El día que el Barça estuvo a punto de sufrir un Superga

La primera edición de la Copa Latina se celebró en 1949. Fútbol Club Barcelona (Club de Fútbol Barcelona para la dictadura franquista), Sporting Clube de Portugal, Stade de Reims y Torino, todos ellos ganadores de sus respectivas ligas en la campaña 1948-49, fueron los participantes del torneo. La competición se jugó entre el 26 de junio y el 3 de julio y tuvo dos sedes: Barcelona y Madrid. Los prolegómenos de la Copa Latina estuvieron marcados por la tragedia que había sufrido el Grande Torino el 4 de mayo. La plantilla del conjunto del Piamonte, ganadora de los últimos cinco Scudetti celebrados en 1943, 1946, 1947, 1948 y 1949 (no se disputaron las temporadas 1943-44 y 1944-45), sufrió un accidente de avión cuando regresaba de disputar el partido de homenaje al capitán del Benfica, Francisco Ferreira, en Lisboa. El avión chocó contra el muro de piedra de la basílica de Superga, en Torino, y falleció toda la tripulación. Pese a la tragedia vivida el mes anterior, el equipo turinés decidió participar en la Copa Latina. Anteriormente, la Federación italiana había declarado al Torino ganador de la liga transalpina de aquel año; antes de lo acontecido en Superga, los turineses lideraban el campeonato cuando aún faltaban cuatro jornadas por disputarse. Los últimos encuentros se jugaron, pero tanto el Torino como sus rivales alinearon a juveniles.

Portada de La Stampa del día 5 de mayo de 1949.

Portada de La Stampa del día 5 de mayo de 1949.

Portada de La Gazzetta dello Sport sobre la tragedia de Superga.

Portada de La Gazzetta dello Sport sobre la tragedia de Superga.

De esta manera, el Torino afrontó la Copa Latina con un equipo muy joven: la mayoría de sus jugadores tenía 17 años, mientras que el más ‘veterano’ tenía 23. Dicha situación varió de cara al encuentro por el tercer y cuarto puesto ya que el portero internacional italiano Giuseppe Moro y el argentino Benjamín Santos reforzaron a la escuadra piamontesa. El destino quiso que en el primer partido del torneo se vieran las caras con otro equipo lisboeta, el Sporting Clube, después de la trágica vuelta desde Lisboa. Pese a la inexperiencia de su plantilla, los turineses vendieron cara su derrota ante el Sporting (3-1) y superaron al Stade de Reims por 5 a 3 en el choque por el tercer y cuarto puesto celebrado en Les Corts. La final se disputó en Chamartín y el Barça ganó al conjunto lisboeta por 2 a 1 gracias a los goles de Josep Seguer y Estanislau Basora. Antes, el conjunto catalán había goleado al Stade de Reims por 5 a 0. De esta forma, los azulgrana celebraron el primer título continental oficial y estrenaron el palmarés de la recién nacida Copa Latina. Era julio de 1949.

Diez años después, el FC Barcelona de Helenio Herrera debutaba en la Copa de Europa. Era la temporada 1959-60 y los azulgrana aspiraban a destronar a un Real Madrid que sumaba cuatro torneos y que se había convertido en la referencia del fútbol europeo.

El primer obstáculo del Barça para llegar a la final que se disputaba en Hampden Park (Glasgow) fue el CDNA de Sofía. El actual CSKA de Sofía, conocido por ser el equipo del Ejército, era el claro dominador del fútbol búlgaro y sumaba ocho de las últimas nueve ligas. No obstante, sus méritos en el torneo doméstico le habían permitido participar en tres ediciones de la Copa de Europa. En la 1956-57, barrió al Dinamo de Bucarest (8 a 1 en la ida y derrota por 3 a 2 en la vuelta) e hizo sufrir al Estrella Roja en cuartos de final (3-1 en Belgrado y 2-1 en Sofía). En su segunda campaña, el CDNA cayó en primera ronda ante el Vasas húngaro (2-1 favorable y 6-1 en contra), mientras que en su tercer curso fue eliminado por el Atlético de Madrid en una eliminatoria de tres partidos. Los búlgaros encajaron un 2 a 1 en Madrid y ganaron 1 a 0 en Sofía. Por aquel entonces sólo valía la diferencia de goles totales, por lo que se tuvo que jugar un tercer encuentro en terreno neutral. Fue el 18 de diciembre de 1958 en el estadio Charmilles de Ginebra, el mismo feudo que había visto debutar al Real Madrid en la primera edición de la Copa de Europa o, mejor dicho, la Coupe des Clubs Champions européens. El Atlético se impuso en tierras suizas en un duelo que se decidió en la prórroga (3-1). El CDNA se quejó del arbitraje y de un supuesto soborno que les propuso la directiva colchonera. No en vano, el club búlgaro denunció los hechos y envió una carta a la UEFA pidiendo la repetición del choque, solicitud que fue desestimada por el ente europeo.

