La aventura del RCD Español en Sudamérica

Como continuación del relato publicado el pasado mes de febrero en el número 40 de los Cuadernos de Fútbol, se detalla en esta ocasión el segundo viaje de un equipo español a tierras americanas.

La temporada 1925-26, que se cerró con la aprobación de los reglamentos que dieron legalidad al profesionalismo en nuestro país, ya aceptado desde dos años antes, tuvo un desarrollo irregular en Catalunya donde debido a la sanción gubernativa de seis meses de inactividad impuesta al FC Barcelona, el Campeonato Regional no se inició hasta mediado el mes de octubre, quedando interrumpido al final de la primera vuelta para disputar el Campeonato de España, al cual accedieron el RCD Español, como líder de la clasificación tras esta jornada, y el Barcelona segundo clasificado. El conjunto blanquiazul llegó hasta los cuartos de final, donde cayó ante el Atlético de Madrid, pese a la victoria blanquiazul por 6 a 1 en Sarriá, pero al no contemplarse la validez del goal-average, la derrota por 2 a 0 en la vuelta obligó a un desempate en Torrero favorable a los colchoneros.

Acabada la competición nacional, se reanudó la segunda vuelta del Campeonato de Catalunya, pero los planes del club españolista eran otros. Desde hacía algunos años intentaba rentabilizar la presencia de Ricardo Zamora con la participación del equipo en partidos amistosos por diversas localidades de la geografía nacional y algunas giras que le llevaron por el norte de España, Portugal y Canarias, pero esta vez el proyecto del presidente de la entidad don Genaro de la Riva, era mucho más ambicioso: enfrentarse a los grandes jugadores sudamericanos en su propio escenario. Pero el designio de la entidad blanquiazul debía salvar tendenciosas opiniones contrarias vertidas en sectores periodísticos nacionales, recordando el lamentable precedente de la selección vasca en el verano de 1922. A pesar de estos anuncios agoreros, la Real Federación Española de Fútbol  accedió al viaje con la condición de que el equipo se reforzase con algunos otros elementos para cubrir eventualidades.

El jueves 3 de junio de 1925 el conjunto españolista jugó el partido de despedida ante su afición derrotando al Martinenc por 7 a 1 en el reanudado Campeonato de Cataluña, siendo ahora su equipo suplente quien debería defender el liderato en la competición regional. Al día siguiente partía del puerto de Barcelona rumbo a Buenos Aires, a bordo del buque argentino Princesa Mafalda, la expedición compuesta por: Zamora, Saprissa, Portas, Caicedo, Trabal, Oramás, Olarriaga, Vantolrá, Mauri, Padrón, Yurrita y Colls, con los refuerzo del valencianista Eduardo Cubells, Juanito Urquizu, del Osasuna, y Desiderio Esparza, del Tolosa, completándose  el grupo con Genaro de la Riva, el entrenador Paco Bru y el periodista José Luis Lasplazas, llegando a la capital bonaerense el día 22. Posteriormente, embarcarían en el vapor Reina Victoria los madridistas Cándido Martínez, Félix Quesada, Pedro Escobal y Félix Pérez, además del árbitro y delegado federativo Luis Colina, quienes se incorporaron a la expedición.

Todavía estaba reciente el entusiasmo que los miles de bonaerenses habían tributado a los aviadores del Plus Ultra por su gloriosa gesta y la acogida del boxeador Paulino Uzcudum por aquellas latitudes, pero la expedición del Español no fue recibida con un especial énfasis puesto que tampoco se esperaba muchos milagros de ella, frente al buen momento del fútbol de ambas riberas del Plata. Los argentinos estaban eufóricos porque acababan de derrotar a la selección de Uruguay, campeones olímpicos, en un memorable partido y resultaron no poco desmoralizantes las salutaciones que parte de la prensa local dedicó a aquel grupo de osados que se atrevían retar a sus ídolos. Pero la colonia española se volcó desde el primer momento, destacando en sus homenajes la presencia de Ricardo Zamora cuya legendaria fama no conocía fronteras, y tuvo ocasiones sobradas de mostrar su satisfacción, hasta el punto de que tras la actuación del conjunto catalán por tierras sudamericanas se fundó allí un Club Deportivo Español.

Pese a todo había expectación en el debut del Español, el día 27 de junio, y casi 30.000 aficionados llenaban las gradas del estadio del Boca Juniors, enfrentándose a una selección de la Zona Norte bonaerense, integrada por valores muy estimables del fútbol local, aunque no sus primeras figuras, alineando a: Zamora; Portas, Urquizu; Trabal, Esparza, Caicedo; Olarriaga, Cubells, Mauri, Padrón y Yurrita. Ganó el Español con un solitario gol marcado en la segunda parte por medio de Olarriaga y los aficionados pudieron comprobar el juego coherente y ordenado  de los españoles y que la fama de Zamora no era gratuita.

El segundo partido, el 4 de julio, se jugó contra una selección de la Zona Sur, más potente y compensada que la anterior y con presencia de varios internacionales. Acabó con empate a uno y los blanquiazules presentaron la misma alineación siendo el valenciano Cubells autor del primer gol y el empate como consecuencia de un penalti, caracterizándose el encuentro por los numerosos incidentes que se produjeron y la manifiesta parcialidad arbitral, muy protestada por los españoles. El partido tuvo de todo, menos amistad.

Los argentinos empezaron a tomarse las cosas con seriedad y para el tercer partido opusieron sus mejores hombres, los que habían ganado a Uruguay: Tesorieri; Bidoglio, Muttis; Moreira, Fortunato, Médici; Tarascone, Cherro, Bicio, Perducca y Onzari. Se jugó en el estadio Nacional ante 60.000 espectadores y en la primera parte, Cherro adelantó a los argentinos con dos goles, pero tras el descanso, el Español sacó a relucir la clásica furia y en pocos instantes, con goles de Trabal y Oramás establecía la igualada con la que se dio por acabado el encuentro ya que antes de su final reglamentario una parte de aficionados invadió el terreno de juego ante la impotencia de su selección.

La popularidad de los blanquiazules creció de forma unánime y fue entonces cuando llegó la primera decepción. Envanecidos por la aureola o excesivamente confiados viajaron posteriormente a Rosario de Santa Fe para jugar frente a una selección local con una alineación de circunstancias y una actitud relajada. El resultado fue de 3 a 0 para los rosarinos, que así lograron «vengar el honor futbolístico nacional». Y con la lección aprendida cruzaron a la otra orilla del Río de la Plata para enfrentarse el día 14 de julio en Montevideo al Nacional, equipo base de la selección uruguaya formado por: Mazali; Urdinarán, Recoba; Andrade, Zibecci, Vanzino; Urdinarán, Castro, Barlocco, Cea y Romano. Asistió al match el presidente de la República uruguaya y el Español, que pudo contar ya con los refuerzos enviados por la Federación Nacional, tras jugar un maravilloso encuentro logró la victoria gracias al solitario gol de Yurrita, jugando con: Zamora; Urquizu, Quesada, Trabal, Esparza, Caicedo; Olarriaga, Mauri, Oramás, Padrón y Yurrita. Tras el triunfo, la prensa y la afición uruguaya, más ecuánime aunque igualmente apasionada que la argentina, se volcó en elogios hacia el equipo español, siendo vitoreados hasta el hotel por una numerosa y festiva colonia española.

El mismo equipo jugó, cuatro días después, contra el Peñarol, un partido donde Uruguay ponía en juego su prestigio nacional, ante un público cuyo entusiasmo alcanzó caracteres de locura. Y el Español, a pesar de gustar a los espectadores, perdió por escaso margen: un gol que le valió a su autor, Piendibene, una casita de recreo en la playa de moda.

De vuelta a Argentina se jugó el 25 de julio contra el Pehuajó ganando por 1 a 0 y la despedida de la afición bonaerense se realizó el 1 de agosto frente al Huracán, campeón de la liga Asociación Argentina de Fútbol en cuatro ocasiones desde 1921 a 1925. El partido se jugó con una inusitada dureza por parte de los argentinos, quienes quisieron lavar anteriores afrentas, y lograron vencer por 1 a 0, pero fue un triste adiós a una ciudad que tan buenos recuerdos dejaba en los expedicionarios.

A partir de aquí la gira perdió carácter, porque el cansancio empezaba a hacer mella en los jugadores. Partieron hacia Chile y de camino pasaron nuevamente por Rosario, jugando un partido considerado de revancha contra el combinado que les había goleado con anterioridad. No hubo tal desquite pero se empató a uno, demostrando que el resultado anterior podía haberse evitado con una alineación más adecuada. Llegados a Mendoza, a los pies de la cordillera andina, surgieron los primeros contratiempos al quedar interrumpida la línea del ferrocarril por las fuertes nevadas. Como el tiempo apremiaba y había que llegar a Santiago para cumplir los compromisos, la travesía de los Andes hubo de ser realizada a lomos de una caravana de mulos.

Fue un viaje pintoresco a través de impresionantes montañas y no exento de peligros, pero que les permitió estar el 12 de agosto sobre los Campos de Nuñoa, de la capital chilena, para enfrentarse a una selección de la Zona Central. Pero la dureza de la travesía, o bien motivos psicológicos, pasaron factura y después de contar con una ventaja de tres goles se perdió el partido por 4 a 3, en una mala tarde de Zamora. Tres días después volvieron a perder contra la misma selección por 4 a 2, en un partido extremadamente duro y plagado de incidentes, pero a pesar de las derrotas la prensa dedicó al equipo grandes elogios y la numerosa colonia española les agasajó cordialmente.

Recuperadas las fuerzas, el día 19 de agosto jugaban en Valparaíso contra la selección chilena. No hubo pasión ni dureza y el Español barrió literalmente a su rival venciendo por un rotundo 1-4, con goles de Cubells, Oramás (2), y Padrón, causando el triunfo un gran impacto, alineando en este partido a: Zamora, Quesada, Portas; Cubells, Esparza, Caicedo; Mauri, Félix Pérez, Oramas, Padrón y Yurrita.

De allí a Perú, donde los expedicionarios fueron recibidos con grandes muestras de agradecimiento y constantes agasajos. En Lima, jugaron tres partidos; el primero, el 30 de agosto, frente al Alianza, a los que derrotaron por 3 a 1; una semana después repitieron el tanteo ante Progresistas, y el 8 de septiembre despedida con otra victoria por 4 a 0 contra un combinado chalaco. Por aquellos días el jugador Urquizu se sintió enfermo y hubo de ser hospitalizado en una clínica limeña, por lo cual la expedición hubo de proseguir viaje sin el bravo jugador del Osasuna, a cuyo cuidado quedó también el periodista Lasplazas. Ambos regresaron un mes más tarde cuando Urquizu estuvo totalmente restablecido. Félix Pérez, Quesada, Escobal Cándido Martínez y Cubells, anticiparon su regreso por diferentes motivos ya que en la última etapa de la gira no era imprescindible su participación. Mientras, el resto de expedicionarios, embarcaban en el puerto de El Callao a bordo del vapor Nápoli con dirección a la Habana, donde se jugaron otros dos partidos que tuvieron más carácter de exhibición que de verdaderos choques internacionales.

El 19 de septiembre se ganó por 4-0 al Iberia y el día 24 en el último encuentro, nuevo triunfo por 4 a 3 ante una selección cubana. Así terminaba la tournée con sólo cinco derrotas en diecisiete partidos. Por lo que respecta al aspecto económico la gira se saldó con un notable beneficio, pero lo más importante sería la halagadora sensación que su juego dejó, sobre todo en Argentina y Uruguay. A bordo del Alfonso XIII se emprendió el regreso hasta Bilbao y de allí en ferrocarril a Barcelona donde llegaron el 6 de octubre, siéndoles tributado un apoteósico recibimiento desde el mismo apeadero del Paseo de Gracia hasta el Ayuntamiento de la ciudad, donde fueron recibidos por sus máximas autoridades y saludaron desde el balcón a los aficionados que llenaban la plaza.

Los beneficios de esta gira y otra posterior a Europa Central sirvieron para financiar la tribuna de Sarriá, recinto inaugurado tres años antes.




Primera gira americana de una selección vasca

Transcurrían los primeros años de la década de los veinte y el profesionalismo futbolístico empezaba a «salir del armario» en nuestro país, aunque a riesgo de exponerse a la ignominia popular,  pasada una primera etapa del llamado amateurismo marrón, que hizo observar a los jugadores de los diversos clubes que si la gente pagaba por verles jugar, era lógico que ellos cobrasen por ofrecer el espectáculo. En consecuencia había que buscar la forma de generar mayores ingresos para hacer frente a los gastos, resultando insuficiente los escasos partidos que ofrecían los Campeonatos regionales y en el mejor de los casos cinco encuentros del Campeonato de España para los respectivos campeones. Fue entonces cuando comenzaron a proliferar en gran manera los partidos amistosos, siendo éstos contra equipos extranjeros los que más llamaban la atención de los aficionados, pasando por nuestros campos la flor y nata de los equipos europeos como Sparta de Praga, Nüremberg FC, Wienner Sport Club, MTK de Budapest o Gradjinski de Zagreb, entre otros, proporcionando sustanciales beneficios para ambas entidades.

El prestigio que el futbol español alcanzó con el éxito de Amberes, también abrió las puertas a los clubes españoles para intentar alguna aventura internacional, como la realizada por el Real Madrid por tierras italianas a finales de 1920 y los esporádicos escarceos de los equipos vascos y catalanes por Francia, de los gallegos y andaluces por Portugal, y algún otro por el Norte de África. Pero durante el verano de 1922 acaparó la atención de los medios informativos la gira que un grupo de jugadores vascos efectuó por América. Según contaba el historiador Bernardo Salazar en una anterior edición de los Cuadernos de Fútbol, todo comenzó cuando en los días previos a la final del Campeonato de España, que Barcelona y Real Unión de Irún iban a disputar en Coya, apareció por la ciudad de Vigo un tal Mariano Hermoso exponiendo en los círculos periodísticos y deportivos su proyecto de llevar a tierras sudamericanas un combinado futbolístico que mostrase allí los grandes progresos que en este campo habían realizado los jugadores españoles, fruto del cual había derivado el sorprendente éxito olímpico, ofreciendo, al mismo tiempo, toda clase de garantías y ventajosas condiciones económicas.

El proyecto tuvo una grata acogida por parte de los dirigentes federativos guipuzcoanos desplazados para la final y también entre los jugadores iruneses, tomando forma en el viaje de regreso y los días posteriores. El Sr. Hermoso continuó su labor informativa en la misma federación regional, y en sus locales el presidente, Salvador Díaz Iraola, convocó para el 29 de mayo una reunión entre sus afiliados donde se aprobó la realización del viaje, para lo cual se solicitarían las pertinentes garantías avaladas. En posteriores reuniones se ultimaron los detalles, acordándose disputar un total de once partidos en Argentina, Uruguay y Brasil, proyectándose el regreso para la segunda quincena de septiembre. Se acordó que la expedición fuera encabezada por Salvador Díaz, además de un delegado del Real Unión de Irún, Leopoldo García, otro de la Real Sociedad, Javier Olasagastia y Manuel Gil Iturrioz como secretario. El representante de la Federación de Vizcaya, Sr. Isasi, aunque aprobó el proyecto solicitó su desvinculación y delegó en el jugador José María Belausteguigoitia.

Con muchas dificultades y tras varios días de gestiones se pudo confeccionar la lista de jugadores dispuestos a afrontar la aventura integrada por: Eizaguirre, Mariano y Amador Arrate, Olaizola, Artola, Arbide y Martínez de la Real Sociedad; Gamborena, Eguiazábal, Acosta, Patricio, Zabala y Echeveste del Real Unión; Elósegui del Tolosa; Planas del Esperanza; Travieso y Germán Echevarría del Athletic; Careaga del Arenas y José Mari Balauste, el héroe de Amberes que se encontraba en Francia como exiliado político y que anunció su incorporación a la expedición en Buenos Aires. Viajaban, además, W. Martin Harris como entrenador y Tomás de Ysasi periodista. Fue baja imprevista de última hora Antón Arrillaga por sus compromisos militares.

El 23 de junio salió la expedición de la estación del Norte con dirección a Madrid, donde se ultimaron algunas gestiones, y desde allí a Lisboa, embarcándose, cuatro días después, en el trasatlántico Cap Polonio. Tras hacer varias escalas llegaron a la capital de Argentina el 13 de julio, donde fueron recibidos de manera apoteósica por representantes de todas las sociedades españolas afincadas en Buenos Aires y numerosos aficionados. Después de numerosos agasajos, y sin tiempo de descanso, llegaba el primer compromiso futbolístico en tierras americanas.

El día 16, en el abarrotado campo del Sportivo Barracas, se enfrentaron a una selección argentina que utilizaba el nombre de Porteños y alineó a: Magistretti; Bidoglio, Castoldi; Bassadone, Vigliola, Solari; Calomino, Chiessa, Gaslini, Rofrano y Rivet. Por parte vasca jugaron de salida: Eizaguirre; Careaga, Arrate; Gamborena, Olaizola, Eguiazábal; Echeveste, Arbide, Patricio, Artola y Acosta. Arbitró el irlandés Mc Carthy. La falta de acoplamiento y el cansancio hicieron mella en combinado vasco, que en el segundo tiempo fue barrido de la cancha de juego por los argentinos, quienes ganaron por 4-0. La decepción entre la colonia hispana fue muy grande y las críticas extremadamente duras por parte de algunos sectores de la prensa, hasta el punto que el Sr. Díaz tuvo que salir al paso de la campaña con un comunicado que las mitigase, atribuyéndose aquéllas a las divisiones existentes en el seno de la Asociación Argentina.

Tras una semana de continuas recepciones en los círculos sociales bonaerenses, muchas de las cuales ocultaban un acerbado cariz político que poco contribuían a una eficaz puesta a punto de los jugadores, se celebró el segundo partido en el mismo escenario, pero sin tanta expectación. La entrada en el equipo de Germán, Travieso y Zabala mejoraron sensiblemente el juego y el marcador ya que se empató a uno con otra renovada selección Porteña, culpándose al parcial arbitraje una mejora en el resultado. El 30 de julio, la Asociación Argentina organizó un nuevo encuentro con una mediocre selección perteneciente a equipos provincianos. La taquilla se resintió, y también el espectáculo, pero el combinado vasco mostró una gran superioridad y se impuso por un rotundo 4 a 0 materializado por Travieso (2), el recién incorporado Belauste y Zabala. No era para lanzar las campanas al vuelo, dada la entidad del rival, pero ayudaba a levantar una moral que empezaba a resentirse y tenía sus efectos entre los expedicionarios con ligeras discusiones y la formación de grupos antagónicos.

La siguiente cita tuvo lugar en Rosario, realizándose el desplazaron en tren y donde se repitieron las muestras de gratitud. El 6 de agosto se jugó contra una selección local en el campo del Club Atlético Newell’s Old Boys, con una expectación sin precedentes. Fue un gran partido y los anfitriones se impusieron, tan sólo en el marcador, con dos goles de Ernesto Celli, mientras Zabala conseguía el momentáneo empate. Pese a la derrota se causó muy buena impresión, pero el ambiente entre los expedicionarios era cada vez más tenso. Al regreso se hizo una reunión conjunta con el fin de aclarar divergencias, pero todo fue en vano. Tampoco las circunstancia favorecían el entendimiento ni el programa previsto cumplía los objetivos. El partido señalado para el domingo siguiente fue suspendido por orden de la Asociación Argentina y el del día 15 no se pudo jugar por el temporal de lluvia, llegándose al acuerdo de celebrar otros tres encuentros: el día 20 en Montevideo, el 24 en Buenos Aires contra una selección argentina y el 30 despedida ante el conjunto checo del Treplitzer que se encontraba de gira por el país.

Cruzado el estuario del Plata, el combinado vasco se presentó en el campo del Parque Central frente a la selección de Uruguay que alineó a Battignani; Benincasa, Urdinarán; Vanzino, Zibecchi, Ruetta; Arremond, Scarone, Piendibene, Romano y Cámpolo. El encuentro fue muy competido y sólo la nefasta labor arbitral facilitó que los charrúas se impusieran de forma clara con dos goles de Romano en claro fuera de juego; luego Scarone y de nuevo Romano sentenciaron el contundente 4-0.

Se regresó a Buenos Aires en medio de un gran temporal que no cesó en los días siguientes, cosa que obligó a suspender de nuevo el partido previsto, mientras la confrontación con los checos tampoco tendría lugar porque éstos excusaron la participación con diversos argumentos. Se recurrió entonces a un combinado uruguayo formado por jugadores del Nacional y Universal de Montevideo, a los cuales se enfrentaron el domingo 27 de agosto en la cancha del Sportivo Barracas. Fue una brutal contienda que los uruguayos desataron tras el gol inicial de Travieso y que les dio sus frutos en los tres goles de Sacco que cayeron en la meta de Eizaguirre.

Se tomó el acuerdo de abandonar Buenos Aires rumbo a Río el 1 de septiembre, a bordo del vapor Deseado que debía zarpar en la vecina población de Mar del Plata; pero no habían acabado los sinsabores ya que la víspera de la partida el director del hotel comunicó al Sr. Díaz que Mariano Hermoso no había satisfecho la factura. El mismo día 1 transcurrió intentando solucionar el desaguisado y cuando todo parecía arreglado, el Sr. Hermoso presentó una denuncia por incumplimiento de contrato por parte del equipo vasco.

Solucionada momentáneamente la crisis se embarcó rumbo a Montevideo, donde se transbordó al Deseado y se prosiguió viaje a Río. Nuevamente se cambiaron los planes y en vez de jugar en Sao Paulo fue Santos el escenario de un nuevo partido; el día 7 de septiembre, ante a un combinado local y un público más bien escaso, se logró una brillante goleada por 5-1 con tantos de Travieso y Arbide, por partida doble, y Acosta.

Tres días después, con un lleno absoluto en el estadio del Club Palmeiras de Sao Paulo se ponía fin a la gira con el último partido que les enfrentaba a una potente selección del estado. Marcó primero Acosta pero Cabeli empató antes del descanso y luego una genialidad del as brasileño Neco daría la victoria a los paulistas por 2-1. Al día siguiente volvió a aparecer Mariano Hermoso y con él nuevos problemas. Otra denuncia por indisciplina de los jugadores le servía de pretexto para dejar de abonar los gastos de la expedición. Fue precisa la intervención del cónsul de España en Santos, Sr. Fernández Pintado, para poner fin a la extorsión que el promotor pretendía ejercer obligándole a firmar el finiquito de la aventura.

