Hace 100 años (sep-oct-nov 1910)

SEPTIEMBRE

– La Junta Directiva de la Sociedad Gimnástica Española de Madrid aprueba la creación de la sección de «foot-ball» cuya directiva queda compuesta de la siguiente forma:

Presidente: D. Joaquín Rodríguez;

Secretario y contador: D. Sócrates Quintana

Vocales: primero, D. José María Kindelán; segundo, D. Julio Barrena; D. Tomás González; cuarto, D. Francisco Baonza; quinto, D. Felipe Monis.

Cajero: D. Ramón Paz

– En Baeza acaba de contituirse una nueva sociedad futbolística. Al parecer no es la primera sociedad creada en la localidad

– En el Velódromo de la Ciudad Lineal de Madrid se inaugura la temporada futbolística en la capital con un encuentro entre dos improvisados clubes, Babylon FBC y Scayt FBC, «teams» formados por conocidos futbolistas del Español y la Gimnástica madrileños. En el descanso y al final del partido habrá pruebas ciclistas y pedestres. 2 a 0 venció el Scayt

– Barcelona – Escuadra Inglesa 2-5

– Elección de nueva Junta Directiva en el FC Barcelona. Queda compuesta de la siguiente forma:

Hans Gamper, presidente;

Joaquín Peris, vicepresidente;

Francisco Bru, secretario;

Carlos Comamala, vicesecretario;

Arturo Witty, tesorero;

Calvo y Sans, vocales

– En Valencia, en las fiestas de este mes, está prevista la celebración de partids de «foot-ball». A la llegada a puerto de un buque británico la prensa anuncia la aceptación de la marinería de un «match» solicitado por el Club Valencia

– En Ferrol, en la explanada de la futura estación, se ha celebrado un Concurso deportivo en el que entre otros ha habido la disputa de un partido de «foot-ball»

– También en la Academia de Artillería de Segovia se celebra una fiesta deportiva donde el «foot-ball» es uno de los protagonistas

– Francisco Baonza, directivo y jugador de la sección futbolística de la Gimnástica Española de Madrid vence en la carrera pedestre disputada en la fiesta de comienzo de temporada deportiva celebrada en el Velódromo de la Ciudad Lineal de Madrid

– Los coleccionistas de insignias ya debían existir por 1910. la Federación Catalana acuerdan en su reunión de junta directiva vender insignias de la misma al precio de dos pesetas y media

OCTUBRE

– Por la Copa Barcelona – París debían enfrentarse el Racing Club de Francia y los españoles Barcelona y Español. Al no comparecer el Racing la copa se la disputaron los clubes barceloneses quedando empatados en los dos primeros encuentros. Hizo falta un partido de desempate en que los culés vencieron por cuatro goles a cero a los pericos.

– En el campo bilbaíno de Lamiaco se ha disputado un partido entre los clubes Athletic Club local y el Santander venciendo los leones por siete goles a cero

– A Burdeos acudió el Irún Sporting para vencer por cuatro goles a cero al Stade Bordelais

– Ha sido inaugurado el nuevo terreno del Racing Club de Irún, Amute, enfrentándose al Athletic Club bilbaíno. Venció el Athletic por tres goles a uno

– En partido internacional amistoso se enfrentaron en Irún el Racing local frente al parisino, venciendo los irundarras por tres goles a dos. Al día siguiente se invirtió el marcador, venciendo los franceses por idéntico resultado

– Continuando con el festival futbolístico internacional irunés se enfrentaron el Burdigala – Tréfle á Quatre de Burdeos frente a un combinado del Racing Club venciendo los nuestros por tres goles a cero. Terminado este partido se disputó uno entre los socios del Casino presentándose 50 de ellos para formar los equipos, sorteándose para hacer los dos bandos que se vestirán de rojo y verde. Hay que dar a conocer que ninguno de ellos ha dado jamás un puntapié a un balón. Parece que ser que resultó muy divertido dadas las piruetas y cabriolas que se vieron obligados a realizar los jugadores. Finalmente venció el conjunto verde por tres goles a cero

NOVIEMBRE

– En Madrid, bajo la presidencia del Marqués de Casa Alta ha comenzado la Asamblea general para constituir la Federación Española de Clubs de «Foot-Ball».

– En Barcelona se han enfrentado el Barcelona y el equipo francés Stade Toulousin de Toulouse venciendo los españoles por ocho goles a uno

– El Barcelona gana la Copa España organizada por el club del mismo nombre

– El Badalona vence al Sabadell por tres a uno en partido final del Concurso del Congreso de la Tuberculosis

– Los clubes barceloneses Star y Universal acuerdan disolverse. El Salud y el Catalonia, en cambio, son admitidos a reingresar en la Federación Catalana y el Manresa FC como nueva institución

– Se ha elegido la nueva Junta Directiva del club Universitary de Barcelona quedando constituida por los siguientes señores:

Beltri, presidente;

Santacana, vicepresidente;

Doménech, secretario;

Alemany, vicesecretario;

Colomer, tesorero;

Damians, contador y

Pomés, jefe de material

– También el CD Español elige a su nueva junta directiva: Es esta:

Evelio Doncos, presidente y tesorero;

J. Crespo, vicepresidente;

R. Miquel, secretario

– El Barcelona y el equipo de los Estudiantes, conformado por elementos del Barcelona, Español y Universitary, se enfrentan venciendo los barcelonistas por cuatro goles a dos

– Acaba de adquirir el Español un nuevo terreno de juego. Este es el que está instalado en el Velódromo, donde se conservará la tribuna y los palcos

– El Centre Autonomista de Dependents de Barcelona obtiene un terreno de juego para la práctica del foot-ball y deportes gimnásticos que está situado en la calle Montaner, esquina a San sebastián, tras la Diagonal




Sobre el I Foro Félix Martialay

El pasado 21 de septiembre, sobre las 9 de la noche pusimos punto final al I Foro Félix Martialay que a lo largo de dos días intensos se había desarrollado en las dependencias del madrileño CEU San Pablo. Habían sido dos jornadas que nos llenaron de una gran satisfacción por varios motivos: la calidad de las charlas, la afluencia de público, la organización y la respuesta de los medios de comunicación. Era nuestra primera experiencia en este tipo de acontecimientos y habíamos no alcanzado nuestros objetivos, sino superado con creces.

A lo largo del foro muchas veces recordamos a Félix, pensando que su modestia y humildad le hubiesen llevado a rechazar esta propuesta. Y jugamos con ventaja, porque nos aprovechamos de que ya no podría oponerse. Y también, conociéndole como le conocíamos, sabíamos que él se iba a sentir muy contento con lo que en un principio se llegó a alcanzar: llevar el fútbol a la Universidad. Ése era uno de sus sueños y gracias a Víctor Martínez Patón, Félix fue el centro de un acto universitario alrededor del fútbol. Víctor nos lo recordó una y otra vez a lo largo de sus intervenciones, no por el protagonismo de Félix -que todos sabemos que hubiese rechazado cualquier tipo de reconocimiento público-, sino porque el fútbol había entrado por la puerta grande, porque se había demostrado que también de fútbol hablan los intelectuales.

Un buen día Víctor Martínez Patón me comentó su idea de organizar un acto, el que fuese, en reconocimiento de Félix. Entonces era una idea que había que ir dándole sentido, primero y cuerpo después. Meses más tarde, el trabajo inagotable de Víctor, sólo alimentado por su propio entusiasmo, hizo realidad el acontecimiento más importante que ha podido haber en la historia de CIHEFE. Por eso, insisto, sin Víctor no hubiese sido posible este foro.

Centrándonos en las distintas sesiones, las hubo de muy diversas naturalezas. El Foro comenzó con un plato fuerte impresionante: Gustavo Bueno y Jorge Valdano. Como fondo «Fútbol y Filosofía». Grande Gustavo Bueno, rompiendo prejuicios pseudointelectuales, desmenuzando los factores que permiten que el fútbol sea capaz de reunir miles de millones de espectadores en torno a un partido como puede ser la final de un mundial. Comedido y sencillo Jorge Valdano, resaltando aspectos más cercanos a su propia experiencia, proyectándolos hacia la trascendencia del juego.

Al día siguiente el debate en torno al Fútbol y la Memoria Histórica también fue rico y fluido. Muy buena la exposición de José Manuel Rodríguez Pardo sobre la definición del término «Memoria histórica» y su posible aplicación al fútbol. Vicente Martínez Calatrava se ciñó al rigor del dato y defendió la posibilidad de analizar el fútbol a partir de la propia naturaleza del juego. Iván Vélez resaltó la imposibilidad de separar la contextualización del hecho deportivo del entorno sociopolítico que lo alberga. Un debate amplio con intervenciones de los asistentes también con gran criterio.

Después vino la sesión más especial de toda la jornada. El verdadero homenaje a Félix Martialay. Teníamos la idea de centrar las intervenciones sobre la importancia del trabajo de Félix tanto por la amplia información que reunió a lo largo de su vida como la metodologóa que siguió para mantenerla actualizada en todos los campos. Entre los asistentes, junto a los miembros de CIHEFE, una representación de la familia creándose una atmósfera íntima que permitió que cada uno pudiese manifestar la relación personal con Félix. Honesto, apasionado de su trabajo, incansable, humilde, leal… todos reconocimos haber contraído una deuda insalvable con lo que nos transmitió igual como investigador que como persona. No me cabe duda que si grande ha sido el dolor de su pérdida, también es grande el consuelo de haber podido tenerlo como amigo durante todos estos años.

El martes por la tarde se reanudó el Foro con la conferencia de Eduardo Inda. CIHEFE ha de agradecer su presencia y el respaldo que Marca ha prestado al Foro en todo momento. Su exposición, correctamente documentada se centró en el uso que la política ha hecho del deporte en general y de manera más concreta, del fútbol. Resaltó que todos los regímenes, fuesen del sentido político que fuesen, aprovecharon el deporte para transmitir y divulgar su ideología y la imagen de un país. Eduardo Inda mostró estar muy a gusto y comentó de buena gana las cuestiones que el público, especialmente los estudiantes, le hicieron llegar a la mesa.

Y para finalizar, ciñéndonos al tema central del I Foro Félix Martialay, hicimos un repaso a la documentación que se tuvo en cuenta y se trabajó para emitir el informe sobre la Copa España Libre. Después de establecer los aspectos legales, tanto jurídicos como deportivos, se hizo una exposición pormenorizada del contexto histórico de las circunstancias que envolvieron entonces al fútbol nacional. No se puede aceptar más interpretación de la circular federativa del 3 de octubre de 1936 que la que dice el propio texto ni es una cuestión de voluntad política conceder un reconocimiento de forma gratuita a un torneo amistoso así concebido en el momento en que se disputó. Hubo una aceptación unánime entre los asistentes tras la exposición del informe de CIHEFE sobre este torneo.

Y tras repasar brevemente el desarrollo del I Foro Félix Martialay sólo me queda manifestar mi gran satisfacción personal, como presidente de esta entidad, por el grandísimo éxito que se ha alcanzado, felicitar de manera destacada a nuestro compañero Víctor Martínez Patón, verdadero motor de todo el entramado, por su constancia, eficaci y acierto en todas sus gestiones, además  de agradecer en nombre del propio CIHEFE al CEU San Pablo por la cesión de sus instalaciones así como a todos los asistentes, destacando los nombres de Gustavo Bueno, Jorge Valdano y Eduardo Inda, que creyeron en nuestro poryecto desde el primer momento y así lo demostraron con su asistencia totalmente desinteresada.




Ladran, luego cabalgamos

Desde luego, Félix nos habría dado una colleja a más de uno  de los que estuvimos allí presentes en representación del CIHEFE, de eso estoy absolutamente seguro (Víctor se habría llevado dos porque ha sido el alma máter del evento), pero es lo mínimo que podíamos poner de nuestra parte; no podíamos hacer otra cosa por aquel que ha sido y será el mejor historiador del fútbol español de todos los tiempos.

El Foro Félix Martialay ha sido un éxito, esa es la conclusión inmediata que se extrae de su recorrido en prensa, del número de asistentes y de la calidad de todos y cada uno de los ponentes que participaron en sus diversos debates. Debates amplios e intensos que han puesto de manifiesto la necesidad de seguir ahondando tanto en la historia de nuestro deporte rey como en sus entresijos y vericuetos más escondidos. Félix habría estado orgulloso y desde luego habría aportado ese punto de vista que hubiera puesto colofón a esos dos intensos y maravillosos días en los que el mismo tuvo lugar. Gustavo Bueno, Jorge Valdano y Eduardo Inda han sido los primeros grandes espadas de este foro, y pueden estar convencidos de que esto será una distinción honorífica que siempre irá con ellos y sabrán valorar en su justa medida. Será como haber asistido a una final épica en la que el Club de tus amores conquista el ansiado trofeo…podrán decir»yo estuve allí».

Félix no se arrugaba ante nadie, y defendía lo que creía con la pasión suficiente y con el triple de pruebas, infinitas; esto último era lo que le daba la distinción precisa para ganar todos los debates que se plantearan y se hubieran planteado. Era algo que exigía y valoraba en los que le rodeaban. De Félix pueden decir muchas cosas buenas, pero si hay un calificativo que lo pudiera definir y sobre la cual obtuvimos un total consenso es el de INTEGRIDAD. Y es precisamente integridad lo que ofrece nuestro Foro, el foro en recuerdo de la figura de Félix Martialay.

Pero el logro de Félix no se queda ahí; Félix ha logrado que los tambores de la historia del fútbol español suenen y retumben con fuerza; porque su ejército, sus chicos, avanzan inexorables hacia la conquista de otros lares y otras batallas. Un foro que es un punto de partida y que ha venido para quedarse, para hacer precisamente historia y para congregar en el futuro a los mejores y mayores exponentes de nuestro fútbol.

Durante el recorrido del CIHEFE en los últimos años se han alzado voces discrepantes; algunas más locuaces que otras, recordemos el último asunto sobre la Copa del Levante, que nunca han bloqueado nuestro afán por seguir avanzando para aportar luz sobre la historia del fútbol nacional. Como bien dice nuestro presidente D. José Del Olmo, algunos ladran contra el CIHEFE, y eso significa que inexorablemente se avanza. No puedo estar más de acuerdo con estas palabras.

Yo tuve la suerte de estar en el primer foro Félix Martialay, y tuve el honor, inmerecido desde luego, de participar en el coloquio sobre la figura del hombre que más me ha enseñado en menos tiempo. Es algo que llevaré por bandera, llueva lo que llueva, y truene lo que tenga que tronar.




Apasionante

Apasionante. Así es como resumo lo vivido en esta primera experiencia del Foro Félix Martialay. Poner en marcha dicho Foro ya me resulta complicado y más reuniendo personajes de la categoría que hemos podido disfrutar.

El lugar, el ideal. Una Universidad que cede sus instalaciones para el Foro futbolístico es de agradecer. El homenajeado así lo merece. Los ponentes de talla superior.  Me encantó el debate mantenido por los sres. Vicente Martínez, Iván Vélez y José Manuel Rodríguez,  donde cada uno puso el mayor empeño en defender sus tesis.

Entrañable el momento de recuerdo para Félix donde cada uno de nosotros sacamos del rincón más recóndito de la memoria y del corazón lo que teníamos guardado para mostrárselo al resto. Quería agradecer a cada uno de los ponentes su presencia, así como a todos los asistentes a las distintas jornadas, y que repitan animando a los que no pudieron estar presentes a hacerlo en una próxima ocasión.

Ocasión que espero que Víctor Martínez Patón, alma máter de este I Foro Félix Martialay, para quienes lo desconozcan, nos vuelva a reunir a todos los estudiosos del fútbol alrededor de un II Foro Félix Martialay y sucesivos.

Muchas gracias Víctor.

«Y más ná», como acabaría Félix junto a una carcajada.

 




Fútbol y memoria histórica

Intervención del autor en el I Foro Félix Martialay, dentro de la mesa redonda «Fútbol y Memoria Histórica», el 21 de septiembre de 2010

Desde hace aproximadamente diez años, la expresión memoria histórica ha sido comúnmente utilizada por todo tipo de profesionales con el objetivo de reinterpretar nuestro más reciente pasado, concretamente los cuarenta años de régimen franquista. Memoria histórica que fue proclamada por una ley aprobada por el Parlamento en el año 2007.

Sin embargo, no cabe mezclar la memoria con la Historia, pues ambas son por definición opuestas. La memoria es algo siempre biográfico e individual, que no trasciende ese ámbito. Y, en tanto que memoria biográfica, que no deja de ser una reconstrucción interesada, donde cada uno selecciona lo que más le conviene o lo que recuerda. Por el contrario, la Historia trabaja con documentos cronológicamente ordenados, cuya finalidad es precisamente superar la memoria individual y dejar registro de lo sucedido para generaciones futuras. Heródoto, el primer historiador conocido, comienza su Historia precisamente distinguiendo entre memoria e Historia: «Esta es la exposición del resultado de las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido y que las notables y singulares empresas realizadas, respectivamente, por griegos y bárbaros -y, en especial, el motivo de su mutuo enfrentamiento- queden sin realce».

Desde este punto de vista, la denominada memoria histórica es un sinsentido, puesto que no puede aplicarse tal concepto de memoria a los grupos humanos; no existe memoria colectiva sino memoria individual, cuya existencia es desbordada por la propia Historia efectiva de una colectividad. No cabe hablar de una Memoria de España, como titulaba a su programa sobre la Historia de España TVE hace seis años, dirigido por el historiador Fernando García de Cortázar, sino precisamente de Historia de España. La «recuperación de la memoria histórica» respecto a la dictadura de Franco, la Guerra Civil u otras etapas de la Historia de España, es una interpretación partidista, que sólo puede redimirse convirtiéndose en verdadera historiografía.

Y es desde el desnudo partidismo como se opera cuando se ejerce la denominada memoria histórica sobre el franquismo: se le considera un régimen totalmente brutal y arbitrario, donde además de la represión física sobre los disidentes se usaba una suerte de «represión lúdica» a base de popularizar el fútbol por decreto-ley. Decreto-ley que exaltaría el centralismo más exagerado al convertir al Real Madrid en el equipo oficial del régimen, que ganaba ligas  y copas por decreto del Generalísimo. Habituales comentarios despectivos que aparecen, por ejemplo, en series de televisión, caso de la serie de TVE Cuéntame cómo pasó. Algo que se afirmó cuando, tras su victoria electoral en 1996, el Partido Popular, para muchos «la continuación del franquismo por los medios democráticos», implantó la retransmisión de un partido de fútbol los lunes en horario de máxima audiencia. Algo a lo que, sin embargo, la población respondió convirtiendo ese evento en el de más audiencia de la década de 1990.

Sin embargo, todos estos argumentos son puramente falaces y, para ser más directos, una verdadera manipulación histórica: cualquier persona mínimamente versada en la Historia del Fútbol español sabrá que el Real Madrid no ganaba las ligas «por decreto», salvo que así se entiendan los más de veinte años, desde 1933 hasta 1954, que pasaron sin que el club blanco ganase la competición liguera; el Fútbol Club Barcelona no constituyó la resistencia ante ningún «centralismo», sino que tuvo como socio de honor a Francisco Franco, quien vio cómo el club catalán ganaba 9 Copas del Generalísimo, las mismas que el Athletic Club de Bilbao, ambos los equipos más laureados del torneo que llevaba el nombre del Jefe del Estado durante el franquismo.

Y, por supuesto, el fútbol no se convirtió en el deporte de masas durante el franquismo, sino que este hecho va aparejado a la consolidación de la sociedad industrial, a caballo entre el final del siglo XIX y el comienzo del siglo XX. En todo caso, con el franquismo comenzó a emitir la Televisión Española, en 1956, y con ella se inició la retransmisión de imágenes en directo del fútbol. Y si cada vez las retransmisiones de fútbol han sido más frecuentes (en la actualidad, prácticamente a diario), es porque la sociedad de mercado demanda cada vez más ese producto, dentro del proceso de transformación del franquismo en una democracia coronada, que elige sus representantes políticos al igual que elige en el mercado pletórico y, por supuesto, gracias a la democracia del telemando y las audiencias televisivas, volcadas en el deporte rey.

Es más, el fútbol prueba que el franquismo no sólo fue un simple régimen dictatorial cubierto bajo la fachada del nacional-catolicismo, sino que consolidó el carácter de sociedad capitalista desarrollada cuyos ritmos vitales ya no se medían por el calendario litúrgico nacional-católico, sino principalmente por los ritmos del calendario liguero y del fútbol a escala mundial: desde el año 1930, fecha de celebración de la primera edición del Campeonato del Mundo de Fútbol, éste se ha convertido en la auténtica medida del tiempo de nuestras sociedades globalizadas, al igual que en tiempos de la Grecia clásica la medida del tiempo se establecía según la celebración de las olimpiadas, desde el 776 AC.

Recordemos la película Asignatura aprobada (1987), dirigida por un aficionado al fútbol como José Luis Garci, que comienza con un monólogo de Jesús Puente en el que señala las diferencias entre la ciudad de la que proviene (Madrid) y su ciudad actual (Gijón) en base al número de partidos de fútbol que puede ver cada semana. Todo tipo de ceremonias se han consolidado alrededor de esta nueva liturgia futbolística. Una muy habitual en algunos clubes es la invasión del campo por parte de las aficiones, sobre todo cuando termina una temporada o la disputa de un trofeo, tanto por la alegría como por la decepción que ha provocado el resultado. Ceremonia que recuerda mucho al famoso dicho popular que escribió Unamuno: «Toda España corre detrás de la Iglesia, la mitad con una vela y la otra mitad con un palo».

Es más, el fútbol es el único deporte auténticamente universal, y está ligado a la estructura política que supone el comienzo de la civilización y que mantiene unos flujos y ciclos muy definidos: la ciudad, en tanto que supone la negación de la sociedad tribal y el establecimiento de una serie de cauces de comunicación, ya sea por vía terrestre, marítima, aérea o incluso mediante complejas comunicaciones electrónicas como las que nos ofrece internet. La Historia Universal está unida a la de las ciudades, ya sea como ciudades-estado al estilo de las polis griegas, ciudades imperiales como la antigua Roma o las ciudades cosmopolitas en el difuso mundo «globalizado» en que vivimos a día de hoy. En virtud de esa ligazón, los equipos de fútbol siempre representan a ciudades y nunca a regiones: Londres, Milán, Madrid, Barcelona y otras ciudades de similar envergadura, presumen de tener a los clubes de fútbol más laureados del planeta, que popularizan a las urbes respectivas que representan.

Estructuras políticas cuya historia está muy por encima de las postizas y ficticias autonomías que se presentan incluso como partes soberanas cuya existencia histórica antecede con mucho a la propia España, pero que también se sirven en ocasiones del fútbol para expandirse. Es el caso de los nacionalismos fraccionarios que operan en la Nación Española, ligados a clubes de fútbol como el Fútbol Club Barcelona, pero especialmente en el caso del Athletic de Bilbao, el único club de España que alinea sólo a jugadores españoles, pese a que sus dirigentes argumentan desde su peculiar punto de vista que sólo son jugadores vascos. Pero estos jugadores «vascos» desbordan el ámbito de las provincias vascongadas en virtud de la ideología separatista que postula la delirante Euskal Herria como un estado vasco oprimido por España que habrá de independizarse: ya no sólo jugadores como Julen Guerrero o Joseba Echeverría, sino navarros, como Ismael Urzaiz, o los campeones del mundo Javi Martínez (también navarro) y Fernando Llorente, de origen riojano.

Incluso hace años, en plena fiebre de los jugadores comunitarios en nuestro país, el Athletic de Bilbao fichó al francés Vicente Lizarazu. La justificación del entonces presidente del club, José María Arrate, es que habían fichado a un jugador ¡vascofrancés!, como si su origen étnico tuviera algún significado político más allá del delirio nacionalista. El propio Arrate le situó en la diana de ETA, pues como el propio jugador recuerda en su autobiografía, le dijo: «Contesta que no puedes ser extranjero pues eres vasco». Incluso Lizarazu afirmó que al abandonar el Athletic en la temporada 1996-97, Arrate «me amenazó, jurando que eso iba a rodar mal para mí. Intentó hacerme pasar por un «traidor a la patria». ¡Qué cinismo!», dijo el exjugador francés, durante la presentación de su autobiografía en declaraciones recogidas por el Diario Vasco el 25 de abril de 2007.

Sin embargo, frente al Estado de las Autonomías producto de la Constitución de 1978, el fútbol de selecciones es considerado por muchos como la prueba de existencia de la propia Nación, en este caso de la Nación Española. Cuando juega la selección de fútbol, es la Nación quien juega: 16 millones de personas, más del 90 por ciento de la cuota de pantalla registrada el 11 de Julio de 2010 (sin contar a quienes lo seguían en directo a través de pantallas en lugares públicos), la Nación completa comprobó como España se proclamaba Campeona del Mundo en el Mundial de Sudáfrica. La misma Nación que salió con la bandera rojigualda a festejar el éxito, sin autonomías de por medio, al igual que durante la Final Olímpica de Barcelona 1992, con el Nou Camp lleno de enseñas rojigualdas para escándalo de los nacionalistas catalanes, o cuando se ganó el Campeonato de Europa del año 2008.

