Arbitró Cojamonte

Supongo que hace ya algo más de dos años. Ocurrió en medio del espléndido trabajo que estaba haciendo Javier Bravo para localizar e identificar a todos los árbitros que han pitado algún partido de primera división o de la Copa. Por cierto, que le llevó meses, pero lo terminó con mucho éxito. El caso es que un buen día se encontró con el Sr. Cojamonte, árbitro de la temporada 1947-48.

Javier tenía acceso a las listas de todos los árbitros colegiados, y después de leer con detenimiento no solo la de ese año sino también las de años anteriores y posteriores, Javier desistió: no encontraba al Sr. Cojamonte. Y así me lo hizo saber en nuestra reunión semanal, así que aprovechamos para investigar lo que en ese momento estaba en nuestras manos sobre el dicho Sr. Cojamonte.

Lo primero que hicimos fue localizar los encuentros que había pitado, y resultó que solo había sido uno, entre el Igualada y el Sans el día 28 de octubre de 1947. Así aparecía en nuestros datos de la Copa. Así que tiramos de El Mundo Deportivo, a ver qué podíamos encontrar sobre Cojamonte.

Y la primera sorpresa que nos llevamos es que el partido del Igualada de esa fecha lo ha pitado un tal Álvarez, por lo que en principio podíamos dar por cerrado el asunto. ¡A saber de dónde había salido lo de Cojamonte! Pero rápidamente nos dimos cuenta de que el rival del Igualada no es el Sans sino el España Industrial. ¿Tenemos mal la fecha o mal el rival?

Comprobamos, y el resto de partidos de Copa de esa eliminatoria se juegan el 28 de diciembre, así que rápidamente nos dimos cuenta de que había sido simplemente un error de tecleo. Pero claro, un error al fin y al cabo. Buscamos pues el 28 de diciembre y en efecto ese día habían jugado el Igualada y el Sans. ¿Encontraremos algo sobre Cojamonte?

Encontramos la crónica publicada tres días después, y cuando leímos no había duda: «arbitró, a tono con el partido, Cojamonte». Así que todo el camino nos había servido solo para corregir la fecha, lo que en realidad tampoco no era poco. Pero Cojamonte seguiría como enigma.

A todo esto, con la crónica en la pantalla, dijo Javier: «espera, espera, amplíalo más». Y leemos entero: «Arbitró, a tono con el partido, Cojamonte, rias, del colegio aragonés». «¿Cojamonte, rias? ¿De qué va esto? A ver, amplíalo más aún».

Y al tener casi solo esa frase en la pantalla fuimos viendo cómo «Cojamonte» se fue convirtiendo en «flojamente», para nuestra risa abundante, mitad desesperación y mitad resignación. La realidad es que había pitado «flojamente, [T]rias, del colegio aragonés».

Como muy bien dice muchas veces nuestro buen amigo José Ignacio Corcuera, el problema que tenemos los historiadores del fútbol es que no tenemos un archivo de Simancas, y que nuestras fuentes de investigación son sumamente limitadas. Y eso por más que ahora con el Internet hayamos multiplicado nuestro acceso a prensa antigua y a otras fuentes de información.

Pero la duda es y debe ser permanente. ¿Cuántos Cojamontes tenemos en nuestros datos? ¿Cuántos en nuestros libros y artículos? ¿Cuántos en nuestras bases de datos?

Casi que prefiero no pensarlo, pero yo por lo pronto lo tengo claro: arbitró Cojamonte.




Ya está aquí el nuevo volumen de «Historia y estadística del fútbol español», de Vicente Martínez Calatrava

Para todos los interesados en esta obra se anuncia la reciente aparición de un nuevo volumen con trece capítulos y un total de 600 páginas que relatan el desarrollo del fútbol español en la primera década de este siglo, culminado con la conquista del título mundial en Sudáfrica. Con una estructura similar a los volúmenes anteriores y un precio de venta de 40 euros, puede solicitarse al autor de la obra, Vicente Martínez Calatrava, a través del teléfono 696 330 271 o a la dirección de correo electrónico: vmcalatrava @ yahoo.es

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Estatutos de la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball

ESTATUTOS DE LA ASOCIACIÓN MADRILEÑA DE Clubs de Foot-Ball

I.

SU DENOMINACIÓN Y OBJETO

1º        Se denominará Asociación Madrileña de Clubs de Foot-Ball y su objeto será fomentar la afiliación a este sport por cuantos medios estén á su alcance, como concursos, partidos extraordinarios, etc., y facilitar las relaciones entre los Clubs que lo practiquen, juzgando en definitiva las diligencias que pudieran surgir.

II.

CLUBS ASOCIADOS

2º        Todo Club que se rija por los Reglamentos establecidos por la Asociación podrán formar parte de la misma.

3º        Los Clubs que deseen ingresar en la Asociación tendrán que solicitarlo por escrito, dirigido al Presidente de la misma, el cual dará conocimiento de esta solicitus á los demás Clubs asociados.

4º        En caso de que algunos de los clubs asociados se opusiera á la admisión del Club solicitante, se someterá á votación después de manifestar el Club que se opuso la causa de hacerlo, y en el caso de que voten á favor de la admisión, será acordada.

5º        Asimismo se procederá á la exclusión de un Club cuando haya sido solicitada con fundamento por algún individuo de la Asociación, y en la votación que se hará con tal objeto, voten la exclusión por lo menos dos terceras partes de los asistentes.

6º        Los Clubs asociados podrán tomar parte en cuantos concursos organize la Asociación, sin pago alguno de derechos de inscripción.

7º        Quedan obligados á someterse a los Estatutos y decisiones de la junta, teniendo el derecho de apelar en Junta general dentro del término de diez días en caso de no conformarse con alguna decisión de ésta.

8º        Los Clubs asociados no podrán tomar parte sin consentimiento de la Junta Directiva, en concursos no organizados por la Asociación, así como tampoco celebrar partidos con Clubs que no estén asociados.

III.

9º        La Asociación estará regida por un Presidente, un Vicepresidente, un Secretario, un Vicesecretario, un Tesorero y Vocales, que serán elegidos entre los representantes de cada una de las Sociedades ó Clubs adheridos, verificándose la elección anualmente.

10º      Todos los que hayan ejercido alguna vez el cargo de Presidente de la Asociación, tendrán derecho a votar y serán considerados como miembros del Consejo

11º      Todos los cargos de la junta Directiva son reelegibles.

IV.

CUOTAS

12º      Los Clubs que sean admitidos en la Asociación después de constituida ésta, pagarán 12 pesetas como derechos de entrada, y mensualmente 5 pesetas como cuota fija.

V.

CLASES DE SOCIOS

13º      Existirán las siguientes clases de socios:

  • a. Gran protector, el que haga de una vez un donativo de 250 pesetas ó más á favor de la Asociación.
  • b. Protector, el que lo efectúe de 100 pesetas.
  • c. Numerario, el que satisfaga 12 pesetas anuales.
  • d. Socio libre de pago, los miembros de los clubs adheridos á la Asociación.

14º      También podrá la Junta nombrar miembro honorario á todo aquel que por sus servicios en pro de la Asociación sea acreedor á ello.

VI

BAJAS

15º      Serán dados de baja en la Asociación todos aquellos Clubs que no hubieren hecho efectivas dos mensualidades, y que no se pongan al corriente al ser requeridos por segunda vez por el Tesorero.

VII

DERECHOS DE LOS SOCIOS

16º      Los socios honorarios no tendrán derecho alguno

17º      Los asociados tendrán los que les correspondan como miembros de los Clubs Asociados.

18º      Los grandes protectores y protectores podrán tomar parte en las Juntas generales con voz y voto, así como podrán ser elegidos para los cargos de la Junta Directiva.

19º      Los socios numerarios tendrán voz y voto, pero entendiéndose que sólo podrá votar uno de cada cinco, es decir, que tendrán que dividirse en grupos de cinco, y cada grupo estará representado por uno de los que le formen.

VIII

JUNTAS GENERALES

20º      La Junta general ordinaria se convocará cada año en el mes de septiembre. Cada Club estará representado por uno ó más delegados, pero con derecho á un solo voto. También podrán asistir con derecho á voz y voto, los socios Gran protector, Protector y Numerario, siempre estos últimos estén al corriente en sus cuotas.

21º      En esta Junta general se procederá á la elección, por medio de votación, de los cargos de la Directiva.

22º      No tendrá representación en la Junta la Sociedad que no haya satisfecho la cuota correspondiente.

23º      Cada representante podrá serlo tan sólo una Sociedad.

24º      Todas las alteraciones de las leyes de la Asociación, así como todos los asuntos de interés para la misma á juicio de los miembros del Consejo, serán sometidos a la decisión de la junta.

25º      Para ser aceptada cualquier modificación ó adición en las leyes de la Asociación deberá contar por lo menos con las dos terceras partes de los votos de la Asamblea.

26º      El Secretario de la Asociación dará aviso, con siete días de anticipación, del día, hora y sitio en que se ha de celebrar la Junta, acompañando un extracto de la cuenta de caja y una reseña breve de lo que se va á tratar en la misma.

27º      El Secretario podrá convocar Junta general extraordinaria en cualquier tiempo, por mandato del Congreso ó por petición firmada por la mitad de los representantes de las Sociedades adheridas.

28º      El aviso para la junta extraordinaria se hará en las mismas condiciones que el de las ordinarias, pero el plazo será de catorce días como mínimun.

29º      El Presidente y el Tesorero de la Asociación, serán los propietarios (durante el tiempo que desempeñen sus respectivos cargos) de las medallas, copas, premios y bienes de la Asociación, y dispondrá de todos ellos con arreglo á las prescripciones del Consejo.

IX

DISPOSICIONES GENERALES

30º      Toda Sociedad adherida es responsable ante el Consejo de la conducta de sus Socios, ya sean jugadores, Jueces ó espectadores, y deben tomar todas las precauciones posibles á fin de evitar que el público amenace ó asalte á los jueces ó jugadores, durante ó á la conclusión de los partidos.

31º      Cada Club debe enviar en la primera decena del mes de Octubre de cada año.

1º        Una relación de los Socios sin omitir ninguno.

2º        Relación de los jugadores en la que se hará constar el nombre y apellido de cada jugador, la edad, profesión y Sociedad ha que á pertenecido últimamente.

3º        Relación de los Socios que pueden actuar de jueces y

4º        Al final de la temporada un resumen de los partidos jugados.

32º      La Asociación está obligada á celebrar anualmente el Campeonato de España y además cuantos concursos regionales ó de otra clase sea posible para fomentar este sport.

X

CASTIGOS

32º      La Junta Directiva de la Asociación está facultada para imponer correcciones á los Clubs que falten á los Reglamentos vigentes y además en los casos siguientes:

1º        A todo Club que no respete una fecha fijada para su partido y no avise á su contrincante con tres días de anticipación por lo menos.

2º        Al Club que no pueda en ocasión de un partido presentar un bando compuesto por lo menos de ocho jugadores.

Y 3º    Al Club que durante ó después de un partido no se comporte como los Estatutos y Reglamentos previenen.

33º      Los castigos impuestos por la Junta serán:

1º        Multas de 5 á 20 pesetas.

2º        Prohibición á un Club de jugar partido por cierto tiempo.

3º        En los casos graves ó cuando no se satisfagan las multas impuestas podrá acordarse la expulsión de la Asociación del Club culpable.

34º      La Junta podrá igualmente impedir que un jugador tome parte en partidos cuando haya faltado á los Reglamentos. En este caso está prohibido á los Clubs cobrar en sus bandos á los jugadores descalificados, bajo pena de descalificación.

35º      Todo socio que dimita de un Club no podrá tomar parte como jugador de otro Club en partidos de concurso hasta la temporada siguiente á la que haya dimitido.

36º      En el caso de que un jugador tenga pendiente alguna deuda con el Club del cual dimite, no podrá ser aceptado como Socio en otro hasta que dicha deuda sea satisfecha.

37º      Para facilitar el cumplimiento de esta regla, el Secretario de cada Club dará aviso al de la Asociación de los Socios dimitentes en estas condiciones, y éste lo hará saber á los de los demás Clubs, á fin de que no se admitan.

38º      Si dos Clubs no se ponen de acuerdo sobre la elección de Juez, la Junta de la Asociación deberá indicarles uno que no pertenezca ni haya pertenecido á ninguno de los dos Clubs,

39º      Cualquier miembro de la Asociación que estando presenciando un maten organizado, note que algún jugador no se presenta en debida forma, ya sea por sus ropas ó por su manera de conducirse, ó por emplear expresiones groseras, podrá dar cuenta de ello al Árbitro, y el jugador culpable será excluido del maten sin perjuicio de la pena que le imponga la Asociación, á la cual se dará aviso en el acto del maten.

40º      Dichos actos serán enviados al Secretario de la Asociación antes de las cuarenta y ocho horas siguientes al maten á que se refieran, y deberán ir firmados por los dos capitanes y el Árbitro, siendo el encargado de su envío el capitán del bando vencedor, entendiéndose que de no efectuarlo en tiempo oportuno, se considerará el maten perdido por ambos bandos.

41º      En los actos debe hacerse constar los nombres y los apellidos de los jugadores de los dos bandos y los tantos hechos por cada bando.

42º      Unicamente por fuerza de causa mayor á juicio de la Asociación, estará dispensado el Capitán del bando vencedor, del envío del acto en el plazo fijado.

43º      En caso de empate, después de las prolongaciones de los partidos, si uno de los dos bandos se negase á jugar de nuevo en la fecha que se apruebe, sin justificar la negativa, á juicio de la Asociación se considerará perdido el maten para el bando que se niega.

44º      El cálculo de los campeonatos ó concursos se hará del modo siguiente:

Un partido ganado valdrá dos puntos. En caso de empate se contará un punto á cada uno de los bandos.

En caso de que una Sociedad presente un bando en el que figure algún jugador descalificado perderá los dos puntos si gana el partido, y estos dos puntos serán contados á favor del otro bando.

En caso de reincidencia el Club que presente jugadores descalificados será también descalificado para dicho Campeonato ó concurso.

En toda reunión ó concurso organizado por la Asociación, todos los socios de la misma tendrán libre entrada con la sola presentación de la tarjeta que les acredite como tales.

Los pseudónimos no están permitidos; sin embargo, en casos especiales podrá la Asociación autorizarlos cuando lo juzgue oportuno.




Historia de la Copa de 1904

El segundo Campeonato de España que se debió disputar en 1904 es el más convulso de la historia más que centenaria del torneo. Hasta el punto precisamente de que debió disputarse pero no llegó a hacerlo.

Parece casi la prehistoria de nuestro fútbol, y los datos que conocemos de este torneo los tenemos gracias fundamentalmente al libro Fútbol de Francisco Narbona, publicado en 1950. Poco más que unas líneas encontramos en la historia del Athletic publicada en 5 tomos en 1985 escrita por José María Múgica, Paco Crespo y Juanjo Baños y editada por el propio club. Por su lado Vicente Martínez Calatrava en las páginas que le dedica al torneo (tomo 1, págs. 52-53) cuenta también con la valiosa información de Los Deportes con la que completa el libro de Narbona y gracias al cual, entre otras cosas, conocemos el resultado del famoso partido Moncloa-Iberia que durante tantos años permaneció ignorado.

El resumen del torneo en todo caso pasa siempre por culpar a Ceferino Rodríguez Avecilla, presidente de la Asocación Mardileña de Clubs de Foot-ball de una organización caótica que terminó por ser incapaz de dar un rival madrileño al Athletic Club, que en consecuencia se hizo con el segundo Campeonato de España sin jugar.

Sin embargo no podemos estar de acuerdo con esta versión, que queda en nuestra opinión claramente matizada y hasta desmentida por los datos que hoy conocemos. Hasta el punto de que podemos afirmar rotundamente que el Athletic Club de Bilbao no ganó el torneo, sino que el vencedor fue el Club Español de Madrid.

A continuación vamos a describir todo lo pormenorizadamente que merece el asunto cómo se desarrolló el Campeonato de España de 1904, para después en un apartado diferente explicar no solo las consecuencias del torneo sino fundamentalmente el por qué la explicación del torneo ha sido tan diferente de la que realmente fue.

Desarrollo del torneo

El 4 de enero de 1904 fue elegida una nueva junta directiva de la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball tras la dimisión presentada por su anterior presidente el anterior 21 de diciembre. La nueva junta era la siguiente (Diario Universal, 7-1-1904):

Presidente: Ceferino Rodríguez Avecilla

Vicepresidente: Ángel Garrido

Tesorero: Pedro de Velasco

Secretario honorario: Juan Villaseñor Gargallo

Secretario efectivo: Arturo Meléndez

Vocales: Vals, Mencía y Neyra

Las razones de la dimisión de Carlos Padrós, fundador de la asociación un año antes, no están claras y se tratarán en otro lugar. Lo que sí está claro es que Padrós había sido elegido presidente del Madrid FC en sustitución de su hermano Juan el 4-10-1903 y que quizá del hecho de compaginar durante dos meses ambas responsabilidades pudo surgir el problema que terminó con su dimisión.

El año anterior el Madrid FC había sido el encargado de organizar la primera edición del Campeonato de España, lo que no dejaba de ser extraño. Si ya existía una federación y esta estaba presidida por Carlos Padrós, padre del torneo, ¿por qué ceder su organización al Madrid, presidido por su hermano Juan? El caso es que para el año 1904 todo parecía indicar que sería la Asociación Madrileña la que organizaría el segundo Campeonato de España, pues no en vano así se publicó ya en diciembre de 1903 en el órgano oficial de la Asociación, el bisemanario Mundo Sportivo.

Pero para sorpresa del nuevo presidente de la Asociación Madrileña, el Madrid FC de Carlos Padrós se aprestó a publicar el reglamento del Campeonato de España. Solo unas semanas después de que Avecilla ascendiera a la presidencia se encontraba con el primer problema grave, el Madrid FC intentaba usurparle a la federación las funciones que le correspondían. Este es el reglamento del torneo, extraído de Arte y Sport (10-2-1904) y Los Deportes (28-2-1904):

Campeonato de España, organizado por el Madrid Foot-ball Club

Premios

1.     Copa de plata de S. M. el Rey

2.     Objeto de arte de los SS. SS. Príncipes de Asturias

Bases

1.     Podrán tomar parte en este concurso todas las sociedades de foot-ball asociación de España legalmente constituidas.

2.     Para hacer la inscripción han de dirigirse al presidente del Madrid Foot-ball Club, avenida de la Plaza de Toros 10, bajo, antes del 28 de febrero de 1904, en carta certificada firmada por el presidente o secretario y acompañando una lista con el bando y suplentes, cuyo número es ilimitado, firmada por el capitán.

3.     No podrán tomar parte en este concurso más que jugadores que pertenezcan a una sociedad y que estén domiciliados en España por lo menos desde la fecha de la inscripción.

4.     Solo podrán tomar parte en este concurso, que se celebrará en Madrid, una sociedad por cada provincia o región. Si se inscribieran por una provincia dos o más sociedades, celebrarán entre sí partidos eliminatorios bajo las condiciones siguientes:

a.     Elegirán un jurado que resolverá sin apelación.

b.    Antes del 25 de marzo, cada bando habrá jugado dos partidos contra cada uno de los otros bandos inscriptos, apuntándose dos puntos por cada partido ganado y uno si hay empate, resultando vencedor el que obtenga mayor número de puntos.

c.     Si al final del ejercicio hay bandos empatados, el jurado designará los días de encuentros definitivos.

d.    Las sociedades vencedoras en cada provincia serán las que únicamente tomarán parte en el concurso de Madrid.

e.     El jurado remitirá a la comisión organizadora el acta del resultado de los partidos antes del 27 de marzo.

5.     Si en alguna provincia se estuviera celebrando otro concurso, será válido el resultado para este siempre que las sociedades se atengan al inscribirse a las bases 1ª, 2ª y 3ª.

6.     los partidos definitivos del concurso se celebrarán en Madrid los días 27, 28 y 29 de marzo en los campos, días y horas que la comisión organizadora anunciará oportunamente.

7.     estos partidos se jugarán por series eliminatorias, sorteándose los bandos dos a dos, resultando campeón el que gane la última serie y se dispondrán en días alternos para descanso de los jugadores.

8.     Los partidos se celebrarán con cualquier tiempo si no hay acuerdo en contra por parte de los capitanes respectivos.

9.     Los jueces se nombrarán de común acuerdo entre los capitanes de los bandos. De no estar conformes será el jurado nombrado por la comisión organizadora el que lo haga.

10.  En caso de empate el juez árbitro podrá prolongar el partido por tiempos de quince minutos con cambio de terreno a los siete, y uno de descanso.

11.  El juez árbitro dará cuenta al jurado del resultado de los partidos en acta firmada por él y los dos capitanes antes de 24 horas.

12.  Diferencias y reclamaciones de cualquier índole tendrán que hacerse por escrito al jurado antes de 24 horas y su fallo será inapelable.

13.  La copa quedará propiedad de la sociedad que durante tres años sucesivos obtenga el campeonato.

14.  La sociedad que obtenga el campeonato queda obligada a disputarlo al año siguiente a las sociedades que se inscriban como establece la base 4ª y condiciones y si fuera vencida en su provincia o en Madrid a entregar la copa a la sociedad vencedora.

15.  Si la sociedad que obtuviera la copa uno o dos años seguidos se disolviera, hará entrega de ella a la comisión organizadora.

16.  En estos partidos regirá cada año el reglamento aprobado últimamente por la Asociación de Clubs de Foot-ball de Inglaterra.

Formarán el jurado los excelentísimos señores Marqués de Cabriñana, Marqués de Tovar y Marqués de Guadalest.

La primera respuesta pública de Avecilla apareció en el Diario Universal de 3-2-1904, bajo su habitual pseudónimo de F. Bowden:

La prensa ha dado cuenta días pasados de la organización de importantes concursos, cuya convocatoria yo creí siempre de la exclusiva competencia de la federación; pero en fin, mimbres y tiempo, que allá veremos en qué paran estas «pequeñas miserias» en las que la Federación Madrileña de Clubs de football está dispuesta a hacer valer sus derechos.

Pero las «pequeñas miserias» continuaron, y tras el resumen del reglamento publicado por El Liberal (8-2-1904) Avecilla publica esta nota mucho más fuerte una semana después también en el Diario Universal (10-2-1904):

Grande ha sido la sorpresa de todos al ver anunciado con carácter oficial, al parecer, este el más importante concurso del año, por una sociedad de cuya existencia no se tiene noticia.

En primer lugar, ¿hay quien ignore que los campeonatos nacionales no pueden ser organizados si no es por las federaciones constituidas que representan el más alto poder en la materia? La sociedad de velocipedistas de Madrid tuvo a su cargo durante años enteros la organización del campeonato de España para ciclistas, pero una vez constituida la Unión Velocipédica Española, ni por un momento se le ocurrió a nadie el meterse en camisa de once varas, haciéndose cargo de lo que no entra en sus atribuciones ni remotamente. ¿Qué se diría si ahora se le ocurriese convocar al Pedal Madrileño, por ejemplo, para una carrera semejante, no obstante el tiempo transcurrido, sin que la Unión Velocipédica Española se ocupe de asunto de tal importancia? ¿Pasaría en silencio tal desacato la Unión Velocipédica Española?

En igual caso se encuentra la Federación Madrileña de Clubs de Foot-ball, a cuyo reglamento acudiré si es preciso para demostrar lo que sostengo.

Y lo más estupendo del caso a primera vista es el que haya encontrado la citada sociedad quien ponga bajo su amparo este concurso. El cronista sportivo de El Liberal se limita a dar cuenta de las bases publicadas sin comentario alguno.

Y el que calla, otorga. ¡Magnífico! Y no es solo al Sr. Lozano a quien la cosa le parece de perlas. Con acordarse del nombre del actual presidente de la federación acudirá a la memoria de todos los de los patrocinadores de esa sociedad rebelde.

Esa sociedad es el Madrid, ¿saben ustedes? El Madrid, que ya no existe oficialmente desde que unió su nombre y su suerte al Moderno, oscurecido en la actualidad, según se ve, por sus mismos compañeros. Pero, ¿qué fusión es esa, señores míos?

Sin perjuicio de que la federación tome el camino que considere más razonable, bueno será que los clubs de provincias tomen nota de lo acordado en la última junta: no considerar legal dicho concurso, de tal forma que por todas las federaciones que están en reciprocidad con la madrileña no se reconocerá más campeonato de España que el que en plazo no lejano ha de organizar la citada federación. ¿Con qué premios? Ya se verá. Eso es otro asunto que quizá dé juego, y no a gusto de todos.

Bien sabido es que por cuantos medios fueron posibles, hasta dando de mano algunos extremos en pugna con los reglamentos, se procuró que el Madrid-Moderno ingresase en la federación, a la que pretendieron los de dicho club imponer caprichosas condiciones. Tácitamente han buscado un rompimiento hecho firme por su actitud actual. No es cosa, pues, de que la federación rehúya el contestar como se merece a la actitud de los que de tal modo pretenden que su capricho sea ley.

En resumen: sépase que el concurso que organiza esa fantástica sociedad, que resurge para eso exclusivamente, no es tal campeonato de España, aunque lo digan frailes descalzos, que no lo dirán.

Y mientras Avecilla explota y publica también un artículo en muy parecidos términos en Los Deportes (28-2-1904), en El Liberal se publica la siguiente nota que demuestra que el Madrid FC continúa con la voluntad de organizar el campeonato (28-2-1904):

Ha empezado la animación en los campos de juego con motivo de la proximidad del campeonato de España.

Hasta anoche estaban inscriptas para disputarse la copa del rey el Madrid y el España de Madrid y el Athletic de Bilbao.

