Los porteros de la selección

Innsbruck, Austria, 3 de junio de 2010. Las selecciones nacionales de Corea del Sur y de España disputan un amistoso que sirve de preparación a ambas para la inminente Copa del Mundo de Sudáfrica. Al comienzo de la segunda parte, el barcelonista Víctor Valdés debuta como internacional absoluto sustituyendo a Pepe Reina bajo los palos. Seguramente él no lo sabe, pero acaba de convertirse en el 49º portero del equipo español en toda su historia. Éstos han sido, hasta el día de hoy, por orden de internacionalidades,  los 49 guardametas que han defendido, en alguna ocasión, el marco de nuestra Selección:

Iker Casillas. Nació en Madrid, el 20 de mayo de 1981. Siempre en el Real Madrid desde su debut en 1999, un año después ya era internacional absoluto. Ha conquistado 1 Mundial, 2 Eurocopas, 5 Ligas, 1 Copa, 2 Copas de Europa, 1 Intercontinental, 1 Supercopa europea, 3 españolas, 1 Mundial Sub-20 y 1 Trofeo Zamora. Máximo internacional español desde noviembre de 2011, lleva disputados 143 partidos con la Selección, en los que ha recibido 79 goles. Uno de los principales iconos del fútbol mundial actual y mejor portero del mundo para la IFFHS en los últimos 5 años, sus asombrosos reflejos, sus paradas imposibles, sus espectaculares uno contra uno, sus decisivas actuaciones y su impresionante palmarés lo convierten, a sus 31 años, en uno de los grandes mitos del fútbol español de todos los tiempos.

Andoni Zubizarreta. Nacido en Vitoria el 23 de octubre de 1961, jugó en el Alavés, Athlétic, Barcelona y Valencia. Logró seis Campeonatos de Liga, tres Copas del Rey, tres Supercopas, una Copa de Europa, una Recopa y una Supercopa de Europa, además del Trofeo Zamora de la temporada 1986-87. Récord vigente de partidos jugados en la Primera División, con 622, fue el primero de nuestros futbolistas en alcanzar los 100 entorchados internacionales y en disputar 4 Mundiales con la Selección. Con 126 internacionalidades entre 1985 y 1998 y 99 goles encajados, vivió desde el banquillo el subcampeonato europeo logrado por España en 1984. Guardameta sobrio, nada amigo de alardes ni de excentricidades, muy sereno y de gran colocación.

Luis Miguel Arconada. Nació en San Sebastián el 26 de junio de 1954. Jugó siempre en la Real Sociedad, de la que fue su portero y capitán indiscutible durante la mejor época de la historia del club. Consiguió 2 Ligas, 1 Copa y 1 Supercopa, además de tres Trofeos Zamora de forma consecutiva. Insustituible también en el equipo nacional, disputó 68 encuentros y encajó 63 tantos, entre 1977 y 1985, siendo el primer jugador español en sumar 50 partidos con la Selección. Crucial en la Eurocopa-84, para bien y para mal. Sin él, posiblemente, nunca se hubiera jugado aquella final y jamás sabremos qué hubiera pasado en el decisivo choque, si no se le hubiese escurrido aquel balón bajo su cuerpo. Carismático, de agilidad felina y reflejos sobresalientes, fue uno de los grandes porteros europeos de su época.

José Ángel Iríbar. Nacido en Zaráuz (Guipúzcoa), el 1 de marzo de 1943. Fue durante 18 temporadas el indiscutible número uno en el marco del Athlétic, con el que logró 2 Campeonatos de Copa y 1 Trofeo Zamora, además de alcanzar la final de la Copa de la UEFA en 1977. Con la Selección sumó 49 partidos (42 goles) entre 1964 y 1976, plusmarca española durante muchos años. Titular en la Selección campeona de la Eurocopa-64 y en el Mundial de Inglaterra-66, elegante, seguro y de gran regularidad, ha sido considerado como uno de los mejores guardametas del fútbol mundial.

Ricardo Zamora. Nació en Barcelona el 21 de enero de 1901. Jugó en el Universitari, Español, Barcelona, Real Madrid y Niza francés. Consiguió 2 títulos de Liga, 5 Campeonatos de Copa y la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Amberes. El Divino, catalogado durante décadas como el mejor portero de todos los tiempos, fue uno de los personajes más populares de su época y, posiblemente, el primer futbolista mediático de la historia. Intuitivo, ágil, seguro, de gran colocación, espectacular en sus intervenciones y un verdadero ídolo de masas, entre 1920 y 1936 disputó 46 partidos internacionales (récord que se mantendría durante 40 años) y recibió 42 goles, «muchos de ellos, en fuera de juego», como él mismo aseguraba. Considerado hoy por la FIFA el 5º mejor cancerbero de la historia.

Santiago Cañizares. Nació en Madrid, el 18 de diciembre de 1969. De la cantera del Real Madrid, pasó por el Elche, Mérida y Celta de Vigo, antes de volver al equipo merengue, para terminar fichando por el Valencia. Su palmarés cuenta con 5 Ligas, 3 Copas del Rey, 3 Supercopas, 1 Liga de Campeones, 1 Copa de la UEFA, 1 Supercopa de Europa y 1 oro olímpico. Conquistó, también, 4 Trofeos Zamora, 1 con el Celta y 3 con el Valencia. Internacional en 46 oportunidades entre 1993 y 2006, encajando tan sólo 26 goles, nunca llegó a afianzarse como titular indiscutible, aunque su sobresaliente debut frente a Dinamarca hiciera presagiar todo lo contrario. Autoritario, acrobático y espectacular, sirvió de puente entre la época de Zubizarreta y la de Casillas.

Antonio Ramallets. Nació en Barcelona el 4 de julio de 1924. Defendió la portería del Europa, San Fernando, Mallorca, Valladolid y Barcelona, equipo éste último donde viviría su mejor época, pues no en vano, conquistó 6 Ligas, 5 Copas, 2 Copas Latinas, 2 Copas de Ferias y 5 trofeos como portero menos goleado de la Liga, récord aún vigente y sólo igualado por Víctor Valdés 52 años después. Con la Selección sumó 35 entorchados y encajó 50 goles, entre 1950 y 1961. Ágil y muy seguro, se convirtió en uno de los principales artífices del cuarto puesto logrado por España en el Mundial de Brasil, en donde fue catalogado como el mejor guardameta del mundo.

José Manuel Reina. Nació en Madrid el 30 de agosto de 1982. Actual inquilino de la meta del Liverpool, también ha jugado en el Barcelona y en el Villarreal, con el que logró dos títulos de la Intertoto. Con los de Anfield ha conquistado una Supercopa de Europa, una FA Cup, una Community Shield y una Copa de la Liga, además de 3 Guantes de Oro, trofeo que se concede en Inglaterra al portero que consigue más veces mantener su puerta imbatida. Internacional absoluto desde 2005, lleva jugados 26 partidos con nuestro equipo y ha recibido 15 dianas. Siempre a la sombra de Casillas, ha sido su suplente en los tres títulos consecutivos logrados por España, el Mundial 2010 y las Eurocopas 2008 y 2012.

Ignacio Eizaguirre. Nació en San Sebastián el 7 de noviembre de 1920. Defendió el marco de la Real Sociedad (en dos etapas), Valencia, Osasuna y Granada. A orillas del Turia se alzó con tres títulos de Liga, una Copa del Generalísimo y dos Trofeos Zamora. Disputó 18 partidos internacionales entre 1945 y 1952 y fue superado por los delanteros rivales en 31 oportunidades. Acudió al Campeonato del Mundo de Brasil, en donde jugó dos partidos, colaborando en la consecución del cuarto puesto de nuestra Selección. Hijo del también cancerbero Agustín Eizaguirre, llegó a convertirse en el mejor portero español de la posguerra.

