El primer estadio de fútbol de Jerez

  1. Los antecedentes.

Desde el siglo XVIII, pero especialmente durante el XIX, Jerez de la Frontera experimentaría un importante desarrollo y transformación de su industria del vino, en parte, como consecuencia de la llegada de comerciantes y empresarios procedentes sobre todo de Gran Bretaña -irlandeses y escoceses primero, e ingleses después- quienes se instalaron en esta ciudad trayendo consigo algunas de sus distracciones predilectas y entre ellas, como no, la práctica de los sports.

Obviamente, esta circunstancia no afectará únicamente al ámbito deportivo sino que la economía, la arquitectura, las costumbres sociales, el lenguaje, la moda, las creencias religiosas y, en general, casi todos los aspectos de la vida cotidiana de esta notable colonia de ciudadanos británicos asentados en aquel Jerez desembarcaron igualmente con ellos, modificando de este modo la fisonomía y el tejido social de la ciudad porque además la rica burguesía vinatera y la aristocracia locales mostraron una gran fascinación por el british lifestyle.

En este caldo de cultivo resulta lógico que el foot-ball recalara en Jerez como uno más de sus entretenimientos, haciéndolo como era habitual en Inglaterra de la mano del críquet. Y es que en esta primera época del balompié jerezano, fueron los integrantes del Jerez Cricket Club quienes organizaron diferentes encuentros de fútbol, al menos, en 1869 y 1870.

Campo de críquet junto al Hipódromo de Caulina

Fue el escenario de las referidas partidas de foot-ball protagonizadas por el Jerez Cricket Club. Este campo era adyacente a un hipódromo provisional -que solo estuvo en activo cinco años- situado en los Llanos de Caulina, frente a la enorme planicie que ahora constituye el acceso al Circuito de Jerez-Ángel Nieto y a varios kilómetros del centro de la ciudad. El campo de críquet -o ground– ocupaba una extensa llanura de hierba y en su interior se habilitaba un campo para la práctica del fútbol.

  1. El fútbol resurge en Jerez.

Una vez la actividad del Jerez Cricket Club decayó, hacia finales del siglo XIX, el juego del foot-ball también se perdió con él, hasta que a principios del siglo siguiente comenzó una segunda etapa del balompié en Jerez, cuando alcanzó una mayor implantación y popularidad entre la población local. Los primeros espacios en los que se practicó el fútbol en el casco urbano de Jerez fueron las bodegas y los terrenos de algunas viñas como La Esperanza y San José, emplazada esta última en el parque González Hontoria, así como en algunas explanadas de tierra repartidas por diferentes zonas de la ciudad. La progresiva aparición de los primeros clubes trajo consigo la construcción de campos más estables, aunque todavía abiertos y muy rudimentarios, donde los espectadores se situaban de pie alrededor del terreno de juego.

La Pista de San Benito (1911)

Era un centro de entrenamiento para caballos de carreras propiedad del empresario bodeguero José Garvey que, tiempo más tarde, se convertiría en hipódromo y en sede de la Yeguada Militar. Estaba situado en una gran extensión de terreno sobre la que hoy se asienta la barriada de La Unión y contiguo a la actual Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. En 1911 se habilitó en su interior un campo de fútbol de medidas reglamentarias, con una tribuna que ofrecía mayor comodidad a los espectadores. Era la sede principal del club decano local, el Jerez Foot-ball Club, aunque no se utilizaría de manera continuada. La imagen nos muestra la Pista de San Benito -llamada así por encontrarse en la zona homónima de la ciudad- en los años 60 del siglo pasado y resulta útil para suponer la ubicación del rectángulo de juego, intuimos que cercano a la entrada.

Campo de la Venta de los Negros (1911)

Se situaba junto al puente de Cádiz y al inicio del camino de la Cartuja, y era también conocido como el campo de la Venta Paraíso. Comenzaría a ser utilizado en el mes de diciembre de 1911 por el Jerez F.C., aunque tampoco llegó a consolidarse como emplazamiento permanente. En 1913 pasó a ser propiedad del España F.C.

Campo del parque González Hontoria (1912)

Terreno de juego provisional habilitado en el recinto ferial con causa de la disputa de la Copa de Jerez del año 1912, ganada por el Jerez F.C. Como parte del programa de festejos de la Feria de primavera, se programó esta exhibición que pretendía acercar al público general un nuevo concepto de fútbol como espectáculo.

Campo del Camino de los Alunados (1913)

Situado en lo que hoy es la barriada de La Vid, era el terreno de juego de otro club local, el Fortuna F.C. En 1929 fue reinaugurado al ser adquirido por un equipo de nueva creación, el Gimnasta F.C.

Campo de la Vía (1922)

Fue el terreno de juego donde el Jerez F.C. reapareció tras varios años de inactividad, aunque esporádicamente disputaría algunos encuentros en otros escenarios, como el campo que los Hermanos Maristas disponían en el parque González Hontoria, al lado del paso a nivel del ferrocarril. El Campo de la Vía se levantó en las inmediaciones de la plaza de toros y de la línea férrea, junto al cuartel de caballería la calle Pajarete. Su esperado estreno, que despertó una gran animación entre los aficionados, ansiosos por ver de nuevo en acción a su equipo, lo constituyó un partido amistoso ante el R.C. Recreativo de Cádiz celebrado el 16 de abril de 1922.

  1. Las primeras competiciones oficiales.

En tales circunstancias, el fútbol jerezano difícilmente podía progresar y ponerse a la altura de lo que estaba sucediendo en otras poblaciones importantes de la región, donde este deporte estaba mucho más desarrollado a nivel competitivo y, lógicamente, de infraestructuras, por lo que el Jerez F.C. precisaba de unas instalaciones más adecuadas para el desarrollo de sus partidos.

Campo de la Venta (1923-27)

Fue la primera sede estable del Jerez F.C. y el primer campo de fútbol propiamente dicho de esta ciudad. Quedó inaugurado el 14 de enero de 1923 con un partido ante el Mirandilla F.C. de Cádiz, venciendo los jerecistas por dos goles a uno ante unos 3000 espectadores, aunque se vería sometido en los dos siguientes años a progresivas mejoras, hasta cumplir con las exigencias reglamentarias al quedar completamente acotado con una valla de madera a finales de 1924. De este modo, el Jerez F.C. pudo inscribirse por fin en las competiciones oficiales organizadas por la Federación Regional Sur y además comenzar a cobrar entradas mediante las que costear el mantenimiento de la entidad. Se ubicaba en una parcela cedida por el Ayuntamiento junto a la Venta de San José y al parque González Hontoria, y disponía de una tribuna de preferencia, varias filas de asientos y entrada de general, así como de un mástil donde se izaban las banderas nacional y del Jerez F.C. los días de partido.

  1. El primer estadio jerezano: el Stadium González-Byass (1927-32).

El Campo de la Venta era un recinto austero y funcional, que había supuesto una mejora evidente con los campos abiertos anteriores. Pero con todo, carecía de los niveles de seguridad y comodidad demandados por el club más importante de la ciudad de cara a su crecimiento como sociedad deportiva, por lo que se entendía necesario dotar a la entidad de un estadio más acorde a dichas pretensiones. Es por ello que el 18 de febrero de 1927, el Jerez F.C. celebró una junta general donde se dieron los primeros pasos para la adquisición de un nuevo campo que acogiera en adelante sus encuentros.

La flamante instalación llevaría el nombre de Stadium González-Byass, según estaba estipulado en la cláusula número 14 del contrato bajo el que dicha empresa vinatera arrendaba por cien pesetas mensuales la hermosa finca de su propiedad sobre la que se levantaba el estadio -el Recreo de Villa Elena- al Jerez F.C., responsable de sufragar las obras de remodelación así como su mantenimiento.

El nuevo estadio se erigió aprovechando un campo de fútbol ya existente que había sido inaugurado el día 22 de febrero de 1925 por el Jerez Bote Club, novel equipo nacido en julio de 1924. Se ubicaba en la avenida de América -hoy avenida Alcalde Álvaro Domecq-, donde su situaban sus dos accesos, en unos terrenos entre los actuales Hotel Sherry Park y la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. En esta imagen, de principios de los 70 del siglo XX respectivamente, todavía podemos apreciar dónde parece que se situaba el rectángulo de juego, así como algunos restos de los muros y gradas.

El estadio no solo estaba orientado a la práctica futbolística sino que, como recogía la crónica de El Guadalete posterior a su inauguración, «tan pintoresco lugar ha de ser, sin duda alguna, el punto obligado de reunión de las tardes domingueras, no sólo por las personas aficionadas a este viril deporte, sino por cuantos gustan de pasar unas horas en el campo, sin otro objeto que el de disfrutar de las bellezas que nos brinda la naturaleza«. Y es que, en esta época, los partidos de fútbol eran concebidos como momentos de encuentro propicios para el esparcimiento social.

Su puesta de largo tendría lugar el 27 de marzo de 1927, cuando el Jerez F.C. y el Español F.C. de Cádiz se enfrentaron en partido amistoso con un lleno absoluto y la presencia de altas personalidades de la política y de la sociedad jerezanas, además de varios representantes de la Federación Regional Sur y la Real Federación Española de Fútbol.

La superficie del terreno de juego era de tierra y, sumado al espacio para el público, poseía unas medidas de 97 metros de largo por unos 75 de ancho, que le permitían albergar encuentros de Primera Categoría regional. Disfrutaba de localidades de general, de tribuna y de preferencia, en las que había centenares de asientos, palcos y galerías altas, y estaba circundado por completo por una alta valla de mampostería y madera.

Son muy pocas las fotografías que se han conservado de este estadio, prácticamente todas correspondientes al día de su inauguración y son las que acabamos de mostrar. Para esta ocasión aportamos algunas más localizadas recientemente y, aunque no cuentan con una excesiva calidad, son valiosas pues nos aportan nuevos puntos de vista del estadio hasta ahora no conocidos. La primera aparece en la revista Xerez en fiestas de 1927, y en la misma podemos apreciar el lateral donde estaba instalada la tribuna de madera.

Por otro lado, en la portada del semanario local Ráfagas del día 13 de octubre de 1930 se incluyeron unas imágenes en las que se observan las localidades de general del estadio, situadas en el lateral opuesto a la tribuna. Estas son de especial relevancia pues además constituyen las únicas conocidas sobre un partido de fútbol en juego disputado en el estadio González-Byass.

Este estadio fue utilizado por el Jerez Foot-ball Club -y por su efímero sucesor el Jerez Sporting Club- hasta 1932, puesto que el 8 de enero de 1933 fue inaugurado el histórico Stadium Domecq para acoger los encuentros del nuevo Xerez Foot-ball Club, fundado en el mes de diciembre anterior.

Dicho reciento se construyó igualmente sobre un campo preexistente en la finca Villa Mercedes, el Stadium del Parque (1932), propiedad anteriormente de la U.D. Jerezana. Disponía de graderíos de preferencia y de general pudiendo albergar a más de 3000 espectadores y además contaba con una pista que lo circundaba en la que tenían lugar pruebas atléticas y ciclistas. Tras posteriores reformas y ya de la mano del Xerez F.C., experimentaría un salto cualitativo notable ya que fue el primero en disponer de una superficie de hierba (1940), puesto que en él se disputarían encuentros de categorías profesionales durante el siguiente medio siglo, hasta que en 1988 se inauguró el actual Estadio Chapín. Pero esa es ya otra historia.




El (no tan moderno) fútbol actual

El fútbol moderno ha alcanzado tal grado de desarrollo y sofisticación (nuevas reglas, VAR, tecnología de la línea de gol…) que resulta fácil caer en la tentación de pensar que nosotros somos responsables de todas sus innovaciones formales y organizativas. Sin embargo, basta dar un paseo por la historia para comprobar que esto no siempre fue así.

Precursores de la Supercopa de España

El torneo que enfrenta a los campeones de la Liga y de la Copa, y que hasta las recientes innovaciones en su formato servía en cada verano como la inauguración oficial de la temporada futbolística, fue creado en 1984, por lo que en el imaginario común de los aficionados está instaurado que los orígenes de dicha competición son relativamente modernos. Es precisamente esta circunstancia la que determina que la Supercopa posea un escaso interés y seguimiento entre el público, a no ser que se vean implicados los dos grandes de nuestro fútbol.

Pero al rastrear un poco en el pasado, vemos que este formato tiene algunos antecedentes en la primera mitad del siglo pasado. En 1936 la Asamblea de la F.E.F. aprobó su celebración, pero el estallido de la Guerra Civil impidió su desarrollo. Más adelante, en 1940 se jugó la Copa de los Campeones; en 1941 daría comienzo la Copa Presidente de la F.E.F., cuya única edición se prolongaría hasta 1947. El interés alcanzado por esta última propició la creación de la Copa Eva Duarte, donde se enfrentaban los mencionados contendientes y que dejó de disputarse tras siete ediciones (1946-47 a 1952-53) por la muerte de Eva Perón, estando hoy en día prácticamente olvidada pese a que era organizada por la Federación Española de Fútbol y, por tanto, oficial.

Sin embargo, la idea de medir sobre un terreno de juego a los dos campeones oficiales nacionales era incluso anterior y se remontaría, como mínimo, al año 1932. El periodista Luis del Campo, en la edición del 16 de junio del semanario ilustrado Mundo Gráfico, escribió un artículo sobre la gran final del Campeonato de España que habrían de jugar el Athletic Club de Bilbao y el F.C. Barcelona días más tarde, en el que aventuraba:

Y todavía puede que luego quede una final romántica e histórica: el encuentro amistoso del Madrid F. C., campeón de Liga, con el que quede campeón de España, como ensayo de una superfinal que en años sucesivos y con carácter oficial no dejaría de ser el más grandioso acontecimiento futbolístico.

Como vemos, el redactor era demasiado optimista con respecto a la trascendencia que habría de alcanzar dicho campeonato, puesto que su prestigio y su valor en el palmarés de los equipos es muy relativo, aunque debemos reconocerle, eso sí, el mérito de anticiparse con su propuesta a lo que se convertiría en una realidad consolidada cinco décadas más tarde.

Además, su inquietud estaba justificada a tenor del clima de opinión existente en esa época tras la creación del Campeonato Nacional de Liga (1928-29), que venía a hacer sombra al tradicional Campeonato de España -o Copa del Rey-. De esta manera, entre los aficionados se inició un fuerte debate acerca de cuál de dichas competiciones debía ser aquella que proclamara cada temporada al mejor equipo del país   -es decir, al campeón nacional-, si la Copa o la Liga. Por esta razón, la celebración de esta superfinal podía constituir una buena manera de decidirlo porque, aunque ahora la cuestión está meridianamente clara, en aquella época no lo estaba.

Un partidario de la prevalencia del torneo copero era este periodista que escribía bajo el seudónimo de A. C. Y M., en la edición del día 5 de abril de 1930 en La Voz de Madrid, del siguiente modo:

ANTE EL CAMPEONATO DE ESPAÑA

¿Se ha jugado o va a jugarse?

Unos lectores nos preguntan si el Athlétic bilbaíno es campeón de la Liga o de España […].

El Athlétic bilbaíno es campeón de la Liga, de la primera división de la Liga. Y nada más. Doctores tiene la Federación española y así lo han proclamado. Anteayer dijimos que los dos secretarios de la Nacional, Sres. Cabot y F. Prida, nos manifestaron que lo jugado hasta el domingo pasado es la competición nacional de Liga, y lo que empieza el domingo próximo es el campeonato de España, por otro título Copa de España. Es decir, que el campeonato nacional, el que era única competencia oficial interregional hasta la temporada penúltima, es aquel en el que intervienen los diversos representantes regionales, no los clubs reunidos por un privilegio que acaba, por el imperio de los hechos, por ser la resultante de una injusticia.

Es probable que en la temporada próxima el ganador del torneo de Liga sea el campeón de España. Es probable, decimos, porque hay elaborado un reglamento (que todavía no ha sido aprobado) en el que figura este artículo, correspondiente al capítulo X:

“Art. 23. El campeonato de España lo constituirá la competición nacional, que se jugará por puntos, por el sistema de doble vuelta y de cada uno de los clubs contra todos los demás, dentro de las tres divisiones que se formarán”.

Pero los proyectos no son nunca preceptos legales. Pueden serlo en su día. […].

Esa modificación normativa no quedaría finalmente aprobada puesto que en el Reglamento de partidos y competiciones de la F.E.F. del año 1932 todavía se recogía, en su artículo 188º, que “el campeonato de España constituirá la competición nacional por eliminatorias”, o sea, la Copa. Además, esta animada polémica continuaba todavía vigente si atendemos a lo que el redactor del Heraldo de Madrid escribía dos años después, exactamente el día 5 de marzo de 1934, y, por cierto, también ensalzando las virtudes de la Copa frente a la Liga:

Y ASI SE FUE LA LIGA

No cabe duda que la emoción está en el campeonato. ¿Quieren ustedes decirme si es que se puede tomar con entusiasmo un partido como el de ayer?

No. El público no quiere eso; quiere eliminatoria cien por cien, sin cálculos ni matemáticas, sin coeficientes y listas de goleadores. El campeonato será injusto si se quiere, será un poco cruel, y para los aristócratas del fútbol, esos que ya han establecido las castas de las divisiones, es inadmisible que un “segundón” vil elimine a uno de los elegidos; pero el campeonato es eso: mezcolanza, todos contra todos, la suerte en auxilio de unos y otros y, por último, el apoteosis de la final a bombo y platillo; y ahí quedan finales para la historia, ahí quedan casos y sucesos para formar las efemérides del fútbol.

La Liga, no. La Liga es regularidad, cálculo. A veces se tocan las consecuencias de un equívoco a dos meses fecha. Ahí tienen ustedes al Madrid, pagando ahora haber perdido en Chamartín con el Betis.

Ayer murió la Liga para nosotros, y su muerte no merece la pena de ser llorada siquiera.

Pero a pesar de tan encendidos defensores, esta visión romántica del fútbol tuvo a la postre todas las de perder y, con el paso de los años, el torneo liguero impuso su aplastante fortaleza (más equipos, más jornadas, más ingresos…), arrebatando de manera definitiva y oficial a la Copa la potestad de consagrar al campeón absoluto del país tal y como hoy la conocemos.

Porque dicho Campeonato de España, conocido popularmente como la Copa del Rey por ser el monarca el donante del trofeo, constituyó hasta 1928 el torneo que proclamaba al campeón absoluto del país -a través de eliminatorias entre los clubes mejor clasificados de cada federación regional- al igual que ahora lo hace el Campeonato de Liga de la Primera División. Y es por esto que sus ganadores no resultaban campeones de la Copa del Rey, ya que este era solamente el nombre del trofeo físico, sino campeones de España a todos los efectos, tal y como se comprueba en las Bases de la primera edición de este torneo jugado en 1903 y publicadas el 8 de enero en la revista El Cardo:

En esta línea, La Correspondencia de España publicaba el 31 de abril de 1910 las Bases por las que se regiría el Campeonato de España de dicho año, y donde se enumeraban las distinciones que obtendría el equipo que ganase la final

PREMIOS

1.º Copa de plata de S. M. el Rey, once medallas de oro, título de campeón de España de 1910 y once suscripciones de España Deportiva.

Y, es más, cada vez que el rey concedía un trofeo para ser disputado, dicho campeonato solía denominarse de igual modo como una Copa del Rey. Esto sucedería, por ejemplo, con la Copa Centenario de las Cortes de Cádiz de 1912 en Deportes: Revista quincenal, en la edición del 15 de octubre, lo que demuestra que esta expresión se usaba de manera genérica y aún no estaba asociada en exclusiva, como ahora, a la competición nacional por eliminatorias, pudiendo coexistir varias copas del rey en una misma temporada.

Por esto, si entonces hubiese existido una competición internacional de clubes, a semejanza de la Copa de Europa, dichos equipos habrían sido los representantes españoles. Es por tal motivo que, en justicia, se debería reconocer a los clubes que se proclamaron campeones de España con anterioridad al nacimiento de los torneos ligueros con el mismo valor que estos en el historial de competiciones oficiales, como ya se defendió en marzo de 2010 en esta misma revista en el artículo Copas que fueron ligas y ligas que fueron copas, de José del Olmo.

En este punto podría argumentarse que estas dos competiciones no pueden equipararse, ya que en la Liga participa un mayor número de equipos que se enfrentan todos contra todos, por lo que resulta más complejo el triunfo final. Sin embargo, si consideramos los siguientes datos referidos al Campeonato de España de la temporada previa a la inauguración de la Liga, podremos comprobar cómo, al menos durante sus primeras ediciones, dicho torneo era igual o incluso más competitivo que el de la regularidad:

– en el Campeonato de España de 1928 participaban 26 equipos mientras que en el Campeonato de Liga de Primera División de la temporada 1928-29 lo hicieron 10.

– el Campeonato se jugó por sistema de liga en la ronda de 1/8 de final y por eliminatorias hasta la final, para un total de 133 partidos, a los que habría que sumar los que cada participante había disputado en su respectivo campeonato regional, que era el que otorgaba la clasificación; mientras, la Liga se componía solo de 90 encuentros.

– en el Campeonato participaban clubes de las 14 federaciones regionales existentes pero en la Liga solamente de 4: Cantabria, País Vasco, Cataluña y Madrid.

De esta manera, y hasta que la Liga se desarrolló plenamente en las siguientes temporadas, el vencedor del Campeonato de España -que como hemos visto no siempre fue el torneo del K.O.– era un campeón del país mucho más representativo y meritorio que el ganador de una Liga que constituía una agrupación restringida de clubes elegidos por ellos mismos, en opinión de sus detractores.

El Mundo Deportivo del 30 de junio de 1928

Ya que estamos con el campeonato copero, un aspecto en el que no parece que hayamos evolucionado mucho, al menos aparentemente, es el referido a los sorteos de sus eliminatorias. Porque, si bien ahora se retransmiten en directo por televisión con una sofisticada puesta en escena, en esencia siguen consistiendo en extraer unas bolas con los nombres de los clubes de un recipiente.

Pero, aun así, son continuos los recelos sobre que estos sorteos están en ocasiones manipulados para facilitar el camino hacia la final de los equipos grandes, haciendo que no se enfrenten entre ellos hasta las últimas rondas, con lo que el interés de la competición se prolonga y las audiencias televisivas y los ingresos económicos se incrementan. Son las denominadas bolas calientes.

Pues bien, esta sombra de adulteración tampoco es una primicia ya que hace casi un siglo las sospechas también envolvían los sorteos de los emparejamientos del torneo de la Copa. Porque esto es lo que se desprende de un artículo aparecido en la revista Crónica el día 17 de mayo de 1931, donde el redactor decide acudir a uno de estos actos en la sede de la Federación Española de Fútbol debido a que:

Siempre que hemos oído comentar en público los resultados de los sorteos para las eliminatorias del campeonato de España, han salido de los labios comentaristas parecidas palabras: «¡Qué bien se han preparado las cosas los del Barcelona!», o «Para el Madrid no hay dificultades tratándose de llegar a la final» y «Haciendo tales combinaciones podrá llegar el Athletic de Bilbao al término de las jornadas de Copa». E instantáneamente hemos pensado siempre: «Pues la próxima vez vamos a presenciar esos admirables “chanchullos” del terceto de los Clubs históricos».

Como vemos, estas teorías conspiranoicas no son novedad y, aunque nunca se han demostrado, vuelven de manera recurrente puesto que vende más la polémica que reconocer que estos equipos solían llegar lejos en la competición, sencillamente, porque eran mejores que sus rivales.

Sorteo de octavos de final de Copa de la temporada 1930-31

El de la Supercopa no es un caso único pues existe otra competición cuyos orígenes podemos encontrar casi tres décadas antes de que se disputara por primera vez. Nos estamos refiriendo a la Eurocopa de selecciones nacionales que, cada cuatro años y desde 1958, organiza la UEFA. Bien, pues realmente, la intención de celebrar un torneo a nivel europeo, a semejanza de lo que ocurría con la Copa América, ya había sido planteada, como informaba La Nación el 21 de noviembre de 1929, después de que:

El Consejo directivo de la Federación francesa de fútbol ha cursado una propuesta para disputar una competición titulada «Copa de la Europa Occidental» para 1931. Según este proyecto intervendrían en la disputa de esta copa Portugal, Bélgica, España, Luxemburgo y Francia.

La Federación Francesa de Fútbol llegó a elaborar un reglamento con las aportaciones de las selecciones implicadas aunque la complejidad para poner de acuerdo a todos los países con las fechas, y en el caso español el rechazo de muchos clubes, retrasaron el nacimiento de un campeonato europeo hasta la creación en 1954 de la UEFA, con más capacidad para implementarlo y que lo abriría a todo el continente.

Pero quizás lo más curioso de todo esto sea comprobar cómo íbamos de sobrados los españoles en materia futbolística, y en un momento donde nuestro balompié mostraba aún muchas carencias. Esto es lo que deducimos de lo publicado unas líneas más abajo, también en La Nación:

La Copa de la Europa occidental es un proyecto que viene acariciando Francia desde hace algún tiempo. No es posible la realización de este torneo, que para nada interesa a España. Jugar contra franceses, belgas o luxemburgueses no significa nada para un país del prestigio que el nuestro tiene en football.

Así que ya sabéis, dedicaos a lo que sea que hagáis los franceses y los belgas para entreteneros y dejad el fútbol para los que realmente sí sabemos jugar. Aunque Bélgica nos hubiera ganado la medalla de oro en la competición de fútbol en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920, su liga databa de 1895 y había disputado el primer mundial en Uruguay en 1930, precisamente junto a Francia, cuyos campeonatos se habían inaugurado en 1894.