Las listas de equipos se publicarán oportunamente.

Y continúa el propio El Liberal el 6-3-1904:

Para el Campeonato de España, organizado por el Madrid Foot-ball Club, se han inscripto los Clubs siguientes: Athletic Club, de Bilbao; España Foot-ball Club, de Madrid; Madrid Football Club de ídem, y Club Español de Foot-ball, de Barcelona.

Este es el segundo año que se jugará este campeonato, organizado particularmente por el Madrid, y para el cual concedió el rey don Alfonso una preciosa copa y otros premios los príncipes de Asturias.

La lucha será reñida e interesante, pues van a disputarse el premio los mejores equipos españoles.

En la actualidad la copa del rey está en posesión del Athletic. Pasará a ser propiedad de este siempre que la gane tres años consecutivos.

Como se ve el interés es grande, y la mejor prueba de ello es que tomarán parte en este concurso los más afamados clubs españoles.

El plazo de inscripción se ha prorrogado ocho días más para que tengan tiempo de inscribirse las sociedades de provincias.

Lo mismo que el año pasado es de esperar que el público madrileño asista a esta fiesta de la que tan gratos recuerdos se guardan y que tanto va progresando y extendiéndose en nuestro país.

Pero parece que El Liberal no estaba bien informado, porque el presidente Avecilla publica ese mismo domingo 6-3-1904 en el Diario Universal noticia explicando que los problemas entre el Madrid FC y la federación se han solucionado. Dice así el presidente federativo:

Ante todo, mi más cordial enhorabuena a las sociedades de la corte y a la federación por el satisfactorio fin de las discordias que hasta hace pocos días hacía temer por la prosperidad del foot-ball y augurar un final desastroso al Campeonato de España.

El Madrid-Moderno ha decidido al fin federarse, comprendiendo la utilidad de caminar unidas todas las sociedades madrileñas, dando así ocasión al magnífico espectáculo que se proyecta con motivo de la llegada próxima del Athletic de Bilbao y el Español de Barcelona, para dar público testimonio de la concordia y fraternidad de todos […].

Días pasados di yo noticia de la inscripción de los clubs Athletic de Bilbao, Español de Barcelona, Madrid-Moderno y España de Madrid, adelantando que caso de venir la sociedad organizadora a un acuerdo con la federación, cambiando de este modo la actitud de esta, entrarían en liza los clubs federados para luchar con los ya inscritos en el Campeonato de España.

Por fortuna cumpliéronse los augurios míos, y a la lista de los ya citados han de agregarse los primeros teams de las sociedades siguientes: Moncloa, Iberia y Español.

La cuestión en consecuencia estaba clara: había equipos que se habían inscrito al campeonato organizado por el Madrid, y otros equipos que habían permanecido fieles a la federación y que precisamente por este motivo no se habían inscrito. Y el Español, que jugó a dos bandas inscribiéndose como España ante el Madrid y como Español ante la federación. Y ahora que el Madrid aceptaba la competencia de la federación esta aceptaba como inscritos a unos y otros. Lo que exigía entre otras cosas que se empezaran de inmediato los partidos de la eliminatoria previa de Madrid para dar un representante regional en el Campeonato de España. Tan pronto como el domingo siguiente, según el propio Avecilla (6-3-1904):

Para el próximo domingo está señalado el primero partido eliminatorio entre los clubs Madrid-Moderno y Español de Madrid. La fiesta tendrá lugar en el Hipódromo a la hora que oportunamente se anunciará, siendo la entrada por invitación, que se facilitará a quienes lo soliciten en los sitios que se darán a conocer con la debida antelación. Tarde de emociones el próximo domingo, en que por vez primera han de luchar los dos clubs más fuertes de la corte en los preliminares del Campeonato de España.

Así pues por fin solucionados los problemas entre federación y Madrid iba a comenzar el segundo Campeonato de España. Según carta enviada por Avecilla (Arte y Sport, 20-4-1904) a los inscritos la federación hacía suyos los reglamentos redactados por el Madrid y aceptaba también los equipos inscritos. Gracias a El Liberal (6-3-1904), Arte y Sport (10-3-1904) y Los Deportes (13-3-1904) conocemos cuáles fueron los jugadores inscritos:

Club Español de football, de Barcelona

Jugadores: D. José Mª de Acha, D. Joaquín Carril, D. Benigno Belausteguigoitia, D. Guillermo Galiardo, D. Joaquín Cenarro, D. Ángel Rodríguez, D. Enrique Montells, D. Victoriano de la Riva, D. José María Soler, D. Ángel Poz, D. Gustavo Green Córdoba.

Suplentes: D. Juan de Olóriz, D. Emilio Sampere, D. José María Jorro, D. Julián Mora, D. Jorge Meyer, D. Santiago Méndez, D. Francisco Bru, D. Francisco Vives, D. Sebastián Casanellas, D. Miguel Berna, D. Florentino Ayestarán, D. Raimundo Fernández García-Quirós, D. Manuel del Castillo y D. Joaquín Escardó.

Athletic Club de Bilbao

Jugadores: D. Alejandro Acha, D. Enrique G. Careaga, D. Amado Arana, D. Juan Astorquia, D. George Cochram, D. Luis Silva, D. Alejandro de la Sota, D. Mario Arana, Sr. Dyer, Sr. Casseaux, Sr. Evans.

Suplentes: Sr. Guy, Sr. Devies, Sr. George Langford, D. M. Castellanos, D. Luis Arana, D. Darío Arana, D. José Arana, Sr. Arambarri, D. Benito Urquiza, Sr. Azpeitia, D. Avelino González, D. J. Irízar, D. Adolfo Larrañaga, D. Hermenegildo García, D. Rogelio Renovales, D. Ricardo Ugalde, D. Ángel Pérez, D. Ramón Silva, D. Enrique Goiri, D. A. E. Mills.

España foot-ball Club, de Madrid

Jugadores: D. Juan Caleya, D. N. Ocha, D. Alfonso Hermúa, D. Benigno Martínez, D. Ramón Cárdenas, D. Manuel Vallarino, D. Ramón Méndez, D. José Giralt, D. Antonio Sánchez Neyra, D. Armando Giralt, D. Isaac Fernández.

Suplentes: D. Fernando López, D. Enrique García, D. Agustín Chofré, D. N. Ajuria, D. Raimundo García, D. J. Luis Puigcerver, D. Enrique Arruabarrena, A. Arturo Hamilton, D. Máximo Suberceaux, D. Enrique Rodero, D. Manuel Méndez y don Mario Giralt.

Madrid football Club.

Jugadores: D. Carlos R. Lafora, D. Eustaquio Celada, D. José Contreras, D. Manuel Yarza, D. Luciano Lizárraga, D. Enrique Normand, D. Pedro Parages, D. Luis Romero de Tejada, D. Antonio Alonso, D. Federico Revuelto y D. N. Irigoyen.

Suplentes: D. Arturo V. Johnson, Sr. Jorro, D. Telesforo Álvarez, Sr. Ortiz, D. Eugenio Bisbal, D. Alejandro Leigt, Sr. Hodans, Sr. Barquín, D. Juan Albéniz, D. Joaquín Yarza, D. Juan Seguí, D. Cristino Bisbal, D. Pedro Normand, D. Pedro Sanz, D. Leopoldo Durán, Sr. Faccini, D. Antonio Alcalde, D. Joaquín Elósegui, D. Adolfo Wandosell y D. Henry Gottard.

Y así pues el 13-3-1904 se empezaron las eliminatorias provinciales de Madrid para dar un representante capitalino para el Campeonato de España. El primer partido, contra lo que había anunciado Avecilla, se disputó entre el Moncloa y el Iberia. Bajo la presidencia del propio presidente federativo y en el campo del Moncloa, los locales vencieron por 4-0 (Los Deportes, 20-3-1904). Nótese que el campo en principio anunciado había sido el Hipódromo, pero por razones que se ignoran al final no pudo disputarse allí el encuentro.

Ese mismo 13-3-1904 se reunía en junta general el Club Español de Barcelona, y entre otras acuerdos, decidieron «desistir del proyectado viaje a Madrid para tomar parte en el Campeonato de España» (Los Deportes, 20-3-1904). Tampoco conocemos las razones de su súbita decisión. También recoge la noticia La Vanguardia (24-3-1904):

Parece cosa decidida ya que el Club Español ha desistido de efectuar el viaje de concurrencia a Madrid con ocasión del titulado Campeonato de España.

Es de sentir tal decisión tratándose de una sociedad de tanta pujanza y bríos como esta, pero debe respetarse pues, como todas las suyas, será hija de una madura reflexión. De todos modos los jugadores del Madrid deben una visita a Barcelona, de manera que bien podría gestionarse esta con éxito, a nuestro entender, con ocasión de las próximas fiestas, con lo cual se beneficiaría la afición en general y las buenas relaciones que han de existir siempre entre sportmen.

El segundo partido de la eliminatoria madrileña sí se jugó en el Hipódromo, el sábado 19-3-1904. A las 16:00 y bajo las órdenes de Ángel Garrido (del Moncloa) el Madrid-Moderno y el Español se disputaron el partido más importante de cuantos se podían organizar entre equipos madrileños. Y el partido no defraudó, pues terminó ni más ni menos que con empate a cinco goles. El reglamento recogía la opción de jugar una prórroga de quince minutos pero previo acuerdo de los capitanes; ninguno de los equipos quiso continuar en ese momento el encuentro y a la larga este fue el origen de grandes problemas. Porque el jurado del torneo dijo que el partido de desempate debía jugarse al día siguiente (20-3-1904), lo cual a pesar de que el reglamento del torneo prohibía expresamente que se jugaran dos partidos en días consecutivos. Y como el Madrid FC no se presentó se dio por vencedor de la eliminatoria al Español. Ese mismo día 20 de marzo se reunió en el café de Santa Engracia el jurado del torneo. Y gracias al Libro de Oro del Real Madrid (págs. 44 y 45) conservamos el acta de la reunión:

Acta de la Junta celebrada por el Jurado de los partidos eliminatorios del Campeonato de España el día 20 de marzo de 1904:

Con asistencia de los señores Avecilla, Garrido, Páramo, Namo y Meléndez, en el café de Santa Engracia.

El Sr. Presidente (Avecilla) dio cuenta de las cartas dirigidas por él, contando con la aprobación de los señores que componen el jurado, a los capitanes de los equipos del Madrid y el Español para que se suspendiera el partido que debió celebrarse en dicho día (20-3-1904) en uso de las atribuciones que le concedía la base 4ª del Campeonato, que dice así: «si al final del ejercicio hay bandos empatados, el jurado designará los días de encuentros definitivos».

Pidiendo se considerase nulo el acuerdo tomado en la junta anterior especto al día en que debía de celebrarse el partido por faltarse a lo prevenido en las bases, sentado como está, además, el precedente de lo realizado por el mismo jurado respecto al nombramiento de juez árbitro a favor del Sr. Arana.

Los Sres. Páramo, Garrido y Namo no fueron del mismo parecer, y pidieron se considerase el partido ganado por el Español en vista de la no asistencia al campo del Club Madrid, como resulta del acta del partido presentada y firmada por el Sr. Neyra, capitán del Español.

Los señores Avecilla y Meléndez hicieron constar su opinión en contra, pidiendo se pusiese en el acta «la barbaridad que representaba jugar los dos partidos de que se trata en días consecutivos», citando la base 7ª, y haciendo notar la no validez del acta por no estar presentada y firmada por el juez árbitro, como preceptúa la base 11, que dice: «el juez árbitro dará cuenta al jurado del resultado de los partidos en acta firmada por él y los dos capitantes antes de las veinticuatro horas».

Sacado a votación cuál había de ser el resultado del partido, se acordó por tres votos contra dos que se considerase ganado por el Club Español.

Y no habiendo más asuntos de qué tratar, se levanta la sesión. Madrid, 20 de marzo de 1904. El secretario, Adolfo Meléndez.

Y esta decisión provoca ni más ni menos que una reunión inmediatamente después de la junta directiva de la federación (acta extraída también del Libro de Oro del Real Madrid):

Acta de la junta celebrada por la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-Ball del día 24 de marzo de 1904 en el café de Santa Engracia.

Asisten los señores Garrido, Velasco, Hermúa, López, Meléndez, Páramo, Namo, Jiménez, Avecilla y Villaseñor.

Preside el señor Garrido. Se acuerda por la federación se decida el resultado del partido verificado entre el Madrid-Moderno y el Español por el jurado compuesto por los señores Meléndez, Páramo y Garrido, como fuentes consultivas, decidiendo este que se otorguen los dos puntos al Español.

Presenta el Madrid-Moderno su baja en la federación, y no es admitida, demorando el Madrid su opinión hasta consultar con su Club.

No se admite la dimisión presentada por el señor Avecilla y por el señor Villaseñor de sus cargos de presidente y secretario, respectivamente, así como tampoco la baja del Club Moncloa y la dimisión de su representante, señor Garrido.

Y se levanta la sesión en Madrid, a 24 de marzo de 1904. El secretario, J. Villaseñor.

La situación en definitiva es la siguiente: Avecilla se puso de parte del Madrid, y al no conseguir defender oportunamente lo que consideraba justo presentó la dimisión, al igual que su vicepresidente (que había votado contra el Madrid) y su secretario.  En todo caso, es cierto, la decisión de dar por ganado el partido al Español prosperó y este se enfrentó en el partido definitivo de las eliminatorias madrileñas al Moncloa el domingo 27-3-1904.

Y una vez más la desgracia hizo acto de presencia. Esta vez el partido se jugó en el campo del Athletic de Madrid por «la imposibilidad de seguir celebrándose en el Hipódromo, por causas de todos sabidas y que no es esta la ocasión de poner de manifiesto» (Diario Universal, 27-3-1904). O en palabras de Gran Vida (marzo de 1904), «por cierto, que debió de ocurrir algo anormal, cuando se ha privado a los footballers del Hipódromo (y esta es la segunda vez). Por este camino serán los propios jugadores los que desacrediten el foot-ball con su falta de prudencia». Explica así Gran Vida el desagradable incidente que provocó la suspensión del encuentro:

Después de apuntarse un tanto el [Español], un desgraciado incidente vino a interrumpir el partido. Alfonso Hermúa, el conocido y simpático zaguero, tuvo la mala fortuna de caer, fracturándose la tibia y el peroné. Asistido inmediatamente por los facultativos del gabinete médico de Pardiñas, que le operaron de toda urgencia, pasó a su domicilio, Serrano 51, donde ha recibido muestras de la ansiedad con que se desea su curación.

Dice por su lado Avecilla en la misma crónica del Diario Universal (27-3-1904):

El Español recurre, a la vista de lo ocurrido, a la federación para ver si da por válido el partido de esta mañana. Es de presumir que la federación aplicará a este caso el mismo criterio que sustentó con motivo de la cuestión entre el citado club y el Madrid-Moderno, caso de que los antecedentes coincidan y sea el mismo el puesto a su resolución, como parece.

No tenemos constancia directa de la reunión que la junta directiva debió de tener ese mismo día 27-3-1904, pero gracias entre otros a Gran Vida (marzo 1904) sabemos que el día 28-3-1904 se convocó a la final entre el Español de Madrid y el Athletic Club de Bilbao, que había llegado a la capital el mismo día 27-3-1904.

Quizá sea oportuno citar en este punto que existe una gran controversia sobre cómo se desarrolló la llegada de los bilbaínos a Madrid. Parece intrascendente, pero nos adelanta elementos que quizá nos permitan explicar el desarrollo posterior del torneo. He aquí las diferentes referencias sobre la llegada del Athletic:

Esta madrugada ha llegado a Madrid el Athletic de Bilbao, a quien esperaban en los andenes de la estación del Norte una numerosa comisión del Madrid FC y la junta directiva de la federación (Ceferino R. Avecilla, Diario Universal, 27-3-1904).

Por esta región fue a esa corte la Sociedad Athletic Club, y pasando por alto la particularidad de que ni a nuestra llegada a la estación del ferrocarril, ni en la fonda donde nos hospedábamos, ni en ninguna parte tuviéramos el gusto de recibir el cortés saludo de bienvenida de la Federación de football de esa, ni colectiva ni particularmente (y esto sí que me parece incomprensible y desusado) (George Cockram, 7-4-1904, publicado por El Nervión, 8-4-1904)

El día 27 por la mañana llegaron los jugadores de Bilbao, yendo a esperarlos comisiones de los clubs Madrid y Moncloa, además de casi todos los socios de este Athletic. Es verdad que no hay ninguna obligación, pero creo que es un deber de cortesía el que una federación que con tantos derechos se cree, nombre uno o dos individuos para que saluden a los que vienen para disputarse el campeonato (Eduardo de Acha, Arte y Sport, 20-4-1904).

Respecto a una queja que expresa el Sr. Acha, debo manifestar que ni a mí ni a mis compañeros, ni amigos más íntimos, ni a mí, se nos participó que el Athletic llegaría a esta corte el día 27 de marzo, en cuya mañana tuvimos que jugar un partido eliminatorio, señalado por la Federación; pues de haberlo sabido, hubiéramos solicitado la variación conveniente de hora, para tener la satisfacción de ir a esperar y saludar, con nuestro presidente en cabeza, a los campeones del año pasado (Benigno Martínez Franco, 25-4-1904, publicado por Arte y Sport, 10-9-1904).

Los athléticos parecen olvidar que el representante del Moncloa que fue a recibirles, Ángel Garrido, era también vicepresidente de la federación.

Fuera como fuera, llegó el citado día 28 de marzo, el primero de los designados por el reglamento para jugar el Campeonato de España, y la situación en resumen era la siguiente:

  • El Reglamento del Campeonato decía con toda claridad en su artículo 4º que solo podía inscribirse un equipo por provincia, y que en caso de ser más debían organizarse eliminatorias que dieran un vencedor antes del día 25.
  • Por las situaciones antedichas en Madrid, a día 28, no había campeón regional.
  • El Español de Barcelona no llegó a venir a disputar el torneo, por lo que el único inscrito era el Athletic Club.

Para resolver el problema de que solo hubiera un inscrito la federación madrileña en su reunión del 27 de marzo decidió alterar las normas de competición, haciendo un sorteo entre el Moncloa y el Español para ver cuál de los dos jugaría contra el Athletic al día siguiente. Si ganaba el club bilbaíno a él le correspondería automáticamente el título de Campeón de España, y si era el representante madrileño el que ganaba, este debería enfrentarse con el otro equipo madrileño. El elegido finalmente por el sorteo para representar a Madrid fue el Club Español.

Así el primer día del torneo, el 28 de marzo, debía disputarse el partido entre el Español de Madrid y el Athletic Club. Pero el partido no se disputó. Tradicionalmente se ha dicho que fue porque al no haber ningún vencedor de las eliminatorias madrileñas ningún equipo fue al campo a jugar contra el Athletic, y que en consecuencia estos ganaron lícitamente el campeonato. Pero la realidad no fue así.

En este punto es preciso leer con mucha atención algunos párrafos de cartas y noticias que posteriormente reproduciremos íntegramente, pero que son imprescindibles para continuar aquí con el relato. Por orden de publicación son las siguientes:

El lunes 28 el Athletic trató de ver con quién jugará y no sacó resultado práctico. Se cree que el Español firmó acta en la que cedía al Moncloa el partido; pero este club no dio señales de vida, no se sabe si asustados los jugadores o por qué causa. En vista de lo cual el Athletic ganó campo, aunque a su pesar, sin demostrar su valor en el concurso. Este club tenía derecho a la copa desde el día 27, pues para esa fecha debía Madrid designar el club que le representaría y al no hacerlo pudo Bilbao el mismo domingo titularse campeón, pero no quiso, esperando al lunes en que no presentándose ni el capitán del Moncloa para exponer causas y ver de aplazar el partido se consultó el asunto a un señor abogado, y este dijo que el Athletic podía retirar sus jugadores, pues ya no se podía aplazar la estancia allí, por las ocupaciones de los que componían el team (crónica de El Nervión, 30-3-1904).

Nos presentamos el día 28 de marzo por la tarde en el campo del juego, dispuestos a disputar la partida de concurso, y como no se presentó ningún club inscripto, pues el único que lo estaba -el de Barcelona- no acudió y entre los de esa no habían terminado los partidos eliminatorios, que según las fechas reglamentarias debían ser jugados antes del 25 […]. (George Cockram, 7-4-1904).

Que el Athletic se presentó a jugar el campeonato, encontrándose con que no había otra sociedad que pudiera jugar con él. Que por lo tanto este es el segundo año que tiene la posesión de la Copa y que somos los campeones. ¿Lo duda alguien esto? (Eduardo de Acha, 20-4-1904).

Ha faltado el Athletic a la base 7ª de dicho Reglamento general al negarse a jugar con el Español el día 28 de marzo último, en el campo próximo al Tiro de Pichón, el partido definitivo que le señaló la Federación y que fue anunciado por toda la prensa periódica de esta capital. Un argumento, más aparatoso que de verdadera fuerza, expone el Sr. Acha diciendo que los capitanes del Español y el Moncloa cedieron al Athletic el campeonato. Ni el Sr. Neyra ni el Sr. Garrido podían usar de atribuciones que no tenían sin consultar previamente con sus clubs respectivos, ni con el referee o árbitro, ni con la Federación; y buena prueba de ello es que dichos señores se acercaron al Sr. Astorquia, acompañados del que suscribe y de todos los socios del Español, para exigir que se jugase en el acto el partido definitivo del campeonato, a lo que accedió, justo es confesarlo, el capitán Sr. Astorquia, si bien después se retractó de su acuerdo por instigaciones de su compañero el Sr. Sota […] Siendo certísimos y públicos los hechos relatados, se comprenderá la fuerza y veracidad que tienen los argumentos del Athletic cuando en uno de los párrafos finales de su escrito se leen estas palabras: «que el Athletic se presentó a jugar el campeonato, encontrándose con que no había otra sociedad que pudiese jugar con él». (Benigno Martínez Franco, 25-4-1904, publicado por Arte y Sport, 10-9-1904).

¿Qué ocurrió así pues el 28 de marzo? ¿Había rival para el Athletic como afirma el representante del Español o no había ninguno como afirman los bilbaínos? Pues aunque parezca sorprendente, los dos llevan razón. En efecto todo parece indicar que el Español se presentó a jugar tal y como había decidido la federación la tarde anterior, pero el Athletic se negó a jugar con ellos porque siendo fieles al reglamento del campeonato publicado inicialmente el Español no era representante de la provincia de Madrid porque no había ganado las eliminatorias regionales.

No fue en consecuencia que el Athletic no tuviera rival, sino que no reconocieron capacidad al rival que se presentó, el Español de Madrid. Esta es la única interpretación plausible para los tres textos citados y en particular los dos escritos por bilbaínos, que si se releen desde esta perspectiva se notan redactados con un cuidado extraordinario para que sin mentir parezca que dicen algo que no están diciendo. De ahí ha surgido precisamente la mala interpretación que ha circulado hasta hoy por los libros.

Pero hay otro elemento que es preciso destacar. Y es que todo parece indicar que el Athletic bilbaíno traía desde Bilbao la intención de no jugar ningún partido al hacer la interpretación del reglamento antedicha. Ya lo avisaba el propio presidente Avecilla el mismo día de la llegada del Athletic (Diario Universal, 27-3-1904):

Además del partido definitivo del Campeonato de España, es muy posible que jueguen fuera de concurso con algún otro club de los eliminados.

Según rumores el primero se jugará mañana, a las tres y media de la tarde, en su hermoso campo situado detrás de las tapias del Retiro, en las inmediaciones del Tiro de Pichón.

Un dato que nos permitiría confirmar nuestra hipótesis de que ya venían sin intención de jugar sería saber si trajeron o no la copa a Madrid. Y una vez más contamos con versiones bien diferentes:

Ha regresado a su país sin jugar el partido que se había anunciado, y lo que es más incomprensible aún, con ser esto mucho, llevándose la copa de S. M. como si legítimamente le perteneciera (Avecilla, Diario Universal, 4-4-1904).

Por último debo significarle que la copa fue remitida a esa corte por esta sociedad dentro del plazo reglamentario, y únicamente un olvido de la persona a que se mandó puede ser la razón de que no fuera entregada a tiempo (Cockram, El Nervión, 7-4-1904).

Dice este señor en su artículo que se debía haber entregado la copa, «según expresan los reglamentos», ¿qué reglamentos? Cuando se solucionó la cuestión entre el Madrid F.C. y la Federación sobre quién tenía derecho a publicar las bases, recibí una carta, que conservo, del Presidente de la Federación, y, entre otras cosas, me decía: «Aténgase, pues, a las bases publicadas por el Madrid F.C…» Dichas bases no hablan de entregar la copa a nadie en el tiempo que dice F. Bowden. La base 14 dice que «la Sociedad que obtenga el campeonato queda obligada a disputarlo al año siguiente a las Sociedades que se inscriban, como establece la base 4ª y condiciones, y si fuera vencida en su provincia ó en Madrid, a entregar la copa a la Sociedad vencedora». Por lo tanto, si no hice entrega de la copa, fue porque no tenía ninguna obligación a ello. (Acha, Arte y Sport, 20-4-1904).

El presidente de la Federación manifestó públicamente repetidas veces que no había exigido al Athletic el previo depósito de la copa (que alguien calificó despectivamente de cacharro al recogerla en el primer año de campeonato), porque descansaba en la caballerosidad de las personas que componen ese club; y tanto confiaba este en su triunfo que la dejó en Bilbao y no la presentó en el concurso actual (Benigno Martínez, 25-4-1904, publicada en Arte y Sport 20-9-1904).