La curiosidad de la eliminatoria ante el CDNA Sofía fue que el Atlético jugó en el estadio del Real Madrid ya que el Metropolitano no disponía de luz artificial. Los partidos de competición europea se solían disputar en jornada laborable, situación que provocaba que los choques tuvieran que celebrarse por la tarde-noche. En algunas ocasiones se aprovechaban los días festivos para poder pactar la fecha de dichos encuentros. Sin embargo, había un calendario y los clubs tenían que llegar a un acuerdo para celebrar la eliminatoria antes de la fecha prevista. En todo caso, para que los aficionados pudieran acudir en masa al estadio en un duelo entresemana, era necesario que los campos dispusieran de luz artificial. Y el Metropolitano aún no gozaba de focos que permitieran el horario nocturno. Aun así, el duelo de primera ronda ante el Drumcondra FC irlandés se jugó en el estadio rojiblanco. La hora del pitido inicial (17:00) y la fecha (17 de septiembre) hicieron posible que el debut europeo no fuera en el estadio de su gran rival ciudadano.

No en vano, el conjunto rojiblanco volvió a jugar como local en Chamartín en cuartos de final ante el Schalke 04. Los más de 100.000 aficionados que se reunieron la noche del 4 de marzo en el coliseo blanco bien podría ser la mejor entrada de la historia del club colchonero actuando como local. En este sentido, tampoco sería descartable que, aparte del hándicap de no disponer de luz artificial, hubiera un trasfondo económico que motivó el cambio de feudo (en aquella época la venta de entradas era la gran fuente de ingresos de los clubs). Fue la última vez que el Atlético jugó en el Bernabéu como local ya que el encuentro de ida de la semifinal contra el Real Madrid se celebró en el Metropolitano (17:00).

Entrada del partido Atlético de Madrid-CDNA de Sofía disputado en el Santiago Bernabéu.

Entrada del partido Atlético de Madrid-CDNA de Sofía disputado en el Santiago Bernabéu.

El Barça inició la campaña 1959-60 con optimismo: la llegada de Helenio Herrera a finales de la temporada 1957-58 supuso un punto de inflexión para un equipo que no ganaba la Liga desde 1953. A su vez, el conjunto catalán contemplaba con nostalgia como el Real Madrid le arrebataba parte del prestigio internacional adquirido gracias a la magnífica generación de las ‘Cinco Copas’. En el primer curso completo con Helenio Herrera al frente del club, el Barça volvió a ganar la Liga. El ‘Mago’, que ya sabía lo que era ganar el campeonato dirigiendo al Atlético (1950 y 1951), regresó al fútbol español por la puerta grande tras un breve periplo por el Os Belenenses. La Liga lograda con cuatro puntos de ventaja sobre el Real Madrid permitía el estreno del club y del propio Helenio Herrera en la Copa de Europa. El FC Barcelona, que ya sabía lo que era ganar la Copa Latina y la Copa de Ferias, era consciente de que el torneo lanzado por L’Équipe y apadrinado por la UEFA se había convertido en la competición de referencia. Cabe señalar que el Barça disputó dos torneos continentales a la vez: la Copa de Europa y la Copa de Ferias, situación que se repetiría la temporada siguiente.

El Barça afrontó su debut en la Copa de Europa ante el CDNA de Sofía después de haber perdido la final de la quinta edición del Trofeo Carranza ante el Real Madrid por 4 a 3. Helenio Herrera relata en su libro ‘Yo. Memorias de Helenio Herrera’, que su equipo no podía arriesgar debido al compromiso en Sofía e insinuó que jugaron sin la intensidad necesaria: «No podíamos arriesgar el éxito de nuestra primera eliminatoria en la Copa de Europa por ganar al Madrid en Cádiz. Los del Madrid lo sabían y jugaron un partido muy duro, destacando una entrada vergonzosa de Santamaría a Kocsis, que nos privó de éste jugador para toda la primera vuelta de la Liga», remarcó el entrenador argentino. El duelo entre colchoneros y búlgaros de la campaña anterior era un buen aviso para los azulgrana. De ahí que, viendo la dificultad que tuvo el XI rojiblanco dirigido por ‘Fernando’ Daučík, no es extraño que el técnico bonaerense reservara jugadores de cara al desplazamiento europeo.

Los azulgrana partieron hacia Sofía el martes 1 de septiembre, dos días después de haber jugado la final del Carranza y dos días antes del estreno continental. El FC Barcelona tuvo un caluroso recibimiento en la capital búlgara y el mismo técnico argentino recuerda que «la expectación era grande. Atraídos por la fama del Barcelona y por mis métodos de preparación, más de mil personas presenciaron nuestro entrenamiento en el estadio Levski». Herrera presume en su libro que entre los asistentes estaban «todos los técnicos del país e incluso los entrenadores del equipo nacional ruso».

Imagen de la expedición azulgrana que viajó a Sofía publicada el 2 de septiembre en 'La Vanguardia'.

Imagen de la expedición azulgrana que viajó a Sofía publicada el 2 de septiembre en 'La Vanguardia'.

El conjunto catalán sólo pudo sacar un empate a 2 ante el CDNA. Kiril Rakarov avanzó a los locales en el 16′, pero los azulgrana le dieron la vuelta al marcador gracias a las dianas de Joan Segarra (30′) y Eulogio Martínez (61′). Ivan Kolev, primer jugador búlgaro nominado para el ‘Balón de Oro’, firmó el 2-2 final en el minuto 80. Tal y como se esperaba, el partido no fue nada fácil y el conjunto del Ejército acechó el marco defendido por Antoni Ramallets. Pese a los compases de sufrimiento, Herrera se mostró satisfecho con el resultado y confiado de cara a la vuelta. Al mismo tiempo, hizo gala de su verborrea y declaró lo siguiente: «ya dije que en el peor de los casos lograríamos el empate».  Pese a que Helenio Herrera no tenía problema alguno en decir lo que pensaba (o lo que creía que debía decir), en sus memorias critica en diversas ocasiones a los medios de comunicación, a quienes acusa de inventarse declaraciones suyas.

