-76).

Su amor hacia el fútbol  base le llevó en sus últimos años de vida a derramar su magisterio entre  los chavales del modesto Martinenc. Pero no llegaría a viejo. Un día comenzó a sentir un agudo dolor en el pecho, una especie de molesta opresión, pero no le dio mayor importancia hasta que pocas fechas después su corazón ya le falló definitivamente. Era el 12 de abril de 1985, y dejaba de existir a los 67 años de edad. Va a morir tranquilamente, sentado en su sillón, tras la siesta, antes de dirigirse a impartir su clase en la Escuela de Entrenadores, en su propia casa y junto a los suyos.

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Juan Acuña, “Xanetas”

A lo largo de los años ha habido numerosos jugadores que por unas circunstancias u otras únicamente han disputado un encuentro con la Selección Española de fútbol. Entre ellos, se encuentra el invitado a Cuadernos de este mes. Se trata de Juan Acuña Navas, a quien rendimos homenaje dado que el próximo mes de Agosto se cumplirán 15 años de su fallecimiento.

Nació el catorce de febrero de 1923 en La Coruña, siendo el segundo de ocho hermanos. Desde muy temprana edad, como muchos niños de aquellos años, jugaba en la calle como entretenimiento para estar con sus amigos; en aquellas décadas, con pelotas de trapo y, si había suerte, con pelotas de goma, que se podían dominar mejor.

En el campo de Artillería, cerca de su casa, fue el terreno de juego donde Acuña dio las primeras patadas a una pelota. A Juan le llamaban sus compañeros de juegos “Xanetas”, que equivale a Juanetas. Se trata de una deformación gallega de Juan, a sus amigos les resultaba más fácil denominarlo así, y con ese apodo se quedó para siempre.

Con muy pocos años, esta pandilla de amigos – en el caso de Juan, diez años- fundaron un equipo infantil, al que denominaron Sporting Coruñés, cuyos socios, compuestos por jugadores y más aficionados, pagaban veinticinco céntimos de peseta semanales. De esta forma, con lo que recaudaban, iban logrando hacer un fondo para poder comprar material deportivo para el equipo.

Cuando se produjo el comienzo de la Guerra Civil, Juan tenía trece años;  jugaba al fútbol compitiendo contra otros equipos de barrio de La Coruña. Laureano Martínez Sevilla, que era uno de los espectadores, observó que Juan era un portero de futuro por lo que decidió llevárselo al equipo del Eureka, que acababa de fundar con unos amigos. Este hecho coincidió con el regreso a España de Manuel Ponte Patiño- corresponsal de MARCA en La Coruña- desde Buenos de Aires.

Poco después, el mencionado Ponte Patiño puso en marcha el Campeonato de modestos de La Coruña, cuyo objetivo era localizar valores para el Deportivo; en aquel torneo, Acuña se consolidó como guardameta de garantías, al ser el menos goleado de la competición. De esta manera, su primer contrato lo firmó con 16 años cobrando un salario de 300 pesetas al mes.

El Deportivo se encontraba entonces en Segunda División. Es la temporada 1939-1940. El equipo coruñés disputaba la promoción de ascenso contra el Celta de Vigo el 15 de mayo de 1940, cuyo encuentro se jugó en Chamartín, Madrid. La alineación que el Deportivo presentó aquel día fue la compuesta por Acuña; Pedrito, Novo, Molaza, Couso, Cela, Breijo, Guimerans, Pintos, Chacho y Chao. Pero ganó el Celta por 1-0, con gol de Nolete, y el Deportivo continuó en Segunda.

En la temporada siguiente, nueva promoción de Ascenso a Primera División. Se disputó contra el Murcia en el campo de Vallecas. El resultado fue favorable esta vez a los gallegos por 2-1 lográndose así el ansiado ascenso a la máxima categoría. Acuña adquirió notoriedad en el fútbol español.

En la Liga de 1941-1942 varios equipos de postín requirieron su fichaje pero la directiva del Deportivo de La Coruña rechazó el cambio de colores. El Coruña finalizó esa temporada clasificado en 4º lugar, con Acuña como portero menos goleado con 37 tantos en 26 partidos jugados.

Foto: Canal Deportivo.com

Foto: Canal Deportivo.com

En la temporada de 1942-1943 el Deportivo acabó en noveno lugar  en la clasificación y nuevamente Acuña se proclamó mejor guardameta de la Liga después de 25 encuentros jugados recibiendo 31 goles. Por aquellos meses, de nuevo recibió ofertas de otros equipos, en este caso, de Real Madrid, Atlético de Madrid o Barcelona, pero él siempre prefirió continuar figurando en las filas del equipo gallego.

En 1945 el Deportivo bajó a Segunda División. Se terminó la Liga en último lugar logrando únicamente 17 puntos. Subieron de nuevo a Primera en la temporada 1945-1946, pero en la siguiente, se produjo un nuevo descenso. En 1948 se ascendió otra vez a la máxima categoría junto con el Real Valladolid, y en la temporada siguiente, por fin, se logró permanecer en la primera categoría del fútbol español aunque solamente con un punto de margen respecto a los equipos que bajaron, Alcoyano y Sabadell.

La gran etapa de los gallegos llegó de la mano del entrenador argentino Alejandro Scopelli en la temporada de 1949-1950. Pese a que estuvo varios encuentros sancionado por lesionar de manera fortuita a Rafa, del Valladolid, Acuña conquistó su tercer trofeo de portero menos goleado de la Liga en sus 22 partidos disputados con 29 goles recibidos. Con Moll, Botana, Franco o Guimerans, entre otros, se consiguió un segundo puesto histórico en la clasificación final, quedando a un solo punto del campeón Atlético de Madrid. En aquella temporada, por ejemplo, se ganó al Real Madrid, Barcelona y Sevilla por 3 a 0, al Valencia 5 a 1.

Más tarde, en la temporada 1950-1951 logró su cuarto Trofeo después de jugar 26 partidos y encajar  36 goles. En 1952, Acuña sufrió una lesión de clavícula por la que permaneció mucho tiempo sin jugar y cuyas consecuencias le acompañaron ya hasta el final de su carrera de portero. Entre las temporadas 1952-1953 y 1953-1954 jugó alternándose en el puesto con Juan Ignacio Otero.

En un encuentro de vuelta de cuartos de final de Copa del Generalísimo, celebrado en Riazor frente al Barcelona el 8 de mayo de 1955, Acuña colgó definitivamente las botas. La alineación del Deportivo en aquel encuentro fue: Acuña, Celma, Rodolfo, Irusquieta, Manín, Cuenca, Polo, Gárate, Pahíño, Lexo y Arias. El resultado fue de empate a uno, siendo eliminado el equipo gallego ya que en el partido de ida una semana antes el marcador había sido muy favorable al conjunto azulgrana por siete a cero.

En total disputó más de doscientos partidos con el Deportivo de La Coruña.

Con la Selección Española solamente fue internacional una única vez, concretamente en el partido nº 61 de España jugado el 28 de diciembre de 1941, disputado en el estadio de Mestalla, Valencia. El seleccionador español era Eduardo Teus, que afrontaba su tercer encuentro como tal. La alineación de España en aquel encuentro fue la compuesta por Martorell, Teruel, Oceja, Raich, Germán, Machín, Epi, Herrerita, Mundo Campos, y Gorostiza. Acuña sustituyó a Martorell en el minuto 74. Es decir, solamente pudo saborear el debut durante unos minutos. España gano por 3-2 a Suiza, con goles de Campos y  Mundo (dos). Debutaron 7 jugadores por parte española: Martorell (Español), Teruel (Español), Raich (Barcelona), Germán (Atlético Aviación), Machín (Atlético Aviación), Mundo (Valencia) y nuestro invitado Acuña.

Juan Acuña, agachado, el primero de la izquierda en el encuentro ante Suiza.

Juan Acuña, agachado, el primero de la izquierda en el encuentro ante Suiza.

El 2 de abril de 1950, en el partido nº 78, Acuña volvió a figurar como jugador convocado para la selección pero, sin embargo, ya no jugó ningún encuentro.

Fue para los siguientes partidos:

Nº 78, 2-4-1950: España 5-1 Portugal.

Nº 79, 9-4-1950: Portugal 2-2 España.

Estos encuentros, ambos, fueron de clasificación para la disputa del Mundial de 1950 a celebrar en Brasil.

Y en el Mundial de 1950:

Nº 80, 25-6- 1950, Estados Unidos 1-3 España.

Nº 81, 29-6-1950: Chile 0-2 España.

Nº 82, 2-7-1950,: Inglaterra 0-1 España.

Nº 83, 9-7-1950: Uruguay 2-2 España.

Nº 84 13-7-1950: Brasil 6-1 España.

Nº 85 16-7-1950: Suecia 3-1 España.

Entre los motivos de no jugar ningún encuentro en este Mundial de Brasil, se cuenta que estando en el aeropuerto de Barajas para salir para Río de Janeiro, el seleccionador Guillermo Eizaguirre, con la presencia de varios de los futbolistas que formaban parte de la expedición, exclamo algo así como “¡ las maletas que las cargue el gallego!” haciendo referencia a los numerosos gallegos que por entonces se dedicaban a estas tareas en dichas instalaciones. Acuña, dándose por aludido, contestó “¡ las maletas las va a cargar tu p…..!”. Eizaguirre replicó que Juan no subiría al avión; después de unos minutos de incertidumbre, Acuña acabó viajando. Fuera por este motivo o no, el gallego se quedó sin debutar en el Mundial.

En el verano de 1961 recibió dos homenajes. En el primero participaron un equipo formado por antiguos jugadores vascos frente a otro de viejas glorias gallegas. El encuentro finalizó con victoria vasca por 1-4. Acuña formó como portero durante diez minutos, siendo sustituido por Santín.. El segundo de los homenajes, se disputó entre el Deportivo y el Orense. Al concluir dicho encuentro, a Xanetas le fue impuesta la insignia de oro y brillantes del club gallego.

En 1963 comenzó a trabajar en la refinería de petróleo de la capital, ocupación que consiguió gracias a la mediación del presidente del club, Luis Vázquez Pena.
Desde 1989 a 2007 se celebró en el estadio de Riazor un torneo veraniego que llevaba su nombre “Trofeo Juan Acuña”. El primero se disputó entre el Deportivo y el Oviedo el 20 de agosto de 1989. El resultado al final del tiempo reglamentario fue de empate a cero, ganando el trofeo el equipo asturiano por penaltis. Las alineaciones que presentaron ambos equipos para este primer Trofeo fueron:
Deportivo: Fernando, Gustavo, Sredojevic, Antonio, Sabín Bilbao; Santi Francés, José Ramón (Batrovic), Aspiazu (Molino), Fran, Gil y Raudnei.
Oviedo: Zubeldia, Murúa (José), Gorriarán, Luis Manuel, Rivas, Zúñiga, Viñals, Bango, Elcacho (Paco), Carlos y Julián.

Zamora y Acuña. Foto: Canal Deportivo.com

Zamora y Acuña. Foto: Canal Deportivo.com

Ricardo Zamora “El Divino” llego a considerarle como su sucesor. Fue un portero muy ágil y de enorme clase. Destacaba por su valentía en las salidas, su colocación entre los palos de la portería y la gran seguridad que transmitía al resto de su equipo.

Acuña ante el monumento en su honor. Foto: Canal deportivo.com

Acuña ante el monumento en su honor. Foto: Canal deportivo.com

Quizá no fuera el más legendario de la historia del fútbol español pero seguro que se encuentra entre los más grandes de la Liga española.

Juan Acuña falleció el 30 de agosto de 2001 a los 78 años de edad.




Juan Lizaso, futbolista con dos vidas

Juan Lizaso no fue futbolista que suene al aficionado, entre otras razones por haber antepuesto su teórico porvenir laboral a los réditos de un deporte todavía en precario. Sin embargo ejemplifica cuanto hubo de afrontar parte de su generación, tras el último parte bélico fechado en Burgos aquel primero de abril de 1939.

Nacido en Deusto varios años antes de que Bilbao anexionara dicho municipio, fue haciéndose hombre mientras rompía alpargatas contra el balón, cazaba chimbos a plomazo limpio y se dejaba embeber por el universo del canal y la ría, entonces puerto bilbaíno, bosque de grúas y hasta escenario de aventuras imposibles. Su padre, consciente de la voracidad industrial, pues no en vano trabajaba entre diez y once horas diarias a 12 metros del suelo, con una caldera de vapor pegada a la espalda, hizo cuanto pudo por verlo ganándose la vida en un despacho, trajeado y de corbata. Próximo al domicilio familiar se hallaba el colegio de San Antonio, no tan costoso como para que un obrero con 5 pesetas de jornal diario renunciase a matricular al primogénito. Según los frailes, Juan era despierto y voluntarioso, disciplinado y algo terco, pero excepcionalmente dotado para las Matemáticas, el Cálculo, y sobre todo para el dibujo. “Más Matemáticas y menos lápices”, parece pidió el buen hombre, quizás porque nunca vio dibujar a nadie en las oficinas portuarias.

Al joven Juan, sin embargo, lo que en verdad le entusiasmaba era el fútbol. Deusto tenía un equipo potente desde 1913, con jugadores    que habrían de dar el salto al vecino Athletic sin afeitarse siquiera por primera vez. Medio de empuje, por más que se empeñara en saltar al campo como delantero centro, para cuando quiso advertirlo se encontró formando en el equipo B, junto a otros chiquillos de 13, 14 ó 15 años. Su incorporación al primer conjunto apenas iba a demorarse. Como no existía el Campeonato Nacional de Liga, los clubes vizcaínos disputaban muchos amistosos y un torneo regional, cuyo campeón se cruzaba con los de otras áreas en reñidas eliminatorias de Copa. Por cuanto a la Sociedad Deportiva Deusto respecta, alternaba la Serie B, equivalente a una 2ª División territorial, con la A, patrimonio en lo que a títulos se refiere de Athletic Club y Arenas de Guecho.

Juan Lizaso, en 1924. Empezaba a jugar con el Deusto.

Juan Lizaso, en 1924. Empezaba a jugar con el Deusto.

La temporada 1920-21 el Deusto dio la campanada, clasificándose en tercer lugar, por detrás de los sempiternos Athletic y Arenas, y delante del Erandio y Racing santanderino, entidad esta que a partir de 1922 pasaría a competir en el Regional Cántabro. Para los muchachos de Deusto entendérselas de tú a tú con los grandes -cosa que hicieron ininterrumpidamente hasta 1925- equivalía a ponerse en el escaparate. Imperaba aún el amateurismo, siquiera fuese en los estatutos federativos, por más que pagar sueldos y primas de fichaje estuviese a la orden del día. Y puesto que aquellos sueldos de futbolista aventajaban a los de operarios cualificados, volar hacia nidos más altos era aspiración de no pocos peones, mozos, estibadores o aprendices con buena maña ante el cuero. Lizaso no era de esos. Acababa de ingresar por oposición en la Caja de Ahorros Municipal bilbaína, y ni remotamente concebía otro futuro ajeno al encadenado de ascensos como empleado de banca. Aun así le llegaron cantos de sirena desde el Zaragoza, no la entidad actual sino su predecesora, apodada “tomate” por el color de sus camisetas.

 “Supongo hablaría de mí algún vasco de los varios con que por esa época contaba el club maño. Bilbao no tenía otra Universidad que la de Deusto, y por ello quienes estudiaban Medicina debían irse fuera. Madrid, Valladolid y Zaragoza, por elementales razones geográficas, se convirtieron en habitual alternativa. De ahí que aquel Zaragoza pescara a numerosos futbolistas-estudiantes, sobre todo futuros médicos.

