Primera crónica periodística de un partido de fútbol jugado en España

El partido jugado el 8 de marzo de 1890 entre el Huelva Recreation Club y el Club de Football de Sevilla en el hipódromo hispalense de la Dehesa de Tablada fue considerado por la prensa de la época (incluso por algún diario británico como The Dundee Courier) como el «primer partido de football jugado en España» y ese dato ha sido repetido en numerosas obras y divulgado recientemente en el contexto de la polémica sobre la identificación de aquel Club de Football de Sevilla de 1890 y el Sevilla Fútbol Club fundado en 1905.

Una breve pero completa crónica de otro partido jugado en Bilbao en 1889 que encontramos en el diario inglés Sunderland Daily Echo and Shipping Gazette el 4 de julio de 1889 puede hacer que esa afirmación sobre «el primer partido de football jugado en España» referido al Sevilla-Recreativo de 1890 deba matizarse. Pudo ser el primer partido de fútbol jugado por dos sociedades fundadas en España, pero no el primer partido jugado en España según las reglas de la Asociación.

Realmente difícil saber cuál fue el primer partido jugado en España. Tenemos una referencia importante y en ocasiones olvidada en una carta fechada en Huelva el 1 de marzo de 1888 (que se exhibe en el Museo de la RFEF) en la que se habla de un partido a jugar entre el «Club de Recreo» y los marineros del Jean Cory dirigida a Ildefonso Martínez. El hijo de don Ildefonso recibió recientemente en Huelva una placa que reconoce a su padre como el primer futbolista de España.

Lamentablemente no tenemos crónica de aquel partido onubense de 1888.

Ese honor de «primera crónica» (hasta que se encuentre otro precedente) corresponde a un partido jugado por dos equipos ingleses: el Barmston Rangers y un combinado de marinos de los buques Abydos, Nina, Dawdon y Harven. Jugaron un partido con fines benéficos (recaudaron fondos para la viuda del encargado de la grúa del Cymbeline) en Bilbao el 29 de junio de 1889. La crónica del Sunderland Daily Echo and Shipping Gazette es muy completa, nos ofrece las dos alineaciones. Por el Barmston Rangers jugaron J.Smith (portero), P.Conolly y Thornton (defensas), R.Humphrey, Rowthorne y Dale (centrocampistas) y W.Conolly, M.Scott, Key, Golledge y Smith (delanteros). Y por el combinado de marinos de los barcos Abydos, Nina, Dawdon y Harven formaron: Gordon (portero), Love y Brady (defensas), Vollen, Gibb y Richardson (centrocampistas) y Anderson, Tully, Parkinson, Elstow y Brown (delanteros). El partido de inició a las 18:30 y finalizó con la victoria del Barmston Rangers por 2-1. La recaudación fue de poco más de 20 libras y el público presente muy escaso.

Dos de los barcos cuyas tripulaciones formaron el combinado de marineros tuvieron un final trágico: el SS Abydos era un carbonero fletado en 1871 que se hundió el 22 de diciembre de 1894 cerca de la isla de Man (fallecieron 19 hombres) y el SS Dawdon fue un barco de carga de 1878 que se hundió el 3 de octubre de 1914 al impactar con una mina cerca de la costa belga (fallecieron 10 hombres).

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Sospechamos que estos partidos de fútbol entre combinados de marinos ingleses o incluso contra clubs fueron frecuentes en el Bilbao de la época y podemos encontrar referencias a otros.  El mismo Sunday Daily Echo and Shipping Gazette del 16 de julio de 1889 nos habla de otro partido jugado en Bilbao entre los marinos del Nio contra los del Renard de Cardiff con victoria de los primeros (3-0).

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También cronistas clásicos como Isidro Corbinos, José María Mateos o Jacinto Miquelarena nos legaron comentarios genéricos sobre esos partidos de marinos ingleses en el Bilbao de 1880-1890 sin entrar en detalles.

Como es harto conocido el primer partido en Bilbao (en puridad, en Lejona) entre un combinado de ingleses y otro de españoles tuvo lugar el 3 de mayo de 1894 en la campa de Lamiako (que desde 1887 funcionaba como hipódromo, no confundir con otra campa muy vinculada con los inicios del fútbol bilbaíno: la campa de los ingleses o de Averly).

La victoria fue muy clara de los ingleses (no está claro el marcador, parece que fue un 5-0 aunque también se puede leer 6-0 en algunas crónicas) y pollos asados para todos como premio.

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Ildefonso Martínez Pérez: el primer jugador español conocido de football de toda la historia

Mucho se ha escrito a cerca de temas tales como el Club más antiguo de España, el primer partido de football disputado en territorio nacional etc…, pero nada hasta el momento se ha apuntado sobre el que fuera, reconocido hasta la fecha, como el primer jugador español de la historia en practicar el football en nuestro país.

Este honor de ser el primer español en jugar al football, que hasta la fecha se tenga constancia, corresponde a  D. Ildefonso Martínez Pérez y lo hizo en el Recreation Club, en 1888, cuando aún éste no se había oficializado de cara a la sociedad onubense. De hecho hace escasamente unos meses este hecho ha sido finalmente reconocido por el propio Decano del fútbol español, el Recreativo de Huelva, en un acto multitudinario efectuado en el antepalco del Estadio «Nuevo Colombino». En dicho acto se le hizo entrega a su hijo, D. Jose Luis Martínez, de 92 años de edad, una emotiva placa en reconocimiento de aquella gesta realizada por su padre.

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Susana Duque (Pdta. Fundación Recre), D. Jose Luis Martínez (hijo de Ildefonso Martínez Pérez) y Pablo Comas (Pdte. Real Club Recreativo de Huelva)

D. Ildefonso Martínez era natural, como no podía ser de otro modo, de una localidad onubense, La Palma del Condado y nació en 1873 fruto del matrimonio entre D. Eduardo Martínez, un ingeniero madrileño que vino a trabajar con Sundheim para la construcción del ferrocarril Huelva Sevilla y la palmerita Dolores Pérez, proveniente de una familia muy adinerada de la localidad antes referida. 

 D. Ildefonso fue un aventajado alumno, que se codeaba con las altas personalidades de la colonia inglesa de Huelva. Fruto de dicha cercanía, tal y como queda demostrado documentalmente http://www.cihefe.es/cuadernosdefutbol/2010/11/el-huelva-recreation-club-y-el-football-entre-1884-y-1889/), D. Ildefonso tuvo un evidente acercamiento a los sports ingleses que desde 1884 se venían disputando asiduamente en la capital de Huelva. Así fue como en Marzo de 1888 recibió una misiva de D. W. Alexander Mackay, para que disputase con el Recreation Club una partida de football en los terrenos de la fábrica de gas. Dicha carta se encuentra expuesta en el museo de la RFEF.

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 Lo curioso de todo esto es que finalmente D. Ildefonso se decanto por las Regatas antes que por el football, siendo en las regatas dónde desarrolló todo su potencial físico.  D. Ildefonso se casó muy tarde, a los 50 años de edad, y tuvo a sus dos hijos, Jose Luis y Fernando (ya fallecido hace unos años) a la edad de 51 y 52 años; lo cual explica el por qué hoy podemos disfrutar de la presencia de D. Jose Luis entre nosotros. Murió casi a una edad centenaria.

 Pero la figura de D. Ildefonso Martínez no se queda estancada únicamente la practica del football y las regatas. D. Ildefonso fue uno de los militares más prestigiosos del ejercito español de la época. Comenzó y finalizó con honores los estudios militares y se convirtió en la mano derecha militar del rey Alfonso XII, pues no en vano fue nada más y nada menos que Teniente Coronel del Estado Mayor. La más alta graduación.




Eulogio Martínez: una estrella con mal fario

El fútbol suele mostrarse pródigo en su oferta de juguetes rotos. Grandes ídolos aclamados por la afición, perseguidos, envidiados, con el mundo literalmente a sus pies, saborearon la amarga hiel del olvido y la necesidad más estrecha, cuando no del desplome absoluto. Muchas veces se lo ganaron a pulso, mediante alardes de mala cabeza, selección de nefastas compañías o una obsesión enfermiza por ejercer de cigarras cantoras. Otras, sin embargo, sucumbieron a su mal fario.

Fue el caso de Eulogio Martínez, tocado desde la cuna por alguna varita mágica de hada aficionada al gran fútbol. Lástima que más tarde cruzasen ante él otras hadas con vara negra, cargadas de malísimas intenciones. Porque su vida, al menos su deambular por nosotros pagos, más que de estrella se antojó de estrellado.

Conocido cariñosamente por «Kokito» entre la hinchada de Tuyukuá, Eulogio Martínez llegó a Barcelona en 1956, procedente del Libertad de Asunción y recomendado por un árbitro europeo con quien coincidió durante la disputa en Chile de unos campeonatos sudamericanos. Tenía 21 años, el reconocimiento de mejor 8 paraguayo, cara de niño goloso y credenciales como atacante hábil, pródigo en fantasías y arabescos, pero al mismo tiempo resolutivo y con gol. Pronto demostraría que tanta publicidad descansaba sobre una base sólida.

