Joaquín Vázquez. Primer extremeño olímpico

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Es relativamente conocido que el primer jugador de la selección nacional de fútbol (y primer deportista olímpico) de Extremadura fue Joaquín Vázquez. Aunque en ocasiones se confunde su segundo apellido (era González, es fácil encontrar Fernández e incluso Encinas) (1) y su fecha de nacimiento mil veces publicada y copiada de un artículo a otro, de un libro al siguiente, es incorrecta.

Como podemos comprobar en su Acta de Nacimiento procedente del Registro Civil de Badajoz (2) nació el 26 de agosto de 1897 y no el 9 de noviembre del mismo año como siempre se ha dicho. Su padre era un carabinero gallego llamado Camilo Vázquez Villar, su madre Concepción González Almeida, natural de Salamanca.

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Cuando era muy niño su padre fue trasladado a otra frontera, a Irún (también puede encontrarse en algún sitio que nuestro protagonista nació en la ciudad guipuzcoana) (1). Allí fue donde el joven Vázquez se inició en el fútbol (mientras trabajaba de aprendiz en una zapatería) en las filas del Deportivo Irunés (1909). Posteriormente pasaría al Racing de Irún (1914), club que al fusionarse con el Sporting dio lugar al Real Unión de Irún. Al hacer el servicio militar en Galicia (1919-20) jugó en el Racing de El Ferrol y en el Deportivo de la Coruña. En la época de su traspaso de El Ferrol a La Coruña fue convocado para los Juegos Olímpicos de Amberes 1920 y aún hoy es motivo de cierta polémica dilucidar si era jugador de un club u otro cuando debutó como internacional. En Amberes sólo jugó el partido: contra Bélgica (única derrota española, 1-3).

Tras la aventura olímpica jugó nuevamente en Irún (1921-25) y en el Deportivo (1925-28), acabando su carrera en la Cultural Leonesa (1928-30).

Falleció en 1965, su hijo Santiago (nacido en Irún, 02-03-1924) también fue futbolista (Real Sociedad, Gimnàstic de Tarragona, Celta de Vigo y Racing de Santander).

Joaquín Vázquez González (Badajoz, 26-08-1897) debe ser recordado como el primer olímpico y jugador internacional extremeño, aunque desde el País Vasco pueda ser legítimamente reivindicado también.

(1) http://www.coe.es/COE/bd_perso.nsf/2012FDeportistaN3?OpenForm&query=3259*&DEPORTISTA=2144*

(2) Acta de Nacimiento de Joaquín Vázquez González, Registro Civil de Badajoz.




Flotats: un secante de los años 50

Los grandes equipos, los equipos míticos, esos conjuntos de leyenda que quedan indeleblemente fijados en la historia del fútbol y en la memoria colectiva, inmortalizados en imágenes que vencen al tiempo y alineaciones recitadas de carrerilla, precisan tanto de la aristocracia de los cracks geniales, capaces de resolver un partido en una sola jugada,  como del proletariado de los obreros del balón, absolutamente necesarios para el equilibrio y la amalgama de esfuerzos. Y en el gran Barça de los años 50 del pasado siglo, el que va desde las Cinco Copas conquistadas en 1952 bajo la égida del técnico eslovaco Ferdinand  Daucik hasta el glorioso bienio 58-60 a las órdenes de Helenio Herrera, el trabajo sucio, la labor sorda y callada de romper el ritmo del  adversario, la tarea de incordiar y anular a las estrellas rivales  y abastecer de balones a los artistas propios , tenían un nombre:  Isidre Flotats i Vilanova.

FC Barcelona 1952-1953.

FC Barcelona 1952-1953.

A mediados de dicha década, poco después de la llegada de Alfredo Di Stefano al fútbol español, se hizo famoso el marcaje realizado por un jugador de nombre Mangriñán sobre la «Saeta Rubia». Sucedió en el partido Real Madrid-Valencia del 12 de septiembre de 1954, correspondiente a la primera jornada de la liga 54-55, un encuentro que sorprendentemente ganarían los «chés» por 1 a 2 ( el Madrid era entonces el vigente campeón liguero ). El hecho dio lugar a que a partir de dicho momento se hablase de un «marcaje mangriñanesco» cada vez que un futbolista «secaba» a la figura contraria merced a un pegajoso control, anticipándose a sus acciones y obstaculizándolas todo lo posible Pero de Mangriñán – pasados aquellos 90 minutos de gloria en Chamartín – nunca más se supo, mientras que de nuestro hombre, Isidre Flotats, se seguiría hablando largo y tendido.

Había nacido Flotats  un 2 de junio de 1927 en la pequeña población barcelonesa de Pont de Vilumara, en la comarca del Bagés, no lejos de Manresa, una zona que le ha dado al Barça talentos como Estanislau Basora, Jordi Vila, Antoni Camps, Lluís Pujol  o el propio Pep Guardiola, sin ir más lejos. De pequeño formato – 1,61 metros y 60,5  kilos de peso – , pero fibroso y rapidísimo gracias a la práctica del atletismo en sus años juveniles, Flotats comenzó a labrarse una reputación en conjuntos catalanes de segundo orden tales como el Terrassa o el Badalona en los tramos finales de la década de los 40, para llegar a la Primera División justo en el ecuador del siglo, en 1950, fichando por el RCD. Español.

Flotats con la camiseta del Espanyol

Flotats con la camiseta del Espanyol

En su primer curso como periquito formó parte del equipo que el 15 de abril de 1951 derrotó estrepitosamente al Barça por 6 a 0, marcador que todavía a fecha de hoy continúa siendo la mayor goleada producida entre ambos equipos en torneos de ámbito nacional. Fue aquel un partido curioso, ya intrascendente para el Barça aunque no para los españolistas – se disputaba la jornada 29 y penúltima del campeonato – y en el que el entrenador azulgrana Ferdinand Daucik alineó a Calvet, habitual lateral, como delantero centro, e hizo también que sus pupilos empleasen la táctica del fuera de juego, planteamiento que a todas luces fracasó a tenor del contundente resultado.

En Sarriá estaban poniéndose entonces los cimientos de uno de sus conjuntos más recordados, aunque muy efímero, el denominado «Equipo del Oxígeno», que en el transcurso de la temporada 52-53, y a las órdenes del técnico argentino Alejandro Scopelli, lideraría la Liga sorprendentemente durante sus dos primeros tercios, insólita proeza en la que tal vez tuviera algo que ver el hecho de que los once periquitos de turno inhalasen  mediante caretas dosis de oxígeno  durante los descansos. Pero Flotats no llegaría a disputar  junto a los Domingo, Argilés, Parra, Arcas, Marcet, Mauri y compañía aquel reñido campeonato en el que finalmente se impondría el Barça, porque desde el verano de 1952 ya formaba parte integrante de la plantilla azulgrana.

Avalado por su buena trayectoria en el Español – aunque en su segunda y última temporada con los blanquiazules había jugado poco a causa de una importuna lesión, lo cual supuso que le dejaran marchar al «eterno rival» -, Samitier, entonces secretario técnico del Barça, apostó por él, y el pequeño centrocampista del Pont de Vilumara no le defraudaría, pues se va a hacer muy pronto con un puesto como titular en la medular blaugrana ( 24 partidos en su primera   Liga como culé ), reemplazando nada menos que al internacional y mundialista Mariá Gonzalvo, Gonzalvo III, un extraordinario jugador que, no obstante, comenzaba por aquel entonces su natural declive. Formando línea media con el joven Andreu Bosch, Flotats va a conseguir el doblete, Liga y Copa – segunda vez consecutiva que lo lograba el conjunto de Les Corts -, en una temporada 52-53 marcada por la dolencia tuberculosa de Kubala y su casi milagroso restablecimiento. El curso siguiente, el 53-54, también nuestro menudo y fibroso hombre sería un habitual de las alineaciones – 22 encuentros – , aunque el Barça no pudo reverdecer los laureles conquistados en las últimas campañas, puesto que en el torneo de la regularidad se estrelló contra el Real Madrid ( club que tras un confuso y nunca del todo bien aclarado  contencioso, se había hecho con los servicios de un tal Alfredo Di Stefano ), mientras que en la Copa el Valencia le pasó por encima en la final ( 3 a 0 ), el famoso partido en el que el guardameta «che» Quique se encaramó al larguero de una de las porterías del coliseo madridista – aun no bautizado como «Santiago Bernabéu» -, sentándose en él en señal de alegría tras la victoria de los levantinos, en un choque en el que el Barça no pudo contar con su gran estrella, Kubala, lesionado de gravedad en una rodilla en San Mames. Pero al menos en lo personal no todo iban a ser sinsabores para Flotats, ya que el 31 de mayo de 1954 va a  formar parte de la Selección Española «B» que derrotaría a su homóloga de Francia en Bayona por 0 a 2. Esta fue la alineación del combinado nacional: Busto; Martín, Parra, Segarra; Flotats, Mújica; Cruellas, Arza, Arieta, Marcet y Tejada. Marcaron los goles su compañero de equipo Justo Tejada y el bilbaíno Arieta, uno en cada tiempo.

A partir de la temporada 1954-55, y ya sin Ferdinand Daucik en el banquillo de Les Corts -sustituido por el italiano Sandro Puppo -, a Flotats le va a resultar más difícil entrar en el equipo regularmente, pero cuando lo hace – 17 presencias en Liga – , acostumbrará a  ser  con la misión de marcar férreamente al más peligroso de los adversarios, y de ese modo se le encarga la vigilancia de Di Stefano en los dos enfrentamientos ligueros.

Flotats marcando a Di Stéfano

Flotats marcando a Di Stéfano

Sin embargo, en el curso 55-56, con Platko como nuevo entrenador azulgrana, ya puede considerarse que ha perdido definitivamente la titularidad. La consolidación  de Sigfrid Gracia como lateral izquierdo titular, desplaza de dicha demarcación nada menos que a Segarra, y este pasa a ocupar un puesto en la medular, junto a Andreu Bosch, en detrimento de Flotats. No obstante Isidre continúa siendo un recurso muy válido para los partidos comprometidos, sobre todo en campo contrario. De sus siete actuaciones ligueras, seis lo serán lejos del feudo barcelonesa, y ocupando teóricas posiciones que le eran extrañas, como sucedió, sin ir más lejos, en el partido decisivo para dilucidar el título, en San Mames, frente al Athletic de Bilbao, en la vigesimoctava jornada, con triunfo de los leones por un gol a cero, marcado por Maguregui, resultado con el que los rojiblancos daban un paso de gigante en sus aspiraciones de conseguir el campeonato, algo que lograrían dos semanas más tarde. Estas fueron las alineaciones de ambos equipos en tan trascendental encuentro: por el Athletic, Carmelo; Orúe, Garay, Canito; Mauri, Maguregui; Arteche, Marcaida, Arieta, Uribe y Gainza, y por el Barça, Ramallets; Seguer, Biosca, Gracia; Bosch, Segarra; Mandi, Villaverde, Flotats, Kubala y Manchón.

De cara a la temporada 56-57 se produce un nuevo relevo en la dirección técnica del Barça. Domenec Balmanya sustituye a Platko, y el flamante entrenador llega con la idea de «deskubalizar» el equipo ( parafraseando lo que por aquellos días, a partir del XX Congreso del PCUS, estaba haciendo Nikita Kruschev en la URSS, esto es, «desestalinizar» el país, borrar la impronta del todopoderoso Camarada Stalin, muerto tres años atrás ). A nivel del Barça, ello se traduce en un intento de reducir la excesiva dependencia que el conjunto culé tenía con respecto a un Laszi Kubala ya muy castigado por las lesiones, entregando paulatinamente la manija del equipo a un joven y talentoso jugador gallego llamado Luís Suárez, al cual iban a acompañar algunas de las nuevas perlas de la cantera barcelonista y catalana, los Olivella, Rodri, Gensana, Vergés, Ribelles  o Coll. En estos nuevos planes no va a tener sitio un Flotats que ya se acercaba a la treintena y que tan sólo se va a asomar al once titular en un par de ocasiones, una en Liga y otra en Copa, aunque esta última significativamente tendrá lugar en el Santiago Bernabeu, frente al Real Madrid y ante su viejo «amigo» Alfredo Di Stefano. De modo que puede decirse que, aun mínimamente, nuestro hombre también colaboró en el brillante triunfo barcelonista en la entonces oficialmente denominada «Copa de Su Excelencia el Generalísimo», que se adjudicarían los azulgranas al batir en la final – la única final barcelonesa de la historia, hasta ahora – al RCD. Español por 1 a 0, tanto marcado por el delantero valenciano Sampedro en los estertores de un partido disputado en el destartalado Estadio de Montjuïc.

En la campaña 57-58, con el Camp Nou recién estrenado – Flotats tomó parte en el encuentro inaugural, frente a la Selección de Varsovia, saliendo en la segunda parte y quedándose con el balón a la finalización del mismo -, Balmanya tan sólo confía en él en cinco compromisos oficiales, tres de Liga ( uno en el «Bernabéu», donde se alinea con el número 7 a la espalda ) y los otros dos contra la Selección de Birmingham en la Copa de Ferias. Pero el menudo futbolista, lejos de desmoralizarse, no descuida en absoluto su puesta a punto, para tratar de rendir a la perfección en las contadas ocasiones en las que el «Mister» le otorga su confianza. Antes de que finalice aquella temporada Helenio Herrera reemplaza a Balmanya en el banquillo, pero no puede decirse que con el nuevo preparador vaya a variar  sustancialmente la situación de Flotats, convertido en suplente de lujo, especializado en solventar de tarde en tarde papeletas peliagudas. Por ejemplo, forma en el equipo que, el 26 de octubre de 1958, vapulea al Real Madrid, entonces vigente campeón de Liga y de la Copa de Europa, por 4 a 0 en el Camp Nou, con tres tantos del brasileño Evaristo y otro de Tejada ( dos jugadores que, curiosamente, pasarían al conjunto merengue algunos años más tarde ). Tal vez por la fuerza de la costumbre, algún periodista escribió en su crónica que el de Pont de Vilumara le había hecho un excelente marcaje a Di Stefano, cuando la verdad es que quien se ocupó de vigilar aquella tarde a «la Saeta Rubia» fue su compañero Sigfrid Gracia, que por supuesto despachó un magnífico encuentro, secando a Alfredo como si del mismísimo Flotats se tratase.

Barça 4 – Madrid 0

Barça 4 – Madrid 0

Participaría como titular en otros seis encuentros ligueros, entre ellos el del Metropolitano, donde el Barça se proclamó campeón matemáticamente, y el siguiente en el Camp Nou, frente al Real Oviedo, recibiendo el homenaje de la afición culé en aquella campaña triunfal en la que los azulgranas pulverizaron todos los récords (de victorias, de puntos y de goles marcados )

La siguiente temporada, 1959-60, iba a ser la última de Flotats como barcelonista.

Español – Barça 1959-1960

Español – Barça 1959-1960

Interviene poco, como de costumbre ( tan sólo tres encuentros de Liga, pero uno de ellos trascendental, en Sarriá frente al Español, y también en los dos de las semifinales de la Copa de Europa ante el Real Madrid, con triunfo de los merengues en ambos ). Podemos decir, pues,  que se despide en su linea habitual, y ya a punto de cumplir los 33: dando siempre la cara en los envites más comprometidos, como el magnífico jugador de club que fue. Va a poner el punto final a su carrera como futbolista en activo en la siguiente temporada, la 1960-61, reforzando las filas del recién ascendido RCD. Mallorca. Detrás quedarán 127 partidos disputados en Primera División, con 3 goles anotados, y 149 apariciones oficiales en total con la camiseta del Barça, cifras que hoy tal vez puedan parecernos algo parcas, pero que habida cuenta de la enorme competencia que tuvo que afrontar entonces , se nos antojan muy meritorias. Reintegrado a la disciplina del Barça, dirigiría durante años al equipo de Aficionados, para dedicarse con posterioridad a sus negocios inmobiliarios. Hoy es uno de los decanos de los veteranos blaugranas, junto a nombres tan destacados como los de Ramallets, Seguer o Biosca.




Homenaje a Alfred Mills. El único extranjero fundador del Athletic.

Alfred Edward Elvin Mills Lizard

(Cornwall, Reino Unido, 15 de diciembre de1874) – (Guecho, Vizcaya, 15 de octubre de 1929).

«Perder o ganar no tiene importancia, lo importante es jugar fuerte, limpio y divertirse» (Alfred Mills).

Alfred Mills “Alfredo el inglés”, de pie, tercero por la izquierda, en una formación de su Athletic Club bilbaíno.

Alfred Mills “Alfredo el inglés”, de pie, tercero por la izquierda, en una formación de su Athletic Club bilbaíno.

¿Cómo llegué hasta John Robert Mills?. Es algo que tengo que agradecer a dos personas. En primer lugar a Marcelo Cavichio Unti, presidente del Instituto Brasileiro de História y Memória do Esporte (IBHME), que hizo lo posible por ponerme en contacto con John y al propio John, que nunca puso ningún impedimento en conocerme, muy al contrario, encontré nada más que facilidades en él.

John es nieto de Alfred Mills, el único extranjero de las 33 personas que fundaron el vizcaíno Athletic Club.

Alfred estuvo presente en la reunión del Café García del 11 de junio de 1901 en la cual se aprobaron los estatutos del Athletic. En aquéllos inicios fue nombrado capitán del segundo equipo y por tanto, miembro de la primera junta directiva. Formó parte de la primera alineación del Bizcaya (coalición de jugadores de Athletic Club y Bilbao FC) que se enfrentó a un team extranjero. Fue en Burdeos, frente al Burdigala, venciendo los vizcaínos por cero goles a dos. También formó en la primera alineación athlética que se enfrentó al Madrid FC (actual Real Madrid CF y en aquella temporada llamado Madrid-Moderno por haberse fusionado con el Moderno FC) el 24 de abril de 1904. En esta ocasión vencieron los leones por 2 goles a 1 de los merengues.

En este trabajo quiero mostraros unas pinceladas de cuatro generaciones de esta familia tan unidas al fútbol español, y al Athletic  en particular, a pesar de las vicisitudes de la vida.

Para ello, que mejor que nos ponga el propio John en el camino. En primer lugar vamos a disfrutar de un relato de una entrevista que le hizo el Profesor José Augusto Dias Jr.

Facultad Cásper Libero – 2008

Disciplina: Historia Contemporánea

Curso: Periodismo


Ejercicio de Historia oral

Relato de la entrevista con John Robert Mills

Clase 1º A de Periodismo

Vasco de nacimiento e inglés de corazón y pasaporte, John Robert Mills nació el día 13 de mayo de 1938, año en que el Athletic de Bilbao, club fundado por su abuelo, único fundador británico junto a 32 vascos, y su «primer» equipo de corazón, cumplió 40 años.

Su padre y su abuelo trabajaron en la misma empresa de telégrafos, y por eso nació en España. En la época de la Guerra Civil Española, Franco nacionalizó las empresas inglesas. De esta forma, su familia fue trasladada de Bilbao a Vigo, ciudad española en la que él nació. Vivió también en Perú, Inglaterra y Brasil. Apasionado por el fútbol, y profundamente ligado al Athletic de Bilbao, Mills cuenta mayores detalles sobre su trayectoria personal y la de su familia, siempre relacionando su historia con la historia del deporte que marcó su vida.

