Etimología (II): campos y estadios

Quizá sorprenda a algunos la distinción que hago entre campos y estadios; actualmente la diferencia entre unos y otros radica en que los estadios son campos con gradas, pero hasta hace unos cincuenta años la diferencia entre ambos estribaba en que el estadio era un recinto deportivo con pistas de atletismo alrededor, independientemente de sus gradas. Esa diferencia estaba tan marcada que, antes de la guerra, el campo del Athletic de Madrid no tenía nombre, y era conocido como Stadium (que posteriormente fue llamado Metropolitano), porque era el único que había en Madrid, dado que todos los demás recintos en los que se jugaba al fútbol eran simplemente campos. Fuera como fuera, hoy no mantenemos la diferencia, pero de mantenerla Anoeta sería un estadio y el Bernabeu un campo. En todo caso lo que no debemos hacer nunca es llamar estadios (como se lee y oye en ocasiones) a los primeros lugares en los que se jugó al fútbol, que no eran más que pequeños campos sin pistas de atletismo y sin apenas gradas.

 El español ‘campo’ procede del latín ‘campus’, que parece ser palabra de origen rural, quizá pre latina, cuyo significado original era el de «llanura», y que pronto pasó a designar al campo de batalla. De hecho en español tenemos algunas palabras derivadas de ‘campo’ propias del lenguaje militar, como ‘campear’, que significa «salir el ejército a combatir en campo raso», «estar en campaña militar», «correr o reconocer con tropas el campo para ver si hay en él enemigos» y «tremolar banderas o estandartes». En este mismo sentido, sabemos que el que destaca en la batalla es ‘campeador’, y que cuando una batalla es muy notable, se dice que es ‘campal’. El germánico, por su lado, dio un paso más, y el alemán actual ‘Kampf’ significa «lucha», como escribió Hitler en su célebre Mein Kampf. También tienen que ver con el campo los ‘campeones’, palabra que del latín pasó al germánico, de éste al longobardo (lengua germánica hablada por las tribus que invadieron el norte de Italia en el siglo VI, de los cuales deriva el nombre de Lombardía < *Longobardía), y posteriormente al italiano, lengua de la que la tomó el castellano a principios del siglo XIV.

 Un estadio es por lo tanto un campo con gradas. La palabra es de origen griego (stádion), y era en aquella lengua una medida de longitud equivalente a 600 pies griegos o 625 romanos, unos 192 metros de los nuestros. Aparte de ello, era, claro, el lugar donde se realizaban carreras, e incluso podía llegar a designar a las mismas carreras si la palabra estaba en plural. Aunque no conocemos su etimología, sí es bien conocido su mito originario, que explica todos sus significados, y que entronca directamente con la creación de los Juegos Olímpicos.

Según Pausanias (geógrafo descriptor de Grecia, del siglo II a.C.) y Estrabón (el más célebre geógrafo de la antigüedad, a quien corresponde la gloria de haber sido el primero en describir la península Ibérica como una piel de toro, del siglo I a.C. y d.C.) presentaban como origen de los Juegos Olímpicos el siguiente mito. Los hermanos Dáctilos son los genios a los que Rea encargó proteger a su recién nacido Zeus. Ésta quería así ocultar al niño de la ira de su marido, Crono (el Saturno latino), quien, avisado de que un hijo suyo le destronaría, mató a todos, menos al menor, el que fue ocultado por Rea en la casa de los hermanos Dáctilos (recuérdese el célebre cuadro de Goya, «Saturno devorando a sus hijos»). El caso es que en una ocasión el hermano mayor entre aquellos, Heracles Ideo (que nada tiene que ver con el Heracles-Hércules famoso, hijo de Zeus), decidió entretener al joven Zeus con una carrera, para lo que fue poniendo un pie tras otro hasta llegar a 600, completando la distancia a la que llamaron ‘stádion’. Conservando esa longitud y componiendo un rectángulo de una anchura de la tercera parte, completaron el ‘stádion’ como recinto en el que se disputarían las carreras. La superficie acotada se denominó ‘arena’.

Por terminar con la historia, cuando Zeus fue mayor, destronó y mató a su padre, resucitó a sus hermanos y otorgó a Heracles Ideo la gracia que le solicitó: unos juegos periódicos en honor del dios y cuyo premio fuera una rama de olivo o una hoja de palmera. Ese es el origen de líricas expresiones que a veces se oyen, como «levantó la palma de la victoria» y similares, así como de la palabra ‘palmarés’, que no es sino el conjunto de palmas que ha conseguido un individuo o un equipo.

 Decíamos arriba que la superficie interior de un estadio se denominaba ‘arena’, que resulta ser un tercer modo de designar a los campos de juego, que es utilizado actualmente en inglés y que a través de esa lengua ha sido extendida a otras. Lo encontramos en casos tan célebres como en el modernísimo Amsterdam Arena. Respecto a la palabra, nos resulta una vez más muy oscura. Asumida por el castellano del latín, se le postula un origen etrusco, y su más antigua grafía era con hache y ese, ‘hasena’. La palabra que designaba la misma realidad que en español, se especializó en el lenguaje del circo (recinto en el que se hacían las carreras de cuadrigas), en que designaba el lugar que tenía arena. También se conoció en ocasiones a los gladiadores (que luchaban en el anfiteatro) como ‘arenarius’, que sería nuestro ‘arenero’. Por último las ‘arenae’ en plural podían designar al desierto. En francés actual, donde a la arena la llaman ‘sable’ (del latín ‘sabulum’, «grava»), toman los otros significados, y llaman así ‘arène’ a la palestra, como hacemos en español y al desierto, y ‘arène taurom’ a nuestros castizos ruedos taurinos.

En conclusión, dos de las palabras con las que designamos recintos deportivos en los que jugamos al fútbol, ‘estadio’ y ‘arena’, provienen directamente del ámbito deportivo y en él se han mantenido hasta nuestros días, mientras que el ‘campo’ pasó de la agricultura a la guerra, hasta llegar al deporte. Siempre guerra y deporte…




Hace 100 años (abril 1911)

– Manuel Alcalde, campeón de España en 1905, 1906, 1907 y 1908 con el Madrid FC juega en la actualidad en el París Université Club, del cual es capitán. En 1909 jugó para París Interserie. Aprovechando su permanencia en la capital francesa le ha sido hecha una invitación por parte de «El Mundo Deportivo» con el fin de pasar a engrosar su redaccción, petición que ha sido aceptada por el interesado.

                      – EL FC Barcelona adquiere como local social el que fue el del Club Helvetia

 – Hay problemas entre los clubes participantes en el Campeonato de España y el

organizador, Athletic Club de Bilbao. Los clubes visitantes se quejan de la nula atención que el club bilbaíno les ha brindado desde su llegada y también hay quejas por la presencia de tres jugadores ingleses en las filas bilbaínas, algo no reglamentario si llevan menos de seis meses de residencia deportiva en España. Ninguno de los tres ha disputado hasta la fecha ningún partido en nuestro país. Se habla dee que puedan ser profesionales encubiertos. Llamado a exponer su punto de vista el presidente athletico, éste insta al resto de equipos a jugar el campeonato y hacer las protestas que crean necesarias y una vez acabado el torneo se descalifique a quién haya incumplido con las leyes.

 A causa de una discusión entre el españolista Méndez y el athletico Belausteguigoitia por razón de la alineación de los ingleses, el madrileño fue agredido con una llave inglesa por unos desconocidos que se presentaron en el hotel a la hora de la cena.

 El San Sebastián, dado el alcance de todos los incidentes, decide regresar a su localidad abandonando la competición. El Barcelona también abandona. Y la Gimnástica Española por un incidente durante el juego cuando perdía por 2 a 0 frente al Athletic.

Una vez finalizado el Campeonato de España, la Federación Española de Clubs de Foot-Ball sale herida de muerte.

                       – Finalmente el CD Español de Barcelona se hace cargo del CD Español de Madrid haciéndole sucursal suya

                        – El alcalde de Barcelona, Sr. Marqués de Marianao, descalifica a los muchachos que juegan al foot-ball. Desde «El Mundo Deportivo» le afean la conducta y le instan a crear campos deportivos donde no molesten al resto de ciudadanos

                         – La Federación Catalana examina a los aspirantes a ingresar en ella como referees

                         – Con motivo de la visita a la Academia de Infantería de Toledo los alumnos organizaron un partido de foot-ball que contó con la presencia de S.M. el Rey

                         – Con miembros de otras Sociedades se ha constituido un nuevo club en Madrid llamado Olímpic FC. Su primera junta directiva queda constituida por los Sres. Benavides, Sánchez-Quero (J. y R.), Cuiñas, Medrano (E. y F.), Alsina (J. y L.), Ron y Barbosa

 – Partidos amistosos:

 Barcelona. El FC España vence en el llamado Torneo Benéfico disputado entre todos los teams de la Ciudad Condal. Venció en la final al CD Español por un gol a cero

            Madrid. Athletic de Madrid – Madrid FC 1-3

            Toledo. Academia de Infantería – Gimnástica Española 2-4

            La Coruña. RC Deportivo – Santiago 4-0

            Santander. Santander – Sporting 2-1

            San Sebastián. Real Sociedad – Selección de Madrid 2-1

            Academia de AdministraciónMilitar – Colegio de El Escorial 1-0

          – Partidos internacionales:

             San Sebastián. Real Sociedad – La Vie au Grand Air du Medoc (Francia) 5-1

            Palma de Mallorca. Veloz Sport Balear – Essex (crucero inglés) 0-5

            Barcelona. Catalá – París Université (Francia) 1-1

            Barcelona. Catalá – París Université (Francia) 1-1

            Irún. Irún Sporting Club – Hampstead JB (Inglaterra) 1-0

            La Coruña. RC Deportivo – Burdeos (Francia) 1-1

Bilbao. Coalición Español Barcelona, Athletic Bilbao y Bilbao FC – Civil Service London (Inglaterra) 0-7

            Bilbao. Athletic Bilbao – Civil Service London (Inglaterra) 0-3

            Bilbao. Bilbao FC – Toulouse (Francia) 3-0

            Irún. Racing Club de Irún – Civil Service London (Inglaterra) 0-3

            Irún. Racing Club de Irún – Civil Service London (Inglaterra) 1-5

            Barcelona. Barcelona – New Crusaders (Inglaterra) 1-3

            Barcelona. Barcelona – New Crusaders (Inglaterra) 0-2

 

           – Semana Grande de Foot-Ball de San Sebastián.

           Selección de Madrid – London Nomads (Inglaterra) 0-6

            Real Sociedad – RC Fortuna de Vigo 7-1

            Real Sociedad – Unión Sportiva Tourquenoise (Francia) 2-1

            London Nomads (Inglaterra) – Corinthians (Inglaterra) 7-0

            Selección de Madrid – Unión Sportive Tourquenoise (Francia) 3-6

            Real Sociedad – Corinthians (Inglaterra) 1-3

 

 – Partidos internacionales de selecciones:

              Inglaterra – Escocia     1-1 

             Holanda – Bélgica       3-1 

             Francia – Italia 2-2 

             Suiza – Francia            5-2 

             Bélgica – Alemania      2-1 

             Uruguay – Argentina 1-2

             Bélgica – Francia         7-1

 

– Otros deportes.-

                   – Ciclismo:                   

– Publicación del Reglamento para la disputa del Campeonato de España de fondo en carretera

            – Se crea una clasificación de corredores por categorías

            – Publicación de los Reglamentos para la Copa Faura y el Gran Premio Peugeot

– Roche vence en la Copa Faura. En la 3ª categoría también vence Roche y en la de menores de 16 años lo hace R. Clapés.           

            – La carrera de 50 Kms., en la carretera de La Coruña, organizado por la UniónVelocipédica Española la gana finalmente el Sr. Eugenio Navarro

– La U.V.E. organiza un campeonato de 100 kms. que resultó algo accidentado. Para empezar hubo e retrasarse una hora por haber sido lanzadas tachuelas en la Cuesta de las Perdices. Finalmente el Sr. Durán pasa en primer lugar por la meta.

 – La Casa Alcyon organiza otra carrera en el mismo lugar, pero esta de 100 kms.,donde vence el Sr. F. Duce, a la sazón presidente de la sección ciclista de la Sociedad Gimnástica Española

                       – Regatas:

 – El Real Club de Regatas de Barcelona adquiere un nuevo yate con el queincrementar su flota

 

            – Tenis:

 – Campeonato de España de Individuales para Caballeros; por segunda ocasión se proclama campeón de España D. Luis de Uhagón recibiendo como premio la Copa de S. M. el Rey. En segundo lugar quedó D. Ernesto Witty, recibiendo como premio un reloj. Recordar que D. Ernesto es uno de los fundadores del FCBarcelona y también del RC Tenis de Barcelona

            – Puig vence en el Concurso del Turó

– Torneo organizado por el San Sebastián Recreation Club. Los campeones según las distintas categorías:

                        Copa de Primavera, Sr. Prado

                        Copa de Primavera (individual de señoritas),Srta. Guadalupe Uhagón

                        Parejas de caballeros (campeonato), señores Prado y Mazpule

                        Parejas mixtas (campeonato), Srta. Uhagón y Sr. Prado

                        Handicap de parejas de caballeros, señores Prado y Mazpule

                        Handicap de parejas mixtas, Srta. Uhagon y Sr. Prado

                        Handicap individual, Sr. Conde de Torrubia

                                   – Down-cars:

             – Publicadas las bases de la 2ª Copa Barcelona

                          – Automovilismo:

             – Ha sido editada la segunda edición de la Guía Michelín

      – Victoria de la casa Hispano-Suiza en el Premio del «Internacional Sporting Club»

 

            – Natación:

  – En el Gran Premio de Pascua organizado por el Club de Natación Barcelona venció D. Joaquín Cuadrada

             – Atletismo:

 – La Gimnástica Española organiza por 4º año su carrera de 10 Kms. por carretera entre Paseo de Recoletos y Chamartín y regreso. Fernando Caro fue el ganador con un tiempo de 36 minutos y 26 segundos

 

            – Esgrima:

 – En las fiestas organizadas por la Sociedad Gimnástica Española se verificó unapoule de espada donde quedó vencedor el Sr. Bior

            – Disputa del Torneo Internacional de Esgrima de San Sebastián

 

            – Tiro de Pichón:

 

– En las tiradas de la Casa de Campo, cuyo premio es una Copa de Plata concedida por SS. MM. los Reyes D. Alfonso y Dª. María Victoria obtiene el triunfo el tirador madrileño Ignacio Urcola.

En el premio concedido por S. M. la Reina Dª. María Cristina vence el Sr. Bruguera.

En el premio de SS.AA.RR los Infantes D. Fernando y Dª. María Teresa se proclama ganador el Sr. Marqués de la Scala

El premio de S.A.R. la Infanta Dª. Isabel sale vencedor S.M. el Rey

En el premio de SS.AA.RR. los Infantes D. Carlos y Dª. Luisa se proclama vencedor D. Luis Lizana

El Gran Premio de Madrid lo gana D. Manuel del Camino

La Copa del Comité es ganada por el Duque de Pastrana

Por último, en el Campeonato de España, el Sr. Marqués de Villaviciosa se proclama campeón de 1911 tras abatir 20 pájaros de 20 tiros

             – Aviación:

 – En el Raid París – Madrid el aviador francés Védrines llega en primera posición después de tres etapas

 

            – Hípica:

 Multitud de pruebas y premios en las instalaciones del Hipódromo de Madrid y organizadas por la Real Sociedad Hípica Española

 




Gustavo Bueno y Eduardo Inda Socios de Honor del CIHEFE

La asamblea anual de CIHEFE que tuvo lugar en Madrid el 28 de diciembre tomó, entre otros acuerdos, nombrar al filósofo Gustavo Bueno y al periodista Eduardo Inda socios de honor por su personal implicación con nuestra entidad y su participación en el I Foro Félix Martialay.

Desde el primer momento en que la organización del foro fue tomando cuerpo tanto Gustavo Bueno como Eduardo Inda mostraron su interés y su apoyo a nuestros objetivos.

De todos es sabido que Gustavo Bueno lleva tiempo reflexionando sobre el fenómeno del fútbol. Jamás un acotencimiento ni político ni religioso ha sido capaz de reunir tantos millones de personas como lo puede hacer una final de la Copa del Mundo. Pero no es solo este aspecto digno de ser estudiado, sino también la propia concepción del juego, donde el jugador renuncia a una parte de su cuerpo, los brazos, y tiene que conseguir su objetivo, el gol, mediante una combinación de fuerza, habilidad y coordinación con la labor del equipo. En la entrevista que nuestro compañero Víctor Martínez Patón le hizo y publicada en nuestros Cuadernos de Fútbol se puede leer con mayor extensión la singularidad que el fútbol encierra.

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D. Gustavo Bueno recibiendo de manos de D. Víctor Martínez Patón, la placa que le acredita como socio de honor de CIHEFE, miembro oficial de la IFFHS.

La disposición de Eduardo Inda siempre fue muy receptiva, mostrando un gran interés por nuestro trabajo. De hecho las páginas de Marca dieron pública información de la aparición de nuestra revista digital además de comentar sus contenidos. Un hecho muy significativo dado que nuestro enfoque sobre el estudio del fútbol no siempre es fácil de abordar y se aleja del servicio a la actualidad en sentido estricto.  No cabe duda de que es uno de los periodistas más influyentes y con mayor responsabilidad en la presna de hoy y por eso, mayor es nuestro agradecimiento por su implicación participando en el I Foro Félix Martialay.

Este reconocimiento como socios de honor de CIHEFE es algo más que una respuesta de agradecimiento de nuestra parte. Para tal efecto hicimos entrega de sendas placas. Por orden coronológico la primera se entregó en Madrid, el 2 de febrero, en las dependencias de Marca, a Eduardo Inda donde tuve la satisfacción personal de representar a todos mis compañeros. En el acto, Eduardo Inda ratificó su disponibilidad para todos aquellos que abordasen el fútbol con la seriedad y el rigor con que CIHEFE lo hace.

D. Eduardo Inda, Director del diario deportivo Marca, recibiendo de manos de nuestro presidente, D. José del Olmo, la placa que le acredita como socio de honor de CIHEFE, miembro oficial de la IFFHS.

D. Eduardo Inda, Director del diario deportivo Marca, recibiendo de manos de nuestro presidente, D. José del Olmo, la placa que le acredita como socio de honor de CIHEFE, miembro oficial de la IFFHS.

Días más tarde, el 7 del mismo mes, fue Víctor Martínez Patón quien se desplazó hasta Oviedo para entregar nuestra placa conmemorativa al filósofo Gustavo Bueno, quien declaró al recibirla que dicha distinción era un «estímulo» para escribir el libro, que ya tenía previsto, sobre la dimensión del balompié.

Con este reconocimiento CIHEFE agradece a ambos su colaboración totalmente desinteresada en nuestra obra.




Límites salariales en el fútbol español

 De cuando en cuando, cada vez más a menudo, el fútbol parece empeñado en despertarnos la conciencia. Bastan las multimillonarias cifras abonadas en concepto de traspasos o filtraciones sobre la percepción anual de alguna estrella, para desatar torrentes críticos. «Con la mitad de lo pagado por Cristiano Ronaldo se hubiese resuelto la viabilidad de muchas empresas», recogió cierto diario de tirada nacional. «¿Dónde está el límite para la locura?», clamaron otras voces. Y no pocas se enzarzaron en debates sobre la conveniencia de establecer topes salariales para el mundo del cuero.

No es intención de este artículo dogmatizar sobre moralidad en épocas de crisis, y menos aún aplaudir o censurar opiniones. Tan sólo pretende recordar que nuestro fútbol ya conoció esos topes, sin que aparentemente acreditaran utilidad.

Sucedió en tiempos mucho más difíciles, sembrados de miedo, hambre y desamparo, a raíz del triunfo franquista en la Guerra Civil. 

Con el general Moscardó convertido en Delegado Nacional de Deportes y presidente del Comité Olímpico Español, fue entregada la poltrona del deporte rey al teniente coronel Troncoso Sagredo, hombre del balompié, pues no en vano había sido directivo antes de la deflagración. El nuevo mandamás, en entrevista publicada por ABC el 24 de mayo de 1939, afirmaba que ya podían ir olvidándose clubes y futbolistas de seguir funcionando con independencia y hasta anarquía, que en adelante debían convertirse en sumisos mecanismos deportivos del Estado. Ese mismo presidente anticipaba caminos en otra declaración a un redactor pamplonés de Cifra, fechada en julio. «Vamos a reformar las estructuras del fútbol español. Naturalmente, no se pagarán esas fabulosas cantidades de antes en concepto de traspaso entre clubes. Habrá buenos sueldos, pero tampoco los de antes. Y no se expedirán licencias a los jugadores, por buenos que sean, si no tienen una profesión y la practican. Así evitaremos sean gentes sin trabajo que sólo vivan del fútbol».

Loables propósitos, cuando quien pasaba por taquilla para ver un partido debía hacer diabluras, en esa ardua aventura que continuaba siendo la simple subsistencia. Pero, ¿cómo llevarlos a cabo?. ¿Existía siquiera la posibilidad de que alguien echase el freno a nuestro fútbol?. Desde hacía quince años, este deporte era estatutariamente profesional. Aún prosperando el pensamiento de Moscardó y Troncoso, ¿qué impedía a un club poner en nómina de cualquier empresa a todos los muchachos de su plantilla, aunque luego no se probaran el buzo ni pisaran oficinas o talleres?. Incluso en los muy denostados países comunistas, el método se había demostrado ineficaz. Sus jugadores acababan en el ejército, libres, eso sí, de guardias y maniobras, saltando sobre el escalafón según acumulasen méritos vistiendo de corto.

Hubo normas, por supuesto, circulares recordándolas y hasta admoniciones conminando a su cumplimiento. Las cosas, sin embargo, quedaron casi como estaban. Machín, jugador del Atlético Aviación que pronto habría de ver modificado su nombre futbolístico -de resonancias poco varoniles según el gusto de ideólogos y censores- por el más contundente de Machorro, confesó recibir 15.000 ptas. en concepto de ficha, 1.200 mensuales y primas de 30 duros. Nando reingresaba en el Barcelona, luego de su exilio mexicano, a cambio de 28.500 ptas. Herrerita y Emilín, cedidos al Barcelona por el inactivo cuadro ovetense, si bien sólo cobraban 700 ptas. mensuales, supusieron un desembolso de 25.000 en concepto de préstamo. Sin salir del Barcelona, Escolá ingresó 36.689 ptas. la temporada 1940-41 por todos los conceptos. El Valencia se hizo con los extremos internacionales Gorostiza y Epi para la temporada 1941-42, a cambio de 100.000 pesetas. En 1943 Juan Arza, bautizado como «El Niño de Oro» en atención a su altísimo costo, se incorporaba al Sevilla tras abonar los hispalenses a sus vecinos de Málaga 280.000 en concepto de traspaso. El leonés César, que regresaba a Barcelona por esa misma época después de su cesión al Granada, ingresaría 73.600 ptas. como emolumento de una campaña. La prima por renovación de ficha supuso a Gonzalvo II un pellizco de 100.000 ptas. en 1944. El ya citado Escolá obtuvo ese mismo año algo más de 100.000, en tanto su compañero Martín rozaba parecida cifra. O sea, a años luz de cualquier salario en la depauperada España posbélica.

Como contrapunto, queden los precios del material deportivo allá por 1940. Las camisetas oscilaban entre 5 y 17 ptas., dependiendo del color, pues las blancas solían ser de fabricación nacional, y por lo tanto más baratas, mientras el resto, provenientes casi siempre de importaciones, se disparaban. Un par de botas oscilaba entre 25 y 50 ptas. Los jerseys de portero solían costar entre 25 y 40 ptas., mientras los balones de reglamento rondaban las 40.

Con el fútbol, con su imparable carestía, no pudieron ni las personalidades franquistas. Su importancia y arraigo quedaba claramente expresado cuando el presidente del F.C. Barcelona -a quien se hizo modificar las barras del escudo para dulcificar tintes catalanistas- propuso un nuevo sistema de comunicación, capaz de trasladar con prontitud los resultados ligueros hasta el frente ruso, donde padecía mil calamidades la División Azul. Sabido es que finalmente los gabinetes del régimen optaron por abrazar las ventajas de tanto fervor al balón. Que hablaran de fútbol los españoles, que discutiesen sobre él, que formaran peñas, siempre y cuando no escondiesen inconfesables propósitos. Todo sería bueno, incluso aconsejable, con tal de adormecer el análisis político y evitar críticas, cuando no discrepancias respecto a Franco y su dudosa legitimidad en el poder.

Conforme llegó a asegurarse entonces, nuestro país ofrecía todas las libertades imaginables. De prensa; puesto que podía adquirirse el ABC (monárquico, aunque de inquebrantable adhesión al caudillo), Ya (episcopal), Montejurra (tradicionalista navarro), Pueblo (del sindicato vertical), o cualquier otro, controlado siempre por la censura. De culto; pues se podía asistir a misa de 9, de 10, de 11,30 o concelebrada de 12,30. Y de afiliación; ya que era posible hacerse socio del Real Madrid, del Barcelona, de la Cultural Leonesa o el Alcoyano.

Los límites salariales rigurosamente establecidos, fueron quedando en el olvido a fuerza de no aplicarse. Ocasionalmente, molestos ante el rumbo económico de no pocos clubes, desde las más altas instancias se dictaban normas, a la postre muy poco eficaces. Temerosos, quizás, de emprenderla con las entidades más potentes, quisieron eliminar de un plumazo el profesionalismo en Tercera División de cara al ejercicio 1954-55. La cuestión tenía poco de broma, puesto que ese escalón constituía el refugio de no pocos caídos desde categorías superiores. Además, si los clubes de bronce no lograban tentar contractualmente a futbolistas de cierto nivel, ¿cómo iban a salir alguna vez del pozo?. Hubo protestas y al final se consintió la presencia en dicha categoría del «amateur compensado». Un coladero, gracias al cual todo continuó como hasta entonces.