Imagen del encuentro publicada el 6 de septiembre en 'El Mundo Deportivo'.

Imagen del encuentro publicada el 6 de septiembre en 'El Mundo Deportivo'.

Tras el empate cosechado en suelo búlgaro, la expedición azulgrana emprendió el camino de vuelta. La aviación comercial era una realidad y varios equipos utilizaban el transporte aéreo en sus desplazamientos. De hecho, la reducción del tiempo empleado en los trayectos fue uno de los motivos que hicieron viable una competición europea a nivel de clubs. Que un club italiano pudiera jugar en Portugal entresemana o que un conjunto francés visitara Suecia un par de días antes de afrontar un duelo liguero permitieron la celebración de la Copa de Europa. Pero no todo eran buenas noticias. En febrero de 1958, nueve años después del accidente del Grande Torino, la plantilla del Manchester United, club que en 1956 había desafiado a la propia Football Association para participar en la segunda edición de la Copa de Europa, sufrió un accidente aéreo. El conjunto inglés, que se había clasificado para las semifinales de la Copa de Europa después de empatar en Belgrado (3-3) y hacer valer el 2-1 de la ida, vio como el sueño europeo se esfumaba de la forma más cruel: el avión que transportaba la expedición del Manchester United se estrelló en el aeropuerto de Múnich, ciudad en la que tenían que hacer una parada técnica antes de emprender el viaje de vuelta a Inglaterra. 23 pasajeros perdieron la vida. Entre ellos había ocho futbolistas: Geoff Bent, Roger Byrne, Eddie Colman, Mark Jones, David Pegg, Thomas Taylor, Liam Whelan y Duncan Edwards. Éste último, una de las estrellas emergentes del fútbol británico y mundial, pereció días después del accidente como consecuencia de las heridas sufridas. Cinco de los fallecidos habían disputado el encuentro de Belgrado ante el Estrella Roja. Jackie Blanchflower y Johnny Berry sobrevivieron, pero no volvieron a calzarse las botas. Por el contrario, el técnico escocés, Matt Busby, se recuperó de las heridas y volvió a coger el timón del equipo. Durante su convalecencia, su ayudante, el galés Jimmy Murphy, se hizo cargo del equipo. Murphy compaginaba su trabajo en el Manchester United con el cargo de seleccionador de Gales. Dicha circunstancia pudo salvarle la vida: mientras el conjunto inglés jugaba en Belgrado, él dirigía al combinado galés ante Israel. Y no en un duelo cualquiera: la victoria por 2 a 0 ante los israelíes clasificó a los ‘Dragones’ para el Mundial de 1958, hasta ahora su única presencia en un Campeonato del Mundo.

Pese al estado de shock que vivía, el Manchester United decidió disputar las semifinales de la Copa de Europa. Así, dos meses después de la tragedia de Múnich, los ‘diablos rojos’ afrontaron el duelo contra el Milan. Pese a ganar por 2 a 1 en la ida con un XI de circunstancias, el conjunto inglés no tuvo opción en la vuelta y encajó un 4-0 en San Siro. En 1968, diez años después de la desgracia sufrida en Múnich, el Manchester United logró la primera Copa de Europa para el fútbol inglés (que no británico; Celtic, 1967). Entre los campeones estaban Matt Busby, Bobby Charlton y Bill Foulkes, todos ellos supervivientes del accidente de 1958.

Imagen del avión que transportaba al Manchester United.

Imagen del avión que transportaba al Manchester United.

En 1959, un año después del accidente del Manchester United en Múnich y diez años más tarde de lo sucedido en Superga, el Barça vivió momentos de angustia en su vuelo de regreso de Bulgaria. En los tres casos se cumplía un mismo patrón: partido internacional jugado entresemana; viaje en avión después del partido y condiciones meteorológicas adversas. Gabriel Hanot, uno de los ‘padres’ de la Copa de Europa y todo un referente del periodismo deportivo de la época, definió el vuelo Barcelona-Sofía «como el más azaroso y el más inquietante hasta el momento». El club catalán había ofrecido a Hanot viajar con la expedición del equipo. De esta forma, el periodista francés evitaría «las interminables formalidades del paso a la Europa del Este». El propio redactor de L’Équipe narró los hechos: «Hasta Roma todo marchó bien. De pronto, el tiempo sobre el Mediterráneo empezó a estropearse y llegó a ser francamente malo. Teníamos los cinturones amarrados y las lámparas encendida hacia un cuarto de hora, cuando llegamos a lo que tomamos como el núcleo de la tormenta, pero que era en realidad una tromba sobre el Mediterráneo Oriental. La lluvia y el granizo acribillaban el techo y las paredes del avión, que parecía hundirse en el vacío o levantarse irresistiblemente dando vueltas casi en vertical, a derecha e izquierda. En aquellos momentos, a pesar de la legítima alegría que le había producido al Barcelona el empate de Sofía y al optimismo con que todos esperaban ahora la venida de los búlgaros a Barcelona, el silencio era total, casi sepulcral. Molidos y zarandeados, nadie se atrevía a hablar. De improviso, la voz de Herrera se dejó oír:

–          «¡Mañana entrenamiento a las once!», gritó el entrenador azulgrana, gran conocedor de la psicología de sus hombres.

