Intermediarios: un negocio viejo

Raro es el campeonato futbolístico en que los intermediarios no adquieran su buena cuota de protagonismo. Tras los fichajes más mediáticos o los traspasos más rocambolescos es fácil adivinar su mano en la sombra, cuando no sus hilos de telaraña dirigiendo al pupilo como una marioneta. Para no pocos presidentes de clubes, suya es la responsabilidad de haber situado el caché de los artistas en la estratosfera. Para el aficionado común, de su simple capricho o voracidad comisionista dependerá la continuidad en su escuadra de tal o cual estrella. Señalados a menudo como tumor del fútbol, causa y origen de monstruosos pasivos institucionales, cualquiera diría que hubiesen surgido ayer mismo, como por ensalmo. La verdad, sin embargo, es otra. Desde que el balompié se hizo profesional, hace casi 90 años, distintas especies fueron creciendo en torno al cuero, hasta mutar en el actual representante.

Al principio reinaban los «patrones de pesca», término reservado para ojeadores al servicio de un solo club. Tanta fue su importancia que el Valencia probablemente nunca se hubiera hecho grande sin Luis Colina, y el Betis pudo festejar un título de Liga gracias a Patrick O´Connell, no sólo entrenador, sino «patrón» con finísimo olfato. Más adelante Pablo Hernández Coronado, controvertido y no siempre acertado hombre del fútbol, aunque chispeante como pocos, inventó la figura del secretario técnico. Su libro «Las cosas del fútbol», publicado en mayo de 1955, aparte de alumbrar un ingenio por demás socarrón, demuestra lo poco que ha cambiado el entorno de este deporte desde los años 40 hasta nuestros días. Y entre unos y otros, es decir entre «patrones de pesca» y secretarios técnicos, quienes no llamaban la atención siempre podían apuntarse al autobombo.

José Arana, bautizado por cierta prensa como «El Zamora Mexicano», supo extraer partido a esa práctica. En realidad ni era mexicano ni se parecía lo más mínimo al gran Ricardo. Cierto que había vivido en el país azteca algún tiempo, y que allí jugó al fútbol como portero. De familia vizcaína, apareció por el municipio de Guecho para cumplir el servicio militar y, de paso, probar fortuna en algún club español. No resultaba infrecuente a finales de los alegres 20, la contratación epistolar de futbolistas. Las puertas de muchos clubes podían ser entreabiertas con sabias dosis de autobombo, buena caligrafía y aptitudes literarias. Arana, sobrado de todo ello, sorprendió la buena fe de los directivos vallisoletanos, con quienes firmó a razón de 400 ptas. mensuales. Luego, al vestirse de corto en la primera edición del campeonato liguero (el Valladolid quedó encuadrado en 2ªB la temporada 1928-29, equivalente a 3ª división), no supo estar a la altura de su presunta fama.

Los años 40 y parte de los 50 hicieron de «El Feo» toda una autoridad. Éste ya era intermediario al uso, dedicado a colocar futbolistas por toda la geografía nacional, a cambio del correspondiente porcentaje. Desde luego no estaba solo, aunque fuera el más popular. Por eso, a medida que crecía la competencia, resultó imprescindible especializarse.

Durante los años 50 Juanito Cadenas colocó a innumerables catalanes en clubes andaluces y norteafricanos. Excelente vendedor no ya de su mercancía, sino de sí mismo, alimentaba la sección veraniega de fichajes en «El Mundo Deportivo» barcelonés, casi siempre dando cuenta de sus hazañas: «El popular Juanito Cadenas nos informa que el guardameta Farrés, que en tiempos perteneció al Manresa, y el defensa Emilio Soto, ex del Español, están a punto de fichar por el Cádiz». O «El siempre activo Juanito Cabenas está a punto de cerrar el traspaso de un jugador del Español al España de Tánger».

En los 50, la figura del representante había adquirido tal magnitud que ya empezaban a dispararse las alarmas. Y no por cuanto pudiera perjudicar al fútbol más grande, sino por los estragos producidos en categorías teóricamente no profesionales. Así de claro se despachaba el antiguo internacional culé José Sastre, durante una entrevista concedida a «El Mundo Deportivo» el 18 de agosto de 1955. Interpelado sobre su valoración de la 3ª catalana, respondía así: «En general, es muy baja su calidad; claro que existen excepciones». ¿A qué atribuyes dicha circunstancia?, insistía el entrevistador. Y Sastre ya no se contenía: «Son varias las que lo motivan, pero hay una que a mi modo de ver es la principal. El excesivo intrusismo de los traficantes de jugadores, que con el único pensamiento puesto en el negocio, no tienen escrúpulos y colocan su material sin importarles un comino lo que va a dar de sí. Esto, que en jugadores ya consagrados aún podría tolerarse, pues nadie se puede llamar a engaño puesto que son de todos conocidos, es necesario evitarlo con los jóvenes, que engañados por voces que sólo buscan el lucro, caen en el falso terreno de la ilusión y terminan por desaparecer. Esto unido al escaso sentido del sacrificio y a la sed de rápido encumbramiento, echa a perder muchos valores».

Declaraciones de 1955, cuando con sueldos en la banca y entre el funcionariado inferiores a 2.000 pesetas mensuales, la 3ª División mal podía pagar cuatro perras. Declaraciones de un profundo conocedor, pues si bien Sastre acababa de entrenar durante dos años al Sport Club Bahía brasileño, antes lo había hecho en varios terceras y en los segundas Gerona, Lérida y «Nastic» de Tarragona.

Sastre omitía que parte de ese intrusismo emanaba de muchos entrenadores. Encargados de confeccionar las plantillas, tocaban a tal o cual futbolista, arreglaban con él la ficha y luego «esperaban» su comisión. Sin ser agentes o representantes, cobraban por cada incorporación. Y pobre del muchacho que no cumpliese. Ya podía ser una reencarnación de Garrincha, que ni con disolvente o serrucho lograría despegarse del banquillo. El canario Juan De Luis, para el fútbol Juan Luis, y muchos otros de su generación, e incluso más jóvenes, tragaron entre arcadas aquella purga por demás injusta.  

Casi paralelamente, la masiva importación de futbolistas extranjeros habría de enriquecer a ciertos intermediarios, rara vez españoles. Al frente de todos, acariciando su beta de oro, el inefable Bogossian, cuyos servicios tanto bien hicieron al Elche.  

Los ilicitanos conocían para entonces la calidad del producto sudamericano. Dagoberto Moll, Julio Outerelo, García o Souto, habían vestido la camiseta franjiverde durante aquel relámpago que trasladó a la entidad de 3ª a 1ª división, en un par de años. El presidente de semejante gesta, José Esquitino, se encontró un día, cuando preparaba la plantilla para militar entre los grandes, con el ofrecimiento de Arturo Bogossian, armenio afincado al otro lado del Atlántico y muy curtido en la intermediación futbolística a tiempo completo. Los resultados de aquella relación difícilmente hubieran podido satisfacer más a ambas partes, pese a arrancar con algún recelo.

Bogossian ofrecía a Cayetano Ré y Fausto Laguardia, ilustres desconocidos para el presidente, como maravillas a las que el fútbol paraguayo se les quedaba muy corto. Bogossian exigía el pago en efectivo o mediante aval bancario, y Esquitino, hombre de negocios acostumbrado a tirar de cheque tras comprobar la mercancía, no acababa de fiarse. Nunca se supo cómo, pero el caso es que Esquitino logró de los responsables del Banco de Bilbao en Elche un documento con membrete de la entidad, que pese a su apariencia formal no comprometía el pago. El armenio lo aceptó como bueno y la pareja de jugadores fueron probados en dos encuentros amistosos. Sólo cuando Cesar Rodríguez, el entrenador, dio su visto bueno, se avino a pagar el mandatario alicantino. Para entonces Bogossian ya había advertido la jugarreta. Otro, probablemente, hubiera puesto el grito en el cielo. Bogossian no. Procuraba evitar las puertas cerradas, sobre todo si sus aventuras o negocios tenían final feliz. «Un armenio engañó a cuatro judíos, y tú has engañado a un armenio -escuchó José Esquitino a modo de reproche-. Puedo asegurarte que no fracasarás en el fútbol».

Corrido el tiempo, la relación entre ambos concluyó en amistad. Bogossian sabía moverse por el mercado sudamericano como pez en el agua. A sus buenas relaciones con presidentes de clubes uruguayos o del Paraguay, se unía un ojo formidable para calibrar valores y cierta falta de escrúpulos. Su muy relativa honestidad quedaría de manifiesto cuando, el 24 de junio de 1960, llevó hasta Elche al paraguayo Ángel Romero, consagrada figura en el Nacional de Montevideo. Bogossian le había convencido para venir a España con el pretexto de colocarle en el Real Madrid o Barcelona. Una vez en Barajas lo condujo hasta la por esa época capital futbolística alicantina. Romero creyó vivir una pesadilla, según confesaría años más tarde: «Avistamos el palmeral de madrugada. No parecía haber ciudad, sino palmeras, sólo palmeras y más palmeras. Yo estaba acostumbrado a Montevideo, que lejos de ser urbe era casi un país dentro de Uruguay. ¡Menuda trampa!. Si en ese momento hubiera podido volver, ni lo habría dudado».

