Diego Armando Maradona y la Argentina Juvenil en el Mundial de Japón (1979). La creación de narrativas por parte de la Dictadura militar argentina

Introducción

El análisis a la figura de Diego Armando Maradona (30 de octubre de 1960-25 de noviembre de 2020) ha traspasado los límites de la cancha para introducirse en la conformación discursiva del pensamiento popular argentino-latinoamericano. Sus gambetas, que ya se hacían ver desde muy joven cuando integraba la clase 1960 en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors ––conocidos como Los Cebollitas––, han conducido a espacios de discusiones sociopolíticas en torno a sus acciones y sus silencios. Desde su adherencia a Fidel Castro y a todo el imaginario de la Revolución Cubana, o el respaldo a Carlos Menem y su gobierno neoliberal, lo sitúan en una cierta contradicción o movilidad ideológica propia de sus fintas, lo que ha causado la admiración o el rechazo a ambos lados de la cancha política. Aunque, sus primeros ademanes con el mundo político no fueron por decisión propia, sino impuestas por la dictadura militar (1976-1983) comandada por Jorge Videla[1]. En efecto, la generación que disputó el Mundial Juvenil en Japón (1979) fue entendida por el régimen como una continuación del Mundial Adulto, que se había desarrollado en Argentina un año antes: perfeccionar las narrativas patrióticas, lo que acercaría los jóvenes al régimen y legitimaría la institución.

En consecuencia, el presente escrito busca dar luces con relación a la instrumentalización político-discursiva que la dictadura militar argentina hizo de la selección de su país que participó, y ganó el Mundial de fútbol juvenil de Japón 1979. Específicamente nos centraremos en analizar un esfuerzo discursivo concreto que intentó resaltar: 1) una bandera de lucha por la unión nacional, y 2) un modelo normativo de lo que debían ser los jóvenes, en virtud de la hazaña deportiva comandada por su figura insigne, Diego Armando Maradona. Para ello; en primera instancia, describiremos la participación histórica de la selección juvenil y la importancia política que tuvo. Posteriormente, identificaremos y ponderaremos los elementos que permitieron las articulaciones discursivas. Para finalizar con una reflexión que intentará englobar las aristas del caso estudiado para problematizarlas en un contexto problemático de mayores dimensiones.

Para los entendidos en la materia, esto no necesariamente significa algo nuevo para el país trasandino. Sin ir más lejos, como mencionamos, un año antes del suceso, el régimen se esforzó en limpiar su imagen internacional y por unificar la nación con base en el cometido de los dirigidos por el director técnico Cesar Menotti (Roldán, 2007).

No obstante, cuando se habla del Mundial juvenil de 1979 la reflexión no necesariamente ha sido abundante. Es todavía un libro abierto que requiere ser revisado y pensado como un suceso igualmente provechoso para los objetivos de una cruenta dictadura. En efecto, para comprender esta época tan traumática, pero duradera, resulta útil estudiar fracciones de la historia que permitieron, en cierto sentido, la expansión del proyecto dictatorial de Videla. En este sentido, no es equívoco apuntar posibles relaciones entre un deporte tan popular en el país, los triunfos que se tuvo en este y un mando militar que estuvo dispuesto a usufructuar hasta el último momento de este periodo de oro que vivió la selección argentina.

  1. El camino hacia la gloria: Argentina en Japón 79’

Un año después de haberse consagrado campeones del mundo en su tierra, Menotti tenía otro desafío de envergadura: llevar a los pibes a la gloria máxima en la cita sub-20 desarrollada en Japón. Para ello, confió en el trabajo de scouting realizado por Ernesto Duchini que ojeó a talentos de la talla de Ramón Díaz, hábil y encarador delantero de River Plate; Juan Simón, defensa central de respetable presencia perteneciente a los registros de Argentinos Juniors; Gabriel Calderón, mediapunta de factura técnica envidiable que deslumbraba en Racing. Nombres más que interesantes, pero menores frente a la estrella y capitán del equipo: Diego Armando Maradona, quien ya encandilaba al mundo con la camiseta número “10” de Argentinos Juniors gambeteando rivales en los pastos de “La Paternal”, y atrayendo la atención de clubes extranjeros como el Sheffield United. La calidad de los mencionados más las tácticas del “flaco”, hacían presagiar que la cita en tierras niponas sería victoriosa. Fantasía que comenzaba a tomar forma en el Sudamericano sub-20 realizado en Uruguay a inicios de 1979 (12 de enero-31 de enero), en donde lograron darle sentido al “tiqui-taca” vertical que promulgaba Menotti. Aunque el título quedó en manos del local, la albiceleste generó esperanza hacia al futuro gracias a su buen juego, y la satisfacción de eliminar a Brasil en la última fecha por medio de la solitaria anotación de Hugo Alves. De hecho, la química generada más el antecedente reciente del título de la adulta implicó el favoritismo del plantel en la cita planetaria, como bien señala el propio Maradona: “era un orgullo muy grande porque yo estaba convencido de que él [Menotti] era el artífice de meternos en la cabeza a todos que ser campeones morales ya no servía para nada” (Maradona, 2000: 20).

En el torneo, el equipo fue imparable: veinte goles a favor y solo dos en contra, invictos. Con sendas goleadas a Indonesia y Argelia, ambas por 5-0, con una semifinal ganada a Uruguay que rememora todo lo que significa el “Clásico del Río de la Plata”: rusticidad, juego físico y “guapura”. Gracias a un 2-0, con los tantos de Ramón Díaz y de Maradona, la albiceleste llegó a su segunda final consecutiva en un año. El partido definitivo se jugó contra la Unión Soviética en el Estadio Olímpico de Tokio, donde se vislumbró un choque de paradigmas: el fútbol total de Menotti contra el pragmatismo y juego físico de Kornushov. Pese a que los soviéticos empezaron ganando gracias al cabezazo de Ponomarev, Argentina confió en sus capacidades, sin caer en el nerviosismo, logrando dar vuelta el resultado a través de los goles de Alves ––de penal––, Díaz ––en una jugada que recuerda al barrilete cósmico del “pelusa” contra los ingleses–– y Maradona ––tiro libre–– dando como marcador final un categórico 3 a 1. Nuevamente Argentina es campeón del mundo, nuevamente en Dictadura. Así, en este epígrafe nos proponemos desarrollar el discurso patriota que se construyó alrededor de este campeonato, en específico el focalizado en la figura de Diego Maradona comprendido en la época como el “pibe de oro”.

La final del campeonato no solo representaba la obtención de un título, sino el triunfo de una batalla ideológica que hacía suponer la legitimación de la lucha subversiva que lideraba Jorge Videla. Puesto que, la Unión Soviética simbolizaba el discurso antagónico: el comunismo. Ganarle a los soviéticos consistía una victoria en el plano de las ideas que perpetuaba los valores difundidos por la Junta Militar hace un año en el Mundial del 1978, a saber, la juventud como el actor protagónico y constructor de la nación con base en el orden, el sacrificio, la autoexplotación y el respeto a la autoridad (Bolchinsky, 2018: 99). Así, el proyecto político del régimen encontró en el fútbol un baluarte en su imaginario social, el cual se complementó con la figura de Dios y el nacionalismo exacerbado. En otras palabras, se reafirmó la narrativa disciplinadora, pues el éxito deportivo refrendó la victoria del orden versus la subversión y la nación contra el socialismo. De hecho, medios de la época como El Gráfico trabajaron esta idea señalando en su crónica sobre el partido decisivo cualidades futbolísticas y de “calidad” humana del plantel albiceleste: “[el equipo era] un grupo correcto dentro y fuera de la cancha[2], y más aún, el símbolo de una corriente futbolística generosa, espectacular y agradable”[3].

En este aspecto, podemos apreciar como al equipo argentino se le dio ciertos valores, los cuales hablaban de la integridad como personas. Más aún, representaba a la disciplina. Lo contrario al equipo soviético, quienes sufrieron de una invisibilidad narrativa transformándolos en unos desconocidos siendo que eran el otro finalista del torneo. Debido a que, se tenía que situar a la albiceleste como una agrupación honesta, digna representante de la nación y del esfuerzo del pueblo argentino. Se construyó un “nosotros” definido alrededor de los jóvenes, el cual era funcional a la idea de la Junta ––presente desde la configuración del Mundial 78’–– que entendía a este grupo como la “cara visible de la Argentina, testimonio de una supuesta potencialidad nacional, que dirigida en un sentido adecuado […] podría conducir al éxito de todo un pueblo” (Bolchinsky, 2018: 105). Demostrando que la subversión no era un valor que retribuía, sino la disciplina, el respeto y el orden. De modo que, se apuntó a los opositores como traidores y parásitos que impedían al país crecer como nunca antes se había visto.

La construcción del discurso no solo era propiciada por la Junta, también encontró agentes en otros actores sociales que, decididamente o no, articularon los significantes claves. Por ejemplo, el periodista en cancha de El Gráfico, Hernesto Onesime, señaló la importancia que adquirió la selección tanto en la historia de los mundiales juveniles como en el país anfitrión, pues la Argentina se transformó en un elemento valioso para la concepción futbolera de los japoneses. Esto se debía a que los jugadores, al igual que la patria: «[jugaban] con todos, acá ganamos todos. Esa es una de las tantas enseñanzas que dejaron con su victoria»[4]. Sobre esto, Maradona indicó que los nipones habían generado una buena relación con Argentina durante el transcurso de la Copa gritando los goles, aplaudiendo a los jugadores y celebrando los triunfos. De forma que, con la obtención del título el estadio se vino abajo aclamando a los campeones, pidiendo que acercaran el trofeo a las gradas vociferando “¡Ar-gen-tina, ¡Ar-gen-tina!(Maradona, 2000: 24).

Ahora bien, en la interna del camarín, antes del partido decisivo, Menotti realizó la última arenga al equipo. En las indicaciones se habló tanto del orden como la diversión por jugar al fútbol. El discurso del entrenador se había matizado con respecto al Mundial del 78, ya no había una disciplina total. Se lograba combinar aspectos técnicos con la magia pura del barrio. Dando como resultado un equipo con mucho poder ofensivo, en el cual el arco contrario era el principal objetivo. Esto deleitaba a los hinchas, y a la prensa en general. La mezquindad ––el mayor ejemplo de esto es el 0-0 contra Brasil en el 78’–– se había dejado de lado por un juego ambicioso, que honraba a la tradición del futbolista argentino de “buen toque” de balón. Las palabras de Menotti antes del partido clave lo revelan:

“señores, ustedes ya son campeones, no me importa el resultado de este partido, ya han demostrado que son los mejores del mundo. Nada de patadas o locuras. Vayan, jueguen y divierten a los 35.000 japoneses que están en las tribunas”[5].

Con esta plática los jugadores salían a disputar el partido más importante de sus cortas carreras. El triunfo no solo fue de ellos, Videla lo celebró como si en sus pies estuviera la responsabilidad de patear el penal de Alves. En este sentido, Maradona ha manifestado que es probable que la Junta los haya utilizado ––y al plantel del 78’–– con fines políticos para poder legitimarse en el poder, aunque no lo sabe con certeza cierta. Mas, esto no es causal para desvalorizar la obtención del título: “no sé si los milicos que estaban en el gobierno en aquel momento nos usaban […] Seguramente sí, porque eso hacían con todos. Pero una cosa no quita la otra: ni se puede ensuciar aquello por culpa de los milicos” (Maradona, 2000:21)

La celebración de la gente fue propia de un carnaval. Las plazas de las principales ciudades del país se aglutinaron de personas, no les importaba el frío de un crudo invierno, estar despierto a las 3:00 o 4:00 de la mañana–– se jugaba con una diferencia horaria aproximada de siete horas–– o estar en medio de un toque de queda. El fútbol le daba una nueva alegría a Argentina. Así, el regreso de los campeones fue caótico, en las calles el clamor popular lo hacía sentir.

No obstante, la alegría colisionó con la cruda realidad. En esas mismas fechas la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) arribó a Argentina por las denuncias internacionales sobre los crímenes de lesa humanidad (Franco, 2002. p, 200). Por consiguiente, podemos situar dos imágenes tan contradictorias como potentes: 1) las celebraciones por el segundo título mundial, y 2) la peregrinación de las madres hacia Plaza de Mayo con la angustia de no saber dónde estaban sus hijos (Lvovich, 2009). La tensión en el ambiente supuso que Videla estuviera unido junto al plantel. Para ello realizó diferentes conmemoraciones, hubo un pomposo recibimiento en la Casa Rosa a los dirigidos por Menotti, en donde se les recalcó su labor como representantes de la patria y de la nación frente al concierto internacional. Se siguió la línea de acción del mundial pasado, en el cual se acusó la existencia de una campaña “antiargentina”. Asimismo, se destacó la disciplina como baluarte del logro, reflejando en los pibes el orden que debía regir en la sociedad argentina: “han dado una prueba inequívoca de disciplina, de orden, que significa sin más reconocer el principio de autoridad. Había alguien que mandaba, imponía horarios, imponía exigencias y ustedes cumplieron” (Citado en Roldán, 2007: 137)

Igualmente, debemos señalar que la historia pudo haber sido distinta. Esto se debe a que seis jugadores del plantel ––Calderón, Simón, Barbas, García, Escudero y Maradona–– fueron llamados al Servicio Militar obligatorio[6]. Miguel Ángel Lara nos cuenta que los Militares al darse cuenta de que Maradona estaba en la lista de seleccionados, suspendieron temporalmente la convocatoria. Estos citan al capitán y le dictan sus obligaciones por la Argentina[7]:

“la nación necesita de usted, de su juventud, de quienes dan ejemplo en el mundo del deporte, así que debe asumir la responsabilidad de un duro trabajo y un gran esfuerzo como parte de la gran empresa [el Estado]; usted, joven jugador, puede y debe convertirse en ejemplo. Puede por su popularidad, y debe hacerlo porque su estatus de figura pública conlleva la responsabilidad de ser un buen ejemplo”[8].

De este modo, podemos observar como la Junta, al igual que en el 78’, tenía un plan para utilizar el fútbol a su favor, ya sea como ejemplo de disciplina o medio de legitimación. Resalta la figura de Maradona, ya que era la más apreciada entre los amantes del fútbol y famosa entre los espectadores comunes. Se había consolidado como jugador, y logró sobreponerse a su exclusión a último minuto de la lista de convocados para el Mundial adulto. Entendía que Japón 79’ podía ser su punto de inflexión como capitán de la escuadra. De igual forma, lo pensó el régimen, que centraron sus esfuerzos en crear una imagen de esfuerzo y amor a la bandera que debía hacer eco en todos los argentinos. Este imaginario podemos asociarlo a la construcción del “pibe de oro”. En efecto, en los próximos párrafos nos proponemos dar algunas perspectivas de esta idea.

            1.1 El pibe de oro y la resignificación del talento de barrio

El medio periodístico trasandino, y el público en general, quedó desconcertado cuando Menotti oficializó la lista de convocados para el Mundial de 1978, pues Diego Armando Maradona estaba excluido del torneo. Las razones apuntan a la juventud del jugador, Daniel Roldán manifiesta que no se pudo adaptar a la férrea disciplina instaurada por el entrenador (Roldán, 2007. p, 136). El propio Maradona da a entender que fue marginado por estos motivos (Maradona, 2000: 19), ya que se necesitaban jugadores de experiencia para enfrentar la competencia. Empero, una de las máximas del fútbol es que este siempre te da revanchas, como pudimos observar.

En este sentido, centrándonos en el “10”, se visualiza una consolidación de su persona más allá de lo deportivo. Puesto que, se estableció como una figura de resonancia popular capaz de movilizar sentimientos sin importar la clase social. Todos querían ser Maradona: algunos por su fama, otros por el orgullo de defender a su país exitosamente. Así nacía la leyenda, el “pibe de oro”, el héroe de orígenes humildes perteneciente a la modesta Villa Fiorito, que por su esfuerzo lograba romper las barreras sociales triunfando tanto a nivel personal como colectivo representado a la nación. En efecto, sucesos como llevar a su familia a conocer por primera vez el mar durante el transcurso del Sudamericano sub-20 en Uruguay, o ser la cara publicitaria de marcas como Coca-Cola o Puma a los diecinueve años (Maradona, 2000: 21).

Estas ideas hicieron eco en la Junta, quienes decidieron explotar este discurso manifestando la posibilidad de “ganarle” a la vida por medio del autosacrificio desmesurado. En otras palabras, transformar a la juventud en “hijos del rigor” alejándolos de caminos subversivos, en una lógica bastante paternalista: “en el imaginario militar de aquellos años, el joven no era “subversivo” per se, más sí un sujeto manipulable, que podía ser “engañado” y caer en las trampas de la subversión” (Bolchinsky, 2018: 102).

Ahora bien, la idea del “pibe de oro” no se remonta a la figura de Maradona, sino que tiene como origen la década de 1920 cuando el periodista Ricardo Lorenzo, alias Borocotó, construyó una teoría del fútbol argentino en El Gráfico (Archetti, 1998: 107). El uruguayo entendía que los futbolistas descendientes de británicos disponían de una serie de movimientos mecanizados y repetitivos aferrados a un plan previo. Una situación contraria vivían los nacidos en Argentina, que gozaban de una mayor inspiración individual, la cual implicaba un constante regateo al rival transformándolos en jugadores más sorpresivos que no se ajustaban a un libreto. Por consiguiente, los pibes eran los futbolistas que destacaron por su habilidad personal más que por el juego asociado (Archetti, 1998: 107-108). Lo interesante radica en que el pibe debía practicar en los potreros, Archetti manifiesta que este espacio se entiende como el territorio pampeano donde el gaucho deambulaba gran parte del día. De hecho, El Gráfico lo caracterizó de esta forma:

“un pibe de cara sucia, con una cabellera que le protestó al peine el derecho de ser rebelde; con los ojos inteligentes, revoloteadores, engañadores y persuasivos, de miradas chispeantes que suelen dar la sensación de la risa pícara […] su actitud debe ser característica, dando la impresión de que está realizando un dribbling con la pelota de trapo” (Archetti, 1998: 108-109).

Entonces, ¿podemos conceptualizar a Maradona como un pibe? Según Archetti, opinión compartida por Marcello Serra (2015), el astro argentino entraba en esta categoría. Es más, las eximias características del jugador lo hacían valer de la denominación del “pibe de oro” (Archetti, 1998: 111). Ahora, si deseamos problematizar esta “idea futbolera” con base en los aspectos políticos-sociales dicho a lo largo de este escrito, la propuesta queda bajo una interrogante. En virtud de que, no podía existir una plena libertad como la que gozan los pibes en un contexto autoritario, la construcción discursiva de Maradona queda sobredeterminada a los intereses de la Junta. Esta aprovechó las condiciones materiales en la cual surgió Diego para construir un imaginario sobre el esfuerzo personal: si él pudo, todos podemos. Incluso, como vimos, se les liberó de tareas vitales para el régimen como era el Servicio Militar, pues su obra en la cancha fue suficientemente trascendental para la nación.

En síntesis, el Mundial del 79’ fue la consolidación de los imaginarios patriotas instalados por la Dictadura a fin de legitimarse. Este creó diferentes formas de acción, ya sea por el rito de ver a los jugadores en la madrugada o por el gran recibimiento de la Junta en la Casa Rosada. Igualmente, el capitán del equipo, Maradona, se estableció como un símbolo de la historia futbolera, y como baluarte de la identidad nacional. La representación del pibe de oro asocia el esfuerzo personal como medio de superación.

Consideraciones finales

Finalmente, a pocos meses de que se cumpla el primer aniversario de la muerte de Diego Maradona, se vuelve necesario situar la atención en los orígenes de su figura con el objetivo de comprender el medio político-social en el que se cimentó su leyenda. Sus opiniones políticas que tanto hicieron eco al final de su carrera y en el retiro, son indispensables para comprender el porqué de su impacto más allá de la cancha, y para ello resulta fundamental situar el análisis en “sus primeros pasos”.

Asimismo, a partir de lo expuesto se puede proponer el rechazo a la clásica tesis que versa al deporte rey como el “opio moderno de los pueblos” (Alabarces, 2018, p. 239). Por el contrario, pensar el fútbol resulta un ejercicio necesario para comprender espacios tan extensos como el continente europeo o americano. Como hemos intentado dar en cuenta, el fútbol es una actividad que es bastante más complicada que un simple calmante para las masas[9]. Este ––dentro de muchas cosas–– puede ser un espacio en donde se dan importantes luchas políticas que son claves para el imaginario colectivo. Así, por ejemplo, tanto la concepción del cuerpo como las trayectorias de esfuerzo de los jóvenes argentinos toman nuevas direcciones y significaciones con eventos como el Mundial trabajado en el presente escrito[10]. Por ello, es que resulta importante recalcar el valor que tiene repensar sucesos futbolísticos de tal magnitud en tanto no se agotan en el mero hecho deportivo[11].

De este modo, el equipo juvenil argentino que participó en el Mundial de Japón (1979) se instauró en el discurso del régimen como un claro modelo de lo que debía ser la sociedad argentina, sobre todo los jóvenes: disciplinados, esforzados, amantes de la patria y ganadores. Todas estas características tomaron aún más fuerza en la figura de Maradona, emblema y capitán del equipo, que fue asimilado a la figura del “pibe de oro”. Esto fue una interpelación de las narrativas oficiales, lo que implicó la resignificación de un concepto que databa de la “antigüedad” del fútbol argentino con el fin de “actualizarlo” al nuevo contexto imperante.

Así pues, no solo fueron los resultados deportivos lo que llevó a la gente a madrugar en pleno toque de queda, también fue ese imaginario, ese ideal de auto-superación que veían en esos jóvenes, lo que los llamaba a creer que si era posible superar las adversidades solo con el esfuerzo individual.

Bibliografía

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Serra, M. (2015). Maradona entre la tierra y el cielo. Cuadernos de Información y Comunicación, 13-25.

[1] Hay que hacer la necesaria mención de que Videla fue el general que más tiempo estuvo en el poder, desde 1976 a 1981. Siendo reemplazado por Roberto Viola debido a la crisis institucional que vivía el país. En suma, se vivieron tres cambios de mandos más: Leopoldo Fortunato Galtieri (1981-1982) y Reynaldo Bignone (1982-1983).

[2] Las cursivas son nuestras.

[3] El Gráfico. (2020, 07 septiembre). 1979: La revista juvenil campeón mundial. Obtenido de https://www.elgrafico.com.ar/articulo/1098/33629/1979-la-revista-del-juvenil-campeon-mundial.

[4] Ídem.

[5] Cruz, E. (2020, 7 de septiembre). El fútbol soñado de aquéllos «pibes» que hacían madrugar. El Litoral. Obtenido de:

https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/257388-el-futbol-sonado-de-aquellos-pibes-que-hacian-madrugar-la-seleccion-del-79-que-deslumbro-al-mundo-deportes.html.

[6] Lara, Miguel Ángel. (2014, 4 de enero). Maradona, la milicia, la dictadura y el Mundial juvenil de 1979. Diario Marca online. Obtenido de:

https://www.marca.com/reportajes/2011/12/el_poder_del_balon/2014/01/27/seccion_01/1390857026.html

[7] Finalizado el torneo, Diego, en nombres de sus compañeros, pidió que se les suspendiera definitivamente la realización de la colimba, lo cual fue aceptado.

[8] Ídem.

[9] Por supuesto esta aseveración no es exclusiva para el fútbol. Así, por ejemplo, para comprender la expansión de los white collars (clase media profesional) y sus vicisitudes de Estados Unidos se debe tener en cuenta el impacto tuvo el baseball en sus espacios de sociabilidad. Algo similar podría decirse con el rugby y su vinculación sociocultural con la población sudafricana blanca. O con el cricket que a pesar de su herencia colonial británica es tremendamente popular en la India.

