Al filo de la navaja con uniforme azulgrana

Afirmar que el F. C. Barcelona es una gran entidad, y no sólo a tenor de su brillante palmarés, poco tiene de novedoso. Su Agrupación de Veteranos fue pionera rescatando de la lipidia a futbolistas pretéritos, sin la habilidad o el coraje suficiente para sobreponerse al seco regate con que a veces la vida intenta desbordarnos. Cuando el analfabetismo completo o parcial segaba el porvenir a tantos jóvenes de modesta extracción social, algunos presidentes y directivos “culés” contrataron maestros con el encargo de que todos los jugadores acabaran leyendo y escribiendo de corrido, amén de dominar las cuatro reglas. Igual que otros clubes señeros, el Barcelona estuvo al quiete ante grandes catástrofes, fuere mediante donaciones u ofreciéndose para la disputa de partidos recaudatorios. Pero al mismo tiempo iría jalonando equilibrios sobre el filo de la navaja, retorciendo reglamentos o intentando imponer acuerdos federativos mediante la fuerza del hecho consumado. Y hoy, cuando continúa resonando el eco de su último escándalo, con millones de euros entregados de tapadillo para “garantizarse la imparcialidad arbitral”, quizás sea el momento de volver los ojos hacia el pasado, en busca de otros precedentes no menos curiosos.

Retrocedamos casi un siglo, hasta situarnos en 1926, cuando la prensa reflejaba avatares y diatribas en el seno de una Federación Española todavía débil, sobre la conveniencia o no de aceptar la profesionalización en un deporte por demás popular.

Entonces ya había un buen puñado de profesionales encubiertos, jugadores sin otra actividad conocida que la del balón. Y sobre todo amateurs “marrones”, es decir quienes complementaban los réditos del cuero con un salario por doblar la espalda ante el torno, ejercer como chupatintas, dependientes de comercio, o cobrar recibos puerta a puerta, a la espera de una completa liberación laboral desde el césped. Los amateurs puros, estudiantes de Derecho, Medicina o Comercio, cuando no opositores a Cajas de Ahorro, ayuntamientos o la oficina catastral, empezaban a constituir minoría al mismo ritmo que en los graderíos crecía el número de espectadores. Pues bien, mientras en la Federación se rechazaban ponencias de uno y otro signo, desde Barcelona llegó el bombazo: Los azulgrana acababan de fichar al uruguayo Héctor Pedro Scarone, estrella del Nacional de Montevideo, campeón en los Juegos Olímpicos de París dos años antes y goleador de tronío, con 7 títulos uruguayos a la espalda.

Las especulaciones sobre cuánto pudiera haber costado aquella incorporación surgieron de inmediato. En la ciudad condal “voces por lo general bien informadas” elevaron su salario hasta las 30.000 ptas. anuales, distribuidas en mensualidades de 2.500. Una completa barbaridad para la época, cuando muy pocos médicos, abogados o arquitectos con bien ganado prestigio rozaban semejante cifra. Fue cuanto necesitaban los considerados clubes menores para arremeter más duramente contra la profesionalización. Como imperase la billetera ante futuras contrataciones, la competitividad deportiva brillaría por su ausencia. ¿Qué sentido tendría un Campeonato de España entre ricachones y menesterosos?. Según las entidades modestas era inútil cualquier debate al respecto, si previamente no se establecían rigurosos límites salariales para los futbolistas. Y este era un punto sobre el que los poderosos no estaban dispuestos a transigir.

Scarone, estrella uruguaya que nunca pudo jugar oficialmente con el F. C. Barcelona, aunque su contratación costase muy buenas pesetas.

Así las cosas, aquella Federación tan dividida alcanzó el acuerdo de no diligenciar ficha al uruguayo Scarone, ante el venenoso precedente que muy bien pudiera constituir. Y sin ficha, tan sólo pudo vérsele en 18 partidos amistosos.

Más adelante se supo que la estrella infrautilizada costó bastante menos: 1.500 ptas. mensuales, lo mismo que devengaba la entidad azulgrana al portero húngaro Plattko y a José Samitier. Cifra, de cualquier modo, para retratar a profesionales opíparos, cuando los obreros especializados solían cobrar entre 5 y 8 ptas. diarias (como mucho 240 al mes), un empleado de notaría o contable bancario por oposición llegaba con mucha suerte hasta las 350, y los maestros seguían muriéndose de hambre como en tiempos de Benito Pérez Galdós. Finalmente los federativos otorgaron al fútbol estatuto de profesionalidad, aunque eso sí, resultando imposible acercarse a los demandados límites salariales, se acabó blindando la propiedad de los futbolistas en favor de sus clubes, mediante el Derecho de Retención. Las entidades modestas, de ese modo, podrían retener sine díe a sus mejores elementos, al menos teóricamente, porque la praxis acreditó en seguida que el talonario de los poderosos obraba milagros ante muchos presidentes con el libro mayor tintado en rojo.

Bastaron dos años para que la escalada salarial subsiguiente al profesionalismo se tradujese en déficits generalizados, dando lugar al advenimiento de la Liga, un campeonato de todos contra todos, puesto que los torneos regionales o el Campeonato de España (la Copa) no permitían el sostenimiento de ningún club. Para entonces Scarone se había volatilizado. Debutó con la camiseta azulgrana ante Osasuna, en un choque deslucido, donde tanto él como ambos conjuntos estuvieron muy grises. Fuera de forma, lento e incluso apático, la rutilante estrella que habría de reverdecer laureles olímpicos en Ámsterdam (1928) nunca dio la impresión de adaptarse ni al modo de jugar en España ni a la vida barcelonesa. Puede que influyera lo delicado de su situación personal, o el deseo de contar nuevamente para la selección charrúa, algo que mientras siguiera en Barcelona resultaba imposible, ante el tiempo invertido en las travesías Europa – América, amén de su elevado costo. Aunque según el recuerdo de quienes compartiesen con él vivencias de vestuario en Barcelona, parece que también hubo celos y más de un recelo entre los pesos pesados del equipo, donde no fue bien recibido.

Mucho más adelante, mientras ejercía como entrenador, él mismo se refirió a su insatisfactoria etapa barcelonesa: “Pensaba que pronto vendrían las Olimpiadas de 1928 y debía vestir la casaca celeste. Pensé igualmente en el Nacional, donde ya no volvería a jugar. Pocos días antes de embarcarme recibí la última propuesta: los 30.000 pesos al contado en el momento de firmar por 5 años, y no acepté. Me vine a jugar de nuevo con los celestes y con mi Nacional”. La memoria y sus lagunas, o el muy humano deseo de justificación. Fue la oferta de fichar por 5 años lo que habría de situarlo en Cataluña, y no a la inversa. Luego tanto él como la directiva azulgrana concluyeron que meses y más meses sin competir en serio y con semejante contrato, constituía un despropósito. Regresó a Uruguay antes de emprender otra aventura recaudatoria en Italia a partir de 1931, alineándose con la Ambrosiana, luego convertida en el Inter de Milán, y sobre todo con el Palermo hasta 1934, bien cumplidos los 35 inviernos. Volvería a proclamarse campeón de Uruguay una vez más (1934), fajándose como entrenador en los banquillos de su país, de Colombia, Ecuador e incluso España, cuando en 1952 lo fichase el Real Madrid de Santiago Bernabéu.

Jaguaré no pudo convertirse en relevo barcelonista para Plattko, convirtiéndose más que en fallida inversión, en flagrante despilfarro.

El primer patinazo barcelonista por el filo de la navaja no derivó en tragedia, aunque sí en sofocón y descuadres contables. Porque esas 1.500 ptas. mensuales para disputar pachangas desataron solicitudes de una mejor retribución entre quienes dirimían partidos serios. Pese a ello, puesto que el ser humano parece condenado a repetir una y otra vez los mismos errores, a la entidad azulgrana le llevó poco tiempo incurrir en otro disparate.

Cuando el húngaro Plattko se retirase del fútbol activo en 1931, para iniciar una nueva andadura como entrenador en el galo Roubaix Olympique, alguien tuvo la ocurrencia de considerar sustituto ideal a una perla exótica. Todo ello pese a que corrieran malos tiempos, ante las consecuencias del crac bursátil en los Estados Unidos, Alemania e Inglaterra, y el consiguiente desplome empresarial en el resto de Europa. Para empezar, el presidente azulgrana Gaspar Rosés decidió recortar a la mitad el salario de los empleados del club. “El chocolate del loro”, en opinión del directivo Juan Torres de Prat, a quien habrían de secundar numerosos socios en la Asamblea Extraordinaria del 30 de junio, donde finalmente rodó por tierra tan drástico proyecto. Rosés, de cualquier modo, dio su brazo a torcer sólo a medias, puesto que acabaría rebajando salarios a parte de la plantilla y, para escarnio de los damnificados, solicitó organizar la Volta Ciclista a Catalunya, una apuesta a todas luces deficitaria. Por si  no hubiera suficiente, ni el pretendido relevo de Plattko, un brasileño alineado en su país como Vasconcelhos y presentado aquí como Jaguaré, ni Fausto Dos Santos, otro brasileño con quien llegase a la ciudad condal, tampoco iban a disponer de la imprescindible ficha federativa.

Jaguaré había nacido en Río de Janeiro el 4 de mayo de 1905, y luego de dos campañas con el Atlético Santista llevaba cuatro en el Vasco da Gama, donde tuvo ocasión de festejar el título de campeón carioca correspondiente a 1929. Internacional en 3 ocasiones, pasó a la historia del fútbol brasileño, donde parte de la afición lo conocía por el apodo de “Dengoso” (presumido), como el primer guardameta en utilizar guantes. Los había visto en Francia durante una gira con el Vasco en 1929, y de nuevo volvió a circular el rumor de que la incorporación de ambos habría supuesto un desembolso considerable. Aunque ese no fue el problema, sino que el portillo de nuestro fútbol estaba cerrado a los extranjeros con cerrojo.

O el F. C. Barcelona midió mal sus fuerzas tratando de situar a la Federación ante un trágala, o desde Cataluña no se supo interpretar que la ausencia de una autorización específica a la importación debía entenderse como tácita negativa. Es más, ningún extranjero con menos de dos años residiendo en España podía intervenir entonces en nuestras competiciones. Por supuesto el club azulgrana impugnó la decisión federativa, aduciendo que desde 1929, cuando echase a rodar la competición de Liga, hasta concluir el ejercicio precedente, había contado con dos foráneos en su plantilla: Ferenc Plattko y el germano Emil Walter. Por tanto al menos en el caso de Jaguaré, se estaría limitando a cubrir con un extranjero la baja de otro. La visión del ente nacional difería ampliamente. Una cosa es que en su día se respetaran antiguos contratos y derechos deportivos hasta su extinción, y otra muy distinta sacralizar o considerar vigente cualquier norma revocada.

Todavía hoy algunos historiadores “culés”, como Jaume Sobrequés, defienden la posición azulgrana, víctima del cacicazgo federativo, cuando ante la más mínima duda los mandatarios barceloneses deberían haber consultado a la Federación, antes de extender compromisos por su cuenta y riesgo. El caso es que Dos Santos y Jaguaré nunca existieron para la F.E.F. El portero sólo disputó 16 partidos amistosos, dejando la defensa del marco en los encuentros de Liga y Copa a Juan José Nogués y Ramón Llorens. Dos Santos, que en Brasil jugara como Fausto y se le conociera además por los apodos de “Maravilla” y “Araña Negra”, internacional en 6 oportunidades y campeón carioca en 1929 y 1934, lo hizo en 30 “bolos” distribuidos en dos años, anotando 3 goles. Y si Jaguaré dejó constancia de agilidad y buenas maneras, Dos Santos, celebrado director de juego en el Bangú y Vasco da Gama, acreditó tanta calidad con el balón en los pies como lentitud conduciéndolo, y aversión al choque con los adversarios.

Ambos, lamentablemente, tuvieron muy poca suerte. Dos Santos pasaría al suizo Young Fellows tras abandonar Barcelona, antes de regresar al Vasco da Gama, enrolarse brevemente en el Nacional de Montevideo y colgar las botas en el Flamengo con 31 años, aquejado de una tuberculosis que tres años después lo llevó a la tumba. Jaguaré Becerra de Vasconcelhos desfiló por el Corinthians, Sporting de Lisboa, Olympique de Marsella, Académica de Coimbra, Sao Cristova y Leça, de Portugal, añadiendo a su palmarés los títulos franceses de Liga (1937) y Copa (1938). Falleció en la miseria con 41 años, el 27 de agosto de 1946, apalizado por la policía tras una reyerta callejera en la localidad de Santo Anastacio, estado de Sao Paulo.

Amén de que el Barcelona no pudiese contar con estos dos brasileños para el fútbol de verdad, sus respectivos salarios de 1.000 ptas. mensuales volvieron a encender más de una mecha reivindicativa en la plantilla. El defensa Zabalo, por ejemplo, a quien los recortes de su presidente dejaran con 100 ptas. menos cada mes, amenazó declararse en rebeldía. Y no fue el único enojado. Por más que probar el dolo ante cualquier baja de rendimiento resulte muy complicado, se habló bastante sobre supuestas huelgas encubiertas, menos escandalosas que la de aquel 8 de febrero de 1931, cuando el Athletic Club derrotase a los azulgrana en San Mamés por 12-1, con 7 goles del baracaldés Agustín Souto, “Bata” cuando luciera de corto.

El fichaje de extranjeros todavía tardó en legalizarse. Hubo que esperar hasta la Asamblea federativa del 17 de julio de 1934, siendo presidente de dicho órgano Leopoldo García Durán, para que la representación del Real Unión de Irún solicitara se autorizasen hasta 5 extranjeros por club en todos los campeonatos nacionales. Tras discutirse al respecto, sin que faltaran muestras de perplejidad ante semejante salto del cero al infinito, se acordó aprobar la inscripción de dos foráneos por club, fueren profesionales o amateurs. Algunas entidades debían aguardar ese giro como lluvia de mayo, puesto que la temporada 1934-35 registró estas novedades: Verkessy (húngaro) y Morera (costarricense que ya había intervenido el año anterior sin que nadie se rasgase las vestiduras) en el F. C. Barcelona, no estrenándose el uruguayo Enrique Fernández; Alberty (húngaro) en el Madrid; Jorge Quesada (costarricense) en el Español de Barcelona; Carlos Laviada (mexicano) en el Oviedo; Janos Acht (portero húngaro) en el Valencia; Luis Fuente y Manuel Alonso, mexicanos, en el Racing de Santander; Kohut y Lajos (húngaros) en el Valladolid, militante en 2ª División. Y aunque los argentinos Jiménez y Cuello parece estuvieron en tratos con el Athletic de Madrid, la operación no llegó a cuajar.

Par el siguiente ejercicio la nómina registraría ampliaciones y abundantes salidas, pues el rendimiento de varios foráneos distó mucho de justificar lo invertido. Quede constancia, al menos, de los recién llegados. Giudicelli (brasileño) y Buzassy (húngaro) se descolgaron por el Madrid; Enrique Fernández finalmente intervino con la camiseta azulgrana; los británicos Green, Reeves y Harold Gee coincidieron con Quesada en el Español, aunque ni Gee ni Reeves asomaran por el césped. Mucho ruido para poquitas nueces, considerando que Athletic Club, Donostia, Arenas de Guecho, Osasuna y los dos clubes sevillanos, o sea la mitad de cuantos configuraban la 1ª División, optaran por no explorar horizontes lejanos antes de que estallase la Guerra Civil.

Lógicamente, la ocurrencia del Real Unión, club histórico aunque desde 1932 penara en 2ª División, desató suspicacias. Si alguien carecía de capacidad para espigar en países extranjeros, a la cabeza de todos se hallaban los iruneses. ¿A quién hicieron el juego?. Desde luego no a sus vecinos de Vizcaya o Guipúzcoa, puesto que Real Sociedad, Athletic y Arenas Club ni amagaron con picotear fuera. ¿Al Madrid, quizás?. Pudiera ser, aunque los “merengues” hubiesen pescado en su fértil caladero, haciéndose con los hermanos Regueiro. Suponiendo que tras semejante pérdida anidase por las inmediaciones del Stadium Gal algún resentimiento hacia el Madrid, también debería engrosar ese capítulo el otro club capitalino, pues igualmente había fichado a Elícegui, su arrollador delantero centro. ¿Pudieron haber actuado los fronterizos como topo del F. C. Barcelona?. Posiblemente nunca lo sepamos, aunque hubo maledicencias a ese respecto. Otras conjeturas defendieron que los de Irún tan sólo trataban de preservar sus propios intereses. Cansados de entonar despedidas a sus mejores elementos, pudieron concluir que una apertura fronteriza probablemente dirigiese la voracidad ajena hacia el mercado europeo. Lo cierto es que ese Real Unión de 1934 era, a todos los efectos, un club semiaficionado. Uno de los que deportivamente más iba a salir perdiendo con la autorización, siquiera a medias, de su propuesta.