Quien quiso huir de Elche aquella madrugada, se avecindó para siempre en la industriosa localidad. Hoy el Elche C.F. presume de haberlo tenido en sus filas, haciendo un gran negocio a tenor de su rendimiento. Aunque para negocio, entendiéndose como tal la aritmética del libro mayor, el que supuso Cayetano Ré.  

Bajito, piernicorto, con cara de monaguillo travieso y cierta timidez fuera del campo, constituía la antítesis del ariete, en tiempos de balón a la olla y choque repetitivo. Sin embargo en el área sabía moverse como nadie para mostrar una estadística goleadora digna del mayor respeto. Cuando lo trajo Arturo Bogossian hizo el número 76 entre los futbolistas que ese encantador de serpientes ayudaba a saltar el charco. Con Cayetano Ré terminaba en España el último hombre de la delantera paraguaya en el campeonato Mundial correspondiente a 1958. Pedro Agüero había fichado por el Sevilla y más tarde saltaría al Real Madrid y Granada. Silvio Parodi conoció primero las Islas Canarias y después Cantabria. Jorge Lino Romero y Amarilla se decantaron por Oviedo, aunque el último también gozó de una temporada en Elche. Estando Bogossian de por medio costaba entender que en Paraguay quedaran futbolistas para disputar su propio campeonato. Pero entre tanto, el Elche hacía negocio. Pagó millón y medio de ptas. por su pequeño delantero. Y aunque entonces pareció mucho, tres temporadas más tarde el Barcelona soltaría nada menos que 6 millones para vestirlo de azulgrana.

Posteriormente el Elche continuó nutriéndose de sudamericanos por mediación del armenio. Juan Carlos Lezcano, aguerrido, potente y con clase, constituyó otra magnífica inversión desde su llegada en 1962, y en menor medida, aunque rayando también a notable altura, Casco cumplió más que de sobra.

Bogossian tuvo sus imitadores, algunos tan faltos de olfato como de ética. No es que colocasen mercancía de segundo o tercer nivel, sino sencillamente productos adulterados. Entre todos propiciaron el bochornoso espectáculo conocido como «Timo de los paraguayos», durante finales de los 60 y el arranque de la siguiente década. Un escándalo de falsificaciones cuyo desarrollo merece al menos otro artículo. Pero antes de que todo aquel pus reventase, ciertos imitadores de Bogossian colocaban sus productos a granel, haciéndolos pasar por lujo envasado.

Sucedió con los hermanos Alfredo y Manuel Martínez Cambón, dos uruguayos surgidos de Defensor y Misiones, conocidos para el fútbol por su segundo apellido. Si de algo sabía su representante, era de mercadotecnia. «Tiene un dribling endiablado, inciso en la puerta, incordiante ante las defensas contrarias; dispara con ambas piernas y actúa indistintamente en todos los puestos de la delantera», dictó a la prensa sobre el primero. Y acerca del segundo: «Es interior, gran malabarista con el balón; jugador curtido, domina todos los secretos del fútbol». Vamos, un par de joyas. Lo malo es que acabaron vistiendo de corto. Alfredo en el Logroñés, Palafrugell, Bisbalense, Montgrí y Calella de Palafrugell, es decir en la Regional gerundense, con algún breve relámpago en 3ª. Y Manuel en idénticos clubes catalanes, además del Lugo, donde por cierto fue visto y no visto. Se empezaba a comprar a peso, y ahí triunfaban las básculas más inexactas.

Claro que no todo el pastel estuvo en manos extranjeras. El antiguo defensa colchonero Alfonso Aparicio colocó en el fútbol estadounidense, por esa misma época, a nuestros compatriotas Carmelo Cedrún, José Mª Vidal, Calixto Méndez, Santisteban, Antonio Collar o Enrique Mateos. Pero el primero en tratar la intermediación deportiva no como un trabajo, sino como una industria, fue Luis Guijarro.

Corrían los años 60, el despegue económico ayudaba a comportarse como nuevos ricos a clubes y presidentes que en realidad no lo eran, y las divisas del turismo impulsaron hacia el alarde a no pocos alcaldes del litoral. Si el de Benidorm se miró en el espejo de San Remo para organizar su festival de música ligera, otros, menos amigos de inventos, prefirieron dirigir su vista hacia el fútbol, montando torneos veraniegos. A los clásicos Teresa Herrera o Carranza fueron añadiéndose los Costa del Sol, Ciudad de Palma, Ciudad de la Luz, Valencia Naranja, Villa de Bilbao, Costa Verde, Ciudad de La Línea y un largo etcétera. El espectador de finales de los 60 y primeros años 70, sobre todo si no estaba acostumbrado al fútbol de muchos kilates, acogía con agrado la visita de entidades míticas, tipo Bayern de Munich, Ajax, Anderlecht, Feyenoord, Standard de Lieja, Ferencvaros, Fiorentina, Estrella Roja, Hajduk, e incluso del otro lado del océano, como Palmeiras, Botafogo, Fluminense, Peñarol, Estudiantes… Poco a poco, a medida que los torneos proliferaban, no pocos clubes sudamericanos llegaron a encontrarse embarcados en giras maratonianas por nuestro suelo. Seis, ocho, incluso diez o doce partidos en el intervalo de 20 días. Cuanto más pudiera cargarse su calendario, más barato saldría el desplazamiento transoceánico y mayor acabaría siendo el beneficio.

Pero montar torneos representaba mucho trabajo, no exento de específica cualificación. Si el torneo era municipal, ¿quién lo organizaría?. ¿El ayuntamiento?. Para resolver las más espinosas cuestiones estaba Luis Guijarro. Él se encargaba de proporcionar equipos y engrasar la máquina publicitaria. A menudo esos equipos llegaban plagados de jóvenes promesas apuntaladas sobre una o dos estrellas. Otras veces buscaban la venta de sus mejores activos por los campos en que se exhibían. En alguna oportunidad se llegó a confeccionar cuadros irreales, con futbolistas brasileños dispersos por distintas ligas europeas, y más de una vez se dio gato por liebre, puesto que en Brasil abundaban las sociedades del mismo nombre. Podía anunciarse la presencia de un grande, omitiendo que no era el carioca o paulista, sino el de Novo Horizonte, por ejemplo, militante en un campeonato inferior. Un negocio, al fin y al cabo, donde sobre cualquier otro concepto prevalecía la cuenta de resultados.

Todo ello sin olvidar la representación de futbolistas, a la que Guijarro supo aplicar un nuevo cuarto de vuelta.

Hasta entonces lo habitual era colocar a un jugador en otro club, a cambio de la correspondiente comisión. Él dio un paso más, haciéndose con los derechos federativos de unos cuantos jóvenes con posibilidades, para venderlos luego a entidades con algún prestigio y posibles. Y no mediante fórmulas artesanales, sino a lo grande, en lotes completos. Así ocurrió cuando antes de arrancar el campeonato 1969-70 consiguió de Jaime Planas, mandatario saliente del Atlético Baleares, los derechos de Sancho, Parma, Tauler, Tomás y Taberner. Los cuatro primeros habría de traspasarlos al Deportivo de La Coruña y Taberner al Celta. Y como además el conjunto balear había quedado en cuadro, siempre podría suministrarle su propia mercancía sin sitio en 1ª o 2ª División. Negocio completo.

Los torneos fueron quedando obsoletos a medida que la televisión ponía en cada hogar el fútbol grande. Cuando cosecharon cuantiosas pérdidas económicas y a los alcaldes se les acabó el dinero o la ilusión de sentirse importantes, el montaje de Guijarro perdió su razón de ser. Para entonces ya estaba ahíto y un puñado de aprendices más jóvenes pugnaba por sucederle.

Constituyeron la última generación de intermediarios. La más voraz, porque el fútbol derribaba fronteras y se enriquecía con el dinero de las retransmisiones televisivas. Y aunque a algunos les costara hacerse con las riendas, pronto aprendieron el ABC del negocio. Sorprende, por ejemplo, que pudiese llegar Kempes al Valencia gracias al artículo que Pasieguito, secretario técnico ché, leyera en «El Gráfico» bonaerense. El más adelante campeón mundial escapó increíblemente al control y la avaricia de los representantes. Luego ya no pudo escapar nadie.

Un técnico oscurecido como José Mª Minguella, el omnipresente Santos, Zoran Veckik, mediocre futbolista pero avispadísimo magnate, Fermín Gutiérrez y tantos otros, se erigieron en referencia de quienes para prosperar entre tan tupida e inhóspita selva, tuvieron que bucear no ya en categoría juvenil, sino en torno a cadetes e incluso alevines.