[10] Lo mismo podría decirse en referencia a los mitos que envuelven al fútbol mundial. Esto pudiendo observarse en el caso icónico del Real Madrid C.F. y las supuestas confabulaciones con la dictadura de Franco. Algo que ha dañado la imagen del club, lo cual ha invitado diversas refutaciones apoyadas por datos concretos. Vease, https://www.futbolgate.com/investigaci%C3%B3n/franco-y-el-real-madrid-cronolog%C3%ADa-de-una-mentira.

[11] Cabe señalar que esta caracterización no se agota en los estudios contemporáneos. De hecho, la literatura especializada se ha dedicado a establecer, por ejemplo, vínculos entre el deporte, el cuerpo, el género y/o articulaciones sociales-políticas. En este sentido, véase: Elias & Dunning (1992), Durán (2014), Scharagrodsky (2011), entre otros.




Maradona, un dios en su purgatorio

Siempre es triste despedir a quienes formaron parte de nuestras vidas. Más, si cabe, cuando quien se nos va, como ocurre con el mayor mito argentino desde Carlos Gardel, un día llegó a acariciar el cielo.

Diego Armando, en los días que asombrara al mundo con su zurda primorosa.

Los medios, en sus apresuradas crónicas de urgencia, se decantaron mayoritariamente por la búsqueda de adjetivos que definieran lo nunca visto. Tributo lógico a la hagiografía laudatoria, porque la muerte, ya se sabe, suele confinar al olvido errores y defectos. Lo malo es que esas líneas tan de patrón, de crónica social plagada de tópicos y lugares comunes, suele olvidar al ser humano para recrearse en el prohombre. Y tratándose de Diego Armando Maradona, flaco favor haríamos a las jóvenes generaciones que no pudieron verlo sobre el césped, trasladándoles la figura omnipotente de un  dios olímpico, cuando el finado fue, ante todo, hombre contradictorio, capaz de lo mejor vistiendo de corto, y de lo peor fuera de los estadios. Un ser sublime con el balón en los pies, cargado de sombras, grisuras, y hasta luto riguroso en su condición de pobre mortal. Un dios empeñado en vivir su propio purgatorio, no una, sino varias veces, arrastrado siempre por las malas compañías, el dañino canto de sirenas y la plaga de vividores que como buitres esperaban el momento de competir por sus despojos.

Obviamente también él tuvo culpa. Pudo y debió verlos venir, si no la primera vez, más adelante, ya talludito y aun embriagado de ego, pero con esas tablas que proporciona la vida a quienes optan por apurarla con extrema intensidad. Quien un día fuese niño millonario, también se hizo adulto, perdiendo la oportunidad de empuñar con mano firme el timón de su propia existencia. No, no lo hizo. No supo, no se atrevió, o creyó ver amistad donde imperaba el puro interés, quién sabe si por comodidad, por exceso de confianza o por pura negligencia. Eso, también, humaniza al mito. Nos lo aproxima, haciéndolo más real sin envilecerlo. Nos avisa de lo que cualquiera podría hacerse a sí mismo. De ahí que resulte oportuna una mirada a los dobladillos de su alma atormentada.

Todo el mundo conoce, sea o no aficionado al fútbol, los problemas de Diego Armando Maradona con la droga. Imágenes como la de su internamiento en un hospital uruguayo, a donde llegó en paro cardiaco, dieron la vuelta al mundo. En su vestíbulo, agolpados como carroñeros hambrientos, centenares, bandadas de periodistas, aguardaban el parte médico, quién sabe si temiendo lo peor o urdiendo mentalmente un encadenado de tropos con que enriquecer su necrológica. Pero Maradona no quiso regalarles un epílogo aquel 2000, sin estrenar nuevo siglo. Como el niño viejo que en realidad era, perdida hasta la última púrpura de falsa divinidad por la espinosa senda hacia la que dirigió su vida, luchó y venció a la muerte, se reconoció impotente para encarar su adicción y tuvo un último gesto heroico, sometiéndose a otra cura de desintoxicación(1) en la tierra de “su” glorioso Fidel, arquetipo, como él mismo, de una ficción sin calendarios ni relojes.

Aquel cuadro, sin embargo, había comenzado a pintarse muchos años antes. Tal vez en Nápoles, conforme se conjeturó durante algún tiempo, o quizás en Barcelona, al decir de no pocos.

El Maradona que contrató José Luis Núñez para alborotar el Camp Nou, estableciendo, de paso, un récord salarial y en concepto de transferencia hasta entonces inimaginable(2), tenía poco que ver con el monstruo soberbio, desabrido y pagado de sí mismo en que los años, la cocaína y un montón de sanguijuelas, acabaron convirtiéndolo. A Barcelona, en realidad, llegó un imberbe sin mundología ni malicia, un muchacho consentido, incapaz de ver nada por sí mismo, sino a través del orondo Jorge Czyterspiller, capitán con mando sobre su ejército de nefastas compañías. Aunque eso sí, un fenómeno futbolístico. Sucumbió muy pronto a todo tipo de tentaciones. Orgías, carreras en coches de lujo a través de La Diagonal o el Paralelo, madrugadas de sexo e iniciación a la cocaína… Cualquier cosa estaba bien, con tal de entretener al niño por cuya boca caían lingotes de oro tan pronto daba los buenos días. Cualquier cosa, si con ello perdía interés por sus propias finanzas y lo dejaba todo en manos supuestamente amigas, a las que sólo faltaba el guisante y los dedales de trilero.

Nada pudieron las admoniciones. El cerrado círculo del futbolista era un agujero negro, capaz de tragarse hasta el último de los buenos propósitos. Y poco a poco Maradona fue tomándole gusto al blanco polvo.

Algunos compañeros de esa época, como Francisco José “Lobo” Carrasco, aseguraron años después, en pleno desmoronamiento del otrora astro, que probablemente pudo haberse hecho algo más por él, pues tenía constancia de que sus problemas habían llegado hasta altas instancias del club. Otros, sin embargo, encontraron más cómodo escudarse en la postura el mono ciego, sordo y mudo. “Nunca lo vi con drogas ni le oí hablar de ellas. Por eso difícilmente hubiera podido prestarle ayuda”. Pero comoquiera que fuese, su relación con el presidente azulgrana, inmejorable al principio, acabó torciéndose del todo.

Caricaturizado por el gran Vizcarra, con sus eternos colores, por más que se diera a conocer luciendo una camiseta con menos títulos.

La final de Copa perdida ante el Athletic bilbaíno resultaría determinante para su salida del F. C. Barcelona. No tanto, quizás, por la derrota, sino a causa de la monumental pelea en que se enfrascaron atléticos y “culés” tan pronto hubo pitado su conclusión el árbitro. Maradona había sido el encargado de encender la mecha, propinando un cabezazo a Miguel Sola cuando éste saltaba al campo desde su banquillo para celebrar el éxito. Liceranzu y Patxi Salinas le pidieron cuentas, Alexanco se interpuso, Migueli arrolló a Urtubi, mientras Julio Alberto y Dani “dialogaban” a puñetazo limpio y Paco Clos emulaba a David Carradine, años antes celebrado protagonista de una serie televisiva mezcla de western y artes marciales, sacudiendo patadas de kung-fu a cuantos tuvieron la desgracia de quedar a su alcance. Todo ello con el monarca Juan Carlos I en el palco y ante 11 millones de atónitos telespectadores. Como José Luis Núñez ya estaba harto de aguantar desplantes, vanos propósitos de enmienda y la imposición de un cortejo que ni elegido en el patio de Monipodio, ese mismo día tomó la determinación de endosárselo al Nápoles por 12 millones de dólares. Así solían cuadrarle las cuentas al hábil constructor: extirpaba un divieso y además ofrecía a sus socios 500 millones de ptas. en plusvalías.

En Nápoles, Maradona tuvo ocasión de sentirse inmortal. No es que aquella afición se le rindiera, es que lo idolatraron. Él supo agradecérselo con dos títulos de Liga, una Copa, otra Supercopa, y de pitanza la Copa UEFA de 1989. Y luego, o mientras tanto, se concedió todo tipo de homenajes, presididos por la velocidad, el sexo y múltiples rayas de cocaína.

Hablar de su vida a partir de Nápoles equivale a acumular disparates. La italiana Cristina Sanagra denunció en 1986 haber alumbrado un hijo suyo, bautizado como Diego Armando. Tras un pleito de varios años, Maradona rehusó someterse a la prueba de ADN y la judicatura concluyó decretando su paternidad, circunstancia que implicaba un abono de 3.120 dólares mensuales (casi 400.000 ptas., o si se prefiere 2.100 euros) para educación y alimentos. Poco antes había arreglado su situación doméstica, casándose con Claudia Villafañe, madre de sus hijas Dalma Nerea y Gianina Dinnorah, en medio de una fiesta excesiva incluso para cuento de hadas. Y el 17 de marzo de 1991, al detectársele clorhidrato de cocaína en el control antidoping después de jugar contra el Bari, se le hizo de noche por primera vez, desde que debutara en la máxima categoría de su país 10 días antes de cumplir 16 años.

La Federación italiana le impuso una inhabilitación de 15 meses y la Justicia 58 semanas de prisión, suspendida al carecer de antecedentes, más una simbólica multa, consideradas sus ganancias, de 5 millones de liras (unas 400.000 ptas.) Atrás había quedado, definitivamente, el mejor Maradona, el inconmensurable lanzador a balón parado, la zurda de oro, el único interior izquierdo capaz de arrancar desde su propio campo durante un Campeonato del Mundo y contra Inglaterra, la enemiga Inglaterra en las Malvinas, para sortear a Beardsley, hacer inútiles las carreras de Hodge y Reid, regatear a Butcher en medio palmo, dejar sentado al guardameta Shilton y empujarla hasta el fondo del portal, en la que sin duda ha sido mejor jugada de todos los mundiales.

Pero Maradona seguía teniendo un nombre. Continuaba siendo un reclamo. Y engañó, como al pato un cazador emboscado, cuando con 32 años y varios kilos de más, cumplida su sanción deportiva, juró hallarse en condiciones para vestir de corto.

Fue el Sevilla C. F., con Bilardo en el banquillo, la víctima del tocomocho. Los andaluces tuvieron que pagar 7 millones y medio de dólares al Nápoles, interceder ante FIFA y la AFA, repartir cheques a unos intermediarios y hacer la vista gorda con otros, para disfrutar sólo de una tarde medio inspirada, captar chispazos a lo largo de muchas jornadas grises y verlo sudar, impotente, el resto de las tardes. Todo eso en el campo, claro. Porque fuera de él siguió dando que hablar.

Un guardia lo denunció, al rebasar el límite de velocidad con su flamante deportivo, hasta en 80 kilómetros por hora. Fue acusado de escándalo público, de intervenir en grescas, provocar por encima de lo tolerable y mantenerse fiel a su mala amiga, la droga. Cuando partió hacia su país para jugar unos pocos partidos con Newll´s, media ciudad suspiró aliviada, en tanto los directivos blancos entonaban el mea culpa recordando los muchos millones tan alegremente despilfarrados. Con todo, sus compañeros en el vestuario del Sánchez Pizjuán recuerdan con nostalgia su bonhomía en la distancia corta, aquellas charlas extensas donde, sin tapujos, les hablaba de su miseria personal. “Os lo cuento todo -les decía-, para que no os pase también a vosotros. Yo me he equivocado y estoy pagándolo. No permitáis que os ocurra lo mismo, porque cuando has caído cuesta mucho levantarse”. Algunos lo recuerdan como buen compañero, empeñado a sus buenos propósitos, en tanto otros apenas llegaron más allá del genio futbolístico. Pero todos coinciden al afirmar que era un buen tipo en la intimidad, sin los desplantes y maneras de divo que más adelante habrían de caracterizarle. En Argentina, por el contrario, parece lució una imagen más desenvuelta, rebasando lo inadmisible.

Tuvo que detenerlo la policía en su apartamento de Caballito, el 26 de abril, para que todo el orbe pudiera ver su foto de hombre echado a perder, con expresión ausente y las pupilas como globos. Pasó dos días en el calabozo, se le abrió una causa por tenencia de estupefacientes y debió asistir durante un año a curas de desintoxicación, practicándosele varias rinoscopias con el fin de acreditar su no-reincidencia. El 2 de febrero de 1994 volvió a ser visitado por la policía, después de recibir con disparos de aire comprimido a los periodistas que se acercaban hasta su quinta de Moreno para aclarar por qué dejaba empantanado a Newell´s. Se le abrió un proceso, no sin negarle en distintas instancias el cumplimiento de condena mediante trabajos comunitarios. Y cuando contra toda lógica fue inscrito para la disputa del mundial estadounidense, dio otro positivo, esa vez por efedrina, tras el Argentina 2 – Nigeria 1 del 26 de junio de 1994.

De nada sirvieron sus protestas. “No me dopé. Esos comemierda sabían que podíamos ser campeones y decidieron pararme, cortándome las piernas”. La FIFA replicó suspendiéndolo durante 15 meses y aplicando una multa de 15.000 dólares. A comienzos de 1996 admitió por primera vez su adicción a la cocaína desde la revista “Gente”. “Puede ser el comienzo de su recuperación”, opinaron muchos. “Los de FIFA le arrancaron las alas y cayó del cielo”, gimieron sus devotos. Porque caía, sí. A plomo y sin visos de reinserción.

Junto a su imagen menos ejemplar, seguía ofreciendo otras muchísimo más humanas. Algunos compañeros de selección, entre ellos Jorge Valdano, fueron testigos de cierta anécdota muy definitoria. El hotel de concentración mundialista era casi una verbena para periodistas, fotógrafos y curiosos. Un informador de “France Football” se acercó a Diego para solicitarle una entrevista exclusiva, que el argentino rehusó. El enviado especial siguió insistiendo, ya enarbolando la palabra dólar, mientras Maradona continuaba enrocado en su “no”. Mil, dos mil, tres mil, cinco mil dólares… Abatido, el hombre del medio galo se retiró unos metros, instante que habría de aprovechar un jovencito tímido, dubitativo. “Discúlpeme, don Diego -dijo-. Represento a un humilde medio guatemalteco y espero sepa disculpar mi osadía, pero es que a nuestros lectores les encantaría leer alguna declaración suya”. El astro lo contempló un instante, tuvo que ver al redactor francés, casi en diagonal, y sin pensárselo mucho concedió, displicente. “Pues mirá, los lectores de Guatemala van a tener algo más. Seguíme, por favor”. El joven periodista, sin creérselo del todo, acompañó al gran Diego hasta unas butacas algo retiradas y allí tuvo ocasión de entrevistarle durante nada menos que una hora. Admirable lección a la prepotencia de “France Football” y su redactor. Detalle humano de quien para entonces podía sentirse por encima del bien y el mal.    

Así lo vio De la Torre en el madrileño diario “Ya”. Corría el mes de mayo de 1980, y se fraguaba su multimillonaria incorporación al F. C. Barcelona.

En el control que le fuera practicado después del primer partido del Apertura 97, dio nuevamente positivo. “Es mal ejemplo para los pibes”, recogió por fin la prensa, para la que hasta entonces había sido un intocable. “Quedémonos con el mago que regaló sus dones por las canchas, y volvamos página”, pidió uno de los más grandes locutores del cono sur, el mismo que tiempo atrás, asombrado por una de sus genialidades, lo bautizara como “Barrilete Cósmico”. Maradona, en definitiva, era historia. Triste historia. Porque el mejor futbolista de todos los tiempos, hasta esa fecha, hubiera debido dejar tras sí otra huella menos embarrada. La de Pelé, por ejemplo, convertido en fenómeno mediático, relaciones públicas de FIFA, báculo de políticos en Brasil y embajador universal del buen talante y la sonrisa. Maradona, por el contrario, no era hombre que engatusase con su buen talante. ¿Cómo iba a representar a nadie, si su sola presencia en muchos foros ya resultaba inaceptable?

Irascible y veleidoso, había criticado a todo tipo de personajes, perdiendo cualquier átomo de razón con sus maneras adustas, desabridas, de sumo pontífice. Joao Havelange (presidente de la FIA), Grondona (presidente de la AFA, o Federación Argentina), Menotti, Bilardo, Sanfilippo, Pelé, José Luis Núñez, el periodista Bernardo Neustadt, Ramón Díaz, Passarella, Latorre, José Luis Chilavert, Redondo (los últimos cinco compañeros de profesión), y hasta el Papa Juan Pablo II, no se libraron de su insolencia. Con el aborrecible presidente de Argentina Menem fue sucesivamente embajador deportivo, severo crítico y abierto propagandista para las elecciones de 1995. Así de voluble era, conforme acreditaría al participar en la campaña oficial “Operativo Sol sin Droga”, hasta alejarse tan disgustado como henchido de recriminaciones. Pero eso sí, él, que nada tenía de revolucionario, que había dilapidado millones y paseaba su leyenda con desdén, no sólo se hacía tatuar un busto del Ché Guevara, sino que ensalzaba a Fidel, al Fidel Castro que o mataba de hambre a sus súbditos o los fusilaba después de un juicio-farsa, por haber secuestrado un lanchón en su desesperada huida rumbo a Miami.

Aunque deshecho físicamente, gordo y desmañado, parecía probable que nunca llegara a sentir el rabioso mordisco de la ruina económica. Y no sólo por haber ganado dinero a espuertas durante su mejor época, sino porque si no lograra desintoxicarse, entraría en lo probable un final súbito, consecuencia de alguna sobredosis o paro cardiaco. Aunque hasta en ese capítulo fallaron las predicciones.

Mal ejemplo el suyo, sí. Muy malo. Sobre todo, habida cuenta de su ascendiente entre los límites del Gran Chaco el estuario platense, la Cordillera Andina y Puerto Williams, como se puso de manifiesto en el homenaje que le tributara la Asociación del Fútbol Argentino en noviembre de 2001. Aquella noche, recién operado de la rodilla, barrigón e incapaz de correr 20 metros, disputó sus últimos minutos ante el fervor de 60.000 fieles, sin alcanzar el sueño de ver retirado en ese momento el número 10 de la albiceleste, conforme alguien planeara. La FIFA, una vez más, tuvo que colocarlo en su sitio recordando que, para el próximo Mundial, la numeración de los equipos tendría que ser correlativa desde el 1 hasta el 23, con todos los dorsales incluidos. Y aunque él se despachara a gusto con frases como “pase lo que pase, juegue quien juegue, dirija quien dirija, todo el mundo sabe que la camiseta número 10 de la selección será mía para siempre”, muchos prefirieron quedarse con asertos como el de Óscar Ruggeri, ex jugador del Logroñés y Real Madrid. “Cuando él entraba a una cancha, el mundo se paraba para verlo jugar”.

Formaba parte no sólo de la historia, sino de la leyenda. “Sólo le falta morirse para trascender a la inmortalidad”, escribió un articulista. Otros le llevaron la contraria desde Argentina, convirtiéndolo nada menos que en Dios, aunque para ello tuviesen que crear una esperpéntica religión, la Iglesia Maradoniana, con sede en Rosario y 60.000 teóricos adeptos repartidos por todo el planeta, cuya mayor bufonada pasaba por poner en marcha el reloj universal a partir del 30 de octubre de 1960, día en que naciese el astro.

Y él, como buda feliz, sonreía, se crecía en sus miserias y engordaba su ego hasta la exageración.

Si durante los años 90 sonó con insistencia en bares, emisoras de radio y discotecas, una canción compuesta por Andrés Calamaro y titulada -cómo no- “Maradona”, en enero de 2004 comenzó a representarse en Buenos Aires la obra teatral “Entre el cielo y el infierno”, basada en su biografía. La introducción corría a cargo de un improbable Maradona sesentón, cuyos recuerdos, entre críticos y nostálgicos, se iban desgranando en flash back. Era, conforme resulta fácil imaginar, una inversión segura para actores y empresario. Y al mismo tiempo una nueva fuente de ingresos para el exfutbolista, pues todo cuanto se relacionara con su nombre y figura exigía el correspondiente paso por taquilla. No iban a venirle mal esos dólares, amenazado, como estaba ya para esas alturas, de bancarrota. Su esposa acababa de dar el portazo y de resultar cierto cuanto se escribió, Diego Armando, parasitado en su particular limbo cubano, tendría serios problemas para afrontar no ya el abono de la parte de gananciales, sino incluso las cuotas para alimento, techo y estudios de sus hijas.

Nadie indagó en sus teóricos problemas financieros -más tarde confirmados desde distintas esferas- porque el 19 de abril tuvo lugar un nuevo ingreso en la clínica Suizo-Argentina. Esta vez no había drogas de por medio, sino una grave afección respiratoria declarada después de que presenciase en La Bombonera el choque Boca – Nueva Chicago.

La eterna dicotomía porteña: Messi o Maradona. En Argentina sólo esporádicamente lograron ver la mejor versión de “la pulga” azulgrana.

Había regresado de Cuba el 22 de marzo, y su médico personal Alfredo Cahé estaba tratándolo de la miocardiopatía dilatada que constituía su enfermedad de base. Pronto se supo que el cuadro de hipertensión y fiebre lo tuvo durante unas horas a las puertas de la muerte. Su muy castigado corazón no daba garantías, pese al buen ánimo que procuraban contagiar los sucesivos partes médicos: “Su evolución hemodinámica es satisfactoria hasta el momento, con normalización sostenida de la presión arterial y buena diuresis bajo drogas, lo que indica que el paciente está más estabilizado y con buena función renal, que es un factor clave para la evolución favorable del cuadro”. Ajenos a la literatura médica pero llenos de devoción, decenas de seguidores peregrinaron hasta las puertas del hospital, en cuyo interior velaban desde el primer momento su exmujer Claudia y sus hijas. “El pueblo está con Maradona”, proclamaba una pancarta improvisada. “Diego, te queremos”, “Fuerza, 10”, o “Diego, aguante”, se leía en otras. Y algunos ni siquiera tenían bastante con velar su esperanza, texto en mano.

Eso, al menos, denunció Guillermo Cóppola, apoderado y representante de Diego Armando hasta hacía escasas fechas: “Desde que Diego dijo que le había robado la plata de sus hijas, Argentina me maltrata. La otra noche salí a cenar y me insultaron, los camareros no me atendieron como es debido y al final casi me despachan. Me están linchando y no es justo”. Toda una demostración de lo que el culto al mito puede significar, como huida, como abstracción de una realidad hostil, sofocante y desesperanzadora. Algo así pregonaron los más sesudos psicólogos bonaerenses, rama universitaria particularmente necesitada de poda por esos pagos. 

Superada su crisis cardiaca, Maradona abandonó el hospital contra los consejos del equipo médico. Se supo que estaba jugando al golf en una finca del gran Buenos Aires, situada 50 kilómetros al Oeste de la capital, y tanto su tribu de admiradores como el habitual ejército de periodistas trasladaron rezos, pancartas, micrófonos y teleobjetivos, hasta la verja que lindaba la propiedad. Tampoco allí faltaron los incidentes. Un vehículo conducido por un familiar del astro atropelló a una periodista embarazada, que hacía guardia junto al portón de hierro. Y mientras tanto el gran Buda con sobrepeso continuaba en su nube, si bien dando muestras de dolorida humanidad, conforme quedó claro en la entrevista televisiva que Susana Giménez le hiciera el viernes 30 de abril. Entrevista muy bien pagada, puestos a puntualizar, ya que obtuvo 80.000 pesos (unos 20.000 euros), más un carrito eléctrico para desplazarse por el campo de golf.