Para comprender la vida de Mills, es preciso tener una noción de historia de sus antepasados. Su abuelo, el señor Alfred Mills, inglés de nacimiento, fue a Bilbao allá por el siglo XIX. Trabajaba en una empresa de telégrafos. Alfred ya jugaba al fútbol en Inglaterra, pero al llegar a España sintió la falta de este deporte tan británico. Siendo así, junto a otros 32 vascos, fundo el Athletic de Bilbao, en 1898. Jugo en el equipo hasta 1904, después se hizo director y falleció en la propia ciudad.

Su padre, también John, como él, trabajó en la misma empresa de telégrafos. Más tarde, durante la Guerra Civil, su padre pidió el traslado a otro lugar. Es enviado a Vigo, ciudad marítima que tenía comunicaciones, vía telégrafo, con el exterior. En esa ciudad es donde nacería John Robert (hijo). Con todo, es enviado a Inglaterra y, con la tensión de la II Guerra Mundial, cada vez más aguda, sus padres piden a la empresa que nuevamente los traslade. Son enviados a Lima, pues John habla español fluidamente.

John Robert llegó a Lima con cuatro años. Allí cursó la antigua Primaria y fue a Inglaterra a cursar los siguientes estudios. En Inglaterra, conoció otra de sus grandes pasiones, el Arsenal. Mills pasaba sus vacaciones en Lekeitio, un bonito pueblo costero del País Vasco. Para él eso era muy divertido, pues salía un poco de la niebla y el frío inglés.

En 1956 retorna a Lima y comienza a trabajar en Goodyear, mientras cursaba Administración. En 1962 cambia de empresa (se marcha a Atlantis) y asiste a la Copa del Mundo de Chile. Fue una de las experiencia más sabrosas de su vida. Durante el torneo conoció personas de varios lugares del mundo e hizo amistad, sobre todo con un grupo de mexicanos, con los cuales mantuvo contacto durante cinco años. Además de eso, conoció a varios jugadores vascos del Athletic de Bilbao, que estaban con la Selección Española, con los cuales tuvo oportunidad de conversar. Asistió a todos los partidos de Brasil, por una curiosa coincidencia, ya que hasta entonces no había tenido vínculos con el país.

Después del Mundial, retorna a Perú. Comienza a trabajar en Atlantis y una de las mayores diversiones era ir al estadio local y asistir a los partidos de los equipos brasileños que visitaban el país andino. En aquélla época, el Santos de Pelé y Pepe, el Botafogo de Didí y Garrincha, el River Plate de Labruna y Lostau, o el Palmeiras de Oberdan y Jair da Rosa Pinto eran verdaderos equipos. Mills quedó enamorado del fútbol brasileño. Otra historia interesante fue cuando pudo jugar con Didí. A mediados de la década de 1960, el Príncipe Etíope de Rancho (1) salió del Botafogo y fue a dirigir al Sporting Cristal de Perú. Poco antes Mills jugó un partido de fútbol con el equipo inglés del Lima Cricket Club junto con el «maestro».

En 1967 la empresa le llamó para marchara Brasil. A priori era para quedarse apenas cuatro años, para hacer un curso de marketing. Después de dos años su jefe le propuso que se quedase aquí definitivamente. Mills consideró la propuesta. Pensó. Y, treinta segundos después, dijo que aceptaba. Aquí en Brasil, antes de conocer a su mujer, conoció su tercera gran pasión: el Sport Club Corinthians Paulista. A pesar de que el club no ganó nada en los últimos diez años, Mills, influido por un colega de trabajo, se sumó a la pasión albinegra.

Un lugar importante para la adaptación de Mills fue el Sao Paulo Athletic Club – SPAC, asociación fundada por ingleses (curiosamente el mismo día de su aniversario, pero cincuenta años antes) que practicaban deportes oriundos de la Tierra de la Reina. El «padre del fútbol brasileño», Charles Miller, jugó al fútbol en ese club. Mills se encontraba muy a gusto en la institución. Practicaba deportes (principalmente el fútbol) y convivía con personas que tenían cultura y ascendencia similar a la suya.

Incluso allí, conoce a su futura esposa, Mónica, anglo-argentina. ¿Cómo?. Jugando al balón con sus hermanos. Con ella tuvo tres hijos: Lawrence Alfred, el mayor; Robert Stuart y Charles John. Estando casado, continuó frecuentando el club y, obviamente, a jugar al fútbol con los amigos. El SPAC le transmitía una sensación de confort y seguridad, tanto que los hijos pasaron muchos momentos de su infancia allí.

Mills no consiguió contener su pasión por el fútbol siguiendo «apenas» a tres equipos y practicando deporte todos los fines de semana hasta los sesenta años.

Existe también el escritor John Mills. Como hombre de letras publicó dos libros sobre Charles Miller: Charles Miller, el padre del fútbol brasileño y Charles Miller 1894, 1994 (este último a pedido del club).

Actualmente, uno de sus entretenimientos es frecuentar las reuniones del grupo de preservación de la Memoria del Fútbol, o Memofut. En este momento, hay periodistas como Sérgio Xavier, Paulo Vinícius Coelho y Celso Unzelte y otros fanáticos del fútbol, anónimos ( de esos que tienen material bastante peculiar). Mills ya escribió artículos para la revista Trivela.

Conclusión.

Durante el encuentro Mills fue bastante solícito y accesible. Lo curioso durante la entrevista fue que siempre encajaba el fútbol en sus respuestas. Por tanto,

El fútbol está íntimamente ligado a su vida. Es imposible imaginar un Mills sin él.

Otro punto interesante, resaltado por él mismo, fue su lado inglés. Orgullosamente británico. Relaciona el hecho de haber pasado por muchos lugares y vivido muchas experiencias al espíritu aventurero y emprendedor tan inherente a los ingleses. Es un hombre sin miedo y al mismo tiempo afable. Siempre de buen humor y cordial, sea por correo electrónico, sea personalmente.

Tras este interesante relato podemos conocer aún mejor a John escuchándole a través de Radio Euskadi, con motivo de la final de la Liga de Europa que disputaron el 9 de mayo de 2012 en Bucarest, su Athletic bilbaíno contra su antaño filial, ese día no tanto, Club Atlético de Madrid. En la grabación también participan sus hijos, Lawrence y Robert. En este programa participó igualmente el dibujante Forges, athlético de pro.

Este es el enlace:

http://www.eitb.com/es/audios/detalle/882689/la-aficion-athletic-volcada-equipo–audio-boulevard/

No puedo por más que dar la razón al Profesor José Augusto cuando hace las consideraciones sobre John. Para mí es igualmente un «gentleman». Y si en algún lugar he leído, que lo he leído, que su abuelo era un personaje simpático, esto es algo que John ha heredado también.

«Un partido es efímero, la amistad es duradera» (John Robert Mills).




Jones, el bilbaíno de Fernando Poo que no pudo jugar en el Athletic

Aunque Miguel Jones Castillo (27-X-1938) naciese en Santa Isabel, hoy Malabo y entonces capital de la Guinea Española, llegaría a Bilbao con su familia siendo niño. Se formó junto al río Nervión como persona, al tiempo de hacerse futbolista entre el cemento de un patio colegial en Lecaroz, Navarra, y los campos de tierra vizcaínos donde jugara con el equipo universitario de Económicas. Fuerte, ágil, dueño de potentísimo salto, sonriente siempre y con cara de angelote bueno, similar a la de aquellos inmortalizados en microsurco por Antonio Machín, el destino lo reservaba para marcar goles. Cualquiera diría que su meta estaba en el Athletic. Pero Jones había nacido en el África Ecuatorial y su piel de charol brillante no pasaba desapercibida. Hoy, sin duda habría sido un canterano más en las instalaciones rojiblancas de Lezama, un buen refuerzo para el ataque de San Mamés. Aquellos, en cambio, eran otros tiempos. Más fundamentalistas por cuanto a la idiosincrasia del club se refiere. O sencillamente, menos necesitados de refuerzos.

Ferdinand Daucik, entonces entrenador del Athletic -Atlético de Bilbao, por ceñirnos a la nomenclatura de esa época-, debió descubrirlo mientras avasallaba a otros estudiantes. Entusiasmado ante sus imponentes condiciones, quiso llevárselo al Athletic aún tropezando con la inicial negativa de Don Wilwardo, padre del muchacho. Daucik, que  no solía aceptar sin más ni más cualquier no, continuó insistiendo. ¿Podía haber algo más grande para un «bilbaíno» que pertenecer al Athletic?. El chico tendría que  compaginar los estudios con la práctica deportiva, ¿y qué?. Otros lo hacían sin mucha dificultad en aquella plantilla. Don Wilwardo, sin duda presionado por la ilusión de su hijo, otorgó finalmente el pláceme. Al fin y al cabo tampoco a él le faltaban motivos para sentirse medio bilbaíno. Había estudiado en «el bocho» y uno de sus grandes amigos, con el que además llegó a jugar en un modestísimo equipo de preguerra, era el padre de «Beti» Duñabeitia, quien transcurrido algún tiempo acabaría convirtiéndose en presidente rojiblanco.

Miguel Jones estuvo entrenando alrededor de un mes con la primera plantilla del Athletic, aún sin ficha federativa. E incluso el 6 de enero de 1956 tendría su regalo de reyes, al alinearse con las figuras rojiblancas en un amistoso contra el Indauchu. Recuerdo imborrable, aunque carente de continuidad, pese al empeño que Daucik pusiera. Las cosas en el Athletic eran como eran, y desde la directiva nadie hizo amago de dar su brazo a torcer. Resignado, el técnico checo concluyó recomendándolo al Baracaldo. Jones contaba 18 años y tuvo bastante con media temporada en 2ª División para hacerse notar. Lasesarre y el barro que se formaba sobre aquel terreno durante los lluviosos inviernos, parecían hechos a medida de sus condiciones. Si nadie lograba competir con él en la disputa de balones colgados, su potencia no exenta de clase en una época de arietes-tanque, bastaba para traer en jaque a las defensas. Corrían buenos tiempos para el fútbol vizcaíno, y hasta para el vasconovarro en general. Con el Athletic, Osasuna y Real Sociedad de San Sebastián entre los más grandes, y Baracaldo, Sestao, Indauchu, Alavés y Eibar en 2ª, el vivero parecía garantizado. Así las cosas, entre tan pródiga cosecha y debido al pobre rendimiento colectivo de los fabriles, a la postre descendidos, su campaña quedó oscurecida en los  medios de difusión. No pasó en cambio desapercibido ante la pupila de Jaime de Olaso, presidente y alma máter de un Indauchu magnífico, por cuyo vestuario desfilaban año tras año los jóvenes del ámbito territorial con más porvenir.

Daucik en primer plano, seguido por Carmelo Cedrún, Arteche y Arieta I. El entrenador checo quiso tener a Jones en la plantilla, durante su brillante etapa bilbaína. Puesto que el empeño resultara inútil, debió esperar 3 años hasta llevárselo a otro Atlético: el de Madrid

Daucik en primer plano, seguido por Carmelo Cedrún, Arteche y Arieta I. El entrenador checo quiso tener a Jones en la plantilla, durante su brillante etapa bilbaína. Puesto que el empeño resultara inútil, debió esperar 3 años hasta llevárselo a otro Atlético: el de Madrid

La temporada 1957-58 ya la inició en Garellano, campo propiedad del Ejército donde disputaban los indauchutarras sus choques como equipo local. Le acompañaba desde Lasesarre el defensa Luis Axpe y debía hacerse un hueco entre las varias novedades de esa campaña para la línea atacante: Javier Barrena, un delantero tosco, aunque efectivo rematador, procedente del Bermeo; Julio Beascoechea, del Basconia, recién ascendido a 2ª para suplir al Baracaldo; Jimy, del Padura de Arrigorriaga; y hasta Gonzalo Elorduy e Isidro Aizpurúa cuando el balón ya había echado a rodar, ambos del Arenas. Aquel equipo, compuesto por un puñado de jóvenes en formación, era realmente soberbio, como acredita un simple repaso a su plantilla: Cobo en la portería (después en el Sevilla, Mallorca y Pontevedra); para la defensa Azcueta (luego Betis y Pontevedra), Eusebio Ríos (valladar bético durante un decenio) y Axpe (años más tarde también efímero jugador de 1ª); en la medular Isasi (indiscutible en el Zaragoza de «Los Magníficos»); y por delante, generando ocasiones de gol, el futuro internacional Chus Pereda (Real Madrid, Sevilla y Barcelona), Coque (hubiese podido ser un futbolista grande sin tomarse la vida a broma durante su estancia en el Celta), Gogénuri, Sasía (ambos con clase, aunque quizás no muy necesitados del fútbol para labrarse un porvenir) y el propio Jones. En el banquillo nada menos que Rafael Iriondo, extremo derecho de una delantera que toda España recitaba hasta dormida, forjándose como el gran técnico que luego fue.

Ese ejercicio el Indauchu tejió un fútbol primoroso, clasificándose en 4ª posición, por detrás de Oviedo, Sabadell y Santander -entonces no Racing, sino Real- y adelantando al Condal, filial del Barcelona, Rayo Vallecano, Alavés, Gerona, Ferrol, Coruña o Tarrasa, entre otros. Todo un triunfo para quienes no podían permitirse el lujo de ascender, para quienes traspasaban sistemáticamente a sus estrellas mas cotizadas y apenas conocían un balance sin números rojos. El campo de Garellano, además, se hallaba a escasos 300 metros de San Mamés. ¿Por qué no podía soñar Jones con cubrir algún día tan exigua distancia?. Las quimeras, ya se sabe, son gratuitas. Aunque en su caso, incluso si representaran algún desembolso, bien hubiera podido permitírselo. Su familia no era precisamente de las necesitadas. Bien al contrario, gozaba de viento a favor introduciendo, distribuyendo y comercializando maderas de Guinea, principal riqueza de la aún colonia o «provincia de ultramar», por toda la vertiente cantábrica.

La temporada 1958-59 comenzó el Indauchu sin Pereda (traspasado al Real Madrid por 850.000 ptas.), ni Cobo y Ríos (en el Sevilla y Betis respectivamente, a cambio de 1.800.000). Pese a todo, con un tercer puesto superaría la clasificación anterior. Fue el gran año de Jones, aunque tuviese que renunciar a su sueño. Porque el Athletic, y en realidad toda la prensa bilbaína, jamás llegaron a verlo como posible refuerzo.

Miguel Jones, en su época más prometedora.

Miguel Jones, en su época más prometedora.

Apenas doce meses antes había ocurrido todo lo contrario respecto a Pereda,  por quien la directiva de San Mamés estuvo muy  interesaba. Forzaron contactos, se barajaron cifras y hubo negociaciones, de las que se hicieron amplio eco los medios locales. ¿Podía lucir el escudo del Athletic un muchacho nacido en Medina de Pomar?. ¿Cabía hacer sitio a los burgaleses, sin emborronar toda una filosofía social?. Según José Mª Mateos, director de «La Gaceta del Norte», rojiblanco furibundo y reconocida autoridad en la materia, nada lo impedía. Había jugado con la selección vizcaína juvenil cuando fuera incorporado al Indauchu de esa categoría desde el Valmaseda. ¿Cómo iba a justificarse que alguien valiera para representar a Vizcaya en el Campeonato estatal de Selecciones Regionales, y no reuniese requisitos ante la propia afición vizcaína a la hora de ser medido por el Athletic?. Según parece, Jaime de Olaso, socio del Athletic además de fundador, presidente y gran mentor en el Indauchu, llegó a ofrecer sin ningún cargo al muchacho, a cambio, eso sí, de que se permitiera a los rojillos disputar en San Mamés sus partidos como local. Buen acuerdo para el Athletic, en teoría, que pronto se vio rezumaba veneno. Baracaldo, Sestao y Basconia de Basauri, los otros clubes provinciales de 2ª División, pusieron el grito en el cielo. Si el Indauchu llegaba a jugar en San Mamés, los socios del Athletic acudirían en masa al campo por pura inercia. Sus taquillas, entonces, se irían a pique. Además, ¿quién les garantizaba que ese no fuera un primer paso hacia la filialidad?. Y de eso nada. Expertos jugadores de mus, los presidentes de esas tres sociedades concluyeron lanzando el órdago: como la directiva rojiblanca se aviniera, tendría en frente al fútbol vizcaíno. Se acabaría aquello de ofrecerles trato preferencial, a cambio de migajas, sobre el mejor fruto de sus canteras.

La directiva atlética, pillada a contrapié, optó por no aceptar ese órdago, a la espera de mejores cartas. Dejaría escapar a Pereda, no sin señalar como antiatlético al presidente del Indauchu, y al mismo tiempo, sin prisa, aunque también sin pausa, comenzó a plantearse el proyecto de constituir un filial desde muy abajo; un equipo que aglutinase a todas las promesas regionales antes de que cualquier otra entidad pudiera considerarlas interesantes. En resumidas cuentas, un torpedo bajo la línea de flotación del Sestao, Baracaldo, Basconia, Indauchu, Guernica, Lemona, Guecho, Erandio, Arenas, Cultural de Durango, Begoña, Santuchu… Años más tarde sería realidad el Bilbao Athletic, -Bilbao Atlético el día de fundación-, entrenado nada menos que por Rafa Iriondo. Un entrenador de 2ª metido en categoría Regional. Aviso por demás explícito que muy pocos entendieron de inicio.

Escudo de la Sociedad Deportiva Indauchu. Modestísimo gallito en la 2ª División de los años 50, hoy hundido en categoría Regional.

Escudo de la Sociedad Deportiva Indauchu. Modestísimo gallito en la 2ª División de los años 50, hoy hundido en categoría Regional.

Pero una cosa era Pereda y otra Jones. Por mucho que hubiera echado espolones en Bilbao, Jones no dejaba de ser guineano. ¿Cómo ocultarlo?. Cierto que se curtió en el fútbol vasco, que aún niño veraneaba en Izarra (Álava), entre bilbaínos de pura cepa, cuando al no estar muy de moda asarse al sol se prefería el fresco de la montaña. Todo eso, sin embargo, no bastaba. La idiosincrasia deportiva del Athletic tanto era fruto del ideario nacionalista como de una palmaria ausencia de necesidad. Al principio, como casi todos los clubes, incorporó numerosos británicos. Llegado el momento de optar entre el espíritu amateur o la profesionalización, abrazó ésta sin falsos pudores, beneficiándose de una postura más timorata en el Arenas -campeón de Copa, no lo olvidemos, 3 veces finalista en la misma y fundador del Campeonato de Liga- a quien tirando de cartera habría de arrebatar sus mejores mimbres. La influencia que los De la Sota tuvieron en el seno rojiblanco desde la segunda mitad de los años 20 hasta la Guerra Civil, obviamente imprimió carácter. El gran patriarca de aquel clan, Ramón de la Sota y Llano, curiosamente nacido en la localidad cántabra de Castro Urdiales, abogado, explotador minero, armador siempre al filo de la navaja por sus flirteos con el riesgo financiero, político y soporte económico del PNV, a la par que una de las mayores fortunas en su época, el hombre que se hiciera llamar Sir Ramón de la Sota a raíz de serle otorgado ese título honorífico (29-IV-1921) por sus servicios al Imperio Británico durante la I Guerra Mundial, propietario de «Excélsior» y «Excelsius» -periódicos deportivos de referencia-, impulsor de la Cámara de Comercio, fundador de Euskalduna y Seguros La Polar, consejero de los bancos de Bilbao y Vizcaya, tampoco dejó de esparcir ideología en el Athletic. Falleció el 17 de agosto de 1936, antes de que el triunfo franquista arrebatase a sus herederos buena parte de los inmuebles y fortuna, y hasta les impusiera una «multa» derivada de «responsabilidades políticas». Sin embargo, aunque los lustros venideros fuesen poco tolerantes con el nacionalismo, éste permanecería latente bajo los colores rojiblancos, reavivándose a partir de la Transición. Puede tomarse como detalle anecdótico, si se quiere, pero una de sus viejas posesiones, el palacio de Ibaigane, es hoy sede del Athletic Club. El simbolismo a veces, habla con voz muy clara.