Hoy, difícilmente un jugador sin representante logrará salir de la 3ª División. Para establecer algún orden en tan peligrosa jungla, para equilibrar la férrea dictadura del negocio con los más elementales derechos y la pura y dura explotación humana, surgió no hace mucho la titulación de Agente FIFA. Un nuevo y necesario paso, por más que la intermediación, la representación de futbolistas, hunda sus raíces en el Pleistoceno deportivo.   

            

 




Los balones de los mundiales

El balón, protagonista principal del fútbol y de la regla número 2 de las Reglas de Juego, ha estado presente en los distintos Campeonatos del Mundo de Fútbol con diferentes versiones, desde aquellos ásperos, duros, pesados hasta los actuales teledirigidos a los que se les acusa de hacer extraños. De aquéllos que se deformaban con su uso hasta los casi perfectamente circulares. De distintos materiales, formas, nombres. Pero siempre como protagonista principal.

En los inicios no se hace mención alguna en las Reglas de Juego a como debía ser o pesar. Más tarde International Board consideró que debía ser esférico, por supuesto, y que sus medidas serían las de una circunferencia entre 675 y 700 milímetros. No ha variado hasta la actualidad en que esas medidas son de 68 y 70 centímetros. En cuanto al peso si ha habido variaciones pues, al contrario de lo que se pueda pensar, los balones antiguos no tienen que ser más pesados necesariamente, más bien al contrario. En las primeras disposiciones se acordó que al principio del partido el balón debería pesar  369 gramos como mínimo y 426 gramos como máximo. En la actualidad deben ser 410 gramos como mínimo y 450 gramos como máximo.

Para el Mundial de Uruguay en 1930 fue utilizado un balón denominado T – Shape. La característica principal de este balón son los 12 gajos de piel auténtica que lo conformaban y que tenían forma de T. Dentro del cuero se encontraba la vejiga la cual, una vez inflada, había que proteger atando con unos cordones que el mismo portaba  para no exponerla al exterior y que causase daños a los jugadores.

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La anécdota más importante es la protagonizada en la final por los contendientes que, no habiendo llegado a un acuerdo en el balón a utilizar en la misma, decidieron jugar medio tiempo con el balón presentado por cada uno, sorteándose con cual se jugaría en cada tiempo saliendo para la primera parte el balón argentino y el charrúa para la segunda… Al descanso vencían los argentinos utilizando su balón dándole la vuelta los orientales en la segunda parte utilizando el suyo.

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Así lo relató el árbitro belga Jean Langenus, encargado de dirigir la final, en su libro de memorias «Silbando por el mundo»: «…Luego se vio que todas estas medidas eran inútiles, ya que todo se desarrolló del modo más normal y deportivo, a pesar de la animosidad entre los dos países, que se reveló desde el momento en que hubo que escoger balón para el encuentro. Cada equipo llevaba un balón de fabricación nacional y pretendía no jugar más que con el suyo, lo que explica que en el momento de empezar me encontrase yo en medio del campo con un balón en cada brazo. Hubo que elegir tirando a cara o cruz».

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Para el siguiente Mundial, a celebrar en Italia en el año 1934, un nuevo modelo. Su nombre es Federale 102 y era de fabricación argentina.

Modelo de 12 gajos de piel auténtica acabados en punta. Como los anteriores disponía de cordones para impedir que la vejiga saliera hacia el exterior y proteger así a los futbolistas, los cuales utilizaban pañuelos envueltos alrededor de la cabeza o boinas con el fin de no hacerse heridas con balones descosidos y desprovistos de protección. Con este balón ya no fueron necesarios. Los inventores de la pelota sin costuras visibles fueron los argentinos Luis Polo, Antonio Tossolini y Juan Valbonesi, los cuales llamaron a su invento «Superball». La primera pelota con este sistema se utilizó por primera vez en Argentina en 1931. El invento tuvo tanta aceptación que para el Mundial de 1934 se compraron 12 pelotas para utilizar en los diferentes partidos.

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En 1938, en el Campeonato celebrado en Francia, se cambió de nuevo el modelo. El balón Allen fue el siguiente protagonista. De estos balones solo quedan réplicas.

La casa Allen fue la primera en patrocinar el balón en una fase final de un Campeonato del Mundo.

La característica principal de este balón se encuentra en que cada lado del balón dispone de dos gajos salvo en la parte del cordón donde tiene tres. En la foto visible en la parte superior.

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En Brasil 1950 hay un avance técnico que es el de la incorporación de una boquilla conectada a la válvula, tal y como hoy día. A partir de aquí no volvió a utilizarse el sistema de cosido. El nombre de este balón es Super Duplo – T.

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Un balón cosido a mano y de 18 paneles es el que se utilizó para el Mundial de Suiza en 1954. Es el primer balón tintado de la historia, en este caso en color amarillo. Al ser más eficaz para la visión en futuros Mundiales siguieron tintándose los balones. Bautizado como Swiss World Champion. Durante la celebración de los encuentros los balones carecían de publicidad.

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Balón con el que Pelé se consagró en Suecia 1958. Su nombre era Top Star. Elegido entre 102 opciones finalmente triunfó el de la casa sueca «Sydsvenska Läder – el och Remfabriken», localizada en Ängelholm, con el número 55. Le cupo el honor tras llegar a ser uno de los diez finalistas. Había dos modelos, uno marrón y otro blanco. El de la final fue blanco. Hecho de piel auténtica.

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Para Chile 1962 se preparó a Crack. Estaba formado por 18 paneles de cuatro y seis lados de color amarillo. En algunos partidos del campeonato se jugó con balones similares a los del anterior Mundial. Durante 18 años más fue el balón utilizado en el campeonato chileno.

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Un balón de 25 paneles llamado Slazenger Challenge 4 Star fue el elegido para Inglaterra 1966. Fue utilizado en dos colores, blanco y naranja. En la final se utilizó el naranja. Ha sido la última ocasión en que este color ha sido utilizado. Constaba de 25 paneles cosidos a mano.

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Con este modelo Adidas entró en los Mundiales hasta hoy. El cambio en la fabricación de los balones fue completo a partir del Telstar (estrella de la televisión), modelo utilizado en México 1970.

La característica más visible la desaparición de los gajos por la inclusión de los hexágonos de colores blanco (20) y negro (12). Todo un clásico.

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Telstar para Alemania 1974. Dado el éxito no existen variaciones con el Mundial anterior, exceptuando la aparición de un modelo completamente blanco llamado Chile en homenaje al primer balón blanco aparecido en un Mundial.

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Tango para Argentina 1978. Un balón innovador. Mejoró la impermeabilización. Las triadas dibujadas daban la ilusión óptica, al rodar el balón, de que había doce círculos. Este balón marcó al resto de balones de los campeonatos del siglo XX.

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Tango España, creado para España 1982. Presentó unas costuras impermeables innovadoras que reducían el peso del balón en caso de lluvia respecto a los anteriores balones. Es el último balón de cuero.

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Azteca fue el modelo para México 1986. Es el primer balón oficial sintético de los Mundiales lo que se tradujo en la mayor duración y la mayor impermeabilización del balón.

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Etrusco Unico fue el modelo de  Italia 1990. Es el único balón que ha sido utilizado en un Mundial, una Eurocopa y unos Juegos Olímpicos. El gran avance tecnológico conseguido con este balón fue gracias a una capa interna de espuma negra de poliuretano que lo hacía completamente impermeable. A partir de este balón comienzan a aparecer las medidas de presión, la marca registrada y deja de quedar a la vista, colocándola dentro de los dibujos, la válvula.

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Questra en los Estados Unidos 1994. Tecnológicamente incluía una capa de espuma de polietileno que lo hacía más controlable y más rápido al ser chutado. Primer balón en incluir el logo FIFA APPROVED.

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Francia 1998 nos presentó a Tricolore. Para este balón Adidas incluyó su nuevo logotipo. Es el primer balón de concepción multicolor, imitando los colores de la bandera francesa. El avance tecnológico de este balón consistió en incluir una capa de espuma sintáctica que lo hizo aún más duradero, enérgico y con una mayor capacidad de respuesta. Dejó de fabricarse en Europa para hacerlo en Marruecos, Pakistán o Tailandia.

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En Corea y Japón 2002 apareció un nuevo modelo llamativo y colorido. Es el Fevernova. Incluía una capa de espuma refina y carcasa tejida de tres capas que le hacían más predecible en el disparo. La superficie adopta una innovación en un dibujo de cientos de celdas.

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El Teamgeist (espíritu de equipo) fue creado para Alemania 2006. Es considerado el primer balón completamente esférico. Carece de costuras. Fabricado en 18 piezas. Por primera vez cada uno de los balones de cada partido estuvo personalizado con el nombre de los contendientes, el estadio la fecha y la hora de comienzo.

