Guillermo Gorostiza: de «bala roja» a bala perdida

Guillermo Gorostiza Paredes, extremo izquierdo en el Athletic de preguerra o el Valencia campeón tras la victoria franquista, fue, en su época, ídolo equiparable a los más actuales Raúl, Xavi Hernández, Fernando Hierro, Butragueño, Quini, Santillana, «Tarzán» Migueli o Asesnsi. Al igual que ellos, disfrutó de gloria, títulos y dinero. Al menos de todo el dinero que aquel fútbol podía proporcionar. Sin embargo no supo encarar la vida, ni como futbolista ni, sobre todo, al colgar las botas. Para cuando quiso advertirlo, había precipitado su porvenir por el barranco del despilfarro y los vapores etílicos, en uno de los más clamorosos derrumbes del fútbol arcaico. Hoy día, cuando para tantos aficionados no es sino un ilustre desconocido, repasar sus andanzas podría tener mucho de lección.

Rapidísimo, ágil, ambicioso e intuitivo, y por todo ello 19 veces internacional cuando, hizo valer su potente disparo con la izquierda, saltó al celuloide, alimentó de sueños a miles de niños famélicos e hizo de su propia vida una fantasía interminable.

Hijo de un médico notable que llegaría a alcanzar la presidencia del Colegio Vizcaíno, en su casa hubo sirvientes, dinero para estudios, balones y juguetes, y ni uno sólo de los problemas que en demasiados hogares vizcaínos  se afrontaba a diario para llenar los estómagos.

Siendo todavía un niño destacaba sobremanera en los partidillos de fútbol, mientras  su escaso apego a los libros le hacía flirtear con el pelotón de los torpes en la escuela. De esa época dató su primer apodo, «Lorito», indudablemente inspirado por su perfil. El otro, el que habría de hacerle famoso, es decir «Bala Roja»(1), no le fue adjudicado hasta sus años de gloria en el Athletic bilbaíno.

Sorprende que lo de «Bala Roja» le acompañara como una prebenda incluso después de la Guerra Civil, cuando el término rojo si no estaba claramente proscrito, se adscribía al oprobio y la demonización. Pero no adelantemos acontecimientos, porque antes de que Gorostiza alcanzase la categoría de mito, sucedieron varias cosas.

Por ejemplo que su padre, harto de verle amontonar suspensos, decidió sacarlo del Colegio Sagrado Corazón, en Miranda de Ebro, para introducirlo de pinche en la Naval de Santurce; que continuó jugando al fútbol pese a la prohibición paterna, llegando a firmar contrato por 150 ptas. con el Arenas, recién cumplidos los 19 años; que como su progenitor continuara empecinado en no verlo vestido de futbolista, fue enviado a Buenos Aires junto a su hermano, de donde regresarían a los pocos meses tras padecer diversas dificultades(2); que desarrolló su meritoriaje en el Racing ferrolano, aprovechando bien su paso por la ciudad departamental, a la que había llegado con intención de ingresar en la Armada. O que durante su primera temporada como rojiblanco, 1929-30, jugase ya todos los partidos de liga (entonces sólo 18) y cantara 20 goles, convirtiéndose en máximo anotador del torneo. El público de San Mamés acababa de descubrir un nuevo ídolo en el chico que corría la banda izquierda sin que nadie acertara a pararle, y Mr. Pentland un seguro para su ambición de títulos. Todo ello después de que litigaran los rojiblancos bilbaínos con sus rivales de Las Arenas, a causa de aquellas 150 ptas. satisfechas años atrás como contraprestación contractual. Un partido amistoso en Ibaiondo y 21.500 ptas. para las arcas guechotarras zanjaron la discusión.

Mucho tuvo que agradecer Gorostiza en lo deportivo al inglés de puro inmenso e inseparable bombín. Fue Pentland quien, consciente de sus cualidades, encargó a Chirri II, ingeniero en el centro del campo atlético y tras su retirada de los estadios, no le pasase nunca el balón al pie, sino unos metros adelantado. El propio Pentland le enseñó a cortar el campo en diagonal, con los ojos clavados en la portería adversaria, para extraer el máximo provecho a su trallazo con la derecha. E igualmente Pentland, no sólo el entrenador más laureado de la historia bilbaína sino el que más hizo durante los años 20 y 30 por modernizar el fútbol español, quien le insuflara toda la confianza en sí mismo que necesitaba sobre el césped, y de la que carecía por completo al vestir de paisano. Pero también bajo tutela de Pentland comenzó a acercarse al mundo del alcohol y el lupanar, del jolgorio y la holganza, de la batahola y el derroche, para el que parecía estar predestinado.

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El joven Guillermo Gorostiza en sus tiempos como pupilo de Mr. Pentland.

Poco eficaces resultaron los esfuerzos posteriores de entrenador y directivos, quienes incluso emparejaron a semejante torbellino con Isaac Oceja en las habitaciones de los hoteles, cada desplazamiento. Si Oceja, alto y enjuto como una creación de «El Greco», y austero, parco en palabras, digno y noble, no lograba contagiarle ninguna de sus virtudes, es que al muchacho no había quien pudiese encarrilarlo. Por desgracia ni el bueno de Isaac logró ejercer de bálsamo. Gorostiza siempre hallaba una última luz encendida, un último bar o una casa de tolerancia con la puerta entreabierta. Aparecía de madrugada, alborotado el flequillo y asomándole a los ojos el vértigo en que volcó su vida. Daba igual amonestarle. En el césped volvía a hacerse perdonar, desbordando contrarios e incrementando los guarismos del marcador.

Hoy, cuando hasta los clubes de 3ª División disponen de estatutos, regímenes de disciplina interna y estrictas normas de comportamiento, cuesta trabajo entender cómo Athletic y Valencia, dos entidades de alcurnia, se avinieron a soportar impertérritas las escapadas de semejante individuo. Por aquel entonces, claro, nada era como en la actualidad. El flemático Mr. Pentland actuaba con su muchachada fuera del campo como un padrazo condescendiente, encajando sin rechistar bromas que ningún técnico actual consideraría tolerables. Consta, por ejemplo, que una tarde, aprovechando su digestión de vino riojano -al que el inglés se había aficionado bastante-, los futbolistas atléticos cerraron a cal y canto las ventanas de la alcoba y le hicieron creer se había quedado ciego, disputando a voz en grito y a oscuras una imaginaria partida de mus. Más conocido resulta el rito de destrozarle el bombín de un puñetazo, al concluir las finales coperas saldadas con victoria rojiblanca.

Otros testimonios no harían sino incidir en la casi total ausencia de disciplina, como característica general en el fútbol antiguo.

José Luis Ispizua, compañero de Gorostiza como habitual suplente en el portal Atlético -y que, por cierto, conoció durante 4 años y en su condición de «rojo separatista» los penales de El Dueso, Puerto de Santa María, Sevilla y Dos Hermanas, al término de la Guerra Civil- recordaba, mirando hacia atrás lleno de nostalgia, el «libertinaje» de los jugadores tras cada partido: «Si estábamos fuera, cuando salíamos del vestuario nos decía el entrenador que el autobús partía a las 7 de la mañana. Muy pocos dormían en el hotel y, naturalmente, acabábamos encontrándonos casi todos en los mismos sitios. No nos cuidábamos mucho, pero teníamos una afición tremenda».

Parecía el caldo de cultivo ideal para que temperamentos irrefrenables como el de «Bala Roja» camparan a sus anchas. Y a fuer de sinceros, supo aprovecharse bien.

Quienes lo conocieron esbozan de él un boceto común. Infantilón, feliz aparentemente, escaso de personalidad y con menos voluntad aún, hacía de cada encuentro con los conocidos una aventura, sin importarle cuál pudiera ser su final. «Se tropezaba con un conocido por la calle y le preguntaba: ¿Qué haces, a dónde vas?. Si el otro le respondía que iba a misa, igual le acompañaba, tan tranquilo. Y lo mismo si le decían que a tomar una copa o echar alguna canita al aire. Así era Goros, un hombre bueno, aunque sin voluntad».

Fuese o no muchas veces a misa como acompañante, resulta incontestable que Gorostiza se descolgó en muchas más ocasiones por tascas, tabernas, cantinas y casas de lenocinio, al tiempo que desarrollaba una envidiable carrera en 1ª división, resumida conforme sigue.

