Amberes 1920

EL FÚTBOL EUROPEO DURANTE LOS SEIS PRIMEROS MESES DE 1920

Como consecuencia de la I Guerra Mundial el mapa europeo se había modificado en la zona central tras la descomposición del Imperio Austro-Húngaro, muchas fronteras se modificaron, dando lugar a nuevos estados y la paz no estaba totalmente restablecida ya que en la parte más oriental la Revolución Soviética no se había completado en tan vasto territorio, sumido en una guerra civil. El fútbol internacional se iba recuperando tras la trágica experiencia europea.

Entre 1915 y 1918 los únicos países que mantuvieron en activo sus selecciones nacionales fueron Suecia, Dinamarca y Noruega que jugaban entre sí, al igual que Austria y Hungría en duelo interno al que a veces se sumaba Suiza en su condición de país neutral.

Durante 1919 se fueron recomponiendo los campeonatos nacionales y poco a poco las federaciones se animaron a concertar partidos internacionales, aunque muy condicionadas por su alineación en el conflicto bélico mundial y su ubicación geográfica. El 9 de marzo de 1919 Bélgica y Francia volvieron a jugar, y tres meses más tarde fue Holanda la que reinició la actividad de su selección. Mientras los países escandinavos mantuvieron sus habituales partidos. En octubre de ese año se reanudó el torneo interbritánico con un Irlanda-Inglaterra en Belfast. También Hungría y Austria jugaron dos partidos amistosos -uno en abril y otro en noviembre- para conservar la tradicional rivalidad danubiana.

Los equipos inscritos en el Torneo de Fútbol de Amberes solo jugaron en los meses previos de 1920 catorce partidos oficiales como selecciones absolutas. Suiza fue el equipo que más encuentros disputó obteniendo muy buenos resultados como las victorias sobre Italia, Holanda y Suecia, además de su goleada a Alemania. Solo Francia fue capaz de ganar a los suizos. Precisamente fue el partido contra Alemania el que arropó la renuncia suiza a participar en los Juegos. Aunque la FIFA dio libertad para que sus afiliados jugasen contra los equipos de las naciones derrotadas en la guerra -Alemania, Austria y Hungría, junto a sus aliados Turquía y Bulgaria-, estas fueron vetadas para participar en las Olimpiadas. Suiza, consecuente con su neutralidad e ignorando el criterio del COI, fue el primer país que concertó jugar con Alemania. Conocedora de la germanofobia reinante entre el público belga prefirió renunciar a su participación alegando falta de subvención oficial para cubrir el desplazamiento del equipo.

Partidos previos de las selecciones participantes en los Juegos Olímpicos de Amberes

18/01/1920

Milán

Italia – Francia

9-4

17/02/1920

Bruselas

Bélgica – Inglaterra

3-1

29/02/1920

Ginebra

Suiza – Francia

0-2

28/03/1920

París

Francia – Bélgica

2-1

28/03/1920

Berna

Suiza – Italia

3-0

05/04/1920

Ámsterdam

Holanda – Dinamarca

2-0

05/04/1920

Ruan

Francia – Inglaterra

0-5

13/05/1920

Génova

Italia – Holanda

1-1

16/05/1920

Basilea

Suiza – Holanda

2-1

30/05/1920

Estocolmo

Suecia – Finlandia

4-0

06/06/1920

Estocolmo

Suecia – Suiza

0-1

13/06/1920

Kristiania

Noruega – Dinamarca

1-1

27/06/1920

Kristiania

Noruega – Suecia

0-3

27/06/1920

Zúrich

Suiza – Alemania

4-1

 

Resumen por países

J

G

E

P

F

C

P

 

Suiza

5

4

0

1

10

4

8

 

Suecia

3

2

0

1

7

1

4

 

Francia

4

2

0

2

8

15

4

 

Italia

3

1

1

1

10

8

3

 

Holanda

3

1

1

1

4

3

3

 

Inglaterra

2

1

0

1

6

3

2

 

Bélgica

2

1

0

1

4

3

2

 

Dinamarca

2

0

1

1

1

3

1

 

Noruega

2

0

1

1

1

4

1

 

Bélgica, como país anfitrión, partía como favorito. El resultado más importante fue su gran victoria ante Inglaterra amateur, equipo que estaba considerado como máximo favorito ya que  había ganado la Medalla de Oro en los Juegos de 1908 y 1912. Los ingleses, después de su inesperada derrota en Bruselas arrollaron a Francia a domicilio.

Francia llegó a Amberes con muchas dudas porque si bien fue capaz de ganar a Bélgica, en cambio había recibido dos goleadas muy importantes. Tampoco ofrecían garantías ni Italia ni Holanda ya que tenían un balance equilibrado conseguido con resultados muy desiguales.

Los equipos escandinavos fueron los que más partidos habían jugado en 1919 dada su situación geográfica. Igualmente continuaron jugando entre sí en 1920, siendo Suecia el que se mostraba más fuerte de los tres inscritos. Dinamarca, dos veces Medalla de Plata, había dado un bajón aunque seguía teniendo muy buena reputación y nadie contaba con Noruega.

El último partido internacional de Luxemburgo había sido en febrero de 1914, cuando derrotó a Francia por 5-4. Desde entonces no volvió a jugar hasta su participación en la Olimpiada e Amberes por lo que era toda una incógnita.

Para Checoslovaquia, Egipto, España, Grecia, Polonia y Yugoslavia la Olimpiada de Amberes iba ser su debut internacional, si bien Checoslovaquia ya había jugado partidos internacionales como Bohemia entre 1906 y 1908 cuando formaba parte del Imperio Austro-Húngaro. Tanto Checoslovaquia como Yugoslavia -cuyo nombre oficial era Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos– se constituyeron como estados como consecuencia del desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro. Gozaban de una gran tradición futbolística y pese a que en los Juegos de Amberes iban a formalizar su presentación oficial, se acompañaban de un muy buen cartel.

Por contra, Egipto y Grecia eran dos grandísimos desconocidos y no contaban en absoluto para las apuestas.

España era otra incógnita. Su aislacionismo le había llevado a mantener solo contacto con el fútbol francés y centroeuropeo a través de los partidos de club, por lo que nadie sabía hasta dónde podría llegar como selección nacional.

Polonia finalmente no se desplazó a Bélgica y retrasó su debut internacional hasta 1921.

Los participantes se tomaron muy en serio la preparación de sus equipos hasta el punto que seis federaciones se presentaron con entrenadores británicos: los escoceses William Sturrock Maxwell (Bélgica), John Madden (Checoslovaquia) y James McPherson (Noruega) y los ingleses Jack Carr (Dinamarca), Frederick Pentland (Francia) y Frederick Warburton (Holanda). Tres confiaron en técnicos nacionales: Paco Bru (España), Giuseppe Milano (Italia) y Veljko Ugrinić (Yugoslavia). A su vez eran jugador/seleccionador Hussein Hegazi (Egipto) y Yeorgios Kalafatis (Grecia); mientras que los equipos Gran Bretaña, Luxemburgo y Suecia estaban organizados por un equipo técnico.

AMBERES 1920 – TORNEO DE FÚTBOL

Inicialmente fueron dieciséis participantes inscritos en el Torneo de Fútbol, cuyo reglamento consistía en un sistema de eliminatorias de desarrollo piramidal que en su línea directa darían al vencedor del torneo y por tanto ganador de la Medalla de Oro. A su vez, las Medallas de Plata y Bronce se disputarían entre los equipos eliminados dependiendo en qué fase y con qué rival hubiesen perdido. Este tipo de competición doble recibía el nombre de sistema Bergvall.

Este método se basaba en el tradicional sistema de Copa por eliminación directa pero repescaba a los equipos eliminados para darles una segunda opción para alcanzar la medalla de plata. Con ello se compensaba a los equipos que hubiesen quedado eliminados por aquel que al final resultase campeón, y se contrarrestaba un poco el capricho de un sorteo que cruzase a los dos equipos supuestamente más fuertes en alguna eliminatoria previa a la final.  Recibe el nombre de su diseñador, el sueco waterpolista Erik Bergvall. Fue introducido en los Juegos Olímpicos de 1912 en la competición de waterpolo y así se aplicó en ese deporte en 1920 y 1924. El fútbol, dado que era la disciplina olímpica que más público atraía también recurrió en la Olimpiada de Amberes a este sistema con lo que aumentaron el número de partidos disputados, aunque no convenció a los participantes y no se aplicó en 1924.

El calendario para el Torneo de Fútbol quedó fijado de la siguiente manera:

28 de agosto: octavos de final.

29 de agosto: cuartos de final.

31 de agosto: semifinales por la Medalla de Oro y primera eliminatoria por la Medalla de Plata entre los cuatro eliminados de los cuartos de final.

2 de septiembre: gran final por la Medalla de Oro y segunda eliminatoria por la Medalla de Plata entre los dos vencedores de la primera eliminatoria entre los cuartofinalistas eliminados.

4 de septiembre: semifinales por la Medalla de Plata. Se enfrentarán por un lado el perdedor de la gran final y el vencedor de las eliminatorias entre los cuartofinalistas; y por el otro los dos equipos eliminados por el equipo que hubiese quedado campeón en octavos de final y en semifinales.

5 de septiembre: pequeña final, en la que el vencedor gana la Medalla de Plata y el perdedor consigue la Medalla de Bronce.

Para el sorteo de octavos de final se tomaron algunas medidas que dirigieron los emparejamientos de tal manera que los equipos considerados más fuertes no se enfrentasen entre sí a las primeras de cambio. Llamó sospechosamente la atención que tanto a Bélgica, país anfitrión, como a Francia, país del presidente del COI, les fuesen asignados rivales que previamente ya habían renunciado a participar. España, por su condición de debutante, recibió como rival a la potente y experta Dinamarca. Gran Bretaña aunque representaba a las cuatro federaciones británicas solo llevó jugadores ingleses, salvo uno, galés, que también jugaba en Londres.

TORNEO POR LA MEDALLA DE ORO

Octavos de final

28/08/1920

Checoslovaquia – Yugoslavia

7-0

Noruega – Gran Bretaña

3-1

España – Dinamarca

1-0

Italia – Egipto

2-1

Suecia – Grecia

9-0

Holanda – Luxemburgo

3-0

Francia – Suiza (renunció)

Bélgica – Polonia (no se desplazó a tiempo)

 

Cuartos de final

29/08/1920

Holanda – Suecia

5-4

Francia – Italia

3-1

Checoslovaquia – Noruega

4-0

Bélgica – España

3-1

 

Semifinales

31/08/1920

Checoslovaquia – Francia

4-1

Bélgica – Holanda

3-0

 

Final

02/09/1920

Bélgica – Checoslovaquia (descalificado)

2-0

Nota: en las alineaciones de las correspondientes fichas técnicas se incluye la experiencia internacional -media de veces internacional por equipo-, especificando entre paréntesis el número de internacionalidades de cada jugador.

OCTAVOS DE FINAL

28 de agosto de 1920

Amberes, estadio de Boschuil, 600 espectadores.

Árbitro: Raphaël van Praag (Bélgica).

CHECOSLOVAQUIA, 7; YUGOSLAVIA, 0.

Goles: 1-0 (20’) Vaník. 2-0 (34’) Janda. 3-0 (43’) Sedláček. 4-0 (46’) Vaník. 5-0 (50’) Janda. 6-0 (75’) Janda. 6-0 (79’) Vaník, de penalti.

CHECOSLOVAQUIA [experiencia internacional: 1]: Klapka (1); Hojer (1), Pospíšil (1); Kolentatý (1), Káďa (1), Perner (1); Sedláček (1), Janda (1), Pilát (1), Vaník (1), Mazal (1).

YUGOSLAVIA [experiencia internacional: 1]: Vrđuka (1); Župančić (1), Šifer (1); Tavčar (1), Cindrić (1), Rupec (1); Vragović (1), Dubravčić (1), Perška (1), Granec (1), Ružić (1).

En su debut olímpico Yugoslavia alineó a nueve croatas, un esloveno y un serbio. Llamaba la atención la presencia del croata Rudolf Rupec, quien había jugado 10 partidos con Austria entre 1917 y 1918 cuando jugaba con el Rapid de Viena. Mientras que Checoslovaquia, que también debutaba en la Olimpiada formó con once checos. Fue el primer partido internacional para ambas selecciones, aunque los checos ya tenían cierta experiencia internacional, pues habían participado en Francia en unos juegos militares.

Se recibió a la selección checoslovaca con un ambiente muy hostil pues se les identificaba estrechamente con Alemania y desde el primer minuto los pocos espectadores asistentes se decantaron en su contra.

A los 13 minutos se lesionó precisamente el mejor hombre yugoslavo, el centrocampista Rupec. A partir de ese momento Yugoslavia quedó a merced de su rival y sufrió una fuerte derrota siendo el portero Vrđuka su mejor jugador. Por los checos destacaron Janda y Vaník, con tres goles cada uno.

28 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 5000 espectadores.

Árbitro: Johannes Mutters (Holanda).

NORUEGA, 3, GRAN BRETAÑA, 1.

Goles: 1-0 (13’) Gundersen. 1-1 (25’) Nicholas. 2-1 (51’) Gundersen. 3-1 (63’) Wilhelms.

NORUEGA [experiencia internacional: 15,1]: Wathne (12); Aulie (23), Skou (28); Wold (20), Halvorsen (11), Gunnar Andersen (27); Paulsen (8), Wilhelms (2), Helsegsen (14), Gundersen (14), Holm (7).

GRAN BRETAÑA [experiencia internacional: 5,2]: Mitchell (1); Gates (2), Knight (20); Hunt (16), Atkinson (3), Harbidge (3); Nicholas (3), Hardinge (2), Prince (2), Sloley (3), Hegan (2).

Partían como favoritos los británicos que contaban con el famoso portero Wathne y los campeones olímpicos Knight (dos medallas de oro e internacional absoluto con Inglaterra) y Hunt. También eran conocidos por el público los delanteros Hardinge y Sloley.

Noruega sorprendió, especialmente el delantero Gundersen, por su velocidad así como el buen trabajo de Skou, Halvorsen y Andersen. Tras el gol de Gundersen, Nicholas, el único galés de su equipo, neutralizó el marcador, pero ya en la segunda parte, con otro gol de Gundersen el equipo británico no fue capaz de reaccionar.

De esta manera, el doble campeón olímpico quedó eliminador contrapronóstico a las primeras de cambio. La noticia tuvo una gran repercusión y fue muy comentada en la prensa de las Islas Británicas.

28 de agosto de 1920

Bruselas, Parc Duden, 3000 espectadores.

Árbitro: Willem Eymers (Holanda).

ESPAÑA, 1; DINAMARCA, 0.

Gol: 1-0 (54’) Patricio.

ESPAÑA [experiencia internacional: 1]: Zamora (1); Otero (1), Arrate (1); Samitier (1), Belaúste (1), Eguiazábal (1); Pagaza (1), Sesúmaga (1), Patricio (1), Pichichi (1), Acedo (1).

DINAMARCA [experiencia internacional: 12,2]: Hansen (31); Middelboe (15), Blicher (3); Grøthan (20), Lykke (27), Aaby (6); Dannin (3), Rohde (14), Jørgensen (1), Olsen (9), Andersen (5).

Dinamarca se había tomado muy en serio el certamen y para ello contrató al británico Jack Carr como seleccionador que además convocó al veterano Nils Middelboe, dos veces Medalla de Plata, que residía en Londres jugando para el Chelsea, hasta que en verano regresó a Dinamarca. Para España era el primer partido internacional de su historia.

De entrada los daneses imprimieron un juego raso y veloz que era respondido por los españoles con un espectacular juego aéreo. Con todo el dominio danés hacía prever que pronto encontrarían el gol y sin embargo toparon con un excelente portero, Zamora, que fue inquebrantable con intervenciones inverosímiles. Nunca antes se había visto nada igual. Tras el gol de Patricio, Zamora continuó acaparando los aplausos de un público entregado que lo vitoreó al finalizar el partido. Con esta actuación firmó su entrada como leyenda mundial del fútbol.

28 de agosto de 1920

Gante, estadio de AA La Gantoise, 2000 espectadores.

Árbitro: Paul Putz (Bélgica).

ITALIA, 2; EGIPTO, 1.

Goles: 1-0 (25’) Baloncieri. 1-1 (30’) Zaki Osman. 2-1 (57’) Brezzi.

ITALIA [experiencia internacional: 4,5]: Giacone (3); Bruna (2), De Vecchi (21); Reynaudi (2), Meneghetti (2), Lovati (4); Sardi (5), Baloncieri (2), Brezzi (4), Santamaria (2), Forlivesi (2).

EGIPTO [experiencia internacional: 1]: Taha (1); El-Sayed (1), Hamdy (1); Shawki (1), El-Hassany (1), Gamil Osman (1); Abdalla (1), Allouba (1), Hegazi (1), Abaza (1), Zaki Osman (1).

En un partido de entrenamiento previo al debut Egipto había derrotado por 5-1 a un buen combinado belga exhibiendo un buen nivel técnico. Los egipcios mostraron una gran calidad, entre los que destacaban los hermanos Osman, y una buena preparación dirigida por el seleccionador-jugador Hegazi. Fueron sus armas para convertirse en un rival muy complicado para los italianos, que no pudieron respirar tranquilos hasta que no acabó el partido. El gol de la victoria fue logrado por Brezzi, quien moriría prematuramente en 1926 con 28 años de edad.

28 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 5000 espectadores.

Árbitro: Charles Barette (Bélgica).

SUECIA, 9; GRECIA, 0.

Goles: 1-0 (4’) Olsson. 2-0 (15’) Karlsson. 3-0 (20’) Karlsson. 4-0 (21’) Karlsson. 5-0 (25’) Wicksell. 6-0 (31’) Dahl. 7-0 (51’) Karlsson. 8-0 (79’) Olsson. 9-0 (85’) Karlsson.

SUECIA [experiencia internacional: 12,1]: Zander (9); Lund (12), Hillén (2); Nordenskjöld (7), Wicksell (29), Gustafsson (29); Bergström (18), Olsson (3), Karlsson (11), Dahl (4), Sandberg (9).

GRECIA [experiencia internacional: 1]: Fotiadis (1); Gilis (1), Kaloudis (1); Gotis (1), Apostolos Nikolaidis (1), Pepas (1); Kalafatis (1), Andrianopoulos (1), Theofilos Nikolaidis (1), Hatziandreou (1), Dimitriou (1).

Grecia fue la víctima propicia para el experimentado equipo sueco. Los helenos tuvieron un largo y penoso desplazamiento hasta Amberes que duró seis días. La goleada pudo ser mayor, porque los suecos no abusaron de las desgracias de su rival pues durante toda la segunda parte jugaron con un hombre menos por lesión de Kaloudis. También fue reseñable que Herbert Karlsson que había hecho un “hat-trick” en seis minutos, fallase un penalti en el minuto 70. Con ello, para los griegos haber evitado un décimo gol ya fue suficiente satisfacción.

28 de agosto de 1920

Bruselas, Parc Duden, 3000 espectadores.

Árbitro: Georges Hubrecht (Bélgica).

HOLANDA, 3; LUXEMBURGO, 0.

Goles: 1-0 (30’) Jaap Bulder. 2-0 (47’) Groosjohan. 3-0 (85’) Groosjohan.

HOLANDA [experiencia internacional: 4,7]: MacNeill (4); Dénis (7), Verweij (7); Bosschart (16), Kuipers (1), Steeman (6); Van Rappard (1), Van Dort (4), Groosjohan (1), Jaap Bulder (1), De Natris (4).

LUXEMBURGO [experiencia internacional: 1,5]: Krüger (1); Schmit (2), Koetz (1); Hamilius (1), Ungeheuer (3), Schumacher (1); Metzler (1), Langers (1), Elter (1), Massard (3), Leesch (1).

Holanda impuso su experiencia internacional aunque tuvo que esperar hasta el comienzo de la segunda parte para poner una renta considerable sobre su rival, que cumplía su cuarto partido de su historia. Destacaron en la bien organizada defensa luxemburguesa el portero Krüger y sus compañeros Schmit y Koetz que hicieron un gran trabajo. Solo el acierto del joven de 23 años Ber Groosjohan desequilibró este competido partido.

FRANCIA – SUIZA (no participó)

Con ocho días de antelación -y antes de celebrarse el sorteo- Suiza anunció que debido a que el Comité Olímpico Suizo no financiaba el desplazamiento del equipo de fútbol no tenían más opción que renunciar a su participación. No se hizo mención a su partido previo contra Alemania.

BÉLGICA – POLONIA (no participó)

Polonia tampoco pudo desplazar a su equipo de fútbol, por lo que los anfitriones pasaron de ronda sin necesidad de jugar.  La renuncia de Polonia fue tan anticipada que muchos cronistas llegaron a decir que Bélgica había resultado exenta de octavos, algo que tampoco se alejaba tanto de la verdad.

CUARTOS DE FINAL

29 de agosto de 1920

Amberes, estadio de Boschuil, 5000 espectadores.

Árbitro: Josef Fanta (Checoslovaquia).

HOLANDA, 5; SUECIA, 4.

Goles: 1-0 (10’) Groosjohan. 1-1 (16’) Karlsson. 1-2 (20’) Olsson. 1-3 (32’) Karlsson. 2-3 (44’) Jaap Bulder. 3-3 (57’) Groosjohan. 3-4 (72’) Dahl. 4-4 (88’) Jaap Bulder, de penalti. 5-4 (115’) De Natris.

HOLANDA [experiencia internacional: 5,4]: MacNeill (5); Dénis (8), Verweij (8); Bosschart (17), Kuipers (2), Steeman (7); Van Rappard (2), Bieshaar (1), Groosjohan (2), Jaap Bulder (2), De Natris (5).

SUECIA [experiencia internacional: 12,5]: Zander (10); Lund (14), Hillén (3); Öijermark (1), Wicksell (30), Gustafsson (30); Bergström (19), Olsson (4), Karlsson (12), Dahl (5), Sandberg (10).

Solo un cambio en el once titular de cada equipo: Bieshaar entró por Van Dort en Holanda y Öijermark por Nordenskjöld en Suecia. Era la tercera vez que holandeses y suecos se enfrentaban en unos Juegos Olímpicos. En las dos ocasiones anteriores habían vencido los naranja y tal como empezó el encuentro todo apuntaba que así se iba a cumplir. Pero la reacción sueca  fue contundente con dos dianas de su goleador Karlsson y otra de Olsson volteó el marcador. El juego no decayó y tras diversas alternancias, incluido un penalti fallado por Karlsson -el segundo en lo que iba de competición- en el minuto 70, solo a falta de dos minutos Holanda logró empatar de penalti lanzado por Bulder. Luego en la prórroga los holandeses se hicieron con el triunfo en un partido de total fútbol ofensivo.

29 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 10000 espectadores.

Árbitro: Henri Christophe (Bélgica).

FRANCIA, 3; ITALIA, 1.

Goles: 1-0 (10’) Boyer. 2-0 (14’) Nicolas. 2-1 (33’) Brezzi, de penalti. 3-1 (54’) Bard.

FRANCIA [experiencia internacional: 4,2]: Parsys (4); Huot (1), Baumann (2); Batmale (2), Petit (1), Hugues (5); Dewaquez (5), Boyer (1), Nicolas (5), Bard (8), Dubly (12).

ITALIA [experiencia internacional: 5,1]: Giacone (4); Bruna (3), De Vecchi (22); Sardi (6), Meneghetti (3), Lovati (5); Ferraris (1), Baloncieri (3), Brezzi (5), Santamaria (3), Marucco (1)

No hacía un año todavía del 9-4 con que Italia venció a Francia. Por eso había ganas de revancha entre los galos, que presentaron un equipo novedoso donde destacaba René Petit, que por estar haciendo el servicio militar venía como jugador del Stade Bordelais, ya que su club habitual era el Real Unión de Irún. Italia, respecto al primer partido, cambió sus dos extremos dando entrada a Ferrari y Marucco, pasando Sardi a la media. Fue un partido muy interesante en el que la delantera francesa acechó la portería italiana aprovechando la velocidad de sus extremos junto con el apoyo de sus interiores.

29 de agosto de 1920

Bruselas, Parc Duden, 4000 espectadores.

Árbitro: Charles Barette (Bélgica).

CHECOSLOVAQUIA, 4; NORUEGA, 0.

Goles: 1-0 (8’) Vaník. 2-0 (17’) Janda. 3-0 (66’) Janda. 4-0 (77’) Janda.

CHECOSLOVAQUIA [experiencia internacional: 1,8]: Klapka (2); Hojer (2), Steiner (1); Kolentatý (2), Káďa (2), Seifert (1); Sedláček (2), Janda (2), Pilát (2), Vaník (2), Mazal (2).

NORUEGA [experiencia internacional: 17,3]: Wathne (13); Aulie (24), Skou (29); Wold (21), Halvorsen (12), Gunnar Andersen (28); Paulsen (9), Aass (16), Helsegsen (15), Gundersen (15), Holm (8).

Checoslovaquia introdujo dos cambios respecto a su anterior partido: Steiner y Seifert reemplazaron a Pospíšil y Perner respectivamente. Noruega solo uno, Aass por Wilhelms. Los checoslovacos tomaron grandes precauciones frente a Noruega que sorprendentemente venía de haber eliminado a Gran Bretaña. Sin embargo el esfuerzo de esa victoria mermó mucho su poderío físico y quedaron a merced de un equipo técnicamente muy superior que tuvo en Káďa, Pilát y el trigoleador Janda a sus mejores hombres. Con este triunfo Checoslovaquia se revelaba como uno de los grandes favoritos para la Medalla de Oro, pese a la constante oposición del público belga.

29 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 18000 espectadores.

Árbitro: Johannes Mutters (Holanda).

BÉLGICA, 3; ESPAÑA, 1.

Goles: 1-0 (11’) Coppée. 2-0 (52’) Coppée. 3-0 (55’) Coppée. 3-1 (62’) Arrate, de penalti.

BÉLGICA [experiencia internacional: 6,5]: De Bie (1); Swartenbroeks (11), Verbeeck (5); Musch (16), Hanse (3), Fierens (1); Vanhege (4), Coppée (4), Balyu (1), Nisot (14), Hebdin (12).

ESPAÑA [experiencia internacional: 1,6]: Zamora (2); Vallana (1), Arrate (2); Artola (1), Sancho (1), Eguiazábal (2); Pagaza (2), Pichichi (2), Patricio (2), Vázquez (1), Acedo (2).

Un público enfervorizado llenó el estadio Olímpico para apoyar a su selección en su primer partido de la competición. En frente España, tras haber dado una de las sorpresas por eliminar a Dinamarca. Pero los españoles tuvieron que introducir cambios importantes en su alineación donde se echó en falta a Samitier y a Belaúste. A esto se añadía que los ibéricos habían jugado justo el día anterior. Aun así Bélgica se impuso por los fallos defensivos españoles y por la tarde de aciertos de Coppée que con sus tres goles aupó a los suyos hacia un merecido triunfo.

SEMIFINALES

31 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 12000 espectadores.

Árbitro: Johannes Mutters (Holanda).

CHECOSLOVAQUIA, 4; FRANCIA, 1.

Goles: 1-0 (18’) Mazal. 2-0 (70’) Steiner. 3-0 (75’) Mazal. 3-1 (79’) Boyer. 4-1 (87’) Mazal.

CHECOSLOVAQUIA [experiencia internacional: 2,6]: Klapka (3); Hojer (3), Steiner (2); Kolentatý (3), Káďa (3), Seifert (2); Sedláček (3), Janda (3), Vaník (3), Mazal (3), Plaček (1).

FRANCIA [experiencia internacional: 5,2]: Parsys (5); Huot (2), Baumann (3); Batmale (3), Petit (2), Hugues (6); Dewaquez (6), Boyer (2), Nicolas (6), Bard (9), Dubly (13).

Checoslovaquia recompuso la delantera por lesión de Pilát debutando Plaček, que era la única novedad, ya que Francia repitió el mismo once que contra Italia. De salida los checoslovacos impusieron un férreo marcaje de presión sobre el rival, entonces considerado como poco deportivo y censurado por el público. Eso incomodó mucho el juego francés que no supo rehacerse tras recibir el primer gol del que sería el mejor jugador del encuentro. En la recta final el equipo galo acabó desfondándose y entregó el partido a su rival. Como hecho anecdótico el árbitro acabó expulsando al juez de línea de nacionalidad checoslovaca por penalizar a los franceses con constantes fueras de juego inexistentes.

31 de agosto de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 22000 espectadores.

Árbitro: John Lewis (Inglaterra).

BÉLGICA, 3; HOLANDA, 0.

Goles: 1-0 (46’) Larnoe. 2-0 (55’) Vanhege. 3-0 (85’) Bragard.

BÉLGICA [experiencia internacional: 5,2]: De Bie (2); Swartenbroeks (12), Verbeeck (6); Musch (17), Hanse (4), Fierens (2); Vanhege (5), Coppée (5), Bragard (2), Larnoe (1), Bastin (1).

HOLANDA [experiencia internacional: 6,4]: MacNeill (6); Dénis (9), Verweij (9); Bosschart (18), Kuipers (3), Steeman (8); Van Rappard (3), Bieshaar (2), Groosjohan (3), Jaap Bulder (3), De Natris (6).

Bélgica cambió a su delantero centro y toda su ala izquierda de ataque respecto al partido de España, mientras que Holanda repitió la alineación que le había dado el pase a las semifinales. El estadio estaba totalmente lleno de un público casi fanatizado. Durante el primer tiempo, aunque Bélgica llevó la iniciativa, la defensa holandesa mantuvo siempre el orden. Precisamente fue el debutante Larnoe el que abrió el marcador nada más empezar la segunda parte y no cejó en su empeño de desmontar la defensa holandesa hasta que subió al marcador el segundo gol. A partir de ese momento Holanda ya no pudo recuperarse de tanta desventaja y al final los belgas completaron un rotundo resultado que les llevaba a la final.

FINAL

2 de septiembre de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 35000 espectadores.

Árbitro: John Lewis (Inglaterra).

BELGICA, 2; CHECOSLOVAQUIA, 0 (partido suspendido en el minuto 39).

Goles: 1-0 (6’) Coppée, de penalti. 2-0 (30’) Larnoe.