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Este es el balón utilizado en la final, el Teamgeist Berlín.

Sudáfrica 2010 nos va a mostrar a Jabulani que significa «celebrar» en IsiZulu, una de las once lenguas habladas en Sudáfrica. Tecnológicamente será más estable y certero al disparo y los porteros podrán agarrarlo mejor dado que no dispone de costuras. Para la final del Mundial veremos otro balón, el llamado Jo’Bulani. Es idéntico al anterior pero será de color dorado y es un homenaje a Johannesburgo, sede de la final, llamada la Ciudad de Oro.

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Gala mundial del fútbol. La IFFHS y CIHEFE reunieron en el mismo acto a José Mourinho y Vicente del Bosque

En el distinguido Hurlingham Club, en el londinense barrio de Fulham, la IFFHS celebró su Gala Mundial del Fútbol con total éxito gracias a la respuesta que dieron tanto los deportistas como los clubs homenajeados.

 La IFFHS fue pionera a la hora de organizar para el mundo del fútbol este tipo de ceremonias, que en sí se convierten en un merecido homenaje para aquellos que han destacado en las distintas facetas de es deporte. Posteriormente se han ido extendiendo estos actos y, por desgracia, con el calendario tan sobrecargado que se padece en la actualidad, es difícil encontrar la fecha idónea.

 Los premios de la IFFHS han alcanzado un prestigio muy merecido. De hecho, es la única organización que distingue mundialmente a árbitros, seleccionadores, máximos goleadores mundiales. Sus distinciones se pueden dividir en dos: aquellas que corresponden a datos estadísticos y aquellas que son el resultado de una votación entre los miembros de la IFFHS. Las primeras están libres de toda sospecha, ya que los resultados son puramente matemáticos y sólo barajando los datos objetivos se define al vencedor. Máximo goleador es el que más goles consigue, el vencedor del Ranking Mundial de Clubs es el que más puntos suma, y la Liga más fuerte del Mundo es la que clasifica mejor a sus clubs en el Ranking Mundial de Clubs. No se tiene en cuenta ni el dinero invertido ni las marcas deportivas patrocinadoras. Los trofeos para los mejores deportistas del año ya tienen otra interpretación, que se hace muy heterogénea, pues intervienen miembros de la IFFHS repartidos por los seis continentes futbolísticos. Esta diversidad entre los votantes garantiza el mayor mérito del vencedor.

 Inicialmente la Gala Mundial del Fútbol estaba prevista para enero de este año. La organización tuvo que posponer la celebración pues el calendario de competiciones impedía la presencia de varios de los distinguidos. De ahí que, tras barajar otras opciones, se decidiera la segunda semana de mayo en el mismo lugar.

 Era una gala bastante especial para el fútbol español, porque entre los distinguidos teníamos a Iker Casillas, Xavi Hernández, Pep Guardiola y Vicente del Bosque, además de los clubs FC Barcelona y Real Madrid CF. Inicialmente la respuesta de los dos clubs españoles fue muy positiva, pues en enero nuestro fútbol tiene un calendario más llevadero. Pero al final, el cambio de fecha y las circunstancias que vivían ambos clubs (la Gala se celebraría entre la jornada 37ª y 38ª del Campeonato Nacional de Liga) aconsejaron que los galardonados no se desplazasen.

 El acto se desarrolló en dos partes claramente diferenciadas. En la primera se hacía entrega de los galardones correspondientes al año 2009. Y en la segunda tuvieron su reconocimiento el mejor club del s. XX por cada uno de los 6 contientes futbolísticos.

Los detalles de los premios se pueden consultar en la página de la IFFHS en este enlace:

http://www.iffhs.de/?b3e36e62b0af12b04fb3417f7370eff3702bb0a35b0f

 Personalmente, lo que más atrae del acto en la reunión de los mejores protagonistas de la historia del fútbol junto con los que marcan la actualidad del deporte. El autobús que trasladaba a los invitados desde el hotel de concentración en Hammersmith hasta el Hurlingham Club era una nave del tiempo que permitía el encuentro de grandes de la historia como el francés Just Fontaine, el uruguayo Fernando Morena o el español Emilio Butragueño con jugadores como el capitán del Saprissa de Costa Rica, Víctor Cordero, o  su compañero Walter Centeno.

 Un encuentro que hay que destacar, por encima de todos, fue el del madridista Amancio Amaro con el capitán del Peñarol Néstor Gonçalves. Ambos recordaron la final Intercontinental de 1966 en la que Peñarol se impuso por calidad y experiencia al Real Madrid «Ye-ye» de Miguel Muñoz. Amancio mencionaba con admiración el magnífico plantel uruguayo, dirigido por un inmenso Pedro Rocha que marcaba los pasos con sus estiletes del Pacífico, el ecuatoriano Alberto Spencer y el peruano Juan Joya. Néstor Gonçalves ponía la raza charrúa.

 No faltó a la cita Just Fontaine, quien retiene el record de goles en una única fase final de la Copa del Mundo. Hijo de española, por casualidades de la vida acabó jugando en Francia, pues sus inicios futbolísticos fueron en el protectorado francés de Marruecos. También Fontaine tuvo la oportunidad de conversar con Golçalves. Coincidieron en un torneo amistoso en Casablanca en 1962. El Stade de Reims llevaba en su delantera a otro monstruo, Raymond Kopa, y los defensas de Peñarol sólo pensaban en poderlos frenar.

Llamaba la atención el suizo Massimo Busacca. Ciertamente se le ve mejor desenvuelto en un terreno de juego, juzgando un partido de máxima tensión, que rodeado de directivos y personalidades del fútbol. Es un hombre modesto que sabe llevar la gran responsabilidad que asume en los partidos decisivos. Un gran árbitro y una gran persona.

 Hablando con Fernando Morena mencionó sus gratos recuerdos de su estancia en el Valencia CF, junto al inolvidable Mario Kempes. De todas formas, separarle de Peñarol es como separar el alma del cuerpo. Por cierto, entre la delegación de Peñarol circulaba una camiseta del Club Atlético de Madrid, como augurio de quien al día siguiente iba a firmar los dos goles más importantes del año para su equipo.

 Vicente del Bosque también acaparó la atención del público, pese a que él prefiere mantenerse en una línea más discreta. No en vano, dirige una de las mejores selecciones del mundo, posiblemente la mejor selección española de la historia. Agradeció con breves palabras el premio recibido compartiéndolo con todo su equipo técnico y con los jugadores a los que les responsabilizó del mismo.

 Mientras Pep Guardiola se quedó en Barcelona velando el último partido de Liga contra el Real Valladolid, José Mourinho se desplazó a Londres en un vuelo particular. Su llegada fue espectacular, rodeado de cámaras. Su relación con el Real Madrid todavía era un rumor, pues faltaba confirmar el Scudetto y jugar la final de la Liga de Campeones. Pero Mourinho es un deportista y cuando recibió el premio de segundo mejor entrenador del año, por detrás del barcelonista, reconoció que Pep lo había hecho todo bien y era el justo vencedor. Sin emabrgo, no estaba contento con ese segundo puesto porque él debe aspirar siempre a ser el primero. Deportividad y competititvidad, las dos mejores cualidades de un caballero. A lo largo de toda la noche no mantuvo ningún contacto con los representantes del Real Madrid, evitando la posible foto que los medios estaban buscando.

 El FC Barcelona estuvo representado por el Sr. Perrin, auténtica personificación del seny catalán. Ya nos conocimos en la gala de Salzburgo, cuando entonces los premiados era Rijkaard, Ronaldinho y Márquez. Ahora venía a recoger el reconocimiento del club como primer clasificado del Ranking Mundial de Clubs. Compartió mesa con Emilio Butragueño y Amaro Amancio.

 En definitiva, fue todo un placer reunir a tantos grandes del fútbol. Compartieron sus experiencias y éxitos. Allá donde hubo y hay una gran rivalidad, en la Gala había un estrecha cordialidad porque, por eso tiene un éxito universal, el fútbol es un deporte.

 

 

 




El récord del Salmantino

El pasado 9 de Mayo, en el estadio Amador Alonso, el Salmantino perdía por 2-1 frente al Venta de Baños, poniendo fin a 33 años consecutivos en Tercera División, récord histórico en la categoría.

En 1977 se creó la Segunda B y se amplió la Tercera División de cuatro a seis grupos. Por este motivo, se produjo un aumento en los ascensos desde Regional Preferente a la categoría de bronce. En concreto, en el grupo organizado por la Federación Oeste, se pasó de un ascenso directo y una plaza de promoción a cinco ascensos directos. Esta circunstancia fue aprovechada por el C.D. Salmantino, que alcanzó el subcampeonato y acompañó a Gimnástica Arandina, Burgos Promesas, Valladolid Promesas y Venta de Baños en el salto de categoría.