Trayectoria deportiva de Gorostiza

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Su endeble personalidad acabaría encontrando cómodo ese dejarse llevar, si bien una vez, al menos, supo plantarse ante alguien más bragado e iniciar la marcha atrás. Ocurrió durante la gira europea del Euskadi, especie de selección propagandísticodeportiva formada durante la Guerra Civil. Y ello teniendo como oponente dialéctico al gran Regueiro, uno de los caracteres más fuertes en el fútbol de preguerra, a la par que líder indiscutido entre los participantes en aquella malhadada aventura. De regreso a Bilbao mientras el Euskadi partía hacia América, Gorostiza combatió algunos meses en un Tercio de Requetés, y al finalizar las hostilidades volvía esperándole la banda izquierda de San Mamés.

Indiscutible al reanudarse las actividades, el Athletic decidió desprenderse de él antes de que echase a rodar la pelota en el torneo 1940-41. Varios fueron los motivos de tal decisión. Por un lado pesaba su constante indisciplina y malos hábitos. Por otro los 30 años recién cumplidos, edad casi provecta en un equipo reconstruido con sangre muy joven. Y finalmente estaba la nada despreciable oferta girada desde Valencia. Pero lo que acabó persuadiendo a presidente y directiva fue poseer en la recámara un sustituto de lujo apellidado Gaínza, escurridizo, veloz, y pillo como pocos.

Las 120.000 ptas. ingresadas por su traspaso pueden parecer poca cosa desde nuestra actual perspectiva. Sin embargo constituían una enormidad en el marco del país destrozado que era España, con sueldos que -cuando los había- difícilmente superaban las 850 ptas. Sirva también como contrapunto la referencia de su primer contrato con el Athletic: 500 ptas. mensuales y 18.000 de ficha por 3 años.

«Goros» comenzó muy bien junto al Turia, aunque sin abandonar viejos hábitos de vida. Ni el matrimonio -se había casado en 1937 con Virginia Alcaraz y de esa unión nacieron dos hijos-, ni la oscura atmósfera de posguerra parecían poder frenarle. Su entrenador, Eduardo Cubells, tampoco logró meterle en cintura. Y pese a que sus 21 goles contribuyeron decisivamente a la consecución del Campeonato liguero 1941-42, para el año siguiente prefirió contar con Salustiano, un extremo de mucha menor calidad futbolística, mal aceptado por la grada de Mestalla. Gorostiza jugó poco al año siguiente, cantó 2 únicos goles y los chés concluyeron en séptima posición. Entonces arreciaron las broncas del graderío a Salustiano, como forma de manifestar su disconformidad con Cubells y sus alineaciones. El técnico no tuvo más remedio que ceder. Gorostiza podría ser un problema fuera del campo, pero sobre el terreno de juego resultaba imprescindible, pesa a sumar 34 años. Y de ese modo, sus 14 goles, unidos a los 11 de Epi y los 29 de Mundo, más la colaboración de otros artilleros con menor puntería, catapultaron al once valenciano hasta un nuevo título la temporada 1943-44.

Toda la rivera del Turia volvió a rendirse al gran extremo. Jugaba endiabladamente, electrizaba al público, sacaba de quicio a las defensas adversarias. Pero seguía bebiendo como un cosaco, pese a las constantes amonestaciones de la directiva.

El medio Vicente Asensi, con quien compartió muchas horas de vestuario y desplazamientos, lo recordaba como una especie de Jekyll y Mr. Hyde.

«Le pegaba al vino o al coñac. Era una especie de droga para él. No lo podía evitar. Más noble y mejor persona, imposible; pero tenía que beber. Yo le he visto estar quince días sin probar el alcohol y no ser capaz de jugar, ni de enviar una pelota a quince metros. Sin embargo en otras ocasiones, como una vez en Vigo, llegar mal el sábado (beodo) y hacer un partido enorme al día siguiente. Era un «perdut». En vez de «Bala Roja» yo le llamaba «Bala Perdida».

Coincide en la descripción quien fuera presidente ché, el muy llorado Luis Casanova:

«A Gorostiza lo fichamos por consejo de Luis Colina (3). Y a pesar de todo lo mucho y malo que se habló y escribió sobre él, era un bendito. Una vez, después de ganar en Sevilla, se fue de juerga y apareció el domingo siguiente, en Vigo u Oviedo, no recuerdo bien, donde teníamos que jugar. Apareció por la caseta un empleado del campo y le dijo a Luis Colina: Oiga, ahí fuera hay un hombre con aspecto de pordiosero, empeñado en convencerme de ser Gorostiza. Yo, claro, no le he dejado pasar. Salió Colina como una flecha, metió al futbolista en los vestuarios, y éste, arrodillado, pidió perdón. Había que verle, llorando como un mocoso y solicitando ser alineado. Hizo un partido soberbio. Después, un juzgado de Sevilla nos reclamó 120.000 ptas. por daños causados en no sé dónde, un sastre otras 20.000… En fin, era único».

En Sevilla, al parecer, afloraban sus dos rostros como en ningún otro sitio. Así lo acredita otro suceso no menos definitorio.

Durante los años 40, la escasa autonomía de los autobuses movidos por gasógeno, y el deplorable estado de las carreteras, reducidas a un puro socavón, convirtieron al tren en vehículo ideal para el desplazamiento de los equipos de fútbol. Como entonces las ciudades eran mucho más pequeñas y los futbolistas no conocían la intensa presión a que hoy les someten sus hinchadas, solían cubrir los trayectos del hotel al estadio y viceversa, en servicios públicos de locomoción o andando. Y eso fue lo que un domingo decidieron hacer en la capital del Guadalquivir, Iturraspe, Lelé, Eizaguirre, Gorostiza y Epi.

No muy lejos del campo y observando les sobraba tiempo, se detuvieron en un bar para tomar café. Gorostiza pidió además una copa, se la bebió y aún solicitó otra. Epi, el más serio de todos y un poco conciencia colectiva, se lo reprochó. La respuesta de «Bala Roja» no se hizo esperar. «Pues mira por dónde, ahora no va a ser una copa, sino cuatro. Camarero, sírvamelas». Ante el estupor del cuarteto, Gorostiza las alineó en el mostrador y fue echándoselas al coleto, casi sin respirar. En el vestuario tuvieron que anudarle las botas a escondidas del entrenador, porque sus dedos no eran capaces de nada. Llegó el momento de saltar al césped y con muy pocos minutos jugados el árbitro pitó un penalti en el área local. Solía ejecutarlos nuestro protagonista (4) y allá fue, como si se hallara en plenitud. Casi no acertó al balón y en cambio dejó un boquete sobre la cal del punto fatídico. Los graderíos rieron, silbaron, e incluso llegó a escucharse el «¡Borracho, borracho!» desde las localidades económicas. Cuando Lelé acudió a levantarlo, porque se había caído de bruces, percibió su juramento. Iban a saber los andaluces quién era él.

Hora y media más tarde, el marcador registraba una cómoda victoria valenciana. La portería andaluza había sido perforada en 4 ocasiones con la decisiva participación del mismo jugador en todos los goles: Gorostiza. Un Gorostiza tan rabioso como para sobreponerse a la intoxicación etílica.

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El «Bala Roja» de sus  últimas tardes en Valencia. Algo pasado de kilos pero dueño aún de cierta velocidad y mortífero disparo con la derecha.

Tanto exceso, tanta juerga y vida desordenada, debía pasar factura tarde o temprano. Y aunque en su caso ocurriera más bien tarde, el tributo le resultó igualmente caro.

Al concluir la temporada 1945-46 había cumplido 37 años y la directiva ché decidió no renovarle. Cuatro tantos en el torneo liguero tampoco se antojaban aval merecedor de prórrogas. Su último gol con el escudo del Valencia fue el del honor en la final copera perdida en Montjuich, un campo que se diría maldito para los del Turia. Y aunque se le tributó un partido de homenaje, la recaudación del mismo resultó escasa, quién sabe si por culpa de la meteorología, el error al elegir contrincante, o porque el dinero no sobraba durante la dura y larga posguerra. Su presidente, al menos, le hizo entrega de una pitillera de plata, como obsequio personal, con esta inscripción: «A Guillermo Gorostiza, el mejor extremo izquierdo del mundo en todos los tiempos. Suyo afectísimo, Luis Casanova».

En Valencia no se acababa el mundo, debió pensar Guillermo. Su nombre aún decía algo al aficionado. ¿Por qué no iban a hacerle hueco en otras entidades?.