El día 17 se emprendió el viaje de regreso, con muchos menos ánimos que a la ida. Los jugadores siguieron formando grupos sin intercambiar palabra entre ellos y llegados el 4 de octubre a Vigo se alojaron en hoteles diferentes. El epílogo lamentable se dio en la estación de San Sebastián ante el numeroso  grupo de aficionados que acudieron: llegaban en diferentes vagones del mismo tren. Todo ello motivó un cúmulo de críticas por parte de los informadores, como lo muestra esta breve reseña de un periódico donostiarra: Los jugadores pertenecientes a los clubs vascos que hicieron el viaje a América llegaron a San Sebastián el sábado, en el expreso del mediodía. Iruneses y donostiarras vinieron por separado dando una nota lamentable. Se dice que entre ellos existen hondas diferencias. La conducta de estos jugadores ha sido deplorable habiendo partidos en que casi desde el comienzo han hecho plante, poniendo en un brete a directivos y delegados, saliendo al campo sin moral deportiva y con ello la derrota ha venido aplastante.

Así resultó la primera experiencia internacional del fútbol español tras lo de Amberes. Quizás se pagó la novatada y faltó organización, pero se abrió el camino a nuevas aventuras que otros emprendieron en años posteriores y que tendrán su correspondiente relato en sucesivas publicaciones.

 

Vicente Martínez Calatrava

CIHEFE




Leo Messi: 300 goles azulgrana

Con el primer gol conseguido por Lionel Messi en el Estadio Ciudad de Valencia frente al Levante el pasado 25 de noviembre alcanzaba la cifra de 300 tantos marcados por el jugador argentino vistiendo la camiseta azulgrana y seis minutos después enfilaba el aún lejano objetivo de los 369 goles, que dicen los documentalistas, marcó el mítico Paulino Alcántara en los 357 partidos jugados entre 1912 y 1927, aunque en este caso la cifra quedaría sensiblemente reducida a menos de la mitad si se contabilizasen sólo los goles marcados en partidos oficiales. Un reto que Messi es capaz de lograr en el próximo año 2013 si mantiene su eficacia de cara a la meta rival, ya que sus registros durante el año en curso están a tres goles de alcanzar los 85 marcados por la leyenda alemana Gerd «Torpedo» Müller, máximo anotador histórico en un año natural (1972), y si en la pasada competición de Liga ya sorprendieron los 50 tantos marcados, en la actual campaña esta cifra roza la veintena cuando apenas se ha jugado el primer tercio de la competición. El pasado mes de marzo ya superó el récord de 232 goles marcados por el barcelonista César Rodríguez en partidos oficiales y ahora alcaza los 301 que este mismo jugador marcó como azulgrana. Los siguientes retos podrían ser los 326 tantos de José Samitier, o los 75 del ex madridista Raúl González Blanco en competiciones europeas y escalar los ocho peldaños que le separan de la cima de los goleadores de la Liga española que lidera Telmo Zarra con 251 dianas.

 Messi llegó a las instalaciones de La Masía en octubre del 2000 y con apenas 16 años debutó en el primer equipo con motivo de un amistoso que el Barcelona disputó frente al FC Porto, que sirvió para inaugurar el Estadio do Dragao. Era el 16 de noviembre de 2003 y acababa de firmar su primer contrato profesional, pasando por cuatro categorías en esa misma temporada, desde el Juvenil B, al Barcelona C en Tercera división, y Barcelona B, donde tuvo oportunidad de debutar en la Segunda B, el 7 de marzo de 2004 en el Miniestadi frente al CD Mataró, jugando posteriormente otros cuatro partidos más, y aunque no logró marcar en ninguno de ellos, culminó la campaña con un total de 36 goles. Al inicio de la siguiente, el técnico Frank Rijkaart lo incluyó entre los convocados para la pretemporada y fue en el Municipal de Palamós, frente al titular, donde estrenó su cuenta goleadora en el primer equipo y tres meses después, el 16 de octubre de 2004, en el Estadio de Montjuic, hacía su debut en la Liga frente al Espanyol, aunque su primer tanto en partido oficial no llegó hasta la jornada 34, siendo el portero del Albacete, Valbuena, el primero en recibirlo. Su progresión año tras año ha sido imparable hasta conseguir registros históricos desconociéndose cual será su límite.

 TRAYECTORIA EN EL PRIMER EQUIPO DEL FC BARCELONA (2003-2012)

 CAMPEONATO DE LIGA                227  Partidos              188 Goles

COPA DEL REY                               33  Partidos                20 Goles

SUPERCOPA DE ESPAÑA             9  Partidos                  10 Goles

LIGA DE CAMPEONES                   73  Partidos                56 Goles

SUPERCOPA DE EUROPA            3  Partidos                  1  Gol

MUNDIAL DE CLUBS                      4  Partidos                  4  Goles

NO OFICIALES                                 32  Partidos                22 Goles

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TOTAL                                                381  Partidos                301 Goles

 




Un fallo histórico dio al Arenas su único título nacional

Del peculiar jugador barcelonista Juan Garchitorena se ha ofrecido un par de apuntes en números anteriores de nuestros Cuadernos, pero en este artículo vuelve a tener protagonismo ya que el Arenas Club de Guecho debió agradecerle el que gracias a un error suyo pudiera lograr el único título de campeón de España que posee. Según contó para MARCA el prestigioso árbitro e historiador Ramón Melcón, ocurrió esto en la final del Campeonato que se jugó el 18 de mayo de 1919 en el campo del Racing Club de Madrid, aquel terreno duro del Paseo de Martínez Campos, con capacidad para ocho mil espectadores y que entonces se llamaba la catedral del fútbol. Concurrieron a esta final de Copa, la única competición oficial de carácter nacional que existía entonces, dos grandes equipos: el Arenas de Guecho, con figuras excelentes y consagradas como José María Peña, Vallana, Jáuregui y Pagaza, junto a otros menos conocidos por los aficionados de los que se hablaba con cierto interés, como Sesúmaga, Careaga, Uriarte, Barturén, Arruza, Ibaibarriaga y Fidel Peña. Enfrente un FC Barcelona con más cantidad de nombres prestigiosos, como su gran portero Luis Brú, con Reguera y Costa en la defensa, y en la línea media Torralba, Sancho y Blanco. Daba la sensación de que podía llevarse la victoria, a pesar de la ausencia de su formidable ariete Climent Gràcia, uno de los tres mosqueteros de la primera delantera histórica azulgrana de los años veinte, que completarían con Vicente Martínez y Alcántara. Esta baja fue suplida por Garchitorena, que formó en el eje de un ataque jalonado en los extremos por Vinyals y Lakatos.

Había un lleno absoluto en el terreno chamberilero cuando se inició el partido con un mayor dominio del Barcelona, que poseía una técnica más depurada que los bilbaínos. En este duelo destacó la labor de los guechotarras, José María Peña, la excelente actuación de su portero Jáuregui, que una y otra vez detenía los peligrosos disparos de los delanteros catalanes, y la de un chaval rubio, de mediana estatura, que dirigía la delantera blanca -aquel día los areneros no vestían su clásica camiseta rojinegra por su semejanza con los azulgrana- y obligaba a Brú a entrar en acción en cuantas ocasiones se acercaban a sus dominios. Era Félix Sesúmaga, que un año después destacaría por sus remates a gol en la Olimpiada de Amberes, quien traía de cabeza a un medio centro de la talla de Agustín Sancho, mientras Pagaza y el pequeño Barturén le prodigaban pases y más pases para que el ariete los tradujese en formidables disparos, uno de los cuales, enorme y desde el centro del campo, quedó grabado en la memoria del espectador y valió para abrir el marcador al cuarto de hora de juego.

El Barcelona acusó el golpe y la contienda se niveló por la inoperancia de la delantera azulgrana. Pese a ello el empate llegó poco antes del descanso gracias a una jugada personal de Vinyals que culminó con un excelente disparo. A los diez minutos de la reanudación el Barcelona se adelantó a aprovechar Lakatos un pase de Garchitorena, pero seguidamente el Arenas volvió a empatar por medio de Sesúmaga, tras un fallo de Costa. El equipo catalán dominó de forma intensa durante este periodo. El gol del triunfo se veía venir, a pesar de la defensa que Vallana y Careaga hacían en el área, mientras Jáuregui, uno de los porteros que más penaltis había parado en España, se multiplicaba para detener los potentes zurdazos de Alcántara y los remates de los otros atacantes azulgrana.

Y en uno de estos insistentes ataques se produjo la jugada que decidiría el partido. Alcántara remató sin parar un pase de Lakatos y Jáuregui se lanzó a detener el balón que iba raso junto al palo. Logró evitar el tanto, pero su flojo rechace quedó muerto frente a la portería a escasos metros de ella. Garchitorena acudió al remate y ante la meta vacía tan solo tenía que tocar suavemente la pelota para marcar el gol, que podía dar el título a su equipo, dado los pocos segundos que quedaban para terminar el partido, pero era tal la clase de paradas que había realizado Jáuregui, que el delantero barcelonista, temiendo la intervención del portero rival, hizo en aquella ocasión lo más difícil y cruzó el balón con tanta precipitación que este salió fuera rozando el poste de la parte contraria, malogrando tan inmejorable ocasión. Instantes después acabó el partido con empate a dos y en la prórroga el Barcelona se vino abajo cuando a poco de comenzar Sesúmaga culminó una rápida internada con un tercer tanto de los vascos. Antes del intermedio, un centro de Pagaza lo remató a la red Félix Pérez, y cuando faltaba minuto y medio para el pitido final Ibaibarriaga puso colofón a una jugada personal logrando el 5-2 definitivo. De esta manera, gracias al inexplicable fallo de Garchitorena, un jugador de gran clase y sorprendente frialdad, el Arenas Club de Guecho vio su nombre inscrito en el cuadro de campeones españoles. El jugador azulgrana salio llorando del campo porque ya se lloraba entonces cuando se perdían estos partidos. Un año después, aunque él no jugó la final, su equipo logró alzarse con el título, gracias también a otro error histórico, protagonizado en esta ocasión por el árbitro Bertrán de Lis.




El fútbol en Valencia antes del Valencia FC

El museo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia presenta desde hace varios meses una exposición histórica del Valencia CF donde también se ofrecen algunos datos sobre los inicios del fútbol en la ciudad, los cuales habían quedado difuminados en el tiempo y ahora han podido salir a la luz, en parte, gracias al excelente trabajo realizado por Felip Bens y José Luis García Nieves para su obra Historia del Levante UD de reciente aparición, donde se describe que antes de la fundación del actual Valencia CF hubo varios equipos que ostentaron el nombre de la ciudad, aunque su trayectoria, en la mayoría de los casos, fue efímera y pasó desapercibida ya que durante las dos primeras décadas del siglo, el fútbol no fue capaz de conseguir el definitivo arraigo ni alcanzó popularidad, aunque estuvo latente de forma anónima y tuvo sus momentos de esplendor con la Exposición Regional de 1909.

En los albores del siglo XX la práctica del foot-ball irrumpió en Valencia propiciado principalmente por la presencia en el puerto de numerosos buques británicos dedicados a la exportación de cebollas y cítricos, siendo por tanto marineros y trabajadores portuarios quienes comenzaron a practicarlo en las inmediaciones del distrito marítimo, sobre todo en la explanada de Las Arenas y en la Plageta del Cabanyal. Posteriormente se extendió hacia la capital por dos solares de su entorno, situados en el Camí del Grau y de Algirós, y ya en la ciudad se sitúan otros focos en el Parque de la Pechina, del Patronato de la Juventud Obrera, impulsados por residentes de la colonia inglesa respaldados por aficionados nativos que conocían el nuevo deporte por su estancia en tierras británicas con motivo de estudios o trabajos.

La referencia más antigua que se dispone, aparecida el 2 de febrero de 1903 en la revista Los Deportes, señala al Club Español como pionero del fútbol en Valencia. Fundado en los primeros días de ese año jugaba sus partidos en un solar situado frente al balneario Las Arenas, pero apenas existen indicios de su efímera actividad entre sus socios. Poco a poco los grupos de aficionados se fueron haciendo más numerosos, pero hasta 1906 no se puede documentar la existencia en la ciudad de ningún otro club organizado, encontrándose una cita del corresponsal en Valencia de El Mundo Deportivo, alentando a la práctica del fútbol en la ciudad, y tres semanas después con el anuncio del equipo formado por un grupo de aficionados, que se desplazó a la vecina ciudad de Castellón para disputar un match con motivo de las fiestas de la Magdalena. Sin embargo, algunas fuentes sitúan en 1905 la fundación de la sociedad Football Club Valencia, que adquirió carácter legal el 3 de enero de 1907. Tenía su sede social en el café Tupinamba, en la calle de la Paz, vestía camiseta blanca, pantalón y medias azul marino, y -según informaba el anterior medio citado- su Junta Directiva estaba presidida por Alfonso Ferrer; con Carlos Dupuy de Lome y Luis Salgado-Araujo, de vicepresidentes; Enrique Blay, Tesorero; Antonio Alorda y Arturo Ortigosa, como Secretario 1º y 2º; además de Francisco Torres; Juan Dupuy de Lome y Francisco Cubells, como Vocales. En su equipo infantil figuraba Ramón Leonarte, que unos años más tarde sería delegado del Colegio de Árbitros y presidente del actual Valencia CF. La nueva sociedad se estrenó el 4 de febrero ganando por 2-1 al Club Marítimo, otra de nueva aparición en las inmediaciones portuarias, donde el 13 de mayo, de 1907 se constituyó el FC Cabañal, embrión del posterior Levante FC, con sede en el antiguo Paseo de Colón y terreno de juego en la Plageta, presidido por Enrique Ochando, con Alberto Morales, Juan Lapuente y Alfonso Bernal, entre sus dirigentes.

A principio de 1908 el Club Valencia organizó dos partidos teniendo como adversario invitado al X Foot-ball Club de Barcelona, campeón de Catalunya en los dos últimos años, levantando su presencia gran animación en la ciudad, pero el 14 de enero la lluvia estropeó el espectáculo, aunque muchos aficionados la soportaron durante un buen rato, ya que el partido se inició y los jugadores locales llegaron incluso a marcar dos tantos, antes de ser aplazado hasta el día siguiente. Sin embargo, las condiciones meteorológicas no mejoraron y el equipo catalán debió regresar sin poder ofrecer el esperado duelo.

Uno de los personajes clave para el surgimiento del fútbol organizado en la ciudad y su definitiva implantación, fue Francisco Sinisterra Montesinos. Hijo de una familia acomodada de los poblados marítimos pasó siete años en las ciudades inglesas de Londres y Bristol por motivos de estudios y regresó en 1907 totalmente enamorado del nuevo deporte. No tardó en coger las riendas del fútbol valenciano con la inestimable ayuda de algunos antiguos compañeros de colegio. Participó en los primeros partidos como jugador -entre ellos el mencionado contra el club barcelonés-  y como árbitro.

Impulsó al nuevo FC Valencia, y junto con su hermano Julio fue uno de los líderes del Rat Penat, club que surgió en 1909 y en el cual también tomó parte activa. Francisco Sinisterra desempeño una labor fundamental en la configuración del fútbol valenciano, que posteriormente tendría vital repercusión en el ámbito estatal, ya que desde su cargo directivo de FC Valencia impulsó la celebración del torneo de fútbol en los actos de la Exposición Regional que se jugó la última semana de junio de 1909.

Este «concurso de foot-ball» organizado por el Comité de Fiestas de la Exposición despertó un gran interés por la calidad de los contendientes, y fue uno de las mejores competiciones disputadas hasta la fecha. Se inició el día 25 con un torneo que determinaría el representante regional, con participación del Recreación Club de Alicante, FC Cabañal y FC Valencia, que fue el vencedor, tras golear por 7-0 a los alicantinos y ganar al día siguiente por 3-0 al equipo marítimo, contendiendo en la fase nacional con el Club Deportivo Español de Barcelona, Sociedad Gimnástica Española de Madrid y Fútbol Club Barcelona. El programa dispuesto inicialmente fue modificado y el partido anunciado entre el equipo anfitrión y el Español no se jugó para permitir un descanso a los jugadores locales que habían jugado el torneo anterior, decidiendo que fuera el Barcelona quien se enfrentase a los blanquiazules la tarde del día 27. Acudió numeroso público a presenciarlo, ya que era esperado con enorme interés y al final resultó ganador el cuadro azulgrana por 3-2, aunque según la prensa «Al finalizar el partido el Español presenta una protesta, fundada en la parcialidad de los jueces de campo y de meta. A los que tienen antecedentes de dicho club no les extraña esto, pues dicen que es tal su costumbre de protestar, que hasta cuando gana protesta. El Jurado acepta dicha protesta para resolver lo que proceda«.

Al día siguiente, el jurado decidió dar validez al resultado, pero del desenlace entre valencianos y madrileños, fijado para este día no se ha encontrado ni rastro. Tras consultar todos los medios locales al alcance y algunos de Madrid se puede llegar a la conclusión -con las naturales reservas- que el partido no se jugó, y que el Valencia cedió los puntos a su rival, ya que la pista central de la Exposición, donde debía disputarse, estaba ocupada con los preparativos de la verbena de San Pedro que esa misma noche se celebró. El día 29 jugaron en primer lugar Español y Valencia, con victoria blanquiazul por 4-3, y luego lo hicieron Barcelona y Gimnástica, que llegaron hasta el minuto 50 sin goles, suspendiéndose por falta de luz, y reanudado al día siguiente, con un autogol de un defensor azulgrana, que acto seguido remontaron sus compañeros para anotarse una nueva victoria por 2-1. El día 1 de julio concluyó la competición con el triunfo de la Gimnástica sobre el Español por 3-0 y el 4-0 del Barcelona al Valencia que le proclamó campeón, y que presidió la Infanta Doña Isabel.

El título conseguido por el FC Barcelona en este torneo fue celebrado por la afición azulgrana como si se tratara de un Campeonato de España. La llegada de los vencedores a la ciudad Condal fue apoteósica por parte de los socios que los acompañaron hasta el café Torino, lugar de reunión de los azulgrana. Unos días después se celebró una cena en el hotel Mundial en honor de los campeones al final de la cual, y en medio de elocuentes discursos, se acordó impulsar de manera inmediata la creación de un organismo de ámbito nacional por el que hacía tiempo se venía trabajando. Una sonora ovación acogió la propuesta e inmediatamente se nombró una comisión compuesta por los señores Hans Gamper, Eleuterio Muga y Narciso Masferrer que la llevarían a feliz término. El 14 de octubre de 1909 se celebró en Madrid la Asamblea constitutiva de la Federación Española de Clubs de Football.

Las memorables jornadas vividas durante la celebración del torneo de fútbol de la Exposición fueron el punto de partida para que la afición brotase en la ciudad de Valencia con verdadero fervor en los meses posteriores. Al amparo de esta febril pasión aparecieron de inmediato nuevas sociedades, como el España FC constituido el 4 de septiembre, el Rat Penat FC nacido al día siguiente, y el Levante FC legalizado dos días después como continuación de FC Cabañal. Una semana después surgió el Club Gimnástico, con sede en el Patronato de la Juventud Obrera, y por las mismas fechas, de una escisión del FC Valencia, quedaba también constituido el Hispano FC.

Ya para entonces existía la Federación Valenciana del Clubs de Football, fundada el 2 de mayo de 1909 por Francisco Sinisterra, su primer presidente, que había ubicado el local social en su propio domicilio. Los representantes de los nuevos clubs, excepto el Gimnástico, pasaron a formar parte del organismo federativo que tomó el acuerdo de organizar el primer campeonato de Valencia entre sus cinco asociados, cuyo comienzo se fijó para el 24 de octubre; la confección del calendario, exámenes para poder arbitrar los partidos y el inicio de gestiones para adquirir un terreno de juego donde disputar la competición. Ésta se prolongó hasta el 20 de febrero de 1910 y fue ganada por el FC Valencia, que ostentó la hegemonía durante su corta etapa futbolística. En abril de 1910 dejaba de jugar con su nombre y adoptaba el de Sociedad Gimnástica Valenciana al integrarse en esta entidad. Antes de comenzar la nueva temporada se produjo la fusión del España FC y el Hispano, dando lugar al Hispania FC que heredó la gran Pista de la Exposición. Ambos, Hispania y Sociedad Gimnástica Valenciana rivalizaron en el campeonato de 1911 que ganaron éstos revalidando le éxito anterior, pero a finales de ese mismo año el equipo entonces decano desapareció prácticamente invicto.

El Hispania FC tomó el relevo del desaparecido FC Valencia al incorporar en sus filas a varios jugadores de la disuelta sociedad, como Leonarte, Reberg, Posada, Almenar y los hermanos Ferrer, para poder convertirse durante la siguiente etapa en el equipo más representativo de la ciudad, contendiendo con el Español de Barcelona y en diciembre de 1912 con el Madrid FC. El Hispania FC fue campeón regional tres temporadas seguidas entre 1912 y 1914, pero con el desmantelamiento de la pista central del Palacio de la Exposición por parte del Ayuntamiento, acabó su hegemonía y su fugaz trayectoria.

Mientras tanto fueron surgiendo en el ámbito valenciano nuevos clubs, como el Regional y el Sagunto, dirigido por el padre Viñas, con sede en el colegio de los Salesianos de dicha calle. Y el 18 de enero de 1912 quedaba constituido el Club Deportivo Español con la fusión del Valenciano y el Godella, dos entidades surgidas en 1909 en el entorno de la ciudad tras la efervescencia futbolística del Torneo de la Exposición. Alfredo Milego fue su primer presidente y su hermano Augusto figuraba como vocal en la junta directiva. Algunas fuentes apuntan a este club como continuación del desaparecido FC Valencia, pero no hay datos ni nombres que avalen esta vinculación. El Club Deportivo Español se incorporó a las competiciones regionales en las cuales mantuvo una trayectoria estable, aunque fue superado primero por el Hispania y posteriormente por el Sagunto, que sería la cuna de futuras figuras como Arturo Montes o Juan Puig. Este equipo también contó en sus filas con Augusto Milego y Gonzalo Medina, quienes posteriormente fundarían el actual Valencia CF

Los acontecimientos sociopolíticos vividos en la ciudad entre 1912 y 1914, la crisis económica que siguió al estallido de la Gran Guerra y la falta de terrenos de juego, tras el desmantelamiento de la Pista de la Exposición, marcaron un periodo poco favorecedor para el desarrollo del fútbol valenciano y éste entró en una grave crisis estructural, permaneciendo inactivo durante varios meses. La llama quedó viva en los colegios religiosos de la ciudad como los Jesuitas, Escolapios, Maristas y sobre todo los Salesianos del Padre Guillermo Viñas, organizando torneos, jornadas deportivas y cediendo sus instalaciones. En este contexto de fútbol escolar o callejero aparecieron fugazmente algunos equipos que actuaron con el nombre de Valencia, todos ellos con escasa entidad. A partir de 1917 se aprecia una ligera efervescencia en el fútbol valenciano con la competencia surgida desde los colegios y la revitalización de algunas sociedades que permanecían aletargadas, como el Regional, Levante, Cabañal, España y Deportivo Español. Se organizaron algunos «concursos» destacando los que patrocinó el Ayuntamiento con motivo de las Fiestas de Mayo y la Feria de Julio, ganados ambos por el Sagunto FC. A principio de 1918 desapareció el Regional FC y la rivalidad se entabló entre el Sagunto y el Gimnástico, que en este año arrasó en sus confrontaciones y se llevó el trofeo de la Feria de Julio. La afición al fútbol resurgió con renovado ímpetu y en la temporada 1918-19 volvió a disputarse el Campeonato ya con carácter regional.