El filial charro ya había participado en otras once ocasiones en Tercera División, desde que consiguió su primer ascenso a dicha categoría en 1956, cuatro años después de su fundación, hasta 1976, cuando descendió por última vez.

Durante dos años, el Salmantino salvó la categoría con apuros, acabando en decimocuarta posición a dos puntos del descenso en 1978, y subcolista empatado con el último clasificado, que descendió, en 1979, viéndose favorecido por una nueva ampliación de la Tercera, que pasó de seis a ocho grupos. Pero a partir de aquí, el cambio fue radical. En la temporada 1979-1980 estuvo luchando por el ascenso hasta la última jornada, logrando el subcampeonato a un solo punto del ascenso. Una nueva ampliación llevó al Salmantino al grupo octavo, donde ya sólo participaban equipos de la Federación Oeste, convirtiéndose el filial charro en uno de los equipos fuertes del grupo.

En 1982 consiguieron clasificarse por primera vez para la fase de ascenso a Segunda B tras ser subcampeones. En la primera eliminatoria les correspondió enfrentarse al Binéfar, consiguiendo una victoria por 1-0 en el partido de ida, que fue remontado por los oscenses con claridad (4-0) en la vuelta.

Pasaron doce años hasta que el filial charro consiguió clasificarse otra vez para el ascenso, alcanzando nuevamente el subcampeonato en la temporada 1993-1994. En esta ocasión, se enfrentó en una liguilla a Móstoles, Caudal y Endesa de As Pontes, ascendiendo finalmente los madrileños, mientras el Salmantino se tuvo que conformar con la tercera posición. Un año después, repitió subcampeonato y volvió a jugar la liguilla de ascenso, esta vez frente a Endesa de As Pontes (que ascendió), Leganés B y Lealtad, ocupando los charros la última plaza, tras sumar solamente dos empates en los seis partidos.

Tras un año de paréntesis, el Salmantino volvió a la fase de ascenso en 1997, después de acabar en tercera posición. En la liguilla, el Leganés B consiguió el ascenso, siendo el Compostela B y el Navia los otros rivales del filial charro, que acabó siendo tercero. A partir de la temporada siguiente, 1997-1998, el equipo compitió con el nombre de U.D. Salamanca B. En 1998 acabó cuarto en la liga regular y participó nuevamente en la liguilla de ascenso, en la que ocupó la tercera posición, por detrás de Lalín (que ascendió) y Aranjuez y por delante del Navia.

En la temporada 1999-2000, el Salamanca B alcanzó por primera y única vez el campeonato del grupo octavo de Tercera División, y firmó su mejor temporada en las liguillas de ascenso, ya que llegó con opciones a la última jornada, en la que el Siero acabó consiguiendo el ascenso con un solo punto más que los salmantinos, que acabaron segundos por delante de Alcalá y Lalín. Un año más tarde, el Salamanca B disputó su última fase de ascenso a Segunda B, tras acabar terceros en la liga regular. Su participación no pasó de discreta, ocupando la cuarta posición por detrás del Celta b, que ascendió, el Lealtad y el Las Rozas.

Desde entonces, el Salamanca B fue firmando temporadas con resultados discretos año tras año. En 2008, volvieron a cambiar su nombre, pasando a llamarse U.D. Salamanca B C.D. Salmantino, aunque para todos sus aficionados y rivales se quedó simplemente en Salmantino. En la temporada 2008-2009, el filial charro firmó una primera vuelta regular y una segunda mucho más floja, anunciando quizá lo que iba a ocurrir un año después.

Desde el principio de la temporada 2009-2010, el Salmantino ocupó posiciones muy cerca de la parte baja de la tabla, alternando algunos buenos resultados con otros malos. Con todo, su victoria en Almazán en la jornada 32 hizo renacer sus esperanzas de permanencia, pero a partir de ahí los charros no consiguieron volver a sumar tres puntos. En la penúltima jornada caían en su feudo ante sus vecinos del Santa Marta por 1-2, llegando así a la última fecha sin depender de sí mismos. La derrota del Aguilar en Astorga les habría dado la posibilidad de salvarse si hubieran ganado, pero cosecharon una nueva derrota, esta vez en Venta de Baños, y descendieron a Regional.

Atrás quedaron 33 temporadas, en las que el Salmantino logró ser campeón una vez y disputar la fase de ascenso a Segunda B en siete ocasiones. Disputó 1.258 partidos, de los que ganó 535, empató 361 y perdió 362, marcando 1.824 goles y encajando 1.280. Dos equipos isleños, el Tenisca y el Alaior, con 31 temporadas consecutivas en Tercera son los aspirantes a superar la marca del filial charro.




La directiva del Español de Barcelona frente a la historia de su propio Club

El equipo que nació como respuesta a la proliferación de clubes de fútbol fundados en España por extranjeros, está capitaneado por personas que impiden que luzca la bandera española en su estadio.

El 6 de enero de 1909 nace el Club Deportivo Español, como resultado de la fusión del Club Español de Ju-Jutsu y el X Sporting Club. Con esta fusión se buscaba recuperar de algún modo una entidad previa, el Club Español de Football, desaparecido el 7 de enero de 1906 por falta de medios económicos y por la marcha de muchos de sus jugadores, estudiantes universitarios, fuera de la región. Este último club era a su vez resultado de la fusión en 1901 de la Sociedad Española de Football (cuyo emblema era el escudo de España) y el Español Football Club. Precisamente, el segundo presidente del Club Deportivo Español, tras Juliá Claperá, fue Ángel Rodríguez, fundador de la citada Sociedad Española de Football en sus tiempos de estudiante de ingeniería y del  resultante Club Español de Football.

El 25 de abril de 1912 el Club Deportivo Español recibirá el título de Real de manos de Su Majestad el Rey Alfonso XIII, pasando a denominarse como en la actualidad, Real Club Deportivo Español. Se constituye así uno de los clubes históricos del fútbol patrio, salvo excepciones siempre jugando entre los mejores de nuestro fútbol y proclamado cuatro veces campeón de la Copa del Rey, además de histórico rival del otro club de la ciudad condal, el Fútbol Club Barcelona.

Y es que fue en Barcelona, precisamente, y no en otro lugar de España, donde se fundó un equipo de fútbol con el gentilicio de nuestra Nación, con todas las implicaciones que ello tenía y sobre todo tiene en la actualidad, justo cuando la Nación Española aparece como «concepto discutido y discutible». Como es obvio, hubiera sido tremendamente pretencioso que tal Sociedad se denominase «Española» si no había motivo claros para hacerlo. ¿Es que acaso los demás clubes de fútbol ya fundados entonces, como el Recreativo de Huelva, no eran clubes españoles?

Y en efecto, el club fundado en 1909, en cierta medida heredero de los otros clubes que previamente escogieron la denominación de «Español», no eligió su nombre por mera presuntuosidad, sino para desmarcarse de una realidad muy patente en Barcelona y con la que no estaban conformes: los equipos de la ciudad condal existentes en 1900, como el Fútbol Club Barcelona, el Catalán Fútbol Club y el Hispania FC, eran clubes compuestos exclusivamente por extranjeros. Por lo tanto, el Real Club Deportivo Español nació como una sociedad que reclamaba un papel para los jugadores de fútbol españoles; la inicial Sociedad Española de Football reclutaba a sus jugadores entre los residentes catalanes y españoles en general. Esto es, frente al carácter foráneo de los otros clubes barceloneses, reivindicaba la condición de españoles de sus integrantes, sin que el rasgo distintivo de ser catalanes constituyera un hecho diferencial ajeno a lo español; ser catalanes no mermaba un ápice la españolidad de los miembros de la Sociedad Española de Football, como tampoco el ser exclusivamente vascos los jugadores del Athletic Club de Bilbao merma la completa españolidad del club de Bilbao, el único club del fútbol profesional español que a día de hoy forma su plantilla sólo con jugadores de nacionalidad española.

Posiblemente muchas personas se habrán sorprendido ante este origen de un club genuinamente catalán pero también español, en una trayectoria mantenida desde su fundación. Incluso aunque hace ya dieciséis años, en el ambiente de la inmersión lingüística catalana, se decidiera a catalanizar su nombre (de Español a Espanyol, lo que provocó no pocas críticas), el respeto escrupuloso por los símbolos nacionales ha sido una constante en el Real Club Deportivo Español. Si Joan Laporta, el presidente del Fútbol Club Barcelona, nada más alcanzar la presidencia no tardó en retirar de la Escuela de Fútbol de La Masía la bandera española y proscribió el himno español para encuentros de categorías inferiores (sustituyéndolo por un himno tan partidista como Els Segadors), en el Español siempre se ha mantenido un gran respeto por los símbolos de la Nación Española… hasta hoy.