BÉLGICA [experiencia internacional: 6,2]: De Bie (3); Swartenbroeks (13), Verbeeck (7); Musch (18), Hanse (5), Fierens (3); Vanhege (6), Coppée (6), Bragard (3), Larnoe (2), Bastin (2).

CHECOSLOVAQUIA [experiencia internacional: 3,7]: Klapka (4); Hojer (4), Steiner (3) [R: 39]; Kolentatý (4), Káďa (4), Seifert (3); Sedláček (4), Janda (4), Pilát (3), Vaník (4), Mazal (4).

El ambiente que se vivió sobre este partido no tenía antecedentes en una competición olímpica. Toda Bélgica estaba pendiente de ver cómo su equipo nacional se proclamaba campeón. Esto generó una presión desacostumbrada en cualquier partido de fútbol de la época. A esto se añadía la inquina con que el público local había estado persiguiendo al equipo checoslovaco por su afinidad con Alemania. Bélgica repitió la alineación de la semifinal contra Holanda y Checoslovaquia recuperó para el eje de la delantera a Pilát.

Nada más empezar el partido el estallido del griterío en la grada fue ensordecedor. Checoslovaquia trató de pausar el juego, pero a los seis minutos de juego Klapka fue cargado violentamente por un delantero belga en su área rebotando el balón hacia Bastin que remató a puerta vacía pero con la mano un defensa rival evitó que entrara. El árbitro, en vez de penalizar al delantero belga señaló penalti y permitió a Coppée abrir el marcador en medio del delirio local. Este gol dio paso a un juego rudo y con entradas en falta por ambos bandos, aunque presionado por el público el árbitro se dejó llevar y castigó más severamente a los checoslovacos. Con el 2-0 protestado por los checoslovacos por -según ellos- claro fuera de juego de Larnoe la tensión fue en aumento. Poco después una internada de Coppée fue cortada por Steiner en falta. Se encararon ambos jugadores y tras empujarse mutuamente, el delantero belga caído en el suelo exageró simulando una agresión lo que encrespó al público y forzó la expulsión del defensa. Según se marchaba Steiner, el capitán Káďa, tras ver que el árbitro ignoraba sus reclamaciones, decidió acompañarlo voluntariamente y seguidamente le secundó el resto de compañeros.

El público, al ver la retirada de los checoslovacos y en medio de un tremendo desorden que desbordaba a las fuerzas militares, invadió el terreno de juego para festejar el triunfo olímpico mientras algunos exaltados rompían el mástil donde ondeaba la bandera checoslovaca. Fue un triste y antideportivo final para una competición olímpica que todavía se resentía de la I Guerra Mundial.

TORNEO DE CONSOLACIÓN POR LAS MEDALLAS DE PLATA Y BRONCE

Primera eliminatoria (semifinales de cuartos)

 

Italia – Noruega

2-1

España – Suecia

2-1

 

Segunda eliminatoria (final de cuartos)

 

España – Italia

2-0

 

Semifinales

 

España – Checoslovaquia (descalificada)

Holanda – Polonia (no presentada)

 

Final

 

España – Holanda

3-1

PRIMERA ELIMINATORIA (ELIMINADOS DE CUARTOS DE FINAL)

31 de agosto de 1920

Amberes, estadio de Boschuil 500 espectadores.

Árbitro: Louis Fourgeous (Francia).

ITALIA, 2; NORUEGA, 1.

Goles: 0-1 (41’) Arne Andersen. 1-1 (46’) Sardi. 2-1 (123’) Badini.

ITALIA [experiencia internacional: 2,9]: Campelli (6); Bruna (4), Rosetta (1); Reynaudi (3), Parodi (3), Burlando (1); Roggero (1), Sardi (7), Ferraris (2), Badini (1), Forlivesi (3).

NORUEGA [experiencia internacional: 11]: Wathne (14); Aulie (25), Johnsen (2); Mohn (1), Halvorsen (13), Gunnar Andersen (29); Paulsen (9), Arne Arnesen (1), Helsegsen (16), Semb-Thorstvedt (2), Holm (9).

Hasta ocho cambios introdujo Milano, el seleccionador italiano, en su equipo, donde se echaba en falta a dos de sus mejores hombres. De Vecchi y Baloncieri. Noruega también hizo cuatro cambios respecto a su partido ante los checoslovacos, siendo notable la baja de Gundersen. Iniciado el partido el equilibrio se fue decantando del lado italiano pero fue Noruega quien abrió el marcador por medio del debutante Arne Arnesen. Nada más reanudarse el partido tras el descanso empató Italia. La tablas se mantuvieron no solo hasta el minuto 90, sino que se prolongaron los treinta minutos suplementarios. Seguidamente se jugaron otros dos tiempos de 10 minutos, en los que una vez trascurridos los tres primeros Badini logró el gol de la victoria. En total jugaron 140 minutos.

1 de septiembre de 1920

Amberes, estadio de Boschuil, 1500 espectadores.

Árbitro: Giovanni Mauro (Italia).

ESPAÑA, 2; SUECIA, 1.

Goles: 0-1 (28’) Dahl. 1-1 (51’) Belaúste. 2-1 (53’) Acedo.

ESPAÑA [experiencia internacional: 2,5]: Zamora (3); Vallana (2), Arrate (3); Samitier (2), Belaúste (2), Sabino (1); Pagaza (3), Sesúmaga (2), Patricio (3), Pichichi (3), Acedo (3).

SUECIA [experiencia internacional: 13,9]: Zander (11); Lund (15), Nordenskjöld (8); Öijermark (2), Wicksell (31), Gustafsson (31); Bergström (20), Olsson (5), Karlsson (13), Dahl (6), Sandberg (11).

Se jugó con un día de retraso porque inicialmente Suecia había anunciado que renunciaba a seguir la competición de repesca, por lo que el Comité comunicó que España pasaba a la final cuartofinalistas. Esa misma noche la organización ofreció un banquete en honor a los atletas de la VII Olimpiada. Allí asistió la delegación española, incluidos los futbolistas que no tuvieron cuidado en vivir la fiesta plenamente pensando que no tendrían que jugar hasta el día 2 contra el vencedor del Italia-Noruega. Sin embargo al final de la noche les llegó la noticia de que Suecia rectificaba su decisión y era aceptada, de tal forma que jugarían contra España. Fue entonces la delegación española la que amenazó con retirarse dado que no estaban preparados para jugar en la fecha señalada. Al final se llegó a un acuerdo y se disputó el España-Suecia el 1º de septiembre.

Parece ser que fueron los jugadores suecos los que habían decidido por su cuenta abandonar el torneo y posteriormente la propia Federación Sueca la que los obligó a jugar y negoció la readmisión. Para los españoles este cambio de postura fue tomado como un gesto despectivo. En pocas palabras, tanto suecos como españoles salieron al campo con muy mala predisposición, algo que se pudo comprobar al poco de empezar el partido.

España recuperó en la media a Samitier y a Belaúste y en la delantera a Sesúmaga. Además Paco Bru dio entrada a Sabino en el centro del campo para dar mayor fuerza al eje. En Suecia solo un cambio: Nordenskjöld regresó al once titular, esta vez en la defensa. El público disfrutó con la entrega y combatividad de los dos equipos durante una primera parte espectacular que acabó decantándose a favor de Suecia al aprovechar Dahl un inesperado fallo de Zamora. El comienzo de la segunda parte fue más intenso si cabe. Entonces España impuso su superioridad técnica consiguiendo remontar. El 1-1 de Belaúste fue el gol más recordado por nuestros jugadores, el de “a mí, Sabino, que los arrollo” entrando en la portería con el balón y cuatro jugadores suecos colgados de su cuerpo, incluido el portero. Luego vino la genialidad de Acedo. En el minuto 65 Wicksell falló un penalti desconcentrado por las provocaciones de Samitier. Si hasta entonces el partido había sido extremadamente duro, después de esa jugada  se convirtió en una batalla sin cuartel al grito de “al hombre”. Las crónicas señalan que finalizaron sobre el campo solo 15 hombres hábiles para jugar al fútbol, el resto estaban lesionados. El peor parado fue Olsson que había sido retirado del terreno con fractura de clavícula en el minuto 75.

SEGUNDA ELIMINATORIA (FINAL DE CUARTOFINALISTAS)

2 de septiembre de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 10000 espectadores.

Árbitro: Paul Putz (Bélgica).

ESPAÑA, 2; ITALIA, 0.

Goles: 1-0 (43’) Sesúmaga. 2-0 (72’) Sesúmaga.

ESPAÑA [experiencia internacional: 2,5]: Zamora (4) [R: 79’]; Vallana (3), Otero (2); Artola (2), Sancho (2), Sabino (2); Ramón Gil (1), Pagaza (4), Sesúmaga (3), Pichichi (4), Silverio (1) [portero circunstancial al 79’].

ITALIA [experiencia internacional: 5,3]: Campelli (7); Bruna (5), De Vecchi (23); Parodi (3), Meneghetti (4), De Nardo (1); De Marchi (1), Baloncieri (4), Brezzi (6), Badini (2), Marucco (2)

Hasta cinco cambios tuvo que introducir Paco Bru en el equipo, la mayoría motivados por los golpes del partido del día anterior. Debutaron Ramón Gil y Silverio, además de tener que reestructurar casi por completo la línea media. Italia recuperó a su capitán De Vecchi en la defensa, a Meneghetti en el centro del campo y a Baloncieri en la delantera, además de otros cambios respecto al partido contra Noruega. Si los italianos venían de jugar 140 minutos, los españoles no habían tenido ningún día de descanso.

Italia salió muy fuerte, mostrándose muy superior en el centro del campo hasta chocar con la sólida defensa española respaldada por un insuperable Ricardo Zamora. El partido se complicó más para España cuando a los 35 minutos Pagaza se retiró por lesión, pero Sesúmaga en la primera ocasión clara que tuvo abrió el marcador. Durante la segunda parte los italianos siguieron apretando y de nuevo Sesúmaga demostró su efectividad lo que hizo que los transalpinos perdiesen la compostura. En el minuto 79 Zamora, que estaba muy molesto por la constante violencia en las cargas de los italianos, fue expulsado tras repeler una brutal entrada de Badini. Es de suponer que el árbitro ya había señalado la falta del atacante porque de haber dejado seguir el juego esa agresión tenía que haberse sancionado con penalti contra España. Silverio se colocó de portero provisional, pero Italia no supo desmontar la férrea defensa española que acabó el partido con nueve hombres.

SEMIFINALES

La fecha prevista era el 4 de septiembre, aunque no se llegó a jugar ninguno de los dos partidos programados. El reglamento que seguía el “sistema Bergvall” establecía que el perdedor de la final, en este caso Checoslovaquia, debería enfrentarse al ganador del torneo de los eliminados de cuartos, España. Como consecuencia de los incidentes habidos durante la final, la selección checoslovaca quedó descalificada por el Comité de Competición, por lo que España se clasificó para la final por la Medalla de Plata. Tampoco Holanda tuvo rival ya que le correspondía enfrentarse con el equipo supuestamente eliminado en octavos de final por el campeón, que atendiendo al sorteo original, debió ser Polonia, emparejado en su momento con Bélgica, si bien los polacos no se desplazaron a Amberes. Así pues la competición siguió su curso previsto: Holanda y España se disputarían las Medallas de Plata y Bronce en lo que se denominaría “la final pequeña”.

FINAL POR LA MEDALLA DE PLATA

5 de septiembre de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 4000 espectadores.

Árbitro: Paul Putz (Bélgica).

ESPAÑA, 3; HOLANDA, 1.

Goles: 1-0 (7’) Sesúmaga. 2-0 (35’) Sesúmaga. 2-1 (68’) Groosjohan. 3-1 (72’) Pichichi.

ESPAÑA [experiencia internacional: 3,7]: Zamora (5); Vallana (4), Arrate (4), Samitier (3), Belaúste (3), Eguiazábal (3); Ramón Gil (2), Sesúmaga (4), Patricio (4), Pichichi (5), Acedo (4).

HOLANDA [experiencia internacional: 6,7]: MacNeill (7); Dénis (10), Verweij (10); Bosschart (19), Kuipers (4), Steeman (9); Van Rappard (4), Van Dort (5), Groosjohan (4), Von Heijden (1), Evert Bulder (1),

En Holanda hubo una fuerte polémica dentro de su delegación ya que los jugadores se quejaron de tener que hospedarse en los incómodos barracones olímpicos mientras que los directivos se alojaban en un lujoso hotel. La rebelión se cortó de raíz y los dos jugadores que encabezaron las protestas, Jan de Natris y Jaap Bulder, fueron apartados del equipo y no volvieron a jugar nunca más con su selección. Contra España fueron sustituidos por dos debutantes, Von Heijden y Evert Bulder, precisamente hermano de Jaap.

Paco Bru pudo presentar de nuevo su mejor centro del campo al recuperar a Samitier y a Belaúste. Ramón Gil se mantenía en el ataque para cubrir la baja de Pagaza, pues Patricio también volvía al once titular.

España se impuso por velocidad desde el primer momento siendo Félix Sesúmaga un delantero mortal ante la portería rival. Holanda notó mucho que su ala izquierda estaba desmontada y nunca pudo superar la defensa española. Pese a que el hombre holandés más peligroso, Groosjohan, logró acortar distancias, el mítico Pichichi no se quiso despedirse de su intervención con el equipo nacional sin anotar un gol. De esta manera, España se hizo de forma brillante con la Medalla de Plata.

CUADRO DE HONOR

PODIUM:

Medalla de Oro:                                           Bélgica

Medalla de Plata:                                         España

Medalla de Bronce:                                    Holanda

GOLEADORES:

Herbert Karlsson

Suecia

7

Antonín Janda

Checoslovaquia

6

Ber Groosjohan

Holanda

5

Robert Coppée

Bélgica

4

Félix Sesúmaga

España

4

Jan Vaník

Checoslovaquia

4

EL MEJOR ONCE DEL TORNEO:

Ricardo Zamora (España)

Armand Swartenbroeks (Bélgica)

Antonín Hojer (Checoslovaquia)

José Samitier (España)

Karel Káďa (Checoslovaquia)

Asbjørn Halvorsen (Noruega)

Robert Coppée (Bélgica)

Antonín Janda (Checoslovaquia)

Herbrt Karlsson (Suecia)

Jan Vaník (Checoslovaquia)

Désiré Bastin (Bélgica)

CLASIFICACIÓN TORNEO MEDALLA DE ORO

 

J

Gx2

Ex1

Px0

F

C

Pts

Bélgica

3

3

0

0

8

1

6

Holanda

3

2

0

1

8

7

4

Suecia

2

1

0

1

13

5

2

Francia

2

1

0

1

4

5

2

Italia

2

1

0

1

3

4

2

España

2

1

0

1

2

3

2

Noruega

2

1

0

1

3

5

2

Egipto

1

0

0

1

1

2

0

Dinamarca

1

0

0

1

0

1

0

Gran Bretaña

1

0

0

1

1

3

0

Luxemburgo

1

0

0

1

0

3

0

Yugoslavia

1

0

0

1

0

7

0

Grecia

1

0

0

1

0

9

0

Checoslovaquia descalificado

4

3

0

1

15

3

0

CLASIFICACIÓN GLOBAL – INCLUIDOS TODOS LOS PARTIDOS

 

J

Gx2

Ex1

Px0

F

C

Pts

España

5

4

0

1

9

5

8

Bélgica

3

3

0

0

8

1

6

Holanda

4

2

0

2

9

10

4

Italia

4

2

0

2

5

7

4

Suecia

3

1

0

2

14

7

2

Francia

2

1

0

1

4

5

2

Noruega

3

1

0

2

4

7

2

Egipto

1

0

0

1

1

2

0

Dinamarca

1

0

0

1

0

1

0

Gran Bretaña

1

0

0

1

1

3

0

Luxemburgo

1

0

0

1

0

3

0

Yugoslavia

1

0

0

1

0

7

0

Grecia

1

0

0

1

0

9

0

Checoslovaquia descalificado

4

3

0

1

15

3

0

COLETILLA HISTÓRICA

El sistema Bergvall cayó en desuso y en el olvido. El paso de los años y la confección de tablas cuadriculadas para contar la historia -con una final, que decidía el oro y la palta y un partido de consolación por el bronce- distorsionó de tal manera la competición de Amberes que según pasaba el tiempo cada vez se alejaba más de los hechos tal y como los hemos contado.

Traspapelado el reglamento se hacía complicado explicar por qué España, eliminada en cuartos de final, acabó ganando la Medalla de Plata. Entonces surgió la primera gran versión inventada: España fue Medalla de Plata de rebote, el ocasionado porque, al ser Checoslovaquia descalificada, hizo falta jugar algunos partidos más. Esta versión tropieza con otro hecho más lógico: ¿por qué no jugaron un partido entre Holanda y Francia? A lo que se responde con otra invención histórica: porque Francia había hecho las maletas.

La ausencia de Francia una vez perdida la semifinal es una aportación por parte de historiadores franceses. Con ello justifican que Holanda acabase jugando contra España ya que había que encontrar un rival con el que poner en juego las Medallas de Plata y Bronce. Ellos mismos justifican así que no se hubiese aplicado su cuadriculado razonamiento que a falta del subcampeón por descalificación, las otras dos medallas correspondían a los dos semifinalistas. A su vez, era compatible con la teoría del rebote que permitió a España ganar la Medalla de Plata.

Finalmente, como parte más del rebote hay que justificar esos partidos entre los cuartofinalistas eliminados, que según algunos correspondieron a un torneo paralelo de consolación, cuyo vencedor sería considerado el quinto de una supuesta clasificación del torneo, además de ocupar algunas fechas y compensar a los participantes del desplazamiento. Como se produjo la descalificación de Checoslovaquia y la ausencia de Francia, a alguien se le ocurrió que, por no regalarle la Medalla de Plata a Holanda, se la disputase con España, vencedora del inventado torneo de consolación.

Y por añadir un invento histórico más, como hemos explicado, ya que no hubo semifinales en el Torneo de la Medalla de Plata, ha habido quien señaló que tanto españoles como holandeses se negaron a aceptar sustitutos de sus respectivos rivales -Checoslovaquia y Polonia-. Según algunos malos historiadores, a Holanda le hubiese correspondido jugar contra Francia, pues era el otro semifinalista -al que se le negó la lucha por la Plata en la repesca-; y a España contra Egipto. Y en efecto, Egipto había jugado y ganado un partido fuera de concurso contra Yugoslavia que acordaron ambas delegaciones dado el esfuerzo de llegar hasta Amberes. Como alguien redescubrió ese resultado, se inventó situarlo dentro de la competición a modo de una especie de torneo entre los eliminados en octavos de final -que solo siguieron egipcios y yugoslavos-. La pieza encajaba muy bien asignándole la función para encontrar al sustituto de Polonia.

La explicación real es más sencilla. En efecto, Checoslovaquia era una firme candidata a la Medalla de Oro, por lo que Yugoslavia mantenía esperanzas de entrar en la lucha por la Medalla de Plata. A su vez, Egipto había hecho un desplazamiento muy importante para la época y no era cuestión de jugar un solo encuentro y regresar. Por eso incluso llegó a Bélgica con suficiente antelación para jugar contra un combinado de jugadores belgas y para prolongar su estancia concertó con los yugoslavos ese partido amistoso, justo al día siguiente de haberse disputado la final, del que damos aquí constancia:

3 de septiembre de 1920

Amberes, estadio Olímpico, 500 espectadores.

Árbitro: Raphaël van Praag (Bélgica).

EGIPTO, 4; YUGOSLAVIA, 2.

Goles: 1-0 Allouba. 2-0 Hegazi. 2-1 Dubravčić. 2-2 Ružić. 3-2 Abaza. 4-2 Abaza.

EGIPTO [experiencia internacional: 2]: Taha (2); El-Sayed (2), Hamdy (2); Shawki (2), El-Hassany (2), Gamil Osman (2); Abdalla (2), Allouba (2), Hegazi (2), Abaza (2), Zaki Osman (2).

YUGOSLAVIA [experiencia internacional: 1,7]: Vrđuka (2); Šifer (2), Porobić (1); Vragović (2), Rupec (2), Tavčar (2); Šolc (1), Simić (1), Dubravčić (2), Perška (2) [Kojić (1) 46’], Ružić (2).

Una muestra del carácter amistoso de este encuentro es la sustitución de Perška por Kojić tras el descanso. El reglamento era muy tajante: no se permitían cambios.

LOS PROTAGONISTA DE LA OLIMPIADA DE AMBERES

BÉLGICA

 

 

J

G

Seleccionador: William Sturrock Maxwell (Escocia)

Félix Balyu

a

RFC Brugeois

1

Désiré Bastin

a

Royal Antwerp FC

2

Mathieu Bragard

a

CS Verviétois

2

1

Robert Coppée

a

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

4

Jan de Bie

p

Racing Club Bruxelles

3

André Fierens

m

Beerschot Antwerpen Club

3

Emile Hanse

m

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

Georges Hebdin

a

Union Saint-Gilloise Bruxelles

1

Henri Larnoe

a

Beerschot Antwerpen Club

2

2

Joseph Musch

m

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

Fernand Nisot

a

Léopold Club Bruxelles

1

Armand Swartenbroeks

d

Daring Club Bruxelles SR

3

Louis Vanhege

a

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

1

Oscar Verbeeck

d

Union Saint-Gilloise Bruxelles

3

 

CHECOSLOVAQUIA

 

 

J

G

Seleccionador: John Madden (Escocia)

Antonín Hojer

d

AC Sparta Praha

3

Antonín Janda

a

AC Sparta Praha

3

6

Karel Pešek “Káďa”

m

AC Sparta Praha

3

Rudolf Klapka

p

SK Viktoria Žižkov

3

František Kolentatý

m

AC Sparta Praha

3

Otakar Mazal

a

AC Sparta Praha

3

3

Antonín Perner

m

AC Sparta Praha

1

Václv Pilát

a

AC Sparta Praha

2

Jan Plaček

a

AC Sparta Praha

1

Miroslav Pospíšil

d

AC Sparta Praha

1

Josef Sedláček

a

AC Sparta Praha

3

1

Emil Seifert

m

SK Slavia Praha

2

Karel Steiner

d

SK Viktoria Žižkov

2

1

Jan Vaník

a

SK Slavia Praha

3

4

 

DINAMARCA

 

 

J

G

Seleccionador: Jack Carr (Inglaterra)

Gunnar Aaby

m

Akademisk BK København

1

Bette Andersen

a

BK Frem København

1

Steen Blicher

d

Kjøbenhavns BK

1

Leo Dannin

a

Kjøbenhavns BK

1

Christian Grøthan

m

BK 1893 København

1

Sophus Hansen

p

BK Frem København

1

Viggo Jørgensen

a

BK 1903 København

1

Ivar Lykke

m

Kjøbenhavns BK

1

Nils Middelboe

d

Kjøbenhavns BK

1

Alf Aage Olsen

a

Kjøbenhavns BK

1

Michael Rohde

a

BK 1893 København

1

 

EGIPTO

 

 

J

G

Seleccionador: Hussein Hegazi

Sayed Abaza

a

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Tawfik Abdalla

a

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Hassan Allouba

a

Tersana Al-Qāhira

1

Aly El-Hassany

m

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Mohamed El-Sayed

d

El-Sekka Al-Qāhira

1

Abdel Salam Hamdy

d

Al-Moukhtalat SC Al-Qāhira

1

Hussein Hegazi

a

Al-Moukhtalat SC Al-Qāhira

1

Gamil Osman

m

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Zaki Osman

a

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

1

Riad Shawki

m

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

Kamel Taha

p

Al-Ahly SC Al-Qāhira

1

 

ESPAÑA

 

 

J

G

Seleccionador: Paco Bru

Domingo Gómez-Acedo

a

Athletic Club Bilbao

4

1

Mariano Arrate

d

Real Sociedad San Sebastián

4

1

Juan Ramón Artola

m

Real Sociedad San Sebastián

2

José María Belausteguigoitia

m

Athletic Club Bilbao

3

1

Ramón Eguiazábal

m

Real Unión Club Irún

3

Ramón Gil

a

Real Vigo Sporting

2

Luis Otero

d

Real Vigo Sporting

2

Francisco Pagazaurtundúa

a

Arenas Club Guecho

4

Patricio Arabolaza

a

Real Unión Club Irún

4

1

Ramón Moreno “Pichichi

a

Athletic Club Bilbao

5

1

Sabino Bilbao

m

Athletic Club Bilbao

2

Pepe Samitier

m

FC Barcelona

3

Agustín Sancho

m

FC Barcelona

2

Félix Sesúmaga

a

FC Barcelona

4

4

Silverio Izaguirre

a

Real Sociedad San Sebastián

1

Pedro Vallana

d

Arenas Club Guecho

4

Joaquín Vázquez

a

CD Irunés

1

Ricardo Zamora

p

FC Barcelona

5

 

FRANCIA

 

 

J

G

Seleccionador: Frederick Pentland (Inglaterra)

Henri Bard

a

Cercle Athlétique Paris

2

1

Jean Batmale

m

US Athlétique Clichy

2

Édouard Baumann

d

RC de France Paris

2

Jean Boyer

a

CAS Généraux Paris

2

2

Jules Dewaquez

a

Olympique Paris

2

Raymond Dubly

a

RC Roubaix

2

François Hugues

m

Red Star Club Paris

2

Léon Huot

d

Club Athlétique Vitry

2

Paul Nicolas

a

Red Star Club Paris

2

1

Albert Parsys

p

US Tourquennoise

2

René Petit

m

Stade Bordelais UC

2

 

GRAN BRETAÑA

 

 

J

G

Seleccionador: –

George Atkinson

m

Bishop Auckland FC

1

Basil Gates

d

London Caledonians

1

Bill Harbidge

m

Reading FC

1

Bill Hardinge

a

Cambridge University

1

Kenneth Hegan

a

Corinthians FC London

1

Kenny Hunt

m

Corinthians FC London

1

Arthur Knight

d

Portsmouth FC

1

James Mitchell

p

Manchester University

1

Fred Nicholas

a

Corinthians FC London

1

1

Harold Prince

a

Royal Army Medical Corps

1

Dick Sloley

a

Corinthians FC London

1

 

GRECIA

 

 

J

G

Seleccionador: Yeorgios Kalafatis

Ioanis Andrianopoulos

a

Piraikos Sindesmos Pireas

1

Tyheodoros Dimitriou

a

Panionios GS Smirni

1

Andonios Fotiadis

p

Panionios GS Smirni

1

Agamemnon Gilis

d

Apollon Smirni

1

Dimitrios Gotis

m

Apollon Smirni

1

Yeorgios Hatziandreou

a

Piraikos Sindesmos Pireas

1

Yeorgios Kalafatis

a

Panathinaikos AO Athina

1

Nikolaos Kaloudis

d

Piraiki Enosi Pireas

1

Apostolos Nikolaidis

m

Panathinaikos AO Athina

1

Theofilos Nikolaidis

a

Gudi Athina

1

Hristos Pepas

m

Piraiki Enosi Pireas

1

 

HOLANDA

 

 

J

G

Seleccionador: Frederick Warburton (Inglaterra)

Arie Bieshaar

a

Haarlem FC

2

Leo Bosschart

m

Quick Den Haag

4

Jaap Bulder

a

Be Quick Groningen

3

3

Evert Bulder

a

Be Quick Groningen

1

Jan de Natris

a

AFC Ajax Amsterdam

3

1

Harry Dénis

d

HBS Den Haag

4

Ber Groosjohan

a

VOC Rotterdam

4

5

Frits Kuipers

m

HFC Haarlem

4

Dick MacNeill

p

HVV Den Haag

4

Henk Steeman

m

Sparta Rotterdam

4

Joop van Dort

a

AFC Ajax Amsterdam

2

Oscar van Rappard

a

HBS Den Haag

4

Ben Verweij

d

HFC Haarlem

4

Herman von Heijden

a

Quick Nijmegen

1

 

ITALIA

 

 

J

G

Seleccionador: Giuseppe Milano

Emilio Badini

a

FC Bologna

2

1

Adolfo Baloncieri

a

Alessandria USC

3

1

Guglielmo Brezzi

a

Genoa FBC 1893

2

2

Antonio Bruna

d

Juventus FC Torino

4

Luigi Burlando

m

SG Andrea Doria Genova

1

Piero Campelli

p

FBC Internazionale Milano

2

Adevildo de Marchi

a

SG Andrea Doria Genova

1

Gracco de Nardo

m

SPES Genova

1

Renzo de Vecchi

d

Genoa FBC 1893

3

Pio Ferraris

a

Juventus FC Torino

2

Giuseppe Forlivesi

a

Modena FCB

2

Giovanni Giacone

p

Juventus FC Torino

2

Cesare Lovati

m

Milan FBC

2

Giustiniano Marucco

a

Novara FC

2

Mario Meneghetti

m

Novara FC

3

Giuseppe Parodi

m

US Pro Vercelli

2

Ettrore Reynaudi

m

Novara FC

2

Rinaldo Roggero

a

Savona FC

1

Virginio Rosetta

d

US Pro Vercelli

1

Aristodemo Santamaria

a

Genoa FBC 1893

2

Enrico Sardi

a

Genoa FBC 1893

3

1

 

LUXEMBURGO

 

 

J

G

Seleccionador: –

Robert Elter

a

Sporting Club Luxembourg

1

Emile Hamilius

m

CS Fola Esch

1

Joseph Koetz

d

CS Fola Esch

1

Charles Krüger

p

CS Fola Esch

1

François Langers

a

AS la Jeunesse d’Esch

1

Arthur Leesch

a

US Hollerich-Bonnevoie

1

Jean Massard

a

CS Fola Esch

1

Léon Metzler

a

FCM Young Boys Diekirch

1

Thomas Schmit

d

US Hollerich-Bonnevoie

1

Camille Schumacher

m

CS Fola Esch

1

Michel Ungeheuer

m

US Hollerich-Bonnevoie

1

 

NORUEGA

 

 

J

G

Seleccionador: James McPherson (Escocia)

Arne Andersen

a

FK Kvik Fredrikshald

1

1

Gunnar Andersen

m

Ski og FK Lyn Kristiania

3

Rolf Aass

a

Ski og FK Mercantile Kristiania

1

Otto Aulie

d

Ski og FK Lyn Kristiania

3

Einar Gundersen

a

Odds BK Skien

2

2

Assi Halvorsen

m

Sarpsborg FK

3

Johnny Helsegsen

a

FK Kvik Fredrikshald

3

Per Holm

a

Sarpsborg FK

3

John Johnsen

d

SK Brann Bergen

1

Ellef Mohn

m

SK Frigg Kristiania

1

Michael Paulsen

a

FK Ørn Horten

3

Rolf Semb-Thorstvedt

a

SK Frigg Kristiania

1

Per Skou

d

Ski og FK Lyn Kristiania

2

Sigurd Wathne

p

SK Brann Bergen

3

Einar Wilhelms

a

Fredrikstad FK

1

1

Adolph Wold

m

SK Ready Kristiania

2

 

SUECIA

 

 

J

G

Seleccionador: –

Rune Bergström

a

AIK Stockholm

3

Albin Dahl

a

Landskrona BoIS

3

3

Karl Gustafsson

m

Djurgårdens IF Stockholm

3

Fritjof Hillén

d

GAIS Göteborg

2

Herbert Karlsson

a

IFK Göteborg

3

7

Valdus Lund

d

IFK Göteborg

3

Bertil Nordenskjöld

m

Djurgårdens IF Stockholm

2

Albert Öijermark

m

Djurgårdens IF Stockholm

2

Albert Olsson

a

GAIS Göteborg

3

3

Mauritz Sandberg

a

IFK Göteborg

3

Ragnar Wicksell

m

Djurgårdens IF Stockholm

3

1

Robert Zander

p

Örgryte IS Göteborg

3

 

YUGOSLAVIA

 

 

J

G

Seleccionador: Veljko Ugrinić

Slavin Cindrić

m

HŠK Konkordija Zagreb

1

Artur Dubravčić

a

HŠK Konkordija Zagreb

1

Ivan Granec

a

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Emil Perška

a

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Rudolf Rupec

m

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Jovan Ružić

a

SK Jugoslavija Beograd

1

Jaroslav Šifer

d

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Stanko Tavčar

m

ŠK Ilirija Ljubljana

1

Dragutin Vragović

a

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Dragutin Vrđuka

p

HŠK Gradjanski Zagreb

1

Vjekoslav Župančić

d

HAŠK Zagreb

1

 

ÁRBITROS

P

Johannes Mutters (Holanda)

3

Paul Putz (Bélgica)

3

Charles Barette (Bélgica)

2

John Lewis (Inglaterra)

2

Henri Christophe (Bélgica)

1

Willem Eymers (Holanda)

1

Josef Fanta (Checoslovaquia)

1

Louis Fourgeous (Francia)

1

Georges Hubrecht (Bélgica)

1

Giovanni Mauro (Italia)

1

Raphaël van Praag (Bélgica)

1

Los jueces de línea, por reglamento, correspondían a la nacionalidad de cada uno de los equipos contendientes, salvo en la semifinal Bélgica-Holanda, y la final Bélgica-Checoslovaquia que fueron ingleses, al igual que el árbitro principal, John Lewis.