El Deportivo Español había mantenido una trayectoria continuada y era el tercer equipo en la capital. Ante el inicio de la nueva temporada 1918-19 Augusto Milego y Gonzalo Medina se incorporaron a su cuadro directivo procedentes del Sagunto FC y por mediación del primero se acordó el desplazamiento del equipo a Elche para disputar un amistoso en los primeros días de 1919. Durante el desarrollo del juego se produjo la lesión fortuita del jugador del Deportivo Español, Luis Bonora, que sufrió rotura del peroné y aunque fue debidamente atendido las cosas se complicaron al llegar a casa, y tres días después falleció a causa de una embolia. Este trágico desenlace llenó de consternación al mundillo futbolístico valenciano y el equipo se disolvió.

El fuego no se apagó y pocas semanas después de la trágica muerte de Luis Bonora, de las cenizas del Deportivo Español nació el Valencia Fútbol Club. La idea de formar un equipo capaz de medirse con los del resto del país era el objetivo perseguido por Augusto Milego y Gonzalo Medina desde hacía tiempo. Pasado el impacto de la tragedia lograron reunir una selección de jugadores y el 18 de marzo de 1919 se hacía realidad el ambicioso proyecto, fraguado sobre las mesas del Café Torino, conocido también como horchatería Novejarque. Dos semanas después se nombró la primera Junta Directiva y se dice que una moneda lanzada al aire decidió la presidencia de Augusto Milego, y su opositor, Gonzalo Medina, como organizador de festejos. El recién nacido Valencia FC hizo su presentación el 21 de mayo de 1919 en Castellón, con motivo de las fiestas de la ciudad. El Ayuntamiento donó una copa que disputaron contra el Gimnástico FC de Valencia y que éstos ganaron por 1-0. Ambos equipos volvieron a encontrarse, ya en Valencia, con motivo del Torneo de la Feria de Julio cuyo cartel logró reunir, además del Sagunto -que ya languidecía- y del España, a los que iban a ser los tres pilares fundamentales del fútbol valenciano en las dos siguientes décadas: el Valencia FC, el Gimnástico FC y el Levante FC.




Aquellos domingos de carrusel

Haciendo parangón al título del libro «Aquellos domingos de gloria» de nuestro querido Félix Martialay, deseo hacer un homenaje a la información deportiva radiofónica, que por ahora cumple los sesenta años, ofreciendo un breve apunte de cómo comenzó todo en aquellas tardes de domingo.

Los medios de comunicación siempre han sido la pieza fundamental para la difusión y popularización del fútbol, aunque durante las primeras cinco décadas fue únicamente la prensa escrita quien tenía la exclusividad de esta información. Sería con el inicio de la década de los cincuenta cuando el fútbol en España inició un espectacular auge, favorecido por la rivalidad entre Real Madrid y Barcelona y la popularización de las quinielas, dos fenómenos en los cuales los citados medios tuvieron mucho que ver. En torno al ámbito futbolístico surgieron con profusión, revistas, biografías, calendarios, postales, cromos, emblemas y cualquier objeto coleccionable, destacando entre ellos una obra pequeña por sus dimensiones, de enorme contenido histórico y de una gran acogida popular, el calendario deportivo Dinámico, que durante más de medio siglo ha logrado mantener una estable hegemonía y ha sido pionero en ofrecer en sus ceñidas páginas la historia condensada de nuestro fútbol como elemento consultivo.

La televisión era otro de los medios que asomaba por los campos de fútbol a mediados de los cincuenta, habiendo realizado algunas transmisiones durante la celebración del Mundial de Suiza, y anunciaba su incorporación de forma inmediata. Mientras tanto en España, desde hacía varios años, la radio venía reclamando también poder acceder al mundo del fútbol, contando a su favor la inmediatez de la información y una difusión mucho más amplia, pero desde que en mayo de 1927 Unión Radio hiciera los primeros escarceos en un campo de fútbol, solamente en contadas ocasiones se había logrado ofrecer información desde el mismo terreno de juego, siendo los mismos clubs muy reticentes a facilitar este trabajo por considerar que ello repercutiría en el taquillaje. La experiencia vivida durante el mundial de 1950 con las retransmisiones de Matias Prats Cañete a través de Radio Nacional de España, y la popularización que experimentaba el aparato de radio en los hogares españoles, hicieron imprescindible un cambio de mentalidad en este sentido y fue en 1951 cuando los clubes concedían la autorización para instalar micrófonos en las gradas y poder emitir de forma instantánea del desarrollo de los partidos, aunque todavía quedaba lejos de tener notoriedad los aparatos de transistores.

La relación de interdependencia entre el fútbol y la radio se comenzó a fijar a partir de entonces. Las emisoras dedicaban los domingos programas exclusivos en emisiones de sobremesa con las informaciones previas a los partidos, y a partir de las siete de la tarde se ofrecía un resumen con resultados, comentarios y la quiniela de la jornada. Nacieron programas como «Marcador», con Carlos Alcaraz y Juan Deportista, «Tablero Deportivo», dirigido por Juan Pablo Salinas, o «Siguiendo los deportes», conducido Paco Quílez Quilates; pero sin lugar a dudas, el programa deportivo por excelencia de los domingos ha sido, y sigue siéndolo «Carrusel Deportivo».

Aunque el programa nació varios meses antes y compartió protagonismo con el humorista chileno Pepe Iglesias El Zorro, hasta 1954 no adquirió la estructura que será pionera en este tipo de informativos y se mantendrá invariable durante muchos años. Todos los domingos por la tarde que había jornada futbolística, hacia las cuatro y media, -dependiendo del inicio de los partidos- comenzaba una primera emisión del programa, con una duración de dos horas, durante las cuales se alternaba la conexión con los diferentes campos, y entre las ocho y nueve de la noche, una segunda parte ofrecía un resumen detallado de los partidos, los resultados de Segunda división, la quiniela y, para muchos lo más esperado: los catorce grupos de Tercera.

Sobre una idea original de Bobby Deglané y bajo la dirección de Vicente Marco, se iniciaba con su preámbulo habitual y una marcha de John Philip Sousa: «la Sociedad Española de Radiodifusión, a través de su gran cadena de emisoras propias y asociadas, presenta…» este innovador programa de multiconexión con los partidos en juego, superando muchas dificultades técnicas -Telefónica tardó año y medio en ofrecer la infraestructura precisa- con un eficaz equipo de corresponsales y reporteros, entre los que destacaban: Triabe, en La Coruña; Manso Menéndez, en Asturias; Langarita, en Santander; Antonio de Rojo, en Bilbao; Paco Ortiz, en Zaragoza; Enrique Fernández, en Barcelona; Chencho, en Castellón; José Simón y Miguel Domínguez, en Valencia; Pascual Verdú, en Alicante; Juan Tribuna, en Sevilla; y desde Madrid, Pepe Bermejo, Juan de Toro, Julio Rodríguez y Enrique Gil Gilera, quien ponía la rúbrica para cerrar la segunda edición, con su inefable «decálogo». Todos ellos llenaron de ilusión las tardes de los domingos españoles en torno a una mesa de amigos, con las fichas de dominó o las cartas del mus, la copa de Terry  -el de la malla dorada- o de Anís Castellana, el boleto de apuestas quinielísticas y el calendario Dinámico.




CIHEFE y yo

No soy de los que llevan el fútbol innato en los genes, tampoco estuve dotado para disputar partidos de competición -porque lo hice en una ocasión y ya no me alinearon más- ni tampoco pasé mi niñez con un balón pegado a los pies, como veo cada fin de semana en chavalines de menos de diez años. Aprendí a distinguir un balón de fútbol de una pera cuando ya había cumplido esa edad y recuerdo que mi primer partido que tuve oportunidad de ver fue a través de la entonces incipiente televisión y en la terraza de un bar. Se trataba de un Real Madrid – Peñarol de Montevideo, final de la primera edición de la Copa Intercontinental. Sí, llovió mucho desde entonces, porque eso fue a finales del verano de 1960, pero recuerdo claramente las circunstancias de ello, como el primer partido que presencié en directo: el debut del Valencia CF en la antigua Copa Ciudades en Feria contra el Nottigham Forest, ganado por el equipo de Mestalla por 2-0 marcados por Waldo, el nuevo goleador brasileño del equipo y mi primer ídolo futbolístico. En el espacio de un año entre ambos partidos, surgió mi pasional afición por el fútbol como cuando surge un primer amor adolescente, coleccionaba cromos, daba patadas hasta a las piedras y seguía minuciosamente las competiciones a través de la radio, pero sobre todo empecé a interesarme por la historia del fútbol, intentando recuperar los años perdidos con algunas publicaciones, más bien escasas, hasta que descubrí la hemeroteca municipal y sus tesoros, donde acudía cada sábado por la tarde (entonces se podía) a rebuscar como rata de biblioteca.

Durante varios años estuve revisando periódicos antiguos y a través de ellos descubrí que antes de la Liga hubo unos apasionantes Campeonatos Regionales, que la Copa no siempre se llamó «del Generalísimo» y que había una trayectoria futbolística esbozada de manera superficial, que casi nadie abordó de forma prolija y veraz. Recopilaba infinidad de datos, noticias y resultados, todo ello de puño y letra, porque ni existían fotocopias, ni escaner, ni sistemas reproductores al alcance de usuarios, logrando una documentación valiosa y completa, anotada en diversos cuadernos que aún conservo, no tardando en decidir el destino de mis investigaciones: desarrollar la historia del fútbol español.

El 13 de diciembre de 1977, según consta en el cuaderno, empecé a redactar las primeras líneas de esta obra, retrocediendo a los albores de nuestro fútbol. Dos años después inicié una Segunda parte, que abarcaba el periodo entre 1920 y 1939, con cuatro años de trabajos y algunos intentos fallidos de mecanización, alternando periodos de dedicación intensa con largas etapas de calma, y en la redacción de la Tercera parte, a principio de los noventa, ya pude contar con la inestimable ayuda de un ordenador, sin el cual hubiera sido casi imposible continuar. Vistos los primeros resultados impresos decidí plantearme la publicación de la obra, cuando mi actividad profesional me lo permitiera, justo al inicio del año 2000.

Fue por entonces cuando supe de un grupo denominado CIHEFE, pionero en España en la investigación futbolística, y de algunas de sus actividades y publicaciones. Conocía también algunos trabajos editoriales de alguno de sus miembros como Félix Martialay y Bernardo de Salazar, y mi interés de contactar con ellos pude realizarlo a través de un amigo común, quedando citados el 14 de diciembre de 2001 en el antiguo local social de la Federación, en la madrileña calle de Alberto Bosch, donde también tuve ocasión de conocer a Víctor. Durante toda la tarde y parte de la mañana siguiente estuvimos intercambiando opiniones, detallándome la actividad de CIHEFE en los casi quince años de existencia, entre los que destacaba la publicación de los boletines, que ya tenía oportunidad de conocer, así como la asamblea de futboleros realizada meses antes, y los artículos que se publicaban en los Cuadernos de Fútbol de la revista federativa. Por mi parte, expuse el proyecto que tenía preparado y la viabilidad del mismo, ofreciéndome cualquier tipo de ayuda que necesitase, como así ocurrió. Poco después conocí a su presidente José Del Olmo, a quien también expuse mi intención de formar parte del grupo, que por esas fechas su actividad de investigación se centraba en unos puntos muy concretos y había un menor contacto con el público en general.

Mientras tanto mi proyecto salió adelante. Un boceto de la Primera parte, publicado de manera precaria, fue diseñado de nuevo y maquetado, aunque de aquel manuscrito iniciado veinticinco años antes, apenas se pudo rescatar las primeras frases para hacer una introducción, y posiblemente hoy, ni eso. Las tres primeras partes fueron revisadas y renovadas, contando para ello con la inestimable colaboración tanto de Félix como de Bernardo, pudiendo cotejar los datos que disponía con lo publicado por los boletines de CIHEFE, y además tuve oportunidad de conocer otras personas que habían formado parte del grupo, y sobre todo a dos grandes amigos, como Juan Manuel Julián y Carlos Castro. En noviembre de 2002 apareció la Segunda parte, poco después la Primera y Tercera, y en años sucesivos la tres partes restantes con conforman la obra Historia y Estadística del Fútbol Español, hasta el año 2000.

Con la reactivación del grupo y la nueva etapa que se inició a mediados de 2009 con la publicación de la revista oficial Cuadernos de Fútbol a través de la web, mi actividad aumentó, colaborando en la redacción de alguno de los artículos y posteriormente en la coordinación editorial del Anuario que desde hace dos temporadas venimos publicando a final de la campaña. Y hacia la próxima primavera está previsto la aparición de un anexo a la Historia y Estadística del Fútbol Español, donde la aportación del grupo CIHEFE ha sido determinante. Un nuevo volumen de la obra que recogerá el periodo entre 2000 y 2010, culminando con la conquista de la Copa del Mundo.

 Vicente Martínez Calatrava




Un título de copa al borde del abismo

Una de las temporadas más contradictorias en la historia del FC Barcelona fue la de 1941-42. En el campeonato de Liga flirteó con el descenso y estuvo a punto de bajar a Segunda por vez primera en su historia. Cayó a la última posición de la tabla en la novena jornada, al perder por 5-4 con el Atlético Aviación y durante la mitad de la competición, ocupó posiciones de descenso, de las que salió, tras estar prácticamente desahuciado, en la antepenúltima jornada, gracias a que remontó ante el Sevilla un marcador que pasada la media hora le era adverso por 0-2, pero también favorecido por el hundimiento del Alicante -denominación con la que actuaba el Hércules en aquella campaña- que encadenó ocho derrotas consecutivas y sólo sumó dos puntos en las últimas diez jornadas, lo que obligó a los azulgrana a luchar hasta en final para eludir el descenso, con una angustiosa victoria en Las Corts por 3-1 ante el Castellón. No obstante debería de jugar la promoción para mantener la categoría en un partido decisivo frente al Real Murcia en campo neutral.

 Acabada la Liga comenzó a jugarse la Copa y el partido de promoción se fue demorando por falta de fechas hasta que ambos equipos fueran eliminados. El comienzo barcelonista en el torneo del k.o. no fue muy halagüeño, ya que perdió por 2-1 con el CD Tarrasa, que actuó esta temporada en la Primera Categoría Regional Catalana, debido a que no se jugaba la Tercera División. Una derrota que maquilló Martín casi al final, aunque no tuvo problemas en superar la eliminatoria en la vuelta, al ganar por 4-0 en Las Corts, siendo a partir de aquí cuando el conjunto azulgrana experimentó un radical transformación. En octavos de final eliminó al Sevilla, ganando su segundo partido fuera de casa en toda la temporada -curiosamente había vencido el choque de Liga en Nervión- y completó el 1-2 de la ida con tres goles en Las Corts. En la siguiente ronda se deshizo del Espanyol por un doble 3-2, y en semifinales tumbó al Valencia, campeón de la Liga, ganando también los dos partidos: 1-2 en Mestalla y 3-2 en casa.

 De esta manera se clasificó para la final contra el entonces Atlético de Bilbao, cargado de moral tras las siete victorias consecutivas -había logrado ocho en toda la competición de Liga- y dispuesto a conseguir un título que se le mostraba esquivo desde 1928. El partido se jugó el 21 de junio en el terreno madrileño de Chamartín y fue arbitrado por Manuel Ocaña, alineándose por el Barcelona: Miró; Zabala, Benito; Raich, Rosalén, Llácer; Sospedra, Escolá, Martín, Balmanya y Bravo. Por el Atlético: Echevarría; Arqueta, Mieza; Bertol, Ortiz, Urra; Iriondo, Panizo, Zarra, Gárate y Elices.

El Barcelona afrontó el choque con gran serenidad controlando los deslavazados ataques bilbaínos, pasando poco a poco a dominar. A los 19 minutos se marcó el primer gol en una espectacular jugada de Escolá, que tras sortear a dos contrarios largó un tiro raso y cruzado hasta el fondo de la red. Poco después Balmanya estrelló un balón en el poste, y a los 28 minutos llegó el empate en un remate de Zarra que rechazó con apuros Miró y lo aprovechó Iriondo para rematar por bajo. Hasta el descanso el Atlético pasó a dominar, pero sin resultado positivo de cara al marcador.

En la continuación salió el Barcelona decidido al ataque y a los 51 minutos volvió a adelantarse con un segundo gol, marcado por Martín recogiendo un pase de Escolá, y aún sin reponerse, diez minutos después, a la salida de un corner, el mismo Escolá cabeceó a la red el 3-1. Tras unos momentos de desconcierto en los que el Atlético parecía entregado, se produjo una inesperada reacción y en dos minutos llegó el sorprendente empate: a los 79, Elices remataba un corto rechace de Miró y a los 81, Zarra cabeceaba un centro de Elices, y ante el estupor general el 3-3 subía al marcador, siendo los últimos instantes de gran emoción y desesperados ataques bilbaínos, controlados por la reforzada defensa azulgrana, llegándose al final sin más novedad.

Tras el pertinente descanso, se pasó a la prórroga, caracterizada por el juego lento y de poca calidad, por el cansancio de ambos onces. La jugada decisiva llegaría a los 12 minutos de reanudarse el juego, entre Sospedra y Martín que éste culminó, tras sortear la salida de Echevarria, marcando de forma espectacular el gol del triunfo azulgrana. Aquí puede decirse que acabó el partido, ya que los bilbaínos incapaces de reaccionar, apenas inquietaron a sus contrarios y éstos se dedicaron a dejar pasar el tiempo lanzando balones fuera.

 Cuando el ex centrocampista del Sevilla pitó el final, los jugadores azulgrana se fundieron en un abrazo, y lloraron. Se desató la emoción y cientos de aficionados saltaron al terreno de juego para sumarse a la fiesta, pero en la mente de todos estaba el partido de promoción pendiente contra el Murcia, que se jugaría al domingo siguiente en el mismo escenario, por lo que el equipo permaneció durante toda la semana alojado en el Hotel Victoria de la Capital.

 Con los mismos hombres que ganaron le Copa, excepto Llácer, sustituido por Franco, se afrontó un partido de promoción que parecía ser fácil, pero el conjunto murciano plató cara y no se amilanó, haciéndolo pasar mal a los aficionados barcelonistas, dando un buen susto cuando a los 23 minutos, Huguet, en un lanzamiento de falta marcó el primer gol, y acto seguido Vilanova pudo haber aumentado la cuenta. Durante cinco minutos el Barcelona estuvo en Segunda. Lo que tardó Martín en conseguir el empate con una brillante jugada culminada con un gran disparo, llegándose así al intermedio. Al cuarto de hora de la reanudación, un centro de Valle fue rematado de cabeza Martín poniendo en ventaja al Barcelona, y once minutos después el mismo jugador cabeceó a la red otro centro de Sospedra, quien en el minuto 31 hizo el 4-1 rematando por bajo una pase del ariete azulgrana, y al final Mariano Martín culminó su gran tarde goleadora estableciendo en 5-1 definitivo.

 El conjunto catalán, que viajó en autocar, llegó a Barcelona al mediodía del miércoles 1 de julio, siendo aclamado en las poblaciones por las que pasó, y lo primero que hicieron directivos y jugadores fue cantar una Salve a la Patrona de la ciudad en la Basílica de la Merced. Falta hacía.




In memoriam de Chus Pereda

Es posible que alguno deconozca quien era Jesús Pereda y que muchos de los más jóvenes, convencidos por la machacona martingala que se decía hasta hace poco de que «España nunca ganó nada» ignoren que nuestra selección nacional ya ganó la Eurocopa del año 1964, una edición en blanco y negro que tiene igual valor que las seis primeras copas de Europa ganadas por el Real Madrid, y en esa competición Pereda protagonizó un papel similar al que en los últimos tres años han tenido jugadores como Xavi, Torres o Iniesta, porque si Marcelino pasó al Olimpo de los dioses por marcar el gol de la victoria en la final frente a la extinta Unión Soviética, hay que destacar que Pereda fue el auténtico héroe del partido, quien abrió el marcador con el primer gol -como ya lo había hecho en la semifinal contra Hungría- y el que envió el centro a la cabeza del delantero zaragocista. Fue un interior de gran clase, magnífico organizador de juego, que unía, además, técnica y habilidad ante el gol, en cuya faceta realizadora se estrenó frente al Logroñés en categoría nacional, logrando marcar seis tantos en los quince partidos que disputó con la camiseta nacional.

 Jesús María Pereda Ruiz de Temiño nació el 15 de junio de 1938 en la localidad burgalesa de Medina de Pomar. Todos le conocían como Chus Pereda y en los medios futbolísticos de la época también se le llamó Polvorilla por su chispa explosiva y el carácter espontáneo. Tras iniciarse en el Alcázar de su pueblo natal, se incorporó como titular en el Valmaseda, la temporada 1954-55, hasta que una denuncia del Zalla, acreditando que por su edad no podía participar en competiciones regionales, le llevó al Indauchu juvenil. Posteriormente jugó dos temporadas en el primer equipo y debutó en Segunda División el 18 de marzo de 1956 ante el Sabadell en la vigésimoquinta jornada, disputando tres partidos en esa campaña, y en la siguiente treinta y cinco, marcando además 16 goles. Compartió vestuario con Iriondo, Zarra y Panizo, tres míticos delanteros del Athletic Club, por el que también pudo haber fichado, pese a las resticciones que el club bilbaíno imponía a los nativos fuera de los límites regionales y que se maquillaron alegando que el jugador había actuado con la selección juvenil de Vizcaya. Sin embargo fueron las pretensiones económicas del presidente del Indauchu, Jaime Olaso, lo que frustró la operación, ya que un millón de las pesetas de mediados de los cincuenta era todo un capital que el mandatario rojiblanco Enrique Guzmán no quiso abonar.