Parece que aporreó sin éxito algunas puertas, decidido a exprimir al cuero todo su jugo. Pero como todavía faltaban varios lustros para inventar la figura del representante y su mala fama le precedía, no obtuvo sino negativas más o menos suaves. Por fin recaló en el Baracaldo, entonces club de 2ª División. Y sobre el mar de tarquín en que solía convertirse Lasesarre, naufragó sin paliativos, física y anímicamente.

Nada sabía hacer, aparte de jugar al fútbol. Cualquier otro hubiese extraído algún rédito de su fama, habría montado un negocio con los ahorros o sabría tirar de influencias. Él no. Tras unos meses en paro y contra lo muchas veces publicado (se adjudica erróneamente su llegada a Trubia durante la temporada 1950-51), el 1 de enero de 1948 «La Voz de Asturias» se hacía eco de su ingreso en el Juvencia, acompañando a dos futbolistas procedentes del Real Oviedo: el interior Soberón y el defensa Paquito, a quien no debe confundirse con el más adelante medio internacional del R. Oviedo y Valencia, también jugador cascarillero unos años después. De su paso por la entidad cañonera se recuerdan especialmente un partido ante el Mirandés, en el campo de Quintana, donde además anotó dos tantos, y el soberbio golazo que hiciese encajar al Caudal de Mieres en Buenavista. Parece que en lo personal dejó muy buenos recuerdos de su breve paso por Asturias, ya que su compañero José Ramón publicó un articulito laudatorio en el álbum de fiestas trubieco ese mismo año, donde decía:

«A Guillermo Gorostiza. La mayor satisfacción que he experimentado en mi larga vida de jugador aficionado (veinte años) ha sido haberle tenido por compañero vistiendo la camiseta del Real Juvencia de Trubia».

Al arrancar la temporada 1948-49 todavía engatusó al presidente del Logroñés, quien para hacer frente a sus demandas económicas -los riojanos se batían en 3ª División- no se le ocurrió otra idea que contratarlo como jugador-entrenador. Los asistentes a Las Gaunas fueron testigos del desastre. ¿Cómo iba a imponer normas quien durante toda su vida no había hecho sino acreditar un total desconocimiento del vocablo «disciplina»?.

Los fracasos, parece evidente, ya no le preocupaban. Su obsesión era seguir tirando en el mundillo del fútbol, consciente de que fuera de él no tenía la menor cabida. A partir de ahí, sin embargo, de regreso a Vizcaya, su destino vistió luto riguroso. Convertido en sombra de sí mismo merodeaba por los bares o se dejaba caer por los hoteles donde pernoctaban los visitantes de San Mamés, buscando entre los expedicionarios algún viejo conocido a quien aplicar el eterno arte del sablazo. Su antigua pujanza física fue quedando en el fondo de los vasos. Ya no era «Bala Roja». Ni siquiera «Bala Perdida». Todo lo más un inútil casquillo después de la deflagración. Un hombre sin familia, sin presente ni futuro, al que además se le hacía dolorosa cualquier tentación nostálgica.

En el arranque de los años 60 estaba irreconocible. Los kilos que se le pegaran durante sus últimos años como futbolista, los que no pudo soltar ni con el constante entrenamiento, se habían esfumado hasta descubrir un rostro enjuto sobre chasis endeble. Así apareció en el blanco y negro de la película documental firmada por Summers «Juguetes Rotos», reclamando un trabajo, una ayuda que le permitiese vivir sin dejar más jirones de dignidad en cada esquina. Años atrás, cuando aún era mito, había co-protagonizado «Campeones» (1942), dirigida por Torrado sobre una producción del gran aficionado y mecenas celtiña Cesáreo González. Puede que gracias al reparto, en el que figuraban Ricardo Zamora haciendo de entrenador, y Jacinto Quincoces, Mesa, Ramón Polo, Gorostiza y el entonces joven galán Carlos Muñoz encarnando a los futbolistas de un club imaginario, la cinta gozó de magníficas taquillas. En ella «Goros» casi hacía de sí mismo, dando vida a un jugador desinhibido, algo golfo y de vuelta en muchas cosas.

El punto final lo puso el miércoles 24 de agosto de 1966, en el sanatorio antituberculoso de Santa Marina, enclavado en la falda del bilbaíno monte Artxanda. No mucho antes había escrito al Valencia C. F., dando cuenta de su desesperada situación y solicitando ayuda económica. Le giraron dinero en recuerdo de los viejos tiempos, y porque el fútbol de entonces, henchido de humanidad, ni imaginaba ser presa, destripados los almanaques, de la ingeniería contable, las dictaduras del marketing y el desprecio a todo cuanto no pudiera ser convertido en guarismo financiero.

Atrás quedaban 19 entorchados internacionales, cuando apenas se disputaban este tipo de choques, 6 títulos de Liga y nada menos que 5 de Copa. Un todo como futbolista y un casi nada como hombre capaz de sobreponerse a las dificultades.

La fatalidad quiso que buena parte de la prensa vasca ni siquiera le otorgase el último homenaje de una buena necrológica. Justo la tarde anterior, «Bolero», un toro azabache de la ganadería de don Álvaro Domecq, había empitonado mortalmente en la plaza de Vista Alegre al banderillero Antonio Ruiz, tiñendo de luto las fiestas patronales. Ese hecho saltaba a las primeras planas y usurpaba el espacio de otras noticias. Tan sólo «Joma», redactor deportivo de «La Gaceta del Norte», derramaba unas gotas de emoción en su breve artículo. Gorostiza había ingresado en el sanatorio el 25 de octubre del año anterior y según el capellán «no dejó de comulgar un solo día». «Joma» escribió que Gorostiza había sido un anarquista en el vivir y en el jugar. «Su mejor virtud fue que ni se pareció a nadie, ni antes, en y después se pareció nadie a él. Es absurdo driblar así, argumentaban. Y él driblaba así. Como ese avanza no se puede tirar a gol. Y él avanzaba como él, y tiraba y marcaba. El Atlético y, por qué no, el Racing de Ferrol también, el Valencia, el equipo de España, los futbolistas del mundo, incluso Rusia y los países satélites, su Santurce, recordarán y honrarán al mejor extremo del mundo, habido y, por ahora, por haber. Guillermo, tu muerte no fue como muchos juzgaron tu juego: a lo loco, sino a lo cuerdo. Ganaste la gran final».

A sus amigos de antaño se les escapó alguna lágrima y Luis Casanova pudo leer en la prensa, emocionado, que bajo la almohada del difunto hallaron una pitillera con dedicatoria, recuerdo de su etapa en Mestalla. «Con las penalidades que pasó al final, con lo mal que andaba de dinero, y no se pudo desprender de aquel regalo -recordaba el mandatario ché-. Quién sabe si no veía en la pitillera el cordón umbilical que le mantuvo unido al Valencia desde la distancia».

Quién sabe. Los futbolistas de entonces sí sentían los colores. El fútbol mismo era un sentimiento y no un libro mayor cargado de números rojos.

.- (1) El propio Gorostiza desconocía la paternidad de su apodo, según declaró en una entrevista. «Debió ocurrírsele a Rienzi o Gobeo, aunque nunca logré averiguarlo. La verdad es que me gustó, pero tanto antes como incluso luego me llamaban Goros».

.- (2) Guillermo recordaba el viaje de esta manera: «Embarqué en el Axpe Mendi pagando las 7,50 pesetas diarias que costaba el viaje y la manutención, con el compromiso de trabajar a bordo. Me dijeron que pintara el barco y estuve haciéndolo durante toda la travesía. Le di no sé cuántas manos. Como ese buque naufragó en la siguiente travesía, me dije que igual se habría desnivelado por la cantidad de pintura que debí ponerle».

.- (3) Luis Colina Álvarez fue de todo en el fútbol pretérito: árbitro internacional, federativo, secretario técnico y gerente, destacando como gran pescador de talentos al servicio del Valencia.

.- (4) Con relación a sus lanzamientos desde el punto de penalti dijo: «No tienen secreto: dureza, puntería y cuanto antes. Un golpe de sangre. Es más, elijo el sitio y tengo la nobleza de indicarle al portero por dónde se lo voy a colar. Es cuestión de potencia y rapidez». Aunque las estadísticas sobre esa época no resultan muy fiables, parece que de sus 30 lanzamientos falló 2: uno enviado al graderío y otro a la madera.