Aquellas importaciones trascendieron de lo puramente banal o lúdico. Durante la campaña 1935-36 el Madrid recibió desde la Inspección de Trabajo republicana un apercibimiento con multa por contar con dos trabajadores extranjeros, sin la preceptiva “carta de trabajo” tipificada en la Ley del 8 de septiembre de 1932, ratificada por otra del 23 de agosto de 1935. La directiva blanca trasladó es escrito a la Federación Española, cuyo presidente, Leopoldo García Durán, abogado en ejercicio y antiguo fiscal, negó que los futbolistas fuesen trabajadores por cuenta ajena, añadiendo que la Federación estaba adscrita a la FIFA, órgano que consagraba la libre circulación de futbolistas entre sus asociaciones afiliadas. Aquella sanción debió quedar en vía muerta, puesto que nada volvió a saberse de los inspectores.

La posguerra, tiempo de mil penurias y denodados esfuerzos de reconstrucción, hicieron imposible nuevas contrataciones extranjeras. Primero porque Europa ardía en otro conflicto bélico de proporciones jamás vistas, y segundo porque el gobierno escatimaba la salida de divisas. Fueron años durante los que también el fútbol fue presa de la autarquía y el aislamiento, al no disputarse siquiera partidos internacionales, como no fuese contra las selecciones de Portugal, Italia o Alemania, los dos últimos países desangrándose en campos de batalla.

El gran Kubala se convirtió en jugador “culé” al aunarse la necesidad de apaciguar una rebelión ciudadana en Barcelona, y el cálculo estratégico del franquismo buscando erigirse en salvaguarda de cuantos abominaran el comunismo.

Poco a poco irían llegando algunos foráneos, casi siempre hispanoamericanos. El “manito” Borbolla, que fracasó, Florencio Caffaratti, Lucidio Da Silva, Arquímedes Herrero, Valdivielso, Rubén Aveiro, Manuel Rocha, Mateo Nicolau, Marcos Aurelio, John Watson, Ben-Barek, Marcel Domingo, Ernesto Candía, Carlsson, Juan Camer, Georges Dard, Rafael Franco, Ponce, Dagoberto Moll, Lujambio, Julio Corcuera, Oscar Garro… Hasta que Ladislao Kubala lo revolucionase todo, cuando el cenáculo franquista se sintiera contra las cuerdas por unos céntimos de incremento en el billete de los tranvías barceloneses, y buscando congraciarse, al tiempo de lucir un rostro amable ante los prófugos del comunismo, obtuvo de la FIFA un pláceme para el astro rubio, a quien sentó de maravilla la camiseta azulgrana. Luego una lluvia de sudamericanos más bien ramplones condujo a otro cerrojazo importador, vigente desde 1953 hasta que transcurridos tres años la Delegación Nacional de Deportes decidiera revocarlo. Todo ello mientras el Barcelona estiraba la cuerda, por no variar, en su pretensión de colar como oriundo al paraguayo Eulogio Martínez.

Natural de Asunción (11-III-1935), se había formado en la cantera del Atlántida desde donde pasó al Libertad, por esa época club más importante del país y muy próximo al poder político, hasta el punto que el general Alfredo Stroessner, presidente nacional desde que encabezase un golpe de estado en mayo de 1954, detentaba igualmente la presidencia honoraria de dicho club. El descaro, una técnica muy depurada y sus goles, tardaron poco en convertir al muchacho en pieza codiciada por los intermediarios de turno, algunos extraordinariamente activos durante los años de permisividad en nuestro suelo. Fue Arturo Bogossian quien finalmente se hizo con poderes de representación, aceptando el Libertad, de muy buen grado, su idea de subastarlo por Europa. Y mediando aquel armenio afrancesado, capaz de imponerse al más suspicaz tahúr del Mississippi, poca limpieza cabía esperar.

La prensa paraguaya se hizo eco en junio de 1955, del falso interés que desde Madrid habrían manifestado por la joven perla sus dos entidades más señeras. Y fiel a su cometido, el embajador de España en Asunción, José González de Gregorio, trasladó al ministerio de Asuntos Exteriores en nuestra capital aquellos recortes, como anexo a un primer informe donde se daba cuenta de la onerosa inversión en divisas (45.000 dólares, 2.700.000 pts. al cambio del momento) que su fichaje iba representar. En posteriores escritos el embajador constataba que el club interesado no sólo por Eulogio Martínez, sino por el también paraguayo Melanio Olmedo, era el Barcelona, y que el representante de ambos trató de obtener para ellos la nacionalidad española en la propia embajada, como hijos de españoles, mediante unas falsificaciones lo bastante burdas para ser detectadas de inmediato por los funcionarios. “Ninguno de ambos jugadores son hijos de españoles -rezaba otro escrito fechado en Asunción el 7 de octubre de 1955-, y por tanto no pueden optar a la nacionalidad española. (…) En vista del resultado negativo de esas gestiones han intentado lograrlo por otros medios, habiéndose dirigido al Viceconsulado honorario de la Nación en Encarnación, llegando incluso a ofrecer dinero al titular. Como según noticias recibidas los representantes de referencia no parecen cejar en su empeño, considero oportuno ponerlo en conocimiento de V.E. para caso de que por algún medio pudieran sorprender la buena fe de las autoridades españolas, presentando a Martínez y Olmedo como españoles”.

La profusa documentación ministerial obtenida por Antonio Arias, transcrita al completo en su blog “Saltataulells”, nos permite reconstruir paso a paso aquella sucesión de injerencias, “recomendaciones”, tratos de favor, sobornos y amenazas ni siquiera disimuladas, para vergüenza del fútbol y quienes entonces lo emponzoñaran.

Diez días después, un nuevo mensaje diplomático empeoraba las cosas para Arturo Bogossian y su representado. Luego de trasladar el abandono del representante a Melanio Olmedo para ocuparse solo de Eulogio Martínez, ante la mayor cotización de éste, narraba que “Finalmente convencieron al Agente Consular de la Nación en Quindy, Don Ernesto Mendaro Núñez, no sé todavía por qué medios, para que extendiera acta de presentación de un documento de reconocimiento como hijo natural de Eulogio Martínez por un español, Estanislao Martínez, no “Ángel Martínez”, que en la partida primitiva presentada en esta Embajada aparecía como padre natural. El Agente Consular les otorgó después de bastantes vacilaciones, el testimonio que trataron de legalizar sin éxito en este Ministerio, y en vista de ello lo enviaron a Buenos Aires con el fin de hacerlo llegar a España. Al tener noticia de lo anterior, hice presente al Agente Consular, Sr. Mendaro, que sin perjuicio de que pudiera llevarse a cabo investigación en el asunto, le suspendía temporalmente en sus funciones de acuerdo con el artículo 40 del Reglamento de Vicecónsules y Agentes Consulares Honorarios, pues en la expedición del citado documento había incurrido en graves infracciones de fondo y forma, además de arrogase facultades que no poseía por no corresponder a su jurisdicción dichas actuaciones”.

El tocomocho además de seguir vivito y coleando, iba a alcanzar cotas insospechadas cuando directivos del Club Libertad se hicieron recibir en la Embajada de Asunción, donde expresaron su deseo de hallar una respuesta al problema tan rápida como satisfactoria. Las presiones sobre el embajador no habían hecho sino empezar. Poco después, durante la Asamblea General del club se afirmaba que el asunto de las documentaciones seguía su curso normal, por lo que el transfer pudiera darse por hecho en cuestión de días. Paralelamente, la prensa paraguaya publicó varios artículos responsabilizando al embajador de obstruccionismo, ante unos papeles por demás veraces. Y a manera de refuerzo, varios ministros paraguayos, incluido el Dr. Sánchez Quell, responsable de Relaciones Exteriores, contactaron personalmente con José González de Gregorio advirtiéndole que la cuestión de Eulogio Martínez se había tratado en el mismísimo Consejo de Ministros, y atendiendo a la buena relación entre ambos países estaban seguros de ver disipada tanta intransigencia. Ya fue el colmo que aprovechando una comida, el Presidente de la República, Alfredo Stroessner, le manifestase ante varios ministros su interés en solucionar el fichaje del chico por el Barcelona, rogándole intercediese en tal sentido ante quien fuera preciso.

Pese a ello, el 29 de diciembre de 1955 el corajudo y honesto embajador remitió al ministerio español de Exteriores un recordatorio de las distintas irregularidades cometidas, ante el viaje que proyectaba a España el presidente del Club Libertad, Sr. Villalonga, con el propósito de resolver favorablemente cualquier traba. La contundencia de algunos párrafos era muy clara, al plantear que incluso desde un punto de vista político, plegar velas “aunque tuviera simplemente carácter gracioso, podría ser interpretado aquí como reconocimiento de lo justificadas que son las peticiones del Club Libertad, e incluso como falta de seriedad por parte de las autoridades españolas”.

Eulogio Martínez, excelente futbolista con muy mal fario, pudo jugar con el Barcelona gracias a la Carta de Naturaleza que para él firmase expresamente Francisco Franco.

Pero el cerco a que hubo de enfrentarse aquel hombre debió ser tremendo, tanto en Asunción como desde París, donde se hallaban Eulogio Martínez y el inefable Bogossian, empeñados en colar a través de aquella embajada las falsificaciones documentales. Sólo así se explica que el 21 de enero de 1956 dirigiese a Madrid otro escrito, inquiriendo sobre si procedería hallar una solución que armonizase los interese paraguayos con alguna medida del Ministerio de Gobernación, concediéndose al futbolista la nacionalidad española por Carta de Naturaleza. Para entendernos, nacionalizándolo a toda prisa aprovechando una ley urdida en favor de intelectuales prestigiosos, artistas de renombre, empresarios de éxito y en general cuantos pudieran rendir elevados servicios al país de acogida. Eulogio Martínez, aunque hubiera sido internacional en 14 ocasiones, era tan sólo un futbolista primerizo, con todo por demostrar a este lado del océano.

La respuesta del 2 de febrero de 1956, firmada en Madrid por el Director General de Asuntos Consulares, Félix Iturriaga, ya prometía desde su encabezamiento: “Querido José: Me están mareando los futbolistas del Barcelona y el embajador Díaz de Vivar con el famoso asunto de la nacionalidad de Eulogio Martínez”. A continuación, tras exponer la contumacia de los aludidos, aferrándose a unos papeles como mínimo muy dudosos, se sinceraba: “A mí me hace el efecto, a la vista de esos documentos, que el segundo es más falso que Judas, pues aun no sabiendo cómo se verifica el reconocimiento en esa República, me parece rarísimo que no haya ido por el procedimiento directo y natural, es decir que el padre que reconoce y es español, haya acudido al Consulado otorgando la oportuna escritura y obtenido la aprobación judicial para el reconocimiento”.

Otro párrafo recogía: “Te escribo esta carta porque el asunto está muy envenenado; los catalanes creen que aquí no les damos la nacionalidad para que no figuren en el equipo del Barcelona, y que en cambio nos volcamos cuando se trata del Madrid. Y según me dice el Embajador Paraguayo también por ahí parecen estar los ánimos muy revueltos”.

La españolidad de Olmedo y Eulogio Martínez parecía cifrarse como única posibilidad en esa Carta de Naturaleza con firma de Francisco Franco, “en prueba de amistad y afecto al Presidente de la República del Paraguay, que ha mostrado gran interés en el asunto”. Porque para desconsuelo de ambos futbolistas (Melanio Olmedo reaparecía como parte del paquete), de Bogossian y el embajador paraguayo en Madrid, escritos cruzados entre el Director General de Asuntos Consulares, el Director General de Seguridad, el Presidente de la Delegación Nacional de Deportes y el Subsecretario del Ministerio de Justicia, concluían taxativamente y del peor modo, tras poner en solfa la catarata de irregularidades cometidas: “Lo que de orden del Sr. Ministro de Asuntos Exteriores traslado a V.E. para su conocimiento y a fin de que se evite el que pueda obtenerse por dichos futbolistas pasaporte español u otro documento análogo. Dios guarde a V.E. muchos años”.

La Carta de Naturaleza, o como entonces se decía, “la gracia del Caudillo”, constituía único salvavidas. Aunque nadie pareció tener en cuenta que esa excepcionalidad estaba vetada a menores de edad, y si Olmedo contaba ya 23 años, Eulogio Martínez, epicentro de la polémica, aún no había cumplido los 21. Tuvo que ser el embajador en Asunción, González de Gregorio, quien entreviese la salida, pues recuérdese que al permanecer cerrado nuestro fútbol a los extranjeros, la codiciada pieza “culé” sólo podía vestir la camiseta azulgrana si fuera reconocido como español. Y conste que para entonces el monto total del fichaje -puede que en conjunto los de Martínez y Olmedo-, ya había ascendido hasta los 60.000 dólares (3.600.000 ptas.)

Ésta fue la alternativa ofrecida desde la embajada española en Asunción, y finalmente aceptada en Madrid por los estamentos concernidos: “Eulogio Martínez nació, según los datos que yo tengo, el 11 de marzo de 1935, así que el 11 de marzo próximo tendrá 21, edad requerida para solicitar la nacionalidad española en las condiciones antes mencionadas. Estimo que otorgarle la nacionalidad por un acto meramente administrativo sería poco aconsejable, redundaría en perjuicio del prestigio de esta Representación y pudiera suponer el reconocimiento de la razón que no asistiera a los intervinientes en la cuestión, valiéndose de procedimientos torcidos e ilegales”.

Como en el caso de Kubala, el Barcelona volvió a salirse con la suya, puesto que Eulogio Martínez y Melanio Olmedo Bretón se incorporaron a su plantilla. El primero habría de recibir el sobrenombre de “abrelatas” por su capacidad para hacer saltar los cerrojos, y permaneció seis campañas en la ciudad condal. Cuando comenzase a acumular peso, sin dejar por ello de anotar goles, fue facturado al Elche (2 temporadas) y At Madrid, donde ya con un aspecto en extremo adiposo apenas pudo lucir. Una última intentona en el barcelonés C. D. Europa, evidenciando en 2ª División su para entonces prominente barriga de Buda, le sirvió de despedida con 31 años. El negocio hostelero a que se dedicara tras colgar las botas casi lo llevó a la ruina, y fatídicamente perdió la vida cerca de Calella, sin cumplir la cincuentena, arrollado por un vehículo mientras reparaba una avería del suyo, a pie de arcén.

Olmedo se fue muy pronto por donde vino. Dos temporadas en el Barça sin jugar prácticamente nada, y otra intermedia en el Lérida, disputando tan sólo 6 partidos ligueros de 2ª División, rubricaron un fracaso tan inmenso como el revuelo que lo acompañase al llegar. Falleció el 4 de febrero de 2012, con 80 años.

Cuando se juega con fuego, lo más probable es chamuscarse. Y la entidad barcelonesa aún salió tiznada dos veces más en muy corto periodo temporal.

La primera tuvo lugar tras la disputa del Campeonato Mundial en Inglaterra (1966), cuando el máximo mandatario azulgrana, Enrique Llaudet, fichase al brasileño Walter Machado Da Silva. Desde que concluyera la anterior edición mundialista en Chile nuestras fronteras volvían a estar cerradas para los extranjeros, e incluso a los oriundos ya no se les diligenciaba ficha si hubieran representado internacionalmente a cualquier otra nación. Según testimonio de Jaime Ramón, Llaudet recibió un soplo de Juan Antonio Samaranch, entonces Delegado Nacional de Deportes, dando por sentada la reapertura fronteriza, algo que no ocurrió. Probablemente Samaranch oyese algún campanazo, pero equivocó no sólo la ubicación del campanario, sino también la mínima autoridad del sacristán lenguaraz. Puesto que el derribo de aquella norma no habría de producirse hasta mayo de 1973, el Barcelona hubo de pechar con otro fichaje inútil. Una información privilegiada se tornaba en mayúsculo despilfarro.

Nacido en Ribeirao Preto el 2 de enero de 1940, Da Silva llegó a la ciudad condal en enero de 1967, luego de haberse alineado con el Sao Paulo, Batalais, Botafogo, Corinthians y Flamengo. No fue ni mucho menos una adquisición barata, aunque los aficionados “culés” sólo pudieran verlo en unos pocos amistosos, antes de ser cedido al Santos de Sao Paulo y traspasarlo por fin al Flamengo, a precio de saldo. Pudo haber sido un buen refuerzo, porque 23 entorchados internacionales con la “canarinha” no estaban al alcance de muchos mientras portaran esa camiseta Pelé, Gerson, Clodoaldo, Tostao, Rivelino, Edu o Jairzinho. Se mantuvo activo hasta 1974, desfilando además de por los citados Santos y Flamengo, por el Racing de Buenos Aires, Vasco da Gama, Botafogo en su segunda etapa y Río Negro de Manaus, capital de la Amazonía brasileña. Aparte del tremendo desliz que supusiera su contratación, Enrique Llaudet cometió otro de pésimo gusto al ser interrogado sobre qué pensaba hacer si la Federación Española continuara sin diligenciar aquella ficha: “Bueno -adujo-. Siempre me hizo ilusión tener un chófer negro”.

Tres años después, durante el verano de 1969 tuvo lugar otro enorme patinazo con Arturo Bogossian oficiando como maestro de ceremonia.