Las sociedades anónimas en el fútbol, ¿un invento reciente?

A mediados de los años 80 del siglo pasado la situación del balompié español era desastrosa. Los clubes, dirigidos en bastantes casos por personas sin formación ni experiencia, no eran capaces de detener el incremento de sus crecientes deudas multimillonarias con Hacienda y la Seguridad Social. Pero, además, no rendían cuentas ante ningún organismo de supervisión por lo que no se ejercía control económico alguno y el oscurantismo en la gestión estaba a la orden del día en lo referido a fichajes, ingresos, sueldos, primas…

Urgía, por tanto, una modernización de la estructura corporativa de los clubes que fuese orientada a sanear sus balances y a propiciar una profesionalización que comprendiera todos sus ámbitos. La solución adoptada por el Consejo Superior de Deportes (C.S.D.) consistió en la elaboración de la Ley del Deporte, de 1990, cuya medida estrella era la obligación para dichos clubes de transformarse, previa ampliación de capital, en sociedades anónimas deportivas, es decir, en entidades con una personalidad jurídica semejante a la de cualquier empresa y con un consejo de administración que debía someter sus números a la aprobación de los accionistas, y sujetas a las leyes mercantiles.

Nuevamente, nos encontramos ante lo que pareciera una invención original de los sesudos rectores del balompié nacional, propia de los modernos estándares económicos actuales, aunque nada más lejos de la realidad. Puesto que, si retrocedemos más de medio siglo en el tiempo, encontraremos que esta imaginativa solución ya había sido contemplada por varios dirigentes de la Real Federación Española de Fútbol para también ofrecer respuesta a los problemas que por aquel entonces presentaba el fútbol patrio. Esta cuestión quedó enunciada a la perfección en el siguiente artículo aparecido el día 5 de marzo de 1931 en el madrileño diario Ahora y cargado de tintes visionarios:

EL PROYECTO CABOT QUE REVOLUCIONA LAS ACTUALES FORMULAS DE LAS COMPETICIONES OFICIALES

El secretario general de la Real Federación Española de Fútbol, don Ricardo Cabot, ha elaborado un proyecto de reforma de las actuales fórmulas de las competiciones nacionales oficiales. […].

La “fórmula Cabot” queda, por otra parte, supeditada al cambio completo de la organización del fútbol español que algunos sectores tratan de lograr a toda costa, y que puede resumirse brevemente así: desaparición de los clubs futbolísticos como tales clubs deportivos y su conversión en sociedades anónimas explotadoras de un espectáculo, aunque regidas con arreglo a normas deportivas, con objeto precisamente de aumentar el interés y la brillantez de ese espectáculo.

Por muchas veces atrás que hayamos leído este artículo nunca dejará de impactarnos su contenido sorprendentemente premonitorio con respecto al concepto que hoy tenemos de la gestión de los clubes y del fútbol como un negocio, y que parecerían más bien salidas de la boca de cualquier directivo actual de la R.F.E.F. o de la L.F.P. Porque, como incluso aventuraba un periodista madrileño en La Acción el 3 de marzo de 1923, “el fútbol actual no es sino una nueva industria”. Y todo ello pese que aún no se había inventado la televisión de pago y que a Florentino Pérez le faltaban dos décadas para venir al mundo.

Ricardo Cabot

El profesionalismo se instauraría de modo oficial en el fútbol español en la temporada 1926-27, como resalta Juan A. Simón, “dentro de un proceso de mercantilización del ocio de masas”. Pero lo cierto es que, desde antes, algunos clubes importantes reclutaban a jugadores que recibían bajo cuerda retribuciones económicas, debido a que esta era la manera que disponían de atraerles hacia sus filas y no a las de sus competidores, en un periodo donde ya había mucho dinero en juego pues existían clubes con miles de socios, estadios con capacidad para más de 20000 espectadores e ingresos suculentos mediante el cobro de entradas para los partidos, que se habían transformado así en un lucrativo producto.

El Stadium Metropolitano de Madrid en 1923 abarrotado de público

Precedentes del fútbol-7 en España

Cada fin de semana, miles de niños y de niñas con edades tempranas salen a practicar esta modalidad pensada para facilitar su integración progresiva en el mundo del balompié mediante la adaptación de las medidas del campo y de las porterías, de la duración de los partidos, del número de jugadores por equipo, etc., consiguiendo con ello una mejor adecuación a sus tiernas capacidades físicas y técnicas.

Especialmente en época navideña proliferan multitud de torneos de fútbol-7 que, dotados de un carácter benéfico, obtienen repercusión incluso en las cadenas televisivas; y también es frecuente que adultos bien entrados en años o con barriga cervecera sustituyan el fútbol tradicional por su hermano menor al no resultar este tan exigente en lo referido al rendimiento y a la preparación. Pues, como en los casos anteriores, una inmensa mayoría de los aficionados estaremos muy de acuerdo igualmente en que el fútbol-7 es un invento de reciente creación, que aún no existía cuando nosotros mismos éramos niños, y que empezó a difundirse hacia finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado, aproximadamente.

Pero cuál no sería nuestra sorpresa cuando, investigando en diversas hemerotecas digitales, descubrimos que ya en 1915 una institución educativa, recreativa y benéfica -el Centro de Hijos de Madrid- cuya acción se encaminaba al progreso de las clases más desfavorecidas, promovía con motivo de las Fiestas de Mayo un torneo futbolístico dirigido a los equipos inscritos en la Federación Regional del Centro. De su reglamento, elaborado por los tres clubes más importantes de la capital -Madrid F.C., Athletic Club y Racing F.C.- y publicado el día 6 de mayo en La Correspondencia de España, hemos seleccionado los artículos que explícitamente aluden a la cuestión que aquí tratamos:

3º. Las sociedades que se inscriban no podrán presentar más que un solo equipo; este equipo se compondrá de un portero, un back (un defensa hoy para nosotros), dos medios y tres delanteros (es decir, siete en total).

4º. El campo será el del Madrid F.C. y sus dimensiones serán de sesenta metros de largo por cuarenta de ancho.

De esta manera, los miembros de dicha altruista sociedad madrileña pudieron ser los precursores de la citada disciplina balompédica hace más de cien años, a la que parece que no designaban con un nombre específico como hacemos hoy, y en la que las dimensiones del campo se asemejaban casi a la perfección a las del fútbol-7: 65 x 45 metros.

Pero eso no es todo porque el 6 de mayo de 1917 se jugó en Cádiz un encuentro en formato six-a-side, o sea, seis jugadores por bando, ya que uno de los equipos no se presentó. Dicha modalidad estaba muy extendida a nivel popular en Inglaterra, al igual que hoy por Europa y Estados Unidos, celebrándose campeonatos de liga, europeos y de selecciones nacionales. Así pues, todos estos pioneros nos muestran que el origen de nuestro fútbol-7 no es tan moderno como creemos.

El variado programa de las Fiestas de Mayo de 1915
donde se incluía esta novedosa variante del fútbol




Lío a la vista con la Copa del Rey

Desde mi posicionamiento como republicano, el nombre del torneo que conocemos como Copa del Rey nunca me ha gustado y desearía que en un futuro se produjese un cambio en la forma de nuestro estado que trajera consigo, entre otros aspectos más relevantes, la modificación en la denominación de esta competición.

Sin embargo, mientras las cosas sigan como están, dentro de unos años o décadas tendrá lugar -esta vez sí con total seguridad- una alteración bastante significativa en la nomenclatura oficial de este histórico campeonato en la que quizá mucha gente no haya reparado.

Y es que la Copa del Rey, desde su creación en 1903, ha convivido siempre en el tiempo exclusivamente con jefes de estado masculinos. En la edición inaugural del Campeonato de España, que es la primigenia denominación de un torneo en el que tomaban parte los campeones de las diferentes federaciones regionales en las que se dividía futbolísticamente el país y que, por tanto, proclamaba al campeón nacional absoluto al no haberse constituido todavía el Campeonato Nacional de Liga (1928-29), el rey Alfonso XIII fue el donante del trofeo físico y, por eso, el nombre completo del torneo era Campeonato de España-Copa de Su Majestad el Rey.

Quizá tan arraigada costumbre provenga del hecho de que un año antes se había disputado el Concurso de Foot-ball de Madrid, torneo amistoso organizado por el Madrid F.C. dentro de los festejos por la mayoría de edad de Alfonso XIII, y que fue popularmente conocido como Copa de la Coronación. A raíz de esta satisfactoria y exitosa experiencia, el monarca decidió mantener su vinculación con el fútbol y convertirse en lo sucesivo en el promotor honorífico del torneo nacional de fútbol.

La citada denominación se ha mantenido vigente hasta la actualidad -cada año podemos verla grabada en el mismo trofeo durante la final copera-, si exceptuamos los cambios de nombre acontecidos por los avatares políticos, a saber, Copa del Presidente de la República (1931-36) y Copa de su Excelencia el Generalísimo (1940-1976). De todos modos, ello no afecta a la designación del título que se pone en juego y que es lo verdaderamente importante a nivel deportivo, o sea, el Campeonato de España.

Pero traemos esto a colación porque en un futuro más o menos próximo, si nada lo remedia, la princesa Leonor será la jefa del estado, convirtiéndose de facto en la patrocinadora del torneo y en la encargada de realizar la entrega del trofeo. Pues bien, debido a esto, el Campeonato de España ya no podrá llevar la coletilla de Copa de Su Majestad el Rey sino que esta tendrá que ser sustituida, lógica y coherentemente, por la de Copa de Su Majestad la Reina.

Estamos convencidos de que tal circunstancia ocasionará al principio bastantes líos y confusiones puesto que a la vez ya existe en el organigrama federativo de competiciones la Copa de la Reina, que disputan los equipos femeninos y que en teoría es entregada por la reina actual. Y como resultado de lo anterior, este torneo probablemente también deberá cambiar su denominación pues en teoría el rey consorte de Leonor será su patrocinador, y esta pasará a llamarse Copa del Rey. Es decir, que ambas competiciones invertirán sus nombres y la Copa del Rey pasará a ser la Copa de la Reina, y viceversa.

Así mismo, ya no podremos asociar ni identificar inequívocamente la expresión Copa del Rey con el palmarés o la competición jugada exclusivamente por hombres, puesto que durante ciertos años su denominación habrá sido Copa de la Reina, y en consecuencia habrá equipos masculinos que hayan ganado copas del Rey y copas de la Reina. Será necesario, por lo tanto, encontrar una fórmula integradora de ambas realidades, como Copa de la Casa Real, por ejemplo.

Quizá todo esto parezca lejano pero algún día pasará, y por eso los rectores del balompié patrio no harían mal en ir pensando cómo solucionar el quilombo que se avecina, sobre todo si tenemos en cuenta su habitual falta de previsión.

En este punto cabe preguntarse si este fenómeno es exclusivamente español o si sucede también en otros países más o menos homologables en lo futbolístico al nuestro, para lo que vamos a circunscribir nuestra indagación al ámbito de la UEFA pero descartando por razones obvias a los microestados. Dirigiendo la mirada a nuestro entorno más cercano, en Italia no se da esta problemática puesto que la competición equivalente se ha denominado desde sus inicios de forma genérica apelando al nombre del país-Coppa Italia-, con lo que no hay posibilidad de confusión. Esto puede hacerse extensivo en los mismos términos a la copa portuguesa, la famosa Taça de Portugal.

Mientras, en otros lugares como Inglaterra, Alemania, Austria, Países Bajos e Irlanda tampoco vamos a encontrar una casuística similar porque sus torneos coperos llevan el nombre de sus federaciones nacionales de fútbol. Así, los ingleses bautizaron al torneo de balompié más antiguo del mundo como la Foot-ball Association Cup (la FA Cup), y las únicas alteraciones introducidas hacen referencia a la adición desde 1994 del nombre de empresas patrocinadoras de la competición, aunque sin que ello conlleve por supuesto posibilidad alguna de una confusión en su denominación similar a la que sucederá en España.

A su vez, los germanos designaron a sus torneos coperos como la DFB-Pokal (es decir, Copa de la Federación Alemana de Fútbol) y como la FDGB-Pokal (o Copa de la Federación Alemana de Sindicatos Libres) en la República Democrática entre 1949 y 1991, durante el periodo en que el país estuvo dividido en dos estados y poseía por ello dos federaciones. En Austria lo hicieron con el nombre de Österreichischen Fußball-Bundes Cup, o Copa de la Asociación Austríaca de Fútbol. En los Países Bajos se celebra desde 1898 la Copa de la Real Asociación Neerlandesa de Fútbol. Y en la República de Irlanda se disputa desde la creación del país en 1922 la Copa de la Asociación de Fútbol de Irlanda, como en los ejemplos anteriores portando el nombre de su federación nacional.

Al igual que ocurre en Italia y Portugal, dentro del Reino Unido se celebran la Copa de Escocia (Scottish Cup), la Copa de Gales (Welsh Cup) y la Copa de Irlanda del Norte (Irish Cup), todas ellas alusivas también al nombre de sus países. Y en Francia, el campeonato copero comenzó en el año 1917 llamándose Coupe Charles Simon, en honor a un deportista francés caído en la Primera Guerra Mundial, pero con el tiempo acabó conociéndose sencillamente como Copa de Francia. En tierras helénicas tenemos la Copa de Fútbol de Grecia y en sus vecinas chipriota, turca e israelí la Copa de Chipre, la Copa de Turquía (Türkiye Kupası) y la Copa de Israel respectivamente, en Suiza, del mismo modo, la Copa de Suiza y en Islandia y Finlandia, como no, la Copa Islandesa de Fútbol y la Copa de Finlandia. De esta forma, en ninguna de ellas tampoco se dan condicionantes similares al caso español.

Un extinto campeonato que sí llevaba en su denominación el nombre del jefe del estado era la copa yugoslava, disputada entre 1947 y 1991 bajo la denominación oficial de Copa del Mariscal Tito. Sin embargo, no existe un paralelismo con el paradigma español pues tras la muerte del político y militar en 1980, el torneo siguió llevando su nombre en homenaje y no el de sus sucesores en el cargo, hecho que imposibilitaba cualquier atisbo de problemática nominativa. Y, tras la disolución del país a principios de los años 90 del siglo XX, surgieron torneos de copa en cada uno de los nuevos estados resultantes, que fueron la Copa de Serbia-Montenegro (dividida en dos en 2006 después de la separación de ambos países), la Copa de Croacia, la Copa de Bosnia-Herzegovina y la Copa de Macedonia -referidas al nombre de sus países-y la Copa de la Asociación de Fútbol de Eslovenia-alusiva a su federación nacional de fútbol-.

Respecto a la URSS, otro país con importantes y recientes cambios políticos, desde 1936 sus clubes disputaron la Copa de la Unión Soviética o Copa Soviética (Кубок СССР). Tras la disolución del país en 1991 y el surgimiento de quince nuevos estados comenzaron a disputarse torneos de copa en cada uno de ellos, denominados la mayoría de ellos con el nombre del país, y los menos aludiendo a un episodio relevante de su historia (Copa de la Independencia de Armenia) o a algún personaje destacado (Copa de Georgia-Copa David Kipiani),pero que se denominan siempre así independientemente del mandatario que entregue el trofeo y dándose por tanto las mismas circunstancias que en los ejemplos anteriores

Quizá si acudimos a países con regímenes también monárquicos podamos hallar semejanzas, pero la realidad es que en Suecia se organiza la Svenska Cupen(Copa de Suecia), en Noruega la Norgesmesterskapet i fotball (Campeonato Noruego de Fútbol), en Dinamarca la Landspokalturneringen (Torneo Nacional de Copa) y en Bélgica la Coupe de Belgique, cuyo nombre no precisa traducción.

Por último, si ponemos la mirada en los países del este europeo, en Polonia se disputa la Puchar Polski (Copa de Polonia), en Hungría la Magyar Kupa (Copa de Hungría), en Rumanía la Cupa României (Copa de Rumanía), en la República Checa la Pohár České Pošty(Copa de la República Checa), en Eslovaquia la Slovenský Pohár (Copa de Eslovaquia), en Bulgaria la Купа на България(Copa de Bulgaria) y en Albania la Kupa e Shqipërisë(Copa de Albania).

Después de este recorrido, podemos obtener como conclusión que España es el único caso a nivel europeo en el que su torneo copero lleva asociado el nombre del jefe del estado, razón por la que la problemática antes descrita parece que únicamente deberá ser afrontada y resuelta en nuestro país.

 

Fórmula de denominación

 

 

Países

 

Copa + jefe del estado

 

 

España

 

Copa + nombre del país

 

Italia

Portugal

Francia

Grecia

Suiza

Escocia

Bélgica

Suecia

Noruega

Dinamarca

Gales

Irlanda del Norte

Islandia

Finlandia

Polonia

Hungría

Rumanía

República Checa

Eslovaquia

Bulgaria

Albania

Serbia

Montenegro

Croacia

Bosnia-Herzegovina

Macedonia

Rusia

Ucrania

Letonia

Estonia

Lituania

Bielorrusia

Armenia

Georgia

Azerbaiyán

Kazajistán

Kirguistán

Moldavia

Tayikistán

Turkmenistán

Uzbekistán

Chipre

Turquía

Israel

 

 

Copa + nombre de la federación nacional

 

Inglaterra

Alemania

Austria

Países Bajos

República de Irlanda

 

 




La división del fútbol en Jerez: la interesada confusión entre Xerez C.D. y Xerez D.F.C.

En la temporada 2012-13 el Xerez C.D. terminó como colista de Segunda División, dando con sus huesos en la Segunda División B tras más de una década en la élite del balompié nacional. Posteriormente, el día 1 de agosto de 2013, este histórico club sufrirá un descenso administrativo desde Segunda División B a la Tercera División, por no poder hacer frente a los impagos a su plantilla de jugadores. Sorprendentemente, la L.F.P. no solo se negó a abonarle la ayuda que reciben los clubes cuando abandonan el fútbol profesional -hecho que podría haber aliviado algo su situación- sino que solicitó formalmente la disolución de la entidad. Y es que el club se encontraba inmerso en un concurso de acreedores, motivado por su deuda con proveedores, Hacienda y Seguridad Social, al que en esos momentos era incapaz de responder debido a la merma de sus ingresos.

Ante la calamitosa situación que vivía el club, se había venido considerando en el mundillo futbolístico de la ciudad la creación un nuevo club que, comenzando desde las categorías inferiores, pudiera ir dando pasos y sustituir al Xerez C.D. si se produjera su -aparentemente por entonces- casi segura desaparición. De este modo, la afición se trasvasaría unida a esta novel sociedad que recogería el sentir común del xerecismo aunque, eso sí, dejando claro que la misma nunca saldría a competir mientras el decano de los clubes jerezanos siguiera con vida. Se trataba de una bala en la recámara que se consumó en una asamblea donde participaron unos 800 socios de los más de 10.000 con que contaba el club. A este respecto, así se manifestaba Sixto de la Calle, presidente del Xerez D.F.C. y expresidente del Xerez C.D., en un comunicado oficial publicado en julio de 2013 sobre la posible disolución de este último:

[…] esté constituido y organizado este nuevo Club con el fin de que, en el desgraciado caso de que se produzca la desaparición del Xerez Club Deportivo Sociedad Anónima Deportiva (posibilidad que a todos nos apena), el xerecismo no se diluya…

Se equivocan por consiguiente quienes (seguramente con buena fe) imaginan que el Xerez Deportivo F.C. viene a originar la división de xerecismo ¡todo lo contrario! Se trata de la creación de una persona jurídica que, al practicar el deporte en la más humilde categoría, ninguna sombra puede proyectar al Xerez Club Deportivo, ninguna competencia, ninguna división, sino que simplemente constituye una simple previsión para el caso (que lamentaríamos profundamente) de que se produzca la liquidación y disolución del Xerez Club Deportivo SAD.

En 2013 algunos aficionados daban por muerto a su club

Sin embargo, y traicionando grave e indignamente este compromiso, dichos seguidores deciden en un referéndum celebrado el día 19 de julio que el Xerez Deportivo Fútbol Club  -esa es su denominación- se inscriba en las competiciones oficiales y dejan de apoyar y seguir al Xerez C.D. Este insólito hecho, a saber, que parte de una afición abandone a su club de toda la vida cuando todavía está peleando por su supervivencia, desentendiéndose de su promesa de fidelidad eterna tantas veces coreada en sus gradas cuando, precisamente por las circunstancias que vivía el club, eran más necesarios, constituye una mancha y una deshonra que marcará siempre al naciente club más allá de cualquier logro deportivo que pueda alcanzar.

Pero, y lo que es aún más grave, no conformes con esto, los aficionados del nuevo club celebran los reveses judiciales que el Xerez C.D. va recibiendo e incluso festejan en la grada los goles que encaja de sus rivales así como sus descensos de categoría, como si ningún lazo les hubiera unido al mismo. Y es que desearle el mal a un equipo que hasta hace días era el tuyo es algo inconcebible para cualquier buen aficionado que se precie y que realmente ame sus colores. Parafraseando a Eduardo Galeano, se puede cambiar de pareja, de religión, de partido político… pero no se cambia de equipo. Nunca, pase lo que pase. Jamás.

De este modo, y formando parte de una estrategia coordinada, desde diversos frentes se da comienzo a una serie de movimientos encaminados a provocar la desaparición del Xerez C.D. para que el Xerez D.F.C. quede como único equipo supuestamente xerecista de la ciudad, pues para ellos el Xerez C.D. no es más que un estorbo en sus aspiraciones. Tal era su seguridad en este objetivo, que se atrevían incluso a fijar una fecha:

Esto decía el expresidente del Xerez C.D. en 2015 en Andalucía Información

Dichas hostilidades se iniciaron cuando en 2016 el Xerez D.F.C. -recordemos, formado por ex abonados, jugadores y directivos del Xerez C.D.- presenta una denuncia ante el Ayuntamiento de Jerez solicitando que se prohíba al Xerez C.D. utilizar ninguna instalación deportiva municipal.

Escrito del Xerez D.F.C. solicitando al Ayuntamiento el veto al Xerez C.D.

Según el nuevo reglamento para el uso de instalaciones deportivas municipales, el Xerez C.D. se veía obligado en adelante a pagar por entrenar y jugar en los campos públicos al no poder acogerse a las bonificaciones existentes debido a sus deudas con la administración. Esta medida resulta paradójica viniendo de un Ayuntamiento como el de Jerez, que es uno de los más endeudados de España (su déficit asciende a más de mil millones de euros), por lo que no está capacitado moralmente para exigir lo que él mismo no cumple, y siendo además una parte de dicho montante -unos dos millones de euros- adeudados al propio Xerez C.D. De este modo, al conjunto azulino, que tanto beneficio a generado a su ciudad a través de imagen y visualización en los medios de comunicación, convertido ahora en la práctica en una entidad amateur sin estructura profesional ni fuentes de ingresos y sostenida solo por sus socios, se le haría pagar un asfixiante alquiler que ascendería a más de 40.000 euros anuales por jugar en el estadio que había sido construido décadas atrás como su hogar, y que no estaba en condiciones de costear. El interés final de esta medida es contribuir a acelerar la disolución de la sociedad anónima y así desembarazarse del problema que supone al Consistorio ser el poseedor de un importante paquete de acciones del Xerez C.D. y, en consecuencia, ser uno de los responsables de la situación que atraviesa la entidad, al haber formado parte de su consejo de administración. Los efectos de todo ello no tardaron en materializarse y el club azulino tuvo que disputar sus encuentros en diferentes barriadas rurales jerezanas -con gobiernos propios- e incluso en otros municipios del entorno de la ciudad, en ambos casos solidarios y que ofrecieron una inmejorable y fraternal acogida al club azulino.

La estrategia se cumplía punto por punto y el Xerez C.D.
se vio obligado a jugar como local fuera de su ciudad

Así mismo, y de forma igualmente ingrata, un sector de los medios de comunicación de la ciudad (televisiones, radios, prensa, publicaciones digitales…), quienes tradicionalmente han tenido su fuente de vida en las noticias y seguimiento al Xerez C.D., se desvinculan igualmente del mismo, ignorando sus resultados y seguimiento deportivo, ofreciendo informaciones calumniosas tendentes a crear un clima de desánimo entre la afición y apoyando abiertamente al Xerez D.F.C. Pero el colmo de la desinformación encaminada a allanar el camino para el Xerez D.F.C. es que se difunda y se escriba por parte de periodistas y gente del fútbol que el Xerez C.D. ha desaparecido. Así, literalmente, para que la idea de que el único equipo viable es el suyo vaya calando entre los antiguos xerecistas que se encuentran desmotivados o dudosos entre que opción apoyar. Una muestra es Ángel Cappa en su libro También nos roban el fútbol (2017), donde afirma al respecto del nacimiento del Xerez D.F.C.:

No creemos que al argentino mienta deliberadamente, sino que se dejó llevar por una corriente de bulos y falsedades sobre la desaparición del Xerez C.D., destinada a sembrar un clima interesado de confusión, alentada, por supuesto, por algunos de esos informadores jerezanos que falsean objetivamente la realidad, como Álvaro Ojeda en su libro El mundo según Ojeda (2015):

En este punto cabe preguntarse si puede alguien imaginar a los aficionados del Real Betis, del Deportivo de La Coruña, del Cádiz C.F., del Racing Club de Santander, o de otras tantas sociedades que han pasado por circunstancias económicas más o menos similares en las últimas décadas, renegando de su club y maniobrando para tratar de provocar su muerte. Creo que no hace falta que aquí escribamos la respuesta a esta pregunta pues esos casos la reacción fue justo la contraria. ¿O es que existe algún bético que abjuraría de su equipo para montar otro Betis estando el verdadero Betis vivo? Las mencionadas aficiones se movilizaron y lucharon por conseguir el control de sus equipos, logrando hacerlos viables y sanearlos en muchos casos, mientras que esa parte del supuesto xerecismo simplemente se rindió, bajó los brazos y eligió el camino más fácil.