Siguiendo las diferentes opiniones parece ser que el Athletic de Bilbao mandó la copa al presidente de su sucursal madrileña para que este se la entregara a la federación, y fue Acha quien decidió no entregarla como él mismo confiesa. Entendemos que la hipótesis más plausible sea que cuando mandaron la copa un mes antes del torneo lo hicieron con intención de entregarla al organizador cuando este todavía era el Madrid FC. Una vez el trofeo en Madrid decidieron no entregarlo al nuevo organizador, la federación madrileña de Avecilla.

Tras la negativa del Athletic a jugar con el Español se reunió la junta de la federación ese mismo 28-3-1904 por la noche para resolver sobre el asunto. Tenemos dos referencias de las decisiones que se tomaron:

Cuando escribo estas líneas debe de estarse juntado en el campo del Moncloa el partido definitivo del campeonato de España entre el Athletic de Bilbao y el Español de Madrid, según acordó la federación en su junta de anoche. Caso de que corresponda el triunfo al segundo de los citados clubs, habrá de jugar con el Moncloa un definitivo, ya que por apremios de tiempo no ha sido posible jugar el último eliminatorio, siendo preciso sortear entre los dos clubs citados el que habrá de luchar hoy. La copa de los príncipes de Asturias que figuraba como segundo premio en el campeonato se jugará en concurso aparte entre las sociedades de Madrid, en caso de que no resulte hoy vencedor el team vasco. (Ceferino Rodríguez Avecilla, 29-3-1904, Diario Universal).

En vista del extraño proceder del Athletic acordó la federación dirigir un oficio a su capitán, en cuya casa fue entregado con las debidas precauciones, señalándole el siguiente día 29 de marzo, hora de las tres y media de la tarde y campo de la Moncloa, para que jugase con el Español el partido que debía poner término al concurso (Benigno Martínez Franco, 25-4-1904, publicado por Arte y Sport, 10-9-1904).

Pero el Athletic en definitiva siguió sin reconocer a la federación la potestad para variar el reglamento del Campeonato, y simplemente se dio a sí mismo por campeón de España y se volvieron a Bilbao al día siguiente. No sin antes enviar telegramas contando su supuesto éxito dirigidos a un «joven y distinguido convecino nuestro» (El Nervión, 29-3-1904):

Club Madrid fuera de concurso. Jugamos partido amistoso con Athletic de esta. Saldremos mañana. Acha.

Retirado club Madrid. Nuestra es Copa. Ahora salen Dyer y Cockram. Zubiría.

El 29-3-1904 se volvió el Athletic a Bilbao, mientras que a las 15:30 la federación había convocado nuevamente al Athletic y al Español para disputarse el Campeonato de España, esta vez en el campo del Moncloa. Así lo cuenta el representante del Español, Benigno Martínez Franco, en su carta de 25-4-1904, continuando el párrafo reproducido justo antes (reproducida por Arte y Sport el 10-10-1904):

El Español cumplió noblemente dicho acuerdo, presentándose uniformado, en el orden siguiente: Vallarino, Prats, Neyra, Giralt (A.), Méndez (R.), Fernández (Isaac), Giralt (J.), Méndez (M.), García (E.), Martínez (B.) y López (F.).

Después de esperar en vano tres horas al Athletic, que al no presentarse en el campo incurrió en la penalidad marcada en la base 6ª del Reglamento general, se levantó la correspondiente acta, firmada por el árbitro y el capitán, la cual fue remitida a la Federación; y en sesión celebrada a las diez de la noche del mismo día 29 declaró esa corporación campeones de España a los señores del Club Español antes nombrados.

Como el Athletic no hizo uso del derecho reglamentario consignado en el art. 12 antes inserto, claro es que renunció a él y que ahora sería tardía e impertinente cualquier reclamación sobre este punto.

En conclusión la cosa parece estar bien clara. El segundo Campeonato de España lo organizó la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball, y como tal organizador a ella le correspondía designar las fechas de los partidos y hacer cumplir el reglamento del torneo. E incluso cambiar el reglamento si así lo consideraba necesario. El Athletic no es más que uno de los equipos participantes que ninguna autoridad tiene para decidir quién era el campeón de España.

Pero queda otra interrogante. ¿Qué pasó con el Moncloa? Porque recordemos que la decisión de la junta directiva del 27-3-1904 era que si ganaba el Español el partido contra el Athletic se debería jugar otro partido entre el Español y el Moncloa. Entendemos sin fundamento la nota publicada por El Nervión de Bilbao en el sentido de que el Español cedió al Moncloa su posición por quedar desmentida por los hechos. Pero insistimos, ¿qué pasó con el Moncloa? Pues no lo sabemos. Contamos no obstante con una pista, la que nos da el propio presidente de la federación el 4-4-1904 en el Diario Universal:

La victoria definitiva veremos a quién corresponde en el partido que esta tarde se juega entre los primeros teams del Moncloa y del Español, de cuyo resultado tendré al corriente a mis amables lectores.

Pero no informó del resultado, y ni siquiera dijo que el partido no llegara a jugarse. Ni él ni ningún otro periódico o revista. Así que solo dos hipótesis se nos ocurren: que el partido no llegara a jugar o que se jugara y lo ganara el Español. Ningún rastro hay de que el Moncloa quedara campeón del torneo, y sí muchos de que lo fue el Español durante la polémica que se desarrolló los meses siguientes y que a continuación reproducimos íntegra. Las incógnitas en todo caso quedan abiertas: ¿por qué ni siquiera una pequeña nota de Avecilla explicando qué pasó el 4-4-1904? ¿Por qué nadie dio explicación de qué había pasado en ese partido? ¿Por qué Ángel Garrido, vicepresidente de la federación y representante del Moncloa, no dijo nada?

El caso es que después de esta nota de Avecilla de 4-4-1904 al día siguiente publica una nota sobre la Sociedad de Esgrima en el Diario Universal, es decir, que eligió deliberadamente no hablar de lo ocurrido el día anterior. Y veinte días después, el 25-4-1904, al final de otra nota sobre la Sociedad de Esgrima, su siguiente artículo tras el del 5-4-1904, decía esto el presidente de la federación:

Tengo en mi poder una carta en que un señor, que se firma T. Struggler, rectifica algunos de los extremos del escrito sobre Campeonato de foot-ball publicado por mí en estas columnas. A esto y a otras cosas contestaré oportunamente. Un poco de paciencia, que tiempo habrá.

Pero no hubo tiempo. Esta fue la última nota publicada por Avecilla, hasta el punto de que a partir del 2-6-1904 le sustituyó como cronista deportivo quien firmaba con el pseudónimo de «Crack», y que jamás escribió una sola crónica de fútbol (hasta finales de julio, al menos).




La Copa de 1904: la polémica posterior

El Campeonato de 1904 trajo mucha cola en la prensa. Para la narración de cómo fue el desarrollo del torneo hemos tenido que entresacar algunos párrafos de las cartas publicadas, pero entendemos que es menester reproducirlas íntegramente por el interés que tienen y porque hasta la fecha eran desconocidas. A riesgo de ser repetitivos, se reproducen en todo caso enteras.

He aquí la polémica, que comienza el 4-4-1904 con la crónica publicada por el presidente Avecilla en el Diario Universal y también reproducida en El Nervión de Bilbao del día siguiente (5-4-1904):

Entre los foot-ballmen de la corte es objeto de comentarios nada favorables, ciertamente, la extraña conducta del Athletic Club de Bilbao, que ha regresado a su país sin jugar el partido que se había anunciado, y lo que es más incomprensible aún, con ser esto mucho, llevándose la copa de S. M. como si legítimamente le perteneciera.

Dicen que para obrar en forma tan desusada alega en su favor el haberse faltado a las bases por todos los clubs de Madrid, con lo que se apropian estos señores unas facultades que nadie les ha conferido y que ciertamente no son los llamados a poseer. Y en todo caso esto no justifica el que la copa siga en su poder, toda vez que era de rigor haberla entregado hace más de un mes, según bien claro expresan los reglamentos, de cuya observancia estricta los dispensara la buena fe de los organizadores que seguramente no podrán presumir cosa como la ocurrida, que por lo inopinada, asombra verdaderamente.

A estos señores del Athletic les fijó la federación día y campo para jugar dentro de las tres fechas señaladas en las bases; claro es que al no presentarse en el campo dieron por perdido el partido tal, lo que no fue óbice para que cargando con el santo y la limosna, se largasen a Bilbao con la copa consabida y cantando victoria.

Las versiones que corren para justificar esto -caso de que tenga justificación- son muchas y poco favorables para el citado club ex campeón de España. La victoria definitiva veremos a quién corresponde en el partido que esta tarde se juega entre los primeros teams del Moncloa y del Español, de cuyo resultado tendré al corriente a mis amables lectores.

La cual encontró respuesta en los tres periódicos bilbaínos el 8-4-1904. En carta firmada el 7-4-1904 por George P. Cockram y publicada por El Nervión, La Gaceta del Norte y El Liberal:

Señor director del Diario Universal, Madrid.

Muy señor mío: apelando a sus sentimientos de sincera imparcialidad, ruego a usted tenga la bondad de andar insertar en su estimado diario las siguientes líneas.

En el número que lleva la fecha 4 del corriente y en su crónica que firma F. Bowdon (sic), refiriéndose a esta Sociedad Athletic Club de Bilbao, se hacen apreciaciones que no son otra cosa que producto de una información evidentemente inexacta y un completo olvido de los reglamentos por que se rigen tanto en Inglaterra como en España las Sociedades de foot-ball.

He de hacerle constar que nosotros, sin variar un ápice sus bases y mucho menos abrogarnos ninguna atribución extraordinaria, como gratuitamente supone el cronista, o su equivocado mentor, hemos regresado a Bilbao en posesión legítima, por segundo año, de la Copa de Su Majestad y Campeonato de España.

Razones, las siguientes:

1ª. La base 4ª del Reglamento dice que solo podrán tomar parte en el Concurso que se celebrará en Madrid una sociedad de cada provincia o región, y que antes del 25 de marzo se habrán jugado ya los partidos eliminatorios, etcétera.

2ª. La disposición 6ª determina que los partidos definitivos de concurso se celebrarán en Madrid los días 27, 28 y 29 del mes de marzo citado.

3ª Por esta región fue a esa corte la Sociedad Athletic Club, y pasando por alto la particularidad de que ni a nuestra llegada a la estación del ferrocarril, ni en la fonda donde nos hospedábamos, ni en ninguna parte tuviéramos el gusto de recibir el cortés saludo de bienvenida de la Federación de football de esa, ni colectiva ni particularmente (y esto sí que me parece incomprensible y desusado) cumpliendo exactamente con el Reglamento, nos presentamos el día 28 de marzo por la tarde en el campo del juego, dispuestos a disputar la partida de concurso, y como no se presentó ningún club inscripto, pues el único que lo estaba -el de Barcelona- no acudió y entre los de esa no habían terminado los partidos eliminatorios, que según las fechas reglamentarias debían ser jugados antes del 25, hubimos de retirarnos después de jugar, ya que estábamos en el terreno, una partida amistosa con nuestra sucursal Athletic Club de esa, en la que fuimos vencedores.

4ª. Siendo esto así, a nadie puede ocultársele la lógica y racional conclusión de que ninguna sociedad se dispuso a disputarnos el campeonato, y por consiguiente de hecho y de derecho seguimos estando en legítima posesión de a la copa de honor.

Vea usted, señor director, cómo es una ofuscación muy lamentable la que padece el señor Bowdon al comentar, del modo que lo hace, un asunto en que la corrección y formalidad del Athletic Club de Bilbao están muy por encima de toda suspicacia.

Supongo que el partido que, según dice el cronista referido, se jugaba el día 4 del actual entre los clubs Español y Moncloa sería en preparación para el concurso del año próximo. ¡¡Caracoles, pronto empiezan!!

Por último debo significarle que la copa fue remitida a esa corte por esta sociedad dentro del plazo reglamentario, y únicamente un olvido de la persona a que se mandó puede ser la razón de que no fuera entregada a tiempo.

Espera le dispense la molestia que le ocasiona quien dándola las más expresivas gracias se ofrece su más atento s.s.q.b.s.m.

Como se ve Cockram dirigió su carta al director del Diario Universal pidiéndole que la publicara, pero este no accedió a su petición. Así que el presidente de la sucursal madrileña, Eduardo de Acha, mandó a su vez una carta a Arte y Sport de fecha desconocida pero que fue publicada el 20-4-1904:

En el número 457 del Diario Universal, correspondiente al día del corriente y firmado por F. Bowden, apareció un artículo en que se hacían apreciaciones que, de ser verdad, dirían muy poco a favor del Athletic-Club; pero, gracias a Dios, sucede todo lo contrario y podemos demostrar una vez más que todos nuestros actos los realizamos con la cabeza levantada y siempre cara a cara. Es de todo punto imprescindible que tanto los profanos como footballmen, sepan nuestro correcto proceder, y para demostrarlo, ahí van las pruebas:

Ante todo he de hacer constar que en El Noticiero Bilbaíno del día 8 se publicó una carta, copia de otro que mi amigo y compañero George P. Cochran, dirigía con fecha 7 al Director del Diario Universal, como contestación al artículo de F. Bowden. Esta carta, no sé por qué razones, no se ha publicado todavía, pero espero que aparecerá antes que aparezcan estas líneas.

Como muy bien dice en su carta, nosotros no nos hemos apropiado ninguna facultad porque no teníamos por qué. No hemos hecho más que cumplir las bases del campeonato, cosa que no ha hecho la Federación, de la que es presidente el señor F. Bowden. Dice este señor en su artículo que se debía haber entregado la copa, «según expresan los reglamentos», ¿qué reglamentos? Cuando se solucionó la cuestión entre el Madrid F.C. y la Federación sobre quién tenía derecho a publicar las bases, recibí una carta, que conservo, del Presidente de la Federación, y, entre otras cosas, me decía: «Aténgase, pues, a las bases publicadas por el Madrid F.C…» Dichas bases no hablan de entregar la copa a nadie en el tiempo que dice F. Bowden. La base 14 dice que «la Sociedad que obtenga el campeonato queda obligada a disputarlo al año siguiente a las Sociedades que se inscriban, como establece la base 4ª y condiciones, y si fuera vencida en su provincia ó en Madrid, a entregar la copa a la Sociedad vencedora». Por lo tanto, si no hice entrega de la copa, fue porque no tenía ninguna obligación a ello.

El día 27 por la mañana llegaron los jugadores de Bilbao, yendo a esperarlos comisiones de los Clubs Madrid y Moncloa, además de casi todos los socios de este Athletic. Es verdad que no hay ninguna obligación, pero creo que es un deber de cortesía el que una Federación que con tantos derechos se cree, nombre uno ó dos individuos para que saluden a los que vienen para disputarse el campeonato.

En vista de que ninguno de la Federación se daba a conocer, nuestro capitán, Sr. Astorquia, escribió al Presidente citándole para acordar cuándo se iba a jugar y con quién y en dónde. Todavía está esperando la contestación.

El día 28 nos presentamos en nuestro campo dispuestos a jugar con el Club que se presentase, » a pesar de haberse faltado por todos ellos a las bases».

Acudieron al campo más de cuatrocientas personas, deseosas de ver quién quedaba campeón. Se estaban preparando los jugadores, cuando se presentaron los capitanes del Español y el Moncloa, diciendo a nuestro capitán que daban al Athletic el campeonato, para lo cual se extendería un acta firmada por los tres capitanes. Se estaba redactando el acta, y dicen que no, que no hay nada de lo dicho, y que había que jugar. Los comentarios que se hacían, tanto por los imparciales,  como por muchos de nuestros contrarios, no son para dichos. No soy yo el llamado a explicarlo; pero baste saber que telegrafíamos a Evans para que no viniese y que aquella noche se marchaban Dayer y Cochran.

En vista de esta manera extraña de proceder,  nos pusimos a la defensiva, por decirlo así, y con objeto de no dejar mal gusto de boca a tanto espectador, se organizó un partido entre los que habían venido de Bilbao y lo mejorcito que tenemos aquí, partidoque dio lugar a palabras que agradezco como Presidente del Athletic en ésta, palabras que demostraban la afición que se desarrollaba por el foot ball sí este se jugara siempre así, esto es, jugar al foot-ball por destreza y no por patadas y cargas.

Dicen las bases que el jurado lo formaban los excelentísimos señores Marqués de Cabriñana, Marqués de Tovar y Marqués de Guadalest. ¿Saben estos señores algo de lo ocurrido? ¿Se les ha comunicado por la Federación los días y horas en que se jugaban los partidos?

¿Se sabe por qué se retiró el permiso para jugar en el Hipódromo? Y esta es la «segunda» vez, como dice muy bien el periódico deportivo Gran Vida en su número último.

Hay una infinidad de detalles que harían interminables estas líneas, por lo que hago punto.

Conste, pues, que la Federación ha faltado a las bases y, por lo tanto, los Clubs de ésta.

Que el Athletic se presentó a jugar el campeonato, encontrándose con que no había otra Sociedad que pudiese jugar con él.

Que, por lo tanto, este es el segundo año que tienen la posesión de la copa y que somos los campeones.

¿Lo duda alguien esto? Pues por si acaso sucede, el Athletic desafía a los Clubs Moncloa y Español (que son los Clubs de la cuestión) juntos, jugándose el partido en Bilbao. No siempre ha de jugarse aquí.

¿Qué van hacer con el premio de los Príncipes?

Este texto provocó la reacción del representante del Español, Benigno Martínez Franco, que remitió una amplia carta de respuesta al presidente Avecilla fechada el 25-4-1904. La siguiente:

En la revista titulada Arte y Sport, aparece con fecha de 20 de abril del corriente año un comunicado suscrito por E. de Acha, socio del Athletic Club de Bilbao, en el que, aparte de varias inexactitudes, se lanza un reto al Español de Madrid para que vaya a Bilbao a jugar con el Athletic un partido, alegando esta singularísima razón: por si alguien duda de que somos los campeones; con lo cual se atribuye desde el luego el Athletic el triunfo de un partido que no tiene todavía más realidad que la de un desafío extemporáneo.

Habiendo sido designado por mis compañeros del Español para contestar al Sr. Acha, empezaré por rebatir las erróneas aseveraciones del comunicante.

Dice en su comunicado el Sr. Acha que el Athletic no ha hecho otra cosa que cumplir las bases del campeonato; que han faltado a ellas la federación madrileña y todos los clubs de esta corte; y que no estaba obligado a entregar previamente la copa, premio del Rey, según expresan los reglamentos y a renglón seguido pregunta: ¿qué reglamentos?

Esta inocente pregunta nos obliga a recordar al Sr. Acha lo que debe o debía saber de memoria por la participación que el Athletic de Bilbao viene tomando desde hace dos años en el campeonato de foot-ball.

Sí, señor Acha, existe un Reglamento general para el campeonato de España, aprobado hace mucho tiempo por las sociedades madrileñas de foot-ball, que está autorizado con las firmas de los Sres. Padrós, Chapí, Velasco, Valls, Villaseñor, Romero y Borbón; y de su texto tenemos que extractar algunos artículos para conocimiento del Sr. Acha.

Base 3ª. Los partidos del campeonato se sujetarán estrictamente a los reglamentos aprobados por la Asociación.

Base 5ª. Mientras el premio no pase a ser propiedad definitiva del Club vencedor, este será responsable del objeto durante el año a que tiene derecho a conservarlo, teniendo obligación de remitirlo a la junta organizadora del campeonato un mes antes del partido final de la temporada siguiente.

¿Se va enterando el Sr. Acha?

Base 6ª. Si un club no se presenta en el campo en la fecha y hora fijadas por la Asociación, será considerado como si hubiese perdido el partido.

Cualquiera diría que esta base se redactó en previsión del eclipse del Athletic en el campo del Moncloa el día 29 de marzo último, según veremos más adelante.

Base 7ª. Las fechas para los partidos señalados por la Asociación deben ser respetadas y anteponerse a cualesquiera otros partidos que los clubs hayan concertado particularmente.

Conviene también a nuestro propósito que indiquemos en extracto parte del articulado del Reglamento para el segundo año del campeonato de España, organizado bajo los auspicios de la Federación Madrileña de Clubs de Foot-ball.

Art. 6º. Los partidos definitivos del concurso se jugarán en Madrid los días 27, 28 y 29 de marzo de 1904 en los campos, días y horas que la comisión organizadora anunciará oportunamente.

Art. 11. Diferencias y reclamaciones de cualquier índole tendrán que hacerse, por escrito, al jurado, antes de veinticuatro horas y el falló será inapelable.

El jurado que definitivamente resultó electo, lo compusieron los Sres. Avecilla, Garrido (padre) y Páramo, quienes desempeñaron el cargo sin protesta de nadie.

Art. 14. La Sociedad que esté en posesión del campeonato queda obligada, si fuere vencida, a entregar la copa a la sociedad vencedora.

Art. 16. En estos partidos regirá cada año el Reglamento último de la Asociación de Clubs de Foot-ball de Inglaterra.

Hemos expresado con toda fidelidad las prescripciones legales sobre el campeonato de España, que dice el Athletic ha cumplido él solo y que han sido infringidas por la federación por todos los clubs de Madrid. Veamos cómo:

Ha faltado el Athletic a la base 5ª del Reglamento general, no entregando la copa del rey a la junta organizadora un mes antes de verificarse el partido definitivo del campeonato.

El presidente de la Federación manifestó públicamente repetidas veces que no había exigido al Athletic el previo depósito de la copa (que alguien calificó despectivamente de cacharro al recogerla en el primer año de campeonato), porque descansaba en la caballerosidad de las personas que componen ese club; y tanto confiaba este en su triunfo que la dejó en Bilbao y no la presentó en el concurso actual.

Ha faltado el Athletic a la base 7ª de dicho Reglamento general al negarse a jugar con el Español el día 28 de marzo último, en el campo próximo al Tiro de Pichón, el partido definitivo que le señaló la Federación y que fue anunciado por toda la prensa periódica de esta capital.

Un argumento, más aparatoso que de verdadera fuerza, expone el Sr. Acha diciendo que los capitanes del Español y el Moncloa cedieron al Athletic el campeonato. Ni el Sr. Neyra ni el Sr. Garrido podían usar de atribuciones que no tenían sin consultar previamente con sus clubs respectivos, ni con el referee o árbitro, ni con la Federación; y buena prueba de ello es que dichos señores se acercaron al Sr. Astorquia, acompañados del que suscribe y de todos los socios del Español, para exigir que se jugase en el acto el partido definitivo del campeonato, a lo que accedió, justo es confesarlo, el capitán Sr. Astorquia, si bien después se retractó de su acuerdo por instigaciones de su compañero el Sr. Sota; y todos los bríos y toda la pujanza del Athletic se redujeron a jugar en seguida un partido con su homónimo o sucursal de Madrid para no dejar con mal gusto de boca al público, según se afirma peregrinamente en el comunicado del Sr. Acha.

Siendo certísimos y públicos los hechos relatados, se comprenderá la fuerza y veracidad que tienen los argumentos del Athletic cuando en uno de los párrafos finales de su escrito se leen estas palabras: «que el Athletic se presentó a jugar el campeonato, encontrándose con que no había otra sociedad que pudiese jugar con él».

En vista del extraño proceder del Athletic acordó la federación dirigir un oficio a su capitán, en cuya casa fue entregado con las debidas precauciones, señalándole el siguiente día 29 de marzo, hora de las tres y media de la tarde y campo de la Moncloa, para que jugase con el Español el partido que debía poner término al concurso.

El Español cumplió noblemente dicho acuerdo, presentándose uniformado, en el orden siguiente: Vallarino, Prats, Neyra, Giralt (A.), Méndez (R.), Fernández (Isaac), Giralt (J.), Méndez (M.), García (E.), Martínez (B.) y López (F.).

Después de esperar en vano tres horas al Athletic, que al no presentarse en el campo incurrió en la penalidad marcada en la base 6ª del Reglamento general, se levantó la correspondiente acta, firmada por el árbitro y el capitán, la cual fue remitida a la Federación; y en sesión celebrada a las diez de la noche del mismo día 29 declaró esa corporación campeones de España a los señores del Club Español antes nombrados.

Como el Athletic no hizo uso del derecho reglamentario consignado en el art. 12 antes inserto, claro es que renunció a él y que ahora sería tardía e impertinente cualquier reclamación sobre este punto.

Y finalmente el Athletic ha infringido el art. 14 antes mencionado al no entregar al Español la copa que retiene contra derecho; porque la perdió al negarse a jugar con el Español el 28 de marzo; porque no se presentó en el campo de la Moncloa el día 29, despreciando la orden que le dio la Federación; porque esta resolvió el asunto en el sentido de que los del Athletic han perdido este año el campeonato y ha declarado campeones a los del Español, y porque tal es la práctica corriente en Inglaterra, cuyos reglamentos rigen en España, según expresa el art. 16 copiado anteriormente; y es lógico asentar que aquellos no han de quedar incumplidos por capricho o por ignorancia, porque el que toma parte en una empresa debe antes enterarse de todas las circunstancias y condiciones de la misma, y es bien conocida la regla de Derecho de que la ignorancia voluntaria no excusa el cumplimiento de lo pactado.

En resumen: el Athletic, que arroja sobre la Federación y sobre todos los clubs de Madrid el estigma de informalidad y de incumplimiento de las bases y reglas del campeonato, es el único que ha faltado gravemente a ellas, según queda demostrado, y persevera en su negativa a cumplir las prescripciones reglamentarias. Para él nada valen ni nada significan los Reglamentos, ni la Federación, ni los clubs de Madrid; está ofuscado por la pasión que engendra la soberbia y el despecho, y olvidando que nadie puede ser juez y parte en un asunto de su interés, se constituye en tribunal, se declara urbi et orbi campeón del segundo año y no entrega la copa; y como dijo oportuna y públicamente el Diario Universal: «al no presentarse en el campo dieron los del Athletic el partido por perdido, lo que no fue óbice para que, cargando con el santo y la limosna, se larguen a Bilbao con la copa consabida y cantando: ¡Victoria! ¡Victoria!