Pero ese intento quedaría en nada. “Con una estupenda colocación y novia formal a 35 kilómetros de Bilbao, yo en Zaragoza no pintaba nada. Agradecí su interés, comprendieron mis razones y quedamos tan amigos. Otra cosa fue lo del Racing. Ahí no me hubiese importado fichar, bajo ciertas condiciones”.

El Racing, en efecto, también envió emisarios hasta Deusto. Dos veces, además. Y la segunda, a vicepresidente y secretario.

“Yo sabía que iban a utilizarme poco, pues para salir triunfadores del Regional Cántabro les bastaba con cuanto tenían allí. Su aspiración no confesa pasaba por disponer de un equipo más fuerte en las eliminatorias del Campeonato de España, de la Copa, para entendernos, y así avanzar en la competición más de lo que solían. Entonces hice mi propuesta: Continuaba jugando el Regional Vizcaíno con el Deusto, sin abandonar mi casa y el trabajo. Cuando me reclamaran, fuese para la Copa o la disputa de cualquier amistoso, podían contar conmigo en Santander, puesto que los partidos se jugaban en domingo. Pero eso sí, como el tren de vía estrecha invertía una enormidad en cubrir esos 100 kilómetros, me compraban una moto a manera de prima por fichaje. Siete u ocho días más tarde me hicieron llegar la contrapropuesta. De acuerdo con que disputara el Regional Vizcaíno, de acuerdo también con que continuase trabajando en la Caja, pero la moto les resultaba excesivamente onerosa. Al escucharme que aun lamentándolo mucho en esas condiciones nada se podía hacer, arguyeron que me trasladase a Santander. Ellos correrían con los gastos de patrona, me proporcionaban trabajo, negociábamos un tanto por partido jugado y primas por victoria, y ya formaba parte de su plantilla permanentemente. Por curiosidad inquirí sobre qué tipo de trabajo contemplaban y con qué sueldo. Al escucharles casi se me escapó la sonrisa. Ofrecían menos de lo mitad que cuanto por entonces ganaba. Seguí en Deusto, sintiéndolo sólo por la moto. Me hubiese venido bien para ir y venir a Busturia, donde residía mi novia”.

Esa novia, visceralmente nacionalista, vivía como otros muchos jóvenes con la esperanza de ver reconocida desde la corte su especial idiosincrasia, traducida, a ser posible, en la correspondiente plasmación estatutaria. Juan tampoco era ajeno a esa agitación. Pero aún viniendo de la rama juvenil del P.N.V., solía mostrarse más cauto. Durante las fiestas, sobre todo en la Vizcaya rural, abundaban los alardes vascos -pelotaris, arrastre de piedra, segalaris, harrijasotzailes, aizkolaris, bertsolaris- al son del chistu y la trikitixa, entre aurrezkus y espatadantzas, vuelo de ikurriñas, irrintzis y alguna soflama que las fuerzas del orden procedían a anotar, dejando para más adelante la identificación de su autor o autores. Comenzaba a aflorar una tensión, cuyas consecuencias acabarían resultando dramáticas.

El Erandio Club en la transición de los años 20 - 30, durante el pasado siglo.

El Erandio Club en la transición de los años 20 – 30, durante el pasado siglo.

Deportivamente, Lizaso cambió de chaqueta la temporada 1928-29, como si de ese modo quisiera celebrar el nacimiento del campeonato liguero. Durante dos ejercicios y medio estuvo defendiendo la camisa blanquiazul del Erandio, y para la Liga de 1930-31 suscribió contrato con el Baracaldo, en 3ª División. Fue este su club de despedida, ya algo mermado en una rodilla. Se la había lastimado en un partido festivo, sirviendo de estadio los arenales de Urdaibai, desembocadura de la ría guerniquesa y actual reserva de la biosfera. Al disputar un balón a ras de arena, alguna concha semienterrada estuvo a punto de seccionarle el ligamento. Y puesto que con los parches recetados por la medicina oficial apenas hallase alivio, acabó en manos de un brujo afamado. Sus ungüentos y masajes, al menos sirvieron para ponerlo otra vez en órbita.

Cuando estalló la Guerra Civil se alistó en un batallón de gudaris, somatén o milicia nacionalista armada a toda prisa, con escasos pertrechos, pobre adiestramiento y más voluntad que diligencia. Entre sus destinos, la fallida defensa del “Cinturón de Hierro” en Bilbao. Y consumada la derrota, el calabozo y la incertidumbre. Suerte, para él, que sus hermanas hubiesen paliado con ropa, consuelo, comida y compañía, la aflicción de varios presos franquistas hasta la toma de Bilbao por Mola y los italianos. Porque el aval de éstos, unido a certificados parroquiales, libraron a Juan de un cautiverio largo. Lo que aquellos buenos informes no pudieron borrar fue el expediente de Honorata, la joven busturiana para entonces convertida en su esposa, calificada como separatista y, tras la alianza del lehendakari Aguirre con republicanos e izquierdistas, “roja perdida”.

“Las cosas hay que hacerlas por humanidad, no por ideología -sintetizaba una de aquellas hermanas, con la mirada vuelta hacia el recuerdo-. Una vez, durante los bombardeos, derribaron a un piloto. No sé si lo capturarían vivo o muerto, pero el caso es que lo ataron a un coche y estuvieron arrastrándolo por las calles, mientras la gente le arrojaba excrementos. Eso fue una vergüenza. Porque sobre los colores, pero muy por encima de ellos, está siempre el ser humano. Si algún día lo olvidásemos, todo daría igual. Nos habríamos convertido en bestias”.

Lizaso estuvo entre los represaliados de la Caja de Ahorros. Le dieron 27 días para insuflar la rutina más elemental a su sustituto, muchacho de familia conservadora introducido a dedo. Luego a la calle, sin carta de recomendación ni finiquito. A Honorata, por su parte, se le recetó destierro a Canarias. Lógicamente, Juan ni se planteó no acompañarla.

“De pronto nuestra estabilidad se escurría entre los dedos. Durante la guerra sí pensabas en perderla y sus consecuencias. Más pobreza, un campo en régimen de trabajo forzado… Pero inquina en las represalias, eso no, la verdad, porque ganara quien ganase tendríamos que seguir conviviendo. Y allí estaba yo: viejo futbolista sin empleo, aislado en otra tierra donde no conocía a nadie, con la obligación de salir adelante. Hasta me planteé sacar partido al dibujo, pero, ¿cómo?, ¿dónde?. En Las Palmas no había agencias de publicidad y el negocio editorial se concentraba en Cataluña. Lo cierto es que allá por 1940 en Canarias había poco más que puertos, tabaco, tomate y plátano”.

Lizaso, como ya se ha dicho, tenía excelente mano para el dibujo. Las sanguinas, composiciones en grafito y lápiz plomo conservadas por la familia, todas ellas fechadas entre 1917 y 1922, así lo acreditan. Sin embargo saldría adelante utilizando toda suerte de artes, menos las plásticas. Corrían tiempos revueltos, y por lo tanto buenos para quien chapotease a favor de corriente. En las Islas Canarias se había fraguado parte de la conspiración militar. Era, en buena medida, archipiélago favorecido desde el nuevo régimen, no mediante ayudas, pues el país estaba para pocos dispendios, pero sí haciendo la vista gorda. Además contaba, y mucho, su posición estratégica. Próximo al Marruecos francés, frente a las posesiones del Sahara e Ifni, constituía formidable observatorio en plena II Guerra Mundial, con Hitler obligado a adentrarse en el Norte de África y Francia e Inglaterra forzadas a su defensa.

Obtuvo trabajo en lo que hoy llamaríamos grupo de empresas; un conglomerado de compañías dedicadas a construcción, obra pública, agricultura, exportaciones… Sin ser exactamente contable, intervenía en su administración. Tampoco estaba adscrito a un área o departamento concreto, por más que tomara decisiones, diese la cara y, aún a regañadientes, firmase documentos.

“Por esa época imperaba el sobreentendido. Todo estaba tasado, medido y reglamentado, en cupos tan insignificantes que hubiesen hecho imposibles la producción y el negocio. Un recurso más bien pedestre para no reconocer que el país se ahoga en la ruina. Y ahí arrancaban los sobreentendidos. Se sobreentendía, por ejemplo, que un industrial necesitase materia prima, que para obtenerla sorteara conductos reglamentarios, manejase influencias, hiciera circular dinero bajo mano y, lógicamente, asumiese la posibilidad de ser desenmascarado. Si un día saltara por los aires aquel tinglado, ¿quién mejor que un perdedor, y encima represaliado, para arrostrar el castigo?. Nosotros cerrábamos el círculo de sobreentendidos. Y aun teniéndolo clarísimo no estábamos en disposición de mostrarnos exquisitos. Nos tenían agarrados por el estómago”.

Santa Cruz de Tenerife a principios de los 40. Sin coches, sin transeúntes, sin publicidad ni nada que sugiera abundancia o desarrollo.

Santa Cruz de Tenerife a principios de los 40. Sin coches, sin transeúntes, sin publicidad ni nada que sugiera abundancia o desarrollo.

Para una constructora, el cemento resultaba imprescindible. Cemento de verdad, no el racionado con cuentagotas. Quien disponía de stocks era el Ejército, ante la eventualidad de verse obligado a fortificar la costa o construir casamatas. “Cierto que se introducían pequeñas partidas de café, azúcar, leche en polvo, material sanitario y cemento. Era la ventaja de contar con puertos francos. Pero aún con ello, seguían haciendo falta los sacos que por centenares envejecían en Comandancia”. Se establecieron contactos, claro, y un buen fajo de billetes disipó reticencias. Desde entonces aquel grupo canario no sólo pudo trabajar de tirón, sin paralizar proyectos, sino que hasta distribuyó por su cuenta, a precio de oro, entre sociedades cuya reducida dimensión distaba mucho de convertirlas en potencial competencia. “Todo fue bien durante un tiempo. A medida que llegaba nuestro propio cemento, íbamos restituyéndolo al ejército. Los interventores militares, según parece, se limitaban a contar sacos, parte de ellos conteniendo arena”.

Pero un día Lizaso sintió hundirse el suelo bajo sus pies:

Arrancaban los años 50 cuando posó ante los almacenes de la compañía grancanaria donde supo labrarse un porvenir.

Arrancaban los años 50 cuando posó ante los almacenes de la compañía grancanaria donde supo labrarse un porvenir.

“El contacto militar nos llamó pidiendo socorro. Acababan de informarle que al día siguiente tendría, recién llegados desde la península, varios inspectores con órdenes de poner hasta el último almacén patas arriba. Se rumoreaba habían detectado desfalcos de material diverso en algún acuartelamiento, y el alto mando estaba dispuesto a ofrecer cabezas. ¡Menuda nochecita!. Obra por obra, cobertizo por cobertizo, subiendo a un camión cada saco sin desprecintar. También acudimos a nuestros clientes, para que soltasen provisionalmente cuanto pudiesen conservar de lo que nosotros mismos les habíamos vendido. Recelaban, por supuesto. Otros mentían, asegurando no tener sino para media docena de paletadas. Durante quince o dieciséis horas seguidas recorrimos media isla suplicando, prometiendo, y hasta cierto punto extorsionando. Pero reunimos lo suficiente para no dejar tirado a nuestro proveedor clandestino, y de paso ahorrarnos un señor lío. Como en las películas, el camión se cruzó con la comitiva fiscalizadora apenas hubo quedado atrás el área militar. Huelga añadir que se hizo una lista negra con los clientes pillados en mentira”.

El fin de la II Guerra Europea constituyó gran noticia para casi todo el mundo, aunque menos para quienes venían pescando entre aguas revueltas. La empresa donde Lizaso se afanaba, hubo de readaptarse. Con dos tercios de Europa por reconstruir, las exportaciones podrían haberse convertido en formidable filón. Pero España apenas producía otra cosa que eslóganes, toreros, curas, letras de copla y marchas patrióticas. La agricultura, entonces, volvió a verse como casi única salida.

Aunque Deusto tuviese fama de producir muy buenos tomates, nuestro hombre nada sabía acerca de su cultivo. Y menos, aún, sobre cómo y dónde encontrar agua subterránea, ejercicio imprescindible en el reseco Sur grancanario. Algo, sin embargo, tenía a su favor. Era despierto, intuitivo, de los que cuentan cuatro antes de ver el dos más dos. Sorbió experiencias de lugareños con hasta cinco generaciones de ancestros consagradas a la tierra, estudió métodos de explotación industrial, supo de los abonos nitrogenados, apabulló con mil preguntas a los zahoríes… Pocos años más tarde ya no era un represaliado peninsular cuando recorría las plantaciones, sino “Don Juan”. Con todo, el matrimonio continuaba presentándose cada semana en una comisaría, conforme se les exigiera, firmaban, intercambiaban saludos protocolarios y procuraban distraerse para sobrellevar aquel pellizco molesto, fruto del desarraigo; el mismo que siguiera manteniéndolos unidos al país vasco, siquiera fuese haciéndose enviar desde Bilbao la prensa de cada martes y seguir así, como desde un café frente en la Plaza Nueva, los partidos del Athletic.

“Un día, al presentarnos para firmar, nos dijeron que el comisario quería vernos. Acababa de tomar posesión, según comentó mientras hojeaba el contenido de una carpeta. Luego añadió: Van al cine, al fútbol, pasean, parecen gozar de estima, no se meten en líos… Perfecto. En adelante no hará falta que vengan por aquí todas las semanas. ¿Qué tal una vez al mes, y sin firmas de por medio?. Para tomar un café mientras charlamos de lo que gusten. Nos despedimos con un apretón de manos. Ciertas cosas empezaban a cambiar, aunque muy lentamente”.

Junto a su “ranchera”, mediados los 50.

Junto a su “ranchera”, mediados los 50.

Incluso en la calle parecía advertirse, si no prosperidad, menos miseria. Hasta se habían decidido a levantar en el corazón de Las Palmas un edificio con cinco alturas y tres viviendas por planta. Algo tan novedoso que la prensa no dudó en recoger, entre titulares un tanto ofensivos: “Siguen a buen ritmo los trabajos en la colmena. Residencia ideal para peninsulares”. Hasta entonces ambas capitales canarias, casi con la única excepción de los edificios civiles, eran un sarpullido de viviendas con aire colonial, bajas y coloristas. Pocos insulares de esa época contemplaban abandonar sus terreras. También crecía el número de automóviles, según datos oficiales. En octubre de 1949 circulaban 129.600 vehículos. Barcelona encabezaba el ranquin, con 22.579 coches. Por detrás Madrid (17.400), Valencia (4.942) y Vizcaya (4.719). La provincia con más porcentaje de peatones era Teruel (sólo 327 vehículos). Parte de esos automóviles, venerables reliquias de preguerra, rodaban fatigosamente por unas carreteras tan faltas de parcheo como decrépitas. Y por eso, para rejuvenecer aquel parque, el Consejo de Ministros acababa de autorizar al I.N.I. el montaje de una fábrica. SEAT casi llamaba a la puerta, por más que desde ciertos ámbitos se pusiera énfasis en el rostro amargo del progreso. “1952 se saldó en Barcelona con 63 víctimas mortales en accidentes de circulación. A ellos han de añadirse 2.712 heridos por colisiones y atropellos”. Los Lizaso todavía no gozaban de coche, aunque les faltara poco. Porque a mediados de los 50 el antiguo futbolista iba a conducir por Telde, Agüimes, Arinaga y Mogán, su ranchera americana de importación.

Antes, de cualquier modo, había sabido aprovechar otras oportunidades.