Amberes, y su mitología centenaria

Resulta difícil explicar qué supuso la medalla de plata conquistada por nuestro fútbol en los Juegos Olímpicos de Amberes, sin una breve inmersión histórica.

Desde la guerra napoleónica, los españoles alternaron lentas y costosísimas ascensiones, con bajadas a tumba abierta por el tobogán de una idiosincrasia tan autodestructiva como pendular. Afrancesados y fernandinos, liberales y absolutistas, isabelinos y carlistas, librepensadores y católicos romanos de misa diaria, monárquicos y republicanos, adalides de la modernidad y caciques apegados al agro, masones y limosneros, cortesanos y buscavidas, burgueses y proletarios, magnates del diezmo y contrabandistas irreductibles… Cien años de conflicto en conflicto, de algarabía inútil e ideales ensopados en sangre, entre bellos discursos, arengas rancias y retroceso económico, hasta el marasmo que supusiera la crisis del 98.   

Aquel bofetón de realidad se tradujo en misantropía, desazón y dudas identitarias. El sueño imperial desaguaba en pesadilla. Perdido el tráfico mercantil con la perla antillana, Cádiz languideció como esas damas solteras de alta cuna que acumulan arrugas hasta la setentena, sin dejar nunca de ser “niñas”. Incluso una cabeza tan bien amueblada como la de Unamuno, apenas lograría sobreponerse a sus eternas contradicciones. El Cid ya no cabalgaba victorioso. “Una nación que sólo ayer se arrancó las plumas”, ponía en evidencia al solar de Felipe II, Juan de Austria, Fernando e Isabel La Católica, según se dijo en el mismísimo Congreso. De Cuba y Filipinas ya no llegaban quintales de ron, melaza, cajas de tabaco, mantones y dinero a espuertas, sino mutilados famélicos, carcomidos por la derrota, el paludismo, tanta y tan intemporal injusticia, o ataques de disentería. El viejo imperio, embebido en doradas nostalgias, casi ni acertó a poner un pie sobre el estribo del maquinismo. Sólo Cataluña, Vizcaya, y en mucha menor medida Oviedo, acabarían generando una burguesía emprendedora, vista con gran recelo desde posiciones ultramontanas.

Las secuelas de 1898, o parte de ellas, alcanzaron hasta el estallido de la I Guerra Mundial, en 1914. Para colmo, una tremenda gripe iba a llevarse a 200 ó 230.000 compatriotas, mayoritariamente jóvenes, en tres brotes distribuidos durante dos años. Siega temprana estando el país tan necesitado de innovación, por más que desde determinados ámbitos se quisiera ver entre tanto féretro y nubes de incienso, algo parecido al alivio demográfico. Aun con 20 millones de habitantes, España sólo era capaz de proporcionar trabajo productivo a un tercio, mientras vascos, levantinos y catalanes transformaban la neutralidad en negocio, proveyendo y transportando hasta la Europa en conflicto toda suerte de artículos. Aquella burguesía incipiente iba a sextuplicar su fortuna en apenas dos años, como en una noche loca de tapete y ruleta. Con riesgo, es verdad. No sólo ante el bloqueo a mar abierto de los países beligerantes, sino por culpa de unas reivindicaciones sociales no atendidas, que al gangrenar derivarían en reyertas pistoleras, ajustes de cuentas y huelgas salvajes. Aunque el cine o la literatura apenas lo hayan retratado, Barcelona y su periferia se anticiparon al Chicago de la Ley Seca, por su matonismo, insidias alambicadas entre prohombres de cuello blanco, compra y venta de voluntades e incapacidad policial, durante los años 10 y el devenir de los 20.

Cartel de la Séptima Olimpiada moderna.

Del “¡Hasta que sean fuego las estrellas!”, grito anarcosindicalista, se pasó a la dictadura de Primo de Rivera, o “dictablanda”, según juicio de no pocos historiadores. Aquella dictadura con una mano enguantada en seda y la otra en hierro, fue real, mientras lo de incendiar el firmamento no iba a pasar de sueño. Y muy real, también, sería la nueva incertidumbre subsiguiente al armisticio germánico.

Gran parte de aquellos negocios oportunistas perdieron toda su razón de ser en una Europa nueva. Los talleres de armas y fábricas de munición, las de pertrechos, la guarnicionería, ya sin soldados a quienes proveer de botas, o sin demanda de aislantes en cuero para la artillería. Cerraron, también, muchos telares especializados en tejer mantas caballunas o uniformes militares. Otros supieron salir adelante, aferrándose a un nuevo y espectacular concepto del consumismo. Después de tanta tribulación, muchos hombres y mujeres parecieron volverse locos, entregados a la morfina, el descorche de banalidad y una vida vampírica tachonada de vicios al por mayor, ya no inconfesables, sino practicados en público. Cierto que nuestras ciudades nunca fueron París, ni la Babilonia berlinesa, que nuestros nuevos ricos, más que ante la morfina sucumbieron al gusto por el alarde jactancioso, como encender su puro con un billete de 50 ó 100 pesetas en el Casino, para pasmo de camareros y queridas con pisito. Por nuestros pagos, y excepto tres o cuatro locales del Paralelo barcelonés, la fiesta siguió restringida a casas de lenocinio donde los caballeros se cedían la vez, obsequiosos: “Por favor, usted primero, don Cosme, que tiene enferma a su señora esposa y querrá volver pronto a casa”.

España pudo haberse enganchado definitivamente al tren del progreso, reconvirtiendo su industria obsoleta en otra de reconstrucción, pero ni los poderes públicos ni quienes ya se habían hecho de oro tuvieron cabeza para ello. Tan sólo algunas familias, como los De la Sota, con su patriarca convertido en “sir” por agradecimiento de la corona británica ante una ayuda ni mucho menos desinteresada, o los March, diversificaron ganancias admirablemente. Los vizcaínos, sin desatender el negocio naval e invirtiendo en compañías aseguradoras, mercantiles y financieras. Los mallorquines al timón de su Banca y no perdiendo de vista el filibusterismo que antaño tanto margen les proporcionara. Pero el país mayoritariamente encaraba un nuevo descenso por el tobogán. Lo intuían muchos obreros, parte de los intelectuales, la generación del 98, disconforme con casi todo, y en cierto modo hasta la cúpula militar, mientras la política seguía sin reducir el tremendo analfabetismo nacional. Si los maestros vivían en la miseria, ¿a quién iba a tentar la docencia? “Dios proveerá, hijos míos”, clamaban desde su púlpito los presbíteros, mientras en las sedes episcopales bien pudiera especularse sobre si el lobo soviético acabaría disgregándoles el rebaño. Una nueva incertidumbre, o si se prefiere la misma de siempre, asolaba el corazón de nuestros ancestros. El Rif parecía en pie de guerra, otra vez. La prensa sensacionalista, cuando casi todas las cabeceras se empeñaban en serlo, aseguraba que cualquiera con buen oído escucharía el repique de tambores desde Tarifa, si soplaba viento sur. No, 1920 no llegaba precedido buenos augurios.

Por eso, sin duda, y a falta de mejores noticias, aquella medalla de plata supo a gloria.

Manuel de Castro, periodista, impulsor en la construcción de Balaídos y uno de los más implicados entes la creación del Real Club Celta, podría haber llevado al Registro de la Propiedad Intelectual “la furia española”.

Y por supuesto, no faltaron quienes para hacerla más atractiva la sazonasen con algún aroma mitológico. El Olimpo, además de otorgar respetabilidad, ennoblece incluso las derrotas. Ensalza el dolor, antes que el placer de la victoria. ¿Acaso no era legítimo endiosar lo terrenal, bajo una antorcha sagrada?

Aquella gesta hispana tuvo en Manuel de Castro, periodista gallego habitualmente emboscado tras el seudónimo de “Hándicap”, un único bardo. Y merced a su ocurrencia cobraría cuerpo el mito de la furia española.

En realidad, hacia 1920 casi todo el fútbol europeo sería visto hoy como exhibición furiosa. Su reglamento, muy permisivo con los contactos, la contundencia de aquellas botas blindadas, el peso de los balones y una técnica individual todavía rupestre propiciaba los choques repetitivos, el patadón sin contemplaciones y las carreras largas, sustentadas en la potencia, antes que en cualquier atisbo de finta. Puesto que podía cargarse a los porteros, éstos salían a despejar de puño con ambas rodillas por delante, o forzando piruetas muy próximas a las artes marciales. Máxime cuando atacantes y defensores caían sobre blando. Porque había, sobre todo en los países meridionales, dos modelos futbolísticos: el de quienes jugaban sobre césped, y el de cuantos competían en campos de tierra endurecida. Por cuanto respecta a España, el norteño, englobando las regiones gallega, asturiana, cántabra, vasca y catalana, y el levantino, andaluz y madrileño. Uno rápido, fuerte y directo; otro afiligranado, con cierta pausa para la elaboración y técnica ligeramente superior. O sea que, tras inscribir al equipo nacional para los Juegos Olímpicos, nuestra Federación tuvo que dilucidar por cuál de esas fórmulas se decantaba.

Tomando como referencia el reparto de títulos nacionales, es decir quienes solían erigirse campeones de Copa, llevaban ventaja los clubes norteños. Algo normal, considerando que sólo dos capitalinos (Madrid y Gimnástica) habían asomado por las finales. Un vistazo al palmarés hasta 1920, ahorra explicaciones. El Athletic Club lucía 8 títulos, incluyendo el de 1902, cuando Bilbao F. C. y Athletic concursaran bajo la denominación de Vizcaya. Le seguían Madrid (5 títulos), Barcelona (4), los iruneses, bajo el nombre de Racing y Real Unión (2), Arenas Club de Guecho y Club Ciclista de San Sebastián (predecesor de la Real Sociedad), con uno. A las finales tan sólo habían llegado, además de los citados, Vigo Sporting, C. D. Español de Barcelona, Basconia, España de Barcelona y la ya citada Gimnástica. El fútbol gozaba de mucho más arraigo por la vertiente norte, pero de ahí a suponer que el Madrid no contaba con elementos capaces de cumplir a plena satisfacción en un elenco nacional, mediaba amplio trecho. Finalmente, el criterio federativo, expresado por su triunvirato técnico (Berraondo, Paco Bru y Julián Ruete) se tradujo en la elección de hombres norteños, argumentándolo así: “Puesto que se va a competir sobre hierba, llevemos futbolistas acostumbrados a jugar sobre ella”. No hubo otras razones para que el grupo expedicionario lo compusieran 5 jugadores de la Real Sociedad, 4 del Athletic, 3 del Barcelona y Vigo Sporting, 2 del Real Unión y Arenas de Guecho, y uno del Racing ferrolano.

Ya estaba el equipo físico, rápido, atlético, con hombres muy altos para la época (Eguizábal, Belauste o Arrate) y contundentes (Patricio Arabolaza). Sólo faltaba aguardar la ocasión. Y ésta llegó ante Suecia el 1 de setiembre, en un campito menor de Amberes, como era el de Boschuil. Los nórdicos se habían adelantado en el minuto 25 por mediación de Dahl y a España le costaba acercarse a las proximidades del portero Zander. Poco después del descanso, Sabino Bilbao envió un pase a su compañero en el Athletic Club, el medio centro José Mª Belausteguigoitia, y éste, luego de chocar con varios adversarios, acabaría empujado el balón hasta las redes. “Hándicap” ya tenía inspiración para su oda en prosa: «Un verdadero “goal” hercúleo», escribió. Y no contento, adornaría la jugada con lo que nadie pudo escuchar desde la grada: el grito improbable de Belauste a Sabino Bilbao Líbano, «¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!».

El gol de furia, raza y pundonor estaba servido. La cerrazón de Juan Martín “El Empecinado” y “El Cura Merino”, pigmeos ante un inmenso ejército napoleónico, volvía a imponerse a la lógica. Los últimos de Filipinas, asediados en una iglesia medio en ruinas. Ese individualismo crónico, tan nuestro, convertido en virtud teologal. La fuerza sobre cualquier destreza. El puño, antes que el cerebro. Manuel de Castro González (Vigo, 9-VIII-1885 – 27-VIII-1944) acababa de pasar a la historia de nuestro fútbol cantando un gol libérrimamente, y con derecho a patentar lo de “la furia española”, término que si no verbalizase, nació inspirándose en su crónica.

También Belauste pasó a la historia, con un gol que ni siquiera iba a resultar determinante. Debería haberlo hecho con más razón Patricio Arabolaza, autor del primer tanto para “la roja”, ante Dinamarca, justo el atardecer de nuestro debut internacional. Suyo, incluso, fue el primer gol anulado a España, media hora antes, según parece sin gran justicia. Pero así son las cosas. El ser humano prefiere a menudo recrearse en leyendas, antes que reverenciar la verdad. Guillermo Tell, el Mannken Pis, Robin Hood o Martín Fierro, podrían atestiguarlo sin hubieran existido. Al menos Manuel de Castro llevó consigo parte de aquella gloria cuando, a los 59 años, el tranvía del puerto vigués lo arrollase junto a los jardinillos de Eijo Garay.

Parte de los componentes de “La Furia”, nombre con que sería designada nuestra selección nacional durante muchos años por países de Hispanoamérica.

Cualquiera que haya jugado alguna vez al fútbol, incluso partidos de solteros contra casados, sabe que es imposible deslizar parlamentos heroicos a falta de aliento. Belauste, con sus 90 kilos y a sólo 5 centímetros de los dos metros, basaba su estrategia en el poderío físico. Pero una vez de retorno, nadie, entre sus compañeros, aseguró haberle oído pronunciar la frasecita. Como mucho, algunos lo dejaron en “¡Sabino, Aurrera!”; o sea “Sabino, adelante”. Pero a medida que el invento de “Hándicap” se hacía célebre, otros irían corrigiéndose. Ricardo Zamora, sabedor de lo que significaba convertirse en mito, aseguró tiempo después que Belauste dijo, palabra por palabra, lo que Manuel de Castro dejara escrito. Ni el propio Belauste se atrevió a tanto, al ser entrevistado por la revista cubana “Carteles” (1937): “Estando yo en posición ventajosa para anotar, y viendo que Sabino avanzaba con la pelota, le dije simplemente: ¡A mí, Sabino, que los arrollo! Después rodamos tres o cuatro por el suelo”.

Ese gol habría valido de poco, si el también atlético Chomin Gómez-Acedo no hubiese anotado otro en el minuto 80. O sin el fallo del sueco Olsson, al lanzar fuera un penalti. Clasificados para una semifinal de consolación -la derrota ante Bélgica por 3-1 en el segundo encuentro convertía la plata en máximo objetivo-, los nuestros aún tuvieron que derrotar a Italia (2-0) y Holanda (3-1), para erigirse en subcampeones. Belauste ya no volvió a marcar y sólo disputó el partido definitivo ante los neerlandeses, detentando la capitanía, como ante Dinamarca y Suecia. Además, el verdadero artífice del éxito español sería Félix Sesúmaga (F. C. Barcelona), pues suyos fueron los dos goles endosados a Italia, y otro par de los que encajase el holandés Mac Neill. Con 4 tantos fue el máximo goleador hispano, y hoy su nombre apenas sugiere algo a nadie. Las puertas del Olimpo se le cerraron injustamente.

Belauste, un medio centro gigantesco que solía incorporarse al ataque. “Hándicap” no hubiese podido elegir mejor protagonista para tipificar la furia combativa.

Sobre la furia no menor con que se empleaban otros elencos, baste algún dato. Si los suecos unieron a su fuerza varios brotes de marrullería, el choque contra Italia ya derivó hacia un no va más. Ricardo Zamora y Bedini II fueron expulsados, por agredirse a puñetazo limpio. Pagaza hubo de abandonar el campo en brazos de las asistencias. Los demás, doloridos, magullados, cubiertos de pellizcos y moretones, con tantas ganas de festejar el triunfo como la ocasión requería; alegres y al mismo tiempo reivindicativos con respecto a la dolosa pasividad arbitral que aquellos Juegos venían poniendo en solfa. Y puesto que en el elenco figuraba un bromista contumaz como “Pichichi”, en seguida irían urdiendo un plan.

Sólo tuvieron que improvisar una especie de estandarte para encabezar el cortejo, vestir con sotana a Belauste, quien por su estatura y rostro enjuto ofrecía una formidable estampa de mosén decimonónico, y ensayar miradas hieráticas mientras caminaban, muy serios, en perfecta formación. Tras un Belauste esparciendo oraciones en lengua vasca, inmóvil en su camilla y con ambas manos sobre el pecho, Pagaza se hacía el muerto. “La gente nos preguntaba qué era aquello y nosotros les decíamos que el funeral de un compañero, caído ante los italianos. Algunos hasta se acercaban a don Paco, a quien convencimos para cerrar el desfile, transmitiéndole su pésame. Casi se nos escapaba la risa”, narraron luego los jugadores del Athletic Club, por las tertulias bilbaínas. La seriedad duró hasta alcanzar la primera taberna, cuando Pagaza se puso en pie gritando: “¡Milagro, milagro!”, mientras los demás coreaban: “¡Con nosotros no pueden ni holandeses ni italianos!”.

Furia, quizás. Pero sobre todo ganas de pasarlo bien y ese sentido del humor necrófilo, que suele evaporarse una vez consumida la juventud más pletórica.       

José Mª Belausteguigoitia Landaluce (Bilbao 15-V-1889 – México D. F. 4-IX-1964), desde su regreso de Amberes no volvería a disputar ningún otro partido representando a España. Estuvo entre los convocados para los Juegos de París (1924), más por agradecimiento que en respuesta a sus méritos. Ya nada quedaba en él, capaz de recordar al “León de Amberes”, apelativo que iba a pasear hasta su muerte, aquejado de un cáncer pulmonar. Con 35 años y en muy baja forma, al haberse despegado un tanto del fútbol, el dúo Paragés – Pentland, seleccionador y técnico para la efeméride, prefirieron no alinearle. Veinte años en el Athletic, 7 títulos Regionales y otros tantos de Copa, se iban por la puerta de atrás, aun inscribiendo su nombre con moldes de oro en la historia rojiblanca. Porque tantos años después, junto a “Piru” Gainza sigue siendo el futbolista con más entorchados coperos. Su biografía al margen del balón, además, merece sobradamente alguna pincelada.

Sexto entre los 12 hermanos componentes de una familia con ascendencia en la villa alavesa de Llodio, estudió Derecho en Salamanca y como todos los de su generación en el Athletic nunca pudo vivir del fútbol. Dos de sus hermanos, “Pacho” y Ramón, lucirían junto a él la camiseta rojiblanca, aunque con mucha menos fortuna. Otro de ellos, Federico, le arrastró por la senda política hasta convertirlo en destacado militante nacionalista. Amigo personal de Sabino Arana Goiri, fundador del P.N.V., Federico llegó a ser hombre importante dentro de aquella organización, sin que el propio José María quedase muy atrás, no en vano figuró una vez como candidato a las Cortes. Nadie en Vizcaya era ajeno a su ideología, y por ella hubo de exiliarse temporalmente en Francia (1922), cuando uno de sus discursos levantara ampollas en el despacho de Gobernación, ante su “encendida visceralidad”. Algo después, muchos se sorprendieron al encontrar su nombre entre los escindidos del P.N.V. para legalizar Acción Nacionalista Vasca, hijuela izquierdista y laica, más radical y reivindicativa en sus anhelos nacionales. Un paso en falso, del que poco tardó en desdecirse. Su profundo catolicismo chocaba con la iconoclastia de amplias capas en ese nuevo proyecto.

Casado con una sobrina del celebrado pintor Ignacio Zuloaga, al estallar la Guerra Civil quiso pasar a zona “nacional”, infructuosamente. Volvía a encontrarse incómodo entre los aliados del Lehendakari Aguirre. La cacería de curas y el marxismo recalcitrante no iban con él. Para entonces, además, habían empezado a verlo como mito de otro Olimpo: un nacionalista vasco convertido en referente de la furia española, cuando el credo vizcaitarra propugnaba desandar senderos de confraternización histórica. Afrenta en toda regla a esa nueva España naciente, caudillista y vertical, sustentada en el axioma de “Una, Grande y Libre”. Así que como tantos miembros del P.N.V. acabaría poniendo rumbo a México, tras esquivar la cárcel. Y si desde allí pudo ver a su sobrina Ibone, representando a la nación azteca en una piscina Olimpiada londinense (1948), y a Iker, también sobrino, como regatista a vela en Tokyo (1964), no tendría ocasión de alcanzar el nuevo desfile de este último en los Juegos de México (1968), cuando todo el país se preparaba para organizar su primer Mundial de fútbol.

Belauste, de cualquier modo, no fue el único mito consagrado durante aquellos días de agosto y setiembre en Amberes. Ricardo Zamora, sin la ayuda de Manuel de Castro, aunque a lomos de la prensa internacional, acabaría arrebatando el cetro al mismísimo Júpiter. Sus vuelos y alardes efectistas, la sensación de aplomo que transmitiera, y aquel gesto con que solía aceptar el asombro del graderío, no dejaban a nadie indiferente. “En Inglaterra jugaría poco -sentenció Mr. Pentland una vez, cuando alguien le preguntara por “El Divino”-. Allí los porteros paran balones, y quien busca espectáculo saca entrada para el teatro o el circo”. Pentland sabía de fútbol más que nadie por nuestros pagos, pero le costaba entender que en un futuro ya tangible ese deporte iba a devenir en supremo espectáculo. Zamora, en realidad, fue un adelantado. Quienes más lo criticaban serían los mismos detractores de Jacinto Quincoces, el mejor defensa europeo durante unos años. “Qué manía tiene de jugar la pelota -dijeron de él-. Los defensas a despejarla, como Ciriaco. Para hacer cosas bonitas ya están otros”. El “foot-ball” evolucionaba a toda velocidad, aunque algunos tuviesen problemas para entenderlo.

Ricardo Zamora Martínez, caricaturizado en su doble función de futbolista divo y buen redactor periodístico.

Zamora, en cambio, sí lo vio venir. Muy consciente de lo que representaba habitar en el Olimpo, tan pronto puso un pie en Barcelona pidió más dinero a su presidente. Si no le pagaban de verdad, estaba dispuesto a cambiar de acera. Los dioses, ya se sabe, son ambiciosos, y Ricardo Zamora Martínez, el primer mito auténtico del fútbol universal, impuso su amenaza aun siendo muy joven. Luego cambió de acera, consciente de que la economía del Club Deportivo Español no era tan fuerte como la “culé”, desanduvo el camino cuando los “pericos” tiraron la casa por la ventana, y pulverizó cualquier récord crematístico, ya talludito, al ingresar en el Madrid. “Ricardo, ¿eres partidario del profesionalismo?”, le preguntaron mientras se debatía respecto a si en España iba a ser posible profesionalizar el deporte rey. Respondió sin inmutarse: “Bueno, ¿qué te parece si hablamos en serio?”. Para entonces ya era profesional magníficamente retribuido. Entre prima de fichaje, mensualidades y distintos “bolos” festivos, salía al año en lo económico cuatro o cinco veces mejor que un abogado de éxito, o cualquier buen médico. Todo ello sin contar con las magníficas vistas atribuibles a quien mora por encima del bien y el mal. Algo después, esa condición de tótem le llevó a ser mal mirado desde las dos facciones contendientes en nuestra Guerra Civil. Suele ocurrir con los mitos, al obligárseles a elegir entre el conmigo o contra mí.

Zamora, tal vez inconscientemente, se convirtió en asidero de unos compatriotas tanto o más atribulados que hoy, un siglo después, y con no menos necesidad de aferrarse a algo, para sentirse alguien. Pichichi, en cambio, pudo haber llegado a otros Juegos Olímpicos como ídolo, de no mediar la primera Gran Guerra. Pero salió de Amberes dejando un regusto amargo, como hombre corriente y con pies de barro.

Había hecho lo más difícil; trascender de Rafael Mª Miguel Moreno Aranzadi, su identidad registral, universalizando el apodo, o anotar el primer gol del viejo San Mamés, antes que campo mítico un templo balompédico. Agigantar su figura de metro y medio, haciendo que los niños de un Bilbao creciente soñaran imitarle. O dejar sentado que en un fútbol físico también la astucia servía para domeñar al adversario. Su mismo padre, alcalde de la villa durante los primeros años del siglo XX, sería reconocido en la calle no como Joaquín Moreno, sino por “el aita de Pichichi”. Entre 1914 y 1918, mientras Europa se desangraba, lo había sido todo en el fútbol nacional. Cuatro veces campeón de Copa, tres de ellas consecutivamente, y otras cinco veces en el Regional Vizcaíno, parece anotó 83 goles en 89 partidos, cuando al no existir un torneo de Liga se disputaban muchísimos encuentros menos de lo que andado el tiempo sería habitual. Pero si el nacimiento de la selección española le llegó tarde, también lo hizo coincidiendo con uno de sus peores estados físicos. Acababa de casarse y entre preparativos de boda y larga luna de miel, se sabía muy fuera de forma. A tal punto que, de entrada, rechazó acudir a los Juegos Olímpicos. Tuvo que ser el Sr. Argüello quien, con mucha paciencia y sin regatear ningún argumento, le hiciese mudar de opinión. Aunque de todos modos tampoco es que en Amberes aportase mucho. Su poca presencia física, unida a un gusto contumaz por las francachelas, había ido haciendo mella en su organismo. Disputó los 5 partidos olímpicos anotando un gol en su última comparecencia, el del 3-1 definitivo ante Holanda, a los 72 minutos. Y aquel tanto, en cierto modo, constituyó anticipo de su retiro.

“Pichichi”. Para él Amberes fue broche sin especial brillo, antes de convertirse en mito imperecedero.

Ya jugador fuera de tiempo, cosecharía duras críticas de su público, a grito limpio: “¡Estás acabado, viejo! ¡Retírate!”. Sin entenderlas, y por no seguir escuchándolas, acabaría anunciando un adiós a medias, puesto que pensaba hacerse árbitro. Muy pocos, aunque cueste creerlo, confesaron echarlo en falta por San Mamés. El aficionado futbolístico siempre fue volátil, olvidadizo y cicatero. Más antaño, si cabe, cuando a los astros del balón podías encontrártelos en el café, compartiendo palco, paseando tranquilamente o a la sombra de cualquier árbol, en amigable compañía junto a una jarra de chacolí. Como árbitro, además, no dio la talla. Le faltaba temperamento, o si prefiere autoridad. Así que a los 29 años ya era exfutbolista y árbitro en retiro.

Fue su óbito prematuro lo que hizo de él un ídolo. A la incredulidad inicial, cuando se extendiera el eco de su fallecimiento, víctima del tifus, sobrevino una manifestación de duelo imponente. Casi todos los bilbaínos, mujeres, niños, interesados por el “foot-ball” o quienes nunca dieron un puntapié a nada, se echaron a la calle cuando desfilaba su féretro, en marzo de 1922. Partía así de este mundo el primer medallista olímpico en Amberes.

Otros compañeros suyos junto a la antorcha tampoco tuvieron suerte. Silverio, Sesúmaga o Patricio Arabaloaza, fallecerían igualmente en plena juventud. Artola y Eguizábal perdieron la vida durante aquella barbarie incivil orquestada en 1936. El último superviviente fue Sabino Bilbao, tío de Plácido, otro futbolista que también tuvo ocasión de lucir en rojiblanco, además de imponer su arrancada en el Guecho, Indauchu, Real Valladolid, Recreativo de Huelva, Arenas guechotarra, Boston Beacons de los Estados Unidos, Estepona y Melilla. Sabino Bilbao, coprotagonista en una jugada poco exquisita, pero a la postre mítica, se fue para siempre en Guecho, durante 1983. Y a tenor de la evolución que iría experimentando nuestro equipo nacional, desde la lucha espartana al toque primoroso, cabe decir que con él se apagaban, quién sabe si para siempre, los pebeteros de una furia extemporánea.