El Maradona de aquella charla, un poco más deshinchado y con la ronquera característica de quien ha permanecido entubado algún tiempo, dijo haber sentido mucho frío la tarde del domingo 18 de abril. “No me podía abrigar con nada, me estaba muriendo, vi la muerte… En ese momento lo que más quería era que me abrazaran, que me mimaran, que me hicieran caricias”. La entrevistadora, rostro y voz de uno de los programas con mayor audiencia en la televisión argentina, se desbocó en frases y epítetos laudatorios. Tanto que el propio exjugador, apabullado por expresiones como “el más fuerte”, “el único”, “el ídolo”, “el que nos tiene a todos alucinados” o “la persona más famosa del planeta”, intentó rebajar la desmesura. Debió ser cuando Maradona, como viejo César paseado en triunfo, pudo escuchar el prudente susurro del esclavo: “Recuerda que eres mortal”. Porque luego volvió a lucirse con disparates de gran gurú, para permanecer fiel a su propia caricatura. “Voy a agradecerles sus oraciones -dijo-. Voy a hacer el esfuerzo de ir a verlos a todos. No estoy loco y quiero viajar, viajar y viajar. Me gustaría ver los Juegos Olímpicos de Atenas, pero también ir a Irak o Afganistán; son locuras mías”.

Locuras, ciertamente. ¿Acaso se consideraba capaz de llevar la distensión a esos rincones abrumados, donde balas y misiles mataban indiscriminadamente? Resbalando por el alambre volvía a pisar la tierra. “Pero primero regresaré a Cuba, para ordenar las cosas. También tengo pendiente un viaje a Italia. Y la fiesta de cumpleaños de mi hija menor”. Para despedida, después de reconocer un sentimiento de vacío muy grande tras haber roto vínculos afectivos y comerciales con Cóppola, una de sus frases rotundas, extraídas de algún manual bufonesco: “A Argentina le deseo que el presidente Kirchner sea Jesucristo”.

Lo que Maradona tenía que arreglar en Cuba era un nuevo ingreso en la clínica de desintoxicación. Osvaldo Curci, especialista argentino en Toxicología, había sido contundente en su diagnóstico. “Hay que medicarlo con antidepresivos, tranquilizantes y ansiolíticos. Hay que tratar de que siga sin consumir drogas ni alcohol, y evitar que entre en un pozo depresivo del que será difícil sacarlo”. Todo ello sin olvidar la administración de complejos vitamínicos capaces de engañar al organismo cuando surgiera el ansia de alcohol y cocaína.

Maradona no estaba para enderezar el camino, sino como él mismo confesara en la televisión, “para tratar de seguir viviendo sin joder a nadie”. Tarea ardua, porque todos sabían que su precaria salud iba a esparcir más sobresaltos, simultaneados con nuevos detalles sobre pésimos balances financieros o recaídas en su adicción.

Pocos días después de aquella comparecencia televisiva, volvió a ser internado. Su familia, perdida toda paciencia, ordenó ingresarlo en una clínica de desintoxicación -eufemismo bajo el que en realidad se ocultaba un hospital psiquiátrico-, al tiempo que se planteaba tomar medidas contra el médico Alfredo Cahé, por tolerancia excesiva ante el nunca abandonado consumo de estupefacientes. El enfermo hizo cuanto pudo para evitar el internamiento. Amenazó, suplicó, trató de fugarse… Atado al lecho, no tuvo otro remedio que resignarse. Permanecía aún a las afueras de Buenos Aires cuando le llegaron ofertas de traslado a sendas clínicas de desintoxicación sitas en Suiza y Brasil, a cambio de medio millón de dólares. Sorprendente. El espectro en que se había convertido Diego Armando seguía siendo un buen negocio, incluso en los instantes más críticos.

Durante dos meses resultaron vanas sus tentativas de liberación ante la Corte de Justicia. Quería volver a Cuba, donde le esperaba una novia, según él, y el ambiente capaz de regenerarlo. Varias fotos aparecidas en un periódico del Cono Sur, donde se veía a Diego Armando en Cuba, esnifando y con una joven desnuda cabalgándolo, demostraron que en el “cortijo” de Fidel Castro le aguardaba algo bien distinto. Su vida, lo que quedase de ella, pues cada vez presentaba un aspecto físico más calamitoso, había derivado hacia el abismo.       

Por fin obtuvo de un juez el permiso para viajar a La Habana, con la condición de ingresar en la ya conocida clínica. Y hacia allá fue, orondo, muy orondo -llegó a acumular 130 kilos en su metro sesenta y ocho de estatura, rebajados considerablemente luego de que le fuese practicada una reducción de estómago-, sin resuello e incapaz de entender todo el mal que se había infligido.

El astro en su prematura decrepitud, cuando tratara de abrirse camino como técnico.

La prensa narró con detalle, entonces, por qué la perla antillana tiraba de él como un imán poderosísimo. Su antiguo asistente, Marcelo Rajoy, parecía empeñado en eliminar de sus declaraciones cualquier vestigio de diplomacia: “Diego no va a curarse en Cuba. Allí hace cuanto le viene en gana sin que le lleven la contraria, porque lo están utilizando como propaganda. En esa clínica ondean tres banderas: la de Cuba, claro, la de Venezuela, porque Chaves envía algunos drogadictos, y la de Argentina. La de Argentina es por Diego, puesto que no hay más compatriotas. Diego no hacía otra cosa que pasear, practicar deporte cuando le apetecía y recibir visitas femeninas. No sé quién le proporcionaba droga, pero consumía. Tampoco sé de dónde salían las chicas. Lo cierto es que a Diego no le faltaba compañía”.

Maradona ya ni se tomaba la molestia de contradecir declaraciones. De cuando en cuando, alguna fotografía suya emboscada entre las páginas del periódico certificaba una decrepitud ruinosa, de la que volvió a intentar recuperarse a lo largo de 2005. Porque mediado agosto de ese año, en pleno invierno austral, el Canal 13 de la Televisión Argentina inauguró una experiencia de 13 programas con Diego Armando como animador. Su título -¿quién hubiera podido elegir otro?- era “La Noche del Diez”. En su presentación, el antiguo futbolista, que por cierto lucía mucho mejor aspecto físico, entrevistó a Pelé, otra leyenda del balompié con la que llevaba largo tiempo enemistado.

Su irrupción ante las cámaras, el 15 de agosto, daría para concienzudos estudios sociológicos sobre la miseria mental de una abundante capa de ciudadanos argentinos. Un himno cuya letra evocaba la historia de Jesucristo precedió a la salida de Maradona, que se hizo esperar hasta el quinto verso: “En una villa nació, fue deseo de Dios, crecer y sobrevivir a la humilde expresión, enfrentar la adversidad con afán de ganarse a cada paso la vida”. El público del plató, puesto en pie, ondeaba banderas argentinas y cantaba el estribillo: “Maradó, Maradó, nació la mano de Dios. Maradó, Maradó, sembró la alegría en el pueblo, regó de gloria este suelo…” El realizador alternaba los primeros planos de un Maradona fresco, recuperado de su obesidad mórbida, con barridos del público y breves pausas ante el cartel izado por algunos incondicionales. “Gracias, Dios, por ser argentino”. Cuando la canción llegaba al clímax –“Carga una cruz en los hombros por ser el mejor, por no venderse jamás al poder enfrentó. Curiosa debilidad, si Jesús tropezó, por qué él no habría de hacerlo”-, el propio Diego, micrófono en mano, entonó unas estrofas compuestas en su honor: “Sembré alegría en este pueblo, regué de gloria este suelo, si Jesús tropezó, por qué no habría de hacerlo yo”. El ciego arrebato del público, su embeleso, y cuanto al día siguiente se dijo en los medios de comunicación argentinos o escribieron los columnistas, daba, ciertamente, para muchos estudios sociológicos.

Así lo entendió Pablo Alabarces, profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires y estudioso, desde hacía algún tiempo, de la vinculación entre el fútbol y el carácter de nación en Argentina. Alabarces declaró en un programa radiofónico que la emisión protagonizada por Maradona había sido un espanto, y muchos quisieron lincharlo. “No sólo los oyentes que llamaban enfurecidos, sino mis amigos, mis colegas”. Y cuando se atrevió a escribir en un artículo de prensa sobre el narcisismo descomunal del antiguo futbolista, alguien, en su propia Facultad, erigió un altar al astro resucitado. “Uno ve eso -explicó- y comprende que la escenografía de la resurrección en el programa no era ninguna metáfora. Se lo creían de verdad. No ha de olvidarse que hace poco más de un año Maradona tartamudeaba, balbuceaba, entraba y salía del hospital mientras una masa se congregaba fuera rezando para que no muriese. Y ahora, como un milagro, reaparece con un aspecto tan juvenil que da la impresión de haber perdido 20 años. Está más lúcido que nunca. ¿Qué lección sacan sus devotos? Que sólo Dios puede salvar a Dios”.

De la televisión argentina saltó a la italiana, también como conductor estrella en un programa de variedades. Y si bien resultó una aventura breve, dio la impresión de continuar por el buen camino. La cadena SER lo presentó como comentarista estrella en sus retransmisiones del Mundial 2006. La prensa publicaba fotos suyas jugando al golf.  Parecía un hombre rehecho, aunque arruinado económicamente. Un ser capaz de concederse otra oportunidad. Parecía… Porque durante la primavera de 2007 tuvo que ser internado otra vez, a causa, según se dijo oficialmente, de sus excesos con el alcohol. Tratándose de Maradona, el chico de barrio al que una cohorte de aduladores había hecho creerse Dios, y por lo tanto inmortal, cualquier proyecto debía ser sometido a prudente cuarentena.

En 2009 la Federación Argentina encomendó su selección al mito. En realidad, jugó a la ruleta rusa con la albiceleste, puesto que Maradona no era nadie en los banquillos. Y como el fútbol es cosa seria, la selección perdió partidos, a la par que proporcionaba una patética imagen. Goleados con estrépito en las cumbres andinas, a punto de no clasificarse para el Mundial de Sudáfrica, pese a contar con magníficas individualidades (su yerno Agüero y Lionel Messi entre ellas, la mejor pareja atacante del momento en todo el orbe, sin olvidar al ariete Milito, gracias a cuyo concurso el Inter de Mourinho pudo alzar el trofeo de campeón europeo), tras el 0-1 en Montevideo que garantizaba la presencia argentina en la Fase Final del Campeonato, volvió a dar otra muestra más de inaceptable soberbia. “Los que no creyeron, que la chupen” -espetó a los periodistas durante su rueda de prensa-. “Ustedes, que me trataron como me trataron, sigan mamándola”.

“Chupar” y “mamar” poseen para un argentino exactamente el sentido que todos pensamos.

Una vez más quedaba archidemostrada la imposibilidad de ejercer de dios cuando se tienen pies de barro.

La FIFA, tras abrirle expediente, decretó el 16 de noviembre de 2009 su inhabilitación para cualquier actividad futbolística durante 2 meses, al tiempo que le imponía una multa de 25.000 francos suizos, o si se prefiere 16.500 euros. Pero estaba visto que ni a partir de multas o suspensiones iba a lograr nadie enderezar su errático rumbo. Diego Armando Maradona había hecho de su vida una pura provocación. Disfrutaba zambulléndose en todo tipo de tempestades. Incluso en momentos de calma chicha, propiciaba vendavales.

Ni en sus peores momentos dejó de ser considerado un mito.

El 4-0 con que Alemania dejó en la cuneta sudafricana a la albiceleste, luego de que los bicampeones del mundo exhibieran un juego tan pobre como deshilvanado, le costó el cargo de seleccionador. Otro descenso más en su vida de montaña rusa. Otra cura de humildad para cualquiera, que sin embargo él nunca quiso asumir.

Su nombre, a pesar de los pesares, seguía significando algo. Así lo entendieron, al menos, en el multimillonario, aunque pobre deportivamente fútbol de los Emiratos Árabes Unidos. Uno de esos dirigentes, queriendo convertirse en noticia universal, habría de incorporarlo a su equipo -precisamente al cuadro donde militaba el basauritarra Fran Yeste- durante el año 2011. Si treinta millones de dólares por dos temporadas hubiesen animado a cualquiera, con más razón a un antiguo multimillonario caído en la bancarrota. Yeste no tuvo ocasión de conocerle en el banquillo, porque le abrieron la puerta tan pronto puso un pie el viejo campeón del mundo en aquella entidad. Nuestro compatriota, también caracterizado por su displicente modo de ver la vida, entender la disciplina y rehuir el sacrificio, hallaría acomodo en el Olimpiakos de El Pireo, entrenado por Ernesto Valverde. Meses más tarde, luego de diversos problemas disciplinarios y paupérrimo rendimiento deportivo, Fran Yeste volvió a ser reexpedido hacia los Emiratos, a tiempo de presenciar el cese de Maradona, siquiera fuese desde otra entidad. De nuevo los resultados, la pobre capacitación de Maradona para dirigir colectivos, su egolatría y las decepciones de siempre, motivaron su salida del Golfo Pérsico en julio de 2012, mucho antes de lo previsto.

El dios de los desfavorecidos, de tanto soñador crédulo, envuelto en su propia frustración, aunque esta vez con más peso en la faltriquera.

Ese final temprano y no por ello menos previsible de un rostro universal, enredado en la serpiente de su propio éxito, debería servir de aviso y meditación no sólo a tantos millonarios prematuros de la pelota, todavía en ejercicio, sino a cuantos se acercan a ella henchidos de entusiasmo y confianza en sí mismos. Y a quienes, sin meditarlo mucho, a veces contribuimos al sostenimiento de esa idolatría vacua, ponzoñosa y espontánea, sin reparar en su posible efecto. Hace falta una cabeza muy bien amueblada para no sentirse inmortal cuando sólo se pisan alfombras mullidas, se escuchan vítores, grandes nombres de la política, la empresa o el famoseo se desviven por una foto junto al mito en estrecho abrazo, y las masas le rinden pleitesía, arreboladas. Podríamos acercarlos inconscientemente hacia el abismo, como ocurrió con Diego Armando Maradona. 

Aunque una cosa es cierta. El 25 de noviembre de 2020 no nació su leyenda. Ésta llevaba viva, pero que muy viva, desde hacía varios lustros. En eso sí fue Diego Armando muy afortunado y por demás especial. Degustó néctares y aroma a incienso en vida, aunque a la postre tanto honor le sentase rematadamente mal.

Ya es mala suerte que el primer capítulo de tan dramática biografía se escribiera en Cataluña, con tinta azulgrana. Porque durante su estancia en la ciudad condal cabría argüir que no faltó nieve en Can Barça.

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.- (1) La tercera, que se sepa, después de una primera en su propio país (1994) y otra en Suiza (1996), coronadas por el fracaso. Así, al menos, lo atestiguó a un redactor del semanario “Gente” el propio Diego Armando, al confesar en enero de 1996: “Fui, soy y seré drogadicto”

.- (2) Los 8 millones de dólares pagados a Boca Juniors en 1982 representaban casi 1.200 millones de ptas. Un salario medio de oficinista rondaba por aquel entonces las 60.000 mensuales. En vísperas del Mundial de España podían adquirirse televisores a color de 26 pulgadas por 45.000. Los pisos de 80 metros cuadrados costaban poco más de 2 millones y la producción anual de muchas empresas medianas ni se aproximaba al costo del fenómeno argentino. Se entenderá, pues, que la elevada cuantía del traspaso instalara un profundo malestar en el Ministerio de Economía, no sólo porque implicada despedirse de tantas divisas, sino porque la directiva barcelonesa ni siquiera tuvo la delicadeza de consultar a los más altos funcionarios. Según recogió Fernando Barciela en la revista “Tiempo” (julio de 1982), a Luis Valero, subdirector general de Finanzas, se le antojó un insulto la postura catalana, ya que incluso la factoría Ford solicitaba opinión ante inversiones de envergadura. Por si no hubiera bastante, el 29 de junio tuvo lugar una llamada telefónica del ministro de Economía, Juan Antonio García Díez, al director general de transferencias, interesándose por el asunto. Acto seguido, el director general, Antonio Comín, manifestó que la adquisición de derechos federativos para jugadores inscritos en clubes extranjeros no estaba liberalizada, y por lo tanto requería autorización ministerial. El Ministerio de Hacienda cursó un telegrama a la sede culé, que guardó silencio, como también hiciera la Federación Española, receptora de otro comunicado. Durante varias fechas estuvo evaluándose en el Ministerio la posibilidad de emprender acciones legales contra el Barcelona. No se hizo nada finalmente, al entenderse el tema como dudoso en los juzgados, y entrar en juego otras razones de índole política. Tras un tira y afloja sobre el límite de divisas que el Ministerio de Hacienda pretendía poner al C.F. Barcelona, se produjo la capitulación en Madrid, aunque estableciendo condiciones y plazos.




José Lago Millán. El gallego que cambió el deporte argentino

La biografía de José Lago Millán es conocida superficialmente a pesar de que fue seleccionador nacional argentino de fútbol, en el presente artículo intentaremos ampliarla y reivindicarla como una figura clave en el desarrollo del deporte argentino.

JoseLagoMillan01José Lago Millán nació en el barrio de San Bartolomé de Pontevedra en 1893 o 1894 (en abril de 1928 tenía 34 años) (Serra, 1928) y llegó a Argentina muy joven, según algunas fuentes a los trece años, aunque el propio Lago explicó en una entrevista a la revista gallega de Buenos Aires Céltiga que fue en 1913, por lo tanto, con veinte años aproximadamente (Figuras Deportivas, 1928).

Graduado en Educación Física, fue profesor de Cultura Física en la YMCA (Asociación Cristiana de Jóvenes) y en el colegio “Mariano Moreno” y un auténtico sportsman que destacó en fútbol, atletismo, natación, baloncesto y calistenia. Su interés por las Ciencias del Deporte era amplio y multidisciplinario, interesándose asimismo por la Psicología del Deporte.

Las biografías que circulan sobre él afirman que nunca fue futbolista, lo que estamos en condiciones de desmentir. En el mencionado reportaje publicado en Céltiga en 1928 se explicaba: “Practicó foot-ball alternando con los Otero, Moncho Encinas, Losada, hermanos Avoales, Rey y otros «ases» pontevedreses de aquella época, algunos de los cuales, todavía hoy brillan con rutilante luz. El Sporting, fue naturalmente, el cuadro de sus entusiasmos, y de todas sus actuaciones en el mismo, recuerda con más satisfacción una, allá por el año 12, en que jugando contra el Fortuna de Vigo, y actuando él de half derecho, empataron a 2 goals. Podía calificarse de victoria moral, ya que por aquel entonces, el club vigués era el que «tallaba».

En 1912 fue campeón de Galicia de ciclismo.

En 1927 se le encargó la dirección de la selección nacional argentina de fútbol para mejorar su condición física (entre 1923 y 1926 había dirigido al equipo de atletismo argentino), dirigió a la albiceleste en el Campeonato Sudamericano Perú 1927 (siendo campeones) y en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 (siendo medalla de plata). También ganó dos ediciones de la Copa Newton (uno de los torneos que disputaban Argentina y Uruguay).

Todavía en 1937 regresaría a la selección argentina como ayudante del también gallego (aunque nacido en Argentina) Manuel Seoane.

Él mismo explicaba en Céltiga en 1928 cuál era su método de entrenamiento: “No es ningún secreto, el sistema de entrenamiento que seguí, desde que salimos de Buenos Aires, como durante la estancia en Lima. Desde luego, la vida metódica de que hice referencia. No beber; fumar lo menos posible; no tomar excitantes, etc. En cuanto a ejercicios, les hacía alternar pruebas atléticas, tales como sprints, marchas cortas, saltos, etc., con partidos de basketball, wolley-ball, medicine-ball, tiros al arco, y una vez por semana, hacíamos un picado. Diariamente hacíamos gimnasia. Con todo ello, los muchachos obtuvieron un excelente estado de preparación que, unido al entusiasmo de que estaban sobrados, les dio la victoria que hoy exhiben orgullosos”.

JoseLagoMillan02El interés de Lago Millán por la divulgación de la Cultura Física fue descomunal, prueba de ello es que, a partir de febrero de 1930 inauguró una sección semanal en el diario bonaerense Crítica llamada “El Valor de la Educación Física” en el que daba consejos sobre salud y ejercicios físicos, además respondía a las consultas que le efectuaban los lectores.

Los temas principales eran: “la salud, el vigor, las dietas, el reposo, actividades para la mujer, enfatizando como tema dominante, a lo largo de todas las entregas, el problema de la obesidad” (Bana, 2007).

La lectura de los artículos de Lago Millán denota una actualidad y modernidad sorprendentes, con énfasis en la defensa de la naturaleza, el rechazo a la vida sedentaria, a la medicación excesiva y al consumo de drogas, alcohol, etc., en un tono higienista, regeneracionista y moralista no ajeno a la tradición deportiva española iniciada por Narciso Masferrer y otros divulgadores en publicaciones como Los Deportes (1897-1910).

La sección de Millán Lago en Crítica sufrió modificaciones y altibajos, en marzo de 1930 cambió de título y adoptó el de “Prolongue su vida”, aunque la línea argumental era similar, el lenguaje se tornó más coloquial y su frecuencia, diaria (Bana, 2007).

JoseLagoMillan03Todavía en los años cuarenta pueden encontrarse artículos de Lago Millán en publicaciones oficiales argentinas del Departamento de Instrucción Pública, en la misma época publicó un muy divulgado Método de natación. En esos años fue profesor de Educación Física en varios colegios argentinos, aunque abandonó el deporte de élite y ello hizo que desapareciera de los focos.

Creemos probada su determinante contribución a la modernización del deporte argentino, así como a la Cultura Física en su conjunto.

FUENTES PRINCIPALES CONSULTADAS

Bana, O. A. (2007). Crítica. Cuerpo y poder en la década de 1920. XI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. San Miguel de Tucumán: Departamento de Historia, Universidad de Tucumán.

Figuras Deportivas. José Lago Millán (Entrenador del Equipo Nacional Argentino) (1928, 10 de febrero). Céltiga, revista gallega. Número 75, pp. 11-14.

Serra, S. (1928, 25 de abril). Lo que nos dijo J. Lago, el entrenador del “team” olímpico argentino. El Mundo Deportivo, p. 1.




Doce de octubre

En diciembre de 1902 tuvieron lugar, en Tandil (por 22º año consecutivo) las “Romerías Españolas”. Allí se jugaron los primeros “picados” del fútbol local. El promotor -y dueño de la única pelota- fue Juan Teófilo Henault (1888-1955). El futuro ingeniero agrónomo fue uno de los primeros jugadores de Estudiantes de La Plata (socio nº 79). Las romerías son fiestas populares que se realizan luego de peregrinaciones religiosas.

Puan, sudoeste de la Provincia de Buenos Aires. Origen del Puan Foot Ball Club en 1907, primer club local. Entre sus fundadores estuvo el gallego Salustiano González (nacido en Vivero, Lugo, en 1889). Enseñó las reglas del juego y fue el primer árbitro puanense. Desde 1914 se incorporó al diario La Nación, de Buenos Aires, iniciando una notable trayectoria periodístico- deportiva. Usó el seudónimo de Agustín Selza Lozano.

El “Team Español” y Orfeón Español Fútbol Club, se fundaron en Mendoza el 16 de septiembre y 24 de noviembre de 1908, respectivamente. De corta trayectoria, fueron pioneros en el fútbol provincial. Los “Orfeones” son conjuntos corales que no tienen acompañamiento instrumental.

Estas entidades “con algo de España” militaron en el fútbol oficial de Buenos Aires (1911-1940); sólo la primera jugó en 1ª división; entre paréntesis, año inicial de actuación.:

Hispano Argentino (1911) Primera División de la Federación Argentina (1913-14 y 15). Nombre inicial: Pontevedra Sporting Club.

Barcelona y Río de la Plata (1912), sección del Casal Catalá.

Hispano Americano (1914), España (1918), Catalonia (1920), La Protectora Balear (1924) y Deportivo Español (1927), el primer club porteño con el nombre.