El mejor mercado para el tomate canario estaba en Londres y su extensa área demográfica. Allí no sólo eran judíos todos los importadores, sino que constituían un lobby. Negociar con ellos equivalía a saberse derrotado de antemano, pues ofrecían un frente común, duro y exigente. O sea que en el seno de la compañía no sobraban voluntarios para rematar esos contratos, por más que la operación implicase volar hasta Heathrow y disfrutar de unos días junto al Támesis, Hyde Park, Buckingham Palace, Oxford Street, Belgravia o Piccadilly. Lizaso, quizás por renuncia de otros, tuvo que tomar el portafolios y plantarse en el aeropuerto:

“Pero si no sé inglés, dije. Da igual, me contestaron; siempre nos servimos de traductores. Las bases fundamentales estaban ya acordadas por correo y telegrama, pero como es natural quedaban flecos pendientes. Y ahí era donde estrujaban. Conmigo no hicieron ninguna excepción. Rostros serios, ademanes distantes, la seguridad de quien está acostumbrado a salirse siempre con la suya. Mi discurso sobre el costo de producción por mata les traía sin cuidado. Llegada la hora de comer los invité, y aunque algunos rehusaron creo recordar quedamos cuatro o cinco, más el traductor. Mientras esperábamos el postre deslicé una mirada hacia el ventanal. Desde el exterior llegaba el bullicio urbano. Y entonces, como si meditase en voz alta, dije: Pensar que si Franco no hubiese ganado la guerra, podríamos gozar de un desarrollo semejante al de ustedes… Acto seguido, mirando al traductor, para que lo vertiese al inglés, añadí: Discúlpenme. Pese al tiempo transcurrido, sigue costándome digerir la derrota. Estuve en el bando que luchó contra el fascismo. Me miraron sorprendidos, pero con curiosidad. Uno preguntó si era común encontrar antifranquistas en puestos representativos. Otro, si toleraban mi disidencia en la empresa cuyos intereses defendía. Acabé hablándoles sobre mi salida forzosa de Bilbao, comparando el destierro a Canarias con las penas de expulsión a Australia en la Inglaterra del XIX, pues ambos territorios tenían cierto carácter de confín. Whisky en mano prosiguió su curiosidad, y de vuelta al trabajo se me antojaron más permeables. Blandos no, desde luego, pero al menos percibí escasa beligerancia en cuestiones menores. Cuando llegué a Las Palmas un miembro del consejo me preguntó cómo lo había hecho, pues hasta entonces nos repercutían el transporte local de puerto a almacenes, y esa vez ambas partes lo asumiríamos al cincuenta por ciento. Me encogí de hombros, sin confesar lo averiguado mientras charlaba con el traductor, antes de enfrentarme a los clientes. Dos de ellos contribuían con generosidad a la causa sionista. Y por lo tanto, el coqueteo ideológico de Franco, Alonso Vega y Serrano Suñer con el nazismo, supuse debía producirles el mismo efecto que a un hueso atravesado en la garganta. Durante varios años seguí siendo yo el encargado de ir a Londres”.

Coincidiendo en el tiempo, la recién nacida Unión Deportiva Las Palmas ascendía a 1ª División, tras un sólo campeonato en 2ª. Gran Canaria se engalanaba futbolísticamente cada quince días. Por el Estadio Insular pasaba el Real Madrid de Pahiño y Molowny, el Barça de César, Basora y Kubala, el At Madrid de Carlsson y Ben Barek, el Valencia de Puchades, el Sevilla de Campanal II, Arza y Araujo, el Valladolid de los hermanos Lesmes, el Coruña de Oswaldo y Dagoberto Moll, restos de la “Orquesta Canaro”… Descendidos de inmediato, los amarillos volverían a militar entre los grandes. Y la temporada 1957-58, a falta de tres partidos para finiquitar la Liga, un At Bilbao que ya había hecho hincar la rodilla a los grancanarios en San Mamés por 9-0, visitaba el archipiélago. Los locales veían imprescindible el triunfo, so pena de encarar el descenso. Y los rojiblancos, ese año, pisaban la estela merengue. Para entonces Lizaso, asiduo espectador del Insular, era hombre conocido. Y a través de relaciones compartidas, desde la directiva amarilla se le hizo llegar la petición. Si como vasco pudiera hacerse el encontradizo con la expedición atlética, si se las arreglaba para charlar distendidamente con los directivos, si les transmitiese su zozobra… “No están proponiéndome un pasteleo, ¿verdad?”, inquirió, sabiendo que desde el otro lado jugarían a escandalizarse. “¡Por Dios, hombre!. Todo lo que pedimos es un poco de buena voluntad”.

“Menudo papelón, pensé; si no hago nada, les va a sentar mal. ¿Pero qué esperaban de mí?. Tras meditarlo, me dejé caer por el hotel con la insignia del Athletic en la solapa. Un placer saludarles, señores; aunque la colonia bilbaína sea bastante escasa, por lo menos es devota. Los directivos, complacientes, queriendo saber desde cuándo estaba allí y qué hacía. Por lo menos disfrutará del clima, ¿eh?. ¿Va mucho a Bilbao?. Y yo, pues eso, que no tanto como me gustaría, pero que si durante mis breves estancias coincidía algún partido, era el primero en cruzar las puertas de San Mamés. Con un vermut y olivas de por medio, sin querer la cosa, empecé a decirles que en los mentideros se respiraba bastante preocupación, que aquí se lo jugaban todo y la prensa exigía coraje a los futbolistas, que el 9-0 de la ida escoció, que en vísperas de empezar la Copa cualquier lesión sería un desastre para el Athletic. Uno de los directivos, sonriendo, puso freno a mi verborrea. Tienen muchos amigos por aquí, ¿verdad?, dijo. Y sin esperar respuesta, añadió: Puede tranquilizar a esos amigos, porque como usted sugiere, al Madrid no hay quien lo alcance. Si algo podemos hacer, será en la Copa. Continuamos charlando, nos despedimos, y por la tarde venció el Las Palmas 3-0. La Liga la ganó el Real Madrid, como estaba previsto, y la Unión Deportiva se mantuvo. El Athletic quedó segundo, con más goles a favor pero 3 puntos menos que los merengues. Y la Copa se la llevaron Carmelo, Orúe, Garay, Canito, Mauri, Maguregui, Arteche y Gaínza, entre otros, derrotando precisamente al Madrid en el Bernabéu. No hice nada, pero todos quedamos satisfechos”.

El turismo cambió de golpe el panorama canario. La emigración a Venezuela, a veces en lanchones mal dotados para la travesía oceánica, ya no tuvo razón de ser. La agricultura fue cediendo terreno al ladrillo. Escandinavia y una próspera República Federal Alemana ansiaban empaparse de sol.

El turismo cambió de golpe el panorama canario. La emigración a Venezuela, a veces en lanchones mal dotados para la travesía oceánica, ya no tuvo razón de ser. La agricultura fue cediendo terreno al ladrillo. Escandinavia y una próspera República Federal Alemana ansiaban empaparse de sol.

A principios de los 60, el Plan Badajoz y los kibutz israelíes pusieron al tomate canario contra las cuerdas. Las plantaciones tinerfeñas estaban hechas un desastre. Tan mal debieron ver la cosa en una compañía, como para ofrecer el oro y el moro a quien quisiera levantarla. Juan  Lizaso aceptó el reto, aunque ello significase otro cambio de residencia. “Me tentaba la participación en beneficios, si es que se lograban. Pero sobre todo el pequeño paquete accionarial puesto sobre mi mesa. Hasta entonces siempre había sido trabajador por cuenta ajena”. Tan pronto pudo analizar el problema desde dentro, supo que iba a necesitar más de un milagro. Treinta y ocho meses bastaron para que todo aquello concluyese en naufragio, sin otra renta que unos terrenos baldíos al Sur de Tenerife, cuyo valor sólo iba a realizable transcurridos tres lustros, cuando el ministerio de Obras Públicas construyó sobre ellos el nuevo aeropuerto. “Así que otra vez a levantarse. En buena lógica debería hacer planes de jubilación y, ¡hala!, a buscar trabajo”.  Aunque su edad constituyera un evidente obstáculo, no lo tuvo tan difícil. Disponía de contactos y una buena trayectoria. Antes de lo previsto estaba afanándose en otra compañía, esta vez platanera.

“Asistí desde primera fila al desarrollo turístico de la isla, concentrado de inicio en Puerto de la Cruz. Un  hombre apareció ofreciendo a los pequeños agricultores, tres y hasta cuatro veces más que el valor de mercado por sus plataneras. ¡Se ha vuelto loco!, decían. ¡Hay que vender en seguida, antes de que se arruine y no pague!. Circulaba, además, cierta teoría peregrina, probablemente acuñada desde la órbita compradora. Al tipo no le salían las cuentas, quedaba en descubierto ante el banco y le embargaban. Las plataneras se subastaban y los antiguos propietarios acudían a la puja, invirtiendo una tercera parte de lo ingresado al venderlas. Incautos. Ese hombre sólo veía en aquella tierra solares edificables. Solares que fue llenando de hoteles, después de multiplicar por 15 el precio del metro cuadrado. La descendencia de aquellos plataneros acabó colocándose de peones, primero, y a medida que los hoteles iban recibiendo clientes, como botones, camareros de piscina, o haciendo camas. Todo un progreso”.

El turismo no sólo aportó divisas, sino también consecuencias imprevistas a la agricultura. De repente, los hoteles competían con las plantaciones en la contratación de mano de obra. Se produjo una inflación salarial que si por un lado beneficiaba al bracero agrícola, por otro ponía en serio riesgo el porvenir del plátano. “Con los jóvenes podías ahorrarte subidas de jornal, porque eran refractarios al azadón y el machete. Preferían el andamio, que cotizaba más, o trabajos de camisa blanca, incluso cobrando menos. Aseguraban sacar un bonito sobresueldo en propinas, y encima iban adquiriendo alguna noción de idiomas. Todo ello sin mentar posibles ligues esporádicos”.

Las explotaciones agrarias se vieron impelidas a encarar una reconversión profunda. Llegaron desde la península los primeros ingenieros agrónomos. Jóvenes con una visión más científica del negocio, aunque absolutos legos respecto a un cultivo tan específico como el de la platanera. “Uno de ellos me confesó haber visto sólo una planta, hasta poner los pies en Canarias. Y menuda planta: la dibujada en su libro”. También se trató de luchar contra la estacionalidad, preparando mermeladas. “Porque cuando la península se veía invadida de fruta veraniega, el precio de nuestros plátanos caía por debajo de lo aconsejable. Encargaron a un químico distintas pruebas, trabajó con un señor equipo, sin reparar en gastos, pero los resultados no convencieron. De sabor estaban bien. La textura de aquella especie de pasta, en cambio, y sobre todo el tono oscuro… Después de distintas catas se abandonó el proyecto. Para entonces, un estudio de mercado aseguraba que las amas de casa no lo pondrían en su mesa ni aunque el frasco fuese de lo más práctico y se regalaran cromos”.

Cuando despuntaban los 70, el matrimonio, ya jubilado, compró casa en Busturia. Honorata tuvo poco tiempo para disfrutarla, pues fallecería pronto. Su esposo, en cambio, fue readmitido simbólicamente por la Caja de Ahorros, junto a varios antiguos compañeros de infortunio, al declararse nulo durante la dubitativa transición aquel despido por razones de revanchismo ideológico. Le complementaron la pensión, como si se hubiera jubilado en la entidad, recibió premios, obsequios de retir opor los 40 años que preferiría, quizás, haber cumplido en ella, y disfrutó del Athletic, de su doblete en la Liga, cuando vestían de rojiblanco los Goikoetxea, Liceranzu, Sarabia, Urutubi, De Andrés, Gallego, Urquiaga, Dani, Argote…

Juan Lizaso y su esposa Honorata, retratados en Estudio Bosch, de Las Palmas. Corría el año 1954.

Juan Lizaso y su esposa Honorata, retratados en Estudio Bosch, de Las Palmas. Corría el año 1954.

En el cementerio de Axpe, sito sobre un teso desde el que se domina la vega de Urdaibai, Canala, Pedernales y medio islote sin nombre, mecidos por la marea, reposan los restos del futbolista que no se atrevió a volar más alto. Los del hombre a quien la Guerra Civil hizo improvisar otra vida, cuando la primera, la que él había elegido, estaba perfectamente encauzada.

Por mucho que perteneciese a la generación perdedora, nunca quiso hincar la rodilla. Y eso ya constituye un éxito.




Enric Rabassa, un técnico olvidado (1960)

EnricRabassa01Miró-Sans va a destituir a Helenio Herrera a causa de la segunda derrota del Barça en el «Camp Nou» (la primera también se la había infligido el Real Madrid, en la Liga 57-58). Podía parecer sorprendente que con el brillante palmarés azulgrana de HH («doblete» el año anterior, y una nueva Liga y la final de la Copa de Ferias bien encarrilada) tuviera que dejar su puesto por culpa de la eliminación ante todo un tetracampeón europeo, algo nada extraño dado el inmenso potencial madridista. Los números de Herrera eran sencillamente excelentes (94 partidos oficiales dirigidos, con 71 victorias, 10 empates y tan sólo 13 derrotas, con 295 goles a favor y 95 tantos encajados, lo que arrojaba un porcentaje total de victorias del 75,33 %). Claro que el desencuentro de Herrera con la Directiva blaugrana ya venía de antiguo, debido a una acusada personalidad que levantaba ronchas, con el telón de fondo de las fuertes tensiones de tesorería que sufría la entidad a causa de la muy onerosa construcción del «Camp Nou»

El propósito del presidente era, al parecer, contratar como secretario técnico a César Rodríguez, el entrañable «Pelucas», y buscar juntos un nuevo ocupante para el banquillo. César, con casi 40 años, había retornado a la élite del fútbol español con el Elche, al que subió de Tercera a Primera en tan sólo dos temporadas, en calidad de jugador-entrenador. De hecho, el leonés va a presenciar el partido de vuelta de la final de la Copa de Ferias ante el Birmingham City, pero su compromiso con el conjunto franjiverde, que llegará bastante lejos en la Copa (hasta las semifinales), impidió su incorporación inmediata, y de ese modo, con el paso del tiempo, su opción se irá diluyendo.

La solución de emergencia, la más sencilla, será poner al equipo en manos del ayudante de Helenio Herrera, Enric Rabassa. Su nombre completo era Josep Enric Rabassa, Llompart, y había nacido en Barcelona el día 19 de abril de 1920. En su juventud fue jugador de equipos modestos como la U.E. de Sants, Badalona, Sant Celoni y Sant Sadurní , y en la temporada 1953-54 va a efectuar el Curso Nacional de Entrenadores, aprobándolo.  Se iniciará dirigiendo al Poble Sec, de la barriada barcelonesa del mismo nombre, para más adelante pasar a entrenar a los juveniles del Barça, y luego  convertirse en ayudante de Platko, Domenec Balmanya, y finalmente de Herrera, tarea que va a simultanear en la temporada 59-60 con la dirección del Condal, después de que su entrenador, Juan Gómez De Lecube, cesase en el cargo en la jornada 17. Suya va a ser la responsabilidad de afrontar el segundo partido de la final de la competición ferial, que el empate sin goles en St. Andrews había dejado bien encarrilada, y también la de tratar de revalidar el «doblete» de la temporada anterior, alzándose de nuevo con el triunfo en la Copa del Generalísimo. Pero vayamos por partes…

El debut de Rabassa en el banquillo barcelonista va a producirse en el terreno ferrolano de «Inferniño», el 1 de mayo de 1960. En realidad se trataba de un partido de mero trámite, por cuanto el Racing de Ferrol ya había sido ampliamente goleado en el «Camp Nou», en un encuentro celebrado entre los dos compromisos de Copa de Europa ante el Real Madrid. El resultado había sido de 7 a 1 a favor de los azulgranas, con tantos de Tejada (2), Kubala (2), Loayza, Martínez y Suco. En el choque de vuelta el Barça va a volver al imponerse por 1 a 3, conseguidos por Czibor, en dos ocasiones, y el peruano Loayza, y este fue el primer once presentado por Rabassa: Medrano; Olivella, Rodri, Pinto; Flotats,Vergés; Suco, Tejada, Loayza, Ribelles y Czibor.