Eso por cuanto afectaba al balompié más modesto. Porque en la máxima categoría continuaron vigentes los viejos límites, revisándose al alza para no perder comba respecto al producto interior bruto y la inflación. Los topes salariales seguían constituyendo norma, aunque nadie los aplicase, cuando Gento, hace 49 años, paseaba su sobrenombre de «Galerna del Cantábrico» por toda la geografía de 1ª División. Entonces ningún futbolista podía cobrar legalmente en España más de 150.000 ptas. por temporada, sueldos, premios especiales y dietas aparte. Ciento cincuenta mil si había sido internacional, porque en caso contrario la cifra límite se reducía en 25.000 ptas. Por supuesto, el gran extremo superaba con largueza aquel tope.

El franquismo, en su afán por reglamentarlo todo, había cifrado en centímetros de piel la frontera entre decencia y provocación por playas y piscinas, en matices el salto de juramento sonoro a blasfemia y escándalo público, en segundos o fotogramas de celuloide la distancia entre beso admisible y lascivia. Y si a pesar de todo, los trajes de baño acabaron por confeccionarse con menos tejido, los periódicos dejaron de escarnecer a los blasfemos, para quienes durante un tiempo estuvo reservado el bochorno de verse estigmatizados con nombre y apellidos, y hasta la tijera acabó respetando ósculos cinematográficos, ¿cómo no iba a alcanzar aquella tolerancia al fútbol?. Pero puesto que la norma existía, no faltaban voces dispuestas a recordarla y, de paso, escandalizar un tanto al personal.

Así ocurrió en julio de 1960, cuando Ramón Melcon junior, mediante reportaje de agencia, puso al descubierto los pecadillos económicos en nuestro fútbol.

«Es muy difícil saber a ciencia cierta lo que de verdad cobran los jugadores de fútbol, y mucho menos los denominados ases.» -escribió-. «Sin embargo algo se llega a conocer a fuerza de conversaciones, de rumores, de cotilleos, de declaraciones más o menos sinceras. Hoy voy a ofrecerles lo que por temporada se asegura perciben en España algunos de los denominados fenómenos».

Di Stéfano, según esas cuentas, rondaría los 3 millones y medio anuales. Kubala, pese a haber encarado la curva descendente, no salía por debajo de los 2 millones y medio. El brasileño Evaristo, entonces en el Barcelona y más adelante en el Real Madrid, llegaba al 31 de diciembre con 2 millones raspaditos, más o menos como Puskas, Kocsis y Czibor. Didí, en cambio, por aquello de haber sido mejor jugador en el Mundial de Suecia, alcanzaba los 2 millones y medio, pese a no contar demasiado en el Real Madrid. Tampoco contaba mucho el argentino Rial, y aún así sumaba 2 milloncitos, un poco menos que su compañero Santamaría, para muchos el mejor defensa central con militancia europea. Los brasileños Walter y Joel (Valencia) y Vavá (At. Madrid), alcanzaban el millón y medio, lo mismo que Luis Suárez y tal vez Canario. El mejor pagado de todos los nacidos en España era Gento, con 750.000 de ficha, sueldos mensuales de 15.000 y alrededor de un millón por primas, que sumado a la «calderilla» de la Federación cuando representaba internacionalmente al país, arrojaría un saldo próximo a los 2 millones. Tras él, aunque a mucha distancia, lo más granado del producto patrio se lo repartía así: Zárraga, 1.750.000. Segarra, el millón raspado. Enrique Collar, 900.000. Del Sol, 750.000. Ramallets, Marquitos, Mateos, Campanal, Gensana, Olivella o Peiró, algo menos.

No ha de extrañar, después de lo reflejado, que Melcon junior concluyese su artículo de este modo:

«Brasileños, argentinos, uruguayos, peruanos, chilenos, paraguayos… aquí todos tienen acogida. En este auténtico paraíso dorado, si valen, pueden hacer su fortuna, «su América», como decimos cariñosamente los españoles. Porque el fútbol, ahora, ha cambiado los términos. Para ganar plata actualmente hay que cruzar el charco, pero en sentido contrario. España, Europa, espera con los brazos abiertos».

 Dos millones de ptas. en 1960, también eran una barbaridad. Puesto que ese año puede rayar hoy para muchos con la prehistoria, bueno será situarse en el contexto.

Todavía se hablaba del maquis en 1960. Sobre todo cuando en enero cayó abatido Quico Sabater por disparos de la Guardia Civil, cerca de San Celoní. Quico era un guerrillero antifranquista, uno de los últimos en darse por aludido con el parte de guerra fechado en Burgos 24 años antes: «cautivo y desarmado el ejército rojo…» También durante 1960 Barcelona inauguraría el primer dispensario español de medicina preventiva, Franco publicaba en «Arriba», bajo el seudónimo de Jakim Boor, un artículo sobre «masonería y descristianización», los obispos hacían una declaración colectiva apoyando a los obreros, «porque tienen remuneraciones a todas luces insuficientes», John F. Kennedy ganaba las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el ayuntamiento de Pamplona cedía 150.000 metros cuadrados para la construcción de la Universidad del Opus Dei, Fabiola de Mora y Aragón se convertía en reina de Bélgica al casarse con Balduino, fallecía Clark Gable, uno de los grandes seductores en la pantalla, y según un estudio estadístico fechado el 30 de diciembre, el parque nacional de vehículos constaba de 290.519 automóviles, 554.894 motocicletas, 147.365 camiones y 11.992 autobuses. Dicho de otra manera, ni 300.000 coches para 30 millones y medio de españoles.

En 1960 la tasa  oficial de analfabetismo se situaba en el 10,35%. Pero ojo, no todos eran ancianos. Había un 6,7% de analfabetos con edades comprendidas entre 20 y 24 años. Aún no había sido proclamado rey de Marruecos Hassan II, no se había suicidado Hemingway ni construido el Muro de Berlín, y faltaban varios meses para que los obreros de Altos Hornos iniciaran una huelga en Sagunto, reclamando 100 pesetas diarias como salario mínimo.

Unos años antes, durante la temporada 1956-57, nuestro fútbol contribuyó a reventar los límites salariales establecidos en el país que lo inventara. Sucedió cuando el Athletic bilbaíno, todavía Atlético por imperativo legal, se midió al Manchester United en Cuartos de Final durante su primera comparecencia en la Copa de Europa, la misma edición, por cierto en que San Mamés habría de cobijar una eliminatoria frente al gran Honved de Puskas, previa a las fugas y deserciones que tanto lo debilitaron. Cuando los componentes del equipo británico tuvieron constancia de la prima rojiblanca por pasar aquella eliminatoria, una enormidad comparada con su incentivo, protestaron ante entrenador y directivos y, ya en Inglaterra, ante la propia Federación, exigiendo el derribo de una limitación económica sin mucho sentido. Para moverse por Europa, argumentaron, o engrasaban la maquinaria como sus contrarios, o desistían en el empeño.  

¿Era o no un disparate la prima del Athletic?. ¿Y los 2 millones de Gento, cuando obreros siderúrgicos pedían 40.000 ptas. para vivir durante 12 meses?. Con 2 millones podían comprarse 8 señores pisos en el centro de Madrid o Barcelona. Y nadie, absolutamente nadie, dirigió una nota a Santiago Bernabeu recordándole que su estrella nacional sólo debía cobrar 150.000 ptas., más un salario normalito y primas de andar por casa. La competitividad del fútbol, disfrazada muchas veces de rencorosa rivalidad, las viejas leyes de oferta y demanda, habían derrotado al reglamentismo autárquico. ¿Cabe pensar que hoy funcionaría cuanto ya fracasó antaño?. Ahora, precisamente, sin existencia de cortapisas al flujo internacional de capitales, cuando tras la ley Bosman cayó todo tipo de barrera importadora y el ámbito de cualquier competición trasciende a las fronteras nacionales.

«Fútbol es fútbol», enfatizó Miljan Miljanic, queriendo expresar, suponemos, que aún no ha nacido el ser capaz de domeñar sus leyes, mezcla de fuerza, técnica, fortuna, dinero, pasión y sentimiento. También suele afirmarse que con respecto al fútbol está todo inventado. La limitación salarial, al menos, no constituiría novedad, por más que algunos crean haber descubierto la piedra filosofal cuando la invocan.

¿Merecería la pena otro intento?. Quién sabe, Después de todo pudieron errar los augures al afirmar que toda equivocación del pasado está condenada a repetirse.

 




Sobre la furia española

La victoria en la Eurocopa de 2008 volvió a sacar a la palestra el tópico de la «furia española» entre los medios de comunicación patrios. El comentario generalizado era el de que el combinado nacional por fin había dejado de lado la furia para centrarse en el toque, la calidad técnica; en definitiva: el buen trato del balón. Este nuevo estilo de juego, bautizado como el tiqui-taca por el tristemente desaparecido Andrés Montes en sus comentarios a través de La Sexta, se mantuvo en el equipo español pese al cambio de seleccionador y con él se obtuvo el triunfo en la última Copa del Mundo. Los aficionados, acostumbrados a sufrir decepción tras decepción en cada torneo internacional, asistimos con una mezcla de gozo e incredulidad a la actuación de nuestro once representativo, por fin en la cima del orbe futbolístico.

Tras la victoria en el Mundial nuestro antiguo apelativo apenas salió a colación en la prensa salvo en los medios extranjeros, quienes, por otra parte, venían siendo los únicos que usaban dicha denominación para referirse al cuadro hispano. La verdad es que el sambenito de la furia, nacido en los JJOO de Amberes de 1920, ha acompañado a nuestra Selección a lo largo de la historia y, como todo buen tópico, nacido de la casualidad, tiene mucho de mito y poco de realidad.

Fue en los periódicos belgas donde primero se calificó de esta manera el juego del equipo nacional, en referencia al saqueo de Amberes por parte de soldados de los tercios de Flandes en noviembre de 1576, durante la Guerra de los Ochenta Años. La quiebra de la Hacienda real de Felipe II impedía hacer frente a los pagos de las unidades del ejército, lo que provocaba continuos robos y asaltos a la población local por parte de éstos. De hecho, ya en julio se había producido el Motín de Alost, donde 1.600 soldados habían tomado la ciudad. La situación llegó a tal extremo que el Consejo de Estado, integrado por delegados de las quince provincias hasta entonces leales a la corona (que abarcaban los territorios actuales de Bélgica, Luxemburgo, norte de Francia y la mayor parte de Holanda), autorizó a los ciudadanos a armarse para expulsar a los españoles. Los insurrectos entraron en Amberes el tres de noviembre (con la connivencia de los gobernadores de la villa) y tomaron posiciones con el fin de asaltar el castillo, defendido por una guarnición muy inferior en número. Pero los amotinados de Alost, informados del ataque, viajaron durante la noche y se sumaron a los defensores junto a otras tropas de refresco. Pese a su desventaja numérica los soldados se hicieron con el control de la ciudad haciendo huir a los asaltantes y procedieron al pillaje de la misma, pasando a cuchillo a sus habitantes. A la crueldad y la destrucción reinantes durante los siguientes tres días de ira se las conoce desde entonces por aquellos lares como la Furia Española.

En el ámbito deportivo, el detonante fue la remontada lograda por los pupilos de Berraondo frente al equipo sueco (1-2) en el primer encuentro eliminatorio por la medalla de plata de aquellos VII Juegos. Fue un partido bronco, violento de principio a fin, en medio de un ambiente infernal, decididamente favorable a los escandinavos. El ímpetu de los Belauste y compañía fue bien descrito por Manolo de Castro «Hándicap», en sus crónicas sobre dicho evento, y la frase de «a mí el pelotón Sabino, que los arrollo» forma parte indeleble de la leyenda forjada en torno al primer éxito del fútbol español.

Hándicap, a la sazón redactor de El Faro de Vigo, fue testigo de excepción de la actuación de los nuestros. Acudió a los Juegos como asesor del comité seleccionador y tuvo su parte de protagonismo en la gesta balompédica, pues llegó a actuar como juez de línea en el choque en cuestión (barriendo para casa, según propia confesión, para equilibrar las decisiones del linesman opuesto, sueco, que hacía lo propio con los suyos). A su regreso a España escribiría sus impresiones en el libro Las gestas españolas en la Olimpíada de Amberes, tras observar el escaso rigor y las inexactitudes que se habían vertido en las reseñas que de aquellos partidos se habían publicado en nuestro país, pero antes daría cuenta de la actuación del combinado nacional a través de las páginas del semanario Madrid-Sport. Sus conclusiones acerca del fútbol practicado por nuestros internacionales y sus oponentes en aquellos Juegos, recogidas en el libro de Bernardo de Salazar, La Selección a través de sus crónicas, resultan reveladoras:

 «(…) El team español, que fue el que más partidos jugó, ha sido también el único que marcó goal al campeón del mundo.

Fue además la nación que exhibió más modalidades de juego: desde el juego duro y fogoso o de furia, que le llevaba a obtener los goals por medio del asalto a la meta, hasta el juego reposado y de combinación precisa, que le proporcionaba el éxito seguro.

El triunfo español en el foot-ball olímpico, en el que fracasó el pase corto para presentarnos como más eficaz y decisivo el pase largo con cambios de juego (nuestra principal característica), lo ha sido en una Olimpiada, por la que desfiló el poderío del foot-ball sajón y escandinavo, la técnica checoeslovaca, el juego ideal de los belgas y el elegante de los holandeses, así como el entusiasmo de Italia, Egipto, Francia y Luxemburgo, y la modestia de Yugoslavia y Grecia. (…)».

De sus palabras se desprende que no fue sólo furia lo que puso sobre el tapete el conjunto nacional para lograr dicho subcampeonato.

 Para poner en su contexto aquella hazaña y el mito creado, exponemos el siguiente comentario de Pepe Balón publicado en El Mundo Deportivo años más tarde, concretamente el 22 de diciembre de 1924 como prefacio a la crónica del España-Austria celebrado días antes en el estadio de Las Corts.

«Cuando allá por el mes de septiembre del año 1920 nuestros futbolistas volvieron a nuestra patria, cargados de laureles ganados en buena lid en los campos de fútbol belgas, en ocasión del torneo futbolístico mundial, que con motivo de la séptima olimpiada se había celebrado, pudimos considerar que nuestra entrada al concierto mundial deportivo era ya una cosa definitiva.

En el Stadium de Amberes, la energía de un hombre, la voluntad de un capitán, el entusiasmo de unos cuantos y la fe en la victoria de todos crearon lo que al correr de los tiempos vinimos en llamar «furia española». Porque señores, la furia española, por más que la llevemos nosotros en suspensión, mezclada con la sangre de nuestras venas y corriendo por nuestro cuerpo al unísono con todos los venenos y todas las virtudes ancestrales, necesita para manifestarse de un estimulante, de un reactivo.

El estimulante, el reactivo, constituyólo en Amberes, la decisión y la firme voluntad de hacer del que siempre ha sido modelo de deportistas y espejo de caballeros; hemos nombrado a José Mari Belauste.

El notable medio centro del equipo nacional hispano, dio, en el momento preciso, con el medio de que sus hombres, en declarada inferioridad física y técnica, sacaran del fondo de su ser, del más recóndito rincón de su alma, las fuerzas necesarias para arrancar una victoria que amenazaba con escaparse; que parecía haber ya abandonado a los bravos defensores del león hispano.

El esfuerzo fue de todos, los laureles deben ser entre todos equitativamente repartidos, pero la iniciativa, la idea salvadora, esta fue de uno sólo, del que en justicia puede ser apellidado el creador de la furia española. (…)».

 Conviene apuntar que, en aquellos tiempos, el juego desplegado por los equipos de la península estaba muy condicionado por el clima y el terreno. Así, se diferenciaba claramente el juego norteño, practicado sobre campos de hierba, a menudo embarrados, donde se empleaba un fútbol rápido, directo, buscando las alas y los centros al área, y el juego técnico, denominado científico, del Sur, más lento y preciosista, celebrado generalmente sobre campos de tierra, secos y duros. Estilos que se han ido difuminando con el paso del tiempo, las mejoras técnicas (apenas hay barro en los campos de hoy), la invasión de jugadores foráneos, …  pero que aún en la actualidad mantienen algunos de sus rasgos distintivos. En el centro y levante peninsular se amalgamaban ambos estilos dando lugar a múltiples variantes. ¿Y la Selección? Pues el combinado nacional jugaba cada encuentro en función de los once elegidos. Esto, que parece una perogrullada, no lo es tanto. Con el fin de homogeneizar las líneas (recuérdese que se utilizaba el Sistema Piramidal, el 2-3-5) se tendía a alinear a elementos afines en cada una de ellas, llegando a acoplar a jugadores de un mismo equipo, o al menos de similar estilo futbolístico (oséase, zona geográfica), por línea. Con ello se procuraba una mayor cohesión al juego del conjunto que, desafortunadamente, no siempre se conseguía. Pero eso, sí, el fútbol que la Selección intentaba desplegar era siempre vistoso, intentando mover el balón con criterio, dejando patente el gusto por la estética que caracterizaba a los principales equipos de la nación..

Por ello, muy pronto la furia como concepto encontró detractores, recibiendo duras críticas, como se pone de manifiesto en la siguiente reseña de El Mundo Deportivo, firmada por J.T.F., aparecida el 27 de septiembre de 1925:

«(…) El ejemplo de España es, a este respecto elocuente, La irregularidad de sus actuaciones en los matchs internacionales no puede menos que mantener la duda en cada match nuevo que se presenta. No nos referimos ya a los resultados imprevistos que pueda provocar la clásica y sobada «furia». La  «furia» es ya un tema en descenso, de puro conocido y asimilado por todos y si en los Juegos de Amberes pudo dar su resultado por sorpresa; en el momento actual no creemos que el empuje ciego y casi brutal que dio el tono de la «furia española» en 1920, pueda dar lugar a victoria alguna, ante cualquier adversario de mediana consistencia técnica y anímica.

Afortunadamente el fútbol español ha progresado bastante y nuestros jugadores de altas cualidades individuales, de habilidad – que no excluye el coraje, pero no ciego, sino consciente – tienen perfecta capacidad para construir un juego más depurado y eficaz que el que nos valió el segundo puesto en la Olimpiada belga.

El fútbol español es ya, sin duda, un fútbol de clase. (…)»

 En efecto, frente a los acérrimos defensores de la furia como esencia del juego español, concepto que asociaban íntimamente a la improvisación, al arranque individual en momentos de adversidad, capaz de arrastrar al resto de jugadores, de devolverles la fe en la victoria; y que era glosado como un rasgo diferenciador, propio del temperamento y carácter hispanos; una mayoría de cronistas futbolísticos niegan las supuestas virtudes de este sistema, y no dudan en adjetivar como arcaico, como tosco, el fútbol que no destaque por la precisión en los pases, la colocación, el desmarque y el chut bien dirigido. Un partido en el que los jugadores pierdan la posición, abandonen el juego en común, se dediquen a correr tras la pelota sin ton ni son y se descuelguen en batallas individuales (que solían terminar provocando incidentes las más de las veces), es automáticamente catalogado como el típico estilo de la furia y criticado sin piedad, negándole los más mínimos valores futbolísticos.

Jacinto Miquelarena, director del diario deportivo Excelsior de Bilbao, una de las plumas del sport más afiladas de preguerra, se manifestaba abiertamente en contra de la «furia» como exponente característico del fútbol español, y de la Selección en particular, en un contundente artículo reproducido en diversos medios del norte de la península. El texto, en este caso, se ha extraído del diario gijonés La Prensa del 25 de junio de 1929.

CONTRA LA FURIA ESPAÑOLA

«(…) ¿Qué es la furia española? Al parecer es una técnica especial que se adquiere con inyecciones de sangre de leopardo. Se sacan a un campo a once muchachos valientes; se les dice: «Acordaos de Amberes». Hay que arrollarlos. Adelante la «furia española». Y se gana por corazón. No hace falta sino conseguir que los jugadores se sientan flamencos. Como medida de precaución se les puede también ofrecer algún dinero… si ganan.

La furia española… es ganar. Cuando la furia española pierde, no ha sido furia española.
Hace poco leíamos que la furia española es rapidez, intuición de juego, velocidad y temple en el pase, remates fulminantes… Si es así, confesamos que hemos vivido engañados desde hace tiempo. Porque nosotros creíamos que esto, todo esto, es nada más que football. Buen football.
Por fortuna, la furia española no es para el football español sino un tópico ya insoportable, del que nadie hace caso. Las gentes que mueven el tinglado nacional se preocupan de buscar los mejores jugadores, los más finos y los más serenos, y no los más furiosos. Si se ha ganado a Inglaterra no ha sido por avalancha, sino por calidad de juego. No hay la menor cantidad de furia en Goiburu, en Padrón, en Yurrita, en Lazcano, en Marculeta, en Prast, etc. El equipo nacional todavía sería mejor y más brillante y más sportivo, si Rubio pudiera prescindir de algunas violencias innecesarias.
Creer que los partidos se pueden ganar por corazón, si no existe como base una brillante técnica fundamental, es negar todas las calidades del sport.

Aquella furia española de Amberes fue el magnífico arrojo circunstancial de Belauste, su potencia atlética, en un match que se llevaba a estacazo limpio. No se podía jugar y había que arrollarlo todo.

Pero nada se hubiera hecho en definitiva en aquella VII Olimpiada sin la clase excepcional de sus jugadores. Repitamos, por ejemplo, la línea delantera: Pagaza, Félix Sesúmaga, Patricio, Pichichi y Acedo… Sin insistir en el comentario.

Con el espectro de la furia española se fue a la Olimpiada de París, y por demasiada furia se perdió lamentablemente.

Este año «hemos» jugado al football de una manera brillante. Las victorias han ido adornadas, como una banderilla, con juego de clase. Y esto importa tanto como las victorias mismas.
Porque, como ganar, se ganó también en aquella excursión realizada por Viena y Budapest. Y, sin embargo, hasta los mismos jugadores españoles volvieron avergonzados de lo que había ocurrido a orillas del Danubio…

¡Y de su furia española!»

 Así las cosas, los defensores de la furia, arrinconados por una mayoría de la crítica, no perdían oportunidad de hacerse notar cuando el equipo nacional hacía gala de su proverbial capacidad combativa; ya fuera porque se lograse una hazaña notable, un hecho excepcional, bien porque el partido en cuestión se deslizase por los límites del reglamento, siendo necesario recurrir a argumentos más allá de lo estrictamente futbolísticos para equilibrar la contienda. Ambas circunstancias se dieron cita en la llamada «Batalla de Florencia» de la Copa del Mundo de 1934, que para muchos resultó, además del resurgimiento de la furia, la demostración palpable de sus teorías. Así se expresaba Juan Deportista en la edición de ABC del 1 de junio de ese año, tras el primero de los choques celebrados frente a la squadra azzurra de Vittorio Pozzo.

 

¡FURIA ESPAÑOLA!

 «No importa que no hayan vencido.

.Es lo mismo que estén participando en el torneo mundial sin la preparación y el entrenamiento debidos.

Da igual que un público exaltado haya coaccionado constantemente a los rojos.

Hasta ha resultado inútil la parcialidad de un árbitro decidido a evitar el triunfo de los mejores, porque los mejores eran los españoles.

Todo, incluso la posible derrota que al fin conseguirán tantos elementos coaligados a costa de la selección hispana, importa poco; cuando se ha logrado plenamente un objetivo: rescatar ante la opinión universal, y en las más adversas condiciones, la propia elevada personalidad puesta en tela de juicio por políticos internacionales del fútbol y aventureros nacionales pescadores a río revuelto.

En el deporte, como en tantas otras actividades, España tiene un motivo peculiar; y pues que el reglamento del maravilloso juego lo autoriza, supo crear una fórmula, un signo propio, que cuando se presentó ante el mundo victoriosamente se llamó la «furia española».

De entonces a acá -Amberes, año 1920- han sobrado expertos y técnicos, que no solamente negaron valor a aquella impetuosidad heroicamente fundida, sino que tildaron de disparate la pretensión de inclinar todo el fútbol español por cauces análogos. Y para que pareciera que los detractores tenían alguna razón llegaron los descalabros de París (1924) y Ámsterdam (1928).

Ahora tendrán que inclinarse ante la evidencia, que es la prueba palpable conquistada en ataques como asaltos desesperados frente a las selecciones del Brasil e Italia. La selección española, sin esa trabazón sólida que da el entrenamiento de conjunto, sin esa armadura consistente que depende de una estrecha organización, se ha presentado en Génova, primero, y en Florencia, después, y ha sido capaz de improvisarlo todo bajo el signo impresionante de la «furia española».

Improvisaciones, siempre maravillosas y emocionantes improvisaciones, de las que sólo son capaces en el mundo futbolístico los héroes de la «furia española»».

También aquí, como en Amberes, la furia tuvo su símbolo, representado en la figura de Jacinto Quincoces, quien resultaría elegido además integrante del once ideal del torneo.

 Poco más tarde la verdadera furia española se desató sobre nuestra patria y la sangre se derramó por todo el territorio nacional, en el frente y en la retaguardia, en cada trinchera, en cada cuneta, frente a cada tapia. Como toda furia que se precie, la nuestra no se aplaca con facilidad, y así, los vencedores siguieron regando la tierra que pisamos con sangre de los vencidos hasta bien entrada la década siguiente.