Digresiones seudoplíticas al margen, la verdad es que a partir de 1939 tampoco tuvo el Athletic, convertido ya en Atlético, ninguna necesidad de alterar parámetros. Al fin y al cabo, seguían ganando Copas y hasta alguna Liga con el producto de la tierra. Ello le otorgaba un carácter especial, diferente al de sus contrincantes, más difícilmente alterable a medida que el tiempo fue corriendo, por aquello de que la costumbre acaba convirtiéndose en ley. Basta para entenderlo un repaso al equipo que con Daucik en el banquillo ganara Liga y Copa en 1955-56, aún contando el Real Madrid con Di Stéfano, Gento, Lesmes II. Molowny, Zárraga, Rial, Roque Olsen o Pérez Payá, y el Barcelona con Ramallets, Biosca, Gracia, Segarra, Seguer, Bosch, Luis Suárez, Kubala, Villaverde, Tejada o Manchón. No es que los jugadores rojiblancos de aquella gloriosa campaña fuesen vascos; es que a excepción de Serafín Areta, pamplonés, todos eran vizcaínos. Carmelo y Arieta, durangueses. Orúe, Canito, Garay y Uribe, bilbaínos. Mauri de Guernica, Maguregui de Miravalles, Arteche guechotarra y Gaínza de Basauri. Por cuanto a los suplentes, Lezama baracaldés, Etura de Sestao, Iraragorri y Azcárate bilbaínos e Izaguirre de Somorrostro. El nacimiento de Merodio en Barcelona debe considerarse accidental, pues su padre, el pelotari «Chiquito de Gallarta», estaba contratado en el frontón de la ciudad condal. Regresó a la zona minera todavía en mantas y su aprendizaje futbolístico tuvo lugar por aquellos campos entre verdes y ferruginosos. Imposible discutir sus credenciales.

Miguel Jones Castillo con camiseta rojiblanca. Pero del Atlético de Madrid.

Miguel Jones Castillo con camiseta rojiblanca. Pero del Atlético de Madrid.

¿Quién iba a plantearse, por lo tanto, en 1959, la contratación de un muchacho con piel acharolada?. Arieta, dueño de la camiseta con el 9 a la espalda, empezaba a hacerse mayor, es verdad. Pronto necesitaría un relevo. Pero no importaba, porque seguro surgiría alguno de Erandio, Ondárroa, Amorebieta, Lanestosa o Galdácano. Hasta podía valer su propio hermano, un chicarrón que según contaban parecía apuntar alto.

El caso es que Jones se fue al Atlético de Madrid, requerido por Ferdinand Daucick, entonces responsable del banquillo «colchonero». Los derechos federativos de Juan Allende y 400.000 ptas. cerraron la operación, cuando el sueldo mensual de un trabajador corriente podía oscilar entre las 3.000 y las 5.500.

En Madrid tuvo de todo. Menos alegrías que desgracias, para ser sinceros, puesto que el infortunio quiso atravesarse en su camino. Además, su formidable condición física terminó convirtiéndolo en comodín: extremo un día, interior otro, ariete de cuando en cuando y hasta alguna vez defensa central. Campeón de Liga en 1965-66, de Copa los años 1960, 61 y 65, así como de la Recopa europea en 1962, viviría durante el ejercicio 61-62 sus mejores fechas, con 13 goles marcados en 19 partidos de Liga. Eneko Arieta, consignémoslo como referencia, marcó ese año 10 para los de San Mamés, en 24 partidos. Pero si Arieta, aún a pesar de sus muchas batallas y los presumibles achaques, casi carecía de competencia, a él le sobraba. Jorge Mendonça y Joaquín Peiró, primero, y muy pronto Adelardo, Cardona y Luis Aragonés, se encargaron de ponérselo difícil. Aunque ninguno de ellos tanto como las lesiones.

Una, sobre todo, habría de dejarlo casi para el arrastre. Pero ya antes pechó con fama de medroso, quién sabe si por conocer en propia carne cómo se las gastaban aquellos defensas de a quién Dios se la dé, San Pedro la bendiga. En el viejo Altabix de Elche, por ejemplo, viendo Juancho Forneris que el prometedor pero aún neófito Llompart no lograba hacerse con su marcaje, aconsejó al mallorquín: «Hazle el teléfono». Como Llompart no entendiese, su compañero argentino tuvo que explicárselo: «En cuanto vaya a por un balón alto le pones la bota en la oreja». Bien mandado, Llompart se aplicó a conciencia. Muchos años después aún recordaba la expresión de Jones: «Se puso blanco y no volvió a moverse».

El dinero, ya se ha dicho, no era tan prioritario para él. Quizás otro cualquiera, más necesitado de gloria y contratos, se hubiese plantado ante los marrulleros. Él, pese a su carácter ganador, jugaba sobre todo por diversión, porque disfrutaba de lo lindo en aquel ambiente y porque siempre es grato verse en la prensa, sentirse admirado e  importante. Dinero ya había en su casa y entonces nadie pensaba pudiera agotarse algún día. Se sabía perfectamente en Bilbao y hasta alguno, como Antonio de Rojo, la voz de Carrusel Deportivo desde San Mamés, lo dijo por la radio un verano, al referirse a cierto coche deportivo que despertaba admiración general en la Feria de Muestras: «También estuvo viéndolo nuestro paisano Miguel Jones, delantero del Atlético de Madrid. Claro que él sí podía pensar en algo más que mirarlo. Del poder al querer media un trecho, y él sí puede».

Ver a Jones en sus buenas tardes constituía todo un espectáculo.

Ver a Jones en sus buenas tardes constituía todo un espectáculo.

Tras jugar poquísimo en 1964-65, recuperarse en parte la temporada 65-66 y volver a la suplencia sistemática en 1966-67, creyó llegado el momento de poner punto final. Entonces recibió una oferta de Osasuna. Novecientas mil pesetas no era moco de pavo para jugar en 2ª y allá fue, a sideral distancia de su mejor forma y con problemas físicos. Dos goles en 10 partidos rubricaron su despedida del césped, las patadas y el olor a linimento. Estaba a punto de cumplir la treintena. Buena edad para vivir más relajadamente y disfrutar.

Nadie podía suponer que con la independencia de Guinea, Anobón, Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico, las cosas cambiaran tanto para una familia cuyos miembros ostentaran puestos de privilegio durante el periodo colonial. Francisco Macías, estrafalario presidente del recién nacido país, dio la vuelta a todo lo anterior sin dejar siquiera las telarañas. Esquilmó, se manchó de sangre las manos, revocó permisos de exportación para entregarlos a sus «amigos», lo emponzoñó todo. Y así, quienes poco antes nadaran a favor de corriente, empezaron a verse con el agua demasiado cerca del cuello.

Luego de un tiempo fuera, Miguel Jones volvió a «su» Bilbao. Uno de sus seis  hermanos llegó a hacer algún pinito como entrenador en el Sony San Fernando, de Guinea. Pero duro poco. En realidad, el fútbol no había sido hasta entonces deporte para los Jones. Les tiró mucho más el boxeo desde que Maximiliano, fundador de la ciudad de San Carlos -actual Luba-, ayudase a sus hijos en su implantación. Gracias a Wilfredo Jones, sobre todo, en Guinea se aprendió a dirigir directos, desarbolar guardias, golpear a la contra y templar el uno-dos. También de sus viajes a Canarias y la península importaría Wilfredo el tenis y hasta el baloncesto. Como muy bien recordase el periodista hispanoguineano Paco Zamora, España llegaría a tener con Juan Carlos Jones, genuino producto de esta familia, todo un plusmarquista en los 100 metros lisos no hace mucho. Y paradojas de la vida, otro Jones, de nombre José Luis, primo de nuestro futbolista, sería fiscal en el proceso que allá por 1979 condenó a muerte al despreciable dictador Macías.

Hasta que el domingo 20 de noviembre de 2011 saltase al Sánchez Pizjuán sevillano Jonás Ramalho, ningún joven de color había vestido oficialmente la camiseta del Athletic. Jonás, mulato y con ascendencia angoleña, había nacido en Baracaldo (10-VI-1983), ingresado como cadete en el vivero rojiblanco y disfrutado de la internacionalidad española juvenil. Muchas cosas lo separaban de Miguel Jones, pero algo también los conectaba: el sueño de jugar en el Athletic.

Con el correr del calendario suele adquirirse sabiduría. Hombres e instituciones -no en vano hay seres humanos en ellas- se hacen más permeables. En el Athletic de Ramalho ya había navarros y riojanos, aparte de gipuzcoanos o alaveses, e incluso años antes alguno natural de Extremadura o con raíces en Zamora o Palencia. Por fin cobraba fundamento eso de que un bilbaíno puede nacer donde le apetece. Suerte que Miguel Jones, desde un Bilbao muy distinto al de su infancia, haya podido disfrutar viéndolo.

Al fin y al cabo el Athletic, aún por detrás de la «sucursal» colchonera y el capitidisminuído Indautxu, pura alma en pena de la Regional vizcaína, tampoco deja de ser «su» equipo.




Quique Ramos Top Ten atlético

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A Miguelón de corazón atlético al que Dios le tenga en su gloria (1968-2013)

Enrique Ramos González nació en Madrid el 7 de marzo de 1956. Sus comienzos futbolísticos fueron en el At. Pinto del cual fue traspasado al equipo rojiblanco por ciento cincuenta mil pesetas en el año 1977. Tras una temporada en el equipo amateur y otra en el At. Madrileño a la ordenes de Joaquín Peiro sus buenas actuaciones no pasaron desapercibidas por Luis Aragonés quien le hizo debutar en la temporada 1979/80 en el primer equipo. Su debut no pudo ser mas afortunado ya que se estreno con gol y victoria en el estadio Rico Pérez de Alicante ante el Hércules a falta de diez minutos para finalizar el partido y con derrota por dos a cero (Moyano y Charles) Quique anoto el primer gol, Luiz Pereira el empate y Leal de penalty en el ultimo minuto conseguían la remontada.

Afianzado como titular durante nueve temporadas en el primer equipo podía jugar tanto de defensa como de centrocampista, velocidad y técnica junto con una pierna izquierda prodigiosa eran esas armas perfectas para desarbolar a sus rivales en ese temido contragolpe tan habitual en el At. Madrid de los años ochenta que tanto gustaba a Luis Aragonés y que tan buenos resultados dio al equipo colchonero.

En su primera temporada jugo un total de 46 partidos (33 de liga, 11 de copa y 2 de competición europea) anotando 3 goles en liga y dos en copa.

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En la temporada 1980/81 jugo 35 partidos (30 de liga y 5 de copa) marcando 1 gol en cada competición.

Sus buenas actuaciones le hicieron que su sueño de ir convocado con la Selección Española se hiciera realidad debutando de la mano de José Emilio Santamaría en su propio estadio en un partido amistoso contra Francia (1-0) gol de Juanito al transformar un penalti del que fue objeto Rubio otro rojiblanco debutante en ese partido. Quique Ramos salto al campo en el minuto 46 sustituyendo al sportinguista Joaquín, fue un 18 de febrero de 1981.

Esta misma temporada volvió a ser convocado para jugar un partido amistoso en el estadio Das Antas de Oporto contra Portugal (2-0) a favor de los lusos Nené y Nogueira marcaron en los minutos finales de partido certificando la derrota española. Quique Ramos sustituyo en el minuto 69 al realista «Perico» Alonso.

En la temporada 1981/82 disputo 44 partidos (34 de liga, 10 copa y 2 de competición europea) anotando 4 goles en liga.

Al finalizar esta temporada formo parte de una lista inicial de veintitrés jugadores para la disputa del Mundial 82 que se celebraría en nuestro país. En  la concentración le comunicaron la mala noticia que el descarte era el ya que en la reglamentación de aquella época solo podían inscribirse veintidós jugadores para la cita mundialista.

Sus números en la temporada 1982/83 fueron 36 partidos (33 de liga y 3 de copa) marcando 2 goles en liga y 1 copa.

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El 5 de octubre de 1983 y ya con Miguel Muñoz de seleccionador fue convocado por tercera vez para disputar un encuentro de carácter amistoso en Paris contra Francia (1-1) Rocheteau y Señor los goleadores. Quique Ramos sustituyo a Andoni Goicoechea tras el descanso.

En la temporada 1983/84 disputo 34 partidos (32 de liga y 2 de copa) anotando 4 goles en liga.

La siguiente temporada 1984/85 jugo un total de 44 partidos (33 en liga, 9 en copa y 2 en competición europea) marcando 2 goles en liga y 1 en copa.

El 12 de junio de 1985 el seleccionador español Miguel Muñoz vuelve a acordarse de Quique Ramos para un partido oficial en Reikiavik contra Islandia perteneciente a la fase de clasificación para el Mundial de Méjico 86. Disputo los noventa minutos reglamentarios el partido termino 1-2 para el seleccionado español anotando Sarabia y Marcos los goles visitantes remontando así el primer y único gol islandés de Thórdarson. Esta fue su ultima participación con el combinado español la dura competencia por el lateral izquierdo con el que entonces contaba la selección con jugadores de la talla de Julio Alberto, Camacho o Gordillo no le permitieron mas participaciones con la «Roja».

Campeones de Copa del Rey. De pie: Votava, Ruiz, Mejias, Clemente, Landaburu y Arteche. Agachados: Julio Prieto, Marina, Hugo Sánchez, Quique Ramos y Rubio.

Campeones de Copa del Rey. De pie: Votava, Ruiz, Mejias, Clemente, Landaburu y Arteche. Agachados: Julio Prieto, Marina, Hugo Sánchez, Quique Ramos y Rubio.

El 30 de junio de ese mismo año el Atlético de Madrid disputaba la final de Copa del Rey en el Santiago Bernabeu contra el Ath. Bilbao, después de eliminar en semifinales al Zaragoza.

A la ordenes del colegiado Miguel Pérez los equipos presentaron las siguientes alineaciones:

Ath. Bilbao: Zubizarreta – Urquiaga – Goicoechea – Lizeranzu -De la Fuente – De Andrés – Gallego – Urtubi – Pachi Salinas – Dani – Julio Salinas.

Sarabia sustituyo a Pachi Salinas y Endika hizo lo propio por Dani.

At. Madrid: Mejias – Votava – Arteche – Ruiz – Clemente – Julio Prieto – Marina – Quique Ramos – Landaburu – Hugo Sánchez – Rubio.

Balbino sustituyo a Clemente y Minguez a Rubio.

El partido finalizo 1-2 a favor del Atlético de Madrid con 2 goles del mejicano Hugo Sánchez que se despedía así de su afición para fichar por el Real Madrid, el gol vizcaíno fue obra del futuro jugador atlético Julio Salinas. Quique Ramos conseguía de este modo su primer titulo oficial.

El 9 de octubre se 1985 se disputaba en el estado Vicente Calderón el partido de ida de la Supercopa de España contra el F.C.Barcelona remontando con goles de Cabrera, Ruiz y Da Silva el tempranero gol del blaugrana Clos.

La vuelta se disputo el 30 de octubre de 1985 y el Barcelona gano con un solitario gol de Alexanco. 3-2 computo total para los atléticos y nuevo titulo para Quique Ramos que jugo ambos partidos.

Campeones de Supercopa de España. De pie: Sergio, Clemente, Mejias, Minguez, Landaburu y Arteche,  Agachados: Cabrera, Tomas, Da Silva, Marina y Quique Ramos.

Campeones de Supercopa de España. De pie: Sergio, Clemente, Mejias, Minguez, Landaburu y Arteche, Agachados: Cabrera, Tomas, Da Silva, Marina y Quique Ramos.

En la temporada 1985/86 disputo 31 partidos (24 de liga y 7 de competición europea) anoto 1 gol en cada competición.

La nota triste de esta temporada se produjo el 2 de mayo de 1986 en la final de la Recopa de Europa que el equipo rojiblanco perdió en Lyon ante el Dinamo Kiev por 3-0 (Zavarov, Blokhin y Evtushenko). Quique Ramos jugo el partido completo pero la superioridad del equipo ruso (plagados de internacionales y estrellas como Blokhin pretendido por el R. Madrid y Belanov) fue manifiesta.

En la temporada 1986/87 jugo un total de 34 partidos (28 de liga, 4 de copa y 2 de competición europea) marcando 2 goles en liga y 1 copa.

El 27 de junio de 1987 nuevo revés para Quique Ramos y para el conjunto rojiblanco al perder la final de la Copa del Rey ante la Real Sociedad. El partido finalizo 2-2 López Ufarte y Beguiristain para los donostiarras, Rubio y Da Silva para los madrileños. Finalizada la prorroga 4-2 en la tanda de penaltys y titulo en dirección a San Sebastian. Quique Ramos jugo todo el partido.

En la temporada 1987/88 llega Jesús Gil a la presidencia del club en la que seria la ultima de Quique Ramos en el At. Madrid jugo 28 partidos (24 de liga y 4 copa). Al finalizar esta temporada abandona el club junto a Landaburu, Arteche y Quique Setién de manera injusta ya que el presidente les considero responsable del ambiente toxico existente en el vestuario. Aunque los cuatro jugadores ganaron sus juicios correspondientes por despidos improcedentes la imagen futbolística ya nunca seria la misma.

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En la temporada 1989/90 ficha por el Rayo Vallecano recién ascendido a Primera División solo disputo tres partidos con el equipo representativo de la popular barriada madrileña de Vallecas una lesión de menisco en su rodilla derecha le retiro finalmente del futbol. Años después volvió a tener contacto con el mundo del futbol al hacerse cargo de la presidencia del C.D. Toledo tras la marcha de Eduardo Herrera (2002/03).

Quique Ramos fue un jugador referente de la cantera atlética y un gran profesional con un compromiso total con su club y afición, muy querido por esta y siempre recordado por sus continuas galopadas por la banda izquierda del Vicente Calderón y sus medidos centros al área eran casi siempre gol. Formo junto a Landaburu, Julio Prieto y Marina una línea media muy recordada por su garra y calidad en la década de los ochenta.

Disputo un total de 334 partidos como jugador atlético (271 de liga, 46 de copa del Rey y 17 de competición europea) lo que le convierte por derecho propio en uno de los Top Ten del club Atlético de Madrid.




El gran Isidro

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Pedro Berruezo: Barro, sudor y muerte

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A  mi amiga Mar con toda mi estima.

El 7 de enero de 1973 el futbol español en general y la grandes familias sevillistas y malaguistas en particular, se oscurecieron de luto y tiñeron de tristeza y de conmoción el panorama futbolístico por la noticia del fallecimiento del jugador Pedro Berruezo en el estadio pontevedrés del Pasaron. Berruezo fue el primer futbolista profesional español que falleció en un terreno de juego. Ocho lustros después mi pequeño homenaje a este gran y honrado deportista, extremo de extraordinaria zurda y de gran compromiso con sus colores.

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Pedro Berruezo Martín nació en Melilla el 22 de mayo de 1945. Sus comienzos futbolísticos fueron en el Melilla. En la temporada 1963-64 forma parte de la plantilla del At. Malagueño, las cuatro siguientes temporadas vistió la del C.D. Málaga.

En el año 1968 es traspasado al Sevilla F.C. por una cantidad de cuatro millones doscientas mil pesetas donde permaneció hasta el día de su muerte. En sus cinco temporadas en el club de Nervión su rendimiento fue notable.