Resulta muy curioso comprobar en este sentido cómo esos mismos aficionados, políticos y periodistas, cuando el Xerez C.D. era uno de los clubes punteros de Segunda División y ascendió a la máxima categoría en 2009, en ningún caso clamaron contra todas esas irregularidades que ya existían y se conocían -la deuda del club era por entonces de unos 20 millones de euros-. ¿Por qué no denunciaron en ese instante? Los que ahora se rasgan las vestiduras y son íntegros adalides del respeto escrupuloso a las leyes y los reglamentos miraron entonces para otro lado, pues les compensaba aprovecharse del escaparate y el prestigio que suponía un club en la élite del fútbol nacional. Y, es más, fueron los primeros que justificaron la situación irregular del club aduciendo que lo ganado sobre el terreno de juego no puede ser arrebatado a un equipo por problemas en los despachos, en alusión a la denuncia del Real Betis en el verano de 2009 reclamando la plaza en Primera División de los azulinos debido a defectos en la inscripción de la ampliación de capital de la sociedad anónima xerecista. Todos ellos pugnaban por hacerse un hueco en el palco del Estadio Chapín pero, cuando las cosas empezaron a ir mal dadas, no dudaron en abandonar el barco como ratas y, además, en 2020 pidieron a la Real Federación Andaluza de Fútbol la expulsión del Xerez C.D. de las competiciones oficiales por carecer de consejo de administración y de presidente.

Los directivos del Xerez D.F.C. silenciaron en su día lo que ahora denuncian

Desde el Xerez D.F.C. se justifica continuamente tal ignominia en su apuesta por el fútbol popular, en contraposición por el nefasto fútbol moderno basado en las sociedades anónimas, lo que lógicamente es una mera excusa sin fundamento. Cuando el Xerez C.D. no era una S.A.D., sino un club de fútbol al modo clásico, siempre malvivía en busca de recursos y también arrastraba continuamente un importante déficit económico, sufrió huelgas y encierros de sus jugadores y en varias ocasiones estuvo cerca del colapso; y por contra, existen muchos clubes convertidos en sociedades anónimas cuya situación monetaria es envidiable. Por lo tanto, el fútbol popular no es, por definición, mejor que el moderno, se trata simplemente de realizar una adecuada gestión.

Pero es que tampoco es la panacea, y a las pruebas me remito, pues el Xerez D.F.C. mantiene deudas con jugadores y entrenadores de temporadas pasadas por el impago de sus nóminas y ha de llegar a acuerdos de pago demorado con ellos para que retiren las denuncias ante la AFE, clama por recibir subvenciones de diversas administraciones como la Diputación Provincial para salvar sus presupuestos, presenta un déficit de 56.000 euros, en la actual campaña ha regalado un abono a cada socio de pago para conseguir mayor afluencia de espectadores a sus partidos, que se ha reducido a menos de la mitad con respecto a su primera temporada de vida, y en consecuencia sus arcas se encuentran tan vacías que los dirigentes han tenido que costear de su propio bolsillo determinadas partidas para el mantenimiento de la entidad. Tal es así que uno de los máximos exponentes y defensores de esta filosofía futbolística, y por ende del Xerez D.F.C., el periodista jerezano David Gallardo, tenía que reconocer en su programa La Jugada de Jerez, de Canal Sur Radio, el 25 de septiembre de 2023, que “un día tenemos que hablar de la milonga del fútbol popular, porque si esto es el fútbol popular es una milonga…”, desencantado con la crisis deportiva que arrastraba su nuevo equipo, tras vivir un descenso a Tercera RFEF la temporada anterior y en encontrarse en la presente en los puestos bajos de la tabla clasificatoria.

Así las cosas, al haber contado con el respaldo de un mayor número de aficionados -hasta la pasada campaña, pues en la actual el Xerez C.D. está llevando a más espectadores a presenciar sus partidos- y en un ejercicio con dosis importantes de cinismo, desde el Xerez D.F.C. se han arrogado la condición de detentadores legítimos del sentimiento xerecista, y explican que tomaron la decisión de abandonar el Xerez C.D. para no seguir dando alas a sus impresentables presidentes. Sin embargo, reducir la percepción de un club exclusivamente a su mandatario de turno circunstancial, obviando que un club es sobre todo su historia, sus símbolos, su idiosincrasia, sus vivencias, la fidelidad, la lealtad y el amor incondicional de sus seguidores, independientemente de cuáles sean sus circunstancias, sus luces y sus sombras…; renunciar a todo ese caudal de sentimientos sin remordimientos ni cargo de conciencia, y enarbolar solo aspectos formales y organizativos para justificar su espantada como el carácter asambleario para la toma democrática de decisiones por parte de los socios del nuevo club (aunque a sus asambleas ordinarias no suelen asistir habitualmente más de 250 personas y su presidente haya decidido abandonar el cargo tras los insultos, acusaciones de apropiación de fondos del club y malos modos recibidos por parte de algunos socios), denota una frialdad, un desapego y unos valores que, afortunadamente, ya no están presentes en el Xerez C.D. Club este, por cierto, cuyo paquete mayoritario de acciones se encuentra en la actualidad en manos de grupos de socios jerezanos, ha reducido su deuda en más de 15 millones de euros y regularizado su situación societaria, además de contar con un plan de pagos y de viabilidad aprobado por la jueza administradora concursal con el que intenta normalizar su día a día, cumplir con sus obligaciones reintegrando lo adeudado y volver al lugar que deportivamente le corresponde.

Pero, ¿a qué viene todo este resumen? Pues a que la situación de ambos clubes es perfectamente notoria en Jerez, existiendo un enquistado enfrentamiento entre los aficionados de ambos clubes, que llega incluso a dividir a amigos y familiares. Pero fuera de la ciudad el desconocimiento y la confusión son totales y en la mayoría de las ocasiones los periodistas, los aficionados y a veces hasta sus rivales no saben a cuál de ellos alude una noticia o a quién deben enfrentarse el domingo siguiente en la competición.

Un ejemplo de esto que decimos es la siguiente portada del diario Marca del 11 de julio de 2018 cuando el diario madrileño colocó el escudo del Xerez D.F.C. en una imagen para ilustrar los goles que Cristiano Ronaldo hizo en España, incluidos los cuatro que anotó al Xerez C.D. Esta metedura de pata le llevó a rectificar publicando una nueva portada y a pedir disculpas al club y a los aficionados xerecistas.

Sin embargo, la cosa es más grave cuando se trata de organismos oficiales, como la L.F.P., que precisamente es la que debe velar por el respeto y la imagen de sus miembros. Pues bien, en el año 2016, en la página web de dicho organismo rector, en la pestaña de la clasificación histórica de Primera División, aparecía el nombre del Xerez D.F.C. -club que por entonces sólo había competido en torneos regionales- y no el del Xerez C.D. como por derecho le correspondía tras su paso por la división de honor nacional en la temporada 2009-10.

O la propia Real Federación Española de Fútbol, quien en septiembre de 2020 bloqueó los derechos federativos del Xerez C.D. impidiéndole inscribir a sus jugadores por una deuda del Xerez D.F.C. con su anterior entrenador, ya que confundieron el nombre de los dos equipos. Increíble, pero cierto.

Diario de Jerez (03/09/2020)

Más recientemente, el 26 de agosto de 2023, asistimos al culmen del despropósito durante la retransmisión del encuentro amistoso de pretemporada entre el Real Madrid C y el Xerez D.F.C. por el canal oficial del club blanco, Real Madrid TV, y que da la verdadera magnitud del problema que estamos describiendo. Y es que, en el minuto 2, uno de los comentaristas ofreció una presentación del club jerezano plagada de graves errores e inexactitudes:

Este Xerez es el germen o es un poco la consecuencia de esa refundación que hubo del Xerez, equipo que llegó a estar en Primera División, […] en 2013 tuvo problemas, desapareció y se refundó de nuevo con este nombre, Xerez Club Deportivo…

Como vemos, la metedura de pata es épica, porque el club no ha desaparecido y además asignan al nuevo club, a ese que están viendo jugar directamente, el nombre equivocado. Durante el transcurso del partido alguien debió comunicarles que no habían acertado ni una y que debían tratar de explicarse mejor, sucediendo lógicamente lo contrario, pues de su diálogo con el narrador del encuentro hacia el final del mismo -e intercalado con prolongados silencios donde probablemente estaban intentando buscar información que les sacase de semejante embrollo- se desprende que no tenían ni idea de lo que estaban hablando, afirmando con una total falta de rigor informativo y de desconocimiento que el Xerez C.D. ya no existe:

  • La penúltima prueba del Real Madrid C, contra el Xerez Deportivo. No confundir con el Xerez Club Deportivo, por otra parte.
  • Eso es.
  • Están enfrentados, de hecho. Este partido es contra el Xerez Deportivo.
  • Xerez Deportivo F.C. Eso es, Xerez Deportivo F.C. Equipo que se fundó en 2013, o sea, no es un equipo que desapareciera, no, hemos dicho que es un equipo que se fundó en 2013, ¿no? Fundado por un grupo además de aficionados del antiguo Xerez Club Deportivo, que es el matiz, ¿no?, Club Deportivo y Deportivo F.C.

[…]

  • Pues eso, dos equipos diferentes.
  • Sí, no, no. Igual lo hemos explicado a lo mejor mal. Lo que decíamos es que en 2013 se funda el Xerez Deportivo F.C. por un grupo de aficionados cuando se liquida el Xerez C.D. Ahora sí me estoy explicando bien. El Xerez C.D., que era el equipo de Jerez, se liquida en 2013 y se funda por parte de los aficionados del Xerez C.D. este nuevo equipo, que tiene diez años de vida. Verdad que no se ha refundado ni nada, surge y se funda en 2013. Eso fue lo que dijimos al comienzo, igual no matizamos bien lo del Club Deportivo y lo del Deportivo F.C., actual Xerez.

Pero como la aclaración lo único que hizo fue empeorarlo todo y aumentar la confusión, especialmente con el gran revuelo causado en redes sociales, el mismo comentarista             -Rodrigo Jiménez- tuvo que salir a la palestra al día siguiente para zanjar a la tercera el enredo, aprovechando la retransmisión de un partido de la cantera madridista:

  • Déjame, antes de nada, si me permites, hacer una aclaración que creo además necesaria. En el partido que comenté ayer que enfrentaba al Real Madrid C y al Xerez Deportivo F.C. dije de este club que se había creado por la refundación del Xerez Club Deportivo, equipo de la misma ciudad y que llegó a jugar en Primera División, concretamente en la temporada 2009-10. Quiero pedir disculpas porque fue un error del que soy el único responsable, por cierto. Un error mío y quiero pedir perdón a todos los espectadores y a los aficionados de ambos equipos, del Xerez Deportivo F.C. que se fundó en 2013, y a los aficionados del Xerez C.D. que se fundó en 1947 y que nunca, nunca ha desaparecido. Ambos equipos están en activo en el Grupo X de Tercera Federación. Dicho esto, espero que acepten mis disculpas los espectadores y también aficionados de ambos equipos jerezanos, a los que tengo un especial cariño.

Estos son solo cuatro groseros errores fruto de esa distorsión malintencionada a la que antes nos referíamos y que hemos creído necesario transcribir literalmente puesto que sus efectos son muy relevantes y perniciosos para el Xerez C.D. en cuanto a la visibilidad mediática y la consecución de patrocinios.

Aunque quizá lo más sangrante es el empleo del apelativo xerecistas para referirse a estas dos entidades y a sus seguidores. El apodo de un club se emplea precisamente para facilitar la identificación del mismo y en ningún caso un mismo sobrenombre puede ser utilizado para dos clubes y aficiones de una misma ciudad, porque se producirían consecuentemente las confusiones a las que hemos aludido. Si en Valencia, un grupo de aficionados del Valencia C.F., por ejemplo, descontentos con la forma de gestionar su club por parte de sus administradores, decidieran abandonarlo y formar una nueva sociedad a la que denominarían Valencia Club Deportivo, no podrían denominarse a sí mismos como valencianistas, porque para eso ya estarían los seguidores del club que lleva ese título por antonomasia; podrían proclamarse como valencianeros o deportivistas, pero nunca valencianistas. Es algo que cae por su propio peso.

Es por ello que los seguidores del Xerez D.F.C. no están haciendo un uso legítimo del apelativo xerecista pues ese pertenece desde su fundación al club que da origen y sentido a dicha palabra. Los socios del Xerez D.F.C. son efecistas o xerezanistas, pero en modo alguno xerecistas. Los efecistas pueden seguir autodenominándose xerecistas, pero así lo único que hacen es engañarse a sí mismos y pretender gozar de un prestigio y honor que su club nunca obtuvo deportivamente. Además, el club efecista emplea a su vez como apelativo breve el de Xerez Deportivo, cuando esa también es la denominación histórica del Xerez C.D., como incluso aparece un su himno (Xerez Deportivo, con los colores del Xerez todos unidos, dice su primer verso), y que se ha utilizado para diferenciarse del otro club histórico de la ciudad, el Jerez Industrial C.F. Si el Xerez D.F.C. estimó necesario comenzar de cero, debe también abandonar esta práctica de apropiación indebida e ilegítima de unos símbolos xerecistas que no les pertenecen pues renegaron libremente de ellos. Haciendo un paralelismo con la película La vida de Brian, los integrantes del Xerez D.F.C. serían los disidentes del Frente Popular de Judea que fundaron el Frente Judaico Popular.

Dicha práctica, así como el hecho de usar imágenes históricas del Xerez C.D. para ilustrar la campaña de socios del Xerez D.F.C. en 2014, hizo temer a los directivos xerecistas que el escudo del club también podría ser objeto de imitación por parte del nuevo equipo, lo que llevó al Xerez C.D. a registrar en 2017 su escudo y su nombre en la Oficina Española de Patentes y Marcas, dependiente del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Y es que sus sospechas no iban desencaminadas porque si nos fijamos, el escudo del Xerez D.F.C. es simplemente una orla o cinta circular alrededor del escudo del Xerez C.D., donde han sustituido las siglas C.D. por un clásico balón de fútbol.

Y el culmen de la desfachatez reside precisamente en que un club con solo diez años de vida incluya en dicho escudo la fecha de 1911 -en la que se fundó el primer equipo jerezano, el Jerez F.C.- para dar a entender que son los herederos y continuadores del sentimiento xerecista y obviando por supuesto a su único y auténtico detentador, el Xerez C.D. De este modo, tampoco hacen un uso ético del término, porque cuando un club pretende ser la continuación de otro hereda su historia, sus logros, su prestigio, pero también sus deudas, sus deméritos y sus cargas. Y es que ante este tipo de situaciones solo caben, en definitiva, dos posturas. Una, la de lavarte las manos, dejar abandonado a su suerte no solo al club que juraste defender sino también a las empresas jerezanas y a sus trabajadores a los que el club debe dinero y que con la disolución que alientas y promueves no percibirán ni un euro.

Y otra que consiste en reafirmarte en tus convicciones y principios, en que el cariño y la lealtad son irrenunciables, en que el club está por encima de las personas, independientemente de sus nefastos presidentes y de cuán duras sean las vicisitudes por las que está pasando, en redoblar como socios todos nuestros esfuerzos para sacar adelante al club de nuestra vida, por el que tanto sufrimos y al que nunca abandonaremos. Y, por ello, son los socios del Xerez C.D. los únicos legitimados para poder presumir con la frente bien alta de xerecismo. Deseamos que este artículo y su difusión ayuden a aclarar a nivel nacional el empleo adecuado del término. No es xerecista el que se lo llama así mismo, sino el que es reconocido como tal demostrándolo con sus actos.

En mi caso, cuando miro hacia atrás en el tiempo me recuerdo siendo siempre del Xerez C.D., sin poder precisar en qué momento empecé a serlo. No fue una decisión consciente, es como si ser xerecista fuese parte de mi naturaleza. Porque uno no escoge ser de un equipo, es el equipo el que te elige a ti. Y yo tengo la suerte de que el Xerez C.D. corra por mis venas, por lo que siempre podrá contar conmigo, al igual que con otros muchos como yo.

A este respecto, tras el reciente descenso de categoría del Xerez D.F.C., se han oído en la ciudad algunas voces del entorno de este equipo que clamaban por la unificación de ambos clubes, visto que la división solo hace perjudicar al fútbol jerezano. Y no puedo estar más de acuerdo con estas palabras. Es por ello que los xerecistas queremos recordar a esos aficionados que el Xerez C.D. tiene las puertas abiertas para acoger a todas aquellas personas que sigan teniendo el alma xerecista, que se forjó -nunca lo olviden- siendo aficionados del Xerez C.D., para que vuelvan a sentir lo que antes sintieron, ellos y sus padres y sus abuelos. Si después de tantas adversidades, el Xerez C.D. sigue en activo y se encuentra en franca progresión, imaginemos lo que podríamos conseguir todos juntos, esto es, devolver al Xerez C.D. al fútbol profesional.

Durante la temporada pasada el Xerez C.D. festejó su 75 aniversario (1947-2022) y en el himno conmemorativo compuesto para la ocasión por el artista Manuel de Cantarote destacan unos versos que resumen a la perfección ese sentimiento que hemos tratado de reflejar en este artículo:

Un equipo y una ciudad que es de bandera

y una afición que te acompaña donde quiera,

que por ti lucha sin importar la batalla

y alza tu himno y tus colores donde vayas.

Azul y blanco es el compás de mis latidos,

sabes que nunca nos daremos por vencidos,

y aunque el olvido haya ganado a la memoria,

seguimos vivos y cantamos nuestra historia.

Llenos de orgullo defendemos nuestro escudo,

yo sigo fiel porque Xerez tan solo hay uno,

Club Deportivo símbolo de nuestra tierra,

a ti te animo aunque ganes o aunque pierdas.

Xerez, contigo seguiré cumpliendo años,

en ti confío, siempre seguiré animando,

eres equipo que al destino desafías,

lucha con garra y no te rindas todavía.

Xerez, gol y bulería,

club del alma mía,

donde moriré.

Xerez, aunque pase el tiempo,

más que un sentimiento

que no abandoné.




Los primeros torneos de foot-ball en Jerez

A comienzos de la segunda década del siglo XX la única competición oficial de ámbito nacional que se organizaba en nuestro país era el Campeonato de España, cuyas altas exigencias económicas y deportivas quedaban fuera del alcance del, por entonces, primer equipo de la capital del vino, el Jerez Foot-ball Club. Esta modestísima sociedad amateur había nacido durante el mes de marzo de 1911, impulsada por el gibraltareño Thomas Spencer, verdadero animador y promotor del balompié jerezano desde su desembarco cuatro años antes, y sufragaba sus gastos exclusivamente mediante las pequeñas cuotas que aportaban sus socios-jugadores, quienes pagaban de este modo por jugar y a los que les movía solo el placer de practicar su deporte favorito.

Es por ello que la afición a fútbol se sostenía por estos lares a través de partidos y torneos oficiosos contra equipos de las localidades cercanas, cargados estos casi siempre de una enorme rivalidad y donde, además del trofeo físico, se dirimía también el prestigio de los clubes e incluso el honor de sus respectivas ciudades, por lo que se vivían como auténticos acontecimientos.

La Copa Gómez Spencer

Pues fue en este contexto donde tuvo lugar el estreno deportivo del Jerez F.C., dentro del campeonato de fútbol más antiguo celebrado en la zona, la Copa Gómez Spencer. Para dicho torneo, enmarcado en los actos de celebración de la Feria de primavera de 1911, se pondría en disputa una hermosa copa de plata donada por su organizador, el renombrado jinete y capitán del Regimiento de Caballería de Alfonso XII, Gustavo Gómez Spencer.

Gustavo Gómez Spencer

Los encuentros se disputaron en la famosa Pista de San Benito, que era un centro de entrenamiento para caballos de carreras construido sobre una finca propiedad del empresario bodeguero José Garvey, y en cuyo interior se habilitó un campo de fútbol de medidas reglamentarias.

La convocatoria quedaría abierta a todos los equipos de la región y algunos días antes la prensa comunicaba la posible participación de varios clubes de Huelva y Sevilla, aunque ninguna llegaría a confirmarse, al menos en apariencia. Y es que la falta de experiencia previa ocasionó bastantes deficiencias en la organización del torneo, que se tradujeron en malentendidos y controversias aún hoy no bien aclarados. Finalmente, fueron dos equipos gaditanos más el Jerez F.C., como anfitrión, los clubes inscritos para disputarse la Copa Gómez Spencer, en cuyo calendario se preveían en primera instancia dos fechas.

El día 2 de mayo de 1911 los aficionados asistieron al primer partido formal disputado en la ciudad andaluza, en el que el Jerez Foot-ball Club superó claramente al Cádiz Foot-ball Club por dos goles a cero, ambos tantos conseguidos antes del descanso. Desde las cinco de la tarde y ante una gran concurrencia de público, los blanquiazules se hacían así con una histórica victoria. La alineación jerecista fue la formada por Luis Agar, Mr. Mach, Spencer, José Benítez, Guillermo Ruiz, Joaquín Bernal, Antonio Hexamen, Luis Ramos, José Noriega -quien ejercía de capitán-, José Lacombe y José Antonio Gabilán; como suplentes fueron convocados Pedro Melero, Manuel Izquierdo y Alfonso F. Pacheco, mientras que como árbitro actuó Guillermo Fergusson.

Al día siguiente, el Jerez Foot-ball Club, que reeditaba el equipo titular del encuentro anterior, se enfrentó a un Español F.C., de Cádiz, que venció a su vez por cero goles a uno y se hacía con la copa después de la correspondiente ceremonia. No obstante, las escasas crónicas son imprecisas e incluso contradictorias pues en diferentes ediciones de un mismo periódico el resultado que aparece es 0 a 2.

Pero cuando el torneo parece concluido, todo se complicará el día 7 al presentarse en la estación de ferrocarril los jugadores del Sevilla Balompié -antecesor del Real Betis Balompié- con la intención de competir por la copa frente al Español F.C. Pero el conjunto gaditano “no concurrió, por cuya causa no se verificó la lucha” (El Guadalete, 08/05/1911) pese a que anteriormente se había informado que “la copa ha quedado en suspenso en poder de la sociedad de Cádiz, hasta el próximo domingo en que se disputará en Jerez la dicha copa esta sociedad con la del Balompié de Sevilla” (Diario Sevilla, 06/05/1911).

La escasez de los datos existentes al respecto hace que solo podamos aventurarnos a suponer lo sucedido aquel día aunque, basándonos en algunos antecedentes y en las peculiaridades del fútbol de entonces, pensamos que todo pudo deberse a una confusión o un error en la comunicación de las fechas. Al ser un torneo eliminatorio, como era costumbre en esta época, el vencedor en el último partido era quien se adjudicaba la copa.

Es así probable que los sevillanos solicitaran permutar su orden de participación con la idea de intervenir directamente en la final y tener con ello que desplazarse una sola vez a Jerez. En este sentido, Manuel Granado Palma (pág. 57) comentaba que el primer encuentro iba a medir al Cádiz F.C. con el Sevilla Balompié, aunque debió haber un cambio de planes y su lugar lo ocuparon los jerecistas. Por contra, si los hispalenses hubiesen debutado en el enfrentamiento inaugural de la serie, habrían tenido que hacer noche en la ciudad varios días para defender la posesión del trofeo. Y es que en estos años, los enormes gastos que supondría una expedición similar (viaje, hospedaje, comidas…) eran inasumibles por la mayoría de los clubes, con pocos recursos y formados por jugadores amateurs.

Dicha petición de aplazamiento por parte de los sevillanos pudo no ser comunicada con la suficiente antelación al Español F.C. como para poder acudir a la cita de aquel 7 de mayo o, sencillamente, esta modificación sobre la marcha que no estaría prevista en la planificación del torneo sería rechazada por los gaditanos, quienes considerándose ya los vencedores oficiales decidieron no comparecer y quedarse en posesión de la copa.

El Español F.C. posando con la que parece ser la Copa Gómez Spencer

Pero aunque parezca imposible, los equívocos con esta copa no acabaron aquí. El 19 de abril de 1914 los jerecistas se enfrentaron nuevamente en la Pista de San Benito al Español F.C. de Cádiz, en un partido cuyos beneficios fueron destinados a la Asociación de la Caridad y donde se puso en disputa una copa de plata donada por el presidente de la entidad jerecista, el ya citado Thomas Spencer. No obstante, en el libro Cien años de historia del Cádiz C.F. 1910-2010. Vol. I, 1910-1935 (pág. 92) se sostiene erróneamente que la copa en litigio constituía una segunda edición de la Copa Gómez Spencer de 1911 y que el trofeo habría quedado en propiedad del Español F.C. de Cádiz, tras conquistarlo en dos ocasiones consecutivas. Esta confusión estuvo probablemente motivada por la curiosa coincidencia en el apellido de dos de las figuras más relevantes del balompié jerezano en sus primeros años, Gustavo Gómez Spencer, por un lado, y Thomas Spencer, por otro, no existiendo ninguna conexión entre ambos torneos ni, una vez repasados sus respectivos árboles genealógicos, tampoco una relación de parentesco entre estos dos personajes.