Un título de copa al borde del abismo

Una de las temporadas más contradictorias en la historia del FC Barcelona fue la de 1941-42. En el campeonato de Liga flirteó con el descenso y estuvo a punto de bajar a Segunda por vez primera en su historia. Cayó a la última posición de la tabla en la novena jornada, al perder por 5-4 con el Atlético Aviación y durante la mitad de la competición, ocupó posiciones de descenso, de las que salió, tras estar prácticamente desahuciado, en la antepenúltima jornada, gracias a que remontó ante el Sevilla un marcador que pasada la media hora le era adverso por 0-2, pero también favorecido por el hundimiento del Alicante -denominación con la que actuaba el Hércules en aquella campaña- que encadenó ocho derrotas consecutivas y sólo sumó dos puntos en las últimas diez jornadas, lo que obligó a los azulgrana a luchar hasta en final para eludir el descenso, con una angustiosa victoria en Las Corts por 3-1 ante el Castellón. No obstante debería de jugar la promoción para mantener la categoría en un partido decisivo frente al Real Murcia en campo neutral.

 Acabada la Liga comenzó a jugarse la Copa y el partido de promoción se fue demorando por falta de fechas hasta que ambos equipos fueran eliminados. El comienzo barcelonista en el torneo del k.o. no fue muy halagüeño, ya que perdió por 2-1 con el CD Tarrasa, que actuó esta temporada en la Primera Categoría Regional Catalana, debido a que no se jugaba la Tercera División. Una derrota que maquilló Martín casi al final, aunque no tuvo problemas en superar la eliminatoria en la vuelta, al ganar por 4-0 en Las Corts, siendo a partir de aquí cuando el conjunto azulgrana experimentó un radical transformación. En octavos de final eliminó al Sevilla, ganando su segundo partido fuera de casa en toda la temporada -curiosamente había vencido el choque de Liga en Nervión- y completó el 1-2 de la ida con tres goles en Las Corts. En la siguiente ronda se deshizo del Espanyol por un doble 3-2, y en semifinales tumbó al Valencia, campeón de la Liga, ganando también los dos partidos: 1-2 en Mestalla y 3-2 en casa.

 De esta manera se clasificó para la final contra el entonces Atlético de Bilbao, cargado de moral tras las siete victorias consecutivas -había logrado ocho en toda la competición de Liga- y dispuesto a conseguir un título que se le mostraba esquivo desde 1928. El partido se jugó el 21 de junio en el terreno madrileño de Chamartín y fue arbitrado por Manuel Ocaña, alineándose por el Barcelona: Miró; Zabala, Benito; Raich, Rosalén, Llácer; Sospedra, Escolá, Martín, Balmanya y Bravo. Por el Atlético: Echevarría; Arqueta, Mieza; Bertol, Ortiz, Urra; Iriondo, Panizo, Zarra, Gárate y Elices.

El Barcelona afrontó el choque con gran serenidad controlando los deslavazados ataques bilbaínos, pasando poco a poco a dominar. A los 19 minutos se marcó el primer gol en una espectacular jugada de Escolá, que tras sortear a dos contrarios largó un tiro raso y cruzado hasta el fondo de la red. Poco después Balmanya estrelló un balón en el poste, y a los 28 minutos llegó el empate en un remate de Zarra que rechazó con apuros Miró y lo aprovechó Iriondo para rematar por bajo. Hasta el descanso el Atlético pasó a dominar, pero sin resultado positivo de cara al marcador.

En la continuación salió el Barcelona decidido al ataque y a los 51 minutos volvió a adelantarse con un segundo gol, marcado por Martín recogiendo un pase de Escolá, y aún sin reponerse, diez minutos después, a la salida de un corner, el mismo Escolá cabeceó a la red el 3-1. Tras unos momentos de desconcierto en los que el Atlético parecía entregado, se produjo una inesperada reacción y en dos minutos llegó el sorprendente empate: a los 79, Elices remataba un corto rechace de Miró y a los 81, Zarra cabeceaba un centro de Elices, y ante el estupor general el 3-3 subía al marcador, siendo los últimos instantes de gran emoción y desesperados ataques bilbaínos, controlados por la reforzada defensa azulgrana, llegándose al final sin más novedad.

Tras el pertinente descanso, se pasó a la prórroga, caracterizada por el juego lento y de poca calidad, por el cansancio de ambos onces. La jugada decisiva llegaría a los 12 minutos de reanudarse el juego, entre Sospedra y Martín que éste culminó, tras sortear la salida de Echevarria, marcando de forma espectacular el gol del triunfo azulgrana. Aquí puede decirse que acabó el partido, ya que los bilbaínos incapaces de reaccionar, apenas inquietaron a sus contrarios y éstos se dedicaron a dejar pasar el tiempo lanzando balones fuera.

 Cuando el ex centrocampista del Sevilla pitó el final, los jugadores azulgrana se fundieron en un abrazo, y lloraron. Se desató la emoción y cientos de aficionados saltaron al terreno de juego para sumarse a la fiesta, pero en la mente de todos estaba el partido de promoción pendiente contra el Murcia, que se jugaría al domingo siguiente en el mismo escenario, por lo que el equipo permaneció durante toda la semana alojado en el Hotel Victoria de la Capital.

 Con los mismos hombres que ganaron le Copa, excepto Llácer, sustituido por Franco, se afrontó un partido de promoción que parecía ser fácil, pero el conjunto murciano plató cara y no se amilanó, haciéndolo pasar mal a los aficionados barcelonistas, dando un buen susto cuando a los 23 minutos, Huguet, en un lanzamiento de falta marcó el primer gol, y acto seguido Vilanova pudo haber aumentado la cuenta. Durante cinco minutos el Barcelona estuvo en Segunda. Lo que tardó Martín en conseguir el empate con una brillante jugada culminada con un gran disparo, llegándose así al intermedio. Al cuarto de hora de la reanudación, un centro de Valle fue rematado de cabeza Martín poniendo en ventaja al Barcelona, y once minutos después el mismo jugador cabeceó a la red otro centro de Sospedra, quien en el minuto 31 hizo el 4-1 rematando por bajo una pase del ariete azulgrana, y al final Mariano Martín culminó su gran tarde goleadora estableciendo en 5-1 definitivo.

 El conjunto catalán, que viajó en autocar, llegó a Barcelona al mediodía del miércoles 1 de julio, siendo aclamado en las poblaciones por las que pasó, y lo primero que hicieron directivos y jugadores fue cantar una Salve a la Patrona de la ciudad en la Basílica de la Merced. Falta hacía.




Aquellos torneos de verano (IV)

Aquellos torneos de verano IV

Cuando Pelé visitó España en 1959

 Los torneos de verano tuvieron su época dorada a mediados de los años 60 hasta casi los 80. Hoy conocidos como bolos de verano, de los que todavía se desmarcan los históricos Teresa Herrera de La Coruña y el Ramón de Carranza de Cádiz, eran torneos mucho más allá de la puesta a punto de un equipo. Los actuales preparadores físicos se llevarían las manos a la cabeza al pensar que en esos enfrentamientos el aficionado exigía a sus jugadores ya el máximo rendimiento cuando tan solamente llevaban una quincena de días de entrenamientos. Y es que los responsables de tales eventos invertían todos los esfuerzos, tanto económicos como organizativos, para completar un cartel digno de «pequeñas copas del mundo».

 Es curioso que ante la repetida pregunta ¿quién ha sido el mejor jugador de la historia? mientras que en la mayoría de los países se señala casi sin dudar a Pelé, en España se responde con Alfredo di Stéfano. «Eso es porque ustedes no vieron jugar a Pelé», suelen complementar nuestra respuesta.

 No cabe duda de que, ateniéndonos a los números, las cinco Copas de Europa no son equiparables con tres Copas del Mundo, dos de ellas especialmente protagonizadas por el brasileño. Ni los 377 goles de Di Stéfano (en las máximas categorías de Argentina, Colombia y España) se acercan a los 541 de Pelé (en Brasil y Estados Unidos)… y así, hasta entender por qué la IFFHS eligió a Pelé mejor jugador del s. XX.

 Pero volviendo a la frase con que nos subrayan nuestra respuesta, Pelé sí jugó en España. Vino con su club de gira, aprovechando que el futbol brasileño estaba de moda. Por aquí pasaron el CR Vasco de Gama, el Botafogo CR y el Santos FC. Y lo hicieron dejando un sabor de boca increíble. Despertaron toda la expectación del público y exhibieron un juego desconocido. Sin embargo, la prensa, y en especial Marca, dio una trato muy curioso, como si evitaran nombrar a Pelé.