Durante su primera liga como azulgrana, y pese a que los culés contaban con un elenco cuajado de figuras, anotó 10 goles, hizo unas cuantas diabluras y dejó entrever infinidad de cosas buenas. Las restantes campañas no sirvieron sino para confirmar los buenos augurios. La afición de «Les Corts», a la que de cuando en cuando obsequiaba dibujando sombreros a sus marcadores, haciendo túneles junto al banderín de córner o fintando como si estuviera corriendo en un encierro de San Fermín, tardó poco en bautizarlo «Abrelatas» por su facilidad a la hora de destrozar las retaguardias más cerradas.

Pero entonces, al igual que sucede hoy, nada se antojaba suficiente a público y directivos barcelonistas. El Real Madrid vivía sus grandes años, con Santamaría, Zárraga, Di Stéfano y Gento. No sólo reinaba en Europa, sino que obtenía títulos de liga. Y tanto triunfo del referente inmediato sentaba mal junto a Las Ramblas.

Año tras año caían nuevos futbolistas por el campo azulgrana. Delanteros, especialmente, para ver si gracias a un mayor poder ofensivo se lograba desbancar al todopoderoso club merengue. Eulogio Martínez tuvo por ello más cara la titularidad, aunque siguiera saliendo a un gol cada dos partidos y aprovechara como pocos sus oportunidades.

Una de las apuestas culés fue el brasileño de raza blanca Evaristo de Macedo, ariete no muy exquisito aunque decidido y con remate demoledor, que posteriormente también luciría el escudo del Real Madrid. Su llegada coincidió con un choque copero Barcelona – At Madrid, en el que Eulogio endosó 7 goles a los colchoneros. Evaristo, espectador asombrado desde el palco, supo hacer gala de hombría puesto que no le dolieron prendas a la hora de alabar al compañero. Cuando los periodistas solicitaron su impresión, confesó humildemente: «No sé para qué me han traído. Puede que me hayan fichado para barrer el vestuario».

 

Eulogio Martínez marcó el primer gol del «Nou Camp», el estadio que permitiría multiplicar la masa social azulgrana hasta hacer de la entidad una de las más sólidas económicamente. Su mejor campaña fue la correspondiente a 1959-60, y pese a los grandes delanteros con que entonces contaba nuestro fútbol -Peiró, Luis Suárez, Pepillo, Arieta I, Di Stéfano, Puskas, Collar o Gento- vistió una vez la camiseta nacional española B y en 8 ocasiones la del cuadro absoluto, sin contar con que hasta su llegada a Barcelona había sido otras 9 veces internacional por Paraguay, disputando, incluso, la Copa América correspondiente a 1955. Pero su físico empezó a pasarle factura, con una marcada e irrefrenable tendencia a engordar.

Nada lograron los entrenamientos exhaustivos, las broncas de los técnicos o distintos regímenes. Su propensión a la acumulación de lípidos era genética.

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Eulogio Martínez durante su mejor época como jugador del Barcelona, cuando asombraba a propios y extraños.

 En 1962, tras garantizarse un hueco en la historia azulgrana, se incorporó al Elche de Pazos, Iborra o Quirant, club muy dado a las contrataciones sudamericanas -Cardona, Romero, Lezcano- gracias al fuerte vínculo que unía a su directiva con el armenio Arturo Bogossian, uno de los primeros y más eficaces intermediarios futbolísticos. Permaneció dos temporadas en el viejo Altabix, sin que su concurso se antojara especialmente brillante, aunque como colectivo las cosas no pudieron ir mejor: el tercer puesto alcanzado al concluir su segunda temporada sigue siendo la mejor clasificación ilicitana en 75 años largos de historia. Durante su estancia en Elche formó parte de la denominada «Delantera del Clero», en atención a las iniciales de sus componentes: Cardona, Lezcano, Eulogio Martínez, Romero y Oviedo. Y entonces, cuando todo el planeta futbolístico era consciente de que su estrella se apagaba, le llegó la llamada del Atlético de Madrid para vestir de rojiblanco.

Fue un fichaje disparatado, que de ninguna manera podía salir bien. A Eulogio no es que le sobraran kilos, sino que estaba gordo. No gordo para jugar, sino gordo a secas. Gordo vistiendo de calle. Gordo en las fotos, gordo con chándal, gordo en la cola del autobús. Alguien del Metropolitano había recordado las siete dianas que les endosara en Barcelona tiempo atrás, y ni se dignó consultar el calendario. Así les fue, claro. Eulogio no estaba para batirse el cobre en la 1ª División.

Su tren deportivo aún tuvo una última parada, de nuevo en Barcelona, pero para lucir el escapulario azul del Europa, entonces empeñado en mantenerse dentro de la 2ª División. Corría la temporada 1965-66 y acababa de cumplir los 30. Conservaba intacta su gran habilidad, pero la obscena sombra de una panza a lo Papá Noel hacía aflorar demasiadas sonrisas.

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Eulogio Martínez en el At. Madrid, perdida ya su lucha contra la báscula y por ello incapaz de aferrarse a la 1ª División.

 Cuando el fútbol le abandonó podía presumir de magnífico palmarés. Dos campeonatos de Liga, otros dos de Copa y 2 entorchados más en la Copa de Ferias, así como los trofeos Carranza, Teresa Herrera y Pequeña Copa del Mundo. Un resumen al alcance de pocos. Pero como el pasado, por glorioso que haya podido ser, no rinde dividendos, él los buscó en varios negocios, a cuál más desafortunado. Y eso que corrían tiempos de desarrollo, de carreteras cada vez más saturadas de «600», costas pobladas de hoteles y bares llenos a la hora del vermouth, tras las misas dominicales.

A los negocios mal planteados hubo de unir grandes desgracias familiares y la consiguiente merma económica. Primero falleció una de sus hijas, luego otro hijo fue presa de larga enfermedad. Llovía sobre mojado sin vislumbrarse ningún arco iris.

En junio de 1971, sólo 5 años después de haber colgado las botas, su situación era tan calamitosa que los clubes Barcelona y Calella, población en la que regentaba un bar-restaurante, se avinieron a ofrecerle un partido homenaje. Volvía a ser actualidad para la prensa y sus declaraciones inundaron de tristeza muchos corazones azulgrana. «El homenaje puede ser el punto de partida en mi recuperación -declaró-. Gracias a él podré sacar adelante a mi familia».

Fue, igualmente, un momento para la nostalgia. «No me hice rico con el fútbol, pues si bien el Barcelona pagó un millón de pesetas por mi traspaso, mis ganancias venían a ser de unas 100.000. anuales. Nadie puede decir que resultase caro, considerando mi rendimiento. Y si bien es verdad que con posterioridad fueron mejorando mi contrato, no es menos cierto que mis mejores ganancias las obtuve en Elche».

El tiempo, a veces, distorsiona la realidad. Otros futbolistas de esa misma época tuvieron mejores fichas, es cierto, pero Eulogio parecía haber olvidado que en 1956 esas 100.000 ptas. -mensualidad y primas aparte-, con el salario base rondando las 2.500 mensuales, constituían un sueño inalcanzable para 25 millones de españoles. Por 200.000 ptas. podía comprarse un piso en muchas ciudades, las tarifas del transporte público oscilaban entre los 75 y 80 céntimos y un empleado de banca con quinquenios y puntos de ayuda familiar no llevaba mensualmente a casa más allá de tres billetes de a 1.000. Sus emolumentos, por lo tanto, debieron haber dado más de sí. Sobre todo porque entre una cosa y otra no sumaba menos de las 300.000 pesetas anuales.

Superada la fiebre del homenaje, los medios volvieron a olvidarle. Trascendió, empero, que su existencia distaba mucho de ser un lecho de rosas. Cuando parecía que se acercaba al final del túnel, su mala sombra, la que le acompañara en tantos momentos trascendentales(*), volvió a cubrirle de nuevo disfrazada de accidente, y esta vez para siempre. Estaba cambiando una rueda pinchada en el arcén de la carretera, cuando el despiste de otro conductor lo arrojó por los aires.

La vida se le fue en Calella, después de permanecer 23 días hospitalizado. Corría el año 1984, y pese a sus 49 febreros aún conservaba los rasgos de niño pícaro e indefenso.

 .- (*) Cuando salió del Barcelona tuvo varias ofertas, entre ellas una del Inter milanés. Como los italianos no acababan de decidirse, prefirió asegurar el porvenir firmando con el Elche. Poco después de suscribir contrato en Altabix, los milaneses le hicieron llegar su propuesta firme. Siempre le quedó la duda de cuál habría sido el rumbo de su existencia si se hubiera trasladado a Milán.

 

                                                    Trayectoria deportiva

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Records

Se está poniendo un tanto peligroso esto de asignar records en fútbol, especialmente si se pretenden que sean absolutos. Basta que una cifra sea anunciada para que el registro de detentores del record empiece a multiplicarse. Algo falla.