Lo único que nos resta para finalizar es abordar el paradero de la Copa Gómez Spencer porque, como habrán comprobado, no hemos podido ilustrar este artículo con una imagen actual de la misma. Pues bien, tras la desaparición del Español F.C., sus trofeos fueron donados durante la Guerra Civil a la Iglesia a propuesta de la Junta de Damas Gaditanas. Todos excepto uno, exacto, la Copa Gómez Spencer, que fue entregada a la familia de Miguel Aramburu, antiguo presidente de la entidad españolista, en reconocimiento a su destacada labor en apoyo del fútbol local. Así las cosas, me puse en contacto con los miembros actuales de dicha familia quienes me confirmaron, tras las oportunas averiguaciones entre el vasto patrimonio que poseen, que no tenían conocimiento de la existencia del trofeo -lo que no es de extrañar pues han pasado casi 90 años y varias generaciones de descendientes desde entonces-, que ignoran dónde se encuentra y que no creen que ya forme parte de sus posesiones, por lo que probablemente se haya perdido de forma irremediable.

La Copa de Jerez

Siguiendo la costumbre de la época y a tenor del interés creciente que iba despertando el foot-ball, encuadrada en el programa de actos de la Feria de primavera de Jerez del año 1912 se disputó otro torneo amistoso de fútbol que fue conocido como la Copa de Jerez. Para este fin se puso en juego un valioso trofeo de plata, que había sido cedido por el presidente de la Comisión de Fiestas en nombre del Ayuntamiento de la ciudad, y que durante los días previos permaneció expuesto en el concurrido establecimiento de modas y refino de Manuel Chiva, situado en la esquina de las céntricas calles Larga y Algarve.

En esta ocasión participaron el Español F.C. de Cádiz -club que acudía en representación de la ciudad gaditana tras deshacerse del Cádiz F.C. por dos tantos a cero en un partido clasificatorio, celebrado el día 14 de abril en el Campo de las Balas-, una selección de Sevilla -integrada por los mejores elementos de las sus principales sociedades, es decir, el Sevilla Balompié y el Sevilla F.C.- y el Jerez F.C., mientras que el escenario de los encuentros sería un campo habilitado a tal efecto en el parque González Hontoria.

Este era el recinto, dentro del propio casco urbano, que acogía la Feria de primavera y la idea de disputar el torneo en dicho emplazamiento respondía a la pretensión de acercar el pujante nuevo deporte al público en general y convertirlo en un espectáculo de masas.

El sorteo fue celebrado el día 27 de abril acudiendo como representantes el Marqués de Miguelturra por el Español F.C., Eladio García de la Borbolla por los sevillanos y Thomas Spencer por el Jerez F.C. El calendario deparó que el 1 de mayo se midieran en el primer encuentro el Español F.C. y el Jerez F.C., pero los gaditanos tampoco se presentaron, resultando ganadores los jerecistas por incomparecencia de sus rivales con arreglo a la octava de las bases del torneo y de esta forma clasificados directamente para enfrentarse al combinado hispalense.

Este duelo había vivido un primer asalto veinte días porque la Sociedad Sevilla Balompié había elegido al Jerez F.C. para competir por un precioso trofeo de plata donado por el consistorio sevillano para su disputa igualmente dentro de los festejos de la Feria de abril y que recibió el nombre de Copa Ayuntamiento de Sevilla. Dicho encuentro despertaría en las jornadas previas un “gran interés entre los aficionados a este sport, por ser la primera vez que se viene a ésta el team jerezano, que, según noticias, se señala como fuerte y entrenado” y para la ocasión al Sevilla Balompié, pese a ser por estos años el club con un mayor vigor de la ciudad, se unieron algunos futbolistas de su eterno rival -el Sevilla F.C., conformando como habíamos visto un imponente equipo “escogido entre las sociedades sevillanas” (El Liberal,13/04/1912).

El partido se celebró en el Prado de San Sebastián, desde la una de la tarde del día 14 de abril, y finalizó con victoria de los hispalenses por dos goles a cero, tantos materializados en la segunda parte por Samuel Greensmith y Pedro Lissen. La imagen siguiente corresponde a la edición del 4 de mayo de 1912 de la revista sevillana La Exposición, en la que podemos apreciar dos lances del encuentro. Ambas instantáneas poseen gran valor histórico pues constituyen el documento gráfico más antiguo que se conserva sobre un partido de fútbol jugado por algún equipo jerezano.

Retomando ahora en este punto el discurrir de la Copa de Jerez, en el segundo partido programado, celebrado el día 5 de mayo a las tres de la tarde, la selección de Sevilla cayó ampliamente superada por 6 goles a 0 ante el Jerez Foot-ball Club, quien desplegaría un bonito juego a base de combinaciones presenciado por un destacado número de espectadores. Noriega fue el autor de tres goles, Benyunes hizo dos y Tate el otro. Arbitró el encuentro Juan Nacimiento, secretario del Britannia F.C., club campeón de Gibraltar esta temporada. La alineación de los jerecistas estuvo compuesta por Juanito Luqué, Spencer, Bernal, A. Fernández, José Lacombe, Izquierdo, Noriega, J. Fernández, Carlos Massino, Abraham Benyunes y Andrés Tate; estos tres últimos eran seguramente viejos conocidos de Thomas Spencer puesto que procedían de la colonia gibraltareña.

Pero el 7 de mayo en El Liberal se justificó de forma algo peregrina esta abultada e inesperada derrota basándose en que la mayoría de los futbolistas sevillanos eran estudiantes y estaban de exámenes, en las pequeñas dimensiones del terreno de juego -“el de menor perímetro de España”, según su criterio- y en que el Jerez F.C. se presentó al torneo tras reforzar sus elementos “con una mayoría de jugadores ingleses” profesionales venidos desde Gibraltar y La Línea -hemos visto que únicamente fueron tres-, causa esta que en su opinión habría motivado la retirada del conjunto gaditano. Sin embargo, esas rebuscadas explicaciones parecen excusas sin fundamento debido a que los hispalenses pusieron en liza aquel día un conjunto “formado por los mejores equipiers de las sociedades Sevilla Balompié y Sevilla F.B.C.” (Deportes: Revista quincenal, 15/05/1912), por lo que su potencial resultaba innegable y, más si cabe, a la luz del histórico once plagado de grandes figuras con el que el combinado sevillano saltaba al campo: Fernández Zúñiga; Carretero y Navarro; García Martínez, Hermosa y Toribio; Añino, Salgueiro, Leconte, Perea y Lissen.

De esta manera, el Jerez Foot-ball Club se adjudicaba el tan preciado trofeo de plata en disputa, que se entregaría a su capitán regado con champán por el alcalde de la ciudad, Julio González Hontoria. Los campeones fueron agasajados seguidamente con un lunch en la caseta del Casino Jerezano, en el recinto ferial, donde se brindó por la prosperidad del club.

Thomas Spencer posa con la Copa de Jerez

La Copa de Jerez, primer torneo ganado por la entidad decana del balompié jerezano, fue donada en la década de los años 80 del pasado siglo por la familia Spencer al Xerez C.D., pasando desde entonces a formar parte de su sala de trofeos. Los estragos del tiempo y las diferentes vicisitudes que ha vivido el club xerecista en los años posteriores tuvieron su impacto en el estado de conservación de la copa, ya que podemos constatar que fue perdiendo su reluciente brillo plateado y que la peana de madera con la inscripción “Jerez 1912” no había sobrevivido hasta nuestros días. Como resultado de ello, la Copa de Jerez mostraba en la actualidad una imagen ajada y descuidada impropia de esta auténtica joya del patrimonio histórico y deportivo de la ciudad.

La Copa de Jerez tras ser localizada cuando parecía perdida

En las numerosas ocasiones en las que como socio del club xerecista me acercaba hasta su sede para renovar mi abono, solía dedicar el tiempo de espera en contemplar todos los trofeos y copas expuestos, lamentando siempre que la Copa de Jerez no ocupase el lugar preminente que le correspondía sino que se encontraba colocada como un galardón más, sin catalogar y mezclado con otros trofeos menores, porque probablemente los sucesivos mandatarios y rectores de la sociedad desconocían incluso su naturaleza como uno de los premios más importantes que atesoraba el club. Es más, constantemente me rondaba en la cabeza el pensamiento -y el temor- de que, en cualquiera de los diferentes traslados y mudanzas por cambios en la ubicación de la sede, este trofeo acabaría extraviándose o directamente tirado a la basura pues su aspecto invitaba a pensar que se trataba de una copa sin valor alguno.

Así las cosas, durante el verano de 2022 el Xerez C.D. comenzó a organizar los actos con los que iba a conmemorar el 75 aniversario de la fundación de la entidad, consistentes en la publicación de un libro sobre la historia del equipo azulino, un ciclo de conferencias, la edición de una camiseta conmemorativa y una exposición sobre la historia del club desde su fundación en 1947. Y fue en este momento cuando vino nuevamente a mi pensamiento la anómala situación de la Copa de Jerez, por lo que procedí esta vez a comunicarme con la Comisión Organizadora para sugerirles que sería interesante que dicho trofeo formase parte de la exposición. Sin embargo, todos mis temores parecieron hacerse realidad pues de entrada me informaron que desconocían la existencia de esta copa y que a primera vista no se encontraba en la sede club, aunque se comprometían a realizar una búsqueda más exhaustiva y a mantenerme al tanto de sus averiguaciones.

Pasaron unos días de verdadera incertidumbre y desasosiego por la posibilidad de que también se hubiese extraviado para siempre un icono tan valioso, pero afortunadamente un mensaje en mi teléfono móvil mostraba al fin que la Copa de Jerez había aparecido mezclada con otros trofeos. Una muy grata sensación de alivio recorrió mi cuerpo y me llevó inmediatamente a exponer la importancia y la relevancia de un trofeo que cuenta con 110 años de vida. Las personas que gestionan actualmente el Xerez C.D., en un ejercicio de responsabilidad y buen criterio, decidieron acometer la restauración de la copa y tras un excelente trabajo luce hoy magnífica, habiendo recuperado su esplendor original.

La Copa de Jerez recibió el merecido tratamiento durante la exposición del 75 aniversario del Xerez C.D.

Antes de concluir, queremos hacer notar un dato curioso relativo a la tipología de la copa en cuestión, que debía constituir un modelo clásico de procedencia inglesa y quien sabe si adquirida por el propio Thomas Spencer en uno de sus habituales viajes a su país. Y es que medio siglo después todavía seguía utilizándose dicho diseño pues, durante el sorteo de la Copa del Mundo de Inglaterra 1966, los recipientes donde se mezclaron los nombres de los equipos fueron copas exactamente iguales a la Copa de Jerez de 1912.

El sorteo se celebró el 6 de enero de 1966 en el Royal Garden Hotel de Kensington (Londres)

Bibliografía y prensa consultadas

Bermejo Chamizo, Javier y Barbado Lima, José Carlos (2009): El balón blanquiverde: 135 años de fútbol en Andalucía. Ed. Junta de Andalucía. Consejería de Turismo, Comercio y Deporte. Sevilla.

Castro Prieto, Juan (2004): Primeros pasos del fútbol sevillano. Ed. Punto Rojo Libros. Sevilla.

Granado Palma, Manuel: Cien años de historia del Cádiz C.F. 1910-2010. Vol. I, 1910-1935. 2010. Quorum Editores. Cádiz.

Prensa

Deportes: Revista quincenal (1911, 1912). Cádiz. Hemeroteca digital del Ministerio de Cultura.

Diario Sevilla (1911). Sevilla. Hemeroteca Municipal de Sevilla

Exposición, La (1912). Sevilla. Hemeroteca digital del Ayuntamiento de Sevilla.

Guadalete, El (1911, 1912). Jerez. Hemeroteca Municipal de Jerez.

Liberal, El (1912). Sevilla. Hemeroteca Municipal de Sevilla.




Organización y sistema de competición del Campeonato Regional Sur (1915-1940)

  1. Introducción.

El día 22 de febrero del año 1915 tuvo lugar en Sevilla la asamblea constituyente de la Federación Novena de Foot-ball Clubes, cuyo ámbito de acción comprendía inicialmente Andalucía occidental, Extremadura, Canarias y Norte de África, aunque el 31 de mayo de ese año se había ampliado a todo el territorio andaluz, ya como la Federación Regional Sur de Clubs de Foot-ball. La principal finalidad del nuevo organismo era ordenar, articular y fomentar el fútbol andaluz mediante la organización de la primera competición oficial, el Campeonato Regional Sur de Primera Categoría de la temporada 1915-16, cumpliendo así con el requisito normativo ineludible para que los equipos andaluces pudieran acudir al Campeonato de España, única competición de ámbito nacional que existía en esa época.

Y es que en septiembre de 1913 la Real Federación Española de Fútbol había instituido de forma reglamentaria los torneos regionales como eliminatorias previas de clasificación para la citada competición nacional, en la que hasta esa fecha podía tomar parte cualquier club afiliado y al corriente en sus pagos con dicha Federación. La creciente fiebre por el balompié había propiciado un gran incremento en el número de los equipos aspirantes, lo que haría necesario el establecimiento del consiguiente mecanismo de selección. De esta manera, el vencedor del torneo regional obtenía el título de campeón de Andalucía y, con ello, el derecho a tomar parte en el Campeonato de España junto a los vencedores de primera categoría de las demás federaciones.

  1. Las categorías de los clubes.

Como hemos visto, en los campeonatos regionales clasificatorios para el Campeonato de España solo podían participar clubes catalogados como de Primera Categoría. Antes de la creación del ente rector del fútbol andaluz, la separación informal existente entre clubes de primera y segunda categoría no respondía a una jerarquización por divisiones reales sino que el apelativo primera categoría hacía referencia al potencial que distinguía a una minoría de equipos por disponer de un campo propio, frente a los clubes modestos, que solían jugar en explanadas o parques. Y si este terreno de juego estaba además vallado, las distancias económicas se acrecentaban puesto que podían celebrar partidos de pago.

Un primer paso para la oficialización de este criterio tuvo lugar en el mismo año de 1913 cuando la Asamblea constituyente de la Real Federación Española de Fútbol estableció en las Bases para el Campeonato de España que todos los encuentros (eliminatorias de grupos, semifinales y final) debían disputarse en un campo vallado, aunque daba libertad a las federaciones territoriales para planificar las eliminatorias regionales con arreglo a sus propias normas.

Detalle del Heraldo de Madrid (8 de septiembre de 1913)

Por dicha razón, algunas federaciones regionales fueron implantando lentamente en sus reglamentos la posesión de un terreno de juego cerrado como requisito para que un club pudiera militar en primera categoría, aunque la permisividad fue la práctica predominante puesto que todavía eran muy pocos los que podían permitirse el lujo de disponer de un campo vallado en propiedad. Este sería el caso, por ejemplo, de la Federación Regional del Centro hasta 1919, cuando una modificación de las Bases de su campeonato le costó la plaza en Primera Categoría Serie A al Unión Sporting Club, de Madrid, que no disponía de campo.

Este bajo nivel de exigencia también caracterizó las primeras ediciones del campeonato andaluz pues entre 1915 a 1918 participaron equipos con un nivel deportivo muy pobre y cuyo campo no estaba vallado. Esto era debido a que la Federación Regional Sur había clasificado como de Primera Categoría a una serie de equipos sevillanos muy modestos, mostrándose varios de ellos claramente no preparados para enfrentarse a los potentes Sevilla F.C. y Real Betis en los encuentros clasificatorios, lo que generaba desequilibrios competitivos que restaban interés y atractivo al Campeonato Regional y motivó, en parte, una modificación en el sistema de competición del mismo, como veremos más adelante, por la que desde 1918 solo formarían la primera categoría regional las sociedades con campo cerrado. En este sentido, El Noticiero Sevillano comentaba el 23 de febrero de ese año que:

[…] después de que termine el campeonato de Andalucía la Federación regional acordará el pase a segunda categoría de los primeros equipos del Español F.C. y Recreativo, de esta capital, cuya actuación en la presente temporada ha venido a confirmar la ineptitud y el abandono con que procedió la comisión designada por la Federación para dictaminar acerca de la categoría en que debían figurar los citados equipos; pero la junta federativa está dispuesta a aplicar un sano remedio y “desfacer” entuertos para bien del fútbol, con lo cual ganará mucho en el concepto de los aficionados.

Pero, es más, en varias regiones participaban incluso clubes sin campo puesto que estos primeros y rudimentarios campeonatos podían celebrarse en un único terreno de juego cerrado escogido por la federación regional donde se jugaban todos los partidos, o se acordaba que los dos encuentros de la eliminatoria -el de ida y el de vuelta- tuviesen lugar en el campo del equipo que poseyera uno, o en el campo de un tercero si ninguno de los dos lo tenía, con los previstos repartos proporcionales de las taquillas entre los clubes implicados y su federación.

Con el paso de los años este proceder había ido invistiendo a dichos clubes sin campo de una serie de derechos adquiridos que ponían sobre la mesa para defender su puesto en la máxima categoría. Por ello, y a pesar de la demanda generalizada existente respecto a que la clasificación de los equipos debería hacerse, sola y exclusivamente, en función de su potencial deportivo, la realidad era que en dichas regiones los clubes eran incluidos en la  primera categoría bien por conveniencias económicas o por exigencias de los clubes de segunda categoría, cuyo voto conjunto y mayoritario en las asambleas federativas forzaba el acceso a esta élite regional de equipos sin la mínima calidad necesaria para medirse a los clubes punteros, quienes veían así descender el nivel de competitividad de los torneos y, con ello, perjudicada su preparación para las eliminatorias del Campeonato de España.

La asamblea de delegados de cada federación regional era la encargada de estudiar las solicitudes presentadas por las nuevas sociedades que deseaban ingresar en la primera categoría, normalmente tras adquirir un campo vallado y buscando mejorar la posición y el renombre del club compitiendo junto a los mejores, y que eran aprobadas solo con el voto favorable de la mayoría de los clubes ya clasificados en la misma; no obstante, y según sucedía en la muy exigente federación andaluza, podía además imponer como condición la disputa de algún partido de prueba para contrastar la madurez deportiva del club o la demostración con avales de la solvencia económica suficiente para afrontar íntegramente los campeonatos y no retirarse mediada la temporada -lo que era bastante frecuente-, con el consiguiente caos organizativo y en el calendario que se generaba.

Por ello, y para acabar con tal disparidad, las federaciones territoriales fueron instaurando en sus reglamentaciones -en julio de 1922 en el ámbito andaluz- el sistema mucho más ecuánime de promoción de ascenso para el campeón de la segunda categoría regional, con lo que esta pasaba a equivaler a la división deportiva donde militara el club y que, en adelante, se obtendría únicamente por los méritos contraídos en los terrenos de juego y, obviamente, siempre y cuando fuese propietario de un terreno de juego acotado con una valla.

Artículo 6º del Reglamento de la Federación Regional Sur

Para pertenecer un Club a primera categoría, es condición indispensable que tenga campo propio en condiciones reglamentarias y vallado.

El campeón de segunda categoría que se proclame todos los años, tendrá derecho a pasar a la primera si vence al que menos puntuaciones obtuvo en el campeonato.

Aunque, de todos modos, en el Reglamento de la RFEF de 1923 se dispondría que, en lo sucesivo, ningún equipo podría participar en la primera categoría regional si no era titular de un terreno propio o arrendado y vallado, con lo que fijaba definitivamente una norma común y de obligado cumplimiento para todas las federaciones regionales.

Reglamento de la RFEF de 1923

  1. El sistema de competición del Campeonato Regional Sur.

Desde sus inicios, la Federación Regional Sur procederá a ensayar diversas fórmulas de campeonato para adaptarlo a la cambiante realidad futbolística de la región. Al principio, este organismo poseía una implantación todavía limitada y los clubes afiliados ascendían a poco más de una decena. Así, los equipos de primera categoría que se presentaron al estreno del torneo regional en 1915 fueron:

– Sevilla F.C., Real Betis, Español F.C., Athletic F.C., Unión Andalucía Recreativo e Híspalis F.C., por Sevilla.

– Español F.C. y C.D. Gaditano, por Cádiz.

– R.C. Recreativo, por Huelva.

– F.C. Malagueño, por Málaga.

Para favorecer la participación de los equipos, durante sus tres primeras temporadas el Campeonato Regional Sur dispuso de acceso libre, previo abono de una cuota de cinco pesetas, para cualquier sociedad federada de primera categoría. Se disputaba mediante sistema de eliminatorias directas, a razón de un solo club por cada provincia en la fase final, celebrándose rondas previas en aquellas donde concurría más de un equipo para seleccionar a su representante y “jugándose todos los partidos en el campo del Sevilla F.C.” (El Liberal, 30/10/1915), el único por entonces acondicionado y con unas medidas reglamentarias de la capital hispalense, ciudad donde además tenía su sede la federación regional andaluza. En efecto, el sevillista campo del Mercantil estaba al principio rodeado solo por una alambrada desmontable que circundaba el terreno de juego pero en octubre de 1916 quedó cerrado por una valla de 2,5 metros de altura.

En las campañas 1915-16 y 1916-17 todo transcurriría según el plan previsto, pero en la temporada 1917-18 la fase final tuvo que celebrarse por medio de una liguilla por puntos, de todos contra todos, al presentarse clubes solo en Cádiz, Huelva y Sevilla y no haber por ello al menos cuatro campeones provinciales con que dirimir unas semifinales, pues el represente malagueño dejó de acudir al torneo, mientras que por su parte, los clubes de Granada, Córdoba, Jaén y Almería tardarían algunos años más en formalizar su alta en la Federación.

Para dotar de estabilidad a la organización del torneo y evitar cada temporada esta clase de contingencias e improvisaciones, la Federación Regional Sur implementó un cambio trascendental en el sistema de competición al establecer que a partir de la campaña 1918-19 la Primera Categoría adoptaría dicho formato liguero, pudiendo ya solo participar en consecuencia los equipos poseedores de un campo cerrado, es decir, Sevilla F.C., Real Betis, Español F.C. y R.C. Recreativo de Huelva. La aplicación de este condicionante se explica porque:

1ª. Como nuevo espectáculo de masas, el Campeonato Regional requería de unas mayores condiciones de seguridad para el desarrollo de los partidos, pues eran muy frecuentes las invasiones del campo y los incidentes y trifulcas entre el público, con intervención de las fuerzas del orden, lo que se paliaba en cierta parte con estadios vallados.

2ª. Los clubes obtendrían ingresos por la venta de entradas, lo que era imposible en campos abiertos, con lo que aumentaban sus fuentes de financiación; pero, también, un porcentaje de los mismos iba destinado a la Federación Regional, con lo que todos salían ganando. Pero así se solventaban además las quejas de las demás sociedades pues hasta entonces era solo el club sevillista el que se lucraba y prosperaba con el arriendo de su campo a la propia Federación para la disputa de los partidos oficiales, ocasionándose una situación que no resultaba equitativa pues los restantes equipos, que aportaban su cuota de aficionados, no recibían el porcentaje de esos beneficios que en justicia debía corresponderles.

3ª. Jugar todos los partidos del Campeonato en Sevilla beneficiaba claramente a los clubes locales pues dificultaba enormemente que los aficionados de otras localidades pudiesen ver competir y animar a sus equipos, ya que ello implicaba unos costosos e incómodos desplazamientos a tenor de los medios de transporte de la época. Pero con la nueva fórmula implantada, el fútbol oficial desembarcaba en las ciudades de origen de los clubes y sus seguidores podían disfrutar de la emoción competitiva sin tener que viajar y en condiciones de igualdad.

Durante el verano previo al inicio de esta edición del torneo andaluz se vivieron momentos de incertidumbre puesto que los dos clubes sevillanos vieron como el Ayuntamiento les conminaba a dejar sus respectivos campos de juego, que tenían instalados en el Prado de San Sebastián, para acometer una ampliación de la Feria. De este modo, los sevillistas escogieron un nuevo emplazamiento en el paseo de La Palmera mientras que los béticos lo hicieron junto al barrio del Patronato Obrero. Sin embargo, el día 17 de octubre de 1918 este último aún no tenía instalada la valla que debía circundarlo, razón por la que en la revista Madrid-Sport un célebre corresponsal que firmaba como Olmedo comentaba que:

sentiría que tan simpática sociedad no figure en el Campeonato (si es que los hay), pues con ello perdería mucho la afición. Esa tirria entre balompédicos y sevillistas es lo que sostiene la afición y si nos falta…”.

Pero, afortunadamente, el equipo verdiblanco pudo terminar las obras y tomar parte en este histórico campeonato. Y es que, como consecuencia del novedoso criterio, las cuatro sociedades más potentes de Andalucía militarían desde la campaña 1918-19, de manera automática, en una especie de primera división regional -mucho más fuerte y compensada ya sin la rémora de los clubes pequeños- a la que pertenecían por derecho propio, incluso si un año no se inscribían o se retiraban del campeonato, porque disfrutar de un campo vallado les garantizaba su puesto, y esto se sumaba a que la reglamentación todavía no contemplaba el descenso para el último clasificado de la tabla. Y, mientras, los clubes que carecían de un terreno de juego cercado formaban la Segunda Categoría regional, donde coexistían equipos de nivel deportivo y económico muy dispar.

