Descubierto “Didixein”, el último jugador desconocido del Real Madrid y el Athletic

La llegada de la covid a España provocó que nos confinaran en casa durante semanas. Nos convirtieron en inmerecidos reclusos domiciliarios y como pudimos fuimos pergeñando una serie de rutinas que nos alejaran –en la medida de lo posible– de perder el ánimo y el equilibrio mental.

Entre el teletrabajo, los niños y la imposibilidad de poner un pie en la calle, Internet devino decisivo en muchos casos como asidero ante los sustos que nos regalaban constantemente expertos, voceros y políticos. La red de redes fue universo para el entretenimiento, ágora para el desahogo y espacio para el conocimiento, según las necesidades de cada uno y cada momento.

Los ratos libres me sirvieron para curiosear y en un primer momento, sin buscarlo, asomaron retos sobre la historia del fútbol a los que fui tratando de prestar atención. Mi conocimiento histórico sobre el balompié, lejos de ser enciclopédico, ha ido forjándose gracias a dos vectores: una innata curiosidad y un empeño considerable en no soltar la presa una vez aparece una pista. Nada extraordinario, la verdad.

Comienzan las búsquedas

No llevábamos ni un mes apartados de la calle y ya me había surgido una tarea que perseguir. A raíz de un tuit de @atotxaorg, decidí tirar del hilo y acabé descubriendo la identidad completa del primer extranjero de la Real, George McGuinness, siendo capaz de construir su desconocida biografía.

La exitosa búsqueda del jugador de Liverpool me empujó a mirar al otro lado de la autopista y gracias a una intuición (en ocasiones cuentan y mucho) pude corroborar que el futbolista del Athletic Club de comienzos de la década de 1910 que era conocido como Martyn Veitch, en realidad no tenía ese nombre de pila sino que constaba como tal al haberse mezclado los apellidos de dos jugadores británicos: Martyn y Veitch. A partir de ahí, hallé que en realidad se trataba de Andrew Veitch y terminé por poder conocer qué fue de él hasta su fallecimiento –con su participación en la Primera Guerra Mundial incluida–.

El confinamiento continuaba y me propuse un desafío aparentemente más complejo. Al fin y al cabo no sabíamos cuánto tiempo más nos mantendrían en casa a golpe de decreto. Así que opté por hincar el diente al que para mí había sido siempre uno de los mayores misterios de nuestro fútbol. Me decidí a sentarme frente al ordenador y a armarme de paciencia para ver si era posible acercarme a la filiación de un futbolista tan efímero como enigmático. Un jugador de comienzos del siglo pasado del que solo parecía saberse su ¿nombre? ¿apellido? ¿sobrenombre?

Llevaba años elucubrando quién sería semejante personaje, pero nunca antes me había decidido a remangarme en serio en pos de lograr su identificación.

Didixein

Ese era el nombre sobre el que me había propuesto trabajar. Un palabro que sonaba a extranjero y poco más. Desde que leyera la primera referencia sobre él siendo yo un niño, no había dejado de llamarme la atención. Con el paso de los años, al ir dedicando más tiempo al estudio de la fecunda historia del Athletic, lo que suponía que sería un apellido, hacía que de vez en cuando me cuestionara de quién se trataría.

De Didixein conocía que había disputado un partido oficial como león: los cuartos de final de la Copa del Rey de 1909 que el Athletic perdió por 4-2 ante el Club Ciclista de San Sebastián, a la postre vencedor de aquella edición del campeonato de España.

Aparecía en una foto, posando con sus compañeros en los instantes previos a la disputa del citado encuentro vestido con la, entonces, primera equipación del cuadro bilbaíno, la de la camisola azul y blanca a partes iguales. Supuestamente, era el que en la parte inferior de la imagen sostenía el balón en el centro. Nada más sabía sobre el futbolista.

La ventaja a la hora de buscar información hoy en día es que Internet ofrece numerosas posibilidades a golpe de teclado y ratón. Aun así, las escasas referencias obtenidas tras una primera búsqueda sobre el misterioso futbolista apuntaban, prácticamente todas, en la misma dirección. Didixein aparecía citado como componente de la escuadra del Athletic Club que jugó el referido partido de la Copa de 1909 y se hablaba, asimismo, de él en artículos de periodistas bilbaínos o entrevistas realizadas a algunos de ellos, con motivo de recopilaciones sobre jugadores extranjeros de la historia del club vizcaíno.

Así, Jon Rivas en 2015 había escrito en El Mundo que “también jugó en el Athletic alguien apellidado Didixein, que también perteneció al Real Madrid y podría ser francés, pero apenas se sabe nada más de él”. Mientras que el difunto Eduardo Rodrigálvarez, autor del libro ‘100 jugadores del Athletic: de William a Williams’ afirmaba en una entrevista concedida en 2017 a El Correo que “no he conseguido saber quién era. Lo más lógico es que fuera francés”.

Efectivamente, a Didixein se le cita en la prensa española de comienzos del siglo pasado como jugador del entonces Madrid C.F. (actual Real Madrid C.F.). Durante los meses de enero y febrero de 1909, son cuatro los clubes madrileños que disputan el Campeonato Regional de Madrid: el Madrid CF, el Athletic Club Sucursal de Madrid (hoy en día, Atlético de Madrid), el Club Español de Madrid y la Real Sociedad Gimnástica Española. Mediante un sistema de liga a partido único, el vencedor del campeonato alcanzaba, amén del título regional, el acceso a jugar la Copa de España de 1909. Aquel año, la plaza la consigue el Español de Madrid tras finalizar con un pleno de victorias el torneo madrileño.

Didixein es el delantero centro del Madrid tanto en los tres choques de la liguilla regional como en los dos encuentros de desempate que el club al que representa juega ante la Gimnástica y la sucursal madrileña del Athletic Club bilbaíno, logrando un gol en cada uno de estos dos últimos.

Su primera aparición con los merengues según la hemeroteca es de unas semanas antes del comienzo del Regional. El 29 de noviembre de 1908 juega ante la Gimnástica en un amistoso en el que su equipo pierde por 0-1 en el Campo de la Avenida de la Plaza de Toros. La alineación de los blancos esa tarde la conforman Redondo; Linney, Aspiunza; Quirós, E. Romero, Rivaherrera; Didixien, Revuelto, Neyra, Saura y Prast.

La primera imagen del ariete de la que he podido tener constancia, corresponde al once del Madrid F.C. antes de disputar su partido del Campeonato de Madrid ante el Athletic Club de Madrid, vencedor del duelo por 0-2 el 30 de enero de 1909. La fotografía sale publicada en el periódico madrileño Gran Vida el 1 de febrero y Didixein es el más alto de todos los que posan de pie, en el centro de la instantánea.

Foto Didixein con el Madrid

Buscando una oportunidad

Con el Madrid fuera de la ecuación de la Copa, algunos de los jugadores de los equipos eliminados buscan su sitio para reforzar las plantillas de los clubes clasificados para el Campeonato de España. Eran otros tiempos y no existían contratos que ataran a los futbolistas a sus equipos. Si a eso se le suma que el torneo aún se disputaba siempre en Madrid y que no todos los integrantes de las entidades que se habían ganado la plaza copera se podían permitir viajar a la capital de España y alojarse durante una semana –cada uno se pagaba todos sus gastos–, siempre había huecos que llenar con jugadores capitalinos.

Amén del coste pecuniario, los estudios o los trabajos de los jóvenes deportistas también resultaban un impedimento para que algunos de los titulares habituales pudieran desplazarse hasta Madrid. En particular, el caso del bilbaíno Athletic Club era el más significativo en lo referente a reforzar sus onces cuando llegaba el momento de disputar la Copa. Gozaban de un mayor colchón que el resto de sus contrincantes.

El porqué se explica muy fácilmente. Al ser el Athletic Club de Madrid una sucursal del de Bilbao (ambos equipos eran del mismo club) no se le permitía al primero disputar la Copa, pudiendo el conjunto vizcaíno reforzarse con sus futbolistas de la sucursal castellana cada vez que los del Botxo se clasificaban para el torneo copero. De esta manera, las ausencias de los habituales titulares de la escuadra vasca no resultaban tan críticas cuando se producían.

Esas incorporaciones ya habían tenido lugar en ediciones anteriores y en la cita de 1909 volvió a darse el caso, en esta ocasión de manera especial y cuasi abrumadora. El caso es que el Athletic viajó a Madrid con muy pocos efectivos debido a que aún coleaba el enfado derivado de la agria polémica suscitada en la edición copera de 1907. Después de que el recurso presentado por los bilbaínos al acabar dicha Copa no prosperara, el Athletic decidió no presentarse al torneo de 1908. Y aún en 1909 había futbolistas de la entidad bilbaína que seguían negándose a tomar parte del Campeonato de España.