Miguel Ángel González. Nacido en Orense, el 24 de diciembre de 1947. Guardameta del CD Orense, Castellón y Real Madrid. Uno de los mejores cancerberos en la historia del Madrid, con una prolífica carrera en Chamartín entre las temporadas 1968-69 y 1985-86, es decir, desde la época de los Yé-Yé hasta la de la Quinta del Buitre. Conquistó 8 títulos de Liga, 5 Copas, 2 Copas de la UEFA y 1 Copa de la Liga, junto con el Trofeo Zamora de la 75-76. En la Selección fue el portero que retiró a Iríbar, para ceder el testigo poco después a Arconada. Entre 1975 y 1978 disputó 18 encuentros internacionales y encajó 9 goles. Titular en el Mundial de Argentina y suplente en el de España, El Gato fue un verdadero felino bajo los palos.

Carmelo Cedrún. Nació en Amorebieta (Vizcaya), el 6 de diciembre de 1930. Catorce temporadas en el Athlétic, tres en el Español y una en Baltimore, Estados Unidos. En San Mamés logró una Liga, tres Copas y se ganó la internacionalidad absoluta en 1954. Hasta 1963 vistió la camiseta de España en 13 oportunidades, recibiendo 20 tantos. Disputó el Campeonato del Mundo de Chile en 1962. Padre del también portero Andoni Cedrún, sería el encargado de ceder el testigo en la meta del Athlétic a un jovencísimo José Ángel Iríbar.

Víctor Valdés. Nacido en Hospitalet de Llobregat (Barcelona), el 14 de enero de 1982. Guardameta titular del mejor Barça de la historia, pertenece a la primera plantilla desde la temporada 2002-03 y ha conquistado ya 5 Ligas, 2 Copas, 5 Supercopas, 3 Ligas de Campeones, 2 Supercopas de Europa, 2 Mundiales de Clubes y 5 Trofeos Zamora (4 consecutivos), récord absoluto compartido con Ramallets, que lo convierten en el portero culé más laureado de la historia. A pesar de su enorme categoría bajo los palos, sólo ha disputado 11 partidos con la Selección absoluta, desde 2010, con 4 goles encajados. Ha vivido desde el banco los títulos de campeones del mundo (2010) y de Europa (2012) logrados por nuestro equipo nacional. Valiente, seguro y en constante progresión, es uno de los ejemplos más cristalinos de lo que significa compartir época bajo la alargada sombra de Iker Casillas.

Salvador Sadurní. Nació en Arbós (Tarragona), el 3 de abril de 1941. En las filas del FC Barcelona desde los 20 hasta los 36 años, período de tiempo en el que logró una Liga, tres Copas, una Copa de Ferias y tres Trofeos Zamora. Convocado para la Selección en numerosas ocasiones, el hecho de ser coetáneo de Iríbar sólo le permitiría disputar 10 partidos internacionales (8 goles encajados) entre 1963 y 1969. Todo un símbolo del barcelonismo, fue convocado para el Mundial de Chile-62  y para la fase final de la Eurocopa-64 conquistada por España.

José Francisco Molina. Vino al mundo en Valencia el 8 de agosto de 1970. Fue portero del Villarreal, Valencia, Albacete, Atlético de Madrid, Deportivo y Levante. Indiscutible en el Atlético del doblete, tras el descenso a Segunda de los rojiblancos en la temporada 1999-00, fichó por el Deportivo de La Coruña, donde se convirtió en uno de sus principales puntales durante 6 históricas temporadas. Logró una Liga, dos Copas, dos Supercopas y un trofeo Zamora. Con la Selección tuvo en 1996, probablemente, el debut más peculiar e insólito que un guardameta pueda imaginar, cuando el seleccionador, Javier Clemente, decidió darle el espaldarazo internacional alineándolo de extremo izquierda. Sus otros 8 partidos con la elástica nacional los jugó en su puesto natural, encajando 3 goles. Se despidió de la Selección en la Eurocopa de Bélgica y Holanda del año 2000.

José Vicente. Nacido en Barcelona el 19 de diciembre de 1931. Defendió las porterías del Español, Real Madrid, Mallorca y Deportivo. Con los de Chamartín logró 4 Campeonatos de Liga, 1 de Copa, 1 Copa Intercontinental y 3 Trofeos Zamora. En el equipo nacional le tocó ser suplente de grandes como Ramallets e Iríbar, por lo que sólo disputó 7 partidos y encajó 9 goles, entre 1961 y 1963. Conocido como El Grapas por su seguridad en el blocaje, jugó tres partidos de las rondas eliminatorias en la primera Eurocopa que ganó España.

Francisco Buyo. Nacido en Betanzos (La Coruña), el 13 de enero de 1958. Fue portero del Deportivo, Sevilla y Real Madrid, donde se convirtió en uno de los mejores cancerberos de su historia. Con los merengues conquistó 6 Ligas, 2 Copas del Rey, 4 Supercopas y 2 Trofeos Zamora. A pesar de ser uno de los  porteros más destacados de la época, sólo vistió la camiseta de la Selección en 7 oportunidades y recibió 2 tantos, entre 1983 y 1992. Debutó la feliz noche de la goleada a Malta, por lesión de Arconada, para luego convertirse en el eterno suplente de Zubizarreta. De intervenciones impresionantes, agilísimo, elástico y con cierta tendencia a la polémica, acudió a las Eurocopas de 1984 y 1988, aunque no disputó ningún minuto.

José Araquistáin. Nació en Azcoitia (Guipúzcoa), el 4 de marzo de 1937. Perteneció al Eibar, Real Sociedad, Real Madrid, Elche y Castellón. Todos sus títulos los consiguió vestido de blanco, con 6 Ligas, 1 Copa, 1 Copa de Europa y 1 Trofeo Zamora. Curiosamente, con sus dos últimos equipos alcanzó  sendas finales de Copa en 1969 y 1973, aunque perdió las dos frente al Athlétic. Internacional en 6 oportunidades entre 1960 y 1962, recibió 6 goles y defendió la portería española en el último compromiso del Mundial de Chile, ante Brasil, que supuso nuestra vuelta a casa.

Gregorio Blasco. Nació en Mundaca (Vizcaya), el 10 de junio de 1909. Perteneció al Arenas y al Athlétic, antes de su exilio americano tras el estallido de la Guerra Civil. Jugó también en la selección vasca, Real Club España y Atlante (ambos de México) y en el River Plate argentino. En San Mamés logró 4 Ligas, 4 Copas y 3 galardones como portero menos goleado de la Liga. En México conquistó 3 Ligas y 1 Copa. Probablemente, el mejor portero español de su época, Ricardo Zamora aparte. Fue precisamente este hecho, su coincidencia en el tiempo con El Divino, lo que le privó de una carrera internacional a la altura de su categoría. Cinco partidos entre 1930 y 1936 y sólo un gol recibido, de penalti, es su bagaje con nuestra Selección. Potente, rápido en las salidas y segurísimo, se asentó definitivamente en México, donde fallecería en 1983.

Miguel Reina. Nació en Córdoba el 24 de enero de 1946. Jugó en el Córdoba, Barcelona y Atlético de Madrid. Con el equipo culé logró 2 Copas, 1 Copa de Ferias y 1 Trofeo Zamora. A orillas del Manzanares alzó 1 Liga, 1Copa, 1 Copa Intercontinental, otro Trofeo Zamora y alcanzó la final de la Copa de Europa de 1974 que el Atlético perdió ante el Bayern de Munich. Con sólo 20 años fue la gran sorpresa de Villalonga en la lista para el Mundial de Inglaterra, como tercer portero, aunque el gran Iríbar le cerró las puertas de la Selección en no pocas ocasiones, por lo que sólo defendió nuestro marco en 5 oportunidades entre 1969 y 1973, encajando 3 goles. Padre del actual portero del Liverpool, poseía agilidad, elasticidad y vistosidad en sus intervenciones.

Javier G. Urruticoechea. Nació en San Sebastián el 17 de febrero de 1952. Jugó en la Real Sociedad, RCD Espanyol y FC Barcelona. Con el equipo culé conquistó una Liga, tres Copas del Rey, dos Copas de la Liga, una Supercopa y una Recopa de Europa, además de un Trofeo Zamora. Habitual en las convocatorias de la Selección, fue cinco veces internacional y encajó seis goles, entre 1978 y 1980. Espectacular, de grandes reflejos y especialista parando penaltis, fue el primer futbolista español convocado para tres Mundiales distintos (Argentina-78, España-82 y México-86), aunque no llegó a debutar en ninguno de ellos.