En la temporada 1972-73 el club sevillista estaba hundido en el pozo de la Segunda División del futbol español e inmerso en una grave crisis institucional tras la dimisión de su presidente José Ramón Cisneros.

El calendario liguero quiso que el 7 de enero el Sevilla C.F. visitara Pontevedra para disputar su partido de futbol correspondiente a la decimaoctava jornada de liga contra el equipo titular de esa ciudad gallega. Ese mismo día Berruezo escribió a su esposa Gloria Bernal (la cual estaba encinta) y a su pequeña hija, una postal desde el Parador Nacional de Turismo de la ciudad pontevedresa donde el equipo blanco estaba alojado. El periodista alcaleño José María García publico dicho texto en el diario deportivo AS cuando se cumplió el treinta aniversario del fallecimiento del jugador Berruezo  A continuación detallo dicho texto por su valor periodístico y su alta carga emocional y sentimental:

«Hola chatillas: Dentro de poco salimos para el campo pues son las 2 de la tarde del domingo y mientras estoy en la habitación me pongo contigo con estas líneas. ¿Qué tal estáis? ¿Y la pequeña? Me figuro lo guapa y graciosa que estará con el trajecito de marmota y su cochecito. Y tú, ¿qué tal? Cuídate en comer y todo lo necesario. Esta noche te llamaré. Bueno, esto te lo digo y me escucharás antes de leerlo. Supongo que tu madre y hermana seguirán bien. Dale besos a la niña y familia, y para ti, de quien mucho te quiere, tu Pedro».

Ya en el campo y a las órdenes del colegiado Balsa Ron los equipos presentaron las siguientes alineaciones:

Pontevedra C.F.: Amador, Hachero, García T., Amavisca, José Manuel, Norat, Neme, Jorge, Vava, Amutio y Suco II.

Sevilla C.F.: Paco, Blanco, Catalán, Hita, Pazos, Bea, Bueno, Lora, Acosta, Berruezo (Garzón) y Sanjose (Lebrón).

La primera mitad finalizo 1-0 a favor del equipo local. En el minuto 5 de la reanudación Blanco sacaba de banda sobre Berruezo, el propio Blanco hacia estos valiosos comentarios sobre lo vivido

«Íbamos nosotros a sacar de banda y Pedro intento correr para desmarcarse. Justo entonces cayó al suelo».

«Algunos nos quedamos petrificados, sin podernos mover y otros lloraban como niños……..» (al enterarse sus compañeros de la noticia del fallecimiento)

Otro testimonio estremecedor fue el del jugador sevillano Rodri

Pedro comenzó a hacer una flexión como hacía siempre que no se encontraba bien, quiso intentar ponerse en pie miró al banquillo y gritó con mucha fuerza ¡¡¡eeeeeeh!!! Jamás olvidaré ese grito. Pedro se desplomó al suelo levantando la mano derecha. Salimos corriendo hacia él, el médico del Pontevedra saltó la grada y Manolín Bueno, que era el que estaba más cerca, le metió la mano en la boca para que no se tragara la lengua. Los camilleros de la Cruz Roja lo trasladaron a los vestuarios. En un lado de la camilla estaba Isabelo, yo al otro«.

Inmediatamente fue trasladado al vestuario donde fue atendido por el doctor del Pontevedra Díaz Lema y Antonio Gómez el kinesiólogo del equipo blanco que viajo en lugar del medico del club Antonio Leal Graciani, este ultimo ausente no viajo a Pontevedra con el equipo por motivos personales. Al no reaccionar a la inyección de coramina que le fue puesta se decidió trasladarlo de forma urgente a la clínica Mayoral, a su llegada sufrió una parada cardiaca irreversible.

El propio Antonio Leal Graciani relato en La Actualidad Española como recibió la noticia de la muerte de Berruezo, fue, tras la conversación con el presidente Eugenio Montes Cabeza:

–       Presidente: «¿Sabes que ha pasado en Pontevedra?»

–       Doctor Leal: «Si, que hemos perdido por 2-0»

–       Presidente: «Ha pasado una cosa gravísima»

–       Doctor Leal: «¿Qué ha pasado, Don Eugenio?

–       Presidente: «Que se ha muerto Berruezo»

«A mi me dicen en aquellos momentos que se ha acabado el mundo y no me hubiese causado tanta impresión», termino su relato el doctor Leal.

Los jugadores sevillistas no se enteraron del fatal desenlace hasta finalizar el partido que termino con el resultado de 2-0 con los goles pontevedreses de Neme y Vava. Tras unas diligencias rápidas y efectivas el cuerpo sin vida de Berruezo viajo a Sevilla llegando en la tarde de lunes donde le esperaban veinticinco mil personas. La capilla ardiente se instalo en el Sánchez Pizjuan y su cuerpo fue velado durante la noche por sus compañeros de equipo. Desde el propio estadio salio el cortejo fúnebre rumbo hacia Málaga donde fue enterrado.

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Aunque su muerte se certifico como colapso cardiaco hubo voces discrepantes que pensaban que su fallecimiento se debió a un infarto cerebral, basándose en que Berruezo había sufridos varios desfallecimientos, el primero en Alicante, después en Sabadell y el ultimo y mas fuerte ante el Baracaldo el 10 de diciembre de 1972. A partir de ese momento quedo ingresado en la clínica Santa Isabel y fue tratado por el doctor Felipe Martínez donde se creo un cuadro de médicos para examinar las causas de sus desvanecimientos. Después de numerosas pruebas medicas y un chequeo exhaustivo no se detecto anomalía alguna por lo que tras tres semanas de baja, se reincorporo al equipo para jugar en Pontevedra, donde se encontró con la muerte.

El contrato del futbolista con el Sevilla C.F. estaba pendiente de renovación por lo que la directiva organizo un partido homenaje, su viuda percibió casi cinco millones de pesetas procedentes del club, de la Mutualidad Deportiva y del encuentro homenaje. El 20 de febrero de 1976 la Magistratura de Trabajo estimo una demanda de la viuda entendiendo como accidente de trabajo el fatal acontecimiento, condenando al club a entregarle quince mil trescientas pesetas mensuales hasta la mayoría de edad de sus hijos.

Casualidades de la vida su hijo póstumo Pedro Berruezo Bernal tuvo la ocasión de jugar en el Pasaron treinta y cinco años después vistiendo la camiseta de la A.D. Ceuta.

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El 7 de enero de 2010, el Sevilla C.F. le rindió un merecido homenaje en el estadio Ramón Sánchez Pizjuan, presidido por su presidente José María del Nido y acompañado de su viuda y demás familiares descubrieron en el acceso al palco una talla en bronce a la cera de su figura.

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Pedro Berruezo fue aclamado y venerado por su afición, a la cual supo ganarse por su pundonor y entrega a esos colores donde llevo siempre cosido el escudo sevillista a su corazón. Mito en vida con su fallecimiento comenzo su leyenda.




Peter Ilku: un futbolista sin suerte

La insurrección popular de Hungría en el otoño de 1956, y su ulterior represión a sangre y fuego por las tropas soviéticas, tuvo una nada desdeñable influencia sobre el fútbol español de los últimos años de la década de los 50, ya que una serie de destacados jugadores magiares buscaron refugio y acomodo en nuestro país y sus competiciones, aunque la Federación Húngara denunció sus casos a las instancias deportivas internacionales, y el que más y el que menos vio su carrera interrumpida durante cierto tiempo. El Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona ( entonces denominado oficialmente «Club de Fútbol Barcelona» ) se llevaron la parte del león de este éxodo, fichando a auténticos cracks, miembros del equipo que había asombrado a Europa y a punto había estado de proclamarse Campeón del Mundo en el torneo celebrado en Suiza el año 1954, doblando únicamente la rodilla en la final de Berna frente al combinado de la República Federal Alemana ( RFA ). Ferenc Puskas, Sandor Kocsis y Zoltan Czibor, grandes estrellas del Honved de Budapest y la Selección magiar, reforzaron a merengues y blaugranas, pero con ellos vinieron  a los terrenos de juego españoles más futbolistas: Szalay, Kaszas, Kuszman, Szolnok, Csabai, Csoka, Beke, y también el que hoy nos ocupa, Peter, cuyo nombre completo era Peter Ilku Kampfl.

Peter con la camiseta del Atlético de Madrid. Todo parecía sonreírle entonces...

Peter con la camiseta del Atlético de Madrid. Todo parecía sonreírle entonces...

Peter, hijo de Istvan Ilku y de Cristina Kampfl, y segundo de tres hermanos – el mayor de los cuales, Istvan, llegó a actuar como portero en la selección húngara en el Mundial celebrado en Suecia en 1958 -, había nacido el 22 de febrero de 1936 en la localidad húngara de Dorog, una pequeña ciudad al norte del país, cercana a Esztergom, residencia de los reyes de Hungría durante parte del siglo XI. Dorog se convirtió en un importante centro minero hacia 1900, unido a Budapest por un ferrocarril y un canal, y su población estaba compuesta mayoritariamente por colonos de origen alemán, que serían expulsados de allí tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Otros dos legendarios jugadores magiares, Gyula Grosics y Jeno Buzanszky, miembros del gran equipo de los años 50, eran también originarios de Dorog, en cuyo equipo representativo, el Dorogi-Banyasz,  se integrará Peter a temprana edad, tras pasar por todas sus categorías inferiores, debutando en la Primera División  del fútbol magiar con tan sólo 16 años, debido a su recia constitución física y buena planta, y destacando en las posiciones de medio de ataque y delantero centro, hasta el extremo de capitanear la selección juvenil húngara, y llegar a debutar incluso en la absoluta, con la que intervino en tres encuentros.

La dura e incierta situación política de su país le animó a abandonarlo, buscándose la vida en lugares más apacibles, y de ese modo se refugia primero en Viena, la capital austríaca, donde establece contacto con el Atlético de Madrid, uno de los principales clubes españoles en aquel momento. En compañía de su colega y compatriota Josef Csoka, los dos  futbolistas consiguieron llegar a España a principios de 1957, y ambos suscribirían  contrato con el Atlético  ( compromiso que, en el caso de Peter, le ligaba con el club colchonero hasta 1960 ). Por aquellos días, los del Metropolitano se hacían también con los servicios de un prestigioso técnico centroeuropeo, el eslovaco Ferdinand Daucik, cuñado de la gran estrella azulgrana Kubala y que había triunfado en toda la línea dirigiendo al Barça y al Athletic de Bilbao ( 3 Ligas y  5 Copas entre los años 1950 y 57).

El Atleti de Daucik contaba con una  gran plantilla, en la que destacaban el guardameta Pazos, el defensa central Heriberto Herrera y los delanteros Miguel, Agustín, Escudero, Peiró y Enrique Collar, todos ellos internacionales por España. Tal vez lo más flojo del equipo fuera el centro del campo, y ahí es donde Daucik, con su excelente olfato para descubrir nuevos talentos y situarlos en la demarcación más adecuada a sus facultades y condiciones  ( ya lo había hecho en Barcelona y Bilbao con jugadores como Bosch, Gracia, Tejada, Mauri o Maguregui ), se sacó de la manga una magnífica linea media con muy pocos años de edad, compuesta por el malagueño – natural de Antequera y con 18  recién cumplidos – Antonio González «Chuzo» y el magiar Peter.

El futbolista húngaro en su primera - y única - temporada triunfal con el Atlético de Madrid. Forman el equipo: Pazos, Rusiñol, Herrera, Peter, Cobo, Verde, San Román ( portero suplente ), Peiró, Rafa, Agustín, Chuzo y Garabal

El futbolista húngaro en su primera - y única - temporada triunfal con el Atlético de Madrid. Forman el equipo: Pazos, Rusiñol, Herrera, Peter, Cobo, Verde, San Román ( portero suplente ), Peiró, Rafa, Agustín, Chuzo y Garabal

En la medular rojiblanca Peter va a dar un excelente rendimiento, alineándose en 21 partidos durante  la temporada 57-58, y ayudando con sus 6 tantos a que los madrileños se proclamasen subcampeones de Liga ( tras el Real Madrid ), lo que les daba derecho a disputar la siguiente edición de la Copa de Europa, puesto que los blancos habían conquistado también el torneo continental, al derrotar en el Estadio Heysel de Bruselas al Milan por 3 goles a 2. Se trataba de  un jugador completo, físicamente poderoso pero también dotado de la depurada clase de la escuela húngara a la que pertenecía, y con sus 22 años parecía estar llamado a hacer grandes cosas, tanto en España como en Europa.

Pero el infortunio va a cruzarse en el camino de tan prometedor futbolista. El viernes 4 de julio de 1958, a primera hora de la mañana, a la altura del kilómetro 18 de la carretera de Aragón, el automóvil matrícula de Madrid M-106.509, un vehículo de alquiler, va a derrapar y chocará contra un árbol situado en el borde de dicha carretera. En el coche viajaban Peter y otro ciudadano húngaro, de 47 años de edad, llamado Gyula Pollak, a la sazón secretario del reciente fichaje del Real Madrid y compatriota Ferenc Puskas. Ambos heridos recibieron los primeros cuidados médicos en la clínica de la cercana base norteamericana de Torrejón de Ardoz, y fueron trasladados después en ambulancia al Equipo Quirúrgico de Urgencia.

El futbolista presentaba las siguientes lesiones: fractura del fémur izquierdo en su tercio medio, heridas contusas en el vértice de la nariz, región mentoniana y rotuliana izquierda, erosiones contusivas en diversas partes del cuerpo, probable fractura de la base del cráneo y conmoción cerebral. Por su parte, Gyula Pollak presentaba tan sólo lesiones de pronóstico leve. Peter fue trasladado a primera hora de la tarde de aquel mismo día 4 a una clínica particular. Inmediatamente después de conocerse lo sucedido acudieron a su lado el gerente del Atlético de Madrid, señor Morales, varios compañeros del equipo y también el madridista Puskas, quienes se interesaron vivamente por su estado, que se calificó de grave, según la información publicada el día siguiente por el diario ABC.

Pese a la gravedad de sus heridas, la juventud y la recia constitución física de Peter, así como los rápidos y eficaces cuidados recibidos, le permitieron salvar la vida e ir recuperándose paulatinamente. Por descontado, permanecería varios meses sin tocar un balón, hasta que reemprendió los entrenamientos. El Atlético le cede al Rayo Vallecano, en Segunda División, pero ya no volverá más al primer equipo colchonero. Al finalizar la temporada 59-60 concluye su contrato, y esta vez la buena suerte parece volver a llamar a su puerta, porque es fichado nada menos que por el Barcelona, que acababa de proclamarse Campeón de Liga en reñida pugna con el Real Madrid ( consiguiendo el título gracias a su mejor coeficiente de goles ), y que por lo tanto jugaría la Copa de Europa la siguiente campaña.

Pero el destino de Peter no va a ser la plantilla profesional barcelonista, al lado de los Kubala, Luís Suárez, Segarra, Ramallets o Evaristo, sino su  equipo filial, el Club Deportivo Condal, que había actuado en Primera División durante el curso 56-57, y que ahora militaba en la categoría de plata del fútbol español, disputando sus partidos en el viejo campo de Les Corts, abandonado por el Barça desde hacía tres años en beneficio del flamante Camp Nou. En el Condal tendría como compañeros a varios hombres que destacarían años más tarde: Eladio, Sanchís, Torrent o Molina. El húngaro va a llegar a jugar únicamente un partido amistoso con la camiseta  blaugrana, concretamente el 20 de abril de 1961, con triunfo de los que entonces entrenaba el cántabro Enrique Orizaola sobre el conjunto brasileño del Canto do Río por 4 a 0, saliendo en la segunda parte dentro de la siguiente alineación: Sadurní; Olivella, Rodri, Pinto; Peter, Marañón; Tejada, Ribelles, Eulogio Martínez, Evaristo y Beitia.

Una alineación del Condal de la temporada 60-61. Junto a Peter - delantero centro - figuran algunos jugadores que algunos años después serían importantes en el fútbol español: Torrent, Eladio, Sanchís, Molina...

Una alineación del Condal de la temporada 60-61. Junto a Peter - delantero centro - figuran algunos jugadores que algunos años después serían importantes en el fútbol español: Torrent, Eladio, Sanchís, Molina...

Su buen desempeño en las filas condalistas- se alinea en 24 partidos de Liga, casi siempre como delantero centro, marcando 7 goles –  va a hacer que el otro equipo importante de la Ciudad Condal, el RCD. Español, se interese por él, firmando por el club Perico con vistas a la temporada 61-62 y para otras dos más ( junto a refuerzos como los veteranos Rial, Czibor, Carranza y Gordejuela ), pero de nuevo la desgracia va a cebarse con  Peter, pues en el transcurso de una gira del equipo blanquiazul por

Estados Unidos y Canadá, concretamente 4 de agosto de 1961,  en el transcurso de un encuentro disputado en Montreal, se lesionará de gravedad en una rodilla ( rotura de ligamentos cruzados ). De regreso a España, y a causa de un diagnóstico erróneo, es operado únicamente del menisco, aunque una vez recuperado la rodilla no le responde. Un segundo diagnostico, esta vez acertado, confirma la rotura de ligamentos, siendo y  Intervenido quirúrgicamente de nuevo, y en esta ocasión sí va a recuperarse satisfactoriamente, pero el descenso de los de Sarriá a Segunda División al finalizar la temporada 61-62 ( derrotados en la promoción por el Real Valladolid ), va a traer aparejado que el club le conceda la carta de libertad, sin que el jugador magiar hubiese podido debutar oficialmente con los periquitos. Aquella iba a ser su última oportunidad de actuar en la élite. Con sólo 26 años volverá al fútbol en las filas del Badalona, en Tercera, y a principios de 1963 militará fugazmente en el Cádiz, del Grupo Sur de la Segunda División, por donde pasará con más pena que gloria, disputando tan sólo un partido oficial, a pesar de que su presencia en la «Tacita de Plata» levantó no poca expectación, y podía haber reforzado las aspiraciones de ascenso de los del Carranza.

Con su último equipo de cierto relieve, el histórico Nástic de Tarragona, intento el asalto a la Segunda División durante el curso 63-64, finalmente sin éxito. A su lado podemos ver algunos futbolistas con pasado y futuro azulgrana: Rodri, Marañón y Quimet Rifé

Con su último equipo de cierto relieve, el histórico Nástic de Tarragona, intento el asalto a la Segunda División durante el curso 63-64, finalmente sin éxito. A su lado podemos ver algunos futbolistas con pasado y futuro azulgrana: Rodri, Marañón y Quimet Rifé

De modo que regresa a Cataluña, y se enrola en uno de los gallitos de la Tercera División, el histórico Nástic de Tarragona, donde llegará a acariciar un ascenso finalmente no consumado, y tendrá como compañeros de lujo a tres futbolistas cedidos por el Barça a los bermellones: Rodri, Marañon y Quimet Rifé. Después, tras disputar algunos partidos como amateur en L´Ametlla del Vallés, se retirará al filo de la treintena, estableciéndose en dicha población barcelonesa, donde contraerá matrimonio, formará una familia y obtendrá el título de Entrenador Nacional en el curso celebrado en Zaragoza, como segundo de su promoción, dirigiendo durante varios años a diversos equipos de categoría regional. Fallece el 15 de septiembre de 2005, en su Hungría natal, tras larga enfermedad. Peter pudo ser un jugador de excepción, a juzgar por sus arrolladores comienzos en el Atlético de Madrid, pero la desgracia se cruzó en su trayectoria en un par de ocasiones, frustrando sus grandes expectativas. Sirva su historia como recordatorio  de que en el deporte – y en la vida en general-,   el azar y una suerte esquiva pueden confabularse a veces para tumbar a los mejores.