 El Real Madrid pagó 850.000 por su traspaso, apalabrándose 250.000 más si alcanzaba la internacionalidad. Cuando lució tal entorchado y los directivos indauchutarras exiguieron el cumplimiento de lo pactado, desde la presidencia merengue se adujo no podían cumplir  tal condición porque el muchacho ya no formaba parte de esa entidad. Estuvo en la plantilla madridista en la temporada 1957-58 y debutó en la Liga el 9 de febrero en Chamartín ante el Real Jaén, completando la delantera con Marsal, Di Stéfano, Rial y Gento. Ese partido y el de la última jornada en La Romareda, donde marcó su primer gol, fueron los únicos que jugó con la camiseta madridista en Primera, pero le sirvieron para estrenar su palmarés con el único título de Liga que ganó, aunque bien pudiera añadir la Copa de Europa que el equipo madridista conquistó esa misma temporada por tercera vez. La campaña siguiente fue cedido al Real Valladolid, con el que jugó veintisiete partidos y marcó diez  goles, que permitieron al equipo de Zorrilla proclamarse campeón de Segunda y retornar a la división de honor.

La llegada de los internacionales brasileños Didi y Canario al club madridista y el interés de éste por fichar a Pepillo, facilitaron el traspaso de Jesús Pereda y Ángel Segurola al Sevilla, como contraprestación a la operación realizada en el verano de 1959, jugando con el equipo durante dos temporadas (1959-61) un total de cincuenta y seis partidos de Liga. Debutó como internacional el 13 de marzo de 1960, formando parte de la llamada Selección Promesas -posteriormente nominada como sub-21- jugando frente a Italia en Palermo y luego volvió a actuar en esta categoría contra Francia. Dos semanas después, el 15 de mayo, hizo su debut con la absoluta en el Santiago Bernabéu ante Inglaterra en partido amistoso que España ganó por 3-0 jugando con: Ramallets; Pachín, Garay, Gracia; Vergés, Segarra, Pereda (Del Sol 44′), Eulógio Martínez, Di Stéfano, Peiró y Gento. En octubre de ese mismo año también formó parte del equipo nacional B que derrotó por 4-3 a la selección A de Marruecos en otro amistoso jugado en Granada.

 En junio de 1961 el FC Barcelona lo fichó para suplir la marcha de Luis Suárez al Inter de Milán y liderar el nuevo proyecto que su flamante presidente Enrique Llaudet planificaba como relevo del legendario ciclo de los Kubala, Ramallets, Czibor y Tejada. En esta nueva etapa actuó durante ocho temporadas (1961-69) y vistió la camiseta azulgrana un total de doscientos noventa y tres partidos en los que marcó ciento cuatro goles, cuarenta y dos de ellos en la Liga en ciento cuarenta y un partidos. Fue campeón de Copa en 1963 y 1968, ganando también la Copa Ciudades en Feria el año 1966. Posteriormente se incorporó al Sabadell donde estuvo la temporada 1968-69 y acabó en el Mallorca jugando cincuenta y un partidos en Segunda División durante dos temporadas (1969-71).

 Terminada su etapa como jugador se dedicó a entrenar en el equipo de empresa Danone y durante la temporada 1974-75 ejerció como seleccionador catalán de juveniles, para pasar a seleccionador nacional de esa misma categoría a partir del ejercicio siguiente, en que fue llamado por Pablo Porta para sustituir a Eduardo Toba. Permaneció como técnico de la Real Federación Española durante varios años, ayudando primero a Kubala, y luego a Luis Suárez, cuando éste se hizo cargo de la categoría Sub-21 y a quien relevó en 1988, hasta la incorporación de Javier Clemente a la Selección nacional en 1992, quien acabó echándolo, al manifestar que «cobraba demasiado para lo poco que hacía». En este tiempo logró dos campeonatos de Europa sub-16 y fue subcampeón del mundo en categoría sub-17 y sub-20. También tuvo ocasión e dirigir en un partido a la selección absoluta por enfermedad de Vicente Miera.

Posteriormente actuó como entrenador esporádico en clubes modestos, el Xerez entre ellos. Tuvo un restaurante especializado en pescados y mariscos. Al arrancar el siglo XXI constituyó, con un paisano burgalés, antiguo futbolista y orientado hacia negocios de construcción, una empresa de representaciones futbolísticas. Desde esa posición denunció el oscuro reparto de comisiones en el fichaje de los jugadores azulgrana, así como haberse hinchado artificialmente el precio por el que fue adquirido el brasileño Geovanni, que por otra parte constituyó un fracaso mayúsculo.

 Le conocí personalmente durante una tertulia televisiva cuando por entonces ultimaba la cuarta parte de la Historia y Estadística del Fútbol Español, que concluía con el famoso gol de Marcelino. Lo primero que le comenté era, la duda que tenía porque en la prensa consultada se le mencionase a él como autor del centro que posteriormente remató el delantero maño, y sin embargo en las imágenes que yo disponía, procedentes del No-Do, se veía al número 7 -que era Amancio- realizando la jugada. Me confirmó que la jugada era suya y que las imágenes estraban manipuladas, posiblemente porque carecían de la secuencia completa. Actualmente se ha podido recuperar la acción gracias a la grabación del partido que realizó la antigua televisión soviética. Además de todas las cualidades futbolísticas que desarrolló en los diferentes medios en los que actuó, su carácter le hizo entrañable para todos los que le conocieron, destacando su vitalidad, disposición y honestidad.

 El 27 de septiembre de 2011 falleció de madrugada víctima de un cáncer que él intento disimular hasta el último momento con su habitual jovialidad. Al día siguiente, los que admirábamos su personalidad estuvimos en su adiós. Allí estaban sus compañeros de selección con los que ganó su más prestigioso galardón, Iríbar, Olivella, Calleja, Zoco, Fusté, Amancio y otros muchos jugadores con los que compartió tardes de gloria a pocos metros de allí y formaban parte de mi album de cromos, que debido a los años -los suyos y los mios- no me fue posible reconocer. Fue una emotiva e insólita despedida como lo hacen las grandes figuras del estadio tras una actuación, saliendo del tanatorio en medio de una gran ovación.

Descanse en paz.

 




Los primeros pasos del futbol femenino en España

El fútbol femenino tan sólo en contadas ocasiones ha merecido la atención de los medios informativos nacionales, pero en esta temporada cumple cuarenta años desde que se iniciaron las primeras manifestaciones serias de esta disciplina. Hasta entonces raras veces se había podido contemplar a algún grupo de chicas pelotear en espacios públicos con un balón en los pies y si lo hacían no estaban exentas de recibir algún comentario despectivo con respecto a su pretendida feminidad. Con ciertos matices no era éste un caso aislado en España ya que la misma Foot-ball Asociation no se decidió a reconocer la rama femenina del fútbol hasta el año 1969 como consecuencia del incesante crecimiento registrado a partir del Mundial de Inglaterra. Dos años después la UEFA encargó a sus asociados la gestión y el fomento de esta disciplina, hecho que se consolidó en los siguientes años.

 Quizás sea la primera referencia sobre el fútbol femenino en España la que aparece en las páginas de El Mundo Deportivo dando cuenta del partido que se jugó en Barcelona  el 31 de mayo de 1914. Bajo el epígrafe «Las niñas futbolísticas» la crónica incluye ciertos adjetivos que denotan el paso de los años: Anteayer, en el campo del «Español», jugóse el primer partido de fútbol entre representantes del sexo débil, que en dicho día se parangonaron con el fuerte. Este partido, cuyos beneficios se destinaban a favor de la Federación Femenina contra la Tuberculosis, era, por su naturaleza, esperado con cierta espectación, siendo presenciado por un público regular y por el capitán general de la región, que acudió con su bella hija Carmen. Las jugadoras estuvieron a la altura que les correspondía, notándose en el comienzo del encuentro bastante azoramiento, que fue desapareciendo hacia el final, en el que, el bando «Giralda», que lucía jersey rojo, consiguió apuntarse dos goals por uno que en la primera mitad, entró el «Montserrat», que lo ostentaba blanco. Esta primera actuación de la mujer en el viril fútbol, no nos satisfizo, no sólo por su poco aspecto sportivo, sino que también porque a las descendientes de la madre Eva, les obliga a adoptar tan poco adecuadas como inestéticas posiciones, que eliminan la gracia femenil. Unos días después se repitió el partido y la publicación comentó: El jueves último, en el campo del «Español» y ante escasa concurrencia, celebraron el segundo partido de balompié los equipos femeninos «Giralda y Montserrat», empatando a un goal. Por segunda vez las niñas futbolistas no convencieron a las personas amantes de lo bello, en todos sus aspectos.

Durante los años de posguerra la presencia femenina en el deporte español fue escasa y dependiente de las actividades sociales promovidas por estamentos políticos como el Frente de Juventudes, la Sección Femenina de Falange Española, o la Organización Juvenil Española. Poco a poco la mujer logró desatarse del seno hogareño y demostró sus innatas cualidades en cualquier ámbito, respondiendo de forma rotunda a la llamada de su propia evolución, incorporándose a diversas disciplinas deportivas, sobre todo colectivas como baloncesto, voleibol o balonmano, incluso como vínculo de reunión social. Pero el fútbol siempre estuvo desplegado y relacionado al universo masculino sin que a nadie se le ocurriera pensar que podría extenderse también entre las mujeres, más allá de alguna presencia puntual en eventos de fiesta mayor o festivales deportivos de carácter benéfico. Toda salida de la norma podría sufrir alguna cortapisa, tanto de sus propios congéneres como de los masculinos.

El fútbol femenino siguió su trayectoria anónima sin merecer ni siquiera la indiferencia de la sociedad. Fue en la segunda mitad de los años sesenta, con la revolución juvenil y progresista y los cambios sociales que la sucedieron cuando el fenómeno experimentó una repentina efervescencia, contagiado por lo que sucedía en otros países tanto de Europa como de Sudamérica. España pretendió estar a la altura de los demás, pero infinidad de obstáculos fueron puestos en el camino, y una vez más tuvo que ser la iniciativa individual la que logró sacar adelante.

 Hacia finales de 1970 comenzaron a surgir los primeros clubs y el Sizam Paloma de Madrid, fundado el 16 de octubre fue uno de los pioneros. Su presentación el 8 de diciembre en el campo del Boetticher de Villaverde fue todo un acontecimiento al que acudieron unos seis mil espectadores, ganando su partido contra el Mercacredit, otro equipo de la localidad por 5-1. Al decir de las crónicas la auténtica heroína del choque fue Conchi Sánchez, un portento a la que apodaban «Amancio» autora de los cinco goles de su equipo, que dejó a los espectadores boquiabiertos. Ese mismo día en Murcia se jugó otro partido entre un equipo universitario y las representantes de un establecimiento comercial que tuvo como árbitro al malogrado Emilio Guruceta.

 Posteriormente apareció el Racing de Valencia, con fecha de 10 de diciembre, llevado de la mano de Francisco Jiménez Velasco. La Peña Femenina Barcelona, fue la primera que contó con el apoyo de uno de los «grandes», el presidente azulgrana Agustín Montal, que acogió esta disciplina en el seno del club el 1 de enero de 1971 y tuvo por entrenador a Antonio Ramallets. Y al día siguiente se fundó el Polideportivo Fuengirola, gracias al apoyo del ex jugador sevillista Ángel Castillo. Estos tres equipos y el Sizam madrileño (que poco después cambió de nombre a Cultural Femenino debido a una escisión), compitieron en el Trofeo Fuengirola, el primer campeonato femenino oficioso jugado en España. Una liguilla a doble partido que se disputó entre el 24 de enero y el 28 de febrero de 1971 ganado por el representante malagueño.

 Este auge futbolístico tuvo en Catalunya una mayor repercusión ya que contó con el apoyo de algunos clubs profesionales y de la Federación Catalana con su presidente Pablo Porta. Unos días antes de constituirse la Peña Femenina Barcelona, dentro de la campaña benéfica navideña de una emisora de radio y como prólogo a un amistoso con el CSKA de Sofía, el club azulgrana ofreció en el Camp Nou un partidillo entre una selección de Barcelona y el Centelles, que no convenció al numeroso publico que asistió a la matinal.

 Tampoco resultó convincente el show organizado por el presidente del Rayo Vallecano, Pedro Roiz Cossío, que aprovechó la coyuntura para concertar dos partidos de fútbol femenino entre artistas de cine, teatro y revista. Lo más granado de la farándula hispana, como Carmela y Lola Flores, La Polaca, Paquita Rico, Marujita Díaz, Rocío Jurado, Encarnita Polo, etc. se dieron cita en Vallecas bajo los nombres de «Folklóricas y Finolis» para ofrecer una parodia más propia de una pista circense que de un campo de fútbol. La farsa, supuestamente benéfica y presentada como «el primer partido oficial de fútbol femenino jugado en Madrid», batió récords de recaudación, fue interpretada por personajes que percibieron 20.000 pesetas y que a propósito o no sirvió para desprestigiar un fenómeno que intentaba su implantación con grandes esfuerzos y escasas ayudas. El «espectáculo» se repitió unas semanas después en el Sánchez Pizjuán de Sevilla, sin merecer mayor comentario.

 Mucho más exitosa resultó la experiencia que por esas mismas fechas se preparó en Barcelona. Por iniciativa de Montserrat Fabregat, el patrocinio la marca comercial de aperitivos Pernod y la emisora Radio Reloj de Radio España, se organizó el primer torneo cuadrangular de Catalunya «Copa Pernod» con la participación de los cuatro equipos más representativos, el FC Barcelona con su Peña Femenina, el RCD Español entrenado por el ex jugador Julián Arcas, el Atlètic Sabadell, dirigido por Guarch Jimeno y la UE San Andrés con Patrocinio Ramón «Patro» de entrenador. Excepto el equipo barcelonista, los demás fueron creados para la competición mediante convocatoria radiofónica, presentándose en total de 312 jugadoras aspirantes, siendo los entrenadores respectivos quienes seleccionaron a veinte por cada club para formar sus correspondientes plantillas. La organización ofrecía premios para los cuatro clubs participantes y a la mejor jugadora del torneo, designada por la votación de los asistentes, un viaje a Londres para presenciar la próxima final de la Copa de Europa.

 El domingo 21 de marzo se jugaron las semifinales en Sarriá en partidos de sesenta minutos. En primer lugar contendieron los equipos del Español y Sabadell ganando las anfitrionas por 2 a 1, y a continuación el Barcelona se impuso al San Andrés por 1-0. Una semana después, en el marco incomparable del Camp Nou, y ante más de 30.000 espectadores se disputó primero el partido para el tercer y cuarto puesto, con victoria andresense por 2-1 sobre el Sabadell, y posteriormente la final que ganó el Español al Barcelona por idéntico tanteo. El público disfrutó de la matinal y salió encantado por el espectáculo que ofrecieron estas pioneras del fútbol que no debía diferir mucho, salvando las distancias, del que se jugaba medio siglo antes.

 El éxito alcanzado en este torneo y el interés inmediato que suscitó, movió a los organizadores y sus patrocinadores a emprender una nueva aventura, poniendo en marcha el I Campeonato Regional de Catalunya de Fútbol Femenino al cual se inscribieron catorce equipos. Fue una competición de liga a doble vuelta que se inició el 8 de mayo de 1971 y finalizó el 5 de marzo siguiente, con tres meses de paréntesis veraniego. La lucha mantuvo interés hasta la jornada final con un duelo constante entre Español y Vic, resuelto a favor de las españolistas gracias al goal-average y el empate del Vic en Manresa en la última jornada. Ambos equipos totalizaron 45 puntos y a continuación quedaron el Atlètic Sabadell con 41, Barcelona  40, San Andreu 39, Banyoles y Manresa 25, Industria del Taxi 22, Lleida, Mataró y La Salle Premiá 19, Badalona 13, Vilanova 9, y San Cugat 3 puntos.

 Los gastos originados por la competición fueron cuantiosos (unos dos millones de pesetas) principalmente para dar cobertura de ella en la prensa deportiva, que realizó un preciso seguimiento. Hubo también algunas irregularidades y el torneo fue un éxito a medias, porque no se llenaron los estadios y ello hizo amainar el espectáculo, pero las chicas que compitieron se entregaron totalmente. La jugadora del Vic, Caracuel, fue la máxima goleadora.

 Mientras tanto el fútbol femenino intentaba organizarse en el ámbito institucional. El 5 de mayo de 1971 se reunieron en el hotel Claridge de Madrid  los presidentes de trece clubs, representando a más de cuarenta, de diversos puntos de España. El objetivo de la reunión fue la constitución del Consejo Nacional del Fútbol Femenino, que agrupaba a todos los clubes allí representados. El acto fue reproducido por el diario Marca en estos términos:

 En un hotel de Madrid, se celebró ayer una reunión de presidentes de equipos femeninos de fútbol a escala nacional. De resaltes de la misma fue designado el Comité Organizador del Fútbol Femenino que por votación de los representantes de los equipos quedó compuesto de la siguiente manera: presidente, Javier Jiménez (Valencia CF); vicepresidente, Julián Esteban Lillo (Madrid Cultural Femenino); secretario, Miguel Ángel Rubio Roiz (Brujas de Madrid); Tesorero, Manuel Carlón (Sizam de Madrid). Como vocales fueron nombrados, José Mérida (Fuengirola) y Miguel Yuste (Racing de Valencia).

 A continuación se hizo una total planificación del fútbol femenino nacional que será presentada al Pleno de la Federación Española de Fútbol en el próximo mes de junio. Según palabras del recién nombrado presidente del Consejo organizador, parece ser que los contactos preliminares son optimistas, lo que pudiera suponer que a partir del próximo junio el fútbol femenino quedará integrado en la Federación Española.

A pesar de los buenos augurios de los dirigentes de la nueva organización el tema del fútbol femenino no fue tratado en la Asamblea y el presidente de la Federación, José Luis Pérez Payá, manifestó de antemano que era un asunto que no les atañía, posiblemente mal aconsejado por algunos clubs que se mostraban reacios a abordarlo. No obstante, el informe de la UEFA recomendando su fomento y gestión, provocó ciertas controversias entre los dirigentes de los clubs, y aunque la Federación prometió ayuda económica, ésta nunca llegó. El fútbol femenino tendría que seguir sobreviviendo gracias a la iniciativa privada y a voluntad de algunos estamentos menos intransigentes.

 Pese a todo, el fútbol femenino también vivió su primera experiencia internacional. Fue el 21 de febrero de 1971 en el campo de la Condomina de Murcia con motivo de un enfrentamiento entre las selecciones de España y Portugal que acabó con empate a tres goles, después de que las españolas fueran con ventaja de 3-1 ante un rival más experimentado, de mayor envergadura física y bastante marrullero. Cabe consignar las alineaciones de este partido que por parte española fueron: Kubalita; Virginia II, García, Herrero; Feijoo, Angelines; Vázquez, Virginia I, Cruz, Conchi y Laura. Por la selección portuguesa: Dores; Mari José, Amelia, Piedad; Calado, Lila; Ana Maria, Julia, Nini, Lina y Ana Santos. Marcaron los goles Laura, Conchi y Cruz, por parte española, y Ana Santos, Nini de penalti y Ana Maria por parte lusa.  

 Lo lamentable del caso, que viene a refrendar lo expuesto anteriormente, fue la negativa para que el encuentro se jugase, primero por parte de la Sección Femenina, y posteriormente por el presidente del Colegio arbitral murciano. Debido a ello el partido comenzó con cierto retraso por desacuerdo entre los organizadores, y el árbitro Sánchez Ramos, tuvo que actuar en chándal al no poder utilizar su uniforme habitual por no tener el beneplácito de sus dirigentes. Una lamentable campaña de desprestigio que redundó en la asistencia de público, con sólo tres mil aficionados en el recinto pimentonero.

 Poco después España volvió a tener otra prueba internacional ante Italia cayendo por un rotundo 8-1 en el Comunale de Turín. Y todavía pudo haber tenido un destacado protagonismo si no se hubiera dado la espalda a la propuesta de la Federación Internacional Europea de Fútbol Femenino. Tras un primer Mundial oficioso disputado en la ciudad italiana de Turín en 1970, y otro en México al año siguiente, España, que había sido invitada a participar, fue designada por el Congreso Mundial del Fútbol Femenino para organizar el tercer evento de este tipo en 1972. Pero la negativa de la Federación Española y el silencio posterior a las cartas enviadas, diluyeron el ambicioso proyecto.

 A mediados de 1971 las divergencias comenzaron a aflorar entre los clubs que integraban el Consejo Nacional Organizador, que acabó por disolverse a principio de 1972. Tras su último Congreso surgió un equipo que en los siguientes años sería el más representativo del fútbol nacional: el Olímpico de Villaverde, fusión del Mercacredit y otro equipo madrileño. En las vísperas navideñas de 1971 desapareció el Valencia Femenino, ante la negativa del presidente Julio de Miguel de acogerlo en el seno del Valencia CF, y unas semanas después también desapareció el Racing de Valencia, para alumbrar de la fusión de ambos el Marcol Lanas Aragón. Ángel Castillo, que trabajó denodadamente por el Polideportivo Fuengirola, decidió abandonar y con ello desapareció el club, y también hubo que lamentar la ausencia del Sizam, diezmado por el paso de sus jugadoras al Madrid Cultural Femenino. A pesar de estos contratiempos y la falta de ayudas que fueron apagando tan encomiables estímulos, siempre se mantuvieron tímidos rescoldos localizados que permitieron su continuidad. Aparecieron en otros puntos de nuestra geografía el Galicia Gaiteira, el Sondika, CD Blanes, Isla Cristina de Huelva y otros muchos. Era una renovación beneficiosa y en junio de 1972 volvió a fundarse un Consejo, ahora de la mano de José Manuel Martínez y Rafael Ruiz Muga, que volvería a la lucha para conseguir su objetivo.

 En noviembre de 1980 se logró el reconocimiento oficial de la Real Federación Española, pero aún hoy en día, a pesar de la existencia de dos competiciones de ámbito nacional donde intervienen equipos semiprofesionales, no se contempla la existencia de licencias profesionales para las mujeres. El origen de la discriminación se halla en los estatutos federativos, donde se excluye expresamente al fútbol femenino de esta posibilidad. Por cierto, aquel portento que maravilló a los aficionados en el campo del Boetticher conocida como Conchi Amancio, tras su paso por el Madrid Cultural Deportivo y Olímpico de Villaverde, recaló en equipo italiano Gamma-3 de Padua, que pagó una buena cantidad por sus servicios y se convirtió en la primera jugadora española exportada… y profesional.