Por eso, el 4 de abril de 1909 solo formarían en el once tres futbolistas procedentes de la capital vizcaína: José Mari Belauste, Remigio Iza y el británico Mortimer. El encuentro en cuestión enfrentaba al Athletic Club con el Club Ciclista de San Sebastián y el primero volvió a recurrir a la plantilla de su sucursal madrileña en un número de hasta cinco jugadores: los donostiarras Fernando Asuero y Antonio Vega de Seoane, el eibarrés –aunque llegara la mundo en Cuba– Perico Mandiola, el barcelonés Domingo Villaamil y Claudio Ibáñez de Aldecoa, nacido en la vizcaína localidad de Lekeitio.

Hasta ahí, eran ocho los futbolistas de uno u otro Athletic, luego faltaban tres. El once se completó, pese a que pueda sorprender a más de uno, con un trío de jugadores procedentes del Madrid. Los merengues que jugaron con el Athletic en partido oficial por un día fueron el capitalino Julián Ruete –que pocos años después sería jugador y hasta presidente de la sucursal del Athletic Club–, el delantero madrileño Luis Saura y el misterioso Didixein. La necesidad por reforzarse de los de Bilbao y las ganas de disputar el torneo copero por parte de los tres madridistas maridaron en ideal simbiosis.

Sin embargo, la aventura de Didixein y sus compañeros Ruete y Saura no pasaría de aquel 4 de abril, puesto que el Club Ciclista guipuzcoano eliminó a sus vecinos fronterizos con un 4-2 que no dejaba duda sobre quién merecía pasar a las semifinales. Para los libros del Athletic Club quedó desde entonces que un tal Didixein vistió la zamarra blanquiazul en choque oficial una tarde de no muy buen recuerdo de 1909. Es el que sujeta el cuero en medio de la fila de abajo en la siguiente imagen.

Didixein con el Athletic

Un golpe de suerte

En mis ratos libres del confinamiento llevaba varios días dándole vueltas al oscuro asunto del apellido Didixein y comenzó a tomar cuerpo la idea de que tenía que haber un error en el término. No podía ser que más allá de las escasas referencias al futbolista en ese año concreto, nada ni nadie más respondiera a ese nombre en Google.

Lo tenía cada vez más claro, tocaba pensar distinto o, al menos, jugar con variaciones de una palabra –que si bien parecía extranjera– no me sugería nada en especial. Hasta que lo hizo.

Tras pintarrajear varias cuartillas con un bolígrafo, acabé convirtiendo la “x” de Didixein en “sh”. ¿Didishein? Me sonó a apellido judío, pero me pareció que para que fuera de origen judío de verdad tenía que terminar en “m” y no en “n”, al modo de Waldheim u otros apellidos judíos de procedencia germana. ¿Didisheim?

Lo introduje en el buscador del ordenador y… ¡bingo! Didisheim contaba con más de 100.000 entradas en Google, muchas de ellas ligadas a distintas marcas de relojes suizos. El siguiente paso fue el de introducir el apellido en la base de datos de la Biblioteca Nacional de España y ver si coincidía con alguna entrada que citara al futbolista que durante tantas horas me tenía sudando frente a la pantalla.

Y hubo suerte. Había solo una –pero más que suficiente– referencia a Didisheim en una pequeña crónica del curioso diario madrileño La Correspondencia de España en su página 5. El primer dilema acababa de quedar resuelto. Firmado por Orieñip (Piñeiro escrito al revés, a modo de pseudónimo), se leía muy claro: Didisheim.

La Correspondencia de España 5 de abril de 1909, página 5

Pero es que además, no pude dejar de fijarme en la misma búsqueda de la web de la BNE de que en un página del periódico El Imparcial de fecha 16 de noviembre de 1907 aparecía un minúsculo anuncio por palabras en el que un joven que decía llamarse J. Didisheim buscaba trabajo en Madrid. Es decir, trece meses antes de la primera referencia de Didixein como jugador del Madrid. Todo empezaba a encajar de repente.

Anuncio J. Didisheim en el Imparcial del 16 de noviembre de 1907, página 5

Era el momento de ponerse manos a la obra en las principales webs de genealogía para ver quién podía ser ese J. Didisheim. Tras un exhaustivo barrido, todo apuntaba que la J correspondía a Jean (Juan en francés) y en esa dirección volqué el trabajo.

Encontré que Jean Didisheim había sido un suizo perteneciente a una rama familiar dedicada a la fabricación de relojes desde mediados del siglo XIX, primero en el cantón de Berna y posteriormente trasladados al de Neuchâtel. Nacido en 1891, todo cuadraba con que el joven Didisheim del anuncio por palabras hubiera llegado a los 16 años al número 91 de la Calle Mayor de Madrid en busca de trabajo que le permitiera aprender español; otro idioma que añadir al francés y el alemán que ya dominaba. Un año después habría entrado a formar parte del primer equipo del Madrid. Tenía sentido.

No tan deprisa

No me costó demasiado encontrar una fotografía de Jean a los 20 años en uno de los sitios web especializados y fue entonces cuando se me empezó a venir abajo el castillo de naipes.

Por más ganas que le ponía a que el Jean de 20 años de la foto se pareciera al de las imágenes de la prensa –tanto vistiendo los colores del Madrid como los del Athletic– no había manera. La foto de estudio de Jean mostraba a un joven de rasgos aniñados y rostro afilado , mientras que el futbolista parecía mucho mayor y tenía unos pómulos pronunciados. Comparaba las imágenes después de un buen rato sin mirarlas pero el resultado era siempre el mismo: Jean Didisheim no era Didixein.

Foto comparativa Didisheim

Pasaron los días y no fui capaz de encontrar material nuevo. Después de lograr avanzar desde un apellido erróneo, lo había tenido en la punta de los dedos y se me escapaba vivo. Entre la decepción que me invadía y la llegada del fin del confinamiento, el proyecto Didixein pasó a dormir el sueño de los justos en el cajón de mi escritorio. Sí, había descubierto que el jugador se apellidaba Didisheim y posiblemente sería suizo y no francés, como se habían aventurado a apuntar algunos, pero era poco para mostrar. Más aún teniendo en cuenta la cantidad de horas invertidas en el asunto. C’est fini.

El tiempo lo cura (casi) todo

Pasaron los meses y, aunque no había sacado la historia del cajón, en una conversación telefónica con Fernando Arrechea, doctor en Ciencias del Deporte y compañero del CIHEFE,  le conté lo que me había mantenido entretenido los meses de mayo y de junio de 2020. Le interesó el asunto y me animó a que nos pusiéramos a tratar de rematar la faena.

Cuatro ojos ven más que dos y el paso del tiempo puede ayudar a limpiar la mirada hacia cuestiones sobre las que has llegado a estar obsesionado, apuntando en ocasiones en bucle a los mismos lugares.

Tras poner al día con detalle a Fernando sobre lo avanzado en 2020, fue él quien sugirió transitar por una nueva vereda que quizá nos podría ofrecer algo de luz. Dicho y hecho. Se puso en contacto con los archivos nacionales suizos y un par de semanas más tarde recibía contestación del organismo helvético.

Según señalaba el correo electrónico, entre 1907 y 1909 había dos Didisheim residiendo en Madrid:

Jean-Louis Didisheim, nacido en Saint-Imier el 11 de enero de 1891, contaba con 16 años en el momento de inscribirse en el Consulado General de Suiza en Madrid el 11 de noviembre de 1907. Soltero y sin ocupación profesional, procedía de la localidad de Epiquerez. En Madrid se había domiciliado en la Calle Mayor, 91 – 3º.

André Didisheim, nacido también en Saint-Imier el 23 de agosto de 1889, tenía 18 años cuando fue registrado por su país en la capital de España el 5 de octubre de 1908. Soltero, empleado de oficina, había llegado a la Península desde Epiquerez. Residía en la misma dirección madrileña que Jean-Louis Didisheim.

La información abría nuevos horizontes. Parecía estar claro que el Jean Didisheim de meses antes era el Jean-Louis que señalaban desde Suiza. André era realmente la novedad, pero ¿cuál de los dos era el Didixein del Madrid y del Athletic?

Variantes nominales

Si Suiza es un país que nos viene a la cabeza cuando se habla de relojes, es en parte por la contribución de las familias Didisheim a esa industria. Aunque lo cierto es que son dos los apellidos casi idénticos los que han aportado con sus emprendimientos a este sector: los Didisheim y los Ditisheim, tantas veces emparentados entre sí a través de sucesivos matrimonios.

De origen judío, el patronímico original era Diedesheim y de aquel fueron surgiendo variaciones como Didisheim, Diedisheim, Ditisheim, Dietisheim y Didesheim. Procedentes hace más de tres siglos de las cercanías de Basilea, algunos de los descendientes de aquellos judíos askenazis fueron junto con los hugonotes los que fueron conformando la prestigiosa industria relojera helvética. Pero no sería hasta la llegada de la Constitución Federal de 1848 y, posteriormente la de 1874, que finalmente garantizaba la libertad de conciencia y culto, cuando los judíos comenzaron a dejar de sentirse perseguidos e iniciaron a emprender con éxito en el mundo relojero.

Bendita prensa local

No resultaba complicado intuir que los Didisheim de nuestra historia habían sido enviados a Madrid con el fin de que aprendieran español. No tanto por facilitar futuras ventas en España, que también, sino por los réditos que podrían obtener al abrirse paso sin la barrera del idioma en la inabarcable Latinoamérica. Porque apenas hubo que esperar para corroborar que ambos pertenecían a dinastías productoras de relojes.