En efecto, aquellas palabras tuvieron la virtud de tranquilizarnos, relativamente, a todos, a pesar del innegable riesgo que, si el aparato no había perdido totalmente el rumbo, debíamos hallarnos peligrosamente volando sobre los Pirineos…».

El relato de Hanot continúa de la siguiente manera: «Algunos minutos más tarde, el piloto nos hizo saber que, después de haber perdido toda relación, no sólo con Barcelona, sino también con Perpignan, Marsella, Niza, Ajaccio y Roma, acababa de establecer comunicación al sur con Mallorca, y que dábamos media vuelta para aterrizar en Palma, donde esperaríamos a que se apaciguase la borrasca. Instantes después aterrizamos en una pista inundada y, con el agua hasta los tobillos, bajamos del avión».

Hanot también cuenta que muchos jugadores se negaron a regresar a Barcelona en avión y propusieron volver a la capital catalana en barco. Hay que recordar que la selección italiana acudió al Mundial de 1950 celebrado en Brasil por vía marítima debido al pánico a volar después de lo acontecido en Superga. Pese a todo, los jugadores del Barça acabaron cediendo y la expedición regresó a Barcelona en avión. «Fuimos recibidos por las angustiadas familias a quienes se había anunciado que no se tenían noticias del avión que, arrastrado por la tormenta, había perdido contacto durante más de una hora», recordó Hanot.

Noticia publicada en 'El Mundo Deportivo' el día 5 de septiembre de 1959.

Noticia publicada en 'El Mundo Deportivo' el día 5 de septiembre de 1959.

Helenio Herrera explica en su biografía «que los jugadores del Barcelona demostraron ser más valientes que los del Atlético de Madrid, pues en circunstancias similares, sobre el Atlántico, rumbo a La Habana, azotados por rayos, agua y viento, todos se tapaban la cabeza con mantas, sobre todo los canarios Hernández, Miguel, Silva, etc…, y no querían escuchar mis palabras cuando trataba de tranquilizarles. Hay que decir que el aparato era bastante malo y el miedo estaba más que justificado». El técnico argentino hace referencia a la gira que hizo el Atlético por Cuba el verano de 1952 (Herrera dirigió al conjunto rojiblanco entre 1949 y enero de 1953). ‘El Mundo Deportivo’ del día 5 de noviembre recordó los malos momentos que vivió la expedición culé: «Anoche regresó el Barcelona tras una mala travesía Sofía-Barcelona, que le obligó a hacer escala en Palma de Mallorca». Dentro de la noticia se explica que el avión sufrió «bandazos» y que los futbolistas propusieron regresar en barco. Por el contrario, no se ofrece el testimonio de algún jugador.

En aquel avión viajaban periodistas, miembros de la directiva, representantes de organismos deportivos, el cuerpo técnico y los jugadores Ramallets, Segarra, Olivella, Rodri, Gracia, Gensana, Rivelles, Evaristo, Flotats, Eulogio Martínez, Luis Suárez, Villaverde…pero no estaban Kubala, Kocsis y Czibor. Los tres futbolistas húngaros no pudieron viajar al país comunista. La prensa de la época apenas habló del asunto: ‘La Vanguardia’ del día 20 de agosto publicó que «Kubala, Czibor y Kocsis no podrán desplazarse a Sofía por razones que no es necesario aclarar», mientras que en ‘El Mundo Deportivo’ del 30 de agosto se escribió que estos tres jugadores eran bajas seguras, pero no se especificaba el motivo.

De todas formas, la presencia de Kubala en el equipo tampoco estaba garantizada. El futbolista vivía un momento complicado en el club: había tenido sus diferencias con Helenio Herrera y la directiva se había alineado con el argentino, situación que originó un ambiente tenso con la afición y con algunos miembros de la propia junta. Se acusó al crack húngaro de borrarse en algunos partidos y de ausentarse en los entrenamientos sin causa justificada. Kubala tenía 32 años y acumulaba un largo historial de lesiones, muchas de ellas provocadas por los férreos marcajes a los que era sometido; en aquella época varios periodistas ya denunciaban la situación y pedían más protección para el jugador. Con todo, pese a la ‘guerra fría’ que vivían Kubala y el club (daría para un extenso artículo), Herrera contó con él en los primeros encuentros de la temporada.

La imposibilidad de viajar a Bulgaria permitió a Kubala disputar el partido de homenaje al espanyolista Ricardo Teruel. El encuentro enfrentó al Espanyol con el Oporto y se jugó el miércoles día 2 de septiembre en Les Corts, un día antes del CDNA Sofía-FC Barcelona. El mismo día del debut azulgrana en la Copa de Europa, Kubala pisó el hospital, pero como visitante. Él y Czibor fueron a ver como el doctor Cabot operaba a su compañero Sándor Kocsis. El parte médico del delantero explicaba que la entrada del madridista Santamaría en Cádiz le había provocado una «ruptura inferior (tibial) del ligamento lateral interno y arrancamiento profundo de dicho ligamento en toda la periferia meniscal». La lesión y el veto hubieran salvado al delantero de un accidente de avión que, felizmente, nunca ocurrió.