La Enciclopedia Universal del Deporte registró: “Castelao, José María. Futbolista argentino (1894-1954). Delantero, tenía potente shot. Jugó en Atlanta y Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. Fue el primer argentino en jugar en España”. El autor omitió el club español en que alistó.

En la década de 1920, nos visitaron: Combinado Vasco (1922); Deportivo Español (1926); Real Madrid (1927); Celta de Vigo y Barcelona, ambos en 1928. Nuestros aficionados tuvieron ocasión de conocer -entre otras- a dos figuras superlativas. Fueron ellas: Ricardo Zamora Martínez “El Divino”, arquero del Español y José Samitier Vilalta, “El Mago”, goleador del FC Barcelona.

La Asociación CD Hispano Americano se fundó en Río Gallegos, Santa Cruz, en 1925. Es uno de los clubes -de origen español- más australes. El récord respectivo lo detenta el Centro Galicia de Residentes Españoles, que juega en la Liga de Ushuaia, Tierra del Fuego. El Hispano lo hace en la Liga de Fútbol Sur de Santa Cruz, donde ganó 8 torneos superiores.

La Copa España, donada por el Rey Alfonso XIII, fue auspiciada por la Liga del Sur (Bahía Blanca). Se disputó 6 veces (1929-34). La Liga ganó 5 ediciones. La excepción fue en 1932 cuando venció el CD Independencia, representando a Adolfo González Chaves. El trofeo se exhibe en la sede liguística, y es uno de los más venerados trofeos en los 111 años de la entidad.

En 1931 comenzaron los torneos profesionales en el país. Dos españoles figuraron entre sus campeones iniciales: el “Vasco” Fermín Lecea y el canario Pedro B. “Arico” Suárez. Lecea militaba en Newell’s Old Boys (luego bicampeón con Independiente, 1938-39) y Suárez en Boca Juniors.

Además de las ligas porteña y rosarina, la ciudad de Santa Fé, también adhirió al fútbol rentado. Ambos también lograron títulos amateurs.

De 1932 data el Centro Social Valenciano, de San Román (Coronel Dorrego). Sus fundadores fueron descendientes de inmigrantes, procedentes de Altea (Alicante). Su mayor éxito fue el torneo de Coronel Dorrego (1977). El Centro es el “lugar” de la localidad, que tiene menos de 100 habitantes. Allí se llevan a cabo las “paellas” (el 9 de julio), los asados y el permanente juego de truco, oriundo de la región valenciana. Todo un símbolo de supervivencia.

Ángel Zubieta Redondo e Isidro Lángara Galarraga debutaron en San Lorenzo el 9 de abril y 29 de mayo de 1939, respectivamente. Del primero recordamos sus 14 años en el club (hasta 1952) y haber sido el capitán del campeón de 1946.
De Lángara -ese “desconocido” que debutara con cuatro goles ante River Plate- también se puede mencionar largo rato. A sus 110 goles oficiales “argentinos” (1939-1943), se deben agregar otros 289 de su paso por el Real Oviedo y los mexicanos Euskadi y Real Club España.
En suma, cracks y de conducta ejemplar, prestigiaron al fútbol de tres países.

Para finalizar, la actuación de España en el país -además de la deportiva-incluye múltiples campos; podemos hacer referencia a las de orden mutual, social, cultural, de salud, entre otras.

Fuentes:

Libros y enciclopedias

ALFARO, C.O. Del potrero al pizarrón, 100 años de fútbol en Tandil, 2004

BLANCO RODRÍGUEZ, J.A. El asociacionismo en la emigración española a América.
Salamanca, 2008.

BURNET-MERLIN, A.R. Enciclopedia universal del deporte, B. Aires 1962.

Otras:

Álbum Bodas de Oro Liga Regional Tresaaroyense de Fútbol, 1979

Álbum del Centenario de Río Gallegos, 1985

Álbum del Centenario de Coronel Dorrego, 1987

Cincuentenario del Deporte Puanense, 1957

Diario Guaymallén, Mendoza, 1940 y 1941.




El último tango del Equipo de José

El mítico Racing Club de Avellaneda de 1967 se proclamó campeón de América y del Mundo con un fútbol admirado

En 1967 el fútbol estuvo a punto de quedarse sin una de sus páginas más fascinantes: el mejor conjunto que jamás ha tenido el Racing Club de Avellaneda evitó una tragedia aérea mientras sobrevolaba Medellín. “El avión sufrió un descenso repentino. Las maletas literalmente flotaban, algunas azafatas acabaron pegadas al techo. Pero de repente el vuelo se estabilizó. Las mismas azafatas fueron quienes nos dijeron: si habéis sobrevivido a ésta, seréis campeones de América y del Mundo” relata el mítico Humberto Maschio en una entrevista concedida al programa argentino El Primer Grande. Casualidad o mística, en esa misma zona pero 32 años atrás, Carlos Gardel –uno de los cantantes de tango más conocidos de la historia e hincha de Racing Club– perdió la vida tras estrellarse su avión. La figura de Gardel aún es muy recordada y una estatua en su honor reina en la platea del Cilindro, estadio del club de Avellaneda.

El destino permitió que aquel conjunto mostrase al mundo un juego que raramente se veía en aquella época: el fútbol total. Aunque este concepto tomó fuerza con la Naranja Mecánica de los años 70, capitaneada por Cruyff y dirigida por Rinus Michels, lo cierto es que décadas antes hubo equipos que ya lo pusieron en práctica. Conjuntos como el River Plate –conocido como La Máquina– de principios de los 40 o la Hungría de los 50 pasaban por encima de sus rivales con un sistema entonces innovador. A todos les sirvió para ganar, igual que a Racing Club en el año 1967, cuando se alzó con la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental. Un hito que La Academia no ha vuelto a repetir.

Aquella escuadra era conocida como el Equipo de José ya que su ideólogo y entrenador era José Pizzuti, quien vistió la zamarra de Racing Club en dos etapas – entre los años 1952-1955 y 1956-1962–. Logró levantar dos Campeonatos Argentinos con el club de Avellaneda en 1958 y 1961, hecho que le convirtió en un jugador muy querido entre la hinchada. Pero lo que consiguió como entrenador le elevó a leyenda. Empezó su andadura al frente del equipo en septiembre de 1965, encontrándose un grupo sin alma, sumido en la depresión y último en la tabla clasificatoria. Además, Independiente de Avellaneda, su máximo rival histórico, venía de levantar la Copa Libertadores en 1964 y 1965.

Pero Pizzuti llegó para invertir la tendencia. Creó una máquina de ganar juntando la brega y el músculo de jugadores como Rulli, Perfumo o Basile con el talento de Raffo, Cardoso o Cárdenas. Pero si un jugador destacaba por encima de todos los demás era Humberto Maschio. El ‘Bocha’ se crió futbolísticamente en Racing, pero muy joven se marchó a Italia, donde dejó huella en el Bolonia, la Atalanta, el Inter y la Fiorentina. Volvió al club de sus amores en 1966 con la aspiración de hacerlo campeón. Era el faro de aquel conjunto, el jugador que capitalizaba la mayoría de los ataques de un Racing que llegaba al área en oleadas.

El equipo de José se apuntó el Campeonato Argentino de 1966 con el récord de puntos de la competición: 61. La temporada siguiente fue cuando el club de Avellaneda entró en la leyenda levantando la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental, ambas decididas en el partido de desempate. La primera fue ante el Club Nacional de Montevideo, a quien derrotaron por 2 a 1 en el partido decisivo que se disputó en el Estadio Nacional de Chile. Los tantos fueron obra de Cardoso y Raffo. Tras triunfar en América, La Academia se proclamó campeón de la Copa Intercontinental venciendo al temible Celtic de Glasgow de Jimmy Johnstone. La ida en territorio escocés se saldó con 1 a 0 a favor de los locales, pero los hombres de Jose Pizzuti lograron forzar el desempate venciendo 2 a 1 en un Cilindro lleno hasta la bandera. El partido para alcanzar la gloria, que se disputó en el Estadio del Centenario, fue de tal dureza que se ganó el apelativo de la batalla de Montevideo. El encuentro, que acabó con cinco expulsados, lo decidió Cárdenas con un memorable zurdazo de larga distancia. La profecía de las azafatas se cumplió y el equipo de José se convirtió en campeón de América y del Mundo al ritmo del tango que Carlos Gardel cantaba desde el cielo.

Reportaje realizado para la materia de “Historia del Periodismo Deportivo” que imparte Xavier G. Luque en el Máster de Periodismo Deportivo de la UPF.




Los argentinos de la liga

Argentinos01El fútbol en Argentina es el deporte más popular y el que más licencias federativas dispone, siendo por tanto el deporte más practicado por los argentinos. Está enraizado en sus aficionados, “la hinchada”,  ha dispuesto de jugadores muy valiosos que han culminado en gestas importantes como la consecución de dos Campeonatos Mundiales de fútbol, los correspondientes al año 1978 siendo el país anfitrión Argentina, ganando a la Selección de Holanda por 3 a 1 en la prórroga del partido, puesto que terminaron los primeros 90 minutos con empate a 1 y el Campeonato del Mundo del año 1986 que se celebró en México, ganando los gauchos  a la Selección de Alemania Occidental por 3 a 2, siendo Burruchaga el autor del gol de la victoria en las postrimerías del partido.

Composición de los jugadores nacidos en Argentina.

En el Campeonato Nacional de Liga en España han intervenido hasta la jornada 4 en la Liga de 1ª y 2ª  Divisiones de la temporada en vigor 2016/17, 814 jugadores provenientes de Argentina de los 17.684 jugadores que han figurado en total en el Campeonato Nacional de Liga de 1ª División en todas sus temporadas y en 2ª desde la temporada 1946-47, así pues es una cifra importante que ronda el 4.60% del total de jugadores, siendo además el 4º lugar de procedencia de todos los jugadores que han disputado la Liga, a continuación de las provincias españolas de Madrid con 1.041, Vizcaya con 1.009 y Barcelona con 994 jugadores respectivamente. Es por tanto el primer lugar de nacimiento de procedencia de jugadores provenientes del extranjero, muy por delante de los países de América del Sur que le siguen a continuación, así  Brasil con 424 dispone de una cifra algo superior a la mitad de jugadores argentinos y Uruguay casi la tercera parte con 278, ya en 4ª posición se sitúa Francia con 253 jugadores. Representa pues el  21’35% del total de jugadores nacidos en el extranjero que han disputado la liga. Ya en la vigente temporada 2016/17 es junto con Francia el lugar de procedencia de mayor número de jugadores,  que hasta el momento son 12. Son cifras importantes las que corresponden a la incorporación de los jugadores nacidos en Argentina al Campeonato de  Liga, estimada como una de las mejores del mundo por la calidad de los jugadores que la componen y por sus éxitos deportivos. Las provincias argentinas de Buenos Aires dispone del mayor número de jugadores con 458, siguiéndole a considerable distancia las provincias de Santa Fé con 157, Córdoba con 80, Entre Ríos con 20 y Mendoza con 17.  De los 814 jugadores  incorporados 334 incluidos los debutantes en la temporada 2016/17 solo han participado en una temporada del Campeonato Nacional de Liga, representando el 41’03%  del total de jugadores argentinos, si añadimos otros 108 jugadores que han intervenido en 2 temporadas, el porcentaje de jugadores representa a más de la mitad de los jugadores provenientes de Argentina con un 54.30%  por lo que son unas cifras demasiado elevadas, considerando que no han cubierto las expectativas deportivas creadas por los directivos de los equipos que los han contratado para que los jugadores se integren dentro del Campeonato Nacional de Liga.

Se adjuntan cuadrantes general y parcial de los jugadores argentinos que han intervenido en el Campeonato Nacional de Liga. Significar que se reseñan las temporadas inicial y final que han intervenido en la Liga, no se hace constar las temporadas intermedias que en algunos jugadores han intervenido en otras competiciones de fútbol en otros países.

Jugadores Temporadas Porc % Jugadores Temporadas Porc %

334

1

41,03

30

8

3,69

108

2

13,27

22

9

2,70

76

3

9,34

24

10

2,95

51

4

6,27

11

11

1,35

49

5

6,02

13

12

1,60

38

6

4,67

9

13

1,11

44

7

5,41

4

14

0,49

1

18

0,12

TOTAL JUGADORES

814

Jugad.

Tpd.In.

T.F.

Tpd.

Jug.

Tpd.I

T.F.

Tpd.

Jugadores Destacados

21

1998/99 98/99

1

1

2012/13 15/16

4

18

2003/04 03/04

1

1

2013/14 16/17

4

15

2004/05 04/05

1

4

1996/97 00/01

5

13

2009/10 09/10

1

4

2012/13 16/17

5

12

1997/98 97/98

1

3

1997/98 01/02

5

12

1999/00 99/00

1

3

1998/99 02/03

5

12

2016/17 16/17

1

3

1999/00 03/04

5

11

1973/74 73/74

1

2

1931/32 35/36

5

11

2000/01 00/01

1

2

1957/58 61/62

5

10

2012/13 12/13

1

2

1971/72 75/76

5

9

2013/14 13/14

1

2

1974/75 78/79

5

8

1958/59 58/59

1

2

1978/79 82/83

5

8

1989/90 89/90

1

2

1989/90 93/94

5

8

1996/97 96/97

1

2

2001/02 05/06

5

8

2006/07 06/07

1

2

2005/06 09/10

5

8

2007/08 07/08

1

2

2006/07 10/11

5

8

2011/12 11/12

1

2

2008/09 12/13

5

7

1982/83 82/83

1

2

2011/12 15/16

5

7

1983/84 83/84

1

1

1947/48 51/52

5

7

2015/16 15/16

1

1

1956/57 60/61

5

6

1985/86 85/86

1

1

1969/70 73/74

5

6

1987/88 87/88

1

1

1975/76 79/80

5

6

2014/15 14/15

1

1

1990/91 94/95

5

5

1957/58 57/58

1

1

2000/01 04/05

5

5

1974/75 74/75

1

1

2002/03 06/07

5

5

1978/79 78/79

1

1

2003/04 07/08

5

5

1981/82 81/82

1

1

2007/08 11/12

5

5

1995/96 95/96

1

1

2009/10 13/14

5

5

2001/02 01/02

1

5

1973/74 78/79

6

5

2002/03 02/03

1

5

1978/79 83/84

6

5

2008/09 08/09

1

3

1974/75 79/80

6

5

2010/11 10/11

1

3

1977/78 82/83

6

4

1980/81 80/81

1

3

1998/99 03/04

6

4

1992/93 92/93

1

3

2001/02 06/07

6

4

2005/06 05/06

1

2

1970/71 75/76

6

3

1949/50 49/50

1

1

1941/42 46/47

6

3

1975/76 75/76

1

1

1948/49 53/54

6

3

1976/77 76/77

1

1

1954/55 59/60

6

3

1977/78 77/78

1

1

1969/70 74/75

6

3

1979/80 79/80

1

1

1971/72 76/77

6

3

1984/85 84/85

1

1

1972/73 77/78

6

3

1986/87 86/87

1

1

1975/76 80/81

6

3

1990/91 90/91

1

1

1979/80 84/85

6

2

1939/40 39/40

1

1

1988/89 93/94

6

2

1950/51 50/51

1

1

2000/01 05/06

6

2

1959/60 59/60

1

1

2002/03 07/08

6

2

1967/68 67/68

1

1

2003/04 08/09

6

2

1971/72 71/72

1

1

2007/08 12/13

6

2

1987/88 88/89

1

1

2011/12 16/17

6

2

1991/92 91/92

1

4

1998/99 04/05

7

1

1942/43 42/43

1

3

1957/58 63/64

7

1

1947/48 47/48

1

2

1958/59 64/65

7

1

1948/49 48/49

1

2

1973/74 79/80

7

1

1956/57 56/57

1

2

1977/78 83/84

7

1

1963/64 63/64

1

2

1978/79 84/85

7

1

1969/70 69/70

1

2

1982/83 88/89

7

1

1993/94 93/94

1

2

1996/97 02/03

7

1

1994/95 94/95

1

2

1997/98 03/04

7

6

1979/80 80/81

2

2

2000/01 06/07

7

6

1982/83 83/84

2

2

2001/02 07/08

7

5

2003/04 04/05

2

2

2006/07 12/13

7

5

2006/07 07/08

2

2

2007/08 13/14

7

5

2015/16 16/17

2

2

2008/09 14/15

7

4

1988/89 89/90

2

2

2010/11 16/17

7

4

1999/00 00/01

2

1

1950/51 56/57

7

4

2005/06 06/07

2

1

1955/56 61/62

7

4

2007/08 08/09

2

1

1967/68 73/74

7

4

2014/15 15/16

2

1

1972/73 78/79

7

3

1956/57 57/58

2

1

1976/77 82/83

7

3

1976/77 77/78

2

1

1988/89 94/95

7

3

1981/82 82/83

2

1

1999/00 04/05

7

3

1996/97 97/98

2

1

1999/00 05/06

7

3

1997/98 98/99

2

1

2002/03 08/09

7

3

2004/05 05/06

2

1

2003/04 09/10

7

3

2008/09 09/10

2

1

2009/10 15/16

7

3

2009/10 10/11

2

4

1996/97 03/04

8

3

2010/11 11/12

2

3

1998/99 05/06

8

2

1947/48 48/49

2

3

2000/01 07/08

8

2

1957/58 58/59

2

2

1999/00 06/07

8

2

1972/73 73/74

2

2

2002/03 09/10

8

2

1973/74 74/75

2

2

2003/04 10/11

8

2

1978/79 79/80

2

2

2009/10 16/17

8

2

1988/89 90/91

2

1

1954/55 61/62

8

2

1998/99 99/00

2

1

1956/57 63/64

8

2

2000/01 01/02

2

1

1959/60 66/67

8

2

2013/14 14/15

2

1

1962/63 69/70

8

1

1944/45 45/46

2

1

1969/70 76/77

8

1

1948/49 49/50

2

1

1970/71 77/78

8

1

1950/51 51/52

2

1

1972/73 79/80

8

1

1958/59 59/60

2

1

1973/74 80/81

8

1

1959/60 60/61

2

1

1974/75 81/82

8

1

1961/62 62/63

2

1

1977/78 84/85

8

1

1963/64 64/65

2

1

1997/98 04/05

8

1

1975/76 76/77

2

1

2004/05 11/12

8

1

1977/78 78/79

2

2

1959/60 67/68

9

1

1980/81 81/82

2

2

1974/75 82/83

9

1

1990/91 91/92

2

2

2007/08 15/16

9

1

1991/92 92/93

2

2

2008/09 16/17

9

1

1992/93 93/94

2

1

1948/49 56/57

9

1

2002/03 03/04

2

1

1950/51 58/59

9

1

2011/12 12/13

2

1

1958/59 66/67

9

1

2012/13 13/14

2

1

1967/68 75/76

9

7

1999/00 01/02

3

1

1970/71 78/79

9

7

2014/15 16/17

3

1

1971/72 79/80

9

5

2005/06 07/08

3

1

1980/81 88/89

9

5

2006/07 08/09

3

1

1981/82 89/90

9

4

1957/58 59/60

3

1

1989/90 97/98

9

4

2010/11 12/13

3

1

1994/95 02/03

9

3

1948/49 50/51

3

1

1997/98 05/06

9

3

1976/77 78/79

3

1

2000/01 08/09

9

3

2013/14 15/16

3

1

2001/02 09/10

9

2

1958/59 60/61

3

1

2003/04 11/12

9

2

1974/75 76/77

3

3

1958/59 67/68

10

Madinabeytia / Sánchez Lage / Sande

2

1975/76 77/78

3

3

2000/01 09/10

10

Ayala /Darino / Toedtli

2

1982/83 84/85

3

2

1976/77 85/86

10

Kempes / Orellana

2

1996/97 98/99

3

2

1999/00 08/09

10

Astudillo / Heinze

2

1997/98 99/00

3

2

2007/08 16/17

10

Cata Díaz / Lux

2

1998/99 00/01

3

1

1949/50 58/59

10

Sará

2

2000/01 02/03

3

1

1950/51 59/60

10

Roque Olsen

2

2001/02 03/04

3

1

1959/60 68/69

10

Forneris

2

2004/05 06/07

3

1

1973/74 82/83

10

Doria

2

2007/08 09/10

3

1

1974/75 83/84

10

D’Alessandro

2

2008/09 10/11

3

1

1975/76 84/85

10

Enzo Ferrero

2

2012/13 14/15

3

1

1982/83 91/92

10

Albis

1

1939/40 41/42

3

1

1988/89 97/98

10

Giunta

1

1972/73 74/75

3

1

1990/91 99/00

10

Fernando Redondo

1

1973/74 75/76

3

1

1991/92 00/01

10

Pedro González

1

1981/82 83/84

3

1

1998/99 07/08

10

Nacho González

1

1983/84 85/86

3

1

2004/05 13/14

10

Willy Caballero

1

1994/95 96/97

3

2

2005/06 15/16

11

Barbosa / Jonás Gutiérrez

1

2003/04 05/06

3

1

1971/72 81/82

11

Roberto Martínez

1

2009/10 11/12

3

1

1973/74 83/84

11

Zuviría

1

2011/12 13/14

3

1

1976/77 86/87

11

Trobbiani

5

1973/74 76/77

4

1

1977/78 87/88

11

Moyano

3

1971/72 74/75

4

1

1982/83 92/93

11

Diego Maradona

3

1975/76 78/79

4

1

1991/92 01/02

11

Pizzi

3

2000/01 03/04

4

1

1996/97 06/07

11

Schürrer

2

1948/49 51/52

4

1

1997/98 07/08

11

Cristian Fabián Díaz

2

1976/77 79/80

4

1

2000/01 10/11

11

Duscher

2

1994/95 97/98

4

1

1959/60 70/71

12

Griffa

2

1999/00 02/03

4

1

1965/66 76/77

12

Gárate

2

2002/03 05/06

4

1

1967/68 78/79

12

Pazos

2

2009/10 12/13

4

1

1975/76 86/87

12

Valdano

2

2010/11 13/14

4

1

1976/77 87/88

12

Brizzola

1

1928/29 31/32

4

1

1978/79 89/90

12

Luis Mario Cabrera

1

1947/48 50/51

4

1

1988/89 99/00

12

Ezequiel Castillo

1

1949/50 52/53

4

1

1993/94 04/05

12

Fernando Cáceres

1

1955/56 58/59

4

1

1994/95 05/06

12

Pochettino

1

1956/57 59/60

4

1

1997/98 08/09

12

Scaloni

1

1957/58 60/61

4

1

1998/99 09/10

12

Ibagaza

1

1959/60 62/63

4

1

2001/02 12/13

12

Saviola

1

1965/66 68/69

4

1

2005/06 16/17

12

Ezequiel Garay

1

1972/73 75/76

4

2

1995/96 07/08

13

Gustavo López / Biagini

1

1981/82 84/85

4

1

1953/54 65/66

13

Di Stéfano

1

1982/83 85/86

4

1

1974/75 86/87

13

Rubén Cano

1

1983/84 86/87

4

1

1975/76 87/88

13

Fenoy

1

1990/91 93/94

4

1

1990/91 02/03

13

Pablo Díaz Stalla

1

1991/92 94/95

4

1

1992/93 04/05

13

Simeone

1

1992/93 95/96

4

1

2001/02 13/14

13

Acciari

1

1996/97 99/00

4

1

2004/05 16/17

13

Messi

1

2001/02 04/05

4

1

1957/58 70/71

14

Diéguez

1

2003/04 06/07

4

1

1978/79 91/92

14

Husillos

1

2005/06 08/09

4

1

1990/91 03/04

14

Esnáider

1

2007/08 10/11

4

1

2003/04 16/17

14

Saja

1

2008/09 11/12

4

1

1998/99 15/16

18

Leo Franco

Equipos de los jugadores nacidos en Argentina

Se adjunta detalle de los jugadores de los equipos de la Liga con los jugadores nacidos en Argentina que han participado en los mismos. Aparece en las primeras posiciones el Atlético de Madrid, R.C.D. Mallorca y Real Murcia. En negrita figuran los 15 mejores equipos de la Liga según clasificación en los que no consta el Athletic Club, el único equipo que ha participado en la 1ª División  junto con el Atlético Tetuán que no ha contado con jugadores nacidos en Argentina,  la Real Sociedad también queda  en posiciones muy retrasadas, le sigue entre los equipos punteros el F.C. Barcelona que también ha contado con escasos jugadores nacidos en Argentina. Es necesario mencionar por su peculiar relevancia el caso suscitado en la temporada 2003/04 en el Club Deportivo Leganés que habiendo cubierto plaza en 2ª División tras el descenso administrativo del Compostela, el empresario musical argentino Daniel Grinbank compró el 85% de las acciones del club, aunque no se hizo oficial, solo entregó el presupuesto  de 6 millones de euros, para planificar el ascenso de categoría del equipo, para ello dejó a los argentinos José Pekerman como director deportivo y a Carlos Aimar como entrenador, incorporando a la plantilla la friolera cifra de 15 jugadores nacidos en Argentina, pero la baja afluencia al estadio, propició una deficitaria actuación de los jugadores, Grinbak abandonó el club en enero de 2004. Tras esta situación se desencadenó un malestar general que sumió al equipo en los puestos de descenso de categoría. Así la alineación titular del equipo estaba compuesta por Raúl Arribas; Vitali, Alessandría, Mustafá, Macanás; Txiki, Borja Pérez, Nicolás Medina, Pablo Martino Rodríguez; Enría y Calandria. Se señalan en negrita los jugadores nacidos en Argentina, a estos hay que añadir a Leyenda, Navas, Marini, Federico Domínguez, Pietravallo, Kuhl, Turdó y Chamot. También hay que destacar la formación titular del Hércules C.F en la temporada 1976-77 en 1ª División con 5 jugadores nacidos en Argentina, los señalados en negrita. Santoro; Commiso, Giuliano, Quique; Saccardi, Rivera; Sancayetano, Baena, Barrios, Charles Troitisi y Lübecke. Además de otros equipos que han contado con 4 titulares en el equipo, así el R.C. Celta en las temporadas 2002/03 y 2003/04 alineaba como titulares del equipo a los argentinos Cavallero, Berizzo, Cáceres y Gustavo López. Otros equipos que han contado con la titularidad de 4 jugadores argentinos en sus filas han sido: Tpda 1976/77 Elche C.F. y  U.D. Las Palmas. Tpda 1993/94 C.D.Tenerife. Tpda 1998/99 R.C.D.Mallorca. Tpda 2000/01 R.C.D.Espanyol y    R. Zaragoza. Tpda 2001/02 C.D.Tenerife. Tpda 2004/05 Villarreal C.F.. Tpda 2006/07

R. Zaragoza. Tpda 2008/09 Atlético de Madrid.

Formación del Club Deportivo Leganés Temporada 2003/04

Formación del Club Deportivo Leganés Temporada 2003/04

Equipo Jugd. Equipo Jugd. Equipo Jugd.