 Estos fueron a grandes rasgos los primeros balbuceos del fútbol femenino en España nacidos de la propia iniciativa, con entusiasmo, mucho sacrificio, pundonor y sin dinero. Si había grandes problemas económicos para los equipos de Primera y Segunda división, habrá que imaginar los que surgieron con este incipiente auge. Fue deficitario para todos los arriesgados que decidieron formar un equipo femenino, pero paradójicamente se multiplicaron de forma extraordinaria en todo el territorio nacional, llegando a contabilizarse unos trescientos. Todavía deberían pasar varios años hasta conseguir el reconocimiento oficial de la Federación Española de Fútbol, el inicio de las competiciones de ámbito nacional y el primer partido internacional oficialmente reconocido que disputó España, precisamente contra Portugal en La Guardia el 5 de febrero de 1983. Pero lo anterior, aunque no fuera oficial y posiblemente siempre quedará obviado del palmarés, también tenía su mérito y merece ser conocido. Vaya como homenaje para todas aquellas abnegadas pioneras de un fenómeno que, cuarenta años después, he podido revivir.

 

 




Matthias Sindelar, el Mozart del fútbol.

Matthias Sindelar está considerado por muchos como el futbolista austriaco más grande de todos los tiempos. Nació el 10 de febrero de 1903 en la región de Moravia, que actualmente se encuentra integrada en la República Checa, y a los dos años de edad su familia se trasladó a Viena con la esperanza de encontrar en la capital del imperio Austro-húngaro un futuro más próspero del que les esperaba en su tierra natal. Sin embargo la pérdida de su padre durante la Primera Guerra Mundial, le obligó a trabajar como aprendiz de cerrajero para ajudar económicamente a su familia.

 Fue en las calles y plazas vienesas donde el joven Matthias comenzó a dar muestras de sus facultades futbolísticas y allí, jugando con sus amigos, fue descubierto por Karl Wiemann, quien fascinado por sus habilidades hizo todo lo posible por incorporarlo a la plantilla del filial del Hertha de Viena, cuando aún no había cumplido los dieciseis años. Con un adecuado entrenamiento y su talento futbolístico pronto comenzó a destacar entre sus compañeros por su habilidad y rapidez. Su metro setenta y nueve de estatura y su poca corpulencia (63 kilos) le daban un aspecto frágil, cosa que propició fuera prontamente conocido como Hombre de papel. Debutó en el primer equipo a los diciocho años convirtiéndose en un jugador de referencia, aunque una grave lesión de menisco estuvo a punto de truncar su ambicioso futuro.

 Las dificultades económicas del club obligaron a desprenderse de algunos de sus mejores jugadores y Matthias Sindelar fue traspasado al Austria de Viena, que por aquella epoca se denominaba Wienner Amateure Sport Verein. Como delantero centro de este equipo y con la inconfundible camiseta de color lila vivió sus mejores momentos deportivos. Fue campeón de la Copa de Austria en 1925 ante el Firts de Viena y repitió título al año siguiente frente al mismo rival, además de proclamarse campeón de Liga en la temporada 1925-26. Este mismo año debutó con la selección austriaca, siendo el autor del gol de la victoria por 2 a 1 frente a Checoslovaquia.

 Poco a poco la estrella de Sindelar empezó a lucir por toda Europa y en la temporada 1926-27 el conjunto austriaco visitó España y debutó en San Mamés frente al Athletic, devolviendo la visita que el equipo vasco había realizado a la capital vienesa en septiembre, donde los austriacos ganaron por 3-1. Fue el día de Navidad, con el campo totalmente nevado, donde volvieron a imponerse por 1-2, marcando Sindelar el gol de la victoria en el segundo tiempo. Al día siguiente se repitió el partido y por tercera vez el triunfo se inclinó del lado austriaco por 2-3, aunque quien deslumbró en esta ocasión fue el portero vienés.

Una semana después jugó en Les Corts frente al Barcelona. El primer día del año 1927, con un campo en mejores condiciones, Sindelar maravilló por su destreza y eficacia, marcando un gol en el primer tiempo y otro a poco del final, tras driblar a la defensa azulgrana, que supuso la victoria de su equipo por 2-3. Sin embargo al dia siguiente, el FC Barcelona tomó cumplida revancha y arrolló a su rival venciendole por 5 a 0. El férreo marcaje de Walter a Sindelar, el cansancio de los austriacos y la gran actuación azulgrana propiciaron el resultado. Pese al varapalo, la actuación de Sindelar mereció la portada y destacados comentarios del diario L’Esport Català.

 El SK Rapid impidió el cuarto título consecutivo del equipo de Sindelar -ya con el nombre de FK Austria- en la competición copera y en años posteriores fueron el Firts FC y el Wienner AC quienes se impusieron en la final. No fue hasta 1933 que el Austria de Viena volvió a proclamarse campeón, derrotando por 1-0 al Brigitenauer AC. Dos años después repitió titulo ante el Wienner SC con un contundente 5-1 y dos de ellos a cargo de Sindelar, y al año siguiente fue de nuevo campeón, esta vez ante el First de Viena, ganando por 3-0 en la final, contribuyendo de nuevo Sindelar con el segundo gol.

 La trayectoria del FK Austria en la competición de Liga durante estos últimos años resultó más bien discreta. Sin embargo el equipo lila también destacó en la Copa de Europa Central, conocida como Mitropa Cup, competición que ganó en 1933 ante los italianos de la Ambrosiana Inter y repitió en 1936, esta vez frente al Sparta de Praga. Y en 1935 y 1937 cayó a las puertas de la final.

 La trayectoria deportiva de Matthias Sindelar va estrechamente ligada a la selección austriaca, en la cual jugó cuarenta y tres partidos y con la que se ganó con todo merecimiento el sobrenombre de Mozart del fútbol por su virtuosismo con el balón en los pies. Él fue director de juego del Wunderteam, el equipo entrenado por Hugo Meisl que, como su nombre indica, maravilló a toda Europa durante casi un lustro y fue orgullo de todo el país por su estilo de juego, gran técnica, exquisita corrección y su victoriosa racha, ya que entre 1931 y 1935 de los treinta y cinco partidos jugados ganaron veintidós, empataron ocho y perdieron solo cinco, marcando ciento ocho goles y encajaron cuarenta y nueve, proclamándose campeones de la II edición de la Copa Internacional –Dr. Gerö Cup– el año 1933.

 Eran, por tanto, favoritos para adjudicarse el Campeonato del Mundo de 1934 que se disputó en tierras italianas, pero después de derrotar a Francia y Hungría, el equipo capitaneado por Matthias Sindelar se encontró con el anfitrión, en lo que se llamó la final anticipada. Lo sucedido en la eliminatoria anterior frente a España había puesto las cartas sobre la mesa de las posibilidades italianas, que además de contar con unos árbitros prestos a echar una mano en caso necesario, tenían a jugadores como Monti, Monzeglio, Ferraris o Meazza dispuestos a sembrar el terror en el refinado sistena austriaco, que indudablemente no iba a responder tan duramente como los españoles. Cuentan las crónicas que el equipo austriaco saltó al campo ligeramente acomplejado, notó la ausencia de algunos titulares y que el partido le llegó demasiado tarde. Aún así planto cara y cayó con un solitario gol de Guaita, tan ilegal como el que Meazza le marcó a Nogués y eliminó a España. Cuatro días después Alemania también venció a los austriacos en el partido para el tercer puesto y firmó la sentencia del Wunderteam.

 La trayectoria futbolística de Matthias Sindelar iniciaba también el declive aunque con su club todavía iba a tener ocasión de saborear algún título, como se ha expuesto con anterioridad. Sin embargo los acontecimientos políticos iban a influir notoriamente en su vida y en la de todos sus compatriotas. Muchos de ellos miraban con preocupación el ascenso del nazismo en el país vecino y las pretensiones expansionistas de su Führer, que se consumaron el 12 de marzo de 1938 con el Anschluss, o sea la invasión alemana i la anexión del territoro austriaco. De esta manera, Austria desapareció del mapa de paises europeos y se convirtió en una provincia más de Tercer Raich con el nombre de Ostmark, como se le conocía en la epoca medieval. La selección de Austria dejó de existir y Matthias Sindelar, como todos los austriacos, se convirtió en ciudadano alemán.

 Las autoridades nazis eran conscientes de la importancia propagandística del deporte y emplearon el fútbol como medio político. El Campeonato mundial que se iba a celebrar proximamente en Francia era la oportunidad para presentar al mundo una Alemania unida y victoriosa. La anexión ofrecía la posibilidad de hacer un gran equipo alemán incluyendo a la fuerza a los mejores jugadores austriacos e incorporando a su estrella legendaria, el mítico Sindi, que era el idolo de la afición. De esta manera se pretendía borrar el fracaso frente a Noruega en los recientes Juegos Olímpicos de Berlín, donde el equipo amateur austriaco ganó de forma polémica la medalla de plata, y la humillación sufrida por Adolf Hitler en el Estadio Olímpico ante la gesta del atleta norteamericano Jessie Owens. Pero esto tenía un inconveniente ya que Sindelar despreciaba a los nazis, deploraba la anexión de su país, y detestaba la política que había acabado con la expulsión de todos los funcionarios judíos de su club.

 Sabedores de la trascendencia  que tenía la desaparición de la selección austriaca, las autoridades nazis organizaron para el 3 de abril de 1938 un último partido en Viena entre las dos selecciones que acto seguido se iban a refundir en una sola y presentaron el acontecimiento como una fiesta de unión entre ambos pueblos. Pero antes de comenzar el choque las autoridades ya aconsejaron la conveniencia de una victoria de Alemania. Quizás por ello en la primera parte los locales fallaron claras ocasiones de gol y sorprendentemente Sindelar fue quien más destacó en este aspecto, sin ocultar su resignación. Después del descanso las cosas tomaron un giro radical y en la primera ocasión que tuvo el capitán austriaco metió el balón en el marco alemán. Acto seguido se situó frente al palco repleto de autoridades nazis y en lugar de hacer el saludo protocolario se puso a festejar el gol bailando una danza humillatoria y ridiculizante. Poco después llegó un segundo gol de Karl Sesta que sentenció la victoria de Austria.

El gesto de desafío del idolatrado Sindi fue muy apreciado por sus amigos de la resistencia pasiva y quienes le consideraban un símbolo del patriotismo austriaco, pero los nazis nunca se lo perdonaron, y en los siguientes meses tendría funestas consecuencias. Sindelar siempre rehusó integrar la selección de Alemania en los partidos de preparación para el Mundial, alegando diversas lesiones y por tanto tampoco acudió a la cita mundialista que se celebró dos meses después, y donde los germanos cayeron en la primera eliminatoria ante Suiza. Por otro lado, el regimen nazi prohibió a los jugadrores cobrar un sueldo por jugar y convirtió a todos los clubs en amateurs, persiguiendo al mismo tiempo a todas las asociaciones y deportistas sospechosos de estar vinculados al judaísmo. Síndelar tuvo que buscarse una ocupación para obtener ingresos y durante unos meses regentó un café vienés.

 El 23 de enero de 1939 en la cama del apartamento que compartía con su novia, la italiana Camila Castagnola, se encontró el cadaver de Sindelar, fallecido mientras dormía. Su compañera estaba en coma del cual nunca salió. Según señaló la partida de defunción el incidente se produjo por intoxicación de monóxido de carbono procedente de una estufa. Alguien añadió que la muerte se debió a un accidente, y nunca se supo si fue un suicidio o un asesinato. De haber sido de esta manera no podría haber tenido el funeral de estado que se le tributó, al cual acudieron unas quince mil personas quienes se atrevieron a salir a la calle para presentar sus respetos a uno de los símbolos más carismáticos de la resistencia antifascista

 Sindelar murió a los treinta y seis años y los rumores sobre su muerte todavía no se han aclarado. En un documental de la BBC inglesa, emitido el año 2003, se dice que el informe oficial se extravió durante la ocupación, y se incluye una entrevista con Egon Ulbrich, secretario del Austria de Viena, que declara haber acordado con el alcalde de la ciudad y el inspector del distrito, certificar que la muerte fue accidental y así poder asegurar el funeral que tuvo. También se dice que la policia secreta estuvo investigando a Matthias Sindelar y su hermana, y que existe un informe de la gestapo donde se asegura que toda su familia era de origen checo, projudía y socialdemócrata. Esta declaración equivalía a una sentencia de muerte. No obstante, algunos investigadores, como su biógrafo Wolfang Maderthaler, apoyan la tesis del suicidio ya que al sentirse acosado y sin poder jugar al fùtbol, tampoco tenía sentido seguir viviendo.

 Cada 29 de enero, su tumba en el Cementerio Central de Viena es rodeada de flores por parte de aficionados, compatriotas y gente diversa, en recuerdo del mejor futbolista austriaco.

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Algunos datos de este relato están recogidos del libro Història amb pilotes, de Xavier Carmaniu Mainadé, previo permiso de su autor.

  

                                                                                                      




Una final de Copa de ida y vuelta

vicente-1La disputa del Campeonato de España ha conocido a lo largo de su dilatado historial competiciones que se resolvieron por el sistema de liguilla, finales tan esperpénticas como la de 1995, que se inició el 24 de junio y acabó tres días después, y otras que han tenido que dilucidarse en un segundo partido, como en 1913 o 1917 e incluso en un tercero, como ocurrió en 1928, pero en estos casos fue por haberse empatado el partido anterior. En la actualidad resulta poco probable que una final de Copa se dispute a doble partido, pero si alguna vez la Real Federación Española de Fútbol adopta esta medida, sepa que ya hubo un precedente, aunque hace casi un siglo de ello. Quizás tampoco sea apropiado el término de ida y vuelta que aparece en el encabezado de este artículo, porque la final del Campeonato de España a la que voy a hacer referencia se jugó en el terreno de juego de uno de los contendientes, pero es cierto que por primera y única vez en la historia de esta competición se programó a doble partido, aunque definitivamente se jugaron tres.

La temporada 1912-13 resultó bastante convulsa para el fútbol español por el cisma que se creó en el seno de la bisoña Federación Española de Clubs de Foot-ball, gestado en la sesión del 16 de mayo de 1912 de la Asamblea Nacional, cuando el FC Barcelona decidió abandonar el organismo federativo y secundado por varios clubs catalanes, tres equipos guipuzcoanos encabezados por la Real Sociedad y algún otro que se fue sumando a la causa, crearon una federación paralela con el nombre de Unión de Clubs, que incluso llegó a ostentar el atributo de «Real» concedido por SM Alfonso XIII, según consta en algunos medios informativos. Este organismo, presidido por Enrique Pardiñas, a su vez máximo mandatario del club donostiarra, decidió organizar su Campeonato de España y solicitó para tal fin un trofeo a la Casa Real, que la Reina Victoria Eugenia otorgó el 12 de febrero de 1913. Hubo en esa temporada, al igual que en 1910, dos competiciones paralelas: ésta de la Unión de Clubs y la que organizó la Federación Española de Clubs, y curiosamente ambas se disputaron en las mismas fechas.

A pesar de las loables intenciones que auguraban una masiva inscripción de participantes en el campeonato de la Unión, a la hora de la verdad fueron solamente tres equipos los que tomaron parte en él, los más prestigiosos con que contaba la organización: FC Barcelona, Real Sociedad y Sporting de Irún. Hubo que celebrar una eliminatoria previa entre los dos representantes guipuzcoanos para determinar cual de ellos se desplazaría a la Ciudad Condal para disputar la fase decisiva. Sería el mejor de cuatro partidos, el segundo de los cuales acabó con empate a uno y los otros tres los ganó el equipo de San Sebastián por 9-0, 1-0 y 4-1. Inicialmente también se contaba con la participación del Sporting de Pontevedra, pero éstos alegando tener varios jugadores indispuestos decidieron no acudir, por lo que la citada fase final sólo la disputarían la Real Sociedad y el FC Barcelona, que como campeón del año anterior se atribuyó el derecho de ejercer de anfitrión disponiendo de su campo de la calle de la Industria.

Ante tan alarmante deserción, la organización decidió disputar la final a doble partido.Este detalle parece haber pasado inadvertido en todas las publicaciones que han tratado el tema del Campeonato de España, aventurando incluso algunas de ellas que al acabar el tiempo reglamentario de ambos partidos con empate, se jugaron sendas prórrogas, cosa que no fue así. Tampoco en las numerosas ediciones del Anuario de la RFEF se menciona nada al respecto y considera como la final lo que fue partido de desempate. El diario La Vanguardia anunciaba la víspera del encuentro la expectación despertada por los «…matches que se han de celebrar mañana y pasado, para disputarse el título de campeones de España de la R.U.E.C.F. y la Copa de S.M. la Reina doña Victoria». También en Mundo Deportivo en su edición del 13 de marzo anunciaba el evento con la siguiente noticia: «Terminadas las eliminatorias del Campeonato y no pudiendo venir el Pontevedra por tener jugadores enfermos, contenderán en los partidos finales el San Sebastián y el Barcelona, celebrándose al efecto en el campo de éste, dos grandes partidos en las tardes del domingo y lunes próximos».

El primero de ellos se jugó el 16 de marzo, alineando los azulgrana a: Renyé; Irizar, Amechazurra; Castejón, Massana, Bori; Forns, Oller, Berdié, Apolinario y Peris. Los donostiarras jugaron con: Anechino; Arrate, Berraondo; Barandian, Machimbarrena, Arruti; Minondo, Sena, Leturia, Arrillaga y Artola. El primer tiempo transcurrió con superioridad realista y fruto de su dominio fue el gol marcado por Arrillaga, con cuya ventaja se llegó al descanso, siendo tras él cuando el Barcelona reaccionó y puso cerco a la meta de Anechino, llegando pronto el empate, en un centro muy cerrado de Forns y el segundo tanto catalán en un remate de Apollinario Rodríguez. La Real Sociedad se lanzó de nuevo al ataque y cuando faltaba un minuto para el final estableció el definitivo empate a dos merced a un magnífico remate de Artola y un fallo de Renyé.

Al día siguiente se jugó el segundo partido y pese a que la expectación era mayor, la circunstancia de ser día laborable hizo que fuera escasa la concurrencia que acudió a presenciarlo. Hubo pocos cambios en las alineaciones, saliendo Paulino Alcántara en lugar de Berdié, por el Barcelona, y en la Real, Eizaguirre en la portería y Fernández sustituyendo a Barandian. El choque se inició con algunas jugadas de lucimiento pero fue decayendo y convirtiéndose en un insulso peloteo. Cerca del descanso, el azulgrana Irízar se retiró lesionado, siendo sustituido por Berrondo, y al mismo tiempo el donostiarra Arrillaga salió también y le reemplazó Larrañaga. El empate inicial se mantuvo también durante el segundo tiempo, pese a que el juego resultó más animado y el Barcelona contó con dos claras ocasiones de marcar en un tiro de Alcántara que se estrelló en el larguero y otro de Apolinario que remató fuera de manera precipitada y a meta vacía. Acabado el partido se especuló con la posibilidad de jugar una prórroga, desistiéndose de ello por la falta de luz.

Ante la imposibilidad de jugar el desempate el martes, por cansancio de los jugadores, y no permitirse espectáculos en los días festivos de Semana Santa, se aplazó hasta el domingo 23 por la tarde. La expectación despertada provocó que una gran multitud invadiese el recinto azulgrana, y como los dos anteriores, fue Eugenio Angoso encargado de dirigirlo, alineando el Barcelona a: Renyé; Irizar, Amechazurra; Castejón, Massana, Bori; Forns, Oller, Berdié, Apolinario y Peris. Por la Real Sociedad salieron: Eizaguirre; Eguía, Arrate; Arruti, Machimbarrena, Leturia; Artola, M. Sena, Arrillaga, Rezola y Minondo. Comenzó atacando el conjunto realista y a los pocos minutos un balón rebotado al borde del área en el brazo de Massana fue sancionado con penalti, ante las fuertes protestas de jugadores y público, que llegó a invadir el terreno de juego para impedir su lanzamiento. Intervino la directiva azulgrana para calmar los ánimos, y una vez despejado el campo Rezola transformó el castigo en el primer gol del partido, que enardeció a los jugadores barcelonistas quienes se lanzaron al asedio de la meta de Eizaguirre creando continuas ocasiones de peligro que tuvieron su fruto al lograr darle la vuelta al marcador en el intervalo de dos minutos, con goles de Berdié, aprovechando una confusión defensiva, y el que sería de la victoria definitiva a cargo de Apolinario Rodríguez, a pase de Forns. Antes de finalizar la primera parte se retiró lesionado Oller y le sustituyó Alcántara. El resultado no se alteró en la segunda parte a pesar de que el dominio donostiarra fue abrumador en busca del empate que se temía llegar. No fue así, y en medio de una emoción y entusiasmo indescriptible se llegó al final del partido con el triunfo del Barcelona, que se proclamó campeón y se adjudicó la copa que había donado S. M. la Reina Victoria.   

Ese mismo día en el madrileño campo de O’Donnell se jugó también el partido de desempate de la final del Campeonato de la Federación Española entre el Racing de Irún y el Athletic Club de Bilbao, tras haber igualado a dos goles el día anterior, con prórroga incluida. Los irundarras jugaron con: Ayestaran; Arocena, Carrasco; Izaguirre, Boada, Echart, San Bartolomé, Iñarra, Patricio Arabolaza, Ignacio Arabolaza y Retegui. Por parte bilbaína jugaron: Ibarreche; Hurtado, Solaun, Eguía, J.M. Belauste, Iceta, Acedo, Zuazo, Pichichi, Cortadi y Pinillos. Arbitró el Sr. Prats y tras un choque cargado de emoción y ampliamente dominado por los racingistas, éstos acabaron imponiéndose con un gol en el segundo tiempo a cargo de Retegui, culminando un avance de Patricio Arabolaza. El éxito del equipo y el entusiasmo con el que fue recibido en la población fronteriza sería el preludio para el nacimineto de un histórico, el Real Unión de Irún.

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Recorte parcial de las notas aparecidas en los diarios Mundo Deportivo y La Vanguardia anunciando la doble sesión futbolística en la final del Campeonato de la Unión de Clubs de 1913. En la foto de arriba el trofeo donado por SM la Reina doña Victoria E




El Trofeo General Moscardó

Muchos aficionados catalanes todavía recuerdan con cierta nostalgia un torneo regional que se hizo popular a finales de los años cincuenta, y estaba considerado como una copa de Cataluña de equipos modestos: el Trofeo General Moscardó, creado en la temporada 1957-58 con la finalidad de recaudar fondos para erigir un monumento a quien fue capitán general de Cataluña durante la primera etapa franquista y posteriormente, tras su retirada del ejército, ostentó el cargo de Delegado Nacional de Deportes hasta su fallecimiento en 1956.