Lo curioso del caso es que Kubala, que tampoco viajó a Sofía, estuvo a punto de formar parte del Grande Torino. Manuel Ibáñez Escofet cuenta en «Kubala, un barceloní de Budapest», que el húngaro no acabó fichando por el club piamontés porque en el momento de la firma de contrato, el emisario italiano redujo la oferta inicial a la mitad». ‘Laszli’, pese a la mala situación económica que vivía (se había fugado de Hungría), rechazó el trato. También se ha publicado en varias ocasiones que el Torino le había invitado a participar en el encuentro de homenaje del capitán del Benfica. Por aquel entonces, privado de jugar partidos oficiales, disputó varios amistosos con el Aurora Pro Patria 1919, un club de la Lombardía que no milita en la Serie A desde la temporada 1955-56. Los motivos por los que Kubala no jugó aquel encuentro con el Torino difieren según la fuente. Se ha escrito en varias ocasiones que Kubala se quedó en Italia porque su mujer e hijo habían logrado huir de Hungría y quería reunirse con ellos en Udine. En cambio, el jugador explicó otra versión al periodista mallorquín Miguel Vidal: «soy un hombre con suerte. Me salvé de morir fusilado en la frontera, pero también me salvé de morir en el accidente aéreo de Superga, ya que el Torino había querido que jugara con ellos el amistoso de Lisboa y el presidente del Pro Patria, equipo con el que jugaba algunos amistosos previo pago de una multa a la FIFA, no quiso que fuera. Murieron todos, incluido mi paisano Giulio Schubert, nacido en Budapest y compañero mío luego en el Bratislava». Sea como fuera, el destino quiso que ‘Laszli’ no subiera a aquel fatídico avión en 1949 y que tampoco realizara el peligroso viaje desde Bulgaria en 1959.

Kubala con la camiseta del Pro Patria.

Kubala con la camiseta del Pro Patria.

Kubala y Czibor pudieron disputar la vuelta ante el CDNA de Sofía en un partido en el que el Camp Nou estrenó iluminación artificial (el partido empezó a las 22:30 de la noche). El conjunto de Helenio Herrera jugó un gran match y se impuso a su rival por un contundente 6 a 2. Los hogares con televisor pudieron disfrutar de la gran victoria azulgrana puesto que el partido fue ofrecido por televisión. La prensa destacó el buen partido de Kubala, autor de tres goles, dos de ellos desde el punto de penalti y otro gracias a un lanzamiento de libre directo, una de sus especialidades. La trayectoria azulgrana en la Copa de Europa continuó de forma brillante: Milan y Wolverhampton fueron las siguiente víctimas de un Barça demoledor. No en vano, superó a los italianos por un global de 7 a 1 y a los ingleses por una diferencia aún mayor: 9 a 2.

Los azulgrana encararon las semifinales frente al Real Madrid con optimismo e ilusión: se habían proclamado campeones de Liga y habían derrotado al conjunto blanco un mes antes del duelo europeo. Aun así, el buen momento de los de Helenio Herrera no fue suficiente y el Madrid salió victorioso del primer Clásico disputado en Europa. El doble triunfo por 3 a 1 del equipo dirigido por Miguel Muñoz provocó un cisma en el FC Barcelona y Helenio Herrera fue destituido tres días después de la eliminatoria. El Real Madrid, por su parte, siguió su camino triunfal por el ‘Viejo Continente’ y ganó su quinto trofeo consecutivo después de superar al Eintracht de Frankfurt por 7 a 3 en Glasgow. Todavía hoy es una de las finales más recordadas de la historia de la Copa de Europa. Pese a la decepción, el curso 1959-60 no fue malo para el Barça: el equipo ganó la Liga y la Copa de Ferias. Y lo más importante: pudo seguir entrenándose a las once y no tuvo que lamentar ningún accidente aéreo que hubiera marcado para siempre la historia del club.




Irlanda y el ‘Match of the Century’

La derrota que sufrió la selección inglesa ante Hungría el 25 de noviembre de 1953 se ha convertido en una de las fechas más señaladas de la historia del fútbol. El 3-6 a favor de la escuadra magiar supuso el final de una hegemonía británica que ya hacía años que mostraba síntomas de debilidad. No en vano, antes de la debacle en Wembley, los resultados empezaban a poner en duda la supuesta superioridad de los inventores del fútbol moderno: los clubs ingleses habían cosechado numerosas derrotas en sus habituales giras por Europa y la propia selección nacional había sufrido varios traspiés, entre ellos la sonada derrota ante Estados Unidos en el Mundial de 1950. Inglaterra, país cuya Football Association recibía con recelo las iniciativas internacionales, se estrenó en el Mundial de Brasil después de enrolarse a la FIFA en 1946 (se desvincularon del ente internacional en 1928). El norteamericano Joe Gatjens, autor del gol del triunfo ante los profesionales ingleses, pasó del anonimato a ocupar las primeras páginas de los periódicos. Inglaterra, que sólo fue capaz de superar a Chile en su debut (2-0, Stan Mortensen y Wilf Mannion), llegó a Brasil con el cartel de favorito y se fue del torneo por la puerta de atrás tras sumar una nueva derrota ante la España dirigida por Guillermo Eizaguirre (1-0, Telmo Zarra).