Alberto Martorell. Nació el 13 de marzo de 1916 en Madrid. Toda una vida dedicada al Español de Barcelona, portería que defendió durante doce temporadas y con el que logró la Copa del Generalísimo en 1940. Cuatro veces internacional (y 6 goles recibidos) entre 1941 y 1942. Se dedicó a ejercer su otra gran pasión, la medicina, una vez abandonado el fútbol con tan sólo 31 años.

Juan Carlos Ablanedo. Nació el 2 de septiembre de 1963 en Mieres (Asturias). Siempre en su Spórting de Gijón, donde obtuvo tres Trofeos Zamora y llegó a convertirse en toda una institución bajo los palos. Una memorable actuación suya en la final frente a Italia, le valió a la Selección Sub-21 su primera Eurocopa de la categoría, en 1986. Con la absoluta, disputó 4 partidos, siempre como sustituto de Zubizarreta y recibió 2 goles, entre 1986 y 1991, siendo citado para los Mundiales de México-86 e Italia-90. De agilidad y reflejos deslumbrantes, está considerado el mejor portero de la historia del Spórting.

José María Jáuregui. Vino al mundo el 15 de marzo de 1896 en Las Arenas (Vizcaya). Indiscutible en el Arenas de Guecho durante 18 temporadas, conquistó un Campeonato de Copa en 1919. Disputó tres partidos internacionales, los que jugó la Selección en los Juegos Olímpicos de Amsterdam en 1928. Encajó 9 goles, 7 de ellos en el desempate de cuartos de final ante Italia. Con él bajo los palos, España alineaba por vez primera a un portero que no era Zamora.

Guillermo Eizaguirre. Nació el 17 de mayo de 1909 en Sevilla. Siempre ligado al club hispalense, con el que logró un Campeonato de Copa en 1935. Guardameta completo, elegante, seguro y algo exagerado en las formas, fue otro de los grandes damnificados por compartir época con Zamora, por entonces, el mejor portero del mundo. Muchas convocatorias y sólo tres veces internacional, en los años 1935 y 1936, con nueve balones recogidos del fondo de sus redes. Como seleccionador nacional llevó a nuestro equipo al cuarto puesto en el Mundial de Brasil, en 1950.

Antonio Jiménez, Toni. Nacido el 12 de octubre de 1970 en La Garriga (Barcelona). Jugó en el Figueres, Rayo Vallecano, Espanyol (en dos etapas), At. Madrid y Elche. Obtuvo dos Trofeos Zamora (uno en Segunda División) y fue el guardameta titular de la Selección Olímpica que se colgó la medalla de oro en Barcelona-92. Con la absoluta disputó 3 compromisos internacionales entre 1998 y 1999, en los que logró mantener su portería a cero.

Juan Alonso. Nació en Fuenterrabía (Guipúzcoa) el 13 de diciembre de 1927. Defendió el marco del Logroñés, Ferrol, Real Madrid y Plus Ultra. En Chamartín, en once temporadas, conquistó 4 Ligas, 2 Copas Latinas y las 5 primeras Copas de Europa del club, siendo así el guardameta español que más títulos de campeón de Europa ostenta. En un período de gran rivalidad en la meta de la Selección, disputó dos partidos internacionales en 1958 y 1959, encajando 3 goles. Su firmeza, eficacia y regularidad, hicieron de él uno de los mejores de la época.

José Casas, Pepín. Nació en Valencia el 16 de noviembre de 1931. Guardó la portería del Alicante, UD Las Palmas (en dos etapas) y Real Betis. En octubre de 1963 recibió la llamada del equipo nacional para el partido de vuelta de los octavos de final de la Eurocopa. Un gol de Gento y una extraordinaria actuación del pequeño gran cancerbero valenciano, sirvieron a España para seguir adelante en una competición que acabaría ganado. Su segundo y último entorchado internacional tuvo lugar en Mestalla, en diciembre de ese mismo año, con una derrota por 2 a 1 ante Bélgica.

Antonio Betancort. Nació en Las Palmas de Gran Canaria, el 13 de marzo de 1938. Jugó en la UD Las Palmas (en dos etapas), Deportivo y Real Madrid, con el que consiguió seis Campeonatos de Liga, dos Copas del Generalísimo, una Copa de Europa y dos Trofeos Zamora. Dos veces internacional y un gol encajado, en 1965, contra Eire, en la clasificación para el Mundial de Inglaterra. De complexión fuerte, sobrio y sin florituras, tuvo una gran competencia bajo los palos del Madrid y la Selección Nacional. Suplente de Iríbar en Inglaterra-66.

Mariano García Remón. Nació en Madrid el 30 de septiembre de 1950. De la cantera del Real Madrid, pasó cedido por el Talavera y el Oviedo antes de recalar definitivamente en la primera plantilla, hasta su retirada quince temporadas después. De blanco logró 7 títulos de Liga, 4 de Copa, 2 Copas de la UEFA y 1 Copa de la Liga y mantuvo con Miguel Ángel, durante varios años,  una fructífera rivalidad por la titularidad de la portería madridista. Fue dos veces internacional, ambas en 1973 y recibió un gol. Portero muy completo, vivió un auténtico calvario con diversas lesiones graves que lastraron su gran proyección.

Abel Resino. Nacido en Velada (Toledo), el 2 de febrero de 1960. Pasó por el Toledo y el Ciempozuelos, antes de recalar en el Atlético de Madrid, donde se convertiría en uno de los mejores guardametas de España. Se retiró en las filas del Rayo Vallecano. Como colchonero conquistó dos Copas del Rey, una Supercopa y el Trofeo Zamora de la temporada 1990-91, la mejor de su carrera, con su plusmarca mundial de 1.275 minutos sin recibir un gol. Potente en el salto, autoritario con su defensa y de grandes reflejos, fue dos veces internacional (con tres goles), ambas en 1991, su mejor año.

Ricardo López. Nació en Madrid el 31 de diciembre de 1971. Ha jugado en el Real Ávila, Atlético de Madrid, Valladolid, Manchester United, Rácing de Santander y Osasuna, donde aún permanece. Con el Atlético logró una Liga y una Copa (fue el suplente de Molina en el gran año del doblete) y en Inglaterra, un Campeonato de Liga con el Manchester, club en el que se mantuvo dos temporadas. Dos veces internacional entre 2001 y 2002 y un gol encajado, viajó como portero suplente de Casillas al Mundial de Corea y Japón en 2002.

Manuel Vidal. Nació en Bilbao el 15 de octubre de 1901. Jugó en los tres grandes del fútbol español de su época, el Athlétic, con el que logró dos Campeonatos de Copa, el Barcelona, con el que conquistó la primera Liga en la temporada 1928-29 y el Real Madrid. El 22 de mayo de 1927, en un amistoso ante Francia disputado en Colombes, sustituía a Zamora bajo los palos de la Selección, disputando de esta manera, su único partido internacional. En los 41 minutos que estuvo en el campo, logró mantener su puerta a cero.

Juan José Nogués. Nació el 28 de marzo de 1909 en Borja (Zaragoza). Fue guardameta del Zaragoza y del Barcelona, equipo con el que logró la Copa del Generalísimo de 1942. Viajó como suplente al Mundial de Italia en 1934 y por lesión de Zamora, hubo de disputar el desempate de los cuartos de final frente a la selección anfitriona. Nuestro equipo cayó por uno a cero, lo que supuso el adiós de España al Campeonato y el de Nogués a la Selección.

José Pérez. Nació en Arrecife, Lanzarote (Las Palmas), el 24 de octubre de 1908. Después de pasar por equipos de las Islas como el Arenal y el Real Club Victoria, ficha por el Hércules de Alicante donde se convertiría en uno de sus principales baluartes. También jugaría en el Granada y el Marino. Fue el guardameta de la Selección en el primer partido de España después de la Guerra Civil, el 12 de enero de 1941. Disputó 42 minutos y no recibió ningún gol. El único internacional absoluto en la historia del Hércules.