 Por eso, propiamente no vamos a tratar un torneo de verano específico en esta ocasión, sino que comentaremos la visita del Santos FC brasileño en el año 1959, centrándonos especialmente en su amistoso que jugó frente al Real Madrid, además de su intervención en el Teresa Herrera de La Coruña y en el Naranja de Valencia. La gira se cerró en Barcelona con otro partido amistoso.

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Una de las pocas fotos que se publicaron de Pelé en Marca, en la víspera del partido frente al Real Madrid.

 Como era de esperar la llegada del Santos FC atrajo la expectación de toda la prensa española. No en vano había sido elegido como rival del Real Madrid en el partido homenaje a Miguel Muñoz. Campeón de Europa, por cuarta vez consecutiva, contra el campeón de Sao Paulo, considerado el mejor equipo de Brasil. Llegó el lunes el Santos FC y decidió descansar hasta el día del partido, frustrando a los curiosos la sesión de entrenamiento que estaba prevista al día siguiente. La alienación santista era presentada por su entrenador Luis Alonso, incluyendo el portento de 18 años de edad, Pelé.

El Homenaje a Miguel Muñoz se hacía a lo grande. Reforzaban al Real Madrid en representación del fútbol nacional el bético Luis del Sol y el bilbaíno Agustín Gaínza, que anunciaba su retirada. Y dirigía el equipo blanco, que visitó de azul aquella tarde, Alfredo di Stéfano. La ambientación excedía las previsiones, pues, aunque el partido tenía un carácter festivo y amistoso, el público español estaba deseoso de poder comparar al ídolo local frente a la sensación brasileña. Y es que, con solo un año de carrera en el fútbol internacional, Pelé ya rivalizaba con un consagrado Alfredo di Stéfano.

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 REAL MADRID – SANTOS FC        5-3      Santiago Bernabeu (110000)   17/06/1959

Árbitro: Horn (Países Bajos).

Goles: 0-1 (9′) Pelé. 1-1 (19′) Mateos, 2-1 (20′) Mateos. 3-1 (35′) Mateos. 3-2 (54′) Pepé de p. 4-2 (57′) Puskas. 4-3 (67′) Coutinho. 5-3 (84′) F Gento.

Real Madrid: Berasaluce; Marquitos (Atienza 74′), Santamaría, Casado; Santisteban, Ruiz; Francisco Gento, Mateos (Puskas 54′), Di Stéfano, Del Sol, Gaínza (Julio Gento 46′).

Santos FC: Carlos; Getulio, Pavao, Dalmo; Ramiro, Zito; Dorval, Álvaro (Alfonso[90’+1′] 74′), Pagao (Coutinho 25′), Pelé, Pepé.

 La curiosa crónica de Marca señala a un Madrid dominador y muy superior. Sin embargo, a la hora de explicar la actuacióndel árbitro denuncia que no señaló con penalty una falta hecha a Pelé y entre los incidentes hay que registrar una agresión a Pepe, que recibió un botellazo de parte de un exaltado del público. Siguiendo la crónica de Marca, se resalta el gran trabajo de Di Stéfano, todo un director de orquesta, capaz de arrasar literalmente a un rival lento y pretencioso.

De Pelé, destaca el comentario que hizo Carniglia, el entrenador del Real Madrid: «Evidenció una gran facilidad de tiro y muchísima «malicia», picardía. Portege muy bien el balón y se filtra peligrosamente. Pero estuvo muy bien marcado».

Era un comentario, destacando lo de «bien marcado» porque Pelé hizo el primer gol con un disparo desde fuera del área, le hicieron un penalty tras regatearse a Santamaría, Casado y Ruiz y el tercer gol llegó tras un rechace del portero a un remate lejano de Pelé. Y añadimos el posible penalty que el árbitro no señaló.

Para la prensa madrileña quedó muy claro que Alfredo di Stéfano era muy superior a Pelé.

 El 21 de junio se presentó en La Coruña para disputar el trofeo Teresa Herrera. En esta ocasión fue a un único partido entre los dos mejores equipos brasileños del momento, Santos y Botafogo. De nuevo la prensa volvió a inclinar sus comentarios presentando al Botafogo como equipo favorito ya que tenía mejores jugadores que el Santos. No estaban tan desencaminados porque en el equipo carioca se alineaban Nilton Santos, Garrincha, Didí y Zagalo.

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SANTOS FC – CR BOTAFOGO      4-1      Riazor (40000)            21/06/1959

Árbitro: Blanco Pérez.

Goles: 1-0 (40′) Pepé de p. 2-0 (60′) Pelé. 3-0 (67′) Coutinho. 3-1 (69′) Zagalo. 4-1 (77′) Pepé.

Santos FC: Carlos; Pavao, Ramiro, Mourao; Getulio, Zito; Dorval, Jair, Alfonso, Pelé, Pepé.

Botafogo FR: Ernani; Thomé, Airton, Nilton Santos; Borges, Chicao; Garrincha, Didí, Paulinho, Waldyr, Zagalo.

  El 4-1 a favor de los paulistas dejó constancia de que el Santos también contaba con muy buenos jugadores. Pelé marcó un gol, el segundo, mientras que el primero vino tras un penalty que le hicieron. Dice la crónica que los espectadores «ovacionaron clamorosamente» al equipo vencedor. No se nombró a Pelé nada más que en relación a las jugadas ya citadas.

 Y el 24 jugaron su primer partido del Trofeo Naranja.

 VALENCIA CF – SANTOS FC        4-4      Mestalla (40000)         24/06/1959

Arbitro: Saz.

Goles: 0-1 (37′) Pelé. 1-1 (40′) Aveiro. 1-2 (44′) Coutinho. 1-3 (65′) Dorval. 2-3 (74′) Aveiro. 3-3 (76′) Egea. 3-4 (79′) Pepé. 4-4 (83′) Egea.

Valencia CF: Pesudo; Piquer, Sócrates, Mestre; Sendra, Sanabria (Egea); Joel, Tercero (Fuertes), Aveiro, Walter y Mañó.

Santos FC: Carlos; Pavao, Mourao, Getulio (Flote); Ramiro (Forunga), Zito; Dorval, Álvaro, Coutinho (Jair), Pelé, Pepé.

 Gustó mucho el Santos, aunque se dedicó a exhibir su dominio de balón, sus regates y espectáculo más que a buscar el gol. El pundonor y la entrega de los hombres del Valencia les permitió alcanzar un sufrido empate. De nuevo Pelé hizo una demostración de su extraordinaria calidad con un gol en el que se deshizo fácilmente de tres contrarios.

 El siguiente partido fue contra el Internazionale de Milán:

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SANTOS FC – FC INTERNAZIONALE      7-1      Mestalla (60000)         26.06.1959

Árbitro: Ortiz de Mendíbil.

Goles: 1-0 (17′) Coutinho. 2-0 (30′) Pepé de p. 3-0 (47′) Pelé. 4-0 (52′) Pelé. 5-0 (69′) Pelé. 6-0 (60′) Pelé. 6-1 (72′) Angelillo. 7-1 (79′) Pepé.

Santos FC: Carlos; Getulio, Pavao, Mourao; Ramiro, Zito (Forunga); Dorval, Jair (Álvaro), Coutinho, Pelé (Alfredo), Pepé.

FC Internazionale: Mateucci; Guarneri, Garderelli, Valadé; Bolchi, Galdeatti (Colombo); Cacciavillani (Gughelnone), Mascalatto, Angelillo, Sivori.

 Mestalla lleno a rebosar, incluso más espectadores que en el primer partido, para ver al Santos. Y el público salió entusiasmado con Pelé. Marcó cuatro goles. Cada vez que tocaba el balón era magia en sus botas. La crónica apuntaba que el Inter parecía un equipo de segunda división frente a los paulistas, pese a contar en sus filas con figuras como Angelillo o Sivori. Lógicamente, su mejor hombre fue el guardameta Mateucci que impidió un resultado más amplio. De todas formas, el encabezado de Marca fue bastante significativo: Zito y Ramiro fueron los jugadores más destacados del Santos. Y eso que Pelé había marcado cuatro goles. El Santos se ensañó con el Inter porque un par de semanas antes los italianos le habían derrotado 3-2 en Milán en un partido muy accidentado.