Y es que, para sorpresa de los aficionados españolistas, el cierre del antiguo campo de Montjuic y el traslado al nuevo estadio de Cornellá, ha comportado un cambio muy especial, emanado de la directiva del club: se intenta por todos los medios que los aficionados españolistas no introduzcan la bandera de España en las gradas del estadio, pese a que siempre ha sido una costumbre ver las gradas con numerosas manchas rojigualdas. Evidentemente, es algo que no se ha podido lograr por completo, pues en Cornellá siguen luciendo las banderas españolas, como se ha podido comprobar en las imágenes de encuentros de esta temporada (sin ir más lejos, el último derby disputado ante el Fútbol Club Barcelona).

Este cambio de rumbo en el club viene impuesto por su directiva, capitaneada por el presidente Daniel Sánchez Llibre, empresario muy conocido en el sector de las conservas y hermano del diputado de CIU Josep Sánchez Llibre, ambos acérrimos catalanistas. Sin embargo, Daniel Sánchez es presidente desde 1997, y posee un prestigio especial entre muchos socios, a causa de haber saneado una situación económica muy complicada de la entidad (conversión en Sociedad Anónima Deportiva, liquidación de las deudas con la venta de los terrenos del antiguo estadio de Sarriá). Durante mucho tiempo ha mantenido al club alejado de cualquier tentación política. Incluso ha sido y es aún un valladar frente a las provocaciones que provienen de la directiva del eterno rival, el Fútbol Club Barcelona. Pero parece que el ejemplo de Laporta en cuanto al uso de un club para fomentar la ideología separatista también ha cundido en la directiva del Español.

Una vez que Sánchez Llibre se hizo con el control del club, consiguiendo las acciones de la familia Lara e imponiéndose a otros históricos del club blanquiazul, se ha producido el vuelco definitivo de la entidad hacia el independentismo. Cambio que implica, entre otras acciones, desterrar la bandera española, incluso mediante sutiles técnicas informáticas: el calendario con el que el club felicitaba el año nuevo a los socios fue modificado para suprimir las banderas españolas que aparecían en la foto de la grada que lo ilustraba.

Y si las banderas rojigualdas comienzan a brillar por su ausencia en las gradas de Cornellá, ya proliferan las banderas regionales catalanas (las senyeras), pero también la bandera separatista (la estelada), sin que exista ningún tipo de prohibición pese a ser esta última una bandera claramente partidista e inconstitucional. El colmo ha sido leer en las gradas de Cornellá pancartas que atentan al sentido común más elemental por sus contradicciones: «El Español no es España», un eco del mensaje Catalonia is not Spain que tantas veces ha adornado las gradas en los partidos que juega el Fútbol Club Barcelona. Algo ciertamente llamativo en una hinchada que siempre se ha caracterizado por su españolismo y su oposición al independentismo radical que, desgraciadamente, cada vez es más común en Cataluña. Como resultado de esta prohibición de los símbolos españoles, aficionados del club han formado plataformas de protesta, como la denominada Futuro y Tradición, que busca luchar contra la deriva separatista del actual presidente del Español.

Incluso los estamentos del club han llegado a prohibir el uso del escudo original del RCD Español, que incluye los colores rojo y gualdo, así como del escudo anterior al que se instauró en 1995. Como argumento para semejante omisión se afirma desde la directiva españolista que tal escudo, al incluir los colores de la bandera rojigualda, es de origen preconstitucional. Y tanto que es preconstitucional: es el primer escudo que tuvo el club, hace más de cien años. Hasta tal grado de ignorancia llegan los directivos del club, que ignoraban que una de las enseñas que más presencia ha tenido siempre en el antiguo Estadio Olímpico de Montjuic ha sido la española incluida en el anterior escudo de la institución. Pero esta ignorancia no sólo cabe achacársela a estos directivos sino también a un conjunto ciertamente notable de la sociedad española actual.




Misterios Olímpicos (V). Abelardo López Montovio: el tragamillas.

Hay viejas polémicas en la historia del olimpismo español que reaparecen de vez en cuando, cual Guadiana, siendo imposible evitarlo pese a ser artificiales y estar todo aclarado hace decenios.

Un ejemplo claro de lo que comento es la participación en Amberes 1920 del nadador y auxiliar de la armada gallego Abelardo López Montovio (Cariño, La Coruña, 12 de abril de 1887- Ferrol, La Coruña, 20 de marzo de 1963). El COE lo incluyó en su base de datos y en sus libros durante muchos años hasta que la polémica se hizo pública (gracias a Joan Fauria y a un artículo suyo publicado en El Mundo Deportivo el 18 de febrero de 1994) y Abelardo (junto a todos los nadadores, jugadores de waterpolo, tenistas y atletas, listas sobre las que también había dudas) fue suprimido. Cualquiera que consulte la web del COE a día de hoy pensará que España no estuvo representada en Amberes en esos deportes.Lo cierto es que Abelardo López, que era un nadador de largas distancias en aguas abiertas (una suerte de David Meca de su época), había sido «descubierto» por el diplomático Aguilar en América del Sur y su «recomendación» llegó hasta el COE que decidió «imponer» su participación a la recién creada Federación Española de Natación, con sede en Barcelona.

En el trasfondo de esta polémica menor se encondía el enconado enfrentamiento entre el Comité Olímpico Catalán y el COE, que a pesar de la aparente «tregua» obtenida en Amberes, tuvo varios episodios de «guerra total» como la candidatura de Barcelona a los JJ.OO. de 1924 o el caso «Abelardo». El nadador gallego apareció en San Sebastián en la concentración previa al viaje y se negó a entrenar, sus relaciones con los otros nadadores y jugadores de waterpolo (todos catalanes) eran casi inexistentes y el ambiente estaba más que enrarecido.Ajenos a esta realidad, algunos medios de Madrid (ABC, 29 de junio de 1920) hablaban maravillas de López Montovio y estaban seguros de la medalla de oro, se le dedicaban apodos como «el tritón», «el tragamillas», «el hombre hélice» o «el fenómeno natatorio».

Era obvio que en nuestro país no existía ningún tipo de «cultura de la natación» e ignoraban que Abelardo nunca había nadado en una piscina, ni conocía ninguna técnica, ni se había preparado en manera alguna. Desde el COE argumentaban que «merecía ir a Amberes porque era todo un tío» y que había batido el record del mundo de los 1.500 metros en una ocasión, desde Cataluña se comentaba con sorna que dicho récord debió de ser cronometrado «con un molinillo de café».Llegados a Bélgica, por fin se consigue que Abelardo se digne a entrenar y a realizar un test cronometrado, tenemos una buena crónica de dicho test firmada por «Handicap» (Manuel de Castro, gallego, árbitro de fútbol en Amberes y periodista) en El Correo Catalán del 14 de septiembre de 1920.

Nos explica que se retiró a los 800 metros con un tiempo que, extrapolado a los 1.500 metros, daría más de 32 minutos (frente a los 22 que firmó el vencedor Norman Ross), a las críticas respondió con ataques «a los catalanes» y diciendo «que todo es envidia», posteriormente se encerró en su habitación y no salió hasta el día de competición. Lo que ocurrió ese día lo explicó él mismo (¿quien mejor?) en una entrevista al Ideal Gallego el 24 de junio de 1961: «Resulta que mi ficha no llegó a tiempo y el jurado no me autorizó a hacer las carreras oficiales». Eso fue todo, no estaba federado y no pudo competir.Las versiones que aún circulan y que hablan de que tomó la salida y abandonó (o fue «retirado» por su entrenador) a los 300 metros no tienen base alguna. El otro participante español en esa prueba (Joaquim Cuadrada) tampoco tuvo una actuación para recordar (último en su serie con más de 35 minutos).

Poco después Cuadrada y López se retaron a un «duelo» en la piscina que no se llegó a disputar.  Posteriormente Abelardo (condecorado en 1921 por su valentía durante el ciclón que afectó a la corbeta Nautilus) siguió haciendo pruebas de larga distancia (¡hasta los 65 años!) como la peligrosa travesía El Ferrol-La Coruña o remontar el Guadalquivir, falleció en 1963 a los 75 años. En su Galicia natal su figura ha sido objeto de homenajes y reconocimiento en los últimos años, en Ferrol se organiza anualmente la «Travesía Abelardo López».

Me parece muy bien que se le recuerde, pero no es de recibo que se siga diciendo que fue olímpico…

 Fuentes consultadas:

-Fauria, Joan «Un olímpico para la polémica» (El Mundo Deportivo, 18 de febrero de 1994), «L´impostor» (El 9, 15 de junio de 2005).