1

Atlco. Madrid

49

36

Almería U.D.

16

Europa

3

2

Mallorca

47

37

Málaga C.F.

15

Lorca Dep.

3

3

Murcia

46

38

Lleida

12

Palamós

3

4

Las Palmas

44

39

Levante

11

Toledo

3

5

Espanyol

43

40

Gimnàstic

10

76

Alcorcón

2

6

Elche

40

41

Algeciras

9

Baracaldo

2

7

Deportivo

39

Burgos

9

Ceuta

2

Rayo Vallecano

39

Extremadura

9

Compostela

2

Zaragoza

39

Jaén

9

Gimnástica

2

10

Tenerife

36

Osasuna

9

Huesca

2

11

Valencia

34

Sabadell

9

Marbella

2

12

Sevilla

32

47

Ciudad Murcia

8

Mestalla

2

13

Valladolid

31

Ejido

8

Pontevedra

2

14

Celta

30

Ferrol

8

San Fernando

2

15

Córdoba

29

Palencia

8

Vecindario

2

Hércules

29

Real Sociedad

8

87

Alcoyano

1

Villarreal

29

San Andrés

8

Arenas

1

18

Real Madrid

28

53

Atl. Madrid B

7

Atlé. Baleares

1

19

Betis

27

Cartagena

7

Avilés

1

20

Cádiz

25

Linares

7

Badalona

1

21

Racing

24

Numancia

7

Condal

1

22

Granada

23

Terrassa

7

Constancia

1

Sporting

23

58

Real Madrid B

6

Cult. Leonesa

1

24

Barcelona

22

Villarreal B

6

Écija

1

Oviedo

22

60

Barcelona B

5

Eldense

1

Recreativo

22

Logroñés

5

España Tánger

1

27

Salamanca

21

Lugo

5

Figueres

1

28

Alavés

20

Ourense

5

Granada 74

1

29

Albacete

19

64

Girona

4

Hospitalet

1

Badajoz

19

Mallorca B

4

Indauchu

1

Málaga C.D.

19

Mérida

4

Langreo

1

Xerez

19

Ponferradina

4

Llagostera

1

33

Castellón

18

Sevilla Atlético

4

Málaga B

1

Leganés

18

69

Almería A.D.

3

Orihuela

1

35

Getafe C.F.

17

Calvo Sotelo

3

Real Unión

1

Éibar

3

Universidad

1

Porteros y Goleadores nacidos en Argentina.

De los 1.643 porteros que han disputado la Liga en las temporadas de 1ª y 2ª División descritas sólo 47 guardametas han nacido en Argentina, significar sobre todos al internacional Leo Franco el jugador argentino que más temporadas ha disputado la Liga desde que debutó en el Mallorca B en la temporada 1998/99 hasta la temporada 2015/16 en la S.D. Huesca. Destacar también a los guardametas internacionales Abbondanzieri, Bonano, Germán Burgos, Carnevalli, Cavallero, Costanzo, Rogelio Domínguez, Fillol, Islas, Nacho González, Pumpido, Carlos Roa, Saja, Wily Caballero y Ustari.

Los jugadores nacidos en Argentina han anotado 4.769 goles que representa el 7’10 % del total de los goles anotados en 1ª División (67.145)  sin contabilizar los encajados en propia puerta (1.299) y los 3 goles simbólicos de alineación indebida. Una cifra considerable, prueba de ello es que han conseguido 14 Trofeos al máximo goleador de cada temporada, el trofeo Pichichi. El lugar de nacimiento de jugadores donde se han conseguido más trofeos. Di Stéfano con 5, Gárate y Messi con 3, Kempes con 2 y Pizzi con 1, han sido los máximos goleadores. Es el 2º lugar de nacimiento de los jugadores que han sido más goleadores de la Liga tras los jugadores de la provincia de Vizcaya que han anotado 5.416 goles. Lionel Messi, es el único jugador que ha marcado más de 300 goles en la Liga, su calidad, destreza y acierto le están encumbrando en los puestos privilegiados de la Competición de Liga. En 2ª División  también han conseguido ser los máximos anotadores en 2 ocasiones Aquino, y en 1 Luis Mario Cabrera, Ulloa, Comas y Cioffi.

Han anotado los jugadores nacidos en Argentina 453 goles de penalti que representa un porcentaje fijado en el 9’37 % de los goles anotados en esta especialidad, así que sobrepasan ampliamente a la media de jugadores de otros lugares de nacimiento, los jugadores especialistas que han dominado  el lanzamiento del penalti, Messi, Kempes, Rubén Cano, Riquelme, Gabriel Calderón, Di Stéfano y Pizzi, han sido los mejores especialistas.

Jugadores

1ª.G

2ª G.
Messi

312

Di Stéfano

228

Kempes

126

Gárate J.E.

110

Higuaín 

107

Rubén Cano

94

Pizzi T.

92

Valdano

87

Morete

86

Roberto Martínez M.

79

Esnáider B.

74

Kun Agüero

73

Saviola

70

Cabrera L.M.

63

Rial H.

62

Olsen R.

59

Maxi R.

58

Diéguez

55

Ferrero E.

54

Sánchez Lage

53

Diego Milito

53

Scotta

53

Claudio López

47

Rubén Ayala

45

Oswaldo García

42

Valdez

42

Gómez Voglino

41

Rafael Franco

41

Aquino D.

95

Ulloa

62

Toedtli

61

Comas J.R.

56

Cioffi

50

Gastón Casas

48

Omar Adrían S.

45

Sará

44

Calandria P.

41

De los jugadores reseñados Gonzalo Higuaín, nació en Brest (Francia) de padres argentinos, marchando a Argentina con unos meses de edad.

Titulares en las jornadas de Liga

De las 526.196 jornadas disputadas como titulares por los jugadores en 1ª División, serían 11 jugadores por equipo cada jornada, 28.517 jugadores argentinos han iniciado cada jornada del Campeonato Nacional de Liga en 1ª División, siendo también titulares en 16.847 jornadas de Liga de las 657.668 jornadas disputadas por los jugadores de 2ª División.

Se acompaña cuadrante de los jugadores nacidos en Argentina que han disputado más de 200 partidos de titular en la Competición de Liga, en la que sobresalen los guardametas Leo Franco y Carlos Fenoy.

Jugadores 1ªDivisión  2ªDivisión T.Partidos Titular
Leo Franco

323

91

414

Fenoy

300

79

379

Fernando Cáceres

338

11

349

Di Stéfano

329

329

Acciari

34

290

324

Pablo Díaz Stalla

311

4

315

Rubén Cano

220

89

309

Astudillo

155

152

307

Messi

306

306

Valdano

217

88

305

Willy Caballero

117

185

302

Zuviría

234

64

298

Ezequiel Castillo

213

84

297

Diéguez

203

81

284

Gustavo López

232

51

283

Jorge D’Alessandro

242

38

280

Ibagaza

280

280

Pochettino

273

273

Aquino D.

74

196

270

Enzo Ferrero

233

34

267

Gárate J.E.

236

24

260

Rubén Ayala

232

28

260

Fernando Redondo

259

259

Luis Mario Cabrera

171

80

251

Verón

100

150

250

Griffa

228

20

248

Pazos E.

127

111

238

Schürrer

228

8

236

Sánchez Lage

217

17

234

Cristian Díaz F.

234

234

Brizzola

61

170

231

Desio

179

44

223

Kempes

218

218

Arruabarrena

212

212

Giuliano

208

3

211

Esnáider

169

42

211

Maxi Rodríguez

203

203

Bizzarri

131

71

202

Graff

88

113

201

Ponzio

185

16

201

Pernía

160

40

200

Mundialistas y Seleccionados españoles nacidos en Argentina

En el cuadrante que se inserta se detallan a los jugadores que han jugado con la Selección Absoluta de Argentina en los Campeonatos del Mundo disputados en las distintas sedes, siendo campeona en los Mundiales de 1978 y 1986. A partir del Campeonato del Mundo de 1994 de Estados Unidos los seleccionados argentinos se han forjado en la competición de liga de España siendo más de 10 los jugadores de todos los Campeonatos Mundiales siguientes. Aparecen en esta tabla también jugadores que han nacido en Argentina pero que han jugado en otros países, en España son 11 los jugadores que han jugado con la Selección Absoluta, aparecen los Mundiales (M), Europeos (E) e Internacionales (E).

Jugadores

Mundiales

Otro país Jugadores Mundiales Otro país
Abbondanzieri

M06

Kempes

M74/78/82

Roberto Acuña

M98/02/06

Paraguay Kily González

M02

Aimar P.

M02/06

Kun Agüero

M10/14

Almeyda

M98/02

Leo Franco

M06

Ariel Ortega

M94/98/02

Mancuso

M94

Roberto Ayala

M98/02/06

Diego Maradona

M82/86/90/94

Rubén Ayala

M74

Mas Ó.

M66

Barbas

M82

Mascherano

M06/10/14

Basualdo

M90/94

Mati Fernández

M10

Chile
Berti S.

M98

Maxi Rodríguez

M06/10/14

Bertoni

M78/82

Messi

M06/10/14

Brindisi

M74

Milito

M06

Brown

M86

Otamendi

M10

Cáceres F.

M94

Pablo Paz

M98

Cacho Heredia

M74

Palermo

M10

Calderón G.

M82/90

Pernía

M06E08

España
Cambiasso

M06

Pineda Héctor

M98

Carnevalli

M74

Pizzi T.

M98E96

España
Cavallero

M98/02

Placente

M02

Chamot

M94/98/02

Pochettino

M02

Claudio López

M98/02

Pumpido

M86/90

Clemente Rodríguez

M10

Redondo F.

M94

Coloccini

M06

Rial H.

E

España
Cristaldo

M94

Bolivia Riquelme J.R.

M06

Demichelis

M10/14

Roa C.

M98

Di María

M10/14

Roberto Martínez M.

E76

España
Di Stéfano

E60

España Rubén Cano

M78E/80

España
Diego Milito

M10

Ruggeri

M86/90/94

Rogelio Domínguez

M62

Sagi-Barba

E

España
Enzo Pérez

M14

Samuel W.

M02/10

Fede Fernández

M14

Saviola

M06

Fillol

M74/78/82

Scaloni

M06

Gago F.

M14

Simeone

M94/98/02

Gárate J.E.

E68/76

España Sorín

M02/06

Ezequiel Garay

M14

Touriño

E

España
Guille Franco

M06/10

Méjico Trobbiani M.

M86

Heinze

M06/10

Valdano

M82/86

Heredia J.C.

E80

España Valdez

E

España
Higuaín

M10/14

Vivas

M98

Islas

M94

Wolff

M74

Jonás Gutiérrez

M10

Zabaleta P.

M14

Mejores jugadores nacidos en Argentina, según baremación.

Se detallan en la tabla que se inserta a continuación a los 250 jugadores nacidos en Argentina que disponen de mejor valoración en la Liga, según se detalló en esta Revista Digital en el número anterior nº 80, se especifican las temporadas iniciales y finales que han disputado jornadas de liga española así como los goles, penaltis transformados, tarjetas rojas o expulsiones acumuladas, partidos disputados de titular en las jornadas de Liga y los puntos que suman al acumular los distintos coeficientes. Destacar a Lionel Messi, aún en activo, que por su eficacia goleadora y minutos disputados se ha erigido en la primera posición de los jugadores argentinos, siendo además el 5º tras Quini, César Rodríguez, Raúl y Zarra en la clasificación de jugadores que han disputado la competición de Liga.

Jugadores

TPDI

TPF

1ª.G

1ª.P

2ª.G.

2ª.P.

T.Roj.

Puntos Ptdos

1

Messi

2004/05

2016/17

312

39

 

 

 

490,849

306

2

Di Stéfano

53/54

65/66

228

17

 

 

2

480,965

329

3

Gárate J.E.

65/66

76/77

110

1

14

 

1

297,809

260

4

Rubén Cano

74/75

86/87

94

19

37

15

5

284,901

309

5

Valdano

75/76

86/87

87

3

20

1

1

281,165

305

6

Kempes

76/77

85/86

126

26

 

 

 

263,796

218

7

Diéguez

57/58

70/71

55

8

15

2

2

251,928

284

8

Fenoy

75/76

87/88

6

6

 

 

 

238,777

379

9

Leo Franco

98/99

2015/16

 

 

 

 

4

229,726

414

10

Sánchez Lage

58/59

67/68

53

10

2

1

2

227,542

234

11

Enzo Ferrero

75/76

84/85

54

3

11

 

2

227,387

267

12

Luis Mario Cabrera

78/79

89/90

63

1

29

6

 

223,200

251

13

Zuviría

73/74

83/84

34

6

9

 

6

218,695

298

14

Roberto Martínez M.

71/72

81/82

79

1

 

 

2

214,573

183

15

Fernando Cáceres

93/94

2004/05

6

 

 

 

10

199,584

349

16

Morete

75/76

80/81

86

8

 

 

 

198,957

166

17

Aquino D.

89/90

97/98

24

3

95

25

3

196,905

270

18

Griffa

59/60

70/71

7

 

2

 

1

196,052

248

19

Pablo Díaz Stalla

90/91

2002/03

6

 

 

 

1

194,715

315

20

Ibagaza

98/99

2009/10

32

3

 

 

2

194,705

280

21

Jorge D’Alessandro

74/75

83/84

 

 

 

 

 

186,141

280

22

Gustavo López

95/96

2007/08

33

2

4

 

2

184,394

283

23

Esnáider

90/91

2003/04

74

12

18

3

10

182,523

211

24

Maxi Rodríguez

2002/03

2009/10

58

2

 

 

1

179,631

203

25

Olsen

50/51

59/60

59

 

23

 

 

178,385

166

26

Pizzi

91/92

2001/02

92

16

 

 

4

177,072

160

27

Astudillo

99/00

2008/09

14

 

6

 

3

168,379

307

28

Ezequiel Castillo

88/89

99/00

15

 

8

 

6

166,974

297

29

Verón

80/81

88/89

20

1

28

6

1

165,187

250

30

Oswaldo García

50/51

58/59

42

 

1

 

1

164,817

158

31

Fernando Redondo

90/91

99/00

12

 

 

 

4

164,336

259

32

Kun Agüero

2006/07

2010/11

73

1

 

 

2

162,533

149

33

Héctor Rial

54/55

61/62

62

 

 

 

 

158,000

120

34

Giuliano

74/75

82/83

13

7

 

 

 

157,847

211

35

Sará

49/50

58/59

32

1

44

1

1

157,705

183

36

Pochettino

94/95

2005/06

13

 

 

 

13

154,919

273

37

Horacio Moyano

77/78

87/88

32

1

18

 

1

154,592

196

38

Roberto Ayala

2000/01

2009/10

10

 

3

 

7

154,199

260

39

Saviola

2001/02

2012/13

70

 

 

 

1

152,500

137

40

Rubén Ayala

73/74

79/80

45

7

 

 

1

150,284

160

41

Valdez

70/71

78/79

42

1

 

 

 

147,028

151

42

Emiliano Pazos

67/68

78/79

7

 

8

 

5

144,848

238

43

Schürrer

96/97

2006/07

12

 

 

 

8

142,001

236

44

Brizzola

76/77

87/88

10

 

27

1

 

140,869

231

45

Willy Caballero

2004/05

2013/14

 

 

 

 

5

136,959

302

46

Carnevalli

73/74

78/79

 

 

 

 

 

136,941

194

47

Rodolfo Vilanova

70/71

77/78

15

3

3

2

2

136,623

188

48

Aimar

2000/01

2007/08

32

1

 

 

1

136,416

175

49

Arruabarrena

2000/01

2006/07

11

 

 

 

3

135,918

212

50

Jorge Orlando Lóp.

78/79

84/85

33

 

 

 

3

135,182

158

51

Simeone

92/93

2004/05

35

2

 

 

5

134,843

187

52

Gómez Voglino

74/75

79/80

41

11

3

 

 

134,686

150

53

Scaloni

97/98

2008/09

15

 

 

 

2

133,559

188

54

Acciari

2001/02

2013/14

2

 

19

 

11

129,011

324

55

Toedtli

2000/01

2009/10

10

2

61

6

1

128,588

197

56

Anzarda

71/72

79/80

37

 

12

1

 

128,215

129

57

Desio

94/95

2002/03

5

1

1

 

3

128,201

223

58

Pernía

2002/03

2009/10

16

3

1

 

2

126,853

200

59

Madinabeytia

58/59

67/68

 

 

 

 

 

126,760

159

60

Aramendi

59/60

67/68

13

 

12

 

1

125,389

178

61

Piatti

2008/09

2016/17

35

 

 

 

1

124,476

153

62

Coloccini

2001/02

2007/08

12

 

 

 

5

122,403

189

63

Teodoro Fernández

72/73

78/79

29

 

7

2

 

121,895

134

64

Wolff

74/75

78/79

11

2

 

 

 

120,882

161

65

Albis

82/83

91/92

7

1

22

 

2

120,830

194

66

Roberto Acuña

97/98

2005/06

20

1

2

 

2

120,111

171

67

Ponzio

2003/04

2011/12

9

1

2

 

6

120,084

201

68

Duscher

2000/01

2010/11

5

2

 

 

3

120,044

192

69

Armenteros

2007/08

2013/14

14

 

31

5

5

119,613

188

70

Forneris

59/60

68/69

 

 

1

 

2

118,413

188

71

Rafael Franco

48/49

56/57

41

8

3

2

 

118,400

105

72

Corcuera

50/51

56/57

28

 

18

2

 

117,800

116

73

Rezza

74/75

79/80

10

 

 

 

 

117,121

154

74

Colotto

2008/09

2014/15

12

 

3

 

7

114,818

191

75

Turu Flores

96/97

2003/04

23

1

38

2

 

114,407

135

76

Benavídez

55/56

61/62

29

4

7

 

 

113,350

118

77

Gabriel Calderón

83/84

86/87

38

17

 

 

1

112,696

130

78

Scotta

76/77

79/80

53

9

 

 

2

112,479

98

79

Milito

2003/04

2010/11

6

 

 

 

4

112,028

181

80

Claudio López

96/97

99/00

47

3

 

 

2

112,020

112

81

Diego Milito

2005/06

2007/08

53

9

 

 

 

111,575

104

82

Banega

2007/08

2015/16

18

2

 

 

3

111,296

156

83

Doria

73/74

82/83

11

4

3

1

1

110,721

154

84

Cata Díaz

2007/08

2016/17

3

 

 

 

1

110,006

172

85

Husillos

78/79

91/92

16

1

39

9

4

109,385

154

86

Fernando Rodríguez

81/82

89/90

11

1

24

1

3

107,905

174

87

Riquelme

2002/03

2006/07

39

18

 

 

 

107,835

119

88

Óscar Coll

56/57

60/61

35

2

 

 

 

107,800

92

89

Kily González

96/97

2002/03

23

 

 

 

6

106,719

150

90

Gonzalo Rodríguez

2004/05

2011/12

6

 

 

 

6

105,681

176

91

Bizzarri

99/00

2006/07

 

 

 

 

3

105,161

202

92

Cavallero

99/00

2006/07

 

 

 

 

3

105,056

189

93

Duré

96/97

2002/03

14

 

26

1

1

103,908

174

94

Amato

96/97

2003/04

20

5

30

10

1

102,900

135

95

Carranza

58/59

64/65

23

1

3

 

1

102,814

110

96

Charles A.

76/77

82/83

16

4

13

1

5

102,447

136

97

Larraz J.

57/58

63/64

23

1

2

 

 

102,300

105

98

Trobbiani M.

76/77

86/87

12

2

23

12

2

102,143

152

99

Musacchio

2009/10

2016/17

5

 

5

 

3

99,827

176

100

Fontana

82/83

88/89

 

 

39

1

2

99,343

186

101

Galletti

2001/02

2006/07

12

2

8

 

 

99,085

144

102

Pellejero

57/58

63/64

2

 

1

 

2

98,721

139

103

Sande

58/59

67/68

6

 

16

 

1

96,900

153

104

Ulloa

2008/09

2012/13

7

 

62

11

3

96,555

138

105

Castronovo

74/75

79/80

31

5

6

 

 

95,875

95

106

Pellegrino

98/99

2005/06

5

 

 

 

4

95,217

158

107

Biagini

95/96

2007/08

18

4

25

2

1

95,068

108

108

Piris J.C.