 Un día más tarde el fútbol en Valencia volvió a la normalidad. Se cerró el triangular con un partido disputado entre dos equipos muy igualados.

 VALENCIA CF – FC INTERNAZIONALE  1-0      Mestalla (30000)         27.06.1959

Árbitro: Blanco Pérez.

Gol: 1-0 (27′) Walter.

Valencia CF: Pesudo; Piquer, Sócrates, Mestre; Sendra, Sanabria (Egea); Joel, Fuertes, Aveiro (Pastor), Walter, Ficha (Tercero).

FC Internazionale: Bandoni; Guarneri, Garderelli, Valadé (Organti); Galdeatti (Inberniza), Colombo; Dovatti, Gughelmone, Mascalatto, Angelillo, Cacciavillani.

El Valencia CF necesitaba vencer por siete goles de diferencia para ganar el trofeo, mientras que el Inter no tenía ninguna opción. Estas condiciones redujeron el partido a un enfrentamiento de trámite para la galería. Para satisfacción del público local, el Valencia CF dio una buena imagen y venció. El seguidor valencianista quedó complacido con los dos partidos de su equipo pues dio la cara ante el Santos y derrotó a uno de los mejores equipos italianos.

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Aún tuvo un partido más el Santos por España. Jugó ante un equipo del CF Barcelona ya que sus mejores hombres disputaban ese mismo día partido con la Selección Española. Con todo, la delantera barcelonista fue Villaverde, Kocsis, Evaristo, Ribelles y Czibor.

Volvemos a resaltar el titular de Marca donde se destaca a Coutinho como el mejor jugador del partido cuando en la crónica se hacía referencia a Pelé, autor de dos goles, además de dar otros dos.

 En definitiva, así fue el paso del Santos FC y de Pelé por la España de 1959. Un equipo muy potente, en el que la prensa insistió mucho para que no destacase el astro brasileño. Jugó cinco partidos y marcó 9 goles. ¿Influyó la rotunda negativa del Santos FC a traspasarlo al Real Madrid? En tan solo en una semana, del posible fichaje de Pelé se pasó a hablar de Didí como el jugador más renombrado del fútbol brasileño…




Las mayores goleadas coperas de la historia y del FC Barcelona en particular

Además de los nueve goles conseguidos la pasada eliminatoria frente al CE L’Hospitalet en cuatro ocasiones más el Barcelona ha conseguido este mismo número de goles o más en Copa.

La mayor victoria a domicilio la consiguió el día 30 de marzo de 1924 en el Estadio de El Arrabal de Zaragoza frente a la Real Sociedad Atlética Stadium. El Barcelona ese día venció por cero goles a nueve con tres goles de Alcántara y otros tres de Sagibarba, además de dos de Gracia y uno de Samitier.

Como local, el 12 de abril de 1931 consiguió vencer por nueve a cero al CD Don Benito en Las Corts. Goiburu fue la estrella del partido consiguiendo cuatro goles. Arocha con dos goles y Castillo, Sagibarba y Samitier con uno cada uno completaron el marcador.

También en Las Corts, el 24 de abril de 1949 el Barcelona repitió tanteador frente al Gerona CF. Nicolau con tres goles fue el máximo goleador. Con dos tantos acabaron Canal y Seguer y con uno Basora y Marcos Aurelio.

La única ocasión en que ha conseguido los dos dígitos fue el 8 de abril de 1962 frente al CD Basconia en Las Corts. Ese día venció por 10 goles a 1, con tres goles de Pereda, dos de Szalay y Vergés y uno de País, Zaballa y Zaldúa.

 En cuanto a las mayores goleadas coperas de la historia tenemos, como local, la del Real Murcia al CD Cieza Promesas. Hasta catorce goles consiguió el cuadro pimentonero el 10 de septiembre de 1992, entonces debutando en 2ª B, por ninguno del filial ciezano. Juliá con cuatro goles, Cantero y Córcoles con tres cada uno, Correa con dos, Juanjo y Soto fueron los autores de la mayor goleada de la historia del Campeonato de España.

 Y como visitante el Celta consiguió trece goles por ninguno del Don Benito el 14 de abril de 1932. En la ida, el 10 de abril de 1932, el Celta venció por nueve goles a cero. Total 22 goles. Ambos partidos se jugaron en Balaídos. Esta marca de 22 goles en el total de la eliminatoria es la mayor en la historia de la competición.

A partido único copero la goleada del CD Málaga al CD Toledo por once goles a cuatro el 18 de abril de 1948 es el mayor registro. Bazán y Ubis consiguieron tres goles, Azcue y Teo dos y Lezama fueron contestados por los toledanos con goles de Gimeno en propia puerta, Contreras y Pototo en dos ocasiones.

 Y por último, las mayores goleadas al descanso han sido dos ocho a cero conseguido uno por el Real Madrid frente al Barcelona el 13 de junio de 1943 y que finalizó con once a uno y otro del Sporting de Gijón al Avilés y que finalizó con trece a cero el 30 de marzo de 1941.

Como visitantes dos sietes. El primero conseguido el 14 de abril de 1932 en el partido que ganó el Celta al Don Benito por cero a trece y que hemos comentado anteriormente y el segundo la victoria del Athletic al Binéfar por uno a siete que fue el mismo resultado con el que acabó el encuentro. Ocurrió el 19 de noviembre de 1980.

 




¿Estadio Francisco Villota?

Las obras del futuro estadio del Atlético de Madrid se han iniciado de forma definitiva tras varios retrasos, ya conocemos maquetas y renders que nos permiten imaginar como quedará. También sabemos que, en el caso de que Madrid logre hacerse con la organización de los Juegos Olímpicos de 2020, se instalarán pistas de atletismo y será escenario de las pruebas de dicho deporte, además de la sede de las ceremonias de inauguración y clausura.

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Lo único que desconocemos es el nombre que recibirá el estadio, hasta ahora conocido con el nombre casi cómico de «La Peineta». «Estadio de Madrid «o «Estadio Olímpico de Madrid» son nombres que hemos leído en antiguos proyectos y candidaturas olímpicas pasadas (2012, 2016). Creemos que lo ideal sería encontrar un nombre que aunara la vocación olímpica madrileña con la historia del Atlético de Madrid. ¿Difícil? Puede ser, aunque proponemos un nombre que reune ambos requisitos:

FRANCISCO VILLOTA BAQUIOLA

Nacido en Madrid el 18 de noviembre de 1873 en el seno de una familia cántabra adinerada de Mioño (municipio de Castro Urdiales), Francisco Villota fue un gran deportista multidisciplinar (el clásico sportman de su época) que destacó sobre todo en cesta punta, deporte en el que logró en 1900 un gran hito: fue el primer campeón olímpico español.

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Junto a su compañero de aventuras José de Amézola (al que había conocido en el Instituto de Bilbao) lograron el campeonato del mundo amateur de cesta punta disputado en el frontón de Neuilly-sur-Seine el 14 de junio de 1900. En el verano de 2004 el Comité Olímpico Internacional reestructuró el medallero y palmarés de aquellos polémicos Juegos de París 1900 y Villota y Amézola se convirtieron en los primeros campeones olímpicos españoles.

Pero sabemos (especialmente por un artículo-homenaje que se le dedicó en Gran Vida en marzo de 1904) que Francisco Villota también practicó otros deportes, singularmente el fútbol. Deporte en el que también participó en un gran acontecimiento: fue uno de los cofundadores del Athletic Club de Madrid el 26 de abril de 1903 en la Sociedad Vasco-Navarra de Madrid (Calle de la Cruz, 25).