-Morera, Joaquín «Historia de la natación Española» (Publicaciones del COE, sin fecha, hacia 1962)

http://olimpismo2007.blogspot.com




Ladislao Kubala (Budapest 1927 – Barcelona 2002)

Por las filas del Barça han pasado centenares de futbolistas de las más variadas características y nacionalidades, y unas docenas de ellos han sido incluso merecedores del calificativo de cracks, debido a su clase y calidad fuera de serie, pero pueden contarse con los dedos de una mano aquellos que por sí solos fueron capaces de  variar el rumbo del club, haciendo historia en el sentido más pleno de la palabra. Ladislao Kubala Stecz, Laszi Kubala, fue uno de ellos, el hito legendario, la viga maestra sobre la que se sustenta el fabuloso Barça de los años 50 del pasado siglo, dando inicio a su crecimiento imparable y a su gran proyección internacional.

          Kubala, un verdadero portento físico, un atleta completo que posiblemente habría  sobresalido en cualquier otro deporte, se hizo futbolista a caballo entre su Budapest natal y su Checoeslovaquia de origen, en los azarosos y difíciles días de la Segunda Guerra Mundial y la Postguerra. A finales de los años 40, y viendo el sesgo que iban tomando los acontecimientos en los países que habían caído tras el «Telón de Acero» ( según la histórica expresión acuñada por  Sir Winston Churchill ), decidió escoger la libertad, y huyó temerariamente de Hungría  en dirección hacia la vecina Austria, estableciéndose finalmente, y en muy precarias condiciones, en Italia. Casi por casualidad se libró de perecer en la Tragedia de Superga, el terrible accidente aéreo que en 1949 le cortó las alas al maravilloso Torino que capitaneaba Valentino Mazzola ( el malogrado club piamontés le había invitado a unirse a ellos en un desplazamiento del que ya no regresaron ). Inhabilitado por la FIFA a instancias de la Federación Húngara, que le consideraba un prófugo, acabó enrolándose en el Hungaria, un equipo formado por futbolistas procedentes de diversos países de la Europa del Este ( no sólo magiares, sino también checos, rumanos o yugoeslavos ), que en 1950 recaló en España, jugando diversos partidos amistosos, tanto contra la Selección Nacional – que se preparaba para tomar parte en el Campeonato Mundial que se celebraría aquel año en Brasil – como contra diversos conjuntos españoles. En uno de estos partidos, disputado concretamente en el campo barcelonés de Sarriá contra el titular del terreno, Josep Samitier, a la sazón Secretario Técnico del Barça, quedó fascinado por su enorme talento, y se apresuró a ficharlo para los azulgranas, adelantándose al Real Madrid, a cuyos responsables también había encandilado el juego del joven futbolista centroeuropeo.

          Kubala va a suscribir contrato con el Barça junto a su cuñado y preparador del Hungaria, el eslovaco Fernando Daucik, que pasaría a ocupar inmediatamente el banquillo azulgrana. Serios problemas burocráticos le impedirán alinearse con sus nuevos compañeros durante todo el Campeonato de Liga 1950-51, teniendo que contentarse con jugar una serie de partidos de carácter amistoso. Finalmente, las trabas de despacho serían vencidas gracias a los buenos oficios de Samitier y de la Federación Española de Fútbol, y Laszi incluso obtendrá sin dilación la nacionalidad de su nuevo país de acogida, pudiendo debutar oficialmente en el torneo copero del 51, el día 29 de abril, en Nervión frente al Sevilla, equipo al que marcaría su primer gol, de penalty, en el encuentro de vuelta. El Barça acabaría adjudicándose brillantemente aquella competición al derrotar en la Final, celebrada como era entonces costumbre en el recientemente inaugurado  campo del Real Madrid – que aun no se llamaba «Santiago Bernabéu» -, a la Real Sociedad por 3 tantos a 0.

          La siguiente temporada, la 51 – 52, va a ser sin duda alguna su mejor campaña. Marca en ella 39 goles en 28 partidos oficiales, y se proclama Campeón de Liga, de Copa del Generalísimo y de la Copa Latina. Es la mítica temporada de «las Cinco Copas», y el campo de Les Corts se queda pequeño para ver actuar a un futbolista que rompía moldes cada domingo. Kubaja practica un juego que nunca se había visto hasta aquel momento entre nosotros. Haciendo gala de una insuperable condición física, su prodigiosa técnica y gran dominio del balón le permiten ser un eficacísimo rematador con ambas piernas y con la cabeza, dotándole  de una excepcional visión de la jugada. Kubala aporta una nueva forma de ejecutar las faltas, imprimiéndole a la pelota un efecto mortífero que burla a las defensas contrarias y sorprende a los porteros, nada que ver con el clásico chupinazo que se acostumbraba en nuestro fútbol. Lanzando penalties y engañando al guardameta, se muestra también como un consumado maestro, y cuando es preciso dormir los partidos, sabe cubrir el esférico gracias a su corpulencia, y esconderlo como nadie yéndose a la banda o junto al corner, para desesperación de unos adversarios incapaces de arrebatarle el cuero sin violar el reglamento.

          Con Kubala en sus filas, el Barça va a ser prácticamente invencible durante el bienio 51-53, conquistando tres campeonatos consecutivos de Copa y dos de Liga. Pero en Octubre de 1952 todo el barcelonismo se va a estremecer cuando a su gran estrella  le diagnostican un serio proceso tuberculoso tras una revisión rutinaria. Incluso algunos médicos  pronostican que el ídolo tendrá que abandonar el futbol a consecuencia de su grave enfermedad. Sin embargo, otros galenos piensan que el mal tiene cura con un tratamiento adecuado: aire puro de montaña, reposo y buenos alimentos, y las altas instancias del club toman la decisión de que Kubala pase una larga temporada en Monistrol de Calders, cerca del Montseny, donde su recia constitución hará el resto y el futbolista se recuperará con insólita rapidez, estando ya en condiciones de reaparecer en el mes de Febrero, concretamente el día 22 y ante el Racing de Santander en los Campos de Sport del Sardinero, a tiempo para conducir a su equipo directo hacia otro Doblete.

          La siguiente temporada, la 53-54, estará marcada por el polémico fichaje de Alfredo Di Stefano por el Real Madrid, tras un culebrón político-deportivo que todavía hoy levanta ronchas. A efectos prácticos, este hecho va a suponer que el cetro de la supremacía del fútbol español pasará del Barça al club de la capital, que con la Saeta Rubia en sus filas obtiene su primera Liga en 21 años. Además, en un partido de Copa disputado en San Mamés frente al Athletic de Bilbao, Kubala sufrirá una gravísima lesión ( rotura del ligamento lateral interno y del menisco de la rodilla derecha ), que le impedirá estar en la Final contra el Valencia – la cuarta consecutiva para los azulgrana – , que se llevará los levantinos gracias a un sorprendente 3 a 0.

          Kubala continuará siendo la referencia ineludible del Barça en las siguientes temporadas, aunque nuevas lesiones comienzan a pasarle factura. Son tiempos de sequía de títulos para los culés, a excepción de la Copa de 1957, poco después de la cual se inaugura el Camp Nou, a cuya construcción el delantero  ha  contribuido en no poca medida. Llegan nuevos cracks – el uruguayo Villaverde, el guaraní Eulogio Martínez,  el brasileño Evaristo…-, e incluso empieza a hablarse de deskubalizar el Barça, parafraseando el proceso de Desestalinización que por aquellos días estaba teniendo lugar en la URSS. Ciertos sectores de la afición blaugrana  consideraban que la dependencia del equipo con respecto a Laszi era perjudicial para este, aunque otro amplio grupo le apoyaba incondicionalmente. El cisma en el seno del barcelonismo va a estallar cuando el mediático Helenio Herrera tome las riendas del equipo en la primavera de 1958. Herrera apostará por el joven Luís Suárez como  nuevo líder en el campo, y la grada se dividirá dramáticamente entre suaristas y kubalistas. HH, sin embargo, no prescindirá drásticamente del as hispanohúngaro, aunque le sustituirá a menudo, para los compromisos en campo contrario, por un jugador de un perfil muy diferente al suyo, el leridano Enric Ribelles.

          Son tiempos difíciles para Kubala, que llega a plantearse incluso su marcha del Barça, a medida que observa como su peso específico dentro del equipo disminuye a ojos vista. En los triunfos del bienio 58-60 su papel ya no es, ni muchísimo menos, tan determinante como antaño, aunque la fulminante salida de Herrera, a raíz de la derrota ante el Real Madrid en las semifinales de la Copa de Europa, en Abril de 1960, parece concederle un ligero respiro. Pero tras el gran trauma que supuso la Final de Berna del 61, cuando los postes de sección cuadrada del Wandorfstadion se negaron a que el Barça se coronase como nuevo Rey de Europa sucediendo a los pentacampeones merengues, Laszi va a tomar la dolorosa decisión de colgar las botas. El Camp Nou y toda Barcelona le rendirán un multitudinario y sentido homenaje la noche del 30 de Agosto de 1961, en un partido contra el Stade de Reims francés donde le acompañaron en la tripleta central barcelonista sus amigos y rivales Ferenc Puskas y Alfredo Di Stefano. Acto seguido pasará a dirigir la Escuela de Futbolistas, un lejano precedente de La Masía, con la que el flamante  presidente blaugrana Enric Llaudet pretendía potenciar la cantera aprovechando la experiencia de un maestro tan cualificado, número 1 de su  promoción en el Curso Nacional de Entrenadores.