 Tras la contienda, con el país en plena reconstrucción, el fútbol hacía lo propio, siguiendo la misma senda marcada por sus antecesores, y así lo manifestaba Ramón Melcón en las páginas del diario Marca el 1 de enero de 1943, en un artículo en el que valoraba el juego cada vez más afiligranado de los equipos españoles, donde abundaban las jugadas precisas y espectaculares, siendo moneda común la vistosidad, la alegría y, en definitiva, la brillantez del fútbol desplegado, aunque no faltaba su censura para la falta de acometividad ante la puerta rival, la menor facilidad para el disparo de las líneas delanteras, la falta de mordiente, en suma, de los conjuntos nacionales:

 «(…) Por bien de nuestro fútbol, del que tenemos que oponer a las selecciones de otros países en esos partidos internacionales que son como el barómetro de la potencia deportiva de un país, convendría que todos procurásemos dar algo más de importancia a lo que debe ser ápice de la labor de un buen conjunto: el tiro a gol, que, junto con el acoso constante al portero, otra de las virtudes desaparecidas dentro de esa confusión de estilos al uso, fue, es y será la base del tradicional juego español, de lo que se dio en llamar impropiamente furia española, porque el entusiasmo y el espíritu combativo de nuestros primeros representantes ante el mundo sorprendieron a los extraños que tuvieron la suerte de contemplarlos en aquellas épicas e imborrables jornadas de Bruselas y Amberes, y no les dio ocasión para, cegados por aquella ráfaga de ardor y decisión, prestar atención a las excelencias de la técnica y la escuela de nuestros representantes. Aquella furia no era más que el exponente de un alma y un coraje que, salvo excepciones cada vez más raras, no suelen aparecer por nuestros campos de juego. (…)»

 Pero, pese a que mantenía su estilo definido, no cabía duda de que el fútbol español, tras la durísima posguerra y el aislamiento internacional, se había estancado. Continuaba jugando el arcaico 2-3-5 y sus parámetros tácticos, e incluso técnicos, estaban muy alejados de las principales selecciones del mundo, sobre todo de aquellas naciones que se habían visto menos afectadas por la II Guerra Mundial. La gira que el San Lorenzo de Almagro realizó por nuestro país en enero de 1947 supuso el aldabonazo definitivo para que España introdujera la WM. La victoria que el conjunto argentino obtuvo sobre el combinado nacional en el Metropolitano (1-6), en partido preparatorio para la confrontación con Portugal un mes más tarde, puso de manifiesto la necesidad de realizar reformas urgentes en el fútbol nacional. Así iniciaba su crónica el director de El Mundo Deportivo, José Luis Lasplazas:

«Hace veinticinco años aproximadamente que sigo de cerca los pasos del fútbol español. Y le he visto, unas veces, maravillosamente, otras, en tardes menos afortunadas. Pero por encima de los tanteos favorables o adversos logrados por nuestros combinados nacionales o equipos de clubs ante grupos extranjeros, siempre hallé algo, que aún en las más desgraciadas jornadas levantaba el ánimo, y hacía entrever mejores horizontes. A veces una jugada, un rasgo individual…

En este cuarto de siglo jamás había recogido una impresión tan deprimente sobre el fútbol español, como la que esta tarde ha dado el juego del equipo que puso en línea Hernández Coronado (…)».

Para terminar glosando el juego argentino de la siguiente manera:

«(…) Y así, sin enemigos, ¡qué locura la de su gambeteo! Pocas veces he visto un campo de fútbol tan semejante en ambiente a una plaza de toros, como en esta ocasión. Olés, palmas, pañuelos flameando, la grada jaleando continuamente esos arabescos, esos trenzados, esas infiltraciones hasta la misma línea de gol en las que son maestros los bonaerenses. Pocas veces aquel tópico de que sólo hubo un equipo en el campo habrá llegado tan cerca de la realidad como hoy. (…)».

La posterior derrota contra el cuadro luso, terminaría de precipitar los hechos.

 Qué diferente la crónica del mismo Lasplazas dos años y medio, y nueve partidos oficiales después, con nuevo seleccionador y, sobre todo esquema táctico, cuando las medidas modernizadoras comenzaron a dar su fruto. He aquí sus palabras tras la victoria sobre Irlanda en Dublín (1-4):

«(…) Hoy, a mi modo de ver, se ha cerrado un paréntesis y se ha iniciado un nuevo período para nuestro fútbol internacional. Ha quedado atrás la época de las vacilaciones y de las polémicas tácticas. Se ha rejuvenecido el cuadro, y se han fortalecido sus posibilidades no sólo dándole un sistema táctico, sino también trabajando para hallar esta flexibilidad que permite a la WM ser convertida, no sólo en un juego de defensa, sino también en una táctica de ataque.

Hoy saltaron a Dalymount Park once hombres con la gloriosa camiseta de España golpeándoles el pecho, provistos del innato brío y combatividad de nuestras representaciones, pero también sabiendo cómo aprovechar estas excepcionales condiciones, adaptándolas a una manera racional de jugar. Ganaron no sólo porque pusieron una enorme fe y entusiasmo, sino, también, porque tienen clase, y porque de esa clase supieron hacer una fuerza homogénea, compenetrada, la auténtica fuerza de un equipo (…)».

 El cuadro de Guillermo Eizaguirre conseguiría la mejor clasificación española en un Mundial durante el siglo XX. El cuarto puesto logrado en Brasil no fue la premonición de futuros éxitos inmediatos, como muchos esperaban, muy al contrario, supuso una anécdota heroica, como antes lo había sido Amberes, en el devenir del combinado nacional. Si acaso lo novedoso era que la furia, siempre presente en las hazañas de nuestra Selección, quedaba sometida a la actuación de conjunto, y pasaba de ser actor principal a secundario de lujo. Así lo narraba Antonio Valencia en Marca el 4 de julio tras la victoria sobre la Pérfida Albión:

«(…) Los ingleses tropezaron en este Torneo primeramente con la sorpresa frente a los Estados Unidos, y después, contra algo superior a la simple furia española, que es la inspiración, o intuición, o flexibilidad mental española. Y por eso los ingleses han perdido sus últimos partidos contra lo que su fútbol perfecto no puede prever: el azar que Dios reparte o la inspiración que concede para que una táctica también perfecta se ponga de puntillas y lo aventaje todo.

España -insisto- jugó el más maravilloso partido que recuerdo. Pero maravilloso técnicamente, en que la furia, el empeño y el coraje sólo fueron soldados de filas ante la napoleónica estrategia defensiva a la que sirvieron a la perfección. Se dispuso, con bendito acierto, que el marcaje fuese exacto, y así se cumplió. Se dispuso también que los interiores apoyasen alternativamente el sistema defensivo que comenzaba en los medios volantes, y el mayor acierto coronó este empeño (…)».

 Asumidas las novedades tácticas, las variaciones en torno al nuevo esquema pasaron a conferir al juego una mayor complejidad, con lo que el papel de los entrenadores cobraba cada vez mayor importancia. No faltó quienes vieran en todo ello el fin definitivo de la furia, como hizo Rafael Martínez Gandía en su columna de los domingos en Marca el 21 de diciembre de 1952:

«El fútbol nuestro sigue todavía cobrando alguna pequeña renta a cuenta de aquella furia española que surgió en Amberes y que se mantuvo hasta que llegaron las pizarras y la WM, en su obstinado intento de convertir esta juego en una ciencia exacta.

Aún se habla, sobre todo por ahí fuera, de la furia española, como sí, efectivamente, aquel estilo de Amberes perdurara. Sin embargo, esto de ahora, comparado con aquello, es un enfadillo de nada.

El último representante de la furia española es, probablemente, Zarra, en quien se juntan la voluntad, el ímpetu, el coraje y el amor propio. Lo cierto es que este tipo de jugador está en trance de extinción. La WM ha sido, según creemos, el factor desintegrante de la furia española.

Para nosotros, que nos resistimos desesperadamente a ser técnicos, la WM no es una táctica, como se pretende, sino dos letras muy feas. Una táctica verdadera era la furia. Esta táctica estaba llena de técnica, pero nadie parece haberlo advertido, como nadie ha advertido que hoy los jugadores tienen menisco y antes no.

En realidad, no hay más que una táctica en el fútbol, y todo lo demás que andan inventando y poniéndole números y variantes, no son más que nomenclaturas que no sirven para nada. Esta táctica es la de atacar, cuando se puede, y la de defenderse cuando avanza el enemigo. Cuantos más ataquen más probabilidades habrá de marcar gol, y cuantos más defiendan, menos. Está bien claro (…)

(…) No creemos en el fútbol matemático, ni en que forzosamente haya que poner un interior en punta y otro retrasado, sino en un fútbol en el que el cerebro no excluya el corazón.

Un equipo de fútbol debe ser, según estimamos, como un acordeón, que se estira y se encoge según conviene. La furia española tenía eso, pero como ahora se propende a jugar los partidos de antemano en la pizarra, aunque luego en el campo nunca salen como en la pizarra, a ver quién es el técnico que le pone furia a una tiza.

¿Quién?».

 Cabe señalar que la entrada en vigor de las novedades tácticas había coincidido prácticamente en el tiempo con la apertura de fronteras a los jugadores extranjeros, que pronto empezaron a poblar, entre nacionalizados y oriundos, las alineaciones de los principales equipos del país, excepción hecha del Athletic Club. Sólo fue cuestión de tiempo que los mejores alcanzaran las mieles de la internacionalidad con la camiseta española. Sin embargo, y al contrario que en sus respectivos equipos, la llegada de los ases foráneos no trajo consigo los triunfos soñados por aficionados y dirigentes para la Selección. Incluso llegó a haber quien contemplase su nutrida presencia en el combinado nacional como una desnaturalización de nuestro fútbol, falto de la casta y el coraje propios, es decir de la tradicional furia.

Tampoco sería justo olvidar que en el desempeño de nuestro once representativo influyeron factores externos, con poca o nula relación con el deporte, que complicaron cuando no impidieron las posibilidades de éxito (el supuesto telegrama de la FIFA que advertía de la alineación de Kubala en el desempate frente a Turquía de cara el Mundial de 1954; la negativa gubernamental a que los soviéticos jugaran su partido eliminatorio dentro del territorio nacional en 1960, que supuso la eliminación en la I Eurocopa); también que la diosa fortuna empezó a serle esquiva en momentos trascendentales (el propio partido frente a Turquía y el posterior sorteo que nos privó de acudir a Suiza en 1954; el empate a dos ante el conjunto helvético que nos cerró las puertas de Suecia 1958), sin hablar de los arbitrajes, que iniciaban una historia sin fin de errores, que terminaban dando al traste con las aspiraciones del equipo español (encuentro frente a Brasil en el Mundial 62).

 Y justo cuando la FIFA cambia la normativa para que los futbolistas que ya hayan jugado para un país no puedan actuar en las filas de otro, y se vuelve al producto nacional, la Selección logra el primer triunfo de su historia. Frente a la misma U.R.S.S. a la que cuatro años antes se le había impedido la entrada (ahora no hay inconveniente, quizá por aquello de los 25 años de Paz), se logra una hazaña en la que apenas hay rastro de la furia. Así se plasmaba en El Mundo Deportivo la «gran victoria del fútbol español»:

«¡Se le pudo al coloso del Este!

Y España conquistó, en tarde triunfal, la más preciada de todas cuantas victorias llegara a alcanzar en su largo historial dentro del campo internacional.

¡Campeones continentales! ¡Campeones de Europa!

Algo, quizá, con lo que no se pudo llegar a soñar siquiera pocos años ha, en razón de la irregular actuación de nuestro once nacional, pero que, desde ayer, ya es una viva realidad.

Una realidad que hará, sin duda alguna, que se vuelva a considerar y a temer a la Selección Española, como en aquellos años pretéritos de Amberes en 1920, y de los campeonatos mundiales jugados en Italia en 1934 e incluso podría recordarse otra más reciente, la brillante actuación de hace catorce años en Río de Janeiro.

Se le pudo al coloso del Este, al hasta ayer primer campeón continental. Y se le pudo con las mismas armas que nos hacían temer por la suerte de los nuestros: la de la resistencia física. Y otras más: brío y técnica.

Y es que el triunfo nacional llegó precisamente cuando se había temido que nuestro «momento» podía haber pasado y empezaría a contar el de los rusos.

Una jugada sencilla en su elaboración, pero trascendental en sus efectos, nos iba a dar la victoria y el título de campeones continentales. El trenzado Rivilla, Suárez, Pereda terminaba con pase matemático a la cabeza de Marcelino para que éste marcara el gol histórico…

Con este gol, España se ponía a la cabecera del fútbol europeo, derribando de su firme pedestal a la selección rusa, que tenía anotado el más alto porcentaje de victorias como tal y que había barrido literalmente de las canchas, con su fútbol fuerte, rápido y de gran técnica, a las escuadras de mayor solera del continente, para dar con aquel gol mayor gloria y legítimo orgullo a nuestro fútbol en especial y al deporte español.

Con este sensacional triunfo, estimamos que se cierra una época de nuestro fútbol, que ha sido pródiga en dudas y vacilaciones y hemos de tener la más fundada esperanza en que se abrirá otra, en la cual se sabrá hacer honor a este título tan maravillosamente conquistado frente al que se había dado a considerar como «rodillo» incontenible».

 Pese a este lógico anhelo, como sabemos, el destino no nos reservaba precisamente un futuro esperanzador. De hecho, el fútbol español entró en una especie de páramo en el ámbito internacional al que no fue ajena la Selección. Uno de los motivos fue, sin ningún género de dudas, el nuevo cierre de fronteras decretado a partir de la temporada 1964-65, que según todas las fuentes, empobreció notablemente el nivel del juego practicado en nuestro país. Y no es que el número de extranjeros disminuyese notablemente, ya que siguieron llegando como oriundos, ciertos o declarados, pero eran contados los jugadores de calidad que recalaban en las filas de los conjuntos españoles. Lo cierto es que el combinado nacional todavía se clasificó para el Mundial de Inglaterra donde, como en Chile, se volvió para casa en su mejor partido, y llegó a disputar los Cuartos de Final de la Eurocopa 68 para después verse inmerso en una época de oscuridad. Eliminado en las fases clasificatorias de México 1970 y Bélgica 72, se cayó en el desempate frente a Yugoslavia de cara al Mundial de 1974 en Alemania Federal (ya con las fronteras definitivamente abiertas, merced a la insistencia barcelonista y el trabajo detectivesco de Miquel Roca Junyent). Ante el potente cuadro teutón se jugaron dos notables encuentros en los Cuartos de Final de la Eurocopa de 1976, que no bastaron para doblegar a los germanos, antes de acudir a las fases finales de Argentina 78 e Italia 80, donde se realizó un mediocre papel, si bien, sobre todo en el europeo, los hombres de Kubala no tuvieron la menor fortuna.

El fracaso del Mundial 82 bien puede considerarse el final de este periodo desdichado, en el que la furia había sido prácticamente desterrada de nuestro vocabulario, al menos en el terreno futbolístico. Aunque siempre había algún que otro despistado que continuaba haciendo la consabida pregunta de: «¿Practica usted el tradicional estilo de la furia?», a las nuevas incorporaciones de los equipos, que era tanto como inquirir si el recién llegado sabría poner toda la carne en el asador llegado el caso.

 Y eso que durante estos años la Selección hubo de afrontar encuentros a cara de perro, auténticas finales, generalmente para lograr su clasificación «in extremis» para los Mundiales. Pero, para entonces, el término estaba tan desgastado que eran los rivales quienes recurrían a la furia. Recordemos, por ejemplo, el desempate frente a la República de Irlanda disputado en París (0-1) el 10 de noviembre de 1965 que el diario Marca tituló «Clasificados por los pelos y a la bayoneta», donde Nemesio Fernández Cuesta escribía:

«(…) Indudablemente la selección irlandesa ha debido jugar su mejor encuentro. Se jugaba mucho en el envite y puso entusiasmo. La furia tenía esta vez tréboles y camisas verdes. Ni en Dublín, ni en Sevilla, jugaron así. Y, los nuestros, tampoco. (…)».

Algo que refrendaba Gilera en el ABC:

«(…) Hermoso partido de desempate, disputado a todo tren, con las virtudes y defectos de esta clase de terceros partidos de una eliminatoria para un mundial, donde los irlandeses querrían estar, como era lógico. Por eso, más importante que el juego ha sido esta vez el carácter, la «furia» irlandesa, furia verde a la que han opuesto nuestros hombres todo el buen juego posible, pues nuestra condición futbolística actual es más técnica que temperamental, a excepción de un Zoco que dentro del «once» es el más clásico representante de nuestra leyenda. (…)».

 Aunque, cierto es, no faltaran momentos en los que el nervio español salía de nuevo a relucir aunque sólo fuera como pura cuestión de supervivencia. Como en aquel partido celebrado en el pequeño Maracaná de Belgrado, donde nuestros internacionales tuvieron que hacer frente a la inusitada violencia del cuadro yugoslavo, saliendo con bien de la encerrona. Así lo reflejaba El Mundo Deportivo bajo el expresivo epígrafe de «Se ganó una guerra»:

 «El excitante y apasionante choque de Belgrado, el partido de vida o muerte para los dos contendientes, se saldó con un magnifico triunfo de España en un ambiente casi de guerra, dada la desesperación de los balcánicos por conseguir por las malas artes lo que no podían obtener con su juego. Si otras veces se ha censurado a nuestra Selección, en esta oportunidad hay que quitarse el sombrero por su furia, sangre fría -frente a todas las provocaciones-, entereza y oportunismo, pese a que a los 14 m. se tuviese que retirar lesionado, el hombre-eje del equipo: Pirri.(…)».

 No obstante, si hubo un encuentro que de verdad hizo recordar el mito fue el arrollador triunfo sobre Malta, cimentado en una segunda mitad asombrosa donde al coraje le acompañó el acierto de nuestros jugadores. ABC lo sacaba a colación en el titular:

«12-1. Volvió la furia española en un memorable partido que nos clasifica para París».

Por su parte, Juan A. Calvo lo expresaba de la siguiente manera en El Mundo Deportivo:

«Esto debe comenzar con un «OLÉ»como una casa, sí señores. Es la única palabra capaz de sintetizar y reflejar lo que el aficionado español y cualquier espectador imparcial del partido, sintió hacia la actuación española y su proeza de clasificarse para la fase final de la Eurocopa cuando menos podía esperarse. Para ello han tenido que establecerse dos récords históricos: que Malta lograra su primer gol oficial fuera de su campo en este torneo y que España consiguiera una goleada sin precedentes en la Copa de Europa de Naciones. Uno añadiría un tercero: que el «duende sevillano» de esta fría noche de diciembre nos devolviera la imagen de un equipo nacional a la vieja usanza, con toda esa «garra española» que parecía olvidada en la noche de los tiempos. (…)».

 Todavía el equipo de Miguel Muñoz daría otras noches de gloria, ya en la fase final de la Eurocopa. La más recordada, sin duda, el épico triunfo ante Alemania Federal, con aquel testarazo de Maceda que nos llevaba en volandas a la semifinal del torneo. José María Lorente lo explicaba así en Marca:

«(…) Un gol como una catedral es lo que ha sido ese remate oportuno, certero, preciso, hermoso, valiente y mortal de un tal Maceda, saguntino y del Sporting, que es como ser dos veces legionario. A falta de un minuto, cuando ya no hay tiempo para levantar el partido, cuando sólo quedan segundos para mascar la derrota y hay que arriar el orgullo ante una escuadra que es así, irregular, original, abúlica, valiente, tesonera, apática, artista y desangelada, pero que en un minuto de inspiración, como Curro Romero, se mete a la afición en el bolsillo. (…)».

Tras un gran partido frente a Dinamarca, resuelto en los lanzamientos desde el punto de penalti, España jugó su segunda final continental, veinte años después, pero no pudo revalidar el título europeo. Nuevamente, la fatalidad hizo de las suyas, esta vez en la figura de Arconada, nuestro mejor hombre en el torneo junto a Maceda, y le llevó a encajar un tanto inexplicable tras golpe franco directo de Platini, que si en la mayoría de las ocasiones resultaba mortal de necesidad, en ésta su disparo no ofrecía mayor dificultad. Pese a todo, se alcanzó el subcampeonato de forma brillante, aunque, cuando se pierde, esto no suponga mucho consuelo.

 Desde entonces hasta ahora la historia es bien conocida. La Selección ha ido ganando solvencia y prestigio internacional, sin faltar a una sola cita importante (con la excepción de la Eurocopa ’92), pero sin lograr avanzar más allá de los Cuartos de Final en ningún torneo, por más que el fútbol desplegado fuera de calidad. Quizá la vez que más cerca estuvimos, por juego y brillantez, fuera la del Mundial mexicano. Curiosamente, fue una de las últimas oportunidades en la que nuestra antigua denominación gozó de cierto eco en los medios, aunque fuera aprovechando un hecho coyuntural, como se explica en la crónica de Alfredo Relaño en El País del 23 de junio de 1986, tras nuestra despedida del certamen:

«España cayó ante Bélgica en la azarosa y difícil prueba de los lanzamientos desde el punto de penalti, pero se va dejando un buen sabor de su participación en el Mundial. La Selección de Muñoz terminó el tiempo reglamentario y la prórroga con empate ante un equipo técnicamente inferior porque consintió que éste manejara el partido y que lo llevara por los caminos deseados por él. Alcanzó la igualada en una impresionante demostración de furia, que justifica largamente la denominación con que es conocido aquí, en México, nuestro conjunto nacional: La Furia Roja. El encuentro tuvo vibración e intensidad, pero en el curso del mismo España marcó mucho un defecto: la precipitación en las jugadas de ataque. Bélgica jugó siempre a la contra, sin arriesgar (…)».

 Es probable que la última vez que la furia llegase a las portadas y titulares de los periódicos españoles fuera con ocasión de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Algunos, llevados de la euforia, no dudaron en calificar nuestra medalla de oro como el mayor éxito del equipo nacional tras el europeo de 1964, sin percatarse de que no se trataba de la selección absoluta. Andrés Astruells iniciaba la reseña en El Mundo Deportivo de la siguiente manera:

«Fue un remate a romper. Conectado con toda la rabia y convicción del mundo para ganar una de las medallas de oro más brillantes y sorprendentes de estos Juegos. Del fútbol olímpico sólo se hablaba como tema de controversia y de la selección pocos esperaban algo bueno pocos días antes de alzarse el telón. Pero en el Camp Nou se vivió la paradoja más grande. El fútbol fue capaz de concitar 95.000 aficionados y convertir el estadio del Barça en una fiesta de multitudes mientras que el equipo español ganaba la medalla de oro con el corazón de los deportistas de antes, luchando hasta el último segundo para hacer posible la anhelada victoria.

En el momento quizá más mercantilizado del balompié mundial, la furia ha vuelto a vestirse de rojo y la joven escuadra de Vicente Miera sacó todo el pundonor del mundo para subir a lo más alto del podio.

Havelange se perdió posiblemente la final olímpica más vibrante, reñida y disputada de muchísimos años.

Sobre el campo no valieron conceptos técnicos y la superioridad fue por rachas pero españoles y polacos se batieron como leones para acabar redondeando un espectáculo que, especialmente en el segundo tiempo, resultó un plato fuerte futbolístico de primer orden (…)».

 Entre los «fiascos» recientes de nuestra Selección, merecen un cierto reconocimiento el sólido equipo de Javier Clemente en Estados Unidos 1994, con el famoso codazo de Tassotti a Luis Enrique en el encuentro definitivo contra Italia, y su continuación en el europeo de Inglaterra 1996, donde caímos de manera injusta frente al anfitrión, en la tanda de penaltis, tras un gol mal anulado y sendos penaltis escamoteados por el trencilla de turno. Y también el conjunto entrenado por José Antonio Camacho, que obtuvo el quinto puesto en el Mundial asiático, eliminado a la par entre el colegiado egipcio Al-Ghandour y la correosa Corea del Sur de Hiddink.

 Después le llegaría el turno a Luis Aragonés, con el que el equipo desplegó un juego interesante durante la Copa del Mundo de 2006, sólo para caer en los Octavos ante Zidane y compañía, a quienes nuestra prensa había jubilado antes de tiempo.

El Sabio de Hortaleza resistió entonces el embate de los medios, quienes se lanzaron a la yugular del técnico por su negativa a dimitir, tal y como había manifestado que haría si no conseguía llevar al equipo nacional a semifinales. Sentenció a Raúl, futbolista que había marcado una época gloriosa en el fútbol nacional, a quien ya no consideraba en condiciones de rendir en la Selección, e inició las pruebas con el 4-1-4-1 y mayoría de bajitos, con resultado positivo. El 13 de octubre de 2007 se venció a Dinamarca en Aarhus (1-3) y, posteriormente, se logró otro contundente triunfo frente a Suecia en el Bernabéu (3-0), encarrilando la clasificación. Después cayeron Francia e Italia en partidos de preparación, antes del europeo de Alemania.

 ¿Pero cómo un entrenador con especial aprecio por el contragolpe se convirtió en el inventor del tiqui-taca, el actual estilo de nuestra Selección?

 Para contestar a esa pregunta es preciso retroceder hasta 1988, cuando el presidente del F.C. Barcelona, Josep Lluis Núñez, presentaba a Johan Cruyff como nuevo entrenador de la entidad. El holandés, uno de los máximos exponentes del fútbol total durante los años setenta, no sólo sería el creador del Dream Team, uno de los mejores equipos españoles de la historia, máximo exponente del toque y la circulación del balón como fundamento del juego, sino que su acusada personalidad llegaría a cambiar la filosofía del club, poniendo los cimientos para que a día de hoy el conjunto azulgrana sea considerado el mejor del mundo, con un once integrado casi exclusivamente por jugadores procedentes de La Masía, la cantera barcelonista.

El propio Cruyff explicaba su filosofía de juego en el libro Mis futbolistas y yo (1993), escrito en colaboración con Miguel Rico, de la siguiente manera:

«Nuestra vocación, como filosofía de equipo, es ofensiva. Todo el mundo sabe que nuestra obsesión es atacar porque, una vez más, mientras nosotros tengamos la pelota los contrarios no podrán ni hacernos gol ni crearnos el más mínimo peligro. Parece una estupidez pero es algo obvio que debemos tener muy en cuenta».

Alfredo Relaño profundizaba en el juego azulgrana bajo mandato del holandés en el capítulo titulado «El ataque implacable» del libro Entrenadores. Un poder inestable (1997):

«Contra lo que mandan los cánones, según los cuales el equipo se arma desde la defensa, Cruyff lo organiza desde el ataque. Las prioridades son ofensivas y recupera el viejo principio de que la mejor defensa es un buen ataque.