Un siglo en números

Como todo buen aficionado al fútbol en general y a la Selección, muy en particular, sabe, nuestro equipo nacional cumple este año 2020 un siglo de historia. Una historia en la que no ha faltado de nada. Desde que aquellos valientes pioneros pusieran una pica en Flandes, para colgarse la medalla de plata en los Juegos de Amberes, en lo que supuso el origen de la Selección Española de Fútbol, hace ahora justamente cien años, hasta los últimos vaivenes sufridos por el combinado patrio, con el despido del seleccionador Robert Moreno y la agitada rentrée de Luis Enrique, interrumpida, a su vez, por la pandemia que aún nos asola, lo cierto es que los aficionados al conjunto nacional no nos podemos quejar. Porque hemos tenido prácticamente de todo. Una meritoria e inesperada medalla de plata olímpica en nuestro debut, que no sirvió precisamente como precedente de éxito, décadas de fracasos sonados, una Guerra Civil, otra Mundial, partidos perdidos inexplicablemente, decisiones arbitrales incomprensibles, un cuarto puesto mundialista, más pifias garrafales de nuestras figuras, una Eurocopa en mitad de la nada, eliminatorias perdidas, goles fallados a puerta vacía, una decepción tras otra, un subcampeonato europeo que sonó a flor de un día… una vida, en fin, llena de penalidades casi permanentes, compensadas con creces a partir del año 2007, con el inicio de lo que podríamos denominar el quinquenio prodigioso, cuando se lograron otras dos Eurocopas y nuestro primer Campeonato del Mundo, de forma consecutiva. Tres títulos que significaron todo un hito en el balompié mundial, con un fútbol y una calidad de muy difícil parangón, que nunca pudimos imaginar y que auparon a nuestro equipo a lo más alto de la historia de este deporte. Como ven, no nos ha faltado de nada.

El número especial de Cuadernos de Fútbol que tienen ustedes delante, ofrece a todos sus lectores una destacada colección de artículos de primer nivel sobre los inicios y trayectoria del combinado español, con un rigor histórico difícilmente alcanzable hoy por hoy, en cualquier otro medio de divulgación futbolística. Por este motivo, lo que yo les traigo aquí son los números de este siglo de fútbol internacional. La estadística, los datos y las curiosidades de estos cien años de trayectoria de nuestra Selección. Lo que el maestro Félix Martialay hubiera denominado ‘el esqueleto de la Historia del equipo español’.

Con todos ustedes, un siglo completo resumido en números.

DATOS Y CURIOSIDADES

MAYORES GOLEADAS EN CASA

PARTIDO

AÑO

COMPETICIÓN

España  13 – Bulgaria  0

1933

Amistoso

España  12 – Malta  1

1983

Campeonato de Europa

España  9 – Portugal  0

1934

Campeonato del Mundo

España  9 – Albania  0

1990

Campeonato de Europa

España  9 – Austria  0

1999

Campeonato de Europa

España  9 – San Marino  0

1999

Campeonato de Europa

España  8 – Chipre  0

1999

Campeonato de Europa

España 8 – Liechtenstein  0

2016

Campeonato del Mundo

España  8 – Francia  1

1929

Amistoso

España  7 – Chipre  0

1971

Campeonato de Europa

España 7 – Malta 0

2019

Campeonato de Europa

MAYORES GOLEADAS FUERA

PARTIDO

AÑO

COMPETICIÓN

Tahití  0 – España  10 (campo neutral)

2013

Copa Confederaciones

Liechtenstein  0 – España  8

2017

Campeonato del Mundo

México  1 – España  7 (campo neutral)

1928

Juegos Olímpicos

San Marino  0 – España  6

1999

Campeonato de Europa

San Marino  0 – España  6

2005

Campeonato del Mundo

Azerbayán  0 – España  6

2009

Amistoso

Bulgaria  1 – España  6 (campo neutral)

1998

Campeonato del Mundo

Irlanda  0 – España  5

1931

Amistoso

Bélgica  0 – España  5

1957

Amistoso

Irlanda del Norte  0 – España  5

2002

Amistoso

Nueva Zelanda  0 – España  5 (campo neutral)

2009

Copa Confederaciones

MAYORES DERROTAS EN CASA

PARTIDO

AÑO

COMPETICIÓN

España  2 – Escocia  6

1963

Amistoso

España  0 – Hungría  3

1981

Amistoso

MAYORES DERROTAS FUERA

PARTIDO

AÑO

COMPETICIÓN

Italia  7 – España  1  (campo neutral)

1928

Juegos Olímpicos

Inglaterra  7 – España  1

1931

Amistoso

Brasil  6 – España  1

1950

Campeonato del Mundo

Países Bajos  5 – España  1   (campo neutral)

2014

Campeonato del Mundo

Italia  4 – España  0

1942

Amistoso

Portugal  4 – España  0

2010

Amistoso

Portugal  4 – España  1

1947

Amistoso

Inglaterra  4 – España  1

1955

Amistoso

Alemania  4 – España  1

2000

Amistoso

Argentina  4 – España  1

2010

Amistoso

Austria  3 – España  0

1960

Amistoso

Gales  3 – España  0

1985

Campeonato del Mundo

Inglaterra  3 – España  0

2001

Amistoso

Brasil 3 – España  0

2013

Copa Confederaciones

PARTIDOS CONSECUTIVOS SIN PERDER

PARTIDOS

PERÍODO

35

Del partido nº 527 al 563 (desde el 15-11-06 al 24-06-09) RÉCORD MUNDIAL

31

Del partido nº 390 al 422 (desde el 09-07-94 al 28-01-98)

27

Del partido nº 663 al 690 (desde el 27-06-16 al 15-10-18)

26

Del partido nº 599 al 626 (desde el 12-11-11 al 30-06-13)

25

Del partido nº 495 al 521 (desde el 20-06-04 al 27-06-06)

PARTIDOS CONSECUTIVOS SIN GANAR

PARTIDOS

PERÍODO

10

Del partido nº 241 al 250 (desde el 23-01-80 al 18-02-81)

6

Del  partido nº 233 al 238 (desde el 13-12-78 al 09-12-79)

6

Del partido nº 322 al 327 (desde el 18-11-87 al 11-06-88)

PARTIDOS CONSECUTIVOS SIN RECIBIR UN GOL

PARTIDOS

PERÍODO

PORTEROS

MINUTOS

7

Del partido nº 546 al 552  (desde el 18-06-08 al 15-10-08)

Casillas y P. Reina

714

7

Del partido nº 364 al 370 (desde el 19-02-92 al 27-01-93)

Zubizarreta y Buyo

690

7

Del partido nº 498 al 504 (desde el 08-09-04 al 08-06-05)

Casillas

684

PARTIDOS CONSECUTIVOS SIN MARCAR

PARTIDOS

PERÍODO

MINUTOS

3

Partidos nº 368, 369 y 370 (desde el 23-09-92 al 18-11-92)

396

3

Partidos nº 297, 298 y 299 (desde el 27-03-85 al 26-05-85)

361

PARTIDOS CONSECUTIVOS MARCANDO

PARTIDOS

PERÍODO

40

Del partido nº 663 al 702 (desde el 01-09-16 al 18-11-19)  2ª MEJOR MARCA HISTÓRICA

20

Del partido nº 68 al 87 (desde el 26-01-47 al 10-06-51)

15

Del  partido nº 99 al 113 (desde el 17-03-54 al 13-03-58)

15

Del partido nº 308 al 322 (desde el 07-06-86 al 18-11-87)

15

Del partido nº 548 al 562 (desde el 26-06-08 al 20-06-09)

MÁS VICTORIAS CONSECUTIVAS

VICTORIAS

PERÍODO

15

Del partido nº 548 al 562 (desde el 26-06-08 al 20-06-09)  RÉCORD MUNDIAL

12

Del partido nº 564 al 575 (desde el 28-06-09 al 08-06-10)

9

Del partido nº 15 al 23 (desde el 21-12-24 al 22-05-27)

9

Del partido nº 538 al 546 (desde el 17-11-07 al 18-06-08)

MÁS DERROTAS CONSECUTIVAS

DERROTAS

PERÍODO

3

 

Partidos 55, 56 y 57; 67, 68 y 69; 127, 128 y 129; 330, 331 y 332; 356, 357 y 358

MÁS EMPATES CONSECUTIVOS

EMPATES

PERÍODO

3

 

Partidos 72, 73 y 74; 142, 143 y 144; 244, 245 y 246; 368, 369 y 370; 396, 397 y 398; 406, 407 y 408; 471, 472 y 473

MÁXIMOS GOLEADORES EN UN PARTIDO

JUGADOR

GOLES

PARTIDO

Chacho

6

España 13 – Bulgaria 0 (1933)

Lángara

5

España 9 – Portugal 0 (1934)

G. Rubio

4

España 8 – Francia 1 (1929)

Zarra

4

España 6 – Suiza 3 (1951)

Tejada

4

España 6 – Irlanda del Norte 2 (1958)

Santillana

4

España 12 – Malta 1 (1983)

Rincón

4

España 12 – Malta 1 (1983)

Butragueño

4

Dinamarca 1 – España 5 (1986)

Butragueño

4

España 9 – Albania 0 (1990)

Raúl

4

España 9 – Austria 0 (1999)

F. Torres

4

Tahití 0 – España 10 (2013)

MÁS GOLES MARCADOS CONSECUTIVAMENTE

JUGADOR

GOLES

RACHA 

G. Rubio

9

Partido nº 31 (3 goles), partido nº 32 (4 goles) y partido nº 33 (2 goles)

Lángara

9

Partido nº 47 (5 goles), partido nº 48 (2 goles) y partido nº 49 (2 goles)

Kubala

8

Partido nº 109 (1 gol), partido nº 110 (1 gol), partido nº 111 (3 goles), partido nº 112 (2 goles) y partido nº 113 (1 gol)

Raúl

8

Partido nº 431 (1 gol), partido nº 432 (4 goles) y partido nº 433 (3 goles)

Chacho

7

Partido nº 46 (6 goles) y partido nº 47 (1 gol)

Zarra

7

Partido nº 85 (1 gol), partido nº 86 (4 goles) y partido nº 87 (2 goles)

D. Villa

7

Partido nº 551 (1 gol), partido nº 552 (2 goles), partido nº 553 (1 gol), partido nº 554 (1 gol), partido nº 555 (1 gol) y partido nº 556 (1 gol)

MÁS PARTIDOS CONSECUTIVOS MARCANDO

JUGADOR

PARTIDOS

RACHA  (partidos ininterrumpidos)

D. Villa

6

Partidos nº  551, 552, 553, 554, 555 y 556

Zarra

5

Partidos nº 78, 79, 80, 81 y 82

Kubala

5

Partidos nº 109, 110, 111, 112 y 113

Campos

4

Partidos nº  60, 61, 62 y 63

Di Stéfano

4

Partidos nº 117, 118, 119 y 120

Pirri

4

Partidos nº 186, 187, 188 y 189

Carlos

4

Partidos nº 351, 352, 353 y 354

Raúl

4

Partidos nº 485, 486, 487 y 488

D. Villa

4

Partidos nº 559, 560, 561 y 562 y nº 577, 578, 579 y 580

D. Silva

4

Partidos nº 669, 670, 671 y 672

Sergio Ramos

4

Partidos nº 688, 689, 690 y 691.

MÁS GOLES MARCADOS A ESPAÑA

JUGADOR

PAÍS

GOLES

Peyroteo

Portugal

7

Coppée

Bélgica

4

Lineker

Inglaterra

4

Vargas

Chile

4

MÁS GOLES A ESPAÑA EN UN SÓLO PARTIDO

JUGADOR (PAÍS)

GOLES

PARTIDO

Lineker (Inglaterra)

4

España 2 – Inglaterra 4 (1987)

Coppee (Bélgica)

3

Bélgica 3 – España 1 (1920)

Bican (Austria)

3

España 4 – Austria 5 (1936)

Palmeiro (Portugal)

3

Portugal 3 – España 1 (1956)

Mudie (Escocia)

3

Escocia 4 – España 2 (1957)

Healy (Irlanda N.)

3

Irlanda N. 3 – España 2 (2006)

C. Ronaldo (Portugal)

3

Portugal 3 – España 3 (2018)

SELECCIONADORES CON MÁS PARTIDOS DIRIGIDOS

SELECCIONADOR

PARTIDOS

PERÍODO

Vicente Del Bosque

113

20-08-08 al 27-06-16

Ladislao Kubala

68

Del 15-10-69 al 18-06-80

Javier Clemente

62

Del 09-09-92 al 05-09-98

Miguel Muñoz

59

Del 27-10-82 al 17-06-88

Luis Aragonés

54

Del 18-08-04 al 29-06-08

DEBUTANTES

MÁS JOVEN

MÁS VIEJO

MÁS GOLEADOR

Zubieta (debutó el 26-04-36, con 17 años, 9 meses y 10 días)

Puskas (debutó el 12-11-61, con 34 años, 7 meses y 10 días)

Chacho (logró 6 goles en su partido debut, España 13 – Bulgaria 0) 21-05-33

TRAYECTORIA EN LOS MUNDIALES

URUGUAY 1930

No participó

ITALIA 1934

Eliminado en cuartos de final

FRANCIA 1938

No participó

BRASIL 1950

Cuarta posición

SUIZA 1954

No se clasificó

SUECIA 1958

No se clasificó

CHILE 1962

Eliminado en la primera fase

INGLATERRA 1966

Eliminado en la primera fase

MÉXICO 1970

No se clasificó

ALEMANIA 1974

No se clasificó

ARGENTINA 1978

Eliminado en la primera fase

ESPAÑA 1982

Eliminado en la segunda fase

MÉXICO 1986

Eliminado en cuartos de final

ITALIA 1990

Eliminado en octavos de final

ESTADOS UNIDOS 1994

Eliminado en cuartos de final

FRANCIA 1998

Eliminado en la primera fase

COREA – JAPÓN 2002

Eliminado en cuartos de final

ALEMANIA 2006

Eliminado en octavos de final

SUDÁFRICA 2010

Campeón

BRASIL 2014

Eliminado en la primera fase

RUSIA 2018

Eliminado en octavos de final

TRAYECTORIA EN LAS EUROCOPAS

FRANCIA 1960

Renuncia en cuartos de final

ESPAÑA 1964

Campeón

ITALIA 1968

No se clasificó

BÉLGICA 1972

No se clasificó

YUGOSLAVIA 1976

No se clasificó

ITALIA 1980

Eliminado en la primera fase

FRANCIA 1984

Subcampeón

ALEMANIA 1988

Eliminado en la primera fase

SUECIA 1992

No se clasificó

INGLATERRA 1996

Eliminado en cuartos de final

BÉLGICA – HOLANDA 2000

Eliminado en cuartos de final

PORTUGAL 2004

Eliminado en la primera fase

AUSTRIA – SUIZA 2008

Campeón

POLONIA – UCRANIA 2012

Campeón

FRANCIA 2016

Eliminado en octavos de final

MÁS PARTIDOS EN FASES FINALES

DE MUNDIALES

PARTIDOS

JUGADOR

17

Casillas y Sergio Ramos

16

Zubizarreta

15

Xavi

14

F. Torres, Iniesta y Puyol

13

Busquets, Piqué y Xabi Alonso

12

Hierro, Julio Salinas, Luis Enrique y D. Villa.

11

Raúl

10

Camacho y Fábregas

DE EUROCOPAS

PARTIDOS

JUGADOR

16

Fábregas e Iniesta

15

Sergio Ramos y D. Silva

14

Casillas

13

F. Torres

12

Xabi Alonso

11

Xavi

10

Busquets, Gordillo, Jordi Alba y Piqué

MÁS GOLES EN FASES FINALES

DE MUNDIALES

GOLES

JUGADOR

9

D. Villa

5

Butragueño, Hierro, Morientes y Raúl

4

Basora, Míchel, F. Torres y Zarra

3

Caminero, Diego Costa y Julio Salinas

DE EUROCOPAS

GOLES

JUGADOR

5

F. Torres

4

D. Villa

3

Alfonso, Fábregas, Morata y D. Silva

MÁS PARTIDOS JUGADOS CONSECUTIVAMENTE

PARTIDOS

JUGADOR

PERÍODO

86

Zubizarreta

Del partido nº 299 al 384 (del 26-05-85 al 02-06-94)

51

Gordillo

Del partido nº 241 al 291 (del 23-01-80 al 24-06-84)

46

Arconada

Del partido nº 235 al 280 (del 14-03-79 al 16-11-83)

39

Sergio Ramos

Del partido nº 595 al 633 (del 02-09-11 al 05-03-14)

36

Míchel

Del partido nº 325 al 360 (del 23-03-88 al 25-09-91)

35

Iniesta

Del partido nº 604 al  638 (del 03-06-12 al 23-06-14)

32

Etxeberría

Del partido nº 421 al 452 (del 19-11-97 al 02-09-00)

31

Di Stéfano

Del partido nº 106 al 136 (del 30-01-57 al 10-12-61)

31

Camacho

Del partido nº 252 al 282 (del 18-02-81 al 18-01-84)

GOLES “CENTENARIOS” A FAVOR

GOL

JUGADOR

PARTIDO

AÑO

100

Luis Regueiro

España 13 – Bulgaria 0

1933

200

Zarra

España 6 – Suiza 3

1951

300

Di Stéfano

Chile 1 – España 4

1960

400

Pirri

España 7 – Chipre 0

1971

500

Juanito (Gómez)

España 2 – Yugoslavia 1

1982

600

Andrinúa

Suiza 1 – España 1

1988

700

Sergi

España 1 – Polonia  1

1994

800

Raúl

Italia  2 – España  2

1998

900

Morientes

Irlanda 1 – España 1

2002

1000

D. Villa

España 4 – Liechtenstein 0

2006

1100

Xabi Alonso

España 2 – Argentina 1

2009

1200

Jordi Alba

Bielorrusia 0 – España 4

2012

1300

D. Silva

España 8 – Liechtenstein 0

2016

1400

Morata

España 7 – Malta 0

2019

GOLES “CENTENARIOS” EN CONTRA

GOL

JUGADOR

PARTIDO

AÑO

PORTERO

100

Ghiggia (Uruguay)

Uruguay 2 – España 2

1950

Ramallets

200

Bene (Hungría)

España 2 – Hungría 1

1964

Iríbar

300

Herrera (Colombia)

Colombia 1 – España 1

1981

Arconada

400

Fernández (Francia)

España 1 – Francia 2

1991

Zubizarreta

500

Grande (Canadá)

España 2 – Canadá 1

2005

Pepe Reina

600

Okriashvili (Georgia)

España 0 – Georgia 1

2016

De Gea

EQUIPOS CON MÁS JUGADORES APORTADOS A LA SELECCIÓN

EQUIPO

JUGADORES

PRIMERO

ÚLTIMO

F. C. Barcelona

98

Samitier, Sesúmaga y R. Zamora (1920)

Sergi Roberto (2016)

Athlétic Club

93

Acedo, Belauste y Pichichi (1920)

Núñez (2019)

Real Madrid

85

Monjardín (1922)

Ceballos (2018)

Atlético de Madrid

75

Fajardo, Luis Olaso y Pololo (1921)

Saúl (2016)

Valencia C. F.

61

Cubells (1925)

Gayá (2018)

Real Sociedad

45

Arrate (1920)

Odriozola (2017)

MÁS AÑOS COMO INTERNACIONAL

AÑOS

JUGADOR

PERÍODO

17

R. Zamora

1920-1936

17

Casillas

2000-2016

16

Suárez (*)

1957-1972

15

Gento

1955-1969

15

Xavi

2000-2014

15

Sergio Ramos

2005-2019

14

Herrerita (*)

1934-1947

14

Camacho

1975-1988

14

Zubizarreta

1985-1998

14

Hierro

1989-2002

14

Cañizares

1993-2006

14

Puyol

2000-2013

13

Gamborena

1921-1933

13

Amancio

1962-1974

13

Iríbar

1964-1976

13

Pirri

1966-1978

13

Quini

1970-1982

13

Pepe Reina

2005-2017

13

D. Villa (*)

2005-2017

13

Iniesta

2006-2018

13

D. Silva

2006-2018

(*) Estuvo varios años sin acudir a la Selección.

TODOS LOS PORTEROS DE LA SELECCIÓN

PORTERO

PARTIDOS

GOLES

PROM.

Iker CASILLAS

167

93

0.56

Andoni ZUBIZARRETA

126

99

0.79

Luis Miguel ARCONADA

68

63

0.92

José Ángel IRÍBAR

49

42

0.86

Santiago CAÑIZARES

46

26

0.56

Ricardo ZAMORA

46

42

0.91

David DE GEA

41

34

0.83

Antonio RAMALLETS

35

50

1.43

José Manuel REINA

35

20

0.57

Víctor VALDÉS

20

9

0.45

Ignacio EIZAGUIRRE

18

31

1.72

MIGUEL ÁNGEL González

18

9

0.50

CARMELO  Cedrún

13

20

1.54

Kepa ARRIZABALAGA

10

4

0.40

Salvador SADURNÍ

10

8

0.80

José Francisco MOLINA

9

3

0.33

Francisco BUYO

7

2

0.29

José VICENTE

7

9

1.29

José ARAQUISTÁIN

6

6

1.00

Gregorio BLASCO

5

1

0.20

Miguel REINA

5

3

0.60

Javier González URRUTICOECHEA

5

6

1.20

Juan Carlos ABLANEDO

4

2

0.50

Guillermo EIZAGUIRRE

4

9

2.25

Alberto MARTORELL

4

6

1.50

José María JÁUREGUI

3

9

3.00

Antonio Jiménez, TONI

3

0

0.00

ABEL Resino

2

3

1.50

Juan ALONSO

2

3

1.50

Antonio BETANCORT

2

1

0.50

Mariano GARCÍA REMÓN

2

1

0.50

PAU LÓPEZ

2

0

0.00

José Casas, PEPÍN

2

2

1.00

RICARDO López

2

1

0.50

Juan ACUÑA

1

1

1.00

Daniel ARANZUBÍA

1

0

0.00

Fernando ARGILA

1

1

1.00

Sergio ASENJO

1

1

1.00

José BAÑÓN

1

2

2.00

CÉSAR Sánchez

1

4

4.00

Pedro CONTRERAS

1

0

0.00

Juan Antonio DEUSTO

1

2

2.00

DIEGO LÓPEZ

1

0

0.00

José María ECHEVARRÍA

1

2

2.00

Juan Miguel García, JUANMI

1

0

0.00

KIKO CASILLA

1

1

1.00

Raimundo Pérez LEZAMA

1

2

2.00

Julen LOPETEGUI

1

0

0.00

José Luis Fdez. MANZANEDO

1

0

0.00

Juan José NOGUÉS

1

1

1.00

José Manuel OCHOTORENA

1

0

0.00

José PÉREZ

1

0

0.00

Sergio RICO

1

1

1.00

José TRÍAS

1

1

1.00

Manuel VIDAL

1

0

0.00

TODOS LOS PENALTIS LANZADOS POR LA SELECCIÓN

JUGADOR

LANZADOS

MARCADOS

FALLADOS

David VILLA

14

9

5

Fernando HIERRO

11

11

0

José Miguel González, MÍCHEL

11

9

2

Fernando TORRES

8

5

3

SERGIO RAMOS García

7

5

2

XABI ALONSO Olano (1)

7

6

1

Daniel Ruiz-Bazán, DANI (2)

5

4

1

Emilio BUTRAGUEÑO

5

3

2

Juan Antonio SEÑOR

5

2

3

RAÚL González

5

3

2

Agustín GAÍNZA

4

3

1

Cesc FÁBREGAS

4

0

4

Domingo ZALDÚA

4

4

0

Francisco José CARRASCO

3

2

1

José Martínez, PIRRI

3

3

0

Josep GUARDIOLA

3

3

0

Andoni GOICOECHEA

2

2

0

CÉSAR Rodríguez

2

2

0

David SILVA

2

2

0

Félix QUESADA (3)

2

1

1

Gaizka MENDIETA

2

2

0

Jesús María SATRÚSTEGUI

2

1

1

Juan Gómez, JUANITO

2

2

0

Ladislao KUBALA

2

2

0

Aitor BEGUIRISTÁIN

1

1

0

Álvaro MORATA

1

1

0

Andrés INIESTA

1

1

0

Antonio Muñoz, TONI

1

1

0

Carlos LAPETRA

1

0

1

DONATO Gama

1

1

0

Enrique Castro, QUINI

1

1

0

Enrique COLLAR

1

1

0

Francisco BIENZOBAS

1

1

0

Francisco CAMPOS

1

1

0

Guillermo GOROSTIZA

1

0

1

Isidro LÁNGARA

1

1

0

JAVI MORENO Varela

1

0

1

José CLARAMUNT

1

1

0

José IRARAGORRI

1

1

0

Juan Castaño, JUANELE

1

0

1

Juan MATA

1

1

0

Julen GUERRERO

1

1

0

LUIS Aragonés

1

0

1

Luis SUÁREZ

1

1

0

Manuel Sánchez, MANOLO

1

1

0

Mariano ARRATE

1

1

0

Miguel Porlán, CHENDO

1

 0

1

Roberto LÓPEZ UFARTE (4)

1

1

0

Roberto SOLDADO

1

0

1

Rubén BARAJA

1

0

1

Santiago CAZORLA

1

1

0

Severino GOIBURU

1

0

1

VENANCIO Pérez

1

0

1

VICENTE Rodríguez

1

1

0

  • El penalti fallado por Xabi Alonso, lo había transformado inicialmente, pero el árbitro lo mandó repetir.
  • El penalti fallado por Dani, lo había transformado inicialmente, pero el árbitro lo mandó repetir.
  • Uno de los dos penaltis marcados por Quesada, lo había detenido previamente el portero, pero el árbitro lo mandó repetir y el segundo intento lo convirtió en gol.
  • López Ufarte lanzó otro penalti con la Selección, que falló. Pero no tuvo validez, pues el árbitro ordenó repetirlo.

No se tienen en cuenta los penaltis lanzados en las tandas de desempate.

JUGADORES CON MÁS PARTIDOS

169

SERGIO RAMOS

167

Iker CASILLAS

133

XAVI Hernández

130

Andrés INIESTA

126

Andoni ZUBIZARRETA

125

David SILVA

115

Sergio BUSQUETS

113

XABI ALONSO

110

Cesc FÁBREGAS

Fernando TORRES

102

Gerard PIQUÉ

RAÚL González

100

Carles PUYOL

97

David VILLA

89

Fernando HIERRO

81

José Antonio CAMACHO

80

Santi CAZORLA

75

Rafa GORDILLO

70

JORDI ALBA

69

Emilio BUTRAGUEÑO

Carlos MARCHENA

68

Luis ARCONADA

66

José Miguel González, MÍCHEL

64

PEDRO Rodríguez

62

LUIS ENRIQUE Martínez

Miguel Ángel NADAL

60

Joan CAPDEVILA

VÍCTOR Muñoz

56

Raúl ALBIOL

Álvaro ARBELOA

JULIO SALINAS 

Carlos Alonso, SANTILLANA

SERGI Barjuán

54

ABELARDO Fernández

Rafael ALKORTA

53

Joseba ETXEBERRÍA

MÍCHEL SALGADO

51

David ALBELDA

JOAQUÍN Sánchez

49

José Ángel IRÍBAR

48

Manolo SANCHÍS Jr.

47

Pep GUARDIOLA

Iván HELGUERA

Fernando MORIENTES

46

Santi CAÑIZARES 

Juan Carlos VALERÓN

Ricardo ZAMORA

MÁXIMOS GOLEADORES

59

David VILLA

44

RAÚL González

38

Fernando TORRES

35

David SILVA

29

Fernando HIERRO

27

Fernando MORIENTES

26

Emilio BUTRAGUEÑO

23

Alfredo DI STÉFANO

22

JULIO SALINAS

21

José Miguel González, MÍCHEL

SERGIO RAMOS

20

Telmo ZARRA

17

Isidro LÁNGARA

Álvaro MORATA

PEDRO Rodríguez

16

LUIS REGUEIRO

José Martínez, PIRRI

XABI ALONSO

15

Cesc FÁBREGAS

Carlos Alonso, SANTILLANA

14

Santi CAZORLA

Andrés INIESTA

Luis SUÁREZ

13

Estanislao BASORA

Julen GUERRERO

12

Paco ALCÁCER

Joseba ETXEBERRÍA

ISCO Alarcón

LUIS ENRIQUE Martínez

XAVI Hernández

11

ALFONSO Pérez

AMANCIO Amaro

Ladislao KUBALA

10

DANI Ruiz-Bazán

DIEGO COSTA

Agustín GAÍNZA

Juan MATA

Álvaro NEGREDO

Poli RINCÓN

9

GASPAR RUBIO

MANOLO Sánchez

NUESTROS RIVALES         

Todos los equipos a los que se ha enfrentado la Selección Española en sus cien años de historia.