El paraguayo Severiano Irala, a quien apodaban “El Taladro” por su facilidad para perforar porterías, acababa de doctorarse junto a Saturnino Arrúa en las filas del Cerro Porteño. Su eclosión en la Copa Libertadores de 1969 fue espectacular ante el Olimpia y los bolivianos Litoral y Bolívar. Convocado por el seleccionador nacional paraguayo, debutó ante Argentina anotando el gol que sentenciara el 1-1 final. Y Arturo Bogossian, con su fina pupila de gemólogo balompédico, acabaría paseándolo por España entre cánticos y alabanzas. Parece que el Valencia evitó cerrar ningún trato por miedo a que sus papeles de falso oriundo no colasen en la Federación. El Barcelona fue mucho menos precavido y acabaría presentándolo ante los medios, como fichaje estrella. Todo se vino abajo cuando Irala manifestase ante un grupo de reporteros que había sido internacional. “¿Internacional? -se extrañaron de inmediato-. Entonces la normativa en vigor le impide jugar aquí”. Y el muchacho, cándidamente, reiteró lo dicho sin asomo de mala conciencia: “Pues lo he sido. Igual que otros”.

Bernardo Patricio Cos coló federativamente pese a venir con nombre, filiación y lugar de nacimiento falsos. Fue uno de los tres extranjeros que alinease el Barcelona durante la temporada que sólo podían jugar dos por club.

Después de tan apabullante confesión fue imposible la vuelta atrás, y nuestro ente federativo tuvo que denegarle la ficha. Era vox pópuli entre los mentideros del balón que la riada de oriundos arrastraba un bochornoso tráfico de falsas nacionalidades, o certificaciones sin el más mínimo valor notarial. Pero ese “igual que otros” iba a desatar una tormenta formidable. ¿Por qué al Barcelona no se le consentía lo que muchos llevaban haciendo durante años?. ¿Acaso hacían falta más pruebas sobre lo que a todas luces constituía trato discriminatorio, si no pura persecución?. El victimismo volvió a asomar por la prensa catalana, al tiempo que el entorno de Irala continuaba entonando odas juglarescas por Francia. Algunas notas de agencia dieron por hecha la incorporación del paraguayo al Estrasburgo, aunque el asunto se aguó si es que en verdad hubo algo serio. Puesto que nadie mordiese el anzuelo ni en Francia ni en Bélgica, la troupe regresó a Paraguay, donde al sincero Irala le guardaban tres años más en el Cerro, unos meses en el Olimpia de Asunción, otra corta estancia en el Panathinaikos ateniense, cuando el fútbol griego no enriquecía a nadie, un nuevo retorno al Cerro Porteño y en 1973 la camiseta del Toluca mexicano, donde su estela deportiva acabó desvaneciéndose. Narcís de Carreras salía apaleado, igual que su antecesor Enrique Llaudet. Aunque a tenor de los indicios tampoco parece se aprendiera mucho del nuevo fiasco, pues como bien es sabido, no hay dos sin tres.

Irala, como tantos futbolistas olvidados, apenas si fue restituido a una efímera actualidad mediante la anodina necrológica de turno, fechada el 11 de marzo de 2012. Hasta en eso se fue injusto con él.

Pese a la polvareda levantada desde el Camp Nou y sus aledaños en torno a los falsos oriundos, el club azulgrana volvió a picotear en el envenenado corral sudamericano, ya con Agustín Montal Jr. en la poltrona. Corría setiembre de 1972 y la nueva polémica tuvo como protagonistas a “Milonguita” Heredia y “Cuchi” Cos. Y eso que a raíz de quedar sacramentados con Irala, la directiva barcelonesa encargó al abogado Miguel Roca Junyent un exhaustivo informe sobre los oriundos que con documentación falsificaba intervenían en nuestros torneos. El más adelante destacado político de la transición reunió una treintena, incluyendo a quienes parece no precisaron sumarse al tocomocho, pero sobre todo dejando fuera a varios que en el futuro iban a ponerse colorados. El caso es que en medio de aquella tolvanera, en la ciudad condal presentaban a un par de incorporaciones fraudulentas.

El antiguo defensa argentino del At. Madrid y R. C. D. Español, Jorge Bernardo Griffa, fue quien recomendó al Barcelona ambos fichajes, encargándose del trabajo sucio y chapucerete Juan Mascaró, intermediario de muy segundo rango. Cos coló sin problemas por el anchísimo cedazo federativo, mientras el expediente de Heredia era rechazado tras la denuncia de manipulación documental girada desde un consulado paraguayo. Pero qué cosas, el agraciado con ficha y honores de debut por todo lo alto, ni siquiera era quien fingía ser. Hijo de emigrantes sevillanos a tenor de los papeles que aportase, en realidad ni siquiera se llamaba Bernardo Patricio Fernández Cos. Su declaración exacta fue: natural de Santísima Trinidad, Asunción, Paraguay; hijo de Felipe Fernández y Juana Cos, ambos españoles. Los registros de Argentina ofrecían esta otra filiación: nacido en Córdoba, República Argentina, hijo de Bernardino Cos y Juana Luján, ambos argentinos. Nieto de Abraham Patricio Cos y Marcelina Castro, argentinos igualmente, y de Jerónima Luján, soltera y también argentina. Para que el cuentecillo colase le pusieron por delante un Fernández, cuando sus apellidos reales eran Cos Luján. Las únicas verdades de su historia era que en Argentina lo apodaban “Diablo Negro” y lucía como atacante habilidoso, profundo y prometedor. Su traspaso, según la prensa sudamericana, se cifró en 55.000 dólares (3.850.000 ptas. de la época), y habría de convertirse, aunque de tapadillo, en el tercer extranjero del Barça tan pronto se reabriera el cerrojo a las importaciones, junto al peruano Sotil y Johan Cruyff, estando autorizados únicamente dos por club.

La suerte le dio la espalda, en forma de lesión seria durante su etapa en el Burgos. De vuelta al Belgrano, donde sólo habría de permanecer unos meses, pasó en 1979 al Maipú de Mendoza, antes de retirarse en el Belgrano durante 1980. Como su primera experiencia en el banquillo no le dejara buen sabor de boca, invirtió los réditos del balón en un despacho de lotería y apuestas que estuvo regentando a lo largo de 34 años, hasta ceder el relevo a sus dos hijos.

“Milonguita” Heredia. Fue rechazada su inscripción después de que el Barça hubiera cerrado el fichaje. Tras un par de años cedido desarrolló seis campañas con los del Camp Nou. Su vida fue un tobogán.

Juan Carlos Heredia Araya, el rechazado, también era argentino aunque su documentación lo considerase paraguayo (Córdoba 1-V-1952), y además se le conocía en su auténtico país como “Milonguita”, por ser hijo de Juan Carlos “Milonga” Heredia, internacional alineado junto al gran Pedernera en los años 40. Procedente del Belgrano y Rosario Central, tuvo que jugar en el Oporto -aunque poquísimo-  y Elche, al ser rechazado por la Federación Española y mientras se cumplían los dos años de residencia exigidos para gozar de doble nacionalidad. En sus 6 temporadas como azulgrana hubo de todo. Tardes brillantes y eclipses de regularidad; lesiones y tres internacionalatos con nuestra selección, algún triunfo, como la Recopa Europea, y mucho, muchísimo despilfarro a manos llenas, del dinero con que más adelante hubiera podido ahorrase un mar de lágrimas.

Salió del Barcelona por la puerta de atrás, acusado de indisciplina y con una rodilla muy maltrecha. De vuelta a su Argentina natal trató de reengancharse al fútbol con las camisetas del River Plate, Argentinos Juniors y Talleres de Córdoba, pero su rodilla no daba más de sí aunque saltase al campo infiltrado. Cuando los médicos dijeran que el cartílago no iba a aguantar nuevas inyecciones, buscó el milagro en los quirófanos. Y una gangrena sobrevenida que por fortuna la ciencia pudo solventar, tronchó definitivamente cualquier sueño, ya imposible desde su salida de Cataluña.

Se vio de pronto con las manos vacías; sin apenas un peso y rodeado de gente dándole la espalda. Los alardes no tan lejanos de nuevo rico, los tres caballos que poseyera en Barcelona, los varios coches, la jauría de perros, el mono cara blanca y hasta un cachorro de león, como tantas invitaciones a barbacoas y asados opíparos sin necesidad de ningún pretexto, de pronto se le antojaban producto de otra existencia. La Asociación de Veteranos del Barcelona le prestó ayuda, hasta saberle enderezando a medias su nueva vida, al volante de un taxi. Paradojas del destino, ese coche con el que llegaba a fin de mes entre privaciones espartanas, se lo había regalado años atrás a un amigo. Cuando finalizaba el primer decenio del siglo XXI dirigía una modesta escuela de fútbol. Luego el retiro, con una pensión de pura subsistencia.

Chiste de dudoso gusto con el que Torá celebrase desde la prensa catalana el primer gol de Cos para el Barcelona, hace 50 años. Hoy no podría publicarse sin un corolario de denuncias cursadas por minorías étnicas, ONG´s o formaciones políticas.

Al igual que le ocurriera a su padre, el fútbol tan sólo le dejó alguna lejana nube de nostalgia, ante lo que pudiera pasar por genética incapacidad de administrase.

Cuando nuestra Federación se negara a otorgar ficha al argentino Heredia, Agustín Montal Costa, estrenándose en la presidencia azulgrana, volvió a enhebrar el discurso victimista en una rueda de prensa cargada de amenazas (24-XI-1972): “Si la documentación presentada por el F. C. Barcelona para Heredia no es conforme, resultará imprescindible una revisión de igual profundidad y alcance para las presentadas en otros 46 casos (…) Esperamos la autorización para que el jugador Heredia se incorpore oficialmente a nuestras filas. De no ser así procederemos en consecuencia, ya que contamos con el asesoramiento de un grupo de juristas al objeto de conseguir que los derechos e intereses de nuestro club sean respetados”.

Era como si un conductor retenido por circular sin carné ni certificación de ITV, en vehículo robado y con documentación personal falsificada, se engallase ante la policía exigiendo dieran el alto a otros vehículos, a cuyo volante pudieran hallarse infractores de parecida especie. Agustín Montal Costa tenía motivos para celebrar que al menos su otro falsario hubiese regateado a la Administración. Sin embargo prefirió disfrazar un flagrante delito bajo ropajes de falsa dignidad, y con plena consciencia de que la Federación Española en modo alguno podía dar marcha atrás, so pena de incurrir en delito de prevaricación. Al menos la actitud de Montal sirvió para engolosinar al sector más radicalizado del barcelonismo, puesto que en los graderíos del Camp Nou pudo verse alguna pancarta animándole: “Montal, no afluixis”, o sea, “Montal, no aflojes”.

El propio Cos Luján confesó con pelos y señales la trapisonda “culé”, andado el tiempo, y sus palabras fueron fielmente recogidas en la prensa de su auténtico país: “Mucho de legislaciones migratorias no conocía, así que Barcelona me gestionó un pasaporte especial. Estuve 15 días en Paraguay, con “Milonguita”, y el asunto era muy blanqueado en esa época; no fui el único. Pasé a llamarme Bernardo Fernández Cos, nacido en Santísima Trinidad, un pueblo paraguayo que ni siquiera sabía existiese. Pero mi pasaporte acreditaba eso, así que ¡Palabra santa!. (…) El Barcelona lo sabía, fue idea de ellos, así que tuve doble nacionalidad; la Liga no se entrometía. Cada tanto me citaban a tribunales en España por ese tema y me acompañaba algún dirigente a declarar. Pero como era Barcelona yo creo que nunca investigaron a fondo”.

Llegó más lejos en esa misma entrevista, al narrar que hasta pudo haber sido internacional con la elástica roja: “El húngaro Ladislao Kubala era director técnico de la Selección española, y luego de una gira por Bélgica y Alemania, dentro de su seguimiento, bajó al vestuario y habló conmigo. Me querían convocar a un partido amistoso, pero la verdad, le blanqueé todo. Tenía pasaporte trucho, hubiera saltado todo a la luz. Yo no era español, me hubiera traído problemas legales con Migraciones, así que se me escapó esa oportunidad”.

Jorge Bernardo Griffa, el zaguero argentino que recomendase al Barcelona la parejita de promesas, sabía muy bien que Cos nada tenía de paraguayo, y que a “Milonguita” la españolidad no le llovía por ningún lado. También estaba al corriente de que la Liga española seguía cerrada para jugadores extranjeros, puesto que él mismo estuvo competido en ella desde 1959 hasta 1971. Todos, por tanto, él mismo, la entidad azulgrana y el chapucero de turno haciendo las veces de representante, incurrieron en dolo sin inmutarse.

Nuestra Federación tapó toda aquella inmensa mugre bajo espesas alfombras palaciegas, con la complicidad de la UEFA, la FIFA y la Delegación Nacional de Deportes, órgano político que debería haber entrado en la Federación a sangre y fuego, máxime cuando el asunto se judicializara, con denuncias interpuestas por el Athletic Club de Bilbao y la Real Sociedad de San Sebastián. Lejos de remangarse, la D.N.D. incurrió en nuevo y soberano despropósito, levantando en 1973 las barreras de nuestra Liga a los extranjeros, con un máximo de 2 por club. El Barcelona, entonces, redobló esfuerzos por incorporar a Johan Cruyff, con quien se venía negociando desde hacía un año, y trajo desde Perú al “Cholo” Sotil. Las demás entidades de 1ª 2ª División, excepto Athletic Club y Real Sociedad, tampoco se lo pensaron. Fue aquel un verano plagado de recibimientos, mientras una nube de falsos españoles hacía cola para convertirse en españolitos de verdad justificando 24 meses de residencia en nuestro suelo. Hubo una especie de amnistía encubierta, añagaza tan torpe que habría de traducirse en nuevos problemas. Porque aunque parezca increíble, la D.N.D. y el inefable Pablo Porta como cabeza visible de la Federación, pasaron por alto que para jugar como oriundo en España seguía siendo imprescindible no haber disputado ningún partido internacional con otros países, incluso en la etapa juvenil. Y aquellos antiguos entorchados de varios “renacionalizados” seguían ahí, incapacitándolos para gozar de ficha, por más que la F.E.F. se las diligenciara alegremente.

La temporada 1973-74 estuvo plagada de alineaciones indebidas, puesto que junto a los dos extranjeros de nuevo cuño se alineaban domingo tras domingo oriundos sin arreglar todavía sus papeles, e internacionales con Argentina o Paraguay, superándose en la mayoría de los partidos el límite de dos por club. Al menos en el seno del Athletic bilbaíno se barajó la posibilidad de una impugnación masiva, elevando incluso hasta la F.I.F.A. y la U.E.F.A. el flagrante incumplimiento normativo. Fueron disuadidos ante las consecuencias que tal paso pudiera acarrear al fútbol español. A nuestra Federación pudiera suspendérsele de afiliación temporalmente, y en tal caso no habría representación española ni en los cmpeonatos de selecciones ni en los torneos europeos de clubes. Luego F.I.F.A. y U.E.F.A. se avinieron a un vergonzoso acuerdo bajo manteles, olvidando que un día Rubén Valdez y Roberto Martínez jugaron indebidamente con la selección española, a cambio de que ni ellos ni cualquier otro en idéntica situación volviese a hacerlo.

Todos, incluso los dos clubes vascos, celebraron el cierre en falso de aquella herida supurante, por más que la norma de internacionalidades extranjeras permaneciese en vigor. Y cuando años después el internacional y campeón mundial argentino Jorge Valdano se nacionalizara, con el propósito de librar una plaza de extranjero en el Real Madrid, desde la Federación Española, temerosos de resucitar el viejo escándalo, o sabiéndose mirados con lupa desde Suiza, le impidieron alinearse si no era ocupando cupo de jugador foráneo. Un español con todos los derechos, menos el de ejercer su profesión como cualquier nacido en Segovia, Calatorao, Tudela, Camas o Villanueva del Fresno. Mayúsculo disparate no avalado por ninguna ley. También Valdano sopesó entonces la posibilidad de litigar, según airearon distintos medios informativos, y como otrora las entidades vizcaína y guipuzcoana, fue persuadido a no dar tal paso. Finalmente aquella norma de 1963 saltó por los aires. Eso sí, con un retraso injustificable.

Por razones nunca explicadas, aunque fácilmente imaginables, Agustín Montal Costa (en la imagen caricaturizado por Cronos) prescindió del intermediario armenio Arturo Bogossian durante su mandato en el club azulgrana.