¿Y el medio campo? Tiene dos tareas: control y posesión del balón por un lado, y buena colocación y presión para prevenir la salida del contrario por el otro. En sus mejores exhibiciones, los equipos de Cruyff se pasaban el balón en la media de un lado a otro del campo ante los ojos fascinados de los rivales, que no encontraban forma de interceptar esos precisos y rápidos pases. Toque, toque y toque. El mismo principio que al otro lado del océano definió Menotti al decir que: «la jugada aparece sola, no hay de precipitarla». El medio campo se pasa el balón una y otra vez, la defensa contraria oscila y, de repente, se descubre la fisura hacia la que salen simultáneamente el pase bien dirigido y la carrera al claro de un jugador en busca del balón».

Es difícil leer este texto y no asociarlo de inmediato con el fútbol practicado en la actualidad por nuestro equipo nacional. Y no deja de resultar paradójico que el introductor del estilo de juego que la Selección terminara por hacer propio, en sustitución de aquella antigua furia de Amberes, sea holandés.

 El fútbol de Cruyff perduró en el tiempo y La Masía no ha dejado de proporcionar futbolistas con un patrón común, jugadores dotados técnicamente, con talento, acostumbrados a practicar un juego asociativo, vistoso, con el balón como principal referencia. Todos los entrenadores que siguieron al flaco han podido contar, en mayor o menor medida, con este tipo de refuerzos procedentes de las categorías inferiores. Pero no fue hasta la llegada de Guardiola, el principal representante de la cantera en el Dream Team, cuando el Barça apostó definitivamente por la gente de la casa para convertir el gran equipo que había forjado Rijkaard en un conjunto auténticamente de ensueño.

 Volviendo a Luis Aragonés, la respuesta a la pregunta anteriormente expuesta es,… por convicción. El Sabio nunca fue un entrenador con particular gusto por el fútbol preciosista, vistoso, de salón… todo lo contrario. La experiencia atesorada primero como jugador y después, en su larguísima trayectoria como entrenador, le han hecho un defensor acérrimo del resultado como única verdad en el fútbol. Tomemos como ejemplo el siguiente texto de José Félix Díaz en el que, bajo el epígrafe de «El contragolpe perfecto», se analizaba la figura de Aragonés en el libro anteriormente citado, Entrenadores. Un poder inestable (1997):

«Huye del espectáculo como estandarte. A este respecto, comparte la teoría de Fabio Capello. Cree y defiende en cualquier foro, y ante cualquier presidente, que el verdadero espectáculo es ganar. En su opinión de nada vale que un equipo juegue muy bien si los resultados no acompañan. No niega que se enfada profundamente cuando sus hombres pierden y que la misión del entrenador es saber por qué han fallado y encontrar la solución a sus males a costa del espectáculo. Busca en todo momento lo práctico y, pese a poner sobre la mesa un sistema que para muchos no está concebido para el ataque, sus conjuntos siempre acaban entre los máximos goleadores del campeonato. Jugadores como el rojiblanco Manolo, Mijatović o Šuker han batido todas sus marcas goleadoras con Aragonés en el banquillo. Su sentencia aleja cualquier tipo de dudas: «El entrenador que quiera espectáculo, que ponga una barra en el banquillo»».

 Así es. Luis Aragonés llegó al tiqui-taca porque consideró que era la única forma de alcanzar el triunfo en un torneo internacional. Y lo hizo desde el convencimiento en una premisa que venía a poner en solfa nuestra leyenda racial, el mito mismo de la furia española. Había llegado a la conclusión de que la inferior condición física de base no permitía al futbolista español competir en un plano atlético con la mayoría de equipos nacionales de primera fila en condiciones de igualdad. Era necesario concentrar todo el esfuerzo en nuestras notables facultades técnicas para lograr el objetivo final.

 Y así lo hizo. Conquistamos la Eurocopa con un 4-4-2, con Villa retrasado en ayuda del centro del campo y cayendo a las bandas con gran facilidad, que solía terminar convirtiéndose en un 4-5-1 en el transcurso del partido con la entrada de Cesc Fábregas. Y con este último sistema tuvimos que disputar la final tras la lesión del asturiano, obteniendo el triunfo. Una victoria que suponía, más allá de una conquista anhelada, el final de la furia española como concepto futbolístico.

 Tras la conquista de Europa Luis dejó su puesto para fichar por el Fenerbahçe turco. La Federación se encontró entonces con una difícil papeleta, pues el cambio de seleccionador no debía entrañar una transición, sino la continuidad de un proyecto que, más allá de haber logrado el máximo objetivo, había calado profundamente en el público y la crítica. Lo cierto es que el sustituto del Sabio de Hortaleza era un secreto a voces, conocido bastante antes de la disputa de la Eurocopa. Y hay que decir que Villar acertó de pleno al elegir a Vicente del Bosque, un hombre tranquilo y capaz.

El salmantino había demostrado con creces sus dotes organizativas durante su etapa al frente del Real Madrid galáctico, donde hubo de gestionar un vestuario plagado de figuras al tiempo que lograba sacar partido de aquella política de Zidanes y Pavones que llegaría a dejar al conjunto blanco huérfano de clase media. Bicampeón de Liga y de Champions, logró también el cetro mundial de clubes con un conjunto asimétrico cuya mejor versión tenía a Roberto Carlos como dueño de la banda izquierda, dando total libertad al mediapunta francés, a un Figo muy móvil por la derecha y a Hierro, Makélélé y Raúl como columna vertebral del equipo. Considerado poco glamouroso por los rectores de la casa blanca, se optó por prescindir de sus servicios. Su marcha significó un auténtico mazazo para la cantera madridista, cuyos futbolistas encontraron cada vez más dificultades para llegar a la primera plantilla, integradas sus filas por jugadores foráneos, cada vez más y más costosos. En la actualidad el Real Madrid puede vanagloriarse de romper el mercado de fichajes cada verano. Incluso la anunciada españolización del conjunto se ha hecho a base de talonario. Está por ver si esta forma de actuar puede garantizar el desarrollo sostenible de la institución, que no hace tanto salvó su economía mediante la venta de la antigua ciudad deportiva en la Castellana, donde cuatro inmensas torres se alzan ahora como recordatorio y aviso a navegantes.

 Y así, Del Bosque inició su andadura. Y pronto se vio que con éxito. La Selección barrió en su grupo clasificatorio para el Mundial, y en sucesivos amistosos venció con solvencia a Inglaterra, Argentina y Francia, entre otros rivales. Entre medias, la Copa Confederaciones sirvió como magnífica piedra de toque para calibrar de nuevo nuestra competitividad, y las conclusiones fueron positivas pese a la derrota frente a Estados Unidos, verdadero equipo revelación del torneo.

El juego del combinado nacional se regía por los mismos parámetros que el que había obtenido el triunfo en la pasada Eurocopa. Quizá la novedad más importante fue la aparición de Sergio Busquets, por el que Del Bosque no ocultaba su devoción, convertido en pieza fija del once titular por su capacidad para cohesionar al equipo merced a su rigor táctico, inteligencia y salida de balón; siendo el engarce ideal entre la defensa y el centro del campo.

No llegamos al torneo en las mejores condiciones, con Iniesta y Fernando Torres todavía renqueantes de lesiones sufridas poco antes de la cita mundialista, lo que hizo que el entrenador tirara de la versatilidad de nuestros futbolistas para conformar las alineaciones. El caso más significativo fue el de David Villa, escorado a la banda izquierda en buena parte de los encuentros con un rendimiento sobresaliente, algo que Pep Guardiola ha sabido explotar tras el fichaje del guaje por el Barcelona. El esquema de juego varió entre el 4-2-3-1 y el 4-1-4-1, aunque Vicente del Bosque no dejó de repetir, cada vez que se le mencionaba el tema, que su equipo no jugaba con un doble pivote.

De menos a más la Selección fue pasando etapas, practicando cada vez un mejor fútbol, hasta presentarse en la final, donde nos aguardaba el conjunto nacional de Holanda.

 ¡Qué mejor forma de pasar página definitivamente con nuestra furia, que alcanzar el triunfo en el Mundial con el toque y la circulación de balón frente a los holandeses! No en vano el germen de lo que habría de ser, pasado el tiempo, los actuales Países Bajos se fraguó a raíz de aquel saqueo de Amberes. Días después de aquellos acontecimientos se firmaba la Pacificación de Gante, por la que los Estados Generales de las diecisiete provincias exigían la salida de las tropas españolas del territorio. Posteriormente, en 1579 se producía la Unión de Utrecht mediante el que las provincias protestantes del norte se unificaban, separándose de facto de las católicas del sur, para en 1581 presentar el llamado Acta de Abjuración, por la que declaraban su independencia formal del Imperio de Felipe II, conformando, tras diversos avatares, la República Holandesa en 1588.

Aún hoy en día la presencia hispana se deja notar en el Wilhelmus, su himno nacional, en una de cuyas estrofas pone, textualmente, en boca del Príncipe Guillermo de Orange: «Al rey de España siempre he honrado».

 La victoria, obtenida con todo merecimiento, daba carpetazo a la furia española. Objetivo cumplido. El círculo se había cerrado

 Y,  sin embargo…

 Sin embargo… hay figuras que resultaban tan familiares…

 Ese Piqué ensangrentado, convertido en verdadero saco de golpes del equipo español durante la primera fase del torneo…

Esa incorporación de Puyol, entrando a rematar de forma indómita, llevándose por delante a su compañero Piqué, para suspenderse en el aire y conectar el colosal testarazo que suponía la victoria frente al cuadro teutón…

Esa final, donde tal parecía que el equipo holandés nos pasara factura por lo ocurrido cinco siglos antes, produciéndose con una violencia desatada, a la que fue preciso responder con contundencia…

 ¿Seguro que no hubo furia española en Sudáfrica?

 Corolario

 El 5 de noviembre de 1995 Feliciano Fidalgo realizaba una desenfadada entrevista a Matías Prats en El País. Una de cuyas preguntas era:

– ¿Algunos echan de menos la furia española: ¿usted, qué echa de menos?

A lo que el viejo maestro de periodistas respondía:

– El arte en el fútbol.

 A buen seguro que, allá donde esté, don Matías (junto al resto de colegas, futbolistas, aficionados e historiadores que alguna vez soñaron con ver a los nuestros levantar el máximo trofeo futbolístico y  que abandonaron este mundo perdida toda esperanza), habrá gozado con el juego artístico de nuestra selección en su más bello triunfo.

  

 




Tabaco, papel de fumar y cromos de fútbol (1ª parte)

Parece adecuado, dados los tiempos difíciles que corren para los aficionados al denostado placer de fumar (que conste mi tolerancia en estos asuntos y mi orgullosa condición de no fumador), explorar las íntimas conexiones que existieron en el pasado entre diferentes productores de tabacos, fabricantes de papeles de fumar y preciosas colecciones repletas de añejos retratos de legendarios futbolistas.

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La aparición, a finales del siglo XIX, de la cromo-litografía supuso el nacimiento del cromo como objeto coleccionable. En sus orígenes, los cromos eran bellas ilustraciones costumbristas o paisajísticas con un contenido tan amplio que resultaba difícil pensar que hubiera intención alguna en la edición de esos papeles de bellos colores, más allá de usarlos como objeto promocional de la marca en la que se insertaban. Productos de todo tipo los incluían: dulces, galletas, chocolates, y también tabacos, sobre todo en las cajas de puros. A principios del siglo XX los cromos ya habían adquirido una dualidad que nunca perderían. A su función promocional se sumó la capacidad de fidelizar al consumidor de un producto, o al cliente de un determinado establecimiento, pues los cromos también se convirtieron en una forma práctica y efectiva de hacer que un cliente volviera a comprar en el comercio en el que se le obsequiaba con bonitos trozos de papel ilustrados con diferentes motivos que, ahora sí, se podían coleccionar en diferentes series temáticas: refranes, tipos populares, aforismos, adivinanzas, trajes regionales, deportes…

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Es en este estado de cosas, y mediados los años 20 del pasado siglo, cuando los cromos con jugadores de fútbol hacen su aparición. En los Estados Unidos, desde el siglo XIX y sobre todo en los primeros años del siglo XX, las cajetillas de cigarrillos incluían de forma habitual cromos de jugadores de béisbol, allí los cigarrillos se vendían ya líados, con lo que los cromos aparecían en el interior de las cajetillas, casi todas de 10 cigarrillos. Se reveló un medio muy efectivo para que el fumador siguiera siendo fiel a la marca, consumiendo ingentes cantidades de cigarrillos, dado que algunas colecciones llegaron a tener más de 500 cromos diferentes, como la conocidísima T-206, editada entre 1909 y 1911. La transición de esa interesante práctica comercial a nuestro país tuvo la peculiaridad de que en lugar de aparecer los cromos en las cajetillas de cigarrillos, modalidad de consumo poco extendida en la época, lo hicieron en los librillos de papel de fumar. Salvo esporádicas excepciones como alguna colección editada en la Islas Canarias (Tabacos La Flor Isleña) y las editadas en Cuba (Cigarrillos Susini y Aguilitas), la práctica totalidad de las colecciones de futbolistas aparecieron en librillos de papel de fumar.

La producción de librillos de papel de fumar en la década de los años 20 estaba radicada en la región levantina y más en concreto en la zona de Alcoy. La fábrica de J. Laporta Valor, en Alcoy, incluyó cromos de fútbol en varios de sus productos. Uno de los más notables fue el papel «Foot-Ball» que, comenzando en 1923, y a lo largo de los años siguientes sacó al menos tres colecciones diferentes. La más importante, por el número de cromos que contenía la colección: 110 (10 equipos, a razón de 11 jugadores por equipo), y por haber sido editada en dos formatos: cuadrado y rectangular, se editó en 1924. La decisión de sacar dos versiones de la colección se tomó para no privilegiar un formato de librillo sobre otro. Los cromos en su versión cuadrada son una versión reducida de los rectangulares, que son francamente bonitos. Otras colecciones fueron apareciendo, trasladándose el polo de difusdión de Alcoy a la ciudad de Valencia.

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Una de las colecciones más bonitas y menos conocidas es la editada por el papel de fumar marca «F. C.» A día de hoy tan solo han aflorado cromos de tres equipos de la ciudad de Valencia: Valencia F. C., Gimnástico F. C. y Levante F. C. (Grao). Al parecer debería haber cromos de jugadores de otros equipos, no necesariamente de Valencia, pero a día de hoy no se conoce ninguno.

Pero de entre todas estas colecciones de papel de fumar, la que podemos, sin lugar a dudas, considerar la joya de la corona es la editada por la factoría de Luis García Fayos, de Valencia, en su librillo de papel marca «Mi Papel». Los librillos marca «Mi Papel» incluyeron desde 1925 a 1929 cromos de futbolistas entre otros temas a lo largo de varias series que se identificaban por letras. La colección «Los ases del fútbol» consta de tres series: serie C, serie E y serie H, editadas en el periodo de tiempo indicado y cada una constituida por 80 cromos, lo cual totaliza una colección en tres álbumes de 240 cromos. Es ésta la que deberíamos considerar gran colección de la era del papel de fumar, por su cantidad y calidad. Los cromos son bonitas fotos (aunque de reducido tamaño) del busto de los jugadores; uno de sus méritos es el recoger muchos equipos diferentes, grandes y pequeños, del panorama futbolístico español de la época.

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La llegada de los años 30 y la Guerra Civil dejó en suspenso las actividades editoriales de estas marcas, pasando a tomar el relevo el Monopolio de Fósforos, en una histórica colección de la temporada que nunca se celebró: la  1936-37.

 




Etimología (I): el penalti

Los penaltis son posiblemente las jugadas más emocionantes de un partido de fútbol: un duelo entre dos hombres separados por sólo once metros; uno tiene la obligación de meter el balón en la portería, otro la de impedirlo. El árbitro comprueba que los demás jugadores están fuera del área y al menos a 9,15 metros del punto de penalti (fuera del semicírculo) pita y… El delantero tiene todas las de ganar en el duelo, sólo debe mantener la calma; pero muchas veces… Ricardo Zamora, el que posiblemente ha sido mejor portero de la historia, para su frustración lo sentenció: «no hay penaltis parados, sólo hay penaltis fallados»

Como es conocido, el penalti se incorporó al reglamento del fútbol en 1891, el mismo año en que el campo de juego se dividió en dos partes, en que se admitió que el árbitro entrara en el campo para desempeñar su labor y en que aparecieron los jueces de línea. Las tandas de penaltis, utilizadas para desempatar eliminatorias, son mucho más modernas, datan de 1971, y según se cuenta fueron inventadas y puestas a prueba por primera vez en una edición del Ramón de Carranza. Antes  de 1971 se desempataba mediante sorteos o incluso con otras soluciones tales como dar vencedor al equipo que mayor número de saques de esquina hubiera lanzado en el partido. Todos recordamos el agónico sorteo en que Franco Gemma cogió el papel que decía ‘Turchia’ y no el que decía ‘Spagna’ impidiéndonos así ir al Mundial de Suiza 1954; pero es menos conocido que en la temporada 1968-69 el Recreativo de Huelva eliminó al Oviedo en la primera eliminatoria de la Copa del Generalísimo por haber lanzado más saques de esquina (después de haber jugado dos prórrogas de treinta minutos y otras cuatro de diez minutos cada una). Ha sido el único caso en la historia del fútbol español.

Muchas historias y anécdotas se pueden contar sobre el penalti, pero nuestro cometido aquí es el de ahondar en la propia palabra, explicar su origen y «juguetear» un poco con ella.

La voz inglesa ‘penalty’ tiene su origen en el latín medieval ‘poenalitas’, (latín clásico ‘poenalis’), derivado del sustantivo ‘poena’. La forma medieval evolucionó en inglés a ‘penality’, palabra común aún hoy; nuestra forma sincopada ‘penalty’ se entiende de influencia francesa. La lengua latina había tomado en préstamo del griego (dialecto dorio) el sustantivo ‘poina’, que adaptó como ‘poena’; su significado, según define el diccionario de Ernout-Meillet, es el de «compensación (económica) por una falta o crimen»; esto es, ‘pena’ como sinónimo de castigo, significado vigente aún hoy en español y en otras lenguas como el francés (‘peine’) o el inglés (‘pein’). De hecho el sustantivo griego es el nombre derivado del verbo ‘tino’, que significaba «pagar».

Pero esta palabra experimentó ya en latín preclásico la evolución semántica siguiente: puesto que la ‘poena’ es un castigo, y éste produce sufrimiento, se designó también al último con la misma palabra, especializándose después para el sufrimiento moral o síquico: «qué pena más grande en el alma siento», escribía García Lorca en 1920 (El maleficio de la mariposa). Así pues esos son los los significados que tenemos en español (y en francés) para la palabra ‘pena’, «castigo» y «sufrimiento».

Del sustantivo ‘poena’ deriva el verbo ‘punire’ (arcaico ‘poenire’) «penalizar», «castigar». De él deriva un verbo castellano ya fuera de uso, ‘punir’, y de él a su vez un adjetivo que designa lo que puede ser punido, ‘punible’. Y éste sí es muy utilizado habitualmente, sobre todo en la jerga de los periodistas deportivos y casi siempre en el sintagma ‘acción punible’, del que se hace uso habitualmente para referirse precisamente a los penaltis. Por supuesto también del mismo verbo derivan ‘punidad’ y ‘impunidad’, así como el inglés ‘punish’ y ‘punishment’ o el francés ‘punir’ y ‘punition’, vocablos habituales para decir ‘castigar’ y ‘castigo’ (que etimológicamente significan «hacer casto»: cast-igar, del latín ‘castus agere’).

Todo este camino hasta llegar a 1513, en que Henry Bradsham, poeta inglés, escribe en su obra «The Holy Lyfe and History of saynt Werburge very frutefull for all Christen people to rede» (I. 3080): «to dyssolve her wo and great penalte (sic)», que resulta ser el primer testimonio escrito de nuestro penalti, aunque como se puede ver, con el significado de sufrimiento, no de castigo. Progresivamente la lengua inglesa perdió ese significado hasta dejar sólo el de castigo o multa, que es el que encontramos hoy en los diccionarios ingleses sincrónicos. Aunque el penalti no entró en el reglamento del Fútbol de la Asociación hasta 1891, la palabra entró en nuestro deporte en 1885, año del que datan los primeros testimonios escritos.

Sobre el uso de la palabra apenas nada se puede decir, pero quizá sí sobre la grafía. Al respecto escribía Lázaro Carreter en 1986: «también en español se intentó en vano emplear ‘penal’, para designar al temible castigo. Porque el público, dueño absoluto del idioma, lo que reclama es ‘penalti’, con fonética hispana; y gusta de verlo escrito con la -i latina final. Lo cual implica que siempre se haya dicho y escrito ‘penaltis’. La palabra no figura aún en el Diccionario académico, pero cabe repetir la profecía de Unamuno ante otra voz ausente: «Ya entrará». Lo probable es que se adopte con la forma ‘penalti’. Y lo seguro, que su plural no será ‘penalties’, lo cual sería aborto en castellano, donde, los niños lo saben, se añade -s (y no -es) a las palabras llanas acabadas en vocal.» En efecto la palabra entró en el Diccionario de la RAE en su edición de 1992.

Y para terminar quiero aprovechar la oportunidad para recordar a uno de los hombres que más ha sido en la historia del fútbol español, Pablo Hernández Coronado, autor de la célebre frase de «ganar de penalti injusto en el último minuto», que quedó inmortalizada en su brillante obra «Las cosas del fútbol», publicada en Madrid en 1955 por la editorial Plenitud, con prólogo de José María de Cossío. Félix Martialay lo definió muy acertadamente como «un libro que no sólo era un estudio radiográfico de su personalidad sino también un tratado filosófico del fútbol». Don Pablo, un hombre genial, una obra genial.




Hace 100 años (feb-mar 1911)

FEBRERO – 1911

  • La Federación Española de Clubs de Foot-Ball ha elegido nueva Junta Directiva compuesta por los siguientes señores: Sr. Carega, presidente; Sr. Ortega, vicepresidente; Sr. Ruete, secretario; Sr. Lemmel, vicesecretario; Sr. Paz, tesorero; Sr. Dieste, contador y Sres. Neira, Builla, Kindelán, Aldecoa, Irureta y Lancho, vocales.
  • Inauguración del Campo del Velódromo del Español. Se encargaron de hacerlo el Español FC madrileño y el CD Español barcelonés a doble partido. En el primero los barceloneses se llevan el partido por 2 goles a 0 y en el segundo vencen los madrileños por 0 goles a 3.
  • En Cataluña se han realizado varias acciones benéficas a favor de los damnificados por las inundaciones.
  • La Federación Catalana ha decidido entregar para la suscripción popular los ingresos que le corresponden de la última jornada del campeonato. También los representantes de los clubes aceptaron ceder su parte correspondiente a excepción del España que decidió no hacerlo.
  • También se celebró un partido entre el Universitary y el Badalona al que acudieron 5.000 personas y que acabó con el resultado de 5 a 2 favorable a los estudiantes. Lo mejor fue la recaudación y su posterior entrega a la suscripción popular.

Otros partidos:

  • CD Español – Stade Olympique 3-2
  • Català SC – Madrid FC 3-2
  • Sabadell – Barcelona 0-10
  • Racing de Irún – Athletic de Bilbao 2-2
  • Racing de Irún – Biarritz Stade (Francia) 6-0
  • Burdigala (Francia) – Racing de Irún (2º equipo) 2-2
  • Racing de Irún – Bordeaux Etudians Club 1-6
  • Athletic (San Sebastián) – Equipo de Hendaya (Francia) 1-1
  • Valencia – Levante 1-1
  • Hispania – Rat Penat 4-2
  • RC Deportivo de La Coruña – Tripulaciones buques Gloucester y Liverpool 3-0

MARZO 1911

  • En Dos Hermanas (Sevilla) se han disputado reñidos encuentros entre los colegiales de la localidad durante los tres días de las fiestas de Carnaval.
  • Ha sido inaugurado el nuevo campo de la Sociedad Gimnástica Española enfrentándose dos equipos de la citada sociedad frente a otros dos del Español FC de Madrid venciendo en ambos encuentros los gimnásticos. El campo se encuentra detrás de la Cárcel Modelo. (Nota de actualidad.- La Cárcel Modelo se encontraba donde se construyó el antiguo Ministerio del Aire, actual Cuartel General del Ejército del Aire, en Madrid. Los terrenos eran propiedad del Ministerio de la Guerra. La zona ocupada por el campo gimnástico actualmente lo está por viviendas).
  • En El Heraldo de Madrid, D. Ricardo Ruiz Ferry, conocido periodista e impulsor futbolístico, hace una exposición de ideas rebatiendo algún punto de la conferencia del Dr. Decref acerca de la inconveniencia de la práctica deportiva.
  • Hay tratos entre el CD Español de Barcelona y el Español FC de Madrid para fusionarse.
  • Por invitación personal de S.M. el Rey han sido invitadas a la fase final del Campeonato de España, a disputar en Bilbao, todas las Academias militares.
  • Organizado por la Federación Catalana de Clubs de Foot-Ball y a beneficio de la Cruz Roja se ha disputado un torneo de fútbol-7 en el que ha resultado vencedor el FC Barcelona. Se jugó a dos tiempos de 30′.
  • En Valencia, Valencia – Levante 9-1.
  • En San Sebastián, Real Sociedad – Bilbao FC 2-1.
  • En Barcelona, CD Español de Barcelona – Olympique de Marsella 3-2.




Premios anuales de la IFFHS: el voto de CIHEFE

CIHEFE, como miembro de la IFFHS, participa en la votación anual de las distintas categorías que hay establecidas. Ya hemos señalado en artículos anteriores que la perspectiva que podamos tener desde España es muy diferente al punto de observación que tengan desde otros países. En las votaciones de la IFFHS participan este año 86 naciones diferentes, por lo que el criterio es bastante amplio y heteregéneo y ha de diferir en muchos aspectos del nuestro.