PAIS

JUGADOS

GANADOS

EMPATADOS

PERDIDOS

G. F.

G. C.

ALBANIA

7

7

0

0

29

2

ALEMANIA

11

4

4

3

12

12

ALEMANIA FEDERAL

12

3

3

6

12

17

ALEMANIA ORIENTAL

3

0

2

1

0

1

ANDORRA

1

1

0

0

4

0

ARABIA SAUDÍ

3

3

0

0

9

2

ARGELIA

1

1

0

0

3

0

ARGENTINA

14

6

2

6

19

18

ARMENIA

6

6

0

0

16

1

AUSTRALIA

1

1

0

0

3

0

AUSTRIA

16

9

3

4

43

22

AZERBAYÁN

1

1

0

0

6

0

BÉLGICA

23

12

6

5

46

22

BIELORRUSIA

4

4

0

0

10

1

BOLIVIA

2

2

0

0

5

1

BOSNIA-HERZEGOVINA

8

6

2

0

18

7

BULGARIA

5

4

1

0

23

2

BRASIL

9

2

2

5

8

14

CANADÁ

2

2

0

0

4

1

C. E. I.

1

0

1

0

1

1

CHECOSLOVAQUIA

12

4

1

7

11

15

CHILE

11

8

2

1

25

10

CHINA

2

2

0

0

4

0

CHIPRE

8

7

0

1

35

5

COLOMBIA

3

1

2

0

4

3

COREA DEL SUR

6

4

2

0

16

5

COSTA DE MARFIL

1

1

0

0

3

2

COSTA RICA

3

2

1

0

9

3

CROACIA

8

4

1

3

15

9

DINAMARCA

17

12

3

2

34

15

ECUADOR

2

2

0

0

6

0

EGIPTO

1

1

0

0

2

0

EL SALVADOR

1

1

0

0

2

0

ESCOCIA

13

6

4

3

23

20

ESLOVAQUIA

6

4

1

1

15

6

ESLOVENIA

2

2

0

0

5

2

ESTADOS UNIDOS

5

4

0

1

10

3

ESTONIA

2

2

0

0

6

0

FINLANDIA

8

5

2

1

16

5

FRANCIA

35

16

7

12

63

37

GALES

6

3

2

1

11

7

GEORGIA

3

2

0

1

3

1

GRECIA

10

7

2

1

19

10

HAITÍ

1

1

0

0

2

1

HONDURAS

2

1

1

0

3

1

HUNGRÍA

13

5

5

3

21

18

INGLATERRA

27

10

4

13

32

45

IRÁN

1

1

0

0

1

0

IRAK

1

1

0

0

1

0

IRLANDA

26

15

7

4

54

18

IRLANDA DEL NORTE

18

11

5

2

38

11

ISLANDIA

9

6

2

1

10

6

ISLAS FEROE

4

4

0

0

17

4

ISRAEL

6

5

1

0

13

3

ITALIA

37

11

15

11

40

43

JAPÓN

1

1

0

0

1

0

LETONIA

4

3

1

0

9

0

LIECHTENSTEIN

8

8

0

0

39

0

LITUANIA

6

5

1

0

14

2

LUXEMBURGO

6

6

0

0

15

0

MACEDONIA

7

7

0

0

20

4

MALTA

8

8

0

0

37

3

MARRUECOS

3

2

1

0

6

4

MÉXICO

8

6

2

0

16

4

NIGERIA

2

1

0

1

5

3

NORUEGA

8

5

2

1

12

4

NUEVA ZELANDA

1

1

0

0

5

0

PAÍSES BAJOS

12

5

1

6

17

18

PANAMÁ

1

1

0

0

5

1

PARAGUAY

4

2

2

0

4

1

PERÚ

3

3

0

0

7

3

POLONIA

10

8

1

1

27

8

PORTUGAL

37

17

14

6

77

44

PUERTO RICO

1

1

0

0

2

1

REPÚBLICA CHECA

5

4

1

0

6

1

RUMANÍA

18

7

6

5

28

19

RUSIA

7

4

3

0

13

5

SAN MARINO

4

4

0

0

26

0

SERBIA

1

1

0

0

2

0

SERBIA Y MONTENEGRO

2

0

2

0

1

1

SUDÁFRICA

4

3

0

1

8

5

SUECIA

15

7

5

3

25

16

SUIZA

20

15

4

1

46

17

TAHITÍ

1

1

0

0

10

0

TÚNEZ

2

2

0

0

4

1

TURQUÍA

11

6

4

1

17

5

UCRANIA

5

4

1

0

10

3

UNIÓN SOVIÉTICA

4

2

1

1

5

3

URUGUAY

10

5

5

0

16

8

VENEZUELA

4

4

0

0

13

2

YUGOSLAVIA

19

9

5

5

23

18

TOTAL

702

413

158

131

1411

636

LOS SELECCIONADORES

Relación completa de todos los técnicos con los que ha contado nuestro equipo nacional y sus respectivas estadísticas.

TÉCNICO

DIRIGIDOS

GANADOS

EMPATADOS

PERDIDOS

G. F.

G. C.

NÚM.

Francisco Bru

5

4

0

1

9

5

1 a 5

Berraondo, Castro y Ruete

2

2

0

0

5

1

6 y 7

Castro, Díaz y Mateos

3

3

0

0

9

1

8 a 10

Cernuda, Colina y Parages

4

1

1

2

3

2

11 a 14

Cabot, Castro y Mateos

11

10

0

1

21

6

15 a 25

José A. Berraondo

5

1

3

1

12

12

26 a 30

José Mª Mateos

16

10

3

3

48

19

31 a 46

Amadeo Gª Salazar

12

6

2

4

29

16

47 a 58

Eduardo Teus

6

3

2

1

15

10

59 a 64

Jacinto Quincoces

2

1

1

0

6

4

65 y 66

Luis Casas Pasarín

1

0

0

1

0

1

67

Pablo Hdez. Coronado (2 etapas)

5

1

0

4

5

10

68 y 69

137 a 139

Guillermo Eizaguirre (2 etapas)

19

8

6

5

40

35

70 a 85

103 a 105

Alcántara, Iceta y Quesada

3

1

2

0

9

6

86 a 88

Ricardo Zamora

2

1

1

0

6

0

89 y 90

Pedro Escartín (2 etapas)

13

7

4

2

21

13

91 a 96

130 a 136

Luis Iribarren

3

1

1

1

6

4

97 a 99

Ramón Melcón

2

0

1

1

2

3

100 y 101

Luis Miró

1

1

0

0

3

0

102

Manuel Meana

12

7

3

2

35

16

106 a 117

Costa, Gabilondo y Lasplazas

12

8

0

4

35

21

118 a 129

José Villalonga

22

9

5

8

35

28

140 a 161

Domingo Balmanya

11

4

3

4

11

9

162 a 172

Eduardo Toba

4

1

2

1

5

4

173 a 176

Artigas, Molowny y Muñoz

4

2

1

1

3

3

177 a 180

Ladislao Kubala

68

31

21

16

98

59

181 a 248

José E. Santamaría

24

10

8

6

31

22

249 a 272

Miguel Muñoz

59

30

15

14

101

58

273 a 331

Luis Suárez

27

15

4

8

55

28

332 a 358

Vicente Miera

8

4

2

2

11

7

359 a 366

Javier Clemente

62

36

20

6

126

43

367 a 428

José A. Camacho

44

28

9

7

105

37

429 a 472

Iñaki Sáez

23

15

6

2

44

11

473 a 495

Luis Aragonés

54

38

12

4

99

32

496 a

549

Vicente Del Bosque

113

86

10

17

252

78

550 a 662

Julen Lopetegui

20

14

6

0

61

13

663 a 682

Fernando Hierro

4

1

3

0

7

6

683 a

686

Luis Enrique Mtnez.

10

8

0

2

28

10

687 a 696

Robert Moreno

6

4

2

0

20

3

697 a

702

 




Amberes 1920. La Plata de la furia. La primera medalla y muchas fiestas

1. Controversia en las olimpiadas: ¿se acepta a los perdedores de la gran guerra?

El mundo deportivo             

Año XV – Número. 749; 19 Agosto de 1920

Los alemanes deben ser admitidos? He aquí la opinión de un deportista francés tan caracterizado como Geo André sobre la exclusión de Alemania en los Juegos Olímpicos. Desde que oficialmente hemos reanudado nuestra relación con nuestros antiguos enemigos los alemanes, siempre he protestado contra su política ridícula y nefasta que consiste en excluir a estos últimos de toda participación común, tanto en nuestra vida comercial como en nuestra vida deportiva. Al firmar la paz no hemos debido hacerlo como un acto sin consistencia. En materia deportiva creo que hemos errado el camino. Siempre he considerado nefasta nuestra política que excluye a los alemanes de todas nuestras competiciones. De esta manera hemos creado un espíritu de molestia y un embrollo general que no facilitan ciertamente la expansión en la humanidad entera de esa idea de fraternidad que, vulgarizada, debía hacer más por  la vida a los habitantes del planeta. Por otra parte, era tonto proceder de esta manera cuando los acontecimientos habían de hacer, poco a poco, inexistente este estado de cosas, que por ello nos veríamos obligados a abandonar el camino por el que con tanta irreflexión nos hemos lanzarlo. Proceder como lo hemos hecho era ir directamente al fracaso. Tengamos, pues, más amplio punto de vista y no establezcamos, deportivamente hablando, ninguna distinción entre Alemania y las otras naciones. De ello no podríamos salir sino ganando; nuestras relaciones serían menos prósperas y favoreceríamos con ello la concordia que tan necesaria es después de una época de seis años tan desordenada y tan caótica. ¿Por qué no aprovechar la coyuntura  de los Juegos Olímpicos de Amberes para conceder a los Imperios centrales el lugar que ellos desearían ocupan, renovando con este acto el gesto de los creadores de las Olimpiadas, que permitían la participación de sus enemigos gracias a la tregua Olímpica?

Geo /André.”

Después de que se cancelara la VI edición de los Juegos Olímpicos Berlín 1916 por la I Guerra Mundial, el fin de la contienda llegó al mundo del deporte con la VII Olimpiada: Amberes 1920, ya que Coubertaín decidió que la de la capital alemana, aunque no se disputasen Juegos, contaba como Olimpiada.
El mundo estaba fracturado después de que la primera Gran Guerra dividiera el mundo occidental en dos bandos. Precisamente los países pertenecientes al bando derrotado, los Imperios Centrales, se quedaron fuera de la Olimpiada por decisión del Comité Olímpico Belga.
Vencedores y derrotados no querían coincidir en Amberes, por lo que el barón de Coubertain, de vuelta tras combatir en las filas galas, tuvo que decidir entre penalizar al bando perdedor o respetar el espíritu olímpico. Y evitó tomar por él mismo esa decisión mandando a los belgas decidir, algo con un final previsible ya que Bélgica había sido arrasada por las fuerzas alemanas y austro-húngaras.
Alemania, Austria, Hungría, Polonia, Rumanía, Bulgaria y Turquía no participaron por la resaca bélica. Tampoco Rusia, en plena Guerra Civil después de la Revolución Bolchevique que transformaría al país en la Unión Soviética.
Además, Bélgica se encontraba arrasada cuando Amberes fue elegida como sede, poco más de un año antes del inicio. Lo hizo cuando el COI la eligió por delante de Budapest, ciudad que se vio sin posibilidades al pertenecer a una de las naciones perdedoras en la guerra.

Fuente: Joaquín Anduro

Eisenberg y Lanfranchi,  a raíz de esta polémica, comentaban en su obra “FIFA 1904-2004 un siglo de fútbol”: Después del armisticio, las federaciones de los países vencedores reclamaron la realización de un congreso que excluyera a las potencias centrales vencidas. El barón de Laveleye, segundo vicepresidente, propuso entonces una modificación del artículo primero de los estatutos, donde de allí en más quedarían enumeradas las federaciones afiliadas, y Alemania, Austria y Hungría ya no figurarían (septiembre de 1919). Los representantes de los neutrales, que estaban en desacuerdo, se reunieron para reclamar el derecho a jugar contra los equipos que ellos quisieran. Vencedores y neutrales se reunieron en Anvers, el 27 de agosto de 1920, en ocasión de los Juegos Olímpicos, y se decidió dejar en libertad de acción a los neutrales, aunque las federaciones de los vencedores rechazarían todo partido con ellos si jugaban contra los vencidos.

El diario As escribe: No asistieron Alemania, Austria, Hungría, Turquía, Bulgaria, Polonia y la Unión Soviética, por haber sido los agresores en la guerra, pero en cambio participaron por primera vez Argentina, Brasil, Checoslovaquia, Yugoslavia, Nueva Zelanda y Finlandia.

Fuente: https://as.com/masdeporte/juegosolimpicos/historia/amberes_1920.html

2. La inauguración narrada por la prensa española

El sábado, en el Estadio se celebró el acto solemne de la apertura  Olimpiada, desfilando por delante de los reyes de Bélgica y del cardenal Mercier. 1.731 atletas. Pertenecientes a 27 países diferentes. Se calcula que asistieron al acto más de cien mil personas, entre ellos trescientos periodistas, a los cuales se colma de atenciones. El desfile de las delegaciones atléticas y de deportistas resultó emocionante. El grupo español se componía de sesenta concursantes. Lo presidían el doctor Bartrina, que paseó la bandera española por todo el estadio.  Aguilar, de Madrid, y García Alpina, presidente de la F. A. C. Todos los equipos fueron vitoreados, especialmente  los Estados Unidos, Francia, Italia, Suecia, España y Dinamarca. Terminado el acto, al descender los reyes de la tribuna, fueron objeto de una ovación delirante, entonando la multitud el himno nacional. Los atletas se entrenan en el Stadium, quejándose  muchos de ellos de deficiencias en las pistas. El Comité belga procura satisfacer  a todo el mundo. Interesante dice un querido colega: de Bruselas, entérense de ello nuestros lectores: Entre los deportistas se habla mucho del lugar en que se verificará la Olimpiada  de  I924, entre las que está Barcelona.

La Vanguardia Edición del viernes, 20 agosto 1920, página 4

DEPORTES –  RELIGIOSAS – MILITARES

Vida Deportiva

DESDE AMBERES

LA VII OLIMPIADA

La ciudad

La población ha vestido sus mejores galas. Múltiples banderas empavesadas flamean alegremente bajo un cielo azul pálido. Mástiles, bellamente decorados, soportan leyendas y atributos del sport. Juguetones gallardetes.  La nota de color es brillante de veras. En la gran avenida frontal á la magna estación, la ciudad expresa al forastero la bienvenida.

BIENVENU WELCOME SALVE

Una multitud enorme, llegada de todas las partes del mundo, se apretuja en las aceras,

Mientras, que por el arroyo circulan veloces gran número de vehículos, adornados en su mayoría con las banderas de las naciones que hacen acto de presencia en la séptima reunión olímpica moderna. La cruz de Suecia y las estrellas de América véanse por todas partes. Sobre cada pecho están prendidos los colores ó escudos de la nación respectiva.

Los españoles se reconocen por sus boinas ó por la cinta gualdo roja del sombrero.

La nunca bastante ponderada humana intervención de don Alfonso XIII en tristes momentos para esta hospitalaria Bélgica, ha venido a borrar, si algún rencor guardaban los belgas á España.

¡Alabado sea Dios y bendita la Majestad Católica! Por el aspecto general de la ciudad, diríase que Amberes se ha encontrado tan alejada de la gran guerra como nosotros mismos. Bullicio, animación, músicas y cantos; escaparates con las más estupendas. Comercios de tabaco mostrando las más exquisitas y variadas clases del nocivo producto, que tanto preocupa, por el momento, á los españoles espléndidas instalaciones, con grandes cristales y ricos mármoles, desde las más preciadas clases de pescado tomen nota los ediles municipales de Barcelona—. Confiterías y pastelerías las hallamos no una sino dos en cada esquina. Amberes es, sin duda, una bella y moderna ciudad, aunque sus orígenes sean remotos. No encontramos hoy mayormente en un centro cosmopolita.

Amberes es una de las ciudades de Europa que mayor culto presta á los grandes hombres. Los monumentos cuéntense por docenas. No hay plazuela ni calle importante que no ostente una de esas artísticas manifestaciones de agradecimiento y recuerdo á pretéritos ciudadanos tomen nota también el Ayuntamiento y corporaciones barcelonesas. Una de las cosas que más llaman la atención es el gran número de banderas que por doquier ondean, v no ya de ornamentación de fiesta callejera.

No hay Banco, Sociedad, comercio ni industria que no tenga la bandera izada y como quiera que sean muchas las empresas extranjeras aquí localizadas, e1 conjunto de los diferentes pabellones produce un efecto magnífico, sin los tonos vivos de los diferentes colores, destacándose sobre los sobrios de las construcciones urbanas y el verde de los árboles  ó parterres. Como son numerosas, las delegaciones del Comité Olímpico Belga, la bandera alba olímpica, son cinco círculos entrelazados—simbolismo de la unión de los pueblos por el deporte viene á colmar tan bello conjunto polícromo-.

En la place Verte, hoy domingo ha habido inusitada animación, á causa de un concurso musical. Las bandas y coros no han cesado de ocupar el lugar allí emplazado. El desfile de las bandas concursantes ha contribuido al gran bullicio reinante en la ciudad. No hay que decir que los hoteles todos están repletos. Restaurants. Tabernas no como las de España rebosan clientes. Relativamente la vida no es cara si consideramos la depreciación de la moneda que usamos, 12 francos por una buena comida no es nada del otro jueves. Las habitaciones son un poco más subidas de precio: 15 francos por una cama bien puesta es precio medio. El tabaco, como en todo tiempo en este bendito país, está á precios irrisorios. Estoy fumando, una marca de tabaco creada de momento, a Estadio; veinte cigarrillos emboquillados en corcho cuestan 85 céntimos.

Con motivo de la inauguración oficial del Estadio, celebrada ayer, toda la familia real, junto con el eminentísimo Cardenal Mercier, se trasladaron á esta ciudad. No hay que decir el entusiasmo con que fueron recibidos por este pueblo admirable que en cortísimo tiempo ha organizado perfectamente sus servicios nacionales.

En el estadium

Un servicio especial de tranvías, desde la típica «place verte», nos conduce al lugar del emplazamiento del estadio. Multitud de vehículos desfilan rápidos, adornados con banderas. Numerosos autocares transportan gran número de espectadores. Los atletas norteamericanos tienen un público numerosísimo, al igual que los suecos.

El emplazamiento del Stadium está en las afueras, en la parte Sud de la ciudad. Su fábrica es sencilla y sobria. Para nosotros meridionales tal vez un poco pesada, demasiado maciza. La feliz circunstancia de haberse decidido el Comité de nuestro futuro certamen mundial de Industrias eléctricas á levantar unos locales destinados, como los de referencia, para competiciones de destreza. En la parte central de la tribuna principal, bajo el palco real, SM nos ha designado ¡puesto á los periodistas. Es la una y media v casi todos los nuestros de la representación mundial la prensa es una Babilonia. Los más variados ¡lenguajes son empleados en este recinto.

José M. Có de Trióla

Inauguración del Estadio

Por fin en el grandioso desfile de la inauguración de una Olimpiada, España ha estado bien representada. Todos debemos estar satisfechos, pues aun ‘prescindiendo de los resultados técnicos en las pruebas, lo cierto es que nuestro país concurre por primera vez a una Olimpiada, no con ánimo de conquistar los primeros premios, sí solamente con afán de clasificarse del mejor modo posible y á aprender, á aprender mucho con objeto de que la próxima que se efectúe sea en nuestro Montjuich, sea donde sea, pero que por la experiencia de un ensayo podamos organizar ó concurrir, con todos los  medios necesarios, de dirección, técnicos y atletas.

El Stadium de Amberes está ya oficialmente inaugurado. Hoy sábado por la mañana, en la grandiosa catedral, se ha celebrado con toda solemnidad un oficio: de difuntos por el eterno descanso de los atletas fallecidos durante la guerra, siendo celebrante el cardenal Mercier, quien pronunció una emocionante alocución. Puntualmente, á las dos de la tarde, llega el rey y la familia real, acompañados de todos los atletas, personalidades belgas y representantes de los países que concurren á la Olimpiada, siendo recibidos en el Stadium por el barón Pierre de Cuobertín. con los miembros del Comité Ejecutivo de la VII Olimpiada, entre ellos el señor marqués Villamejor, presidente del Comité Olímpico Español, que es á quien se debe, en su mayor parte, que España haya concurrido á esta Olimpiada.

A su aparición en el palco real, son aclamados por la multitud que ocupa las tribunas y parte de las gradas del Stadium, de dimensiones superiores al .público concurrente.

Ejecutado el himno nacional, da comienzo el desfile de 1.731 representantes de todos los deportes de los 27 países concurrentes, siendo cada grupo presidido por la bandera de su nación y de su Comité respectivo.

Rompe el desfile con grandes aclamaciones Australia con 15 concursantes, v le siguen Brasil, con 21; Canadá, 32; Chile, 4; Dinamarca, 100; Egipto. 24: España, 60; Estonia, 18; Estados Unidos, 305: Finlandia, 41; Francia, .81; Gran Bretaña, 92; Gracia, 21; Holanda, 27; India, 8; Italia, 22; Japón, 20; Luxemburgo, 3; Mónaco, 8; Noruega, 32: Nueva Zelandia, 4: Sud África, 39; Portugal,4: Suecia, 193; Suiza, 38; Checoslovaquia, 70. y Bélgica. 303.

El grupo de norteños, castellanos y catalanes, que representan á España, es aclamado por todas partes. Lo presiden Álvaro Aguilar y Bartrina, secretario del Comité Olímpico de Madrid, y el que estas líneas escribe, en su calidad de presidente del Comité Olímpico de Cataluña.

Es portador del cartel anunciador de la nación el futbolista Arrate, siguiéndole la bandera llevada por él atleta Izaguirre. Sigue un grupo de 16 atletas vistiendo pantalón blanco y camiseta encarnada con nuestro emblema, y luego 22 futbolistas acompañados por Bru y Lemmel, otro de 4 de tenistas y 14 nadadores.

Arrate con el cartel e Izaguirre abanderado
Fuente: inaguración+olimpiada+amberes+1920&sxsrf=ALeKk006YqakClB97ZJhuHQBoQQbzrjlAg:1590326341981&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=2ahUKEwiY9MKly8zp

Quizás el grupo nuestro que constantemente recibe aplausos y demostraciones de cariño, no llevaba la uniformidad de muchos otros, en los que sus componentes, más bien hombres, parecían autómatas, pero demostraban las cualidades típicas de nuestra gente, con su vitalidad, su gran entusiasmo é interés, y llevando bien mancada en su conciencia lo que representaba en momentos tan solemnes como estos.

J. García Alsina.

Amberes, 14 de agosto de 1920.

El heraldo deportivo Año VI. —No. 194 25 octubre 1920

La lista de participantes por países es la siguiente

Australia 5, Bélgica, 64, Canadá, 16 Chile 25,  Dinamarca, 23 Egipto,  22 España, 16 Estados Unidos 128,  Finlandia 36, Francia 82, Gran Bretaña 53, Grecia 12 Holanda, 20 Italia 47, Indias 4,  Japón 12, Luxemburgo 6, Mónaco 2 Noruega 17, Nueva Zelanda 2 África del Sur 14, Suecia 69, Suiza 16, Checo-Eslovaquia 20, Estonia  9

3. Fútbol, competición y fiestas….

El torneo de fútbol prolegómenos

Después de ocho años de pausa debido a la Primera Guerra Mundial, el fútbol retornó al escenario mundial en Bélgica, donde se izó por primera vez la bandera olímpica con sus famosos cinco anillos. El torneo aumentó a 14 naciones participantes, incluido el primer país no europeo: Egipto. Los egipcios perdieron solamente por 2 a 1 en el partido de apertura contra Italia. Sin embargo, la sorpresa de primera plana fue la eliminación de Gran Bretaña en la primera jornada, tras caer derrotada por 3 a 1 frente a Noruega. El dueño de casa Bélgica, que se había clasificado ex oficio en la primera jornada, necesitó sólo un 3 a 1 contra España, pese al futuro astro español Ricardo Zamora entre los postes ibéricos, para seguir adelante. A continuación, los belgas se impusieron a Holanda por 3 a 0 en las semifinales. En su primera participación en una competición internacional, Checoslovaquia demostró que estaba en condiciones de conquistar el título y fue sumando goles (15 a 1) y victorias en su marcha hacia la final. Sin embargo, los checos no pudieron ratificar su condición de favorito en la final, pues abandonaron el terreno de juego en señal de protesta por la expulsión de Steiner en el minuto 39. Bélgica, que iba ganando 2 a 0, fue declarado campeón olímpico. Robert Coppee y Henri Larnoe habían anotado en los minutos seis y treinta. Fue necesario disputar un torneo de desempate por la medalla de plata. Francia había rehusado jugar, pues gran parte de sus jugadores habían retornado a casa. Es así que Italia, Noruega, España y Suecia tuvieron que disputar un torneo eliminatorio para enfrentar a Holanda por el segundo puesto. España obtuvo la plaza y derrotó a los holandeses por 3 a 1. El sueco Herbert Karlsson fue el máximo goleador con siete tantos, habiendo obtenido cinco de ellos en el 9 a 0 contra Grecia.

Los futbolistas “se transforman en las vedettes de los Juegos Olímpicos”  (Eisenberg i Lanfranchi, 2004: 66), un comentario a raíz de los juegos olímpicos de Amberes en su obra FIFA, 1904-2004 un siglo de fútbol.

El Heraldo deportivo en su edición del 25 de agosto de 1920, crónica firmada por Ruíz Ferry, se hizo eco de una polémica que afectó a la selección de Bélgica de fútbol. Como comenta Félix Martialay en su libro “¡¡ Amberes allí nació la furia española!!”(2000:84), Ferry fue encargado de las tareas periodísticas del C.O.E, un cargo que abandonó antes de partir a Amberes, de ahí ciertas críticas que vislumbramos en el siguiente artículo.

Tratábase de los detalles de la presentación del equipo español en el saloncito-biblioteca del marqués de Villamejor. Y se habló del uniforme. El asunto estaba ya resuelto por los señores Kossak y Reparaz, debidamente autorizados para ello. Cuando pedimos la descripción del maillot se nos mostró un dibujo que representaba exactamente el escudo clásico de Bélgica y que discrepaba de éste solamente en los colores; en efecto, en el escudo belga el león dorado va sobre fondo negro; en el maillot del equipo español el fondo era rojo. El «motivo» león sobre fondo de color liso es, á la vez, el que forman los escudos históricos de las provincias de Brabante, de Flandes Oriental y de Limburgo… Hicimos observar que nos parecía peligrosa y acaso indelicada esa excesiva semejanza de emblemas, pero, ya era tarde para que los españoles llevasen, sola y sencillamente, sus dos fajas rojas, separadas por la faja gualda. Todo estaba hecho. El Dr. García Alsina acaba de referirnos en Barcelona un episodio de que aún no teníamos noticia y que vale la pena de ser referido. Él justifica estas líneas. Entre Bruselas y Amberes existe una rivalidad que deja tamañitas las supuestas rivalidades castellano catalanas. Los «bruselenses» habían visto con enojo que los directivos del fútbol belga compusieran su equipo olímpico, dando absoluta mayoría (9 ó 10 jugadores) á los futbolistas de Amberes. Este enojo produjo la organización de una ruidosa protesta, con instrumentos de todo género, desde el pito sencillo hasta el klaxon y el cencerro. Dicha protesta se preparó para estallar en el momento en que los jugadores belgas saltasen al campo. Por legítima cortesía, los primeros que pisaron el terreno de juego fueron los españoles, que lucían, naturalmente, el famoso jersey rojo con el león belga. Cuando los espectadores vieron apuntar el primer tanto, se dieron cuenta del error padecido, pero el equipo español estaba ya moralmente lastimado. El Dr. García Alsina nos afirma que por este incidente hemos perdido el primer puesto en fútbol en la VII Olimpiada. Y el que suscribe lamenta haber previsto, con dos meses de adelanto, la posibilidad de que la renuncia á nuestros colores nacionales fuera causa de contrariedades…

R. Ruiz FERRY

4. La selección preparación para el torneo. El nacimiento de la leyenda por Luis Javier Bravo (CIHEFE)

Después de varios intentos fallidos en Olimpiadas precedentes, el 21 de mayo de 1920 la Asamblea de la Real Federación Española de Fútbol decide enviar un equipo nacional a competir a los Juegos Olímpicos de Amberes. En ese mismo día se designa también un comité técnico compuesto por Francisco Bru, como director técnico, José Berraondo y Julián Ruete, más el masajista Manuel Lemmel.

El 1 de junio la Federación convoca a 25 jugadores, según recoge Luis Javier Bravo en su artículo «Probables contra posibles» para CIHEFE. La selección inicia por el norte de España una gira de preparación bastante anárquica, pues los jugadores abandonaban o se incorporaban a la gira según sus posibilidades -hay que recordar que por entonces los futbolistas no eran profesionales y dependían de sus estudios y del permiso en sus respectivos trabajos-.

El primer partido de preparación, al que faltaron más de la mitad de los convocados según narra Luis Javier Bravo, se disputó en Vigo el 11 de julio frente a un combinado de equipos gallegos. Le siguieron diversos partidos por el norte -todos ellos disputados entre los convocados y jugadores que se reclutaban por la zona-. La gira concluye el 8 de agosto.

Finalmente, los 22 jugadores escogidos para la Olimpiada de Amberes 1920 fueron:
– Eizaguirre, Arrate, Carrasco, Artola y Silverio (Real Sociedad)
– Zamora, Samitier, Sancho y Sesúmaga (Barcelona)
– Belauste, Sabino, Pichichi y Acedo (Atleti Club de Bilbao)
– Otero, Moncho Gil y Ramón González (Real Vigo Sporting)
– Vallana y Pagaza (Arenas)
– Eguiazábal y Patricio (Real Unión)
– Vázquez (Racing de Ferrol)
– Ramón Encinas (Fortuna de Vigo)

La selección sin embargo parte de Irún rumbo a Bruselas (ciudad en la que debutaban en los Juegos) sin Ramón Encinas al no recibir permiso de su empresa. La Federación intentó incluir a última hora otro jugador, pero el COE no lo admitió por encontrarse fuera de plazo.

Fuente : http://www.furiaroja.com/historia-seleccion/decada20/nace-la-leyenda.html

La visión del Barón Pierre de Coubertín al organizar los juegos era la de un gran campus universitario, una fiesta deportiva Internacional. Los españoles ciertamente la disfrutaron, ya en la concentración preolímpica en Irún. Dicen que el delantero Belauste, organizó una noche “una partida de bandoleros” con los futbolistas enmascarados, organizaron un asalto a todas las tabernas de Fuenterrabía.

El combinado español acompañado del equipo técnico Paco Bru, sus ayudantes Ruete y Berraondo y los delegados españoles del Comité Olímpico Bartrina y Aguilar, se alojaron en el hotel industria de Amberes.