El fútbol, en definitiva, canaliza las más diversas tensiones y tendencias políticas en una época en la que se menosprecia la guerra y se aboga por la paz perpetua. Se diría que incluso el fútbol recoge de alguna manera muchas instituciones de lo que fueron los conflictos dirimidos entre ejércitos hasta el siglo XIX: los dos conjuntos se retan en un lugar y una fecha determinados, se saludan siguiendo las reglas del honor antes y después de cada encuentro, y durante la disputa del mismo el objetivo es conquistar el terreno contrario y llegar hasta su portería, superando sus líneas defensivas. Es muy posible que la reciente final del Mundial de Sudáfrica fuera interpretada por un neófito como una verdadera contienda, dada la dureza con la que los holandeses se emplearon, y seguramente no faltarían razones a quien así opinase.

Y de hecho, la gesta de nuestra selección en Sudáfrica, alzando finalmente la Copa del Mundo por primera vez en su Historia, ha propiciado en toda España la recepción de nuestros internacionales como representantes genuinos de la Nación Española, y que sean recibidos sin acordarse de las diferencias autonómicas. Prueba de que España, pese a lo que muchos intentan afirmar, no nace en 1978 «por consenso» sino que viene de mucho más allá. El fútbol, en definitiva, nos devuelve a la realidad hurtada por toda una serie de ideologías confusas que pretenden negar la Nación Española. Y una de ellas es, sin duda, la memoria histórica.




1868: La primera noticia sobre «foot-ball» en España

En el año 2002 publiqué un artículo en la revista de la RFEF (nº 46) en el que expliqué someramente la etimología de la palabra «fútbol». A pesar de que algunas de mis afirmaciones eran por lo menos discutibles el artículo no solo no fue contestado por nadie sino que además fue difundido a través de una página de Internet que naturalmente no citó ni mi nombre ni el de la revista en que el artículo había sido publicado.

Probablemente a través de esa página de Internet tuvieron acceso a mi artículo entre otros los autores del libro El balón blanquiverde: 135 años de fútbol en Andalucía, Javier Bermejo Chamizo y José Carlos Barbado Lima, publicado en el año 2009 por la Junta de Andalucía. Con muy bien criterio, antes de hablar del fútbol andaluz hablan sobre la implantación del deporte rey en España, y lo hacen mencionando entre otras la primera nota de prensa española en que se habló de foot-ball: la revista valenciana El Panorama de 30-4-1868.

Que yo sepa mi artículo del año 2002 fue el primero en citar esta noticia, que a pesar de haber sido difundida por Internet no ha tenido el alcance que entiendo que debe tener el hallazgo de un documento histórico de ese valor. Probablemente porque a la referencia no se le acompañaba copia de la nota en sí. Por ello vamos a aprovechar esta ocasión precisamente para presentar ante todos los aficionados la que hasta la fecha, y a falta de nuevos hallazgos, es la primera noticia española que habla de foot-ball. Acompañada además del bellísimo grabado con que la revista El Panorama ilustró la noticia.

Queridos lectores, disfruten con ello.

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¿Seguro que ningún español ha sido campeón del mundo de fútbol?

En plena disputa del Mundial de Fútbol en Sudáfrica, las noticias del mismo colapsan la red y se repasa la historia de dicha competición y el papel español en la misma.

Sin embargo, pocas alusiones estoy encontrando a los futbolistas españoles que fueron campeones ó subcampeones en 1930: los gallegos (y paisanos) José Pedro Cea (1 de septiembre de 1900, Redondela, Pontevedra- 18 de septiembre de 1970, Montevideo, Uruguay) y Lorenzo Fernández (20 de mayo de 1900, Redondela, Pontevedra- 16 de noviembre de 1973, Montevideo, Uruguay), campeones del mundo jugando con Uruguay (además Cea fue campeón olímpico en 1924 y 1928 y Fernández en 1928), y el canario Pedro Bonifacio «Arico» Suárez Pérez (5 de junio de 1908, Santa Brígida, Gran Canaria-18 de abril de 1979, Buenos Aires, Argentina), subcampeón mundial con Argentina.

El lugar de nacimiento de Cea y Fernández es motivo de discusión y polémica, desde Uruguay se afirma que el primero nació en Arroyo Seco (Uruguay) y el segundo en Montevideo, aunque el origen gallego de ambos es aceptado (Lorenzo Fernández era conocido como «el gallego», Cea, paradójicamente, como «el vasco» ó «el vasquito»…). Nunca se han publicado certificados de nacimiento, mi solicitud de los mismos al Registro Civil de Redondela recibió el silencio administrativo como respuesta (suele pasar).

Hace años que se comenta en la prensa gallega y en numerosos foros y blogs de la red que ambos eran nacidos en España, aunque en escasas ocasiones se afirma de manera conjunta. Parece ser que el descubridor de que Cea había nacido en Galicia fue el exjugador del Celta y el Deportivo y técnico del área de Deportes de la Universidad de Vigo Gustavo Loureiro.

Sobre Fernández se ha escrito mucho menos y, de hecho, no figura (Cea sí) en la relación de gallegos olímpicos de «Galiza Olímpica»: http://www.galizaolimpica.com/olimpismo/gzgloria/anos.php?lang=gal

El nacimiento de «Arico» Suárez en Gran Canaria no es discutido por nadie y su figura goza de un gran reconocimiento en las Islas Afortunadas. Sus peripecias vitales no son excepcionales, hemos comentado en pasados artículos el caso de varios gimnastas españoles que compitieron para Francia en 1908, 1912 y 1920 (Louis Segura, Antoine Costa, Marcos Torres): http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2010/05/serie-misterios-olimpicos-iv-deportistas-espanoles-en-londres-1908-y-estocolmo-1912/

y Ámsterdam 1928 contempló a dos atletas nacidos en España compitiendo para Argentina: el zaragozano Juan Bautista Pina y el granadino Serafín Dengra:

http://historiatletismo.blogspot.com/2010/05/dos-espanoles-semifinalistas-en.html

Estoy convencido de que, un análisis en profundidad sobre los primeros olímpicos de países como Argentina ó Uruguay descubriría a muchos españoles más (y en algunos casos españoles de ciudadanía, no sólo de origen). Algún día.

 

 

Fernando Arrechea Rivas

http://olimpismo2007.blogspot.com

 




Fútbol y memoria histórica

«Siempre un triunfo de este nivel supone una afirmación, un orgullo de país. Y es que España, en todo el periodo democrático, el mejor de nuestra historia, no consiguió nada así. Había como una especie de drama por no haber conseguido esto, teniendo una gran Liga de fútbol y grandes jugadores. Y, por fin, ya lo hemos conseguido, se ha cerrado la transición en el fútbol español con esta gran victoria».

 Con estas palabras se expresaba un eufórico José Luis Rodríguez Zapatero, Presidente del Gobierno de España, tras el triunfo de la selección española de fútbol en la Eurocopa 2008 celebrada en Austria y Suiza, merced al triunfo sobre la selección alemana por un gol -obra de El Niño Torres- a cero en la final disputada en el Estadio Prater de Viena.

 España ganaba de este modo su segundo Campeonato de Europa, pues en el año 1964, en plena dictadura del general Francisco Franco, la selección se alzaría como campeona de Europa en otra final, la que enfrentó a España y la U.R.S.S. en el estadio Santiago Bernabéu, por 2-1 gracias al gol de Marcelino que batía al portero soviético Lev Yashin, la mítica Araña Negra. El diario ABC, el día 23 de junio de 1964, decía textualmente, en relación con la final disputada:

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 «Ante el equipo de la U.R.S.S., cuya roja bandera estaba izada en lo alto del estadio, ante seiscientos periodistas de todo el mundo y ante los millones de televidentes de la Eurovisión y de la Intervisión, una masa heterogénea de 120.000 españoles de todas las edades y clases tributó el domingo al Jefe del Estado una de las más sostenidas, fervientes y clamorosas ovaciones que registra su larga vida política. Fue testimonio espontáneo y cordial que el pueblo español brindó al mundo y muy singularmente a la Unión Soviética. Al cabo de veinticinco años de paz, detrás de cada aplauso sonaba un auténtico y elocuente respaldo al espíritu del 18 de julio. En este cuarto de siglo, diríase que nunca había rayado más alto la intencionada y entusiasta adhesión popular al Estado nacido de la victoria sobre el comunismo y sus compañeros de viaje, dentro y fuera.»[1]

 En ese mismo periódico se habla de la recepción del Franco a los integrantes de la selección. No conocemos el contenido de los discursos pronunciados por Franco en el Palacio de El Pardo, si bien la información recogida por la prensa es la siguiente:

 «El Caudillo agradeció a los seleccionados su entrega total y que hayan tenido ocasión de demostrar a muchos millones de aficionados la pujanza de la juventud española. Terminó felicitándoles efusivamente. A continuación, el Generalísimo departió con los jugadores, de los que se despidió con el mayor afecto, deseándoles muchos triunfos en su vida y agradeciéndoles que le brindasen la victoria.»

 Cuarenta y cuatro años más tarde, Zapatero, cuidándose mucho de citarlo, se refería a este lejano triunfo, mientras establecía unas diferencias sustanciales entre ambos éxitos. El primero, logrado en el contexto de una dictadura, no podía ponerse en el mismo plano que la reciente victoria, inscrita dentro de la democracia coronada por él presidida. De este modo, y de forma harto sutil, los engranajes de la llamada «memoria histórica», comenzaban a actuar en el campo futbolístico, que mediante la consecución de este campeonato, se habría puesto al día, desprendiéndose de las adherencias franquistas que perpetuaban, en palabras del krausista castellano, «una especie de drama», entre las filas de la democrática afición española.

 Estas y otras cuestiones relacionadas con el fútbol, invitan a tratar sobre un deporte de enorme implantación en las sociedades democráticas de mercado pletórico que operan en el presente, pues el llamado «deporte rey», no supone una cantidad despreciable, una realidad ante la que quepa mantenerse de espaldas. Por todo ello, en este escrito nos proponemos ahondar en cuestiones relativas al fútbol, situando nuestro interés en sus relaciones con la citada  «memoria histórica», sin limitarnos a este autoimpuesto margen, con el fin de abrir vías a ulteriores estudios en torno al deporte nacido en el siglo XIX en Inglaterra.

 Antes de entrar en materia, parece oportuno dar unas breves pinceladas de carácter histórico en torno a los orígenes del balompié. El surgimiento e implantación del fútbol, como es bien sabido, viene ligado a ciudades industrializadas. Es en las urbes donde el fútbol irá adquiriendo una escala cada vez más amplia que le permitirá pasar de ser un deporte practicado por un conjunto de individuos, a convertirse en un espectáculo de masas que atraerá a un número creciente de público cuya acumulación propiciará, en sus efectos arquitectónicos, el levantamiento de gradas que permitan la visibilidad del juego por parte de un gran cantidad de espectadores que de este modo pasarán de la isocefalia del conjunto de individuos que contemplan una escena, a una estratificación de los puntos de vista que condicionarán la construcción de estadios cada vez de mayor aforo, levantados en la periferia de las ciudades. La profesionalización de los jugadores y el tratamiento específico de estas actividades por parte de la prensa, serían los siguientes pasos.

 Pronto el fútbol desbordaría las fronteras de Gran Bretaña, e incluso de su área de influencia económica y política. Así, el fútbol llegaría a España por medio de los colectivos británicos asentados, por motivos comerciales principalmente, dentro de nuestras fronteras. El primer club de fútbol en fundarse sería el Huelva Recreation Club, que lo haría en 1889, para posteriormente rebautizarse bajo la fórmula hispanizada de Recreativo de Huelva que aún mantiene.

 Rebasados los límites británicos, el fútbol comenzará a adquirir una inequívoca dimensión cortical ya sea por los enfrentamientos entre equipos de diferentes países o, sobre todo, a partir de la constitución de las selecciones nacionales. Antes de proseguir por este camino, hemos de advertir que los propios clubes se dotarán de una simbología deudora de la heráldica cuando no reproductora de la misma. En efecto, un simple repaso por los escudos, colores y banderas que representan a los equipos, nos remitirá a regiones, reinos, e incluso, aspiraciones políticas que se canalizarían por medio de estas así llamadas, y no por casualidad, sociedades.

 Aún más, la complejidad y desarrollo adquiridos por el fútbol, propiciarán la fundación de diversas estructuras e instituciones que reproducen algunas propias de las sociedades políticas. Sirvan como ejemplo los remedos de órganos judicial y ejecutivo que rigen las competiciones, equiparables a la capa conjuntiva de una sociedad política. Por otro lado, del vigor cortical adquirido por el fútbol, dan cuenta organizaciones supranacionales tales como la FIFA, o la UEFA, organismo éste último que recoge el europeismo reinante en la época de su fundación. En efecto, la UEFA fue fundada el 15 de junio de 1954 en Basilea, Suiza, en plena etapa de reconstrucción europea, con la «aislada» España integrada en ella desde su mismo comienzo. Por abundar en los argumentos expuestos, basta decir que la fundación de la UEFA se produce tan solo tres años más tarde de que en 1951, Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos, firmen el Tratado de París por el que se crea la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), embrión de la actual Unión Europea.

 Continuando con las analogías corticales, hemos de referirnos a la manida comparación de los partidos de fútbol con episodios bélicos. Hasta tal punto los equipos operarán a modo de pacíficos ejércitos, que el fútbol no sólo ha incorporado a su jerga vocablos marciales, sino que incluso ha servido para dar nombre a un conflicto armado, la denominada Guerra del fútbol o la Guerra de las 100 horas, así llamada por la coincidencia de este hecho con los derivados de un partido de fútbol que enfrentó a las selecciones nacionales de Honduras y El Salvador, con motivo de la disputa de las eliminatorias a la Copa Mundial de Fútbol de 1970.

 Por si quedara alguna duda de la instrumentalización política de que es objeto el fútbol,  basta citar un par de ejemplos españoles. Por un lado, la anhelada aspiración que diversas comunidades autónomas españolas, principalmente aquellas caracterizadas por sus veleidades independentistas, han mostrado por la posibilidad de contar con selecciones nacionales propias que en un futuro no lejano podrían enfrentarse a la propia selección española[2]. Con esta aspiración, se han confeccionado plataformas que impulsan tales iniciativas, subvencionadas asociaciones que se hicieron particularmente visibles en la final de la Copa de S. M. el Rey celebrada en 2009 en Valencia, la que enfrentaría a F. C. Barcelona y Athletic de Bilbao, célebre por la sonora pitada al himno nacional, convenientemente censurada por TVE, que el público, a instancias de las consignas lanzadas por Esait y Catalunya Acció, realizaría.

La alusión al F. C. Barcelona, invita a tratar en torno al papel político que éste ha jugado. Caracterizado por su lema según el cual esta institución es més que un club, el F. C. Barcelona se arroga a menudo el papel de embajador de una muy particular Cataluña. En su página web, esta cuestión queda explícita:

 «El FC Barcelona es més que un club (más que un club) en Catalunya, porque es la institución deportiva más representativa del país y uno de sus mejores embajadores. También, por razones diferentes, el FC Barcelona es más que un club para muchas personas del resto del Estado español que vieron en el Barça un firme defensor de los derechos y las libertades democráticas.»[3]

Enfangado en constantes peticiones de principio -la aspiración de soberanía propia se reclama y a la vez se da por hecha al omitir a la nación española y todos su símbolos-, el club culé no se resiste a incorporar en su historia todos los lugares comunes de la «memoria histórica», en este caso, la particular versión nacionalista catalana según la cual, la Guerra Civil y el franquismo no habrían sido otra cosa que una guerra entre España y Cataluña seguida de una cruel represión de similar planteamiento. El club catalán, que ya habría servido como vehículo a la facción catalanista durante la dictadura de Primo de Rivera[4], describe de esta particular forma algunos de sus episodios que toman como punto de partida el lema arriba citado:

 «Esta circunstancia fue especialmente notoria tras el acceso a la presidencia en 1968 de Narcís de Carreras, que utilizó por primera vez una divisa que se haría muy famosa: el Barça es «más que un club». La identificación de la entidad con las corrientes más catalanistas y antifranquistas de la sociedad catalana dotó al club de una fuerza social importantísima, que se vehiculó también a través de unas relaciones cada vez más fluidas con el mundo cultural. El fichaje del crack Johan Cruyff, seguido de la conquista del campeonato de Liga 1973-1974, y la coincidencia de este triunfo con la celebración del 75 aniversario del club, propiciaron una etapa de máxima eclosión barcelonista, a pesar de las limitaciones que todavía imponía el franquismo.»[5]

 Dejando a un lado el caso barcelonista, regresemos ahora a algunos aspectos relacionados con la selección española. Desde las Olimpiadas de Amberes de 1920, en las que lograría la medalla de plata, la selección fue conocida con el sobrenombre de «la Furia Roja». El apodo, al parecer, fue creado por los periodistas italianos, quienes comenzarían a llamarla la «Furia Rossa», apelativo que, de manera consciente o no, relacionaría el carácter del equipo español con asuntos bélicos, dado que sería precisamente «La Furia Española» quien protagonizaría el célebre Saqueo de Amberes, episodio de la historia militar española acaecido en 1576. A pesar de todo, ambas furias cohabitarían en el mundo de la palabra escrita, pues en 1924 vería la luz, con gran éxito y gracias a la editorial Renacimiento, el libro La Furia española, obra de «Juan Deportista» pseudónimo tras el que se ocultaba el periodista madrileño Alberto Martín Fernández, quien también trabajaría como reportero de guerra bajo el nombre de «Spectator». Más tarde, el historiador del fútbol español, Félix Martialay Martín-Sánchez, también emplearía el rótulo «furia española» en numerosos trabajos editados en la década de los cincuenta.

El partido más emblemático de aquella «Furia Roja» es el tercero que disputó la selección en los citados Juegos ante Suecia, donde Belauste pronunciaría su famosa frase: «¡Sabino, a mí el pelotón que los arrollo!». Sería décadas más tarde cuando la «Furia Roja», o «Furia Española», daría paso a otro sobrenombre: «la Roja», un apelativo que habría de adquirir sentidos probablemente muy alejados del que le diera el que parece ser su formulador: el seleccionador español Luis Aragonés. Sea como fuere, bien por mimetismo con el sobrenombre recibido en Italia bien tratando de incorporar connotaciones políticas, la prensa española de los años treinta ya incorporó la fórmula «Furia roja» para referirse a la selección. De este modo, el 23 de marzo de 1933, en el periódico El Imparcial, podemos leer dentro del artículo «Un simulacro de partido en el Stádium para entrenamiento del equipo nacional» lo que sigue:

 «Ya tenemos la furia roja en el verde del Stadium. Claro que esta vez se dejaron la clásica bravura hispana en la caseta».

La expresión continuaría empleándose en prensa hasta el año 1935, poco antes de la Guerra Civil, a partir de la cual era más complicado sostenerla debido a las asociaciones ideológicas que llevaba consigo.

 «La Roja», entendida en el contexto actual, en principio, -y a ello seguramente se referiría el «sabio de Hortaleza»- haría alusión al color de la camiseta de la selección. Se trataría, en este caso, de quedarse con el adjetivo, que acaso mantendría, por las conocidas connotaciones de este color, la apelación a la sangre, incluso a la lucha, haciendo referencia de forma indirecta a la célebre furia hispana; mas también, y a ello se sumaría buena parte de la prensa afín a la socialdemocracia gobernante autoproclamada «progresista», haría referencia a uno de los bandos de la Guerra Civil: el bando republicano o «rojo» -colorado o encarnado si nos atenemos a la terminología franquista refractaria al uso de la palabra rojo-. En definitiva, «la Roja», al margen del más que posible guiño político, evitaría la pronunciación del verdadero nombre del equipo, bien sea éste la selección española de fútbol, la selección nacional o, simplemente, España. Con la fórmula colorista, se eludiría la alusión a España, algo muy útil en un tiempo en que el fan que reside en la Moncloa, habría afirmado que «España es una nación discutida y discutible». Para terminar con este asunto, hemos de subrayar hasta qué punto se ha institucionalizado el colorista sobrenombre, sirva de muestra la reciente publicación del libro Las confesiones de la roja (Libros La Cúpula, Madrid, 2010), escrito por el periodista Miguel Ángel Díaz.

 Las relaciones entre fútbol y política, nos invitan a introducir otros aspectos que refuerzan estos vínculos. De entre éstos, y siempre teniendo como escenario España,   escogeremos las conexiones entre el auge futbolístico y el desarrollo de la sociedad de mercado pletórico en que habría desembocado el franquismo, de cuya transformación -transición frente a ruptura- , resultaría la actual democracia coronada que incluso habría sustituido la Copa del Generalísimo por la Copa del Rey.

 Terminada la Guerra Civil, y a pesar de la dura represión existente, la dictadura de Franco, quien en algunos aspectos se miraría en el espejo de Primo de Rivera pero también en el de la Unión Soviética, comenzaría a practicar lo que Gustavo Bueno ha denominado socialismo de derechas[6], apoyado, entre otras, en instituciones tales como el Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones (SNRDR), organismo creado por la autoridad instaurada por el bando franquista en las zonas bajo su poder en una fecha tan temprana como enero de 1938. En 1957, este organismo fue disuelto, pasando algunas de sus competencias al Ministerio de la Vivienda de España. Pero sobre todo y al margen de la puesta en marcha de estos y otros proyectos de ámbito nacional -cabe citar en este punto los célebres «pantanos de Franco»-, la institución emblemática del franquismo, la que abriría el camino hacia la llamada «sociedad del bienestar», caracterizada, entre otros atributos, por proporcionar a los españoles una sanidad universal, es la Seguridad Social, que, pese a contar con precedentes de aplicación parcial por lo que al total de la población se refiere, cristalizaría a partir de la creación, el 9 de marzo de 1938, del Fuero del Trabajo, que serviría como base para el posterior Fuero de los Españoles, aprobado en 1945, que a su vez daría paso, en 1963, a la Ley de Bases.

 En el texto del Fuero del Trabajo, hallamos las claves que avalan la adscripción del franquismo al socialismo de derechas citado[7]. Es allí donde, además, comienza a tratarse en profundidad el ocio como un derecho, como puede comprobarse en su II Capítulo.

 «Se crearán las instituciones necesarias para que en las horas libres y en los recreos de los trabajadores, tengan éstos acceso al disfrute de todos los bienes de la cultura, la alegría, la milicia, la salud y el deporte.»

 En dicho Fuero, se encomienda la tarea de la regulación del tiempo libre a los sindicatos. En efecto, la Organización Sindical crea, en diciembre de 1939, la Obra Nacional «Alegría y Descanso», que más tarde, en 1940, pasaría a llamarse Obra Sindical «Educación y Descanso». A la Obra Sindical, se debe la construcción de importantes instalaciones deportivas públicas como los Parques Sindicales, entre los que destaca el de Madrid, inaugurado en 1955, debido al arquitecto Manuel Muñoz Monasterio -autor junto a Luis Alemany Soler del que acabaría llamándose Estadio Santiago Bernabéu, inaugurado en 1947-, o la puesta en marcha de los Juegos Deportivos Sindicales que estimulaban la rivalidad entre empresas.

 El tiempo libre, como queda dicho, comienza a tener un peso importante, siendo objeto de control por parte de la capa conjuntiva de la nación española, de la que forman parte los «sindicatos verticales». Cuando aludimos a una capa de la sociedad, lo hacemos para distanciarnos de esa corriente, verdaderamente simplista, según la cual el franquismo giraría casi en exclusiva en torno a la limitada y cruel figura de un general gallego, y ello, sin perjuicio de que éste, según reza la numismática de la época, fuera caudillo de España «por la Gracia de Dios». De este modo, ya en 1946, todavía o acaso por el peso que tenían las corrientes falangistas, que por cierto emplean una terminología propia del marxismo -nótese el uso del concepto de clase arriba citado- el Estatuto de la Función Asistencial, refuerza la actuación de Educación y Descanso con el establecimiento de Consejos Asesores y Patronatos. Las áreas a las que iba destinada la acción de la misma, eran: Deportes, Extensión Cultural, Turismo Social, Promoción y Orientación y Programación e Inversiones, en unas actuaciones que a menudo recogían las peculiaridades provinciales y regionales cuyo escaparate eran las exhibiciones del 1 de mayo, de fuerte tonalidad folclórica, y que tendrían su primer escenario en el estadio Santiago Bernabéu, donde se celebrarían los I Juegos Deportivos Sindicales para conmemorar la fiesta de San José Artesano, en 1958.

 Pero si los sindicatos canalizaban estas actividades lúdicas, el sector empresarial no le andaría a la zaga, pues una vez constituidos los llamados Grupos de Empresa, éstos impulsarían diversas  actividades artísticas, dando lugar a los Hogares del Productor, centro de reuniones laborales y culturales.

 De las instituciones citadas, hemos de pasar a un artefacto fuertemente «socializador», la televisión, también introducida masivamente en España por cauces estatales, la RTVE. La primera emisión televisiva en España, en realidad una suerte de exhibición puntual, se remonta al 10 de junio de 1948, durante una exposición de tecnología en la Feria Internacional de Muestras celebrada en el Palacio de Montjuïc de Barcelona. Sin embargo, no será hasta 1952, cuando se celebre la primera retransmisión deportiva, con Matías Prats como locutor. Desde el Estadio de Chamartín, se televisó un partido de fútbol entre el Real Madrid y el Racing de Santander, tan sólo accesible por este medio, para un grupo de altos cargos franquistas madrileños. Será éste el punto de arranque de las fructíferas relaciones entre fútbol y televisión formal[8].

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 La programación televisiva diariay con ella la cada vez más mayoritaria presencia de receptores de televisión en los hogares, daría comienzo el 28 de octubre de 1956, fecha en la que se sitúa el comienzo oficial de la televisión en España. A partir de entonces, televisión y fútbol irán de la mano, realimentándose mutuamente, como puede comprobarse por las grandes audiencias que este deporte mantiene en la actualidad.