          Pero a los pocos meses Laszi tiene que dejar el puesto, reclamado urgentemente por el propio Llaudet para hacerse cargo de la preparación del primer equipo barcelonista, tras la renuncia del técnico Luís Miró. Dirigiendo desde el banquillo a hombres que  solamente seis meses antes eran sus compañeros, Kubala despacha una campaña muy decorosa ( subcampeones de Liga y finalistas de la Copa de Ferias, con la decisión de dicho torneo aplazada hasta principios de la siguiente temporada debido al Mundial de Chile ). Ratificado para la temporada 62-63, los resultados le irán dando la espalda, hasta el extremo de cesar en su cargo tras una maratoniana reunión con Llaudet. Sintiéndose todavía futbolista en su fuero interno, Kubala se ofrece al presidente para volver al terreno de juego y de ese modo intentar galvanizar a una desorientada plantilla, pero su proposición es rechazada.

          En Septiembre de 1963 va a sorprender a propios y a extraños cruzando la Diagonal y fichando por el RCD. Español, el eterno rival ciudadano del Barça. Las cañas se trocarán en lanzas, y el barcelonismo le hará blanco de todas sus diatribas e improperios, considerándole poco menos que un auténtico traidor. Pero afortunadamente el tiempo casi todo lo cura, y la distancia hará el resto, pues tras colgar las botas definitivamente al final de la temporada 63-64, y dirigir a los españolistas desde el banquillo durante el curso siguiente, Kubala emprenderá la Aventura Americana, concretamente en el Soccer USA, donde entrenará al Toronto. En 1968 regresa a España, y se hace cargo de un casi desahuciado Córdoba, al que, si bien no consigue salvar de un descenso anunciado, al menos consigue dotar de un juego vistoso, esmaltado por algunas resonantes victorias. Con semejante bagaje, la Federación Española de Fútbol le va a ofrecer el puesto de Seleccionador Nacional, tras el fracaso que había supuesto no  clasificarse para el Mundial de México-70. Kubala debutará al frente del combinado español el 15 de Octubre de 1969, en La Línea de La Concepción, con un triunfo por 6 a 0 frente a Finlandia. Una serie de amistosos saldados con buena nota ante rivales prestigiosos – Alemania, Italia…- hace concebir esperanzas de que la Selección, los popularmente conocidos entonces como Kubala Boys, será capaz de volver a conseguir algo sonado, pero no logrará  entrar en la fase final de la Eurocopa del 72,  ni tampoco en la del Mundial a celebrar en la RFA en 1974, después de un adverso desempate contra Yugoeslavia disputado en Frankfurt. En cambio sí se clasifica España para el siguiente Mundial,  Argentina – 78, donde caerá en la primera ronda tras tropezar ante la teóricamente debil Austria y no pasar del empate frente a Brasil – el partido del célebre fallo del betico Cardeñosa – . Y al finalizar la Eurocopa del 80, donde tampoco España brilló a gran altura, abandonará la Selección después de diez años largos en el cargo ( record absoluto hasta hoy mismo ).

          Josep Lluís Núñez le convence para tomar las riendas del Barça de cara a la temporada 80-81, pero el equipo, a pesar de los refuerzos de Quini y Alexanko, tiene un arranque de Liga fatal y es estrepitosamente eliminado de la Copa de la UEFA por el Colonia, y Kubala pronto será sustituido  por…Helenio Herrera.

          Más tarde probará suerte en el exótico fútbol saudí, y también en el paraguayo, y de vuelta a España logrará ascender a Primera División a un Málaga en el que  actúan  dos ilustres  veteranos llamados Juán Gómez, Juanito, y Boquerón Estéban. Su último servicio en los banquillos será como Seleccionador Adjunto en los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, donde el combinado nacional obtuvo brillantemente la Medalla de Oro, con una extraordinaria generación de futbolistas entre la que destacaban los Guardiola, Alfonso, Luís Enrique o Kiko. En 1993 va a recibir otro merecidísimo homenaje en el Estadio de Montjuich, y también tendrá el honor de presidir la Agrupación de Veteranos del FC. Barcelona. Internacional por tres países ( Hungría, Checoeslovaquia y España ), así como por la Selección de la FIFA, su brillante palmarés personal y colectivo le convierte en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, quizás con el único lunar de no haber podido disputar nunca un Campeonato del Mundo. Aquejado de una grave enfermedad degenerativa, fallecerá en Mayo de 2002 en Barcelona, rodeado del unánime respeto de todo el fútbol español, al que tantos momentos memorables había brindado.

         

 

 

 




Hace 100 años (junio 1910)

 * Amistosos.

En San Sebastián han contendido un equipo guipuzcoano y otro de Zaragoza venciendo el conjunto maño por cero goles a uno.

En La Coruña, bajo un sofocante calor se ha disputado un reñido encuentro entre el Real Club de Coruña y el Fortuna de Vigo, ganando los coruñeses por 4 a 0.

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 Nuevamente en la ciudad coruñesa el club local se enfrenta a otro forastero. En esta ocasión es frente al Club Español de Madrid, con muchas bajas. El resultado favorece a los locales por un apabullante 9 a 0. Un segundo partido, jugado pocos días después, refleja un 6 a 0 que no deja lugar a dudas.

 En Madrid se ha disputado un partido entre la Gimnástica y el Español empatando ambos a cero goles.

 En la Ciudad Condal el Barcelona vence al Español por 6 goles a 2.

 En Santander el equipo del Regimiento de Dragones de Valencia, acuartelado en la localidad montañesa, y el Santander FBC disputan un encuentro del que es vencedor el equipo civil.

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 Apréciese la indumentaria mixta deportivo-militar de los footballistas.

 * Partidos internacionales.

 En la Plaza de Armas del Parque han verificado un partido el FC Barcelona, campeón de España, y el Cardiff Corinthians AFC de Gran Bretaña, venciendo los barceloneses por cuatro goles a uno. El club organizador dispuso de hasta 7 balones por si fuese necesario utilizarlos en caso de ser lanzados fuera del recinto.

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En idéntico emplazamiento el Español y el conjunto británico han disputado un encuentro que finalizó con la victoria españolista por cuatro goles a dos.

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Aprovechando la visita de los británicos, la colonia inglesa en la Ciudad Condal organiza una fiesta  deportiva en el campo de la calle Montaner en honor del <<team>> Cardiff Corinthians.

 * Para el Concurso Provincial de Tiro de Madrid han sido ofrecidos una serie de premios entre los que se encuentra un balón para <<foot-ball>> concedido por el señor Calvet.

 * La Sociedad Gimnástica Española organiza su fiesta atlética anual exclusiva para sus socios. El campeón que ostenta la copa ganada el año pasado, llamada Copa Rivero, es Sócrates Quintana. Dicho personaje también fue footballista y referee como ya indicamos en números anteriores de la revista. Para pasar a ganar esta copa en propiedad debe ganarse dos años seguidos o tres alternos, obteniendo los puntos en las seis pruebas atléticas siguientes:

1º; carrera a pie, 100 metros;

2º, carrera a pie, 110 metros, con obstáculos;

3º, carrera a pie, 400 metros, steeple-chasses;

4º, salto con pértiga;

5º, salto de altura;

6º, lanzamiento de disco.

 * Para la inauguración del Velódromo de la Ciudad Lineal se ha organizado una gran fiesta deportiva en la que habrá un match de foot-ball entre dos primeros equipos de Madrid.

 * El Centre Català de Sabadell ha estrenado un espléndido campo de sport donde tiene cabida el football.

 * Malas relaciones y tensión entre los rivales ciudadanos Barcelona y Español. También en Madrid son pocos y mal avenidos.

 * Ingresa en la Federación Catalana un nuevo club, el Hércules FC.

 * En un Gran Festival organizado en el Parque Güell de Barcelona por el Centro de Viajantes y Representantes del Comercio y de la Industria a beneficio de los damnificados por el terremoto ocurrido en Costa Rica el football es uno de los actos a celebrar. Se entregará un hermoso objeto artístico al vencedor.

Este choque tiene la particularidad de que es nocturno y es el primero anunciado así en Barcelona. ¿También lo es en el resto de España?.

El 2º team del Barcelona y el 1º del Catalonia fueron los contendientes. La experiencia no fue la mejor porque aunque se llevó un gran gasómetro y lámparas de acetileno los espectadores no veían más que bultos correr de acá para allá pues la falta de luz era importante, sobre todo en el centro ante la imposibilidad de colocar allí lámparas que alumbrasen. El partido terminó antes de finalizar el segundo tiempo por haberse extraviado la pelota. Finalmente venció el Catalonia por 2 goles a 1.