Retrocediendo hasta el arranque de los 70, parece que Arturo Bogossian pagó, siquiera durante unos años, sus componendas en los casos de Eulogio Martínez, Melanio Olmedo e Irala. Y bien se condolió ante los informadores cuando se avecinaba la definitiva apertura a la importación de futbolistas: “El Barcelona es quien más y mejor paga. Lástima que ahora no estén contando conmigo. Su presidente, el Sr. Montal, es persona excelente, pero desconoce los asuntos del fútbol y así no es fácil acertar”. Unos años antes, de paso por el aeropuerto de El Prat, había presumido de lo lindo ante José Antonio Calvo en otra rápida entrevista: “Yo traje a Barcelona a Fernández, Samaniego y Aranda. El club azulgrana es correctísimo, se ha portado bien conmigo. Su entrenador probó a los jugadores que le traje y dejó fuera a Aranda; el mejor”. Puesto que entonces estaba muy fresco el esperpéntico fichaje de Da Silva, donde intermediara Sannella, un abogado de Sao Paulo, tampoco desperdició la ocasión de complacerse en el autobombo: “Puedo asegurarle una cosa: Si Llaudet me lo hubiera pedido a mí, Da Silva le habría costado al Barcelona un 40 % menos”. Como colofón, y a buen seguro para congraciarse con la feligresía “culé”, escanció una última perla blanca: “El Madrid es un gran club y yo sólo un modesto empresario, pero quiere bueno y barato. No paga bien…”

Historias antiguas de un club que empeñado en anticiparse a los demás, no solía esperar al pistoletazo de salida para lanzarse a la carrera. Una entidad que supo agenciarse altas, muy altas influencias, y no le tembló el pulso si tocaba mancharse las manos con podredumbre, mientras criticaba a otros por hacer lo mismo.

Sería mucho decir que el F. C. Barcelona, tanto bajo esta denominación como en su época de C. F., fue el único en hacer gala de reiterada propensión a la toma de atajos, mientras sus contrincantes mayoritariamente optaban por caminos más largos y mejor asfaltados. Pero algo resulta innegable: si cosechó resbalones y heridas fue por patinar una y otra vez sobre el filo de la navaja, creyéndose invulnerable.




El partido de la Selección española femenina que faltaba por descubrir

En octubre del pasado año los firmantes de este artículo pudimos presentar una novedosa publicación de la historia de la selección femenina de fútbol de España, compuesta por tres tomos.

El primer tomo dedicado a la selección absoluta, e incluye palmarés, listado de partidos disputados y fichas técnicas de todos los partidos desde 1971 hasta agosto de 2022. El segundo a las selecciones sub-16 a sub-23 e incluye los mismos datos que el tomo anterior. El tercero recoge la lista completa de jugadoras y seleccionadores, con indicación del nombre y dos apellidos, fecha y lugar de nacimiento.

Pero se nos quedó una espinita clavada porque no pudimos conocer los datos de la alineación de España absoluta en un encuentro que se disputó en 23 de mayo de 1981 contra la selección italiana. Le dimos mil vueltas, buscamos en hemerotecas españolas e italianas y preguntamos a cuanta gente se nos ocurrió, no pudimos dar con ello.

Así, hasta que de repente el 10 de marzo de 2023 un amigo italiano, Giovanni Carnesi, que había adquirido la enciclopedia, nos escribió adjuntándonos una página del diario La Libertà del 22 de mayo. Se informaba de que este partido se iba a disputar a las 17,30 horas en Salsomaggiore “…la nacionale italiana di calcio femminile afronta quella spagnola..” y se relacionaban las jugadoras convocadas de ambos equipos. Por parte “spagnole” se citaba a: Elisabetta Sánchez, Rodríguez, Hernández, Locches, Arias, Vic, Oller, Novreda, Campus, Domingo, Nuvas, Peppi, Paqui y Castro.

De igual manera, nos remitía más información del mismo periódico de fecha 24 de mayo. En su página 13 se informaba de aquel encuentro. Por fin, podíamos continuar avanzando en conocer sus detalles.

La alineación que se indicaba de “Spagna” era la compuesta por Mimera (Torente 72’), Nubrega (Campos 62’), Navas, Pietras, Castro, Oller (Belmonte 41’), Domingo, Esenilla, Sánchez, Hernández (Vic 75’) y López. Como seleccionador/a figuraba “Grau”.

Además, pudimos localizar un video del encuentro que fue retransmitido por la RAI (Televisión estatal italiana) de 1’40” de duración con el audio correspondiente del comentarista italiano. Lo estuvimos estudiando para poder lograr conocer algún dato más pero únicamente mencionaba a “Montserrat Guimera” y a “Domingo”, con lo cual estábamos en los párrafos anteriores.

Así que sabíamos que el partido había finalizado con victoria italiana por 5-1, la alineación italiana, que el gol español lo había marcado Domingo en el minuto 69, en fin, tal como lo reflejamos en el libro.

Estuvimos tratando de localizar datos de las jugadoras, contrastando nombres, apellidos y posibles coincidencias para poder elaborar la ficha correspondiente. Asimismo, pensamos en obtener similitudes en las jugadoras entre el encuentro anterior y el posterior al del 23 de mayo, pero el precedente se había jugado casi nueve años antes, el 10 de diciembre de 1972, y el posterior el 5 de febrero de 1983, con lo cual poco o nada podíamos obtener de manera fructífera.

En fin, teníamos la alineación pero con muchísimas dudas; es más, para completar la ficha del partido, debíamos conocer nombre y dos apellidos de las jugadoras, así como fecha y lugar de nacimiento, aspecto que se nos hacía muy cuesta arriba.

A Víctor se le ocurrió, como último cartucho y antes de tirar la toalla, que a lo mejor podríamos tener suerte si llamábamos a María Teresa Andreu, toda una institución en la creación del fútbol femenino en España. Localizamos su teléfono y allí que nos lanzamos a tumba abierta.

María Teresa Andreu Grau está considerada como la pionera del fútbol catalán femenino. Fue jugadora del Fútbol Club Barcelona desde mayo de 1971 a 1982. Comenzó a jugar en la temporada 1971/72, a las órdenes del mítico Antonio Ramallets, finalizando su periplo en activo en la temporada 1981/82, si bien continuó ligada a su club como entrenadora presidiendo la sección de fútbol femenino. En enero de 1982 fue nombrada Presidenta del Comité Nacional del Futbol Femenino en la Real Federación Española de Fútbol; cargo en el que permaneció hasta 1999, consolidando todas las competiciones nacionales de fútbol femenino. Más tarde fue vocal de la Junta directiva del Barcelona entre 2000 y 2003.

Por otra parte, también fue Presidenta del Comité de Fútbol Femenino en la Federación Catalana desde 1980 hasta 2005, potenciando la creación de una liga catalana en la temporada 1981-82. También formó parte del Comité de fútbol femenino de la UEFA desde 1990 a 2003.

En fin, teníamos ante nosotros una verdadera institución del fútbol femenino. La primera satisfacción llegó cuando nos atendió al teléfono, nos identificamos como miembros de CIHEFE y su vez como autores de los libros. Aquella llamada cambió el panorama de manera extraordinaria. Fue el pasado 14 de marzo a mediodía, le explicamos la situación y los datos que nos constaban; la primera sorpresa fue que el seleccionador o seleccionadora “Grau” ¡era ella! El segundo apellido de María Teresa Andreu es Grau. Se nos abrió el cielo. Esto pintaba bien.

Esto sucedió, como hemos dicho, a mediodía. A las 13:50 horas teníamos en el teléfono 10 fotografías de su archivo particular donde constaba multitud de información de diversos medios periodísticos de aquellas fechas.

Así pudimos saber, por ejemplo, que Mimera era Guimera, Torente era Torrente, Nubrega era Nóbrega, Pietras era Piedra, Esenilla era Escamilla, Locches era López, Campus era Campos, y Nuvas era Navas, etc. Todas las jugadoras que representaron los colores de España eran catalanas, porque solo allí estaba organizado el fútbol femenino.

María Teresa nos había enviado la convocatoria compuesta por dieciséis jugadoras, con indicación del equipo al que pertenecían. Puso la maquinaria en funcionamiento para conocer a través de sus contactos, en su caso, los apellidos así como el lugar y fecha de nacimiento. No fue fácil, pero poco a poco, en los días siguientes, fueron cayendo datos como fruta madura. Cuando parecía que ya no se podía saber ninguna más, volvía a escribir informándonos de otro lugar de nacimiento o de otra fecha. Así hasta completar la prácticamente totalidad del plantel.

Así, y en el momento actual, podemos estar orgullosos de haber completado para siempre la historia de la selección española de fútbol femenino, con la alineación completa de aquel partido de 1981 contra Italia, en la que nuestra Selección presentó la siguiente alineación:

España: Montse (Torrente 72’), Heidi (Bea 62’), Navas, Paqui, Castro, Dolors (Belmonte 41’), Domingo, Juani, Eli, Cari (Carmencita 75’), Berna.




Parte IV: Análisis de la situación del fútbol español ante la Asamblea de la FIFA de noviembre de 1937

Expuesta en las anteriores entregas la documentación que había reunido el Comité Ejecutivo de la FIFA sobre la mesa se hace necesario repasar los hechos y acontecimientos más sobresalientes para entender por qué se llegó a esa especie de juicio al fútbol español y la disputa por la legitimación de la representatividad oficial en París, tanto por parte de la Federación Española de Fútbol con sede en Barcelona como de la Federación alternativa surgida en San Sebastián.

Cuando Ricardo Cabot, secretario general de la Federación Española de Fútbol, a principios de noviembre de 1937 se dirigía a París para asistir a la Asamblea ordinaria de la FIFA era consciente de que estaba en juego el futuro inmediato del fútbol español. Viajaba en soledad, algo a lo que estaba acostumbrado ya que su presidente, José María Mengual, solo había intervenido para incautar la Federación en agosto de 1936 y vaciar la caja para subvencionar el Batallón Deportivo a favor de la causa republicana. Desde el primer momento en que se produjo la incautación Ricardo Cabot asumió el peso federativo y a fe que pese a que hizo todo lo que tenía en sus manos, no pudo evitar el descalabro institucional que había obligado a la FIFA a intervenir en el llamado caso español.

Porque la FIFA sospechaba justificadamente que esta Federación Española que figuraba todavía como miembro de la asociación tenía sus días contados y no era solo porque la evolución de la guerra civil española se estuviese decantando a favor del general Franco, sino porque llegados a este punto, todos los acontecimientos, tanto políticos como deportivos –como si en estas circunstancias se pudiese trazar alguna línea que los separase- que se habían producido iban menguando su presencia en el fútbol nacional e internacional hasta casi circunscribirla a una única persona: Ricardo Cabot.

Para entenderlo mejor no se puede dejar de lado la suerte que corrió el Comité Olímpico Español en vísperas de los Juegos Olímpicos de Berlín. Ya para la Olimpiada de 1932 tuvo que acudir agotando las reservas económicas que había por falta de apoyo del Gobierno republicano. Para ir a Alemania oficialmente contaban con 400.000 pesetas aprobadas en mayo de 1935 en un Consejo de Ministros presidido por Alcalá Zamora. Pero con la inestabilidad política, los cambios de gobierno y especialmente con la subida al poder del Frente Popular que creó el Grupo Parlamentario de Educación Física y Deportes el 5 de junio de 1936, ese dinero nunca llegó. El motivo era evidentemente político pues un gobierno de izquierda radical no podía subvencionar la participación en unas olimpiadas burguesas que habían cedido ante Hitler para publicitar internacionalmente el fascismo. Aunque eso no pudo encubrir que ese dinero tuviese otra finalidad políticodeportiva pues acabó siendo desviado para apoyar la Olimpiada Popular de Barcelona de inspiración soviética, para satisfacción de José Trabal, presidente del Grupo Parlamentario de Educación Física y Deporte. La consecuencia inmediata fue la dimisión del presidente del COE, Augusto Pi Suñer, secundado por toda su directiva. Y, aunque los equipos militares que procedían de la Escuela Central de Gimnasia de Toledo, dirigida por el entonces coronel Moscardó, sí llegaron a desplazarse a Berlín por contar con un presupuesto propio, tras el golpe de estado del general Franco, por su condición de militares tuvieron que regresar a España antes del inicio de los Juegos.

Hay que subrayar que el Gobierno de España no boicoteó la Olimpiada de Hitler, sino que se salió del movimiento olímpico calificado por la izquierda de burgués para abrazar al movimiento deportivo obrero organizando la Olimpiada Popular de Barcelona patrocinada desde el extranjero por la Asociación Internacional de Deportes Rojos y Asociaciones Gimnásticas que no era más que una proyección hacia el exterior de la ideología rectora en la Unión Soviética aplicada al deporte. El programa tenía muchas semejanzas a las Espartaquiadas comunistas.

No cabe duda de que la FIFA había sabido distinguir entre lo que podía ser un aparente boicot a unos Juegos politizados de lo que era en la práctica la postura política que España había tomado respecto a su proyección internacional. Si la participación del fútbol español en la Olimpiada Popular de Amberes de 1937 era ya de por sí una prueba fehaciente, la excursión del equipo vasco por la Unión Soviética disipó cualquier tipo de sospechas y por ello saltó la suspensión de la Federación Española a la que se le negó cualquier permiso para jugar partidos internacionales de clubs y de selección con los demás miembros de la FIFA.

De todas formas, la habilidad diplomática de Ricardo Cabot hasta ese momento había tenido mucho mérito. Fue un superviviente en todos los sentidos. Conservó su cargo de secretario general durante toda la guerra, desde el momento de la incautación hasta el final de la misma, cuando eran tiempos en que la integridad personal entraba en juego a la más mínima sospecha.

Cierto era que su labor en la Federación fue prácticamente simbólica. El presidente incautador se despreocupó totalmente de cualquier gestión federativa y delegó en Cabot, el cual, demostrando su conocimiento del tema suspendió las actividades oficiales de ámbito estatal de la Federación. Lo hizo con una circular emitida el 29 de septiembre de 1936. Con ello salvaguardaba la integridad del fútbol profesional español pues el enemigo no estaba todavía en la zona rebelde ya que no controlaba las principales regiones futbolísticas, sino que podía presentarse desde las instituciones alternativas frentepopulistas como lo era la Federación Cultural Deportiva Obrera.

Ante la inacción federativa los clubs profesionales buscaron soluciones por su cuenta. A iniciativa del activo presidente del Valencia FC, José Rodríguez Tortajada, se organizaron los dos torneos de fútbol profesional más importantes de este periodo, pese a las constantes trabas que se ponían desde la incautada Federación Catalana de Fútbol, mucho más interesada en seguir las propuestas del Comité Catalán pro Sport Popular. Ricardo Cabot actuó de mediador para que los clubs llegasen a un acuerdo para disputar esos torneos. Gracias a la Liga del Mediterráneo principalmente y a la Copa España Libre el fútbol profesional republicano pudo salvar económicamente la temporada 1936/37 pero quedó herido de muerte cuando se anunció la creación desde el Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad el Consejo Nacional de Educación Física y Deportes que suprimía de manera definitiva el deporte profesional. De hecho, Ricardo Cabot emitió una circular de cara a la temporada 1937/38 en la que dejaba muy claro que el profesionalismo entraba en vía de extinción dado que una vez cumplido el contrato ya no se podría renovar la licencia profesional ni se iba a suscribir ninguna nueva.

Hasta mayo de 1937 Ricardo Cabot no había dado señales de vida como secretario general. Ni siquiera había contestado las cartas de las federaciones europeas con las que España tenía concertados partidos internacionales para la temporada 1936/37. Coinciden con su reaparición pública a finales de mayo de 1937 dos hechos cruciales que no están relacionados entre sí en su origen pero que igualmente se pueden considerar decisivos: el nacimiento de una supuesta federación disidente en San Sebastián que pretendía desplazar a la legal y la creación por parte del Gobierno de la República del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes. Todo indica que Ricardo Cabot trató de reaccionar ante estos dos atentados directos contra la Federación Española de Fútbol, la legal, la que ostentaba la membresía en la FIFA. Primero en un gesto de conciliación con la nueva institución republicana, con la circular para ordenar el comienzo de temporada 1937/38 y segundo, demostrando su recelo ante la nueva situación política, al nombrar a Juan Bautista Roca, hombre de confianza que vivía exiliado en París, delegado para los asuntos internacionales y representación ante la FIFA, puenteando así al Consejo Nacional de Educación Física y Deportes. Con estas dos maniobras reclamaba la autonomía de la Federación Española para regir el fútbol nacional y hacía más próxima y notoria la presencia de la Federación legal en París, controlando desde allí el fuego amigo procedente de la nueva institución deportiva republicana y los posibles movimientos que se pudiesen producir desde San Sebastián para reivindicarse internacionalmente.

Pero Ricardo Cabot, en definitiva, acudía a la Asamblea de la FIFA con las manos vacías. No podía aportar nada. Su capacidad de influencia en el fútbol español había sido prácticamente nula. Ya se ha dicho que la insistencia de Rodríguez Tortajada fue un golpe de oxígeno para el fútbol profesional, aunque solo sirvió para la temporada 1936/37. Después solo la Federación Catalana de Fútbol mantuvo una actividad plagada de polémicas, movimientos internos y marcada por el pulso contra las autoridades políticas que siempre se mostraron deseosas de acabar con el fútbol profesional. Aun así, Ricardo Cabot se aferraba a su instinto de supervivencia y acudía a París con la intención de mantener viva la Federación Española de Fútbol.