Esta Primera Categoría funcionaba por entonces como un grupo hermético puesto que la Federación Regional Sur no organizaba todavía el campeonato de la Segunda Categoría y adolecía, por ello, de un sistema reglado para que estos equipos pudieran promocionar deportivamente a la categoría superior. Por ello, los ascensos quedaban condicionados a que dichas sociedades de segunda categoría se hicieran con un campo vallado y a que la Federación los considerase cualificados para competir al máximo nivel, recortando con su progresión las notables diferencias de calidad que los separaban del cuarteto de clubes punteros.

El único caso se produjo al acabar 1920, cuando la Federación Regional Sur incluyó en la Primera Categoría al Nacional F.C. de Sevilla, pero solo tras la disputa de tres partidos de prueba para contrastar su potencial y exigirle un depósito de 500 pesetas como garantía por si no completaba el campeonato -puesto que viajar por varias provincias para jugar los encuentros resultaba muy costoso- más la consabida obligación de procurarse un campo de juego cerrado con anterioridad al inicio de la competición.

Y, aunque el estreno del Campeonato de Segunda Categoría tuvo lugar en la temporada 1920-21, sus dos primeros vencedores tampoco ascendieron pues carecían de un campo vallado y el grupo continuó sin más alteraciones, ignorándose si el Reglamento federativo de 1919 en vigor por entonces preveía además una fórmula deportiva para los ascensos   -es decir, que ganar la competición daba derecho a jugar una promoción- o seguía siendo suficiente con adquirir un campo, ya que ningún ejemplar ha sobrevivido hasta nuestros días. Este campeonato tuvo carácter regional desde la citada campaña 1920-21 debido a que antes de su primera edición solo se disputaban torneos locales a cargo de los comités de la Federación Regional Sur en algunas provincias y no se proclamaba a un campeón conjunto.

A su vez, y como dato muy curioso, entre 1918 y 1921, los clubes malagueños de primera categoría -es decir, con un campo cerrado- renunciaron a presentarse al Campeonato Regional a pesar de tener derecho a ello, lo que constituía toda una anomalía.

La Federación normalizó la configuración de la Primera Categoría con una jurisprudencia más objetiva en su nuevo Reglamento de 1922 donde establecía, en el artículo 6º, que ya no solo bastaba con tener un campo vallado para asegurarse un puesto en la misma sino que en cada temporada el equipo colista debía defender su plaza en una eliminatoria de promoción con el campeón de la Segunda Categoría (aunque los ascensos requerían ser más tarde ratificados por la Asamblea de la propia Federación Regional Sur, compuesta por los delegados que representaban a los clubes miembros). No obstante, si el número total de clubes en la división de honor regional no completaba el límite máximo fijado, que era de 6, ambos equipos quedarían clasificados en Primera Categoría.

Y así ocurrió en la campaña 1922-23 cuando dicha Asamblea acordó ascender a la Real Balompédica Linense -como campeón de la Segunda Categoría- sin disputar la preceptiva eliminatoria con el Español F.C., el último clasificado de los cinco integrantes de Primera Categoría. Este ascenso, aprobado en la Asamblea federativa del 19 de agosto de 1923, generó una catarata de protestas entre los delegados del Real Betis, R.C. Recreativo de Huelva, Jerez F.C. y Nacional F.C. puesto que el club linense carecía de campo propio al inicio del campeonato, por lo que se le concedió celebrar todos los partidos de la primera vuelta como visitante para darle así tiempo a cumplir con dicha exigencia del Reglamento. Posteriormente, la RFEF falló a favor de los campogibraltareños y ratificó su ascenso.

Este sistema de promoción y el aumento de 10 a 32 en los clubes inscritos motivaron que el 19 de agosto de 1923 la Asamblea remodelase las competiciones regionales al crear un Grupo B en la Primera Categoría, donde los equipos de Segunda Categoría con campo propio -aunque este criterio no siempre se respetó- compitieran separados de los que no lo tenían y no podían ascender, resultando de este modo las tres divisiones mediante las que se estructuraría en lo sucesivo el balompié andaluz:

  • Primera Categoría Grupo A, para los clubes que ya venían perteneciendo a ella;
  • Primera Categoría Grupo B, para los antiguos equipos de segunda categoría con campo vallado;
  • Segunda Categoría (o Grupo C), reservada ahora esta última para los clubes sin campo y a los de nuevo ingreso en la Federación.

Directamente, o a través de sus diferentes subcomités provinciales, el organismo andaluz organizaba campeonatos del Grupo B en aquellas provincias donde estimaba conveniente en función del número de equipos inscritos en cada temporada y de otros factores, cuyos vencedores se eliminaban más tarde entre ellos para determinar al club campeón de la categoría, que se convertía en aspirante a un puesto en la máxima categoría andaluza.

Pero desde este momento solo en la temporada 1926-27 hubo eliminatoria de promoción, que además finalmente quedaría sin efecto porque, a pesar de perderla, el Algeciras F.C. terminó subiendo por la ampliación de la Primera Categoría a ocho clubes. Y es que por dos ocasiones el campeón de la Primera Categoría B ascendió automáticamente al existir puestos vacantes (el Málaga F.C. en la 1924-25 y el F.C. Malagueño en la 1925-26 -este último como subcampeón, pues el primer clasificado, San Román F.C. de Sevilla no tenía campo-), mientras que en otras dos campañas no hubo promoción, aun disponiendo de un campo propio el subcampeón en uno de los casos (Málaga F.C. en la 1923-24) -lo que le legitimaba para jugarla en lugar del campeón (Sevilla Athletic Club), que no lo tenía, sin que se conozca la causa-, y en el otro (1927-28) debido a una reducción en el número de clubes en Primera Categoría A (de 8 a 4) por la creación al año siguiente del Campeonato Nacional de Liga, que vino acompañada de una remodelación en todas las competiciones.

Prosiguiendo nuestro recorrido por la voluble organización competitiva andaluza, entre las campañas 1928-29 y 1930-31 se produciría una regularización del sistema de ascensos y descensos con la aplicación obligada del artículo 172º del Reglamento de la RFEF, en el que se establecía que en cada región los clubes de Primera Categoría que no lograran el pase para el Campeonato de España o que no militasen en la Primera o Segunda División de liga debían disputar un torneo de promoción por puntos junto a los mejores clasificados de la segunda categoría, que accedían no ya tras las eliminatorias entre los campeones provinciales sino mediante certámenes en formato liguero. De esta manera, se produjeron los ascensos a la máxima división regional de F.C. Malagueño (1928-29), Recreativo de Huelva (1929-30) y Córdoba Racing Club (1930-31), a pesar este de perder la promoción, pues la Federación Regional Sur decidió ampliar el número de integrantes, que pasaba de 4 a 5.

Pese a todo, tras la temporada 1931-32, en la que el Málaga S.C. ascendió directamente con motivo de una remodelación de las categorías regionales -al crearse el Campeonato Mancomunado Centro-Sur- y quedar suspendida la promoción por una serie de conflictos políticos y sociales, la misma solo tuvo lugar durante la campaña 1934-35, al implantarse los Campeonatos Superregionales (siendo el ascenso para el Xerez F.C.), mientras que en las otras tres no los hubo debido a decisiones federativas que vetaron la promoción del Antequera F.C., campeón andaluz de la Segunda Categoría Preferente (1932-33), a pesar de estar prevista en el Reglamento y ante infructuosas protestas; a la instauración para la siguiente temporada de los Campeonatos Superregionales (1933-34); y por el estallido de la Guerra Civil (1935-36).

La promoción en la temporada 1932-33 no se celebró pese a estar prevista
Heraldo de Madrid (30 de agosto de 1932)

Es necesario aclarar que durante las cuatro temporadas en que el campeonato regional andaluz fue organizado de manera coaligada con la Federación Castellana (campeonatos mancomunados de 1932-33 y de 1933-34) así como con las federaciones valenciana y del Oeste (campeonatos superregionales de 1934-35 y de 1935-36, respectivamente), dichos torneos constituyeron el Campeonato de Primera Categoría regional, tal como se recoge, por ejemplo, en la página 74 del Anuario de la FEF del año 1934:

CLASIFICACIÓN DE LOS CLUBS EN LOS CAMPEONATOS REGIONALES DE LA TEMPORADA 1932-33

Primera categoría: la obtenida por el Sevilla F.C. y el Betis Balompié en el mancomunado Castilla-Sur.

Respecto al conflicto bélico, este ocasionó una suspensión de las competiciones oficiales entre las temporadas 1936-37 y 1937-38, puesto que en la campaña 1938-39 volvería a organizarse de nuevo del Campeonato Regional Sur. La situación social y económica que vivía Andalucía -y el resto del país- era tan calamitosa que solo pudieron inscribirse cinco clubes, cuatro de la edición de 1935-36 (Sevilla F.C., Betis Balompié, Xerez F.C. y Cádiz F.C.) más el Ceuta Sport. Además, este año no hubo torneo de Segunda Categoría.

La temporada 1939-40 fue la última en la que se disputaron los campeonatos regionales, culminando un proceso iniciado muchas temporadas de atrás de atractivo para los aficionados. De ahora en adelante, el pase para el Campeonato de España de Copa se obtendría en función de la clasificación obtenida por los clubes en los torneos de liga. En esta edición, el grupo mostró más vigor y contó con la participación de 8 equipos (Sevilla F.C., Betis Balompié, C.D. Malacitano, Cádiz F.C., Xerez F.C., C. Recreativo de Granada, Racing F.C. de Córdoba y Onuba F.C.), mientras que la Balompédica Linense, campeón de Segunda Categoría, no obtuvo en consecuencia el premio del ascenso.

Como hemos podido comprobar, a lo largo de su errática historia el Campeonato Regional Sur padeció incontables vaivenes y vicisitudes que impidieron un desarrollo estable de las competiciones. Esto, unido a las numerosas reestructuraciones de las distintas categorías impuestas por la RFEF, hacían que el panorama competitivo pudiese cambiar al inicio de cada temporada. Además, un rápido repaso por la prensa de la época arroja sin dificultad un buen número de quejas y protestas de los clubes miembros del organismo rector del fútbol andaluz en cuanto a la forma de gestionarse las competiciones, por ejemplo, sobre la tardanza en la elaboración de los calendarios, el escaso interés en la organización de los torneos para las categorías inferiores, la no celebración en varias de sus ediciones de la promoción reglamentaria, con lo que se veía menoscabada la progresión de los clubes, etc. Las imágenes y las tablas que mostramos a continuación pueden ayudar a formarnos una mejor idea de lo controvertido y enrevesado que resultó en la mayoría de ocasiones el discurrir del Campeonato Regional Sur.

Los clubes no dudaban en mostrar su malestar con la FRS
La Voz, de Córdoba (20 de septiembre de 1926)

La asamblea de la FRS no atendió las protestas malagueñas
La Unión Mercantil (2 de septiembre de 1933)

REQUISITOS PARA PARTICIPAR EN EL CAMPEONATO REGIONAL SUR

 

TEMPORADA REQUISITOS INGRESO DE NUEVOS CLUBES
1915-16  

Acceso libre

1916-17
1917-18
1918-19  

 

 

 

 

 

Campo en propiedad y vallado

 

 

 

 

 

 

Adquirir campo vallado + aprobación por F.R.S.

1919-20
1920-21  

 

 

 

 

Campo en propiedad y vallado

Adquirir campo vallado + aprobación por F.R.S.

(se desconoce si existía una regulación deportiva para el ascenso del equipo campeón de la Segunda Categoría, torneo que se estrena en esta temporada)

 

1921-22

1922-23  

 

 

 

 

 

 

Campo en propiedad y vallado

 

 

 

 

 

 

 

 

Adquirir campo vallado + promoción de ascenso

1923-24
1924-25
1925-26
1926-27
1927-28
1928-29
1929-30
1930-31
1931-32
1932-33
1933-34
1934-35
1935-36
1938-39
1939-40

FORMATO DE COMPETICIÓN Y MOVIMIENTOS DE CATEGORÍAS

TEMP. PRIMERA CATEGORÍA SEGUNDA CATEGORÍA ASCENSOS DESCENSOS
1915-16  

 

 

 

Eliminatorias a partido único

 

 

 

 

Solo ámbito local

 

 

 

 

No

 

 

 

 

No

1916-17
1917-18 Liguilla de 3 equipos Solo ámbito local No No
1918-19 Liguilla de 4 equipos Solo ámbito local No No
 

 

 

1919-20

 

 

 

Liguilla de 4 equipos

 

 

 

Solo ámbito local

Nacional F.C. (Sevilla)

(por decisión federativa)

 

 

 

No

 

 

 

1920-21

 

 

 

Liguilla de 4 equipos

 

 

 

Churruca F.C. (Sevilla)

 

 

 

No

Español F.C. (Cádiz) renuncia a participar
 

 

 

 

 

 

 

1921-22

 

 

 

 

 

 

 

Liguilla de 4 equipos

 

 

 

 

 

 

Industria F.C. (Sevilla)

No

(Español F.C. vuelve

a inscribirse)

 

 

 

Recreativo de Huelva renuncia a participar

1ª CATEGORORÍA A 1ª CATEGORÍA B ASCENSOS DESCENSOS
 

 

 

 

 

 

1922-23

 

 

 

 

 

 

Liguilla de 5 equipos

 

 

 

 

 

 

Balompédica Linense

Balompédica Linense

(Recreativo de Huelva vuelve a inscribirse)

 

 

 

 

 

 

No

 

 

 

 

 

1923-24

 

 

 

 

 

Liguilla de 6 equipos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1º Sevilla Ath. C.

2º Málaga F.C.

No

(El Sevilla Aht. C. carece de campo; el Real Málaga sí tiene campo vallado pero se desconoce por qué no se jugó promoción)

 

 

 

 

 

No

 

 

 

 

 

 

 

 

1924-25

 

 

 

 

 

 

 

 

Liguilla de 6 equipos

 

 

 

 

 

 

 

 

Málaga F.C.

 

 

 

Málaga F.C.

(ascenso directo)

Nacional F.C. es descendido por la Asamblea de la F.R.S.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1925-26

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Liguilla de 6 equipos

 

 

 

 

 

 

 

1º San Román F.C. (Sevilla)

2º F.C. Malagueño

F.C. Malagueño

(ascenso directo en lugar del San Román F.C., que carece de campo vallado)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No

 

 

 

 

 

 

 

 

1926-27

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Liguilla de 6 equipos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Algeciras F.C.

Algeciras F.C.

(pierde la promoción con el Málaga F.C. pero asciende por ampliación de la categoría)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recreativo de Huelva renuncia a participar

 

 

 

 

 

 

 

1927-28

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Liguilla de 8 equipos

(dos grupos de 4)

 

 

 

 

 

Real Córdoba S.C.

 

 

 

 

 

No

(por remodelación de las categorías al crearse el Campeonato Nacional de Liga)

(Recreativo de Huelva es readmitido)

Recreativo de Huelva

 

(Español F.C. Cádiz, Algeciras F.C. y F.C. Malagueño son descendidos por remodelación de las categorías al crearse el Campeonato Nacional de Liga)

PRIMERA CATEGORÍA 2ª CATEG. PREFER. ASCENSOS DESCENSOS
 

 

 

1928-29

 

 

 

Liguilla de 4 equipos

1º F.C. Malagueño

2º Recreativo de Huelva

F.C. Malagueño

(en la promoción)

Málaga F.C.

(en la promoción)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1929-30

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Liguilla de 4 equipos

1º G. Recreativo de Huelva

1º G. Algeciras F.C. (retirado)

2º G. Córdoba Racing Club

2º G. Real Málaga F.C.

 

 

 

 

 

 

 

Recreativo de Huelva

(en la promoción)

 

 

 

 

 

 

 

Balompédica Linense (en la promoción)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1930-31

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Liguilla de 4 equipos

 

 

 

 

 

 

 

 

1º Córdoba Racing Club

2º Titán F.C. (Huelva)

Córdoba Racing Club

(no consigue plaza en la promoción, pero asciende por decisión federativa)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No

 

 

 

1931-32

 

 

 

Liguilla de 5 equipos

 

 

 

Málaga Sport Club

Málaga Sport Club

(la promoción no se disputó por conflictos políticos y sociales; el Málaga S.C. asciende por remodelación de las competiciones)

 

 

 

No

CAMP. MANCOMUN. 2ª CATEG. PREFER. ASCENSOS DESCENSOS
 

 

 

 

 

 

 

 

1932-33

Campeonato Mancomunado Centro-Sur Grupo A:

 

Madrid F.C.

Betis Balompié

Ath. C. Madrid

C. Valladolid Dep.

Sevilla FC

C.D. Madrid

 

Campeonato Mancomunado Centro-Sur Grupo B:

 

A.D. Ferroviaria

F.C. Malagueño

Racing F.C. Córdoba

Málaga Sport Club

Castilla F.C.

 

 

 

 

 

 

 

 

Antequera F.C.

 

 

 

 

 

No

(La FRS no aprueba el ascenso del Antequera F.C. ni la disputa de la promoción al Grupo B del Campeonato Mancomunado prevista en el reglamento)

 

 

 

 

 

 

 

 

No

 

 

 

 

 

 

 

 

1933-34

Campeonato Mancomunado Centro-Sur Grupo A:

 

Madrid F.C.

Ath. C. Madrid

Betis Balompié

Sevilla F.C.

CD Nacional

C. Valladolid Dep.

 

Campeonato Mancomunado Centro-Sur Grupo B:

 

C.D. Malacitano

A.D. Ferroviaria

A.D. Tranviaria

Racing F.C. Córdoba

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1º G. Olímpica Giennense

1º G. Mirandilla F.C. (Cádiz)

 

 

 

 

 

 

 

No

(por remodelación de las competiciones)

 

 

 

 

 

 

 

 

No

CAMP. SUPERREG. 1ª CATEG. REG. ASCENSOS DESCENSOS
 

 

 

 

 

 

 

 

1934-35

Campeonato Superregional G. V (Val-Mur-Sur-Oes):

 

Levante F.C.

Sevilla F.C.

Hércules F.C.

Valencia F.C.

Betis Balompié

Murcia F.C.

 

 

 

 

1º Xerez F.C.

2º Mirandilla F.C.

Xerez F.C.

(tras disputar la promoción con los campeones de Primera Categoría de Valencia-Murcia-Oeste)

 

Mirandilla F.C.

(repescado para completar el grupo tras eliminatoria con Onuba F.C.)

 

 

No

(por división del Grupo V Superregional en los grupos V (Levante-Murcia) y VI (Sur-Oeste)

 

 

 

 

1935-36

Campeonato Superregional G. VI:

 

Sevilla F.C.

Xerez F.C.

Betis Balompié

C. Recreativo Granada

C.D. Malacitano

Mirandilla F.C.

 

 

 

 

Racing F.C. de Córdoba

 

 

 

Racing F.C. de Córdoba

(no se hace efectivo por el inicio de la Guerra Civil)

 

 

 

 

 

Mirandilla F.C.

(no se hace efectivo por el inicio de la Guerra Civil)

PRIMERA CATEGORÍA SEGUNDA CATEGORÍA ASCENSOS DESCENSOS
1938-39 Liguilla de 5 equipos No se disputa No No
 

 

 

 

 

1939-40

 

 

 

 

Liguilla de 8 equipos

 

 

 

 

Balompédica Linense

No

(por la supresión de los campeonatos regionales a nivel nacional)

 

 

 

 

No

  1. Bibliografía y prensa consultadas.

Real Federación Española de Fútbol (1913): Bases del Campeonato de España de Foot-ball. Madrid.

Real Federación Española de Fútbol (1923): Reglamento. Madrid.

Federación Española de Fútbol (1934): Anuario. Madrid.

Prensa

Heraldo de Madrid (1913, 1932). Madrid. Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España. Ministerio de Cultura.

Liberal, El (1915). Sevilla. Hemeroteca Municipal de Sevilla.

Madrid-Sport (1918). Madrid. Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España. Ministerio de Cultura.

Noticiero Sevillano, El (1918). Sevilla. Hemeroteca Municipal de Sevilla.

Unión Mercantil, La (1933). Málaga. Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España. Ministerio de Cultura.

Voz, La (1926). Córdoba. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura y Deporte.




El primer reglamento oficial del fútbol andaluz

  1. Introducción

El día 22 de febrero de 2022 la Real Federación Andaluza de Fútbol conmemoró en sus redes sociales los 100 años de la publicación de uno de los documentos más importantes en los orígenes de esta entidad y que supuso un antes y después para el desarrollo de la vida futbolística regional: el Reglamento de la Federación Regional Sur de Clubs de Foot-ball -esta era la denominación de la federación andaluza en aquel periodo-, que efectivamente fue redactado y aprobado en julio de 1922.

Sin embargo, es necesario resaltar que este organismo rector del balompié andaluz había nacido el día 22 de febrero de 1915 -con el nombre de Federación Novena de Foot-ball Clubes-, lo que nos lleva a plantearnos dos reflexiones pertinentes:

  1. La actual R.F.A.F. hace alusión en sus publicaciones digitales oficiales al citado documento como el “primer Reglamento de la Federación Regional Sur de Clubes de Foot-ball”; de ser así, ello implicaría consecuentemente que este ente federativo habría venido funcionando durante siete años -los comprendidos entre 1915 y 1922- sin un reglamento.
  2. A su vez, no duda en calificarlo en la misma web y de manera destacada como “su primer Reglamento oficial”, lo que supondría que en el caso de que sí hubiese dispuesto previamente de un reglamento, este no habría disfrutado del mismo rango normativo.

Como cabría imaginarse, ambas premisas nos parecen del todo inasumibles puesto que contravienen los principios legales y jurídicos más básicos en la génesis y la gestión de cualquier entidad organizada y, por tales razones, nos proponemos demostrar que el publicado en 1922 no fue el primer reglamento del que dispuso la Federación Regional Sur ni, por supuesto, el único con validez oficial. Para esto, recurriremos al análisis pormenorizado de las limitadas fuentes bibliográficas que han tratado este asunto, a la prensa deportiva y generalista de la época, así como a la exposición de una serie de razonamientos de diversa naturaleza.

  1. El origen de la controversia

La referencia más antigua que hemos encontrado, y que pudiera justificar que la propia Federación Andaluza considere al Reglamento de 1922 como el primero oficial, aparece en el libro de las Bodas de Oro de la Federación Andaluza de Fútbol 1915-1965, que se publicó en este último año. Esta icónica y emblemática obra, cuyos autores fueron Juan Tribuna y Enrique Tello Beltrán ha servido de base a la gran mayoría de investigaciones sobre los inicios del balompié andaluz pues es de los pocos trabajos que se ocupan de los primeros movimientos que dieron lugar al nacimiento de la Federación Regional Sur.

Como sucede habitualmente en estas ocasiones, las aseveraciones que pueden contener suelen ser tomadas como ciertas muy a la ligera y sin ningún tipo de cuestionamiento crítico, pues se les presupone un halo de veracidad derivado del peso de la tradición. En otras palabras, nadie se encargó de contrastarlas -ya que son más cercanas en el tiempo y, en numerosos casos, cuentan con los testimonios de las personas que participaron directamente en los acontecimientos descritos- y, por lo tanto, se reproducen una y otra vez, realimentando constantemente la percepción general de que son verdades absolutas y monolíticas, lo que además se ve potenciado cuando -como en el caso que nos aquí nos trae- la fuente está revestida del principio de autoridad, debido a que dicha obra fue editada precisamente por la misma Federación Andaluza de Fútbol.

De esta forma, creemos evidente que para difundir esta centenaria conmemoración los actuales responsables federativos han hecho suyo lo recogido en el Capítulo XI del citado libro (pág. 201), donde empezamos a vislumbrar la raíz del problema, puesto que el enunciado de su título nos suena muy familiar:

EL “PRIMER” REGLAMENTO DE LA FEDERACIÓN

REGIONAL SUR DE CLUBS DE FOOT-BALL

Debemos hacer notar que son los propios autores del texto quienes entrecomillan la palabra primer, con lo que claramente están dando a entender que dicha preminencia cronológica no es del todo exacta o que al menos debe matizarse, como efectivamente así comprobamos en el cuerpo del artículo:

El primer reglamento con perfiles de autenticidad y amplio contenido, con arreglo a la más ortodoxa jurisprudencia deportiva, es el que se confeccionó en los tiempos en que don Juan López García, el inolvidable Juanito López García, presidió la Federación Regional Sur [esto es, entre 1922 y 1926]. Anteriormente, es indudable que existió algún escrito o bosquejo reglamentario sobre la constitución y funcionamiento de la entidad federativa, para cumplir con las mínimas e imprescindibles condiciones que exige la puesta en marcha de toda colectividad. Sin embargo, […] el “primer reglamento” con formalidades reglamentarias es el que alentó, vivió y materializó el extraordinario “Juanito Balompédico” [es decir, aquel Juan López García en 1922].

Como vemos, aquí la afirmación no es ya tan categórica, sino que aludiría a un primer reglamento con tintes de oficialidad según este particular y discutible criterio de los autores, pues abren la puerta a la posible existencia previa de otros reglamentos, aunque por su calidad y rigor no tendrían la suficiente entidad como para ser considerados reglamentos formales a efectos jurídicos, mientras que el de 1922 sería el primero que sí gozaría de tal oficialidad. Y, en este punto, vamos a comenzar a exponer los argumentos con los que trataremos de refutar todo el incongruente discurso del citado capítulo.