Los juegos Olímpicos de Amberes supusieron el debut de la selección española de fútbol en un gran torneo. El gol de Patricio ante Dinamarca, la aparición del que después sería considerado “el divino” el guardameta Ricardo Zamora, el apelativo de la furia con el gol de Belauste ante Suecia caracterizaron y dieron cuerpo al primer éxito del combinado español, consiguiendo una medalla de plata, un éxito que no se volvió a repetir hasta el campeonato de Europa de selecciones disputado en Madrid el año 1967.

El periódico la voz de Galicia relataba:

Les costó dinero ir a Amberes. El fútbol era un pasatiempo, algo para entretenerse, una experiencia inolvidable.

De hecho, nada tenían que ver la concentración que se realizó en los barracones cedidos por el ejército belga y en hotel Industrial de Amberes. Después de cada partido, había tiempo para que el cuerpo técnico, encabezado por Paco Bru, acudieran a los cabarets más sonados del lugar. Cada triunfo era una celebración, pero incluso una derrota también servía de excusa para atiborrarse de comida y disfrutar de unas horas libres por el extranjero.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/deportes/2016/05/02

El Heraldo deportivo edición 29 agosto 1920 realizó una crítica a las políticas deportivas del gobierno por su dejadez en el desarrollo del deporte en España augurando malos resultados en Amberes

España ha figurado en el concierto semi-europeo celebrado en la bella ciudad belga y, como suponíamos, ha desempeñado correctamente su cometido. Hay todavía quienes alimentan ilusorias esperanzas acerca de la actuación de nuestros representantes en lo que falta de programa. No nos preocupa este asunto ni nos interesa. Contrarios al internacionalismo deportivo, hemos colaborado, muy débilmente, con nuestras tenues fuerzas, á la ida de un equipo español á Amberes, con la vista puesta en España única y exclusivamente. Lo hemos dicho repetidas veces y no quedaremos peor por repetirlo aún: Aceptamos la asistencia de españoles á la VII Olimpiada como pretexto, excusa, reclamo, punto de partida para una campaña intensa, constante, permanente, en favor de la educación física de los españoles. Hemos insistido para obtener de la flatulenta bolsa de nuestro erario nacional una subvención que permita ir á Amberes, para sentar el precedente (ese precedente que sirve de jurisprudencia en España) de que el Estado ha llegado á interesarse por el movimiento deportivo español, base, si se dirige bien, de la regeneración física de una parte de la actual juventud española. No queremos desperdiciar la ocasión para volver á repetir que nos son en absoluto indiferentes los fenómenos atléticos.

5. La competición

Suecia  e Italia sufrieron la ‘furia española’ camino de la medalla de bronce en una serie de partidos dominados por el juego sucio y la abundancia de faltas. Un bronce que se convertiría en plata después de que Checoslovaquia se retirase de la final del torneo con Bélgica, acusando a la selección local de amañar el partido. Los checoslovacos fueron expulsados

El equipo español que se enfrentó a la anfitriona Bélgica:
De pie de izquierda a derecha. : Belauste, Acedo, Zamora, Artola, Arabolaza, Pichichi, Arrate, Eguiazábal, Vázquez, Sancho, y Bru (seleccionador) Agachados de izquierda a derecha: Lemmel, Vallana, Pazaga.

Fuente: e.com/search?q=1920+amberes&tbm=isch&ved=2ahUKEwjn35S1tsrpAhUCNxoKHTQ4CTcQ2-cCegQIABAA&oq=1920+amberes&gs_lcp=CgNpbWcQDDIGC

Ricardo Zamora “el divino”

Belauste

Pichichi

Verdaderamente podemos hablar de un gran equipo no sólo de Zamora sino también el magnífico goleador del Athletic “Pichichi”, Sabino, Belauste, Arabolaza que dio nombre al trofeo al pundonor y el gran jugador del FC. Barcelona Pepe Samitier. Un equipo muy joven de los 20 años de Zamora, los 18 de Samitier, y los más veteranos cuyas edades oscilaban entre los 27 y 28 años, todos ellos noveles en actuaciones internacionales, alguno nunca había salido de España, un hecho que derivo no sólo en una buena actuación deportiva sino que también se generó entre los jugadores un gran ambiente de ahí las continuas fiestas que se organizaban.

Imágenes obtenidas:

https://www.google.es/search?q=hotel+industria+imagenes+de+amberes+1920&tbm=isch&ved=2ahUKEwiygPCFiMfpAhUOXxoKHZMeCzMQ2-cCegQIABAA&oq=hotel+industria+i

6. Dinamarca nos espera

El primer partido, el día 28 de agosto, nos enfrentó a Dinamarca, favorita pues había sido subcampeona en 1908 y 1912. Un dato sumamente curioso es que el equipo español haciendo gala de una gran deportividad lanzó tres hurras por Dinamarca antes del inicio del encuentro; los daneses no respondieron. Zamora salió a hombros y Belaúste se dio a conocer por los gritos de ánimo que profería a sus compañeros. Cuentan las crónicas que un jugador francés militante del Real Unión de Irún, René Petit, bajó al vestuario a felicitarles y hacerles conscientes que habían derrotado a una de las selecciones favoritas.

La celebración fue apoteósica a base de brindis y vítores gritando los apellidos más largos de los jugadores.

Fuente: Google.es/search?q=hotel+industria+imagenes+de+amberes+1920&tbm=isch&ved=2ahUKEwiygPCFiMfpAhUOXxoKHZMeCzMQ2-cCegQIABAA&oq=hotel+industria+imagenes+de+amberes+1920&gs_l

Las celebraciones se cebaron en el estado físico de los jugadores españoles que vieron como la anfitriona Bélgica les superaba claramente por 3 goles a 1. Curiosamente en esta competición se empleaba un sistema de competición llamado Bergvall, consistía en dar una segunda oportunidad a aquellos equipos que habían sido eliminados por los finalistas, así que la selección pudo continuar su camino.

7. A por la medalla contra Suecia

Nos tocó enfrentarnos a Suecia, un equipo que había anunciado su retirada pero que a última hora cambió de opinión ante las protestas del seleccionado español, que aún estaba digiriendo uno de los ágapes festivos. Ante la amenaza de retirada se les concedieron 24 horas más de descanso para afrontar el decisivo encuentro.

La  dureza de los nórdicos fue exagerada, iban a por los nuestros incluso sin balón, lejos de amilanarse los nuestros también respondían con dureza. El enorme Belauste (1,93 m.) se dedicaba a insultar a los suecos en euskera.

No tuvimos un buen inicio pues el resultado era adverso hasta que llegó uno de los episodios que se guardan como oro en paño en los anales de la selección. Una falta al borde del área fue botada por Sabino en dirección a Belauste que anteriormente había llamado su atención al famoso grito “a mí el pelotón Sabino que los arrollo a todos”. El vasco entró con la pelota en la portería del rival rodeado de suecos que nada pudieron hacer ante el ímpetu del nuestro.

Acedo nos puso en ventaja pero la emoción continuó hasta el minuto 87 de partido, otro de los hitos poco conocidos de nuestro combinado, el colegiado señalo un penalti favorable a los suecos que en caso de transformarse hubiera supuesto el empate. Aquel día la portería la ocupaba otro mítico jugador, pepe Samitier. Antes del lanzamiento se dedicó a base de artimañas a molestar al lanzador nórdico paseándose por delante de él, ante las amenazas de expulsión por mantener esta actitud se le ocurrió lanzar piedrecitas al balón; el sueco lanzó el balón fuera y terminó el encuentro o la batalla con ocho suecos en el campo y siete españoles, el resto lesionados.

En el minuto 87 hay penalti para Suecia y Samitier se cruzó por dos veces delante del delantero cuando este tomaba carrerilla para lanzarlo. Luego se dedicó a lanzar piedrecitas y pedazos de barro al balón” (Carreño, F., 2012)

Un relato del encuentro

“Belaúste, el capitán de la furia española” (13 octubre 2018) diario Marca

Era el tercer encuentro que la selección española disputaba en la Olimpiada de Amberes. Atrás quedaban los partidos contra Dinamarca y Bélgica y los hombres de Paco Bru se enfrentaban a Suecia. Se jugó en el Estadio Antwerp de Amberes el día 1 de septiembre de 1920 y arbitró el italiano Mauro. Nuestra selección vistió camiseta y pantalón blanco y Belauste lució el brazalete de capitán, como ya lo hiciera en el primer encuentro frente a Dinamarca.

Marcó primero Suecia por mediación de Dahl, pero el histórico gol de Belauste igualaba la contienda. Fue una falta que lanzó Sabino en el minuto 50 y que José María pidió al grito de «a mí el pelotón Sabino que los arrollo». Recibió el balón al pecho y se lanzó hacia la portería con un ímpetu inusitado. Sus 95 kilos y su 1,93 de estatura lo avalaban. Se llevó por delante a todo sueco que se oponía y al final, pegados a la red, estaban Balauste unos cuantos suecos y el balón. El árbitro no quiso problemas y concedió el gol. Treinta minutos más tarde Acedo conseguía el gol de la victoria.

Al día siguiente un periódico holandés refiriéndose al ímpetu empleado por José María en el encuentro puso a su crónica el título de «La furia española». Acababa de acuñarse una frase que sigue vigente 98 años después y su inspirador José María Belausteguigoitia Landaluce. Había nacido el 3 de septiembre de 1889 en Bilbao y desde los 15 años pertenecía al Athletic, el único equipo en el que militó hasta su retirada en 1924.

Fuente: https://www.marca.com/blogs/ni-mas-ni-menos/2018/10/13/belauste-el-capitan-de-la-furia-espanola.html

Aquella noche los moratones y el hecho de que al día siguiente esperaba Italia aconsejaron no salir. Pero cuando al día siguiente se batió a los transalpinos por 2-0 el festejo se hizo obligatorio, casi. El mismo no se quiso perder ni Pagaza, que salió del campo en camilla, pues tampoco el encuentro había sido de guante blanco. A Zamora y al italiano Bedini los expulsaron por liarse a puñetazos, por ejemplo.

Entierro…ficticio

El ingenio español echó mano de la necrofilia de la época. A alguien se le ocurrió fingir un entierro. Se improvisó un estandarte para encabezar el cortejo. Belauste se caracterizó como cura, y caminando tras él, salmodiaba solemnemente supuestos rezos en vasco. Luego, los jugadores, con gesto serio, portando las parihuelas en las que iba el inmóvil Pagaza. Tras el cortejo, Paco Bru y sus ayudantes. A quienes preguntaban se les decía que era un futbolista español, caído en el partido. Muchos daban el pésame a don Paco y se agregaban al cortejo. La broma duró hasta que en el primer bar, Pagaza se levantó ayudado por sus compañeros y comenzó la celebración. Pero el partido siguiente, ante Holanda, se lo tomaron tan en serio como todos los demás y con un 3-0 conquistaron la medalla de plata. El único triunfo del fútbol español hasta la Eurocopa de 1964.

La historia, de acuerdo a la inveterada costumbre española de apreciar el dolor más que el placer, suele explayarse en las batallas sobre el césped. Queden estas líneas para señalar que quienes conquistaron la primera medalla del deporte español no respondían al viejo arquetipo del español, mitad monje y mitad soldado. Más bien, aunaron el placer y el deber.

El dolor les llegó después, cuando la Guerra Civil afectó a todos salvo a quienes murieron en plena juventud, como Pichichi, Sesúmaga, Silverio o Patricio Arabolaza. Algunos fallecieron en el exilio como Belaúste o Vallana. Otros, durante la contienda, como Eguiazábal o Artola; la vida de Zamora corrió peligro y no fue muy bien visto por ninguno de los dos bandos. El último superviviente, Sabino, el del pelotón, falleció en Getxo, en 1983.

Fuente: https://www.google.es/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fhistoriadelfutbolenimagenes.blogfree.net%2F%3Ft%3D972635%26st%3D

8. Paco Bru, el artífice del éxito, una vida de fútbol

Futbolista, periodista, arbitro, entrenador, directivo; Paco Bru el seleccionador que consiguió el primer éxito para el fútbol español era todo un polifacético

Como si de un personaje de Homero se tratara, la bruma de la leyenda cubre muchos pasajes de su odisea vital. Dicen los pocos privilegiados que lo sostuvieron entre sus manos que, tiempo atrás, un libro narró con todo lujo de detalle.

La rocambolesca historia de Paco Bru; libro que, según cuentan, se convirtió rápidamente en codiciada pieza de coleccionista antes de desaparecer, sin dejar rastro, de todas las librerías de viejo. No es para menos: las andanzas de Francisco Bru Sanz discurrieron constantemente entre la épica mitológica y quimérica de las leyendas. Todas las versiones, sin embargo, coinciden en lo más importante: el motor de esa extraordinaria y rocambolesca vida fue el fútbol.   

Un perfil del seleccionador lo escribe Miguel Ángel Ortiz (2018). No sabemos si nació en Madrid o en Filipinas, lo cierto es que sus inicios en el mundo del fútbol se circunscriben a la ciudad de Barcelona, concretamente en los alrededores del velódromo de la Bonanova. Antes de dedicarse al fútbol era un consumado atleta teniendo en su poder varios records de lanzamiento de disco.

Con 16 años, en 1902 debutó en el equipo F.C. Internacional consiguiendo el trofeo “copa Torino”. En 1906 fichó por el F.C. Barcelona, una época de amateurismo donde los jugadores se costeaban todos los gastos e incluso vendían las entradas. Pasó a la historia como integrante del Barcelona de las 10 copas. Posteriormente se enroló en el R.C.D Español, consiguiendo ser campeón de Cataluña en 1915; posteriormente regresó al F.C. Barcelona.

Siempre supo que era infinitamente mejor jugarlo que contarlo. No disfrutaba lo mismo pateando el pelotón con palabras. Aún así, al retirarse, Paco Bru decidió convertirse en cronista para Mundo Deportivo. Una manera de seguir cerca de su pasión.

En 1916, le enviaron al estadio del Atlético de Madrid para cubrir el segundo partido de semifinales de Copa entre el Real Madrid de Bernabéu y el F.C. Barcelona de Alcántara. En la ida, en el estadio del Español, habían vencido los blaugranas por dos goles a uno. En la grada se comentaba el dudoso segundo tanto culé. Bru se atusaba el frondoso mostacho y respondía con la excesiva dureza que habían empleado los blancos. A pocos minutos del inicio, el tema de conversación cambió: el F.C. Barcelona anunció que saltaría al campo con nueve hombres porque el tren que traía a Vinyals y Massana no llegaba a la hora.

Arbitro

En su primer partido oficial como referee, un calentito Universitari contra Atlético de Sabadell, Paco Bru decidió cambiarse entre los futbolistas. Cuenta la leyenda que, tras enfundarse la elegante chaquetilla, sacó un Colt y comenzó a cargarlo con exasperante lentitud. En su etapa de jugador había aprendido una valiosa lección: al referee no le bastaban el silbato y las amonestaciones verbales para impartir justicia en un match. Los pitidos no amedrentaban a una turba enfurecida, no evitaban linchamientos ni tormentas de piedras.

Una vez cargado el Colt, guardó el revólver en el bolsillo de la chaquetilla negra. Miró al personal advirtiéndoles que quería tener la fiesta en paz. Y fue uno de los partidos más plácidos de su carrera como árbitro. Las leyendas, no obstante, cuentan su propia historia y la de aquel partido dice que Paco Bru no dudó en desenfundar cuando el juego se descontroló. Disparó al aire. «Podemos hacer dos cosas», dicen que dijo, «o terminamos con el partido otro día o mañana unos cuantos salimos en las necrológicas».

Inicios como entrenador

Poco antes de retirarse, en 1914, Paco Bru comenzó a dar los primeros pasos como míster. Y lo hizo a lo grande: entrenando a las Spanish Girl’s Club, el primer equipo femenino en España. Contratado por la Federación Femenina contra la Tuberculosis de Barcelona, se comprometió a preparar, en solo 45 días, a un grupo de chicas para que jugasen partidos benéficos.

Aunque algunos periódicos se habían decantado por apoyar el deporte femenino, otros sectores sociales veían en aquellas niñas futbolistas a unos marimachos. Bru les impartió conferencias tácticas para familiarizarlas con las reglas, además de prepararlas físicamente. Exigió que jugasen en pantalones cortos nada de ropitas remilgadas y que se duchase En una entrevista para la revista Estampa de 1929, afirmó: «El fútbol era —y es— la síntesis de todos los deportes. Y desde las seis de la mañana ya echábamos al campo a correr a pie, a lanzar peso y disco, hacer ciclismo y pruebas de salto. Así podíamos luego realizar alardes de resistencia, como jugar, por ejemplo, en un mes, 15 y más partidos».

Lo físico se convirtió en un pilar sobre el que edificó su filosofía de entrenador. Tras su fugaz paso por el fútbol femenino, su debut como míster no pudo ser mejor: en 1920 se convirtió en el primer seleccionador español. En un principio se decidió que serían tres los encargados: José A. Berraondo, Julián Ruete y él; pero, a las primeras de cambio, Bru se quedó solo al frente del proyecto con sus dos fieles escuderos: Lemmel como mano derecha, e Isidro como utillero.

El Gobierno se negó a ayudar económicamente, y hubo objeciones de muchos jugadores para acudir a los partidos de entrenamiento previos al torneo, como Belauste y Arrieta que habían terminado a trompazos el último derbi vasco. Sin embargo, Paco Bru era un hombre curtido en mil batallas, y aquella no le iba a amilanar.

Confeccionó un equipo potente, luchador, sólido, con una base de jugadores vascos. «Sin vascos no hay selección española», le dijo a Ruete. En Bélgica se jugaba en hierba, y los jugadores del norte estaban acostumbrados a bregar, a los pases bombeados y al derroche físico. Si perdían, no sería por falta de físico. Hizo oídos sordos a las críticas por no seleccionar a ningún madrileño. Aguantó el chaparrón por la convocatoria de Ricardo Zamora. Y su actitud convenció al Marqués de Villamejor, presidente del C.O.E., para avalar el proyecto con 125.000 pesetas de su bolsillo.

Su larga carrera como entrenador en España había comenzado en 1933 dirigiendo al Nacional Madrileño. Las dos siguientes campañas las vivió al frente del Real Madrid, con el que ganó dos Copas del Rey. Durante la Guerra Civil, de vuelta en Catalunya, entrenó al Girona dos temporadas antes de volver a la capital al acabar el conflicto. Tras un año a los mandos de un mermado Real Madrid, fichó por el Granada. Su periplo como entrenador culminaría tras una temporada en el Málaga y otra en el Córdoba.

Con casi 60 años, se retiró uno de los primeros grandes hombres de fútbol que lo había sido todo: jugador, árbitro, cronista, seleccionador, entrenador, tesorero, directivo. Y que lo había visto todo: el fútbol había cambiado de noble sport a negocio multinacional al mismo tiempo que él envejecía. Él se había formado como equipier hinchando balones, parcheándolos y recosiéndolos. Él había sido uno de los pioneros que, a finales del siglo XIX, había hecho oídos sordos a las críticas de la Asociación de Padres Púdicos de Barcelona por jugar a aquel impúdico sport en pantalones cortos. Él había crecido con aquel football romántico en el que, tras los partidos, los jugadores se reunían en la Chocolatería Aribau o en Can Culleretas o en la cervecería Moritz. Nada de eso quedaba ya.




Las primeras imágenes de la selección española de fútbol

No existe ningún archivo histórico de la Selección española de fútbol en que poder consultar datos, fotografías e imágenes de nuestro equipo nacional, así que no podemos estar seguros de cuáles eran las imágenes más antiguas conocidas hasta la fecha. Sin embargo, podemos afirmar con rotundidad que nadie sabía que pudieran existir imágenes en vídeo de la Selección española en Amberes.

El magnífico hallazgo se debe a D. Juan Luis Díaz Serdio: unas breves imágenes del partido de España contra Suecia, jugado el 1 de septiembre y que terminó con victoria española por 2-1. Sí, el famoso partido del “Sabino a mí, que los arrollo”…

Como muy bien precisa el Sr. Díaz Serdio, aunque el narrador identifica estas imágenes con el partido disputado contra los Países Bajos por la medalla de plata, no hay duda de que son del partido de Suecia porque se ve a los suecos fallando un penalti que no fallaron los neerlandeses.

A la espera de que las autoridades competentes creen ese archivo histórico de la Selección española campeona del mundo, presentamos aquí nosotros estas imágenes, esta joya, recuperada gracias a D. Juan Luis Díaz Serdio:

[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=k2nJPgVjSq4[/embedyt]

Para acompañar a estas imágenes reproducimos la crónica completa escrita por Félix Martialay del partido contra Suecia, extraída de su obra ¡Amberes! Allí nació la furia española (RFEF, 2000, pp. 267-272).

Crónica del España – Suecia, por Félix Martialay

Entre el vaivén de las fechas, el me retiro de uno y el me retiro del otro, lo cierto es que el estadio Olímpico, estaba prácticamente vacío. Según unas fuentes, había 1.500 espectadores; según fuentes suecas, 3.000. La diferencia de cifras podía ser desconcertante desde un punto de vista absoluto, pero desde el relativo era irrelevante. El vacío era enorme. El cemento se enseñoreaba del estadio. Por ello extrañaba que los cronistas españoles hablaran de expectación máxima y un lleno en el estadio del Antwerp, de Amberes, claro. Lo que sí ocurría es que las opiniones estaban muy divididas. Unos estaban con los suecos por aquello de que seguían en la competición; otros, con España a la que consideraban perjudicada por el cambio de opinión de los suecos. Pasión en el campo y pasión en las gradas. Demasiada tensión.

Los suecos eran unos gigantes de dibujo. Altos, rubios, esbeltos pero muy musculosos. Hacían gala de su fortaleza y se jactaban de que iban a hacer valer esa superioridad física. Por su parte, los españoles, advertidos de esa prepotencia, salían ceñudos. Enfadados. Dispuestos a todo. Legal o ilegal.

Eran las cuatro y media de la tarde cuando aparecieron los equipos en el campo conducidos por el árbitro italiano señor Giovanni Mauro. Las alineaciones eran las siguientes:

España (camiseta roja y pantalón blanco): Zamora; Vallana, Arrate; Samitier, Belauste (capitán), Sabino; Pagaza, Sesúmaga, Patricio, Pichichi, Acedo.

Suecia (camiseta y pantalón azules): Zander; Lund, Nordenskjöld (capitán); Öijermark, Wicksell, Gustafsson; Bergström, Olsson, Karlsson, Dahl, Sandberg.

Actuaba como juez de línea de España, D. Manuel Castro, Handicap.  Un solo debut en el equipo español: Sabino.

Apenas silba el señor Mauro el comienzo del partido, cuando rueda Samitier a consecuencia de un empujón del extremo Sandberg. Y, poco después, Vallana. Los suecos imponen una violencia terrible. Van descaradamente al bulto, abusando de su fortaleza física. Los empujones, las cargas a destiempo, las zancadillas y los agarrones se sucedían con una frecuencia inusitada. Cunde la sorpresa entre los españoles. ¿Qué es aquello? Y el señor Mauro deja hacer todo. No quería enterarse de nada. Aquello sólo se solucionaba expulsando a medio equipo sueco, y no estaba el horno para bollos después de aquella retirada tan aparatosa como frustrada de los nórdicos. Posiblemente, el señor Mauro pensaba que la protesta sueca se había centrado en la actuación del árbitro del partido con Holanda, y él no quería actuar.

Pronto los españoles empiezan a ponerse al corriente de la situación. Y comienzan también a repartir leña. No se asustan de aquellos gigantones, de poca técnica, pero con mucha violencia y mala intención.

Belauste y Arrate, que tienen parecidas proporciones que los suecos, son los que dan la réplica con más ardor. Arrate asusta con sus entradas y empujones. Y Belauste, con unos gritos descomunales de ánimo, asusta al miedo con sus tacos, tanto con los de las botas como los que salen de su boca. Y eso que Belauste era un dandy.

Dominan ligeramente los suecos. Y en aquel lío de pies por alto y jugadores caídos viene el gol sueco. Gustafsson cruzó el balón hacia el lado izquierdo. Se desplazó Samitier a la izquierda, siguiendo al interior Dahl. Pero el mago llegó un poco tarde. Zamora no se decidió a salir. Se quedó clavado bajo el travesaño, cuando lo lógico era interceptar la trayectoria del balón. Saltó Dahl y cabeceó sin apenas fuerza. La pelota, con un efecto rarísimo, fue cruzada al ángulo. El portero español ya no pudo hacer nada. El balón llegó a la red. ¡Gol! Cero a uno. Iban veinticinco minutos de la primera parte.

El señor Fielpeña, en su libro Los sesenta partidos de la Selección Española de Fútbol, recogía la siguiente confesión de Zamora con respecto a este gol:

Me metieron el gol que me ha causado mayor pena y más sensación dolorosa de mi vida. No quiero echar la culpa a nadie, porque realmente, el culpable fui yo. El avance sueco vino por la derecha. Samitier se corrió hacia el interior, viendo venir el centro. La pelota llegó bombeada y Dahl, interior izquierda, saltó antes que «Sami» y, más que remate, hizo un cambio con la cabeza que resultó un balón colocado al ángulo, que no pude detener. Yo debí prever aquella jugada; a mí no me debió engañar aquel sueco; aunque hubiera sido una torpeza, estaba obligado a salir a seis u ocho metros para despejar el centro. Me dijeron después, para consolarme, que Samitier me había tapado la jugada. En cualquier caso, aquel tanto es uno de los que me han hecho más daño en mi vida futbolística y fui yo el único culpable.

El gol encorajinó a los españoles. Se lanzaron ciegos al ataque. Prendió la furia y eran un alud incontenible. La meta de Zander pasaba por enormes apuros. Llueven allí los balones y son, ahora, Patricio y Acedo los que se juegan el tipo en entradas pavorosas.

Y para más acicate de los españoles, los suecos, una vez marcado el gol, no cesaban de proferir palabras injuriosas contra sus contrarios hispánicos, que, si bien no las entendían, las adivinaban por las muecas despectivas y los gestos burlescos con que iban acompañadas. La barrera que se formó ante Zander era para asustar al más valiente. Y por ello los suecos consideraban ganada la pelea.

Un gol histórico de verdad

Así se llegó al descanso. En la caseta, los españoles, llenos de moraduras, parecían leones enjaulados. Nadie se quejaba de los golpes, sino que estaban deseando comenzar de nuevo para que supieran los suecos lo que era bueno. Y lo supieron…

De salida se inició la batalla. Los puños jugaban tanto como los pies. El público, al ver que los españoles acribillaban a los suecos, les empezaron a jalear. Curiosa psicología la de los públicos. Habían pasado de una admiración bobalicona hacia los musculosos suecos a una especie de odio –quizá la envidia de tanta belleza y fortaleza– que se ponía al servicio de los españoles.

Aquel apoyo del público jaleando y aplaudiendo todas las acciones hispanas fue como la puntilla. Hacían falta pocos ánimos para que los españoles sacudieran como martillos. Se iba descaradamente a por el hombre. Aun los que no tenían el balón estaban enzarzados en el bonito juego de segarse mutuamente los tobillos. El señor Mauro no se enteraba de nada. Seguía minuciosamente el balón, pero como si vigilara la bola de cuero, sin mirar cómo y por qué se movía. Y mucho menos lo que pasaba en sus inmediaciones.

A los cinco minutos llegó el más famoso gol de la historia del fútbol español. Lund dio un descarado manotazo al balón apenas a dos metros del área grande. Mauro señaló la falta. Se dispuso a sacarla Sabino. Cuando ya corría para chutar se oyó el vozarrón de Belauste, que iba corriendo como un bólido: «¡A mí, Sabino, que los arrollo a todos!». Se había formado casi una barrera de suecos. El balón bombeado suavemente por el bilbaíno fue al pecho de Belauste. Siguió éste corriendo, llevando pegado a su pecho el balón. Y entró en la red con la pelota. Allí cayó enredado en las mallas con cuatro suecos: tres que llevaba arrastrando, colgados de su camiseta y piernas, y Zander, que quiso salirle al paso. ¡Gol! ¡Gol! Empate a uno.

Ese gol salvaje, de furia indomable, de corazón y valor, fue coreado con una ovación. Un tanto que se hubiera anulado inmediatamente de haber sido unos años después, pero que emocionó en aquel tiempo por su bravura. Y eso que, entonces, los goles se metían con portero incluido.

Belauste desapareció enterrado por sus compañeros, que acudían a abrazarle. Y el gigantón bilbaíno casi lloraba como un niño al estrechar a sus camaradas.

La entidad y transcendencia de este gol bien merece una detención, sobre todo, habida cuenta que, recientemente, se ha intentado falsear hasta la famosa frase de Belauste.

En primer lugar, el testimonio de D. Manuel Castro Handicap, testigo directísimo de toda la acción y que muy bien pudo registrar tanto la imagen como el sonido. Decía en su libro:

Yo, que estoy actuando de linesman, temo que este match se malogre por la violencia excepcional del juego.

Como el ambiente no es neutral, ni menos legal, «barro» cuanto puedo con el banderín, imitando a mi «camarada» sueco del out opuesto. Todo ello sin hacer caso a las amenazas del público escandinavo. Había que ponerse a tono.

Creemos que el descanso va a servir para calmar los ánimos de los jugadores, pero es todo lo contrario. España, al reanudar el partido, como obedeciendo a una consigna, arremete en forma tan imponente que a los dos minutos logra un freekick frente a una línea lateral del área de penalty.

Sabino va a ejecutar el castigo, y José Mari, situado, en actitud retadora, entre suecos, en la boca del goal, grita: «¡Sabino, a mí el pelotón que los arrollo!». Y, efectivamente, Sabino lo envía por alto, un sueco pretende alcanzarlo; pero surge la corpulencia de Belauste con tal «entrada» y con tan formidable cabezazo al pelotón, que éste y varios suecos ruedan dentro de la portería.

Un verdadero «goal hercúleo».

Ricardo Zamora, por su parte, en sus mencionadas Memorias –las reproducidas en Blanco y Negro treinta años después de la originales de ABC–, narró así ese gol:

Pero una patada de Gustafsson en el rostro de Sabino, no hubo más remedio que castigarla. El freekick dispúsose a tirarlo el mismo jugador y se oyó el vozarrón potente de Belauste: «¡A mí, Sabino, que los arrollo!». Así fue. Recogido el pelotón por el centro medio español, internóse éste a velocidad endemoniada. Wicksell, Lund, Nordenskjöld y Öijermark trataron de oponérsele, pero la furia del vasco era un huracán. Tres de los enemigos rodaron bajo él, aprisionado quedó Zander, el portero. Mientras, Belauste se introdujo en la misma red y de allí no salió hasta que el del pito señaló el centro del campo.