Como dijo el poeta: Esto Inés, ello se alaba / no es menester alaballo.

Respecto a una queja que expresa el Sr. Acha, debo manifestar que ni a mí ni a mis compañeros, ni amigos más íntimos, ni a mí, se nos participó que el Athletic llegaría a esta corte el día 27 de marzo, en cuya mañana tuvimos que jugar un partido eliminatorio, señalado por la Federación; pues de haberlo sabido, hubiéramos solicitado la variación conveniente de hora, para tener la satisfacción de ir a esperar y saludar, con nuestro presidente en cabeza, a los campeones del año pasado. El Español, por su parte, no expresa queja alguna sobre estas cuestiones de cortesía, si bien hablan con máxima elocuencia las listas puestas en la casa de nuestro querido compañero Sr. Hermúa el día 27 y siguientes de marzo último, pues en ellas hay una sensible y particular omisión de firmas, y bien merecía nuestro simpático amigo un tributo de conmiseración ante el aciago percance que puso su vida en peligro.

En cuanto a las cargas y patadas de que habla el Sr. Acha, procede que conteste el aludido, que no sé quién será, porque todos mis compañeros desarrollan hoy un juego limpio y brillante; pero presumo que será un tránsfuga del Español y a quien todos reconocemos como una especialidad para moler a coces las espinillas de cualquier amigo; y solo añadiré por cuenta mía: el que no esté libre de culpa, que no se queje de los puntapiés que pueda recibir.

Celebraré que no moleste a nadie la llaneza de estas frases que es indispensable emplear, dada la actitud del Athletic, cuyos ímpetus y arrestos pudo demostrar, mejor que con comunicados periodísticos, el día 28 de marzo último, cuando le conminábamos cara a cara y frente a frente a jugar en el acto el partido definitivo del campeonato. No se atrevió entonces a aceptar el reto, y no ha podido tampoco explicar satisfactoriamente las causas que tuvo para ello.

No creemos que consistiese su prudente abstinencia en los fatídicos augurios que le hiciera alguna alma caritativa sobre la probabilidad de recibir en la lucha footballística del último partido del campeonato una paliza más que regular de los pobretes que forman parte del Español, y perder por ende el campeonato tan dificultosa y fortuitamente ganado el año anterior; ni creemos que consistiera en la pavura o jindamitis (passer-le-mot) que se apoderó de él, según cuentan, al pensar en las cargas de marras; ni porque reflexionara que en el presente año venía a la villa del oso bastante malito y averiado de juego, a juzgar por el partido que jugaron los dos hermanos siameses del football; pero sea de ello lo que quiera, es indudable que los ex campeones de España no se portaron tan resueltamente como esperaban de él algunos espíritus pusilánimes, que se asombraban al notar la arrogancia y la altanería de dichos colosos; aunque no son esas bastantes para arredrar a los modestos liliputienses y aficionados al football que habitamos en esta coronada villa.

Pero esta carta en principio no se publicó, y solo una pequeña parte salió un mes después en el Diario Universal. Pero como la polémica continuó durante meses finalmente Arte y Sport la copió íntegramente en sus ediciones de 10-9-1904 y 10-10-1904, obviando precisamente la parte publicada por Avecilla el 26-5-1904, la siguiente:

Al reto que lanza el Athletic Club a los clubs de football residentes en Madrid, contesta el Español FC aceptándolo desde luego en las siguientes condiciones:

1ª El Athletic ha de devolver a la federación madrileña de clubs de foot-ball la Copa que SM el Rey concedió para premio del campeonato de España y que retiene el citado Centro.

2ª Los resultados de este match no afectarán en nada al de los partidos de campeonato de España últimamente celebrados, quedando, por tanto firmes las resoluciones tomadas sobre este asunto por la Federación.

3ª El partido se jugará una vez que regresen a Madrid los Sres. Giralt (M.) y Pérez y esté completamente restablecido de su lesión y en condiciones para la lucha el señor Hermúa, pudiendo entonces jugar por el Athletic los bilbaínos que a este club le plazca.

4ª No ha de atreverse como apuesta cantidad alguna para no quitar a los citados clubs de foot-ball su condición de amateurs.

5ª Dado que el club retador es el Athletic, es claro que este match habrá de jugarse en Madrid, y en último caso se elegirá de común acuerdo un campo neutral.

Tales son los términos de la aceptación, que entresacamos de la atenta carta que nos ha dirigido en nombre de su club el notable footballman Benigno Martínez. La carta de referencia, de todo punto interesante, ha de publicarse en la notable revista sportiva de Barcelona Los Deportes, adonde remitimos a nuestros lectores, seguros de que saborearán con deleite el documento en cuestión.

Aunque la carta no fue publicada finalmente en Los Deportes, la respuesta no se hizo esperar. Esta vez desde Bilbao escribía José de Urízar, quien fecha el 1-6-1904 la respuesta que envía a Arte y Sport el 4-6-1904 precedida de copia del texto reproducido por Avecilla y que la revista madrileña publica el 20-6-1904:

Señor Director de Arte y Sport.

Muy señor mío: sobre el reto que dirigió al Español el Club Athletic de Bilbao, publica F. Bowden en la sección Sport del Diario Universal el siguiente suelto [copia del suelto de 26-5-1904]:

Como al Athletic interesa responde en debida forma, rogamos a usted inserte la adjunta carta, por lo que le quedará altamente reconocida dicha Sociedad, y en especial el que representándola suscribe la presente.

De usted afectísimo s.s.q.s.m.b. José de Urízar

Madrid, Mayo (sic) 4 1904.

Sr. D. Benigno Martínez, representante de «El Español».

Muy señor mío: A las condiciones con que aceptan ustedes el reto, me permito, en nombre del Athletic, , contestar brevemente, no sin antes felicitar a ustedes por el ingenio demostrado al redactarlas, tanto más de alabar, teniendo en cuenta el insignificante tiempo de mes y medio que han dispuesto para ello.

Respecto a las cláusulas de aceptación, hubiese convenido recordaran antes de que viesen la luz pública, que en toda clase de convenciones las condiciones imposibles producen su nulidad ó se tienen por no puestas, con objeto de evitar resulte inútil un trabajo tan hábilmente pensado, y que regocija por la Sociedad con que está escrita.

Afirmo que son imposibles las condiciones que imponen ustedes, pues absurdo é imposible es el que el Athletic renuncie sus derechos de Campeón de 1904, aun a costa de verse privado de la satisfacción que le produciría el luchar con «El Español», después de saludar, por sus deferencias para con nosotros al inteligente crítico de sport F.Bowden, seudónimo en el que oculta modestamente su nombre el distinguido Presidente de la Federación de Clubs de Foot-Ball de Madrid, Sr. Avecilla.

Las cláusulas 4ª y 5ª convenimos sinceramente que responden tan sólo al deseo de «El Español» de dar toda clase de facilidades al Athletic por que se decida a la lucha; y calificamos de cómica la 3ª cláusula, pues aun en la hipótesis de que aceptáramos todas las condiciones, podría negarse  «El Español» a jugar, alegando que el Sr.Hermúa no estaba en condiciones, ó que los Sres. Giral (M.) y Pérez continuaban viajando.

Por último, cúmplenos advertir que el Athletic no desafió al Madrid Moderno, pues entre ambas Sociedades reina la armonía más completa, aunque otra cosa parece deducirse del suelto copiado, que dice textualmente: «Al reto que lanza el Athletic Club de Bilbao a los Clubs de Foot-Ball residentes en Madrid», pues dicho reto se dirigió tan sólo al Español y Moncloa que pedían para sí el Campeonato de España.

Por lo expuesto, el Athletic no acepta estas condiciones por no estar inspiradas en la justicia, a la que rendimos siempre el debido homenaje.

De usted afectísimo s.s. Madrid Mayo (sic) 1 1904.

La respuesta del representante del Español, de 5-7-1904, fue publicada por Arte y Sport el 20-8-1904:

Sr. D. José Urízar, representante de «El Athletic».

Muy señor mío: La gran bondad del Excmo. Sr. Marqués de Alta Villa, su imparcialidad y su exquisita cortesía, me permiten utilizar en nombre de «El Español» las columnas de Arte y Sport; por cuya atención, tanto mis compañeros como yo, reiteramos públicamente al dignísimo Marqués el testimonio de nuestro sincero agradecimiento. Cumplido este deber, paso a contestar a usted.

Ante todo, doy a usted infinitas gracias por la delicada felicitación que nos dirige; admirando el ingenio que hemos demostrado, según dice, al redactar las condiciones de aceptación sobre el resto que nos dirigió «El Athletic», tanto más de alabar cuanto que hay que tener en cuenta el insignificante tiempo de mes y medio que hemos empleado en un trabajo tan hábilmente pensado y que regocija por la SOCIEDAD con que está escrita, suponemos que querrá decir seriedad (errata).

Califica usted de cómica la tercera de las condiciones publicadas por el Diario Universal con fecha 26 de mayo último, sin reflexionar que para la empresa de batir a  «El Athletic», libremente electo, necesita «El Español» contar también con sus mejores jugadores; y pone usted a su respuesta la fecha de 1º del mismo mes, que demuestra el vivísimo é incomparable ingenio de usted, y que nos hace recordar el famoso sainete de El payo de la carta; y termina usted expresando que «El Athletic» no acepta nuestras condiciones por no estar inspiradas en la justicia y por calificarlas de imposibles.

Suplico a usted, amable comunicante, que se baje de la parra y me preste por un momento la férula de dómine para llamarle usted al orden y al buen camino. Y en seguida le preguntaré: ¿ha leído usted el Reglamento general para el Campeonato de España? Usted me contestará sinceramente: no, señor. Y seguiré preguntándole: ¿conoce usted los motivos que han retardado la contestación de «El Español»? Usted me contestará también sinceramente: no, señor.

Pues entonces me veré en caso de aplicar a usted la contestación con que termina aquel sabido cuento: ¿Qué es arquitrable? Hablar de lo que no se sabe.

Sí, Sr. Urízar; usted ignora el texto del Reglamento general de Campeonatos, y, por lo tanto, no conoce usted la situación ilegal en que está «El Athletic». Así es que todo eso de que rinde usted homenaje a la justicia, y de que ha propuesto «El Español» condiciones imposibles, no es más que hojarasca pura y divertida pirotecnia que entretiene, pero que no convence.

Para demostrar esto, escribí un comunicado pocos días después de publicado el del Sr. De Acha y lo remití al Presidente de la Federación, quien motu propio cercenó de él lo que tuvo por conveniente omitir, y sólo publicó mucho tiempo después en el Diario Universal la parte relativa al reto, ofreciendo que la carta se publicaría íntegra en Los Deportes, de Barcelona. Por delicadeza no añadiremos una palabra más sobre el particular.

Dicho escrito lo insertaré a continuación (excepto lo relativo al reto, como asunto terminado), contando con la benevolencia del Marqués de Alta Villa.

Léalo usted detenidamente, Sr. Urízar, aunque no revele el ingenio vinculado en usted y aunque no le proporcione un nuevo regocijo; y devolviéndole la consabida férula, se ofrece de usted atento s. s., Benigno Martínez Franco.

También esta carta encontró respuesta por parte de José de Urízar, fechada en Bilbao el 3-9-1904 y publicada una semana después (Arte y Sport, 10-9-1904):

Muy señor mío: en respuesta a su comunicado del 1º de julio publicado por Arte y Sport el 20 de agosto, agradezco su fina atención de fijarse en erratas materiales como las de sociedad y 1º de mayo en vez de seriedad y 1º de junio, para aplicarme epítetos como los de poyo de la carta, dómine y otros de dudoso gusto, y que espero retirará su caballerosidad, una vez que confronte el original que obra en la redacción de Arte y Sport, y llegue a convencerse de que el escrito firmado por mí no contenía las erratas de imprenta que usted atribuye a mi ingenio.

Su intención no ha podido ser más agresiva para conmigo porque suponer sea agudeza mía firmar con fecha 1º de mayo un escrito en contestación a otro del 26 del mismo mes, y calificar la equivocación de los cajistas con frases que levantan muy poco del insulto, no revela, a mi sentir, piedad alguna.

Del propio modo que usted se fijó en erratas de mi escrito, podría yo fijarme en otras del suyo, como la de preguntar qué es arquitable (?) para llamarme ignorante, y, siguiendo su norma de conducta, zaherir la persona de usted; pero me vedan de entrar en terreno tan resbaladizo la seriedad de Arte y Sport, mi delicadeza y la hermosa satisfacción que produce el saber callar lo que nunca debe decir la prudencia y la discreción.

Con la sinceridad que usted reclama de mí contesto a sus dos preguntas, manifestando que ignoro los motivos que pudo tener el Español para retardar su contestación por no interesarme este particular, y afirmo que conozco tan perfectamente como usted las bases del Campeonato. Como parece haber divergencia entre la letra y espíritu de las mismas, me remito en su interpretación a los fundamentos que alegaban mis compañeros Sota y Cockran, en comunicados dirigidos a El Diario Universal, y que si no vieron la luz pública, no fue debido a culpa del señor director, quien los entregó a F. Boorden (sic) para publicarlos a la mayor brevedad en su sección de «Sport».

Juzguen los lectores el curioso caso de ser F. Boorden presidente de la Federación y presidente también de la Sociedad El Español.

Nuevamente califico de imposibles las condiciones en que aceptan nuestro reto, porque, si una de ellas era que el partido no se celebrase hasta que el Sr. Hermúa estuviese en condiciones para luchar, y, según noticias oficiosas en periódicos, se retira del sport en que tantos triunfos obtuvo, ¿cuándo podría el partido verificarse?

Y para terminar estas polémicas, en que ustedes sostienen en contra de nosotros que es ilegal la retención de la copa por el Athletic, solo me resta advertirles que la ley concede medios para reivindicar las cosas propias que estén en poder de otra persona que no sea su dueño legítimo.

De usted afectísimo seguro servidor, José de Urízar.

Como decíamos antes el mismo 10-9-1904 en que se publicaba esta carta, y en la misma página, se empezó a publicar la carta que el 25-4-1904 había remitido Benigno Martínez Franco a Avecilla y que terminaría de publicarse un mes después, el 10-10-1904.

Y hasta ese 10-10-1904 llegó la polémica, casi siete meses después de que no se celebrara el segundo Campeonato de España que dio como vencedor al Español de Madrid.

Antes de pasar a las conclusiones debemos detenernos brevemente en otra fecha, el 24-4-1904. Fue la fecha en que el Madrid FC se desplazó por primera vez en su historia para jugar un partido contra el Athletic. El motivo de la visita lo publicó Arte y Sport en su crónica del 30-4-1904: «para desagraviar a los bilbaínos de la decepción que seguramente sufrirían al poner el pie en Madrid para jugar el campeonato». El partido terminó con victoria de los locales por 2-1, y en el apartado siguiente analizaremos más detenidamente el posible motivo de este viaje madridista.




Conclusiones: el Athletic no ganó la Copa de 1904

Creemos haber explicado suficientemente cómo el quid de la cuestión está en lo ocurrido el 28-3-1904. Con el reglamento publicado del torneo el Athletic llevaba razón en afirmar que no había ningún equipo que cumpliera los requisitos de inscripción, y no reconocía potestad a la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball para cambiar dicho reglamento como lo había hecho el día 27-3-1904. Pero claro, el Athletic no era quién para juzgar la legitimidad o no de quien precisamente organizaba el torneo.

Entendemos que en el fondo lo que estaba haciendo el Athletic era reconocer implícitamente esa legitimidad solo al Madrid FC y a su presidente Carlos Padrós. Pero, ¿hasta qué punto no tuvo el propio Padrós responsabilidad en lo ocurrido?

Si como hemos visto la intención de este fue desde el principio organizar directamente el torneo, quizá pensase que podía ganar aún más fuerza y reforzar su prestigio si, siendo otro quien corriera con la organización, las cosas salían muy mal. De tal modo, nadie dudaría en lo sucesivo que sólo a Padrós debía corresponderle la organización. Como pitanza, se deshacía de Avecilla y una federación que no gobernaba.

Quizá la primera artimaña de Padrós tuviera como consecuencia que el Español de Barcelona no viniera a Madrid a jugar el Campeonato. Es cierto que no hay pruebas directas, pero lo que sí sabemos es que el Español dejó de venir anunció su retirada del torneo una vez que se hizo público que este no lo organizaría el Sr. Padrós sino la federación.

Los problemas de las eliminatorias madrileñas fueron fortuitos y no se le pueden achacar a nadie, pero lo que no sabemos es por qué no se cedió el Hipódromo salvo para el partido jugado por el Madrid. ¿Cuáles eran esas «causas de todos sabidas y que no es esta la ocasión de poner de manifiesto» a las que se refería Avecilla? ¿Tuvo algo que ver Padrós, quien sí había conseguido el Hipódromo para años anteriores y lo volvería a conseguir para los siguientes?

Esta interpretación gana fuerza precisamente por la visita que el Madrid y su presidente hicieron al Athletic tres semanas después del campeonato y la interpretación que dio de ella la prensa.¿Por qué habría el Madrid FC de desagraviar al Athletic cuándo él no había tenido ninguna responsabilidad de la organización del Campeonato de España? ¿O es que sí la había tenido? ¿Fue acaso el presidente madridista quien instó al Athletic a no reconocer legitimidad a la federación y a regresar a Bilbao el día siguiente de haber llegado a Madrid y sin haber jugado?

El caso es que la extraña actitud del Athletic tuvo a la larga su beneficio, pues aparte de llenar el campo de Lamiaco tres semanas después, Padrós volvió a organizar el Campeonato de España en la siguiente edición (1905) y quedaría aceptado como vencedor del año precedente al club que jamás lo ganó, al no prestarse a jugar siquiera. Así se entendió al Athletic, desde entonces, campeón de un torneo que no ganó: solo el organizador tiene potestad para decidir quién es el campeón. Y la Federación fue clara adjudicando el título al Español de Madrid. El Athletic Club quedó descalificado y en consecuencia ni siquiera podría tomársele por subcampeón.

Pero además hay que anotar que para dejar pocas pistas a los posibles interesados por el asunto las fechas de celebración del Campeonato se cambiaron en todas las historias publicadas para que cuadrara perfectamente la historia vendida por el Athletic. Desde el primer Anuario de la RFEF publicado en la temporada 1927-28 se dice que la fecha designada para el partido era el 26-3-1904 y que como no había campeón regional madrileño el Athletic no tuvo rival. Los dos días de diferencia que hay entre la fecha hasta ahora difundida y la real (28-3-1904) son suficientes para que ya sí hubiera representante madrileño, aunque hubiera sido designado por sorteo. No creemos, sinceramente, que el error en la fecha sea simplemente un error involuntario, sino antes bien parte de la propaganda para que perdurara el considerar al Athletic campeón aun sin serlo.

No queremos concluir este largo artículo sin llamar la atención sobre el Libro de Oro del Real Madrid, publicado con motivo de su cincuentenario en 1952. Editado por el propio club, su dirección recayó en Federico Carlos Sainz de Robles y su realización en Ediciones Ares. No sabemos quién fue el autor, pero sí sabemos que conocía perfectamente lo ocurrido en 1904 y que además contaba con información directa de la federación madrileña. No en vano reproduce las dos actas de reuniones que nosotros hemos copiado arriba, sino que afirma directamente tener mucha más información: «la publicación de todos ellos -que el autor conserva a disposición de los curiosos- sería interminable […]». Lástima que los curiosos de hoy no podamos tomar contacto con tan informado cronista. Y la pregunta que nos queda: ¿conservarán sus herederos toda esa valiosa información recopilada por el autor, incluidas las actas de la federación madrileña?

Para concluir queremos destacar que este episodio de la historia del fútbol español, tan escondido durante más de cien años y que nosotros hemos procurado desarrollar con toda la profusión posible, tuvo consecuencias muy importantes. Para empezar, la desaparición de la Asociación Madrileña de Clubs de Football y con ella todos sus proyectos nacionales que dejaron a España sin federación nacional hasta 1909. Y ante el hueco que esta entidad dejara, el Madrid FC no sólo volvió a tomar la organización del Campeonato de España, sino que ninguneando a la Federación desaparecida se permitió retrospectivamente nombrar campeón a quien no lo había sido. Tampoco podemos dejar de anotar que esta no sería la última trifulca montada por Madrid FC y Athletic Club contra una federación. La siguiente tuvo lugar en 1910, por razones en definitiva muy parecidas: no aceptaban la legitimidad de la federación, entonces la Federación Española de Clubs de Football fundada el 14-10-1909. Y es que seis años después los personajes seguían siendo los mismos. Pero eso ya es otra historia.

Luis Javier Bravo Mayor

José Ignacio Corcuera

Víctor Martínez Patón




Biografía de Ceferino Rodríguez Avecilla

cra1Quizá no sea exagerado decir que Ceferino Rodríguez Avecilla es el hombre más ignorado de la historia del fútbol español, sobre todo en comparación con la importancia que ha tenido para este. Cuando no vilipendiado y hasta insultado.

Las referencias que del presidente de la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball durante 1904 encontramos en los pocos libros que lo mencionan son todas despreciativas y muchas veces irónicas. Por ejemplo Francisco Narbona en su libro Fútbol (1951) lo llama reiteradamente «inquieto» (págs. 131 y siguientes) y lo pone como único responsable de la mala organización de la Copa de 1904. Asunto este, por cierto, al que dedicaremos bastantes páginas en próximos números.

Con motivo precisamente de nuestra investigación sobre la Asociación Madrileña que empezamos a publicar en el último número y que continuaremos en los próximos meses tuvimos interés en conocer con mucha más profundidad al desconocido Avecilla. Junto a las exiguas referencias de los libros de fútbol, encontramos también las siguientes:

Avecilla (Ceferino R.). Biog. Escritor español contemporáneo, n. en Valladolid en 1880. Fundó y dirigió la Revista de Sport, colaboró en el Renacimiento Latino, Madrid Cómico y Diario Universal. Publicó: Cuentos ciclistas, El puesto de la inocencia (sainete) y las novelas Los crepúsculos y Rincón de humildes (Memorias de un viejo café). [Enciclopedia Espasa, ed. 1988].

Rodríguez Avecilla, Ceferino (Valladolid 1880 – ¿1936?). Dramaturgo y narrador. Es autor de las novelas Los crepúsculos (1906) y Rincón de humildes (1908) y de las piezas teatrales En mala tarde (1905), Silencio (1913) y Los caminos de Roma (1917). [Diccionario de literatura española e hispanoamericana, Ricardo Gullón, Madrid, ed. Alianza, 1993. Nota redactada por Javier Blasco].

Rodríguez Avecilla, Ceferino (Valladolid 1880 – ¿1936?). Dramaturgo y narrador. Se conocen sus obras dramáticas En mala tarde (1905), Silencio (1913) y Los caminos de Roma (1917), así como las novelas Los crepúsculos (1906) y Rincón de humildes (1908). [Diccionario Espasa de la literatura española. Jesús Bregante Otero, Madrid, ed. Espasa, 2003].

Estas brevísimas referencias, únicas publicadas, nos ponían en la pista del personaje, desaparecido absolutamente del fútbol desde el Campeonato de España de 1904. La investigación en consecuencia en que basamos las páginas siguientes es absolutamente novedosa, fruto de meses de trabajo en archivos y bibliotecas españoles y extranjeros, con las que hemos pretendido sacar definitivamente a Avecilla de su anonimato. No obstante no deja de ser una breve aproximación al personaje, y en consecuencia cualquier aportación será muy bienvenida.

Ceferino Rodríguez Alonso de Avecilla nació en Valladolid el 14 de diciembre de 1880. O eso parece. En realidad lo más correcto sería decir que ni sabemos ni dónde nació, ni sabemos cuándo lo hizo. En todos los papeles oficiales que hemos localizado afirma el propio Avecilla haber nacido en Valladolid, pero extrañamente en dos fechas diferentes: 24-12-1879 o 14-12-1880. En principio nos decantamos por la segunda porque es la que más veces repitió, pero también sabemos que en el Registro Civil de Valladolid no consta su inscripción ni en el año 1879, ni en 1880 ni en 1881. ¿Cómo explicarlo? ¿Quizá nació en un pueblo de la provincia? ¿Quizá sin más no fue inscrito? ¿Pero en todo caso cómo explicar que él mismo diera dos fechas diferentes de sí mismo? Seguiremos investigando.

Probablemente fue nieto de don Ceferino Avecilla González, senador por Lérida (1881-82) y Soria (1887-88) fallecido en 1888. En 1854 aparece otro Ceferino Avecilla como gobernador civil de la provincia de Segovia, pero por edad no parece que puedan ser el mismo. Por último hay que señalar la importancia de otro diputado, don Pablo Alonso de la Avecilla (1810-1860), periodista, político y sobre todo escritor, famoso sobre todo por su novela La conquista del Perú (1852). Toda la familia era acaudalada, propietaria de empresas de minería y bien introducida en la política española.

Parece ser que el último de ellos llevaba por nombre de pila Pablo Alonso, y a simple título de hipótesis este y el Ceferino mayor podían ser hermanos. Quizá el diputado era hijo de Pablo Alonso, y fue el primero en convertir el Alonso en parte del apellido apareciendo así el Alonso de Avecilla que es el segundo apellido de nuestro Ceferino. En este punto parece no haber duda, pues aunque nunca firmó con el Alonso, así consta en toda la documentación oficial. Y digno es de mención el artículo de Juan Antonio García Galindo titulado «El poder de la prensa de información ideológica y política en el nuevo periodismo andaluz» publicado en la obra Presse et pouvoir en Espagne (1868-1975) en 1996 (Madrid, Casa de Velázquez, ed. P. Aubert y J. Desvois), pues él es el único que cita a Avecilla con su segundo apellido completo: Alonso de Avecilla.