El día 4 de mayo de 1960 el Barça saltó al césped del «Camp Nou» para dirimir el asalto final a la segunda edición de la Copa de Ferias con el siguiente equipo: Ramallets; Olivella, Rodri, Gracia; Vergés, Segarra; Coll, Ribelles, Martínez, Kubala y Czibor. El encuentro no tuvo demasiada historia, puesto que los catalanes se impusieron a los británicos sin grandes problemas por 4 goles a 1, marcados por  Martínez, Czibor (2) y Coll. El Barça contaba sus participaciones en dicho torneo por victorias. Lástima de la eliminación ante el Real Madrid, que abortó un hecho insólito durante mucho tiempo: la posibilidad de que un mismo club ganase dos competiciones continentales el mismo año.

EnricRabassa02El rival en octavos de final de la «Copa del Generalísimo» tampoco era precisamente de los más temibles, sino otro Segunda División, aunque con el aliciente de que se trataba de un cuadro de la región, el Terrassa (entonces «Tarrasa C.F. «). Sin embargo, plantearía mayores problemas que los gallegos de la ciudad departamental, aunque en absoluto insalvables. En el cuadro vallesano actuaban algunos jugadores con buena trayectoria en Primera, pero ya venidos a menos, como era el caso del ex-barcelonista Navarro II (Alfonso Navarro o «Navarrito», hermano de Joaquín «el Fifo) y el antiguo delantero del RCD. Español Cruellas. En el «Camp Nou» sólo cayeron por 4 a 2, en un partido que tampoco pasaría a los anales del deporte y en el que los goles azulgranas fueron obra de Martínez, por partida doble, Ribelles y Segarra. Esta fue la alineación azulgrana: Ramallets; Olivella, Rodri, Gracia; Vergés Gensana; Tejada, Ribelles, Martínez, Kubala y Czibor. En la vuelta, de nuevo se impuso el Barça al conjunto egarense, por un corto aunque suficiente 1 a 2, con goles de Martínez y Ribelles, y el siguiente once: Ramallets; Olivella, Gensana, Gracia; Vergés, Segarra; Tejada, Kubala, Martínez, Ribelles y Coll.

La siguiente eliminatoria ya fue harina de otro costal: nada menos que el «Rey de Copas», el Athletic de Bilbao, con el partido de vuelta en «San Mamés», donde el Barça había caído aquella misma temporada por 4 a 1. Rabassa puso en liza en el «Camp Nou» a Ramallets; Olivella, Gensana, Gracia; Vergés, Segarra; Tejada, Kubala, Martínez, Suárez y Czibor, y el resultado fue favorable para los colores azulgranas por 3 a 1, con goles de Kubala (2) y Tejada, pero dejaba aun las espadas en alto para la vuelta. El 12 de junio saltaron al césped de «la Catedral» los Ramallets; Vergés, Olivella, Gracia; Ribelles, Segarra; Tejada, Kubala, Martínez, Suárez y Villaverde, que no pudieron impedir que los leones les superasen de largo, consiguiendo un marcador que dejaba al cuadro catalán fuera del «Torneo del KO», 3 a 0.

Esta agitada  temporada 1959-60 va a finalizar con la disputa de cuatro encuentros internacionales de carácter amistoso. En los tres primeros, el Barça cayó ante la Sampdoria en Genova por 4 a 0, y se impuso en la Ciudad Condal a Monaco y Padova por 5 a 1 y 3 a 1, respectivamente, para cerrar la campaña en el «Camp Nou» el 3 de julio de 1960, recibiendo nada menos que la visita del Santos, con Pelé al frente. Y en esta ocasión los azulgranas podrán tomarse el desquite de la fuerte derrota encajada un año antes, 1 a 5, aunque presentando un equipo de circunstancias. Estos fueron los onces que disputaron tan atractivo compromiso: por el Barça, Ramallets; Segarra, Olivella, Gracia; Vergés, Ribelles; Tejada, Suárez, Martinez, Kubala y Villaverde, y por el conjunto paulista, Laercio; Carlos, Mauro, Calvet; Formiga, Zito, Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pelé y Pepe. Los de Rabassa van a despachar una primera parte de ensueño, yéndose al vestuario con un concluyente 4 a 0 a su favor, obra de Kubala (2), Villaverde y Suárez, aunque en la reanudación los brasileños reaccionarán, consiguiendo tres goles (Pepe, en dos ocasiones, y el propio Pelé)

RABASSA FUERA DEL BARÇA

El tema de la continuidad de Rabassa al frente del equipo no llegó a plantearse, pero la opción César fue perdiendo enteros paulatinamente. Al final el Barça volvería a apostar por un técnico extranjero y prestigioso, el yugoeslavo Ljubisa Brocic, que había dirigido a equipos como el PSV Eindhoven y la Juventus de Turín, un caballero de grises cabellos y modales muy correctos, que apenas conocía nuestro idioma – no digamos ya el catalán…-, y que tendría que afrontar nuevamente cuatro competiciones, dos domésticas, y las otras dos continentales. El balance de la interinidad de Enric Rabassa se materializaba en la práctica consecución del título ferial, con 5 victorias en 6 partidos oficiales jugados, en los que se habían marcado 16 goles y encajado 9. El porcentaje de victorias podía parecer altísimo, un 83,3 %, pero también era justo añadir que el número de encuentros disputados con Rabassa en el banquillo había sido muy pequeño.

¿ Y qué fue de Rabassa una vez descargado de sus obligaciones con el primer equipo del Barça ?  Pues continuó entrenando, aunque su carrera en los banquillos no iba a ser demasiado dilatada. En la temporada 60-61 volvió al Condal, en el Grupo Norte de la Segunda División, dirigiendo los 30 partidos del filial barcelonista, que iba a perder la categoría al finalizar aquella campaña, aunque no por deméritos deportivos (había terminado la Liga en duodécima posición), sino porque el nuevo mandatario azulgrana, el empresario textil y antiguo directivo Enric Llaudet, decidió que los condalistas actuasen en Tercera, para reducir gastos (recuérdese la pésima situación económica del club).

De modo que el técnico catalán va a cambiar de aires. Comienza el curso 61-62 nuevamente como ayudante del efímero entrenador azulgrana Lluís Miró, pero muy pronto recibirá una interesante aunque arriesgada  oferta: sustituir en el banquillo del C.D. Tenerife, que militaba por vez primera en la División de Honor, a Vicente Gimeno Perales, que a su vez había reemplazado a Brocic. Lo hace desde la duodécima jornada hasta el final de la Liga, pero no puede conseguir la permanencia del cuadro canario, al cual toma ya como colista, con sólo 6 puntos y arrastrando 6 negativos, y cuyo descenso no es capaz de evitar – este se produce matemáticamente en la jornada número 27, en calidad de  «farolillo rojo» -, a pesar de contar con una plantilla en la que figuraban futbolistas como Ñito, Colo, Larraz, Justo Gilberto, Eleuterio Santos (uno de los  futuros «magníficos» del Real Zaragoza), José Juan o Gonzalo Beitia, antiguo jugador azulgrana.

Va a comenzar la Liga 62-63 en el banquillo del Deportivo de La Coruña, también recién ascendido a la máxima categoría. Pero antes, en la pretemporada, el cuadro blanquiazul se proclamará brillante vencedor de la XVII edición del trofeo «Teresa Herrera», en la que sus pupilos derrotan nada menos que al Benfica portugués, entonces vigente bicampeón de la Copa de Europa, por 4 goles a 2, marcados por Montalvo, Veloso, Antonio Ruíz y Loureda o Jaime Blanco, según las fuentes. Estas fueron las alineaciones de aquel histórico e inolvidable 9 de septiembre de 1962 en Riazor: por el Benfica, Costa Pereira; Angelo, Germano (Raúl), Cruz; Caven, Humberto; José Augusto, Eusebio, Aguas, Coluna y Simoes, y por el «Depor», Padrón; Miche, Rifé I, Domínguez; Antonio Ruíz, Aurre; Loureda, Escolá, Veloso, Jaime Blanco y Montalvo.

EnricRabassa03Sin embargo, en la décima jornada será cesado y sustituido por Rodrigo García Vizoso. En aquel momento el conjunto gallego – que finalmente descendería a Segunda – ocupaba la decimotercera posición, con 7 puntos y 3 negativos. Con posterioridad volvería a Cataluña, para dirigir al Hospitalet, en la categoría de plata, de cuyo banquillo va a saltar también en la jornada número 23, reemplazado por un antiguo jugador azulgrana, el uruguayo Dagoberto Moll. A partir de ese momento su carrera discurrirá por los derroteros de la Tercera División, entrenando al Atlético Baleares y al Réus Deportivo, este último en la temporada 68-69. En 1971 va a causar baja en el Colegio de Entrenadores, dedicándose a otras actividades, como por ejemplo la hostelería, explotando el bar «Kek Duna», propiedad de Zoltan Czibor, el inolvidable «Pájaro Loco» , quien – según cuenta el semanario «Revista Barcelonista», popularmente conocido como «RB», en marzo de 1967 – se lo arrendará por 25.000 pesetas mensuales. Víctima de una larga y penosa enfermedad, Enric Rabassa fallece en Barcelona el 29 de diciembre de 1980, con solamente 60 años de edad. Sirvan estas líneas como recuerdo y homenaje a un técnico modesto, que puso su profesionalidad y buen hacer al servicio del Barça en una coyuntura difícil, solventando la papeleta con buena nota.EnricRabassa04




Quince años sin Canito. El rebelde que fue futbolista.

El pasado 25 de noviembre se cumplieron quince años de la muerte de Canito, el claro ejemplo del futbolista que acabó de la peor manera tras una carrera más prometedora que consolidada, plagada de extravagancias y excesos.

El legendario Ladislao Kubala, que le hizo debutar con la selección española absoluta y más tarde le entrenó en el Barça, llegó a decir de Canito que «podía haber sido el mejor líbero de la historia del fútbol español». Muchos se atrevieron a compararle con Franz Beckenbauer.

Dotado de un físico privilegiado (1,82 m. de estatura y 80 kg. de peso), destacaba como defensa central o libre y unía clase y grandes facultades físicas: tenía buena colocación y anticipación, no rechazaba el choque y le encantaba salir con el balón controlado, elegante y altivo.

Murió el 25 de noviembre del 2000, con 44 años, en La Pobla de Montornès (Tarragona), en los brazos de su hermana Fina, que es la que cuidó de él en sus últimos meses de vida.

Murió arruinado económicamente y emocionalmente, muy enfermo, prácticamente solo y abrazado al recuerdo del fútbol, que durante mucho tiempo fue el motor que le permitió avanzar por un tránsito vital nada favorable y lleno de obstáculos.

José Cano López, conocido por el diminutivo Canito de su apellido para diferenciarle de otro Cano, más veterano, con el que coincidió en el CF Lloret en sus inicios, nació en Llavorsí, en el pirineo leridano, el 22 de abril de 1956. Su padre (José), un peón albañil, trabajaba en unas obras de aquella zona.

Seguramente, la muerte prematura de su progenitor fue el detonante del comportamiento posterior de Canito.

Con 6 años de edad, su madre (Antonia), incapaz de mantener a toda la familia, le dejó en acogida en el colegio de La Salle de Nuestra Señora del Port de Barcelona, donde creció entre huérfanos y niños abandonados e hizo vida callejera en la Zona Franca de la capital catalana.

Su único contacto con la familia era con un hermano mayor, que también jugó al fútbol, pero esa relación se truncó cuando éste se casó. Más tarde la retomaron, en un intento desesperado para que dejase las drogas.

Nada amante de los libros, dejó los estudios con 14 años. Prefería jugar al fútbol, aunque fuera de manera nada seria. Además, trabajaba esporádicamente, muchas veces haciendo de mozo de carga y descarga de camiones en Mercabarna.

Empezó a jugar al fútbol con el equipo del colegio donde estaba internado. En categoría juvenil, fichó por la Penya Barcelonista Anguera, convencidos sus valedores que rápidamente le captaría el Barça. Pero su rebeldía y falta de compromiso aplazaron su llegada al Camp Nou. En la Penya Anguera cobró su primer sueldo en el fútbol: 500 pesetas por partido.

Destacó en categoría regional con el Club Atlètic Iberia (1973-74), el equipo del barrio barcelonés donde se crió, y con el CF Lloret (1974-75). A pesar de su juventud, gobernaba los equipos desde la defensa.

En el mes de marzo de 1975, con 18 años, el RCD Espanyol le sometió a una prueba con el primer equipo. Le acompañó el extremo goleador Jaume Ventura, también del Lloret. Pero solo les convenció Canito, que ese verano fichó por el RCD Espanyol, tras seducir también al Real Madrid, que se interesó por su situación.

Confirmado su fichaje, el club blanquiazul decidió cederle la temporada 1975-76 a la UE Lleida, de Tercera división, con la intención de que el disciplinado y exigente técnico Juanito Vázquez, inquilino del banquillo leridano, domara su carácter e ímpetu juvenil y encauzase su carrera futbolística.

Canito01Pero en Lleida, a pesar de contar con solo 19 años, Canito regaló diferentes episodios extravagantes, que posteriormente serían una constante en su carrera.

En Lleida le llamaban «el pólvora», por su carácter explosivo: acabó volviendo loco al entrenador Juanito Vázquez, a quien destituyó la directiva leridana a media temporada, y se lió a tortas con el periodista local, Lluís Visa, por no estar de acuerdo con la crónica de un partido.

Solo la intervención del directivo del Español, Carlos Carenzi, logró calmar los ánimos y el Lleida reconsideró la intención de devolverle a su club de origen.

El sustituto de Vázquez en el banquillo del Lleida, Jordi Solsona, congenió mejor con Canito, que pretendía ser la estrella dentro y fuera del campo.

En Lleida se sacó el carnet de conducir, sorprendiendo a los más incrédulos con su capacidad intelectual, y echó un pulso a la directiva cuando exigió que le compraran el mismo traje blanco que lucía un directivo para seguir jugando.

Entre las extravagancias que cuentan sus excompañeros del Lleida destacan que, para llamar la atención, era capaz de ir en manga corta en el día más frío del invierno leridano o presentarse con el abrigo más grueso en el día más cálido de verano.

En la UE Lleida Canito jugó 32 de los 38 partidos de liga en el grupo tercero de Tercera división, compartiendo línea con Tanco, posteriormente destacado jugador del Rayo Vallecano y del Sabadell.

Entonces su ídolo referencial era el defensa del Real Madrid José Antonio Camacho, un año mayor que él. Canito soñaba en voz alta: «Quiero ser como Camacho y pasar de jugar en Tercera a Primera división en una sola temporada».

Y lo consiguió. La temporada 1976-77 regresó al Espanyol y el técnico José Emilio Santamaría le hizo debutar en Primera división el 24 de octubre de 1976, con 20 años, en el partido jugado en Sarrià frente al Elche CF (2-0). Canito sustituyó a José Manuel en el minuto 71.

Esa temporada jugó 12 partidos de liga en Primera y marcó 1 gol.

Canito02El servicio militar le llevó a jugar con el Cádiz CF la temporada 1977-78, también en Primera división.

Jugando en el Camp Nou con el equipo cadista se atrevió a hacerle un globo a Cruyff, a quien se encargaba de marcar. Era el 19 de febrero de 1978 y el Cádiz arrancó un punto al Barça (1-1).

Canito03La temporada 1978-79 regresó de nuevo al Espanyol y Canito se consolidó como un futbolista que enamoró por su potencial. Estaba en plenitud.