El torneo estaba reservado para los equipos catalanes de Tercera División y vino a cubrir las fechas vacantes tras finalizar el Campeonato de Liga, sobre todo cuando la representación catalana en la categoría quedó sensiblemente recortada de 42 a 34 jornadas. De esta manera los equipos que no tenían opción de luchar por el ascenso, podrían contar con un programa de partidos que les asegurase la actividad hasta el final de la temporada. Además su reglamentación ofrecía diversas fómulas innovadoras, como aceptar, bajo determinadas normas, la alineación de hasta dos jugadores que estuvieran a prueba para un posible fichaje, y sobre todo el sistema que se aplicó en algunas ediciones de resolver los partidos de la fase final mediante «torneo relámpago» o sea tres partidos consecutivos de duración reducida, algo poco frecuente en aquellos tiempos; además se atendía a agrupar a los equipos por proximidad geografica fomentando la rivalidad vecinal.

La copa, ofrecida por la Federación Catalana de Fútbol quedaría en propiedad del equipo que la ganase en tres ediciones, y aunque la competición cambió diversas veces de formato, inicialmente se jugó por eliminatorias, con una fase de repesca que permitió organizar una competición paralela con los equipos eliminados, que tuvieron incluso su premio en una copa de consolación. Cuarenta y un participantes comenzaron el 18 de mayo la competición y después de cuatro rondas eliminatorias los cuatro equipos supervivientes se reunieron en Les Corts para disputar la fase final, dentro de un magnífico festival popular organizado por la Federación Catalana, en ediciones de mañana, tarde y noche, resolviéndose en la jornada matutina el torneo de repesca, ganado por la UD Olot al Badalona. Por la tarde, las finales regionales de juveniles y aficionados, y en la cálida sesión nocturna las semifinales y final del trofeo, ganado por el conjunto barcelonés del Pueblo Seco por 2 a 1 sobre el Club Atlético Iberia. Unos cincuenta mil aficionados llenaron el viejo recinto azulgrana atraidos por este certamen que resultó magnífico y sobrepasó las previsiones más optimistas.

La temporada siguiente se modificó el sistema de competición en su primera fase, jugándose una liguilla de siete grupos y clasificándose dos equipos para la fase decisiva, jugada de nuevo por torneo relámpago en cuatro sedes distintas, y la final ganada por el CD Europa por dos goles a uno sobre la UD Figueras, esta vez ante más de 30.000 aficionados que acudieron nuevamente al histórico campo de Les Corts, para poner broche final a la temporada. El éxito alcanzado por el torneo movió a los organizadores a llevar una propuesta a la Asamblea Nacional para que la fórmula se implantara en otras federaciones regionales con el posterior enfrentamiento entre los respectivos campeones, pero la iniciativa no obtuvo el respaldo de los asambleistas.

El torneo mantuvo su hegemonía durante tres temporadas más en las que el Gimnástico de Tarragona se coronó campeón en Sarriá, al derrotar en la final por 2- 1 al Fabra y Coats; al año siguiente hubo desempate en el Camp Nou y fue vencedor el CD Hospitalet tras igualar a dos goles con el CD Mataró y superarle en los penaltis, ya que su capitán Escarrá transformó los cinco de su tanda y Xirau falló el primero que lanzó para los del Maresme; y el 20 de junio de 1962 fue el CD Condal quien inscribió su nombre en la lista de campeones tras imponerse, en su propio campo de Les Corts por 3-1 ante el CD Tortosa.

El torneo cambió de formato en la sexta edición y volvió a sus origenes, al jugarse de nuevo por eliminatorias y con fase de repesca que permitió a seis equipos eliminados incorporarse de nuevo a la competición en octavos de final. Uno de ellos fue el Gerona, que disputó el partido decisivo frente al CD Europa -incorporado en cuartos tras haber superado con éxito la Promoción de Ascenso a Segunda-, siendo éstos quienes, ratificando su buen momento, ganaron en Sarriá por 3 a 1 y se anotaron su segundo título. Y fue en la temporada siguiente cuando se evidenció el declive. La representación catalana en Tercera División, debido a la reestructuración de la categoría, quedó reducida a veinte equipos y de ellos, tan sólo trece con opciones de disputar el torneo, dando entrada a equipos de la categoría Regional, y además, la decisión del título resultó polémica, porque en el partido final, jugado el 11 de julio en el feudo españolista entre AD Guíxols y Reus Deportivo, no hubo vencedor. Empataron a cero en el tiempo reglamentario, a uno en la prórroga, y en la decisión desde el punto fatídico ambos equipos convirtieron nueve penaltis de los diez lanzados. Se acordó jugar un nuevo partido cuarenta y ocho horas después en el mismo escenario, pero éste no estaba disponible y se tuvo que aplazar. La Federación decidió que se jugase a doble partido, pero el club reusense no estuvo de acuerdo y decidió no acudir ni a su propio campo ni a San Feliu, una semana después, por lo cual fue descalificado y el Guíxols proclamado campeón.

En las siguientes ediciones la popularidad de torneo fue languideciendo. Las fórmulas en las que basó su éxito en las primeras temporadas ya no eran posibles por la merma de equipos participantes, la aparición de otros torneos, el escaso atractivo de los equipos foráneos en la capital, y sobre todo el cambio de hábitos de la sociedad en las tardes dominicales veraniegas. La final de la octava edición se jugó a doble partido, con victoria por 2 a 1 del CD Mataró sobre el AD Balaguer en la ida, y al domingo siguiente empate a dos en la capital leridana, logrado en el último instante por el equipo del Maresme para proclamarse campeón. En la temporada siguiente el CD Mataró volvió a disputar la final, esta vez ante el Gerona CF, al que venció por 3-2 en la ida, pero los gerundenses remontaron en Vista Alegre y acabaron ganando por 4-1, aunque también con polémica ya que el partido fue suspendido por el árbitro en el minuto 37, al marcar los locales el primer gol y enzarzarse los jugadores en una pelea colectiva. El choque se reanudó una semana después, con un jugador menos por bando, y el resto de goles se marcaron en la prórroga.

En la X edición, con 16 equipos en liza, se volvió al sistema de liguilla y al partido único en la final, que se disputó en Sabadell y la ganó el CD Granollers por 3 a 1 ante el CD San Andrés. En la temporada siguiente fue campeón el CF Lloret, al imponerse por 2-1 al Atlético Cataluña, en otra final plagada de incidentes con tres expulsados y muchos contusionados, que curiosamente también tuvo por escenario el terreno de la capital gerundense; y el último en inscibir su nombre en la peana del trofeo fue la UD Figueras, pese a que en su propio campo no fue capaz de marcar un solo gol ni en semifinales ni en la final ante el Gerona CF, siendo necesario el lanzamiento de ¡treinta penaltis! para determinar el vencedor, sin que anteriormente se hubiera fallado ninguno. Una nueva estructuración de las categorías al final de la temporada 1968-69 acabó de apuntillar a un torneo que daba sus últimas bocanadas, pero éste aún tuvo su epílogo para determinar, quien se quedaba con el trofeo en propiedad. Y entre los once equipos que lo habían ganado, el Gerona CF se alzó con él, tras empatar a uno con el CD Europa, el 14 de agosto de 1971, y derrotarle por 2-1 en Vista Alegre, cinco días después.

 

I  EDICIÓN – Temporada 1957-58  (del 18 de mayo al 29 junio de 1958)

Participantes: 41. Partidos: 104. Se jugó por eliminatorias, con semifinales y final por el sistema de «torneo relámpago» (partidos de 60 minutos en dos tiempos de 30 minutos) en el campo de Les Corts.

SEMIFINALES:  Pueblo Seco – Adrianense 1-0;  CA Iberia – Puigreig 1-0

FINAL:  UD Pueblo Seco – CA Iberia   2-1  (Fontanals, Sales I / Escamilla)

EQUIPO CAMPEÓN, UD Pueblo Seco: Serrat; Baltasar, Delgado, Font; Tosca, Boada; Mira Fontanals, Ribas, Sales I y Sales II.

Paralelamente se disputó una serie de repesca con los equipos eliminados que también tuvo su fase final y trofeo, en la misma fecha y escenario:

SEMIFINALES:  UD Olot – Amposta CF  1-1 (clas. Olot);  Badalona CF – UA Horta 2-0

FINAL:  UD Olot – Badalona CF   1-0  (Esteve)

 

II  EDICIÓN – Temporada 1958-59  (del 26 de abril al 1 de julio de 1959)

Participantes: 36. Partidos: 160. La primera fase se jugó por liguilla en siete grupos y la segunda fase por eliminatorias en el sistema de «torneo relámpago» (partidos de 40 minutos) en cuatro sedes:

FIGUERAS: Olot – Mataró  2-0;  Figueras – Badalona  1-0;  Figueras – Olot  1-0

AMPOSTA: Gimnástico – Rapitense  2-1; Tortosa – Amposta  2-1; Gimnástico – Amposta  1-0

HOSPITALET: Sans – San Martín  2-1;  Hspitalet – Gavá  2-0;  Hospitalet – Sans  1-0

BARCELONA (Campo Europa): Fabra y Coats – Mercantil  2-0;  Europa – Manlleu  4-1; Europa – Fabra y Coats  0-0 (desempate 2-1)

SEMIFINALES: (Les Corts)  Europa – Gimnástico 1-0; Figueras – Hospitales  2-1

FINAL:  CD Europa – UD Figueras  2-1  (Torreblanca, Valls / Balasch)

EQUIPO CAMPEÓN, CD Europa: Albadalejo; Prats, Martín, Romá; Seguer, Villacampa; hoscos, Granés, Torreblanca, Valls y Bosch.

 

III  EDICIÓN – Temporada 1959-60  (del 10 de abril al 25 de junio de 1960)

Participantes: 30. Partidos: 144. La primera fase se jugó por liguilla en cinco grupos y en la segunda fase por eliminatorias en el sistema de «torneo relámpago» (partidos de 40 minutos) en cuatro sedes:

GERONA: Gerona – Manlleu  3-0;  Figueras – Granollers  3-1; Gerona – Figueras 1-1 (clas. Gerona)

TARRAGONA: Hospitalet – La Cava 3-0; Gimnástico – Amposta  2-0;  Gimnástico – Hospitalet  3-1

GAVÁ: Gavá – Sallent  6-2

BARCELONA (Campo Sans): Iberia – Badalona  1-0; Fabra y Coats – Sans 0-0 (clas. F. Coats); Fabra y Coats – Iberia 1-1 (desempate 2-0)

SEMIFINALES:  (Sarriá)  Gimnástico – Figueras  2-0;  Fabra y Coats – Gavá  3-0

FINAL: Gimnástico Tarragona – CD Fabra y Coats  2-1  (Segovia, Navarro / López, pen.)

EQUIPO CAMPEÓN, Gimnástico Tarragona: Juanito; Llobet, Aguilar, Gascón; Moya. Llobet II; Navarro, Gilabert, Serer, Segovia y Fabio.

 

IV EDICIÓN – Temporada 1960-61  (del 23 de abril al 9 de julio de 1961)

Participantes: 33. Partidos: 158. La primera fase se jugó por liguilla en cinco grupos y en la segunda fase por eliminatorias en el sistema de «torneo relámpago» (partidos de 40 minutos) en cuatro sedes:

MATARÓ: Gerona – Adrianense 1-1 (pp 5-2); Mataró – Badalona  1-1 (pp 5-4); Mataró – Adrianense  0-0  (desempate 3-1)

REUS: Lérida – Gimnástico 2-1;  Reus Deportivo – Gavá  2-1;  Reus Deportivo – Lerida  4-1

HOSPITALET: Sabadell – Olot 0-0 (pp 5-4); Hospitalet – San Martín 1-0;  Hospitalet – Sabadell 1-1  (desempate 4-0)

BARCELONA (campo Júpiter): Júpiter – Manresa  3.0; Europa – Iberia  0-0 (pp 9-5);  Júpiter – Europa  2-1

SEMIFINALES: (Les Corts) Hospitalet – Júpiter  3-0;  Mataró – Reus Deportivo  3-0

FINAL:  CD Hospitalet – CD Mataró 2-2

DESEMPATE: (Camp Nou)  CD Hospitalet – CD Mataró  2-2 (pp 5-0)  (Parés 2 / Esindi, Escolá)

EQUIPO CAMPEÓN, CD Hospitalet: Albadalejo; Rodríguez, Ortolá, Pons; Gel, Piera; Vega, Pagés, Maíquez, Escarrá y Parés.

 

V EDICIÓN – Temporada 1961-62  (del 29 de abril al 20 de junio de 1962)

Participantes: 33. Partidos: 109. La primera fase se jugó por liguilla en siete grupos y la segunda fase, también por liguilla, en torneo triangular con partidos de una hora, en cuatro sedes. Semifinales y final por eliminatorias en sistema «torneo relámpago».

BARCELONA (campo Sans): Artiguense – Sans  1-0; Condal – Sans 1-0;  Condal – Artiguense 3-2

BARCELONA (campo Europa): Mataró – San Martín  2-2; Europa – San Martín 2-1;  Europa – Mataró  1-1

GERONA: Gerona – Olot  3-2;  Olot – San Celoni  1-1;  Gerona – San Celoni  3-0

TORTOSA: Tarrasa – Igualada  4-1;  Tortosa – Tarrasa  2-0;  Tortosa – Igualada  2-1

SEMIFINALES:  (campo Les Corts)  Condal – Gerona  5-0;  Tortosa – CD Europa  1-1 (pp 5-2)

FINAL:  CD Condal – CD Tortosa   3-1  (Vargas, Gasull, Segovia / Moreno)

EQUIPO CAMPEÓN, CD Condal: Cantero, Salvador, Nebot, Alcoberro; Bosch, Arnau; Andresín, Segovia, Rifé, Vargas y Gasull.

 

VI EDICIÓN – Temporada 1962-63  (del 28 de abril al 6 de julio de 1963)

Participantes: 26. Partidos: 92. Se jugó por eliminatorias a doble partido, con una fase de repesca que permitió a seis equipos eliminados volver a incorporarse a la competición en octavos de final

SEMIFINALES:  Sans – Europa  1-3; 4-2 y 2-3.    Gerona -Fabra y Coats  4-1; 0-3 y 4-2  

TERCER Y CUARTO PUESTO (en Sarriá):  UD Sans – CD Fabra y Coats  7-3

FINAL  (en Sarriá):  CD Europa – Gerona CF   3-1 (Tomás, Robles 2 / Danés)

EQUIPO CAMPEÓN, CD Europa: Ramón; Pedrín, Herrera, Pons; Salud, Boada; Joseíto, Duró, Tomás, Robles y Alqueza

 

VII EDICIÓN – Temporada 1963-64  (del 7 de mayo al 11 de julio de 1964)

Participantes: 26. Partidos: 88. Se jugó con el mismo esquema de la edición anterior

SEMIFINALES:  Guíxols – Tortosa  4-1 y 2-2.    Reus Deportivo – San Martín  1-0 y 2-2  

TERCER Y CUARTO PUESTO (en Sarriá):  CD Tortosa – UD San Martín  7-1

FINAL  (en Sarriá):  AD Guíxols – Reus Deportivo  1-1 (pp 9-9)  (Piera, pen./Campos) 

Se acordó jugar de nuevo la final a doble partido, pero el Reus Deportivo se negó y fue descalificado

EQUIPO CAMPEÓN, AD Guíxols: Vilalta; Guasch, Adam, Rius; Matías, Barberá; Ruscalleda, Riera, Balta, Tejedor y Sancho.

 

VIII EDICIÓN – Temporada 1964-65  (del 16 de mayo al 3 de julio de 1965)

Participantes: 13. Partidos: 24. Jugado por eliminatorias a doble partido, incluso la final

SEMIFINALES:  CF Vilafranca – CD Mataró  1-3 y 2-2     CD Moncada – AD Balaguer  3-2 y 0-3

FINAL  partido de ida:  CD Mataró – AD Balaguer  2-1  (Villegas, Roy / Roca)

            Partido de vuelta (en Lérida):  AD Balaguer – CD Mataró  2-2  (Aguilar, Roca / Xirau, Roy)

EQUIPO CAMPEÓN, CD Mataró:  Visa; Villanueva, Villa, Villegas; Serra, Pons; Roy, Xirau. Esindi, Polo y Camps.

 

IX EDICIÓN – Temporada 1965-66  (del 22 de mayo al 16 de julio de 1966)

Participantes: 19. Partidos: 36. Jugado por eliminatorias a doble partido, incluso la final

SEMIFINALES:  CD Mataró – UDA Gramanet  4-0 y 1-1   Gerona CF – CD Moncada  7-2 y 1-1

FINAL  partido de ida: CD Mataró – Gerona  3-2  (Martínez, Talleda 2 / Granados, Torrent I)

            Partido de vuelta: Gerona CF – CD Mataró  4-1  (Torrent I, Lloveras, Granados 2 / Talleda)

EQUIPO CAMPEÓN, Gerona CF: Mis; Sunyé, Pinto, Torrent II; Noguera, Garza; Torrent I, Moy, Lloveras, Viñolas y Granados. Sala y González actuaron en la ida en lugar de Pinto y Noguera.

 

X EDICIÓN – Temporada 1966-67  (del 14 de mayo al 1 de julio de 1967)

Participantes: 16. Partidos: 53. Se volvió a la liguilla de grupos con los cuatro vencedores de éstos grupos en la eliminatoria de semifinales a doble partido, y la final en campo neutral

SEMIFINALES:  UD Figueras – CD Granollers  3-2 y 1-4   CD San Andrés – CD Tortosa  4-0 y 1-3

FINAL  (en Sabadell): CD Granollers – CD San Andrés  3-1  (Font 2, García / Pons)

EQUIPO CAMPEÓN, CD Granollers: García; Cutillas, Pujol, Castillo; Ochoa, Balaguer; Ramón, Gili, Font, Aguirre y García.

 

XI EDICIÓN – Temporada 1967-68  (del 12 de mayo al 30 de junio de 1968)

Participantes: 16. Partidos: 54. Se repitió la estructura de la edición anterior.

SEMIFINALES: CD San Andrés – Atl. Catalunña  1-1 y 0-3   CF Lloret – Gerona CF  1-1; 0-0 y 1-0

FINAL  (en Gerona): CF Lloret – Atlético Cataluña   2-1  (Mesa, López / Gil, de pen.)

EQUIPO CAMPEÓN, CF Lloret: García; Irusquieta, Canó, Massaguer; Vaquero, Vilarrasa; Roca, Cot, López, Fontanet y Mesa

 

XI EDICIÓN – Temporada 1968-69  (del 15 de junio al 6 de julio de 1969)

Participantes: 13. Partidos: 22. Dos eliminatorias a doble partido determinaron los cuatro equipos que disputaron la fase final en Figueras, donde se resolvió, a golpe de penalti, la última edición del torneo.

SEMIFINALES:  Gerona CF – CF Villanueva  3-1   UD Figueras – CF Samboyano  0-0 (pp 4-3)

TERCER Y CUARTO PUESTO:  CF Samboyano – CF Villanueva   0-0  (pp 5-4)

FINAL:  UD Figueras – Gerona CF  0-0  (pp 15-14)

EQUIPO CAMPEÓN, UD Figueras: Reig; Colomá; Carrillo, Joselín; Pío, Catalá; Echegoyen, Franco, Castro, Bartolomé y Rivero.

 

EPÍLOGO DEL TORNEO

Participantes: 11. Partidos: 18. Por eliminatorias a doble vuelta entre los que habían logrado inscribir su nombre en el palmarés del torneo para decidir quien de ellos se adjudicaba la copa en propiedad.

SEMIFINALES:  Barcelona Atlético – CD Europa  1-2 y 1-1   CD Mataró – Gerona CF  0-1 y 1-3

FINAL  ida (14 agosto 1971): CD Europa – Gerona CF  1-1  (Vela / Vivolas)

            vuelta (19 agosto 1971): Gerona CF – CD Europa  2-1  (Gruart, Busquets / Hernández)

EQUIPO CAMPEÓN, Gerona CF: García; Diego, Sala, Corona; Ortega (Mayoral), Vivolas; Gruart, Planas, Del Cueto (Parera), Busquets y Moy.




Intrigas, jugadas y jugarretas en la rivalidad barcelonesa

En el número del mes anterior hacía una descripción de la rivalidad hispalense en sus primeros años y en esta ocasión voy a referirme al antagonismo existente entre los dos equipos barceloneses más representativos, nacido también a los pocos años de competencia precisamente cuando el conjunto españolista había plegado velas y alguno de sus integrantes acabó guarecido en las filas del X Sporting Club, en los primeros días del 1906.

El fútbol catalán languidecía y la crisis se había instalado en los escasos clubs que aún sobrevivían. La hermandad y el buen ambiente que había imperado en los primeros años de vida de la Asociación de Clubs de Foot-ball había dado paso a un clima de tensión permanente y luchas internas que llevaron a la desaparición del organismo federativo, sustituido a finales de ese mismo año por la Federación Catalana de Foot-ball, cuya presidencia fue aceptada por Isidro Lloret, un personaje que se vanagloriaba de hacer público su visceral aversión al FC Barcelona y lo transmitía a otros miembros de la junta, manifestándolo en las constantes y arbitrarias decisiones que provocaba continuas discusiones y disidencias en los clubs, siendo durante su nefasto mandato cuando el Club X dominó el Campeonato de Catalunya, siempre envuelto por una polémica que finalmente acabó por pasarle factura en octubre de 1908.

La marcha de Isidro Lloret calmó algo los ánimos, pero dejó a la Federación sumida en un tremendo caos y a los clubes al borde de la desaparición. Al FC Barcelona lo salvó la milagrosa intervención de su fundador Hans Gamper y ello coincidió con la reaparición del Club Deportivo Español, al fusionarse el equipo de Jiu-Jitsu -con algunos socios que habían integrado el antiguo club- y el X Sporting Club, y con el ínclito Sr. Lloret en la vicepresidencia de la nueva entidad blanquiazul.

Ambas sociedades resurgieron de forma pujante y la rivalidad creció, pero se trasladó de los despachos federativos al terreno de juego y a las gradas, aflorando con tonos dramáticos en la temporada 1911-12. Los disidentes del FC Barcelona que habían pasado al Español -hermanos Wallace, Massana y Comamala- contribuyeron a fomentar esta rivalidad que tuvo su culminación en los partidos que ambos equipos celebraron en el Trofeo Ciudad-La Riva, organizado por la presidencia del club blanquiazul el 24 y 25 de marzo de 1912. Al margen del resultado deportivo, que fue doblemente favorable al Español, hay que destacar la dureza desplegada por los jugadores que alcanzó caracteres de brutalidad y contagió a parte de espectadores y aficionados rivales que se enzarzaron en constantes y vergonzosas peleas. Fueron tantos y tan violentos los incidentes producidos en esta doble confrontación que pocos días más tarde las directivas de los respectivos clubs enviaron sendas notas a la prensa anunciando la ruptura de sus relaciones y la negativa a enfrentarse de nuevo en un campeonato de fútbol. Estos incidentes tuvieron una importante repercusión en el desarrollo final del Campeonato Regional ya que el Barcelona se negó a jugar su partido en el campo del Español por lo cual se le dio por perdido y el equipo blanquiazul se proclamó campeón.