No tenemos referencia alguna de la infancia de Avecilla, y aunque apenas tenemos fotos, sí conocemos algunos de sus rasgos físicos. Era un hombre alto, de 1,70, de complexión normal, ojos pardos, boca grande y nariz grande. Antes de cumplir los veinte años Avecilla contrajo matrimonio con Carmen Cuesta López de la Rosa (Madrid, 23-10-1878), de quien enviudaría antes de exiliarse a México en 1942. Además de su labor periodística, literaria y futbolística, era abogado.

Desde su primera adolescencia empezó a escribir; en 1896 publicó su primer texto Radios tangentes: narraciones velocipédicas, firmado junto con Gerardo Failde y Ramón Cilla Pérez. Y entre 1903 y 1904 fundó y dirigió hasta tres revistas deportivas: Revista de Sport (1903), Mundo Sportivo (1903) y Gaceta del Sport (1904), además de colaborar como cronista deportivo en el diario madrileño Diario Universal, en el que firmaba sus artículos con el pseudónimo de F. Bowden. Por cierto que con toda probabilidad la segunda de las revistas que fundó sirvió como modelo para que en 1906 se fundara en Barcelona El Mundo Deportivo.

Su trayectoria periodística en estos años trabajando por el fomento del deporte madrileño es indudable, aunque como tantos aspectos del personaje nunca se hayan citado. Y probablemente como consecuencia de su trayectoria fue elegido presidente de la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball el 4 de enero de 1904. Aunque es precisamente su presidencia el punto clave de su trayectoria deportiva no es oportuno ni repetir aquí lo que a grandes rasgos mencionamos en nuestro artículo del mes pasado ni tampoco adelantar lo que minuciosamente desarrollaremos en meses sucesivos.

Pero sí es quizá oportuno hacer mención a su trayectoria anterior a 1904, aunque solo sea para decir que también nos es desconocida. Tradicionalmente se ha dicho que Avecilla se marchó del Madrid FC y fundó el Club Español, desde el que intentó rivalizar con sus antiguos compañeros madridistas. Ignoramos por completo si esto es cierto, pero lo que sí sabemos es que Avecilla no dejó en sus múltiples escritos prueba de esto, y que tampoco encontramos en ninguna de las alineaciones del Madrid a ningún Rodríguez ni a ningún Avecilla.

También se dice que Avecilla fue presidente del Español y que compaginó este cargo con el de presidente de la Federación en 1904. Sí sabemos que el presidente del Español desde el 7-10-1903 era M. Méndez, pero es cierto que no sabemos si este sustituyó precisamente a Avecilla que ya tenía su objetivo puesto en la federación.

Por último queremos destacar otra información difundida tradicionalmente y que también nos vemos obligados a poner cuanto menos en duda. Se trata de la idea de que Avecilla aprovechó la presencia en Madrid de los presidentes de los clubes más importantes de España con motivo del Concurso del Ayuntamiento de 1902 para establecer conversaciones con sus respectivos presidentes (Hans Gamper, Carlos Castellanos, Juan Astorquia y José María Miró) con el fin de fundar una federación española de fútbol, a la que dieron el nombre de Unión de Clubs de Foot-ball, que supuestamente habría mantenido sus actividades hasta 1903. Cierto o no, no podemos dejar de mostrar nuestras absolutas reservas al respecto, ya que resulta extremadamente raro que no haya ni la mínima mención ni en Los Deportes de Barcelona ni en el Heraldo del Sport de Madrid, y tampoco en ninguna de las tres revistas antedichas publicadas por el propio Avecilla. Nadie de los que sostienen la existencia de esta misteriosa federación da ninguna fuente para sus afirmaciones, y dada la absoluta carencia de información nos obliga a pensar si no hay una confusión absoluta con los hechos ocurridos diez años después, en que sí se fundó una Unión Española de Clubs de Foot-ball. No nos resulta creíble que se fundara una federación con tan importantes miembros y que ninguno diera ni la mínima noticia.

Lo que sí podemos afirmar con absoluta seguridad es que la experiencia de Avecilla en el fútbol no fue buena. Una vez se puso al frente de la federación solo duró tres meses al frente, víctima de un conjunto de intrigas e insidias que resultan casi increíbles de imaginar en el lejano 1904 en que el fútbol solo era pasión y diversión. La primera dimisión que presentó en marzo de 1904 no le fue aceptada, pero el caso es que la federación dejó de tener actividad al terminar el Campeonato de España, el 29-3-1904. Meses después Avecilla volvió a mandar una carta de dimisión, pero ya meramente testimonial pues la federación había desaparecido.

Lo que está claro es que abandonó completamente su relación con el fútbol y el deporte y se dedicó plenamente a su prolífica labor como periodista y escritor.

Su labor periodística que había iniciado con tanto énfasis a través del fútbol la continuó en otros ámbitos, en los que no fue menos entusiasta. Escribió en La Tribuna, Libertad o Informaciones. Fue director de Castilla (1917), periódico de Alcalá de Henares, ciudad donde se convirtió en un personaje de primera categoría y en la que se le recuerda por haber sido principal promotor de la construcción de la moderna ermita del Val. Colaborador de La Voz de Madrid (1925), Abc y la revista Blanco y Negro, para los que enviaba crónicas desde París, ciudad en la que vivió desde finales de los años veinte. Algunas las firmó con el pseudónimo de Ricardo Begoña.

Antes de irse a vivir a París ya había publicado varias novelas. Ya en 1905, un año después de dejar el fútbol, publicó Los crepúsculos,  y en los años siguientes volvió a la narrativa con La vida eterna (1913) y otras como Margot tiene que ser honrada (1922). Su popularidad no obstante le llegó a través de sus numerosas obras teatrales y zarzuelas, escritas casi siempre en colaboración con Manuel Merino García-Pierrat.

Su primera obra Silencio…, fue estrenada en 1913 en el Coliseo Imperial de Madrid, y antes de 1922 había puesto en escena casi una decena de obras, entre las que se incluyen El enemigo malo, Tupi-Palace, Su majestad y El estudiante de Salamanca. Y entre las zarzuelas a las que Rafael Millán puso música se encuentran La mala tarde (1915) o Las alegres chicas de Berlín (1916).

A poco de instaurarse la II República regresó a España. De ideología comunista, Avecilla debió de tener una actividad política activa durante los años republicanos. No obstante su protagonismo continuó ligado al terreno literario. Ya en junio de 1931 editó la colección «La novela roja», en la que se publicaron siete obras a razón de una por semana. Eran novelitas muy cortas, de 16 páginas, vendidas al precio de 20 céntimos, concebidas como medio de expresión de las ideas de la llamada lucha del proletariado. El propio Avecilla publicó una de las novelas de la colección, El quinto evangelio, y junto a él lo hicieron personajes de la talla de Margarita Nelken.

Durante estos años bajó su producción dramática; solo se conocen dos obras, estrenadas ambas en 1934: El atajo, escrita con Manuel Merino, y Muchachas de uniforme.

El siguiente punto importante en la biografía de Avecilla es que formó parte del comité incautador de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Así lo contaba por ejemplo Abc del 5 y 6 de agosto de 1936. Formó la junta directiva con Pascual Guillén, Franch, Narciso Fernández Boixader, Pablo Sorozábal Mariezcurrena (en su ausencia José Tellaeche Arrillaga) y Alejandro Casona. Según se decía, «se ha realizado el cambio de rumbos de una manera cordial y sin la menor violencia, merced a la actuación de tres comediógrafos de tan probado espíritu revolucionario como Ceferino R. Avecilla, Enrique López Alarcón y Pascual Guillén».

Pero no todo el mundo vivió la incautación «de una manera cordial y sin la menor violencia». El periodista Tomás Borrás, falangista, respondía así a Abc (27-10-1977, pág. 95) cuando le preguntaban si había conocido a Avecilla: «¡Hombre que si lo conocí!, ¡vaya si lo conocí! Como que un día se presentó aquí de improviso, con intenciones de matarme. Mejor dicho, de matarnos, sí, a mi mujer y a mí».

Junto con su trabajo al frente de la SGAE es probable que también dirigiera algún periódico madrileño durante la guerra. Así nos lo dice Víctor de la Serna (9-1-1937, Abc de Sevilla): «dos días antes de estallar el movimiento nacional uno de estos tipos me visitaba en mi despacho para pedirme colaboración en Informaciones, después de asegurarme que él sentía el fascismo en lo hondo de sus entrañas. Diré su nombre: Ceferino R. Avecilla. Creo que ahora dirige alguna de sus siniestras hojas que paga -mal, por cierto- Moscú».

A partir de ese enero de 1937 no hemos encontrado más noticia de Avecilla, si bien nada hace indicar que no permaneciera en Madrid hasta el final de la guerra pues no en balde al terminar esta fue encarcelado y permaneció en prisión hasta que en 1942 salió desde Casablanca camino de Veracruz a bordo del célebre barco Nyassa. Durante su presidió sabemos que escribió su obra La condenada, estrenada en México en 1946.

Al llegar a México el 22 de mayo de 1942 inició nuevamente su activa carrera periodística y literaria. Colaboró en varias revistas como EstampaMéxico al DíaSaberRevista de Revistas Excelsior (al menos hasta 1947), en la que  escribió críticas teatrales y cinematográficas. Algunas de estas fueron recopiladas en su volumen El teatro, 1943-1945: opiniones, publicado en 1946. A su producción literaria mexicana pertenecen las obras Noche de feria (1941), y la antedicha La condenada (1946) estrenada por María Teresa Montoya. Por cierto que ya en 1930 había Avecilla estrenado su primera obra en México, La loba, interpretada primero por Virginia Fábregas y años después por Prudencia Grifell. Durante su estancia en México Avecilla perteneció a la Unión Nacional de Autores.

Además en 1944 fue el redactor de los diálogos del filme Marina, y un año después del argumento en Último amor de Goya, película también conocida con el título de La diabla y filmada en 1945. Ambas cintas fueron dirigidas por Jaime Salvador y Avecilla trabajó en colaboración con Carlos Martínez Baena.

Sabemos que ese mismo 1946 colaboró con Mi Revista, una publicación parisina bilingüe fundada por Eduardo Rubio Fernández, alias «el Chichito», sujeto al parecer popular por sus exitosas estafas. Tenía dos subtítulos la citada revista, Ilustración Latino-Americana y Organe de Diffusion de la Pensée et du Goût Français en Amerique Latine. Junto con Avecilla escribieron otros españoles como Luis Capdevila, Ángel Samblancat, Felipe Alaiz, Mariano Benlliure, Alonso Camín, Mario Aguilar, Fernando Pintado y Ventura Gassol y por la parte francesa Paul Valéry, Jean Cassou, Paul Eluard, Louis Aragon y Albert Camus, Claude Morgan y Claude Aveline.  La revista tenía además una dimensión política, «de combate» contra el régimen franquista y sus aliados, aún más acentuada en el semanario Heraldo de España, también publicada por el mismo Rubio Fernández.

Al año siguiente, en 1947, Avecilla ganó el primer premio del «Concurso de arte teatral y lírico» organizado en Francia por el Servicio de cultura y propaganda del Movimiento Libertario Español (MLE-CNT) con la obra Que en España empieza a amanecer. La representación del drama tuvo lugar el 18 de julio de 1948 en el Teatro del Capitol de Toulouse. En ella participaron actores del grupo Iberia, del Grupo Artístico Juvenil de las Juventudes Libertarias, que estaba formándose, y de la Compañía Dramática de Teodoro Monge; todos bajo la dirección de este último.

Ignoramos si Avecilla se desplazó a Francia o si vivía allí. Y después de este premio, nada más. Solo sabemos que el historiador mexicano Rafael Heliodoro Valle publicó su correspondencia con Avecilla en 1951. Pero nada más. No sabemos si volvió a España o no, y si realmente murió en México DF como dicen algunas fuentes. De hecho la fecha de 1956 para su fallecimiento tampoco es segura, ya que aunque las otras que se encuentran no son posibles (1936 o 1946), no tenemos dato alguno que nos permita asegurar que en efecto su fallecimiento tuvo lugar en México DF en 1956. A falta no obstante de más información, los daremos provisionalmente por buenos.

Como decíamos en el encabezamiento redactar esta pequeña biografía llena de vacíos nos ha costado meses de trabajo. Quizá impericia… No obstante y a falta de continuar nuestras investigaciones o recibir cualquier información que añada o corrija, entendemos que el salto entre las mínimas referencias que conocíamos de Avecilla y esta biografía es notable y que en consecuencia, a pesar de los pesares, el trabajo ha merecido la pena.

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Bibliografía

Novelas y otras narraciones

  • Los crepúsculos, Madrid, ed. El Trabajo, 1905.
  • La vida eterna, Madrid, R. Moliner, 1913.
  • Margot quiere ser honrada, Madrid, Prensa Gráfica, 1922.
  • La amaba locamente, Madrid, ed. Prensa gráfica, 1925.
  • La sombra enmascarada, Santander, Aldus, 1927.
  • El quinto evangelio, Madrid, colección La Novela Roja, 1931.
  • Noche de feria, Ciudad de México. Isla, ed. Manuel Altolaguirre, 1941.
  • La noche de los tiempos. Cuento burlesco.

No ficción

  • Radios tangentes: narraciones velocipédicas, con Gerardo Failde y Ramón Cilla Pérez. Madrid, Ángel B. Velasco, 1896.
  • Rincón de humildes: crónica de un viejo café, Madrid, Estab. Tip. El Trabajo, 1908.
  • La anarquía y el colectivismo (traducción del original francés de Alfred Naquet), Valencia, ed. F. Sempere y Compañía, 1905.
  • Mademoiselle gris: glosas sentimentales de provincial, Alcalá de Henares, ed. Tipografía de Castilla, 1919.
  • Teatro español del siglo XX. Con José Zaldívar; Alfred Maria Willner; Robert Bodanzky; Franz Lehár; Luis Millá Gacio; Guillermo X Roure; Manuel Moncayo; Luis Linares Becerra; Antonio Estremera; Francisco Graciani; Antonio Graciani; Antonio López Monís; José Pérez López; Juan José Lorente; José de Lucio; Domingo González Parra. Madrid, 1928.
  • Los mil y un días: cronicón, 1 – enero -1936, Madrid, ed. Tip. Europa, 1936.
  • El teatro, 1943-1945: opiniones, Ciudad de México, Talleres Claridad de los Hermanos Ramírez, 1946.
  • Correspondencia con Ceferino R. Avecilla, de Rafael Heliodoro Valle, México, 1951.

Dramaturgo y zarzuelista

  • El puesto de la inocencia. Sainete lírico. Con Félix Méndez Martínez y música de José Fernández Pacheco y Campuzano. Madrid. Ed. Florencio Fiscowich, 1897.
  • La reja. Música de Cándido Larruga. Madrid, ed. Casa Dotesio, 1912.
  • A la buena de Dios. Canción pasiega. Música de Cándido Larruga. Madrid, ed. Casa Dotesio, 1912.
  • Silencio. Drama en tres actos. Adaptación de la obra L‘Alibi de Gabriel Trarieux Madrid. Ed. Castilla, 1913.
  • Tupi – Palace. Sainete. Madrid, 1914.
  • Su afectísimo amigo. Comedia. Madrid, 1914.
  • El enemigo malo. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, ed. R. Velasco, 1915.
  • La mala tarde. Zarzuela. Con Manuel Merino y música de Rafael Millán. Madrid, SGAE, 1915.
  • Las alegres chicas de Berlín. Opereta. Con Manuel Merino y música de Rafael Millán. Madrid, ed. R. Velasco, 1916.
  • Tres miradas. Música notada de Hugo de Montey. Madrid, Unión Musical Española, 1917.
  • La máscara de don Juan. Drama. Con Manuel Merino. Madrid, Librería de Viuda de Pueyo, 1917.
  • Los caminos de Roma. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, R. Velasco, 1917.
  • Florentina (o Pastorela). Opereta. Con M. González (compositor), Enrique Nieto de Molina; Joan Ribé; Raquel Meller. Barcelona, ed. Compañía del Gramófono, 1917.
  • El estudiante de Salamanca. Zarzuela. Madrid, 1917. Música de Luis Pujol.
  • Amalia. La novela de una camarera de café.1919. Música de José Amich «Amichatis».
  • El hombre desconocido. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, Ed. La Correspondencia Militar, 1921.
  • No volvió el aventurero. Adaptación. 1922
  • La hija de nadie (La borda): historia de una mujer del arroyo. Drama. Traducción y adaptación de la obra de José Amich «Amichatis» y Montero Barcelona, Publicaciones Rafols, 1923.
  • La loba. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, ed. Rivadeneyra, 1929.
  • El Atajo. Comedia. Con Manuel Merino. Madrid, Estampa Rivadeneyra, 1934.
  • Muchachas de uniforme. Drama. Traducción. Obra estrenada en el Teatro Alcázar de Madrid el 20 de julio de 1934.
  • A la puerta de tu alcoba. 1937.
  • ¡No te rindas, mujer! Comedia. Con José Amich «Amichatis». 1938.
  • La condenada. Drama. 1946.
  • Que en España empieza a amanecer. Drama. 1948.
  • La reina rubia. Sainete.
  • El ocaso de los demonios. Tragicomedia.
  • La cabeza a pájaros. Comedia. Música de JL Campbell.
  • Luz en las tinieblas. Drama.
  • Circo. Comedia.
  • Calvario. Auto a lo divino.
  • Belén. Fantasía.
  • La cabeza del rey. Farsa.
  • El amor mudo. Entremés.
  • Su majestad. Zarzuela. Con Manuel Merino. Música de Pablo Luna.
  • La hierbabuena. Sainete.
  • La capa. Espectáculo.
  • Anda morena. También conocida como La Isabelina. Música de Cándido Larruga. 1915.
  • Don Jaime el Conquistador.
  • La mujer de todos. Música de José Amich «Amichatis».
  • Porque si.
  • La Chocolatera. Música de Joaquín Zamacois.



La Asociación Madrileña de Clubs de Football (1902-1904)

El episodio de la Asociación Madrileña de Clubs de Football es uno de los más importantes de los inicios del fútbol español, y sin embargo es sin ninguna duda el más desconocido. Apenas hay referencias a ella en los libros al uso, no existe ningún artículo que hable sobre ella, y todas las referencias que hay son en su mayor parte equivocadas. Según se mire en un sitio o en otro la Asociación se fundó en 1900 o en 1903, o incluso según las fuentes el organismo se llamaba de una manera o de otra. Ni siquiera el nombre está claro.

Para sacar de este enorme enigma y desconocimiento a la primera federación madrileña de fútbol vamos a comenzar en este número un estudio que prolongaremos durante varios meses en los que vamos a sacar a la luz un gran número de documentación hasta ahora desconocida y que nos permite reconstruir con mucha mayor precisión que hasta la fecha el devenir de la Asociación.

En este primer artículo vamos a limitarnos a hacer un breve recorrido histórico destacando los puntos que puedan ser más interesantes, dejando para meses sucesivos la biografía del presidente Avecilla, la documentación oficial recopilada y hasta un estudio detallado sobre la Copa de 1904, en el que matizaremos las informaciones que vienen publicándose hasta la fecha.

Aunque las primeras referencias que encontramos en la prensa sobre la creación de una federación de fútbol en Madrid datan de noviembre de 1902, sabemos que la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball no se constituyó hasta primeros del mes de diciembre, probablemente el día 6. Fue en consecuencia de creación paralela a la Asociación de Clubs de Foot-ball de Barcelona, cuya fecha de constitución sí conocemos con precisión, el 12 de noviembre. La primera junta directiva de la madrileña fue la siguiente:

Presidente: D. Carlos Padrós

Vicepresidente: M. François Hodans

Secretario: Francisco de Paula Borbón de la Torre

Tesorero: Pedro Velasco

Vocales: Sres. Colmenares, Salló y Oteyza.

El nombre de la federación, otro de los grandes enigmas, fue el de Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball; gracias a la documentación oficial que publicaremos en próximos números lo sabemos sin ninguna duda. Aunque el nombre permaneció inalterado hasta su disolución, a lo largo de 1904 en la prensa se optó por llamarla casi siempre con el nombre de Federación, lo cual motivó que se haya sostenido un cambio de nombre que nunca tuvo lugar.

Es de destacar que la asociación nunca se inscribió en el Gobierno Civil; y debió de dejar de hacerlo por razones que entendieron importantes, porque hacía solo ocho meses el presidente Padrós había participado en la inscripción del Madrid FC. Conocían perfectamente el sistema, y si no se inscribieron fue por razones que se nos escapan, no por desidia o ignorancia.

El primer partido organizado fue todo un éxito y tuvo ni más ni menos la presencia del rey Alfonso XIII. Fue en el Hipódromo el día 23-12-1902 entre el Madrid FC y el New FC, y fue la primera ocasión que el rey fue a un partido de fútbol. Según cuentan las crónicas Su Majestad pidió a Padrós que se sentara a su lado para que le explicara cómo eran las reglas.

Pero pronto debieron de empezar los problemas. El 18 de enero de 1903, algo más de un mes después de la creación de la federación, el Madrid FC convoca el primer Campeonato de España y publica las reglas del torneo por ejemplo en La Correspondencia de España. El Madrid, presidido por Juan Padrós, hermano de Carlos, hacía una convocatoria que en buena lógica correspondía a la federación recién creada. ¿Traición entre hermanos? No lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que Carlos presentó la dimisión de presidente de la Asociación, pero esta no le fue aceptada por la junta.

Así que fue el Madrid FC quien organizó el primer Campeonato de España, y la federación madrileña se limitó a organizar un campeonato regional madrileño. Quizá muy poco para Carlos Padrós, que terminó presentando la dimisión esta vez irrevocable en diciembre de 1903, solo un año después de la fundación de la Asociación.

Reiteradamente se ha repetido que Padrós dimitió por no estar de acuerdo con el regreso al Madrid FC de algunos jugadores del Español, pero parece que esta explicación debería haber motivado su dimisión como presidente del Madrid y no de la Asociación. En consecuencia creemos que más debemos buscar la dimisión en la falta de éxito de una federación sin duda proyectada con muchos más altos vuelos que la simple organización de un campeonato regional.

El caso es que su dimisión dio paso a una nueva junta directiva, presidida por uno de los hombres más vilipendiados de la historia de nuestro fútbol:

Presidente: Ceferino Rodríguez Avecilla

Vicepresidente: Ángel Garrido

Tesorero: Pedro de Velasco

Secretario honorario: Juan Villaseñor Gargallo

Secretario efectivo: Arturo Meléndez

Vocales: Vals, Mencía y Antonio Sánchez Neyra

A la figura de Ceferino Rodríguez Avecilla le dedicaremos en el próximo número un artículo completo, pero aquí es necesario desmentir algunas de las informaciones que se dicen pertinazmente sobre él.

Se le pinta una y otra vez como un enemigo de Carlos Padrós que tras un año de intrigas conseguía eliminarlo y ascender a la presidencia. Pero en absoluto es cierto; bien al contrario Avecilla había sido uno de los principales colaboradores de Padrós durante su año de presidencia. No solo Avecilla había cedido una casa de su propiedad para celebrar las reuniones de la Asociación, sino que también había puesto a servicio de Padrós dos publicaciones también de su propiedad para que este publicara todos los documentos oficiales de la Asociación.

La historia fue justo la contraria: fue Padrós quien intrigó contra Avecilla una vez que este subió a la presidencia con la intención de conseguir todos los objetivos quizá ya planteados por Padrós y que este no había logrado.

Ya en enero Avecilla anunció en la prensa de Madrid y Barcelona la celebración de un torneo nacional, y pocos días después se encontró con la «puñalada» de Padrós: el Madrid FC anunciaba que sería él y no la federación quien organizaría el Campeonato de España.

Pasó más de un mes hasta que Padrós retiró su voluntad y dejó a Avecilla organizar el Campeonato de España, pero dejando poco tiempo a la federación, lo que terminó provocando un caos en el desarrollo del torneo. Lo estudiaremos con detenimiento.

Avecilla no tuvo la culpa de que la Copa de 1904 terminara resultando la más caótica de nuestra historia, y sin embargo a él se le echaron todas las culpas para así tapar la realidad: el boicot que el Madrid FC de Padrós ayudado por el Athletic Club de Bilbao hicieron a la federación de Avecilla. Y por cierto, que no sería la última vez que organizaran un boicot parecido, seis años después harían algo muy parecido a la Federación Española de Clubs de Foot-ball, con la ayuda en esa ocasión del Recreation de San Sebastián.

Visto lo cual Avecilla se aprestó a presentar su dimisión el día 24 de marzo, apenas tres meses después de haber sido elegido presidente. Y aunque no le fue aceptada por la junta, la realidad es que la federación desapareció de facto tras el Campeonato de España. No se volvió a tener noticia de ninguna actividad organizada por esta, y aunque ignoramos si hubo reunión de disolución en alguna fecha posterior, lo que sí sabemos es que una vez llegado el mes de abril de 1904 la Asociación Madrileña de Clubs de Foot-ball no volvió a dar señales de vida.

He aquí a modo de muy breve resumen una presentación de cómo fue la historia de la primera federación madrileña, la que sin las puñaladas de Carlos Padrós podría haber continuado exitosamente en algunos de los interesantes proyectos que tenía planteados. Incluida ni más ni menos que la creación de una federación española de fútbol.