José María Echevarría. Nacido en Algorta (Vizcaya) el 30 de octubre de 1920. De la cantera del Athlétic, logró el doblete con el primer equipo en la temporada 1942-43 y un Trofeo Zamora dos años antes. Seis veces seleccionado por el combinado nacional y una sola presencia en el marco español, en 1941, cuando sustituyó a Pérez en el primer compromiso internacional de la posguerra, recibiendo los dos goles de  Portugal (2-2). Con tan sólo 23 años, una enfermedad pulmonar le obligó a dejar la práctica del fútbol, poniendo fin a su corta y prometedora carrera como guardameta.

José Trías. Nació en Barcelona el 16 de octubre de 1921. Catorce temporadas guardando la meta del Español, interrumpidas por una en la que defendió la puerta del Murcia. Con los Periquitos alzó la Copa del Generalísimo en 1940 y le disputó a Martorell la titularidad bajo los palos durante varios años. Una vez internacional, en 1941, con victoria española sobre Portugal por 5-1.

Juan Acuña. Nació en La Coruña, el 13 de febrero de 1923. Toda su vida ligado al Deportivo, meta que defendería durante 20 años. Uno de los mejores guardametas de su generación y pretendido por todos los grandes de España, su fidelidad al equipo de su tierra le permitió lograr cuatro Trofeos Zamora pero, quizá, le privó de una carrera internacional acorde a sus excelentes condiciones. En diciembre de 1941, con 18 años y 10 meses, se convertía en el portero español más joven en debutar con la Selección, marca que aún perdura. En su único compromiso con España, recibió un gol. En 1950 viajó como tercer portero al Mundial de Brasil, donde no disputó ningún minuto, aunque sí pudo disfrutar de la cuarta plaza lograda por nuestro equipo.

José Bañón. Nacido el 19 de abril de 1922 en Alicante. Perteneció al Hércules y al Real Madrid, al que llegó con 21 años. Se adjudicó un Trofeo Zamora y alzó dos Campeonatos de Copa. De sorprendente elasticidad y agilidad, una afección pulmonar le retiró prematuramente, a los 27 años. Dieciocho convocatorias con la Selección y un partido disputado, en 1947, con dos goles recibidos.

Raimundo P. Lezama. Nació en Baracaldo (Vizcaya) el 29 de noviembre de 1922. A los 15 años, a causa de la Guerra Civil, marchó a Inglaterra donde permaneció  hasta 1941. Jugó en el Southampton y Manchester United, antes de regresar a España para enrolarse en el Arenas. De allí, al Athlétic, con el que vivió la época más gloriosa de su historia. Dos Ligas, seis Copas y un Zamora, junto a los Gaínza, Zarra, Panizo, Iriondo, Nando o Venancio, así lo atestiguan. Su influencia inglesa marcaría sus magníficas condiciones como guardameta, convirtiéndose en todo un innovador de la posición. El saque con la mano o a bote pronto, formaban parte de sus novedosos registros. Un partido internacional con dos goles encajados, en 1947, es su balance con la Selección. Uno de los grandes cancerberos vascos de la historia.

Fernando Argila. Nació el 26 de diciembre de 1922 en Barcelona. Comenzó dedicándose al baloncesto, aunque pronto cambiaría la canasta por los tres palos. Tres temporadas en el Barça (con un título de Copa) y 9 en el Oviedo, interrumpidas por la cesión de un año al Atlético de Madrid. En enero de 1954 ocupó por primera y única vez la portería del equipo nacional, ante Turquía, en partido clasificatorio para el Mundial de Suiza, con victoria española por cuatro tantos a uno.

Juan Antonio Deusto. Nació en Bilbao, el 8 de enero de 1946. Quince temporadas como profesional, repartidas entre el Athlétic, el Málaga y el Hércules. En San Mamés logró un título de Copa en cinco años, pero su eterna suplencia de un Iríbar en plenitud le obligó a emigrar al Málaga, donde viviría la cara y la cruz del fútbol. Un Trofeo Zamora en 1972, un partido internacional en 1973 y un descenso en 1975, año en el que aterrizó en el Hércules. Guardameta de una extraordinaria categoría, como a tantos otros coetáneos, Iríbar le privó de un mayor protagonismo. En su única presencia con la Selección, dos goles de Jupp Heynckes le amargaron el debut.

José Luis F. Manzanedo. Nació en Burgos, el 10 de febrero de 1956. Militó en el Burgos, Valencia, Valladolid, Sabadell y Cultural Leonesa. Con el cuadro ché consiguió 1Copa del Rey, 1 Recopa de Europa, 1 Supercopa de Europa y 1 Trofeo Zamora. De grandes reflejos y agilidad, otros grandes porteros de la época le cerraron las puertas de la Selección. Una vez internacional, en 1977, sustituyendo a Arconada en el descanso. Venció España y mantuvo su portería a cero.

José Manuel Ochotorena. Nació en San Sebastián, el 16 de enero de 1961.De la cantera del Real Madrid, debutó con los grandes con apenas 20 años por una huelga de jugadores profesionales. Dos temporadas después subió definitivamente al primer equipo, donde tuvo una gran competencia con Miguel Ángel primero y Buyo después. Con esa plantilla, levantó 3 Ligas, 1 Copa, 2 Copas de la UEFA y 1 Copa de la Liga. Fichó por el Valencia, con el que alcanzó su mejor nivel, con un Trofeo Zamora y la convocatoria para el Mundial de Italia en 1990. Jugó también en el Tenerife, Logroñés y Rácing de Santander. Una vez internacional, en 1989, con victoria sobre Polonia por 1-0.

Julen Lopetegui. Nacido el 28 de agosto de 1966 en Asteasu (Guipúzcoa). Perteneció al Real Madrid, UD Las Palmas, Logroñés, Barcelona y Rayo Vallecano. Sin apenas oportunidades en los dos grandes del fútbol español, sí pudo saborear, al menos, 1 Liga, 1 Copa, 4 Supercopas y 1 Recopa. En el Logroñés, sí gozó de oportunidades para demostrar que era uno de los mejores porteros de España. Jugó un partido con el equipo nacional, en 1994, y formó junto a Zubi y Cañizares el trío de guardametas para el Mundial de Estados Unidos. El único internacional en la historia del Logroñés y actual seleccionador Sub-21.

Juan Miguel García, Juanmi. Nació en Cartagena (Murcia), el 9 de marzo de 1971. Pasó por el Cartagena, Real Madrid, Zaragoza, Deportivo, Murcia y Nástic de Tarragona. Conquistó 3 Copas del Rey, 1 Recopa y 1 Supercopa. Cartagenero él, curiosamente disputó su único partido internacional en su ciudad natal, en un amistoso en el que España venció por 3-0 a Polonia, en enero de 2000.

César Sánchez. Natural de Coria (Cáceres), nació el 2 de septiembre de 1971. Perteneció al Valladolid, Real Madrid, Zaragoza y Valencia. Con los merengues vivió su mejor momento, pues no en vano consiguió 2 Ligas, 2 Supercopas, 1 Liga de Campeones, 1 Supercopa de Europa y 1 Copa Internacional, llegando incluso a arrebatarle la titularidad al mismísimo Casillas. De grandes condiciones y muy completo, no tuvo tanta suerte en la Selección, en la que jugó sólo un partido y recibió los 4 goles con los que Alemania nos vapuleó en un amistoso, en agosto de 2000.

Pedro Contreras. Nació en Madrid el 7 de enero de 1972. Perteneció a la plantilla del Real Madrid que logró 1 Liga, 1 Supercopa, 1 Copa de Europa y 1 Copa Intercontinental. Sin opciones de jugar en el club blanco, fue cedido una temporada al Rayo Vallecano, para terminar fichando por el Málaga (una Intertoto), el Betis (una Copa del Rey) y el Cádiz. Una vez internacional y cero goles recibidos, en octubre de 2002. El tercer portero de España en el Campeonato del Mundo de Corea y Japón.