75/76

79/80

 

 

38

19

1

93,479

178

109

Dante Sanabria

82/83

88/89

14

3

37

8

6

91,094

133

110

Dertycia

90/91

94/95

39

2

 

 

3

90,549

85

111

Viberti

69/70

74/75

10

 

9

 

1

89,914

123

112

Mascherano

2010/11

2016/17

 

 

 

 

3

89,598

153

113

Brindisi

76/77

78/79

29

7

 

 

 

88,145

90

114

Fazio

2007/08

2015/16

12

 

 

 

5

87,983

138

115

Cristian Fabián Díaz

97/98

2007/08

 

 

17

 

10

86,740

234

116

Graff

2000/01

2007/08

1

 

 

 

9

86,548

201

117

Lussenhoff

98/99

2003/04

1

 

4

 

5

85,924

172

118

Felman

77/78

82/83

18

 

 

 

 

84,706

96

119

Posse

98/99

2005/06

15

 

3

 

2

84,109

109

120

Juan Ramón Comas

89/90

93/94

 

 

56

2

1

83,236

118

121

Pontoni

56/57

63/64

 

 

1

 

2

82,704

147

122

Guerini

73/74

78/79

18

2

 

 

2

82,545

96

123

Ariel Montenegro

2000/01

2007/08

 

 

35

2

 

82,094

158

124

Marco Rubén

2007/08

2011/12

21

2

17

5

1

81,714

98

125

Juan Carlos Heredia

73/74

79/80

24

 

 

 

2

81,314

90

126

Armentano

99/00

2004/05

8

 

29

4

 

81,079

127

127

Chazarreta

77/78

82/83

2

 

14

5

2

80,842

133

128

Saccardi

75/76

78/79

12

2

 

 

2

80,325

107

129

Omar Adrián Schez

79/80

84/85

 

 

45

5

 

79,981

120

130

Barbas

82/83

84/85

16

 

 

 

 

79,075

91

131

Ricardo Martínez

78/79

83/84

3

 

11

 

3

78,867

138

132

Cioffi

74/75

82/83

 

 

50

6

1

77,248

109

133

Gustavo Cabral

2011/12

2016/17

5

 

 

 

5

76,890

130

134

Cristian Álvarez O.

2003/04

2008/09

6

4

27

8

2

76,799

143

135

Reboredo

41/42

46/47

5

3

 

 

1

76,597

81

136

Crespín

88/89

93/94

8

 

24

1

 

76,031

115

137

Calandria

2001/02

2007/08

 

 

41

2

2

75,298

133

138

Augusto Fernández

2012/13

2016/17

10

 

 

 

1

75,244

115

139

Ezequiel Garay

2005/06

2016/17

15

7

 

 

2

74,849

106

140

Carlos Agt. Álvarez

57/58

63/64

4

 

 

 

1

74,607

103

141

Pendín

2001/02

2009/10

 

 

35

4

7

74,488

157

142

Perotti

2007/08

2013/14

9

 

3

2

1

74,287

120

143

Di María

2010/11

2013/14

21

 

 

 

2

73,979

94

144

Trejo

2006/07

2012/13

7

 

18

1

2

73,806

132

145

Arcángel

62/63

69/70

3

 

39

1

 

73,079

107

146

Ovejero

69/70

76/77

3

 

3

1

5

72,910

117

147

Ariel Zárate

98/99

2004/05

6

 

22

1

2

72,793

120

148

Armando Martín

67/68

73/74

7

 

12

 

 

72,552

97

149

Solari S.

98/99

2004/05

17

 

 

 

1

72,364

85

150

Horacio Herrero

47/48

51/52

1

 

2

 

 

71,777

98

151

Silvani

96/97

2000/01

16

 

8

 

 

71,681

102

152

Pereyra

2003/04

2009/10

5

 

1

 

2

71,540

122

153

Regenhardt

82/83

85/86

2

 

 

 

 

70,277

107

154

Barbosa

2005/06

2015/16

 

 

 

 

4

69,806

179

155

Mateo Nicolau

48/49

51/52

17

 

 

 

1

68,990

62

156

Arzeno

98/99

2002/03

7

 

1

1

1

68,866

105

157

Pompei

97/98

99/00

16

2

 

 

 

68,653

91

158

Marcelo Ojeda

94/95

97/98

 

 

 

 

2

67,937

121

159

Carlos Roa

97/98

2003/04

 

 

 

 

2

67,784

128

160

Touriño

70/71

75/76

 

 

 

 

1

67,614

97

161

Gastón Casas

2000/01

2008/09

5

2

48

7

6

67,349

97

162

Víctor Juárez

70/71

75/76

7

 

21

3

1

67,341

88

163

Palermo

2000/01

2003/04

19

 

3

 

1

67,333

80

164

Siviero

98/99

2004/05

1

 

 

 

3

66,977

128

165

Lequi

2003/04

2010/11

5

 

2

 

7

66,704

124

166

Nico Pareja

2008/09

2016/17

4

 

 

 

3

66,609

110

167

Marcos Aurelio

48/49

50/51

18

 

 

 

 

66,370

56

168

Pedro Verde

73/74

78/79

10

 

 

 

 

65,027

79

169

Nelly

59/60

66/67

 

 

 

 

 

64,460

140

170

Dubarbier

2010/11

2016/17

1

 

4

 

5

62,708

141

171

Hugo Rojas

58/59

60/61

19

1

 

 

 

61,800

54

172

Bonano

2001/02

2006/07

 

 

 

 

 

61,645

118

173

Rolando Barrera

81/82

84/85

8

2

25

2

2

61,635

86

174

Óscar González

76/77

79/80

14

 

10

 

1

61,388

75

175

Diego Maradona

82/83

92/93

27

6

 

 

2

60,905

61

176

Diego Trotta

2002/03

2008/09

 

 

7

 

4

60,775

158

177

Juan Gómez

96/97

2000/01

 

 

 

 

7

60,658

130

178

Bertoni

78/79

79/80

24

4

 

 

1

59,865

56

179

Berizzo

2000/01

2005/06

4

 

 

 

6

59,774

107

180

Jonás Gutiérrez

2005/06

2015/16

5

1

 

 

1

59,058

91

181

Martín Herrera

99/00

2001/02

 

 

 

 

 

58,737

91

182

Roberto Orellana

76/77

85/86

 

 

16

 

3

58,419

116

183

Mauro Navas

99/00

2003/04

 

 

1

 

1

58,266

99

184

Araujo

2012/13

2016/17

6

30

1

 

58,218

74

185

Ónega

73/74

76/77

 

 

19

3

2

58,063

115

186

Reggi

2002/03

2007/08

5

1

28

 

1

58,028

77

187

Heinze

99/00

2008/09

4

 

 

 

2

57,470

93

188

Pablo Paz

96/97

2003/04

5

 

3

 

2

56,972

99

189

Finarolli

76/77

78/79

20

 

2

 

 

56,913

52

190

Solé

59/60

67/68

1

1

 

 

 

56,200

88

191

Forlín

2009/10

2012/13

2

 

 

 

5

55,861

102

192

Villagrá

31/32

35/36

2

 

 

 

 

55,818

44

193

Mauro Dos Santos

2012/13

2015/16

1

 

3

 

4

55,739

122

194

Bernardello

2009/10

2015/16

1

 

2

 

2

55,111

103

195

Dominichi

73/74

76/77

1

 

3

 

1

54,900

100

196

Miguel Pérez

67/68

75/76

10

 

1

 

 

54,521

59

197

Lux

2007/08

2016/17

 

 

 

 

1

54,454

103

198

Lupidio

98/99

2005/06

 

 

4

3

2

54,340

141

199

Gancedo

2000/01

2003/04

5

 

 

 

 

54,270

75

200

Joaquín Osvaldo L.

77/78

84/85

 

 

5

2

 

54,216

119

201

Larrivey

2013/14

2014/15

23

3

 

 

 

54,165

50

202

Felipe Mesones

58/59

66/67

 

 

17

1

2

54,144

121

203

Cantarutti

78/79

84/85

 

 

10

4

6

54,113

119

204

Aguirre Suárez

71/72

74/75

 

 

 

 

1

54,069

82

205

Pavoni

2003/04

2007/08

4

 

15

 

3

53,986

105

206

Darío Franco

91/92

94/95

7

 

 

 

1

53,830

76

207

Nacho González C.

98/99

2007/08

6

6

 

 

3

52,845

103

208

Diego Mateo

2001/02

2006/07

 

 

4

 

2

52,713

115

209

Cacho Heredia

73/74

76/77

9

5

 

 

2

52,424

69

210

Pedro Ojeda

99/00

2002/03

7

1

5

1

1

51,811

78

211

Basavilbaso

98/99

2002/03

 

 

1

 

1

51,661

111

212

Óscar Mena

97/98

2001/02

9

3

2

 

2

51,340

79

213

Tubo Fernández

90/91

93/94

 

 

5

5

1

51,208

108

214

Muruzábal

72/73

79/80

18

3

 

 

 

51,168

42

215

Latorre

92/93

95/96

16

 

 

 

1

50,946

53

216

Gago F.

2006/07

2012/13

1

 

 

 

1

50,869

84

217

Óscar Ferrero

78/79

83/84

5

 

15

1

1

50,263

70

218

Demichelis

2010/11

2012/13

7

 

 

 

5

49,802

82

219

Fagiani

99/00

2005/06

 

 

11

6

10

49,445

147

220

Sarrachini

69/70

73/74

1

 

18

3

1

48,969

81

221

Abbondanzieri

2006/07

2008/09

 

 

 

 

2

48,544

83

222

Tino Costa

2010/11

2012/13

10

1

 

 

2

48,193

65

223

Matosas

88/89

94/95

7

 

 

 

2

48,004

70

224

Darino

2000/01

2009/10

 

 

9

 

4

47,895

128

225

Fabricio Fuentes

2006/07

2008/09

8

 

 

 

1

47,441

64

226

Killer

75/76

78/79

1

 

1

 

1

47,358

88

227

Osvaldo Cortés

74/75

78/79

 

 

 

 

 

47,067

83

228

Tabares

2005/06

2009/10

 

 

29

2

 

46,993

78

229

Pellerano

2008/09

2013/14

1

 

1

 

4

46,564

91

230

Luis José Lozano

78/79

83/84

 

 

23

 

1

46,380

66

231

Zabaleta

2005/06

2007/08

3

 

 

 

1

45,872

73

232

Longhi

73/74

80/81

3

 

 

 

1

45,807

68

233

Francisco Maciel

2002/03

2005/06

 

 

2

 

1

45,791

101

234

Hugo Vaca

78/79

83/84

1

 

6

 

3

45,632

89

235

Walter Lozano

89/90

93/94

 

 

3

 

4

45,187

102

236

Gerardo Rivero

2001/02

2005/06

7

1

3

 

2

44,673

71

237

Cristian D. Álvarez

2008/09

2014/15

 

 

 

 

 

44,266

70

238

Miguel Áng. Adorno

71/72

76/77

7

 

 

 

 

44,076

57

239

Klimowicz

96/97

98/99

15

1

1

 

1

43,977

53

240

Ricchetti

2000/01

2004/05

1

 

 

 

3

43,121

76

241

Guille Franco

2005/06

2008/09

14

 

 

 

1

42,598

43

242

Pavone

2007/08

2009/10

10

 

6

1

 

42,531

52

243

Tissone

2011/12

2015/16

1

 

 

 

2

42,224

73

244

Ruggeri

88/89

89/90

3

 

 

 

1

41,956

65

245

Gamboa F.

96/97

97/98

2

 

 

 

1

41,911

69

246

Marcelo Espina

99/00

2000/01

4

 

 

 

1

41,040

63

247

Luis H. Adorno

78/79

83/84

9

 

3

 

 

40,239

51

248

Cagna

99/00

2001/02

2

 

1

 

 

40,156

70

249

Pablo Osvaldo

2009/10

2010/11

20

2

 

 

1

39,953

39

250

Daniel Quevedo

75/76

77/78

3

 

17

 

 

39,888

53

Análisis de los mejores jugadores nacidos en Argentina.

Argentinos03Lionel Messi, jugador con excelente técnica individual, muy rápido, con fácil desborde. Conduce el balón pegado a los pies, muy hábil en carrera, ejecuta cambios de ritmo con facilidad, dejando a los rivales desbordados. Es muy goleador y está atento siempre al remate. Tiene 5 Trofeos de Balón de Oro, ediciones 2009, 2010, 2011, 2012 y 2015 3  Botas de Oro y 3 Trofeos Pichichi. 2004-16 Barcelona.

Argentinos04Alfredo Di Stéfano “La Saeta Rubia”, ha sido un jugador que atacaba, defendía, organizaba bien. Posee dos Balones de Oro, ediciones 1957 y 1959. Ganó en 5 ocasiones el Trofeo Pichichi. Formó parte importante de la gloriosa época del Real Madrid en la que conquistó 5 Copas de Europa consecutivas. Se nacionalizó español. Fue internacional por Argentina y España. 1953-64 Real Madrid, 1964-66 Espanyol.

Argentinos05José Eulogio Gárate, jugador disciplinado y eficaz, no celebraba los goles. Espléndido en los goles en plancha. Padeció una entrada en la rodilla en la final de Copa de 1976 contra el Zaragoza que le supuso su declive y su retirada. Nació en Sarandi (Argentina) porque sus padres vascos fueron a visitar a su abuelo exiliado republicano. Dispone de 3 Trofeos Pichichi. 1965-66 Indauchu, 1966-77 Atlético Madrid.

Argentinos06Rubén Andrés Cano, delantero de garra, entrega, buena zancada, oportunista, que dominaba el cambio de ritmo y buen goleador. 1974-76 Elche, 1976-82 Atlético Madrid, 1983-85 Tenerife, 1985-87 Rayo Vallecano.

Argentinos07Jorge Valdano, delantero corpulento de excelentes condiciones técnicas, dominaba el juego por alto, muy móvil y manejo de ambas piernas. 1975-79 Alavés, 1979-84 Zaragoza, 1984-87 Real Madrid.

Argentinos08Mario Alberto Kempes “El matador”, jugador corpulento, que buscaba el espacio abierto para recibir en carrera y demarrar para encarar la portería para anotar gol. Posee 2 Trofeos Pichichi. 1976-84 Valencia, 1984-86 Hércules.

Argentinos09José Carlos Diéguez Bravo, jugador incisivo y goleador que se compenetró con sus compañeros, tenía el fervor de la afición. 1957-67 Sevilla 1967-68 Gimnástica Torrelavega, 1968-69 Oviedo, 1969-71 San Andrés.

Argentinos10Carlos Alberto Fenoy. Portero de mucho carácter, con reflejos y excelente en el mano a mano, lanzador de penaltis. 75-80 Celta, 80-88 Valladolid.

Argentinos11Leonardo Neorén Franco. Portero sobrio y elegante muy concentrado, con velocidad de reacción. El jugador con más temporadas de los jugadores nacido en Argentina. 98-99 Mallorca B., 99-04 Mallorca, 04-09 Atlético Madrid, 10-14 Zaragoza, 15-16 Huesca.

Argentinos12José María Sánchez Lage, creador de juego, era el punto de apoyo, la referencia para facilitar la circulación del balón, buena técnica de salto y excelente colocación. 58-63 Oviedo, 63-66 Valencia, 66-67 Deportivo, 67-68 Levante.

Argentinos13Enzo Ferrero. El jugador más espectacular del Sporting, extremo de un regate fácil, rápido y de gran verticalidad. 75-85 Sporting.

Argentinos14Luis Mario Cabrera Molina,  buena anticipación, desmarque, hábil en el remate, aunque algo débil y desgarbado. 78-80 Castellón, 80-86 Atlético Madrid, 86-88 Cádiz,  88-90 Castellón.

Argentinos15Rafael Dalmacio Zuviría, extremo nato, muy combativo, facilidad de disparo con las dos piernas, aunque algo individualista. 73-77 Racing, 77-81 Barcelona.82-84 Mallorca.

Argentinos16Juan Roberto Martínez Martínez, alto y desgarbado, su larga zancada le permite llegar a balones difíciles, dispara con la diestra, y remataba certeramente de cabeza. 71-74 Espanyol, 74-80 Real Madrid, 80-82 Espanyol.

Argentinos17Fernando Gabriel Cáceres, de buena colocación y anticipación a la jugada, resolvía bien las jugadas peligrosas. Sufrió un asalto por lo que perdió el ojo derecho y la fractura de la base del cráneo. 93-96 Zaragoza, 96-98 Valencia, 98-04 Celta, 04-05 Córdoba.

Argentinos18Carlos  Manuel Morete Markov, buen goleador, de fuerte zancada y potente remate que aprovechaba los pases medidos en largo que le servía su compatriota Brindisi. 75-80 Las Palmas, 80-81 Sevilla.

Argentinos19Daniel Toribio Aquino, de excelente fortaleza física, certero goleador y experto lanzador de faltas, sobre todo con la izquierda. Consiguió 2 Trofeos Pichichi en 2ª División. 89-91 Murcia, 91-92 Albacete, 92-93 Mérida, 93-95 Betis, 95-96 Rayo Vallecano, 96-98 Albacete.

Argentinos20Jorge Bernardo Griffa Monferoni, destacó por su garra y carácter, fuerte y expeditivo, jefe de la zaga. 59-69 Atlético Madrid, 69-71 Espanyol.

Argentinos21Pablo Javier Díaz Stalla, gran capacidad de concentración y de sacrificio, defensa contundente que se internaba al ataque desde su posición de lateral con velocidad y potente golpeo de balón. 90-98 Sporting, 98-03 Zaragoza.

Argentinos22Ariel Miguel Santiago Ibagaza,  buena visión del juego, muy trabajador y con sentido de gol, que mimaba el balón y que creaba juego para los compañeros. 98-03 Mallorca, 03-06 Atlético Madrid, 06-08 Mallorca, 08-10 Villarreal.

Argentinos23Roberto Jorge D’Alessandro, militó toda su carrera deportiva en España en la U.D. Salamanca, muy ágil y bravo. 74-84 Salamanca.

Argentinos24Gustavo Adrián López. Jugador que pensaba y elegía la mejor opción de jugada de ataque, con rápidos regates o con las asistencias medidas a los compañeros, además de tener gol. 95-99 Zaragoza, 99-07 Celta, 07-08 Cádiz.

Argentinos25Juan Eduardo Esnáider,  delantero potente y de poderío físico, buen sentido del gol, técnica depurada y con buena definición. 90-91 Real Madrid, 91-92 Real Madrid B., 92-93 Real Madrid, 93-95 Zaragoza, 95-96 Real Madrid, 97-99 Espanyol, 00-01 Zaragoza, 03-04 Murcia.

Argentinos26Maximiliano Rubén Rodríguez, medio externo, que imprimía velocidad y llegada al equipo, buen dominio del balón. 02-05 Espanyol, 05-10 Atlético Madrid.

Argentinos27Roque Germán Olsen, jugador robusto, temperamental y con una buena intuición de gol, brilló por su garra y su tenacidad. 50-57 Real Madrid, 57-60 Córdoba.

Argentinos28Juan Antonio Pizzi Torroja, de complexión fuerte. Acudía al remate a todos los balones colgados en el área, con cabezazo poderoso, bien cubierto por sus codos. Ha sido Pichichi en la temporada 1995/96 con el Tenerife. 91-93 Tenerife, 93-94 Valencia, 94-96 Tenerife, 96-98 Barcelona, 01-02 Villarreal.

Argentinos29Martin Mauricio Astudillo, dotado de gran capacidad física  de sacrificio, abarcaba gran superficie de campo, gran especialista en el robo del balón. 99-07 Alavés, 07-08 Osasuna, 08-09 Alavés.

Argentinos30Ezequiel Marcelo Castillo, jugador de gran técnica, de mucha brega y capaz de dominar amplias zonas de la medular, con poca fortuna por las lesiones que padeció. 88-92 Espanyol, 92-95 Tenerife, 96-98 Rayo Vallecano, 98-00 Badajoz.

Argentinos31Juan Carlos Verón Ramos, centrocampista muy habilidoso y de buena zurda, muy trabajador para el equipo. 80-83 Racing, 83-85 Mallorca, 86-87 Deportivo, 87-89 Racing.

Argentinos32Oswaldo García Nardi, perteneciente a la célebre delantera del Deportivo “La Orquesta Canaro”, célebre compositor de tangos argentino, era interior de depurada técnica y gran disparo a puerta, formó la delantera con sus compañeros Corcuera y Franco (argentinos), Moll (uruguayo) y Tino (coruñés). 50-54 Deportivo, 54-57 Espanyol, 57-58 Granada, 58-59 Deportivo.

Argentinos33Kun Sergio Leonel Agüero, jugador desequilibrante, intuitivo y explosivo, conjuga potencia y velocidad. Es pícaro para sacar la jugada perfecta. 06-11 Atlético Madrid.

Argentinos34José Héctor Rial, de técnica depurada, gran visión de la jugada, daba pases largos al espacio libre, disponía de potente disparo y un magnífico remate de cabeza, gran personalidad que conducía al equipo. 54-61 Real Madrid, 61-62 Espanyol.

Argentinos35Carmelo Héctor Giuliano,  gran personalidad, cubría los espacios de la zaga, salía bien al cruce, dominaba el juego aéreo y lanzaba faltas, se retiró como consecuencia de una lesión en la rodilla.74-83 Hércules.




El partido que sí se jugó

Es bien sabido que entre los últimos días de diciembre de 1946 y primeros de febrero del 47, el club San Lorenzo de Almagro se embarcó en una exitosa gira por España y Portugal. Sobre ella, poniendo el foco especialmente sobre lo futbolístico, y menos en cuestiones políticas que a la postre iban a ser determinantes, se ha escrito con regularidad desde ambas orillas oceánicas. Siempre sobre los 10 partidos, 8 en España y 2 en Portugal, que el conjunto azulgrana habría dirimido durante esos 45 días. Diez nada más, y no once, como en realidad fueron, por más que hasta la propia historiografía “oficial” de San Lorenzo se empeñe en dejar uno en el tintero.

Para corregir tan insólito error, bueno será repasar aquellos acontecimientos. No ya las crónicas de “Marca”, “Mundo Deportivo”, “ABC”, “Arriba”, “Informaciones”, “El Correo”, “La Vanguardia” o diarios bonaerenses, sino también las circunstancias que impelieron al régimen del 18 de Julio, medio estrangulado por el hambre y las Naciones Unidas, a utilizar una tournée deportiva como corcho salvavidas.

Concluía 1945 cuando se inició el Núremberg el proceso contra varios líderes nazis sobrevivientes al desplome del Reich. Un proceso largo -diez meses-, durante el que buena parte de la prensa española se enzarzó en diatribas sobre la discutible “jurisdiccionalidad” de los vencedores, el parcial método de instrucción, las pruebas algo sesgadas y hasta la misma composición del tribunal. Desde Radio Nacional, el entonces subsecretario de Presidencia, Luis Carrero Blanco, embozado como “Juan de la Cosa”, clamaba en un artículo: “La Justicia, si no persigue como meta la ejemplaridad, se convierte en instrumento de venganza, que es una de las más bajas pasiones humanas; si además es venal, puede llegar hasta el crimen”. Incluso los escasos corresponsales en el extranjero se mostraron beligerantes. “Se ha juzgado con odio”, dictaminó desde París Juan Bellveser. Hábil pirueta, porque si un buen contingente de españoles estaba acostumbrado a las soflamas de andar por casa, se intuía más limpia cualquier visión procedente del exterior. El primero de octubre del 46, era leída la sentencia: doce condenas a muerte y dos únicas absoluciones; las de Schacht y Von Papen. “ABC”, como mudo comentario, compuso un “collage” con cuadros fácilmente reconocibles: La entrega de llaves de Boabdil en Granada, la Rendición de Breda, la captura de Francisco I por el nieto de los Reyes Católicos… Hidalguía española con los vencidos, en suma, como contraposición a la dureza de Núremberg.