En la temporada siguiente fue cuando se produjo el cisma federativo de la Unión de Clubs, que encabezó el Barcelona, mientras el Español se mantuvo en el seno de la Federación Española del Foot-ball y debido a ello no tuvieron oportunidad de enfrentarse en el Campeonato Regional ni en el campeonato de España, pero sí lo hicieron en la competición hispano francesa de la Copa de los Pirineos Orientales. Fue el 6 de abril en partido de semifinales y era el primer encuentro entre ambos, tras los incidentes ocurridos el año anterior, y tampoco en ésta ocasión iba a estar ajena la polémica. Se jugó en el campo del Barcelona y venció justa y merecidamente en conjunto blanquiazul por 3 a 1, pero de poco le sirvió esta victoria ya que su rival denunció al Comité Organizador la alineación de los jugadores ingleses Barrett, Darley y Harrisson, que fue declarada ilegal y en consecuencia sería  el Barcelona quien se clasificó para disputar la final, que posteriormente ganaría al conjunto galo del Comette et Simiot.

En los años siguientes, firmada la paz futbolística y bajo la tutela de la nueva Federación nacional, nacida en septiembre de 1913, el Deportivo Español, tocado ya del atributo Real, y el FC Barcelona volvieron a competir sin que se registrasen incidentes destacados, pero no pasó mucho tiempo sin que los agraviados blanquiazules tuvieran la oportunidad de devolver la moneda a sus vecinos haciendo estallar el llamado «Caso Garchitorena». Era éste un personaje singular, de ascendencia vasca, que había llegado al club azulgrana tras jugar dos amistoso en mayo de 1916 y con él, inició el Barcelona el campeonato regional. Poco antes de Navidad, el conjunto azulgrana derrotó por 3 a 0 al Español, pero apenas acabado el partido, que por cierto, estuvo plagado de incidentes, los blanquiazules impugnaban el resultado por alineación indebida del citado jugador. Tratado el caso por los delegados de la Federación Catalana y presentados por el Español los documentos precisos, quedó perfectamente comprobada la nacionalidad argentina de Juan Garchitorena y que, debido a la prohibición de alinear extranjeros, no podía tomar parte en la competición. También quedó claro que el Barcelona desconocía que la inscripción del jugador se había hecho con documentación española falsificada, y teniendo en cuenta que este equipo había accedido anteriormente a que el Español inscribiera dos jugadores fuera del plazo reglamentario, todo parecía indicar que el asunto no tendría mayor trascendencia y el problema quedaba resuelto.

Pero contrariamente a lo que se esperaba el club blanquiazul no estaba para hacer favores y reclamó los puntos de su partido perdido, instando al Sabadell, Universitari y Atlètic a que hiciesen lo propio y que al Barcelona se le dieran por perdidos dichos encuentros. Esta propuesta fue aceptada en la Federación y el club azulgrana quedó apartado de la lucha por el título, que finalmente tampoco logró el Español, pese a la «genial» jugada, y que indudablemente conocía la circunstancia de la nacionalidad de Garchitorena antes de iniciarse el torneo, pero prefirió denunciar el caso después de la derrota. Falta saber que hubiera ocurrido si hubieran ganado dicho partido; posiblemente habrían esperado a la segunda vuelta.

Por cierto, que Garchitorena continuó vinculado al club hasta el final de la temporada,  donde disputó numerosos partidos amistosos, y en años posteriores de manera muy esporádica, pero su actuación personal no dejaba de ser curiosa: bebía whisky, era un auténtico «play boy» de principios de siglo y siempre iba vestido y acicalado como un figurín hasta el punto de negarse a marcar un gol de cabeza en terreno embarrado para no estropear su peinado. No es de extrañar que posteriormente dedicase su vida al cine, una profesión menos violenta, en la cual alcanzó cierto éxito con el nombre de Juan Torena y sonadas aventuras amorosas, una de ellas -dicen- con la actriz Myrna Loy.

Las relaciones entre los dos clubs volvieron a tensarse y sobre el terreno de juego la violencia y los incidentes imperaron en sus enfrentamientos. También en el ámbito social tuvieron que hacer frente a campañas de desprestigio, como las sangrantes acusaciones de paladines del anticatalanismo a las que fue sometido el Español, en unos momentos de estallido autonomista, y en el bando contrario se recibían intrigas atribuidas a su rival que les acusaba de «germanismo» cuando estaban abiertas las heridas dejadas por la Gran Guerra, hasta el punto de tener que organizarse un par de partidos contra un equipo denominado Aliados, una especie de selección militar,  integrado por jugadores ingleses, franceses y belgas. Por cierto, en el segundo de ellos debutaron en las filas azulgranas José Samitier y Ricardo Zamora, la joven promesa españolista que había sido uno de los grandes artífices para la conquista del Campeonato de Catalunya en 1918 y que ahora protagonizaba un golpe de efecto fichando por el eterno rival.

El inicio de la década de los veinte contempló el decaimiento futbolístico de los españolistas y el inicio de la edad de oro barcelonista con dos títulos de Copa en tres años. Éstos aprovecharon su excelente momento para humillar a su rival en el Campeonato de 1921-22 venciéndoles en su propio feudo por 9 a 0, y saliendo al campo del la Industria en el partido de la segunda vuelta con el propósito de superar la cifra, cosa que lograron al ganar por diez a cero, que pudieron ser más de habérselo propuesto, condenándoles al mismo tiempo a jugar la promoción para evitar descender al abismo. La doble victoria sobre el España FC y la llegada de Genaro de la Riva a la presidencia blanquiazul les permitió remontar la crisis, logrando además convencer -mediante la suculenta cifra de 25.000 pesetas- a Ricardo Zamora para que volviera al Español y a punto estuvieron también de conquistar a su intimo amigo Samitier, que prefirió mantenerse en la disciplina azulgrana.

El retorno de Zamora al Español abrió otro litigio entre ambos clubs que duró toda la temporada 1922-23. El FC Barcelona hizo valer su derecho de retención, denunció esta marcha alegando duplicidad de contrato, y la Federación Catalana inhabilitó al portero internacional por un año. El asunto pasó al Comité Nacional quien, ante la negativa de Zamora de jugar con la selección frente a Portugal, revocó el fallo de la Catalana y le permitió jugar el Campeonato, pero más tarde y ante el recurso de alzada presentado por la Federación regional volvió de su acuerdo anterior y resolvió el caso a favor del FC Barcelona, obligando a repetir los partidos que el conjunto blanquiazul había ganado o empatado con su concurso y condenando al jugador a no poder alinearse con su equipo ni siquiera en partidos amistosos, a menos que lo permitiera en Barcelona, cosa que no sucedió hasta casi el final de la temporada.

El partido que el CD Europa había empatado con el Español tuvo que jugarse de nuevo y paradójicamente se volvió en contra del FC Barcelona, ya que el equipo graciense lo ganó por 4 a 1 y gracias a los dos puntos conquistados pudo forzar un desempate con los azulgrana para dilucidar el título. El Europa venció por uno a cero en este partido que se jugó en Girona y se proclamó campeón regional, jugando posteriormente la final del Campeonato de España.

Para cerrar este relato de desamor entre los dos eternos rivales de la ciudad Condal, que no voy a prolongar más allá de sus primeros 25 años de historia, convienen destacar lo sucedido el 23 de noviembre de 1924 en el reciente estrenado campo de Les Corts durante el partido de la sexta jornada del Campeonato regional, que fue tristemente bautizado como el «derby de la calderilla». El esperado duelo estuvo rodeado de una expectación indescriptible y cargado por un ambiente pasional y hostil, que estalló a los seis minutos tras una dura entrada del españolista Saprissa sobre Alcántara, quien hubo de abandonar el terreno de juego lesionado. A partir de allí hubo un constante reparto de leña, patadas y agresiones que se trasladaron a las gradas entre miembros radicales de ambos equipos.

El punto culminante llegó cuando Samitier repelió con una agresión un empujón previo de Caicedo y el árbitro, el vizcaíno Pelayo Serrano, ordenó la expulsión del azulgrana en medio de un enorme tumulto e intercambio de golpes entre jugadores y aficionados. A poco de reanudarse el partido y al momento de sacarse un córner en el área visitante el publico de la zona comenzó a lanzar monedas y alguna que otra piedra contra el referee quien advirtió por medio del delegado su intención de suspender el partido si continuaba la refriega, cosa que se reprodujo con mayor intensidad minutos después al señalar el descanso y retirarse a los vestuarios, donde finalmente anunció su decisión.

Eran tiempos de dictadura y había mucha crispación entre los aficionados. En los días siguientes, las juntas directivas de ambos equipos llenaron los diarios con todo tipo de notas y la Federación tras varias horas de deliberaciones decidió que se repitiera el encuentro, pero las autoridades militares no lo aceptaron. Se tardó varias semanas en llegar a un acuerdo y finalmente se acordó hacerlo a puerta cerrada, un hecho inédito hasta entonces, al que sólo podrían asistir federativos, directivos y periodistas. Curiosamente a Samitier se le permitió jugar porque tras haber sido inhabilitado por un mes, cuando se jugó el nuevo partido, el 15 de enero, ya había cumplido la sanción.

El ambiente gris y el sepulcral silencio de las gradas fue un handicap para los azulgrana, que vieron como su rival se llevó los dos puntos con un solitario gol de Zabala, pero el Barcelona se tomó la revancha en la segunda vuelta y culminó una espectacular remontada con una victoria sobre el Español gracias a un solitario gol marcado en una genialidad de Samitier que le dio el título de campeón.




Los primeros años de rivalidad hispalense

Se dice que la rivalidad entre béticos y sevillistas es ancestral, pero durante los primeros meses de existencia del Betis Foot-ball Club, y pese a haber surgido de una escisión del decano hispalense, el Sevilla Foot-ball Club, ambas entidades se unían paradójicamente en contra del otro equipo importante de la ciudad: el Sevilla Balompié. Pero llegó un buen día en que se rompieron estas relaciones y entonces fueron los béticos quienes hicieron la corte a los balompédicos y en los siguientes años la rivalidad entre «merengues y pepinos» -apelativos derivados de los respectivos colores de sus camisetas- se fue acrecentando.

Según cuenta Manuel Carmona Rodríguez en su relato sobre la historia del club bético hubo intentos del Sevilla Foot-bal Club de absorber a ambos rivales, siendo gracias a la intransigencia de su emblemático jugador Herbert Richard Jones, más conocido como «Papá Jones» que ésta no se llevó a efecto, y en cambio se abogó por la fusión entre el Betis, que ya era «Real» y el Balompié que se hizo efectiva por Real Decreto el 23 de diciembre de 1914.

La creación del Real Betis Balompié, surgida de esta unión, representó en aquella época una «declaración de guerra» entre los dos clubes más emblemáticos de la ciudad, los cuales pusieron el máximo ardor en sus luchas que por aquel entonces alcanzaban la categoría de verdaderas batallas y un duelo entre ambos no podía concebirse más que a base de incidentes continuos, que las más de las veces seguían, después de terminados los partidos, entre los aficionados de uno y otro bando. Las calles céntricas de la ciudad fueron más de una vez testigo y escenario de incidentes violentos entre blancos y verdes.

Tras la sorpresa que supuso la conquista de la primera edición del Campeonato Regional por parte del Español de Cádiz en 1916, la superioridad sevillista en los siguientes años resultó manifiesta, debido en gran parte al excelente conjunto que había logrado reunir, entre los que destacaban Santizo, Alcocer, Escobar, Spencer, Kinké, Lecompte, Thompson y Brand, pero esta superioridad quedaba enturbiada por los contubernios con la Federación Sur y su Comité Arbitral, que en su reciente creación ubicaron su domicilio social en la misma sede del Sevilla Foot-ball Club, cosa que generó numerosas críticas de la prensa, sobre todo de las provincias vecinas y de ámbito nacional, siendo el corresponsal de la revista Madrid-Sport quien se hizo eco de esta circunstancia en numerosas ocasiones.

La rivalidad hispalense adquirió caracteres esperpénticos durante el desarrollo del tercer Campeonato Regional disputado en la temporada 1917-18 con la participación del Real Club Recreativo de Huelva, Español de Cádiz y cuatro equipos de la capital andaluza: Sevilla FC, Real Betis, Balompié, Recreativo y Español, los cuales deberían jugar una liguilla para decidir el vencedor que disputaría con los dos primeros la fase regional. En la fase provincial, tanto Sevilla FC como Real Betis mostraron una rotunda superioridad sobre los otros dos rivales, ganando su respectivos partidos, y el duelo entre ambos se resolvió con victoria por 3-2 del Sevilla en su terreno y de los béticos en La Enramadilla por 3-1, tras un choque que deparó graves incidentes, dos jugadores sevillistas agredidos y el desencadenamiento de una batalla campal con intervención de la fuerzas del orden. Fue ésta la primera victoria del Betis sobre su rival después de tres años de derrotas consecutivas que sentó muy mal en el seno sevillista.

Había que desempatar y el partido quedó señalado para el 10 de marzo en el campo del Mercantil. El ambiente se fue caldeando en las horas previas y sobre todo cuando se confirmó que varios jugadores béticos -en concreto Balbino, Canda y Artola- que cumplían el servicio militar no podían acudir al partido por una misteriosa falta de permiso de sus jefes, cuya orden -curiosamente- quedaba sin efecto a la hora de acabar el partido. Las gestiones realizadas por los directivos béticos en torno a conseguir su «libertad» fracasaron sospechosamente y en consecuencia optaron por presentar a once muchachos de su equipo infantil en señal de protesta, quienes a la hora del partido se presentaron, ya equipados -porque los béticos nunca utilizaban el vestuario sevillista, al igual que éstos hacían lo mismo cuando visitaban a sus vecinos- para enfrentarse a su rival. Ante el asombro del público y del árbitro madrileño Montero, el partido comenzó en un ambiente hostil y al no mediar compasión por parte de los jugadores sevillistas el resultado tenía que ser clamoroso: ¡veintidós a cero a favor del Sevilla!.

Componentes del equipo infantil del Real Betis Balompié que se enfrentó al Sevilla FC en el polémico partido de desempate del Campeonato de Andalucía. Sin el menor miramiento, los sevillistas les golearon por 22 a 0.

Componentes del equipo infantil del Real Betis Balompié que se enfrentó al Sevilla FC en el polémico partido de desempate del Campeonato de Andalucía. Sin el menor miramiento, los sevillistas les golearon por 22 a 0.

El hecho suscitó comentarios por toda la región, criticándose la burla a la que fueron sometidos los espectadores que llenaron el campo sin que les fuera restituido el importe de las entradas, y la mezquina y maquiavélica trama organizada por los sevillistas con el compadreo de la Federación, la cual descalificó por un año a la directiva bética e impuso una multa de 200 pesetas al club, por lo ocurrido. Sin embargo el Sevilla F.C. no fue campeón en esta temporada, pese a que en la disputa de la fase regional se llegó a extremos escandalosos. Ésta había comenzado semanas antes con la doble victoria del Recreativo de Huelva frente al Español de Cádiz, de manera que con el empate a uno que los onubenses arrancaron el 19 de marzo en su visita a Sevilla se colocaron en optimas condiciones para anotarse el título regional. Cinco días después, los sevillistas se presentaron de improviso en Huelva con un delegado federativo y un árbitro, con la intención de jugar un partido de vuelta que no había sido anunciado ni programado de antemano. Tal revuelo se armó de inmediato que a las puertas del Velódromo fueron todos despedidos a pedradas y la Guardia Civil evitó males mayores, pero a consecuencia del escándalo que se organizó en la prensa los directivos de la Federación Sur presentaron la dimisión. Elegida una nueva Junta directiva se reanudó la competición, pero el representante gaditano decidió no presentarse al partido con el Sevilla FC y cedió a éste los puntos, siendo decisivo el choque entre onubenses y sevillistas, que definitivamente se jugó el 14 de abril, ganó el Recreativo por dos goles a uno, y se proclamó campeón regional por vez primera y única.

Porque a partir de esta temporada la superioridad del Sevilla FC en esta competición fue absoluta e insultante, logrando trece de los catorce títulos en juego. El poderío económico se impuso y seducidos por este señuelo muchos jugadores béticos se incorporaron a las filas sevillistas, quedando su rival en franca inferioridad y teniendo que soportar esta circunstancia y la escasa fortuna que le privó de ganar más de un campeonato que, por méritos, tuvieron al alcance de la mano. Sólo en la temporada 1927-28 pudo el Real Betis romper esta hegemonía al derrotar por 3 a 1 a su rival en un partido de desempate que se jugó en Córdoba.




En memoria de Félix Martialay

Yo que no soy un gran entendido en el séptimo arte, supe de Félix Martialay cuando éste se aventuró en la historia futbolística, aunque muchos de sus trabajos deportivos me pasaron inadvertidos, hasta que hizo la presentación de unos capítulos sobre la historia del fútbol español que Televisión Española emitió en vísperas de un Campeonato de Mundo. No obstante, hasta finales de los noventa en que recibí como regalo de Reyes un ejemplar de «Las grandes mentiras del fútbol español» no advertí que aquello era algo diferente y lo confirmé con la posterior lectura de «Implantación del profesionalismo, y nacimiento de la Liga». Acostumbrado a rebuscar datos futbolísticos entre la quincallería editorial, inmediatamente observé, entre la amenidad de sus líneas, que los datos que aportaban estaban totalmente documentados, en contraste con la banales, partidistas y escasamente veraces historietas que desde unos años antes habían comenzado a proliferar al amparo de acreditados nombres y editoriales con escasa ética o gran ignorancia en el ámbito futbolístico.

Por aquellos días tenía muy maduro mi proyecto, iniciado muchos años atrás, de hacer un relato minucioso y documentado sobre la historia del fútbol español que requería varios tomos. Había sabido de la existencia de CIHEFE y mediante algunas indagaciones pude concertar una entrevista en la madrileña sede de la Real Federación Española, entonces en Alberto Bosch, donde le conocí personalmente y tuve la oportunidad de hacer un relato minucioso de mi idea editorial, sobre el cual me ofreció su total apoyo. No me decepcionó.

A partir de entonces no ha habido viaje a Madrid, y han sido muchos, que no estuviera acompañado de dichos encuentros y las inevitables tertulias del Jameni en las cuales se fueron estrechando nuestros lazos de amistad y colaboración mutua, reforzada con periódicas llamadas telefónicas y habituales «e-milios» algunos de los cuales encerraban laboriosas búsquedas de información, revisión de datos y un sinfín de intercambios futbolísticos, y para mi fue un verdadero placer colaborar en la medida de lo posible a su prolífica obra, destacando entre ellas los trabajos dedicados a las selecciones nacionales y lo que considero su gran broche póstumo a la cual dedicó todo su empeño y muchos años: «El fútbol en la guerra» una extensa obra, todavía inédita, que espero pronto vea la luz.

Ha sido sin duda un duro golpe y una gran pérdida para los historiadores futboleros. Y para mi, además inesperada, porque a pesar de haber echado en falta su habitual llamada telefónica que precedía a sus anuales vacaciones, le creía solazándose junto al Mediterráneo. Siempre decía que cuando llegaba San Blas yo siempre aparecía por Madrid,  como las cigüeñas, y con un libro nuevo bajo el brazo. Lamentablemente no todo será como en los últimos años, pero siempre me quedará el honor de haber podido departir con un maestro culto, educado y sociable.




La Copa Príncipe de Asturias

Una de las primeras iniciativas tomada por la Real Federación Española de Fútbol, tras su constitución el 1 de septiembre de 1913, fue promover la creación de un campeonato de selecciones regionales que serviría como escaparate para ver en acción a las mejores figuras del momento y asentar las bases para la formación de una selección española que pudiera competir con otras de su entorno internacional. La idea había partido unos meses antes de la unificación, cuando Juan Padrós Rubio ostentaba la presidencia federativa y Arcadio Padín, como miembro de su Comité directivo, fue a Palacio a solicitar del Monarca Don Alfonso XIII la concesión de una copa de plata para ser entregada al vencedor, con la promesa añadida de que sería el mismo Infante Don Alfonso quien la entregara, y siempre que se lograra poner fin al pleito que estaba a punto de hundir las estructuras futbolísticas del país. La Copa Príncipe de Asturias fue uno de los torneos que más grata e imperecedera memoria dejaron en la afición, con el añadido del apasionamiento del público por el siempre latente regionalismo hispánico, pero que el egoísmo de los clubes y las rencillas locales no permitieron arraigar en nuestro país. Justo es consignar que era éste uno de los mejores momentos de nuestro fútbol y de haber perseverado en aquel laudable propósito, el torneo hubiera llegado a ser una de las pruebas más brillantes del calendario español.

La primera edición de esta competición se celebró del 10 al 14 de mayo de 1915 en Madrid, y más concretamente en el campo vallado que el Athletic Club tenía entre las calles de Narváez y O’Donnell, donde concurrieron las selecciones de Cataluña, Centro y Norte. Al partido inaugural entre catalanes y castellanos acudió SM el Rey Alfonso XIII, quien durante el descanso departió con los jugadores, venciendo los catalanes por 2 a 1, con goles, todos en el primer tiempo, a cargo de Alcántara, Baró y René Petit, éste para los anfitriones. Dos días después entró en liza la selección Norte, y con un solitario gol de Legarreta se impuso a Cataluña, que jugó mejor pero careció de acierto. Finalmente se enfrentaron las selecciones de Centro y Norte, que empataron a un tanto, adelantándose los vascos, tras el descanso, con un gol de Patricio, neutralizado poco después por Santiago Bernabéu. René Petit falló un penalti que hubiera hecho justicia al mejor juego de los castellanos, que en el Norte lo atribuyeron a que no jugó Pichichi y que el campo no era de hierba. De todos modos el partido fue formidable y a los vascos les sirvió el resultado para llevarse la copa, aunque según la prensa, no fueron ellos los mejores. Ni mucho menos.