 Durante las primera quincena del mes de diciembre saltó la noticia del nuevo record goleador de Messi. Y seguidamente surgieron el de Zico en Brasil y el del zambiano Chitalu. El del brasileño no preocupaba mucho al anunciador del record, pues el argentino azulgrana, si no ocurría nada extraño, lo tenía muy a mano, pero los 107 goles del desconocido africano se escapaban en todos los sentidos: cantidad de goles, fecha de su registro y fecha de su descubrimiento… y criterio para obtener la cifra, lo único importante.

En sí es un hecho anecdótico porque se barajen las cifras que se barajen, este tipo de records no son consustanciales a la esencia del fútbol. Afortunadamente la FIFA ha recordado a los incansables buscarecords que ella no se encarga de homologar lo que no está bajo su control. No hay que olvidar que el fútbol oficial se rige exclusivamente por los reglamentos que definen las competiciones y los resultados de sus partidos. Claro está que con esa respuesta se da vía libre a cualquiera para asignar, descubrir u homologar un record, incluido al famoso libro Guinnes, que habrá que explicar qué tiene que ver con el fútbol certificar la hamburguesa más grande del mundo o la mayor concentración de personas disfrazadas de papa noel en un mismo lugar.

Sabemos que hay records de dominio público como el de que Pelé ha ganado tres veces la Copa del Mundo o Paco Gento es el que reúne más triunfos en las finales de Copa de Europa. Son incuestionables y, posiblemente por ello, nadie se preocupa por homologarlos.

 El problema se empieza a plantear cuando el criterio para establecer el record no se ajusta al referente competición/resultado por un lado y por otro, cuanto más se aleja de la objetividad en beneficio de otros factores más interesados. En el primer caso, es sencillo señalar qué club dentro del mismo campeoanto ha ganado más certámenes, ha sumado más puntos, ha vencido más partidos o ha marcado más goles… en cambio, es más complicado si queremos interrelacionar diferentes competiciones y naciones. Es más cómodo fijar un record tomando la referencia a partir de una selección o un club, mientras que aplicarlo sobre jugadores exige precisar mejor los criterios.

La IFFHS, gracias a mantener colaboradores e investigadores en la mayoría de los países miembros de la FIFA, va haciendo el trabajo de manera correcta. En primer lugar establece unos parámetros comunes a todos los países en las diferentes etapas de su historia. Hay que tener en cuenta que ni el mapa político del mundo ha sido siempre igual ni las condiciones institucionales han sido las mismas a lo largo de 150 años de historia del fútbol. Entre otros puntos que ya ha definido la IFFHS están los encuentros internacionales de selecciones absolutas y los campeones absolutos y de copa de cada país. Las competiciones internacionales de clubs, aunque de hecho son más recientes, también han necesitado las correspondientes especificaciones.

 A partir de estos puntos esenciales ya se puede empezar a operar con los datos estadísticos y, consecuentemente, obtener resultados para establecer los records que tanto atraen a un sector de los aficionados, teniendo como condición máxima la objetividad a través del rigor del dato.

El peor enemigo de la estadística objetiva es la opinión. En un mundo, el del fútbol, donde el partido dura 90 minutos y la opinión cubre el resto del tiempo se hace casi imposible llegar a un acuerdo. Es fácil encontrar comentarios partidistas según quien emita su juicio: del «una heroica defensa numantina» podemos pasar al «antifútbol que coloca el autobús» según apoye o no al equipo que defendió el 0-0 en campo del líder.

 Y es que la opinión no se mueve por parámetros, sino por impresiones y cálculos a ojo. Este mismo año, el FC Barcelona será el vencedor del Ranking Mundial de Clubs de la IFFHS. Posiblemente la opinión mayoritaria, sin necesidad de hacer ninguna operación de cálculo, asiente con este galardón, porque en un alto porcentaje de comentarios se destaca la gran calidad y superioridad del equipo barcelonista. Sin embargo, no deja de ser contradictorio, porque el FC Barcelona, a lo largo de todo el año 2012, solamente ganó la Copa de España, quedando por debajo del Real Madrid (Liga y Supercopa de España), Atlético de Madrid (Europa League y Supercopa de Europa) por citar a dos rivales españoles. El Chelsea FC se llevó el título más importante de Europa y el SC Corinthians el del mundo y por muchas opiniones que se inclinen por el FC Barcelona, la Champions de 2012 está en las vitrinas del Chelsea FC y la Copa Mundial de Clubs está en Sao Paulo, que es lo que certifica la UEFA y la FIFA respectivamente.

 Entonces ¿qué? ¿Dejamos paso a la opinión o contabilizamos solamente títulos? ¿O entramos en la estadística, única disciplina que puede organizar racionalmente ese dilema?

 La estadística tiene que ser independiente de la opinión porque se guía de datos contabilizables y significativos. La estadística en el fútbol está organizada en un único sentido: el que más veces alcanza su objetivo es el que destaca, el que establece el record. Entre las diferentes competiciones oficiales actuales hay una jerarquía que no es absoluta. ¿Qué es más importante, la Liga nacional o el Mundial de Clubs? Además, los clubs juegan tres y hasta seis competiciones oficiales por temporada. Unos 70 partidos, los mejores equipos. Es, por lo tanto, un buen recurso seguir las estadísticas para definir qué conjunto ha sido el mejor del año, independientemente al número de competiciones ganadas. Y este año ha sido el FC Barcelona.

Lo malo surge cuando se cruzan los parámetros y se confunden los titulares. Por ejemplo, la Bota de Oro debía entregarse al máximo goleador de las ligas europeas. El premio se hizo atractivo y pasó a la firma comercial adidas. Mientras el ganador pertenecía a una liga importante de Europa no hubo ningún problema, hasta que empezaron a entrar jugadores menos conocidos, llegándose a dudar de la fiabilidad de sus cifras. Con esa excusa, y cediendo a criterios económicos, la Bota de Oro actualmente se concede a partir de puntuaciones y no de goles, para asegurar que el ganador proceda de una de las ligas destacadas del continente (con la consiguiente repercusión en los medios de comunicación) y no dar paso a un desconocido. No hay que confundir: los intereses de las marcas que patrocinan el galardón son lógicos y satisfacen a la mayoría de los aficionados; lo que no es ético es el título absoluto (máximo goleador de las ligas europeas), porque la mayoría de las veces no lo es. Estos records están manipulados en beneficio de intereses particulares y en perjuicio del deporte abierto. Si las firmas comerciales quieren patrocinar un trofeo y asegurarlo en beneficio de un jugador famoso, que circunscriba el nombre del trofeo a sus intereses: Máximo goleador de las ligas con mayor presupuesto de Europa, por ejemplo, y no se esconda bajo esa imagen de reconocimiento deportivo, porque no lo es.

Las estadísticas deportivas no miran ni dificultades, ni dinero, ni condiciones secundarias. Si contamos goles, goles contamos. Y al que no le guste el resultado que dan las estadísticas que no las invoque, que se aferre a su opinión y a su cálculo mental. Citarlas como argumento cuando son favorables y rechazarlas en caso contrario dicen muy poco del espíritu crítico y se ajusta más a parámetros del seguidor incondicional de un equipo que al del profesional de la información.

 

 




Andrés Fernández y Pedro González: vidas futbolísticas paralelas

                          

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Andrés Fernández Ramón nació en la localidad onubense de Punta Umbría el 28 de mayo de 1959. Centrocampista de buena técnica con llegada a gol se desenvolvía bien enlazando con la delantera, como interior izquierda.

 Formado en el Recreativo de Huelva jugo la temporada 1976-77 con el equipo decano en la categoría de Segunda División disputando treinta y un partidos y anotando un total de 5 goles. Su buena campaña no paso desapercibida para el Sporting de Gijón que la temporada siguiente lo incorporo a su plantilla. Sin apenas protagonismo durante las tres siguientes temporadas donde apenas juega ciento dieciocho minutos en tanto solo ocho partidos. Se marcha cedido en la temporada 1980-81 al Celta de Vigo inmerso en el pozo de la Segunda División «B» aprovechando que este, estaba realizando el servicio militar en Figuerido (Pontevedra). Temporada redonda con el equipo celeste disputo treinta y cinco partidos de un total de treinta y ocho anotando catorce goles, una barbaridad si tenemos en cuenta que su posición no era la de delantero.

Regresa la siguiente temporada (1981-82) al Sporting de Gijón una vez terminada su cesión al Celta de Vigo donde juega con el equipo asturiano un total de veinte encuentros en su mejor temporada como jugador rojiblanco.

 En la temporada 1982-83 y tras el buen sabor de boca que dejo en su etapa en el equipo celtiña hizo realidad su regreso a Vigo donde junto a Pedro González (del cual hablare mas adelante) y con el Celta ya en Primera División y por un montante de treinta millones ambos futbolistas recalaron en el equipo gallego.