Inglaterra disputó 26 partidos entre el Mundial de Brasil y el Match of the Century. El balance inglés durante este periodo fue de 14 victorias, 9 empates y 3 derrotas. Entre estos 26 partidos he incluido dos encuentros que pueden generar controversia. El primero de ellos es el Argentina-Inglaterra que se jugó el 14 de mayo de 1953 en Buenos Aires y que finalizó con triunfo sudamericano por 3 tantos a 1. El partido se considera ‘no oficial’ e Inglaterra jugó bajo las siglas de la Football Asociation (FA). El segundo encuentro que también está en entredicho se disputó el 21 de octubre de 1953 y sirvió para celebrar el 90 aniversario de la FA. En el partido conmemorativo, Inglaterra sumó un empate (4-4) ante un combinado que fue anunciado como Rest of the World, pero que en realidad sólo estuvo formado por jugadores europeos. Precisamente, la selección europea estuvo cerca de derrotar a una anfitriona que sólo pudo empatar en el tiempo de descuento y gracias a un discutido penalti transformado por Alf Ramsey, futuro seleccionador inglés en el Mundial de 1966. En el combinado del Viejo Continente destacó László Kubala, autor de dos goles. El jugador del FC Barcelona estuvo acompañado por tres austríacos (Gerhard Hanappi, Walter Zeman y Ernst Ocwirk), tres yugoslavos (Zlatko Čajkovski, Bernard Vukas y Branko Zebek), un italiano (Giampiero Boniperti), un sueco (Gunnar Nordahl), un alemán de la RFA (Josef Posipal) y el futbolista del Real Madrid Joaquín Navarro, bautizado desde entonces como el ‘Fifo’. Cabe recordar que Hungría no permitió la convocatoria de Ferenc Puskás i József Bozsik debido a la presencia de Kubala en el equipo. El duelo se jugó en el Empire Stadium, conocido popularmente como Wembley.

Imagen del programa oficial del Inglaterra-Rest of the World celebrado el 21 de octubre de 1953

Imagen del programa oficial del Inglaterra-Rest of the World celebrado el 21 de octubre de 1953

Gracias a la postrera diana de Alf Ramsey, los ingleses evitaron la que para ellos hubiese sido la primera derrota jugando como locales ante un combinado extranjero. Esta falsa imbatibilidad inglesa duró un mes y cuatro días. Hungría llegó a Wembley dispuesta a romper la hegemonía británica. Los húngaros, que habían ganado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1952 celebrados en Helsinki, acumulaban una impresionante racha de imbatibilidad (la RFA la rompería en el ‘Milagro de Berna’ de 1954). No es de extrañar que en los prolegómenos del partido se hablara de que la capital inglesa acogería el Match of the Century. Y la goleada sufrida por Inglaterra (3-6) acrecentó aún más la fama de aquel encuentro internacional.

Desde entonces, la mayoría de libros que han repasado la historia de este deporte resaltan la exhibición húngara en Londres y recuerdan que los ingleses perdieron la imbatibilidad jugando como locales ante un rival extranjero. Es importante recalcar que los países que los ingleses bautizan como Home Countries (naciones que integran o han integrado la Gran Bretaña) ya habían ganado a Inglaterra en su campo. Aun así, la afirmación sobre el triunfo húngaro no es correcta: Irlanda había superado a los ingleses el 21 de septiembre de 1949 en un partido jugado en Goodison Park.

Imagen del histórico equipo de la FAI que rompió la imbatibilidad inglesa en 1949.

Imagen del histórico equipo de la FAI que rompió la imbatibilidad inglesa en 1949.

Irlanda afrontó aquel choque como un país independiente a todos los efectos: se había convertido en República unos meses antes e incluso había abandonado la Commonwealth. No en vano, la independencia de Irlanda se reconoció en diciembre de 1922 y, tal y como ha sucedido con el nacimiento de otras naciones, el siguiente paso que hicieron los irlandeses fue lograr el reconocimiento futbolístico. Éste llegó en 1923 con la afiliación a la FIFA bajo el nombre de Football Association of the Irish Free State. Desde entonces, el fútbol de la isla se partió en dos: por un lado estaba la Irish Football Association (IFA), que representaba a Irlanda del Norte, y la FAI, que defendía los intereses de la futura República de Irlanda. La IFA, tal y como hicieron las otras federaciones británicas, se desvinculó de la FIFA en 1928 y no se reincorporó hasta 1946. Durante ese periodo Irlanda del Norte sólo disputó partidos oficiales del Home Championship, mientras que la FAI disputó JJOO y fases de clasificación para los Mundiales. Al mismo tiempo, varios futbolistas defendieron ambas federaciones en una situación que se produjo con mayor asiduidad en los años 30 y 40, pero que se alargó hasta 1953, fecha en la que la FIFA tomó cartas en el asunto.