  1. Desmontando un mito histórico

3.1. Argumentos legales

Para formalizar su constitución como un organismo legalizado y poder asumir todas las competencias y promover las finalidades atribuidas, la Federación Regional Sur debía cumplir con los requisitos que exigía la Ley de 30 de junio de 1887, de Asociaciones, vigente en 1915 y por la que se regulaba el derecho de libre asociación en España para entidades con fines religiosos, políticos, científicos, artísticos, benéficos y de recreo (Gaceta de Madrid, 12/07/1887). Para el asunto que estamos tratando, nos interesa su Artículo 4º, donde se establecía que:

Los fundadores o iniciadores de una asociación, ocho días por lo menos antes de constituirla, presentarán al Gobernador de la provincia en que haya de tener aquélla su domicilio, dos ejemplares firmados por los mismos de los Estatutos, Reglamentos, contratos o acuerdos por los cuales haya de regirse, expresando claramente en ellos la denominación y objeto de la asociación, su domicilio, la forma de su administración o gobierno, los recursos con que cuente o con los que se proponga atender a sus gastos y la aplicación que haya de darse a los fondos o haberes sociales, caso de disolución.

Por lo tanto, y por imperativo legal, la Federación Regional Sur estaba ya obligada a disponer, desde el mismo instante de su constitución como tal, de un Reglamento oficial, pues de lo contrario no habría obtenido la autorización del Gobierno Civil para empezar a ejercer sus funciones. Y, en efecto, como de hecho recogen Javier Bermejo y José Carlos Barbado en El balón blanquiverde: 135 años de fútbol en Andalucía (pág. 65):

La Junta Directiva recién constituida redacta y aprueba el Reglamento de la Federación Regional Sur y lo registra en el Gobierno Civil de Sevilla el 31 de mayo de 1915.

Juan Tribuna y Enrique Tello Beltrán habían certificado estos mismos extremos en la página 188 de su libro al afirmar que en 1915:

[…] en Sevilla hubo varias entrevistas entre los directivos de las sociedades locales […]. Se llegó finalmente a un acuerdo y tuvieron el buen sentido de estimar como lo más conveniente crear la Federación Regional […]. Tomado el acuerdo en firme, procedieron a la redacción del reglamento por el que había de regirse la nueva entidad y, una vez confeccionado, se convocó la asamblea de clubs constitutiva […].

Por lo tanto, estamos ante la primera aseveración de la Real Federación Andaluza de Fútbol que queda refutada: el Reglamento de 1922 no fue el original pues el organismo federativo ya dispuso de uno desde su propio nacimiento en 1915.

3.2. Argumentos federativos

Así mismo, las diferentes federaciones regionales que se repartían por todo el territorio español estaban jerárquicamente subordinadas a la Real federación Española de Fútbol. Cuando una nueva federación regional era creada, por el Artículo 5º, cuarto apartado, de los Estatutos y Reglamentos Especiales de la Real Federación Española de Fútbol aprobados en la asamblea celebrada el fin de semana del 14 al 16 de mayo de 1915, quedaba obligada:

A enviar sus estatutos, reglamentos y modificaciones de los mismos a la Federación nacional.

Se desconoce la fecha exacta en que la Federación Regional Sur quedó afiliada a la Real Federación Española de Fútbol, aunque por referencias en prensa sabemos que lo estaba al menos desde octubre de 1915 (Heraldo Deportivo de Madrid, 25-10-1915). Y es esta otra definitiva prueba de que la federación andaluza ya contaba en el año 1915 con un Reglamento oficial porque era condición sine qua non para formalizar su alta en la federación nacional.

3.3. Argumentos lingüísticos

Volviendo de nuevo a la tan contundente expresión “primer Reglamento oficial”, sobre la que versa una gran parte de este artículo, su lectura hace que nos asalten las siguientes dudas que están estrechamente conectadas entre sí:

  • ¿hubo otros reglamentos anteriores no oficiales?
  • Si los hubo, ¿por qué no fueron oficiales?
  • Y, lo más importante, ¿puede un documento surgido de la Federación Regional Sur ser no oficial?

Para abordar estas cuestiones, vamos a remitirnos de inicio al significado de la palabra oficial que recoge el Diccionario de la lengua española, que edita la RAE. Pues bien, su cuarta acepción para el vocablo oficial es la siguiente:

Reconocido por quien puede hacerlo de manera autorizada.

En este sentido, la Federación Regional Sur, en el Artículo 1º del propio Reglamento de 1922, se autodefinía como “el organismo de autoridad suprema en la región mediante el ejercicio de sus facultades que determinan su competencia…”. En otras palabras, era la responsable máxima de todo lo concerniente al gobierno del fútbol andaluz (fomento del juego, elección de cargos federativos, organización de las competiciones, medidas disciplinarias…) y, por tanto, cualquier decisión, documento o medida emanados de sus órganos de gobierno gozaban por definición de la consideración de oficiales, resultando innecesaria e incluso redundante la utilización de dicho calificativo.

De esta forma, podemos concluir que si la Federación Regional Sur hubiese dispuesto de un reglamento con anterioridad al mismo -hemos probado que efectivamente así era- también habría sido un Reglamento oficial a todos los efectos, independientemente de aspectos formales o jurídicos, por lo que el de 1922 no podría ser en consecuencia el primero con dicha categoría.

Y es que en los reglamentos elaborados previamente a ese año -1915, 1917 y 1919- son igualmente sus órganos de gobierno (Junta Directiva, Comité Directivo, Asamblea de delegados…) los responsables de tomar todas las decisiones concernientes al fútbol andaluz, como no podría ser de otra forma, incluyendo la aprobación y reforma de los reglamentos a partir de los procedimientos establecidos.

Es por esto que también queda refutada la segunda aseveración de la Real Federación Andaluza de Fútbol: el Reglamento de 1922 no fue el primer reglamento oficial pues todos los reglamentos federativos anteriores también lo eran por el mero hecho de proceder del marco de la propia Federación Regional Sur.

3.4. Argumentos formales

Como venimos comprobando, el quid de la cuestión parece residir en la consideración por parte de los autores de estos primeros reglamentos como simples escritos informales y de poca profundidad que reunirían listados de normas y reglas de organización muy básicas para el manejo ordinario de la federación regional, pero carentes de valor como instrumentos jurídicos, negándoles por dichos motivos su oficialidad y otorgándosela en exclusiva al Reglamento de 1922, que es el único que ha sobrevivido según confirma el libro de las Bodas de Oro de la Federación Andaluza de Fútbol 1915-1965, (pág. 30):

[…] hemos de citar, en primer lugar, a don Rafael Peña Peralta, que nos facilitó el primer Reglamento oficial de la Federación Regional Sur de Clubs de Foot-ball.

En este sentido, ya hemos visto que no procede negar o cuestionar la rigurosidad formal de un reglamento elaborado por la Federación Regional Sur, pero mucho menos hacerlo reconociendo no haber ni siquiera estudiado dichos documentos, pues en las páginas 188, 201 y 213 podemos leer respectivamente que:

[…] los archivos de la Federación, en sus primeros años, desaparecieron por diversas circunstancias.

[…] un fuego producido, precisamente cuando la Federación estuvo instalada en la calle Conteros […].

[…] Por dichas fechas tuvo lugar el incendio en el que desaparecieron los más importantes documentos del organismo regional.

Este proceder nos parece aventurado y, si nos apuran, muy poco profesional, pues los únicos argumentos para descartar los textos precedentes como reglamentos oficiales son unas meras suposiciones sin base documental. Y es que, a pesar de que efectivamente no se conserva ningún ejemplar completo de los mismos, mediante algunas referencias encontradas en la prensa de este periodo -que mostraremos en la segunda parte de este artículo- es correcto defender que, muy al contrario, conformaban documentos con un cuerpo normativo perfectamente estructurado en capítulos y artículos, que incluían disposiciones adicionales, que estaban redactados con un apropiado lenguaje técnico y que regulaban de una manera pormenorizada las finalidades de la Federación, el funcionamiento y las competencias de sus diferentes órganos, el control de las cuentas, la aplicación de sanciones…, además de estar aprobados por las asambleas, por lo que tampoco cabe duda sobre su carácter oficial.

Es más, la apariencia, el formato y el contenido del Reglamento de 1922 no difieren de manera radical de esos primeros reglamentos, sino que parecen una evolución a partir de los mismos, es decir, una nueva versión que elimina aspectos desfasados e incorpora otros novedosos en función de las necesidades de la Federación. Una muestra de ello la encontramos en el Reglamento de 1919 que, en su Artículo 4º, párrafo 1º, sustituye la figura de la Junta Directiva por la del Comité Directivo, novedad esta que se mantiene en el Reglamento de 1922 dentro del Capítulo IV. O sea, que este último no se diseñó ex novo y por inspiración, sino que se construyó influenciado por la normativa precedente.

Al hilo de todo lo anterior, traemos ahora una nueva fuente que viene a confirmar todos los extremos de la tesis que hemos defendido y que, como enseguida comprobaremos, no deja en muy buen lugar al ente federativo andaluz. Decimos esto porque se trata de una obra editada por la propia Real Federación Andaluza de Fútbol en 2017 -definida en su página 2 como “publicación oficial conmemorativa de la celebración del Centenario del Fútbol Andaluz (1915-2015)” y que lleva por título Cien años de fútbol andaluz, cuyo autor es Rafael Ángel Jiménez Quintero. Así, en su página 62 podemos leer estas contundentes y definitivas palabras:

El primer reglamento y el primer escudo

La junta directiva recién constituida redactó y aprobó el Reglamento de la federación de Clubs de Foot-ball del Sur de España en estos primeros meses del año 1915.

[…] La Federación reforma sus Estatutos en el año 1922 sobre los fundacionales de 1915 y los de la Federación Española de 1913. De este “Reglamento” se conserva la portada y la primera página, en los que se especifica su nueva denominación de: “Federación Regional Sur de Clubs de Foot-ball”.

Obviando el hecho de que entre 1915 y 1922 hubo hasta tres reformas del Reglamento, este texto denota una importante falta de coordinación o un escaso celo de las personas responsables del área de historia de este organismo regional a la hora de abordar dicha cuestión, pues es la Real federación Andaluza de Fútbol la que se contradice a sí misma asegurando aquí que el de 1915 es el primer reglamento para en 2022 otorgar dicho calificativo al de 1922.

  1. Reglamentos de la Federación Regional Sur anteriores a 1922

4.1. El I Reglamento oficial (Federación Novena de Clubs de Foot-ball, 1915)

Una vez aclarado que cualquier reglamento, por el mero hecho de surgir del seno de la Federación Regional Sur, era un documento oficial, llega el momento de profundizar en la existencia de reglamentos previos al erróneamente catalogado como el primero oficial de 1922.

Como hemos visto, mediante una sencilla inferencia lógica ha quedado demostrado que para comenzar a funcionar, allá por 1915, la federación andaluza tuvo que elaborar un Reglamento y presentarlo ante el Gobierno Civil y ante la Real Federación Española de Fútbol. Pero además de esta deducción irrefutable, existen otras pruebas y evidencias que se suman a las ya expuestas en los apartados de Argumentos legales y Argumentos federativos, que lo constatan de manera fehaciente.

Así, la Junta Directiva de la Federación Novena celebraba una reunión el 2 de marzo de 1915, solo una semana después de su constitución. En la edición del día siguiente de El Liberal de Sevilla se da cuenta de los asuntos tratados, centrados principalmente en la organización de las eliminatorias del torneo Copa de Sevilla, así como en los incidentes producidos en las fechas previas durante algunos encuentros correspondientes a dicho campeonato. Pues bien, una de las medidas acordadas consistiría en:

[…] ejercer un rigor extremado con aquellos jugadores que no se atengan estrictamente a los Reglamentos de la Football Association de Inglaterra y a los de la Federación Novena.

Por lo tanto, la reseña periodística nos ofrece la constatación irrefutable de que es este y no otro, el Reglamento de la Federación Novena de Clubes de Foot-ball de 1915, el primer reglamento oficial elaborado y manejado por la federación regional andaluza, porque es ella de primera mano la que confirma, por un lado, la existencia del mismo y, por otro, su aplicación práctica por el órgano competente según los procedimientos.

4.2. El II Reglamento oficial (Federación Regional Sur, 1917)

La primera reforma del Reglamento de 1915 tuvo lugar el 3 de febrero de 1917 en una asamblea de delegados de clubes de la Federación Regional Sur. Del mismo tenemos conocimiento de manera indirecta, pues en la revista Huelva-Sport del 10 de octubre de 1919 se publicaba un Proyecto de reforma de los Estatutos y Reglamento de 1917, presentado de la mano por el Recreativo de Huelva y el Sevilla FC y cuyo objetivo era acabar con los -en su opinión- abusos de poder del Comité Directivo.

Una de las principales cuestiones relacionadas con este segundo Reglamento oficial de la Federación Regional Sur se viviría a inicios de la temporada 1918-19, cuando la Junta Directiva “acordó reiterar el ruego que tiene hecho al Recreativo de Huelva, de que envíe a la Federación la gran copa del campeonato que tiene en su poder aquella Sociedad, y que, según el Reglamento, debía estar en poder de la Federación” (El Liberal, 16-11-1918). Y es que los onubenses, campeones del pasado torneo regional, se negaban a devolver la copa que custodiaban debido a desavenencias con su directiva, por lo que la entregarían más tarde en la federación nacional, siendo castigados con 500 pesetas de multa y la suspensión de un partido del Campeonato Regional.

4.3. El III Reglamento oficial (Federación Regional Sur, 1919)

Prosiguiendo con este recorrido, el 5 de octubre de 1919 fue aprobada por unanimidad en Asamblea de delegados de representantes de los clubes la reforma del Reglamento de 1917, como se recoge la revista Huelva-Sport el 17 de octubre de dicho año, y que sería ratificada en Junta Directiva el día 2 de noviembre. Como habíamos adelantado, el día 24 de octubre en este mismo semanario explicaban que su finalidad principal era dar un cambio radical a:

…aquella organización ñoña y chanchullera, que tantos disgustos ocasionara entre las sociedades andaluzas […].

Hoy, por la sensata intervención de varios señores, que pueden conceptuarse de verdaderos amantes del sport, se ha reformado el reglamento por que aquella se regía, y por ende, ha quedado transformada en una entidad en la que es casi seguro predominen el recto criterio, la justicia y la competencia, que hay derecho a esperar de aquellos que se eligen como los más aptos entre tantos como pueblan la florecientes sociedades deportivas andaluzas.

Sin embargo, al ser reformado por iniciativa del Recreativo de Huelva y el Sevilla FC, el nuevo texto seguiría despertando suspicacias en los años siguientes, sobre todo por parte del Real Betis Balompié.

Una de las novedades que incorporaba el contenido de este tercer Reglamento oficial de la Federación Regional Sur consistía en la prohibición de que los colegiados pudieran compatibilizar su labor con la de jugadores activos en clubes, debiendo además esperar dos meses para poder comenzar a jugar desde que abandonaban de la acción arbitral (Madrid-Sport, 12-09-1920).

Uno de los artículos del nuevo Reglamento de 1919
(Madrid-Sport, 11-11-1919)

4.4. El IV Reglamento oficial (Federación Regional Sur, 1922)

Llegamos por fin al tan traído Reglamento de 1922 que como hemos podido comprobar es en realidad el cuarto dentro del orden de aparición. Quedó aprobado en una asamblea extraordinaria de delegados federativos el día 13 de julio de 1922 y es el más conocido y popular, hasta el punto de que se consideraba tradicionalmente como el primero, por desconocimiento o incorrecta minusvaloración de los precedentes.

En este sentido, es de lamentar que no se conozcan ni conserven algunos ejemplares de los reglamentos de 1915, 1917 y 1919, puesto que en la prensa hay continuas referencias a sus artículos a la hora de que los clubes presentaran reclamaciones y alegaciones a las decisiones de los órganos federativos, por lo que dichos textos eran bien conocidos y se divulgaban entre los clubes, los periodistas y los aficionados, que en muchos casos eran quienes escribían artículos y crónicas en los periódicos. Y es que ya hemos constatado que la originalidad y primacía que se otorgaba al Reglamento de 1922 se basaba única y exclusivamente en el hecho de que es el único que ha llegado hasta nuestros días. Por ello, sería más exacto referirnos al mismo como el más antiguo de los que se conservan.

Este Reglamento fue gestado con la idea de tratar de dotar a la Federación Regional Sur de una mayor formalidad, rigor y estabilidad institucional -lo que por otra parte, también hemos comprobado que era una constante aspiración tras cada reforma reglamentaria-, después de unos primeros años conflictivos donde los continuos enfrentamientos entre clubes por hacerse con mayores cuotas de poder en las juntas directivas, las frecuentes acusaciones sobre irregularidades contables y su utilización interesada beneficiando a determinados clubes en detrimento de otros, enturbiaron la imagen y el funcionamiento del organismo rector del balompié andaluz. Se trataba, en definitiva, de afianzar una organización más estable, moderna y eficaz del fútbol andaluz. A modo de ejemplo, destaca la introducción de un sistema de promoción para el ascenso de los clubes de segunda categoría, por el que el pase a la división de honor regional -circunstancia esta de vital trascendencia para los clubes- se obtendría desde entonces mediante méritos deportivos y no dependiese solo del criterio discrecional del Comité Directivo de la Federación.

A este progreso contribuiría la labor de nuevos directivos federativos mejor cualificados y más versados en cuestiones organizativas y normativas. Félix Martialay destacaba en esta línea en su obra ¡¡¡Amberes!!! Allí nació la furia española a Juan López García, “activo y tenaz asambleísta y arquitecto de la federación andaluza” (pág. 108), quien conseguiría “consolidar el fútbol andaluz en el presente y para el futuro con el Reglamento de la Federación Sur del año 1922 [nótese que no existe referencia alguna a que fuese el primero, lo que resultaría extraño en el caso de serlo] y en las medidas de buen gobierno que le siguieron como complemento” (pág. 109), pues además ejerció por dos veces el cargo de presidente de la Federación Regional Sur (1922-26 y 1929-32).

Juan López García comenzó como periodista
bajo el pseudónimo de Juanito Balompédico

En la misma línea se expresa Rafael Ángel Jiménez Quintero en la página 62 de Cien años de fútbol andaluz, hablando de un salto cualitativo pero en ningún caso insinuando si quiera que el reglamento de 1915 no hubiese sido oficial:

El inspirador de esta reforma es el presidente por entonces de la Federación, Juan López García, que pretende hacer un texto más completo, explícito y acorde a la experiencia de casi una década de fútbol federado.

Y es que ninguno de los avances y mejoras implementados desmerece ni resta a los tres primeros reglamentos ni un solo ápice de su valor oficial como normativa de referencia para la gestión y la aplicación de la justicia deportiva en el marco de la Federación Regional Sur desde 1915.

Así mismo, resulta muy significativo que en ninguna parte del texto haya referencias a su supuesta condición de primer reglamento oficial, sino que sencillamente se inserta de modo natural en la dinámica de aprobaciones y reformas sucesivas de reglamentos para ir ajustando su contenido a la cambiante vida futbolística regional y a las motivaciones e intereses de los clubes miembros y de la propia Federación.

4.5. El V Reglamento oficial (Federación Regional Sur, 1925)

Decimos esto porque hemos documentado una reforma posterior de este Reglamento de 1922, concretamente la que fue aprobada en 1925, a no ser que hubiera otras reformas desconocidas intercaladas, aunque dudamos de ello pues viendo la frecuencia con que se producían las innovaciones reglamentarias, estas solían suceder cada dos o tres años.

El 16 de agosto de dicho año leemos en la Gaceta de Tenerife acerca de una reunión de la federación andaluza que había tenido lugar días atrás:

A la sesión celebrada anoche por el Comité de la F.R.S. asistió el señor Navarro, que viene en representación de los clubs de Gran Canaria para gestionar el ingreso de los mismos en la Federación Sur.

[…] Se trazaron las normas para la constitución de un sub Comité insular con arreglo a lo que por el nuevo Reglamento, que se someterá a aprobación de la Asamblea general extraordinaria convocada a tal fin para el próximo día 9, se crean.

Es decir, que nos encontramos ante el quinto Reglamento de la Federación Regional Sur que, con toda probabilidad, no fue el último, aunque nuestra investigación finalizará en este punto al considerar que hemos alcanzado el objetivo propuesto.

  1. Conclusiones

Sobre los comienzos del fútbol andaluz existen a día de hoy inexactitudes y aspectos no aclarados a los que las nuevas tecnologías, sobre todo en lo referente a la digitalización de archivos y prensa histórica, están ayudando a arrojar algo de luz.

Que sea la propia Real Federación Andaluza de Fútbol la que cometa imprecisiones y descuidos de este tipo al hablar de su propia historia, llevando consecuentemente a la confusión de lectores y aficionados, es lo que nos motivó a escribir este artículo.

En él mismo creemos haber avalado con pruebas suficientes que la Federación Novena de Clubs de Foot-ball se constituyó en 1915 cumpliendo con todos los requerimientos legales de la época incluyendo, como no, la redacción del preceptivo Reglamento. Este texto, así como las sucesivas reformas acometidas, habían surgido de sus órganos de dirección competentes, respetando los mecanismos dispuestos al efecto y fue utilizado para el gobierno -más o menos acertado- de la propia Federación Regional Sur y, en consecuencia, del fútbol andaluz.

Dudar, por todo lo anterior, de su carácter oficial es un posicionamiento que no resiste una mínima reflexión crítica y es la razón por la que animamos a la Real Federación Andaluza de Fútbol a que revise el estrado de esta cuestión, otorgando el reconocimiento que merece al primer Reglamento de la Federación Novena del año 1915, verdadero germen de lo que hoy es el fútbol reglado en Andalucía.

  1. Bibliografía y prensa consultadas

Real Federación Española de Fútbol (1915): Estatutos y Reglamentos Especiales de la Real Federación Española de Fútbol. Madrid.

Federación Regional Sur (1922): Reglamento de la Federación Regional Sur de Clubs de Foot-ball. Sevilla.

García Montes, Francisco (seud. Juan Tribuna) y Tello Mazzatiego, Enrique (seud. Beltrán) (1965): Bodas de oro. Federación Andaluza de Fútbol 1916-1965. Editorial Católica Española. Sevilla.

Martialay Martín-Sánchez, Félix (2000): ¡¡¡Amberes!!! Allí nació la furia española (2000). Ed. Real Federación Española de Fútbol. Madrid.

Bermejo Chamizo, Javier y Barbado Lima, José Carlos (2009): El balón blanquiverde: 135 años de fútbol en Andalucía. Ed. Junta de Andalucía. Consejería de Turismo, Comercio y Deporte. Sevilla.

Jiménez Quintero, Rafael Ángel (2017): Cien años de fútbol andaluz. Ed. Real Federación Andaluza de Fútbol. Sevilla.

Real Academia Española: Diccionario de la lengua española. Edición digital.

Prensa

Gaceta de Madrid (1887). Madrid. Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura.

Gaceta de Tenerife (1925). Santa Cruz de Tenerife. Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura.

Heraldo Deportivo (1915). Madrid. Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España. Ministerio de Cultura.

Huelva-Sport (1919). Hemeroteca Histórica del Ayuntamiento de Huelva. Huelva.

Liberal, El (1915, 1918). Sevilla. Hemeroteca Municipal de Sevilla.

Madrid-Sport (1919, 1920). Madrid. Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España. Ministerio de Cultura.




La reordenación del fútbol andaluz tras la creación del Campeonato Nacional de Liga (1928-29)

Esta temporada la Asamblea extraordinaria de la Real Federación Española de Fútbol aprobó las bases de un nuevo sistema de competiciones del que nació el Campeonato Nacional de Liga, cuya creación venía gestándose por los clubes desde 1926 entre graves discrepancias y escisiones. Incluso en la temporada 1927-28 llegaron a celebrarse dos campeonatos paralelos sin validez oficial y que quedaron incompletos: el Torneo de Campeones y la Liga Profesional de Clubs de Foot-ball, que constituyeron el precedente de los torneos ligueros.

Hasta este momento la única competición de ámbito estatal que disputaban los clubes era el Campeonato de España, al que sólo accedían los equipos mejor clasificados en los torneos regionales. Éstos ocupaban únicamente la mitad de la temporada –desde Octubre a Enero aproximadamente- ya que al estar formados por 8 equipos en el caso de los más extensos comprendían un máximo de 14 partidos, quedando el resto del calendario huérfano de encuentros oficiales durante más de 6 meses. Además, era habitual que algunos de estos clubes dieran prematuramente al traste con la temporada al obtener una mala clasificación en su respectivo campeonato regional o quedar apeados a las primeras de cambio en el Campeonato de España, que se jugaba por eliminatorias.

Por tanto, el motivo principal que llevó a instaurar un certamen con divisiones basado en la regularidad, por puntos y a doble vuelta, a semejanza del modelo inglés, era la necesidad de los clubes, que recientemente habían abrazado el profesionalismo, de participar en campeonatos que garantizasen un número suficiente de jornadas al año con las que recaudar a través de las taquillas ingresos para cubrir sus presupuestos, ya que los torneos regionales “resultaban escasamente rentables para los equipos punteros, puesto que sus estadios sólo se llenaban en los partidos de máxima rivalidad[1] y como hemos visto poseían una duración muy limitada.

Este proceso fue arduo y convulso –la prensa lo definía como un rompecabezas- y el organismo rector del fútbol nacional tardó varios meses en fijar las estructuras definitivas. Las desavenencias afloraron desde el primer momento en torno a la fórmula en que habrían de jugarse las competiciones nacionales y sobre todo respecto a cuántos y qué equipos serían designados para constituir las nuevas divisiones de liga, lo que se tradujo en la formación de dos grupos de posturas enfrentadas. Por un lado, la minoritaria Unión de Clubs, compuesta por los seis equipos que habían sido alguna vez campeones de España[2] y que en Enero de 1928 invitó a una quincena de equipos a sumarse a la misma y formar un campeonato con una Primera División integrada exclusivamente por ellos mismos y una Segunda División para dar cabida al resto de clubes.