Al año siguiente se celebró de nuevo la competición, que no alcanzó el éxito deportivo y la brillantez de la anterior. La Selección Norte no pudo participar al no tener equipo completo por las discrepancias federativas que mantenía con la Real Sociedad, motivadas por el polémico desenlace del Campeonato Regional, quedando circunscrita la participación a un mano a mano entre las Selecciones de Centro y Cataluña. Se disputó esta nueva edición en el mismo escenario que la anterior, con un doble enfrentamiento entre ambos equipos, jugándose el primero de ellos el 11 de mayo con victoria catalana por 6 a 3, después de mostrar una total superioridad sobre una decepcionante selección local y alineándose con: Gibert; Pakán Armet, Sampere; Salvó, Casellas, Prat; Armet Kinké, Monistrol, Quevedo, López y Raich. Centro jugó con: Cárcer; Erice, Carruana; E. Aranguren, René Petit, Sócrates Quintana;  Ricardo Álvarez, Santiago Bernabéu, Uribarri, Larrañaga y De Miguel. Ante la ausencia de los vascos, dos días después se repitió el encuentro, resultando éste mucho más competido y con ligera superioridad local, pero el empate a dos final permitió a Cataluña llevarse el trofeo.

La tercera edición del torneo volvió a sufrir la ausencia de la Selección Norte, cuya Federación atravesaba un periodo convulsivo entre los equipos de Vizcaya y Guipúzcoa que acabaría provocando el cisma. En cambio la recién creada Federación de Cantabria envió su representación a Madrid para competir con Centro y Cataluña. Estas dos selecciones abrieron la competición el 9 de mayo de 1917, también en el terreno de O’Donnell, con un equitativo empate a dos goles, posteriormente los representantes catalanes se impusieron a los cántabros por un apretado 1-0 y dos días después Centro también derrotó a Cantabria por 3-2, haciendo necesario un partido de desempate entre la selección local y Cataluña, ya que ambos se encontraban empatados a tres puntos. El decisivo choque se disputó el día 15 y en él la selección central venció a su rival por 2 a 0, logrados en la segunda parte por medio de Mieg y Agüero, pero antes del final, el árbitro señor Ruete, anuló un gol a los catalanes, que fue protestado con muy malos modos por parte de sus jugadores, quienes dando muestras de antideportividad se retiraron del terreno de juego entre abucheos del público.

Después de tres ediciones disputadas de la Copa Príncipe de Asturias, los resultados no habían cubierto las expectativas generadas en la competición. La intransigencia de los clubes a permitir la cesión de sus jugadores provocaba que fueran escasas las federaciones que podían reunir un equipo completo para participar, y cuando ello se conseguía tampoco se podía decir que estuviera integrado por los mejores jugadores de la región. Por otro lado, la incompetencia de algunos dirigentes federativos y el calendario de la competición que permitió que esta última temporada se jugase el torneo en las mismas fechas que la final del Campeonato de España -cosa que impidió a la Selección Centro contar con los mejores jugadores del Madrid y a los vascos les hubiera dejado sin la aportación de sus campeones, el Arenas Club- había motivado que el torneo perdiera el esplendor de las dos primeras ediciones. Tampoco la idea de conformar una selección nacional, para competir con otros países, había sido posible porque el conflicto bélico mundial que se estaba radicalizando impedía los contactos deportivos internacionales. Así las cosas, en enero de 1918, los clubes propusieron a la Federación Nacional la supresión de la competición y en su lugar fuera ofrecido el trofeo para la celebración de un Campeonato de España de Segunda Categoría, propuesta que fue aceptada para ponerla en práctica a partir de la siguiente temporada. Por consiguiente, la edición que se disputó en Madrid los días 20 y 23 de enero de ese mismo año, iba a ser la última en esta primera etapa. Tomaron parte las selecciones de Centro y Cantabria, aunque poca historia dieron de sí los partidos por el escaso interés que despertaron en la afición. Los castellanos ganaron ambos encuentros -por 3 a 2 el primero y por 3 a 1 el segundo- y se proclamaron de nuevo campeones.

Dos años después se celebraron los Juegos Olímpicos de Amberes, donde el equipo español de fútbol logró en su bautismo internacional la medalla de plata. Para defender el éxito conseguido y de cara a la preparación de la selección española para los Juegos de París en 1924, la Asamblea Nacional acordó en su reunión del 20 de julio de 1922, restablecer la Copa Príncipe de Asturias como base para la composición del equipo, volviendo a tener la propuesta, en principio, una excelente acogida entre los clubes y los aficionados, aunque estos ánimos aumentasen o disminuyesen según el lado que favorecían los éxitos.

Participaron en esta nueva edición las ocho federaciones regionales inscritas en la Nacional. El 12 de noviembre de 1922 se inició la competición enfrentándose en el terreno del Molinón las selecciones representativas de Asturias y Vizcaya en partido de cuartos de final, acabando el encuentro con empate a un gol, cosa que obligó a jugarlo de nuevo dos días después en el mismo escenario y con idéntico resultado final, pero después de dos prórrogas los asturianos acabaron imponiéndose por el tanteo de 4 a 3. El día 19 de ese mismo mes se disputaron los otros tres partidos de cuartos. En el terreno irunés de Amute, Cataluña eliminó a Guipúzcoa venciéndole por 3-0, con goles de Samitier, Gracia y Martí, destacando la negativa del portero Agustín Eizaguirre de defender la portería de los vascos y la sanción de tres meses de inactividad que le impuso su equipo, la Real Sociedad. En Coya, la Selección de Galicia derrotó a la de Centro por 4-1 después de un sensacional partido, con goles para los vencedores a cargo de Chiarroni, Polo, Pinilla y Ramón González, haciendo Monjardín el momentáneo empate de los castellanos. Y en el terreno valencianista de Algirós, en medio de una enorme expectación, la Selección Sur, compuesta íntegramente por jugadores del Sevilla FC se clasificó para semifinales derrotando a la de Levante por 2-1, marcando Kinké y León los goles andaluces y Cubells el único válido de los locales.

Los partidos de semifinales se jugaron el 14 de enero, con victoria de Asturias sobre Cataluña en El Molinón gracias a un solitario tanto de José Luis Zabala en el último minuto; y en la otra eliminatoria, jugada en el campo de la Reina Victoria de Sevilla, la Selección de Galicia, formada con jugadores del Vigo y del Fortuna, venció con claridad a la de Andalucía por 4-1, marcando Kinké el tanto local y Ramón González (2), Polo y Chiarroni para los gallegos. En este partido se malogró el portero sevillista Larrumbe al recibir de forma fortuita un balonazo que le provocó la fractura de músculos abdominales, siendo por ello operado y quedando casi inútil para la práctica de cualquier deporte.

Galicia y Asturias quedaron clasificadas para la final, jugándose ésta el 25 de febrero en el campo de Coya, en medio de un gran ambiente y ante gran cantidad de público. Apenas comenzar, Balbino adelantó a los gallegos, pero poco a poco se fue imponiendo la selección de Asturias, que empató por medio de Meana y tras el descanso sentenció con dos goles de Zabala, pese a jugar con inferioridad por expulsión de Corsino. Al final 1-3 y Asturias que se alzó con el título de campeón, alineando a Óscar; Germán, Comas; Bango, Meana, Corsino; Aman, Bolado, Zabala, Barril y Argüelles. Por parte gallega jugaron: Isidro; Otero, Pasarín; Queral, Torres, Hermida; Reigosa, Balbino, Chiarroni, Polo y Pinilla. Pese a la derrota, achacada a la ausencia por enfermedad de su goleador Ramón González, los aficionados vigueses quedaron muy complacidos con la actuación del equipo en la competición. Tanto que al final de temporada acogieron con tremenda ilusión la idea propuesta por Manuel de Castro, el crítico que popularizó el pseudónimo de Hándicap, de fusionar las dos entidades rivales, Vigo y Fortuna, para lograr un team poderoso que pudiera competir con éxito frente a los potentes equipos españoles. El 23 de agosto de 1923 nació el Celta de Vigo.

A la temporada siguiente se disputó una nueva edición -la sexta- de esta competición, que no alcanzó el éxito de la anterior, por lo cual, cumplida la misión de servir de base para formar el equipo nacional olímpico y después del fracaso español en París, acabó por suprimirse definitivamente según acuerdo adoptado por la Asamblea Nacional del 26 de junio de 1924. Las eliminatorias eran las mismas del año anterior y también sus participantes, jugándose ahora en campos contrarios, a excepción del duelo entre Levante y Sur, que se jugó el 11 de noviembre en Mestalla, donde volvieron a imponerse los andaluces, que se adelantaron con dos goles de Brand y Kinké, neutralizados luego por Cubells, siendo finalmente Spencer quien estableció el 2-3 definitivo. Una semana después en San Mamés, Vizcaya se tomó la revancha y eliminó a los campeones derrotándole por 4-2, con dos goles locales a cargo de Carmelo y Laca y por parte asturiana de Bolado y Zabala, decantando la victoria los vascos tras el descanso con otros dos tantos de Travieso. El día 25 se completaron los cuartos de final con la clasificación de la Selección Centro tras su victoria sobre Galicia gracias a un gol de De Miguel, en un Stadium madrileño totalmente encharcado y bajo un tiempo infernal. Al mismo tiempo en Les Corts, Cataluña se imponía por 2-1 a Guipúzcoa en un partido marcado por el dominio de los vascos y la polémica labor arbitral, marcando Olivella y Pellicer los goles locales y recortando René Petit en el segundo periodo.

Los partidos de semifinales se jugaron ambos el 27 de enero de 1924. Centro y Andalucía se enfrentaron en El Metropolitano, con triunfo castellano por 2-1 marcándose los goles en el primer tiempo por mediación de Monjardín (2) y Herminio. Por su parte, Cataluña también se clasificó al imponerse a la selección vizcaína en Les Corts gracias a un temprano gol del barcelonista Cristóbal Martí. La final se jugó el 24 de febrero en San Mamés, resultando un choque tremendamente competido, incierto y con diversas alternativas en el marcador con 3-3 al final del tiempo reglamentario -Félix Pérez y Tiana (2) marcaron por parte castellana, y Samitier (2) y Piera por los catalanes-. Monjardín adelantó al combinado central al inicio de la prórroga y a dos minutos del final Sagi Barba estableció el empate a cuatro cuando nadie lo esperaba. Hubo que repetir el partido dos días después y esta vez Cataluña acabó imponiéndose por 3-2 y proclamándose campeón. Carulla hizo el 1-0 a poco de comenzar, remontado posteriormente con sendos tantos de Monjardín, pero antes del descanso Samitier y Piera volvieron a voltear el marcador que ya no se movió tras el descanso. Hubo diversos cambios en la alineación pero lo que jugaron este partido fueron por parte catalana: Zamora; Massaguè, Montaner, Caicedo, Sancho, Carulla, Piera, Martí, Peidró, Samitier y Sagi. Por Centro: Martínez; Quesada, Blaso; Mengotti, Caballero, Alvarez; Muñagorri, Triana, Monjardín, Bernabéu y Del Campo.

Suprimido el torneo, el epílogo definitivo de este campeonato de selecciones interregionales, se jugó varios meses más tarde entre los dos últimos campeones, Asturias y Cataluña. El 5 de septiembre de 1926 se jugó en El Molinón el partido de ida de esta definitiva final con triunfo catalán 2 a 0, marcados ambos por Brotó, en los minutos 22 y 80, siendo las alineaciones presentadas, por parte asturiana: Benjamín; Quirós, Trucha; Justo, Menéndez, Corsino; Domingo, Morilla, Herrera, Avilés y Molinuco. Por Cataluña: Pedret; Serra, Muntané; Tena, Pelaó, Mauricio; Piera, Samitier, Sastre, Brotó y Sagi. El 19 del mismo mes en el campo de Les Corts, se celebró el encuentro de vuelta, con nuevo triunfo catalán por 4-3 a pesar de jugar faltos de buen número de sus titulares. La primera parte, de mal juego, acabó con empate a uno marcados por Avilés al minuto 5 y Forgas en el 10. Después del descanso mejoró el juego de los catalanes y por medio de Pellicer, Alcántara y Forgas pusieron el marcador en un claro 4-1, siendo Herrera quien, con dos goles en los últimos cinco minutos, redujo distancias y estableció el resultado definitivo. Cataluña se quedó en propiedad con la Copa Príncipe de Asturias, alineando en este partido a: Pedret; Serra, Massagué; Soligó, Pelaó, Tena I; Pellicer, Brotó, Forgas, Alcántara y Sagi. Por Asturias: Benjamín; Quirós, Cuesta; Bango, Menéndez, Corsino; Matón, Avilés, Herrera, Braulio y Argüelles, siendo sustituidos durante el partido Quirós por Nico y Benjamín por Pueu. 




La gran gesta de un equipo modesto

El Club Deportivo Orense protagonizó en la temporada 1967-68  un hecho insólito que todavía nadie ha sido capaz de igualar: ganar todos los partidos jugados en una competición nacional  de dieciséis equipos.

Fundado el 19 de septiembre de 1952 de las cenizas de la Unión Deportiva Orensana, desaparecido unas semanas antes por la deficiente administración económica de sus dirigentes, fue su último partido la final de la Copa Federación Española, que perdió por 3 a 1 ante el Real Jaén en el Estadio Metropolitano de Madrid.. El Club Deportivo Orense tomó el elevo y pronto se destacó entre los equipos del grupo gallego de Tercera División, hasta que al final de cuatro intentos logró el ansiado ascenso a Segunda, categoría en la que debutó en la temporada 1959-60 con una excelente actuación, en la que sólo el decaimiento en la recta final de la competición le relegó a la tercera posición y malogró la posibilidad de luchar por un nuevo ascenso, esta vez a la División de Honor de nuestro fútbol. Este tercer puesto se repitió en la siguiente campaña, pero luego vino el declive y tres años después volvió a caer en el pozo de la Tercera.

En las dos siguientes temporadas sus intentos por recuperar la categoría perdida fueron infructuosos, al estrellarse en la Fase de Ascenso, pero en la competición liguera su superioridad fue absoluta y tan sólo la SD Compostela -en dos ocasiones- y el Fabril Deportivo pudieron derrotarle: La Liga 1967-68 fue sin duda apoteósica, con un balance de treinta partidos jugados y treinta victorias, marcando en ellos un centenar justo de goles y encajando solamente ocho, ninguno de ellos antes de la octava jornada, poniendo colofón a su gesta con un triunfo por 0-1 en casa de su más directo rival, la SD Compostela, segundo clasificado que tan sólo había perdido el partido jugado en la primera vuelta en Orense. A pesar de ello, nueve puntos separaron a ambos equipos en la clasificación final y otros diez con el Fabril Deportivo, tercer clasificado.

Paradójicamente, tan brillante campaña no tuvo el merecido premio del ascenso. Quizás fue un relajamiento tras la hazaña, o un exceso de confianza, pero en la fase definitiva no estuvo a la altura esperada, salvo en el primer partido que jugó en su Estadio José Antonio con el CD Condal y le venció por 2-0, mientras en el partido de vuelta, jugado en el Camp Nou, el filial barcelonista lo tuvo contra las cuerdas, pero su mínima victoria resultó insuficiente. En la siguiente ronda, ya definitiva, otro filial, el Ilicitano, dio la sorpresa arrancando un empate a cero en tierras gallegas y una semana después le derrotó por 2-1 en Altabix, dando al traste con las esperanzas orensanas por tercer año consecutivo y emborronando su brillante temporada, que no obstante tuvo su reconocimiento por parte del Delegado Nacional de Deportes, don Juan Antonio Samaranch, quien concedió al club una placa de plata al Mérito Deportivo.

Florencio Álvarez González fue el presidente de la entidad en esta temporada y Fernando Bouso el entrenador del equipo, cuya plantilla estaba integrada por los porteros Roca, Esnaola y Oñate; Varela, Lozano, Paredes, Bermejo, Márquez y Astigarraga, defensas; Pombo, Ángel, Pito y Lolín, medios; y Cortés, Buján, Túnez, Segra, Pataco, Guitián, Puente, Pazo, Conde y Carballeda, delanteros. Este último fue el máximo goleador del equipo y de la categoría, con 38 tantos.

C.D. Orense

En la temporada siguiente hubo reestructuración  en Tercera División y los equipos gallegos y asturianos quedaron reunidos en un mismo grupo de veinte equipos. El récord victorioso del CD Orense en partidos de competición liguera todavía se incrementó con los dos triunfos conseguidas en las primeras jornadas, quedando establecido en 32 consecutivos tras ceder un empate en su propio campo frente al Caudal de Mieres, pero el récord de imbatibilidad se mantuvo durante más de dos años y alcanzó la cifra de 67 partidos, desde que el 5 de marzo de 1967 perdiera por 3 a 0 ante la SD Compostela, en la vigésimo tercera jornada de esa campaña liguera, hasta el 20 de abril de 1969 cuando el Vetusta de Oviedo acabó con la racha y le derrotó por 0-2 en su propio Estadio José Antonio, en partido de la jornada 31. Habían sido 57 victorias y 10 empates, en ese periodo, en el que marcó 197 goles y encajó 17. El Club Deportivo Orense volvió a proclamarse campeón de grupo en esa temporada 1968-69, y esta vez sí pudo culminarla con el deseado ascenso, al superar en la promoción al Bilbao Athletic con una doble victoria.

En este segundo periodo de cuatro años en que el CD Orense militó en el primer grupo de la Tercera División, fue campeón en tres ocasiones y subcampeón en otra. Jugó 128 partidos de los cuales ganó 103, empato 20 y perdió 5, marcó 326 goles y encajó 59.

 

SESENTA Y SIETE PARTIDOS IMBATIDO Y TREINTA Y DOS VICTORIAS CONSECUTIVAS

Campeonato de Liga 1966-67

Jornada 23 5 marzo SD Compostela – CD Orense 3-0
Jornada 24 12 marzo Corujo CF – CD Orense 1-1
Jornada 25 19 marzo CD Orense – Turista de Vigo 6-0
Jornada 26 26 marzo Alondras CF – CD Orense 0-3
Jornada 27 2 abril CD Orense – Fabril Deportivo 4-1
Jornada 28 9 abril Brigantium CF – CD Orense 2-2
Jornada 29 16 abril CD Orense – CD Lugo 4-0
Jornada 30 23 abril Rápido Bouzas – CD Orense 1-1

 

 

Campeonato de Liga 1967-68

Jornada 1 10 septiembre Club Lemos – CD Orense 0-2
Jornada 2 17 septiembre CD Orense – Atl. Pontevedra 5-0
Jornada 3 24 septiembre Fabril Deportivo – CD Orense 0-1
Jornada 4 8 octubre CD Orense – Brigantium CF 5-0
Jornada 5 22 octubre Gran Peña Celtista – CD Orense 0-1
Jornada 6 29 octubre CD Orense – Arosa SC 3-0
Jornada 7 5 noviembre CD Orense – Club Ordenes 5-0
Jornada 8 12 noviembre Calvo Sotelo A.P. – CD Orense 1-4
Jornada 9 19 noviembre CD Orense – Turista de Vigo 4-0
Jornada 10 26 noviembre Alondras CF – CD Orense 1-3
Jornada 11 3 diciembre CD Orense – Arsenal CF 2-0
Jornada 13 17 diciembre CD Orense – Rápido Bouzas 5-1
Jornada 14 31 diciembre Atlético Orense – CD Orense 0-5
Jornada 15 7 enero CD Orense – SD Compostela 2-1
Jornada 16 14 enero CD Orense – Club Lemos 1-0
Jornada 17 21 enero Atl. Pontevedra – CD Orense 0-3
Jornada 18 28 enero CD Orense – Fabril Deportivo 3-0
Jornada 19 4 febrero Brigantium CF – CD Orense 1-5
Jornada 20 11 febrero CD Orense – Gran Peña Celtista 4-0
Jornada 21 18 febrero Arosa SC – CD Orense 1-3
Jornada 22 25 febrero Club Ordenes – CD Orense 0-5
Jornada 23 3 marzo CD Orense – Calvo Sotelo A.P. 6-0
Jornada 12 10 marzo CD Lugo – CD Orense 1-3
Jornada 25 17 marzo CD Orense – Alondras CF 3-0
Jornada 24 19 marzo Turista de Vigo – CD Orense 0-5
Jornada 26 24 marzo Arsenal CF – CD Orense 0-3
Jornada 28 31 marzo Rápido Bouzas – CD Orense 0-1
Jornada 27 7 abril CD Orense – CD Lugo 2-1
Jornada 29 21 abril CD Orense – Atlético Orense 5-0
Jornada 30 28 abril SD Compostela – CD Orense 0-1

 

 

Campeonato de Liga 1968-69

Jornada 1 8 septiembre CD Orense – CD Turón 8-0
Jornada 2 15 septiembre Atlético Gijón – CD Orense 1-3
Jornada 3 22 septiembre CD Orense – Caudal Deportivo 0-0
Jornada 4 29 septiembre Alondras CF  – CD Orense 0-1
Jornada 5 6 octubre CD Orense – Gran Peña Celtista 2-1
Jornada 6 13 octubre Arosa SC – CD Orense 1-5
Jornada 7 20 octubre CD Orense – CD Praviano 5-0
Jornada 8 3 noviembre UP Langreo – CD Orense 2-2
Jornada 9 10 noviembre CD Orense – CD El Entrego 4-0
Jornada 10 17 noviembre Atlético Orense – CD Orense 0-3
Jornada 11 24 noviembre CD Orense – CD San Martín 0-0
Jornada 12 1 diciembre SD Vetusta – CD Orense 1-1
Jornada 13 8 diciembre CD Orense – Fabril Deportivo 1-0
Jornada 14 15 diciembre Atl. Pontevedra – CD Orense 0-1
Jornada 15 22 diciembre CD Orense – Club Lemos 5-0
Jornada 16 29 diciembre SD Compostela – CD Orense 0-0
Jornada 17 5 enero CD Orense – CD Lugo 1-0
Jornada 18 12 enero Candás CF – CD Orense 1-1
Jornada 19 19 enero CD Orense – Ensidesa Avilés 1-1
Jornada 20 26 enero CD Turón  – CD Orense 0-4
Jornada 21 2 febrero CD Orense – Atlético Gijón 2-1
Jornada 22 9 febrero Caudal Deportivo  – CD Orense 0-2
Jornada 23 16 febrero CD Orense – Alondras CF 9-0
Jornada 24 2 marzo Gran Peña Celtista – CD Orense 0-2
Jornada 25 9 marzo CD Orense – Arosa SC 3-0
Jornada 26 16 marzo CD Praviano – CD Orense 0-1
Jornada 27 23 marzo CD Orense – UP Langreo 3-0
Jornada 28 30 marzo CD El Entrego – CD Orense 0-1
Jornada 29 6 abril CD Orense – Atlético Orense 3-0
Jornada 30 13 abril CD San Martín – CD Orense 0-1
Jornada 31 20 abril CD Orense – SD Vetusta 0-2