En el otro lado estaba el grupo de San Sebastián. Contaban con dos sólidos argumentos pragmáticos: denunciaban por la violencia de los hechos que la incautación de la Federación había sido ilegal y más cuando la nueva Junta Directiva, la de José María Mengual, no estaba respetando los estatutos federativos ni había respondido a los compromisos internacionales fijados en la Asamblea de 1936; además, al contrario que la Federación republicana, ellos estaban dispuestos a reactivar el fútbol nacional con partidos internacionales que previamente fuesen autorizados por la FIFA. Es decir, el grupo de San Sebastián se presentaba como defensor de todos los reglamentos, tanto de los estatutos españoles como los de la FIFA.

Al menos esta era su carta de presentación, porque el trasfondo político era inseparable. Era una federación de fútbol fascista que recibía el respaldo de Alemania, Italia y Portugal directamente. Y así era vista desde el exterior, por lo que Jules Rimet, presidente de la FIFA abordaba su reconocimiento con la suficiente cautela como para, al menos, en sus declaraciones confirmar que no iba a haber ningún tipo de negociación con la federación fascista porque en la FIFA solo había una Federación Española, la republicana. Y, menos mal para el grupo de San Sebastián, que nadie de la FIFA preguntó por el propuesto presidente, Julián Troncoso, que no pudo asistir a la Asamblea de noviembre de 1937 porque había sido detenido y estaba pendiente de juicio en Francia desde septiembre de ese año por el sabotaje de dos submarinos rusos en puertos franceses. Entonces Julián Troncoso se entregó a las autoridades francesas, para evitar su identificación como militar español del ejército rebelde, como el Pirata del Bidasoa que trabajaba al mejor postor, que en este caso era el ejército de Franco. A París fueron los señores Urquijo y De la Riva.

El caso era que a la hora de la verdad se estaban cruzando varios conceptos y para su complicación, estos se interferían entre sí. Las dos federaciones representaban respectivamente a cada uno de los bandos combatientes en la Guerra Civil, el legítimo republicano y reconocido en la Sociedad de Naciones por un lado y el rebelde por el otro… pero a su vez, soterradamente se estaban enfrentando la ideología prosoviética del frentepopulismo y la fascista del general Franco, algo que dejaba a la Europa democrática no intervencionista a la expectativa en espera de ver qué bando acabaría venciendo. Con los estatutos de la FIFA pasaba algo parecido: la Federación de Barcelona gozaba de la membresía en la asociación, que por ley era en exclusividad; sin embargo había incumplido con las normas al participar en la Olimpiada Obrera y dejar que sus jugadores hicieran una gira por la Unión Soviética a lo que había que añadir que la constitución de la Junta Directiva incautadora tampoco cumplía con los estatutos propios de la Federación. Esta situación no era del agrado de Jules Rimet lo que le llevaba a escuchar a los defensores de la Federación de San Sebastián, es decir, Alemania e Italia. Y en medio de tanta presión e interpretación de hechos estaba quedando desplazada la materia prima del asunto: el fútbol. Porque no se trataba de política, sino de fútbol, que es de lo que en esa Asamblea se tenía que hablar, y en esto la Federación Española de Barcelona tenía un cero: cero de competiciones, cero de encuentros internacionales, cero de organización y cero institucional porque el Gobierno republicano no quería saber nada del deporte dirigido por burgueses. En noviembre de 1937 estaban funcionando solo dos territoriales: la Valenciana y la Catalana aunque las dos lo hacían muy precariamente. Todo lo contrario sucedía en la de San Sebastián, que según el general Franco iba ganando terreno en la Guerra esta iba aumentando su poder futbolístico. Mantenía o había restablecido en sus cargos a las juntas directivas de las federaciones territoriales y clubs deshaciendo el entuerto de las incautaciones. Su junta directiva había salido de una Asamblea mayoritaria y apoyada por todos los asistentes y la estabilidad social alcanzada le había permitido iniciar las conversaciones para disputar un partido contra la selección de Portugal. Todo esto bajo el beneplácito del Gobierno de Burgos, que veía en el desarrollo del fútbol un indicio definitivo para establecer una imagen de normalidad social.

Por su lado, la FIFA iba ser juez y parte en la Asamblea. No podía ignorar que todo el mundo estaba pendiente de la decisión que tomase. Por sus propios estatutos solo podía haber una federación que representase a España y ese puesto ya estaba cubierto desde 1913. Así, ajustados a ley, la Federación de San Sebastián no tenía derecho ni a ser escuchada. Si se le hacía caso, suponía doblegarse ante la presión fascista. Pero el deporte internacional estaba muy preocupado por el desarrollo de las alternativas obreras, dirigidas desde la Unión Soviética, para competir contra los Juegos Olímpicos. El deporte español oficial se había sovietizado. Ya se había desmarcado de los Juegos Olímpicos de Berlín y de cara al Mundial de Fútbol de Francia 1938, pese a que su inscripción fue respetada hasta últimísima hora, desde España no se había mostrado ningún gesto de interés por participar, salvo desde San Sebastián. Tampoco hay que dejar de lado que la Federación de Barcelona no respondió al compromiso con la Federación Húngara, a la cual representaba su presidente Mór Fischer en el Comité Ejecutivo de la FIFA. En septiembre, dos meses antes de la Asamblea, la FIFA neutralizó la actividad internacional de la Federación de Barcelona, dejándola en la práctica en las mismas condiciones que estaba la ilegal de San Sebastián. En noviembre tendría que decidir sobre el llamado caso español.

Así iban a encontrarse en París la FIFA, la Federación de Barcelona y la Federación de San Sebastián.

(continuará)




Historia del Trofeo Ciudad de Cartagena – Carabela de Plata: el siglo XXI

XXXI CIUDAD DE CARTAGENA (2001)

Participantes: Cartagonova F.C. (13º en el grupo III de Segunda División B) y Portuguesa Santista (11º de la Primera División de Brasil).

Cartagonova F.C.  3 – 0  Portuguesa Santista

Goles: 1-0; 56´ Imanol. 2-0; 58’ Alberto García. 3-0; 90’ Marcos.

Detalles: 13-08-2001; 21:00. Ante 1.000 espectadores.

Observaciones: El Cartagonova conseguía de nuevo la Carabela de Plata tras aburrir bastante en la primera mitad pero ofreciendo una gran mejoría tras el descanso. El equipo local estrenaba indumentaria recuperando la equipación franjinegra. El equipo de la primera brasileña elevó el atractivo y el caché del torneo aunque no como estaba previsto inicialmente.

XXXII CIUDAD DE CARTAGENA (2002)

Participantes: Cartagonova F.C. (12º en el grupo IV de Segunda División B) y C.D. Toledo (9º en el grupo III de Segunda División B).

Cartagonova F.C.  3 – 1  C.D. Toledo

Goles: 1-0; 9´ Verón. 1-1; 19’ Emilio. 2-1; 28’ Azcárate. 2ª parte: 3-1; 85´ Jito.

Detalles: 20-08-2002; 21:00. Unos 3.000 espectadores.

Observaciones: El Cartagonova se impuso con claridad con un conjunto muy renovado con altas expectativas, con Luis Oliver al frente del club. Pese a que se notó la falta de ritmo, el equipo albinegro dio una muy buena imagen en un encuentro con dos equipos muy lanzados al ataque. A destacar la recuperación de la clásica camiseta albinegra con más rayas que en la temporada precedente.

XXXIII CIUDAD DE CARTAGENA (2004)

Participantes: F.C. Cartagena (15º en el grupo III de Segunda División B) y Real Murcia C.F. (20º de Primera División, descendiendo a Segunda División).

F.C. Cartagena  1 – 1 (3-5) Real Murcia C.F.

Goles: 1-0; 7´ Nacho García. 1-1; 45’+2’ Acciari.

Detalles: 17-08-2004; 21:00. Ante 3.000 espectadores.

Observaciones: Tras un convulso verano en 2003 donde peligraba la existencia del Cartagonova F.C. por problemas económicos, al final no pudo disputarse la edición de 2003 pese a la insistencia del Ayuntamiento de Cartagena hasta el último momento. En dicho verano de 2003 también tuvo lugar el cambio de nombre y de escudo del equipo con la llegada de Paco Gómez a la presidencia. Así, tras un año de ausencia se consiguió la presencia del Real Murcia que se llevó el trofeo ganando en el desempate en los lanzamientos desde el punto de penalti, tras un partido bastante nivelado pese a la diferencia de categoría. El Efesé se mostró bastante sólido en defensa ofreciendo una buena imagen. Destacar el fuerte despliegue policial para evitar incidentes entre las aficiones.

XXXIV CIUDAD DE CARTAGENA (2005)

Participantes: F.C. Cartagena (13º en el grupo IV de Segunda División B) y Albacete Balompié (20º de Primera División, descendiendo a Segunda División).

F.C. Cartagena  3 – 1  Albacete Balompié

Goles: 1-0; 9´ Molist. 2-0; 28’ Sívori. 2-1; 48’ Bermejo. 3-1; 79’ Ander Lafuente.

Detalles: 18-08-2005; 22:00. Unos 1.000 espectadores.

Observaciones: Muy buena imagen la ofrecida por el Cartagena de Juan Ignacio Martínez ante el Albacete de Segunda División. Los albinegros dominaron el partido de principio a fin, atacando con facilidad por ambas bandas.

XXXV CIUDAD DE CARTAGENA (2006)

Participantes: F.C. Cartagena (Campeón en el grupo IV de Segunda División B y perdiendo en la primera eliminatoria del ascenso frente a la U.D. Vecindario) y Hércules C.F. (17º de Segunda División, permaneciendo en la categoría).

F.C. Cartagena  0 – 3  Hércules C.F.

Goles: 0-1; 3´ De los Santos. 0-2; 15’ Tote. 0-3; 35’ Xisco.

Detalles: 19-08-2006; 21:00. Alrededor de 400 espectadores.

Observaciones: El Hércules C.F. muy superior, se llevó el trofeo que no se llevaba desde 1971. Los alicantinos, más técnicos y firmes en defensa, no dieron opciones dejando visto para sentencia el choque en la primera parte. Previamente al comienzo del partido se hizo entrega al F.C. Cartagena del título de campeón del Grupo IV de Segunda División B.

XXXVI CIUDAD DE CARTAGENA (2007)

Participantes: F.C. Cartagena (5º en el grupo IV de Segunda División B) y Elche C.F. (10º de Segunda División).

F.C. Cartagena  0 – 1  Elche C.F.

Goles: 0-1; 90’ Álvaro.

Detalles: 15-08-2007; 21:00. Ante 1.000 espectadores.

Observaciones: El Elche se llevó el trofeo en el último minuto y frente a un Cartagena que planteó un partido muy serio demostrando que puede ganar a cualquiera. A destacar el futbol vistoso del Cartagena con buen trato del balón aunque faltos de definición.

XXXVII CIUDAD DE CARTAGENA (2008)

Participantes: F.C. Cartagena (8º en el grupo IV de Segunda División B) y Hércules C.F. (6º de Segunda División).

F.C. Cartagena  1 – 1 (4-2) Hércules C.F.

Goles: 1-0; 27´ Juan Pablo (P.). 1-1; 78’ César.

Detalles: 16-08-2008; 20:00. Unos 700 espectadores.

Observaciones: En un encuentro de pocas ocasiones, el conjunto albinegro se adjudicó la Carabela de Plata ante un Hércules que no dio la sensación de ser un equipo de Segunda División. El Efesé, con buen toque de balón, jugó desde atrás esperando a la contra.

XXXVIII CIUDAD DE CARTAGENA (2009)

Participantes: F.C. Cartagena (Campeón en el grupo II de Segunda División B, ascendiendo tras vencer al C.D. Alcoyano) y C.D. Tenerife (3º en Segunda División ascendiendo directamente a Primera División).

F.C. Cartagena  3 – 1  C.D. Tenerife

Goles: 0-1; 5´ Aorán. 1-1; 51’ Víctor (P.). 2-1; 57’ Víctor. 3-1; 64’ Longás.

Detalles: 13-08-2009; 21:00. Ante unos 6.000 espectadores.

Observaciones: Gran partido del conjunto de Juan Ignacio Martínez que pese a la falta de jugadores importantes como Pascal Cygan o Quique de Lucas derrotó al C.D. Tenerife de Primera División. Tras un comienzo algo dormido del Cartagena que fue de menos a más, logró finalmente remontar y golear en 13 minutos de la segunda parte.

9. Foto de equipo con su presidente, Paco Gómez, y el trofeo de campeón (Portada del Periódico El Faro de Cartagena de 14-08-2009.).

XXXIX CIUDAD DE CARTAGENA (2011)

Participantes: F.C. Cartagena (5º en Segunda División) y PSV Eindhoven (Tercer clasificado de la Primera División de los Países Bajos clasificándose para la Liga Europa de la UEFA). En el momento de la celebración del partido el F.C. Cartagena era cuarto en Segunda División y el PSV Eindhoven se encontraba líder y ya clasificado para dieciseisavos de final de la Liga Europa de la UEFA tras quedar campeón de su grupo.

F.C. Cartagena  0 – 1  PSV Eindhoven

Goles: 0-1; 34´ Nijland (P.).

Detalles: 12-01-2011; 17:00. Alrededor de 4.000 espectadores.

Observaciones: Era la primera vez en la historia que no se disputaba en agosto debido a las obras que se realizaron en el estadio en verano. Aprovechando la estancia que realizaba el PSV Eindhoven en La Manga Club se organizó esta edición. Pese a que el Cartagena no jugó con los habituales dominó el encuentro y tuvo opciones de llevarse el partido.

XL CIUDAD DE CARTAGENA (2011)

Participantes: F.C. Cartagena (13º en Segunda División) y U.D. Almería (20º en Primera División, descendiendo a Segunda División).

F.C. Cartagena  1 – 2  U.D. Almería

Goles: 1-0; 36´ Antón. 1-1; 51’ Ulloa. 1-2; 53’ Ulloa.

Detalles: 11-08-2011; 21:30. Ante 5.504 espectadores.

Observaciones: Gran remontada protagonizada por la U.D. Almería en la cuadragésima edición del Ciudad de Cartagena con buena entrada de público. Era la segunda vez que el conjunto almeriense jugaba el torneo, ya que la anterior ocasión fue en 1998 con su antigua denominación “Almería C.F. ”. Buena imagen en general la mostrada por el equipo local aunque con algunas imprecisiones. Ha sido la única vez que en un mismo año se celebran dos ediciones del trofeo, ya que la anterior del verano de 2010 se posponía al mes de enero.

XLI CIUDAD DE CARTAGENA (2012)

Participantes: F.C. Cartagena (20º y antepenúltimo en Segunda División, descendiendo a Segunda B) y Hércules C.F. (5º en Segunda División, permaneciendo en la categoría tras no superar el primer partido de la promoción de ascenso frente a la A.D. Alcorcón).

F.C. Cartagena  1 – 1 (10-11) Hércules C.F.

Goles: 1-0; 21´ Florián. 1-1; 63’ Eldin.

Detalles: 08-08-2012; 20:30. Unos 6.000 espectadores.

Observaciones: Gran partido del Cartagena con plantilla prácticamente nueva tras el descenso. Los albinegros fueron muy superiores y merecieron más. Finalmente, el Hércules se llevó la Carabela de Plata a Alicante tras una larga tanda de penaltis.

10. Cartel anunciador de la edición número 41 (Fuente: https://cronicasdeportivasdecartagena.wordpress.com/).

XLII CIUDAD DE CARTAGENA (2013)

Participantes: F.C. Cartagena (Subcampeón en el grupo IV de Segunda División B, no logrando el ascenso tras caer en la primera eliminatoria ante el Caudal Deportivo) y C.D. Alcoyano (4º en el grupo III de Segunda División B, no asciende tras perder también en la primera eliminatoria ante la S.D. Eibar).

F.C. Cartagena  0 – 1  C.D. Alcoyano

Goles: 0-1; 90´ Mariano (p.p.).

Detalles: 17-08-2013; 20:00. Unos 2.000 espectadores.

Observaciones: Estuvo a punto de reeditarse la Carabela de Plata invernal dado que no se encontraba un rival de superior categoría debido a las exigencias económicas. Finalmente, el encuentro que en un principio estaba previsto como amistoso en Pinatar Arena contra el C.D. Alcoyano se trasladó al Cartagonova. El Alcoyano se llevó el trofeo en el último momento contra un Cartagena que dejó preocupada a gran parte de la afición por la imagen dada y el poco peligro creado.

XLIII CIUDAD DE CARTAGENA (2014)

Participantes: F.C. Cartagena (3º en el grupo IV de Segunda División B, no ascendiendo tras perder en la primera eliminatoria del Play Off de ascenso ante el Real Avilés C.F.) y RCD Mallorca (16º en Segunda División, permaneciendo en la categoría).

F.C. Cartagena  0 – 3  RCD Mallorca

Goles: 0-1; 22´ Agus. 0-2; 40’ Brandon. 0-3; 80’ Abdon.

Detalles: 08-08-2014; 21:00. Cerca de 3.000 espectadores.