Y por otro, los liguistas o maximalistas, defensores de un modelo de base más amplia con una Primera División de 22 equipos divididos en dos grupos (incluyendo al Sevilla F.C.) y una Segunda División integrada por 52 clubes (entre ellos, Real Betis, Real Málaga F.C., F.C. Malagueño, Balompédica Linense, Algeciras F.C. y Español F.C. de Cádiz), en función de su clasificación actual y su potencialidad económica. La reunión de aproximación celebrada el 17 de Junio acabó sin acuerdo por lo que se creó una comisión integrada por ocho clubes, 4 por cada bando, para proseguir los trabajos aunque la solución definitiva no se intuía próxima.

Llegada la hora de la verdad en Julio de 1928 durante la Asamblea de la R.F.E.F. el consenso no se había alcanzado y todo estaba por decidir. En primer lugar se acordó la reducción del número de equipos integrantes de la máxima categoría regional a seis en Cataluña y a cuatro en los restantes campeonatos regionales -que seguirían siendo la puerta de acceso al Campeonato de España por eliminatorias- con el propósito de dejar fechas disponibles para las competiciones de liga. En el caso andaluz, cuya Primera Categoría estaba integrada por 8 clubes, los elegidos fueron Real Betis Balompié, Sevilla F.C., Real Málaga F.C. y Real Balompédica Linense. La relación de clubes que formarían la Primera Categoría en cada región se determinó mediante un baremo que resultaba de la combinación de una serie de criterios como la clasificación conjunta obtenida por un club en los últimos cinco campeonatos regionales, las condiciones de su campo de juego y la conveniencia de avivar la afición al fútbol preferentemente en poblaciones distintas a las que ya poseían un importante núcleo de seguidores. Mientras, los cuatro equipos descendidos de Primera Categoría A –Algeciras F.C., Español F.C. de Cádiz, F.C. Malagueño y R.C. Recreativo de Huelva-, que se veían perjudicados como consecuencia de las reformas emprendidas perdiendo su plaza entre los equipos punteros de la región, más los que procedían de Primera Categoría B -Real Córdoba Sporting Club y Jerez F.C.- competirían en la segunda división regional, aunque finalmente todo quedaría en papel mojado al no prosperar este diseño.

Respecto a la competición nacional de liga, la Asamblea aprobó la creación de una ponencia integrada por una representación de los delegados de las diferentes federaciones regionales que propuso una Primera División de 24 equipos divididos en tres grupos, en la que respecto a nuestra región fueron incluidos los dos equipos sevillanos, y que fue aprobada por 65 votos frente a 45. Pero en Agosto, tras reunirse los ponentes para elaborar el calendario, se hicieron oír las protestas de ciertos clubes, como el Real Unión Club de Irún, que se mostraban disconformes con el grupo al que eran designados debido a los perjuicios económicos derivados. Y es que, aun no pasando inadvertidos los defectos e inconveniencias de la fórmula acordada, resultaba imposible contentar y colmar las aspiraciones de todos ante la complejidad de la empresa, por lo que se dejaba abierta la puerta a la presentación de mociones que pudieran mejorarla.

Los irundarras recibieron el apoyo de los demás miembros de la Unión de Clubs, cuyo rechazo impidió que este proyecto fuera llevado finalmente a la práctica y que amenazaron además con crear un cisma y organizar su propio campeonato al margen de la Federación, retomando su antigua idea de una Primera División para los clubes campeones, ampliada con la participación de otros equipos hasta un total de 10, y una Segunda y Tercera divisiones para dar cabida al resto de sociedades.

El frente de clubes opositor respondió anunciando que ratificaba su conformidad con el modo en que se debían jugar las competiciones ligueras aprobado por mayoría en la Asamblea Nacional, negando todo valor a cualquier acuerdo adoptado fuera del marco federativo y proponiendo la celebración de un torneo por divisiones donde los clubes se distribuirían por los méritos alcanzados en los terrenos de juego, aunque reconociendo a tal efecto la justicia de conceder a los clubes campeones ciertos privilegios.

Las negociaciones prosiguieron entre Septiembre y Octubre con reuniones interminables envueltas en tensiones y duros enfrentamientos que no parecían llevar a ningún sitio hasta que el 23 de Noviembre de 1928 en la Asamblea Extraordinaria de la R.F.E.F. quedó definitivamente aprobada la reforma del sistema de competiciones, tras acercar ambas partes sus posturas. La Primera División estaría integrada por diez clubes[3] al igual que la Segunda División[4] -donde respecto a los andaluces solo quedaron encuadrados los dos clubes sevillanos-, aunque solo por este año se formó un Grupo B –sin ningún equipo andaluz y que constituía una tercera categoría- con igual número de integrantes y que sería sustituida por la Tercera División la temporada siguiente.

A su vez, el resto de equipos que no obtuvieron plaza en los torneos ligueros seguiría compitiendo en las categorías regionales, desde donde podían solicitar cada año ingresar en la Tercera División, cuya finalidad era premiar al campeón con el ascenso a la categoría de plata a la vez que completaba el calendario de los clubes que no militasen en primera o segunda división con partidos oficiales. Los campeonatos regionales en sus diferentes categorías, cuya finalidad era establecer qué equipos se clasificaban para el Campeonato de España, se convirtieron de este modo en divisiones inferiores del Campeonato Nacional de Liga. En pocos años, los torneos ligueros arrebataron al Campeonato de España la consideración de ser la competición nacional más importante y prestigiosa, proceso que se consumó en 1940 cuando la definitiva desaparición de los torneos regionales hizo que en adelante la clasificación para el Campeonato de España pasara a lograrse por los resultados alcanzados en la liga.

Sin embargo, la Federación Regional Sur se mostraba incapaz de concretar una organización de los diferentes campeonatos y categorías regionales que contentase a la mayoría de clubes. Unos de los pocos puntos en los que las posturas convergían eran los cuatro equipos ya anunciados que militarían en la Primera Categoría regional así como que la competición de Segunda Categoría Preferente –en la que serían incluidos un gran número de equipos- debía organizarse por grupos, para evitar los cuantiosos gastos de desplazamiento, y mediante eliminatorias entre los primeros clasificados para dilucidar al campeón de la categoría.

Ante tal incertidumbre se filtraban en la prensa continuos rumores sobre los equipos que integrarían este campeonato, como este aparecido el 23 de Diciembre de 1928 en El Mundo Deportivo: Real Córdoba Sporting Club; Real Club Recreativo y Titán F.C., de Huelva; F.C. Malagueño y Sporting Club de Málaga; Gimnástica de Triana F.C., Utrera F.C. y Minas de la Reunión F.C., de Sevilla; y Español F.C. de Cádiz, Algeciras F.C., S.D. Constructora Naval de San Fernando, Representación Tiro Nacional F.C. de Cádiz y Jerez F.C. Pero los equipos descendidos de la Primera Categoría A se negaban a que en el grupo preferente se incluyeran clubes procedentes de categorías menores, logrando imponer finalmente su criterio a la Federación Regional Sur.

En Marzo, la federación nacional anunció la puesta en marcha del Campeonato de Liga de Tercera División incluido en la nueva estructuración diseñada meses atrás. Para poder ingresar en el mismo los clubes aspirantes debían cumplir dos requisitos: poseer un campo en las condiciones reglamentarias exigidas para la primera categoría regional y solicitarlo antes del día 30 de Junio de cada año. La competición se organizó por grupos y en el V, correspondiente a las federaciones andaluza y extremeña, fueron incluidos el Español F.C. de Cádiz, Algeciras F.C., F.C. Malagueño, Real Málaga F.C., Real Balompédica Linense y R.C. Deportivo Extremeño. Pero tres semanas más tarde el organismo federativo comunicó la decisión de suprimir la Tercera División debido a la retirada de varios equipos y a dificultades en su organización[5].

Y no fue hasta el mes de Abril de 1929 cuando la Federación Sur culminó por fin la ordenación del fútbol regional. Por debajo de las tres categorías nacionales de liga, los equipos andaluces quedaron distribuidos entre Primera Categoría regional (R. Balompédica Linense, Real Málaga F.C. además de Real Betis Balompié y Sevilla F.C. para la disputa del título de campeón de Andalucía y con ello del pase al Campeonato de España de Copa) y Segunda Categoría regional, formada por dos divisiones:

Segunda Categoría Preferente: integrada por los equipos descendidos de Primera Categoría A la pasada temporada (Real Club Recreativo de Huelva, F.C. Malagueño, Algeciras F.C. y Español F.C. de Cádiz, que renunció a participar) más el campeón y subcampeón de Primera Categoría B (Real Córdoba Sporting Club y Titán F.C. de Huelva, respectivamente).

Segunda Categoría (ordinaria): de grado inferior a la anterior, finalmente contó con dos grupos. El primero (Grupo de Málaga) estaba compuesto por Sporting Club de Málaga, Delfos Racing Club de Málaga y Ronda F.C. mientras que en el segundo (Grupo Sevilla-Cádiz) figuraban Utrera F.C., Gimnástica de Triana F.C., Minas de la Reunión F.C., S.D. Constructora Naval de San Fernando y Jerez F.C., obteniendo sus dos primeros clasificados el pase a la promoción de ascenso.

En conclusión, el poco potencial y desarrollo del balompié andaluz se tradujo en que exclusivamente sus dos equipos más destacados hasta entonces, Sevilla F.C. y Real Betis, consiguieron plaza en los torneos ligueros y en su Segunda División entre los 30 clubes elegidos para formar las tres divisiones de liga. A partir de la temporada 1929-30 otro conjunto de clubes pasó a disputar la Tercera División aunque sin lograr el ascenso a la Segunda División (Recreativo de Huelva, Real Málaga, F.C., F.C. Malagueño, Racing Club de Córdoba, S.C. Málaga, Recreativo de Granada, Xerez F.C., C.D. Malacitano). Este nuevo modelo se mantuvo más o menos sin cambios hasta la temporada 1932-33 cuando se formó la Mancomunidad Centro-Sur para la disputa del campeonato regional junto a los clubes madrileños y castellanos, lo que generó una remodelación de las categorías regionales andaluzas.

 


[1] En Apogeo y caída de una tribuna (I) (Cuadernos de Fútbol, CIHEFE, Nº 26. Noviembre de 2011), por Alberto Díaz Gutiérrez.

[2] También conocidos como minimalistas, eran el Athletic Club, Real Madrid F.C., Real Sociedad, F.C. Barcelona, Real Unión de Irún y Arenas Club de Guecho.

[3] Los seis campeones y los tres finalistas (Athletic Club de Madrid, C.E. Europa y R.C.D. Español de Barcelona) del Campeonato de España más el vencedor de un torneo eliminatorio entre ocho clubes designados por la Asamblea, que fue el Racing Club de Santander.

[4]Sevilla F.C., Iberia S.C., C.D. Alavés, Real Sporting de Gijón, Valencia F.C., Real Betis, Real Oviedo F.C., R.C. Deportivo de La Coruña, R.C. Celta de Vigo y Racing Club de Madrid. Los clubes seleccionados fueron designados por orden de importancia deportiva y entre los clubes en propiedad de la Federación.

[5] La primera edición de este torneo vería la luz un año más tarde, es decir, la temporada 1929-30.




La Copa de Andalucía 1932/33

El Campeonato de Andalucía fue una competición oficial organizada desde la temporada 1915/16 por la Federación Regional Sur, aunque también era conocida popularmente como la Copa de Andalucía. Su claro dominador fue el Sevilla F.C., vencedor en 17 de las 20 ediciones disputadas, aunque recientemente ha empezado a extenderse desde diversos foros la idea de que en realidad fueron 18 los títulos sevillistas puesto que hasta ahora no se venía contabilizando la edición disputada en la temporada 1932/33, en la que también resultaron vencedores, y 21 las ediciones disputadas.

En nuestra opinión, esta consideración es totalmente errónea, como trataremos de demostrar a continuación, aunque antes presentaremos una breve pero necesaria contextualización histórica.

La Federación Regional Sur había sido fundada el 22 de Febrero de 1915 con la finalidad de formalizar y estructurar el fútbol en esta parte del país, tras varios intentos precedentes que resultaron infructuosos. En sus inicios, su ámbito de acción comprendía las regiones de Andalucía, Extremadura, Canarias y el Norte de África y la principal medida adoptada para favorecer el desarrollo del balompié fue la instauración de la primera competición oficial, ya que los campeonatos celebrados hasta la fecha no pasaron de ser torneos oficiosos. El equipo vencedor obtenía el título de Campeón de Andalucía y con ello la clasificación para el Campeonato de España –puesto que los reglamentos federativos establecían los torneos regionales como eliminatorias previas de la única competición nacional del momento-, junto a los campeones de las demás federaciones territoriales. En la temporada 1925/26 este derecho se amplió también al subcampeón regional.

Nos situamos ya en la temporada en cuestión, que contó como novedad con el acuerdo entre la Federación Sur y la Federación Castellana para celebrar sus campeonatos de primera categoría regional de manera mancomunada, participando tanto equipos andaluces como madrileños y castellanos. Se proclamó vencedor el Madrid F.C., consiguiendo además su clasificación para el Campeonato de España el Athletic de Madrid, Valladolid Deportivo, Betis Balompié y Sevilla F.C., en este orden.

Como vemos, esta campaña no hubo un campeón propiamente andaluz, puesto que el campeonato se jugó de forma coaligada con otra federación, lo que se confirma con la información recogida en los anuarios de la Federación Española de Fútbol donde se dice que la clasificación oficial de los equipos andaluces de Primera Categoría es la obtenida en el Campeonato Mancomunado Castilla-Sur.

Este hecho motivaría a Racing F.C. de Córdoba, F.C. Malagueño y Málaga Sport Club, que pese a ser clubes de Primera Categoría habían sido excluidos del Campeonato Mancomunado, a demandar al organismo federativo andaluz la creación en el mes de Junio de 1933, a punto de la finalizar la temporada y en pleno verano, de una competición denominada Copa de Andalucía, reservada sólo para los clubes andaluces de Primera Categoría para compensar de este modo los perjuicios derivados de su no participación en el Campeonato Mancomunado.

Por tanto, este campeonato honorífico nunca tuvo la consideración de Campeonato de Andalucía puesto que su vencedor no se clasificaba para el Campeonato de España (para eso ya estaba el Mancomunado), calificándose en la prensa como “la recién fundada Copa de Andalucía” o “un colgante de la temporada, un regalo de la Federación Sur”. Además, los clubes no estaban obligados a participar, al contrario que en el campeonato regional oficial, sino que lo hacían sólo si mostraban su conformidad, por lo que su celebración no se dio por segura hasta días antes de su inicio. Es más, los equipos condicionaban su inscripción a que se les garantizara que el Sevilla F.C. y el Betis Balompié concurrirían a los partidos con sus equipos titulares, lo que deja bien a las claras la escasa trascendencia de la competición y la poca importancia que los propios clubes le otorgaban. Lógicamente, los encuentros de este torneo Copa de Andalucía (así se denominaba en la prensa) no despertaban entre los aficionados la expectación que si conseguían los del Campeonato Regional de Primera Categoría A o del Campeonato Mancomunado Castilla-Sur, ni siquiera los duelos Sevilla-Betis.

Otro dato que apunta a reafirmar nuestro punto de vista es que en la Asamblea de la Federación Regional Sur celebrada el 29 de Agosto de 1933 se estudió la inclusión la equipos de otras categorías en la siguiente edición de esta Copa de Andalucía, lo que lógicamente es incompatible con una competición en la que se pone en juego el título de campeón regional de Primera Categoría.

Y si este torneo fuese o equivaliese al campeonato regional oficial hubiera tenido que disputarse nuevamente la siguiente temporada, la 1933/34 en la que también rigió la formula de los campeonatos mancomunados. Pero tal cosa no sucedió por falta de acuerdo ante la negativa de algunos clubes de Primera Categoría de admitir en la misma a determinados equipos de categoría inferior pero sí a otros (en este caso, se le negó la invitación al Recreativo de Granada y se aceptó la del Xerez F.C.). Por tanto, si fuese un campeonato con valor clasificatorio debería celebrarse siempre y no mezclar equipos de diferentes categorías.

Así mismo, la Copa de Andalucía tampoco vio la luz las dos siguientes temporadas, 1934/35 y 1935/36 en la que los campeonatos regionales de Primera Categoría se organizaron otra vez bajo una fórmula unificadora -la de los Campeonatos Superregionales-. De este modo, tampoco hubo un campeón estrictamente andaluz ya que en la campaña 1934/35 jugaron conjuntamente los equipos de las federaciones valenciana, murciana, Sur y Oeste mientras que en la 1935/36 el sexto grupo Superregional comprendía a la Federación Sur y a la del Oeste. No obstante, el hecho de que por resultados deportivos ningún club de esta última militaba en Primera Categoría hizo que sus seis integrantes fueran andaluces, por lo que siempre se ha considerado la edición de este campeonato como propiamente andaluz y contabilizado por ello en el palmarés de su vencedor, el Sevilla F.C.

Por tanto, creemos suficientemente demostrado que la Copa de Andalucía 1932/33 fue una competición oficial pero que de ningún modo equivalió al tradicional campeonato regional ni puede considerarse ni atribuírsele la potestad de designar al campeón de Andalucía, debiendo de este modo desaparecer de algunos palmarés referidos al Sevilla F.C. Y como hemos visto, tampoco era una de las competiciones que reglamentariamente las federaciones regionales estaban obligadas a organizar (campeonato regional, de promoción y amateur), aunque sí podían instaurar libremente cuantas competiciones estimasen convenientes para fomentar el desarrollo del fútbol en su territorio, completar la temporada, etc.

Pensamos que el nombre que se aplicó a esta competición –torneo Copa de Andalucía-, coincidente con la denominación popular con la que sobre todo en sus inicios se daba al campeonato regional andaluz –la Copa de Andalucía– ha sido uno de los motivos de la confusión.

 

 

Campeonato Regional

Torneo Copa de Andalucía

Abría la temporada oficial

No

Proclamaba al campeón regional

No

Clasificaba Camp. de España

No

Era obligatoria

No

 

Prensa consultada:

ABC

Mundo Deportivo

El Guadalete




La reforma de los campeonatos regionales (1930-1936)

Resumen: Se describen los diversos intentos puestos en marcha para tratar de revitalizar los tradicionales campeonatos regionales, que se encontraban a principios de los años 30 en un estado de evidente declive y que amenazaban con desaparecer.

Regionales01CapeDesde 1930 la Federación Española de Fútbol trataba de promover a través de sus reglamentos una reforma en el sistema de competición de los campeonatos regionales mediante la que se pretendía revitalizarlos y evitar la desaparición a la que parecían abocados. A la monotonía derivada de la presencia siempre de los mismos equipos año tras año se unían otras causas propiciadoras de esta crisis como el criterio por el que la participación en el Campeonato de España se limitaba a los clubes clasificados en los primeros puestos en los mencionados torneos. Ello hacía que determinados conjuntos, por pertenecer a regiones que no contaban con una federación territorial propia al existir un escaso número de ellas, quedaran siempre excluidos de esta posibilidad (por ejemplo, los equipos cántabros adscritos a la Federación Norte) por lo que la solución adoptada fue fomentar el nacimiento de nuevas federaciones regionales. De este modo y con el transcurso de los años proliferó un artificial y sobredimensionado número de campeonatos regionales cuyo valor deportivo decayó hasta el punto de comprometer la integridad de todo el sistema debido a que muchos de ellos se sostenían con tan sólo uno o, a lo sumo, dos clubes de nivel y resultaban económicamente deficitarios.

A esta delicada situación se unía ahora la acuciante pérdida de relevancia que las competiciones regionales venían padeciendo en las últimas temporadas y que era consecuencia directa de la creciente pujanza adquirida por el Campeonato de Liga, ya que esta puerta de entrada a una competición nacional dejaba a muchos clubes indiferentes ante la clasificación que pudieran obtener en los torneos regionales. Además, la progresiva ampliación de las competiciones ligueras exigía el consecuente aumento en las fechas disponibles, que se ganaron a costa de reducir el número de clubes de Primera Categoría y por tanto el de jornadas en los torneos regionales. Este nuevo revés se tradujo en una disminución del atractivo competitivo de los mismos debido a que de este modo se mermaban los medios de vida de los clubes modestos que no obtenían el pase al Campeonato de España puesto que su calendario de partidos oficiales quedaba restringido a unas pocas semanas al año y porque clasificaban para la citada competición un cupo desproporcionado de equipos en relación a su número total de integrantes, que en algunos casos ascendía únicamente a tres.

Así, en la temporada 1930-31 el campeonato organizado por la Federación Castellano-Leonesa fue disputado por Real Valladolid, Cultural Deportiva Leonesa y C.D. Palencia mientras que en el campeonato aragonés participaron Iberia S.C. de Zaragoza, Club Patria-Aragón de Zaragoza y Real Zaragoza C.D. Pese a que ambos torneos estaban integrados sólo por tres clubes, los dos primeros clasificados de cada uno de ellos accedieron al Campeonato de España. Es más, esta temporada los campeonatos regionales clasificaban en su conjunto a más de la mitad de los clubes que tomaban parte en dichos torneos, sinsentido que obraba “en contra del verdadero espíritu que inspiró la creación de los campeonatos regionales –lucha, estímulo, dificultades-[1]. Y es que de una etapa en la que los clubes ponían todos sus esfuerzos en tratar de proclamarse campeones regionales como única vía para acceder al Campeonato de España se pasó a otra donde la facilidad para lograr la clasificación había reducido estos torneos a un mero trámite carente de su original esencia competitiva por lo que desde algunos sectores se apostaba incluso por suprimirlos.

Por todo ello, y junto a otras medidas, entre las temporadas 1931-32 y 1933-34 el nuevo modelo propuesto por el Secretario General de la Federación Española de Fútbol, Ricardo Cabot, introducía el experimental formato de los Campeonatos Mancomunados, en un intento de revertir esta situación volviendo a un esquema con un menor número de demarcaciones regionales que se ajustara mejor a las necesidades generales del sistema de competiciones. Para este fin la reforma contemplaba la posibilidad de que aquellas federaciones regionales limítrofes integradas por menos de seis clubes de Primera Categoría pudieran fusionarse temporalmente entre sí, aunque conservando en todo momento su personalidad propia, lo que dio como resultado la constitución de varias Mancomunidades. Cada una de éstas regulaba un campeonato en el que participaban los mejores equipos de las federaciones asociadas, con lo que los aficionados disfrutarían de la visita de equipos no habituales, su interés deportivo se vería incrementado y se reducirían al compartirse los gastos derivados de su organización. Los primeros clasificados, en número variable[2], de cada torneo mancomunado que se constituyó y del resto de campeonatos de Primera Categoría celebrados en las regiones que preservaron su autonomía al contar por sí mismos con un potencial deportivo suficiente o por no alcanzar un acuerdo para coaligarse con otras, obtenían el pase directo al Campeonato de España. Así mismo, el vencedor de los campeonatos de segunda categoría preferente de cada región promocionaba con el colista de primera categoría por un puesto en la división de honor regional.

Pero en la campaña 1934-35 se puso en marcha anticipadamente y de modo transitorio por parte de la Federación Española de Fútbol una profunda reestructuración del balompié nacional, prevista en principio para la temporada 1935-36, encaminada a “revisar y reformar la distribución de las federaciones regionales, y […] a establecer un sistema permanente de competiciones oficiales[3], ante la falta de consolidación y de eficacia del modelo anterior. Pese a que en esencia los campeonatos mancomunados y la nueva fórmula a implantar perseguían una finalidad similar, es decir, reducir el número de campeonatos regionales agrupando a equipos de federaciones vecinas, la constitución de los primeros quedó al libre criterio de las pocas entidades territoriales que decidieron fusionarse por lo que no se desarrollaron plenamente y siguieron coexistiendo con una mayoría de torneos regionales en su configuración clásica, siendo este el motivo que llevó a la federación nacional a suprimirlos e instaurar de modo vinculante los Campeonatos Superregionales mediante los que la España futbolística quedaba dividida oficialmente en seis demarcaciones.

En el mes de Julio de 1934 se presentó un primer proyecto en el que los treinta clubes de categoría nacional (Primera y Segunda divisiones) quedaban divididos en cinco grupos de seis equipos para la disputa de los torneos regionales, cada uno integrado por equipos de varias regiones agrupadas atendiendo a criterios de proximidad geográfica y cuyos dos primeros clasificados obtenían el pase directo a los octavos de final de la Copa. Estos treinta clubes se distribuían entre una Primera División integrada por diez equipos y una Segunda División compuesta por dos grupos también de diez equipos para la disputa de las competiciones de liga.

Esta propuesta fue reformulada en Agosto al acordarse la ampliación de la Primera División a doce clubes. La lógica armonía del sistema imponía en consecuencia que el número de clubes de categoría nacional debía elevarse a treinta y seis, divididos en seis grupos superregionales de seis equipos cada uno, desdoblándose luego en una Primera División de doce clubes y una Segunda División de veinticuatro clubes repartidos en dos grupos de doce para las competiciones de liga. Sin embargo, esta nueva organización generaba una serie de inconvenientes de diversa índole que la hacían inviable por lo que la Federación Española de Fútbol adoptó una serie de medidas para tratar de solventarlos.