El impago de algunas letras vencidas estuvo a punto de que los dos futbolistas volvieran a Gijón pero una vez solucionados los problemas de tesorería Andrés pudo disputar treinta y cuatro partidos marcando seis goles. Su buena temporada no pudo evitar el descenso de categoría del Celta de Vigo a la Segunda División. La temporada siguiente y ya en la categoría de plata del futbol español curiosamente hizo los mismos registros disputando treinta y cuatro partidos y anotando seis tantos.

Acabada la temporada 1983-84 cambio del club pero no de categoría ficha por el Cartagena donde en su primera temporada firma unos números similares a su etapa en el Celta de Vigo. Disputa un total de treinta y cuatro partidos marcando siete goles en la temporada 1984-85. Veinticuatro partidos y seis goles en la temporada 1985-86 y cuarenta partidos y once goles en la temporada 1986-87.

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                                                                  Andrés

 Sus buenos números hacen que el Cádiz le fiche para la siguiente temporada 1987-88 volviendo a la máxima categoría del fútbol español. Disputa veintinueve  partidos y anota tres goles con el equipo amarillo.

 Es traspasado la siguiente temporada al Sabadell donde disputa treinta y cuatro partidos y marca cuatro goles en su primera temporada (1988-89) con el club arlequinado. En la temporada 1989-90 disputo veinticinco partidos materializando cuatro goles.

Firma por el Hércules que milita en Segunda División «B», formando parte del club blanquiazul las temporadas 1990-91 y 1991-92, retirándose del futbol profesional la temporada 1992-93 en la filas de Torrevieja en la misma categoría del fútbol español.

 Andrés Fernández, como demuestran sus estadísticas fue un futbolista muy regular y a su larga lista de clubes donde milito hay que añadir que vistió la camiseta de la selección española juvenil en seis ocasiones y en dos la Sub-21                

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Pedro González llosa nació en la localidad asturiana de Villaviciosa el 12 de mayo de 1958. Extremo derecha, dio sus primeros pasos en el C.D. Lealtad de su ciudad de nacimiento incorporándose poco después a la disciplina del Sporting de Gijón. En las temporadas 1977-78 y 1978-79 juega en la categoría de Tercera División en las filas del Deportivo Gijón.

 En la temporada 1979-80 el Sporting lo incorpora a su primera plantilla donde disputa doce partidos de liga. La temporada 1980-81 juega solo tres partidos eso si con gran efectividad ya que anota dos goles. La temporada 1981-82 disputa veinte partidos dejando su casillero goleador a cero.

En la temporada 1982-83 firma junto a Andrés Fernández por el Celta de Vigo, debutando con el conjunto celeste en el Sánchez Pizjuan de Sevilla el 5 de septiembre de 1982  sustituyendo a Emilio en el minuto 65. Agrio debut ya que el Sevilla anoto el 1-0 en los últimos minutos del encuentro. Jugo veintiún partidos desciendo el club vigues a la categoría de plata del futbol español.

En la temporada 1983-84 disputo solamente trece partidos y aunque comenzó de titular frente al Palencia fue poco a poco perdiendo protagonismo donde fue relegado al banquillo por jugadores como Mercader, Cortes, Emilio o Amorós.

 En la temporada 1984-85 junto a su inseparable Andrés Fernández pone rumbo a Cartagena donde disputa veintisiete partidos anotando cuatro goles.

En las dos próximas temporadas (1985-86 / 1986-87) las pasa prácticamente en blanco disputando cuatro encuentros en la primera y nueve en la segunda.

 En la temporada 1987-88 se produce el divorcio deportivo con Andrés Fernández ya que este, abandona el Cartagena para fichar por el Cádiz. Pedro disputa catorce partidos marcando un solitario gol y acompaña a su equipo a Segunda División «B».

La temporada 1988-89 fue la última de su carrera profesional, echo raíces en la ciudad de Cartagena donde incluso llego a ser concejal de deportes. Como en el caso de Andrés Fernández vistió la camiseta nacional, siendo internacional universitario en seis ocasiones.  

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El Cartagena en la temporada 1986-87

La vida futbolística de Pedro González estuvo ligada prácticamente a la de Andrés Fernández si bien la de este ultimo fue mas intensa y duradera, ya que militaron y se incorporaron al mismo tiempo en el Sporting de Gijón, Celta y Cartagena, incluso coincidieron en este ultimo club con jugadores como Amorós o Mercader, viejos conocidos en la etapa del Celta de Vigo, curiosa, pero eso es otra historia.

  




Las ausencias de la selección nacional en la copa del mundo de fútbol

Ahora que nuestro equipo nacional es brillante campeón de todo, número uno en la clasificación de la FIFA, ahora que ostenta el récord mundial de victorias consecutivas, de encuentros consecutivos sin perder y de fases clasificatorias para Mundiales o Eurocopas inmaculadas, con pleno de victorias, convendría recordar que ni mucho menos esto siempre fue así. Más bien, todo lo contrario. La historia del combinado español ha sido un verdadero compendio de sufrimiento, fracasos, decepciones, fallos clamorosos, desilusiones e injusticias arbitrales, acontecido, todo ello, en los más importantes eventos internacionales de este deporte, esto es, en los Campeonatos del Mundo y en los Campeonatos de Europa. En los momentos más cruciales y decisivos de cada competición internacional, a nuestra Selección siempre le faltó una peseta para completar el duro. Todo esto, cuando lograba clasificarse. Porque en no pocas ocasiones el equipo nacional español fue incapaz, siquiera, de meterse entre los participantes de una fase final. Una clasificación para un gran evento internacional, llegó a convertirse en toda una gesta épica deportiva. Quién nos ha visto y quién nos ve.

 Veamos, a continuación, el cómo y el por qué de esa incapacidad recurrente, casi endémica, para poder disputar la fase final de una Copa del Mundo, que en determinadas épocas caracterizó a la Selección Española. Ejercicio éste doblemente saludable, creo. Primero, para no olvidar nunca quiénes somos ni de dónde venimos, y en segundo lugar, porque puede ser ésta la mejor forma de valorar real y justamente lo que ha logrado el actual combinado español entre los años 2008 y 2012.

En 1929, en el congreso de la FIFA celebrado en Barcelona, se acordó que la primera edición del Campeonato del Mundo de Football se disputara al año siguiente en Uruguay, doble campeona olímpica y que celebraría en ese 1930 el centenario de su Constitución. La designación de la sede no pudo ser más desafortunada y polémica. Las selecciones europeas más potentes renunciaron casi en bloque, alegando la lejanía e incomodidad del viaje, inconscientes aún, seguramente, de la magnitud que adquiriría ese campeonato en ciernes algunos años después. Los clubes españoles tampoco fueron ajenos a esta polémica, negándose a ceder a sus mejores jugadores durante casi un mes, para un torneo que iba a disputarse allende los mares. Por todo esto, al primer Campeonato Mundial de Fútbol acudieron 13 países participantes, de los que tan sólo 4 (Francia, Bélgica, Rumanía y Yugoslavia) procedían del Viejo Continente. España, que contaba con un magnífico elenco de jugadores (Zamora, Ciriaco, Quincoces, Quesada, Muguerza, Marculeta, Lazcano, Goiburu, Gaspar Rubio, Padrón, Bosch, Vantolrá, Luis Regueiro, Gorostiza…), se quedaba a las puertas, posiblemente, de una gran oportunidad. Primer Campeonato Mundial, pues, primera ausencia española.

 Pero si hablamos de oportunidades perdidas, probablemente la del año 1938 haya sido una de las más dolorosas. Tras el más que decoroso papel jugado por nuestro equipo en el Mundial italiano de 1934, (donde sólo la alevosa actuación de los señores Baert y Mercet, los colegiados que dirigieron los dos partidos frente a los anfitriones, descaradamente a su favor, nos impidió jugar las semifinales), el equipo nacional español había logrado formar un fabuloso conjunto, con la que ha sido una de las mejores generaciones de futbolistas de su historia. Jugadores de la talla de Guillermo Eizaguirre, Blasco, Ciriaco, Zabalo, Quincoces, Areso, Aedo, Cilaurren, Muguerza, Lecue, los hermanos Regueiro, Iraragorri, Ipiña, Herrerita, Zubieta, Lafuente, Vantolrá, Gorostiza, Campanal, Escolá o Lángara, perdieron todas las opciones de defender la camiseta de España en el Campeonato que organizó Francia en el verano de 1938, con el estallido de la Guerra Civil dos años antes. Una grandísima Selección, sin duda, que muy probablemente se hubiera subido al carro de los principales favoritos para levantar la Copa Jules Rimet en los terrenos franceses. Las extraordinarias exhibiciones de fútbol y goles que dio la selección de Euskadi por Centroeuropa y Sudamérica, durante los años de la contienda española, con el grueso principal de ese grupo de jugadores, puede ser una buena prueba de ello. En fin, una verdadera lástima.