Daniel Aranzubía. Nació el 18 de septiembre de 1979 en Logroño. Canterano del Athlétic, perteneció al primer equipo durante 8 temporadas, hasta recalar en el Deportivo de La Coruña en el verano de 2008. En el equipo de Riazor ha conquistado una Copa Intertoto y aún se mantiene como titular. En 1999 alternó el puesto con Casillas en el Mundial Sub-20 de Nigeria que conquistó España y fue el cancerbero titular en los Juegos de Sydney al año siguiente, donde nuestro equipo logró la medalla de plata. Con la Selección absoluta disputó un encuentro, sin recibir gol alguno, en junio de 2004. Convocado para la Eurocopa de Portugal de ese mismo año, vio desde el banquillo los tres partidos de nuestro equipo.

Diego López. Nació en Paradela (Lugo), el 3 de noviembre de 1981. Ha jugado en el CD Lugo, Alcorcón, Castilla, Real Madrid, Villarreal y Sevilla. Recientemente recuperado para el equipo de Concha Espina, por la lesión de Casillas, ocupa su portería desde el pasado mes de enero. Precisamente como suplente de Iker, vivió la consecución del Campeonato Nacional de Liga de la temporada 2006-07. Una vez internacional, en Macedonia, en agosto de 2009, manteniendo su puerta a cero. Muy seguro y con grandes reflejos,  fue el tercer portero en la Copa Confederaciones de Sudáfrica, en la que España se colgó la medalla de bronce.




Los máximos goleadores de la selección, por año natural

En el fútbol español, no hace mucho tiempo, ha surgido la singular moda de escudriñar, rebuscar e inspeccionar entre los números de los goleadores, con el fin de obtener cifras o datos estadísticos curiosos, aunque con una más que dudosa utilidad. Las escandalosas cifras anotadoras de Messi y Cristiano Ronaldo principalmente, ha propiciado esta corriente numérica que llega a ser casi mareante. Que si goles marcados con la cabeza, que si con el pie derecho, que si con el izquierdo. Que si tantos conseguidos en la primera parte, o en la segunda, o jugando como local, o goles logrados como visitante, o antes de la primera media hora… Imagino que la proliferación actual de las casas de apuestas deportivas habrá tenido mucho que ver  con esta moda. El caso es que, de toda esta, llamémosle novedad estadística, sí me ha parecido interesante el dato de saber cuántos goles ha materializado un determinado jugador en un año natural. Movido por la curiosidad, comencé a indagar en mis archivos sobre la Selección, para confeccionar una lista con los máximos anotadores de cada año natural en el equipo nacional. Siguiendo el único criterio de que el futbolista haya logrado 6 ó más goles por año, la relación, en orden descendente, es la siguiente: 

  • 1. En primer lugar, y como no podía ser de otra forma, aparece David Villa, nuestro máximo artillero histórico, que logró 12 goles en el año 2008. Disputó 13 partidos y encadenó una racha de 5 encuentros consecutivos marcando, igualando a Zarra y Kubala en este apartado, a los que luego superó en el primer choque de 2009 con otra nueva diana. De esa docena de goles, destacan sobremanera los cuatro logrados en la Eurocopa de Austria y Suiza, que coronó a España como la mejor y al asturiano como máximo anotador del campeonato. 
  • 2. El segundo puesto es también para el delantero de Tuilla, entonces en las filas del Valencia. Sumó 11 dianas en 2009, para lo que necesitó 13 partidos internacionales. 
  • 3. El bronce es para Raúl González. En 1999 se convirtió en el primero de nuestros futbolistas en llegar a los 10 tantos internacionales en un mismo año. Los consiguió en 9 partidos disputados, destacando sus 4 dianas a Austria, en la goleada por 9 a 0 camino de la Eurocopa 2000. 
  • 4. En cuarto lugar y con 9 goles, aparecen Gaspar Rubio, Isidro Lángara y, de nuevo, David Villa. Rubio logró esa cifra en tan sólo tres compromisos. Los únicos tres partidos que nuestra Selección disputó en 1929 (dos de esos goles se los marcó a Inglaterra en la célebre primera derrota de los Pross lejos del Reino Unido). Lángara igualó esa marca en el año 1934, aunque necesitó un encuentro más. Acribilló a Portugal en la eliminatoria previa al Mundial de Italia, con 7 goles en los dos choques, para luego hacer doblete ante Brasil en nuestro estreno mundialista. Tanto las 9 dianas de Rubio como las de Lángara, fueron logradas consecutivamente, lo que supone un récord nacional todavía no igualado. Villa cantó también nueve goles en el año 2010, en 16 partidos. Cinco de esos tantos los hizo en Sudáfrica, en el Campeonato Mundial que se adjudicó nuestro equipo y que le auparon a la primera posición en la lista de goleadores del torneo. 
  • 5. Ocho goles en un año natural con España fueron conseguidos por los jugadores Kubala (año 1957, en 6 partidos), Butragueño (1986, en 12 encuentros. La mitad de esos 8 tantos se los hizo a Dinamarca en los inolvidables octavos de final de México-86), Raúl (en 2003, con 10 partidos), Fernando Torres (año 2005, en 12 compromisos internacionales) y David Villa (en 2006, con 14 encuentros). 
  • 6. El 6º puesto de esta curiosa lista es para siete jugadores, que materializaron 7 dianas en un mismo año. A saber: Telmo Zarra (en 1950, 4 de ellos en el Mundial de Brasil, donde se consagró como uno de los mejores goleadores del mundo. Para esos 7 tantos, necesitó sumar 8 partidos), Di Stéfano (en 1957, año de su debut con La Roja, en 7 encuentros disputados), Butragueño (en 1990, con 11 partidos jugados), Julito Salinas (en dos años consecutivos, 1993 y 1994, con 8 y 12 encuentros, respectivamente), Morientes (año 1998, en 6 partidos), David Villa (en 2011, año en el que superó a Raúl como máximo goleador de nuestro equipo y en el que disputó 11 compromisos con la Selección) y Pedro Rodríguez, Pedrito (máximo goleador del equipo nacional en 2012, con esos 7 goles en 8 partidos). 
  • 7. Por último, aparecen en esta clasificación, los 8 jugadores españoles capaces de conseguir 6 goles en un año natural con la Selección. Quizá, el caso más sorprendente de todos sea el de Eduardo González, conocido futbolísticamente como Chacho, interior del Deportivo coruñés, que logró esa media docena de dianas en el único compromiso que jugó en 1933. Era el partido de su debut con el equipo nacional y materializó 6 de los 13 goles con los que nuestro equipo aplastó a Bulgaria, en un amistoso disputado en Madrid. Por este motivo, Chacho ostenta el récord de tantos marcados en un sólo partido con la Selección. Zarra, en el año 1951, también logró unos números asombrosos, con 6 dianas en 3 encuentros. Di Stéfano cantó media docena de goles en dos años seguidos. En 1959, con 5 partidos y en 1960, año en el que disputó 8 compromisos internacionales. Pirri sería el sorprendente artillero del equipo español en el año 1971, con esos 6 goles en tan sólo 4 partidos. Santillana logró esa marca en 1983, con 6 encuentros jugados. Sin duda, los 4 aciertos que tuvo frente a Malta en la histórica goleada, contribuyeron decisivamente a ello. En 1989, José Miguel González, Míchel, fue el más efectivo de nuestro equipo, con 6 tantos en 8 compromisos. Isma Urzáiz obtuvo exactamente los mismos guarismos que Míchel, en el año 1999. Y en el año 2002, Raúl sumó a sus registros anotadores, 6 goles en los 9 partidos que disputó. 