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Casi todos los fundadores del Athletic eran estudiantes vascos (de Ingeniería de Minas la mayoría) afincados en la capital y su intención inicial era la de crear una sucursal del Athletic Club. Francisco Villota ya no estudiaba (había acabado Derecho en 1899 tras 10 años en la universidad) ni era vasco (aunque había cursado el bachillerato en Bilbao y conservado de por vida numerosos amigos vascos, además de haberse movido en Madrid en los ambientes de la pelota vasca como jugador y directivo del Euskal-Jai Club), pero encontramos su nombre en la larga lista de apellidos vascos que fundaron el Athletic/Atlético aquella madrugada de abril de 1903:  Daniel Abechuco, Ricardo de Gondra y Lazúrtegui, el doctor Usobiaga, Adolfo Larrinaga, Manuel Landecho y Allendesalazar, Celedonio Leyún, Luis Laguno, Raimundo Moreno y Aranzadi, Miguel Mugurio, los tres hermanos Murga (Tomás, Ramón y Juan), Rafael y Oscar Nárdiz, el marqués de Narros, Ignacio Noriega, Luis Ornilla, Enrique Goiri, Alfredo Alonso Allende, Enrique Allende, Eduardo de Acha, Ignacio y Ricardo Gortázar, Manuel Rodríguez Arzuaga, Ramón de Arancibia, Andrés del Rivero, Celso Rodríguez, Alberto Zarraoa, Fabio Bergamín, Eustaquio Celada, Manuel Goyarrola, Juan Inchausti, Joaquín de Elósegui, Teodoro Gamón, Jacinto Grases, Luis Badolato, Abdón de Alaiza, Darío Arana y Urigüen, Julián Palacios, Juan de la Peña, el marqués de Riscal, Adolfo Astoreca, Luis Romero de Tejada, los hermanos Carlos, José María y Ramón Solano, José de Toda y Nuño de la Rosa, Castro Vidaurreta, Camarón Villamil, Juan Zavala, Sebastián de Zuviría,  Emiliano Zuloaga y Francisco Villota. (Relación de nombres citada por Fernando Sánchez en La Enciclopedia Atlética)

Estos son los argumentos que podemos presentar en defensa de la candidatura de Francisco Villota Baquiola para dar nombre al estadio olímpico y colchonero madrileño. No sería la primera instalación deportiva que llevaría su nombre (el frontón de Mioño, sufragado por él, fue el primero), aunque si el primer reconocimiento de Madrid a su primer campeón olímpico (una iniciativa del grupo municipal socialista en 2009 para darle su nombre a una calle no prosperó).

Podemos concluir con la descripción que de él se hacía en el ya citado artículo de Gran Vida: «Generoso, atento y bueno con los humildes, a los que tiende con verdadero afecto y noble desinterés su mano de amigo».

Agradecimientos: Xabier Leibar Mendarte

 

Fernando Arrechea Rivas




Football: Equipo nacional, «La Roja» de los años 20

           La colección que hoy nos ocupa, y con la que arrancamos en este 2012, año de Eurocopa, tiene que ver con la selección nacional. La datación de la colección es incierta, aunque yo apunto a los primeros años 20, si no exactamente 1920 ó 1921. El éxito del equipo nacional en las Olimpiadas de Amberes animó el parqué futbolístico español e hizo que por doquier alumbraran referencias y elogios a los componentes del seleccionado. De ahí a la especulación tan solo hay un paso. Al igual que en la actualidad los pronósticos sobre qué jugadores serán convocados por Vicente Del Bosque para una convocatoria con «la roja» dinamizan la actualidad deportiva, en aquellos tiempos las discusiones no eran, en modo alguno, menores. Como de un círculo perfecto en el que nos encerrara el tiempo y la historia, vemos que un éxito como el de Amberes se refleja en otro, mucho mayor, como el del mundial de Suráfrica 2010; y el interés de los primeros aficionados españoles se ve relanzado y renovado en la actualidad por el gran interés que suscita cualquier movimiento en el seno de la selección española de fútbol. Desde los jugadores que vestirán la camiseta en la Eurocopa de Ucrani y Polonia, hasta las posibles desavenencias entre miembros del Real Madrid y del F. C. Barcelona, pasando por los enfados puntuales del seleccionador con la prensa. Es la historia de la selección española un páramo de poco arbolado y con puntuales rincones de cálido recuerdo, empezando en Amberes 1920, pasando por Brasil 1950, España 1964, Austria y Suiza 2008 y llegando al hogar deseado de Suráfrica 2010. Cientos de jugadores han vestido esa camiseta y muchos de ellos, comprometidos tanto o más con sus equipos, han sabido legar algo de su magia y leyenda al imaginario nacional de nuestro equipo de fútbol. Y estos que presentamos fueron de los primeros en hacerlo.

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            La colección pertenece a aquellas que, fabricadas por una empresa de litografía, era distribuida de forma exclusiva por uan sola marca comercial. En este caso se trató de la marca Chocolates Orthi de Tarragona. La clección fue fabricada por Litografía T. Franch y se trataba de una alineación típica de 11 jugadores, puesto por puesto. La colección que lleva por título Football: Equipo Nacional, tiene una peculiaridad: los jugadores aparecen con el equipaje de su club de referencia, no con el equipaje de la selección. Quizá la dificultad de obtener una buena serie de fotos de todos los jugadores con el equipaje de la selección motivara la decisión de presentarlos así. Además se opta por realizar un dibujo, basado en fotografías, pero que oculta éstas de modo absoluto. En la parte superior del cromo nos encontramos la publicidad de Chocolate Orthi.  El centro del cromo contiene la imagen del jugador y en la parte inferior aparece el nombre del mismo junto con el equipo al que pertenece.  En el dorso se hace una pequeña descripción del jugador. Como se verá la selección se forma fundamentalmente con jugadores del norte de España y la participación de tres jugadores de equipos catalanes. Muchos de estos jugadores reúnen las condiciones para ser considerados mitos del fútbol español como los casos de Zamora, Samitier o Vallana.

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Listado de la colección

 Zamora (Guardameta R.C.D. Español)

Vallana (Defensa derecha Arenas)
Careaga (Defensa izquierda Arenas)
Meana (Medio centro Esporting Gijón)

Samitier (Medio derecha F.C. Barcelona)

Peña (Medio izquierda Arenas)

Echeveste (Extremo derecha R. Unión Irún)

Sesúmaga (Interior derecha Atlétic de Bilbao)

Travieso (delantero centro Atlétic de Bilbao)

Alcántara (Interior izquierda F.C. Barcelona)

Acedo (Extremo izquierda Atlétic de Bilbao)

 

Dorsos

1 Chocolates Orthi




De manzanas y peras: sobre la clasificación histórica liguera

Entre las numerosas medidas puestas en práctica durante los años 90 por los organismos futbolísticos para dotar al juego de una mayor viveza y, sobre todo, hacerlo más ofensivo y espectacular, intentando desterrar el fútbol especulativo, las precauciones excesivas, el centrocuentismo sin objeto, la ausencia de goles, en suma, que estaba lastrando el desarrollo de las competiciones internacionales, se encontraba la de otorgar tres puntos por victoria, en lugar de los dos habituales. De esta forma, el empate pasaba a tener un valor muy relativo, significando mucho más la pérdida de dos puntos que la ganancia de uno.

Los primeros en introducir esta variante en su competición doméstica habían sido, cómo no, los ingleses, nada menos que en la temporada 1981-82. Este cambio apenas tendría eco fuera de las islas (sólo un puñado de países, y ninguno de primer nivel, seguiría sus pasos) hasta que la FIFA acordó instaurar dicha medida en la Copa del Mundo de 1994.

En España se adoptó el nuevo sistema de puntuación en la campaña 1995-96 (la del doblete del Atlético de Madrid), y el principal efecto clasificatorio fue el «estiramiento» de la tabla, haciendo más patente las distancias entre los equipos. Algo que se ha ido manteniendo hasta hace escasas temporadas, cuando se ha producido una notable novedad, el «apelmazamiento» de la segunda mitad de la clasificación, con un numeroso grupo de conjuntos separados por diferencias mínimas, al tiempo que los dos clubes más poderosos de la nación, Madrid y Barcelona, obtienen una ventaja sideral sobre el resto de contendientes, incluido el tercer clasificado. Resultado todo ello del potencial económico, claro está, que se iguala por abajo y se dispara por arriba.

El hecho es que, desde la entrada en vigor de esta disposición, y con la intención de llevar la totalidad de puntos federativos ganados por cada equipo a la clasificación global, los medios de comunicación deportivos vienen publicando la tabla histórica liguera con la inclusión de las victorias de tres puntos obtenidas desde 1994 en adelante, sin considerar que este hecho mediatiza y desvirtúa el resultado final de la misma. Y cada vez lo hará más con el paso del tiempo.

Veamos por ejemplo las cinco primeras posiciones de la tabla así constituida.

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 Considerando que una clasificación no es más que una comparativa, para poder cotejar con un mínimo de coherencia unos hechos (en este caso el comportamiento de cada equipo con respecto a sus rivales en la historia de la competición) es obligado hacerlo sobre valores absolutos, nunca relativos. En este caso, los elementos que determinan el resultado final clasificatorio son las victorias y empates obtenidos por cada conjunto a lo largo del tiempo. Es lo único que indica la superioridad o inferioridad de un equipo frente a sus contrincantes. Y, lógicamente, para poder hacerlo, tanto el valor de la victoria como el del empate ha de mantenerse invariable.