El señor Fielpeña, en su obra citada, escribió:

Y apareció el famoso gol de Belauste, a los cinco minutos. Sabino sacó un golpe franco. Belauste se metió en el área y le gritó a su compañero de club: «¡A mí, Sabino, que los arrollo a todos!». Sabino bombeó hacia él. Belauste paró con el pecho y se lanzó hacia la puerta, rodeado de contrarios, para caer enredado en las cuerdas junto con varios suecos.

D. Ramón Melcón en su Historia de los 80 encuentros internacionales, escribía:

Belauste, conductor del conjunto hispano, animaba a todos, y en ocasión de lanzarse un golpe franco contra los suecos, gritó al que iba a sacar el castigo: «¡Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo!». Y, en efecto, lo mismo que un alud, con el balón pegado al pecho entró el coloso bilbaíno en la puerta sueca, arrastrando materialmente a los contrarios, que colgados de él pretendían cortarle el paso…

Don Francisco Bru, seleccionador nacional, en unas memorias recogidas en julio y agosto de 1959 por D. Ramón Melcón en el vespertino madrileño El Alcázar decía:

Mil veces, millones de veces se ha comentado desde entonces el glorioso gol que haría posible la victoria de España, el que a partir de su consecución, hizo al mundo balompédico entero hablar con admiración y respeto de «la furia española». Se castigó al equipo sueco con un golpe franco que se preparó a lanzar Sabino. Belauste, lanzándose como una tromba al remate, gritó: «¡A mí, Sabino, que los arrollo!». Y, en efecto, Belauste se apoderó del esférico, arrolló a cuantos adversarios le salieron al paso, y, con el pecho, le llevó al fondo del marco de los violentísimos atletas escandinavos.

El señor Lemmel, masajista de la Selección que, en aquel encuentro, por mor de la violencia estaba en la banda, yendo y viniendo, calmando dolores y poniendo tafetanes, explica así el famoso gol:

A los siete minutos Acedo corre la pelota y mete por el ángulo el primer goal para España y no habían transcurrido aún dos minutos cuando logramos el segundo de la victoria. Fue una cosa bárbara y enorme. Al tirarse un free-kick contra Suecia, se oye el vozarrón de José Mari que dice: «Tíramelo a mí, que los arrollo». Y dentro de la puerta fueron a parar, junto con la pelota, en revuelto pelotón, los suecos y españoles que encontró Belauste frente a sí al dar la soberbia acometida.

La cosa no parece tener duda. Lo certifican un vigués, dos barceloneses, un murciano y dos madrileños. Uno de ellos, en el campo como jugador; dos, en la banda, como juez de línea uno y como masajista el segundo; otro, en el banquillo de España, como seleccionador. Todos lo escucharon desde sus trompas de Eustaquio acostumbradas a oír no sólo el idioma español. Pero ninguno con conocimientos de vascuence… Y habida cuenta que, en un estadio capaz para 35 mil personas, solamente había tres mil, las voces de los jugadores se oían con total nitidez.

Ahora, Acedo

Lo que pasó después del gol sobrepasa los límites de la narración de un partido de fútbol. Acaso se pareciese más a la lucha libre. El señor Lemmel tenía que correr de un lado para otro a poner vendas y esparadrapos en los jirones que cortaban los tacos. Era un continuo entrar y salir de los jugadores para ser atendidos en las bandas.

Y para colmo se oyó una voz en español, de uno de los jugadores, que bramaba: «¡Al hombre, al hombre!… ¡Nada de balón!». Aquello fue ya el delirio. Así, mientras el balón estaba en un extremo del campo, en el otro había un montón de cuatro o cinco jugadores a puñetazos y patadas.

En medio de aquella batalla campal, escapa Acedo a todo gas. Patricio corre a su altura gritando como loco para que le pase el balón y arrastrando la pierna derecha, que apenas si puede articular. Se cierra la defensa sobre el ululante Patricio; se adelanta Zander, esperando el centro, y entonces el extremo español larga con la izquierda un zambombazo terrible que sacude violentamente las mallas. ¡Gol! ¡Gol! Dos a uno en el marcador. Era el minuto ochenta.

Los españoles se abrazan jubilosos, dan saltos, chillan, se tiran al suelo dando grandes gritos. Los suecos casi llegan a agredirse entre ellos. Tal es la rabia que les posee. Pero falta diez minutos. Una eternidad…

Los suecos se abalanzan contra el marco de España. Belauste y Sabino se repliegan para ayudar a Vallana y Arrate. Atrás, Zamora está fenomenal. Hace unas paradas magistrales cuando ya hasta el público gritaba el gol.

La violencia sueca ya no tiene límites. Sabino sale despedido de un patadón y un rodillazo simultáneos. Queda tendido en la hierba, retorciéndose por el dolor; sale a por él el señor Lemmel y le tiene que retirar. Pero el sueco agresor es sacado en parihuelas con una clavícula rota.

Aquello indigna a Arrate. Y en cuanto llega a su zona un sueco con el balón, va a patearlo. No era algo extraño en ese partido. El plantarle las dos botas en el pecho a un contrario no era, ni con mucho, lo más violento que se había visto. Pero el señor Mauro pareció despertar en ese momento. ¡Y señaló el punto de penalty! Penalty era, claro; pero como ese pateo pectoral había habido docenas a lo largo de los minutos de juego.

Todos los jugadores españoles se arremolinaron alrededor del italiano. Se le chilló desaforadamente. Hasta hubo algún que otro zarandeo al trencilla. Pero el italiano no se volvió atrás. Siguió marcando el punto fatídico. ¡Y todo eso a tres minutos del final!

La prórroga se ve venir. Pero ¿se podría resistir? Desde luego que no. Ninguno de los veinte puede con la zamarra. Y, si acaso, los suecos están algo menos averiados. Así pues, se hace imprescindible que no haya gol. Sea como sea.

Así lo entiende Samitier. Y va al punto letal. Se pone junto al balón. Lo coge y va muy decidido hacia el árbitro. Se lo enseña. Lo mira el señor Mauro, pero no encontrando nada anormal, ordena que lo vuelva a colocar en su sitio. Lo pone allí. Olsson se adelanta para lanzar el castigo, pero antes de que llegue al balón se le cruza Samitier. Olsson tiene que volver a tomar carrerilla. Cuando va a llegar a chutar se vuelve a interponer el barcelonista. Olsson empieza a ponerse nervioso. El señor Mauro amonesta a Samitier y le amenaza con la expulsión si vuelve a interponerse. Se aleja el medio hispano, pero desde tres metros comienza a lanzar pellas de barro y piedrecitas al balón. El esférico se balancea en el punto blanco. Olsson está descompuesto. Hace señas al árbitro, pero éste, con gesto imperioso, le ordena que acabe ya de una vez. Se precipita el sueco, se azara, y chuta mal. El balón se va fuera, a dos metros del poste izquierdo de Zamora.

Se abrazan los jugadores españoles y bailan alborozados. Samitier, muy serio y ceremonioso, fue a Olsson y le tendió la mano mientras le felicitaba. El sueco, estupefacto, estrechó la mano del mago con un gesto de asombro.

Esos trucos del Langosta eran muy conocidos por sus compañeros. Normalmente esas manipulaciones del balón le servían para colocar una piedrecita ante la pelota; una piedra lo suficientemente pequeña para que no se viera, pero sí lo bastante grande para que desviara la trayectoria del tiro. Entonces, claro, había piedrecitas en el campo, que no era la cuidada alfombra de años después.

Unos instantes más tarde, el árbitro pitaba el final. En el campo quedaban en pie siete españoles y ocho suecos. Los demás estaban caídos por las bandas o siendo atendidos en el vestuario.

La entrada al vestuario fue otra lucha. Ahora ya sin balón. Los jugadores de ambos bandos se enzarzan en una pelea cruenta, sin que valgan las órdenes de directivos y seleccionadores. La Policía tuvo que intervenir para separarlos.

Allí se consagró definitivamente la furia española. Todos los jugadores salieron del campo cantando camino del hotel. ¿Lesiones? No, ya no dolían. Ahora a divertirse. Mañana Dios diría…

La crónica enviada a ABC por el señor Rubryk albergaba los siguientes párrafos:

Menos jugar, de todo se hizo. Raro fue el momento en que no había por tierra dos o tres jugadores. A una carga fuerte se contestaba con otra más todavía, que era replicada con otra violentísima, y duplicada con una brutal. Sonaban los huesos. La leña se daba por ambos lados, sin consideración, siendo lo milagroso el que no hubiese habido graves accidentes.

Empezaron los suecos apuntándose un tanto. Quisieron mantener la ventaja haciendo juego violento. Este fue el toque de generala. De nuestro equipo sale una voz: «Al hombre!», y al hombre se fue. Y a esa raza fuerte, a esos atletas, los vencimos por fuerza y resistencia. Dos tantos nos apuntamos, cuyo honor correspondió a Belauste, que materialmente falto de facultades hizo prodigiosos milagros atacando (llegaron a dejarle el campo libre) y defendiendo. Yo no vi fútbol; pero vi lo que difícilmente se volverá a ver en un campo.

Una consideración final. Los suecos salieron del campo «tonsurados y apaleados»; bien les estuvo. Debieron haber mantenido su palabra y no haber dado motivos a que surgieran desagradables incidentes. Porque si llegaron a creerse por un momento que a España se la trataba de cualquier manera, en el partido vieron con pruebas lo equivocados que estaban.

La opinión del señor Lemmel, tan activo en ese encuentro, manifestada en el semanario barcelonés Fútbol, era la siguiente:

En el partido metió Suecia el primer tanto y a partir de aquí empezó a funcionar la línea de medios. Los suecos rodaban continuamente por el suelo. Sabino y Samitier, a pesar de sus estilos diferentes, acosaban furiosamente a los extremos; en el centro, el trío interior de delanteros suecos a grandes saltos se echaban sobre Belauste para salir rebotados, trompicados. Los suecos acabaron materialmente agotados; a uno se le rompió la clavícula y otros seis apenas podían tenerse en pie. Este ha sido el partido más sucio, duro y fuerte que he visto en mi vida. La culpa de ello la tuvo el árbitro, un señor italiano, que dejó se dieran de golpes los jugadores para que así acabaran todos reventados y al siguiente día el que resultara vencedor jugaría con Italia en malas condiciones. Aún hay otra hazaña de este referee: faltaban escasamente dos minutos cuando nos castigó con un penalty injusto, para que se prorrogara el partido lo reglamentario, o sea, media hora más de juego. ¡Los hay frescos!… De los nuestros salieron contusionados Arrate, Sesúmaga y Patricio.

La calibración del señor Lemmel de la actuación del señor Mauro como árbitro del partido no la había percibido nadie. Ninguno de los comentaristas, que se hicieron cruces de aquella violencia y de la pasividad arbitral, cayó en la cuenta de aquella actuación maquiavélica del italiano para dejar despejado el camino a la selección de su país. Fuera quien fuera, debió pensar el trencilla, llegaría para el arrastre… Esta consideración del masajista español demuestra su perspicacia y su penetración. Ninguno de los periodistas ejercientes o de los posteriores cronistas de la gesta de Amberes se dio cuenta de lo que fue evidente para el señor Lemmel, quien en esas opiniones sobre los partidos de España se mostró muy por encima, periodísticamente hablando, de la mayoría de los profesionales de la pluma que han hablado de estos Juegos Olímpicos.

Ricardo Zamora consignó aquel partido épico en sus recuerdos de la siguiente forma:

Aunque teníamos la consigna de comer pronto y poco, para estar ligeros, me parece que aquel día, muy nerviosos, apenas si probamos bocado. No sabíamos exactamente el equipo, porque Bru y Argüello no habían querido decírnoslo por la noche. Por fin, en el Stadion, donde estábamos a las tres, nos dijeron la alineación. No hubo la menor discusión ni protesta.

Cuando salimos al terreno había bastante público, sin llegar al lleno ni mucho menos. Los suecos, favoritos, por su clase y su talla atlética, fueron más aplaudidos que nosotros. En la caseta se había discutido mucho acerca de la manera de llevar aquel partido, y, exasperados todavía por las informalidades de los rivales, teníamos una autorización relativa para emplearnos por todos los procedimientos que nos autorizase el árbitro, dentro de la mayor dureza. Así se vería en donde estaba la fuerza, si en suecos o en españoles. El arbitraje estaba a cargo de un italiano, y éste nos favoreció algo, porque su criterio meridional no podía ser tan rígido como el de un inglés o un noruego. Además, en una de las líneas corría con la banderita el amigo Manolo de Castro, que, naturalmente, había de favorecernos en aquello que le fuera posible.

Comenzó la lucha a un tren rápido y con una dureza impresionante, impuesta por los suecos. Aunque no lo hubiéramos querido, teníamos que aceptar la batalla con toda la violencia de aquellos hombres, cinco o seis por lo menos de la talla de Belauste. El árbitro castigó al principio algunas cargas bruscas; pero, viendo, luego, que eso era precisamente lo que buscábamos los dos bandos con la misma saña, nos dejó cierta libertad para darnos los golpes más terribles que yo he presenciado en mi vida. Con sinceridad lo declaro; ni antes ni después he actuado en un match donde tuviéramos tanta libertad para producirnos violentamente y donde esa autorización se tomara sin regateos, yendo siempre al cuerpo a cuerpo al mismo tiempo que al balón. Pero un dato quiero precisar: allí más que mala intención, había un afán decidido de deshacernos, de pulverizarnos.

En semejantes condiciones eran constantes las caídas, los dolores agudos cuando se perdía una patada… y una pierna se la encontraba. Tan pronto eran ellos como nosotros los que atacaban; pero en nuestra defensa Arrate imponía un respeto absoluto y Vallana estaba segurísimo. Delante, no es menester repetirlo, Belauste, con su pañuelo atado por las puntas, colocado a modo de gorro, era una verdadera muralla, ayudado por Sabino, más valiente que nunca, y Samitier, formidable de acierto. Pero sobre todos, Belauste, que, al mismo tiempo que jugaba, saltaba, brincaba y corría, daba voces de aliento a todos, que nos sabían a gloria, y gritos terribles a los contrarios, capaces de asustar a un regimiento.

Tras narrar el gol ya consignado en sus Memorias, seguía el meta internacional:

¡Con qué emoción seguí luego la marcha del juego! Los delanteros y los medios se volcaron sobre el campo sueco, cuyos defensas se defendían con un coraje sin igual, y, a pesar de todos los esfuerzos, llegamos al descanso con aquel 1-0 en contra y una rabia indecible en el pecho. Porque ellos, convencidos de su triunfo, salían jactanciosos, altivos, arrogantes.

En la caseta, en vez de mostrarnos decaídos, nos animamos con los compañeros y directivos, y convinimos en redoblar nuestros esfuerzos, haciendo un alarde de entusiasmo, de furia, como nunca se había desplegado.

Apenas salimos al campo, Belauste dio la señal de ataque. Fue el suyo un gesto hercúleo que decidiera a los demás al sacrificio. Creo que el árbitro, asombrado de tanta fiereza, se metió el pito en el bolsillo y nos dejó sacudirnos a nuestro antojo. Una verdadera batalla campal; una pelea brutal de hombres contra hombres. A veces recuerdo que la pelota había salido del terreno de juego y en el suelo continuaban varios hombres dándose patadas sañudamente. En un avance rapidísimo de los suecos, Arrate se fue recto contra el delantero centro y a pocos metros de la puerta chocaron con terrible violencia, pecho contra pecho. No he oído nunca tan claro el ruido de huesos rotos, tronchados, ni he visto una caída tan a plomo como la de aquellos dos valientes. Acudimos, pensando que estaban destrozados, porque la sensación había sido trágica, y, al acercarnos a Arrate nos preguntó el enorme Mariano: «¿Tiene algún golpe, o así, el sueco ese?». Porque el donostiarra, levantándose ágilmente, hizo un gesto de resignación y volvió a su puesto para batirse con la misma rudeza.

Todo esto había sido nada más empezar; porque a los cinco minutos el árbitro castigó a Suecia con un golpe franco no muy lejos del área de penalty. Entonces llegó ese instante decisivo, culminante, de aquel partido. Fue Sabino a lanzar la falta, y Belauste, situado al lado contrario, le gritó de un modo terrible, que todos pudimos oír: ¡Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo! Dicho y hecho; el esférico fue al pecho –no a la cabeza– de nuestro gigante, y José Mari inició un sprint rodeado de enemigos, con la pelota clavada en el pecho, que concluyó en la meta, en medio de un revoltijo de hombres que se golpeaban furiosos. ¿Cuántos fauts se producirían en aquella «histórica» jugada? Me parece que el primero que no quiso hacer la averiguación fue el italiano que juzgaba la terrible contienda aquella.

A partir del empate se jugó con verdadero furor. Hoy semejante espectáculo se suspendería siempre. Los suecos ya no se recataban para tirarnos hachazos formidables, hasta que de uno de los nuestros partió el grito: «¡Al hombre!», y aquello fue una caza salvaje. A mí me tocó también algún regalo de aquellos energúmenos, que querían el goal a toda costa. Pero resultó lo contrario; diez minutos después Acedo escapó por el extremo, logró internarse un poco y, cuando todo el mundo esperaba su centro y hasta el portero, contagiado de la emoción, estaba un par de metros fuera del marco, el extremo atlético disparó cruzadísimo, un poco alto, un balón que al portero se le fue por encima de las manos, precisamente por estar fuera de la meta. La pelota entró por el ángulo opuesto, y aquello fue una explosión en los dos campos; los suecos, echándose unos a otros la culpa de lo que sucedía; nosotros, entregados a demostraciones de alegría extraordinarias: revolcarnos por el suelo, golpearnos furiosamente, dar saltos de altura, cabriolas inverosímiles…

El final, un terrible e inacabable final de media hora, fue a tono con las circunstancias. Pero tres minutos antes de concluir, cuando ya creíamos nuestro el partido, Mauro, el árbitro, nos castigó –con razón, con la misma razón con que antes pudo hacerlo veinte veces a ellos y a nosotros– con un penalty, que fue la sacudida de emoción más terrible de aquella tarde. En medio de un silencio sepulcral, se adelantó Ohlson, el interior derecha, preparándose para disparar. El único que no se contagió entonces del sobresalto fue Samitier, que siempre en broma, se dirigió al sueco con ademanes vivos, como queriéndole explicar algo. En vista de que el hombre había emprendido dos veces la carrerilla, y Sami, en el momento preciso, se cruzaba como el que lleva mucha prisa, el árbitro le amonestó. Así y todo, no se estuvo quieto. Se fue a un lado, se puso en cuclillas y desde allí, además de gestos y voces, tiraba trozos de barro al balón, escondiéndose tras los compañeros. Cuando al fin Ohlson tiró el penalty, el hombre estaba descompuesto y el esférico salió a dos metros del poste, con gran regocijo español. De tal modo, que Samitier, siempre en broma, se adelantó a Ohlson, le tomó la mano y le felicitó efusivamente. Fue un último gesto, que demuestra nuestro buen humor.

Luego, Sabino, uno de los que más bravamente entraban, despreciando el peligro, chocó con un delantero. Cayeron los dos como muñecos. Al levantarse, el sueco llevaba una clavícula fracturada; Sabino continuó como si tal cosa.

En los minutos restantes la lucha fue épica. Belauste vino a la defensa y su corpulencia y la de Vallana y Arrate impusieron el respeto suficiente para conservar el triunfo más resonante de los que conquistamos a tanta costa. A tanta costa, como que sólo quedaban en el campo siete suecos y ocho españoles. Los demás estaban en la enfermería.

Pero la contienda no había concluido en el campo. Al ir al vestuario nos insultaron por señas y nosotros, por señas, les respondimos. Ya en el pasillo ellos hacían un gesto con los dedos como si afilaran la punta a un lápiz, y por nuestra parte la contestación, por señas también, se podía traducir a todos los idiomas. Con lo que, como era forzoso, llegamos a las manos. Tanta actividad tomó aquella batalla dentro de los pasillos y vestuarios, que tuvo que intervenir la policía para aplacar los ánimos y separarnos, y cuando, una hora después, dejamos el Stadion, ya se habían marchado los suecos. Nosotros íbamos casi todos cojeando o quejándonos de algún dolor, pero más contentos que si nos hubiera tocado el gordo. Argüello estaba más feliz que nunca, y, a pesar de nuestras lisiaduras, reíamos a mandíbula batiente. Nadie se acordaba de que al día siguiente teníamos que jugar un nuevo y dificilísimo partido: contra Italia.

Por la noche, al meternos en la cama, nos dimos cuenta de lo que había sido el partido contra los suecos. Nadie podía moverse, y a la mañana siguiente, cuando nos reunimos, procedentes de los distintos hoteles donde nos hospedábamos, todo eran lamentaciones y quejas. El pobre Lemmel se pasó la mañana de unos a otros, dándonos masaje, para desentumecer aquellos músculos que no querían obedecernos.

Había, a pesar de todo, un excelente humor y un deseo unánime de salir a jugar contra los italianos, que eran los enemigos que ahora nos correspondían, por vencedores de los noruegos.

Aquella mañana la Prensa nos colmaba de elogios y, si la expectación por presenciar el encuentro final, Checoslovaquia – Bélgica, era enorme, la curiosidad por nuestro partido era extraordinaria. Porque ya nos habían descubierto, los belgas y casi todos los cronistas se inclinaban por el triunfo de «la furia española». Una sola reseña nos indignó: la que decía que nuestro juego no era fútbol, sino un alarde de fiereza, que tenía su reflejo en las plazas en donde las mujeres aclamaban y besaban a los más famosos toreadores. Se pensó hasta en ir a pedir explicaciones al redactor… taurino, pero como el partido de la tarde era, de momento, lo más importante, se aplazó hasta después.




Probables contra posibles ante los JJOO de Amberes 1920

En este artículo pretendo mostrar de manera simple como fue el camino de la naciente selección española desde el momento que fueron preseleccionados en Asamblea federativa una serie de jugadores hasta el momento que abandonan España camino de Amberes para participar en la Olimpiada, a través de una serie de encuentros que enfrentaron a los preseleccionados y una serie de jugadores que completaron los equipos. Si alguien desea conocer ampliamente el asunto, con dimes y diretes, le recomiendo consultar el libro «Amberes allí nació la furia española» de Félix Martialay.

 La prensa de la época no prestó la atención que yo hubiera deseado, en buena parte porque era época estival y, teniendo en cuenta que son partidos de entrenamiento, en las propias disputas tampoco las crónicas son lo suficientemente detalladas. La existencia de errores es evidente cuando hemos encontrado alineaciones en las que figuran jugadores lesionados o que han abandonado el barco con anterioridad y aparecen en ellas.

 En la Asamblea del Fútbol Nacional celebrada el 1 de junio de 1920 se tomó la decisión de elegir a los siguientes veinticinco jugadores que formarían la primera convocatoria de la selección:

Zamora (portero), Samitier, Sancho, Sesúmaga, Vicente Martínez y Alcántara (Barcelona)

Eizaguirre (portero), Arrate y Silverio (Real Sociedad)

Otero y Ramón González (Real Vigo Sporting)

Encinas (Fortuna de Vigo)

Vallana y Pagaza (Arenas)

Torres (Deportivo de La Coruña)

Meana y Villaverde (Sporting de Gijón)

René Petit y De Miguel (Real Madrid)

Belauste, Sabino y Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Eguiazábal y Patricio (Real Unión)

Ricardo Álvarez (Racing Club de Madrid)

El Comité Técnico elegido es el formado por los señores Berraondo, Ruete y Bru. Como Director Técnico estuvo D. Francisco Bru y D. Manuel Lemmel fue su auxiliar y masajista.

Se organizó una excursión por el norte de España con partidos en diferentes sedes y con un calendario concreto que según llegaba el momento era constantemente modificado. Así, la gira comenzó en Vigo, donde se disputaron un par de encuentros, y donde figuran muchos jugadores de clubes gallegos para poder completar los equipos pues muchos de los preseleccionados no se presentaron.

Vigo, 11 de julio

Al primer partido acudieron menos de la mitad de los jugadores seleccionados por el sr.Bru. El resto de participantes fueron reclutados por D. Manuel Castro «Handicap», periodista del Faro de Vigo, entre jugadores de equipos gallegos, futbolistas veraneantes en Galicia con o sin permiso de sus clubes y algún futbolista estudiante de Medicina.

Probables – Posibles 0-2

11-julio-1920: Coya

Probables: Zamora (Barcelona), Otero (Real Vigo Sporting), Encinas (Fortuna de Vigo), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Torres (Deportivo de La Coruña), De Miguel (Real Madrid), Sesúmaga (Barcelona), Ramón González (Vigo Sporting), Paco González (Real Madrid), Brand (Sevilla)

Posibles: Hernández Coronado (Real Madrid), Fernández (Vigo Sporting), Rey (Fortuna de Vigo), Herminio (Sevilla), Balbino (Fortuna de Vigo), Hermida (Fortuna de Vigo), Moncho Gil (Vigo Sporting), Cruces (Fortuna de Vigo), Chiarroni (Vigo Sporting), Vázquez (Racing de Ferrol), Pinilla (Deportivo de La Coruña)

Goles: 0-1, Vázquez; 0-2, Cruces

Árbitro: Manuel Lemmel

Vigo, 13 de julio

Probables – Posibles 4-0

13-julio-1920: Coya

Probables: Zamora (Barcelona), Rey (Fortuna de Vigo), Daniel (Comercial), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Torres (Deportivo de La Coruña), De Miguel (Real Madrid), Sesúmaga (Barcelona), Vázquez (Racing de Ferrol), Paco González (Real Madrid), Brand (Sevilla)

Posibles: Hernández Coronado (Real Madrid), Juanito Clemente (Fortuna de Vigo), Herminio (Sevilla), Hermida (Fortuna de Vigo), Abad (?), Balbino (Fortuna de Vigo), Moncho Gil (Vigo Sporting), Lozano (Pontevedra), Chiarroni (Vigo Sporting), Cruces (Fortuna de Vigo), Pinilla (Deportivo de La Coruña)

Goles: 1-0, Vázquez; 2-0, Vázquez, 3-0, Vázquez; 4-0, Paco González

Árbitro: Manuel Lemmel

Después, la preselección debería continuar su camino por Asturias donde debieron jugar otro par de partidos, uno en Oviedo y otro en Gijón, pero ambos fueron suspendidos. Las fechas fueron para Oviedo el 18 de julio y para Gijón el 20 del mismo mes.

En Bilbao, al no detenerse la gira en Asturias, se adelantó la estancia. Del 25 de julio inicial se adelantó al 20. Aquí si se encuentra todo el grupo seleccionado.

Probables – Posibles 2-0

20-julio-1920: San Mamés

Probables: Zamora (Barcelona), Otero (Real Vigo Sporting), Arrate (Real Sociedad), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Eguiazábal (Real Unión), Pagaza (Arenas de Guecho), René Petit (Real Unión), Patricio (Real Unión), Alcántara (Barcelona), Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Posibles: Eizaguirre (Real Sociedad), Vallana (Arenas), Encinas (Fortuna de Vigo), Artola (Real Sociedad), Belauste (Athletic Club de Bilbao), Sabino (Athletic Club de Bilbao), Moncho Gil (Real Vigo Sporting), Sesúmaga (Barcelona), Vicente Martínez (Barcelona), Vázquez (Racing de Ferrol), Argüelles (Sporting de Gijón)

Goles: 1-0, Sesúmaga; 2-0, Patricio

Árbitro: Ibarreche

Bilbao, 27 de julio

Probables – Posibles 2-0

25-julio-1920: San Mamés

Probables: Zamora (Barcelona), Sauca (Irrintzi), Gorostiza (Baracaldo), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Eguiazábal (Real Unión), Pagaza (Arenas), Sesúmaga (Barcelona), Patricio (Real Unión), Matías (Real Sociedad), Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Posibles: Eizaguirre (Real Sociedad), Vallana (Arenas), Tasio (Fortuna Sport de Bilbao), Artola (Real Sociedad), Belauste (Athletic Club de Bilbao), Sabino (Athletic Club de Bilbao), De Miguel (Real Madrid), Pichichi (Athletic Club de Bilbao), Carmelo (Deusto), Laca (Athletic Club de Bilbao), Argüelles (Sporting de Gijón)

Goles: 1-0, Matías; 2-0 Patricio

Árbitro: Ibarreche

Finalmente, el partido que debía disputarse en San Sebastián fue trasladado a Irún que es donde se encontraba el grueso de la expedición olímpica española que debía trasladarse a Amberes.

San Sebastián, 1 de agosto. Se jugó en Irún.

Probables – Posibles 3-1

1-Agosto-1920: Amute

Probables: Zamora (Barcelona), Vallana (Arenas), Arrate (Real Sociedad), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona), Eguiazábal (Real Unión), Pagaza (Arenas), Sesúmaga (Barcelona), Patricio (Real Unión), Vázquez (Racing de Ferrol), Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Posibles: Eizaguirre (Real Sociedad), Carrasco (Real Sociedad), Emery (Real Unión), Artola (Real Sociedad), Belauste (Athletic Club de Bilbao), Sabino (Athletic Club de Bilbao), Moncho Gil (Real Vigo Sporting), Pichichi (Athletic Club de Bilbao), Vicente Martínez (Athletic Club de Bilbao), Matías (Real Sociedad), Silverio (Real Sociedad)

Goles: 0-1, Vicente Martínez; 1-1, Vázquez; 2-1, Patricio; 3-1, Acedo

Árbitro: Chopeitia        Jueces de línea: Bru y Berraondo

San Sebastián, 3 de agosto. Igualmente se disputó en Irún el día 8.