Goleadores de antes: Bernabé Ferreyra

El fútbol argentino ha tenido a través de su rica historia goleadores inolvidables con cifras asombrosas. Si bien es cierto que las marcaciones de antaño no eran ni por asomo como las actuales, señalar más de 200 goles es una hazaña reservada a unos pocos. Tan pocos que en el profesionalismo sólo 10 fueron los que superaron esa cifra.

Uno de ellos fue Bernabé Ferreyra, apodado «El Mortero de Rufino» o «La Fiera», un goleador que en 1932 batió todas las marcas, colmó los estadios y hasta llegaron a ofrecer un premio al arquero que se mantuviera invicto ante su poderoso remate.

Nació en Rufino (Santa Fe) el 12 de febrero de 1909. Se inició en el club Jorge Newbery de su ciudad natal cuando tenía 15 años. Al trasladarse su familia a Junín en 1927, pasó a jugar en el club B.A.P., sigla del Buenos Aires al Pacífico, nombre con que se conocía a la actual línea San Martín que llegaba hasta Chile.

Con el club ferroviario ganó el campeonato juninense de ese año al vencer 1 a 0 a Sarmiento con un gol marcado por él. Fue por esos días que fue probado en Talleres de Remedios de Escalada, pero no pasó la prueba y se volvió  Junin.

En 1929 el encargado del fútbol de Tigre, Alberto Monge, lo trajo al club de Victoria y ya no se fue más. El presidente Victorio Micheli le ofreció 200 pesos por mes disfrazados de «viáticos» Eran tiempos del llamado amateurismo «marrón». Debutó en la tercera fecha el 25 de agosto (el campeonato comenzó a mediados de año) frente a Banfield. Tigre ganó 3 a 1 con dos goles suyos, el primero anotado al minuto de juego.

En noviembre de 1930 fue solicitado por Vélez junto con Francisco Varallo para integrarse a una gira de cinco meses que abarcó Valparaíso, Santiago de Chile, Lima, La Habana, México DF y Nueva York. De los 75 goles marcados en la gira, Bernabé hizo 38 y Varallo 13. Cuando regresaron en mayo de 1931, ya era profesional. Tigre fue uno de los 18 clubes que ingresaron en la era rentada.

El 30 de agosto jugó su primer partido de ese año ante Quilmes y marcó los cuatro goles con que Tigre se impuso por  4 a 1. Pero acaso su actuación más recordada en esa temporada fue en la fecha 18ª. Tigre perdía 0-2 con San Lorenzo a 16 minutos del final cuando en siete minutos señaló tres goles que dieron vuelta el resultado.

En 1932 River, que ya era considerado «millonario» por las costosas compras de 1931, lo contrató por la suma de 32.000 pesos moneda nacional, todo un récord para la época.

Su aparición en el equipo de la banda fue espectacular. Marcó 19 goles en las primeras 12 fechas. Tal fue la sensación que produjo, que el diario «Crítica» que dirigía Natalio Botana, ofreció una medalla de oro al primer arquero que no fuera batido por «el gran Bernabé».

En la fecha 13 River y Huracán empataban 1 a 1 (gol de Peucelle) en Alvear y Tagle cuando el partido se suspendió a los 62 minutos por falta de luz. Bernabé no convirtió, pero el partido no había terminado. En las dos jornadas siguientes volvió a anotar ante Atlanta y Boca, pero en la fecha 16, Independiente le quitó el invicto con una goleada 5 a 0.

La medalla le correspondió al arquero rojo Néstor Sangiovanni, pero al completarse  el 13 de julio el encuentro con Huracán no hubo nuevos goles, es decir que Ferreyra tampoco marcó. Entonces el diario decidió premiar también a Cándido de Nicola, el arquero de Huracán.

En ese su primer año en River, marcó 44 goles en los 33 partidos disputados.

Bernabé ganó los campeonatos de 1932, 1936 y 1937. Este fue su último año de gloria. Los golpes hicieron mella en sus piernas y sus lesiones aparecieron cada vez con más frecuencia. En 1938 apenas jugó 9 partidos, hasta que en 1939 debió abandonar el fútbol a poco de comenzado el certamen.

Los números que dejó desde el 25 de agosto de 1927 hasta el 28 de mayo de 1939, cuando jugó su último partido ante Newell’s, fueron éstos:

En Tigre (1929-1931) – 50 partidos – 46 goles

En River (1932-1939) – 184 partidos – 187 goles

Total: 234 partidos y 233 goles.

Bernabé y Luis María Rongo son los únicos jugadores en la historia de River que marcaron más goles que partidos jugados.

Su primer gol se lo marcó al arquero de Banfield Abel Winkelman en 1929 y el último a Roberto Novara de Argentino de Quilmes diez años después.

Chacarita fue el equipo a quien más goles le convirtió, 17, y Sebastián Gualco fue el arquero más vencido: 12 veces.

Jugando para Tigre nunca le marcó a River y en el «millonario» le convirtió 11 a su ex club.

En toda su carrera ejecutó 24 penales: convirtió 16, desvió 3 y le atajaron 5 – (67% de eficacia)

Los arqueros que le contuvieron fueron: Atilio Losavio (Argentinos 1932), Sebastián Gualco (Platense 1932), Blas Fernando Bello (Independiente 1934), Eduardo Alterio (Atlanta 1935) y Ezequiel Aranda (Quilmes 1937).

Además del campeonato de primera división, jugó las siguientes copas oficiales:

En River – Copa Competencia de 1932 – 1 partido – 1 gol

En River – Copa Adrián Beccar Varela 1933 – 4 partidos – 3 goles

Bernabé Ferreyra ocupa el noveno puesto en la lista de máximos goleadores del profesionalismo después de Angel Labruna (243), Arsenio Erico (242), Herminio Masantonio (255), Manuel Gregorio Pelegrina (231), José Francisco Sanfilippo (227), Martín Palermo (227), Ricardo Roberto Infante (217) y Oscar Mas (215). Después están Bernabé y Carlos Bianchi con 206.

En la selección argentina no tuvo fortuna. Jugó apenas cuatro partidos y no pudo hacer goles, pero fue campeón en el Sudamericano de 1937.

Los partidos con la celeste y blanca fueron éstos:

29/05/1930 – Argentina 1-1 Uruguay – Copa Newton – Cancha de San Lorenzo

14/12/1933 – Uruguay 0-1 Argentina – Amistoso en Montevideo – Estadio Centenario

30/12/1936 – Argentina 2-1 Chile – Campeonato Sudamericano – Cancha de San Lorenzo

01/02/1937 – Argentina 2-0 Brasil – Campeonato Sudamericano – Cancha de San Lorenzo

Opiniones y anécdotas

Ese gran periodista y escritor que fue Osvaldo Ardizzone, lo evocó así en la desaparecida revista «Goles Match»:

«Y en esos inmaduros albores del profesionalismo argentino, debo detenerme en este acontecimiento histórico que protagonizó Bernabé Ferreyra, a mi juicio, el gran protagonista de la década del treinta y un fenómeno popular que a despecho de las técnicas incipientes de la promoción, admite un paralelo con la trascendencia de nuestro Diego Maradona. ¿Qué fue

Bernabé Ferreyra? El domingo de Buenos Aires y hasta del país. Fue la ansiedad de cada partido por la espera de ese gol infalible. Fue el personaje que rastreó y capturó el olfato periodístico de Natalio Botana, que desde las páginas de su «Crítica» acribilló a Bernabé con los bautismos que nacían de la ocurrencia del pueblo y de los periodistas deportivos, como «El Mortero de Rufino», como «La Fiera», o ese único «Bernabé» que nunca necesitó del Ferreyra para identificarse. A tal punto que Botana y Crítica organizaron una competencia entre los arqueros instituyendo una medalla para aquél que no fuera vencido por los despiadados taponazos de «La Fiera». Y que incorpora en la historia a Cándido De Nicola, aquel arquero de Huracán y Néstor Sangiovanni, de Independiente, que luego de noventa minutos de amenazas salieron ilesos…».

(Nota: en realidad De Nicola jugó 62  minutos porque en la reanudación fue reemplazado por Oscar Bermúdez).

Ricardo Lorenzo «Borocotó» fue amigo de Alberto Monge, el hombre que lo trajo a Tigre y ambos esperaron ansiosamente el debut de Bernabé en la selección en el partido con Uruguay de 1930 y así lo contó en una revista también desaparecida de los años 50 que se llamó «Pinceladas Deportivas»:

«Fuimos varios los que bregamos por la inclusión de Ferreyra en la selección. No lo hacíamos únicamente por la amistad con Monge, sino porque estábamos convencidos que el taponazo de Bernabé podía acordar la victoria. Fue elegido y jugó… y muy mal. Los que tanto luchamos por él, quedamos junto con el gordo Monge, completamente desorientados.

Salió de la cancha silbado y abucheado. Después supimos la verdad: esa mañana del partido Bernabé había donado sangre para su hermana enferma…».

El historiador Nazareno Atilio Scialpini se refiere así en su libro «La Historia de Tigre» a la inclusión de Ferreyra en la gira de Vélez de 1930:

«Corría el año 1930 cuando Vélez Sarsfield realizó una interesante gira al exterior, la cual comenzó con una ingeniosa «mula» o trampa.

En los contratos firmados entre el empresario de la gira y los clubes sobre los puntos que iban a visitarse, quedó especificado que deberían integrar la delegación «players» de reconocida fama en la Argentina y no menos de tres integrantes del «team» que intervino en la disputa del campeonato mundial. Para llenar este último requisito, habían sido elegidos Fernando Paternoster (Racing), Carlos Peucelle (Sportivo Buenos Aires), Francisco Varallo (Gimnasia) y Manuel Ferreira (Estudiantes de La Plata). Pero a este último, debido a la posición que ocupaba Estudiantes en el campeonato  donde peleaba la punta con Boca, le fue negado el permiso para viajar y además Carlos Peucelle sólo podía hacer la primera parte de la gira. Sin esos dos jugadores, se vulneraba un importante punto del contrato.

Ni tonto ni perezoso, el empresario, ante la dificultad de último momento, lo solucionó inteligentemente; de manera que no pudiendo llevar al piloto olímpico Manuel Ferreira, se llevó al piloto de Tigre Bernabé Ferreyra, cuyo parecido estriba sólo, como se dice por ahí, en lo blanco del ojo y en lo redondo del cuerpo, pero que en cambio tiene la similitud del apellido (la «i» y la «y» se asemejan y se confunden con frecuencia) y del puesto que ocupan en el equipo.

Así fue como ligó de colado el viaje el Ferreyra de Tigre, al que podríamos llamar la «mula del piloto olímpico». Lo gracioso del caso fue que, precisamente el jugador que debido a su apellido viajó en la gira, fue el triunfador de la excursión, el hombre atracción de las canchas que visitaron, el formidable shoteador que hizo realidad la ristra de triunfos excelentes que se trajo Vélez Sarsfield».

Fue tanta la popularidad que alcanzó en 1932, que una vez en el vestuario fue a saludarlo el presidente Agustín P. Justo y otra nada menos que Carlos Gardel quien quiso conocerlo personalmente.

Le molestaban terriblemente los botines de aquella época y se los mandaba a hacer de medida. Se cuenta que para que su remate fuera más potente, cuando jugaba como local, mojaba la pelota antes para que pesara más.

Murió el 22 de mayo de 1972.

Así era Bernabé Ferreyra, aquel de las hazañas que mi padre riverplatense me contaba y que por lo que investigué, no estaban alejadas de la realidad.

Fuentes consultadas:

La Historia del Club Tigre – Nazareno Scialpini – 2000

Los Centenarios del gol – Guillermo Gasparini – 1998

El Libro del fútbol – Editorial Abril – 1975

Historia de un siglo rojo y blanco – Ariel Estévez – 2006




Florencio Amarilla, un extremo de película

Internacional paraguayo en 31 ocasiones, mundialista en 1958, formando parte de una delantera que recaló completa en nuestro fútbol, Florencio Amarilla (Bogado 30-I-1935), podría ser definido como personaje de cuerpo entero, irrepetible y sin aristas.

Llegó al Oviedo junto a su compatriota Jorge Lino Romero en el verano de 1958. Por esa época el armenio Arturo Bogosian, todoterreno del fútbol sudamericano, comenzó a introducir en Europa a su buena cincuentena de pupilos, en su mayoría paraguayos. Algunos clubes, como el Elche, nunca podrán agradecerle lo suficiente tan buenos oficios. Porque de su mano llegaron junto al palmeral, Romero, Lezcano, Cayetano Ré, González o Casco, por no hacer interminable la cita. Unos venían con pasaporte extranjero, otros en condición más o menos dudosa de oriundos, la mayoría dispuestos a comerse el mundo y alguno, como Romero, el más contrastado de todos gracias a su envidiable currículum, absolutamente engañado, puesto que creyó hacer el viaje para suscribir la cartulina del Real Madrid.

En la capital asturiana, si bien no pudo convertirse indiscutible titular, Amarilla acreditó buenas maneras. Tampoco era malo aquel equipo carbayón. Con el guardameta portugués Carlos Gomes -dueño, por cierto, de una biografía digna del celuloide-, Marigil, Laurín o Delfín Álvarez taponando el área, Paquito y Sánchez Lage sentando cátedra en la zona ancha, y Hermes González, Sande, Luis Aragonés, Agustín, Iceta o Braga ejerciendo de estiletes, dio muchos sustos por casi todos los campos de nuestra geografía. Pero si al equipo le pintó bien, Amarilla tuvo manos suerte.

Lesionado en el tendón de Aquiles, debió sufragar de su propio bolsillo la intervención quirúrgica en Barcelona, puesto que la Mutualidad de Futbolistas dejaba bastante por desear en aquel entonces. Con la carta de libertad en el bolsillo hizo escala en Elche y Mallorca, rumbo a una sucesión de equipos menores hasta colgar las botas en 1972. Luego, como tantos otros, se hizo entrenador, pasando por el fútbol base del Almería, al tiempo que ejercía como ayudante del máximo responsable en el primer equipo. Roquetas, Almería, Mojácar, Vera, Garrucha y Polideportivo Ejido durante el tramo final de la campaña 1982-83 y el ejercicio 1984-85, todos ellos clubes almerienses, lo tuvieron posteriormente en sus banquillos. Y es que aunque su vida era y dependería siempre del fútbol, en el desierto almeriense había dado con otra actividad que, sin robarle demasiado tiempo, le llenaba la faltriquera: el cine. O mejor aún, los «Spaghetti Westerns».  

Durante aquel «boom» cuyas primeras gestas llevaron las firmas de Clint Eastwood y Sergio Leone, hizo de extra en un centenar de filmes y hasta alcanzó el rango de actor de reparto en 6 ocasiones, junto a Yul Brinner, Leonard Nimoy, Alain Delon, Toshiro Mifune, Richard Crenna, Charles Bronson o Ursula Andress. Su papel siempre era el mismo: jefe indio, porque su atezado rostro guaraní apenas si necesitaba maquillaje. Hablar no es que hablara mucho. Los indios del cine, ya se sabe, no suelen extenderse en discursos. Pero es que, además, cuando debía decir algo, parecía un apache, sioux o comanche auténtico, gracias su lengua guaraní, a la que siempre sacaba jugo.

Agazapado en el cine, embebido en el fútbol comarcal y contando a favor con su austera forma de entender la vida, se las arregló bien mientras Almería fue un Hollywood de serie B, C y hasta Z. Cuando la televisión, el vídeo y los nuevos hábitos derivados del progreso económico mordieron con saña a las salas de exhibición, todo aquel tinglado de cartón piedra y mecanotubo comenzó a oxidarse. Entonces fue una víctima más. Como los especialistas, ayudantes de rodaje, domadores, transferistas, maquilladores, sastres y técnicos de atrezzo, tuvo que buscarse la vida. Los especialistas, al menos, al igual que los expertos en doma, podían seguir arañando el duro exhibiéndose ante puñados de turistas. Un indio no. Cualquiera podía hacer de piel roja para las cámaras de cuantos se hospedaran en Aguadulce, Cerrillos, o el Cabo de Gata. Bastaba un especialista recién incorporado de su caída, el carpintero, o el más torpe pinche de cocina. Entonces Amarilla estuvo vendiendo zapatos y libros para salir adelante.

En 2006, a sus 71 años, ejercía de utillero en el Club Comarca de Níjar. Vivía, incluso, en las dependencias del viejo campo de San Isidro, pese a que la directiva le había propuesto montar una casa prefabricada. «Es de agradecer -dijo-, pero me gusta vivir libre, en pleno campo. Me levanto a las 07,30, ando, corro, hago unos toques, me tomo un matecito. Soy feliz así. Luego cuido el material del club y estoy a disposición del equipo para lo que sea».

Su bonhomía tuvo premio. Al presidente del Níjar, Francisco Montoya, se le llenaba la boca al asegurar: «Nunca vi a nadie que recibiera más cestas de Navidad». Y el propio Amarilla apuntalaba: «Dirigentes del Oviedo de aquella época siguen invitándome a acercarme por la ciudad. Me pagan el avión y una semana de hotel a cuerpo de rey. Allí me adoran».

Florencio Amarilla, a diferencia de su compañero de ala en la selección paraguaya Jorge Lino Romero, no quiso buscar los dólares del por entonces rico fútbol profesional colombiano. Prefirió quedarse para siempre entre nosotros, como extremo de película. Si no en el más laudatorio sentido figurado, con letra de medio cuerpo en varios títulos de crédito.

Filmografía de Florencio Amarilla

AÑO TÍTULO DIRECTOR REPARTO
1970 «El Cóndor» J. Guillermin J. Brown y Lee Van Cleef
1971 «El oro de nadie» S. Wanamaker Yul Brynner, R. Crenna y Leonard Nimoy
1972 «Chato el apache» Michael Winner Charles Bronson y Jack Palance
1972 «Sol rojo» T. Young Ursula Andress, Alain Delon, Toshiro Mifune y Charles Bronson
1973 «Caballos salvajes» J. Sturges Charles Bronson, Jill Ireland y V. Van Patten
1984 «Yellow Hair & Pekos Kid» Matt Cimber Laurence Landon y Ken Roberson

 

Trayectoria deportiva en España de Amarilla

Florencio Amarilla Lacasa
Bogado 3-I-1935
Paraguay A
Oviedo 58-59 17 3
Oviedo 59-60 5
Oviedo 60-61 11 1
Elche 61-62 2 1
Mallorca 62-63
Constancia 63-64    
Hospitalet 64-65 12 3
Abarán 65-66    
Manchego 66-67    
Almería 67-68    
Almería 68-69    
Adra 69-70    
Adra 70-71 R    
Almería 71-72 R    

 




El futbolista que iluminó Nueva York

La vida de Pedro Patricio Escobal (24-VIII-1903), durísimo defensa del Real Madrid en los años heroicos, daría de sobra para una gran producción de Hollywood.

Logroñés de nacimiento, cuando sus estudios universitarios en la capital de España se lo permitían, reforzaba la defensa del Club Deportivo Logroño (antecedente del ya extinto Club Deportivo Logroñés), alineándose junto a su cuñado, el más tarde célebre galeno Ramón Castroviejo Briones. Ambos, por ejemplo, formaron en el equipo que inauguraría el viejo campo de Las Gaunas.