 Será en esta tercera década del franquismo (1956-1965), acertadamente analizada en la obra Telebasura y democracia de Gustavo Bueno, cuando se fortalezca la relación fútbol-televisión, por medio de las televisiones domésticas, pero también a través de los teleclubs creados por Fraga en 1964, germen de lo que posteriormente serían las Casas de Cultura. La cita de ABC que reproducíamos más arriba, evidencia la conexión entre fútbol y televisión, hasta el punto de que el Telón de Acero serviría de plano de simetría para dos plataformas mediáticas: Eurovisión en la Europa Occidental, e Intervisión del lado de la llamada Europa del Este.

 Hechas estas consideraciones, es momento de tratar en torno al modo que, desde los presupuestos de la «memoria histórica», podrá ser visto el fútbol. Según las particulares coordenadas «memoriohistoricistas», la dictadura de Franco habría constituido un largo paréntesis histórico, un tiempo de silencio que desde la flamante democracia imperante en la actualidad, deberá no sólo ser reinterpretado, sino también juzgado hasta el punto de poner en práctica una verdadera damnatio memoriae que permite el borrado de todo aquello que entraría en conflicto con la ideología dominante en el tiempo actual.

 De este modo, auspiciada por un gobierno que exhibe constantemente su condición de socialista -un socialismo que acaso solo podría ser caracterizado como nominal- comenzará un particular desmontaje de estatuas, placas y títulos, proceso que podríamos caracterizar como «descendente», es decir, dirigido desde instituciones gubernamentales y al que el fútbol no será ajeno, como puede comprobarse por la percepción que de la victoria europea de 1964 tiene el propio Presidente del Gobierno.

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 Asumida por grandes áreas de la población española, la citada damnatio memoriae, no sólo operará en un sentido «descendente», es decir, impulsada desde las más altas instancias del Estado por medio de la aprobación y aplicación de leyes, sino que este borrado también se producirá en un modo «ascendente», lo que da cuenta de hasta qué punto el «pueblo español» ha interiorizado esta visión proyectada sobre cuatro oscuras décadas que se perciben de un modo monolítico. De entre las iniciativas que trazan un sentido ascendente, sirva como ejemplo el modesto club madrileño Puerta Bonita, fundado en 1942, cuyo campo, el llamado desde su fundación Hogar del Generalísimo Franco, pasará a perder su oneroso apellido, para ser conocido en la actualidad como El Hogar.

 Finalicemos. Ante la gran cantidad de ideas que, de un modo u otro, tienen que ver con el fútbol plenamente implantado en sociedades diversas, parece necesaria, si no inevitable, la adopción de una actitud crítica, filosófica en suma, que permita referirse a él más allá de los consabidos tópicos que lo envuelven. Ese y no otro, ha sido el propósito al que este breve trabajo ha intentado contribuir.

 Iván Vélez

 

  ABC, 23 de junio de 1964. Núm. 18.180, Pág 55

 [2] En este sentido son reseñables las declaraciones hechas por Rafael Niubó, secretario general de Deporte de la Generalidad de Cataluña tras la victoria de la selección catalana en el Mundial B de hockey sobre patines. Durante la recepción hecha por Pascual Maragall en el Palacio de la Generalidad, Niubó propuso que España se «busque un nombre o se lo invente» para participar en las competiciones deportivas internacionales. En este sentido, conocido es el mantra que las facciones secesionistas que operan en España, repiten sin cesar: «una nación, una selección». Como ejemplo del uso del fútbol como medio para canalizar el odio a España, podemos citar las declaraciones del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, vertidas con ocasión del partido disputado en la Eurocopa 2008, afirmado en la televisión pública vasca (ETB) que apoyaría a Rusia en la semifinal de la Eurocopa contra España. El líder de los nacionalistas vascos, en una exhibición de falsa conciencia, declaró: «No puedo apoyar a Euskadi, así que entre las cuatro selecciones que quedan, yo me quedo con Rusia». El motivo, según él, era bien simple: «apoyo a Rusia sólo porque juegan bien», manifestó.

 [3] http://www.fcbarcelona.cat/web/castellano/club/club_avui/mes_que_un_club/mesqueunclub.html

 [4] El lector puede leer el artículo de José Manuel Rodríguez Pardo, «Historia de dos abucheos», publicado en Cuadernos de Fútbol (nº 5, diciembre de 2009) en el cual se describen las pitadas que el himno nacional español ha recibido por parte de la afición culé, el primero de ellos a raíz de un encuentro disputado entre el F. C. Barcelona y una selección de la Royal Navy británica, el 14 de junio de 1925, en cuyos prolegómenos se silbó la Marcha Real y aplaudió el God Save the Queen británico, hechos que acarrearían la clausura del campo y la dimisión y expulsión de España de Gamper, y el segundo el 14 de mayo de 2009, con motivo de la final de Copa celebrada en Valencia. El artículo puede visitarse en: http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2009/12/historia-de-dos-abucheos/

 [5] http://www.fcbarcelona.cat/web/castellano/club/historia/etapes_historia/etapa_3.html

 [6] Véase El mito de la derecha. (Temas de Hoy, Madrid 2008), obra en la que Bueno distingue tres fases en la derecha española del siglo XX: La primera la de Antonio Maura, de corte liberal, la segunda, la dictadura de Primo de Rivera, apoyada por Largo Caballero y los socialistas, y la tercera, la dictadura de Franco.

 [7] En el citado Fuero podemos leer, por ejemplo, afirmaciones teístas tales como la siguiente: «El derecho de trabajar es consecuencia del deber impuesto al hombre por Dios, para el cumplimiento de sus fines individuales y la prosperidad y grandeza de la Patria.» (Fuero del Trabajo, I, 3)

[8] Ver Gustavo Bueno, Televisión: Apariencia y Verdad, Gedisa, Barcelona 2000.




La clasificación final de la temporada 1979/1980

El partido CD Málaga-UD Salamanca altera la clasificación final según se interprete el fallo del Comité Superior de Disciplina Deportiva.

     En nuestro número 4 de Cuadernos de Fútbol, José Ignacio Corcuera hacía un somero repaso a la compra-venta de partidos, arreglos y acuerdos antideportivos de algunas personas del mundo del fútbol. También señalaba lo difícil que resultaba poder probar el delito ya que las únicas pistas que dirigían las pesquisas eran conversaciones, coincidencias profesionales entre los acusados y, sobre todo, un resultado anómalo. Nunca había justificantes de pago ni acuses de recibo, lógicamente.

    En dicho artículo se mencionaba el caso del CD Málaga-UD Salamanca de la temporada 1979/80, donde finalmente el Comité Superior de Disciplina Deportiva acabó emitiendo un fallo salomónico que expliacaremos detenidamente, porque dejó flecos interpretables.

 La trayectoria del CD Málaga en el Campeonato de Liga no era nada satisfactoria. El 16 de marzo en su encuentro con el Rayo Vallecano, rival directo, el público perdió totalmente la compostura y protagonizó una serie de muy graves incidentes. Primero ante un gol anulado al equipo local cuando el marcador señalaba 0-2, el lanzamiento de objetos hizo detener momentáneamente el partido. En la segunda parte el público siguió con las protestas, reclamó dos penaltis y continuó arrojando de manera intermitente pequeños objetos, hasta que a falta de cuatro minutos los incidentes se agravaron, con intento de derribo de una valla (entonces el césped estaba protegido por unas vallas para evitar el acceso de los espectadores). El árbitro huyó literalmente del terreno de juego y dio por suspendido el partido. El Rayo Vallecano, gracias a esta victoria se distanciaba tres puntos del CD Málaga.

    La sanción que el Comité de Competición acordó fue clausurar el campo de La Rosaleda por un encuentro, que debía cumplirse en Algeciras ante la AD Almería. Ante esta medida el CD Málaga apuró el plazo para presentar el recurso, que llegó a D. Jaime Pedro y Vara de Rey, presidente del Comité de Apelación, a las 20:40 horas del 29 de marzo. El Comité desestimó el recurso por atenderse más a la forma que a los hechos (sic).

    Así, el 30 de marzo, el CD Málaga cumplió con sus amenazas y no se presentó en El Mirador algecireño por lo que perdió el partido por incomparecencia y se le descontaron tres puntos a efectos de clasificación. La AD Almería fue beneficiada pues sumó los dos puntos sin jugar. Con esta sanción el equipo malaguista quedaba prácticamente sentenciado a Segunda División.

    Precisamente la postura intransigente del CD Málaga levantó alguna sospecha, que más tarde sería tenida en cuenta en el caso de compra del partido ante la UD Salamanca. Con esta actuación el CD Málaga quedaba tan descolgado de su objetivo de la permanencia que los partidos que le quedaban para cubrir su calendario sí se prestaban al juego de los maletines. Y parece ser que así sucedió, y no por incentivar a los jugadores para que ganasen, sino para perder.

  En el partido CD Málaga-UD Salamanca, jugado el 27 de abril, jornada 31ª, los locales cayeron por 0-3. Los goles visitantes llegaron tras un autogol el primero, cierta inoperancia defensiva el segundo y mala colocación del portero el tercero. Así los narró Marca en su crónica:

  •  0-1. Quince minutos. Un balón largo llegado de campo salmantino se lo lleva Tomé por la izquierda, acosado por Juan Carlos, quien en el intento de alejar el balón le da un punterazo batiendo a su portero, que se hallaba a media salida.
  • 0-2. Cuarenta y cinco minutos. Falta sacada desde medio campo por Bustillo. Llega el balón a Brizzola, quien estorbado por Muñoz, se mete en el área y envía el esférico por encima del titubeante Corral.
  • 0-3. Cuarenta y seis minutos. En la primera jugada del segundo tiempo, una falta de Heredia a Diarte es sacada muy bien por Corominas por encima de la barrera, entrando el balón por el ángulo contrario al que se encontraba Corral.

  Los comentarios de los dos entrenadores no tuvieron desperdicio, mientras el malaguista Viberti manifestó su decepción reconociendo que había sido el peor partido de la temporada, el responsable salmantino, Mesones, resaltando el mérito de la victoria de su equipo apuntó que en cuanto a lo de «tongo», es inadmisible desde el momento en que el equipo local ha luchado mucho. La frase no tendría mayor importancia si no llega a ser por la sanción que la propia directiva malaguista impuso a cinco de sus jugadores por bajo rendimiento.

 La prensa no tardó en unir cabos lo que obligó al Comité de Competición a iniciar sus propias investigaciones.

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 El posible amaño salió publicado en la prensa: el malaguista Orozco reconoció que le llamaron por teléfono para arreglar el resultado y señaló a Raúl Castronovo como el intermediario. El jugador argentino había militado en el CD Málaga de 1974 a 1977 y también en la UD Salamanca en la temporada 1978/79 donde estuvo a las órdenes de Felipe Mesones. Además, Raúl Castronovo en la temporada 1979/80 fichó por el Algeciras CF, lo que facilitaba ubicarlo en la escena del crimen.

 Durante las investigaciones prestaron declaración por parte del CD Málaga los jugadores Orozco, Migueli, Corral, Macías, Megido y Aráez, y el entrenador, Viberti; por la AD Almería el presidente Sr. García Sánchez; por el Algeciras CF el jugador Castronovo; y por la UD Salamanca los jugadores D’Alessandro y Bustillo, su entrenador Mesones, el presidente Sr. Paniagua López, y el gerente Sr. Sánchez Esteban; además de los señores Minguella y Pareja, empresarios de organizaciones deportivas. También hubo un careo entre Mesones y Castronvo, el Comité se entrevistó con el presidente y vicepresindente del CD Málaga, señores Brinkman Gil y Pérez Gascón respectivamente, y se citó en dos ocasiones al ex-jugador del CD Málaga, Búa que no compareció.

 El Comité consideró que con estos testimonios los hechos quedaban así probados: el viernes 25 de abril de 1980, sobre las 14:15 Castronovo recibió una llamada de Mesones para preguntarle si tenía contacto con alguien del CD Málaga para arreglar el resultado del partido que iban a jugar próximamente con el pago de 4.400.000 pesetas. Seguidamente Castronovo se puso en contacto con Orozco y le transmitió la oferta.

    El sábado 26 de abril mantuvieron una nueva conversación telefónica Castronovo y Orozco donde concretaron que el jugador del Algeciras llevaría el dinero a Málaga y allí hablarían.

    El domingo 27 de abril sobre las 14:00 Corral, después de hablar de su renovación con la directiva, le comunicó al entrenador que ya había decidido lo que tenía que hacer.

    Por otro lado, Castronovo se personó en el bar del hotel Alay de Benalmádena, donde se hospedaba la UD Salamanca, y conversó con Mesones, el gerente Sr. Sánchez Esteban y otros directivos, después vio en sus respectivas habitaciones a otros jugadores salmantinos. Ya por la tarde el propio Castronovo acudió al estadio de La Rosaleda y estuvo en los vestuarios de los dos equipos contendientes.

    El partido tuvo un desarrollo anómalo desde el inicio. El público mostró su disconformidad con la actuación del equipo considerándola irregular. Al final venció la UD Salamanca por 0-3.

    Al finalizar el partido la directiva malaguista y su entrenador decidieron adoptar medidas disciplinarias por el anómalo comportamiento y bajo rendimiento de sus jugadores.

    El Comité llegó a la conclusión de que el dinero de la compra del partido fue llevado a Málaga por conducto privado.

    También se aclararon los antecedentes del CD Málaga-AD Almería ya comentado: el 24 de marzo el presidente de la AD Almería recibió una llamada de un intermediario con una oferta de arreglo del partido, pues contaba con la colaboración de los jugadores Corral, Macías, Aráez, Migueli y Orozco. El ex-jugador malaguista Búa, que residía en Almería, se encargaría de llevar a cabo la operación económica. Como el partido no se jugó, no hubo arreglo alguno.

    Así el Comité consideró que los hechos estaban probados, y que Orozco, Corral, Macías, Aráez, Migueli, Castronovo y Mesones eran responsables. A la hora de fijar la sanción tuvo en cuenta la mayor o menor actuación de unos y otros en el asunto, así como las circunstancias del intento de compra del CD Málaga-AD Almería, y la implicación de la entidad UD Salamanca, beneficiada directamente.

    Finalmente éste fue el acuerdo definitivo del Comité, hecho público el 20 de junio de 1980:

        Primero. Decretar la nulidad del encuentro que disputaron el día 27 de abril del año en curso los clubs Málaga y Salamanca y descontar a este útlimo dos puntos en su clasificación.

        Segundo. Suspender por dos años al entrenador del Salamanca, don Felipe Mesones Temperán; al jugador del Málaga don Julio Orozco Martín y al jugador del Algeciras don Raúl Castronovo Zanón, siéndole de abono a este último el tiempo desde la fecha en que se acordó por este Comité su suspensión provisional.

      Tercero. Suspender por un año a los jugadores del Málaga don Miguel Ramos Vargas, don Pedro Corral Revuelta, don Nicolás Aráez López y don José Díaz Macías.

      Cuarto. Elevar a la Junta directiva de la Real Federación Española de Fútbol la propuesta de inhabilitación a perpetuidad al presidente del Salamanca.

 El fallo del Comité no tiene desperdicio pues sanciona a las personas pero no a los clubs propiamente. El Campeonato de Liga finalizó el 18 de mayo de 1980 confirmándose los descensos del Rayo Vallecano, el Burgos CF y el CD Málaga, que ya tenía tres puntos de sanción por su incomparecencia ante la AD Almería. Al aplicar el acuerdo del Comité de Competición, observamos que la variación en la clasificación no infiere en los descensos, por lo que de haber recurso, éste no tendría consecuencias en el calendario de la temporada siguiente. Sólo afectaría a las sanciones personales.

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 Nótese que desde el primer momento la prensa publicó erróneamente la aplicación de la sanción, ya que todos, absolutamente todos los medios descontaron los dos puntos a la UD Salamanca sobre los 34 que sumaba, cuando realmente contaba con 32, puesto que el partido con el CD Málaga había sido anulado. Otro error transmitido de unos a otros implica la contabilización del partido CD Málaga-AD Almería. Físicamente no se disputó, pero a efectos de clasificación sí se contabiliza como victoria de la AD Almería que suma los correspondientes dos puntos y derrota del CD Málaga, que recibe una sanción de tres puntos menos. El Comité de Competición no otorgó ningún resultado en cuanto al cómputo de goles.

 Las partes implicadas recurrieron al Comité de Apelación, que confirmó todas las sanciones el 23 de julio de 1980.

 Pero el CD Málaga-UD Salamanca no se había terminado todavía. El abogado D. José Cabrera Bazán en representación de los cinco jugadores malaguistas sancionados elevó un recurso al Consejo Superior de Deportes. De igual manera actuó con su representado Felipe Mesones, D. José María Gil Robles y Gil Delgado. El recurso llegó al Comité Superior de Justicia Deportiva de una manera un tanto atípica. Este organismo se creó en octubre de 1980 y se constituyó a principios de 1981. Los plazos de tiempo para presentarlos estaban más que vencidos, sin embargo siguieron su curso y finalmente el 28 de mayo de 1981, con la Liga 1980/81 ya terminada y consumado el descenso de la UD Salamanca, el Comité Superior de Disciplina Deportiva, entendiendo que había falta de pruebas, revocó las sanciones de todos los recurrentes.

 Para entonces, el único que se mantenía en activo era Felipe Mesones, que tras la sanción estuvo trabajando en la UD Salamanca. Aunque el entrenador era Neme, la sombra de Mesones era ineludible. La mala marcha del equipo hizo que primero se marchase el propio Mesones y luego acabase destituido Neme. Los jugadores del CD Málaga se habían retirado de la actividad futbolística todos, por lo que la sanción no les afectó, al menos profesionalmente. Sólo Macías se animó a regresar fichando por el CD Antequerano, para terror de los delanteros de los demás equipos de su grupo de 2ªB.

 Pero quedaron dos flecos por cerrar. La intervención del Comité Superior de Justicia Deportiva sólo tenía competencia en los recursos presentados, por lo que su fallo absolutorio fue para todos aquellos que lo solicitaron. Raúl Castronovo, ya retirado, no se vio beneficiado… ni la UD Salamanca, que como club tampoco recurrió pues su permanencia en la Primera División no fue puesta en peligro.

Aquí radica el problema histórico. Pues pese a  que queda jurídicamente definida la inocencia de todos los implicados, Raúl Castronovo, al no recurrir la sanción confirmada por Apelación, acepta su culpabilidad y, por lo tanto, la existencia de un delito. El amaño del partido CD Málaga-UD Salamanca no se pudo probar en las personas acusadas, de ahí su absolución, pero el perdón de la anulación del partido y la pérdida de dos puntos para la UD Salamanca sólo es recogido de forma implícita y no explícita en el fallo. De ahí que quede en manos de la interpretación histórica su aplicación. Si aceptamos la decisión del Comité Superior de Disciplina Deportiva, la UD Salamanca sumó 34 puntos y quedó novena y si optamos por el criterio de la RFEF sumó 30 puntos y fue decimocuarta ¿Qué clasificación tomamos, con o sin sanción?

 




Quíntuple empate para ascender a primera

En la temporada 1980-1981, cinco equipos acabaron empatados a 45 puntos en las primeras posiciones de la clasificación de Segunda A. Veamos cómo se resolvió este quíntuple empate para decidir qué tres equipos lograban el ascenso.

Cuando comenzó la competición de Segunda División en Septiembre de 1980 pocos podían imaginar la igualdad que iba a dominar la clasificación a lo largo de toda la temporada. La primera vuelta acabó con el Rayo Vallecano liderando la tabla con 23 puntos, los mismos que tenían Levante, Castellón y Racing de Santander. Pero es que a continuación había un auténtico goteo de equipos, cada uno de ellos a una distancia máxima de un punto del que le precedía, hasta llegar al décimo octavo clasificado, el Getafe, con 15 puntos. Por detrás sólo quedaban el Linares con 13 y el Ceuta con 12.

Faltando sólo cinco jornadas para el final, ocupaban las primeras posiciones Castellón y Racing de Santander, con 39 puntos, seguidos por Elche y Rayo Vallecano con 38, Málaga y Cádiz con 37, Alavés y Sabadell con 36 y Levante, Oviedo y Atlético Madrileño con 34. Dos semanas después, sólo los dos últimos parecían haberse descolgado un tanto, pero para el resto la clasificación se había comprimido aún más, con hasta cuatro equipos empatados en la primera posición. En la jornada 36 se descolgaron también Levante y Alavés, y en la penúltima se cayó también el Málaga, quedando seis equipos en una diferencia de tres puntos, aunque uno de ellos, el Castellón, ya había asegurado el ascenso.

La clasificación a falta de un único partido estaba encabezada por el Elche, con 45 puntos, los mismos que el Castellón. A dos puntos de distancia se situaban Racing de Santander, Rayo Vallecano y Cádiz y por detrás, a la espera de que pinchasen estos tres, estaba el Sabadell con 42 puntos. Las calculadoras echaron humo y facilitaron el dato paradójico de que el Castellón estaba ascendido matemáticamente y el Elche, que estaba por delante en la tabla, no lo estaba. ¿Cómo pudo ser esto?

Aclaremos en primer lugar que entonces las victorias valían sólo dos puntos (y así fue hasta 1995) y que en caso de igualdad a puntos, después de enfrentamientos entre los equipos implicados, no se tenía en cuenta la diferencia de goles, sino el cociente que resultaba al dividir los goles marcados entre los encajados (el paso de cociente a diferencia se dio en 1987).

Veamos cuáles habían sido los resultados que se habían dado en los enfrentamientos directos entre estos seis equipos antes de aquella última jornada, que nos valdrán para aclarar lo que podía suceder en los empates que se pudieran dar entre ellos:

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Como vemos, falta el resultado del partido Elche – Cádiz, único enfrentamiento directo entre los seis primeros que debía disputarse en la jornada final. Los otros cuatro partidos en que estaban implicados estos equipos eran: Linares – Castellón, Racing de Santander – Levante, Sabadell – Málaga y Rayo Vallecano – Palencia. A continuación expondremos cuáles eran las posibilidades de cada equipo.

El Elche, líder con 45 puntos, ascendería seguro ganando o empatando, ya que en ese caso sólo el Castellón podría alcanzarle o superarle en la tabla. En caso de derrota ante el Cádiz, la situación se complicaría, ya que los gaditanos le alcanzarían en la clasificación, superándoles además en los enfrentamientos directos, ya que en la ida les habían derrotado por 2-0. En este caso, los ilicitanos necesitaban que no ganase ni Racing ni Rayo Vallecano, ya que cualquiera de los dos que entrase en un triple empate con Elche y Cádiz, o en un cuádruple incluyendo también al Castellón, si perdía, les dejaba en la cuarta posición (o quinta, si venciesen los dos). El Elche, pues, dependía de sí mismo para ascender, pero la derrota podía dejarle fuera.

El Castellón también tenía 45 puntos y, como los ilicitanos, ascenderían seguro ganando o empatando. En caso de derrota, si el Elche no perdiese con el Cádiz, su única posibilidad de quedar fuera sería que ganasen Racing de Santander y Rayo Vallecano, y en el triple empate acabasen últimos. Pero si nos fijamos en los resultados, vemos que en los enfrentamientos entre estos tres equipos el Castellón tenía seis puntos, por cuatro del Racing y dos del Rayo. Sólo queda saber qué ocurriría si el Cádiz ganase en Elche. En este caso, gaditanos e ilicitanos quedarían empatados a 45 puntos con el Castellón, así que para que estos cayeran a la cuarta o quinta plaza era necesario que ganasen Racing o Rayo, o los dos. Si se diese esta última circunstancia, habría un quíntuple empate, en el que el Castellón sumaría diez puntos, por nueve de gaditanos y cántabros y seis de ilicitanos y vallecanos. Si se diese el cuádruple empate incluyendo al Racing, el Cádiz tendría ocho puntos, el Castellón siete, el Racing seis y el Elche tres. Y si el empate incluyera al Rayo en lugar del Racing, Cádiz y Castellón tendrían siete puntos y Elche y Rayo cinco. Por tanto, en ningún caso el Castellón caería más debajo de la segunda plaza. Por este motivo, el Castellón, pese a estar momentáneamente por detrás del Elche en la tabla, estaba matemáticamente ascendido.

 El Racing de Santander también tendría asegurado el ascenso en caso de vencer. En caso de victoria del Cádiz, podría acabar en un cuádruple empate incluyendo también a Castellón y Elche, que ya hemos visto que dejaba terceros a los cántabros; en uno quíntuple, si también ganaba el Rayo, que les dejaba segundos o terceros (dependiendo del resultado que se diera en la victoria del Cádiz) o, en caso de que el Castellón no perdiera, en un triple empate con Elche y Cádiz (seis puntos para los gaditanos, cinco para los cántabros, sólo uno para los ilicitanos), o en uno cuádruple, que incluyera también al Rayo (ocho puntos para el Racing, siete para el Cádiz, cinco para el Rayo y cuatro para el Castellón). Con el empate, la situación se complicaba; Elche y Castellón ya resultaban inalcanzables, así que el Racing necesitaba que no ganasen Cádiz ni Rayo Vallecano, que les superarían en la tabla. Los empates de cualquiera de estos dos equipos o la victoria del Sabadell, les emparejaría en la tabla. El Racing salía airoso del cuádruple empate con estos tres equipos, y de cualquiera de los triples empates con dos de ellos (si el empate era con Cádiz y Sabadell, los tres estarían empatados a cuatro puntos, pero por goles marcados en los enfrentamientos directos, los cántabros serían primeros). En los empates dobles, el Racing superaba a Rayo y Sabadell, y estaba igualado con el Cádiz. En este último caso, habría que recurrir al cociente de goles general, y aquí los gaditanos superaban a los santanderinos. Por último, si el Racing perdía, aún podía ascender, pero para ello era necesario que perdiesen también Cádiz y Rayo, y que no ganase el Sabadell.