Con todo, no está de más facilitar las preferencias que los miembros de CIHEFE hemos tenido en las cinco categorías que se deciden por votación, explicando un poco los aspectos que nos han inclinado por una preferencia u otra. Lógicamente, nuestro centro de gravedad está en la Seleccioón, nuestra Liga, y las competiciones europeas de clubs.

No creo que nuestras preferencias estén marcadas por una predisposición al producto nacional, aunque su presencia es manifiesta. Hemos sido bastante ecuánimes, lo que pasa es que si España se proclama campeona del mundo, es previsible que cuente con el personal más destacado o que merezca ser premiado por su trabajo.

Cada miembro de CIHEFE ha ordenado del primero al cuarto sus preferencias, sumando 4, 3, 2 y 1 punto según la posición. Siete han sido los miembros que han intervenido en la votación. Estas han sido nuestras preferencias:

Mejor guardameta: Iker Casillas (Real Madrid CF/España): 27 puntos.

 La actuación de Iker Casillas en la pasada Copa del Mundo ha sido fundamental y, para precisar más, sus intervenciones en la final del mundial sirvieron para catapultarle al número uno de las preferencias. No fue un año fácil para el portero madridista pues su equipo cayó pronto eliminado en la Liga de Campeones y además tuvo que conformarse con el subcampeonato liguero. Silencio y trabajo fueron las respuestas a las críticas que recibió, especialmente tras el primer partido contra Suiza. Su relación con una conocida peiodista sirvió para que pudiesen intervenir también la desacreditable prensa del corazón.

En segundo lugar quedaron empatados con nueve puntos el español del FC Barcelona Víctor Valdés y el brasileño del FC Internazionale Julio César Soares. Se confirma el recnocimiento de estos dos grandes guardametas. La importancia de Valdés en su equipo es máxima ya que está obligado a acertar cada vez que interviene. Julio César también ha recibido un reconocimiento por ser una de las piezas fundamentales en los éxitos del «Inter».

Cons seis puntos se ha colocado el italiano de la FC Juventus Gianluigi Buffon y con cinco el holandés del AFC Ajax Maarten Stekelenburg.

El checo  Petr Čech del Chelsea FC, el francés Hugo Lloris del Olympique Lyonnais y el español David de Gea del Club Atlético de Madrid obtuvieron tres puntos cada uno.

Mejor Constructor de juego: Xavi Hernández (FC Barcelona/España): 28 puntos.

Por segundo año consecutivo CIHEFE elige a Xavi Hernández y por unanimidad. Todos los componentes eligieron como primera opción al barcelonista. No cabe duda que tanto su club como su selección le deben directamente la gloria alcanzada. Ya no sorprende la calidad de este jugador, lo que llama la atención el rendimiento físico que ha mantenido a lo largo de todo el año. La experiencia le ha enseñado a medir constantemente su esfuerzo, por lo que da la impresión que es incansable ya que siempre está bien colocado.

Su compañero de equipo y también español Andrés Iniesta ha ocupado el segundo lugar con 18 puntos. Es un justo reconocimiento a su capacidad creadora compartida con el equipo. Durante la Copa del Mundo hubo momentos difíciles, como en la propia final, en los que Iniesta asumió la necesidad de arriesgar, sacrificarse y buscar la victoria como imperativo. Y gracias a él, a su gol, España obtuvo el premio más grande.

En tercera posición, con diez puntos, otro español: Xabi Alonso. Con un estilo de juego muy diferente a los dos primeros, la potencia de Xabi, el pase largo, su presencia en la zona media y su apoyo a todas las líneas le han convertido en un jugador imprescindible en la actual selección campeona del mundo. A su vez, Xabi Alonso es una pieza fundamental en su club, el Real Madrid CF, pues es él quien controla el peso del ataque madridista.

También ha recibido un justo reconocimiento el holandes del FC Internazionale Wesley Sneijder que recibió 7 puntos. Él fue quien catapultó a Holanda, una selección que no tenía muchos más recursos que las otras selecciones, hasta la final. Casi de igual manera se encargó de darle al FC Internazionale la Liga de Campeones.

Mesut Özil, alemán que empezó el año en el Werder Bremen y pasó al Real Madrid, fue uno de los destacado de la selección animadora del campeonato. Recibió 5 puntos.

 

Mejor Seleccionador Nacional: Vicente del Bosque (España): 28 puntos.

También por unanimidad pues ha sido elegido en primer lugar por todos los componentes del jurado, Vicente del Bosque ha renovado su título. Si la trayectoria de la selección española se había contabilizado por victorias, salvo una derrota accidental contra Estados Unidos, su trabajo en la Copa del Mundo fue impresionante. Porque supo transmitir la confianza necesaria en los momentos difíciles, que los hubo en todos los partidos. Todos los rivales plantearon los partidos para impedir el juego español. Del Bosque tenía que sorprender, engañar, hacerse imprevisible. Por eso, el movimiento táctico de sus jugadores sacrificables, como Pedro, Torres o el propio Villa, el desplazamiento de zona de Iniesta fueron sus principales bazas. Del Bosque supo dirigir a la mejor selección de la competición.

Segundo ha sido elegido el alemán Joachim Löw. Segundo casi por unanimidad pues sumó 20 puntos, de los 21 a los que optaba. El trabajo de Löw tuvo la mala suerte de cruzarse con España en semifinales. Hasta entonces había hecho un juego muy fluido y directo. Su mejor partido fue contra Argentina.

Óscar Washiington Tabárez llevó a Uruguay mucho más lejos de lo que inicialmente se pensaba. Encontró en Diego Forlán al jugador decisivo y así armó a un equipo con mucha capacidad de sacrificio y de respuesta. Sacó el máximo provecho de sus hombres. Se le reconoció su trabajo con once puntos.

Cuarto, y con cinco puntos ha quedado el holandés Bert van Marwijk. Le censuramos el juego violento de su equipo en la final, que tuvo la suerte de prolongar el 0-0 inicial por la condescendencia del árbitro. En cambio, hay que reconocer el trabajo de Holanda, tanto en la fase de clasificación como a lo largo de la fase final.

El argentino Marcelo Bielsa, seleccionador de Chile, recibió tres puntos y cierran la clasificación de nuestras preferencias Milovan Rajevac, seleccionador de Ghana, Gerardo Daniel Martino, Paraguay, y Fabio Capello, Inglaterra.

Lógicamente, Diego Armando Maradona con Argentina no sumó ningún punto. Se plantó con un equipo con Messi, Higuaín, Tévez y Milito que sumaban un total de 106 goles en las principales ligas europeas. Le cabe el honor de presumir de que Messi no marcó ningún gol en el mundial bajo su dirección.

 

Mejor Entrenador de Club: Josep Guardiola (FC Barcelona/España): 22 puntos.

Esta categoría ha estado bastante reñida. La diferencia entre el vencedor, el español del FC Barcelona Josep Guardiola y el segundo, el portugués del FC Internazionales -y ahora del Real Madrid FC- ha sido de tan solo dos puntos.

Ha habido dos enfrentamientos referenciales para que la balanza se inclinase a favor de Guardiola. Primero fue la eliminatoria de la Liga de Campeones, donde Mourinho, con un plantel notablemente inferior, logró eliminar al FC Barcelona. Supo buscarle el fallo y desmontar al rival en San Siro. En Barcelona demostraron oficio y firmeza y contuvieron perfectamente aun contando con un hombre menos. Pero curiosamente, con el Real Madrid CF, con un equipo mucho mejor, sufrió un descalabro total. Falló el equipo y falló Mourinho que no supo medir la distancia con el FC Barcelona. En cambio Guardiola apostó por su esencia de juego y alcanzó una victoria sonada. Ahí estuvo la clave del primer puesto para el entrenador azulgrana.

Tercero ha sido el español del Club Atlético de Madrid, Quique Sánchez Flores, con diez puntos. Ha sido un reconocimiento a su trabajo, especialmente en las condiciones en que se vio para sacar al equipo. Una plantilla descompensada, sin centro del campo, una defensa limitada y una pareja de ataque de élite, posiblemente la mejor de Europa.

Los demás entrenadores ha quedado bastante distanciados: cuatro puntos para Claude Puel del Olympique Lyonnais, empatados con tres puntos Louis van Gaal, FC Bayern München, Alex Ferguson, Manchester United, y Celso Juárez Roth, SC Internacional Porto-Alegre; con dos puntos figuran Arsene Wenger, Arsenal FC London, y Claudio Ranieri, AS Roma; y cierra la lista de puntuados Alejandro Sabella, Club Estudiantes de La Plata, con un punto.

 

Mejor Árbitro del Mundo: Massimo Busacca (Suiza): 12 puntos.

Se ha impuesto en esta categoría la experiencia del suizo, responsable de los partidos más importantes del continente europeo al argentino Héctor Baldassi por tan sólo dos puntos.

La tercera posición ha estado muy reñida, ya que ha habido un triple empate a seis puntos. Dos de ellos dirigieron las dos semifinales de la Copa del Mundo. El uzbeko Ravshan Irmatov ha sido la novedad, tras haber realizado una excelente Copa del Mundo. Con él están el húngaro Viktor Kassai y el uruguayo Jorge Larrionda.

El español Undiano Mallenco sólo recibió un punto. Su principal defecto es su irregularidad pues en un mismo partido es capaz de mantener un rendimiento técnicamente muy alto y seguidamente atropellarse con decisiones de difícil justificación.

También destaca el hecho de que Howard Webb, quien dirigió la final, no ha merecido ningún voto desde CIHEFE. Es llamtivo que un árbitro que tiene un reconocimiento internacional tan grande, en cambio, sea punto de nuestras más severas críticas. No cabe duda de que se nos puede tachar de cierto partidismo. Es posible que no puntuar sea excesivo, pero también es cierto que un árbitro que dirige una final tiene la obligación de hacer cumplir el reglamento y las agresiones, sean en el minuto que sean, se deben sancionar. Ese ha sido el pecado de Webb pues confundió el juego fuerte y de choque con las agresiones que hicieron los jugadores holandeses. No midió con el mismo rasero a ambos equipos y las tarjetas amarillas se repartieron casi equitativamente durante gran parte del partido, lo que no las entradas peligrosas. No nos gustó Webb y por eso no ha recibido ningún voto.




La promoción de permanencia en 2ªB

Desde 1987 la Segunda B ha estado formada por 4 grupos y la Tercera, primero por 17 y luego por 18. Esto ha obligado a utilizar distintas fórmulas para determinar quiénes descendían de una a otra categoría.

Después de la mal llamada Liga de los play-offs, en 1987 se amplió la Segunda B a cuatro grupos y la Tercera División a 17. Como de esta última categoría ascendían los campeones de cada uno de los grupos, era necesario que descendiesen 17 equipos de Segunda B a Tercera. Se estableció que descendiesen los cuatro últimos clasificados de cada uno de los cuatro grupos, más un equipo que sería el que menos puntos consiguiese de los que hubieran logrado la permanencia, resolviéndose la igualdad de puntos por la diferencia de goles, si fuese necesario.

Así, en la temporada 1987-1988 acabó descendiendo el Mestalla, del grupo cuarto, que consiguió 31 puntos, frente a los 32 del Arenteiro y los 33 del Badía y el Plasencia. Un año más tarde, Deportivo Aragón, Granada y San Sebastián de los Reyes acabaron con 32 puntos, mientras la Cultural de Durango quedaba fuera de peligro al sumar 33. El empate entre los tres primeros se resolvió en contra de los madrileños, que tenía una diferencia de goles de -15, frente a los -7 de los andaluces y los -3 de los aragoneses. La temporada 1989-1990 se saldó con el descenso del Atlético Marbella, con 31 puntos, librándose Pegaso y Teruel, con 33, y Eldense, con 34.

En la temporada 1990-1991 se introdujo una modificación en el sistema de ascenso de Tercera, consistente en la disputa de una fase de ascenso por los cuatro primeros de cada grupo, pero finalmente seguían siendo 17 los equipos ascendidos, de modo que los descensos de Segunda B no sufrieron ninguna modificación. Esa temporada, Izarra y Linense finalizaron con 31 puntos, librándose Cambados y Tomelloso con 32. Los descendidos fueron los navarros, con una diferencia de goles de -22 frente a los -9 de los andaluces. En la temporada 1991-1992 el damnificado fue el Gandía, con 30 puntos, salvándose Santurtzi y Maspalomas con 33 y Logroñés B con 34. Un año después, el descendido fue el Torrevieja, que acabó con 31 puntos, igual que el San Roque, pero con una diferencia de goles de -24, frente a los -11 de los onubenses. Tomelloso, con 32 puntos y Tudelano, con 33, también lograron la permanencia.

Pero el sistema de descensos utilizado hasta la fecha no tenía en cuenta las posibles diferencias de nivel entre los diferentes grupos y la Federación decidió resolver este problema instaurando la Promoción de Permanencia, que deberían disputar los clasificados en el puesto 16 de los cuatro grupos. Los encuentros de esta Promoción se jugarían a partido único en campo neutral determinado por la Federación, y consistiría en una primera eliminatoria en la que los dos vencedores lograrían la permanencia y una segunda que enfrentaría a los dos perdedores de la anterior, descendiendo a Tercera el que perdiese esta.

La primera Promoción, en la temporada 1993-1994 contó con la participación de Arosa, Valladolid B, Premiá y San Roque. En la primera eliminatoria el Premiá venció por 2-1 en la prórroga al Valladolid B en partido jugado en Tudela, mientras el San Roque derrotaba al Arosa por 3-1 en Ávila, ambos partidos jugados el 15 de Mayo de 1994. La eliminatoria definitiva se jugó en Ponferrada el 22 de Mayo, y en ella el Valladolid B mandó a Tercera al Arosa al vencerle por 2-1.

Un año después, fueron Fuenlabrada, Casetas, Gimnàstic de Tarragona y Cartagena los que participaron en la promoción. En la primera eliminatoria, el 28 de Mayo de 1995 el Fuenlabrada venció por 2-1 al Gimnàstic en Tudela y el Cartagena por 1-0 al Casetas en Cuenca. El 4 de Junio, en Teruel, el Gimnàstic venció por 2-1 al Casetas, que descendió así a Tercera División.

En la temporada 1995-1996 se introdujo la primera variación en este torneo y consistió en que las eliminatorias a partir de entonces se disputarían a doble partido, sorteándose el orden de campos, y teniendo en cuenta que los goles marcados en campo contrario valdrían doble en caso de empate. En esta temporada fueron Leganés B, Logroñés B, Sabadell y Benidorm los ocupantes de la decimosexta plaza de cada uno de los cuatro grupos. En la primera eliminatoria, el Logroñés B se salvó a costa del Sabadell, después de un empate a dos en su campo en el partido de ida y una victoria por 1-2 en el de vuelta. El Benidorm también logró la permanencia, después de vencer en casa por 2-1 al Leganés B y empatar a cero en tierras madrileñas. En la eliminatoria definitiva, el Sabadell viajó a Leganés después de haber empatado a uno en el partido de ida, pero venció por 0-2 en la vuelta y envió a los madrileños a Tercera División.

Un año después, el Huesca cayó ante el Getafe (2-1 en Alcoraz remontado por los madrileños con un 4-0 en la vuelta) y el Mar Menor ante el Polideportivo Almería (0-2 en tierras murcianas y empate a cero en Almería). El Huesca acabó cayendo a Tercera, tras empatar a uno en su campo contra los murcianos y perder por 5-0 en campo de estos.

En la temporada 1997-1998 Avilés Industrial y Mensajero cedieron sendos empates a cero en sus partidos de ida ante Zamora y Motril, pero en la vuelta los avilesinos vencieron por 1-3 en Zamora, mientras los canarios caían por 2-1 en Motril. La eliminatoria final se saldó con dos empates entre Zamora y Mensajero (2-2 en la ida y 0-0 en la vuelta), descendiendo los primeros por el valor doble de los goles en campo contrario.

En 1999 el Gimnàstic de Tarragona se convirtió en el primer conjunto en alcanzar las dos participaciones en esta competición, logrando la permanencia igual que cuatro años antes, tras eliminar esta vez al Caudal (0-0 en Mieres y 2-0 en Tarragona). En la otra eliminatoria de esta primera ronda el Aurrerá de Vitoria se deshizo del Algeciras (3-0 en la ida, 0-0 en la vuelta). El Caudal venció al Algeciras por 2-0 en el primer partido de la eliminatoria final y logró la permanencia tras perder por 1-0 en la vuelta. Los gaditanos tuvieron que hacer frente a dos enormes desplazamientos a Vitoria y Mieres, para acabar cayendo a Tercera División.

Un año después, Real Unión y Talavera se imponían como locales a Novelda y Avilés Industrial, por 3-0 y 3-1, respectivamente, y sufrían en la vuelta para lograr la permanencia, perdiendo los irundarras por 2-0 y los talaveranos por 1-0. En la ronda final, el Novelda vencía por 1-0 a los avilesinos y les enviaba a Tercera al empatar a uno en la vuelta.

En la temporada 2000-2001 por primera vez se resolvió una eliminatoria por penaltis, y fue entre dos conjuntos que repetían participación en la competición. Algeciras y Fuenlabrada empataron a un gol en ambos partidos, y después de la correspondiente prórroga en el partido de vuelta fueron los gaditanos los que se llevaron el gato al agua. En la otra confrontación de la eliminatoria, el Binéfar empataba a cero en su estadio ante el Conquense y perdía por 2-1 en el partido de vuelta. Finalmente, el Fuenlabrada cayó a Tercera División, después de haber empatado los cuatro partidos que disputó. En esta ocasión, sin embargo, no fue necesario llegar a los penaltis, ya que el empate de la ida en Binéfar fue sin goles, mientras en el de vuelta ambos conjuntos marcaron un gol.

Un año más tarde, el Melilla eliminó al Beasain (2-0 en su campo en la ida y 1-1 en la vuelta) y el Alcorcón a la Gimnástica de Torrelavega con dos empates, a cero en Santo Domingo y a uno en El Malecón. Los cántabros vencieron por 1-0 en la ida y lograron un empate a dos en Beasain, enviando así a los guipuzcoanos a Tercera División.

En 2003 el Langreo cayó ante el Linares (2-2 en la ida, 4-1 en la vuelta) y el Calahorra ante el Figueres (0-2 y 1-0). En la eliminatoria final, tras el empate a cero de la ida en Asturias, el Calahorra logró la permanencia tras vencer por 2-1 en La Planilla al Langreo.

Un año más tarde, el Betis B cayó ante el Alcalá (1-2 en Sevilla, 2-0 en Alcalá de Henares) y el Peña Sport no pudo con el Sabadell (1-1 en Tafalla, 3-1 en Sabadell). En la final el Betis B se convirtió en el único equipo que ha perdido los cuatro partidos disputados en la historia de esta promoción, tras caer por 1-2 ante el Peña Sport en Sevilla y luego por 1-0 en Tafalla.

La segunda tanda de penaltis en la historia de la competición se vivió en la temporada 2004-2005, entre Gramanet y Mirandés, que vencieron en sus respectivos campos por 1-0, logrando la permanencia los catalanes al imponerse en los lanzamientos desde el punto fatídico en la vuelta disputada en Miranda de Ebro. Por su parte, el Fuenlabrada disputó su tercera promoción de permanencia en Segunda B y se deshizo del Talavera (2-1 en la ida, 2-2 en la vuelta). Después de un empate a cero en Talavera en la ida, el Mirandés acabó cayendo a Tercera División tras volver a empatar, esta vez en su campo y a un gol.

En la temporada 2005-2006 se dio la curiosa circunstancia de que los cuatro partidos de la primera eliminatoria acabaron en empate. Baza y Amurrio empataron a uno en tierras andaluzas en la ida y repitieron resultado en la vuelta, decidiéndose la eliminatoria a favor de los alaveses en la tercera tanda de penaltis de la historia de la competición. Huesca y Castillo empataron a cero en campo del primero y a uno en el del segundo, logrando la permanencia los oscenses por el doble valor de goles en campo contrario. En la eliminatoria final el Baza hizo valer su superioridad venciendo por 0-1 en el partido de ida y sentenciando el descenso del Castillo con un 2-0 en la vuelta.

Después de once años con el mismo formato, en la temporada 2006-2007 se produjo una modificación en el sistema de competición. El número de grupos de Tercera aumentó a 18 y por tanto también lo hizo el número de equipos ascendidos de dicha categoría. Para compensar el ascenso adicional la Federación decidió suprimir la última eliminatoria de la fase de permanencia en Segunda B, descendiendo directamente los dos perdedores de la primera. Para estrenar este formato, el Playas de Jandía se enfrentó al Extremadura, derrotándole por 3-0 en Fuerteventura y arrancando un empate a uno en Almendralejo, mientras en un duelo de filiales, el Valladolid B derrotaba en su campo por 2-1 al Valencia Mestalla y empataba a uno en la vuelta. De este modo, Extremadura y Valencia Mestalla se convirtieron en los primeros descendidos con el nuevo formato.

Un año después, el Villajoyosa arrancó un empate a uno de Tajonar ante el Osasuna B, pero perdió en la vuelta por 0-1. Mientras tanto, Baza y Villa Santa Brígida fueron incapaces de marcar un solo gol en los dos partidos que disputaron ni en la prórroga del segundo, que se acabó resolviendo por penaltis a favor de los canarios en su propio campo. Así, Villajoyosa y Baza descendieron a Tercera División.

En la temporada 2008-2009, el Terrassa se impuso por 2-0 al Antequera en el partido de ida y repitió victoria, esta vez por 2-3 en la vuelta. Por su parte, en un nuevo duelo de filiales, Las Palmas Atlético y Sporting B empataban a cero en tierras canarias, para imponerse contundentemente por 4-0 los asturianos en Mareo. Con estos resultados, fueron Antequera y Las Palmas Atlético los que perdieron la categoría.

Finalmente, en la temporada 2009-2010, Espanyol B y Guijuelo empataban a dos en el partido de ida, imponiéndose en la vuelta los salmantinos en su campo por 1-0. Por su parte, el Roquetas derrotó al Toledo por 1-0 en la ida y arrancó un empate a uno del Salto del Caballo en la vuelta. Espanyol B y Toledo, al perder sus eliminatorias, descendieron a Tercera División.

En total, en 17 temporadas, han sido 59 los equipos que han disputado las eliminatorias de Permanencia en Segunda B con sus distintos formatos. Sólo uno, el Fuenlabrada, ha participado en tres ocasiones, salvando la categoría en dos de ellas. Otros siete han participado en dos ocasiones, logrando la permanencia en ambas cuatro de ellos (Sabadell, Gimnàstic de Tarragona, Valladolid B y Talavera) y consiguiendo la permanencia una vez y descendiendo otra los otros tres (Baza, Avilés Industrial y Algeciras). Ningún equipo ha descendido dos o más veces a través de la Promoción de Permanencia.

En los 88 partidos disputados se han marcado 181 goles, siendo el máximo anotador el Sabadell con 10 goles en seis partidos, y el más goleado el Huesca, con 12 goles en seis partidos. Ningún equipo ha sido capaz de conseguir más de dos victorias en la competición y sólo uno ha perdido más de dos veces: El Betis B, con cuatro derrotas, todas ellas en la edición de la temporada 2003-2004, como ya se ha comentado.

El máximo goleador de la historia de esta competición es Pepe Mel, autor de cinco goles en total; uno con el Benidorm en la temporada 1995-1996 y otros cuatro con el Getafe en la 1996-1997. Por detrás de él, con tres goles, figuran Ahumada (San Roque 1993-1994), Fuentes (Huesca 1996-1997) y Víctor Curto (Terrassa 2008-2009). Pepe Mel no es el único jugador que ha anotado goles con dos equipos distintos; otros 5 jugadores consiguieron hacer dos goles con dos equipos distintos: Barba con el Getafe en la temporada 1996-1997 y con el Fuenlabrada en la 2000-2001; Bariego con el Zamora en la 1997-1998 y con el Caudal un año después; Garrido con el Linares en la 2002-2003 y con el Amurrio en la 2005-2006; Raúl con el Logroñés B en la 1995-1996 y con el Terrassa en la 2008-2009 y Rubén Blaya con el Figueres en la 2002-2003 y con la Gramanet en la 2004-2005. Sólo dos jugadores consiguieron anotar tres goles en un solo partido: Ahumada en el Arosa 1 – San Roque 3 de la primera eliminatoria de la temporada 1993-1994 y Pepe Mel en el Getafe 4 – Huesca 0 de la primera eliminatoria de la temporada 1996-1997.




El fútbol no nació en China

El pasado día 2 de diciembre el presidente de la FIFA Joseph Blatter dio a conocer los países organizadores de los Mundiales 2018 y 2022. Lo hizo tras una relativamente larga exposición previa que se hizo desde luego mucho más larga para los que ansiábamos ver cómo se asignaba a la llamada Candidatura Ibérica el Mundial 2018. Como es bien sabido al final Blatter leyó el nombre de Rusia.

En medio de la alocución previa Blatter afirmó entre otras cosas algo así como que «este maravilloso deporte nació en China […]». Pues bien, es precisamente contra esas palabras del presidente de la FIFA contra las que escribo este breve artículo. Porque el fútbol no nació en China.

Leí en cierta ocasión que fue el propio Jules Rimet mientras era presidente de la FIFA el que decidió aceptar el tsu khu chino y otros juegos japoneses, griegos o americanos como precedentes del fútbol. Ignoro si es cierto que fue apuesta personal de Rimet, pero en cualquier caso nadie tenía autoridad para dar tinte oficial a tal afirmación. O es precedente o no lo es, pero en absoluto es cuestión sobre la que la FIFA tenga autoridad para decidir nada.

Sea como fuere el caso es que parece ser que la FIFA admite estos precedentes remotos como parte de la «historia oficial» del fútbol, y así en su página web aparece un apartado titulado «los orígenes» en que habla de estos lejanos precedentes llegando ni más ni menos que al tercer milenio antes de Cristo. La afirmación no tiene desperdicio: «la más temprana forma del juego de la que hay pruebas científicas era un ejercicio militar manual que data del segundo y tercer milenio antes de Cristo» (http://www.fifa.com/classicfootball/history/game/historygame1.html). Lo de las pruebas científicas ya parece excesivo.