Pero su verdadero equipo era el Real Madrid, cuya defensa apuntalaba a partir de 1919 sin perder comba en la Escuela Central de Ingenieros. Amigo personal de Santiago Bernabeu y capitán sobre el campo en varias ocasiones, su juego práctico, poco dado a las exquisiteces, le permitió engrosar la selección nacional presente en los VIII Juegos Olímpicos celebrados en París, durante mayo de 1924. Pese a componer con Quesada una buena línea, no llegó a debutar en aquella Olimpiada, puesto que Vallana y Pasarín constituían un serio obstáculo.

Ya entonces, su hiperactividad no quedaba satisfecha con la doble función de estudiante y jugador. Afiliado a Izquierda Socialista, partido de Azaña, se empeñó en crear el primer sindicato de futbolistas españoles. Aunque el intento resultara vano en 1928, convulsa época de pistolerismo, represalias, ruido de sables y dolorosa inseguridad, aún volvería a la carga entre 1935 y 1936, proclamada la República, cuando ya ni siquiera vestía de corto. Había abandonado la entidad merengue en 1927, para ingresar en el Racing madrileño, con cuyo elenco pudo disfrutar en 2ª División del advenimiento del Campeonato Nacional de Liga. Nuevamente en el Madrid, disputó 4 partidos de Liga le edición 1930-31 y colgó las botas en el Nacional.

Concluida la carrera universitaria, obtuvo plaza de ingeniero en el ayuntamiento logroñés. Poco pudo deleitarse con su nuevo estatus, porque en 1934, tras la revuelta socialista de Asturias, fue destituido sin formársele expediente. De regreso a Madrid, sus numerosos contactos le sirvieron para ingresar en una compañía privada hasta que en 1936, tras la victoria electoral del Frente Popular, pocos días antes de estallar el Movimiento, decidiera volver a la capital riojana con el propósito de recuperar su puesto en el Ayuntamiento. Estaba marcado por su militancia izquierdista y, consecuentemente, fue detenido el 22 de julio, para ser interrogado. El Cine Avenida y el frontón Beti-Jai, convertidos en improvisadas prisiones, fueron sus siguientes escalas junto al Ebro.

Desde 1935 arrastraba las consecuencias de una seria infección, traducidas en intermitentes molestias de espalda. Las pésimas condiciones de su cautiverio no hicieron sino agravar el problema y con su posterior traslado a la Escuela Industrial, aún empeoraron las cosas. Por fin, a mediados de julio de 1937, fue enviado al Hospital Provincial, diagnosticándosele un avanzado proceso de mal de Pott, especie de tuberculosis ósea, gracias a la cual acabaron conduciéndolo a Pedernales, Vizcaya, junto a la Ría de Guernica, actual reserva de la biosfera. Apenas pudo disfrutar de tan idílico paraje, puesto que permaneció año y medio inmovilizado en el lecho y algo más de un año en larguísimo proceso de recuperación. Tiempo de sobra para que su familia removiese influencias, no en vano había sido condenado a 30 años de cárcel y esquivado el fusilamiento hasta en 4 ocasiones.

Unos tíos de su esposa, Teresa Castroviejo, residentes en Buenos Aires, poseían en Logroño la casa que sirviera de alojamiento al alto mando italiano. Gracias a ello mantenían buenas relaciones con el ejército victorioso, especialmente con el general Gámbara, por cuya mediación lograron el sobreseimiento de la causa, condición imprescindible para una posterior salida de España. Así pudo partir, el 15 de junio de 1940, rumbo a Cuba y los Estados Unidos. Como tantos otros compatriotas, se fue prácticamente sin nada; con dos maletas, mucho miedo y el peso de los recuerdos. Costaba reconocer en aquel hombre acodado sobre la cubierta del «Magallanes», en el joven aprisionado bajó el corsé de celuloide que para moverse precisaba de un grueso bastón, el rostro demacrado del guapo madrileño a quien todos apodaban «Fakir». Ya no era el chuleta de los bailes elegantes, las francachelas y la aventura ruin, tirando a golfa. Poco tenía que ver con quien acabase en comisaría aquella noche, tras abofetear a una mujer casada con la que mantenía relaciones sentimentales, luego de oírla que únicamente se acostaba con él para averiguar a qué sabía un futbolista. La amargura suele volver humanos a los mejor plantados dioses del Olimpo, y a él le sobraban hiel y dolor.

En los Estados Unidos le esperaba su cuñado Ramón. Establecido inicialmente en Cleveland, Ohio, más tarde habría de reunirse con su hermano en Nueva York, donde durante 15 años trataría de sacar adelante sin mucho éxito un negocio propio. Cansado de tanta lucha estéril, se colocó en el bureau del Gas y Electricidad de New York, llegando a ingeniero jefe. Ostentaba ese cargo cuando se abordaron las obras para el alumbrado de Queens, el más extenso barrio de la emblemática ciudad, por lo que no resulta exagerado asegurar que llenó de luz la margen del East River, entre los límites de Brooklin, el Astoria Park, Little Neck y los cayos de Jamaica Bay. También, porque la vida tiene esas cosas, seguía siendo ingeniero jefe durante el célebre y nunca bien explicado apagón de los años 60.

Muchas de sus vicisitudes durante la Guerra Civil, que él vivió encerrado, quiso reflejarlas en un libro de memorias titulado «Las Sacas», publicado en Nueva York durante 1974, una vez fallecida su madre, que al no aclimatarse a la vida neoyorquina debió regresar a  Logroño. El miedo a las represalias, ese mal enemigo que tanto cuesta expulsar de las entrañas, le aconsejó no tentar a la suerte.

Patricio Escobal regresó a Logroño, de visita, en 1978, y aún volvió en 1982, con ocasión del Mundial de Fútbol disputado en nuestro suelo. Apenas si pudo reconocerse en la antigua capital, que ya había desbordado la calle Portales, el Espolón y la Gran Vía, extendiéndose hacia el vetusto Las Gaunas, escenario de sus primeras patadas. El viejo futbolista falleció en Nueva York, a los 99 años, hace ahora 7 inviernos, muy satisfecho de sí mismo. Su hijo Pedro Ramón, logroñés nacido en la calle Bretón de los Herreros, fue destacado ingeniero en la NASA, inventor de un sistema para calcular el amerizaje de las cápsulas espaciales con un margen de error próximo a los 500 metros. No jugó al fútbol, pero de casta le venía aportar luz a la ciencia.




El canario que aguó la presentación de Di Stéfano

Aunque fueron numerosos los futbolistas canarios que desde los años 20 engrosaron clubes peninsulares, no es menos cierto que el deporte isleño vivía una especie de independencia con relación al resto del país. La lejanía geográfica, los paupérrimos medios de transporte y el elevado coste económico que representaban los traslados entre la metrópoli y Las Palmas o Santa Cruz de Tenerife, aconsejaron la creación de una liga regional. Habría de esperarse hasta 1950 para que la recién nacida Unión Deportiva Las Palmas -por fusión de cuatro sociedades históricas-, ganase el derecho a participar en 2ª División. Consecuentemente, esa ausencia de clubes canarios en nuestras dos categorías profesionales, acabó pasando factura en forma de agudo desconocimiento mutuo. Un desconocimiento, por cierto, extensible a casi todos los ámbitos de la vida.

Dan fe de ello las descripciones que la popular novelista Anita Serrano Rodríguez hacía   sobre Gran Canaria en su novela «Herencia de amor», aparecida en agosto de 1954. Una muestra de su página 39 resultará suficiente:

«La hermosa finca de Las Morenas no sólo era una mansión de lujo y recreo, sino una propiedad productiva, donde, además de las cosechas de cereales y plátanos que, aprovechando el paso de un riachuelo que permitía con gran facilidad verificar los riegos, había mandado plantar don Alfonso, poseía extenso olivar, algo de monte y una bien poblada ganadería de vacas suizas, con modernísima instalación de maquinaria para la esterilización de la leche, que, después, era vendida en los mercados mundiales en botellas especiales».

Pasando de largo sobre tan pedestre construcción literaria, resulta obvio que la autora, con varios títulos más a su espalda, no había visto las Canarias ni en foto, y que para documentarse pudo haber manejado folletos turísticos de la Suiza grisona. Poco importaba, puesto que el español de la época apenas podía viajar. Bastante hacía sobreviviendo a una posguerra tan dura como interminable. Por todo ello, el archipiélago canario podía ser como la mente de cada cual quisiera proponerlo. Para Anita Serrano Rodríguez no sólo era una especie de Suiza cerealera y con olivos, sino tierra poblada de nigromantes, según relataba en la página 78 del mismo ejemplar.

 La realidad canaria a principios de los 50 del pasado siglo, empero, estaba harto alejada de la leche pasterizada. Por las dos capitales, conglomerado de coloristas construcciones bajas denominadas terreras, no resultaba raro ver la ronda del cabrero, ordeñando a sus animales ante la clientela,  en los mismísimos porches.

Bajo ese prisma ha de entenderse el testimonio del goleador amarillo Sinforiano Padrón. Corría el 28 de mayo de 1950 y la Unión Deportiva acudió a Murcia para disputar un decisivo choque de promoción a 2ª. Tan pronto se detuvo el autocar que los conducía desde el hotel a las inmediaciones del estadio, la muchedumbre arremolinada en derredor de las taquillas comenzó a gritar «¡Los canarios!. ¡Llegan los canarios!». Dubitativos, comenzaron a descender, sin descartar alguna posible agresión. Pero el comportamiento de los murcianos no podía ser más pacífico. En lugar de enojo, sus rostros reflejaban asombro e incredulidad. Por fin alguien tradujo en palabras la decepción general. «Pero, ¿cómo es posible?. Vienen de las Islas Canarias y son blancos. ¡Todos blancos!».

Entre los componentes de aquel equipo se hallaban Cástor Elzo, durante mucho tiempo el más viajero de la 1ª División, al haber militado en 7 clubes diferentes, y Tacoronte, cuyas andanzas requieren atención.

 Juan González Tacoronte (Las Palmas, 2 de junio de 1927), no sólo fue un delantero corpulento, luchador, bien dotado para el remate de cabeza y con aceptable dominio del balón, sino protagonista de algunas excelentes anécdotas.

Formado en un equipo playero llamado Ribalta, pasó a los clubes Gran Canaria y Victoria, con cuyo presidente, hombre convencido de poder traspasarlo al Barcelona no tardando mucho, pactó la ficha más alta satisfecha hasta entonces en la entidad. Gracias a esa ficha compraría una casa en el barrio de las Alcaravaneras, donde residió algún tiempo. La constitución de la Unión Deportiva Las Palmas le sorprendió probando en varios clubes peninsulares, sin que su fuerza y brega llegasen a convencer. Ya amarillo, rompió defensas contrarias hasta aupar a los recién nacidos a la máxima categoría. El 13 de octubre de 1952 era traspasado al Zaragoza, donde sin embargo no permanecería mucho tiempo. Su siguiente club fue el Nancy francés. No cabe decir que triunfara, puesto que en el campeonato galo redujo su habitual registro goleador hasta 3 tantos en 18 encuentros. Y sin embargo con aquella camiseta tocó el cielo, siquiera por una vez.

Fue cuando acudió con el Nancy al estadio Santiago Bernabeu, para disputar contra los merengues el partido donde presentaban al gran Alfredo Di Stéfano. Si todavía necesitaba consagrarse por nuestros pagos, aprovechó bien la oportunidad, puesto que los blancos salieron humillados con un contundente 1-4. Tacoronte firmó tres goles y anonadó de tal modo al graderío, que la crónica de «Marca» no se anduvo con rodeos: «Hemos venido a ver el debut de Alfredo Di Stéfano y lo que en realidad hemos visto es a un genial delantero centro canario llamado Tacoronte».

Tras aguar la fiesta blanca y sembrar dudas en torno el astro argentino, los cazatalentos comenzaron a merodear, para beneficio del club francés. Fue el Marqués de la Florida quien finalmente, con algo de anticipación y bastante dinero, pudo llevárselo al Atlético de Madrid. Ya no volvió a repetir tardes tan gloriosas. Iba bien de cabeza, se fajaba con los defensas, pero de ahí a brillar nuevamente con luz propia… Di Stéfano acaudillaba al mejor Real Madrid de la historia, cuajando como el mejor futbolista de la época, en tanto él menguaba, a medida que disminuían sus prestaciones físicas. Aún habría de cambiar la camiseta colchonera por el listado blanquinegro del Badajoz, en cuya ciudad contrajo matrimonio y puso fin a su andadura deportiva. Era aquel un equipo bautizado como «Los diez mantas y un brasero», aludiendo a la cortedad de su plantilla, en consonancia con la precariedad de medios económicos, la justita calidad media y el brillo de sus goles. Un equipo que mientras fue respetado por las lesiones ocupó puestos cabeceros de 2ª División, para sorpresa general.

De las anécdotas anteriormente aludidas, probablemente no haya otra como la fechada en Cartagena, durante y después del partido que supusiera el debut canario en 2ª División.

Fajador tenaz, conforme se ha dicho, padeció aquella tarde numerosas entradas de la defensa departamental sin que el árbitro, caserísimo, se diera por aludido. A medida que avanzaban las agujas del reloj y se endurecía el lance, iba agotándosele la paciencia. Tacoronte, al fin, hincado de rodillas y mirando al cielo con las manos unidas, lanzó todo tipo de maldiciones, juramentos e improperios. Concluido el encuentro con tanteo favorable a los debutantes por 2-4, se presentaron en la estación ferroviaria varios sacerdotes que preguntaban por su paradero. Ante la extrañeza de entrenador y directivos expedicionarios, fue persuadido a salir del tren. Entonces los sacerdotes corrieron para abrazarle efusivamente, alborozados. «¡Usted es un santo!», clamaban. «¡Un auténtico santo!». Futbolistas, directivos y demás viajeros, no salían de su perplejidad. Cuando Tacoronte pudo encontrar palabras entre tanta turbación, los curas se explicaron: «Creemos que a usted se le debe proclamar santo porque a pesar del castigo infligido por los contrarios, se puso de rodillas y rogó a Dios por esos jugadores que no sabían lo que hacían». Al arrancar el tren y con el grupo de sacerdotes despidiéndoles bajo la marquesina, el sorpresón se tradujo en chirigota, multiplicada aún en el hotel cuando el propio Tacoronte se hizo con la sotana del capellán canario Juan Nuez y, vistiéndola, inició un solemne paseo por el comedor, trazando la señal de la cruz.

Patético reflejo de aquellos años empapados en moralina, fervor amachimbrado y milagrería, sólo comprensible desde la perspectiva nacional-católica cuyo máximo exponente habría ser el Congreso Eucarístico barcelonés. Un Congreso, por cierto, que si el No-Do calificó ampulosamente como magno acontecimiento cristiano, para el vulgo habría de ser, no sin cierta carga irreverente, la «Olimpiada de la Hostia».

Tacoronte, el canario que aguara la presentación de «La Saeta Rubia», olorosa flor de un día, se establecido en la capital de España como topógrafo, tras colgar las botas. Falleció el 6 de agosto de 1994, sin olvidar nunca la primera plana del «Marca» y su inmensa sorpresa en la estación ferroviaria de Cartagena.




El récord de Torregrosa

José Torregrosa protagonizó una carrera deportiva plagada de éxitos. En su palmarés figuran un Campeonato de Liga, un Subcampeonato de la Copa de España, y siete Campeonatos Regionales (cinco de ellos con otros tantos clubes diferentes).

José Torregrosa Torregrosa nació en Alicante el 21 de diciembre de 1904. A los 15 años comenzó a jugar como extremo derecho en el Sporting, un equipo formado por los alumnos del Colegio Salesianos. En 1920 pasó a formar parte del Hércules, que en aquel momento era uno de los muchos clubes que existían en Alicante a la sombra del Natación, el gran equipo de la ciudad. En una ocasión se vio obligado a sustituir en la defensa a su compañero Vinata por indisposición de éste. Desde entonces Torregrosa ocuparía esta demarcación.

El Hércules derrotó por 6-0 al Bellas Artes en un partido amistoso disputado en los primeros meses del año 1921. Unos días después, Emilio Costa, presidente del Bellas Artes, convenció a seis jugadores herculanos, entre ellos Torregrosa, para que se incorporaran a su equipo. Costa tenía en mente un proyecto ambicioso para que el Bellas Artes se disputara con el Natación la supremacía del fútbol alicantino. De este modo en el verano de 1921 el Círculo de Bellas Artes inauguró un nuevo campo de fútbol «El Parque de Deportes». El 14 de septiembre el Bellas Artes, con Torregrosa en su alineación, demostró su potencial derrotando por 4-1 al Valencia.

elogios_de_ricardo_zamora_a_torregrosaEn la primavera de 1923 Ricardo Zamora fue contratado por el Natación para disputar dos partidos contra el Racing de Madrid los días 8 y 9 de abril. A su llegada a Alicante fue invitado a ver un partido del Bellas Artes. El portero catalán quedó gratamente sorprendido por la actuación de Torregrosa, hasta el punto de que al final del encuentro le propuso que se alineara en las filas del Natación. El 9 de abril de 1923, atendiendo a una petición expresa de Zamora, Torregrosa jugó por primera vez con el Natación. A partir de entonces se convirtió en titular indiscutible en la zaga de este equipo.

Ricardo Zamora, impresionado por las cualidades de Torregrosa, logró convencerle para que marchara a Barcelona a disputar dos partidos de prueba con el Español. La junta directiva del Natación se opuso. Finalmente Torregrosa viajó a Barcelona, pero no jugó por temor a sufrir una importante sanción. Pese a que no se alineó con el Español fue inhabilitado durante un mes.

A la edad de 18 años, José Torregrosa ya estaba considerado como uno de los mejores defensas levantinos. De este modo en el otoño de 1923 fue convocado por los técnicos de la Selección Levantina (que estaba formada por los mejores jugadores de los equipos de las provincias de Castellón, Valencia, Alicante, Murcia y Albacete) para participar en las eliminatorias del Campeonato de España. El 11 de noviembre de 1923 formó parte de la alineación que se enfrentó a la Selección Sur. La eliminatoria, que se disputó a partido único en Sevilla, se decantó del lado de los locales que vencieron por 3-2.

torregrosa_vestido_de_calleEl 10 de febrero de 1924 Torregrosa logró su primer título oficial al proclamarse campeón de Levante con el Natación tras derrotar en el partido decisivo al Gimnástico de Valencia por 2-1. La crónica publicada el 11 de febrero en El Mundo Deportivo indica que «Torregrosa y Samper fueron los héroes de su bando y a ellos debe en gran parte el Alicante el título de campeón levantino.» Gracias a esta victoria el Natación se clasificó para disputar el Campeonato de España, en el que fue eliminado en cuartos de final por el Real Madrid. En el partido de ida los madridistas se impusieron por 4-0. La crónica que aparece en El Mundo Deportivo refleja que los dos mejores jugadores del equipo alicantino fueron sus dos defensas, en especial, Torregrosa.

José Torregrosa militó en el Natación durante tres temporadas. En septiembre de 1926 la Federación Valenciana excluyó de la competición al equipo alicantino tras un asunto turbulento. A consecuencia de ello los jugadores del Natación se vieron obligados a fichar por otros clubes. Torregrosa se decantó por la oferta del Levante de Valencia, equipo en el que militaría durante dos campañas. En la temporada 1927/28 el Levante se proclamó campeón regional tras derrotar por 2-1 al Valencia en la final disputada el 22 de enero en el Campo de la Cruz El gran rendimiento del trío defensivo levantinista fue decisivo para que su guardameta, José María Cabo, fuera contratado por el Real Madrid al término de la temporada.