CUADRO RESUMEN DE LOS MÁXIMOS GOLEADORES DE LA SELECCIÓN EN UN AÑO NATURAL 

GOLES JUGADOR AÑO (PARTIDOS)

12

D. Villa 2008  (13)

11

D. Villa 2009  (13)

10

Raúl 1999  (9)

9

G. Rubio 1929  (3)

9

Lángara 1934  (4)

9

D. Villa 2010  (16)

8

Kubala 1957  (6)

8

Butragueño 1986  (12)

8

Raúl 2003  (10)

8

F. Torres 2005  (12)

8

D. Villa 2006  (14)

7

Zarra 1950  (8)

7

Di Stéfano 1957  (7)

7

Butragueño 1990  (11)

7

Julio Salinas 1993  (8)

7

Julio Salinas 1994  (12)

7

Morientes 1998  (6)

7

D. Villa 2011  (11)

7

Pedro 2012  (8)

6

Chacho 1933  (1)

6

Zarra 1951  (3)

6

Di Stéfano 1959  (5)

6

Di Stéfano 1960  (8)

6

Pirri 1971  (4)

6

Santillana 1983  (6)

6

Míchel 1989  (8)

6

Urzáiz 1999  (8)

6

Raúl 2002  (9)

 FE DE ERRORES: En mi artículo del mes pasado (Cuadernos de Fútbol nº 39), hacía mención a los nueve Mundiales consecutivos que lleva disputados la Selección Española desde 1978, exactamente igual, decía, que Brasil, Alemania e Italia en el mismo período, olvidando añadir a este selecto grupo a la selección argentina, que tampoco ha faltado a ninguna de las últimas nueve Copas del Mundo (diez, en concreto). Pido disculpas por haber obviado a una de las más grandes.

 

 

Julio Larrey Sierra

Febrero de 2013

 




Las ausencias de la selección nacional en la copa del mundo de fútbol

Ahora que nuestro equipo nacional es brillante campeón de todo, número uno en la clasificación de la FIFA, ahora que ostenta el récord mundial de victorias consecutivas, de encuentros consecutivos sin perder y de fases clasificatorias para Mundiales o Eurocopas inmaculadas, con pleno de victorias, convendría recordar que ni mucho menos esto siempre fue así. Más bien, todo lo contrario. La historia del combinado español ha sido un verdadero compendio de sufrimiento, fracasos, decepciones, fallos clamorosos, desilusiones e injusticias arbitrales, acontecido, todo ello, en los más importantes eventos internacionales de este deporte, esto es, en los Campeonatos del Mundo y en los Campeonatos de Europa. En los momentos más cruciales y decisivos de cada competición internacional, a nuestra Selección siempre le faltó una peseta para completar el duro. Todo esto, cuando lograba clasificarse. Porque en no pocas ocasiones el equipo nacional español fue incapaz, siquiera, de meterse entre los participantes de una fase final. Una clasificación para un gran evento internacional, llegó a convertirse en toda una gesta épica deportiva. Quién nos ha visto y quién nos ve.

 Veamos, a continuación, el cómo y el por qué de esa incapacidad recurrente, casi endémica, para poder disputar la fase final de una Copa del Mundo, que en determinadas épocas caracterizó a la Selección Española. Ejercicio éste doblemente saludable, creo. Primero, para no olvidar nunca quiénes somos ni de dónde venimos, y en segundo lugar, porque puede ser ésta la mejor forma de valorar real y justamente lo que ha logrado el actual combinado español entre los años 2008 y 2012.

En 1929, en el congreso de la FIFA celebrado en Barcelona, se acordó que la primera edición del Campeonato del Mundo de Football se disputara al año siguiente en Uruguay, doble campeona olímpica y que celebraría en ese 1930 el centenario de su Constitución. La designación de la sede no pudo ser más desafortunada y polémica. Las selecciones europeas más potentes renunciaron casi en bloque, alegando la lejanía e incomodidad del viaje, inconscientes aún, seguramente, de la magnitud que adquiriría ese campeonato en ciernes algunos años después. Los clubes españoles tampoco fueron ajenos a esta polémica, negándose a ceder a sus mejores jugadores durante casi un mes, para un torneo que iba a disputarse allende los mares. Por todo esto, al primer Campeonato Mundial de Fútbol acudieron 13 países participantes, de los que tan sólo 4 (Francia, Bélgica, Rumanía y Yugoslavia) procedían del Viejo Continente. España, que contaba con un magnífico elenco de jugadores (Zamora, Ciriaco, Quincoces, Quesada, Muguerza, Marculeta, Lazcano, Goiburu, Gaspar Rubio, Padrón, Bosch, Vantolrá, Luis Regueiro, Gorostiza…), se quedaba a las puertas, posiblemente, de una gran oportunidad. Primer Campeonato Mundial, pues, primera ausencia española.

 Pero si hablamos de oportunidades perdidas, probablemente la del año 1938 haya sido una de las más dolorosas. Tras el más que decoroso papel jugado por nuestro equipo en el Mundial italiano de 1934, (donde sólo la alevosa actuación de los señores Baert y Mercet, los colegiados que dirigieron los dos partidos frente a los anfitriones, descaradamente a su favor, nos impidió jugar las semifinales), el equipo nacional español había logrado formar un fabuloso conjunto, con la que ha sido una de las mejores generaciones de futbolistas de su historia. Jugadores de la talla de Guillermo Eizaguirre, Blasco, Ciriaco, Zabalo, Quincoces, Areso, Aedo, Cilaurren, Muguerza, Lecue, los hermanos Regueiro, Iraragorri, Ipiña, Herrerita, Zubieta, Lafuente, Vantolrá, Gorostiza, Campanal, Escolá o Lángara, perdieron todas las opciones de defender la camiseta de España en el Campeonato que organizó Francia en el verano de 1938, con el estallido de la Guerra Civil dos años antes. Una grandísima Selección, sin duda, que muy probablemente se hubiera subido al carro de los principales favoritos para levantar la Copa Jules Rimet en los terrenos franceses. Las extraordinarias exhibiciones de fútbol y goles que dio la selección de Euskadi por Centroeuropa y Sudamérica, durante los años de la contienda española, con el grueso principal de ese grupo de jugadores, puede ser una buena prueba de ello. En fin, una verdadera lástima.

 Con la Segunda Guerra Mundial asolando gran parte de Europa y del mundo, las ediciones que debieron disputarse en 1942 y 1946, quedaron pendientes de un marco social, económico y político mucho más propicio y hasta el año 1950 no se reanudó la actividad mundialista con el Campeonato disputado en Brasil. Como es por todos conocido, nuestro equipo pudo dejar bien alto el pabellón con un cuarto puesto que supo a victoria, para un país que se relamía aún las heridas de una guerra fratricida y que, durante 60 años, significaría la mejor clasificación española en una Copa del Mundo.

Cuatro años después, el Mundial volvía a Europa, a la floreciente Suiza, en donde nuestra Selección tendría que haber refrendado su magnífica actuación del torneo brasileño. El resultado final no pudo ser más frustrante. Encuadrada en el Grupo 6º clasificatorio con la selección turca como único rival, el pase para la fase final de Suiza se daba como seguro, mucho antes de echar a rodar el balón. Como dando la razón a los que así pensaban, en el encuentro de ida disputado en Chamartín el día de Reyes de 1954, nuestro equipo se impuso por un claro y contundente 4-1, con Venancio, Gaínza, Miguel y Alsúa como autores materiales de la goleada. La primera decepción, sin embargo, no tardó en llegar cuando, en la vuelta, jugada en Estambul, el equipo español caía derrotado por la mínima, tras una pobrísima actuación. Como no se tenía en cuenta la diferencia de goles, sólo los puntos, se hacía necesario un partido de desempate, para el que se designó el estadio Olímpico de Roma. Minutos antes de que ambos contendientes saltaran al terreno de juego, en la delegación española se recibió un misterioso telegrama de la FIFA por el que se «llamaba la atención a la Federación Española sobre la alineación del jugador Kubala».