Siguiendo a la FIFA muchísimos libros de historia del fútbol empiezan citando a los chinos, japoneses y demás como precedentes del fútbol, y es precisamente por la influencia de esta idea por lo que se hace necesario explicar la cuestión. En esta ocasión lo voy a hacer de forma brevísima, si bien quiero destacar que el tema daría para varios artículos sobre puntos concretos de primerísimo interés y que quedan en esta exposición incluso sin ni siquiera ser citados. Volveremos pues en próximos números sobre el asunto.

Para desenmarañar la cuestión hemos de definir en primer lugar con precisión qué designamos con el término «fútbol», para poder precisar posteriormente cuándo nació aquello a lo que designamos con tal nombre. Porque aquí es donde surge precisamente la confusión de la FIFA y de los que la siguen.

En España llamamos «fútbol» a un deporte creado el 26 de octubre de 1863 en Londres, concretamente en la Taberna de los Masones (Freemasons’ Tavern). Lo llamamos «fútbol» por abreviación del sintagma «fútbol de la asociación», siendo la «asociación» a la que se refiere el nombre precisamente la que habían previamente creado los reunidos en la taberna y que no es sino la federación inglesa de fútbol. En inglés los nombres de la federación y del nuevo deporte eran respectivamente «Football Association» y «Association Football», cuya apariencia tan similar ha provocado dificultades hasta el punto de que creo que nunca en España se ha traducido bien el nombre del deporte: lo de «fútbol asociación» es simplemente una mala traducción que, entre otras cosas, en español no significa absolutamente nada.

Así pues cuando hablamos coloquialmente de «fútbol» nos referimos al «fútbol de la asociación». Quienes lo llamaron «soccer» lo hicieron porque a lo que daban más importancia era al sustantivo que restringía el concepto de «football» (a-socc-iation). Y es que en efecto los «football games» eran en Inglaterra simplemente «juegos de pelota» que se jugaban con reglas diferentes en cada colegio, en cada universidad y hasta en cada pueblo. Decir «football» (por reducción del sintagma «football game») era decir muy poco, y por eso los ingleses usaron el nombre de «soccer» (frente al «rugger», nombre que se le dio popularmente al football de Rugby).

Nuestro fútbol de la asociación deriva fundamentalmente del football al que jugaban en Cambridge, si bien con algunas modificaciones. Hasta ahí se puede establecer un hilo histórico claro, aunque no cabe duda de que la universidad de Cambridge debió de adaptar un juego popular previo al que le dotó de reglas.

¿Y qué relación tiene históricamente el football de Cambridge (el posterior fútbol de la asociación) con los chinos, los aztecas o los griegos? Pues absolutamente ninguna.

El error, deliberado o no, empieza al confundir los dos conceptos principales que designa el término inglés «football». Si lo tomamos en el sentido genérico de «juego de pelota» sí se puede establecer una relación con otros juegos de pelota chinos o hasta prehistóricos si se quiere (lanzamientos de piedras, etc.), pero entendiendo esa relación como la mera constatación de que diferentes pueblos en momentos históricos diferentes han tenido juegos de pelota.

Pero entender que existe una línea histórica evolutiva que habría empezado hace cinco mil años en China y que se hubiera desarrollado hasta los diversos fútboles ingleses y al fútbol de la asociación en particular es gratuito, carente de toda prueba.

Remontar la historia de algo a lo que se quiere dar prestigio es completamente habitual en todos los ámbitos, políticos entre otros. Y eso le pasa a la FIFA, que no solo imagina una «historia oficial» sino que la cita en un acto de tanta importancia como la designación de los organizadores de los próximos Mundiales. Pero como digo no existe ninguna prueba que permita establecer una línea evolutiva entre los diversos juegos de pelota, siendo lo único que podemos afirmar al respecto es la mera constatación de que diferentes culturas han tenido juegos de pelota. Mezclarlos y aceptarlos como precedentes de uno solo de esos juegos (el fútbol) es desde luego una confusión notable. Y a la manera de otras fantasías políticas, quizá interesada.




8.000 goles blancos

El pasado 7 de noviembre, en la jornada 10ª del Campeonato Nacional de Liga, el Real Madrid consiguió su gol oficial 8000.

Ricardo Carvalho, al conseguir el primer gol del partido que su equipo disputó frente al Atlético de Madrid, en el minuto 12, dejó este registro en la historia del club.

El número de goles oficiales en la historia del club madridista se desglosa de la siguiente manera: 

– Campeonato Nacional de Liga                      5.222

– Campeonato de España                                1.245

– Supercopa de España y Copa Eva Duarte          39

– Copa de la Liga                                                 29

– Campeonato Regional y Mancomunado           585

– Copa de Europa y Liga de Campeones            709

– Recopa de Europa                                             57

– Copa de la U.E.F.A.                                       111

– Supercopa de Europa                                          4

– Copa Latina                                                      10

– Copa Intercontinental                                         10

– Mundial de Clubes                                               9

– Copa Iberoamericana                                          4

 

Total                                                               8.034

 Y los números totales son los siguientes:

COMPETICIONES NACIONALES: 

Competición

Jugados

Ganados

Empatados

Perdidos

G. F.

G.C.

Liga

2512

1459

518

535

5222

2894

Copa

557

319

94

144

1245

667

Supercopa + Eva Duarte

21

10

2

9

39

32

Copa de la Liga

16

4

6

6

29

32

Totales

3106

1792

620

694

6535

3625

 COMPETICIONES REGIONALES: 

Competición

Jugados

Ganados

Empatados

Perdidos

G. F.

G.C.

Campeonato Regional y Mancomunados

202

144

28

30

585

215

 COMPETICIONES INTERNACIONALES: 

En Europa 

Competición

Jugados

Ganados

Empatados

Perdidos

G. F.

G.C.

Copa de Europa

329

189

57

82

709

368

Recopa

31

16

9

6

57

24

Copa UEFA

64

33

10

21

111

75

Supercopa de Europa

3

1

0

2

4

4

Copa Latina

4

4

0

0

10

1

Totales

431

243

76

111

891

472

En el mundo 

Competición

Jugados

Ganados

Empatados

Perdidos

G. F.

G.C.

Copa Intercontinental

7

3

1

3

10

8

Mundial de Clubes

4

2

2

0

9

6

Copa Iberoamericana

2

1

0

1

4

3

Totales

13

6

3

4

23

17

 Así, los números finales son: 

Competiciones Nacionales

3106

1792

620

694

6535

3625

Campeonato Regional y Mancomunados

202

144

28

30

585

215

Competiciones Internacionales Europeas

431

243

76

111

891

472

Competiciones internacionales mundiales

13

6

3

4

23

17

TOTAL

3752

2185

727

839

8034

4329

 Este estudio abarca hasta el último partido jugado por el Real Madrid, el día 22 de diciembre, en partido de Copa frente al Levante.

 

 




Futbolistas y quinielas

 Equivocadamente suele otorgarse al informador deportivo italiano Massimo Della Pergola el honor de haber inventado la quiniela futbolística. Según hagiógrafos transalpinos, durante la Guerra Mundial se hallaba internado en un campo de trabajo suizo y, para sobrellevar el cautiverio, se acostumbró a buscar evasión imaginando cómo sería el mundo tras concluir la contienda. Advirtió que ese universo estaría lleno de campos de fútbol destruidos y que, en consecuencia, para su reconstrucción iba a hacer falta un dinero con que ninguna institución pública o privada contaba. Relanzar los Campeonatos observando una mínima dignidad requeriría la contribución directa de los propios aficionados, salvo gran milagro. Pero, ¿cómo lograr esa imprescindible colaboración?. ¿Estableciendo un canon sobre el precio de las entradas?. ¿Penalizando de algún modo los traspasos futbolísticos?. Después de meditarlo mucho ideó la quiniela, y no sin superar bastantes dificultades acabaría recibiendo autorización para montar una pequeña sociedad, embrión primitivo del «Totocalcio», más tarde nacionalizado y exportado a un puñado de países, aunque con diversas variantes.

Massimo Della Pergola fue, sin duda, el impulsor de las quinielas italianas. Sin embargo no inventó nada. Lo más probable es que, dada la tendencia humana a apostar y siendo el fútbol un deporte con tanto arraigo social, la quiniela deportiva naciera en mil focos distintos y de forma por demás natural.

Pero no es intención de este artículo glosar el origen, desarrollo y arraigo de la quiniela en nuestro suelo. Una historia, por cierto, merecedora de atención, puesto que en modo alguno nació durante la campaña 1946-47, conforme desde el Patronato se viene apuntando erróneamente. Hoy nos ceñiremos a la anécdota. Porque, siendo la gente del fútbol, y los futbolistas muy en particular, artífices de tanto sueño colmado, habiendo hecho millonarios a miles de felices mortales, quizás tenga algún interés repasar hasta qué punto varios hombres del balón salieron beneficiados con el invento. Dicho de otro modo, hurguemos en la buena suerte de quienes a su condición de futbolistas unieron la de agraciados.    

Durante la temporada 1941-42, antes de constituirse el Patronato de Apuestas Mutuas, el cancerbero de la Cultural de Durango Luis Idígoras sacó adelante un pleno en cierta quiniela muy popular en el ámbito vizcaíno. Como sucedería con las que inauguraron la andadura del Patronato estatal, se traba de adivinar resultados exactos. Y él acertó el suyo, el de la Cultural, aún a costa de encajar arteramente un gol. No fue mucho su botín. Tan sólo 400 ptas. Pero en aquella época cargada de privaciones, cuatro billetes de a cien llovidos del cielo no solía verlos ni en sueños un jugador tan modesto.

La primera quiniela auspiciada por el Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo-benéficas correspondió al 22 de setiembre de 1946, registrándose 38.530 apuestas de a 2 pesetas, totalizando una recaudación de 77.060. De ellas, sólo 34.677 iban destinadas a premios. Aún no se había «inventado» en 1, X, 2, sino que de cada pronóstico diferían puntos, en tanto se hubiera vaticinado el resultado exacto, aproximaciones al mismo, o como mínimo el empate o triunfo con que los choques hubiesen concluido. En cierto modo, verificar su boleto representaba para cada apostante un  problema logarítmico.

Pues bien, el primer futbolista en resultar contundentemente agraciado no debió esperar mucho. Francisco Méndez, delantero del Sporting de Gijón, obtuvo en octubre de 1947 los premios regional y nacional de la 2ª jornada, con un boleto de 153 puntos. A sus 23 años se embolsaba una bonita cifra, cuando el fútbol distaba de convertir en millonarios a sus más señeros practicantes. Pero lo que son las cosas, aquel premio pareció mermarle la ambición goleadora. Y es que si durante el ejercicio anterior había totalizado 18 goles en 23 partidos, ese campeonato sólo cantó 5 en 17 encuentros, y 4 en el siguiente, ya con los gijoneses en 2ª División, distribuidos entre las 10 jornadas que saltó al césped. Tan pobres registros no le granjearon la renovación con el equipo asturiano. Al decir de algunos cronistas, el otrora castigo de los guardametas tenía la mente en otras cosas.

El siguiente afortunado, al menos el siguiente en no ocultarlo, fue Isidro Caballero Merino, un desconocido para el mundo del fútbol grande, aunque piedra angular del modesto Club Deportivo Don Benito. 

Natural de esa localidad pacense, vistió por primera vez su camiseta durante la temporada 1931-32, cuando el club se denominada Deportivo Balompié, y colgó las botas al término del ejercicio 1948-49, luego de que el club llevara 9 años ostentando el nombre del pueblo. Para entonces ejercía como jugador-entrenador, y ya sin corretear por el césped los domingos continuó impartiendo órdenes y dirigiendo entrenamientos desde 1949 hasta 1951, en categoría Regional, y entre 1953 y 1966 en 3ª, con esporádicos retornos posteriores y saltos de la directiva a la secretaría técnica. Puestos a simplificar, Isidro Caballero se convirtió en cimiento, fachada, mástil e incluso bandera del club, junto a su hermano José, presidente casi perpetuo. Este hombre digno de mil homenajes resultó agraciado con un boleto de 13 aciertos, el número 245.855, la temporada 1953-54. Aunque en realidad, según quiso dejar constancia, no saliera de su mano aquel triunfo (por entonces ya mediante el 1, X, 2), sino de la de su esposa.

Años más tarde, Manuel Batalla, eficaz defensa central en el correoso Pontevedra del «¡Hai que roelo!», acertó un pleno el 3 de noviembre de 1968. Tarraconense de Amposta, había jugado en el equipo de su localidad natal, para pasar al Artiguense, Club Deportivo Orense, a la sazón en 2ª, y Pontevedra, justo para el debut granate en la máxima categoría. Desde 1963 hasta 1970, su regularidad y dominio del juego aéreo le otorgaron en propiedad la camiseta número 5 y el fervor del Pasarón. Aquel once se recitaba de memoria: Cobo; Irulegui, Batalla, Cholo; Calleja, Vallejo; Fuertes, Martín Esperanza, Roldán II, Neme y Odriozola. Para eventuales relevos, el cancerbero Celdrán, Azcueta, el incombustible Norat, Ceresuela, José Jorge o Plaza. Una agrupación de obreros tan justitos de ficha como sobrados de ambición, pues a la chita callando y con Juanito Ochoa en el banquillo, se convirtieron en matagigantes. Batalla, dicho queda, resolvió un pleno que habría de reportarle casi 2 millones de ptas., cuando los sueldos de los oficinistas rondaban las 7.000 mensuales, pagas aparte. Y el acontecimiento tuvo su historia.

Los pontevedreses disputaban ante las cámaras de televisión el último choque de la 7ª jornada. Batalla, con 13 aciertos en su quiniela, tenía previsto empatar frente a un equipo maño huérfano de Santamaría, Reija, Villa y Marcelino. Pero como el fútbol acostumbra a mortificarnos con sus caprichosas piruetas, a falta de 5 minutos para la conclusión y pese al dominio local, los suyos ganaban 0-2, merced a tantos de Roldán II y Neme, éste de penalti. El elenco aragonés, con dos negativos en su cuenta desde el arranque liguero y habiendo cosechado un duro varapalo la semana anterior frente al Barcelona (4-0), se volcó sobre el marco adversario. Aunque en este deporte no suelen darse los milagros, aquella noche tuvo lugar uno. Santos y Borrás no sólo pusieron la igualada en el tanteador, sino que en el último instante una prodigiosa parada de Cobo evitó lo que hubiera sido gol del triunfo blanco. Para los fotógrafos quedó el abrazo del buen meta vizcaíno trasplantado a pie de ría, y su defensa central. Justificadísimo abrazo, porque dos millones representaban para Batalla lo que cuatro años de contrato y primas entre la elite. Al catalán se le acercaban los 31 años y a esa edad su fútbol físico pretendía abandonarle.

Otro futbolista agraciado fue Vicente Pascual, conocido por Pahuet en Castellón, Tortosa, Osasuna, Málaga, Sevilla, Elche, y de nuevo Castellón. 

Tras 18 temporadas de corto entre 1ª, 2ª y 3ª división, Pahuet había puesto fin a su carrera en 1964. Las peñas quinielísticas gozaban por esa época de tanto prestigio como tirón popular, asegurándose, no sin cierta base, que constituían el mejor sistema para obtener dividendos cuando los resultados fluctuaban dentro de una horquilla regularmente lógica. Pahuet podía tener carencias en su formación intelectual, aunque si de algo sabía era de fútbol. Así que acabó montando la Peña Quipauca. Aparte de varias aproximaciones de menor cuantía, esa agrupación obtendría un pleno de 9 millones cuando mediaban los años 70.

El defensa Jaime Sabaté (Badalona, Lérida, Español, Olot, San Andrés, Mallorca, Betis y de nuevo Badalona), poco exquisito sobre el césped, parecía saber bastante sobre los entresijos del deporte a cuya vera supo ganarse la vida. Al menos eso cabe deducir de su colaboración quienielística con el cántabro López, compañero de vestuario y amigo en la calle. Ambos constituyeron una especie de sociedad para la apuesta durante el ejercicio 1975-76, el tercero de militancia en la entidad verdiblanca. Aquella colaboración rindió al ciento por uno, pues aparte de otros premios menores, en la jornada del 3 de abril de 1977 lograron un pleno de 14 aciertos, cuatro de 13 y varias columnas de 12, superando por el conjunto las 800.000 ptas. Desde luego no eran los dos millones de Batalla, pero menos daba una piedra. Y como la suerte suele ser cuestión de rachas, apenas dos meses más tarde ambos se proclamaban campeones de Copa frente al Athletic de Bilbao, tras lanzamientos desde el punto de penalti con fallo decisivo del vizcaíno Daniel Ruiz Bazán, «Dani». Precisamente el especialista, el hombre que casi nunca fallaba.

Ya en 1994, el brasileño Marlon Brandao, recién fichado por el Valladolid desde el Boavista portugués, proporcionó una buena noticia a varios compañeros de vestuario. Encargado de rellenar la quiniela correspondiente a la jornada 29, obtuvo un pleno al 15, otro acierto de 14, 8 de 13, 28 de 12 y 56 de 11. En total 29 millones de pesetas largos, a repartir entre 8 jugadores, el masajista, el utillero y el fisioterapeuta de la entidad. ¿Importaba mucho que su rendimiento deportivo no hubiera sido bueno?. A la directiva puede, pero no, desde luego, a sus compañeros de peña. Marlon desanduvo el camino al concluir la campaña, a punto de cumplir 31 años y con un puñado de dinero imprevisto. Aunque no llegara a estrenarse como goleador, nuestro fútbol no le trató nada mal.

Todavía al despuntar el siglo XXI, varios ex futbolistas (Alkorta o Ziganda, por ejemplo) volvieron a arañar otro gran premio en su condición de asociados a cierta peña de gran prestigio. Tan positivas solían ser sus cuentas campaña tras campaña -pura ley matemática, considerando el enorme volumen apostado- que integrarse en ella requería aguardar paciente turno en su amplia lista de espera, además de entregar en torno al millón de ptas. cada mes de agosto.

El caso más llamativo de simbiosis entre deportista y quinielas lo proporcionaría, sin embargo, cierto árbitro de 1ª. Al arrancar los años 80 y jugando semanalmente fuertes cantidades, su media de aproximaciones fue tan alta como para asegurarse beneficios muy superiores al millón, cada temporada. Lo más sorprendente, en su caso, derivaba del método apostador. No tenía en cuenta, como tantos otros, el momento anímico y deportivo de cada club, sus lesionados, las declaraciones entre semana o rumores sobre primas a terceros. Al menos no sólo analizaba tales conceptos. En su decisión final contaba, y mucho, la identidad del trencilla asignado para dirigir los choques. Colegiado casero aquí, pues un 1. Halcón hambriento de notoriedad en este otro lado, pues X o 2. Que tal compañero las tuviera tiesas con determinado entrenador y le tocase dirigir a su equipo, pues victoria del adversario. Así, aunque no predijese la genialidad puntual ni evitara el factor sorpresa, cuando menos amarraba lo obvio, que a lo largo del año acostumbra a repetirse bastante.

Los malpensados no dejaron de especular. ¿Un árbitro quinielista?. Ya podía. Aún estaba fresco el mayor escándalo del arbitraje español, cicatrizado en falso con varias inhabilitaciones. Había tenido lugar durante 1976 y, con pruebas concluyentes o sin ellas, pagaron las consecuencias Antonio Camacho y Antonio Rigo, ambos de 1ª División, y los de 2ª Pérez Quintas, Pascual Tejerina y Olasagasti. Los sobornos a que se avinieron nada tenían que ver con mafias pronosticadoras, sino con la necesidad de varios equipos implicados en puestos cabeceros o de descenso. Sus secuelas, sin embargo, se hicieron sentir durante algún tiempo. En el pleno federativo de aquel año no faltaron presidentes dispuestos a seguir tirando de la manta, cayera quien cayese. Y menos mal que Eguidazu, mandatario del Athletic, acertó a entonar una nota de cordura entre la cacofonía del hotel Meliá Madrid, al afirmar sin tapujos: «Señores, cuando hay alguien que se vende siempre hay alguien que compra». Los propios árbitros, por su parte, muy divididos, pues no en vano el principal acusador de Camacho había sido su compañero Medina Iglesias, acabaron formando una piña en torno a su presidente Plaza, como caravana de colonos ante el ataque sioux o apache, durante la conquista del Oeste.

Habrá sin duda más hombres con camiseta de colores y pantalón corto, beneficiarios de las quinielas. Tiene que haberlos. No porque al ver las cosas desde dentro se cuente con alguna ventaja, sino por simple ley de probabilidades. También los hubo agraciados en la lotería convencional. A Satrústegui, delantero centro de la Real Sociedad de San Sebastián y la selección nacional, le correspondió un pellizco navideño al llevar participación de la cantina, en el cuartel, cuando cumplía su servicio militar. Y muchos años antes, allá por los años 40, el también delantero Carlos Basabe (Cultural de Durango, Gimnástica Burgalesa, Atlético de Madrid, Real Sociedad, Oviedo y Levante, además de campeón militar en 100 metros lisos), obtuvo 20.000 ptas. del décimo adquirido en Barcelona durante su desplazamiento para enfrentarse al Júpiter, en tanto a su compañero Lorenzo Carro, más apostador, le correspondía justo el doble. Quien estaba reñidísimo con la suerte fue otro compañero de la Gimnástica Burgalesa, pues aunque adquirió su participación en el mismo despacho exigió otro número, porque Basabe y Carro arrastraban, al parecer, fama de gafes. Sirva como referencia que en 1946 un empleado de banca no superaba las 1.500 mensuales, añadidos todos los pluses, puntos y antigüedad imaginable.

Digresiones aparte, rememorando la suerte de este puñadito de futbolistas, cabría hablar, no sin sentido, de una bien entendida justicia distributiva. Al fin y al cabo, parece poco razonable que los protagonistas de tan multimillonario tinglado hubiesen pasado entre tramoyas arañando tan sólo el aplauso.

 

 

 




La vaca de Félix Martialay

Siempre fue Félix un hombre que dejaba entrar a todos en su establo, donde su vaca siempre daba leche; una leche desde luego muy sabrosa y enriquecedora, digna sin duda de un hombre sabio en las artes del cuidado y engorde de tales magníficos animales. Leche con nata, sin nata, azucarada, sin grasa, con la que luego se podrían hacer fabulosos quesos…leche para todos los gustos y necesidades.

 Como decía Félix en el prólogo de su libro  «Todo sobre todas las selecciones», a la vaca acudieron infinidad de tratadistas sobre el fútbol español de diversa entidad y camuflaje variopinto. Algunas dudas eran urgentes y se evacuaban por teléfono, gentilmente por supuesto, pero a veces las dudas implicaban estancias de horas y horas a lo largo de mañanas enteras para profundizar en alguna temporada o para consultar alineaciones, autores de goles, circunstancias de algún partido etc…

 Ese era Félix.

 Cuenta Félix que hacía muchos años atrás, allá por los primeros años de 1960 un viaje por motivos cinematográficos le condujo junto a otros críticos de cine a un pueblo de la Mancha. En el amplio y soleado bar, mientras esperaban la comida, se lanzaron de lleno a hablar sobre fútbol y su pasado; sobre su historia. Según Félix, en un momento de las añoranzas y las evocaciones el dueño del bar les dijo que un muchacho, que había ido a trabajar a una empresa recientemente instalada en las afueras del pueblo, era un poco el hazmerreír de los lugareños porque decía que había sido internacional del equipo español de fútbol. El dueño del restaurante dijo su nombre, pero no le sonó a ninguno de los allí congregados. Desde luego era imposible que hubiera pertenecido a la selección absoluta, a la A.

Pero Félix es así, y de vuelta a Madrid decidió acercarse a la vaca…y en efecto, allí estaba: Había sido internacional con los juveniles, que entonces no tenían más que esa denominación genérica.

A los dos meses Félix regresó a aquel pueblo de La Mancha y decidió volver a comer en el mismo bar de la última vez. Al reconocer al dueño del mismo le comunicó que había comprobado la veracidad de lo que aquel «muchacho» decía y por lo que se había convertido en el hazmerreír del pueblo. Le rogó que, si le era posible, fuera a comer con ellos, cosa que el muchacho no dudó un instante. Y compartieron mesa y mantel. Pero lo que Félix extrajo de aquella cita, además del agradecimiento por parte de aquel hombre ya hecho y derecho, fue una honda sensación de que por ahí deambulaban un gran número de españoles desconocidos que, jóvenes o no tan jóvenes, habían escuchado emocionados el himno nacional y defendido los colores de la casaca española con ardor y coraje. Gentes que ni siquiera habían tenido ni la más simple mención o reconocimiento, gentes cuyos nombres serían barridos por los vientos del olvido y que quedarían enterrados en el más oscuro de los anonimatos.

 Y eso Félix, tratándose de lo que se trataba, no lo podía permitir.

 Félix era así…

 Y fue entonces cuando se hizo el propósito de hacer algún día la crónica de aquellos partidos y la enumeración de sus componentes con más cariño quizá que el de los internacionales de alto copete. Ya os digo que Félix era así: Simplemente genial y capaz de dar a cada uno el lugar que se merece.

 Y así fue como nuestro querido amigo Félix recogió uno a uno los datos de todos los partidos, a mano, a maquina u ordenador, jugados por cualquier equipo nacional de cualquier índole hasta la fecha. Era su deuda, según repetía, y la dejó bien saldada sin duda.

El resultado está en ese magnifico libro «TODO SOBRE TODAS LAS SELECCIONES». Félix era así…

Parte de su filosofía en la vida puede venir resumida en esta bella frase: «Creo que una hoja de hierba no es inferior a la jornada sideral de las estrellas»…

 Un hombre justo es aquel que sabe dar a cada uno el lugar que se merece, y Félix lo era…vaya que si lo era…

 

 

 




A propósito de Zabala

No hace mucho tiempo un amigo mío me sugirió la idea de que analizara la relación del RCD Espanyol con la selección nacional, y más concretamente, que la centrase en aquellos jugadores del club blanquiazul que vistieron alguna vez la zamarra roja.