Con Martin, que falleció el pasado 24 de febrero del 2013, fue uno de los futbolistas que jugó con las dos federaciones irlandesas. Incluso capitaneó a ambos combinados. En la imagen se le ve con las gorras de la IFA y de la FAI.

Con Martin, que falleció el pasado 24 de febrero del 2013, fue uno de los futbolistas que jugó con las dos federaciones irlandesas. Incluso capitaneó a ambos combinados. En la imagen se le ve con las gorras de la IFA y de la FAI.

La República de Irlanda afrontó el duelo de Goodison Park 13 días después de haber sumado su primera victoria de la historia en la fase de clasificación de un Mundial. Fue ante Finlandia gracias a las dianas de Con Martin (2) y Johnny Gavin (3-0). A diferencia de Irlanda, Inglaterra no disputaba ningún choque desde hacía cuatro meses. Su último duelo se remontaba al 22 de mayo de 1949, fecha en la que ganó a Francia por 1 a 3 (Georges Moreel / John Morris (2) y Billy Wright).

El duelo celebrado en Liverpool fue el segundo disputado entre Irlanda e Inglaterra después de la emancipación irlandesa y el consiguiente nacimiento de la FAI. El trasfondo político y social del choque era evidente: la Irlanda liberada se enfrentaba a un opresor que había dividido la isla. Los ingleses, en cambio, anhelaban un triunfo ante la Irlanda rebelde y católica.

El primer encuentro entre Inglaterra e Irlanda se celebró el 30 de septiembre de 1946, dos días después de que Inglaterra jugara en Belfast contra Irlanda del Norte. Éste último fue el primer partido que disputaron los ingleses después de la Segunda Guerra Mundial. Los pross se llevaron la victoria en ambos partidos, pero mientras en Belfast le endosaron una goleada al combinado local (2-7), en Dublín sufrieron para ganar. Fue el delantero Tom Finney quien marcó el único tanto del match a falta de ocho minutos para el final. Tres años más tarde, Finney vivió la otra cara de la moneda y fue uno de los jugadores ingleses que sufrió la victoria irlandesa en Goodison Park.

Curiosamente, unos meses antes de jugarse el Inglaterra-Irlanda, ambas selecciones se midieron a Suecia. Las dos victorias suecas evidenciaron que el trono inglés hacía tiempo que se tambaleaba. Suecia batió a Inglaterra el 13 de mayo de 1949 por 3 a 1 en el estadio Råsunda de Estocolmo (con gol de Henry Carlsson, quien meses después firmaría por el Atlético) y el 2 de junio repitió marcador contra Irlanda. La victoria sueca ante Inglaterra no fue ninguna sorpresa; los resultados no engañaban. No en vano, Suecia había ganado la medalla de oro en los JJOO de 1948 en Londres y terminó el Mundial de 1950 en tercera posición, mientras que Inglaterra rozó el ridículo en Brasil. De los JJOO de 1948 habría que añadir que la selección del Reino Unido también perdió en Wembley: fue ante Yugoslavia (1-3) en semifinales. Aun así, hay que puntualizar que no fue la selección inglesa la que sufrió la derrota, sino que tal y como sucedía y sucede en las Olimpíadas, fue la selección británica amateur, formada por ingleses, escoceses y galeses (no hubo ningún representante de Irlanda del Norte) la que sólo pudo ser cuarta en ‘sus’ Juegos. Aquel combinado estaba dirigido por Matt Busby, que también ejercía de entrenador en el Manchester United.

Con este contexto, la primera derrota inglesa jugando como local no tardaría en llegar. Y fue Irlanda y no Hungría quién la infligió.

Las alineaciones del Inglaterra-Irlanda del 21 de septiembre de 1949 fueron:

INGLATERRA: Bert Williams; Bert Mozley, John Aston, Billy Wright, Neil Franklin, Jimmy Dickinson, Peter Harris, John Morris, Jesse Pye, Wilf Mannion y Tom Finney. <Entrenador: Walter Winterbottom>

IRLANDA: Tommy Godwin; John Carey, Tom Aherne, Willie Walsh, Con Martin, Tommy Moroney, Peter Corr, Peter Farrell, Davy Walsh, Peter Desmond y Tommy O’Connor. <Entrenador: Irlanda estaba dirigida por un comité técnico de la FAI>

Imagen del programa oficial del partido.

Imagen del programa oficial del partido.

Nueve de los once futbolistas irlandeses militaban en clubs ingleses. El capitán de aquel equipo, John Carey (también conocido como ‘Jackie’ o ‘Johnny’), jugaba en el Manchester United e incluso fue designado ‘Mejor jugador de la liga inglesa’ en 1949.

‘Jackie’ Carey, jugador irlandés que triunfó en el Manchester United.

‘Jackie’ Carey, jugador irlandés que triunfó en el Manchester United.

Sólo el portero, Tommy Godwin, y el delantero Tommy O’Connor jugaban en Irlanda. Por aquel entonces ambos futbolistas defendían los colores del Shamrock Rovers. Las crónicas del encuentro resaltan el gran duelo que firmó el guardameta, que logró mantener la portería a cero. Martin abrió el marcador en el minuto 33 después de transformar un penalti señalado por el árbitro escocés John Mowatt. Los espectadores que se reunieron en el feudo del Everton animaban al equipo local conscientes de que una diana les permitiría mantener el cartel de invictos. Pero el gol local no llegó y fue Peter Farrell el que silenció Goodison Park marcando el definitivo 0-2 en el minuto 85. Entre los 51.047 asistentes había centenares de seguidores irlandeses que celebraron el triunfo sabiendo que habían hecho historia: la racha de imbatibilidad inglesa dejaba de existir.