 Curiosa advertencia ésta para el húngaro nacionalizado español, que llevaba ya disputados  cuatro partidos internacionales con nuestro combinado nacional. Luis Iribarren, seleccionador patrio, temeroso de una posible descalificación por alineación irregular del genio magiar, decidió dejarlo en la grada, para formar con Carmelo; Segarra, Biosca, Campanal; Gonzalvo III, Puchades; Arteche, Venancio, Escudero, Pasieguito y Gaínza. Nos quedábamos, pues, sin el concurso de nuestro mejor jugador, en el partido decisivo. No obstante, España empezó bien y se adelantó pronto en el marcador por medio del debutante Arteche. Pero un despiste atrás de Biosca permitió a Burhan lograr el empate, resultado con el que se llegaría al descanso. En la segunda parte la Selección comenzó a perder el control de la situación, circunstancia que aprovechó Suad para fusilar a Carmelo, a los veinte minutos. Escudero logró empatar a falta de menos de un cuarto de hora y, aunque volvió a marcar de nuevo, el tanto se anuló por fuera de juego y el encuentro desembocó irremediablemente en la prórroga. Lo que había parecido al principio una eliminatoria sencilla, se convertía ahora en una prolongación, en el partido de desempate. En esta prórroga España sí mereció más pero no le acompañó la fortuna. Escudero adelantó a nuestro equipo nuevamente, en lo que parecía el tanto de la clasificación, pero el colegiado italiano Giorgio Bernardi, incomprensiblemente anuló el gol. Finalmente, y por el reglamento absurdo e injusto de la FIFA, la clasificación  hubo de resolverse por… ¡sorteo! Se introdujeron en una copa dos papeletas con los nombres de ambos equipos. El hijo de un dirigente italiano de la FIFA, el bambino Franco Gemma, con los ojos previamente vendados, extrajo la papeleta con el nombre de Turquía y ahí se acabó todo. Nos quedábamos sin Mundial. Cierto es que aquel telegrama previo al partido fue un tanto extraño y que nunca se supo a ciencia cierta por qué Kubala no pudo jugar el encuentro. Cierto es que se nos anularon dos goles, uno de ellos legal a todas luces. Cierto es también, que en el sorteo final no nos sonrió la suerte, pero es que tampoco la merecíamos realmente. No habíamos sabido dejar en la cuneta a un equipo netamente inferior, después de tres partidos disputados. Aquella fue la mayor decepción del fútbol español en muchos años.

 Desgraciadamente, no fue la última. En la fase clasificatoria para la Copa del Mundo de Suecia, en 1958, la Selección quedó encuadrada en el Grupo 9 europeo, con Escocia y Suiza como contrincantes. Sólo el campeón obtendría el premio de disputar el Mundial. Con el Real Madrid camino de su tercera Copa de Europa consecutiva  y con un FC Barcelona, un Athlétic de Bilbao y un Atlético de Madrid repletos de grandes figuras, el equipo nacional español disponía de un conjunto brillante,  capaz de lograr el billete mundialista sin excesivos problemas. Más aún, si se tiene en cuenta que sólo dos meses antes del comienzo de la fase previa el seleccionador español, Manolo Meana, había hecho debutar con la casaca roja al mejor futbolista del mundo, Alfredo Di Stéfano.

Disponíamos, pues, de un gran equipo, con una de las mejores delanteras del concierto internacional (Miguel o Basora, Kubala, Di Stéfano, Luis Suárez y Gento). De nuevo, todo resultó un fiasco. En el primer envite, en Madrid, España no pasó del empate a dos frente a Suiza, a pesar de su quinteto ofensivo de lujo. La incomprensible decisión de Meana de hacer jugar de ariete a Suárez pudo ser una de las causas del grave tropiezo. Más que grave, decisivo, pues ese punto perdido ante los helvéticos resultaría crucial en la clasificación final. Luis Suárez y Miguel marcaron para España, mientras que Josef Hügi, con un doblete, lo hacía para su equipo. Las grandes figuras españolas volvían a mostrar su peor cara representando a nuestro fútbol. Dos meses después tocaba rendir visita al imponente Hampden Park de Glasgow. Otra vez, naufragio total. Meana repitió con Ramallets en el marco y con Miguel, Kubala, Di Stéfano, Suárez y Gento arriba y modificó toda la línea media y defensiva. La calidad técnica del equipo español fue superada por el ímpetu, la presión, la garra y la contundencia de los escoceses, que se impusieron por cuatro tantos a dos. Mudie, con tres goles y Hewie, de penalti, hicieron inútiles los aciertos de Kubala y Suárez. Suecia se alejaba cada vez más. Sin embargo, dado el enorme talento de nuestros jugadores y la excelente salud de la que gozaba el fútbol nacional a nivel de clubes, aún se confiaba en la clasificación. Había que ganar a escoceses en Madrid y a suizos en Lausana y, eso sí, esperar que los de las Islas no ganaran en Basilea. Como casi siempre, no dependíamos de nosotros mismos. Como tantas veces, las cuentas de la lechera no salieron. El equipo español devolvía la goleada a los escoceses (4-1, con tantos de Mateos, Kubala y dos de Basora) y pasaba por encima de los helvéticos (1-4), con, al fin, una destacada actuación de las principales figuras, Kubala y Di Stéfano, que firmaron un doblete cada uno. A buenas horas, mangas verdes. Escocia hizo lo que tenía que hacer. Vencer a Suiza en ambos choques, para sellar su pasaporte a Estocolmo. El fracaso fue sonado. Un equipo de grandes estrellas, algunas de ellas primerísimas figuras del fútbol mundial, se quedaba fuera de una Copa del Mundo una edición más.

 Un gol in extremis de José Armando Ufarte frente a la República de Irlanda, en noviembre de 1965, en el partido de desempate, otorgaba a nuestra Selección la clasificación para la fase final del Mundial de Inglaterra-66. Dado que nuestros chicos habían disputado también el Campeonato del Mundo de Chile, en 1962, era la primera vez que la Selección Nacional se clasificaba para dos Copas del Mundo de forma consecutiva. Todo un hito por aquel entonces. Pero, claro, tras años de bonanza (dos clasificaciones sucesivas, con fracasos estrepitosos en las ambas fases finales), tocaba de nuevo una larga travesía por el desierto. El superprofesionalizado fútbol español tardaría la friolera de doce años en volver a disfrutar (?) del mayor evento internacional de este deporte.

 En la década de los 70 nuestro deporte rey vivió muy posiblemente el  mayor período de decadencia de su historia. La apertura de las fronteras a jugadores extranjeros propició, sin duda, la llegada de grandes figuras (Cruyff, Netzer, Breitner, Kempes, Luiz Pereira,…), pero también una avalancha de mediocridad a discreción, que perjudicó tanto a los clubes como al equipo nacional y sumió a nuestro fútbol en una etapa sombría de la que costó muchísimo salir. A nivel de clubes, España perdió su peso específico y dominio absoluto en el escenario europeo (una final de Recopa perdida por el Real Madrid, una de Copa de Europa por el Atlético y una de la UEFA por el Athlétic, es el triste balance de este ciclo, hasta la Recopa lograda por el Barça ya en 1979) y desde luego, a nivel de Selección, el resultado de este decenio ha sido el peor de su extensa andadura internacional. Incapaz de clasificarse para las fases finales de las Eurocopas de Bélgica-72 y Yugoslavia-76 (torneos de cuatro equipos), ni para los Mundiales de México-70 y Alemania-74, el equipo nacional español peregrinó por el desierto de los grandes y sonados triunfos en encuentros amistosos y los descalabros más decepcionantes en los partidos clasificatorios.

 Después de haber estado presente en los dos últimos Mundiales y ya con un título de campeón de Europa en nuestro zurrón, en octubre de 1968 y con Eduardo Toba como seleccionador, comenzaba para España la liguilla clasificatoria para la Copa del Mundo de México. Con Bélgica, Yugoslavia y Finlandia como rivales, de los que sólo se clasificaba el campeón del grupo, nuestros chicos se estrenaban en el estadio del Estrella Roja de Belgrado con un esperanzador empate a cero. Esperanzador no por el juego desplegado, soso, ramplón, sin profundidad ni remate, sino por el punto obtenido en casa del vigente subcampeón europeo. Dos meses más tarde nos visitaba Bélgica, en un desangelado Santiago Bernabéu. Desastrosa actuación del cuadro español, que salvó un punto milagrosamente casi al final del duelo. A falta de quince minutos, Gárate acertaba con el portal belga para igualar el tanto logrado por Devrindt, en la primera jugada del partido. Una vez más, clasificación cuesta arriba a las primeras de cambio. Había que ganar en Lieja, o al menos no perder, para seguir teniendo opciones. El 23 de febrero de 1969, en el estadio Sclessin, nos la jugábamos de verdad y a Toba no se le ocurrió otra cosa que salir con este once: Iríbar; Martín, Gallego, Zoco, Eladio; Glaría, Claramunt, Velázquez, Grosso; Amancio y Vavá. Equipo de contención con sólo dos hombres en punta y táctica ultradefensiva, para un partido que había que ganar. Y ya se sabe lo que pasa cuando se juega a no perder… A la media hora Johan Devrindt volvía a dejar en evidencia a la retaguardia española, como ya ocurriera en Madrid. Con los belgas por delante en el marcador y los españoles incapaces de revertir la situación, el tiempo corría y a España se le escapaba el billete para México. A los veinte minutos de la segunda parte, Eladio, expulsado por el danés Sorensen, se negó a abandonar el campo y tuvo que ser retirado por las fuerzas de orden público con más brusquedad que buenos modales. La grotesca escena terminó con el poco brío que les quedaba a los nuestros.