El Rayo, a pesar de estar empatado a puntos con Racing y Cádiz, tenía unas perspectivas mucho más complicadas. Aun ganando, no tenían el ascenso asegurado. Si ganaban también Racing y Cádiz, acabaría en un empate quíntuple (si perdía el Castellón), o cuádruple, quedando fuera de las plazas de ascenso en ambos casos. Si el Racing ganaba y el Cádiz no, se daría un triple empate si perdía el Castellón (seis puntos para los castellonenses, cuatro para el Racing y dos para el Rayo) o uno doble con el Racing, del que también salían malparados. Si ganaba el Cádiz y no lo hacía el Racing, podía darse un cuádruple empate con Castellón y Elche (que ya vimos que dejaba fuera a los rayistas) o un triple empate si el Castellón puntuaba (Cádiz cinco puntos, Rayo cuatro, Elche tres), que sería el único caso en que ascendieran los vallecanos. Si el Rayo empataba, salía perdiendo en el cuádruple empate con Racing, Cádiz y Sabadell, así como en los triples empates en los que estuviese incluido el Racing, pero sí ascendía si se producía un triple empate con Cádiz y Sabadell, o dobles empates con cualquiera de estos dos equipos. Así pues, en caso de empate, el Rayo necesitaba que perdiera el Racing y que no ganara el Cádiz. La derrota del Rayo le dejaría definitivamente en Segunda División un año más.

El Cádiz era el equipo que parecía tener la llave del ascenso de todos los demás, según el resultado que consiguiese en Elche. Su victoria le garantizaba el ascenso en todos los casos, al quedar empatado a puntos con el Elche, ya que esto le aseguraba la superioridad en cualquier triple, cuádruple o quíntuple empate en el que entrasen también Castellón, Racing de Santander o Rayo Vallecano. Si el Cádiz empataba en Elche, habría que recurrir a los posibles empates con Racing, Rayo y Sabadell, dándose la circunstancia de que salía perjudicado en el empate cuádruple y en todos los triples posibles, así como en el doble contra el Rayo, pero estaba igualado con Racing y Sabadell, teniendo que recurrir en este caso al cociente de goles general, que tenían muy favorable los gaditanos. Por tanto, en caso de empate, el Cádiz ascendería si perdían Racing y Rayo y no ganaba el Sabadell, o si el Racing empataba o el Sabadell ganaba, siempre que no se diesen ambas circunstancias. Por último, una derrota del Cádiz le dejaría sin ascenso a Primera.

El Sabadell era el que más complicado lo tenía. Sólo tenía opciones en caso de victoria, y estas pasaban porque perdiesen Racing, Rayo y Cádiz, ya que tenía perdido el cuádruple empate, así como todos los triples y dobles con cualquiera de ellos, excepto con el Cádiz, que lo tenía igualado, pero con una enorme desventaja en el cociente de goles general.

Todo lo anterior se resume en que el Castellón ya estaba ascendido, al Elche le valía con el empate y tenía mínimas opciones incluso con la derrota, Racing y Cádiz dependían de sí mismos en caso de ganar, tenían opciones empatando y los cántabros incluso perdiendo, el Rayo no dependía de sí mismo y sólo tenía opciones ganando o empatando, y el Sabadell sólo tenía opciones, y no muchas, en caso de ganar.

Los cinco partidos cruciales se jugaron el 24 de Mayo de 1981 a las cinco y media de la tarde. El primer gol se marcó en Sabadell, cuando en el minuto 7 Bonacic adelantó al Málaga; en el 19 el Rayo se complicó la vida al encajar un gol de Chaparro que ponía por delante al Palencia. El Sabadell empata en el 22 por medio de Mercader, mientras el Linares hacía el 1-0 al Castellón en el 28 por medio de Díaz. En el 30 Díez marcaba el empate del Rayo y en el 32 llegaba el primer gol que daba un vuelco a la clasificación, al hacer Zúñiga el 0-1 para el Cádiz en Elche. De ahí al final de la primera parte llegaron cuatro goles más en Sabadell (Bío volvía a adelantar al Málaga, Orejuela II y Lino remontaban para los vallesanos y Serrano restablecía el empate) y uno en Santander, que se adelantaba frente al Levante en el minuto 37 con un gol de Quique.

Al descanso, el Castellón perdía por 1-0 en Linares; el Racing ganaba por el mismo tanteo al Levante; el Cádiz vencía por 0-1 en Elche y los otros dos encuentros registraban sendos empates; a tres el Sabadell – Málaga y a uno el Rayo Vallecano – Palencia. Con estos resultados, se producía un cuádruple empate en cabeza, que daba el ascenso a Cádiz, Castellón y Racing, por este orden y dejaba fuera al Elche, así como al Rayo y al Sabadell, que quedaban descolgados. Pero aún quedaban 45 minutos.

El segundo tiempo empezaba con un nuevo gol del Málaga en la Nova Creu Alta, en esta ocasión de José en el minuto 51. Poco después, nuevo vuelco en la clasificación al empatar Chomin para el Elche en el 55, sacando al Cádiz de los puestos de ascenso, que en ese momento correspondían a Elche, Castellón y Racing. El Castellón empataba en Linares con un tanto de Mestre en el minuto 65 y la emoción iba aumentando hasta que llegó el decisivo minuto 78, en el que Mejías volvía a adelantar al Cádiz en Elche, dejando las cosas como estaban antes del descanso. Juanito ponía por delante al Linares ante el Castellón en el 80, Marian hacía concebir esperanzas al Rayo al remontar en el 81 el tanto inicial del Palencia y Bonacic hacía el último gol de la jornada para el Málaga en Sabadell, alcanzando el resultado de 3-5.

Se llegó así al final de los partidos, con la derrota del Castellón por 2-1 en Linares, la victoria del Racing por 1-0 sobre el Levante, las del Cádiz por 1-2 en Elche y el Málaga por 3-5 en Sabadell, y la del Rayo por 2-1 sobre el Palencia. De los seis aspirantes, cinco acababan empatados a 45 puntos, mientras el Sabadell se quedaba en los 42 y era superado por el equipo que le acababa de derrotar. Con el 1-2 del Cádiz en Elche, los resultados entre los cinco primeros clasificados a lo largo de la temporada deparaban la siguiente clasificación:

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El Castellón ocupaba la primera plaza, por haber sumado 10 puntos en los enfrentamientos directos. Cádiz y Racing de Santander tenían 9 puntos, y estaban igualados en los partidos que jugaron entre ellos (victoria del Racing por 1-2 en el Ramón de Carranza y del Cádiz por 0-1 en El Sardinero). Para deshacer la igualdad, hubo que recurrir al cociente de goles general, y aquí el Cádiz 55 goles a favor por 37 en contra, que daba un cociente de 1,4865, mientras el Racing había marcado 48 y había encajado 40, por lo que su cociente era de sólo 1,2. Elche y Rayo Vallecano sumaban 6 puntos, quedando por delante los ilicitanos, que habían empatado a uno en su campo frente al Rayo y habían vencido por 0-2 en Vallecas.

Curiosamente, el Castellón ascendía un puesto a pesar de su derrota, y se proclamaba campeón de Segunda División, acompañándole el Cádiz como subcampeón y el Racing como tercer clasificado. Fuera se quedaban el Elche, que una semana antes era líder, y el Rayo Vallecano vivía una circunstancia opuesta a la del campeón, al perder un puesto a pesar de ganar su partido.




El Ramón de Carranza: un clásico veraniego

Con alguna frecuencia, tanto en Europa como en América, el fútbol de 1ª División suele pasar de largo ante ciertas ciudades. Es como si no estuvieran hechas para el deporte rey, como si el gozo y las miserias del cuero no pudiesen enraizar en sus prados. Casi siempre, esa realidad suele acabar plasmándose en terca espiral: a fútbol de bajo nivel, escasa afición; ante la merma de aficionados, menores posibilidades de relanzamiento; no hallando acicates en él, los jóvenes optan por otras prácticas deportivas; bien por haber formado un buen bloque de baloncesto, hockey, balonmano, atletismo, balón bolea, ajedrez o remo, bien por puro desinterés, el fútbol concluye en la más lóbrega catacumba. Eso pudo haberle ocurrido a Cádiz sin el oportunísimo nacimiento de su ejemplar trofeo veraniego.

Hasta la temporada 1954-55, el club amarillo gaditano estuvo fluctuando entre la 2ª y 3ª División. O para ser más exactos, penando, sobre todo, por el desértico fútbol de bronce, que era como entonces solía denominarse a una 3ª con campos de tierra, vestuarios sin agua caliente y taludes a modo de graderíos. Taludes, por cierto, sumamente resbaladizos en cuanto caían cuatro gotas. Tras doce años midiéndose al San Fernando, Algeciras, Balompédica Linense, Jerez, Iliturgi, Emeritense, Utrera, Badajoz, Cacereño, Linares, Coria, Ceuta, Jaén, Antequerano, Calavera, Melilla o Atlético Malagueño, e incluso a los ya desaparecidos por obsolescencia (Electromecánica) o pura coherencia política (Larache, España y Mogreb de Tánger, Atlético y Español de Tetuán), tuvo lugar el ansiado ascenso a 2ª. Circunstancia, además, coincidente con la inauguración de su nuevo y coqueto estadio municipal.

Aunque aquel estadio se construyera con José León de Carranza ocupando la alcaldía gaditana, el mandatario declinó impusieran su nombre a la construcción, sugiriendo, en cambio, perpetuasen el de su progenitor, José Ramón de Carranza, uno de los más recordados alcaldes de la «Tacita de Plata». Aceptada la propuesta por aclamación, aquel lejano 3 de setiembre el propio José León presidiría la disputa de un torneo inaugural, con el club anfitrión y el poderoso Barcelona como contendientes. Lo de menos fue el resultado. Porque aquel encuentro, el magnífico sabor de boca que de él conservaron afición y autoridades, dejó abierta la posibilidad de instituir un torneo parecido con carácter anual. Acababa de vislumbrarse, por lo tanto, el trofeo Ramón de Carranza. Con el correr de los años, todo un clásico.

Las tres primeras ediciones (1955,1956 y 1957) se disputaron a modo de final, con dos únicos contendientes. Era, todavía, un torneo menor, uno de tantos, al que la tiranía presupuestaria otorgaba carácter casi local (Sevilla y el modesto Atlético de Portugal para la primera edición) o exclusivamente nacional (Sevilla – At. Madrid en la segunda y Sevilla – At. Bilbao en la tercera). La excelente respuesta de los aficionados y una ambición harto encomiable, posibilitaron el siguiente paso: cuatro contrincantes, y por lo tanto otros cuatro partidos, a partir de 1958, con Real Madrid, Sevilla, Wiener austríaco y Roma, inaugurando la nueva fórmula.

El Real Madrid, campeón del primer cuadrangular, contribuyó a otorgarle más prestigio, puesto que con Alonso, Atienza, Marquitos, Lesmes, Santisteban, Zárraga, Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento, entre otros, acababa de revalidar su título en la Copa de Europa, competición aparentemente forjada a su medida. Este hecho, el de mirar siempre hacia los clubes que Europa acababa de consagrar, o los más significados de la por entonces exótica Sudamérica, habría de coronarlo como rey del verano. Eso, y la circunstancia de constituir última puesta a punto antes del arranque liguero español.

El Real Madrid también pudo llevar a sus vitrinas la monumental obra de orfebrería en 1959 y 1960, para decepción de Barcelona, Milán y Standard de Lieja en el primer caso, y At. Bilbao, Stade Reims y Eintracht de Frankfurt en el segundo. El Stade Reims había sido uno de los potentes de Europa en el pasado reciente y el Standard, cuando el fútbol belga constituía temible potencia continental, en absoluto podía compararse a la modesta entidad en que hoy se ha convertido. La edición de 1961 incorporaría como gran novedad dos clubes sudamericanos: Peñarol de Montevideo y River Plate bonaerense. Los uruguayos a punto estuvieron de coronarse campeones, con Cubilla, Spencer, Cabrera, Sassía y Ledesma en su potente vanguardia, donde también Rocha aportaba lo suyo. Pero el formidable Barcelona de Pesudo, Foncho, Rodri, Gracia, Gensana, Martínez, Kocsis, Evaristo, Villaverde y Zaldúa, con Vergés y Garay como hombres de refresco, acabó imponiéndose. El propio club catalán renovaría laureles en 1962, aunque en la segunda tanda de penaltis, con Cubilla, figura uruguaya el año anterior, como refuerzo de oro para el extremo derecho. Incomprensiblemente, la perla charrúa no llegó a cuajar como azulgrana. Su fútbol finísimo fue considerado lento desde el principio, probablemente porque nadie supo ver en él la amplia oferta de cualidades que habrían de convertirlo en el Mundial mexicano de 1970, casi dos lustros después, en una de sus más destacadas figuras. Puestos a entrar con mal pie, a Cubilla llegó a detenerle Yarza su penalti.

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El portugués Eusebio, junto al también superdotado Paco Gento, encabeza la clasificación goleadora del Carranza.

Probablemente en 1963 no hubiesen faltado apostadores a favor del Barcelona, como nuevo tricampeón. Pero se lo impidió la apisonadora del Benfica, que con Cavem, Cruz, Coluna, Augusto, Torres, y sobre todo Eusebio, acababa de proclamarse campeón de Europa. Aquel Benfica disputó otras dos finales consecutivas, si bien concluiría doblando la rodilla contra el Betis de Papín, Ríos, Frasco, Ansola, Bosch y Rogelio, en la prórroga, y por un apretado 3-2 ante el Zaragoza de los «5 Magníficos», aunque en la final vistiera el gallego Pais la camiseta número 11 de Carlos Lapetra.

Continuaron sucediéndose campeones españoles hasta 1969. Real Madrid en el 66, Valencia en el 67 y At. Madrid en el 68, pese a la oposición de Torino, Corinthians, Peñarol o Vasco da Gama. Por fin, en 1969, el primer triunfador sudamericano, gracias al 2-0 endosado por el Palmeiras a un Real Madrid donde, junto a los «ye-yés», aún galopaba por su banda Paco Gento. Para entonces, gracias a las retransmisiones de Televisión Española -omnipotente y única referencia audiovisual en los hogares patrios- el Ramón de Carranza se había convertido en gran fiesta deportiva agosteña.

España, a punto de encarar los 70, bien poco tenía que ver con el país amedrentado de 1955. En 14 años parecía haber dado la vuelta, como un calcetín. La decidida apuesta por un turismo de clase media, unida al denodado esfuerzo de tres millones de emigrantes y su equivalencia en divisas, permitió construir carreteras y aeropuertos, modernizar escuelas, electrificar tendidos ferroviarios, mecanizar el campo, introducir productos en la cesta de la compra considerados un lujo hasta hacía bien poco, llenar de «600» los remozados caminos, combatir el invierno con las «catalíticas» a butano anunciadas por Gila, e incluso creer que la vida podía mejorar de verdad sin mediar un pleno de 14 en las quinielas. Nuestras playas, aún desobedeciendo pregones gubernamentales, se iban poblando de biquinis. El vermouth se convirtió en rito tras la misa dominical. Muchos compatriotas, bien por esnobismo, bien tras descubrir la existencia de una destilería en Segovia, concluyeron decantándose hacia el whisky desde el socorrido coñac, por más que beber cierta marca jerezana de «brandy» fuera «cosa de hombres». Y al compás de ese giro copernicano en lo sociocultural, quién sabe si porque el eco de las viejas conspiraciones judeomasónicas hubiesen perdido todo su efecto, o porque las masas sean más fácilmente controlables con los estómagos llenos, el franquismo fue aflojando la mano. Si bien seguía existiendo censura, en el cine se cortaban menos besos. «El graduado» pudo verse, pese a un argumento que apenas 7 años antes habría sido catalogado como gravemente peligroso. No parece que Dustin Hoffman escandalizase a nadie. Si acaso, aquella película sirvió para que muchos jóvenes descubrieran, gracias a su banda sonora, a Simon y Garfunkel. Todo evolucionaba, para desesperación de no pocos curas trabucaires. Incluso en la propia iglesia resultante del Concilio Vaticano II, guitarras y panderetas enmudecieron al armonium. Las mismas letras de canciones «made in spain» iban pasando de lo banal a la sugerencia, e incluso a la protesta, aún sin desterrar, como por otro lado parece lógico, la completa estulticia. España era un país decididamente abierto a las novedades.

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Y algunas novedades, siquiera en lo futbolístico, fue cuanto se empeñó en aportar el Carranza gaditano.   

Para cuando el Palmeiras de Sao Paulo volvió a levantar el trofeo en 1974 y 1975, mediando triunfos del Real Madrid, Benfica, At. Bilbao y Español barcelonés, ya habían contendido potentes clubes extranjeros: Independiente de Avellaneda; el poderoso Milán de Gianni Rivera; el Peñarol de Ladislao Mazurkiewicz, a la sazón considerado mejor portero del mundo; Botafogo; el Bayern de Munich de Sepp Maier, Beckenbauer, Uli Hoeness o «Torpedo» Muller; la «Juve» turinesa o aquella magnífica apisonadora de Amsterdam llamada Ajax, el excepcional Ajax, base de la «Naranja Mecánica» que anonadase en el Mundial alemán del 74 y que, paradójicamente, ni siquiera pudo llegar a la final gaditana. Al Palmeiras de 1974 y 1975 daba gloria verlo. Y eso que, a priori, sobre todo en 1974, se esperaba más de otros conjuntos. Del Santos, cuya referencia seguía siendo «O Rey» Pelé, y del Barcelona comandado por Cruyff, a quien todos consideraban príncipe heredero.

Pero el fútbol está lleno de sorpresas y aquel torneo las sirvió por partida doble. El Español derrotó en semifinales al idolatrado Santos de Carlos Alberto, Ze Carlos y Pelé, en tanto la muchachada del Palmeiras dejaba en la cuneta a los culés. El ansiado choque catalanopaulista pudo verse, sí, aunque tan sólo para determinar el orden de los colistas. El Barcelona batió a sus rivales por 4-1, quedando para Pelé, ya sombra de sí mismo, el pobre orgullo de salvar, mediante lanzamiento desde el punto de penalti, el honor santista. En la final, como ocurriría al año siguiente, frente al Real Madrid, los Leao, Luiz Pereira, Leivinha, César, Ademir o Edu, dejaron bien sentado por qué Brasil ocupaba el Olimpo balompédico.

Pese a todo, el Palmeiras no pudo añadir su nombre al de quienes ya habían festejado tres éxitos consecutivos. Se le cruzó un At. Madrid que para entonces contaba con dos de las anteriores estrellas campeonas: Luiz Pereira y Leivinha. Dos auténticos superdotados. Dos prodigios sobre el césped, sin nada en común. Anárquico, sobrado, indisciplinado tácticamente, juerguista, fumador no muy a escondidas, carismático, jovial hasta el exceso y obsesionado por marcar goles, el primero, pese a que su puesto en el eje defensivo exigiera otras aplicaciones. Y más callado, más veloz, más técnico, más permeable a las órdenes del banquillo, el segundo. A Pereira sólo parecía capaz de ponerle freno su propia esposa, una auténtica autoridad, según recuerdan quienes por aquella época compartieron vestuario e instalaciones colchoneras. Y a Leivinha, todo inteligencia, clase y pundonor, decidieron pararlo varios defensas de la especie que hace 35 años tanto abundaba. Hoy serían consideramos sacamantecas, conserjes de reformatorio, carabineros del antifútbol, si no carne de juzgado. Pero entonces, aún lesionándolo repetidamente, se fueron de rositas. Leivinha regresó a Brasil, tan mermado como descontento por sus varios meses en el dique seco, porque el cúmulo de patadas alevosas le impidió brillar conforme debía con su selección. Los perros de presa pudieron colgar las botas, impunes, sin aparentes borrones en sus hojas de servicio, mientras él entonaba un adiós anticipado a la gloria.

Entre tanto, los colchoneros, acaudillados por Luis Aragonés desde el banquillo, repitieron éxitos en 1977 y 1978, ante el Inter de Facchetti, Baresi, Merlo, Pavone, Anastasi y Altobelli, primero, y el River Plate de «Pato» Fillol, Passarella, Luque y Ortiz, después. En 1979, edición XXV del Carranza, un nuevo campeón brasileño, el Flamengo de Tita, Zico y Julio César, que reforzado con Marinho volvería a llevarse otro trofeo en la siguiente convocatoria. Y por fin, en 1981, el primer triunfo de los anfitriones.

Para entonces el Cádiz ya no era un club tan modesto. De penar en 2ª, e incluso retroceder hasta la 3ª en 1968-69, de traspasar a sus figuras (Miguel al Deportivo de La Coruña por 750.000 ptas., Lara al Granada por 500.000, Juanito al Barcelona por 3 millones y medio, Andrés al Real Madrid por 7 justos o Migueli al Barcelona por 12) para equilibrar balances, había pasado a militar entre los grandes, luego de quedar subcampeón de 2ª en 1976-77, con Mané, Villalba, Botubot, los veteranos Barrachina y Quino, el chileno Carvallo y los vascos Santamaría, Urruchurtu, Ibáñez, Otaolea o Cenitagoya. De manera que siendo ya un «grande» y con el milagroso Manuel Irigoyen dirigiendo la entidad, nadie podría considerar caprichosa su inclusión en el Carranza. Abonado al último puesto las ediciones 1977, 1979 y 1980, se deshizo en semifinales del CSK de Sofía en la tanda de penaltis e hizo historia frente al Sevilla, cuando Dieguito, atacante pinturero y bullicioso por cuya sangre corría en igual medida la fiebre del fútbol y el flamenco, marcó a 5 minutos del final el único tanto del partido. Como si hubieran tomado la medida al torneo, los amarillos volvieron a imponerse en 1983, tras prórroga y lanzamientos de penalti, luego de que el Real Madrid se tomara revancha de la Liga en el 82, frente a los donostiarras de la Real Sociedad. Y aún alzarían otro trofeo en 1985, ante el Gremio de Porto Alegre, otra vez gracias a su mayor precisión desde el punto de penalti.

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Dieguito se hizo un hueco en la historia del Cádiz y del Trofeo Carranza, al batir a Buyo en 1981. Tras colgar las botas impartió clases de baile flamenco.

 Los años 90 consagraron al Ramón de Carranza como el más grande de nuestros torneos veraniegos. Entonces soplaban muy malos vientos por otras latitudes. La avaricia de ciertos intermediarios, el desinterés de algunos públicos, la cada vez más acendrada costumbre de viajar por la península, nuestras islas o el extranjero durante el mes de agosto, aprovechando las vacaciones, crisis de patrocinio derivadas de puntuales repliegues económicos, a los que nuestro país parecía haberse apuntado, y hasta el simple cansancio, concluyeron con el entierro de numerosos cuadrangulares nacidos a su rebufo. El Carranza sobrevivió, aún cuando la bandera deportiva ciudadana se precipitase en 2B, eufemismo federativo equivalente a la antigua 3ª División, e incluso cuando todo parecía indicar la desaparición amarilla por ruina estrepitosa.

Las aguas, afortunadamente, no llegaron a mal río. Y hoy, tanto el Cádiz, con marcha dubitativa por la división de plata, como el trofeo Ramón de Carranza, dueño de su propio trono entre los más grandes, prosiguen, orgullosos, una digna andadura.

 

Hitos del Ramón de Carranza

.- Récord de goles en un solo partido: Alfredo Di Stéfano.

.- Máximos goleadores del torneo: Eusebio (Benfica) y Gento (R. Madrid), 8 tantos.

.- Algunas estrellas internacionales presentes en el Carranza con clubes extranjeros: (Leao, Pelé, Luiz Pereira, Leivinha, Zico, Marinho, Jair, Edu, Rivelino, (brasileños); Fillol, Santoro, Pastoriza, Passarella, Luque, Yazalde (argentinos); Kruyff, Neeskens, Hulshoff (holandeses); Mazurkiewicz, Cubilla, Matosas padre (uruguayos); Maier, Beckembauer, Hoeness, Muller (alemanes); Albertosi, Rivera, Maldini, Facchetti, Merlo, Altafini, Prati, Anastasi, Corso, Capello (italianos); Costa Pereira, Germano, Coluna, Eusebio, Graça, Torres, Simoes, Jordao (portugueses); Fazekas y Nagy (húngaros); Seminario (peruano); Luis Suárez (español).

 José Ignacio Corcuera       

   




Españoles en el fútbol cubano

Cuba, notable potencia deportiva en la actualidad, gracias a sus atletas de oro olímpico, a muy bien armados equipos de balonmano, balón-bolea o boxeo, por no mentar la treintena de beisbolistas con sitio en la liga norteamericana, apenas si representa algo para del panorama futbolísitico. Sin embargo hace tres cuartos de siglo, antes de que sus playas se pusieran de moda, cuando Pérez Prado aún no había popularizado el «Mambo» y sólo unos pocos emigrantes retornados distinguirían la guaracha del son, o el danzón de la trova, su fútbol fue meta y hasta prometedor El Dorado para bastantes españoles.