Desde distintas cancillerías europeas se consideró, entonces, tocaba mirar hacia el régimen surgido tras la Guerra Civil, analizar su no oculta empatía con el nazismo y ajustar cuentas. El noruego Trygve Lie, secretario general de la ONU, propuso una condena definitiva del franquismo, por fascista y totalitario. A primeros de diciembre, el asunto pasaba a la Asamblea General, tras iniciativa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Y el “Glorioso Movimiento”, acorralado como nunca, se puso en marcha. Gobernadores civiles y alcaldes acarrearon en camiones hasta Madrid, por carreteras infernales, a cuantos vecinos de provincia o municipio tentara un viajecito a la capital. El 9 de diciembre, “la más espontánea reacción de los españoles nunca vista” llenaba a rebosar la Plaza de Oriente, enarbolando pancartas y dejándose la voz en consignas tan aparentemente “espontáneas”: “Franco, a tus órdenes con pan y sin pan”. “Somos descendientes de Agustina de Aragón”. “Franco manda, España obedece”. “Somos españoles, no muñecos”. “En España manda Franco, porque nos da la real gana”… Tampoco se renunció a traducir el enojo en términos deportivos: “Hoz y martillo, 1; España, 2”. Y por supuesto no podía faltar el alarde carpetovetónico: “Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos DOS”. Asomado al balcón principal del palacio, el general ferrolano, crecidito, conforme requería la ocasión, pronunció en su discurso algo que desde el exterior sólo podía ser visto como provocación supina: “Prueba de nuestro resurgimiento es llevar al mundo colgado de los pies”.

Ferro, Pontoni y Martino, tres astros del San Lorenzo.

Ferro, Pontoni y Martino, tres astros del San Lorenzo.

La respuesta se hizo esperar poco. Veinticuatro horas más tarde, México, Venezuela, Panamá, Chile y Guatemala, curiosamente cinco naciones de habla hispana, propusieron en la Asamblea General una ruptura completa de relaciones con España, resuelta en la votación con empate a 20. Bélgica, a continuación, pidió se votara su alternativa, consistente en la retirada de embajadores. Y esta vez sí, el régimen, y de paso España, salieron derrotados por 34 a 6, con 13 abstenciones (12-XII-1946). Únicamente Costa Rica, Argentina, República Dominicana, El Salvador, Ecuador y Perú, votaron contra el aislamiento. El 31 de diciembre sólo permanecían en Madrid el nuncio del Vaticano, monseñor Cicognani, y los embajadores de Portugal, Suiza, e Irlanda. La medida, más cosmética que otra cosa, puesto que todas las embajadas continuaron atendidas por funcionarios de menor rango, dejaba al régimen medio grogui. “Menos Franco y más pan blanco”, se atrevían a cuchichear algunas voces, confiando en una redención definitiva caída del cielo, como nuevo maná. Agustín de Foxá, literato y diplomático con ideología nada dudosa, sintetizó en una frase aquella zozobra inesperada: “¡Menuda patada van a darle a Franco en nuestro trasero!”.

De Foxá, autor de “Checas de Madrid”, y por ello englobado en el amplio círculo de corifeos franquistas, también contribuyó a sacar desde Finlandia las cuartillas manuscritas por el disidente italiano Curzio Malaparte. Si “Kaput” pudo llegar a la imprenta, alumbrando de paso parte del horror bélico, fue gracias a don Agustín y su abrigo, transformado en coyuntural portafolios.

Pues bien, en medio de ese panorama sombrío hizo su aparición el San Lorenzo de Almagro, reciente campeón de Argentina con dos puntos de ventaja sobre Boca Juniors y 90 goles a favor, que también lo convirtieron en máximo artillero. Un San Lorenzo al completo, con Farro y Martino, dos interiores creativos, dotados de buena llegada desde la segunda línea, Pontoni, delantero astuto y práctico, Imbelloni, De la Mata, Silva o el vizcaíno Zubieta, todavía hoy el más joven entre nuestros 760 internacionales al vestir la camiseta roja por primera vez. Al frente de tan cumplido elenco, como maestro de ceremonias, su mismísimo presidente, Domingo Peluffo, a quien  nuestra prensa siempre trató de doctor.

El San Lorenzo no era un club cualquiera del otro lado del charco, sino el equipo de los españoles en Buenos Aires, colonia muy nutrida durante los años 30 y 40 del pasado siglo. Al margen de Zubieta, sus colores los habían lucido Fernando García, José Iraragorri, Isidro Lángara y Emilín Alonso, todos, excepto García, náufragos del Euskadi, aquella selección deportivo-propagandística que, abandonada a su suerte, concluyó compitiendo en el Campeonato Mexicano pre profesional, antes de disolverse. En 1939, sólo 7 años antes, aquellos futbolistas fueron objeto de ataques furibundos desde la prensa: “Se arrepentirán esos malos españoles, cuando vuelvan a saciar su hambre en la abundancia de España. La Ley sabrá ponerles en su sitio. Se lo debemos a quienes regaron con su sangre nuestros campos. Se lo deben ellos a tanto mártir de la Cruzada”. Pero de pronto, cuando volvía uno, y todo el equipo que diese cobijo a varios, la España acorralada, amnésica en lo tocante a tirar de hemeroteca, hizo borrón y cuenta nueva.

Entusiasmo. Con una sola palabra podría definirse la acogida del San Lorenzo por prensa y público españoles. La imagen, con Zubieta a hombros, tampoco puede ser más expresiva.

Entusiasmo. Con una sola palabra podría definirse la acogida del San Lorenzo por prensa y público españoles. La imagen, con Zubieta a hombros, tampoco puede ser más expresiva.

Si España estaba aislada, al fútbol patrio no le iba mejor. Prueba de ello es el titular con que “Marca” oficializó la gira: “Al fin vamos a saber si nuestro fútbol es bueno o malo” (19-XI-1946). Y de inmediato, el paseo del equipo argentino por nuestros estadios fue visto y presentado como una ruptura del bloqueo, mensaje de esperanza a los atribulados españoles y promesa de que Franco proveería. La Argentina de Perón, entonces próspera, no iba a dejar en la estacada a sus hermanos de la madre patria. Porque los medios, claro está, conectaron la llegada del San Lorenzo con el panorama de guiños cómplices entre dos regímenes personalistas y autoritarios. El 12 de octubre, dos meses antes de que el equipo sudamericano volase hasta Madrid, el embajador argentino había aprovechado la fiesta de la Hispanidad para engalanar a nuestro dictador con la más alta condecoración de su país. En reciprocidad, Franco otorgaba al presidente argentino el Collar de Isabel la Católica. El 30 de octubre, en el Salón Blanco de la Casa Rosada, Perón confirmaba aquel idilio mediante rúbrica a un acuerdo comercial, comprometiéndose a resolver el 90 % del déficit de trigo español durante cinco años. Había, pues, que recibir a la formación argentina no como a un adversario, sino como al amigo del alma dispuesto a llenarnos el plato.

escenografía la desplegada por San Lorenzo, que siempre saltaba al campo con las banderas de España y Argentina.

escenografía la desplegada por San Lorenzo, que siempre saltaba al campo con las banderas de España y Argentina.

Quienquiera que diseñase la escenificación y protocolo de aquellos partidos, lo hizo admirablemente. El lunes 23 de diciembre, presentación del San Lorenzo en el Metropolitano ante el líder de nuestra Liga, Atlético Aviación, los argentinos saltaron al césped sujetando una gran bandera española, en medio de cerradísima ovación. Prensa y radio, poco menos que de víspera habían dado cumplida cuenta del acuerdo comercial entre Argentina y España: “Además de 400.000 toneladas de trigo, llegarán a nuestros puertos 120.000 de maíz, 8.000 de aceites comestibles, 16.000 de oleaginosas, 10.000 de lentejas, 20.000 de carne congelada, 5.000 de carne salada, 10.000 de panceta y 50.000 cajas de huevos. Todo ello como intercambio por 15.000 toneladas de palanquilla, 5.000 de chapa de hierro y otras tantas de plomo y corcho, 600 de papel de fumar y 200 de aceituna”. Más adelante, el ministro de Industria y Comercio iba a servir en bandeja nuevos titulares: “Carne y trigo argentinos aseguran el abastecimiento de España durante este año”. ¿Cómo no se iba a recibir entre abrazos al representante deportivo de los Reyes Magos?.

Pero es que, además, los chicos del San Lorenzo jugaban como los ángeles. Por 1-4 cayó el Atlético, repartiéndose Martino y Pontoni los goles bonaerenses. Un resultado que pudo ser más amplio si los visitantes no hubiesen contemporizado durante la segunda mitad, con el choque resuelto. Su fútbol de pase corto, regate filigranero y preciosista, aparentemente plano, pero demoledor en su constante búsqueda de espacios por donde destrozar líneas, constituía absoluta novedad. Tampoco defendían con dos hombres, como era costumbre en nuestro campeonato, sino empleando 3. La teórica debilidad de un centro del campo con sólo dos medios, la resolvían retrasando a los interiores y otorgando con ello más espacio al ariete. En resumidas cuentas, utilizaban la táctica WM. Fue tal su exhibición en Madrid, que el público los despidió lanzando al aire sus sombreros “como muestra de pleitesía ante tan buen juego”, según recogieron los medios bonaerenses. Es muy probable que además de al buen fútbol los sombrerazos premiasen a la nación benefactora, mitigante de tantísima hambre a despecho de cuanto pudiera tejerse desde la ONU.

Por mucho que los argentinos fuesen “amigos”, sus victorias escocían. “El futbol español no debe seguir recibiendo lecciones, aunque nos visiten maestros como los argentinos del San Lorenzo”, tituló Marca.

Por mucho que los argentinos fuesen “amigos”, sus victorias escocían. “El futbol español no debe seguir recibiendo lecciones, aunque nos visiten maestros como los argentinos del San Lorenzo”, tituló Marca.

Sobre esa ayuda argentina y su trastienda, la Historia sigue sin ponerse de acuerdo. Una versión plantea que la embajada británica en Madrid habría informado a su gobierno sobre el terrible desabastecimiento que padecía España, sugiriendo la conveniencia de poner en marcha algún tipo de medida y evitar, de paso, posibles revoluciones comunistas, fruto de la desesperación. Trasladada esa inquietud hasta los Estados Unidos, se convino la ayuda indirecta a España, como medio de ahorrarse el rechazo de la opinión pública tanto inglesa como norteamericana. Estados Unidos habría decidido exportar petróleo a Argentina, a cambio de que ésta enviase cereales a nuestro depauperado país. Otro planteamiento menos romántico sugiere, sencillamente, la necesidad argentina de encontrar mercado para sus excedentes de trigo. Por nuestros pagos, como ya se ha dicho, convenía al régimen acreditarse capaz de resolver problemas sociales, dejando en agua de borrajas cualquier iniciativa de bloqueo. Franco, la “lucecita del Pardo que jamás se apaga”, el “centinela de occidente”, según definición de Galinsoga, velaba el inquieto sueño de sus súbditos.

Claro que una cosa era quitarse el sombrero en la grada, y otra hincar la rodilla sobre el césped, tarde sí y tarde también. Público, prensa y jugadores, tenían su orgullo, como es lógico. Y ello quedó muy de manifiesto durante el segundo partido, otra vez en el Metropolitano, pero contra el Real Madrid de Bañón, Clemente, Corona, Ipiña, Huete, Alsúa, Molowny, Pruden, Belmar y compañía. Fue la tarde de Navidad. Por la mañana hubo que retirar nieve del campo, y la expedición argentina disfrutó de una larga Nochebuena. Ipiña, en el vestuario, arengó a sus compañeros: tenían que demostrar quiénes eran, que sabían jugar al fútbol; el público esperaba verlos victoriosos, debían ser el primer equipo de Madrid, y un buen modo de empezar sería mejorando la actuación colchonera. El Madrid se impuso 4-1, después de un primer tiempo vibrante al que llegaron con 3-0. Pontoni, en el banquillo durante los primeros 45 minutos, acortó distancias tras la reanudación. Y Alsúa, en el minuto 88, cerró el marcador abierto con dos goles de Pruden y uno de Nazario Belmar. A los argentinos se les notó cansados, carentes de chispa. El consabido exceso de horas antes, quizás, por más que ellos se escudaran en el mal estado del terreno, favorecedor del fútbol directo y visceral característico en el once “merengue”.

Cartel del encuentro en San Mamés, resuelto con empate que ambos equipos consideraron justo.

Cartel del encuentro en San Mamés, resuelto con empate que ambos equipos consideraron justo.

La tercera comparecencia de San Lorenzo tuvo lugar en Las Corts, ante un  combinado nacional. No exactamente la selección española, como a veces se ha escrito, si bien había entre ellos varios internacionales. Concretamente, Álvaro, Curta, los hermanos Gonzalvo, Epi, Arza, Herrera, Escudero, e incluso Lángara, de regreso a “su” Oviedo tras peregrinar por Buenos Aires y México. El ariete ya no contaba para nuestro seleccionador, es cierto, pero pese a su veteranía seguía goleando con los asturianos. Fue un partido loco, formidable para el público, saldado con un 5-7 favorable a San Lorenzo, luego de que los españoles se adelantaran con dos goles en el primer cuarto de hora. Pontoni (4 tantos en su haber) volvió a erigirse como el mejor. Lángara tampoco se fue de vacío, al perforar una vez el marco de sus antiguos compañeros. La recaudación arrojó 700.000 ptas. de saldo, verdadero capitalazo en 1947, puesto que un maestro venía a liquidar entre 7.500 y 8.000 anuales.

Hernández Coronado, seleccionador español, intentó justificar la derrota y escurrir el bulto: “Siempre ocurre igual con los combinados. Cada jugador intenta brillar por su cuenta, olvidándose del colectivo. Estoy seguro que ante Portugal todo será muy distinto”. Portugal iba a ser inmediato adversario de la selección auténtica, la, digámoslo así, oficial. “En Argentina creen que el San Lorenzo ganó a una selección española”, titularon distintos medios una nota de “Alfil”, con el propósito de minusvalorar la victoria visitante. Los sudamericanos, entre loas al público por su comportamiento y acogida, pusieron rumbo a Bilbao, donde les esperaba un nuevo choque ante el Atlético en San Mamés. Todos los diarios madrileños informaban que desde las 3 de la madrugada del día 4, para conectar telefónicamente con la capital habría que marcar seis cifras, y no cinco, como hasta entonces.

En Bilbao, los expedicionarios fueron recibidos por el ex ministro de Exteriores José Félix de Lequerica. El alcalde, Juan Zuazagoitia, pronunció un discurso de bienvenida y la banda de música hizo sonar los himnos de España y Argentina. De todo ello se dio cumplida cuenta. Ni una palabra, en cambio, sobre las disensiones que a punto estuvieron de desembocar en suspensión del partido, ante distintas muestras de malestar y lucha clandestina detectadas a lo largo de la industriosa margen izquierda del Nervión. Por fin, el domingo 5 de enero Atlético y San Lorenzo medían sus fuerzas, empatando a 3. El campo se hallaba en malas condiciones, con mucha arena; llovió, hizo frío, y los espectadores, pese a todo, regresaron a casa con un magnífico sabor de boca. Dos goles de Zarra y uno Panizo para los rojiblancos, y los bonaerenses repartidos entre Farro, Silva y el sempiterno Pontoni, sirvieron de corolario a 90 minutos de toma y daca. Los jugadores de San Lorenzo volvieron a saltar portando la bandera española y el ex atlético Ángel Zubieta, recibido entre aplausos, fue despedido con una atronadora ovación.

La gira también sirvió para que avispados publicistas hiciesen negocio. Los jugadores del San Lorenzo, caricaturizados, constituyeron reclamo de un dentífrico, sin abonar nada por derechos de imagen.

La gira también sirvió para que avispados publicistas hiciesen negocio. Los jugadores del San Lorenzo, caricaturizados, constituyeron reclamo de un dentífrico, sin abonar nada por derechos de imagen.

El chauvinismo deportivo de nuestra prensa volvió a manifestarse desde sus efectistas titulares: “Al At. Bilbao le anulan dos goles y empata con el San Lorenzo de Almagro”“En la segunda parte los vascos se impusieron y merecieron la victoria”. Jacinto Miquelarena, pluma muy autorizada antes de la guerra, se sumaba al coro desde Buenos Aires en un servicio especial para Alfil: “El empate del Atlético ante el San Lorenzo se considera como un triunfo argentino”. Los espectadores, por su parte, habían salido sin saber a qué carta quedarse, entre la ofensiva rabiosa y directa de los “leones”, o el pase atrás, la técnica depurada y el bamboleante ritmo de guaracha impuesto por el conjunto azulgrana. Incluso hubo cierta decepción entre los paladines del fútbol racial y escasamente científico. “Tampoco es para tanto, hombre -sintetizaban-. Total, todos juegan como Panizo”. Panizo, amigo del pase corto y con una concepción cerebral del juego, venía siendo cuestionado en San Mamés. Cualquier comparación con él, distaba mucho de ser un piropo.

Prácticamente todas las referencias a esa gira saltan desde el día 5 al 16, donde los “cuervos” se midieron a otro combinado nacional, nuevamente en el madrileño Metropolitano. Pero entre ambos, el día 6, los azulgrana se dejaron caer por Galdácano, localidad natal de Zubieta, homenajeando allí a la madre de su formidable medio centro.

El Club Deportivo Galdácano, militante en categoría Regional, contó para dicho encuentro con el concurso de los atléticos Miguel Gaínza -hermano del gran “Piru”-, Venancio e Iraragorri, este último galdacanés de nacimiento. Por su parte los argentinos consintieron a su portero suplente, Peñalba, y al delantero Aballay, reforzar a su contrincante. Ambos equipos se alinearon así:

San Lorenzo: Blazina; Zubieta, Crespí, De la Mata; Rodríguez, Colombo; Imbelloni, Farro, Pontoni, Martino y Silva.

Galdácano: Peñalba; Bergareche, Gaínza; Gurtubay, Elezcano, Sanz; Galarza, Iraragorri, Aballay, Venancio y Pomposo.

En el San Lorenzo toda la delantera titular, pero varios hombres fuera de sitio desde el centro del campo hacia atrás. Por parte del modesto vizcaíno, un eje central de prestado en el ataque. Se impuso el Galdácano por 4-1, y las modestas arcas “dinamiteras” -el pueblo vivía prácticamente de una industria de explosivos- quedaron colmadas con 90.000 ptas. de recaudación. Lo de menos, sin embargo, fue el resultado, porque la jornada estuvo salpicada de anécdotas.

Puesto que los argentinos venían de disputar otro partido apenas 24 horas antes, se acordó reducir en 15 minutos cada tiempo ante el Galdácano. Esto es, hubo dos mitades, cada una de media hora. En los prolegómenos, el capitán local hizo entrega a Zubieta de un ramo de flores, y éste fue con él hasta la tribuna, donde se hallaba su madre, para ofrecérselo entre nutridos aplausos. Puesto que los vestuarios de Santa Bárbara eran paupérrimos, no gozando siquiera de agua caliente en su única ducha, se acondicionaron otros, a toda prisa, en el Colegio de los Hermanos Maristas. Aquel fue el primer encuentro que veía la madre de Ángel Zubieta, y tras su conclusión, la comitiva sudamericana fue agasajada en el Círculo, un local ya desaparecido, sobre cuyo solar, tiempo después, acabarían levantándose los comedores de “Explosivos Riotinto”. La directiva del San Lorenzo tuvo el detalle de obsequiar al árbitro, modesto trencilla vizcaíno, con un silbato de plata. Ese mismo árbitro, que desde la fecha pitaba con el silbo regalado, fue objeto de una agresión en el propio campo de Santa Bárbara, tiempo después, a resultas de la cual extravió tan entrañable recuerdo mientras rodaba por el suelo. Vanamente trató de recuperarlo, casi sin luz, en tanto su agresor lloraba en la caseta, quién sabe si arrepentido o temiéndose la previsible dureza federativa. Días más tarde, durante el acondicionamiento del terreno, rodillo en ristre, dos directivos galdacaneses dieron con silbato, que entregaron a su legítimo dueño cuando volvió a pitarles en la vecina localidad de Amorebieta.

Este partido que parece no hubiese existido, fue catalogado por “Marca” como “exhibición” en un suelto de veinte líneas. No menos “exhibición” que las realizadas por los de Boedo en La Coruña o Sevilla, puesto que si jugadores del Celta y Oviedo reforzaron el cuadro coruñés en Riazor, también el Sevilla C. F. contó entre sus filas con los argentinos Rodríguez y Aballay, prestados por el San Lorenzo. La única diferencia entre este encuentro y otros de la gira, radica en su duración de 60 minutos, más que justificable tras el esfuerzo de San Mamés. En eso, y en que De la Mota, Rodríguez, Imbelloni, Farro, Martino y compañía, apenas hicieron amago de presionar, corrieron poco y, eso sí, a su triangulación habitual unieron taconazos, toques de espuela y controles a la remanguillé, para pasmo y deleite de quienes pasaron por taquilla.

El jueves 16 de enero, con Franco en un palco engalanado, los expedicionarios jugaron a placer ante otro combinado español, al que derrotaron 1-6. Esa tarde Bañón ocupó la portería, el “colchonero” Aparicio su habitual posición de contundente medio centro, Mencía pasó las de Caín en la zona ancha, e Iriondo y Zarra reforzaron la vanguardia. Su concurso sólo sirvió para que a nuestro fútbol se le colorearan las orejas. Por su parte, Hernández Coronado siguió a la suya: “Se actuó mal, mucho peor que en Barcelona. Claro que un combinado siempre juga menos que un equipo de club”. Hernández Coronado, antiguo guardameta, secretario técnico de tronío, periodista ocasional, inventor del 1-X-2 durante su época en el Patronato de Apuestas Mutuas, trombón, chelo, pandereta, fagot, arpa y voz solista en cualquier orquesta futbolera, solía tener salidas para todo: “Puedo vanagloriarme de ser el primer seleccionador español que ha perdido contra Portugal”, sentenció ante una derrota histórica, sin evaluar las consecuencias de su humorada. Ahora parecía pasar por alto que las selecciones son precisamente eso, entresacas de lo mejor en cada equipo. Secundando el planteamiento, costaba entender por qué los seleccionadores no elegían como representante nacional genuino a un club cualquiera al completo.

El equipo argentino también fue objetivo de la crónica social. En este caso se recoge su visita a San Lorenzo del Escorial.

El equipo argentino también fue objetivo de la crónica social. En este caso se recoge su visita a San Lorenzo del Escorial.

Pero pese al doloroso 1-6, la prensa, en su conjunto, prefirió mostrarse contemporizadora: “Los españoles jugaron menos de lo que saben y de lo que pueden”. Obviamente, nadie trasladó desde Argentina el eco de semejante vapuleo. ¿Para qué?, debieron considerar en las distintas redacciones. Que allá se disfrutase de la victoria, mientras por estos pagos se hacía lo propio con sus vituallas.

Una semana más tarde, en Mestalla no cabía un alfiler sesenta minutos antes del pitido inicial. Seiscientas mil pesetas de caja, nada menos, se contabilizaron. “La primera parte, de clásico y soberbio fútbol español, sorprendió a los argentinos”, tituló “Marca” su crónica del empate a un gol. También pudo haber elegido, por ejemplo, “Eizaguirre mantuvo a raya a los argentinos”, puesto que el internacional guipuzcoano estuvo espléndido.

Carlos Correia, celebrada firma del “A Bola” lisboeta. Tanto él como sus compañeros de profesión experimentaron un gélido baño de realidad cuando el San Lorenzo de Almagro se enfrentó a dos oficiosas selecciones lusas.