 Con la Segunda Guerra Mundial asolando gran parte de Europa y del mundo, las ediciones que debieron disputarse en 1942 y 1946, quedaron pendientes de un marco social, económico y político mucho más propicio y hasta el año 1950 no se reanudó la actividad mundialista con el Campeonato disputado en Brasil. Como es por todos conocido, nuestro equipo pudo dejar bien alto el pabellón con un cuarto puesto que supo a victoria, para un país que se relamía aún las heridas de una guerra fratricida y que, durante 60 años, significaría la mejor clasificación española en una Copa del Mundo.

Cuatro años después, el Mundial volvía a Europa, a la floreciente Suiza, en donde nuestra Selección tendría que haber refrendado su magnífica actuación del torneo brasileño. El resultado final no pudo ser más frustrante. Encuadrada en el Grupo 6º clasificatorio con la selección turca como único rival, el pase para la fase final de Suiza se daba como seguro, mucho antes de echar a rodar el balón. Como dando la razón a los que así pensaban, en el encuentro de ida disputado en Chamartín el día de Reyes de 1954, nuestro equipo se impuso por un claro y contundente 4-1, con Venancio, Gaínza, Miguel y Alsúa como autores materiales de la goleada. La primera decepción, sin embargo, no tardó en llegar cuando, en la vuelta, jugada en Estambul, el equipo español caía derrotado por la mínima, tras una pobrísima actuación. Como no se tenía en cuenta la diferencia de goles, sólo los puntos, se hacía necesario un partido de desempate, para el que se designó el estadio Olímpico de Roma. Minutos antes de que ambos contendientes saltaran al terreno de juego, en la delegación española se recibió un misterioso telegrama de la FIFA por el que se «llamaba la atención a la Federación Española sobre la alineación del jugador Kubala».

 Curiosa advertencia ésta para el húngaro nacionalizado español, que llevaba ya disputados  cuatro partidos internacionales con nuestro combinado nacional. Luis Iribarren, seleccionador patrio, temeroso de una posible descalificación por alineación irregular del genio magiar, decidió dejarlo en la grada, para formar con Carmelo; Segarra, Biosca, Campanal; Gonzalvo III, Puchades; Arteche, Venancio, Escudero, Pasieguito y Gaínza. Nos quedábamos, pues, sin el concurso de nuestro mejor jugador, en el partido decisivo. No obstante, España empezó bien y se adelantó pronto en el marcador por medio del debutante Arteche. Pero un despiste atrás de Biosca permitió a Burhan lograr el empate, resultado con el que se llegaría al descanso. En la segunda parte la Selección comenzó a perder el control de la situación, circunstancia que aprovechó Suad para fusilar a Carmelo, a los veinte minutos. Escudero logró empatar a falta de menos de un cuarto de hora y, aunque volvió a marcar de nuevo, el tanto se anuló por fuera de juego y el encuentro desembocó irremediablemente en la prórroga. Lo que había parecido al principio una eliminatoria sencilla, se convertía ahora en una prolongación, en el partido de desempate. En esta prórroga España sí mereció más pero no le acompañó la fortuna. Escudero adelantó a nuestro equipo nuevamente, en lo que parecía el tanto de la clasificación, pero el colegiado italiano Giorgio Bernardi, incomprensiblemente anuló el gol. Finalmente, y por el reglamento absurdo e injusto de la FIFA, la clasificación  hubo de resolverse por… ¡sorteo! Se introdujeron en una copa dos papeletas con los nombres de ambos equipos. El hijo de un dirigente italiano de la FIFA, el bambino Franco Gemma, con los ojos previamente vendados, extrajo la papeleta con el nombre de Turquía y ahí se acabó todo. Nos quedábamos sin Mundial. Cierto es que aquel telegrama previo al partido fue un tanto extraño y que nunca se supo a ciencia cierta por qué Kubala no pudo jugar el encuentro. Cierto es que se nos anularon dos goles, uno de ellos legal a todas luces. Cierto es también, que en el sorteo final no nos sonrió la suerte, pero es que tampoco la merecíamos realmente. No habíamos sabido dejar en la cuneta a un equipo netamente inferior, después de tres partidos disputados. Aquella fue la mayor decepción del fútbol español en muchos años.

 Desgraciadamente, no fue la última. En la fase clasificatoria para la Copa del Mundo de Suecia, en 1958, la Selección quedó encuadrada en el Grupo 9 europeo, con Escocia y Suiza como contrincantes. Sólo el campeón obtendría el premio de disputar el Mundial. Con el Real Madrid camino de su tercera Copa de Europa consecutiva  y con un FC Barcelona, un Athlétic de Bilbao y un Atlético de Madrid repletos de grandes figuras, el equipo nacional español disponía de un conjunto brillante,  capaz de lograr el billete mundialista sin excesivos problemas. Más aún, si se tiene en cuenta que sólo dos meses antes del comienzo de la fase previa el seleccionador español, Manolo Meana, había hecho debutar con la casaca roja al mejor futbolista del mundo, Alfredo Di Stéfano.

Disponíamos, pues, de un gran equipo, con una de las mejores delanteras del concierto internacional (Miguel o Basora, Kubala, Di Stéfano, Luis Suárez y Gento). De nuevo, todo resultó un fiasco. En el primer envite, en Madrid, España no pasó del empate a dos frente a Suiza, a pesar de su quinteto ofensivo de lujo. La incomprensible decisión de Meana de hacer jugar de ariete a Suárez pudo ser una de las causas del grave tropiezo. Más que grave, decisivo, pues ese punto perdido ante los helvéticos resultaría crucial en la clasificación final. Luis Suárez y Miguel marcaron para España, mientras que Josef Hügi, con un doblete, lo hacía para su equipo. Las grandes figuras españolas volvían a mostrar su peor cara representando a nuestro fútbol. Dos meses después tocaba rendir visita al imponente Hampden Park de Glasgow. Otra vez, naufragio total. Meana repitió con Ramallets en el marco y con Miguel, Kubala, Di Stéfano, Suárez y Gento arriba y modificó toda la línea media y defensiva. La calidad técnica del equipo español fue superada por el ímpetu, la presión, la garra y la contundencia de los escoceses, que se impusieron por cuatro tantos a dos. Mudie, con tres goles y Hewie, de penalti, hicieron inútiles los aciertos de Kubala y Suárez. Suecia se alejaba cada vez más. Sin embargo, dado el enorme talento de nuestros jugadores y la excelente salud de la que gozaba el fútbol nacional a nivel de clubes, aún se confiaba en la clasificación. Había que ganar a escoceses en Madrid y a suizos en Lausana y, eso sí, esperar que los de las Islas no ganaran en Basilea. Como casi siempre, no dependíamos de nosotros mismos. Como tantas veces, las cuentas de la lechera no salieron. El equipo español devolvía la goleada a los escoceses (4-1, con tantos de Mateos, Kubala y dos de Basora) y pasaba por encima de los helvéticos (1-4), con, al fin, una destacada actuación de las principales figuras, Kubala y Di Stéfano, que firmaron un doblete cada uno. A buenas horas, mangas verdes. Escocia hizo lo que tenía que hacer. Vencer a Suiza en ambos choques, para sellar su pasaporte a Estocolmo. El fracaso fue sonado. Un equipo de grandes estrellas, algunas de ellas primerísimas figuras del fútbol mundial, se quedaba fuera de una Copa del Mundo una edición más.

 Un gol in extremis de José Armando Ufarte frente a la República de Irlanda, en noviembre de 1965, en el partido de desempate, otorgaba a nuestra Selección la clasificación para la fase final del Mundial de Inglaterra-66. Dado que nuestros chicos habían disputado también el Campeonato del Mundo de Chile, en 1962, era la primera vez que la Selección Nacional se clasificaba para dos Copas del Mundo de forma consecutiva. Todo un hito por aquel entonces. Pero, claro, tras años de bonanza (dos clasificaciones sucesivas, con fracasos estrepitosos en las ambas fases finales), tocaba de nuevo una larga travesía por el desierto. El superprofesionalizado fútbol español tardaría la friolera de doce años en volver a disfrutar (?) del mayor evento internacional de este deporte.

 En la década de los 70 nuestro deporte rey vivió muy posiblemente el  mayor período de decadencia de su historia. La apertura de las fronteras a jugadores extranjeros propició, sin duda, la llegada de grandes figuras (Cruyff, Netzer, Breitner, Kempes, Luiz Pereira,…), pero también una avalancha de mediocridad a discreción, que perjudicó tanto a los clubes como al equipo nacional y sumió a nuestro fútbol en una etapa sombría de la que costó muchísimo salir. A nivel de clubes, España perdió su peso específico y dominio absoluto en el escenario europeo (una final de Recopa perdida por el Real Madrid, una de Copa de Europa por el Atlético y una de la UEFA por el Athlétic, es el triste balance de este ciclo, hasta la Recopa lograda por el Barça ya en 1979) y desde luego, a nivel de Selección, el resultado de este decenio ha sido el peor de su extensa andadura internacional. Incapaz de clasificarse para las fases finales de las Eurocopas de Bélgica-72 y Yugoslavia-76 (torneos de cuatro equipos), ni para los Mundiales de México-70 y Alemania-74, el equipo nacional español peregrinó por el desierto de los grandes y sonados triunfos en encuentros amistosos y los descalabros más decepcionantes en los partidos clasificatorios.