Eran tiempos de amateurismo marrón por nuestros pagos, de profesionalización encubierta o poco más que testimonial, atendiendo a sus devengos más bien exiguos. Al otro lado del océano, en cambio, parecían atar a los perros con longanizas, puesto que las muy nutridas colonias gallega o asturianas tentaban con espléndidos contratos a nuestras incipientes figuras. Pero curiosamente, pese a proceder del Cantábrico los más firmes puntales del pretérito fútbol antillano, la primera remesa de aventureros no fue galaica o astur, sino gerundense. Tan aparente anomalía tuvo su fundamento.

El 9 de julio de 1922, el Ateneu Deportiu de San Feliú se proclamaba Campeón de Cataluña en Segunda Categoría, al derrotar al Atlético Sabadell en el campo del F. C. Barcelona. Un enorme triunfo para la modesta agrupación guixolense, que ya había degustado otras mieles, pues desde 1918 supo alzarse con 3 títulos provinciales consecutivos. La euforia se desató por la comarca, como atestigua un pasquín impreso por M. Comas en su taller del propio San Feliú.

 Poble de Sant Feliu:

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Un crit inmens de Victoria sosmou la ciutat. Tot Sant Feliu brunz. El nostre Ateneu Deportiu en lluita noble i honrada ha conquerit el CAMPIONAT DE CATALUNYA. Els nostres jugadors plens d´amor ciutadá han posat ben alt el nom del nostre poble.

Ciutadans: Avui a las 6 de la tarde arrivarán els nostres valerosos equipiers. Vingueu a rebrels a la Rambla Vidal en just homenatje al seu esforç.

¡Visca l´esport guixolenç!

                                          ¡Visca l´Ateneu Deportiu!

 Tanta alharaca fue agriamente contestada por la prensa anarco-sindicalista. El 22 de julio de 1922, F. Barthe firmaba cuanto sigue en el semanario «Acción Socialista Obrera», publicación subtitulada como Periódico de cultura social, defensor de las causas obreras y órgano de los sindicatos obreros:

«Estos días pasados, con motivo del triunfo del «Ateneu Deportiu» de Sant Feliú en el Campeonato Regional de foot-ball, segunda categoría, vimos una hoja en la que se decía, entre muchas sandeces, que el «nombre de Sant Feliu había sido levantado muy alto». Llevar el nombre de una ciudad «muy alto» por acertar a dar unas cuantas patadas que den al goal nos parece, más que simple, estúpido. Un asno o un caballo lo llevarían más alto o más lejos. Nos parece bien que los jóvenes se diviertan, se entusiasmen y hasta que escriban tonterías propias de su juventud. Lo que no se puede comprender es que una multitud compacta se haga eco de semejantes niñerías y crea que un team lleve en su victoria sobre otros la prosperidad, el honor y la fama inmortal a una ciudad entera.

Aceptando el foot-ball, hemos de condenar enérgicamente ese ambiente sobrecargado de fetichismo, de idolatría, de patrioterismo, en el que se le va a deformar y a anegar.

El foot-ball debe ser el pasatiempo y expansión física y moral de la juventud, jamás el arma de combate o el trofeo de vanagloria de alguna entidad política, religiosa o económica, menos aún de una ciudad entera… ¿Qué hay de común entre Sant Feliu con sus 15.000 habitantes y once muchachos que saben «shootar» bien el balón?. Además no creemos que el mérito y la grandeza se hayan pasado de las arrugas del cerebro al metatarso de los pies, para que se festeje de esa manera tan general el progreso deportivo de unos jóvenes. Si en el foot-ball reside el progreso y la fama de un pueblo, hay que convenir que sobran centros de cultura y escasean terrenos de foot-ball.

Contra este ambiente castrador de la personalidad hay que levantarse. No podemos tolerar que se envenene la juventud con esta atmósfera de frivolidad y de insensatez que desde la adolescencia hasta la madurez viril, embota los sentidos y la mente de la juventud, inutilizándola para los problemas fecundos y trascendentales de la vida.

No queremos que el foot-ball, de juego sano y sencillo se convierta en corruptor y atrofiador de jóvenes, ni en pasión social, morbosa y decadente, que absorba hasta nuestro sentido común.»

Esto, que tan mal sentó en los ambientes deportivos de San Feliú, se escribía hace 80 años, aunque podría fecharse hoy mismo sin perder un ápice de actualidad. Sintiéndose insultados, casi todos los campeones decidieron emprender otro rumbo. Nanci, Pey o Feliú saltaron a otros clubes nacionales. Lluhí, Charles, Miró, Portero, Nicola y Gimbernat, se fueron a La Habana, donde el fútbol estaba mejor pagado. Y el caso es que entre la masiva deserción y el abatimiento social experimentado por las provincias catalanas durante los años de pistolerismo y «Dictablanda» de Primo, el glorioso Ateneu concluyó desapareciendo poco después. 

No tuvieron que esperar mucho los cubanos para recibir a otra expedición de futbolistas, esta vez gallegos. Por toda la isla, pero especialmente en La Habana, existían clubes con directiva y masa social española, entidades en las que un gallego, cobrando cantidades impensables en nuestra tierra, podía disfrutar de lo lindo mientras se dejaba abanicar por las palmeras, paseaba su ocio entre El Vedado y la multitudinaria Habana Vieja, o cedía a la morriña cuando el atardecer cubría los porches del Malecón. José Torres, Begoña, Simón, Blas, Chorens, Cachán o Arturo, conocido popularmente como «Picholas», deportivistas todos, se dejaron tentar por aquel dinero y la sed de aventuras. Ramón González, otro coruñés, a punto estuvo de ser el primer español en los campeonatos profesionales de Escocia, pues los responsables del Dundee United le hicieron una oferta en firme a raíz de los amistosos disputados contra el Deportivo, allá por 1924. El delantero gallego endosó en el segundo choque 5 goles a los de Glasgow, subcampeones en su liga. Suficiente, claro está, para desatarles la codicia. Pero apegado a su tierra, como estaba, González rechazó la invitación.

Cosme Vázquez (para el fútbol Cosme), también gallego aunque con militancia en los dos grandes clubes madrileños, fue otro degustador de la perla antillana. Sin embargo centrémonos en las andanzas cubanas de los deportivistas, aunque sólo fuere por haber constituido mayoría.

De todos ellos, puede que fuese Torres el mejor dotado futbolísticamente. Sin embargo la humanidad de Cachán eclipsó al resto.

José Torres Mourelle, padre del también futbolista -e internacional, aunque con la selección B- Carlos Torres, había empezado a jugar en los años 20 y tardó poco en emigrar al Iberia de La Habana. En 1930 regresó a La Coruña de vacaciones y sus amigos, compinchados con la saudade, ya no le dejaron marchar. Veloz, hábil y potente, buen corredor de la banda, rindió en el Deportivo hasta que un choque con el vigués Valcárcel adelantase su retirada. En los años siguientes ejercería de gerente en el Café Marineda y no supo negarse cuando le invitaron a formar parte de la directiva albiazul. Cuba y el Deportivo le acompañaron siempre: la isla con un rastro de acento cachazudo y el club cosiéndole su escudo al corazón.

El singularísimo Cachán, por su parte, constituye inagotable pozo de anécdotas.

Hospiciano y analfabeto, Laureano José Rodríguez, pues ese era su nombre real, tan anárquico en los terrenos de juego como en cada faceta de su vida, destacaba como extremo izquierdo por la limpieza de su toque y una rara precisión en cada centro sobre el área. Recién llegado al Club Iberia de La Habana, escuchó el grito de ánimo coreado por los incondicionales: «Cachín, Cahán, Cachumba. Iberia es la que zumba». Orgullosísimo, se acercó a su compañero Pepe Torres. «¿Los oyes?», dijo; «No se me había ocurrido pensar que aquí, tan lejos de casa, pudieran conocerme tanto». Y sin salir de su error, fue a saludar desde el centro del campo entre el jolgorio de la afición.

Cachán, ya de vuelta a La Coruña, se hallaba una tarde en las oficinas del Deportivo, viendo cómo sus compañeros echaban una mano en la extensión de recibos. Quizás por pasar el rato, tomó una  pluma e hizo varias rúbricas. Luego de estudiarlas muy complacido, las mostró a todos, sonriente, mientras aseguraba: «Qué buena letra tendría si supiese escribir, ¿no os parece?».

Pero el pobre Cachán no aprendió jamás. En vísperas de la Guerra Civil era una especie de vagabundo sin raíces ni techo fijo. Consta que hallándose el Deportivo coruñés muy necesitado de efectivos, averiguaron sus dirigentes el paradero de tan pintoresco personaje, vagabundeante por Andalucía. Sin perder un minuto le giraron dinero junto con un telegrama, para que tomando el primer tren se aprestase a colaborar con sus centros en la buena marcha del club. Laureano tardó casi 15 días en aparecer y cuando se le preguntó si no había recibido aquella cantidad, rehuyó justificarse: «Vine de polizón. Hubiera sido una tontería gastarme esos duros en el viaje, pudiendo hacerlo gratis».

Meses más tarde su mala suerte habría de jugársela definitivamente. Sin comprender la locura desatada a su alrededor, penetró en una armería de San Andrés recién asaltada por jóvenes sindicalistas empeñados en hacer frente a la sublevación militar. Allí fue prendido, interrogado a trompazos y, tras oportuna mediación del mandatario coruñés Ramón de Llano, forzado a alistarse como voluntario en las milicias de Renovación Española. Apenas tuvo tiempo de agasajar a su benefactor con una bandeja de pasteles, adquirida nada más cobrar su primer sueldo de legionario. Le aguardaba el frente de Asturias y entre explosiones, miedo y ráfagas de ametralladora, agazapada en las trincheras, la muerte. Sus restos fueron recogidos por el Dr. Candama, también antiguo jugador deportivista y viejo compañero en los vestuarios de Riazor.

Claro que no todos los españoles integrados en el fútbol cubano llegaron como profesionales. Para ilustrarlo, ahí van unos apuntes.

Hilario Fernández Rodríguez (Hilario), potente medio centro asturiano, arribó muy joven a las Antillas como un emigrante más. De ese modo estuvo compaginando los quehaceres laborales cotidianos con su militancia deportiva en  el equipo de Cienfuegos. Nada más regresar, fue fichado por el Stadium Avilesino, cuyos colores defendería desde 1927 hasta 1942, aunque con algún intervalo.

Manuel Vidal de Cárcer representa el rizo más original de cuantos jugaron en Cuba. Hijo de Barcelona (1906), fue hasta el Caribe guiado por su aversión al servicio militar. En la Gran Antilla destacó como cancerbero hasta su regreso, en 1931. Sometido a prueba por el Barcelona, luego de haberse ofrecido, integró la primera plantilla catalana durante dos campañas. Sólo jugó 23 partidos, porque Nogués representaba entonces un enorme obstáculo. No obstante dejó huella de elegancia y espectacularidad. Para su salida de la entidad blaugrana tuvieron mucho más peso las razones de tesorería que las puramente deportivas. Piera o Samitier fueron otros eliminados aquel 30 de diciembre, ya que sus fichas desnivelaban considerablemente el presupuesto de un club atormentado por anteriores dispendios. Andado el tiempo, Vidal de Cárcer se haría entrenador y cuando tuvo lugar su fallecimiento, en 1998, era el gran patriarca de los ex-jugadores culés.

Lo cierto es que Cuba, durante los años 20 y primeros 30, gozaba de un fútbol cuajado de españoles, aunque la mayoría fuesen hijos de emigrantes. El hambre y la ausencia de expectativas, a menudo amalgamadas con cierta atmósfera de inseguridad, ensombrecían amplias zonas de aquella España, heredera directa del caciquismo, la explotación laboral sobrevenida a la industrialización, y el alarde ostentoso de una burguesía sólo liberal en materia económica. Cuba, en cambio, y no sólo Cuba, sino América en su conjunto -imposible olivar Argentina o México- representaba la esperanza, la quimera de una fácil prosperidad. Muy de tarde en tarde llegaban noticias sobre aquellos futbolistas. Y cuando ello ocurría, solía ser porque desandaban el camino para fichar por uno de nuestros clubes.

El Real Oviedo, entidad de novísimo cuño luego de fusionarse dos sociedades carbayonas, rescató a algunos nada más instaurarse el Campeonato Nacional de Liga. El primero fue Bienvenido López Santos (para el fútbol Bienvenido), un medio del Juventud Asturiana de La Habana, al que sólo alinearon en 3 partidos del campeonato inaugural, es decir 1928-29. Los ovetenses militaban en 2ª División y no se arrugaron con su primer fracaso. En 1930 repatriaron al defensa Gregorio Fernández González (Goyo en las alineaciones), natural de Oviedo pero forjado, como su antecesor, en el Juventud Asturiana habanero. Éste demostró estar más hecho, y consecuentemente intervino en las 18 jornadas del campeonato nacional 1930-31, y en 8 del siguiente. Durante su segunda temporada como azulón coincidió con otro «cubano», el medio natural de Gijón Valentín Álvarez Trabanco, alineado como Valentín en los pocos partidos amistosos o de torneos menores que tuvo ocasión de disputar, porque lo que es en el Campeonato de Liga de 2ª División, quedó inédito. Procedía, a diferencia de sus predecesores, de la Sociedad Cataluña de La Habana.

Tras reexpedirlo a su procedencia, junto al Caribe, ya no insistió en sus experimentos el Real Oviedo. Bien al contrario, comenzó a tejer un cuadro potentísimo espigando en el vivero vasco (Lángara, Inciarte o Mugarra), o el de los vecinos gijoneses (Sirio Blanco y Herrerita), sin perder de vista al por entonces más que notable Stadium Avilesino (Galé y Casuco). Con todos ellos, más la prometedora incorporación de un jovencísimo empleado del Ferrocarril Vasco-Asturiano llamado Emilio García Martínez (el más adelante internacional Emilín), no sólo pudo auparse a la máxima categoría, sino obtener el subcampeonato en una competición liguera que, prácticamente como ahora, pretendían monopolizar Real Madrid y Barcelona, con la incrustación del potentísimo Athletic de Bilbao dirigido por Mr. Pentland. 

Pero quizás el más ilustre aventurero en Cuba fue Gaspar Rubio (Serra, Valencia, 1908). Frío, calculador hasta el punto de rehuir el choque en un fútbol fundamentalmente físico, tan genial como indolente y conflictivo, profesional desde que fichase por el cuadro de San Sadurní de Noia a los 14 años y con un ego sin límites, alentó tertulias, dio trabajo a los linotipistas y hasta forzó la primera denuncia por abandono de un club español ante la FIFA. Para cuando llegó al Madrid en 1928, ya había dejado huella de su clase en el Nuria, Reus, Sport Gracia y Levante. Con los merengues obtuvo 12 goles en el primer campeonato de liga y 18 en la segunda edición (1929-30), al término de la cual se fugó a La Habana, para enrolarse en el Juventud Asturiana. Allí tuvo la desgracia de que le fracturasen una pierna y todavía mediada su recuperación decidió saltar hasta México, fichado por el Club España, desde donde le tentaban con la astronómica cantidad de 14.000 pesetas mensuales. Sirva como referencia que un muy buen sueldo español difícilmente superaba por esa época las 1.500 ptas. Fue entonces cuando el Madrid exhibió ante la FIFA sus derechos federativos, no obteniendo mucho más que buenas palabras.

Aseguran que recién llegado a México, los reporteros se interesaron por las características del astro como futbolista. Y Gaspar, sin complejos, se mostró rotundo: «Les puedo dar una pista. ¿Han visto ustedes a Samitier sobre un campo de fútbol?. Pues algo parecido, pero en mejor». También se le achacan otras muchas salidas de exagerado ingenio, tendentes siempre a la vanagloria y la fácil cohetería. Como ocurre con los toreros míticos, de ser ciertas la mitad de ellas, estaríamos ante un personaje sin par.

El hijo pródigo, hechas las Américas, volvería a vestir de blanco para ser rápidamente traspasado a los vecinos «colchoneros», entrando en la operación el atlético Ordóñez. Después de ser rojiblanco durante dos temporadas, nuevo salto a Valencia en la campaña 1934-35 y otra vez a Madrid, cerrado el paréntesis de la Guerra Civil, para proseguir su andadura por Granada y Murcia. Ya para entonces había dejado de ser «El Mago Gaspar», sobrenombre con que le conocía la afición de preguerra, e incluso «El Rey del Astrágalo», cuya paternidad parece obra del periodista Rienzi, al ser operado de un hueso sobre cuya existencia nada sabía el 99% de los españoles. Había sido un mito, internacional en 4 ocasiones, con 9 goles marcados, e incluso avispado instigador de las primas como retribución individual, al exigir a la Federación Española, en 1929, 10 duros por cada gol marcado a Inglaterra. Suficiente curriculum para lanzarse a entrenar, tarea en la que se empeñó durante años con más pena que gloria. Balompédica Linense, Levante, Melilla, Hércules, Granada, Atlético Baleares, Orihuela, Hércules nuevamente, Lérida y Atlante mexicano, contaron con él. América, estaba visto, le tenía marcado. Hasta el punto de que allí, en el México de sus correrías, habría de fallecer el 4 de enero de 1983.

Nuestra posguerra, con sus secuelas de drásticas limitaciones, dificultades sin cuento para la obtención pasaportes y, por qué no decirlo, con el decisivo concurso del leonino derecho de retención, guillotina de espíritus aventureros y vía muerta ante cualquier reivindicación deportiva, prácticamente cerró con doble portillo el flujo de emigración futbolística al Caribe. Los contactos de nuestro fútbol con el de aquellas latitudes se redujo a lo puramente testimonial. Alguna gira veraniega. Algún bolo de pretenporada. Unas pocas exhibiciones asturiana o gallegas ante el paisanaje de la hégira. Justo hasta el triunfo de la revolución castrista. Luego ya ni eso. El béisbol, o «la pelota», como allí lo denominan, barrió al balón de cuero.    

Tiempos pretéritos, en los que Cuba constituía un buen mercado para el futbolista español. La perla antillana, entonces, sonaba de veras como país futbolístico.

  




Cuando el Chupa-Chups se llamaba «Chupete Sport»

 

 En la sección dedicada a las colecciones de cromos de fútbol añejas traemos una excepcionalmente rara e interesante. Se trata de una colección editada por la marca de Chocolates y Caramelos Buttercao, radicada en la población de Benicarló (Castellón). La colección, así como la actividad de la empresa, se remonta a los años 20. Tenemos constancia de la actividad promocional de «Buttercao» a través de un par de colecciones de los típicos cromos de los chocolates de los años 20. Una de ellas dedicada a la vida de Miguel de Cervantes y otra, de 20 cromos, titulada «Rompecabezas» donde el cromo, una vez recortado se convertía en un sencillo rompecabezas para montar. No son muchas colecciones si consideramos la gran cantidad de las mismas que editaron como herramienta promocional otras marcas, mucho más importantes, en su mayoría originarias de Cataluña. Los Chocolates y Caramelos Buttercao aparecen como empresa de tipo familiar, dirigida por los Hnos. Romero en un principio y más adelante por Francisco Romero, en lo referente a los chocolates, con dos localizaciones diferentes, una para los chocolates (C/Mariscal Foch 75) y otra para los caramelos (C/Comercio 15 y 17)[1] en las primeras referencias, apareciendo en una guía comercial de Castellón de 1948 con una localización diferente para la fábrica de chocolates: C/Cardona-Sta. Teresa 7. Esto evidencia que la actividad de Buttercao se prolongó desde los años 20 hasta el final de los años 40, no teniendo constancia de su existencia más allá de las fechas señaladas. Con una distribución que no dudamos en calificar como local, Chocolates y caramelos Buttercao apostaron fuerte a mediados de los años 20 con una colección sobresaliente y muy difícil de conseguir, ya que a día de hoy se conoce tan solo un ejemplar de la colección, virtualmente completa y en aceptable estado.

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 Los chupetes «Sport» debían ser un invento propio y patentado de Buttercao. No disponemos de datos concretos, ni imágenes que sustenten nuestra afirmación, pero por el nombre y las características de la producción de la marca, debían ser una especie de chocolatinas o caramelos con forma de chupete y que incluirían un cromo como premio para animar a los niños a comprarlos. Una especie de arcaico Chupa-Chup. La colección  consta de 80 cromos de reducido tamaño, entre los que encontramos futbolistas y boxeadores. Los cromitos, de gran colorido, miden 1’9 x 2’4, y se pegan en unos recuadros que llevan el nombre de cada deportista. Los cromos llevan en una tinta muy débil de color azul el nombre del deportista para poder identificarlo y pegarlo en el lugar que le corresponde. Los dorsos de los cromos están en blanco. El álbum, una hoja del tamaño de una holandesa, mide 24 x 29 y por detrás está en blanco. En la misma se indica que aquel que complete el álbum podrá conseguir un balón de fútbol o unos guantes de boxeo. Este es el quid de la cuestión. Se trata de una colección con premio gordo, incentivo aún mayor que el de completar el álbum, ya que hacerlo conlleva doble satisfacción: acabar una bonita colección y conseguir gratis un balón de fútbol o unos guantes de boxeo. Como bien sabrá el lector, ahí radica el truco de estas colecciones: acabarla otorga un premio, por tanto debe existir un cromo»imposible» ése que realmente otorga el regalo y que aparecería con cuentagotas en los chupetes Sport.

            Si observamos el listado de los cromos comprobaremos que muchos jugadores aparecen más de una vez. Estrategia comercial para con menos fotos alargar la colección y hacer que las ventas sean mayores. El cromo «imposible» es Alcántara del F. C. Barcelona. Mi teoría es que, a pesar de que el equipo que tiene más jugadores es el Valencia F. C., razón lógica, pues uno de los polos comerciales importantes para la marca debía ser la capital del Turia, los fabricantes otorgaron el valor mayor a un jugador del F. C. Barcelona debido a sus simpatías culés. No es descabellada esta teoría si se comprueba que a partir de localidades muy cercanas a Valencia, en la provincia de Castellón, la afición del F. C. Barcelona es legión. Más allá de estas hipótesis, la colección se ha listado con una numeración que se incluye junto a los cromos identificando la posición (fila-columna) de cada cromo. Este es el listado:

 1-1 Méjias (Madrid F. C.)

1-2 Hipólito (Valencia F. C.)

1-3 Pelaó (C. D. Europa)

1-4 Pellicer (C. D. Europa)

1-5 Sarmiento (púgil)

1-6 Sagi-Barba (F. C. Barcelona)

1-7 Loayza (púgil)

1-8 Javier (C. D. Europa)

1-9 Ruíz (púgil)

1-10 Sezúmaga (Arenas Club)

2-1 Torralba (F. C. Barcelona)

2-2 Martínez (púgil)

2-3 Sharkey (púgil)

2-4 Samitier (F. C. Barcelona)

2-5 Cubells (Valencia F. C.)

2-6 Alcántara (F. C. Barcelona)

2-7 Jim – Moran (púgil)

2-8 Uzcudun (púgil)

2-9 Laca (Arenas Club)

2-10 Planas (F. C. Barcelona)

3-1 Bordoy (C. D. Europa)

3-2 Ayarza (Arenas Club)

3-3 Simarro (Valencia F. C.)

3-4 Mariano (Valencia F. C.)

3-5 Alcázar (C. D. Europa)

3-6 Yermo (Arenas Club)

3-7 Peña (Arenas Club)

3-8 Jauregui (Arenas Club)

3-9 Monjardín (Madrid F. C.)

3-10 Firpo (púgil)

4-1 Delaney (púgil)

4-2 Vallana (Arenas Club)

4-3 Piñol (Valencia F. C.)

4-4 Cubells (Valencia F. C.)

4-5 Morgan (púgil)

4-6 Laca (Arenas Club)

4-7 Coak (púgil)

4-8 Dempsey (púgil)

4-9 Hansen (púgil)

4-10 Orun (púgil)

5-1 Escobal (Madrid F. C.)

5-2 Sicilia (Madrid F. C.)

5-3 F. Pérez (Madrid F. C.)

5-4 Serra (C. D. Europa)

5-5 Juliá (C. D. Europa)

5-6 Robus (Arenas Club)

5-7 Quesada (Madrid F. C.)

5-8 Sancho (F. C. Barcelona)

5-9 Sarmiento (púgil)

5-10 Laña (Arenas Club)

6-1 Robus (Arenas Club)

6-2 Tunney (púgil)

6-3 Careaga (Arenas Club)

6-4 Garrobé (C. D. Europa)

6-5 Martí (F. C. Barcelona)

6-6 Montes (Valencia F. C.)

6-7 Escobal (Madrid F. C.)

6-8 Méjias (Madrid F. C.)

6-9 Pascual (C. D. Europa)

6-10 Cros (C. D. Europa)

7-1 Barrero (Madrid F. C.)

7-2 Rino (Valencia F. C.)

7-3 Esteban (Valencia F. C.)

7-4 Bernabeu (Madrid F. C.)

7-5 Mengotí (Madrid F. C.)

7-6 Del Campo (Madrid F. C.)

7-7 Piñol (Valencia F. C.)

7-8 Longhran (púgil)

7-9 P. Sáez (púgil)

7-10 T. Tomás (púgil)

8-1 Marín (Valencia F. C.)

8-2 Juliá (C. D. Europa)

8-3 Vallespín (púgil)

8-4 Javier (C. D. Europa)

8-5 Esteban (Valencia F. C.)