La metodología de trabajo consistió en elaborar la relación a partir de mi base de datos personal y proceder a una verificación posterior con alguna referencia externa. Para el caso que nos ocupa, y por la ingente información que contiene, el libro «TODO SOBRE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA» escrito por Félix Martialay en el año 2006 era la mejor opción.

El análisis de mi base de datos dio como resultado que hasta el 11-8-2010, eran 41 los jugadores que perteneciendo a la disciplina del RCD Espanyol habían sido internacionales con España. Hasta ahí, coincidencia total con la información del libro.

No obstante, cuando profundice en el análisis pormenorizado de todos éllos, me sorprendió advertir una discrepancia entre mis conclusiones y los datos de la obra de Félix Martialay.

Inmediatamente me puse manos a la obra para llegar al fondo de la cuestión y tras consultar diversas fuentes, llegué a la conclusión de que en el libro del autor burgalés existe una pequeña ERRATA que convendría tener en cuenta. Se trata de la información relativa al jugador JOSÉ LUIS ZABALA ARRONDO.

He aquí las pruebas, a partir de las cuales se fundamenta mi afirmación.

– La Discrepancia –

Sin discutir las 4 internacionalidades alcanzadas por el jugador irundarra, Félix Martialay mantiene que ZABALA defendió la zamarra nacional siendo jugador del Club Deportivo de Oviedo (citado como Sportiva Ovetense por el autor) en una única ocasión y que las tres restantes lo fueron con la camiseta del RCD Espanyol.

 28-1-23           ESPAÑA            –           FRANCIA          3-0       Sportiva Ovetense (pag 26)

16-12-23         ESPAÑA            –           PORTUGAL        3-0       RCD Espanyol (pag 28)

9-3-24             ITALIA              –           ESPAÑA            0-0       RCD Espanyol (pag 29)

21-12-24         ESPAÑA            –           AUSTRIA          2-1       RCD Espanyol (pag 31)

 Pero no es así. El dato erróneo consiste en que Martialay considera a ZABALA ya como jugador del RCD Espanyol cuando se disputa el match ESPAÑA – PORTUGAL (3-0) de fecha 16-12-23 y ello no es cierto. En ese momento ZABALA, todavía formaba parte de la plantilla del Club Deportivo de Oviedo.

 – Las Pruebas –

 1ª)       Según datos que constan en el libro «AVILÉS Y SU FÚTBOL» (página 175) escrito por Jorge Valverde y Alberto Rendueles, el día 6-1-24 el Club Deportivo de Oviedo venció al Stadium Avilesino (4-0) en partido correspondiente al Campeonato Regional Asturiano de 1ª categoría.

Buscando en la red podemos hallar una pequeña crónica del match en el rotativo gijonés La Prensa de fecha 8-1-24 (página 5) en el que se cita que ZABALA juega con el Club Deportivo de Oviedo.

 2ª)       En Mundo Deportivo de fecha 25-1-1924 (página 2) se cita reseña de partido entre el Club Deportivo de Oviedo y la Gimnástica de Madrid. En la crónica se señala claramente que el ariete del cuadro asturiano es ZABALA.

 3ª)       En Mundo Deportivo de fecha 6-2-24 (página 1) se cita que en la ciudad de Valencia han jugado el Valencia CF y el Club Deportivo de Oviedo (2-0) y que uno de los mejores jugadores de los asturianos ha sido su centro delantero ZABALA.

  4ª)       Finalmente en Mundo Deportivo de fecha 3-3-24 (página 2) ya se informa de que Zabala reaparecerá (había ya pertenecido al club en 1919) con el RCD Espanyol en un partido con el Badalona que se jugará el 5-3-24.

PRUEBA DOCUMENTAL PRIMERA.

127

PRUEBA DOCUMENTAL SEGUNDA.

216

PRUEBA DOCUMENTAL TERCERA.

311

PRUEBA DOCUMENTAL CUARTA

 

410

– Conclusiones –

 De las cuatro pruebas aportadas se puede concluir que en el momento de celebrarse el match ESPAÑA – PORTUGAL (3-0) del 16-12-23, ZABALA todavía pertenecía a la disciplina del Club Deportivo de Oviedo y NO a la del RCD Espanyol como afirma Félix Martialay en su libro.  De todo ello también se deduce que de las 4 internacionalidades alcanzadas por el delantero, las dos primeras lo fueron siendo jugador del Club Deportivo de Oviedo y las dos restantes ya como futbolista del RCD Espanyol.

 Con mis pruebas espero haber aportado la luz suficiente para subsanar esta pequeña errata, de un libro que maneja miles de datos y que, sin duda alguna, es de consulta obligada para cualquier tema relacionado con la historia de la selección española.

 

 

 




1890: el origen del fútbol sevillano y sus clubes

A finales de Febrero de 1.890, el secretario del «Huelva Recreation Club», el Sr. EW. Palin, recibe procedente desde nuestra capital una misiva en la que se invita al Club onubense a jugar una partida de foot-ball. Esto constituye sin duda la primera noticia conocida hasta hoy sobre football en la provincia de Sevilla. Todo ello se ve reflejado en la nota de prensa aparecida el 28 de Febrero en el diario de Huelva «La provincia», y que es la que sigue:

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 La primera parte de la nota de prensa escrita en Inglés indica como <<The following letter has been receibed from the secretary of the Sevilla football Club >>. La traducción al castellano del encabezado de dicho pasaje es la que sigue:

 <<La siguiente carta ha sido remitida por el secretario del Club de foot-ball de Sevilla…>>.

 En la traducción que en la misma nota de prensa se hace para los castellanohablantes onubenses se indica que «el secretario del Club Recreativo de Huelva» ha recibido una carta del Club Inglés de Sevilla«, dato curioso y que pone de relieve el desconocimiento, al menos en ese momento, del nombre que hubiera tenido dicho Club sevillano. Aunque debemos no obstante dejar patente que la traducción a -Club Inglés de Sevilla- más bien debe tratarse de un error del transcriptor al castellano, obviamente por desconocer la procedencia exacta de dicha carta.

 Sin embargo si se puede precisar que dichas maneras de referirse al Club de Sevilla (-Club Inglés de Sevilla- y -Club de football de Sevilla-) se repiten en los años sucesivos, hasta 1.892, en todas y cada una de las distintas notas de prensa que aparecen en referencia a esos encuentros entre el Club Sevillano y el «Huelva Recreation Club» (esta denominación como se puede ver aparece entercomillada en la carta anteriormente citada). 

Pero lo realmente importante de esta nota de prensa, e independientemente de cómo se denominara o de cómo se refirieran en la época en cuestión al club sevillano, es que supone el punto de partida de la historia del football sevillano en general y que daría posteriormente pie a los primeros clubes de football de Sevilla de principios del siglo XX, como veremos.

La partida estaba programada para el 8 de Marzo de 1890, y así sucedió según cuentan las crónicas existentes y que se suceden tanto en los diarios de Huelva como de Sevilla durante ese primer año de 1890. Esa partida del 8 de Marzo cuenta incluso con dos jueces para dirigir los designios de la partida, el Sr. Palin por Huelva y el Sr. Langdom por parte del Club de Sevilla. Luego durante los dos años siguientes siguieron sucediéndose esos encuentros anuales (en 1891 serían no obstante dos partidas) entre el Club de football de Sevilla y el «Huelva Recreation Club». He aquí todas las notas de prensa encontradas en la prensa Onubense y Sevillana:

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 Entre los promotores de aquel grupo de pioneros del football Sevillano tenemos, según lo que se ha podido investigar hasta ahora, a Isaías White Júnior, hijo del co-fundador de la fundición Portilla&White, a Enrique Welton y a Macoll como los principales inductores y organizadores de ese club Sevillano que presenta actividad desde 1890 a 1892. De hecho son los tres únicos «footballers» que participan en todas las partidas de las que tenemos alineaciones.

Esos pioneros procedían precisamente, y en su mayoría, de los trabajadores ingleses que eran contratados por la fundación de la que White era co-propietario, La Portilla&White, y no como se creía hasta ahora de la Water Works Company, una compañía inglesa contratada para desarrollar y gestionar toda la red de abastecimientos de Sevilla. Aunque desde luego no podemos afirmar categóricamente que todos los jugadores provinieran de la Portilla&White. Esto se extrae de algunos testimonios sacados en las primeras décadas del siglo XX por algunos «supervivientes de Rio Tinto» de aquellos primeros años del football, como el del Sr. Young.

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 Pero lo realmente curioso de este Club Sevillano de 1.890 era el carácter organizado que poseía. En el encabezado de la noticia que reproduce la carta que recibe el secretario del «Huelva Recreation Club», el cronista indica que ésta es remitida por el Secretario del Club de football de Sevilla. Esto hizo pensar en que dicho club podía tener una estructura más o menos organizada, sin que se hubiera podido demostrar esto del todo y por tanto hubiera dudas al respecto.

 Una nota de prensa que aclara algunas cosas…

 Sin embargo una nota de prensa recientemente encontrada y reproducida en algunos foros indica que ese Club de Sevilla, efectivamente gozaba de ese grado de organización del que estamos hablando. He aquí la nota de prensa encontrada en un diario de Nueva Zelanda, el «Otago Witness», y fechada el 2 de Abril de 1.891.

 En la mencionada nota de prensa se relata una de las partidas a las que antes nos hemos referido y que juegan el Club de football de Sevilla con el «Huelva Recreation Club», dando un gran detalle sin duda sobre nuestra sociedad sevillana de la época y del partido en si mismo. Es curiosidad, por cierto, lo que en la misma se dice de las «señoritas españolas», ya que según el cronista, éstas estaban más pendientes de las piernas de los jugadores que del juego en sí mismo

 Pero veamos la nota de prensa…

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 Como puede leerse, el Club estaba bajo la presidencia del Vice-Cónsul Inglés de Sevilla, El Sr. Johnston, y esto obviamente pone de manifiesto que de alguna u otra forma ese Club poseía un grado notable de organización, habiéndose legalizado si nos atenemos a lo extraído de dicho artículo.

 El Sr. Johnston era además representante de la Naviera McAndrews dedicada, parece ser, a la importación de fruta desde España y Portugal, convirtiéndose Sevilla en su centro neurálgico y siendo la naranja amarga sevillana uno de los géneros de mayor éxito. Dicha naviera fue fundada por William McAndrews, natural de Elgin, al igual que Johnston.

 En Sevilla, tal y como algunos investigadores han descifrado, la naviera McAndrews operaría bajo distintas razones sociales, entre ellas, Juan Cunningham y Cía, McAndrew & Co. e incluso Miguel Sáenz y Cía, testaferro utilizado por los escoceses debido a las necesidades de sortear las restricciones legales a las actividades industriales extranjeras. Lo que sí que nos aventuramos a afirmar, sin duda, es que esas compañías de carácter británico, unas seguramente en mayor medida que otras, fueron las que sirvieron de «chispa» para que en nuestra capital esos pioneros del football Sevillano dejaran la semilla que luego recogerían los promotores del «Sevilla Football Club» y los del «Sevilla Balompié».

 ¿Qué pasó con ese Club de football de 1890 y con sus integrantes a partir de 1893?…

 A partir de 1893 el Club de Football del Sr. Jonhston literalmente desaparece, no ha aparecido hasta ahora ninguna noticia en dicho periodo que se refiera ni muchos en concreto a ese club existente en Sevilla a principios de la última década del siglo XIX. Dicho Club de Football de Sevilla de 1890 debió desorganizarse completamente, lo cual dicho sea de paso coincide de forma plena con los pasos, testimonios y proceso de formación del Club de football que daría lugar al «Sevilla Football Club» ya a principios de siglo XX. Por tanto en un principio no hay noticias tampoco, ni testimonio alguno, que hablen a cerca del football en esos últimos siete años del siglo XIX en Sevilla, si bien tenemos seguro que durante esos años el football debió seguir practicándose de alguna u otra manera, por lo que a buen seguro tarde o temprano podría aparecer alguna referencia o testimonio, ya lo veremos.

En lo que a tiempo real se refiere, no hay noticias de ningún partido de football jugado en Sevilla hasta 1908 Si existe, no obstante, alguna invitación formal del «Huelva Recreation Club» a la «Sociedad de Football» en 1905 sin que finalmente tengamos la certeza de que se jugara. Aunque lo más probable es que así fuera. Por tanto como ahora veremos en 1905 se crea la «Sociedad de football», la que terminaría siendo el «Sevilla football Club» y de la cual ya sí existen referencias en «tiempo real», tal y como hemos adelantado. Además hay testimonios muy válidos y autorizados, como los del primer presidente del Sevilla FC, el Sr. Gallegos Arnosa, que claramente indican como el football empezó a reflotarse por un grupo determinado de jóvenes a partir de 1900. Pero lo que está fuera de toda duda es que deja de haber noticias y referencias de aquel Club de 1890 que jugara contra el «Huelva Recreation Club».

Así mismo es reseñable que nada más se supo ni de Welton, ni de Isaías White, ni de Macoll, y ni del Sr. Johnston y tampoco ni de ninguno de aquellos pioneros que de una u otra manera participaron en dicho Club de football de Sevilla de 1890. Se carece de cualquier prueba o documentación al respecto que nos aclare qué fue de ellos en lo que a football se refiere, al menos, porque de lo que sí se tienen indicios es de que Isaías White y algunos otros se dedicaron al remo, en el «Sevilla Rowing Club». Por tanto la pista de estos promotores del football en Sevilla se pierde definitivamente en 1893, según los datos que hoy por hoy se disponen. Así mismo algunos de esos nuestros pioneros del football sevillano de 1890, como I. White, parece que forman parte en la fundación del Club Náutico de Sevilla ya en 1913.

 El resurgir del football Sevillano a principios del siglo XX…

 De nuevo, y aunque en realidad se carezcan de datos mínimamente contrastados,  parece que otra vez son las industrias de carácter británico y las instituciones dedicadas a la educación de la alta sociedad sevillana, como la Escuela Politécnica, las que a principios del Siglo XX vuelven a ser las encargadas de «nutrir» de nuevos elementos y nuevas hornadas de «footballers» a la sociedad sevillana. Esto se extrae de algunas publicaciones en 1955 en las que se habla de la influencia de la naviera «McAndrews» y de la «Water Works Company» en estos menesteres, si bien, como decimos, no existe ningún documento que así lo demuestre fehacientemente.

 Cabe indicar al menos que hasta el momento ninguno de los jugadores de principios del siglo XX que luego dieron lugar al «Sevilla Football Club» o al «Sevilla Balompié» han podido asociarse con ninguna de estas compañías británicas.

De otra parte nada se sabe de la hipotética aportación de aquellos antiguos pioneros de 1890 en los clubes sevillanos de principios del siglo XX. No se dispone de ningún dato en absoluto que haga suponer que éstos asesoraran o ayudaran en la formación de dichos Clubes sevillanos.

 Es más, si analizamos los prolijos testimonios de los fundadores del «Sevilla Football Club» en 1905 y también los pocos que existen del «balompié» algunos años después, y a ello le sumamos lo que anteriormente hemos indicado de ausencia total de datos al respecto, podemos decir que dicho «apoyo» fue inexistente.

Por ejemplo, D. Luis Ybarra y Osborne, uno de los participantes en la fundación del Sevilla Football Club en 1905, admite en una entrevista concedida para la revista «El Español» en Septiembre de 1.955 que no sabía que en la última década del siglo XIX en nuestra capital se había jugado al football:

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 Literalmente puede leerse <<…Antes de mi viaje a Inglaterra se había jugado en Huelva y la zona de Riotinto; los ingleses eran los organizadores de esos encuentros. En Sevilla empezamos en serio un grupo de amigos que nos reuníamos en una cervecería-café que hoy no existe…(se refiere a la fecha de 1.900)>>

 Es lógico y salta a la vista que si en aquel grupo que luego daría origen a la Sociedad de Football y posteriormente al Sevilla Football Club, y entre los que estaba Ybarra y Osborne, hubieran «participado» de cualquier forma los pioneros de 1890 como White, Welton etc., estos fundadores del Sevilla Football Club sabrían cuando menos de la existencia del football en Sevilla en 1890; y no porque lo hubieran visto «insitu», sino porque al menos ellos mismos se lo habrían indicado. Obviamente que se lo habrían dicho!!!: «oye, Ybarra, que nosotros ya teníamos un club en 1890, y ahora os vamos a ayudar a constituir el vuestro…«.

 Por la otra parte, en el caso del «Balompié», que en los años subsiguientes siguiera la huella de la «Sociedad de Football» fundada en 1905, ni «discóbolo» ni ningún otro periodista afín al Real Betis Balompié nunca espetó nada relativo al football en 1.890 y menos aún a alguna supuesta colaboración de dichos pioneros en la organización del propio club. Los hermanos Hermosa, Wesolowski, Castillo, Cascales y Gutiérrez fueron los «iniciadores» del club heliopolitano allá por 1907, que en 1908 fue inicialmente denominado como «España Balompié»; estudiantes todos ellos de la Escuela Politécnica y que en ningún momento aportaron ningún tipo de testimonio que hablara, ni tan siquiera, de la práctica del foot-ball en 1890. El primer presidente del «Sevilla Balompié», D. Alfredo del Castillo Ochoa, como es lógico tampoco aporta ningún tipo de luz sobre aquel grupo pionero de finales del siglo XIX en Sevilla.

 Es obvio que aquel Club de 1890 dejó paso a una nueva generación totalmente independiente que volvió a relanzar el football en la primera década del siglo XX.

 En este mismo sentido, es significativo el testimonio aportado por D. Jose Luis Gallegos Arnosa, primer presidente y fundador de la «Sociedad de Football» en 1905, en el primer libro de historia Sevillista, obra del exdirectivo Sevillista Arturo Otero «Historial del Sevilla CF: 35 años de vida deportiva» y publicado en 1.941.

Dice literalmente así en lo que se refiere a los orígenes y participantes de aquel club de 1.905:

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Como se puede comprobar nada se dice de ninguno de aquellos pioneros del football en Sevilla de 1.890. Es lógico y salta a la vista que de haber jugado éstos pioneros algún tipo de papel en la formación del Sevilla F.C. en 1905 la referencia a ellos habría sido evidente cuando menos en las palabras de los fundadores. Y esto, como vemos, no sucede.

Si hay que citar, sin embargo, que uno de esos fundadores de la Sociedad de Football en 1905, Mr Langdom, y que aparece en la primera directiva, era hijo del Dr. Langdon; el que fuera uno de los jueces de aquella partida jugada en Marzo de 1890 y que muriera según investigaciones realizadas por foros sevillistas en 1899, dejando a su vástago huérfano a muy temprana edad.

Es más, el propio Jose Luis Gallegos, fundador y primer presidente de la Sociedad de Football en 1905, desconocía totalmente la existencia de aquel club de 1.890 que tenía, como hemos visto, un presidente (Sr. Johnston) y un «alto» grado de organización. Esto es lo que termina diciendo en referencia a esos primeros años:

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 <<Esto era allá por el año 1900, cuando aún no había fundado ningún Club en Sevilla>>

 Y ya que estamos con Jose Luís Gallegos, y sirviéndonos de la gran cantidad de testimonios sobre el origen del football en el siglo XX que desde el lado Sevillista y por parte de sus fundadores se posee, valgan unas palabras del propio Gallegos publicadas el 29 de Febrero de 1914, en el diario «El Fígaro»:

 <<…Si volvemos nuestra vista atrás y consideramos detenidamente lo que en Sport se hacía diez años atrás la contestación es absolutamente negativa (…) En este periodo de tiempo (a partir de 1904) un grupo de muchachos educados en el extranjero han importado y cultivado los sports, empezando por el foot-ball (…)>>

 Es obvio por tanto que, en el caso de la «Sociedad de football», y luego el «Sevilla Football Club», fundado en 1905, fueron unos muchachos educados en el extranjero los que importaron el football y lo desarrollaron; eliminando la posibilidad de que algunos de los pioneros de 1890 les hubieran echado un cable. Estos pasos iniciados por el «football Club» luego, posteriormente, fueron seguidos a su vez por el «Balompié».

 Es más, si por casualidad aquellos pioneros hubieran aleccionado o enseñado a los iniciadores del «Sevilla Football Club» o del «Sevilla Balompié», cosa de la que no se tiene constancia alguna, podríamos hablar del  «germen de los clubes del  fútbol Sevillano».

Por tanto, si bien aquellos pioneros pusieron las bases o «primeras piedras» del football en Sevilla en general, se puede afirmar que no tuvieron ninguna participación cuando menos directa en los albores del siglo XX. Tanto es así que como hemos visto es inexistente cualquier referencia a ellos tanto entre los fundadores del «Sevilla Football Club» como entre los fundadores del «Sevilla Balompié».

Finalmente, y para hacer honor a la primera aparición en la prensa sevillana del siglo XX de la palabra «football» y de paso ratificar lo que venimos diciendo en relación a la nula participación de aquellos pioneros de 1890 en la formación ni del «Sevilla Football Club» ni del «Sevilla Balompié», mostramos la siguiente nota de prensa fechada el 12 de Septiembre de 1905 en el Diario «Sevilla», y en la que se muestran los primeros pasos de lo que luego sería la «Sociedad de Football» y el «Sevilla Football Club».

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 Lo cierto es que todo «encaja» con el resto de los testimonios planteados con anterioridad. Por una parte habla de «Jóvenes que desde hace algunos años tuvieron intención de organizar un club recreativo«; obviamente, al ser jóvenes, dudamos que fuera más allá de 1900 (fecha precisamente que otorga Gallego en el libro de Arturo Otero). Y por otra parte hablan de que «tuvieron intención de organizar un club», obviamente refiriéndose al punto de partida de un club nuevo. Atrás quedó, para regocijo de todos los sevillanos, béticos y sevillistas, aquel Club de 1890 organizado y bajo la presidencia del Sr. Johnston: El Club «progenitor» del football Sevillano en general.

 Por tanto el fútbol Sevillano en general debe congratularse de que en el siglo XIX existiera en nuestra capital un club dedicado a la práctica del football y que sin duda alguna representa el origen del fútbol sevillano en general y por tanto del «Football Club» y del «Balompié».




El fútbol en España, en 1890, desde Nueva Zelanda

«Un periódico es un pájaro de papel aleteando en la ventana de la historia.«

(Ignacio Camacho, Premio «Mariano de Cavia«)

Un pájaro investido de eternidad, oculto a veces en sórdidas cuevas, o sesteando en lujosos anaqueles, pero que un día vuelve a volar para golpear con fuerza en los cristales, aunque para ello tenga que dar la vuelta al mundo.

Corría el año 1891, pocos en el mundo conocían que en España ya se jugaba al football:

«Será noticia para muchos que el juego del fútbol tiene un sonoro discurrir en España.»

Un albatros de papel nos acercó una crónica del «The Otago Witness«, de Nueva Zelanda, que narraba la situación del football alrededor del mundo. Tras citar el desarrollo de este nuevo sport en diferentes países, le llegó el turno a España:

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«Será noticia para muchos que el juego del fútbol tiene un sonoro discurrir en España. Se dice (escribe un periodista de la revista «The Field») que allá donde los ingleses se establecen, no paran hasta que introducen sus costumbres y juegos nacionales, y los ingleses en España no son una excepción. El fútbol lleva algunos años formando parte de los festejos de Navidad en Sevilla, y el club, bajo la presidencia del genial Vicecónsul Mr. E. F. Johnston, está en un floreciente estado. El sábado 27 de diciembre, el partido con Huelva, que se ha convertido en un acontecimiento anual, tuvo lugar en el hipódromo -en el que se ha obtenido un campo excelente- gracias a la amabilidad de las autoridades. Casi todos los ingleses residentes estaban presentes, y una amable representación de españoles, ansiosos por iniciarse en los misterios del fútbol, el cual, según describen los periódicos locales, es jugado sin palos ni cestas de protección. La concurrencia no tenía derecho a quejarse por la diversión que se les brinda, a pesar de que el rápido juego terminó en empate, sin que ningún bando marcase; y en verdad, lo único censurable fue la actitud de las señoras españolas, más preocupadas de las piernas y el comportamiento de los jugadores que del juego. Las defensas de ambos equipos jugaron bien, y gracias a su buena defensa, el equipo de Huelva se salvó del desastre, mientras que los delanteros Welton y White de Sevilla y Birchall de Huelva estuvieron sobresalientes. En cuanto a Geddes, de Sevilla, merece una mención especial por el dudoso honor de ser peligroso por igual con sus compañeros que con sus rivales.»

El periódico está fechado en Dunedin el 2 de abril de 1891. Posiblemente no sea esta la primera noticia que exista, ya que el cronista hace referencia a «The Field«, pero lo que nadie podrá negar es que esta información se publicaba al otro lado del mundo, y además, y lo más importante, una noticia desconocida hasta ahora. Se habla, desde las antípodas, del football en España, en 1891, y se cita una ciudad: Sevilla. Todavía estaba por configurarse el boxing day, pero parece que lo del fútbol británico y la Navidad viene de lejos.

«El fútbol lleva algunos años formando parte de los festejos de Navidad en Sevilla»

Este artículo confirma, desde el extranjero lo que nos había contado un gorrión de papel sobre la existencia de un club y su Secretario: «en Sevilla, y el club»

Además, levanta una carta que siempre había estado sobre el tapete, bocabajo, y que una vez descubierta combina con las que ya teníamos en la mano:

«bajo la presidencia del genial Vicecónsul Mr. E. F. Johnston, está en un floreciente estado.»

El «Sevilla Football Club» (o «Club de Football de Sevilla«) tenía un Presidente y su nombre era Edward Farquharson Johnston. Este señor cumplía con los requisitos sobre los presidente de los clubs de sport que se estaban creando en Inglaterra, como nos narraban desde Barcelona en «La Ilustración artística» (14 de marzo de 1887, página 2): «a cuyo frente siempre hay personas importantes por su nacimiento, su posición o su fortuna, y esto le da buen tono». E. F. Johnston era el vicecónsul inglés en Sevilla.