Con los datos aportados por la administración suiza, volví a las webs de genealogía para refrescar la información de 2020 y añadir algún aspecto más. A partir de ahí era el momento de comprobar si la hemeroteca helvética estaba a la altura de lo que un país moderno debía ofrecer bien entrado el siglo XXI.

Y así fue. El archivo digital de la prensa suiza recoge una gran variedad de diarios de la historia de aquella pequeña nación. Enseguida aparecieron los que nos interesaban para rematar la faena de búsqueda de los Didisheim.

Durante la pasada centuria, sus familias se habían instalado en La Chaux-de-Fonds, un pueblo del cantón de Neuchâtel, donde pronunciar los apellidos Didisheim y Ditisheim era referirse a familias burguesas e industriales que disfrutaban tanto en las fábricas de relojes, como saliendo a vender sus ingenios al extranjero o practicando el ski, el tenis y el golf. Eso sí, ni rastro de actividad futbolística.

Jean-Louis, al que todos llamaban simplemente Jean, fue el primero sobre el que obtuve información. Había sido durante años el responsable de la Compagnie des Montres Marvin S.A. La marca Marvin era internacionalmente reconocida por ofrecer relojes de pulsera de alta calidad que estaban equipados con sus propios calibres y movimientos de Jean Aegler. Diseñaron un reloj para zurdos que tuvo un gran éxito al que llamaron La Gauche –la izquierda, en francés– y otros como el célebre Motorista, que llamó mucho la atención en su tiempo. El mismo Che Guevara llevaba un Marvin en la muñeca, regalo de su padre.

Lamentablemente, Jean Didisheim falleció repentinamente y bastante joven de septicemia, después de que se le hubiera retirado un clavo tras ser operado de una pierna por un accidente sufrido practicando el ski que tanto amaba. Contaba con 53 años y dejaba viuda y tres hijos: Raymond, Monique y Jean Claude.

Obituario de Jean Didisheim

Una de sus fotos de adulto mostraba su parecido, ya sin pelo, a la foto de estudio de cuando tenía 20 años, a la que se ha hecho referencia anteriormente en este texto.

Foto Comparativa Didisheim

En cuanto a André, su vida fue mucho más larga, llegando a cumplir 86 años antes de fallecer en 1975. André y Jean eran primos y el primero también estuvo al mando de la empresa relojera de su familia. En este caso, ostentó el cargo de director durante casi medio siglo de la compañía Vulcain et Studio S.A., conocida comercialmente como Vulcain, en honor al dios romano del fuego.

Vulcain fue la inventora del reloj de alarma automático de pulsera y su modelo Vulcain Cricket fue una auténtica revolución en el mercado, hasta el punto de que el propio André Didisheim lo presentó en sociedad en Nueva York en 1949. El presidente norteamericano Harry S. Truman fue obsequiado con una versión del célebre Cricket de oro de 14 quilates y desde entonces, prácticamente todos los primeros mandatarios estadounidenses han recibido uno igual en el momento de abandonar la Casa Blanca.

André Didisheim tenía una gran afición por el tenis y las numerosas referencias en la prensa de La Chaux-de-Fonds muestran que su nivel competitivo era alto. Realizó una gran labor comercial por todo el continente americano durante décadas y solo interrumpió sus viajes y la práctica del tenis y del ski tras sufrir un accidente a los 68 años. A pesar de ello, nunca dejó de jugar a golf ni se quejó de los numerosos achaques que le quedaron tras el grave incidente.

Al fallecer dejó viuda (Juliette) y dos de sus tres hijos (Georges y François). Su hija Claudine había fallecido siendo una niña. Asimismo, tuvo la fortuna de disfrutar de tres nietas y dos nietos.

Pero, ¿quién de los dos jugó en Madrid al fútbol?

Con tantos datos empresariales y personales reflejados en las páginas de los archivos digitales de los distintos diarios de La Chaux-de-Fonds, hacía falta una prueba que diera fe del breve paso por el fútbol español de Didisheim, ya fuera Jean o André.

Me fui poniendo en contacto, por distintas vías, con algunos de los que podían ser sus descendientes y, o bien no obtuve respuesta, o nadie parecía saber nada de un Didisheim que hubiera practicado el balompié durante su mocedad.

Finalmente, la solución emergió de uno de los obituarios publicados en su día en la prensa local. “Gran deportista, realizó su Vuelta a España, a principios de siglo, con un equipo de fútbol español”, se podía leer en la pieza de la edición de L’Impartial del 31 de julio de 1975.

Obituario André Didisheim 31 de julio de 1975 L’Impartial

El misterioso Didixein era André Didisheim (23/8/1889 – 30/7/1975), el único futbolista en haber disputado partidos oficiales con el Real Madrid y el Athletic Club cuya identidad quedaba por resolver.

Apareció también, en una de las páginas de genealogía, una foto de adolescente de André Didisheim y esta sí certificaba la similitud visual del chaval con el jugador que pasó efímeramente por el Campeonato de Madrid y la Copa del Rey de 1909. La búsqueda llegaba a su fin con éxito.

Foto Comparativa Didisheim




El Club Atleta de los Astilleros del Nervión (1889-1894) y el Athletic Club de Bilbao (1901-).

– Estado de la cuestión y antecedentes.

Recientemente, varios artículos publicados en la prensa bilbaína han puesto nuevamente de actualidad al llamado Club Atleta de los Astilleros del Nervión, y por ende, todo lo relacionado con los orígenes del fútbol español, sus primeros partidos y clubes, así como la manida cuestión del “Decanato”.

No es una cuestión nueva, aunque en ocasiones cuando se rescata no se mencionan los antecedentes.

Ya el 7 de febrero de 1993, con motivo del centenario de uno de los primeros partidos jugados por el llamado Club Atleta, el conocido historiador y profesor de la Universidad de Deusto y de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Manuel Basas Fernández, publicó un artículo en El Correo Español-El Pueblo Vasco titulado “Un partido de pelota a pie” en el que rescataba esa historia.

Afirmaba (repetimos, en 1993) Basas:

«Ofrecemos a los aficionados balompédicos un testimonio fehaciente de la celebración en los alrededores de Bilbao, concretamente en los terrenos del Hipódromo de Lamiaco, de un partido de pelota a pie, el 2 de febrero de 1893, entre el Club Atleta de los Astilleros del Nervión y el equipo titulado Bilbao, partido de football que constata la práctica de este deporte, de difusión anglosajona, en la comarca bilbaína hace un siglo promovido precisamente tanto por los técnicos y operarios cualificados ingleses que trabajaban en dicho astillero, como por los estudiantes bilbaínos, residentes en la Gran Bretaña, los cuales componían esos dos equipos introductores del Football Association en España, al igual que ocurrió con los técnicos ingleses que dirigían las minas de Riotinto, en Huelva.»

Basas realizaba en el artículo una breve, aunque completa, presentación sobre los astilleros de la empresa Martínez Rivas, Palmer y Compañía, así como sobre el club polideportivo (“Club Atleta”), creado para solaz y entretenimiento de sus trabajadores británicos, que pusieron en práctica sports como atletismo, cricket, ciclismo, remo, rugby o fútbol.

Otro antecedente olvidado, cuando se explica esta historia, es la entrada “El Campo de Fútbol de Lamiako y los hermanos Ferrer”, publicada por César Estornés en su blog “Memorias Club Deportivo Bilbao” el 3 de septiembre de 2011.

En la misma, Estornés recuperaba al Club Atleta y sus partidos de fútbol, gracias al hallazgo de una noticia publicada en El Liberal, el 11 de julio de 1926, en la que Tomás Isasi “Rolando” hablaba de los primeros pasos del fútbol y el rugby en Bilbao y mencionaba brevemente al “Athletic Club” de los Astilleros del Nervión.

«Los empleados ingleses del astillero crearon un club llamado «Club Atlético» para las distintas prácticas deportivas, era lo normal en aquella época cuando llegaban los ingleses y sale a la luz pública como tal club el año 1892.»

“Los primeros jugadores de rugby que hubo en Vizcaya”, según “Rolando” (El Liberal, 11 de julio de 1926)

Aunque la verdadera epifanía sobre el Club Atleta de los Astilleros del Nervión, para el gran público y para los medios de comunicación, llegaría en 2012 con la publicación del libro El Athletic Club. Origen de la leyenda o cuando el león era aún cachorro, del periodista y consultor Josu Turuzeta Zarraga.

En dicha obra, el Sr. Turuzeta desarrollaba una exhaustiva búsqueda hemerográfica en prensa bilbaína, que se plasmaba en unas conclusiones que le permitían poner en cuestión la versión oficial sobre la fundación del Athletic Club en 1898.

Versión creada por el periodista y seleccionador nacional José María Balbino Mateos Larrucea (Bilbao, 1888-1963) en 1921, con un objetivo evidente (lograr que el Athletic fuera reconocido como más antiguo que el FC Barcelona de Gamper), y dos probables (conseguir que el Athletic fuera más antiguo que el Bilbao FC, y minimizar la influencia británica en el nacimiento del fútbol bilbaíno).