En septiembre de 1928 Torregrosa fichó por el Castellón. El defensa alicantino también logró el campeonato regional con este equipo. En el partido decisivo disputado el 11 de noviembre el Castellón derrotó por 3-0 al Levante (uno de los goles fue conseguido por el propio Torregrosa). En el Campeonato de España de ese año el Castellón completó una de las mejores participaciones de toda su historia, siendo eliminado en cuartos de final por el Athlétic de Bilbao por un resultado global de 4-3.

Curiosamente, por segundo año consecutivo, el Real Madrid fichó al portero del campeón regional de la Federación Valenciana (en este caso el guardameta del Castellón, José Ramón Nebot). Asimismo, el equipo madridista también contrató a Torregrosa. El futbolista alicantino permaneció en las filas del Real Madrid durante tres temporadas (1929/30, 1930/1931 y 1931/1932). Durante estas campañas logró varios éxitos:

  • El Campeonato de Liga en la temporada 1931/1932.
  • El subcampeonato de la Copa de España en la temporada 1929/30 tras perder en la final disputada el 1 de junio de 1930 en Montjuic ante el Athlétic de Bilbao por 3-2.
  • Tres Campeonatos Regionales.

En 1930 Torregrosa recibió una oferta del Español. El equipo catalán ofreció 25.000 pesetas al Real Madrid por el traspaso del jugador y 8.000 pesetas al propio futbolista por su firma. La operación no se materializó por el interés del Real Madrid en seguir contando con los servicios del defensa alicantino.torregrosa_con_la_camiseta_del_hercules

En el verano de 1932 Torregrosa dio por concluida su etapa en el Real Madrid. Tras estudiar varias ofertas decidió regresar a su ciudad natal para fichar por el Hércules. En la temporada 1932/1933 el equipo alicantino logró el primer éxito importante de su historia al proclamarse campeón de la Federación Murciana. De este modo, José Torregrosa logró su sexto campeonato regional consecutivo, el cuarto con un club diferente.

A partir de 1934 comenzó a ausentarse de los terrenos de juego por distintas lesiones. Estos contratiempos determinaron que abandonara la disciplina del Hércules. En 1935 fichó por el Elche, equipo en el que permaneció durante un breve periodo de tiempo. En noviembre de este año el equipo ilicitano, afectado por graves problemas económicos, concedió la baja a todos los profesionales del equipo. No han trascendido más datos del historial deportivo de Torregrosa. Se desconoce si tomó la decisión de abandonar la práctica del fútbol por voluntad propia, o si lo hizo por el estallido de la Guerra Civil.

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El 11 de abril de 1943 se organizó un partido de homenaje a Torregrosa que enfrentó al Hércules y al Real Madrid. La crónica que aparece en El Mundo Deportivo demuestra que, al margen de su calidad como futbolista, Torregrosa se ganó una gran simpatía por su extraordinario carisma. Según recoge la citada crónica el campo de Bardín registró una de las mejores entradas de su historia “para corresponder con su presencia cotizante al veteranísimo defensa que supo llevar en triunfo al fútbol alicantino por esas tierras de España, a lo largo de su dilatada vida de profesional en activo”. José Torregrosa, a sus 38 años, defendió por última vez la camiseta del Hércules durante 30 minutos.

José Torregrosa fue uno de los jugadores levantinos más emblemáticos de las décadas de 1920 y 1930. A mediados de los años 20 la prensa alicantina pidió insistentemente su presencia en la Selección Española. Sus defensores argumentaban que tenía calidad para defender la camiseta nacional, pero que los seleccionadores no le tenían en cuenta porque militaba en clubes adscritos a la Federación Levantina (Federación Valenciana a partir de 1924). A nivel personal, tuvo el mérito de engrandecer el palmarés de muchos equipos. Su record de ganar el campeonato regional con cinco equipos diferentes, es admirable, teniendo en cuenta que varios de los clubes en los que militó no partían como favoritos para ganar esta competición.

Historial Deportivo

Temporada Club
1919/1920 Sporting (Colegio Salesianos de Alicante)
1920/1921 Hércules de Alicante
1921/1922 Bellas Artes de Alicante
1922/1923 Bellas Artes de Alicante
1923/1924 Natación de Alicante
1924/1925 Natación de Alicante
1925/1926 Natación de Alicante
1926/1927 Levante de Valencia
1927/1928 Levante de Valencia
1928/1929 Club Deportivo Castellón
1929/1930 Real Madrid
1930/1931 Real Madrid
1931/1932 Real Madrid
1932/1933 Hércules de Alicante
1933/1934 Hércules de Alicante
1934/1935 Hércules de Alicante
1935 Elche

José Torregrosa fue jugador de la Selección Levantina en el año 1923

Palmarés

Un Campeonato Nacional de Liga con el Real Madrid en la temporada 1931/1932
Un Subcampeonato de Copa de España con el Real Madrid en la temporada 1929/1930
Siete Campeonatos Regionales (Natación de Alicante 1924, Levante 1928, Castellón 1929, Real Madrid 1930-1931-1932 y Hércules 1933)



Cocineros antes que frailes

De un tiempo a esta parte resulta habitual escuchar durante las retransmisiones futbolísticas comentarios muy duros dirigidos al árbitro de turno. Del «No sabe, no tiene ni idea», se llega incluso al: «Eso sólo puede pitarlo quien no ha jugado nunca al fútbol», o: «Si es que no entienden de qué va esto». Sirvan las siguientes líneas para bucear en el pasado, repasando una época en la que no pocos futbolistas llevaban el silbato a sus labios tras colgar los borceguíes.

Bien mirada, poco tiene de ilógica semejante transformación. Si un ex futbolista puede seguir conectado al mundo del cuero ejerciendo funciones de entrenador o directivo, ¿por qué no iba a ser árbitro?. Así pensaron unos cuantos antaño.

Por ejemplo Ezequiel Montero (Madrid 1893), campeón de Castilla como corredor pedestre y recordman durante 3 años. Jugó en el Cardenal Cisneros y Real Sociedad Gimnástica Española, antes de ser fundador del Racing madrileño, hace casi cien años. A partir de 1912 se dedicó al arbitraje, alcanzando la categoría internacional. Como por esos tiempos arcaicos las gentes del fútbol solían ser hombres orquesta, la temporada 1926-27 se convirtió en seleccionador nacional. Presidente del Colegio Madrileño de Árbitros a partir de 1934, aún compaginó tanta actividad con su trabajo de maestro escolar, la representación comercial de «Casa Espuñes», conocida peletería, y hasta el puesto de jefe de personal en sus talleres.

Más conocido resulta el defensa derecho Pedro Vallana (Algorta, Vizcaya 1897), campeón de Copa con el Arenas guechotarra en 1919 e internacional en 12 ocasiones. Un gol suyo en propia puerta eliminó a España de la VII Olimpiada, sin que el hecho tuviese la repercusión de otros fallos históricos de nuestro fútbol, como el de Cardeñosa ante Brasil, sin ir más lejos. El advenimiento del Campeonato Nacional de Liga se produjo cuando sumaba 31 años, edad casi provecta para los usos deportivos de la época, por lo que sólo disputó la 1ª edición. Tan pronto se hubo retirado ejerció el arbitraje, a la par que entregaba excelentes artículos al diario bilbaíno Excelsior, titulados «Desde la salsa». En ellos daba su particular visión desde dentro del terreno, como hace hoy Pedro Horrillo sobre las carreras ciclistas en las páginas de El País. Medalla al Mérito Deportivo y nacionalista vasco a ultranza, pese a ser hijo de italiano y suiza, fue firme impulsor de la gira propagandístico-deportiva del Euskadi, combinado de jugadores vascos durante la Guerra Civil española. Su protagonismo en aquella azarosa aventura fue acentuándose a medida que aumentaban las dificultades de toda índole, llegando a usurpar las funciones encomendadas al acaudalado naviero Manuel de la Sota. Como muchos de sus componentes, se exilió en América, aprovechando el paraguas tendido por su hermano, afincado para entonces en Venezuela.  

Rafael Mª Moreno Aranzadi, «Pichichi» (Bilbao 1892), mito no sólo del Athletic sino de todo el fútbol nacional, prototipo de goleador, también tenía previsto dedicarse al arbitraje cuando la muerte le sorprendió, emboscada en unas fiebres tifoideas. Hijo de Joaquín Moreno, alcalde de Bilbao en los primeros años del siglo XX y sobrino de Miguel de Unamuno, padre literario de la «Generación del 98», fue internacional en los 5 primeros partidos de nuestra selección durante la Olimpiada de Amberes, en 1920, a la que, por cierto, a punto estuvo de no ir.

Mal estudiante en los Escolapios, cuando inició la carrera de Derecho en la Universidad de Deusto no aprobó ni una asignatura. Su padre, entonces, tiró de influencias para colocarlo en el Ayuntamiento, desde donde pasó al despacho de la por entonces poderosa chatarrería Merodio. Ya en tiempos de amateurismo puro y profesionalismo encubierto, ser futbolista tenía sus ventajas, y «Pichichi» las aprovechó en 1919 para casarse con la sobrina de su patrón. Como entre boda y viaje de novios llevaba un mes sin entrenar, pensó no debía formar parte de la expedición olímpica. Con 27 años cumplidos parecía haber pasado el mejor momento, pero aún así su concurso se estimó tan imprescindible que el señor Argüello acabó introducirlo en el tren, rumbo a Amberes. El resto es bien sabido. Allí nacería «la furia», nombre con que aún se conoce a nuestra selección por casi toda América, Sabino pasó el balón a Belause para que arrollase a los suizos, «Pichichi» anotó un gol frente a Holanda y todos regresaron con la medalla de plata. Sin  embargo a partir de 1920 el público de San Mamés se revolvió contra su mito. Bastaba cualquier fallo para que estallasen los gritos de «¡Fuera, fuera!» y el menor síntoma de flaqueza dispara cánticos de «¡Viejo, estás acabado!». La injusticia siempre ha vivido enquistada en el fútbol. Sin embargo cuando expiró el 1 de marzo de 1922, tras cinco días de enfermedad, su sepelio constituyó una imponente manifestación de duelo, paralizando todo Bilbao.

Un busto de Quintín de la Torre honra su memoria en San Mamés desde diciembre de 1926 y aún hoy, cuando los equipos visitan por primera vez «La catedral», mantienen viva una tradición de 80 años, depositando su ofrenda floral. A partir de 1953, un trofeo con su nombre instituido por los diarios Arriba y Marca, premia al máximo goleador del Campeonato Nacional de Liga.

Quien sí pudo ser árbitro a partir de 1935 fue el medio centro Manuel Ocaña (Sevilla 1901). Formado en el club hispalense, saltó al Betis para la temporada 1919-20, tras un enfrentamiento con el directivo blanco Francisco Alba. Cuando las aguas volvieron a su cauce regresó a la entidad sevillista, para colgar las botas recién iniciado el Campeonato Nacional de Liga, en el que por razones de edad no llegó a debutar, siquiera. Como el gusanillo parecía tirarle aún, se dejó convencer para vestir de corto otra vez la temporada 1932-33, en el Racing Cordobés. Luego ejercería de árbitro hasta 1942, mientras trabajaba en la fábrica cervecera Cruz Campo, y andado el tiempo llegaría a presidente del Colegio Andaluz de Árbitros.

Se le anticipó un poco en tareas arbitrales el guardameta Joaquín Pascual (Madrid 1900), con militancia en el Cardenal Cisneros, Racing de Madrid entre 1915 y 1921, Barcelona hasta 1924 y Tenerife la temporada 1924-25. A partir esa campaña ejerció no sólo como entrenador, sino también de árbitro. Por si algo le faltaba, acabó presidiendo la Federación Canaria de Fútbol.

El primer «Pichichi» de nuestra Liga, Paco Bienzobas (San Sebastián 1909), también quiso saber qué se sentía arbitrando. Internacional en 2 ocasiones y autor del primer gol de la Real Sociedad en el Campeonato liguero, tuvo igualmente el honor de inscribir su apellido con letras de oro en la historia de Osasuna, al marcar el primer tanto rojillo en la máxima categoría (temporada 1935-36). Extremo con mucha facilidad rematadora, afirmaba haber fallado un solo penalti durante toda su carrera, entre 75 lanzamientos. En diciembre de 1935, con 26 años largos, aprobó unas posiciones para guardia municipal de San Sebastián, pese a lo cual continuó jugando en Osasuna. Al concluir esa temporada, la Guerra Civil echó a pique su puesto de trabajo, por lo que en 1940, mientras seguía corriendo la banda de Atocha, rescatada del armario la camiseta donostiarra, ejercía como empleado en la fábrica de tabacos de esa capital. Retirado en 1942, para el año siguiente actuaba ya como juez de línea y árbitro, alcanzando como tal la 1ª División en 1947-48.

Francisco Clemente González, para el fútbol «Telete» (Deusto, Vizcaya, 1905), llenó toda una época en la Gimnástica de Torrelavega (1924 a 1930) y Racing de Santander (1930 hasta 1941, con breve paso por Murcia la temporada 1934-35), fue pretendido por el At Madrid y el Athletic bilbaíno y no llegó a debutar como internacional en 1927 frente a Suiza, en Santander, porque el guardameta Ricardo Zamora, que era quien confeccionaba las alineaciones, según su propio testimonio, prefirió aquella tarde a Galatas. Conocido por su pequeña estatura como «El Ardilla», tras colgar las botas estuvo entrenando a infantiles, al tiempo que actuaba como árbitro y juez de línea en 1ª División, sin descuidar su trabajo en la Sociedad Española de Oxígeno, radicada en Santander.

Menos renombre futbolístico alcanzó el sevillano Manuel Ruiz, a quien en su barrio de Macarena conocían por «El Calentero», al trabajar en un puesto de «calentitos», denominación otorgada a los churros en la ciudad de La Giralda. En su caso, tras buscar el gol con las camisetas del Calavera, Betis y Olímpica Jiennense, descolgó el silbato.

El defensa José González Echeverría, más conocido por «Terrible» durante su militancia en el Vasconia de San Sebastián y Osasuna (1939-41), por su particular modo de concebir la tarea destructora, llegó a conquistar la escarapela internacional como árbitro. Ello no le impidió protagonizar algún hecho por demás pintoresco, mientras hacía méritos camino de la 1ª División, según recuerdan todavía por Rentería algunos viejos aficionados. Y es que terrible resultó su arbitraje, saldado con 5 expulsiones del Touring, 2 del C.E.S. y un tanteo favorable a los visitantes por 0-2. Tanto escoció su arbitraje que por Rentería se repartieron pasquines con los siguientes ripios:

El Colegio de Árbitros Guipuzcoano

tiene en su seno a una calamidad

dicen que Terrible tiene de apodo y claro que es terrible de verdad.

¡Qué vergüenza y qué rabia nos da

que mantenga la Federación

colegiados tunantes como ése, por eso el Touring tuvo su sanción!.

Lo que no pudo el Beasáin en Sempere

y menos el Añorga en Michelín

lo pudo el señor Terrible en Larzábal

Pero sin duda el más pintoresco de los futbolistas árbitros habrá sido el también defensa a la antigua usanza, de patadón sin contemplaciones, Antonio Navarro Cardoso (Cádiz 1924). Tras pasar por el club de su localidad natal, San Fernando, Xerez, Mallorca y Gimnástico de Tarragona, se afincó en la capital mediterránea con su retirada en 1955, convertido en árbitro de categoría Regional y guitarrista en cuadros flamencos.

El más famoso, sin duda, fue José Plaza (Salamanca 1919). Y no por sus actuaciones en el Pardiñas, Imperio de Madrid (1943 hasta 1946) o Plus Ultra (1946-47), sino porque tras iniciarse como hombre de negro la temporada 1948-49 alcanzó la 1ª División en 1958, el internacionalato en 1964, dos años antes de su retirada, y la presidencia del Comité de Árbitros en 1968, ocupando la FEF el también antiguo futbolista José Luis Costa. En 1970 presentó su dimisión como protesta por el linchamiento moral de que fuese objeto el guipuzcoano Guruceta, luego de su famoso penalti contra el Barcelona en el Camp Nou, y al llegar a la poltrona federativa Pablo Porta volvió a presidir el Comité. En él se mantuvo, con el apoyo arbitral y contra viento y marea, pese a los furibundos ataques lanzados por quienes veían en sus modos un estilo muy alejado de la ortodoxia democrática, hasta dimitir el 6 de mayo de 1990. Por cierto que era hermano del editor Germán Plaza, creador de Clíper, sello mítico de la literatura popular española, y artífice indiscutible de las ediciones de bolsillo en España, bajo el anagrama Plaza-Janés

El extremeño Antonio Camacho, guardameta del Cacereño y Xerez, en 2ª División, tuvo luces al convertirse en árbitro, puesto que llegó a internacional, y sombras muy densas, al ser descalificado de mala manera. Entre medias, el Xerez le hizo entrega de su insignia de oro, luego de conocer que bajo la camiseta arbitral acostumbraba a llevar una del Xerez Deportivo, en recuerdo de su paso por el club.

El escándalo de su inhabilitación tuvo lugar en 1976, tras destaparse un sonoro alboroto con la supuesta compra de varios partidos. Se dijo entonces que nunca hubo pruebas concluyentes, pero basándose en indicios, sospechas más o menos fundadas y testimonios relativamente fiables, purgaron Antonio Camacho y Antonio Rigo, ambos de 1ª División, y los colegiados de 2ª Pérez Quintas, Pascual Tejerina y Olasagasti. Los sobornos a que pudieron haberse avenido nada tenían que ver con mafias pronosticadoras, como ocurriría tiempo después en Italia o Alemania, sino con las necesidades perentorias de varios clubes. Sus secuelas, además, se hicieron sentir durante algún tiempo. En el pleno federativo de aquel año no faltaron presidentes dispuestos a seguir destapando inmundicia, cayera quien cayese. Sólo el señor Eguidazu, mandatario del Athletic, acertó a entonar una nota de cordura entre la cacofonía del hotel Meliá Madrid, afirmando sin tapujos: «Señores, cuando hay alguien que se vende siempre hay alguien que compra». Los propios árbitros, muy divididos, pues no en vano el principal acusador de Camacho había sido su compañero Medina Iglesias, acabaron formando una piña en torno a su presidente Plaza, como caravana de colonos ante el ataque sioux. Y por supuesto, nadie tiró de ninguna manta.

El último árbitro de elite con antecedentes de corto, excepción hecha del salmantino Ramos Marcos, quien no superó como futbolista la categoría Regional, fue el gijonés José Antonio Balsa Ron, guardameta en su tierra y en el Palencia desde 1959 hasta 1962 y nuevamente la temporada 1963-64. Y si bajo el marco no pudo dar el salto a 2ª División, como árbitro habría de llegar a la cúspide.

Hoy, habida cuenta de la enorme competencia existente en todos los ámbitos, incluido el mundo arbitral, y ante el hecho de que no puedan solaparse las licencias de futbolista y árbitro, es prácticamente imposible que un jugador, tras colgar las botas, pueda llegar muy lejos en su carrera de colegiado. Juega muy en su contra el establecimiento de una edad reglamentaria para la retirada y son demasiados los peldaños a escalar en tan breve tiempo. Pero llegados a este punto cabe preguntarse en qué benefició a los reseñados haber sido cocineros, antes que frailes. Pedro Escartín, Juan Gardeazábal, Ortiz de Mendíbil o Urízar Azpitarte, por reseñar algunos grandes de distintas épocas, jamás pasaron por la cocina. Y ello no fue óbice para convertirse en reputados árbitros. 