Observaciones: El título se fue a Mallorca tras un encuentro muy serio por parte de los insulares con algunos goles que pudieron haberse evitado. El Cartagena que jugó con la segunda camiseta de la provincia marítima, cayó con justica en un encuentro que quedó sentenciado en la primera parte. Era la primera vez que el RCD Mallorca disputaba el trofeo aunque su filial ya participó en la edición de 1998, siendo por tanto el único conjunto que ha participado con su equipo principal y el filial.

XLIV CIUDAD DE CARTAGENA (2015)

Participantes: F.C. Cartagena (16º en el grupo IV de Segunda División B, permaneciendo tras superar en la promoción por la permanencia a la U.D. Las Palmas Atlético) y Albacete Balompié (14º en Segunda División).

F.C. Cartagena  0 – 0 (5-4) Albacete Balompié

Detalles: 15-08-2015; 21:00. Ante 2.214 espectadores.

Observaciones: El Carabela de Plata se quedó en casa tras superar el Cartagena la tanda de penaltis marcando los 5; Txiki el último de ellos y fallando Rivero por parte del Albacete. Gran encuentro del equipo local que dejó muy buenas sensaciones ante un Segunda División. El Padre Turpín, capellán del equipo, fue homenajeado antes del inicio del partido recibiendo una placa conmemorativa.

XLV CIUDAD DE CARTAGENA (2016)

Participantes: F.C. Cartagena (7º en el grupo IV de Segunda División B) y Al Rayyan (Campeón de la Liga de Qatar clasificándose para la fase de grupos de la Liga de Campeones de la Confederación Asiática de Fútbol).

F.C. Cartagena  2 – 0  Al Rayyan

Goles: 1-0; 28´ Juanlu Hens. 2-0; 47’ Chus Hevia.

Detalles: 14-08-2016; 20:00. Ante unos 3.000 espectadores.

Observaciones: Homenaje al exjugador Mariano Sánchez por su trayectoria en el club que jugó durante los primeros seis minutos. El Cartagena ganó con más facilidad de la esperada ante el campeón de Qatar en un partido con poco ritmo en el que tuvieron la oportunidad jugadores del filial.

11. Cartel de la edición número 45 (Fuente: Twitter FC Cartagena).

XLVI CIUDAD DE CARTAGENA (2017)

Participantes: F.C. Cartagena (4º en el grupo IV de Segunda División B, no ascendiendo tras superar al Alcoyano y caer en semifinales ante el F.C. Barcelona B) y Albacete Balompié (Campeón del grupo II de Segunda División B, ascendiendo a Segunda División tras perder en la eliminatoria de campeones contra el Lorca F.C. y superar en las semifinales al C.D. Atlético Baleares y en la final al Valencia C.F. Mestalla).

F.C. Cartagena  2 – 0  Albacete Balompié

Goles: 1-0; 39´ Óscar Ramírez. 2-0; 65’ Aketxe.

Detalles: 09-08-2017; 21:00. Ante 4.450 espectadores.

Observaciones: En esta edición se homenajeaba a Miki Roqué, futbolista albinegro muy querido, fallecido en 2012. Antes del partido tuvo lugar la inauguración de la puerta 2-22 que llevaba desde días antes su nombre. El encuentro dejó muy buenas sensaciones en el Cartagena ante un Albacete que mereció algo más.

XLVII CIUDAD DE CARTAGENA (2018)

Participantes: F.C. Cartagena (Campeón del grupo IV Segunda División B, perdiendo en la eliminatoria de campeones contra el C.F. Rayo Majadahonda. Superando al R.C. Celta de Vigo y perdiendo contra el Extremadura U.D. en la final) y C.D. Castellón (Subcampeón del grupo VI de Tercera División, ascendiendo a Segunda División B tras superar al C.D. Tropezón, U.E. Sant Andreu y al Club Portugalete).

F.C. Cartagena  1 – 1 (7-6) C.D. Castellón

Goles: 0-1; 21´ Máyor. 1-1; 33´ Aketxe (P.). Penaltis: En el F.C. Cartagena marcaron Aketxe, Orfila, Carrillo, Juan Moreno, Antonio López, Ismael y Queijeiro. En el C.D. Castellón marcaron Hicham, Acebedo, Juanjo, Yarik, Kilian, Castells y paró Joao Costa el último lanzamiento de Pablo Roig.

Detalles: 18-08-2018; 21:00. Alrededor de 3.500 espectadores.

Observaciones: Tras 14 penaltis el Cartagena se llevó el Carabela de Plata en un partido aburrido donde ambos equipos fueron muy conservadores. La actuación del equipo local, concretamente en el centro del campo, despertó dudas en parte de la afición.

XLVIII CIUDAD DE CARTAGENA (2020)

Participantes: F.C. Cartagena (Subcampeón del grupo IV Segunda División B, en la promoción de ascenso se superó en cuartos al Real Madrid C.F. Castilla y se perdió en semifinales contra la S.D. Ponferradina) y CSKA Moscú (4º en la Primera División de Rusia clasificándose para Liga Europa de la UEFA). En el momento de la celebración del partido el F.C. Cartagena era segundo del grupo IV Segunda División B y el CSKA Moscú era cuarto en su liga y ya había caído eliminado en la Liga Europa de la UEFA tras quedar cuarto del grupo K.

F.C. Cartagena  0 – 2  CSKA Moscú

Goles: 0-1; 31´ Vlasic Nicola. 0-2; 48´ Konstantin.

Detalles: 19-02-2020; 20:00. Ante unos 3.500 espectadores.

Observaciones: La primera vez que se juega el Carabela de Plata en un mes de febrero debido al mal estado del césped en verano de 2019 y la segunda vez que no se juega en el mes de agosto. La previsión era jugar el 10 de agosto de 2019 frente al Elche C.F. Lo recaudado en esta edición, como en los anteriores encuentros con el CSKA fue destinado a la Asociación del Futbol de Cartagena (AFCT), conformado por 30 clubes de fútbol base. En cuanto a lo deportivo, el CSKA se llevó justamente el partido haciendo lo justo mostrando gran eficacia, ante un Cartagena que dio la oportunidad a los menos habituales y también a jugadores del filial. No obstante, los locales dieron una buena imagen y a punto estuvieron de empatar antes del descanso.

12. Cartel anunciador de la edición número 48. (Fuente: Ayuntamiento de Cartagena).

XLIX CIUDAD DE CARTAGENA (2021)

Participantes: F.C. Cartagena (16º en Segunda División permaneciendo en la categoría) y Real Murcia C.F. (6º en el subgrupo B del grupo IV de Segunda B, quedando cuarto en el grupo IV en la fase de ascenso a Primera División RFEF, encuadrado por tanto en el grupo V de la Segunda División RFEF en la temporada entrante).

F.C. Cartagena  2 – 0  Real Murcia C.F.

Goles: 1-0; 34´ Rubén Castro. 2-0; 64´ Rubén Castro.

Detalles: 10-08-2021; 21:00. Sobre 4.000 espectadores.

Observaciones: Tras la no celebración del torneo en el verano de 2020 por la crisis sanitaria, se retoma el Carabela de Plata en 2021. Fue un encuentro entretenido donde hubo deportividad, aunque no fue igualado porque se notaron las dos categorías de diferencia. El Cartagena fue mejor en líneas generales frente al Real Murcia que aguantó bien en gran parte del partido y tuvo sus opciones. Se estrenó la nueva y atrevida camiseta blanquinegra titular del Cartagena. Tras muchas ediciones se vivía de nuevo el clásico del futbol regional. No se llegó al máximo de espectadores pese a la reducción de aforo a 5.205 por las obras del estadio y las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia. Hubo afición murcianista en el fondo norte alto.

L CIUDAD DE CARTAGENA (2022)

Participantes: F.C. Cartagena (9º en Segunda División) y Elche C.F. (13º de Primera División).

F.C. Cartagena  2 – 0  Elche C.F.

Goles: 1-0; 21´ Pablo Vázquez. 2-0; 36´ Alfredo Ortuño.

Detalles: 30-07-2022; 21:00. Ante unos 5.000 espectadores.

Observaciones: Excelente partido del Cartagena en las bodas de plata del Trofeo Ciudad de Cartagena ante un Primera División. Una exhibición del Cartagena que controló de principio a fin el choque dejando muy buenas sensaciones. El portero y capitán Marc Martínez se encargaría de recoger la Carabela de Plata de la quincuagésima edición. Los cartageneros vistieron la nueva segunda equipación blanca con la bandera marítima en el pecho. Era la primera vez que este torneo se celebraba en un mes de julio. Tanto en el cartel anunciador como antes del inicio del partido, se homenajeó a Gonzalo Verdú, exjugador albinegro.

13. Cartel anunciador de la edición número 50. (Fuente: Ayuntamiento de Cartagena).

Bibliografía:

Periódico Marca en la edición online de 2011 (primera edición) y 2022.

Periódico La Verdad de Cartagena (Hemeroteca online de La Verdad) en las ediciones de 2000, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2011 (primera edición y segunda edición), 2012, 2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018, 2020 y 2021.

Periódico La Opinión de Murcia en la versión de internet en las ediciones de 2007, 2009, 2011 (primera edición y segunda edición), 2012, 2014, 2015 y 2020.

Blog Goto Cartago: https://gotocartago.blogspot.com/ en la edición de 2008.

Periódico El Confidencial en la edición de 2009.

Periódico La Provincia de Las Palmas en la edición de 2009.

Periódico 7 Nova noticias en la primera edición de 2011.

Onda Regional de Murcia en las ediciones de 2018 y 2022.

Cadena Ser en las ediciones de 2018 y 2021.

Periódico Sportcartagena en las ediciones de 2011 (segunda edición), 2012, 2013, 2014, 2016, 2017, 2018 y 2021.

Periódico Murcia.com en las ediciones de 2012 y 2013.

Ilustraciones:

  1. Web del Ayuntamiento de Cartagena de 20-07-2022. Enlace: https://www.cartagena.es/detalle_noticias.asp?id=69403
  1. Periódico El Faro de Cartagena de 14-08-2009. Portada.
  1. Blog Crónicas deportivas de Cartagena de 31-07-2012. Enlace: https://cronicasdeportivasdecartagena.wordpress.com/2012/07/31/presentada-la-41a-edicion-del-trofeo-ciudad-de-cartagena-carabela-de-plata/
  1. Cartel de la edición número 45. Twitter FC Cartagena. Enlace: https://twitter.com/FCCartagena_efs/status/760055280130490368
  1. Cartel de la edición número 48. Ayuntamiento de Cartagena. Enlace: https://www.cartagena.es/detalle_noticias.asp?id=57688
  1. Cartel de la edición número 50. Ayuntamiento de Cartagena. Enlace: https://www.cartagena.es/agenda_ciudad_detalle.asp?id=2610



Entender el amateurismo olímpico

La leyenda oficial

El que lee la literatura general del deporte o los libros especializados que cuentan la historia olímpica puede constatar que todos los autores parten de lo que presentan como una evidencia: los Juegos olímpicos habrían sido reservados desde el comienzo a los amateurs. El movimiento olímpico habría sido estrictamente amateur desde los orígenes, y por lo tanto lo habrían sido también todos los campeonatos disputados en su seno desde la primera olimpíada de 1896.

La tesis de un amateurismo intrínseco al movimiento olímpico no aparece nunca ni documentada ni claramente demostrada. Se sugiere que los aristócratas fundadores no podían ser otra cosa que partidarios del amateurismo por razones de clase y se hace referencia a un supuesto y muy estricto reglamento del amateurismo (la «carta olímpica») sin presentar jamás la versión vigente de dicho texto.

La idea de que en 1894 las sociedades deportivas del mundo entero se dejaron convencer por Coubertin de la utilidad de «restablecer los Juegos bajo una forma moderna» y aceptaron dócilmente que un puñado de individuos desconocidos, sin mandato y sin legitimidad deportiva alguna, les impusieran drásticas condiciones de participación, ya es de por sí bastante sospechoso, salvo si se parte de esa otra «evidencia» igualmente insinuada según la cual los deportes vivían entonces la «era primitiva y pura del amateurismo» y el profesionalismo no pasaba de ser la práctica aislada de algunos tramposos.

Autores como Pierre Clastres, Paul Dietschy o Georges Vigarello parten de estos principios, que presentan bien envueltos en lo que se denomina hoy, en los estudios históricos, «representación», y que los autoriza a mezclar indistintamente en un mismo magma ideología, propaganda y hechos. Sin duda la «representación» que se tiene hoy en día de los Juegos es la de un amateurismo radical intrínseco, pero esa representación puede ser totalmente falsa, y su consideración, si es que presenta algún interés, no puede presentar consistencia alguna si no es posterior al descubrimiento y a la afirmación de los hechos que se dieron objetivamente en la época pasada considerada. Y esos hechos no son otra cosa que la historia reglamentaria real de las primeras décadas de los Juegos olímpicos.

Elementos que conducen a cuestionar la leyenda

Dentro de la literatura olímpica reciente, la revista de Conrado Durántez «Pierre de Coubertin, el humanista olímpico» constituye una excepción. Figuran allí algunas citas y unas cuantas observaciones que rescatan la verdad de la obra, oponiendo la perspectiva popular y universalista francesa de Coubertin a los reglamentos rancios del atletismo aristocrático inglés. Esta publicación me abrió la vía a la investigación sobre estos temas. Se impuso una idea clave: los reglamentos deportivos son hechos históricos objetivos por excelencia; determinan la naturaleza de una competición.

No pueden no llamar la atención de los investigadores las declaraciones que el propio Coubertin se empeñó en difundir en los últimos años de su vida. El creador de los Juegos hizo lo imposible para deshacerse de lo que él mismo llamaba «la leyenda del amateurismo», respondiendo sistemáticamente a la prensa cosas como esta: «No me haga reír con el tema del amateurismo. Nunca hubo amateurismo en los Juegos olímpicos y no hay la menor referencia a este asunto en el juramento que yo redacté.» Y es cierto. Como puede verificarse en las sucesivas cartas olímpicas que el sitio del Comité Olímpico Internacional pone a disposición del público, un juramento sin la menor alusión al amateurismo rigió hasta 1930.

La lectura de las Memorias olímpicas de Coubertin deja muy claro que si el tema del amateur/profesional se planteó en el Congreso fundador de 1894 fue con la intención de que desapareciera solo al cabo de pocos años. Y también que desde comienzos del siglo veinte el padre de los Juegos consideró la regla del amateurismo a la vez imposible y socialmente caduca. Las encuestas internacionales que organiza el Comité Internacional en 1904, y más ampliamente en 1909, cierran definitivamente el tema.

«No hay, escribe Coubertin, ninguna solución posible. Ni en un mismo deporte en diferentes países, ni en un mismo país en diferentes deportes, es posible destacar un consenso mínimo que permita establecer una definición general y aplicable del amateur.» Lo que remata el asunto es la posición de los dirigentes ingleses encargados de responder a la encuesta para su zona: instituciones tan prestigiosas e ineludibles como el Jockey Club o el Yacht Club consideran que sus máximos profesionales constituyen el más acabado modelo del amateurismo gentleman.

Los hechos resultan de la fuerza del profesionalismo aristocrático de la época. Todos los deportes de la elite se encuentran altamente profesionalizados: la equitación y las carreras de caballos, claro está, pero también la vela, la esgrima y el tiro. Y uno se pregunta entonces ¿qué sentido podía tener que, en nombre del aristocratismo, se reglamentara un «amateurismo estricta» totalmente a lo opuesto de las prácticas de las clases dominantes.

Y de hecho, cuando se consultan los votos (puntos de vista sin valor de ley) emitidos por el primer Congreso olímpico de La Sorbona (1894) aparece muy directamente expresada la sugerencia de no aplicar el amateurismo a las disciplinas aristócraticas principales (esgrima, vela, equitación, tiro a la paloma) y para las demás (ciclismo, fútbol, tenis, natación, gimnasia, etcétera) la de favorecer el asalariamiento de los deportistas en nombre de un esquema capitalista patronal y desalentar el reparto directo de las recaudaciones. Unica excepción: los concursos atléticos atléticos propiamente dichos (carreras, saltos y lanzamientos del atletismo), para los cuales el congreso pide que «se tienda en lo posible» a la amateurización.

El cuestionamiento

Tengo en casa un libro en dos tomos publicado por L’Équipe, titulado «Les Jeux Olympiques». Leo en el capítulo dedicado a la olimpiada de París de 1924 una entrevista que L’Auto realiza a Coubertin al cerrarse la edición. Saliendo de la reunión del Comité Internacional, el Barón declaró: «Los ingleses quieren vernos volver a abrir el tema del amateurismo, caduco desde hace ya veinte años». Y más adelante la idea radical frecuentemente expresada en los escritos autobiográficos de Coubertin: «resucitar la momia del amateurismo es arrebatar los poderes legislativos que de derecho pertenecen a las federaciones internacionales». ¿Cómo, después de haber leído estas cosas, puede creerse en la leyenda del amateurismo olímpico?

Sumamente esclarecedora es también la lectura del informe olímpico oficial de la segunda olimpiada organizada en París en 1900, elaborado por la USFSA francesa creadora de los Juegos. Hasta en atletismo se organizan pruebas de profesionales y se otorgan títulos de «campeón del mundo de profesionales». Prácticamente todas las grandes disciplinas cuentan con campeonatos calificados «profesionales» cuyo reglamento autoriza la participación de todas las categorías. Para colmo, se distribuyen masivamente premios en dinero particularmente consecuentes en tiro, bochas, automovilismo y ciclismo.