 Después de haber estado presente en los dos últimos Mundiales y ya con un título de campeón de Europa en nuestro zurrón, en octubre de 1968 y con Eduardo Toba como seleccionador, comenzaba para España la liguilla clasificatoria para la Copa del Mundo de México. Con Bélgica, Yugoslavia y Finlandia como rivales, de los que sólo se clasificaba el campeón del grupo, nuestros chicos se estrenaban en el estadio del Estrella Roja de Belgrado con un esperanzador empate a cero. Esperanzador no por el juego desplegado, soso, ramplón, sin profundidad ni remate, sino por el punto obtenido en casa del vigente subcampeón europeo. Dos meses más tarde nos visitaba Bélgica, en un desangelado Santiago Bernabéu. Desastrosa actuación del cuadro español, que salvó un punto milagrosamente casi al final del duelo. A falta de quince minutos, Gárate acertaba con el portal belga para igualar el tanto logrado por Devrindt, en la primera jugada del partido. Una vez más, clasificación cuesta arriba a las primeras de cambio. Había que ganar en Lieja, o al menos no perder, para seguir teniendo opciones. El 23 de febrero de 1969, en el estadio Sclessin, nos la jugábamos de verdad y a Toba no se le ocurrió otra cosa que salir con este once: Iríbar; Martín, Gallego, Zoco, Eladio; Glaría, Claramunt, Velázquez, Grosso; Amancio y Vavá. Equipo de contención con sólo dos hombres en punta y táctica ultradefensiva, para un partido que había que ganar. Y ya se sabe lo que pasa cuando se juega a no perder… A la media hora Johan Devrindt volvía a dejar en evidencia a la retaguardia española, como ya ocurriera en Madrid. Con los belgas por delante en el marcador y los españoles incapaces de revertir la situación, el tiempo corría y a España se le escapaba el billete para México. A los veinte minutos de la segunda parte, Eladio, expulsado por el danés Sorensen, se negó a abandonar el campo y tuvo que ser retirado por las fuerzas de orden público con más brusquedad que buenos modales. La grotesca escena terminó con el poco brío que les quedaba a los nuestros.

  A siete minutos del final, Devrindt asestaba el golpe de gracia a las escasas esperanzas españolas y ponía a su selección con pie y medio en México. Juan Manuel Asensi, que debutaba en sustitución de Claramunt, acortaba distancias al minuto siguiente, pero fue insuficiente. España se despidió del Mundial y Eduardo Toba de su cargo como seleccionador. Matemáticamente eliminados, quedaban aún tres partidos para cumplir con el calendario. Para dirigir esos tres últimos intrascendentes compromisos, la Federación optó por una solución de emergencia: nombrar para el cargo de seleccionador al triunvirato Miguel Muñoz, Salvador Artigas y Luis Molowny, es decir, los técnicos de los tres primeros clasificados de la Liga, Real Madrid, FC Barcelona y UD Las Palmas, respectivamente. Cosas de nuestros dirigentes federativos… En el mes de abril se recibió a los yugoslavos en el Camp Nou. Los balcánicos, aún con opciones reales de clasificarse, se toparon de bruces, mira por dónde, con un gran conjunto español, que antes de la media hora ya vencía por dos tantos a cero gracias al acierto de Bustillo y Amancio. En la segunda parte, Pavlovic establecía el dos a uno final, resultado que clasificaba definitivamente a los belgas. Aún faltaba el trámite del doble enfrentamiento frente a los finlandeses, para cerrar esta decepcionante ronda clasificatoria. El 25 de junio nuestros representantes patrios confirmaron sobre el terreno de juego la apatía, desidia y desinterés con el que se estaba acudiendo en los últimos tiempos a las llamadas de la Selección. Desde su bautismo internacional allá por 1920 en la Olimpiada de Amberes, el equipo español nunca había sufrido tan degradante afrenta. El partido contra Finlandia, en el Olímpico de Helsinki, supondría el mayor fracaso de la historia futbolística española. Un equipo nacional superprofesionalizado, pero sin alma, ilusión ni vergüenza, caía estrepitosamente ante un conjunto de correosos y animados electricistas, carteros, fontaneros y funcionarios. A los veintiún minutos España, que jugaba con un absurdo e intolerable aire de superioridad, había recibido ya dos mazazos en forma de goles, gracias al ímpetu de los fineses que aprovecharon dos regalitos de nuestra zaga. Desde ese instante y hasta el final, el encuentro fue la historia del quiero y no puedo. Sin control, sin dominio, sin gol, España intentó subsanar el vergonzoso resultado, intrascendente para la clasificación aunque bochornoso para nuestra historia, pero fue incapaz de lograrlo. El 2-0 final (tantos de Lindholm y Tolsa), consumaba la mayor humillación sufrida hasta entonces por nuestro fútbol. El experimento del trío de seleccionadores terminaba, por tanto, de esta manera tan lamentable y el otrora fabuloso jugador, Ladislao Kubala, se hacía con las riendas del banquillo nacional. En su puesta de largo como técnico del equipo español, se impuso a Finlandia en el último choque, en lo que ha sido una de las goleadas más estériles de nuestra historia. Seis goles a cero (Pirri, Gárate, dos, Velázquez, Amancio y Quino), que, si acaso, sirvieron para despedir con ciertos honores la carrera internacional del gran Paco Gento. Una nueva era, se dijo, comenzaba para nuestra Selección…

 Eliminados también en la fase previa de la Eurocopa de 1972 (torneo con un formato similar a la actual Liga de Campeones), a los conocidos como Kubala Boys se les presentaba ahora un nuevo reto: la clasificación para el Mundial de Alemania de 1974. Con Yugoslavia de nuevo como rival de grupo, además de Grecia,  solamente el primer clasificado obtendría el pasaporte mundialista. Nuestros chicos se estrenaron en el otoño de 1972 en el estadio Insular de Las Palmas de Gran Canaria, con un empate a dos frente a los Plavi. Amancio inauguró el marcador a los 30 minutos, pero las huestes de Miljan Miljanic, en un notable partido, supieron remontar el resultado con dos goles de su delantero centro Dusan Bajevic. Solamente en el último minuto, Asensi pudo acertar con el portal de Maric y salvar un punto  afortunado para España. En enero de 1973, tocaba rendir visita al Leoforos Alexandras de Atenas. Buena imagen del equipo español, ahora sí, pero con un resultado final  muy apretado. A falta de cinco minutos, un inquietante empate a dos campeaba en el marcador, cuando Valdez hizo valer su pillería para regalar la primera victoria a España. Un mes más tarde, en La Rosaleda de Málaga, el combinado español volvía a imponerse a los helenos, con tres goles de Claramunt, Sol y Roberto Martínez, que dejaron en mera anécdota el conseguido por Antoniadis. Si se vencía a Yugoslavia en Zagreb, en el mes de octubre, estaríamos en el Mundial. No pudo ser. La Selección mereció mucho más en ese definitivo compromiso, pero no logró pasar del empate a cero. Yugoslavia aún debía visitar Atenas. Una derrota, un empate o, incluso, una victoria por la mínima de los balcánicos, también nos clasificaba, pero se impusieron por cuatro a dos y la clasificación hubo de dirimirse en un partido de desempate. El 13 de febrero de 1974, en el Waldstadion de Frankfurt, la Selección Española volvió a ser víctima de sus propias miserias. En el instante más decisivo de la fase clasificatoria, decidió jugar un desastroso encuentro y dejó en bandeja de plata el pase mundialista a un buen equipo yugoslavo. A los trece minutos, Katalinski cabeceó solito y sin oposición un centro desde la derecha, que Iríbar rechazó a duras penas. El balón le volvió al central del Zeljeznicar, que remató a la red, mientras la defensa española, de vacaciones, miraba plácidamente la jugada. En los 77 minutos restantes la Selección dio toda una lección de incapacidad e inoperancia futbolísticas, arruinando toda esperanza de clasificación. España perdía el último tren para la Copa del Mundo de Alemania y sumaba un rotundo fracaso más a su lista negra de decepciones internacionales. Aquella infausta noche, Kubala alineó a Iríbar; Sol, Benito, Jesús Martínez, Uría; Claramunt, Juan Carlos (Marcial, 73′), Asensi; Amancio (Quini, 73′), Gárate y Valdez.

 Nada menos que doce años después del gol de Ufarte a la República de Irlanda que nos dio la clasificación para el Mundial de Inglaterra-66, Rubén Cano, otro colchonero, perforaba las redes de Yugoslavia (¡otra vez Yugoslavia!) en el histórico partido conocido como la batalla de Belgrado y metía a nuestro equipo, por fin, en una fase final de un Campeonato del Mundo, el de Argentina 1978. Y desde entonces, no hemos vuelto a fallar. Nueve ediciones consecutivas (sólo Brasil, Italia y Alemania han conseguido lo mismo en idéntico período), con tres dolorosas eliminaciones en cuartos de final (México-86, USA-94 y Corea-Japón-02) y, por supuesto, con el título obtenido brillantemente en Sudáfrica, en lo que ha supuesto el momento culminante de nuestra historia futbolística internacional. Ojalá ya no  abandonemos nunca el pelotón de los mejores.