Estadísticas con historia: Pedro Bazán

Pedro Bazán Romero (La Algaba, Sevilla, 26-03-1925) llegó al CD Málaga en la temporada 1946-47 procedente de la Olímpica Jiennense de Tercera División. Aquella temporada el CD Málaga estaba marcado por una total irregularidad que le alejaba de los puestos de ascenso. Precisamente, al comenzar la segunda vuelta se introdujeron varias incorporaciones en el equipo. Entre ellas figuraba un joven interior derecha que estaba destacando en Jaén.

De estatura más bien pequeña, Bazán se caracterizó por ser un interior rápido, con un potente disparo desde fuera del área, así como una llegada muy efectiva en las jugadas de ataque. La mayoría de sus goles se marcaron desde media distancia. La mayoría de las veces era el encargado de lanzar los penaltys, aunque dejó de hacerlo tras fallar en una ocasión. Como buen goleador, también fue un buen oportunista dentro del área e incluso llegó a obtener algunos buenos remates con la cabeza.

Pedro Bazán debutó con el CD Málaga el 29 de diciembre de 1946 en La Rosaleda ante  el Real Zaragoza con un 0-0 que no alteraba la discreta marcha del equipo. Los malagueños clasificaban en décima posición, mientras que el Real Zaragoza estaba a tres puestos por detrás, es decir, penúltimos, pues aquel año la Segunda División constaba de un grupo único de 14 equipos.

En su primer partido ya destacó por su constante búsqueda de gol. Desplazó de la titularidad a Teo, en una tarde en la que el conjunto malagueño había cambiado a cuatro de sus cinco hombres de  ataque. Jugaron: Comas; Jimeno, Rafa; Paquirrini, Tellado, Lezama; Clemente, Bazán, Roldán, Ubis y Emilio.

Una jornada más tarde Bazán marcó su primer gol oficial con el CD Málaga. Un gol importante porque supuso la victoria 1-2, la primera a domicilio en la temporada, el 5 de enero de 1947 en El Collao, terreno del CD Alcoyano. Y, a su vez, a la semana siguiente, se estrenó ante su público, marcando un buen gol ante la Real Sociedad. El CD Málaga, al finalizar el campeonato se clasificó en novena posición.

La temporada 1947/48 era afrontada por el CD Málaga con ilusión y aspiraciones a las plazas de ascenso. Se mantenía el grupo único con 14 participantes, lo que daba buena idea de lo fuerte y duro que iba a ser el campeonato.

Y así fue. Al término de la primera vuelta cinco equipos pugnaban por las dos plazas de ascenso, los cuatro primeros separados por tan sólo dos puntos, mientras que el Club Ferrol, a cuatro del líder, el Real Valladolid, estaba un poco más descolgado. El CD Málaga iba el segundo con un punto por debajo del primero y uno por delante de RC Deportivo y del Hércules CF empatados en tercera posición.

Precisamente la segunda vuelta se abría con dos enfrentamiento entre rivales directos: Real Valladolid-Club Ferrol y CD Málaga-Hércules CF. Mientras que en el primer partido el favorito era el Real Valladolid, en el segundo no estaba tan claro, si bien, el CD Málaga tenía mayor necesidad de victoria. El choque entre ambos conjuntos en la primera vuelta se había saldado con un rotundo 3-0 a favor de los alicantinos, lo que les permitía tener el empate como un resultado aceptable.

Nadie podía suponer que esa tarde iba a ser histórica para el fútbol español. El CD Málaga derrotó al Hércules CF por 9-2 y hubo un protagonista destacado.

BAZÁN

BAZÁN

 

El 4 de enero de 1948, con La Rosaleda llena totalmente y a las órdenes de Mazagatos formaron los dos equipos:

CD Málaga: Comas; Jimeno, Maciá; Laborda, Sagrado, Lezama; Azcúe, Bazán, Roldán, Teo y Emilio.

Hércules CF: Cosme; Soto, Llorca; Ernesto, Robles, Carreño; Mena, Pina, Calsita, Montagut y Ruiz.

Los goles:

1-0 (9′) Un pase de Roldán a Emilio, con cento de éste, permite a Bazán rapidísimo inaugurar el marcador.

2-0 (13′) Centro de Azcúe y remate de Bazán.

3-0 (48′) Corner. El balón llega a Roldán y éste, templado, pasa a Bazán, quien a placer aumenta la diferencia en el marcador.

4-0 (51′) Sagrado pasa a Azcúe, éste corre bien la línea, centra y Bazán, de otro gran chut, marca el cuarto tanto.

4-1 (54′) Barullo ante la meta malagueña y Pina aprovecha para marcar el primer gol de los alicantinos.

5-1 (64′) Tras una falta contra el Hércules, Teo recoge el balón, pasa a Bazán y éste de un gran tiro consigue el quinto gol.

6-1 (69′) Emilio se interna, cruza a Roldán quien a su vez pasa a Bazán y éste, de nuevo clava el balón en la red visitante.

7-1 (75′) Bazán lanza un penalty de forma potentísima y aunque el portero roza la pelota, ésta llega hasta la red.

8-1 (79′) Tras una gran jugada malagueña, centra Emilio y Bazán se hace con la pelota, avanza muy veloz y y marca el octavo tanto.

8-2 (81′) Un ataque de la delantera herculana trae el peligro sobre la puerta local en la que Lezama, por querer enviar el balón a corner lo mete en su puerta.

9-2 (83′) Avance del Málaga, Bazán recibe la pelota, avanza y de tiro cruzado bate por novena vez la portería herculana.

Cuentan las crónicas que el Hércules se resintió por la lesión de su delantero centro, Calsita, en un encontronazo con el defensa Jimeno a los dos mintuos. Aunque regresó al terreno a los diez minutos ya no participó en el juego de su equipo. Con todo, también se resalta la capacidad de lucha de los alicantinos que dieron la cara a lo largo de los 90 minutos. Como suele ser usual en estos casos, el mejor hombre del equipo visitante fue el guardameta, que pese a los goles recibidos, hizo meritorias paradas.

Del CD Málaga se destaca el juego arrollador que elevó el marcador a un tanteo escandaloso. De Bazán, al que el público ovacionó tras su octavo gol con un flamear de pañuelos que coloreó toda La Rosaleda, la crónica de Marca dice que tuvo en sus pies una verdadera ametralladora frente a la puerta visitante.

El propio diario Marca en su número del 8 de enero de 1948 insertó este comentario

titulo1titulo2Ha bastado un solo encuentro para que un jugador, hasta ahora poco menos que desconocido del gran público futbolístico, adquiera una enorme popularidad en toda España. Bazán, el interior derecho del Málaga, es ese jugador, al que ahora elogiarán algunos, acaso con exceso, en tanto que otros negarán la extraordinaria valía del pequeño delantero andaluz. Se le discutirá, en una palabra, lo que supone que le serán abiertas las puertas de la fama.Ciertamente, hay que reconocer que la hazaña del interior del Málaga no es cosa corriente. Tanto, que creemos no ha habido, en toda la historia del fútbol español, un caso semejante. No recordamos a jugador alguno que en un solo partido de torneo nacional se haya apuntado éxito igual.Hace uns meses, en partido de cuartos de final de la Copa, el Atlético de Bilbao conseguía nada menos que doce goles frente al Celta1. Y Gaínza, el extremo izquierdo de nuestra selección marcaba ocho de los doce. Se comentó elogiosamente lo que suponía un récord nacional, y se aseguró que pasaría mucho tiempo hasta que pudiera ser mejorada la marca.Bazán ha conseguido lo que parecía poco menos que imposible. Nueve goles ya supone mucho en el haber de un solo jugador; pero es más importante el número si se tiene en cuenta que Bazán marcó todos los goles de su equipo en el partido, lo que da mayor importancia al hecho.

Ya había clubs de Primera División que a principios de la temporada ofrecieron al sevillano -Bazán es paisano del Algabeño, y fue al Málaga hace poco más de un año procedente de la Olímpica Jiennense, adonde había ido después de actuar en el Cádiz-.

Ahora serán muchos más los que busquen la ficha del jugador, que naturalmente, se hará rogar antes de decidirse a firmar un nuevo contrato.

Mientras tanto el Málaga, que es en la actualidad el equipo que ha marcado más goles en la temporada, seguirá su marcha en el torneo de Liga, confiando en que tiene en su línea de ataque al máximo goleador de España. Al que, por otra parte, no le será fácil repetir tardes semejantes a la que comentamos, pues es de suponer que los defensas contrarios procurarán impedir que el interior de La Rosaleda encuentre ocasión de tirar a la puerta. Claro está que esto dará, en cambio, mayores oportunidades a sus compañeros de línea. Y, al fin y al cabo, el equipo no perderá nada con ello. Ni Bazán tampoco, pues ya ha logrado con esa monumental goleada la máxima popularidad y la seguridad de un excelente contrato.

1Se refiere al Atlético Bilbao-RC Celta 12-1 ida de cuartos de final del Campeonato de España – Copa del Generalísimo, disputado en San Mamés el 18 de mayo de 1947. Según la prensa nacional y la agencia de noticias Agustín Gaínza anotó ocho goles, pero la prensa regional le adjudica siete.

bazan2

Finalmente, el CD Málaga acabó clasificado en cuarta posición, puesto que no satisfizo a las aspiraciones del equipo.

Aunque sus nueve goles en un partido supuso su récord, no fue la única vez que Bazán marcaba una serie importante de goles en un partido. Esa misma temporada 1947/48 le había hecho 5 goles al CF Badalona, cifra que repitió años más tarde ante el CD Cartagena. También logró cuatro goles en un mismo partido dos veces más.

En Primera División, sin embargo, su cifra más alta no pasó de tres goles. La primera vez también fue una tarde memorable para su equipo, el CD Málaga, que venció por 6-0 al Real Madrid el 15 de marzo de 1953. Bazán consiguió sus tres goles en 11 minutos, los que van del 11′ al 22′ de la primera parte. La segunda, ya con el RC Deportivo, supuso su contribución al 4-0 que los coruñeses alcanzaron ante la Real Sociedad el 14 de cotubre de 1956.

Precisamente en Atocha, en la segunda vuelta de esa temporada, Bazán disputó su último partido de Liga, el 3 de febrero de 1957.

Pese a desarrollar su vida profesional sin entrar en las plantillas de los grandes, su capacidad goleadora le convirtió en una especie de mito. De hecho, Bazán disputó un partido con la selección española B -el primero de la historia que la Federación Española concertaba de dicha categoría-, pese a estar jugando en Segunda División, compartiendo delantera con los impresionantes Basora, Pahíño, Igoa y Escudero.

La Coruña, Riazor, 20 de marzo de 1949España B, 5; Portugal B, 2España B (camiseta blanca, pantalón negro): Velasco; Casas, Curta (capitán), Gabriel Alonso; Ontoria, Mújica; Basora, Bazán, Pahíño, Igoa, Escudero (Muñoz 46′) <Seleccionador: Ricardo Zamora>.Portugal B (camiseta roja, pantalón azul): Capela (Sebastiao 70′); Figueiredo, Marques (capitán), Alberto; Rebelo (Serafim 46′), Nunes (Alfredo 46′); Lourenço, Vieira, Patalino, Calado, Bentes <Seleccionador: Augusto Silva>.Árbitro: L. Boes (Francia).Goles: 1-0 (7′) Ontoria. 1-1 (11′) Caiado. 2-1 (15′) Igoa. 3-1 (35′) Bazán. 4-1 (43′) Escudero. 5-1 (60′) Igoa de penalty. 5-2 (84′) Bentes.

Aquel día Bazán marcó un gol y pudo conseguir otro, pues fue el encargado de intentar transformar un penalty. Sobre el cuarto de hora de la segunda parte el árbitro sancionó con penalty una acción de la defensa portuguesa. Tras las protestas lusitanas, Bazán lanzó el balón alto, pero el árbitro ordenó la repetición pues el portero visitante se había adelantado antes del disparo. Se organizó un tumulto de protestas de nuevo y tras cinco minutos de interrupción se pudo repetir el lanzamiento. Esta vez fue Igoa el encargado de hacerlo y de transformarlo.

Sus números en la Liga española.

Club temp. Cat J G
Sevilla CF   am    
Sparta Sevilla   am    
Hércules de Cádiz 43-44    
SO Olímpica Jiennense 44-45    
SO Olímpica Jiennense 45-46    
SO Olímpica Jiennense 46-47    
CD Málaga 46-47 12 6
CD Málaga 47-48 26 29
CD Málaga 48-49 25 26
CD Málaga 49-50 16 6
CD Málaga 50-51 28 14
CD Málaga 51-52 27 26
CD Málaga 52-53 26 11
CD Málaga 53-54 27 16
RC Deportivo de La Coruña 54-55 27 13
RC Deportivo de La Coruña 55-56 15 10
RC Deportivo de La Coruña 56-57 8 5



Baremación de jugadores

quiniCon la finalidad de que aún sea más atractiva la Competición del Campeonato Nacional de Liga de Fútbol en 1ª y 2ª Divisiones, he conseguido elaborar una baremación de todos los jugadores que han intervenido en la Liga en ambas Divisiones, otorgando unas puntuaciones, teniendo en cuenta las jornadas que han sido titulares y los goles que han anotado de penalti o de jugada o bien encajado en propia puerta, en cada temporada. Actualmente dispongo de todas las puntuaciones de los jugadores de 1ª División, desde el inicio de la competición liguera, la temporada 28-29, y en avanzado estado de recopilación, las puntuaciones de los jugadores de 2ª División desde la temporada 68-69, que había un solo Grupo. Constituyen datos de mas de  10000 jugadores, en los que reflejo en su mayoría, además de su nombre y apellidos, lugar y fecha de nacimientos, trayectoria, temporadas que han sido titulares en el equipo (los 11 incluido el portero que más jornadas han disputado en la temporada), relaciones familiares de hermanos y de padres e hijos, así como los goles anotados y encajados.

Las puntuaciones que otorgo se basan en las siguientes consideraciones:

198 puntos por Equipo y Temporada en 1ª División, situándonos en la temporada 2008-09 se disputaron 38 jornadas que multiplicado por los 11 jugadores titulares suman 418 titulares por equipo, los 198 puntos divididos por 418 hacen un cociente de 0’47368 punto  que por exceso serían 0.474 punto, que son los que corresponde a cada jornada de titular. Así, si un jugador ha disputado 18 jornadas de titular su puntuación sería el resultado de multiplicar 0’47368 por 18 que constituirían 8’526 puntos en la temporada.

132 puntos por Equipo y Temporada en 2ª División, situándonos en la temporada 1995-96 en la que había 20 equipos, se disputaron 38 jornadas que multiplicado por los 11 jugadores titulares suman 418, los 132 puntos divididos por 418 hacen un cociente de 0’31578 punto que por exceso serían 0’316 punto, que son los que corresponden a cada jornada de titular. Así, si un jugador ha disputado 23 jornadas de titular su puntuación sería el resultado de multiplicar 0’31578 por 23 que constituirían 7’263 puntos en la temporada.

En las puntuaciones descritas anteriomente estriba la equiparidad que pretendo conceder a las puntuaciones de los jugadores, pues en las primeras temporadas había 10 equipos para ir aumentando a 12, 14, 16, 18 hasta los actuales 20 equipos que comprendió el Campeonato Nacional de Liga en 1ª División a partir de la temporada 1987-88, con el inciso de los 22 equipos de las temporadas 1995-96 y 1996-97.

1 punto y 0.65 punto por gol anotado en 1ª  y 2ª Divisiones respectivamente, que no sea de penalti, concedo más valor a los goles elaborados de jugada o de falta, es obvio que no existe equidad con la anotación de los goles en los jugadores, pues la mayoría de las veces los jugadores especialistas o los goleadores de los equipos son los encargados de materializar en gol los penaltis de los equipos, significando un gol más para el jugador y que a mi entender supone menos mérito con respecto al gol anotado en jugada o falta.

0.60 punto y 0.40 punto por gol anotado en 1ª y 2ª Divisiones de penalti. Le otorgo el 60% del gol anotado en jugada o falta, valoro la frialdad, la concentración, el toque y en la mayoría de las veces el acierto del que anota un gol de penalti. Hugo Sánchez, Penev y Koeman han sido unos consumados especialistas en los lanzamientos de penalti.

Y por último deduzco 0.40 punto y 0.25 punto por gol encajado en propia puerta en 1ª y 2ª Divisiones respectivamente. La mala fortuna del jugador penaliza a su propio equipo con un gol, por fallo en el despeje, rebote o cualquier infortunio imprevisto. A título significativo expreso como ejemplo al líder de la clasificación, Enrique Castro González «Quini» que en la jornada del día 25 de noviembre de 1979 correspondiente a la temporada 1979-80, en partido disputado en el Molinón frente al Real Madrid, encajó un gol al intentar despejar un balón que provenía de un lanzamiento de esquina y que anteriormente el jugador del Real Madrid García Hernández cabeceó en el primer palo en el minuto 31, significando el empate a 1 entre el Sporting de Gijón y el Real Madrid. La anécdota curiosa es que hubiese supuesto el título de Liga de la temporada 1979-80 para la Real Sociedad , si no hubiese encajado este gol fatídico el Sporting de Gijón, habrían quedado empatados a 52 puntos el Real Madrid y la Real Sociedad, pero por el cómputo particular de goles favorable a los donostierras, éstos hubiesen sido campeones de Liga en esta temporada.

Aparecen en los primeros puestos jugadores contrastados que han sido figuras indiscutibles en sus equipos y en la Selección Nacional, goleadores que en el Fútbol constituyen  «la salsa», el ingrediente que nos anima e incita a seguir disfrutando o sufriendo. Los jugadores que juegan en demarcaciones de porteros y defensas, generalmente tienen una vida deportiva más larga, es más fácil la contención que la creación y algunos jugadores con el devenir de las temporadas suelen modificar sus posiciones para jugar en puestos más retrasados, si no aparecen las temidas lesiones.

Teniendo en cuenta estas puntuaciones los jugadores que figuran en las treinta primeras posiciones incluida la temporada 2008-09, son los siguientes:

1.- Quini 11.- Gorostiza 21.- Mundo
2.- Raúl 12.- Gainza Ag. 22.- Butragueño
3.- César Rodríguez 13.- Pirri 23.- Herrerita
4.- Di Stéfano 14.- Hugo Sánchez 24.- Ansola Fdo.
5.- Zarra 15.- Epi 25.- Escudero
6.- Arza 16.- Bakero 26.- Adelardo
7.- Gento 17.- Hierro Fdo. 27.- Buyo
8.- Santillana 18.- Luis Aragonés 28.- Joaquín Alonso
9.- Pahiño 19.- Panizo 29.- Iriondo
10.- Roberto Fernández 20.- Amancio 30.- Loren Juarros

De los jugadores en activo de la temporada 2008-09 destacar a los siguientes con el número de posición que ocupan en la clasificación general.

2.- Raúl, 34.- Víctor Fernández, 51 Tamudo, 53 Eto’o, 67 Joseba Etxeberria, 97 David Villa, 156.- Moisés García, 187 Sergio González, 194 Salva Ballesta, 199 Rubén Baraja, 216 Gerardo García, 218 Quique Martín, 222 Morientes, 258 Munitis, 259 Casquero.

Si en el Baloncesto, Tenis y otros deportes aparecen estadísticas de los jugadores, en cuanto a canastas anotadas, rebotes, asistencias, personales,  tiros libres, etc., bien definidos, confiemos también en el Fútbol que acapara más espectadores,  resulte interesante incluir otros aspectos estadísticos que pretendan hacerlo más apasionante, para el aficionado y sobre todo para el propio jugador como elemento de estímulo y competencia.