Carlos Correia, celebrada firma del “A Bola” lisboeta. Tanto él como sus compañeros de profesión experimentaron un gélido baño de realidad cuando el San Lorenzo de Almagro se enfrentó a dos oficiosas selecciones lusas.

El 28 de enero, en La Coruña, otro nuevo empate, esta vez a cero. Los coruñeses contaron con el refuerzo de los célticos Bermejo, Alonso y Aretio, así como con el ovetense Diestro, y tal circunstancia gustó poco en la ciudad de la luz. “¿Se nos quiere hacer de menos?”, planteó un cronista. Otros llegaron a afirmar que si no jugaba el Deportivo más genuino, lo natural sería suspender el partido. Al fin y al cabo, con ese choque se pretendía celebrar el 40 aniversario de la fundación del Deportivo. ¿Tenía sentido una conmemoración donde los blanquiazules confesaran de antemano su endeblez?. Pura prédica en desierto, porque Riazor dejó poco cemento a la vista. Acuña estuvo sensacional, con varios despejes, salidas a los pies, jugándose el tipo, blocajes marca de la casa… Cuando el árbitro puso punto final a la fiesta, Zubieta y Acuña, que años después iban a coincidir en el vestuario deportivista, fueron paseados a hombros, como toreros. Al día siguiente, tanto la prensa gallega como la nacional, se engallaban: “El Deportivo coruñés supo jugar a los argentinos como convenía”. Y al mismo tiempo reconocía la decisiva contribución del portero albiazul: “Acuña tuvo una tarde extraordinaria”.

Concluía febrero cuando la troupe argentina se desplazó a Portugal, donde le esperaban dos nuevos compromisos, ante el Oporto y una selección lusa. Aquello fue poco menos que una masacre deportiva, contemplada con estupor desde el diario “A Bola”. “Porto 4 – San Lorenzo 9. Sem palavras” (31-I-1944). Y “Equipe Nacional 4 – San Lorenzo 10. Mestres contra discipulos” (2-II-1947). Carlos Correia, Ribeiro Dos Reis o Cándido de Oliveira, tres de los críticos deportivos más respetados entre nuestros vecinos del Atlántico, no se mostraron complacientes en sus juicios, justo cuando parecía que Portugal empezaba a dar pasos de gigante en lo futbolero. Otros medios del país vecino aún resultaron más crueles: “Exibiçäo dos argentinos ante os nossos astros”. Y hasta “10-4. Os portugueses facendo papel de bobos”. Alguna crónica, además, concluía que al apropiarse los visitantes de la pelota, el conjunto luso reaccionó como una banda de pilluelos; entre trompazos y malos modos. En el equipo nacional portugués figuraban varios de los que por esa misma época pusieron a Hernández Coronado y nuestra selección contra las cuerdas, con Peiroteo, su gran figura, a la cabeza. Magnífica oportunidad para que a este lado de la frontera se sacase pecho. “La violencia de los portugueses fue ineficaz ante la maestría argentina”, tituló “Marca”. “Las victorias del San Lorenzo en Portugal han puesto las cosas en su punto. Ni los españoles son tan malos, ni los lusos tienen el mejor fútbol del mundo”. El honor del deporte patrio parecía a salvo. Claro que en un país pendular, como tan a menudo acredita ser el nuestro, donde saltar del todo al nada, del pesimismo absoluto a la glorificación excelsa está a la orden del día, no pocos medios se pasaron de frenada: “Meana estima que debemos cultivar nuestra tradición futbolística. Cuando le hablamos de entrenadores extranjeros, nos dice: Asomarnos al mundo, sí. ¡Pero de eso a necesitarlos…!”

El presidente “cuervo”, Sr. Peluffo, Zubieta, capitán del equipo, y González Grey, directivo, caricaturizados por Ugalde.

El presidente “cuervo”, Sr. Peluffo, Zubieta, capitán del equipo, y González Grey, directivo, caricaturizados por Ugalde.

Desde Oporto y Lisboa, la directiva del San Lorenzo había continuado gestiones tendentes a disputar un nuevo partido en la ciudad condal, esta vez ante el Barcelona C. F. Cualesquiera que fuesen las razones, de índole económica, conforme se manifestó por Cataluña, o producto de la prudencia, luego del vapuleo sufrido en Las Corts por el combinado el día de año nuevo, según se sugirió desde los mentideros, no hubo acuerdo. Y en vista de ello, los sudamericanos pusieron rumbo hacia Sevilla, donde acabaron enfrentándose al equipo blanco, vigente campeón de Liga. Los hispalenses, además de con sus figuras -Bustos, Alconero, Eguíluz, Arza, Herrera o Campos- contaron con el préstamo de los argentinos Rodríguez y Aballay, según parece porque el San Lorenzo quería poner al último en el escaparate. El 5-5 reflejado tras los 90 minutos, lo dice todo. Pura fiesta atacante, toques de lujo, casta sevillana, alternativas en el marcador y el fino olfato de Arza, “Niño de Oro”, conforme habría de rebautizarlo el sevillismo ante el traspaso satisfecho, verdaderamente astronómico para la época. Nuestra prensa, otra vez, quiso hacer pasar la igualada como otra victoria moral. “Un penalty 4 minutos antes del final dio el empate al San Lorenzo en Sevilla”, tituló “Marca”.

Míster Barrick. Sus alabanzas a España fueron convenientemente cacareadas por nuestros medios. Venían muy bien ante la situación de bloqueo internacional.

Míster Barrick. Sus alabanzas a España fueron convenientemente cacareadas por nuestros medios. Venían muy bien ante la situación de bloqueo internacional.

Vistas las cosas con perspectiva, no parece descabellado pensar que bien pudieron mediar consignas en torno a la redacción de esas crónicas. Reconocer el fútbol argentino, sí; aunque sin poner el nuestro a los pies de los caballos. Virtudes tan ensalzadas entonces como virilidad, empuje, sentido del deber y nobleza, están muy presentes en casi todas ellas. España, cercada económica y políticamente, famélica, turbia de horizonte, no podía permitirse el lujo de perder su orgullo. Y para ello se aprovechaban tanto las debacles portuguesas como lo declarado en Inglaterra por el británico míster C. J. Barrick, árbitro que acababa de pitar por nuestros pagos. El suplemento semanal de “Marca” difícilmente hubiera podido mostrarse más transparente:

 “El Daily Mail, entre otros, encabeza con grandes titulares la entrevista con el colegiado, que titula: Tratado como un rey en España”. A lo largo del artículo “Marca” incidía en “la grata impresión producida tanto por nuestro fútbol, como ante la hospitalidad y simpatía que en nuestra Patria ha encontrado, y las agradables condiciones de vida que en la actualidad se disfrutan aquí”. El mismo semanario madrileño, como por casualidad, ensalzaba la alta cotización de nuestros entrenadores, avalada por la oferta que se le había hecho a Travieso, antiguo internacional baracaldés, para dirigir a un equipo americano. Por más que el articulito no citase de qué equipo se trataba, cualquier lector concluiría sobre su pertenencia al campeonato argentino. Y de eso nada. Travieso no habría de ir a Buenos Aires, sino hacia México, cuyo fútbol no sólo era muy inferior al del inmenso país sudamericano, sino incluso al español. Para remate, el 8 de febrero el propio “Marca” componía una portada propia del 28 de diciembre, día de Inocentes. Nada menos que en Buenos Aires situaba a Ricardo Zamora, y no de turismo, sino para entrenar al mismísimo San Lorenzo. Huelga decir que esa primera plana debería estudiarse en las facultades de Periodismo, como ejemplo de bulo interesado, manipulación de la opinión pública y mentira con patas muy cortas. Tanto como la fábula de una gasolina sintética, compuesta por extractos de hierbas y polvillos secretos, que iba a arrojar “a partir de los próximos ocho meses, tres millones de litros diarios de combustible”. O el motor de agua presentado con toda pompa por el sevillano Francisco Gascón en su domicilio-taller con vistas a La Giralda “capaz de acabar con los gasógenos y las dificultades del parque automovilístico nacional tan pronto empiece a fabricarse en serie”. Sin olvidar, claro,  el no menos abracadabrante invento Juan Vidiella, mecánico reusense, empeñado en elevar agua marina hasta las montañas sin otro impulso que el del propio oleaje, resolviendo así las carencias de energía eléctrica mediante saltos de agua diseminados por toda la costa. Disparates sólo superados por el fantástico ingenio de dos hombres, coadjutor uno y radiotelegrafista otro, fabricantes de oro en San Lorenzo del Escorial. El periódico “La Nueva España” llegaba más lejos, asegurando existía “el inevitable tercer hombre, con muchos millones de pesetas, respaldándoles”. Y para guinda, una información atribuida a la prensa soviética, según la cual el gobierno franquista fabricaba bombas atómicas en Ocaña.

Falsedad esdrújula en la portada de Marca. Ricardo Zamora nunca entrenó al San Lorenzo. Nuestros técnicos, en realidad, tenían mucho que aprender sobre fútbol moderno.

Falsedad esdrújula en la portada de Marca. Ricardo Zamora nunca entrenó al San Lorenzo. Nuestros técnicos, en realidad, tenían mucho que aprender sobre fútbol moderno.

Semejante alarde imaginativo -la gasolina milagrosa, los alquimistas escurialenses, la bomba atómica “made in Ocaña” y los saltos de agua salada- fue tomado a chacota de Norte a Sur, en tertulias, reboticas, barberías o portales con kiosco de limpiabotas. Porque en relación a las bombas, y al decir de algunos corresponsales, tampoco faltaron voces desde el exterior clamando ante la amenaza que un país con cartilla de racionamiento y sin dinero, representaba para la paz universal. El delirio de las armas de destrucción masiva no es nuevo, como hoy creemos.

Respecto a la imaginaria contratación de Zamora por el San Lorenzo de Almagro, apenas si circularon bromas. La España futbolera lo creyó a pies juntillas.

Casi paralelamente, los muchachos del San Lorenzo seguían generando noticias bastante útiles. Si con ocasión de su viaje a Bilbao se hizo constar que “parte de la plantilla acudió al santuario de Nuestra Señora de Begoña, asistiendo además a un oficio religioso”, el 10 de febrero, dos días antes de que partieran en vuelo transoceánico, hubo titulares como éste: “Los jugadores del San Lorenzo oyeron misa en los Salesianos de Atocha”. Se recordaba, a manera de explicación, el nacimiento del club, impulsado por un padre salesiano. Todo de lo más oportuno, en pleno nacional-catolicismo, con obispos que hasta hacía unos meses saludaban a la romana sin el más mínimo pudor.

No faltaron tampoco avispados precursores del marketing. Luis Sandrini, humorista y caricato con buena crítica, celebraba su tercera semana en el madrileño cine Imperial dedicando al San Lorenzo una función de su espectáculo “Mientras el cuerpo aguante”. Se sorteaba entre los espectadores un balón firmado por los jugadores bonaerenses.

Balones firmados por la plantilla del San Lorenzo como reclamo en un espectáculo cómico. La mitomanía no viene precisamente de ayer.

Balones firmados por la plantilla del San Lorenzo como reclamo en un espectáculo cómico. La mitomanía no viene precisamente de ayer.

Ya sin el San Lorenzo, hubo que cambiar de repertorio. Sería noticia Jorge Negrete, que estrenaba película en El Palacio de la Prensa, las colas que formaban sus muchísimas devotas a pie de taquilla, y la esperanza de que sin gran demora el ídolo charro pudiera visitar nuestro suelo. Aquella cinta, titulada “Hasta que perdió Jalisco”, no daba para tanto estruendo.

Todo eso cambió de golpe a partir del 9 de junio, con la llegada de Eva Perón. Su gira de 17 días incluía visitas a Italia, Francia, Mónaco, Holanda, Suiza y Portugal, amén de a España, por más que nuestros medios diesen a entender había dejado Buenos Aires con la única intención de pisar la piel de toro. Su fulgurante ascenso desde la precariedad más absoluta hasta el poder, como consorte de Juan Domingo Perón, se asemejaba a los culebrones que tanto representara, primero para la radio y luego en celuloide folletinesco. Por Argentina venía a ser una especie de ministro sin cartera, puesto que inauguraba hospitales, escuelas o asilos, enhebraba vibrantes discursos tan pronto le ponían delante un micrófono, o era vitoreada por sus descamisados como una diosa. Franco no sólo la recibiría a pie de avión, encabezando una comitiva compuesta por el gobierno en pleno, el obispo de la diócesis, tropas en perfecto estado de revista, banda de música y un enjambre de cámaras y fotógrafos, sino que había hecho acondicionar un “Dakota DC-4” de Iberia con dormitorio y sala de estar, para aliviarle el salto transoceánico. También aguardaban en un discretísimo tercer plano, varios coches oficiales a disposición de las doncellas, secretarias, modistas, peluquero, director espiritual y hasta galeno, que componían su enorme y medieval séquito. Tan pronto Evita hubo echado pie a tierra, aireó el primer discurso: “Os traigo el contagio de felicidad de los trabajadores argentinos, y ofrezco mi corazón de mujer, empapado en la nueva justicia que hemos dado a los obreros en mis ciudades y mis campos”.

“Mal empezamos”, se dice cuchicheó un miembro del gobierno, antes de hacer crujir sus bisagras. Luego Evita, con la desenvoltura que la caracterizaba, comenzó a moverse como si fuera no una invitada, sino la mismísima reina de España.

La santa de los descamisados había aprendido a disfrutar de su estatus con extrema rapidez. Según distintas fuentes, sus armarios atesoraban 400 vestidos de alta costura, 100 abrigos de pieles, unos quinientos sombreros de verano, primavera, estío y entretiempo, no menos de 800 pares de zapatos, algunos con brillantes hasta los tacones, y joyas que a finales de los 40 fueron valoradas en casi 20 millones de dólares, o sea 600 millones de ptas. -entonces un dólar valía 32 ptas.-, cuando los trabajadores españoles soñaban con 600 mensuales. En el Palacio Real, luego de que Franco le impusiera la Gran Cruz de Isabel la Católica y el obispo un par de escapularios de la Virgen del Camino, ante la atronadora ovación desatada nada más asomar al balcón, dijo a la cara de nuestro dictador: “Cuando necesites una multitud tan fervorosa, no dudes en llamarme, mi general”. En otra de sus comparecencias públicas hizo que los altavoces propagasen algo de lo más subversivo: “En Argentina trabajamos para que haya menos pobres y menos ricos. ¡Hagan ustedes lo mismo!”. Llegados a este punto cabría preguntarse qué fue del peronismo. O reflexionar, como mínimo, sobre lo fácil que es predicar de viva voz y cuán costoso resulta dar ejemplo.

Muños años después de aquella gira, los herederos de ese San Lorenzo posaron para una revista con trofeos conquistados en nuestro suelo.

Muños años después de aquella gira, los herederos de ese San Lorenzo posaron para una revista con trofeos conquistados en nuestro suelo.

Franco y sus generales sólo volvieron a respirar cuando Evita dijo adiós. La bienvenida al mercante que transportara hasta Barcelona las primeras toneladas de trigo argentino, también tuvo mucho de apoteósica. La carne congelada ya pasó algo desapercibida. Debilidad humana, al fin y al cabo, olvidarlo todo. Por eso, probablemente, el verbo de Eva Perón y la gira del San Lorenzo se convirtieron muy pronto en noticia vieja. Más por lo tocante a Evita, que en relación al San Lorenzo.

Y es que pese a cuanto recogiera la prensa nacional, los futbolistas bonaerenses había dado clases doctorales, poniendo en evidencia un fútbol patrio basado en el entusiasmo, la testiculina y el pundonor; un fútbol rancio, ya periclitado. Conscientes de la realidad, nuestros federativos hicieron llegar a los clubes de 1ª y 2ª una circular conminándolos a poner en práctica cuanto aquella gira dio a entrever. Los “colchoneros”, según parece, tomaron la delantera al resto, retrasando a su medio centro Aparicio hasta convertirlo en defensa central. En 3ª División, por el contrario, se siguió formando al modo clásico, es decir 2-3-5, durante varios años.

Con relación a la política, el bloqueo internacional siguió causando estragos. Faltaban medicamentos, penicilina, jabón, papel, gasolina, energía eléctrica… Y sobraban, quizás, velas encendidas en las capillas. A Franco las cosas se le irían arreglando a medida que se abría una zanja entre la Unión Soviética y sus antiguos aliados. Porque la estratégica posición de la península, tapón del Mediterráneo, unida al feroz anticomunismo del régimen, transformaron al general abominable en útil aliado.

Pero eso ya es otra historia. Quedémonos, de momento, con que el San Lorenzo de Almagro no se exhibió 10 tardes por la península, sino 11. Aquellos 60 minutos de juego y Galdácano como parada y fonda, también existieron.




Ernesto Vidal. El austracista que ganó el mundial en 1950.

El 15 de noviembre de 1921 nacía en la localidad italiana de Buie d´Istria un niño bautizado como Ernesto Servolo Vidal. La península de Istria había cambiado varias veces de manos a lo largo de la historia (Venecia, Austria, Francia napoleónica, de nuevo Austria y, tras la Primera Guerra Mundial, Italia) y aún cambiaría de nuevo de manos tras la Segunda Guerra Mundial, sería del efímero Estado Libre de Trieste y luego de Yugoslavia. De hecho la localidad natal de Vidal hoy en día se llama Buje y pertenece a Croacia.  El apellido español de nuestro protagonista nos retrotrae a la Guerra de Sucesión Española (1701-1715) y al exilio de muchos de los perdedores en aquella Guerra (los austracistas).

Tras la victoria borbónica miles de partidarios del Archiduque Carlos (de 25.000 a 30.000 personas) se exiliaron para escapar de la dura represión del bando vencedor. Se instalaron en diferentes reinos italianos de pasado español (Cerdeña, Nápoles, Milán) o en los Países Bajos, aunque una pequeña minoría (unos 1.500) se instaló en Viena junto a su Rey y unos 800 fundaron una nueva ciudad llamada Nueva Barcelona en el remoto Banato de Temesvar, en la actual Serbia (actualmente Zrenjanin). Este fue el primer gran exilio político español y aunque muchos de estos austracistas regresaron a España tras el Tratado de Viena de 1725, una parte de ellos se quedó en el exilio para siempre y sus apellidos españoles fueron desapareciendo por matrimonio o asimilación. Con alguna excepción. Como los Vidal de Istria o los Torres de Budapest, uno de cuyos descendientes también fue un gran deportista. (1)

Siendo Ernesto Vidal muy niño su familia emigra a Argentina, concretamente a San Francisco (Córdoba) y allí se crió nuestro protagonista y se inició en el fútbol junto a su hermano mayor Güido, integrándose a los once años en el Sportivo Belgrano. A los quince años debutó en el primer equipo y destacó rápidamente como un extremo izquierdo veloz. A los dieciocho años ficha por Rosario Central donde ya juega Güido y permanece en dicho club hasta 1943 cuando pasa al Peñarol de Montevideo. Los años que permanece en Uruguay son los mejores como futbolista, «el patrullero» se afianza en la banda izquierda y gana 4 Campeonatos Uruguayos de Fútbol. Tan alto es su nivel que en 1950 es convocado para jugar con Uruguay por Juan López Fontana el Mundial. No era ciudadano uruguayo (seguía siendo ciudadano italiano) y había viajado a Brasil en abril de 1950 con su pasaporte italiano, expedido en el Consulado de Montevideo el 28 de diciembre de 1949.

Visado de entrada en Brasil de Ernesto Vidal Di Servolo [sic] 5 de abril de 1950 (2)

Visado de entrada en Brasil de Ernesto Vidal Di Servolo [sic] 5 de abril de 1950 (2)

Por sorprendente que pueda parecernos en aquella época no era imprescindible ser ciudadano del país al que uno representaba en el Mundial y la selección de Estados Unidos en Brasil 1950 es buena prueba de ello. En la misma figuraban un ciudadano haitiano (Joseph Edouard Gaetjens) (3), un italiano (Gino Gardassanich) (4), un belga (Joseph André Maca) (5), un británico (Edward John McIlvenny) (6) y un apátrida (Adam Wolanin) (7).

Pero Uruguay debía tener alguna reserva o temor a llevar un ciudadano italiano en el equipo y el 8 de junio de 1950 (16 días antes de iniciarse el Mundial) Ernesto Vidal obtiene un pasaporte uruguayo. Tenemos la prueba porque en 1951 regresa a Brasil y ya lo hace como ciudadano de la República Oriental del Uruguay, en este visado leemos que su pasaporte uruguayo fue expedido por la Policía de Montevideo el 8 de junio de 1950 .

Visado de entrada en Brasil de Ernesto Servolo Pedro Vidal Cassio. 11 de abril de 1951 (8)

Visado de entrada en Brasil de Ernesto Servolo Pedro Vidal Cassio. 11 de abril de 1951 (8)

En el Mundial de Brasil 1950 Ernesto Vidal jugó en el primer partido frente a Bolivia (8-0, marcó 1 gol) y en los partidos de la Ronda Final frente a España (2-2) y Suecia (3-2). Se perdió por lesión el partido decisivo frente a Brasil (1-2) que le dio a Uruguay el segundo Mundial (o el cuarto, contando los Torneos Olímpicos de 1924 y 1928).

En 1953 viaja a Italia para jugar en la Fiorentina y el Pro Patria pero las lesiones le impiden triunfar y regresa a Peñarol donde se retira en 1956. Retirado del fútbol se instala de nuevo en Argentina y fallece el 13 de junio de 1974 con 52 años.

Ernesto Servolo Vidal. El descendiente de austracistas españoles nacido en Istria que fue italiano, argentino y uruguayo y ganó el Mundial de Fútbol en 1950.

Agradecimientos: Esteban Pekerman

Notas:

(1) El nadador olímpico Béla Las Torres

http://olimpismo2007.blogspot.com.es/2013/12/bela-las-torres-el-ultimo-austracista.html

(2) «Brasil, Cartões de Imigração, 1900-1965,» index and images,  FamilySearch (https://familysearch.org/pal:/MM9.1.1/KNP8-X4F : accessed 20 Jun 2014), Ernesto Vidal di Levarlo, 1950; citing Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brazil, Arquivo Nacional, Rio de Janeiro; FHL microfilm .

(3) Joseph Edmond Gaetjens, nacido en Puerto Príncipe (Haití) el 19 de marzo de 1924. Entra en Brasil con pasaporte haitiano expedido el 28 de mayo de 1946 por la policía haitiana.

(4) Gino Garsassanich, nacido en Fiume (actual Rijeka, Croacia) el 26 de noviembre de 1922. Entra en Brasil con un pasaporte italiano expedido en Palermo el 7 de abril de 1949.

(5) Joseph André Maca, nacido en Bruselas (Bélgica) el 28 de septiembre de 1920. Entra en Brasil con un pasaporte belga expedido por el Cónsul General de Bélgica en Nueva York el 8 de agosto de 1949.

(6) Edward McIlvenny, nacido en Greenock (Escocia) el 21 de octubre de 1924. Entra en Brasil con un pasaporte británico expedido por el Cónsul Británico en Filadelfia el 25 de abril de 1950.

(7) Adam Stanislaw Wolanin, polaco nacido en Leópolis (actual Ucrania) el 13 de noviembre de 1919. Entra en Brasil como apátrida con un visado del Cónsul General de Brasil en Nueva York y un Certificado de Fe de Vida expedido por un notario de Chicago el 15 de junio de 1950.

(8) «Brasil, Cartões de Imigração, 1900-1965,» index and images,  FamilySearch (https://familysearch.org/pal:/MM9.1.1/KNP3-N12 : accessed 20 Jun 2014), Ernesto Servolo Pedro Vidal Cassio, 1951; citing Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, Brazil, Arquivo Nacional, Rio de Janeiro; FHL microfilm .