El periodista Gourmet

Hace ya bastantes años en los que, por razones de trabajo y distancia (aunque internet hace que este inconveniente suene a excusa), no me es posible escuchar los programas radiofónicos gijoneses de la sobremesa de los lunes, generalmente realizados desde diversos establecimientos hosteleros (cada cadena de radio tiene su «sede», que lógicamente patrocina el espacio) en los que, tras la comida de rigor, se analizan los pormenores de la jornada futbolística dominical. Suele realizarse una tertulia a la que acude alguno de los protagonistas del encuentro y en donde se dan cita representantes de la prensa regional, no faltando la presencia de ex jugadores, técnicos, directivos y de alguna que otra personalidad del ámbito deportivo, empresarial o cultural de la ciudad. En los animados debates que se suscitaban, haciendo frente ya a los postres o el café, se trataba de lo divino y de lo humano, y se repasaba todo lo acontecido en el partido disputado por el Sporting. Entre polémicas arbitrales, censuras o alabanzas al entrenador de turno y la narración de las hazañas futbolísticas de los ases asturianos, se deslizaban también las correrías de los periodistas que acompañaban al equipo para cubrir la información del evento, cuando éste tenía lugar a domicilio.

Así, junto a las anécdotas del viaje, no era infrecuente que salieran a relucir las jornadas gastronómicas vividas, desgranándose detalles de los manjares degustados y de los templos culinarios visitados, alternándose los locales de moda con los restaurantes de mayor solera. De tal forma que, a la conclusión de la temporada, uno podía ir haciéndose una especie de Guía Michelín, con sólo prestar atención a las recomendaciones realizadas por los profesionales de la pluma o el micrófono, tras cada fin de semana de salida al «exterior». Convendrán conmigo en que no es mala forma de conocer un país el recorrer su geografía, disfrutando de las especialidades de la cocina regional, para presenciar los partidos del equipo de tus amores.

 

Para que se vea que la fama de gourmets y bon vivants de que suelen gozar los cronistas deportivos viene de antiguo, reproducimos la peripecia vivida por Trensor, periodista del diario El Comercio, en su viaje para cubrir el encuentro de desempate correspondiente a los Cuartos de Final del Campeonato de España de la temporada 1918-19, entre el Vigo Sporting y el Sporting de Gijón, que hubo de disputarse en Santander.

El traslado se realizó en un moderno coche de la marca «Overland», puesto que el representante en Gijón de la casa de automóviles, Nicolás Ochoa, invitó al reportero a trasladarse a la capital cántabra en uno de sus vehículos. Esto es lo más destacado de su «crónica viajera»:

 

«La blandura del coche Overland, la habilidad y seguridad del joven mecánico, Dalmacio Prida, la grata temperatura y la belleza del paisaje, nos hicieron llegar a Santander con ese optimismo que da la labor informativa comenzada con tan felices auspicios.

Así que, en cuanto pusimos pie en la simpática y progresiva ciudad montañesa, que ha hecho del Sardinero un centro veraniego que asusta por la riqueza, elegancia y buen gusto que se advierte en cuanto allí se ha hecho, fuimos al «Royalty» y al «Áncora» a «aperitear» y «mariscar» en medio de una nube de gijoneses, pues ambos cafés estaban totalmente ocupados por los entusiastas del foot-ball, que habían ido en autos, motos y vapores a presenciar el partido. Aquella acera del bulevar Pereda parecía la calle Corrida de once a una de la mañana de un domingo. Para que la ilusión fuese completa sólo faltaba un salón limpia-botas, y en frente una melée de aficionados, comentando lo que pudiera pasar en la lucha que se avecinaba.

Después de almorzar en el «Royalty» en una mesa frontera a la que ocupaba el equipo de Vigo, marchamos al Casino del Sardinero a tomar café, y luego nos dirigimos a los Campos de Sport, donde ya había una multitud enorme y una de automóviles en fila que daba la impresión de la cantidad y calidad de los espectadores.

(…) Abandonamos Santander media hora después de terminar el partido. Nuestro deseo era llegar a Gijón en las primeras horas de la madrugada para dar a las cajas las cuartillas que ya llevábamos escritas, y que nuestros lectores conocieran al detalle la lucha al día siguiente de verificada. Pero ocurrió que nos paramos a cenar en San Vicente de la Barquera, en aquel placentero «Miramar», mitad fonda y mitad museo arqueológico, y cuando nos dispusimos a continuar la ruta, por un golpe al cerrar la portezuela con la viveza propia del ansia de llegar cuanto antes, se fundieron las bombillas eléctricas de los reflectores, y ya sin luz, estando como estaba la noche tan oscura, hubimos de esperar el sol del nuevo día pernoctando en San Vicente, en la grata mansión de don Silverio Gómez, o séase, del dueño de «Miramar», sitio éste placentero de donde se marcha uno con pena«.

 

Ingrata labor, sin duda, la del gacetillero…




Hace 100 años (enero 1913)

El Sevilla FC, bajo la presidencia de D. José María Miró Trepat, inauguró el campo llamado del Mercantil. Dos equipos de la sociedad fueron los que se enfrentaron. Mata, del bando rojo, se convirtió en el primer goleador de la historia en este campo. Dado el lugar donde se encontraba, solo les estuvo permitido vallarlo los días de partido, lo cual se hacía con una red de quita y pon.

 197

 Balompié Cordobés – Sevilla Balompié        3-1

 264 

Madrid FC – Racing Club de París                           0-2

España – Universitari                                                4-0

Real Fortuna – Sporting Club de Pontevedra           2-2

 2 de enero.

 Athletic – Oxford                                                     0-0

 344 

Madrid FC – Racing Club deParís                1-1

 429 

520

 

4 de enero.

 

El Real Club Fortuna de Vigo anunció el traslado de domicilio al Café Méndez Núñez.

 

5 de enero.

 

Madrid FC – España FC                                           1-0

Real Club Deportivo de La Coruña – Escuadra inglesa       2-2

Real Club Coruña – Escuadra inglesa                                   0-5

Victoria de Pontevedra – Gimnástica de Vigo                     2-1

FC Barcelona – Selección Vasca                                          0-3

RCD Español – Coalición Sur-Este de España                    2-1

 

6 de enero.

 

Madrid FC – España FC                                                       0-1

Real Club Coruña – Escuadra inglesa                                   0-2

Real Club Deportivo de La Coruña – Escuadra inglesa       1-0

FC Barcelona – Selección vasca                                           2-1

RCD Español – Coalición Sur-Este de España                    7-1

 

10 de enero.

 

Quedó oficialmente constituida la Foot-Ball Asociación de Cataluña, adherida a la Unión Española de Clubs de Foot-Ball.

D. Francisco de Moxó fue elegido presidente y D. Hans Gamper vicepresidente.

 

12 de enero.

 

Real Club Coruña – Club Galicia                  1-0      

Final del Campeonato de Sociedades organizado por el Real Club Coruña. Ambos equipos fueron los que más puntos consiguieron en la primera fase y por ello se disputaron una artística palma de plata que finalmente se adjudicó el club organizador.

 Athletic Club – Real Sociedad                      3-1

 

13 de enero.

 En Sevilla se suspendió un partido jugado entre los equipos Sevilla y otro formado por las tripulaciones del yate Nekogb, propiedad del Duque de Montpensier, y el vapor inglés Córdoba al intentar un jugador inglés abofetear a un contrario interviniendo los jugadores de ambos bandos calmando los nervios y arremolinándose el público. El primer jefe de a bordo del yate reprendió al jugador inglés dando explicaciones a los jugadores sevillanos.

 

16 de enero.

 

Publicadas en la prensa las bases del Campeonato de Madrid organizado por el Athletic Club (Bilbao – Madrid).

 

17 de enero.

 

Nació en Riotinto Rafael Tenllado Yáñez, delantero centro del Rio Tinto Balompié.

 

19 de enero.

 

Comenzó la fase eliminatoria del Campeonato de España organizado por la Unión Española. En la Región Norte, la eliminatoria entre la Real Sociedad y el Real Racing Club de Irún, únicos inscritos, se decidió que se jugase a cuatro partidos.

Real Sociedad – Real Racing                        9-0

 El Estadio de El Rubial, de Águilas (Murcia), quedó inaugurado tras la disputa de un partido entre las sociedades Sporting Club Aguileño local y la Sociedad Levantina.

 Real Club Coruña – Club Galicia     

Final del Campeonato de La Coruña. Se disputaron el primer premio, consistente en once medallas de plata y, el segundo, once medallas de cobre.

 Real Racing Club de Irún – Comete-Simiot de Budeos                   8-5

 Deportivo Castellonense – Deportivo Español de Valencia             2-3

 

20 de enero.