  A siete minutos del final, Devrindt asestaba el golpe de gracia a las escasas esperanzas españolas y ponía a su selección con pie y medio en México. Juan Manuel Asensi, que debutaba en sustitución de Claramunt, acortaba distancias al minuto siguiente, pero fue insuficiente. España se despidió del Mundial y Eduardo Toba de su cargo como seleccionador. Matemáticamente eliminados, quedaban aún tres partidos para cumplir con el calendario. Para dirigir esos tres últimos intrascendentes compromisos, la Federación optó por una solución de emergencia: nombrar para el cargo de seleccionador al triunvirato Miguel Muñoz, Salvador Artigas y Luis Molowny, es decir, los técnicos de los tres primeros clasificados de la Liga, Real Madrid, FC Barcelona y UD Las Palmas, respectivamente. Cosas de nuestros dirigentes federativos… En el mes de abril se recibió a los yugoslavos en el Camp Nou. Los balcánicos, aún con opciones reales de clasificarse, se toparon de bruces, mira por dónde, con un gran conjunto español, que antes de la media hora ya vencía por dos tantos a cero gracias al acierto de Bustillo y Amancio. En la segunda parte, Pavlovic establecía el dos a uno final, resultado que clasificaba definitivamente a los belgas. Aún faltaba el trámite del doble enfrentamiento frente a los finlandeses, para cerrar esta decepcionante ronda clasificatoria. El 25 de junio nuestros representantes patrios confirmaron sobre el terreno de juego la apatía, desidia y desinterés con el que se estaba acudiendo en los últimos tiempos a las llamadas de la Selección. Desde su bautismo internacional allá por 1920 en la Olimpiada de Amberes, el equipo español nunca había sufrido tan degradante afrenta. El partido contra Finlandia, en el Olímpico de Helsinki, supondría el mayor fracaso de la historia futbolística española. Un equipo nacional superprofesionalizado, pero sin alma, ilusión ni vergüenza, caía estrepitosamente ante un conjunto de correosos y animados electricistas, carteros, fontaneros y funcionarios. A los veintiún minutos España, que jugaba con un absurdo e intolerable aire de superioridad, había recibido ya dos mazazos en forma de goles, gracias al ímpetu de los fineses que aprovecharon dos regalitos de nuestra zaga. Desde ese instante y hasta el final, el encuentro fue la historia del quiero y no puedo. Sin control, sin dominio, sin gol, España intentó subsanar el vergonzoso resultado, intrascendente para la clasificación aunque bochornoso para nuestra historia, pero fue incapaz de lograrlo. El 2-0 final (tantos de Lindholm y Tolsa), consumaba la mayor humillación sufrida hasta entonces por nuestro fútbol. El experimento del trío de seleccionadores terminaba, por tanto, de esta manera tan lamentable y el otrora fabuloso jugador, Ladislao Kubala, se hacía con las riendas del banquillo nacional. En su puesta de largo como técnico del equipo español, se impuso a Finlandia en el último choque, en lo que ha sido una de las goleadas más estériles de nuestra historia. Seis goles a cero (Pirri, Gárate, dos, Velázquez, Amancio y Quino), que, si acaso, sirvieron para despedir con ciertos honores la carrera internacional del gran Paco Gento. Una nueva era, se dijo, comenzaba para nuestra Selección…

 Eliminados también en la fase previa de la Eurocopa de 1972 (torneo con un formato similar a la actual Liga de Campeones), a los conocidos como Kubala Boys se les presentaba ahora un nuevo reto: la clasificación para el Mundial de Alemania de 1974. Con Yugoslavia de nuevo como rival de grupo, además de Grecia,  solamente el primer clasificado obtendría el pasaporte mundialista. Nuestros chicos se estrenaron en el otoño de 1972 en el estadio Insular de Las Palmas de Gran Canaria, con un empate a dos frente a los Plavi. Amancio inauguró el marcador a los 30 minutos, pero las huestes de Miljan Miljanic, en un notable partido, supieron remontar el resultado con dos goles de su delantero centro Dusan Bajevic. Solamente en el último minuto, Asensi pudo acertar con el portal de Maric y salvar un punto  afortunado para España. En enero de 1973, tocaba rendir visita al Leoforos Alexandras de Atenas. Buena imagen del equipo español, ahora sí, pero con un resultado final  muy apretado. A falta de cinco minutos, un inquietante empate a dos campeaba en el marcador, cuando Valdez hizo valer su pillería para regalar la primera victoria a España. Un mes más tarde, en La Rosaleda de Málaga, el combinado español volvía a imponerse a los helenos, con tres goles de Claramunt, Sol y Roberto Martínez, que dejaron en mera anécdota el conseguido por Antoniadis. Si se vencía a Yugoslavia en Zagreb, en el mes de octubre, estaríamos en el Mundial. No pudo ser. La Selección mereció mucho más en ese definitivo compromiso, pero no logró pasar del empate a cero. Yugoslavia aún debía visitar Atenas. Una derrota, un empate o, incluso, una victoria por la mínima de los balcánicos, también nos clasificaba, pero se impusieron por cuatro a dos y la clasificación hubo de dirimirse en un partido de desempate. El 13 de febrero de 1974, en el Waldstadion de Frankfurt, la Selección Española volvió a ser víctima de sus propias miserias. En el instante más decisivo de la fase clasificatoria, decidió jugar un desastroso encuentro y dejó en bandeja de plata el pase mundialista a un buen equipo yugoslavo. A los trece minutos, Katalinski cabeceó solito y sin oposición un centro desde la derecha, que Iríbar rechazó a duras penas. El balón le volvió al central del Zeljeznicar, que remató a la red, mientras la defensa española, de vacaciones, miraba plácidamente la jugada. En los 77 minutos restantes la Selección dio toda una lección de incapacidad e inoperancia futbolísticas, arruinando toda esperanza de clasificación. España perdía el último tren para la Copa del Mundo de Alemania y sumaba un rotundo fracaso más a su lista negra de decepciones internacionales. Aquella infausta noche, Kubala alineó a Iríbar; Sol, Benito, Jesús Martínez, Uría; Claramunt, Juan Carlos (Marcial, 73′), Asensi; Amancio (Quini, 73′), Gárate y Valdez.

 Nada menos que doce años después del gol de Ufarte a la República de Irlanda que nos dio la clasificación para el Mundial de Inglaterra-66, Rubén Cano, otro colchonero, perforaba las redes de Yugoslavia (¡otra vez Yugoslavia!) en el histórico partido conocido como la batalla de Belgrado y metía a nuestro equipo, por fin, en una fase final de un Campeonato del Mundo, el de Argentina 1978. Y desde entonces, no hemos vuelto a fallar. Nueve ediciones consecutivas (sólo Brasil, Italia y Alemania han conseguido lo mismo en idéntico período), con tres dolorosas eliminaciones en cuartos de final (México-86, USA-94 y Corea-Japón-02) y, por supuesto, con el título obtenido brillantemente en Sudáfrica, en lo que ha supuesto el momento culminante de nuestra historia futbolística internacional. Ojalá ya no  abandonemos nunca el pelotón de los mejores.