8-6 Murall (púgil)

8-7 Quadrini (púgil)

8-8 F. Puig (púgil)

8-9 Ciclone (púgil)

8-10 T. Cola (púgil)

 Sin duda alguna, esta colección goza de unas características que la hacen especial y, en mi modesta opinión, es una de las más valiosas y sobresalientes de su época.


[1] Quizá cada hermano se dedicaba a una de las empresas, siendo Francisco Romero el responsable de la factoría de los chocolates y otro hermano se ocuparía de la de los caramelos.




Francesc Miró-Sans (Barcelona, 1918-1989)

Solamente por el hecho de haber sido el presidente bajo cuyo mandato se construyó e inauguró el Camp Nou, ya se merece Francesc Miró-Sáns el figurar para siempre en el Panteón barcelonista, como uno de los personajes que más han influido positivamente en el desarrollo del club. Este joven y dinámico empresario textil tuvo la visión de un estadio a la altura de los nuevos tiempos, tiempos de postguerra y acelerada reconstrucción, en los que el fútbol se estaba convirtiendo en un gran espectáculo de masas, de inmensa popularidad, y supo materializarlo contra viento y marea, movilizando energías y venciendo todos los obstáculos, que no fueron pocos en aquellos delicados momentos por los que atravesaba el país.

          Les Corts, la Catedral del Fútbol Catalán que se construyera bajo los auspicios de Joan Gamper en la primavera de 1922, en un tiempo record, se había ido quedando pequeña. Tras sucesivas ampliaciones podía ofrecer un aforo máximo de hasta 60.000 espectadores, pero a cambio de muchísimas incomodidades. La eclosión de Ladislao Kubala y el Barça de las Cinco Copas hacía casi imposible encontrar un hueco entre sus gradas, de modo que se presentaba una crucial disyuntiva: o se ampliaba – y la capacidad de maniobra en ese sentido era ya muy limitada – o se construía un estadio nuevo. El Presidente de las Bodas de Oro, Agustí Montal i Galobart, era más bien partidario de la ampliación, pero muy previsoramente había adquirido unos terrenos justo en el límite entre los términos municipales de Barcelona y Hospitalet de Llobregat, al final de la Travesera de Les Corts.

          A Montal padre le sucedió en el cargo Enric Martí i Carreto, que presentaría su dimisión a principios de la temporada 53-54 debido al desenlace del «Caso Di Stefano», contrario a los intereses del Barça. Se abría así un proceso electoral para optar a la presidencia azulgrana, un proceso que  va a verse beneficiado por una laguna legal que permitiría el voto a todos los socios varones mayores de edad y con una determinada antigüedad en el club: un insólito simulacro de democracia en aquellos primeros tramos de la dictadura franquista. Dos van a ser los candidatos, ambos pertenecientes a generaciones muy distintas. Por una parte, un veterano empresario vinculado al sector del automóvil, Amat Casajoana i Pfeiffer, que preconizaba la ampliación de Les Corts, pues consideraba muy imprudente embarcarse en aquel momento en la construcción de un nuevo campo, y por otra el joven – tan sólo 35 años de edad – Francesc Miró-Sáns i Casacuberta, fabricante textil, y en cuyo programa electoral figuraba la construcción de un nuevo estadio que duplicase la capacidad del vell camp ( »  Queremos, necesitamos y construiremos un nuevo campo» ). Durante varias semanas se desarrolló una intensa campaña electoral – absolutamente chocante dentro del ultrarestrictivo marco del régimen franquista -, con novedosas técnicas de reclamo ( sedes de candidatura, automóviles con altavoces, transporte gratuito el día de las votaciones…)

          El día 15 de Noviembre de 1953 se celebraron tan trascendentales comicios, resultando elegido Miró-Sáns por 8771 votos frente a los 8470 que recibió Casajoana, una ventaja de únicamente 300 sufragios. De manera que el flamante mandatario se aplicó a la tarea sin tardanza. El día 28 de marzo de 1954, al frente de una comitiva compuesta por decenas de miles de enfervorizados barcelonistas, presidió el acto de colocación de la primera piedra del nuevo campo, y algunos meses después encargó el proyecto a un prestigioso estudio de arquitectos. Las obras salieron a subasta, ganada por la empresa Ingar S.A., y dieron comienzo en Junio de 1955. Durante dos años largos fue incesante el desfile de socios, aficionados y barceloneses y catalanes en general, para observar in situ el desarrollo de unos trabajos que iban a dotar al club y a la ciudad de un equipamiento puntero en la Europa de entonces, que al igual que España estaba saliendo penosamente de una cruenta y destructiva contienda. La financiación se obtuvo recurriendo a adelantos del pago de los abonos anuales por parte de los socios, y sobre todo mediante la emisión de obligaciones y bonos de caja, y en el proceso tuvo una intervención muy relevante el Banco de Santander, que a partir de dicho momento comenzó su masiva implantación en Cataluña.

          Por fin, el día 24 de Septiembre de 1957, Festividad de la Virgen de la Merced, Patrona de Barcelona, el Barça pudo inaugurar su nueva casa, orgullo de la ciudad y admiración de propios y extraños, con una capacidad para cerca de 100.000 espectadores, y susceptible de ser ampliada en un futuro más o menos cercano hasta los 150.000. El estadio, obra de los arquitectos Mitjáns – primo del Presidente -, Soteras y García Barbón, presentaba unas líneas sobrias y armoniosas y una perfecta visibilidad desde todos los ángulos, con un voladizo sobre la tribuna de preferencia que constituía una preciosa y atrevida obra de ingeniería. En el encuentro inaugural el Barça venció a una selección de Varsovia por 4 goles a 2, correspondiéndole al delantero paraguayo Eulogio Martínez el honor de marcar el primer tanto que subía al marcador en el nuevo feudo blaugrana, que oficialmente carecía aun de nombre. Durante las obras se había especulado con la posibilidad de bautizarlo con el  del Fundador del club, Joan Gamper, pero al parecer las máximas autoridades deportivas españolas no veían dicho propósito con buenos ojos, y disuadieron de ello  «amistosamente» a Miró- Sáns, sugiriéndole que quien mejor que él mismo para dar nombre al estadio, ya que se trataba del gran impulsor del proyecto ( al igual que el  campo del Real Madrid, inaugurado en 1947, se llamaba «Santiago Bernabéu» y el del Sevilla «Sánchez Pizjuán» ). Pero la sugerencia no prosperó, y el nuevo terreno de juego seguiría huérfano de denominación oficial durante casi una década, hasta que se decidió imponerle el muy aséptico de «Estadio del Club de Fútbol Barcelona», aunque popularmente había hecho fortuna el nombre de «Camp Nou», que todavía sigue en pleno uso hoy en día a pesar de que el coliseo blaugrana ya ha cumplido con creces el medio siglo de servicios al club.

          Deportivamente hablando, el Barça de Miró-Sáns va a realizar una travesía del desierto hasta la Copa del Generalísimo de 1957, que conseguirá llevarse brillantemente a sus vitrinas. Tras el fracaso de la temporada 53-54 ( Subcampeón de Liga y Copa ), el máximo dirigente culé prescindirá de Fernando Daucik y sentará en el banquillo al italiano Sandro Puppo, a la sazón seleccionador de Turquia, que había eliminado a España en la fase previa del Mundial de Suiza-54. Pero Puppo, con su aspecto y maneras de intelectual, no va a conseguir reflotar la nave azulgrana y tan sólo durará un año en el cargo. Le sustituye un viejo conocido del barcelonismo, una figura mítica, el gran portero húngaro de los años 20 Ferenc Platko, inmortalizado en la famosa Oda de Rafael Alberti. Sin embargo, el equipo tampoco va a funcionar a sus órdenes, y entonces Miró-Sáns se decidirá por otro ex-jugador del club, Domenec Balmanya, quien va a incorporar a una serie de jóvenes valores de la cantera catalana al primer equipo ( Olivella, Gensana, Vergés, Coll…), con la intención de «deskubalizar» el Barça, esto es, reducir la excesiva dependencia de este hacia el as magiar. Con estos planteamientos, Balmanya va a fracasar nuevamente en la Liga 56-57 ( el Barça tan sólo podrá ser tercero  ), pero se adjudicará con brillantez la Copa ante el Español, en una final  celebrada en el Estadio de Montjuich, después de eliminar estrepitosamente a Atlético de Madrid, Real Madrid y Real Sociedad, y también un torneo entonces muy prestigioso, la llamada «Pequeña Copa del Mundo», que tenía lugar en la capital venezolana, Caracas. A la temporada siguiente, el Barça consigue vencer en la primera edición de la Copa de Ciudades en Feria ( que venía disputándose desde las Navidades de 1955 ), aunque en el frente doméstico Liga y Copa se muestren esquivas.

          Miró-Sáns – que había resultado reelegido en Enero de 1958 al derrotar a Antoni Palés, de nuevo mediante el escasamente democrático  procedimiento del voto  de los socios compromisarios, por 158  a 55  – toma entonces la decisión de poner al frente del equipo a un auténtico crack de los banquillos, el hispanoargentino Helenio Herrera, que había ganado dos ligas con el Atlético de Madrid ( 49-50 y 50-51 ) y despachado excelentes temporadas con el Sevilla, al que había llevado incluso a la Copa de Europa ( en 1956-57, tras desbancar al propio Barça del subcampeonato de Liga en la última jornada, empatando en Les Corts ). Para traer a Herrera ( conocido popularmente por sus iniciales HH ), Miró va a tener que pagar incluso una importante  cantidad en concepto de fichaje. Pero ese dinero va a estar muy bien invertido, porque el Mago va a darle literalmente la vuelta al equipo, firmando una temporada de ensueño ( 1958-59 ), en la que el Barça bate  todos los records ligueros hasta la fecha ( número de puntos, de victorias, de goles marcados…). Los azulgranas  tan sólo dejan escapar 9 puntos en todo el Torneo de la Regularidad, y hacen doblete, conquistando invictos la Copa del Generalísimo, tras humillar a su gran rival, el Real Madrid, en semifinales, con un claro 7 a 3 en el cómputo global de la eliminatoria, y derrotando al modesto y sorprendente Granada en la final. Hay un equipo base ( Ramallets; Olivella, Rodri, Gracia; Segarra, Gensana; Tejada, Kubala, Evaristo, Suárez y Czibor ), que enamora a tirios y a troyanos, y unos recambios de verdadero lujo ( Estrems, Flotats, Vergés, Ribelles, Coll, Kocsis, Eulogio Martínez o Villaverde )

         Pero a pesar de la bonanza deportiva, la precaria situación económica por la que atraviesa el club va a ser la auténtica cruz de Miró-Sáns. El coste del Camp Nou había rebasado con creces el presupuesto inicial ( al final la factura ascendió a cerca de 300 millones de pesetas de la época ), y el primitivo plan de financiar su construcción mediante adelantos de los socios sobre los abonos y la emisión de bonos y obligaciones  va a  mostrarse insuficiente, de forma que la deuda de la entidad experimentará una peligrosísima escalada. Por tal motivo, comenzaron a aparecer numerosas voces críticas hacia la gestión de Miró, llegando a tachar su actitud  de dictatorial, y la Junta se vio en la necesidad de elaborar un Libro Blanco justificativo de sus actos, mientras relevantes directivos como Enric Llaudet o Jaume Fuset ( que pronto rivalizarían entre sí por la presidencia ) presentaban su dimisión.

         Y si la economía ya suponía de por sí un serio quebradero de cabeza para Miró -Sáns, el equipo no tardaría en volver a provocarle también dolorosas jaquecas. El Barça se impuso en la Liga 59-60  por mejor goal average general sobre el Real Madrid ( ambos acabaron el campeonato empatados a 46 puntos ), y asimismo va a conquistar la segunda edición de la Copa de Ferias, pero caerá eliminado por los merengues en las semifinales de la Copa de Europa, perdiendo ambos partidos  ( 3 a 1 y 1 a 3 ), y ese resultado traerá cola. En vísperas del encuentro del Santiago Bernabéu, y con el equipo concentrado en La Berzosa, van a correr rumores acerca de  una supuesta petición de aumento de la prima estipulada por pasar a la Final – se dijo que alentada por el propio Herrera -,  que sería rechazada por parte de la directiva. Tras el partido de vuelta en el Camp Nou, y después de un confuso incidente en Las Ramblas, HH va a ser destituido, ocupando provisionalmente el banquilo barcelonista su segundo, Enric Rabassa. Herrera firmaría acto seguido un suculento contrato con el Inter de Milán, donde se reencontraría un año más tarde con Luís Suárez.

         Para la siguiente temporada, 1960-61, Miró-Sáns  se traería a un prestigioso preparador yugoeslavo, el serbio Ljubissa Brocic, que había dirigido entre otros a la Juventus de Turín. Pero el balcánico tan sólo durará seis meses en el cargo, por culpa de los malos resultados cosechados en la Liga  ( el Barça acabaría cuarto, a nada menos que a 20 puntos del Real Madrid, que se alzaría con el título ), aunque le cabe el honor de haber eliminado por vez primera de la Copa de Europa a los pentacampeones merengues, tras vencerles en el Camp Nou por 2-1, la noche inolvidable del fabuloso gol en plancha del brasileño Evaristo de Macedo.

         La destitución de Brocic es una de las últimas decisiones que va a tomar Francesc Miró-Sáns, pues él mismo, acosado por la grave situación económica y las furibundas críticas a su gestión, va a dimitir de su cargo el 28 de Febrero de 1961, siendo sustituido por una Comisión Gestora, presidida por Antoni Juliá de Capmany, que preparará las nuevas elecciones, previstas para el 7 de Junio de 1961. Un final ingrato, y seguramente injusto para con un hombre que, al margen de los naturales aciertos y errores, tuvo la gran visión de dotar al Barça de un estadio moderno, amplio y confortable, acorde con los nuevos tiempos, pero a quien una serie de resultados adversos y la crítica feroz de quienes aspiraban a su poltrona acabó por minar su resistencia, obligándole a desaparecer del primer plano de la escena barcelonista. Francesc Miró-Sáns va a morir en 1989, muy alejado ya del día a día del club, pero todos y cada uno de los culés deberían estarle eternamente agradecidos, porque su gran obra ha perdurado y continúa siendo uno de los símbolos más queridos del barcelonismo, su gran casa pairal, como dicen los catalanes…

        




Hace 100 años (jul-ago 1910)

 JULIO 1910

  •  Por fin ha sido inaugurado el Velódromo de la Ciudad Lineal con una fiesta donde ha habido carreras a pie, en motos, bici y partido de foot-ball. Es la pista con mayor cuerda de España, 400 metros. El terreno para la práctica del balompié es de 90 metros de largo por 50 metros de ancho.

En todos ellos ha habido premios para los vencedores, excepto para los footballistas que para no perder su condición de aficionados no percibieron ningún premio en metálico, ni subvención alguna.

El resultado final del partido fue de empate a cero entre dos equipos de la Sociedad Gimnástica Española de la capital.

  •    En San Sebastián, la Real Sociedad de Foot-Ball, ha organizado un festival internacional de foot-ball llamado Copa de San Sebastián. El vencedor ha sido el San Sebastián.

La Federación Catalana no puedo acudir con sus mejores jugadores, además de sin portero, cubriendo algún puesto jugadores irundarras. Los parisinos si que formaron con los mejores jugadores de los clubes Stade Français, Racing Club, Cercle Athletique y Asociation Sportive, todos de París.

Los resultados han sido los siguientes:

                  Combinado de París – Federación Catalana 3-1

                  Real Sociedad – Federación Catalana 5-1

                  Real Sociedad – Combinado de París 4-2

  •  Se ha celebrado un campeonato en Pamplona en el que han tomado parte los clubes Pamplona Foot-Ball Club y los iruneses Sporting Club y Racing Club.

En los enfrentamientos disputados por el Sporting fue este el vencedor obteniendo así la Copa del Rey, copa de plata dorada, y 500 pesetas.

Los resultados fueron:

Pamplona FC – Irún Sporting Club 0-6

Irún Sporting Club – Racing Club de Irún 3-1

Para obtener la copa en propiedad deberá ganarla en dos ediciones seguidas o tres alternas.

Como trofeo de consolación se disputó la Copa del Obispo entre Pamplona FC y Racing. Los iruneses no se presentaron a la hora señalada haciendo los pamploneses el saque de centro consiguiendo un gol, proclamándose vencedores, como así indicaba el reglamento. Se levantó acta de lo ocurrido. De esta forma los pamploneses se hicieron con la Copa del Obispo y 250 pesetas de premio.

  •  El RC Deportivo de La Coruña celebra un torneo llamado Concurso Español de Foot-Ball que cuenta con la presencia de diversos teams de España. En caso de haber más de un representante por localidad estos deben jugar una eliminatoria en la misma pues solo está permitida la presencia de uno de ellos.

Gana la Copa del Rey mil pesetas el Real Club Fortuna de Vigo.

  •  En La Coruña, como terreno neutral el del Real Club Deportivo, se ha disputado un encuentro entre el Club Ferrolano y el de los empleados de la Constructora Naval e ingleses, ambos de El Ferrol.

El motivo de celebrarlo en la ciudad herculina es el de la imposibilidad de hacerlo en El Ferrol dado que encuentros anteriores acabaron a palos y pedradas, declarándose los aficionados de la localidad favorables al Club Ferrolano y en contra de los ingleses.

Han llegado varios vapores cargados de aficionados.

Finalmente, los ingleses se hicieron con la victoria por cuatro goles a dos. Afortunadamente, en esta ocasión se les dispensó una gran despedida.

  •  El Real Club Deportivo de la Coruña y una sociedad footballistica de Vigo empataron a cero en partido amistoso.
  •  También en La Coruña juegan dos partidos amistosos el Deportivo de la localidad y la Gimnástica Española de Madrid, venciendo en ambos los madrileños por 1-2 y 0-3.
  •  Continuando su gira por Galicia, la Gimnástica Española se enfrenta al Club Ferrolano venciendo los locales.
  •  El músico del Regimiento de infantería de Alcántara, Sr. Lodeiro, ha compuesto un himno llamado «Fot-Ball Club Barcelona» en honor del club catalán.
  •  El Pamplona FC celebra una becerrada benéfica donde perecen dos caballos.
  •  Fiesta organizada por el FC Barcelona.

Paco Bru se convierte en una de las estrellas junto a C. Comamala, ambos

reconocidos footballistas.

Bru se proclamó vencedor en las pruebas de carrera de 100 metros y lanzamiento de discos y Comamala lo hace en lanzamiento de pesos y en la carrera de 400 metros.

Otros campeones son Amechazurra, vencedor en el salto de altura sin trampolín, Donday que lo hace en la exigente carrera de 1500 metros y Peris en el salto de longitud.

También se organizó una partida de balompié para cerrar la fiesta ganando dos a cero el 1º equipo azulgrana al 2º.

 AGOSTO 1910

  •   El Real Club Deportivo de La Coruña vence en el Campeonato de Galicia y Asturias.
  •  Ha comenzado el Campeonato de Asturias. El equipo de Avilés vence al de Oviedo en la primera eliminatoria por 2-0.

La final debe ser repetida pues la Sportiva ijonesa y el club avilesino empataron a un tanto.

  •  En San Sebastián, en dos matches internacionales, se enfrentan los donostiarras al conjunto francés Tourcoing venciendo en el primero los txuri-urdin por 2-0 y en el segundo los galos por 2-1.
  •  En Huelva, el Huelva Recreation Club pierde frente a un equipo lisboeta por 0-4.
  •  En Irún, el Barcelona vence al Irún Sporting por 1-7.
  •  El Combinado de París continúa con su exitosa gira por el norte de España. En esta ocasión vence en San Sebastián al Racing Club de Irún por 1-2.
  •  En Gijón, el Sporting Avilesino vence al Sporting Gijonés por 1-2. Aparece el primer hincha español. Un aficionado con tremendos pulmones facilitó que el partido pudiera continuar tras haber estallado el balón.
  •  Hispano y España de Valencia empatan en partido disputado en la pista de la Exposición.
  •  La Real Sociedad vence al conjunto francés US Turquennoise por 2-0.
  •  SC Reus y Universitary se enfrentan venciendo los barceloneses por 0-2.
  • Tanto en Ciudad Real, como en Huesca y en Villagarcía de Arosa se han incluído partidas de foot-ball en las fiestas.
  •  Hay movimiento en la formación de clubes en distintas ciudades españolas. En Madrid, el Madrid Estadio es un club recién formado y lamentablemente rápidamente desaparecido.

En Barcelona, el club Hércules cambia su nombre por el de Universal. El Catalonia confirma no haber desaparecido. El CD Barcelonés aparece como nuevo club, además del FC Suizo.

En Sabadell se forma el thletic de Sabadell que compra unos terrenos junto a las vías del tren para instalarse.

En Gijón desaparece el recién creado Gijón FC.

  •  En Santander se va a organizar un concurso nacional con los siguientes premios:

1º) Copa de plata del Real Santander Foot-Ball Club y 500 pesetas

2º) Objeto de arte y 300 pesetas.

3º) 200 pesetas.

  •  Para los coleccionistas de insignias. La Federación Catalana vende insignias a dos pesetas con cincuenta céntimos.

  




Intermediarios: un negocio viejo

Raro es el campeonato futbolístico en que los intermediarios no adquieran su buena cuota de protagonismo. Tras los fichajes más mediáticos o los traspasos más rocambolescos es fácil adivinar su mano en la sombra, cuando no sus hilos de telaraña dirigiendo al pupilo como una marioneta. Para no pocos presidentes de clubes, suya es la responsabilidad de haber situado el caché de los artistas en la estratosfera. Para el aficionado común, de su simple capricho o voracidad comisionista dependerá la continuidad en su escuadra de tal o cual estrella. Señalados a menudo como tumor del fútbol, causa y origen de monstruosos pasivos institucionales, cualquiera diría que hubiesen surgido ayer mismo, como por ensalmo. La verdad, sin embargo, es otra. Desde que el balompié se hizo profesional, hace casi 90 años, distintas especies fueron creciendo en torno al cuero, hasta mutar en el actual representante.

Al principio reinaban los «patrones de pesca», término reservado para ojeadores al servicio de un solo club. Tanta fue su importancia que el Valencia probablemente nunca se hubiera hecho grande sin Luis Colina, y el Betis pudo festejar un título de Liga gracias a Patrick O´Connell, no sólo entrenador, sino «patrón» con finísimo olfato. Más adelante Pablo Hernández Coronado, controvertido y no siempre acertado hombre del fútbol, aunque chispeante como pocos, inventó la figura del secretario técnico. Su libro «Las cosas del fútbol», publicado en mayo de 1955, aparte de alumbrar un ingenio por demás socarrón, demuestra lo poco que ha cambiado el entorno de este deporte desde los años 40 hasta nuestros días. Y entre unos y otros, es decir entre «patrones de pesca» y secretarios técnicos, quienes no llamaban la atención siempre podían apuntarse al autobombo.

José Arana, bautizado por cierta prensa como «El Zamora Mexicano», supo extraer partido a esa práctica. En realidad ni era mexicano ni se parecía lo más mínimo al gran Ricardo. Cierto que había vivido en el país azteca algún tiempo, y que allí jugó al fútbol como portero. De familia vizcaína, apareció por el municipio de Guecho para cumplir el servicio militar y, de paso, probar fortuna en algún club español. No resultaba infrecuente a finales de los alegres 20, la contratación epistolar de futbolistas. Las puertas de muchos clubes podían ser entreabiertas con sabias dosis de autobombo, buena caligrafía y aptitudes literarias. Arana, sobrado de todo ello, sorprendió la buena fe de los directivos vallisoletanos, con quienes firmó a razón de 400 ptas. mensuales. Luego, al vestirse de corto en la primera edición del campeonato liguero (el Valladolid quedó encuadrado en 2ªB la temporada 1928-29, equivalente a 3ª división), no supo estar a la altura de su presunta fama.

Los años 40 y parte de los 50 hicieron de «El Feo» toda una autoridad. Éste ya era intermediario al uso, dedicado a colocar futbolistas por toda la geografía nacional, a cambio del correspondiente porcentaje. Desde luego no estaba solo, aunque fuera el más popular. Por eso, a medida que crecía la competencia, resultó imprescindible especializarse.

Durante los años 50 Juanito Cadenas colocó a innumerables catalanes en clubes andaluces y norteafricanos. Excelente vendedor no ya de su mercancía, sino de sí mismo, alimentaba la sección veraniega de fichajes en «El Mundo Deportivo» barcelonés, casi siempre dando cuenta de sus hazañas: «El popular Juanito Cadenas nos informa que el guardameta Farrés, que en tiempos perteneció al Manresa, y el defensa Emilio Soto, ex del Español, están a punto de fichar por el Cádiz». O «El siempre activo Juanito Cabenas está a punto de cerrar el traspaso de un jugador del Español al España de Tánger».

En los 50, la figura del representante había adquirido tal magnitud que ya empezaban a dispararse las alarmas. Y no por cuanto pudiera perjudicar al fútbol más grande, sino por los estragos producidos en categorías teóricamente no profesionales. Así de claro se despachaba el antiguo internacional culé José Sastre, durante una entrevista concedida a «El Mundo Deportivo» el 18 de agosto de 1955. Interpelado sobre su valoración de la 3ª catalana, respondía así: «En general, es muy baja su calidad; claro que existen excepciones». ¿A qué atribuyes dicha circunstancia?, insistía el entrevistador. Y Sastre ya no se contenía: «Son varias las que lo motivan, pero hay una que a mi modo de ver es la principal. El excesivo intrusismo de los traficantes de jugadores, que con el único pensamiento puesto en el negocio, no tienen escrúpulos y colocan su material sin importarles un comino lo que va a dar de sí. Esto, que en jugadores ya consagrados aún podría tolerarse, pues nadie se puede llamar a engaño puesto que son de todos conocidos, es necesario evitarlo con los jóvenes, que engañados por voces que sólo buscan el lucro, caen en el falso terreno de la ilusión y terminan por desaparecer. Esto unido al escaso sentido del sacrificio y a la sed de rápido encumbramiento, echa a perder muchos valores».