Asimismo, Turuzeta presentaba la teoría, según la cual, el Club Atleta de los Astilleros del Nervión no era un mero antecedente del Athletic Club de 1901 (o de 1898, según Mateos). Eran, para él, el mismo club, “fundado en 1891” (realmente, en 1889, como veremos) y “reconstituido en 1901”.

Para justificar los años de ausencia de noticias sobre fútbol en Bilbao, o el hecho de que los fundadores del Athletic en 1901 desconocieran la supuesta existencia de su propio club desde 1889, daba una serie de excusas que resumía en la frase “Fueron años de zozobra en Bizkaia y especialmente convulsos para la monarquía hispana” (Turuzeta, 2012).

No olvidamos, y han sido consultados para este artículo, otros brillantes estudios sobre el origen del fútbol bilbaíno como “La campa de Lamiaco”, de Félix Martialay (reeditado en Cuadernos de Fútbol en noviembre de 2017), o “Bilbao F.C., Athletic Club y las primeras botas Made in Spain”, de José Ignacio Corcuera (publicado en Cuadernos de Fútbol en noviembre de 2016).

– El Club Atleta de los Astilleros del Nervión (1889-1894).

Los Astilleros del Nervión fueron una iniciativa del inversor vizcaíno Martínez Rivas (1848-1913), al que las fuentes dan nombres diferentes (“José María Martínez de las Rivas” es el que más se repite), o confunden con uno de sus hijos (José María Martinez Rivas y Richardson).

Realmente, se llamaba Miguel José Martín Martínez de Lejarza y Rivas, ya que “Miguel José Martín” fueron los nombres con los que fue bautizado en la parroquia de San Pedro Apóstol de Galdames (Las Encartaciones, Vizcaya), el 29 de septiembre de 1848, y sus padres eran Santiago Martínez de Lejarza (en ocasiones, Lexarza) Escarzaga y Antonia Rivas (en ocasiones, Ribas) Ubieta (hermana del primer marqués de Mudela).

José Martínez (de Lejarza) Rivas

Nuestro protagonista utilizaba José como nombre de pila, y por motivos que desconocemos, suprimió el “de Lejarza” de su apellido paterno. Sus hijos utilizarían una versión “adornada” del apellido paterno: “Martínez de las Rivas”.   

José Martínez Rivas, asociado con el naviero y político inglés Charles Mark Palmer (1822-1907), se hizo en 1888 con el contrato para la construcción de tres acorazados de la Armada, tras superar a varios rivales en un concurso. El diario que controlaba (El Noticiero Bilbaíno) hizo una gran campaña para influir en el proceso.

El 1 de junio de 1889 se firmó el contrato, y el 30 de octubre del mismo año se escrituró en el Registro Mercantil de Bilbao la “Sociedad Colectiva Martínez Rivas Palmer”, dedicada a la construcciones navales para el Estado, así como para particulares.

Los astilleros ocupaban un área de 58.084 metros cuadrados en Sestao, lindando con la ría y con la Acería San Francisco, también propiedad de Martínez Rivas. Trabajaban en los mismos más de cuatro mil trabajadores (británicos entre doscientos y quinientos de ellos, dependiendo del periodo, que ocupaban puestos técnicos cualificados). Su primer trabajo fue el acorazado María Teresa, botado el 30 de agosto de 1890 (Macías, 2006).

El 8 de julio de 1891 se botó el acorazado Vizcaya y el 4 de octubre del mismo año, el acorazado Almirante Oquendo.

A partir de entonces, se sucedieron los enfrentamientos entre Martínez Rivas y Palmer, así como las polémicas en prensa sobre la situación de los astilleros y su viabilidad.

Finalmente, el 20 de abril de 1892 la empresa suspendió pagos. Tras los despidos, se sucedieron las protestas obreras y agrias polémicas políticas. Fruto de todo ello, el Consejo de Ministros del 12 de mayo de 1892 ordenó la incautación de los Astilleros del Nervión. La protesta de los trabajadores británicos logró que el Estado mantuviera a Palmer como director técnico, aunque la mayoría de ellos regresó a Gran Bretaña en 1894-1895.

Todo ello no supuso el fin de los problemas ni de las polémicas. En 1896 los astilleros cerraron, aprobándose en noviembre de dicho año las bases de la liquidación definitiva.

Tras la Guerra hispano-estadounidense de 1898 (en la que serían hundidos en Santiago de Cuba los tres acorazados construidos en los Astilleros del Nervión), y una larga serie de pleitos y enfrentamientos personales y políticos, reabrirían en 1900.

Fue en el seno de estos Astilleros del Nervión, sitos en Sestao (Vizcaya), donde se fundó un club de carácter polideportivo y recreativo llamado Club Atleta (traducción, probablemente incorrecta, de “Athletic Club”, que sería más correcto traducir como “Club Atlético”. Algunos clubes escoceses vinculados a jugadores de esta nueva entidad, como veremos, tenían la expresión “Athletic” en sus nombres), para tener “entretenidos” a los numerosos trabajadores británicos de los mismos.

Era una época de auge de los sports, y no es casual que una comunidad tan numerosa de expatriados del Reino Unido se organizara para practicar sus deportes, así como para celebrar fiestas y eventos.  

Eran años convulsos, con epidemias de viruela y otras enfermedades, protestas sociales y crisis económica y política. Para aquel grupo de británicos en Vizcaya, el Club Atleta probablemente constituía una válvula de escape necesaria.

El Club Atleta de los Astilleros del Nervión tenía su propia Junta Directiva (Turuzeta, 2012), con el yerno de Martínez Rivas, Adolfo de Urquijo e Ybarra (Bilbao, 1866-San Sebastián, 1933), como presidente honorario, James S. Clark como presidente, John A. Mitchell y William Middleton como vicepresidentes, R. Brice como tesorero y William H. Calvert como secretario.

Henry V. Jones (también conocido como Enrique Jones Bird, ya que se convirtió al catolicismo para poder casarse en 1886 con la bilbaína María Concepción Díaz de Mendívil Cerezo), sustituiría a Calvert en la secretaría y en la comisión organizadora de los deportes. Sería un personaje vital en el club por su dominio del español.

James S. Clark

Entre 1889 y 1894 el Club Atleta desarrolló considerable actividad deportiva, de la que tenemos rastro en prensa británica y bilbaína, así como en archivos públicos. Los deportes más practicados por este grupo de trabajadores de los Astilleros del Nervión fueron atletismo, ciclismo y cricket, aunque también se ejercitaron en otros como rugby, remo o sokatira.

Hay constancia de la práctica del fútbol (incluso de un torneo “serio” en el invierno de 1892-1893), lo que no es de extrañar, ya que contaban en sus filas con numerosos futbolistas y exfutbolistas (escoceses en su práctica totalidad), tal como veremos.

Las primeras noticias de fútbol en Vizcaya son anteriores a la aparición del Club Atleta, aunque casi simultáneas a los primeros pasos de los Astilleros del Nervión.

El 29 de junio de 1889 se jugó en Bilbao un partido con fines benéficos (a favor de la viuda de un operario de grúa fallecido) entre dos combinados de marinos británicos (Arrechea, 2013a; Sunderland Daily Echo and Shipping Gazette, 4 de julio de 1889).

El 16 de julio del mismo año, apareció en prensa inglesa una breve reseña de otro encuentro entre marineros británicos jugado en Vizcaya (Arrechea, 2013a; Sunderland Daily Echo and Shipping Gazette, 16 de julio de 1889).

Es probable, en consecuencia, que estos encuentros entre tripulaciones de barcos fueran más frecuentes de lo que imaginamos. Varios cronistas clásicos (Isidro Corbinos, Jacinto Miquelarena o incluso José María Mateos) dejaron escritas alusiones directas o indirectas a estos partidos.

No olvidamos tampoco las noticias, más o menos confusas, sobre la práctica de alguna variedad de foot-ball (y de otros deportes ingleses) en el Colegio de los Jesuitas de Nuestra Señora de la Antigua de Orduña (inaugurado en 1870), desde fechas muy tempranas. Existe incluso una fotografía del patio del colegio (datada en 1878) en la que se aprecia a un niño sosteniendo un balón (Turuzeta, 2012).

Teniendo presentes estos antecedentes, pero regresando a la crónica del Club Atleta, la primera noticia de su existencia y de la práctica del fútbol, la encontramos en el diario escocés Glasgow Evening Post, el 3 de mayo de 1890, narrando un partido entre componentes del Club Atleta jugado el 4 de abril de 1890, entre ingenieros y trabajadores del astillero.

Explicaban, desde Escocia, incluyendo los nombres de los jugadores británicos (escoceses, prácticamente todos) del Club Atleta, así como el equipo en el que habían jugado antes de llegar a Vizcaya:

«Fútbol, el juego en España.

El fútbol se está desarrollando en España, tal y como podemos ver por lo siguiente:

– El club mencionado – El Nervión – está formado por británicos de los empleados (máquinas – departamento de obras) de Martínez Rivas & Palmer, de Bilbao, y como hay un número de jugadores de fútbol y cricket entre los empleados, se ha formado un club atlético.