El primero radicaba en que la división de los veinticuatro clubes de Segunda División en dos grupos de doce equipos, lo que se traducía en un campeonato de gran extensión, ocasionaba múltiples incompatibilidades de calendario al solaparse con las fechas reservadas para la disputa de las eliminatorias coperas, por lo que estos clubes fueron finalmente englobados en tres grupos de ocho reduciéndose de este modo el número de jornadas ligueras y con ello las coincidencias puesto que las fechas liberadas quedaban disponibles para la Copa.

A su vez, para la formación del Sexto Grupo Superregional, que comprendía las regiones Sur y Oeste, no existían equipos andaluces con el potencial suficiente para completar un grupo propio acompañando a los dos clubes sevillanos Sevilla F.C. y Betis Balompié. Ello motivó a la Federación Española de Fútbol a reducir para esta temporada el número de campeonatos superregionales a cinco unificando los futuros grupos Quinto (Valencia-Murcia) y Sexto (Sur-Oeste) en el denominado Levante-Sur, que englobaba a estas cuatro regiones y estuvo compuesto por Murcia F.C., Hércules F.C., Levante F.C., Valencia C.F., Betis Balompié y Sevilla F.C. De todos modos, se articuló un mecanismo para que el nuevo sistema de competiciones pudiera aplicarse en su integridad al año siguiente. Dicha medida consistió en la creación dentro de la citada demarcación (Quinto Grupo Superregional) de dos subgrupos complementarios con carácter provisional con una doble finalidad.

Por un lado, este campeonato otorgaría las cuatro plazas adicionales creadas para la Segunda División como consecuencia de la ampliación en el número de equipos que compondrían esta categoría. La Federación Española de Fútbol había designado a los clubes que ocuparían las veinte plazas ya existentes mientras que las nuevas serían adjudicadas a los campeones y subcampeones de cada uno de estos dos subgrupos, que además obtendrían el pase para las eliminatorias del Campeonato de Copa.

El segundo y trascendental propósito de este torneo sería “establecer al mismo tiempo una escala de méritos para futuras conveniencias del desarrollo integral del sistema[4]. En otras palabras, lo que se pretendía era fortalecer y estimular a equipos de menor potencial a alcanzar el nivel requerido para tomar parte en los exigentes campeonatos superregionales, seleccionar tras ello a aquellos clubes que más se hubieran destacado durante su transcurso y proceder si se estimaba necesario a la creación del Sexto Grupo previsto en la reforma federativa.

De ellos, el Subgrupo Valencia-Murcia estaba compuesto por Gimnástico de Valencia F.C., Sport Club La Plana de Castellón, Elche F.C., Cartagena F.C., Alicante F.C. y S.D. Burriana, mientras que el Subgrupo Sur-Oeste lo integraban el C.D. Malacitano, Club Recreativo de Granada, Onuba F.C. y Xerez F.C. Finalmente, Gimnástico de Valencia F.C. y Sport La Plana de Castellón por los levantinos, y C.D. Malacitano y Recreativo de Granada por los andaluces se alzaron con las plazas en segunda división, aunque posteriormente el Elche F.C. fue repescado por la renuncia del C.D. Alavés.

A su vez, los equipos no clasificados se reintegraron a sus respectivos campeonatos regionales de Primera Categoría. El nuevo sistema de competiciones establecía que cada federación regional debía organizar un torneo en el que participaran aquellos clubes no incluidos en los grupos superregionales, dando cabida a un número suficiente de equipos tal que garantizara la ocupación de la mayor parte del calendario de la temporada. El equipo que resultase vencedor de esta competición obtendría el derecho a participar en las rondas preliminares del Campeonato de España de Copa, que además desempeñaban la función de eliminatorias de promoción al Campeonato Superregional, y con ello a la Segunda División, en las que se enfrentaría inicialmente a los clubes campeones de Primera Categoría de las demás regiones integrantes de su grupo superregional por la plaza de ascenso automático a la máxima categoría regional.

A modo de ejemplo, el Xerez F.C., campeón de Primera Categoría de la Federación Sur, debía enfrentarse al vencedor de la Federación Oeste mientras que el Cartagena F.C. como representante de la Federación de Murcia haría lo mismo con el Nules F.C., campeón de Primera Categoría de Valencia. Los vencedores de la primera eliminatoria, Xerez F.C. y Cartagena F.C. se enfrentaron proclamándose los andaluces campeones de primera categoría de los grupos Valencia-Murcia-Sur-Oeste obteniendo de este modo el ascenso al Campeonato Superregional y a la Segunda División.

A este respecto, la normativa federativa contemplaba de modo genérico que el equipo campeón de Primera Categoría de las regiones integrantes de un grupo Superregional permutaría directamente su puesto con el club de Segunda División perteneciente a la demarcación territorial de su mismo grupo Superregional que hubiese obtenido una peor clasificación conjuntamente en la competición liguera y en el Campeonato Superregional. Sin embargo, en la demarcación Levante-Sur concurrían circunstancias especiales que hacían innecesario dicho intercambio ya que finalmente en el mes de Julio se aprobó de cara a la temporada 1935-36 la proyectada disolución de la misma[5] para proceder a su desdoblamiento en los grupos superregionales Quinto y Sexto. De este modo, el Xerez F.C. pasó a ocupar una de las plazas creadas como consecuencia de la constitución del nuevo Sexto Grupo Superregional así como el lugar del descendido Sport Club La Plana de Castellón en el Tercer Grupo de la competición de Segunda División.

Como hemos señalado, esta temporada la Federación Española de Fútbol estimó conveniente desarrollar plenamente la reforma del sistema de competiciones puesta en marcha, aunque sólo de manera parcial, la campaña 1934-35 disolviendo para ello la demarcación Levante-Sur y creando el Sexto Grupo del Campeonato Superregional debido a la destacada progresión mostrada por algunos de los clubes que habían participado en el pasado subgrupo Superregional Sur-Oeste, dándose por “lograda así la finalidad perseguida[6]. Uno de ellos era el Xerez F.C. que tras proclamarse la temporada anterior campeón regional de los grupos Valencia-Murcia-Sur-Oeste había obtenido en consecuencia una plaza en la máxima categoría regional.

De este modo, los xerecistas se unían al selecto grupo formado por Betis Balompié y Sevilla F.C., de Primera División y vigentes campeones de Liga y de Copa respectivamente, y por C.D. Malacitano y Club Recreativo de Granada, que accedían tras su buena actuación en el subgrupo Superregional y en la Segunda División, y en el que posteriormente también fue repescado el Mirandilla F.C. de Cádiz.

Al final de esta temporada, el inicio de la Guerra Civil interrumpió las competiciones deportivas y entre ellas los campeonatos superregionales, que llegaron a celebrar únicamente dos ediciones, impidiendo de este modo comprobar si este nuevo modelo se hubiera consolidado. A partir de 1940, los campeonatos regionales dejaron de organizarse por lo que la clasificación para el Campeonato de España de Copa dependía de a su vez de la clasificación en los torneos ligueros.

 


[1] En Blanco y Negro (02/10/1932).

[2] El número de clubes que cada federación individualmente o cada Mancomunidad tenían derecho a clasificar para el Campeonato de España dependía de factores como los derechos históricos y deportivos reconocidos a cada una de ellas, del total de equipos participantes en sus respectivos torneos y de su nivel de competitividad.

[3] En ABC (12/08/1934).

[4] En ABC (14/08/1934).

[5] En Diario de Jerez (05/07/1935).

[6] En el Heraldo de Madrid (20/07/1935).




Nuevas consideraciones sobre la primera referencia al foot-ball en España (Jerez, 1870)

Durante el pasado mes de Mayo la Fundación Xerez CD llevó a cabo un amplio y variado programa de actos para conmemorar el centenario de la creación del primer equipo de fútbol que existió en Jerez de la Frontera, el Jerez Foot-ball Club (1911), en los que se hizo una revisión de la historia del balompié en esta ciudad. Ante este hecho, han resurgido con fuerza las voces que desde Huelva niegan la posibilidad de que la ya popular noticia aparecida en el periódico jerezano El Progreso el 1 de Noviembre de 1870 haga referencia a la práctica del fútbol asociación, es decir, el fútbol como hoy lo conocemos. Recordemos que el texto de la cita periodística afirma literalmente que «por la tarde gozarán los aficionados a porrazos de un rato de foot-ball«.

Esta reacción, que incluso ha llevado a cuestionar sin ninguna base la autenticidad del susodicho diario conservado en la Hemeroteca de la Biblioteca Municipal, responde a un supuesto intento desde Jerez de arrebatar a la zona onubense el honorífico título de cuna del fútbol español. A este respecto ya nos posicionamos en una ocasión anterior afirmando que aunque en Jerez se hubiese podido jugado antes al fútbol que en Huelva, esta provincia seguiría siendo la que ejerció un papel más relevante y trascendental para el desarrollo, consolidación y difusión del balompié en nuestro país. Y es que en ningún momento se ha cuestionado la hegemonía de Huelva como el principal foco de arraigo y expansión del fútbol español porque de lo que estamos debatiendo es del lugar en el que se jugó por primera vez al foot-ball. Y como se verá a continuación, Jerez tiene mucho que decir a este respecto ya que ambas cuestiones no son incompatibles. Haciendo un paralelismo, aunque los primeros rascacielos de la historia se construyeron Chicago, al poco tiempo la vanguardia de este tipo construcciones se trasladó a Nueva York donde adquirieron su verdadera personalidad y repercusión.

Los principales argumentos con los que desde Huelva se trata de refutar a Jerez como la ciudad en la que se dieron las primeras patadas a un balón de foot-ball ya fueron rebatidos en el número 6 de esta publicación por lo que en esta ocasión los recordaremos brevemente. En esencia, sostenían por un lado que la expresión a porrazos apunta a la rudeza propia de los inicios del juego, carente por entonces de la técnica y precisión actuales, y no a que se tratase de rugby. Así mismo, exponían algunas noticias posteriores a 1870 alusivas a la práctica del foot-ball en Jerez y ponían el acento en la nula tradición rugbística de esta ciudad.

Pero quizá la cuestión más controvertida es la concerniente a la fecha de introducción en nuestro país de las nuevas reglas propias y diferenciadoras del fútbol respecto al rugby, por lo que para su abordaje proponemos el siguiente fragmento extraído de un libro que publicaré próximamente y que llevará el título de 140 Años de Fútbol en Jerez (1870-2010):

«Esta reveladora noticia constituye la mención más antigua publicada en un medio de comunicación del vocablo foot-ball aplicado a un evento deportivo en nuestro país y señala a Jerez como la primera ciudad de España en la que se practicó el fútbol, lo que obligaría a reescribir la historia del balompié nacional en sus comienzos otorgando a nuestra ciudad un protagonismo relevante en la misma. Inicialmente, el estilo y la técnica de juego eran todavía muy rudimentarios y los jugadores se disputaban la pelota propinándose patadas, pisotones y empujones. De este modo, el foot-ball fue percibido por la sociedad española como un deporte violento y en consecuencia resultaba muy frecuente recurrir a expresiones como a porrazos, y peleas en la zona onubense, para referirse a estos primeros partidos de fútbol. No obstante, el empleo del término foot-ball a secas puede generar dudas sobre si la reseña hace alusión en realidad a un encuentro de football-rugby o de football-association, que era la denominación utilizada en Inglaterra para designar al fútbol jugado con los pies. Y es que hasta la creación en 1871 de la Rugby Football Union ambas modalidades no separaron sus caminos definitivamente y la palabra foot-ball se usaba indistintamente para designar ambas variantes del juego. Por este motivo, cuando una noticia menciona la celebración de un encuentro de foot-ball durante este periodo nunca se tiene la certeza absoluta de que se trate de fútbol o de rugby, confusión que se extendió hasta principios del siglo XX.(2) y diferenciado sustancialmente del rugby en cuanto a su reglamentación y al espíritu del juego, es decir, primando la habilidad sobre la fuerza, el dribbling sobre la melé. En este sentido, la ausencia absoluta en los años sucesivos de tradición rugbística en Jerez es otro argumento en favor de que se tratara de una partida de fútbol asociación.«.

Sin embargo, el nacimiento en 1863 de la Football Association (F.A.) en Londres había consolidado la separación oficial en la reglamentación de ambas variantes ya que, aunque un gran número de clubes se mantuvieron fieles al rugby, otros unidos en torno a esta nueva federación se decantaron por la práctica del fútbol tradicional o dribbling game y comenzaron a organizar encuentros sujetos a las denominadas Reglas de Cambridge (1848), introduciendo ligeras modificaciones que prohibían tanto el uso de las manos para trasladar el balón como el juego brusco para derribar contrarios. Con ello se pretendía crear «un estilo propio, más hábil frente al tumulto que representaba la vieja normativa» (1). De este modo, si tenemos en cuenta que a partir ese año ya se celebraban partidos de football-association, es perfectamente compatible desde el punto de vista cronológico que el encuentro jugado en Jerez se rigiera por las normas de la federación inglesa de fútbol, que habían comenzado a difundirse hacía ya siete años y que podrían haber arribado a la ciudad favorecidas por el intenso y secular vínculo existente con Inglaterra durante todo el siglo XIX derivado del comercio del vino, traducido en frecuentes y periódicos viajes de negocios entre ambos destinos.

Así mismo, el célebre documental cinematográfico Fútbol, el nacimiento de una pasión (Jesús Sánchez Romeva, 2005) ilustra la expansión del football-association por todo el mundo mediante la recreación de un encuentro celebrado en Minas de Riotinto en 1873 en el que todavía está permitido a los jugadores atrapar un balones aéreos con las manos y patearlos inmediatamente (marck). Por tanto, aunque en el partido celebrado en Jerez en 1870 esta regla del juego también se contemplara, ello no implicaría que se tratara de rugby sino más bien de un encuentro de football-association en un momento de plena evolución de sus normas dentro del proceso de fijación de su forma definitiva

En consecuencia, estos datos corroboran la idea de que Jerez fue el lugar por el que el foot-ball penetró en territorio español y donde por primera vez el público tuvo un conocimiento directo de la práctica de este deporte. Pero, en nuestra opinión, este relevante hecho no debe restar trascendencia a la consideración de Riotinto como el otro gran foco de expansión del fútbol español. En Jerez este deporte se practicó de manera intermitente e informal, desconociéndose los nombres de los primeros equipos y jugadores, los resultados de los encuentros, etc., mientras que en Huelva lo hizo con mayor regularidad convirtiéndose durante las siguientes dos décadas sin duda en el principal, y en ocasiones en el único, núcleo de actividad futbolística del país.

Como hemos visto, Jerez fue testigo de los titubeantes primeros pasos del fútbol en España, al igual que sucedió con otros muchos deportes de origen británico que encontraron en nuestra ciudad un entorno propicio para desarrollarse. Este carácter pionero se formó básicamente como resultado de la concurrencia de dos factores. Por un lado, los miembros de la alta burguesía y la nobleza jerezanas, cuyo apego por la cultura inglesa constituía uno de sus principales rasgos definitorios, solían enviar a sus hijos a estudiar a algunas de las más prestigiosas escuelas de Inglaterra. Durante sus largas estancias estos jóvenes se impregnaban de las costumbres y tradiciones británicas de la época, importando de este modo a su regreso a Jerez todo deporte más o menos de moda con el que entraban en contacto y del que posteriormente disfrutaban en exclusiva las élites más acomodadas. El ejemplo más significativo lo constituye probablemente Pedro Nolasco González Soto (1849-1946), dueño por aquellos años de las bodegas González-Byass y escolarizado durante su adolescencia en diferentes escuelas inglesas. Este destacado sportman fundó en 1868 el Jerez Gun Club, la primera sociedad de tiro de pichón de España; creó en 1870 el Jerez Polo Club, el equipo de polo más antiguo del país y habilitó en su bodega la primera pista de tenis de hierba de la que se tiene noticia allá por 1884.

El segundo y no menos importante aspecto que contribuye a explicar la pronta implantación del fútbol y otros deportes de procedencia anglosajona a finales del siglo XIX en la ciudad es la influencia ejercida por la importante colonia de ciudadanos británicos establecidos en torno al negocio de la exportación de vino. Y es que el foot-ball arribó a Jerez como divertimento de los jóvenes ingleses empleados en las bodegas, quienes habitualmente disputaban sus encuentros en los terrenos de las viñas

Por todos estos motivos creemos que existen argumentos suficientes para sostener, mientras no se demuestre lo contrario, cosa que no ha sucedido, que la noticia aparecida en El Progreso en 1870 alude a la primera ocasión en que el fútbol fue jugado en España. E insistimos, que Jerez sea la ciudad española pionera en el juego del foot-ball, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que la presencia británica de manera regular en la zona data del siglo XVIII con la instalación de clanes como el de los Byass, Humbert, Gordon, Williams, etc., no va en menoscabo del prestigio y reconocimiento que merecidamente posee el papel jugado por la cuenca minera onubense en la historia del fútbol nacional.

Ernesto Alba Reina.

 

Notas:

(1). En Las Reglas de Cambrige (Cuadernos de Fútbol, CIHEFE, Nº 4. Noviembre de 2009), por Luis Javier Bravo Mayor.

(2). En esta línea también se expresa Luis Javier Bravo Mayor, miembro del CIHEFE, cuando afirma que «el fútbol moderno comenzó su andadura a mediados del siglo XIX sin poder concretar una fecha exacta. Fue construyéndose poco a poco«. En Las Reglas de Cambrige (Cuadernos de Fútbol, CIHEFE, Nº 4. Noviembre de 2009).




La primera referencia al foot-ball en España

El 1 de Noviembre de 1870 el periódico jerezano El progreso publicaba, en su sección local, una noticia cuyo contenido está siendo en la actualidad objeto de un interesante debate ya que supondría adelantar en tres años la fecha que tradicionalmente se ha considerado para el inicio del fútbol en nuestro país, esto es, 1873 en la cuenca minera de Riotinto. La noticia en cuestión es la siguiente:

«Sabemos que  hoy se jugará una  partida de Cricket, en el sitio inmediato al hipódromo, cuyo espectáculo empezará a las doce en punto de la mañana.

Por la tarde gozarán los aficionados  a  porrazos  de  un  rato de Foot-ball«.

Y decimos supondría debido a que algunas voces autorizadas han sugerido, no sin cierto fundamento, que esta noticia podría hacer referencia en realidad a un encuentro de football-rugby y no de football-asociation, que es como era conocido el fútbol originariamente en Inglaterra.

A continuación exponemos, a la luz de los datos que poseemos, nuestra visión a cerca de esta cuestión sobre la que todavía existen muchas sombras, ya que como se comprobará más adelante no es posible emitir un juicio sobre la misma con una certeza absoluta.

Uno de los motivos aducidos es que el empleo de la expresión «a porrazos» implicaría que el juego anunciado sería rugby, debido a la dureza propia de este deporte.

Sin embargo, debemos tener presente que el fútbol era en sus inicios muy rudimentario, carente de táctica y técnica y se asemejaría a lo que hoy en día conocemos como fútbol de patio de colegio. En este sentido se expresa también el investigador onubense José Luís Domínguez, miembro de la Asociación Turística Cultural de Minas del Rey Salomón de Riotinto (Huelva), quien en su defensa de esta localidad como la cuna del fútbol español asegura que los trabajadores de origen británico practicaban el foot-ball «dándose entre ellos, patadas, pisotones y empujones por la disputa de ella (la pelota)». Además sostiene que los vecinos del pueblo denominaban a estos partidos de foot-ball como «peleas«.

Por tanto, «a porrazos» y «peleas» parecen ser equivalentes y compartir el mismo sentido, lo que corroboraría que el foot-ball practicado en Jerez en 1870 se trataría del mismo juego practicado en la zona onubense, es decir, fútbol.

En segundo lugar, se ha argumentado que el deporte referido en la noticia podría no ser fútbol debido a que el fútbol tal como lo conocemos hoy tardó en aparecer en Jerez y a que no existen otras menciones al mismo hasta principios del siglo XX.

Pero a pesar de lo anterior, el único deporte de origen inglés del que no se ha documentado tradición en Jerez es el rugby, mientras que del foot-ball sí existen otras referencias en Jerez antes del siglo XX y muy cercanas a la de 1870. En concreto fueron recogidas por Ramón Molina Barrios en su libro Historias Xerecistas (1997) y obtenidas de publicaciones locales del mundo del vino conservadas en el Archivo Histórico de la casa González-Byass, recopiladas por el archivero D. Juan Guerrero García.

Las mencionadas referencias son las siguientes:

  • «nuevo deporte de extrañas reglas y complicadas palabras extranjeras» (1876)
  • «divertimentos de empleados de firmas exportadoras inglesas radicadas en Jerez aficionados al goal» (1884)
  • «La Sociedad jerezana atenderá el pago de los gastos de desplazamiento y estancia de los marinos ingleses desde Cádiz, para celebrar una exhibición frente a nuestros destacados sport-men» (1887)

La última cita aparece referida a la práctica de un juego de pelota. Alfredo Moreno Bolaños, en «Análisis de una cita periodística que cuestiona la cuna del fútbol en España» (Minas de Riotinto, 2007) afirma que los cronistas españoles de la época «denominaban coloquialmente al juego con los pies como juego de pelota, ya que balompié no era aún una traducción asimilada por los habitantes autóctonos«, lo que demostraría que hace alusión al fútbol.

Por lo tanto, sí existen otras menciones al foot-ball en Jerez antes del siglo XX y ninguna conocida al rugby.

También se ha defendido que la colonia inglesa instalada en Jerez desde mediados del siglo XIX no mantenía contacto directo con las nuevas costumbres sociales, y por ende deportivas, que surgían en Inglaterra.

Sin embargo, los empresarios vinateros afincados en Jerez viajaban con cierta asiduidad a su país de origen para supervisar sus negocios y pasaban largas temporadas en Inglaterra. En las crónicas de sociedad era frecuente leer noticias en las que anunciaba la salida o el regreso de algún distinguido miembro de esa colonia tras pasar la época estival en su país de origen. Así mismo, Pedro Nolasco González, dueño de las bodegas González-Byass tras un periodo en Inglaterra creó en Jerez el primer club de polo de España en 1870 y una de las primeras pistas de tenis en 1884.

Ambos aspectos vendrían a corroborar que los ingleses residentes en Jerez sí mantenían lazos y vínculos periódicos con su tierra natal por lo que sí estaban en contacto con las nuevas tendencias que allí se originaban.

De todo lo anterior podemos concluir que:

  • a) la expresión «a porrazos» no se refiere a rugby sino a fútbol.
  • b) que existen una serie de referencias a este deporte en Jerez antes del siglo XX y ninguna tradición rugbística.
  • c) que la colonia inglesa de Jerez mantenía frecuentes contactos con Inglaterra.

Dejamos para el final el argumento de mayor peso. Este sostiene que la noticia aparecida en 1 de Noviembre de 1870 no puede hacer referencia al fútbol ya que la separación definitiva entre football-rugby y football-asociation tuvo lugar un año después, es decir, en 1871. De este modo, la palabra football aludiría genéricamente al rugby, cuya práctica estaba más extendida.

Pero también es necesario considerar que en 1863 se produjo una primera separación entre ambos juegos que dio lugar a la Football Asociation, en torno al código de reglas de Cambridge. Es cierto que la mayoría de clubes no acataron las nuevas reglas y se separaron dando lugar a la Football Rugby Union pero otros sí lo hicieron, comenzando a disputar partidos de un fútbol similar al que se practica en la actualidad por diversas zonas de Inglaterra.

Por tanto, resulta prácticamente imposible determinar con total precisión si un partido de foot-ball disputado en estas fechas lo era siguiendo las reglas del rugby o las del fútbol. De este modo, el juego que se menciona en la noticia referida a Jerez en 1870, importado por los ingleses residentes la ciudad, pudo ser o bien rugby o bien foot-ball, aunque teniendo en cuenta las aclaraciones anteriormente expuestas es probable que se tratara de fútbol.

CONCLUSIÓN

Los miembros de la colonia inglesa de Jerez que disputaron el encuentro de foot-ball a porrazos (ya hemos demostrado que esta expresión no se refiere a rugby) en 1870 pudieron importarlo en una de sus frecuentes visitas a su tierra natal. Si optaron por las reglas del fútbol-rugby o del fútbol-asociación es algo que no podemos conocer aunque si nos atenemos a las referencias al foot-ball en la ciudad en años sucesivos y la nula existencia de noticias, referencias o tradición rugbística en Jerez, nos decantamos porque se tratase de un encuentro de fútbol como el que hoy conocemos.

Esta mención, y hasta que no se demuestre lo contrario con evidencias irrefutables, sería por lo tanto la más antigua referencia al fútbol conocida en nuestro país y Jerez la primera ciudad en la que practicó este deporte.

Pero, ¿ello debe restar importancia a la consideración de la zona de Riotinto como la cuna del fútbol español? En mi opinión, no. El fútbol en Jerez se desarrolló de manera más intermitente e informal que en Huelva, que durante años fue el único núcleo con actividad futbolística.

Desde estas líneas reivindicamos el eje Riotinto-Jerez como la cuna del balompié nacional. Ya fuese de la mano de rudos mineros o de esforzados trabajadores de la vid, esta región andaluza de fuerte implantación inglesa fue receptiva a los usos y costumbres importados por los ciudadanos de origen británico, entre los que destacó sobremanera el fútbol. Y es que si en Jerez nació, el fútbol en Huelva creció y adquirió personalidad propia.