Más detalles nos deja este documento, entre ellos nos cita a nuestro «eterno amigo-rival» de aquellas primeras partidas, dejándonos también una fecha (rectificando nuestros datos, pero que encaja perfectamente):

«El sábado 27 de diciembre, el partido con Huelva»

Así es como denomina a los dos equipos: «Sevilla» y «Huelva».

Otra día fue una gaviota de papel la que nos trajo noticias desde la Mina.

El 25 de mayo de 1933, en el «Diario de Huelva«, «J. GONZALEZ PEREZ», (según reza la firma y autor pocos años antes de «Historia del Fútbol en Huelva y su provincia«), nos lleva al siglo XIX en una entrañable entrevista a Daniel Mac Millan Young, un escocés de setenta y un años, en la que se narran emocionantes peripecias.

Nos quedamos con dos extractos, que complementan los que nos contó el testigo de Otago. Tras varias cuestiones sobre el fútbol de la época se pregunta directamente:

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 «- ¿Cómo se llamaban los equipos?

– No tuvieron denominación alguna hasta el año en que se fundó y legalizó el de Huelva bajo el título de Huelva Recreation Club. El Club Recreativo de hoy.

– Mientras tanto…

– Mientras tanto los partidos eran contadísimos, uno o dos al año, y jugábamos por verdadero deporte, costeándonos todos nuestros gastos, respetando al contrario como si fuera un compañero. Así aunque el futbol era más rudo que el de hoy, era a la vez más caballeroso. Tampoco nos importaba que el compañero de hoy fuera el contrario de mañana. Tanto es así que unas veces formábamos los de Río-Tinto y Sevilla contra Huelva, otras los de Sevilla y Huelva contra Río-Tinto, y otras los de Río-Tinto y Huelva contra Sevilla.»

Han leído bien, un testigo directo de aquellos partidos habla de Sevilla.

«que unas veces formábamos los de Río-Tinto y Sevilla contra Huelva, otras los de Sevilla y Huelva contra Río-Tinto, y otras los de Río-Tinto y Huelva contra Sevilla.»

Hay más.

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 «¿Sevilla ha dicho usted? No sabíamos que en aquel tiempo…

Sevilla, sí. Sevilla, Río-Tinto y Huelva fueron los tres grupos que jugaron al futbol antes que nadie en España. Las de Huelva y Río-Tinto aparecieron simultáneamente el año 81; el de Sevilla nació uno meses después. Estas tres localidades, son sin ningún genero de dudas, el germen del deporte español. Yo recuerdo haber jugado en Sevilla contra equipos españoles, alemanes e ingleses. Pocos encuentros, desde luego, porque lo dificultaba la escasez de comunicaciones de la cuenca minera. Ya usted ve si será así, que algunas veces en que tres o cuatro que los de aquí formábamos con los de Huelva en Sevilla, teníamos que salir de la Mina ¡a caballo! a las once o doce de la noche anterior al partido, y así seguíamos toda la madrugada hasta Zalamea, donde tomábamos un tren que nos llevaba hasta San Juan del Puerto para unirnos a los demás compañeros de la capital y continuar el viaje a Sevilla. ¡Figúrese usted como llegaríamos! ¡Destrozados!»

Pues sí, Mr. Young es tajante y ha dejado dos afirmaciones contundentes:

«Sevilla, sí. Sevilla, Río-Tinto y Huelva fueron los tres grupos que jugaron al futbol antes que nadie en España.»

«No tuvieron denominación alguna hasta el año en que se fundó y legalizó el de Huelva bajo el título de Huelva Recreation Club (…) el de Sevilla nació unos meses después

Esta versión encaja con los datos que tenemos hasta ahora, en Huelva, diciembre de 1889, y en Sevilla, como nos contó el gorrión de papel, «hemos creado recientemente» es la expresión usada en una carta fechada el 25 de febrero de 1890.

«El fútbol lleva algunos años formando parte de los festejos de Navidad en Sevilla», traía en el pico el albatros de papel.

Con la edad podrían confundirse las fechas, pero un viaje a Sevilla, en las condiciones que nos ha contado, es difícil de olvidar.

El «Huelva Recration Club» y el «Sevilla Football Club«, o el «Club Recreativo de Huelva» y el «Club de Football de Sevilla» son dos vidas paralelas.




El primer álbum de cromos

Toda teoría científica que lo sea o que, al menos, aspire a serlo requiere de la asunción de un paradigma. Un punto de apoyo, un mojón que marque el arranque de todo, unos axiomas de consenso que permitan el desarrollo de un trabajo riguroso y exitoso al tiempo. En el resbaladizo tema que nos ocupa, el de bucear en las aguas turbias y profundas, por lo lejanas, de los inicios de la afición al coleccionismo de cromos de fútbol, nuestro punto de partida se establece, de un modo, difuso en las primeras dos décadas del siglo XX. Está establecido de un modo bastante preciso que las primeras ediciones relacionadas con el fútbol fueron postales y pequeños cormos troquelados en los que se ilustraba, muchas veces con intención didáctica, el modo de jugar al nuevo deporte que causaba sensación entre los sportmen de la época. Es muy fácil toparse con cromos de los años 20 con jugadas concretas unidas a una explicación que solía incluirse al dorso. Las colecciones solían ser de una cantidad pequeña de cromos, entre 12 y 25 la mayor de las veces. Los cromos, impresos por ambas caras no se recopilaban en ningún álbum, sino que el coleccionista los apilaba y los conservaba en alguna caja destinada atal efecto. Cajas de zapatos, muchas veces, o de puros.

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Por esto resulta de una importancia capital, hasta donde nuestro conocimiento nos permite establecer, la aparición en 1915 del primer álbum concebido como contenedor de una colección. Sin temor a equivocarnos y hasta que las evidencias documentales nos lleven la contraria, el álbum editado hacia 1915 por la editorial barcelonesa Tiket, con el título Álbum de Foot-Ball, es, a día de hoy, el primer álbum de cromos de fútbol que se editó en España. Aunque sólo fuera por esta razón, el álbum de la editorial Tiket merecería un lugar destacado en la historia del coleccionismo de cormos de fútbol en España. Pero hay más.

cubero-2

La colección, probablemente compuesta por 54 cromos (los conocidos por ahora), incluía diferentes temas: alineaciones de equipos, jugadas correspondientes a partidos destacados y acciones puntuales de jugadores importantes. Una verdadera mirada caleidoscópica al estado del fútbol en esa época. Los cromos medían 9’1 cms. X 7’2 cms., están identificados por delante, no llevan numeración alguna y, al dorso, incluyen un breve historial del equipo que aparece o el relato de la jugada en cuestión. Los cromos se guardaban en el álbum, editado a tal efecto, sin pegarse, sino encajando las cuatro esquinas del cromo en unas ranuras que se hallaban en las páginas. Al estilo de muchos álbumes fotográficos antiguos. Este sencillo método permitía conservar intactos los cromos y, al mismo tiempo, verlos de un modo agradable y cómodo. Como siempre, incluimos el listado de los cromos conocidos, ordenados alfabéticamente.

Listado de la colección

Allack rematando un centro

Armet en una de sus magistrales jugadas

Armet en uno de sus magistrales avances

Ataque del España

Athletic F. C. de Bilbao

Buena entrada de Casellas

Buen shoot de Castells

Cardiff Corinthians

Equipo de la F.C.C.F. que participó en el primer match Francia – Cataluña

Equipo de la F.C.C.F. que participó en el segundo match Francia – Cataluña

Equipo del F.C. Barcelona

Equipo del R.C.D. Español

Equipo de Vizcaya
España F.C. de Barcelona
Español F.C. de Madrid

F.C. Zurich

Forns en uno de sus rápidos avances

Massana después de evitar un goal
Massana entrando a un jugador inglés

Massana pegando una contra

Momento de peligro ante el goal inglés

New Cruzaders

Oportuna entrada de Amechazurra

Patullo preparando un shoot

Pería en el momento de shootar

Prat interceptando un pase

R.C.D. Español

Reguera repeliendo un shoot

Reñé interceptando un shoot

R. Sociedad de San Sebastián

Sociedad Gimnástica española de Madrid
Sporting Club de Irún

Stade Helvetique

Stade Olympique

Steel entrado a los defensas del Español

Una jugada maestra de Armet

Una melée ante el goal del Barcelona
Una salida de Puig

Un momento de peligro ante el gol del Español

Un shoot de Bau

Un shoot de López

Un shoot de los franceses

Un shoot de Partington
Wallace después de shootar

Como se puede comprobar, la variedad de equipos y de partidos reflejados hacen de esta colección una verdadera «piedra rosetta» para profundizar en el conocimiento del estado del desarrollo del fútbol en España en los primeros años del siglo XX. La colección ha aparecido con un único anunciante al dorso, Chocolate Amatller, sin lugar a dudas, la marca más potente en la difusión del fútbol a través de sus artículos promocionales, como los cromos de esta preciosa colección.




Arqueros improvisados

No siempre en el fútbol se permitieron los cambios. En Argentina, hasta 1959 esto estaba vedado en partidos oficiales de campeonato, no así en algunos torneos internacionales como ser la Copa América y en amistosos.  Recién en esa temporada se incorporó el «arquero suplente» que podía ingresar únicamente por lesión del titular. En nuestro país, a partir del Torneo Nacional de 1968 estuvo permitido un cambio antes de finalizar el primer tiempo. Esto duró poco y ya en 1970 comenzaron a autorizarse dos modificaciones. Pero el tema del arquero no varió. Por lesión estaba permitido, pero por expulsión no podía ingresar el suplente. Un jugador de campo debía ir al arco. Por todo esto, el anecdotario futbolístico se ha nutrido de situaciones en que defensores o delanteros debieron ocupar el arco circunstancialmente. Vamos a repasar algunos de ellos.

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En la primera fecha del campeonato de 1913 de la Federación Argentina, en el partido Estudiantes de La Plata-Independiente, el arquero de rojo William Peterson dejó a su equipo con 10 jugadores al abandonar el campo de juego molesto por los fallos del árbitro por considerar que perjudicaba a su equipo. Eso sucedió a los 34 minutos del primer tiempo y cuando Independiente ya perdía 4 a 0. ¿Habrá sido por enojo o el temor de recibir más goles en los 56 minutos que faltaban?

La cuestión fue que el defensor Manuel Delucchi tuvo que ir al arco. Sobre el final de la primera etapa Independiente reaccionó y logró dos goles, pero en la segunda Estudiantes consolidó su ventaja con dos nuevos tantos con Delucchi en el arco que sellaron el 6 a 2 definitivo.

Pocos días después, la CD roja expulsó del club al irascible portero.

 Un hecho similar ocurrió en 1924 en la vieja cancha de Crucesita la tarde que en Independiente debutó el gran Alberto Lalín. Jugaban los rojos con Atlanta y ganaban 1 a 0 hasta el minuto 85, cuando Luis Ravaschino marcó en sólo tres minutos tres nuevos goles poniendo el marcador 4 a 0. Al producirse el cuarto gol, el arquero de Atlanta, Pedro Banchero, abandonó la cancha enojado con el juez Emilio Colombo y en los minutos restantes el arco lo ocupó el defensor César del Cerro. Poco después el partido finalizó sin nuevos incidentes.

Pero al año siguiente, Pedro Banchero fue protagonista de otra situación parecida y también frente a Independiente en la misma cancha.

Con el marcador 1 a 1, al llegar el minuto 67, el juez Enrique Pyke otorgó penal a favor de Independiente. Cuando Raimundo Orsi se aprestaba a ejecutarlo, Banchero dejó el arco en señal de protesta y otra vez César Del Cerro lo reemplazó y no pudo evitar la conquista que puso en ventaja al diablo.

Pero lo curioso fue que inmediatamente de convertido el penal, Banchero ingresó nuevamente a ocupar su puesto como si nada hubiera pasado…

Finalmente, el puntero izquierdo Benjamín Delgado empató el partido a los 81 y todo terminó en paz.

 Otra de Atlanta en el año 1927. En la última fecha, jugada el 1° de enero de 1928 apareció desde el inicio custodiando el arco del «bohemio» el half izquierdo Italo Nardi. Seguramente habrá sido por lesión de Pedro Banchero que seguía siendo el titular y también del suplente.

La cuestión es que con Nardi al arco, Atlanta le ganó 2 a 1 a Vélez.

 En el campeonato de 1937, Tigre visitó a Ferro y a los 5 minutos se lesionó su arquero Oscar Bermúdez. El delantero Luciano Agnolín fue a ocupar la portería y recibió seis goles. Tigre perdió 6 a 4.

 En el campeonato de 1940, cuando Rosario Central enfrentó a San Lorenzo en la 24ª fecha en el Gasómetro, se encontró en desventaja al minuto de juego por gol de brasileño Waldemar do Brito. En la jugada se lesionó su arquero Juan Martínez, quien debió abandonar la cancha, pasando a defender el arco el zaguero Ignacio Díaz. Así, con un jugador menos y un arquero improvisado, Central empató a los 8 minutos por intermedio de Ricardo Lino Cisterna y sacó ventajas con dos goles de Aníbal Maffei a los 33′ y 67′. Luego Isidro Lángara empató con dos tantos, uno de penal. El 3 a 3 final no le quita el carácter de hazaña al equipo rosarino.

 Seis fechas después, Central tuvo la mala suerte de que sus tres arqueros, Pedro Araiz, Héctor Ricardo y Juan Martínez estuvieran lesionados para el encuentro ante Estudiantes en la Plata. ¿Y quién fue al arco ese día? Pues nuevamente Ignacio Díaz, pero esta vez desde el minuto cero. El partido lo ganó ajustadamente Estudiantes 1 a 0 con gol de Juan José Negri a los 38 minutos y según cuentan las crónica, Díaz jugó bastante bien.

 El 5 de septiembre de 1943 jugaban Boca y Chacarita en la Bombonera. Con los goles de Pío Sixto Corcuera a los 10 y Severino Varela a los 15, el local se imponía 2 a 0. En la jugada del segundo tanto, se lesionó el «inglés» Isaac López, arquero de Chacarita, quien fue retirado de la cancha y ya no pudo regresar. Al arco fue el zaguero Italo Emanuelli  quien debió soportar como pudo el aluvión boquense y recibió nada menos que ocho goles. Boca ganó esa tarde por 10 a 1.  

Otra de Boca y Chacarita. En el campeonato de 1948, el «funebrero» produjo la sorpresa de ganarle a Boca por 5 a 1. Victoria doblemente importante, no sólo por la categoría del adversario si no por las circunstancias en que fue conseguida. Cuando el marcador estaba 2 a 1 se lesionó su arquero Segundo Díaz. Como no había cambios, el puntero Marcos Busico ocupó el arco. Minutos después, Mario Boyé le remató un penal que dio en un poste y como si fuera poca la desgracia de Chacarita, cinco minutos más tarde fue expulsado el centro delantero Humberto De Luca. Así, con dos jugadores menos y un delantero ocupando el arco, Chacarita logró anotar tres goles más concretando una hazaña memorable. Francisco Campana esa tarde marcó cuatro goles.

El 16 de octubre de 1949 jugaron en La Plata, Gimnasia y River. Al minuto de juego debió irse lesionado el arquero platense Antonio Cammarata y el zaguero Oscar Chiarini ocupó la valla. En esa situación desventajosa, Gimnasia marcó dos goles: a los 28′ por Fernando Walter y a los 31′ el puntero Ruperto Arístides Camacho aumentó con un gol olímpico.

En el segundo tiempo, Emilio Fizel descontó para River a los 56′, pero a los 70′ Gimnasia sufrió otra baja al retirarse lesionado su centro delantero Jaime Sarlanga.

Heroicamente el equipo de La Plata aguantó hasta el final imponiéndose por 2 a 1.

El 20 de mayo de 1951, en cancha de Racing, el local le ganó 1 a 0 a Estudiantes de La Plata. Los visitantes sufrieron la expulsión de su arquero Antonio Gioffre cuando apenas se llevaban jugados 6 minutos. El centro delantero y goleador Ricardo Infante pasó a defender la valla estudiantil quien no pudo evitar que Manuel Blanco le marcara el único gol del partido a los 2 minutos de la segunda etapa.

Cuando River y Vélez se enfrentaron en el Monumental en la segunda fecha de las revanchas de 1953, ambos estaban a un punto de los líderes Racing e Independiente.

Ante un lleno total, disputaron un partido muy friccionado y lleno de brusquedades. Ganaba Vélez 1 a 0 cuando casi al finalizar el primer tiempo, en uno de los tantos incidentes que hubo, fueron expulsados el delantero Vicente Gambardella de River y el arquero velezano Nicolás Adamo por agredirse. El técnico Victorio Spinetto le indicó entonces al puntero derecho Ernesto Sansone que ocupara el arco.

En la segunda etapa, Eliseo Prado logró el empate, que se mantuvo hasta el minuto 88 cuando el puntero izquierdo Juan Carlos Mendiburu de tiro libre puso a Vélez en ventaja. Parecía que con Sansone en la valla, Vélez concretaría la hazaña de ganar en el Monumental; pero no pudo ser.

Ya a punto estaba el inglés Harry Dyckes de pitar el final, cuando un corner ejecutado por Vernazza desde la derecha, dio en el travesaño y Oscar Mantegari, prácticamente sobre la línea cabeceó y empató ante la desesperación del improvisado arquero velezano.

El santiagueño Juan Pío Barraza, zaguero y capitán de Independiente, debió jugar en el arco durante 57 minutos en el partido ante Lanús de 1955 en Avellaneda por lesión de Emilio Abraham a los 33 minutos.

Sobrellevó bastante bien la pesada carga y se mantuvo invicto. El resultado fue 0 a 0 y los comentarios hablaron de que no pasó demasiados apurones en un encuentro muy aburrido.

El clásico de Avellaneda de 1956, jugado por la cuarta fecha en el Estadio Presidente Perón, tuvo un incidente de mucha repercusión en su momento por la derivación posterior.

Racing ganaba 1 a 0 con gol de Omar Orestes Corbatta cuando faltando 10 minutos, el árbitro inglés Ronald Lynch sancionó un penal en contra de los rojos.

Se vio entonces al arquero Emilio Abraham correr hacia el juez para protestar el fallo. En el envión, lo atropelló y fue expulsado. El informe fue lapidario: agresión. El Tribunal de Penas no tuvo piedad y le dio un año de suspensión.

Hace poco tiempo, tuvimos la oportunidad de conversar con don Emilio sobre la fatídica jugada y nos aseguró que no tuvo ninguna intención de agredirlo. Sólo que en su corrida lo llevó por delante. Esa fue la única expulsión del correcto arquero en su carrera.

Finalizado el incidente, el defensor Alejandro Urriste debió ir al arco y no pudo detener el penal que ejecutó Corbatta con la maestría que le era propia y que consolidó la victoria por 2 a 0.

En el Nacional de 1978 Boca perdió en su cancha con Gimnasia y Esgrima de Mendoza por 5 a 1. Estando el marcador 2 a 1, fue expulsado Hugo Gatti a los 75′ y como ya se habían hecho los dos cambios, Miguel Angel Bordón ocupó el arco y a él le convirtieron tres goles más en apenas 15 minutos que sellaron el catastrófico resultado.

En el Torneo Reducido de la Primera B de 1985, en el partido San Miguel-Defensores de Belgrano, fue expulsado el arquero visitante Mario Gualberto Alles y debió reemplazarlo el volante Horacio «Banana» Galbán. Estaban 0 a 0 y el empate clasificaba a «Defe», pero en una de las últimas jugadas, el delantero Sánchez marcó para San Miguel y lo dejó afuera.

Un caso curioso es el del volante de Rosario Central Leandro Luis Borzani. Cuando en Arroyito jugaron en el 2006 Central y Cerro Porteño por la Copa Libertadores, los arqueros Juan Ojeda y Hernán Castellano no pudieron actuar por estar lesionado el primero y sancionado el segundo. Debutó entonces el tercer arquero, Cristian Alvarez, pero no pudieron presentar  suplente, así que Borzani, que llevaba la camiseta N° 5 de acuerdo con la lista de buena fe y que jugó los 90 minutos, estaba dispuesto a ir al arco en caso de una emergencia. Por suerte para él, no fue necesario, pero para Central fue una noche negra ya que perdió 2 a 0.

Cinco jugadores de campo detuvieron penales al haber ocupado el arco circunstancialmente:

El primero fue el defensor de River Julio Alberto Nuin en 1959 a Norberto Desanzo de Atlanta. Ese día Amadeo Carrizo fue expulsado y Atlanta ganó 1 a 0 en cancha de Huracán.

Iselín Santos Ovejero, de Vélez Sarsfield a Delio Onnis de Gimnasia en el Metropolitano de 1969 cuando un minuto antes José Miguel Marín fue expulsado. Vélez ganó 3 a 0 en La Plata.

Juan Carlos Cárdenas, de Racing, en el Metro de 1971 a Roberto Artemio Gramajo de Rosario Central. Aquí fue expulsado el arquero Rubén Guibaudo. El partido se jugó en Arroyito y Racing ganó 2 a 1.

Oscar López Turitich, de Platense a Fernando Morena de Boca Jrs. en el Metro de 1984 a los 87′ cuando en cancha de Vélez empataron 2 a 2. Habiendo agotado los cambios, fue al arco por lesión de Gabriel Puentedura.

David Carlos Nazareno Bisconti de Rosario Central a Darío Scotto, de Platense en el Clausura de 1992. Reemplazó al expulsado Roberto Bonano y Platense ganó 5 a 0 en Vicente López.

En el partido Los Andes-Almagro, por las semifinales del Nacional B de 2000, fue expulsado el arquero Martín Ariel Bernacchia del equipo de José Ingenieros por cometer penal como último recurso.  Almagro ya había hecho los tres cambios y por lo tanto el arco fue ocupado por el volante Francisco Maciel. La pena estuvo a cargo del arquero de Los Andes, Darío Sala, quien convirtió el tanto y de esta forma dio la victoria a su equipo que accedió a la siguiente fase. Había ocurrido un hecho inusual: un arquero ejecutando un penal y un jugador de campo intentar detenerlo …

Seguramente habrá muchos más, pero éstos son algunos de los ejemplos más significativos.

Ricardo Ismael Gorosito – Miembro del Centro para la Investigación de la historia del Fútbol

Fuentes:

Diarios EL Mundo, La Nación, La Prensa, La Argentina, Clarín años varios.

Revista El Gráfico y Goles, años varios.

Página web «sentimientobohemio.com»

Revista «Mundo Deportivo» mayo de 1951

 




Hace 100 años (enero 1911)

ENERO 1911

– Festival futbolístico doble en el campo del Racing Club de Irún. Los locales se enfrentaron al conjunto inglés Outcats. El resultado del primer enfrentamiento inclina claramente la balanza del lado inglés que consiguió 9 goles por tan sólo 1 de los irundarras. El segundo encuentro resultó más nivelado terminando con un 2 a 0 favorable nuevamente a los británicos.

– El Sporting de Irún se enfrentó al Easo de San Sebastián venciendo los sportinguistas por 8 goles a 1.

– Empate a dos goles en Lamiaco entre los dos Athleticos.

– El Sastre de Cámara de S. M.el Rey de España, Don M. Cimarra, anuncia entre otras cosas la venta de accesorios para foot-ball. Para ello, los interesados debían dirigirse a la tienda situada en la calle Nicolás M. Rivero, nº 1 de Madrid.

– En Irún, el Sporting local y el campeón de España Athletic bilbaíno disputan un «match» del que salen vencedores los sportinguistas por 3 goles a 2.

– También en Irún, el Racing disputa un partido frente a la Real Sociedad, venciendo los donostiarras por un gol a cero.

– En Villagarcía de Arosa han desembarcado jefes, oficiales y la marinería de varios buques británicos y han jugado dos partidos de football en tierra firme.

Aprovechando la visita el club de football de la localidad ha organizado un partido contra los británicos, disputándose una copa de plata, regalo del club español, para el vencedor.

Miembros de las tripulaciones de los acorazados Dreadnought y Temeraire jugaron un partido presenciado por millares de personas. La victoria correspondió a los primeros por dos goles a cero.

– En La Coruña se ha jugado un partido benéfico entre el Real Club Deportivo de La Coruña y un equipo inglés de El Ferrol. Se disputaron una magnífica copa ofrecida por la empresa Sociedad Constructora Naval. Vencieron los coruñeses por dos goles a uno.

– Comienza la Copa Rodríguez Arzuaga, trofeo que ofrece el entusiasta aficionado D. Manuel Rodríguez Arzuaga para las sociedades futbolísticas madrileñas que se anoten. Se han inscrito para ello las sociedades Athletic Club, Sociedad Gimnástica Española y Madrid FC.

Hay campeonatos de primeros y segundos equipos.

– En Vigo se ha disputado un nuevo partido entre los marinos de la escuadra inglesa y un equipo vigués. Se disputaron la copa donada por el ministro Sr. Urzáiz. Vencieron los ingleses por 4 a 0, llevándose la copa.

– Partido internacional amistoso en Barcelona. El FC Barcelona se enfrenta al United Hospital de Londres perdiendo por cero goles a cuatro.

– El Hispania Sport Club de Barcelona adquiere un nuevo terreno de juego en Camp del Arpa, situado entre las calles de Travesera, Fresser, Guinardó y Trinchán.

A su vez, han elegido nueva junta directiva, quedando formada por los señores D. Juan Llonch, como presidente; D. Antonio Casanovas, como vicepresidente; D. Sixto Maspóns, como secretario y D. Francisco Guitart como tesorero.

– Partido amistoso de rivalidad vecinal. El Sabadell FC vence por 13-0 al Athletic FC de Sabadell.

– Por no cumplir las condiciones impuestas por el Gobierno Civil el campo de Barcelona (¿) revocándose más tarde la orden por rellenar la junta directiva los requisitos faltantes.