Siendo Viernes Santo festivo, organizamos un partido entre los empleados británicos del astillero, a celebrar en el Hipódromo, a las once en punto. Siendo un día espléndido, hubo una enorme concurrencia de británicos y nativos, que parecieron disfrutar mucho el juego, y dieron a los jugadores mucho ánimo. El departamento de máquinas, ganando el sorteo, eligió defender la portería del este. El juego durante los primeros quince minutos fue muy igualado, pero el equipo del astillero, que lleva jugando aquí cierto tiempo, gradualmente se impuso, y ganó por 8 goles a 1.

Fue el equipo del Astillero el que realmente jugó el primer partido en España (hace unos seis meses), y no el equipo de Sevilla.

Departamento de máquinas: James D. Weir (South-Western); George Baird (Vale of Leven) y James Mitchell (Kyles); W. Robertson, D. Crawford y Hugh Black (Glasgow Thistle); Fred Gunn (West Gurton), M. McFadzean (Kilmarnock); Thomas Hume (Port-Glasgow Athletic); George Pennycook (Whitefield) y J. Jaye (Glasgow).

Astilleros: P. Preston (Barrow-in-Furness); D. Taylor (Partick Thistle) y James Foster (Blairvaddick); M. Davies (Scotstounhill); Habbieck (Partick Thistle) y B. McKeown (Scotstounhill); A. Beattie y D. Robb (Barrow-in-Furness); Ormonde (Newcastle), Bennett (Fleetwood Rangers) y J. Beattie (Barrow-in-Farness).»

El artículo nos ofrece varios datos significativos. Tal y como hemos avanzado, los jugadores del Club Atleta eran, casi íntegramente, escoceses.

Dos de los jugadores (los hermanos Beattie) que aparecen mencionados como exjugadores de un equipo inglés (Barrow-in-Furness), eran de Glasgow. Angus Beattie tenía a sus espaldas una interesante trayectoria futbolística en Escocia, Irlanda e Inglaterra, sobre la que regresaremos.

Destacamos, como curiosidad, que uno de los jugadores (Hume) procedía de un equipo llamado Port Glasgow Athletic. Podría ser un posible vínculo con el nombre elegido para la entidad polideportiva creada en los Astilleros del Nervión.

Asimismo, se decía: “Fue el equipo del Astillero el que realmente jugó el primer partido en España (hace unos seis meses), y no el equipo de Sevilla”.

Aludían al partido entre el Sevilla Football Club y el Huelva Recreation Club, jugado en el Hipódromo de Tablada (Sevilla) el 8 de marzo de 1890, partido que otro diario escocés (The Dundee and Angus Courier) calificó como “el primer partido de fútbol en España”, y afirmaban que el Club Atleta ya jugó un partido en octubre o noviembre de 1889, poco después de crearse la Sociedad Martínez Rivas & Palmer. Parece evidente que existía un cierto “pique” entre las comunidades escocesas de España sobre cuál de ellas fue la primera en crear un equipo y jugar al fútbol.

En todo caso, ese es, en consecuencia, el año de fundación del Club Atleta de los Astilleros del Nervión: 1889.

El Club Atleta prosiguió con sus eventos y actividades, pero sus partidos de fútbol entre los departamentos de máquinas (ingenieros) y el de los astilleros, tardaron en reaparecer en prensa. Concretamente, hasta el 12 de enero de 1891, nuevamente en el Glasgow Evening Post. Dada la condición de escoceses (y en su mayoría de Glasgow y sus cercanías) de prácticamente todos los futbolistas “atléticos”, no es de extrañar que fuera a dicho diario donde enviaran crónicas de sus partidos más importantes. Leemos:

«Fútbol en España. Departamentos Máquinas v Astilleros de Martínez Rivas & Palmer.

El partido tuvo lugar en el hipódromo de Las Arenas, y fue presenciado por una gran cantidad de los británicos residentes aquí. Fue un día espléndido para el fútbol, y el Departamento de Máquinas ganó el sorteo, eligiendo defender la portería del este, jugando con el viento a sus espaldas. El saque de inicio tuvo lugar a las dos y media, e inmediatamente el Departamento de Máquinas, jugando bien todos juntos, marcó el primer gol un minuto después de empezar. A lo largo de este periodo ellos se impusieron, y cuando finalizó el Departamento de Máquinas iba ganando por 3 a 0. El segundo periodo empezó, y el equipo de los Astilleros, ahora con el viento a sus espaldas, jugó bien, pero fueron incapaces de marcar hasta cinco minutos antes de acabar, cuando anotaron dos goles. El Departamento de Máquinas logró marcar uno en este periodo, y después de un duro e interesante partido, el Departamento de Máquinas se retiró vencedor por 4 goles a 2. Los siguientes compusieron los respectivos equipos:

Departamento de Máquinas- Portero, Weir; Defensas, Baird y Black; Medios, Rearey, Izatt y Haveron; Delanteros, Gunn, Peannycook, Horn, Higgins y Kane. Departamento de los Astilleros- Portero, Merchans; Defensas, Taylor y Foster; Medios, Mellis, Fennah y Hubbick; Delanteros, A. Beattie, Robb, McColl, Bennett y J. Beattie.»

Observamos que, muchos de los jugadores de ambos equipos se mantenían nueve meses después del primer partido del que disponemos crónica. También parece consolidarse una rivalidad no exenta de componentes sociales (un elitista departamento de máquinas, con ingenieros, universitarios, frente a un equipo de los astilleros, formado por trabajadores manuales).

En septiembre y octubre de 1891, fueron noticia en prensa bilbaína diversos eventos polideportivos organizados por el Club Atleta de los Astilleros del Nervión en el Hipódromo de Lamiako, con pruebas de ciclismo, atletismo (carreras, saltos), cricket, carreras de sacos, cucañas y “juego de fuerza” [“entre los operarios del taller de Maquinaria y los del Astillero, limitado a dos grupos de seis personas de cada departamento (todos españoles). Entrada para competir (cada persona), 1 peseta.”] (El Nervión, 9 de octubre de 1891).

Esta prueba “de fuerza” (que suponemos, podría ser una competición de tira y afloja o sokatira) era la única limitada a ciudadanos españoles, mientras que las otras eran pruebas abiertas a todos. Se repetía la competición directa entre el departamento de máquinas y los astilleros.

Entre los ganadores de estas pruebas encontramos apellidos británicos (Harcot, Armstrong, Officer, Dobbie, Freeman, Brand, Beattie), algunos de ellos corresponden a futbolistas, así como un apellido español (A. Soriano, tercer clasificado en varias pruebas de ciclismo).

La competición de “juego de fuerza” fue ganada por el equipo de los astilleros, liderado por Luis Guistra (El Nervión, 18 de octubre de 1891).

Hay que esperar a finales de 1892 para encontrar noticias de nuevos partidos de fútbol de carácter formal.

Tan formales, que el secretario del Club Atleta, Henry (“Enrique”) Jones, solicitó por escrito al Gobierno Civil y al alcalde de Lejona permiso para la disputa de un partido en el Hipódromo de Lamiako entre su club y una nueva sociedad, el Bilbao Football Club.

Fragmento de la instancia presentada por Henry V. Jones ante el alcalde de Lejona (18 de noviembre de 1892). Archivo Félix Martialay-CIHEFE.

El 1 de noviembre de 1892 se jugó un partido entre el Club Atleta y el Bilbao FC con público (los señores pagaban una peseta por sentarse en preferencia y dos reales por estar en entrada general, las señoras tenían entrada gratuita).

Así mismo el Gobierno Civil autorizó al Club Atleta a disputar partidos en Lamiako durante “toda la temporada de football”, del 8 de diciembre al 1 de abril (realmente, finalizó el 2 de febrero).

Varias noticias en prensa bilbaína indican que, en ese invierno de 1892-1893, se disputó un torneo en Lamiako en el que se enfrentaron, en varios partidos, un equipo del Club Atleta (probablemente un combinado de los mejores jugadores de cada equipo de los respectivos departamentos) y el nuevo Bilbao FC (también formado por británicos residentes en Vizcaya, pero no vinculados a los astilleros, como Alfred Mills). Publicaba El Noticiero Bilbaíno, el 2 de febrero de 1893: 

«Gran partido de pelota a pie (Football). – Club Atleta de los Astilleros del Nervión contra Bilbao. Con permiso de la autoridad competente (y si el tiempo lo permite) se jugará dicho partido hoy 2 de Febrero de 1893, en el hipódromo de Lamiaco, a las 3-15 en punto de la tarde. Este partido ha de decidir la adjudicación de las medallas presentadas por el Sr. Clarke.

Precios: Entrada de preferencia, 1´00 peseta. – General, 0´50 id. – Gratis a las señoras y socios.

Nota. El despacho de billetes estará abierto en el estanco del Arenal todos los días, incluso el del partido, hasta la una de la tarde, y en el Hipódromo desde esta hora en adelante.»