Biografía futbolera

Mi afición por el fútbol fue relativamente tardía, debí de llegar al asunto con siete u ocho años. Y con una razón muy concreta, y es que los dos vecinos de mi piso se juntaban siempre para ver al Madrid y lo hacían con cervezas, patatas fritas, almendras y otras maravillas parecidas. Así que me hice futbolero pero con la condición de ver el fútbol con los vecinos y poder meterle mano a las patatas y a las palomitas, que con mi llegada al club aparecieron.

 Y como además de las patatas fritas me gustaba leer, Wences, uno de mis vecinos, me pasaba siempre el Marca al día siguiente, y muy poco después empecé a tener mis primeros libros de fútbol. Y hasta una pomposamente llamada enciclopedia, con la que estaba convencido de poder saberlo todo.

 A través de la sección de contactos del Don Balón conocí a otra gente a la que le gustaban los libros y la historia, a los que muchas veces engañé con mi edad para que me tomaran en serio. ¡Solo tenía doce o trece años! De aquellos primeros años de estudio e intercambio recuerdo especialmente a Carlos Castro y a Julio Jareño, que tiene una de las mejores colecciones de cromos de España. Y al simpático gaditano Ángel Lebaniegos, que fue quien me presentó a Félix Martialay.

 Fue en el verano de 1996, y desde entonces mi vida futbolera cambió para siempre. Y también el resto de mi vida. Don Félix me lo enseñó todo. Siempre que intento explicar lo que ha significado para mí me quedo sin palabras, y de hecho han pasado dos días desde que escribí la frase anterior y esta que ahora termina. Pero para lo que aquí toca me enseñó qué es la historia, y a cómo ser historiador. Y todo eso aplicado al fútbol. O todo eso partiendo del fútbol, ya que no en vano él no solo hacía historia del fútbol sino que sobre todo lo que hacía era historia de España a través del fútbol. Eso y no otra cosa son los varios volúmenes sobre la guerra y también las historias de cada temporada a las que dedicaba no menos de 400 folios por cada una (¡y las hay de hasta 800!).

 El caso es que con una edad casi impúdica don Félix me adoptó, y mi vida pasó a no tener sentido sin él. Hablábamos siempre y como mínimo una vez a la semana, y siempre teníamos proyectos que nos ocupaban. Todo eso con el CIHEFE como marco, que me aceptó en 1999.

 Extrañamente mi entrada coincidió con el comienzo de la época más opaca de la asociación por razones que lo hicieron necesario. Los proyectos comunes fueron terminándose, la lista de jugadores de primera división y la historia de la Copa se terminaron y los malos mengues ayudaron a que no se desarrollaran más proyectos. Hubo unos años que siempre que llegaba septiembre y don Félix se iba de vacaciones le caía un disgusto encima, y no merecía la pena estar así.

Pero ese tiempo de silencio fue muy prolífico. Don Félix escribió mucho (más que el tostao, decía él), yo a su lado aprendí a investigar e investigué mucho, y empecé una colaboración estrecha con Javier Bravo. Y a pesar de que los dos intentamos evitarlo, terminamos siendo amigos, lo que probablemente terminó truncando nuestra antes fecunda colaboración. El café de media mañana al principio duraba lo justo para tomarse el café, y ahora a veces vamos directamente al bar y no damos ni palo. ¡Qué verano nos pegamos corrigiendo la base de datos de la Liga!

Y luego apareció también Corcuera, de quien tanto he aprendido y con quien me he tomado los champiñones más agradables de mi vida mientras arreglábamos el mundo en la plaza de Unamuno. Y por varias veces. Y Vicente Martínez Calatrava, con su enciclopedia nunca suficientemente valorada.

 Todo ello gobernado siempre por nuestro presidente Del Olmo, cuya amistad entiendo un privilegio. Él es ni más ni menos que el inventor del CIHEFE, y sin él nada de esto habría sido posible. Con eso creo que todo queda dicho.

 Y ahora ya va camino de tres años en que volvimos a la plaza pública, que ahora está en Internet. Y fueron llegando primero Eugenio, luego Arrechea, nuestro gijonés Alberto Díaz y mi buen amigo Antonio Bálmont, al que no dejo de meter en líos.

 Este lío en el que me metí yo solo por comer patatas y palomitas ha terminado así. Le he dedicado miles de horas de mi vida y las que me quedan. Pero gracias a ellas he aprendido mucho y he vivido mucho, si es que son dos cosas diferentes. No solo he conocido a todos mis compañeros del CIHEFE, al lado de los que me queda muy grande estar, sino que también he tenido acceso a cosas y a gente que de otra manera habrían quedado imposibles. Incluyendo al hoy socio de honor Gustavo Bueno, al que conocí para hablar de fútbol.

 Pues sí, me ha regalado tantas cosas el CIHEFE y la historia del fútbol…

 

 

 

 




Etimología (y VI): jugadores (III)

Terminamos hoy con esta pequeña serie de tres artículos en la que he intentado profundizar en los distintos nombres que reciben los puestos de los jugadores de fútbol. Y lo hacemos con la figura del delantero, que resulta sin duda la más atractiva, la más vistosa, la más espectacular. La salsa del fútbol, lo que adereza nuestro deporte, es el gol; el gol es posiblemente lo que más alegrías proporciona en nuestra sociedad actual, muchas más que cualquier decisión acertada de un político o que la aparición de una obra maestra de la literatura o de cualquier otro tipo de arte. Los delanteros tienen la suerte de ser los encargados fundamentales de regalar esa alegría, de ellos es la enorme suerte pero también la gran responsabilidad.

Los delanteros son los que tienen como labor estar delante. Por lo tanto la denominación principal hace referencia a su posición en el campo, como los medios, y no a su función, como los defensas. El adverbio ‘delante’, con una forma antigua ‘denante’, deriva de la preposición latina ‘ante’ precedida de los preverbios ‘in’ y ‘de’ (de-in-ante). En español conservamos como cultismo la preposición latina para denotar anterioridad en el tiempo o en el espacio, aunque quizá sea más recurrente para ese significado ‘pre’, de la preposición latina ‘prae’. En todo caso son muchas las palabras españolas en las que podemos rastrear el ‘ante’, y entre ellas quizá esté más escondido en ‘antiguo’ (*ante-guos, -donde *guos significa apariencia-) y ‘anciano’ (*ante-anus). Por otro lado en español estándar sí tenemos un preverbio muy recurrente, con el significado de oposición, ‘anti’. No se trata de la palabra latina sino de la griega correspondiente; la evolución semántica se explica a partir de «estar delante de algo», que es estar en frente o contra ese algo, primero en sentido espacial y luego figurado.

Aparte de su nombre principal, como habitualmente, los periodistas han tenido que recurrir a otras designaciones metafóricas para evitar la reiteración machacona en sus alocuciones. Y como habitualmente, dichas metáforas son guerreras.

Aunque todos los miembros de un bando atacan al otro, a los delanteros se les conoce por encima de sus compañeros como atacantes. La palabra ‘atacar’ resulta particularmente difícil en su evolución, así que la aprovecharemos como ejemplo de cómo las palabras pueden evolucionar semánticamente por caminos impenetrables para nuestro raciocinio occidental del siglo XXI. El largo camino que desembocará en nuestros atacantes comienza en el indoeuropeo, cuya raíz *steg significaba «palo, estaca». Tal evolucionó al gótico, lengua germánica oriental (el inglés y el alemán derivan del germánico occidental), como ‘staka’, que es nuestra ‘estaca’. Del gótico pasó al occitano, o lengua de Oc, con el significado de «atar», por lo que debemos entender que por antonomasia se ataba a las estacas. Fue desde esta lengua desde la que la palabra pasó al italiano ‘staccare’, en que el significado de «atar» evolucionó al de «separar»; la difícil evolución semántica quizá la debamos explicar a partir de una situación en la que se ata a alguien para separarlo de otro alguien. Por oposición a este significado de «separar» se creó un ‘attaccare’ con un preverbio ‘ad’ con el que se designó la acción contraria, la de «unir». Fue por fin con ese significado con el que la palabra llegó en el siglo XV al castellano, «atar o abrochar al cuerpo una pieza de vestido», según define Corominas. Por último, a mediados del XVII el español recibió una vez más del italiano el significado de «acometer», a partir de la expresión ‘attaccare bataglia’. Como queda patente, un buen ejemplo de evolución difícil.

Otra de las designaciones habituales es la de ariete. El primer significado de la palabra ‘ariete’ es el de una máquina militar en cuya punta, que era una viga, tenía una figura de cabeza de carnero y que era usada para abatir las murallas de las ciudades. Posteriormente se designó con ella también a un buque de vapor blindado y con un espolón muy reforzado y saliente, utilizado igualmente para abatir a otros barcos. Por último, existen actualmente arietes hidráulicos, que resultan ser máquinas para elevar agua utilizando el movimiento oscilatorio producido por una columna del mismo líquido. La palabra deriva del latín ‘aries’, «carnero padre», que es el que da nombre al primer signo del Zodiaco (compárese con el alemán Widder, palabra que designa al carnero padre, o morueco, y que es también el primer signo del Zodiaco). Por lo tanto convertimos a los delanteros en máquinas de guerra que intentan derivar las tantas veces oídas murallas defensivas. Todo encaja.

También ocurre que los delanteros están en la punta del dibujo del esquema táctico, lo que los termina convirtiendo en ‘puntas’. Pero esa explicación se mezcla con otra, a partir de ‘puntas de lanza’, como en ocasiones se llama a los delanteros, por posible simplificación de la expresión. Muy probablemente la metáfora se pueda encontrar en cantos épicos, en que los guerreros se convierten en sí mismos en las lanzas que atacan a los contrarios. Épica, guerra y fútbol.

Y para terminar dejo la historia para hablar de nuestra lengua de hoy. Se oye en ocasiones, pocas en verdad, nombres tales como ‘extremo izquierdo’, en que se hace una falsa concordancia entre el sustantivo y el supuesto adjetivo. Tal concordancia es un error porque se trata en realidad de dos sustantivos yuxtapuestos, como en ‘coche cama’, por lo que esta concordancia no es posible. Dejemos por lo tanto a los castizos interiores izquierda (tal es el plural correcto) como siempre han sido invitando a los periodistas a crear metáforas, a ser fecundos en imágenes pero siempre respetando la gramática, y por encima de ella, el genio de la lengua, en genio que ellos también comparten.

Y con ello terminamos la breve explicación de las palabras con las que se designan las posiciones de los jugadores. Los lectores habrán echado en falta muchas denominaciones tales como ‘volante’, ‘ala’, ‘pivote’, el tan traído y llevado ‘carrilero’, etc. No se trataba de hacer una exhaustiva descripción y enumeración de todos los nombres, sino simplemente de mostrar nuevamente una pequeña visión global con el objetivo de que los lectores se conciencien de la enorme historia que tienen las palabras que usamos y por ello el gran respeto que debemos tener hacia ellas y la necesidad casi moral de cuidarlas y respetarlas.




Etimología (V): jugadores (II)

Si en el número anterior quedaron expuestas con más o menos detalle las formas de llamar al portero, en esta segunda parte del tema explicaré los defensas y los centrocampistas. Y para ello voy a hacer referencias frecuentes al Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias, publicado en 1611 y que resulta ser el primer diccionario del español, más de un siglo anterior a la fundación de la Real Academia Española (1713). Y lo voy a hacer porque aunque es por todos conocido, quizá no muchos se han acercado a leer sus definiciones; y desde luego, merece la pena. Así pues, salvo indicación contraria, todas las definiciones que siguen son literales de Covarrubias. Quizá sorprenderá a muchos su ortografía, peculiar a nuestros ojos, pero habitual para un idioma que no tenía ortografía reglada y que no la tendría hasta más de un siglo después con la publicación del conocido como Diccionario de Autoridades, primero publicado por la RAE (1726-1739).

 ‘Defender’ es «hazer rostro al que opugna o contradize»; y esa es precisamente la labor de los defensas, evitar los ataques de los rivales; aunque etimológicamente éstos no opugnan, puesto que el latín ‘oppugnare’ deriva de ‘pugnum’, nuestro ‘puño’. Dejemos opugnar a los boxeadores y expliquemos que el latín ‘defendere’ significa en origen «alejar violentamente» y que junto con ‘offendere’ son los dos únicos restos latinos del verbo simple ‘*fendere’ desconocido en los textos y que significaba «golpear». Todos los derivados que tenemos en español son cultismos (‘defensa’, ‘ofensa’) salvo la palabra ‘dehesa’, cuyo significado básico es el de «prohibición», y que se utilizaba en la Edad Media para designar la tierra destinada a pastos, porque estaba generalmente acotada. Sin ir más lejos en Soria el parque más importante es precisamente conocido popularmente así, «la dehesa».

 La palabra ‘defensa’ utilizada en el fútbol es un préstamo del lenguaje militar (tan frecuentes, como hemos advertido otras veces) para designar en principio al conjunto de individuos que realizan la función defensiva en un equipo y después para referirse a un individuo que personifica dicha labor defensiva. Tal individuo es el ‘defensor’, palabra en la que está escondido el sufijo de agente -tor que ya hemos señalado en otras ocasiones (*defend-tor > defensor). Pero en un principio se designaba a estos jugadores con el nombre inglés de ‘back’, lo que coloquialmente podríamos traducir como «el de atrás». Sin embargo posteriormente se generalizó la metáfora guerrera, y ahora es también el nombre habitual en inglés, ‘defender’.

 Continuando con las metáforas guerreras y con el puesto de defensa, se oye también en ocasiones hablar de la ‘retaguardia’ de un equipo. Dice Covarrubias que es  «el esquadrón postrero, y dixose quasi retro guarda, guarda de detrás». La palabra procede en efecto de las palabras ‘retro’, «atrás» y ‘guardia’, «observación, vigilancia», cuya forma castellana se debe a un cruce entre la italiana ‘retroguardia’ y la catalana ‘reraguardia’. Y se dice ‘retaguardia’ por oposición a ‘vanguardia’, que según Covarrubias es «término militar, quasi avantiguardia, la guarda de delante. Es en el exército el esquadrón primero que haze rostro al enemigo».

Y para terminar nos queda hablar de los zagueros, que son los que están a la zaga. «Çaga: Vale detrás, latine retro. Es nombre arábigo, y vale tanto como postre, últimamente; nosotros le tomamos por la cosa que va o está detrás de otra, de donde se dixo çaguero que cerca de los arábigos vale el mínimo, el postrero, el pequeño, el ínfimo […]» Queda claro pues que la zaga es la parte trasera de una cosa. En efecto es nombre arábigo, deriva de ‘saqa’, cuyo significado es (¡sorpresa!) el de ‘retaguardia’. Así que el devenir de la palabra (cuyo significado original parece ser «empujar al rebaño») ha hecho que de la lengua militar haya entrado a la lengua común con un significado laxo y que haya terminado llegando al fútbol para recuperar el significado primero con el que entró la palabra en castellano:  ‘retaguardia’.

Los centrocampistas son evidentemente los jugadores que están en el «centro del campo», y también son conocidos habitualmente como ‘mediocampistas’ o simplemente ‘medios’, nombre este último que fue el más habitual hasta hace pocos años. Apenas nada se puede comentar de ellos, más que recordar que el latín ‘campus’ significa en origen llanura, y pronto pasó a designar al campo de batalla; el germánico dio un paso más allá y el alemán actual ‘Kampf’ significa «lucha», como escribió Hitler en su célebre «Mein Kampf». Así pues en el campo se desarrollaban las ‘batallas campales’ y quien las ganaba era el ‘campeón’.

 En su necesidad de crear sinónimos para dar mayor riqueza y fluidez a su discurso, los periodistas deportivos se las ingeniaron para dar un sinónimo a ‘centrocampista’, lo que no resultaba sencillo en principio. Aparte denominaciones específicas como medio ala, medio centro, medio volante, pivote, etc., se denomina al conjunto de los centrocampistas de un equipo con el nombre de ‘línea medular’ y otros parecidos como ‘columna vertebral’, haciendo referencia a la función creadora de los centrocampistas, pero no a su posición media en el campo, que sería la línea media. Aunque es muy posible que algunos utilicen ‘línea medular’ y ‘línea media’ como sinónimos, cuando no lo son.

 ‘Medula’ (con pronunciación clásica) o ‘médula’ (con pronunciación vulgar generalizada a partir del siglo XVII) es «el tuétano, por estar en medio del huesso». Como se ve, Covarrubias cae en la misma tentación de relacionar ‘médula’ y ‘medio’, aunque la realidad etimológica no sea esta. De hecho no es arriesgado asegurar que en último término sí es así, y que si todavía hoy desconocemos la etimología de la palabra ‘médula’ es porque sin duda ésta (latín ‘medulla’) se vio influida por el latín ‘medius’.

La diferencia entre ‘medular’ y ‘medio’ es sin duda un pequeño detalle, que algunos dirían sin importancia. Pero el camino hacia a la excelencia no conoce detalles sin importancia. Y puesto que el instrumento de trabajo de los periodistas es la palabra, parece mínimamente exigible que la cuiden. Porque aunque la diferencia pragmática entre ‘medular’ y ‘medio’ casi no exista, la diferencia de concepto es muy grande, no nos engañemos.




Etimología (IV): jugadores

El partido lo disputan dos equipos; cada uno de ellos está compuesto por un mínimo de siete y un máximo de once jugadores titulares, de los cuales uno será designado guardameta.

 Encabeza estas líneas el artículo 3.01 del reglamento, el referente al número de jugadores. De ellos voy a hablar, de los protagonistas del fútbol, de los admirados atletas, de los idolatrados deportistas que representan en el campo a miles de anónimos seguidores, de aquellos que tienen el honor de representar a su ciudad e incluso a su país. De ellos voy a hablar. De ellos y de los sanos y esforzados deportistas a los que a cualquier hora del día se puede ver jugando en campos de tierra o de cemento. De ellos, de unos y de otros, separados por la fama y el prestigio pero unidos por un balón que representa el ánimo de superación, el esfuerzo y el sacrificio; de ellos voy a hablar, pues todos son por igual jugadores de fútbol.

 Voy a glosar brevemente las palabras más habituales para referirse a los futbolistas, los nombres genéricos y los concretos según sus puestos en el campo. El sustantivo genérico más usual es sin duda ‘jugador’, más frecuente y sencillo que ‘futbolista’, derivado del sustantivo ‘futbol’ mediante el sufijo -ista, utilizado para crear nombres de profesiones (‘period-ista’, forma acortada de ‘periodicista’, «que trabaja en periódicos»).

 ‘Jugador’ es nombre de agente expresado mediante el sufijo -tor / -dor, del que tenemos multitud de ejemplos: ‘perde-dor’, ‘redentor’ (que redime), etc.; su forma femenina original es -trix (‘empera-dor’ / ‘empera-triz’), mantenido en español sólo en cultismos, pero que en francés es todavía recurrente: por ejemplo donde el español dice ‘calcula-dor-a’ el francés dice ‘calcula-trice’. ‘Jugar’ por su parte deriva del latín ‘iocari’, derivado a su vez del sustantivo ‘iocus’, «juego de palabras, broma», de donde el español ‘juego’ o el francés ‘jeu’. ‘Locus’ reemplazó a ‘ludus’, equivalente latino de nuestro ‘juego’, del que no queda rastro en las lenguas romances salvo en cultismos como ‘lúdico’; también está, aunque escondido, bajo nuestra ‘ilusión’, cuyo significado original era el de «engaño», y que es el latino ‘illusio’, derivado del verbo ‘il-ludere’ (<in-lud-ere), donde por fin se deja ver el viejo ‘lud-us’. Así pues ‘iocus’ tomó el puesto de ‘ludus’, designando la diversión libre y la sometida a reglas, como el teatro (en francés, como en inglés o alemán, los actores «juegan» sus papeles, expresión heredada por el español hace un siglo) o lo que después llamaríamos deporte. En el siglo XVI pasó por metonimia a designar aquello con lo que se juega, y por ello llamamos ‘juego de cartas’ al conjunto de ellas; y a partir de ahí ‘juego de café’, por ejemplo.

 En los primeros tiempos se llamó a los futbolistas con los extranjerismos ‘équipier’ o ‘footballer’, francés el primero e inglés el segundo. Por cierto, que los ‘équipiers’ que formaban el equipo molestaron mucho a los puristas de muy primeros del XX, que se escandalizaban por que se llamara ‘equipo’ a lo que era una «banda», según se había dicho siempre en castellano.

 Pero pronto surgió la especialización de los jugadores: hay jugadores más fuertes, más hábiles, más ágiles, más listos, más rápidos…, cuyas características les hacen más adecuados para desarrollar una función de la que el equipo saque mayor provecho. Unos están mejor dotados para tareas defensivas, otros de creación o de ataque. ¿Para qué despilfarrar energías inútilmente? A partir de 1870 se crea la figura peculiar del ‘goal keeper’, jugador autorizado a coger la pelota con las manos en la mitad del campo, con funciones defensivas.

 El portero es el jugador encargado de defender la portería para evitar los goles del equipo contrario. La palabra ‘portero’ es la evolución del latín ‘portarius’, derivado a su vez del sustantivo ‘porta’, que designaba exclusivamente a las puertas grandes, y que es nuestro ‘puerta’, cuyo significado original se mantiene aún cuando hablamos de las puertas de las ciudades. Por último, ‘portería’ deriva de ‘portero’. Por una sencilla identificación metafórica se utilizaron para el fútbol los nombres de la portería y del portero. Pero para referirnos al portero se utilizan también otros sinónimos como guardameta y cancerbero.

 ‘Guardameta’ es compuesto de ‘guardar’ y ‘meta’. La meta es el final de una carrera, de donde pasó a ser sinónimo de ‘objetivo’. Pero el latín ‘meta’ era en origen simplemente un objeto de forma cónica; ocurría que en el circo romano se utilizaban «metae» para señalar el final de la carrera, de donde pasó al significado actual. Por qué se designa a la portería con el nombre de meta y por qué al portero con el de guardameta no merece mayor detenimiento. El que sí merece la forma ‘cancerbero’, que nos va a llevar de paseo por la mitología clásica.

 ‘Cancerbero’ es la yuxtaposición de los sustantivos ‘can’ y ‘Cerbero’. Cerbero, hijo de Equidna y Tifón, es el célebre «perro del Hades», que estaba a la puerta de los infiernos. La forma más habitual con la que se le describe es con tres cabezas de perro, una cola formada por una serpiente y, en el dorso, erguidas, multitud de cabezas de serpiente, aunque se llega a decir de él que tiene hasta ciento cincuenta cabezas. Encadenado ante la puerta de los infiernos, su labor era la de aterrorizar a las almas que llegaban, después del trayecto por la laguna Estigia que éstas hacían en la barca de Caronte, viejo feo y barbudo al que debían pagar un óbolo por ello; de ahí la tradicional costumbre entre los griegos de meter una moneda en la boca de los muertos. Cerbero es protagonista de uno de los trabajos de Hércules. Hijo de Júpiter y Alcmena, Hércules (Heracles entre los griegos) era objeto de la cólera de Juno, esposa de Júpiter, pues él era fruto de una infidelidad de su marido. En cierta ocasión la madre de los dioses hizo enloquecer a Hércules, quien en su locura mató a los hijos de Euristeo, rey de Micenas. Para expiar su culpa, el héroe se puso a servicio de Euristeo, quien le ordenó los famosos doce trabajos. Uno de ellos consistía en apresar al can Cerbero y llevarlo ante su palacio en Micenas. Plutón permitió a Hércules llevar a la Tierra a Cerbero siempre que no utilizase armas para dominarlo. Tomándolo por el cuello consiguió llevar al perro ante Euristeo, quien, asustado, ordenó a Hércules devolverlo a la puerta de los infiernos.

Esa es la historia más famosa, aparte bajadas a los infiernos, en la que el can Cerbero, con cuyo nombre ahora llamamos a los porteros de fútbol, aparece en la mitología clásica.




El fútbol en la guerra, de Félix Martialay

En las varias biografías que se pueden leer de don Félix en Internet se hace siempre referencia a que su última obra, titulada El fútbol en la guerra, quedó inédita. Y así es.

No obstante parece oportuno dar algunas mínimas pinceladas sobre ese precioso texto al que don Félix dedicó no menos de veinte años de su vida, y en concreto con dedicación plena los últimos cinco.

Se trata de una obra monumental, sobre todo por su erudición: el objetivo de don Félix era hacer la obra definitiva sobre el asunto. Muy pocos sabían tanto como él de la historia bélica y política de la guerra, y nadie sabía ni la décima parte sobre la historia del fútbol en el periodo. Él era consciente de que nadie tenía a su alcance escribir esta obra, y precisamente por ello el empeño que le dedicó en sus últimos años de vida, incluyendo sus muy últimos días. De hecho murió muy pocos días después de terminar uno de los tomos.

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Pero también era monumental por su concepción y número de páginas. La obra estaba pensada en catorce libros, los siguientes:

  1. La temporada 1935-36
  2. Documentos oficiales y notas aclaratorias
  3. Vascongadas y Navarra
  4. La aventura de la selección vasca
  5. Castilla
  6. Baleares
  7. Aragón
  8. Cataluña
  9. Valencia y Murcia
  10. Andalucía
  11. Extremadura
  12. Galicia
  13. Asturias y Cantabria
  14. Canarias

De los catorce libros Martialay llegó a terminar hasta el noveno, dejando escritas unas 3.800 páginas sobre un total estimado que habría llegado quizá a las 4.500. Solo el número de páginas resulta apabullante.

Todos los tomos están escritos siguiendo un estricto orden cronológico de tal punto que se permite al lector seguir minuciosamente todos los acontecimientos tanto bélicos y políticos como futbolísticos. Como ya hemos defendido otras veces Martialay hacía historia política a través del fútbol, y leer sus páginas permite perfectamente entender por qué la necesaria presencia de los datos ajenos al fútbol para entender los del fútbol. Porque como se trató sobradamente en el II Foro Félix Martialay, la relación entre la política y el fútbol es íntima, y pretender historiar el fútbol al margen de la política es quedarse a medias; o ni eso.