Ladislao Kubala le hizo debutar con la selección española absoluta el 21 de diciembre de 1978, en un amistoso en Roma frente a Italia (con derrota 1-0). Sustituyó a Eugenio Leal. Fue su única aparición con el combinado absoluto español.

Canito también fue una vez internacional con la selección española sub-21 (1976); 2 con la selección Amateur (1979), en la fase de clasificación para los Juegos de Moscú; y jugó en una ocasión con la selección B (1981).

Canito04Su buen momento deportivo se tradujo también en mayores ingresos económicos y pudo permitirse todos los caprichos que soñó de pequeño: por fin pudo comprarse un coche Seat 1430 metalizado, hacerse trajes exclusivos hechos a medida y alternar en la sala Bocaccio, famoso local de ocio de la Barcelona de la época.

Su vida desahogada y de lujo trascendió y se llegó a decir que Canito estrenaba coche cada mes, novia cada semana y ropa cada día.

Era tal su obsesión por vestir bien que llegó a hacer la apuesta de que vestiría ropa nueva cada día durante una temporada. Y no perdió la apuesta.

Canito05Pero ni en los mejores días, Canito se olvidó de sus amigos de las casas baratas, ni de los internados en el colegio de la Salle de Nuestra Señora del Port, a quienes visitaba para hacerles regalos y también para prestar dinero. Su generosidad era tan grande como su inocencia salvaje.

Finalizada la temporada 1978-79, con un Canito pletórico futbolísticamente, el presidente del Barça, Josep Lluís Núñez, se adelantó al Real Madrid y lo fichó al RCD Espanyol, a cambio de un traspaso de 40 millones de pesetas y los jugadores Bío, Fortes y Amarillo.

Con solo 23 años llegó a la cima de su carrera, pero a partir de entonces la caída sería imparable.

Canito06Nunca congenió con la camiseta azulgrana, a pesar de que la temporada 1979-80 la empezó de titular y en la segunda jornada de liga le marcó 2 goles al Betis. Los entrenadores Joaquim Rifé, primero, y Helenio Herrera, después, adelantaron su posición al centro del campo y esto le incomodó. Perdió protagonismo y afloró su rebeldía. No se adaptó.

Se hablaba más de sus extravagancias que de su juego. Se acostumbraba a presentar a los entrenamientos con ropa carísima, con sombreros Borsalino y acompañado de sus perros. Su excompañero en el Barça Carrasco explica que algunas veces se entrenó con la camiseta del Espanyol debajo de la azulgrana. Nunca ocultó que su corazón era blanquiazul.

El 20 de abril de 1980 recibió la bronca del Camp Nou tras celebrar ostensiblemente un gol del Espanyol en el campo del Hércules anunciado en el marcador.

Canito jugaba de titular contra el Athletic, en un partido muy trabado para el Barça, que acabó ganando 1-0, con gol de Simonsen de penalty, y la afición no entendió que el defensa aplaudiese y festejase de manera exagerada, desde el centro del campo, el gol de Morel en Alicante, que ayudaba al Espanyol en su objetivo de evitar el descenso a Segunda división.

La temporada 1980-81 fue su última temporada en el Barça, primero con Kubala en el banquillo y posteriormente otra vez con Helenio Herrera. Solo jugó 6 partidos de liga. Ese curso ganó el único título en su carrera futbolística, la Copa del Rey.

El 3 de diciembre de 1980 empezó a despedirse del cuadro azulgrana cuando, en el partido de vuelta de la Copa del Rey, en el Camp Nou, contra la UE Lleida, le expulsaron en el minuto 7, con tarjeta roja directa, por una dura entrada a un rival. En el momento de abandonar el campo, el público le silbó y él respondió desafiante aplaudiéndoles.

El Barça le expedientó y Helenio Herrera le puso definitivamente la cruz por su indisciplina y falta de compromiso.

En el verano de 1981 se produjo su tercer y último regreso al Espanyol, propiciado por el traspaso del portero Urruti al Barça.

Su última etapa en el equipo de Sarrià empezó con una anécdota que ejemplifica el carácter más infantil que malévolo de Canito: el 7 de junio de 1981, en la final del Trofeo Ibérico disputado en El Vivero de Badajoz, entre el At. Madrid y el Espanyol (4-1 para los colchoneros), se sintió tan agraviado por su expulsión que, al final del partido, entró en el vestuario arbitral y puso a remojo toda la ropa de calle del árbitro Ausocua Sanz y de sus auxiliares.

Pero en el cuadro blanquiazul coincidió con otro entrenador que no aceptó sus desplantes, José María Maguregui, con el que nunca congenió y aceleró su marcha del club de su vida al final de temporada.

Entonces fichó por el Real Betis Balompié, donde jugó 2 temporadas en Primera división (1982-84). En Sevilla se casó en la catedral y dio muestras de su generosidad enfermiza: en un conocido restaurante, muchos fueron a comer con la cuenta a cargo de Canito; y una mañana pidió cambio de 5.000 pesetas en billetes de 100, que dio a cada niño que se le acercó a pedir un autógrafo.

Pero también fue capaz de pelearse con un jugador juvenil bético durante un partido de entrenamiento o con un aficionado que le recriminó alguna acción desde la grada.

Canito07Marchó del Betis, sin cumplir las 3 temporadas que tenía de contrato, porque no se sentía suficientemente querido y no entendía que el público valorase más a su compañero Mantilla que a él.

Le dejaron a deber 15 millones de pesetas. Al cabo de un año le avisaron del Betis que podía ir a cobrarlos. Se presentó en Sevilla y, al ver que solo le pagaban 14.300.000 pesetas, se enfadó y rompió el cheque en mil pedazos. El Canito de los excesos.

Su último equipo en España de Primera división fue el Real Zaragoza (1984-85), que le fichó a última hora como relevo de urgencia del defensa internacional Salva. No tenía ficha. Era el único jugador de la plantilla que solo cobraba un sueldo mensual de 110.000 pesetas. El club maño se curó en salud por sus antecedentes disciplinarios.

Canito08Su mala relación con el entrenador Enzo Ferrari, con el que casi llegó a las manos, precipitaron su marcha del club.

Una muesca más en su trayectoria de pésima sintonía con la mayoría de entrenadores que le dirigieron.

En total, Canito jugó un total de 179 partidos de liga en la Primera división española, repartidos entre 5 equipos: RCD Espanyol (1976-77, 1978-79 y 1981-82, 74 partidos), Cádiz CF (1977-78, 20 partidos), FC Barcelona (1979-81, 25 partidos), Real Betis Balompié (1982-84, 54 partidos) y Real Zaragoza (1984-85, 24 partidos).

Tras su paso por Zaragoza, Canito decidió abandonar el fútbol español, argumentando que presionaba demasiado a los jugadores profesionales, y emigró al fútbol portugués para jugar una temporada en el CF Os Belenenses (1985-86).

De regreso a España empezó su descenso a los infiernos. Con 30 años, su físico ya no respondía y pasó con más pena que gloria por los clubes que le promocionaron en sus inicios: lo intentó primero en el CF Lloret, de Tercera división, donde tenía una ficha de 800.000 pesetas, toda una fortuna para la categoría, pero no acabó la temporada 1986-87. El Real Murcia de Kubala intentó recuperarlo para el fútbol profesional, pero sin éxito. Y su último equipo fue el del barrio, la Gimnástica Iberiana (1987-88), donde ya era una sombra de lo que fue.

A partir de los 33 años, sin el timón del fútbol al que agarrarse, la vida de Canito discurrió por el alambre. El coqueteo inicial se convirtió definitivamente en dependencia de las drogas y del alcohol.

Abandonado por su mujer y sus supuestos amigos se quedó solo y completamente arruinado: invirtió en pisos y videoclubs que tuvo que malvender muy mal asesorado.

Quizás fuera más fantasía fanfarrona que realidad, pero en su momento presumió de haber tenido más de 200 millones de pesetas en el banco.

Extremadamente generoso con sus amigos, muchos le traicionaron cuando su vida tocó fondo y encontró muy pocos apoyos.

Recurrió a algunos excompañeros del fútbol para poder comer y pagarse una pensión y saciar sus vicios cada vez más destructores con un cuerpo otrora atlético.

Muchas noches las tuvo que pasar en algún banco de las calles de Barcelona, durmiendo entre cartones y periódicos para protegerse del frío y habiendo ingerido solo grandes cantidades de Coca Cola, como estimulante para sustituir la droga cuando no tenía dinero para comprarla.

En enero de 1996, cuatro años antes de morir, reconoció a la revista Interviu sus excesos. Bajo el desgarrador titular «Pido una oportunidad para poder sobrevivir» explicaba: «He tomado todo lo que se puede tomar (…) Desde los 33 a los 35 años me metía de todo en el cuerpo, hasta alucinógenos. Me daban seguridad en la vida, porque las palabras me salían solas y me ayudaba a que las mujeres me escucharan (…) No tengo muchas esperanzas en el futuro, me siento pesimista. Mi panorama es muy negro. Por la mañana me levanto temprano, busco trabajo y algo para comer y pagar la pensión».

Canito09El FC Barcelona atendió su petición de auxilio y, a través de su Agrupación de Exjugadores, le sufragó primero una pensión en la calle Escudellers de Barcelona y posteriormente, visto su grave problema de drogadicción, concertó su ingreso en centros de la asociación Egueiro en Valls y Santes Creus, pero sirvió de muy poco porque, a pesar de su deterioro físico, con gravísimos problemas de circulación en sus piernas, Canito continuaba siendo un díscolo indisciplinado imposible de controlar.

Pocos meses antes de morir se fue a vivir con su hermana Fina, en una casa de una urbanización de La Pobla de Montornès, a unos 20 kilómetros de Tarragona.

Las agrupaciones de exjugadores del FC Barcelona y del RCD Espanyol aportaban cada una 15.000 pesetas al mes, que ingresaban en la cuenta de su hermana, para ayudar en la manutención de su exfutbolista.

Canito falleció con 44 años el 25 de noviembre del año 2000. Murió entre los brazos de su hermana Fina. A las dos y media de la tarde empezó a encontrarse mal mientras estaba comiendo. Se levantó de la mesa y llamó a su hermana quejándose que le dolía la garganta. Fue el último gesto del rebelde que fue futbolista.Canito10




Helenio Herrera: el primer entrenador mediático. 1958-1960 (Primera parte)

HelenioHerrera01En 1958 las estrellas del fútbol español podían llamarse Di Stefano, Kubala -ambos ya veteranos -, Luís Suárez, Gento (mucho más jóvenes), Kopa, Rial, Peiró, Collar, Segarra, Garay, o cualquiera de los ases extranjeros que invadieron nuestro mercado en dicha fecha (Puskas, Vavá, Walter, Kocsis, Czibor, Sánchez Lage…), pero siempre se trataba de jugadores, de los atletas, artistas o actores que protagonizaban el espectáculo. Había entre nosotros técnicos de renombre y prestigio, por supuesto, como por ejemplo el eslovaco Ferdinand Daucik, que ya había dirigido nada menos que a Barcelona, Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid, pero ninguno de los ocupantes, siempre provisionales, del banquillo era capaz de eclipsar a los que intervenían sobre el césped. ¿ Ninguno… ?

Esta aseveración no es cierta del todo, pues sí existía un técnico con el suficiente carisma como para erigirse en una estrella tan refulgente como los futbolistas que actuaban a sus órdenes. Se llamaba Helenio Herrera, un trotamundos difícil de encasillar en una nacionalidad concreta (había nacido en Argentina, de padres españoles -andaluces por más señas -, su carrera como jugador se había iniciado en el Marruecos Francés, para luego continuar en la Metrópoli, y se había forjado como entrenador en el país vecino y en España, con un breve paréntesis portugués). Su currículo profesional presentaba ya algunos brillantes triunfos, y en nuestra tierra había llevado al Atlético de Madrid a la conquista de dos títulos de Liga consecutivos, en las temporadas 1949-50 y 1950-51, logrando con el Sevilla un casi imposible subcampeonato, superando los hispalenses al mismísimo Barça y a los dos Atléticos,  y clasificándose para jugar la Copa de Europa. Sus conocimientos tácticos y técnicos estaban, pues, fuera de toda duda, pero a ellos añadía una fuerte y acusada personalidad, y unas dotes de psicólogo y motivador por entonces inéditas en el mundo del fútbol.

Por todo ello no resultó extraño que Francesc Miró-Sans, el presidente azulgrana,  pensara en él para ponerle al frente de un Barça que acababa de estrenar un estadio de fábula y contaba con una plantilla de ensueño, pero no acababa de remontar el vuelo en el sentido triunfal que desearía  su gran masa de socios, aficionados y seguidores. Y con Herrera va a irrumpir -arrolladoramente, como todo lo suyo -la modernidad, pues el flamante técnico culé era rabiosamente moderno, tanto por su intensa relación con los medios informativos como por el hecho de que su propia identidad podía ser etiquetada en  unas llamativas y sonoras siglas, «HH», precisamente en un tiempo donde estaba muy presente, de candente actualidad, la existencia de un arma nuclear terriblemente letal, la «Bomba H», lo cual daba pie para todo tipo de chascarrillos. Y es que Helenio Herrera, al igual que ocurría con algunos famosos directores cinematográficos del momento, que eran más importantes que sus estrellas, y cuyo nombre constituía el principal reclamo de cara a la taquilla (privilegio del que participaban un selecto grupo de elegidos: Alfred Hitchcock, el primero de ellos, John Ford, Frank Capra, Billy Wilder, Federico Fellini o Ingmar Bergman), tenía el don de eclipsar, o casi,  a las figuras que estaban a sus órdenes.

UNA BIOGRAFÍA APASIONANTE

La biografía de Helenio Herrera es digna de una buena novela o una gran película. Contiene la cantidad precisa de elementos fuera de lo corriente como para  hacer atractiva una historia, en cuyo transcurso se forja una personalidad excepcional, ambiciosa, excesiva, irritante a veces, pero siempre fascinante. HH siempre abonó su mito con algo de misterio, su trayectoria no siempre aparece nítida, sino que existen en ella algunas zonas de sombra -aunque no empañan un ápice su extraordinaria aventura, llena de éxitos y boutades -tales como la cuestión de su verdadera edad, e incluso el hecho de haber jugado o no en la Selección Francesa.

Su nacimiento se fecha a menudo en 1916, los días 10 o 19 de abril -hay discrepancias sobre la fecha en que fue registrado -, pero bien pudo haber tenido lugar en 1910, o 1913, tal como aparece en algunas fuentes. La verdad es que Herrera siempre ofreció un aspecto de madurez física e intelectual, bastante por encima de sus futbolistas, lo que ya era palpable cuando dirigía al Atlético de Madrid, con sólo 33 o 34 años oficiales. La impresión que nos comunica es la de un hombre de mundo, con larga experiencia vital a sus espaldas, conocedor de todos y cada uno de los resortes que pueden motivar a un futbolista profesional de veintitantos, ingenuo, elemental y mucho menos formado que él. Era un autodidacta que había hecho acopio de esas vivencias a través de un largo periplo cosmopolita, e irradiaba un influjo irresistible sobre sus pupilos. Yo, personalmente, me inclinaría por 1910 como fecha de nacimiento, pero para nuestro trabajo no constituye un dato excesivamente relevante. Lo que importa es cómo se va a ir forjando el carácter de un hombre hecho a sí mismo, como dirían los norteamericanos (self made man), con esa magnética personalidad y una gran confianza y seguridad en sus potencialidades, así como un innegable componente ególatra y exhibicionista (lógico dada la naturaleza del trabajo que le hizo famoso), pero siempre fundado en una capacidad técnica, táctica y psicológica fuera de lo común, que le condujo a la cima, al éxito y a la gloria, en un campo tan difícil y competitivo como el del fútbol profesional.