El torneo lo ganó el Club Atleta, recibiendo sus componentes unas medallas de manos de James S. Clark el 22 de abril de 1893, después de un partido de cricket jugado en Lamiako (El Noticiero Bilbaíno, 22 de abril de 1893).

El 3 de mayo de 1894 sería noticia el primer partido de “británicos contra españoles” (mayoritariamente, trabajadores de los Astilleros del Nervión), es un partido sobre el que fantasearían y crearían muchos tópicos en los años sucesivos. Vencieron los primeros 5-0, con estas alineaciones:

Británicos: G. Baird, Mrs. Hamilton, Wilson, Mc. Donald, Rearey, Smeddon, Bell, Bruce, A. Roble, Armstrong y Brand.

Españoles: S. Borde, J. Alarcón, R. Lecué, B. Zavala, V. Milicua, B. Otero, A. Zuvillaga, P. Unzueta, J. Azcué, F. San José y Greaves.

Como ya hemos visto al presentar la historia de los Astilleros y de la Compañía Martínez Rivas & Palmer, en 1894 se inició la marcha de todos los trabajadores británicos. Llegaba pues, a su fin, la aventura del Club Atleta.

Por ausencia de rivales, o por otros avatares, la desaparición del “Athletic Club” del Nervión, también acarreó la de sus rivales, el Bilbao FC.           

Habría que esperar a 1900-1901 para asistir al renacimiento del fútbol en Bilbao, tal y como veremos.

– Futbolistas destacados en el Club Atleta de los Astilleros del Nervión.

Como hemos avanzado, entre los jugadores del Club Atleta se encontraban futbolistas de larga trayectoria en numerosos equipos.

El mejor ejemplo es Angus McNichol Beattie.

Había nacido en Govan (Escocia) el 29 de diciembre de 1861, y fallecería en Newcastle upon Tyne (Inglaterra) en diciembre de 1924.

Era un extremo derecho bastante notable, y antes de viajar a Vizcaya en noviembre de 1889, para trabajar en los Astilleros del Nervión y jugar en el Club Atleta, había destacado en el equipo inglés de Barrow-in-Farness. Su marcha provocó una gran conmoción en la localidad (Barrow Herald, 12 de noviembre de 1889).

Angus McNichol Beattie (1861-1924)

Con anterioridad, había desarrollado una sólida trayectoria en equipos escoceses (Pollockshields Athletic Club), irlandeses (Distillery FC) e ingleses (Elswick Rangers).

Especialmente fructífera fue su etapa en Belfast, en 1885 fue ganador de la Irish Cup (Copa de Irlanda) con el Distillery.

Se casó en Bilbao en 1893 con una compatriota (Laura Geraldine Jones), tendrían nueve hijos.

Consta que era jugador del Club Atleta ganador del torneo del invierno de 1892-1893, porque en un diario de Belfast (Ulster Football and Cycling News), el 8 de septiembre de 1893, comentaron: “Beattie, un escocés, quien hace un tiempo jugó un poco para el Distillery, ha estado aquí, y nos ha enseñado una medalla que ganó en una competición de fútbol de Bilboa [sic] en España”.

Junto a Angus, llegó al Club Atleta, a los dieciséis años, su hermano pequeño James “Jack” Beattie (nacido el 12 de enero de 1873 en Govan, Escocia). No tuvo una trayectoria tan completa como la de su hermano mayor, pero también había jugado en el Elswick Rangers y en el Barrow-in-Farness, asimismo en el Newcastle West End (que acabaría formando el actual Newcastle United FC al fusionarse con el Newcastle East End).

Los hermanos Beattie, como hemos visto, destacaron en el equipo del Departamento de Astilleros del Club Atleta.

Entre sus rivales “elitistas” del equipo del Departamento de Máquinas destacamos la figura del portero, James D. Weir.

Era un ingeniero de los astilleros de Clydebank (Escocia), llegó a los Astilleros del Nervión en octubre de 1889.

Tras estar varios años trabajando para la Martínez Rivas & Palmer, y jugando como portero en el Club Atleta, desarrolló una larga carrera como ingeniero hasta su fallecimiento en 1937, con 72 años. Trabajó en el Reino Unido y en destinos remotos del Imperio Británico como Penang (Malasia).

Consta la existencia en el número 66 de la Buchanan Street de Glasgow de una joyería, relojería y platería llamada “James Weir”, cuya especialidad era la confección de los trofeos de clubs deportivos, como los que solían recibir los miembros de los Clydesdale Harriers, considerado el primer club de atletismo amateur de Escocia.

Es probable que las medallas que se otorgaron en el torneo de los Astilleros del Nervión el invierno de 1892-1893 procedieran de la citada joyería, al igual que lo fue el reloj de oro con el que se le obsequió al veterano trabajador de la construcción naval McMurchie –que regresaba a Escocia para trabajar en la localidad de Troon–, con la inscripción siguiente: “Entregado al Sr. McMurchie, por los responsables de los Astilleros del Nervión. Bilbao, España, octubre de 1891”.

Es interesante comparar la trayectoria de un futbolista aficionado, de clase social alta y universitario, como Weir, que juega en el Club Atleta por pura afición, sin pretensión alguna de jugar en más equipos ni dedicar al fútbol más tiempo del estrictamente necesario, con la de futbolistas casi semiprofesionales como los hermanos Beattie.

En su caso, sus cambios de trabajo y residencia estaban vinculados con su incorporación a diferentes clubes de fútbol, cuyos directivos les proporcionaban empleos en sus empresas. Son dos concepciones diferentes del sport, no ajenas a los debates ideológicos de finales del siglo XIX sobre la concepción misma del deporte (por ejemplo, los mantenidos entre Coubertin, con su visión elitista, y Grasset, con planteamientos sociales) y el concepto “amateur” (Arrechea, 2018a).

– El Athletic Club (1901-).

Con la marcha de los británicos de los Astilleros en 1894-1895, el fútbol parece desaparecer en Vizcaya durante unos años. Fenómenos similares se dieron en otros lugares de España en los que las comunidades de trabajadores ingleses (¡y sobre todo escoceses!) fundaron clubes de fútbol en ese periodo. Eran población flotante y los clubes deportivos que fundaban, desaparecían con su marcha.

Hay que esperar a 1900 para asistir al nacimiento de un nuevo club: el Bilbao Football Club (sin relación, a pesar de compartir nombre, con el Bilbao Football Club existente en 1892-1893, formado por británicos), fundado por varios jóvenes bilbaínos de clase alta que habían estudiado en Inglaterra y conocido allí el fútbol, como Carlos Castellanos Jacquet (Bilbao, 1881) y su hermano Manuel (Bilbao, 1883). Los Castellanos Jacquet eran hijos de padre mexicano y, por parte materna, nietos de un banquero francés.

Se comenta en ocasiones que el grupo que fundaría el Bilbao FC en 1900 jugaba partidillos informales desde 1896, aunque parece una versión construida con posterioridad, en el contexto de las polémicas eternas sobre la antigüedad de los equipos.

Los hermanos Castellanos fueron acompañados en la iniciativa por otros jóvenes sportsmen de la alta sociedad de Las Arenas y Algorta (Guecho), como Ramón de Aras Jáuregui (Bilbao, 1881-San Sebastián, 1966, quien sería el cuarto presidente del Athletic Club), Luis Arana Urigüen (Santander, 1874-Bilbao, 1951, portero del Athletic campeón del Concurso Madrid de 1902, campeón de España de golf, olímpico en vela en 1928…), José Antonio Arana Urigüen (1872), Ricardo Ugalde Moneo (Gorliz, Vizcaya, 1877), Manuel Graciano de Ansoleaga Aguirre (Guecho, Vizcaya, 1879), Antonio Guinea Basterra (Bilbao, 1883) o José Zulueta Ysasi (Algorta, 1882).

Zulueta era nieto de Julián de Zulueta y Amondo (1814-1878), marqués de Álava, alcalde de La Habana, traficante de esclavos y productor de azúcar. Una de las personas más acaudaladas de la Cuba del siglo XIX.

El célebre director de cine, guionista y cartelista Iván Zulueta Vergarajáuregui (1943-2009), autor del filme de culto “Arrebato”, también era descendiente de esta familia.

Se unirían al equipo algunos británicos residentes en Vizcaya (Charlton Levick, Walter Evans, George Langford, William Llewellyn Dyer, Butwell, George P. Cochran, etc.), y otros personajes destacados de la burguesía local, como Santiago Martínez de las Rivas Tracy (Bilbao, 1877-Madrid, 1906), hijo de José Martínez Rivas, propietario de los Astilleros del Nervión.

Asimismo, Enrique Timoteo González Bishop (Bilbao, 1872-México 1936), más conocido como Enrique González de Careaga, ya que unió los dos apellidos de su padre (Manuel González Careaga), y que sería el tercer presidente del Athletic Club.

La sociedad se creó en una reunión informal celebrada en la casa que José Luis de Villabaso Gorrita (Bilbao, 1852-1917) tenía en Algorta.