Martialay inició en 1996 la revolución en los textos de historia del deporte español con su Implantación del profesionalismo y nacimiento de la Liga. Nadie hasta entonces había hecho un verdadero libro de historia y solo podían leerse crónicas periodísticas más o menos documentadas. Tras ese vino después ¡Amberes! Allí nació la furia española (2000) donde continuó magistralmente su obra. Y ahí se paró. Publicó otras obras incidentalmente o incluso sus dos textos con las fichas de la selección española, pero ninguna otra obra de fuerte calado. Porque dedicó todos sus esfuerzos a su El fútbol en la guerra. Sin duda, la mejor obra de Félix Martialay.




Los presidentes de las federaciones españolas de fútbol

La historiografía del fútbol español está todavía, en gran mediada, en pañales. Es muchas veces sorprendentes cómo se pueden ignorar aspectos absolutamente esenciales de nuestra historia cuando por el contrario existen cada vez más estudios muy meritorios sobre aspectos que podrían ser secundarios como la historia de un club. O como se difunden sin cesar datos absolutamente erróneos.

Entre estas incógnitas tan sorprendentes está, ni más ni menos, la de cuántas federaciones de fútbol ha habido en España y cuáles han sido sus presidentes. El asunto como es natural daría para un libro entero, pero aquí solo tenemos la intención de plantear un esquema con las cuatro federaciones de fútbol que ha habido y los presidentes que han tenido para que sirvan de guía a quien le pueda interesar el asunto.

No incluimos en estas cuatro la que podríamos considerar una quinta, la Federación Gimnástica Española, fundada el 7 de junio de 1898 por el granadino Rafael Rodríguez Méndez, y que aunque aglutinó a algunas sociedades de fútbol (el Madrid FC entre ellas), nunca fue una federación (solo) de fútbol.

1. Federación Española de Clubs de Foot-ball

  • Fundada el 14-10-1909 en Madrid
  • Fue disuelta para crear la RFEF actual.
  • Tuvo los siguientes presidentes:

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2. Real Unión Española de Clubs de Foot-ball

  • Fundada en San Sebastián el 12 de diciembre de 1912, se constituyó contra la inoperancia de la anterior.
  • El 12 de febrero de 1913 recibió de Alfonso XIII el título de Real que hoy ostenta la RFEF.
  • Organizó el primer partido internacional de España, que tuvo lugar en Irún el 25 de mayo de 1913 contra una selección francesa. El partido terminó 1-1. El siguiente partido internacional no se jugó hasta siete años después.
  • Se disolvió para crear la actual RFEF.
  • Tuvo solo un presidente:

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3. Real Federación Española de Fútbol

  • Fundada en Madrid el 1 de septiembre de 1913, de existencia ininterrumpida hasta la actualidad.

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4. Federación Española de Foot-ball

  • Fundada el 15 de mayo de 1937 en San Sebastián, fue la federación española de la zona nacional durante la guerra.
  • Su máximo logro fueron los dos partidos internacionales jugados contra Portugal.
  • Se disolvió al terminar la guerra, quedando reintegrada en la RFEF.
  • Solo tuvo un presidente:

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Etimología (III): córner

El córner es «la forma de reanudar el juego cuando el balón traspasó completamente la línea de meta (por tierra o por el aire) sin haberse obtenido gol, si fue tocado o jugado en último lugar por un jugador del equipo defensor», según define con precisión Javier Rodríguez Ten en su Reglamento práctico de fútbol (Madrid, 2001). El diccionario de la RAE, bajo la voz ‘córner’, remite simplemente a ‘saque de esquina’ sin dar la definición, aunque sí aporta otra, cuyo significado es extensión del primero: «lance del juego del fútbol en el que sale el balón del campo de juego cruzando una de las líneas de meta, tras haber sido tocado en último lugar por un jugador del bando defensor».

 El córner no es uno de los lances del juego que más riesgo entraña para el equipo defensor, pero posiblemente sí sea uno de los más emocionantes para el espectador: unos dieciséis jugadores metidos en el área esperando un balón bombeado desde la esquina; todo vale, empujar, sujetar al contrario por el uniforme, apoyarse para saltar más alto… Está en la memoria de todos que Míchel llevó ese «todo vale» a cotas inesperadas cuando jugó contra el Valladolid de Valderrama…

 En algunas ocasiones los saques de esquina también se han utilizado para desempatar. En España y en competición oficial solo una vez se ha desempatado por mayor número de saques de esquina lanzados: en la primera eliminatoria de la Copa del Generalísimo 1967-68, en que el Recreativo de Huelva eliminó al Oviedo.

 Pero sin duda la jugada más bella y famosa es cuando un jugador mete un gol lanzando el balón directamente desde el córner, lo que conocemos como gol olímpico. Curiosamente el primero, el que le dio nombre, no se marcó en unos Juegos Olímpicos, sino a la vuelta de ellos. El 1 de octubre de 1924 la selección uruguaya, campeona olímpica en París, fue invitada a jugar en Buenos Aires un partido contra su vecina Argentina; el resultado era de uno a uno cuando Cesáreo Onzari, jugador argentino, lanzó un córner que entró directamente en la meta uruguaya. Al gol se le llamó olímpico ya que sirvió para ganar a los recientes campeones olímpicos, que se vanagloriaban de ser la mejor selección del mundo. Ese tipo de gol se había considerado ilegal hasta pocos días antes, en que la International Board lo había legalizado.

La descripción y el estudio de la palabra no será menos curioso ya que, como veremos, el inglés ‘corner’ está directamente emparentado ni más ni menos que con nuestros cuernos. Veámoslo.

La raíz indoeuropea *ker designa tanto el cuerno como la cabeza. A través de unos procesos morfológicos complicados, que intentaré explicar del modo más sencillo, tenemos en español palabras tan dispares en apariencia como ‘cráneo’ ‘cuerno’ o ‘ciervo’.

 Del grado e de la raíz (*ker) tenemos el griego ‘keras’, «cuerno», del que derivan cultismos en español como ‘queratina’ (materia córnea de las uñas, pezuñas, cuernos, etc.) o ‘rino-cer-onte’, que es un animal con un cuerno en la nariz (‘ris, -rinos’, «nariz»; cfr. ‘oto-rrino’). Y también el latino ‘cerebrum’, del que nos llegan nuestros ‘cerebro’ y ‘cerebelo’.

 A partir de la raíz en grado cero (*kr) y con una ampliación en ‘n’, llegamos al griego ‘kranion’, del que derivan nuestro ‘cráneo’ y sus derivados técnicos, entre los que destaca ‘hemicránea’ y su resultado vulgar ‘migraña’, que etimológicamente resulta ser una enfermedad que afecta a la mitad de la cabeza. Del mismo grado cero, y a través del escandinavo, nos ha llegado el ‘reno’, que recibe pues su nombre de su peculiar cornamenta. La misma designación la encontramos en el latín ‘cer-vus’, nuestro ‘ciervo’.

 Por último, para llegar a nuestro ‘cornu’, hemos de partir del grado cero de la raíz, que genera un apoyo vocálico en ‘o’, más la ampliación en nasal. ‘Cuerno’, ‘mancuerna’ (pareja de animales atados de los cuernos a las patas, para impedir que huyan) o ‘capri-cornio’ (con cuernos de cabra) son algunas de las palabras españolas que derivan del étimo latino.

 Pero en latín tardío se creó una forma secundaria ‘cornarium’, con un significado colectivo similar al español ‘cornamenta’. Tal evolucionó al francés como ‘cornier’, y de ahí la tomó el inglés, en que quedó como ‘corner’. El primer testimonio inglés de nuestra palabra lo encontramos en Britton en 1292, ya con el significado de ‘esquina’. Y aunque pueda sorprender en principio la evolución semántica de cuerno a esquina, ésta ya había tenido lugar en latín: por metáfora la palabra pasó a designar objetos con forma de cuerno, como vasos, trompetas, la trompa del elefante, la córnea del ojo o el pico de un pájaro; dando un paso más se pasó a designar el vértice (o esquina) que forma el cuerno. Curiosamente en español hemos tenido una evolución semántica muy similar: nuestra ‘esquina’ deriva de una palabra germánica (*skina) que designaba en origen a una barrita de madera, metal o hueso, y que pasó a nuestro significado actual «por comparación de una esquina con un hueso saliente», explica Corominas.

 Fue el 28 de marzo de 1887, en la revista Sporting Life, cuando apareció por primera vez la palabra ‘corner’ designando la acción del fútbol, significado con el que ha llegado al español. En francés actual, sin embargo, el anglicismo se utiliza también para designar a una asociación de especuladores que acaparan un producto con el fin de provocar artificialmente la subida de su precio, que tiene su origen en la expresión inglesa ‘to drive into a corner’, «arrinconar», y cuyo uso data de 1853.

 




Etimología (II): campos y estadios

Quizá sorprenda a algunos la distinción que hago entre campos y estadios; actualmente la diferencia entre unos y otros radica en que los estadios son campos con gradas, pero hasta hace unos cincuenta años la diferencia entre ambos estribaba en que el estadio era un recinto deportivo con pistas de atletismo alrededor, independientemente de sus gradas. Esa diferencia estaba tan marcada que, antes de la guerra, el campo del Athletic de Madrid no tenía nombre, y era conocido como Stadium (que posteriormente fue llamado Metropolitano), porque era el único que había en Madrid, dado que todos los demás recintos en los que se jugaba al fútbol eran simplemente campos. Fuera como fuera, hoy no mantenemos la diferencia, pero de mantenerla Anoeta sería un estadio y el Bernabeu un campo. En todo caso lo que no debemos hacer nunca es llamar estadios (como se lee y oye en ocasiones) a los primeros lugares en los que se jugó al fútbol, que no eran más que pequeños campos sin pistas de atletismo y sin apenas gradas.

 El español ‘campo’ procede del latín ‘campus’, que parece ser palabra de origen rural, quizá pre latina, cuyo significado original era el de «llanura», y que pronto pasó a designar al campo de batalla. De hecho en español tenemos algunas palabras derivadas de ‘campo’ propias del lenguaje militar, como ‘campear’, que significa «salir el ejército a combatir en campo raso», «estar en campaña militar», «correr o reconocer con tropas el campo para ver si hay en él enemigos» y «tremolar banderas o estandartes». En este mismo sentido, sabemos que el que destaca en la batalla es ‘campeador’, y que cuando una batalla es muy notable, se dice que es ‘campal’. El germánico, por su lado, dio un paso más, y el alemán actual ‘Kampf’ significa «lucha», como escribió Hitler en su célebre Mein Kampf. También tienen que ver con el campo los ‘campeones’, palabra que del latín pasó al germánico, de éste al longobardo (lengua germánica hablada por las tribus que invadieron el norte de Italia en el siglo VI, de los cuales deriva el nombre de Lombardía < *Longobardía), y posteriormente al italiano, lengua de la que la tomó el castellano a principios del siglo XIV.

 Un estadio es por lo tanto un campo con gradas. La palabra es de origen griego (stádion), y era en aquella lengua una medida de longitud equivalente a 600 pies griegos o 625 romanos, unos 192 metros de los nuestros. Aparte de ello, era, claro, el lugar donde se realizaban carreras, e incluso podía llegar a designar a las mismas carreras si la palabra estaba en plural. Aunque no conocemos su etimología, sí es bien conocido su mito originario, que explica todos sus significados, y que entronca directamente con la creación de los Juegos Olímpicos.

Según Pausanias (geógrafo descriptor de Grecia, del siglo II a.C.) y Estrabón (el más célebre geógrafo de la antigüedad, a quien corresponde la gloria de haber sido el primero en describir la península Ibérica como una piel de toro, del siglo I a.C. y d.C.) presentaban como origen de los Juegos Olímpicos el siguiente mito. Los hermanos Dáctilos son los genios a los que Rea encargó proteger a su recién nacido Zeus. Ésta quería así ocultar al niño de la ira de su marido, Crono (el Saturno latino), quien, avisado de que un hijo suyo le destronaría, mató a todos, menos al menor, el que fue ocultado por Rea en la casa de los hermanos Dáctilos (recuérdese el célebre cuadro de Goya, «Saturno devorando a sus hijos»). El caso es que en una ocasión el hermano mayor entre aquellos, Heracles Ideo (que nada tiene que ver con el Heracles-Hércules famoso, hijo de Zeus), decidió entretener al joven Zeus con una carrera, para lo que fue poniendo un pie tras otro hasta llegar a 600, completando la distancia a la que llamaron ‘stádion’. Conservando esa longitud y componiendo un rectángulo de una anchura de la tercera parte, completaron el ‘stádion’ como recinto en el que se disputarían las carreras. La superficie acotada se denominó ‘arena’.

Por terminar con la historia, cuando Zeus fue mayor, destronó y mató a su padre, resucitó a sus hermanos y otorgó a Heracles Ideo la gracia que le solicitó: unos juegos periódicos en honor del dios y cuyo premio fuera una rama de olivo o una hoja de palmera. Ese es el origen de líricas expresiones que a veces se oyen, como «levantó la palma de la victoria» y similares, así como de la palabra ‘palmarés’, que no es sino el conjunto de palmas que ha conseguido un individuo o un equipo.

 Decíamos arriba que la superficie interior de un estadio se denominaba ‘arena’, que resulta ser un tercer modo de designar a los campos de juego, que es utilizado actualmente en inglés y que a través de esa lengua ha sido extendida a otras. Lo encontramos en casos tan célebres como en el modernísimo Amsterdam Arena. Respecto a la palabra, nos resulta una vez más muy oscura. Asumida por el castellano del latín, se le postula un origen etrusco, y su más antigua grafía era con hache y ese, ‘hasena’. La palabra que designaba la misma realidad que en español, se especializó en el lenguaje del circo (recinto en el que se hacían las carreras de cuadrigas), en que designaba el lugar que tenía arena. También se conoció en ocasiones a los gladiadores (que luchaban en el anfiteatro) como ‘arenarius’, que sería nuestro ‘arenero’. Por último las ‘arenae’ en plural podían designar al desierto. En francés actual, donde a la arena la llaman ‘sable’ (del latín ‘sabulum’, «grava»), toman los otros significados, y llaman así ‘arène’ a la palestra, como hacemos en español y al desierto, y ‘arène taurom’ a nuestros castizos ruedos taurinos.

En conclusión, dos de las palabras con las que designamos recintos deportivos en los que jugamos al fútbol, ‘estadio’ y ‘arena’, provienen directamente del ámbito deportivo y en él se han mantenido hasta nuestros días, mientras que el ‘campo’ pasó de la agricultura a la guerra, hasta llegar al deporte. Siempre guerra y deporte…




Etimología (I): el penalti

Los penaltis son posiblemente las jugadas más emocionantes de un partido de fútbol: un duelo entre dos hombres separados por sólo once metros; uno tiene la obligación de meter el balón en la portería, otro la de impedirlo. El árbitro comprueba que los demás jugadores están fuera del área y al menos a 9,15 metros del punto de penalti (fuera del semicírculo) pita y… El delantero tiene todas las de ganar en el duelo, sólo debe mantener la calma; pero muchas veces… Ricardo Zamora, el que posiblemente ha sido mejor portero de la historia, para su frustración lo sentenció: «no hay penaltis parados, sólo hay penaltis fallados»

Como es conocido, el penalti se incorporó al reglamento del fútbol en 1891, el mismo año en que el campo de juego se dividió en dos partes, en que se admitió que el árbitro entrara en el campo para desempeñar su labor y en que aparecieron los jueces de línea. Las tandas de penaltis, utilizadas para desempatar eliminatorias, son mucho más modernas, datan de 1971, y según se cuenta fueron inventadas y puestas a prueba por primera vez en una edición del Ramón de Carranza. Antes  de 1971 se desempataba mediante sorteos o incluso con otras soluciones tales como dar vencedor al equipo que mayor número de saques de esquina hubiera lanzado en el partido. Todos recordamos el agónico sorteo en que Franco Gemma cogió el papel que decía ‘Turchia’ y no el que decía ‘Spagna’ impidiéndonos así ir al Mundial de Suiza 1954; pero es menos conocido que en la temporada 1968-69 el Recreativo de Huelva eliminó al Oviedo en la primera eliminatoria de la Copa del Generalísimo por haber lanzado más saques de esquina (después de haber jugado dos prórrogas de treinta minutos y otras cuatro de diez minutos cada una). Ha sido el único caso en la historia del fútbol español.

Muchas historias y anécdotas se pueden contar sobre el penalti, pero nuestro cometido aquí es el de ahondar en la propia palabra, explicar su origen y «juguetear» un poco con ella.

La voz inglesa ‘penalty’ tiene su origen en el latín medieval ‘poenalitas’, (latín clásico ‘poenalis’), derivado del sustantivo ‘poena’. La forma medieval evolucionó en inglés a ‘penality’, palabra común aún hoy; nuestra forma sincopada ‘penalty’ se entiende de influencia francesa. La lengua latina había tomado en préstamo del griego (dialecto dorio) el sustantivo ‘poina’, que adaptó como ‘poena’; su significado, según define el diccionario de Ernout-Meillet, es el de «compensación (económica) por una falta o crimen»; esto es, ‘pena’ como sinónimo de castigo, significado vigente aún hoy en español y en otras lenguas como el francés (‘peine’) o el inglés (‘pein’). De hecho el sustantivo griego es el nombre derivado del verbo ‘tino’, que significaba «pagar».

Pero esta palabra experimentó ya en latín preclásico la evolución semántica siguiente: puesto que la ‘poena’ es un castigo, y éste produce sufrimiento, se designó también al último con la misma palabra, especializándose después para el sufrimiento moral o síquico: «qué pena más grande en el alma siento», escribía García Lorca en 1920 (El maleficio de la mariposa). Así pues esos son los los significados que tenemos en español (y en francés) para la palabra ‘pena’, «castigo» y «sufrimiento».

Del sustantivo ‘poena’ deriva el verbo ‘punire’ (arcaico ‘poenire’) «penalizar», «castigar». De él deriva un verbo castellano ya fuera de uso, ‘punir’, y de él a su vez un adjetivo que designa lo que puede ser punido, ‘punible’. Y éste sí es muy utilizado habitualmente, sobre todo en la jerga de los periodistas deportivos y casi siempre en el sintagma ‘acción punible’, del que se hace uso habitualmente para referirse precisamente a los penaltis. Por supuesto también del mismo verbo derivan ‘punidad’ y ‘impunidad’, así como el inglés ‘punish’ y ‘punishment’ o el francés ‘punir’ y ‘punition’, vocablos habituales para decir ‘castigar’ y ‘castigo’ (que etimológicamente significan «hacer casto»: cast-igar, del latín ‘castus agere’).

Todo este camino hasta llegar a 1513, en que Henry Bradsham, poeta inglés, escribe en su obra «The Holy Lyfe and History of saynt Werburge very frutefull for all Christen people to rede» (I. 3080): «to dyssolve her wo and great penalte (sic)», que resulta ser el primer testimonio escrito de nuestro penalti, aunque como se puede ver, con el significado de sufrimiento, no de castigo. Progresivamente la lengua inglesa perdió ese significado hasta dejar sólo el de castigo o multa, que es el que encontramos hoy en los diccionarios ingleses sincrónicos. Aunque el penalti no entró en el reglamento del Fútbol de la Asociación hasta 1891, la palabra entró en nuestro deporte en 1885, año del que datan los primeros testimonios escritos.

Sobre el uso de la palabra apenas nada se puede decir, pero quizá sí sobre la grafía. Al respecto escribía Lázaro Carreter en 1986: «también en español se intentó en vano emplear ‘penal’, para designar al temible castigo. Porque el público, dueño absoluto del idioma, lo que reclama es ‘penalti’, con fonética hispana; y gusta de verlo escrito con la -i latina final. Lo cual implica que siempre se haya dicho y escrito ‘penaltis’. La palabra no figura aún en el Diccionario académico, pero cabe repetir la profecía de Unamuno ante otra voz ausente: «Ya entrará». Lo probable es que se adopte con la forma ‘penalti’. Y lo seguro, que su plural no será ‘penalties’, lo cual sería aborto en castellano, donde, los niños lo saben, se añade -s (y no -es) a las palabras llanas acabadas en vocal.» En efecto la palabra entró en el Diccionario de la RAE en su edición de 1992.

Y para terminar quiero aprovechar la oportunidad para recordar a uno de los hombres que más ha sido en la historia del fútbol español, Pablo Hernández Coronado, autor de la célebre frase de «ganar de penalti injusto en el último minuto», que quedó inmortalizada en su brillante obra «Las cosas del fútbol», publicada en Madrid en 1955 por la editorial Plenitud, con prólogo de José María de Cossío. Félix Martialay lo definió muy acertadamente como «un libro que no sólo era un estudio radiográfico de su personalidad sino también un tratado filosófico del fútbol». Don Pablo, un hombre genial, una obra genial.




Número monográfico sobre la historia de los clubes

En los últimos años con el surgimiento del interés por la estadística del fútbol, a veces como apoyo de la Historia y a veces como sustituta de esta, varios han sido los intentos por presentar un palmarés histórico completo del fútbol español, una clasificación histórica que abarcara hasta la hoy llamada tercera división (cuarta categoría). Principalmente tres: la Arefepedia, la Futbolteca y el Histórico de Dinámico.

Todos ellos partían para sus respectivos trabajos de la voluntad de establecer un criterio uniforme para el estudio de los «equipos de fútbol» en España que abandonara las ideas esencialistas que habían fundado cualquier trabajo anterior.

Estas ideas que denominamos «esencialistas» suponen aceptar que hay (que puede haber) esencia sin existencia, y que la existencia es en definitiva la realización de la esencia preexistente. Así la fundación del FC Barcelona, por ejemplo supone la realización de la idea de FC Barcelona. Por ello si la sociedad «realmente existente» FC Barcelona desaparece su idea puede «reencarnarse» en cualquier otra sociedad: el alma del FC Barcelona puede vivir sin el cuerpo del FC Barcelona.

Esta idea esencialista es la que está presente en afirmaciones que se oyen y se leen sin parar, tales como «el Burgos ya ha desaparecido tres veces» o «el Madrid se ha enfrentado X veces con el Málaga, Y cuando era CD Málaga y Z con el actual Málaga CF».

Bien es cierto que estas tesis esencialistas tienen su base en el hecho ya señalado en nuestros Cuadernos por José Manuel Rodríguez Pardo de que el fútbol es cosa de ciudades (político), y que por lo tanto las sociedades o los equipos que realmente juegan lo hacen representando a la ciudad. Siendo esto cierto, y por lo tanto con sentido, no lo es menos que esta perspectiva hace que el estudio de la competición sea imposible, ya que no solo obvia a los protagonistas realmente existentes (sociedades y equipos), sino que supone no tener en cuenta un dato fundamental: en cada ciudad siempre hay más de un equipo y estos no compiten entre sí por la representación de la ciudad.

Estos estudios anteriormente citados se han encontrado con problemas a los que, en nuestra opinión, no han sabido enfrentarse y resolver de forma definitiva. Y no lo han hecho porque en un momento u otro de sus estudios se han visto obligados a hacer «excepciones» al sistema que habían definido, es decir, se han visto obligados a reconocer que su sistema no funcionaba.

Por ello hemos decidido dedicar el presente número 18 de los Cuadernos de Fútbol monográfico para plantear un sistema de descripción y análisis que bajo ponencia de José del Olmo, Eugenio Llamas y Víctor Martínez Patón ha sido sometido a estudio de todos los miembros del CIHEFE y que en lo sucesivo se aplicará en todos nuestros estudios. Igualmente deberá ser aplicado en cualquier estudio que sobre la cuestión pretenda desarrollarse de acuerdo con criterios oficiales, ya se trate de un estudio sistemático o tan solo de un club determinado.




Sociedades y equipos: criterios para un análisis histórico

El análisis que presentamos parte de la constatación de dos hechos:

  1. En España hay «sociedades» que se inscriben en la RFEF para participar en las competiciones de fútbol que la propia RFEF organiza. En concreto desde 1928 la RFEF exige que las sociedades estén «legalmente constituidas».
  2. Cada sociedad puede inscribirse con varios «equipos» y así por ejemplo la sociedad Villarreal juega en la temporada 2010-11 en primera división y en segunda simultáneamente con sus equipos A y B. Pero además participa en categoría de juveniles, etc.

Dado que nuestro análisis se basa en estas dos afirmaciones, aparentemente sencillas, definimos a continuación con toda la precisión que nos es posible los conceptos de sociedad y equipo.

1. Sociedad

Tan solo algunas palabras sobre el concepto de «sociedad», cuyo significado está bien delimitado (definido) por la literatura técnico-jurídica (doctrina) española.

Designamos con el término «sociedad» (lat. societas) al contrato en virtud del cual unos sujetos (personas) se unen con un fin común, al que otorgamos por ficción jurídica «personalidad jurídica» propia, ajena a la de los propios socios que la constituyen (a pesar de que no es posible una sociedad sin socios -la legislación española admite, en el extremo, la figura de la «sociedad unipersonal»-).

Esta definición deliberadamente vaga permite incluir dentro de la figura genérica de «sociedad» tanto las sociedades en sentido estricto (ya sean civiles o mercantiles) como las asociaciones, entendiendo que la diferencia entre unas y otras es que en las primeras (sociedad en sentido estricto) el objeto es obtener beneficio económico para los socios, mientras que en las segundas el reparto de beneficios entre los socios está prohibido.