Hasta nosotros ha llegado la imagen de un Helenio Herrera hipermediatico (cuando prácticamente ningún colega suyo lo era), con una irrefrenable incontinencia verbal, aureolada por ese puñado de frases que siempre se repiten al referirse a él -«se juega mejor con diez que con once», «ganaremos sin bajar del autobús»…-, pero, amén de ser un pionero en el empleo a su favor de los modernos medios de comunicación, fue un técnico magnífico, carismático y revolucionario, que introdujo métodos y sistemas novedosos, y colocó buena parte de los cimientos del fútbol moderno.

Como lugar de origen aparece Buenos Aires, lo que le convierte teóricamente en ciudadano argentino, aunque sea la República del Plata el país que menos incidencia vaya a tener en su formación posterior. Es inscrito como Helenio Herrera Gavilán (al parecer por un error, pues el deseo paterno era llamarle «Heleno»). Sus padres fueron dos emigrantes españoles, andaluces para más señas, Francisco Herrera, «Paco el Sevillano», un carpintero de ideas anarquistas, y María Gavilán, una criada. El matrimonio trabajaba en Gibraltar, el padre en los astilleros, y la madre sirviendo en casa de unos ingleses, pero no salían de pobres, y además tuvieron que sufrir la muerte de sus tres hijos. La emigración, pues, aparecía ante sus ojos -como para tantos otros millones de menesterosos -como la única posibilidad de abandonar una situación tan penosa y lamentable, y pusieron en ella todas sus ilusiones y sus parcos ahorros, subiéndose en Algeciras a un barco que zarpaba rumbo a la Argentina.

Por esa razón  Helenio va a ver la luz en la gran urbe porteña, pero por poco tiempo, porque tampoco dicho país demostró ser El Dorado para la familia Herrera, que sólo algunos años después de llegar al Nuevo Mundo van a tomar de nuevo sus humildes bártulos para abordar otro buque. En esta ocasión el destino será la zona francesa del Protectorado de Marruecos, y en concreto la ciudad de Casablanca, de reminiscencias tan cinematográficas ella. En su infancia el futuro entrenador va a conocer privaciones y miseria, y por lo tanto resulta lógico que el dinero pasara a ser una de sus principales preocupaciones. Esa fama de «pesetero» que siempre le acompañó estaba más que justificada por las circunstancias de su propia biografía: hermanos muertos en plena niñez y que no llegó a conocer, y unas precarias condiciones, habitando en chabolas de los barrios marginales de Casablanca y buscándose la vida desde muy crío. Todo eso fue moldeando un carácter inconformista y ambicioso, que le convirtió en un ganador. Su currículo profesional es impresionante: 7 campeonatos de Liga (4 en España y 3 en Italia), 3 de Copa (dos en nuestro país y la otra en Roma), 2 Copas de Europa y otras 2 Intercontinentales con el Inter, y 1 Copa de Ferias con el Barça, amén de muchos otros trofeos menores. Es evidente, a la luz de tanta orfebrería conquistada, que «HH» era mucho más que un bocazas arrogante y prepotente: un técnico preparadísimo, cerebral e innovador, cuyas responsabilidades excedían en mucho a las de un simple ocupante temporal del banquillo, invadiendo funciones más propias de un secretario técnico, un directivo, o incluso un presidente de club.

Comenzó pateando latas por los áridos descampados de Casablanca, para más tarde  confeccionar improvisadas pelotas de papel o de trapo, utilizando para ello las medias de su madre. De ahí pasó a los equipos federados del fútbol base marroquí, hasta pegar el gran salto a la Metrópoli. En Francia va a ir retrasando progresivamente su posición sobre el terreno de juego, hasta afianzarse en la línea defensiva. Nunca fue un gran jugador, pero suplió esas  carencias a base de coraje, entrega y empuje, derrochando nervio y velocidad, que iban a ser sus premisas una vez convertido en entrenador. Militará en varios clubes galos (Français, Red Star, CASG, Charleville, Stade Français…), a la vez que trabaja en diversos oficios y para importantes empresas como Citröen y Saint Gobain (el fútbol francés no podía considerarse entonces, en el período de Entreguerras, una actividad del todo profesional, como de hecho ocurría en muchos otros países). Vivirá  algunos malos tragos durante la Guerra y la ocupación alemana, como por ejemplo cuando tiene que huir de París en bicicleta y se encuentra de manos a boca con tropas nazis que se batían en retirada, pero su proverbial buena estrella –baraka lo llamarían en la Casablanca de su infancia-, nunca le va a abandonar, y consigue salir airoso de ese y algún otro trance peligroso.

Al llegar la paz, y antes de colgar las botas, comienza a entrenar, poniendo en práctica todo lo que había aprendido. El Puteaux es su primer club, y luego pasa al Stade Français. Allí va a descubrir a futbolistas tan destacados como el magrebí Larbi Ben Barek o el guardameta Marcel Domingo, a los que luego tendrá bajo sus órdenes en España. Y hablando de España…Su buen hacer en los banquillos no va a pasar desapercibido en nuestro país, a medida que se reanudan los contactos internacionales a nivel de clubes, y el Atlético de Madrid le hace una oferta que no podrá rechazar. Pero sucede que los colchoneros ya tienen entrenador, Taioli, y van a ceder a Herrera a un recién ascendido, el Real Valladolid, para que se vaya fogueando y tomándole la medida a  nuestras competiciones. Pucela es, por lo tanto, la primera singladura de su periplo español, tras pasar por su Argentina natal, el Protectorado de Marruecos y Francia

En el «Metropolitano» va a contar con una excelente plantilla, en la que -aparte de su compatriota Domingo y de Ben Barek, apodado «la Perla Negra» -figuran los Riera, Aparicio, Lozano, «Lobito» Hernández, Silva, Mújica, Juncosa, Miguel, Pérez Payá, Carlson o Escudero. HH los convierte en el mejor equipo español, ganando las ligas de 1949-50 y 1950-51, amén de otros trofeos de menor relieve, aunque luego los rojiblancos madrileños tendrán que ceder el cetro de la supremacía futbolística nacional al Barça de «las Cinco Copas», dirigido desde el banquillo por Daucik y en el terreno de juego por el portentoso Laszi Kubala, un personaje que volverá a cruzarse en su camino años más tarde. Una vez agotada la racha triunfal, y al cambiar el club de presidente, empiezan los problemas, y Herrera cesará en su puesto, para acto seguido hacerse cargo de un equipo en apuros, el Málaga, al que sin embargo no conseguirá salvar, a pesar de la evidente mejora de su juego. Estamos en la temporada 52-53, y de cara a la liguilla de promoción va a ser contratado por el Deportivo de La Coruña, que de su mano logrará la permanencia. Durante su breve estancia en «Riazor»  conoce a un prometedor juvenil llamado Luisito Suárez, cuyo enorme talento le maravilla. Años más tarde se convertiría en su jugador-franquicia.

Del norte al sur….Le ficha el Sevilla, presidido entonces por Ramón Sánchez  Pizjuán, donde va a pasar cuatro años inolvidables. Promueve a jugadores jóvenes como el asturiano Campanal, un superatleta -, el melillense Pepillo o el coriano Ruiz Sosa, que se convierten en figuras, y con el club hispalense aportará numerosos efectivos a la Selección Nacional, logrando también que veteranos como el navarro Arza rindan a su lado como en sus mejores tiempos (obteniendo el «Pichichi» en 1954-55). El equipo andaluz transita siempre por los primeros lugares, en 1955 llega a la final de Copa, perdiendo únicamente por 1 a 0 ante el Athletic de Bilbao de Daucik -que al año siguiente hará «doblete»-, alcanza el subcampeonato en 1956-57, y por consiguiente el derecho a disputar la siguiente edición de la Copa de Europa, y vence también en los prestigiosos trofeos «Teresa Herrera» y «Carranza».

Pero con la súbita muerte de Sánchez Pizjuán, al que se hallaba muy unido y que le había otorgado auténtica carta blanca para dirigir al equipo, comienzan nuevamente los problemas, de modo que aprovechando un incidente con un directivo sevillista Herrera fuerza su marcha del club, cuando todavía le restaban dos años de contrato. La Federación le suspende precisamente por ese período de tiempo, obligándole a reincorporarse posteriormente a la entidad andaluza para cumplir lo firmado. Es entonces cuando decide marcharse a  Portugal, donde la sanción federativa española no tiene efecto. Allí se hace cargo del Os Belenenses de Lisboa (1957-58), consiguiendo buenos resultados, pero en febrero del 58 ya le contactan los emisarios del Barça, para que intente reflotar un conjunto que camina sin pena ni gloria y ya hace cinco años que no gana la Liga. En un principio HH les da largas, pero en abril accede a desplazarse a la Ciudad Condal y tomar las riendas del cuadro azulgrana. El Barça, a todo esto, ya había conseguido que le retirasen la suspensión federativa, aflojando un millón de pesetas para indemnizar a los hispalenses y otras 200.000 para los lusos, como desagravio por privarles de su técnico. De modo que va a dar comienzo la «Era Herrera» en Can Barça. Su alargada sombra planeará después, durante toda la década de los 60, sobre el club catalán, que está muy cerca de volver a contar con sus inestimables servicios en 1965 y 1969. Finalmente, cuando ya su gran prestigio sea únicamente historia, logrará de algún modo reverdecer viejos laureles en 1980 y 1981, primero clasificando al equipo para la Copa de la UEFA, y más tarde conquistando la Copa del Rey, su última victoria en el banquillo.

FICHAJE POR EL BARÇA

Herrera dirigirá al Barça en los dos últimos compromisos ligueros, ya intrascendentes, que se saldan con una derrota por la mínima en Pamplona ante Osasuna (2 a 1, con gol de Suarez) y una clara victoria frente al Granada en el «Camp Nou», 4 a1, con dos goles de Basora, más sendos tantos de Martínez y Suárez. Al final, el cuadro azulgrana se clasificará nuevamente en tercera posición, perdiendo por segundo año consecutivo la posibilidad de jugar la Copa de Europa, al vencer el Real Madrid en ambos torneos, derecho que le corresponde al Atlético de Madrid, subcampeón. Este es el balance azulgrana en el campeonato 57-58: tercero, con 38 puntos y 8 positivos, a siete del campeón y a 4 del subcampeón. 17 victorias, 4 empates y 9 derrotas, con 69 goles a favor  y 38 en contra, aventajando en sólo dos puntos a un Valencia que había sufrido un campaña de lo más accidentada, a causa de la riada que devastó la ciudad del Turia en octubre del 57.

Va a sentarse en el banquillo en el partido de vuelta de la final de la primera edición de la Copa de Ferias, torneo que ya se les había puesto de cara a los azulgranas tras el empate a dos conseguido en la capital británica. Y pese al gran potencial de la selección londinense, formada por jugadores del Totenham, Arsenal, West Ham y Chelsea entre otros clubes, el Barça -que todavía viste el uniforme representativo de la Ciudad Condal-, aplasta a los ingleses por un contundente 6 a 0, obtenidos por Suárez y Evaristo (por partida doble), Martínez y Vergés. Así formó el primer campeón del torneo ferial aquel 1 de mayo de 1958: Ramallets; Olivella, Brugué, Segarra; Vergés, Gensana; Tejada, Evaristo, Martínez, Suárez y Basora. Ocho jugadores nacidos en Cataluña en el equipo.

Y en cuanto a la Copa del Generalísimo, bajo sus órdenes el equipo eliminará con facilidad al Real Zaragoza (3-4 en La Romareda, con tantos de Suarez, 3, y Kubala,  y 8 a 0 en el Camp Nou (Kubala 2, Martínez 2, Suárez 2 y Tejada 2) y al Valencia, derrotado en la Ciudad Condal por 3 a 0 (Gensana, Tejada y Kubala), y en «Mestalla» por 0 a 1 (Martínez), cayendo en semifinales ante el Athletic de Bilbao, que a la postre sería el campeón. Se impusieron los leones en «San Mamés» por 2 a o, pero en la vuelta, en un encuentro vibrante disputado bajo la lluvia, con un campo impracticable, el Barça estuvo a punto de forzar un tercer partido de desempate, al vencer por 4 a 3 (Basora 2, Martínez y Tejada)

Se va a cerrar la temporada 57-58 con un partido internacional amistoso en el «Camp Nou» entre el Barça y el Enschede holandés, que sirve de homenaje a Basora, quien abandona el fútbol con sólo 32 años, y todavía rindiendo a plena satisfacción. Van a vencer los azulgranas con un marcador sin paliativos, 8 a 3, con goles de Evaristo (3), Martínez, Segarra, Kubala, Tejada y el recién fichado Kocsis, y esta fue la formación que puso en liza Herrera aquel 29 de junio de 1958: Ramallets (Estrems); Olivella, Gensana, Gracia; Segarra (Suárez), Bosch; Tejada Kubala, Martínez (Evaristo), Kocsis y Basora, que -a diferencia de lo habitual -jugó el encuentro íntegramente.

HelenioHerrera02TEMPORADA 1958-59: PRIMERA VUELTA

Las principales novedades van a ser por una parte la marcha de un auténtico mito como Estanislau Basora, que como ya hemos dicho  se retira del fútbol con únicamente 32 años de edad  y aun en plenitud de facultades (de hecho, en su última temporada en activo había vuelto a ser internacional, y en el partido oficial que supuso su adiós, en las semifinales de la Copa ante el Athletic de Bilbao, se despidió marcando dos goles), y también la de Andreu Bosch, que a los 27, cuando los futbolistas llegan a su madurez, abandona el Barça para integrarse en las filas del Real Betis Balompié, que acababa de retornar a la élite después de muchas temporadas vegetando en categorías impropias de su brillante historial. Por contra, el club azulgrana va a realizar dos verdaderos fichajes de lujo, los delanteros húngaros Sandor Kocsis y Zoltan Czibor, integrantes de la mejor selección magiar de todos los tiempos.

Kocsis y Czibor, enrolados en el Honved, el equipo del Ejército, no van a regresar a su país en el momento que se produce la insurrección popular contra el régimen estalinista y satélite de Moscú, inmediatamente sofocada a sangre y fuego por los tanques soviéticos. Kocsis, «Cabeza de Oro», se refugiará en el fútbol suizo, concretamente en el Young Fellows, mientras que Czibor, el «Pájaro Loco», lo hará en Italia, donde jugó algunos amistosos con la AS Roma. Uno y otro llegan a la Ciudad Condal antes de finalizar la temporada 57-58, y se alinean en algunos amistosos. Son dos jugadores ya veteranos -ambos van a cumplir 29 años -, pero todavía le darán bastantes tardes de gloria al Barça, sobre todo Kocsis, quien permanecerá en la entidad catalana por un período de ocho temporadas. También se incorporan al equipo el defensa Rodri, que ya había jugado en Primera División dos años antes, con el Condal, Llorenç Rifé -otro zaguero -y el guardameta Larraz, así como Coll, que igualmente había militado en el filial. Por contra, Sampedro, el héroe de la final copera del 57, pasa a las filas condalistas, al igual que Biosca, que intenta recuperarse de la grave lesión sufrida en dicha competición, aunque finalmente no lo logrará y se verá obligado a retirarse, .

Así queda configurada la plantilla barcelonista de cara a la inminente temporada 58-59: Ramallets, Estrems, Larraz, Olivella, Rodri, Brugué, Rifé, Gracia, Flotats, Segarra, Gensana, Vergés, Tejada, Hermes González, Kubala, Ribelles, Evaristo, Kocsis, Eulogio Martínez, Suarez, Villaverde, Czibor y Coll. Herrera ha hecho oídos sordos a los propósitos de la directiva azulgrana, que barajaban el desprenderse de algunas de las figuras del equipo (concretamente Ramallets, Segarra, Evaristo y Luís Suárez), alegando que su rendimiento en la última temporada dejaba bastante que desear. Por el contrario, el nuevo técnico va a confiar ciegamente en ellos, que le responderán realizando todos una magnífica temporada. Herrera introducirá también una importante innovación en el trabajo cotidiano que tiene lugar en Can Barça, pues el equipo deja de entrenar en «Les Corts» para pasar a hacerlo en el «Camp Nou» («se debe entrenar donde se juega», fue su explicación).