Ahí tenemos históricamente marcada, cinco años después de la fundación del movimiento, la caducidad del tema. Y planteado el misterio que corresponde resolver: ¿cómo se establecieron verdaderamente las condiciones de admisión de los deportistas a los Juegos olímpicos tanto en el momento de la fundación del movimiento como en las ediciones que siguieron? En otros términos: ¿cómo funcionó el poder legislativo internacional de los Juegos olímpicos entre 1894, fecha de la fundación, y el momento eventual de su transformación sustancial?

La invitación al Congreso de 1894, base de interpretación

El Congreso Internacional del deporte convocado por Coubertin para restablecer los Juegos olímpicos fue patrocinado por tres comisarios: uno francés, Coubertin, por Europa continental; un inglés por el Imperio británico; un estadounidense por todo el Continente americano. Se selló así la fórmula mundialista del olimpismo pionero: Europa más América.

Coubertin envió la invitación en 1893 a una gran cantidad de sociedades del mundo incluyendo Sudamérica, América Central, Oceanía y Rusia. El reglamento de la invitación fija la estructura de poderes del futuro movimiento. La disposición clave dice así: «El Congreso está habilitado a emitir puntos de vista sobre todos los temas que se le someten, pero no leyes internacionales». Dichos temas estaban bien especificados en la parte «programa» de la invitación: los reglamentos propiamente técnicos de las disciplinas aceptadas y el asunto clave del amateur/profesional. Sobre este último asunto, quedaba bien especificado en la invitación que los comisarios se posicionaban con neutralidad, negándose a pronunciarse en favor de una regla general.

¿Qué significaba el principio legislativo fundador definido por Coubertin y reafirmado en los debates de la Comisión de los Juegos que preparó las decisiones del Congreso? Que las leyes internacionales del deporte -reglamentos técnicos y condiciones de admisión serían decididas libremente por las autoridades propiamente deportivas. Que estas autoridades podrían «seguir o no» los puntos de vista del Congreso olímpico. Y que en consecuencia, los torneos olímpicos dentro de una misma edición podrían ser reservados a los amateurs o plenamente abiertos, en función de lo que decidieran las autoridades legítimas del sector. Como se ve, no se apuntaba a ninguna obligación general sino a instaurar un marco de carácter liberal y democrático.

Adelantemos que esta estructura, que llamaremos aquí «era de los votos», fue cuestionada por primera vez en 1925, reactivada en 1927, vigente en todas las ediciones olímpicas hasta la de 1928 inclusive, y definitivamente liquidada por el Congreso olímpico reunido en Berlín en 1930 bajo la presidencia del conde belga Baillet-Latour y liderazgo británico.

Cuestiones de gramática y de terminología

Importa aclarar ciertos términos utilizados en aquella la época para entender el valor exacto de las decisiones que se adoptaban en el marco complicado del evento olímpico.

«Puntos de vista», decía Coubertin. «Votos» dicen las actas del congreso fundador publicadas en el boletín número 1 del Comité Internacional.

Es que entre 1894 y 1950, los dirigentes deportivos, y no solo los olímpicos, adoptaban decisiones de valor diferente. Los «votos» eran simple expresión de un punto de vista, sugerencias sin valor de ley, reglas no aplicables, a considerar o no. Las leyes, en cambio, eran decisiones efectivas, reglas aplicables y obligatorias.

En los informes olímpicos, los votos del congreso se denominaban «Reglas generales», significando entonces el término «general» que las sugerencias del Congreso se referían a todos los deportes. Al mismo tiempo, la verdadera ley internacional se denominó «reglamento deportivo», siendo el término «reglamento» sinónimo de ley efectiva.

Los dispositivos olímpicos se presentan al lector como una seguidilla de reglas incoherentes: primero las reglas generales, luego las leyes deportivas verdaderas que generalmente las contradicen. Visto desde hoy, la comprensión del conjunto de los textos parece imposible. Pero en aquella época, todos sabían diferencias las «reglas generales» sin valor, y los «reglamentos», verdadera ley deportiva.

Hay que entender también la lógica de la redacción: se anotaban todas las propuestas siguiendo el orden temporal, partiendo de las comisiones olímpicas hasta las autoridades deportivas, partiendo de los votos para llegar a la ley. Es la clave de la gramática deportiva de la época. Y esa clave aparece incluso dentro mismo de los reglamentos deportivos, como una manera de establecer consensos. De ello resulta muchas veces una contradicción entre la aparente orientación de un texto y su perspectiva concreta.

Así por ejemplo, los reglamentos de la equitación solían proclamar el amateurismo pero definir al amateur como un gentleman a caballo, es decir, incluyendo dentro de la definición a los jockeys más profesionalizados. Igualmente, en el mundo entero del fútbol, apareció a partir de 1915 una ley que, después de proclamar el principio inviolable del amateurismo puro, autorizaba el empleo de los jugadores por los clubes, sin límite de cantidad, y con la sola condición de que el salario percibido no correspondiera al pago del partido del fin de semana («servicio deportivo»). Como lo que se pagaba en realidad era la disponibilidad del jugador-empleado para los entrenamientos de la semana -entrenamientos que le impedían trabajar en otra parte-, lo que se instauraba era el profesionalismo masivo del futbolista-empleado de club mucho antes de lo que se denomina «era profesional». El dispositivo se acompañaba de disposiciones anexas que iaseguraban la protección de los planteles asalariados y fundaban lo que se denomina hoy «sistema de pases».

La Historia que siguió

La regla fijada por Coubertin en 1894 limitando el poder olímpico a emitir puntos de vista se perpetuó de congreso en congreso, afirmándose en 1909, después de las encuestas internacionales. Esta perpetuación duró 1925. Entonces, a iniciativa de los dirigentes de los países monárquicos de Europa (Gran Bretaña, Bélgica, Dinamarca, Holanda y Suecia), apoyándose en la federación internacional de atletismo y aprovechando la partida de Coubertin, el congreso olímpico reunido en Praga votó la gran regresión.

Importa destacar los pasos que necesitó, y que figuran muy explícitamente en las actas del congreso. Primero fue necesario abrogar el principio fijado en 1894. Se votó pues el derecho del congreso a fijar la ley internacional en materia de amateurismo. Segundo, se aprobó el Código del amateurismo que prohibía en adelante la participación de los atletas profesionales y de los no profesionales que recibían salarios de compensación. De esta manera, se cerró la puerta a los deportistas de origen popular, y a los deportes populares como el fútbol, el ciclismo y el tenis.

La medida promovida por Lord Cadogan -conocido militar inglés de los servicios especiales durante la Guerra de los Bóeres en Sudáfrica- apuntaba a poner a la FIFA de rodillas. En París, el fútbol se había convertido en la primera disciplina olímpica, duplicando las recaudaciones del atletismo y con un éxito de público infinitamente mayor. Esto, para los nuevos aristócratas del Comité Internacional, no presagiaba nada bueno. Se insinuaban las ambiciones olímpicas de Rimet y la exigencia de que el fútbol obtuviera, dentro mismo del Comité, una representatividad proporcional a su fuerza objetiva.

Tres federaciones se opusieron al Código amateur de Praga. El ciclismo anunció que no resistiría pero también que no respetaría la regla y anotaría a sus corredores como amateurs sea cual fuera su estatuto real. El tenis, radicalizado, se fue de los Juegos en 1926. Rimet, hábil maniobrero, hizo votar por el Congreso de la FIFA todas las disposiciones que anulaban el Código de Praga: compensaciones para los deportistas viajeros, libre composición de los seleccionados, y hasta posibilidad de recalificar a un profesional como amateur en caso de traba.

En mayo de 1927, Rimet impuso un chantaje: o el COI aceptaba el abierto del fútbol como en 1924 o no iba a los Juegos de Amsterdam. En agosto, contra la resistencia inglesa, Baillet-Latour cedió. Rimet aprovechó entonces para publicar un reglamento provocador que imponía a las asociaciones el pago de salarios olímpicos a todos sus jugadores, amateurs o profesionales, desde el inicio del viaje de partida hasta el día del regreso a casa. Nunca un campeonato olímpico fue tan reglamentariamente profesional como esa vez.

La victoria de Rimet fue de corto plazo. En 1930, en Berlín, los británicos impusieron definitivamente el Código contra los deportistas asalariados.

Paradojas de la historia en lo que se refiere al fútbol

A partir de 1936 la FIFA volvió a los Juegos. No se plegó realmente a la obligación legal de amateurismo. Los equipos pudieron presentar selecciones de profesionales B. Siguió lo que todo el mundo sabe: el copamiento del campeonato olímpico de fútbol por los falsos amateurs de los países del Este.

Pero la historia que interesa aquí es la anterior. Entre 1896 y 1928, bajo la era liberal de los votos, se organizaron cinco campeonatos de fútbol olímpico. Y lo que determinó su valor -abierto supremo o amateur rebajado- no fue ninguna «regla general estricta» sino el reglamento propiamente futbolístico.

Los sucesivos reglamentos son consultables: para 1908, 1912 y 1928, en los informes oficiales disponibles en bibliotecas en línea (LA84); para 1920 y 1924, en los boletines específicos disponibles en la biblioteca suiza ReroDoc. Su contenido no fue determinado por ninguna prescripción olímpica. Fue libremente futbolístico. Mandó la presidencia de la FIFA que ejercía su poder sobre el fútbol de Europa.

En 1908, 1912 y 1920, la presidencia inglesa, aliada a las asociaciones monárquicas de Inglaterra, Suecia y Bélgica, supo imponer la reserva de los campeonatos a los amateurs, a lo opuesto del modelo abierto del British Home Championship. En 1924 y 1928, la nueva dirección francesa del fútbol, con Rimet presidente de la FIFA, impuso el abierto universal.

Se observa pues un movimiento de contrarios. Bajo liberalismo olímpico, el fútbol se cerró, amateurizándose. Y cuando el marco olímpico se amateurizó, el fútbol afirmó la única opción internacional válida: el abierto. Cuando las puertas olímpicas se cerraron de modo definitivo, Rimet decidió sacar el campeonato internacional de fútbol de un marco que ya no convenía. Fue para salvar y perpetuar el campeonato mundial olímpico en su forma abierta que Rimet creó el campeonato del mundo independiente, cuya primera edición se jugó en 1930 en Montevideo.




La problemática de las reglas de juego del fútbol

Introducción

Con este documento pretendo justificar la necesidad urgente de revisión de las Reglas de Juego de Fútbol para que estas se alineen con el espíritu y la lógica del juego, que son los fundamentos esenciales sobre los que el juego está instituido.

Primero hare una disertación académica, si se quiere filosófica, para señalar el fin o propósito del juego como actividad humana, es decir, su razón de ser fundamental, que no es otro que, el desarrollo humano.

Luego, afirmaré que. para que el deporte produzca desarrollo humano, deberá estar fundamentado por unos principios fundantes, los cuales mostraré para el caso particular del fútbol, lo que he denominado espíritu del/de Juego.

Enseguida, haré la conexión con el desarrollo lógico de los principios, que es lo que nos debe orientar sobre la estructura y redacción de las Reglas de Juego.

Para terminar, expondré varios casos que me sirven para argumentan que las Reglas de Juego actuales no concuerdan con el espíritu y la lógica del juego.

La razón de ser del fútbol

Para desarrollar mi idea partiré planteando las preguntas: ¿cuál es nuestro destino?, en otras palabras, ¿cuál es el propósito de nuestra existencia?

Las respuestas de estas preguntas las podemos abordar desde el concepto de fin último expuesto por Aristóteles en su Ética a Nicómaco. Para Aristóteles, los actos humanos, es decir, las acciones voluntarias, libres y conscientes que realiza una persona, tienen fines definidos en sí mismos, y que estos persiguen un fin supremo, un fin último, la felicidad, lo que en la filosofía griega se denomina Eudaimonía, que junto con la Areté y la Phronesis, son los conceptos centrales de la ética y la filosofía política de los griegos.

Que la felicidad sea el propósito de nuestra existencia no se discute, lo discrepante es poder definirla y determinar cómo se puede lograr.

Solo para establecer una plataforma conceptual que sea base para nuestra ponencia, diremos que, para nosotros, la felicidad es la consecución de todos nuestros fines (o anhelos) con actos orientados por la sabiduría y la virtud, permitiendo que otros también puedan obtener los suyos. Así, podemos colegir que, la felicidad es un bien individual que solo se puede lograr de manera colectiva, y como fin último, todas nuestras acciones deberán estar dirigidas para conseguirla.

Ahora bien, ¿cómo podemos ser felices?; nosotros respondemos de una manera simple y precisa, siendo humanos. Nos preguntarán entonces, ¿es que acaso no somos humanos? Esta pregunta se puede responder desde dos perspectivas: no lo somos desde la especie y podemos serlo desde el ser.

El hombre como especie pertenece al reino animal, somos de la especie humana. Como animales que somos, nuestra existencia está regida por la sobrevivencia, diríamos entonces que, desde la especie, nuestro fin último es sobrevivir, es decir, mantenernos vivos. Para esto, solo nos bastarían las herramientas que nos provee la naturaleza como a todos los animales, los instintos.

Para no adentrarnos más en la teoría de los instintos, en este caso de los instintos humanos, diremos para limitar la exposición, que estos no son suficientes para alcanzar la felicidad, es más, podrían ser contraproducentes en este propósito si no son conducidos de manera conveniente desde el ser.

Desde el ser, es decir, mirado desde sus actos humanos, el hombre no es humano per se. Desde el ser, un ser humano es aquel que es capaz de llevar a cabo todas sus acciones de manera voluntaria, libre, consciente y virtuosa. Como esto no se nos da de manera automática por la especie, debemos adquirirlo, pero, ¿cómo?

El único medio que nos puede llevar a ser humanos desde el ser, es la formación, entendida como el efecto de formar o formarse.

A nuestro modo de ver, parecería que hay un hilo conector entre los conceptos de la Paideia Griega del mundo socrático, el Bildung de la ilustración y la Formación Integral contemporánea; quizás conociendo, interpretando, comprendiendo y conjugando adecuadamente estos conceptos, suponemos que podríamos llegar a una definición más o menos completa de formación.

En esta exposición nos conformaremos con decir que, la formación es un proceso que dura toda nuestra vida, que inicia desde que nacemos en un núcleo familiar y que luego es impactada por los grupos sociales en los que participamos. Dado que la formación es la que nos hace humanos y es un proceso que ocurre a lo largo de la vida para ser felices, hemos convenido que su efecto se evidencia en lo que llamamos desarrollo humano. Así entonces, afirmamos que lo formativo es toda acción intencionada para producir desarrollo humano.

Por lo anteriormente expuesto, podemos afirmar qué, todas las acciones humanas pertinentes, deben estar encaminadas a contribuir al desarrollo humano individual y colectivo del hombre especie para que pueda lograr el propósito de su existencia, ser felices.

Es en este sentido que el deporte debe ser valorado, como productor de desarrollo humano y no como productor de riqueza material, solo para ello es pertinente e indispensable en nuestra vida, y para nada más.

Los principios fundantes del fútbol y su lógica de juego

Para que el deporte produzca desarrollo humano debe seguir unos principios que le garanticen esta función social, estos, son los pilares que lo sustentan y le dan sentido.

Para el caso particular del fútbol, a estos principios los hemos llamado el espíritu del juego o espíritu de juego. Así, el juego de fútbol, como productor de desarrollo humano, está orientado por los principios que le dan sentido y carácter:

  • Sencillo: Entendido y jugado por todos sin dificultad.
  • Lúdico: Divertido para jugarlo y para verlo jugar.
  • Seguro: Jugado sin correr riesgos.
  • Promotor de valores: Jugado en un ambiente social de justicia, honestidad, respeto y empatía.
  • Universal: Jugado igual y con las mismas normas en todo lugar.

Conectado con el espíritu de juego está la lógica del juego, que es la manera como debe desarrollarse el juego para garantizar el cumplimiento de sus principios. La herramienta que tenemos disponible para lograrlo son las Reglas de Juego.

Las Reglas de Juego hoy día, según mi percepción y concepto, han tomado un rumbo equivocado, porque su direccionamiento de intencionalidad está determinado más por intereses materiales que por los principios fundamentales señalados.

Argumentaré esta aseveración con algunas observaciones puntuales de la realidad hechas desde los principios:

Jugarlo ya no es tan sencillo, ahora  ya no se juega en cualquier lugar como antes, porque, ha sido erradicado de las calles y, las canchas no son de libre acceso, obligando a los niños a practicarlo (ya no a jugarlo) solo en escuelas deportivas; sumado a lo anterior, las Reglas de Juego actualmente son tan complejas que solo las entienden los expertos y precisan de máquinas para aplicarlas, es por esto, que el fútbol está dejando de ser un deporte de práctica popular, humanizado, y pareciera que está orientado hacia una élite especializada para fortalecer la industria del espectáculo, contraviniendo su verdadera razón de ser.