La fecha fundacional del nuevo Bilbao FC (30 de noviembre de 1900, festividad de San Andrés, Apóstol), puede ser casual o interpretarse en clave nacionalista vasca (Aras Jáuregui era un destacado nacionalista), o carlista (Turuzeta, 2012; Corcuera, 2016).

Al no conservarse el Libro de Asociaciones de Vizcaya, no podemos confirmar si el Bilbao FC de 1900 llegó a registrarse, ni cuándo lo hizo (lo mismo ocurre con el Club Atleta, con el Bilbao FC de 1892, o con el Athletic Club). Aunque suponemos que lo hizo (y poco después de su fundación), ya que su reglamento fue aprobado por el gobernador civil e impreso en 1901.

Unos meses después, en febrero de 1901, en una reunión celebrada en el Café García (Gran Vía 38, Bilbao), otro grupo de sportsmen bilbaíno (personajes vinculados al velocipedismo, a la gimnasia, al automóvil…), quién sabe si animados por las primeras noticias sobre la fundación del Bilbao FC, iniciaba conversaciones para fundar el Athletic Club.

Dichas conversaciones fructificarían el 11 de junio con la elección de una Junta Directiva compuesta por:

Presidente: Luis Márquez Marmolejo (Moguer, Huelva, 1876-Bilbao, 1930)

Vicepresidente: Francisco Javier Íñiguez Carreras (Logroño, La Rioja, 1881-Segovia, 1923)

Tesorero-contador: José María Barquín Eguía

Secretario: Enrique Goiri Bayo (Bilbao, 1879-Madrid, 1925)

Vocales: Alejandro Acha Bárcena (Bilbao, 1878-1917), Amado Arana Mendívil (Bilbao, 1879), Luis Cosme Silva Abaitua (Bilbao, 1879) y Fernando Yraolagoitia Olea (Zaldibar, Vizcaya, 1877)

Primer capitán: Juan Astorquia Landabaso (Bilbao, 1872-1905)

Segundo capitán: Alfred Edward Elvin Mills (Cornualles, Inglaterra, 1874-Algorta, Vizcaya, 1929).

El único extranjero era Mills, como hemos visto había sido jugador del Bilbao FC de 1892. No estaba vinculado a los Astilleros (era telegrafista) y siguió viviendo en Vizcaya hasta la muerte. Se casó con la riojana Fructuosa Rafaela del Valle Rubio (Laguna de Cameros, La Rioja, 1871-Bilbao, 1948). Tuvieron dos hijos.

La elección del nombre para el club (Athletic) no pudo ser casual. Alguien (¿Mills?) pareció recordar al Club Atleta de los Astilleros del Nervión y hubo un aparente homenaje en el nombre de la nueva entidad. El nombre más lógico para un nuevo club de fútbol fundado en Bilbao (Bilbao Football Club), ya estaba “cogido”.

Encontrar más vínculos entre las dos sociedades (el Club Atleta de 1889-1894 y el Athletic Club de 1901) parece complicado, sobre todo teniendo en cuenta que el único inglés (de Cornualles en puridad, concretamente de la península The Lizard, punto más meridional de la Gran Bretaña) del equipo (Mills), había jugado en el antiguo Bilbao FC, no en el Club Atleta (formado por escoceses, casi en exclusiva).

Para más inri, tal y como hemos visto, el hijo del fundador de los astilleros del Club Atleta (Santiago Martínez de las Rivas), no formaba parte inicialmente del nuevo Athletic, si no del nuevo Bilbao FC. Pero regresaremos a esa polémica en las conclusiones.

Según el relato de José María Mateos (1921, 1922, 1948), la junta del nuevo Athletic Club presentó sus estatutos al Gobierno Civil de Vizcaya el 28 de agosto de 1901, y el 5 de septiembre del mismo año tuvo lugar en el Café García la asamblea constitutiva de la entidad. Acordaron, asimismo, arrendar junto al Bilbao FC los terrenos de juego de Landako.

Los socios asistentes a esa primera asamblea del Athletic Club fueron:

Alejandro Acha Bárcena (Bilbao, 1878), Fernando Yraolagoitia Olea (Zaldibar, Vizcaya 1877), Pedro Yraolagoitia Olea (Zaldibar, Vizcaya, 1880), Luis Cosme Silva Abaitua (Bilbao, 1879), Alejandro de la Sota Izaguirre (1882), Amado Arana Mendívil (Bilbao, 1879), Ramón Anselmo Silva Abaitua (Bilbao, 1884), Remigio Restituto Eguren Goiri (Bilbao, 1880), Paulino Iturrino González (Santander), Rafael María Yanke Murueta (Bilbao, 1879), Luis Yanke Murueta, Ángel Pérez Goiri, Ulpiano Julio Torre Alonso (Muskiz, Vizcaya, 1881), Alfred Edward Elvin Mills (Cornualles, Inglaterra, 1874), Ricardo Eusebio Quintana Fano (Bilbao, 1877), Antonio Alejandro Zubillaga Yurrebaso (Bilbao, 1876), Cristóbal Luis Ybarzabal Goyri (Bilbao, 1879), Luis Márquez Marmolejo (1876, Moguer, Huelva), Luis Wenceslao Astorquia Landabaso (Bilbao, 1883), José María Alday Larragoitia (Madrid, 1881), Francisco Javier Íñiguez Carreras (Logroño, 1881), Eduardo María Montejo Aristegui (Bilbao, 1879), Pedro Alejandrino Igartua Perla (Bilbao, 1872), José María Ibáñez de Aldecoa Abaroa (1878), Agustín Orensanz Molina (1880), Rafael José Gutiérrez Río (Bilbao, 1880), Federico Evaristo de Olano Emparan (San Sebastián, Guipúzcoa, 1882), Miguel de Maeztu Whitney (Vitoria, Álava, 1880), César Arana Mendívil (Bilbao, 1880) y Luis Damborenea Rementería (Hendaya, Francia, 1880).

Todos ellos jóvenes de entre veintinueve y diecisiete años, deportistas de los que frecuentaban gimnasios como el Zamacois (inaugurado en 1879), u otros clubes deportivos de la ciudad ya existentes.

Bilbao tenía un emergente tejido asociativo deportivo (Torrebadella, Olivera & Bou, 2015), de los que son testimonio el Club de Regatas de Bilbao (fundado en 1867), el Sporting Club (1881), el Club Náutico (1881), la Sociedad de Velocipedistas (1886), el Veloz Club (1894) o el Círculo de Esgrima (1897).

La mayoría de los socios fundadores, tanto del Bilbao FC como del Athletic Club, aparecen en los listados de socios del Sporting Club de Bilbao y del Club Marítimo del Abra, a principios del siglo XX (Alonso Olea, 2003).    

Algunos de aquellos jóvenes sportsmen habían estudiado en Gran Bretaña y muchos eran familiares, hermanos o primos.

Entre los apellidos, encontramos a algunas de las familias más importantes de la pujante burguesía local, como los de la Sota, pero también personajes de diferente clase social, como el sastre Agustín Orensanz (destacada figura del socialismo bilbaíno).

Asimismo, observamos personajes nacidos en varios lugares de España (empezando por el primer presidente, el onubense Luis Márquez Marmolejo), y en el extranjero.

Así como apellidos de procedencia diversa, ya que, además del inglés Mills, también figuran entre los fundadores del Athletic los hermanos Yanke, cuyo padre (German Yanke Bettel) era originario de la región de los Sudetes, en la actual República Checa. Según algunas versiones el apellido original era Yankelevitch o Jankelevitch.

El conocido periodista Germán Yanke Greño (1955-2017), pertenecía a esta familia.   

Otro personaje ante el que parece oportuno detenernos, aunque sea brevemente, es el editor alavés de madre inglesa Miguel de Maeztu, hermano del escritor y pensador Ramiro de Maeztu (1874-1936).

El cántabro Paulino Iturrino también era hermano de un artista célebre, el pintor fauvista Francisco Iturrino González (1864-1924).

Luis Márquez Marmolejo (Moguer, Huelva, 1876-Bilbao, 1930). Primer presidente del Athletic Club.

También constituye una novedad, y así la destacamos, la identidad completa de muchos de los primeros socios y directivos del Athletic.

Por ejemplo, no era conocido que el primer presidente del Athletic Club, Luis Márquez Marmolejo, era andaluz. Estaba casado con la alavesa (de Nanclares de la Oca) Magdalena Moral, y fue empleado de comercio en varias empresas, en el momento de su deceso (en las navidades de 1930 a causa de un coma diabético) era el jefe administrativo de Cementos Cosmos.

Y, asimismo, el primer vicepresidente fue el riojano Francisco Íñiguez Carreras (cuya familia materna, los Carreras Iragorri, tenía una empresa de conservas de pescado en Lekeitio), quien sería alcalde de Logroño (1909-1911) y uno de los fundadores del Logroño Recreation Club en 1912, así como delegado de la Real Unión Española de Clubs de Foot-ball en 1913, y divulgador del ciclismo y otros deportes en La Rioja.

El 23 de febrero de 1902 se había fundado el Portugalete Athletic Club (otra entidad que podría haber reivindicado la herencia del Club Atleta, por proximidad física y por nombre), club que se integraría en el Athletic Club.