Declaraciones de 1955, cuando con sueldos en la banca y entre el funcionariado inferiores a 2.000 pesetas mensuales, la 3ª División mal podía pagar cuatro perras. Declaraciones de un profundo conocedor, pues si bien Sastre acababa de entrenar durante dos años al Sport Club Bahía brasileño, antes lo había hecho en varios terceras y en los segundas Gerona, Lérida y «Nastic» de Tarragona.

Sastre omitía que parte de ese intrusismo emanaba de muchos entrenadores. Encargados de confeccionar las plantillas, tocaban a tal o cual futbolista, arreglaban con él la ficha y luego «esperaban» su comisión. Sin ser agentes o representantes, cobraban por cada incorporación. Y pobre del muchacho que no cumpliese. Ya podía ser una reencarnación de Garrincha, que ni con disolvente o serrucho lograría despegarse del banquillo. El canario Juan De Luis, para el fútbol Juan Luis, y muchos otros de su generación, e incluso más jóvenes, tragaron entre arcadas aquella purga por demás injusta.  

Casi paralelamente, la masiva importación de futbolistas extranjeros habría de enriquecer a ciertos intermediarios, rara vez españoles. Al frente de todos, acariciando su beta de oro, el inefable Bogossian, cuyos servicios tanto bien hicieron al Elche.  

Los ilicitanos conocían para entonces la calidad del producto sudamericano. Dagoberto Moll, Julio Outerelo, García o Souto, habían vestido la camiseta franjiverde durante aquel relámpago que trasladó a la entidad de 3ª a 1ª división, en un par de años. El presidente de semejante gesta, José Esquitino, se encontró un día, cuando preparaba la plantilla para militar entre los grandes, con el ofrecimiento de Arturo Bogossian, armenio afincado al otro lado del Atlántico y muy curtido en la intermediación futbolística a tiempo completo. Los resultados de aquella relación difícilmente hubieran podido satisfacer más a ambas partes, pese a arrancar con algún recelo.

Bogossian ofrecía a Cayetano Ré y Fausto Laguardia, ilustres desconocidos para el presidente, como maravillas a las que el fútbol paraguayo se les quedaba muy corto. Bogossian exigía el pago en efectivo o mediante aval bancario, y Esquitino, hombre de negocios acostumbrado a tirar de cheque tras comprobar la mercancía, no acababa de fiarse. Nunca se supo cómo, pero el caso es que Esquitino logró de los responsables del Banco de Bilbao en Elche un documento con membrete de la entidad, que pese a su apariencia formal no comprometía el pago. El armenio lo aceptó como bueno y la pareja de jugadores fueron probados en dos encuentros amistosos. Sólo cuando Cesar Rodríguez, el entrenador, dio su visto bueno, se avino a pagar el mandatario alicantino. Para entonces Bogossian ya había advertido la jugarreta. Otro, probablemente, hubiera puesto el grito en el cielo. Bogossian no. Procuraba evitar las puertas cerradas, sobre todo si sus aventuras o negocios tenían final feliz. «Un armenio engañó a cuatro judíos, y tú has engañado a un armenio -escuchó José Esquitino a modo de reproche-. Puedo asegurarte que no fracasarás en el fútbol».

Corrido el tiempo, la relación entre ambos concluyó en amistad. Bogossian sabía moverse por el mercado sudamericano como pez en el agua. A sus buenas relaciones con presidentes de clubes uruguayos o del Paraguay, se unía un ojo formidable para calibrar valores y cierta falta de escrúpulos. Su muy relativa honestidad quedaría de manifiesto cuando, el 24 de junio de 1960, llevó hasta Elche al paraguayo Ángel Romero, consagrada figura en el Nacional de Montevideo. Bogossian le había convencido para venir a España con el pretexto de colocarle en el Real Madrid o Barcelona. Una vez en Barajas lo condujo hasta la por esa época capital futbolística alicantina. Romero creyó vivir una pesadilla, según confesaría años más tarde: «Avistamos el palmeral de madrugada. No parecía haber ciudad, sino palmeras, sólo palmeras y más palmeras. Yo estaba acostumbrado a Montevideo, que lejos de ser urbe era casi un país dentro de Uruguay. ¡Menuda trampa!. Si en ese momento hubiera podido volver, ni lo habría dudado».

Quien quiso huir de Elche aquella madrugada, se avecindó para siempre en la industriosa localidad. Hoy el Elche C.F. presume de haberlo tenido en sus filas, haciendo un gran negocio a tenor de su rendimiento. Aunque para negocio, entendiéndose como tal la aritmética del libro mayor, el que supuso Cayetano Ré.  

Bajito, piernicorto, con cara de monaguillo travieso y cierta timidez fuera del campo, constituía la antítesis del ariete, en tiempos de balón a la olla y choque repetitivo. Sin embargo en el área sabía moverse como nadie para mostrar una estadística goleadora digna del mayor respeto. Cuando lo trajo Arturo Bogossian hizo el número 76 entre los futbolistas que ese encantador de serpientes ayudaba a saltar el charco. Con Cayetano Ré terminaba en España el último hombre de la delantera paraguaya en el campeonato Mundial correspondiente a 1958. Pedro Agüero había fichado por el Sevilla y más tarde saltaría al Real Madrid y Granada. Silvio Parodi conoció primero las Islas Canarias y después Cantabria. Jorge Lino Romero y Amarilla se decantaron por Oviedo, aunque el último también gozó de una temporada en Elche. Estando Bogossian de por medio costaba entender que en Paraguay quedaran futbolistas para disputar su propio campeonato. Pero entre tanto, el Elche hacía negocio. Pagó millón y medio de ptas. por su pequeño delantero. Y aunque entonces pareció mucho, tres temporadas más tarde el Barcelona soltaría nada menos que 6 millones para vestirlo de azulgrana.

Posteriormente el Elche continuó nutriéndose de sudamericanos por mediación del armenio. Juan Carlos Lezcano, aguerrido, potente y con clase, constituyó otra magnífica inversión desde su llegada en 1962, y en menor medida, aunque rayando también a notable altura, Casco cumplió más que de sobra.

Bogossian tuvo sus imitadores, algunos tan faltos de olfato como de ética. No es que colocasen mercancía de segundo o tercer nivel, sino sencillamente productos adulterados. Entre todos propiciaron el bochornoso espectáculo conocido como «Timo de los paraguayos», durante finales de los 60 y el arranque de la siguiente década. Un escándalo de falsificaciones cuyo desarrollo merece al menos otro artículo. Pero antes de que todo aquel pus reventase, ciertos imitadores de Bogossian colocaban sus productos a granel, haciéndolos pasar por lujo envasado.

Sucedió con los hermanos Alfredo y Manuel Martínez Cambón, dos uruguayos surgidos de Defensor y Misiones, conocidos para el fútbol por su segundo apellido. Si de algo sabía su representante, era de mercadotecnia. «Tiene un dribling endiablado, inciso en la puerta, incordiante ante las defensas contrarias; dispara con ambas piernas y actúa indistintamente en todos los puestos de la delantera», dictó a la prensa sobre el primero. Y acerca del segundo: «Es interior, gran malabarista con el balón; jugador curtido, domina todos los secretos del fútbol». Vamos, un par de joyas. Lo malo es que acabaron vistiendo de corto. Alfredo en el Logroñés, Palafrugell, Bisbalense, Montgrí y Calella de Palafrugell, es decir en la Regional gerundense, con algún breve relámpago en 3ª. Y Manuel en idénticos clubes catalanes, además del Lugo, donde por cierto fue visto y no visto. Se empezaba a comprar a peso, y ahí triunfaban las básculas más inexactas.

Claro que no todo el pastel estuvo en manos extranjeras. El antiguo defensa colchonero Alfonso Aparicio colocó en el fútbol estadounidense, por esa misma época, a nuestros compatriotas Carmelo Cedrún, José Mª Vidal, Calixto Méndez, Santisteban, Antonio Collar o Enrique Mateos. Pero el primero en tratar la intermediación deportiva no como un trabajo, sino como una industria, fue Luis Guijarro.

Corrían los años 60, el despegue económico ayudaba a comportarse como nuevos ricos a clubes y presidentes que en realidad no lo eran, y las divisas del turismo impulsaron hacia el alarde a no pocos alcaldes del litoral. Si el de Benidorm se miró en el espejo de San Remo para organizar su festival de música ligera, otros, menos amigos de inventos, prefirieron dirigir su vista hacia el fútbol, montando torneos veraniegos. A los clásicos Teresa Herrera o Carranza fueron añadiéndose los Costa del Sol, Ciudad de Palma, Ciudad de la Luz, Valencia Naranja, Villa de Bilbao, Costa Verde, Ciudad de La Línea y un largo etcétera. El espectador de finales de los 60 y primeros años 70, sobre todo si no estaba acostumbrado al fútbol de muchos kilates, acogía con agrado la visita de entidades míticas, tipo Bayern de Munich, Ajax, Anderlecht, Feyenoord, Standard de Lieja, Ferencvaros, Fiorentina, Estrella Roja, Hajduk, e incluso del otro lado del océano, como Palmeiras, Botafogo, Fluminense, Peñarol, Estudiantes… Poco a poco, a medida que los torneos proliferaban, no pocos clubes sudamericanos llegaron a encontrarse embarcados en giras maratonianas por nuestro suelo. Seis, ocho, incluso diez o doce partidos en el intervalo de 20 días. Cuanto más pudiera cargarse su calendario, más barato saldría el desplazamiento transoceánico y mayor acabaría siendo el beneficio.

Pero montar torneos representaba mucho trabajo, no exento de específica cualificación. Si el torneo era municipal, ¿quién lo organizaría?. ¿El ayuntamiento?. Para resolver las más espinosas cuestiones estaba Luis Guijarro. Él se encargaba de proporcionar equipos y engrasar la máquina publicitaria. A menudo esos equipos llegaban plagados de jóvenes promesas apuntaladas sobre una o dos estrellas. Otras veces buscaban la venta de sus mejores activos por los campos en que se exhibían. En alguna oportunidad se llegó a confeccionar cuadros irreales, con futbolistas brasileños dispersos por distintas ligas europeas, y más de una vez se dio gato por liebre, puesto que en Brasil abundaban las sociedades del mismo nombre. Podía anunciarse la presencia de un grande, omitiendo que no era el carioca o paulista, sino el de Novo Horizonte, por ejemplo, militante en un campeonato inferior. Un negocio, al fin y al cabo, donde sobre cualquier otro concepto prevalecía la cuenta de resultados.

Todo ello sin olvidar la representación de futbolistas, a la que Guijarro supo aplicar un nuevo cuarto de vuelta.

Hasta entonces lo habitual era colocar a un jugador en otro club, a cambio de la correspondiente comisión. Él dio un paso más, haciéndose con los derechos federativos de unos cuantos jóvenes con posibilidades, para venderlos luego a entidades con algún prestigio y posibles. Y no mediante fórmulas artesanales, sino a lo grande, en lotes completos. Así ocurrió cuando antes de arrancar el campeonato 1969-70 consiguió de Jaime Planas, mandatario saliente del Atlético Baleares, los derechos de Sancho, Parma, Tauler, Tomás y Taberner. Los cuatro primeros habría de traspasarlos al Deportivo de La Coruña y Taberner al Celta. Y como además el conjunto balear había quedado en cuadro, siempre podría suministrarle su propia mercancía sin sitio en 1ª o 2ª División. Negocio completo.

Los torneos fueron quedando obsoletos a medida que la televisión ponía en cada hogar el fútbol grande. Cuando cosecharon cuantiosas pérdidas económicas y a los alcaldes se les acabó el dinero o la ilusión de sentirse importantes, el montaje de Guijarro perdió su razón de ser. Para entonces ya estaba ahíto y un puñado de aprendices más jóvenes pugnaba por sucederle.

Constituyeron la última generación de intermediarios. La más voraz, porque el fútbol derribaba fronteras y se enriquecía con el dinero de las retransmisiones televisivas. Y aunque a algunos les costara hacerse con las riendas, pronto aprendieron el ABC del negocio. Sorprende, por ejemplo, que pudiese llegar Kempes al Valencia gracias al artículo que Pasieguito, secretario técnico ché, leyera en «El Gráfico» bonaerense. El más adelante campeón mundial escapó increíblemente al control y la avaricia de los representantes. Luego ya no pudo escapar nadie.

Un técnico oscurecido como José Mª Minguella, el omnipresente Santos, Zoran Veckik, mediocre futbolista pero avispadísimo magnate, Fermín Gutiérrez y tantos otros, se erigieron en referencia de quienes para prosperar entre tan tupida e inhóspita selva, tuvieron que bucear no ya en categoría juvenil, sino en torno a cadetes e incluso alevines.

Hoy, difícilmente un jugador sin representante logrará salir de la 3ª División. Para establecer algún orden en tan peligrosa jungla, para equilibrar la férrea dictadura del negocio con los más elementales derechos y la pura y dura explotación humana, surgió no hace mucho la titulación de Agente FIFA. Un nuevo y necesario paso, por más que la intermediación, la representación de futbolistas, hunda sus raíces en el Pleistoceno deportivo.   

            

 




Los balones de los mundiales

El balón, protagonista principal del fútbol y de la regla número 2 de las Reglas de Juego, ha estado presente en los distintos Campeonatos del Mundo de Fútbol con diferentes versiones, desde aquellos ásperos, duros, pesados hasta los actuales teledirigidos a los que se les acusa de hacer extraños. De aquéllos que se deformaban con su uso hasta los casi perfectamente circulares. De distintos materiales, formas, nombres. Pero siempre como protagonista principal.

En los inicios no se hace mención alguna en las Reglas de Juego a como debía ser o pesar. Más tarde International Board consideró que debía ser esférico, por supuesto, y que sus medidas serían las de una circunferencia entre 675 y 700 milímetros. No ha variado hasta la actualidad en que esas medidas son de 68 y 70 centímetros. En cuanto al peso si ha habido variaciones pues, al contrario de lo que se pueda pensar, los balones antiguos no tienen que ser más pesados necesariamente, más bien al contrario. En las primeras disposiciones se acordó que al principio del partido el balón debería pesar  369 gramos como mínimo y 426 gramos como máximo. En la actualidad deben ser 410 gramos como mínimo y 450 gramos como máximo.

Para el Mundial de Uruguay en 1930 fue utilizado un balón denominado T – Shape. La característica principal de este balón son los 12 gajos de piel auténtica que lo conformaban y que tenían forma de T. Dentro del cuero se encontraba la vejiga la cual, una vez inflada, había que proteger atando con unos cordones que el mismo portaba  para no exponerla al exterior y que causase daños a los jugadores.

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La anécdota más importante es la protagonizada en la final por los contendientes que, no habiendo llegado a un acuerdo en el balón a utilizar en la misma, decidieron jugar medio tiempo con el balón presentado por cada uno, sorteándose con cual se jugaría en cada tiempo saliendo para la primera parte el balón argentino y el charrúa para la segunda… Al descanso vencían los argentinos utilizando su balón dándole la vuelta los orientales en la segunda parte utilizando el suyo.

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Así lo relató el árbitro belga Jean Langenus, encargado de dirigir la final, en su libro de memorias «Silbando por el mundo»: «…Luego se vio que todas estas medidas eran inútiles, ya que todo se desarrolló del modo más normal y deportivo, a pesar de la animosidad entre los dos países, que se reveló desde el momento en que hubo que escoger balón para el encuentro. Cada equipo llevaba un balón de fabricación nacional y pretendía no jugar más que con el suyo, lo que explica que en el momento de empezar me encontrase yo en medio del campo con un balón en cada brazo. Hubo que elegir tirando a cara o cruz».

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Para el siguiente Mundial, a celebrar en Italia en el año 1934, un nuevo modelo. Su nombre es Federale 102 y era de fabricación argentina.

Modelo de 12 gajos de piel auténtica acabados en punta. Como los anteriores disponía de cordones para impedir que la vejiga saliera hacia el exterior y proteger así a los futbolistas, los cuales utilizaban pañuelos envueltos alrededor de la cabeza o boinas con el fin de no hacerse heridas con balones descosidos y desprovistos de protección. Con este balón ya no fueron necesarios. Los inventores de la pelota sin costuras visibles fueron los argentinos Luis Polo, Antonio Tossolini y Juan Valbonesi, los cuales llamaron a su invento «Superball». La primera pelota con este sistema se utilizó por primera vez en Argentina en 1931. El invento tuvo tanta aceptación que para el Mundial de 1934 se compraron 12 pelotas para utilizar en los diferentes partidos.

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En 1938, en el Campeonato celebrado en Francia, se cambió de nuevo el modelo. El balón Allen fue el siguiente protagonista. De estos balones solo quedan réplicas.

La casa Allen fue la primera en patrocinar el balón en una fase final de un Campeonato del Mundo.

La característica principal de este balón se encuentra en que cada lado del balón dispone de dos gajos salvo en la parte del cordón donde tiene tres. En la foto visible en la parte superior.

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En Brasil 1950 hay un avance técnico que es el de la incorporación de una boquilla conectada a la válvula, tal y como hoy día. A partir de aquí no volvió a utilizarse el sistema de cosido. El nombre de este balón es Super Duplo – T.

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Un balón cosido a mano y de 18 paneles es el que se utilizó para el Mundial de Suiza en 1954. Es el primer balón tintado de la historia, en este caso en color amarillo. Al ser más eficaz para la visión en futuros Mundiales siguieron tintándose los balones. Bautizado como Swiss World Champion. Durante la celebración de los encuentros los balones carecían de publicidad.

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Balón con el que Pelé se consagró en Suecia 1958. Su nombre era Top Star. Elegido entre 102 opciones finalmente triunfó el de la casa sueca «Sydsvenska Läder – el och Remfabriken», localizada en Ängelholm, con el número 55. Le cupo el honor tras llegar a ser uno de los diez finalistas. Había dos modelos, uno marrón y otro blanco. El de la final fue blanco. Hecho de piel auténtica.

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Para Chile 1962 se preparó a Crack. Estaba formado por 18 paneles de cuatro y seis lados de color amarillo. En algunos partidos del campeonato se jugó con balones similares a los del anterior Mundial. Durante 18 años más fue el balón utilizado en el campeonato chileno.

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Un balón de 25 paneles llamado Slazenger Challenge 4 Star fue el elegido para Inglaterra 1966. Fue utilizado en dos colores, blanco y naranja. En la final se utilizó el naranja. Ha sido la última ocasión en que este color ha sido utilizado. Constaba de 25 paneles cosidos a mano.

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Con este modelo Adidas entró en los Mundiales hasta hoy. El cambio en la fabricación de los balones fue completo a partir del Telstar (estrella de la televisión), modelo utilizado en México 1970.

La característica más visible la desaparición de los gajos por la inclusión de los hexágonos de colores blanco (20) y negro (12). Todo un clásico.

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Telstar para Alemania 1974. Dado el éxito no existen variaciones con el Mundial anterior, exceptuando la aparición de un modelo completamente blanco llamado Chile en homenaje al primer balón blanco aparecido en un Mundial.

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Tango para Argentina 1978. Un balón innovador. Mejoró la impermeabilización. Las triadas dibujadas daban la ilusión óptica, al rodar el balón, de que había doce círculos. Este balón marcó al resto de balones de los campeonatos del siglo XX.

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Tango España, creado para España 1982. Presentó unas costuras impermeables innovadoras que reducían el peso del balón en caso de lluvia respecto a los anteriores balones. Es el último balón de cuero.

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Azteca fue el modelo para México 1986. Es el primer balón oficial sintético de los Mundiales lo que se tradujo en la mayor duración y la mayor impermeabilización del balón.

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Etrusco Unico fue el modelo de  Italia 1990. Es el único balón que ha sido utilizado en un Mundial, una Eurocopa y unos Juegos Olímpicos. El gran avance tecnológico conseguido con este balón fue gracias a una capa interna de espuma negra de poliuretano que lo hacía completamente impermeable. A partir de este balón comienzan a aparecer las medidas de presión, la marca registrada y deja de quedar a la vista, colocándola dentro de los dibujos, la válvula.

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Questra en los Estados Unidos 1994. Tecnológicamente incluía una capa de espuma de polietileno que lo hacía más controlable y más rápido al ser chutado. Primer balón en incluir el logo FIFA APPROVED.

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Francia 1998 nos presentó a Tricolore. Para este balón Adidas incluyó su nuevo logotipo. Es el primer balón de concepción multicolor, imitando los colores de la bandera francesa. El avance tecnológico de este balón consistió en incluir una capa de espuma sintáctica que lo hizo aún más duradero, enérgico y con una mayor capacidad de respuesta. Dejó de fabricarse en Europa para hacerlo en Marruecos, Pakistán o Tailandia.

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En Corea y Japón 2002 apareció un nuevo modelo llamativo y colorido. Es el Fevernova. Incluía una capa de espuma refina y carcasa tejida de tres capas que le hacían más predecible en el disparo. La superficie adopta una innovación en un dibujo de cientos de celdas.

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El Teamgeist (espíritu de equipo) fue creado para Alemania 2006. Es considerado el primer balón completamente esférico. Carece de costuras. Fabricado en 18 piezas. Por primera vez cada uno de los balones de cada partido estuvo personalizado con el nombre de los contendientes, el estadio la fecha y la hora de comienzo.

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Este es el balón utilizado en la final, el Teamgeist Berlín.

Sudáfrica 2010 nos va a mostrar a Jabulani que significa «celebrar» en IsiZulu, una de las once lenguas habladas en Sudáfrica. Tecnológicamente será más estable y certero al disparo y los porteros podrán agarrarlo mejor dado que no dispone de costuras. Para la final del Mundial veremos otro balón, el llamado Jo’Bulani. Es idéntico al anterior pero será de color dorado y es un homenaje a Johannesburgo, sede de la final, llamada la Ciudad de Oro.

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Gala mundial del fútbol. La IFFHS y CIHEFE reunieron en el mismo acto a José Mourinho y Vicente del Bosque

En el distinguido Hurlingham Club, en el londinense barrio de Fulham, la IFFHS celebró su Gala Mundial del Fútbol con total éxito gracias a la respuesta que dieron tanto los deportistas como los clubs homenajeados.

 La IFFHS fue pionera a la hora de organizar para el mundo del fútbol este tipo de ceremonias, que en sí se convierten en un merecido homenaje para aquellos que han destacado en las distintas facetas de es deporte. Posteriormente se han ido extendiendo estos actos y, por desgracia, con el calendario tan sobrecargado que se padece en la actualidad, es difícil encontrar la fecha idónea.

 Los premios de la IFFHS han alcanzado un prestigio muy merecido. De hecho, es la única organización que distingue mundialmente a árbitros, seleccionadores, máximos goleadores mundiales. Sus distinciones se pueden dividir en dos: aquellas que corresponden a datos estadísticos y aquellas que son el resultado de una votación entre los miembros de la IFFHS. Las primeras están libres de toda sospecha, ya que los resultados son puramente matemáticos y sólo barajando los datos objetivos se define al vencedor. Máximo goleador es el que más goles consigue, el vencedor del Ranking Mundial de Clubs es el que más puntos suma, y la Liga más fuerte del Mundo es la que clasifica mejor a sus clubs en el Ranking Mundial de Clubs. No se tiene en cuenta ni el dinero invertido ni las marcas deportivas patrocinadoras. Los trofeos para los mejores deportistas del año ya tienen otra interpretación, que se hace muy heterogénea, pues intervienen miembros de la IFFHS repartidos por los seis continentes futbolísticos. Esta diversidad entre los votantes garantiza el mayor mérito del vencedor.

 Inicialmente la Gala Mundial del Fútbol estaba prevista para enero de este año. La organización tuvo que posponer la celebración pues el calendario de competiciones impedía la presencia de varios de los distinguidos. De ahí que, tras barajar otras opciones, se decidiera la segunda semana de mayo en el mismo lugar.

 Era una gala bastante especial para el fútbol español, porque entre los distinguidos teníamos a Iker Casillas, Xavi Hernández, Pep Guardiola y Vicente del Bosque, además de los clubs FC Barcelona y Real Madrid CF. Inicialmente la respuesta de los dos clubs españoles fue muy positiva, pues en enero nuestro fútbol tiene un calendario más llevadero. Pero al final, el cambio de fecha y las circunstancias que vivían ambos clubs (la Gala se celebraría entre la jornada 37ª y 38ª del Campeonato Nacional de Liga) aconsejaron que los galardonados no se desplazasen.

 El acto se desarrolló en dos partes claramente diferenciadas. En la primera se hacía entrega de los galardones correspondientes al año 2009. Y en la segunda tuvieron su reconocimiento el mejor club del s. XX por cada uno de los 6 contientes futbolísticos.