 

Bajo la presidencia de Alejandro de la Sota se puso la primera piedra del futuro Campo de San Mamés.

 

23 de enero.

 

La sociedad Gimnástica de Vigo se ofrece a jugar en los partidos amistosos en beneficio de la familia del camarero D. Manuel Ríos, que pereció en la catástrofe del buque Veronese, acaecido días atrás en Portugal.

 Publicadas en prensa las bases del Campeonato de la provincia de Gerona, organizado por la Unión Española de Clubs de Foot-Ball.

 

25 de enero.

 

RCD Coruña – RC Coruña               3-0

FC Porto – Madrid FC                      3-4

 

26 de enero.

 

Segundo partido eliminatorio para el Campeonato de España – Rgión Norte, organizado por la Unión de Clubs.

 Sporting Club de Irún – Real Sociedad        1-1

 Sporting Club de Algeciras – Lealtad FC (Gibraltar)           0-0

Athletic Club – Real Racing Club de Irún                           1-0

SL Benfica – Madrid FC                                                      7-0

 Real Fortuna – Exiles                                                           

Partido a beneficio de la viuda e hijos del camarero Manuel Reyes, fallecido en el accidente del buque Veronese. Se recaudaron 136’25 pesetas.

 Real Club Coruña – Real Club Deportivo de La Coruña     1-3      

Tras tres años de malas relaciones, ambas directivas se reunieron para intentar poner fin a esta situación. Para ello la sociedad Reunión de Artesanos entregará una copa de plata a aquél equipo que gane más puntos en tres partidos o en cuatro si hay empate.

 

30 de enero.

 

Salió para Oporto el Vigo FC, donde tomó parte en un torneo amistoso enfrentándose a los locales Porto FC, Cricket y SL Benfica de Lisboa.

 Aparece en Barcelona la revista «Gaceta Sportiva».

 Aparecen publicadas en prensa las bases del campeonato organizado por la Foot-Ball Asociación de Cataluña y las del Campeonato de la provincia de Gerona.

 En el Teatro Rosalía de Castro de La Coruña, con motivo de la Fiesta del Carnaval organizada por la Asociación de la Prensa, un grupo de muchachos pertenecientes al Real Club Coruña actuaron en una comparsa vestidos de pierrots luciendo los colores amarillo y negro de su sociedad.

 Publicadas en prensa las bases del Concurso de la Foot-Ball Asociación de Cataluña.

 

Sin fecha concreta conocida en el mes de enero.

 

La recién registrada en el Gobierno Civil de Guipúzcoa, el 13 de diciembre de 1912, Unión Española de Clubs de Foot-Ball eligió junta directiva, la cual presidió D. Enrique Pardiñas.

Los acuerdos tomados por la Unión Española de Clubs de Football a finales de 1912 y publicados el 1 de enero de 1913 fueron:

Elegir como árbitros oficiales de la misma a los señores Eugenio Angoso y José Berraondo. Celebración de exámenes teórico-prácticos de árbitros en Barcelona.

Para los jugadores extranjeros dictaron nuevas normas.

Declararon profesional al jugador Manuel Carrasco, ex de la Real Sociedad.

Prohibición de que tanto los clubes como los jugadores jugasen contra o en equipos que no perteneciesen a la Unión.

Solicitaron la inscripción en la FIFA y escribieron a la Federación Francesa para disputar un partido internacional Francia- España.

Hasta 23 clubes forman la Unión en enero de 1913, 15 catalanes, 3 gallegos, 2 guipuzcoanos, 2 valencianos y 1 navarro.

 En Gerona, la Unión creó el Campeonato de Gerona al cual podían apuntarse todos aquellos clubes de la provincia pertenecientes a la misma.

 D. Esteban Eguía fue elegido como presidente del Arenas FC de Bilbao

 El Vigo FC eligió como presidente a D. José Sobrino Gómez.

 La Gimnástica Española de Vigo eligió como presidente a D. José Besada García.

 El Mataró FC eligió nueva junta directiva presidida por D. Cristóbal Salas.

 El New Catalonia FC eligió junta directiva siendo presidida por el Sr. Trinidad Estrader y como presidente honorario el Sr. A. Valentí.

 Don J. García pasó a presidir el Coruña Sporting Club.

 Fue reelegido como presidente de la Unión Deportiva Oscense D. Enrique Capella.

 El Club María Pita reeligió como presidente a D. Rosendo Silva y como capitán del equipo de fútbol a D. Francisco Macho.

 D.Pedro Coll fue elegido como delegado de la sección de fútbol de la sociedad Figueras Sport.

 La sociedad FC Vilasar eligió como presidente a D. Jaime Casanovas Creus.

 Reelección de D. Manuel Acea como presidente del Club Celita de Vigo.

 Don Raúl López es elegido como presidente del Real Club Fortuna de Vigo.

 La Federación Española de Clubs de Foot-Ball formalizó su afiliación a la Federación Internacional de Fútbol de la Asociación (FIFA).

 Para determinar, sin género alguno de dudas, a que club y ciudad les correspondería organizar este año el Campeonato de España, la Directiva de la Federación Española de Clubs de Foot-Ball decidió que el sorteo de la Loteria Nacional del día 20 de enero decidiera quién serìa el agraciado.Para ello hizo un reparto de los números que entraron el bombo, repartiéndose estos entre nueve clubes.

Las finales se jugarían en la localidad donde residiera el Club que poseyerá el número igual al primer número del sorteo y el campo donde se jugaría sería el del Club vencedor de las eliminatorias.

Por haber correspondido el premio mayor del sorteo de la Lotería Nacional del día 20 al número 36.325, que pertenecía a la Sociedad Gimnástica Española, según los números asignados a cada Club por la Federación Española de Clubs de Football, el próximo Campeonato de España, organizado por dicha entidad, se jugará en Madrid, y en el campo de la Sociedad Gimnástica.

 Movimiento en los clubs vascos para con sus terrenos de juego. La Real Sociedad consiguió que el Ayuntamiento le cediera el Velódromo para transformarlo en campo de juego futbolístico, pese a las protestas de los ciclistas.

El Athletic Club de Bilbao compró en Basurto unos terrenos para construir su nuevo campo de juego.

A su vez,la recién creada sección futbolística del Club Deportivo de Bilbao, consiguió unos terrenos en un lugar céntrico de Bilbao para construir su campo de juego.

 El Athletic Club bilbaíno organizó un campeonato llamado Concurso Athletic en el que partiiparon los clubes Ariñ-Ariñ, Tchataldja, Indiano, Eutzotava, DPFR, Arenas, Portugalete, Hispania y el organizador Athletic.

 El Club Deportivo bilbaíno organizó para el mes de abril un campeonato cuyo trofeo fue una copa cedida por Juanito Larrazabal.

 En Logroño se fundó el Fenicia FC integrado por elementos de la dependencia mercantil. Arrendó un terreno en las inmediaciones de la carretera de Villamediana, inaugurado en un partido frente a la Sociedad Deportiva de Logroño.

 Fue reelegido como presidente de la Unión Deportiva Oscense D. Enriqe Capella.

 Aparece el primer número de Sport Sevillano.

 En Madrid quedó fundada la Unión Sporting Club, teniendo su sede social en la calle Malasaña nº 11 y ejerciendo de presidente D. Fernando F. Egido.

 

Fútbol internacional.

1 de enero.

 

Inauguración del Estadio London Road de Peterborough (Inglaterra).

 

11 de enero.

 

Comienza el primer turno eliminatorio de la FA Cup que se prolongará hasta el día 22 del mismo mes. Corresponde a los treintaidosavos de final.

 

12 de enero.

 

Francia – Italia           1-0

 

13 de enero.

 

Nace en La Serena (Chile) Juan Pinto Durán, organizador del Campeonato Mundial de Chile 1962.

Fundado en Manaus (Brasil) el Nacional FC.

 

17 de enero.

 

Se reúne el Foot Ball Polo Club de Colombia para organizar el primer campeonato colombiano de fútbol. El presidente de la nación, D. Carlos Eugenio Restrepo, dona una copa para el equipo que se corone campeón.

 

18 de enero.

 

Irlanda – Gales           0-1

 

24 de enero.

 

Es fundado en Mendoza (Argentina) el Club Sportivo Independiente Rivadavia.

 

Centenario Burjassot CF 2013

El Burjassot CF está empezando a trabajar en la elaboración de los actos del Centenario.

Para tan importante acontecimiento, solicita la colaboración de toda aquella persona que pueda facilitar material sobre nuestro Club (fotos, documentos antiguos,etc.).

También necesitan que TODOS aquellos ex-jugadores que hayan vestido sus colores, se pongan en contacto con el club y faciliten forma de contacto para hacerles partícipes de esta efemérides.

Podéis enviar los datos al teléfono 96 363 05 4re5 o al siguiente e-mail: centenarioburjacf@yahoo.es .

Grupo Facebook:http://www.facebook.com/#!/groups/burjassotcf/