Probables – Posibles 3-4

8-Agosto-1920: Amute

Probables: Eizaguirre (Real Sociedad) (sustituido por Muguerza en la segunda parte), Otero (Real Vigo Sporting), Arrate (Real Sociedad), Emery (Real Unión), Belauste (Athletic Club de Bilbao) (sustituido por Sancho en la primera parte), Eguiazábal (Real Unión), Pagaza (Arenas), Sesúmaga (Barcelona), Patricio (Real Unión), Pichichi (Athletic Club de Bilbao), Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Posibles: Zamora (Barcelona), Carrasco (Real Sociedad), Vallana (Arenas), Artola (Real Sociedad), Sancho (Barcelona), Sabino (Athletic Club de Bilbao), Moncho Gil (Real Vigo Sporting), Ramón González (Real Vigo Sporting), Vázquez (Racing de Ferrol), Matías (Real Sociedad), Silverio (Real Sociedad)

Goles: 1-0, min.2′: Pagaza; 2-0 Sesúmaga; 2 penales Vázquez y otro Arrate. Desconozco los autores de los otros dos goles

Árbitro: Chopeitia

Finalmente, los jugadores seleccionados para la Olimpiada fueron:

Zamora, Samitier, Sancho y Sesúmaga (Barcelona)

Eizaguirre, Arrate, Carrasco, Artola y Silverio (Real Sociedad)

Otero, Moncho Gil y Ramón González (Real Vigo Sporting)

Vallana y Pagaza (Arenas)

Belauste, Sabino, Pichichi y Acedo (Athletic Club de Bilbao)

Eguiazábal y Patricio (Real Unión)

Vázquez (Racing de Ferrol)

Son 21 los jugadores que partieron de la estación de Irún cuando la lista podía ser de hasta 22. El hecho es que Ramón Encinas no encontró permiso en su empresa para desplazarse durante tanto tiempo y en la excursión por tierras vascas, concretamente en Bilbao, hubo de abandonar y regresar a Vigo no llegando a ser sustituido. Se intentó solucionar incluyendo en la lista a otro jugador pero el COE no la admitió por encontrarsefuera de plazo.

Observemos que de la lista inicial a la definitiva hay notables diferencias. De la lista inicial se «caen» hasta nueve jugadores:

Vicente Martínez y Alcántara (Barcelona); Ramón Encinas (Fortuna de Vigo); Torres (Deportivo); Meana y Villaverde (Sporting de Gijón), René Petit (Real Madrid / Real Unión); De Miguel (Real Madrid) y Ricardo Álvarez (Racing Club de Madrid)

René Petit debió abandonar su deseo de convertirse en internacional español al ser llamado a filas por Francia. Jugó dos partidos con Francia en Amberes. Hasta 1927 no consiguió la tan deseada nacionalidad española a pesar de vivir en España de pequeño y sentirse español.

José Torres abandonó España con dirección a Cuba donde continuó jugando

Ricardo Álvarez fue descartado por las sospechas que recaían sobre él de ser semiprofesional

De Miguel fue el máximo exponente del desprecio a los jugadores de la Región Centro por parte del trío técnico

Meana y Villaverde no llegaron a acudir a la preselección

Vicente Martínez y Alcántara no fueron de los más destacados en la gira encontrandose en el camino con otros jugadores que parece dieron más la talla

y cinco se suman a la lista definitiva:

Carrasco y Artola (Real Sociedad); Moncho Gil (Real Vigo Sporting); Pichichi (Athletic Club de Bilbao) y Vázquez (Racing de Ferrol)

Entre estas dos listas, la inicial de laAsamblea y la definitiva entregada al COE, muchos de los jugadores utilizados y que no aparecen en ellas como preseleccionados fueron tenidos en cuenta por el señor Bru, que era quién los citaba para probarlos. No cabían todos. Practicamente ninguno de ellos tuvo una nueva oportunidad de ser internacional.

Zamora, Sancho y Sesúmaga participaron en todos los encuentros y Meana, Villaverde y Ricardo Álvarez no llegaron a disputar ningún entrenamiento.

De los treinta jugadores preseleccionados y después seleccionados fueron utilizados veintisiete antes de cerrar la lista. Veinticuatro jugadores no preseleccionados ni seleccionados fueron también utilizados en los partidos de entrenamiento.

Vázquez acabó como máximo goleador de la gira con siete tantos reconocidos, uno de ellos de penalty. Hay que recordar que hay dos goles donde no están ubicados los autores por no reflejarlos la prensa. Marcó en cuatro de los cinco partidos que jugó. Una vez en Amberes tan solo disputó un partido y un balón al poste fue su único bagaje.




Paco Bru, el hombre que lo fue todo en el fútbol español.

Francisco “Paco” Bru.
(archivo Santos Yubero)

Para muchos llegaba tarde aquel homenaje a Paco Bru. Al menos lo obtenía en vida y no una vez fallecido cuando las culpas corroen a los dirigentes e intentan arreglar aquello que no quisieron hacer antes. Lo que no cambió es que el acto se llevó a cabo por la insistencia de un periodista, pese a que la idea había estado rondando durante mucho tiempo por las instituciones. Fue Ramón Melcón quien desde las páginas del periódico El Alcázar volvió a insistir en la idea. Esta vez la Federación no miró hacia otro lado y aceptó el envite. Se programó para febrero de 1960 un partido homenaje en el Santiago Bernabéu, en el cual el homenajeado participó seleccionando a los jugadores. Estos fueron agrupados en dos combinados, Norte vs. Resto de España, compuesto de jugadores retirados durante la última década. El 11 de febrero, y con una mala climatología que dejó la asistencia en media entrada, saltaron al césped los dos equipos. Por la selección Norte jugaron Lezama, Gabriel Alonso, Jugo, Mencia (Lesmes I), Ontoria, Nando, Iriondo, Panizo, Zarra, Venancio y Gainza. Mientras que por el resto de España lo hicieron Trias, Seguer (Clemente), Lozano, Navarro, Muñoz, Gonzalvo III (Huete), Basora, Hernández, Cesar, Molowny (Montalvo) y Escudero. En la previa Paco Bru recibió multitud de regalos y agasajos, ademas de saltar al césped, antes de sentarte a ver el encuentro. Este, pese a mal tiempo y el estado del terreno de juego, fue vistoso. Aquellos veteranos no dieron esa noche clases de velocidad y rapidez, pero si de calidad y brillantez emulando los buenos tiempos pasados. En cuanto a los goles estos aparecieron, y si siempre se colocaba por delante los norteños (Venancio, Zarra y Ontoria), la igualada siempre llegaba por el resto de España (Molowny, Escudero y Seguer). Con el empate final a tres goles se cerraba una agradable jornada de reconocimiento público a la figura de Paco Bru.

En el centro Paco Bru recibe regalos durante su homenaje, arriba la selección resto de España y abajo la selección norte.
(Boletín Oficial del Real Madrid)

Por aquel entonces el homenajeado vivía y trabajaba en Madrid. Pese a sus 74 años seguía al pie del cañón como secretario técnico del madrileño Plus Ultra. Toda su vida había girado en torno al fútbol y así seguiría casi hasta el final de sus días. El cáncer hizo su aparición y en marzo de 1962 cambió Madrid por Málaga para estar más cerca de su hija. El advenimiento llegaría en abril de manera inesperada. Con su muerte se marchaba una de las figuras más importantes del fútbol nacional. Una persona que en las seis primeras décadas del siglo había sido jugador, entrenador, directivo, federativo, arbitro, secretario técnico y sobre todo el primer seleccionador-entrenador del combinado nacional.  La noticia de su muerte puede que no generara las líneas que hubiera merecido. Es posible que fuera debido a su pertenencia al Plus Ultra, entre segunda y tercera división en aquellos años, en la década anterior a su fallecimiento. El diario MARCA le dedicó su página final de manera completa, mientras que por ejemplo en ABC y Mundo Deportivo aparecieron pequeñas notas de prensa firmadas por las agencias Mencheta y Cifra, o en la Hoja del Lunes, donde Manuel Rosón, otro gran conocedor de los comienzos del fútbol en la capital, le dedicó una pequeña columna.

Sin embargo, la historia futbolística de Francisco “Paco” Bru Sanz (Madrid 1885) fue muy extensa y con un punto central que a la postre le ha convertido en un pionero y por lo que es más recordado: su participación en la selección española que acudió a los Juego Olímpicos de Amberes en 1920. Antes de llegar a ese cargo había sido de todo en el fútbol durante las dos primeras décadas del siglo XX. Pese a nacer en Madrid, emigro con su familia a Filipinas con apenas seis años, hasta que la perdida de la colonia española obligó a su familia a retornar a España. Se establecieron en Barcelona y allí comenzó su actividad deportiva. Fundó, jugó y presidió el Internacional de Barcelona; posteriormente jugó en el FC Barcelona y en el RCD Español, además de ser directivo de ambos clubes; fue secretario, en varias etapas, de la Federación Catalana de fútbol; fue periodista y acabo siendo arbitro, fundando el colegio de árbitros catalán, llegando incluso a dirigir la finales de Copa de España de 1916 y 1917. Entre medias le dio tiempo a organizar el primer partido femenino de fútbol celebrado en España, sobre el cual contaron su historia Fernando Arrechea y Eugen Scheinherr en las páginas de Los Cuadernos de fútbol en Cihefe (https://www.cihefe.es/cuadernosdefútbol/2015/06/el-spanish-girls-club-de-barcelona-las-pioneras-del-fútbol-femenino-espanol/). De su etapa arbitral se guardan dos anécdotas suyas, una de las cuales ha transcendido con el tiempo. La primera fue en la famosa semifinal que jugaron Real Madrid y Barcelona en el torneo copero de 1916. Bru estaba retirado como jugador, pero viajó a Madrid a cubrir el partido para El Mundo Deportivo. Parte de los jugadores azulgranas no llegaron a tiempo a la capital debido a un problema ferroviario y para completar el once culé tiraron de Bru. Este ya era arbitro, pero además seguía siendo socio azulgrana y eso le daba derecho a poder jugar con el once catalán. Hay que recordar que por aquel entonces eso era algo legal. En cuanto a la segunda anécdota siempre hubo mucha diversidad a la hora de narrarla, por lo que la mejor manera de contarla es tirar de las fuentes originales y recordar cómo se lo contó el mismo Paco Bru a Ramón Melcón para la serie de memorias que publico este sobre el madrileño. “Comencé vistiendo con los jugadores y lo primero que hice fue sacar un pistolón que llevaba en el bolsillo y dejarlo sobre el banco de la caseta. Me vestí, cogí la pistola y el pito y salí al campo. Al minuto todo el mundo sabía lo que yo llevaba en el bolsillo de la chaquetilla. Apenas comenzó a formarse el primer conato de bronca, pare el juego, me dirigí al grupo que llevaba la voz cantante y dije muy serio: “Ya estoy cansado de oírlos. O se callan o salen por lo alto de la tapia” […] El gesto dio resultado, pues desde entonces todo marcho sobre ruedas. […] no llegue a enterarme de si funcionaba el arma. A partir de aquel día no deje de llevarla en todos los partidos que arbitraba”. La situación tuvo lugar en un Universitary – Atlético de Sabadell que se planteaba conflictivo y nadie quería arbitrarlo. Seria Bru quien se ofreció voluntario para la que sería su primera experiencia como colegiado de manera oficial

Bru junto a Hans Gamper en su etapa de jugador azulgrana.

Pese a todos los cambios que vivió tras dos décadas vinculado al fútbol, Paco Bru seguía siendo amateur cuando le llegó el gran cometido. Durante 1919 ya andaba circulando en diversos ambientes y estamentos deportivos la idea de llevar una selección española a los Juegos Olímpicos de Amberes, pero no terminaba de estar claro ni cómo financiar la expedición, ni de qué forma elegir a los integrantes, ni quienes podrían ser. Ya entrado en el año 1920 se empezaron a solventar algunos de esos inconvenientes y se aclaró que los deportistas tenían que ser amateurs y no profesionales, algo que ejercían bajo cuerda algunos clubes y jugadores. En la asamblea federativa del primero de junio de 1920 se acordó, tras diversas propuestas para elegir al combinado y mucho debate, designar una lista de 25 jugadores. Sin embargo, no se tenía a quien preparar y dirigir a estos jugadores, ni tampoco se les había hecho jugar juntos en ningún momento. Para más inri los campos en España eran diversos depende de la geografía y el tipo de juego que se practicaba. Por el norte era campos blandos de césped mientras que el sur eran duros y secos sobre tierra, por lo cual tampoco estaba claro como amoldar al combinado elegido. Dado que los campos belgas donde se iba a disputar la competición eran muy similares a los del norte de España, se optó por jugar una serie de encuentros de probatura en los campos de esta zona de la península ibérica. Como punto final se decidió, semanas después, la designación de un triunvirato para elegir los jugadores. El trio estaría formado por Julián Ruete (hasta hacia poco presidente del Athletic de Madrid y en esos momentos directivo de la Federación), Jose Angel Berraondo (exjugador del Real Madrid y Real Sociedad y con cargo en la federación) y Luis Astorquía (uno de los fundadores del Athletic Club y presidente de la Federación Norte). Este último rechazó el cargo y entre Ruete y Berraondo tampoco había mucho interés en viajar por España y ser realmente los preparadores. Finalmente se opta por contratar a Paco Bru para que sea realmente quien los entrene y los vea jugar.

A diferencia de hoy en día, y dado que por aquel entonces la gran mayoría de jugadores eran amateurs, la preparación resulta un caos. Inicialmente se prepararon ocho partidos amistosos entre mediados de julio y comienzos de agosto en Vigo, Oviedo, Gijón, Bilbao y San Sebastián. En ellos se iban a enfrentar dos equipos: uno denominado “Posibles” y otro llamado “Probables”, siendo el primero el que se considera el titular. Los dos primeros encuentros jugados en el vigués campo de Coya resultan ser un enfrentamiento de los Posibles ante una selección de jugadores regionales con aspiraciones a entrar en el equipo. La mayoría de los teóricamente seleccionados no pueden ausentarte tantos días ni estar viajando por España sin tener problemas en sus empresas. También de fondo había discrepancias con las diversas federaciones y algunas presionaron no enviando inicialmente a sus jugadores, caso de las vascas. Debido a estos inconvenientes se suprimen los partidos en Asturias y se pasa a Bilbao donde los jugadores vascos si están presentes. En San Mames pese a varias ausencias Bru puede ir mejorando el equipo dando entrada a más jugadores de los teóricos titulares y empieza a hacerse una idea del once final. Las ultimas probaturas son en el campo irundarra de Amute donde Bru recibe la “ayuda” de Ruete y Berraondo que hacen de linieres en el primero de los encuentros. Después se jugará otro encuentro más en el mismo campo para que finalmente Ruete, Berraondo y Bru decidan los titulares y los suplentes. El gran problema de fondo son las presiones de cada federación y la prensa local de cada región indicando cuales son los mejores hombres. Esto unido al tema de los campos donde jugar, y la decisión del comité tras los partidos, hace que finalmente la selección sea un compendio de jugadores catalanes, gallegos y vascos. Ya metidos en agosto saldrían en tren desde Irún hacia Amberes la siguiente selección:

Porteros: Zamora (FC Barcelona) y Eizaguirre (Real Sociedad)

Defensas: Arrate y Carrasco (Real Sociedad), Otero (Real Vigo Sporting) y Vallana (Arenas Club).

Centrocampistas: Samitier y Sancho (FC Barcelona), Belauste y Sabino (Athletic Club), Eguiazábal (Real Unión) y Artola (Real Sociedad).

Delanteros: Pagaza (Arenas Club), Vázquez (Racing Ferrol), Moncho y Ramón (Real Vigo Sporting), Sesúmaga (FC Barcelona), Patricio (Real Unión), Pichichi y Acedo (Athletic Club) y Silverio (Real Sociedad)

El desfile de la delegación española en Amberes. En segundo plano Bru y el equipo de fútbol.

A la ciudad belga no fueron Ruete y Berraondo por lo cual Bru asumió el mando de la selección. Junto a él viajó Isidro, el encargado del material y Manuel Lemmel, exjugador del Barcelona y el Español, que haría de masajista y también de árbitro, dado que tanto el cómo Bru estaban inscritos como colegiados para la misma competición. Desde la federación tan solo viajo Luis Argüello, días después que la expedición, para ser el máximo representante del grupo. Precisamente con este, y con parte de los jugadores, tuvo Bru algunas discrepancias antes del debut. Con Argüello motivado por quien era el responsable de la expedición, algo de lo que Bru nunca quiso adueñarse de los galones más allá de la parte deportiva. Mientras que con los jugadores el problema vino porque varios querían imponer parte del once al seleccionador. Bru, que ya tenía tablas, consiguió solventar los problemas con los jugadores de cara al estreno de la selección, mientras que, con Argüello, pese a que le reconocieron lo que el quería, siguieron las tiranteces. El estreno llegaría el 28 de agosto en Bruselas ante Dinamarca, una selección que llevaba disputando partidos más de una década, y que era una de las favoritas del torneo. Debutarían aquel histórico día Zamora, Otero, Arrate, Samitier, Belauste, Eguiazábal, Pagaza, Sesúmaga, Patricio, Pichichi y Acedo. Contra todo pronóstico dan la sorpresa ante Dinamarca venciendo 1-0 con gol de Patricio al poco del inicio de la segunda parte. Como curiosidad del encuentro hay que reseñar que Bru ejerció aquel día de linier durante el mismo, algo que hoy puede parecer extraño, pero era habitual en aquellos años el usar linieres del país de uno de los contendientes. Al día siguiente esperan, esta vez ya en Amberes, los anfitriones en la eliminatoria de cuartos de final. Estos resultan demasiado equipo para el combinado español y la selección cae derrotada por 3-1, marcando Arrate el gol hispano de penalti. Aquello que podía haber sido ser el final de la aventura olímpica fue un punto y aparte dada el extraño sistema de competición. Los cuatro vencedores de las eliminatorias de cuartos lucharían por un lado por la medalla de Oro en unas semifinales, mientras que los cuatro derrotados lucharían en un torneo de consolación por las medallas de Plata y Bronce, junto a alguno de los derrotados en la lucha por el Oro. Con este exótico planteamiento España se enfrentó a Suecia el 1 de septiembre. Aquel fue un partido bastante violento y que España remontó tras el inicial gol sueco, para finalizar venciendo por 2-1. Para la historia quedará el gol del empate español que a día de hoy sigue siendo recordado por una frase de Belauste previa a recibir el balón, y que será durante muchas décadas el gran exponente de la posteriormente llamada furia española. “Sabino, a mí el pelotón que los arrollo”, fue la legendaria frase que gritó Belauste para que su compañero sacara la falta hacia él y este se llevara balón y todos los suecos que se pusieron por delante hacia la red. En los minutos finales Acedo marcaría el gol de victoria española, mientras que los suecos fallarían un penalti. Tras los escandinavos tocaba Italia al día siguiente. Este sería otro partido marcado por la épica y es que se lesiona Pagaza durante la primera parte del encuentro, teniendo que jugar el resto del partido España con diez hombres. Pese a todo Sesúmaga marcará dos tantos, uno en cada parte, claro ejemplo de la superioridad técnica de lo españoles. A falta de diez minutos Zamora es expulsado tras golpear a un contrario cansado de sus reiteradas faltas, por lo que Silveiro se pone de portero. España tiene que aguantar el asedio final italiano con nueve hombres. Pese a todo no se mueve el marcador y con el 2-0 España sigue adelante.

España – Bélgica (Amberes)
De pie: Belauste, Acedo, Zamora, Artola, Patricio, Pichichi, Arrate, Eguiazábal, Vázquez, Sancho y Paco Bru. Agachados: Lemmel, Vallana y Pagaza.

Pese a que Bélgica había ganado ya la medalla de Oro, tras retirarse Checoslovaquia durante la final, a España aún le quedaba por jugar un partido y ese se convirtió en una final por el segundo puesto debida la descalificación de los checos. Ante los Países Bajos el combinado español se jugaba la medalla de Plata y quizás fue de los partidos más fáciles. España venció 3-1, dos goles de Sesúmaga y otro de Pichichi, para obtener la medalla de Plata de aquellos Juegos Olímpicos. Ademas de ese galardón, del que que nadie en nuestro país podía haber siquiera soñado, también se trajo Ricardo Zamora el reconocimiento al mejor portero del torneo, al haber sido designado dentro del once inicial, algo que también logró Sesúmaga. España volvió a España vía Irún, para recibir en San Sebastian un homenaje con partido incluido en Atocha al cual asistió la familia Real española. Bru por su parte sufrió el olvido de la federación a la vuelta de Amberes. Esta acordó dar la Medalla de Oro de la entidad al comité técnico, pero entendiendo que solo formaban parte de él Ruete y Berraondo. No sería hasta que la asamblea federativa de junio de 1921 cuando se enmendó el error y se le otorgo también a Bru la misma condecoración. Justo, aunque tardío, reconocimiento al primer seleccionador, que, si bien participó junto a sus compañeros en la elección, tuvo que lidiar en solitario en el país belga. 

Tras la experiencia olímpica Bru retornó a su trabajo remunerado, realizaba labores administrativas en el ayuntamiento de Barcelona, para al poco tiempo volver al fútbol. Entre 1923 y 1926 sería el auténtico hombre para todo en el RCD Español. Seria contratado como secretario técnico, pero acabaría dirigiendo al equipo (supliendo al inglés Edward Garry), organizando partidos por España y Europa e incluso viviendo en el chalet que por aquel entonces existía en el campo de la carretera de Sarria. Si en noviembre de 1925 se llevó al equipo a Praga y París, o una gira por las Islas Canarias, en el verano de 1926 participó en la exitosa gira, tanto deportiva como económica, del club perico por América. Fue larga, y eso le costó perder el campeonato regional de Cataluña, pero tras cuatros meses fuera de España el Español había jugado en Argentina, Uruguay, Chile, Perú y Cuba. Entre medias de su estancia en el Español, también le dio tiempo a volver a dirigir a la selección española en una etapa más desconocida. En diciembre de 1924, tras el fracaso de los Juegos Olímpicos de París, se concierta un amistoso ante Austria en Les Corts. Se designan un trío de seleccionadores para estrictamente elegir un grupo de jugadores. Se piensa nuevamente en Paco Bru para que los entrene y los dirija en aquel partido. España juega un mal partido, pero vence 2-1 a los austriacos con goles de Juantegui y Samitier. No sera hasta mayo y junio de 1925 cuando España haga una doble visita a Lisboa (0-2 a Portugal) y Berna (0-3 a Suiza) a los cuales no viaja Bru como entrenador por cuanto el Español no se lo permite. Si volverá a ser el entrenador en Valencia, cuando a mediados de junio Italia visite a España en Mestalla. Tras la victoria por 1-0, gol de Errazquin, volverían separarse los caminos de Bru y la selección.

El viaje por el nuevo continente con el Español trajo con el tiempo cambios en la vida de Bru. En Cuba le propusieron ser entrenador de un conjunto local y Bru aceptó. Pasaría dos años en la isla entrenando al Juventud Asturiana y a la selección Cubana hasta que retornaría a nuestro país en 1928. Esta vino en parte impuesta por el diario cubano “El País” y es que Bru ejerció como corresponsal en España para asuntos deportivos del citado diario. El “vicio” del banquillo volvió a tirarle y durante la temporada 28-29 comenzó su aventura en el Racing de Madrid. En el estaría hasta 1932 finalizando con una famosa gira del equipo madrileño por América, llena de peripecias y que tan bien plasmó Jose Ignacio Corcuera en un reportaje publicado hace años en Cihefe (https://www.cihefe.es/cuadernosdefútbol/2016/03/una-gira-hacia-el-desastre/ ) Entre medias a Bru le dio tiempo a ser seleccionador de Perú y con ese cargo fue el primer seleccionador del país sudamericano en el Mundial de Uruguay en 1930. La experiencia fue gratificante desde el punto de vista personal, pero no así en el plano deportivo puesto que los dos partidos de la fase de grupos se saldaron con sendas derrotas ante Rumanía y Uruguay.

Paco Bru y Pablo Hernández Coronado durante su etapa en el Real Madrid.
(MARCA Grafico)

Tras la experiencia de la excursión con el Racing, Bru acabó desencantado con el fútbol y opto por pasar a un segundo plano. Finalizó la excedencia, una de tantas que había pedido, y retorno al Ayuntamiento barcelonés. Allí seguía el fútbol como un simple aficionado hasta que una visita le hizo cambiar de idea. Tras un Barça-Madrid en Les Corts, con victoria blanca, recibió en su casa a Pablo Hernández Coronado, el hombre fuerte de la directiva madridista. Este le propuso volver a la actividad entrenando al conjunto madridista. Bru no se lo pensó mucho y aceptó la oferta para acabar sustituyendo en el banquillo a Robert Edwin Firth en el invierno de 1933. Desde ese momento hasta el comienzo de la guerra civil estaría unido al club blanco, donde lograría dos Campeonatos de España, y donde volvería a salir de gira en este caso por Alemania, Austria y Suecia. Tras el intervalo del trineo fratricida, Bru continuo en el Real Madrid hasta el final de la temporada 40-41, pero con un intervalo. Durante esta temporada llegaría su tercera etapa en la selección española. En enero de 1941 el combinado nacional volvía a la escena europea con un amistoso ante Portugal en Lisboa. Eduardo Teus, el antiguo jugador madridista y periodista, había sido elegido como seleccionador y pensó en Bru para que este entrenara al equipo que iba a elegir. Así lo hará el madrileño en aquel partido que se saldó con empate a dos.

Bru, a la derecha, en el estadio de Salésias antes de comenzar el Portugal-España en 1941.
(MARCA Grafico)

Pasarían los años, pero Bru seguiría incansable pasando por los banquillos de Granada y Málaga, donde también haría de secretario técnico en ambos equipos. En 1946 volvería al Español, solo en labores de despacho. A comienzos de los años 50 se iría al Real Zaragoza para compaginar la secretaria técnica y el banquillo, sitio este ultimo de donde se retiraría en 1951. Después un paso por los despachos en el Córdoba volvería a Madrid. A partir de 1953 se establecería en su ciudad de origen con un tranquilo cometido en la secretaria del Plus Ultra. De allí nunca se jubilaría y seria con la insistencia de Ramón Melcón cuando el fútbol español le intentara resarcir y homenajear a un hombre que tanto había sido en el fútbol patrio. Salvo balón, Francisco “Paco” Bru lo fue todo.

Bibliografía:

MARCA.

ABC.

El Mundo Deportivo.

Boletín Oficial del Real Madrid.

Amberes, allí nació la furia española (Félix Martialay).

Los 60 partidos de la selección española de fútbol (Fielpeña).

Enciclopedia del fútbol (Ramón Melcón y Miguel Vidal).




Ni abanderado, ni capitán

MarianoArrate01Mucho se habla en estos últimos tiempos de los tres grandes éxitos logrados por la Selección Española de Fútbol (Eurocopa 2008, Mundial 2010 y Eurocopa 2012). Quienes siguen el día a día de este deporte han crecido viendo jugar a Iniesta, Xavi o Casillas, míticos, partícipes de la época dorada del fútbol español. Pero, para hablar del primer éxito de La Roja, hay que remontarse cien años atrás y preguntar a nuestros antepasados por los “abuelos de la Selección”, ellos fueron quienes realmente consiguieron el primer hito, quienes marcaron los primeros goles y representaron al combinado nacional en unos Juegos Olímpicos.

Entre ellos figuraba un jugador clave, el decimonónico, Mariano Arrate. Donostiarra de nacimiento y gran aficionado al deporte, marcó una época en el equipo en el que militó la mayor parte de su carrera, la Real Sociedad, así como en la Selección Española. Empezó su trayectoria futbolística en el equipo de Luchana y posteriormente formó parte del Athletic San Sebastián, pero en un tiempo en el que el fútbol era sólo un pasatiempo, Arrate lo convirtió en religión y pronto se convirtió no sólo en jugador txuri-urdin sino en el gran capitán durante años, atravesando todos los tiempos heroicos que convertirían a La Real en un clásico y a él mismo en una leyenda.

Los pocos que aún logran recordarle relacionan su nombre con varios momentos históricos, que con el paso de los años se han sabido erróneos. Hay quienes lo consideran el primer abanderado español en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920, también llamados los Juegos de la Paz. No fue así, el papel que hizo en aquella primera participación de España fue el de portador del cartel con el nombre del país. La escasa existencia de medios de comunicación y el hecho de que ni él mismo lo desmintiera, dieron por sentado lo que transmitió el periodista encargado de cubrir el evento. Gracias a una fotografía, en la que se podía ver al futbolista vasco luciendo el característico uniforme rojo con el león en amarillo en el lado izquierdo, fue cuando se supo, muchos años más tarde, lo que realmente ocurrió aquel día.

MarianoArrate02Tampoco es del todo cierto que Mariano fue el primer capitán de aquella Selección, tal como se asegura. José María Belausteguigoitia (alias Belauste), estrella del Athletic, fue quien portó el brazalete en aquel encuentro inicial del 28 de agosto frente a Suecia, el cual más que un partido parecía una batalla campal, de ahí la lesión que le impidió jugar los siguientes encuentros e hicieron recaer la capitanía, finalmente, en Arrate.

Eso sí, nadie podrá negar jamás que suyo fue el primer gol marcado desde el punto de penalti, al que bautizaron como “gol del honor”, por no haber servido mas que para no dejar a cero el casillero de “La Roja” en el choque contra la selección de Bélgica (ganadores de la medalla de oro). Este fue el único partido en el que España cayó derrotada.

Rodeado de unas cuantas anécdotas, así fue como Mariano Arrate, junto al resto del combinado nacional, consiguieron la primera medalla olímpica, el primer gran triunfo español en fútbol. Fue de plata, pero supo a oro. Nadie apostaba por aquellos jugadores, sin embargo, allí dieron la cara para enseñar al mundo que los españoles también sabían jugar al fútbol.

Mariano Arrate dejó el fútbol tras 13 años de trayectoria, con un total de 66 partidos y 7 goles, en el equipo blanquiazul. Su despedida de los terrenos de juegos tuvo lugar con un partido de homenaje, que enfrentó a las selecciones de Guipúzcoa y Vizcaya en el mítico estadio de Atocha, ese que tantos días lo vio triunfar y demostrar su poderío en la defensa, su posición natural.

Antes de fallecer, la Nochebuena de 1963, el excapitán recibió como premio la Insignia de oro y brillantes del equipo de su vida.

Reportaje realizado para la materia «Historia del Periodismo Deportivo» que imparte Xavier G. Luque en el Máster de Periodismo Deportivo de la UPF.