Herrera pone todo su énfasis en conseguir un conjunto rápido y fuerte, físicamente a punto. Un equipo bien armado desde atrás, fortaleciendo la parcela defensiva, logrando el control del centro del campo, y siempre con una gran velocidad de ejecución, sorprendiendo en ataque, tanto por la intrínseca calidad de sus delanteros (podía presentar dos líneas de ataque completamente diferentes pero de una similar calidad) como por la explosiva rapidez de sus contras. Todo ello se pondrá ya de manifiesto antes de iniciarse el campeonato de Liga. El Barça va a realizar una gira por diversos países europeos (Suiza, Bélgica y Holanda), que arroja un balance espectacular: cinco partidos jugados, con tres victorias y dos empates, marcando la friolera de  26 goles goles y encajando 8. Los augurios no pueden ser mejores. Y van a confirmarse ya en el encuentro que abre la Liga 58-59, en el Camp Nou frente al Valencia.

Esa primera jornada se disputa el domingo 14 de septiembre de 1958, y ambos equipos presentan las siguientes alineaciones: por el Barça, Ramallets; Olivella, Rodri, Gracia; Vergés, Segarra; Tejada, Evaristo, Martinez, Kubala y Czibor, y por el Valencia, Goyo; Mestre, Quincoces, Sócrates; Sendra, Piquer; Mañó, Ricardo, Machado, Walter y Fuertes. Tras un primer tiempo anodino, que terminó con victoria mínima barcelonista por 1 a 0, en la reanudación el equipo azulgrana se va a desatar, consiguiendo cinco nuevos goles. Los autores de los tantos serán Evaristo (2, uno de ellos el que abrió la «lata»), Martinez (2), Tejada y Czibor, despachando este último un magnífico encuentro, así como el debutante Rodri, que realizará un excelente marcaje al delantero brasileño Machado, bastante más alto que el zaguero catalán.  Arbitró el señor Ortiz de Mendíbil, del colegio vizcaíno.

En la segunda jornada al Barça le toca visitar el siempre difícil terreno de «Atocha». Las crónicas de la época nos hablan de un partido de escasa calidad, con dos equipos demasiado precavidos que hicieron tablas. Evaristo logró el gol azulgrana. Tampoco va a ser muy destacado el juego barcelonista en la tercera jornada, donde se impone fácilmente al Granada en el «Camp Nou», con goles de Czibor, Kubala y Suárez. Los azulgranas son terceros en la tabla, con 5 puntos, a uno del sorprendente líder, el Betis, que acababa de volver a Primera División tras década y media de ausencia, y contaba sus partidos por victorias.

Pero la cuarta fecha va a traer cambio de líder, pues los bélicos ceden su primer encuentro en «Sarriá», frente al Español, lo que va a aprovechar el Real Madrid para encaramarse a lo más alto de la clasificación, tras aplastar a Osasuna en el «Bernabéu» por 8 a 0. Aunque el Barça no pierde comba y se sitúa en segunda posición, merced a un brillante partido en el flamante «Sánchez Pizjuán» hispalense, superando  a un entusiasta Sevilla por 0 a 2, marcados por Evaristo y Segarra, en un choque que contó con la nota negativa de la grave lesión del central barcelonista Brugué, lo que obligó a los catalanes a jugar la segunda parte con sólo diez hombres (¿ tal vez se acuño allí la célebre frase de Helenio Herrera ?)

La quinta jornada deja las cosas por la alturas tal como estaban. El Real Madrid derrota en Sevilla a un Betis que parece deshincharse tras su fulgurante comienzo (2 a 3), mientras que el Barça se deshace con facilidad del Athletic de Bilbao por 3 a 0 en el «Camp Nou», donde los «leones» no fueron tan fieros, con goles de Czibor, Kubala y Suárez. Un punto arriba los madrileños. Distancia que se va a mantener en la sexta jornada, con victoria de los blancos en la capital (3 a 0 al Zaragoza), y gran triunfo azulgrana en «Sarriá», con un Kubala como en sus mejores tiempos. Suárez, Tejada y Evaristo hicieron el claro 0 a 3. Al domingo siguiente, enfrentamiento en la cumbre en el «Camp Nou», Barça-Real Madrid, separados ambos por un solo punto, mientras que el Atlético de Madrid era tercero, a tres puntos de los azulgranas y cuatro de los merengues.

El 26 de octubre de 1958, en la séptima jornada, el Barça se va a alzar con el liderato al derrotar ampliamente al Real Madrid por 4 a 0, dominándole en todos los terreno. El brasileño Evaristo de Macedo realizó un partido compuestísimo, anotando tres goles, siendo el cuarto obra de Tejada. Fueron expulsados Czibor y Santamaría, y ambos equipos formaron de la siguiente manera, a las órdenes del colegiado vizcaíno señor Birigay: por el Barcelona, Ramallets; Olivella, Rodri, Gracia; Flotats, Segarra; Tejada, Kubala, Evaristo, Suárez y Czibor, y por el Real Madrid, Alonso; Marquitos, Santamaría, Lesmes II; Santistéban, Zárraga; Kopa, Rial, Di Stefano Puskas y Gento. Ahora el Barça encabezaba la clasificación con 13 puntos, aventajando los madridistas en uno y a los colchoneros en tres. Los azulgranas eran ya el único equipo imbatido, y tan sólo habían encajado un gol en siete jornadas de competición.

Pero la general va a dar un vuelco a la jornada siguiente, en la que los pupilos de Herrera regresan de su visita a «El Molinón» con una sorprendente derrota a pies del Sporting de Gijón, que ya les había superado en el mismo escenario la temporada anterior. Más rápidos y entusiastas, los asturianos se impusieron a la mayor técnica catalana con goles de Rodríguez II e Iborra, mientras que Evaristo marcaba para el Barça. El Real Madrid era nuevo líder con 14 puntos, tras endosarle una «manita» a sus eternos rivales ciudadanos en el «Bernabéu» (5 a 0). Después venía el Barça con 13, aventajando en tres a Atlético y Athletic. La Liga parecía cosa de dos…

Impresión que se vería corroborada tras la novena jornada. El Atlético de Madrid no podía pasar del empate en el «Metropolitano» ante el Sporting, lo mismo que el Athletic de Bilbao en su visita a «Atocha», mientras que Madrid vencía en Oviedo (0 a 2), y el Barça hacía lo propio con un defensivo Celta en el «Camp Nou» (2 a 0, obra de Gensana y Evaristo, que pasaba a encabezar la clasificación de goleadores). Y hagamos un inciso en el devenir de la Liga, para reseñar que el 12 de noviembre de 1958 el Barça se va a estrenar en la segunda edición de la Copa de Ciudades en Feria, rindiendo visita al terreno del Basilea helvético, un campo que volvería a cruzarse en su historia en un par de señaladas ocasiones. Los azulgranas saldrán victoriosos por 1 a 2, con tantos de Evaristo y Gensana, poniendo en franquía la eliminatoria, cuyo partido de vuelta ya no se haría esperar demasiado, tan sólo unos dos meses escasos…

Vuelve la Liga, que consume su primer tercio. El Barça se desplaza a otro complicado terreno norteño, el «San Juán» pamplonica, donde tampoco consigue salir con los dos puntos. Cuentan que fue un gran partido, en el que se adelantó la escuadra catalana por medio de Suárez, remontaron los navarros a base de furia, y Tejada, casi al final, logro la igualada definitiva. Y como quiera que el Real Madrid batía en la capital al Valencia (3 a 0), se afianzaba en el liderato, con dos puntos de ventaja sobre los azulgranas, y con el resto de seguidores ya a una considerable distancia. Los números del Barça en este primer tercio de competición eran magníficos: 16 puntos y 6 positivos (7 victorias, 2 empates y sólo una derrota, con 27 goles a favor y únicamente 5 en contra), pero es que el Madrid se mostraba intratable, pues salvo la fuerte derrota del «Camp Nou», contaba todos sus partidos por victorias, habiendo marcado la escalofriante cifra de 35 tantos.

No obstante en la undécima jornada los blancos van a ceder un nuevo punto, pues en San Sebastián no pasaron de un empate a cero ante la siempre correosa Real Sociedad en el curso de un mal partido, lo que aprovechó el Barça (que se impuso con cierta dificultad al Betis en la Ciudad Condal, a despecho del marcador final, 4 a 1, con tantos de Evaristo, Kubala, Kocsis y Suárez), para aminorar la ventaja merengue a un solo punto. Sin embargo siete días más tarde los de Herrera van a tropezar en «La Romareda» ante el Real Zaragoza, que les derrotó por 2 a 1, siendo Tejada el autor del tanto culé El Real Madrid, triunfador del Granada en su feudo por 2 a 0, va a despegarse ahora en cabeza, aventajando a los azulgranas en tres puntos.

La decimotercera jornada no trajo cambio alguno en cabeza. El Real Madrid venció en su desplazamiento al «Sánchez Pizjuán» por 1 a 3  a un Sevilla que se debatía en los últimos lugares, y que en nada recordaba a aquel equipo combativo que tanto se había significado precisamente con HH en el banquillo. Di Stefano seguía como en sus mejores tiempos, y había venido a unírsele un Puskas ya veterano y con sobrepeso, pero letal ante la meta contraria. El Barça, por su parte, no tuvo problemas para deshacerse de la UD. Las Palmas por un claro 5 a 1, marcados por Suárez (2), Evaristo, Kubala y Felo en propia puerta. Continuaban los tres puntos de diferencia de los blancos sobre los de Herrera.

Que bajaron a sólo dos el domingo siguiente. En el «Bernabéu» Real Madrid y Athletic de Bilbao hicieron tablas, en un buen partido donde Carmelo le detuvo un penalti a Di Stefano, mientras en el «Camp Nou» el Barça destroza literalmente a un Atlético de Madrid dirigido por Daucik pero incapaz de aspirar a nada, a pesar de los dos grandes refuerzos de su delantera, el angoleño Mendonça y el brasileño Vavá, campeón del Mundo con Brasil en Suecia. Evaristo en dos ocasiones -no había estado con la Canarinha pero aquí era «Pichichi»-, Tejada, Czibor y Vergés redondearon el escandaloso 5 a 0.  Y la primera vuelta va concluir dos semanas más tarde, el Día de los Inocentes, y nada menos que con un cambio de líder, pues el Barcelona, rotundo triunfador en Oviedo, va a aprovecharse  de la inesperada derrota madridista en «Sarriá» frente al Español por 2 a 0, en otro de esos típicos partidos donde el equipo técnicamente superior se ve sorprendido por la velocidad y el nervio del teóricamente inferior, que le va a derrotar con goles de Aguirre y Coll. Mientras tanto, el Barça despachaba un magnífico encuentro en «Buenavista», con un extraordinario Luís Suárez llevando la manija. 2 a 4, y goles de Evaristo (2), Tejada y Suárez.

Al término de la primera fase del campeonato, el Barça encabezaba la clasificación por su mejor tanteo particular con el Real Madrid. Ambos sumaban 24 puntos, que en el caso de los azulgranas se desglosaban de la forma siguiente: 11 victorias, 2 empates y 2 derrotas, con 48 goles a favor y 11 en contra. Los de Herrera habían conseguido alcanzar y superar a los madridistas en capacidad goleadora merced a sus últimos abultados resultados. Y si su ataque resultaba demoledor, su defensa era también la menos batida de todo el campeonato. La segunda vuelta, con las difíciles salidas a «Mestalla»,  «San Mamés», «Bernabéu» y «Metropolitano», se presentaba apasionante, con los dos Atléticos a la expectativa por si los de arriba se dormían…

TEMPORADA 1958-59. SEGUNDA VUELTA

El Barça inicia la segunda ronda con un siempre complicado desplazamiento a «Mestalla», a pesar de que el Valencia ya no era el equipo temible de la década anterior o la primera mitad de los 50. Pero los azulgranas se impondrán por completo a los «Chés», no reflejando el resultado su absoluta superioridad, 1 a 2, con goles de Tejada y Coll, y el mérito añadido de que no se alineó ninguna de sus dos grandes figuras, Kubala y Suárez. Y como el Real Madrid le endosó nada menos que diez goles a la UD. Las Palmas en el «Bernabéu», ambos equipos seguían comandando la general, con el Athletic de Bilbao a cuatro puntos.

El Día de Reyes, el «Camp Nou» volvió a ser escenario de un partido de la Copa de Ferias. Rendía visita el Basilea suizo, que va a ser nuevamente derrotado (5 a 2, con tantos de Czibor, en dos ocasiones, Villaverde, Evaristo y Hermes González) y por consiguiente eliminado de la competición. Y la decimoséptima jornada resultará bastante favorable para los intereses blaugranas, puesto que el Barça va a derrotar por 4 a 2 a la Real Sociedad en el «Camp Nou», con goles de Evaristo, Vergés, Tejada y Ansola en propia meta, mientras que el Real Madrid sólo podía cosechar un triste empate a cero en el feudo de uno de los colistas, el Sporting de Gijón, de modo que los de Herrera eran ahora líderes en solitario con un punto más que los merengues.

Todo va a seguir igual tras la jornada número 18. El Madrid derrota al farolillo rojo,  el Celta, por 3 a 0 en la capital, y el Barça se impone claramente al Granada en «Los Cármenes» por 1 a 4, con goles de Suárez, Coll y Evaristo (2). Y tampoco la fecha siguiente altera las cosas, con apurada victoria madridista en Pamplona ante Osasuna, 1 a 2, y fácil triunfo barcelonista sobre el Sevila en la Ciudad Condal, 4 a 0, con hat-trick de Tejada, y Czibor completando la goleada.  Pero el panorama bien podría cambiar siete días más tarde, pues el Barça visitaba en «San Mamés» a un Athletic que todavía  contaba con remotas aspiraciones, mientras que el Real Madrid recibía a un buen Betis, aunque no se esperaban sorpresas.

Y el Barça va a salvar el difícil obstáculo con nota, superando a los bilbaínos en su propio feudo, tal como había vaticinado un optimista Helenio Herrera, que también profetizaba la victoria de los suyos en el mismísimo «Bernabéu». El partido, arbitrado por el colegial valenciano señor Asensi, fue intenso y vibrante, y se saldó con victoria catalana por 1 a 2. Llevaron la iniciativa los locales, pero los contraataques visitantes fueron siempre peligrosos. Se adelantó el Barça en el marcador por mediación de Tejada, en el minuto 15, empató Uribe en el 50, y finalmente Segarra deshizo la igualada a cinco del final. Fue expulsado Eulogio Martínez. Estas fueron las alineaciones: por el Athletic, Carmelo; Orúe, Etura, Canito; Mauri, Maguregui; Arteche, Marcaida, Arieta, Uribe y Aguirre, y por el Barça, Ramallets; Olivella, Rodri, Gracia; Gensana, Segarra; Tejada, Evaristo, Martínez, Suárez y Coll. Como se ve, ausencias importantes en ambos conjuntos: Garay, Merodio, Gainza, Kubala y Czibor.

La jornada 21 deja también las cosas como estaban, a la espera del encuentro en la cumbre, Real Madrid-Barça, la semana siguiente. Los blancos triunfaron en Zaragoza por 1 a 2, con goles de Gento y Puskas, mientras el Barça se imponía a su rival ciudadano el Español, por 5 a 3, en un partido emocionante y con muchos goles, disputado sobre un campo prácticamente anegado a causa de la lluvia, con tantos de Tejada, Kocsis (2), Suarez y Kubala.