El 29 de marzo de 1903 se produciría la integración del Bilbao FC en el Athletic, antaño rivales acérrimos (en 1902 se habían unido temporalmente para formar el llamado “Bizcaya” y ganar el Concurso Madrid de Football). Y finalmente, en 1907, el Athletic absorbería asimismo a un club de cierta pujanza en la Vizcaya futbolística de principios del siglo XX, el llamado The Union FC. Rescataron la formula del “Bizcaya” (en esta ocasión como “Club Vizcaya”) para competir en la Copa del Rey de 1907 (serían finalistas).

El 26 de abril de 1903, los socios del Athletic residentes en Madrid fundaron una sucursal, el Athletic Club en Madrid. El 20 de febrero de 1907 el Athletic Club madrileño se inscribiría en el Registro de Asociaciones de Madrid, obteniendo personalidad jurídica propia. Tras varios cambios de nombre (Athletic Club, Athletic Club de Madrid, Athletic Aviación Club, Club Atlético Aviación), desde 1947 sería conocido como Club Atlético de Madrid.

Esta podría ser, en resumen, la historia del renacimiento del fútbol organizado en Bilbao a partir de 1900. Pero esta crónica (objetiva y avalada por la hemeroteca y los archivos) no era útil para José María Mateos.

Para él era importante que el Athletic fuera más antiguo que el FC Barcelona de Gamper (fundado en 1899, aunque sobre su proceso fundacional también se ha construido una versión oficial edulcorada y cuestionable) (Arrechea, 2012b, 2015, 2018b) y, probablemente, también consideraba necesario que fuera más antiguo que el Bilbao FC (de 1900).

Por todo ello, se inventó una versión alternativa del nacimiento del Athletic Club. Empezó en 1921, en plenas polémicas con el Barça sobre el “Decanato del fútbol español” (no participaba aún de estas polémicas el Recreativo de Huelva), y ya entonces esbozó su historieta (“las patrañas”, en palabras de Turuzeta).

Para que el Athletic fuera más antiguo que el FC Barcelona y que el Bilbao FC, ubicó en una fecha indeterminada de 1898 el nacimiento del club. Imitando al Barça y su nacimiento en el Gimnasio Solé, creó la historia de “un grupo de entusiastas al fútbol”, que se reunían en el Gimnasio Zamacois y se desplazaban “algunos domingos a jugar a Lamiaco”, hasta que (tres años después, en 1901) se decidieron a “oficializar” la entidad, sin aportar un solo partido jugado o una sola noticia que avalara esta versión.

Con los años, fue modificando la historia, adornándola con más detalles y anécdotas. De hecho, durante años, su versión no fue aceptada por mucha gente, el mismo “Rolando”, cronista de El Liberal al que ya nos hemos referido, explicaba con naturalidad el 11 de julio de 1926 que el Bilbao FC se había creado en 1900 y el Athletic Club en 1901.

Aunque algunos puntos Mateos tuvo que eliminarlos o matizarlos en las diferentes ediciones de su libro de historia del club, incidió en la misma línea argumental, mezclando por lo general las historia del Bilbao FC y del Athletic, y practicando un estilo narrativo (forzando el lenguaje y estirando argumentos, para que sus conclusiones previas no pudieran ser cuestionadas), que vemos reproducido en la actualidad en no pocos estudios sobre “fundaciones” de clubes de fútbol.

Sin embargo, jamás mencionó al Club Atleta de los Astilleros del Nervión, ni al Bilbao FC de 1892, quizás por simple desconocimiento, aunque en las últimas versiones de su historia del Athletic (Mateos, 1948) sí incorporó el partido “entre ingleses y bilbaínos” de 1894, aunque reduciéndolo a una “fanfarronada”.

Turuzeta (2012) considera que Mateos obviaba los antecedentes británicos de forma intencionada, porque era “patriota español y ferviente católico”.

Discrepamos de esta versión, ya que consideramos que, si Mateos hubiera conocido al Club Atleta de los Astilleros del Nervión de 1889, no hubiera necesitado inventarse la historieta del Gimnasio Zamacois en 1898 para proclamar una definitiva “victoria” a favor de Bilbao en la batalla dialéctica que mantenía con el FC Barcelona en torno al manido “Decanato”, algo vital para él.

Resulta llamativo, que ninguno de los numerosos historiadores, investigadores y periodistas, que se ha dedicado (desde la época de Mateos hasta hoy) a investigar sobre la historia del Athletic, haya indagado sobre la figura del primer presidente (Luis Márquez Marmolejo) y su lugar de nacimiento (Moguer, Huelva). Parece poco probable. Quizás es que, este hecho (un presidente fundador emigrante, nacido en Andalucía), resultaba incompatible con determinadas ideologías o relatos imperantes sobre la idiosincrasia del Athletic Club, y eso explicaría la omisión.      

Hemos visto en casos similares en otros lugares de España, cómo al escribir la historia de clubes fundados en los últimos años del siglo XIX o en los primeros del XX, se desconocían por completo antecedentes de la misma ciudad acaecidos apenas unos años antes, protagonizados por comunidades británicas que habían fundado clubes de fútbol sin repercusión social en las ciudades en las que vivían. También hemos visto como la historia de clubes de fútbol se manipula para adaptarla a la realidad actual, o a ideologías o relatos culturales determinados, renunciando a todo rigor. El caso concreto del Athletic Club no constituye una excepción.         

– Conclusiones.

Hemos aclarado varios errores sobre el Club Atleta de los Astilleros del Nervión, para empezar, su año de nacimiento (1889). Asimismo, su composición y la procedencia de sus deportistas (Escocia, fundamentalmente), así como los deportes que implementaron (atletismo, ciclismo, cricket, rugby, remo, sokatira, fútbol) y su año de desaparición (1894).

Fue un club polideportivo y de recreo, formado en el seno de una empresa (Martínez Rivas & Palmer), para distraer a sus trabajadores. Expatriados británicos que vivían en un considerable aislamiento de los “nativos”, respecto a los cuales mantenían una distancia física, cultural y social, por diferentes motivos. 

Es interesante incidir en esas diferencias, internas en el propio club, entre departamentos más elitistas como el de “máquinas” y otros más “populares” como el de los trabajadores del astillero, y las externas, las existentes entre la comunidad británica encerrada sobre sí misma en la Vizcaya de finales del siglo XIX, con sus problemas sociales y políticos, las epidemias, y el abismo cultural e ideológico que le separaba del resto de la población.

Consideramos que el Club Atleta es un sujeto de estudio interesante por sí mismo, al margen de las polémicas sobre decanatos, fechas de fundación de clubes, etc. que, como el Guadiana, siempre regresan.

De todas formas, siendo conscientes de la existencia del debate, no lo rehuiremos.

No consideramos aceptable afirmar que el Club Atleta de 1889-1894 y el Athletic Club de 1901 sean la misma sociedad.

Existen siete años de diferencia entre la desaparición del primero y la constitución del segundo. Siendo los fundadores del Athletic completamente diferentes y ajenos a los componentes del Club Atleta.

Los que defienden que se trata de la misma entidad aplican el llamado argumentum a silentio. Según ellos, la ausencia total de noticias no indica la desaparición del fútbol en Vizcaya, sólo denotaría un supuesto retraimiento, una falta de “burocracia”.

Nosotros lo interpretamos en sentido literal. La ausencia total de noticias sobre fútbol organizado en Vizcaya denota la desaparición del fútbol organizado en Vizcaya en ese periodo. 

Además se omite que el Club Atleta era un “club de empresa”, de carácter polideportivo, mientras que el Athletic Club es un club de fútbol.

Existe una similitud en el nombre que, sin duda, prueba la voluntad de homenajear o recordar a los pioneros.

Esa correlación coincidente, coincidencia geográfica (relativa, el Athletic nace en Bilbao, el Club Atleta en Sestao) y similitud en el nombre, permite forzar los argumentos y aplicar sesgos o prejuicios para priorizar las pruebas que avalan las tesis previas, despreciando las que las cuestionan. Post hoc, ergo propter hoc.

Es una forma de investigar en estos temas que ya conocimos en el caso (muy similar) del Sevilla Football Club de 1890-1893, y su identificación con el Sevilla FC actual. Términos ambiguos como “refundación”, “reconstitución”, “oficialización” se usan según conviene, para que el puzle encaje a gusto del consumidor (Arrechea, 2013b).

En conclusión, descartada la teoría según la cual el Club Atleta de 1889 y el Athletic Club pudieran ser la misma entidad, e igualmente superada por poco seria la vieja teoría de Mateos de un Athletic “no oficializado” existente desde 1898, consideramos que el Athletic Club nace en 1901, con el onubense Luis Márquez como primer presidente.

Estamos conmemorando su 120º aniversario.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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REFERENCIAS DOCUMENTALES

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Archivo Histórico Diocesano de Vitoria. Vitoria, Álava.

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Archivo Histórico Diocesano de Santander. Santander.

Registro Civil de Bilbao. Administración de Justicia de Euskadi.

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Archivo Félix Martialay-CIHEFE. Madrid.