La entradilla de la noticia publicada en el Irish Independent del jueves 22 de septiembre fue clara: «The British Lion was in a sorry state last night. His den had been invaded and his tail had been twisted by the F.A.I soccer eleven who scored a sensational 2-0 win at Liverpool, the first defeat in history of an England team on their home soil by any country, apart from those regularly competing in the «home» internationals».

Notícia del Irish Independent del 22-9-1949.

Notícia del Irish Independent del 22-9-1949.

El resumen televisivo que ofreció Pathé News también dio constancia de la efeméride: «England first ever defeat by a foreign team». Otros medios como el Daily Telegraph, The Times o el Daily Herald también destacaron la importancia de la victoria  de «Eire».

Otros artículos de prensa sobre el triunfo irlandés.

Otros artículos de prensa sobre el triunfo irlandés.

‘El Mundo Deportivo’ del 22 de septiembre también se hizo eco del triunfo irlandés, pero no dijo nada sobre la imbatibilidad inglesa. El ‘ABC’ mencionó el resultado del choque en su edición del día 22, pero tampoco hizo hincapié en el fin de la racha inglesa. Por el contrario, en el periódico del día 23 dedicaron un amplio titular: «La primera derrota de la selección británica de fútbol, en la propia Inglaterra, ha causado gran decepción». En un artículo del ABC firmado por Mencheta se destacaba que «en los círculos deportivos es hoy tema de todos los comentarios el triunfo obtenido por la selección de Irlanda frente a la de Inglaterra, ya que es la primera derrota que sufre Inglaterra en este deporte en su casa infligida por un equipo extranjero». La edición madrileña del ‘ABC’ del 25 de septiembre dedicó un extenso reportaje sobre el traspié inglés. El periodista Jacinto Miquelarena cerró el artículo con un vaticinio que posteriormente se cumplió: «Inglaterra, vencida por Irlanda en fútbol, es aproximadamente un drama. Porque se trata de Irlanda y porque el fútbol inglés debe aparecer pronto en el escaparate del Campeonato del Mundo, a plena luz, en Río de Janeiro, y el resultado de Liverpool, imprevisto y decepcionante, es una gran desilusión que desborda las peores profecías».

En algunos libros y artículos publicados posteriormente se matiza que ante Hungría, Inglaterra sufrió la primera derrota ante un rival no británico. Dicha afirmación tampoco es cierta. La definición de la RAE así lo corrobora: «Británico: Natural del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte». Por lo tanto, el triunfo magiar fue, en todo caso, la primera victoria de una selección no británica en el estadio de Wembley o en Londres, pero no en Inglaterra. Sin embargo, hacía cuatro años que los ingleses habían perdido su cartel de invictos. Otro matiz, un poco rebuscado, sería argumentar que Hungría fue la primera selección continental (no de las Islas) en batir a los pross.

Dicho esto, el triunfo de la República de Irlanda en Liverpool no tuvo la misma trascendencia futbolística que la victoria de Hungría. El 3 a 6 desencadenó la euforia en unas calles de Budapest que se llenaron de gente para celebrar el éxito de un conjunto al que ya era conocido como Aranycsapat (‘Equipo de oro’). El 23 de mayo de 1954, seis meses después del ‘Partido del siglo’, Inglaterra devolvió la visita a Hungría y todavía recibió una goleada más escandalosa: 7-1 (Mihály Lantos 10′, Ferenc Puskás 17′ y 71′, Sándor Kocsis, 19′, Nándor Hidegkuti, 59′, József Tóth, 63’/ Ivor Broadis, 68′). No obstante, es la derrota más abultada sufrida por la selección inglesa en toda su historia. Con todo, es Irlanda la que tiene el honor de ser la primera escuadra no británica en derrotar a Inglaterra en su feudo. España, por su parte, puede presumir de ser la primera selección no británica que derrotó a Inglaterra. Fue el 15 de mayo de 1929 en el estadio Metropolitano de Madrid. El choque finalizó 4-3 a favor del combinado español. Gaspar Rubio, en dos ocasiones, Jaime Lazcano y Severino Goiburu marcaron para los locales, mientras que Joseph Carter, por partida doble, y Joseph Bradford perforaron la portería defendida por Ricardo Zamora.

Después de batir a los ingleses en Liverpool, Irlanda falló en su intento de clasificarse para el Mundial de Brasil tras sumar un empate en Helsinki (1-1) y perder ante Suecia en Dublín (1-3). Los irlandeses quedaron segundos de su grupo por detrás de Suecia, pero tuvieron la posibilidad de acudir al torneo después de que la FIFA les invitara para que sustituyeran a Argentina o Francia, dos países que renunciaron al Mundial pese a que se habían clasificado. La Football Association of Ireland declinó el ofrecimiento alegando falta de tiempo para preparar la competición. Esta decisión provocó que la República de Irlanda no debutara en una fase final de la Copa del Mundo hasta 1990.