Dicho de otro modo, en la clasificación histórica de nuestra Liga una victoria, pongamos por caso, del Barcelona sobre el Athletic durante los años 30 no puede valer menos que otra victoria del cuadro catalán sobre el vizcaíno en la primera década del siglo XXI. Han de tener la misma consideración.

 Observemos las cinco primeras posiciones de la tabla, esta vez otorgando a la victoria un mismo valor, pongamos tres puntos, que es el sistema al que estamos acostumbrados a día de hoy:

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 Comprobamos que la situación varía, y mucho, en el caso de los puestos 3º al 5º. Es una clasificación basada en hechos inmutables, victorias y empates, que nos ofrece la única forma de valorar realmente la posición histórica de cada equipo en función de sus méritos. Y es que, aunque resulte de perogrullo, quien acumula más triunfos e igualadas en su historial ha de estar necesariamente por encima de quien tiene menos.

 Como ejemplo de lo anteriormente expuesto mostramos la clasificación general del máximo acontecimiento futbolístico. El ranking global de la Copa del Mundo lo mantiene la FIFA sobre la base de 3 puntos por victoria. En sus seis primeras posiciones es el siguiente:

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El vínculo para ver la clasificación completa en la página web es:

http://es.fifa.com/worldfootball/statisticsandrecords/tournaments/worldcup/alltimerankings.html

 Hay otras consideraciones a tener en cuenta a este respecto. Y es que nada impide que en un futuro se vuelva a cambiar el sistema de puntuación. Si cada vez que eso sucediera llevásemos las modificaciones a la tabla histórica llegaría un momento en que ésta dejaría de tener sentido. Por eso, cualquier hipotético cambio sólo debería afectar a las clasificaciones particulares, en ningún caso a la clasificación general.

Además, tal y como nos enseñaron en la escuela, no se pueden mezclar peras y manzanas. Las peras con las peras y las manzanas con las manzanas. O se hacen dos clasificaciones históricas distintas, una sobre la base de dos puntos por victoria hasta el 94 y otra desde entonces con el sistema actual, o se conserva el valor absoluto del triunfo en una única tabla. Todo lo demás supone una distorsión, aunque sea bienintencionada, de la realidad histórica. 




Hace 100 años (enero 1912)

            En la Asamblea de la Federación Española se tratan temas como la división de la España futoblística en regiones no siguiendo el patrón político más bien un criterio deportivo. También se trata de que los clubes se dividan en dos categorías. Se están danos los pasos oportunos para que todos los clubes federados a la Federación Catalana lo sean también a la Española, algo que hasta el momento no ocurre. Por primera vez se habla de enviar al campeón de cada región a jugar el Campeonato de España.

A una pregunta sobre las sucursales en dicha asamblea el Sr. Ruete informa que el nombre correcto y con el que está inscrito el Athletic madrileño es «Athlétic Bilbao Madrid». El Sr. Ruete niega la relación filial entre el Athlétic bilbaíno, el Bilbao y el Lapico. A su vez, el Sr. Bonet desvincula al CD Español barcelonés de tener como sucursal al Español FC de Madrid, algo que asiente el Sr. Buylla. La asamblea finalmente aprueba la legalidad de las sucursales aunque dice que es una inmoralidad y hará lo posible por frenar esta práctica.

El Sr. Brú pregunta a la Junta Directiva federativa si ha recibido los nuevos estatutos y reglamentos del FC Barcelona. Esta qcontesta que no y el Sr. Brú dice que se fijen bien en el texto cuando los reciban. La Junta apremia al Barcelona para que los envíe.

             Acuerdos de la Fedración Española. Multar con 25 pesetas a todos los clubes federados a este que disputaron encuentros frente a clubes no federados. Ocompuestos solamente por extranjeros desde el día 1 de enero. A partir del 18 de enero las sociedades que no cumplan con este requisito serán multadas con una cantidad superior y suspendidos con uno o dos meses sin poder disputar encuentros, según la gravedad de la falta o por reincidencia.

           La instalación deportiva propiedad del English Sport Club, conocida situado en la Pradera del Corregidor, ha sido debidamente cercada con un fuerte alambrado. Para su inauguración se han enfrentadola sociedad propietaria y el Madrid FC. Ganó el Madrid FC: 

            En San Sebastián nace una nueva revista llamada Vida Deportiva en la que aparecen artículos sobre la Federación Española de Clubs de Foot-Ball, los Clubs Vascongados, las grandes figuras footballísticas, información footballística variada e información footballística del extranjero. Escriben en ella figuras como Berraondo. 

            En el Campeonato de Andalucía celebrado en Huelva ha salido vencedor el Huelva Recreation Club quedando como propietario de la Copa de plata en disputa por haber ganado el campeonato los tres últimos años. También tomaron parte los clubes Español de Cádiz y Sevilla FC. La medalla de plata de este año la ganó el equipo sevillano.

             La Federación Catalana está preparando un equipo exclusivamente compuesto por catalanes para jugar en París contra el equipo nacional francés. Para ello ha convocado a un número de jugadores para que disputen un encuentro entre «posibles» y «probables» para perfilar el equipo titular. El inglés M. Raine Gibson ha sido nombrado seleccionador. El primer encuentro ha sido suspendido debido a las rencillas entre jugadores. 

            Debido al inminente comienzo del Campeonato Regional de Cataluña se hacen votos a la cordura, tanto de los clubes como de los espectadores, dado que cada día es mayor el número de intervenciones policiales en los partidos, habiendo sido amenazados por la autoridad gubernativa con la prohibición de la disputa de este sport. 

            El Centre de Sports de Sabadell se da de baja de su campeonato.

             Ha sido denegada nuevamente la solicitud del Casual FC para ingresar en la Federación Catalana por no disponer de terreno de juego. 

            Desde la prensa se solicitan reformas en el campo del FC Barcelona, más concretamente en la zona de los córners donde el público invade y no permite se ejecuten con comodidad y la otra para hacer una nueva puerta para mayor fluidez del público.

              Movimiento futbolístico en Vitoria. La sociedade Unión Sportiva Alavesa, de la cual depende la sección futbolística llamada Vitoria, celebra su asamblea anual donde son renovadas sus diferentes juntas directivas, componiéndose la futolística, que también los es para patines y lawn-tennis, la formada por el Sr. Eguiluz como presidente y como vocales los Sres. Chávez, Pradera, Ciria, Neira y Alarcón.

             En Inglaterra hay muchas mujeres que aprovechan los partidos jugados por sus compañeros de trabajo para apostar a team ganador con el consiguiente castigo para la economía de muchas de ellas. Las autoridades han intervenido para acabar con esta práctica.

             Han sido publicados los reglamentos por los que se regirán los diversos concursos que se disputarán en los Juegos Olímpicos de Estocolmo, entre ellos el de foot-ball.

 Resultados:

 Partidos pendientes de reseñar del pasado mes de diciembre:

            Sporting Irún                1-2      Real Sociedad

                Vitoria                         3-1      Academia de Ingenieros

             Real Sociedad                         1-0      Sportive Française

            Real Sociedad                         1-3      Societè Nautique de Bayona

            Athletic Club de Bilbao            3-2      London Hospitals

            English SC de Madrid                         Madrid FC (Ganó Madrid FC)

            Barcelona                                5-1      Stade Eoile Bleue de Marsella

             CD Reus                                 1-3      Tarragona SC

            Barcelona                                5-1      United Hospitals

            Barcelona                                1-1      United Hospitals

            Franco-Español                       4-0      Badalona

            Victoria                                   0-0      Colonia inglesa de Las Palmas

 Campeonato Regional de Cataluña:

            4ª jornada.

      Universitary                             0-3      Español

            Català                                     1-8      Espana

            Barcelona                              12-0      Numancia

             5ª jornada.

            Barcelona                                1-1      Español

            Universitary                                         Català (se quedó con los puntos el Universitary por presentarse el Català tarde y con solo 7 jugadores)

            España                                                Numancia (El Numancia cede los puntos)

             Francia                        1-1      Bélgica

 Centenarios en enero:

             Federación de Fútbol de Rusia (VFS).

En Temperley (Argentina) fundación del Club Atlético Temperley. 

En Rosario (Argentina) es fundado el Club Atlético Argentino.