Los detalles de los premios se pueden consultar en la página de la IFFHS en este enlace:

http://www.iffhs.de/?b3e36e62b0af12b04fb3417f7370eff3702bb0a35b0f

 Personalmente, lo que más atrae del acto en la reunión de los mejores protagonistas de la historia del fútbol junto con los que marcan la actualidad del deporte. El autobús que trasladaba a los invitados desde el hotel de concentración en Hammersmith hasta el Hurlingham Club era una nave del tiempo que permitía el encuentro de grandes de la historia como el francés Just Fontaine, el uruguayo Fernando Morena o el español Emilio Butragueño con jugadores como el capitán del Saprissa de Costa Rica, Víctor Cordero, o  su compañero Walter Centeno.

 Un encuentro que hay que destacar, por encima de todos, fue el del madridista Amancio Amaro con el capitán del Peñarol Néstor Gonçalves. Ambos recordaron la final Intercontinental de 1966 en la que Peñarol se impuso por calidad y experiencia al Real Madrid «Ye-ye» de Miguel Muñoz. Amancio mencionaba con admiración el magnífico plantel uruguayo, dirigido por un inmenso Pedro Rocha que marcaba los pasos con sus estiletes del Pacífico, el ecuatoriano Alberto Spencer y el peruano Juan Joya. Néstor Gonçalves ponía la raza charrúa.

 No faltó a la cita Just Fontaine, quien retiene el record de goles en una única fase final de la Copa del Mundo. Hijo de española, por casualidades de la vida acabó jugando en Francia, pues sus inicios futbolísticos fueron en el protectorado francés de Marruecos. También Fontaine tuvo la oportunidad de conversar con Golçalves. Coincidieron en un torneo amistoso en Casablanca en 1962. El Stade de Reims llevaba en su delantera a otro monstruo, Raymond Kopa, y los defensas de Peñarol sólo pensaban en poderlos frenar.

Llamaba la atención el suizo Massimo Busacca. Ciertamente se le ve mejor desenvuelto en un terreno de juego, juzgando un partido de máxima tensión, que rodeado de directivos y personalidades del fútbol. Es un hombre modesto que sabe llevar la gran responsabilidad que asume en los partidos decisivos. Un gran árbitro y una gran persona.

 Hablando con Fernando Morena mencionó sus gratos recuerdos de su estancia en el Valencia CF, junto al inolvidable Mario Kempes. De todas formas, separarle de Peñarol es como separar el alma del cuerpo. Por cierto, entre la delegación de Peñarol circulaba una camiseta del Club Atlético de Madrid, como augurio de quien al día siguiente iba a firmar los dos goles más importantes del año para su equipo.

 Vicente del Bosque también acaparó la atención del público, pese a que él prefiere mantenerse en una línea más discreta. No en vano, dirige una de las mejores selecciones del mundo, posiblemente la mejor selección española de la historia. Agradeció con breves palabras el premio recibido compartiéndolo con todo su equipo técnico y con los jugadores a los que les responsabilizó del mismo.

 Mientras Pep Guardiola se quedó en Barcelona velando el último partido de Liga contra el Real Valladolid, José Mourinho se desplazó a Londres en un vuelo particular. Su llegada fue espectacular, rodeado de cámaras. Su relación con el Real Madrid todavía era un rumor, pues faltaba confirmar el Scudetto y jugar la final de la Liga de Campeones. Pero Mourinho es un deportista y cuando recibió el premio de segundo mejor entrenador del año, por detrás del barcelonista, reconoció que Pep lo había hecho todo bien y era el justo vencedor. Sin emabrgo, no estaba contento con ese segundo puesto porque él debe aspirar siempre a ser el primero. Deportividad y competititvidad, las dos mejores cualidades de un caballero. A lo largo de toda la noche no mantuvo ningún contacto con los representantes del Real Madrid, evitando la posible foto que los medios estaban buscando.

 El FC Barcelona estuvo representado por el Sr. Perrin, auténtica personificación del seny catalán. Ya nos conocimos en la gala de Salzburgo, cuando entonces los premiados era Rijkaard, Ronaldinho y Márquez. Ahora venía a recoger el reconocimiento del club como primer clasificado del Ranking Mundial de Clubs. Compartió mesa con Emilio Butragueño y Amaro Amancio.

 En definitiva, fue todo un placer reunir a tantos grandes del fútbol. Compartieron sus experiencias y éxitos. Allá donde hubo y hay una gran rivalidad, en la Gala había un estrecha cordialidad porque, por eso tiene un éxito universal, el fútbol es un deporte.

 

 

 




La directiva del Español de Barcelona frente a la historia de su propio Club

El equipo que nació como respuesta a la proliferación de clubes de fútbol fundados en España por extranjeros, está capitaneado por personas que impiden que luzca la bandera española en su estadio.

El 6 de enero de 1909 nace el Club Deportivo Español, como resultado de la fusión del Club Español de Ju-Jutsu y el X Sporting Club. Con esta fusión se buscaba recuperar de algún modo una entidad previa, el Club Español de Football, desaparecido el 7 de enero de 1906 por falta de medios económicos y por la marcha de muchos de sus jugadores, estudiantes universitarios, fuera de la región. Este último club era a su vez resultado de la fusión en 1901 de la Sociedad Española de Football (cuyo emblema era el escudo de España) y el Español Football Club. Precisamente, el segundo presidente del Club Deportivo Español, tras Juliá Claperá, fue Ángel Rodríguez, fundador de la citada Sociedad Española de Football en sus tiempos de estudiante de ingeniería y del  resultante Club Español de Football.

El 25 de abril de 1912 el Club Deportivo Español recibirá el título de Real de manos de Su Majestad el Rey Alfonso XIII, pasando a denominarse como en la actualidad, Real Club Deportivo Español. Se constituye así uno de los clubes históricos del fútbol patrio, salvo excepciones siempre jugando entre los mejores de nuestro fútbol y proclamado cuatro veces campeón de la Copa del Rey, además de histórico rival del otro club de la ciudad condal, el Fútbol Club Barcelona.

Y es que fue en Barcelona, precisamente, y no en otro lugar de España, donde se fundó un equipo de fútbol con el gentilicio de nuestra Nación, con todas las implicaciones que ello tenía y sobre todo tiene en la actualidad, justo cuando la Nación Española aparece como «concepto discutido y discutible». Como es obvio, hubiera sido tremendamente pretencioso que tal Sociedad se denominase «Española» si no había motivo claros para hacerlo. ¿Es que acaso los demás clubes de fútbol ya fundados entonces, como el Recreativo de Huelva, no eran clubes españoles?

Y en efecto, el club fundado en 1909, en cierta medida heredero de los otros clubes que previamente escogieron la denominación de «Español», no eligió su nombre por mera presuntuosidad, sino para desmarcarse de una realidad muy patente en Barcelona y con la que no estaban conformes: los equipos de la ciudad condal existentes en 1900, como el Fútbol Club Barcelona, el Catalán Fútbol Club y el Hispania FC, eran clubes compuestos exclusivamente por extranjeros. Por lo tanto, el Real Club Deportivo Español nació como una sociedad que reclamaba un papel para los jugadores de fútbol españoles; la inicial Sociedad Española de Football reclutaba a sus jugadores entre los residentes catalanes y españoles en general. Esto es, frente al carácter foráneo de los otros clubes barceloneses, reivindicaba la condición de españoles de sus integrantes, sin que el rasgo distintivo de ser catalanes constituyera un hecho diferencial ajeno a lo español; ser catalanes no mermaba un ápice la españolidad de los miembros de la Sociedad Española de Football, como tampoco el ser exclusivamente vascos los jugadores del Athletic Club de Bilbao merma la completa españolidad del club de Bilbao, el único club del fútbol profesional español que a día de hoy forma su plantilla sólo con jugadores de nacionalidad española.

Posiblemente muchas personas se habrán sorprendido ante este origen de un club genuinamente catalán pero también español, en una trayectoria mantenida desde su fundación. Incluso aunque hace ya dieciséis años, en el ambiente de la inmersión lingüística catalana, se decidiera a catalanizar su nombre (de Español a Espanyol, lo que provocó no pocas críticas), el respeto escrupuloso por los símbolos nacionales ha sido una constante en el Real Club Deportivo Español. Si Joan Laporta, el presidente del Fútbol Club Barcelona, nada más alcanzar la presidencia no tardó en retirar de la Escuela de Fútbol de La Masía la bandera española y proscribió el himno español para encuentros de categorías inferiores (sustituyéndolo por un himno tan partidista como Els Segadors), en el Español siempre se ha mantenido un gran respeto por los símbolos de la Nación Española… hasta hoy.

Y es que, para sorpresa de los aficionados españolistas, el cierre del antiguo campo de Montjuic y el traslado al nuevo estadio de Cornellá, ha comportado un cambio muy especial, emanado de la directiva del club: se intenta por todos los medios que los aficionados españolistas no introduzcan la bandera de España en las gradas del estadio, pese a que siempre ha sido una costumbre ver las gradas con numerosas manchas rojigualdas. Evidentemente, es algo que no se ha podido lograr por completo, pues en Cornellá siguen luciendo las banderas españolas, como se ha podido comprobar en las imágenes de encuentros de esta temporada (sin ir más lejos, el último derby disputado ante el Fútbol Club Barcelona).

Este cambio de rumbo en el club viene impuesto por su directiva, capitaneada por el presidente Daniel Sánchez Llibre, empresario muy conocido en el sector de las conservas y hermano del diputado de CIU Josep Sánchez Llibre, ambos acérrimos catalanistas. Sin embargo, Daniel Sánchez es presidente desde 1997, y posee un prestigio especial entre muchos socios, a causa de haber saneado una situación económica muy complicada de la entidad (conversión en Sociedad Anónima Deportiva, liquidación de las deudas con la venta de los terrenos del antiguo estadio de Sarriá). Durante mucho tiempo ha mantenido al club alejado de cualquier tentación política. Incluso ha sido y es aún un valladar frente a las provocaciones que provienen de la directiva del eterno rival, el Fútbol Club Barcelona. Pero parece que el ejemplo de Laporta en cuanto al uso de un club para fomentar la ideología separatista también ha cundido en la directiva del Español.

Una vez que Sánchez Llibre se hizo con el control del club, consiguiendo las acciones de la familia Lara e imponiéndose a otros históricos del club blanquiazul, se ha producido el vuelco definitivo de la entidad hacia el independentismo. Cambio que implica, entre otras acciones, desterrar la bandera española, incluso mediante sutiles técnicas informáticas: el calendario con el que el club felicitaba el año nuevo a los socios fue modificado para suprimir las banderas españolas que aparecían en la foto de la grada que lo ilustraba.

Y si las banderas rojigualdas comienzan a brillar por su ausencia en las gradas de Cornellá, ya proliferan las banderas regionales catalanas (las senyeras), pero también la bandera separatista (la estelada), sin que exista ningún tipo de prohibición pese a ser esta última una bandera claramente partidista e inconstitucional. El colmo ha sido leer en las gradas de Cornellá pancartas que atentan al sentido común más elemental por sus contradicciones: «El Español no es España», un eco del mensaje Catalonia is not Spain que tantas veces ha adornado las gradas en los partidos que juega el Fútbol Club Barcelona. Algo ciertamente llamativo en una hinchada que siempre se ha caracterizado por su españolismo y su oposición al independentismo radical que, desgraciadamente, cada vez es más común en Cataluña. Como resultado de esta prohibición de los símbolos españoles, aficionados del club han formado plataformas de protesta, como la denominada Futuro y Tradición, que busca luchar contra la deriva separatista del actual presidente del Español.

Incluso los estamentos del club han llegado a prohibir el uso del escudo original del RCD Español, que incluye los colores rojo y gualdo, así como del escudo anterior al que se instauró en 1995. Como argumento para semejante omisión se afirma desde la directiva españolista que tal escudo, al incluir los colores de la bandera rojigualda, es de origen preconstitucional. Y tanto que es preconstitucional: es el primer escudo que tuvo el club, hace más de cien años. Hasta tal grado de ignorancia llegan los directivos del club, que ignoraban que una de las enseñas que más presencia ha tenido siempre en el antiguo Estadio Olímpico de Montjuic ha sido la española incluida en el anterior escudo de la institución. Pero esta ignorancia no sólo cabe achacársela a estos directivos sino también a un conjunto ciertamente notable de la sociedad española actual.




Ladislao Kubala (Budapest 1927 – Barcelona 2002)

Por las filas del Barça han pasado centenares de futbolistas de las más variadas características y nacionalidades, y unas docenas de ellos han sido incluso merecedores del calificativo de cracks, debido a su clase y calidad fuera de serie, pero pueden contarse con los dedos de una mano aquellos que por sí solos fueron capaces de  variar el rumbo del club, haciendo historia en el sentido más pleno de la palabra. Ladislao Kubala Stecz, Laszi Kubala, fue uno de ellos, el hito legendario, la viga maestra sobre la que se sustenta el fabuloso Barça de los años 50 del pasado siglo, dando inicio a su crecimiento imparable y a su gran proyección internacional.

          Kubala, un verdadero portento físico, un atleta completo que posiblemente habría  sobresalido en cualquier otro deporte, se hizo futbolista a caballo entre su Budapest natal y su Checoeslovaquia de origen, en los azarosos y difíciles días de la Segunda Guerra Mundial y la Postguerra. A finales de los años 40, y viendo el sesgo que iban tomando los acontecimientos en los países que habían caído tras el «Telón de Acero» ( según la histórica expresión acuñada por  Sir Winston Churchill ), decidió escoger la libertad, y huyó temerariamente de Hungría  en dirección hacia la vecina Austria, estableciéndose finalmente, y en muy precarias condiciones, en Italia. Casi por casualidad se libró de perecer en la Tragedia de Superga, el terrible accidente aéreo que en 1949 le cortó las alas al maravilloso Torino que capitaneaba Valentino Mazzola ( el malogrado club piamontés le había invitado a unirse a ellos en un desplazamiento del que ya no regresaron ). Inhabilitado por la FIFA a instancias de la Federación Húngara, que le consideraba un prófugo, acabó enrolándose en el Hungaria, un equipo formado por futbolistas procedentes de diversos países de la Europa del Este ( no sólo magiares, sino también checos, rumanos o yugoeslavos ), que en 1950 recaló en España, jugando diversos partidos amistosos, tanto contra la Selección Nacional – que se preparaba para tomar parte en el Campeonato Mundial que se celebraría aquel año en Brasil – como contra diversos conjuntos españoles. En uno de estos partidos, disputado concretamente en el campo barcelonés de Sarriá contra el titular del terreno, Josep Samitier, a la sazón Secretario Técnico del Barça, quedó fascinado por su enorme talento, y se apresuró a ficharlo para los azulgranas, adelantándose al Real Madrid, a cuyos responsables también había encandilado el juego del joven futbolista centroeuropeo.

          Kubala va a suscribir contrato con el Barça junto a su cuñado y preparador del Hungaria, el eslovaco Fernando Daucik, que pasaría a ocupar inmediatamente el banquillo azulgrana. Serios problemas burocráticos le impedirán alinearse con sus nuevos compañeros durante todo el Campeonato de Liga 1950-51, teniendo que contentarse con jugar una serie de partidos de carácter amistoso. Finalmente, las trabas de despacho serían vencidas gracias a los buenos oficios de Samitier y de la Federación Española de Fútbol, y Laszi incluso obtendrá sin dilación la nacionalidad de su nuevo país de acogida, pudiendo debutar oficialmente en el torneo copero del 51, el día 29 de abril, en Nervión frente al Sevilla, equipo al que marcaría su primer gol, de penalty, en el encuentro de vuelta. El Barça acabaría adjudicándose brillantemente aquella competición al derrotar en la Final, celebrada como era entonces costumbre en el recientemente inaugurado  campo del Real Madrid – que aun no se llamaba «Santiago Bernabéu» -, a la Real Sociedad por 3 tantos a 0.

          La siguiente temporada, la 51 – 52, va a ser sin duda alguna su mejor campaña. Marca en ella 39 goles en 28 partidos oficiales, y se proclama Campeón de Liga, de Copa del Generalísimo y de la Copa Latina. Es la mítica temporada de «las Cinco Copas», y el campo de Les Corts se queda pequeño para ver actuar a un futbolista que rompía moldes cada domingo. Kubaja practica un juego que nunca se había visto hasta aquel momento entre nosotros. Haciendo gala de una insuperable condición física, su prodigiosa técnica y gran dominio del balón le permiten ser un eficacísimo rematador con ambas piernas y con la cabeza, dotándole  de una excepcional visión de la jugada. Kubala aporta una nueva forma de ejecutar las faltas, imprimiéndole a la pelota un efecto mortífero que burla a las defensas contrarias y sorprende a los porteros, nada que ver con el clásico chupinazo que se acostumbraba en nuestro fútbol. Lanzando penalties y engañando al guardameta, se muestra también como un consumado maestro, y cuando es preciso dormir los partidos, sabe cubrir el esférico gracias a su corpulencia, y esconderlo como nadie yéndose a la banda o junto al corner, para desesperación de unos adversarios incapaces de arrebatarle el cuero sin violar el reglamento.

          Con Kubala en sus filas, el Barça va a ser prácticamente invencible durante el bienio 51-53, conquistando tres campeonatos consecutivos de Copa y dos de Liga. Pero en Octubre de 1952 todo el barcelonismo se va a estremecer cuando a su gran estrella  le diagnostican un serio proceso tuberculoso tras una revisión rutinaria. Incluso algunos médicos  pronostican que el ídolo tendrá que abandonar el futbol a consecuencia de su grave enfermedad. Sin embargo, otros galenos piensan que el mal tiene cura con un tratamiento adecuado: aire puro de montaña, reposo y buenos alimentos, y las altas instancias del club toman la decisión de que Kubala pase una larga temporada en Monistrol de Calders, cerca del Montseny, donde su recia constitución hará el resto y el futbolista se recuperará con insólita rapidez, estando ya en condiciones de reaparecer en el mes de Febrero, concretamente el día 22 y ante el Racing de Santander en los Campos de Sport del Sardinero, a tiempo para conducir a su equipo directo hacia otro Doblete.

          La siguiente temporada, la 53-54, estará marcada por el polémico fichaje de Alfredo Di Stefano por el Real Madrid, tras un culebrón político-deportivo que todavía hoy levanta ronchas. A efectos prácticos, este hecho va a suponer que el cetro de la supremacía del fútbol español pasará del Barça al club de la capital, que con la Saeta Rubia en sus filas obtiene su primera Liga en 21 años. Además, en un partido de Copa disputado en San Mamés frente al Athletic de Bilbao, Kubala sufrirá una gravísima lesión ( rotura del ligamento lateral interno y del menisco de la rodilla derecha ), que le impedirá estar en la Final contra el Valencia – la cuarta consecutiva para los azulgrana – , que se llevará los levantinos gracias a un sorprendente 3 a 0.

          Kubala continuará siendo la referencia ineludible del Barça en las siguientes temporadas, aunque nuevas lesiones comienzan a pasarle factura. Son tiempos de sequía de títulos para los culés, a excepción de la Copa de 1957, poco después de la cual se inaugura el Camp Nou, a cuya construcción el delantero  ha  contribuido en no poca medida. Llegan nuevos cracks – el uruguayo Villaverde, el guaraní Eulogio Martínez,  el brasileño Evaristo…-, e incluso empieza a hablarse de deskubalizar el Barça, parafraseando el proceso de Desestalinización que por aquellos días estaba teniendo lugar en la URSS. Ciertos sectores de la afición blaugrana  consideraban que la dependencia del equipo con respecto a Laszi era perjudicial para este, aunque otro amplio grupo le apoyaba incondicionalmente. El cisma en el seno del barcelonismo va a estallar cuando el mediático Helenio Herrera tome las riendas del equipo en la primavera de 1958. Herrera apostará por el joven Luís Suárez como  nuevo líder en el campo, y la grada se dividirá dramáticamente entre suaristas y kubalistas. HH, sin embargo, no prescindirá drásticamente del as hispanohúngaro, aunque le sustituirá a menudo, para los compromisos en campo contrario, por un jugador de un perfil muy diferente al suyo, el leridano Enric Ribelles.

          Son tiempos difíciles para Kubala, que llega a plantearse incluso su marcha del Barça, a medida que observa como su peso específico dentro del equipo disminuye a ojos vista. En los triunfos del bienio 58-60 su papel ya no es, ni muchísimo menos, tan determinante como antaño, aunque la fulminante salida de Herrera, a raíz de la derrota ante el Real Madrid en las semifinales de la Copa de Europa, en Abril de 1960, parece concederle un ligero respiro. Pero tras el gran trauma que supuso la Final de Berna del 61, cuando los postes de sección cuadrada del Wandorfstadion se negaron a que el Barça se coronase como nuevo Rey de Europa sucediendo a los pentacampeones merengues, Laszi va a tomar la dolorosa decisión de colgar las botas. El Camp Nou y toda Barcelona le rendirán un multitudinario y sentido homenaje la noche del 30 de Agosto de 1961, en un partido contra el Stade de Reims francés donde le acompañaron en la tripleta central barcelonista sus amigos y rivales Ferenc Puskas y Alfredo Di Stefano. Acto seguido pasará a dirigir la Escuela de Futbolistas, un lejano precedente de La Masía, con la que el flamante  presidente blaugrana Enric Llaudet pretendía potenciar la cantera aprovechando la experiencia de un maestro tan cualificado, número 1 de su  promoción en el Curso Nacional de Entrenadores.

          Pero a los pocos meses Laszi tiene que dejar el puesto, reclamado urgentemente por el propio Llaudet para hacerse cargo de la preparación del primer equipo barcelonista, tras la renuncia del técnico Luís Miró. Dirigiendo desde el banquillo a hombres que  solamente seis meses antes eran sus compañeros, Kubala despacha una campaña muy decorosa ( subcampeones de Liga y finalistas de la Copa de Ferias, con la decisión de dicho torneo aplazada hasta principios de la siguiente temporada debido al Mundial de Chile ). Ratificado para la temporada 62-63, los resultados le irán dando la espalda, hasta el extremo de cesar en su cargo tras una maratoniana reunión con Llaudet. Sintiéndose todavía futbolista en su fuero interno, Kubala se ofrece al presidente para volver al terreno de juego y de ese modo intentar galvanizar a una desorientada plantilla, pero su proposición es rechazada.

          En Septiembre de 1963 va a sorprender a propios y a extraños cruzando la Diagonal y fichando por el RCD. Español, el eterno rival ciudadano del Barça. Las cañas se trocarán en lanzas, y el barcelonismo le hará blanco de todas sus diatribas e improperios, considerándole poco menos que un auténtico traidor. Pero afortunadamente el tiempo casi todo lo cura, y la distancia hará el resto, pues tras colgar las botas definitivamente al final de la temporada 63-64, y dirigir a los españolistas desde el banquillo durante el curso siguiente, Kubala emprenderá la Aventura Americana, concretamente en el Soccer USA, donde entrenará al Toronto. En 1968 regresa a España, y se hace cargo de un casi desahuciado Córdoba, al que, si bien no consigue salvar de un descenso anunciado, al menos consigue dotar de un juego vistoso, esmaltado por algunas resonantes victorias. Con semejante bagaje, la Federación Española de Fútbol le va a ofrecer el puesto de Seleccionador Nacional, tras el fracaso que había supuesto no  clasificarse para el Mundial de México-70. Kubala debutará al frente del combinado español el 15 de Octubre de 1969, en La Línea de La Concepción, con un triunfo por 6 a 0 frente a Finlandia. Una serie de amistosos saldados con buena nota ante rivales prestigiosos – Alemania, Italia…- hace concebir esperanzas de que la Selección, los popularmente conocidos entonces como Kubala Boys, será capaz de volver a conseguir algo sonado, pero no logrará  entrar en la fase final de la Eurocopa del 72,  ni tampoco en la del Mundial a celebrar en la RFA en 1974, después de un adverso desempate contra Yugoeslavia disputado en Frankfurt. En cambio sí se clasifica España para el siguiente Mundial,  Argentina – 78, donde caerá en la primera ronda tras tropezar ante la teóricamente debil Austria y no pasar del empate frente a Brasil – el partido del célebre fallo del betico Cardeñosa – . Y al finalizar la Eurocopa del 80, donde tampoco España brilló a gran altura, abandonará la Selección después de diez años largos en el cargo ( record absoluto hasta hoy mismo ).

          Josep Lluís Núñez le convence para tomar las riendas del Barça de cara a la temporada 80-81, pero el equipo, a pesar de los refuerzos de Quini y Alexanko, tiene un arranque de Liga fatal y es estrepitosamente eliminado de la Copa de la UEFA por el Colonia, y Kubala pronto será sustituido  por…Helenio Herrera.

          Más tarde probará suerte en el exótico fútbol saudí, y también en el paraguayo, y de vuelta a España logrará ascender a Primera División a un Málaga en el que  actúan  dos ilustres  veteranos llamados Juán Gómez, Juanito, y Boquerón Estéban. Su último servicio en los banquillos será como Seleccionador Adjunto en los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, donde el combinado nacional obtuvo brillantemente la Medalla de Oro, con una extraordinaria generación de futbolistas entre la que destacaban los Guardiola, Alfonso, Luís Enrique o Kiko. En 1993 va a recibir otro merecidísimo homenaje en el Estadio de Montjuich, y también tendrá el honor de presidir la Agrupación de Veteranos del FC. Barcelona. Internacional por tres países ( Hungría, Checoeslovaquia y España ), así como por la Selección de la FIFA, su brillante palmarés personal y colectivo le convierte en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, quizás con el único lunar de no haber podido disputar nunca un Campeonato del Mundo. Aquejado de una grave enfermedad degenerativa, fallecerá en Mayo de 2002 en Barcelona, rodeado del unánime respeto de todo el fútbol español, al que tantos momentos memorables había brindado.