Hasta la ley de 1991 en España solo se inscribían en la RFEF asociaciones, conocidas habitualmente con el nombre inglés de club. Como es conocido hoy en día existen en nuestro país tanto asociaciones (clubes) como sociedades en sentido estricto (con la forma específica de sociedades anónimas deportivas, mercantiles por lo tanto). Estas últimas son en su mayoría el resultado de la transformación de forma jurídica de asociaciones preexistentes, que no obstante conservan como fecha de fundación la de la asociación, forma bajo la que adquirieron la personalidad jurídica (se fundaron). En todo caso la RFEF ha mantenido tanto en sus Estatutos (art. 13) como en el Reglamento general (RGRFEF, Libro II, título I) la denominación tradicional de «club» como sinónimo de sociedad en sentido genérico.

La doctrina jurídica no es unánime para precisar el momento en que una sociedad adquiere personalidad jurídica. La opinión mayoritaria es que esta se adquiere cuando la sociedad comienza a actuar en el tráfico o cuando da signos externos de su existencia (en nuestro caso jugar el primer partido de fútbol, una nota de prensa, etc.). Pero claro, esta tesis se enfrenta con una dificultad notable: es cuanto menos muy difícil que el primer acto de la sociedad sea notorio, sino que lo más normal es que haya actividad previa al primer acto externo. Por ello hay otra tesis, si bien minoritaria, que retrotrae la adquisición de personalidad jurídica (entendiendo este como el punto de realización efectiva del contrato) al acuerdo de la voluntad de los socios. Esto sobre la base de una de las definiciones tradicionales de contrato, «acuerdo de voluntad con fin lícito». Si una sociedad es un contrato, y este se realiza con el simple acuerdo de voluntades, será este momento en el que la sociedad adquiera la personalidad jurídica. Esta es grosso modo la tesis del catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad Autónoma de Madrid Cándido Paz Ares.

Si bien entendemos que la segunda tesis está conceptualmente mejor construida, en cualquiera de los casos como historiadores necesitamos una prueba (externa) de que existe sociedad (el acuerdo de voluntades), por lo que a nuestros efectos ambas teorías quedan ecualizadas en la mayor parte de los casos. La prueba por excelencia será el acta de fundación de la sociedad o en su defecto una nota de prensa que dé noticia de dicha fundación. Ambas nos permitirán precisar la fecha exacta de la fundación (cronología absoluta). En ausencia de una u otra el primer partido de fútbol (o cualquier otra actividad) nos permitirá establecer una cronología relativa: la sociedad se fundó en algún momento anterior (coetáneo en el extremo), pero nunca posterior. La fecha de inscripción en el registro de asociaciones o en el mercantil (para las sociedades mercantiles) puede ofrecernos una cronología absoluta si los socios proceden a la inscripción para constituir la sociedad, o una cronología relativa si la inscripción la hacen una vez constituida la sociedad. A priori no podemos saber si nos hallamos ante uno u otro caso ya que la inscripción solo tiene efectos declarativos (no constitutivos); esto es, el Registro constata, declara, que la sociedad existe. No es que la sociedad se constituya mediante la inscripción.

A modo de resumen he aquí una breve nómina de documentación en la que podemos basarnos para establecer la fecha de fundación de una sociedad:

1. Documentación oficial

1.1 El acta de constitución de la sociedad: fecha que figure en dicha acta.

1.2 Estatutos de la sociedad: fecha que figure en dichos estatutos.

1.3 Fecha de inscripción en el registro oficial de asociaciones, de asociaciones deportivas o mercantil.

1.4 Fecha de solicitud de ingreso en la federación de fútbol correspondiente.

1.5 Participación en cualquier competición organizada por la federación de fútbol pertinente.

2. Documentación no oficial

2.1 Nota o reseña de prensa en la que se dé constancia de la creación de una sociedad.

2.2 Nota o reseña de cualquier actividad en la que participe la sociedad.

2.3 Anuncio o cartel publicitario en que se mencione la participación de la sociedad.

2.4 Epistolario privado entre los miembros fundadores de una sociedad donde se mencione la constitución o actividad de   dicha sociedad.

2.5 Documentación gráfica particular.

Por último hay que señalar que una sociedad puede perder su personalidad jurídica (dejar de existir) por su propia voluntad o por acción de la autoridad gubernativa en caso de incumplimientos de la legalidad vigente. Entre los casos de desaparición por voluntad propia destacan las fusiones con otras sociedades, ya sea por ser absorbida por la otra sociedad o por desaparición de ambas y creación de una nueva sociedad. La suspensión indefinida de sus actividades sin precisar la intención de reanudarlas en el futuro puede entenderse también como una desaparición, a menos que reanude sus actividades. No se considera suspensión de las actividades los períodos bélicos, estado de sitio, catástrofes naturales o situaciones legalmente reconocidas.

Estas son pues las sociedades que en la Federación Española de Clubs de Foot-ball (de 1909) y en la Unión Española de Clubs de Foot-ball (1912) se inscribían directamente a la federación nacional y que tras la fundación de la RFEF en 1913 se inscriben a las federaciones regionales correspondientes además de a la propia RFEF (art. 99.5 RGRFEF).

2. Equipo

Al igual que «sociedad», «equipo» es un término análogo, no unívoco. Es decir, se refiere a conceptos diferentes, aunque con relación entre sí. Precisar los diferentes conceptos de sociedad (en sentido genérico que incluye la asociación, y en sentido propio en que esta queda excluida) resulta fácil puesto que hay una amplísima literatura jurídica sobre el asunto. Ahora bien, nada parecido hay respecto del término «equipo», y para nuestro análisis es preciso especificar los posibles conceptos que se designan, que en principio son los cuatro siguientes:

  1. Sociedad: «El Real Madrid CF es el mejor equipo del siglo XX».
  2. Plantilla de jugadores: «El Real Madrid tiene buen equipo este año».
  3. Alineación de jugadores: «El Real Madrid presenta hoy un equipo lleno de suplentes».
  4. Derecho de equipo: «El Real Madrid no usa muchos jugadores del segundo equipo».

A nosotros el concepto que nos interesa es el último de los cuatro, cuyo análisis no resulta evidente. Es este hecho el que precisamente ha provocado hasta ahora la confusión que ha impedido su definición clara y precisa, que ya queda aclarada por nuestra glosa como «derecho de equipo».

Y es que en efecto, en este cuarto sentido el equipo es un derecho que otorga la RFEF a las sociedades inscritas de participar en las competiciones oficiales. El RGRFEF es claro en este sentido, según queda indicado en su art. 103, titulado «derechos de los clubs», en su apartado a): «[…] tomar parte en las competiciones oficiales […]» en tantas categorías como lo desee. Incluso hay una especificidad para las sociedades de categoría igual o superior a la segunda B, que tienen obligación de participar en todas las categorías desde juveniles a prebenjamines (art. 108.2).

Si bien el derecho surge de quien tiene potestad de darlo y por lo tanto no puede ser preexistente a la existencia de la RFEF, entendemos que se puede aplicar analógicamente el concepto de derecho de equipo a las sociedades fundadas antes del 1 de septiembre de 1913. En consecuencia entenderemos que surge el derecho de equipo de acuerdo con el esquema siguiente:

a) Sociedades creadas antes del 1-9-1913

  • 1. Si la sociedad se crea para jugar al fútbol, de manera exclusiva o compartida con otros fines cualesquiera que sean (fundamentalmente la práctica de otros deportes) se entenderá que el equipo se crea simultáneamente a la sociedad. Por ejemplo el derecho de equipo principal (A) del FC Barcelona se entiende creado el 29-11-1899, fecha de fundación de la sociedad.
  • 2. Si una sociedad determinada creada con fines diferentes de la práctica del fútbol decide en algún momento posterior a su fundación añadir a sus fines la práctica del fútbol se entenderá creado el equipo en tal momento. Por ejemplo la Sociedad Gimnástica Española, creada en 1887, creó su equipo de fútbol (derecho principal o A) en 1907.
  • 3. Si una sociedad creada antes del 1-9-1913 pero con fines diferentes a la práctica del fútbol crea su sección de fútbol en momento posterior a la susodicha fecha se aplicará el punto siguiente. Es el caso, por ejemplo, del Club Gimnàstic de Tarragona, sociedad creada en 1886 y con fútbol solo desde 1914.

b) Sociedades creadas después del 1-9-1913

  • 1. Fecha de inscripción en la RFEF o en cualquier Federación Regional dependiente de esta. Cada inscripción creará un nuevo derecho, y en consecuencia cada baja dará fin al derecho. Se incluyen dos supuestos:

b. Una sociedad inscrita en una clase de competición (senior, por ejemplo) se da de alta en otra clase de competición (aficionados, juveniles, cadetes, etc.) o incluso que inscribe otro derecho en la misma clase de competición.

a. Una sociedad inscrita en la RFEF (creada antes o después del 1-9-1913) se da de baja y pasado un tiempo se vuelve a inscribir. Por ejemplo el Recreativo de Huelva, dado de baja en 1931 e inscrito nuevamente en 1932.

Las características propias del derecho de equipo las marca quien crea el derecho. Al igual que el Estado es quien marca las características del derecho de propiedad (una vez que ha creado y definido dicho derecho), la RFEF establece las características del derecho de equipo. Pues bien, al igual que el derecho de propiedad de un inmueble puede cambiarse de un propietario a otro, el derecho de equipo también puede pasar de una sociedad a otra según las normas que para la transmisión de dicho derecho rijan en cada momento (compraventa posible o no, etc.). Si bien siempre tiene que haber un propietario para dicho derecho, pues de lo contrario el derecho se extinguiría. Por ejemplo en el caso de las fusiones, que más adelante explicaremos detenidamente, dice el RGRFEF (art. 107.2): «el club resultante […] se subrogará en todos los derechos y obligaciones de aquellos».

Así pues un derecho de equipo siempre pertenece a una sociedad, pero esta no tiene por qué ser la misma a lo largo del tiempo.

En último lugar es preciso tener en cuenta que el derecho no viene dado por la categoría de liga en la que se participa, ya que este puede variar de una temporada a otra, por ascensos o descensos, sean estos por méritos deportivos o disciplinarios, e incluso puede quedar temporalmente en suspenso, bien por sanción o bien por no inscripción del equipo durante algún tiempo.

3. Conclusiones

Una sociedad puede contar con uno o varios equipos, que participarán en categorías diferentes de la competición (según el art. 110 RGRFEF hay un equipo principal y uno o varios dependientes). Además, podemos categorizar estos equipos en distintas clases, cada una de las cuales cumplirá con los criterios para participar en ciertas competiciones y no en otras. Entre estas ramas, cabe citar los equipos senior, aficionados, juveniles, cadetes, infantiles, etc., o incluso sub-21, sub-18, sub-15. Dentro de cada una de estas ramas, una sociedad puede inscribir uno o varios equipos (el equipo A, el B, etc.), que típicamente competirán en diferentes categorías.

De este modo una sociedad puede tener a su primer equipo senior en Primera, su segundo en Segunda B e incluso un tercero en Tercera; un primer equipo juvenil en División de Honor, un segundo en Liga Nacional, y así sucesivamente. Pero también una federación tiene varios equipos: selección absoluta, sub-21, sub-18, etc.

4. Aplicación del sistema a casos conflictivos

Por último presentamos la solución a una serie de casos conflictivos mediante la aplicación de los conceptos de sociedad y equipo.

a) Existe una sociedad que abarca distintas disciplinas deportivas, entre ellas el fútbol. En un momento dado, algunas secciones deciden «independizarse». Es un caso de segregación, en el que tendríamos dos sociedades diferentes: la que abarca distintas secciones, que sigue existiendo con aquellas secciones que no se independizan, y la que se dedica a las secciones que se desgajan, que se crea en este momento. Si la sección de fútbol se queda en la primera sociedad, la segunda es irrelevante para nosotros; si está entre las que se desgajan, tendremos que tratar las dos sociedades, aunque la primera dejará de tener importancia a partir del momento de la separación. El caso más probable es que solo exista un equipo que cedido a la nueva sociedad le permita seguir participando en competiciones con los mismos derechos que la temporada anterior. Por ejemplo, en 1909 se fundó la sociedad Reus Deportivo, que incluía varias secciones entre las cuales había una de fútbol. En 1951, esta última se separó de la anterior, cambiando su nombre a C.F. Reus Deportivo. Hay dos sociedades (Reus Deportivo, que sobrevive pero deja de ser relevante para nuestro estudio y C.F. Reus Deportivo, fundada en 1951) y un solo equipo, que pasó de una sociedad a otra en ese año.

b) Una sociedad con uno o varios equipos de fútbol absorbe a otra, que también tiene uno o varios equipos de fútbol. En este caso, la sociedad absorbente sigue existiendo, mientras la absorbida desaparece. En cuanto a los equipos, se pueden dar diferentes casos:

  • Los equipos de la sociedad absorbente siguen compitiendo y los de la absorbida desaparecen. Por ejemplo, el Atlético de Madrid absorbió en 1939 al Aviación Nacional y los equipos de este último no volvieron a competir.
  • Siguen existiendo todos o algunos de los equipos de ambas sociedades, por ejemplo unos como equipo A y otros como equipo B, o bien siguen los equipos senior de una sociedad y los juveniles de la otra. En este caso, habría una continuidad de los equipos, que en el caso de los pertenecientes a la absorbida pasarían de una sociedad a otra.
  • Los equipos de la sociedad absorbida siguen compitiendo y los de la absorbente desaparecen. Aunque parezca paradójico este caso es perfectamente factible (por ejemplo, si la sociedad absorbente estuviera en categoría inferior y la absorbida tuviera problemas económicos). En este caso, tendríamos una sociedad que desaparece y otra que continúa; los equipos de la que desaparece pasarían a la que continúa, y los de esta última desaparecerían.

c) A principios de los años 90 del siglo XX los antiguos filiales se integran dentro de sus matrices como equipos dependientes. La relación de filialidad se da entre sociedades; existe una sociedad matriz, y una sociedad filial; así pues, en este caso lo que se produce es una fusión por absorción de una sociedad, la filial, por otra, la matriz, en la que siguen existiendo los equipos de ambas sociedades. Según se ha explicado en el caso anterior, la sociedad filial desaparece, pero sus equipos siguen compitiendo, pasando de dicha sociedad filial a su sociedad matriz. Por ejemplo, el antiguo Rayo Cantabria fue una sociedad independiente vinculada por un contrato de filialidad al Racing de Santander, que en 1993 fue absorbida por este y su equipo pasó a ser el actual Racing B.

d) Una sociedad que no tiene ningún equipo de fútbol absorbe a otra que sí los tiene y los mantiene en la competición. La sociedad absorbida desaparecería, la absorbente seguiría existiendo (aunque antes no se dedicara al fútbol, su antigüedad correspondería a su fundación), y los equipos de la absorbida pasarían de una sociedad a otra.

e) Una sociedad que tiene uno o varios equipos de fútbol absorbe a otra que no los tiene. Este caso es irrelevante a nuestros efectos; la sociedad sigue existiendo y los equipos que le pertenecen, también.

f) Dos sociedades que tienen uno o varios equipos de fútbol se fusionan mediante el proceso de creación de una nueva y posterior desaparición de ambas. Los equipos ocuparán las plazas de uno o varios de los equipos de las sociedades fusionadas, pudiendo no ocuparse todas las plazas en cuestión, o bien aprovecharse las de categoría inferior como equipos dependientes. En cualquier caso, este o estos equipos seguirán existiendo, pasando de una de las sociedades que se fusionaron a la sociedad resultante. Si las dos sociedades fusionadas tenían sus equipos principales en distinta categoría, es fácil determinar cuál es el que sobrevive y cuál el que desaparece o pasa a ser el equipo B. Sin embargo, si dichos equipos estaban en la misma categoría, no es tan sencillo decidir cuál perdura y cuál desaparece (en este caso no cabe la posibilidad de que uno pase a ser el equipo B, puesto que dos filiales no pueden participar en la misma categoría). Para resolver podrían aplicarse diversos criterios, tales como la antigüedad de los derechos, la clasificación el año anterior o cualquier otro que se pudiera definir. Por ejemplo, en 1983 se funda el Real Avilés Industrial, por fusión del Real Avilés C.F. y el C.D. Ensidesa. Su primer equipo participa en Segunda B, categoría que correspondía al primer equipo del Ensidesa, mientras el del Real Avilés debía participar en Tercera División. En este caso, consideraríamos que hay una nueva sociedad, un equipo que deja de competir (el Real Avilés) y otro que pasa de una sociedad a otra (el Ensidesa, que pasa a llamarse Real Avilés Industrial).

g) Dos sociedades deciden una fusión por absorción: una desaparece y la otra cambia de nombre y quizá de uniforme, escudo, etc. En este caso, una sociedad sigue existiendo y sus equipos continúan compitiendo, mientras que la otra sociedad desaparece y sus equipos dejan de competir. Por ejemplo, en 1933 el Málaga Sport Club y el F.C. Malagueño acuerdan fusionarse, pero a última hora, para evitar la fuga de determinados jugadores, toman la decisión de dar de baja al Málaga Sport Club y cambiar de nombre al F.C. Malagueño por el de C.D. Malacitano.

h) Los cambios de nombre o los traslados de residencia no implican cambio de sociedad ni de equipo. Por ejemplo, el Guadix C.F. se traslada en 2005 a Granada y cambia de nombre a Granada Atlético C.F.; sigue siendo la misma sociedad y el mismo equipo.

i) Una sociedad no inscribe a uno o varios equipos durante un tiempo, bien por una sanción federativa que le excluye temporalmente de sus derechos, o bien por decisión propia motivada por las causas que sean. Posteriormente, decide volver a inscribir a dicho equipo o equipos. En este caso la sociedad sigue siendo la misma y el equipo o equipos también, ya que sus derechos de competición han estado suspendidos, pero no suprimidos. Es el caso del Real Oviedo al que se le permitió no competir en la temporada 1939-1940 por el estado en que quedó su estadio después de la Guerra Civil.

j) Una sociedad filial finaliza su contrato de filialidad con otra. En este caso no hay ningún cambio; siguen existiendo dos sociedades diferenciadas, cada una con sus propios equipos. Lo único que cambia es el contrato de filialidad, que se da por finalizado. Es el caso del actual Málaga C.F., que hasta 1992 (cuando se llamaba Club Atlético Malagueño) fue filial del antiguo C.D. Málaga, independizándose de él justo antes de que desapareciera.

k) Una sociedad independiente se convierte en filial de otra. Tampoco hay ningún cambio. Siguen existiendo las mismas dos sociedades, con la única diferencia de que aparece un contrato de filialidad entre ellas. Los equipos siguen siendo también los mismos, aunque si se diera el caso de que las dos tuviesen algún equipo en la misma categoría, uno de los dos se vería obligado a descender o desaparecer. Es el caso del Hellín Deportivo, que en 1994 se convirtió en filial del Albacete Balompié sin que se viese modificada ninguna de las dos sociedades, aunque el Albacete Balompié «B» se tuvo que retirar de la competición por estar inscrito en Tercera División, igual que el nuevo filial.

l) Reconversión. Una sociedad, por distintos motivos, puede dejar de competir en alguna(s) categoría(s) por redefinición de su actividad futbolística. Este hecho no afecta a su antigüedad, pues se trata de la misma sociedad. A lo largo de la historia ha habido sociedades que han dejado el fútbol profesional para competir sólo en categorías de aficionados o menores. También ha sucedido a la inversa y sociedades de ámbito aficionado se han reconvertido en sociedades exclusivamente profesionales. Actualmente se están dando casos de sociedades dedicadas al fútbol femenino que han ampliado su actividad al masculino.

m) Unión de dos o más sociedades. Esta unión de sociedades es en sí misma un nuevo contrato de sociedad, incluso si esta nueva sociedad tiene un fin muy concreto (participar en una competición determinada) y se constituye con fecha de disolución muy próxima a la de creación. En todo caso las sociedades formantes no pierden su personalidad jurídica individual, pues su pérdida supondría la disolución de la sociedad que se basa en ellas. Es el caso del Vizcaya que jugó la Copa del Ayuntamiento de Madrid en 1902 (por unión del Athletic y el Bilbao FC).




El fútbol no nació en China

El pasado día 2 de diciembre el presidente de la FIFA Joseph Blatter dio a conocer los países organizadores de los Mundiales 2018 y 2022. Lo hizo tras una relativamente larga exposición previa que se hizo desde luego mucho más larga para los que ansiábamos ver cómo se asignaba a la llamada Candidatura Ibérica el Mundial 2018. Como es bien sabido al final Blatter leyó el nombre de Rusia.

En medio de la alocución previa Blatter afirmó entre otras cosas algo así como que «este maravilloso deporte nació en China […]». Pues bien, es precisamente contra esas palabras del presidente de la FIFA contra las que escribo este breve artículo. Porque el fútbol no nació en China.

Leí en cierta ocasión que fue el propio Jules Rimet mientras era presidente de la FIFA el que decidió aceptar el tsu khu chino y otros juegos japoneses, griegos o americanos como precedentes del fútbol. Ignoro si es cierto que fue apuesta personal de Rimet, pero en cualquier caso nadie tenía autoridad para dar tinte oficial a tal afirmación. O es precedente o no lo es, pero en absoluto es cuestión sobre la que la FIFA tenga autoridad para decidir nada.

Sea como fuere el caso es que parece ser que la FIFA admite estos precedentes remotos como parte de la «historia oficial» del fútbol, y así en su página web aparece un apartado titulado «los orígenes» en que habla de estos lejanos precedentes llegando ni más ni menos que al tercer milenio antes de Cristo. La afirmación no tiene desperdicio: «la más temprana forma del juego de la que hay pruebas científicas era un ejercicio militar manual que data del segundo y tercer milenio antes de Cristo» (http://www.fifa.com/classicfootball/history/game/historygame1.html). Lo de las pruebas científicas ya parece excesivo.

Siguiendo a la FIFA muchísimos libros de historia del fútbol empiezan citando a los chinos, japoneses y demás como precedentes del fútbol, y es precisamente por la influencia de esta idea por lo que se hace necesario explicar la cuestión. En esta ocasión lo voy a hacer de forma brevísima, si bien quiero destacar que el tema daría para varios artículos sobre puntos concretos de primerísimo interés y que quedan en esta exposición incluso sin ni siquiera ser citados. Volveremos pues en próximos números sobre el asunto.

Para desenmarañar la cuestión hemos de definir en primer lugar con precisión qué designamos con el término «fútbol», para poder precisar posteriormente cuándo nació aquello a lo que designamos con tal nombre. Porque aquí es donde surge precisamente la confusión de la FIFA y de los que la siguen.

En España llamamos «fútbol» a un deporte creado el 26 de octubre de 1863 en Londres, concretamente en la Taberna de los Masones (Freemasons’ Tavern). Lo llamamos «fútbol» por abreviación del sintagma «fútbol de la asociación», siendo la «asociación» a la que se refiere el nombre precisamente la que habían previamente creado los reunidos en la taberna y que no es sino la federación inglesa de fútbol. En inglés los nombres de la federación y del nuevo deporte eran respectivamente «Football Association» y «Association Football», cuya apariencia tan similar ha provocado dificultades hasta el punto de que creo que nunca en España se ha traducido bien el nombre del deporte: lo de «fútbol asociación» es simplemente una mala traducción que, entre otras cosas, en español no significa absolutamente nada.

Así pues cuando hablamos coloquialmente de «fútbol» nos referimos al «fútbol de la asociación». Quienes lo llamaron «soccer» lo hicieron porque a lo que daban más importancia era al sustantivo que restringía el concepto de «football» (a-socc-iation). Y es que en efecto los «football games» eran en Inglaterra simplemente «juegos de pelota» que se jugaban con reglas diferentes en cada colegio, en cada universidad y hasta en cada pueblo. Decir «football» (por reducción del sintagma «football game») era decir muy poco, y por eso los ingleses usaron el nombre de «soccer» (frente al «rugger», nombre que se le dio popularmente al football de Rugby).

Nuestro fútbol de la asociación deriva fundamentalmente del football al que jugaban en Cambridge, si bien con algunas modificaciones. Hasta ahí se puede establecer un hilo histórico claro, aunque no cabe duda de que la universidad de Cambridge debió de adaptar un juego popular previo al que le dotó de reglas.

¿Y qué relación tiene históricamente el football de Cambridge (el posterior fútbol de la asociación) con los chinos, los aztecas o los griegos? Pues absolutamente ninguna.

El error, deliberado o no, empieza al confundir los dos conceptos principales que designa el término inglés «football». Si lo tomamos en el sentido genérico de «juego de pelota» sí se puede establecer una relación con otros juegos de pelota chinos o hasta prehistóricos si se quiere (lanzamientos de piedras, etc.), pero entendiendo esa relación como la mera constatación de que diferentes pueblos en momentos históricos diferentes han tenido juegos de pelota.

Pero entender que existe una línea histórica evolutiva que habría empezado hace cinco mil años en China y que se hubiera desarrollado hasta los diversos fútboles ingleses y al fútbol de la asociación en particular es gratuito, carente de toda prueba.

Remontar la historia de algo a lo que se quiere dar prestigio es completamente habitual en todos los ámbitos, políticos entre otros. Y eso le pasa a la FIFA, que no solo imagina una «historia oficial» sino que la cita en un acto de tanta importancia como la designación de los organizadores de los próximos Mundiales. Pero como digo no existe ninguna prueba que permita establecer una línea evolutiva entre los diversos juegos de pelota, siendo lo único que podemos afirmar al respecto es la mera constatación de que diferentes culturas han tenido juegos de pelota. Mezclarlos y aceptarlos como precedentes de uno solo de esos juegos (el fútbol) es desde luego una confusión notable. Y a la manera de otras fantasías políticas, quizá interesada.