Y por fin llega el gran día, el 15 de febrero de 1959, con una expectación inusitada. El partido es incluso televisado en directo por una incipiente TVE que aun llegaba a escasos puntos del país, pero cuya señal podía ya ser captada en Barcelona, donde se agotaron las existencias de receptores. A las órdenes del colegiado cántabro señor García Fernández, ambos equipos formaron de la siguiente manera: por el Real Madrid,  Domínguez; Marquitos, Santamaría, Miche; Santistéban, Zárraga; Herrera, Kopa, Di Stefano, Puskas y Gento, y por el Barcelona, Ramallets; Olivella, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Tejada, Kubala, Evaristo, Suárez y Coll. Los azulgranas se defendieron con acierto hasta casi el final del choque, cuando Chús Herrera remató una buena jugada de Kopa, consiguiendo el único tanto del encuentro, que devolvía el liderato a los merengues, con un punto de ventaja sobre su gran rival. La Liga ya era únicamente cosa de dos, pues el Athletic de Bilbao no había podido seguir el ritmo de ambos colosos, y se había venido abajo definitivamente.

Pero muy poco le va a durar la primera posición a los merengues, pues la van a perder  tan sólo siete días más tarde, derrotados en su visita al «Metropolitano» por el Atleti. 2 a 1 a favor de los rojiblancos, con goles de Peiró y el brasileño Vavá para los colchoneros, y Di Stefano para los blancos.  Y mientras, el Barça daba buena cuenta del Sporting de Gijón por 4 a 1, con tantos de Kubala, Tejada (2) y Suárez. Con ese resultado, los de Herrera eran ahora  líderes con un punto de ventaja sobre los de la capital, y tenían el goal average particular a su favor. Y la jornada 24 no va a traer alteraciones, aunque al Barça le costó mucho trabajo sacar los dos puntos de «Balaídos», gracias a un oportunismo gol logrado por Segarra -que se estaba especializando en conseguir tantos decisivos-en el minuto 85. La crónica del partido reseña un curioso incidente, la persecución de los jugadores barcelonistas a un juez de línea, que al levantar el banderín había hecho que el árbitro, Ortiz de Mendibil, les anulase un gol. El Real Madrid, por su parte, derrotó sin problemas al Oviedo en el «Bernabéu» (4 a 0)

La jornada 25 aumentó la ventaja catalana  sobre su único perseguidor. El Real Madrid  tropezó en «Mestalla», donde no pudo pasar del empate a uno ante el Valencia, y gracias, pues Walter falló un penalti en el último minuto. Mientras, en el «Camp Nou» los azulgranas golearon a Osasuna, 6 a 0, con tantos de Evaristo (2), Gensana, Suárez, Kubala y Tejada. La única nota negativa del partido fue la grave lesión del delantero brasileño Evaristo, que hasta aquel momento comandaba la tabla de realizadores, y al que una rotura de ligamentos va a dejar fuera de combate para todo lo que restaba de temporada. Ahora eran dos los puntos de ventaja de los de Herrera.

No se alteró la clasificación en la jornada siguiente, la que hacía el número 26. El Madrid goleó sin contemplaciones a la Real Sociedad (6 a 1), y el Barça también se deshizo a domicilio del Betis merced a una gran segunda parte, una vez expulsado del campo la gran figura verdiblanca, Del Sol. Empate a uno en la primera mitad, obra de Lasa y Segarra, y vendaval catalán en la reanudación, con tantos de Czibor   (2), nuevamente Segarra y Ribelles, amén del bético Castaño, hasta redondear el 5 a 2 final. Tampoco habría cambios en la fecha 27. El Real Madrid venció con claridad al Granada en «Los Cármenes (0 a 3), y el Barça derrotó por el mismo resultado al Zaragoza en la Ciudad Condal, siendo los autores de los goles Martínez, en dos ocasiones, y Kocsis, que apenas sí había entrado en el equipo hasta entonces. Seguían los dos puntos de ventaja.

Que se mantendrían también a finalizar la vigesimoctava jornada. El Real Madrid aplastó a un apurado Sevilla en el «Bernabéu» (8 a 0), pero los dos positivos que se trajo el Barça de Canarias le hacían ya casi acariciar nuevamente el título. Buen partido de los azulgranas en el «Insular», con goles de Luís Suárez y Eulogio Martínez, uno en cada tiempo. Continuaban los dos puntos de ventaja, a falta únicamente de cuatro por disputarse, y con un calendario muy favorable para los pupilos de Herrera que si bien debían visitar el siempre difícil «Metropolitano» al domingo siguiente, en la última jornada, recibirían en Barcelona a un Oviedo que seguramente ya no se jugaría nada.

Y el «Alirón»  no va a hacerse esperar, pues el empate barcelonista en el feudo colchonero, 1 a 1, unido a la derrota de los merengues en «San Mamés» (4 -1), significará que de nuevo, seis años después de su último título, el Barça se proclama con toda brillantez campeón de Liga. Buen partido en la capital, con goles de Vavá y Segarra, ambos en la primera mitad, y un Atlético que mereció mejor resultado, y debacle madridista en Bilbao, donde el Athletic desarboló a los blancos en la segunda parte, con un hat-trick de Maguregui, siendo Gento expulsado. Los azulgranas ya aventajaban a los madrileños en tres puntos, y eran matemáticamente campeones.

Y le pusieron un broche de oro a su gran campeonato al domingo siguiente, 19 de abril de 1959, al derrotar al Real Oviedo en el «Camp Nou» por un inapelable 7 a 1, ante el alborozo de su público, con goles de Martínez (3), Tejada (2), Suárez y Kubala, este último al transformar un penalti, mientras que el argentino Sánchez Lage salvaba el honor asturiano. A las órdenes del colegiado alicantino señor Bañón (hermano de un antiguo guardameta internacional del Real Madrid), ambos equipos formaron de siguiente manera: por el Barça, Ramallets; Flotats, Rodri, Gracia; Gensana, Segarra; Tejada, Kubala, Martínez, Suárez y Czibor, y por el Oviedo, Barea; Marigil, Alarcón, Laurín; Casamitjana, Álvarez; Cuervo, Sánchez Lage, Romero, Lalo y Amarilla. Poco importaba ya su resultado, pero el Real Madrid fue incapaz de vencer en el «Bernabéu» al Español (3 a 3), con lo cual los blancos finalizaban la competición de la regularidad a cuatro puntos de distancia de su gran adversario.

Con esta victoria, la séptima en su palmarés, el Barça rompía el empate que existía en el apartado de títulos ligueros, con los tres grandes históricos, Athletic de Bilbao, Barcelona y Real Madrid, liderando la clasificación de entorchados con 6 campeonatos cada uno. El cuadro de Herrera va a pulverizar todos los registros existentes en la Liga española, desde que esta pasó a ser disputada por 16 equipos en la temporada 50-51. El equipo azulgrana  batirá el récord de puntos conseguidos, 51 (y por lo tanto también el de positivos, obteniendo 21), de victorias (24, con sólo 3 empates y únicamente 3 derrotas), y de goles marcados, consiguiendo 96 tantos, a una media de 3 por partido, aunque no el de goles encajados, pues si bien sólo vio perforada su meta en 27 ocasiones, tanto el Real Madrid, el año anterior, como el propio Barça, en la temporada 55-56, habían recibido uno menos, 26.

Pero no todo iban a ser rosas en Can Barça… Una personalidad tan arrolladora como la de Helenio Herrera tenía que entrar inevitablemente en conflicto con alguien del club, era sólo cuestión de tiempo. En lo tocante a las relaciones con el vestuario, lo único que va a ensombrecer un panorama triunfal será el llamado «Caso Kubala». La que hasta aquel momento era la principal estrella del conjunto azulgrana. ya enfilaba su declive, y Herrera, que no tenía un pelo de tonto, se dio perfectamente cuenta de ello. El técnico respetaba y admiraba a Kubala como el grandísimo jugador que había sido, pero consideraba que a sus cerca de 32 años ya carecía de la velocidad y la continuidad en el esfuerzo que mostraba antes, aunque conservase incólume toda su enorme clase, que entre otras cosas le permitía seguir siendo un maestro en la ejecución de penalties y golpes francos. Pero sus facultades ya no eran las idóneas para los reñidos partidos en campo contrario, de ahí que en varias ocasiones le sustituyese por un hombre de bastante menos calidad como era Ribelles, pero mucho más joven y trabajador.

Y además le va a entregar la manija del equipo a Luís Suárez, un descomunal talento emergente, en detrimento del hispanohúngaro, lo cual va a producir un auténtico cisma en las gradas del «Camp Nou», dramáticamente divididas entre «suaristas» y «kubalistas». Todo eso, lógicamente, no es del agrado de Laszi, que reaccionará con una especie de huelga de brazos caídos, borrándose de numerosos partidos, alegando dolencias y enfermedades casi imposibles de verificar. De modo que la Directiva, informada de la situación por Herrera, va a presentarle una especie de ultimátum: o se volvía a reintegrar al seno del equipo, con su mejor voluntad de colaboración, o se le concedería la baja. Y en esas estaba el Barça cuando arranca el torneo copero, y de ahí que Kubala no tomase parte en él.

También se va a producir un conflicto de competencias con el cuasi sempiterno secretario técnico del club, el legendario Josep Samitier, el «Mago del balón», el home llagosta de los Felices 20. Porque Herrera era bastante más que un simple entrenador, y a la manera de los managers británicos su alargada mano pretendía llegar a todos los rincones, pidiendo -y por el momento logrando -plenos poderes. No contento con preparar  al equipo, física y tácticamente, y hacer las alineaciones, también decidía y realizaba contrataciones personalmente de jugadores, y marcaba incluso la política de primas y fichas, algo que, por descontado, no les hacía ninguna gracia a Miró-Sans y a sus directivos, ni tampoco al veterano Samitier, que harto de ser puenteado y ninguneado, va a terminar por coger los bártulos e irse de nuevo al Real Madrid de su buen amigo Santiago Bernabéu, como ya ocurriese en su etapa de jugador, a principios de los años 30.

UNA NUEVA COPA Y «DOBLETE»

Con la euforia por el título de Liga aun muy presente, una semana más tarde el «Camp Nou» va a abrir otra vez sus puertas para iniciar la disputa de la «Copa de Su Excelencia el Generalísimo». El primer rival, sobre el papel, no parecía muy temible: el Real Murcia, a la sazón militando en Segunda, donde había finalizado la Liga en un discreto sexto lugar. Pero se hizo realidad aquello de que «no hay enemigo pequeño», y los pimentoneros  se van a llevar para su tierra un sorprendente e ilusionan empate a 2. Chancho en su propia puerta, y Martínez hicieron los dos goles blaugranas en este decepcionante encuentro. Pero los de Herrera, y por los pelos, conseguirán decantar la eliminatoria a su favor al vencer en «La Condomina» por un solitario 0 a 1, obra de Martínez, que parecía haber tomado el relevo goleador del  lesionado Evaristo.

Y antes de encarar la siguiente ronda copera, los octavos de final, el Barça va a afrontar una nueva eliminatoria de aquella «guadianesca» segunda edición de la Copa de Ferias. El contrincante de turno era un buen equipo italiano, el Internazionale de Milán, el «Inter», y el resultado será claramente favorable para los intereses catalanes, 4 a 0, con tantos de Ribelles (en dos ocasiones), Villaverde y Segarra.. De regreso al «Torneo del KO», espera un recién descendído, el Sporting de Gijón. 0 a 0 en la ciudad asturiana, y un set  en blanco en el «Camp Nou» (6 a 0), obra de Martínez (3), Kocsis (2) y Suárez.

El siguiente adversario va a ser el Betis, que había cuajado un buen torneo liguero pero no parecía un enemigo de cuidado para este Barça enrachado. Tanto, que ya en «Heliópolis» quedó resuelta la eliminatoria: 0 a 6 a favor del Barça, con cuatro tantos de un Kocsis que empezaba a salirse, rematando la faena Martínez y Segarra. El encuentro de vuelta fue de mero trámite, aunque el marcador concluyó con un tanteo mucho más ajustado, 4 a 3 a favor de los locales, con goles de Gensana (2), Suárez y el inevitable Kocsis.

Las semifinales presencian un nuevo enfrentamiento en la cumbre, Real Madrid-Barça, que podía servir de revancha para los blancos, recientes campeones de la Copa de Europa por cuarta ocasión consecutiva, tras batir al Stade de Reims francés en Stuttgart. El partido de ida se jugó en el «Bernabéu», y al descanso se va a llegar con un claro 2 a 0 a favor del Madrid. Pero en el vestuario visitante, cuando todos los jugadores azulgranas esperaban recibir una soberana bronca por parte de Herrera, este les va a sorprender con uno de sus clásicos goles de efecto, felicitándoles efusivamente y asegurándoles que aquel encuentro ya estaba ganado, pues los madridistas se habían vaciado por completo  en la primera mitad, y no tardarían en venirse abajo en la reanudación.

Y dicho y hecho. En una fabulosa segunda parte, y espoleados por las mágicas palabras de su entrenador,  los pupilos de HH van a darle la vuelta al marcador, imponiéndose finalmente por un rotundo 2 a 4, con dos dianas de Suárez y otras dos de…Kocsis. La vuelta, a pesar de tratarse del Madrid, fue también un trámite, y los catalanes volvieron a superar a sus grandes rivales con un 3 a 1, marcando Suárez por partida doble y Villaverde (aquel día Kocsis no «mojó»). Ya estaba el Barça en la final, donde tendría que verse las caras con un contrincante inédito, el Granada, que para asombro de propios y extraños había ido salvando eliminatorias, hasta llegar al partido decisivo.

Con los azulgranas como grandes favoritos, va a celebrarse este el día 21 de junio de 1959, en el entonces acostumbrado marco del «Santiago Bernabéu». Arbitró el colegiado valenciano señor Asensi, a cuyas órdenes los equipos presentaron las siguientes alineaciones: por el Barça, Estrems (en lugar del titular Ramallets); Olivella, Rodri, Gracia; Gensana, Segarra; Tejada, Kocsis, Martínez, Suárez y Villaverde, y por el Granada, Piris; Becerril, Vicente, Larrabeiti; Ramoní, Pellejero; Vázquez, Carranza, Loren, Benavídez y Arsenio. El partido no tuvo color, y los de Herrera se impusieron por un amplio 4 a 1, obra de Kocsis (2), Martínez y Tejada, mientras que Arsenio hacía el gol del honor para los nazaríes. Con este resultado el Barcelona volvía a lograr el «doblete», el tercero de su historia tras los conseguidos en 1951-52 y 1952-53.

Va a echarse el cierre a una temporada inmejorable con la disputa de un interesante partido internacional amistoso en el «Camp Nou», que enfrentó a un equipo del Barça y al conjunto brasileño del Santos, donde actuaba la gran sensación del Campeonato del Mundo jugado en tierras suecas el año anterior, el jovencísimo Edson Arantes do Nascimento, «Pelé». La alineación puesta en liza por los azulgranas no era la más idónea para enfrentarse a los paulistas, y el resultado fue bastante escandaloso, 1 a 5 favorable a los sudamericanos. El Barça contó con el refuerzo de dos futbolistas del Español, Bartolí y Recamán, y formó de la siguiente manera: Larraz; Rifé I, Bartolí, Pinto; Verges, Recamán; Villaverde, Evaristo, Kocsis, Ribelles y Czibor. Pero de cara a la temporada siguiente la afición no podía ser más optimista, animada por el gran reto de disputar por vez primera la Copa de Europa, y tratar de poner fin a la hegemonía madridista en dicha competición.

HelenioHerrera03