El juego dejó de ser lúdico, ahora es un negocio, por ello, los niños acuden a las escuelas deportivas no para jugar sino para ser futbolistas profesionales con la ilusión de ganar mucho dinero, y los equipos, son ahora empresas que producen un espectáculo para la venta. En este ambiente, el éxito es el objetivo primordial de todos sin importar el qué y el cómo para conseguirlo, pero, paradójicamente, cada vez es más pobre el espectáculo que se ofrece, porque el juego defensivo es el que impera en los partidos.

Aparentemente el juego es seguro de jugar, sin embargo, como la victoria se ha vuelto el objetivo primordial del juego, los jugadores pueden estar en riesgo en circunstancias en las que se pretende obtenerla o mantenerla sin miramientos. Hay muchos ejemplos lamentables en los que jugadores ponen en riesgo su propia integridad o la de otros para defender su meta o vulnerar la adversaria.

Si bien en el discurso se hace promoción de valores, en la práctica no son observados intrínsicamente, porque la victoria está por encima de ellos. Los ejemplos de esto también abundan, quizás el más repetido por los jugadores, es la intención de engañar a los árbitros induciéndolos a sancionar una infracción simulando haber recibido una falta de castigo al adversario, o hacerles detener el juego para apaciguar el ímpetu del ataque de los adversarios.

Las Reglas se aplican con enfoques distintos en cada lugar, no hay una unidad de criterio, así lo podemos corroborar cuando miramos distintas competiciones, dejaron de ser universales para ser particulares dependiendo de la competición.

En consecuencia, si no se siguen los principios fundamentales, la lógica del juego es afectada gravemente. Esta afectación ha tergiversado al juego, tanto, que está conduciéndolo a ser inviable. Me dirán pesimista por esta afirmación, pero si analizamos la realidad con visión prospectiva, esa sería la conclusión.

Para sustentar tal afirmación expondré algunos ejemplos:

La lógica indica que, si el tiempo de juego no se detiene desde el inicio hasta el final del periodo de juego, entonces el juego no debería interrumpirse, o al menos, las interrupciones deberían ser mínimas, para que el juego tenga efectivamente la duración estipulada. Las mediciones que se hacen del tiempo que dura el balón en juego en un partido, comprueban que no sobrepasa los 45 minutos, es decir, realmente se juega apenas la mitad del tiempo estipulado, porque en la otra mitad el balón permanece fuera de juego por las infinitas interrupciones. En la práctica observamos, que los jugadores realizan acciones con balón en juego para cortar el juego o acciones con balón fuera de juego, que buscan en ambas circunstancias, disminuir el tiempo del balón en juego y/o en disputa. Esto lo pueden hacer porque las Reglas se lo permiten.

La lógica del juego nos indica que, los equipos deben jugar siempre a ganar, pero en la práctica vemos, que la mayoría de ellos juegan es a no perder, fórmula que muchas veces les permite ganar, es algo ilógico, que solo sucede en el fútbol porque las Reglas lo permiten.

La lógica somete a los jugadores a jugar de manera honesta, es decir, leal y sin trampas, pero las Reglas les permiten realizar acciones desleales y tramposas sin que reciban un castigo drástico o al menos proporcional al daño que causan.

La lógica nos indica que, lo punible de la mano y el brazo, es que los jugadores lo utilicen para jugar el balón intencionalmente, es decir, llevarlo o golpearlo a voluntad, por tanto, no deberá ser punible jamás una acción en la que el jugador toque el balón con la mano o el brazo de manera involuntaria o sin intención, hoy los jugadores se ven forzados por las Reglas a disputar el balón de una manera antinatural amarando sus brazos a la espalda, limitando la fluidez biomecánica de sus movimientos.

La lógica nos señala que, el balón estará en juego en todo momento desde que se inicia el juego hasta que este finaliza, excepto en dos circunstancias: cuando abandona el terreno de juego por una línea de banda o una línea de meta, o cuando el árbitro detiene el juego para sancionar una infracción o por una causa de interferencia externa del juego. En consecuencia, la misma lógica determina para cada caso, la manera de poner nuevamente en juego al balón, en su orden: una reanudación (saques), un castigo (tiros) o un balón a tierra. Aunque las Reglas lo mencionan, no está claramente determinada las diferencias lógicas que existen entre cada caso. También en este caso, la lógica indica que, para que el balón esté en juego luego de una reanudación, éste debe ser tocado por un jugador distinto al ejecutante, por tanto, desde una reanudación no debería poder anotarse un gol. Las Reglas de hoy erróneamente lo permiten

Un absurdo legislativo es el siguiente. Está reglado que un gol es válido siempre que se cumplan tres condiciones: el balón deberá estar en juego, el balón deberá traspasar la meta y el equipo que anota no habrá cometido una infracción. Pues resulta qué, si un guardameta que ha atrapado el balón en juego lo lanza con tanta fuerza con la mano y atraviesa la meta adversaria no es gol. Pues es una contradicción normativa, porque, se cumplieron las tres circunstancias para que el gol sea válido. Pero el absurdo normativo se magnifica cuando, si por cualquier circunstancia en la misma situación el guardameta mete el balón en su propia meta, le decretan gol en su contra.

Otra contradicción normativa es la siguiente. La Regla impide que los jugadores puedan jugar el balón con las manos, solo le es permitido hacerlo al guardameta en su propia área penal, resulta ser una contradicción entonces, que los jugadores puedan poner en juego el balón con las manos, tal como lo hacen desde el saque de banda.

Una reflexión lógica que podemos hacer es la siguiente. Si un jugador comete una infracción cuyo propósito es frustrar un ataque prometedor o una ocasión manifiesta de gol, ¿por qué la Regla no restauran lo que se ha frustrado?, que sería lo justo.

Otra reflexión. Cuando se redactaron las primeras Reglas de Juego unificadas del fútbol en 1863, estas solo eran 13 normas que estaban escritas en 13 párrafos que cabían en una página de una hoja, hoy, se han complejizado tanto que su texto ocupa 248 páginas, son 124 hojas, ¡por Dios!, son tantas normas que solo los expertos las pueden interpretar y entender, pero muchas veces incluso, con diferencias conceptuales entre ellos. Lo más grave, es que la tendencia es que a medida que pasa el tiempo las normas aumenten cada vez ¿Hasta dónde van a llegar? ¿Dónde está el principio de sencillez?

Una última reflexión. La tendencia arbitral es sancionar todo para satisfacer la supuesta exigencia de cero errores, lo que ha llevado a aumentar en manera desmedida al equipo arbitral y a acudir a la ayuda de las máquinas. Pero consecuente a ello, ha aparecido el fenómeno de los jugadores intocables que se tiran al piso por cualquier contacto que tienen con otro jugador como si el fútbol no fuera un deporte de contacto, nos preguntamos entonces, ¿podrá ser viable el fútbol de cero errores arbitrales y jugadores intocables?

Conclusión

Considero que he dado muchos argumentos para sustentar mi tesis que las Reglas no siguen la lógica del juego y, por tanto, precisan de una revisión profunda, estructural, para no continuar el camino de la casuística dando soluciones a situaciones aisladas, las que además muchas veces son equivocadas.

Estas y otras reflexiones han surgido en mi trabajo teórico-práctico de mi labor académica que me han servido para construir un mapa lógico del juego, el cual, aplicado convenientemente, es una herramienta poderosa en el trabajo de restructuración de las Reglas de Juego, para que estas se alineen con los conceptos de principios y lógica del juego.

Pongo a disposición de las autoridades mundiales del fútbol el mapa lógico en mención, para que sea usado en la restructuración que de manera urgente precisan las Reglas de Juego para dar las soluciones apropiadas y pertinentes de las problemáticas que hoy tiene ¡el deporte rey!

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Resumen estadístico de todas las temporadas del FC Barcelona XXVII. Temporada 1925-1926

RESUMEN DE LA TEMPORADA: 1925 – 1926
TODAS LAS COMPETICIONES RELEVANTES JUGADAS EL CAMPEONATO NACIONAL DE LA COPA DE ESPAÑA        ·S. M. Rey Alfonso XIII· Podían partipar algunos de los Subcamp. Regionales, y que fue vigente hasta: 1928. EL CAMPEONATO NACIONAL DE    LIGA CATALÁN DE       1RA. ·CATEGORÍA·         Aplazado su inicio en 4 meses, mantuvo a los 8 Equipos y se Clasificó para jugar la: Copa. TOTAL DE LOS PARTIDOS DE COMPETICIÓN Y QUE YA SON CONSIDERADOS ·OFICIALES· ·2DA.· EDICIÓN Y LA ÚNICA, DE LA COPA CATALUÑA EDICIÓN DE ·1925·                El Barça no la jugó al estar el Equipo Sancionado y tener su Campo Clausurado 6 meses. EL CAMPEONATO NACIONAL DE CATALUÑA DE      LOS EQUIPOS DE ·RESERVAS·           Y que fue no Oficial. LOS TROFEOS MENORES, LAS COMPETICIONES NO OFICIALES Y LOS PARTIDOS   ·AMISTOSOS· TODOS LOS TOTALES GENERALES ·FINALES·
LOS TÍTULOS CONSEGUIDOS Y FUE CAMPEÓN (7ª) Y FUE CAMPEÓN (15º) Y LOS TOTALES = 2 Y ESTÁ SANCIONADO IGN. CLASIFIC. FINAL FUERON DIVERSOS ACUMULADOS = 26
Y LOS JUGADORES Partidos Goles Partidos Goles Partidos Goles Partidos Goles Partidos Goles Partidos Goles Partidos Goles
Domènec CARULLA i Bertrán «Minguet» 8 1 13 1 21 2 · · · · 14 · 35 2
Emili Enric Raimundo «SAGI» i Liñán «Sa. Barba» 6 5 14 6 20 11 · · · · 14 6 34 17
Emyl WALTER Buckhard «Emilio» ‘Sarg. Ejer. Ale.’ 8 · 13 · 21 · · · · · 13 · 34 ·
Ramón TORRALBA Larraz «La Vieja» 7 · 14 · 21 · · · · · 13 · 34 ·
Ferenc «Franz» PLATTKÓ Kopiletz «El Oso rubio» 8 · 13 · 21 · · · · · 12 · 33 ·
Josep «Pepe» PLANAS i Artés ‘Fund. Vet. Ciudad’ 8 3 12 1 20 4 · · · · 10 4 30 8
Agustí SANCHO i Agustina «Agustinet» 8 · 14 · 22 · · · · · 8 · 30 ·
BALDIRI ELIAS i Parés 1 · · · 1 · · · 14 1 14 · 29 1
Vicenç PIERA i Pañella «La Bruja» 7 3 14 2 21 5 · · · · 7 1 28 6
Paulino ALCÁNTARA Riestra «Rompe Redes» 6 3 14 4 20 7 · · · · 7 7 27 14
Patrici ARNAU i Pericas ‘Pad. de Patri. Arnau Ga.’ 4 2 12 11 16 13 · · · · 9 4 25 17
Salvador MARTÍNEZ i SURROCA 2 · 3 · 5 · · · 8 · 10 · 23 ·
Antoni GARCÍA i García «Muere de Apendicitis» 1 1 · · 1 1 · · 8 1 13 3 22 5
Manel Parera i Penella «PARERA I» «Electricista» 2 · 1 · 3 · · · 6 4 13 1 22 5
Francesc COMA i Vives ‘Sold. en el RIF – Marrue.’ · · · · · · · · 11 · 11 · 22 ·
Ramon ‘Ramonet’ LLORENS i Pujadas · · 1 · 1 · · · 8 · 12 · 21 ·
Pere PONSÀ i Sala · · · · · · · · 12 2 9 3 21 5
Josep SAMITIER i Vilalta «Sami, el Mago» 5 8 10 7 15 15 · · · · 5 3 20 18
Héctor Pedro SCARONE Beretta «Rasquetita» · · · · · · · · 3 6 17 15 20 21
Josep ESCAICH i FORTIS «Fue Directivo» · · · · · · · · 12 3 6 3 18 6
Francesc JUST i /..?../ 2 1 2 · 4 1 · · 4 · 7 2 15 3
Andreu BOSCH i Girona ‘Pad. de And. Bosch Puj.’ 1 · 1 · 2 · · · 4 · 8 · 14 ·
/..?../ OLLÉ i /..?../ · · · · · · · · 8 1 6 · 14 1
Joan BORRÀS i CASTELLÀ · · · · · · · · 9 · 5 · 14 ·
Manuel BESSAS i /..?../ · · · · · · · · 11 · 3 · 14 ·
Rafael Musterós i Bori «MUSTERÓS I» ‘Her. Rica.’ 2 5 3 2 5 7 · · · · 7 5 12 12
Francesc Viñals i Bou «VIÑALS I» «Viñalets» 1 · · · 1 · · · 7 · 4 · 12 ·
Enrique GOIRI Revilla · · · · · · · · 5 3 4 · 9 3
Joan RAMON i Pera «1º Dinastía de Futbolistes» · · · · · · · · · · 8 9 8 9
A. Serra i /..?../ «SERRA I» · · · · · · · · 1 · 6 · 7 ·
Ramón Parera i Penella «PARERA II» ‘Her. Manel’ 1 · · · 1 · · · 5 1 · · 6 1
Ramon BRUGUERA i Álvarez · · · · · · · · 3 · 3 · 6 ·
Alfred VEY i Jarrà · · · · · · · · 6 2 · · 6 2
Antoni Serafín Cristóbal LÓPEZ i LASALVIA · · · · · · · · · · 5 · 5 ·
/..?../ ORTÍ i /..?../ · · · · · · · · 2 3 2 1 4 4
Antoni DORDAD i Plana · · · · · · · · · · 4 · 4 ·
/..?../ COSTA i /..?../ · · · · · · · · 2 1 1 · 3 1
Jaume HOSPITAL i Gallego · · · · · · · · 2 · 1 · 3 ·
Jaume SAMÀ i Casas · · · · · · · · · · 3 · 3 ·
Eugeni Sancho i Agustina «SANCHO II» ‘Her. Agu.’ · · · · · · · · · · 3 · 3 ·
/..?../ LOBERA /..?../ · · · · · · · · 2 · · · 2 ·
Josep SASTRE i Perciba ‘Fichado por una Tribuna’ · · · · · · · · · · 2 3 2 3
E. Serra i /..?../ «SERRA II» · · · · · · · · · · 2 · 2 ·
/..?../ BORRELL i /..?../ · · · · · · · · · · 2 · 2 ·
/..?../ RODRÍGUEZ /..?../ · · · · · · · · 1 · · · 1 ·
Josep PUJADAS i /..?../ · · · · · · · · · · 1 1 1 1
José Carlos CASTILLO García-Tudela · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Josep Climent GRÀCIA i BOSCH · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Carles Casanovas i Riu ‘CASANOVAS I’ ‘He. Miquel’ · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Ramon CAMPINS i Serra · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Ricard Musterós i Bori «MUSTERÓS II» ‘He. Rafael’ · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Manuel ESTRADA i Girbau · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Joan MELLADO i Serra · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Antoni DOMINGO i /..?../ · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Rosendo FUSTER i /..?../ · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
V. ELÍAS i /..?../ · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
/..?../ ROMAGUERA i /..?../ · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
/..?../ GISPERT i /..?../ · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
/..?../ CAPELL i /..?../ · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
MIQUEL PEIRÓ i /..?../ (Club Esportiu Europa) · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
ROBERT /..?../ i /..?../ (Jugador a Prueba) · · · · · · · · · · 1 · 1 ·
Jugadores Rivales, marcando en Própia Puerta · · 1 1 1 1 · · · · 2 2 3 3
Goles Pendientes, y que no se han encontrado · · · · · · · · 3 6 2 9 5 15
TOTALES GENERALES FINALES 88 32 155 35 243 67 0 0 157 34 323 82 723 183

Y YA EN ESTA MISMA TEMPORADA
COPA – PODÍAN PARTICIPAR TAMBIÉN, ALGUNOS DE LOS SUBCAMPEONES REGIONALES, Y FUE VIGENTE HASTA: 1928
CAMPEONATO CATALÁN – Y QUE FUE APLAZADO SU INICIO EN: 4 MESES, PARA FACILITAR LA PARTICIPACIÓN DEL: BARÇA, QUE ESTABA CON SU CAMPO CLAUSURADO Y SANCIONADO, FUE CAMPEÓN Y SE CLASIFICÓ PARA LA: COPA
COPA CATALUNYA – QUE FUE LA EDICIÓN ÚNICA DE: 1925, Y QUE ES SIMILAR A LAS OTRAS EDICIONES DE: 1914, 1928, Y 1936 – EL BARÇA NO LA JUGÓ AL ESTAR EL EQUIPO SANCIONADO Y TENER SU CAMPO CLAUSURADO POR 6 MESES
CAMPEONATO DE RESERVAS – QUE FUE NO OFICIAL, Y SE IGNORA TAMBIÉN SU CLASIFICACIÓN FINAL
Y FALTA POR ENCONTRAR, 15 GOLES DE 5 PARTIDOS